La Rebeldía
La Rebeldía
La Rebeldía
TEMA : LA REBELDÍA.
AREQUIPA-PERÚ
2,017
I. NOCIÓN DE LA REBELDÍA.
Para Vergé, esta segunda situación en la que pudieran verse involucrados tanto
demandante como demandado, no sería estrictamente considerada como rebeldía,
entendida como incomparecencia inicial. Tampoco sería considerado como rebeldía si
el demandado se apersona, pero no contesta la demanda dentro del término de ley.
Advertimos una noción estricta y una noción amplia de la rebeldía. En sentido estricto,
se trata de la situación de desobediencia del litigante por no acudir a la citación
efectuada por el juez. Evidentemente, se trata del demandado que ante la citación con
la demanda hace caso omiso al llamado de la autoridad para que se apersone y conteste
la demanda. En un sentido amplio, se trataría de aquella situación de desobediencia del
demandado o del demandante, ante la citación por parte del juez, para determinados
actos procesales durante la secuela del proceso, donde es necesario que ejercite su
derecho de defensa (rebeldía in respondendo).
Nos parece atinada la diferencia que establece Gallinal, entre el acuse de rebeldía y la
declaración de rebeldía: “No hay que confundir el acuse de rebeldía, que es el
decaimiento de un derecho, con la declaración de rebeldía. En la rebeldía, la parte no
es notificada sino excepcionalmente de las resoluciones. En el decaimiento (…) se ha
perdido un derecho, que se ha dejado de usar, pero la parte continúa actuando en el
expediente y es notificada en la forma ordinaria de todas las providencias y resoluciones.
En este el juez da por acusada la rebeldía con respecto al acto concreto; en aquella es
declarada la rebeldía con respecto a todo el juicio”.
Nos ayuda a precisar, aún más, esta necesaria distinción entre el acuse de rebeldía y la
declaración de rebeldía, Palacio, cuando señala: “La rebeldía no debe confundirse con
la omisión en que puede incurrir cualquiera de las partes en el cumplimiento de actos
procesales particulares (inactividad procesal específica), pues esa actitud solo
determina la pérdida de la oportunidad de ejecutar el acto omitido y la correlativa
caducidad de la facultad no ejercida dentro del plazo pertinente (principio de preclusión),
pero no genera, como ocurre con la rebeldía, efectos que repercuten en la estructura
total del proceso”.
Sin embargo, la doctrina privilegia el simple apersonamiento como condición para que
el demandado no incurra en rebeldía. El reverso de la comparecencia es la rebeldía.
Así, Vergé señala que en el caso del demandado, la rebeldía se produce por “su
ausencia e inactividad inicial, transcurrido el plazo para comparecer y personarse en el
proceso”. Obedece a un dato objetivo que es la incomparecencia, independientemente
del dato subjetivo de la voluntariedad, que es irrelevante.
Por otro lado, recordemos que nuestro Código Procesal Civil señala la eventualidad que
el demandante también se coloque en situación de rebeldía, al igual que el demandado,
cuando notificado de la renuncia de su apoderado o de su abogado, no cumple con
comparecer en el proceso. En estos casos, ambas partes, pueden ser declarados
rebeldes, aun cuando son distintas las consecuencias que puede sufrir el demandado
por no contestar la demanda.
Reimundin, hace un recuento de las distintas teorías que tratan de explicar la naturaleza
jurídica de la rebeldía:
Como hemos indicado anteriormente, una de las garantías del debido proceso y de la
tutela procesal efectiva, es que el demandado sea válidamente emplazado a efectos de
que pueda ejercer su derecho de defensa. Esta garantía se cumple notificándose al
demandado en su domicilio real o legal, según sea el caso. Mas, si el demandante ignora
cuál es el domicilio real o legal de la parte demandada, deberá procederse conforme lo
señala el artículo 435 del CPC. Se emplazará al demandado, cuyo domicilio se ignora,
mediante edictos, bajo apercibimiento de designársele un curador procesal, pero no se
le declarará rebelde por no haber contestado la demanda.
