Luis Vega Contreras La Caida de Allende Las Dos Tacticas de La Contrarrevolucion en Chile
Luis Vega Contreras La Caida de Allende Las Dos Tacticas de La Contrarrevolucion en Chile
Luis Vega Contreras La Caida de Allende Las Dos Tacticas de La Contrarrevolucion en Chile
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general René Schneider a la cabeza, así lo estimaron. En los cincuenta días que van del 4
de septiembre al 24 de octubre de 1970, encontramos la raíz del desarrollo y del destino del
gobierno de la UP, y de la democracia chilena. Estos hechos son ya parte de la historia, y
están documentados en los "Hearings Before The Sub-Committee Frank Church, US
Senate LXXXLLL 1974" y en el "Covert action in Chile" (llamado Informe de Frank Church)
publicado por el "US Government Printing, Washington 1975". Es decir, en las actas y
conclusiones publicadas por el Sub-Comité del senado norteamericano para "investigar las
acciones encubiertas del gobierno de los Estados Unidos contra el gobierno de Salvador
Allende en Chile". Todo esto resultado del escándalo Watergate y reconocido por Gerald
Ford.
La reacción nacional y externa tenía cincuenta días para impedir - por cualquier
medio - la elección de Allende en el Congreso Pleno. La legalidad era el medio del pueblo
de Chile, que sólo exigía el respeto a la Constitución. Habíamos triunfado por la vía pacífica,
¿por qué íbamos a cambiar de vía en esos momentos?. Y, además, existían razones
tácticas por las que el movimiento popular, "en un proceso que se desarrolla en un contorno
militar dominado por las fuerzas capitalistas, debe evitar a cualquier costo derivar hacia una
situación de guerra civil. Cuanto más se aproxima a ésta, más medios tiene la
contrarrevolución para vencer militarmente a la vanguardia revolucionaria".[65]
Analizaremos los combates políticos de ese tiempo. Estudiaremos las actuaciones de
la reacción externa y de la nacional.
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Congreso". Esta declaración, "inusual antes de las elecciones, fue entendida como que los
militares no se sentirían necesariamente obligados a reconocer el voto popular". Y esa
misma noche, los jefes de la Estación-Santiago y de las "antenas" de la CIA en Valparaíso,
Iquique, Antofagasta, Concepción, Punta Arenas y otras ciudades, recibieron órdenes de
tomar contactos directos e indirectos, de acuerdo con todo el sistema de "enlaces", "lugares"
y demás técnicas del espionaje moderno, con industriales, políticos, periodistas de derecha
y oficiales de las diversas ramas de las fuerzas armadas para "acumular información y
formar conciencia".
En ese tiempo, los jefes notorios de la CIA en Santiago eran Roberto Berrellez y Hal
Hendrix, con la cobertura de "relacionadores públicos de la ITT". Es necesario señalar que
actuaban como jefes de la DIA en Santiago, los coroneles del ejército norteamericano
Thomas R. Jones y Paul M. Wimert. Y se inicia el intrincado intercambio de cables y télex
cifrados entre la embajada, la CIA, la ITT, la DIA, de Chile a Estados Unidos y viceversa.
Actúa aquí todo el sofisticado sistema de espionaje controlado por el National Security
Council (Consejo Nacional de Seguridad). Estos hechos son de un pasado demasiado
próximo y conviene adjuntar la opinión del agente del espionaje español Luis M. González-
Mata (Cisne), sobre estas acciones de la CIA encubiertas, pero que, a su vez, sirven de
cobertura a la otra Agencia: "... los servicios militares norteamericanos (DIA) han participado
por lo menos en los siguientes hechos atribuidos únicamente a la CIA: sustitución de los
presidentes Trujillo, Frondizi, Illía, Morales, Bosch, Velasco, Arosemena, Quadros, Goulart,
Paz Estenssoro, Torres y Allende; intervenciones en Corea, República Dominicana,
Vietnam, Argelia, Marruecos, Martinica, París, Guinea, Indonesia, Camboya, Biafra, Burundy
y Dahomey. Y en diferentes casos de corrupción de personalidades (Lockheed, Exxon,
Chiquita)".[66]
En Estados Unidos se encomendó el "caso Chile" al Departamento Ejecutivo del
C.N.S. denominado "Comité de los 40". Éste recibió y procesó toda la información que sus
servicios le enviaron de Chile, y el día 14.9.1970, reunidos bajo la presidencia de Henry
Kissinger, adoptaron dos planes inmediatos: 1) El "gambito de Rude Goldberg", consistente
en elegir en el Congreso Pleno a Alessandri, la renuncia de éste y la posterior elección de
Eduardo Frei. 2) Para el supuesto de ser elegido Salvador Allende por el Congreso Pleno,
propiciar un golpe militar.
Con estos antecedentes, el 15.9.1970, en la Casa Blanca se reúnen Richard Nixon,
H. Kissinger, el procurador general John Mitchel y directores adjuntos de la CIA, como
Richard Helms, quien declaró ante Frank Church: "... Nixon me dio la orden con fuertes
palabras (strong language) de evitar que el marxista chileno llegara a la Presidencia de la
República, lo que implicaba una autorización abierta (blanket authorization) para planear la
toma del poder por los militares". Otro de los directores adjuntos de la CIA, William E. Colby,
declaró ante Church: "Se nos autorizó para todo, excepto para una intervención tipo
República Dominicana". En esa reunión del 15.9.1970, Nixon ordenó "gastar ilimitadamente,
no importan los gastos que se originen (diez millones de dólares disponibles más, en caso
necesario), trabajar a tiempo completo, elaborar un plan de supuestos variables, 48 horas
para un plan de acción inmediato". Y terminó diciendo: "Haré aullar de dolor a la economía
chilena".
Ese mismo día, H. Kissinger remite un cable cifrado a Edward Korry en Santiago:
1
"Tenemos autorización de Nixon para hacer todo lo posible menos una acción tipo
República Dominicana...". El 16.9.1970 Kissinger afirma en una conferencia de prensa: "Yo
creo que no debemos engañarnos a nosotros mismos pensando que si Allende toma el
control de Chile no va a provocarnos problemas". Se refería a la posibilidad de
transformarse Chile en una segunda Cuba.
En Chile, la ITT y los agentes de la estación de la CIA habían tomado rápidamente
contacto con el capitalista Arturo Matte. Éste había informado el presidente Eduardo Frei
Montalva que las multinacionales ITT, Anaconda, Kennecott, Anglo Lautaro, los bancos The
First National Citibank, The Bank of America y Chase Manhattan, y otras corporaciones
influían en la Casa Blanca para que ejerciera "presión económica" sobre Chile y autorizara
un golpe militar, agregando que si Eduardo Frei era patriota debía cooperar en estos planes
contra Allende. Y le explicó el plan. Frei no aceptó. Habría dicho: "Que me derroquen a la
luz pública y me exilien. Yo no destruyo mi imagen de demócrata".
Los agentes de la CIA no informaron de la negativa de Frei. Posteriormente, el
vicepresidente de la ITT en Nueva York, Edward Guerrity, ordenó a Berellez y Hendrix en
Chile: "Que Matte convenza a Frei para que juegue un papel más activo". Es el embajador
Edward Korry quien, el 21.9.1970, informa a la Casa Blanca de una conversación con el
general Schneider y de la terminante oposición de Frei de aceptar cualquier maniobra ilegal.
Con este informe, Kissinger cita al Comité de los Cuarenta para el 22.9.1970, y ante el
fracaso del "gambito de Rude Goldberg" acuerdan un golpe militar que impida asumir a
Allende la presidencia; y deciden intensificar la "presión económica". Para hacer más
operativas las maniobras contra Chile se crea un "Equipo Especial para el Caso Chile".
Estaba formado por representantes del Departamento de Estado, del Consejo Nacional de
Seguridad y del Departamento del Tesoro - para girar los once millones de dólares
autorizados para la "maniobra encubierta" -. Como jefe y coordinador se designa al director
de los Servicios Clandestinos de la CIA. para el Hemisferio Occidental, William Broe. El 51%
de los miembros del "Equipo Especial" son militares, y trabajan sometidos al DIA.
El 23.9.1970 William Broe informa al agente y vicepresidente general de la ITT, John
Guillifoyle, de todo el complot en contra de Salvador Allende. Guillifoyle, a su vez, le informa
al agente de la CIA y vicepresidente de la ITT en Santiago, Benjamín Holmes, quien
transmite la información a Berrellez y Hendrix. Y éstos, a todos los agentes en Chile. Entre
el 23 y el 30.9.1970, toman contacto con sus "enlaces", y estimulan acciones de la
ultraderecha y oficiales reaccionarios.
Paralelamente a esto, en los primeros días siguientes a la elección de Allende, el
general J. M. Philpott, sub- director de la DIA, envió el cable cifrado nº 38 al cuartel del
agregado militar en la Embajada de EE.UU. en Santiago, coronel T.H. Jones, ordenándole
"trabajar junto con la CIA en Chile sobre las principales figuras militares que pueden jugar
un papel decisivo en cualquier movimiento que eventualmente pueda negar la presidencia
de Allende". En este período ocurren en EE.UU. varios hechos que fueron denunciados por
el periodista Jack Anderson. En relación a ellos, hubo una investigación del senado en 1972
contenida en los "Hearings Before the Sub-Committee on Multinational Corporation, US
Senate LXXXIII Congress Washington DC". Entre estos hechos está el ingreso a Chile de
más de cien agentes de la CIA hispanoparlantes. Se aumentó excesivamente el personal de
la Misión Naval en Valparaíso, al extremo que Gabriel Valdés, ministro de Relaciones
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Exteriores de Frei, se vio obligado a negar el otorgamiento de nuevas visas. Estos hechos y
otros, fueron posteriormente denunciados por Jack Anderson en el "Washington Post" del
6.7.1973.
La acción de los coroneles, a cargo de la DIA en Santiago, se inicia con toda la
seriedad profesional. Después de recibir las informaciones de todos los oficiales de las
misiones militares, naval y aérea, llegan a una conclusión que transmiten al sub-director de
la DIA en Washington:
"Las posibilidades de un golpe militar son muy débiles en la Marina y la Aviación y casi
nulas en el Ejército, pese a estar involucrados en las maniobras de la CIA los comandantes
en jefe de la Marina y la Aviación. En el Ejército solamente está implicado el comandante de
la Guarnición de Santiago, general Camilo Valenzuela y el general de brigada en retiro, y
por ello, sin mando de tropas ni influencia alguna, Roberto Viaux". Ante estas informaciones,
el Pentágono aconseja suspender el golpe militar y declara su total oposición a éste, pues
ponía en peligro un futuro golpe conforme a la Doctrina de la Seguridad Nacional, como el
que triunfó en 1974 en Brasil. La consigna del Pentágono será, pues, "aceptar el
experimento Allende, esperar y ver". En base a la experiencia de anteriores presidentes de
Chile, tienen la esperanza de que Allende actúe como "bombero del incendio popular". Por
lo demás, sabían que en cualquier momento estaban en condiciones de asfixiar la
economía chilena cortándole la asistencia económica. Estimaron que si Chile no encontraba
rápidamente una potencia económica que supliera la ayuda financiera y técnica que
Estados Unidos le suspendería, "el experimento de Allende tenía los días contados".
Es necesario indicar, para comprender hechos posteriores, que los hombres que
sirven de agentes a la CIA son seres humanos, y que el mismo sistema de "coberturas"
(periodistas, relacionadores públicos, agentes navieros, comerciales, asesores culturales de
organismos bi-nacionales, etc.) los vincula con otras personas a diferentes niveles. En Chile,
en algunos sectores, no era extraño tener un "amigo de la CIA". Y se producen crisis
morales. Ahí están Phillip Agee, el mismo William Colby y el grupo de ex-agentes y ex-
funcionarios del Departamento de Estado de El Salvador, que publican el "Dissident Paper"
y colaboran con el pueblo salvadoreño. Pero, en Chile, un grupo numeroso de la CIA se
interesó en exceso en la contrarrevolución civil, y actuaron, de buena o de mala fe, al
margen de las actuaciones de la DIA. Al extremo que numerosos sectores políticos, e
incluso la revista PEC de Marcos Chamudez, inculpan a los coroneles Jones y Wimert, en
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Octubre de 1970, como "los causantes de la asunción de Salvador Allende a la presidencia".
Así, la DIA vivió una primera experiencia en Chile en 1970.
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el entrenamiento para-militar, y la planificación y ejecución de una ola de atentados
terroristas y complots que sólo concluyeron el 11.9.1973, que ensombrecieron y
contribuyeron a crear el pánico, cooperando con la "desestabilización" del gobierno de
Allende. Es preciso indicar que en la jerga de la reacción internacional "desestabilización"
significa preparar el derrocamiento del gobierno.
El 6.9.1970, se realiza una reunión de los senadores conservadores, Francisco
Bulnes y Pedro Ibáñez - en representación de Alessandri - con los democristianos Patricio
Rojas, Sergio Ossa, Andrés Zaldívar y Carlos Figueroa, ministros del Interior, Defensa,
Hacienda y Economía, respectivamente, del gobierno de Frei. Ese mismo día,
paralelamente, se reunieron el almirante Jorge Porta Angulo, comandante en jefe de la
armada, el general Carlos Guerraty, comandante en jefe de la aviación, el general Vicente
Huerta, director general de carabineros y el general de brigada Camilo Valenzuela,
comandante de la Guarnición Militar de Santiago, personajes estos que estaban
indirectamente en contacto con la CIA. A nivel civil y militar, por separado, se inicia la
interminable serie de complots: 32 en total. En estas dos reuniones se llega a la misma
conclusión: "convencer a Eduardo Frei de la necesidad de impedir a toda costa el triunfo de
Allende en el parlamento, por medio de una insurrección militar que desembocaría en la
renuncia de Frei, en la designación de una junta militar y en la convocatoria en un plazo de
tres meses a nuevas elecciones entre dos candidatos. Esta insurrección militar estaría
justificada mediante el caos que produciría el 'pánico financiero' y la 'ola de atentados
terroristas' ".[70]
Sergio Ossa informó al general Camilo Valenzuela de los acuerdos de la reunión civil,
y éste informó al general René Schneider de las dos reuniones. Ignoro si el general
Schneider aceptó. Pero no denunció el complot. El periodista Robinson Rojas - experto en
cuestiones militares - que investigó en profundidad en ese tiempo, sostiene la aceptación
del general Schneider condicionada a: 1) Su no participación en la junta militar y su
inmediato retiro del ejército y 2) Poner en conocimiento de los representantes del
Pentágono en Santiago este plan.
El 7.9.1970 se inicia la "corrida de bancos". Es el "pánico bancario". Empieza la
operación teléfono. Se llama casa por casa informando que "el gobierno comunista de
Allende" expropiará los dineros depositados en los bancos. Es así como las personas
solventes retiran sus depósitos de los bancos comerciales, del Banco del Estado, de las
asociaciones de Ahorro y Préstamo. Y sigue el "pánico financiero": los monopolios
industriales y comerciales suspenden los créditos y ventas a plazo, y exigen el pago al
contado y en efectivo a los medianos y pequeños industriales y comerciantes. Y se desata
la especulación del dólar en la bolsa negra.
El 8.9.1970, Arturo Matte presiona a Frei. El 10.9.1970, con los informes de Berrellez
y Hendrix, la ITT de Nueva York informa al Departamento de Estado que "hay sectores que
entienden que la declaración del general Schneider del 8.5.1970 indica que los militares no
se sienten necesariamente obligados a reconocer el voto popular". Con esta información,
Nixon dio luz verde en la reunión del 15.9.1970, a que nos hemos referido, a un eventual
golpe militar.
El "pánico financiero" fue de tal envergadura que el 28.9.1970, los capitalistas y
pequeños inversionistas o ahorrantes habían retirado las siguientes sumas calculadas en
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dólares: 1) de los bancos comerciales: 50 millones, 2) del Banco del Estado: 4,5 millones, 3)
de las Asociaciones de Ahorro y Préstamo: 26 millones. El dólar, que estaba al cambio
oficial de 12 escudos, se cotizaba en la bolsa negra a 70 escudos. Las divisas para viajes al
extranjero subieron de 5 millones en agosto de 1970 a 17 millones al 28.9.1970, a causa de
los que "huían del comunismo". El caos económico y el pánico financiero fueron
magnificados y estimulados por el ministro de Hacienda de Frei, Andrés Zaldívar, quien en
un discurso radiado ese día dijo que "el descalabro económico deriva de factores
psicológicos y los resultados probables de esta situación serán el de un desastre completo y
general".
Este era el clima que servía de caldo de cultivo al golpe militar de 1970.
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emerge la clase obrera como alternativa hegemónica de poder, con su programa, el
Programa Básico del gobierno de la UP. Dentro de las contradicciones político-social-
electorales en el seno de esta sociedad, sus fuerzas armadas, despreciadas, postergadas y
cada día más dependientes del Pentágono, en virtud de la magia y autonomía del Pacto
Militar, son las que tienen que jugar el papel de "garantes" de la constitucionalidad. Ellas son
el "fiel de la balanza". Y, a la vez, los árbitros del pleito electoral.
Las fuerzas armadas no son ni apolíticas ni neutrales. Ni menos son "árbitros". Están
para defender intereses nacionales con un claro sentido hegemónico. El militar está
condicionado por el "principio de sumisión a la autoridad", y necesita saber quién da las
órdenes, y las órdenes deben ser claras y precisas. En el Chile de 1970 había una crisis
dirigente en los sectores burgueses. Más que eso: estaban divididos, y no existía un sector
oligárquico hegemónico. Desde tiempos de Alessandri, con las Asociaciones de Ahorro y
Préstamos y otras instituciones ligadas a la construcción y a los servicios, se estaba
gestando una clase burguesa nueva y pujante: la burguesía financiera, que como materia
prima tenía solamente el dinero.
Tanto la reacción como el movimiento popular debieron jugar dentro del contexto
social que daba tal carácter a las fuerzas armadas. No se hicieron análisis sobre la
naturaleza de las fuerzas armadas, no era el tiempo para análisis. Era tiempo de combate.
Y, desgraciadamente, no se hizo después, por las mismas aparentes razones.
El proceso revolucionario chileno era específico. Pero no estaba fuera del marco de
las leyes generales de la revolución. Y con mayor razón se aplicaba a la situación
revolucionaria chilena la frase estratégica de Lenin: "Si la revolución no gana a las masas y
al ejército, no se puede ni pensar en una lucha seria". Es un hecho que las fuerzas armadas
actúan por presencia, como elemento social catalítico. Y generalmente es innecesaria su
violencia represiva en un régimen relativamente democrático. La sola presencia militar es
una presencia política, una presión política. En Chile, en 1970, se produjo en las fuerzas
armadas una dicotomía: 1) Un sector aparentemente minoritario de los altos mandos y de
los mandos medios se oponía cerradamente a Allende, y 2) Un sector mayoritario, formado
por los frustrados, los desencantados y condicionados por las enseñanzas y modalidades
de la Escuela de las Américas, que buscaban un camino propio. Pero no un camino de
aventuras golpistas, de cuartelazos o de golpes "gorilas". Buscaban el camino del Poder, y
fueron ellos los decisivos; seguían la consigna de "esperar y ver", pero de acuerdo a sus
propios intereses. Este sector estaba dirigido por el general René Schneider. Y es a estos a
los cuales se les llamó "constitucionalistas". ¿Por qué?. Porque en un momento
determinado y conforme a sus intereses y por no estar aún preparados, optaron por
sujetarse al fiel de la balanza. En ese momento, para el movimiento popular, el fiel de la
balanza era el acatamiento a la Constitución y a las tradiciones democráticas.
La reacción complotaba contra Allende y la UP. Allende se puso a la cabeza de la
lucha en contra de las conspiraciones. A la cabeza de la lucha por la defensa del triunfo
electoral del pueblo, y de la democracia. La realidad social conocida por el ejército - la
decidida acción masiva del pueblo en la calle - y la claridad conceptual de Salvador Allende,
convencieron al general Schneider y al alto mando del ejército. Y si inusual fue la entrevista
del general Schneider publicada el 8.5.1970 por "El Mercurio", más inusual fue su actuación
para desmontar el golpe militar en camino, golpe militar que dividiría a las fuerzas armadas.
1
Schneider, para evitar errores y advertir a todos que el golpe militar era invalidado, dio una
charla increíble en la Academia Politécnica del Ejército el 15.10.1970, días antes de la
reunión del Congreso Pleno. La viga maestra de su conferencia fue esta idea: "Las fuerzas
armadas no pueden ahora detener la evolución y los cambios. No debemos actuar
torpemente en un momento tan delicado de la vida constitucional chilena. Debemos aceptar
los cambios para cuidar que se desarrollen en orden y sin descarrilar la tranquilidad social.
Un grupo muy importante de chilenos no está dispuesto a dejarse arrebatar un triunfo
electoral que creen les cambiará el curso de sus vidas... Nuestro deber es no impedir que
esas personas intenten su experiencia, pero sin causar daño a los demás... El pesimismo
y la pérdida de fe pueden llevar a equivocarnos, a creer que el enemigo marxista está a
nuestras puertas y cometer un error de caer en extremos para combatirlo. El señor senador
Salvador Allende nos ha dado seguridades de que se mantendrá dentro de la Constitución y
las leyes. De que sus 'cambios programáticos' no representan un peligro para nuestro modo
de vida occidental y cristiano. El señor senador me ha dicho personalmente algo en lo que
estoy de acuerdo con él: en estos momentos un gobierno como el del señor Allende es el
único tipo de gobierno que puede impedir que estalle una insurrección popular violenta y
trágica... Las fuerzas armadas, que somos garantía de que esta sociedad siga siendo
occidental y cristiana, tenemos que esperar y ver qué sucede en el futuro. El futuro dirá si
tenemos que intervenir para volver a poner las cosas en su lugar, o si el señor Allende
cumple su palabra de encauzar la inquietud popular y de impedir la insurrección de los que
nada tienen". Estas palabras no necesitan un metalenguaje. Y, sin embargo, así como los
militares y los civiles no hablamos el mismo idioma, sus significados fueron distintos.
¿Qué sabía y qué no sabía el general Schneider?. Sabía que el ejército era el "factor
decisivo" militarmente en Chile. Sabía esto por haber colaborado con Roy Hansen y haber
recibido su trabajo "Cultura militar y declinación organizativa: Un estudio del Ejército de
Chile". Y conocía el informe del Plan Camelot de la American University sobre "reacciones y
capacidades de la población chilena frente a la subversión" y conocía el informe de
Rockefeller "Quality of life in the America" sobre la "potencialidad revolucionaria del pueblo
de Chile" y veía actuar a las masas populares en las calles, defendiendo su triunfo. A eso se
refiere cuando dice "un grupo muy importante de chilenos".
Pero, ¿qué no sabía el general Schneider?. No sabía si esas masas tenían o no
armamento y no sabía si sus propias tropas y clases estaban preparadas para actuar en
forma unida frente a su alto mando. Entonces, lo lógico era respetar lo que acordara el
Congreso Pleno, y si triunfaba Allende: "esperar y ver".
El 17.10.1970 el general Schneider se reunió con los comandantes en jefe de la
armada y de la aviación. A la salida de esta reunión, el comandante en jefe de la armada,
almirante Porta Angulo, presentó su renuncia a Frei y éste designó en su reemplazo al
almirante Hugo Barrios Tirado. El golpe militar había sido militarmente desmontado. Pero no
sabemos si esto se informó o no a la CIA-Chile. El hecho es que esta Agencia y la ITT
continuaron confabulándose con algunos sectores minoritarios de las fuerzas armadas.
El 16.9.1970 Hal Hendrix remitió el siguiente cable cifrado a Edward Guerrety: "Las
posibilidades de un golpe de estado son magras, pero existen. Una figura clave de esta
posibilidad es la del general de brigada en retiro Roberto Viaux. Es un hecho que la semana
pasada Washington dio órdenes a Viaux de echarse atrás, pero...". Lo que Hal Hendrix no
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informó es que su co-equipo Roberto Barrellez se había reunido en Santiago el 3.10.1970
en el Country Club con Roberto Viaux y el suegro de éste, coronel en retiro Raúl Igualt, y en
esa reunión acordaron secuestrar al comandante en jefe del ejército René Schneider para
que la conmoción que el secuestro produciría en el ejército actuara como "detonante" de
una reacción explosiva que obligaría a actuar a los militares. En este complot estaba
involucrado el general Camilo Valenzuela, que ordenó a Viaux formar un "equipo de choque
de confianza y con espíritu de combate". En la reunión con Barrellez, Viaux le dijo que
"alguien ha traicionado" y por eso se suspendió el golpe. Pero él continuaría con el plan
aprobado. Informado posteriormente de la conferencia del general Schneider del
15.10.1970, Viaux lo calificó de traidor. Y empezaron a enviarle sobres con plumas a su
residencia.
Los confabulados fueron el general Camilo Valenzuela, el general de carabineros
Vicente Huerta, el almirante Hugo Barrios, y el ejecutor fue Roberto Viaux y su "equipo de
choque" formado por elementos de la ultra-derecha. El apoyo financiero y logístico lo daba
la CIA-Chile. Esta intervención de la CIA consta en el cable cifrado del 20.10.1970 de Hal
Hendrix informando a sus jefes en Estados Unidos: "... hay una resignación general a que
Allende gane fácilmente en el Congreso, pero queda en Chile un débil susurro de esperanza
de que se monte un golpe militar para impedir que Allende llegue a la presidencia. Cierto
personal militar continúa esperando que el ex-general Viaux encabece una acción militar
antes del 4 de noviembre para colocar a las fuerzas armadas en el poder e impedir así que
Allende asuma". Este cable es importantísimo; de las declaraciones de William E. Colby en
el Comité Church se establece que el cargo más grave en contra de Kissinger fue no haber
ordenado a los directores adjuntos de la CIA que ordenaran, a su vez, a Hendrix y Barrellez
y a la Estación CIA-Chile de suspender las maniobras golpistas. Y esto, a espaldas del
Comité de los Cuarenta y del Equipo Especial para el caso Chile.
Paralelamente a estas maniobras contrarrevolucionarias, el movimiento popular,
dirigido por Allende y los Partidos Comunista, Socialista y Radical, y numerosos elementos
colaboradores, habían logrado acuerdos positivos con la Democracia Cristiana, dirigida por
Renán Fuentealba y Bernardo Leighton. Se había suscrito el documento que tendría
tramitación constitucional denominado "Estatuto de garantías democráticas".
Hemos dicho que diversas circunstancias en este tiempo definieron el destino de la
UP. Circunstancias externas e internas al movimiento popular. El día 29.9.1970 el Comité
Ejecutivo de la UP sorpresivamente dio orden de suprimir los CUP de base, los quince mil
CUP que habían dado el triunfo al pueblo y lo habían defendido en las calles. En Valparaíso
se nos citó a todos en el local de la "Asociación de Obreros Portuarios José Mariano
Valenzuela", uno de los más antiguos y combativos organismos obreros, desde hacía más
de 75 años, y del cual era yo su abogado desde 1948. Se expresó secamente que los CUP
quedaban suprimidos, que serían reemplazados por organismos regionales, comunales,
locales y de base constituidos exclusivamente por militantes de los partidos de la coalición
UP. Los independientes, es decir, la gran masa incorporada a los organismos CUP de base,
o ingresaban a dichos partidos o quedaban marginados de la acción. Esta medida tal vez
respondió a exigencias por tener estos CUP de base cierto "olor" a Comités de Defensa de
la Revolución.
Es efectivo que todo fue obra de la acertada conducción de los partidos obreros y sus
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aliados. Pero los 1.075.000 sufragios de Allende no fueron exclusivamente de militantes.
Los partidos Comunista, Socialista y Radical tenían más de cien mil militantes cada uno,
pero la mayoría de aquellos votos provenían de elementos populares de izquierda,
independientes.
El 19.10.1970, en el rudimentario aparato de seguridad de Valparaíso, recibimos de
uno de nuestros elementos la siguiente información: "En el nº 995 de la calle Blanco se
reunieron ayer dos oficiales de la armada en retiro, varios ejecutivos de empresa miembros
de la Asociación de Industriales de Valparaíso y Aconcagua (ASIVA), afiliada a la Sociedad
de Fomento Fabril, elementos de la revista nazi "Tizona", del Movimiento Revolucionario
Nacional Socialista (MRNS) y otros elementos nazis que han formado en Valparaíso la
jefatura de Patria y Libertad. En esta reunión indicaron que debían ubicar una casa grande,
con muchas piezas, y, a lo menos, con dos puertas de salida independientes con acceso al
camino de automóviles. Urgente, 48 horas. Lugares de enlace: la casa del Pasaje Naylor 46
en el Cerro Alegre y la iglesia de El Barón en que está el corazón de Portales". No se indicó
el objetivo. Desde ese día vigilamos con elementos leales los dos lugares. Nada
descubrimos.
El 22.10.1970 el comando de asesinos organizado por Roberto Viaux, que había
dado la orden de "liquidar al traidor", acribilló a balazos al comandante en jefe del ejército
general René Schneider. Falleció el 25.10.1970, al día siguiente de haber elegido por
mayoría absoluta el Congreso Pleno a Salvador Allende Presidente de la República.
El 25.10.1970, Hal Hendrix -con profunda desilusión- informa a sus jefes en Estados
Unidos: "Contra lo que todos esperaban, los militares no se movieron contra Allende el fin
de semana. Se creía que el atentado era el preludio del golpe". Frei designó en reemplazo
de Schneider al general Carlos Prats, comandante en jefe del ejército. Allende
posteriormente lo confirmó el 5.11.1970 en su cargo.
En el complot estaban involucrados el comandante en jefe de la armada y el de la
aviación, y el director de carabineros, amén del general de brigada Camilo Valenzuela. Aquí
se produjo otro hecho que sentaría una peligrosa doctrina: llamar a retiro simplemente a los
altos oficiales implicados en atentados flagrantes contra la Seguridad Interior del Estado y ,
en el peor de los casos, aplicarles penas simbólicas.
Los analistas de la DIA consignaron dos hechos en sus computadoras: 1) Un general
en retiro, sin mando de tropas, no tiene influencia alguna sobre el ejército y 2) Un general de
brigada, aun cuando sea comandante de la principal guarnición militar de Chile, no puede
dirigir un golpe militar.
La costumbre establecía que cada presidente de la república llamara a retiro a los
comandantes en jefe y a algunos oficiales de los altos mandos. Los miembros del Comando
de Abogados de Valparaíso le propusimos a Salvador Allende que llamara a retiro a tres
almirantes, a diez generales de ejército, a ocho de la aviación, a cuatro de carabineros y a
diez jueces de la Corte Suprema. Habíamos conversado con capitanes de navío, ministros
de Cortes de Apelaciones, coroneles de las otras ramas, y teníamos información de que
estaban de acuerdo con estas peticiones de retiro, que eran usuales y constitucionales. Y
sabíamos, por otros abogados, que en todo el país todos los oficiales, ministros y jueces
que deseaban ascender, consideraban esta medida lícita y como una forma de "darle tiraje
a la chimenea". Los oficiales permanecían largos años en sus grados. Allende no aceptó,
1
había sido convencido de "no remover a nadie para dar estabilidad y cohesión nacional".
Frei mismo había aconsejado a Allende llamar a retiro a varios generales.
A pesar de todo, los altos mandos vivieron preocupados por no crear problemas
personales o institucionales al gobierno para no ser llamados a retiro. Esto, en el período
que va del 5.11.1970 al 30.10.1972. Explicaremos posteriormente las razones de ello, y la
forma de actuar conforme a los antecedentes que recopilamos en ese tiempo.
En síntesis, el golpe militar de octubre de 1970 fue abortado por el Pentágono, la
DIA, y el alto mando del ejército. ¿Las razones? Diversas. Se estima que fueron
"neutralizadas" y que a esto contribuyó el "haber dispuesto de determinados puestos de
mando" y que el impacto de la crisis chilena afectó a las fuerzas armadas sin romper la
unidad interna, y la verticalidad del mando, disciplina y jerarquía. Indudablemente tiene
importancia el disponer de determinados puestos de mando. De no haber sido así, la crisis
del gobierno de la UP se habría precipitado, y habría desembocado en una guerra civil.
¿Habría sido peor el destino del pueblo chileno enfrentado a una guerra civil? No lo creo.
Pero retomando el hilo, si bien es cierto que se contó con la "neutralidad" del general
Schneider, no es menos cierto que TODOS los comandantes en jefe de la armada, aviación
y carabineros de ese tiempo, estuvieron involucrados en la tentativa de golpe militar de
Roberto Viaux. La experiencia me indica que el golpe militar de 1970 fue suspendido por no
tener los requisitos que exige la técnica y la práctica de la Doctrina de la Seguridad
Nacional, y solamente se postergó para darlo cuando todas y cada una de las exigencias
estuvieran cumplidas. A analizar esto dedicaremos el espacio-tiempo siguiente y, la
aparente "independencia" y "autonomía" de la CIA-Chile. Personalmente no creo en ella.
Pero ésta es una afirmación un tanto subjetiva en este momento.
1
desarrollo social y de sus conflictos. Y en última instancia, los intereses que defienden se
contradicen con sus propios intereses sociales objetivamente.
Roy Hansen comprobó el divorcio en Chile entre "lo militar" y "lo civil". Divorcio que
en el Chile de Pinochet se ha acentuado. Ello a causa de no existir un "lenguaje común"
entre ambas partes. Esto me consta por los años que estuve en la Escuela Militar, el
contacto con militares durante el gobierno de Allende y durante los dos años que ellos
fueron carceleros nuestros. El problema radicaba y radica en encontrar un sistema que
permitiendo la subsistencia del principio de "sumisión a la autoridad civil" hiciera -y con
mayor razón en el futuro- comprender a los militares que su deber es defender los intereses
de las grandes mayorías nacionales que forman la nación, y no de ínfimas minorías que
siempre los usarán como guardias pretorianas contra el pueblo, es decir, antinacionales. La
pretensión de la dictadura militar chilena de eternizarse en el Poder mediante la
institucionalización del terrorismo de Estado no le quita al régimen castrense su
transitoriedad en la historia del pueblo de Chile. Los nazis pretendieron un Nuevo Orden que
duraría un milenio. ¡Y se mantuvieron doce años en el poder!
El divorcio entre lo militar y lo civil alcanza caracteres dantesco en el Chile de
Pinochet. Él puede decir "que ni una hoja se mueve si no la estoy moviendo". Puede decir:
"Nadie está tan altamente colocado que no pueda ser expulsado o procesado". Pero ningún
civil puede entender estas palabras. Tampoco puede entender, este militar, que el
verdadero poder no está en sus manos. Y que -lo entienda o no lo entienda- quienes
ejercen el poder en Chile, es el pequeño grupo de civiles que forman los diez grupos
financieros, a los cuales él y todos los militares sirven de esquiroles y de testaferros en
contra del pueblo. Esto lo entienden los civiles, no lo entienden los militares. No hay un
"lenguaje común". Y en la práctica, ahora, el país carece de efectiva conducción política.
Expulsar, detener, hacer desaparecer a los habitantes de Chile, porque no hay ciudadanos
chilenos, porque no tienen derechos ciudadanos, no es conducir políticamente una nación,
es actuar como alcaide de una cárcel gigantesca, es ser simplemente, jefe de gendarmería,
no estadista. Pinochet nada aprendió de Salvador Allende.
Dentro del contexto ideológico formado por los cursos y la infraestructura creada
especialmente para dirigir las mentes militares hacia los postulados de la Doctrina de la
Seguridad Nacional, cada oficial es educado para la contrarrevolución. Y todos los Institutos
militares han sido transformados en bastiones de la contrarrevolución; basta con citar
Nicaragua, El Salvador, Guatemala. Es la institución la que compele al egresado de la
Escuela de las Américas a actuar en la práctica como contrarrevolucionario. No hablo del
individuo con uniforme, particularmente considerado. Hablo del instituto armado.
En 1959 la Rand Corporation financió un estudio sobre el asunto de los Institutos
armados en Latinoamérica, publicados con el nombre de "El papel de los militares en los
países subdesarrollados". Pero estos trabajos fueron demasiado generales, no contestaban
interrogantes más concretos para la defensa de los intereses de las transnacionales en
Latinoamérica. No encontraron, como veremos, la respuesta al interrogante fundamental.
Antes de entrar al problema concreto, es necesario señalar que en la búsqueda de la
respuesta, se ampliaron estos estudios sobre el militarismo latinoamericano. El informe de
Roy Hansen es específicamente relativo al ejército chileno. Pero "The American Concept of
Counter-Insurgency: some Latin American Aplications" (1966), "Latin America Juntas and
1
American Foreign Policy" (1965), el "Informe de Nelson Rockefeller" de 1969, "Intervention
and Revolution" (1978), con posterioridad, han precisado los postulados de la Doctrina de la
Seguridad Nacional al entregar exhaustivos análisis sobre la realidad latinoamericana.
En algunos sectores de la izquierda chilena en esos días empieza a surgir la
pregunta que treinta años antes se habían hecho los analistas militares y civiles del
Pentágono: "¿Qué son las fuerzas armadas?" y, más concretamente, "¿Qué son los
militares latinoamericanos?". La respuesta la obtuvo el Pentágono, en 1960, del Instituto de
Ciencias Políticas del Centro de Estudios Internacionales pertenecientes al Instituto
Tecnológico de Massachusetts. La habían dado los profesores Lucien W. Pye en su libro-
tesis "Los ejércitos en el proceso de modernización política" y John Johnson en su obra.
"Los militares latinoamericanos como grupo político en las sociedades de transición".
Estas tesis sostenían el fatalismo de aceptar el liderazgo político de los militares.
Afirmaban que "si la América Latina debe continuar conformándose con el militarismo - lo
cual parece probable - podría beneficiarse por lo menos de tener un fuerte núcleo de
oficiales entrenados en Estados Unidos...". Estas ideas nacieron en el IMT de Boston. Y de
Boston era John Kennedy. Todos estos intelectuales bostonianos, honestos consigo
mismos, se dijeron: "tenemos in mente, en particular, el estereotipo occidental del militar
como enemigo de los valores liberales...". Y como era un estudio para aplicarse en
Latinoamérica, sostuvieron la tesis del "conformismo" con el rol dirigente de los militares.
Aportaron así a la Doctrina de la Seguridad Nacional con la afirmación que las oligarquías
latinoamericanas "son incapaces en sus países de dirigir un proceso acorde a las pautas de
desarrollo clásico de la democracia occidental". Las palabras no necesitan explicación.
Estos intelectuales bostonianos afirmaron que, en el futuro, el militarismo deberá jugar roles
extramilitares como gobernantes de sus respectivos países, razón por la cual Estados
Unidos no debe considerar a los militares latinoamericanos como "la maldición de la
democracia", sino que por la fuerza de las circunstancias ellos deben transformarse para la
Casa Blanca y las multinacionales en "inconveniente recomendable".
Para la UP, las fuerzas armadas eran una incógnita y solamente debían ser
"neutralizadas". El alevoso asesinato del general Schneider y la no reacción del ejército no
fueron analizados. Sobre la base de la conferencia del 15.10.70 del general Schneider, la
izquierda chilena levanta la llamada "Doctrina Schneider", que llega a tener caracteres
míticos. Es efectivo que el general evitó el golpe militar y que pagó con su vida esta acción
democrática; y que junto al comandante Araya, al general Bachelet y al general Prats, figura
por derecho propio en el martirologio de la democracia chilena.
Pero las cosas deben analizarse a la luz de los hechos en su propio momento
histórico. Y fundamentalmente, cuando estos hechos se analizan para evitar errores futuros,
¿por qué decimos que la doctrina Schneider tiene un carácter un tanto místico?. Muy
simple: una cosa eran las palabras del general Schneider para los civiles, y otra, muy
diferente, para los militares. No había ni hay un lenguaje común. Este fenómeno pude
constatarlo también en España. Los políticos dicen algo, pero los militares entienden otra
cosa, y viceversa. Para ambos era un mensaje, un legado; pero diferente mensaje y
diferente legado. Y frente al asesinato del general Schneider a manos del general Roberto
Viaux y la ultra-derecha, los militares sintieron aumentar su odio hacia los "civiles" y
"políticos". De tal manera que también en parte esto determinó que los militares, el ejército,
1
fuera sordo a los requerimientos de la contrarrevolución civil. Pero en momento alguno la
"institución" permaneció pasiva y ajena al quehacer contrarrevolucionario.
No negamos que hubo y deben existir en las fuerzas armadas elementos
democráticos y proclives al pueblo. Pero son individuos. No pueden ser analizados
partiendo de la base que hay sectores contradictorios dentro de las fuerzas armadas. Por
sobre todo prima lo que para los civiles es difícil de entender: el espíritu de cuerpo, la
lealtad institucional. Es efectivo que los partidos comunista, socialista, radical, junto con
Allende personalmente y otros personeros, tomaron contacto con oficiales de las FFAA para
llevar a cabo algo así como un diálogo sobre la base del compromiso de incorporar
inmediatamente al desarrollo social a los militares, y así satisfacer necesidades sociales y
económicas de éstos. De incorporarlos al sistema de planificación económica, y respetar las
estructuras militares. Pero esto no puede servir de base para construir ninguna teoría. El
golpe militar que destruyó hasta hoy día la democracia en Chile, se levanta en contra de
cualquier teorización positiva con respecto al carácter de las fuerzas armadas chilenas. Lo
único viable es la división institucional. Y eso fue lo que evitaron los científicos sociales
militares y sus analistas.
De lo que capté durante los años que trabajé en la defensa de la seguridad del
Estado concluyo que en Chile la contrarrevolución nacional e internacional tuvo dos
caracteres y dos tácticas diferentes. Y contó con dos agencias dependientes del Consejo
Nacional de Seguridad norteamericana como asesores: la CIA asesoró a la
contrarrevolución civil y la DIA a la contrarrevolución militar. Porque la contrarrevolución en
Chile también vistió uniforme. Y es esta contrarrevolución militar la que gobierna en Chile. O
al menos, ejerce un poder absoluto y arbitrario. Aun cuando lo haga en defensa de intereses
extranjeros y de una minoría nacional.
1
instituciones que debían ser legisladas, porque dentro de la vía chilena hacia el socialismo
estas instituciones del poder popular, si bien podían funcionar en la práctica, no podían
imponerse, carecían de imperium al margen del estado de derecho. Este es el dilema al que
Radomiro Tomic se refiere. Pese a todo, el gobierno imponía la legalidad y se sujetaba
irrestrictamente a ella en su acción.
Ahora debemos visualizar la contrarrevolución en Chile. La contrarrevolución es la
acción de las antiguas clases dominantes para detener e invertir a su favor el curso y
dirección del proceso social chileno logrado por el gobierno de la UP. Los dirigentes de los
partidos de la UP y todos sus partidarios habían declarado firmemente que el proceso era
"irreversible". No obstante la irreversibilidad del proceso, la dictadura militar ha suprimido
todos los cambios producidos por el gobierno de la UP. Y en materia de contrato de trabajo
se ha vuelto al año 1840, diez años antes del Código Civil, y ya no se trata de considerarlo
como "prestación de servicios" sino que es un contrato regido simplemente por el principio
de "la autonomía de la voluntad". Las supuestas leyes de Pinochet 18.018, 18.020 y 18.032
son una monstruosidad jurídico-social.
La UP enfrentó el problema del poder estimando que era lo fundamental. Y la teoría
del poder se expresaba en tres aspectos básicos: 1) El poder del Estado estaba al servicio
del pueblo para hacer los cambios estructurales necesarios dentro de la legalidad existente,
2) El Proyecto Nacional que contenía los objetivos nacionales era el Programa Básico de la
Unidad Popular, y 3) El estado de derecho existente era instrumento y medio para realizar el
Proyecto Nacional y para defender al gobierno, y serviría para la subsiguiente transición
ininterrumpida hacia el socialismo. Era lógico que se gestara en la realidad un nuevo poder
popular que exigía sus propias estructuras. Insistimos en que Salvador Allende previó esto,
de ahí su primer discurso relativo a los proyectos de ley que legislarían los cambios. Allende
quería evitar el "vacío legal" en que se encontrarían las nuevas relaciones creadas. Pero
ellas, dentro del estado de derecho y conforme a la experiencia práctica que vivían los
organismos en que se expresaba este naciente poder popular, no antagónico con el
ordenamiento vigente, permitirían desarrollarlas hasta que llegase el momento de estar
aptos para institucionalizarlas. La lucha del movimiento popular chileno había enseñado que
las instituciones no se inventan sino que son producto de la realidad que se impone
mediante acciones previas al legislador. Y esto no podía ser aceptado indefinidamente por
la contrarrevolución.
Está el problema de las acciones defensivas y ofensivas. La llegada de Salvador
Allende a la presidencia de la república, la existencia del gobierno de la UP, el rápido y
eficiente cumplimiento del Programa Básico fueron una ofensiva relámpago en contra de la
reacción. En el lapso del 4.11.1970 al 30.9.1972, la ofensiva correspondió al gobierno y a la
UP. Y los ataques diarios por radio, televisión, prensa, parlamento, municipios, indican que,
pese a todo, la contrarrevolución actuó a la defensiva, aplicando la táctica napoleónica de
"la mejor defensa es el ataque". Lo que no la privó de su carácter de táctica defensiva. Pero
actuaron maquiavélicamente distorsionando la realidad, deteriorando las relaciones de las
clases no proletarias con la clase obrera, acumulando fuerzas a su alrededor, restándole
aliados a los trabajadores. Y sumando "legalidad" a su favor y restándosela mañosa y
falsamente al gobierno mediante declaraciones de los órganos de Poder y de las clases y
sectores por ellos controlados. Pero a partir del "paro patronal" de octubre de 1972, la
1
reacción pasó a la ofensiva: se agudiza la división nosotros y ellos. Se da una polarización.
Desaparece lo que Ignacio Martín-Baró, en su artículo "Fantasmas sobre un gobierno
popular en El Salvador" (ECA, Estudios Centroamericanos) llama "la pérdida de la
interacción cotidiana que parece reflejar un consenso o 'contrato social'". Afirma Martín-Baró
que "la polarización tiene por tanto dos aspectos: la clarificación y generalización de la
postura conflictiva en los principales grupos contendientes y LA PRESIÓN de todo tipo
sobre los grupos no implicados (al menos conscientemente) para que se incorporen al
conflicto". (Para un interesante análisis psicosocial de este tipo de proceso en el Chile de la
Unidad Popular, ver R. Suñiga, ECA 1976). En esta lucha de factores internos de la UP de
elementos de la ultraizquierda -sin intención de hacerlo y tal vez de la mejor buena fe
-contribuyeron a restar aliados a la clase obrera. No obstante haber ganado el pueblo en "el
paro de octubre", la reacción pasó a la ofensiva y emprendió el ataque frontal y la UP quedó
a la defensiva. El consenso se había perdido después de la nacionalización del cobre. Si es
que alguna vez hubo consenso. Pero es un hecho que incluso la derecha económica votó
por la nacionalización del cobre. ¿Por qué? Porque era el momento propicio. Y en ese
momento, Allende insistía en presentar los proyectos de ley a que nos hemos referido, que
habrían evitado la supuesta pérdida de legitimidad del gobierno.
La desestabilización entró en tierra derecha. Todos los medios de desestabilizar a un
gobierno, contenidos en el "Manual de Campaña del Departamento de Ejército de Estados
Unidos" y concretamente, en el capítulo "Operaciones Psicológicas", editado por la Oficina
Central del Departamento de Ejército de Washington y enseñada en la Escuela de las
Américas, se aplicaron en Chile. Y se perfeccionaron.
Fue en el terreno psicológico donde nos derrotaron. Pareciera absurdo sostener esto.
Afirma T. Dos Santos en "Concepto de clases sociales" (Bogotá, Calarcá 1974, pág. 30) ,
que "un conflicto social grave hace que individuos y grupos tomen conciencia de sus propias
raíces sociales. A su vez esta conciencia sobre los propios intereses de clase afecta la
estructuración de los procesos perceptivos. Se diría que los ojos pierden las cataratas del
consenso social": todos los acontecimientos, procesos y acciones empiezan a ser
sometidos a la categorización rígida del nosotros o ellos. Y sostiene Martín- Baró que esta
toma de conciencia tiene un doble efecto en los procesos cognoscitivos: "por un lado, la
categorización clasista de la realidad emerge al primer plano; por otro lado, las restantes
categorías cognoscitivas se subordinan a la categorización partidista, e incluso, son
abandonadas en la práctica. En la captación y definición de la realidad cotidiana ya no se
mira si algo es interesante o aburrido, bueno o malo, honesto o deshonesto... La
subordinación de los esquemas mentales a la categorización partidista y la consiguiente
rigidez de la comprensión va rompiendo las estructuras existentes de convivencia social: el
"sentido común" deja de ser explícitamente común y es sustituido por un sentido sectario,
que capta las cosas en cuanto favorece o contraría al grupo propio. Con ello,
paulatinamente va desapareciendo toda posibilidad práctica de diálogo, interacción y, más
aún, de acción o trabajo coordinado. Al final, la simple confrontación violenta aparece como
inevitable". (Pág. 278, nº 377-378, 3.4.1980, Talleres Gráficos UCA, Universidad
Centroamericana José Simeón Cañas, San Salvador - El Salvador).
A esta situación de "pérdida de la interacción cotidiana" llegamos después de las
elecciones parlamentarias de marzo de 1973, cuando la reacción no logró la mayoría que
1
necesitaba en el Congreso para derrocar legalmente a Salvador Allende. En ese momento
vieron que las puertas constitucionales estaban cerradas para ellos. Y aplicaron el principio
estratégico que ha sobrepasado, en el mundo occidental y cristiano, al de Clausewitz, quien
dijo que "la guerra es la continuación de la política por otros medios". El Manual del Ejército
de Estados Unidos sostiene que "la paz es hoy la continuación de la guerra por medios no
militares". El principal medio "no militar" que se emplea es la "propaganda u operaciones
psicológicas". Estas operaciones son planificadas y ejecutadas "para influir en los
sentimientos, actitudes, comportamientos y conductas de 'grupos del extranjero' de modo
favorable al logro de las políticas y objetivos de Estados Unidos".
Y el objetivo de la guerra psicológica según el Manual es "crear desaliento,
derrotismo y apatía; estimular a los individuos a poner su interés individual por encima del
colectivo; intensificar el interés del individuo en su situación personal y privada a fin de
reducir su apoyo a los fines colectivos o nacionales; fomentar el escepticismo respecto a los
fines políticos y a la ideología de la autoridad local o nacional si ésta es hostil a los
propósitos de los Estados Unidos; estimular la discordia, disensión, lucha, promover el
comportamiento desorganizado y confuso; fomentar acciones antisociales a fin de socavar
la estructura política del país; promover y apoyar movimientos de resistencia a la autoridad
si ésta no es amiga de los Estados Unidos". Todos principios extraídos de "Mein Kampf". Es
un manual en contra de la democracia representativa. Además, los que vivimos ese tiempo
alucinante, dedicados a combatir infructuosamente a los terroristas contrarrevolucionarios, y
todos los que participaron en el proceso, deben recordar que con la intensidad y la cantidad
de frentes que atacaron no dejaron lugar alguno que pudiera ser neutral. Y que, en la
práctica, nos obligaron a tener el cerebro dedicado o dirigido en una sola dirección: la de
ellos. Nos impidieron analizar, reaccionar, nos obligaron psicológicamente a pensar y actuar
sólo combatiéndolos en cualquier frente en que actuáramos, y esto nos impidió ver la
situación global del país en guerra.
La guerra psicológica ha sido analizada por el periodista y ex-director del diario "El
Siglo", Rodrigo Rojas, con mucha seriedad. Afirma que los "citados 'principios' y
'recomendaciones' fueron aplicados acuciosamente en Chile. La guerra psicológica tenía
como propósitos específicos acentuar los graves problemas económicos del país, exaltar a
las masas de los sectores intermedios y a las capas medias de la sociedad contra el
movimiento popular; generar la unidad entre estos sectores y capas de la gran burguesía en
torno a la política del imperialismo; imponer la hegemonía del capital financiero en la
conducción política de la contrarrevolución; buscar por todos los medios aislar a la clase
obrera de los sectores medios de la población; alentar sus disensiones internas propagando
las concepciones prácticas provocadoras y objetivamente contra- revolucionarias de la
ultraizquierda; y, aprovechándose de la naturaleza de clase de las fuerzas armadas y de la
larga y paciente penetración del imperialismo en sus filas, ayudar a ganar una correlación
de fuerzas interna y externa a ellas que las llevara a separarse del gobierno popular, romper
con su sedicente profesionalismo, su acatamiento al poder civil y su 'prescindencia política'
para caer en el fango del golpe de estado y del crimen contra el pueblo".
La experiencia nos enseña que la guerra psicológica desata el terror
indiscriminadamente. Así vimos cómo a los sectores medios se les hizo temer una
inexistente "dictadura comunista". Al movimiento popular se le atemorizó con atentados
1
terroristas a locales y bienes públicos, secuestros y asesinatos. La violencia de las guardias
blancas desatada no encontró una respuesta decidida y firme del movimiento popular.
Todos fuimos víctimas de la intriga, la calumnia, la mentira, los insultos procaces por los
medios de información y, anónimamente, por teléfono y cartas; en especial, los personeros
de gobierno. El objetivo tendía también a la provocación al movimiento popular para que,
exasperado, recurriera a la violencia y pasara por sobre su gobierno. Lo que no logró jamás.
Es por ello que magnificó algunas expresiones estridentes de la ultraizquierda -que
mantenía su propia política ajena a la de la UP- y con ello pretendía demostrar que los
extremistas habían sobrepasado al gobierno. Lo que es falso. La ultraizquierda no tuvo la
capacidad orgánica para ello, ni tampoco tuvo la intención de crear un vacío de poder.
La contrarrevolución tenía como objetivo fundamental el derrocamiento del
presidente Allende, y el establecimiento de un régimen bajo la hegemonía del capitalismo
financiero. La guerra psicológica, el pánico financiero, la suspensión de la ayuda
norteamericana, la utilización de huelgas de los gremios patronales de camioneros, taxistas
y choferes; del comercio minorista y de los Colegios Profesionales, sin excepción; el uso y
abuso del Congreso, de los Tribunales de Justicia y de la Contraloría General de la
República, le permitió a la contrarrevolución presentar al gobierno como caído en la
"ilegitimidad" para justificar un golpe militar de los comandantes en jefe elegidos por el
propio presidente de la república. Esta "justificación" estaba implícita en la "doctrina
Schneider". Schneider lo dijo muy claramente: "... el futuro nos dirá si tenemos que intervenir
para volver a poner las cosas en su lugar, o si el señor senador Salvador Allende cumple su
palabra...".
Esta es la otra parte de la "doctrina Schneider" y en ella habla sin ambages de
"intervenir para volver a poner las cosas en su lugar". Es decir, para volver hacia atrás
la rueda de la historia. Esta es la interpretación militar de la "doctrina Schneider". Y la
contrarrevolución chilena fue dirigida desde afuera. El informe Church afirma: "La acción del
gobierno de los Estados Unidos, a través de su diplomacia y sobre todo de sus servicios
secretos, tendía a crear y difundir la impresión de arbitrariedades por parte del gobierno de
Salvador Allende, y a provocar el caos económico y social, y la aprensión de una guerra
civil, a fin de que el golpe militar que se preparaba contara con cierto grado de apoyo de la
población".
La contrarrevolución internacional notificó de inmediato a Allende sus imposiciones y
sus actuaciones futuras para el caso de que éste no acatara sus órdenes. El imperialismo
es un hecho de nuestro tiempo, pero no es algo incorpóreo. Hoy tienen nombre, domicilio y
rostro cada una de las organizaciones transnacionales que constituyen el ser mismo del
imperialismo. Debemos personalizarlo y visualizarlo en la forma real y concreta que estas
organizaciones y sus ejecutivos lo hacen. El 5.11.1970, el presidente del "Consejo de las
Américas" -afiliado a la "Business International Corporation"- que está constituido por las
doscientas multinacionales que operan en América Latina, le escribió directa y
personalmente a Salvador Allende advirtiéndole y exigiéndole lo siguiente: a) "Empresas
privadas clarividentes trabajando en estrecha colaboración con gobierno clarividentes son
hoy lo mejor, por no decir el único método de desarrollo"; b) "La nacionalización de
empresas económicas privadas, con la subsiguiente propiedad y gestión del Estado,
inevitablemente supone un grave costo social para el público y el país"; c) "La compañía
1
multinacional es hoy el elemento más efectivo para el desarrollo, incluso lo será mucho más
mañana"; d) "El Consejo de las Américas está hondamente preocupado por lo que puede
pasar mañana a las relaciones chileno-norteamericanas. Nosotros estamos sobre todo
preocupados porque el sector privado de Estados Unidos puede ser rechazado en Chile a
cambio de teorías que alguna vez fueron buenas, pero que ya no sirven para las nuevas
necesidades del año 2000". Era una orden de los altos mandos de las multinacionales que
operaban en Chile, y una amenaza. Allende y el gobierno de la UP, fieles al principio de la
autonomía y de la independencia nacional, desecharon estas imposiciones y cumplieron el
programa prometido.
Las clases poseedoras chilenas y las multinacionales se alzarían en contra del
desarrollo social, y para ello contaban con dos caras y dos tácticas: civil y militar.
1
caos social, campañas de odio y de terror, huelgas patronales, maniobras
"desestabilizadoras". 2) Labor de obstrucción más que de oposición en el Congreso
Nacional. 3) Bloqueo por parte del Poder Judicial de todas las acciones legales en contra de
terroristas sorprendidos in fraganti; bloqueo en la Contraloría General de la República de los
actos jurídicos del gobierno y 4) Desarticulación del Poder del Estado. Más tarde, en el
período marzo-septiembre de 1973 -cuando se aplicó la Ley de Control de Armas por las
fuerzas armadas y el propio gobierno dictó "zonas de emergencia", pasando así el poder
político de las provincias a manos de las fuerzas armadas- se hizo uso y abuso de
denuncias falsas y calumniosas en contra de los sindicatos y locales de los partidos de
gobierno sobre tenencia de "armas y explosivos" inexistentes. Lo que fue hábilmente
utilizado por los contrarrevolucionarios militares para dejar inerme al gobierno y para evaluar
la capacidad de fuego del pueblo.
La contrarrevolución chilena caminó con las dos piernas. Era oportunista: usó todos
los medios legales, pero también utilizó la violencia. Es preciso señalar que la
contrarrevolución utilizó en Chile un complejo sistema de tácticas supletorias y alternativas.
Y desde el 24.10.1970 se planteó el uso de dos tácticas para un solo fin: una táctica
compleja para los civiles, una táctica encubierta y solapada para los militares. La marcha de
la contrarrevolución militar sería algo lenta y disimulada hasta obtener la cohesión total de
todas las instituciones alrededor del comandante en jefe del ejército. Esto conforme a la
Doctrina de la Seguridad Nacional. Las dos tácticas eran diferentes, pero ambas terminaban
en el derrocamiento por medio de las armas del gobierno de Allende. Las examinaremos
por separado, pero ellas son solamente categorías diferentes o caras distintas de una
misma moneda. Y analizaremos la acción de quienes las planificaron, visualizaron y
sirvieron de asesores para su ejecución.
1
fueran financiadas por la CIA a través, quizás, de la Federación Internacional de
Trabajadores del Transporte (ITF) o a través de la AIFLD, que ya había entrenado a unos
nueve mil obreros chilenos. Y finalmente, el Plan Zeta, tan parecido al documento que le
colocamos a Flores en Quito, y a nuestras 'pruebas' contra los soviéticos en Montevideo, tan
típico de los 'documentos negros de la CIA'. ¿Lo colocó en el despacho del ministro un
agente del ministerio?. Lo más probable es que los generales chilenos le pidieran a la
estación que redactara el Plan Zeta, de la misma manera que nuestros colaboradores de
enlace uruguayos nos pidieron que redactáramos un informe acerca de la intervención
soviética en los asuntos sindicales de 1965 y 1966".
La CIA es una agencia de planificación y ejecución, además es una central de
información y contrainformación. Omitiremos describir su intrincada organización dentro de
los servicios de seguridad norteamericanos, por ser públicamente conocidos. Nos
referiremos sólo a los departamentos que actuaron en Chile y la forma en que lo hicieron. La
CIA-Chile, "Estación Santiago", depende del director adjunto de Operaciones Clandestinas
del Hemisferio Occidental. Y por sobre Berrellez y Hendrix, en 1970, estaba Ray Warren,
que era el jefe de la rama del Cono Sur de la División de Operaciones Clandestinas. Esto
prueba la importancia que Chile tenía para el sistema de seguridad hemisférico. La Estación
se designa con la letra S y al jefe desconocido se le denomina Chief Operation Station o
COS. En los mil días del gobierno de la UP, el COS en Chile fue R. Warren. Además,
existían las "antenas" o bases en las ciudades que ya hemos señalado, conocidas como B.
Todas estas B estaban subordinadas a la S Santiago, y cada B estaba - y está actualmente
- dirigida por un Chief Operation Station o COS. Éste recibe las instrucciones y las da a
otros socios. Recibe sus informaciones y las remite a la S para ser evaluadas. En Chile,
operaron durante el gobierno de la UP las siguientes ramas específicas de la CIA: 1) El
Directorio de Operaciones o Clandestine Service, el DC, cuyo jefe era Ray Warren. 2) La
rama del Foreign Intelligence o FI, que recibía específicamente las informaciones, como
oficina de inteligencia, es decir, de espionaje. 3) La Counter Intelligence o CI, oficina de
contra-información, contra-inteligencia, contra-espionaje, encargada de vigilar o dar
protección a los agentes de la CIA (o espiarlos) y que tiene como misión también la de
manipular las maniobras tendentes a desconcertar, a "intoxicar", a desinformar al enemigo
cuando éste obtiene alguna información de lo que los agentes de la CIA están hacien 4) La
Operational Division Service o OSD, que da la ayuda programática y logística para las
operaciones, y obtención de medios especiales. Por ejemplo, para el asesinato del
comandante Araya Peters o para la maniobra en casa del general Prats; 5) La Missions
Programs, encargada de preparar los programas de acción política, de desestabilización, de
penetración e infiltración en diversos organismos y, por último 6) El Covert Action, el CA,
oficina encargada de a) dar cobertura a todos los agentes y b) ejecutar operaciones
altamente secretas y especiales: el asesinato del general Schneider, el Plan Zeta, etc.
Los agentes de la CIA en Chile eran hispano-parlantes, y estaban rodeados de una
extensa red de agentes chilenos. Estos servían de enlace, de buzones para obtener
seguridad y escondites, proveían cobertura a los agentes norteamericanos, conseguían
materiales de información, propalaban contra-informaciones. Así, dentro de cada ministerio,
dentro de cada una de las ramas de las fuerzas armadas y del orden de investigaciones y
gendarmería en cada dirección general, universidad, en el parlamento, en los municipios,
1
en los tribunales, en toda la administración pública y privada, en los organismos culturales
bi-nacionales, en los clubes deportivos, juntas de vecinos, sindicatos, federaciones, en toda
la extensa superestructura social chilena, había agentes de la CIA. Ellos montaron las redes
de información y contra-información, la acción de la guerra psicológica y el terrorismo, las
redes de escape y de evacuación para cada operación planificada y ejecutada. Entre éstas
hay que destacar la Operación general Prats. Ellos desinformaron a la opinión pública y
dividieron al país con informaciones ponzoñosas y mal intencionadas. Prestaron ayuda
económica, técnica y material a Patria y Libertad, Comando Rolando Matus, Comando de
Ex-Cadetes, Proteco (Protección contra el comunismo; organización que se extendió barrio
por barrio, chalet por chalet y departamentos de lujo) y otros organismos de guardias
blancas. Estos agentes infiltraron organismos extremistas como la VOP, y cometieron
crímenes como el alevoso asesinato del ex-ministro de Frei, Pérez Zújovic. Se infiltraron en
todos los partidos, sin excepción. Montaron equipos micro-emisores y magnetófonos, en
diversas oficinas gubernamentales. La acción de la CIA fue - y lo es - posible gracias a la
extensa plana de colaboradores nacionales que obtiene en cada país. No se trata de
"supermanes", se trata de individuos que conocen y son técnicamente calificados en
funciones de información.
La CIA se organizó después de la Segunda Guerra Mundial. Las funciones del FBI y
de los diversos servicios de inteligencia militares tenían limitaciones. El objetivo básico de la
CIA fue y es actuar como instrumento de penetración del gobierno de la Casa Blanca y de
las multinacionales que la financian en gran parte, en los gobiernos de otros países para
influir en la política de ellos en forma que sea favorable a los intereses económicos,
sociales, políticos e ideológicos, tácticos y estratégicos de los Estados Unidos, y para
obtener mediante la actuación clandestina de la CIA y de sus agentes "nacionales" en cada
país, que en los gobiernos de esos países participen individuos dóciles e identificables con
los intereses estadounidenses.
Desde el 4.11.1970, la acción de la CIA en Chile tuvo como finalidad básica derrocar
- por cualquier medio - el gobierno constitucional y democrático de Salvador Allende. Es
difícil infiltrarse en la CIA, pero no imposible. Siendo un organismo formado por seres
humanos, sujetos a grandes tensiones y en contacto permanente con las personas que
forman el país en que actúan, no es difícil que algunos de ellos deserten. Actualmente, la
CIA - como consecuencia de Watergate y de la Comisión Church - ha perdido su condición
de top secret al extremo de que hoy día llama a concurso, para postular en ella, por medio
de avisos en diarios norteamericanos. Era difícil para los servicios de información de la UP
en proceso de gestación, competir con la CIA y la DIA, pero lo hicimos. El error grave que
cometimos fue no establecer dentro del aparato de seguridad del Estado una Dirección
General de Información y Seguridad. Obteníamos informaciones pero ellas no eran
debidamente procesadas, ni mucho menos, se establecían las pautas y líneas para
contrarrestar la acción insurreccional. Es preciso ser francos: solamente en la noche del 10
al 11 de septiembre de 1973 se creó esta Dirección General de Información y Seguridad, y
Salvador Allende designó director a José Tohá. Pero ya era demasiado tarde.
