Alberto Boixadós - Arte y Subversión
Alberto Boixadós - Arte y Subversión
Alberto Boixadós - Arte y Subversión
Prlogo
Las corrientes poticas y artsticas de nuestra poca se han venido caracterizando por una proliferacin
desorbitada de propsitos y realizaciones. No es que semejante pluralidad constituya una riqueza
digna de loa. Al contrario, lo que se est manifestando all, es cierto incontenible afn nihilista que
tiende a hacer tabla rasa de todo cuanto se haya creado en el pasado y, en especial, de ese privilegio
humano por el cual somos cada uno de nosotros una imagen y semejanza de Dios. Este privilegio
francamente ennoblecedor es nuestra condicin espiritual, que nos constituye como una especie de isla
dentro del mar del Universo visible, o bien, como la cumbre privilegiada de una alta montaa, y que se
proyecta en el orden de nuestras actividades por la voluntad y la razn; en otros palabras, por la
facultad intelectiva y por la capacidad de determinarnos a nosotros mismos en la esfera de acciones
propiamente humanas.
Adnde han conducido y en qu han fructificado estas tendencias tan dispares y tan contradictorias
entre s? Pues a aquello que plasm ese baturro inmortal que fue Francisco de Goya en uno de sus
aguafuertes, que lleva por ttulo El sueo de la razn engendra monstruos.
S. Goya tena razn. El sueo de la razn engendra monstruos. Nos lo viene diciendo nuestra
experiencia cotidiana desde hace muchas dcadas. Pero existen dos maneras de hacer soar a la razn,
aunque valdra mejor decir, que se trata de dos fases de un solo y mismo proceso. Estas etapas son: la
de desvincularla de su objeto connatural que es la realidad o la verdad, y la de someterla al influjo
tiranizante de las potencias inferiores de nuestra personalidad, es decir, el hacerla caer de ese trono
benfico en que la ha establecido Dios con el fin de que vaya orientando y rigiendo todas nuestras
restantes facultades y, por lo mismo, el cortar violentamente los vnculos que la unen con la inteligencia
infinita que es manantial de toda verdad y de toda existencia.
Las corrientes artsticas que espiritualmente pertenecen al mundo moderno, al mundo esttico que se ha
constituido en el mbito de nuestra civilizacin cristiana y occidental revelan un claro e indiscutible
atesmo. Ostentan un humanismo que, lejos de ennoblecer las condiciones tpicamente humanas de
espiritualidad y racionalidad, las privan de su desarrollo normal, que slo puede lograr sumergiendo sus
races en las aguas vivificantes de la Gracia. Porque no nos engaemos: desde que el pecado original dej
a la naturaleza humana herida y menoscabada, resultar imposible para nosotros, por ms esfuerzos
que hagamos, alcanzar la normalidad en un clima exclusivamente natural.
Tal es el misterio de la Sobrenaturaleza. Gratuita por definicin y, por ende, trascendente a cualquier
esfuerzo de cualquier criatura, resulta a la postre restauradora de una normalidad que, por creacin,
debi el hombre alcanzar en virtud de sus facultades naturales. Ese carcter gratuito, por inescrutable
designio de Dios, viene as a erigirse, bajo cierto aspecto, como un complemento que perfecciona en modo
exclusivo nuestra naturaleza racional.
Esta normalidad es lo que las corrientes espiritualmente modernas del arte y de la creacin humana
rechazan con decisin inapelable, abominando asimismo de cualquier apertura hacia una realidad
trascendente. Es cierto que ningn artista, en cuanto tal, puede dedicarse a demostrar ninguna verdad
especulativa, al modo como lo hacen los cientficos. El artista -escritor, msico, escultor, arquitecto...- no
est encargado de demostrar nada, pero s est encargado de mostrar algo, y ese algo es su propia
personalidad en lo que tiene, no de especfico, sino de individual, de irreiterable. Pero, cuidado!, porque
la proyeccin de una personalidad en una creacin potica o artstica no significa una manifestacin de
individualismo, ni mucho menos de solipsismo. La persona humana no constituye un individuo aislado
y desligado de cuanto le rodea. No. La condicin humana supone toda una serie de vnculos que nos
enlazan, en primer lugar, con Dios y, luego, con nuestros semejantes, en quienes debemos ver a
hermanos nuestros desde que todos somos hijos de un mismo Padre que est en los cielos y que hace
llover sobre justos y pecadores.
Santo Toms nos advierte claramente que el fin de nuestras actividades es nuestra felicidad; en otras
palabras, el conseguir nuestro Fin. Lo que el santo Doctor dice expresamente de las ciencias, puede
hacerse extensivo sin ninguna dificultad al resto de nuestras acciones humanas. Pensemos que el arte es
para el hombre y no el hombre para el arte. Por eso, el creador -escritor, msico, arquitecto...- deber
procurar instintiva y no deliberadamente, no slo para s sino para los dems, el perfeccionamiento
humano. Y en estas condiciones, no podr sino profesar un profundo respeto por la condicin de imagen
y semejanza de Dios que ostentamos desde el momento en que somos espirituales y, por ende, dotados de
inmortalidad. Esta condicin sublime es la que combate el arte espiritualmente moderno y nos debe
impulsar a enfrentar sus manifestaciones con espritu crtico, a fin de no vernos envueltos y presos en sus
redes.
Naturalmente que no pretendemos desconocer categoras estticas. Solamente queremos destacar
cmo las categoras estticas no poseen ningn derecho contra Dios. Si llegada la ocasin alguien
declara que no puede hacer arte sin violar los preceptos que rigen nuestra vida, est condenado por el
hecho mismo, desde un principio, a renunciar a toda actividad creadora. Felizmente la disyuntiva que
plantea en este sentido un gran nmero de artistas contemporneos es absolutamente falsa. No era
posible que el Autor de toda Verdad y de toda Belleza pudiera desautorizar a quienes, prolongando
su actividad creadora inefable, procuran imitarlo en la medida de sus fuerzas. Incluso muchas
manifestaciones artsticas contemporneas que, por estar conformes con las exigencias ms nobles de
nuestra condicin humana, han prolongado hasta nuestros mismos das el concepto cristiano y
catlico del hombre y del mundo, demuestran la posibilidad de conciliar las exigencias estticas con las
de la Ley de Dios.
Ese carcter fallido de las manifestaciones del arte, que pertenecen espiritualmente a los tiempos
modernos, es lo que Alberto Boixads, gran seor, gran maestro y gran amigo, va mostrando a lo
largo de las pginas de este libro verdaderamente estremecedor. El autor va descubriendo la turbia
actitud de aquellos que se presentan ante las miradas de un pblico frvolo y apresurado -el noventa por
ciento del pblico lector de nuestros das- como simples escritores o artistas de vanguardia, ocultando
maosamente y con refinada hipocresa los propsitos que los animan, de destruir todo cuanto, de una
manera u otra, lleve consigo y manifieste la marca de nuestra condicin de hijos adoptivos de Dios. En
conversacin sostenida con l aqu, en Santiago de Chile, tres meses atrs, nos expona su tesis de que,
en el mundo de los artistas y escritores de vanguardia no existen francotiradores. Al contrario,
todas las circunstancias que all se nos van presentando obedecen, en su verificacin y en el orden con que
se van sucediendo, a un propsito cuidadosamente planeado y estudiado. Eso lleva a nuestro autor, a
llamar la atencin de los lectores descuidados, con el fin de que no se dejen seducir por los mritos
estticos que podran ostentar las creaciones del arte espiritualmente moderno, porque stas, en su
mayora, encierran un veneno mortal, tanto ms terrible cuanto que no atenta contra la vida temporal
sino contra nuestra vida futura.
Alberto Boixads habla con claridad meridiana. Nos habla tambin de modo extremadamente
sugestivo. Nos desentraa las conexiones existentes entre una actividad aparentemente tan apoltica
como es la artstica y literaria, con la revolucin que viene corroyendo a la civilizacin cristiana a partir
de los das de la Reforma protestante, y que se ha prolongado, a travs de etapas histricas de menor
importancia, hasta la hereja modernista que fue condenada por San Po X y que actualmente est
asolando la vida sobrenatural de la Iglesia. Tal como se ha hecho la revolucin poltica -nos advierte
nuestro autor- se est llevando a cabo la revolucin esttica, artstica, literaria, con una ferocidad, que
slo admite parangn con su hipocresa. Es que nos estamos enfrentando con la Revolucin integral, y
en esta lucha que es de vida o muerte- no estamos autorizados para inhibirnos y mantenernos neutrales.
No tenemos ningn derecho a mantenernos como espectadores. Tenemos, en la medida de nuestras
fuerzas y de nuestra condicin, que ser agonistas, como deca Unamuno -es decir, luchadores- y an
protagonistas. Cualquier otra actitud es indigna de un catlico, fuera de que, cuando llegue el da de
las Grandes Cuentas nos lo demandar Quien dijo asimismo que, de aquel que se avergonzare de El,
se avergonzar El mismo delante de su Padre Celestial.
Nos urge darnos por aludidos con el toque de alarma apremiante de Alberto Boixads. De sobra
tiene l categora para que le prestemos la ms profunda y eficaz atencin.
Ser sta la mejor manera de rendir homenaje a este denso y esperanzado libro y de cooperar a la
derrota de aquel enemigo que, como nos dice San Pedro, anda dando vueltas como len rugiente
buscando a quien devorar.
Profesor de Metafsica en la
Universidad Catlica de Chile
Introduccin
El artista no es una clase especial de hombre, sino que cada hombre es, ms bien, una
clase especial de artista, deca el pintor Delacroix.
Esto significa que no slo es artista el creador, sino que tambin lo es el receptor, ya
que el hombre, cualquiera que sea su condicin espiritual y social, dar respuesta a algn
tipo de arte.
El artista no es necesariamente un individuo raro o excntrico; las ms de las veces es
un hombre comn. Ciertas excentricidades de los artistas son sobrevaloradas con fines
no artsticos.
La apreciacin de la buena forma, la percepcin del ritmo y la armona, el
instinto de hacer que las cosas sean esbeltas y eficaces constituyen
caractersticas humanas normales, ms innatas que adquiridas y que sin duda
estn presentes en el nio desde los primeros aos1
El ser humano no puede eludir esta ancestral manifestacin de la cultura que es el arte,
puesto que vive en pueblos y ciudades que obedecen o no, a una visin artstica. El
hombre mora en casas hechas con un determinado criterio, donde el artesano -artista
con frecuencia- cumple una misin primera; escucha, quiralo o no, msica, o lo que
algunos llaman msica; lee revistas y libros; asiste al teatro; ve pelculas y televisin; y
muchas veces oye o forzosamente mira cosas que no le gustan, pero cuyos reflejos le
llegan de mil modos. As, no podr ignorar la pintura ms vanguardista, cuyos cuadros
no solamente estn en exposiciones o exhibiciones, sino tambin en oficinas pblicas,
salas de espera, despachos, consultorios y con frecuencia aun en su propia casa. Este
mundo artstico, fluido y avasallador, va influyendo en la sensibilidad del hombre y por
ende en su mentalidad.
En los distintos perodos histricos casi todas las manifestaciones artsticas: pintura,
msica, letras, arquitectura, escultura, son expresin de un modo de ver e interpretar el
cosmos, Dios y el hombre mismo. Eso significa que toda realizacin artstica tiene, en
forma implcita o explcita, una concepcin filosfica o antifilosfica, religiosa o
antirreligiosa, o combinaciones de ambos extremos.
Es muy comn que ese mundo artstico, con carga religioso-filosfica de distintos
signos, o atea, estimule el trnsito del alma por caminos insospechados, con ineludible
presencia en el orden social. En la actualidad -no se puede negar- hay una
preponderante creatividad artstica sellada por el atesmo.
Pero el total de la actividad artstica no siempre obedece a las pautas dominantes en un
determinado perodo histrico; siempre habr individualidades o grupos que se
mantendrn en cauces anacrnicos -fuera de su tiempo- y por eso mismo, con relativo
peso e influencia social.
Se plantea consecuentemente la importancia del arte en la educacin del nio, hombre
del futuro, quien en su desarrollo fsico y espiritual debera adiestrar todos sus sentidos,
en comunin creadora, con sonidos, colores, texturas y consistencias; en una palabra,
en comunin con la esencial diversidad de la naturaleza, para estimular sus energas
creadoras y hacer fructferos sus momentos de ocio.
Se habra de estimular tambin una lenta maduracin espiritual pareja a la destreza que
se adquiere en contacto con lo concreto.
Se llegara as, en forma natural, a comprender que el arte consiste en conseguir que el
ritmo se inscriba en una materia -ya sea color, piedra, sonido o palabra- sin que su
esencia inmaterial se vea comprometida y sin perder en lo ms mnimo su libertad.
Comprndalo o no, el nio puede llegar con el tiempo, a travs del arte, no solamente a
canalizar su sensibilidad y su inteligencia, sino tambin todo su mundo espiritual, que
comenzar a deslizarse en un mbito de smbolos.
Vislumbramos consecuentemente la importancia del tema, en su verdadera dimensin.
Se argumenta vlidamente, que el mundo del arte goza de una autonoma que no tiene
por qu proyectarse a niveles sociales o polticos. Desde un punto de vista meramente
esttico puede admitirse, pero desde el ngulo de la cultura y su ponderacin en la
historia, de ninguna manera podemos cerrar los ojos a esa proyeccin.
Haremos alusin a ciertas corrientes pictricas y musicales para detenernos luego en el
mundo literario.
Pintura
Las tendencias ms audaces en pintura no pretenden reproducir la realidad, sino
solamente representar un juego de tensiones y colores.
A comienzos de siglo, el pintor Kandinsky, rompi con los ltimos contenidos sagrados
que haba en pintura y que las corrientes progresistas an respetaban. Por ello dijo:
La fe cristiana en el ms all -por paradjico que suene-, en el arte medieval, siempre
se presentaba bajo las formas del arte figurativo. Slo el atesmo abre paso a la
creacin absoluta antitradicionalista.
La barrera religiosa impidi que se irrumpiese en el terreno de la absoluta abstraccin
de la imagen. El mismo Kandinsky nos explica cmo la visin de los impresionistas
constituy el aprendizaje primario para poder llegar a su descubrimiento de la pintura
absoluta. Observando el lienzo titulado Montn de heno, de Monet, sent que a este
cuadro le faltaba el objeto temtico... La pintura adquira una fuerza y magnificencia
fantstica. Porque el cuadro no existe con motivo de determinada cosa, sino por sus
cualidades pictricas, por la vivencia que trasmite.
Por eso el pintor Georges Mathieu se atrevi a decir: Hay que desencadenar la
liberacin de toda la esttica anterior. Un arte esttico de la conciencia sustituir a una
conciencia esttica del arte, y agregaba: Estamos en los albores de un arte nuevo que
desencadenar procesos indecibles, un arte nuevo que crear un hombre nuevo. Esta
afirmacin aunque parezca disparatada, encierra una gran verdad, ya que el arte conlleva
un gran poder de conversin. Conversin que, a travs del arte, ilumina el terreno
poltico o religioso.
Quien visite Mxico con ojos penetrantes, comprender la influencia que los pintores
Ribera y Siqueiros han significado en la vida espiritual de su pueblo. Han mantenido
vivo en el mundo de las imgenes un sentimiento antiespaol, que aflora en la superficie
del alma mexicana, ya que nunca en las profundidades -como hemos analizado
anteriormente-1, porque el alma mexicana es la ms plenamente espaola de
Hispanoamrica.
Los murales de estos pintores -en el Ministerio de Educacin, en el Palacio de Corts,
en Cuernavaca, y en muchos otros sitios- son una vertiente que alimenta esa
sensibilidad, en constante conversin antiespaola y anticristiana. Hace falta reflexin
muy profunda para anular esa influencia y alcanzar las fuentes cristalinas de la verdad
histrica.
Para sintetizar esta breve incursin en el mundo pictrico y sus relaciones polticas,
mencionaremos parte de un artculo del estudioso espaol Joaqun Garca de la Concha,
quien dice:
Un espaol genial contemporneo nuestro, Pablo Ruiz Picasso, ocup el mando
de las avanzadillas revolucionarias en el mundo de las artes plsticas. Fue un
monstruo de la demolicin. No ha existido, jams, nadie que tuviese la capacidad
destructora que l tuvo. Fue el mayor revolucionario, en las artes plsticas, de
todos los tiempos.
Destruy pintando y derrib escribiendo, y por hacer revolucin, la hizo hasta con sus
declaraciones al pblico y con su vida privada; como ejemplo, transcribimos el texto
ntegro de unas declaraciones suyas, hechas a la revista de L 'Association Populaire des
Amis des Muses, Le Muse Vivant, n 17-18, del ao 1963.
Dice as Pablo Ruiz Picasso:
Cuando yo era joven, igual que todos los jvenes, tuve la religin del arte, del
gran arte; pero con el correr de los aos me he dado cuenta que el arte, tal y como
se lo conceba hasta el final de 1800, est ya acabado, moribundo, condenado, y
que la pretendida actividad artstica, con todo su florecimiento, no es ms que la
manifestacin multiforme de su agona. Los hombres se apartan, se desinteresan
cada vez ms de la pintura, de la escultura, de la poesa; aparte de las apariencias
contrarias, los hombres de hoy tienen puesto su corazn en otra cosa muy
distinta: las mquinas, los descubrimientos cientficos, la riqueza, el dominio de
las fuerzas naturales, y de todos los territorios del mundo. Nosotros ya no
sentimos el arte como una necesidad vital, una necesidad espiritual, como era el
caso de los siglos pasados.
Muchos de entre nosotros siguen siendo artistas y ocupndose del arte por unas
razones que tienen muy poco que ver con el verdadero arte, sino por espritu de
imitacin, por nostalgia de la tradicin, por inercia, por el gusto de la ostentacin,
del lujo, de la curiosidad intelectual, por moda o por clculo. Viven todava por
costumbre y por snobismo, en un reciente pasado, pero la gran mayora de ellos,
en todos los medios, no tienen ya una pasin sincera por el arte, al cual
consideran, todo lo ms, como una diversin, un ocio y ornamento.
Las nuevas generaciones, amantes de la mecnica y del deporte, ms sinceras, ms
cnicas y brutales, irn dejando el arte, poco a poco, relegado a los museos y a las
bibliotecas, como una incomprensible e intil reliquia del pasado. En el momento
en que el arte ya no es alimento de los mejores, el artista puede exteriorizar su
talento en toda clase de tentativas de nuevas frmulas, en todos los caprichos y
fantasas, en todos los expedientes de la charlatanera intelectual. El pueblo ya no
busca ni consuelo ni exaltacin en las artes. Y los refinados, los ricos, los ociosos,
los destiladores de quitaesencias buscan lo nuevo, lo extraordinario, lo original,
lo extravagante, lo escandaloso. Por mi parte, desde el cubismo y ms lejos an,
he contentado a esos seores y a esos crticos con las mltiples extravagancias
que me han venido a la cabeza, y cuanto menos las han comprendido, ms las
han admirado. A fuerza de divertirme con todos esos juegos, con todas esas
paparruchas, esos rompecabezas, acertijos y arabescos, me hice clebre
rpidamente. Y la celebridad significa para un pintor: ventas, ganancias, fortuna,
riqueza.
