El Consecuencialismo
El Consecuencialismo
El Consecuencialismo
EL CONSECUENCIALISMO
Philip Pettit
1. Definicin de consecuencialismo
Todas las teoras morales, las teoras sobre lo que deben hacer los individuos o las instituciones, contienen al
menos dos elementos diferentes. En primer lugar, cada una de ellas presenta una nocin de lo que es bueno o
valioso, an cuando no todas ellas lo hagan explcitamente e incluso se resistan a hablar del bien: cada una de
ellas presenta una nocin de qu propiedades debemos desear realizadas en nuestros actos o en el mundo en
general. Una teora como el utilitarismo clsico afirma que la nica propiedad que importa es la de en qu
medida gozan de la felicidad los seres sensibles. Una teora del derecho natural afirma que la propiedad que
importa es el cumplimiento de la ley de la naturaleza. Otras diversas teoras proponen que lo que importa es la
libertad humana, la solidaridad social, el desarrollo autnomo de la naturaleza o una combinacin de estos
rasgos. Las posibilidades son infinitas, pues puede decirse que la nica limitacin comnmente reconocida es la
de que, para ser valiosa, una propiedad no debe referirse de forma esencial a una persona o mbito particular;
debe ser un rasgo universal, capaz de ser realizado aqu o all, con este individuo o con aqul.
En ocasiones este primer componente de una teora moral se denomina una teora del valor o una teora del
bien (este elemento lo examina Robert Goodin en el articulo 20, La utilidad y el bien). El segundo elemento
que supone toda teora moral a menudo suele describirse de forma paralela como una teora de lo correcto. Es
una concepcin no sobre qu propiedades son valiosas sino sobre lo que deberan hacer los individuos y las
instituciones para responder a las propiedades valiosas. En funcin de la idea que se adopte sobre esta
cuestin, las teoras morales suelen dividirse en dos tipos, las consecuencialistas y las no consecuencialistas, o
bien, por utilizar una terminologa ms antigua, las teleolgicas y las no teleolgicas: en ocasiones las no
teleolgicas se identifican con las deontolgicas, y en ocasiones se consideran representadas exclusivamente
por stas. Este ensayo se refiere a las teoras consecuencialistas, como teoras de lo correcto, pero no a una
teora particular del valor o del bien.
Supongamos que, en un momento de entusiasmo intelectualista, decido que lo que importa por encima de todo
en la vida humana es que la gente comprenda la historia de su especie y de su universo. Cmo debo yo
responder a este supuesto valor? Es mi responsabilidad primordial reconocerlo en mi propia vida,
testimoniando la importancia de esta comprensin por mi dedicacin en cuerpo y alma a l? O bien mi
principal responsabilidad es ms bien fomentar esta comprensin en general, por ejemplo dedicando la mayor
parte de mi tiempo al proselitismo y la poltica, dedicando slo las horas que no puedo aplicar mejor al
desarrollo de mi propia comprensin? Es la respuesta adecuada al valor la de fomentar su realizacin general,
honrndolo en mis propias acciones slo cuando nada mejor puedo hacer por fomentarlo?
Una vez ms, supongamos que decido que lo que importa en la vida no es algo tan abstracto como la
comprensin intelectual sino ms bien el disfrute de las lealtades personales, tanto las de carcter familiar como
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amistoso. Tambin aqu se plantea la cuestin de cmo debo responder a semejante valor. Debo honrar el
valor en mi propia vida, dedicndome al desarrollo de los vnculos familiares y de amistad? O bien slo
debera permitirme semejante dedicacin en la medida en que forma parte del proyecto ms general de
fomentar el disfrute de las lealtades personales? Debo estar dispuesto a utilizar mi tiempo de la manera ms
efectiva para ese proyecto aun si su coste -por ejemplo, el coste de dedicar tanto tiempo al periodismo y la
poltica- supone una grave tensin a mis lealtades personales?
Estos dos ejemplos pertenecen al mbito de la moralidad personal, pero se plantea la misma cuestin en el
mbito institucional. Supongamos que llega al poder un gobierno liberal, un gobierno principalmente interesado
en que la gente goce de libertad. Un gobierno as, debe respetar escrupulosamente la libertad de la poblacin
en su propia poltica, evitando cualquier interferencia que recorte esa libertad? O bien debe llevar a cabo todas
las medidas, incluidas ciertas medidas contra la libertad, que permitan un mayor grado de libertad en general?
