Marcas y Mentes PDF
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Prlogo
Pocas publicaciones pueden reemplazar la libertad de reflexin que se permite el autor en cada uno
de los textos que recoge en este libro. Y es que cada semana desde su blog fundamento de este
libro, el autor ha hecho partcipes a cada uno de sus seguidores entre los que me incluyo de su
particular perspectiva y anlisis acerca de las titnica dimensin que ha cobrado el comportamiento
del consumidor en el proceso de consumo. Su personalsimo aporte radica en la armoniosa
interseccin entre marketing, comunicacin y psicologa que l mismo personifica, gracias a aos de
estudio y experiencia, poniendo a disposicin de todos nosotros un extraordinario conjunto de
propuestas e ideas.
Proyectos como este libro comienzan como muchos otros, con una entrada en un blog que a veces no
sabemos si ser ledo. Una ventana electrnica llena de expectativas y de ganas de contribuir y
compartir lo que uno sabe con personas que tambin pudieran estar interesadas en un tema que nos
apasiona. De esa primera incertidumbre ha pasado ya mucho tiempo y actualmente se puede decir que
el blog Marcas & Mentes, se ha convertido ya en consulta obligada para todos aquellos que
profesionalmente desean comprender el comportamiento del consumo y de compra, sea cual sea su
actividad y de todos aquellos que, por un inmanente inters personal, buscan conocer a ese
consumidor que descansa dentro de cada uno de nosotros.
Es precisamente por esta razn que este libro cobra particular relevancia, ya que el autor propone y
consigue sumergirnos en un vrtice de reflexin acerca de las diversas aristas que componen el
estudio del consumidor en el siglo XXI y como sta puede ayudarnos a entender a la persona detrs
de cada consumidor. Y es que el incremento de la competencia, los rpidos cambios del entorno y el
aumento de las exigencias comerciales demandan iniciativas como sta, que sealen el camino hacia
el entendimiento de las personas en este entorno dinmico, complejo, competitivo e incierto.
En consecuencia, los lectores de este libro podrn encontrar impreso en sus pginas el talento, el
carcter y las experiencias del autor desde el tajo y la trinchera, desde su extensa experiencia
acadmica y su constante abordaje de las profundas cuestiones que configuran a un individuo en un
consumidor, ayudndonos a entender, sobretodo, su condicin humana, un objetivo que solo puede
conocerse a travs de la observacin, la escucha, la sntesis y la deduccin. Cualquiera que sea la
circunstancia y momento del lector, estoy convencido que este libro le impregnar y servir de gua
constructiva hacia el conocimiento de ese constantemente desconocido consumidor, inestable y
turbulento.
Sobre el autor
Lizardo Vargas Bianchi es Ph.D. en comunicacin por la Universidad de Navarra (Espaa) y
posdoctorado en Psicologa por la Staffordshire University (Reino Unido). Es profesor e
investigador en la Universidad de Piura, su tema principal de estudio es la psicologa del
consumidor, con especial inters en la memoria, la atencin y la toma de decisin de compra. Ha
publicado el libro Publicidad en Mercados Saturados, as como distintos artculos acadmicos en
revistas cientficas. Trabaj en las agencias PragmaDDB y Wunderman, y en el rea de comunicacin
de la empresa de banca de inversin Valinvest. Colabora semanalmente como columnista del blog
Marcas & Mentes en el diario de economa y negocios Gestin. Su cuenta en Twitter es
@lvargasbianchi
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ndice
Prlogo (por Francisco Arbaiza, Ph.D.)
Introduccin
El amor a la marca
Atentos a la neuromana
La aversin a la prdida
Ensayo: Esquemas Adaptados de Consumo: la relacin de los consumidores con los productos y la
consecucin del bienestar subjetivo
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El amor a la marca
Hace una semana, como introduccin a este blog, me hicieron una breve entrevista en la versin
impresa del diario. Entre las preguntas hubo una que, por motivos de espacio, no tuvo cabida. Sin
embargo, fue muy sugerente pensarla en torno a ella y responderla. El reportero inquira si el amor
es un proceso mental, podemos enamorarnos de una marca?
Sin duda detrs de la pregunta se hallaba la idea que ya forma parte de la cultura popular de las
comunicaciones de marketing: lovemark. El trmino fue propuesto hace unos aos en el libro titulado
con esa misma palabra y escrito por K. Roberts, director global de la agencia publicitaria Saatchi &
Saatchi.
En Lovemarks el autor no pretenda proponer teoras de funcionamiento publicitario ni modelos de
procesos de toma de decisin. Es una obra divulgativa y sugerente basada en su experiencia en el
campo, donde aparece el trmino amor para describir la relacin ltima a la que una marca puede
aspirar con sus consumidores.
Sin embargo, volviendo a la pregunta que me hizo el reportero, desde mi perspectiva el amor es un
proceso dinmico donde interviene toda la persona, no nicamente mental. Ni mucho menos slo
biolgico (como lo proponen de forma incompleta algunos estudiosos de la neurociencia, y a lo que
se han sumado autores de marketing, tema que tratar en otro post).
Hablar de enamorarse de una marca es una prolongacin del sentido de la palabra, pues el amor
pertenece a otra dimensin de la persona. Sera un caso patolgico verse fuertemente acongojado
hasta observar sntomas de depresin leve o moderada por la prdida de tu iPhone. Y creo que an
en ese caso no podramos hablar de prdida de lo amado.
Sin embargo estoy de acuerdo con que la prolongacin del sentido de la palabra amor como en
lovemark resulta til para describir la relacin que la marca puede establecer con un consumidor.
Mediante prcticas comerciales se puede elaborar una carga emocional en torno a la marca, lo cual
favorece la predisposicin de compra sobre sus competidoras, alimentar la querencia hacia un
producto concreto, etc.
Las prcticas de marketing experiencial son un ejemplo ya que inciden directamente en la vivencia
del sujeto y esto a su vez en la dinmica emocional. El caso de KLM y pequeos regalos para sus
pasajeros antes de abordar en el aeropuerto de Schiphol o la buena atencin en una tienda originan
una relacin. No afirmara que los individuos se enamoran de la marca, pero s que elaboran una
vinculacin emocional.
Si no me equivoco es en esta dimensin donde Roberts tambin propone comprender el trmino
lovemark, aquella marca hacia la cual se tiene afecto. Mantener una relacin emocionalmente
cargada y con un sentido convergente con las expectativas y necesidades del consumidor es un activo
en el corto y largo plazo en la gestin de la marcas.
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Cuando la emocin compra lo que la razn no hara
En muchas oportunidades las pruebas que se realizan en psicologa experimental no requieren
sofisticados instrumentos electrnicos y diodos conectados a los lados del cerebro u otras partes del
cuerpo de los sujetos, como quiz uno podra imaginarse. Los experimentos se disean en funcin a
las preguntas que se quieren responder, y es comn que stos sean realmente simples, como el
realizado por Baba Shiv, actualmente profesor asociado de marketing en la Universidad de Stanford
hace algn tiempo, y publicado en Journal of Consumer Research.
Shiv reclut a varias decenas de estudiantes de pregrado de la universidad donde trabajaba y los
dividi en dos grupos. A uno de ellos les entreg un papel con dos dgitos y pidi que los
memorizaran. Mientras que al segundo grupo le entreg otro papel pero con siete dgitos, tambin
solicitando que stos fueran memorizados. A todos los participantes se les indic que una vez
terminada la memorizacin deban caminar por el pasillo donde se llevaba a cabo el experimento,
donde deban recitar las cifras. Ah encontraran un carrito con dos opciones distintas de comidas: un
pedazo de torta de chocolate o un plato de ensalada de frutas. Los participantes podan seleccionar la
que quisieran como agradecimiento por su participacin.
Shiv seleccion ambas comidas bajo la premisa de que la torta es menos beneficiosa que las frutas,
debido a su alto valor calrico y contenido graso (Para asegurar mejor el experimento en ambos
casos, los snacks estaban dentro de cajas plsticas etiquetadas con el precio US$1, de forma que
ambas se emparejaban en este aspecto. Asimismo, estaban dispuestos de forma que no eran visibles
mientras uno caminaba hacia el carrito, sino solo estando frente a l, de manera que los participantes
no fueran elaborando sus elecciones en el camino sino slo frente a ambos postres).
Lo que sucedi fue que los estudiantes que se esforzaron en memorizar los siete dgitos fueron dos
veces ms propensos a desear la torta de chocolate, en lugar de la saludable ensalada de frutas, en
comparacin con aquellos quienes memorizaron slo dos dgitos.
El psiclogo explica que en situaciones de eleccin donde las caractersticas y dinmica de
procesamiento de informacin no tienen una relacin con el objeto sobre el cual se va a decidir
(memorizar nmeros no tiene nada que ver con elegir un postre) el sujeto tiende a darle mayor
importancia a la alternativa que le ofrece mayor recompensa afectiva o emocional, pasando lo
racional a un segundo plano.
Y este fenmeno aumenta cuando el esfuerzo mental requerido a la persona es mayor, y memorizar
siete nmeros es bastante ms exigente que memorizar solo dos. Jonah Lehrer, autor del libro Cmo
Decidimos, sostiene que este es el mismo principio por el cual cuando llegamos cansados a la casa
luego de un largo da de trabajo es ms difcil negarse un gusto en aspectos como la dieta y atender
otras tareas domsticas. La persona ha sido mentalmente exigida durante las horas previas, y cuando
llega el momento u oportunidad de comer algo su dimensin emocional cobrar fuerte peso en la
decisin.
Obsrvese que el punto clave del fenmeno se encuentra en la disociacin entre el esfuerzo cognitivo
realizado por el sujeto y el objeto sobre el que eventualmente se tiene que decidir. Por ejemplo,
almorzar en un tpico da de trabajo y tener que decidir el plato mientras todava se piensa en temas
de la oficina, o hacer la compras de la casa al salir del una jornada de trabajo cuando todava se
tienen la cabeza en otro lugar pero no en le hogar.
Esto significa que el consumidor es mentalmente disminuido o manipulable ante sus elecciones?
Pienso que no, que simplemente nos hallamos ante un sesgo cognitivo como muchos otros, una
imperfeccin natural en el procesamiento de informacin.
Shiv pertenece a la escuela psicolgica de la economa conductual, que argumenta que las personas
no somos decisores perfectos, que nunca cometemos fallas en las elecciones que hacemos. Por el
contrario, fenmenos como el de la torta de chocolate o la ensalada de frutas ponen de relieve que la
eleccin en algunos casos es un fenmeno irreflexivo, y no por eso deja de ser la conducta de un
consumidor libre.
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El propio Van Osselaer sostiene que el pronstico y accin de compra encuentra su fundamento de
modo particular en las experiencias de compra precedentes de los individuos.Es un acuerdo
general en los estudios de comportamiento del consumidor que la confianza facilita de forma notable
la dinmica de toma de decisin, no slo porque faculta al sujeto a realizar elecciones en menor
tiempo sino tambin porque economizan esfuerzo cognitivo y emocional que en otro escenario sera
necesario. Quiz el ejemplo ms claro y comn sea la compra de bienes de rpida rotacin, en
autoservicios, mercados, o bodegas. En estos casos se puede observar como los individuos eligen
con bastante fluidez los productos y sus marcas, fenmeno que se explica porque no es la primera vez
que lo hacen, ordinariamente el patrn de compra es repetitivo, y subyace la confianza en la calidad y
desempeo de los bienes que compran.La confianza en el producto o servicio como certidumbre
de su buen desempeo reduce la posibilidad que existira en otros escenarios de compra, donde el
consumidor podra carecer de la capacidad para pronosticar el resultado de su conducta de consumo.
Esta situacin sera causada exactamente por el efecto inverso: la ausencia de experiencia y
conocimiento del objeto sobre el cual se debe realizar una eleccin. Este fenmeno da lugar a una
tensin en la decisin de compra, donde el consumidor no se siente cmodo sino que experimenta
la incertidumbre de quien no puede predecir el resultado de una decisin, o en el caso de consumo, el
desempeo y obtencin de un beneficio de un bien.
La tensin por insuficiencia de confianza se observa de ordinario en dos situaciones. Por una parte
cuando el individuo es primerizo o novato en relacin con el producto, o cuando las caractersticas
de este son complejas. Como se puede advertir, en ambas circunstancias es el grado de conocimiento
y pericia del individuo el factor determinante. Por ejemplo una barra de jabn difcilmente acarrear
tensin o incertidumbre a alguien, sin embargo s lo puede causar algn producto financiero aunque
se trate de alguno diseado para banca de consumo. Algunas personas lo entendern sin problema y
podrn decidir si lo adquieren o no, pues son capaces de realizar el pronstico de los beneficios y
riesgos asociados. Sin embargo a otro grupo de personas no le resultar tan sencillo, hecho que
exigir acciones por parte de la empresa bancaria para acercar el producto, reducir la tensin y
aumentar las posibilidades de una potencial toma de decisin positiva.
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Uno de los principales ponentes de esta idea es G. Zaltman de la Universidad de Harvard, quien en
los 90s desarrolla una tcnica de vinculacin entre recuerdos subconscientes y estmulos mediante
el anlisis de metforas (Zaltman Metaphor Elicitation Technique) con el objeto de profundizar en el
pensamiento inconsciente que luego motivara la conducta.