En la actualidad, como sabis, soy clebre y muy rico. Pero cuando estoy a solas
conmigo mismo, no tengo el valor de considerarme artista en el sentido grande y
antiguo de la palabra.
Ha habido grandes pintores como Giotto, Ticiano, Rembrandt y Goya. Yo no soy
ms que un bufn pblico que ha comprendido su tiempo. La ma es una amarga
confesin, ms dolorosa de lo que pueda aparecer, pero que tiene el mrito de ser
sincera.
Confesin de un hombre que tena visin clara, y conciencia de lo que es el arte y su
misin profunda. Confesin que lleva implcita una de las tragedias ms tremendas que
tocan a los hombres: ceder a la tentacin de subordinar el arte a la gloria o xito
mundano y a la poltica de barricada.
Pero Ruiz Picasso, como lo manifiesta, tena conciencia de que el arte, el gran arte ha
existido y podra existir. Veremos en el itinerario picassiano la proyeccin de esta
afirmacin.
El papel del arte es revelar en las cosas lo que est oculto a los simples sentidos, no para
escapar de la realidad, sino para hacerla inteligible y aprehenderla en plenitud por medio
del pensamiento simblico. En qu sentido nos permitimos afirmar que en todo arte
hay abstraccin?
El espritu humano incapaz de aprehender el todo de cada cosa procede selectivamente,
elige, selecciona aspectos esenciales de la realidad para manifestarla artsticamente, y
esto es lo que se llama abstraccin.
No queremos significar que cada artista, as, busca su verdad y la construye partiendo de
su propio espritu. Ello destruira las bases de la vida intelectual y artstica. El hombre,
para comunicar su pensamiento por medio del arte, est obligado a una segunda especie
de seleccin, que depende de la naturaleza de los medios de los cuales se sirve para
expresarse: piedra, madera, color, sonido o palabras. As el pensamiento penetra
profundamente en lo real, pero su expresin es siempre simblica. Esta es una verdad
que debemos vivenciar constantemente.
Con el smbolo conseguimos que el espritu se inscriba en una materia -a la cual
trasciende-, sin perder su esencia inmaterial y su libertad.
Uno de los ltimos grados de abstraccin que puede realizar todo artista, es el estudio
entre los movimientos del alma y los del cuerpo. Entre la calidad del alma y la forma de
los cuerpos, hay una analoga real, puesto que el alma es causa de que los cuerpos sean
lo que son. No es necesario encontrar ni los movimientos violentos, ni la expresin;
al contrario, una figura inmvil muestra mejor esta tensin interna del acto que la
mantiene en el ser y que es el alma.
No slo la expresin de una cara cuenta, sino ms bien la conformacin de sus
elementos constitutivos que manifiestan un rostro y que indican a la vez los indicios o
seales de un alma. Eso hace decir a Charlier, que Rembrandt era ms metafsico que
psiclogo.
La historia de Picasso es, en algn sentido, las bsquedas para reencontrar esta cualidad
superior.
Este pintor, jefe de la escuela vanguardista, ha ensayado hasta poco antes de sus
incursiones cubistas, expresarse autntica y verazmente a travs de la forma.
Sus primeras realizaciones pictricas fueron sorprendentemente bien logradas;
recurdese su cuadro Ciencia y caridad, terminado en 1897, cuando era estudiante,
que tuvo mencin honorfica en un concurso nacional de bellas artes.
Pero cuando Picasso ha vislumbrado -dice Charlier- que le faltaba la gran facultad
creadora, se ha confiado al azar y al instinto, ha renunciado a la verdad y, por lo tanto,
se ha dejado arrastrar a la elaboracin de mentiras y bromas y, de vez en cuando,
realizaba dibujos que honraran a la mayor parte de los artistas.
Picasso se inquieta, casi hasta la angustia, ante el problema de los grados de abstraccin
para llegar a hacer un diseo perfecto, pero su error es evidente. No es necesario
realizar eliminaciones sucesivas, sino, ms bien, se impone una eleccin; la eleccin de
una cierta realidad con toda su vida, su pujanza y su imprevisibilidad.
Debe desglosar lo que es accidental de lo que es esencial, he ah la medida de su poder
de abstraccin. He ah su eleccin creadora.
En su perodo azul haba llegado a dibujar mucho mejor que en la escuela de Bellas
Artes; tena un anhelo de concretar un estilo.
En la tela titulada La Vida se puede apreciar cmo Picasso comprendi la necesidad
de la espontaneidad y cmo, para que un diseo tuviera esa tensin de la forma, que
lo hace inigualable, era necesario un movimiento decisivo, no dos ni cuatro.
Pero, al no resultarle as, aquellas eliminaciones sucesivas de los trazos, que bien se
pueden llamar estilizar una elaboracin abstracta fuerza a la naturaleza a entrar en un
sistema: a caer bajo el signo de la ideologizacin.
Con esto, Picasso ha podido realizar una verdadera revolucin.: las ideologas han
alcanzado las Bellas Artes.
En consecuencia, todo deviene arbitrario y sin conexin con las realidades que el artista
debe penetrar y revelar. Entonces el arte se convierte en un mero juego. Pero un juego
peligroso, porque est en manos de espritus revolucionarios, que quieren cambiar la
naturaleza del hombre, que bajo el pretexto de la idea pura, de la pintura pura, de la
justicia pura, niegan el pecado original.
No es otro el pensamiento de Trotzky con el que concluye su libro Literatura y
revolucin, libro interesante y revelador, en el que afirma lo que ser el hombre en el
mundo comunista.
He aqu sus palabras:
El hombre procurar ser dueo de sus propios sentimientos, elevar sus instintos
hasta la cspide de su conciencia hacindolos completamente difanos, hilos
conductores de su voluntad al umbral de su conciencia, para llegar por ellos a un
grado socio-biolgico ms elevado o, si se prefiere, hacer de l un superhombre.
Para decirlo mejor: el proceso de la edificacin de la cultura y de la autoeducacin
del hombre comunista desarrollar hasta el mximum de su fuerza todos los
elementos vitales de las artes en la actualidad. El hombre ser incomparablemente
ms fuerte, ms prudente e inteligente y ms refinado. Su cuerpo se har ms
armnico, sus movimientos ms rtmicos y su voz ms musical; las formas de
su modo de ser adquirirn una representatividad dinmica.
El trmino medio del intelecto humano se elevar hasta el nivel de un Aristteles,
de un Goethe y de un Marx. Sobre esas cumbres se elevarn otras nuevas.
No creo que sea menester hacer comentarios sobre esta utopa. Es la actitud del
hombre autnomo que pretende endiosarse y mantener viva la prstina concepcin de la
rebelda.
Picasso no lo afirma tan claramente como Trotzky, pero muchas de sus expresiones y
actos dejan entrever esa lnea de su pensamiento. As dice: El artista debe descubrir la
manera de convencer al pblico de la entera verdad de sus mentiras.
La broma ha podido tener algo de espritu bajo el pincel de Picasso, pero
indefinidamente repetida por gente sin espritu, se torna tediosa y puede alcanzar lmites
de ridiculez inconcebible. Leamos el despacho cablegrfico de United Press cuyo origen
proviene de Albuquerque, Nueva Mxico (USA), aparecido en el diario La Prensa, de
Buenos Aires, con fecha 15 de enero de 1966:
Tres artistas de la pintura estn empeados en una suerte de maratn de
produccin. Sus telas, que responden a los ms puros conceptos del arte
abstracto, han sido vendidas en unos 4.000 dlares.
Dos gorilas y un orangutn devolvern as al municipio lo que ste pag por el
honor de darles alojamiento en una jaula del zoolgico local.
Henry, el orangutn, prefiere la tcnica del finger-paint, o sea, que distribuye la
pintura con los dedos, pasando de una tela a otra en un rapto de inspiracin.
Sus otros dos compaeros aplican la tcnica de patear la pintura, pues como
buenos cuadrumanos pintan a cuatro manos.
Los tres antropoides costaron en conjunto 15.000 dlares y la direccin del
zoolgico cree que, como pintores, ganarn eso y mucho ms.
Adems todava no ha llegado un cuarto mono, sobre cuyas habilidades pictricas
no se tiene la menor idea.
Las telas tan buenas como las de cualquier pintor vanguardista, estn en
exhibicin en la sala principal de un Banco de esta ciudad. Sin comentarios.
La pintura no figurativa, expresa Michel Zahar, debe encuadrarse en su lugar, es
decir, dentro de los lmites de un arte decorativo elemental.
No es otro el pensamiento de Andr Malraux expresado en ocasin cercana a su
muerte: Distingu dos lenguajes que oa simultneamente desde haca treinta
aos. El de la apariencia, el de una multitud que sin duda se haba parecido a lo
que yo vea en El Cairo: el lenguaje de lo efmero. Y el de la verdad, el lenguaje de
lo eterno y lo sagrado. El arte no revela que los pueblos dependan de lo efmero,
de sus casas y sus muebles, sino de la verdad que les toc crear. Todo arte sagrado
se opone a la muerte, porque no adorna su civilizacin, sino que la expresa, segn
su valor supremo2
Por ello decimos que los pintores llamados abstractos, lejos de buscar realmente la
abstraccin, han retrocedido ante las dificultades de abstraer de lo concreto, las
cualidades tiles a la profundizacin del pensamiento y a una simblica plstica.
Pues de dnde extraer lo abstracto, sino de lo concreto? Qu inters puede tener este
abstracto sino muestra su conexin con lo concreto?
El alma es concreta y ha dado forma a nuestro cuerpo. Si el medio para conocerla es la
abstraccin, Charlier se atreve a afirmar que la abstraccin misma es lo concreto del
espritu.
No se puede separar lo que est unido, ya lo sabemos, pero las artes plsticas muestran
al mismo tiempo lo concreto y lo abstracto, es decir, lo que el espritu toma de ellos.
Esto no es una desventaja para el pensamiento, al contrario.
De aqu surge la dimensin de grandeza de un pintor, quien la poseer en grado excelso
cuando pueda llegar a concretar, por medio de la abstraccin, la interna tensin de los
seres.
Quizs ahora podamos comprender mejor la admiracin de Picasso por Rembrandt,
Giotto, Ticiano, Goya y el sentido profundo de su confesin.
Germain Bazin, conocido artista y conservador de obras del Museo del Louvre, ha
formulado a propsito de Picasso3 una reflexin que puede hacer meditar a ciertos
espritus contemporneos, ya que ahonda lo expuesto hasta aqu, en niveles raramente
abordados. Luego de un estudio del arte precolombino en Amrica, dice:
En el concurso de las civilizaciones artsticas, hemos visto que las de Occidente
han sido ms indemnes al estilo diablico...
La escasa capacidad de Occidente para la demonologa plstica, torna en nuestra
poca particularmente preocupante o turbador el brusco retorno de aqulla.
El autntico rostro del Prncipe de la Discordia aparece como trueno en las
festividades de los aos 1900, en medio de la alegra ruidosa de los pueblos que
con ebriedad celebraban al advenimiento del siglo del progreso, pensando que se
alcanzara la felicidad definitiva del hombre.
Satn pide prestado esta vez para revelarse, mscaras negras, cuya bocaza sonriente,
en
Las seoritas de Avignon de Picasso (1907), anuncia el desenfreno de la
bestialidad, que algunos aos ms tarde se lanzar destructivamente sobre el
mundo. Nadie entonces se alert; se estim que era simple juego plstico; se crey
ver una mistificacin; veinte aos ms tarde el genio proftico del espaol,
estimulado por la guerra civil que devastaba su pas, concibi en Guernica
(1936) esa masacre de la figura humana que preceda en pintura el pavoroso
atentado criminal que el hombre perpetrara sobre s. Esas recientes figuras de
Picasso que tanto sorprendieron y provocaron escndalo, llevaban el sello del
genio diablico, atacando esta vez la obra maestra de la Creacin misma. De la
figura humana reducida a astillas como por efecto de un explosivo, l rene los
pedazos, no siguiendo otra ley que la incongruencia. Estos rompecabezas
sarcsticos son quizs la expresin ms tpica de esta discontinuidad catica, que
aborrece la unidad y parece ser la esencia misma del estilo demonaco. S bien que
Picasso, consultado, se disculpara diciendo que en estas obras haba sido guiado
por otro sentimiento distinto al de la bsqueda de la belleza.
Pero no es sta la pretensin propiamente diablica? Quis ut Deus? (Quin
como Dios?), exclama San Miguel abatiendo con un rayo de luz al Prncipe del
Orgullo.
Ser difcil no reflexionar ante las palabras de Bazin. Aunque el mundo contemporneo
niegue aspectos del mundo trascendente, a la inteligencia le resulta necesario relacionar
aspectos que Bazin manifiesta, porque en ello va la sobrevivencia de nuestra cultura.
Todo lo expresado anteriormente no invalida un arte no figurativo, ya que ste ha
existido desde siempre. Generalmente la arquitectura no imita ni representa nada, sin
embargo, el cuerpo humano est presente en toda la obra no figurativa y en la
arquitectura. Es el cuerpo humano el que da la escala a los edificios.
Los artistas contemporneos no figurativos, rehsan reencontrarse con lo concreto. He
aqu su taln de Aquiles.
Para casi todos los nuevos artistas liberados de las convenciones por las que se rega la
produccin artstica hasta no hace mucho, cualquier material, cualquier modo de
produccin que de alguna manera conduzca a un cuadro, es permisivo. Situacin que,
como dice Heino R. Mller4, tiende forzosamente a la eliminacin de todo contenido, a
la evaporacin de los vnculos con lo concreto y palpable, a la reduccin radical de los
medios y procedimientos iconogrficos tradicionales, as corno a las viejas estructuras
de composicin.
La produccin de pinturas simples, estimuladas por el deleite de la experimentacin, las
reducciones y esquematismos de los trazos, hace que se requiera para su realizacin un
lapso considerablemente inferior y un aparato tcnico ms reducido.
Este aumento de la produccin satisface la demanda cada vez mayor que el mercado del
arte provoca, e incita a una produccin industrial del mismo, ya que su elementalidad,
permite su fabricacin por los no artistas. Producir arte -dice Mller- no supone
esfuerzos intelectuales; lo banal de la forma se corresponde con la trivialidad del
contenido.
El individuo receptor puede convertirse, en cualquier momento, en productor: el
aprendizaje dirigido despierta la espontaneidad y creatividad, adquiriendo cada uno las
facultades necesarias para producir sus propios objetos estticos. La calidad de una tal
produccin, y en toda la pintura abstracta, entonces se mide por la cantidad y duracin
del placer posible que en cada caso proporciona. La trivialidad de la produccin
condiciona su rpido desgaste, lo que forzosamente estimular la produccin de objetos
nuevos.
En el pintor, la espontaneidad representa lo pasional y directo, la excitacin. En la
accin pictrica, pueden liberarse las tensiones y los instintos, trasladndose al lienzo
los estados fsicos y psquicos.
Los procesos que culminan as en el cuadro, significan: lucha por la existencia,
encontrarse a s mismo, liberarse, salvarse.
Lo que antes se representaba como trivialidad del cuadro abstracto, se convierte en
poderoso conductor ideolgico, con todo lo que ello supone, en su proyeccin poltica.
Tal vez convenga insertar dentro de este panorama a la llamada pintura conceptual,
que en la mayora de sus realizadores se torna combativa. Un lienzo con el diseo de un
pan, inscribe en una esquina su alusin que lo trasciende: El pueblo tiene hambre.
Esta y otras frases conllevan significaciones extrapictricas, de claro contenido poltico.
Un arte de este tipo, o pseudo arte, que se limita a ser conductor propagandstico -
comercial o poltico- est totalmente desvirtuado como arte, lo que no significa que deje
de ser eficiente respecto a sus objetivos. Por eso dice Mller:
La liberacin del arte de sus vnculos religiosos y artesanales [y por tanto,
ticos] no ha conducido a la libertad. A estos vnculos se les poda llamar
positivos, ya que no desembocan en una manipulacin directa del hombre. Ahora
han quedado sustituidos por otros que diramos son negativos, por carecer de
tica, hallndose ntimamente ligados a la manipulacin directa del hombre,
manipulacin que se sirve de procedimientos estticos, a pesar de ser poltica.
El sentimiento que despertaba un cuadro gtico incorporado a un altar, y, a otro
nivel, una simple cuchara de madera tallada, era positivo; estimulaba, sin ms, un
estado de armona interior, acorde con la armona del mundo. Un tal
sentimiento no manipulaba a nadie; era perfectamente natural. No se introduca
en l, ni por asomo un elemento ajeno al objeto mismo y a su funcin
[trascendente o cotidiana]. Se produca tal emocin, tanto por las caractersticas
estticas del objeto, como por la tica que lo legitimaba [aunque todo esto, claro
est, suceda de modo espontneo, inconsciente]. Ahora, empero, en el arte, la
ausencia de vnculos sublimados ha provocado el establecimiento de otros, no
sublimados, tergiversando sus leyes ticas. Quin negar que la religin, y la
belleza inconscientemente aadida a la utilidad del til humano, son, en ltimo
trmino, sublimaciones muy complejas de impulsos humanos primarios? El
hombre necesita crear un orden, es decir, someterse a leyes y normas que se
autoimpone, establecer vnculos, para sentirse hombre. Slo si se limita, es capaz
de avanzar. Todo orden es una limitacin, un esquema selectivo. La libertad
absoluta sera el caos absoluto.
Pretender liberarse de la naturaleza de las cosas es una corrupcin del espritu.
No podemos olvidar que toda esta pintura masificante, producto de una sociedad de
consumo, tiene su contraparte en artistas profundamente conscientes de su labor y
herederos de una gloriosa tradicin.
Pensamos con certidumbre que, en el mundo de la plstica, hay artistas en todos los
pases que continan el camino seguido por Czanne, Gauguin, Rodin, quienes
encontraron los medios perdidos de hablar al espritu y reubicaron esos medios en su
confrontacin con la realidad.
Los retratos de Van Gogh estn tambin all, demostrando cmo a travs de la
exactitud de las condiciones materiales de la vida, un gran artista aprehende lo espiritual.
Msica
Debemos hacer algunas distinciones previas para captar los planos y ngulos desde los
cuales el hombre medio actual es sometido, a travs de la msica y el ruido, a presiones
o influencias que nunca se sospecharon hace unas dcadas.