Imaginemos que se forma un grupo que empieza a agitar en favor de la vuelta a un gobierno autoritario, por
ejemplo un gobierno asociado a una influyente tradicin religiosa. Imaginemos, por poner las cosas ms
difciles, que este grupo tiene una oportunidad real de xito Debera este gobierno permitir al grupo la
continuacin de sus actividades, en razn del respeto a la libertad de la poblacin de formar las asociaciones
que deseen? O bien debera prohibir al grupo, en razn de que si bien esta prohibicin recorta la libertad de la
poblacin, permite disfrutar de un mayor grado de libertad general? Esto significa que no habr vuelta a una
sociedad no liberal.
El consecuencialismo es la concepcin segn la cual sean cuales sean los valores que adopte un individuo o
una institucin, la respuesta adecuada a estos valores consiste en fomentarlos. El individuo debe respetar los
valores slo en tanto en cuanto su respeto forma parte de su fomento, o bien es necesario para fomentarlos.
Por otra parte, los adversarios del consecuencialismo afirman que hay que respetar al menos algunos valores
tanto si con ello se fomentan como si no. Los consecuencialistas consideran instrumental la relacin entre
valores y agentes: se necesitan agentes para llevar a cabo aquellas acciones que tienen la propiedad de
fomentar un valor perseguido, incluso acciones que intuitivamente dejan de respetarlo. Los adversarios del
consecuencialismo consideran que la relacin entre valores y agentes no es instrumental: se exige a stos -o al
menos se les permite- que sus acciones ejemplifiquen un valor determinado, aun cuando esto cause una inferior
realizacin del valor en general.
Esta forma de presentar la distincin entre consecuencialismo y no consecuencialismo, por referencia slo a
agentes y valores, es inusual pero confo en que resulte intuitiva. Un inconveniente que tiene es que no define
minuciosamente la idea de fomentar un valor, y menos an la idea de respetar un valor. En la prxima seccin
se palia en cierta medida este fallo (esa seccin ser demasiado filosfica para muchos, pero puede leerse por
encima sin perder gran cosa).
Para introducir nuestro enfoque ms formal ser de utilidad definir dos nociones: la de opcin y la de un
pronstico asociado a una opcin. Una opcin puede ser una opcin directamente conductual como la que
expresa una proposicin como yo hago A pero igualmente puede ser slo conductual de manera indirecta,
como las opciones tales como me comprometo a ser fiel a este principio de benevolencia o bien yo suscribo
este rasgo de competitividad en mi mismo: no voy a hacer nada para cambiarlo. El rasgo definitorio de una
opcin es que es una posibilidad que el agente est en situacin de realizar o no. Este puede procurar -o no-
hacer A, dejar que el principio de benevolencia dicte sus actos o bien seguir siendo complacientemente
competitivo.
Aunque una opcin es una posibilidad que puede realizarse, el agente casi nunca ser capaz de determinar la
exactitud con que se despliega la posibilidad; ello depender de otros agentes y de otras cosas del mundo; yo
puedo hacer A y llover o no llover, yo puedo hacer A y que haya o no haya una tercera guerra mundial: la lista
est abierta. Dadas las diferencias con que pueden desplegarse estas condiciones, cualquier opcin tiene
pronsticos diferentes. Si una opcin es una posibilidad que puede realizarse, sus pronsticos son las
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diferentes maneras posibles en que la posibilidad puede llegar a realizarse. La idea de pronstico recoge una
versin de la idea conocida de consecuencia.
Volviendo ahora a la definicin de consecuencialismo, podemos identificar dos proposiciones que por lo general
defienden los consecuencialistas.
1. Todo pronstico para una opcin, toda forma que pueda tener el mundo a resultas de elegir la opcin, tiene
un valor que est determinado, aunque quizs no nicamente, por las propiedades valiosas en l realizadas;
determinado por la medida en que es un mundo feliz, un mundo en el que se respeta la libertad, un mundo en el
que crece la naturaleza, y as sucesivamente para diferentes propiedades valiosas; el valor determinado no ser
nico, en tanto en cuanto la ponderacin relativa de estas propiedades no est fijada de manera nica.
