Objecciones A La Teoría Del Capital Humano PDF
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CONTEXTOS Y POSTULADOS
(1) Burton CLARK: Educating the expert society. S. Francisco, Chaudle, 1962.
(2) Publicado en Sociology of Education. 1977, vol. 50, octubre.
(3) Madrid, CECA, 1969.
(4) I. ALONSO HINOJAL: Educacin y Sociedad. Las sociologas de la educacin. Madrid, CIS-
Siglo XXI, 1991, p. 71.
(5) C. LERENA: Materiales de sociologa de la educacin y de la cultura. Madrid, Grupo Cul-
tural Zero, 1985.
(6) K. DAVIS y W. E. MOORE: Some principles of stratifications. American Sociological
Review. 1945, 9, pp. 242-249.
(7) Th. W. SCHULTZ: La inversin en capital humano. Educacin y Sociedad. 1983, 1,
pp. 180-195.
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El factor educacin no slo explicaba, segn l, las grandes diferencias de
ingresos entre trabajadores del Norte y del Sur o la variedad de ingresos segn
la edad, sino, y esto era ms importante, el fallo de la funcin Cobb-Douglas
para dar cuenta del incremento de la renta nacional a lo largo del siglo xx, la
cual consideraba exclusivamente al trabajo y al capital como factores explicati-
vos (8). En efecto, partiendo del concepto ampliado de capital de Irving Fisher,
que incluye todo aquello que proporciona inversin, los tericos del capital hu-
mano sostendrn que, adems del capital y del trabajo los dos factores que
dan lugar a la produccin, en el planteamiento clsico, existe un factor resi-
dual: precisamente, las variaciones del capital humano, es decir, las variaciones
en la calidad de la mano de obra, que explica una parte importante del creci-
miento de la renta.
La teora tiene, por tanto, dos dimensiones: una macroeconmica y otra mi-
croeconmica. En la primera, un aumento de los costes pblicos y privados en
educacin, a nivel nacional, implicara, junto con otras inversiones, un aumento
de la renta nacional lo que explicara, en opinin de Schultz, la superioridad
productiva de los pases tecnolgicamente avanzados. En la segunda, un aumen-
to de los aos de educacin a nivel individual, dar lugar a un incremento de la
productividad futura del trabajador en su puesto de trabajo y a una mejora de
los ingresos. Esta ltima dimensin, en la que nos centramos, es definida por el
propio Schultz, de la siguiente forma:
(8) Julio CARABAA: Educacin, ocupacin e ingresos en la Espaa del siglo XX. Madrid,
MEC, 1980, p. 161.
(9) Th. W. ScHuurz: La inversin en capital humano. Educacin y Sociedad 1983, 1,
p. 183.
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LA CUALIFICACIN ESCOLAR DE LA MANO DE OBRA
(10) Julio CARABAA: op. cit., pp. 162-163. Evidentemente ha sido la perspectiva micro-
econmica la que ms polmica ha suscitado. El propio Schultz la defina as: Los recur-
sos humanos tienen dimensiones cuantitativas y cualitativas.., como habilidad, conocimien-
to y atributos similares, que afectan a las capacidades humanas particulares, en la realiza-
cin de un trabajo productivo. En tanto en cuanto los gastos para mejorar esas capacida-
des aumentan, tambin la productividad del valor del esfuerzo humano (trabajo), propor-
cionar una tasa positiva de rendimiento.
(11) Adan ScHAFF: El futuro del trabajo y del socialismo. El socialismo del futuro. 1992,
6, p. 19.
(12) M. FERNNDEZ ENCUITA: Educacin, formacin y empleo. Madrid, Eudema, 1992, p. 21.
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e ingenieros informticos, y una mayora de usuarios de terminales informticas,
empleados en mltiples servicios banca, seguros, cajas de supermercados, etc.
y sometidos a procedimientos rutinarios que dejan poco lugar a la iniciativa (es-
clavos de la mquina))) (13).
