de un color tan extrao...

Quizs hasta logr enternecerme:

La llave 1
nadie pareca quererlo.
Luisa Valenzuela Cierto es que l no haca esfuerzos para que lo quisieran. Quiz
por eso mismo me enterneci un poco.
Una muere mil muertes. Yo, sin ir ms lejos, muero casi
cotidianamente, pero reconozco que si todava estoy ac para No trato este delicado tema en mis seminarios. Al amor no lo
contar el cuento (o para que el cuento sea contado) se lo debo a entiendo demasiado por haberlo rozado apenas con la yema de
aquello por lo cual tantas veces he sido y todava soy un dedo. En cambio de lo otro entiendo mucho. Se puede decir
condenada. Confieso que me salv gracias a esa virtud, como que soy una verdadera experta, y quiz por eso mismo el amor
aprend a llamarla aunque todos la llamaban feo vicio, y gracias se me escapa y los hombres me huyen, a lo largo de siglos me
a cierta capacidad deductiva que me permite ver a travs de las huyen porque he hecho de pecado virtud y eso no lo perdonan.
trampas y hasta transmitir lo visto, lo comprendido.
Son ellos quienes nos sealan el pecado. Es cosa de mujeres,
Ay, todo era tan difcil en aquel entonces. Dicen que slo Dios dicen (pero tampoco quiero meterme por estos vericuetos, hay
pudo salvarme, mejor dicho mis hermanos -mandados por Dios sobre el tema tanta especialista, hoy da).
seguramente-, que me liberaron del ogro.
Digamos que slo intento darles vuelta la taba, como se dice por
Me lo dijeron desde un principio. Ni un mrito propio supieron estas latitudes, o ms bien invertir el punto de vista.
reconocerme, ms bien todo lo contrario.
Desde siempre, repito, se me ha acusado de un defecto que si
Los tiempos han cambiado y si he logrado llegar hasta las bien pareci llevarme en un principio al borde de la muerte
postrimeras del siglo XX algo bueno habr hecho, me digo y acab salvndome, a la larga. Un "defecto" que aprend -con
me repito, aunque cada dos por tres traten de desprestigiarme gran esfuerzo y bastante dolor y sacrificio- a defender a costa
nuevamente. de mi vida.
Tan buena no sers si ahora te ests presentando en la De esto s hablo en mis grupos de reflexin y seminarios, y
Argentina, ese arrabal del mundo, me dicen los resentidos tambin en los talleres de fin de semana.
(argentinos, ellos).
Prefiero los talleres. Los conduzco con sencillez y mtodo. A
An as, an aqu, la vida me la gano honradamente saber:
aprovechando mis condiciones innatas. Me lo debo repetir a
menudo, porque suelen desvalorizarme tanto que acabo El viernes a ltima hora, durante el primer encuentro, narro
perdindome confianza, yo, que tan bien supe sacar fuerzas de simplemente mi historia. Describo las diversas versiones que se
la flaqueza. han ido gestando a lo largo de siglos y aclaro por supuesto que
la primera es la cierta: me cas muy muy joven, me tendieron
De esto sobre todo hablo en mis seminarios: cmo desatender lo que algunos podran considerar la trampa, ca en la trampa si
las voces que vienen desde fuera y la condenan a una. Hay que se la ve desde ese punto de vista, me salv, s, quiz para
ser fuerte para lograrlo, pero si lo logr yo que era una salvarlas un poquitito a todas.
muchachita inocente, una nia de su casa, mimada, agraciada,
cuidada, cepillada, siempre vestida con largas faldas de puntilla Hacia el fin de la noche, segn la inspiracin, lo agrando ms y
clara, lo pueden lograr muchas. Y ms en estos tiempos que ms al ogro de mi ex marido y le pinto la barba de tonos
producen seres tan aguerridos. aterradores. No creo exagerar, de todos modos. Ni siquiera
cuando describo su vastsima fortuna.
Dicto mis seminarios con importante afluencia de pblico, casi
todo femenino, como siempre casi todo femenino. Pero al No fue su fortuna la que me ayud a llegar hasta ac, me ayud
menos ahora se podra decir que arrastro multitudes. Me siento este mismo talento que tantos me critican. La fortuna de mi
necesaria. Y eso que, como dije al principio, una muere mil marido, que naturalmente hered, la repart entre mis familiares
veces y yo he muerto mil veces mil; con cada nueva versin de ms cercanos y entre los pobres. Al castillo lo dej para museo
mi historia muero un poco ms o muero de manera diferente. aunque saba que nadie lo iba a cuidar y que finalmente se
derrumbara, como en realidad ocurri. No me importa, yo no
Pero hay que reconocer que empec con suerte, a pesar de quise ensuciarme ms las manos. (79) Prefer pasar hambre. Me
aquello que lleg a ser llamado mi defecto por culpa de un tal llev siglos perfeccionar el entendimiento gracias al cual realizo
Perrault -que en paz descanse-, el primero en narrarme. este trabajo de concientizacin, como se dice ahora.
Ahora me narro sola. (78) El viernes por lo tanto slo empleo material introductorio, pero
las dejo a todas motivadas para los trabajos que las esperan
Pero en aquel entonces yo era apenas una dulce muchachita,
durante el fin de semana.
dulcsima, ni tiempo tuve de dejar atrs el codo de la infancia
cuando ya me tenan casada con el hombre grandote y poderoso. El sbado por la maana, despus de unos ejercicios de
Dicen que yo lo eleg a mi seor y l era tan rudo, con su barba respiracin y relajamiento que fui incorporando a mi tcnica

