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La Rebeldía

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BACHILLER : HÉCTOR CUENTAS HERRERA.

ASIGNATURA : DERECHO PROCESAL CIVIL

TEMA : LA REBELDÍA.

DOCENTE : Dr. JUAN GUZMÁN RODRÍGUEZ

AREQUIPA-PERÚ

2,017
I. NOCIÓN DE LA REBELDÍA.

La rebeldía ha sido entendida de distintas formas a lo largo de la historia. La Ley de las


XII Tablas da cuenta de la institución entendiéndola como la desobediencia del
demandado por no acudir a la citación que efectuaba el magistrado. Si no se
apersonaba, se llamaban testigos y se le aprehendía y así era conducido ante el
magistrado. Posteriormente se consideró como una obligación, por lo que si no
comparecía y contestaba la demanda debía purgar la rebeldía pagando una multa.
Modernamente ya no es considerada como una desobediencia, sino como una carga,
como tal es una facultad de la parte en aras de una mejor defensa, pero de incurrir en
la rebeldía le ocasionará desventajas procesales.

Desde la perspectiva de nuestra legislación procesal debemos entender la rebeldía


como la situación especial en que se coloca el demandado, cuando no contesta la
demanda dentro del plazo establecido para cada vía procedimental, pese a haber sido
debidamente emplazado. Sin embargo, esta no es la única situación que produce la
rebeldía; también será declarado rebelde, cualquiera de las partes, demandante o
demandado, que notificado con la conclusión del patrocinio de su abogado o la renuncia
de su apoderado, no comparece dentro del plazo fijado por el art. 79 (cinco días), en
concordancia con el artículo 458 del CPC.

Tradicionalmente se ha considerado que la rebeldía implica la ausencia total de


cualquiera de las partes en un proceso; no solo se refiere al demandado (situación más
común) que incurre en esta por no contestar la demanda, dentro del plazo señalado por
ley, sino también puede comprender tanto al demandado como al demandante que no
comparecen, luego de haber sido notificados con la conclusión del patrocinio de su
abogado o la renuncia de su apoderado (art. 458 del CPC). Nótese que en este segundo
supuesto, no se trata de ausencia de las partes, con mayor razón en el caso del
demandante, sino que habiéndose apersonado se presentan las circunstancias
mencionadas con sus abogados o apoderados.

Para Vergé, esta segunda situación en la que pudieran verse involucrados tanto
demandante como demandado, no sería estrictamente considerada como rebeldía,
entendida como incomparecencia inicial. Tampoco sería considerado como rebeldía si
el demandado se apersona, pero no contesta la demanda dentro del término de ley.

Advertimos una noción estricta y una noción amplia de la rebeldía. En sentido estricto,
se trata de la situación de desobediencia del litigante por no acudir a la citación
efectuada por el juez. Evidentemente, se trata del demandado que ante la citación con
la demanda hace caso omiso al llamado de la autoridad para que se apersone y conteste
la demanda. En un sentido amplio, se trataría de aquella situación de desobediencia del
demandado o del demandante, ante la citación por parte del juez, para determinados
actos procesales durante la secuela del proceso, donde es necesario que ejercite su
derecho de defensa (rebeldía in respondendo).

Nos parece atinada la diferencia que establece Gallinal, entre el acuse de rebeldía y la
declaración de rebeldía: “No hay que confundir el acuse de rebeldía, que es el
decaimiento de un derecho, con la declaración de rebeldía. En la rebeldía, la parte no
es notificada sino excepcionalmente de las resoluciones. En el decaimiento (…) se ha
perdido un derecho, que se ha dejado de usar, pero la parte continúa actuando en el
expediente y es notificada en la forma ordinaria de todas las providencias y resoluciones.
En este el juez da por acusada la rebeldía con respecto al acto concreto; en aquella es
declarada la rebeldía con respecto a todo el juicio”.

Nos ayuda a precisar, aún más, esta necesaria distinción entre el acuse de rebeldía y la
declaración de rebeldía, Palacio, cuando señala: “La rebeldía no debe confundirse con
la omisión en que puede incurrir cualquiera de las partes en el cumplimiento de actos
procesales particulares (inactividad procesal específica), pues esa actitud solo
determina la pérdida de la oportunidad de ejecutar el acto omitido y la correlativa
caducidad de la facultad no ejercida dentro del plazo pertinente (principio de preclusión),
pero no genera, como ocurre con la rebeldía, efectos que repercuten en la estructura
total del proceso”.

Establecida claramente la diferencia que evitaría una grave confusión en la noción de la


rebeldía, podemos afirmar que por la rebeldía propiamente dicha, debe entenderse la
situación en que se coloca el demandado por no contestar la demanda y el demandante
y demandado por no comparecer ante la conclusión del patrocinio de su abogado o ante
la renuncia de su apoderado. Los demás actos procesales, donde el juez cita a la parte
para que absuelva algún trámite y este no lo hacen, en su rebeldía se tendrá por
absuelto dicho trámite. Esta situación constituye el acuse de rebeldía que no hay que
confundirla con la declaración de rebeldía que produce efectos particulares con respecto
a todo el proceso.

Hemos señalado, al desarrollar el tema del emplazamiento, que este comprende la


citación y el emplazamiento al demandado y, para nuestro sistema procesal, la rebeldía
del demandado se produce por el hecho de no contestar la demanda, después de haber
sido citado y emplazado válidamente, por cuanto se asume la sinonimia de ambas
expresiones.

Sin embargo, la doctrina privilegia el simple apersonamiento como condición para que
el demandado no incurra en rebeldía. El reverso de la comparecencia es la rebeldía.
Así, Vergé señala que en el caso del demandado, la rebeldía se produce por “su
ausencia e inactividad inicial, transcurrido el plazo para comparecer y personarse en el
proceso”. Obedece a un dato objetivo que es la incomparecencia, independientemente
del dato subjetivo de la voluntariedad, que es irrelevante.

Para nuestro sistema procesal, en cambio, no será suficiente el simple apersonamiento,


señalando domicilio procesal y designando abogado para impedir la declaración de
rebeldía, como mayoritariamente lo considera la doctrina. Es indispensable, para evitar
la declaración de rebeldía, que el demandado conteste la demanda (art. 458 del CPC).

Lo importante, como lo señala Carli, no es tanto la situación real de rebeldía en que se


encuentra el demandado, sino la resolución judicial que lo declara como tal. Nuestro
Código Procesal Civil, no señala si esta declaración judicial de rebeldía la hace el juez
a petición de parte o puede hacerla de oficio. Pero, atendiendo al carácter publicístico
que asume nuestro Código, debemos entender que el juez puede efectuarlo de oficio,
ya que el impulso procesal compete tanto a las partes como al propio juez (artículo II del
Título Preliminar del CPC).

II. NATURALEZA JURÍDICA DE LA REBELDÍA

Desde el punto histórico, el tratamiento de la rebeldía ha sido considerado, por un lado,


como sanción entre los que entendían que se infringe una obligación de defensa y, de
otro lado, los que entienden que solo se trata de una renuncia a la defensa. “Los que
vean en el proceso un medio de pacificación jurídica harán derivar de la contumacia la
ficta confessio y la sentencia condenatoria como consecuencia de la infracción de una
obligación; mientras que los que conceptúan el proceso como uno de los varios medios
posibles para obtener la certeza jurídica, desvinculándolo del Derecho, adoptarán un
criterio más objetivo y tratarán la contumacia como simple inactividad”.

