Carranza, Marcela - de Sombras y Asombros VD
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Marcela Carranza
Lo indescifrable
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jeroglíficos egipcios, notó que a medida que entraba en ese mundo desconocido una
sombra de incomprensión caía sobre su vida cotidiana. Cerca del fin de su vida escribió
una serie de pensamientos en un cuaderno de tapas azules, en cuya primera página había
una serie de jeroglíficos que nadie supo interpretar, y que seguramente habían sido
inventados por él. Descifrar una lengua olvidada -escribió en una de las últimas páginas
del cuaderno- no es tanto poner al descubierto algo que antes estaba escondido, como
dejar que el misterio, a la manera de una noche repentina, caiga con su carga de sombras
aún sobre lo más familiar y lo más claro, hasta volverlo indescifrable. (De Santis, P., 2005,
p. 54).
la Historia: Champollion, quien pudo echar luz sobre la oscuridad de una escritura olvidada
durante siglos, descubre que a medida que los jeroglíficos de la Piedra de Rosetta le
leer, pero a su vez, esa búsqueda nos revela la imposibilidad de toda certeza, de toda
enlaces para construir sentidos, que aun cuando nos resistamos a creerlo, son siempre
Con mis imágenes, las que yo creo, las que hago con una carga estética importante,
creo que deposito en el campo imaginario de las personas, de los niños o adultos, porque
los adultos también leen libros para chicos y se emocionan, creo que yo deposito en el
campo imaginario de esa gente, elementos para que ellos fantaseen y puedan inventar. El
Estas son las palabras de Saúl Oscar Rojas en un intento de describir su hacer como
ilustrador de libros infantiles. ¿No es esto lo que sucede con todo texto artístico? ¿No es la
creación artística una invitación a que el otro, a su vez, pueda crear? No importa, por
qué rama del arte estemos hablando. Tomo estas palabras del artista, también para quien
media entre libros y personas: el fin de toda práctica de lectura, me digo, es que el otro, el
El artista que deposita en el texto elementos para que el otro pueda inventar. El
lector invitado por el texto a ser un inventor. Y el mediador que procura todo lo necesario
didacta, en el sentido de alguien que se esfuerza por hacer un daño mínimo en las
1
Señala el escritor Edward Gorey en una entrevista aparecida en la revista The New Yorker (1992). “Escribo
de modo que, dado que dejo de lado las mayoría de las conexiones, y muy pocas cosas están claramente
explicadas, pueda sentir que estoy haciendo un daño mínimo a las posibilidades que pudieran surgir en la
mente del lector.” Citado por Palmer Yáñez, Óscar (2004).
4
“Cuando explicamos algo, ese algo desaparece. Si algo tiene valor, lo ideal sería que fuera
Hay en las palabras de Gorey una voluntad de corrimiento, de dar lugar, de dejar
lugar al otro. También en las de Rojas se trata de dar lugar al espectador. No soy el dueño
de los sentidos de eso que estoy creando, no trazo rutas en la lectura del otro, todo lo
contrario. Ofrezco los elementos, y evito las explicaciones para hacer un daño mínimo en
las posibilidades de la mente del lector. Aquel que sabe correrse de sí mismo, aquel que
Estamos
aquí
acurrucados,
para dejar
espacio
al vuelo
de los pájaros.
Edith Vera
Es en esa libertad, en esa excusa, esa oportunidad para la invención que un texto
ofrece a un lector donde radica el hecho estético, y también, el hecho político. Me atrevo a
mensaje claro, preciso y explicado, sino por el contrario, en ese dejar dispuestos los
elementos para que el lector pueda crear. Para que el lector pueda construir, de manera
siempre precaria, aquellos sentidos que le permitirán una aproximación singular, personal y
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única a la realidad del texto, de la obra artística, y también, cómo no decirlo, de la realidad,
a secas.
