Cosa Ponge y Derrida
Cosa Ponge y Derrida
Cosa Ponge y Derrida
E
mpezar alargando la mano, con el gesto corporal que sujeta el Rollerball 0,7
que vierte tinta negra en trazos de 0,7 milmetros. Movimientos rtmicos apenas
percibidos que van lentamente encadenando los grafemas, las lneas de sentido.
El texto se perfila despacio sobre el papel cuadriculado de un cuaderno apoyado en la
mesa; como se dibujan las espirales de una bayeta esponja en la encimera de cualquier
cocina: sin tomar conciencia de la actividad corporal. Todo hecho a travs de un
automatismo slido, con la vista un poco perdida hacia fuera para concentrar en la
mente el sentido impuesto a las palabras escritas, a las frases encadenadas.
Comenzamos por un desvo, no puede hacerse de otro modo. As, sin quererlo la
cosa, fabricando una escena inventada donde alguien hace varias cosas a la vez, donde
algo se escribe cocinando, borrando, limpiando y rayando, trabajando a dos manos.
Mientras, rueda la bola (ball 0,7) que impregna por una cara y se impregna de tinta por
la opuesta, dejando su rastro en el papel. Mojando por abajo y mojndose por arriba:
sujeto y objeto a la vez de esa pequea imprenta de mano que se mueve verticalmente,
algo inclinada, con una grcil ereccin. Por debajo, el papel esponja acoge de la bola
metlica la tinta pegajosa, del utensilio que se dosifica, que se retiene en cada eyeccin:
la bola da cierre y apertura, es la vlvula, la bomba de achique literaria que hace un rato
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estaba parada, retenida en la punta del artefacto de pie y mezclado entre otros parecidos
en el cubo de los bolis, a la espera de una ciruga que ahora comienza a dejar su cifra
sobre el papel en blanco. Como un utensilio de cocina: modesto, ligero, netamente
especializado en su utilidad, bastante poco brillante, un poco relumbrn sin embargo, de
pequea envergadura y que se mantiene en las manos sin pesar mucho (Ponge, 1961:
181).
Pero lo cierto es que ms all de las crticas que el firmante pueda dirigir contra su
propio texto (ms adelante pondremos en cuestin esta propiedad), habra que decir que
no se trata de un simple recurso retrico o de una estrategia literaria ms o menos
cndida, sino de una imposibilidad. Es imposible salir de la estructura circular de ese
movimiento, porque un escrito es siempre una cosa, una cosa literaria o susceptible de
convertirse en cosa literaria. Y si el escrito se empea en la pregunta por la cosa
literaria, el crculo se cierra. Lo preguntado est ya implcito en la pregunta, da lugar a
la pregunta. O, dicho de otro modo, slo se puede preguntar, preguntar por escrito se
entiende, si al preguntar se hace uso de lo preguntado. De algn modo la respuesta est
ya en la pregunta, porque un escrito ya es una cosa, decamos, pero tambin porque toda
cosa tiene el carcter de una escritura. Ya se sabe: para Derrida la escritura invade todo
el campo del ente1.
Este trabajo en crculo que aparece cada vez que se trata de arte, tiene un largo
recorrido en la filosofa (los nombres de Kant, Hegel o Heidegger seran desde luego
imprescindibles), si bien la reflexin que aqu se inicia puede dar pistas sobre esa
circularidad, sobre la contumacia de este recurso cada vez que se piensa el arte.
1
La huella, donde se marca la relacin con lo otro, articula su posibilidad sobre todo el campo del ente,
que la metafsica ha determinado como ente-presente a partir del movimiento ocultado de la huella. Es
necesario pensar la huella antes del ente (Derrida, 1967: 61).
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Dos das despus [de haber pasado a mquina el discurso con el cual se ha dirigido al
pblico en Cerisy] por tanto, hojeaba todava encima de mi mesa, donde l haba
permanecido, este ejemplar del Nouveau Recueil que el mismo Francis Ponge me haba
trado, una noche que cenbamos en casa de []. Hojeando el libro incluso sin saber lo que
buscaba en l o quizs sin buscar nada en l, observo entonces la banda del libro. Esa
especie de anuncio publicitario estaba plegado en dos entre las pginas y yo lo haba
guardado como una suerte de marca pginas.
