Coproduciendo La Resistencia A La Nueva Agenda Urbana (ES, Agosto 2016)
Coproduciendo La Resistencia A La Nueva Agenda Urbana (ES, Agosto 2016)
Coproduciendo La Resistencia A La Nueva Agenda Urbana (ES, Agosto 2016)
Agenda Urbana
Los movimientos populares y su responsabilidad en las polticas
pblicas para el hbitat
Agradecimientos:
Fe.De.Vi. Argentina
Ministerio Pblico de la Ciudad de Buenos Aires
Organizacin Techo
Colectivo Habitar Argentina
FO. TI.V. BA
Enhaccore
Asociacin Todos Juntos
CENCA
UCISV-Pobladores
Agosto de 2016
Las consecuencias prcticas de dicha actitud tienen por lo menos dos aspectos.
Por un lado, es cuestin de trabajar en red de manera activa, junto a grupos
internacionales, acadmicos y de investigacin, quienes a su vez, se encargan
de interrelacionar las actividades de los movimientos sociales; y por el otro, los
movimientos sociales estn profundizando su propia percepcin en dos sentidos:
a) como entidades, con la habilidad de convertir su accin investigativa en una
fuente de comunicacin y de conocimiento sobre el crecimiento de su trabajo, y
b) como base para mejorar el entrenamiento interno y la capacidad constructiva.
Esta es la coproduccin de conocimientos.
Y la poblacin que habita el campo, por su lado, est cada vez ms influenciada
por la dinmica de la vida urbana, puede pernoctar en los poblados cercanos, o
por el contrario, trabajar, por ejemplo, en el comercio en el centro poblado y
pernoctar fuera de l. Diversos estudios demuestran que en el caso peruano la
migracin que antao se produca del campo a la ciudad como fenmeno
definitivo, ha devenido estacional, donde el campesino tiene un pie en el campo
y otro en la ciudad.
4V. Pierre Veltz, Mundializacin, Ciudades y Territorios: La Economa de Archipilago. Ediciones Economa
en Libertad, Puf, Pars febrero 1996.
propias de los procesos de produccin capitalista en la era de la globalizacin,
llamados de deslocalizacin.
5Bonaventura De Sousa Santos ha trabajado en extenso este fenmeno, ver: El milenio Hurfano,
Ensayos para una Nueva Cultura Poltica, Trotta/ Ilsa, Madrid 2005, y Conocer desde el Sur Para una
Cultura Poltica Emancipatoria, Fondo Editorial de la Facultad de Ciencias Sociales UNMSM Programa de
Estudios sobre Democracia y Transformacin Global, Lima julio 2006.
6 La Tercera Revolucin Urbana en Amrica Latina:Hacia lo Urbano Descentralizado? X Seminario
Internacional Red Internacional de Investigadores sobre Globalizacin y Territorio, Quertaro mayo de 2008.
Pobreza urbana, segregacin socio-espacial y vulnerabilidad
7Almost one billion people live in slums without basic services and social protection (UN Habitat:
2010/2011).
8La lnea de alerta es determinada por las Naciones Unidas cuando los pases/ciudades alcanzan un Gini
en percepcin arriba de 0.4. . UN-Habitat and CAF (2104) Construction of More Equitable Cities: Public
Policies for Inclusion in America Latina, Nairobi and Caracas.
bsicos y espacio para vivir, alejado de medios de subsistencia y vulnerables a
los desalojos o a la falta de vivienda. Diariamente, nacen o se mueven a centros
urbanos en busca de oportunidades, la demanda de vivienda se incrementa.
Globalmente, son necesarias mil millones de casas para el 2025 para acomodar
a 50 millones de nuevos habitantes urbanos por ao; el costo est estimado de 9
a 11 trillones de dlares para el 2025 () Una vivienda adecuada es inaccesible.