2. Toda opcin, toda posibilidad que un agente puede realizar o no, tiene un valor fijado por los valores de sus
pronsticos: su valor est en funcin de los valores de sus diferentes pronsticos, est en funcin de los valores
asociados a las diferentes formas en que puede llevar a ser el mundo.
El motivo de entrar en este nivel de detalle era ofrecer un contenido ms claro de la idea de fomentar un valor.
Ahora podemos decir que un agente fomenta ciertos valores en sus opciones si -y slo si- el agente ordena los
pronsticos de opciones en trminos de estos valores (proposicin 1) y ordena las opciones -donde la
ordenacin determina su opcin- en trminos de sus pronsticos (proposicin 2). La proposicin 2 tiene carcter
indeterminado, pues ha quedado abierta la medida en que el valor de una opcin se fija por los valores de sus
pronsticos. El enfoque habitual de los consecuencialistas, an cuando no el nico posible, consiste en tomar
una opcin como un juego entre diferentes pronsticos posibles y recurrir a un procedimiento de la teora de la
decisin para calcular su valor. Segn este enfoque se hallar el valor de la opcin agregando los valores de los
diferentes pronsticos -suponiendo que stos estn determinados de manera nica- rebajando este valor por la
probabilidad que el pronstico tiene -por ejemplo, un cuarto o una mitad- de ser el correcto; dejo abierta la
cuestin de si la probabilidad adecuada a utilizar es el azar objetivo, la creencia subjetiva, la creencia racional
o cualquier otra.
Supongamos que el inters del agente es salvar la vida y que en las peores circunstancias se presentan dos
opciones: una le ofrece una probabilidad del cincuenta por ciento de salvar cien vidas, y la otra la certeza de
salvar cuarenta. En igualdad de circunstancias -cosa que suceder rara vez- este enfoque favorecera la
primera opcin.
Tenemos ahora una mejor idea de lo que dice el consecuencialista. El consecuencialista afirma que la forma
correcta de responder de un agente a cualesquiera valores reconocidos consiste en fomentarlos: es decir, en
cualquier eleccin se trata de seleccionar la opcin con pronsticos que significan que conviene apostar por
aquellos valores. Pero ahora tambin podemos ser algo ms especficos sobre lo que dice el no
consecuencialista. Hay dos tipos de no consecuencialismo, dos maneras de afirmar que hay que respetar, y no
fomentar, determinados valores. Un tipo subraya que si bien existen opciones respetables o leales, carece de
sentido la idea de fomentar el valor abstracto de la lealtad o el respeto. Esto equivale a negar la primera
proposicin del consecuencialista, afirmando que valores como la lealtad y el respeto no determinan ventajas
abstractas para los diferentes pronsticos de una opcin; los valores son irrelevantes para los pronsticos, y no
determinan siquiera razones no nicas a su favor. La otra posicin que puede adoptar el no consecuencialista
es admitir la primera proposicin, reconociendo que al menos tiene sentido la nocin de un agente que fomenta
los valores, pero negando la segunda, es decir, que la mejor opcin est determinada necesariamente por el
valor de sus pronsticos. Lo importante no es producir los bienes sino conservar limpias las manos.
Una ltima idea, en esta presentacin ms formal, sobre el no consecuencialismo. Se trata de que los no
consecuencialistas suponen con las propiedades que consideran deberan respetarse en vez de fomentarse,
que el agente siempre estar en situacin de conocer con seguridad si una opcin tendr o no una de esas
propiedades. Frente a un valor como el del respeto o la lealtad, la idea es que yo nunca tendr duda de si una
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opcin determinada ser o no respetuosa o leal. El supuesto de certeza puede ser razonable con estos
ejemplos pero por lo general no lo es. Y esto significa que con algunas propiedades valiosas, la estrategia no
consecuencialista a menudo quedar sin definir. Tomemos una propiedad como la de la felicidad. Este valor
puede ser respetado y tambin fomentado: su respeto exigir el inters por la felicidad de aquellos con los que
uno trata directamente, independientemente de los efectos indirectos. Pero en la prctica no siempre estar
claro qu exige un compromiso no consecuencialista con la felicidad. Los no consecuencialistas no nos dicen
cmo elegir cuando ninguna de las opciones disponibles va a mostrar con seguridad el valor en cuestin. Y a
menudo habr casos de este tipo con un valor como el de la felicidad. A veces habr casos en los que ninguna
de las opciones permite estar seguro de hacer el bien con la felicidad de aquellos con los que te relacionas
directamente: casos en los que una opcin ofrece una probabilidad segura de ese resultado y una segunda
opcin ofrece la mejor perspectiva de felicidad en general. La respuesta no consecuencialista en estos casos
est sencillamente sin definir.