En Chile, la CIA creó el 5.9.1970 la organización terrorista blanca Patria Y Libertad.
Los objetivos del terrorismo ultraderechista y de la contrarrevolución en un sistema como el
chileno, y pueden serlo en sistemas como el francés y el griego, son los siguientes: 1)
1
Sabotear la economía nacional. 2) Debilitar el principio de autoridad del gobierno haciendo
aparecer un supuesto "vacío de poder". 3) Hacer estéril la acción jurídica del gobierno
popular en contra de los que atentan a la seguridad del Estado, mediante el entorpecimiento
de las acciones legales en los Tribunales. 4) Agudizar las contradicciones de clases,
fundamentalmente entre el proletariado y las capas medias de la ciudad y el campo. 5)
Detectar, ubicar, desprestigiar, aislar, y aún más, asesinar a los militares que demuestren de
cualquier forma su respeto a la autoridad constitucional y al proceso de desarrollo social, y
6) Crear un estado de ánimo derrotista y de frustración entre las masas que presten apoyo
al gobierno.
En lo político, colaboró con los partidos Demócrata Cristiano y Nacional para
convencerlos de la creación del consenso de que el gobierno de Salvador Allende había
caído en la "ilegalidad". Y así poner en acción la fórmula de "sumar poder" en contra del
gobierno. En esto, la psicología juega un papel fundamental.
En Chile, el técnico encargado de estas funciones fue el agente de la CIA Keith
Wheelock, del Equipo de Guerra Psicológica y Paramilitar de los Servicios Clandestinos de
la CIA, y quien organizó Patria y Libertad. Esto es necesario analizarlo con cierta detención.
¿Por qué un técnico en guerra psicológica y paramilitar?. Porque la CIA, en cierta manera,
actuó en Chile con política propia, al margen de la planificación más seria y científica de la
DIA. Y aun cuando nos adelantemos a los hechos, es preciso señalar que la CIA en Chile
cooperó a la "desestabilización legal" del gobierno de Allende, pero siempre estimó como
fundamental la táctica insurreccional armada, para provocar la guerra civil. Es esto lo que
desconcierta, lo que hace pensar si fue en realidad un error de la CIA o si fue una jugada
genial de los más altos centros de decisión y poder estadounidenses. La táctica de la guerra
civil implica y requiere la quiebra de las instituciones armadas como tales. Y, en
consecuencia, la división de la fuerzas armadas que se ponen al servicio de las clases y
dirigentes en pugna. ¿Había cierto antimilitarismo entre los agentes de la CIA?. No lo
sabemos; pero dejamos constancia de este hecho.
La CIA difundió la posibilidad de una guerra civil. Esta propaganda a la guerra civil
actuó como cortina de humo en algunos sectores del gobierno y de los partidos de la UP. En
marzo de 1973, el partido comunista lanza la consigna NO A LA GUERRA CIVIL que
prende entre las masas populares. En ese tiempo - conjuntamente con otras personas que
trabajamos en esas funciones de Seguridad del Estado - estuve en desacuerdo con esa
consigna; y lo estoy hasta hoy día. En nuestra opinión, ella implicaba el reconocimiento
público de que nuestro gobierno tenía las horas contadas. Y que las fuerzas armadas
estaban divididas. Pero, ¿estaban divididas las fuerzas armadas?. ¿Había posibilidad de
dividirlas?. A la primera pregunta la respuesta es negativa. A las segunda, afirmativa.
Para justificar el porqué sostener que era posible dividir a las fuerzas armadas en
esos días, entre el fin del paro de octubre y las elecciones de marzo de 1973, es necesario
analizar el siguiente hecho: ¿Por qué Salvador Allende confió en Augusto Pinochet hasta las
08:00 horas de la mañana del 11.9.1973?. Ambos eran de Valparaíso. Augusto Pinochet se
había portado discretamente como jefe de vigilancia en el campo de concentración de
Pisagua. Salvador Allende lo trajo del norte, de la Primera División, y el 3.1.1972 lo hizo
nombrar jefe del Estado Mayor del ejército. En calidad de tal, Salvador Allende le pidió que
el Estado Mayor hiciera una evaluación relacionada con diversos complots dentro de las
1
filas del ejército en contra de su gobierno, que habían sido infiltrados por civiles. Estos
civiles actuaban cumpliendo las órdenes y ejecutando los planes de la CIA. El Estado Mayor
del ejército encargó a la Dirección de Inteligencia Militar las investigaciones. Aquél elaboró
su informe y el general Pinochet informó al gobierno de Allende lo siguiente: 1) Existen a
través del país numerosos grupos que promueven el derrocamiento del gobierno. 2) Existen
numerosos grupos de ultraderecha para-militares. 3) Estos grupos de ultraderecha estarían
en condiciones de paralizar el país económicamente mediante el sabotaje. 4) Estos grupos
tienen simpatizantes entre diversos sectores de la oficialidad de las fuerzas armadas.
Éste era un informe serio y responsable, y que coincidía con las informaciones de
que disponía el gobierno. En Valparaíso, la situación era tal cual había descrito el informe
del general Pinochet. Estamos en marzo y abril de 1972. ¿Por qué desconfiar?. Se trataba
de hechos reales, concretos y probados. Nada había de falso en el informe del general
Pinochet. Entonces, el 23.6.72, Salvador Allende, después de haber recibido los informes
positivos de los servicios de seguridad a través del país, todos ellos coincidentes con el del
general Pinochet, le ordena que en su calidad de jefe del Estado Mayor del ejército estudie
con sus generales y presente al gobierno un "Plan de Seguridad Nacional" y un "Plan de
Defensa Antiinsurreccional de la Capital". El Estado Mayor estudia la situación y entrega
este plan, que es alternativo: ofensivo y defensivo. Eso lo comprende el gobierno, que lo
desarrolla fundamentalmente en la alternativa defensiva, pues era esto lo que al gobierno
interesaba. Este plan opera conforme a una ecuación social que sirve de sustento a la
política de la seguridad nacional del gobierno de la Unidad Popular: el trinomio gobierno-
obreros-ejército. Es necesario señalar que todos considerábamos al ejército como el factor
decisivo. Y no porque Roy Hansen lo hubiera dicho así, sino porque era un hecho escueto y
real. Y, además, porque las informaciones relativas a las actitudes de miembros de los altos
mandos de la Aviación y de la Marina aconsejaban no considerarlos en este plan defensivo.
Pinochet informó reiteradamente a Salvador Allende de diversos complots en las filas
del ejército. Y todos fueron chequeados como efectivos. Junto al general Carlos Prats,
Pinochet se demuestra ardiente partidario y continuador de la "doctrina Schneider". En
septiembre de 1972, el general Augusto Pinochet viaja a México, y en Panamá se reúne con
el general Underwood. No obstante ignorar el gobierno esta escala, el propio Pinochet se la
informa a Salvador Allende. Se trataba de una visita de "cortesía" de un ex-graduado a su
maestro en la Escuela de las Américas. ¿Qué de malo podía existir en una visita de tal
naturaleza informada por el propio general Pinochet?. Era una prueba de sinceridad y de
franqueza de este militar cuya pasión era la geopolítica y cuyo afán era dar a conocer los
gloriosos hechos militares de la guerra del Pacífico. El 2.10.1972 se le nombra comandante
en jefe del ejército subrogante, mientras viaja al extranjero el general Carlos Prats. En estos
meses, recorre las guarniciones del país. Reúne a los oficiales y les dice: "Uds. saben que
yo no soy marxista, pero lo que este gobierno hace es bueno, en especial para las fuerzas
armadas. Nos ha mejorado los sueldos y modernizado el armamento, y facilita todos
nuestros proyectos y planes de estudio, de perfeccionamiento y participación...". Todos los
servicios de información, tanto del gobierno como de la marina, carabineros, aviación y
policía política, reciben informes coincidentes sobre estos discursos. Posteriormente,
designado ministro del Interior el general Prats, que actúa como vicepresidente de la
república, el general Augusto Pinochet vuelve a subrogarlo. Y reitera con hechos, no con
1
palabras, su lealtad a la "doctrina Schneider".
Así como esta lealtad hacia el gobierno era conocida de todos los servicios de
información, también era de dominio de la CIA. Y era tanta la convicción de los agentes de
la CIA respecto a la fidelidad de los generales Prats y Pinochet al gobierno constitucional,
que sobre la base de este hecho formularon la táctica de la "guerra civil", porque estaban
seguros de que el ejército, dirigido por el alto mando, más carabineros e investigaciones,
serían leales al gobierno cuando se produjera el enfrentamiento. Para la CIA era un hecho
la división de las fuerzas armadas. ¿Había contactos entre la DIA y la CIA?. Sí, los había,
pero la DIA solamente recababa informaciones, listas de personas, lugares, organizaciones
aunque sin exponerle sus planes. Y tampoco la CIA informaba de sus propios planes a la
DIA. Esto pareció extraño, pero así lo constatábamos.
1
el partido Nacional y la organización fascista "Patria y Libertad". La abrumadora mayoría de
estas mujeres eran las esposas de gerentes, altos ejecutivos y empresarios importantes y
monopólicos, además de empleados de alto nivel de renta. Eligieron como símbolo del
desfile ollas vacías y cucharas. Cada manifestante portaba estas ollas vacías y cucharas
golpeando una contra la otra; el ruido era ensordecedor y atemorizante. Así, tronando, las
mujeres del Barrio Alto de Santiago, bajaron hasta el centro de la ciudad y, provocando un
enfrentamiento con los carabineros (policía armada) quisieron rodear el Palacio de la
Moneda. Durante dos o tres horas, al anochecer de ese día, todo el centro fue escenario de
una batalla campal entre la policía militarizada y las mujeres manifestantes..." En aquella
tarde, dice el periodista Robinson Rojas: "Vi el embrión de lo que sería más tarde, a partir
del 11 de septiembre de 1973, la más increíble ferocidad desatada por un ser humano
contra otro. Mujeres bien vestidas, de hermosas figuras y delicado caminar, que uno había
visto siempre en los estrenos de gala de los cines o teatro, gritaban desaforadas por las
calles groserías increíbles contra el presidente Allende. Una de estas frases: 'Allende,
maricón, ya no sirves ni para el colchón"... Vi golpear a jóvenes con las cacerolas, y en un
caso, después de haber atrapado a un niño de 15 años, dos mujeres, una de las cuales
llevaba un collar de perlas, lo sujetaron contra el suelo, le reventaron los pantalones por la
cintura, se los bajaron, y comenzaron a golpearle los testículos mientras chillaban:
'Capemos a este hijo de puta' y se esforzaban por sacarle los genitales de entre los
calzoncillos. La llegada de la patrulla salvó al niño". [74 ]
3.12.71: Se funda el "Comando de ex-Cadetes". Un grupo de cadetes militares se
retira, aparentemente, de la Escuela Militar, solidarizando con una actitud rebelde y absurda
del coronel Alberto Labbé, director de este instituto militar, el que se negó a rendir honores
militares en una ceremonia oficial al comandante Fidel Castro, huésped oficial del gobierno
de Chile. Este comando es un grupo altamente preparado de "información y ejecución".
22.12.71: El Congreso vota el Proyecto de Reforma Constitucional Hamilton-
Fuentealba.
7. 1.72 : El Congreso destituye a José Tohá como ministro del Interior y Salvador
Allende, con el acuerdo de los tres comandantes en jefe de las fuerzas armadas -en uso de
sus facultades constitucionales- lo designa ministro de Defensa. José Tohá, en nombre del
gobierno de la UP, dona a la armada o marina nacional, la Isla Dawson, 80 kilómetros al sur
de Punta Arenas en el estrecho de Magallanes. Tendrá el carácter de "portaviones fijo" y
servirá para realizar juegos de guerra tridimensionales. Es un secreto militar que vela por la
seguridad exterior de Chile.
19.2.72: El Congreso insiste por segunda vez con el Proyecto Hamilton-Fuentealba.
Es vetado por Allende y la oposición no tiene los dos tercios para insistir.
21.3.72: El periodista estadounidense Jack Anderson denuncia, a través del
"Washington Post", el complot ITT-CIA para derrocar a Salvador Allende. Parte del partido
Radical se retira del gobierno y se pasa a la oposición, dirigido por el senador de Valparaíso
Luis Bossay. Se designa ministro de Minería al general Pedro Palacios de Valparaíso.
12.4.72: La contrarrevolución civil realiza "la marcha de la democracia" y la UP
responde con la "marcha de la patria" el 18 del mismo mes.
10.5.72: En su mensaje, Allende denuncia el complot en que han estado implicados
los generales de brigada Hernán Hiriart y Alfredo Canales y define el Proyecto de Reforma
1
Constitucional Hamilton-Fuentealba como "intento que anulará las conquistas alcanzadas
en el campo del área social de la economía". No soy economista. Y los economistas
tuvieron como técnicos más ingerencia que los abogados en diversas cuestiones
gubernamentales. Recuerdo que el ministro Pedro Vuskovic sostenía que todo el aparato
jurídico-administrativo había hecho crisis, y que se necesitaba "una gigantesca movilización
de masas con objeto de controlar el aparato productivo y prepararlo para el enfrentamiento
militar entre clases". Agregaba que esto era urgente porque la burguesía "aún no tiene la
cohesión suficiente para intentar una contrarrevolución armada". El partido Comunista
planteó la tesis de "aumentar la producción", y, "consolidar lo existente para luego avanzar".
Esta era la posición que estimábamos más coherente con la política y la táctica defensiva
del gobierno de la UP. Fue designado como ministro de Economía, y de Hacienda después,
en reemplazo de Pedro Vuskovic, el senador comunista Orlando Millas, quien había escrito
en "El Siglo" un artículo llamando a "consolidar y avanzar". Dice Luis Corvalán en su
informe al Pleno de 1977: "En materia de política económica era necesario concretar un
plan articulado de gobierno y encarar el problema del aumento de la producción".
12.6.72: Se habían iniciado algunas conversaciones con la Democracia Cristiana.
Pero era tarde, el ala derecha dirigía este partido.
17.6.72: Salieron del gabinete Pedro Vuskovic y el general Pedro Palacios, porque
'no podía estar un general en un gabinete controlado por comunistas', según expresó el alto
mando. Pero la idea del partido Comunista, siendo positiva, pues perseguía obtener una
convivencia nacional que se había perdido, tenía como contraparte al mundo de los
intereses creados -¿podríamos obtener ahora la aprobación de los proyectos leyes que
Allende tenía anunciado presentar en su primer discurso?- Difícil, ya ellos estaban en una
lucha constitucional frente al vetado Proyecto Hamilton-Fuentealba.
27.6.72: El Congreso inhabilita al ministro del Interior Hernán del Canto. Los obreros
crean el "Cordón Cerrillos".
29.6.72: Se interrumpen las conversaciones con la DC. La razón fundamental está en
la falta de criterio único en la UP. No existía unidad ideológica.
Insistimos en la falta de unidad ideólogica y táctica en la UP. No se había delineado
una política única que pudiera, en la práctica, conducir efectivamente al pueblo a la victoria
de la lucha liberadora como la que le dio el triunfo electoral y parte del Poder. "Estamos
viviendo un momento difícil. No tanto por la ofensiva del enemigo, del imperialismo y la
reacción interna, sino porque, hablando francamente, nosotros vemos -declaraba en esos
días la Comisión Política del PC- una crisis muy seria en el seno de la UP. Una crisis de
orientación política, que afecta al propio gobierno".
En contra de su permanente postura de no intervención, Salvador Allende se ve
obligado el 29.6.72 a condenar públicamente las tendencias divisionistas y la falta de criterio
único en el seno de la UP.
Y estas posiciones divergentes encuentran su máxima expresión el 27.7.72 en
Concepción, ciudad en la cual se realiza la "Asamblea Popular de Concepción" con los
partidos de la UP -con la sola exclusión del PC y el MIR- en la que se plantea una táctica
diferente a la del gobierno. Se suscita una serie de acciones y declaraciones críticas del MIR
en contra del gobierno de Allende, y algunas de estas acciones hacen que en el aparato de
Seguridad Interior debamos ejercer acciones legales en contra de algunos miembros del
1
MIR. Es preciso ubicarse en la época dentro del contexto de defensa del estado de derecho
del gobierno. El 5.8.72 se produce en la población Lo Hermida, una provocación dirigida por
Osvaldo Romo -después torturador de la DINA- elemento infiltrado por la CIA en dicho
campamento obrero. Muere un obrero y hay varios pobladores heridos a consecuencia de
las acciones disuasivas de las fuerzas del orden y seguridad del gobierno. Allende va al
lugar, enfrenta a Romo y a los pobladores exacerbados por éste, y controla situación. Se
hacen críticas a estas acciones disuasivas. El Dr. Eduardo Paredes, director general de
Investigaciones, declara con toda seriedad y conocimiento de causa:"La UP en su conjunto
no ha definido jamás una política policial". En realidad, las políticas militares y policiales no
podían emanar en un gobierno popular, exclusivamente del gobierno. Era responsabilidad
de los partidos que lo constituían y de los sectores sociales que lo apoyaban. El 11.9.73, el
Dr. Paredes fue bárbaramente asesinado en La Moneda.
En este mismo tiempo se discute el proyecto de ley sobre control de armas. Este
proyecto fue presentado por el senador demócrata cristiano Juan de Dios Carmona, y había
sido preparado
y redactado por un grupo de generales contrarrevolucionarios. Carmona mantenía contacto
con ellos como presidente de la Comisión de Defensa del Senado. Este proyecto entregaba
el control de armas, hasta ahora en manos de civiles, a las fuerzas armadas. Lo más grave
es que suspendía la inviolabilidad del hogar y pasaba por sobre las normas procesales para
efectuar allanamientos, entregándolos por completo a la discreción de quienes debían
cumplir las órdenes. En uno de sus artículos privaba a carabineros e investigaciones de sus
funciones de actuar en las investigaciones sumariales y, en una forma engorrosa, los
entregaba a los elementos de los servicios de inteligencia y a las tropas de las diversas
ramas de los institutos armados. Pese a ello, tanto el presidente Salvador Allende como la
mayoría de los parlamentarios de la UP consideraron positivo este proyecto, pues pensaron
en unas fuerzas armadas imparciales, neutrales y leales -a lo largo y ancho del territorio
jurisdiccional- al gobierno. Lo más grave es que, sin perjuicio del derecho del aparato de
seguridad interior del Estado para ejercer las acciones, la denuncia se entregaba al
anonimato, y se actuaba en base a delaciones secretas, de las cuales ni en el propio
sumario se dejaría constancia. Entre los abogados del ministerio del Interior este proyecto
de ley causó consternación. Teníamos todos conocimiento de la forma parcial en que
actuaban contra el gobierno, a estas alturas, las diversas guarniciones del país. El aceptar y
permitir la presentación de este proyecto de ley, sería sólo el error inicial. El asunto se
agravaría, como veremos posteriormente.
A la sazón, las contradicciones económicas, el sabotaje criminal, el bloqueo
internacional, el acaparamiento, el contrabando hacia los países limítrofes y la situación del
cobre en el mercado internacional, obligan al gobierno a alzar los precios. Ello produce
descontento natural entre los trabajadores, el cual es aprovechado por la contrarrevolución
civil que toma las calles de Santiago y de otras ciudades de Chile, protestando contra "el
hambre". Todas estas maniobras sirven para que "El Mercurio", al que alguien llamó "la
yegua madrina de la reacción", el 8.8.72 publique un editorial e inicie una campaña
sosteniendo que se ha "debilitado el principio de autoridad del gobierno", que "el gobierno
es incapaz de controlar la situación por haber entrado en crisis". Esto anima a algunos
generales de brigada a preparar el llamado "Plan setiembre" para promover un golpe de
1
estado. Éste es denunciado por el general Augusto Pinochet a Salvador Allende y el 23.8.72
el presidente lo expone al país. El 24.8.72, como respuesta a esta denuncia presidencial, la
ultraderecha asesina a tres campesinos.
El 2.9.72, la Central Única de Trabajadores, la CUT, por boca de Luis Figueroa, su
combativo presidente, declara que el "Plan setiembre" tiene por objeto llevar al país a la
guerra civil, y que frente a esto, la clase obrera con su política independiente creará comités
obreros y populares para atajar y enfrentar a los fascistas y subversivos. El 4.9.72 los
trabajadores celebran la elección de Salvador Allende con una concentración de 700.000
personas. El 14.9.72 nuestros servicios de informaciones descubren que, dentro de las
medidas del "Plan setiembre" está traer desde Bolivia, Santa Cruz, al mayor Arturo Marshall
Marchesse. Éste había huido a Bolivia y en 1971 el general Banzer había permitido un
campamento de entrenamiento de elementos de Patria y Libertad, Proteco, Rolando Matus
y comando de ex-Cadetes. En esa zona estaban los criminales de guerra nazis Klaus
Altman Barbie "El carnicero de Lyon" y Joaquín Hermann, protegidos de los militares
bolivianos. En ese momento se entrenaban allí 250 terroristas fascistas chilenos. Se planeó
traer a Marshall con un "equipo operativo" para liberar al general Roberto Viaux, quien
estaba detenido, para que ayudara en el golpe militar del "Plan setiembre". Todo esto pudo
evitarse.
El 26.9.72, frente a las costas de Chile, la Armada norteamericana del Pacífico y la
Escuadra chilena realizan la Operación UNITAS III. El gobierno de la UP jamás impidió
estos juegos de guerra.
El 4.10.72, la Kennecott obtiene el embargo de cobre chileno de uno de los
Tribunales de París. El general Alfredo Canales, que solamente había sido trasladado pese
a estar comprobado
que participaba en la preparación del golpe militar, borracho en una fiesta en Viña del Mar,
le dice al contra-almirante Horacio Justiniano:"Tenemos en la sartén al hijo de puta"
(refiriéndose al presidente de la república). Nos llega la información inmediatamente en
Valparaíso. Informamos al presidente. Y nada se hace para ver cuál es la reacción del leal
almirante Justiniano. La preocupación es grande porque las últimas palabras del general
Canales al almirante Justiniano han sido. "Este mes lo cagamos". Justiniano informó al
almirante José T. Merino, y éste al almirante Raúl Montero quien a su vez informa al general
Carlos Prats, comandante en jefe del ejército. El general Prats informó al presidente el que
le expresó estar ya en antecedentes. Se resolvió llamar a retiro a Canales. El 9.10.72 se
realiza una gran concentración de protesta por el embargo.
El 9.10.72 se inicia el paro patronal de los camioneros, el "Paro de octubre". El
11.10.72 me informan que todos los camioneros de la provincia han llevado sus camiones a
Reñaca, a la playa Los Ositos. Nos acercamos con efectivos de carabineros y la policía
política; hay miles de hombres y cientos de camiones. Los están desarmando. La razón
dada para este paro político y contrarrevolucionario se basaba en la formación por parte del
gobierno de una corporación de transporte. Realmente el gobierno la había propuesto, pero
solamente en la ciudad de Punta Arenas por razones específicas. Esta huelga fue
preparada por la CIA-Chile, la Sociedad de Fomento Fabril y la ASIVA de Valparaíso. Con
esta maniobra se paralizaba la economía entera del país, y se producía el agravamiento de
las contradicciones; las distintas reacciones de las fuerzas armadas en las "Zonas de
1
emergencia" determinarían distintas posiciones en los hombres de armas y abrirían las
puertas a una división de ellos y, consecuentemente, a la guerra civil. El jefe visible es el
presidente de la Confederación de Dueños de Camiones, León Villarín, antiguo ex-socialista
y ex-trotzkista. Al paro de octubre se pliegan la Confederación de Comercio Detallista, con
más de cien mil socios, pequeños comerciantes, la Asociación de Dueños de Autobuses y
Microbuses dirigidos por Dimas Toro, la Confederación de Taxistas, la Sociedad Nacional
de Agricultura, la Confederación de la Producción y el Comercio, la Sociedad de Fomento
Fabril y todos los colegios profesionales. Hoy día, dentro del régimen de la dictadura militar
chilena, todos estos organismos han desaparecido por ser monopolios.
En el Colegio de Abogados podemos establecer hasta qué extremos ha llegado la
propaganda anti-UP y cuáles son los efectos de la guerra psicológica. Vemos votar a favor
del paro a abogados que formaron en nuestras filas durante la campaña presidencial. En los
procesos que iniciamos en contra de los insurrectos, nos enfrentamos con estos mismos
abogados que ahora defienden a los enemigos del gobierno. ¿Por qué?
Por entonces visitan Valparaíso unas parlamentarias de países socialistas. A petición
de ellas las llevamos a la playa Los Ositos, donde se concentran los camiones, y a los
lugares en que están ubicados los comercios y tiendas en paro. Observan atentamente con
anteojos de larga vista la playa de Los Ositos, después recorremos numerosos cerros
porteños y por medio de intérprete hacen el siguiente comentario: "Estos huelguistas no son
capitalistas. Pertenecen a las capas medias. Sus intereses son los intereses de vuestro
gobierno. ¿Cómo pueden estar en contradicción con el gobierno? No lo entendemos".
Tampoco lo entendíamos y debíamos procesarlos. Impedir que tras ellos los sediciosos de
las reaccionarias provincias de Valparaíso y Aconcagua nos sobrepasaran. Y, a la vez, el
gobierno, los partidos de la UP y las masas populares debían derrotar el paro sedicioso.
Todo el pueblo de Chile reaccionó. El gobierno designó interventores militares en la
locomoción y en el transporte; se abrieron los almacenes. Miles y miles de mujeres se
movilizaron. Nuestras mujeres cargaron bultos en los muelles que los estibadores, dirigidos
por Wenceslado Moreno y Martín Bustos habían dejado inmovilizados. Nadie puede olvidar
la lucha espontánea del pueblo para enfrentar el paro sedicioso. La contrarrevolución civil
presentó el "Pliego de Chile" en el que exigía destruir todo lo que había sido construido por
el gobierno en el terreno socio-económico. Y pese a que el interventor militar de Santiago, el
esquivo general Herman Brady y la mayoría de los interventores militares del país hicieron
todo lo posible por sabotear las medidas del gobierno, el pueblo derrotó a los insurrectos.
En una oportunidad pude entrar en Los Ositos, y pude hacerlo porque el dirigente del
paro en Valparaíso era Dimas Toro, a quien varias veces hice detener, pero era un valiente
y honesto enemigo, de una sola palabra. Sin el consentimiento de Toro, ni aún acompañado
por la guardia armada, habría podido entrar en la playa. Hasta ese tiempo contamos con la
actitud contemporizadora y ligeramente receptiva del almirante José Merino, comandante en
jefe de la I Zona Naval (C.J.I.Z.N.V.) Valparaíso y de numerosos oficiales del alto mando
naval. En Playa Ancha pudimos ver hecha realidad las palabras proféticas de Augusto
Pinochet a Salvador Allende:"... los sediciosos sobrepasarán a la policía", cuando un grupo
de camioneros resistió a tiros a la policía militarizada. Pudimos reducirlos, pero no destruir
los focos armados de Valparaíso, Viña del Mar, Quillota, Los Andes, ni en todo el país.
La paralización derivada del "Paro de octubre" era real. Los políticos reaccionarios
1
proclamaban que "el país está en colapso" y que los gremialistas (patrones) gritaban
"exigimos que Allende renuncie o llame a plebiscito". Pese a toda esta orquestada actividad,
el pueblo chileno, calladamente, sin ostentación, sin gritos, sin estridencias, sin violencia,
con los dientes y puños apretados y la mirada fija en el futuro, trabajó gratuitamente millones
de horas extraordinarias. Y sin la protección de soldados, sólo con su serena y proletaria
presencia, hicieron retroceder a los sediciosos del paro patronal. Algunos oficiales decían:
"Estos son verdaderos chilenos. Trabajan sin esperar recompensa alguna".
Numerosos oficiales a través del país expresaron su respetuoso reconocimiento a las
virtudes heroicas de los trabajadores. Lo hacían con un sentimiento sanamente nacionalista.
Pero en las sombras había elementos infiltrados por las agencias extranjeras, no sólo dentro
de los servicios de inteligencia, sino en todos los departamentos militares, que evaluaban
estas manifestaciones y las anotaban, para que después se hicieran las listas de "oficiales
desleales". En Valparaíso, entre soldados y marineros, no había una fuerza superior a 2.800
en la provincia. Y los obreros movilizados eran más de 100 mil. ¿Cuáles serían las
posibilidades en caso de una guerra civil efectiva, en caso de una división de las fuerzas
armadas? ¿Con quiénes estarían estos oficiales que sin ser proclives a la UP, admiraban
las condiciones nacionales de los trabajadores? Y en Santiago, los analistas militares
plantearon el siguiente problema: "¿Qué puede hacer un comandante en jefe con 6.000
hombres frente a 800 mil obreros movilizados?
Es efectivo que la UP ganó el "Paro de octubre"; pero ese fue el principio del fin. Para
los analistas de la DIA y de la CIA estaba claro, como consecuencia de dicho paro, lo
siguiente: 1) No existe cohesión ideológica en el seno de la oficialidad de las fuerzas
armadas frente a la acción popular; 2) En caso de una guerra civil esta falta de cohesión
haría que un gran sector de la oficialidad arrastrara a las tropas a apoyar al gobierno y éste
con estas fuerzas armadas, y con una clase obrera y un pueblo tan combativo y efectivo,
derrotarían fácilmente a la contrarrevolución.
Esto fue explicado a los dirigentes civiles de la contrarrevolución. Y pese a que
acusaron de "traición" a las FF.AA., aceptaron un compás de espera, pues el temor de una
guerra civil fracasada les hacía ver que, por la naturaleza misma de las cosas, el camino
chileno hacia el socialismo pasaría a la otra vía, en caso de obtener el triunfo con las armas
en la mano sobre ellos. El pueblo derrotó por presencia a la contrarrevolución y a la guerra
civil. De ahí que algunos estimamos que la consigna "NO A LA GUERRA CIVIL"
desmovilizaba al pueblo, lo llevaba por el camino que la táctica contrarrevolucionaria
deseaba: el camino de la frustración y de la falta de mística y de fe. Porque fue la mística
revolucionaria lo que movió al pueblo en el "Paro de octubre". La mística proletaria quebró el
paro. La mística proletaria derrotó la guerra civil. Porque no hubo en Chile guerra civil. Pero
no la rehuía. En el "Paro de octubre" se levantó la consigna: "hacer la revolución es
producir". Pero los obreros en los muelles, en las fábricas, en el campo, decían: "A nosotros
nos convendría declararnos todos en paro, enfrentar el 'paro patronal' con el 'paro obrero', y
estos desgraciados se joderían. Pero tenemos que quebrarles la mano, demostrarles que la
podemos..." Y las mujeres en su "Frente Patriótico Femenino" dieron ejemplo de valor y
esfuerzo y estimularon a los hombres a vencer la sedición sin armas.
Aun cuando nos adelantemos, es preciso indicar que la DIA centralizaba en la
embajada de EE.UU. y en el octavo piso del ministerio de Defensa Nacional todas estas
1
informaciones, desde donde eran remitidas al Pentágono. Tras ser procesadas, el
Latinoamerican Desk del Pentágono redacta el informe "OCTUBRE EN CHILE" en el que
se llega a las siguientes conclusiones: 1) El pueblo de Chile y sus mandos medios, "los
motores del marxismo", demuestran la más alta peligrosidad subversiva; 2) La insurrección
en Chile está en el punto de despegue; 3) El gobierno de Allende será sobrepasado por la
insurrección popular; 4) Allende debe ser reemplazado por un régimen duro, de fuerza, que
desarticule la organización de los trabajadores a fin de prevenir el peligro subversivo "desde
abajo"; 5) Es imprescindible un golpe de estado dirigido por una junta militar, que cuente con
la cohesión de los altos mandos.
En Santiago, después del derrotado "Paro de octubre", en una recepción me
encontré con un antiguo compañero de armas de la Escuela Militar; conversando me dijo:
"...Uds. están equivocados, es el pueblo el que ganó, no Uds. Y este paro fue 'experimental';
era para probar un plan alternativo. Acuérdate de mí, habrá un nuevo paro como éste; pero
el pueblo no lo ganará. Habrá sido atemorizado y desarticulado antes. Y ese paro será el
último que se verá...". No había nada de concreto en esto. Pero también había mucho: un
militar no habla por hablar estas cosas, y pensé que era una advertencia. Informé al
ministerio rutinariamente. En el gobierno y la UP había ambiente eufórico. El 3.10.72, se
produce un cambio ministerial y Salvador Allende designa ministro del Interior al general
Carlos Prats, y de Obras Públicas al contra-almirante de Ingeniería Naval Ismael Huerta.
Entre el gran número de atentados terroristas, el 16.10.72 se produce un atentado
dinamitero en la línea férrea Valparaíso/Santiago, y tenemos un serio problema con el
comandante de la Escuela de Caballería de Quillota, cuyas tropas están encargadas de la
vigilancia de la línea férrea de la zona. Es un hecho que el ejército no cumple sus
obligaciones en relación a la seguridad interior. Y, lo que es más grave, se revela que gran
parte del material explosivo utilizado por los terroristas corresponde a material fiscal, pero,
curiosamente, en ninguna repartición militar, aérea o naval se había denunciado robo de
estos materiales.
Entre el 30.11.72 y el 14.12.72, Allende viaja al exterior. El 4.12.72 habla en la ONU y
denuncia al mundo las maniobras internacionales para derrocar su gobierno. La huelga
patronal, la crisis producida por la absoluta suspensión de préstamos estadounidenses, la
falta de repuestos para camiones, automóviles y maquinaria en general, el problema del
precio del cobre, y el sabotaje económico, unido a las indemnizaciones que el gobierno ha
pagado por las expropiaciones, han ocasionado para el año 1973 un déficit de 500 millones
de dólares. Allende viaja a Moscú. Pide un préstamo en divisas, materias primas y
respuestos por dicha suma. Recibe un préstamo por 32 millones en materias primas y
artículos alimenticios y de 20 millones en maquinarias. En el Hearing del Informe Church
Volumen II, pág. 1090, se expresa que Henry Kissinger, en una reunión del Comité de
empresas multinacionales que programaba la acción económica en contra del gobierno de
Salvador Allende, el 21.10.71 habría informado que "había conversado con el ministro ruso
de Exterior sobre si Moscú financiaría a Chile como a Cuba, y el ruso había negado que
existiera tal propósito".
El 23.1.73, el ministro Orlando Millas remite al Congreso el Plan Económico del
gobierno. En el Cordón Cerrillos se producen manifestaciones en contra del "Plan Millas" y
se levantan barricadas. La situación interna de la UP está realmente en crisis. No obstante
1
ello, en las elecciones generales de parlamentarios, la UP obtiene el 44% de los votos. El
MIR, pese a las diferencias y a las medidas judiciales que el gobierno ha tomado en su
contra, llamó a votar por los candidatos de la UP.
El 14.3.73, se habían descubierto las maniobras de PROTECO (Protección Contra el
Comunismo) que organizaba a los vecinos de los barrios reaccionarios en forma para-
militar, por departamentos y manzanas, para así aumentar la idea de un fatal enfrentamiento
con el pueblo.
El 27.3.73 se retiran los militares del gabinete. Entonces se discutía un proyecto de
ley justo y necesario, la Escuela Nacional Unificada, pero cuyo mensaje ha sido redactado
en forma tal que hace decir al contra-almirante Ismael Huerta:"Recibiremos a los 19 años un
contingente marxista egresado de la Escuela Nacional Unificada. No lo permitiremos". En
Viña del Mar se inicia una serie de maniobras dirigidas en el Liceo de Niñas por los oficiales
de la armada que tienen a sus hijas educándose en ese establecimiento. Tuvimos que
dedicar tiempo a expulsar a los elementos de Patria y Libertad que han "tomado" el Liceo y
darle vigilancia policial. La casa de la inspectora general del Liceo es dinamitada. Y
nuevamente el material, según los artificieros, es de origen fiscal y militar.
Mientras la contrarrevolución ataca unida, en los sindicatos y en todos los foros
políticos de la UP se discute si es revolucionario "no aceptar las provocaciones" o si lo
revolucionario es "repeler las provocaciones". La verdad está en que no se trata de
"provocaciones", la contrarrevolución ataca físicamente y en forma violenta. Y los obreros y
el pueblo que se habían movilizado heroicamente -pero estimulados por el gobierno y los
partidos de la UP y dirigidos por éstos en los planes de acción- empiezan a sentirse
desorientados en el centro de una polémica inconducente. La desorientación produce
división en el seno de la UP, mientras que en el campo opositor, el día 9.2.73, la DC había
llamado al partido Nacional a unirse en contra de la UP y su gobierno.
El 24.3.73, Eduardo Frei, presidente del Senado, declara: "La realidad actual chilena
es la marcha hacia el totalitarismo marxista".
Y, ¿qué había ocurrido con la Ley de Control de Armas?. Cuando Allende viajó al
extranjero la ley había llegado ya a la Presidencia de la República para su promulgación o
para el veto presidencial. Los abogados del ministerio pensábamos que debía vetarse, y
que bastaba con carabineros, investigaciones y con el sistema legal vigente para controlar
las armas en poder de los particulares. Por lo demás, como veremos más adelante, las
armas estaban en manos de las bandas blancas ultraderechistas y no del pueblo. Y aquí
hay una situación extraña que ni en esos días, ni durante los dos años que permanecí
preso, ni durante el tiempo del exilio, he podido averiguar.¿Por qué no se vetó la Ley?, ¿Por
qué se dejó transcurrir el plazo y se debió promulgar esta Ley con el Nª 17.998, que
empezaría a regir en julio?.
La contrarrevolución civil monta una serie de escenarios tendientes a demostrar que
el gobierno está "entregando armas al pueblo". Inventan la fábula de "los bultos cubanos".
Barcos que traen armas soviéticas a Valparaíso y que al caer un cajón aparece un
verdadero arsenal en su interior. De esta forma orquestan la agresión militar en contra del
pueblo "en busca de las armas soviéticas".
El 14.4.73, la Democracia Cristiana, por medio de militantes que eran "supervisores"
del cobre, inicia una huelga en El Teniente votada por el 35% de sus trabajadores. El
1
27.4.73 se producen violentos incidentes en Santiago relacionados con estos hechos y
desde los balcones de la DC se dispara y se da muerte a un obrero comunista. El 21.5.73,
Salvador Allende lee su último mensaje presidencial ante el Congreso Pleno.
Recapitularemos para seguir las huellas de los contrarrevolucionarios civiles de la
alta industria y del comercio. En el mes de enero de 1973, en los salones del Hotel
O'Higgins de Viña del Mar, se realiza una reunión de directorio de la SOFOFA (Sociedad de
Fomento Fabril) con el directorio de ASIVA (Asociación de Industriales de Valparaíso y
Aconcagua). En el análisis del "Paro de octubre" llegaron a la siguiente conclusión:"El paro
perseguía la caída de Allende y fracasamos. Pero logramos golpear duramente en lo
económico". También evaluaron el hecho de no haber herido en el paro la combatividad del
pueblo. Y pensaron que el deterioro económico daría como resultado el más estruendoso
fracaso de los partidos de la UP en las elecciones de marzo. Pero como actuaban con
planes de posibilidades variables -conforme a los consejos de la CIA- planificaron la
siguiente táctica: 1) Dar la batalla para ganar el Parlamento no para legislar, sino para
transformarlo en un bastión de la insurrección armada, a la cual, fatalmente deberían llegar,
y 2) Precipitar la guerra civil. Porque en el criterio unánime de los que estaban el Hotel
O'Higgins en esa reunión, "la única salida era la guerra civil". ¿Por qué? Porque tenían
conciencia de que la UP y su gobierno era imbatible en el terreno político e, incluso, en el
terreno legal.
El 20.5.73, el Tribunal Constitucional se declara incompetente para conocer del
conflicto de poderes entre el Ejecutivo y el Legislativo en cuanto al quorum para insistir en
una Reforma Constitucional, en relación al Proyecto Hamilton-Fuentealba.
En las elecciones de marzo, aun cuando en ellas la UP hubiera obtenido la mayoría
absoluta, la contradicción antagónica entre el pueblo y sus enemigos no se había superado.
La contrarrevolución estaba dispuesta a derrocar al gobierno; legalmente o por la violencia.
La falta de unidad ideológica en la dirección de la UP llegaba hasta los cordones
industriales. En lugar de unirse y buscar una salida única, se perdía tiempo precioso entre
los que propiciaban la formación de "batallones de masas" para enfrentar a mano limpia las
huestes armadas de la contrarrevolución civil y los que honestamente insistían en
intensificar el trabajo haciendo realidad la consigna de "hacer la revolución es producir". El
pueblo necesitaba el aumento de la producción, al igual que necesitaba defenderse.
1
de enero en Viña del Mar. Y ellos habían vislumbrado, este evento por ocurrir, como un
fracaso de cualquier medio legal para derrotar y derribar constitucionalmente al gobierno de
la UP. Entonces, debía entrar a jugar el Parlamento, la Contraloría, los Tribunales, toda la
superestructura del Poder Legislativo y Judicial y la privada para preparar el camino a la
división de las fuerzas armadas y a la guerra civil. Es cierto que ésta era la táctica de la CIA,
pero no era la de la DIA.
El 20.6.73, el Congreso destituye al ministro de Economía. El 26.6.73, la CUT plantea
llamar a los trabajadores a un paro general, con ocupación de fábricas para apoyar al
gobierno. Pero Allende entiende que sin una organización política centralizada y unida, nada
será posible. Y propone la creación real del partido federado de la UP. En carta a su
presidente le expresa, que para él, éste es "el medio de lograr la plena incorporación de la
clase obrera a la dirección del proceso económico y político, en todos los niveles... la
participación de las organizaciones populares en los aparatos administrativos, de desarrollar
las instituciones del Poder Popular, defender la democracia y la revolución contra los
sediciosos y los que buscan la guerra civil... establecer las acciones de masas más idóneas
para impulsar el cambio del régimen constitucional hacia las formas de organización política
de transición hacia el socialismo".
En los momentos en que Salvador Allende envió esta carta, la contrarrevolución civil-
CIA había penetrado en los mandos medios de las fuerzas armadas, y el gobierno tenía en
sus manos los hilos de los complots. Es así como el 9.6.73 se logra detener en Valparaíso
al jefe de Patria y Libertad, Pablo Rodríguez, mientras el segundo jefe, Roberto Thieme,
fraguaba una supuesta muerte en una avioneta, pero sabíamos que desde Buenos Aires
continuaba en contacto con los sediciosos. Desgraciadamente, esta propuesta de Allende
no fue escuchada. Era un hecho que se hacía necesario, si no un partido único, por lo
menos un partido federado, en el cual, sin perjuicio de que cada partido mantuviera su
independencia orgánica, con un programa y con una forma organizativa, pudiera actuar
como un solo todo para conducir al movimiento popular.
Los componentes del binomio contrarrevolucionario civiles-CIA-Chile, logran ganar al
teniente coronel Roberto Souper, comandante del Blindado Nº 2 de Santiago. No obstante
se logra desmontar el aparato deteniendo al capitán Rocha y a otros, y desarticular, como lo
expondremos más adelante, la participación de oficiales de los regimientos Maipo,
Coraceros y Escuela de Caballería de Valparaíso y San Felipe.
La CIA introduce en Patria y Libertad a su agente Michael Townley, perito electrónico
y en preparación de bombas a control remoto, el que asesina en Concepción al obrero
cuidador del Canal Nacional de Televisión el 13.3.73. Este sujeto monta las emisoras
clandestinas "Liberación". Y el 27.6.73, la CIA monta la compleja operación en la Avenida
Costanera en Santiago, mediante vehículos manejados por expertos, en contra del general
Carlos Prats, así como también, el 20.8.73, la asonada frente a la casa del mismo general,
para llevarlo a la desesperación y a solicitar su baja del ejército.
Allende no era el presidente de todos los chilenos. El así lo comprendió, y por ello, en
enero de 1971, desde los balcones de la Intendencia de Valparaíso, dijo esa frase que sus
enemigos -los que planeaban su derrocamiento y asesinato- criticaron sintiéndose
ofendidos: "Yo no soy el presidente de todos los chilenos". ¿Podía considerarse presidente
de quienes sabía estaban planeando desestabilizar su gobierno? Los enemigos de la
1
liberación nacional no lo consideraban su presidente.
El problema acuciante para Salvador Allende era la capacidad dirigente y la unidad
ideológica de la UP. Desde los primeros días de su gobierno, cuando por razones de
designar funcionarios y materias análogas, constató que cada partido se preocupaba por sí
mismo, por sus militantes y electores y por el mantenimiento de su jerarquía, disciplina y
autonomía, y de sus propios programas, métodos y lugares de acción de influencia,
comprendió Allende que a lo largo del proceso cada uno iría sustrayéndose del marco
común y ratificándose en sus respectivas posiciones. Y esto lo preocupaba, porque sabía
que sin la unidad monolítica -orgánica e ideológica- de la UP, del pueblo y en especial, de la
clase obrera, no tendría una voluntad única que los dirigiría en los grandes y duros
combates que vendrían.
Por eso, su preocupación constante fue que, en el seno del aparato legal defensivo
del Estado, rigiera un solo criterio jurídico-político; una sola manera de pensar y de
comprender el proceso, y, por ende, las funciones del aparato. Y encontró en el abogado
Daniel Vergara, sub-secretario del Interior, al hombre que podría conducir y llevar a cabo
esta tarea. Es por eso que -conocedores, los militares sediciosos, de la real condición de la
UP y de los organismo sindicales- se imputó a Daniel Vergara y a los asesores jurídicos a
través del país, la dirección y liderazgo del espúreo Plan Zeta.
La preocupación de Allende por enfrentar con una UP unida en todos los conceptos a
la contrarrevolución que estaba en esos días en proceso de acumulación de fuerzas, se
hace pública el 21.2.71, en Punta Arenas, cuando en el Estadio Techado pidió la
reorganización de las masas populares "para darle a la política militar de disuasión de la
Unidad Popular una base social firme". Allende estableció, en enero de 1971, la base de su
gobierno en Valparaíso, porque conocía lo que esta ciudad significaba: centro motor del
transporte marítimo civil y militar. En febrero se trasladó a Punta Arenas. Los hechos de la
tragedia de Chile, relacionados con Valparaíso y Punta Arenas demuestran el conocimiento
científico de Allende sobre la realidad político - militar chilena, desde el punto de vista de la
reacción. Allende sabía que - dentro del estado de derecho - el cumplimiento rápido del
Programa privaría a la contrarrevolución del uso y abuso de la legalidad. Y legalmente
arrinconada debería recurrir a la insurrección contrarrevolucionaria armada, en cualquiera
de sus aspectos, para derrocarlo y destruir la democracia.
Allende no era ingenuo, ni un político de la última hornada. Estaba en su poder la
insolente notificación del presidente de las multinacionales que operan en América Latina,
amenazándolo. Y por muy imperfectos y criticables que fueran los incipientes servicios de
información de la UP y el gobierno, se le pudo informar de todos y cada uno de los complots
que se fraguaron en su contra.
¿Qué hacía Allende mientras la contrarrevolución civil complotaba, incendiaba,
asesinaba y saboteaba la economía? Gobernaba, y también trataba de obtener que la clase
obrera y el movimiento popular en su conjunto contaran con la fuerza necesaria para apoyar
al gobierno y así disuadir, por presencia, a la contrarrevolución y, de esta manera, cuando
se produjera la guerra civil -que trató de evitar por todos los medios- pudiera reprimir, junto
a las fuerzas armadas leales, a los insurrectos.
¿Estaba equivocado Salvador Allende al estimar que el gobierno orgánica e
ideológicamente unido, bajo la dirección de la clase obrera y sus partidos, era la mejor
1
garantía de disuasión frente a la insurrección en marcha? Allende estimaba el inmenso valor
de la organización de la UP electoralmente. ¿Tal vez la rigidez orgánica condicionaba la
rigidez de las relaciones internas? El hecho es que la UP mantuvo invariable su estructura
orgánica durante los mil días del gobierno popular; inadecuada para enfrentar las nuevas
situaciones que el fenómeno social de los cambios creaba. Para Allende lo fundamental
-más que las armas- era la organización activa y dinámica de las masas en una dirección
única, coherente y revolucionaria. Así, la clase obrera realmente podría ser elemento
decisivo dentro del trinomio gobierno-trabajadores-ejército. Con esta tesis coincidía
plenamente el jefe del Estado Mayor, general Augusto Pinochet. Más específicamente
concordaba Pinochet con la necesidad de preparar a los trabajadores como fuerzas para-
militares que paralelamente apoyarían al ejército leal en el enfrentamiento armado que
organizaba la contrarrevolución civil.
Debemos adelantar que todo el tinglado de este trinomio gobierno-trabajadores-
ejército era perfectamente legal de acuerdo con la Ley de Defensa Civil de 1945 por tratarse
de una "emergencia nacional". Es cierto que los militares tienen el monopolio de las armas,
pero como muy bien lo planteaba el general Augusto Pinochet, "el ejército podía entrenar en
sus polígonos a los ciudadanos para colaborar con ellos". De ahí que para enfrentar toda la
fina red del complot reaccionario, Allende se basaba en la presunción de que existía un
movimiento popular en las condiciones señaladas, capaz de disuadir a la contrarrevolución.
Durante el año 1972-1973, los partidos y militantes de la UP denunciaron ante el
gobierno -protestando por su falta de acción- todas las maniobras que formaban parte del
mosaico de la contrarrevolución que arrastraba hacia la guerra civil. Señalaban la existencia
de bandas para-militares y sus actividades. Todo era conocido, anotado e informado. Pero
durante el mismo lapso nada se organizó para enfrentar a estas bandas para-militares. El
6.7.72 la UP acordó crear el partido federado. ¿Cuál era su objetivo? Confrontar unidos la
elección general de parlamentarios de 1973. Y de aquí que Allende aprovechara la creación
de este partido para obtener de la UP que lo transformara en un instrumento de conducción
revolucionaria de las masas. No fue tomado en consideración este criterio presidencial.
El 7.6.73, cuando ya el gobierno tenía todos los hilos de la conjura civil reaccionaria-
CIA para la guerra civil, y se ve que es cuestión de meses el enfrentamiento armado,
Salvador Allende hace un postrer intento y presenta al comité político de la UP su "Plan de
siete puntos", tendiente a que su base de apoyo obtenga organización y conducción única.
Y es así como en el Punto Primero propone organizar "un frente de masas para resistir el
enfrentamiento a partir de 3-4 meses". Dos meses después, la contrarrevolución militar
asesinaba a Salvador Allende en La Moneda.
En la madrugada del 27.7.73 es asesinado el edecán naval del presidente Allende,
comandante Arturo Araya Peters. El 31.7.73 se inicia un nuevo "paro patronal". Y recuerdo
las palabras de mi ex-condiscípulo militar: "... vendrá otro paro... Y ese paro será el último
que Uds. verán". Había llegado el momento de constatar si había sido un simple juego de
palabras para darse tono, o realmente estaba bien informado. Los hechos demostraron lo
segundo.
La actuación más destacada del binomio reacción civil-CIA fue la guerra psicológica,
o sea la creación de mitos que pudieron manipular hábilmente en los más oscuros dominios
de la mente humana, desatando una verdadera demonología y despertando los espantos
1
atávicos por medio de las más depuradas técnicas modernas. Así crearon un ambiente
pleno de confusiones antagónicas despertando en la memoria colectiva terrores legendarios
en aras de los intereses de la clase financiera y de las transnacionales. Y todo dentro del
sistema de la Defensa del Hemisferio; para cerrar un cuadro que tiene carácter de
continental.
1
por MacNamara, por el control de la DIA y la formación de "oficiales tridimensionales"
conforme a las aspiraciones de los generales prusianos opuestos a los nazis en la Alemania
de Hitler. En el gobierno de la UP la embajada estaba servida por Nataniel Davis, oficial en
larga "comisión de servicios diplomáticos", como embajador en Guatemala, en 1968, dirigió
la "operación pacificación": costó 25 mil vidas indígenas. El representante del DIA desde
mediados de 1972 era el coronel William Hon. En el Ministerio de Defensa, piso 8º, of. 85,
estaba el coronel Raymond Davis y su Estado Mayor. En Valparaíso, la Misión Naval en
calle Prat 773, estaba dirigida por el teniente coronel de "marines" Patrick Ryan. Nada de
esto era secreto. Para informarse bastaba con leer la guía telefónica. Las vinculaciones de
los "marines" en Valparaíso y Viña del Mar se mantenían -y deben aún hoy mantenerse- a
través de la Dirección General de infantería marina, dirigida en ese tiempo por el contra-
almirante Sergio Huidobro. Y por diversos conductos tuvimos informaciones de relaciones
extra-profesionales entre los "marines" y los "cosacos", nombre que se da a los infantes de
marina chilenos, y los buzos tácticos que son los comandos submarinos.
Hemos hablado de la inmensa planta de oficiales y sub-oficiales de la Misión Naval
norteamericana en Valparaíso y de la participación de ella por sus oficiales y sub-oficiales
en todas y cada una de las reparticiones y barcos de la Marina. Además de la existencia de
un Estado Mayor con oficinas e instalaciones independientes, verdadero terreno militar o
área militar estadounidense en Valparaíso. Lo propio ocurría en el Ministerio de Defensa,
como es hecho público y notorio. ¿Por qué el gobierno de la Unidad Popular permitió esta
penetración tan ostensible del DIA en Chile? Porque en el Proyecto Nacional de la UP
figuraba la "democratización del concepto de seguridad nacional y profesionalización de las
fuerzas armadas". Sobre la base del profesionalismo, constitucionalismo, y en el supuesto
de ser la oficialidad y los institutos armados defensores de la soberanía nacional., de las
tradiciones patrias -civiles y militares- que habían hecho de Chile una democracia efectiva
de 160 años de existencia en ese tiempo, el gobierno de la Unidad Popular les entregó esta
autonomía para mantener relaciones de perfeccionamiento profesional en pie de igualdad
con todo el aparato militar-naval-aéreo y policial estadounidense, vigente en Chile a partir
del Pacto de Ayuda Mutua de 1952. El mismo criterio que se tuvo para confiar en el pueblo
se tuvo para confiar en los hombres de armas, en los oficiales, sub-oficiales y tropas de
todos y cada uno de los institutos armados que tenían contacto con el aparato del DIA que
hemos expuesto, en el supuesto que eran nacionales y que defendían la soberanía, la
independencia y la integridad territorial por sobre todas las cosas, conforme al espíritu que
le dio Bernardo O'Higgins al crear la Escuela Militar. Todo ello permitió una gran libertad de
acción a los miembros del DIA, y aun cuando se conocían las actuaciones de algunos
miembros de las fuerzas armadas, francamente insurreccionales, razones de alta política,
además de su convicción de la lealtad del alto mando del ejército, hicieron que en su último
mensaje Allende declarara: "Ha sido preocupación permanente del gobierno impulsar y dar
satisfacción a los planes de desarrollo de las tres armas de las fuerzas armadas, para
afianzar, aún más, el estricto cumplimiento de las tareas que a ellas les encomienda la
Defensa Nacional. Es así como en el año 1972 se aprobaron leyes destinadas a aumentar
las plantas del ejército y de la fuerza aérea y se encuentra sometido a la aprobación del
Congreso un proyecto que persigue el mismo fin para la armada nacional. A lo que debe
agregarse el apoyo económico para el mantenimiento, mejoramiento y ampliación de las
1
infraestructuras, así como para la renovación del material bélico y logístico... El gobierno ha
puesto especial énfasis en la participación de las fuerzas armadas en los programas socio-
económicos. El gobierno continuará impulsando esta participación, que permite a Chile
contar con un potencial humano de alta preparación moral e intelectual...".
¿Cuál era el concepto que tenían los uniformados estadounidenses en Chile sobre
sus colegas latinoamericanos? Un concepto que nace del aforismo acuñado en la "Escuela
de las Américas" con respecto a los latinoamericanos: "Ningún general latinoamericano
resiste un cañonazo de cien mil dólares".
4.2. La DIA y el ejército
No puede incurrirse en el error común de menospreciar a los militares como
individuos y como institución. En los altos mandos del ejército se tenía perfecto
conocimiento de las razones que motivaron el homicidio del general Schneider. No así en
los mandos medios ni menos en la oficialidad joven. Y de ahí surgen reacciones diferentes.
Es un hecho que durante los años 1971 y 1972 los altos mandos en general y del ejército en
particular, se dedicaron a ganarse la confianza del gobierno del cual dependían sus cargos.
Y mientras tanto, un gran sector de mandos medios: coroneles, tenientes coroneles,
mayores del ejército y sus equivalentes en la marina y la aviación, se dedicaron a estudiar
diversos temas conforme a las técnicas aprendidas en la Escuela de las Américas, y bajo la
tuición y dirección de profesores pertenecientes al ejército de Estados Unidos en Chile.
La DIA-Chile, hasta principios del año 1972, contó con la eficiente dirección de los
coroneles Jones y Wimert. Y la preparación total que se dio a los mandos medios chilenos
fue propia de un ejército "de ocupación". Es decir, los prepararon para invadir Chile y
gobernarlo después. Gobernarlo ellos, ejerciendo el poder ellos, y no los "payasos" como
calificaban a los políticos. Aquí juegan papeles determinantes, coroneles como Washington
Carrasco, Augusto Lutz y Sergio Nuño; y un brillante mayor del ejército que se había
graduado de sociólogo, Claudio López, con su tesis "Las Fuerzas Armadas en el Tercer
Mundo", que fue publicada por orden del general Pablo Schaffhausen en el Nº 336 del
"Memorial del Ejército de Chile".
Este joven oficial era también graduado en la Escuela de las Américas y técnico en la
Doctrina de la Seguridad Nacional. Planteó diez ideas centrales que fueron aceptadas por el
ejército:
1) En el Tercer Mundo existe fuerte tendencia a que los militares participen en política.
2) Las fuerzas armadas en el Tercer Mundo son la única organización coherente,
capacitada y eficaz para enfrentar los problemas socio-económicos del mundo del
subdesarrollo. (Todo esto coincide con el Informe Rockefeller de 1969).
3) El "comunismo" es un enemigo real, pero pequeñas oligarquías se valen de este "cuco"
para utilizar a los militares para derrocar gobiernos y continuar explotando a los pueblos.
4) La causa principal de la inquietud social en América Latina es la pobreza.
5) Estados Unidos tiene la obligación de impedir la subversión mediante programas de
desarrollo.
6) La única forma de hacer frente al "comunismo" es haciendo justicia al "obrero y al
empresario".
7) Sólo las fuerzas armadas han demostrado ser capaces de hacer cambios en el Tercer
Mundo sin que ello signifique caos social.
1
8) Las fuerzas armadas son la única organización coherente que puede mantener a
América Latina en el bloque occidental.
9) Un país débil tiene un aparato militar débil. Un país económicamente fuerte tiene fuerzas
armadas fuertes. "Por eso cuando los políticos civiles son incapaces de desarrollar la
economía de un país, los militares deben intervenir para impedir que la soberanía nacional
corra peligro".
10) "La constitución y las leyes no son 'entes sociales inalterables' sino estructuras
legislativas que pueden cambiarse, adecuarse o destruirse, según sean las conveniencias
de una nación para mantener la seguridad y su soberanía interna y externa.".
Este decálogo era una coherente y lógica aplicación de la Doctrina de la Seguridad
Nacional a la realidad chilena y una guía para la futura marcha de los militares
contrarrevolucionarios en pos del poder político. El general Schaffhausen pasó a ser en
1971 jefe del Estado Mayor y ordenó el estudio profundo de esta tesis como texto en la
Academia de Guerra. En 1983, el joven mayor Claudio López -de carrera meteórica- es
brigadier del ejército de Chile, y Director de la Academia Superior de Seguridad Nacional o
ASUSENA. Su misión es "divulgar" lo que es exactamente la DSN y de controlar los
programas que en torno a ella se realicen en el país. Con toda claridad reconoce la carencia
del consenso en Chile y afirma que su aplicación comprende aspectos dispares, por lo que
se debe "superar la falta de consenso en cuanto a la planificación socio-económica del
gobierno y su eficiente ejecución" Eliminar progresivamente la existencia de grandes
espacios vacíos (poblar el país) y, junto con esto distribuir la población en forma homogénea
por todo el territorio nacional. Fomentar el desarrollo nuclear con fines pacíficos o bélicos.
Alcanzar una infraestructura adecuada al país (caminos, medios de comunicación, etc.)
Entre las "vulnerabilidades" chilenas, señala que, "en cuanto al ambiente, Chile sufrió a nivel
internacional la acción disociadora del gobierno de la Unidad Popular y, posteriormente, en
el plano externo, una opinión adversa contra el gobierno militar".
Ideológicamente empapados en la DSN, los coroneles Carrasco, Lutz y Nuño, y los
generales Herman Brady y Manuel Torres de la Cruz, deciden presionar al alto mando del
ejército y aceptar las posibilidades de "participación" que da el gobierno y entrar al aparato
administrativo del Estado, a la Corporación de Fomento o CORFO, a CODELCO, a todos
los minerales del cobre, hierro, carbón, a los puertos, y prepararse para "gobernar al país".
Y así participan en ministerios, intendencias, gobernaciones, cobre, acero, carbón, en la
Comisión de Energía Nuclear en la UNCTAD III, y forman parte de diversas misiones
políticas. Es así como el coronel Washington Carrasco acompaña a Clodomiro Almeyda a
Cuba y demuestra un criterio amplio y "un gran interés por el proceso cubano".
Pero no sólo eso, la participación en cargos claves les permitió infiltrar agentes del
Servicio de Inteligencia Militar o SIM en todos los servicios. Esto era común a las tres
ramas. Al llegar a un campo de concentración de la FACH, un sargento de inteligencia
saludó a uno de los compañeros. Le pregunto de dónde lo conoce y me responde
simplemente que era su chofer en la Dirección que ejercía. A Benjamín Teplizky, al segundo
día de su detención lo saluda un militar uniformado. Al preguntarle quién es, responde: "Un
compañero de la CORFO".
El proceso duró hasta noviembre de 1972, en calidad de entrenamiento y con la
asesoría de la DIA en todas las técnicas y ciencias económicas, sociales y militares. En este
1
mes se realiza la primera asamblea deliberativa de los mandos medios. En la que se
deciden dos cosas: 1) Que la "guerra civil" no tenía destino. 2) Que Allende y su gobierno
sólo podían ser derrocados por un golpe militar de todas las fuerzas armadas y del orden
unidas tras sus altos mandos. El informe del Latinoamerican Desk del Pentágono fue
luminoso para ellos. Y fue profundamente discutido con técnicos de la DIA que lo tradujeron
y distribuyeron entre los más consecuentemente contrarrevolucionarios. Uno de los escollos
eran los altos mandos del ejército, concretamente los generales Prats, Pinochet, Pickering,
Sepúlveda, González Acevedo y Urbina. Los expertos consideraban que Prats y Pinochet
debían ser descartados por estar demasiado comprometidos con el gobierno. Pero el
general Augusto Pinochet era estimado por sus subordinados y tenía una serie de
condiciones militares que ellos valoraban y de la cual carecían todos los demás generales.
La DIA, en periódicas reuniones de sus miembros con los mandos medios, analizó el
Informe "Octubre en Chile", y pudo constatar que el único general que aunaba los requisitos
para conducir un movimiento militar dentro de las premisas de la DSN era el general
Pinochet. En la táctica que concibieron, se acordó no "presionar" al general, y dejar que los
hechos por sí solos hablaran, y llegado el momento, se vería el modo de convencerlo a fin
de que aceptase el liderazgo del golpe militar en gestación.
Los altos mandos de las fuerzas armadas son requeridos para un golpe militar por
los mandos medios. En la FACH esto adquiere tales características que, el 18.8.73,
Salvador Allende debe llamar a retiro al comandante en jefe Ruiz Danyau, designando en su
reemplazo, el 20 del mismo mes, al general Gustavo Leigh.
En este lapso no ha permanecido inactivo el binomio de civiles reaccionarios-CIA. El
28.8.73 los médicos se pliegan nacionalmente al "paro patronal". El 21.8.73 -a consecuencia
de la asonada frente a su casa- renuncia el general Prats. El 24.8.73 el almirante Raúl
Montero asume la comandancia en jefe de la armada y subrogante, José Merino, regresa a
Valparaíso. Por consejo del propio general Prats, Salvador Allende designa comandante en
jefe del ejército al más leal y constitucionalista de sus generales: Augusto Pinochet. El
28.8.73 los comerciantes detallistas y los colegios profesionales se pliegan al paro "hasta
que Allende renuncie" y el comandante del Regimiento Lautaro de Rancagua, teniente
coronel Christian Ackercknecht, jefe de la "zona de emergencia", provoca desmanes
violentos en el local del partido Socialista. El presidente ordena medidas y el teniente
coronel Ackercknecht es trasladado; el general Augusto Pinochet envía en su reemplazo al
coronel Sergio Ibáñez. Pero las presiones de los mandos medios hacen que Pinochet
declare que las medidas adoptadas por el oficial a cargo de la zona de emergencia "cuentan
con mi más irrestricto apoyo, respaldo y conocimiento". El 31.8.73 el Consejo General de
Abogados declara ilegal al gobierno.
El pueblo expresa su adhesión al gobierno con sus medios normales: el 4.9.73,
frente a La Moneda se reúnen ochocientos mil trabajadores para celebrar el tercer año de la
elección del presidente Allende. El 7.9.73 se producen violentos incidentes en la fábrica
textil Sumar al rechazar los obreros el brutal allanamiento en busca de armas. El diario "El
Siglo" había iniciado una campaña desde el 24.8.73 en defensa del Padre de la Patria
-soldado formado en las batallas en defensa de la liberación e independencia de Chile-
Bernardo O'Higgins, destacando lo positivo que había en el ejército creado por él. Y todo el
proceso culmina con el golpe militar, con la imposición de la táctica de "la masacre civil" el
1
11.9.73.