Uno de los ms desalentadores retos de urbanizacin ha sido la provisin de
viviendas adecuadas a las que la gente tiene accesibilidad. En 2011, 2.200
millones de personas todava sobreviven con menos de $2 dlares al da, un
ingreso groseramente inadecuado para permitirse vida y vivienda () Los
prstamos para la vivienda se han alejado de los ms pobres. El Banco Mundial,
el principal prestamista para la mejora de condiciones de la vivienda, ha
evolucionado para cubrir el sector privado, pero se alej de la orientacin a la
pobreza que fue por muchos aos el centro de atencin. Una proporcin mucho
menor del Banco se ha ido a la vivienda de inters social (10% del total de
prstamos de mediados de los aos 90, contra ms del 90% de mediados de los
70 a mediados de los 80) y una proporcin mucho menor se ha ido a los pases
de bajos ingresos (20% abajo del 40% de mediados de los 70 a mitad de los 80).
10
La Ciudad Informacional, Alianza Editorial, Madrid 1995, citado en: Post metrpolis, Edwuard W. Soja,
Mapas, Madrid, Noviembre 2008.
11
Siglo 21 editores Mxico DF, noviembre 2008.
de la ciudad deben aprender a vivir en un espacio en el que se concentran todo
tipo de riesgos, donde la vida comunitaria se halla en franco deterioro en donde
estn dadas todas las condiciones para un debilitamiento de la cohesin social y
para un incremento de las formas de violencia e inseguridad.12
Territorios en conflicto
Los autores antes mencionados sealan con propiedad que en trminos
generales, la dinmica de la globalizacin, que gira en torno a las necesidades
del mercado global, desordena la vida de los territorios, genera mayor
desigualdad y suscita una situacin de conflictividad permanente con los actores
locales por la explotacin y uso de los recursos, las caractersticas de la
produccin, etc. y no toma en cuenta ni el derecho de las personas, ni el hbitat
de la poblacin, ni la sostenibilidad ambiental de las intervenciones13.
17La Mtropole des Individus, LAube, Essai, Paris 2005. A.B es Socilogo y urbanista, profesor en la
Universidad de Pars VIII, Director del Instituto Francs de Urbanismo.
Deben, en efecto, rescatarse la planificacin urbana y el ordenamiento del
territorio, procurando que el inters privado est siempre sujeto a las
necesidades del inters pblico, se afirme el rol social de la propiedad, se
salvaguarde el equilibrio de los ecosistemas y se respeten los espacios
pblicos18. El desarrollo es un proceso complejo que obliga a observar la
necesidad de un equilibrio sano en las relaciones que se establecen entre los
seres humanos, las sociedades y el ambiente.
18 Contrariamente al debe ser que indica El documento No 11 preparatorio de Hbitat III (l carcter de una
ciudad se define por sus calles y espacios pblicos. De plazas y bulevares a jardines de barrio y zonas de
juegos infantiles, espacio pblico enmarca la imagen de la ciudad. La matriz de conexin de las calles y
espacios pblicos constituye el esqueleto de la ciudad sobre la cual descansa todo lo dems), los espacios
pblicos de las grandes ciudades estn siendo rpidamente apropiados por la voracidad urbanizadora o por
grandes complejos comerciales alrededor del mundo que han sido llamados por Marc Aug los no lugares.
2. EL DERECHO A LA CIUDAD COMO RESPUESTA A LA
MERCANTILIZACIN DE LAS CIUDADES Y LA
INFORMALIDAD URBANA
Agustin Territoriale19
Agradecimientos introductorios
El gran desafo
Las ciudades asumen una centralidad cada vez mayor en la vida de millones de
personas.
Por primera vez en la historia, ms de la mitad de la humanidad vive en zonas
urbanas. En 2050, esta proporcin alcanzar casi el 70%, haciendo de la
urbanizacin una de las tendencias ms transformadoras del siglo 21,
intensificando los retos y oportunidades sociales, econmicos, polticos,
culturales y ambientales. 21
En Latinoamrica, el crecimiento de las ciudades se da predominantemente por
la va informal, que es en gran medida la estrategia habitar de los sectores
populares.
En efecto, el nmero de habitantes en asentamientos informales en Amrica
Latina se elev de 111 a 127 millones entre 1990 y 2001 (CEPAL, 2004).
21 HABITAT III, ZERO DRAFT OF THE NEW URBAN AGENDA, 06 May 2016. THE NEW URBAN AGENDA.
22 Por ejemplo solo en 2011 se solicitaron permisos para construir 121mil metros cuadrados.
23Si a ello le sumamos distintas formas de precariedad habitacional, podemos hablar de un dficit
habitacional que afecta a aproximadamente 650 mil personas (casi al 30 por ciento de la Ciudad).