Esta banda la conoca bien por haber admirado de ella, no haca mucho, la cantidad
de juego que daba pero, como se dice, la haba olvidado, deba haberla olvidado.
Qu dice la banda? Esto:
BANDE
A FAIRE SAUTER.
[] Ahora bien, lo que he tenido la certeza, en conciencia, de leer por primera vez
esta tarde del 23 de julio son esas dos palabras en caracteres ms pequeos y negros, en el
ngulo, abajo y a la derecha:
BANDE
A FAIRE SAUTER.
sign: Ponge
(Derrida, 1984: 119-121).
Comenzamos por este pequeo relato de un olvido, y por esta banda que cerraba y
rodeaba el libro que Francis Ponge haba regalado a Derrida siete aos antes. Una banda
para romper, para hacer saltar, para liberar de este modo la lectura. Ahora bien, como
seala el mismo Derrida, tambin puede leerse esa palabra primera, bande, como un
imperativo del verbo bander que viene a decir en espaol: vendar, tambin tensar,
incluso en una acepcin muy vulgar empalmarse. De aqu por tanto: venda, tensa o
emplmate hasta hacer saltar. La cuestin es hacer saltar qu?, a quin? Derrida se lo
pregunta tambin, y responde: vous de dcider mais cela peut se faire en lisant
(Derrida, 1984: 120). Despus del relato nos da as la palabra. Nos toca decidir; es
nuestro turno. Se necesita llevar las cosas al lmite, la cosa libro, para hacerla saltar;
romper, romperse para darse a leer. Una banda tambin, una banda circular que en su
superficie pone lo que es: Esto es una banda. Como si en el crculo se cerrara la cosa
y el nombre de la cosa, como si la cosa, banda, encerrara los nombres, los constriera en
un apretado vnculo entre las palabras y las cosas.
Nos toca decidir lo que hay que hacer saltar mediante una tensin; pero hay una
pista: puede hacerse leyendo. Por debajo del rtulo de la banda: firmado: Ponge. Es
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la cita de la firma, no tanto la firma sino la cita de la firma, Derrida lo subraya. Pero
tambin es el ttulo del libro de Derrida. As se llama, Signponge: FirmadoPonge
(sign, firmado), firmadoesponja (ponge, esponja), signoesponja (signe, signo)
Hacer saltar qu? La decisin puede hacerse leyendo. Leer es saltar de una palabra a
otra, ligarlas y, en cierto sentido, vendarlas, unirlas con una cinta estrecha de sentido
hasta hacerlas saltar. Dar sentido es una operacin que consiste justamente en la
realizacin de esos saltos, de pasos y de referencias, de envos y de ligaduras. Saltar la
banda y saltar de banda. A varias bandas.
Mira bien esta tarjeta, es una reproduccin. Te digo en secreto este aforismo
solemne y sentencioso: acaso no empez todo entre nosotros con una reproduccin? S, y a
la vez nada es ms sencillamente falso, he ah la tragedia []. Apostamos por la tarjeta
postal antes que por la literatura, la inadmisible literatura. Viste esta tarjeta, la imagen al
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dorso de esta tarjeta? Di con ella ayer, en la Bodleian (es la famosa biblioteca de Oxford),
ya te contar (Derrida, 1980: 18, con pequeas variaciones de traduccin).