para niños y jóvenes está en sus temas, en sus contenidos. La concepción de lectura
establecidos por el autor, por el mediador, por quien elaboró la guía y diseñó las
actividades, en definitiva: por la autoridad? ¿No es esta una variante más de formas
hegemónicas de lectura con niños y jóvenes que piensan en ellos como receptores y
estamos frente a concepciones de lectura próximas al tutelaje del lector que llevan más de
300 años de tradición en los libros para niños y jóvenes? Contenidos progresistas,
estos modos de lectura, demasiada guía del adulto hacia el niño, demasiada seriedad,
demasiada intromisión; y la literatura, el lenguaje poético no es cosa que se lleve bien con
la seriedad. Más bien tiende hacia lo salvaje y lo imprevisible. El arte es cosa de gente que
… la poesía nacida en la esfera del juego, permanece en ella como en su casa (…) Si
se considera que lo serio es aquello que se expresa de manera consecuente en las palabras
de la vida alerta, entonces la poesía nunca será algo serio. Se halla más allá de lo serio, en
aquel recinto, más antiguo, donde habitan el niño, el animal, el salvaje y el vidente, en el
6
campo del sueño, del encanto, de la embriaguez y de la risa. Para comprender la poesía
hay que ser capaz de aniñarse el alma, de investirse el alma del niño como una camisa
mágica y de preferir su sabiduría a la del adulto. Nada hay que esté tan cerca del puro
como quienes crean la ocasión, en palabras de Graciela Montes (2006) para que esa
invención tenga lugar. Pensemos en la lectura como una búsqueda de desciframiento del
encuentros con la realidad, a un lenguaje que permita esa búsqueda. Propongo pensar en la
acción política de la lectura como invención y como hecho artístico y no como excusa,
predeterminados.
significados ocultos por un autor en un texto, o puestos allí para ser descubiertos con la
obediente, no está al servicio de los significados creados, determinados por otros. El lector
crea, inventa, el libro es su excusa, su oportunidad para crear. Por eso no está mal pensar,
quizá, que la escritura es una de las tantas formas que adopta la lectura. Y que, quizá, a la
2
El subrayado es nuestro.
7
“El lector no es el oyente que está sentado escuchando una música. El lector es el
intérprete que la está tocando.” Dijo el escritor español Antonio Muñoz Molina en una
entrevista. 3
Con respecto al significado de Snark, me temo que no es más que una palabrería sin
sentido. Sin embargo, sabes que las palabras significan más cosas de las que pretendemos
cuando las usamos; de manera que un libro completo debe tener muchos más significados
de los que el autor cree haber depositado en él. Así pues, estaré más que dispuesto a aceptar
Pareciera, según las palabras de Carroll, que para él no existe la posibilidad de una
lectura incorrecta. Como Rojas, Carroll coloca allí los elementos para que sea el otro, el
lector, quien invente. Carroll se corre, se acurruca para que la invención del lector tenga
lugar.
adolescentes, subyace una idea de este estilo. Yo creo que en muy pocas. A los textos se
les exige claridad en la transmisión de contenidos; a los niños, lecturas certeras y unívocas
coincidentes con las ya previstas por el mediador, o por el texto mismo, o por sus guías
el enigma, lo no dicho, lo oculto, lo incierto y quizá nunca posible de hallar lo que incita a
3
Muñoz Molina, Antonio. Recuperado de:
https://www.facebook.com/bbva.argentina/videos/2894110724051450
8
los lectores; lo que los invita a introducirse en un texto y de algún modo sentir que les
“Los textos que leímos me parecieron muy bien seleccionados para provocar, al
pensando, sobre todo los cuentos fantásticos, que invitan a la creación, me dejaron con la
duda porque casi nunca encontré una explicación.” Opina Silvana, alumna del Profesorado
en mis clases que la sorpresa es importante, lo que nos provoca sorpresa es algo que no
resulta acorde a nuestras experiencias anteriores, que es previsible porque responde a las
estructuras que hemos ido construyendo en nuestro camino como lectores y en nuestra
experiencia con el mundo. La sorpresa es aquello que nos desconcierta porque abre una
nueva posibilidad, porque escapa a lo posible, esperado y esperable. Toda sorpresa es una
infracción que pone en evidencia “el castillo que nos hemos construido” (en palabras de
Bruno Munari), pero por sobre todo pone en evidencia que por más castillo que sea, no deja
de ser una construcción, por lo tanto derribable, por lo tanto, al menos, modificable.