(representado el 10% de la Ciudad24). Es decir, igual poblacin total, millones de
metros construidos, miles de inmuebles ociosos y mayor precariedad
habitacional de los sectores populares, es la consecuencia clara del modelo de
desarrollo urbano.
As, surgen nuevos pobres urbanos como son los inquilinos informales en villas y
barrios informales, que actualmente representan aproximadamente un 30% del
total de la poblacin que vive en informalidad y son personas que se encuentran
en extrema precariedad habitacional, expuestos a un sinfn de violencias
pblicas y privadas.
31La distintas causas que contribuyen al fenmeno de la informalidad han sido abordadas por Edesio
Fernandez, en su libro Regularizacin de asentamientos Informales en Amrica latina, Pag 15 op. Cit. N8.
32Ejemplo de ello en la Ciudad son el Plan Urbano Ambiental (Art. 29 de la CCABA y Ley N 2.930), el
Cdigo de Planeamiento Urbano (Ley N 449), el Plan de Accin contra el Cambio Climtico (Marco
Institucional y de discusin creado por el Decreto 137/09), el Plan Estratgico Buenos Aires 2010, todos de
impronta fuertemente tecnocrtica, elaborados con escasa participacin popular e ignorantes de la realidad
del hbitat popular.
nueva mercanca33. Y rompiendo con la vieja relacin de un ocupante/ una
casa que caracterizaba a la informalidad.
Desde este diagnstico, que debe avanzarse en un paradigma distinto al de la
mera titulacin de la informalidad, dado que entre otros problemas conduce a
fortalecer el rgimen jurdico civilista conservador basado en fortalecer la
propiedad individual, que representa la visin jurdica hegemnica,
desconociendo el carcter colectivo de la problemtica, deja librada la
planificacin y gestin de la informalidad a las capacidades y configuraciones
que el mercado determine para estos nuevos propietarios; y relacionado con
todo ello no va a atender a la realidad de los asentamientos actuales donde
existen inquilinos informales y una cultura jurdica propia. Sin una estrategia ms
amplia, se profundizan situaciones de inhabitabilidad de las viviendas populares
combinadas con gentrificacin, producto de incorporar tierra barata al mercado.
33 Como sostiene SMOLKA la informalidad es costosa y por lo tanto no es la mejor y ni siquiera una
alternativa ventajosa para combatir la pobreza (todo lo contrario se retroalimentan), pero es la nica salida
para las familias urbanas pobres en Instituto Lincoln de Polticas de Suelo. (2007). Informalidad,
regularizacin y derecho de propiedad. En: Perspectivas Urbanas. Temas crticos en polticas de suelos en
Amrica Latina. Martim O. Smolka y Laura Mullahyeditories
34 El abordaje de los problemas legales es fragmentario y desigual, los conflictos de propiedad se escinden
de los conflictos habitacionales y todos estos de los ambientales, hoy mientras existen numerosas
herramientas procesales para instrumentar desalojos (incluso como medidas cautelares en procesos
penales de "usurpacin") existen pocos instrumentos para proteger la posesin y asimismo el derecho a la
vivienda.
un lote, compartido con amigos o familiares35.
Nos parece necesario sumar una lgica ms la de los derechos, es decir,
redefinir la interaccin desde el paradigma del Derecho a la Ciudad, en particular
desde las implicancias jurdicas de la implementacin de este paradigma como
prisma para modificar estas lgicas en favor de una ciudad justa y sostenible.
35 Tal como sostiene la Relatora de Vivienda de las Naciones Unidas, la falta de regularizacin de los
asentamientos informales es un problema de derechos humanos. A /HRC/31/54 Report of the Special
Rapporteur on adequate housing as a component of the right to an adequate standard of living, and on the
right to non-discrimination in this context.
36 Edesio Fernandez . en Informalidad, regularizacin y derecho de propiedad. En: Perspectivas Urbanas.op
ci N|14.
37Es necesaria la incorporacin de los estndares y compromisos internacionales y cumplimiento de las
recomendaciones en materia de derechos humano a las legislaciones internas.
asentamientos humanos ecolgicamente sustentables, fortalecer la resiliencia en
las reas urbanas con diversidad en caractersticas y localizaciones, al mismo
tiempo que cambiar las causas estructurales de la percepcin que prevalece en
las ciudades como una fuente importante de impactos ecolgicos negativos a
una fuente de soluciones para los temas de sustentabilidad. Pensar las
ciudades para vivir implica entender cmo cuidar de este bien comn.