Ejemplo de lo primero lo tenemos en el proceso formulario del Derecho Romano, en el


que contra el contumaz se dictaba sentencia en contra suya; de la segunda concepción
la tenemos en el Derecho Romano posclásico, justinianeo, Derecho Canónico, en la que
ante la situación de contumacia, el proceso proseguía y el resultado dependía de lo
fundada o probada que esté la demanda.
Nuestro Código Procesal Civil, asume una posición intermedia, ya que si bien considera
que no se trata de una obligación el contestar la demanda, tampoco la asume como una
“simple inactividad”. En efecto, la contestación de la demanda la considera como una
carga procesal, que no es una obligación. Mas, como carga procesal, el no contestar la
demanda, si bien no se le aplicarán sanciones ni puede obligarse al demandado a que
conteste la demanda, se le declarará rebelde y, ello, puede traer como consecuencia la
posibilidad del juzgamiento anticipado del proceso, evidentemente a favor del
demandante, con base en la presunción relativa de verdad.

En realidad, el tratamiento de la rebeldía puede hacerse desde la perspectiva del


demandado como del demandante. Desde la perspectiva de aquel, resaltamos la
garantía que significa que el demandado haya sido válidamente emplazado para que,
tomando conocimiento de la existencia del proceso, asuma su defensa si lo considera
pertinente. Hemos señalado que este acto se convierte en una garantía de carácter
constitucional, forma parte del debido proceso y de la tutela procesal efectiva. Asimismo,
se sustituye el carácter de pena, por el de carga procesal, con el efecto de tener por
contestada la demanda y la posibilidad, en nuestro sistema procesal, del juzgamiento
anticipado.

El demandado rebelde puede apersonarse en cualquier momento al proceso y


continuarlo en el estado en que lo encuentre. Puede comparecer a las audiencias que
lo citen, efectuar los alegatos correspondientes y, eventualmente, apelar de la sentencia
que recaiga en el proceso. En otras palabras, puede ejercer su derecho de defensa y
demás garantías constitucionales que tiene todo justiciable comprendido en un proceso.

Desde la perspectiva del demandante, se señala que también se le protege su derecho


de acción, a la tutela procesal efectiva, toda vez que la ausencia del demandado no
puede perjudicar los derechos de aquel.

Por otro lado, recordemos que nuestro Código Procesal Civil señala la eventualidad que
el demandante también se coloque en situación de rebeldía, al igual que el demandado,
cuando notificado de la renuncia de su apoderado o de su abogado, no cumple con
comparecer en el proceso. En estos casos, ambas partes, pueden ser declarados
rebeldes, aun cuando son distintas las consecuencias que puede sufrir el demandado
por no contestar la demanda.

La comparecencia del demandado ha pasado por distintas consideraciones: primero,


fue una verdadera obligación, inclusive podía ser llevado ante el juez compulsivamente;
luego fue considerado como un deber procesal, con sus sanciones correspondientes en
caso de incumplimiento. En la actualidad, se considera que es una carga procesal. No
es una obligación ni un deber, es una facultad que tiene el demandado. No debe tomarse
como una actitud de irreverencia frente a la autoridad. Si, en cambio, puede provocar
consecuencias de orden procesal como el juzgamiento anticipado.

Reimundin, hace un recuento de las distintas teorías que tratan de explicar la naturaleza
jurídica de la rebeldía:

a) Teoría de la pena. Por esta teoría no existe la posibilidad de proseguir un proceso


sin la presencia de las dos partes. No cabía la posibilidad de un proceso en rebeldía,
por cuanto al demandado se le conminaba a personarse, y su ausencia era considerada
como un acto ilícito, una verdadera resistencia al poder del juez. Recordemos que podía
ser conducido por la fuerza (Ley de las XII Tablas).

b) Teoría de la renuncia. En oposición a la teoría anterior que consideraba una


obligación del demandado el comparecer ante el magistrado, por esta teoría se
reconocía el derecho de la parte para disponer libremente de los medios de defensa.
Queda dentro del ámbito de la autonomía de la voluntad el ejercer el legítimo derecho
de defensa, sin que se le pueda conminar a hacer lo contrario si es que el demandado
decide no apersonarse y no contestar la demanda.

c) Teoría de la autodeterminación. Así como se tiene derecho a cooperar con el


proceso, de la misma forma se tiene el derecho de abstenerse. La abstención es el no
ejercicio de la facultad de obrar, porque cada cual es libre de auto determinarse.

d) La contumacia como acto jurídico procesal. El acto procesal puede consistir en la


realización voluntaria de un hecho o en la abstención también voluntaria de un hecho
determinado.

III. FUNDAMENTO DE LA REBELDÍA

Al haberse dejado de lado la teoría de la pena, por la que se conminaba al demandado


a personarse y contestar la demanda, entendiéndose que el proceso debía estar
integrado por las dos partes, para asumir el tema como una carga, no como una
obligación, debe asumirse la posibilidad de que el proceso continúe válidamente con la
presencia efectiva de una sola de las partes.

Desde la perspectiva del demandante, la incomparecencia del demandado no puede


perjudicar su legítimo derecho a la tutela jurisdiccional efectiva, en el sentido de obtener
un pronunciamiento definitivo justo y eficaz. No se justifica, por no ser razonable, que el
proceso se detenga por la incomparecencia del demandado. Ya bastante sacrificio
significa para el demandante tener que iniciar un proceso, y el tiempo que le va a
demandar concluirlo, cualquiera fuere la vía procedimental que utilice. Si a ello le vamos
a agregar el tiempo que significaría la paralización del proceso por la incomparecencia
voluntaria del demandado, sería una clara vulneración a la tutela jurisdiccional efectiva.

Desde la perspectiva del demandado, en el supuesto de que el que incurra en rebeldía


sea el demandante, también podría perjudicar su derecho a que se emita un
pronunciamiento definitivo que lo libere de la pretensión planteada por el demandante.

IV. REQUISITOS PARA LA DECLARACIÓN DE REBELDÍA

Para la declaración de rebeldía se requiere que se configuren los siguientes


presupuestos:

a) Que el demandado sea un sujeto determinado y cierto.

Lo normal es que el demandante, al interponer su demanda, designe al demandado y


este sea una persona natural o jurídica, cierta y determinada. Excepcionalmente, sin
embargo, puede ocurrir que el demandante desconozca a su o sus demandados, como
es el caso que ante el fallecimiento de su deudor, él desconozca a los integrantes de la
sucesión. Sin embargo, en estos casos, puede interponer demanda contra la sucesión
de la persona fallecida, que es considerada como un patrimonio autónomo y, por ende,
sujeto de derecho. La notificación se efectuará por edicto, convocándose a todos los
integrantes de la sucesión, legítimamente constituidos.

En estos casos, evidentemente, no procede la declaración de rebeldía, por no haberse


apersonado ninguno de los supuestos integrantes de la sucesión, precisamente, por
tratarse de un caso en que el demandado o demandados no son personas ciertas ni
determinadas. Lo que procede es la designación de un curador procesal (art. 435 del
CPC). No procede la declaración de rebeldía del demandado a quien se le ha designado
un curador procesal si este no cumple con contestar la demanda. En estos casos, el
juez deberá requerir al curador procesal el cumplimiento de su deber de contestar la
demanda, bajo apercibimiento de removérsele en el cargo y designar a otro profesional.