4 Dice Alicia Genovese (2011): “Escribir poesía es negar el lenguaje como maquinaria que se coloca en piloto
automático e impide acercarse a la compleja singularidad que plantea la experiencia con lo real. El lugar común,
la metáfora congelada por el uso, el formato estrictamente codificado producen un borramiento de lo singular
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que lee el mundo desde el hábito, la rutina y la repetición. Buscar nuevas formas,
Hacer de lo de todos los días, una sorpresa. Asombrarnos frente a un mundo que
certezas.
libertad necesarias de las que habla Montes en su artículo “La frontera indómita” (1999), el
lector se vuelve intérprete, coautor de esa partitura. Se produce una amalgama única, un
sentidos ya dispuestos por otros. Allí el texto es una oportunidad de invención, de creación,
de exploración y descubrimiento.
Dicho un poco lisa y llanamente, no se trata de reemplazar unos dogmas por otros,
unas verdades por otras, sino de crear la oportunidad para que los dogmas se revelen en su
naturaleza precaria y destituible a través de esa sorpresa que supone el encuentro con lo no
previsto, con formas no establecidas de encuentro con el mundo. Por allí, pienso, la fuerza
política de la literatura.
que tiende a tranquilizar la percepción en una secuencia repetitiva. La poesía desecha, o trabaja como inversión
irónica, aquello que actúa normativizando la realidad dentro de casilleros donde el mundo es apenas algo más
que lo de siempre.” (p. 16).
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siendo él muy pequeño, tendría unos tres años, llegó a su casa un televisor nuevo, enorme.
El televisor venía en una también enorme caja de cartón. Cuando este objeto llegó a su
casa, él se sintió maravillado, su asombro no tenía límites. Estaba embelesado por la caja, y
estuvo días enteros jugando dentro de ella. Era, para él, y sin lugar a dudas: un submarino.
abría cada tanto las tapas. Temía que su pequeño se ahogara dentro. Homero temía
exactamente lo mismo, su mamá de manera insistente, cada tanto, abría la escotilla estando
él sumergido, y gracias a sus gritos lograba que la volviera a cerrar, justo a tiempo para
Homero.
El mundo de los niños puede ser un lugar muy difícil de alcanzar para la mayoría de
los adultos. Una caja puede ser sorprendente para un niño, ocasión de un viaje al fondo del
mar, y también, simplemente puede ser una ordinaria y peligrosa caja para un adulto. Los
tiempos son diferentes en uno y otro mundo. Para Homero el tiempo dentro del submarino
no transcurría de igual modo, seguramente, que para su mamá preocupada por la salud del
pequeño.
11
Los adultos llaman a eso “imaginación”. ¡Cuánta imaginación tienen los niños!
muchos casos) de traer a los niños al mundo adulto, a “la realidad”, lo antes posible.
Tenemos que preguntarnos si sólo se trata de “imaginación”, o si esa palabra sirve para
tranquilizarnos, para darle un nombre a algo que no logramos entender del todo. Algo que
placer de hacer. Jugar con los materiales, y las cosas evolucionan a medida que las haces.
¿Por qué finalmente hacemos todo esto? Es el placer de hacerlo. (François, 2002)
Estas son las palabras de André François, artista plástico, humorista gráfico e
ilustrador de libros infantiles, en una entrevista que le realizó la fotógrafa Sarah Moon en su
Johan Huizinga (2008) en su libro Homo ludens señala, en sintonía con François,
acerca del juego: “Agota su curso y su sentido dentro de sí mismo” (p. 23), y luego
también:
acción libre ejecutada “como si” y sentida como situada afuera de la vida corriente, pero
que, a pesar de todo, puede absorber por completo al jugador, sin que haya en ella ningún
encima de la búsqueda del sentido, señalado por François. Los elementos no ocupan el
lugar del símbolo, de la representación, están allí como elementos del juego. El juego, nos
dice Huizinga, no busca provecho alguno, en el juego de los niños no hay ganancia. Ni
siquiera, podemos pensar, la ganancia del sentido. Una verdadera pérdida de tiempo.
literatura, del lenguaje, es un gesto lúdico por excelencia, y como vemos con François, un
de una literatura para niños que piensa en términos lúdicos, sin que haya ningún interés o
provecho más que “el hacer” mismo? ¿Una literatura “infantil” donde el segundo término,
niños a través del lenguaje, no cruzadas por las relaciones jerárquicas que a menudo
revolucionaron el campo de los libros para niños, y no sólo, que el destinatario niño ha
brindado y brinda a los autores una enorme libertad, esa enorme apertura a lo imposible,
propia del juego, mucho más difícil de imaginar para un destinatario adulto?
donde todo es posible, donde se puede viajar al fondo del mar en una caja de cartón.