38Encuentro Regional presencial de Formacin para lderes Populares Los movimientos populares y su
responsabilidad en las polticas pblicas para el hbitat coorganizado por la Alianza internacional de
Habitantes y el Ministerio Pblico de la Defensa de la Ciudad de Buenos Aires
posibilita estas ciudades segregadas, desiguales y profundamente injustas.
En este sentido, nos gustara finalizar con la posibilidad que nos brinda pensar
los derechos desde el derecho a la ciudad, una propuesta que entendemos
contra hegemnica.
La carta mundial del derecho a la ciudad sostiene que El derecho a la ciudad se
define como el usufructo equitativo de las ciudades dentro de los principios de
sustentabilidad y justicia social. Se entiende como un derecho colectivo de los
habitantes de las ciudades, en especial de los grupos empobrecidos, vulnerables
y desfavorecidos, que les confiere la legitimidad de accin y de organizacin,
basado en sus usos y costumbres, con el objetivo de alcanzar el pleno ejercicio
del derecho a un patrn de vida adecuado.
De acuerdo al documento de Hbitat III sobre Derecho a la Ciudad y Ciudades
para Todos39, el derecho a la ciudad es un nuevo paradigma que ofrece un
marco alternativo para repensar las ciudades y la urbanizacin sobre la base de
los principios de la justicia social, la equidad, el cumplimiento efectivo de todos
los derechos humanos, la responsabilidad hacia la naturaleza y las generaciones
futuras, y la democracia local. Contrariamente al modelo urbano actual, su
objetivo es construir ciudades para la gente. Ello implica, entre otras cosas:
Una ciudad libre de discriminacin basada en el sexo, edad, estado de salud,
ingresos, nacionalidad, etnia, condicin migratoria, u orientacin poltica,
religiosa o sexual. Es decir, una ciudad de ciudadana inclusiva en la que todos
los habitantes, ya sean permanentes o transitorios, son considerados
ciudadanos y se les ha concedido igualdad de derechos; una ciudad que cumpla
sus funciones sociales, es decir, que garantice el acceso equitativo de todos a la
vivienda, bienes, servicios y oportunidades urbanas, en particular para las
mujeres y otros grupos marginados; una ciudad que priorice el inters pblico
definido colectivamente, lo que garantiza un uso socialmente justo y
ambientalmente equilibrado de los espacios urbanos y rurales. Entre otras
cosas, tambin avanzar en un sistema tributario justo que contemple un reparto
justo de las cargas y beneficios de vivir en la ciudad.
Debemos resaltar que tras dcadas de movilizacin social por la
redemocratizacin, por la reforma urbana y por la revisin del instrumental
jurdico-urbanstico, se registran algunos avances en las legislaciones
especficas que van en el sentido descripto e implican un faro en miras a mejorar
las condiciones de vivir y disfrutar las ciudades. Como lo son en Colombia la Ley
388, de 1997; en Brasil, el Estatuto de la Ciudad de 2001 y en Argentina la ley
14449 de la Provincia de Buenos Aires de 2012.
Como reflexin final, los derechos humanos pueden ser de una herramienta de
enorme importancia para el futuro de nuestras ciudades, ello requiere que los
mismos sean un instrumento dirigido a contribuir con las luchas urbanas por
ciudades justas y sostenible, el paradigma del derecho a la ciudad, que nos
permite pensar la Ciudad y sus conflictos desde los derechos puede ser un buen
camino animmonos a caminar!
39 Disponible en:
http://citiscope.org/sites/default/files/h3/1_EL_DERECHO_A_LA_CIUDAD_Y_CIUDADES_PARA_TODOS.p
df
3. INTERCAMBIANDO ESTRATEGIAS EN LAS LUCHAS
POR EL HBITAT CON LDERES LATINOAMERICANOS:
UNA EXPERIENCIA COPRODUCTIVA
Alberto Bialakowsky, Roxana Crudi, Juan Ferenaz, Maria Rosa Ocampo
Aqu se presenta la evolucin del trabajo que se realiza en el marco del proyecto
de investigacin UBACyT dirigido por Alberto Bialakowsky, que desde el ao
1999 sostiene un dispositivo de intervencin transdisciplinaria en el Barrio
Ejercito de los Andes, que propone nuevas herramientas metodolgicas que
pretenden mostrar formas alternativas de construccin de conocimiento por
fuera del paradigma hegemnico de las ciencias sociales.