Factores que pueden llegar desde la simple perturbacin de su salud fsica y mental, o su
capacidad para captar un concierto, hasta ser instrumentado por ideologas con un
preciso programa de pensamiento y de accin, enderezado a la destruccin del hombre
y de la sociedad, especialmente en el caso de los jvenes.
Aunque todo este muestrario est unido en lo ms hondo, se impone un anlisis que
clarifique la inteligibilidad de los problemas.
El cuestionamiento en el mbito musical es mucho ms profundo que el de la simple
dicotoma entre msica clsica y msica popular, y sus respectivas influencias.
La tradicional msica popular de cada pas, as como el rock, la msica beat y otras
manifestaciones contemporneas, crean interrogantes que superan el marco de lo que
siempre entendimos por msica popular.
Dentro de la llamada msica clsica o culta se plantea en este siglo una profunda
escisin entre msica tonal, que tuvo sus ms insignes creadores durante los siglos
XVIII y XIX: Bach, Beethoven, etc., y la que pertenece al ms all de la tonalidad:
atonal, disonante o cacofnica, o como se ha dado en llamar la nueva msica, con
compositores de la categora de Schoenberg, Stravinsky, Varse y otros.
La aparicin del libro de Joan Peyser1 aclara el sentido de la msica atonal, como
fenmeno que ha irrumpido en el siglo XX, procurando la liquidacin de la tonalidad
ese sistema especial de organizacin de tonos que al cabo de algunos siglos (del XVIII
al XIX ) lleg a considerarse como la ley natural de la msica.
Creemos necesario explicar que tal como se desarroll durante el siglo XVII, la
tonalidad es un sistema compuesto de escalas de siete notas, donde una de ellas es el
punto focal o clave tnica; la funcin de cada una de las otras notas de la escala, la
determina su relacin con la nota clave. Esta jerarqua dinmica predomin en todas las
composiciones del mundo occidental durante los siglos XVIII y XIX, y por supuesto
pervive en el siglo XX.
Ya haba habido intentos que rebasaban la estructura tonal por parte de Mozart
(Cuarteto de la disonancia), Beethoven, Debussy y Wagner, pero fue Arnold
Schoenberg quien inici el perodo atonal en Viena, en 1908. En 1923 revel el mtodo
de componer en 12 tonos, tcnica de doce tonos o dodecafona. Si durante los
siglos inmediatamente anteriores, la msica estaba adherida a un ideal dramtico
expresivo, en las dcadas de 1950 y 1960 los seguidores de Schoenberg, Webern
especialmente, transformaron la msica en un lenguaje abstracto, despojado de
implicaciones extramusicales.
Tambin se ha dicho que la dodecafona ofrece una especie de msica adecuada a la era
cientfica y tecnolgica y, sin pretenderlo, desde ese ngulo ofrece una visin del
mundo.
La revolucin iniciada en 1923 por Schoenberg fue muy resistida, no solamente por el
pblico, sino por muchos compositores que se agruparon bajo la denominacin de
neoclasicismo musical; entre ellos hubo compositores tan dispares como Stravinsky,
Bartok, Milhaud y muchos ms. Estos neoclsicos rechazaban los doce tonos y
mostraban inters en las formas consagradas en el siglo XIX. Stravinsky se aventur, a
partir de las formas tradicionales, a efectuar exploraciones en el campo de la tonalidad,
equilibrando dos centros claves.
Schoenberg y Stravinsky fueron dos figuras deificadas dentro de la dodecafona y
neoclasicismo, durante la primera mitad del siglo XX.
Edgar Varse, precursor de la msica electrnica, es un caso nico: cre una estructura
sin meloda que dependa del ritmo y la sonoridad. Aunque no tuvo eco alguno en el
pblico, sus trabajos han enriquecido los medios electrnicos y los sonidos atonales
producidos por instrumentos ordinarios que hoy integran la nueva msica. Uno de
sus seguidores, Pierre Boulez, expres en Domaine Musical, que veneraba a Varse
porque haba sido una figura marginal y solitaria, que posea la rareza de un
diamante nico.
La decidida aceptacin de la nueva msica por parte de Joan Peyser, autora del libro
citado, la lleva a hacer una consideracin que invita a meditar profundamente.
Nos recuerda que:
Desde el siglo XVI hasta el XIX inclusive, los artistas enfocaron su atencin
sobre el hombre. La perspectiva, en la pintura, y la tonalidad, en la msica,
reflejaron el viraje del universo, de Dios hacia la realidad fsica del mundo. Con
sus contrastes inherentes, la tonalidad era el modo perfecto de expresar las
pasiones humanas.
Sin embargo, en los tiempos recientes muchos artistas se han desviado del
hombre, en busca, con un carcter ms medieval, de lo que hay detrs del ser
humano. El nuevo y alusivo teatro total huye de la forma cerrada, con comienzo,
enlace y final, en pos de un campo llano y sin estructuras. Atrados por esta idea,
los compositores se dirigen a tientas hacia algo nuevo, hacia un smbolo imposible
de parafrasear o de fijar en un sistema terico. A ese nuevo smbolo hay que llegar
directamente, y casi por intuicin. En el tiempo en que vivimos, slo alcanzamos
a percibir vagamente la esencia del arte. Pero, por lo menos, podemos tener la
certeza que el alineamiento de notas, el azar y el teatro total tienen un
denominador comn: rechaza la retrica y el expresionismo. Asimismo pueden
servir de escalas en un largo viaje hacia la materializacin de un lenguaje musical
que sea til, como lo fue la tonalidad en su propia poca.
Un gran fsico, Max Planck, ha descrito la condicin actual de la ciencia en un
ensayo que titul Hacia dnde va la ciencia? Y a juzgar por lo que dice, bien
podra estar refirindose al Pierrot Lunaire, de Schoenberg, o a La
consagracin de la primavera, de Stravinsky: Estamos en una posicin anloga a
la de un montaista que vaga por espacios inexplorados, sin saber jams si atrs
del pico que tiene enfrente, y que trata de escalar, existir otro todava ms
elevado... El valor del viaje no est en su final sino en el viaje mismo.
Creemos que en estas palabras finales est la clave de la adhesin a la nueva msica.
Se busca el viaje por el viaje en s, el cambio por el cambio en s. Para llegar a dnde?
Se busca escapar a las pasiones humanas, para caer en un vaco total.
Retomaremos este pensamiento ms adelante; pero antes debemos acotar que cuando
Joan Peyser dice que muchos artistas se han desviado del hombre, en busca, con un
carcter ms medieval, de lo que hay detrs del ser humano confunde aspectos
formales, o ignora totalmente el sentido profundo de la msica seria medieval.
Creemos con Oscar Mandel2, que a principios de este siglo la msica se uni a las otras
artes, en la ms vasta y exhaustiva explotacin de la fealdad (en las artes sensuales) y del
mal (en la literatura).
En conjunto, tal es la principal corriente artstica del siglo XX. Es esta doble
explotacin lo que, sobre todo, la separa del arte que la precedi. Todava en la
dcada de 1890, cuando el movimiento del arte por el arte estaba rompiendo con
tanto de lo que formaba el pasado, y prometiendo tanto para el futuro, el culto de
lo bello permaneca casi intacto.
La liberacin inicial de la moral burguesa tena que ser seguida por una segunda
liberacin: haba que acabar con el culto de lo bello y todas las artes se unieron
para llevar a cabo esa revolucin.
Esta msica no aspira a renovar nuestro espritu, como peda Bach, segn testimonio
fechado en 1735 en la cartula del Clavier Ubung (estudio de piano), y que es lo menos
que podemos pedir a la msica.
Con esta nueva msica hay un intento de rendir culto a la fealdad, a lo desagradable.
Afortunadamente en el campo de la msica todo este proceso que acabamos de
pergear no tuvo casi seguidores en el pueblo con nivel medio de cultura, y menos en el
pueblo llano. Debi, en consecuencia, constreirse a grupos hermticos o esotricos,
como si una extraa soberbia del espritu iluminara sus realizaciones.
Aunque podramos citar a George Crumb, autor y profesor universitario con honda
gravitacin en medios juveniles, que est teniendo en Estados Unidos un pblico ms
extenso del que gozan generalmente los compositores de msica atonal seria. Es lo que
el crtico musical Donal Henahan testimonia en el New York Times.
George Crumb, compositor de nuevo estilo, con su pieza orquestal Ecos del tiempo y
del ro obtuvo el premio Pulitzer. En esta pieza grupos de msicos marchan por el
escenario a paso de procesin, de manera tal que las sonoridades orquestales estn
cambiando continua y sutilmente de equilibrio.
No puede negarse en este compositor un afn por la teatralidad: en foros oscurecidos, a
veces los msicos aparecen enmascarados y los pianistas canturrean y muchas de sus
piezas se basan en la numerologa y la magia. En algn momento de su obra ngeles
negros" -ttrico episodio para cuarteto de cuerdas amplificado-, los dos violinistas y los
violistas tocan tonadas completamente dismbolas, pasando los arcos por las bocas de
vasos de vidrio parcialmente llenos de agua. En otros momentos de la misma partitura
-escrito cuando la guerra de Vietnam estaba en su apogeo- la ira y el terror nos
traspasan.
En La noche de las cuatro lunas se necesita un conjunto internacional de percusiones
que incluye cmbalos antiguos, piedras chinas para la oracin, un piano de pulgar
africano de tono alto y bloques de madera del teatro Kabuki japons.
Aparte de los instrumentos exticos y de las peculiares sonoridades, la msica de
Crumb presenta partituras caligrafiadas exquisitamente; son en verdad notables y casi
pictricas, nos dice Henahan. Ocurre, pues, que en varias de sus obras aparece una frase
tomada de un poema de Garca Lorca, ... y los arcos rotos donde sufre el tiempo ;
en estos puntos la msica es anotada simblicamente en forma de crculos o arcos
rotos. En sus partituras hay, con frecuencia, instrucciones francamente poticas a los
ejecutantes. Eso impuls a David Burge, uno de sus intrpretes, a declarar: Cada
pgina exige un estudio detalladsimo, cada nuevo ttulo pide reacciones de carcter
supramusical. Burge ha trabajado en la partitura: tocando, golpeando, cantando,
rascando cuerdas, gritando, suspirando, tallando, silbando, quienquiera que desee
interpretar a Crumb, deber ser msico total.
Theodoro W. Adorno, brillante crtico, ha expresado que la composicin musical es
determinada en gran medida por fuerzas histricas, ante las cuales el compositor debe
dar una solucin, de la que debe descontarse la pieza como simple entretenimiento.
El problema de nuestro tiempo, en la opinin de Adorno, era el establecimiento de un
sistema dodecafnico tal como lo expusiera Schoenberg y lo refinara Berg y Webern, a
fin de sustituir la tradicin de la tonalidad, ya moribunda. Vista en este contexto, la
escritura musical se convirti en una disciplina monstica para los verdaderos creyentes,
y la msica en s misma en una herramienta de cambio social y poltica.
Queremos subrayar estas ltimas palabras, porque creemos interpretan la intencin
ltima de muchos compositores, aunque no se lo manifieste abiertamente
En la llamada msica popular estudiaremos aspectos donde la destruccin, a menudo,
toma caminos ms contundentes que los seguidos por los cultores de la msica seria
-para decirlo con palabras de Oscar Mandel- se recurre a la cida locura del rock para
satisfacer apetitos orgisticos: en resumen, hay una vasta produccin de sonidos siglo
XX para deleite del odo de las masas del mismo siglo. Trataremos ms adelante de
entrever tambin una honda conexin entre la nueva msica seria y la nueva
msica llamada popular.
Por ahora, consideramos oportuno explicar que se han comprobado cientficamente
por medio de estudios clnicos, resumidos en estadsticas fehacientes, los efectos de la
msica progresiva o moderna en ejecutantes y auditores, as como tambin la distorsin
que puede llegar a producir la reproduccin de un concierto, en un delicado aparato
estereofnico.
Una revista alemana3 ofrece esta documentada afirmacin:
La msica moderna de ambos tipos rock y beat, as como distintas
manifestaciones de la msica seria, han sido reconocidas recientemente por
eminentes mdicos como significante factor de tensin. En la prestigiosa revista
mdica Selecta se describe a esta msica como rapto del auditorio y la
Medical Tribune sugiere que la msica orquestal moderna produce tensin
nerviosa, irritabilidad, impotencia y agresividad.
Originariamente el estudio deba aparecer en las series de la Karajan Foundation, y
Herber Von Karajan escribi un prlogo para el trabajo. No sorprender al lector, sin
embargo, que este proyecto fuera abandonado, ya que la nueva msica es el objetivo
principal de esta publicacin.
La revista Selecta describe cuidadosamente en qu consiste el rapto del auditorio,
bajo los efectos de la nueva msica:
La acelerada fluencia de adrenalina y noradrenalina, as como de cido
clorhdrico provocan espasmos intestinales y aumento en la produccin fsica de
coagulantes con inminentes riesgos circulatorios de agresin y neurosis, con
detrimento del equilibrio del sistema nervioso vegetativo.
La encuesta que Marie-Luise Fuhrmeister efectu a los ejecutantes de tres grandes
orquestas de msica seria -que estaban dedicadas a grabacin de discos-, dio como
resultado que quienes interpretaban a compositores contemporneos, padecan
alteraciones fsicas y psquicas que solamente podan ser atribuidas al carcter de su
labor profesional, labor profesional que, adems, marginaba en gran parte el bagaje
adquirido en largos aos de estudios musicales, puesto que la nueva msica con sus
sonidos y ruidos arbitrarios aumentados con altoparlantes, amplificadores y sirenas
haca intil aquella destreza en el uso instrumental.
Karlheinz Stockhausen, Boulez, Nilson y Penderecki merecan el rechazo de estos
msicos, a causa de sus cascadas de ruidos, notas discordantes y pavorosas seales de
alarma. Debemos recordar especialmente a uno de ellos: Stockhausen.
En comparacin con estos innovadores, Hindemith, Bartok, Stravinsky y Schoenberg
parecan ms bien exponentes del gnero clsico.
La mayora de los msicos entrevistados estaba convencida que su salud experimentaba
un detrimento palpable, como consecuencia de su participacin en recitales de msica
contempornea.
Como complemento, haremos alusin a la distorsin anmica que puede llegar a
producir en el oyente la reproduccin, a travs de un fino aparato estereofnico, de un
concierto, an de la llamada msica clsica, y con ese fin nos permitimos hacer nuestras
las agudas observaciones de Mario A. Lancelotti4
Como introduccin necesaria, Lancelotti describe muy ajustadamente al nuevo burgus
surgido de la civilizacin industrial, enmarcado en una sociedad de consumo en la que
el nivel econmico o el acceso a determinadas clases de bienes, es casi lo nico que
cuenta.
Esta nueva burguesa -dice- est en todas partes: en la universidad como en el
ministerio, en la direccin de una fbrica, de un teatro o de una editorial, en el dominio
del arte como en el de la literatura.
En el marco de una cultura deformada por la propaganda, este tipo de burgus se
mueve con facilidad. Su idea de la cultura o de los valores pseudo espirituales que la
vulgarizacin le inculca, confina con el adorno y lo inclina a la especializacin. Como
carece de historia o reniega de la tradicin, no alcanza a comprender que la verdadera
cultura es un residuo social inalienable, un trabajo activsimo, una proeza individual
con proyecciones sociales. El arte de avanzada lo cuenta entre sus adeptos porque le
proporciona un status.
Un cuadro llamado abstracto slo le pide al nuevo burgus una aprobacin o un
rechazo actuales, no relacionados necesariamente con un sistema de signos
tradicionales, ni esfuerzos espirituales.
El progreso de la industria y de la tcnica, conjuntamente con el surgimiento de esta
nueva clase, han contribuido a la expansin de la estereofona.
El discmano se define ya por cierto puntillo de honor radicado en la posesin del
aparato y en la coleccin de unos discos que, gracias al microsurco y a la excelencia de
la grabacin, le brindan la oportunidad de escuchar a los ms famosos intrpretes sin
moverse de su casa. A lo anterior, Lancelotti agrega los siguientes factores:
a) Desviacin del gusto musical en favor del volumen y el sonido, como elementos
capaces de valer por s, y a la vez, como inseparables de la audicin.
b) Vaga pedantera, fundada en la posibilidad de comprar diversas versiones de una
misma obra.
c) Conocimiento pueril e imaginario de la partitura y, por tanto, juicio crtico
superficial.
Qu es la estereofona?, se pregunta Lancelotti.
-Un procedimiento gracias al cual el sonido es registrado desde una o ms tomas
distanciadas entre s, con la finalidad de producir la sensacin de relieve.
Cabe preguntarse qu procura el sonido estereofnico, adems de un volumen que
guarda correspondencia con el ruido ambiente y los vastos recintos de concierto,
requeridos por el crecimiento demogrfico y la existencia de un pblico de masas. Pues
no es fcil establecer si lo que la industria persigue es una imitacin del espectculo o
del concierto in vivo o, simplemente, otra cosa, capaz de satisfacer el mal gusto del
destinatario y su necesidad de distinguirse.
Basta escuchar msica a travs de un aparato estereofnico, para convencernos de que
no logra la primera de las alternativas expuestas. El odo humano es, claro est, ms
inteligente que el aparato.
Qu ofrece, en rigor, la estereofona?, se sigue preguntando Lancelotti.
Ofrece un sonido, un timbre, destacados en su valor autnomo; por lo tanto, ofrece un
detalle, una parte del todo musical. Que ese detalle reclama un sentido y un valor
subordinados al conjunto del que depende, parece interesarle menos el discmano.
Estamos en pleno abuso de la tcnica.
Y este desvo ha engendrado un aparato destinado a producir sensaciones un tanto
primitivas, que poco tienen que ver con la idea musical.
Bien mirado, es una invencin diablica...
El discmano se convierte en tributario del preciosismo que le brinda el aparato.
Pero no es eso todo, ya que la estereofona ha influido en la interpretacin musical, y
aqu el asunto es grave.
El discmano pretende que aquella sea tan pura, que el rango acstico y sensacionalista
prive sobre el sentido de totalidad de la obra: la interpsita persona del estreo nos aleja
del verdadero discurso musical.
A la insensibilidad paulatina del ejecutante (presionado por el rigor de los estudios
grabadores), le sigue la insensibilidad creciente del oyente. El pblico se conforma con
captar timbres, colores, sonidos, volmenes, sin saber que incurre en una nueva
barbarie, en un sensualismo grosero
En el concierto in vivo la inteligencia trabaja ms, porque somos ms libres y
responsables. Y el premio a ese trabajo consiste en que gozamos de la plena conciencia
de la partitura.
Eso hace decir a Lancelotti que la estereofona es, en el fondo, un regreso, y
corresponde al paleoltico de la audicin. Podemos o no compartir la opinin del
ensayista en este ltimo aspecto, pero sus conceptos nos previenen cmo el llamado
progreso puede convertirse en barbarie.