Recordemos que domicilio real es el lugar donde se reside habitualmente (art. 33 del
Código Civil peruano) o el lugar donde desempeña sus ocupaciones habituales (art. 35
del Código Civil peruano), está referido esencialmente a determinadas personas
naturales; por domicilio legal debemos entender el domicilio impuesto por la ley a
determinadas personas naturales (incapaces) y a las personas jurídicas (lugar que figura
en el estatuto y, consecuentemente, inscrito en los Registros Públicos), entre otros.
Nuestro Código Procesal Civil trata de brindar el máximo de protección al tema del
señalamiento del domicilio del demandado, para evitar –en lo posible– que se sigan los
procesos con desconocimiento de su existencia por parte de estos. Si el demandante
ignora el domicilio del demandado, expresará esta circunstancia bajo juramento, que se
entenderá prestado con la presentación de la demanda (inc. 4, artículo 424 del CPC).
Una de las garantías del debido proceso y de la tutela procesal efectiva es que el
demandado sea válidamente emplazado. Ello significa que deben agotarse todos los
medios legales, previstos en las normas pertinentes, a efectos de que el demandado
tome conocimiento de la existencia del proceso, a fin de que pueda ejercer su legítimo
derecho de defensa. Lo importante es que el demandado sea correctamente emplazado,
que tome conocimiento de la demanda. Si se defiende o no, es decir, si contesta la
demanda o no, es asunto de su absoluta incumbencia. No es una obligación, como lo
hemos señalado reiterativamente, pero es una carga procesal.
Carnelutti, reafirma este requisito para la declaración de la rebeldía, cuando señala: “(…)
cuando la parte no comparecida sea el demandado, este no puede ser declarado
contumaz sino en cuanto el juez haya verificado la validez de la notificación (…). Tal
verificación debe hacerse de oficio; no hay, en efecto, parte que pueda solicitarla ni, a
falta de comparecencia, puede ser sanado vicio alguno de la notificación”.
Se trata de una opción de nuestro legislador, frente a una corriente doctrinaria que
señala que no procede la declaración de rebeldía si es que el demandado se apersona,
señala domicilio y abogado que lo representará, aun cuando no conteste la demanda.
Verge, considera que esta es una situación que se asimila a la rebeldía, pero que
técnicamente no correspondería, si se entiende la rebeldía como incomparecencia
inicial. Señala el autor: “Se asimila a la rebeldía la falta de designación de nuevo
abogado o de nuevo apoderado, cuando los primeramente designados han concluido
su mandato renunciando al cargo y, además, han transcurrido los plazos señalados en
el art. 79 (del CPC) sin haberse nombrado otros. De hecho, aquí no se trata de
incomparecencia inicial, sino de inactividad sobrevenida, puesto que el litigante ya
compareció en el proceso (por lo que conoce su existencia). Los cambios en su actividad
procesal después de su comparecencia pueden tener efectos asimilables a los que
produce la rebeldía (p.e. la ficta confessio), pero no se trata, en sentido técnico, de
rebeldía, de incomparecencia inicial que puede ser debida a desconocimiento del
emplazamiento y del proceso y que requiere un trato específico. La inactividad
sobrevenida ha de reputarse siempre voluntaria salvo, claro está, que existan defectos
en los actos de comunicación, lo cual también tiene su propio régimen de ineficacia (...)”.
Los elementos esenciales que configuran la estructura del proceso en rebeldía son los
siguientes:
a) Citación y/o emplazamiento debido.
Es un elemento esencial para que se configure la rebeldía, que se haya citado en debida
forma al demandado conocido y determinado y con domicilio preciso. Es la garantía del
debido proceso, al que nos hemos referido líneas arriba, y constituye la oportunidad que
se le brinda para contestar la demanda.