Introducirse en el anlisis de los procesos que atraviesan a la poblacin excluida
y potencialmente extinguible requiere a la vez reflexin acerca del carcter que
deben tomar los instrumentos metodolgicos a partir de los cuales se intenta
adentrarse en su realidad. 44
De esta forma, la consideracin sobre el contenido deber dirigirse tambin
hacia las condiciones materiales de la produccin de conocimiento. Esto es,
hacia la pregunta respecto no slo sobre quienes o para quienes se escribe o se
investiga sino fundamentalmente respecto de con quienes se genera
conocimiento. En este sentido, es retomado el pensamiento pos-abismal que
como una ecologa de saberes, presupone sobre la idea de una diversidad
epistemolgica del mundo, el reconocimiento de la existencia de una pluralidad
de conocimientos ms all del conocimiento cientfico (De Sousa Santos 2010:
33).
Frente a lo expuesto, se problematizar en torno al modo dominante de
produccin de conocimiento. Para lo que aqu interesa, entre sus elementos
principales es pertinente destacar, sobre todo, el dualismo radical entre "razn" y
"cuerpo" y entre "sujeto" y "objeto" en la produccin del conocimiento; tal
dualismo radical est asociado a la propensin reduccionista y homogenizante
de su modo de definir e identificar, sobre todo en la percepcin de la experiencia
social, sea en su versin ahistrica, que percibe aislados o separados los
fenmenos o los objetos y no requiere en consecuencia ninguna idea de
totalidad, sea en la que admite una idea de totalidad evolucionista, organicista o
sistemicista, incluida la que presupone un macro sujeto histrico. Esta
perspectiva de conocimiento est actualmente en uno de sus ms abiertos
perodos de crisis, como lo est la entera versin eurocntrica de la modernidad
(Quijano 2000:2)
Se estima por hiptesis desde este marco epistmico que las condiciones que
pueden comprender contenidos contrahegemnicos y diferenciarse en su formas
y contenidos funcionales al conocimiento enajenable, deben expresar su vnculo
social coproductivo. Este reconocimiento al interior de la coproduccin del saber
se diferencia, en su misma praxis e identidad presencial, de productos
44 Las historias co-narradas registradas se insertan tanto en una ecologa de los saberes (De Souza Santos,
2009) como en una epistemologa que tiende a generar una nueva relacin entre conocimiento cientfico y
otras formas de saberes, desafiando preconceptos y la naturalizacin de jerarquas que obstaculizan el
encuentro discursivo (Bialakowsky 2002). La ecologa de los saberes, junto con una posible sociologa de
las ausencias como forma epistemolgica de las luchas emergentes que al darle voz a la resistencia
contra el capitalismo global, tornan visibles las realidades sociales y culturales de las sociedades perifricas
del sistema mundo () donde otras formas de conocimiento no cientfico y no occidental persisten en
vastos sectores de la poblacin (De Souza Santos, 2009: 117).
enajenables por exterioridad a sus actores. Mientras que el conocimiento
producido desde el mtodo tradicional puede ser considerado fetichizado, en
tanto que oculta en su produccin un poder saber sobre el sujeto investigado, al
ocultar las relaciones sociales que le permiten materializarse como producto de
conocimiento. La experiencia de creacin de conocimiento mediante
coproduccin brinda evidencias, al propio tiempo que niega, la negacin
histrica de los sujetos negados como sujetos de saber, colocando en praxis
inmediata su derecho como coproductores del conocimiento cientfico.