(13) Tom BurromokE: Breves notas crticas sobre el trabajo y el desempleo. El socia-
lismo del futuro. 1992, 6, p. 120.
(14) Vanse a modo de ejemplos: H. M. LEVIN y R. W. RUMBERGER : Las nuevas tecno-
logas y las necesidades educativas: visiones, posibilidades y realidades actuales. Poltica y
Sociedad, 1; y M. CASTELLS; A. BARRERA y otros: Nuevas tecnologas, economa y sociedad en Es-
paa. Madrid, Alianza, 1986.
(15) Jos Luis ZRRAGA: Informe: Juventud en Espaa Madrid, Ministerio de Cultura,
1985, p. 269.
(16) Estudio del CIS de Ricardo MONTORO ROMERO: Nuevas tecnologas y oferta de em-
pleo. 1990. Sobre 30 empresas de la zona metropolitana de Madrid; se realizan entrevis-
tas a los responsables de seleccin de personal. Conclusin: seleccionan no tanto tenien-
do en cuenta los conocimientos tcnicos adquiridos con el ttulo, sino la personalidad
del candidato, personalidad adecuada (aspecto, pues, socializador de la mano de obra
ms que cualificador).
(17) Jos MOLERO; Mikel BuEsA y Julio FERNNDEZ: Demandas.. op. cit., pp. 172-173.
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mencin de la especialidad; la proliferacin de la referencia general a titulados
superiores o ingenieros en las convocatorias de empleo, etc. Y a conclusiones si-
milares han llegado quienes se han dedicado al vaciado de los peridicos en sus
secciones sobre ofertas de empleo (18).
EL PRESUPUESTO UTILITARISTA
Someramente expuestas las distintas expresiones que adopta la teora del ca-
pital humano, y antes de entrar en los problemas de medida, me gustara cen-
trarme en uno de los presupuestos comunes, que considero clave. Segn el mis-
mo, el alumno se comporta como un actor racional, utilizando la educacin
como medio para acceder a unos mejores ingresos y a una posicin social de
mayor prestigio. La economa de la educacin se centrar, evidentemente, en lo
primero; dejando a un lado, el segundo tipo de beneficios, los cuales como
afirma algn economista se resisten a un tratamiento coherente por parte del
instrumental analtico (20).
(18) Pedro SNCHEZ VERA y J. ORTN GARCA: Flexibilidad del mercado de trabajo y re-
produccin social. Un pequeo anlisis de la demanda de titulados universitarios. En Ana-
les de Pedagoga. U. de Murcia, 1989, n.. 7, p. 104.
(19) M. SPENCE: Job Marketing Signalling. Quartely Journal of Economics. Vol. LXXXVII,
1973.
(20) Juan R. QUINTAS: Economa y Educacin. Madrid, Pirmide, 1983, p. 30.
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como el estudiar ms o menos para un examen. Porque el objetivo de esa in-
versin es tan a largo plazo, que puede ser fcilmente perdido de vista, sobre
todo cuando los sacrificios que exige no pueden ser compensados adecuadamen-
te por estmulos materiales compra de un regalo por haber obtenido buenas
calificaciones, por ejemplo o inmateriales apoyo moral de las personas con las
que convive o tienen influencia sobre l, como sucede en el caso de alumnos
de baja extraccin social.
No se est diciendo con lo expuesto, que los alumnos de clase social baja se
conduzcan de modo irracional a la hora de decidir sobre inversiones educati-
vas. Todo lo contrario, los alumnos de las clases populares han podido interio-
rizar las probabilidades objetivas en esperanzas subjetivas, como si se hubieran
enterado de las estadsticas que sealan la baja proporcin con la que, los de
su clase estn representados en los niveles educativos altos. O, simplemente,
podran haber tomado la decisin racional adecuada, al valorar costes y su-
puestos beneficios de la inversin, y haber pesado ms, en la balanza personal,
los primeros.