Otro partidario del anlisis subconsciente y hasta subliminal del consumidor es el autor y consultor
M. Lindstrom. Autor de Buyology, la ciencia del shopping, una obra que lo hizo muy popular,
tambin procura observar la actividad neuronal de los consumidores y en funcin a ello concluir
como las comunicaciones de marketing tiene efectos psicolgicos y conductuales.
Le ambos libros cuando fueron publicados y no puedo negar que ambas propuestas originaban una
reminiscencia a escuelas psicolgicas que no avanzaron en la historia debido a su imposibilidad de
comprobar su validez y eficacia. Me refiero a las psicodinmicas (con la freudiana como origen) y
en el caso de Lindstrom al conductismo de Watson (mediante el cual se explicaba la conducta de un
organismo mediante una lgica de estmulo-respuesta).
Para situar las ideas del neuromarketing an ms en contexto me parece oportuno revisar algunas
premisas. Por una parte, si bien la neurociencia revela algunas de las ms importantes condiciones
necesarias para el comportamiento y la conciencia del sujeto, no parece proveer una explicacin
satisfactoria sobre qu condiciones son las suficientes para el comportamiento y la conciencia de la
persona. Por ese motivo, cuando se observa actividad o estructuras inusuales en el cerebro la
tendencia natural es atribuirles una causa, no obstante son numerosos y complejos los factores que
intervienen en un proceso cerebral como para cerrar la causalidad.
Parece importante no perder de vista que la actividad en el cerebro no es necesariamente equivalente
a la preferencia real del consumidor: puedo ver un anuncio, involucrarme en el y no necesariamente
originar una predisposicin a la compra. Es decir que la actividad cerebral no es un factor
predictivo de cambio de comportamiento. Sin embargo sucede que en algunos estudios y prcticas
profesionales se encuentra la idea generalizada pero al parecer errnea de que la neurociencia
otorgase la facultad de modificar variables como actitudes y comportamiento, una prctica que sera
mejor denominada como neurocientificismo.
Las disquisiciones en psicologa entre mente y cerebro son de larga data y difciles de conciliar. No
obstante se observa una tendencia en las corrientes de neuromarketing de reducir al sujeto a la mera
actividad neuronal, bajo el supuesto de que el comportamiento humano puede ser explicado en
funcin a transmisiones neuroqumicas. No niego que investigaciones y prctica realizadas en
neurociencia sean de inters y que estas tengan la posibilidad de explicar mejor aspectos de la
psicologa humana relacionada con el consumo y consecuentemente las prcticas de comunicacin y
marketing. Sin embargo no observo suficiente evidencia para afirmar que stas sean definitivas para
explicar la conducta y tampoco tengan la capacidad de conducir las decisiones de un consumidor
libre.
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Por otro lado el estudio tambin evidenci el efecto contrario. Los consumidores que vieron el icono
me gusta o similares cercano a productos con los que se sentan confortables o que afirmaban su
imagen (por ejemplo ropa deportiva femenina o perfumes para hombre), fueron significativamente
ms propensos a la compra. Los sujetos mostraron una predisposicin superior al otro grupo, tambin
en una proporcin de 25%, cifra significativa para una conducta de consumo.Estas observaciones
de la intencin de compra surgieron independientemente de si la gente recordaba haber visto en la
pantalla los iconos de los medios sociales durante su proceso de compra. Esto sugiere que estos
smbolos han ingresado en la memoria y pueden participar en los procesos cognitivos de compra a un
grado pre-atencional, es decir en ausencia de percepcin.
De esta manera parecen tener la posibilidad de influir en las decisiones de compra a niveles ms
sutiles, donde la conciencia participa con menor actividad, tambin denominados niveles perifricos
de procesamiento de informacin.La explicacin que dieron los investigadores del equipo
conformado por acadmicos y gente de la industria es que la simple presencia de iconos de redes
sociales en una pgina web en la que el individuo va de compras parece hacerlo sentir como si su
eleccin estuviera siendo en cierto modo observada por los miembros de su red social o bien
expuesta a otros individuos, motivo por el cual ajustan sus decisiones en concordancia con su
percepcin del parecer de esas terceras personas.En ltimo trmino el fenmeno que subyace es
el de disonancia cognitiva, propuesto y largamente reportado por el psiclogo social L. Festiger a
mediados del siglo pasado. En breve su principio postula queEl individuo experimenta
incomodidad cuando se enfrenta a construcciones cognitivas (por ejemplo, las ideas, creencias,
valores, las reacciones emocionales) que se hayan en conflicto o son opuestas de forma simultnea.
Bajo esta lgica es natural que en un estado de disonancia, el sujeto puede sentir sorpresa, miedo,
culpa o vergenza, y que este procure evitar la incomodidad y busque alinear y hacer concordantes
los fenmenos a los que enfrenta con sus pensamientos, creencias y emociones. Este efecto se
evidencia con mayor claridad cuando se estudia manifestaciones propias de psicologa social. Por
ello el caso de compras en lnea y la ilusin de ser visto o compartir la informacin con otras
personas solo por la presencia de iconos como el de Facebook resulta interesante, pues el riego
social es una variable moduladora importante en la dinmica de decisin de compra.
A ello cabe agregar que StyleCast, empresa que particip en el estudio, es un website que permite a
los consumidores compartir sus propios estilos de formas de vestir, a modo de comunidad social de
modas y tendencias, espacio idneo para la expresin de la auto-imagen, una realidad que
naturalmente toda persona procura resguardar. Interesante efecto para los retailers que empiezan a
dar mayor fuerza a sus tiendas virtuales.
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En algunas oportunidades este efecto originado por las pruebas ciegas se utilizan como activaciones
en vivo en puntos de venta o la va pblica, o filmadas como material para ser utilizado en piezas
publicitarias. A mediados de los aos ochenta en nuestro pas fue famosa la campaa El Reto Pepsi,
donde espontneamente se reclutaba sujetos para que tomaran Pepsi y Coca Cola para luego decir
cul les gustaba ms. Los resultados de quienes se inclinaban por Pepsi eran utilizados para el
comercial y transmitidos. Ejemplos ms recientes han utilizado marcas de cerveza.
Los estudios de percepcin en pruebas ciegas de esta categora de productos tienen la ventaja de
encontrar un mayor nmero de marcas competidoras (no solo dos como las bebidas carbonatadas
negras) de forma que el individuo se enfrenta a un esfuerzo perceptual ms complejo y el resultado
que se origina y observa tras la prueba es ms prxima a un escenario natural de compra.Desde
inicios de los aos sesenta investigaciones permitieron identificar la existencia del influjo de las
percepciones y creencias de cada persona en sus preferencias de compra, en particular cuando con
bienes alimenticios y bebidas.
En el estudio clsico de Allison & Uhl, los autores advirtieron que la preferencia de los
consumidores de una conocida marca de cerveza norteamericana incrementaba significativamente la
percepcin del sabor y preferencia cuando esta poda ser identificada en comparacin con la
condicin de evaluacin a ciegas. Quiz el caso no experimental ms famoso donde se observa este
efecto sea cuando Coca Cola decidi cambiar el sabor de la bebida a inicios de los aos ochenta,
fundando su decisin en la evidencia de pruebas ciegas de que los consumidores preferan ese sabor.
Al enterarse de ello, y a pesar de la evidencia manifestada en los estudios de mercado realizados
previamente, los consumidores mostraron su descontento.La explicacin detrs del fenmeno es
que la vinculacin emocional de los individuos hacia la marca fue subestimada, y que existen casos
como el descrito donde la experiencia del mejor sabor es subjetivamente experimentada como peor,
desestimado el sabor objetivamente superior de acuerdo con lo reportado ciegamente por los mismos
sujetos.
La vinculacin emocional permite que las marcas gocen en un alto grado de familiar de marca y que
los consumidores las aprecien y se encuentren predispuestos a comprarlas por reconocer en ellas su
alta calidad, que sean de fcil reconocimiento, las asociaciones y experiencias positivas o
caractersticas y relevantes al sujeto. Esta explicacin por familiaridad de marca se halla
ampliamente reportada por distintas investigaciones.Sin embargo estudios ms recientes han
identificado una variable distinta a la familiaridad que tambin participa en la percepcin de sabor y
la consecuente preferencia del consumidor. Se trata de la explicacin basada en la
Congruencia/Incongruencia del sistema de valor y simbologa de marca percibida por el consumidor.
Esta contempla sus sistemas de creencias hacia fenmenos como el medioambiente, la preocupacin
por las comidas orgnicas o ms naturales, la propia imagen y la forma en que el individuo quiera
proyectarla a otros.
La evidencia del efecto que originan las creencias en la percepcin final se encuentra muy
documentada. De ah que sea conveniente poner en prctica ambas aproximaciones (familiaridad y
Congruencia/Incongruencia del valor y simbologa de marca), y que las marcas de alimentos se
encuentren alineadas con los valores centrales de sus clientes actuales y potenciales clave.
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El precio, una cifra adjunta al producto, ofrece una amplia plataforma para la gestin de la marca,
para el dilogo y pacto de la misma con sus compradores. En esta oportunidad comparto una de las
manifestaciones de esta relacin, la de percepciones de gasto o ahorro en la forma en cmo el precio
es presentado en conjunto con en bien en venta.Investigaciones realizadas por analistas del
comportamiento y los precios ya han determinado que es bastante ms efectivo colocar la cifra en
ausencia del signo de la moneda de pas. (La mayora de los estudios lo han determinado dejando de
colocar el icnico smbolo de $ al lado del monto por haber sido realizados en los Estados Unidos).
La explicacin subyacente es que ver el smbolo de dinero detona de forma automtica la idea de
gasto y por disminucin de dinero, lo cual origina una tensin que de ordinario sucede por debajo del
nivel perceptual y sin embargo disminuye la predisposicin a la compra del individuo.
En los resultados se observ que las personas quienes elegan a partir de las cartas que slo
presentaban los precios como 5.00 tendan a consumir y gastar ms en el caf en comparacin con los
otros grupos que se enfrentaban a $5.00 o la palabra dlar, evidencia que les permiti corroborar
nuevamente que la constitucin de percepciones mentales cercanas al concepto dinero originan una
reaccin de proteccin del mismo. Este efecto concuerda con el sesgo de Aversin a la Prdida,
reportado y ampliamente demostrado por los psiclogos D. Kahneman y A. Tversky, el cual sostiene
que las personas tendemos a preferir las situaciones que nos aseguran no perder ante aquellas que
presentan opciones donde es posible obtener una ganancia.
Es decir que psicolgicamente $5.00 no es lo mismo que 5.00 cuando se vende un producto. Quiz
nunca nos hayamos detenido a observar si en la carta de los restaurantes nos ponen el signo de Sol
antes, pero todos experimentamos la presentacin de precios .99. Steve Jobs revolucion la industria
de la msica vendiendo canciones individuales a ese precio en lugar de a $1.00 en la tienda digital
iTunes de Apple. La explicacin subyacente a este fenmeno perceptual es la misma: la mente tiende
a leer y percibir las cifras de distinto modo cuando ve el .99 igual que cuando ve el smbolo $.
Es decir que $4.99 se codifica como ms cercano a cuatro que a cinco. Siguiendo la lgica del
resultado de estos hallazgos, quiz el consumidor gaste an ms si el precio se le presenta como 4.99
en lugar de 5.00. Sera interesante un nuevo estudio con cuatro cartas de men en el restaurante,
donde se incluya esta ltima opcin.
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Es un acuerdo que a travs de la memoria retenemos los olores. Y pasajes como el de la novela de
Proust, recurrentes en las obras del autor francs, han sido estudiadas como experiencias naturales en
los individuos por distintos estudios de psicologa, en particular los que versan sobre la memoria y
los procesos de rememoracin. Los investigadores han determinado en distintas oportunidades el
hecho de que objetos o sucesos despiertan recuerdos particulares, que han quedado registrados por
asociacin en la mente y el cerebro.Estudios realizados en el Monell Chemical Senses Center en
Philadelphia evidenciaron que vincular un evento desagradable con un objeto era ms rpido si lo
desagradable era un olor (en comparacin, por ejemplo, con un ligero dolor). Reportes como este
evidencian la fuerza del olor en el proceso de aprendizaje y valoracin de objetos as como su
almacenamiento y rememoracin posterior.Estos recuerdos que vinculan olfato y sabor,
especialmente de alimentos, dependen especialmente del olor y usualmente tienen un alto componente
emocional.
Cierta parte de este aprendizaje que queda registrado en la memoria se remonta hasta cuando la
persona se encuentra en el vientre materno, donde percibe y retiene los gustos de ella a travs del
lquido amnitico.El gusto, como la experiencia descrita por Proust o la propia experiencia de
tomar un caf caliente por la maana o las hamburguesas y papas fritas en una cadena de comida
rpida, sucede cuando se suman el sabor y el olor. De hecho tcnicamente el sabor slo involucra los
receptores que se encuentran en la lengua y distinguen lo dulce, cido o salado. Por otra parte lo que
denominamos gusto es una experiencia completa en torno a un objeto.