En el camino hacia la determinación de la fecha del golpe y la de su preparación, la
CIA entrega informes a la DIA y ésta a sus "hombres en La Habana". Uno de éstos es el
director de operaciones del ejército, quien entrega el 27.8.73 un informe al alto mando del
ejército, a petición del presidente, en que se concluye que se ha producido en Chile la
"incapacidad de los políticos de izquierda y de derecha para gobernar el país, y que la única
salida viable de este impase para los políticos de la derecha, es la guerra civil". Esta salida
"viable" no es aceptada por la DIA ni por el alto mando del ejército, por las razones dadas:
división de los institutos militares, triunfo del pueblo y cambio de la vía de transición al
socialismo.
El 29.8.73 es asesinado en una oscura y torpe maniobra el sub-teniente del ejército
Héctor Lachempette con su propia arma de servicio. Durante todo este período, el general
Augusto Pinochet ha ido informando lealmente al gobierno de las intentonas golpistas en la
armada, aviación y en el propio ejército. El 5.9.73, en horas de la mañana, en el Ministerio
de Defensa, el general Pinochet le informa a Orlando Letelier, ministro de Defensa, que
sectores de la marina y la aviación están por un golpe militar pero que él "controla al
ejército".
Analizaremos posteriormente cuándo, cómo y por qué el general Augusto Pinochet -
tardíamente- aceptó participar y dirigir el golpe militar. Actuó en forma dual. En el mes de
julio de 1973 el general Augusto Pinochet otorga una entrevista a una revista y en ella
expresa lo siguiente: "...nuestro crecimiento debe ser especialmente horizontal y vertical,
dentro de nuestros propios espacios territoriales, y buscando una complementación mayor
de nuestros recursos dentro de instituciones como la ALALC y el Pacto Andino... Las
fuerzas armadas son el brazo armado de la seguridad nacional... Souper es un jefe que se
salió de los cánones profesionales y cuyo destino está en manos de la justicia militar, donde
actualmente se le instruye sumario. En cuanto a la muerte del general Schneider, puedo
decirles, que el ejército no olvidará nunca que su comandante en jefe fue asesinado en aras
de la defensa de nuestra constitucionalidad. Él dio su vida por defender un estilo de vida,
por el desarrollo libre y democrático del Estado; y por los principios constitucionalistas
que todos los hombres de armas hemos jurado respetar y defender. Chile vive una
aguda pugna ideológica interna. Creo que el buen sentido primará en los criterios de
políticos de la ciudadanía. Nuestra tradición democrática permite sí estimar que no
llegaremos a tales extremos (responde sobre la posibilidad de la guerra civil, tema sobre el
cual lo interrogan sus entrevistadores)... una lucha interna sería una catástrofe dadas las
condiciones militares del chileno. Creo que toda esta vitalidad debe descargarse en el
trabajo productivo que derrote al subdesarrollo y nos permita llegar al lugar que nos
corresponde de acuerdo con la calidad de nuestro hombre y la riqueza del país...".
Quien decía todo esto, en los días previos al golpe militar, fue nuestro comandante
en jefe del ejército, el que, el día del frustrado golpe de Souper, junto al general Prats y a
José Tohá, metralleta en mano, ayudó a reducir a los sediciosos que masacraban al pueblo.
El mismo que el día 30.6.73 le ofreció a Salvador Allende, delante de Orlando Letelier, "abrir
las puertas de los cuarteles a cincuenta mil trabajadores para entrenarlos en el manejo de
las armas" en su condición de jefe del Plan de Defensa de la Seguridad Interior, el Plan
Hércules, y así enfrentar a los "sediciosos que estaban por provocar una guerra civil".
1
¿Cómo operaba la DIA en Chile por los tiempos de la UP? Durante los años 1970,
1971 y 1972, los coroneles Thomas H. Jones y Paul M. Winert tomaron contacto con sus
colegas coroneles chilenos, y éstos formaron la plana mayor del SIM: Washington Carrasco,
Augusto Lutz y Sergio Polloni y los generales Herman Brady y Mario Sepúlveda. El centro
de operaciones de la DIA estaba en el octavo piso del Ministerio de Defensa, en la oficina Nº
85. Es desde ahí, del propio Ministerio de Defensa Nacional, de donde sale toda la
planificación para combatir y destruir al gobierno de Salvador Allende, la democracia y la
independencia de Chile.
1
de la FACH al comandante en jefe de la inminencia del golpe, de existir "una verdadera
carrera" entre los altos mandos para ver quién da primero el golpe. Así lo embarcan en un
abortado y absurdo "putsch", que es detectado de inmediato por los aparatos de seguridad
e información del gobierno y de los partidos de la UP, lo que permite a Salvador Allende,
con conocimiento de causa, llamarlo a retiro el día 20.8.73. El general César Ruiz Danyau
ha sido víctima de una maniobra sutil y compleja, manipulada por expertos extranjeros en
inteligencia. Ha caído sin pena ni gloria. Es así como el 23.8.73 Salvador Allende designa
comandante en jefe de la FACH al general Gustavo Leigh.
En el camino hacia el golpe militar de la DSN falta resolver sólo dos problemas: 1)
Que sea destituido o llamado a retiro el comandante en jefe de la armada, almirante Raúl
Montero y 2) Que el comandante en jefe del ejército, general Augusto Pinochet, acepte
comandar el golpe militar. Solucionados estos dos problemas, los expertos de la DIA
expresan que puede fijarse el "Día D". La táctica a aplicar será la de "masacre civil". Pero
aún faltan aspectos que afinar, y no hay que precipitar las cosas. Hay que actuar
firmemente, como un cirujano que opera a Chile del "cáncer marxista". Y de paso, de todos
los derechos humanos, garantías constitucionales, democracia, soberanía nacional.
1
contra-informaciones navales. Técnicos en interrogatorios y tortura de prisioneros;
especialistas en aplicar medidas disuasivas, persuasivas y represivas. Peritos en tácticas
guerrilleras y anti-guerrilleras y en luchas urbanas y anti-motines. Especialistas en la sutil y
compleja ciencia de urdir oscuras maquinaciones, tenebrosas "operaciones" y siniestros
complots para cometer asesinatos y hacer recaer responsabilidades en terceros. Técnicos
en el arte de presionar, de manipular la mente al extremo de hacer cambiar el sentimiento
de lealtad a las personas. Todos veteranos de Corea, Guatemala, Vietnam, Nicaragua,
Indonesia y Brasil. Usaban uniforme casi exclusivamente los altos oficiales; el resto,
personal hispano-parlante en su gran mayoría, actuaban de civil. E incluso, durante el
gobierno de la UP, los "marines" de seguridad, como hemos dicho, vestían de civil; dentro
de las reparticiones de la armada vestían de uniforme, y se cambiaban al salir. Era muy
difícil, sin haberlos ubicado previamente, saber cuál era su nacionalidad y funciones.
Eran entrenadores de los B.T. (Buzos Tácticos), asesores del A DOS (Servicio de
Inteligencia Naval) y se ofrecieron para "asesorar" a la policía política, lo que no fue
aceptado; pero teníamos conciencia de que habían logrado infiltrarse. El oficial chileno que
jugó un rol clave y no conocido en estos asuntos fue el capitán de navío Arturo Troncoso, el
último agregado naval del gobierno de Frei en Washington. El mismo que desde las 20
horas del 10.9.73 dirigió la "Operación Cochayuyo" - el golpe militar - en Valparaíso.
Es necesario distinguir entre las labores normales de asesoramiento en materia de
inteligencia naval y las maniobras de infiltración para ganar agentes propios. El A DOS
estaba formado por oficiales que no son profesionales o no lo eran, sino que seguían
algunos cursos, o los habían seguido en Las Rocallosas o en Newport, en Louisiana. Pero
en forma accidental debían pasar por este servicio. Estos eran la mayoría de los oficiales.
Pero hay otros que ingresan al servicio por espíritu de aventura o por convicciones
ideológicas para luchar en contra del "enemigo". Nuestras informaciones eran que los
técnicos del I.N., a través del asesoramiento normal, iban haciendo tests y determinando
qué oficiales tenían condiciones "para responder a estímulos" y servir a sus intereses, ya no
como miembros de información chilenos, sino como "agentes de la DIA". Una vez
seleccionados, como veremos más adelante, mediante un proceso paulatino, quedaban en
condiciones de pasar a trabajar al servicio del OSO, que operaba desde calle Prat 737. Y
estas tareas para los "ganados" o "infiltrados" eran dos: 1) Obtener información de las
acciones del gobierno. Labor sencillísima porque eran públicas, informadas por prensa,
radio y televisión. 2) Organizar y colaborar en pequeñas acciones en contra del gobierno.
Estos oficiales del A DOS "ganados" recibían un manual llamado "Related Missions
Directives", una especie de guía para operaciones y para penetración. Esta primera etapa la
Misión Naval la llamaba "etapa de fijación de objetivos", y en cada "operación" que debía
organizar y llevar a la práctica el oficial "infiltrado", se hacía un "esbozo de proyecto de
operación" con objetivos precisos y predeterminados, que incluía desde la designación de
los más idóneos para ejecutar la operación, hasta el uso de los dineros y medios materiales
necesarios. Así como también la aplicación de medidas de seguridad y protección para los
ejecutores, y el ejercicio de las vías de evacuación.
Las operaciones o trabajos que realizaban los "infiltrados" eran, como es natural, de
dos clases: 1) Las normales, que tenían por objeto cumplir las tareas que les encomendaba
el A DOS conforme a sus objetivos y planes nacionales, y que eran denominadas
1
"operaciones enlace" con el A DOS, y 2) Las de apoyo insurreccional, que cumplían sin
conocimiento y sin autorización de los jefes superiores del A DOS. Y para éstas utilizaban
coberturas que tenían por objeto hacer aparecer inofensivo lo que era altamente perjudicial
para el régimen jurídico chileno y el gobierno, y dar apariencia de legalidad a lo que era
absolutamente ilegal.
La primera noticia de esta dualidad la tuvimos en agosto de 1972 en los servicios de
seguridad del Estado y en la policía política en Valparaíso. El almirante José T. Merino, que
oficiaba de intendente subrogante, me informó que en el Sanatorio Naval almirante Medel
de Olmué se había producido un robo de metralletas livianas de calibre 22; redacté la
denuncia que fur firmada también por el almirante, y el gobierno ordenó una dedicación
especial a la investigación. Sabíamos a través de personas infiltradas en la jefatura militar
de Patria y Libertad, y por conocimiento personal del almirante, quien así me lo expresó,
que estas metralletas eran muy codiciadas por tal grupo. Allende dio instrucciones
especiales para aplacar a la armada mediante el descubrimiento de los autores del robo y
los objetivos perseguidos. Tuvimos información que en un día y hora determinados, frente a
los Tribunales del Crimen, se reuniría uno de los ladrones con dis financistas de Patria y
Libertad, que pagarían las metralletas. La policía poolítica detuvo a los dos compradores y al
vendedor, y en cumplimiento de órdenes del ministro sumariante, se les incomunicó. Los
detenidos confesaron haber recibido instrucciones de un tercero para comprar estas armas.
Antes de que prestaran declaración ante el ministro de la causa, se presentaron tres
oficiales del A DOS y contaron una historia diferente: ellos le habían pedido a dos
financistas de Patria y Libertad que accedieran a tomar contacto con los ladrones, es decir,
que no eran "compradores de armas robadas a la armada" sino colaboradores del A DOS.
Nosotros sabíamos que no era así. Los oficiales, curiosamente, se presentaron a declarar
ante el ministro, y los dos ejecutivos quedaron en libertad incondicional. Los conocía desde
largos años y sabía que ambos tenían hermanos oficiales en la armada. El jefe del A DOS
estaba informado, y confusamente me dijo que los oficiales en cuestión "habían actuado con
gran espíritu de iniciativa". El almirante Merino me felicitó, diciendo que había sido un gran
éxito el haber detenido a los ladrones, que eran marineros que estaban enfermos e
internados en Olmué. Tuve que explicarle la situación a Daniel Vergara, pues le había
informado de la detención de los financistas de Patria y Libertad. Legalmente, nada
podíamos hacer. Posteriormente, los que participamos en los hechos cumpliendo las
órdenes del ministro y del gobierno llegamos a la conclusión que dentro del A DOS se
actuaba en una forma doble. Estábamos seguros que eran otras las causas por las cuales
habían intervenido estos tres oficiales, causas que tanto los jefes del A DOS como el propio
almirante Merino desconocían. Y, lo más grave, es que constatamos que Patria y Libertad
tenía tales vinculaciones con elementos del A DOS que llegaban al extremo de salirse del
anonimato propio de un servicio de inteligencia, y comparecer públicamente en
investigaciones y los tribunales de justicia, reconociendo su calidad de miembros de un
servicio de inteligencia y dando cobertura y protección públicamente a elementos de Patria
Y Libertad.
1
almirante Raúl Montero, y como comandante en jefe de la I Zona Naval de Valparaíso
(IZNV) quedó el vice-almirante José Toribio Merino. Un gran número de vice-almirantes,
contra-almirantes, capitanes de navío y otros rangos, si no tenían una posición proclive, por
lo menos estaban dispuestos a aceptar la experiencia de la Unidad Popular y reconocer al
presidente Allende como lo que era, el generalísimo de las fuerzas del aire, mar y tierra. Me
consta personalmente que había varios altos oficiales "partidarios" del gobierno y
constitucionalistas. Existía un grupo irreductible entre los que estaban el contra-almirante
Patricio Carvajal y el capitán de navío Arturo Troncoso, enemigos acérrimos de la UP; en
menor escala, el contra-almirante de ingeniería naval Ismael Huerta. Pero a través de los mil
días del gobierno pudimos constatar cómo se deterioraban estas posiciones de tolerancia.
Yo tenía compañeros de estudios primarios y secundarios que eran altos oficiales de la
armada; con ellos pude conversar en algunas oportunidades y la razón fundamental que
ellos me dieron es que "sentían una falta de decisión y de autoridad en el gobierno".
¿Cómo, quiénes y de qué manera lograron ocasionar estos cambios?. Los grupos
contrarrevolucionarios de los mandos medios iniciaron una tanda de conversaciones en el
Club Naval de Valparaíso, en el Casino de Campo de Las Salinas, en casas particulares de
oficiales y en los barcos de guerra y departamentos navales. En estas reuniones
propusieron la participación en las "tareas de gobierno" como medio de "informarse y
preparar para mañana". El proceso fue paulatino.
¿Cuál fue el argumento con el cual lograron hacer cambiar de opinión a los oficiales
realmente profesionales?. Muy simple: el sentimiento patriótico y nacionalista arraigado
desde su formación en la Escuela Naval; y el sentimiento de estar la Patria en peligro. Así,
en abstracto. Los oficiales estadounidenses confidenciaron - y esto en las tres ramas de las
FF.AA. - que sus servicios secretos tenían informaciones clasificadas (ultra secretas) de que
el gobierno del Perú había adquirido gran cantidad de armamento convencional, en especial
tanques y blindados de la Unión Soviética, y que con la asesoría de "técnicos israelíes en la
guerra del desierto", el ejército del Perú se entrenaba para invadir Chile y recuperar así los
territorios perdidos en la Guerra del Pacífico "antes de cumplirse el centenario", es decir,
antes de 1979. Continuaban el argumento así: "los comunistas son dentro de Chile un
'ejército enemigo', son el 'enemigo interno' y como este gobierno está en manos de los
comunistas y ellos son fieles a la Unión Soviética, en caso de guerra entre Chile y Perú, los
comunistas y el gobierno ayudarán a Perú. Y como Chile no cuenta con la ayuda de
Estados Unidos, por el contrario, le ha declarado el bloqueo económico y lo propio hará el
Brasil, Chile no tendrá apoyo; así, esta guerra será aprovechada por los países limítrofes
como Argentina y Bolivia, que tienen problemas de fronteras con Chile. ¿Qué harán los
marinos chilenos en estas condiciones en que se desenvuelven ahora y afectan el futuro
inmediato de Chile?". En el segundo tramo sostenían que "los políticos de izquierda son
traidores y los de derecha torpes y corrompidos, no pueden gobernar el país". Entonces,
preguntaban en este proceso de lavado de cerebros: "¿Quiénes son los únicos grupos
sociales que pueden gobernar el país y salvarlo?". La respuesta la daba sólo el sometido a
este proceso de intoxicación: "Nosotros, los militares". Entonces, pregunta el "operador",
"¿Están Uds. preparados ahora para gobernar?". Obviamente la respuesta era no. ¿La
misión?. "Prepararse para gobernar el país antes de tres años".
Ahora bien, ¿cómo pensaban gobernar?. En un primer tiempo pensaron que se
1
podría constituir un gobierno con Allende y los militares. La conducta ejemplarmente
revolucionaria de Allende les demostró antes de enero de 1971 que esta tesis era errónea y
que debían derrocar a Salvador Allende pues éste no era el "bombero del movimiento
popular".
Los mandos medios se prepararon. Es entre ellos donde nace la idea de la conquista
absoluta del poder. Pero dentro del esquema clásico militar nada pueden los mandos
medios si no cuentan con los altos mandos. Y para la DIA no se trataba de un Golpe de los
Coroneles; se trataba de imponer la ideología y el sistema de la DSN. En el análisis del alto
mando de la marina, los contrarrevolucionarios excluyeron inmediatamente al comandante
en jefe vice-almirante Raúl Montero por ser "allendista", y a varios otros oficiales superiores
a los que habría que llamar a retiro o neutralizar. Durante el tiempo que estuve detenido en
"La Esmeralda" - entre otras confesiones - quisieron obligarme a firmar una, sosteniendo
que el almirante Montero tenía vinculaciones secretas con el partido Comunista.
Es necesario colocarse en el estado de ánimo y el ambiente que existía en
Valparaíso en noviembre-diciembre de 1970, agudizado cuando en enero de 1971 Allende
trasladó el asiento del gobierno a Valparaíso, a la sede de la intendencia que está encima -
creo que ahora todo cambió - de la comandancia en jefe de la I Zona Naval. Los dos
comandantes en jefe de la armada anteriores habían tenido problemas: El Cdte. Jorge Porta
Angulo, mezclado en el complot para dar un golpe militar en octubre, había renunciado al
informarle el general Schneider que tal golpe no tendría lugar, y que el ejército se opondría a
él, y el segundo, el comandante en jefe Barrios Tirado, había sido destituido y procesado en
forma simbólica por participar en el complot de Viaux, que culminó con el asesinato del
general René Schneider. La Fiscalía Militar no investigó seriamente - ni hubo mayor interés
en ello - la participación de altos oficiales en el complot sino que se limitó al hecho del
homicidio en sí. A consecuencia de esto, había gran inseguridad frente al almirantazgo. Y si
Salvador Allende hubiera aceptado nuestras proposiciones en cuanto a llamar a retiro al
almirante Merino y a otros, las cosas pudieron haberse desarrollado en un sentido quizás
menos desfavorable a la UP, pues se habría contado con parte del alto mando naval
formado por profesionales que acataban el principio de sumisión a la autoridad del poder
civil.
Interesa personalmente el almirante José T. Merino. Salvador Allende jamás lo
desestimó, y en su propia persona veía prácticamente a toda la armada nacional
representada. De ahí sus instrucciones especiales y específicas. Escribiré cómo eran las
cosas y las apreciaciones en ese tiempo, cuando se iniciaba el gobierno popular y durante
los días en que se cumplía el Programa. El almirante Merino tenía entre la oficialidad de la
marina - e incluso entre los civiles - cierta aureola respetable por cuanto fue el único oficial
chileno que en cierta medida participó en la Segunda Guerra Mundial, como oficial a bordo
de la nave de guerra estadounidense "Raleigh", patrullando el Canal Zone y Guadalcanal.
Además, tenía una brillante carrera como oficial. Se desempeñó como profesor de
geopolítica y logística en la Academia de Guerra Naval. Juntos nos iniciamos en 1948 en
gestiones jurídicas desde diversas posiciones. Él actuó como secretario de la Fiscalía Naval
ad-hoc y yo como abogado de uno de los procesados en el sumario por defraudación a la
cuenta de dineros reservados de la armada. Y si bien no formó parte del equipo de
almirantes y capitanes de navío que, con conocimiento del general Schneider tuvieron una
1
reunión el 18.10.1970 con Salvador Allende y éste les expuso su Programa y las posiciones
del futuro gobierno de la UP respecto a las fuerzas armadas en general y a la armada en
particular, tenía una actitud constitucionalista.
Las eventuales posibilidades de una guerra con el Perú no lo convencieron
mayormente, y su actitud frente al gobierno fue siempre correcta. Es así como en mayo de
1972, producida la vacante en la Intendencia de Valparaíso por renuncia del abogado
Carlos Soya, y ante ciertos problemas relacionados con la persona del futuro intendente de
UP, Salvador Allende lo nombró intendente subrogante de Valparaíso. Eran tiempos ya
difíciles para nosotros. Enfrentábamos una dura oposición de derecha y algunos conflictos
de trabajo, en especial en el Servicio de Seguro Social.
El 21.5.1970 en la I Zona Naval, Salvador Allende en presencia del Almirante me dio
las siguientes instrucciones: "Te pondrás al servicio del almirante no sólo como asesor
jurídico del Ministerio sino también como representante personal mío. Te preocuparás de
que el almirante no tenga problemas de ninguna especie con la dirección de la UP, y si
algún día se presentan por cuestiones de competencia o de apreciaciones, estarás de su
parte, o de quien esté como comandante de la IZN. Y me informarás". Ellos, según el
programa, debían ir al monumento de Arturo Prat. Mientras tanto, yo fui a tratar de ubicar
con la policía política y con algunos B.T. unas bombas que, según una llamada anónima, los
elementos de Patria y Libertad habrían colocado en la base del monumento, en los cauces.
El almirante Merino, el jefe del A DOS, el prefecto de investigaciones y yo no le
informamos a Salvador Allende ni a nadie de este aviso. Habría miles de personas en la
Plaza Sotomayor, y todo el almirantazgo estaría en el monumento. Pero, junto con los
hombres de la policía política, pensamos que era imposible que Patria y Libertad atentara
contra la alta oficialidad de la armada y que mientras el presidente estuviera con los
almirantes no existía real peligro de un atentado. El peligro, considerábamos, aparecería
cuando el presidente anduviera separado de ellos. Es así como todos decidimos mantener
secreta esta amenaza y no le informamos ni al personal de investigaciones de la Dirección
General que había viajado desde Santiago ni tampoco a los hombres de la Guardia Armada
Presidencial, el GAP. Las medidas de seguridad fueron coordinadas por el almirante, el jefe
de la A DOS, el prefecto de investigaciones, el jefe de detectives de Santiago y el del GAP,
y se acordó que representantes de los partidos de la UP prestarían apoyo entre el público a
los B.T. y demás servicios de seguridad. Esto lo acordó el almirante con los dirigentes de la
UP regionales. A mí me designó él para actuar como su enlace con ellos. Incluso me
propusieron un medio de identificar a los colaboradores civiles, que eran fácil de ser
detectados por las fuerzas de seguridad oficiales. Se contó con novecientas personas de los
partidos de la UP. El almirante había propuesto que la armada entregara una tarjeta a cada
uno de ellos, y que sería necesario entregar una lista. Me opuse alegando la falta de tiempo
para esto; además, teníamos una profunda desconfianza en entregar estas listas. Los
hechos demostraron lo atinados que habíamos estado al no hacerlo; así es que estos
novecientos compañeros pudieron ser identificados positivamente, pero manteniendo su
anonimato.
No hubo tal atentado. Y el aviso tenía por objeto producir el pánico y hacer que
suspendiéramos este acto en el cual el presidente de la República de Chile, por primera vez
en la historia, asistiría un 21 de mayo invitado por la armada a rendir homenaje a Arturo
1
Prat, héroe naval. El almirante me expresó que al acercarse el mediodía, hora fijada para el
estallido de las bombas, había pasado los peores momentos de su vida, y pensaba en la
tremenda responsabilidad que habíamos asumido. Le expresamos que lo propio habíamos
vivido nosotros.
En los inicios de la gestión del almirante Merino como intendente, tuve un problema
delicado con la armada. Los de inteligencia naval le expresaron al almirante que yo no podía
desempeñarme como asesor jurídico suyo. Para el A DOS yo era comunista, y sostuvieron
que "un comunista no puede ser asesor jurídico de un almirante". Al margen de mi filiación
política, que no interesaba, mi cargo era de designación personal del presidente, y se
trataba de funciones, no de actuaciones personales. Así se lo expresé al almirante, y le
informé al presidente y a Daniel Vergara. El presidente me ordenó que por el teléfono
directo lo llamara en presencia del almirante; Allende le expresó que el único asesor jurídico
que él podía tener era yo, que estaba para asesorar a los intendentes en materia de
seguridad y otras; que él no había designado a ninguna otra persona, y que debía trabajar
conmigo, que era la persona de confianza del gobierno. Posteriormente, Daniel Vergara
telefónicamente le expresó al almirante que el único asesor jurídico autorizado para ejercer
acciones en nombre del gobierno era Luis Vega y que si en cualquier actuación intervenían
abogados de la armada o de otras instituciones, todo lo obrado por ellos sería nulo, pues el
único defensor del gobierno en los procesos era el titular del cargo. Le indicó, también, que
él estaba desempeñando ahí funciones de intendente y no de almirante. Debió retirarse el
asesor de la armada, pero debí aceptar que, durante todo el tiempo que el almirante Merino
actuara como intendente, yo debería reunirme diariamente una hora con el jefe del A DOS y
otros, recibir informaciones suyas y entregarle copias de las denuncias presentadas por mí
en contra de los sediciosos. En realidad, esto era sólo una forma de ampliar el trabajo, pues
cada denuncia remitía una copia a la policía política y otra al prefecto de carabineros para
así facilitar las investigaciones encargadas al personal de ambos servicios de seguridad
interior. Mis superiores en el Ministerio del Interior aceptaron mi decisión en cuanto a
aceptar el trabajo con el servicio de inteligencia naval.
El almirante Merino, como intendente, enfrentó con soltura y éxito varios conflictos
laborales. En algunas gestiones me designó como su representante aun cuando estas
funciones de tipo laboral no me cortrespondían. Otorgó la fuerza pública para todos los
eventos que el gobierno necesitó, y firmó todas las numerosas denuncias que presentamos,
incluso una en contra de un parlamentario del partido Nacional que había pretendido
soliviantar a algunos marineros para que no le obedecieran a un oficial. Participó en
numerosas reuniones con la dirección regional de la UP, a algunas de las cuales me invitó a
asesorarlo. El trabajo fue interesante y fácil con el almirante Merino, y también fue
interesante y estrictamente profesional el trabajo con los oficiales
del A DOS. Eran personas serias, conocedoras de este trabajo, y las investigaciones
pudieron agilizarse con sus indicaciones y su ayuda.
Durante el paro de octubre de 1972, el almirante Merino, como jefe de la zona de
emergencia, otorgó el auxilio de la fuerza pública y personal de marinería y de soldados
para proteger los convoyes. Y si algún problema entre militares y civiles se produjo, todos
fueron resueltos por el almirante. Empecé a notar un cambio en la actitud de Merino desde
mediados de noviembre de 1972. Participaba en un Ministerio UP-militares el contra-
1
almirante Ismael Huerta. Desconocidos colocaron o lanzaron al ante-jardín de su chalet en
Viña del Mar, una bomba de 70 cms. de largo hecha con un tubo de fierro, con
aproximadamente medio kilo de amón gelatina, con esquirlas y tuercas en cada uno de los
extremos. Felizmente, la guía estaba doblada y no funcionó. Al mismo tiempo, se iniciaron
una serie de atentados a oficiales y sub-oficiales de la armada, pero los zapadores
establecieron que eran bombas de fulminante mercurio que producían gran ruido pero no
ocasionaban daño. Los reclamos de los oficiales y de sus familiares llegaron al almirante,
quien perdía paciencia y ecuanimidad, y me exigía intensificar las investigaciones; a mi vez,
yo pedía al A DOS que investigara más profundamente, pues tenían más posibilidades de
hacerlo que carabineros y detectives.
No obstante ello, el almirante continuó trabajando con nosotros. Aceptó el cargo de
director de la CORDVAC o Corporación de Desarrollo de Valparaíso y Aconcagua, (este
cargo le correspondía por derecho propio) de la cual el presidente me designó fiscal. Fue
vice-presidente de la Sociedad de Industria y Maquinaria Médica Valparaíso Limitada, de la
cual fui designado presidente. Era esta una sociedad privada con capitales del Estado
aportados por la CORDVAC y SERCOTEC (Servicio de Cooperación Técnica) dependiente
de la CORFO (Corporación de Fomento). Trabajamos en un estudio de las mareas del
Molo, frente a la caleta de pescadores de El Membrillo y San Mateo. La escritura de esta
sociedad la redacté con la asesoría de abogados e ingenieros navales, y fue aprobada por
la Contraloría General de la República. El almirante Merino mostró gran interés y contamos,
inclusive, con un médico de la armada para la fabricación de riñones artificiales, de los
cuales, cinco prototipos fueron obsequiados por Salvador Allende al presidente Echeverría
de México. Esta sociedad dedicada al desarrollo de alta tecnología médicar era una de las
realizaciones que más satisfacía a Allende. Y el almirante aportó numerosas ideas que, a
través de los años, he podido observar que no se han llevado a la práctica, pese a ser él
integrante de la poderosa junta militar. En esos días el almirante Merino pensaba como
Vicuña Mackenna:"el porvenir de Chile está en el mar". En las interesantes conversaciones
que sostuvimos sobre estas materias afirmaba que el mar es "un inmenso laboratorio y la
despensa de Chile".
El experto en explosivos determinó que la bomba que no explotó en casa del
almirante Huerta era típica de uno de los grupos militares de Patria y Libertad que operaba
en Viña del Mar. Cumpliendo órdenes emanadas del ministro sumariante, se hicieron
numerosas detenciones, pero todas negativas. Sabíamos que el jefe militar de Valparaíso
era un ex-oficial de la armada. Lo conocía personalmente. Sabíamos quiénes formaban
parte de la jefatura operacional; conocíamos a los financistas, casi todos miembros de
ASIVA. Habíamos establecido dónde recibían entrenamiento en Las Salinas; conocíamos
sus vinculaciones con Arturo Marshall y con elementos de Salta y Santa Cruz. Pero todo era
negativo. El almirante Merino me expresó que le habían informado que se trataba de un
atentado de "elementos de ultraizquierda descontentos con la participación de militares en el
gabinete". Le hice ver el informe del experto que contradecía esta teoría. Nos exigió, y lo
mismo exigió Salvador Allende, que descubriéramos a los responsables, pues este atentado
había causado gran impacto y descontento en la armada. No podíamos dejar a los
almirantes a merced de atentados terroristas, los cuales posteriormente se intensificaron.
Llegamos a la conclusión con el prefecto de investigaciones, Juan Bustos, que se trataba de
1
maniobras dirigidas a desprestigiar al gobierno entre la oficialidad de la armada, a demostrar
nuestra incapacidad para reprimir el terrorismo y para defender la seguridad interior del
Estado y a la persona misma de cada almirante y oficial. Nosotros estábamos informados
que todas estas maniobras eran ejecutadas bajo la dirección de técnicos extranjeros con
conocimientos y prácticas ajenas a nosotros.
Después del atentado a la residencia del almirante Huerta, se inició una campaña
sistemática de insultos y amenazas al domicilio del almirante Merino; se encendían fogatas
cerca de su domicilio oficial y particular con diversos materiales inflamables y combustibles.
Numerosas noches recibí sus llamadas y tuve que ir a investigar de qué se trataba. En todo
esto había algo muy oscuro.
En nuestras evaluaciones eximimos de estos atentados a la "Estación CIA-
Valparaíso". Si bien es cierto el material era de Patria y Libertad, no correspondía a las
técnicas usadas por los grupos que ha habíamos detectado. Estos grupos generalmente
cometían sabotajes, atentados contra locales comunistas, socialistas, mapucistas, en redes
ferroviarias, industrias estatales, pero no contra las fuerzas armadas. La CIA-Valparaíso
estaba en contacto con Patria y Libertad y ASIVA. Pero estábamos seguros que aquí había
otro centro de planificación y ejecución, y que el uso de material de Patria y Libertad era una
cobertura.
El hecho es que, desde ese atentado, la actitud del almirante Merino cambió
radicalmente. Estaba nervioso, irritable, aun cuando siempre deferente en su trabajo. Le
habían dicho que "la insurrección popular estaba a punto de despegar". Estaba sometido a
los reclamos de quienes se sentían expuestos a morir en los "atentados" en contra de las
poblaciones de la armada. Y personalmente él, y toda su familia, eran víctimas de una
campaña insidiosa de amenazas de quienes se individualizaban como miembros del MIR o
MAPU. Jamás pude convencerlo de que estas maniobras no eran de la ultraizquierda y que
si lo eran, se trataba de elementos reaccionarios infiltrados en las filas de la extrema
izquierda. En numerosas ocasiones me dijo:"Ustedes no controlan la situación y están
haciendo que nos empujen a actuar". En ese tiempo -lo supiera o no el almirante Merino-
desde la I ZN salían informaciones a la Kennecott en Nueva York sobre la salida de barcos
chilenos llevando cobre a Europa desde Valparaíso. Y según el Times del 6.11.72, así
pudieron embargar en París el cobre transportado por seis barcos chilenos.
Es un hecho que los políticos contrarrevolucionarios civiles despreciaron a los
contrarrevolucionarios militares -durante cuarenta años los habían marginado de la vida
social, del desarrollo social- pero acuñaron la consigna de "Poder Militar en contra de Poder
Popular" y mediante la campaña de desestabilización del gobierno planeada por la CIA,
creyeron que forzaban a la contrarrevolución militar a derrocar al gobierno, para que, dentro
de un "término razonable" los militares les entregaran el país saneado del "comunismo" a
ellos. No sólo no estudiaron sino que menospreciaron el actuar de los sediciosos de
uniforme en Chile.
La Ley de Control de Armas es una de las más hábiles jugadas de los sediciosos
militares: convencieron a los políticos de derecha para que presentaran el proyecto, otros
militares convencieron al gobierno y a los parlamentarios de la UP de las bondades de esta
ley. Veremos cuáles eran los objetivos de ella. Los políticos de la Democracia Cristiana, con
Eduardo Frei a la cabeza, justificaron el golpe militar y apoyaron a la Junta, creyendo que se
1
trataba de un "pronunciamiento más", y recorrieron el mundo explicando y justificando sus
atrocidades, hasta que se convencieron de la verdad: los militares los habían burlado, y
fueron ellos los que llevaron agua al molino de la contrarrevolución militar. Comprendieron,
tardíamente, que la libertad, la independencia nacional, los derechos humanos, el estado de
derecho, todo lo que es la democracia liberal, había muerto en Chile mientras el poder se
apuntala en el terrorismo de Estado ejercido por los militares de la Doctrina de la Seguridad
Nacional.
Inconscientemente, algunos sectores bien intencionados -pero mal informados- de la
UP cooperaban a dar argumentos a los que dentro de las fuerzas armadas, y en especial de
la marina, estaban interesados en preparar la psicología, el ánimo para el golpe militar.
Entre ellos están los que redactaron el proyecto de la Escuela Nacional Unificada. La
principal oposición apareció en la armada, y la representó el almirante Ismael Huerta, el que
en protesta de este proyecto renunció al gabinete militar. Esta es la verdad. Declaró que lo
hacía porque con esto de la ENU (Escuela Nacional Unificada) llegarían a los cuarteles a
cumplir el servicio militar contingentes enteros de comunistas formados, lo que no podía él
aceptar.
El almirante Merino ya estaba sobreexcitado. En forma coordinada, en los primeros
días de mayo de 1973, en todos los buques de la Escuadra, en los cuarteles navales, en el
Apostadero Naval de Talcahuano, en la Base Aéreo-Naval del Belloto, y en la Base de
Metereología Naval de Quinta Normal en Santiago, empieza una serie de arengas, charlas y
cursos de adoctrinamiento antimarxista a los suboficiales, clases y tropas. La inminente
guerra del Perú contra Chile, "montada" por la Unión Soviética, y el papel de quinta-columna
que jugarán los comunistas y el gobierno chileno, hace necesario que le gobierno sea
"depuesto". Poco a poco se les va preparando para un golpe militar que sería "desatado por
la acción heroica de la armada, lo que obligaría a plegarse a las otras ramas de la defensa
nacional". En algunas arengas se llega hasta fijar la fecha del golpe naval: el 5 de agosto de
l973.
Pero nuestras informaciones son que en la gestación de este golpe naval, el
almirante Merino estuvo totalmente desinformado. No dudo de las fuentes de información.
Este "golpe" había sido planeado a sabiendas de que no podía llevarse a efecto,
fundamentalmente para convencer al almirante Merino a incorporarse a la contrarrevolución.
Y produjo sus efectos. Aun antes del inicio de las acciones preparatorias del "golpe naval",
el almirante estaba decidido y comprometido, a otros niveles, con el golpe militar de la
Doctrina de la Seguridad Nacional. De ahí a aceptar dirigir el movimiento sedicioso
programado por sus mandos medios, no hubo ni un centímetro que recorrer. Pero estas
actividades sediciosas produjeron un efecto que no esperaban los complotadores: un grupo
de suboficiales y marineros, leales a los principios que juraron respetar y proteger de
defensa de la seguridad nacional, y de respeto a la Constitución y a las leyes de la
república, se vieron en la necesidad de dar a conocer estos hechos. Y como no tenían
medio alguno para que todo esto fuera publicitado, decidieron en el mes de mayo y
principios de junio de 1973, ponerlo en conocimiento de los jefes de los partidos de la
izquierda. Pero en algunos sectores hubo desconfianza hacia ellos, suponiendo que podían
ser agentes provocadores, pues esto era absolutamente inusual y sin precedentes en Chile.
Solamente fueron escuchados por Carlos Altamirano, secretario general del partido
1
Socialista de Chile, por el diputado Oscar Garretón del MAPU y por Miguel Enríquez,
secretario general del MIR. Los suboficiales informan. Los dirigentes políticos escucharon. Y
nada más. Es una simple reunión para informar. Pero estas reuniones fueron detectadas
por los servicios especiales. O fueron delatados.
Era un secreto entre muchas personas. El hecho es que entre los analistas que
asesoran al A DOS se presenta una oportunidad magnífica: detener a todos los marineros y
acusarlos de un "golpe rojo" dentro de la armada, con captura de barcos y asesinato de
oficiales. Y empiezan a detener administrativamente a los suboficiales y marineros. A
mediados de junio el almirante Merino me pide que presente ante él una denuncia en contra
de sargentos y marineros sin nombre, por tentativa de "golpe contra la armada" y de
"asesinato de oficiales". Me dice que hay numerosos detenidos y confesos. Le expreso que
tal delito no existe y que consultaré con mis superiores. Consulto con Daniel Vergara quien
me expresa que debo exigir antecedentes, y que mientras se estudia el asunto no haga
nada, aduciendo que se está estudiando el problema. Se detuvieron a unos 400 suboficiales
y marineros, pero de éstos, se mantienen detenidos mas o menos a cincuenta. Algunas
madres, esposas, novias y hermanas de los detenidos empiezan a solicitarme que presente
la denuncia porque están siendo bárbaramente torturados en el cuartel "Silva Palma", en la
Academia de Guerra Naval, en el apostadero Naval Talcahuano, en naves de guerra y en
otros lugares. Y lo mismo le informan al diputado Manuel Cantero. Me entregan los nombres
de algunos oficiales torturadores: capitanes Gajardo, Acuña y Kooller; tenientes Luna,
Alarcón, Letelier, Tapia, Maldonado, Boetsch, Jaeger y otros. Me parecía difícil que seres
humanos, oficiales de la armada, cometieran tales atrocidades. Comprendí entonces la
urgencia de presentar la denuncia.
Este "golpe rojo" se les presentó como una oportunidad para justificar el golpe militar.
Empezaron a confabular la existencia de un "auto-golpe" del gobierno contra las fuerzas
armadas, el cual sólo podría ser detenido mediante un golpe militar. Y para tener
rápidamente un "plan" de ese auto-golpe, encomendaron a los técnicos de la CIA amañar
documentos. De todos modos, los sediciosos de la armada se adelantaron, y empezaron a
escribir en las paredes, con letras negras, grandes, "YA VIENE DJAKARTA", (escribiendo
como se escribe en inglés Yakarta). Hasta esa fecha no había trascendido públicamente la
detención de los marinos. Los diarios de izquierda informaron en agosto y primeros días de
septiembre sobre estos hechos. Curiosamente, un pequeño grupo de personas jóvenes,
entre las cuales había algunos extranjeros, se paraban diariamente frente a las ventanas de
las oficinas de la I ZN, a gritar: "Merino, asesino, suelta a los marinos...". Lo que exasperaba
al almirante. Aumentaron las amenazas telefónicas en su contra. En varias oportunidades
debí seguirlo o adelantarme en automóvil para ver si había elementos dispustos a atentar en
su contra en el camino. Además de las guardias de B.T., tuvimos que montar guardias
especiales de carabineros y de personal de la policía política. Asimismo tuvimos que dar
protección a las casas de otros almirantes, para prever que se repitieran atentados como el
que se había efectuado en contra del almirante Huerta.
Periódicamente el almirante Merino me exigía presentar la denuncia, pero no me
entregaba antecedentes. Estábamos en un círculo vicioso. ¿Por qué? Porque si bien es
cierto que él era el juez naval de la I ZN, el único que podía dar curso válido al proceso y
detener legalmente a los marineros, era el Ministerio del Interior por medio del abogado
1
defensor del gobierno. Me insistía en quemi actitud "forzaba a la armada a mantener una
actitud ilegal", al mantener detenidos, más de 40 días, solamente con órdenes
administrativas.
Aunque ya se sabía extraoficialmente la detención de estos marineros, ninguna voz
se alzó ni ninguna acción se tomó en favor de ellos. La noche del "Tancazo", el 29.6.73, se
realizó una reunión del almirantazgo con todos los capitanes de navío, de la que
hablaremos más adelante. El día 30.6.73, en una conversación que tuvimos antes del
mediodía, y en la que conversamos sobre el "Tancazo", Merino me reiteró con urgencia que
aplicara la acción legal, que esta situación "era insostenible" para él, y que con los hechos
de Santiago podrían tomar aspectos más graves la actividad de los elementos que
"apoyaban y estimulaban" a los "marineros sediciosos". Insistí: "Don José, deme los
antecedentes y procederé". Me contestó: "Usted sabe que es 'material clasificado' y no
puedo entregárselos". Ocurría que la persona que estaba facultada por el gobierno para
manejar en estos casos el "material clasificado" era yo.
El 5.7.73 fue designado por Salvador Allende, ministro del Interior el abogado
socialista Carlos Briones. Repentinamente, se designó intendente de Valparaíso al ex-
auditor general del ejército y actual asesor del Ministerio de Defensa Hernán Concha. La
causa de la designación de esta persona como intendente fue un misterio para todos,
excepto para Salvador Allende. Incluso lo fue para su secretario privado Osvaldo Puccio. De
los antecedentes que he logrado reunir, Salvador Allende conversó sólo diez minutos con su
intendente y éste fue recomendado "desde el Ministerio de Defensa". El tiempo suficiente
para designarlo en el cargo y que él lo aceptara.
El nuevo intendente de Valparaíso asumió el 20.7.1973, y a la ceremonia asistió el
ministro del Interior Carlos Briones y como es de protocolo, el C.J.I.Z.N, almirante Merino.
En la ceremonia el almirante exigió una reunión con nosotros dos, en la que le expresó mi
permanente oposición durante más de 40 días a presentar una denuncia en contra de
"marineros sediciosos". Le expresé al ministro que no podía presentar una denuncia en
contra de personas innominadas y sobre hechos desconocidos, y que sin los antecedentes
nada podía hacer. El ministro le expresó: "Señor almirante, el abogado del Ministerio tiene
razón, debe facilitársele los antecedentes, aun cuando sean secretos. Se trata, de todos
modos, de un secreto de Estado". Convinimos en que trabajaría solo, sin asistencia del
personal de A DOS. Finalmente me entregaron el sobre "TOP SECRET", con toda clase de
timbres y siglas secretas. De los antecedentes no emanaban pruebas para fundamentar
acción legal alguna. Se trataba solamente de "confesiones". Ese mismo día me habían
visitado dos madres para decirme: "Sabemos que Ud. puede salvar a nuestros hijos,
haciendo que los pasen a la Cárcel Pública". Me expresaron que los habían obligado hasta
a comer excrementos. Y solamente ejercí una dudosa acción "por desobediencia militar" en
contra del sargento 2º Juan Cárdenas, del "Blanco", Juan Gajardo, de Quinta Normal,
Leopoldo Luna, Maldonado y otros, hasta un total de 46. Según el parte oficial, "en sus
lugares de trabajo habían decidido asesinar a sus superiores y tomar el mando", "habían
redactado listas de oficiales que debían ser asesinados, y definido las funciones que cada
uno de ellos ejercería en reemplazo de sus oficiales". Pero no había prueba alguna de
ninguna naturaleza, ni aun una nota emanada de ellos, fuera de sus propias confesiones. Y
tampoco pruebas previas, coetáneas o posteriores a los hechos imputados que sirvieran
1
para estimar cualquier clase de participación de Altamirano, Garretón o Enríquez en la
comisión del supuesto delito de "sedición en contra de la Armada Nacional".
El mismo 20.7.73 presenté la denuncia al propio almirante Merino, en su calidad de
juez naval. Llevaba el número 3926-73 del rol del Juzgado Naval de Valparaíso. Al
Almirante no le agradó. Le dije que los antecedentes que me había entregado no se
tipificaba delito alguno, y que estaba seguro de que los detenidos serían absueltos. Pero
que, en todo caso, cumplía órdenes del ministro del Interior y que él, con esa denuncia,
podía iniciar el proceso e investigar. Se hizo pública la denuncia y el pueblo reaccionó en
Valparaíso: se creó un "Comando de Defensa de los Marinos Detenidos" y un "Comité
Femenino de Solidaridad" con sus esposas, madres e hijas... Y los diarios de izquierda
iniciaron una campaña de denuncia de estos hechos, pero no se planificaban acciones que
pudieran llevar al gobierno a desistir de la denuncia.
En el mismo mes de julio, la situación se torna tensa porque empiezan allanamientos
a locales sindicales, políticos, universidades, casas particulares, fábricas, industrias, fundos
de la CORA, en cumplimento de la Ley de Control de Armas. Las armas no aparecen por
ninguna parte. Se allanan salvajemente el Liceo Nº 3 de Hombres, la DINA o Distribuidora
Nacional, la Cía. de Gas de Valparaíso; los obreros son golpeados, lanzados al suelo y
apilados unos sobre otros, o son obligados a permanecer horas con las manos en la nuca y
las piernas separadas. El día 5.8.73 en "El Mercurio" de Valparaíso, el almirante Merino
hacía pública la siguiente información: "...se ha descubierto un complot de marineros en la
armada, dirigido por Altamirano, Garretón y Enríquez". Al mismo tiempo nos habían exigido
que hiciéramos una declaración en el sentido de que los marineros estaban detenidos en
virtud de "una denuncia del gobierno por atentar contra la Ley de Seguridad del Estado". La
hicimos, pero dejando en claro que sólo era por supuesta "desobediencia".
El 7.8.73, conversando sobre otro asunto, incidentalmente me expresó Merino que
estaba estudiando la posibilidad de pedir el desafuero de los dos parlamentarios implicados
en el complot. Le expresé que no había pruebas, y que la Corte de Apelaciones estaba
formada por jueces de derecho, muy independientes y que, en mi opinión, con los
antecedentes que había en el sumario era imposible que desaforaran al senador
Altamirano y al diputado Garretón. De todos modos, -aun cuando se mostró caviloso-
dentro del juego e que estaba solicitó el desafuero. Pero cuando presentó la solicitud fue
mucho más cauto en sus declaraciones y es así como en "El Mercurio" de Valparaíso del
30.8.73, dijo:"La petición de desafuero se fundamenta en el respaldo que ambos
parlamentarios dieron a los marineros que intentaron apoderarse de dos buques de la
armada nacional para desencadenar la guerra civil...". Distinta era ahora la situación. Así se
cubría Merino las espaldas frente a un previsible rechazo de su petición de desafuero por
parte de la Corte de Apelaciones, y también aportaba su "no a la guerra civil". Él estaba
con la otra táctica, la militar.
Esos días eran críticos para el almirante Merino ya comprometido, a la sazón, como
jefe de armada en el golpe militar. Además estaba en trance de aventajar, junto con el líder
de la aviación general Leigh, al general Augusto Pinochet, que si bien estaba comprometido
a dirigir al ejército en el golpe, hasta el momento no había participado en reunión alguna con
ellos. Los altos mandos de la marina y de la FACH no habían escuchado de boca del
comandante en jefe del ejército su aceptación a participar en el golpe militar. Las
1
informaciones que tenían de sus respectivos servicios de inteligencia, eran que el general
Augusto Pinochet jugaba doble y era leal al gobierno de Allende. Todas las maniobras
urdidas por los técnicos estadounideses, asesorados de los elementos infiltrados en el A
DOS para obligar al general Pinochet a sumarse a los contrarrevolucionarios, habían
resultado negativas. Analizaremos estas "operaciones". La angustia del almirante Merino
era que "sólo sería aceptado un golpe militar de todos los institutos armados unidos
alrededor del comandante en jefe del ejército".
El almirante Merino es más audaz de lo que su apariencia permite suponer. Y es así
como, el 31.8.73, trata de dar un primer golpe de estado en la armada. Ese día, a la
mañana, se reunió la Junta Calificadora de la armada, que presidía el almirante Raúl
Montero; en esa reunión el almirante Merino ve con espanto que por su edad debe pasar a
retiro con fecha 31.12.73. Al término de la Junta, y antes de dirigirse a almorzar, el menos
antiguo de los capitanes de navío le pide la renuncia a su cargo al comandante en jefe de la
armada. El almirante Montero -que no ha estado sometido a las presiones que sufrió el
general Prats, ni siquiera las que soportó el almirante Merino, y que, por lo demás, tiene
distinto carácter- con dignidad responde que el peticionario no es quién para pedirle la
renuncia, y que habiendo sido designado en el cargo por el presidente de la república, es
facultad privativa de éste pedírsela o confirmarlo. El almirante viaja a Santiago, le presenta
la renuncia a Salvador Allende y éste se la rechaza. Y el almirante Montero se impone sobre
los sediciosos del alto mando naval.
Paralelamente a estos hechos, la causa contra Altamirano y Garretón sube a la Corte
de Apelaciones y el sábado 8 es colocada en Tabla en lugar extraordinario en la Primera
Sala para el miércoles 12 de septiembre, de lo que informo de inmediato al Ministerio y a
Osvaldo Puccio. Días antes, como expresaré, había mandado un informe completo sobre el
desafuero. En mi opinión, los parlamentarios debían presentarse en la causa, renunciar al
fuero y prestar declaración y transformarse de acusados en acusadores.
En las reuniones estratégico-tácticas con los generales del ejército y la aviación
-excluido el general Pinochet- el almirante Merino, aconsejado por los técnicos entrenados
en Vietnam, propone dividir en tres terciois al "enemigo interno". Es decir, aplicar la "teoría
de los tres tercios" para destruir al "enemigo".
Es así como el almirante Merino, que en los meses de mayo, junio, julio de 1972,
después que se acogiera a retiro, deseaba ser intendente de la UP en Valparaíso, está
ahora, el 31.8.73, embarcado en una insurrección militar que se le hace cada día más
lejana, y de fecha "indefinida". Y tiene sobre sí un plazo: 31.12.73, día en que, si no da
antes un golpe militar efectivo, deberá irse, sin pena ni gloria a pescar "krill" a mano desde
la orilla del mar. Dejamos al almirante Merino con su desesperación...
4.6. De las presiones ejercidas sobre el general Augusto Pinochet y del homicidio del
comandante Arturo Araya.
El general Augusto Pinochet es oriundo de Valparaíso. En Viña del Mar vivía -y vive-
su hermano Arturo, padre de Arturo Pinochet, sobrino muy querido del general. En los
primeros días de noviembre de 1972 era un muchacho de unos 18 años, buen hijo,
estudioso y tranquilo. Un poco delicado de salud en esos días. Los técnicos que asesoraban
al A DOS tenían en su poder todos los antecedentes que formaban el cuadro militar del jefe
1
del estado mayor del ejército. Desde su punto de vista familiar directo era intocable. Pero sí
podía ser vulnerable en relación a ese joven pariente. Y con la paciencia de una araña
tejieron las redes hasta atrapar en ellas al sobrino del jefe del estado mayor y segunda
antigüedad del ejército. ¿Cómo lo hicieron? el teniente de la armada Jorge Young
Montesinos, de "baja" y jefe militar de un grupo operacional de Patria y Libertad en Viña del
Mar, el de los "Panquequeros" (por tener su sede en una panquequería), tomó las medidas
necesarias para que algunos miembros del grupo, que conocían desde el colegio a Arturo
Pinochet Campos, lo invitaran una tarde. Se sirvieron algunas bebidas, comieron
panqueques y se habló de "qué tan valiente era cada uno"; y expresaron que "la valentía se
prueba con hechos". Así se produjo el frustrado atentado en contra de la casa del almirante
Huerta, y se implicó en él a Arturo Pinochet Campos.
En los meses de junio, julio y agosto de 1973 hubo en Valparaíso y Aconcagua un
promedio de doce atentados terroristas diarios. En julio se producen dos atentados contra el
Palacio Presidencial de Viña del Mar. Una bomba explota cerca de las dependencias de los
empleados, y al llegar esa noche encontramos otra sin explotar, con la guía doblada, cerca
del tanque de bencina del palacio. La bomba es idéntica en su factura a la de la casa del
almirante Huerta. La guía ha sido doblada cerca de la base. Con el prefecto Bustos y el
personal de la policía política nos hacemos las siguientes preguntas:¿Por qué no explotó
ninguna de estas dos bombas estando en perfectas condiciones para hacerlo? Tanto es así
que la otra bomba en el Palacio Presidencial sí explotó. ¿Acaso fue una misma persona la
que colocó las dos bombas y voluntariamente las desactivó?
El misterio subsistía por la imposibilidad de ubicar al grupo operacional, hasta que
una anónima llamada al prefecto le dice: "Si quieren saber quién colocó las bombas en el
Palacio Presidencial, averigüen donde los panquequeros". Se informa al ministro sumariante
y da orden de allanar las panquequerías. En una propiedad de un antiguo nazi, se logra
detener a varios sospechosos. Los detenidos confesaron: 1) Que formaban un grupo
operacional dirigido por Jorge Young Montesinos, 2) Que el que había colocado las dos
bombas desactivadas había sido el "Negro" Pinochet que no pertenecía al grupo, pero que
lo habían arrastrado para que probara ser "valiente".
Detenidas las dos personas indicadas, el menor declaró: "En noviembre de 1972 fui
convidado a una panquequería por unos amigos. Bebimos unos tragos; no tengo costumbre
de beber. Y llegó un señor y empezamos a hablar de qué sería capaz yo. Yo dije que era
capaz de todo. Y él de repente preguntó: "¿Serías capaz de tirar una bomba?", y yo
contesté: "Sí, sería capaz". "Entonces me llevaron a la trastienda y me enseñaron una
bomba de fierro de más de medio metro con dos tuercas grandes en cada punta y una larga
mecha". Agregó que Jorge Young los llevó en su auto hasta cerca de un chalet, y le dijo:
"Bájate, enciende la mecha y tírala por encima de la reja y corre hacia la parte de atrás, yo
te esperará con el auto andando. Ten cuidado, no dobles la mecha porque si se quiebra la
guía no reventará". Arturo Pinochet declaró que, pese a estar algo ofuscado por todo lo
ocurrido, pensó que al lanzar la bomba podría ocasionar daños y aun muertes, y que antes
de encenderla, dobló la guía sobre su base misma. Y la lanzó. Así demostraba que era
capaz de lanzar una bomba, pero nada más. Posteriormente no los vio más. Hasta que en
julio, dos o tres días antes de su detención, lo fueron a invitar a la panquequería. Jorge
Young le dijo: "Ahora tienes más experiencia, iremos a otro lugar y colocarás esta bomba.
1
Pero esta vez tiene que estallar". Y los llevó a él y a otro muchacho por la parte posterior del
Palacio Presidencial en el cerro Castillo de Viña del Mar. Saltaron la reja, entraron y cada
uno colocó una bomba. Pero él volvió a doblar la guía para no producir daños.
Producida la detención en virtud de esta denuncia anónima, la armada tuvo
inmediato conocimiento. Y me fue imposible eliminar la denuncia a Arturo Pinochet, no
obstante tener con el prefecto la más profunda certeza de que había sido víctima de una
sucia maniobra, y saber que no pertenecía al grupo de los panquequeros. Además su padre
se encontraba en Panamá. Por otra parte pensaba que no podíamos crearle problemas al
general Augusto Pinochet, que era tan leal al gobierno. El almirante Merino me dijo que la
armada estaba satisfecha y que esperaba que se actuara con toda severidad. ¿Cómo podía
pensar en desistirme a favor de quien precisa y exactamente había atentado en contra de
un almirante, en contra de un ministro del gobierno de la Unidad Popular?
Para hacer la reconstitución de la escena se envió solamente al teniente Young
Montesinos, porque en concepto del prefecto Bustos y mío, éste era el responsable y no el
menor Arturo Pinochet, y por otros motivos. Para nosotros, este sofisticado juego no era
obra de ningún cerebro criollo. Llegados el oficial de investigaciones y el detenido, el
almirante Ismael Huerta -que había sido avisado- le da la mano a Young Montesinos y le
dice:"Teniente, ¿por qué hizo esto?". La lacónica respuesta fue: "Porque no pude aceptar
que un almirante de nuestra armada nacional fuera parte de un gobierno comunista". El
almirante le dijo que no se preocupara, y que él hablaría con el abogado. Posteriormente
vino la esposa del almirante y una hija, y le sirvieron café al teniente. En un momento dado,
el almirante ordenó al detective salir afuera. Éste le dijo que lo sentía pero que había un
error, pues quien practicaba la diligencia era él, y si se retiraba se llevaba con él al detenido;
éste no podía quedarse solo con el almirante. De todos modos, le pidió la venia para
consultarlo telefónicamente con el prefecto. Me encontraba en su oficina tomando los
antecedentes del sumario cuando el detective llamó. El almirante pidió hablar con el
prefecto e insistir en su deseo de hablar a solas con el teniente Young Montesinos. Juan
Bustos, cortésmente, le expresó que la diligencia estaba terminada y que el detective volvía
al cuartel con su detenido.
Quien denunció a los panquequeros, procuraba la detención del sobrino del general
Augusto Pinochet. Esto era claro y yo lo sabía. La conducta ecuánime de aquél, que
naturalmente lamentó el error de su sobrino, convenció más a Salvador Allende de la lealtad
de Pinochet. Debíamos prestar protección a muchas personas y así cuando viajábamos a
Viña del Mar, pudimos constatar que el general, de civil y por las noches, visitaba a su
sobrino en la Cárcel de Valparaíso. Personalmente le expresé a los padres del menor que
bastaría que el general le pidiera al presidente que me ordenara desistirme y lo haría.
También le indiqué que podían dirigirse a doña Hortensia Bussi de Allende, y pedirle que me
ordenara desistirme. Pero por razones que nunca me dieron, no aceptaron estas
proposiciones. Y lo más que pude hacer, fue dejar en claro en el alegato para pedir la
confirmatoria del auto de reo dictado contra todos, que el menor Arturo Pinochet había sido
engañado y presionado, y utilizado con fines ulteriores y ocultos. Este alegato tuvo lugar tres
días antes del golpe militar.
Este sucio complot maquinado para manipular la voluntad de Augusto Pinochet surtió
efecto. Pero no con la celeridad que los contrarrevolucionarios de la armada exigían, y
1
tampoco para quienes el general Pinochet, hasta el mismo día del golpe, constituía una
incógnita, tal como lo fue para el confiado y autosuficiente Gustavo Leigh.
Las mismas manos que trazaron el esquema de la "Operación Negro Pinochet",
elaboraron el complot, o mejor dicho la "Operación Comandante Araya". En el núcleo más
reaccionario y secreto de la armada se presenta un problema: el comandante Arturo Araya
termina su período como edecán naval del presidente y asciende a capitán de navío,
debiendo integrarse a sus funciones ejecutivas en la I ZN. Así pasaría a engrosar con gran
autoridad las filas de los oficiales profesionales y constitucionalistas. Los asesores
presentan un "proyecto de operación" que producirá numerosos resultados "positivos"; entre
ellos, uno no menos importante radica en que "aunará y cerrará las filas de la oficialidad de
la armada como reacción". El comandante será "asesinado por el partido Socialista", el
partido del presidente de la república.
El 26.7.73 se celebra una recepción en la embajada de Cuba en Santiago. En ella
están presentes autoridades civiles y militares. Asiste, pleno de deferencia, el general
Augusto Pinochet. Concurre también el comandante Araya, quien, después de medianoche
regresa a su casa; naturalmente no tiene guardia de seguridad de ninguna especie. Más
tarde escucha una algazara cerca de su casa, gente que grita desde una citroneta. De
pronto golpean violentamente a su puerta; el comandante se coloca la bata y baja a abrir, y
al hacerlo, inmediatamente, a boca de jarro, recibe una descarga que le produce la muerte
instantánea. El mismo 27.7.73 se declara el "paro nacional de transportistas".
Estos hechos debían ser conocidos por el fiscal naval de Valparaíso, pues Santiago
pertenece al juzgado naval de esta ciudad. Ante él eran procesados los marineros que
servían en la Base Metereológica de Quinta Normal. El gobierno, erróneamente, accede a
que se designe un fiscal naval ad-hoc que funcionará en el Ministerio de Defensa, y el
nombramiento recae sobre el abogado Aldo Montagna. Se exige por parte del gobierno una
exhaustiva investigación, y se encarga de ella al A DOS y al SICAR, éste último, en manos
de un sujeto tenebroso: el general Arturo Yovanne, que después de haber salido de
Valparaíso por sus reiteradas actitudes en contra del gobierno y su tolerancia con Patria y
Libertad, extrañamente aparece en Santiago controlando el SICAR. Es necesario señalar
que este funcionario fue ascendido a general de carabineros por la UP, y que llegó a
Valparaíso desde el norte con una aureola izquierdista, en calidad de inspector general de
Valparaíso, Aconcagua y Coquimbo. Pese a aquélla, lo sorprendimos en concomitancias
oscuras con elementos empresariales y con gente de Patria y Libertad y del comando de
ex-cadetes. La situación hizo crisis cuando en el mes de junio, aproximadamente el 24 o 26,
detuvimos en Valparaíso y Aconcagua a individuos que estaban viculados con oficiales
jóvenes de los regimientos de Valparaíso y Aconcagua con intenciones de prestar apoyo al
comandante Souper el 29.6.73.
Era un viernes o sábado, empezaron a llegar cerca del Palacio de la Intendencia,
gran número de jóvenes de Patria y Libertad, Comando Rolando Matus y de otros grupos de
ultraderecha, armados de cadenas, laques, lanzas y piedras. En los trenes y buses de las
localidades del interior arribaban más y más. Se veía que era una maniobra concertada. La I
ZN cerró sus puertas. Otro tanto hicimos en la intendencia y preparamos las fuerzas de
seguridad -que habían sido debidamente organizadas con carabineros por el almirante
Merino. Para nosotros era claro que pretendían "tomarse" el Palacio. Llamé a los Servicios
1
Especiales de carabineros, y vino un bus que se estacionó en calle Cochrane, detrás del
correo. Era una sección especial anti-motines; pero cuando más numerosa era la multitud
vociferante, llegó una patrullera y ordenó el retiro de las fuerzas especiales. Consultamos a
la prefectura de carabineros y se nos informa que "el autobús fue retirado por orden de mi
general Yovanne". En esas condiciones, llamamos a los sindicatos de marítimos y
portuarios y a los comités de la Segunda Comuna de los partidos de UP y citamos a todos
los integrantes del Comité de la UP y a la Central Única de Trabajadores. Para evitar que
las piedras quiebren los vidrios hemos abierto todas las ventanas. Teníamos experiencia de
un ataque durante el año 1972. Llegan los obreros y sus rudas manos limpian rápidamente
la Plaza Sotomayor de las mesnadas reaccionarias. Se reúnen la UP, la CUT y el
intendente; citamos inmediatamente al general Arturo Yovanne. No fue necesario explicarle
la situación porque había sido creada por él; le pedimos que nos explicara las razones de
habernos privado de la fuerza pública que debe obediencia al Ministerio del Interior. Expresó
que se trató de una "inadvertencia" suya, y que había recibido una denuncia de alteraciones
al orden público en Viña del Mar. En esa oportunidad, Fernando Navarro, obrero ferroviario,
secretario general de la CUT Valparaíso y miembro del Comité Central del PC, con toda
serenidad y firmeza le expresa la crítica y la protesta de los trabajadores frente a esa actitud
de dejar indefensos a los representantes del gobierno frente a una manifestación
evidentemente provocativa de las bandas de ultraderecha. Le manifestamos que
inmediatamente daríamos cuenta al gobierno y exigiríamos medidas en su contra. Fue
visible que la actitud que más le molestó fue la de Fernando Navarro. Después del golpe
militar, Arturo Yovanne fue designado ministro de Minería y Fernando Navarro figura en la
lista de los "detenidos desaparecidos" desde principios del golpe.