Esta barbarie tiene origen en una refinadsima tcnica, independiente de la naturaleza de
la msica que irradia el emporio comercial-industrial de los discos. El discmano, como
ciertos motociclistas o motoristas, atruena nuestro espacio. Claro est que siempre
encontraremos los seres excepcionales que usan de estas avanzadas tcnicas con la
prudencia propia de la sabidura y, por tanto, son conscientes de las limitaciones de ese
medio.
Interesa ya incursionar en el mbito de la nueva msica popular, que con la
promocin llevada a cabo por medio de millones de discos y festivales en casi todos los
pases, tiene una influencia directa en los jvenes y tambin en muchos que dejaron de
serlo.
Al hablar de rock -dice Moretto-5 tenemos que hacerlo a partir del movimiento que
est latente en todo el mundo, como expresin de msica contempornea, con una
complejidad que entronca con el jazz. Ese movimiento naci en 1967, cuando Los
Beatles presentaron ese disco revolucionario: Sargento Pepper, y que pareci una
osada.
Nosotros creemos, sin embargo, que todo comenz mucho antes.
Hoy -sigue comentando el msico ya nombrado- Los Beatles que conocemos
estaran atrasados. As que imaginemos las exigencias musicales que hay en la
actualidad Entre los adolescentes hay msicos extraordinarios, que han roto con
todos los moldes
A esa ruptura de todos los moldes deseamos referirnos.
Se conoce de manera irrefutable que los trovadores de los pases de la langue d'oc
(Francia), encubran en sus canciones de amor, mensajes esotricos que difundan la
hereja poltico-religiosa de los ctaros.
Ese fenmeno se repite ahora con la msica psicodlica, que bajo frases en apariencia
incoherentes, trasmite a los iniciados en el vocabulario hippie incitaciones al consumo
de drogas, a la promiscuidad sexual y a la revolucin. Por veces esta incitacin deja de
ser esotrica para convertirse en abierta y franca. Hoffman, principal idelogo de un
grupo hippie, expresa: Nos enfrentamos abiertamente a la sociedad y debemos
destruirla con los medios de comunicacin ms que con las armas de fuego. Leemos
en uno de sus manifiestos: Cada guerrillero debe saber utilizar el terreno de la cultura
que est intentando destruir6
En consecuencia, entre luces y sombras, avanza la influencia revolucionaria de esta
msica.
Los Beatles que representan la vanguardia y la vertebracin del movimiento,
estuvieron inicialmente influidos por la obra de Chuck Berry7 con resabios de blues,
con ritmo y meloda que hacan sentir la necesidad de afecto maternal en los
adolescentes. Su conquista fue gradual e innotada. Cuando el grabador George Martin y
el empresario Epstein lanzaron a Los Beatles a una segunda etapa, haba ya en msica
y letra no slo un cierto esoterismo, sino una sensualidad que rozaba constantemente la
sexualidad.
La grabacin de Anochecer en un da agitado, en 1964, marca un hito muy
importante. En el ao 1966, Los Beatles cambian aparentemente de estilo por su
expresividad idiomtica.
La personalidad iconoclasta de Harrison suplantar a la de Lennon - MacCartney que
haban tenido supremaca hasta ese momento.
Alma de Goma -acota Silvano Hernndez- desplaz a Los Beatles a una postura
revolucionaria desafiante, que se manifest formalmente por el uso de instrumental
desacostumbrado, un contenido emocional en la letra y una expresin de tipo
taquigrfico, con alusiones francamente sexuales en Bosque Negro, o la apologa de
las drogas en Submarino amarillo, Viajero de da, o Diamantes en el cielo.
Despus de esto, estaba dado el paso para los ataques profundamente antirreligiosos, de
tipo esotrico, como en Eleanor Rigby o, francamente polticos, en De vuelta a
Rusia.
Los mensajes esotricos transmitidos por este tipo de msica, trascienden la letra -y por
lo tanto, al pblico iniciado- ya que el efecto buscado puede llegar a comunicarse a
travs del ritmo o de las melodas.
Comprubese lo que ocurre en los famosos festivales de msica moderna: de New Port,
en la isla de Wight, el de Burgos en Espaa, en Bethel, Estado de New York, lugar
donde durante ms de tres das en el verano de 1969, se reuni una multitud de ms de
medio milln de jvenes. Michel Wadleigh produjo un largo documental de tres horas,
en el que se recoge lo que ocurri en aquellos das en el escenario y entre el pblico. Su
ttulo: Woodstock. As es conocido en las carteleras multinacionales.
Esos festivales a veces duran mucho tiempo. El de New Port se extendi a cinco das y,
como alguien observ, los chicos asistentes adquirieron reflejos condicionados, como el
perro de Pavlov; cuando escuchaban un rock abran su corazn a la bandera vietcong
y la liberacin total del hombre; cuando escuchaban un "pop" sentan deseos de matar a
un polica. Y todo a travs de las melodas.
El mismo autor de tan veraz y aguda observacin, relata que en ese festival, un hippie -
con aureola de hroe- cant su vida en prisin por haber cometido un delito de
desobediencia cvica. La siguiente cancin contaba la historia de una familia vietnamita
quemada por el napalm norteamericano.
Un asistente testimoni en la revista Open City su admiracin hacia un cantante, con
las siguientes palabras, elocuentes de suyo: Slo Bob Dylan tena poder suficiente para
hacernos venir. Era nuestro Shakespeare, nuestro Lenn, nuestro San Juan del
Apocalipsis. Sus canciones incomparables constituyen nuestra declaracin de
independencia. Palabras que renen lo literario, lo poltico y lo teolgico. En ese
submundo la meloda es gradualmente sustituida por el caos sonoro y ruido infernal,
que ellos llaman verdadera msica; la otra es msica fascista.
Los cambios de ritmo producen, adems, otro efecto importante en este verdadero
lavado cerebral, que es la msica rock: la polirritmia musical -propia de la msica
progresiva- acenta la penetracin del mensaje -sea ste subliminal o no- aumentando la
intensidad de la respuesta del sujeto. Precisamente, esta es una de las peculiaridades de
la nueva msica: ser de una frecuencia cambiante de tres por cuatro y cinco por cuatro,
en forma similar a los experimentos de Pavlov.
El doctor Josep Crow, profesor de psicologa del Pacific Western College, ha expresado
que El empleo del ritmo rock puede producir estados hipnticos. Los jvenes
escuchan cientos de veces la misma cancin la repeticin es la base de la hipnosis.
Esto aumenta el grado de sugestionabilidad en el oyente, generando acciones futuras de
tipo imprevisible.
En el caso de Charles Manson -el inspirador de los asesinatos de los La Bianca y Sharon
Tate con sus amigos- la msica rock, juntamente con otros factores desequilibrantes,
contribuyeron a la creacin de estados ms que hipnticos, ya que alcanzaron grados de
total enajenacin.
Ed Sanders testimonia acabadamente en su libro8 que los escalofriantes sucesos que
envolvieron a la pandilla de Manson, llamada la familia, no constituyen un caso
aislado ni un simple caso de terrorismo, sino que implica fuerte y definida conexin con
un tipo de cultura o mejor anti-cultura que proliferando en los ltimos lustros, ha
exacerbado pasiones y locuras que son patrimonio -aunque fuera en mnima
proporcin- de todos: la cultura de Hollywood, las drogas, el ocultismo, la msica
rock, los grupos juveniles agresivos, el demonismo.. .
Charles Manson9 en el ao 1968 ya escribi una cancin para el grupo rock Los Beach
Boys titulada Cease to Exist (Deja de existir). Se convirti en cancin-clave de la
familia. Luego las palabras Cease to Exist fueron cambiadas por Wilson en Cease to
Resist, como si la cancin tuviera que ver con la sumisin sexual. El ttulo tambin se
convirti en Never Learn Not To Love (Nunca Aprendas a No Amar). La cancin
recibi plena promocin con el excelente respaldo de la msica de Los Beach Boys.
Para ese tiempo, Charles Manson haba tenido contactos con sectas adoradoras del
demonio y hasta lleg a crear un grupo que bajo el nombre de la Iglesia Final, renda
culto al diablo10 Aunque muy curiosamente, Manson entonces comenz a decir que l
era Cristo y Satn o Cristo y el Diablo.
El grupo rock de Manson, la Va Lctea (Milky Way) actu en el seno de un grupo-
pantalla que, bajo el nombre Instituto Humano para Obtencin del Toque Ocultista,
disimulaba una sociedad secreta diablica.
A mediados de enero de 1969, el nuevo lbum blanco y doble de Los Beatles haba
alcanzado, solamente en los Estados Unidos, la cifra de veintids millones de dlares de
venta, testimonia Ed Sanders. Este lbum era la primera instruccin cultural de Los
Beatles y result simblico para la familia Manson; ste tuvo para ese tiempo
hipnticos arrebatos11. El, Cristo, l, Diablo, iba a preparar la Segunda Llegada: Ahora
les toca a los cerdos el turno de subir a la Cruz, deca.
Y Los Beatles eran los cuatro ngeles que desataran la mortandad... y Manson
hall una base en las Escrituras anunciando que Los Beatles estaban destinados a
tener un quinto miembro o ngel: el ngel del hoyo sin fondo, ms conocido por
Charlie.
Para Manson, uno de los pasajes favoritos de la Revelacin era: Ni se arrepintieron
ellos de sus crmenes, ni de sus brujeras, ni de sus fornicaciones, ni de sus latrocinios,
palabras que citaba una y otra vez, preparando a sus adoradores para matar.
Manson empez a escuchar con auriculares la cancin Helter Skelter del nuevo lbum
de Los Beatles y, de algn modo, como en un milagro, empez a or a Los Beatles
susurrndole, apremindole a que les telefonease a Londres
La cancin Helter Skelter, del doble lbum blanco de Los Beatles, es una obra
maestra, insistente, de resonancias muy misteriosas, especialmente la larga seccin final
que, por dos veces, casi se apaga a su trmino, resonando como una marcha universal
de nufragos manacos.
Manson asociaba la composicin Revolution 9, con Revelacin, captulo 9.
El lbum tambin contiene la cancin Cerditos y Sexy Sadie. Esta ltima debi
transportar a Susan Atkins, alias Sadie, otro miembro de la familia, a cumbres de
espasmos de dicha.
Sexi Sadie, viniste para trastornar a todos canturrea la letrilla y Sexy Sadie,
quebrantaste las normas, las dejaste por el suelo para que todos lo vieran.
Los actos demenciales, cuchillo en la garganta, tenedores en el estmago, que
destrozaron al matrimonio La Bianca estaban inspirados en la cancin Puercos:
Podis verlos cenando fuera con sus puercas esposas, agarrando tenedores y cuchillos
para comer su tocino
En la pared luego del asesinato, con la sangre de La Bianca, garabatearon para que
todos los vieran al entrar: muerte a los cerdos.
Luego del crimen, durante el trayecto de vuelta, Sadie y Clem cantaron fragmentos de la
cancin de George Harrison, Puercos como se testimonia en el proceso12.
Sera un tanto cansador seguir consignando correlaciones minuciosamente detalladas en
el libro de Sanders, no slo del asesinato de los La Bianca sino tambin de Sharon Tate
y sus amigos; aunque las consideramos necesarias para conocer aspectos de esta nueva
cultura que adquiere, como el camalen, distintas tonalidades, sin variar en su esencia
destructiva, como podremos documentar al referirnos a cierta literatura
hispanoamericana de vanguardia.
Retornando a la msica progresiva debemos agregar que el uso ambiguo de muchas
palabras forman una especie de cdigo, empleado por intrpretes de canciones del
llamado rock cido o, como dice Gary Allen: los roqueros usan el idioma de Esopo,
destinado al mundo de los adolescentes, puesto que ese cal es un misterio para la
mayora de los adultos.
Este cal o argot musical se difunde a travs de los comentaristas de discos, las
conversaciones entre adolescentes, y los canales de prensa marginales que hacen circular
ideas, creaciones y consignas.
Jerry Hopkins asegura que en Estados Unidos hay treinta semanarios con difusin
nacional, y cien diarios clandestinos que circulan entre los adolescentes de una ciudad o
universidad.
Se crean tambin agencias de prensa marginadas como la Underground Press
Syndicate y la Liberation News Service, para evitar su manejo por el mercado del
establishment y mantenerse en la clandestinidad o underground. Agencias que
distribuyen no solamente noticias13 sino discos, libros, pelculas, conectadas con el
mundo musical y tambin adoctrinamiento en el hinduismo, doctrina Zen y otras
formas religiosas orientales mticamente unidas con el consumo de drogas. Una lista de
las canciones que hacen apologa del consumo de drogas o mera alusin a ellas sera
interminable, basta mencionar White Rabbit (Conejo blanco):
Una pldora te hace grande, una pldora te hace pequeo. Y
las que te da tu madre no te hacen nada.
Pregunta a Alicia cuando tiene 10 pies de estatura, y si va a
seguir a conejos, y sabes qu vas a caer.
Diles a ellos que el gusano fumador de mariguana te dijo qu hacer...
Alimenta tu cabeza, alimenta tu cabeza.
La pldora que hace grande, en esta cancin basada en los personajes del cuento de
Lewis Carrol, es la anfetamina por su carcter excitante, mientras la que hace pequea
son los barbitricos por la depresin que producen.
Los versos sugieren: independzate de tu familia, s t mismo; aunque para usar las
drogas debes asesorarte de un gur.
La alusin al gusano fumador de mariguana es clara y no requiere explicacin.
El verso final: alimenta tu cabeza, es alusin difana al consumo de drogas, pues en el
cal hippie feeding your head, o alimenta tu cabeza, es el acto de administrarse drogas.
Lo mismo ocurre con Yellow Submarine, uno de los mayores xitos de Los
Beatles, y Lucy in the Sky with Diamonds acerca de la cual se han hecho posters con
las letras L.S.D., subrayadas.
La exaltacin de la droga lleva insensiblemente a la exultacin de la total libertad
sexual, factor destructivo de la juventud no slo por la tremenda degradacin moral,
sino tambin por su consecuencia inmediata: hijos ilegtimos y enfermedades venreas.
Las estadsticas en los Estados Unidos pueden llegar a producir estupor en el
investigador curioso.
Esa verdad irrefutable hace que dentro de los pases comunistas se prohba no slo
retricamente la ejecucin del "rock and roll", sino que se llega a condenar a los
msicos que lo ejecutan.
Leemos en el diario La Prensa, de Buenos Aires, del 13 de agosto de 1976:
Praga 12 (U. P.) Un tribunal checoslovaco sentenci recientemente a tres
msicos de rock and roll a penas que fluctan entre dos aos y medio y ocho
meses por haber organizado un concierto psicodlico, informaron fuentes
jurdicas. Los msicos son integrantes del grupo Pueblo Plstico del Universo,
que tiene como dolo al cantante norteamericano Bob Dylan.
Segn las fuentes, el grupo organiz un concierto psicodlico en una boda cerca
de la ciudad de Pilsen, donde usaron palabras obscenas
No puede extraarnos esta sentencia, puesto que es un axioma pleno de sentido comn
que una nacin con su juventud degradada es un pas derrotado.
En Rusia hubo otra situacin semejante, segn lo transmite el mismo peridico porteo
del 29 de febrero de 1976.
Coherentemente con todo lo manifestado hasta aqu, Cheetah, una revista destinada a
adolescentes dice: si las estructuras [el establishment] conocieran el verdadero
significado de la msica moderna, la proscribiran; pero slo conocen la parte superficial
de las palabras sin penetrar en su verdadero sentido, por ello podemos afirmar sin
temor que, a travs de la msica se canaliza un caudal destructivo del orden social,
puesto que una revolucin de las costumbres llegar a modificar las estructuras
tradicionales, y llegar tambin a producir consciente o inconscientemente un cambio
socio-poltico-econmico. Ello no significa que defendamos ciegamente las actuales
estructuras, muchas de las cuales requieren cambios radicales, pero somos conscientes
que los medios usados por estos revolucionarios no aportarn soluciones.
Silvano Hernndez en su tan comentado artculo, informa que Paul McCartney
integrante de Los Beatles, es miembro con carnet de la Liga juvenil Comunista y no
puede ignorar las directivas del partido.
Sidney Finkelstein, conocido comunista estadounidense, en su libro Cmo la msica
expresa ideas, preconiza erradicar toda diferencia entre msica clsica y popular.
Propone que la msica popular sea usada para la difusin del mensaje comunista, en
forma semejante a como se vende jabn en los anuncios comerciales cantados.
Finkelstein sugiere el reemplazo de la msica clsica por la msica revolucionaria.
Peter Seeger, Leadbelly, Malvina Reynolds y Woody Guthrie popularizaron canciones
sobre la lucha de clases y la subversin.
La Nueva Izquierda rompi con la msica tpica, y combinando elementos folklricos
con "rock", proyectaron la filosofa comunista al campo musical. Phil Ochs y Bob
Dylan son los ms destacados exponentes de este tipo musical.
La erradicacin de diferencias entre msica seria y popular, que el comunista Sidney
Finkelstein propiciaba en el libro que acabamos de mencionar, est lograda, en parte,
por Karlheinz Stockhausen14.
K. Stockhausen, con 48 aos, es venerado por la vanguardia juvenil contempornea y
acaba de grabar un lbum para el sello britnico Chrysalis, casa grabadora especializada
en rock progresivo. Este long play incluye dos composiciones: Bird of Passage y
Ceylon.
En La Opinin, de Buenos Aires, Miguel Grinberg se ocupa de este msico y de su
concepcin musical. Interesa conocerla.
Desde 1953, Stockhausen es miembro de la Escuela de Colonia, cuartel general
de la vanguardia musical electrnica germana, donde fue convirtiendo en realidad
sus intuiciones, experimentando con generadores elctricos de sonido y artefactos
de ondas sinusoidales.
Entre 1954 y 1959 coedit la revista Die Reihe (La Fila) donde explic sus teoras.
Durante dos dcadas ha viajado incesantemente por todo el mundo, dirigiendo
orquestas, tocando con grupos pequeos de instrumentistas, enseando y
dictando conferencias.
Ceylon fue compuesta por Stockhausen en Ceiln, durante un viaje en auto. Su
autor declara: Ceylon, en particular, contiene algo que habitualmente se
encuentra en la msica de rock, es decir, una interaccin entre ritmos precisos
basados en perodos rtmicos ntimamente sincronizados. En esta obra son
mucho ms intrincados que en las composiciones de rock usuales. No obstante,
en su interior, el oyente comienza a bailar no bien pasa a escucharla.
La invitacin a este tipo de baile no es habitual en la obra del msico, que en
Bird of Passage ha estado obsesionado por la juventud indispensable de los
instrumentistas, ante Tiempos que son experimentales a ultranza.