Para nuestro sistema jurídico son sujetos ciertos y determinados, el concebido, la


persona natural y la persona jurídica. Importante su identificación para tener la certeza
de un correcto emplazamiento y, consecuentemente, la posibilidad de la declaración de
rebeldía, si es que no contesta la demanda.

En el caso del concebido, evidentemente, es importante la identificación de la madre,


su representante legal directo, con quien debe entenderse el proceso. En el caso de la
persona natural, no cabe la menor duda de la necesidad de que se precise quién es. En
el caso de la persona jurídica, siendo una abstracción, una reducción de la pluralidad a
una unidad, convertido en sujeto de derecho, tiene un nombre, un domicilio, y será su
representante legal quien saldrá al frente en defensa de sus intereses.

Donde puede existir dificultades es con algunos entes no personificados, o conjunto de


personas que actúan en la sociedad como si fuesen personas jurídicas, pero no lo son
porque no están inscritos en los Registros Públicos, y que si bien para el sistema jurídico
constituyen un sujeto de derecho, debe entenderse la demanda con todos sus
integrantes, como sería el caso de una asociación no inscrita, sociedad no inscrita y
también podemos incluir a los denominados patrimonios autónomos (sociedad conyugal
y sucesión indivisa).

Las partes quedan constituidas por la interposición de la demanda. La parte demandante


es la que pretende algo y la parte demandada es aquella a quien se le exige una
conducta determinada. El hecho de que el demandado incurra en situación de rebeldía
por su incomparecencia y su no contestación de la demanda, no determina que pierda
su condición de parte. La litispendencia queda constituida entre el demandante y el
demandado y este último debe ser un sujeto cierto y determinado. El demandado
rebelde es tan parte como el no rebelde y recaerá sobre las consecuencias de la cosa
juzgada.

b) Que el demandante señale el domicilio real o legal del demandado.

Como hemos indicado anteriormente, una de las garantías del debido proceso y de la
tutela procesal efectiva, es que el demandado sea válidamente emplazado a efectos de
que pueda ejercer su derecho de defensa. Esta garantía se cumple notificándose al
demandado en su domicilio real o legal, según sea el caso. Mas, si el demandante ignora
cuál es el domicilio real o legal de la parte demandada, deberá procederse conforme lo
señala el artículo 435 del CPC. Se emplazará al demandado, cuyo domicilio se ignora,
mediante edictos, bajo apercibimiento de designársele un curador procesal, pero no se
le declarará rebelde por no haber contestado la demanda.

Recordemos que domicilio real es el lugar donde se reside habitualmente (art. 33 del
Código Civil peruano) o el lugar donde desempeña sus ocupaciones habituales (art. 35
del Código Civil peruano), está referido esencialmente a determinadas personas
naturales; por domicilio legal debemos entender el domicilio impuesto por la ley a
determinadas personas naturales (incapaces) y a las personas jurídicas (lugar que figura
en el estatuto y, consecuentemente, inscrito en los Registros Públicos), entre otros.

Nuestro Código Procesal Civil trata de brindar el máximo de protección al tema del
señalamiento del domicilio del demandado, para evitar –en lo posible– que se sigan los
procesos con desconocimiento de su existencia por parte de estos. Si el demandante
ignora el domicilio del demandado, expresará esta circunstancia bajo juramento, que se
entenderá prestado con la presentación de la demanda (inc. 4, artículo 424 del CPC).

c) Que el demandado haya sido debidamente emplazado.

Una de las garantías del debido proceso y de la tutela procesal efectiva es que el
demandado sea válidamente emplazado. Ello significa que deben agotarse todos los
medios legales, previstos en las normas pertinentes, a efectos de que el demandado
tome conocimiento de la existencia del proceso, a fin de que pueda ejercer su legítimo
derecho de defensa. Lo importante es que el demandado sea correctamente emplazado,
que tome conocimiento de la demanda. Si se defiende o no, es decir, si contesta la
demanda o no, es asunto de su absoluta incumbencia. No es una obligación, como lo
hemos señalado reiterativamente, pero es una carga procesal.

Carnelutti, reafirma este requisito para la declaración de la rebeldía, cuando señala: “(…)
cuando la parte no comparecida sea el demandado, este no puede ser declarado
contumaz sino en cuanto el juez haya verificado la validez de la notificación (…). Tal
verificación debe hacerse de oficio; no hay, en efecto, parte que pueda solicitarla ni, a
falta de comparecencia, puede ser sanado vicio alguno de la notificación”.

Nos atrevemos a señalar que cualquier duda respecto de un correcto emplazamiento


debe estarse a favor del demandado, ya que sobre él pesa la carga de contestar la
demanda, es decir, de ejercer su legítimo derecho de defensa. Se trataría de un principio
pro demandado, como una forma de garantizar su correcto emplazamiento.

La Sala Nº 1 de la Corte Superior de Lima, en el Expediente Nº 264-7-97, en sentencia


pronunciada el 11 de junio de 1997, declaró nula la sentencia y nulo lo actuado hasta el
estado en que se tuvo por contestada la demanda en rebeldía de las demandadas, por
no haberse comprobado que a las demandadas se les había emplazado correctamente,
para que tuvieran oportunidad de ejercer su legítimo derecho de defensa. Dicha
sentencia señala lo siguiente: “(...) Que, conforme a lo previsto en el artículo primero del
Título Preliminar del Código Procesal Civil el acceso a la justicia es una de las garantías
reconocida a toda persona para el ejercicio o defensa de sus derechos o intereses con
sujeción a un debido proceso, y que tratándose de la parte emplazada esta solo puede
hacerse efectiva a través de un emplazamiento válido, mediante el cual se le pone en
conocimiento de la demanda y de las resoluciones judiciales. (…) Que, en el caso de
autos, conforme es de verse de las certificaciones de fojas doscientos treinta y siete y
doscientos treinta y ocho, las demandadas G.M. y M.FA. C.P., en la fecha que fueron
emplazadas, esto es, entre junio y diciembre de mil novecientos noventa y cinco, no se
encontraban en el país, por lo que el emplazamiento efectuado con la demanda y su
declaración de rebeldía, no ha cumplido con el objeto de la misma, esto es, poner en
conocimiento de las partes la demanda y el contenido de las resoluciones conforme a lo
expuesto anteriormente.(…) Que, de otro lado, si bien es cierto que las emplazadas
antes citadas habían designado apoderado, las notificaciones cursadas no pueden
convalidar los defectos anotados, puesto que las mismas no se cursaron al domicilio de
sus apoderados para poder determinar que tenían conocimiento de la existencia del
proceso y pudieron ejercer la defensa de los derechos de sus representados (…)”.

d) Que el demandado no conteste la demanda dentro del plazo señalado en cada


vía procedimental.

Para nuestro Código Procesal Civil, la situación de rebeldía se configura cuando el


demandado no contesta la demanda, es decir, cuando no cumple con el acto procesal
que se le exige en el emplazamiento, dentro del plazo que se le concede, es decir,
cuando no contesta la demanda dentro del plazo que rige para cada una de las vías
procedimentales.

Hemos indicado líneas arriba, que el apersonamiento del demandado en el proceso,


señalando domicilio procesal y designando al abogado que lo represente, no será
suficiente para impedir la declaración de rebeldía, si no contesta la demanda, dentro del
plazo de ley.