Yovanne, a cargo del SICAR, concerta con el A DOS la segunda parte de la
"Operación Comandante Araya": culpar al partido Socialista de su muerte. Detienen a un
alcohólico, funcionario de ínfima categoría de la CORFO, y éste, "espontáneamente" firma
una confesión. Declara ser socialista, haber actuado contratado por un miembro del GAP y
agobiado de remordimientos se entregó "voluntariamente" al prefecto de carabineros de
Santiago, el general César Mendoza. Aquí nuevamente se entrecruzan los caminos de las
dos agencias de Inteligencia estadounidenses que operaban en Chile. Y nuevamente el
alcohol que traicionó al general Canales, traiciona al parlamentario del partido Nacional, que
el día 27.7.73 en la noche, confidencia:"el asesinato de Araya va echar por tierra nuestros
planes". ¿Por qué? Porque la contrarrevolución civil-CIA había programado el asesinato del
presidente de la república, por medio de Patria y Liberta, mientras que la contrarrevolución
militar-DIA, por medio de sus infiltraciones en el A DOS en Valparaíso, planificaban y
ejecutaban fríamente al comandante Araya a manos del comando de ex-cadetes.
Los servicios de contra-información del partido Socialista detectan el asesinato
proyectado en contra del presidente. Y la policía política, concretamente el prefecto Juan
Bustos, recibe una información clasificada que permite hilvanar los hilos del asesinato del
comandante Araya, que nacen en Valparaíso. Allende, con estos antecedentes en la mano,
denuncia el complot CIA-PN en su contra, y con los informes sobre el origen y ejecutores
del asesinato del comandante Araya, logra formar el 9.8.73 un gabinete con la participación
de las fuerzas armadas y carabineros. Pero ya la correlación de fuerzas ha cambiado y la
brutal represión anti-obrera, representada por allanamientos hechos por las fuerzas
1
armadas en sindicatos y locales políticos de izquierda, han minado la combatividad de la
clase obrera, y lo más grave, la han colocado a la defensiva.
Al declararse, el 27.7.73, el nuevo "paro nacional" de los gremios, recordé de las
palabras de mi antiguo condiscípulo:"si hay un nuevo paro, será el último que Uds. verán...".
La playa de Los Ositos, en Reñaca, pasa a ser en la provincia de Valparaíso, otra vez, el
centro neurálgico del conflicto. Sale al aire la radio "Liberación" y la campaña "ya viene
Djakarta". A fines de julio o en los primeros días de agosto, el prefecto Juan Bustos recibe
una información de "alguien" que participó en la planificación del asesinato del comandante
Araya Peters. Le indica que todo se gestó en Valparaíso, se preparó en Viña del Mar, y se
hicieron los ensayos en una localidad agraria de la provincia. Le señala a aquéllos, del alto
mando naval, que tuvieron conocimiento y aprobaron el plan operativo. Es ésta la
información que Salvador Allende transmite a los generales y almirantes, la cual le sirve de
palanca para formar el gabinete del 9.8.73.
León Villarín declara: "...este paro terminará cuando se acabe el gobierno de
Allende". El paro es el detonante de la reacción-CIA para desatar la guerra civil. La
contrarrevolución militar teme que los elementos "extremistas" sobrepasen al gobierno y a la
UP y se produzca un enfrentamiento serio que lleve a la guerra civil en los hechos. Esta
posibilidad destruiría la táctica militares-DIA. Pero, en líneas generales, el paro los beneficia
porque permite que dentro del estado de ánimo colectivo que crean los "centros de poder"
reaccionarios, se vaya afincando paulatinamente la sensación de "ilegitimidad" del gobierno
de Allende. Además sirve para que 250 oficiales de la guarnición de Santiago exijan una
"reunión deliberativa" al general Prats el 31.7.73. Todos los que asisten ella, salvo Prats,
son sediciosos; exigen perentoriamente: 1) "Un acuerdo gobierno-Democracia Cristiana; 2)
"Entrega total del área social a las fuerzas armadas, por su carácter estratégico"; 3)
"Declarar fuera de la ley los cordones industriales". Y la resolución final: "Si el presidente no
acepta, tendremos que intervenir los militares". Y si bien, con los antecedentes del asesinato
del comandante Araya y la intentona de asesinarlo a él, el presidente pudo manejar a los
altos mandos, no estuvo en condiciones de manejar a los mandos medios y a la oficialidad
joven, francamente en rebeldía.
¿Qué había ocurrido con los mandos medios? A mediados de junio celebraron una
reunión clandestina. A mis manos llega un ejemplar de los acuerdos de esta reunión:
"Resoluciones de la tercera y última asamblea deliberativa de los mandos medios de las
fuerzas armadas de Chile". Con estas "resoluciones" pudieron manipular a los altos mandos
del ejército, proclives a la sedición, por lo demás, y a la oficialidad joven. A la reunión del
31.7.73, que es una de las operaciones conforme a las Resoluciones no asiste el general
Augusto Pinochet, actitud ésta que es procesada por los servicios de seguridad del gobierno
y valorizada por éste como "altamente positiva y significativa".
El general Pinochet, al tanto de las maniobras y ya embarcado en el complot, informa
personal y periódicamente al presidente de las "maniobras golpistas" de los generales
Bonilla, Stark y otros. Y respecto de la marina y la FACH.
El 22.6.73 nos informa Héctor Chinchón, intendente de Aconcagua, de una reunión
realizada en el fundo del diputado nacional Ríos Igualt, con asistencia de Pablo Rodríguez,
Benjamín Matte, latifundistas de la zona y ejecutivos empresariales de Valparaíso y
Aconcagua, y de algunos oficiales jóvenes. El 24.6.73 Daniel Vergara me informa de la
1
visita de una persona con un sobre sellado. Mi obligación es proceder contra los que estén
nombrados en un pliego. Esa noche llega al Palacio de la Intendencia el prefecto Juan
Bustos con el abogado de la Dirección de Investigaciones, René Navarrete, que porta el
sobre al que Daniel Vergara se refería. Dentro de él hay una nómina detalladísima de más
de cien personas: dos oficiales de la armada (miembros de la jefatura de Patria y Libertad
provincial), numerosos ejecutivos empresariales, gerentes y subgerentes de bancos y varios
abogados. Cotejamos con los registros de la policía política. De los abogados sólo dos
figuran como miembros de P. y L., el resto es de oposición, pero sus actividades se
limitaban a defender a los terroristas procesados. Redacto las órdenes de detención, pero
no incluyo a los abogados, lo cual me es criticado por algunos miembros del gabinete del
intendente. Esa misma noche se hace una gran redada. El gobierno no podía presentar
como testigos a quienes habían informado sobre las presiones ejercidas por los detenidos
para seducir a la oficialidad joven de las dos provincias para "dar apoyo a una próxima
operación militar en Santiago". No prosperó la querella, pero produjo sus efectos: los
comandantes de todos los regimientos impidieron la incorporación de la oficialidad joven al
"Tancazo". Y esas son las razones por las cuales, como se ha informado antes, el día del
putsch de Souper los oficiales jóvenes fueron perentoriamente conminados a no actuar. Se
produjo una gran conmoción pública y fuimos acusados de "dictadores". El intendente fue
desaforado rápidamente por el Congreso. Y mi actuación fue criticada por algunos que la
calificaron de "debilidad". El gobierno, que tenía mi informe y el de Investigaciones sobre la
no participación en ese complot de los abogados que excluí, aceptó mi decisión, y la
consideró atinada. Por lo demás, esa era mi responsabilidad y competencia.
Durante los dos años que estuvimos detenidos con Daniel Vergara conversamos
sobre esto. El no conoció la lista; solamente le ordenaron que se pusiera en contacto
conmigo y me indicara que procediera a entablar querellas y órdenes de detención previa en
contra de personas para él desconocidas. Juan Bustos tampoco estaba en antecedentes.
Nunca supimos nosotros quién redactó la nómina, quién dio los antecedentes, que eran
efectivos, pues los habíamos detectado e informado tanto en Valparaíso como en
Aconcagua. El que me trajo la lista fue nombrado por la junta militar, el mismo día del golpe,
secretario general de la Dirección General de Investigaciones. Este es uno de tantos
misterios que deberán algún día develarse.
Esta acción del gobierno impidió que el intento de Souper tuviera mayor
trascendencia. En ese intento frustrado murieron 22 personas, entre ellas 8 soldados y el
camarógrafo argentino Leonardo Henrykson, que filmó a sus asesinos y también, al soltar la
cámara, su propia muerte. Los jefes de Patria y Libertad, gestores de este intento sedicioso,
se asilaron. El gobierno les dio salvoconducto, y al poco tiempo, les permitió entrar al país.
Orlando Letelier recordaba insistentemente la ocasión en que el general Augusto
Pinochet le propuso al presidente "abrir las puertas de los cuarteles a cincuenta mil
trabajadores para entrenarlos en el manejo de las armas". Era la forma de llevar a la
práctica el "Plan defensivo del gobierno". Esta proposición fue apreciada como honesta por
Salvador Allende. A otros niveles fue estimada como un medio de ubicar y posteriormente
reprimir a los trabajadores. Así pensé cuando el almirante Merino me pidió una nómina de
900 militantes de izquierda para que prestaran apoyo a las fuerzas militares de seguridad el
21.5.72 en Valparaíso. No sé ahora si habría sido positiva o negativa la aceptación de la
1
propuesta del general Pinochet. En sí era positiva: rompía desde dentro del mismo ejército
el monopolio militar de las armas. Era el tiempo en que se iniciaba la aplicación de la ley de
control de armas en manos de particulares. Por lo demás, con estos antecedentes, era muy
difícil conocer el pensamiento "íntimo" de la segunda antigüedad del ejército. Tal vez
actuaba de buena fe hasta ese día, no lo sé.
El mismo día 30.6.73, los más connotados representantes militares de los mandos
medios, con algunos generales recién ascendidos a generales de brigada, exigieron al
cuerpo de generales una reunión sin los generales Prats y Pinochet. En ella entregaron las
"Resoluciones de la tercera y última asamblea deliberativa" y exponen que han fijado el
golpe militar para el 17.9, y que respondan si aceptan o rechazan las "Resoluciones". Todos
los generales expresan su aprobación sin condiciones y deciden tomar el mando. Pero los
mandos medios declaran que el Cuerpo debe "ganarse al general Pinochet". Y ello en razón
del aprecio que la oficialidad le tiene. Se designa una comisión formada por los generales
Bonilla y Arellano Stark para que conversen con Pinochet. Se resuelva excluir de toda
información y trato al general Carlos Prats. Ese mismo día en la noche se reúnen con
Pinochet, le entregan las "Resoluciones" e intercambian ideas. La reunión sigue todo el día
1.7. El general Pinochet pide tiempo para pensar; un día para decidir. Antes de finalizar el
día 2.7.73, el general contesta: "Acepto". ¿Qué pensó el general Pinochet? Nada de lo que
dice en su libro "El día decisivo" es verídico. Es posterior a esas horas su decisión entre ser
el jefe de la insurrección militar o el jefe del plan defensivo del gobierno de la Unidad
Popular.
En el imperativo análisis de las razones y motivos del general Pinochet, vuelven a mi
memoria las palabras de Volodia Teitelboim en su nota citada "Otra vez sobre los
acontecimientos de Chile", en la que se refiere al trabajo y evaluación hechos por los
servicios de seguridad del gobierno:"No se conocía con exactitud el pensamiento interno
(por no decir íntimo) de muchas jerarquías castrenses (y el caso de Pinochet es el más
abismante, pero de ninguna manera único), lo cual denotó una falla suicida de los servicios
de información, en gran parte infiltrados por los conspiradores". Es efectivo lo que sostiene
Volodia. Pero es necesario indicar que esta situación que afectaba al gobierno, y a los
servicios de informaciones de algunos partidos como el Socialista, afectaba también a los
servicios de inteligencia de la armada y de la FACH. En la primera quincena de julio se
formó una "comisión" constituida por los generales Sergio Arellano y Herman Brady, por el
ejército, el general Gustavo Leigh, por la FACH y el almirante José Merino, por la armada.
Ellos planearon la forma de llevar a la práctica el golpe militar de acuerdo a la Doctrina de la
Seguridad Nacional. Determinaron la "estrategia del derrocamiento" y aprobaron la táctica
de la "masacre civil" en lugar de la "guerra civil" preconizada por civiles-CIA. Pero durante
un largo tiempo, desde mediados de julio hasta el 10 de septiembre de 1973, fue inútil que
los generales Bonilla y Stark dieran "seguridades" a Merino y a Leigh de la aceptación
incondicional de Pinochet a la "operación derrocamiento". Asimismo, veremos cómo aún
después de la reunión de sincronización de Pinochet, Merino y Leigh en la Escuela Naval, el
almirante Merino desconfió del general Pinochet y tomó medidas para embarcarlo "en un
viaje sin retorno". Y todo esto ¿por qué?. Porque los bien entrenados y bien asesorados
servicios de información naval y aéreo, tampoco fueron capaces de desentrañar el
"pensamiento íntimo" de Augusto Pinochet en esos días de urgencia.
1
La historia del movimiento popular chileno no ha terminado. Está viva y en proceso
de lucha, de acumulación de fuerzas y experiencias, y de búsqueda de tácticas que le
permitan la destrucción de la dictadura militar. Es indudable que, no las fuerzas armadas
como institución, sino que grandes contingentes de hombres de armas podrán segregarse,
podrán ponerse en su momento junto al pueblo, y participar, junto a las clases a las cuales
socialmente pertenecen, en las diversas luchas que devolverán la libertad en Chile. De ahí
que nos preocupe analizar los motivos psicológicos y de otra índole que jugaron en el
general Augusto Pinochet para que violara su juramento y para que olvidara su lealtad
expresada reiteradamente a Salvador Allende sin que éste jamás se la solicitara.
De "El día decisivo" solamente una cosa puede servir: la idea de un Proyecto
Nacional. Era un hecho que los militares tenían un Proyecto Nacional. Hemos visto cómo
Salvador Allende pudo en el mes de octubre de 1970 explicar a los diversos mandos de las
FF.AA. que el Proyecto Nacional de la UP no era antagónico con el de las FF.AA. Y tan así
es, que de buena o mala fe, los militares crearon las "fronteras económicas" y la UP aceptó
esta proposición. Pinochet es militar. Y es preciso analizar su acción, mejor dicho, su
proceso mental, conforme a los mecanismos determinativos del pensamiento militar. No se
le puede analizar con un criterio político. El mejor análisis de la forma de operar este
proceso lo ha hecho el general en retiro Aníbal Mansilla, de quien Augusto Pinochet fuera
ayudante en la misión militar de Chile en Ecuador. Dice este general: "Hay que
comprenderlo primero como soldado. A un soldado es muy difícil que lo influyan porque está
acostumbrado a escuchar razones y argumentos de los mejores especialistas. Luego
resuelve. Él se toma todo el tiempo necesario, pero, cuando decide, es porque reflexionó en
profundidad y no vuelve pie atrás. Por otra parte, como es militar y no político, carece de
ataduras ideológicas. Sus resoluciones no persiguen dividendos electorales, sino cumplir
con ideales superiores.
Estos ideales superiores son precisa y exactamente los que forman la ideología de
la Doctrina de la Seguridad Nacional y los que en 1953 le fueron inculcados en la Escuela
de las Américas. Aníbal Mansilla explica el por qué de la exigencia de los mandos medios
de ser el general Pinochet el que dirigiera el golpe militar y la junta: "... él es un hombre
acostumbrado a convivir con la tropa, acostumbrado a que el éxito y el fracaso sean de
todos, del que manda y del que obedece. Por último, hay que recordar que Pinochet no sólo
es un buen soldado, sino que, además, llegó a la presidencia cuando hubo alcanzado la
cúspide de su carrera militar, la comandancia en jefe, no antes". Nosotros diremos, sí, pero
lástima que a costa de destruir la democracia y la libertad y la economía y la vida de
millones de chilenos. Porque somos civiles. Pero el militar no piensa así: le corresponde la
presidencia porque escaló legalmente la cúspide de su carrera. No interesa que a la cúspide
llegara por designación personal del presidente de la Unidad Popular Salvador Allende.
Llegó, y eso es lo que cuenta.
Ahora bien, doña Abelina Ugarte viuda de Pinochet, la madre del general Pinochet,
expresa: "Cuando ingresó a la Escuela Militar sabía que terminaría siendo comandante en
jefe del ejército". Ella concibió el pensamiento que podría convertirse en presidente de la
república, "pero no se lo dije a nadie para que no se burlaran de mí". Y el propio general
Augusto Pinochet confidencia, refiriéndose a la época en que él era uno de los generales
más leales al gobierno de Salvador Allende: "Una noche mi mujer me llevó a la habitación
1
donde dormían mis nietos y me dijo (era el período de Allende): ellos serán esclavos porque
no has sido capaz de tomar una decisión..." Todas estas confidencias han sido publicadas
en la edición de "Qué Pasa" Nº 544 del 10.9.81. Estas observaciones, unidas a otras, sirven
para esbozar el carácter del general Pinochet, sus motivaciones y sus hechos en esos días.
Es cierto que por decisión personal y constitucional de Salvador Allende llegó a la
comandancia en jefe del ejército, origen de su "mando" y "poder", única "legitimidad" válida
y eficaz para el estricto y limitado pensamiento militar. En esos días, nadie, absolutamente
nadie, cuestionó al resbaladizo general Pinochet. Y solamente un reducido equipo de
nuestro aparato de informaciones tuvo conocimiento de su incorporación al complot militar.
La falta de una Dirección de Informaciones dentro del Ministerio del Interior, impedía el
análisis y la transmisión de conocimientos, por lo que, conforme a las normas del "secreto
profesional" y "secreto de sumario", esta información se retuvo, como casi la generalidad, a
niveles limitados.
Nadie cuestionaba en ese tiempo al general Pinochet, ni en los partidos de la Unidad
Popular ni en el gobierno. La actuación personal del tantas veces nombrado oficial, era de
una entrega casi total al gobierno. Ahora entiendo que su condición tendía a agradar a los
otros. En una palabra, había adoptado hábilmente una personalidad tan elaborada que a
muchos nos llevó a creer en su capacidad autónoma de "objetivización". El personaje leal y
sincero. El hombre llano y casi obsecuente. El hombre de la palabra lealtad y de los
juramentos decimonónicos, el buen tío que, sufridamente y sin protestas, sin pedir un
desistimiento parcial que el gobierno no le habría negado, el oficial constitucionalista que
desde su llegada al estado mayor del ejército denunció todos, absolutamente todos los
complots militares, navales y de la aviación al presidente de la república. Ese hombre de
armas que en sus denuncias y conspiraciones jamás fue desmentido, pues todas ellas
fueron probadas por los servicios de información por otros conductos, era el hombre, era la
imagen que veían el presidente, los ministros, los del aparato de defensa de la seguridad
del estado, y, por qué no decirlo, también los dirigentes de los partidos políticos de la UP. El
primero que, con reticencias al comienzo, aceptó la dualidad de Pinochet, fue Orlando
Letelier. Lo veremos más adelante.
Por eso, cuando el 5.9.73 fui informado de la reunión en que se constituyó la junta
militar y se afinaron los detalles del golpe de estado militar, no niego que sufrí una
decepción. De ahí que Salvador Allende no aceptara como verídicos los informes
entregados por nosotros.
Volvemos al 2.7.73, cuando Augusto Pinochet acepta comandar el golpe militar.
Pone tres condiciones: 1) Ser designado por Salvador Allende comandante en jefe del
ejército. 2) Continuar actuando con la misma lealtad y profesionalismo ante el presidente,
los ministros de Defensa y del Interior, ante todo el aparato de gobierno, ante la Central
Única de Trabajadores, ante la Unidad Popular, ante todo el país, y 3) El fijará el día de la
reunión con los comandantes en jefe de las otras armas cuando las circunstancias sean
"óptimas" conforme a las posibilidades de recuperación del gobierno.
La comandancia en jefe le era indispensable, pues sabía que el general Carlos Prats
no aceptaría incorporarse al complot. Y su calidad humana lo inhibía a actuar como lo había
decidido el almirante Merino. Es tal su condición, que al ser interrogado por Orlando Letelier
sobre los hechos que denunciamos, le contesta: "Sí, sé que se divulgan esas informaciones
1
interesadas en mi contra...".
Llega el momento en que las dos tenazas de la contrarrevolución se cerrarán. Una
de las dos tácticas de la contrarrevolución deberá primar. El dilema para la Casa Blanca, el
Comité de los 40 (que eran 5), todas las transnacionales, el Pentágono, la DIA y la CIA, a
partir del 31.8.73, es simple: "O GUERRA CIVIL O MASACRE CIVIL". ¿Era posible una
guerra civil en Chile? Para contestar esta pregunta es necesario colocarnos en la táctica de
la contrarrevolución civil-CIA. Y la respuesta que damos es afirmativa. Sí, era posible al
31.8.73 una "guerra civil" en Chile. Tan posible era, que esta posibilidad precipitó, entre
otras razones diversas, el golpe de estado del 11.9.73.
La guerra civil, dentro del contexto de una situación contrarrevolucionaria como la
que se desarrolló en el Chile de los 1.000 días analizados, era un arma de la reacción
nacional dirigida por sus partidos y la CIA, a más del apoyo económico foráneo (11 millones
de dólares autorizados por el Tesoro de los Estados Unidos más aportes de la ITT y de las
110 empresas norteamericanas que habían sido, de una u otra manera, afectadas en Chile).
Nosotros creemos que Nixon y Kissinger aceptaron las tesis de la CIA, pero los hechos
consumados de la DIA se impusieron. Es necesario leer muchas veces el Informe Church.
Y esa versión fluye por sí sola. Aun cuando la tesitura de esa honesta Comisión presidida
por Frank Church corrió el velo de horror y cinismo que encubrió las acciones
desestabilizadoras de la CIA y de la Casa Blanca en Chile, sirvió para proteger la acción
más encubierta de la DIA en las FF. AA. de Chile. La "guerra civil" debía expresarse en
"pronunciamiento militar" del viejo cuño. Un "pronunciamiento" tipo "tancazo" del 26.6.72. O
tipo general Canales. O tipo Viaux, que colocaba a los institutos armados en un trance de
división, como ocurrió el 26.6.73: sectores leales al gobierno y sectores sediciosos. No era
otra la expresión que tenía el trabajo de la CIA en la oficialidad joven. Lo detectamos
perfectamente cuando en el mes de junio detuvimos a los contrarrevolucionarios civiles de
Patria y Libertad, y de ASIVA de Valparaíso, que con la CIA, fomentaron reuniones de
oficiales de las provincias de Valparaíso y Aconcagua, de Valdivia y de otras divisiones.
Hemos analizado que todo el movimiento popular chileno hasta el 11.9.73 estaba
interesado en la defensa del estado de derecho. Y que era la contrarrevolución a la que
correspondía tomar la iniciativa. De ahí que surgiera la "guerra civil", es decir, la
contrarrevolución armada, tal como lo fue la de 1891 en Chile. Es iluminador al respecto
-tras concienzudo análisis-, el haber llamado el historiador Ramírez Necochea a la
revolución de 1891 en contra del presidente Balmaceda, "la Contrarrevolución de 1891".
Esa guerra civil habría sido la "contrarrevolución civil", con todos los caracteres propios
analizados en el ensayo "La guerra civil en Francia" de Marx, en que expone las "guerras
civiles" de 1848 y 1871 en Francia, y sus precedentes en los tiempos de Sila y los dos
triunviratos romanos. En esa guerra civil propuesta para los meses de julio-agosto de 1973
en Chile, la misma naturaleza de las cosas habría hecho que un sector de las fuerzas
armadas enfrentara a otro. Se habrían producido dolorosos enfrentamientos inter-armas.
Pero el aparato de seguridad interior del estado, contando con ese alzamiento de caudillos
uniformados, tipo golpe de los coroneles, habría contado, como el 25.6.73, con carabineros,
investigaciones, gendarmería para enfrentar y dirigir la acción antinsurreccional, y obtener
así el apoyo de los sectores profesionales y honestos de las FF.AA.
Esta "guerra civil" clásica habría sido una "guerra civil" de nuevo tipo. Es necesario
1
analizar los conceptos de Antonio Gramsci y concluir que ella habría influido en contra de un
golpe de estado, en contra de una tentativa de golpe militar clásico, como el analizado por
este ensayista en su obra "Notas sobre Maquiavelo, sobre política y sobre el estado
moderno". Los golpes de estado militares de Gramsci se "convierten en una alternativa
viable para que un grupo ejerza el liderazgo político y garantice el orden" y todo esto sobre
la base de un gobierno militar como "un paréntesis entre dos gobiernos constitucionales".
Ninguno de estos conceptos habría jugado en el caso de un "pronunciamiento" en esos
meses. El gobierno de la UP habría triunfado, y los mismos hechos habrían radicalizado el
proceso. Es esto lo que el Pentágono trató de evitar con un golpe de estado militar conforme
a los principios de la Doctrina de la Seguridad Nacional. Es por ello que los "expertos" de la
DIA hicieron que los mandos medios, en junio de 1973, fijaran una fecha tope para el golpe
a los altos mandos: hasta el 17.9.73. Y llega el momento de la cosecha de lo sembrado en
la Escuela de las Américas entre la oficialidad chilena.
1
V
LA DOCTRINA DE LA SEGURIDAD NACIONAL
Y EL GOLPE DE ESTADO EN CHILE
A) LA CAIDA DE ALLENDE: ITINERARIO DE LA TRAICION MILITAR
1. Sincronización de los altos mandos.
Había llegado el tiempo en que la comisión formada por los generales del
ejército y aviación y los almirantes de la armada, debidamente asesorados desde la
oficina 85 del octavo piso del Ministerio de Defensa, se hallaban en condiciones de
fundir todas las imágenes y escenas del complot y agregar a éste algunos elementos
como una especie de fotometraje. A partir del 3.7.73, con la aceptación del general
Augusto Pinochet para participar, podían ya fijar el día en que se realizaría el golpe
militar. Las "resoluciones" de los mandos medios habían escogido el "mes de la
Patria" y, concretamente, el 17 de septiembre de 1973. Restaban sólo dos obstáculos: el
comandante en jefe del ejército, general Carlos Prats y el comandante en jefe de la
armada, almirante Raúl Montero. Por diversos medios se los anulará y reemplazará
"como lo exijan las circunstancias".
La estrategia se llevará a la práctica mediante una "masacre civil". Ellos no
aceptan la táctica de la "guerra civil" propiciada por la contrarrevolución civil y la
CIA. Una guerra civil exige la división interna de cada rama de las fuerzas armadas y
haría aleatorio el triunfo de los contrarrevolucionarios sobre el pueblo. El informe del
Latinamerican Desk del Pentágono y las propias palabras del general Pinochet en la
conferencia de prensa dada en el mes de julio sobre la capacidad combativa del
pueblo, abonan la opinión unánime de rechazo a la guerra civil.
La comisión subversiva encargó a los generales del ejército el estudiar y
resolver el "tipo de gobierno" que reemplazaría al del presidente Allende. Lo
encontraron en el Programa Político de Jorge Alessandri de 1970 llamado la "Nueva
República", en el que este político, profesional del apoliticismo, sostenía que "sólo un
gobierno autoritario que imponga orden, disciplina y rechazo a la politiquería podrá
resolver los problemas de Chile...". Y agregaba: "se trata de sustituir la lucha de clase
divisionista por una vigorosa conciencia nacional... la unidad, la solidaridad y la
ulterior movilización de los chilenos serán factibles únicamente si son precedidas por
un vigoroso renacer del espíritu nacional... Los jóvenes estudiarán más y marcharán
menos... Son muchos los factores que conspiran contra la nacionalidad. El más
importante es el aportado por el marxismo internacional representado en Chile por
los partidos Comunista y Socialista...". Es necesario indicar que esta "plataforma
política" existía solamente para tratar de lograr un criterio uniforme entre los
dirigentes de oposición. La verdad es que los sediciosos no tenían un concepto claro
de cuál sería el sistema de gobierno que impondrían. Pero sí tenían una ideología
1
común: la de la Doctrina de la Seguridad Nacional. De ahí que durante 8 años en el
abuso del poder mantuvieron un régimen que llamaron de "recuperación" y que con
la constitución de tipo nazi impuesta, se habla de un "período de transición",
transición que durará, por lo menos hasta 1990.
El anticomunismo era una de sus banderas. En las "resoluciones" decían los
mandos medios: "Frei es el Kerensky chileno, él dejó en libertad las fuerzas del
desquiciamiento con la sindicalización campesina, la aplicación de la reforma agraria
sobrepasada y su populismo que soliviantó las aspiraciones del populacho, y llevó a
que todo el cuerpo social chileno esté actualmente corrompido por falta de unidad
nacional. Pero esto es obra también de los políticos de todos los partidos. Las fuerzas
armadas somos la única organización institucional coherente y nacionalmente
uniforme para emprender la tarea de la reconstrucción del país y de la chilenidad".
En sucesivas reuniones en el octavo piso del Ministerio de Defensa el plan político del
ejército fue aceptado.
Un problema de vital importancia táctica era la forma de proceder contra el
"enemigo interno". El almirante Merino impuso su punto de vista, o, mejor dicho,
propuso la "teoría de los tres tercios". Los técnicos de la misión naval norteamericana
que habían participado en la guerra de Vietnam informaron que habían utilizado el
sistema de dividir a los dirigentes de los territorios conquistados en tres grupos.
Conocimos esta tesis a fines de marzo gracias a elementos infiltrados en el A DOS.
Merino la aceptó enseguida y empezó a insinuar que en el trabajo de división era
conveniente que se clasificara a los "enemigos". Hablábamos de los "enemigos" del
gobierno de la UP. Pero era evidente que para ambos el concepto de "enemigo" era
diferente. Por ejemplo, durante el "paro" de julio me mostraba los "miguelitos" (clavos
largos de acero con tres o cinco puntas que siempre quedan de pie) y sostenía que los
miristas y mapucistas los fabricaban y arrojaban en los caminos. Estos eran los
"enemigos" del almirante, al menos los que a mí me expresaba. Nosotros teníamos
antecedentes que los "miguelitos" se fabricaban en ASMAR (Astilleros de la armada)
y eran arrojados por la oposición, por la contrarrevolución.
Al iniciarse las operaciones militares en contra del pueblo de Chile, debían
estar en poder de los servicios de inteligencia listas completas de tres grupos de
personas: 1) "Los motores del marxismo": todos los dirigentes regionales, comunales,
locales de los partidos de la UP y de los sindicatos. Estos eran los peligrosos porque
eran quienes realmente "movían al pueblo". 2) "Los dirigentes del marxismo":
intelectuales, dirigentes de organizaciones estudiantiles, universitarias, profesionales,
artistas, es decir, personas que de una manera u otra "propagaban" el marxismo a
nivel regional o provincial, y 3) "Los dirigentes y funcionarios del gobierno y los
'jerarcas' de la UP".
El procedimiento a seguir era el siguiente: a) Al primer tercio, detenerlos y
1
fusilarlos inmediatamente, in situ; b) Al segundo tercio, detenerlos, juzgarlos y
condenarlos a largas penas, y c) Al tercer tercio, detenerlos largo tiempo y después
expulsarlos del país.
Estas normas de ejército de ocupación fueron aceptadas entusiastamente por la
comisión y defendidas apasionadamente por el almirante Merino, y en las reuniones
del Ministerio de Defensa, por el almirante Patricio Carvajal, que participaba junto
con Merino y lo subrogaba. Era fácil confeccionar estas nóminas. El gobierno y sus
partidos no tenían nada que ocultar, y las actuaciones de todos los dirigentes y de
todos los funcionarios eran públicas. En la confección de aquéllas tomaron parte la
CIA, la DIA, todos los servicios de inteligencia y , fundamentalmente, el SICAR o
Servicio de Inteligencia de Carabineros, pues ellos "protegían" a los participantes en
todas las manifestaciones políticas y sindicales de la izquierda. Pero no hay que
equivocarse. Esas listas contenían los datos de "todos los dirigentes políticos y
sociales" hasta del partido Nacional.
El esquema para actuar a partir del "Día D", el "Día decisivo", el "Día del golpe"
y que no fue dado a conocer a los "políticos" de oposición contenía los siguientes
puntos: 1) El país sería gobernado por una junta militar formada por los comandantes
de las tres armas y el director general de carabineros. Presidida primero por el
comandante en jefe del ejército, después se rotarían en el cargo cada tres meses. 2) El
gobierno sería absolutamente militar. Los civiles colaborarían como técnicos, a título
individual y sin representatividad alguna. 3) Será erradicada toda "ideología foránea"
mediante la acción de las fuerzas armadas y del orden. 4) Todo el país a trabajar, sin
discusiones. Estados Unidos restituirá el apoyo que retiró al gobierno de la UP. 5) La
junta militar de gobierno concederá para conseguir este apoyo "seguridades a los
inversionistas, pagará las indemnizaciones a las empresas extranjeras expropiadas y
devolverá todas las empresas nacionalizadas, así como los fundos".
Todas las piezas han quedado en su lugar. Los conspiradores militares han
ajustado todas las figuras como en un mosaico de Ravena. Ahora deben obtener
durante el mes de agosto de 1973: 1) Que ascienda a comandante en jefe del ejército el
general Augusto Pinochet, y , consecuentemente, obtener la baja del general Carlos
Prats. 2) Neutralizar al almirante Raúl Montero y a otros almirantes
constitucionalistas, y 3) Neutralizar al general director de carabineros José Sepúlveda
Galindo. (Merino había tomado contacto con Arturo Yovanne el 30.6.73 en Valparaíso
y éste "se trabajaba" al general César Mendoza).
2. Maniobras para desplazar al general Carlos Prats.
Por razones de "espíritu de cuerpo", difíciles de comprender para los civiles, los
militares conspiradores no participaron directamente en las "maniobras sucias" para
desbancar de la comandancia en jefe del ejército al general Carlos Prats. Para ello
1
recurrieron a Patria y Libertad y a la Estación Santiago CIA. Hemos señalado las
declaraciones de Rodríguez y Thieme, jefes de Patria y Libertad, que subrayaban que
ellos hicieron "el trabajo sucio". El proyecto "Operación general Prats" fue elaborado
por especialistas de la CIA. En ese tiempo, los comandantes en jefe del ejército no
tenían escoltas ni guardaespaldas como los tenía el almirante Merino de la armada.
Este hecho conocido sirvió para la provocación en su contra llevada a cabo el 26.6.73.
Una inmensa cantidad de automóviles fue rodeando y hostigando al general Prats,
que viajaba completamente solo. Durante unas veinticinco cuadras lo exasperaron,
cruzándose delante suyo, arrojándolo fuera de la vía, embotellándolo; hasta que en
un momento determinado, desde un automóvil, un hombre de pelo corto empezó a
proferir insultos en su contra, como "viejo maricón" y otras groserías. Dos
automóviles le interceptaron el paso. Al detenerse, el individuo continuó
injuriándolo. A esa hora y en ese lugar había gran afluencia de automovilistas y
periodistas que habían sido avisados por el agente de la CIA y dirigente de P. y L., el
periodista Manuel Fuentes Weding. En el atochamiento que se produjo, el general
quedó frente al automóvil conducido por el individuo de pelo corto que ahora
acompañaba sus insultos con morisquetas ofensivas. Bajó el general del automóvil y
sacó su revólver de reglamento; en ese momento se dio cuenta de que "el hombre de
pelo corto" era una extraña dama: doña Virginia Cox. Pero ya los agentes de P. y L.,
en número superior a cien, habían rodeado al general y le gritaban: "General maricón,
tú y Allende sólo se atreven con las mujeres...". Y se aprontaron para lincharlo. Un
taxista que comprendió que iban a dar muerte al general, lo tomó de un brazo, logró
meterlo en su auto y, con pericia profesional, sacarlo del tumulto y llevarlo al
Ministerio de Defensa. Las radios y diarios de la contrarrevolución lanzaron las
noticias: "El general Prats ataca a una mujer por sacarle la lengua... Este cobarde no
puede seguir siendo jefe de nuestro ejército".
Ese mismo día en la tarde, el Negro Rocha, un capitán del Blindado Nº 2,
vinculado a Patria y Libertad involucrado en el putch de Souper trató de arrastrar
a sus compañeros al Ministerio de Defensa para pedir la salida de Prats y la renuncia
de Allende. Fue detenido y llevado a los calabozos del Ministerio. Y aquí hay un
hecho que debe ser analizado: el capitán Rocha era querido por la tropa; según
nuestras informaciones, las razones que dio el comandante Souper para convencer a
las clases y tropas el día del "tancazo" fueron las de ir "con nuestros tanques al
Ministerio de Defensa a liberar al Negro Rocha". Y esto no razones de índole política
convenció a la tropa. Al llegar al Ministerio de Defensa, los soldados gritaban por
los respiraderos de los subterráneos "Negro Rocha, ¿dónde estai?". Este es el primer
movimiento en contra del general Prats tendiente a desmoralizarlo y desprestigiarlo.
El segundo movimiento de la "Operación general Prats" también fue
proyectado por la CIA y llevado a la práctica por P. y L. y los oficiales jóvenes
1
vinculados a ella. Toda la trama, en sus dos movimientos, fue montada por el técnico
en guerra psicológica de la CIA Keith Wheelcock, quien, con los informes detallados
de la vida y personalidad del general Carlos Prats que se le proporcionaron, elaboró
un análisis o estudio de la personalidad y comportamiento del general, así como de
sus reacciones frente a distintas situaciones violentas. Hemos visto la primera. En la
segunda, la realización práctica fue planeada por el ingeniero brasileño, agente de la
CIA, Glaycon de Paiva, especialista en "movilización del poder femenino". Y como
"operadores" actuaron mujeres de la Democracia Cristiana vinculadas a mujeres de
oficiales del ejército de alta graduación. Es conveniente consignar uno de los
"principios" de Paiva: "Las mujeres son el medio más eficaz con que se puede contar
en política: tienen tiempo y gran capacidad para expresarse y movilizarse
rápidamente".
El 21.8.1973 un grupo de mujeres se reúnen frente a la casa del general Prats, lo
injurian a gritos y lo conminan a pedir la baja. Fotógrafos del SIM retratan a las
mujeres de seis generales y de otros oficiales. Y con estas fotografías, el general
Bonilla cuya mujer encabezaba la manifestación lo visita en su casa donde yace
enfermo y, "como amigo", le aconseja que dimita. Posteriormente, lo visita Salvador
Allende. El general Prats tiene la impresión de que en el ejército hay traidores.
Esa misma noche, Allende, en Tomás Moro, se reúne con los "generales leales",
dirigidos por Augusto Pinochet, y cambian impresiones de lo ocurrido y la
inminencia de una subversión, de una asonada que llevará a la "guerra civil". Y
acuerdan llamar a retiro a los generales implicados en la tentativa de golpe de estado.
El general Pinochet expresa que "ha llegado el momento de poner en acción el Plan
antisubversivo o Plan defensivo del gobierno", y acuerdan que Allende se reúna con
la UP y la Central Única. Al amanecer del 22.8.73, éste se reunirá con el general
Pinochet para ultimar los detalles del Plan defensivo. Joan Garcés, asesor político
personal de Allende, declara así ante la Asamblea de las Naciones Unidas el
9.10.1973: "Cerca de las dos de la madrugada, el presidente es informado que está
presente el alto oficial que tiene que ultimar con el gobierno y la Central Unica de
Trabajadores el Plan de defensa antigolpe para el día siguiente. Yo mismo vi a ese
general. Se llama Augusto Pinochet".
El 22.8.73, Prats reúne al cuerpo de generales. Les exige que redacten una
declaración de desagravio y solidaridad con su nombre y grado. De los 22 generales
presentes, 18 se oponen y sólo lo apoyan Pinochet, Brady, Pickering y Sepúlveda.
Prats decide renunciar: ésta es la única salida que, conforme a su personalidad y
estado de ánimo, le queda como reacción, lo que había sido previsto por Wheelcock
en su estudio de "análisis y comportamiento de Carlos Prats". Los cuatro generales
que apoyan a Prats deciden que éste presente la renuncia a Salvador Allende,
acompañado de Augusto Pinochet. Por "espíritu de cuerpo" y compañerismo
1
consideran inadmisible que se presente tan solitario y frustrado ante el presidente.
Este le acepta la renuncia, lo que también le sirve para aplacar a la aviación y a la
armada que están en contra de Prats. Allende, de esta manera, hace realidad la
primera de las exigencias del alto mando militar sedicioso y del propio general
Pinochet: separar a Prats. Ahora ya no cabe la menor duda que se viene un golpe
militar. Y si alguien dudó, el general Prats, en su carta pública de renuncia
ampliamente publicitada le dijo a Salvador Allende: "Renuncio porque ya no
puedo detener las fuerzas golpistas". El general Pinochet es hábil y sabe que el
presidente, al aceptar la renuncia de Prats, debe designar inmediatamente a su
sucesor. ¿Y quién era la segunda antigüedad del ejército?.
Es fácil criticar la elección de Allende. Asimismo, es fácil señalar el
desconocimiento que se tenía del "pensamiento íntimo" de Pinochet. Pero, en ese
momento, ¿quién había dado más pruebas de lealtad?, ¿quién denunciaba todos y
cada uno de los atentados golpistas producidos en el ejército?, ¿quién había
denunciado a Bonilla?, ¿quién resistía estoicamente la prisión de su sobrino?, ¿quién
informó a Allende a la vuelta de su viaje por Estados Unidos, Cuba y otros países de
las intenciones del golpe?. Allende recuerda en ese instante que el 20.8.73,
encontrándose él en Chillán celebrando el natalicio de Benardo O' Higgins, se produjo
el autoacuartelamiento de oficiales de aviación sediciosos en las bases de El Bosque y
Cerrillos, y pidieron apoyo a la marina y al ejército; y fue el general Pinochet quien le
informó, y le dijo incluso que a él lo habían invitado a unirse a la tentativa golpista a
la que se había negado sosteniendo que "yo soy un general respetuoso de la
Constitución y seré leal al gobierno hasta las últimas consecuencias". En ese
momento, no tiene a otro a quien nombrar. Además le preguntó a Prats qué opinión
le merecía Pinochet, y Prats contestó: "Presidente, no tengo motivos para desaconsejar
la designación del general Pinochet como comandante. Confío en que él sabrá
secundarlo a Ud. con la misma lealtad con que yo lo he hecho". Al día siguiente,
Pinochet le escribe al general Prats, agradeciéndole su decisivo apoyo y
prometiéndole sin que Prats se lo pidiera mantenerse fiel "a la doctrina Schneider".
El general Prats fue envuelto, al igual que Salvador Allende y muchos otros, en
la espesa e impenetrable red del elusivo Pinochet. Producido el golpe militar, el
general Prats fue exiliado a Buenos Aires. Y empieza a escribir su diario de vida. Esto
preocupa a Pinochet por diversas razones. Teme que Prats dé a conocer hechos que
podrían, de alguna manera, afectar su futuro. Así, de repente, son asesinados el
general Prats y su señora, Sofía. El comando que operó no logra encontrar el
manuscrito ni en el departamento de la pareja ni en la boutique en que ella trabajaba.
Finalmente el diario es publicado por el "Fondo de Cultura Económica" de Ciudad de
México. Y en estas memorias, que el editor denomina "Una vida por la legalidad", el
general Prats rememora el día en que Salvador Allende, con su consejo, designó como
1
su sucesor a Pinochet. Y lo bosqueja en estas palabras que tienen el valor de una
lápida: "Ahora los acontecimientos empiezan a demostrar quién es en realidad
Pinochet. Es el bellaco de luces limitadas y ambición desmedida, capaz de pasarse
una vida arrastrándose y agazapado a la espera del instante de cometer un crimen a
mansalva, que le permita cambiar su destino por un golpe de audacia. Tengo la
convicción de que sólo se subió al carro de los golpistas en el último minuto, pero no
dudo que se aferrará al poder, cueste lo que cueste. Quedará como el gran traidor de
nuestra historia. El que condujo al ejército y a las FF.AA. a cometer un error
mayúsculo e irreparable. Porque las noticias que nos llegan de nuestro dolido Chile
muestran que el 11 de septiembre ha sido sólo el comienzo de una gran tragedia
colectiva".
En estos instantes, como si miráramos en el "Alef" (del cuento de J. L. Borges)
podemos ver el pasado, presente y futuro. Y así vemos cómo un juez de instrucción
de Buenos Aires, que continuó investigando el homicidio del matrimonio Prats,
estableció que éste formaba parte de la "Operación Cóndor", que tiene por fin
eliminar personas "no gratas" a las dictaduras. El fiscal federal de Argentina pide la
extradición de Fernández Larios y de Michael Townley a Chile y Estados Unidos,
respectivamente como autores, con el apoyo de la Triple A, del homicidio señalado.
Cuando Townley fue entregado malamente por orden personal de Pinochet y con
engaño a Estados Unidos, firmó un "convenio" de ser "testigo del Estado" siempre y
cuando en el homicidio de Orlando Letelier no se le hiciera pregunta alguna
relacionada con el general Prats y señora. Estas extradiciones son una bomba de
tiempo contra Pinochet.
Volviendo a 1973, se ha cerrado el anillo de la subversión militar: la
contrarrevolución y el pueblo tienen su jefe militar. Desgraciadamente es el mismo
jefe: el general Augusto Pinochet. Cumplidas sus exigencias y concurrentes los
presupuestos de la DSN para el golpe militar, acepta la exigencia de la comisión
subversiva: sincronizar con los comandantes en jefe de las otras ramas castrenses los
detalles necesarios para el golpe, constituir la junta militar, preparar la "invasión del
país" y fijar el Día D.
La sedición militar inspirada en la ideología de la Doctrina de la Seguridad
Nacional, llamada a derrocar al presidente, a conquistar La Moneda como símbolo
del Poder Ejecutivo y de la democracia chilena, a destruir a ésta última y a imponer
una dictadura militar que reduciría al pueblo a la miseria se centró en las personas de
Augusto Pinochet, comandante en jefe del ejército; Gustavo Leigh, comandante en
jefe de la FACH designado por Salvador Allende; y en José Toribio Merino,
comandante en jefe de la I ZN, autodesignado comandante en jefe de la armada. La
conjura final de las fuerzas de ocupación de Chile tuvo lugar en Valparaíso. Los
hechos demostraron que el presidente Salvador Allende y la Unidad Popular no
1
estuvieron errados al considerar que la condición estratégica de un centro tan
reaccionario como Valparaíso que ya había jugado un papel golpista cuando la
armada trató de impedir que Allende asumiera la presidencia exigía que el
Ministerio del Interior en materias de seguridad del estado debía tener un asesor
jurídico cargo que por diversas circunstancias tenidas en cuenta por Allende, recayó
en mi persona y, de la misma manera, debía contar con un prefecto de
investigaciones altamente calificado por sus dotes profesionales y constitucionalistas,
como lo era Juan Bustos. Una serie de factores que facilitaban nuestras funciones,
permitieron recabar informaciones que día a día transmitimos al gobierno.
Los hechos obligan a empezar cronológicamente la relación desde el día
31.8.1973 para explicar los "motivos" que determinaron el pensamiento íntimo de
José. T. Merino.
3. Diario del golpe militar en Chile: Valparaíso 31.8.1973 al 9.9.1973.
31.8.1973. La decisión del almirante Raúl Montero hace fracasar las maniobras
del almirante Merino para que aquél renuncie; a la vez, constata éste que los propios
miembros de la Junta Calificadora que están junto a él en el golpe, han decidido
llamarlo a retiro el 31.12.73. Esa misma tarde ingresa a la secretaría de la Corte de
Apelaciones de Valparaíso la petición de desafuero de Altamirano y Garretón.
1.9.73. Orlando Letelier, como ministro de Defensa, se reúne con el
almirantazgo y los conmina a que, ante él y ante el comandante en jefe de la armada,
asuman sus posiciones y responsabilidad para confrontar así el problema
artificialmente provocado en el seno del alto mando. En ese mismo acto cuatro
almirantes manifiestan que el comandante en jefe de la armada debe renunciar. Los
almirantes Arellano, Cabezas, Sepúlveda y Poblete estiman que debe permanecer en
el cargo. Y el almirante Montero expresa que "mientras cuente con la confianza del
presidente de la república continuaré en el cargo". Orlando Letelier expresaba que la
situación fue muy diferente a la ocurrida en el cuerpo de generales con el general
Carlos Prats. Hemos visto cómo había sido científicamente manipulado el general
Prats y las pruebas de hecho a que la CIA y la reacción lo sometieron. Hay que vivir
estas situaciones para juzgar.
2.9.73. El almirante Montero ordena a la Fiscalía Naval de Valparaíso que se
instruyan sumarios a los oficiales torturadores. Y debo reunir antecedentes para que
el gobierno se haga parte de este sumario.
3.9.73. El contraalmirante ingeniero Ismael Huerta recibe su petición de retiro
formulada por Allende. Informa de inmediato al comandante en jefe de la IZN.
Orlando Letelier ha recibido la información responsable del comandante en jefe del
ejército, general A. Pinochet de que "Ismael Huerta hace un peligroso doble juego".
Informamos que no hace "doble juego" sino que es uno de los más activos
1
conspiradores, y que tiene públicas vinculaciones con elementos de Patria y Libertad
y del comando de excadetes, y con oficiales subalternos que tienen la calidad de
"infiltrados".
Ese mismo día, el general Pinochet le informa a Orlando Letelier: "Hay una
tropa de locos que plantea en el seno de las instituciones armadas la necesidad de
tomar una decisión ahora, antes de que sea tarde, aun a costa de cien mil muertos,
para así ahorrar mañana un millón en una guerra civil". El general Pinochet le pide
audiencia al presidente Salvador Allende para concurrir con el almirante Montero y
el general Leigh a entregarle las congratulaciones de las fuerzas armadas por su tercer
aniversario desde el día de su elección. Converso con el almirante Merino para
pedirle que ese día se abstengan de efectuar allanamientos por Ley de Control de
Armas. Mientras tanto, frente a la ventana del almirante se escuchan gritos en su
contra. Me hago el desentendido y me retiro. El almirante no me retiene.
4.9.73. En Santiago, 800.000 trabajadores vitorean a Salvador Allende en la
Plaza de la Constitución. En Valparaíso preparan otro acto. Y frente a las ventanas del
almirante Merino, continúan los gritos hostiles. El almirante me llama varias veces.
Finalmente accedo; el trabajo en los asuntos de seguridad interior es agobiador.
Enfrentamos doce atentados terroristas diarios; la acción de los "gremialistas" en
huelga, pesquisar sus paraderos, detener a los dirigentes, procesarlos. Miro desde
nuestras ventanas a los patios de la comandancia y calculo que hay 200 infantes de
marina en pie de guerra. Le aviso al ayudante de órdenes. Bajo, converso unos
instantes con el director de la Infantería de Marina sobre cosas inocuas. Él ignora las
informaciones respecto a sus actuaciones. Hago que se tomen fotografías de los
manifestantes, y que se ubiquen sus antecedentes políticos.
5.9.73. A las 08.00 horas recibo los informes de la policía política, los de
investigaciones, los de carabineros y otros documentos confidenciales conteniendo
reproducciones de discursos, y cosas semejantes. Esa noche ha habido once atentados
en Viña del Mar y en la zona rural de Valparaíso y dos en la parte poniente y alta de
la ciudad a camiones que no se han adherido al paro patronal. Dos de los informes
coinciden en que durante esa madrugada "personal FAZ (obreros civiles contratados
por la armada), protegidos por fuerte guardia armada, han estado haciendo trabajos
de excavación y movimiento de tierras en el sector poniente de la Escuela Naval, que
da hacia la subida El Membrillo". Estas informaciones las transmito a Daniel Vergara.
Me ordena que investigue. Con el personal de secretaría redactamos las denuncias
que deben presentarse a las 14 horas en la Corte de Apelaciones y pido que a esa hora
Carabineros me entregue a los detenidos de la Corte. Asimismo pido que investiguen
lo de la Escuela Naval.
La intendencia y la IZN hierven de actividad. A las 09.00 horas una persona
indignada informa telefónicamente: "Un perro que entró a los jardines de la Escuela
1
Naval por el lado de la subida El Membrillo ha pisado una mina que estalló y le causó
la muerte". Pido a la policía política y a carabineros que me informen. Lo hacen y
ratifican su veracidad. "Es efectivo, los terrenos están minados. Personal de marinería
impide el acceso". Informo a Daniel Vergara y a Osvaldo Puccio; ellos informarán al
presidente y ministro de Defensa. Y Daniel Vergara me ordena hablar con el
comandante de la IZN y expresarle la disconformidad del gobierno con esta actitud
exagerada y dejar sin efecto la orden. Le informo de lo sucedido, y le agrego:"Don
José, ¿si en lugar de un perro hubiera sido un niño?" Merino está muy nervioso, muy
excitado. No sabe cuánta información tenemos de sus actividades. Él sabe que somos
"el enemigo". Me mira un rato, se pasa las manos por los ojos y la cara y me
dice:"Mire, don Lucho, he hecho minar los terrenos adyacentes a la Escuela Naval
porque el A DOS me ha informado que el MIR y le MAPU, en represalia por los
allanamientos que se han hecho por la Ley de Control de Armas, asaltarán la
Escuela". Le contesto que esa información necesariamente es errónea pues nadie
puede pensar semejante locura. De todos modos, cumpliendo las instrucciones de
Allende, le digo que haré investigar y que personalmente me preocuparé de que se
interrogue sobre este asunto, políticamente, a los dirigentes del MAPU, parte de la
UP, y del MIR, que no pertenece a ésta. Y le agrego:"si ocurre que la información del
A DOS es correcta, iniciaré acciones en contra de los miembros del MAPU y del MIR,
porque estarían en contra de la ley, del orden público, y, por lo tanto, en contra del
gobierno". Pero le insisto en que no creo en su veracidad y que, de todos modos, las
medidas me parecen desproporcionadas. Llegamos a un acuerdo: yo investigo y él
ordena desmontar las minas.
Y toda esta conversación interrumpida por los gritos destemplados de "Merino,
asesino, suelta a los marinos...". Él me dice: "¿Ve?, por la debilidad de ustedes tengo
que soportar estos gritos y sujetar a mi gente que quiere actuar". Le insisto en que los
que gritan no son de la UP, y que se trata de elementos infiltrados en la ultraizquierda
para crear situaciones como la que estamos presenciando. Y le pregunto cómo es que
ellos siempre saben dónde está él. Le digo: "Esta gente lo ataca a Ud. para
indisponernos con la armada. Nos preocuparemos de este asunto una vez dilucidado
el problema más grave de la Escuela Naval".
De regreso a mi oficina logro que los responsables del PC y PS consulten con el
MAPU y el MIR sobre los hechos relatados. Y lo mismo pido a la policía política. A
las 10.30 las informaciones son unánimes: "Ni el MIR ni el MAPU han planeado
semejante locura. La información es falsa". En la IZN entrego este informe al
almirante Merino. Convenimos en que se desactivarán las minas, y que nosotros
vigilaremos cualquier acción sospechosa en relación a la Escuela Naval. Él juguetea
nerviosamente con una Parabellum que tiene hace meses, expropiada a un elemento
de Patria y Libertad, y que por una consideración hacia su persona no he puesto a
1
disposición de la Corte de Apelaciones. La hace girar sobre sí misma en la cubierta de
su inmenso escritorio. A veces apunta en contra mía, a veces en su contra. Está muy
tenso. Pero siempre deferente. Le gusta hablar.
4. Valparaíso, Escuela Naval: 5.9.1973. Primera reunión de comandantes en jefe.
Constitución de la junta militar.
A las 14 horas recibo en la Corte una información de la policía política. "La
armada ha prohibido el tránsito de vehículos por la Avenida Altamirano, que bordea
el mar hasta la Piedra Feliz, y que por las subidas de El Membrillo y Carvallo da
acceso a la Escuela Naval. Los automóviles y peatones deben transitar por Plaza
Aduana y subir por Carampangue". Cortada esta comunicación, recibo la llamada del
jefe de los servicios de carabineros, quien escuetamente me dice: "La armada ha
tomado el control del tránsito desde Plaza Aduana a Playa Ancha. Esto es ilegal, pues
todo lo relativo al tránsito es competencia exclusiva de carabineros". Le hago presente
al oficial que estamos en "zona de emergencia" y que el almirante Merino es el jefe.
Me reitera: "Pero no puede modificar el tránsito público. ¿Qué hacemos?". El oficial
tiene razón. El intendente se ha colocado al margen de estos problemas de
competencia y ha expresado hace tiempo que me corresponde solucionarlos a mí. No
puedo dar la razón a carabineros y suscitar un enfrentamiento con la armada. Le
expreso al oficial que le encuentro razón, pero le pido que deje las cosas como están.
Informo a Daniel Vergara; me expresa que he procedido lógicamente, me mantiene la
orden para resolver equilibradamente los problemas que se presenten, y me pide
indague cuáles son las razones de este desvío de tránsito. En nuestra opinión, la
armada "se ha tomado Valparaíso". Anteriormente el intendente tuvo problemas con
el almirante Daniel Arellano, en ocasión del allanamiento en busca de armas que
hicimos a la fábrica de chocolates Costa, cuyo gerente, de apellido Arata, es el
tesorero de Patria y Libertad. En medio de ese entredicho he participado en la
reunión un tanto violenta, de parte del almirante, conforme a las instrucciones
específicas de Salvador Allende.
A las 15 horas recibo una llamada que informa: "Ha llegado un helicóptero a la
Escuela Naval trayendo al general Augusto Pinochet y al general Gustavo Leigh".
Pregunto con quién se reúnen: "Con el almirante Merino. El almirante Montero está
en el Ministerio de Defensa, en Santiago". Inmediatamente pienso en que esto forma
parte de las resoluciones de la "Tercera Asamblea Deliberativa de los Mandos
Medios". A mediados de agosto me facilitaron el referido documento. Estaba formado
por tres hojas mimeografiadas y en cada una de ellas tenía el número clave del
"Oficial de mando medio" He colocado papel secante, calco y cartulina en el número
y hecho fotocopias que envié con el estafeta de más confianza del presidente, al
ministro del Interior, a Daniel Vergara y a los partidos Comunista y Socialista. Los
1
hombres de armas que me la facilitaron esperaban que el gobierno y la UP las
hicieran públicas, que denunciarían que los mandos medios exigían perentoriamente
un golpe militar para el 17.9.1973. Esperaban que esta publicidad nacional e
internacional desmontaría el golpe. Nada de esto se hizo, al contrario, debimos
guardar el más absoluto secreto.
Daniel Vergara me ordena: "Averigua lo tratado en esa reunión". Tomo
contacto con los responsables de estos asuntos en los partidos Comunista y Socialista.
Les pido que tomen contacto con "su hombre en La Habana". Pese al secreto de estas
actividades, sé que el informante que tienen en la armada es la misma persona. A las
23 horas del 5.9.73, después de las llamadas y medidas de seguridad usuales, logro
reunirme con uno de los informantes. Me expresa que "el gobierno tiene las horas
contadas". Merino y Leigh le han requerido a Pinochet se manifieste si está decidido a
comandar las acciones del Día D y lo que vendrá. Éste ha contestado
afirmativamente. Leigh le ha dicho:"O acepta o se quedará solo con Allende". Y
acordaron el siguiente programa o plan operativo: 1. Cada uno de los presentes
asume el control absoluto de su arma. 2. Unidad absoluta de cada rama alrededor de
su comandante en jefe. 3. Cada Estado Mayor tomará medidas para "neutralizar" a
los oficiales y tropas que no acepten "la liberación de Chile". 4. Ellos, más el director
general de carabineros, formarán la junta militar de gobierno que reemplazará a
todas las autoridades del Ejecutivo y Poder Legislativo. 5. El golpe se iniciará en
Valparaíso, dos horas antes que en Santiago, como maniobra diversionista. Se
informará al gobierno que esta reunión tuvo por objeto preparar la parada militar del
18 de septiembre, como una manera de demostrar el apoyo de las FF.AA. a su
gobierno. "Día D: 14.9.73"
Informo de todo a Juan Bustos, quien se reúne por la noche conmigo. Días
antes me ha expresado que su "amigo" de la armada le ha proporcionado todos los
datos de los que asesinaron al comandante Araya, y así ha logrado detener al asesino
en un chalet de la avenida Libertad en Viña del Mar. Me entrega todos los
antecedentes. Sé que él no hablará. Antes de hacerlo preferirá morir en la tortura,
como desgraciadamente ocurrió días después del golpe.
Informo a Daniel Vergara: "Conozco lo tratado en la reunión de marras.
Mañana va estafeta con informe". Esa noche los hombres de los aparatos comunista y
socialista me informan: "La reunión fue para coordinar la participación de las fuerzas
armadas en la parada militar". Les digo que no, que una vez más les han entregado
desinformación en lugar de información. Y les expreso lo que realmente ocurrió en la
reunión, y que ya es un hecho que el general Augusto Pinochet está a la cabeza; no de
la "guerra civil", de la cual tanto se ha hablado, sino de un golpe militar que hará una
masacre civil en el país. Ellos están convencidos de la información que manejan y
viajarán a Santiago el día siguiente. El "hombre" les manifestó en las respectivas
1
reuniones con los enlaces comunista y socialista: "No se preocupen, yo y mi gente
somos leales hasta el último al gobierno...". Esa misma noche redacté un conciso
informe que envié con el estafeta al Ministerio del Interior y al de Defensa.
Y así, en la Escuela Naval, el 5.9.73 se sincronizó la acción del golpe y se
organizó la junta militar de gobierno. Pero, ¿quedó satisfecho el almirante Merino?
No. Le pareció altamente sospechosa la posición del general Pinochet. Tuvo la
impresión de que Pinochet le tenía pánico a Salvador Allende. Merino propuso que el
golpe se diera el 11.9.73 Pinochet exigió el 14.9.73. "Ese día tiene lugar la revista
preparatoria en Santiago, y podré mover tropas sin hacer sospechar nada a Allende".
El 6.9.73, a las dos de la madrugada, al entrar a mi departamento debo
contestar al teléfono: Un carabinero me informa:"Señor, una patrulla de marineros
dirigidos por un oficial joven está haciendo propaganda mural en los edificios de
Valparaíso". Creo que estoy soñando. "¿Qué dice? ¿Marineros haciendo propaganda
mural? ¿Está seguro de lo que está diciendo?". La respuesta es precisa: "Sí, señor,
como un partido político". Le digo que me indique dónde se encuentra. Me voy a mi
oficina, me coloco una manta de Castilla y un gorro y tomo una "Karl Gustav". Uno
nunca sabía por esos días si realmente se iba a enfrentar con marineros o con
terroristas. En varios allanamientos en la zona agraria y en Valparaíso y Viña del Mar
han participado individuos que, posteriormente, la IZN sostenía que no eran
marineros, sino "terroristas que se hacían pasar por marineros". Por otra parte, la
experiencia me indicaba que en esos días la razón de los principios legales eran
insuficientes. Y el lema de nuestro escudo nacional dice: "Por la razón o la fuerza".
En el lugar indicado me esperaba el carabinero que me había informado. Nada
sé de él, es la primera vez que lo veo. Me reitera su parte. No sé si en caso extremo
podré contar con su apoyo. Le digo: "Mire, pase lo que pase, déjeme actuar sólo a mí".
En calle Prat, Esmeralda y Condell encontramos vistosos afiches de color azul y negro
con el fondo blanco con las siguientes leyendas: "Chileno, medita: extremismo =
asaltos terrorismo asesinatos engaño destrucción antipatriotismo". "FUERZAS
ARMADAS = orden soberanía respeto progreso cultura PATRIA. "Chileno, la
madre es sagrada. La Patria es sagrada, ambas están en grave peligro. Ahora mismo
el terrorismo no respeta ni siquiera a las mujeres. La mejor garantía de Chile son
sus FUERZAS ARMADAS: Te pondrán a cubierto de los cobardes atentados de
que eres víctima por agitadores profesionales". Otro afiche mostraba un individuo
con casco que golpeaba a un carabinero con un la que, pero que la reacción
hábilmente había usado colocando en el casco las letras BRP (Brigada Ramona Parra,
la brigada de propaganda de las juventudes comunistas), para crear en lamente
colectiva nacional la idea de que era un comunista el atacante. Y tenía la siguiente
leyenda: "¿Qué sería de tu vida si un maleante como éste se apodera del país? Para
evitarme esta vergüenza y defenderte, tu fuente de trabajo, no permitas que se ataque
a las Fuerzas Armadas y del Orden que protegen y defienden la seguridad y porvenir
1
de la Patria..." En los demás afiches estaban las figuras marciales de jóvenes y bien
armados soldados, marineros, aviadores y carabineros, de un lado, y del otro, tipos
sucios y desgreñados.
En la calle Condell, frente al Instituto Comercial de Valparaíso, encontramos
un camión militar como el que, en Isla Dawson llamaban el "logístico", y unos doce
marineros, de los cuales, cuatro estaban armados con fusiles automáticos y ocho
llevaban tarros de engrudo y brochas; estaban al mando de un joven oficial. Antes de
proceder fui a una comisaría y de ahí llamé al comandante jefe de los servicios
nocturnos. Me identifiqué como "abogado de la intendencia". Le informé sobre lo que
había visto y quise saber si la IZN había ordenado este operativo. Me contestó
negativamente agregando que esa no era función de la armada y que no tenía
ninguna observación al respecto. Le dije que procedería en contra ellos. Y me contestó
que esa era una prerrogativa del gobierno. Nos dirigimos al lugar en que estaba la
patrulla y me adelanté hacia el oficial. Le dije que representaba al gobierno y que
debía exhibirme el permiso municipal o de la intendencia para hacer propaganda
política en favor de las fuerzas armadas; pero le advertí que, de todos modos, debía
retirarse con su gente. En forma insolente me respondió: "No tengo por qué
contestarle. Yo cumplo órdenes y en cuanto termine de pegar todos estos afiches nos
retiraremos". Le expresé: "Ud. no puede cumplir órdenes ilegales, y lo que está
haciendo es sedición en contra del gobierno". Y le reiteré que se retirara. Me
replicó:"Yo no cumplo órdenes de civiles". Le manifesté que era un civil que
representaba al gobierno que lo había educado y que le pagaba el sueldo y al cual él
le debía lealtad y obediencia". Y le agregué, sacando de debajo de mi manta la
metralleta: "...y además de mis argumentos legales tengo este ' argumento' con el cual
dispararé si no me obedece dentro de un minuto". Me dijo: "Nosotros también
estamos armados..." Repliqué: "Así será, pero yo estoy sin seguro y en ráfaga.