Este suceso en el que participan el olor y el sabor para originar una experiencia en torno a un objeto
es extensivo tambin a las marcas. Es comn encontrar conductas de consumidores que ya han
conformado un vnculo entre el olor y un fenmeno o vivencia particular. Al tratarse de un fenmeno
de aprendizaje, este tiene componentes propios de la memoria de largo y corto plazo una marca
favorita que se usa hace aos, el olor a una tienda que trae a colacin recuerdos de niez o de
navidad, la colonia que utiliza o utilizaba alguien apreciado, entre otros.La naturaleza emocional
y cognitiva del olor en el sujeto presenta una oportunidad para desarrollar un vnculo experiencial
con las marcas. Como en la narracin de Proust los recuerdos que traa a colacin el bizcocho y la
taza de t en un domingo en Combray, puede suceder con diversos productos y servicios.Desde
la dcada de los sesenta algunas tiendas por departamento colocaban odorizadores en los sistemas de
ventilacin, con el objeto originar una experiencia agradable y vincular el olor con el
establecimiento.
Otros puntos de venta han eliminado su olor natural para hacerse ms amigables con el propio
consumidor, como muchas cadenas de las gasolineras, las cuales no tienen el caracterstico olor a
gasolina de forma que pueden presentarse como lugares de servicio, realidad que ante el olor a
gasolina hubiera sido ms complicado debido al fuerte vnculo mental unvoco entre gasolina y
automvil.
El campo del olor no queda relegado a los productos cosmticos, y mucho menos slo a los
perfumes. La complejidad de la experiencia del gusto y el olfato crea un marco para la gestin de
experiencia de la marca amplio e interesante por su impacto emocional y aferramiento positivo la
memoria de los sujetos, variable que favorece su predisposicin a la compra.
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No es nueva, la public en 1993, sin embargo su contenido no ha perdido una pizca de actualidad.
El libro es un aporte a la divulgacin de una de las principales bases conceptuales de la economa
comportamental (behavioral economics), fundada por D. Kahneman a mediados del siglo pasado, y
con ello a las ciencias sociales en general su utilidad para las comunicaciones de marketing radica
en las explicaciones que entrega sobre las tomas de decisiones.Gilovich, profesor de psicologa
de la Universidad de Cornell, hace un recorrido por pequeas distorsiones cognitivas de la realidad
que los individuos realizamos, y que no son producto de la estupidez o de desorden, sino
connaturales a la persona. Desde un inicio el cientfico afirma que los sesgos cognitivos son
imperfecciones en el procesamiento de informacin, y los sostenemos porque son consistentes ante la
evidencia disponible en el momento.
Un ejercicio de traduccin de la obra puede ser Cmo saber lo que no es as, aunque no es preciso,
pues el autor hace un juego de palabras en ingls. Sin embargo, el subttulo salva la situacin y
describe mejor el contenido: la falilibilidad de la razn humana en la vida cotidiana. Ese es
precisamente uno de los elementos que fundan la economa comportamental: argumentar contra los
postulados de la economa que proponen que la toma de decisiones es ordinariamente racional. As,
al consumidor procurar la consecucin de la utilidad, la consecuencia de ese proceso disuelve la
posibilidad de cometer errores cuando decide.
El autor desarticula, con detalle, orden y esgrimiendo los estudios de psicologa apropiados,
numerosos sistemas de creencias, juicios y racionamientos sobre los cuales nos movemos y
funcionamos en el da a da sin tener consciencia de ello.Los primeros captulos son
particularmente interesantes y cautivadores, no slo por el inters del cuerpo de conocimiento sino
por la riqueza de sus ejemplos, los que reflejan el actuar corriente del lector (acadmico o
profano).Por ejemplo, uno de stos lo dedica a la tendencia psicolgica de observar patrones
causales donde en realidad slo hay vaguedad y aleatoriedad. Por ejemplo, creencias categrico-
generales que toda comida picante causar acidez, que los perros negros ms son propensos a atacar
que los de pelaje claro, o que toda persona con mala caligrafa es desordenada, o que todas las
personas que tienen aspecto de bibliotecaria deben serlo (de hecho, algn fenmeno debe originado
ese estereotipo).
En el 2007, en una entrevista realizada en la Universidad de Berkeley, D. Kahneman sostuvo que la
mente era una mquina en constante esfuerzo por buscar el sentido y causa de las cosas que buscaba
tener razones para hallarse confortable. Esta clase de juicios es un ejemplo de ello, donde esperamos
de forma errnea atribuir causas a efectos dispersos basndonos en atributos similares entre ellos.
En captulos posteriores, Gilovich describe uno de los sesgos cognitivos ms comunes: el impacto
que tiene la informacin poco representativa o incompleta en la confirmacin de un dato o suceso. Se
trata de los tpicos casos que se resumen en frases como yo conozco alguien a quien le pas, eso
sucede en cada momento, un amigo me lo cont, se lo escuch a alguien en la oficina, lo vi en
televisin.
Si se somete a un escrutinio estadstico, toda esta informacin sera desaprobada por ser carecer de
fuerza o evidencia suficiente. Y sin embargo mantenemos un buen nmero de creencias que no exigen
examen previo para subsistir. El psiclogo dedica una seccin de su libro para exponer el fenmeno
de la natural tendencia humana a buscar datos auto-confimatorios: forma mediante la cual el
individuo reafirma y justifica sus sistemas de creencias. Es lo que explica frases como yo saba que
sucedera, cuando en realidad la persona careca de datos objetivos e insuficientes para sostener un
prediccin. Este efecto se denomina profecas que se cumplen a s mismas, a las que el autor
tambin dedica espacio. Este aspecto redaccional es uno de los puntos fuertes de la obra: el autor
hilvana diversos formatos de sesgos cognitivos, utilizando su trasfondo conceptual comn, al tiempo
que los ilustra con ejemplos cercanos a lo cotidiano.Por ejemplo, Gilovich destina varias
pginas a otro fallo comn, la tendencia a ver lo que uno espera ver, tcnicamente denominados
efectos confirmatorios o no-confirmatorios.
El psiclogo presenta modelos de comportamiento prototpicos que ilustran este fenmeno, como la
tendencia a recordar mejor la informacin que refuerza nuestras creencias en contraste con aquella
data que las contradice. Hacia la mitad de su obra explica el efecto placebo que este sesgo ejerce, y
se manifiesta en ciertas prcticas de medicina naturista o chamanera.Uno de los fenmenos ms
interesantes que se exponen es el llamado Asimetra Hednica. Cuando estamos apurados y tratamos
de abrir un cajn parece que nunca acertamos con la llave correcta. !Siempre tomo la llave
equivocada!.
La Asimetra Hednica es el mismo efecto que explica la experiencia universal siempre supe
donde estaba esa taza hasta hoy que la necesito, ya no la encuentro!: la exigencia de la necesidad e
inmediatez magnifica y dramatiza la ausencia del objeto. Eso es una distorsin cognitiva (bias)
producida por breves imperfecciones en el procesamiento de informacin.Gilovich el mrito de
haber redactado un libro divulgativo que no deja de ser cientfico, dado que no claudica en la
precisin de la terminologa que utiliza, ni en la descripcin de las distintas metodologas y
referencias citadas a lo largo de su obra. Un equilibrio que requiere destreza en la exposicin y
manejo del campo de conocimiento.
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Asimetra entre la cantidad de informacin y la calidad de las
decisiones
Hace una semana fue la ceremonia de apertura del ao acadmico en la Universidad de Piura,
institucin donde realizo mis investigaciones y dicto clases. Cada ao en la leccin inaugural expone
un invitado distinto, en esta oportunidad fue el Dr. A. Meisen, investigador canadiense de larga
trayectoria en temas cientficos y cuyos intereses actuales se enfocan en cmo la tecnologa tendr un
impacto en desarrollo econmico futuro.Durante su lectura, titulada El futuro: una gua para las
acciones presentes, una de las ideas que sac a colacin me pareci particularmente interesante. En
un momento de la exposicin, mientras hablaba de las tecnologas de la comunicacin y su impacto
en la sociedad durante la ltima dcada, seal la ausencia de correlacin entre la cantidad de
informacin disponible y su utilidad, o ms precisamente, la maximizacin de su utilidad.Es
decir, tener acceso a grandes volmenes de informacin no lograr que las personas nos hallemos
mejor informadas, seamos ms cultas o tomemos mejores decisiones en las distintas dimensiones de
la vida. Por el contrario ya no son reflexiones de Meisen la facilidad de acceso y disponibilidad
de ingentes cantidades de informacin puede originar una interrupcin o bloqueo en los procesos
cognitivos.
En el plano de la psicologa del consumo este fenmeno, que podemos describir como asimetra
entre la cantidad de informacin y la calidad de las decisiones de compra, se observa en diversas
categoras. Particularmente aquellas donde los productos son por naturaleza de baja relevancia como
los bienes de consumo masivo o rpida rotacin: cepillos dentales, desodorantes, leja, jabones,
bebidas carbonatadas, galletas y golosinas entre otros.En la sociedad de la informacin al
consumidor no slo se le oferta un bien, sino una serie de componentes que lo acompaan y uno de
ellos es acceso a datos sobre el producto. No slo aquellos controlados por la marca fabricante, sino
la generada por los propios individuos en foros o comentarios en redes sociales. Es evidente que
internet se presenta como la va principal para la entrega de este volumen de data as como el manejo
que los sujetos consumidores hacen con ella. Por ejemplo no son pocas las marcas de rpida rotacin
que cuentan con fan pages en internet, como el detergente Ariel o los productos para cuidado de la
piel dirigidos a jvenes Clean & Clear, o servicios de otra naturaleza como la tarjeta de crdito
MasterCard.
Es decir, tener acceso a grandes volmenes de informacin no lograr que las personas nos hallemos
mejor informadas, seamos ms cultas o tomemos mejores decisiones en las distintas dimensiones de
la vida. Por el contrario ya no son reflexiones de Meisen la facilidad de acceso y disponibilidad
de ingentes cantidades de informacin puede originar una interrupcin o bloqueo en los procesos
cognitivos.En el plano de la psicologa del consumo este fenmeno, que podemos describir como
asimetra entre la cantidad de informacin y la calidad de las decisiones de compra, se observa en
diversas categoras. Particularmente aquellas donde los productos son por naturaleza de baja
relevancia como los bienes de consumo masivo o rpida rotacin: cepillos dentales, desodorantes,
leja, jabones, bebidas carbonatadas, galletas y golosinas entre otros.En la sociedad de la
informacin al consumidor no slo se le oferta un bien, sino una serie de componentes que lo
acompaan y uno de ellos es acceso a datos sobre el producto. No slo aquellos controlados por la
marca fabricante, sino la generada por los propios individuos en foros o comentarios en redes
sociales.
Es evidente que internet se presenta como la va principal para la entrega de este volumen de data as
como el manejo que los sujetos consumidores hacen con ella. Por ejemplo no son pocas las marcas
de rpida rotacin que cuentan con fan pages en internet, como el detergente Ariel o los productos
para cuidado de la piel dirigidos a jvenes Clean & Clear, o servicios de otra naturaleza como la
tarjeta de crdito MasterCard.Distintos estudios evidencian que cuando el nmero de opciones
de compra, o su equivalente en cantidad de informacin, es muy alto, no se observa que la persona
pueda o tenga el nimo o inters de procesar toda informacin ofrecida. En algunas oportunidades
puede hasta originar una tensin y la sensacin final de no haber realizado la eleccin de adecuada
luego de haberse enfrentado a tantas ofertas o tanta informacin que no fue atendida.
No sugiero que se practique el silencio en las comunicaciones de marketing, por el simple principio
de que si no hablo la marca su competencia s lo har y esa accin tendr una repercusin en el
sistema actitudinal y su posicionamiento. La propuesta se enfoca hacia una administracin dosificada
de la informacin, en cuanto a la cantidad y su calidad, de forma que sea una variable a favor de la
toma de decisiones y relacin entre la marca y el individuo.El consumidor atender la data si la
aprecia porque le aporta un beneficio, si satisface una necesidad. En la gestin de las relaciones con
los clientes o prospectos parece oportuno atender (1) la relevancia de la informacin ante la realidad
de la persona, (2) la dosificacin en las entregas y (3) los lapsos temporales con se hace la entrega
de informacin de marca por los diversos canales, para evitar la saturacin cognitiva y un rebote
negativo en las actitudes y conducta de los individuos.
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Como se observa, la variable likeability se halla fuertemente vinculada a la atencin, que a su vez
se trata de un elemento de suma importancia en el proceso y dinmica de relacin entre el
consumidor y las marcas. El hecho que un consumidor preste atencin al mensaje publicitario es un
suceso que debe ser capitalizado de la mejor manera posible, pues por una parte es la oportunidad
para hacerle llegar el mensaje de marca y por otro lado no conviene perder de vista que lo ordinario
es que los sujetos pasen a un nivel de distraccin cuando se exponen a mensajes publicitarios pues
muchos de ellos no les resultan relevantes.