Se trata de una opción de nuestro legislador, frente a una corriente doctrinaria que
señala que no procede la declaración de rebeldía si es que el demandado se apersona,
señala domicilio y abogado que lo representará, aun cuando no conteste la demanda.

e) Que el demandante o demandado no comparezca luego de haber sido


notificado con la conclusión del patrocinio de su abogado o la renuncia de su
apoderado.
Pueden incurrir en rebeldía, tanto el demandado (situación común) como el
demandante. El demandado, por no contestar la demanda dentro del plazo de ley, pero,
también pueden incurrir en rebeldía, tanto demandante como demandado, cuando no
comparecen, luego de haber sido notificados con la renuncia de su abogado o de su
apoderado, dentro del plazo que el juez señale (art. 458 del CPC).

Verge, considera que esta es una situación que se asimila a la rebeldía, pero que
técnicamente no correspondería, si se entiende la rebeldía como incomparecencia
inicial. Señala el autor: “Se asimila a la rebeldía la falta de designación de nuevo
abogado o de nuevo apoderado, cuando los primeramente designados han concluido
su mandato renunciando al cargo y, además, han transcurrido los plazos señalados en
el art. 79 (del CPC) sin haberse nombrado otros. De hecho, aquí no se trata de
incomparecencia inicial, sino de inactividad sobrevenida, puesto que el litigante ya
compareció en el proceso (por lo que conoce su existencia). Los cambios en su actividad
procesal después de su comparecencia pueden tener efectos asimilables a los que
produce la rebeldía (p.e. la ficta confessio), pero no se trata, en sentido técnico, de
rebeldía, de incomparecencia inicial que puede ser debida a desconocimiento del
emplazamiento y del proceso y que requiere un trato específico. La inactividad
sobrevenida ha de reputarse siempre voluntaria salvo, claro está, que existan defectos
en los actos de comunicación, lo cual también tiene su propio régimen de ineficacia (...)”.

Se ha cuestionado el art. 458 del CPC en la parte referida a la posibilidad de declararse


rebelde a cualquiera de las dos partes (demandante o demandado), si se produce la
renuncia de su abogado, argumentando que las partes pueden recurrir a cualquier
abogado para que los asista en su defensa. No participamos de este cuestionamiento,
por la razón fundamental de que la defensa en nuestro sistema jurídico es cautiva, es
decir, el justiciable debe ser asistido –necesariamente– por un abogado, efectivamente,
cualquier abogado que designe la parte. Ante la renuncia del abogado que la misma
parte ha designado, debe proceder a designar a otro abogado. De no hacerlo, su
actuación dentro del proceso será limitadísima y eso es lo que se quiere evitar, por ello
el apercibimiento de ser declarado rebelde. Es evidente que esta situación concreta,
respecto del demandante, es inusual, porque es de interés del demandante que el
proceso que ha iniciado avance y culmine rápidamente.

V. ESTRUCTURA DEL PROCESO EN REBELDÍA

Los elementos esenciales que configuran la estructura del proceso en rebeldía son los
siguientes:
a) Citación y/o emplazamiento debido.

Es un elemento esencial para que se configure la rebeldía, que se haya citado en debida
forma al demandado conocido y determinado y con domicilio preciso. Es la garantía del
debido proceso, al que nos hemos referido líneas arriba, y constituye la oportunidad que
se le brinda para contestar la demanda.

Es un derecho constitucional que tiene el justiciable, que ha sido demandado, que se le


ponga en conocimiento la existencia de la demanda para que pueda ejercer su legítimo
derecho de defensa (inc. 23 del art. 2 de la Constitución Política del Estado). Constituye
principio del servicio de justicia la observancia del debido proceso y la tutela
jurisdiccional (inc. 3 art. 139 de la Constitución Política del Estado).

La posibilidad que tiene el demandado para ejercer su legítimo derecho de defensa


comienza cuando toma conocimiento de la existencia del proceso y ello ocurrirá con el
emplazamiento, por ello su trascendencia, porque se evita que los procesos continúen
tramitándose y culminen sin que el demandado haya podido defenderse. Como hemos
señalado anteriormente, lo importante no es que el demandado se defienda o no, esa
será su opción libre, pero sí es importante que tome conocimiento de la existencia del
proceso. La bilateralidad del proceso se concreta con el emplazamiento. Esa resulta ser
una garantía constitucional, conformante del debido proceso y de la tutela jurisdiccional
efectiva.

b) No contestación de la demanda o abandono.

Una vez citado el demandado con la demanda, este puede adoptar las siguientes
conductas:

a) Se apersona y contesta la demanda, admitiendo o negando los hechos expuestos por


el demandante.

b) Se apersona ante el órgano jurisdiccional, pero no contesta la demanda.

c) No se apersona ni contesta la demanda.

Para nuestro sistema jurídico procesal, solo en el primer supuesto no se declarará la


rebeldía del demandado; en los dos supuestos últimos se declarará rebelde al
demandado. Nuestro Código Procesal Civil ha optado por esta posición, de tal forma
que no será suficiente apersonarse para evitar la rebeldía; debe contestarse la demanda
como única forma de evitar que se declare rebelde al demandado.

Hemos señalado que la contestación de la demanda no constituye una obligación para


el demandado, sino una carga procesal. La consecuencia de no contestar la demanda,
no le traerá sanciones al demandado, ni podrá, ser compelido a que lo haga, pero sí
tendrá que soportar determinados efectos procesales, como es la declaración de
rebeldía, con las consecuencias que ello acarrea, esto es, la posibilidad de que el juez,
luego de sanear el proceso, dicte sentencia basado en la presunción legal relativa de
verdad de los hechos expuestos por el actor en su demanda, juzgando anticipadamente
el proceso.

Esta es la típica rebeldía en sentido estricto y la que puede acarrear mayores


consecuencias de orden procesal. Evidentemente, es la situación en que se coloca el
demandado por no contestar la demanda.

Sin embargo, la rebeldía es una situación procesal en que también puede incurrir el
demandante, cuando no comparece dentro de los cinco días de notificado con la
conclusión del patrocinio de su abogado o la renuncia de su apoderado. Es evidente
que las consecuencias procesales en estos casos son diferentes, ya que estarán
referidas únicamente a las notificaciones de los actuados judiciales. En esta última
situación también puede quedar comprendido el demandado. A estas situaciones se
refiere la doctrina cuando señala el abandono del proceso. No se trata de la desatención
de los futuros actos procesales (abandono propiamente dicho), sino a situaciones
expresamente señaladas en la ley. Se trataría de cualquiera de las dos partes que,
habiéndose apersonado, no comparecen ante la renuncia de sus abogados o
apoderados que estaban atendiendo el caso.

El proceso puede desarrollarse sin la presencia de una de las partes, siempre que haya
sido debidamente emplazado con la demanda en el caso del demandado o emplazado
cualquiera de las dos partes dando cuenta de la renuncia de sus abogados o
apoderados. Si no comparece una de las partes se le declarará rebelde.

c) Petición de parte o de oficio.

Nuestro proceso es de naturaleza mixta; sin embargo, tiene una predominancia del
sistema inquisitivo, brindándole al juzgador amplios poderes de dirección del proceso.
Por ello, la declaración de rebeldía puede ser a petición de parte o de oficio, comprobado
que se venció el plazo para la contestación de la demanda o el plazo para la
comparecencia de la parte, ante la conclusión del patrocinio del abogado o renuncia del
apoderado.