Existen libros escritos para niños, es decir “infantiles”, que dan cuenta de una conexión con
5
El subrayado es nuestro.
13
la lógica del juego, del mundo de los niños, y esos libros revolucionaron no sólo la
Zohar Shavit (1999) en su artículo: “La posición ambivalente de los textos. El caso
de la literatura para niños” señala que para superar las constricciones propias del sistema
literario para niños, algunos autores producen textos denominados por ella “ambivalentes”.6
Se trata de textos que pertenecen al sistema de la literatura para niños, pero que suponen la
lectura de los adultos como condición sine qua non. Es decir, textos leídos por adultos, con
posición dominante en el centro del sistema canónico para niños, pero que muchas veces
Los autores que optan por escribir un texto de este tipo recurren a modelos en
desacuerdo con los que funcionan en el sistema infantil y para ello tienden a manipular,
distorsionar, renovar modelos que ya han sido rechazados por el sistema adulto y aún no
han sido adoptados por el infantil. A partir de dicha manipulación, el texto ambivalente
ingresa nuevos modelos que de esta manera rompen con las reglas dominantes, y situándose
en el centro, invita a su imitación iniciando un nuevo período dentro del sistema. De modo
tal que, señala Shavit, en estos textos ambivalentes coexisten por lo menos dos modelos:
uno convencional dirigido al niño lector (propio de los textos “univalentes”) y otro, menos
establecido, que apela al lector adulto. Para Shavit el niño lector ignora el modelo menos
6
Según señala Shavit, el concepto de “ambivalencia” ha sido tomado de Yuri Lotman (1977) La estructura
del texto artístico, pero reformulado para ser adaptado al objeto de su estudio: los textos para niños.
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y conquistar al mismo tiempo una posición preponderante en el centro del sistema cuyas
literatura infantil a pesar de que no sea del todo comprendido por ellos y de que los
niños prefieran versiones adaptadas y abreviadas. Esto no significa que los niños sean
científica sólida. Lo que está claro es que se supone que los niños son capaces de
diferentes; por esta razón se les proporciona textos simplificados que se supone
Estos textos revolucionarios dentro del sistema para niños suponen, según la autora,
dos lectores implícitos diferentes, que comprenderán el texto en forma diferente. El adulto,
pretende que pueda entender tal texto pues la sociedad da por supuesta su incapacidad para
7
El subrayado es nuestro.
15
Cada grupo comprenderá el texto de forma diferente, pues cada uno está
ellas como la oposición entre normas que estructuran más el texto y normas que lo
Me detendré aquí sobre algunos de los planteos del artículo de Shavit que me
de los textos ambivalentes se centra en que niños y adultos poseen “normas distintas de
sofisticados del texto, aquellos que escapan a las restricciones y a la repetición de los
modelos convencionales del sistema literario para niños. Mientras que los niños
probablemente sólo leerían aquellos aspectos del texto que sí responden al modelo
versiones simplificadas. Sin embargo, en el mismo artículo se reconoce por un lado que:
“…esto no significa que los niños no pudieran comprender las versiones completas, y por
otro lado no se dispone de ninguna investigación fidedigna sobre cómo comprenden los
De aquí que, podría deducirse entonces que cuando Shavit habla de la lectura de los
niños apegadas a las características más convencionales de los textos, es decir de su aspecto
más cercano a los textos univalentes, y su incapacidad de lectura de los aspectos más
adulta del niño lector” que la sociedad ha ido forjando, según la cual se le ofrecen textos
8
El subrayado es nuestro.
9
Ver cita 7.