Una vez citado el demandado con la demanda, este puede adoptar las siguientes
conductas:
Sin embargo, la rebeldía es una situación procesal en que también puede incurrir el
demandante, cuando no comparece dentro de los cinco días de notificado con la
conclusión del patrocinio de su abogado o la renuncia de su apoderado. Es evidente
que las consecuencias procesales en estos casos son diferentes, ya que estarán
referidas únicamente a las notificaciones de los actuados judiciales. En esta última
situación también puede quedar comprendido el demandado. A estas situaciones se
refiere la doctrina cuando señala el abandono del proceso. No se trata de la desatención
de los futuros actos procesales (abandono propiamente dicho), sino a situaciones
expresamente señaladas en la ley. Se trataría de cualquiera de las dos partes que,
habiéndose apersonado, no comparecen ante la renuncia de sus abogados o
apoderados que estaban atendiendo el caso.
El proceso puede desarrollarse sin la presencia de una de las partes, siempre que haya
sido debidamente emplazado con la demanda en el caso del demandado o emplazado
cualquiera de las dos partes dando cuenta de la renuncia de sus abogados o
apoderados. Si no comparece una de las partes se le declarará rebelde.
Nuestro proceso es de naturaleza mixta; sin embargo, tiene una predominancia del
sistema inquisitivo, brindándole al juzgador amplios poderes de dirección del proceso.
Por ello, la declaración de rebeldía puede ser a petición de parte o de oficio, comprobado
que se venció el plazo para la contestación de la demanda o el plazo para la
comparecencia de la parte, ante la conclusión del patrocinio del abogado o renuncia del
apoderado.
El acto procesal que producirá efectos es la resolución que declara rebelde a una de
las partes. De no mediar la resolución en referencia, la rebeldía –que es una situación
fáctica– no producirá efecto alguno en el proceso.
No lo menciona expresamente el Código Procesal Civil, sin embargo, la forma
imperativa en que está redactado el art. 458 nos permite llegar a la conclusión de que
puede ser declarada de oficio o a petición de parte.
Nuestro Código Procesal Civil no ha previsto esta posibilidad; sin embargo, puede
ocurrir que por circunstancias de fuerza mayor (enfermedad, accidente) se justifique la
no declaración de la rebeldía o, en todo caso, neutralizar los efectos que podrían
producir en perjuicio del demandado.
e) Notificación de la rebeldía.
Tanto los gastos ocasionados por el pago de aranceles, los honorarios de los órganos
de auxilio judicial, como los demás gastos judiciales (costas), así como los honorarios
del abogado (costos), son de cargo del rebelde. Esta es otra de las consecuencias de
la rebeldía de una de las partes, en especial del demandado. Se entiende que se trata
de la desatención del demandado que no ha comparecido al proceso contestando la
demanda.
VI. EFECTOS DE LA DECLARACIÓN DE REBELDÍA
a) La preclusión.
c) Medidas cautelares.
¿En qué momento la parte no rebelde puede solicitar la medida cautelar? El art. 463
del CPC señala: “Declarada la rebeldía pueden concederse medidas cautelares (…)”.
Ello implica que la rebeldía debe ser declarada por el juez a través de una resolución,
sin que sea necesario que esta quede consentida para poder aceptar alguna medida
cautelar solicitada.
Alsina considera que las medidas cautelares proceden por la sola declaración de
rebeldía, atendiendo al efecto que produce la presunción de legitimidad del derecho que
se reclama. Agrega, además, lo que podría ser una interpretación de nuestro artículo
463 del CPC, que no tendría sentido dicha norma específica para los casos de rebeldía,
si es que se van a exigir los requisitos generales para la concesión de medidas
cautelares. Siguiendo el razonamiento de Alsina, también podríamos preguntarnos para
qué el artículo 463 del CPC, si no se va a establecer ninguna diferencia con los requisitos
generales que son necesarios para la procedencia de las medidas cautelares.
Sin embargo, no es esta la única posibilidad. Puede ocurrir que la demanda no provoque
convicción de verdad en el juez, en cuyo caso, no juzgará anticipadamente el proceso,
debiendo continuar con las siguientes etapas que corresponde a todo proceso normal.