Tratar de desarrollar esta idea. Para lo cual, es necesario que nos fijemos en
un rasgo fundamental del contexto escolar: su carcter especialmente estresante.
Si bien la escuela se parece a otros contextos sociales trabajo, por ejemplo que
estn organizados alrededor de la valoracin de los logros, y por tanto constituye
un contexto de competencia, clsico; la presencia de tareas comunes, extraordi-
nariamente afines, si se comparan con otros trabajos, hace que aqul tenga
como sealara Parsons un carcter competitivo mucho ms acusado que la
mayora de las situaciones de la vida que demandan del individuo, un determi-
nado rendimiento personal (21). Pero adems de la nota de afinidad de tareas,
(21) T. PARSONS: El aula como sistema social: algunas de sus funciones en la sociedad
americana. Educacin y Sociedad 1990, 6, p. 178.
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hay que destacar otros aspectos de la organizacin social de la escuela que apun-
tan en la misma direccin: la naturaleza pblica del trabajo acadmico; la estruc-
tura fisica del poder en el aula, consecuencia de la simultaneidad, y que enfrenta
la autoridad nica del profesor a muchos alumnos subordinados; la estructura
temporal del aprendizaje, organizada como un conjunto de tareas sucesivas y de-
limitadas previamente, que hacen que el trabajo acadmico de los estudiantes se
vea continuamente monitorizado, no slo por el profesor sino por los propios
compaeros; y, sobre todo, algo ya sugerido, la concepcin del trabajo escolar
como algo que va a ser evaluado.
(22) Pionero, es el anlisis de Mincer cuya frmula del modelo escolar trata de calcu-
lar el logaritmo de los ingresos en un ao dado, con determinados aos de estudios, en
funcin de los ingresos que se tendran sin esos aos de estudios ms el producto de una
constante por los mismos aos (J. M1NCER: Schooling, Experience and Earnings. N. York, Natio-
nal Bureau of Economics Research, 1974). En nuestro pas, uno de los ltimos trabajos que
la aplican, aunque modificndola, es el de I. CORUGEDO DE LAS CUEVAS; E. GARCA PREZ y
J. MARTNEZ PAGES: Un anlisis coste-beneficio de la enseanza media en Espaa Madrid, CIDE,
1991.
(23) Ch. E. B1DWELL y Noah E. FRIEDK1N: Sociology of education. En Neil J. SEMELSER
(ed.): Handbook of sociology. Beverly Hills, Sorge Pub., 1988.
(24) Parten por tanto, del clsico axioma de la psicologa social por el que la participa-
cin social lleva a la definicin de la situacin, en la medida en la que dicha participacin
tiene lugar (Thomas).
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1. La ratio de castigos y recompensas obtenida por el estudiante, como
promedio, durante una cierta cantidad de experiencia acumulada en la
escolarizacin.
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Queda, sin embargo, el otro factor sobre el que el alumno define su situa-
cin y, consiguientemente, decide su futuro educacional: la tolerancia para la
educacin. En principio, dos individuos con una ratio castigos-recompensas igual-
mente desfavorable, podran decidir cosas diferentes si su tolerancia, es decir, su
capacidad de aguantar la situacin punitiva, fuera distinta. Ahora bien, me apre-
surar a advertir, de acuerdo con lo sugerido anteriormente, que esta tolerancia
no debe entenderse como una puerta por la que accede el psicologismo, de for-
ma que, ante la dificultad para medir un umbral objetivo, por debajo del cual
los actores tomarn la decisin negativa de abandonar el proyecto, se haga de-
pender sta, en ltima instancia, de la virtud psicolgica de la fuerza de volun-
tad o de la fortaleza de carcter. Esta tentacin conduce a la disolucin de las
fuerzas sociales estructurales, las cuales, pese a la relativa indefinicin de los um-
brales, operan causando regularidades en los comportamientos de los actores ra-
cionales en este caso, los alumnos, en funcin de su procedencia social. Es por
ello por lo que este factor, que podra, a simple vista, compensar el factor que lo
acompaa ratio castigos-recompensas sesgado socialmente, resulta igualmente
afectado por el origen social del alumno. O, dicho de otra forma, la tolerancia
para la educacin compensa la ratio castigos-recompensas, s, pero con una pro-
babilidad tanto mayor cuanto ms alta es la posicin social de origen. Y es as,
porque puede decirse que la tolerancia para soportar la naturaleza punitiva de la
educacin depende de varios factores:
(27) M. L. KHON, por ejemplo, en un interesante artculo en el que distingue entre los
valores en los que son educadas las distintas clases sociales, observaba que aunque la clase
obrera haba aumentado su nivel de vida, no haba interiorizado el objetivo de la lucha
por el xito y la realizacin, tpico de la clase media americana (Social Class and parent.