Suele decirse en contra del consecuencialismo que llevara a un agente a cometer terribles actos, siempre que
stos prometiesen las mejores consecuencias. No prohibira absolutamente nada: ni la violacin, ni la tortura ni
incluso el asesinato. Esta acusacin da en el blanco pero por supuesto slo es relevante en circunstancias
terribles. As, si alguien con valores ordinarios consintiese la tortura, esto slo sera en circunstancias en las que
existe un gran beneficio potencial -salvar vidas inocentes, evitar una catstrofe- y en las que las malas
consecuencias no incluyesen, por ejemplo, la defensa del derecho a torturar por parte de las autoridades del
Estado. Tan pronto queda claro que esta acusacin slo es relevante en circunstancias horribles, deja de ser
claramente perjudicial. Despus de todo, el no consecuencialista tendr que defender a menudo una respuesta
igualmente poco atractiva en estas circunstancias. Puede ser espantoso pensar en torturar a alguien, pero debe
ser igualmente espantoso pensar en no hacerlo y a consecuencia de ello permitir, por ejemplo, la explosin de
una potente bomba en un lugar pblico.
Probablemente, a la vista de esta reserva, la acusacin contra el consecuencialismo suele reducirse a la tesis
asociada de que no slo permitira la comisin de actos terribles en circunstancias excepcionales sino que
permitira y en realidad fomentara el hbito general de contemplar semejantes actos: o si no de contemplar
activamente estos actos, al menos de tolerar la posibilidad de que puedan ser necesarios. Para el
consecuencialismo, se dice, no habra nada impensable. No permitira a los agentes admitir limitacin alguna a
lo que pueden hacer, tanto limitaciones asociadas a los derechos de los dems en cuanto agentes
independientes como limitaciones asociadas a las exigencias de aquellos que se relacionan con ellos en calidad
de amigos o familiares.
La idea que subyace a esta acusacin es que cualquier teora moral consecuencialista exige a los agentes
cambiar sus hbitos de deliberacin de manera objetable. Las personas se dice- tendrn que calcular cada
eleccin, identificando los diferentes pronsticos para cada opcin, el valor asociado a cada pronstico y el
resultado de aquellos diversos valores para el valor de la opcin. Con ello no podrn reconocer los derechos de
los dems como consideraciones que deben limitarles independientemente de las consecuencias; sern
incapaces de reconocer las exigencias especiales de las personas ms allegadas a ellos, exigencias que
normalmente no son susceptibles de clculo; y sern incapaces de establecer distinciones entre opciones
permisibles, opciones obligatorias y opciones de carcter supererogatorio. Se convertirn en ordenadores
morales, insensibles a todos estos matices. F. H. Bradley expres con precisin esta idea el siglo pasado en sus
Ethical Studies (pg. 107). Por lo que alcanzo a ver, esto va a hacer posible, a justificar e incluso a estimular
una incesante casustica prctica; y eso, no hace falta decirlo, es la muerte de la moralidad.
Pero si este tipo de acusacin se efectu en el siglo pasado, tambin entonces encontr su refutacin,
especialmente la de escritores como John Austin y Henry Sidgwick. Estos escritores defendan el utilitarismo
clsico, la teora moral consecuencialista segn la cual el nico valor es la felicidad de los hombres, o al menos
de los seres sensibles. Austin escogi un buen ejemplo al afirmar en su obra The province of jurisprudence
(pg. 108) que el utilitarista no exige una casustica incesante a los agentes. Aun cuando aprueba el amor
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porque concuerda con su principio, est lejos de afirmar que el motivo de quien ama debe ser el bien general.