16
simplificados que responden a sus supuestas habilidades de lectura. De ser así, podríamos
pensar que los escritores de textos ambivalentes (si conservamos el término para su
designación), es decir aquellos que rompen con las convenciones establecidas y superan las
férreas constricciones del sistema literario infantil, colocándose en el centro del sistema,
infantil cuyos modos de lectura desconocemos, pero que la sensibilidad de algunos artistas
ha podido percibir. Modos de lectura totalmente diferentes a las constricciones de los textos
determinaciones del mercado y/o la escuela y/o la familia, etc…es decir, según
Maite Alvarado y Horacio Guido (1993) hablan de “la infancia” como “una
Sobre esos discursos se asientan, qué duda cabe, muchos de los preceptos que condicionan
desconocimiento fidedigno de los modos en que los niños comprenden los textos, da por
supuesto que el lector infantil se siente cómodo con aquellos aspectos del texto que
1993, p. 6)
¿Qué pasaría si pensáramos que, por el contrario, los textos que han significado una
ruptura con el sistema de libros para niños son aquellos que indagan, bucean en el enigma
de esas formas de comprensión y encuentro con la realidad propias de la infancia que los
adultos ignoramos?
17
“Las películas fáciles de entender son aburridas. Las tramas lógicas sacrifican la
creatividad. A mí me interesa romper con las convenciones. Los niños lo entienden. Ellos
no funcionan con la lógica.” Señala Hayao Miyazaki (2019), el gran animador japonés.
que (se) pierde la razón: un agujero negro en constante desplazamiento, que no cesa de
urdir triquiñuelas que le permiten escapar de las trampas que intentan capturarlo. Por eso el
niño (su “niñez”) es antes sujeto de una estética que objeto de la razón: inapresable,
vagabundea por instinto y escapa a las determinaciones del pensamiento racional –familiar
cuyo acceso privilegiado está en el orden de la estética como idea inexponible (es decir
El niño no está allí donde se lo intenta encontrar, “donde las determinaciones del
Guido, 1993, p. 6)
libros álbum de Sendak o las novelas de Carroll, que podríamos considerar siguiendo a
Shavit como “textos ambivalentes”, nada tienen que ver con la búsqueda de conformar a
un lector adulto encargado de realizar la lectura de los aspectos más sofisticados del texto, y
18
dejando para el lector niño el acceso a los aspectos más simples y convencionales. Por el
estos autores de crear desde el juego, recurriendo a otro tipo de lógica y aproximación al
mundo, que la literatura como forma artística intenta reconstruir, y que es propia de la
infancia, olvidada e inalcanzable para la mayoría de los adultos. Esta ilógica de la infancia
se permite la risa frente a aquellas otras formas que el adulto destina a los niños con el
irreverencia del absurdo, y a la forma de los sueños. De allí que a menudo la metonimia y la
sustituidas por el vacío y las relaciones causales por enlaces inesperados y desplazamientos
las identidades no coagulan por mucho tiempo. La mente infantil, como señala Miyazaki,
no pone límites a la creatividad y entrar en sintonía con ello es recuperar una niñez a través
del arte que permite ir mucho más allá de las formas establecidas como “adecuadas” para
artísticas.
Estos autores, lejos de buscar la complicidad con formas adultas de leer, más bien
en su vida. Él no necesita demasiados estímulos para instalarse en el lugar del arte porque
él sabe jugar, y el que sabe jugar también sabe de qué trata el arte. Y sin embargo muchas
veces se le marca que la estética para él es una estética preestablecida, donde los arbolitos
son siempre de la misma manera, y las caritas son todas redondas, y no hay perfiles y no
hay cosas violentas, cuando en los dibujos de los chicos sí las hay, hay búsqueda, hay
rupturas. En cambio se supone que cuando se es niño se debe recibir algo sin conflicto. (p.
162-163)
Pensar en un doble destinatario para estos textos revolucionarios es, de algún modo,
suponer que el niño lector es efectivamente aquello que los adultos desde sus instituciones
para dar cuenta de su teoría y es allí donde quizá con más claridad podemos visualizar que
aquellos desplazamientos que el texto ejerce sobre las convenciones del sistema de libros
para niños, no obedecen a otra cosa sino a formas muy cercanas al juego, a “ese espacio
propio e inalcanzable donde ellos habitan” (Alvarado y Guido, 1993, p. 11), al pensamiento
infantil.
tres versiones de su libro)10, aquella que se situó en el centro del sistema de libros para
niños y se volvió objeto de imitación: Las aventuras de Alicia en el país de las maravillas,
publicada en 1865.