Retírese". Se produjo un silencio tenso. Los jóvenes marineros miraban expectantes.
Yo pensaba que eran tan jóvenes como mis hijos. Y sentía la boca seca y amarga. El
silencio seguía. El joven oficial estaba lívido; pero todos nos veíamos lívidos a la luz
de las ampolletas de luz de mercurio, en esa madrugada porteña. Pero la metralleta
no temblaba en mis manos. Las tenía congeladas. De pronto, el carabinero que estaba
detrás de mí, y del cual ya me había olvidado, dijo: "Mi teniente, obedézcale al Sr.
abogado de la intendencia. Si él dispara y Uds. le disparan a él, yo tendré que
disparar contra Uds.; debo defenderlo, y ¿por qué vamos a matarnos entre chilenos?"
Con gran alivio mío vi que el subteniente aceptaba y dio una orden, y todos se
retiraron. Cuando el vehículo partió, algunos garabatos chilenísimos me gritaron
desde lejos; y se reían. Y su actitud era tan juvenil, tan normal y tan sana de parte de
ellos, que me recordé los años de mi juventud (y también de mi edad adulta) en que
había hecho propaganda ilegal y había sufrido estas tensiones, y después había
1
gozado de la relajación.
De todos modos, continuamos la ronda. Una media hora más tarde los
sorprendimos en Independencia, esquina de avenida Francia. Persistían en su labor,
pero ahora tenían dos "loros" y huyeron en cuanto individualizaron el jeep de la
intendencia. Busqué refuerzos y con un vehículo de carabineros y otro de
investigaciones logramos detenerlos en el Pasaje Ross. Les hicimos tirar el engrudo al
suelo y las brochas a una alcantarilla, y les ordenamos volver a su base, la Escuela de
Telecomunicaciones de Las Salinas. Le notifiqué al alcalde Sergio Vúskovic, y esa
misma madrugada obreros municipales limpiaron la ciudad.
Esta actuación fue imputada por la armada al abogado Emilio Contardo,
socialista. El carabinero me había identificado como "abogado de la intendencia". Y
así lo hice yo al comunicarme con el oficial de servicios. En la intendencia estaba el
secretario abogado y Emilio Contardo que además asesoraba en cuestiones de
abastecimiento y era vicepresidente de la CORDVAC. Días después, preso en La
Esmeralda, entre otras cosas que querían saber, me preguntaban: "¿Qué sabes tú de la
tentativa de Emilio Contardo de asesinar a un oficial y a personal de la armada en
funciones?" Insistí en mi línea. "Nada sé. Es la primera vez que oigo hablar de esto". Y
me sentía culpable respecto a Emilio. Pensaba que si lo detenían tratarían de darle
muerte por algo que no había hecho. Y, además, que mi situación se agravaría, sin
mejorar la suya, pues si trataban de llevarlo a consejo de guerra por ese cargo,
deberían mostrárselo al oficial y a los marineros. Y no hay gran parecido entre Emilio
y yo. Sólo respiré cuando supe que estaba en Cuba.
Esa misma madrugada, a las 04.00 horas establecimos que los afiches fueron
elaborados el día 5 en las impresoras de "El Mercurio" de Valparaíso y donadas a la
armada. Esto comprobaba que "El Mercurio" estaba en antecedentes de la reunión de
la futura junta militar en la Escuela Naval. "El Mercurio", según el informe Church,
estaba financiado por la ITT y la CIA. Es más, era evidente que "El Mercurio" de
Valparaíso sabía que no habría "guerra civil" sino "masacre civil" mediante un golpe
militar.
Todo lo que Merino hizo a partir del 1.9.73 era ilegal. Y temía la reacción del
almirante Montero y de la oficialidad profesional. Pero el almirante Merino se había
embarcado en un juego audaz, en un viaje sin retorno. A veces era cauto, pero en
circunstancias "muy especiales" actuaba muy descontrolado. Por ejemplo, durante el
mes de julio, tras una serie de atentados con bombas de ruido y humo en poblaciones
de oficiales, tuve que ir a una recepción a la cual él también asistía. Allí me dijo con
rudeza: "Si Uds. no paran estos atentados, ordenaré a la escuadra bombardear
Valparaíso". Merino tiene contactos con la gente de ASIVA; y especialmente, con los
relacionadores públicos de "El Mercurio". Terminada la reunión de la Escuela Naval
tuvo una reunión con ejecutivos de ASIVA y "El Mercurio". Dio a conocer su
1
desconfianza respecto al general Pinochet; le aconsejaron recurrir a los principios de
"los hechos consumados". Luego se imprimen los afiches a los cuales me refiero, que
son una franca provocación al gobierno y constituyen un llamado al alzamiento de las
fuerzas armadas. Tiempo después llegué a pensar que cometí un error al impedir que
se hiciera esta propaganda y al hacerla borrar. Así, tal vez, evité una fricción entre los
militares y los marinos. Pero, en ese momento era lo procedente.
El general Prats, el almirante Merino, reaccionaron positivamente a los
"tratamientos" psicológicos. La personalidad del general Augusto Pinochet era
diferente; no reaccionó a los "estímulos" psicológicos. El almirante Merino era audaz;
lo reconocí ese día y lo reconozco ahora. Aquella mañana informé al almirante
Merino de lo ocurrido durante la noche, sin referencia alguna a mi encuentro
personal con los "propagandistas". La conversación fue de carácter impersonal. Tuve
que protestar, en nombre del gobierno, por los bárbaros, crueles y exagerados
allanamientos a la Distribuidora Nacional, al Gasómetro, a una serie de sindicatos y
locales partidarios. Donde exageraron la violencia y la brutalidad fue en el Liceo Nº 3
de Hombres, al que asaltaron escalando paredes las paredes y golpeando a los
alumnos y profesores arrojándolos al suelo, "en busca de armas". Dije entonces: "Don
José, esta madrugada se ha sorprendido a una patrulla de marineros colocando
afiches injuriosos para el gobierno y sediciosos a favor de las fuerzas armadas". Me
contestó: "Don Lucho, desconozco el hecho. Ordenaré investigar y le informaré". Al
retirarme, se levanta para despedirme, y comienzan a sentirse los gritos de
"MERINO, ASESINO". En ese momento el almirante, fuera de si, me dice: "Escuche
los gritos de esa gente; ustedes nada hacen por imponer orden. Estas actitudes y otras
nos están empujando a tomar una decisión. Esto no puede esperar más. Hay que
actuar. Esa gente es de los partidos de gobierno, y el gobierno no tiene autoridad
sobre ellos. Hay que hacer algo...". Sé que él ya ha tomado la decisión de acelerar el
golpe militar. Se serena y me dice: "A éstos los despeja el gobierno o los hago despejar
por mis B. T.?"
He visto desde las galerías, frente a mi oficina en el palacio, que la IZN ha
aumentado considerablemente la fuerza de seguridad. Los infantes de marina están
tiznados, camuflados y con equipo completo; y tengo el extraño presentimiento de
que el almirante Merino y sus consejeros desean precipitar los acontecimientos.
Podrá justificar una brutal acción represiva arguyendo la incapacidad del gobierno
para darles protección. Ya antes, usando el atentado criminal en contra del
comandante Araya, me había dicho: "Ya he perdido a uno de mis oficiales; gente del
gobierno, del partido de gobierno, lo ha asesinado. Si no nos protegen, nos
protegeremos nosotros". Le contesto: "Son muy pocos, no mas de veinte jóvenes, los
haré despejar..."
En el cumplimiento de las instrucciones del gobierno para hacer respetar la ley,
1
los abogados del aparato habíamos tenido problemas con gente de ultraizquierda, a
quienes habíamos procesado al ser detenidos en actos ilegales. Era doloroso hacerlo,
pero debíamos mantener el estado de derecho. Incluso el 30.3.72 había hecho detener,
procesar y condenar a dos elementos del GAP. Para evitar que los juzgara la justicia
militar, debí denunciar y procesar a militantes de izquierda a quienes les habían
explotado unos detonadores en la ENAP. Asimismo tuve que procesar a los "marinos
constitucionalistas", y ordenar la disolución de concentraciones sin permiso, incluso
las de apoyo al gobierno.
He sido y soy un hombre de derecho. Y toda persona humana y sus opiniones
me merecen respeto. Pero la actitud de estos jóvenes era provocativa. El gobierno
había hecho la denuncia; los marinos tienen abogados. Nuestras informaciones son
que dos o tres de estos jóvenes en su mayoría extranjeros han sido infiltrados por el
NI de la misión naval norteamericana y el sector del A DOS que trabaja a las órdenes
de ellos. Tengo autorización de Daniel Vergara y Salvador Allende para resolver
estos asuntos; se fían de mi criterio y capacidad profesional. De todos modos,
consulto con el intendente. Me dice: "Bam Bam, resuélvelo tú. Es asunto de tu
responsabilidad". (Me dice BamBam familiarmente por las bombas de los terroristas
detenidos que me traen y que debo entregar a la Corte y a la guarnición militar). En el
pasillo hacia mi oficina encuentro al regidor comunista José Salomón. Como lo que
voy a hacer es duro y a mí mismo me repele, le digo: "José, debo tomar decisiones
drásticas. Serán criticadas, pero quiero que sepas en este momento por qué lo hago".
Desde una galería le muestro a todo el personal de guardia en la IZN. Lo llevo
después a uno de los balcones del Salón Rojo y le pido que observe a los que gritan.
Le pregunto si los conoce, si son militantes de la UP. Me contesta que no los conoce y
que no ubica a nadie como militante. De serlo, en alguna oportunidad los habría
visto. Trato de parlamentar con ellos. Imposible, me gritan: "Revisionista, reformista",
y otras expresiones. En dos oportunidades he sido atacado de hecho por extremistas
de izquierda, y varias por extremistas de derecha. Llamo al comandante de los
servicios especiales. Le pido un pequeño grupo, y le consulto cuál es el medio más
rápido para dispersar a un grupo de no más de veinte sin daños ni detenciones. Un
medio disuasivo y eficaz. Me contesta escuetamente: "Los perros, con orden de
amenazar, mostrar los dientes y no ladrar". Le digo: "Puede hacerse eso? ¿Obedecerán
los perros?". Me contesta afirmativamente. El almirante observa desde sus ventanas,
tras las celosías. Por medio del altavoz les ordeno a nombre del gobierno de la UP
retirarse. Me injurian. Y uno de ellos, en una actitud increíble, con una piedra
destruye el espejo retrovisor del automóvil de un capitán de navío en el momento en
que éste abre la puerta del otro lado. Es una típica provocación. Le ordeno al
comandante del grupo de servicios especiales echarle los perros. Da la orden. Los
sueltan. Y esto evita la reacción indignada del capitán de navío afectado. Los perros
1
los rodean, gruñen y les muestran los dientes furiosos. Dos años más tarde, en el
campo de concentración de Ritoque, siendo delegado de los presos de la Barraca A,
pude ver a otros perros perseguir, morder y destrozar las espaldas y ropas a jóvenes
detenidos del campo vecino. Entonces denuncié ante el juez naval al teniente de
carabineros Mercado que ordenó estas torturas.
Al mediodía conversé con el diputado comunista Manuel Cantero. Él me acotó
que "todas las actuaciones de este grupo de jóvenes están al margen de las
actividades de la UP, que se halla enfrascada en mantener en actividad la producción.
Además el pueblo ha creado sus propios organismos para solidarizar con los
marineros procesados". En esta oportunidad le informé personalmente de los hechos
ocurridos el día anterior en la Escuela Naval y las actividades subversivas de la
madrugada.
5. Segunda reunión 7.9.73: IZN Valparaíso.
Ese día a las 07.00 horas debía zarpar la Escuadra. A esa hora ingresaban a
aguas territoriales chilenas barcos y submarinos de la flota norteamericana del
Pacífico para realizar la operación UNITAS IV. Pero a las 09.00 horas aún no había
zarpado. Informo a Daniel Vergara y a Osvaldo Puccio. A su vez le informan a
Orlando Letelier, ministro de Defensa. Me ordenan averiguar la causa del no zarpe.
No es el momento de consultar al almirante Merino, y recurrimos a otros medios. La
información es precisa: "El estado mayor de la Escuadra se niega a zarpar. Exige la
destitución del comandante en jefe de la armada almirante Raúl Montero y su
reemplazo por el almirante José Toribio Merino". Es una subversión en contra del
gobierno. En el grupo de trabajo nos preguntamos: ¿Con qué fuerzas contamos para
enfrentar la sublevación? No con el ejército; nosotros ya sabemos que el golpe lo
dirigirá el comandante en jefe Augusto Pinochet. Y, ¿con la movilización de masas
podremos disuadir a los golpistas? Estimamos que aun así, con audacia, podemos
contar con el cuerpo de carabineros que se halla bien armado, que convive más con el
pueblo, y que tiene capacidad de fuego y condiciones para subsistir, diferentes a las
del soldado o marinero movilizado. Más tarde, a solas con Juan Bustos, pensamos en
las horas que hemos dedicado a obtener información y transmitirla. Pero siempre con
la conciencia de estar informado sin poder concretizar una acción disuasiva por falta
de un organismo o Dirección general de Seguridad del Estad, dirigido por el
gobierno. En mis oficinas me preguntan unos dirigentes políticos cómo veo la
situación. Les contesto:"Gravísima, y no creo que estemos en condiciones de parar un
golpe militar. Aquí no se trata de una guerra civil, se trata de un golpe militar que
masacrará al pueblo, y éste se halla indefenso". Uno de ellos me dice: "Tú piensas
como abogado, no tienes confianza en el pueblo y en sus partidos". Le contesto que
esas son palabras y conceptos subjetivos, y que la realidad es diferente. Los llevo a las
1
galerías y les muestro las tropas acantonadas.
¿Cuál es la razón de esta actitud de la Escuadra? Desean que sea Salvador
Allende quien designe comandante en jefe de la armada a J. T. Merino. Para estos
extraños oficiales es vergonzoso pensar que su comandante en jefe llegue al cargo por
autonombramiento. Pero nada de esto le digo a esos compañeros. ¿Para qué
preocuparlos más? ¿Y si Salvador Allende y la UP logran controlar la situación? Por
lo demás, no soy dirigente político ni relacionador público, y no tengo por qué hacer
confidencias ni declaraciones. Pero sí les digo que los hechos que están ocurriendo
van más allá de las palabras. Las palabras han perdido hace mucho tiempo su magia
para mí. Ahora se trata como siempre ha sido de hechos. Y los porfiados hechos
están en contra de las palabras.
Me ordenan de Santiago conversar con el almirante Merino. El ayudante de
órdenes me informa que "el almirante está de inspección en Las Salinas". Y llega el
instante en que hace crisis la táctica antiinsurreccional basada en la defensa del
estado de derecho. ¿Cómo operará en la práctica la táctica de "no a la guerra civil"?. Y
ahora, ¿operará el plan antisubversivo gobiernoCUTejército? ¿Es leal el general
Pinochet o no? Para los que trabajamos en esto, si alguna duda tuvimos, el 5.9.73
desaparecieron. Pero sabemos que el almirante Merino desconfía. Al parecer, todo
dependía en este momento del general Pinochet. ¿Pero era realmente así? Durante el
tiempo vivido en los campos de concentración analizamos estos hechos y nunca
pudimos llegar a una conclusión.
Es preciso pasar a la segunda reunión de sincronización del golpe realizado
por los altos mandos el 7.9.73.
Prisioneros en la Isla Dawson, con Orlando Letelier y Daniel Vergara, pudimos
reproducir nuestros conocimientos de ese día. Después de las informaciones
transmitidas desde Valparaíso a las 09.00 horas, Orlando Letelier se reúne con el
almirante Raúl Montero y con Patricio Carvajal. Este último había sido informado con
anterioridad de la sublevación de la Escuadra, y a su vez había informado al general
Augusto Pinochet y a Gustavo Leigh. A estos dos no deja de preocuparles esta
actuación exagerada de la armada, que puede poner en peligro "todo lo resuelto".
Orlando Letelier, el día 6.9, le había exhibido a Pinochet la fotocopia de las
"Resoluciones" que le he enviado. Y le pidió cuenta de su viaje, no reportado, a la
Escuela Naval junto con Leigh. Pinochet está preparado. En cuanto a las
"Resoluciones" que él conoce y sabe son auténticas, contesta: "Esta es una infamia,
urdida por el MIR o por Patria y Libertad. Los militares no procedemos así". En
cuanto a la reunión en la Escuela Naval responde: "Nos reunimos los comandantes en
jefe del ejército y de la aviación en la Escuela Naval con el CJIZN almirante José
Merino, para coordinar entre las tres ramas una parada militar que será la mejor que
haya visto Chile, para que el pueblo vea cómo sus fuerzas armadas apoyan al
1
gobierno". Orlando Letelier ya sabe a qué atenerse con el general Pinochet. En
conocimiento de la sublevación de la Escuadra, le expresa al presidente que Pinochet
puede viajar con otros tres generales a solucionar el problema de la Escuadra. El
presidente accede. En un helicóptero militar llegan Pinochet, Urbina, Bonilla y
Arellano a la IZN. Los vemos arribar a ésta. Tienen una reunión larguísima.
Esperamos. En la madrugada del 8.9.73 han acordado dos "cuentas" o informes
diferentes:
1) Para Salvador Allende y Orlando Letelier: El ejército ha logrado controlar la
situación. Han convencido a los marinos de "no hacer locuras" y aceptan que se
mantenga por el gobierno en el cargo al almirante Raúl Montero. Y la Escuadra
zarpará el lunes 10.9.73 a las 07.00 horas de Valparaíso.
2) Para afinar el golpe acuerdan: a) Fijar éste para el día 14.9.73, tentativamente. El
ejército hace causa común con Pinochet: día de la revista preparatoria. Pueden
movilizar tropas. b) Enviar esa misma noche oficiales de confianza con las listas de los
"tres tercios" a todo el país: quiénes deberán ser fusilados, detenidos y procesados, y
detenidos en campos de concentración. c) Habilitar regimientos, cuarteles, estadios,
como cárceles y lugares de ejecución, y campos de concentración. d) La misión naval
norteamericana, desde la IZN, ordena que sus barcos, "para dar apoyo estratégico" al
golpe militar, se distribuyan así: los destructores Tunner y Tatonall, frente a
Valparaíso; el destructor Vesole y el submarino Clagamore, frente a Talcahuano. e)
Para solucionar el agudo problema de transmitir radialmente órdenes militares a
través de un litoral de casi 5 mil kilómetros, la misión naval norteamericana logra que
el Southern Command, desde Panamá, ordene a la base aérea norteamericana de
Mendoza, Argentina, que ponga a disposición del comando golpista como "estación
relay" o central de informaciones radiales, el avión tipo WB 57 S, pilotado por el
comandante mayor V. Dueñas, de la fuerza aérea norteamericana. (Este avión
sobrevoló Chile desde Serena a Puerto Montt entre el 7.9.73 y el 14 del mismo mes.
Así fue informado por diarios argentinos). f) Estarían en contacto permanente; el
almirante Merino designó como su "enlace" y "representante directo" al
contralmirante Sergio Huidobro, director general de la infantería de marina. g)
Designaron una comisión de fiscales y de periodistas militares para redactar los
bandos de la junta militar, las proclamas y una "declaración de principios". h)
Mantener como fecha para el golpe el día 14. Se ratifica que éste empezará a la
medianoche en Valparaíso. Aquí operan tres motivaciones diferentes: 1) Para
Pinochet: justificar ante Allende, Letelier y el gobierno, la movilización de las tropas
sediciosas el día del golpe. 2) Para Pinochet, Leigh y Merino: como maniobra
desviatoria que convenza a Allende que enfrenta una "guerra civil" con las fuerzas
armadas divididas y que el ejército le es leal, para, de esta manera, desviar en los
primeros momentos la atención del golpe militar que se está llevando a cabo. 3) Para
1
el almirante Merino: precipitar las cosas y obligar a Pinochet a participar
efectivamente en el golpe militar, en un "viaje sin retorno".
6. Sábado 8.9.73. En Santiago.
En el Ministerio de Defensa, el comandante en jefe del ejército, general
Augusto Pinochet, le da el parte al ministro de Defensa sobre su actuación para
convencer a "los marinos que no hagan locuras" y dice escuetamente: "Señor ministro,
la situación de la armada está controlada. Aceptan que se mantenga al comandante
en jefe almirante Raúl Montero en el cargo. La Escuadra zarpará el lunes 10 a las 7.00
horas de Valparaíso". Y a las 9.00 horas se efectúa la reunión del presidente Salvador
Allende con los generales Pinochet y Leigh, y el almirante Montero, y les pide den
órdenes a sus subordinados para que moderen sus ímpetus en los allanamientos por
ley de control de armas, a lo que acceden.
El general Pinochet permanece unos instantes con el presidente y el ministro de
Defensa. Se refiere a su misión ante la armada. Y le reitera lo que telefónicamente le
dijera antes de partir a Valparaíso el 7.9.73: "Ud. contará siempre con mi lealtad
incondicional, presidente". Retirado Pinochet, Salvador le informa a Orlando Letelier:
"He decidido aceptar el plebiscito y la próxima semana informaré al país". Orlando,
que ya está en conocimiento de la actitud del general Pinochet, le dice: "Presidente,
hágalo hoy mismo, prepararemos una cadena nacional de radio y televisión". Allende
le expresa que se trata de un acto de tal importancia que desea un discurso bien
fundamentado, y que encargará a un equipo para que lo prepare.
7. 8.9.73. En Valparaíso.
El intendente ha viajado a Santiago. El comité político de la UP en Valparaíso
me pregunta si conozco el motivo del viaje. No lo conozco. Supongo que por razones
personales. Y aun cuando me molesta hacerlo, consulto a Daniel Vergara si el
intendente ha concurrido al Ministerio. Me expresa que no, y Osvaldo Puccio me
informa que tampoco lo ha hecho a la presidencia. Terminada la reunión de la UP, a
la que asisto en ausencia del intendente, converso con el responsable del partido
Comunista, a quien conozco desde muchos años, y cuyo criterio ecuánime y certero
me ha ayudado en diversas oportunidades. Permanentemente le he informado de los
hechos. Hace tiempo ya, dada la gravedad de la situación, informo de algunas cosas a
las directivas comunista y socialista. En especial lo relativo a las "resoluciones" de los
mandos medios. Coincidimos en que el tiempo nos urge, que las condiciones frente al
nuevo paro patronal son diferentes al "paro de octubre". Locales del partido
comunista y socialista en la provincia han sido allanados. La clase obrera estaba
sufriendo una cruel represión y se hallaban sometidos a una gran tensión. Le expresé
que el golpe estaba tentativamente fijado para el día 14 y que la armada estaba en
1
franca subversión. Convinimos que en cuanto tuviera la fecha exacta del golpe le
avisaría en forma directa y personal. Y concluimos que, dados los antecedentes que
obraban en nuestro poder, no se trataba de una guerra civil sino de un golpe militar
cohesionado que masacraría al pueblo. Más tarde me reuní con Juan Bustos. Me
informó cómo su "amigo" le proporcionó el nombre del autor material del homicidio
del comandante Araya y el lugar en que estaba escondido en la avenida Libertad de
Viña del Mar. Detenido éste, confesó que pertenecía al comando excadetes militares
y que junto con otros seis, los citaron a un lugar determinado, de donde individuos
desconocidos los llevaron en una camioneta cerrada a un lugar de la zona rural. Allí
había unas estructuras que semejaban chalets, con caminos que las separaban unas de
otras. Tras llegar en la furgoneta, armaron una algarada, gritaron y él se separó y se
dirigió hacia uno de los chalets; golpeó la puerta y de inmediato disparó contra el que
la abrió. Luego los llevaron a Santiago a un lugar parecido, gritaron, él golpeó
violentamente la puerta, en el momento en que ésta fue abierta, disparó. Acto
seguido, huyeron dispersándose. A Juan Bustos le extrañaba muchísimo que se
hubiera mantenido tanto secreto sobre esto.
El personal de secretaría me avisó que la causa por desafuero de Altamirano y
Garretón figuraba el miércoles 12.9.73 en la I Sala. Ya anteriormente expresé que
había informado al presidente y a Daniel Vergara. Esa tarde tuve una reunión con
Juan Bustos. Estimábamos que en base a todas las informaciones recibidas, el
gobierno ya habría elaborado un plan defensivo. El plan antisubversivo reposaba en
la caja de fondos de la intendencia, pero para nosotros no tenía valor alguno.
Llegamos a la conclusión de que el gobierno carecía de plan alternativo alguno. Si
hubiera existido, nosotros habríamos estado en antecedentes. Consideramos, pues,
que era un deber defender ya por otros medios, la hegemonía del gobierno.
En un sistema democrático, la defensa de la seguridad nacional interior está en
manos de los servicios de orden y seguridad, y las acciones son ejercidas por los
abogados del aparato de defensa de la seguridad del estado. Es por ello, que en todo
el país, desde Daniel Vergara hasta el asesor jurídico de la más alejada provincia,
éramos identificados por la contrarrevolución con la "dictadura comunista". De ahí
que el Plan Zeta hablara de un autogolpe del gobierno dirigido por Daniel Vergara, y
por los abogados del Ministerio del Interior, regados por todo el país, con la
participación de los militantes de los partidos de la UP a través de GAPS.
Esa misma noche tuve una reunión con Sergio Insunza, en representación del
presidente. Traía el informe que le había enviado al presidente sobre el proceso de los
marinos constitucionalistas y del desafuero. Asistió también el abogado Emilio
Contardo. Una reunión informativa y de análisis de asuntos concretos y de derecho.
Reiteré mi opinión de que los parlamentarios renunciaran a su fuero, se hicieran parte
y se transformaran de acusados en acusadores. Clodomiro Almeyda, en la Isla, me
1
dijo que ésa había sido la opinión de Salvador Allende.
8. Domingo 9.9.73. Santiago, 10.30 horas.
El presidente se reunió con el comité central del partido Comunista para
cambiar impresiones sobre la situación política.
A mediodía, Salvador Allende se reúne con el exgeneral Carlos Prats y el
general Orlando Urbina, este último de una lealtad tal, y que en lo relativo a la
UNCTAD III ha jugado un papel de tal magnitud, que algunos dicen que es "casi
marxista". Se analizan todas las posibilidades de enfrentar la sedición, hacer frente a
la guerra civil con el plan defensivo y el trinomio gobiernoCUTejército. En esta
oportunidad, Salvador Allende informa que ha decidido aceptar el plebiscito, y que, a
más tardar el miércoles 12, dará a conocer al país esta decisión. El general Urbina sale
de esta reunión e informa inmediatamente al general Augusto Pinochet sobre esta
decisión de Allende. Esto demuestra a Pinochet que hay que "apurar el tranco" y cita
al almirante Merino y al general Leigh para una reunión en su casa ese mismo día a
las 17 horas.
Mientras tanto, el partido Socialista organiza una concentración pública en el
Estadio Chile en la que manifiesta el derecho de todo senador a escuchar a quienes
denuncien a los oficiales sediciosos. Se escuchan los gritos de "marino flagelado, el
pueblo está a tu lado".
9. Domingo 9.9.73, 14 horas.
Radio Porteña, del partido Socialista, retransmite el discurso de Carlos
Altamirano en Valparaíso. El almirante Merino ordena nuevamente allanar la radio y
detener a todos los que en ella se encuentren. Me ubican y me dirijo a la fiscalía naval,
donde expreso que no habiendo, el gobierno, hecho valer ninguna acción hasta el
momento en contra de Radio Porteña, no puede el almirante, como juez naval, emitir
orden alguna. Todo lo que haga es ilegal y es exponer a que se deduzcan en su contra
recursos de amparo por detenciones ilegales. Converso con el almirante que está
fuera de sí. Me consulta si he escuchado el discurso de Altamirano. Lo he escuchado,
pero le digo que no. Sostiene que se le ha injuriado, y se ha injuriado a la armada, y le
interesa saber si el gobierno aceptará esta conducta. Le reitero que no conociendo el
contenido del discurso pediré una grabación y lo estudiaré, y que si existen injurias
pediré al gobierno presentar querella. Llegamos a un acuerdo: yo consultaré la
querella y se dejarán sin efecto las detenciones. Está trémulo de ira. Nos separamos.
Es la última vez que conversamos. Tengo la certeza de que hará cualquier cosa para
precipitar el golpe. Desconfía de la Corte de Apelaciones (después del golpe, los dos
tercios de sus miembros, todos hombres integérrimos, son jubilados forzosamente).
Al llegar a su domicilio recibe la llamada del general Pinochet. No está decidido a
1
perder el tiempo en conversaciones dilatorias, y garabatea un simple papel en que los
conmina al golpe; exige que firmen ese documento los generales Pinochet y Leigh. Y
se lo entrega a Sergio Huidobro quien viaja a Santiago a casa del general Pinochet.
Informo a Daniel Vergara de estos hechos. Al caer la noche tomamos contacto con
personas de nuestra confianza que nos informan de algunos hechos que se están
planificando.
10. 3ª Reunión. Domingo 9.9.73, 17 horas. Casa del general Pinochet.
Pinochet dice celebrar un cumpleaños familiar en su casa. Y a la tertulia llegan
el general Gustavo Leigh, el almirante Patricio Carvajal y Sergio Huidobro,
representante personal del almirante Merino, quien exige se firme el documento
redactado y firmado por él mismo. "Un pacto de caballeros y de honor". Es decir, que
aceptaban dar el golpe militar bajo "palabra de honor". Huidobro guarda el "pacto de
caballeros" y lo entrega a Merino. Esta es la garantía que Merino tiene para presionar
a Pinochet en caso de que éste, jugando sus propias cartas, los denuncie al presidente.
Y Pinochet, espantado con la idea de que Allende se adelante en informar al país y a
la oposición su decisión de aceptar el referéndum, comprende que no podrá
postergarse el día D para el 14, y acepta que sea el 11. Se dará en la forma siguiente:
se iniciará a las 06.30 horas en Valparaíso y a las 08.30 horas en Santiago. Se habían
superado por temor a las declaraciones de Allende, que podían hacer cambiar la
posición de la Democracia Cristiana, que tenía vinculaciones con Bonilla y otros, y así
darle una salida constitucional al impasse las diferencias entre Pinochet y Merino
respecto a la fecha del golpe. Y, en estas condiciones, la subversión de la armada
serviría al presidente, con el apoyo de la UP y la Democracia Cristiana, para
movilizar tropas en contra del estado mayor de la Escuadra. Y, fuera cual fuese la
reacción del general Pinochet, el alto mando estaría dividido: Bonilla habría
reaccionado en pro de cualquier posición freista junto con Arellano. Y Manuel Torres
de la Cruz se habría impuesto en su posición abiertamente fascista. Sólo precipitando
el día D se contrarrestaría todo esto.
Pero, ¿estaba convencido el almirante Merino de la efectividad del "pacto de
caballeros y de honor"? La respuesta está en los hechos mismos.
11. Diario del golpe militar en Chile: 10 11.9.1973.
Hemos analizado hechos ocurridos durante este lapso de diez días, en los que
los altos mandos toman conciencia de la posibilidad de una guerra civil. Los informes
de sus servicios de inteligencia y los de la DIA así lo confirman. Es un hecho real y
concreto que Salvador Allende pudo formar gabinete con militares. Pero, con la
participación solamente de los comandantes en jefe como ministros. ¿Y los mandos
medios? Eran ellos los que habían creado las condiciones para un golpe militar dentro
1
de la ideología de la Doctrina de la Seguridad Nacional. Pero, si bien es cierto que 270
oficiales participaban en funciones administrativas, ellos no participaban en el
aparato mismo del poder. Y la idea que algunos "constitucionalistas" tenían era la de
un golpe militar incruento y desde adentro.
El almirante Patricio Carvajal, quien desde su oficina del 5º piso del Ministerio
de Defensa ejerce el cargo de jefe del estado mayor de las fuerzas armadas, en su
conjunto, es quizá el único que tiene una clara comprensión del problema. El decide
y así lo expresa a la comisión subversiva que si el presidente desea una
participación de las fuerzas armadas en un nuevo gabinete, ésta debe ser efectiva, es
decir, con mayoría absoluta de militares, que aplicarían un nuevo plan de gobierno y
con mandos medios a través de todo el país, "de manera que las órdenes impartidas
por los ministros sean cumplidas". La comisión presentó esta proposición a los tres
comandantes en jefe. Pero esta imposición no fue aceptada por Salvador Allende. Y es
este rechazo a una dictadura militar "legal", a un golpe incruento y desde dentro del
propio gobierno, lo que indica, en estos diez días, que "ha llegado la hora de las
decisiones". De ahí la exigencia al general Pinochet para que participe en la reunión
del 5.9.73 en la Escuela Naval. El almirante Carvajal declararía en relación a la
ejecución misma del golpe en el día D: "...contábamos con dos factores importantes
para facilitar la acción: 1º. La Ley de Control de Armas que nos permitía tomar
medidas preventivas y 2º. La Ley de Seguridad Interior que nos permitía hacer frente
a las diferentes huelgas de los servicios de utilidad pública. Con estas bases era muy
fácil actuar, dominadas las telecomunicaciones y los servicios públicos, ya se tiene
dominada la mitad del país". Y agrega: "En las reuniones para la elaboración del plan
concurrían sólo los mandos de las instituciones militares. Luego éstos instruirían a un
grupo de confianza en sus respectivos estados mayores para que elaboraran cada vez
con más detalles los planes correspondientes. Pero teníamos la base sustentada por la
Ley de Control de Armas y por la Ley de Seguridad del Estado. La planificación ya
estaba muy adelantada, y para terminarla, no tuvimos más que darle un carácter
ofensivo y coordinar bien las horas". Sí, como hemos visto, usaron el plan
antisubversivo, el plan antigolpe del propio gobierno. Y en clave lo llamaron: para el
ejército, "Plan Hércules"; para la FACH, "Plan Trueno" y para la armada, "Operación
Cochayuyo", dentro de la cual, la parte que afectó junto con otros seis compañeros de
Valparaíso, se llamó "Operación Vela", en honor al buque escuela Esmeralda. Mi
número clave para la armada fue Vela 2 (V2). Y dentro de la "Operación Cochayuyo"
estaba la transformación de Isla Dawson en un campo de concentración y de
exterminio.
El golpe militar no tenía por objeto derrocar a Allende para entregarle el poder
a Frei, como presidente del Senado, o llamar a nuevas elecciones en un plazo breve.
El golpe tenía por objeto establecer un estado y una dictadura militares. De ahí que
1
los hechos de estos diez días obligaran a precipitar la acción. Las condiciones no eran
las mismas que las de septiembre y octubre de 1970. No se trata de "esperar y ver"; las
órdenes que han recibido son las de "actuar sincronizada y jerárquicamente". Las
reuniones del 5, 7 y 9 de septiembre de 1973 son de decisión. Como dice el almirante
Carvajal: "de coordinar bien las horas". Y las horas fueron bien coordinadas en casa
del general Pinochet el 9.9.1973.
11.1. Lunes 10.9.73. Santiago y Valparaíso.
El domingo 9, un almirante y un capitán de navío informan personalmente a
Salvador Allende que la Escuadra no zarpará el lunes. Y el lunes, el general Augusto
Pinochet conversa largamente, en la mañana, con Orlando Letelier. Le expresa que
está controlada la situación en la armada y que él tiene el control absoluto del ejército,
y que seguramente ya la Escuadra ha zarpado de Valparaíso. El general Pinochet
manifestó que la aceptación del referéndum por el presidente daría "salida
constitucional al conflicto". Acuerdan que para la instrucción en el armamento
soviético que se ha comprado de los cuales ya dispone gran cantidad el ejército el
alto mando prefiere que viajen a la Unión Soviética los oficiales llamados a recibir
instrucción y que no lo hagan instructores militares soviéticos a Chile. Es decir, todo
está tranquilo. Normal.
En Valparaíso, la Escuadra debe zarpar a las 07.00 horas. Llego a mi oficina y
empezamos a leer los informes. No tengo ventanas hacia el mar. Mis oficinas dan al
lado sur. Alrededor de las 09.00 horas retorna el intendente de su viaje a Santiago.
Debo obtener su firma para varias querellas; entro en su gabinete, conversa con
Minerva Ugarte, una funcionaria de CORA en Quillota. Mientras Hernán Concha
firma, la señora mira hacia el mar, y en un momento dice: "¡Qué hermosa se ve la
Escuadra!" Inmediatamente le pregunto qué está diciendo. Me reitera "admirando la
Escuadra, ¡mírela, ahí está!". Y efectivamente, ¡ahí está la Escuadra! Y ya son más de
las 09.30 horas. Informo de inmediato a Daniel Vergara y a Osvaldo Puccio, los que
informan al presidente y al ministro de Defensa quienes me ordenan averiguar la
causa por la que no ha zarpado. El ayudante de órdenes me expresa que el almirante
Merino es subrogado por el almirante Arellano, que me recibirá de inmediato. Pienso
que Merino debe estar en otra repartición, tal vez en la dirección de personal, donde
el 30.6.73 se confabuló con Arturo Yovanne. Pero eran momentos de actuar y de
obtener información. No de pensar. En la IZN hay un ambiente de tensión. Algo
ocurre. Algo ocurrirá. Los hombres han recibido órdenes de disparar a matar frente a
cualquier provocación, y estas órdenes les producen miedo, les producen tensión. Eso
es fácil de detectar. El almirante Arellano me recibe y se produce el siguiente diálogo:
Sr. Almirante, el gobierno desea saber por qué la Escuadra no ha zarpado hoy
a las 07.00 horas, como lo expresaron al general Augusto Pinochet el viernes.
1
Sr. Vega contesta el almirante, probablemente se deba a razones técnicas.
Consultaré con el estado mayor de la Escuadra y daré órdenes para que, solucionados
los impedimentos, zarpe de inmediato.
Informo a Santiago. Me expresan que Orlando Letelier está conversando con
los almirantes Montero y Carvajal, y esperan que zarpe a las 12 horas. Transcurren 40
minutos. Me llama el ayudante de órdenes y me solicita que baje a conversar con el
almirante. Lo hago y éste me dice:"Sr. Vega, puede informar al gobierno que la
Escuadra zarpará dentro de 20 minutos". Y cumple. Antes de las 12.30 la Escuadra ha
zarpado. Verificado el zarpe informo a Santiago, y me reintegro a las labores
profesionales. Esa tarde a las 14.30 horas debo concurrir a la Corte para que tomen
declaración a gran número de componentes del "Comando Javiera Carrera", nombre
que en Valparaíso tiene el "Poder Femenino". Ellas han ocupado radios, han creado
problemas con sus vestidos negros de "duelo por la democracia", y han publicado
avisos injuriosos en "El Mercurio". Nosotros hemos deducido en Valparaíso siete
querellas en contra de este arcaico diario de la reacción. Incluso por orden de
ministros sumariantes se han practicado varios allanamientos. Y en uno de ellos han
entregado documentos que incriminan al "Comando Javiera Carrera" en los que
aparecen los nombres de algunas integrantes. El presidente de la república ha
ordenado personalmente que no deduzcamos querellas en contra de mujeres y ha
declarado insistentemente que su gobierno no combate en contra de mujeres. No nos
querellamos y ellas lo saben.
A las 13.50 horas salgo acompañado del abogado Emilio Contardo y de un
amigo que se preocupa de mi seguridad personal en estos trances. Es imposible
circular. Elementos de Patria y Libertad, Comando Rolando Matus, transportistas,
comerciantes minoristas, profesionales en huelga; una muchedumbre vociferantes
que hace días se ha tomado la Plaza de Justicia, las escalinatas del Palacio de los
Tribunales. No deseo llamar a los servicios especiales. ¿Cómo en mi ciudad y durante
el gobierno por el cual luché desde mi adolescencia, voy a tener que recurrir a
carabineros para andar por las calles? Y con Emilio y el compañero nos lanzamos
hacia los Tribunales. Inmediatamente un gran número de socias de la "Javiera
Carrera" se acercan. Estoy seguro de que seremos víctimas de alguna escandalosa
provocación de ésas que tan bien organiza la CIA. No podíamos retroceder. Hay
cosas que no pueden hacerse, aun frente a una temida provocación. Y menos de
mujeres. Y la presidenta me dice: "Sr. Vega, Ud. es un enemigo franco, sabemos que
no se ha querellado en contra nuestra, nuestros abogados nos han informado que
hemos sido citadas por declaraciones hechas por gente de "El Mercurio". Nosotras los
acompañaremos a la Corte. Uds. solos no podrían pasar...". ¿Es una humorada de
ellas? No lo sé. Y ellas nos rodean, con la presidenta a la cabeza. Nosotros tres
simplemente las seguimos. Dispuestos a todo. Mejor dicho, abandonados a nuestros
1
destinos. Y ellas empiezan a empujar a la muchedumbre, a golpear con sus carteras, y
así nos abren camino entre esa masa humana que nos injuria, nos escupe y nos arroja
monedas. Así llegamos hasta el tercer piso de los Tribunales, protegidos por la
"Javiera Carrera". ¿Por qué? No lo sabré nunca. Leí más tarde declaraciones hechas el
11.9.74. Comentaban el hecho, nada más.
Los tres pisos del Palacio de los Tribunales de Valparaíso están invadidos por
un público agresivo y adverso al gobierno que nos silba e injuria. Arriba, mezclado
con el público, vestido de uniforme, dando protección con su presencia, estaba el
contraalmirante de ingeniería naval Ismael Huerta, quien había sido llamado a retiro
por Salvador Allende. Está allí porque su cónyuge era una de las dirigentes de
"Javiera Carrera" citadas. Logré que el ministro les tomara declaración. Eran unas
cincuenta mujeres. Y mientras esperábamos pudimos conversar. Estuvimos por sobre
la "ruptura del consenso". Y conversamos. Hoy día, cuando el pueblo lucha contra la
dictadura militar y requiere de la unidad de todos los sectores, creo importante
referirme a lo conversado con las "Javiera Carrera". Me dijeron: "Nunca hemos
conversado con un comunista, y queremos saber cómo son, qué piensan, qué
quieren..." Y después, preguntas que van y vienen: ¿los comunistas se casan? ¿tienen
hijos? ¿son fieles a sus mujeres? ¿Envió Ud. a sus hijos a Rusia o a Cuba? Les contesté
que si bien no era comunista, era marxista. Me dijeron: "es lo mismo para nosotras".
Les contesté que tengo un hogar bien constituido y que mis hijas casadas también lo
tienen y que mis hijos varones no están ni en Cuba ni en Rusia, están en Israel. De sus
preguntas y observaciones, de lo que de ellas me fueron hablando, pues me daban
sus nombres, saqué una conclusión: Nuestro trabajo de información en esta materia
había sido escaso y estrecho: "mujeres burguesas". Ocurre que salvo dos, que eran
casadas con ejecutivos industriales, el grueso eran cónyuges de oficiales de la armada,
del ejército, de profesionales, de comerciantes e industriales medianos y pequeños, en
una palabra: clase media. Y recordé lo que me habían dicho en octubre de 1972 las
parlamentarias europeas: "Uds. tienen en contra a las capas medias". Así era.
Les expresé que jamás, ni el gobierno ni la UP, habían pensado en "asaltar las
casas de Viña", y que todo era obra de una campaña para aterrorizarlas y usarlas en
contra del gobierno, que en el fondo, estaba defendiendo los propios intereses de
ellas. ¿Acaso no viven hoy mejor las señoras casadas con oficiales de las fuerzas
armadas?
Terminadas las diligencias del sumario, como era sólo una declaración
indagatoria, ninguna fue detenida y me acompañaron hasta el palacio de la
intendencia. Todas me dieron la mano. E ingenuo hasta el último momento les dije:"Si
el próximo año para esta fecha, o próximamente desean realizar una concentración,
pidan permiso que yo mismo me preocuparé de gestionarla". Una de ellas, que había
hablado poco, al darme la mano me dijo:"Sr. Vega, le agradecemos su ofrecimiento,
1
pero el año próximo Ud. ya no estará aquí. A lo mejor mañana ya no esté aquí...".
Al entrar a la oficina recibí un aviso de Quintero: "La Escuadra se encuentra a
la gira, a dos kilómetros de Ritoque...". Avisé a Daniel Vergara y Osvaldo Puccio y
éstos le avisarían a Orlando Letelier y Salvador Allende. Me comuniqué con el
ayudante de órdenes de la IZN para hablar con el almirante Arellano. Me dice: "Mi
almirante se retiró a las 17 horas. Yo me retiro en este momento. Hasta mañana". Más
tarde supe que el primer detenido del golpe fue el almirante Daniel Arellano, por
profesional y legalista. Y el segundo, el almirante Raúl Montero. Juan Bustos me
confirma que ya ha comunicado a Alfredo Joignant la "aparición" de la Escuadra en
Ritoque. Al salir el ayudante de órdenes, bajo y le pregunto:"¿Sabe Ud., señor, qué
hace la Escuadra en Ritoque?". Me contesta: "No tengo conocimiento, pero puede
tratarse de una recalada técnica, por agua". Le contesto que es imposible zarpar sin
agua, y más difícil cargarla a dos kilómetros de la costa en un lugar en que no existe
un sistema mecánico apropiado. Se sonríe, saluda, y se va.
Y a seguir el trabajo. Tuve que atender a un gran número de abogados,
familiares y personal de carabineros de la Prefectura de Viña del Mar, que han puesto
a mi disposición más de doscientos activistas de Patria y Libertad más algunos
curiosos, que pretendían cortar la circulación por puentes de Viña del Mar. Dejé libre
a varios, menores o mirones. Redacté la denuncia y pedí a la Corte la designación de
un ministro, cosa que hicieron. Los detenidos habían quemado neumáticos en el
Puente Casino y en otros sectores y fueron detenidos después de una verdadera
batalla campal con los carabineros.
A las 20.30 horas tuve una reunión con el encargado del partido Comunista,
como habíamos convenido. Le expresé que el golpe ya estaba en marcha, y que al día
siguiente se haría efectivo en todo Chile. Él viajó a Santiago con Manuel Cantero y
otros diputados. No pudieron salir. En las alturas del Lago Peñuelas, una patrulla de
carabineros los detuvo diciéndoles que no podrían pasar a Santiago porque el camino
estaba tomado por unos camioneros.
Esa noche, en la intendencia, me corresponde guardia. Desde hace un tiempo,
hay un turno para cuidar el palacio junto con la guardia de seguridad de carabineros.
El intendente me dice: "Hoy has tenido un día muy duro. No harás guardia,
permanecerán sólo los carabineros". Le obedezco. Y esto me salvó la vida, pues la
intendencia fue tomada alrededor de las 22 horas. Y yo habría estado allí, armado. Y
¿quién sabe lo que podía haber ocurrido? Muchas noches también algunas de mis
hijas me llevaba café y sandwiches y me acompañaba algún tiempo.
B) "Y EL HIERRO CAYÓ..."
1. Valparaíso: Entre las 23 horas del 10.9.73 y las 02 horas del 11.9.73.
En mi casa trato de descansar. Imposible. A las 23 horas me avisan de
1
investigaciones que han detenido a seis terroristas que colocaron una bomba en la
Cía. de Electricidad. Corto la comunicación y carabineros me informa que ha
detenido a cinco terroristas que han atentado en contra de los autobuses VíaSur, que
no están en paro. Concertamos que al día siguiente nos encontraremos todos,
carabineros, detectives, detenidos y yo en la fiscalía militar para hacer la denuncia por
infracción a la ley de control de armas. A las 23.30 horas recibo una llamada urgente
de Juan Bustos, quien luego me viene a buscar. Patrullamos la ciudad, y constatamos
que la información que le han dado en forma personal es exacta:"A las 22 horas ha
desembarcado la marinería de desembarco de la Escuadra en el Muelle Prat". Y
comprendemos que el golpe militar se ha dado a esa hora en Valparaíso. Tratamos de
comunicarnos telefónicamente con Santiago; los teléfonos a esa hora aún funcionan,
pero no puedo conseguir línea. Es extraño, pues como a las 21 horas he podido
comunicar a Santiago que el Regimiento Guardia Vieja y el Aconcagua han enviado a
Santiago camiones cargados de tropas con equipos completos. Trato de comunicarme
con el Castillo Presidencial. Una voz desconocida, que no es de ninguno de los
detectives, me contesta:"Imposible comunicarse con el intendente, Sr. Vega. Está
durmiendo y dio órdenes de no despertarlo". Me parece extraño. Es está esperando
mis informaciones. Es inútil comunicarme con la intendencia, pues solamente está el
personal de seguridad de carabineros, ajeno a todos nuestros trabajos. Regreso a casa.
He logrado conciliar el sueño. Y recibo una llamada:"Sr. Vega, lo llamamos del
comité regional del partido Comunista..., hace rato que estamos rodeados por
marinería, y ahora hay un gran camión en la vereda del Parque Italia que retrocede
hacia nosotros..." Sentí un gran estrépito. Y después, silencio. La línea estaba muerta.
Salgo nuevamente a las calles en dirección al local del partido Comunista. Me
encuentro con unos comandantes de carabineros, quienes me expresan que "algo
ocurre, algo extraño, y nuevamente todas las actividades del tránsito están en manos
de la armada". No encuentro qué responder. Me despido y me dirijo a la calle
Independencia. En muchas esquinas hay sacos de arena formando barricadas, en las
que, marineros con rostros tiznados y armados con ametralladoras me impiden el
paso:"Hay un allanamiento en busca de armas en el Parque Italia...". A las 02.00
regreso a casa.
2. Santiago, lunes 10.9.73, después del mediodía.
Augusto Pinochet, desde la oficina de Orlando Letelier en el Ministerio de
Defensa, se comunica con el presidente y le expresa que todo está controlado; le
agrega que están marchando muy rápido los sumarios en contra de Souper por lo del
putch y en contra del capitán Bayas y otros oficiales, que vinculados a la CIA,
activaron la provocación al domicilio del general Prats. También le expresa que la
junta calificadora verá que se llame a retiro a los generales Bonilla y Arellano.
1
Orlando Letelier está en antecedentes que ellos fueron quienes lo "ganaron" para que
comande el golpe militar, y le extraña, no puede comprender este doble juego del
general. Y delante del ministro de Defensa, el general Pinochet le manifiesta al
presidente telefónicamente: "Le juro, por mi honor de soldado, presidente, que de su
vida y de la defensa del gobierno respondo con mi vida". A Orlando Letelier le crispa
los nervios oírle por segunda esta frase tan decimonónica al general Pinochet.
Expresa que se la había dicho antes personalmente a Salvador Allende el 6 o 7 de
septiembre. ¿Qué necesidad tenía de usar semejantes expresiones? ¿Quién le estaba
exigiendo vasallaje? Nadie.
Orlando Letelier ha citado a una conferencia de prensa para las 18 horas. Trata
de presionar al presidente; pero éste insiste. En vista de lo cual, y sin dar a conocer a
la opinión pública la voluntad de Salvador Allende de aceptar el referéndum, declara
que "la situación del país tiene una solución política que en breves horas dará a
conocer el presidente". No sabemos si esta información salió a la luz. Orlando Letelier
observa que ninguno de los comandantes de las fuerzas armadas está junto a él, como
es lo usual. El almirante José T. Merino ya había dado su "golpe interno" y había
decidido autodesignarse comandante en jefe de la armada tras ordenar la detención
del almirante Raúl Montero. Los otros comandantes estaban con sus respectivos
estados mayores preparándose para el día siguiente.
3. Valparaíso: El "Plan Cochayuyo" en acción.
A las 20 horas del 10.9.73, los altoparlantes de los barcos de la Escuadra,
informan a la oficialidad y tripulación que vuelven a Valparaíso para "apoyar un
movimiento armado de las fuerzas de aire, mar y tierra y de carabineros, cuyo primer
objetivo es derribar el gobierno de Salvador Allende para liberar a la patria del
comunismo...". Ellos prestarán apoyo a las fuerzas de tierra. Y serán "testigos" de lo
que ocurrirá en el país. Empieza la operación silencio. Y alrededor de las 22 horas se
suspenden las comunicaciones telefónicas con Santiago. Después de las 02.00 horas
sólo dejan un teléfono funcionando. Y este teléfono sirve para detener a un oficial que
informa a un superior de Santiago lo que ocurre, pero sin tener una noción clara. Días
después me torturarán para que firme que ese oficial era "agente comunista". Las
emisoras, fuera de Radio Liberación, no funcionan. Después me informé que fueron
infructuosas las tentativas de Orlando Letelier y Daniel Vergara para comunicarse
después de medianoche con Valparaíso.
El capitán de navío Arturo Troncoso está particularmente feliz. El fue el
iniciador de la labor insurreccional en la armada, y ahora está a cargo de la
"Operación Cochayuyo". Él ha sido designado como comandante de las operaciones.
Desde sus días en Washington y su amistad con Agustín Edwards, ha forjado su
mente para cumplir con firmeza su cometido. Y es él quien inició el 10.9.73 la
1
ejecución del golpe militar en Chile.
El golpe se inició en Valparaíso a las 22 horas, cuando desembarcaron a la
marinería y tomaron la ciudad copando todas las fuerzas y explicando, a
investigaciones y a mí, que se trataba de una "búsqueda de armas". Fueron detenidos
los oficiales leales al gobierno. Y en Los Andes, al empezar el día 11, asesinaron al
teniente coronel Cantuarias, lanzándolo desde un helicóptero. Esa misma noche, se
tomaron las emisoras. Se impidió a la gente bajar desde los cerros. Se cerraron tres
entradas aparte del mar que tiene Valparaíso. A las 7.15 del martes 11.9.73, a través
de mi hija, yerno y nietos que llegaron a mi casa, me entero de la situación. Les ha
sido difícil llegar hasta mi domicilio. El camino a Santiago está cortado; y la ciudad
aparece como víctima de una "ocupación nazi". Los teléfonos están cortados. Sé que el
golpe ha sido dado la noche anterior y que es mi deber como funcionario enfrentar a
los insurgentes en la armada. Pienso que de alguna manera el gobierno y la UP se
defenderán. Escucho en Radio Liberación que "ha llegado la hora de la libertad en
Chile. Las fuerzas armadas se han alzado en contra del marxismo internacional. Ha
llegado la hora de la libertad en Chile". Confío en el compañero con que he hablado la
noche anterior y en el diputado Manuel Cantero: ellos informarán por un teléfono
particular a Santiago.
Me dirijo a la intendencia y a la IZN. Hay despliegue de tropas de marinería en
las calles, barricadas y controles. Exhibo el carnet del Ministerio del Interior ante
rompefilas de las FF.AA. y carabineros, y me dejan pasar. Pero al cruzar la Plaza
Sotomayor, donde los vehículos de la intendencia han sido reemplazados por
tanques, tanquetas y vehículos militares, y al llegar a la puerta del Palacio, dos
"cosacos" (infantes de marina) tiznados me dicen: "Nadie puede entrar. Tenemos
orden de disparar si alguien trata de hacerlo". No escuchan nada, no atienden a razón
alguna. Camino unos pasos hacia las escaleras de mármol de IZN, donde quince
meses atrás bajamos con el almirante Merino para recibir al presidente de la
república; ahí está el presidente de la Corte de Apelaciones, ascendido por la UP, y
numerosos funcionarios públicos. Me encuentro con el contralmirante de justicia y
auditor general de la armada, Rodolfo Vío, quien ha sido citado. Logro ingresar a
través de las puertas que se abren, y en mi calidad de abogado del Ministerio del
Interior pido hablar con el almirante Merino, o, en su lugar, con el almirante Arellano.
Ninguno está. Insisto, entonces, en ver a cualquiera que esté en funciones como
comandante en jefe subrogante de la IZN. Subo custodiado por varios marineros
armados. El oficial me contacta con otro de mayor graduación. A ése le pregunto qué
sucede y en virtud de qué se me ha amenazado de muerte si ingreso a mis oficinas.
Además expreso que debo concurrir a esa misma hora a la fiscalía militar que se
encuentra en el ala oriental del lugar en que estamos. Me dice que espere. A los
quince minutos regresa un capitán de navío, quien deferentemente me dice: "Sr.
1
Vega, ahora es comandante en jefe de la Primera Zona Naval e intendente de
Valparaíso, el almirante Adolfo Walbaum, quien, por mi intermedio, le ruega se retire
a su domicilio particular y espere órdenes. Buenos días, señor".
Al salir, una persona me dice: "Tú fuiste un enemigo leal. Esto va a ser muy
duro. Puedo sacarte de aquí y llevarte a una embajada". El mismo ofrecimiento me
hace un colega de oposición. Les agradezco y les expreso que mi voluntad es, seguir
el mismo destino del pueblo. Ni más ni menos. Si todos no están en condiciones de
asilarse, ¿por qué voy a hacerlo yo? Aún no sabía frente a qué calaña de individuos
me hallaba.
En el mismo sitio me encuentro con Juan Bustos. Me dice que hasta las 07.00
horas pudo mantener comunicaciones por telex con la dirección general y que le
informaron que el Regimiento Maipo era "leal al gobierno". Agrega que con cincuenta
hombres podemos disponer de armamento y acercarnos al Maipo; además le han
informado que el golpe es sólo en Valparaíso, y que habrá una reacción. Acordamos
que yo conseguiré veinticinco hombres. Pero también trataré de informarme sobre el
Regimiento Maipo. No encontramos cincuenta hombres, y dejo pendiente estos
hechos.
Esa noche, a las 20 horas, llegaron a mi domicilio 60 hombres armados a
detenerme, dirigidos por los comandantes con quienes, hasta la noche anterior, había
trabajado. Allanaron la casa. Me dijeron que llevara algo de ropa. Le dije a mi mujer:
"Hasta luego, creo que regresaré pronto". Y nunca más volví a casa. Hicimos un
recorrido deteniendo a Leopoldo Zúljevic, ex superintendente de aduanas; al
diputado socialista Andrés Sepúlveda y al regidor socialista Maximiliano Marholz. A
las 21.30 horas, en una grotesca y versallesca ceremonia, fuimos entregados al
comandante Romero en La Esmeralda, que con todos sus oficiales formados en
cubierta, rindieron honores y saludaron a los comandantes que nos traían detenidos.
Era algo del teatro del absurdo. Pero la enorme cantidad de hombres y mujeres
arrodillados y con las manos en alto, ilustraban una cruel realidad, el inicio de lo que
sería la brutal dictadura militar que arraigaría en Chile. Había empezado la dolorosa
experiencia del pueblo y de los hombres libres bajo la bota nazi.
Era el "Plan Cochayuyo" en acción. Y recordé la teoría de "los tres tercios". Con
escalofríos me preguntaba en cuál de los tercios estaría clasificado.
4. Santiago: martes 11.9.73. La "batalla" de La Moneda.
Antes de terminar el 10.9.73, Orlando Letelier, en posesión de las
informaciones arribadas desde Aconcagua y Valparaíso, consultó al general Herman
Brady sobre el significado del traslado de tropas de los regimientos Guardia Vieja de
Los Andes y Aconcagua desde San Felipe a Santiago. El general contestó: "Tiene por
objeto apoyar a la Guarnición de Santiago para mantener el orden mañana durante la
1
marcha de solidaridad con el paro gremial". El almirante Montero hacía horas que
estaba detenido. El almirante José T. Merino se había autodesignado comandante en
jefe de la armada, actuando como maestro de ceremonias el almirante Carvajal. Y está
en su "puesto de combate", atento a que el comando insurreccional cumpla en la
práctica su teoría importada de Vietnam de "los tres tercios". No importa que en el
primer día deba fusilarse a 20.000 hombres. Orlando Letelier había recibido nuestra
información sobre la actitud subversiva de la Escuadra, anclada frente a Ritoque.
Brady, cumpliendo con las maniobras tendientes a desinformar, previamente
acordadas en la Escuela Naval y en la IZN Valparaíso, informa: "Ministro, hay una
sublevación en la armada que afecta al submarino Simpson, al crucero Latorre y a
algunas reparticiones de Valparaíso. Los carabineros de Valparaíso se mantienen
leales y me informan que en la Carretera Panamericana han detenido seis camiones
con marinería que viajaban a Santiago. Asimismo, toda la guarnición militar de la
provincia es leal al gobierno". Estas desinformaciones hicieron creer que las fuerzas
armadas estaban realmente divididas, y que el ejército y carabineros eran leales, y que
estallaría la guerra civil. Se consideró que aplicando el plan defensivo el plan
antigolpe concretado con el general Pinochet en esta "emergencia", el gobierno,
conforme a la Ley de la Defensa Civil, ordenaría que los trabajadores prestaran apoyo
a las fuerzas "leales" al gobierno defendiendo la Constitución y la seguridad interior
del Estado. Estas desinformaciones fueron retransmitidas a la prefectura de
investigaciones; de ahí que a las 08.15 del 11.9.73, Juan Bustos me pidiera buscar
hombres para "apoyar" al Regimiento Maipo (el mismo Regimiento al que perteneció
el coronel Vidaurre que detuvo a Diego Portales en 1837). Con estas esperanzas se
pone fin a las actividades del día en La Moneda, y Salvador Allende se retira a la
residencia de Tomás Moro.
A las 07.00 horas del 11, el presidente ordena convocar a los comandantes en
jefe. No se ubica a ninguno. Y es informado que el golpe es solamente en la armada y
que afecta incluso alas reparticiones de ésta en Santiago. A las 07.10 Salvador Allende
contacta al general Herman Brady; le ordena que el ejército someta a los amotinados
en la Base Naval de Quinta Normal y otros lugares de Santiago. Y lo conmina: "Sea
Ud. hombre, o renuncie". Herman Brady está bajo las órdenes del jefe del estado
mayor de las fuerzas armadas conjuntas, almirante Carvajal y reunido en el
Ministerio de Defensa con éste, con el general Javier Palacios, que está a cargo de la
conquista de La Moneda, (para lo cual debe dirigirse al Blindado Nº 2), con el general
Ernesto Baeza, a cargo de las fuerzas de ocupación del centro de Santiago, y con el
general Sergio Arellano, a cargo de todas las tropas de Santiago, ultiman detalles
prácticos de la ocupación de Santiago fijada para las 08.30 horas del día siguiente, en
la reunión previa de la Escuela Naval el 5.9.73.
Es necesario precisar una situación: el golpe debía iniciarse en Valparaíso a las
1
06.30 horas del 11, pero el almirante Merino, desconfiado hasta ese momento de
Pinochet, no obstante tener en su bolsillo el "pacto de caballeros y de honor" y tal
vez envalentonado por este mismo documento inició el golpe militar a las 22.00
horas, copando con marinería de desembarco la ciudad de Valparaíso y Viña del Mar.
Y esto, en lugar de perjudicar la realización del golpe y las maniobras
desinformativas, las mejoró, las hizo "óptimas". Los "tres caballeros de honor" jamás
han vuelto a hacer mención de este adelanto en ocho horas y media respecto a la hora
coordinada para Valparaíso. "Lo que sale bien, está bien...".
A las 07.30 horas, Salvador Allende, acompañado de veintitrés miembros de su
Guardia Armada Presidencial, el GAP, llega a La Moneda. Estima que la sublevación
está circunscrita sólo a Valparaíso, mejor dicho, a la armada. Pero no sabe quién está a
favor o no del gobierno. Y debe averiguarlo para coordinar en el terreno mismo el
plan defensivo. Todavía entonces pese a todas las informaciones contrarias tiene
confianza en la lealtad del general Augusto Pinochet. Salvador Allende es un hombre
íntegro por sobre todas las cosas. Es un hombre de honor; por lo tanto, cree en el
honor del "general de la patria" Augusto Pinochet, que por tres veces, espontánea aun
cuando innecesariamente desde el punto de vista del presidente, le ha jurado lealtad.
A estas horas, para Salvador Allende, Pinochet juega al plan antigolpe, basado en el
trinomio gobiernoCUTejército. Es decir, el plan defensivo que, sin separarse de la
línea permanente de respeto al estado de derecho, y dentro del marco de éste,
permite al gobierno constitucional defenderse, defender la seguridad del Estado,
contando para ello con la acción del ejército leal, que ejerciendo el monopolio de la
violencia disuasiva, y con el apoyo legal de la CUT y de la clase obrera, harán frente a
los insurrectos de la marina.
He leído varias versiones de estos instantes en La Moneda. Y como los hechos
humanos son esquemáticos, a veces dan apariencia de desorganización, de
desorientación y aún, ¿por qué no decirlo?, de ingenuidad. Pero nada había de
ingenuo en Salvador Allende. Y veamos lo que hace en esos instantes. No ha llegado
ningún jefe de los partidos de la UP. Sí ministros y funcionarios: José Tohá, Orlando
Letelier, Aníbal Palma, Daniel Vergara, Osvaldo Puccio, el "Negro" Jorguera, el
"Perro" Olivares, el Dr. Jirón, etc., etc. Luis Figueroa, presidente de la CUT, con quien
había conversado en diversas oportunidades, estimaba que, en una "emergencia" así,
los obreros declararían una huelga general con ocupación de fábricas. Personalmente,
yo consideraba que, conforme al principio militar que dice "ninguna plaza fuerte ha
ganado jamás una batalla", y con las experiencias negativas de la Italia fascista, era
necesario que, ocupadas y defendidas las fábricas, los obreros salieran a la calle.
Asimismo, Luis Figueroa, en representación de la CUT, en un paro parcial de apoyo
al gobierno el 8.8.73, afirmó que deben constituirse piquetes de obreros para defender
el gobierno, ampliando lo expresado en la concentración del 21.6.73. Estas palabras
1
sirven a Eduardo Frei para acusar al presidente Allende de "estar formando milicias
obreras". Expresiones semejantes vierte Rolando Calderón, vicepresidente de la CUT.