Ningn utilitarista coherente y ortodoxo afirm nunca que quien ama debe besar a su amada en aras del bien
comn. Lo que dice Austin en este pasaje es que una teora consecuencialista como el utilitarismo constituye
una explicacin de lo que justifica una opcin frente a las alternativas -el hecho de que fomenta el valor
relevante- y no una explicacin de cmo deben deliberar los agentes al seleccionar la opcin. El acto de quien
ama puede estar justificado por su fomento de la felicidad humana, en cuyo caso el utilitarista lo aplaudira. Pero
esto no significa que el utilitarista espere que los amantes seleccionen y controlen sus iniciativas por referencia
a ese fin abstracto.
La rplica que por lo general aplican los no consecuencialistas a esta respuesta consiste en negar que sea
asequible a sus adversarios. Afirman que si un consecuencialista piensa que las elecciones de un agente estn
justificadas o no por el hecho de que fomenten determinados valores, entonces el consecuencialista est
obligado a decir que el agente moral -el agente que pretende tener una justificacin- debera deliberar sobre la
medida en que las diferentes opciones fomentan aquellos valores en cualquier mbito. Al decir esto suponen
que esta deliberacin es la mejor forma que tiene el agente de garantizar que la eleccin tomada fomente los
valores suscritos.
Sin embargo, esta rplica no consecuencialista no es convincente, porque ese supuesto es obviamente falso.
Consideremos de nuevo al amante y a su amada. Si el amante calcula cada uno de sus abrazos, sintonizndolo
con las exigencias de la felicidad general, probablemente ser escaso el placer para cada parte. Una condicin
de que el abrazo produzca placer, y con ello de que contribuya a la felicidad general, es que sea relativamente
espontneo, y que surja de afectos naturales y no reflexivos. Apenas hay que insistir en esta idea.
Pero aun cuando la idea est clara, y aun cuando se aplique con claridad en diversos casos, plantea una
cuestin que los consecuencialistas han tardado mucho en abordar, al menos hasta fecha reciente. La cuestin
es sta: supuesto que el consecuencialismo sea una teora de la justificacin, y no una teora de la deliberacin,
qu diferencia prctica -qu diferencia en la estrategia de deliberacin- supone ser consecuencialista?
Supongamos que el amante del ejemplo de Austin tuviese que convertirse en utilitarista. Qu tipo de estrategia
podra adoptar entonces, en el supuesto de que no quisiera tener que considerar los pros y contras utilitarios de
cada una de sus acciones?
La respuesta que habitualmente hoy ofrecen los consecuencialistas est motivada por la observacin de la
ltima seccin de que las opciones que exigen la valoracin en trminos consecuencialistas -las posibilidades
sobre las cuales se decide un agente- incluyen opciones que son slo conductuales de manera indirecta y
tambin acciones alternativas que puede adoptar en cualquier contexto. Incluyen opciones como la de suscribir
o no un determinado motivo o rasgo de carcter, dejarlo expresarse libremente en algunos mbitos, y opciones
como la de comprometerse o no con un determinado principio -por ejemplo, el principio de respetar un derecho
particular de los dems- otorgndole el estatus de un piloto conductual automtico en las circunstancias
adecuadas.
El hecho de que los grupos de opciones a que se enfrentan los agentes incluyen muchas cosas de este tipo
significa que si han de volverse consecuencialistas, su conversin a esa doctrina puede tener un efecto prctico
sobre su forma de comportarse sin tener el efecto claramente no deseable de convertirles en calculadores
permanentes. Puede tener el efecto de llevar a un agente a suscribir determinados rasgos o principios, rasgos o
principios que en los contextos adecuados le llevan a obrar de forma espontnea y no calculadora. Tendr este
efecto, en particular, si el optar por atarse a semejantes medios de evitar el clculo es la mejor manera de
fomentar los valores que aprecia el agente.
Pero no ser siempre mejor que los agentes mantengan afilados sus dotes de clculo teniendo en cuenta en
cada caso si el seguir el piloto automtico del rasgo o del principio fomenta realmente sus valores. Y en este
caso, no seguira siendo el agente consecuencialista, en cierto sentido, un calculador incesante?