10
Las tres versiones de este libro escritas por Carroll son: Las aventuras de Alicia en el mundo subterráneo-
Alice’s Adventures Underground (manuscrito entregado a Alice Liddell en 1864); Las aventuras de Alicia en el
país de las maravillas- Alice’s Adverntures in Wonderland (1865) y Alicia para los pequeños - The Nursery
Alice (1890).
20
Carroll, indica Shavit, introduce el modelo de la fantasía en su libro, una vez que
este ya ha sido ampliamente aceptado por el sistema de los libros infantiles. La extensión
del cuento de hadas dentro de la literatura infantil en Inglaterra, a mediados del S. XIX, se
y cuando cumplieran con dos exigencias del sistema: la clara distinción entre realidad y
fantasía (la fantasía sólo estaba permitida dentro de límites perfectamente definidos) y la
larga tradición en la cultura inglesa que logra deformar a los otros dos: la historia absurda.
En su libro Carroll viola una ley sagrada para la literatura infantil de su época: su libro no
hace, sino que osa burlarse en numerosos pasajes de esta voluntad adulta de dejar
enseñanzas a los niños a partir de los textos literarios. Según señala incluso Shavit a los
niños les gustó el libro precisamente por esta falta de moralina, una verdadera hazaña
innovadora para la época. Con este objetivo Carroll recurre a la parodia, particularmente de
versos moralizantes propios de la tradición literaria para niños del siglo XVIII y principios
del XIX. Por supuesto, los pequeños lectores de Alicia del siglo XIX conocían los versos
parodiados por Carroll, lo que dificulta, a mi modo de ver, pensar que los niños ignoraran la
21
parodia, que supuestamente, según Shavit, estaría tan sólo destinada a los adultos.11 En un
gesto, que me permito relacionar con el de Roald Dahl en su célebre libro Revolting
Rhymes (1982) con relación a las versiones edulcoradas de los clásicos al estilo Disney12,
Carroll desacraliza y dinamita con el humor paródico las normas dominantes relativas a
Carroll no sería atractiva para aquellos niños conocedores y víctimas de las poesías
moralizantes que se les destinaban, siendo que es esperable que los pequeños percibieran el
gesto liberador de la parodia del libro de Carroll frente a aquellos libros rezumantes de
del límite entre “realidad y fantasía”. En Alicia los mismos elementos aparecen como un
extraños en Alicia. El absurdo permite la borrosa distinción entre lo real y lo irreal, así
como transiciones espaciales metonímicas, manipulaciones del espacio y del tiempo sin
motivaciones lógicas. Ahora bien, mi pregunta es ¿por qué adjudicar estas deformaciones
del modelo canónico para niños, irreverentes frente a las dos reglas más comunes del
11
“Sin embargo, no era sólo la falta de moralina en el texto lo que hacía que los niños se entusiasmaran, sino
también la posibilidad de que el texto les dejara tan sólo seguir los modelos más establecidos e ignorar la
parodia de esos modelos (la parodia que atraía a los adultos).”(Shavit, 1999, p. 170) El subrayado es nuestro.
12
“¡Sí ya nos la sabemos de memoria”!,/ dirán. Y sin embargo, de esta historia/ tienen una versión
falsificada,/ rosada, tonta, cursi, azucarada,/ que alguien con la cabeza un poco rancia/ consideró mejor para
la infancia…” Dahl, R. (2008) “La Cenicienta” (Primera estrofa).
13
Dodgson detestaba las moralejas: en carta del 5 de enero de 1867 dijo a Lilia MacDonald, al enviarle de
regalo un libro editado por Macmillan: “Este libro está destinado a que lo mires, y luego lo apartes en la
biblioteca: el contenido no pretendo que lo leas. Tiene moraleja, así que casi no necesito decirte que no es
de Lewis Carroll” Se lo considera el fundador del género de los libros para niños sin moralejas ni segundos
propósitos. (Stilman, E., 1998, p. 533) Nota 71 a la traducción de “Las aventuras de Alicia en el país de las
maravillas” en Carroll, Lewis. Los libros de Alicia. La caza del Snark. Cartas. Fotografías. Buenos Aires.