El foco de este trabajo esta sobre aquellos sectores de la clase trabajadora ms
subordinada, que son objetos de modulacin gubernamental y social que oscilan
entre prcticas bio-tanatopolticas (Agamben, 2004), entre polticas de la vida y
polticas de la muerte, en un continuum de exclusin-extincin social
(Bialakowsky et al, 2004). La metodologa de coproduccin investigativa se
propone como un mtodo consecuente, recursivo, de crtica sociolgica llevada
no slo al contenido sino tambin a sus soportes metodolgicos, puesto que se
propone la no exclusin de los sujetos negativizados en la propia produccin
cientfica o intelectual, comprendiendo que son las voces y cuerpos
histricamente silenciados y despojados los que deben participar en la creacin
de un saber sobre sus propias condiciones de existencia. El saber para el otro
ha encontrado sus lmites, tanto en la insuficiencia de sus aplicaciones como por
la debilidad de la expectativa de derrames y transferencias.
Desde esta perspectiva se recupera la genealoga (Foucault, 1992), que permite
reconstruir las resistencias y las memorias locales de las clases subalternas. En
palabras de Foucault, esta se define como el acoplamiento de los
conocimientos eruditos y las memorias locales, () que permite la constitucin
de un saber histrico de las luchas y la utilizacin de ese saber en las tcticas
actuales (Foucault, 2000:22). Dejar emerger las memorias locales implica
adentrarse en la construccin social de la memoria colectiva y las vinculaciones
que se gestan entre los recuerdos y silencios sociales. Asimismo, posibilita
poner en juego los saberes locales, discontinuos, descalificados, no
legitimados, contra la instancia terica unitaria que pretende filtrarlos,
jerarquizarlos, en nombre de un conocimiento verdadero y de una ciencia que
est detentada por unos pocos (Foucault, 2000: 24).45
Pero, se trata aqu, de historias co-narradas, a partir de las cuales los sujetos
sujetivizados en la coproduccin descubren su "historia", la recuperan, la auto-
gestionan, es decir, producen un re-descubrimiento por medio del co-relato
compartido entre investigadores y coproductores, sin perder de vista el contexto
mediato y el entorno inmediato donde estas experiencias han transcurrido. Es
45 La historia nunca ha de ser construida en forma neutral, despojada de pasin encarnizada solamente
con la verdad sino que implica muchas veces deshacer la unidad del sujeto, implica un sacrificio del
sujeto de conocimiento (Foucault, 1980). Es decir: la historia efectiva, no teme ser un saber en
perspectiva... El sentido histrico, tal como Nietzsche lo entiende, sabe perspectiva, y no rechaza el sistema
de su propia injusticia. Mira desde un ngulo determinado con el propsito deliberado de apreciar, de decir
s o no, de seguir todos los trazos del veneno, de encontrar el mejor antdoto. Ms que simular un discreto
olvido a l cada uno de sus movimientos, es una mirada que sabe dnde mira e igualmente lo que mira. El
sentido histrico da al saber la posibilidad de hacer, en el mismo movimiento de su conocimiento, su
genealoga.( Foucault, 1992)
decir, develando la relacin entre decisin, distancia y acontecimiento. (Badiou,
2010)
Pero el relato establece que esta relacin no es una relacin, que esta relacin
es la negacin de la relacin. De modo tal que, finalmente lo que se nos cuenta
es una ruptura: la ruptura del vnculo natural y social establecido. Y por cierto,
para contarnos una ruptura deben contarnos primero una relacin. Pero
finalmente el relato es el relato de una ruptura (Badiou, 2010:17)
Se afirma, as, la vital importancia de los relatos para esta metodologa porque
impone el trabajo sobre la ruptura, la ruptura que la formacin discursiva
hegemnica modela arbitrariamente, aplanando el acontecimiento y silenciando
las voces disonantes. As, donde los relatos aparecen permiten reconstruir el
acontecimiento.