En el proceso de construir las campaas publicitarias destinadas a repercutir en el comportamiento
de los consumidores es oportuno que los mensajes entreguen la informacin que resulte relevante, de
modo que aumente la captacin de la atencin, y narrados de una manera creativa que logre piezas
que gusten (likeability). En ambos casos esto se puede asegurar practicando pretesteos de las
campaas y haciendo seguimiento posterior de las mismas para observar los resultados obtenidos en
cada elemento.
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De ser as, el valor radicara en la posicin que ocupa lo recordado en funcin al nmero de
recuerdos mientras ms marcas compongan el conjunto de recuerdos, la primera cobrar mayor
importancia.Sin embargo, cuando la pregunta se analiza desde el efecto que causa el top of mind
en el comportamiento consumo, se obtiene una ptica diferente.
En la decisin de compra de la persona influye el grado de recuerdo de una marca, por lo tanto el top
of mind se halla en ventaja ante otros productos competidores. Esta posicin de ventaja sucede con
independencia del nmero de marcas que la persona recuerde, y con an ms independencia de la
cantidad recordada por otra persona. Utilizando el mismo ejemplo del odontlogo y la seora,
ambos pueden tener la misma marca en su primer lugar de recordacin, dicha primaca aumenta la
predisposicin a la compra de la marca, an cuando la lista de marcas en la memoria del odontlogo
sea ms completa. Es decir, el valor de la variable top of mind se define precisamente por estar a la
cabeza de la lista, en autonoma del tamao de la lista de esa persona y en autonoma de las listas de
otras personas.Este efecto sucede porque el top of mind es una construccin individual,
dependiente de cada consumidor (el odontlogo compra para s, la seora para ella), y con esa
misma individualidad opera en el proceso de evaluacin y toma de decisin de cada persona.
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La cultura y su influjo en el consumo
La semana pasada comentamos el comportamiento del consumidor se encuentra compuesto por la
influencia de distintos factores. Estos intervienen en los procesos mentales y emocionales, y
consecuentemente en la conducta, en concomitancia con las caractersticas de cada individuo.
Fueron sealados seis elementos principales que participan en esta dinmica: la cultura, el estilo de
vida, la motivacin, la personalidad, la edad y la percepcin. A su vez, tambin se hizo una
referencia menor al precio como variable de influencia y se recibi el comentario de un lector quien
hizo una observacin muy interesante: que el grado de conocimiento del consumidor tambin tiene
suficientes peso para ingresarla a formar parte del inventario de factores que moldean la conducta de
consumo de un sujeto.
Mi intencin es, a lo largo de las siguientes semanas, en cada oportunidad en la que publico esta
columna, entregar un anlisis ampliado de cada uno de estos factores. En esta primera publicacin
tratar de profundizar ms en la cultura como elemento de influencia.
En el post pasado se sostuvo que el estudio de la comportamiento del consumidor trata sobre la
observacin y anlisis de las dinmicas psicolgicas y conductuales que suceden cuando un
comprador elige un producto determinado en lugar de otro, con la finalidad de comprender el motivo
que subyace a dicho proceso.
Es importante sealar que el objeto de estudio de la psicologa del consumidor son los procesos
mentales y acciones de un sujeto personal y nico, quien cuenta con su propia interioridad y
consecuentes acciones de deseo y compra.
Sin embargo, no se puede perder de vista una dimensin que se ilustra bien con la afirmacin del
filsofo Ortega y Gasset cuando declara yo soy yo y mis circunstancias, al referirse que la realidad
de una persona no termina en su yo, sino que continua y se completa en la circunstancia vital que lo
rodea. Esta circunstancia, que quiz en psicologa es tcnicamente ms correcto denominar como
entorno, es ineludible al ser humano, puesto que se encuentra enraizada y se origina en la naturaleza
social de la persona. Cada individuo transcurre y experimenta su vida en un plano personal pero que
se intervicula, en distintos niveles e incidencia, con las vidas de otras personas (las cuales a su vez
tambin acarrean sus propias circunstancias o entornos vitales).
Qu conforma la circunstancia o entorno de sujeto en el plano del consumo? Un ejemplo simple es
el ama de casa que selecciona las marcas que sabe son las preferidas por miembros de su familia, o
bien que son las ms adecuadas para la alimentacin de sus hijos o para la economa domstica. En
el caso expuesto ella est decidiendo las compras en atencin a su circunstancia familiar y entorno
socioeconmico. Como este se podran elaborar una diversidad de ejemplos.
Pero debemos referirnos a la cultura como variable de influencia del comportamiento de compra. Un
paso previo es identificar la cultura como una construccin de creencias y valores que pertenecen a
un colectivo de personas, no a un nico sujeto. As la cultura es de carcter social, una realidad
originada desde la participacin de muchas subjetividades, por lo que se puede considerar parte de
aquellas circunstancias o entorno de la persona, concepto al que se hizo referencia en los prrafos
antecedentes.
De esta manera es posible decir que mi circunstancia incluye a mi cultura, y por lo tanto suponer
que la cultura incide sobre la realidad ms cercana de la persona y, por lo tanto, ejerce una influencia
en su obrar y hbitos de consumo.
Como sealamos con el ejemplo del ama de casa, en distintas oportunidades la compra no se realiza
para satisfacer una necesidad propia sino la de terceros. Pero tambin sucede que la compra se
puede realizar para en propio consumo mientras el objetivo es satisfacer una necesidad que se
origina en la circunstancia del consumidor: en su cultura. Adquirir un bien en orden a atender una
necesidad cultural es manifestacin de que ese individuo pertenece a esa misma cultura y su conducta
responde a las creencias y cdigos de consumo de un grupo social.
Quiz el ejemplo ms claro se observe en los productos que al utilizarse indefectiblemente se
exhiben como la ropa y lugares de interaccin social como restaurantes, clubes o pubs. La dinmica
que subyace a este efecto es relativamente simple: las interacciones de personas ejercen un influjo de
uno sobre otro. En un plano ms psicolgico se puede afirmar que las actitudes del colectivo, su
cultura o sistemas creencias hacia determinadas marcas o hbitos de consumo, tienen un impacto
sobre las creencias de cada uno de los individuos que lo conforman.
De esta manera cada consumidor juega dos roles, el de participante de la conformacin de la cultura
y el de influenciado por la cultura generada por la sumatoria de todo el colectivo. En esta dinmica
se constituyen normas y creencias aceptadas por el grupo cultural. Con el fin de pertenecer y encajar
correctamente en un grupo cultural el consumidor debe seguir aquellas normas culturales, tanto las
que se encuentran formalmente manifiestas como aquellas que son tcitas. Ejemplos son formas de
vestir, locales comerciales que son puntos de encuentro, la utilizacin de productos decorativos
particulares en sitios como el cuerpo o el carro, formas de compra habituales (como el consumo de
diversas bebidas alcohlicas con platos determinados), entre otros.
Estas normas culturales tambin manifiestan elementos sociogrficos y econmicos que la moldean, y
definen una buena parte de la circunstancia de consumo de la persona, delimitando la geografa
comercial de los productos y marcas que puede o no puede comprar, que se corresponden o no con el
grupo cultural y social al que pertenece o al que procura ingresar.
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Son diversos los ejemplos reportados de la influencia del priming en el comportamiento. Tambin
sucede en decisiones que no son de consumo, sino polticas. Por ejemplo, estudios han evidenciado
que grupos de electores tienden a favorecer ms las iniciativas de aumentar los fondos para colegios
cuando realizan su voto en las instalaciones de una institucin educativa.
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Atentos a la neuromana
Desde hace unos aos va en aumento el nmero de personas dedicadas al marketing y la
comunicacin que siguen con peculiar inters lo que desde inicios de siglo se denomin
neuromarketing. El elemento comn que subyace a los postulados de esta tendencia es la idea de
que la mayor parte del comportamiento del consumidor puede explicarse en funcional a su actividad
cerebral, es decir que la persona se puede comprender y predecir segn sus bases biolgicas.
Las crticas contrarias a esta idea no tardaron en aparecer, pero sucede que el neuromarketing es
ms popular en la industria del marketing que los argumentos que no lo apoyan, con lo cual stos
ltimos no suelen tener tanto espacio en prensa y mucho menos una maquinaria editorial y de
conferencias que los difunda.
Uno de los primeros crticos en levantar la voz fue el reconocido mdico ingls (adems de
cientfico y filsofo) Raymond Tallis, quien entre lo primero que hizo notar fue que tales
neuromarketeros por lo general no son cientficos del campo de la neurociencia y que numerosas de
las afirmaciones que realizan son pseudo-cientficas, adems de estar sesgadas por una suerte de
populismo que atrae a quienes conforman la industria del marketing. Sin reparo Tallis seala que esta
prctica se observa en, por ejemplo, los libros de Martin Lindstrom (Buyology o Brandwashed), y
por prolongacin en las conferencias que imparte o consultoras a empresas.
De hecho cuando se analiza con un poco de perspectiva el neuromarketing es una suerte de
marketing aplicndo sobre s mismo sus propias herramientas publicitarias: utilizar un elemento
diferencial nuevo, nico y moderno, con el objeto de presentare como ms efectivo (para predecir
ventas, persuadir al consumidor o construir marcas). Es como un efecto de espiral que se predica
ante un pblico que est esperando escuchar esa afirmacin para autoconfirmarse en ella.
No cabe duda de que la conducta humana tiene una base neuronal, dado que la actividad mental
requiere un sustrato fisiolgico para que suceda y el encfalo es su lugar por antonomasia. Pero esto
no significa que al observar (con el uso de instrumentos de resonancia magntica funcional,
electroencefalgrafos, herramientas de biometra o medicin facial) de que esa actividad ocurre, se
consigue explicar el motivo por el cual aquello est ocurriendo.
Afirmarlo es en realidad un tipo de reduccionismo crudo que pretende explicar el comportamiento
humano nicamente en trminos de respuestas neuronales, hormonas neurotransmiras y motivaciones
emocionales inconscientes a las cuales por cierto slo se puede acceder mediante mtodos y
equipos costosos e invasivos, que de ordinario se encuentran el hospitales o clnicas universitarias.
Es sintomtico tambin que en las propias instituciones universitarias donde se realizan los estudios
que cumplen los estndares cientficos no hagan eco a las pretensiones del neuromarketing.
Publicaciones como el Journal of Consumer Psychology, el Journal of Consumer Marketing, o el
Journal of Consumer Behaviour que se encuentran entre las revistas cientficas ms solventes del
campo, no contengan artculos que suscriban afirmaciones tan categricas y promisorias como las
que se encuentran en los libros divulgativos del tipo Buyology y otros que le siguen. De ordinario
los artculos cientficos que versan sobre este tema afirman que los resultados o conclusiones en
experimentaciones realizadas entregan resultados preliminares y poco consistentes.
Por otro lado el trasfondo de la neurociencia como promesa de poder comprender a un nivel de
profundidad nunca visto las emociones y motivaciones humanas, hasta tal grado que estas podran ser
en cierto modo conducidas, es una propuesta que la historia de la publicidad ya vivi en torno a los
aos 40 y 50 y que luego fue descartada. Se trat de un movimiento psicologista denominado
Motivational Research, con el personaje E. Dichter a la cabeza, en una coyuntura donde el
conductismo (comprensin psicolgica de que la persona puede ser manejada practicando los
estmulos adecuados) estaba en boga.
Los aos demostraron que todo ello no suscitaba el efecto prctico prometido a la industria del
marketing y la publicidad. As, el neuromarketing tiene bastante semejanza histrica con el
Motivational Research de su momento. Parece que cclicamente la industria necesita refrescar su
arsenal de instrumentos y mtodos de venta.
Por otro lado, es paradjico que a veces demos a los animales caractersticas humanas a menudo
atribuyndoles sentimientos que no tienen, mientras por otro lado simplifiquemos a la persona al
nivel animal: algo similar pasa en un neuromarketing de simplismos.
Un buen ejemplo es la forma en que usamos la palabra memoria, un concepto muy complejo en
psicologa. Por una parte lo podemos utilizar para describir el proceso por el que un perro recuerda
la ubicacin donde ha enterrado un hueso y, por otra parte, la infinitamente ms articulada dinmica
por la cual los humanos entretejemos nuestras experiencias pasadas, conformadas por pensamientos,
emociones y entornos personales, y construimos con ello narrativas biogrficas con sentido propio.
En ambos ejemplos podemos usar la palabra memoria para describir el hecho, y en ambos casos se
puede ver (con instrumentos de imgenes o medicin neuronal) activaciones cerebrales a pesar de la
gran diferencia entre los ejemplos.
La conciencia, el sentido de uno mismo, la cultura, son elementos que nos diferencian del resto del
reino animal, no obstante an son muy difciles de explicar su constitucin y dinmicas en trminos
de neurociencia. Qu atajo ha tomado el neuromarketing para comprender la complejidad de la
persona y comprender sus motivaciones ms hondas con el objeto de mover productos en el
mercado?