El acto procesal que producirá efectos es la resolución que declara rebelde a una de
las partes. De no mediar la resolución en referencia, la rebeldía –que es una situación
fáctica– no producirá efecto alguno en el proceso.
No lo menciona expresamente el Código Procesal Civil, sin embargo, la forma
imperativa en que está redactado el art. 458 nos permite llegar a la conclusión de que
puede ser declarada de oficio o a petición de parte.

d) No presencia de circunstancias impeditivas.

Nuestro Código Procesal Civil no ha previsto esta posibilidad; sin embargo, puede
ocurrir que por circunstancias de fuerza mayor (enfermedad, accidente) se justifique la
no declaración de la rebeldía o, en todo caso, neutralizar los efectos que podrían
producir en perjuicio del demandado.

e) Notificación de la rebeldía.

La notificación de la resolución que declara rebelde a la parte, se notificará por cédula


si tiene dirección domiciliaria, conforme lo señala el art. 459 del CPC. El mismo
dispositivo indica que en caso contrario se notificará por edicto. Este último supuesto
nos parece contradictorio con lo señalado en el segundo párrafo del art. 435. En efecto,
si no se conoce la dirección domiciliaria del demandado, se le notifica el emplazamiento
por edicto, pero, bajo apercibimiento de designársele un curador procesal. Significa ello
que, cuando se ignora la dirección domiciliaria del demandado, no procede la
declaración de rebeldía, sino el nombramiento de un curador procesal. No es posible,
pues, que se notifique la declaración de rebeldía de alguien que no tiene dirección
domiciliaria, pues en dicho supuesto, no podrá declararse la rebeldía, debiendo
designársele un curador procesal que lo represente en el proceso.

Declarada la rebeldía, se notificará al rebelde solo las siguientes resoluciones: la que


declara saneado el proceso, las que citen a audiencia, la citación para sentencia, la
sentencia misma y la que requiera su cumplimiento. Las demás resoluciones que se
dicten en el proceso se tendrán por notificadas el mismo día que lo fueron a la otra parte
(art. 459 del CPC).

f) Costas y costos de la rebeldía.

Tanto los gastos ocasionados por el pago de aranceles, los honorarios de los órganos
de auxilio judicial, como los demás gastos judiciales (costas), así como los honorarios
del abogado (costos), son de cargo del rebelde. Esta es otra de las consecuencias de
la rebeldía de una de las partes, en especial del demandado. Se entiende que se trata
de la desatención del demandado que no ha comparecido al proceso contestando la
demanda.
VI. EFECTOS DE LA DECLARACIÓN DE REBELDÍA

a) La preclusión.

La declaración de rebeldía determina la preclusión de la etapa de contestación de la


demanda, así como de los actos procesales por los cuales se citó a las partes para que
expresen su punto de vista o para que designen apoderado o abogado. Ello no implica
que el rebelde no pueda incorporarse al proceso. Lo podrá hacer en cualquier momento,
pero sujetándose al estado en que se encuentra, sin que sea posible retrotraerlo a
etapas anteriores (art. 462 del CPC). Los efectos producidos con anterioridad a la
comparecencia del rebelde son irreversibles; debe aceptar el proceso in statu et
terminis.

b) Limitación de las notificaciones.

La declaración de rebeldía ocasiona una severa limitación de las notificaciones de los


actos procesales. El art. 459 del CPC limita las notificaciones al rebelde, indicando que
solo se notificará por cédula la resolución de declaración de rebeldía, la que declara
saneado el proceso, las que citen a audiencia, la citación para sentencia, la sentencia
misma y la que requiera su cumplimiento. Las demás notificaciones se tendrán por
efectuadas el mismo día en que se notifica a la otra parte.

La notificación es por cédula, es decir, personal. Si no fuere posible, se efectuará la


notificación por edicto. Evidentemente, es una situación excepcional provocada por la
rebeldía por la cual se fija un régimen de notificaciones distinto a una situación normal.

c) Medidas cautelares.

Para la procedencia de una medida cautelar, deberá acreditarse la verosimilitud de la


pretensión, esto es, el fumus bonis juris. Es decir, que la pretensión tenga visos de
verdad, que tenga probabilidad de verdad. Es evidente que ello se logra sobre la base
de los medios probatorios que se anexan a la demanda. Dicha verosimilitud puede
vislumbrarse al declararse rebelde a la parte, y adquirir presunción relativa de verdad
los hechos expuestos o los documentos presentados con la demanda o con la
reconvención. Sin embargo, la sola declaración de rebeldía no obliga al juzgador a
conceder una medida cautelar, ya que la verosimilitud que –en este caso– se configura
por la presunción de verdad, no es el único requisito para la procedencia de la medida
cautelar. El juez tendrá que examinar el peligro en la demora –periculum in mora– y la
contracautela para conceder la medida cautelar.
De otro lado, si bien la declaración de rebeldía puede ocasionar el juzgamiento
anticipado del proceso, con base en la presunción relativa de verdad, en cuyo caso, la
verosimilitud es un requisito que se cumple para la concesión de una medida cautelar,
puede ocurrir –también– que la demanda no produzca convicción de verdad, es decir,
que el requisito de verosimilitud no se cumpla, en cuyo caso no debe concederse medida
cautelar alguna. Significa ello que la declaración de rebeldía no trae, necesariamente,
como consecuencia que se tenga que conceder alguna medida cautelar que solicite la
otra parte.

Por ello el legislador utiliza la expresión “pueden concederse medidas cautelares”,


constituyendo una facultad del juzgador discernir respecto de la procedencia de la
medida que asegure el resultado del proceso, tanto si lo solicita el demandante, como
el demandado que ha interpuesto reconvención. Pero, es indudable que la verosimilitud
no será un obstáculo para la procedencia, porque esta se acredita con la declaración de
rebeldía y la presunción relativa de verdad que le produce al Juzgador.

¿En qué momento la parte no rebelde puede solicitar la medida cautelar? El art. 463
del CPC señala: “Declarada la rebeldía pueden concederse medidas cautelares (…)”.
Ello implica que la rebeldía debe ser declarada por el juez a través de una resolución,
sin que sea necesario que esta quede consentida para poder aceptar alguna medida
cautelar solicitada.

Alsina considera que las medidas cautelares proceden por la sola declaración de
rebeldía, atendiendo al efecto que produce la presunción de legitimidad del derecho que
se reclama. Agrega, además, lo que podría ser una interpretación de nuestro artículo
463 del CPC, que no tendría sentido dicha norma específica para los casos de rebeldía,
si es que se van a exigir los requisitos generales para la concesión de medidas
cautelares. Siguiendo el razonamiento de Alsina, también podríamos preguntarnos para
qué el artículo 463 del CPC, si no se va a establecer ninguna diferencia con los requisitos
generales que son necesarios para la procedencia de las medidas cautelares.