Al inicio del largo envo postal (Envos) que contiene cientos de referencias a la
famosa tarjeta, justo al da siguiente de comenzar la escritura. La fecha en el texto
citado es el 4 de junio de 1977. Se trata del tercer envo, el primero es del 3 de junio, y
el segundo, apenas unas lneas, del mismo 3 de junio. Los envos llegan, recordemos,
hasta el 30 de agosto de 1979. Una fecha es ya una firma2. Todos los prrafos de
Envos estn fechados, esto es, firmados. Y todas esas firmas estn ah, en la
fotografa de ese otro libro de los dos, de Bennington y JD. Un libro que lleva por ttulo:
Jacques Derrida por Geoffrey Bennington y Jacques Derrida. El nombre del libro
contiene dos veces el nombre del autor. El objeto sobre el que se escribe y el autor que
lo escribe, objeto y sujeto. Como una banda circular: Esto es una banda, Esto es
Jacques Derrida, lo dice Jacques Derrida y otro. Firma y contrafirma. Nombre del
autor a travs del otro, por el otro. El autor como otro que se ve, se mira, como lector
tambin de s mismo, como narrador que se da a s mismo su propia autora, su propia
narracin por medio de esas bandas o esas vendas de sentido que contienen, que
estrechan tambin, que estrangulan, faire sauter, la identidad del autor. Un autor que
se da en cuanto que se escribe, se monumentaliza, se erige o se pone en pie, a travs de
ese juego colosal3 de las vendas, como otro. Banda, pues, como conjunto, como
pluralidad; banda y bandido tambin que supone que nada es ms sencillamente
falso: acaso no empez todo entre nosotros con una reproduccin?.
2
En ciertas condiciones al menos, fechar viene a ser firmar (Derrida, 1986: 29).
3
El motivo del Colossos aparece citado en mltiples ocasiones en Signponge, (Derrida, 1986: 13, 22, 42,
48, 88, 99). La cuestin haba sido trabajada por Derrida en Le colossal (Derrida, 1978: 136-168)
dentro del captulo dedicado a la Crtica del Juicio kantiana y titulado Parergon. No es este el lugar de
hacer una glosa del complejo entramado que all se expone; pero baste aqu la siguiente indicacin:
Colosal (kolossalisch) califica por consiguiente la presentacin, la puesta en escena o en presencia, la
aprehensin por la vista de algo, pero de algo que no es una cosa, ya que es un concepto [en el caso de
Kant, por supuesto]. Y la presentacin de ese concepto en tanto que no es presentable. Ni simplemente
impresentable: casi impresentable. Y en razn de su tamao: es casi demasiado grande. Este concepto
se anuncia y se oculta a la presentacin sobre la escena. Se dira, en razn de su tamao casi excesivo,
obsceno (Derrida, 1978: 143). En cuanto a su relacin con el doble, es imprescindible remitir al trabajo
de Jean-Pierre Vernant titulado La categora psicolgica del doble (Vernant, 1965).
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libro no os servir de nada, a vosotros otros, a vosotros, al otro, y no habr sido sino un
pretexto encubierto para inscribir en l mi propia firma detrs, en su espalda
(Derrida-Bennington, 1991: 15). En la espalda de quin?, de Derrida o del libro? De
JD? La fotografa parece decirlo as. Del libro de Bennington? Puede ser, tambin el
libro se llama Jacques Derrida. La frase es toda una declaracin de contrabando, de
contrabandeo, de contrafirma incluso. El libro es un pretexto encubierto para la firma,
un pre-texto. Lo previo al texto, o el texto previo que pasa de contrabando porque lo que
se ve es la firma, la firma de su autor que firma en la espalda de Jacques Derrida, en la
espalda del libro y del corpus de JD4. Sabemos que ese Derridabase es una
compilacin del corpus de obra de Derrida; de ah el ttulo.
Y bien, sin embargo la firma a la vuelta del libro, del volumen se entiende, de la
cosa-libro, es una frase. Reza as:
La contraportada, la espalda del libro, est en blanco, slo esas frases en el centro.
Estn firmadas, o mejor dicho, con la firma citada de JD. All tambin la frase, una frase
que ya es por s una firma5, un acta de propiedad que lleva inscrita la singularidad de su
autor. Pero recordemos las palabras de Bennington: para inscribir en l mi propia firma
detrs, en su espalda. Tal vez la frase en la espalda del libro sea de Bennington y ahora
la contrafirma lo sea de Derrida. ste podra decir: S, esta frase es de GB y yo, JD, lo
confirmo. Yo soy el contrafirmante. Puede incluso que esa firma est contrabandeada.