En este supuesto, consideramos que no procedería la concesión de medida cautelar
alguna, pese a que se ha declarado rebelde a una de las partes (generalmente el
demandado). Palacio, considera que por la sola declaración de rebeldía el juez no está
obligado a conceder medidas cautelares, pudiendo negarlas cuando las circunstancias
del caso que surjan del proceso demuestren su manifiesta improcedencia.
Se trata de una presunción iuris tantum, por lo que ello no exime al demandante del
onus probandi, ni invierte la carga de la prueba. La sola incomparencia del demandado
y la no contestación de la demanda no son suficientes para legitimar las pretensiones
del actor. Por ello, se señala que se trata de presunción relativa de verdad. En otras
palabras, solo si le produce convicción de verdad la demanda y los medios probatorios
respectivos, el juez juzgará anticipadamente el proceso, amparando la pretensión del
demandante, previa resolución que declara saneado el proceso.
Los códigos más modernos legislan que, en tal supuesto, el demandado acepta
implícitamente la existencia y exactitud de los hechos afirmados por el actor, a
consecuencia de lo cual este queda automáticamente relevado de confirmarlos. En otras
palabras: el silencio genera una presunción establecida por la ley, que siempre es de
carácter relativo y, por ende, admite prueba en contrario por parte del demandado. Otras
legislaciones, en cambio, consagran efectos menores: dan al silencio el simple valor de
un indicio en contra del demandado”.
Así como hemos indicado que uno de los posibles efectos de la rebeldía es el
juzgamiento anticipado del proceso, siempre que produzcan convicción de verdad en el
juez la demanda y los medios probatorios presentados por el demandante, la otra
posibilidad es que no ocurra lo señalado anteriormente, esto es, que no produzca
convicción de verdad la demanda al juez, en cuyo caso, este deberá convocar a la
audiencia de saneamiento.
f) Costas y costos.
Serán de cargo del rebelde las costas y costos causadas por la rebeldía. No se trata
que asuma todas las costas y costos, sino únicamente las originadas con la rebeldía.
VII. COMPARECENCIA DEL DEMANDADO REBELDE
¿Podrá ofrecer medios probatorios, siendo que nuestro ordenamiento procesal señala
que el momento para el demandado es al contestar la demanda? Los medios
probatorios que requieran de actuación, indudablemente, no podrían ser tomados en
consideración, pero los otros medios probatorios que no requieren de actuación, y si a
criterio del juzgador son determinantes para decidir la causa, deben ser tomados en
consideración, máxime si el juez está facultado para llevar adelante pruebas de oficio.
La Sala de Procesos Sumarísimos de la Corte Superior de Lima, con fecha 25 de marzo
de 1999, en el Expediente Nº 20785-98, señaló lo siguiente: “(…) Que, si bien mediante
resolución de fecha 30 de noviembre de 1998 obrante a fojas diecisiete se decretó la
rebeldía de la demandada, también es verdad que nuestro ordenamiento procesal no
prohíbe valorar los medios probatorios presentados por el rebelde, más aún si con su
apreciación se puede llegar a solucionar el conflicto de intereses a que se hace
referencia en el artículo tercero del Título Preliminar del Código Procesal Civil (…)”.
El artículo 462 del CPC que regula el tema, no hace ningún distingo entre el rebelde
voluntario del involuntario, con gran perjuicio para este. Sin embargo, es evidente que
el rebelde involuntario, es decir, aquel que ha derivado a esa situación, pero por causas
ajenas a él, ya que no ha sido debidamente notificado con la existencia de la demanda,
colocándosele en una situación de indefensión, debe tener un tratamiento específico, a
efectos de que se le restituyan sus derechos íntegramente (restitutio in integrum).
LA REBELDÍA EN ARGENTINA
A partir de que el rebelde comparezca, el juicio comienza a tenerlo como parte, a partir
de entonces. Si tuviera pruebas, podrá presentarlas en segunda instancia, si hubiera
cesado su rebeldía luego de la apertura a prueba, y apelara la sentencia. Si aceptadas
estas pruebas, traen como consecuencia que la otra parte perdiera el juicio, se tendrá
en consideración, para distribuir las costas, la situación de rebeldía y sus perjuicios. Si
la sentencia dictada en rebeldía se ejecuta, ya no cabrá ningún recurso.