Reimundin tiene similar posición respecto de la concesión de medidas cautelares como


efecto de la declaración de rebeldía, indicando lo siguiente: “La circunstancia que
nuestra ley autorice el embargo de los bienes del rebelde, por el solo hecho de la
declaración de rebeldía, no debe entenderse que se establece una medida coercitiva
contra el contumaz, para inducirlo a comparecer en juicio, sino que ha de verse en ella
una providencia meramente cautelar, ya que las distintas formas de coacción para
comparecer han sido abandonadas en los sistemas modernos. El embargo preventivo
en bienes del contumaz, tiene hoy otra significación”.
El razonamiento, debemos reconocer, es contundente; sin embargo, partimos de la
noción que la presunción de legitimidad del derecho que se reclama, es iuris tantum y
que, por otro lado, no exime del onus probandi al demandante. Por ello, la presunción
relativa de verdad, es decir, si produce convicción de verdad la pretensión que reclama
el demandante (verosimilitud), el juez podrá juzgar anticipadamente el proceso,
declarando fundada la demanda, con mayor razón podrá conceder las medidas
cautelares que solicite la parte no rebelde para asegurar el resultado del proceso.

Sin embargo, no es esta la única posibilidad. Puede ocurrir que la demanda no provoque
convicción de verdad en el juez, en cuyo caso, no juzgará anticipadamente el proceso,
debiendo continuar con las siguientes etapas que corresponde a todo proceso normal.
En este supuesto, consideramos que no procedería la concesión de medida cautelar
alguna, pese a que se ha declarado rebelde a una de las partes (generalmente el
demandado). Palacio, considera que por la sola declaración de rebeldía el juez no está
obligado a conceder medidas cautelares, pudiendo negarlas cuando las circunstancias
del caso que surjan del proceso demuestren su manifiesta improcedencia.

Admitir la posibilidad de que se concedan medidas cautelares por la sola declaración de


rebeldía, aun cuando no provoque convicción de verdad la demanda en el juzgador es
–de alguna manera– sancionar, castigar, al rebelde. Vergue pese a considerar que se
trata de medidas cautelares, sin embargo, dice que “son bastantes los elementos que
hacen pensar en una pena, castigo o estímulo al demandado rebelde (...)”. Hemos
señalado que contestar la demanda es una carga procesal, no una obligación, por lo
que no cabe pensar en una sanción, en un castigo, tampoco en “estímulo” para que el
demandado conteste la demanda. Siendo una carga, le producirá al rebelde una
situación desfavorable procesalmente, ante la eventualidad del juzgamiento anticipado,
que tampoco es una consecuencia inevitable de la declaración de rebeldía. El
juzgamiento anticipado solo ocurrirá si la demanda provoca convicción de verdad en el
juzgador, caso contrario el proceso deberá continuar con los demás actos procesales.

En consecuencia, si la mera declaración de rebeldía no provocará inevitablemente el


juzgamiento anticipado del proceso, no encontramos razonable que sí proceda para la
concesión de medidas cautelares sin que se cumplan con los requisitos que se exigen
en general para conceder dichas medidas.

En lo que sí podemos concordar es que el requisito del peligro en la demora no solo


brote del examen de la pretensión, sino de la conducta procesal de hacer caso omiso a
la citación y emplazamiento por parte del órgano jurisdiccional. Además, el requisito de
la contracautela deberá ser una exigencia mínima, atendiendo a la verosimilitud de la
pretensión.

d) Posibilidad de juzgamiento anticipado del proceso.

Una de las consecuencias de la rebeldía es la posibilidad del juzgamiento anticipado de


la causa, sobre la base de la presunción relativa de verdad que le produce al juez la
demanda y los medios probatorios presentados por el demandante. Quizás, este es el
efecto más grave que podría perjudicar al demandado, por no haber contestado la
demanda, colocándose en la situación de rebelde.

Se trata de una presunción iuris tantum, por lo que ello no exime al demandante del
onus probandi, ni invierte la carga de la prueba. La sola incomparencia del demandado
y la no contestación de la demanda no son suficientes para legitimar las pretensiones
del actor. Por ello, se señala que se trata de presunción relativa de verdad. En otras
palabras, solo si le produce convicción de verdad la demanda y los medios probatorios
respectivos, el juez juzgará anticipadamente el proceso, amparando la pretensión del
demandante, previa resolución que declara saneado el proceso.

A contrario sensu, si la demanda y los medios probatorios no le producen convicción de


verdad al juez, deberá continuar con el proceso, convocando a las audiencias
correspondientes.

La interrogante que se ha formulado para establecer los efectos de la rebeldía del


demandado, es si su incomparecencia se debe interpretar como una confesión de su
sinrazón y, por lo tanto, el juez debe amparar la demanda en todos sus efectos, o por el
contrario, el juez no puede amparar la demanda en contra del rebelde, si es que el
demandante no demuestra la verosimilitud de su pretensión.

La primera opción obedece a posiciones antiguas, inspirados en el aforismo contra


contumaces omnia jura clamat. Sin embargo, legislaciones más modernas optan por la
segunda opción, entre los cuales se encuentra nuestro Código Procesal Civil. La
presunción relativa de verdad a que se refiere el artículo del citado cuerpo de leyes, no
obliga al juez a juzgar anticipadamente el proceso, si es que la demanda no le provoca
convicción de verdad.

Alvarado Velloso, se muestra partidario de la segunda opción, señalando lo siguiente:


“(...) El guardar silencio cuando el juez coloca al demandado en la carga de contestar
(fase de negación), es obvio que debe producir algún efecto contrario al interés de este
porque, caso contrario, el proceso sería absolutamente inútil como medio de debate.

Los códigos más modernos legislan que, en tal supuesto, el demandado acepta
implícitamente la existencia y exactitud de los hechos afirmados por el actor, a
consecuencia de lo cual este queda automáticamente relevado de confirmarlos. En otras
palabras: el silencio genera una presunción establecida por la ley, que siempre es de
carácter relativo y, por ende, admite prueba en contrario por parte del demandado. Otras
legislaciones, en cambio, consagran efectos menores: dan al silencio el simple valor de
un indicio en contra del demandado”.

Concordamos con lo expresado por el procesalista argentino en que la declaración de


rebeldía del demandado puede producir efectos contrarios a su interés y que la
presunción tiene carácter relativo. Nuestra discrepancia es que esta relatividad de la
presunción solo pueda ser desvanecida por el demandado y la verdad es que no
entendemos cómo lo hará, si no ha comparecido al proceso y esa es la razón por la cual
se ha declarado rebelde. Lo cierto es que esa relatividad de la presunción implica que
la sola declaración de rebeldía no obliga al juez a amparar la demanda, si es que esta
no acredita los fundamentos de su pretensión o, en todo caso, si no le provoca
convicción de verdad (verosimilitud).

e) Convocatoria a audiencia de saneamiento.

Así como hemos indicado que uno de los posibles efectos de la rebeldía es el
juzgamiento anticipado del proceso, siempre que produzcan convicción de verdad en el
juez la demanda y los medios probatorios presentados por el demandante, la otra
posibilidad es que no ocurra lo señalado anteriormente, esto es, que no produzca
convicción de verdad la demanda al juez, en cuyo caso, este deberá convocar a la
audiencia de saneamiento.

Al haber precluido la etapa de contestación de la demanda, con la declaración de


rebeldía, deberá convocarse a la audiencia de saneamiento.

f) Costas y costos.

Serán de cargo del rebelde las costas y costos causadas por la rebeldía. No se trata
que asuma todas las costas y costos, sino únicamente las originadas con la rebeldía.
VII. COMPARECENCIA DEL DEMANDADO REBELDE

a) Antes de la sentencia definitiva.