Y es que el acto de la firma, el acontecimiento de tiempo y lugar, de aqu y ahora de la
firma, su singularidad, slo puede ser bajo la condicin de posibilidad de su iterabilidad,
de su repeticin posible6. Esto es, la condicin de posibilidad de su singularidad, del por
primera vez, por nica vez (acaso no empez todo entre nosotros con una
reproduccin?), lo es tambin de imposibilidad de esa misma nica vez.
La banda que rodea el texto, que lo comprime hasta hacerlo saltar, leer, abrirse al
otro, es asimismo la puesta en escena del nombre propio, la escena de la firma. En ese
libro de firmas que es Envos (que curiosamente lleva el mismo ttulo, si bien en
plural, que el ltimo pargrafo de Derridabase) puede seguirse el hilo de esa condicin
4
En Signponge, puede leerse refirindose a Ponge: Pero las palabras son tambin cuerpos, trozos de su
cuerpo, las extremidades donde le lleva su cuerpo de empuador (Derrida, 1984: 58).
5
Derrida distingue en Signponge (Derrida, 1984: 46, 47) tres modalidades de firma: la firma en sentido
propio, las marcas idiomticas que un signatario abandonara o calculara en su producto, y la que puede
llamarse firma general o firma de la firma. Aqu nos referimos a la segunda clase de firma.
6
Para funcionar, es decir, para ser legible, una firma debe poseer una forma repetible, iterable, imitable;
debe poder desprenderse de la intencin presente y singular de su produccin. Es su mismidad lo que,
alterando su identidad y su singularidad, divide el sello (Derrida, 1972: 371).
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del envo, de la distancia, del espaciamiento que, al recaer sobre s (y todos esos
Envos vuelven a s, a s mismo, a Jacques Derrida que tras enviarlos los publica bajo
su nombre, los lee, los edita, los hace pblicos, se los enva de nuevo a s mismo),
expone la separacin de s, y mete por medio al otro, la alteridad y el espaciamiento que
la escritura lleva consigo, la muerte en el mecanismo propio de la vida, en la propiedad
de la vida: la vida la muerte. Este reenvo es la vuelta a s a travs del otro, y como otra
escena del fort/da freudiano7 constituye el mecanismo escritural de la construccin del
nombre, del nombre propio. Y as como aquella escena autobiogrfica de Ms all
del principio del placer (la del fort/da) es el modo de hacer saltar, de dar un salto (faire
un bond) y meter en la escritura el cuerpo en su aqu y ahora, as tambin en esa banda,
en esa venda que rodea el libro Jacques Derrida, se expone otra escena de escritura que
viene a convertir el cuerpo en corpus, en cosa, en cosa ah delante (en su espalda), y
que gracias a las vendas se aparece, erecto, como un doble o un aparecido, un revenant
que vuelve, y al volver espectraliza la firma.
Ds quil est saisi par lcriture, le concept es cuit. Desde que es saisi, desde el
momento en que es saisi por la escritura, el concepto est cocido, en el sentido tambin
de hecho, listo o terminado. Pero cmo traducir saisi? El verbo francs saisir se
emplea en el mbito culinario para decir en castellano soasar o, lo que es igual, asar
ligeramente, dejar la carne a medio asar, por ejemplo. De aqu por tanto una traduccin:
desde que es soasado por la escritura, el concepto est hecho, cocido. Lo que hara pues
la escritura sera someter al concepto a un fuego muy vivo y retirarlo enseguida, dejar su
huella tan slo, de manera que quede simplemente marcado; pero eso para el concepto
es ya estar hecho, cocido y, por consiguiente, dispuesto para su deglucin, para servirlo,
para ponerlo a la mesa, a disposicin de cualquiera, del otro. La marca de paso, de
trasiego o de paso al otro, la marca que le da paso al concepto es, pues, la escritura. Si
no es as, el concepto no est hecho, esto es, no es un concepto. Esa seal de la
escritura, sin embargo, lo deja a medio hacer, siempre abierto entonces a otro paso.