Concepto.
La rebeldía es una figura jurídica que tiene una íntima relación con la carga procesal,
pues ¨se llama rebeldía¨… a la situación producida por no realizar el acto en que consiste
la carga procesal¨. Por tanto se denomina rebeldía o contumacia a la falta de
comparecencia de una de las partes o de ambas respecto de un acto procesal
determinado en referencia a cual existe una carga.
Nuestro sistema procesal establece que una vez que se constituya en rebeldía un
litigante, se van a producir varias consecuencias.
c) Se seguirá el juicio de ahí en adelante mediante las reglas especiales del llamado
juicio en rebeldía.
d) Se podrá ordenar, si así lo solicite la parte contraria, la retención de los bienes
muebles y el embargo de los bienes inmuebles del deudor.
No obstante que el art 271 del CPCDF dispone que se tendrán por confesados los
hechos de la demanda que se dejen de contestar, se tendrá por contestada en sentido
negativo cuando se trate de asuntos que afecten las relaciones familiares, el estado civil
de las personas y cuando el emplazamiento se hubiere hecho por edictos.
Para determinar las sanciones y los derechos que merece el litigante rebelde, el
legislador dispuso que la figura jurídica de rebeldía se dividiera en dos:
Dispuesto por el art 645 del CPCDF, cualquiera que sea el estado del pleito en que el
litigante rebelde comparezca, será admitido como parte y se entenderá con él la
sustanciación, sin que ésta pueda retroceder en ningún caso.
No obstante que el demandado haya sido declarado rebelde no significa que pierda
todos sus derechos, sino que puede ejercitar todavía alguno de ellos.
Por ejemplo:
a) Si se presenta dentro del término probatorio, tendrá derecho que se le reciban las
pruebas que promueva sobre alguna excepción perentoria.
Curiosamente en Chile el tópico ha pasado casi inadvertido por la doctrina, salvo alguna
excepción, nos referimos a la valiosa Tesis de Licenciatura de CARRASCO POBLETE.
En el Código de Procedimiento Civil112 la notificación válida de la demanda constituye
el momento procesal que da inicio al plazo que tiene el demandado para defenderse o
no defenderse. Los artículos 257 y ss del CPC, regulan los trámites posteriores a la
admisibilidad de la demanda. Una vez admitida la demanda, el traslado decretado por
el juez debe ser puesto en conocimiento, mediante notificación legal al demandado, para
que la conteste. Los artículos 258 a 260 se encargan de señalar el plazo legal que tiene
el sujeto pasivo para oponer excepciones dilatorias (artículo 303 y ss) o contestar la
demanda (artículo 309 y ss) y dentro de ésta reconvenir (artículo 314 y ss). Todas estas
normas suponen una actitud activa del sujeto pasivo. No obstante lo señalado, dentro
de las actitudes que puede asumir el sujeto pasivo se encuentra también, la inactividad.
El sujeto demandado no obstante haber sido puesto en conocimiento de una demanda,
mediante una notificación válida, decide no actuar en el proceso. Esta actitud de
inactividad del demandado se asocia con la rebeldía113. La rebeldía en el derecho
chileno no está sistemáticamente regulada por el Código. Son diversas las normas que
se refieren a ella. Las rebeldías se encuentran reglamentadas en el Título VIII, del Libro
I del CPC. Sin perjuicio de otras normas legales, como por ejemplo los artículos 182,
202,248,318,394, 684, 698,715 y 718. De los artículos citados podemos señalar con
propiedad que la legislación procesal civil (CPC), distingue tres tipos de rebeldías. Una
que se asocia con la actitud del demandado frente a la demanda; una rebeldía que se
relaciona con los plazos judiciales, y una rebeldía que se produce por no realizar una
actuación procesal dentro de un plazo legal.
1.- Guido Águila Grados, El ABC del Derecho Procesal Civil, Editorial(es): San Marcos.
Lugar de publicación: Lima Año de edición: 2014, Número de páginas: 222.