child relationships: an interpretation. American Journal o Sociology. 1963, vol. 68, pp.
471 . 480). Recurdese tambin, que MERTON deduce la principal fuente de la desviacin so-
cial de las clases bajas, de su interiorizacin de las metas, especialmente el xito, y del
abandono de los medios legtimos para conseguirlas; consecuencia de la desventaja mate-
rial de que son vctimas y que les hace desconfiar de su rentable instrumentalizacin (Teo-
ra y estructura sociales. F.C.E., 1970).
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logia, que se ha fijado en las subculturas extra-escolares, ha mostrado la mayor
probabilidad para los alumnos de clase media, de rodearse de estas redes socia-
les positivas y funcionales para el sistema y, por tanto, de aumentar la toleran-
cia. Vase al respecto, el ya clsico trabajo de P. Willis (28).
PROBLEMAS DE MEDIDA
Para empezar, diremos que algunos autores descartan la validez del indicador
de los tipos de rendimiento a nivel social, debido a que no recoge, por dificulta-
des tcnicas, las causas externas es decir, los rendimientos sociales consistentes
en ventajas que redundan en beneficio de sujetos distintos al edutado o de la so-
ciedad en general, y que desembocan normalmente, a la hora de estudiarlos, en
la relacin entre educacin y crecimiento econmico, por otra parte, tan proble-
mtica, como Thurow pone de manifiesto. Por tanto, generalmente se utilizan
frmulas matemticas, que calculan el tipo de rendimiento privado, consistentes
en descontar a los rendimientos que se esperan obtener del proyecto educativo,
los costes que conllevan. Estos ltimos se calculan, como ya se adelant, suman-
do los gastos realizados en la enseanza (costes explcitos) y la renta a la que re-
nuncia el alumno, al estudiar (costes indirectos). En cuanto a los rendimientos, se
miden normalmente los llamados rendimientos directos, es decir, las diferencias
salariales (rendimientos monetarios directos) a lo largo de la vida laboral, de gru-
pos de trabajadores con niveles educativos sucesivos.
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determinadas bandas de edad, cuando se supone que ya se ha tenido tiempo de
terminar los estudios superiores y hasta la jubilacin, por ejemplo, entre los 25 y
los 64 aos. En Estados Unidos, el propio Mincer dio un coeficiente de regresin
del 7 por 100 para el censo de 1959, explicando, los arios de estudios y la edad,
el 10 por 100 de la varianza.
No obstante, aunque la mayor parte de los trabajos posteriores que han se-
guido el modelo, lo han hecho por este camino, se obtienen resultados ms ajus-
tados si se tiene en cuenta el concepto de overtaking, es decir, que las personas
que concluyen los estudios es probable que continen invirtiendo en su forma-
cin durante los primeros aos de trabajo y hasta un cierto umbral, traspasado
el cual, empezarn a percibir verdaderamente los resultados de toda su inver-
sin. Mincer, en sus estudios, situ este umbral entre los 7 y los 9 aos de expe-
riencia (29).