Hecho pero no del todo. Siempre cabe otra vuelta ms, otra pasada, otra vuelta en el
vuelta y vuelta (sta sera otra traduccin de saisi).
7
Derrida haba trabajado esa escena freudiana en Especular sobre Freud (Derrida, 1980).
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Lo que interesa, nos interesa, nos compromete a leer, es forzosamente aquello que
ocurre en el medio, entre ellos: los intermediarios (nombres y cosas), los testigos, los
intercesores, los acontecimientos que ocurren entre ellos, los interesados (Derrida, 1984:
46).
El duelo entre rivales y el don van hasta la muerte. La cosa permanece otro cuya ley
demanda lo imposible. No pide esto o aquello, algo que resultara ser imposible. No,
demanda lo imposible, demanda eso mismo que es imposible, lo demanda por imposible y
porque esa imposibilidad misma es la condicin de posibilidad de la demanda (Derrida,
1984: 18).
De hecho, decir el nombre de la cosa sera en cierto modo decir el don por el que
la cosa viene a ser, lo que tiene ella de acontecimiento, su envo del ser, por poner
una frase de tinte heideggeriano. Ese efecto de propiedad quedara borrado por el
nombre en cuanto inclusin en un mecanismo de comunicacin y, por ende, de
intercambio y de repetibilidad. Es preciso convertir la cosa en signo para que ese
mecanismo funcione, pero ello trae consigo la borradura o la mancha, si se quiere, de
esa propiedad, de la inmaculada propiedad de su venida. La demanda de propiedad es
as pues la demanda de firma, de la firma de la cosa. Es esta la razn por la cual al llevar
a la firma esa alteridad resistente de la cosa, esa firma lo es ya del otro, firma de lo otro
de la cosa o de la cosa que permanece otro. Y es de eso otro de donde dimana esa ley
que demanda lo imposible.
La condicin que hace posible esa demanda, la imposibilidad que la hace posible,
es la venida de la cosa como envo en un juego de relaciones y de reenvos. De ah
tambin la relacin de exigencia que mantiene con el poeta. Esto es as porque la cosa
no es una entidad previa a su venida o a su establecimiento en el juego de relaciones,
sino precisamente eso que acontece (que acontece como cosa) en ese juego. Mirado as,
una cosa viene constituida por lo que ella no es, por otros, por los otros, y esa alteridad
resulta estructuralmente implcita en el ocurrir mismo de la cosa. La cosa no est
saturada en su ser, sino que permanece siempre abierta a la relacin, en la relacin; lo
que viene a decir tambin que una cosa siempre puede ser otra, devenir otra. La
alteridad irreducible opera desde siempre en la cosa, y de este modo se inscribe en la
cosa como imposibilidad. Una alteridad sin referentes ni referencias, sin posibilidad
tampoco, que sin embargo constituye la singularidad de la cosa, su firma: la firma lo es
del otro.
En rigor ocurre lo mismo con el nombre de alguien, con el nombre propio, con la
propiedad del nombre que vincula eso que habra venido a llamarse el mundo de los
hechos con el del lenguaje. En cuanto signo de un solo referente (digamos as en
principio) el nombre propio conectara de manera unvoca los dos mbitos; no obstante,
si el nombre es nombre, a su carcter indicativo ha de ponrsele tambin su iterabilidad.
As pues, la repeticin est inscrita en su misma nominacin propia, y lo hace adems
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Sobre la sola instancia del nombre [prnom], se ve ya la doble banda [el doble
mandato] de la firma tirante entre la exigencia de devenir cosa, nombre comn de cosa o
nombre de una generalidad que pierde el idiom para inscribir lo colosal; y del otro lado la
demanda contraria de una idiomaticidad pura, mayscula inmaculada por lo comn,
condicin de la firma en sentido propio. La firma jeroglfico, la firma metonmica o
anagramtica son la condicin de posibilidad y de imposibilidad, el double bind de un
acontecimiento de firma. Como si la cosa (o el nombre comn de la cosa) debiera absorber
lo propio, beberlo y retenerlo para guardarlo. Pero al tiempo, guardndolo, bebindolo,
absorbindolo, es como si ella (o su nombre) perdiese o ensuciase el nombre propio
(Derrida, 1984: 54).