La creencia de que un individuo puede comprenderse esencialmente en trminos biolgicos es un
serio obstculo. Explicar el comportamiento ordinario e identificar la conciencia humana slo a
partir de la actividad del cerebro evolucionado niega la singularidad humana, reduciendo al mnimo
las diferencias entre nosotros y nuestros parientes animales ms cercanos. A pesar de que los
postulados del neuromarketing estn lejos de ser tratados antropolgicos y se limitan a ofrecer
mtodos de comercializacin, sus afirmaciones tergiversan lo que somos, ofreciendo una visin
grotescamente simplificada de la persona. Cada persona, comprendida como consumidora o no, es
infinitamente ms interesante y compleja de lo que aparece frente al espejo de biologismos como el
neuromarketing.
Una realidad que no ayuda a salvar esta simplificacin es que la industria del marketing y la
publicidad asumen con relativa rapidez y facilidad las proposiciones neuromarketeras, pues
brindan herramientas de venta racionales para justificar sus esfuerzos comerciales y deseos de
comprender al consumidor, con lo cual por la va de los hechos el neuromarketing gana el beneficio
de ser validado y sus postulados convertidos en un acuerdo entre los participantes de la industria.
Las neuronas por s solas nunca darn la respuesta para comprender al consumidor, aquello que lo
motiva, sus ilusiones, deseos, creencias y visin del futuro. Neuromarketing puede prometer un
herramienta til en algunos aspectos, sin embargo no parece conveniente perder de vista que
finalmente encontraremos al consumidor en toda su individualidad y circunstancia propia, ante lo
cual la inteligencia aguda y experiencia de los profesionales del marketing, investigacin de
mercados, publicidad y otras disciplinas sigue siendo el camino para comprenderlo y llegar a l con
estrategias adecuadas y comunicacin inspiradora.
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La aversin a la prdida
El concepto de sesgos cognitivos o sesgos en los procesos de pensamiento fueron introducidos hace
poco ms de treinta aos por el padre de la economa conductual, D. Kahneman y su ya fallecido
colega de investigacin A. Tversky. Ambos observaron la existencia de situaciones en que los que
juicios y decisiones diferan de lo predecible segn una toma de decisin estrictamente racional, as
que explicaron esta dinmica de toma de decisiones que incluye la presencia de sesgos en trminos
heursticos, es decir procesos intuitivos pero que introducen errores sistmicos. Uno de los ms
comunes en el sesgo de Aversin a la Prdida.
Expongo la idea bsica de este sesgo citando lo ledo en un website, el cual oportunamente lo ilustra
partiendo de la figura de que las personas tendemos a ser ms sensibles y activas ante una perdida
que ante una posible ganancia. Pensemos en el refrn ms vale pjaro en mano que ciento volando,
el cual se utiliza para explicar el motivo que subyace en varias de las decisiones de nuestro quehacer
ordinario. Ante un conflicto, el sujeto tiende a mostrar una mayor predisposicin a aceptar una
acuerdo modesto pero seguro, en lugar de arriesgar an ante la perspectiva de una ganancia
potencialmente mayor. El problema de este sesgo es que impide percibir la totalidad de una
oportunidad y llevar a la persona a no correr riesgos por miedo a salir de su zona de confort y
eventualmente perder.
Comento este sesgo porque ayer lo vi directamente en accin en una persona y me pareci interesante
seguir su desenlace. La escena era la siguiente: un sujeto que por prescripcin mdica debe
ejercitarse de forma regular para mantener dentro los ndices adecuados sus niveles de colesterol y e
insulina. Una de las soluciones ms prcticas que encontr para ello fue matricularse en un gimnasio
bastaba con salir de la oficina e ir directamente al mismo, cambiarse la ropa por la de deporte, los
auriculares con la msica de su gusto y seguir las rutinas cardiovasculares que en el propio gimnasio
le indicaban. De este modo experiment que lograba alcanzar los ndices clnicos indicados por el
mdico, con lo cual la prctica resultaba evidentemente positiva.
No obstante, el gimnasio nunca fue una alternativa atractiva para esta persona, an a pesar de su
practicidad y resultados cada asistencia peridica al mismo pasaba por el trance de superar la
pereza y argumentos de justificacin para evitar ir ("ya es tarde", "hay mucho trfico", "hace mucho
fro", o la habitual prctica de procastinar con la universal frase "mejor voy maana"). El hecho es
que a luego de pagar varias temporadas de membresas trimestrales y simultneamente tomar fuerte
conciencia de que cada vez haca ejercicio con una frecuencia menor a la mdicamente adecuada, la
persona experimentaba que estaba invirtiendo ms el dinero: pagaba por un servicio que no
consideraba barato y que utilizaba al mnimo.
A pocos das de finalizar su fecha de membresa deba decidir si contratar una temporada ms,
momento en el cual se activa el proceso de toma de decisin y en este caso el sesgo de aversin a la
prdida, el cual segn Kahneman es un pensamiento primario y automtico, que con facilidad ignora
la valoracin de las posibles ganancias.
La toma de decisin lgica, si la persona la pone por escrito o la cuantifica, es que por los beneficios
que se obtienen no solo s compensa en trminos de salud matricularse en el gimnasio (y hacer al
menos el mnimo de ejercicio fsico), ms an: en el plano econmico es ms conveniente contratar
el gimnasio por 1 ao entero en lugar de trimestralmente como lo vena haciendo, pues el equivalente
monetario resultante por mes es bastante menor. Sin embargo este sesgo le indica primariamente lo
contrario, anclado en la experiencia de su hbito antes que en la conveniencia lgica: "pagars por
algo que no usars, conclusin, vas a perder dinero".
Los sesgos cognitivos slo se pueden desarticular racionalizndolos. En este caso, por ejemplo,
haciendo notar a la persona que eventualmente puede perder ms dinero que el pago del gimnasio en
el coste de mdicos y medicinas, y ms an si se proyecta a largo plazo por las repercusiones
positivas en su salud, entre otros argumentos.
Paradjicamente, este sesgo tambin funciona a la inversa: una vez que la persona ya realiza un
desembolso, pues seguir la siguiente lgica automtica de pensamiento "he pagado por algo, luego,
debo utilizarlo para sacarle provecho y no perder".
As, este sesgo se convierte en un factor motivacional, cuando al inicio pudo haber sido un obstculo
en el proceso de decisin de compra. Como todos los sesgos cognitivos, son fallas sistmicas en la
lgica estricta para una toma de decisin, pero es parte de ser humanos lo cual mantiene la exigencia
de ser creativos y profundizar en el conocimiento de las personas para desarrollar estrategias
comerciales y de comunicaciones de marketing.
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Se puede medir la actitud hacia la marca?
La actitud hacia un objeto o sujeto evidencia el aprecio o acercamiento positivo o negativo que se
tiene hacia el mismo. En el caso del marketing se utiliza para identificar o servir de pauta para
observar la predisposicin hacia una marca, es decir, si sta es buena o mala, cercana o relevante,
etc. A pesar de tratarse de una variable muy subjetiva, es posible medir cuantitativamente la actitud
de una persona.
Los investigadores Fishbein y Ajzenk propusieron hace ya buen tiempo una frmula matemtica para
obtener esta medicin actitudinal. Un factor esencial para comprender la lgica de la misma es que
los autores sealan que las actitudes son una composicin de creencias personales hacia el objeto.
Por ejemplo, un individuo puede creer que la torta de chocolate de una marca determinada es ms
suave y rica que la preparada por el fabricante de otra marca. Si bien puede tener rasgos objetivos,
esta percepcin no se libera de ser el punto de vista subjetivo de la hipottica persona.
Lo normal es que tengamos sistemas de creencias hacia todos los sujetos y objetos que componen
nuestra vida y entorno, de forma que siempre es posible observar las creencias sobre las cuales las
actitudes, como construcciones perceptuales finales, subyacen e interactan de modo congruente entre
ellas.
Con esta idea de los sistemas de creencias en mente, Fishbein y Ajzenk sealaron que la actitud de un
individuo se compone fundamentalmente de dos elementos: (i) cules son las caractersticas ideales
que un objeto debera tener, y (ii) en qu medida una realidad cumple con esas caractersticas.
Por ejemplo en el caso de un detergente se preguntara al consumidor cules cree que deben ser las
propiedades modlicas de uno de estos productos. Aquel podra, hipotticamente, responder que
proteger el tejido, no decolorar la tela, que el blanco no se percuda y dejar un buen olor. En este
ejemplo la persona ha dado 04 creencias.
Luego se le pide que jerarquice esos factores en orden de importancia, dando un valor (por ejemplo
en una escala de 0 a 5) mayor al que considera el principal de todos.
Posteriormente se le preguntar por una marca concreta, digamos la marca extranjera de detergentes
Wisk, y en concreto por la puntuacin que le dara a sta en cada una de las 04 creencias que hizo
mencin anteriormente (nuevamente por ejemplo en una escala de 0 a 5).
Por ltimo se obtiene el producto de la multiplicacin de los factores, y su ndice de importancia,
sumado al otorgamiento de esos factores a la marca Wisk tambin dependiendo del ndice
valorativo que haya dado a cada uno de ellos. Este producto es la medida de la actitud de esa
persona hacia la marca Wisk.
Por supuesto se trata de una medida relativa y no absoluta, debido a la naturaleza subjetiva de las
caractersticas apreciadas por cada sujeto y los valores otorgados a una marca. Cul es el puntaje
referente para saber si una actitud es positiva o alta?, cuando el consumidor le ha dado a la marca la
mxima puntuacin en las caractersticas que en un principio expuso como importantes, desde su
parecer, al tipo de producto en cuestin.
Conocer las actitudes hacia la marca es un referente cuantitativo til para conocer la cercana y peso
que stas tienen entre las personas, de forma que se conoce lo que piensa, cree y siente de ellas, para
poder hacer las correcciones necesarias o saber si se va por buen camino.
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Los autores utilizan como tcnica de estudio un Anlisis de Conjunto (Conjoint Analysis), llamado
tambin Modelo Composicional Multiatributo. Esto se trata de una tcnica estadstica y que se utiliza
en muchas de las ciencias sociales y ciencias aplicadas incluyendo el marketing, la gestin de
productos y la investigacin operativa. El objetivo del anlisis conjunto es determinar qu
combinacin de un nmero limitado de atributos es el ms preferido por los encuestados (en nuestro
caso los consumidores). Se utiliza con frecuencia para comprobar la aceptacin de diseos nuevos
de producto por parte del cliente y valorar el atractivo de anuncios.
Los pasos bsicos son realizar un Anlisis de Conjunto de atributos de un producto o marca son:
Seleccin de las caractersticas que deben ser probadas; muestra de las combinaciones del producto
a clientes potenciales; los encuestados categorizan las combinaciones; analizar los datos de una
muestra representativa de clientes potenciales utilizando estadstica (el anlisis producir las
caractersticas con mayor preferencia por los potenciales clientes); y por ltimo la incorporacin de
las caractersticas ms preferidas en un nuevo producto o anuncio.
El estudio de A. Chakravarti y colegas se ha publicado en la ltima edicin del Journal of Consumer
Psychology. La evidencia de su trabajo demuestra que si las preguntas que se realizan en una Anlisis
de Conjunto utilizan tipos de respuestas generales (es decir por ejemplo, la puntuacin de una escala
breve) o de categoras de respuesta ms cerradas (por ejemplo, utilizando una escala evaluativa
compuesta por muchos puntos), se observa sistemticamente una sensibilidad a los precios, los cual
evidencia una influencia en la evaluacin del conjunto de marcas estudiadas por parte de los
consumidores.
Los autores sugieren que esto puede ocurrir debido a que las respuestas de categoras estrechas,
frente a aquellas donde se propone un mayor nmero de opciones o atributos mientras realizan el
analizan los puntos claves del conjunto. Dado que ambos grupos de consumidores consideran que el
atributo de precio como algo naturalmente notorio, las preguntas anteriores con categoras de
respuesta de opciones reducidas conduce a un mayor nmero de atributos no relacionados con el
precio considerado, y, en consecuencia, disminuyen el peso que se ofrece a los precios y reduce su
sensibilidad.
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Resumen. Este ensayo presenta la relacin del consumidor con los productos y el bienestar que ste
obtiene de los mismos. Para ello se ha tomado como base los esquemas, elementos de la psicologa
cognitiva, y los estudios realizados sobre el concepto de bienestar y la utilidad hednica. La
propuesta final es un marco terico denominado Esquemas Adaptados de Consumo, el cual explica
la expectativa y proyeccin de satisfaccin individual del sujeto cuando consume un producto, as
como la limitacin de los bienes de satisfacer plenamente y por s solos a la persona que consume.
Introduccin
Bienestar es una palabra con un muchas de definiciones. Cuando la mayora de las personas hoy en
da utilizan la palabra, lo hacen asociada con su sentido de emocin o afecto positivo. Tambin es
comn utilizarla como una forma abreviada para referirse a la satisfaccin que tiene la persona hacia
aspectos de su vida o sta en general. Una palabra que tambin se aproxima a tal sentido es alegra,
sin embargo esta ltima es a veces considerada como una realidad ms intangible pues se trata de un
estado de experiencia personal ms existencial.