En principio, el litigante rebelde puede incorporarse al proceso como parte en cualquier


estado del mismo, sujetándose al estado en que se encuentre. No es posible retroceder
respecto de los actos procesales ya precluidos. Es indudable que esta disposición es
aplicable para el rebelde voluntario, es decir, aquel que habiendo sido emplazado
correctamente, habiendo tomado conocimiento de la existencia de la demanda en su
contra, no comparece ni contesta la demanda. El demandado rebelde puede ejercer los
derechos que le corresponden a partir de su apersonamiento al proceso.

¿Podrá ofrecer medios probatorios, siendo que nuestro ordenamiento procesal señala
que el momento para el demandado es al contestar la demanda? Los medios
probatorios que requieran de actuación, indudablemente, no podrían ser tomados en
consideración, pero los otros medios probatorios que no requieren de actuación, y si a
criterio del juzgador son determinantes para decidir la causa, deben ser tomados en
consideración, máxime si el juez está facultado para llevar adelante pruebas de oficio.
La Sala de Procesos Sumarísimos de la Corte Superior de Lima, con fecha 25 de marzo
de 1999, en el Expediente Nº 20785-98, señaló lo siguiente: “(…) Que, si bien mediante
resolución de fecha 30 de noviembre de 1998 obrante a fojas diecisiete se decretó la
rebeldía de la demandada, también es verdad que nuestro ordenamiento procesal no
prohíbe valorar los medios probatorios presentados por el rebelde, más aún si con su
apreciación se puede llegar a solucionar el conflicto de intereses a que se hace
referencia en el artículo tercero del Título Preliminar del Código Procesal Civil (…)”.

El artículo 462 del CPC que regula el tema, no hace ningún distingo entre el rebelde
voluntario del involuntario, con gran perjuicio para este. Sin embargo, es evidente que
el rebelde involuntario, es decir, aquel que ha derivado a esa situación, pero por causas
ajenas a él, ya que no ha sido debidamente notificado con la existencia de la demanda,
colocándosele en una situación de indefensión, debe tener un tratamiento específico, a
efectos de que se le restituyan sus derechos íntegramente (restitutio in integrum).

De encontrarnos frente a un rebelde involuntario, el incidente de nulidad de lo actuado


hasta el estado de notificársele correctamente con la demanda, a efectos de que pueda
hacer valer su derecho legítimo de defensa, debería ser atendido, aun encontrándose
en la Corte Suprema vía casación. De comprobarse la irregularidad en el emplazamiento
al demandado, el juez, los vocales superiores o supremos, según sea el caso, deberán
declarar la nulidad de todo lo actuado, reponiéndose la causa al estado de notificársele
correctamente, al demandado, la demanda.
b) Después de la sentencia definitiva.

El litigante rebelde puede apersonarse al proceso aun cuando este se encuentre en la


fase de ejecución. Indudablemente, la regla de que asume el proceso en el estado que
se encuentre es aplicable también para estas situaciones, sin que sea posible retrotraer
el proceso a los actos ya precluidos. Si se trata de un rebelde voluntario, la sentencia
definitiva y firme no puede ser destruida.

El tema discutible se presenta cuando estamos frente a un rebelde involuntario. ¿Podrá


declararse la nulidad de lo actuado, estando el proceso en ejecución de sentencia?,
¿habiendo pasado por todas las instancias? Nuestro punto de vista es que si se
demuestra que el demandado ha sido colocado en una situación de indefensión, porque
no ha sido debidamente notificado, deberá generarse un incidente de nulidad, a efectos
de que el juez atienda dicho pedido, por constituir una violación flagrante al debido
proceso y a la tutela jurisdiccional efectiva. Debe tenerse presente el principio de que
nadie puede sufrir las consecuencias de un proceso en el que no ha tenido la
oportunidad de ejercer su legítimo derecho de defensa. De no ser amparada esta justa
petición, el perjudicado tendría que interponer un proceso de amparo contra la sentencia
definitiva, alegando violación del debido proceso, por haberse seguido con el
demandado en situación de indefensión, se trataría de un claro proceso irregular.

VIII.- LA REBELDÍA EN OTROS PAISES.

LA REBELDÍA EN ARGENTINA

En Argentina, el Código Procesal Civil y Comercial de la nación, trata la rebeldía en sus


artículos 59 a 67. Establece que la rebeldía se declarará a pedido de parte interesada.
La declaración de rebeldía le será notificada al demandado por cédula si el domicilio
fuese conocido, o por edictos en caso contrario. A partir de entonces, las resoluciones
le serán notificadas por ministerio de la Ley, salvo la sentencia, que se le notificará por
cédula o edictos según corresponda. Las costas de la rebeldía afectarán al rebelde.
Pueden pedirse medidas precautorias.

A partir de que el rebelde comparezca, el juicio comienza a tenerlo como parte, a partir
de entonces. Si tuviera pruebas, podrá presentarlas en segunda instancia, si hubiera
cesado su rebeldía luego de la apertura a prueba, y apelara la sentencia. Si aceptadas
estas pruebas, traen como consecuencia que la otra parte perdiera el juicio, se tendrá
en consideración, para distribuir las costas, la situación de rebeldía y sus perjuicios. Si
la sentencia dictada en rebeldía se ejecuta, ya no cabrá ningún recurso.

En el Derecho Procesal penal, la rebeldía puede ser declarada en la etapa sumarial y


ésta instruirse igual, pero en la etapa del plenario, no puede haber rebeldía ya que se
necesita la comparecencia del imputado. El Código Procesal Penal de la nación
argentina se ocupa de la rebeldía en sus artículos 288 a 292.

Según este código, procede la rebeldía cuando el imputado injustificadamente no se


presente al ser judicialmente citado, se fugara del lugar donde se halle detenido, o se
ausentara del lugar fijado como residencia, sin autorización judicial.

Comprobado alguno de estos supuestos, el tribunal debe declarar la rebeldía y si no se


hubiera dictado, expedir orden de detención, revocando la excarcelación, si existiera. Si
el imputado se presenta y prueba que hubo causas justificadas para no comparecer, la
rebeldía se tiene por no dictada.

LA REBELDÍA EN MEXICO DF.

Concepto.

La rebeldía es una figura jurídica que tiene una íntima relación con la carga procesal,
pues ¨se llama rebeldía¨… a la situación producida por no realizar el acto en que consiste
la carga procesal¨. Por tanto se denomina rebeldía o contumacia a la falta de
comparecencia de una de las partes o de ambas respecto de un acto procesal
determinado en referencia a cual existe una carga.

La declaración de rebeldía. Sus defectos.

Nuestro sistema procesal establece que una vez que se constituya en rebeldía un
litigante, se van a producir varias consecuencias.

a) No se volverá a practicar diligencia alguna en su busca y las siguientes notificaciones


se le harán exclusivamente a través del Boletín Judicial.

b) Se producirá la confesión ficta de los hechos de la demanda, excepto en asuntos de


relaciones familiares, del estado civil de las personas y en los casos de que el
emplazamiento se hubiere hecho por edictos

c) Se seguirá el juicio de ahí en adelante mediante las reglas especiales del llamado
juicio en rebeldía.
d) Se podrá ordenar, si así lo solicite la parte contraria, la retención de los bienes
muebles y el embargo de los bienes inmuebles del deudor.

La declaración de rebeldía la hará el juez sin necesidad de petición expresa de la parte


contraria y solo deberá examinar, escrupulosamente y bajo su más estricta
responsabilidad, si las notificaciones al demandado se hicieron en forma legal.