Esta es una cuestin de primer orden en las discusiones consecuencialistas actuales. Las respuestas ofrecidas
por los consecuencialistas son de diverso orden. Una respuesta es que los agentes son tan falibles, al menos
en el calor de la toma de decisiones, que el control calculador aqu concebido probablemente hara ms dao
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que bien. Otra es que algunos de los recursos prioritarios sobre el clculo, por ejemplo determinados rasgos
que puede cultivar el agente -por ejemplo, el rasgo de completar obsesivamente las tareas- son tales que una
vez en juego no hay posibilidad de someterlos a control. Otra respuesta, que es la que en particular suscribe el
autor, es que muchos valores son tales que su fomento se ve socavado silos hbitos de deliberacin -prioritarios
respecto al clculo- que tienen por objeto fomentarlos se someten a un control de clculo. Supongamos que me
comprometo con el principio de decir lo primero que me viene a la mente en la conversacin a fin de fomentar
mi espontaneidad. Yo anular el fomento de ese valor si intento controlarlo y controlar mis observaciones.
Supongamos que me comprometo con el principio de dejar a mi hija adolescente que haga su voluntad en un
determinado mbito -por ejemplo, en la eleccin de su indumentaria- a fin de fomentar su sentido de
independencia y su personalidad. Una vez ms, si intento controlar y moderar la tolerancia que le ofrezco estar
invalidando el fomento de ese valor, al menos suponiendo que voy a ejercer una relativa supervisin. En
cualquier caso, en los contextos adecuados, debo poner ms o menos ciegamente el piloto automtico para
fomentar el valor en cuestin.
A la tendencia del consecuencialismo que contempla la posibilidad de que el ser consecuencialista pueda
motivar al agente a limitar el clculo de las consecuencias se denomina en ocasiones consecuencialismo
indirecto, otras veces estratgico y otras restrictivo. Este consecuencialismo restrictivo promete ser capaz de
responder a los diversos desafos que plantea el principal argumento contra el consecuencialismo, pero aqu
apenas podemos explicar esta pretensin. Para concluir nuestra exposicin de ese argumento, lo nico que
podemos aadir es que el consecuencialismo restrictivo en este sentido no debe confundirse con el que se
denomina consecuencialismo limitado o de las reglas, en contraposicin a un consecuencialismo extremo o de
los actos. Esa doctrina, ya no muy de moda, afirma que las reglas de conducta estn justificadas por el hecho
de si su cumplimiento o intento de cumplimiento fomenta los valores relevantes, pero esas opciones
conductuales se justifican en otros trminos, a saber, por si cumplen o intentan cumplir las reglas ptimas. El
consecuencialismo restrictivo que hemos presentado no es as de tmido; es una forma de consecuencialismo
extremo o de los actos. Afirma que la prueba de si una opcin est justificada es consecuencialista, tanto si la
opcin es directa como indirectamente conductual: la mejor opcin es aquella que mejor fomenta los valores del
agente. Lo que lo convierte en restrictivo es simplemente el reconocimiento de que como mejor pueden
fomentar sus valores los agentes es en elecciones conductuales, si limitan la tendencia a calcular, renunciando
a considerar todas las consecuencias relevantes.
La clave del argumento principal en favor del consecuencialismo es una proposicin que hasta aqu hemos
dado por supuesta, la de que toda teora moral invoca unos valores de tal modo que, segn el
consecuencialista, tiene sentido recomendar sean fomentados o bien, como quiere el no consecuencialista, que
sean respetados. Esta proposicin es bastante evidente. Toda teora moral identifica ciertas elecciones como
las elecciones correctas para un agente. Sin embargo, en cualquier caso, lo que la teora se compromete a
recomendar no es slo esta o aquella eleccin para este o aquel agente sino la eleccin de este tipo de opcin
por aqul tipo de agente en este tipo de circunstancias; se trata de un compromiso, como se afirma en
ocasiones, de universalizabilidad (vase el artculo 40, El prescriptivismo universal, para ms detalles sobre
este aspecto del juicio moral). Este compromiso significa que toda teora moral invoca valores, pues el hecho de
que se realicen tales y tales elecciones se considera ahora una propiedad deseable a realizar.