Y en esos instantes, en la Moneda, Allende actúa conforme a esta línea de táctica
defensiva. ¿Pero los obreros convergerán hacia La Moneda?.
A las 07.45, Salvador Allende se contacta con Luis Figueroa. Deciden aplicar la
parte del plan antigolpe que se refiere a los trabajadores. A las 07.55, el presidente
transmite por Radio Corporación su primera alocución. Es necesario señalar que tres
días antes, "El Siglo", refiriéndose a los que desean arrastrar al pueblo a la guerra
civil, había dicho que las fuerzas armadas "mantienen su doctrina institucional de
respeto a la Constitución y a las leyes... Y sobre todo se olvidan de que Chile tiene un
pueblo, una clase obrera, cuyo pecho y corazón son la coraza que defenderá al
gobierno, su gobierno, hasta las últimas consecuencias...". Ese mismo día, la primera
página de "El Siglo" está encabezada en letras grandes con esta electrizante frase:
"!CADA CUAL A SUS PUESTOS DE COMBATE!". Es decir, que hay un ánimo para
que el pueblo se defienda. En consecuencia, el presidente dice: "Les habla el
presidente de la república desde el Palacio de La Moneda. Informaciones
confirmadas señalan que un sector de la marinería habría aislado Valparaíso y que la
ciudad estaría ocupada. Llamo a los trabajadores a que ocupen sus puestos de trabajo
en sus fábricas. Espero ahora la respuesta del soldado que quiere defender a su
gobierno, Yo hago presente mi decisión irrevocable de seguir defendiendo a Chile.
Señalo la voluntad de resistir con lo que sea, a costa de mi vida...". Las radios
Magallanes y Corporación, que extrañamente se han liberado hasta el momento de la
"operación silencio", exhortan al pueblo a la defensa del gobierno y de la democracia.
Allende espera que el golpe sea sólo en la armada. Las desinformaciones
reiteradas del general Brady lo mantienen en la hipótesis de contar con el ejército. Y
junto a él están el director general de carabineros, José Sepúlveda, y los generales
Urrutia y Alvarez, en comunicación con el general Parada, prefecto de Santiago. Han
conseguido reforzar con doscientos carabineros escogidos y tanquetas la Guardia de
Palacio. En consecuencia, hay alguna base para la conducta de Salvador Allende en
esos precisos instantes. Carabineros cuenta con más de veinticinco mil hombres bien
equipados y adiestrados, que tienen capacidad de fuego y que, como decían ellos
mismos: "no tenemos problemas de rancho, comemos de la comarca...". A las 08.00,
Allende se comunica con Rolando Calderón y mantiene la misma conversación con
Luis Figueroa. Piensa que si logra contactar al coordinador del ejército para el plan
defensivo del gobierno, general Augusto Pinochet, entrará en acción la "operación
antigolpe". Y comenta: "Augusto aún no ha venido. ¿Estará detenido?". Tampoco
aparece Orlando Letelier. Allende aún no puede aceptar la veracidad de las
informaciones relativas al compromiso del referido general con el golpe, ni a lo
decidido con su participación en la Escuela Naval. Y en la duda, mantiene la
1
esperanza.
A las 08.30 como lo habían resuelto en la reunión de la IZN el día 7 empieza
la fase violenta del "Plan Hércules" para Santiago. Es decir, se aplica el mismo plan
defensivo del gobierno, pero ahora en forma de "ofensiva contra el gobierno". Y la
primera proclama de la junta militar notifica: "El presidente de la república debe
proceder a la inmediata entrega de su cargo a las fuerzas armadas y de carabineros,
que están unidas para iniciar la histórica misión de luchar por la liberación de la
patria y evitar que el país caiga bajo el yugo marxista". ¿Y quienes firman?. La junta
militar de gobierno encabezada por Augusto Pinochet, comandante en jefe del
ejército; José T. Merino, comandante en jefe (autodesignado) de la armada; Gustavo
Leigh, C. en J. de la FACH y César Mendoza, director general de carabineros
(autodesignado). En ese momento se resuelve la incógnita. Y Salvador Allende
comprende que la traición es tal, que insistir en su táctica defensiva es suicida para el
pueblo. Entiende que, al no tener la UP una línea antiinsurreccional, una táctica
militar, es un crimen lanzar a los trabajadores inermes a enfrentarse con un ejército de
ocupación de 90.000 hombres bien armados, que dispone del apoyo logístico de la
flota norteamericana y de la aviación. Cambia su táctica, sus órdenes, a los
trabajadores; y lo hace a tiempo, pues el general Arellano, a la cabeza de 7000
soldados del ejército, 2000 de la FACH y 4000 de carabineros, ya ha desatado la
"Operación Pinzas" para hacer realidad la táctica contrarrevolucionaria militar: "la
masacre civil". En aquellos momentos, sale al aire la nerviosa voz del general
Pinochet, desde su "puesto de combate" en Peñalolén: "Puesto Cinco... Aquí Puesto
Uno. Se necesita saber si están en funcionamiento los lugares para los prisioneros.
Queremos saber si están funcionando; si no lo están, para qué hora estarán". Le
preocupan los diecisiete campos de concentración y exterminio de Santiago.
A las 09.00 horas se retiran de La Moneda los tres generales de carabineros con
todos sus efectivos. A las 09.10, el presidente Allende se reúne con sus tres edecanes,
naval, militar y de aviación, quienes lo conminan a que se rinda, pues es inútil la
defensa. Allende los deja en libertad de volver a sus bases junto con todo el personal
de la Casa Militar, entre los cuales sale un sargento del A DOS, que "lealmente"
atendió, como valet, mayordomo y factotum a Salvador Allende y que, como se
jactaría más tarde el almirante Merino, "me tenía al día de todo lo de La Moneda".
A las 09.15, Allende dirige una segunda alocución al pueblo: "La fuerza aérea
ha bombardeado las torres de Radio Portales y Corporación, y es posible que ésta sea
la última vez que les hable, antes de que silencien Radio Magallanes... ante estos
hechos sólo me cabe decirle a los trabajadores: !Yo no voy a renunciar!. Colocado en
un trance histórico, pagaré con mi vida la lealtad del pueblo... La historia es nuestra y
la hacen los pueblos... !Viva Chile!... !Viva el pueblo!... !Vivan los trabajadores!". A las
09.20, se retiran los edecanes definitivamente; pero antes, el edecán naval, capitán
1
Grez, le informa que el almirante Carvajal quiere conminarlo a rendirse, con la sola
condición de respetarle la vida y proporcionarle un avión para que huya de Chile con
su familia. Allende, según el "pulcro" almirante, se dirige a él en "alterados términos"
y le dice: "!Ud. ha estado conspirando desde hace mucho tiempo, carajo, y esto le va a
pesar!. !Se equivoca medio a medio si piensa que se lo voy a permitir!...". Y Allende
insiste ante sus edecanes: "!Me defenderé hasta el final!. !No me rendiré!".
A las 09.25, libres de carabineros y tanquetas las plazas que rodean La Moneda,
el general Javier Palacios, en un tanque, confluye con sus fuerzas de penetración y
destrucción al Palacio de Toesca. Y los forma así: Unidad de Blindados, entre la Plaza
de la Constitución y el diario "La Nación"; Escuela de Infantería, calle Agustinas
frente al Hotel CarreraHilton; Escuela de SubOficiales, por el ala este del Palacio, y
Regimiento Tacna en la Plaza Bulnes. Previamente, Laos servicios de
telecomunicaciones han cumplido con la "operación silencio". !Y una vergüenza!. Los
miembros del Colegio de Ingenieros, al mando de su presidente, Eduardo Arriagada,
han participado en la labor de silenciar radios y teléfonos.
Los edecanes van al Ministerio de Defensa. Informan a Carvajal que Salvador
Allende no se rinde y que ordena que los cuatro generales se le presenten en La
Moneda a dar cuenta de sus actos. Carvajal informa al Puesto Uno, el "puesto de
combate" del general Pinochet, y éste, que le tiene terror a Salvador Allende basta
leer el "Día Decisivo" para comprenderlo rehuye todo contacto posible con el
presidente, y le responde a Carvajal: "Pasó la hora de los parlamentos y
conversaciones. Dígale a Allende que exigimos su rendición incondicional". Esto
tampoco se lo dice personalmente Carvajal, sino que por intermedio del general
Baeza. Carvajal teme hablar nuevamente con Allende, y lo hace Baeza. Allende
replica: "Hagan lo que quieran. De aquí no me sacan vivo. Si quieren, me asesinan...".
Y precisamente de eso se trataba: de asesinarlo, conforme a un plan ultrasecreto, el
"Plan Alfa Uno", que estaba inserto en el "Plan Hércules".
Mientras todo esto ocurre en La Moneda y en los "puestos de combate" de los
"heroicos" generales y almirantes, una veintena de civiles está escondida en los
tejados de los edificios que rodean La Moneda; son empleados de estos servicios y
militantes de la UP. Están parapetados para defender al gobierno y para cubrir a los
miles de obreros que vendrán desde los cordones industriales. En La Moneda, una
treintena de hombres se apresta a combatir. En esta batalla desigual por la
democracia liberal, por la vía chilena hacia el socialismo, cincuenta hombres
empuñarán ahí, en ese lugar neurálgico, las armas para defender todo lo que es
querido y ha sido conquistado por el pueblo. Mientras tanto, la "Operación Pinzas" ha
comenzado. Ahora penetrarán y destruirán La Moneda, la democracia y la libertad; y
asesinarán al último presidente constitucional de Chile. ¿Cuántos minutos
necesitarán los 7000 "soldados de la patria" de Santiago para derrotar a 50 civiles mal
1
armados?. Lo veremos.
La "Operación Pinzas" afecta a la residencia de Tomás Moro, domicilio del
presidente, y a todos los cordones industriales, además de las poblaciones
marginales. ¿Qué órdenes da este Napoleón a sus tropas para combatir?. ¿Cuáles son
sus palabras para el bronce?. Desde los contrafuertes cordilleranos en Peñalolén, por
la radio sale la inefable voz del jefe supremo en el día D. "Aquí Puesto Uno del
general Pinochet. Que se prepare el boletín. Que se puntualice y se establezca que por
cada miembro de las fuerzas armadas víctima de atentados, se fusilarán de inmediato
a cinco de los prisioneros marxistas en poder de las fuerzas armadas. Repita la última
frase, por favor. Repito: SE FUSILARÁ A CINCO PRISIONEROS MARXISTAS EN
PODER DE LAS FUERZAS ARMADAS". Recibido. Que se prepare boletín
conteniendo estas ideas...". Tenemos razón al sostener que la ideología de Pinochet es
nazi. Palabras dichas en el ghetto de Varsovia, en Lídice.
A las 10.14 horas, Pinochet pide informes sobre una "operación de
ablandamiento con penetración de tanques". Naturalmente, "operación militar" con
presencia de tanques, apoyo aéreo de helicópteros y aviones de caza. Mil soldados,
aviones y helicópteros para reducir a escombros la población La Legua, donde la
única resistencia imaginable es a piedrazos. Prosigue la "Operación Pinzas". A las
10.20 horas: "Para el general Leigh de general Pinochet: ...que el ataque aéreo al Banco
del Estado y Ministerio de Obras Públicas se lleve a cabo cuanto antes. Que se haga
sobre los techos de esos edificios... y que dé la hora para coordinarlo con la acción
terrestre... Entendido... Helicóptero artillado hará fuego dentro de quince minutos".
¿De qué gran acción militar se trata?. De reducir a los veinte francotiradores que
prestan apoyo simbólico a La Moneda.
¿Cuántas personas fueron cobardemente masacradas por las "cien águilas
bravas" de Chile?. El general Leigh contesta: "Actuamos así porque es preferible cien
mil muertos en tres días, y no un millón en tres años, como ocurrió en España"; ése
era su cálculo que entregaba a "El Mercurio" el 17.9.73. Y los cálculos de los cuatro
generales eran de un soldado por cada veinticuatro civiles. En el campo de
concentración de Ritoque nos dirían los representantes de la OEA, en 1974, que ellos,
en la oficina que abrieron en el Hotel Crillón, lograron registrar 70.000 muertos.
A las 10.30 sale al aire al Bando Nº 2: "El Palacio de la Moneda deberá ser
evacuado antes de las 11 horas; de lo contrario, será atacado por la FACH. LOS
TRABAJADORES DEBERÁN PERMANECER EN SUS SITIOS DE TRABAJO,
QUEDANDOLES TERMINANTEMENTE PROHIBIDO ABANDONARLOS..." Y
ocurrió lo que tenía que ocurrir con la medida de "huelga general con ocupación de
fábricas"; plazas fuertes indefensas, aisladas sin apoyo logístico: cárceles, campos de
exterminio, ratonera para los trabajadores sin posibilidad alguna de escaramuzas o
técnicas de defensa urbana. En las fábricas, en el contexto de la "Operación Pinzas",
1
fueron masacrados sin piedad miles de trabajadores de los cordones industriales.
Nada puede frente a una "masacre civil", practicada por un ejército de ocupación, la
romántica permanencia en "los lugares de trabajo". (Los actos multitudinarios
nacionales del 24.3.1983 en las calles de las ciudades de Chile prueban que el pueblo
desechó esa táctica suicida).
A esa misma hora, en Valparaíso, la Radio Liberación radio pirata tras la cual
perdí mucho tiempo con un comandante del A DOS para triangularla, dándome
siempre las coordenadas la Escuela de Telecomunicaciones de Las Salinas; y el
comandante me decía: "algo no funciona bien en este aparato que ahora se llama
Radio de la Armada informa y ordena: "Todos los que estén de acuerdo con el
pronunciamiento de las fuerzas armadas instalen una bandera en las ventanas". Me
acerco hasta el Regimiento Maipo y constato que participa en el golpe y que llegan
camiones con detenidos. Valparaíso y Viña del Mar se embanderan. Esto llena de
orgullo al almirante Carvajal y sirve de estímulo a soldados y aviadores de Santiago.
El fuego ha comenzado en contra de La Moneda a las 10.15 con apoyo de
helicópteros artillados. Un duelo desproporcionado: 500 soldados contra 50 o 60
civiles. Desesperados, los "heroicos" soldados lanzan dos tanques Sherman contra la
torre de ENTEL en la que hay cinco francotiradores, y disparan cañonazos contra la
puerta de La Moneda, destruyéndola, por el lado del Ministerio del Interior. A las
10.20, la radio reaccionaria de la Sociedad Nacional de Agricultura informa
falsamente sobre "la rendición de Allende". E insiste a las 11. Lo que ha ocurrido es
que Salvador Allende ha pedido a los sediciosos "suspender el fuego por diez
minutos para que se retiren las mujeres y quienes lo deseen, antes de la batalla final".
A las 11.20, Baeza informa a Pinochet. El general, nervioso, confunde los
términos "tregua" con "rendición"; y ordena de inmediato, desde su "puesto de
combate" al almirante Carvajal: "Patricio, mientras más luego se vaya el presidente
con todos los gallos que quiera, mejor... Con todos los gallos que quiera... No, no
todos, los GAP no... De La Moneda al avión, de La Moneda al avión, viejo. No lo
paseen más... Fondeadito al tiro. Ningún GAP con él, a esos hay que juzgarlos a
todos... Que lo lleven bien escoltadito para que no lo quiten..." Aquí es necesario hacer
una aclaración: el general Pinochet preparó el "Plan Hércules" que estaban aplicando.
Pero Merino, Carvajal, Leigh y otros generales, prepararon el "Alfa Uno": asesinar
mediante un "suicidio" a Salvador Allende. Esto no lo sabía Pinochet, quien
desconocía la desconfianza que le tenían los demás complotadores. Aunque esto en
nada atenúa su responsabilidad; su plan, en esos momentos de confusión, son los de
expulsar al presidente del país y derribar su avión en vuelo. Los generales Sepúlveda,
Squella y Pickering, días antes habían renunciado al ejército cuando, preparando la
aplicación del "Plan Hércules" para la acción ofensiva, les informaron del "Plan Alfa".
Guardaron secreto, pero renunciaron. No querían alguna reacción extraña de
1
Pinochet.
A las 11.30, Pinochet se da cuenta de su error. Con gritos histéricos ordena al
general Baeza que le consiga con el presidente Allende una conversación telefónica. A
lo que Allende se negó diciendo:"Yo no hablo con traidores, y el general Pinochet es
un traidor". Pinochet se comunica con Merino y le pide se comunique con Salvador
Allende. Merino transmite al presidente la orden de rendirse; no las proposiciones de
Pinochet, sino la rendición incondicional. Allende hace que le contesten a Merino:
"Rendirse es para los cobardes y yo no lo soy. Los verdaderos cobardes son Uds. que
conspiraron como los maleantes, en la oscuridad de la noche".
Allende los había conminado a los cuatro a concurrir a La Moneda. No se
atrevieron. Y trataron de parlamentar con el presidente que no aceptó:"Porque soy un
superior jerárquico y no trataré con mis subordinados en rebeldía". Pero aun en esos
momentos Allende quiere obtener algunas garantías para el pueblo, y para quienes
están junto a él. Y acepta negociar a un "segundo nivel". Envía a parlamentar al
secretario general de gobierno, Fernando Flores, al subsecretario del Interior Daniel
Vergara y a su secretario privado, Osvaldo Puccio. A las 11.30 se presentan para
discutir en nombre del presidente un "arreglo político". Informados Pinochet y
Mendoza, que no están al tanto del "Plan Alfa", aceptan parlamentar. Merino y Leigh,
cerebros del citado plan, se oponen sin expresarlo y hacen fracasar este intento
ordenando que Patricio Carvajal los detenga en el Ministerio de Defensa.
A las 11.35, Leigh, para quemar todas las naves, ordena bombardear La
Moneda; y que las tropas de Javier Palacios intensifiquen los esfuerzos para penetrar
en el Palacio. A las 11.56, desde Concepción, 400 kilómetros al sur de Santiago, salen
dos Hawker Hunter. Hacen dos pasadas cada uno sobre el Palacio de Toesca, obra
arquitectónica de fama mundial, y en cada pasada, cuatro rockets se clavan en el ala
norte del Palacio. En ocho pasadas habrán lanzado 64 rockets. Vuelven a Concepción
para repostar y bombardear la residencia presidencial de Tomás Moro donde está la
Sra. Hortensia Bussi de Allende. Se usan rockets penetrantes y explosivos.
De 12.15 a 12.20, el general Javier Palacios, nerviosamente, espera que de La
Moneda en llamas salga alguna señal de rendición. Nada. Y ordena que los tanques
demuelan el Palacio por Morandé y Moneda; y que las tropas de infantería de los
Regimientos Tacna y Escuela de Infantería se desplieguen en tenazas tras los tanques.
Pero los defensores de La Moneda les disparan con bazookas y metralletas. Y Allende
y sus GAP rechazan el ataque.
A las 13 horas, el general Palacios está desesperado, aterrado: nada han podido
la aviación, el cañoneo de los tanques, y los 500 soldados que comanda. Pide al
general Augusto Pinochet un nuevo bombardeo aéreo. Pinochet ordena un
momentáneo cese del fuego. En La Moneda, el Dr. Oscar Soto uno de los médicos
personales del presidente cuenta los sobrevivientes que combaten: 18. Allende cree
1
que el cese de fuego momentáneo se debe a sus parlamentarios, pues éstos tenían las
siguientes instrucciones: 1) Cese del fuego; 2) No bombardear las poblaciones
obreras; 3) Iniciar conversaciones y 4) Garantizar los derechos y libertades de los
trabajadores.
A las 13.15, Pinochet le ordena a Carvajal que envíe de vuelta a Osvaldo Puccio
con las siguientes instrucciones escritas: "Rendición incondicional del presidente y un
avión y salvoconducto para salir del país". El diálogo interno entre Carvajal y
Pinochet ha sido el siguiente: Carvajal:"Allende está en La Moneda",
Pinochet:"Entonces hay que estar listo para actuar sobre eso... más vale matar la perra
y se acaba la leva, viejo...", Carvajal: "Exacto... Está ofreciendo parlamentar.",
Pinochet: "Rendición incondicional, no a parlamentar, rendición incondicional.",
Carvajal: "Bien, conforme. Rendición incondicional, en que se le toma preso
ofreciéndole nada más que respetar la vida, digamos...", Pinochet: "La vida...su
integridad física y enseguida se le va a despachar pa' otra parte...", Carvajal:
"Conforme. O sea que se mantiene el ofrecimiento de sacarlo del país...", Pinochet: "Se
mantiene el ofrecimiento de sacarlo del país, y el avión se cae, viejo, cuando vaya
volando..." , Carvajal: "Conforme (risas)".
Carvajal desobedece o cumple a medias las órdenes del jefe supremo. Y le dice
verbalmente a Osvaldo Puccio que el presidente debe "rendirse incondicionalmente"
y entregarse preso al que comanda el Blindado Nº 2. ¿Cuál es la razón? El Plan Alfa
contempla el "suicidio" del presidente en este Regimiento. Pinochet, reiteramos, era
ajeno a esta parte del complot. Osvaldo Puccio y el jeep que lo transporta no pueden
pasar: los francotiradores del Ministerio de Obras Públicas a quienes ni los
helicópteros artillados han destruido, continúan su tiroteo. Nada saben de
parlamentos. En vista de estos hechos imprevisibles, el general Pinochet, a las 13.15 le
da a Javier Palacios la orden de "ataque final". Los cañones disparan contra los cuatro
costados del Palacio; y los tanques avanzan disparando; tras ellos, los soldados de
infantería. Así, el general Palacios logra llegar a la puerta de Morandé 80, con dos
soldados muertos y quince heridos por los defensores del Palacio. Y no encuentra
qué hacer. El general Baeza su enlace le propone usar gases lacrimógenos. Y así se
hace. Los compañeros en la Isla Dawson decían que no existe manera de expresar
esta escena dantesca de La Moneda en llamas, disparos y gases lacrimógenos.
A las 13.40, una patrulla de penetración logra ingresar y da muerte al
periodista y amigo personal de Allende, Augusto Olivares. La lucha de los GAP les
impide mantenerse como "cabeza de puente". Logran vencer esta resistencia; y el
general Palacios encuentra al Dr. Soto y le ordena subir y decirle al presidente que
tiene diez minutos para rendirse. Salvador Allende está observando cómo mueren los
últimos francotiradores del Ministerio de Obras Pública y le expresa al Dr. Soto: "Con
este ejemplo, menos me rendiré". Penetra una patrulla de la Escuela de Infantería
1
comandada por el capitán Roberto Garrido. El Dr. Soto baja, no encuentra a Palacios,
y a culatazos lo obligan a tenderse en el suelo con las manos en la nuca. El capitán
Garrido y su patrulla suben al segundo piso. Y llegan al Salón Rojo. Encuentran a
cinco personas contra las cuales disparan, dándoles muerte salvajemente: uno de
estos civiles es el presidente de la República de Chile, Dr. Salvador Allende. En ese
momento ingresa un grupo de civiles por otra puerta, y el capitán Garrido y su
patrulla son repelidos. Es aquí necesario precisar los hechos que han sido falseados
por la junta militar y sus exégetas.
Los que han entrado a las 13.50 al Salón Rojo, son el Dr. Paris, psiquiatra y
miembro del equipo médico de La Moneda, y otros combatientes. Después de repeler
a Garrido y su patrulla, el Dr. Paris deja su metralleta y examina el cadáver del
presidente. Constata que tiene no menos de seis perforaciones de proyectiles en el
estómago y en el bajo vientre. Lo declara muerto y con gran emoción y dignidad,
cubre su cadáver con la bandera de Chile. El puñado de defensores continúa
combatiendo, manteniendo a raya a los 500 soldados, hasta que son conminados a
rendirse.
A las 14.15, en un ataque masivo, los infantes irrumpen en el Salón Rojo en
llamas. Delante del Dr. Enrique Paris, el general Palacios quita al cadáver de Allende
la bandera sangrante, y por radio informa al jefe Pinochet:"Misión cumplida: Moneda
tomada. Presidente muerto". (El día 13 de septiembre, el fiscal que me interroga y
ordena que me torturen en La Esmeralda, me dirá: "El compañero presidente usaba
un casco como el que le he puesto a Ud. Él murió en combate con nuestros soldados
cuando tomaron La Moneda. También murió su jefe, Daniel Vergara. Firme esto y
evítese más dolores...". La información respecto a la muerte de Daniel Vergara se
reveló más tarde como una mentira). Y ahí, en el suelo, está el cadáver de Allende. A
las 14.47, las radioemisoras señaladas por los rebeldes informan la caída de La
Moneda.
Ahora una explicación sobre "Alfa Uno". Leigh, Merino y Carvajal, y algunos
generales, estaban confabulados al margen del resto para "suicidar" a Allende. Hacen
que se retire el general Palacios, que está al margen del subcomplot; el general
Ernesto Baeza dirige estas maniobras con personal del SI e, "in situ", es designado
Baeza director general de investigaciones. Los miembros del SI toman el AK
soviético, o la kalashnikov que Fidel Castro le regalara a Salvador Allende y,
poniéndoselo en el mentón, sentado su cadáver en un sofá, disparan. Lo han llevado
al Salón de la Independencia. El Salón Rojo ardía. El general Palacios sufre un shock.
¿Qué ha ocurrido?. El Dr. Paris está detenido y tendido en el suelo. De pronto entra el
capitán Garrido y su patrulla. El Dr. Paris lo reconoce, y desde el suelo le increpa:
"Asesinos, Uds. han matado al presidente, los he visto...". El capitán Garrido lo patea.
El general Palacios inquiere por lo que está hablando el prisionero, y el Dr. Paris,
1
luego de identificarse, le dice al general Palacios: "Vi cuando estos soldados que Ud.
manda asesinaron al presidente de la república". El general Palacios ordena que lo
lleven con el resto de los detenidos en La Moneda al Ministerio de Defensa. De ahí
fueron trasladados a Isla Dawson. Pero el Dr. Paris, el médico que vio asesinar al
presidente y que cumplió su deber de hombre de enrostrar su crimen a sus asesinos,
no llegó a Dawson. Fue torturado hasta la locura en los subterráneos del Ministerio
de Defensa. El 15.9.1973, los restos humanos que quedan de este médico brillante y
heroico son llevados al Estadio Nacional. Al promediar la tarde, salta desde las
barandas del palco presidencial donde está, se quiebra una pierna y la soldadesca
recibe la orden de "liquidarlo a patadas", lo que hacen delante de miles de detenidos
en ese estadio. Ha sido silenciado el médico testigo del asesinato del presidente y que
constató su muerte a manos de la patrulla del capitán Roberto Garrido.
En los momentos que siguen, Baeza y algunos detectives retirados los
"técnicos en suicidios" del SIM montan la "mise en scene". Los confabulados sacan de
Chile al general Javier Palacios, que esa noche parte a Bogotá. Y los generales se
dedican a hacer declaraciones contradictorias sobre lo ocurrido con la muerte del
presidente. Palacios declara en Bogotá que "no hubo rendición, y las tropas
ingresaron a La Moneda después de reducir la resistencia". Y Baeza declaró en Chile
que "las tropas entraron después de la rendición de La Moneda". Baeza busca, para
suplir al Dr. Paris, al Dr. Patricio Guijón.
Estuve detenido en Isla Dawson con el Dr. Patricio Guijón. Como presidente de
la Sociedad de Industria y Maquinaria Médica de Valparaíso, había tenido contacto
con médicos de La Moneda. Cuando llegué a Isla Dawson conversé con el Dr. Guijón
sobre los riñones artificiales y las máquinas inductoras de parto, preocupación del
presidente y uno de nuestros logros tecnológicos que más lo enorgullecían. Me di
cuenta que nada conocía de estos asuntos. Y de lo expresado por él puedo sostener: 1)
No era militante UP; 2) No era médico personal de Allende; él mismo me dijo no
haber hablado jamás con el presidente; 3) Llevaba sólo cuatro meses en La Moneda
haciendo un reemplazo que profesionalmente le convenía; 4) No vio cuando Allende
fue asesinado; ya había bajado al primer piso; 5) Los militares lo llevaron al Salón
Independencia donde estaba sentado en un sofá rojo el cadáver del presidente
Allende. Y, sin embargo, el general Baeza declaró: "El Dr. Guijón estaba junto al
cadáver del presidente, y cuando entró el general Palacios se identificó como médico
personal del Sr. Allende y dio cuenta de los hechos...". El general Palacios declaró por
su parte: "Encontré al Dr. Guijón al lado suyo (de Allende) o en un rincón. EL
PRESIDENTE DE LA REPUBLICA ESTABA SENTADO EN LA MITAD DE UN
SOFA TAPIZADO DE ROJO CON LA METRALLETA ENTRE LAS MANOS. El
casco y la máscara de gases a un lado, los anteojos en el suelo. La cara estaba
hinchada y la cabeza partida como una sandía. Guijón, que temblaba y casi no podía
1
hablar, me dijo: ' Es el presidente... es el presidente' ". Y Palacios agrega: "Ordené a mis
hombres que no tocaran nada. Había también en la habitación una botella de whisky.
Pedí a los legistas que establecieran si el presidente había bebido algo. La prueba fue
negativa: ' EL PRESIDENTE NO HABIA BEBIDO NADA' ".
Lo que realmente ocurrió fue que al subir Palacios y encontrar varios cadáveres
en el Salón Rojo, ordenó traer a uno de los médicos que estaban abajo para
identificarlos, de ahí que al ver el cadáver de Salvador Allende, el Dr. Guijón dijera:
"Es el presidente... es el presidente". Y ésta es la única participación real del Dr.
Guijón. Lo presionaron diciéndole que sería culpado del asesinato del presidente. Lo
enviaron con nosotros a Isla Dawson durante tres meses para formar la idea que era
miembro del "tercer tercio", es decir, dirigente nacional de partido de la UP, ministro
o funcionario administrativo de la confianza del presidente. El Dr. Patricio Guijón es
una persona correcta, serena, inteligente y culta. Su conducta entre nosotros fue
ejemplar; como médico cumplió sus obligaciones igual que los doctores Girón y
Enríquez. No soy juez. Más tarde, cuando nos informamos de las declaraciones
prestadas por el Dr. Guijón en libertad, comprendimos las circunstancias en que
había tenido que prestarlas.
¿Cómo explicaron el suicidio de Allende?, el suicidio de un hombre que
durante más de seis horas se enfrentó, a la cabeza de un pequeño grupo, a las mejores
tropas del ejército de Chile y de su aviación. Un hombre que desde las 07.00 horas de
esa mañana debió ir cambiando las tácticas defensivas, sin caer en el enceguecimiento
y que, al hablar por radio al pueblo, le ha dicho a los generales traidores que
"combatiré hasta la muerte". Nadie puede aceptar en frío ni los que dirigieron el
ataque a La Moneda el suicidio del presidente. Entonces se recurre a una baja
calumnia, propia de gente desesperada: el presidente estaba "borracho". Y el general
Baeza ordena agregar al informe de autopsia falseado: "El cuerpo del presidente
Allende presentaba un 90% de alcoholemia". Es decir, estaba en coma alcohólico. Y
cambiarle el pantalón y el jersey sangrantes. Todo este trabajo del general Baeza y del
SIM ordenado por Merino, Leigh y Carvajal, es destruido por el agente de la CIA y
dirigente de Patria y Libertad, Federico Willoughbly, que el mismo día 11 es
nombrado secretario de prensa de la junta. En esos mismos momentos, Baeza pasa a
ser director general de investigaciones, a dirigir la "policía civil".
La junta, por intermedio de su secretario de prensa, entrega esta declaración:
"La junta militar de gobierno anuncia oficialmente que el expresidente Salvador
Allende se suicidó y que su cadáver fue inhumado este mediodía; 1) A las 13.09 horas
de ayer martes 11, Salvador Allende ofreció rendirse incondicionalmente a las fuerzas
militares; 2) Para este efecto, se dispuso de inmediato el envío de una patrulla cuya
llegada a La Moneda fue retrasada por la acción artera de francotiradores apostados
especialmente en el Ministerio de Obras Públicas que pretendieron interceptarla; 3)
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Al ingresar esta patrulla en La Moneda, encontró en sus dependencias el cadáver del
Sr. Allende; 4) Trasladado al Hospital Militar, una comisión médica integrada por los
jefes de los servicios de sanidad de las fuerzas armadas y de carabineros, junto con el
médico legista, constataron su deceso y dictaminaron su muerte. Santiago, 12.9.73".
Todo esto es desmentido por los hechos y los partes militares y de investigaciones. El
general Baeza, al leer esta declaración, monta en cólera y grita: "!Esto nos pasa por
trabajar con pijecitos hijos de puta!", refiriéndose a Willoughbly. Presenta la renuncia
a Pinochet, éste se la rechaza. Años más tarde, frente al asesinato del comandante de
Inteligencia del ejército Roger Vergara y la acción del Comando de Vengadores de
Mártires, deberá renunciar. Esta vez sí que Pinochet le aceptará la renuncia, porque
Baeza ha declarado: "El COVEMA fue inventado por un grupo de elementos para
hacer olvidar el crimen del comandante Roger Vergara" ( 30.10.80 a Revista HOY).
¿Dónde están los errores de la citada declaración de la junta?. El parte del
Ministerio de Defensa del día 11 expresa: "Hoy a las 14.50 horas cayó La Moneda en
manos de las fuerzas militares". Y mientras la declaración de la junta situaba el
"suicidio" cerca de las 13.30 horas, el prefecto de investigaciones de Santiago en la
noche del mismo día 11 declaraba a las agencias France Press, United Press y
Associated Press que "el personal de la brigada especial de estos servicios comprobó
la muerte del derrocado presidente Allende, la cual se produjo aproximadamente
entre las 13.30 y las 14 horas de hoy".
Pero otro grupo de "pijes hijos de puta", al decir del general Baeza, los grupos
paramilitares fascistas que "apoyaron" a las fuerzas sediciosas, y que conforme al Plan
Hércules transformado, formaron el Comando de Unidades Independientes,
concretamente el grupo operacional de Peñalolén que estaba conectado con el "puesto
de combate" de Augusto Pinochet, recibió ahí directamente las verdaderas
informaciones. Y a las 16 horas del 11.9.73, informaron por radio a todo el país lo
siguiente: "Atención, atención, Chile, atención a todo el mundo, aquí Santiago 33. Este
es Chile Libre. Allende es ya un cadáver. El capitán Roberto Garrido nos ha liberado
de las garras del marxismo. Aquí transmite la Asociación de Chilenos Libres. Allende
ha sido ajusticiado por nuestros soldados gloriosos". Y así, todo el trabajo ordenado
por el almirante Carvajal y ejecutado por el general Baeza, el SIM y algunos
detectives, fue desenmascarado por informaciones emanadas por el propio "puesto
de batalla" en Peñalolén del general Pinochet. Y estos pijes informaron al país y al
mundo la verdad: que el último presidente constitucional de Chile fue alevosamente
asesinado por los militares.
1
VI
MIS PRISIONES
1. "La Esmeralda"
La "Operación Vela". Las torturas de mis hijas y mías sólo sirven como
testimonio, y están insertas en el sufrimiento de todo el pueblo de Chile. Empiezan
para mí a las 20.20 horas del 11.9.73 cuando, los mismos comandantes con quienes
había trabajado hasta la noche anterior, al mando de una fuerza armada de sesenta
hombres, fueron a detenerme al edificio de la Caja de la Defensa Nacional, donde
estaba mi domicilio. Todo fue simple. Allanaron mi casa y me llevaron detenido. Más
tarde, la armada, para impedir mi expulsión del país, informaría que "metralleta en
mano" resistí a "las fuerzas aprehensoras". Esa versión de los hechos fue comunicada
a la embajada israelí que se preocupaba por averiguar mi paradero, y a todos aquellos
que indagaban por mí.
En la camioneta estaba ya Leopoldo Zúljevic, funcionario aduanero de carrera
jubilado como superintendente de aduana. Y la caravana fue a detener al diputado
Sepúlveda y al regidor por Valparaíso, Maximiliano Marholz. En las calles desiertas
sólo se escuchaban gritos y disparos de marineros y soldados. Era una ciudad en
estado de guerra. Pero las armas, estaban sólo en manos del ejército de ocupación.
Los "enemigos" estábamos inermes. La caravana llegó al molo de abrigo de
Valparaíso, donde estaba atracada la "Dama Blanca", el buqueescuela "La
Esmeralda", transformado ahora en prisión y cámara de torturas.
Había empezado para nosotros la Operación Vela, en cuyos marcos
rodaríamos de prisión en prisión bajo el yugo de crueles torturadores.
Después de la absurda ceremonia, a la que antes me he referido, en que fuimos
entregados como "prisioneros de guerra", se nos informó que el país estaba en "estado
de guerra". El molo estaba cubierto por miles de hombres y mujeres arrodillados con
los brazos en alto, o hacinados como maderos unos sobre otros, o de bruces en el
suelo, manos en la nuca, también los había afirmado en las paredes con los pies
separados y sostenidos en la punta de los dedos. Y todo esto entre luches y sombras,
con la luz de gas de mercurio. Todo parecía fantasmal. Irreal.
Un tipo vestido de mezclilla, con zapatillas de básquetbol, alto, rubio, ojos
azules, tipo ario, me cogió del brazo, me llevó hasta la borda y me dijo:"¿Te acordai
de mí, huevón? Párate aquí y no mires a ninguna parte". Era imposible no ver el
espectáculo dantesco que habia abajo en el Molo. De pronto recibo un atroz golpe de
1
trompetilla en el cuello, y la culata del AK en los riñones. No pude reaccionar, ni
hablar, ni moverme, ni respirar. Y el sujeto me miró a los ojos y repitió: "Huevón, ¿te
acordai de mí ahora?". Y me acordé. Dos veces lo había procesado. Y la última a raíz
de un allanamiento en la casa de seguridad de Patria y Libertad en calle Montealegre
del Cerro Alegre, donde fue detenido junto a Luis Gubler, un contacto de A DOS con
este grupo. El nazi del AK, y otros, a puntapiés y culatazos nos condujeron hasta el
"Camarote de Señores Guardiamarinas". A un lado de la puerta, un letrero con
humor negro decía: "Reservado exclusivamente para señores socios". Los "socios"
éramos los "prisioneros de guerra". De un puntapié me arrojaron abajo. Y un
individuo me colocó, al caer de bruces, un pie en los riñones y la trompetilla del AK
en la nuca. Y otros me desnudaron a viva fuerza en medio de gritos y ruidos
espantosos.
El espectáculo era infernal. Las ampolletas rojas. Los torturadores vestidos con
trajes de entrenamiento y máscaras negras. Me amarraron las manos a la espalda y
cada uno de los diez dedos. A golpes me condujeron a las duchas, a las cuales les
habían sacado la parte de la salida del agua, y caía un chorro tremendo de agua de
mar a presión. Parecía una cave existencialista. Me arrancaron a viva fuerza una
cadena gruesa de oro que tenía en el cuello y llevaba soldada. Hasta hoy tengo las
señales que me dejaron al arrancármela. El chorro de agua partía el cráneo, y el agua
entraba por los ojos, nariz, boca y oídos. Y uno sentía que se ahogaba, que reventaba,
que ensordecía. Nos sacaron y nos arrojaron de bruces al suelo donde procedieron a
patearnos y golpearnos a los seis hombres y una dama que ahí estábamos. Toda esa
noche permanecimos tirados en el suelo, golpeados y cada cinco minutos llevados al
agua. Durante unas 72 horas estuvimos sin dormir, comiendo como perros, con las
manos atadas y en escudillas que colocaban en el suelo. Nos torturaron
ilimitadamente y nos hicieron absurdos cargos en general: que en nuestras casas
había oro, dólares, drogas, alimentos, armas; que dirigíamos grupos guerrilleros, que
éramos instructores que habíamos estudiado técnicas guerrilleras en el extranjero. Esa
noche había solamente una mujer. La habían detenido por haber recogido un volante
del suelo en una reunión de mujeres, en solidaridad con las esposas, madres e hijas
de los marineros detenidos, que se había celebrado en la Asociación de Obreros
Portuarios. Ella afirmaba no haber estado. Lloraba por su hijo y su marido; y
nosotros, nada podíamos hacer por ella. El día 12 éramos ya 42 hombres y 72 mujeres,
hacinados. Esa misma noche del 12 un oficial ordenó poner una lona que separara el
recinto de hombres del de mujeres.
El trato dado a las compañeras era infamante. Les manoseaban los pechos,
glúteos, muslos; las metían bajo el agua y gritaban histéricos: "Todas las huevonas
alegan estar con la regla...". Durante diez días escuché las protestas valientes, los
gritos desgarradores, y los lamentos de hombres y mujeres torturados. Vi la violencia
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y el odio desatados. Estaban convencidos que nosotros los íbamos a asesinar a ellos
en un autogolpe del gobierno. Vi a mujeres e hijas de amigos ser torturadas. Y
durante días me reconfortó la presencia siempre serena, digna y femenina de Lucía
Kirberg.
Traté de resistir todo. Sentía al igual que todos los que ahí estábamos que
tenía una tremenda responsabilidad y que no podía ser débil. En parte sentía que era
responsable por haber permitido esa locura colectiva de terror y sadismo; por haber
sido tan discreto y no haber denunciado a los torturadores cuando me informaron.
Me aterraba pensar que nuestras vidas estaban en manos de un loco sádico a quien
llamamos el "pájaro torturador". Era un psicópata que se quedaba 48 horas continuas
de guardia para torturarnos.
En la madrugada del 13 me llevaron vendado y desnudo al castillo de proa, a
la cámara de oficiales. Me sacaron la venda y me prestaron una manta. Había nueve
oficiales de los servicios combinados de inteligencia, más un sujeto bajo, cabezón,
rubio, macizo y con unas manos descomunales. De sus preguntas deduje que él
estaba a cargo de la policía política. El trato de estos oficiales, debo decirlo, fue
absolutamente correcto y profesional. Tenían todo el material de mi oficina. Me
pidieron aclaración sobre diligencias en los sumarios. No había problema. Se trataba
de procesos contra nazis. El tipo rubio y bajo trató de sacarme información sobre el
paradero del estudiante cubano que el 11.7.73 había desaparecido y el presidente me
encargó ubicarlo. En el motel de Reñaca, donde vivía, sólo encontramos cartas
personales y la pesquisa no dio resultado positivo alguno; así informé al presidente.
El sujeto rubio también quería que declarara que estaba en el cerro Los Placeres con
unos "sacerdotes guerrilleros". Después me leyó una larga nómina de personas, entre
las cuales estaban mis hijos, pidiéndome que le diera sus paraderos. Me acusó de ser
miembro de un comité regional secreto del partido Comunista. Todo eso era ajeno a
los expedientes y copias de telex sobre los cuales me pedían información. De repente
este sujeto dijo: "Éste los está engañando, no les dirá nada. Déjenmelo diez minutos y
lo hago cantar". Estaba equivocado: lo que él quería saber yo no lo sabía; y lo que yo
sabía, no me lo preguntó. Y se retiró de la sala.
A la salida, después de un largo rato, me volvieron a vendar y amarrar. Me
pusieron contra una pared de acero, y un individuo me dijo: "Concha de tu madre,
éstos son los últimos momentos de tu vida". Y después se alejó y gritó órdenes de
fusilamiento. Cuando dijo "apunten", vi, en una pantalla en amarillo y negro, toda
clase de imágenes de mi vida. Me vi niño, con mis padres. Me vi con mi mujer, con
mis hijos; ellos niños, y yo joven; y otras escenas fugaces, sin pensamiento hablado.
Sólo pensamientos e imágenes. Estos "simulacros de fusilamiento" eran un aporte de
los brasileños a las técnicas de tortura.
A la noche siguiente, uno de los guardias me dijo: "Levántate que vamos
1
donde los inspectores". Me pusieron los pantalones, me vendaron y ataron las manos.
Y encima una toalla. Entré en una sala grande, porque anduve diez pasos. Una voz
dijo a los guardias que se retiraran. Antes, el individuo que habló me desamarró y
ordenó que me esposaran a un poste de acero; me ató los pies. Me dijo: "Sé que eres
karateca, que fuiste milico y que eres jefe del GAP de la provincia. Vamos a ver en
qué condiciones estás...". Y sin más me golpeó el estómago, me pateó los pies
desnudos, los muslos, y me hizo "pinzas" en el vientre y antebrazos. No me quejé. Era
el tipo rubio de civil de la noche anterior. Él debe haber recordado que yo miré sus
manos. Le dije: "Una mano golpea igual que otra mano, y todas golpean igual". Y
empezó el interrogatorio. El primer tema: debía informarle las relaciones comunistas
y/o socialistas de varios almirantes y capitanes de navío que me nombró; y de
oficiales de ejército y carabineros. En especial de los almirantes Daniel Arellano y
Raúl Montero. Le expresé que todas las relaciones habían sido dentro de funciones
profesionales, administrativas, y que jamás había existido ninguna clase de relación
política con ninguno de ellos. Indignado porque no sabía un asunto relacionado con
el almirante Arellano, me dijo: "Luchito, me estás mintiendo; te aplicaré corriente".
¿Cómo me aplicará corriente él sólo?. Lo hizo con un aparato muy primitivo que no
sabía usar. Me rompió la boca por dentro, y me produjo dos tres descargas. De pronto
me dijo:"Yo sospecho que tu eres un ' soplón' del Viejo. Para mí no hay otra
explicación que estés aquí. Tu eras un regalón. Nada pudimos en contra tuya, el Viejo
siempre te defendió, habló bien de ti. Y hacías lo que tú querías con él. Así es que
tendrás cuidado en lo que informes, si es que sales de aquí". (Se refería al almirante
Merino).
Al volver de esta sesión me golpearon, me metieron al chorro de agua. Estaba
tratando de relajarme cuando llegó otro guardia: "Levántate que subimos donde el
fiscal". (En Chile legalmente habían tres fiscales navales, uno en cada una de las tres
zonas navales: Punta Arenas, Talcahuano y Valparaíso. El 11.9.73 se designaron
quince fiscales más) Vuelta a vestirme, vendarme, ponerme una toalla y un saco
encima de las vendas. Ya arriba me hicieron sentarme en una silla. Me amarraron los
pies y me aplicaron "el teléfono" para que no conociera la voz del fiscal. Éste hizo que
me colocaran un casco de seguridad en la cabeza, y me preguntó:"¿Sabe, colega, qué
es esto? Es un casco como el que usaba el ' compañero' presidente, que no le sirvió de
nada cuando nuestros soldados liberaron La Moneda". Después hizo que me
colocaran una especie de chaleco burdo, de fuerte lona, y con grandes bolsillos. Me
dijo: "¿Sabe lo que es esto?" Le respondí que no lo sabía. Replicó: "¿Cómo no va a
conocerlo cuando Ud. ordenó confeccionar cincuenta que serían usados por los
'kamikazes' de su GAP que se mezclarían entre las tropas cuando se retiraran el 18
del elipse de Playa Ancha?". Le dije que nada de eso era verdad. "Es inútil que
mienta; antes de morir su jefe Daniel Vergara en La Moneda, encontramos en su caja
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de fondo el Plan Zeta del gobierno, llamado Plan Djakarta para Valparaíso, y en él
figura Ud. como el jefe a cargo de un GAP de 900 hombres que le entregaron los
comunistas y socialistas. Ud. dispuso de 900 metralletas, parake y de 400 kilos de
amón gelatina". Lo interrumpí diciéndole que jamás había oído hablar de un Plan
Djakarta, excepto el de Indonesia, donde los militares masacraron a 300 mil
comunistas. Debe haber hecho una señal, porque me dieron un golpe brutal en el
casco hundiéndomelo hasta los ojos. Y me golpearon en la espalda, hombros, piernas
y brazos. "Miente, el Plan Zeta estaba dirigido por el Ministerio del Interior, y el día
de la parada militar, a través del país, los abogados del Ministerio en cada cabecera
de provincia, haría asesinar a la oficialidad y a las tropas. Aquí, mientras Uds. le
daban una recepción en el Salón Rojo del Palacio de la Intendencia al almirantazgo y
a los altos oficiales de toda la guarnición. Ud. saldría afuera y desde la puerta
dispararía y masacraría a los oficiales; en las calles, los ' kamikazes' con los chalecos
que Ud. ordenó confeccionar, se mezclarían con las tropas, harían estallar la dinamita,
y sus hombres los asesinarían con las metralletas". Le contesté que él no sabía lo que
decía; me estaba dando una capacidad de fuego superior a la que tenía la armada y el
ejército en la ciudad de Valparaíso. Conociéndome como me conocía, debía saber que
de haber tenido yo esos hombres y armamentos, en ese momento no estaríamos ahí y
el enfrentamiento habría sido diferente. Hizo que me golpearan nuevamente. Y
agregó:"Firme esta declaración; los documentos de Daniel Vergara y el recibo por
armas, municiones y dólares lo incriminan". Le respondí: "No firmaré nada, no
existen tales recibos, ni Daniel Vergara me ha entregado metralletas ni dólares, ni he
firmado recibo alguno. Y esto es una locura que en ningún tribunal se aceptaría como
prueba". Hizo una seña. Me soltaron los pies amarrados, me quitaron el casco y el
chaleco, y me golpearon salvajemente, tirándome amarrado al suelo, dándome de
puntapiés. Ordenó que me llevaran "abajo". Me sacaron a rastras, y vuelta al
"Camarote de los Señores Guardiamarinas", y a desnudarme, y a un largo rato bajo el
agua fría y a presión. Al sacarme, ya sin vendas, un sargento me dijo:"Tú conoces el
oficio. Párate en la espalda de tu amigo y ayúdalo". No entendía de qué hablaba. Miré
al suelo, y ahí estaba desnudo y medio inconsciente, con la espalda sangrando y
cubierto de gran cantidad de sal de mar que un esbirro aplastaba en su carne viva con
la culata del automático, el ingeniero Walter Pinto, director de la ENAMI. Me
obligaron a subirme a sus espaldas y, con los pies, aplastar la sal. Pinto me dijo en la
Isla que entendía que había sido forzado, y que, por lo demás, mis pies le causaron
menos dolor que el fusil. Pasaron largas horas de golpes y gritos. Y otra vez frente al
fiscal. "¿Por qué no firma y se evita todo lo que le está sucediendo?". Le contesté: "Ya
pasé la edad de la inocencia. Puede hacerme matar, pero no voy a firmar nada". Y
entonces, cambió de táctica. me hizo una proposición que ya me habían hecho horas o
días antes ahí mismo:"Por qué no colabora con nosotros? ¿Por qué no se une a la
1
acción patriótica de las fuerzas armadas? Puede ser designado fiscal..." Me habían
dicho que tendría un poder tan grande "como jamás te lo has soñado". Me negué;
expresé que era abogado, hombre de principios, fiel a derecho y a la justicia, y que
jamás podría mirar de frente ni a los míos ni a nadie si hacía algo así. Y que, por lo
demás, el asunto no me interesaba, no era ese mi lugar ni mi destino. Después me
habló de las actividades de otros abogados, hombres y mujeres de la UP. Expresé que
nada sabía de ellos, y que debido al exceso de trabajo, extrañamente no habíamos
alternado durante todo nuestro gobierno.
Debí ir y venir a diversos inspectores, por diversas y absurdas cosas. ¿Dónde
vivía fulano? ¿Dónde estaba escondido Emilio Contardo? ¿Quién era Hernán Concha
y por qué fue nombrado intendente? El 17 me llamó nuevamente el mismo fiscal. Me
dijo: "Debe firmar, tengo copia de la declaración de Daniel Vergara, y de otros
abogados del Ministerio a través del país, en las que confiesan que el Ministerio del
Interior dirigía el Plan Zeta. Y Ud. organizó aquí todo el trabajo de seguridad y el
GAP". Expresé que el trabajo de seguridad lo había organizado el almirante Merino
(me refiero al del gobierno de la UP) con el jefe del A DOS y los únicos contactos que
tuve con el llamado GAP fue como acompañante del almirante, que planificaba las
medidas de seguridad. Me agregó: "No es así. Y tengo un testigo que fue su
lugarteniente y Ud. lo contrató para seguridad". El testigo era un muchacho un tanto
retardado mental que había sido recadero en la intendencia; yo le había conseguido
trabajo como aprendiz en una fábrica de guantes "de seguridad industrial" de un
amigo mío. El fiscal le preguntó al muchacho qué había de verdad en esto y éste
contestó que todo era efectivo. El fiscal exclamó:"Con este huevón por testigo no
llegaré a ninguna parte..." Y lo hizo salir. "Tenemos los documentos de Daniel
Vergara y ellos prueban que Uds. organizaron desde el Ministerio del Interior un
ejército paralelo, que daría muerte a los altos mandos y a los mandos medios de las
fuerzas armadas, y que lograron infiltrar a muchos oficiales". Lo curioso es que nadie
me hablaba de los informes que yo le había enviado a Daniel Vergara, y que estaban
en su caja de fondos, y que comprobaban que eran los mandos altos y medios los que
complotaban en contra del gobierno. ¿Había descoordinación entre la armada y el
ejército? De todas maneras, desde el momento en que el nazi me golpeó decidí no
declarar nada, no saber nada, no recordar nada. Bloquearme por completo. Y de ahí
nadie me sacaría. No puedo aceptar la tortura. No puede haber diálogo ni
entendimiento alguno con esos subhombres. Nadie puede destruirle a un hombre
decidido su autorespeto. Y yo los despreciaba a ellos. Y los desprecio. Sentía rabia,
odio, y estos sentimientos primaban por sobre el temor o el dolor. Insistí en que nada
firmaría. Y me devolvieron al camarote.
El día 14.9.73, al finalizar la tarde, los torturadores enmascarados del camarote,
me dijeron: "Vamos a ser buenos. Sabemos que no pueden andar porque están
1
acalambrados". Ordenaron que Sergio Vuskovic y yo nos levantáramos. Nos
ayudaron, como cuando íbamos a torturas. Nos afirmaron a unos barrotes y
empezamos a hacer lentamente flexiones. En ese momento empezó en algunos
lugares de la ciudad un intenso tiroteo. Uno de los torturadores salió a averiguar. A
los pocos minutos regresó gritando:"Los comunistas están asaltando el Molo para
rescatar a estos huevones". Otro nos dijo a Sergio y a mí: "Si los comunistas llegan a la
puerta verde (la primera entrada), a Uds. dos los fusilamos al momento, primero que
nada". Lo extraño está en que el tiroteo era en toda la ciudad. Al día siguiente
aparecieron 256 cadáveres de obreros en el camino a Santiago "llevados por los
comunistas".
El sábado 15.9.73, después del mediodía, nos llevaron al barco mercante Lebu.
Estaba lleno de detenidos; alcancé a ver al senador demócrata cristiano Benjamín
Prado en cubierta, con unos oficiales; les indicaba quiénes eran de su partido y habían
sido detenidos erróneamente. Era el comienzo del Golpe. Y la DC lo apoyaba
decididamente. Nos llevaron a una bodega con orines y excrementos; a la hora, llegó
una nueva orden cancelando la anterior. Se trataba de "un error" y nos volvieron a La
Esmeralda. Nuevamente el nazi rubio me vio, me golpeó y me hizo poner junto a mis
compañeros de infortunio, en las piras humanas, colocando otros prisioneros encima
nuestro. Una dolorosa experiencia. No hay nada más doloroso, asfixiante,
desesperante que esta tortura. Un oficial nos buscó e increpó al nazi: "No es éste el
destino de ellos. ¿Quieres que se fuguen o que los vean?". Regresamos al camarote; el
Pájaro Torturador nos dijo: "Mal agradecidos, ingratos, después de tantos cuidados se
fueron sin decirme adiós". En la noche, un encapuchado me sacó. Me llevó al baño y
me dijo: "Un abogado habló, lloró pidió colaborar. Me besó los pies. Y lo llevaron
arriba. Dijo que el hombre de confianza de Allende era Ud., y que los intendentes
eran solamente decorativos, que nada sabían ni ninguna influencia tenían en el
asunto de seguridad. No estoy de acuerdo con Uds., pero Ud. ha estado bien, y, yo no
acepto mariconadas". Para romper el equilibrio, me dio dos bofetadas, y me dijo: "Sé
que no contará esto, pero le haré una paleteada". Al día siguiente me obligó a golpear
al secretarioabogado. El día 16 me llevaron delante de otro fiscal. Y ahí me di cuenta
de que la información era cierta: el otro abogado había hablado. Me imputó el aparato
de seguridad para la visita de Fidel Castro, el operativo de seguridad del 21.5.72. Me
preguntó algunos nombres de socialistas y comunistas de un supuesto "aparato de
seguridad" y de reuniones que yo habría tenido con ellos. Me mantuve en que nada
sabía y que todo el aparato de seguridad era de carabineros y la armada. Que jamás
había oído nombrar a esas personas. Me agregó que yo tenía contactos con gente de la
armada. Le dije que sí, y cuando iba a dar el nombre de la persona del A DOS, una
voz, perentoriamente me ordenó: "Sr. Vega, no lo nombre, nosotros conocemos ese
asunto". Al salir me arrojaron al suelo a puntapiés, y nuevamente me hicieron el
1
simulacro de fusilamiento. No me causó ninguna impresión. No es heroicidad. Es
algo extraño; he conversado con psiquiatras interesados en esta extraña experiencia.
El día 18 nos permitieron hacer unas flexiones y pretendieron que contara
chistes o cantara. Les expresé que yo estaba en calidad de "prisionero de guerra" y no
de bufón o cantor. Y no canté. Después hubo una situación jocosa. El 15, después que
me permitieran, o me ordenaran golpearlo, dejaron libre al secretarioabogado. No lo
juzgo; había sido más de 22 años funcionario de la armada. Había sido operado de la
vesícula; todas las noches a las 20 horas llegaba un paramédico de delantal blanco y
un gran vaso de agua. Cumplía la orden: "20 horas, Camarote de Guardiamarinas.
Purgante abogado". Ese día, a las 20 horas, llegó preguntando por el abogado; y los
guardias me señalaron. El tipo me encajó todos los brebajes. Pensé que era un
"tratamiento psicológico" a base de drogas para hacerme hablar. Me dije que con
ninguna droga hablaría porque no me preguntan lo que sé. Y no puedo confesar
mentiras o lo que no he hecho. No corría ningún riesgo. El tipo me dio tres
cucharadas. A la medianoche me di cuenta de que no era la "droga de la verdad", sino
un poderoso purgante. Pedí permiso para "subir al jardín para la mayor", como se
dice en la jerga marinera. Esto se repitió. El 18, el sargento Pájaro Torturador me dijo:
"Luchito, tú no eres cobarde, pero ¿por qué cagai tanto?". Le respondí, "muy sencillo,
seguiré así mientras me sigan encajando todas las tardes tres cucharadas de
purgante". Hechas las averiguaciones se constató el error y me suspendieron las dosis
del brebaje. Pero "las subidas al jardín" me habían servido. Iba con un guardia que
apuntaba, pero era tan estrecho, que no podía él entrar al servicio mismo, y en el
suelo había diarios del día, con noticias en contra nuestra, del gobierno y de la UP.
El 19 por la noche me llevaron al fiscal que me imputaba los hechos
relacionados con la visita de Fidel Castro y los del 21.5.72. No lograron progresar y
me devolvieron al camarote. Solamente me metieron bajo el chorro. Más tarde me
llevaron nuevamente ante el inspector de las "manos grandes". Me amarró, me golpeó
contra el poste de acero, e hizo que otros me pisaran los pies con sus botas. Y empezó
a pedirme datos sobre el almirante Merino. Si era verdad que Merino deseó ser
intendente, cómo se portaba en las reuniones del comité político de la UP, y respecto
a los almirantes Montero, Arellano, Poblete y otros, como un coronel y algunos
mayores de carabineros y el ejército. E insistió en vincular al almirante Montero con el
partido comunista. De pronto me dijo: "¿Quién es Hernán Concha?, sabemos que fue
auditor general del ejército y que es apolítico. ¿Por qué lo nombró Allende? Sabemos
que trabajaba en el Ministerio de Defensa con la comandancia en jefe y que de ahí
salió la recomendación. Pero no sabemos quién se lo recomendó a Allende". Le
respondí que las mismas preguntas ya se me habían hecho. Y que, por lo demás,
había sido un intendente parecido al abogado Carlos Soya; serio, responsable y
respetuoso de la ley. No sé si estaba cansado, pero ordenó que me volvieran al
1
camarote. Y vuelta a las acusaciones colectivas, cama por cama. Una serie de
preguntas absurdas en ese mundo extraño y alucinante del Camarote de Señores
Guardiamarinas. Vi torturar en público a Bartolo Vaccareza, dueño de un edificio en
que funcionaba el periódico "El Popular", donde sostenían que habría funcionado una
escuela de guerrillas comunistas. Vi quejarse al Dr. Gilberto Zamorano, a quien
habían sacado de su cama del hospital. Vi vejar al neurocirujano Dr. Mario Contreras,
presidente de la Asociación Internacional de Neurocirugía. Y entre las cosas absurdas
de estos alienados, vi su enfermo orgullo nacionalista. Habían detenido a jóvenes
peruanos, bolivianos, brasileños, argentinos, franceses, norteamericanos; a todos
ellos, con sus propios cuchillos de comandos les cortaban espantosamente el pelo. Y
los torturaban. Todos eran muchachos jóvenes, y en las torturas gritaban. Y se les
despertó el patriotismo: "El chileno resiste más la tortura que el extranjero". Después
de torturarlos a ellos, nos torturaban a nosotros. Los golpes eran iguales, pero
nosotros éramos hombres ya mayores y no nos quejábamos tanto. Soportábamos
más. Y oficiales y marineros decían: "¿Ven? Hasta estas mierdas traidoras de la
Unidad Popular son más valientes que Uds.". El 18, el Pájaro Torturador se puso un
guante de béisbol. Dijo:"Les voy a pegar igual, pero con este guante no les dolerá
tanto y habrá más ruido. Estamos en Fiestas Patrias...".
El 20 de septiembre, como a las 0.30 horas me llevaron al castillo de proa. El
inspector de las "manos grandes" me dijo: "Acabo de hacer cagar de dolor a un amigo
tuyo... Ahora te toca a ti". Y agregó:"No sentís el olor a mierda que hay aquí?" Le dije
que con los trapos que tenía en la cabeza, la falta de sueño y el nerviosismo no sentía
nada. "Putas que tenís suerte, huevón me dijo yo ya vomito". Y siguió diciéndome:
"Me has mentido todo el tiempo, has negado saber lo que te preguntan, y te has
pasado por el forro de las huevas a todos. Pero ahora hablarás. Voy a empezar con mi
golpe de ' martillo' en tus hombros. Y me los golpeó con la mano empuñada desde
arriba hacia abajo; creí que me habían sacado los brazos. Y me dijo, "aquí está tu
declaración como jefe del GAP. O la firmas o aquí te quedai". Le dije que me
permitiera una pregunta. "Aquí estás para contestar, no para preguntar. Pero
pregúntame". Y le dije: "¿Cree Ud. que si yo hubiera tenido 900 hombres armados
estaría aquí desnudo y amarrado?". Me dijo: "Buena pregunta". Y agregó:"A lo mejor
te habrías arrancado por tu cuenta...". Me dijo que sabía que habían armas. Le expresé
que no, que ellos habían allanado y nada habían encontrado. Y que no detenían a los
señores que tenían fusiles con miras telescópicas alegando que eran "cazadores",
"sportman". Me dijo: "Firma que eras jefe del GAP. Lo eras ¿para qué te creas
problemas? Veremos si ahora con la corriente bien aplicada sigues tan gallo". Hizo
que me dieran un golpe de corriente en el pecho. Me doblé en el poste de acero y me
azoté la cabeza.
En ese momento entró un oficial y dijo: "Alto, no me toques a Luchito, él tiene
1
otro destino". Responderá, pero no aquí. Me lo llevo". El inspector le dijo que yo tenía
que terminar un asunto con él. La respuesta fue: "Si va a hablar, que lo haga
voluntariamente. Que me diga por qué los milicos pusieron a Hernán Concha para
crearnos problemas, dónde está Guastavino, dónde está Emilio Contardo, que estuvo
con él hasta el 10 a las 18 horas; quiénes son los otros dirigentes secretos del PC aquí,
y dónde está la lista de los del GAP, y dónde está escondido el cubano". Le dije que
yo estaba fuera del PC muchos años, que era secretario general del Instituto Chileno
Chino. Me interrumpió: "Ese instituto tuyo era del PC. El de los chinos está en calle
Pedro Montt, en los altos del teatro Imperio. Y tú fuiste a China como espía soviético.
Bien, habla". A los 10 minutos me dijo: "¿Sabís que más, Luchito? Me tenís más
enredado que un plato de tallarines. Lárgate". Me llevaron al camarote. A los 10
minutos, a siete de nosotros, en silencio, nos hicieron afeitarnos, lavarnos, vestirnos
correctamente. Y de "La Esmeralda" nos pasaron a un bus lleno de infantes de marina
armados. Nos hicieron sentarnos separados, y fuimos advertidos que, a la primera
palabra, gesto o movimiento, nos dispararían. Fuimos hacia el centro de la ciudad.
Pasé cerca de mi casa, a la cual ya nunca volvería. Atravesamos una ciudad en guerra,
nos dirigimos por Avenida España a Viña del Mar. Al llegar al final de la Avenida
Libertad pensé que íbamos a la Escuela de Telecomunicaciones, y pensé que allí sería
reconocido; y todo terminaría para mí. No, seguimos hacia Quintero. Y en una playa
fuimos alumbrados con focos de camiones militares. Pensé que seríamos asesinados
allí y arrojados al mar nuestros cadáveres. Y también me equivoqué. En la Base Aérea
de Quintero nos entregaron a un comandante que nos dio su nombre y grado, y nos
presentamos. Nos dijo que tenía órdenes selladas de enviarnos en avión a un lugar
determinado. Si nosotros le dábamos nuestra palabra de no hacer nada en contra del
avión, nos daría facilidades. Lo hicimos, como era lógico, y tuvimos un viaje sin
tensiones; aún cuando no sabíamos adónde íbamos. Suponíamos que éramos
relegado a la ciudad de Punta Arenas. Pese a todo, aún éramos muy ingenuos.