A partir de aqu dar nombre es en cierto modo cosificar, retener, fijar o erigir el
coloso como representacin de lo irrepresentable, y al mismo tiempo perder la cosa,
lo que tiene de singular, de acontecimiento. Pero tambin guardar el acontecimiento
como alteridad, como otro, como firma del otro, como imposibilidad misma:
acontecimiento sin acontecimiento.
As dice Derrida:
La cosa no es alguna cosa que se conforme a unas leyes de las cuales yo tendra que
hablar de manera objetiva (adecuada) o por el contrario subjetiva (antropomrfica). Antes
que nada la cosa es lo otro, lo totalmente otro que dicta o que escribe la ley, una ley que no
es simplemente natural (lex naturae rerum) sino un mandato infinitamente,
insaciablemente, imperioso al cual debo someterme, libre para intentar saldarlo a
continuacin, al final del duelo entre rivales, despus de haberle ofrecido, con mi vida y mi
deseo, alguna cosa as como mi firma (Derrida, 1984: 17).
Pero tambin insiste Derrida en su escrito: Francis Ponge ser mi cosa. Esto
debe darnos a experimentar la ley de la cosa (Derrida, 1984: 16). Francis Ponge, el
nombre, Francis Ponge, la firma, Francis Ponge, la franquicia y el franqueamiento de la
esponja. Signeponge como acontecimiento de escritura, como acontecimiento que borra
el acontecimiento, como acontecimiento literario. Y es que la firma es el vnculo entre
el cuerpo y el corpus literario. Como una venda estirada entre ambas firmas, como una
escritura que se estira hasta hacerla saltar ( faire sauter), como una venda esponjosa y
elstica donde la firma se escribe, cuerpo de escritura, subyectil8 esponja, cavernoso,
agujereado, poroso, entintado: Francis Ponge ser mi cosa. Pero al tiempo, la cosa es
lo otro, y Francis Ponge es mi cosa quiere decir que Francis Ponge, el nombre, la
cosa, la firma, la escritura, es un otro.
8
Este es otro motivo que atraviesa como un proyectil el cuerpo de Signponge, Derrida lo cita en el
centro del libro, en la pgina 56, refirindose a la esponja, al cuerpo-esponja: Es una notable figura del
receptculo, un subyectil para la escritura (Derrida, 1984: 56). No podemos seguir aqu esta preciosa
indicacin que nos llevara al cuerpo en Antonin Artaud. Para seguir este hilo: Derrida-Thvenin, 1986.
Fue precisamente en casa de Yves y Paule Thvenin donde tuvo lugar la escena relatada por Derrida en la
que Ponge le entrega el libro cuya banda fue olvidada por Derrida. l lo narra, como hemos visto, en
un Aprs coup aadido al final de Derrida, 1984: 119.
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Este salto por los aires, el fraccionamiento infinito de este franquear el paso, de
dar paso (pas, paso y negacin) entre una banda y otra, de abrir un paso franco (Francis,
Francis Ponge) en la lengua francesa, (signponge no existe como tal palabra en la
lengua francesa) libre de deudas, de imposicin fiscal, en contrabando extrao
contrato entre contrabandistas pone en juego la baza literaria.
Por ello, y a modo de cierre de este escrito, bien podran sealarse algunas de la
formas de establecerse ese vnculo por la intercesin de la esponja:
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A varias bandas. La cosa literaria
Como fin de este escrito es preciso recordar las frases con las que Derrida
comenta la afirmacin de Grard Farasse segn la cual los textos de Ponge no derivan
hacia el smbolo:
Bibliografa
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