Stockhausen indaga incesantemente la esencia del sonido, y su misticismo lo
impulsa a componer una msica que proyecte al hombre hacia lo divino, a la
fuente de la creacin suprema. El se siente parte de un proceso que tiende a la
elevacin de la conciencia humana, y que denomina El nacimiento de una nueva
era. Esta habra comenzado alrededor de 1950, no solamente en las artes sino
tambin en las ciencias, debido a que en esa poca se alcanz el mximo posible
en el plano de la abstraccin.
Desde entonces la nueva msica ha entrado en un estado de introspeccin
constante, en pos de esencias inalterables ligadas a lo eterno, con un ascetismo
que actualmente prevalece en las realizaciones de Stockhausen. En este caso, el
compositor no es un fabricante de productos para consumo, como ocurre con la
totalidad de la msica popular comercial. En cambio, se asume como una especie
de mensajero, un ser humano que capta cierta msica de las esferas y la propala
como una emisora radial, exigiendo al oyente una comunin semejante a la que un
gur [maestro espiritual] de la India, exige a su discpulo.
Stockhausen es uno de los pocos compositores actuales empecinados en la
persecucin permanente de tres descubrimientos: el de la Naturaleza en s misma
[con proyecciones galcticas], la naturaleza de la criatura humana y la naturaleza
del sonido.
En esa ansia por comprender el universo entero en toda su riqueza, deposita el
conocimiento de una felicidad inefable. Su msica es la herramienta o el vehculo
del viaje. Acompaarlo no es fcil, exige el abandono de infinidad de prejuicios.
Pero el premio puede ser una conversin modificadora de la propia vida. Tal es
la descomunal propuesta de Karlheinz Stockhausen", concluye Miguel
Grinberg15.
En este captulo, despus de comentar las palabras de Joan Peyser, defensora de la
msica atonal, decamos: Se busca el viaje por el viaje en s, el cambio por el
cambio en s. Para llegar a dnde? A un vaco total.
Palabras del mismo Stockhausen confirman lo dicho: "Cambio mi punto de vista
todo el tiempo. Y despus por cambiar, soy cambiado por lo que he hecho, lo que
hago cambia ms, exijo ms. Yo no puedo decir qu somos la msica y yo en ese
proceso. Yo cambio a la msica, la msica me cambia. No se me puede separar ya
de ella, como no se puede separar ms a la msica del oyente. El oyente se
convierte en la msica. Y por eso la msica es influida por el oyente, porque l la
modifica. Qu es la msica? No lo s.
Confesin que merece meditarse conjuntamente con las teoras y la msica de
Stockhausen, ya que da fuerza y proporciona caudal -por los vastos auditorios juveniles
que arrastra-, a una corriente artstico-musical que puede producir una conversin
modificadora de la propia vida.
Seuelo que, inevitablemente, atrae utpicamente a innumerables jvenes que quieren
participar, con el idealismo e inexperiencia propia de los adolescentes, en la elevacin
de la conciencia humana para contribuir al nacimiento de una nueva era.
Nueva era que tiene como eje la deificacin del hombre, con la consiguiente ruptura
de todos los moldes. Nueva era donde todo est permitido, donde un constante
cambio lo proyectar a una difusa -pero atractiva- divinizacin.
Convergen, desde el ngulo musical y pictrico, esas poderosas corrientes que hemos
expuesto y que pretenden crear un hombre nuevo, destruyendo todo lo que ha hecho
grande a nuestra civilizacin y cultura.
No es todava el momento de recordar cules son los valores que han hecho de nuestra
cultura algo excelso, ya que nos falta estudiar otra de las corrientes que, desde el ngulo
artstico, pretende contribuir tambin a la creacin del hombre nuevo: la literatura. A
ella nos referiremos ms adelante, puesto que prometimos hacer alusin a las palabras
de Joan Peyser, con amplia resonancia en el mbito musical: Sin embargo, en los
tiempos recientes muchos artistas se han desviado del hombre, en busca, con un
carcter ms medieval, de lo que hay detrs del ser humano.
Surge de manera evidente de estas expresiones de Joan Peyser, una concordancia con
los puntos de vista de Karlheinz Stockhausen, en cuanto a que se busca una
trascendencia que no se acierta a definir cabalmente; por ello la autora recurre a figuras
que pueden conducir a equvocos.
Nos referimos concretamente a la intencin que se manifiesta en la bsqueda de lo que
hay detrs del hombre: con un carcter ms medieval y al conocimiento de una
felicidad inefable a travs de una msica que proyecte al hombre hacia lo divino.
Estamos frente a la ms tremenda conformacin simiesca de lo que signific, en la
Edad Media, la proyeccin hacia lo divino.
La nueva msica es la deformacin monstruosa, de lo que caracteriza a la msica y al
canto gregoriano.
Las dos pretenden eludir las pasiones humanas, trascender la condicin terrena del
hombre, convirtindolo a travs de una mstica.
As como hemos resumido la esencia de la nueva msica, para esclarecer an ms sus
caricaturescos rasgos, debemos aludir a la esencia del gregoriano. Msica que participa
de las caractersticas de la msica seria y popular a la vez, como curiosamente pretenden
Finkelstein y Stockhausen con la suya.
Paradjicamente, lo que pretenden los compositores ms vanguardistas con su nueva
msica vehculo de un viaje para comprender el universo entero; su cultivo exige el
abandono de infinidad de prejuicios; el premio puede ser una conversin
modificadora de la nueva vida; es lo que testimonia Charlier16 que le ocurri con el
gregoriano, antes de su conversin: me revelaba cosas que no eran de la tierra y que
ninguna otra msica humana alcanzaba a decirme an cuando fuese una msica genial.
La nueva msica tiende a destruir la tonalidad o abandonarla porque est agonizante,
erigiendo en su lugar la anti-msica.
Cmo llega el hombre a esta concepcin?
Con el desarrollo de las ciencias naturales crece incesantemente el poder tcnico que
desva al hombre de su misin metafsica, reducindolo a un positivismo terrestre y a
una errada sobrevaloracin de su capacidad personal.
La desmesurada confianza en la propia potencia -nos dice Schneider17 - y en el
progreso ilimitado, se refleja en la psicologa musical con el cromatismo sin fin de los
siglos XVII y XIX. El subjetivismo invade todos los campos de la actividad humana,
hasta agotar casi la misma sustancia; tampoco la msica se salva de esta corriente
intelectualizante.
No pretenda el pintor George Mathieu -como ya vimos- desencadenar la liberacin de
toda la esttica anterior. Un arte esttico de la conciencia sustituir a una conciencia
esttica del arte. Este arte nuevo crear un hombre nuevo.
Los msicos y compositores vanguardistas de nuestro siglo reaccionan en forma total
contra la tradicin musical y espiritual, acentuando la confianza en su propia capacidad,
suscitando con frecuencia una exaltacin salvaje de los sentidos y las pasiones, en una
bsqueda de lo que hay detrs del hombre, que lo proyecte hacia lo divino, en el
cambio, por el cambio en s, o a travs de la magia o la numerologa, para recrear al
hombre nuevo. Veremos ms tarde cmo el jazz llega a adquirir relieves litrgicos para
Cortzar, otro forjador del hombre nuevo desde la vertiente literaria.
Charlier alude a los compositores de jazz, a menudo talentosos, quienes han
reemplazado la calidad de la invencin meldica por la virtuosidad tcnica, todo lo
contrario de lo que es un arte hecho para la expresin espiritual; por eso el jazz en la
actualidad nos sumerge en la barbarie sensual.
En sentido opuesto de lo que ocurre en el gregoriano, la nueva msica exacerba la
individualidad, que solamente se inserta en lo social, a travs de un gregarismo
sensualizado.
En esto no hay nada que iguale el tesoro de nuestras canciones populares -an no
estilizadas-: vidalas, zambas y chacareras-, a veces, ms religiosas que los cnticos hoy
llamados religiosos, ya que constituyen un bao de frescura y de sana alegra.
El canto, y el canto gregoriano en especial, tiene un carcter vinculante. Al manifestarse
el pensamiento en forma sonora, se confirma y precisa.
Cantar los propios pensamientos despus de la correspectiva meditacin, significa
abandonar el rea de la individualidad, proceder a la accin y operar en la colectividad.
En la vida religiosa cantar es responder y consentir, dice Schneider.
La mejor prueba psicolgica de esto es la aversin antigua contra la polifona, y su
smbolo sonoro ms persuasivo es el cultivo del unsono, en el cual todas las voces
deban unirse en presencia del Seor.
No hay alma, por muy desheredada que sea, que no pueda or la verdad cuando sta
adopta un lenguaje hecho para ella. He ah el gregoriano: Un lenguaje del alma para el
alma, como asevera Charlier.
La fuerza expresiva del canto gregoriano no se afirma en el paroxismo, sino en la
sobriedad, la sinceridad, la cortesa y la castidad de sus frmulas. Su belleza es siempre
nueva, porque dice lo que ninguna otra msica expresa; por esto tiene la seguridad de
conmover a las almas de cualquier raza. Su comprensin profunda no es fcil, como
ocurre con cualquiera de las artes, porque es la meditacin de los ms altos misterios;
pero su tcnica, s, es fcil.
Debemos transcribir unas sabias apreciaciones de Schneider18 que dan la ubicacin del
gregoriano dentro del inmenso mbito de la llamada msica culta, aunque, como ya
hemos expresado, participa tambin en el mejor de los sentidos, de la llamada msica
popular, puesto que est hecha para el pueblo todo.
Las moderadas y confiadas lneas meldicas del canto gregoriano tenan, como
idea fundamental, la creacin de una excelente va para alcanzar a Dios.
El tenor fundamental era: Adjutorium nostrum in nomine Domini, qui fecit
coelum et terram.
Viceversa, el impulso que inspir las obras de la msica clsica y romntica era el
sentimiento de una lucha casi desesperada con la voluntad de Dios. Hay en ellas
una violencia, una agitacin y una inquietud ms humana que metafsica,
desconocida al canto gregoriano.
Mientras la msica religiosa clsica busca las situaciones extremas, el canto
gregoriano persigue el justo medio, y por esto aquella puede caer fcilmente en el
estilo dramtico o lrico mientras el estilo sobrio de ste se acerca a la lengua
hablada. El canto gregoriano presenta una riqueza meldica idntica para los tres
grados de la oracin [peticin, agradecimiento, alabanza]. Viceversa, la invencin
musical clsica ha sido principalmente inspirada por el ritmo de la splica y no
por el de la gratitud o de la alabanza.
Incluso 1a pintura religiosa muestra siempre ms manos angustiadas y dolorosas,
en lugar de las suaves y confiadamente juntas.
Si se compara la lnea moderada de un Kyrie o de un Santus gregoriano con el
mismo texto de la Misa en Si, de Bach, o de la Misa Solemne, de Beethoven, esta
diferencia de actitud interior salta de inmediato. La meloda gregoriana es un
camino para la comunidad; la clsica es un sendero esplndido pero dificultoso y
pleno de obstculos originados por el egocentrismo, del cual surgen sus ms
inspiradas lneas meldicas. Para darse cuenta, basta echar una mirada sobre la
temtica triunfal del Te Deum litrgico y sobre el itinerario grandioso pero
atormentado del Dettinger Te Deum, de Haendel, en su versin latina
Estas esclarecedoras expresiones de Schneider permiten comprender la encrucijada
difcil en que se encuentra la msica tonal seria, en esa lucha desesperada contra la
voluntad de Dios, que en el subconsciente cobra fuerzas en casi todos los
compositores de la llamada civilizacin occidental y cristiana.
Es de tal magnitud, que Oscar Mandel, defensor de la msica tonal clsica, afirma en el
artculo ya citado19 Si todava creysemos en Dios, podramos decir que la msica
existe para celebrar su Gloria. Pero en ausencia de Dios, slo nos resta declarar que la
msica crea emocin, placer esttico.
No capta Mandel que los nuevos compositores, en su gran mayora, consideran a la
msica un vlido intrprete de la vida contempornea y, an ms -segn expresin de
Theodoro A. Adorno- una herramienta de cambio social y poltico.
Mandel contina su reflexin en el siguiente tenor:
Si la disonancia -justo es llamarla as- se ha negado a producir resultados durante
sesenta aos, sus cultores deberan percatarse que ha llegado el momento de
emprender otros caminos.
Soy partidario del cambio y la experimentacin, pero esto no quiere decir que la
invencin sea buena por ser invencin, o que todo experimento tiene xito por el
hecho de serlo. Hay que tener en cuenta que el sentido de lo bello no es una
facultad tan flexible como muchos creen; y que la fealdad como la pimienta es
excelente condimento, pero psima como plato fuerte
Quiz los cacofonistas del siglo XX han podido permitirse el lujo de realizar
estructuras musicales en sus laboratorios, porque all estaban los viejos maestros
para cubrir el vaco as creado. Pudieron, por eso, decir: Belleza? De eso ya se
ocuparon hace mucho, muchsimo tiempo: escuchen a Vivaldi. Nosotros
buscamos otra cosa.
Pero... no hay nada ms, concluye Oscar Mandel.
Como puede observarse se cae en el mismo defecto que se critica, y se finaliza en un
egocentrismo ms acentuado an que aqul que padecan los autores clsicos del siglo
pasado. Por ello el problema creacional en el mbito de la msica no solamente est
unido a las condiciones histricas, como pretenda el famoso crtico Adorno, sino a la
actitud definitiva y decisiva del alma del hombre frente a Dios. En ltima instancia, o se
deifica al hombre y a l se le rinde culto, o se somete ste a Dios. El solo hecho de
pensar que en el orden de la msica profana todo est permitido, est ya ayudando a
construir el camino que conduce a la idolatra del hombre, y su subsecuente destruccin.
Tal vez, se haya as planteado el gran dilema de nuestra civilizacin, y no slo el que
afecta al campo musical, compuesto por hilos importantes, pero que slo forman parte
del entramado y complejo tejido cultural de nuestra poca.
Se puede comprender que la crisis no es slo musical, sino teolgico-cultural y, por
ende, poltica.
Hay motivos para pensar que la instauracin del gregoriano en el orden religioso, por
ser un arte absolutamente completo con sus distintos gneros, conllevar en el nivel
profano una jerarquizacin que puede reeditar la aventura musical que impuls a Erick
Satie a no abandonar la riqueza del gregoriano en sus modernos logros.
Debussy y Ravel, comprendieron el uno despus del otro, la sustancial e incomparable
novedad de las obras de Satie", aclara Charlier20 Desdichadamente percibieron en ellas
slo una riqueza ms en el arsenal de las formas y de los medios musicales, y no una
reforma espiritual, tal como la llevaba Satie en s mismo.
Estamos ya en condiciones de inteligir cabalmente que, en el orden musical, hay dos
posturas totalmente antinmicas. Una, testimoniada por la "nueva msica", con todos
sus matices: neoclsica, atonal o dodecafnica, llevada a lmites que se insertan en una
trascendencia vacua y que pretende envolverse con un misticismo y una ascesis
conducente a una "conversin total"; otra, que transita el viejo camino, siempre nuevo,
de elevacin espiritual, fuente de inagotables armonas, y que puede llegar en algunos
casos hasta hacer germinar una autntica conversin espiritual.
Creemos firmemente que hay compositores conscientes de este gran desafo y, en
consecuencia, dispuestos a rescatar para la msica -an en las ms livianas expresiones-
las maravillosas armonas de Dios, el hombre y el cosmos.
Literatura
Hemos observado en el mbito pictrico y en el de la msica la correlacin que hay
entre arte y conversin espiritual.
Es evidente que el mundo literario: narrativa, teatro y poesa no es ajeno a ese poder de
conversin. En este campo ciertos hombres han irradiado una influencia decisiva para
bien o para mal. Juan Jacobo Rousseau, con el Contrato Social y el Discurso sobre la
desigualdad del hombre, ha influido notablemente en el orden poltico. Con su
aforismo el hombre nace bueno, la sociedad lo corrompe, niega implcitamente el
pecado original y endulza el corazn de muchos, influyendo, cuando no informando, su
mentalidad. Pero la conversin, en algunos casos masiva, a sus ideas, ha llegado por los
cauces de sus novelas romnticas: El buen salvaje y La nueva Helosa.
Bstenos decir que Bolvar y Miranda, precursores y levadura de una de las vertientes de
la independencia hispanoamericana, experimentaron su influjo decisivo.
En estos casos la influencia de lo literario en el orden poltico-social es muy directa.
Igualmente ocurre con Facundo, libro que escribi Domingo Faustino Sarmiento,
presidente argentino en la segunda mitad del siglo XIX. Facundo es un relato literario
muy logrado, pero dirigido a otros fines, como confiesa el mismo Sarmiento en carta
dirigida al general Paz, y cuya parte pertinente dice as: Remito a S. S. un ejemplar del
Facundo que he escrito con el objeto de favorecer la revolucin y preparar los
espritus. Obra improvisada, llena por necesidad de inexactitudes, a designio a veces, no
tiene otra importancia que la de ser uno de los tantos medios tocados para ayudar a
destruir un gobierno absurdo y preparar el camino a otro nuevo.
Creemos que esta carta es ilustrativa a propsito de las hondas vinculaciones que unen
lo literario y lo poltico. Aqu hubo objetivos polticos; sin embargo, el libro perdura y la
perduracin se realiza en el campo literario.
Presenta la literatura europea un notable caso inverso. Una novela excelsa -testimonio
poltico proftico- que no fue hecha con fines de politizacin, sin embargo, ha
cumplido y cumple una gran misin en los dos campos Nos referimos a Los
Posedos o Demonios, de Dostoievski.
Cmo ha podido Dostoievski describir la fuerza interna que mueve a la subversin
para instaurar un orden social nuevo, sin Dios?
Dostoievski saba que en su tiempo ya haba comenzado la revolucin, iniciada en el
subsuelo de los espritus y hace su anlisis. Tolstoi no saba que se haba iniciado esa
revolucin, porque el mismo estaba arrastrado por el proceso revolucionario que segua
a ciegas.
Dostoievski permanece en la esfera del alma y desde all -dijo Berdiaeff- contempla lo
que pasa y pasar.
A travs de su arte novelstico, simblico como todo gran arte, interioriza las acciones
de los hombres, entramadas en los hilos de la historia, y nos muestra as el destino de su
pueblo y ms an, del alma humana.
Las acciones de sus personajes pocas veces son totalmente normales; nos describe una
naturaleza humana en xtasis, enajenada. Aprehende la noche y no el pleno da del
hombre, porque su actuacin no solamente est teida del subconsciente, sino que sus
personajes muestran la visin histrico-proftica del autor. Visin que marca hitos
decisivos en la lucha entre el Bien y el Mal, cargando sus acentos en los aspectos
negativos: el crimen, la lujuria, la seduccin por el espritu diablico, etc.
El hombre no es corrompido por todos los factores hoy altamente pregonados: la
sociedad, las presiones econmicas o polticas, sino que los agentes destructivos y
corruptores obran desde adentro del hombre mismo; el terrible orgullo heredado con el
pecado original, el non serviam satnico que se proyecta en nuestro tiempo y se
proyectar hasta el final de los tiempos.