Ediciones de La Flor. Best Ediciones.
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sistema: la enseñanza moral y los límites claros entre realidad y fantasía, a un lector adulto
para los adultos? La misma autora reconoce el interés que la falta de mensaje moral suscitó
en los lectores infantiles, ¿no es posible sumar a ello el gesto desacralizador de la parodia
frente a los discursos destinados al disciplinamiento del niño, un gesto que posiblemente
los pequeños lectores de la época agradecían? El otro punto: la difuminación de los límites
espacio, los comportamientos extraños del tiempo, incluso las metamorfosis sufridas por
Alicia en su cuerpo nos llevan directamente, a mi parecer, a esa enorme libertad de la zona
infantil del juego. Más que buscar la complicidad del lector adulto para situar su texto en el
centro del sistema, parecería que Carroll, como otros grandes escritores y artistas en general
que dedican su obra a los niños, busca la complicidad con el lector infantil a partir de una
devenires que no permiten coagular en formas estables del sentido, constituyen formas de
escape de aquellos moldes que el mundo adulto y sus instituciones buscan establecer para
los niños.
apartemos de las premisas establecidas sobre lo que el niño es, lo que el niño debe ser, y lo
que al niño debe destinarse para que sea, aproximarnos a ese espacio que alguna vez todos
Sombras y asombros
REFLEXIONES DE UN ANCIANO
a los fantasmas,
de las brujas,
la mala suerte,
el Diablo
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las virtudes,
a las cenizas,
a una tijera,
y se arrodille.
Esta es para mí una de las poesías más bellas de Javier Villafañe. Se trata de un
sorprende? Totalmente. Y no sólo por lo que dice, sino principalmente por cómo lo dice. Es
25
un texto lleno de sombras, es un texto que me asombra. Ahora descubro la similitud entre la
palabra “sombra” y la palabra “asombro”. Y veo que “asombrar” es una creación moderna
del idioma que proviene de colocar el prefijo “ad” a la palabra “sombra”. ¿Aproximarnos, ir
(Carroll, 1998, p. 72) Lewis Carroll quien, si bien buscó alguna solución a posteriori,
reconoció a sus lectores que cuando la adivinanza fue inventada no tenía respuesta.
sombrerero de la siguiente manera: “-Creo que podrían hacer con el tiempo algo mejor que
Y éste le responde: “-Si conocieras al Tiempo tan bien como yo, no hablarías de
tiempo de los niños. Un tiempo bien aprovechado, diría Alicia, un tiempo donde los
acertijos tienen una respuesta clara y no se anda malgastando en juegos y acertijos inútiles.
Un tiempo donde lo invertido obtiene una ganancia, algún provecho. Todo de acuerdo a los
proyectos del mundo adulto. ¿Puede aceptar la sociedad un tiempo del niño donde lo
importante este en el hacer por el hacer mismo (como en sus juegos, como en el arte según
Para que haya descubrimiento, para que haya posibilidad de pensamiento, para que
haya asombro debe haber sombras, debe haber enigma, cosas sin saber. Toda vez que se
cierra el sentido, que se llega a una conclusión certera e inequívoca, cada vez que se llega al
dogma, ya sea en el texto mismo o a través de las intervenciones, la tutela del mediador, el
Villafañe, por ejemplo, ni el texto de De Santis con el que inicié este artículo. La lectura
literaria es una experiencia que no pasa por la comprensión clara de los sentidos, y de
hecho, existen innumerables obras que se desvían premeditadamente del camino de los
significados aprehensibles, para hacernos incursionar en otras zonas mucho más próximas
al juego con la materialidad de las palabras, las paradojas y juegos de sentido, las
Nuestra tarea como mediadores es la de brindar las condiciones para ese encuentro, el fin,
nuestro fin, como dijo Oscar Rojas, es que el otro pueda inventar. Y en cuanto a los
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