1 En Cuentos Completos y uno ms. Alfaguara. Mexico. 1998.

cuando dictaba cursos en California, paso a leerles la moraleja llavecita prohibida, la de oro, y descubran qu habitacin
que hacia fines de 1600 el tal Perrault escribi de mi historia: prohibida cierra esa llavecita, y descubran sobre todo si con la
llave en la mano le dan la espalda a la habitacin prohibida o la
"A pesar de todos sus encantos, la curiosidad causa a menudo encaran de frente.
mucho dolor. Miles de ejemplos se ven todos los das. Que no
se enfade el sexo bello, pero es un efmero placer. En cuanto se El domingo transcurre generalmente en un clima cargado de
lo goza ya deja de ser tal y siempre cuesta demasiado caro". espera. Las mujeres del grupo me cuentan sus historias, el
momento de la llavecita prohibida se demora, aparecen primero
La sagrada curiosidad, un efmero placer!, repito indignada, y las puertas abiertas con las llaves permitidas, las ajenas. Hasta
mi indignacin permanece intacta a lo largo de los siglos. Un que alguna por fin se anima y as una por una empiezan a
efmero placer, esa curiosidad que me salv para siempre a mostrar su llavecita de oro: est siempre manchada de sangre.
impulsar en aquel entonces -cuando mi seor se fue de viaje
dejndome el enorme manojo de llaves y la rotunda interdiccin Hasta yo a veces me asusto. A menudo afloran muertos
de usar la ms pequea- a develar el misterio del cuarto cerrado. inesperados en estas exploraciones, pero lo que nunca falta es
el miedo. Como me sucedi a m hace tantsimo tiempo, como
Y nadie se pregunta qu habra sido de m, en un castillo donde les sucede a todas que se animan a usarla, la llavecita se les cae
haba una pieza llena de mujeres degolladas y colgadas de al suelo y queda manchada, estigmatizada para siempre. Esa
ganchos en las paredes, conviviendo con el hombre que haba mancha de sangre. En mi momento yo, para salvarme, para que
sido el esposo de dichas mujeres y las haba matado el ogro de mi seor marido no supiera de mi desobediencia, trat
seguramente de propia mano? de lavarla con leja, con agua hirviendo, con vinagre, con los
alcoholes ms pesados de la bodega del castillo. Trat de pulirla
Algunas mujeres de los seminarios todava no entienden. Qu con arenisca, y nada. Esa mancha es sangre para siempre. Yo
cuntas piezas tena en total el castillo, preguntan, y yo les trat de limpiar la llavecita de oro que con tantos reparos me
contesto como si no supiera hacia dnde apuntan y ellas me haba sido encomendada, todas las mujeres que he encontrado
dicen qu puede hacernos una pieza cerrada ante tantas y tantas hasta ahora en mis talleres han hecho tambin lo imposible por
abiertas y llenas de tesoros y yo las dejo noms hablar porque lavarla, tratando de ocultar su transgresin. No usar esta llave!
s que la respuesta se la darn ellas mismas antes de concluir el es orden terminante que yo retransmito el sbado no sin antes
seminario. haber azuzado a las mujeres. No usar esta llave... aunque ellas
saben que s, que conviene usarla. Pero nunca estn dispuestas
Las hay que insisten. Ellas en principio hubieran optado por una a pagar el precio. Y tratan a su vez de limpiar su llavecita de
vida sin curiosidad, callada, a cambio de tantas comodidades. oro, o de perderla, niegan el haberla usado o tratan de
ocultrmela por miedo a las represalias.
Comodidades?, pregunto yo, retricamente, comodidades,
frente a la puerta cerrada de una pieza que tiene el piso cubierto Todas siempre igual en todas partes. Menos esta mujer, hoy en
de sangre, una pieza llena de mujeres muertas, desangradas, Buenos Aires, sta tan serena con la cabeza envuelta en un
colgadas de ganchos y seguramente un gancho all, limpito, pauelo blanco. (81) Levanta en alto el brazo como un mstil y
esperndome a m? en su mano la sangre de su llave luce ms reluciente que la
propia llave. La mujer la muestra con un orgullo no exento de
Todas ellas fueron vctimas de su propia curiosidad, me dicen
tristeza, y no puedo contener el aplauso y una lgrima.
los manuales y muchas veces tambin me lo seala la gente que
participa en los talleres. Ac hay muchas como yo, algunos todava nos llaman locas
aunque est demostrado que los locos son ellos, dice la mujer
Y la primera?, les pregunto tratando de conservar la calma.
del pauelo blanco en la cabeza.
Curiosidad de qu tendr la primera, y qu habr visto?
Yo la aplaudo y ro, aliviada por fin: la leccin parece haber
En mis pocas de joven castellana prisionera -sin saberlo- del
cundido. Mi seor Barbazul debe de estar retorcindose en su
ogro, la suerte, mejor llamada mi curiosidad, me ayud a
tumba. (82)
romper el crculo. De otra forman tengan por seguro que habra
ido a integrar el crculo. La sola existencia de ese cuarto secreto
haca invivible la vida en el castillo. (80)

Se genera mucha discusin a esta altura. Porque yo presento las

opciones y entre todas escarbamos en las opciones, y
curioseamos, y nos entregamos a actividades bellamente
femeninas: desgarramos velos y destapamos ollas y hacemos
trizas al mal llamado manto de olvido, el muy piadoso segn
dice la gente.

Antes de terminar el trabajo del sbado retomo el tema de la

llave, y as como mi ex esposo me entreg cierto remoto da un
gran manojo de grandes llaves, yo les entrego a las participantes
un gran manojo de granes llaves imaginarias y dejo que se las
lleven a sus casa y duerman con las llaves y sueen con las
llaves, y que entre las grandes llaves permitidas encuentren la