Dostoievski lo hace ver clara y clarividentemente en Crimen y Castigo, en un orden
personal. Con los Posedos o Demonios, en un orden social y poltico.
En consecuencia, en sus novelas ms representativas puede observarse el
entrecruzamiento de las corrientes espirituales que, en definitiva, configuran la historia:
la de la obediencia a Dios, a sus mandamientos; y la que se rebela contra Dios,
pretendiendo suplantarlo con el hombre endiosado y, en ltima instancia -consciente o
inconscientemente-, con el Anticristo.
Esta profunda visin, permiti a Dostoievski profetizar un futuro no fcilmente
mensurable.
Su novela Demonios posee una vigencia actual que asombra, porque aquellos grupos
o clulas guerrilleras a las que en su juventud perteneci Dostoievski, han proliferado y
seguirn surgiendo, si no se comprende y se eliminan las razones primeras de su
existencia.
Los discursos de Shigalev, creador de la logia revolucionaria-anarco-nihilista, llevan la
utopa a niveles extraordinarios, pero verosmiles.
En una de las sesiones del grupo, un profesor cojo expone las proposiciones de
Shigalev:
Yo conozco su libro -es decir, el de Shigalev-, lo que l propone, con miras a la
definitiva resolucin del problema, es [] la divisin de la Humanidad en dos partes
desiguales. Una dcima parte de la misma recibir la libertad personal y un derecho
ilimitado sobre las otras nueve partes restantes.
"Estas vendrn obligadas a perder la personalidad y convertirse en algo as como
un rebao, y mediante una obediencia sin lmites, alcanzar la primitiva inocencia,
por el estilo del primitivo paraso, aunque, de otra parte, tendrn que trabajar. Las
medidas propuestas por el autor para extirparles la voluntad a las otras nueve
partes de la Humanidad y reducirlas a la condicin de un rebao, merced a la
educacin de generaciones enteras [], son notabilsimas, se fundan en datos
autnticos y son muy lgicas. Podr no estarse de acuerdo con algunas
deducciones; pero es difcil no reconocer el ingenio y el saber del autor.
Shigalev luego de una breve digresin concluye:
Lo que yo propongo no es ninguna canallada, sino el paraso, el paraso terrenal,
y otra cosa no puede haber en la tierra
Ms adelante, otros personajes estudian las posibilidades de realizacin del proyecto, y
se expresan as:
-Oiga usted: nosotros, al principio, armaremos tumultos -dijo Verjovenskii,
atropellndose de un modo horrible, tirndole a cada momento a Stavroguin de la
manga derecha.- Ya se lo he dicho: penetraremos en el mismo pueblo. No sabe
usted que ya somos enormemente fuertes? Los nuestros no son solamente los que
degellan y queman, los que hacen blancos clsicos o muerden.
Esos no hacen ms que estorbar. Yo, sin disciplina, no comprendo nada, yo los
tengo contados a todos: el maestro que se burla con sus chicos de Dios y de la
cuna, es ya nuestro. El abogado que defiende el asesinato de un individuo culto,
alegando que el asesino tiene ms cultura que sus vctimas, y para procurarse
dinero no tena ms remedio que matar, es ya nuestro. El colegial que mata a
un campesino para experimentar emocin, es nuestro. El jurado que absuelve
de todos los crmenes, nuestro. El fiscal que teme mostrarse en el juicio poco
liberal, nuestro, nuestro. Los administradores, los literatos, Oh, nuestros!
terriblemente nuestros, y ellos mismos lo ignoran. De otra parte, la obediencia de
los colegiales y de los imbciles ha alcanzado su ms alto grado; por doquiera,
una vanidad de proporciones desmedidas, un apetito bestial, inaudito
Todo esto prepara el camino del Anticristo, y muestra un Dostoievski clarividente que
lo torna uno de los escritores cristianos ms grandes de Occidente.
Su visin llega al nivel ms excelso cuando nos revela en Los hermanos Karamazoff a
travs de Ivn, uno de sus personajes, en el captulo El gran Inquisidor, la posibilidad
de la creacin de una Iglesia que sustituya desde adentro a la actual; con la figura
humana del Gran Inquisidor frente a la humano-divina de Cristo.
Ivn no niega la divinidad de. Jess, pero s el plan de la creacin y la economa divina.
Aqu la visin proftica de Dostoievski llega a alturas que slo pueden comprenderse
con la atenta y repetida lectura de sus obras, y con la inteligente y relacionada
observacin de la realidad que nosotros vivimos aqu y ahora.
Se nos impone pensar que los niveles: teolgico, cultural y poltico estn
fundamentalmente unidos. Y, en consecuencia, creemos que debe haber una cabal
comprensin para estar a la altura del desafo.
El gran mrito de Dostoievski es haber vislumbrado y testimoniado lo que sera la
enfermedad ms terrible del siglo XX: la subversin generalizada contra un orden
natural y sobrenatural, en nombre de la justicia social. Justicia social a cuya instauracin
con sentido pleno y por los medios adecuados todos debemos contribuir, sin
menoscabo del orden natural y sobrenatural.
El mismo escritor nos ha mostrado el manantial de donde fluye su visin. Se me llama
psiclogo -ha dicho- y ello es falso, yo soy realista, slo en un sentido ms alto, esto es,
yo describo todas las profundidades del alma humana. Y tan hondamente cal en los
recnditos estratos del alma humana, que pudo anticipar la direccin que llevara en las
dcadas siguientes no slo su pueblo, sino la totalidad de Occidente.
Solzhenitsyn, el receptor ms fino y profundo de toda la herencia dostoieskiana,
exiliado en Occidente, con su obra Archipilago Gulag, testimonia la intra-historia de
todo un perodo de su pas, pero con sentido universal. En esa misma obra confiesa
algo que es digno de meditacin, muy entrelazado con la visin de Dostoievski y con lo
que ocurre en nuestros das por doquier:
Antes de hacer el mal, el hombre tiene que concebir el mal como bien o como
una accin lgica, con sentido. As es, por suerte, la naturaleza del hombre, que
tiene que buscar justificacin a sus hechos.
Las justificaciones de Macbeth eran muy endebles y la vergenza acab con l.
Yago es otro borrego. Tan slo una docena de cadveres agotaban su fantasa y
las fuerzas espirituales de los criminales shakespeareanos. Eso les pasaba por
carecer de ideologa.
La ideologa, he aqu lo que da la justificacin buscada a la maldad y la requerida
dureza prolongada al malvado. La teora social que ante l mismo y ante los
dems le ayuda a blanquear sus actos y a escuchar, en lugar de reproches, loas y
honores. Gracias a la ideologa, al siglo XX le ha tocado conocer la maldad
cometida contra millones de seres. Es algo que no se puede refutar, orillar o
silenciar. Cmo nos atrevemos entonces a insistir en que no hay malvados? Se
aniquil a millones de seres. Sin malvados no hubiera sido posible el
Archipilago Gulag.
Esa es la raya que no traspasar el malvado de Shakespeare, pero el malvado con
ideologa la traspasa.
Cuando callamos lo que debemos denunciar, lo metemos en el cuerpo para que
no asome: lo estamos sembrando, y mil veces volver a brotar en el futuro. Si
no castigamos o ni siquiera censuramos a los malvados, estamos socavando por
debajo de las generaciones futuras todas las bases de la justicia. Por eso crecen
indiferentes>, no por la dbil labor educacional. Los jvenes asimilan que la
vileza jams se castiga en la tierra, que ayuda a prosperar. Qu incmodo y qu
terrible ser vivir en un pas as!
No puede ser ms sagaz y penetrante la visin de Solzhenitsyn, claro espejo no
solamente de lo que pasa en Rusia, sino tambin de la situacin de Occidente. Este
cambio de nuestra sociedad, que pugna por realizarse ante nuestros ojos, violento,
audaz o irresponsable, tiene un aliado eficaz en la subrepticia transformacin de las
mentalidades. Accin en la que la literatura desempea un papel muy importante. Pero
es menester declarar tambin que la literatura encierra la posibilidad de mostrar ese
mundo donde se calla lo que se debe denunciar, y los ambientes donde algunos
personajes, en apariencia usufructuarios del Bien, estn sembrando las semillas del mal.
Si la literatura, ficcin con alta jerarqua artstica, nos ubica con imgenes vivas ante esa
realidad, habr cumplido una gran misin. Que no es otra cosa la mproba labor que ha
insumido toda la vida de Dostoievski, Solzhenitsyn y tantos otros escritores, que han
tenido y tienen una imponderable influencia poltico-social, pero indirecta.
Sentimos la necesidad de observar -no queremos decir analizar- los autores ms
conocidos y ms promovidos de la literatura hispanoamericana de vanguardia. Puede
producir sorpresas.
Nos habamos ocupado someramente en breve ensayo1, de dos libros publicados
ltimamente por Gabriel Garca Mrquez, y su significado como punto de conversin
religioso-poltico de tipo negativo.
Dijimos entonces:
En Cien aos de soledad, el autor nos traslada a un mundo de mgica realidad que
atrae y resulta difcil abandonar, donde alguno de sus personajes an cree que es posible
rescatar aquella comunidad elegida por el infortunio; y a otros [son sus palabras] se les
cristaliza el alma con la nostalgia de los sueos perdidos, porque la voracidad del olvido
iba carcomiendo sin piedad los recuerdos.
En esa atmsfera de realidad mgica y profunda, suenan campanas irreverentes, cuyos
sonidos no pierden el embeleso: Si se lo creyeron a las Sagradas Escrituras, por qu no
a m.
Con fino humor pone en ridculo al mundo clerical y la Sede Romana, destruyendo
implcitamente todo lo que eso simboliza.
Si nos atenemos al texto mismo de Cien aos de soledad, vemos que la intencin de
Garca Mrquez est mucho ms all de la simple burla de quien no cree. Se sita en la
rebelda profunda del que, capacitado para ver la luz, voluntariamente se ciega porque
quiere que prevalezca una visin exclusivamente suya. Hay una intencin manifiesta de
"crear" un "orden nuevo" parodiando conscientemente el esquema bblico. Se habla de
una fundacin (Macondo), de una culpa, en marchar hacia lo desconocido, un diluvio,
todo ello con insinuaciones soeces y blasfemas que degradan la calidad literaria que
Garca Mrquez preconiza. Slo a ttulo de ejemplo mencionaremos a Remedios, la
bella que no era un ser de este mundo, porque ya desde el vientre de su madre
estaba a salvo de cualquier contagio2. Esta inocencia se manifiesta en la actuacin:
Lo asombroso de su instinto simplificador era que, mientras ms se desembarazaba de
la moda buscando la comodidad y mientras ms pasaba por encima de los
convencionalismos en obediencia a la espontaneidad, ms perturbadora resultaba su
belleza increble. Los convencionalismos que menciona aqu el novelista no son sino
normas elementales de moral, y su larga descripcin de situaciones es intranscribible.
Pretende presentar un ser puro suscitando las ms bajas pasiones. La stira no
termina all: Remedios la bella es llevada en cuerpo y alma a los cielos3 La alusin no
puede ser ms clara. ni ms diablica.
En este mismo contexto se refiere al carnaval como una tradicin catlica, con lo que
el pecado se convierte en un mero juego de palabras, inventado vaya a saber por quin.
Pero el ataque ms directo a la Iglesia y a la Fe se refleja en Fernanda del Carpio,
ridculo personaje que aparece como encarnacin de unos valores cristianos
completamente falseados: Fernanda no renunci a la voluntad de imponer los hbitos
de sus mayores La costumbre se impuso, as como la de rezar el rosario antes de la
cena, y llam tanto la atencin de los vecinos, que muy pronto circul el rumor de que
los Buenda no se sentaban a la mesa como los otros mortales, sino que haban
convertido el acto de comer en una misa mayor. Hasta las supersticiones de Ursula,
surgidas ms bien de la inspiracin momentnea que de la tradicin, entraron en
conflicto con las que Fernanda hered de sus padres, y que estaban perfectamente
definidas y catalogadas para cada ocasin4
En el mundo nuevo iniciado en Macondo, no existe la Redencin porque Garca
Mrquez la niega, consecuente con su visin materialista y cclica de la historia: Ya esto
me lo s de memoria, gritaba Ursula. Es como si el tiempo diera vueltas en redondo y
hubiramos vuelto al principio5 En este crculo, absolutamente opuesto a la
concepcin cristiana del tiempo, no hay ningn sitio para la esperanza. El mundo de
Garca Mrquez no tiene sentido ni finalidad, por lo tanto, lo destruye: Macondo era
ya un pavoroso remolino de polvo y escombros centrifugado por la clera del huracn
bblico6.
La nica felicidad posible para el hombre parece ser el desenfreno en la liberacin
plena de Amaranta Ursula y Aureliano Babilonia. En este contexto, su elogio del vicio
resulta lgico y lo define como madurez de criterio7
Nada queda en pie. Ni siquiera el mundo literario: no se le haba ocurrido pensar hasta
entonces que la literatura fuera el mejor juguete que se haba inventado para burlarse de
la gente8 As en una tierra sin valores ni esperanza lo nico eficaz es la violencia9.
Mezcla los campos de vigencia de las leyes naturales y las del espritu; confunde, en
disimulada combinacin, el Bien y el Mal; y nos envuelve en un aura que puede
obnubilar la capacidad de razonamiento, porque ha conquistado nuestra admiracin
esttica, a travs de poesa vital y pattico humor.
En el Otoo del patriarca la audacia del escritor llega a lmites ms sutiles. Su novela
encierra un indescifrable poder de conversin de signo negativo, en los campos poltico
y religioso.
No deja el mnimo resquicio por el que pueda entrar el sentido de dignidad en los
cuadros del ejrcito, esquemticamente erigido en eje a cuyo alrededor giran las
degradaciones de todo tipo. Destruye sin piedad todo lo noble que puede tener el
ejercicio de las armas.
Si el lector es un creyente fro, cuyo esquema religioso es slo racional o meramente
sentimental y acepta el juego en el que Garca Mrquez lo cerca, corre el riesgo de
quedar despojado de sus escasas vivencias. Cul es el juego que el novelista realiza y
cules son las vas de aceptacin de su juego?
En Cien aos de soledad, la subrepticia burla del clero y de la jerarqua se realiza con
argumentos de moral ingenua, pueriles, haciendo brillar en artstica amalgama la verdad
y la falsedad, resultando una realidad convincente para una gran cantidad de lectores.
En cambio, en el Otoo del patriarca, la burla y la irona cruel llegan a degradar
satnicamente la totalidad del mundo sobrenatural, con un ingenio y un humor, ante el
cual, si no reaccionamos inmediatamente, hemos perdido la partida, puesto que una
claudicacin interior sobreviene inadvertidamente, aupada en expresiones artsticas que
con frecuencia alcanzan la genialidad y consiguen que nuestro sentido esttico las
reverencie. Si esa admiracin por las formas artsticas, no conlleva una reflexin que nos
alerte sobre el peligro de destruccin de nuestras ms caras convicciones, estaremos en
el camino de una conversin de signo negativo. Nuestros vestigios religiosos se irn
diluyendo en el ro del esteticismo y del escepticismo; y nuestros enfoques polticos
pasarn por otros cristales.
No hay en el Otoo del patriarca prrafos especiales donde pueda enmarcarse
ntegramente esto que estamos puntualizando, sino que fluye de todo el caudal de la
novela.
Baste mencionar la santidad civil de Bendicin Alvarado, madre del patriarca, que l
mismo decreta en vista de las conclusiones a las que llega Demetrio Aldous, y stas son
las palabras del escritor referidas al obispo Demetrio Aldous, enviado del Vaticano para
recoger las pruebas de la santidad: Demetrio Aldous, auditor de la Sagrada
Congregacin del Rito, postulador y promotor de la fe, por mandato de la Constitucin
inmensa y para esplendor de la justicia de los hombres en la tierra y mayor gloria de
Dios en los cielos, afirmo y demuestro que esta es la nica verdad, toda la verdad y nada
ms que la verdad, Excelencia, aqu la tiene10
En vista del rotundo fracaso, desde el comienzo del proceso de santificacin, dadas las
contundentes pruebas de la vida licenciosa que haba llevado Bendicin Alvarado, el
patriarca decreta la santidad civil de su madre y la guerra al Vaticano. Se suceden los
incidentes en los cuales de manera sutil descoyunta el orden sobrenatural, ya que ms de
una vez lo sita bajo las cpulas de oro de un mundo falaz donde est ese Dios difcil,
uno y trino.
Jos Mara Alfaro y Polanco, que en el peridico A B C dedic a esta novela una hoja
completa, slo dice referido a estos puntos que consideramos esenciales:
Podra decirse que un ritmo envolvente, casi de amplsimo ritornello en el que
encaja a la perfeccin la nostalgia potica, es uno de los primeros frutos de esta
prosa de intrincadas vertientes, donde hasta el uso -y la reiteracin- de una
explosiva y apostrofante escatologa produce la impresin de un laborioso
esmaltado. El otoo del patriarca es una tremenda y repasadora crnica de la
decadencia de un dictador inconfundible, del trpico americano. Una "moral de
hamaca", indolente y despiadada lo invade todo
Yo me pregunto, se puede rotular moral de hamaca solamente a la profunda e
irreverente subversin del orden natural y sobrenatural, por muy genial que sea el
laborioso esmaltado?
Creemos que Gabriel Garca Mrquez, quien a travs de un ingente esfuerzo artstico -
desde 1968 hasta 1975- dedic sus energas a escribir El otoo del patriarca, puede
contribuir a aumentar las conversiones de tipo negativo: polticas y religiosas, aqu y
ahora; sin que los conversos lleguen a estar conscientes de su cambio.
Con esto no agotamos la visin crtica de sus libros, cuyo anlisis literario, desde el
punto de vista tcnico podra insumirnos muchas hojas. Pretendemos solamente dar
una visin totalizadora de su obra, y lo hacemos un tanto simblicamente, ya que se
cuentan por miles los escritos que marchan por el mismo derrotero y ejercen una
influencia vasta y difcil de calibrar en e1 orden poltico. Podramos afirmar que casi la
totalidad de la literatura hispanoamericana -hoy tan de moda en Europa- est rebosante
de intenciones polticas, las ms de las veces con planteos superficiales, pero
convincentes, en virtud del vigoroso vehculo que las engarza.
No es ese el caso de Gabriel Garca Mrquez, cuyos planteos no son tan superficiales
como parecen.