Recuperar la herramienta metodolgica de las historias de vida entendidas como
los procedimientos seguidos para organizar la investigacin alrededor de un yo
individual o colectivo que toma la forma narrativa incorporando sus
descripciones de experiencias y sucesos y sus interpretaciones (Sautu, 2004:
24), permite revelar las interpretaciones subjetivas de los protagonistas, tratando
de descubrir cmo construyen su propio mundo y entretejen su experiencia
individual con la de los dems. De esta forma, () se integran las dimensiones
micro-macrosociales y plantean la importancia de comprender la historia y la
biografa, especficamente centrarse en la relacin entre ambas para
comprender la sociedad. El uso de las biografas en las investigaciones
empricas en ciencias sociales tienen la ventaja de recoger la experiencia de las
personas como ellos la procesan y la interpretan, conectando la historia
personal, con las instituciones y la sociedad (Sautu, 1999).46
El discurso habitual de los acadmicos anula ese acontecimiento, ya sea
midindolo con el rasero de las tesis reconocidas sobre la historia de los
movimientos sociales o bien explicndolo como expresin de las condiciones de
vida de esas poblaciones. De este modo se introduce una diferencia de estatuto
entre dos tipos de discursos: aquellos que expresan una condicin social y los
que explican, a la vez, esa condicin y las razones por las que se expresa de
cierta manera. En otras palabras: incluso cuando se ocupa de la emancipacin
social el discurso acadmico aplica el presupuesto de la desigualdad. Suele
oponrsele a este mtodo, la pretensin de presentar la desnudez las voces de
los abajo. Pero ese sigue siendo un modo de situar en sus lugares respectivos
46 Pero en las historias de vida el sujeto entrevistado es objetivizado, negando su potencial de productor de
conocimiento, un Otro que tiene el saber metodolgico y terico, es el que interroga. En esta perspectiva el
poblador, el cursante y el investigador, son productores de conocimiento y los interrogantes los atraviesan.
De este modo, en los dispositivos de coproduccin de larga duracin se co-trabaja creando tcnicas y
herramientas, metodolgicas y tericas, para realizar estas historias co-narradas, en una interaccin
simtrica para la produccin del instrumento que posteriormente es co-trabajado en situacin de entrevista
colectiva, donde todos los involucrados en el proceso participan en un juego mltiple donde la pareja
entrevistador-entrevistado se reconfigura, en una asociacin, en un nosotros interrogativo. En el anlisis y
sistematizacin posterior se vuelve al dispositivo de coproduccin investigativa donde los involucrados
participan rompiendo con la hegemona de la dicotoma positivista sujeto -objeto de conocimiento. Son
condicin de posibilidad para estas co-narraciones, el compromiso subjetivo de los sujetos participantes,
esto supone una liberacin de los ropajes institucionales propios de los investigadores para convertirse
junto a pobladores y cursantes en coproductores de conocimiento.
al mundo popular de la voz y al universo intelectual del discurso. La nica
manera de hacer justicia a esos textos y acontecimientos que constituyen, es
fabricando un tejido de escritura que logre abolir la jerarqua de los discursos.
Primero experimente esta necesidad. Despus intente teorizarla hablando de
una potica del saber, que tiene por principio desandar la condicin privilegiada
que la retrica intelectual reclama para si mismo y as descubrir la igualdad
potica del discurso. Igualdad potica del discurso quiere decir que los efectos
de conocimiento son el producto de decisiones narrativas y expresivas que
tienen lugar en la lengua y el pensamiento comn, es decir en un mismo plano
compartido con aquellos cuyo discurso estudiamos (Ranciere, 2010: 8)
En lo que sigue se presentarn fragmentos de relatos de vida que han sido fruto
de dispositivos de coproduccin investigativa en los Encuentros Regionales de la
UPU. Se ha intentado recoger aquellas historias silenciadas y negadas. Aquellas
que presentan un difcil sino imposible acceso incluso por entrevistas para la
ciencia. Porque ponen en juego un co-relato que da lugar a genealogas co-
exploradas.
Este material es de vital importancia a la hora de producir conocimiento con
otros pobladores que se encuentran atravesados por las mismas problemticas
que en el devenir de la cotidianeidad hace imposible pensar en sus prcticas
apropindose de ese conocimiento para transformar su realidad.
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Nuestra Amrica y el pensar crtico, Eduardo Grner(coordinador),CLACSO,
Buenos Aires.
48
Directora de Habilitacin Social. Techo Argentina
de soluciones concretas para superar la pobreza.
Modelo de trabajo
TECHO en palabras
Son 500.000 voluntarios y voluntarias los que se han movilizado a lo largo del
continente en alguna actividad vinculada al trabajo en asentamientos, siendo
900 los voluntarios y voluntarias que han sido facilitadores comunitarios
acompaando de manera continua a las organizaciones comunitarias de los
asentamientos
Desde TECHO creemos que las organizaciones sociales tienen un rol primordial
en influir en la agenda de los Gobiernos, entendiendo que las organizaciones
sociales son complemento de la poltica del Estado y nunca reemplazo de ellas.