Aun as, este modelo posee algunos inconvenientes:
En primer lugar, y hablando de costes, al tener en cuenta slo los costes
de oportunidad, Mincer deja de lado, adems de los costes inmateriales y psi-
colgicos aludidos, los costes de materiales originados por la labor escolar y
de profesorado; lo que algunos autores piensan que podra incluirse en los
clculos (30).
En segundo lugar est la sencillez del modelo, al considerar los ingresos
como funcin lineal de los aos pasados en la escuela; pues se ha demostrado
la existencia de un sesgo en la estimacin de la tasa de retorno de la educa-
cin escolar, al estar los aos de escolarizacin, negativa o positivamente corre-
lacionados con terceras variables, como es el caso de la experiencia laboral y
la capacidad (hability). Claro que, la inclusin de nuevas variables puede plan-
tear problemas de medida aadidos, como ocurre con la capacidad, variable
marcada por la polmica sobre los tests de inteligencia. Pero, en resumen, la
leccin sobre este obstculo., remite a las dificultades para depurar la influencia
directa de la educacin en los ingresos. El que existan medidas de asociacin
entre las dos variables, educacin e ingresos, no significa que una explique la
otra, es decir, que conociendo los aos de estudio o el ttulo de una persona,
podamos predecir con exactitud lo que gana. De hecho, la citada asociacin
tiende a disminuir de forma considerable, si no a desaparecer, cuando se con-
trola la influencia de otras variables vinculadas al origen social o a los efectos
del azar (31).
(29) En ese caso, la varianza explicada por el modelo, llegaba hasta el 60 por 100, mos-
trando por tanto que es, en ese momento, cuando mayor es la correlacin entre escuela e
ingresos.
(30) I. CORUGEDO DE LAS CUEVAS; E. GARCA PREZ y J. MARTNEZ PAGES: Un anlisis de
coste-beneficio de la enseanza media en Espaa. Madrid, CIDE, 1991, pp. 27-28.
(31) La relacin ms completa de anlisis empricos en este apartado, dentro de la so-
ciologa de la educacin espaola es, sin duda alguna, la obra de Julio CARABAA: Educa-
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En tercer lugar, tenemos la dificultad de la definicin de las variables y la de
encontrar unidades iguales para poder llevar a cabo la medicin. As, los resulta-
dos sern diferentes segn se defina la variable estudios, por el nmero de aos
que se han pasado en la institucin escolar o por los ttulos acadmicos obteni-
dos. Y en el caso de los ingresos, adems de esta dificultad, se corre el riesgo de
computar solamente los rendimientos procedentes de las rentas del trabajo, ten-
diendo a pasar desapercibidas las rentas del capital, como consecuencia de su ca-
rcter subrepticio, en muchas ocasiones.
cin, ocupacin e ingresos en la Espaia del siglo XX. Este autor maneja una muestra espaola
de 1975 que compara con muestras de otros pases y concluye: Las ecuaciones, por
tanto, difieren en la distribucin de la varianza, segn sus factores explicativos. La varianza
explicada en los ingresos no llega a la cuarta parte del total. De sta, el 13 por 100 es va.
rianza nica de origen social, el 19 por 100 de la educacin, el 68 por 100 restante, com-
partido (op. cit., p. 184). Y en la conclusin ltima, la nmero 13, que aparece al final del
libro, afirma que tanto la influencia de n la educacin como la del origen social, en los in-
gresos, declinan con el tiempo (p. 273)-
(32) Julio CARABAA: Educacin, ocupacin e ingresos..., p. 167. Carabaa seala que, en
la mayor parte de estos estudios, los tipos de rendimientos obtenidos por la educacin, os-
cilan entre el 6 y el 10 por 100.
(33) I. CORUGEDO DE LAS CUEVAS; E. GARCA PREZ y J. MARTNEZ PAGES: op. cit., p. 103.
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