Las manifestaciones de Pablo Picasso sobre el mundo del arte son complementadas
tambin por las confesiones de Garca Mrquez11 All expresa el escritor colombiano:
Para que no haya equvocos, empecemos por el final. Yo creo que tarde o
temprano el mundo ser socialista, quiero que lo sea, y mientras ms pronto
mejor. Pero tambin estoy convencido de que una de las cosas que pueden
demorar el proceso es una mala literatura. Ahora bien, mis reservas personales
sobre lo que se conoce como novela social, que es la nota ms alta de novela
comprometida, se fundan en su carcter fragmentario, excluyente, que condena
al lector a una visin parcial del mundo y de la vida. El fracaso de este tipo de
novela en nuestros pases nos autoriza a pensar que el lector latinoamericano,
aunque no pueda expresarlo, se ha dado cuenta de aquella limitacin. De modo
que la gran paradoja de los escritores que con tanta buena fe han querido
expresar el terrible drama poltico y social de nuestras mayoras, y nada ms que
ese, es que se han convertido en los escritores ms minoritarios del mundo: nadie
los lee.
Sartre ha dicho que para recordarles a los franceses los horrores de la ocupacin,
basta con escribir sobre un concierto de msica militar alemana en un parque
pblico. Esto me parece vlido tambin para nosotros: los lectores
latinoamericanos. Creo yo, no necesitan que se les siga contando su propio drama
de opresin e injusticia, porque ya lo conocen de sobra en su vida cotidiana, lo
sufren en sangre propia, y lo que esperan de una novela es que les revele algo
nuevo. Yo pienso que nuestra contribucin para que Amrica Latina tenga una
vida mejor, no ser ms eficaz escribiendo novelas bien intencionadas que nadie
lee, sino escribiendo buenas novelas.
En sntesis, creo que el deber revolucionario del escritor es escribir bien. Ese es
su compromiso
El derrotero que seala Gabriel Garca Mrquez es profundo y de largo aliento. Ha
querido brindarnos con sus novelas un mundo total, pintndolo desde las races a los
frutos, y lo ha conseguido.
En ese mundo, sin embargo, falta lo esencial: la implacable presencia de un orden
trascendente, real y vivo, sin caricaturas ni coartadas. No puede Gabriel Garca Mrquez
suplirlo ni con maravilloso y trabajado estilo literario, ni con el sarcasmo, humor y genio
de su avisado pero oscuro espritu.
El caudal de una osada infra-literatura que fluye en las revistas de actualidad,
penetrando en todos los hogares con cuidadosa periodicidad, se une al movimiento de
una corriente que avizora como norte salvfico ese mundo total que rezuma su obra. Le
llamamos infra-literatura, porque de ninguna manera sigue los cnones de perfeccin
literaria, preconizados por el propio Gabriel Garca Mrquez. Eso no significa que no
influya sobre un vasto sector de la sociedad.12
Creemos que el fenmeno de la literatura iberoamericana, llamada de vanguardia,
sobrepasa en distintos niveles lo que habamos percibido con anterioridad en el trabajo
mencionado, puesto que dista mucho de ser un accionar emprendido por artistas
solitarios y francotiradores.
La prueba del fenmeno vanguardista actual aflora en su aspecto ms superficial -pero
de suyo tremendamente elocuente- en un artculo escrito por Jos Blanco Amor.13
All se manifiesta, sin lugar a dudas, el carcter de empresa poltica que sella la aventura
vanguardista latinoamericana en las letras. Aparece el sesgo poltico de modo patente,
aunque no haba sido nunca hasta entonces manifestado en sus relaciones de
dependencia concreta entre los distintos cultores. Todos convergan o procedan de una
central poltica que no se manifestaba en su verdadera magnitud, hasta la denuncia de
ese artculo, que comienza con el subttulo: Terrorismo literario en Amrica Latina.
Haremos concreta alusin a l, para que quede claro lo expresado hasta aqu.
Los escritores que se colocan en el centro del escenario son Carlos Fuentes, Gabriel
Garca Mrquez, Julio Cortzar y Mario Vargas Llosa.
Se agregan otros, cuando as conviene, Juan Rulfo, Juan Carlos Onetti, Augusto Roa
Bastos, Joo Guimares Rosa, Alejo Carpentier, pero stos no integraban el boom,
eran ms bien, el coro de la tragedia griega.
Partiendo del hecho real de que han sido los autores ms ledos en los ltimos tiempos
en las Espaas y que la crtica literaria latinoamericana se consagr a su exaltacin de
un modo absorbente nos permitimos discrepar con Blanco Amor en la parte
siguiente de su afirmacin ...y ahora, pasados trece aos, [la crtica] ha olvidado el tema
como una medida antisptica inevitable.
Basta investigar en qu medida se los ensea y se exige su lectura y anlisis en las
universidades y centros de estudios secundarios de Amrica Latina y sajona, para
comprender que no ha decrecido totalmente el inters por estos escritores.
Los profesores tienen un esquema -dice el publicista y escritor venezolano Juan
Liscano- y hablan de los escritores famosos, y el estudiante va a elaborar su tesis
sobre ellos. Cuando uso la palabra famoso lo hago intencionalmente refirindome
al escritor del momento. El scholar norteamericano es quiz uno de los mayores
promotores de esa valoracin que pudiramos llamar boomnica.
Si uno toma las revistas y la bibliografa norteamericanas queda asombrado de ver
cmo se repiten los mismos cuatro o cinco nombres de la literatura
latinoamericana en forma continua, y cmo faltan las visiones globales de los
movimientos y hay una ruptura total del equilibrio en ese sentido14
Debemos agregar que los mtodos de anlisis y de estudio, como el estructuralismo y
otros, ayudan a la ltima finalidad que consciente o inconscientemente, se han
propuesto los mismos analizados.
Quin los uni? Para qu se unieron? se pregunta Blanco Amor.
El boom estall como una atmica latinoamericana. Todo estaba
admirablemente organizado. Los semanarios de noticias argentinos iniciaron una
campaa de elogios que se repitieron en todas las ciudades de la Amrica
hispana.
Blanco Amor cita luego un dilogo que sostuvo con el escritor Carlos Coccioli, en
1967.
En Amrica Latina -me dijo- existe la mafia literaria: se infla a determinados
escritores hasta que estallan en el aire como globos.
Eso ocurri en Mxico con Carlos Fuentes, quien public recientemente Zona
sagrada. Esa novela no es nada, despus de haber querido ser algo sensacional.
Coccioli sostuvo entonces que la mafia literaria era el resultado de una alianza
poltico-comercial entre ese grupo de escritores, con ciertos editores de Espaa y
de la Argentina, con el visto bueno de la Casa de las Amricas, de La Habana.
Coccioli pasa revista a las ideas polticas de los componentes del grupo y expresa:
Puede asegurarse que cualquier pgina escrita por ellos define claramente las
caractersticas de todos: palabras grandilocuentes contra el imperialismo, el
capitalismo, el Pentgono, la guerra del Vietnam, los militares gorilas y en favor
del castrismo.
Qu aportaciones hizo el grupo a la renovacin tcnica de la novela
hispanoamericana?
Blanco Amor cita en su contestacin al profesor Manuel Pedro Gonzlez15, autor que
seleccionando algunos trozos, demuestra hasta qu punto Cortzar es deudor de Joyce.
Estos trozos -dice Gonzlez- demostrarn el hibridismo lingstico y la plebeyez lxica
que en Rayuela dan la pauta y la caracterizan". El anlisis reuni en un solo matiz a
Cortzar, Vargas Llosa y Carlos Fuentes.
Amrica Latina -contina Blanco Amor- fue el pretexto: la revolucin cubana
haba puesto al continente en la atencin internacional. Unas cuantas obras fueron
presentadas como la sntesis final de un largo proceso de encuentro entre el
hombre hispanoamericano y su medio social, humano y poltico. La gente se
volc en las libreras para encontrar una respuesta a su propia angustia, a su
soledad y marginamiento histrico. Y se encontr con la trampa de una literatura
nueva que ya era vieja en otros idiomas
Surge de las transcripciones y acotaciones hechas al artculo, que estamos ante un
fenmeno esttico-poltico que Blanco Amor cree totalmente concluido.
No est concluido, sin embargo. Se ha extendido con fuerza a Europa y posee
connotaciones ms profundas que las explicitadas por el articulista.
En los peridicos de la mayora de los pases de Occidente se difundi, el 28 de agosto
de 1976, la noticia siguiente emanada de la United Press:
Londres 28 (UP). - Uno de los ms famosos novelistas latinoamericanos, el
peruano Mario Vargas Llosa, fue elegido en ausencia el lunes para un perodo de
tres aos como presidente del Pen Club Internacional, una asociacin de poetas,
ensayistas, novelistas de aproximadamente 70 pases.
En un mensaje enviado a la reunin, Vargas Llosa, de 40 aos, se comprometi a
continuar la obra del Pen para mantener las puertas abiertas y combatir la
injusticia en el oeste y el este, en los pases desarrollados y en desarrollo
La Prensa, de Buenos Aires, el 18 de septiembre del mismo ao public la siguiente
noticia:
Francfort, 17 (UP). - La 28 Feria del Libro de Francfort present ayer al pblico una
pltora de creatividad artstica fuertemente enraizada en la poco conocida literatura del
continente latinoamericano, segn declar el presidente del Pen Club Internacional, el
peruano Mario Vargas Llosa, quien dijo que la muestra ayudar a entablar un dilogo
entre Amrica Latina y Europa, centro de la literatura mundial Ni las dictaduras, ni
la injusticia, ni siquiera el retroceso pudieron impedir la actividad literaria y la formacin
del espritu creador en Amrica Latina, en trabajos que expresan nuestra complejidad y
nuestra variedad, nuestra pobreza y nuestros sueos que, en su originalidad, enriquecen
la cultura de nuestros tiempos, concluy el escritor peruano.
Referente a la originalidad de la nueva literatura hispanoamericana, acerca de la cual
hace gala Vargas Llosa, reiteramos que sus cultores no solamente repiten mtodos y
tcnicas novelsticas europeas (novelas de caballera, Proust, Hesse) y anglosajonas de
ambos lados del Atlntico (Joyce, Faulkner), sino que desde Europa e inmersos en su
realidad: Pars-Babylon (Cortzar), Barcelona (Garca Mrquez), Londres y Barcelona
(Vargas Llosa), pretenden romper las amarras con un cacareado coloniaje cultural.
Tiene Vargas Llosa total independencia al presidir el Pen Club Internacional? Queda
desligado de todo imperialismo poltico-cultural?
No nos atrevemos a contestar estas preguntas.
Dejamos a cada lector que indague con inquisitiva curiosidad en ese campo, y tal vez
podr as responderlas.
La documentada promocin internacional que acabamos de leer, nos permite
considerar que no se ha detenido el fenmeno propagandstico, denunciado por Blanco
Amor.
La importancia poltico-cultural de esa difusin desde altos niveles, nos sugiere ahondar
el fenmeno de la nueva literatura hispanoamericana desde su misma interioridad.
Desde los recnditos resortes que impulsan a esos escritores a considerarse los
modeladores de una nueva sociedad revolucionaria, destinada a destruir para
siempre el coloniaje cultural y econmico-poltico en el cual ha sobrevivido el sistema
en una sociedad anquilosada y caduca
Creemos que nuestra sociedad padece de innmeros males y falencias que requieren ser
denunciados y corregidos con valor, desinters y visin; pero creemos tambin que las
soluciones que la nueva novelstica sugiere, as como el contenido implcito en las
declaraciones polticas de la mayora de sus cultores, no nos llevarn nunca a una
solucin aceptable, al orden natural y a nuestra tradicin cristiana. Tradicin que no
debe confundirse con la monstruosa caricatura que frecuentemente se pretende hacer
pasar por autntica.
Para acercarnos a la interioridad del fenmeno literario protagonizado por estos
escritores, debemos tratar de captar la actitud interior referida a hitos claves
relacionados con Dios, la sociedad hispanoamericana, el hombre, el mito, el
cristianismo, el lenguaje, la utopa Entramado que, abierta o veladamente, est en sus
obras, ya que racionalidad, sensaciones y vivencias, en todo escritor, son trasladados a
un estadio de creacin que dan como resultado la novela. No en vano Zunilda Gertel
ha podido decir de Carlos Fuentes:
Es evidente en sus novelas una actitud operante izquierdista desde el punto de vista
poltico-social, pero no acta como prdica, sino ensamblada a los motivos
intrnsecos16
No marginamos declaraciones pblicas, aparecidas en libros o peridicos, que son un
testimonio vivo de las ideas y aspiraciones de estos escritores, tampoco la labor de la
crtica, que desbroza las vas para que miles y miles de estudiantes y lectores penetren y
participen con ms plenitud de las obras de ficcin.
Algunos ensayos interpretativos nos hacen comprender sesgos comunes en la nueva
novela, semejantes a los que caracterizan la msica y la intencin del compositor
Stockhausen. Antes de ocuparnos del caso Cortzar, conviene hacer una breve
alusin a Vargas Llosa, cuyas declaraciones hacen ms ntidos ciertos perfiles de su
actitud interior. Importa conocer stas para guiarse en el laberinto de su novelstica.
Si la violencia tiende a congelarse, hay que conseguir el deshielo, y de eso se
encarga el lenguaje, que se convierte en una especie de ritmo vertiginoso que va
atrapando al lector, sumindolo en tal forma en esa materia, que al final ya no
juzgar, aceptar todo, se sentir parte integrante de ella. Yo creo que esa es la
obligacin del escritor que quiere ser realista: dar esas vivencias utilizando todos
los procedimientos necesarios para que la realidad no se hiele
Y en otro pasaje
El lenguaje aqu cumple una funcin muy importante. [Se refiere el autor a un
pasaje de La ciudad y los perros]. Evoca la realidad asimilndola a su propio
ritmo. Se vuelve lrico. Irradia, canta la violencia. Es una poesa hipntica, una
msica sombra que envuelve al lector en sus resonancias, llevndoselo en el
caudal, que a veces va cargado de obscenidades17
Estas pocas palabras van prefigurando una intencin y una finalidad.
Son muchos los crticos que en el mundo de habla hispnica, se han ocupado con
seriedad, no carente de simpata, de su obra. Jos Luis Martn -para citar uno- realiz un
estudio exhaustivo de sus trabajos18, tanto que culmina con un apndice titulado La
evolucin del realismo estructuralista en Vargas Llosa.
Autor y crtico son ampliamente recomendados en colegios y universidades de Espaa.
Focalizaremos ahora a julio Cortzar sin dejar de nombrar antes a algunos de sus
comentaristas y crticos, puesto que en su mayora forman parte de la empresa cultural
ya mencionada, actualmente en plena y eficiente accin: Graciela Maturo, que tiene
mucha importancia porque dirige el Centro de Estudios Latinoamericanos, destinado
a la promocin de los valores que exalta la "nueva cultura latinoamericana"19; Lida
Aronne Amestoy, Cortzar. La novela mandala20; Julio Ortega, Rayuela21; Mercedes Rein,
Julio Cortzar, El escritor y sus mscaras22; Luis Harss, J. Cortzar o La cachetada
metafsica23.
No podemos continuar con este catlogo de sus innumerables comentaristas, y
preferimos concentrar nuestra atencin en Rayuela, por ser la novela ms
representativa de Cortzar y la que proporciona las claves para mejor interpretar toda su
obra.
Qu pretende Cortzar con esta novela?
Un lector poco avisado puede fcilmente desorientarse y encontrarse en un laberinto
donde confluyen toda clase de sorpresas, desde las repelentes -que son las ms- hasta
las que pueden agarrarlo. De todos modos se encontrar ante una literatura nueva, al
igual que ante la msica de Stockhausen, donde la armona y lo agradable est
totalmente perimido, as como todo lo que hemos considerado noble: belleza, piedad,
tradicin.
Se nos insta a dar el gran paso, saltar a la otra orilla; para ello debemos destruir lo que
tenemos, aunque lo consideremos valioso y pasible de perfeccionamiento.
Se nos insta a purificarnos de los males que nos aquejan en esta sociedad alienada y,
consecuentemente, debemos recorrer el itinerario de todas las bajezas morales, destruir
los prejuicios, involucrndose como tales, los principios ms altos. La piedad es lo que
ms teme y desprecia Oliveira-Cortzar, quizs porque es un lugar comn en la Gran
Costumbre.
Recurdese que M. Grinberg al referirse a la nueva msica de Stockhausen explicaba:
Acompaarle no es fcil, exige el abandono de infinidad de prejuicios. Pero el
premio puede ser una conversin modificadora de la propia vida.
Es algo semejante a lo que testimonia Lida Aronne Amestoy, en su libro ya citado,
ensayo importante que nos permite entrever con gran claridad la actitud profunda de
Cortzar. La misma posicin personal de la autora facilita el acceso a las honduras que
nos hemos propuesto destacar. Conocimiento muy vasto del autor y de su
intencionalidad como escritor, lo cual no le impide una rara objetividad en su estudio,
forzosamente tachonado de numerosas citas textuales de la novela. En consecuencia,
ser provechoso para ordenar nuestra exposicin y para aprehender aspectos esenciales
que posibiliten el conocimiento de Rayuela, ceirnos en parte a esta trabajada
elaboracin. Adems, la ensayista posee instrumentos de no fcil acceso para realizar un
anlisis integral de Rayuela, entre otros, el idioma original de la obra de Joyce que le
permite la captacin de sutilezas comparativas, veladas a gran nmero de analistas; y
sobre todo, un entronque espiritual con lo ms hondo de Cortzar, que la compromete
displicentemente a expresar en la Introduccin:
El enfoque es por fuerza parcial y deja de lado la evaluacin esttica y el anlisis
literario en los cuales la crtica ya ha ahondado con xito.
Sin desdear los valores formales de la obra, he intentado alumbrar una va de
acceso a la cripta de esta maravillosa catedral vestida de literatura, que es
tambin la cripta del hombre24
Se propone, rompiendo los lmites de la literatura y con extraa aspiracin metafsica,
prefigurar la odisea del hombre del siglo XX. Rayuela, conjuntamente con Ulises
constituyen la apoyatura cultural a una empresa neo-marxista -aunque no se la nomina
como tal- que informar los nuevos tiempos.25
...usar la novela como se usa un revlver, para defender la paz, cambiando su
signo26. Estas palabras indican el carcter que Cortzar quiere imprimir al ejercicio de
las letras. En la pgina siguiente la autora ratifica esa intencin: En Rayuela la
creacin literaria pretende configurar una ascesis. Cortzar asume la literatura como una
alquimia, una bsqueda larga y dolorosa que debe culminar en su imitacin personal.
Como el alquimista, el escritor manipula una materia aparentemente ajena a su
propsito metafsico. El uno mediante la alteracin qumica, el otro mediante la
alteracin lingstica, buscan el Oro de la Revelacin.
De qu revelacin?
Cortzar es un maestro a su manera. Quiere causar y recibir desolladamente un contacto
con una realidad sin interposicin de mitos, religiones, sistemas y reticulados (pg. 558).