Pero otro aspecto de nuestra proposicin bsica es que con cualquier valor, con cualquier propiedad que se
considere deseable, podemos identificar una respuesta consecuencialista y una no consecuencialista, podemos
dar sentido a la idea de fomentar o respetar el valor. Espero que el tipo de ejemplos presentados al comienzo
puedan avalar esta afirmacin. Vimos all que un agente puede concebir que el respeto o fomento de los valores
tiene que ver con la comprensin intelectual, la lealtad personal y la libertad poltica. Por analoga, debe quedar
claro que todas las propiedades deseables ofrecen las mismas posibilidades. Como tambin vimos, puedo
pensar en respetar un valor tradicionalmente asociado al consecuencialismo como el de que la gente disfrute de
la felicidad, aun cuando en ocasiones la incertidumbre sobre las opciones puede dejar indefinida la estrategia;
respetar esto ser intentar no provocar directamente la infelicidad a nadie, aun cuando el hacerlo aumentase la
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felicidad general. Puedo pensar en fomentar un valor tan ntimamente asociado a teoras no consecuencialistas
como el respeto a las personas; fomentar este valor ser intentar asegurar que las personas se respeten
mutuamente lo ms posible, an cuando esto exija falta de respeto a algunas.
Nuestra proposicin bsica avala el argumento en favor del consecuencialismo porque muestra que el no
consecuencialista suscribe una teora que tiene un grave defecto en relacin con la virtud metodolgica de la
simplicidad. Es una prctica comn de las ciencias y de las disciplinas intelectuales en general que, cuando dos
hiptesis son por lo dems igualmente satisfactorias, es preferible la ms simple que la menos simple.
Indudablemente, el consecuencialismo es una hiptesis ms simple que cualquier forma de no
consecuencialismo y esto significa que, descartadas las objeciones como las rechazadas en la ltima seccin,
debe preferirse a ste. Si los no consecuencialistas no han apreciado la gran desventaja de su perspectiva en
trminos de simplicidad, esto puede deberse a que por lo general no aceptan nuestra proposicin bsica.
Imaginan que existen determinados valores que slo son susceptibles de ser fomentados y otros que slo son
susceptibles de ser respetados.
El consecuencialismo aventaja en simplicidad a esta perspectiva al menos en tres sentidos. El primero es que
mientras los consecuencialistas slo suscriben una forma de responder a los valores, los no consecuencialistas
suscriben dos. Todos los no consecuencialistas suscriben la concepcin de que determinados valores deben ser
respetados en vez de fomentados: por ejemplo, valores como los asociados a la lealtad y el respeto. Pero todos
ellos aceptan sea o no sea en su calidad de tericos morales, que algunos otros valores deberan fomentarse:
valores tan diversos como la prosperidad econmica, la higiene personal y la seguridad de las instalaciones
nucleares. As, donde los consecuencialistas introducen un nico axioma sobre cmo los valores justifican las
elecciones, los no consecuencialistas deben introducir dos.
Pero no slo el no consecuencialismo es menos simple por perder en el juego de los nmeros. Tambin es
menos simple por jugar este juego de manera ad hoc. Todos los no consecuencialistas identifican ciertos
valores como aptos para ser respetados en vez de fomentados. Pero por lo general no explican qu tienen los
valores identificados que signifique que la justificacin se desprenda de su respeto ms que de su promocin. Y
en realidad no est claro qu explicacin satisfactoria puede ofrecerse. Una cosa es hacer una lista de valores
que supuestamente exigen ser respetados, como por ejemplo la lealtad personal, el respeto a los dems y el
castigo a las malas acciones. Pero otra es decir por qu estos valores son tan diferentes de la nocin ordinaria
de propiedades deseables. Puede haber rasgos que los distingan de los dems valores, pero por qu importan
tanto estos rasgos? Los no consecuencialistas tpicamente dejan de lado esa cuestin. No slo tienen una
dualidad all donde los consecuencialistas tienen una unidad; tienen adems una dualidad no explicada.