2. Isla Dawson.
Después de volar algunas horas sobre la costa de Chile, desde Quintero a
Punta Arenas, ver las bellezas naturales, lagos, ríos, montañas, nieves eternas, los
Picos o Torres del Paine, llegamos a la Base de Santa Catalina. Nos despedimos del
comandante y nos trasladaron a otro avión. Un individuo que me conocía, del A
DOS, se me acercó y me dijo: "Dónde está Emilio Contardo y ' G' ? Ud. resistió el
tratamiento de La Esmeralda, pero allí donde va lo harán hablar; mejor dígame todo
inmediatamente y se ahorrará problemas". Me mantuve en la verdad: nada sabía
sobre ellos. A cada uno de nosotros nos pusieron un soldado de infantería de marina.
Y una voz, de pasada dijo:"Los llevan a la Isla Dawson, es peor que la Isla del Diablo".
Nos subieron a un camión militar: al "logístico". Orden de no mirar hacia afuera. Pero
1
en camino vimos hombres con palas y chuzos, vestidos con ponchos, chaquetones
gruesos y pasamontañas; y soldados apuntándoles para que no nos miraran. Y así
los siete de la Operación Vela: Sergio Vuskovic, alcalde de Valparaíso; Leopoldo
Zuljevic, exsuperintendente de aduana; Andrés Sepúlveda, diputado; Maximiliano
Marholz, regidor de Valparaíso; Ariel Tacci, regidor de Viña del Mar; Walter Pinto,
gerente de la Empresa Nacional de Minería de Quintero, y yo, asesor jurídico del
Ministerio Interior, todos de Valparaíso, llegamos al primitivo campamento de la
Compañía de ingenieros navales, a la COMPINGIN. Había nieve, fuimos llevados a
través de una acequia hasta una casamata. Nos recibió el comandante de la Base de
Puerto Harris: "Uds. son prisioneros de guerra sometidos al código de justicia militar
y cualquier intento de fuga o subversión será castigado con la muerte in situ. Les está
prohibido hablar con los guardias y acercarse a menos de tres metros de las
alambradas. Prohibido comunicarse o darles nombres a los prisioneros de otras
barracas. El único que puede hablar con el oficial de servicio es el brigadier". Nos
examinó un doctor muy humano, el Dr. Arturo Girón. Estos militares y marinos
carecían de médicos para cientos de prisioneros debiendo ser atendidos por aquéllos
que eran médicos entre los mismos prisioneros.
Nos llevan a una extensión alambrada, cubierta de piedras y nieve. Has dos
casamatas pequeñas y una carpa del ejército de EE.UU. Nos ponemos las manos en la
nuca, como era el uso en La Esmeralda cuando no andábamos amarrados y
vendados. De pronto una voz grita: "¡Lucho, por la flauta! ¿que haces aquí? ¡Yo te
hacía en trámites para liberarme! ¿Qué clase de abogado tengo yo?" Es Osvaldo
Puccio, mi viejo y querido amigo, a quien yo atendía en algunos asuntos personales.
Aún no habíamos terminado de saludarnos con Aniceto Rodríguez, José Tohá, Hugo
Miranda, Hernán Soto y demás amigos, y aún no hemos entrado a la "cuadra",
cuando se produce un allanamiento por un sargento del SIM y su gente, en busca de
armas. A alguien le encuentran un clavo pequeño en el bolsillo. Dormíamos en dos
reparticiones. En el "Sheraton", de 2,5 por 5 metros, Hugo Miranda, Orlando Letelier,
el Dr. Edgardo Enríquez, Enrique Kirberg, El Dr. Arturo Girón, Clodomiro Alemeyda
y Osvaldo Puccio. En el "Tupahue", de 7 por 4,5 metros dormíamos 42 hombres en
camas de tres pisos. Pese a la temperatura subpolar tuvimos que pedir que se
abrieran agujeros en las paredes para respirar. Duermo en el tercer piso, con gorra,
pues la nieve entra a la cabecera de mi cama. Pero puedo contemplar un pedazo de
cielo, y, a veces, algunas estrellas. Y esto da esperanzas. A las 6 a.m. la diana.
Debemos lavarnos por turnos, con una piedra en la mano para romper el hielo. No
hay sevicios higiénicos. En un pequeño promontorio, una tabla sobre la acequia. Es
un doloroso espectáculo público, debidamente protegidos por personal que nos
apunta mientras nos esforzamos. El delegado, Dr. Enríquez, obtiene autorización
para que Miguel Lawner, Luis Matte, Pedro Felipe y Andrés Sepúlveda construyan
1
letrinas. También es necesario ir al servicio con una piedra para romper el hielo del
tarro con agua que suple aquellos artículos higiénicos que aquí no existen.
En la primera semana de octubre nos autorizan para escribirle 15 líneas a la
familia: Debe escribirse así: V2 III Z.N.P.A (Vela 2, Tercera Zona Naval Punta
Arenas). El domingo 23.9.73, en el camión logístico se nos lleva al primer trabajo
forzado. En el grupo están Carlos Morales, Jorge Tapia, Anselmo Sule, el Dr. Girón,
Orlando Letelier. Desde donde estamos vemos la estructura de un gigantesco campo
de concentración, réplica de los construidos por los nazis. Y, como he dicho antes,
llegamos a saber que ha sido diseñado por Walter Rauff, gerente de la Conservera
Camelio de Punta Arenas. Cargamos un camión con postes de ciprés de las Guaitecas
para después ir lanzándolos cada tantos metros a ambos lados del camino. Ese día
recibimos algunos datos sobre la isla.
El primer contramaestre (para los marinos todo es "buque) nos enseñó: "Todo
lo que se mueve, se saluda y lo que no, se pinta. Me ofrecí para pintar. Y una vez
terminada la barrera que Miguel Lawner, Hugo Miranda y otros construimos, la
pinté con "picoco". Me permitió bajar la barrera, y comprendí que estábamos
encerrados dentro del campo. Todo trabajo era forzado. Debíamos ir bajo el hielo, la
nieve y la lluvia a pie, con las herramientas al hombro, cantando sus canciones; y
volver después cargando troncos. Este sistema tenía por objeto liquidarnos o
exterminarnos por medio del trabajo brutal, la mala alimentación, las duras
condiciones climáticas y las pésimas condiciones sanitarias. Pero todo esto no sólo
actuaba en contra de nosotros: afectaba también a la oficialidad y a las tropas. Éstos
sufrían guardias de 24 horas a la intemperie, mal vestidos y mal alimentados. Y las
bajas por enfermedad se daban más entre ellos que entre nosotros.
Ignorábamos los nombres de los sargentos. Les poníamos motes. El sargento
"Malacueva": un psicópata de la infantería de marina. Marchaban atrás,
apuntándonos y diciéndonos: "¡Cómo los odio!". Fue el primero que nos sacó un
domingo a una especie de paseo por las rocas y el mar. Era odiado. En estado de
ebriedad fue detenido por carabineros y soldados estando él de paisano y
golpeado. Fue rebajado; y después ya no fue el mismo. Postábamos 52 kilómetros de
Puerto Harris a San Valentín, 26 ida y 26 vuelta. Todo es fácil decirlo; pero hacer
huecos en la roca, o en el barro, o en el hielo; cargar los postes cien o más metros;
parar el poste, tapar el hoyo, apisonar la tierra, y dejarla de tal manera que ni el
viento huracanado ni la lluvia ni la nieve lo derriben, es difícil. Nosotros no hicimos
trabajo lento ni saboteamos. Esa isla era bella y era nuestra. Era de Chile. Lo que ahí
construyeron años atrás indios y colonos italianos perduró. También debe perdurar
nuestro trabajo. El de los 600 a 800 prisioneros que había en ese tiempo en la Isla
Dawson.
Los trabajos eran absurdos: ir a "turba" o ir a "mierda", para extraer un musgo
1
milenario cuyo uso jamás vimos. O "desalambrar" la isla. Cuarenta años antes habían
existido estancias de vacunos y la isla estaba alambrada. Amano debíamos sacar el
fuerte alambre de acero inoxidable y enrollarlo. Tal vez lo usarían para otros campos
de concentración. Y el trabajo de "bolones". Diez de nosotros debíamos salir a cargar a
mano un camión con capacidad para cinco toneladas, con piedras grandes, redondas:
los "bolones", con los cuales, otros prisioneros construirían muros de contención o
pircas, o barandas en las casas de Puerto Harris. Quien no haya estado 8 horas
seguidas cargando a mano 15.000 kilos de piedras, no sabe lo que es esto. Otro trabajo
era sacar "pastelones" de pasto corto o musgo de las vegas de los ríos para la cancha
de fútbol o los "parques ingleses". Pero siempre llenábamos nuestros días. Y teníamos
un "régimen interno" para buscar nuestra comodidad y vivir más humanamente.
Siempre tuvimos muy claro que todos nosotros, los parlamentarios y los
funcionarios, éramos las legítimas autoridades de Chile, y que ellos eran sólo
sediciosos que empuñando las armas en contra de su pueblo, habían destruido la
democracia y la legalidad en Chile.
La comida no era muy variada. En la mañana, sémola con lentejas; en la tarde,
lentejas con sémola. A los pocos minutos de servido el potaje se congelaba y uno
podía darlo vuelta y quedaba como un molde. Una vez el delegado reclamó. El oficial
dijo: "¿Sólo comen lentejas?, no es posible. Les haré cambiar el menú". Y durante un
mes comimos dos veces al día solamente porotos.
El grueso del personal naval era de Valparaíso. A muchos los había conocido
antes; incluso había sido abogado de ellos o de sus familias. Aparentemente por ello,
en una ocasión me dieron un trabajo no tan malo, cuando debido al fuerte viento la
carpa militar que era nuestro comedor se rompió. Un "entrepuente" me dijo si sería
capaz de coserla. Expresé que sí, que era mi especialidad, y que necesitaba un
ayudante. Así, durante un tiempo, con Adolfo Silva cosimos carpas. En las noches,
con un pedazo de "gillete" le hacíamos pequeños cortes, y al otro día, gracias al
viento, estaba nuevamente rota. Los marinos culpaban de esto a los militares que las
habían instalado. "Esos no saben nada de los vientos de esta zona". De esta manera,
podía salir del campamento al acompañar en busca de hilo, grasa o agujas a los
suboficiales; ellos y los oficiales estimaban que estaba cumpliendo funciones. Aniceto
Rodríguez me había regalado un delantal con grandes bolsillos, de carpintero. Los
guardias me decían "el viejo del delantal". Gracias a éste pude "expropiar" varias
centollos. Y en una oportunidad expropié un asado de lomo que era para una comida
del comandante de la base. Nada pudieron hacer en mi contra:¡cómo iban a decir que
un preso les había robado! Por lo demás, Pinto y Vuskovic pudieron mejorar el
rancho con "anticuchos". Pronto mi fama de cosedor de carpas se extendió y llegué a
ser "inventor" de varias "puntadas". El Dr. Girón me había enseñado algunas para
suturar heridas postoperatorias, y empezaron a traer carpas desde la base de
1
ingeniería o base naval de Punta Arenas. El trabajo pasó a hacerse dentro de nuestro
patio y se hizo muy pesado.
El 21.12.73 fuimos trasladados al campo de concentración de la armada en Río
Chico, primero llamado "campamento de prisioneros 11 de septiembre". Estaba junto
al Río Chico y contaba con un microclima. Nuestra cuadra o barraca, con capacidad
para cien hombres, se llamó "Isla". Cada uno tuvo su número clave con la letra I. Pasé
a ser "I. 18", pero prefería "V.2". Las barracas vecinas tenían todas nombres ingleses,
como corresponde a la instrucción de seguridad: "Alpha", "Bravo", "Charlie" y
"Remo". En "Remo" estaban los "rematados", condenados por los consejos de guerra
de Punta Arenas a 20, 30 o 40 años, o a perpetuidad, por delitos inexistentes. Todos
nosotros que no veíamos a nuestros vecinos, pues siempre estuvimos rodeados de
planchas de zinc los llamábamos "Ecos". Nunca olvidaré los gritos de "Españita", un
adolescente de 16 años, presidente de la Federación de Estudiantes de Punta Arenas,
que había sido salvajemente torturado y en las noches tenía pesadillas atroces.
A los guardias se les mantenía aterrorizados. Creían probable que un
submarino soviético con marinos cubanos asaltaría la isla para rescatarnos. Entonces
había que "liquidar primero a los prisioneros y después defender la base". Por otra
parte, debíamos tener cuidado de no salir del campo, pues inmediatamente se
aplicaba la "ley de fuga".
2.1. La Universidad del Campo. El año académico de Weidenlaufer. La cibernética.
El día de trabajo forzado del prisionero de guerra era de ocho horas; después
del almuerzo, media hora de descanso. Y otra vez a la nieve, al barro, a los bosques, al
trabajo brutal. Obtuvimos permiso de una hora, antes de la cena, para estudiar, dar
conferencias. Las inició Fernando Flores, ingeniero civil y discípulo de Staford Bear,
quien nos inició a muchos en el mundo maravilloso de la cibernética. Y participaron
en los cursos oficiales navales y de aviación, pilotos que conocían las reglas de la
cibernética. Y, curiosamente, manteniendo nuestros respectivos status durante el
tiempo del estudio, ellos aportaron bastante, y logramos una convivencia, un
"consenso" sobre un tema de interés común. Experiencia bastante positiva.
Posteriormente fue revocada la autorización; implicaba confraternizar con los
prisioneros.
Entre los subtenientes de infantería de marina que participaban en los grupos
del ejército, marina y aviación que se turnaban en la vigilancia, había un miembro de
Patria y Libertad de Valparaíso: Jaime Weidenlaufer. Nazi. Al finalizar el primer día
de su turno en la barraca nos dio el siguiente discurso: "Prisioneros: Uds. tendrán que
olvidarse de lo que fueron antes. Vean lo que son ahora. Cualquier conscripto vale
cien veces más que Uds. Chile no necesita intelectuales vagos, ociosos como Uds.
Chile necesita soldados y haremos de Uds. soldados, cueste lo que cueste. El que no
1
quiera entenderlo se quedará botado en el camino". Nosotros éramos los "jerarcas", es
decir, los que dentro de la tesis vietnamita de Merino correspondíamos al "tercer
tercioo". En marzo de 1974 hubo varias provocaciones, entre ellas, que Weindenlaufer
trató de transformar en obligatoria la universidad del campo de concentración
fijándonos un "año académico", programas y otras imposiciones.
En la isla había unas piedras negras y otras de color café que podían ser
labradas. Primero las labramos con clavos. Y fue el Dr. Bernal, el dentista de los
"Ecos" quien nos enseñó mientras nos atendía. Posteriormente, en los tiempos en que
fui "costurero de carpas", pude recoger alambres de acero y entrar en el garage de la
COMPINGIN, y siguiendo las instrucciones que me dio Olivares, afilarlos como
buriles. Esto era conocido por el comandante Feeley, jefe de la base de Puerto Harris
quien me autorizó para usarlos.
Sorpresivamente, el jefe supremo de Chile, declaró que en la Isla Dawson hay
sólo "delincuentes comunes". Y, entonces, llegó de repente, un destacamento de
seguridad del SIM, que nos allanó. Durante quince horas estuvimos incomunicados
en diversos lugares, desde la glorieta que habíamos construido para guarecernos en
invierno y no estar siempre en la barraca, hasta el comedor.
Nosotros habíamos adelgazado mucho, un promedio de 18 kilos cada uno. De
alguna manera nos preocupábamos por mejorar el rancho. Y conseguimos con un
funcionario de la cocina a quien conocía, que tirara cubiertos con plásticos las cabezas
de vaca y los restos de cordero de la comida de los oficiales y soldados. Con Pinto,
Teplizky y Sergio Vuskovic nos turnábamos para sacarlos y llevarlos a los
compañeros. ¿Qué importara que vinieran de la basura? Necesitábamos proteínas.
Igualmente comimos calafates y digueñes; y Tacci, Pinto y Stuardo mariscaban choros
y erizos que comíamos a la "cachencho", como nos enseñó un compañero "Eco" de
Punta Arenas, que aparecía entre los matorrales: encender una fogata (había que
hacerlo siempre, por el frío) y encima de ella arrojar los erizos y choros. Hasta que nos
prohibieron mariscar y comer por la "marea roja". Ahora en el campo de Walter Rauff
ya no podía quedarme en el "entrepuente" (el patio de la barraca), con el
contramaestre que se quedaba "a bordo" y expropiar cosas de la cocina. Este era un
campo típicamente nazi.
Entre los psicópatas estaba el capitán del ejército Fernando Zamora Flores, el
que orgulloso me contaba que era boina negra paracaidista. Sabiendo que un hijo mío
era paracaidista israelí, me contaba sus "experiencias". Este insano nos espiaba
personalmente desde un jeep. A veces conversaba conmigo. En el campo de Río
Chico había siete calabozos, cuyas puertas, arriba y abajo dejaban cinco cms. de
espacio, y en cuyas paredes de cemento había agujeros. Éstas eran sabias medidas de
torturadores profesionales ya que el frío, la nieve y la lluvia aumentarían el
1
sufrimiento. En cierta ocasión apareció Zamora con su boina negra, delgado, moreno,
bajo, en nuestra barraca "Isla" y preguntó:"¿Dónde está el hombrecito?" Nadie
contesta. No sabemos a qué o quién se refiere. Busca y de pronto increpa a Alejandro
Jiliberto, y le dice: "Ud., hombrecito, saludó con el puño en alto a unos detenidos del
otro campamento". Todos hemos estado con Alejandro, y el frío, el trabajo y la
vigilancia impiden que bajo la lluvia y la nieve uno observe nada. Alejandro sostiene
no haber hecho tal saludo. Es una franca provocación. El capitán Zamora, que es unos
diez centímetros más bajo que Alejandro y que jamás será tan "hombrecito" como
éste, ordena: "Tome una frazada". Y a la guardia: "Conduzcan al prisionero al
calabozo". Toda esa tarde y noche, bajo un temporal salvaje y con unos 7 grados bajo
cero, Alejandro Jiliberto permaneció preso en un calabozo de uno por uno, con no
más de 1,50 m. de alto. Nosotros le preparamos café caliente a su salida. Estaba
morado de frío. El capitán le dice: "Prisionero Jiliberto, puede permanecer en la
barraca y descansar". Y Jiliberto, con la digna sensatez que era nuestra decisión, le
responde: "No, gracias, capitán, estoy bien. Prefiero ir al trabajo con los otros. No veo
porqué quedarme". Y así, le manifestó la voluntad de nada deberle al psicópata.
El plan de exterminar en un clima adverso a los dirigentes de los partidos de la
UP, a los ministros y funcionarios, producía paulatinos efectos. Daniel Vergara sufría
esclerosis, no se le permitió recibir sus remedios, y cuando, herido en una mano por
la esquirla de un tiro, los doctores Enríquez, Girón y Guijón exigieron tratamiento en
un hospital, no le prestaron la debida atención, y en los rayos X no apareció la
esquirla. Julio Palestro, de 66 años, sufría de diabetes; Osvaldo Puccio, del corazón; el
Dr. Edgardo Enríquez enfermó, y lo mismo José Tohá. Vladimir Arellano se quebró el
brazo al caérsele un tronco. Los compañeros iban y venían al Hospital Naval de
Punta Arenas. El 15.12.73 son liberados Patricio Guijón y Orlando Budnevich. Y el
15.1.74, Aniceto Rodríguez.
Y en ese extraño mundo, la junta militar se enorgullecía de este "Campo
Modelo"; además de las visitas de la Cruz Roja, se permitieron la de periodistas
brasileños, de la BBC de Londres, y de otros medios de comunicación. En su libro
"Dawson", Sergio Vuskovic denomina al campamento el "Monasterio de Ghateng", y
señala una cosa característica: en la mente de los militares, en la mente del nazi
Walter Rauff, que diseñó este campo, no tienen lugar las líneas curvas. El
campamento era absolutamente rectilíneo. Para ellos sólo la línea recta es perfecta
porque predispone al hombre "al respeto a la disciplina", la buena disposición y la
tranquilidad moral.
Hemos hablado de las "piedras de Dawson" y de la provocación iniciada por
Pinochet, quien en una visita a Punta Arenas declaró que sólo "delincuentes
comunes" poblaban Isla Dawson y los demás campos de concentración del país. Las
piedras se labraron con alambres de acero. Como pudimos, las hicimos llegar hasta
1
nuestras familias. Los de inteligencia "descubrieron" que ellas había "mensajes", que
nosotros recibíamos informaciones del exterior y las enviábamos también. Que
preparábamos el asesinato masivo de guardias y una fuga de la Isla en un submarino
soviético y naves cubanas. Así llegamos al allanamiento al que he aludido. El teniente
Santiago del SIM me acusa de tener un libro de claves militares: "Las claves de
Proust". Después sostendrá que la carta de uno de mis hijos ha sido censurada entera
porque en ella venían "instrucciones". El allanamiento tuvo lugar el 5.3.74, y ahí
encontraron los alambres para labrar las piedras. Al día siguiente se redobla la
guardia. Nos citan después de la Orden del Día al patio central del campo. Estamos
rodeados de tropas que nos apuntan. Con los compañeros de las barracas "Eco"
formamos el cuadro; al centro hay una gran profusión de alambres, pedazos de
madera, piedras. Algo impresionante por lo variado y sin utilidad práctica alguna. El
teniente coronel Aquiles Cáceres, del SIM, a gritos e insolentemente nos dice:
"Prisioneros, se han encontrado en poder de Uds. una inmensa cantidad de armas
cortantes, punzantes y contundentes. Hemos comprobado que reciben
comunicaciones e informaciones desde fuera de la Isla. Por todo ello, el alto comando
ha decidido que serán sometidos todos a un período de castigo disciplinario militar.
Ahora, si Uds. piensan que mis palabras son una amenaza, les digo, sí, lo son, y
sufrirán las consecuencias".
Llegó el destacamento de castigo de la infantería de marina comandado por el
teniente Eduardo Carrasco Moreno. Duro, inflexible, contradictorio. Pero es preciso
reconocerlo: capaz de enfrentar su responsabilidad. El fue el único y el primer oficial
que firmó con su nombre y apellido las órdenes y obligó a cada subordinado a
colocarse una placa con su nombre y grado. Y ahí la cosa empezó a tornarse
verdaderamente trágica. Habíamos tenido ya instrucción "doctrinal" con
Weidenlaufer. Ahora como "soldados" recibiríamos el castigo disciplinario para
prisioneros de guerra "rebeldes". El teniente Carrasco nos reunió; nos explicó que el
"régimen de trabajo interno sería riguroso", y que precisaba darnos instrucciones para
sobrevivir en ese clima polar. Nos dio algunas indicaciones útiles y prácticas para
evitar el enfriamiento de pies, piernas y manos, cosa seria en ese clima. Pero permitió
que el psicópata Jaime Weindenlaufer, Mario Tapia y el "Loco" Valenzuela, un tarado
de Valparaíso que había sido dado de baja, abusaran. La más simple de las medidas
punitivas era la orden: "Págueme 50"; es decir, hacer cincuenta flexiones con las
manos congeladas sobre el ripio, la nieve, el hielo, el agua o el barro. El psicópata
Weidenlaufer nos seguía con su fusil de mira telescópica con rayos infrarrojos. Con el
frío de marzo la diana sonaba a las 5 a.m. Debíamos hacer gimnasia bajo la lluvia y la
nieve; saltar, trotar, metiéndonos en los charcos, o patinando peligrosamente en el
hielo o la nieve. Y todo bajo los gritos de los BT.
A nuestra vez, todos observábamos los gestos, los movimientos de la tropa y
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los oficiales. Desde la parte de arriba de mi cama, en Río Chico, se veían las
empalizadas exteriores, y entre la esquina de una edificación y un poste quedaba un
vacío que nos servía de "periscopio"; por él observábamos el "instrumento" (así
llamaban a las torpederas, barcazas o aviones) que llegaban y sabíamos si venían más
prisioneros, visitas o alimentos. Y otras cosas. Trasladados a Río Chico, observamos
que nuestra cocina estaba ahora separada de la del resto de los prisioneros; tal vez
por comodidad. Ahí se preparaba la comida de los guardias; pero nadie probaba o
comía nuestra comida. Pudimos observar que el hambre atroz que teníamos en la
COMPINGIN ahora no era tan aguda, aunque sí la sed; además todo lo que
ingeríamos se transformaba en orina. ¿Pondrían alguna droga en nuestra comida?
Aun cuando así fuera, debíamos alimentarnos y buscar quizás otras fuentes
alimenticias. Era extraño que nos prohibieran comer choros y erizos; la "marea roja"
duró pocos días, pero la prohibición se mantuvo.
Después supimos que en abril de 1974 se había llevado a cabo una denuncia y
una campaña internacional sosteniendo que en nuestra comida se colocaba una droga
anorexígena que producía la pérdida del apetito, y un progresivo debilitamiento.
Un día, a fines de enero de 1974, en que había conseguido la calidad de
"enfermo" y estaba en la cuadra con Osvaldo Puccio atendiendo a José Tohá, llegó
una patrulla a comunicar que éste debía estar listo en media hora para ser trasladado.
Con Osvaldo lo ayudamos a vestirse. Y los pesamos; vestido pesaba 54 kilos, con sus
zapatos número 46 y toda su ropa gruesa. Obtuvimos autorización, mejor dicho, nos
ordenaron que lo lleváramos hasta un jeep que estaba en la puerta principal del
campo. Debidamente custodiado, afirmado en nuestros hombros, lo entregamos en el
jeep al comandante Feelley. Éste le dijo sumamente perturbado:"Sr. Tohá, lo llevan al
hospital para que se recupere, y después a casa...". Creo que lo dijo con buena
intención.
En COMPINGIN conocimos al capellán José Luis Cansino. Se nos permitió
que un grupo dirigido por Miguel Lawner, del cual era yo alarife, reestructurara la
Iglesia de Puerto Harris, que no fue construida por los alacalufes sino por carpinteros
tiroleses, según leímos en los propios libros de la iglesia, una vez pintada, arreglada y
colocados los mosaicos con motivos navales, crueces, estrellas de David, candelabros,
cálices, etc. Pasamos días agradables con Miguel Lawner, Lucho Matte, Hernán Soto,
Orlando Letelier, Ariel Tacchi, Andrés Sepúlveda, Puccio y otros. El comandante nos
dijo que podíamos encerar y cantar. Le dijimos: "Sí, mi comandante, Ud. quiere que
cantemos: enceremos...enceremos". Tenía sentido del humor.
En esa isla habían muerto cientos de indios víctimas de la civilización. Vestidos
y lavados, sin grasa que protegía sus cuerpos, y con un régimen alimenticio diferente,
murieron de tuberculosis. Y leímos que su cacique, el "capitán Antonio", con los
últimos sobrevivientes, dirigió una sublevación para volver a vivir libres en el mar y
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las islas.
La isla se llama Dawson en honor al contramaestre del "Beagle", el barco que
llevó a Darwin a ella. Tiene ochenta kilómetros de largo por cuarenta en la parte más
ancha y es impenetrable por la selva hasta una distancia de dos kilómetros por el lado
que da frente a Bahía Inútil; en los coiques hay osamenta de "baguales" que años
atrás se enredaron en ramas y lianas. Julio Stuardo trató de continuar los estudios de
Darwin. Y con Patricio Guijón hicimos con unos maderos un hermoso jardín en el
patio de la COMPINGIN.
La primera vez que tuvimos tratos con el coronel Jorge Espinoza, director del
Servicio Nacional del Detenido, estuvo notoriamente desafortunado. Nos trató de
"prisioneros" y nos anunció un "gran proceso nacional" por los crímenes y delitos del
gobierno de la Unidad Popular, de los cuales éramos nosotros personalmente
responsables. Y que éramos miembros de un gobierno espúreo. Hugo Miranda le
replicó: "Nosotros no somos los subversivos, los que nos hemos alzado en contra del
gobierno, nosotros somos sus representantes y funcionarios del gobierno
constitucional". Los de Valparaíso quisimos ver cómo era el juego y pedimos
audiencia. Y solicitamos "ser entregados a la armada". Nos dijeron que no, que
formábamos parte de los "nacionalmente responsables". Y como yo insistiera en que
"respecto a mí hay un lamentable error: yo era un oscuro asesor jurídico del
Ministerio del Interioor", le coronel me pasó al fiscal militar Nogués. Éste me dijo:
"No se modesto, colega, Ud. fue uno de los más peligrosos, y créame, una gran suerte
la suya que haya salido de Valparaíso y que esté aquí. Aquí está seguro, piénselo".
Después conversamos de otros temas. Y el coronel Espinoza me autorizó para otorgar
poder a mi cónyuge, el único poder que me permitieron , endosado por el
comandante Felley. Los jefes de campos de concentración pasaron a ser "notarios" o
escribanos.
Los recuerdos se mezclan. Pero consigno hechos para análisis futuros de la
conducta nazi de la dictadura militar, a fin de destruirla y restablecer la democracia y
la libertad en Chile. Una forma de enfrentar a los nazis es manteniendo la dignidad. Y
ésta, externamente se manifiesta en estar siempre afeitado y con los zapatos limpios,
aun cuando uno se vista miserablemente. Y demostrar que uno puede sobrevivir y
enfrentar la adversidad. Esto los desorienta.
Obtuvimos permiso para construir la "glorieta". Miguel Lawner fue el artista
pintor de la Isla; de su belleza, y de los hechos humanos e inhumanos que allí
ocurrieron. Toda su obra artística es un testimonio y una prueba de la capacidad del
hombre para ser siempre humano. Orlando Cantuarias creo la "oración del
dawsoniano": "Dios, en su infinita bondad, sabe lo que más nos conviene, harto
jodidos nos tiene ¡Hágase su voluntad!". Hubo campeonatos de brisca, dominó,
ajedrez, bridge. Campeones salieron Hugo Miranda, Carlos Morales, Lucho Corvalán
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y Daniel Vergara. Sergio Vuskovic y yo salimos últimos, como "los peores jugadores
de Isla Dawson y sus archipiélagos". Ideábamos campeonatos nacionales inter
campos de concentración. Cantábamos tangos y boleros, es decir, cantaba Orlando
Letelier con su guitarra española que le enviaron de Punta Arenas. Se formó el coro
de Isla Dawson: Palma, Tohá, Puccio Jr. y otros. Eran los cantantes más desafinados
de esas latitudes. En la COMPINGIN inauguramos los "laras": camisetacalzoncillos
largos de franela, usados por los trapecistas "Hermanos Lara". Anselmo Sule, Jorge
Tapia y yo hacíamos ejercicios gimnastas. Yo puedo pararme de cabeza; hicimos una
demostración con Jorge Tapia, fallamos, caí al suelo, y casi me desnuqué en la velada
del 31.12.1973, donde Puchito actuó como mimo con las manos de Enrique Kirberg y
Aniceto emuló a Paul Robeson con "Si tuviera un martillo". Con mis conocimientos de
yoga hacía dormir y "viajar astralmente" a Tito Palestro y otros compañeros. Pero
después, Girón y Guijón tenían que darme aspirinas disfrazadas de sedantes para
dormir.
En pleno régimen de trabajo disciplinario, estando un día con Jaime "Pañuelito"
Tohá (sacaba el pañuelo para molestar al sargento Malacueva), como a las 19 horas,
cuando estábamos "trabajando la onda", me dice: "Asesinaron a José". A los pocos
minutos entró el capitán Santiago del SIM, que ahora está agregado a la guardia
disciplinaria, a manifestar su pesar. Carlos Matus irrumpe y le dice: "Capitán, Uds.
asesinaron a José Tohá". El dice: "La radio informa que se suicidó". "No podía
suicidarse". Le replica Matus. El capitán pregunta: "¿Cómo lo saben?" Intervengo y le
digo: "Capitán, Ud. no tiene experiencia como prisionero, está al otro lado. Pero debe
saber que nada es secreto, ni nada es oculto, y que todo se sabe. José Tohá no pudo
suicidarse como dicen...". La radio oficial informaba que se había ahorcado estirando
un colgador de ropa de alambre de acero, que había colgado de una puerta de 1.70 de
altura. Cuando José salió de la isla no podía caminar, no tenía fuerzas ¿cómo iba a
estirar un alambre de acero? Carlos Matus le agregó a Santiago: "Ud. debe saber, mi
capitán, que los prisioneros en Spandau, por el movimiento de los guardias sabían lo
que ocurriría".
Este asesinatao se sumó al del general del aire Alberto Bachelet, en la Cárcel
Pública de Santiago, a consecuencia de torturas, de la corriente eléctrica y de las
drogas que debió sufrir hasta morir.
Los días más o menos tranquilos en la COMPINGIN, cuando pintábamos la
iglesia de Puerto Harris y profundizábamos dos metros bajo tierra las cañerías del
agua potable; cuando recibíamos de manos desconocidas huevos, pan y trozos de
carne que aparecían en las cercas; el día que el "panteonero", viento del Mar de Drake
de 135 kilómetros por hora arrastró al "Puma" Bundevich, y gracias a unas ruinas no
se lo llevó al mar; los días en que nuestros "aparatos de información" hacían contactos
que nos proporcionarían los datos del técnico en campos de concentración que
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habitaba en Punta Arenas, y otros; los días en que hacíamos la choca en los jardines
ingleses, con sus glorietas, que florecían en Puerto Harris, donde arreglábamos el
tranque; todos esos días se habían ido. Ahora era el tiempo de castigo. Del régimen
disciplinario ¡para prisioneros de guerra rebeldes!
Los meses de marzo, abril y mayo estuvieron dedicados a quebrar la resistencia
física y moral de los 600 a 700 prisioneros que morábamos en la isla. Pero se
equivocaron. Salimos más fuertes, más duros, más decididos.
El capitán Santiago me preguntó si la Biblia la uso para transmitir mensajes en
las cartas. Le reclamo; cartas de mis hijos han llegado completamente censuradas.
Una llegó así: "Querido padre: No quiero preocuparte, pero... Paz para un hombre de
paz. Diego" Sólo el encabezamiento y el final. Me dice que para evitarme sufrimientos
o instrucciones, la censura la ha borrado. Le digo que mis sufrimientos no me los han
ahorrado nunca. Y con eso me los aumentan. Me pregunta si creo en Dios. Le
pregunto si él cree. Me dice que tiene dudas, y después quiere saber lo que pienso yo
que debe ser Dios. Le respondo que Dios debe ser el respeto de todos los derechos
humanos, porque si Dios creó al hombre, lo hizo como ser humano, para gozar del
mundo, y para que todos lo respeten en su condición humana. Dios es el respeto a los
derechos humanos. Se calla un momento, y después levantándose de mi litera donde
se ha sentado, me dice: "Dios, entonces, se mete en política... Nadie debe meterse en
política". Y se va.
Ahora, desde las 5.00 horas de la mañana todos estamos ya al trote y cantando
las más variadas canciones militares y navales. Al trote a la formación para homenaje
a la bandera de las 8.00 y de las 18.00. Al trote a los comedores y al trote a lavar los
platos. Al trote con las herramientas, con los sacos, con las carretillas, con los troncos
de árboles. Ya no pararemos de trotar. Ya no viajamos en el "logístico", ni vamos a
Puerto Harris. Ahora a ripiar a la orilla del mar. A levantar 30 cms. los patios de las
barracas, los caminos que circundan por dentro y por fuera de las alambradas. Y a
ripiar el patio central. Los ingenieros nuestros expresan que la manera en que nos
ordenan hacerlo hará que en unos días más, con la lluvia y la nieve se anegue. Pero
no, "a lo ordenado, proceder".
Y a cargar ripio desde la orilla del mar y llevarlo 300 metros o más por la arena
mojada, el mar, la lluvia, la nieve; 40 o 60 kilos al hombro. Subir por las escaleras
hechas de tierra, en el pretil, y desde arriba vaciar el ripio. Ripiar los nidos de las
ametralladoras Punto 50 con que nos apuntan. Es un mundo alienante e ilógico. En
Bosque Murillo nos hacen construir un camino que no va a ninguna parte. Tirar los
árboles y despejar el terreno. Nos internamos 300 metros en la selva impenetrable.
Recuerdo al "Peguitas Cortas" que decía "yo doy peguitas cortas"; era bastante
humano. Y él me volvió a la mente lo aprendido en la Escuela Militar: "Hay que ser
flojo, pero vivo el ojo".
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Llega el sargento Gengis Khan, el sargento Urra, Cosaco, B.T., es decir, infante
de marina. Nos dice: "Me entrenaron en Las Rocallosas. Salí primero..." Un día
después de leer nuestros "prontuarios", me pasa un puñal. Es tipo Bowie. Me dice que
lo fabricó él: "Como lo arroje, cae parado". Templado, afilado como una navaja. Me lo
pasa y me dice: "Arrójelo". Pienso que si lo clavo dirá que estoy entrenado, y si no,
que estoy superpreparado. Lo tomo, y en lugar de ponerlo con el filo hacia el frente,
lo lanzo de plano, y no se clava. Me mira y no me dice nada. Es extraño. Da poder y lo
quita. Designa a varios "brigadieres" con "autoridad" para dirigir los trabajos; incluso
para que lleguen hasta la guardia de campo desde la playa sin que los guardias estén
apuntándonos. Pueden cantar. El grupo de Jaime Concha ha terminado su labor y
vuelve hacia la guardia de campo conversando; Jaime los ha autorizado. De pronto
Gengis Khan grita: "Por qué esta gente habla en las filas?" Jaime contesta:
"Terminaron el trabajo, yo los autoricé". Y como energúmeno vuelve a gritar: "¿Quién
lo autorizó a Ud. para autorizar a los demás?", y agrega: "Venga conmigo". Va al
lugar en que estoy cargando un saco con piedras. Lo sopesa, me pide la pala, y él
llena el saco. Son más de 60 kilos. Llama a Jaime y le dice: "Cárguelo. Al trote,¡
marr..!" Y hace que Jaime corra en la arena mojada dos kilómetros de ida y vuelta. Él
corre a su lado. Nada podíamos hacer. Jaime resistió y rojo de indignación sufrió el
absurdo castigo.
Las condiciones climáticas hacían difícil trabajar. Empieza a oscurecer como a
las 15.00 horas. Y a amanecer a las 23 horas. Aumenta el trabajo de ripiar, ya no
bastan los sacos y traen carretillas de acero. Deben ser arrastradas entre dos por las
pendientes, por donde uno resbala, cae y se pierde el ripio. Uno carga la carretilla, y
otro, amarrado con un alambre de acero a la cintura, hace de "caballo" y lo arrastra.
Un día, a finales de abril, llueve torrencialmente y caen granizos, en forma tal que la
obra de arte de Walter Rauff y los nazis chilenos, es puesta a prueba. El viento vuela
la mayor parte de las barracas no habilitadas. ¿Alguien ha hecho economías con los
materiales? Ya conocemos el escándalo financiero que le ha costado la salida al
general comandante de la 5ª División. Y la evaporación de dólares y escudos en
edificaciones militares. Y entre nosotros (que involuntariamente hemos proveído al
mercado negro e ilegal de Punta Arenas) nace la frase "y de Manuelito Torres de la
Cruz nunca más se supo". El patio central era una piscina; todos nos mojábamos.
Recordamos que las observaciones de nuestros ingenieros no fueron aceptadas.
Ahora los 700 prisioneros debemos ripiar de nuevo. Y a los "Isla" nos corresponde el
patio central. Se permite que nuestros compañeros estudien el lugar y establezcan un
sistema para desecar, harto difícil bajo la lluvia y la nieve. Hemos pasado duras
pruebas, superaremos ésta, pero sabemos que los carceleros aumentarán nuestras
penurias mañosamente. Algunos de los nuestros han caído. Pero a los que quedamos,
sólo a tiros podrán matarnos.
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En este último equipo represivo, el capitán Fernando Zamora ha traído al "Cara
de Vaca", al "Loco" Valenzuela y a un sargento de la FACH sumamente duro. El
"Loco" Valenzuela entraba en la barraca con una bomba plástica en la mano,
lanzándola hacia el aire. Hugo Miranda, viéndolo tan imbécil le dice: "Y, teniente, por
qué no va a jugar afuera con esa huevada?" En otra oportunidad ordena a su patrulla
que vaya a buscar unos cuadernos, él se queda en la barraca, pero antes de salir los
soldados, provocándonos dice: " Soldados, si al volver estoy prisionero, mátenlos a
ellos y denme de baja a mí". Los soldados lo miran extrañados y se van.
Un día el teniente Tapia, que era uno de los torturadores del que me
informaron en julio 1973, y a quien intencionalmente no le cumplíamos las órdenes
de doctrinal, para perturbarlo, dijo: "Es extraño, aquí todos son universitarios y no
aprenden a marchar marcialmente" Estaba exasperado por nuestra indiferencia
colectiva e individual. Nos hacía marchar bajo la lluvia con palas y chuzos, y él se
cansaba. Estima esto, entonces, como una "insurrección". Ordena que nos separemos
en grupos y a la guardia que nos apunten; va hacernos fusilar. Mientras no nos
fuguemos y tengamos que ser "muertos por la espalda", no puede matarnos a sangre
fría. No demostramos ningún sentimiento. Comenta que "las órdenes militares deben
ser comprendidas". Y comete un grave error: pregunta qué pensamos. Luis Corvalán
pide autorización y le dice: "Mire, teniente, aquí no se trata de orden y mando, se
trata de que somos ciudadanos que no aceptamos todas las órdenes. Y no todos
somos universitarios; yo soy profesor primario". El teniente replica: "Pero tú eres
periodista, ¿o te ganaste el diploma en una rifa? Si no obedecen están terminados,
hijos de puta". Corvalán le expresa que no acepta insultos. El teniente Tapia le apunta
con su metralleta. Todos damos un paso hacia adelante y el teniente entiende. Y
volvemos al "doctrinal". Una noche, en medio de la oscuridad y el silencio, una voz
cantó: "Somos los hijos de Lenin..." y una radio clandestina argentina nos transmitía
noche a noche: "Chile no se rinde, carajo... Cruzaremos la Cordillera...". Teniendo un
poco de dedicación, en quince días los "prisioneros de guerra" pueden desentrañar el
sofisticado sistema militar. Se estiman imprevisibles, pero no lo son tanto. Diez días
antes de nuestro traslado sabíamos que seríamos trasladados. No existen los "secretos
militares". Lo único que existe es la incapacidad del civil desarmado para enfrentar o
resistir a quienes tienen el fusil en la mano. Y, por lo demás, los que cuando libres
trabajábamos en informaciones y seguridad, ahora presos, rehicimos el aparato
gubernamental, y los partidos el suyo, y continuamos informándonos. Y por último,
Arturo Girón, el Viejo Silva, Sergio Vuskovic y yo, teníamos "el solitario". Todos
teníamos el Tarot y el I Ching. Y podíamos adquirir información a partir de la manera
de caminar del Cara de Vaca o de la de apuntar con el fusil con mira telescópica el
enajenado Widenlaufer.
Había también oficiales humanos. Uno, el "Bonachón", nos dijo a los de
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Valparaíso que estábamos junto a la orilla del Río Chico: "Cuando llegué aquí, y
desde esa loma miré el campo me dije: ¡Putas, me equivoqué de fila, ésta es una
película nazi...!" Y durante quince días suprimió de su guardia el trabajo forzado aun
cuando se mantuvo toda la fanfarria militar que lo protegía. En el sistema de
provocaciones, el capitán Zamora nos preguntó en el comedor: "¿Por qué no hablan?"
Hugo Miranda contestó: "Está prohibido". El capitán ordenó: "Se anula la
prohibición". En la noche, un compañero pidió pan, y todos empezamos a conversar.
De pronto, el Loco Valenzuela gritó: "¡Hijos de puta! ¿Por qué están hablando?" Hugo
contestó: "Teniente, el capitán Zamora nos autorizó a hablar en el comedor". El Loco
replicó: "Ahora mando yo. ¡De pie! ¡Todos afuera! ¡A correr!" Y salimos, sin terminar
de comer, a trotar bajo la lluvia y el granizo. Sabemos que es un juego. Como
sabemos que Zamora castiga a los soldados que no nos golpean fuerte con sus fusiles
si no trabajamos en firme o si flaqueamos en las carreras. Todo está meticulosamente
estudiado para hacernos la vida insufrible, o para causarnos terror, tanto a
prisioneros como guardias. Todas las conquistas, incluso "la choca" de las 10, se
perdieron. Sergio Vuskovic y Walter Pinto, que eran "rancheros" rituales, tuvieron
que empuñar las palas. Y no pudimos reponer fuerzas en medio del trabajo. Jaime
Conche, Julio Stuardo, Alfredo Joignant y yo aceptábamos esta situación. Enemigos
definidos, con cara de enemigos. Terminaron las tardes deportivas dominicales. No
podíamos competir con los "Ecos" deportivamente. Y era "convivir" con la tropa, pues
éstos demostraban preferencia por unos y otros. Estaban lejanos los días en que un
grupo de "viejos" que estábamos capitaneados por Adolfo Silva, ganamos en el "tiro
de la cuerda" a los jóvenes "Ecos".
Era ya invierno, y la nieve era hielo. El agua de lluvia era casi sólo granizo. En
su afán de exhibir a la televisión inglesa, alemana, a la Cruz Roja internacional, ese
"campo modelo", se habían olvidado del invierno que afectaría a todos por igual. De
julio a septiembre una capa de hielo de 70 cms. cubriría todo. Se interrumpirían las
comunicaciones con Punta Arenas. Debemos salir.
El 7.5.74 seremos objeto de una provocación para llevarnos a la muerte a Luis
Corvalán, Jaime Concha y a mí. Ese día llovía torrencialmente, pero nuestros
ingenieros eran capaces, junto con nosotros, de lograr el drenaje en esas condiciones.
Era un desafío. Trabajé en un grupo dirigido por Pedro Felipe Ramírez en el que
trabajaba también Orlando Letelier. Jaime Concha fue encargado de hacer el "pozo"
al cual desaguarían las múltiples canaletas que haríamos sacando piedras y
colocando otras grandes. Posteriormente se incorporó al grupo Aníbal Palma; le
expliqué, conforme las instrucciones de Pedro Felipe, cómo debía cavar la zanja yel
"chaflán" o gradiente, o algo así. Posteriormente me acerqué donde estaba trabajando
Jaime Concha y le pregunté si él o la lluvia ganaría. Entonces se acercó un soldado a
nosotros con un fusil Máuser modelo 1915. Me retiran del trabajo y me ordenan que
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trabaje drenando el agua que forma una laguna al lado sur de la comandancia del
campo. De pronto veo que un sargento y unos soldados se llevan para los calabozos a
Jaime Concha. Llega un sargento de aviación, del SIFACH, con dos soldados, me
ordenan seguirlo con las manos en la nuca. Me lleva detrás de los calabozos y me
pregunta: "Isla 18, ¿qué le dijo Ud. a Isla 22?" Contesto que no sé quién es Isla 22. El
me dijo: "Venga conmigo a este lado y lo sabrá". Y me lleva donde está Jaime Concha,
con los pies separados y afirmándose en la punta de tres dedos a la pared. Me ordena
colocarme en la misma posición. Nosotros sabíamos nuestros respectivos números,
pero pese a llevarlos anotados, no los aceptábamos. Me dice: "Ese es Isla 22, y Ud. le
dijo a él que había llegado el momento de quitarle el fusil al soldado que los vigilaba,
e iniciar una sublevación de prisioneros de guerra". Le dije que era inexacto, que
habíamos hablado sobre si el agua de la lluvia anegaría el pozo antes de terminarlo.
El soldado dijo: "Mi sargento, también habló con el otro". "Tráigalo", ordenó el
sargento. Y el soldado trajo a Aníbal Palma. Lo pusieron en la misma posición. El
sargento me señala y le dice al Pibe Palma: "¿Qué le dijo éste, que es Isla 18, a Ud.?".
El Pibe negó que hubiéramos hablado, mientras yo deseaba que dijera la verdad. Al
fin, Aníbal Palma recapacitó y dijo: "Sí, conversamos, me transmitió instrucciones del
Sr. Ramírez para hacer los canales del drenaje". Le ordenó retirarse y mantenerse en
silencio. Yo respiré con gran alivio.
El sargento dijo: "El asunto es, entonces, entre Uds. dos". Y dirigiéndose a mí:
"Confiese que le propuso a Isla 22 arrebatar el fusil al soldado". Dije que no aceptaba
confesar algo que jamás había ocurrido y que me mantenía en la negativa. Entonces
se dirigió a Jaime Concha: "Ud. debe confesar que le propuso a Isla 18 quitarle el fusil
al soldado". Jaime dijo que eso era inexacto y que no confesaría falsedades. El
sargento me golpeó las costillas con la trompetilla: "Tienes que confesar, el soldado
dice que fuiste tú". "¿Por qué voy a confesar semejante desatino?" Volvió a
golpearme, y me dijo: "Eres choro, pero yo te voy a arreglar...". Le expresé que no soy
"choro", soy abogado y hombre de derecho. Y le agregué: "No es la primera vez que
estoy en estas situaciones y tampoco ahora confesaré nada". El sargento, nervioso, se
dirigió a Jaime: "Confiesa tú, el soldado dice que fuiste tú". Jaime le respondió:
"También soy abogado, no enajenado mental, y me mantengo en lo dicho: ni Vega me
ha propuesto nada a mí, ni yo le he propuesto nada a él... Hablamos del trabajo
solamente". El sargento dijo: "Lo siento, pero de aquí nos vamos a mi comandante y
de ahí Uds. irán a un consejo de guerra sumario y al pelotón de fusilamiento". Todo
era una burda maniobra urdida por Zamora, por razones personales que él y
nosotros conocemos. Ambos teníamos instrucción militar, por lo que era viable creer
esto, y además, ambos habíamos pertenecido al Ministerio del Interior, al que se
imputaba falsamente el fabulado Plan Zeta. Nos llevó donde un teniente "bueno", del
ejército, que tenía un tremendo complejo ante nosotros: "Yo soy brutazo, no soy
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intelectual, soy de infantería, de los patas hediondas..." Recibió el parte y ordenó a
una patrulla: "De plantón bajo la lluvia, si mueven un dedo, los matan. Estos dos son
peligrosísimos y deben estar alertas, pues si se descuidan les arrebatarán las armas".
Nos pusieron las "coipas" o pasamontañas al revés, para que les viéramos las armas, y
estuvimos más de una hora bajo la lluvia y el viento. Empapados. Me llamó el capitán
Zamora y dijo: "Su situación y la del Sr. Concha son gravísimas. El país está en
guerra, Uds. son prisioneros de guerra sometidos a régimen de castigo disciplinario,
y en estas condiciones se han concertado para arrebatarle el arma a un soldado e
iniciar una sublevación. De probar esto, los dos van a consejo de guerra y serán
fusilados". Eso, en medio del viento y la lluvia y rodeados por la soldadesca. "Si Ud.
confiesa que la proposición se la hizo el Sr. Concha, habrá clemencia para Ud. y sólo a
él fusilarán". Me negué terminantemente. Me dijo, "sigamos, aquí tengo al testigo que
lo oyó hacerle la proposición al Sr. Concha. Este soldado". Le dije que eso era
inexacto. Y loco de rabia Zamora gritó: "Prisionero, Ud. dice que el soldado miente.
¿No sabe Ud. que los soldados chilenos no mentimos?". Le repliqué: "No he dicho
que el soldado miente, he dicho que lo que dice es inexacto, o sea, que está
equivocado. Y si bien los soldados chilenos no mienten, pueden equivocarse como
cualquier ser humano...". Nada replicó. Y contraataqué: "Este muchacho está más
asustado que yo, aquí tiembla, en el consejo de guerra temblará más que Jaime
Concha y yo". Por lo demás le hice ver que tenía una Mauser 1915, y no íbamos a
elegir esa arma pudiendo elegir metralletas modernas. Después llamó a Jaime Concha
con quien tuvo un diálogo análogo y las mismas respuestas. Al rato de tenernos bajo
la lluvia nos mandó llamar. Dijo que no haría cargos y que nos retiráramos al rancho.
Nunca me sentí más seguro junto a un compañero que en ese momento con Jaime
Concha. Cualquier temor o vacilación nos habría hecho caer en la trampa.
La provocación contra Luis Corvalán fue perfectamente planeada, como la
nuestra. Corvalán hacía "carreta" con Puchito (Osvaldo Puccio hijo) para acarrear la
carretilla con piedras. Habían hecho más de veinte viajes de la playa al patio central.
Corvalán estaba empapado. Se lo expresó a Pedro Felipe Ramírez y éste obtuvo que
un guardia llevara a Corvalán a la cuadra a cambiarse el poncho. Todo esto era
observado desde la comandancia. Al volver Hernán Soto que tenía 33 años, una
gran fuerza y que hacía pareja con Orlando Cantuarias le ofrece a Luis Corvalán
cambiarse por Puchito. Y de pronto, aparece uno de los energúmenos: el Loco
Valenzuela, y lo increpa: "Ud. prisionero Corvalán está flojeando; atrasando el
trabajo, y tratando de cambiarse de lugar. ¡Mi capitán Zamora hará inspección a las
16! A trabajar, flojo. ¡A lo ordenado, proceder!" Es imposible aquí transmitir en toda
su dimensión el lugar, el tiempo, la lluvia, el agotamiento físico. Y las maniobras
arteras tendientes a provocar estallidos de rebeldía, y permitir dispararnos y
"fusilarnos in situ, por amotinados". Corvalán ignoró la provocación y con Puchito
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ambos con renovados bríos continuaron el trabajo.
A las 16 horas, el patio central era una piscina. El capitán Zamora con dos
provocaciones fracasadas estaba contento al ver esa laguna. Estimaba que nuestros
ingenieros no habían solucionado el problema; pero éstos pidieron autorización para
proceder, y retiraron las latas que hacían de compuertas de las canaletas, y toda el
agua corrió hacia el foso que había hecho Jaime Concha. En menos de diez minutos
desapareció la piscina. A las 18 horas, si bien bajó la lluvia, cantamos la canción
nacional sobre piedras mojadas y no con el agua hasta las canillas. Nosotros sabíamos
que era nuestra última noche en la isla, por el "correo de las brujas". Y pensábamos en
lo que planearían para molestarnos. Esa noche hicieron salir a Luis Corvalán para que
manejara la manivela de un acumulador eléctrico, y a Aníbal Palma lo tuvieron de
plantón cuatro horas bajo la nieve. A las 00.00 horas justas del 8.5.74 entra un piquete
de soldados. Nos quitan todos los libros y los llevan a la comandancia. Y otra
escuadra dice:"Los que sean nombrados irán al trote a la guardia". Luis Matte. Va y
vuelve. Se acuesta. Orlando Letelier. Cuatro soldados al trote ida y vuelta. Luis Vega.
Cuatro soldados. Ida y vuelta. Me hacen acostarme. Luis Matte. La misma operación.
Y vuelta a acostarse. Orlando Letelier. Lo mismo. Luis Vega. Lo mismo. Cada vez
hemos recibido una encomienda y nos han hecho acostar. Luis Vega. Recibo la tercera
encomienda y última como a las 2.00 horas. ¿Por qué el psicópata Zamora no las
entregó todas juntas? Porque esto figura en el "Manual de operaciones psicológicas"
en contra del ' enemigo interno' ". Me han quitado la Biblia. "La Biblia se usa para
enviar y recibir mensajes en clave".
A las 3.00 horas nos hacen levantar y preparar los bultos en cinco minutos. El
delegado de los prisioneros informa que ya están preparados. "¿Cómo que están
preparados?" Respuesta: "Siempre hemos estado preparados para salir de aquí en
cualquier momento. Y llegó el momento". Salimos con los bultos. Yo debí dejar las
tres encomiendas que contenían ropa interior de lana, gruesos jerseys, pantalones, etc.
Debemos llevar lo indispensable. El capitán Zamora dice: "Dejen lo más que puedan
para los que llegarán. Hemos despejado de gente de UP esta isla. Ahora llegarán los
de la Democracia Cristiana". Hacen una revisión completa en busca de armas. A las
5.00 horas formamos filas y con el capitán Zamora y el Loco Valenzuela a la cabeza,
emprendemos la marcha hacia la muerte o hacia la vida. Intentaremos sobrevivir.
Hemos sobrevivido aquí nueve meses; podremos hacerlo también en cualquier otra
parte. Allá lejos, los delfines nos llaman y hacen su último ballet. Y los "caiquenes"
nos llaman desde las nubes. Vamos en columnas de a tres, 25 kms. hasta San
Valentín, ahora aeropuerto naval Von Schroeders. Hace quince días que nieva, llueve
y graniza. El Río Grande se desborda y trae trozos de hielo. El capitán desaparece y
aparece el tercer teniente. De pronto cesa la lluvia y hace su aparición el sol en un
tono celeste, como no he visto en otras latitudes; porque ¡qué diablos! la isla es
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bellísima. Y ahí vivimos nueve meses; y ahí aprendí que la vida es y será siempre, la
única, la verdadera, la auténtica aventura personal de cada hombre.
Subimos una colina. Llegamos al puente de Río Grande; pero no hay puente y
para cruzar el río, prisioneros y guardias por igual, debemos desnudarnos hasta la
cintura. No lo hago. Prefiero morir de pulmonía a romperme los pies congelados en
las rocas. Por el vado son más de 110 metros de ancho; a mí me parecen 110
kilómetros. Y decido: me meto como estoy y punto. Al cruzar el río y bajar la
pendiente encontramos al psicópata de Zamora sentado en el "logístico"
esperándonos. Nos hace subir a todos. Podíamos haber salido en camión desde el
campo, pero no, debía provocarnos y torturarnos. Llegados al aeropuerto nos meten
en una hondonada llena de agua y nos rodean apuntándonos con sus armas. El avión
es un bimotor y junto a sus hélices nos hace colocar Zamora "para que se sequen". El
frío aumenta. El capitán repite su histórica frase al partir el segundo grupo:"Isla
Dawson está limpia de la mugre de la Unidad Popular. Ahora le toca ensuciarla a la
Democracia Cristiana...".
Llegamos a la base de la FACH en Santa Catalina. Un grupo de soldados
aviadores dicen provocativamente: "¿Hasta cuándo cresta los oficiales tienen
contemplaciones con esta mierda comunista? ¿Por qué no nos dejan que los matemos
y termina esta huevada?". Nos llevan a un hangar, nos desnudan, nos revisan. Todos
los bultos son abiertos otra vez. Nos quitan las piedras labradas, cuadernos, lápices,
cartas personales, cordones de zapatos y de pasamontañas. Nos visten y nos pesan.
Con toda la ropa que llevo, más un chaquetón de cuero y zapatos de seguridad
industrial: 59 kilos. El día de mi detención pesaba 78. Nos suben al Hércules 130 que
con tanto esfuerzo nuestro gobierno compró para sus paracaidistas. Instrucciones:
"Prohibido hablar, moverse, mear y cagar". Nos sientan y nos amarran manos y pies.
Nos apuntan. Y decolamos. Siento alegría y también sé que, como decía Enrique
Kirberg, "algún día añoraremos la isla". Ahí aprendí muchas cosas, a amar la
naturaleza, a recibir su información; a saber que el hombre siempre podrá
sobreponerse a ella. Y sobreponerse a las adversidades. Y a mi memoria viene un
sábado, allá en la COMPINGIN, en que un sargento de ejército nos sacó a un grupo:
Hernán Soto, Ariel Tacchi, Patricio Guijón, Alfredo Joignant, el Puma Budnevich y
yo, a buscar huevos de caiquén; de pronto, en unos acantilados, nos perdimos del
sargento. Y viene una caravana militar con muchos jeeps; nosotros no éramos
precisamente resistentes del maquis, aun cuando la escena era idéntica. Estábamos
desarmados, y, estábamos fuera del campo y, en consecuencia, debían fusilarnos,
aplicarnos la "ley de fuga". Pensamos que se trataba de una traidora y sucia maniobra
del sargento; entonces nos escondimos en el acantilado entre los árboles. Pasaron, y a
los diez minutos encontramos al sargento. Se había extraviado de buena fe. Era fácil
adelantarse y perderse. También recuerdo los tres arcoiris juntos que vimos con José
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Tohá, y no como arcos sino como toda la mitad de una esfera. Y recuerdo cómo salió
de la isla; débil, pero firme y con ánimo de lucha; dándonos aliento...
2.2. El coronel Espinoza y sus paramédicos.
Horas después arribamos al Ala 10 en Santiago. Formamos fila frente al
Hércules. Nos esperaba una comitiva especial presidida por el coronel Jorge Espinoza
del SENDET y su estado mayor; periodistas, televisión, radio, fotógrafos, diarios. Y
una muchedumbre de "enfermeros" con delantal blanco: los paramédicos del coronel
Espinoza. Nosotros estábamos empapados, ateridos de frío. Horas sin comer y
dormir y privados de las necesidades más básicas. Y ahí están los canales de
televisión, y todos los medios de comunicación de masas de la junta militar para
transmitir su absurdo show. Por un parlante llaman al primero grupo: Los señores
Bitar, Kirberg, Marholz, Pinto, Sepúlveda, Tacchi, Vega, Vuskovic y Zúljevic". El
coronel Espinoza con una gran sonrisa nos pasa la mano y nos da la bienvenida:
"¿Qué tal el viaje, Sr. Vega?", "Rutinario, mi coronel", "Le entregué el poder a su
esposa para solucionar lo de su departamento, pero creo que no le revalidarán su
jubilación. ¿Cómo está de salud?". "Bien, pero con un tronco me quebraron las raíces
de dos dientes". "Magnífico, Sr. Vega. Se le dará atención inmediata. Aquí uno de mis
paramédicos lo atenderá. Vaya con él, por favor". Fotografías, flashes, sonrisas del
coronel y su equipo. Miro al paramédico y le encuentro aspecto de luchador de catch
y me parece sospechoso un gran bulto debajo de su delantal del lado izquierdo, y las
cosas que sobresalen de sus bolsillos. Y, eterno optimista e ingenuo, me
autoconvenzo: "Debe ser su equipo médico". Detrás de unos hangares, el
"paramédico" me dice: "Me va a perdonar, señor, tengo que hacer esto, le ruego que
no se resista". (Nos han dejado sin esposas). Y me coloca una capucha de fieltro. El me
guía, me hace subir unos peldaños, caminamos por un pasillo muy estrecho y me
hace sentar. Me amarra los pies y las manos al asiento y me saca la capucha. Veo que
estamos en un Cessna parecido al que nos llevó de Quintero a Punta Arenas. Me
colocó una gasa encima de los ojos, y me la fijó con tela adhesiva que me quedó
pegada al pelo. Se disculpó diciéndome:"Perdone, señor, pero tengo muy poca
práctica en esto". Pensé: "Vamos a Isla Riesco". El viaje duró veinte minutos, y antes
de bajar nos cambiaron las esposas, ahora con las manos atrás. Entramos en un
vehículo cuyo suelo era de acero y partimos hacia el destino que la junta militar nos
había fijado.
3. Isla Melinka o campo de concentración de Puchuncaví.
Este campo de concentración pertenecía a la armada. Extrañamente y contra
todo lo que temíamos, el trato fue más humano. Nos ayudaron a bajar con cuidado
del vehículo, nos quitaron las esposas y vendas, nos examinó esa misma noche un
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médico y un dentista. El comandante nos dio su nombre, apellido y grado; y nos
informó que no éramos prisioneros de guerra sino que "retenidos", y que si algún
trabajo deseábamos hacer, éste sería voluntario. Podríamos leer, escribir, recibir
libros, radios, televisores, y en un tiempo más, visitas. Pedimos palas y herramientas;
arreglamos el piso para que el agua escurriera y evitar así la experiencia de Isla
Dawson. Constatamos que estábamos, al igual que en la isla, tapados de la vista de
los otros prisioneros por tablas. Oímos cantar a unos jóvenes: "Aquí en Melinka todo
el mundo se divierte/ la comida es abundante / para los simpatizantes que han
venido a descansar / ...¡No vuelvan más!"
Y realmente la comida fue excelente y abundante. El trato con los oficiales,
suboficiales y tropa fue correcto. Elegimos de delegado a Sergio Bitar y jamás tuvimos
problemas de disciplina. Me autorizaron a traer una máquina de escribir e iniciar un
ensayo sobre "Derecho y Cibernética". Después de nueve meses pude ver a Raquel,
mi mujer. Estaba muy delgada; había sufrido con la falsa noticia de mi fusilamiento y
la detención de nuestras tres hijas que ella no me informó; me informaron algunos
oficiales. A ellas la fiscalía les presentó el dilema: o cinco años de cárcel o el exilio.
El 19.6.1974 fui llevado a la fiscalía naval. Conocía al auditor general y al fiscal,
y ahí vi a los nuevos fiscales de cuyos nombramientos estaba enterado por un D.L.
que habíamos recibido en la isla. Declaré en un juicio sobre la CORDVAC
(Corporación de Desarrollo de Valparaíso y Aconcagua), el que tenía su origen en un
atraso y errores en la contabilidad. Respecto a mi sección, la fiscalía no tenía
problemas ya que el trabajo estaba preparado hasta abril de 1974. En las
irresponsables acusaciones en mi contra existía el supuesto apropiamiento de un
millón de escudos, que era el primer aporte de la CORDVAC a la Sociedad de
Industria y Maquinaria Médica Valparaíso Ltda., con la cual se abrió la cuenta
corriente en el Banco O' Higgins (exLondres), de dicha sociedad. Todo eso había sido
aclarado por mi abogado, Jorge Guarelo y por el gerente del banco, Sr. Oscar Bustos,
así como por las escrituras extendidas ante el notario Atilio Ramírez. Sin embargo, el
almirante Quintilio Rivera, vicepresidente de la CORDVAC, nombrado por la junta,
dijo: "El fiscal de la CORDVAC, abogado Luis Vega, se robó 20 millones de escudos".