Con los aos el trmino bienestar ha sido ampliamente estudiado, y como consecuencia se le han
atribuido mltiples significados, algunos bastante distintos a los comnmente descritos. Desde una
perspectiva cristiana el bienestar se vincula con la dicha de la bienaventuranza para describir la
experiencia de felicidad en cuyo caso incluso puede ser un estado concomitante con el sufrimiento
donde el creyente espera un bien an mayor en el cielo. De esta forma, en el cristianismo el bienestar
no es contrapuesto al dolor, como s sucede en corrientes filosficas que se expondrn ms adelante.
En la tradicin aristotlica se utiliza la palabra eudaimonia para describir la felicidad como la meta
vital de todo sujeto, an cuando este no es consciente de la misma. El filsofo propuso que se logra
llegar a este estado mediante la experiencia de una buena vida a travs de la accin virtuosa,
cultivadas por el hbito o la repeticin, dinmica mediante la cual la persona logra su plenitud. Sin
embargo su concepto se acerca ms al de felicidad que al de bienestar, el cual es el punto sobre el
cual trata este ensayo.
Siglos despus, durante la Ilustracin, el afecto o emocin positiva y el placer se plantearon como
valores individuales sostenidos en s mismos, logrando hasta cierto punto tener la categora de
derechos fundamentales. Podra afirmarse que fue en torno a las ideas de este poca cuando se
sentaron las bases para la construccin de la arquitectura social que permiti a cada individuo buscar
la satisfaccin o bienestar individual en el sentido moderno con el que en la actualidad utilizamos
ms ampliamente el trmino.
Con ello las ms de las veces se tiende e traslapar el sentido de bienestar con el hedonismo y las
experiencias vinculadas con lo hednico en su sentido de placentero, en una dimensin como la
planteada por la perspectiva utilitarista del filsofo J. Bentham al respecto. Sin embargo bienestar y
hedonismo no parecen ser sinnimos, mientras el primero tiene caractersticas propias de una
prctica o actitud ante lo vital, este ltimo se vincula con la bsqueda de placer.
El hedonismo utilitarista tiene la caracterstica de ser propenso a la adaptacin dinmica de la
persona con su entorno. Es decir, con el paso del tiempo necesita una mayor cantidad e intensidad de
estmulos para sentir el mismo nivel de placer que inicialmente experiment con un evento. Este
fenmeno recibe el nombre de estabilidad hednica, donde el grado de placer experimentado se
mide en relacin a los estados hednicos previos, de modo que en cada nueva oportunidad el
individuo necesita estmulos ms intensos a fin de mantener el grado de hedonismo que procura
experimentar.
Hay un buen nmero de teoras que explican el bienestar y su consecucin. Las teoras basadas en
necesidades, que sern explicadas ms adelante en el documento, exponen inventarios de elementos
que los individuos usualmente necesitamos satisfacer para lograr bienestar. Por otro lado se
presentan otras teoras ms elaboradas que superan le satisfaccin momentnea de una necesidad
satisfecha, como por ejemplo la denominada PERMA (por las iniciales de pleasure, engagement,
relationships, meaning, accomplishments) desarrollada por el psiclogo Seligman (2011). Esta y
otras posturas en torno a la satisfaccin se derivan del mbito de la psicologa positiva escuela
propuesta en gran medida por este ltimo autor que para comprender el bienestar de la persona
incorporan elementos tales como las emociones positivas, el compromiso, las relaciones con otros
individuos, la visin que tiene de s mismo y su entorno, el sentido que la vida tiene para el sujeto y
las metas que logra a lo travs del tiempo.
Si bien este ensayo cubre en gran medida el concepto de bienestar en el individuo, su orientacin
final apunta a la psicologa del consumidor y marketing, es decir que eventualmente se procura llevar
lo que diversas posturas sobre el bienestar han planteado al plano de la satisfaccin en el consumo
de bienes comercializados.
El ensayo se estructura en tres reas: los esquemas como elementos de la psicologa cognitiva y su
funcin en la organizacin de la informacin que permite la toma de decisiones. En segundo lugar un
desarrollo del trmino bienestar, sus sentidos y connotaciones, y por ltimo la propuesta de marco
terico denominado Esquemas Adaptados de Consumo.
En definitiva, este trabajo procura conjugar los diversos conceptos de psicologa para presentar una
propuesta de marco terico sobre la relacin de los individuos con los productos y el bienestar que
se obtiene de ellos, marco denominado Esquemas Adaptados de Consumo.
Esquemas
El concepto de esquema parece ser uno de los principales elementos teorticos que utilizan los
investigadores dedicados a observar la forma como las estructuras de pensamiento se vinculan y
participan en el comportamiento humano (Pace, 1988). Cientficos y terapeutas cognitivos han
prestado mayor atencin a los esquemas, elementos que segn las hiptesis juegan un papel clave en
los procesos mentales as como en la base de diversos problemas psquicos de largo plazo (Padesky,
1994).
Rummelhart (1980), psiclogo interesado en el procesamiento de la informacin y la semntica
humana, sostuvo que los sujetos desagregan la informacin en fragmentos generalizables que
posteriormente son almacenados en forma de categoras. El autor postul que los esquemas eran el
producto final de la elaboracin de categoras cognitivas, las mismas que permiten al individuo
organizar aquello que aprende.
De esta forma, segn el psiclogo los esquemas son estructuras mentales organizadas que permiten a
la persona captar, entender y asociar aquella informacin que se le est presentando. El autor defini
los esquemas como los ladrillos del pensamiento o de los procesos de cognicin.
Segn el mismo autor cuando un sujeto elabora un nuevo conocimiento, ste es codificado en un
esquema pre existente o, de lo contrario, organizado bajo un nuevo cdigo (script). De este modo
vincula el concepto de esquema con las dinmicas de aprendizaje y el funcionamiento de la memoria,
pues la codificacin en categoras facilita la posterior rememoracin de conocimientos.
En un sentido similar, Pace (1988) sostiene que los esquemas se derivan de las experiencias pasadas
y el aprendizaje que surge de las mismas. Segn este autor los esquemas se originan y operan
organizando de forma selectiva la continua acumulacin de experiencias de cada sujeto en patrones
de significado, los cuales tienen un carcter subjetivo. De esta manera tiene sentido que Pace (1988)
denomine a los esquemas como estructuras cognitivas fundamentales, de modo similar como
Rummelhart (1980) las titula fragmentos generalizables o categoras de conocimiento.
Si bien no existe mucha literatura que verse estrictamente sobre el constructo esquema, el trmino
es ampliamente utilizado en el campo de la psicologa cognitiva y campos relacionados (como el
procesamiento de informacin, aprendizaje, inteligencia artificial). No obstante, en los distintos
estudios donde se utiliza este concepto se advierte que el punto en comn es que el esquema se
comprende como un marco cognitivo cuya funcin es organizar e interpretar la informacin,
facilitando los procesos mentales de la persona (Paas, et al., 2003; Sheppard y Teasdale, 2000). As,
una definicin que parece apropiada es la que ofrece Schmidt et al. (1995), quienes postulan que un
esquema es la estructura bsica de componentes de la organizacin cognitiva mediante la cual las
personas logran identificar, interpretar, categorizar y evaluar sus experiencias.
Por otro lado, tambin se observa otro aspecto comn en los estudios que versan sobre los esquemas.
En ellos el concepto cobra dos dimensiones: por un lado el hecho de que los esquemas tienen
propiedades estructurales, es decir que la informacin se encuentra organizada en un orden
esquemtico; por otro lado se advierte que los esquemas contienen elementos proposicionales, es
decir un sentido y contenido informacional que apunta hacia algo, un esquema que niega o afirma una
realidad. (Dozois y Beck, 2008).
Muy probablemente fue el reconocido psiquiatra e investigador Aaron T. Beck quien otorg y ha
mantenido la relevancia del trmino esquema en el marco de conocimiento y estudios en psicologa,
pues fue l quien lo introdujo en este campo a mediados del siglo XX. Beck utiliza el trmino en un
sentido que no se aleja del expuesto por los otros autores antes citados, aunque cabe no perder de
vista que lo utiliza desde la perspectiva de sus intereses en psicologa clnica y teraputica.
En su primer libro, Beck (1967; Beck y Alford, 2009) otorga el crdito de haber dado el sentido
originario al trmino esquema para describir estructuras cognitivas o de pensamiento al reconocido
psiclogo Piaget (1948). No obstante, Beck aadi un ngulo particular al trmino, sosteniendo que
un esquema se trata de la estructura que permite filtrar y codificar los estmulos del entorno, de modo
que la personas las pueden desagregar y organizar nuevamente en facetas de orden psicolgico.
De acuerdo con esta postura, los esquemas permiten al individuo categorizar e interpretar sus
experiencias de modo que cobren significado. Beck replic este sentido del trmino en obras
posteriores, donde define los esquemas como patrones cognitivos estables que ofrecen al individuo
una base para filtrar, diferencias y codificar los estmulos a los que se enfrenta. De esta manera, los
esquemas funcionan como estructuras cognitivas, ordenadas y especficas, que gobiernan el
procesamiento de informacin y la conducta del sujeto (Beck et al., 1979; Beck y Alford, 2009).
Como hemos expuesto, Beck utiliz el concepto de esquema como parte de su propuesta de terapia
psicolgica cognitiva conductual. Esta se basa en un marco terico del procesamiento de informacin
donde los esquemas cobran gran importancia (Dozois y Beck, 2008), y donde stos ocurren como
parte normal del desarrollo cognitivo de una persona (Padesky, 1994). De acuerdo con su postura,
agrupamos las experiencias en categoras que nos permiten comprender y organizar el mundo. As, un
nio agrupa perros, gatos y leones como animales, sin embargo puede tener un esquema ms
especfico de mascota que incluye los dos primeros animales mas no el tercero.
Si bien esta perspectiva pertenece a un campo de inters ajeno al presente ensayo, incluye el
presupuesto de que los esquemas cognitivos pueden ser modificados (en el caso de su aplicacin
clnica mediando la intervencin de un terapeuta). Es decir que stos tienen una naturaleza dinmica
o cierta plasticidad, de modo que son sujeto de modelamiento por parte de diferentes factores (Beck
y Alford, 2009; Beck, et al., 1990; Padesky, 1994).
Por otra parte, y probablemente debido a que su trabajo abordaba el concepto de esquema desde una
perspectiva de psicoteraputica, el investigador observ que del mismo modo en que las personas
aplicaban estos marcos cognitivos para lograr un conocimiento estructurado que les permitiese
organizar e interpretar la informacin circundante, tambin aplicaban marcos cognitivos sobre si
mismo. Es decir que el sujeto se observa a si y se comprende de acuerdo con su propio sistema de
creencias. De esta forma Beck postul que cada persona tiene un esquema de s mismo as como de
los dems y acerca del mundo que los rodea (Beck, 1967; Beck y Alford, 2009; Newman, 2005).
Acorde con ello, el autor y colegas (Beck y Alford, 2009) postularon que el esquema de cada
persona desarrolla sobre si se compone de tres dimensiones: (i) la imagen que tiene de s misma, (ii)
su percepcin del entorno y (iii) la proyeccin que tiene del futuro. Este conjunto fue denominado
trada cognitiva.
Es interesante notar que en la trada cognitiva subyace la idea de que una realidad compleja como la
persona puede requerir un constructo compuesto por diversos elementos. De este modo, es posible
advertir diferencias entre esquemas ms o menos complejos de acuerdo al nmero de dimensiones
que abarquen as como sus grados de abstraccin en algunos casos como el citado parece razonable
hacer referencia a esquemas cognitivos multidimensionales.
A su vez la teora de los esquemas cognitivos (Pace, 1988) asume que cuando los sujetos obtienen un
nuevo conocimiento, o se enfrentan la modificacin de un conocimiento o pensamiento, procuran que
ste encaje en las estructuras preexistentes en su memoria, de modo que ese conocimiento cobre
sentido. Esta postura es congruente con la teora de la disonancia cognitiva estipulada aos atrs por
Festinger (1962), as como con la tendencia al sesgo confirmatorio del pensamiento humano (Jonas et
al., 2001).
Parece posible sostener que esto sucede por lo sealado en prrafos anteriores donde se expuso que
los esquemas eran el producto final de la elaboracin de categoras de conocimiento, que permiten al
individuo organizar lo aprendido (Rummelhart, 1980, Paas, et al., 2003; Sheppard y Teasdale, 2000).
O bien, como sostiene Pace (1988), los esquemas son una elaboracin de patrones de significado de
carcter subjetivo, originados en las experiencias propias de cada individuo. De este modo, parece
inherente al esquema tener siempre un origen y carga subjetiva.
En este plano subjetivo, y con referencia al esquema aplicado a la persona (es decir la trada
cognitiva de Beck), cabra preguntarse qu se elabora antes: si el esquema y luego en funcin al
mismo la organizacin de cogniciones, o bien si primero sucede el aprendizaje sobre el cual se
elaboran los esquemas. Sin embargo parece que esta discusin tendra un carcter circular, dado que
un esquema es tanto una cognicin como un organizacin cognitiva. De este modo los esquemas
deben operar en ambos sentidos, como patrones de organizacin del aprendizaje que a su vez se
elaboran con base en la experiencia del sujeto. Ms an si se tiene en consideracin el carcter
dinmico o la plasticidad del concepto, como lo observ Beck (Beck y Alford, 2009; Beck, et al.,
1990; Padesky, 1994), principio a partir del cual las nuevas experiencias recibidas que se organizan
de acuerdo con los esquemas del individuo, posteriormente pueden modificar a los mismos.