De all que en diferentes ocasiones, y para proyectos puntuales es que hemos
buscado la articulacin con distintos entes gubernamentales.
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(UNLP-CONICET) Colaboradora Habitar Argentina
personas comprometidas con el trabajo de formular, de manera consensuada,
participativa y horizontal, proyectos de ley y propuestas que dieran respuesta a
los vacos, conflictos e irregularidades sobre estas cuestiones en nuestro pas.
Ese mismo ao se efectu la presentacin pblica de HABITAR Argentina y se
comparti el primer documento de trabajo en la Cmara de Diputados de la
Nacin.
Desde entonces, seguimos trabajando en la elaboracin de proyectos de ley
para transformar entre todos/as la realidad del pas.
Comisiones
Proyectos de ley
-Ordenamiento territorial
-Alquileres
-Vivienda y Produccin Social del Hbitat
-Programa Nacional de Regularizacin Dominial
-Regulacin del Procedimiento de Desalojos
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Pobladores Mexico Alianza Internacional de Habitantes
en la ciudad de Estambul, Turqua. Cabe destacar que los movimientos
populares y las organizaciones no gubernamentales nos rebelamos y realizamos
nuestro propio evento, pues la rigidez del evento oficial no permita la voz de los
movimientos populares del mundo.
En el evento oficial se debata el derecho a la vivienda y los pases que se
negaban a aceptarlo estaban representados por los gobiernos de USA,
Argentina, Israel y el Vaticano. USA concretamente propona suprimir la palabra
EL y sustituirla por la palabra UN, pues argumentaban que reconocer el derecho
a la vivienda les implicaba colocar recursos pblicos para su concrecin, en
cambio si se acepta que la vivienda es un derecho, un derecho ms no los
obliga a disponer de recursos. Observen la importancia de un vocablo que
empantano el debate.
Los movimientos populares decidimos marchar con nuestras mantas y
consignas sobre el Puente Glata para llevar nuestra propuesta al evento oficial,
la polica y el ejrcito nos cerraron el paso. Finalmente logramos que en la
Agenda Hbitat se reconociera el derecho a la vivienda, sin obligatoriedad para
las naciones. Otros acuerdos son:
* Formas diversas de tenencia y seguridad de la tenencia
* Proteccin contra los desalojos y desplazamiento forzosos
* Atencin a la personas sin hogar
* Funcin social de la tierra y la propiedad
* Recuperacin de plusvalas
* Nexo urbano rural
Accin Ecolgica.
Carishina en Bici.
Clnica Ambiental.
Proyecto Transgnero.
Yasunidos
Somos Ecuador
Entidades internacionales:
OBJETIVO GENERAL
* Promover la construccin participativa de la Agenda Autnoma Hbitat III
desde la perspectiva de las necesidades de la comunidad y el derecho a
tener ciudad. Otra ciudad es posible.
* Fomentar procesos participativos de barrios en la determinacin de sus
planes, programas y proyectos de convivencia humana armnica con la
naturaleza, la cultura, el arte y negocios sostenibles, amigables con el
ambiente, en franco rechazo a paradigmas consumistas que estimulan el
despilfarro y la megalomana y proponer acciones post Hbitat III
OBJETIVOS ESPECFICOS
* Analizar los documentos oficiales producidos sobre Hbitat III y difundir a
la opinin pblica los argumentos que permitan a la sociedad descubrir
los intereses ocultos que entraan este tipo de conferencias mundiales y
los impactos que tienen en el ambiente, en la economa, en la cultura y en
la sociedad.
* Divulgar una lista de quienes ganan con Hbitat III y quienes pierden
* Dar a conocer los temas vedados por Hbitat III: violencia en barrios,
micro-trfico, inseguridad, gentrificacin, entre otros que ocurren en las
ciudades del Ecuador
Para finalizar, la Alianza Internacional de Habitantes invita a todos los colectivos
de resistencia por el derecho a la ciudad y defensa de los territorios a participar
en el foro popular en Quito, octubre de 2016. Asimismo a suscribir nuestro
Llamado al foro popular en la siguiente direccin electrnica:
https://resistenciapopularhabitat3.org/ llamada-foro-social/
ANEXO