Por eso no se trepa al rbol bodhi, al Sina o a cualquier plataforma revelatoria y una
vez cumplida su modesta cosecha de amapolas bdicas, se vuelve con las semillas al
Quartier Latin (pg. 491). El resultado, nada de psicologas, nada de frmulas
estereotipadas y vacas, tcnica al modo Zen
Como puede observarse, Cortzar evade un camino sinuoso para enredarse en otro.
A cambio del bastonazo en la cabeza, una novela completamente antinovelesca, con el
escndalo y el choque consiguiente, y quizs con una apertura para los ms avisados
(pg. 450).
El lector que no elige la mentira piadosa, -dice Aronne Amestoy- pronto intuye bajo el
nihilismo rotundo, al final del laberinto de signos, entre los escombros de la casa
dormida, una suerte de estrella de seis puntas, promesa irrevocable de la realidad
desconocida.
Las afirmaciones de la comentarista nos permiten entrever el pensamiento de Cortzar,
enclavado en la filosofa ocultista de Ouspensky. Para este pensador, el arte es capaz de
abrir puertas a la percepcin, recuperar las estructuras arcaicas de la mente y conocer
todos los aspectos de la realidad visible e invisible.
Ouspensky se expresa as:
Es la estrella de seis puntas o sello de Salomn el smbolo de este espacio-
tiempo: la unidad de tres dimensiones del espacio y tres del tiempo, donde todas
las cosas estn en todas partes y siempre27
Lo racional slo procura representaciones fragmentadas del universo; por eso en el
camino hacia la percepcin originaria, las leyes de la lgica formal pierden validez.
La captacin de la totalidad, insiste Ouspensky, supone una previa mutacin
psicolgica.
Rayuela es lo que quiso ser: una alquimia sutil del lenguaje para plasmar la Gran
Obra, la mutacin del propio experimentador y de su cmplice -el lector-28
Esta alquimia sutil del lenguaje se traduce en la pretendida invencin de un modo
revolucionario del empleo de la lengua. Lo que equivale a la creacin de un nuevo
lenguaje, privado de contenido conceptual. Pues, piensa Cortzar, que ese contenido
impide la verdadera comunicacin, consecuentemente un lenguaje situado ms all de
toda lgica y de las coordenadas que constituyen el logos griego y la revelacin cristiana.
es Cortzar quien debe luchar con la literatura, sorprenderla en sus trucos y cliss,
demoler las fabricaciones, los artilugios de escriba para que nazca el Verbo puro,
capaz de hacerse realidad, dice Aronne Amestoy29.
En esta inmensa tarea de demolicin para llegar al Verbo puro, se vale Cortzar de
parbolas y smbolos que pretenden comunicarnos una realidad inefable. A esa realidad
se puede acceder por muchas vas, entre otras: una conciliacin de juegos sexuales o a
travs de sesiones de jazz que tambin adquieren relieves litrgicos. Merece que
puntualicemos lo que el jazz significa para Cortzar y su comentarista.
El jazz plasma la unidad, la ubicuidad, la atemporalidad y la libertad que el hombre
dej olvidadas en la ltima siesta alerta de la infancia, representa el ingreso por el arte
en una dimensin diferente. Por esa porosidad y elasticidad de Rayuela , ganada a
costa de desescribir y de poesa, la contranovela se constituye en el jazz de la literatura
contempornea30 concluye Lida Aronne Amestoy.
Se nos ocurre nuevamente comparar este ingente esfuerzo con la intencionalidad de
Stockhausen, ya que la misma Lida Aronne Amestoy habla de la nica senda infalible,
para la realizacin de la esencia individual y csmica, hacia la integracin -parece
decirnos el autor-, es el Amor, verdad y camino a la vez, como el Tao31
En dilogo sostenido con Luis Harss, Cortzar expresa: El juego por el juego mismo
no existe casi nunca en nuestra literatura. Escrib estos textos -refirindose a
Cronopios y algunas partes de Rayuela- como un puro juego32
Andr Breton y los surrealistas, basndose en sugerencias de Freud, definieron la
libertad, fundamentalmente en funcin de la anulacin de toda represin sexual y
poltica; defendieron el retorno a la afectividad infantil, que todo lo ama. El juego, en
consecuencia, se convierte en psicoterapia de nios y adultos a la par!
Herbert Marcuse enfoca a Freud desde un ngulo marxista y sienta las bases de su
sociedad utpica en la transformacin del trabajo en placer y entiende que el tiempo
puede ser vencido por el juego Marcuse sostiene que el juego puede liberar al
hombre, transformarlo, y no slo curar su neurosis33
Se esclarece de esta manera, el sentido por el cual el juego resulta liberador del hombre,
en la obra de Cortzar.
Pensamos que con las claves que hemos ido exponiendo, el lector se encontrar en
condiciones de lanzarse a la aventura de leer Rayuela con la conciencia clara de lo
que pretende su autor: hacerlo protagonista de su juego.
Tambin sabe ya el lector, que ese es un juego muy peligroso, puesto que se trata de:
ganar.
Cueste lo que cueste, ganar.
-Ganar qu?- Una fe y una esperanza nueva... que configura un autntico evangelio
para las ltimas generaciones puesto que Cortzar apstol y artfice de la
autenticidad procurar crear una nueva conciencia... , haciendo del lector un lector-
cmplice, obligndolo a actuar34
Estas son, resumidas, las afirmaciones que Lida Aronne Amestoy incluye en su
Conclusin, en cuyo primer epgrafe podemos leer:
Procede como un guerrillero, hace
saltar lo que puede, el resto sigue su
camino.
No creas que no es un hombre de letras.
"Rayuela", pg. 509.
NOTAS
IWYRODUCCIOW
1 Herbert Read, Las races del arte, pg. 81. Ed. Infinito. Buenos Aires, 1971.
PINTURA
1 Alberto Boixads, Cartas de viaje. Acerca de la realidad hispanoamericana. Editorial Aret.
Buenos Aires, 1967.
2 Vase La Prensa, de Buenos Aires, pg. 2, del 24 de noviembre de 1976.
3 Etudes carmelitaines, pg. 518 y sig. Descle de Brouwer. Pars, 1948.
4 Heino R. Mller, Arte como ideologa, Ed. Gustavo Gilli, S.A. Barcelona, 1974
MUSICA
1 Joan Peyser, La nueva msica : el sentido que encierra el sonido, publicado por Delacorte
Press, Estados Unidos, 1974.
2 Oscar Mandel, Una crtica de la cacofona, en The South Atlantic Quarterly.
3 "Die Welt", 3 de abril de 1976.
4 Mario A. Lancelotti, Digresin sobre la estereofona. Ensayamos aqu resumir su trabajo
aparecido el 25 de abril de 1976 en La Nacin, de Buenos Aires.
5 Gustavo Moretto, tecladista del conjunto Alas. La Nacin, 3 de octubre de 1976.
6 Diario Pueblo, de Madrid, 9 de noviembre de 1975.
7 Muchos de los datos que mencionamos en esta descripcin y proyeccin de la msica
progresiva, los tomamos del erudito artculo de Silvano Hernndez Hernndez, Rock y
revolucin, aparecido en Rplica, Mxico, 1972.
8 Ed Sanders, La familia Manson, ed. Grijalbo, Buenos Aires, 1974.
9 Ob. cit., pg. 86.
10 Ob. cit., pg. 72.
11 Ob. cit., pg. 138.
12 Ob. cit., pg. 312.
13 Diario Pueblo, Madrid, 7 de noviembre de 1975.
14 Recurdense las perturbaciones fsicas y psquicas que su msica produca en los
ejecutantes, segn propia confesin, ya expuesta en este trabajo, pg. 41.
15 La Opinin, de Buenos Aires. Noviembre de 1976.
16 H. y A. Charlier, El canto gregoriano, pg. 15. Editorial Aret. Buenos Aires, 1970.
17 Marius Schneider, Il Significato della Msica, pg. 191. Rusconi Editore. Miln,
1971.
18 Ob. cit., pgs. 192 y 193.
19 Oscar Mandel, Una crtica de la cacofona, en The South Atlantic Quarterly.
20 Ob. cit., pg. 129.
LITERATURA
1 Alberto Boixads, El mundo del arte y su proyeccin en el orden poltico. Editorial Aret.
Buenos Aires, febrero de 1976.
2 Gabriel Garca Mrquez, Cien aos de soledad, pg. 172. Editorial Sudamericana. Buenos
Aires, 1967.
3 Ob. cit., pg. 205.
4 Ob. cit., pg. 183.
5 Ob. cit., pg. 169.
6 Ob. cit., pg. 350.
7 Ob. cit., pg. 235.
8 Ob. cit., pg. 327.
9 Ob. cit., pg. 90.
10 Gabriel Garca Mrquez, El otoo del patriarca, pg. 155. Plaza y Jans Editores.
Barcelona, 1975.
11 Miguel Fernndez Brasso La soledad de Gabriel Garca Mrquez, pg. 94 (captulo El
deber revolucionario del escritor). Edicin Planeta.
12 Recomendamos la lectura del valioso estudio de Abelardo Pithod, La Revolucin
Cultural en la Argentina, Cruz y Fierro Editores. Buenos Aires, 1974. Realiza aportaciones
lcidas que se complementan con lo expuesto en nuestro trabajo.
13 El final del boom. La Nacin, de Buenos Aires, 23 de marzo de 1976. Ms tarde,
junto con otros, fue publicado en libro.
14 La Nacin, Buenos Aires, 21 de marzo de 1976.
15 Manuel Pedro Gonzlez, La novela hispanoamericana en el contexto de la internacional.
Tezontle, Mxico, 1967.
16 Zunilda Gertel, La novela hispanoamericana contempornea, pg. 115. Ed. Columba.
Buenos Aires, 1970.
17 Luis Harss, Los nuestros, pginas 437 y 439. Editorial Sudamericana. Buenos Aires,
1969.
18 Jos Luis Martn, La narrativa de Vargas Llosa. Ed. Gredos. Madrid, 1974.
19 Graciela Maturo, Julio Cortzar y el Hombre Nuevo. Editorial Sudamericana. Buenos
Aires, 1968.
20 Ed. Fernando Garca Cambeiro. Buenos Aires, 1972.
21 En La contemplacin y la fiesta. Ed. Universitaria. Lima, 1968.
22 Ed. Dicaco. Montevideo, 1967.
23 En Los nuestros. Editorial Sudamericana. Buenos Aires, 1969.
24 Ob. cit., pg. 13.
25 Tema que suscit polmica en Cuba hace algunos aos. Ob. cit., pg. 21.
26 Ob. cit., pg. 41. Es cita textual de
Rayuela
27 Un nuevo modelo del universo. Mxico, 1950.
28 L. Aronne Amestoy, ob. cit., pg. 44 y 45.
29 Ob. cit., pg. 61.
30 Ob. cit., pg. 85.
31 Ob. cit., pg. 90.
32 Ob. cit., pg. 293.
33 Jack J. Spector, Las ideas estticas de Freud, pg. 280. Timerman Editores. Buenos
Aires, 1976.
34 Ob. cit., pgs. 98 y 99.
35 Luis Harss, Los nuestros, pg. 297.
36 Ob. cit., pg. 464.
37 Debemos aclarar que la expresin hombre salvado es frecuentemente
reemplazada, en crculos avanzados, por la de hombre liberado; como si liberarse de
las estructuras, fuera salvarse como hombre. El sentido genuino de la palabra salvacin
es de orden netamente espiritual y trascendente.
38 Abelardo Pithod, La Revolucin Cultural en la Argentina, pg. 88. Cruz y Fierro
Editores. Buenos Aires, 1974.
39 Dostoievski, Crimen y castigo, parte I, captulo I, pgina 19.
40 Ob. cit., parte 1, captulo II, pgina 44.
41 Ob. cit., parte V, captulo IV, pgina 218.
42 Mircea Eliade, Mito y realidad, pg. 206. Ed. Guadarrama. Madrid, 1968.
43 Liliana Befumo Boschi y Elisa Calabrese, Nostalgia del futuro en la obra de Carlos Fuentes.
Ed. Fernando Garca Cambeiro. Buenos Aires, 1974. Si hacemos hincapi en estos
estudios crticos, es por la vasta influencia que ejercen sobre profesores y alumnos
universitarios, que se encargan de formar discpulos e iniciados.
44 Ob. cit., pgs. 10 y 91.
45 El hombre viejo es Adn, pecador, y los hijos nacidos de l en pecado.
46 El nuevo es Cristo y los hijos nacidos de El, por la gracia.
47 Liliana Befumo Boschi y Elisa Calabrese, ob. cit., pg. 180 y sig.
48 Carlos Fuentes, La nueva novela hispanoamericana. Ed. Joaqun Mortiz. Mxico, 1969.
49 Luis Harss, Los nuestros, pg. 358.
50 Ob. cit., pg. 17.
51 Ob. cit., pg. 18.
52 Odo Casel, El Misterio del culto cristiano, pg. 98. Ed. Dinor. San Sebastin, 1953.
53 Alberto Boixads, Espaa entre Europa e Hispanoamrica, pgs. 89 y 79. Editorial Aret.
Buenos Aires, 1973.
54 Resulta esclarecedor respecto a este problema leer Iglesia. Arte. Misterio, de
Ildefonso Herwegen. Ed. Guadarrama. Madrid, 1957. Transcribimos un prrafo muy
ilustrativo (pg. 59): La Teologa de la Contrarreforma, aunque sea totalmente
antiprotestante, no supone una reaccin favorable al Misterio. Cuando yo dije: Se
hubiera podido pensar que despus de la catstrofe de la Reforma se dara una reaccin
en favor del Misterio, quera decir con ello que nada hubiera vencido al Protestantismo
tan radicalmente como una Teologa y una piedad que volvieran a insistir con ms
fuerza en el Misterio (en sentido cultual) y a ponerse ms decididamente al servicio de
la elevacin de todo lo humano al nivel divino, como ya lo hizo el Tridentino con sus
decretos sobre el Sacrificio de la Misa y sobre los Sacramentos.
55 Gusdorf George, Mito y metafsica, pg. 80, citado por Befumo y Calabrese. Ed.
Nora. Buenos Aires, 1960.
56 Luis Harss, Los nuestros, pg. 360.
57 Liliana Befumo y Elisa Calabrese, Nostalgia del futuro en la obra de Carlos Fuentes, pg.
24. Ed. Fernando Garca Cambeiro. Buenos Aires, 1974.
58 Graciela Maturo, Claves simblicas de Garca Mrquez, pg. 65. Editor Fernando Garca
Cambeiro. Buenos Aires.
59 Carlos Fuentes, Cambio de piel, pg. 237. Reproducido por Befumo-Calabrese,
Nostalgia del futuro en la obra de Carlos Fuentes, pgs. 31-32.
60 Ob. cit., pg. 263. Reproducido por Befumo-Calabrese, ob. cit., pgs. 74 y 80.
61 Reproducido por Befumo-Calabrese, ob. cit., pgs. 83, 84 y 85.
62 Herman Hesse, Demin, pg. 62. Editorial Argonauta. Buenos Aires, 1946.
63 Ob. cit., pg. 93.
64 Liliana Befumo Boschi y Elisa Calabrese, ob. cit., pg. 187 y sigs.
65 Hctor D. Mandrioni, Notas al Apocalipsis, La Nacin, 28 de noviembre de 1976.
66 Luis Dez del Corral, La funcin del mito clsico, pg. 33. Gredos. Madrid 1957.
67 Leo Schaya, El significado universal de la cbala, pg. 14. Ed. Ddalo. Buenos Aires,
1976.
68 Francisco Elas de Tejada, Tratado de Filosofa del Derecho, tomo I, pg. 428 y
siguientes. Universidad de Sevilla. Espaa, 1974. Seguimos a este eminente autor en
algunas consideraciones que nos impone este trabajo.
69 Piaget, Le Structuralisme, pg. 6. Presses Universitaires de France, 1970. Citado por
Elas de Tejada.
70 Victor Manuel de Aguiar e Silva, Teoria de la Literatura, pg, 468. Gredos. Madrid,
1972.
71 Francesco Remoto, Estructura e Historia: La antropologa de Lvy Strauss, pg. 19.
A. Redondo. Barcelona, 1973.
72 Thomas Molnar, El utopismo. La hereja perenne, pg. 32. Eudeba. Buenos Aires, 1970.
73 Etudes carmelitaines, pg. 515. Descle de Brouwer. Pars, 1948.
74 Francisco Elas de Tejada, ob. cit., pg. 443.
75 Eugne Ionesco, Le Coeur n'est pas sur la Main, Cahiers des Saisons, n 15. Pars, 1959.
76 Mario Lancelotti, De Poe a Kafka, pg. 59. Eudeba. Buenos Aires, 1965.
77 Martn Esslin, El Teatro del Absurdo, pg. 302. Seix Barral. Barcelona, 1966.
78 M. Esslin, ob. cit., pg. 305.
79 Eugne Ionesco, Ni un Dieu, ni un Dmon, pg. 310. Citado por Esslin
80 M. Esslin, ob. cit., pg. 153.
81 Christian Chabanis, Existe Dios? No... Hachette. Buenos Aires, 1976. Aqu confiesan
su atesmo: E. Ionesco, C. Lvy Strauss, Roger Garaudy, Raymond Aron y otros.
82 Antonin Artaud, El teatro y su doble. Grove Press, Nueva York, 1958, citado por M.
Esslin, ob. cit., pg. 290.
83 H. y A. Charlier, El canto gregoriano, pg. 34. Editorial Aret. Buenos Aires, 1970.
84 Ildefonso Herwegen, Iglesia-Arte-Misterio. Ed. Guadarrama. Madrid, 1957.
85 Vase Herwegen, ob. cit., pgs. 76, 77 y 78.
86 En la imagen del Pantocrator, el Misterio total: Cristo, Hombre y Dios, est
concentrado.
87 Entabl contactos muy importantes en varios viajes realizados a la Unin Sovitica y
pases satlites; fue designado en 1959 en una comisin para recepcionar estudiantes de
detrs de la Cortina de Hierro. No podemos calificar a los sacerdotes que coadyuvaron
en la creacin de esta extraa expresin musical.
88 Francisco J. Vocos, Liturgia y folklore.
89 Revista Siete Das Buenos Aires, 2-8 de diciembre de 1968.
90 H. y A. Charlier, ob. cit., pg. 143.
Solamente Banca y Subversin? No! Mucho antes: Arte y subversin. Fue Picasso un
pintor subversivo, genial o demonaco? Es la msica en s misma una herramienta de
cambio social y poltico? Hay alguna relacin entre los asesinos de Sharon Tate y la
msica? Tienen Los Beatles una elevada cultura musical? Tiene conexin la cancin
Lucy in the Sky with Diamonds con el L.S.D.? Gabriel Garca Mrquez, Carlos
Fuentes, Julio Cortzar, Mario Vargas Llosa. Son francotiradores o constituyen oculto
ejrcito regular? Qu ocurre con la liturgia de moda actualmente en la Iglesia Catlica?