Respecto al bienestar, este se trata de un concepto difuso por lo cual es conveniente hallar
componentes comunes entre las distintas explicaciones del mismo con el objeto de delinearlo. En
general puede presentarse como un estado mental o afectivo de satisfaccin caracterizado por
emociones positivas o agradables que incluyen el gozo momentneo o la alegra estable.
Es oportuno hacer primero una distincin entre los trminos bienestar (del cual se acaba de dar una
aproximacin general) y satisfaccin. En este ltimo se hace mayor referencia a la accin del sujeto
para cubrir necesidades personales, de descargar la tensin que esas originan, de modo que dejen de
reclamar la atencin del sujeto y el esfuerzo para en su consumacin.
Por otro lado, la satisfaccin tambin responde al esquema cognitivo propio de cada individuo.
Segn su organizacin de experiencias, y la consecuente visin de s y su entorno, una persona le
puede otorgar una valoracin particular a un deseo o necesidad mientras que otra persona puede
cargar de un valor distinto (mayor o menor) a esa misma necesidad cuando se le enfrente para
satisfacerla.
La satisfaccin de necesidades a lo largo del tiempo, de acuerdo con el esquema cognitivo de cada
persona, conlleva a un estado de equilibrio y contento psquico mayor a la mera satisfaccin de una o
pocas necesidades, en particular aquellas ms valoradas o bien las requeridas por la naturaleza del
individuo. A ese conjunto de satisfacciones sostenidas en el tiempo que experimenta el sujeto se
denomina ms propiamente bienestar.
A inicios del siglo XX se empezaron a realizar los primeros estudios empricos para identificar y
medir el bienestar subjetivo. Inicialmente se utilizaron cuestionarios simples donde se peda a los
entrevistados que reportaran sus niveles de felicidad puntundolos en rangos nominales cerrados.
Con el paso del tiempo los estudios fueron identificando caractersticas importantes sobre el
bienestar experimentado. Por ejemplo hacia fines de la dcada de los sesenta se observ que los
afectos negativos y positivos son independientes uno de otro y no simplemente emociones opuestas.
Esta identificacin permiti que en investigaciones posteriores se estudiaran de modo separado con
el objeto de obtener una panormica ms completa de la experiencia del individuo.
Hacia las ltimas dcadas del siglo pasado los estudios en SWB aumentaron notablemente, de forma
que este campo cobr un notable cuerpo de conocimiento. Diener et. al. (1999) publicaron una
revisin de la literatura de lo investigado sobre este tema; por su parte el reconocido psiclogo
cognitivo D. Kahneman tambin haba comenzado a realizar aportes en esta rea debido a su inters
por la psicologa y la utilidad hednica (Kahneman et. al., 2003).
Diener (2009) sugiere que el inters en estudiar el SWB ha crecido con rapidez debido a que la
poblacin en los pases desarrollados de occidente han alcanzado un nivel de abundancia material y
salud fsica que les permite pensar ms all de la mera supervivencia o la atencin de necesidades
bsicas al corto plazo, fijando su inters en vivir experimentado satisfaccin o plenitud posterior de
la prosperidad econmica. El autor denomina este estadio de algunas sociedades como
postmaterialista.
Sugiere tambin que SWB cobra inters por su correlacin con las tendencias de pensamiento
individualista, donde el individuo se haya interesado y atento a definir y lograr libremente sus afectos
y bienestar propio. De este modo, SWB se corresponde bien con el zeitgeist que caracteriza el
pensamiento occidental.
A pesar de lo avanzado sobre este campo, no existe un instrumento psicomtrico aceptado de forma
general para medir la satisfaccin subjetiva del individuo. Sin embargo es unnime el acuerdo de que
los mtodos de auto-reporte por parte de los sujetos de estudio tienen validez; asimismo se ha
reportado la conveniencia de utilizar diversos mtodos (adems de los inventarios y cuestionarios)
para la comprender cmo las personas construyen sus juicios de bienestar subjetivo, como por
ejemplo entrevistas y otras mediciones cognitivas.
El constructo SWB no parece ser una elemento fijo, sino dinmico y multiforme. Los investigadores
han observado que de acuerdo a las formas de pensamiento y cultura a las que pertenece cada
persona, la elaboracin de su percepcin de bienestar puede variar, es decir que no se trata de
valores estticos almacenados que se enuncian cuando son requeridos. En lugar de ello, se observa
que las personas tienden a utilizar informacin reciente y notoria de sus propias vivencias para
realizar jucios sobre su grado de satisfaccin. A su vez, este efecto de anclaje a un dato vara en
intensidad entre individuos.
As expuesto, las estimaciones sobre el SWB, la percepcin de satisfaccin, tanto como el reporte de
los propios afectos a lo largo del tiempo tienden a ser influidos por el estado anmico actual de la
persona, sus creencias respecto al bienestar y la felicidad, as como su facilidad de rememorar
informacin negativa o positiva.
Luego de sus estudios y revisin de la literatura, Diener (2009; Diener et. al. 1999) ha clasificado
las distintas teoras sobre la satisfaccin en tres grandes grupos, de a las caractersticas comunes que
encuentra en ellas. Estos grupos son: (i) teoras de la satisfaccin de necesidades, (ii) teoras de la
actividad o procesos, (iii) teoras genticas y de predisposicin de la personalidad.
Una crtica habitual que se hace a Maslow por su explicacin sobre la motivacin humana es sealar
que su modelo es estrictamente jerrquico, es decir postular que una categora de necesidades debe
ser atendida antes de poder atender la siguiente. Esa crtica carece de fundamente pues el propio
psiclogo indic en su ensayo original que no es requisito seguir de forma secuencial la satisfaccin
de necesidades, afirmando que las necesidades son una realidad dinmica y que su modelo tiene por
objeto sistematizarlas mas no reducir la complejidad de la persona al mismo. Es probable que parte
de la equivocacin surja de utilizar el trmino jerrquico al hablar de su modelo dinmico de
necesidades y motivaciones, pues este trmino parece requerir un proceso secuencial lineal. A ello y
las crticas tampoco ayuda el hecho de que su modelo sea graficado en forma de pirmide, pues
nuevamente parece hacer especial incidencia en la jerarqua, pues en la forma triangular de la
pirmide se observa con facilidad una direccin o secuencia. Por otro lado, estudios ms actuales
han observado una correlacin entre la satisfaccin de necesidades y el estado de SWB. Estos
explican que la persona percibe mayor bienestar cuando se encuentra ms prxima a los objetivos o
estndares vitales que se plantea.
Otros autores, quienes conforman el segundo grupo de teoras (de la actividad o procesos) han
identificado que involucrarse en actividades que satisfacen a la persona o moverse hacia metas que
sta misma se propone son elementos relacionados con el nivel de bienestar que la persona
experimenta. Uno de los pioneros en proponer esta perspectiva ha sido Csikszentmihalyi (1975,
1999). El psiclogo postula que las personas se encuentran ms satisfechas cuando se involucran en
actividades que son de su inters y armonizan con sus niveles de destreza. Csikszentmihalyi
denomina el estado mental que se origina de esta experiencia como fluir (flow). Otras
investigaciones tambin han hallado relaciones entre las acciones interesantes donde ocurre un grado
de disfrute y el bienestar que las personas reportan al encontrarse en esa circunstancia.
Por otro lado tambin se encuentran autores quienes argumentan que existen elementos de estabilidad
que componen en SWB que no son explicables a partir de estabilidad en las circunstancias de
bienestar subjetivo del individuo, debido a que las circunstancias precisamente pueden cambiar y se
observa que algunas personas an a pesar de ello siguen experimentando SWB. Estas teoras
conforman el tercer grupo de explicacin del constructo (teoras genticas y de predisposicin de la
personalidad), y sostienen que el bienestar subjetivo experimentado es fuertemente influido por las
disposiciones estables de la personalidad.
Las valoraciones de las personas respecto a su bienestar subjetivo reflejan reacciones cognitivas y
emocionales de las circunstancias vitales. Debido a que las circunstancias pueden ser de corto plazo,
pueden modificarse y ser relativamente estables, es oportuno que las investigaciones tengan en cuenta
la percepcin de SWB en el corto y largo plazo.
De esta forma se observa que las personas reaccionan antes los cambios en el entorno y que esas
reacciones se evidencian en las experiencias momentneas del bienestar subjetivo. No obstante
investigaciones tambin evidenciado niveles similares de afecto positivo en distintos planos de vida
des grupos de individuos en periodos prolongados de tiempo, lo cual sugiere que las personas
pueden tener respuestas emocionales estables para distintas circunstancias de la vida. A partir de
estas observaciones se ha argumentado que, a pesar de que las circunstancias influyen el SWB, las
personas eventualmente se adaptan a estos cambios y retornan a niveles de inicio o niveles de
adaptacin (Headey, 2008).
Estos niveles de adaptacin o estados promedio de SWB son argumentados como una predisposicin
gentica de algunas personas hacia estados de experiencia de bienestar. Si bien se ha identificado
que el entorno tiene un papel en esta medicin, estudios en gemelos monozigticos y dizigticos
indican la existencia de un grado de disposicin biolgica que influencia las respuestas emocionales
sujeto, an cuando el entorno es estable y similar entre los sujetos observados (Lykken y Tellegen,
1996).
Por otro lado, una prctica habitual en la investigacin psicolgica es realizar observaciones
comparativas de una variable entre sujetos que padecen algn tipo de afeccin psquica y otros que
no.
De este modo Subjective Well Being (SWB) se refiere a cmo la gente experimenta la calidad de sus
vidas, de acuerdo a la combinacin de sus estados emocionales afectos positivos y negativos y
sus juicios cognitivos. SWB abarca tambin las evaluaciones que cada persona realiza sobre su
propia vida, en un marco similar al descrito por la trada de esquemas cognitivos de Beck, debido a
lo cual se constituye como un constructo estable en el tiempo y vinculado con los rasgos de
personalidad del sujeto.
El concepto de utilidad entra en juego cuando se discurre sobre el bienestar, pues hace referencia al
beneficio que la persona obtiene luego de una decisin o una transaccin. El mismo concepto de
utilidad se encuentra presente y mantienen su sentido en los tres grupos del modelos de satisfaccin
expuestos.
Al exponer sobre la nocin de utilidad, Kahneman y Thaler (2006) ofrecen una distincin entre dos
sentidos en los cuales el trmino puede ser utilizado: la utilidad de la decisin y la utilidad
experimentada.
En este sentido del concepto de utilidad la pregunta que cabe es las preferencias del sujeto en
funcin a las cuales realiza la eleccin son consistentes entre ellas y con los axiomas de la toma de
decisin racional?
En contraste con tal sentido, los autores explican que este sentido de utilidad de la decisin se aleja
de la idea propuesta por Bentham, pues el filsofo hizo originariamente referencia a la utilidad como
una experiencia hednica, donde el individuo busca el bienestar o placer resultante de las decisiones
que tomase.
Para nominar esta distincin entre los sentidos de la palabra, Kahneman y Thaler (2006) introdujeron
el trmino utilidad experimentada, la cual mantiene el sentido de la propuesta de Bentham, donde lo
que el sujeto procura es una experiencia de carcter hednico o de bienestar que se asocia con el
resultado satisfactorio que obtiene de sus decisiones y acciones.
Bajo esta interpretacin del trmino como utilidad experimentada, la pregunta sobre si las
decisiones maximizan la utilidad tiene un sentido ms simple que el de la maximizacin de la utilidad
econmica: las personas eligen las opciones que ms disfrutaran? las personas toman decisiones de
acuerdo con la satisfaccin que obtendrn de ellas?
imaginemos que un individuo recibe todos los das una dolorosa inyeccin. No hay
adaptacin; el dolor es el mismo da tras da. Asignaremos el mismo valor a reducir el
nmero de inyecciones de 20 a 18 que a reducirlo de 6 a 4? Hay alguna justificacin para una
distincin?
No recog datos porque el resultado era evidente. Cualquiera puede advertir por s mismo que
pagara ms por reducir el nmero de inyecciones a un tercio (de 6 a 4) que a un dcimo (de 20
a 18). La utilidad de la decisin de evitar dos inyecciones es mayor en el primer caso que en el
segundo, y cualquiera pagara ms por la primera reduccin que por la segunda. Pero esta
diferencia es absurda. Si el dolor no cambia ningn da, qu justificara asignar utilidades
diferentes a una reduccin de la cantidad total de dolor en dos inyecciones, dependiendo del
nmero de inyecciones previas?