La verdad es que dicho almirante vendió en 110 mil escudos la propiedad de la
Sociedad de Industria Médica de 16 mil metros cuadrados con más de 2 mil metros
edificados, con sus hornos y crisoles, con la materia prima, así como 325 riñones
artificiales armados de un valor de 1.500 dólares cada uno. Y aportó los fondos de la
CORDVAC a una sociedad con el Banco Hipotecario de Valparaíso que tenía un
cliente, formando así el Banco de Fomento Regional que quebró en octubre de 1981, y
cuyo patrimonio pasó a los "pirañas", el grupo B.H.C. de J. Vial.
Puede resultar extraño que un prisionero diga que en un campo de
concentración no sufrió, pero es así. Todo dependió de la condición profesional de la
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oficialidad y suboficiales. Las fuerzas armadas son institutos, pero están formadas
por hombres y éstos tienen distintas condiciones. Y en Puchuncaví estimo que nos
correspondieron mejores. Jamás hubo entre ellos y nosotros otro contacto que el que
correspondía. Jamás un desatino y jamás se relajó la disciplina. Y cuando uno viene
del submundo de los psicópatas reunidos en la Isla Dawson, cansado de recibir
vejaciones, humillaciones, provocaciones, y de enfrentar diariamente la muerte, sabe
apreciar y sabe distinguir. Esto da una esperanza para el mañana de Chile, en
relación a la oficialidad. Este campo de concentración de Puchuncaví era una colonia
creada por la UP para el veraneo de obreros y sus familias.
4. El campo de concentración de la aviación en Ritoque.
Los que por razones "estratégicas" habían ordenado separar al llamado grupo
de los "jerarcas", ordenaron unirlo nuevamente, ahora en el campo de concentración
de Ritoque. No recuerdo con precisión, pero nuestro grupo fue trasladado allí a
principios de juli. Era el mismo lugar un balneario en Quintero frente al cual, el
10.9.73, la escuadra amonitada había fondeado. En este campo, estuvimos cuidados
por la FACH, ejército y carabineros sin intervención ninguna de la armada, excepto
que el comandante de la base de la IZNV era el superior jerárquico del comandante
de la base y el campo. El temor que tuve en Puchuncaví que algún día llegara el
subteniente que enfrenté el 6.9.1973 se esfumó. En ese tiempo, el comandante de la
IZNV era Ernesto Eberhard, cuñado del general Pinochet. Antes de salir, nos
examinaron los médicos navales y extendieron certificados; nos pesaron y vino un tal
comandante Baeza, si mal no recuerdo, con una fuerte guardia y un camión celular de
acero que nos conduciría a Ritoque. Allí hizo entrega documentada del grupo de
aviación y le expresó al oficial encargado de nuestra recepción: "Entrego este grupo
de prisioneros en perfectas condiciones físicas, según consta en los certificados
médicos. Han sido bien tratados, esperamos que aquí continúe ese buen trato". El
oficial de la FACH que nos recibió respondió: "Así los recibimos y así los
mantendremos. Es nuestro criterio que así sea". El nuevo campo era otra colonia
veraniega de la UP. Recuerdo que mis hijas habían venido en años anteriores a
prepararlo. Ahora estaba rodeado de alambradas de púas, protegido por numerosas
atalayas con ametralladoras punto 50. Durante algunos días estuvimos solos los
nueve, hasta que empezaron a llegar nuestros compañeros que habían estado en Las
Melosas, en la Academia de Guerra de la FACH y en el Regimiento Buin. No
regresan al Dr. Girón ni a Adolfo Silva; ya no tendré con quienes jugar al "punta y
banca". Clodomiro Almeyda, Alfredo Joignant, Miguel Lawner y otros lo han pasado
francamente mal. Éramos, me parece, treinta y ocho. Hugo Miranda asumió como
delegado. Como éramos pocos, los prisioneros con la aceptación de la autoridad
militar de vigilancia elegíamos a nuestros delegados, jefe de barraca o brigadier. En
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otros campamentos existía un "Consejo de Ancianos". Si el delegado cometía un error
desde el punto de vista de los carceleros, era removido. Él se entiende con los oficiales
y suboficiales, ordena las formaciones, distribuye los turnos para el rancho y el aseo,
da cuenta de la dotación en la mañana, antes del mediodía, a la formación de las 18
horas, antes de cenar y antes de acostarse; y debe actuar con criterio para recibir y dar
órdenes. Hay asuntos que tienen carácter político o social, que deben ser discutidos
por todos, y aun cuando no esté de acuerdo lo que nunca ocurrió debe respetar la
decisión de la mayoría. En el Ala 2, había un comandante de base, un comandante de
campo, un comandante del servicio de inteligencia y uno de la guardia de vigilancia
que con toda ella se cambiaba cada 15 días. Los relevos causaban algunos problemas
por ser diferentes los regímenes militar, de aviación y de carabineros, y nosotros en la
isla habíamos estado en un régimen fundamentalmente naval. Posteriormente,
trajeron a 250 prisioneros más, y nosotros quedamos designados como "A", quedando
reducidos a un patio por el cual pasaba una especie de acequia de aguas servidas,
pútridas, que en el verano llamábamos "Pichi Beach". Nuestra superficie quedó en
unos 80x20 metros, lo que nos hacía dar vueltas alrededor de los camarotes como
esclavos en la noria. La Cruz Roja Internacional nos donó un refrigerador para
guardar la comida, producto de la solidaridad nacional y de los esfuerzos de nuestras
mujeres, madres, hijas, hermanas, novias, familiares y amigos. También obtuvimos
dos calentadores de agua, uno de los cuales pusimos a disposición de nuestros
"vecinos".
En la primera visita que el almirante Eberhard hizo para conocer el campo y a
nosotros, inesperada y estridentemente preguntó a la información: "Sr. Vega, ¿dónde
está el dinero de la CORDVAC?". Le respondí: "En el Banco O' Higgins, en la cuenta
de la Sociedad Industrial y Maquinaria Médica".
Hay "movimientos" de prisioneros: E. Kirberg, Alejandro Jiliberto, Felipe
Ramírez, Julio Stuardo y Camilo Salvo son trasladados a la Penitenciaría de Santiago.
José Cademártori va y viene. Llega Jorge Montes, jamás olvidaré sus piernas: había
estado setenta días de plantón. También llega el Dr. Alejandro Romero, del MIR.
Hugo Miranda es "removido" como delegado, cargo que asignan a Carlitos Morales;
expulsado Carlitos, elegimos a Lucho Matte y cuando éste es liberado el 21.11.1974,
los compañeros me eligen a mí.
Nos informan que vendrá el coronel Espinoza en los primeros días de
diciembre, y discutimos y decidimos presentar petitorio por escrito haciéndonos eco
de los derechos que la dictadura militar majaderamente informaba que nos
correspondían. Primero: Determinar que nuestra condición era de "retenidos por
estado de sitio". Segundo: No existían cargos criminales en contra nuestra. Tercero:
Recibir libros, previa censura. Fernando Flores había obtenido que la Orden de los
Jesuitas nos los facilitaran; se pedía autorización para escribir ensayos sociales,
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filosóficos, históricos, literarios, dibujar, pintar, grabar, todo bajo la propiedad
intelectual reconocida. Cuarto: Que se estableciera entre FACH, ejército y carabineros
un reglamento único de régimen interior en el campamento. Suspender por parte de
hombres los allanamientos personales a nuestras madres, cónyuges, hermanas, hijas
cuando nos visitaban; y que no se les hiciera esperar horas al viento y a la lluvia en la
base. Ese día, recuerdo, ocurrió algo divertido y extraño. Le entregué los documentos
al coronel J. Espinoza y le expliqué de qué se trataba. De entrada se opuso: "Es un
pliego de peticiones, es algo político". Le argüí que no, porque nosotros no éramos
trabajadores de la autoridad militar sino "retenidos" y que, en consecuencia, teníamos
una serie de derechos sociales, y que de eso se trataba. Empezó a leer el documento y
a expresar su conformidad con algunos puntos; en otros, prometió estudiarlos y
resolver. De pronto, el viento le vuela los documentos. Él se queda parado. Ninguno
de nosotros se mueve; primero, porque no podemos movernos en formación, y
segundo, porque no nos interesa. Y todo su estado mayor se queda estático, y es él
quien debe correr, sujetando su gorra, a recuperar los papeles. Este hecho,
curiosamente, nos ayudó.
Analizamos la conducta de los oficiales, y decidimos que cuando hubiera
cambio de guardia, el delegado "calificaría" al oficial que entrega la guardia. La
primera vez que pusimos en práctica este sistema, habíamos tenido un excelente
oficial de aviación. Al llegar el oficial del ejército, y hacer la presentación el que se
retiraba, expresé que a nombre de la barraca A despedía al oficial y que estimábamos
que su comportamiento había sido correctamente militar y que nos había garantizado
todos los derechos obtenidos, que le deseábamos éxito en una carrera profesional al
servicio de los intereses de la patria y del pueblo. El oficial agradeció y el entrante
quedó desconcertado. Pero cuando cumplió su período y estábamos formados,
miraba para ver nuestra reacción. Fue buen oficial y repetimos la operación. Cuando
el oficial era un mal elemento, nada decíamos y sólo saludábamos al que llegaba. Y,
¿cuál era la experiencia de esto?. Los oficiales sentían lo comprendimos necesidad
de este reconocimiento, de esta "calificación". Y era común que ellos expresaran que
eran hombres de armas, profesionales, y que no les agradaba el papel de carceleros.
Es un asunto interesante para estudiar.
Desde el día que nuevamente nos reunimos, la universidad del campo se
reabrió, fue una realidad, y pudimos, con el esfuerzo común, intercambiar
conocimientos de las diversas disciplinas con un espíritu universitario libre y
seriedad académica. Entre nosotros, por razones de edad y profesionalidad, no se
produjo la creación artística. Pero pudimos escuchar y presenciar los coros, las
canciones y representaciones teatrales, obra de los compañeros jóvenes de Punta
Arenas y de Ritoque. Todo, todo producto de los prisioneros, de la solidaridad
humana y del amor a la vida, el deseo de crear, de sobrevivir y de expresar
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artísticamente.
El 20.12.74 me informaron que sería llevado a Valparaíso al día siguiente, a
casa de mi madre. Se trataba de algo inusitado y no supimos qué pensar con los
compañeros; al día siguiente, en un vehículo de la FACH, escoltado por otro y
seguido por un tercero, llegamos a la casa de mi madre. Los soldados se bajaron
desplegando un "operativo" y apuntando hacia la casa. Mi madre, mi hermana, mi
hermano, todos frente a mí, y mi mujer me dice: "Ayer me avisaron de Israel que
murió Dieguito". No entiendo. Diego es mi hijo menor. 19 años. En septiembre se
había casado. Miguelito Lawner hizo una hermosa tarjeta que todos firmamos y le
enviamos. Y cosa extraña, pensé en Santiago, en el SIM, allá en la isla, que me trajo la
carta de mi hijo. Y que nunca, nunca sabría qué me escribió Diego, porque él la
censuró suponiendo que me iría a causar pena. Todos, todos los dolores: la pérdida
de mi situación profesional y social, la familia distribuida por todo el mundo, perder
la tierra; todo fue nada frente a ese dolor. Regresamos al campo. Debo decir que los
soldados que me acompañaron a casa informaron de lo ocurrido al oficial y que tanto
el trato de él como de la guardia fue humano. Él me dijo: "Haga de cuenta que está
solo, si quiere llorar, hágalo, le hará bien. Y no vea en nosotros sino hombres que
también somos padres e hijos, y que lo entendemos". Le agradecí, pero no lloré.
Había aprendido que el llorar es un derecho de hombres libres. Y para los que han
perdido la libertad sólo queda el gemir de bestia acorralada. Cerca de la reja me
esperan Sergio Vuskovic y Hernán Soto. Les dije lo ocurrido. Todos me manifestaron
su solidaridad. Lucho Corvalán fue inmensamente humano. Me dio consuelos de
hermano mayor. Y cuando ya en Mishmar Haemek supe de la muerte de su hijo
Alberto, le escribí a Tres Alamos. No sé si llegaría mi carta a sus manos. Me dijo: "Ésta
es nuestra vida, lo siento, sé cuánto te duele, pero eres fuerte y sabrás reponerte,
todos estamos contigo". En la formación de la noche, el oficial y los suboficiales me
dieron el pésame, pero no me excusé de cumplir. Y todos los compañeros del
campamento de Ritoque, los de "al lado", cantaron en memoria de mi hijo "El Himno
de la Alegría".
El decreto de expulsión fue retenido a petición del almirante Merino, pese a las
peticiones del gobierno de Israel. Benjamín Teplisky me representó en la velada en
memoria de mi hijo en el kibutz Megido.
Llegó el verano y nosotros, en la barraca A, inauguramos nuestro balneario
"Pichi Beach". Con Alfredo Joignant, segundo en el mando, Hernán Soto y
Maximiliano Marholz, del "Estado Mayor", despejamos de arbustos el costado de la
empalizada sur. Los servicios higiénicos construidos para unas 100 personas no
resistieron el uso de 400 y se rebalsaron las cámaras; exigimos la traída del "matón", o
sea, el camión que saca los excrementos. Como el comandante de la base dijo que no
tenía presupuestado para pagar el costo del "matón", le repliqué: "Si quieren tener
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campos de concentración deben tener dinero para cuidar su infraestructura material".
Marholz, amante de los baños de sol, inicia la temporada con varios de nosotros.
Clodomiro Almeyda se adhiere, pero expresa que el sol le produce quemaduras.
Preparo un "aceite" con parafina, Cocacola, loción de afeitar y otros ingredientes, al
que Hernán Soto titula el "Fierabrás", se lo colocamos a Clodomiro, pero se le
producen serias ampollas y quemaduras.
En un día de abril de 1975 en que Sergio Vuskovic y Joignant "trabajaban la
onda", escuchan una llamada de Radio Moscú a Quintero para informar que a Luis
Corvalán lo han designado Premio Lenin de la Paz. Lo felicitamos. Él afirma que ese
título es para él y para todos los combatientes de la libertad y resistentes chilenos.
Han pretendido iniciar en la fiscalía de Valparaíso un juicio en contra de Luis
Corvalán y otros, que se ventilará ante el consejo de guerra de la comandancia militar
de la zona en estado de emergencia de Valparaíso. Es un proceso absurdo, que había
anunciado Pinochet, y que viene a reemplazar al famoso Plan Zeta, que murió de
muerte natural el 14 de septiembre de 1973 cuando, en una carrera de declaraciones,
los cuatro generales reconocieron haber sido ellos quienes complotaron desde las
sombras. Luis Corvalán se niega a contestar las preguntas del comandante Lautaro
Sasso, lo mismo Daniel Vergara. Y los fiscales que vienen a interrogarnos de
Valparaíso me conversan de otras cosas. Era tan absurdo este proceso, que también
murió rápidamente de muerte natural. Pero sirvió para inculpar a Sergio Vuskovic, a
Leopoldo Zúljevic que ya estaba en Rumania y a mí de haber sido "instructores de
la Escuela de Guerrilleros de El Popular". Y demoran los decretos de expulsión. Fuí
detenido sin costo alguno y en forma eficientísima y exitosa por el abogado Guarello,
de ideas contrarias a las mías, pero que sabía que ambos éramos, por sobre todas las
cosas, hombres de derecho. Nos visitaron varios ministros, incluso Miguel
Schweitzer, el de Justicia, que nos miró desde fuera de las alambradas porque el
cincuenta por ciento de nosotros éramos colegas suyos.
Es conveniente señalar algunos hechos para el estudio respecto de las
relaciones interinstitutos armados. Un preso del otro lado era un infiltrado del SIM,
pero no para informar sobre los presos, sino que para informar sobre los aviadores y
carabineros y, tal vez, sobre los propios militares. El hecho fue que lo tuvieron más de
seis meses. Al principio iba otro del SIM a verlo en las visitas ordinarias, pero
después se olvidaron y no encontró nada mejor que enviar por el “ conducto regular”
una carta diciendo que ya había cumplido su misión, y que lo relevaran; y entregó la
carta al brigadier, y éste al oficial y éste, a su vez, al servicio de inteligencia de la
FACH.
Otro hecho extraño ocurrió el 8.3.75, el día Internacional de la Mujer. Un
prisionero simpatiquísimo, que estaba preso como miembro de la VOP y de un grupo
que creo se llamaba “ Los Gasparines” , trató de huir por un forado de la cárcel de
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Rancagua. Lo trasladaron a Ritoque. El 8.3, cantó una hermosa canción suya dedicada
a las compañeras en un acto que permitieron que hiciéramos con la participación de
todos, incluso nuestras mujeres. Recuerdo que el estribillo era, “ adiós, mi capitán, que
me voy volando...” Al día siguiente, el ejército entregó la guardia al “ Jéjé” Ávila, un
excelente oficial de la FACH que se preocupaba de cuestiones religiosas, y que era
muy humano. Todos los brigadieres informamos conforme a los antecedentes
entregados por el ejército. Tres miembros de una barraca se hallaban en el hospital. El
martes llegaron dos y se les inquirió por el tercero. Ellos dijeron: “ Sólo somos dos” .
Se formó a todo el personal, se contaron, cantamos los números. Y faltaba uno. Era el
de los “ Gasparines” . La aviación sostuvo que la responsabilidad era del ejército y
viceversa. Se pidió el concurso de la policía técnica de investigaciones. Vinieron con
perros amaestrados. Los vimos. Olieron la ropa, salieron al patio central, llegaron
hasta la puerta que comunicaba con nuestra barraca y el comedor. Entraron por las
dos puertas que daban al comedor, salieron al patio de guardia y llegaron hasta el
portón, y ahí se pusieron a gemir y rasguñar las puertas. Les abrieron, corrieron como
200 metros y empezaron a gemir otra vez y a dar vueltas. Ahí perdieron las huellas.
Pues bien, todas esas puertas estaban con candados y con guardias, y en la puerta del
campo había cuatro guardias...
El 23.3.75, por indicación del Ministro del Interior y de SENDET, mi mujer viajó
a Israel, donde ya estaban todas mis hijas, que se habían reunido con mis hijos. Si ella
“ no molestaba más” , en tres meses me expulsarían de Chile. No se dio curso al
segundo decreto por oposición del almirante Merino. Había transcurrido ya mucho
tiempo, y la armada había obtenido los documentos, o copias de ellos, que estaban en
los escritorios de Orlando Letelier y de Daniel Vergara. Ellos no servían para el “ Plan
Zeta” , sino que, por el contrario, probaban el conocimiento que teníamos sobre las
actividades complotadoras de algunos altos oficiales de la armada. En el juicio contra
Emilio Contardo y Roberto Sapiains –que no era otra cosa que un atraso en el
balance no fui parte. Y esto pudo probarse en noviembre de 1974, cuando mi
abogado consiguió que la Corte Suprema autorizara que volviera a primera instancia
para obtener del fiscal naval el certificado correspondiente. Los juicios por supuestas
detenciones arbitrarias no prosperaron porque eran inexactos, e incluso numerosos
abogados declararon que yo siempre había cumplido con la ley. De pronto la armada
empieza a solicitar mi presencia. Esta situación la habíamos expuesto al coronel
Espinoza, quien había ordenado al comandante del Ala 2 que ninguno de nosotros
podía ser sacado de allí sin una orden escrita suya o del general Pinochet. Antes de
irse de viaje, mi mujer me informó que unos marinos habían ido a citarme a casa de
mi madre para que declare en un “ sumario de la Contraloría” . Ella les dijo: “ Está
preso en Ritoque. ¿Cómo no saben esto?” . Presto declaración ante el comandante de
la Fuente Vergara, de la base, quien actúa en calidad de ministro de fe; no se me
1
permite viajar a Valparaíso. Posteriormente, ocurrió el hecho contra el teniente
Mercado. Y también intervine y declaré ante el comandante de la Fuente, en el mismo
campamento. No tuve que concurrir a la fiscalía naval. Las radios de Valparaíso
inician una campaña en mi contra, dirigida por Gustavo Lorca, un periodista de
Patria y Libertad.
Un día, en el mes de junio, mi madre me llevó una copia del decreto de
expulsión en mi contra firmado por Augusto Pinochet con fecha 6.6.75. No informé a
nadie. Pero el coronel Espinoza acudió presto, envista que el comandante de la IZN –
como superior jerárquico del comandante de la base había ordenado mi traslado a la
Academia de Guerra Naval, debidamente custodiado, para realizar ciertas
diligencias. Se rechazó la petición de la armada, y se reiteró la orden que sólo podía
salir con guardia del ejército, aviación o carabineros, no con personal de la armada.
En “ La Esmeralda” , un detenido de la DIA (Dirección de Investigaciones Aduaneras)
me informó una noche, cuando, herido cayó encima de mi “ coye” , que Luis
Sanguinetti, jefe de la DIA, con quien había trabajado en algunos asuntos, había sido
“ suicidado” . En el tiempo que permanecí en Puchuncaví y Ritoque, me informé que
Juan Bustos, jefe de Investigaciones, había sido bárbaramente torturado en la
Academia de Guerra Naval y en una casa secreta del A DOS, cerca de la antena de la
radio donde confluyen los cerros de Valparaíso y Viña del Mar. Con los dedos
quebrados, quemado y con el ojo derecho reventado, murió sin hablar.
El coronel Espinoza cumplió conmigo. Con una guardia especial, me autorizó a ir a
Valparaíso, a casa de mi madre que estaba enferma, para despedirme, el 26.6.1975.
Fue la última vez que vi Valparaíso, la ciudad en que nací. Era una ciudad destruida,
pero tuve la impresión que renacería y se oirían otra vez las canciones de la juventud
que reconstruiría todo lo destruido por la dictadura militar.
5. Tres Álamos y la policía internacional. Por qué no fui a Cuatro Álamos.
Me sacaron de campamento junto con Alejandro Jiliberto, que iba a Rumania.
Salimos con guardia de carabineros para Tres Álamos. El suboficial que dirigía el
operativo, a quién no conocíamos, nos provocó. Con Alejandro no lo consentimos, y
le dije: “ Suboficial, durante tres años trabajé con personal de carabineros, he sido
custodiado por ellos, he oído en la guardia las órdenes que le dieron. Limítese a
cumplirlas: Usted tiene que llevarnos sanos y salvos a Tres Álamos, y usted responde
de nuestras vidas y protección ante los gobiernos de Rumania e Israel y ante el CIME
y sus superiores” . No nos molestó más. En medio de una lluvia torrencial, llegamos a
Tres Álamos. Había sido un monasterio. Ahora estaba fuertemente amurallado con
paredes de más de tres metros de altura, y alambrado. Nos formaron. Entre los que
llegaron, había un delincuente común a quien se ignora por qué razón habían sacado
1
de la penitenciaría. Él insistía en que era “ común” y no “ político” , y temía que lo
echaran del país. Nos llevaron al antiguo comedor de los monjes, al “ terminal
pesquero” , una especie de estación final. Pero que podía ser peligrosa.
Sorpresivamente, me encontré con Samuel Riquelme, ex – subdirector de
investigaciones – que ya podía caminar, aunque defectuosamente, pues le habían
cicatrizado las heridas que le ocasionaron al amarrarle los pies durante largo tiempo
con alambres de púas; con Rodomil Yáñez , Jacinto Nasal y otros compañeros que
habían sido ostentosa y públicamente “ expulsados del país y liberados” desde
Ritoque ¡en noviembre de 1974! Dormíamos hacinados en camarotes de dos pisos.
Estaba de paso, por dos o tres días; así me dijo un comandante del gabinete del
coronel Espinoza al llegar ahí. Pero los compañeros me agregaron a una “ carreta” de
ellos, me dieron su comida y amistad. Recordamos los tiempos de nuestra juventud,
de nuestro gobierno y cambiamos impresiones. Una vez más viví y entendí la
solidaridad proletaria; y comprendí que lo que llamábamos el “ espíritu de Dawson”
no era privativo de los que allá estuvimos. Era y es el espíritu de la resistencia en
contra de la dictadura militar y sus atrocidades.
El 5.7.1975 salío Jiliberto. A mi no se me prontuarió. Gracias a una circunstancia
extraña que no puedo revelar, tomé contacto con mi madre, y ella con Benjamín
Orón, primer secretario de la embajada de Israel, y con el Sr. Varela del CIME. Ellos
obtuvieron que fuera trasladado por el SENDET a los calabozos de la policía
internacional. Mi situación era extraña y preocupaba a los compañeros que temían
que me llevaran a Cuatro Álamos, desde donde habían “ desaparecido” varios
compañeros. En el calabozo de la policía internacional, que estaba a treinta metros
bajo tierra, me encontré con dos ex –procuradores de mi escritorio de abogado que
estaban expulsados a Irlanda pero deseaban ir a Ecuador. El calabozo subterráneo
era seguro, y de ahí nos sacarían para volver a Valparaíso. Me prontuariaron, me
dieron un pasaporte válido sólo para salir del país Santiago – Tel Aviv y no
renovable. Expulsado según el D.L. 81/1973. Un día, a las 0.5 horas, fui llevado al
aeropuerto de Pudahuel. Ahí un chileno repatriado me cambió 11 escudos que yo
tenía por un dólar que tenía él. Fui entregado por carabineros, y éstos me dieron cinco
minutos para despedirme de mi anciana madre, y solamente de mi hermana y
hermano, por tener mi apellido. Y punto. Los carabineros me esposaron y me
llevaron a un avión de Air France. Yo había exigido al CIME viajar sólo por Air
France. Conocía la suerte de otros que lo hicieron por LAN o VARIG. El avión se
llamaba la Ville de Nize. Le avisaron al capitán cuando iba a subir, y éste bajó en
mangas de camisa y en español le dijo a los carabineros –un suboficial y cuatro
carabineros que, sujeto por los brazos y esposado, me obligaban a subir: “ Soy el
comandante Helena, este es un avión francés y este caballero es pasajero nuestro.
Desde el momento que ponga el pie en la escalera pisa territorio francés, y no puede
1
ser esposado y escoltado: quítenle los grilletes y que suba solo” . Y agregó, “ Ustedes
no son pasajeros, no pueden subir” . Me preocupé, pues un avión civil y comercial no
es territorio francés. Pero sus palabras enérgicas y su presencia surtieron efecto: los
carabineros me quitaron las esposas. Y subí. El funcionario del CIME, Sr. Varela, me
entregó el pasaporte y los documentos del CIME, que probaban que salía como
refugiado político, y que el gobierno de Israel se hacía cargo y respondía ante la
ONU.
Sentado junto a la ventanilla, me pareció ver a mi madre entre el público de la
terraza del aeropuerto. Esto lo vislumbré entre la llovizna, con una tremenda
humedad en los ojos y un nudo en la garganta. Tenía sentimientos encontrados:
dejaba a mi madre y la tierra en que nací, mi tierra originaria. El avión despegó. Miré
la cordillera de Los Andes y me dije: “ Cuando haya pasado al otro lado, estaré
tranquilo...” Pero una vez más me equivoqué: el avión se fue por el Pacífico, y como a
los diez minutos, los parlantes anuncian: “ Al Sr. Luis Vega se le necesita en la
comandancia” . Creí soñar. Eran las mismas palabras de los campos de concentración.
Pensé: “ Me llevan a la base de Cerro Moreno y ahí desapareceré” . Y fui. Pero confiaba
en Air France y no fui defraudado. El comandante Helena brindaba por mi libertad y
futuro donde quiera que fuera. Y recuerdo a la azafata, Mlle. Jacqueline, muy
humana y solidaria. Y a todo el personal del avión. Ellos hicieron que pasara por alto
los problemas que posteriormente tuve en París a causa del pasaporte de indeseable,
y a la idea de la policía de seguridad francesa de que “ Carlos” viajaba con pasaporte
chileno, y venía de Venezuela. Estuve otra vez “ retenido” con tres muchachos árabes
originarios de Venezuela, a los cuales los policías les dijeron que yo iba a Tel Aviv,
pero no hubo problemas. Todos hicimos causa común, y después ellos me
convidaron a comer.
Luego, Israel: mis hijas, hijo, yerno, nietos, nueras, Raquel. Y allá, en el kibutz
Megido, la tumba de Diego, mi hijo menor. Allá encontraría un nuevo destino. Pero
un destino ligado a la lucha del pueblo chileno, del pueblo israelí, de todos los
pueblos que luchan por su liberación, por su independencia y por su
autodeterminación.
1
VII
EL GOLPE MILITAR:
¿POR QUIÉNES Y PARA QUIÉNES?
El análisis de las informaciones acumuladas sobre las dictaduras de la Doctrina
de la Seguridad Nacional y sus regímenes económicos neoliberales, dan como
resultado unánime su falta de viabilidad y estabilidad. Las causas son diversas y
hemos indicado algunas, pero subyace en los fundamentos de la teoría y praxis de la
DSN, cuya piedra angular fue levantada por el demiurgo de las dictaduras militares
Robert Macnamara al establecer la necesidad imperativa y categoría de la fórmula
"seguridaddesarrollo" (Ver nota 23). Pero Mac Namara no previó los niveles de
inhumanidad de las cúpulas militar y capitalistas financieras de los países
latinoamericanos en los cuales se impuso la "ideología militar de la doctrina". Éstas
han negado a sus pueblos hasta el "ínfimo" o "mínimo desarrollo" que Mac Namara
exigió para hacer relativamente viable el sistema de marras. Y al negar este
"desarrollo mínimo", estas dictaduras castrenses, imponen el caos, el desorden y
compelen al hombre a la rebelión. En la actualidad, la administración Reagan justifica
el sistema sosteniendo que la subversión proviene de la URSS y de Cuba. Pero los
hechos demuestran que se trata de problemas internos de cada país.
1. Los militares ejercen el poder. Hacia un estado militar basado en el terrorismo de
estado.
He tratado de precisar lo que es el militarismo contemporáneo en
Latinoamérica, en países del Medio Oriente, y en cualquier otro país. Y sostengo que
se trata de algo que va más allá de las simples interpretaciones o explicaciones
conforme a teorías. Es simplemente el ejercicio del poder total por los militares como
institutos armados. En una palabra, es el poder militar. El hombre mira la sociedad de
acuerdo con las funciones que él desarrolla. El medio ambiente, el entorno militar es
el regimiento. Y un regimiento es una unidad orgánica de una misma arma o cuerpo
que constituye parte integrante de un "instituto militar" regido por un comandante; y
es lógico que los militares tiendan a regimentarlo todo, incluso el Estado. Es decir,
reducir a regimientos todos los aspectos que constituyen el Estado. Para conocer los
principios de la "regimentación militar" he dedicado parte de este trabajo a estudiar el
"militarismo". Saford Beer, en su trabajo para la UNESCO en 1969, llamado "La
administración en términos cibernéticos", en su primera declaración afirma que "el
hombre es cautivo de su propia manera de pensar y de sus estereotipos, es decir, a
moldes rígidos, a repeticiones de órdenes, a ejercicios, a movimientos mecánicos y
1
actos repetidos iguales, ésos son los militares. Los principios de disciplina, de
verticalidad de mando, de sumisión a la jerarquía, informan su accionar y su
interpretación del mundo natural, de la sociedad y del pensamiento. Esto es simple
constatación de hechos. Precisamente éstas han sido las características tenidas en
consideración por los analistas civiles que en los años sesenta se preocuparon de fijar
en Estados Unidos el papel dirigente de los militares en Latinoamérica como un
"inconveniente recomendable", pese al criterio del Centro de Ciencias Políticas del
Instituto de Tecnología de Massachussets que ellos impondrían "dictaduras
totalitarias".
Estas "dictaduras totalitarias" necesitaban una ideología que he expuesto: la de
la Doctrina de la Seguridad Nacional. Es preciso reiterar que quienes dirigieron y
dieron el golpe militar en Chile fueron los altos mandos imbuidos en esta ideología, y
sólo lo dieron cuando todos los presupuestos fácticos e ideales estuvieron maduros
para que el golpe "doctrinario" fuera viable y factible. Uno de los problemas más
preocupantes para el Pentágono era el origen de clase media de la oficialidad chilena.
No hay, salvo excepciones aisladas, hijos de la oligarquía industrial o terrateniente.
Este aspecto es secundario, pero en algunos sectores de la UP fue considerado
"positivo". Era fácil incurrir en errores de esta naturaleza. Los 270 oficiales que
participaron en la administración, fundamentalmente de las "fronteras económicas",
la "simpatía" de Washington Carrasco por el "proceso cubano", el brillante papel del
general "casi marxista" Orlando Urbina como vicepresidente de la comisión chilena
de la UNCTAD III, unida a las reales y valiosas actitudes del general Bachelet, del
comandante Araya, del general Prats, y otros, hicieron que germinara la idea de una
leve posibilidad de "oficiales tercermundistas" tipo Nasser o "generales peruanos" en
el ejército de Chile.
El papel "tercermundista" puede ser posible en países subdesarrollados en que
la burguesía carece de un peso específico. Pero no era el caso de Chile. Ahora, bien,
los militares no son "una clase social"; tienen algo de intelectual en su trabajo, y
tampoco juegan un rol en la producción. ¿Qué son los militares? Funcionarios
públicos que ejercen disciplinadamente el servicio de las armas. Es decir, son
"burócratas" uniformados; empleados del Estado de uniforme. Y, en consecuencia,
pueden formar un grupo social, pero no una clase social. La solución de sus
problemas y defensa de sus propios intereses tienen un carácter "corporativista". Los
años en campos de concentración militares nos convencieron que la burocracia militar
y el espíritu corporativista son las cualidad definitorias de ellos.
Otra característica militar es el desprecio por lo civil y los civiles. De ahí su
tendencia
estimulada por los cursos en la Escuela de las Américas a extender su actividad en
Chile a labores "extramilitares" y a la búsqueda del ejercicio absoluto del poder para
1
construir una estructura y una superestructura que pueda ser "regimentada" como un
regimiento. Es decir, a ejercer el poder para transformar al país en un regimiento. Este
regimiento es el estado militar. ¿Quién se oponía a este expansionismo extramilitar?
El gobierno de la UP, el pueblo organizado. Sí, es cierto, pero fundamentalmente se
oponía al "expansionismo" el régimen liberaldemocrático imperante en Chile, o sea el
estado de derecho que Allende había mantenido y defendido. Todo lo que es
liberalismo, democracia, es repudiado por la mentalidad corporativista militar; y todo
el aparato democrático burgués chileno, "puesto en marcha" por Diego Portales,
tendió a reducir a los militares a sus funciones: defensa de la seguridad exterior del
estado y elemento catalítico o no, de los procesos sociales.
2. El modelo nazi del terrorismo de estado chileno.
Más que fascista, el régimen militar chileno de la Doctrina de la Seguridad
Nacional es de tipo nazi. He expuesto ya las fuentes nazis de la Doctrina. Ahora
analizaré otros aspectos. Las características del nazismo fueron: 1) El militarismo; 2) el
paternalismo y 3) el autoritarismo. En Chile el militarismo ejerce el poder. Según
Federico Willoughbly, "Chile necesita un papá bueno, pero enérgico, y lo encontró en
el general Augusto Pinochet". El haber transformado a todo Chile en menores de
edad incapaces de elegir y de ser elegidos, e incapaces de ejercer su propia soberanía
nacional es una expresión de paternalismo. Y el autoritarismo se vive. La mejor
confesión es la del propio Pinochet: "En este país no se mueve ni la hoja de un árbol
sin que yo lo ordene” .
Una de las formas de ejercer el poder por los nazis es el terrorismo de estado
institucionalizado. Los reiterados informes a las Naciones Unidas por el permanente
atropello a los derechos humanos, las detenciones arbitrarias, torturas y malos tratos,
secuestros, asesinatos y robos, condiciones infrahumanas en las prisiones,
persecuciones y amedrentamientos, persecuciones a la Iglesia Católica, la
institucionalización del terror, la impunidad de los miembros de los servicios de
seguridad, la sumisión servil de la Corte Suprema y de los Tribunales de Justicia, y
todo el seudo sistema "legal" de la dictadura militar son pruebas de su calidad nazi.
Los servicios de seguridad norteamericanos niegan tener participación alguna
en el sistema represivo chileno, y como hemos informado, sostienen que han sido
asesorados por técnicos nazis. Es un hecho conocido que en Santa Cruz se adiestraron
a cientos y miles de terroristas chilenos en tiempos de la UP. Ahí estaba el mayor
Arturo Marshall. Esas fuerzas paramilitares fueron organizadas a fines de los años
veinte por Ernest Roehm, que volvió posteriormente a Alemania para hacerse cargo
del estado mayor de la S.A., después de cumplir esa misión en Bolivia. Pese a la
"noche de los cuchillos largos", esta organización continuó regida desde el Club
Bavaria de Santa Cruz. Y a la caída de Hitler, fueron recibidos en Bolivia, Klaus
1
AltmannBarbie, el "Carnicero de Lyon", Hans J. Stellfeld y Joaquín Herrmann, entre
otros. En una hacienda de un terrateniente boliviano, el Dr. José Gutiérrez, funciona
esta escuela nazi para terroristas, en la que recibieron instrucción técnica e ideológica
gran número de nazis chilenos, que hoy detentan el poder.
Es conveniente leer los textos de la organización de las SS. Nos hemos referido
a algunos aspectos conocidos por los fiscales militares y los miembros del servicio de
inteligencia militar norteamericano en Alemania entre 1945 y 1949. No podemos
extendernos en esta materia. Pero todo lo pasaré a exponer relacionado con los
"servicios de seguridad chilenos" que caben perfectamente dentro del organigrama
nazi de la R.S.H.A. Ministerio del Interior de la Seguridad, de las SS, las S.A., y de una
serie increíble de organizaciones aparentemente "privadas", que cumplían labores de
oficiales de seguridad.
3. De la GESTAPO a la DINA.
El nazismo elaboró una plataforma seudojurídica relativa al derecho político y
a la teoría general del poder. Estos principios fueron incorporados a la Doctrina de la
Seguridad Nacional como producto de exportación y consumo para los países de
América Latina, del Medio Oriente y Asia. Los nazis fueron alienados, pero
coherentes. Analizaremos sólo una de sus instituciones jurídicorepresivas que
expresaban al terrorismo institucionalizado: la Gestapo. Al igual que en Chile, los
nazis tuvieron que destruir el estado de derecho imperante, la constitución, la
república de Weimar. En Chile se destruyó la república nacida en tiempos de
Portales, y perfeccionada en los 136 años que siguieron a la constitución portaliana de
1833. La Gestapo constituía la Sección IV y su jefe era el criminal de las SS Heinrich
Muller, que se radicó en Argentina. La Gestapo estaba comprendida dentro de los SS.
En Chile había un selecto grupo de estos sujetos: Walter Rauff, Hoffmann, y otros que
hemos nombrado; además de Herr Wilhem SchiessBrennscheidt, uno de los diez
hombres más ricos de Chile, quien llegó silenciosamente a Valparaíso en 1948. Dueño
de la Isla San Pedro, al sur de Chiloé, comprada se ignora con qué objetivos y titular
de un barco expedicionario, "21 World Discover", de misteriosos viajes a la Antártida.
Se trata de uno de los hombres más misteriosos y controvertidos del Chile de
Pinochet.
Solamente comprendiendo cómo actuaba la Gestapo podremos comprender
cómo actúa el sistema "institucionalizado" del terror en Chile. El jefe de las SS (Schtuz
Staffell) guardia escogida de seguridad, los duros Reinhard Reydrich, dijo que
"ubicar y buscar sistemáticamente, destruirlo, paralizarlo y exterminar por la fuerza
al enemigo de la seguridad del Reich, es la tarea esencial de la Gestapo". Y Himmler
dictó el 18.1.1934 la siguiente orden: "La Gestapo tiene como una de las principales
misiones en perspectiva la de encontrar, combatir y destruir a todos los que solapada
1
o abiertamente son enemigos de la seguridad".
Dentro del sistema norteamericano no encontraron los militares chilenos y
latinoamericanos en general, métodos adecuados para montar todo un sistema de
represión desde el poder, para el ejercicio efectivo del terrorismo de estado. La ley de
la Gestapo del 1.2.1936 dice: "La policía secreta de seguridad estatal tiene el deber de
averiguar y combatir todas las conspiraciones peligrosas contra el Führer en el
territorio nacional, de recopilar y aprovechar el resultado de las pesquisas, de
informar y poner al corriente al gobierno sobre las averiguaciones importantes y
tomar iniciativas". ¿Cuál era su sujeción al derecho? Veamos el artículo 7º: "Las
órdenes y actos de la Gestapo no están sujetas a la jurisdicción de los tribunales".
El objetivo de la policía secreta o Gestapo era transformar en derecho la
voluntad de un tirano. Y la actuación de la Gestapo fue encubierta por los tribunales
de justicia.
4. La DINA: Gestapo chilena.
Se pretendió en Chile que la DINA no existía. Nuestras informaciones e
investigaciones nos permiten sostener que el "modelo" orgánico de seguridad se basa
en tres ejes: a) Un aparato represivo oficial reconocido y con su correspondiente D.L.
orgánico. (Esto sin perjuicio del mantenimiento de los servicios secretos de cada
arma: SIM, A DOS, SIFACH y policía política). b) Un aparato formado por diversos
comandos, tales como Vengadores Mártires, teniente Kusevich, análogo a las TRES A
argentino, o a los Escuadrones de la Muerte brasileños y c) Una serie de sociedades y
empresas que encubren las actividades de la DINA.
Todos estos aparatos vigilan, también, a los miembros de las fuerzas armadas.
Y dependen única y exclusivamente del presidente Augusto Pinochet.
5. Formación de la DINA.
La acción represiva empezó el mismo 11.9.73, pero en los planes conspirativos
se había concertado ya lo referente a la represión. Los servicios normales de
seguridad o inteligencia fueron insuficientes para la "tarea masiva" señalada por la
teoría de los tres tercios. Y elementos psicópatas y ambiciosos iniciaron un trabajo a
nivel de la junta, con miras a controlar a los otros servicios y a todos los miembros de
las FF.AA. Bajo la dirección de Manuel Contreras, comandante del regimiento de
ingenieros de Tejas Verdes, San Antonio, se "institucionalizó" la Dirección Nacional
de Información. En sus orígenes formó parte del Departamento de Inteligencia del
SENDET. Posteriormente se aclaró el DL 521 del 18.6.1974, que creó la DINA, y ésta
pasó a ser nada más que un aparato de información y represión que asesoraba al
presidente Pinochet, su único jefe. Es conocida la trágica realidad de la acción de la
DINA y comparando su organigrama con el de la Gestapo, es una copia fiel. No en
1
vano estaba en Chile Walter Rauff, asesor de Adolf Eichmann y encargado de la
Sección B4 de la Gestapo.
Los crímenes de la DINA son conocidos internacionalmente. En parte están
contenidos por sus atroces operaciones punitivas en el Informe de las Naciones
Unidas del Grupo de Trabajo ADHoc de la Comisión de Derechos Humanos del
8.10.1976. Los elementos que formaron la DINA fueron elegidos a tres niveles: 1)
Oficiales de las FF.AA. y carabineros que actuaron antes y durante el primer tiempo
del golpe militar con singular saña (dos mil); 2) Elementos fascistas preparados en
Santa Cruz, Bolivia (diez mil) y otros entrenados en Salta y Chile y 3) Elementos
traidores y lumpen (ocho mil). Es justo señalar que numerosos oficiales se negaron a
participar en la DINA. El financiamiento de la DINA era secreto. Su infraestructura,
gigantesca; incluso contó con el sistema más sofisticado y completo de computación.
Pinochet sostenía que "en dos minutos puedo saber lo que hace cualquiera en
cualquier parte del mundo". Y en esto participó activamente el técnico electrónico
Michael Townley, así como un técnico alemán de Colonia Dignidad. Los crímenes
cometidos por la DINA fueron de la magnitud que Pinochet se vio obligado a
"suprimirla". Pero esta supresión no representó su liquidación, como pasaremos a
comprobar.
6. Dos Gestapos paralelas en Chile: 1) La CNI o Gestapo legal y 2) La DINA o
Gestapo "ilegal".
Informaciones obtenidas desde Chile, y el análisis de hechos que expondré, nos
llevan a sostener que conforme al "modelo nazi" habrían existido dos Gestapos.
Afirmamos que la creación de la CNI no significó la desaparición de la DINA, y que,
además, existen otros ejércitos privados, que obedecen solamente al presidente
capitán general mayor y mariscal de campo Augusto Pinochet.
1) La CNI. Uno de los principales enemigos de la DINA fue el general Bonilla. Pocos
días antes de su asesinato, demostró en un consejo de generales que los teléfonos de
todos los presentes estaban intervenidos por la DINA. Y esto, con las
correspondientes grabaciones que el personal del SIM obtuvo, interceptando a su vez
los aparatos de la DINA.
Nos referiremos a Yumbel, Lonquén, a la muerte del general Prats y señora, al
homicidio de Orlando Letelier, y a los "desaparecidos". Simplemente consignamos
que el 13.8.1977 fue sustituida la DINA por la Central de Inteligencia (CNI). El D.L.
que creó la DINA apareció publicado en blanco en el Diario Oficial. No más explícito
fue el que creó la CNI. Pero es necesario señalar que este cambio fue una exigencia
del ejército en contra de los bárbaros métodos de la DINA. Y que el jefe supremo, de
acuerdo con el principio de Gatopardo sostuvo: "Hagamos cambios para que las
cosas sigan iguales". En el ínterin despejaba el camino hacia el retiro de los generales
1
que lo impugnaron y preparaba con sus oscuros asesores su próxima jugada.
El ejército ingenuamente se interesó porque la ahora CNI fuera un organismo
militar especializado, de carácter profesional; y propuso como director al general
Odlanier Mena, tercer jefe del SIM desde el golpe. El que preparó el golpe fue
Augusto Lutz (muerto extrañamente en Punta Arenas) y el tercero fue Mena, que,
además, estudió "contrainsurgencia" en Fort Gulick, fue jefe del estado mayor,
director del servicio de inteligencia de la Academia de Guerra, embajador en
Uruguay y profesor de "contrainsurgencia y servicio secreto". Los generales pensaron
que cambiaría este servicio de información. Al poco tiempo los generales dijeron: "ha
cambiado la persona del director, pero no la ' conducción`".
¿Quién le da la "conducción" a esta policía secreta? Solamente el general
Augusto Pinochet. Y si bien es cierto que se produjeron algunos problemas de
"continuidad en el cargo", de "defensa de las fuentes de trabajo" y otros que se
tradujeron en "ajuste de cuenta a puñaladas" con varios agentes asesinados, en la
práctica, el general Manuel Contreras, desde la cárcel, hizo llegar el aviso de "si hablo
volarán plumas" a indeterminadas personas y a sus "muchachos" otro recado: "nadie
perderá su trabajo, confíen en mí..." Y se mantuvieron en sus cargos dentro de la
amplia infraestructura de la DINA conforme a la nueva estructura secreta.
Durante los años 1977, 1978 y 1979 se producen una gran cantidad de
secuestros, homicidios, torturas, violaciones, atropellos a los derechos humanos,
asaltos a bancos, y todo culmina el 16.7.1980, cuando el teniente coronel Roger
Vergara, director de la escuela de inteligencia del ejército, a escasos 200 metros de la
Escuela de Suboficiales, es interceptado en el vehículo en el que viaja ¡sin escolta
militar! y es fusilado por cuatro individuos que lo esperaban en un vehículo estatal.
Dispararon más de cuarenta tiros, ¡y nadie salió de la Escuela de Suboficiales! Ningún
grupo de la resistencia reivindicó esta ejecución.
Entonces empieza a investigar el general Odlanier Mena. Y se encuentra con
una muralla infranqueable. Da cuenta a los generales, y éstos, que han visto que
rápidamente fueron ascendidos y llamados a retiro los que protestaron contra la
DINA, y sabiendo quién tiene la "conducción", le aconsejan: "Renuncie". Y Mena
renunció, por no poder investigar, y no querer exponerse a fatales consecuencias.
Pero al dejar el cargo hace a los diarias esta declaración:"El atentado contra el
comandante Roger Vergara escapa al criterio de actuación del MIR". Si los elementos
que atentaron en contra del comandante operaron tan exitosamente, ¿cómo lo
hicieron y dónde están? En esa misma época, y por razones semejantes, renuncia
nuestro conocido general Ernesto Baeza, el de la Operación "suicidio" de Allende, al
cargo de director general de investigaciones. Se va silenciosamente a disfrutar de su
doble jubilación y otras regalías. Pero para justificar la ola de secuestros y homicidios,
(extraños secuestros como el de Orellana, un funcionario español, de origen chileno,
1
que viaja a Chile, y es "secuestrado" por un "comando secreto". Pero el embajador de
España reclama personalmente ante Pinochet y al día siguiente, el comando
misterioso lo entrega y Orellana vuelve a España), la "conducción de los servicios
represivos imputa sus crímenes a un "Comando de Vengadores de Mártires", el
COVEMA, que estaría formado sólo por detectives. Curiosamente, los detectives que
nada tienen en común con las fuerzas armadas, asaltarían bancos y asesinarían a
estudiantes y profesores universitarios, ¡para vengar a los mártires uniformados! El
general Baeza, que ha sabido callar, no puede permitir esta falsedad, y esta
responsabilidad cae sobre él que desde el 11.9.1973 se desempeñó como director de
investigaciones y el 30.10.1980 da una conferencia de prensa y declara: "No tuve
jamás conocimiento de la existencia del COVEMA mientras dirigía mis
investigaciones, y no creo en la participación de detectives. Siempre creí y creo en
investigaciones". Y agrega para que no quede duda alguna: "El COVEMA fue
inventado por un grupo de elementos para hacer olvidar el crimen del comandante
Roger Vergara... Esos elementos pueden estar a la izquierda suya, a la derecha o al
centro. Cada cual puede sacar su correspondiente análisis".
¿Quiénes son los encargados de la "conducción" del terrorismo de estado en
Chile? 1) El general Augusto Pinochet; 2) el general César Benavides; 3) el general
Manuel Contreras y 4) el general de carabineros César Mendoza. Ellos son la cúspide
del terrorismo institucionalizado en Chile; utilizan los métodos nazis de organización
de la política de seguridad y así mantienen servicios secretos paralelos. Vuelvo a
mirar el organigrama de las SS de 1939, y arriba aparece el jefe del Reich y jefe de la
policía. Releo la carta del general prusiano de artillería Petzel, al comandante del
Distrito Militar XII I c 86/39 secreto del 22.11.39, sobre la Gestapo: "La gran labor de
organización en todos los sectores no se ve favorecida por la intervención de la
Gestapo... Ellos tienen la tendencia de intervenir decisivamente en todo, más allá de
los límites de encargos, y de formar un Estado dentro del Estado. Este fenómeno no
deja de tener influencia sobre las tropas que están indignadas por la forma de
efectuar las misiones, y que por ello, en general, se muestran contrarias a la
administración". La realidad chilena, constatada internacionalmente en la OEA y en
las Naciones Unidas, y vivida en carne propia por el pueblo de Chile incluso por los
miembros profesionales de todas las fuerzas armadas es que los aparatos de la
policía secreta constituyen "un Estado dentro del Estado militar chileno". ¿Podemos
sacar alguna conclusión de este hecho? No, ninguna de carácter estratégico. Pero sí
sostener que un sistema organizativoadministrativo del poder militar que ejerza un
control tal puede llevar a la destrucción del propio sistema desde dentro porque
todo sistema tiende hacia la simplificación. Las contradicciones internas producen el
deterioro del administrador del poder militar y de las relaciones entre el estado
militar y el estado policíacosecreto que actúa dentro del estado militar, y, o se
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destruyen mutuamente, o son destruidos por la reacción social, como resultado de la
autoregulación e, incluso, de la autoorganización del sistema social.
7. "El negocio de la seguridad" y los ejércitos privados. Las E.S.
Conforme el sistema nazi de "autofinanciamiento" de esta clase de servicios,
los técnicos SS aconsejaron a Pinochet que se mantuviera el sistema "nacionalmilitar
corporativo" de financiar este servicio con el item de "gastos reservados del
presidente de la república" y que se creara una amplia red de negocios, industrias,
oficinas de importaciones, exportaciones, asesoramiento y corretajes. Nos remitimos
al "CHILEAMÉRICA" números 58 y 59, de noviembre y diciembre 1979:
"apretadamente señalaremoms que la infraestructura de las acciones encubiertas de la
DINA está formada por los siguientes bienes raíces, empresas o industrias: exdiario
Clarín; parcela Santa Eugenia, kilómetro 25 Camino Melipilla; varias casas
expropiadas en diversas ciudades; Empresa Pesquera Chile, presidente Manuel
Contreras, con sucursales en todo el país que son sus agencias; Selestronic, cuyo
gerente original era Michael Townley; Importadora Kid. Ltda., que importó 230
Peugeot y continúa participando en el negocio automotriz; Dinamic Tours, Las
Urbinas 82, Santiago, encargada de asesorar en los viajes al exterior a los agentes;
Casa Sicom, de alto nivel técnico en computación; Haras Río Claro; Union Trading
Co. Ltda., cuyos agentes fueron detenidos por fraude al fisco, cobrando el IVA con
cédulas de identidad de personas "desaparecidas", y una serie de estafas, fraudes,
asaltos a bancos con homicidios, para formar la "Caja pagadora" de la clandestina
DINA y sus ' operativos' ".
El cambio de mentalidad y modo de vida introducido por la dictadura militar
y su "proyecto económico" ha aumentado la delincuencia en Chile en forma
desproporcionada a su población. ¿Cuáles son las causas? El sociólogo
norteamericano Donald Sutherland hizo un estudio sobre mil grandes empresas en
Estados Unidos. Y ha sostenido que la criminalidad, en especial la de "cuello blanco",
"tiende a aumentar con la implantación de una economía de libre mercado". De ahí
que el "modelo de Chicago" haya determinado que a partir del 11.9.73, los delitos
contra la fe pública y los de falsificación hayan aumentado en Chile en un 386%. Es
preciso señalar que la oficina de relaciones públicas de la dirección general de
investigaciones investigó en 1978 la cantidad de 128.640 delitos de este tipo, en el año
1980 investigó ya 139.965. Un cuadro dado por la Sindicatura General de Quiebras,
entrega la siguiente información: 1973: 25 quiebras; 1974: 28; 1975: 82; 1976: 132; 1977:
228; 1978: 321; 1979: 369; 1980: 427. De 1981 en adelante: 2,5 quiebras diarias. Para
ejemplo basten la CRAV con 320 millones de dólares, el Banco EspañolChile, el
Banco de Fomento de Valparaíso; 8 bancos más y 35 financieras. Sin tomar en cuenta
numerosas empresas mantenidas en pie gracias a 3.000 millones de dólares que el
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gobierno les ha facilitado, con pago por parte del pueblo.
Pero estos son delitos de "cuello blanco". Los delitos del pueblo, según el
profesor Patricio Frías, de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales en la
revista Mensaje constituyen "la estrategia de supervivencia de los cesantes". Y
sostiene que "el deterioro físico y moral se inicia en la búsqueda de trabajo, que
resulta infructuosa. Se busca ' el pololo' o ose enfrenta la diaria sustentación de la
familia con el empeño de los muebles y la venta de pequeños artículos en las calles. Y
se recibe alguna solidaridad familiar o vecinal. Y cuando éstas fallan, o no se logra
emigrar, que no es fácil, surge la ' conducta desviada' : desde la delincuencia hasta la
prostitución". Incidentalmente la prostitución durante los primeros ocho años de
régimen militar, aumentó en un 485%, al igual que el tráfico de drogas en Chile. Un
sociólogo afirmaba: "La clara discrepancia entre los valores que el régimen propugna
y las condiciones reales de vida, llevan a la pérdida de la responsabilidad hacia el
prójimo. El delito puede ser una respuesta racional al sistema: obrar o morir de
hambre". El estudio de la criminalidad no permite estudiar una sociedad normal,
pero sí es un antecedente importante para el estudio de una sociedad enferma como
lo es la sociedad impuesta por el militarismo corporativista en Chile.
Formularemos algunas tentativas de conclusiones. En primer lugar, el ' modelo
Chicago' necesita, para imponerse, de una dictadura militar dirigida drásticamente
por individuos "afanosos" de poder. Y el "poder militar" se ejerce sobre la base de una
represión "institucionalizada", es decir, reglamentada y regulada sistemáticamente.
Estas conclusiones coinciden con los reiterados informes entregados por los relatores
de la ONU. En 1978 se reitera que "las graves violaciones a los derechos humanos que
se comenten actualmente en Chile, se relacionan con la asistencia ecoonómica en dos
aspectos: el primero y más evidente es que la mayor parte de la asistencia contribuye
a reforzar y mantener en el poder un sistema que aplica la violación de los
derechos humanos; el segundo: para obtener la asistencia en el extranjero, el
gobierno tiene que asegurar el aspecto favorable de los índices por los cuales
generalmente se considera "sana" una economía...
Esta política interna no tiene en cuenta el factor humano. Para esta política la
situación de pobreza o de atraso del sector trabajador no resulta un factor negativo.
Constituye, más bien, un elemento positivo que puede hacer que las empresas
extranjeras adopten la decisión de intervenir, atraídas por la mano de obra barata y
los bajos costos de producción del país..., cuanto más cerca de la pobreza se encuentra
el trabajador, mejores son las condiciones para el inversionista". Es inoficioso hacer
comentarios.
Al gobierno militar le es imposible reprimir la delincuencia común. El
país está en manos de delincuentes de "cuello blanco" y de los que delinquen
forzados por las propias condiciones creadas por el "modelo" de la dictadura de
la Doctrina de la Seguridad Nacional. El sistema se muestra incapaz de reprimir
la delincuencia común siendo ésta un serio atentado contra la seguridad
nacional, al afectar igualmente su moral y su economía. No sólo los que
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sustentan ideales políticos están interesados en modificar la seguridad
interior. Los efectos de la delincuencia ponen en jaque la capacidad represiva
-por no mencionar la capacidad persuasiva- de la dictadura militar y de su
"modelo económico" neoliberal. Y por otra parte, la delincuencia es una
resultante del propio "modelo" inhumano, mezquino, individualista, egoísta. En
este sentido es terminante la afirmación del sociólogo Patricio Frías, que
hacemos nuestra:" El 'costo social' que debe pagar el modelo de Chicago se
expresa en el aumento exponencial de la delincuencia, y ello por expresarse
'como estrategia de supervivencia de los cesantes'".
El estado militar chileno es una dictadura totalitaria, que sólo cuenta con la
represión como sistema para enfrentar todo fenómeno. Y para solucionar el
problema de la delincuencia, ha aumentado las penas a los delitos contra la
propiedad y la fe pública. Pero ha fracasado. El sociólogo Fernando Salamanca afirma
también que esta expansión delictual no es por azar:"Crecen sustancialmente los
delitos relacionados con un sistema económico que privilegia la competencia, que
busca el crecimiento del mercado. Es significativo también, que un 65% de los delitos
sean hurtos y robos, es decir, una forma desviada de obtener bienestar material".
La única preocupación de la dictadura militar de la Doctrina de la Seguridad
Nacional es la "seguridad nacional". Y para dar en parte solución a estos problemas se
amplió, conforme al reiterado modelo nazi, la policía secreta, la "policía de
seguridad", mediante organismos secretos que continúan trabajando paralelamente a
la CNI, estos son la DINA encubierta y las ES. La CNI es el organismo "legal" y la
DINA y ES son "clandestinosj". Pero ambos "institucionalizados" y jugando dentro
del organismo del terror como dependientes del jefe supremo.
Estos hechos fueron casualmente descubiertos. Dos esbirros de la DINA que
estaban presos por un fraude con el IVA de seis millones de dólares, pese a
encontrarse detenidos, salían diariamente por cuenta de su "empresa", la Union
Trading que cumplía un trabajo con la AlfaOmega. Hacían, según confesaron, "un
estudio de identificación de los estudiantes universitarios de la Universidad de Chile,
que nos encargó Hernán Valle...". Las facturas a nombre de AlfaOmega de calle
Santa Lucía Nº 270, llegaron a Santa Lucía Nº 290, donde funciona la organización
máxima de los universitarios de Chile: la FECECH. Ubicados por los "detenidos"
Eduardo Romero y Manuel López, y ubicado el inefable Manuel Contreras, el órgano
"Qué Pasa" pudo seguir los hilos y descubrir la actuación "postmortem" de la DINA,
y establecer que "después de muerta sigue ganando batallas". Estos dos sujetos
(sorprendidos en estos trabajos en mayo de 1980) insistieron en diciembre de 1980 a
"Qué Pasa", que el "proyecto" de identificación se adelantaba conforme a un proyecto
de AlfaOmega". ¿Es erróneo afirmar que con otros nombres la DINA siguió
actuando?
En síntesis, los hechos prueban que en Chile coexistieron la CNI "legal" con la
DINA "encubierta" y con numerosos ES que, clandestina y subterráneamente,
formaron el aparato de represión y espionaje manifestante del poder del jefe
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supremo, y el mecanismo que le permitió mantenerse en sus funciones. Es necesario
advertir que el sistema de soplonaje y espionaje no sólo afecta a los trabajadores,
también han estado sujetas al más riguroso control todas las empresas, por medio del
un mecanismo "legal". en cada empresa, servicio, industria, banco, etc., existe un
"ejecutivo de seguridad" tipo nuevo del "ejecutivo modelo" que debe presentar un
"proyecto o esquema de seguridad" conforme a un formulario que entrega la
intendencia (militar), indicando el personal y los medios con que cuenta. Al mismo
tiempo que el director de ASESENA iniciaba la "divulgación" y "popularización" de la
ideología de la Doctrina de Seguridad Nacional, el jefe supremo dictaba el DL 3.607
de 8.1.1981 obligando a establecer dentro de cada empresa un sistema de "asesoría"
obligatoria con una de las ES "legalmente existentes". En Santiago son más de
doscientas empresas, servicios públicos, municipalidad, televisión estatal, etc., las que
debieron agregar a sus presupuestos el de "asesoramiento de seguridad". Al no
cumplirse esta disposición que venció como plazo de caducidad el 9.9.81, se aplicaron
multas de $1.050.000 a la municipalidad de Santiago, Banco del Estado, Televisión
Nacional, y otros organismos estatales. Lo estraño es que la seguridad de los
organismos estatales siempre estuvo a cargo de los servicios de orden público. Ahora
no; ahora entran al "comercio, al libre mercado de la de la seguridad privada". Este
sistema se inició con las ES al dictarse el DL 194 en diciembre de 1973. Las empresas
de seguridad funcionaban entonces en base a exmilitares armados, haciendo el papel
de vigilantes; y en base a los que fueron soplones y delatores enquistados en las
empresas.
Ahora la situación "legal" cambió: es obligación "legal" de las industrias y
organismos públicos asesorarse única y exclusivamente por la ES, y financiar ellas
este gasto. Los ejecutivos comerciales se resisten: "No aceptamos pagar elevadas
sumas de dinero y, además, revelar informes confidenciales de la compañía a
entidades ajenas a ella". Extrañamente, los bancos, empresas norteamericanas y
transnacionales se negaron a cumplir esta "obligación": sostienen que ellos tienen un
sistema estandarizado de seguridad en base a circuitos cerrados de televisión,
aparatos electrónicos y su propio personal. Y, bueno, el jefe supremo ha aceptado, y
para estas empresas no hay multas.
Los periodistas de "Qué Pasa", para llevar a cabo esta investigación, debieron
enfrentar un muro de silencio que empezó desde la guarnición militar hasta la última
ES. Hubo negativas, resistencias, y todo estuvo rodeado de un "halo de misterio".
Pero el hecho radica en que el solo nombre de los que dirigen estas ES demuestra lo
que éstas son. No se ha precisado si son 20, 30 o cuántas. La más importante: Alfa
Omega de Manuel Contreras, exdirector de la DINA y posteriormente director de
aquélla. Asesorado a su vez por el general Agustín Toro y nuestro conocido general
Pablo Schauffahausen. A continuación en importancia viene ASISE (Asesorías y
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Sistemas de Seguridad) dirigida por el exdirector de CNI, general Odlanier Mena.
Además están, Vialher Chile, Próspera, Asejo, Vise Ltda., MeridepriSafety, Adelf
Flugels. Y finaleza "Qué Pasa": "NOTA: No se pudo completar la nómina de
empresas, ya que ni particulares ni autoridades saben con certeza el número total de
ellas... ni los nombres de quienes las dirigen".
¿Cuál es el común denominador de las ES? Todas son dirigidas y están
constituidas, por así exigirlo la ley, por exaltos oficiales de las FF.AA. y de
carabineros, lo mismo que su personal, especialistas en "información". Es decir,
provenientes de la DINA o de los servicios regulares de inteligencia. Y otro
antecedente: están todas sometidas a la CNI. El DL dispone que este odioso
organismo represivo "cooperará como organismo asesor y de apoyo permanente a
las oficinas de seguridad". Y, nuevamente nos encontramos con el organigrama de la
Gestapo. Entonces, los que en el interior de Chile, según informaba "Qué Pasa",
sostienen que las ES "son ejércitos paralelos armados hasta los dientes" y "policías
secretas rodeadas de suspenso" no están equivocados. Y si recordamos que la CNI
depende directa y personalmente del jefe supremo, veremos que son realmente
"ejércitos paralelos" y "oscuras policías secretas" dentro del sistema represivo de la
dictadura militar chilena, pero, además, base de apoyo militar a Pinochet frente al
ejército y a todas las fuerzas armadas.
Asimismo, constituyen un excelente negocio para los incondicionales del jefe
supremo, pues los honorarios de las ES van de cien mil a siete millones de pesos. Es
un sistema autofinanciado para contar con "ejércitos paralelos".