El tercer sentido en que el consecuencialismo gana por simplicidad es que sintoniza bien con nuestras nociones
comunes de lo que exige la racionalidad, mientras que el no consecuencialismo est en tensin con estas
nociones. El agente interesado por un valor se encuentra en posicin paralela a la del agente interesado por un
bien personal: por ejemplo, la salud, los ingresos o el estatus. Al reflexionar sobre cmo debera obrar un
agente que se interesa por un bien personal decimos sin dudar que por supuesto lo ms racional que puede
hacer, la accin justificada racionalmente, consiste en obrar en fomento de ese bien. Esto significa entonces
que mientras la nocin consecuencialista de la forma en que los valores justifican las elecciones entronca con la
concepcin comn de la racionalidad en la bsqueda de los bienes personales, la nocin no consecuencialista
no. El no consecuencialista se ve en la tesitura de tener que defender una posicin sobre lo que exigen
determinados valores que carecen de anlogo en el mbito no moral de la racionalidad prctica.
Si estas consideraciones relativas a la simplicidad no bastan para motivar una perspectiva consecuencialista,
probablemente el nico recurso para un consecuencialista sea llamar la atencin al detalle de lo que dice el no
consecuencialista, hacindole pensar sobre si esto es realmente plausible. Vimos en la segunda seccin que
los no consecuencialistas tienen que negar o que los valores que suscriben determinan los valores para los
pronsticos de una opcin o que el valor de una opcin est en funcin de los valores asociados a esos
diferentes pronsticos. El consecuencialista puede afirmar razonablemente que ambas posiciones no son
plausibles. Si un pronstico realiza mis valores ms que otro, entonces sin duda acredita su valor. Y si una
opcin tiene pronsticos tales que representa una mejor jugada que otra con esos valores, eso sin duda sugiere
que es la mejor opcin para m. As pues, cmo puede pensar de otro modo el no consecuencialista?
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Por supuesto, en situacin ideal el consecuencialista debera tener una respuesta a esa cuestin. El
consecuencialista debera ser capaz de ofrecer una explicacin de cmo los no consecuencialistas llegan a
pensar errneamente en las cosas en que creen. Puede ser til decir algo sobre esto en la conclusin.
Una explicacin consecuencialista de cmo los no consecuencialistas llegan a suscribir sus posiciones debe
contener al menos dos observaciones. Ya hemos sugerido la primera en este ensayo. Es la de que
probablemente los no consecuencialistas atienden a la deliberacin ms que a la justificacin y, constatando
que a menudo es contraproducente deliberar sobre el fomento de un valor implicado en la accin -un valor
como la lealtad o el respeto- llegan a la conclusin de que en estos casos las elecciones se justifican
respetando los valores, y no fomentndolos. Esto es un error, pero al menos es un error inteligible. As, puede
ayudar al consecuencialista a entender los compromisos de sus adversarios.
La segunda observacin es una que no hemos formulado explcitamente antes y que supone una buena nota
final. Se trata de que muchas teoras deontolgicas proceden de reconocer la fuerza de la perspectiva
consecuencialista sobre la justificacin pero limitndola de algn modo. Un ejemplo es el del consecuencialista
de la regla que limita su consecuencialismo a elecciones entre reglas, afirmando que las elecciones
conductuales se justifican por referencia a las reglas as elegidas. Otro ejemplo, ms relevante, es el del no
consecuencialista que afirma que cada agente debe elegir de tal modo que si todos tuviesen que realizar ese
tipo de eleccin, se fomentara el valor o valores en cuestin. Esto quiere decir que el consecuencialismo es
adecuado para valorar las elecciones de la colectividad pero no de sus miembros. La colectividad debera elegir
de forma que se fomenten los valores, el individuo debera elegir no necesariamente de modo que de hecho
fomente los valores sino de la manera que los fomentara si todo el mundo realizase una eleccin similar. Aqu,
como en el otro caso, la posicin no consecuencialista est motivada por el pensamiento consecuencialista.
Esto no le liar comulgar con el consecuencialista, para quien este pensamiento no se aplica de forma
suficientemente sistemtica: el consecuencialista dir que es tan relevante para el agente individual como para
la colectividad. Pero la observacin puede ayudar a los consecuencialistas a entender a sus adversarios v con
ello a reforzar su propia posicin. Estos pueden decir que no estn pasando por alto ninguna consideracin que
consideran convincente los no consecuencialistas. Lo que stos consideran convincente es algo que los
consecuencialistas son capaces de comprender, y de refutar.