Como diramos hoy, el problema introduca la idea de que la utilidad experimentada podra
medirse por el nmero de inyecciones. Tambin sugera que, al menos en ciertos casos, la
utilidad experimentada es el criterio con el que debe estimarse una decisin. Una persona que
pague cantidades diferentes por obtener la misma ganancia de utilidad experimentada (o
ahorrarse la misma prdida) comete un error. Esta observacin quiz nos parezca obvia, pero
en la teora de la decisin la nica base para juzgar errnea una decisin es su inconsistencia
con otras preferencias. (2011, p.164)
Kahneman y Thaler (2006) proponen que cuando un consumidor realiza una eleccin en el tiempo t0
ste hace un pronstico de la utilidad que experimentar ms adelante en t1. Los autores denominan
estos pronsticos de utilidad como pronsticos hednicos, y explican que pueden ser explcitos y
observables, as como implcitos, caso el en cual deben ser inferidos a partir de la eleccin que el
sujeto realiza en el momento t0.
Siguiendo la lgica de los autores, se puede observar que los pronsticos hednicos son una
prediccin de la utilidad experimentada que los individuos esperan obtener como resultado de una
eleccin. Ellos su vez advierten que estos pronsticos hednicos no siempre son precisos, es decir
que la persona puede cometer errores al proyectarlos. Para observar este efecto es posible medir el
pronstico hednico y compararlo con la medida de utilidad experimentada posteriormente por el
sujeto, situacin en la cual se ve la cercana entre ambos, es decir si se cumple o no la experiencia
esperada.
Gilovich, Griffen y Kahneman (2002) explican que la mayora de los pronsticos hednicos se
realizan de forma intuitiva mas no cuidadosamente considerados, y que a su vez los pronsticos son
susceptibles de ser influenciados por sesgos que se encuentran presentes en otros juicios intuitivos de
la propia persona.
Es interesante notar que la variable temporal se encuentra presente en los pronsticos hednicos, es
decir que una decisin realizada en t0 tendr efectos y diferencias con el consumo que se realice en
t1. Los autores consideran que el estado mental y el contexto de la persona influye en las
evaluaciones intuitivas que pasan por su cabeza cuando realiza la eleccin en el momento t0. As
afirman que las personas, si bien s saben qu quieren o qu les gusta, no siempre pueden proyectar
con precisin aquellos que les gustar cuando medie un lapso temporal, con lo cual el pronstico y
experiencia hednica se ven influidos por esa variable.
Kahneman y Thaler (2006) sealan cuatro reas que han sido documentadas donde pueden ocurrir
fallos en el pronstico y experiencia hednica (p.223):
a) cuando el estado emocional o motivacional del sujeto es muy distinto en los momentos t0 y t1;
b) cuando la naturaleza de la decisin centra su atencin en aspectos del resultado de la eleccin
que no sern notorios o relevantes en el momento de experimentar lo elegido;
c) cuando las elecciones se realizan con base en evaluaciones erradas de experiencias pasadas;
d) cuando las personas pronostican su ajuste futuro a nuevas circunstancias de su vida.
Es posible observar la relacin que los conceptos pronstico hednico y utilidad experimentada
mantienen con la nocin de bienestar subjetivo (SWB). Dado que ste ltimo trata de cmo las
personas experimenta la calidad de sus vidas, de acuerdo a la combinacin de sus estados
emocionales y sus juicios cognitivos, en cierta forma cabe sealar una simetra o congruencia entre
los estados de bienestar subjetivo y los pronsticos hednicos que apuntan a la utilidad esperada en
la dinmica de toma de decisiones del sujeto.
Giese y Cote (2000) identifican tres de estos elementos: (i) la satisfaccin del consumidor es una
respuesta con componentes afectivos, cognitivos y conativos; (ii) la satisfaccin se encuentra
vinculada con evaluaciones que el consumidor hace sobre los estndares que comprende del
producto, sus experiencias previas de consumo as como atributos relacionados con la compra (por
ejemplo el servicio de venta); y (iii) que la satisfaccin puede ser expresada en distintos momentos,
como antes de la eleccin, despus de la eleccin, o posterior al consumo.
De acuerdo con este ltimo elemento descrito por los autores que la satisfaccin se manifiesta en
distintos estados del consumo tambin es posible afirmar que la satisfaccin es experimentada en
distintos momentos del proceso de consumo. Concretamente la satisfaccin se puede observar en las
siguientes etapas:
Debido a que en cada etapa es posible observar un grado de satisfaccin relacionado con el consumo
de un bien, llamaremos al conjunto de estos momentos estados de consumo, pues en ellos se
advierte la vinculacin entre el sujeto y el producto, y la forma en que cada etapa tiene un serie de
caractersticas de satisfaccin en el plano de la prctica del consumo.
De acuerdo con lo expuesto es posible afirmar que el consumidor tiene la capacidad de experimentar
satisfaccin (SWB) en su relacin con un bien o marca en cualquiera de los cuatro estados de
consumo, en alguna de sus posible combinaciones, o bien en su totalidad.
Cabe advertir que los esquemas patrones de significado de carcter subjetivo, originados en las
experiencias propias que permiten al individuo organizar lo aprendido (Rummelhart, 1980, Paas, et
al., 2003; Sheppard y Teasdale, 2000; Pace, 1988) tienen un efecto influenciador en el modo en que
cada sujeto se relaciona y valora cada una de las secuencias de los estados de consumo. Esto se
debe fundamentalmente a que la realidad y entorno de cada individuo (por ejemplo elementos
sociales, econmicos y culturales) le hacen modular la relevancia que un producto o servicio
significa para s, tanto como la relacin cognitivo o emocional que pueda mantener con una marca. Es
decir, la circunstancia, valoracin y significacin de un bien tienen notas diversas en cada uno de los
estados de consumo en cada uno de los consumidores.
Hemos sealado que en el plano del consumo los esquemas de cada persona actan particularmente
como un marco de percepcin, significado y valoracin que conduce el proceso de deseo y accin de
compra de un bien en cada una de sus etapas.
Cuando los esquemas del sujeto participan en la dinmica de deseocompra, es decir en alguno de
los estados de consumo, stos influyen en el modo en que se procesa la informacin referida al
producto, haciendo que el individuo tienda a fijarse en aquella informacin que es congruente o
incongruente con sus esquemas. En definitiva esto es una forma de evitar la disonancia cognitiva,
donde la persona procura que no haya obstrucciones entre su sistema de creencias y lo que desea o
decidir comprar, es decir entre su esquema referido al producto y cualquiera de los estados de
consumo.
Como consecuencia de lo descrito, el sujeto eventualmente alinea sus esquemas con sus propios
estados de consumo de modo recproco, de modo que logra percibir su dinmica de deseo y
eventual toma de decisin de compra como la ms adecuada o satisfactoria, fortaleciendo su
proyeccin y experiencia de SWB.
En el acpite donde se exhibieron los esquemas cognitivos y en concreto la trada cognitiva (Beck y
Alford, 2009), es decir el significado que las personas atribuyen a s mismas, a su entorno y su
futuro, se indic que esta esquema es modificable a lo largo de la vida de la persona como
consecuencia de distintas variables: su comprensin y percepcin de necesidades, nivel de
educacin, valoracin de los bienes, nivel adquisitivo, entre otras. De este modo es plausible afirmar
la plasticidad como una caracterstica de los esquemas, en este caso observado en la trada
cognitiva.
Luego de lo expuesto hasta el momento en referencia a los esquemas, es posible advertir lo siguiente
en cuanto a su relacin con las caractersticas y dinmica de los estados de consumo:
a) Como se expuso, los estados de consumo estn compuestos por diversos momentos, cada
uno influenciado por los esquemas cognitivos de cada sujeto (en particular los vinculados con
la satisfaccin y SWB), hecho que manifiesta la multivariabilidad de los estados de consumo
como construccin.
b) Por otro lado, al tener un carcter individual y con carga subjetiva, los estados de consumo
son susceptibles a los esquemas que componen la trada cognitiva de cada sujeto; al responder
a la personalidad y entorno de cada persona cada una de estas dimensiones de la trada no tiene
un carcter esttico, sino que se moldea con el tiempo. Por extensin es plausible afirmar que
los estados de consumo de cada sujeto en relacin con los productos y marcas a lo largo del
tiempo son tambin dinmicos y no estticos.
De esta manera, porque los esquemas cognitivos que intervienen en el deseo, nimo y eventual
compra de un bien, parece conveniente comprender la plasticidad de estos esquemas vinculados con
el consumo como una realidad que se adecua de acuerdo con la realidad de cada sujeto a sus
estados de consumo.
De este modo es razonable sealar que esta adecuacin sucede porque cada persona puede tener
expectativas, necesidades o niveles de compromiso variables en intensidad hacia un mismo bien. Es
decir que los esquemas acondicionan y dan forma al momento de consumo de cada persona. Con
ello en mente, en adelante se denominar a este fenmeno dinmico o plasticidad individual hacia el
deseo-compra de un producto para obtener SWB como Esquemas adaptados de consumo.
De este modo, un Esquema adaptado de consumo se puede definir como la expectativa y proyeccin
de satisfaccin individual (SWB), en un momento determinado, en relacin con una, varias o la
totalidad de las etapas de consumo, de acuerdo con los elementos que componen la trada cognitiva
del sujeto.
Es posible sealar que un Esquema adaptado de consumo responde al deseo de la persona para
descargar una necesidad y atenderla mediante el consumo de un producto o servicio, provocando una
experiencia de satisfaccin y bienestar (SWB) en cualquiera de las etapas de consumo presentadas.
No obstante, el grado de satisfaccin o bienestar propias del SWB en estos estados de consumo
acarrea intrnsecamente una limitacin en su modo e intensidad, la cual tiene su origen en los axiomas
antes expuestos: cada persona tienen un sistema propio de expectativas, necesidades valoraciones y
estilos cognitivos y, por otra parte, el bien que satisface a una persona no tiene la capacidad de
satisfacer a del mismo modo a otra.
De este modo es plausible afirmar que el fenmeno de los estados de consumo no arraiga en s
mismo una carga total de bienestar, sino que slo pueden otorgar una cercana parcial de SWB. As
expuesto, los estados de consumo no aseguran per se la experiencia de bienestar de una persona.
A ellos nos referimos al afirmar que los estados de consumo son vulnerables, puesto que en s
mismos carecen de la capacidad de asegurar y satisfacer definitivamente el SWB de un sujeto: la
multiplicidad de elementos que participan en la experiencia de satisfaccin escapan a ellos mismos y
su relacin con cada consumidor.
Y este es el punto donde los Esquema adaptado de consumo cobran mayor sentido: precisamente
porque los esquemas de consumo se adecuan a las expectativas y necesidades de cada consumidor,
son stos las variable que otorga mayor plenitud en la experiencia de SWB del individuo en
cualquiera de sus etapas de consumo. Con ello logran que la experiencia de SWB sea menos
vulnerable dado que se la expectativa de satisfaccin es enmarcada por el propio consumidor, sus
experiencias y anclaje cognitivo, y menos por factores del entorno que escapan de su control.
As, mientras por una parte los productos no acarrean per se una carga total de SWB, el Esquema
adaptado de consumo de cada sujeto s tiene la capacidad de otorgar una carga ms elaborada y
completa de satisfaccin o bienestar. Esto se debe a que el esquema adecua la valoracin y
necesidades individuales a las expectativas de la persona a cada momento de consumo.
Expuesto de otra manera, el deseo, posesin o consumo de un bien no tiene la capacidad de asegurar
el bienestar, sino que es la subjetividad en el propio sistema de necesidades y proyecciones de
satisfaccin que propone al sujeto lograr el grado que espera obtener de SWB.
Dado que los estados de consumo no incluyen en s una carga que satisfaga de modo total el SWB
(o que son vulnerables al entorno y otras variables), nuestra opinin es que tampoco pueden producir
cambios en las estructuras de SWB de la persona.
En cambio, parece ms razonable sostener que el Esquema adaptado de consumo de cada persona
s pueden constituir estructuras ms duraderas de satisfaccin y bienestar en el plano del SWB, en
cuanto permiten una experiencia ms consonante con las cogniciones, emociones, conductas y
experiencias de consumo de cada persona, as como a su entorno y su percepcin del futuro.
Este hecho se manifiesta en la hiptesis de que sociedad de consumo deriva en una "rutina del
hedonismo" (hedonic treadmill) o de adaptacin hednica. Es decir que en cada oportunidad de
consumo reaccionamos con cierta intensidad a los estmulos nuevos, pero luego volvemos a un
estado de posicin neutral. Llamaron a este estado una cinta-sin-fin (treadmill) porque el individuo
no logra permanecer en un estado de SBW por mucho tiempo, pues luego de consumir y alcanzar
satisfacciones el individuo eventualmente se habita a stas una vez que se obtienen.
Conclusiones
A lo largo del ensayo se han presentado diversos conceptos: los esquemas, el trmino bienestar, sus
sentidos y connotaciones, y por ltimo la propuesta de estados de consumo y un marco terico
denominado Esquemas Adaptados de Consumo. Este ltimo procura ser una integracin de los
conceptos e ideas que se desarrollaron previamente.
Este marco terico de psicologa del consumidor permite observar la forma en que los individuos
realizan evaluaciones de los productos y pronostican, desde su propia perspectiva, la satisfaccin de
una necesidad y el bienestar que obtendrn al conseguirlo o consumirlo. Es precisamente el elemento
de subjetividad en la expectativa de satisfaccin lo que hace de estos esquemas flexibles y
dinmicos, pues como su nombre indica son adaptados al sistema de esquemas de cada persona.
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