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Don Cangrejo y Cangrejín

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DON CANGREJO Y CANGREJN

rase una vez dos cangrejos que vivan en la orillita del mar. Uno de los
cangrejos era ya mayor, Don Cangrejo, y el peso de sus aos solo poda
compararse a la grandeza de su cuerpo. El otro en cambio, Cangrejn, era
joven, debilucho y pequeo, pero tambin muy bello. A pesar de sus edades,
los dos cangrejos gustaban de salir a pasear por la orilla del mar, sabedores
de que muchos otros animalitos marinos se asomaban solo para poder
contemplarlos. De manera que all estaban las medusas, los peces, las
estrellas de mar, los delfinestodos pendientes del desfile casi diario que
realizaban estos pequeos animales.
Pero la actitud a la hora del paseo era muy distinta en el cangrejo viejo que
en el cangrejo joven. Estaba tan orgulloso este cangrejo de sus aos, de su
robustez y de su apariencia, que caminaba siempre con aires de grandeza,
sintindose ms, incluso, que su propio amigo y acompaante. Tan
arrogante poda llegar a ser su actitud, que un da, ni corto ni perezoso,
decidi reprocharle a su amigo los andares que llevaba por la playa, como si
anduviera cojeando y de costado.

Por qu no aprendes a andar como debe ser, cangrejo tonto!- le deca el


cangrejo mayor- Vamos a hacer el ridculo por tu culpa!
Qu tristeza sinti el cangrejo ms joven al escuchar aquellas palabras.
Tambin se compadeci de su amigo, que en su afn de creerse mejor que
ningn otro animal marino, ni siquiera era capaz de darse cuenta de que
todos los de su especie andan de lado y con las patitas curvadas, para
protegerse as de cualquier posible enemigo corriendo ms veloces. Tan
pendiente estaba el cangrejo viejo de sacar defectos a los dems, que no
consegua ver que l tampoco era perfecto.
Y es que amiguitos, como reza un famoso refrn, es muy, muy importante
que, antes de ver la paja en el ojo ajeno, veamos la viga en el propio.
EL EGOSTA

rase una vez un hipoptamo que tomaba el autobs muy, muy temprano,
para acudir a su trabajo. Pero este hipoptamo, en lugar de guardar su sitio
en la cola como hacan los dems, no dudaba en imponerse a todos a fuerza
de empujones y manotazos hasta verse el primero de la fila. Con frecuencia
este hipoptamo egosta causaba peleas enturbiando el buen ambiente del
vecindario.
No contento con situarse por la fuerza el primero, una vez se encontraba en
el autobs, el hipoptamo suba a lo bruto repartiendo sin vergenza
codazos y pescozones a sus pobres compaeros de viaje hasta que
consegua hacerse tambin con el asiento que mejor le pareciese. El
hipoptamo no reparaba en las formas a la hora de salirse con la suya.
Una vez en el asiento elegido, el hipoptamo abra un peridico amarillento y
lo extenda al mximo posible con el fin de tapar la cara y agobiar a su
compaero de asiento. Adems, y por si esto fuera poco, le daba por toser y
bostezar con la boca abierta y a un buen volumen, con el nico fin de
molestar y fastidiar a todo el mundo.
A la hora de salir del autobs, el hipoptamo lo haca del mismo modo que
haba entrado, arrollando con sus fuertes pisotones a los viajeros del
autobs que se situaban delante para salir el primero. Qu alivio sentan
todos cuando pisaba la calle y pareca alejarse!
Que mala consejera es la envidia, como muestra esta historia. Y es que,
amiguitos, es importante recordar que para vivir en sociedad y no ser
temidos ni rechazados, hemos de preocuparnos por el bienestar de los
dems como si fuera el propio evitando molestar a nadie y mostrando en
cada paso nuestra buena educacin.
LA ZORRA Y EL CUERVO

Un da, se encontraba un cuervo encaramado en la copa de un rbol,


degustando un rico trozo de queso. Bajo el rbol que habitaba el cuervo,
merodeaba una zorra que haba sido atrada por el olorcillo del queso.
Buenos das, seor cuervo! Qu bello plumaje viste! Desde luego, si su
canto es igual a su plumaje ser usted un autntico primor!- Exclam la
zorra dirigindose al cuervo, con cierto tono irnico
El cuervo, que no lo advirti y no estaba acostumbrado a que le halagasen,
por ser pjaro de mal agero, abri rpidamente el pico para mostrar a la
zorra su magnfico canto, dejando caer el rico trozo de queso al suelo. En
ese mismo instante, le dijo la zorra:
No hay que dejarse embelesar por todo aquel que de coba, seor cuervo.
La leccin que le doy, bien vale este trozo de queso!
Y el cuervo, muy avergonzado, jur que nunca ms se dejara engaar.
LAS RANAS Y LAS LIEBRES

Una liebre meditaba un da en el escondrijo que le haca las funciones de


hogar. El animal se encontraba muy triste y asustado:

Qu infelices son aquellos que nacen tmidos y miedosos! Exclamaba


sollozante. No hay nunca comida que les aproveche, ni viven jams de
forma tranquila, siempre con sobresaltos de ac para all. Pues, as es mi
vida! Se lamentaba El miedo me obliga a vivir siempre con los ojos
abiertos Puede corregirse!, dicen alegremente aquellos que se creen
muy sabiospero no saben nada.
Con estas palabras reflexionaba sobre su vida la liebre, en continua alerta
ante cualquier peligro. El viento, las sombras, los ruidostodo angustiaba al
pobre animal.
De pronto, un da, al encogerse por un crujido en medio de la noche, corri
asustado como de costumbre hacia su madriguera. En la carrera, la liebre
arroll con una charca llena de pequeas ranas que se espantaron al verle.
Sobrecogido ante aquella escena, y casi apenado por haber sido el culpable
de asustar a aquellos animales inocentes, la liebre comprendi que no era
nica en el mundo, y que el miedo poda habitar en cualquier ser y lugar.
EL CABALLO Y LA CABRA

Vivieron en una ocasin y en una mismo establo un caballo y una cabra. Al


caballo siempre le sacaban a pastar y a pasear muy temprano por un camino
precioso y lleno de hierba tan fresca y rica como jams se haba visto por la
zona.
Al contrario que al caballo, a la cabra la sacaban a pastar por un prado
situado en un camino muy lejano y conformado por hierbas tristes y secas.
El caballo, presuntuoso y altivo, en lugar de sentir lstima por su compaera
la cabra, tenda a burlarse de ella y de su situacin:

Es increble cmo eres capaz de pastar por esos caminos aislados y tan
poco agradecidos. Yo no podra pastar donde t lo haces. Se atragantara
mi brillante y suave cuello! La buena noticia es que yo no tendr que
hacerlo, porque no soy una insignificante cabra.
La cabra, por su parte, dejaba que el caballo se desahogara con sus
maleducadas palabras con un sabio silencio por respuesta. Pero un da todo
cambi para ambos. En el establo metieron de buena maana a un caballo
tan fuerte, que casi pareca un roble, y desde entonces, las mejores hierbas
fueron para l. El caballo viejo y arrogante tuvo que acompaar en lo
sucesivo a su compaera la cabra a la hora de comer, a la que tanto haba
humillado.

As que t no podas comer ni comeras por nada del mundo la hierba de


estos caminos, no? Pues no s qu haces aqu entonces comindote mi
preciado sustento- Dijo la cabra irnicamente mientras contemplaba al
desdichado caballo.
El caballo compendi poco a poco, junto a su compaera la cabra, que en la
vida es muy importante no decir nunca el de este agua no beber. Porque,
nunca se sabe lo que puede pasar!
LA BALLENA PRESUMIDA

Se cuenta que hubo una vez una ballena tan hermosa y perfecta, que todos
aquellos que la observaban quedaban cautivados con sus grciles
movimientos y con el brillo de su escurridiza piel. Era tal la sensacin que
provocaba en los dems seres vivos, que no dudaban en regalarla alabanzas
y palabras bonitas, haciendo con ello, y sin querer, que la ballena fuese cada
vez ms y ms presumida y pagada de s misma.
Aquella ballena se pasaba medio da frente a su espejo en el fondo del mar, y
la otra media arreglndose las barbas en la superficie, ignorando a cuantos
se acercaban a ella educadamente tan solo para agradarla. Tan coqueta se
volvi la ballena, que fue agriando cada vez ms su carcter, adquiriendo
una soberbia y un orgullo poco adecuado para convivir con los dems:

Soy el ser ms precioso del mar. La ballena ms elegante, bella y refinada


que jams se ha visto! Soy el ser ms precioso del mar- Repeta una y otra
vez la ballena presumida a modo de cancioncilla.
De este modo, la ballena se alejaba cada vez ms del resto del mundo,
aislndose en su propio planeta lleno de egosmo y arrogancia. Y as
transcurran los das plcidos de la ballena, hasta que un da, tuvo la mala
suerte de toparse con unos pescadores desalmados que no dudaron en
tender sus redes sobre ella. Tan grande era la red y tan fuerte la forma en
que la ballena infravaloraba a todo el mundo, que sin ninguna dificultad
consiguieron atraparla en su red. Qu asustada se vea a la ballena, que a
pesar de su gran cuerpo, era incapaz de buscar la forma de zafarse de ella
Afortunadamente, todos aquellos seres vivos que la admiraban y la
regalaban palabras bonitas cada da, fueron testigos de su captura y, sin
dudarlo, se abalanzaron sobre la red hasta destrozarla y conseguir liberarla.
La ballena qued muy agradecida con la actitud de todos sus vecinos y
aquello le sirvi para aprender a querer y para respetarlos a todos,
olvidndose de los peligros del egosmo, del orgullo y del desprecio.
LOS DOS MULOS

Dos mulos caminaban por un terreno con cargas sobre sus espaldas. Uno,
que trabajaba para un humilde molinero, cargaba avena. El otro, que serva
al rey del lugar, cargaba monedas de plata.
Pasebase muy orgulloso y altivo el segundo de los mulos con su carga,
haciendo sonar al paso su gran cencerro de oro. Pero aquel sonido alert a
unos ladrones que iban por su mismo camino. Tras observar bien lo que
llevaban, ni cortos ni perezosos, decidieron atacar al segundo de los mulos.
ste, procurando defender su valiosa carga, result finalmente malherido
por los bandidos, quedando tendido y desconsolado sobre el suelo del
camino.
-Para esto he trabajado tan duro y he soportado tanta carga sobre mis
espaldas?- Exclam el mulo del rey aturdido.
-Tal vez, lo que aparenta ser un gran negocio, no siempre resulta serlo- Le
contest el mulo del molinero.

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