Excepciones a la regla general.

No obstante que el art 271 del CPCDF dispone que se tendrán por confesados los
hechos de la demanda que se dejen de contestar, se tendrá por contestada en sentido
negativo cuando se trate de asuntos que afecten las relaciones familiares, el estado civil
de las personas y cuando el emplazamiento se hubiere hecho por edictos.

Sanciones y derechos del litigante rebelde.

Para determinar las sanciones y los derechos que merece el litigante rebelde, el
legislador dispuso que la figura jurídica de rebeldía se dividiera en dos:

a) Cuando están presente el rebelde.

Dispuesto por el art 645 del CPCDF, cualquiera que sea el estado del pleito en que el
litigante rebelde comparezca, será admitido como parte y se entenderá con él la
sustanciación, sin que ésta pueda retroceder en ningún caso.

No obstante que el demandado haya sido declarado rebelde no significa que pierda
todos sus derechos, sino que puede ejercitar todavía alguno de ellos.

Por ejemplo:

a) Si se presenta dentro del término probatorio, tendrá derecho que se le reciban las
pruebas que promueva sobre alguna excepción perentoria.

b) Si compareciera después del término de ofrecimiento de pruebas, en primera


instancia o durante la segunda, se recibirán los autos a prueba, si se acreditare
incidentalmente el impedimento y si se trata de una excepción perentoria.

c) Cuando se halla ausente el rebelde. En toda clase de juicios, cuando se constituya


en rebeldía un litigante, al no comparecer en el juicio después de estar citado en forma,
no se volverá a practicar diligencia alguna en su busca. Todas las resoluciones que de
ahí en adelante recaigan en el juicio y cuantas citaciones deban hacérsele, se notificarán
por el boletín judicial, salvo los casos en que se prevenga otra cosa.
LA REBELDÍA EN CHILE.

Curiosamente en Chile el tópico ha pasado casi inadvertido por la doctrina, salvo alguna
excepción, nos referimos a la valiosa Tesis de Licenciatura de CARRASCO POBLETE.
En el Código de Procedimiento Civil112 la notificación válida de la demanda constituye
el momento procesal que da inicio al plazo que tiene el demandado para defenderse o
no defenderse. Los artículos 257 y ss del CPC, regulan los trámites posteriores a la
admisibilidad de la demanda. Una vez admitida la demanda, el traslado decretado por
el juez debe ser puesto en conocimiento, mediante notificación legal al demandado, para
que la conteste. Los artículos 258 a 260 se encargan de señalar el plazo legal que tiene
el sujeto pasivo para oponer excepciones dilatorias (artículo 303 y ss) o contestar la
demanda (artículo 309 y ss) y dentro de ésta reconvenir (artículo 314 y ss). Todas estas
normas suponen una actitud activa del sujeto pasivo. No obstante lo señalado, dentro
de las actitudes que puede asumir el sujeto pasivo se encuentra también, la inactividad.
El sujeto demandado no obstante haber sido puesto en conocimiento de una demanda,
mediante una notificación válida, decide no actuar en el proceso. Esta actitud de
inactividad del demandado se asocia con la rebeldía113. La rebeldía en el derecho
chileno no está sistemáticamente regulada por el Código. Son diversas las normas que
se refieren a ella. Las rebeldías se encuentran reglamentadas en el Título VIII, del Libro
I del CPC. Sin perjuicio de otras normas legales, como por ejemplo los artículos 182,
202,248,318,394, 684, 698,715 y 718. De los artículos citados podemos señalar con
propiedad que la legislación procesal civil (CPC), distingue tres tipos de rebeldías. Una
que se asocia con la actitud del demandado frente a la demanda; una rebeldía que se
relaciona con los plazos judiciales, y una rebeldía que se produce por no realizar una
actuación procesal dentro de un plazo legal.

La rebeldía como falta de cooperación esencial produce los siguientes efectos: a)


Preclusión para contestar la demanda (artículo 64); b) La actitud de inactividad se
entiende como negación de los hechos afirmados por la demandante (contestación ficta
de la demanda) y por lo tanto el tribunal podrá recibir la causa a prueba al existir
controversia sobre hechos sustanciales y pertinentes (artículos 318, 684, 715)114; c)
Las resoluciones judiciales se notifican al rebelde por el Estado Diario (artículo 53). Sin
embargo por aplicación del principio del contradictorio y de igualdad de armas la
sentencia definitiva deberá notificarse a lo menos por cédula.

El litigante rebelde en cualquier momento puede apersonarse en el proceso, pero en


virtud del principio de preclusión deberá respetar todo lo actuado en el proceso115. Lo
señalado, debe entenderse sin perjuicio de lo regulado en los artículos 79, 80 y 81. Estos
casos los contempla el legislador para evitar la indefensión o violación del debido
proceso116. De acuerdo al artículo 79, puede un litigante pedir la rescisión de lo que se
haya obrado en el juicio en rebeldía suya, ofreciendo probar que ha estado impedido
por fuerza mayor. Este derecho sólo puede reclamarse dentro de tres días, contados
desde que cesó el impedimento y pudo hacerse valer ante el tribunal que conoce del
negocio. Por su parte el artículo 80 nos señala que si al litigante rebelde no se le ha
hecho saber en persona ninguna de las providencias libradas en el juicio, podrá pedir la
rescisión de lo obrado, ofreciendo acreditar que, por un hecho que no le sea imputable,
han dejado de llegar a sus manos las copias a que se refieren los artículos 40 y 44, o
que ellas no son exactas en su parte substancial. Este derecho no puede reclamarse
sino dentro de cinco días, contados desde que aparezca o se acredite que el litigante
tuvo conocimiento personal del juicio. Estas alegaciones del rebelde se tramitan
incidentalmente y no suspenden el curso proceso y se substancian en cuaderno o
expediente separado.

En el caso de rebeldía por no realización de un acto en el plazo señalado está


regulado en el artículo 78 del CPC. Vencido un plazo judicial para la realización de un
acto procesal sin que éste se haya practicado por la parte respectiva, el tribunal, de
oficio o a petición de parte, declara evacuado dicho trámite en su rebeldía y provee lo
que conviene para la prosecución del juicio, sin certificado previo del Secretario. En este
caso la rebeldía no dice relación con la inactividad del sujeto pasivo en el proceso. Aquí
la rebeldía está asociada con el vencimiento de un plazo judicial, es decir con un plazo
decretado por el juez para la realización de un determinado acto procesal, como ocurre
por ejemplo en el caso del artículo 12 del CPC, donde el juez debe fijar un plazo
razonable para el nombramiento del procurador común. Si no se realiza o ejecuta el acto
procesal dentro del plazo judicial el juez debe tener por evacuado en rebeldía dicho acto
y dictará la resolución judicial pertinente para la prosecución del proceso. El
funcionamiento simple de la preclusión se verifica por ejemplo en los artículos 201
(apelante que no comparece), 202 (apelado rebelde), 698 (demandante que no contesta
la reconvención). Casos aislados y vinculados con conductas cooperativas menores son
sancionadas con la fleta confessio. Los artículos 394 y 718 se refieren al litigante rebelde
que no comparece a la absolución de posiciones. Estas normas parten del supuesto que
la parte no concurre a la audiencia de absolución una vez que ha sido notificado
válidamente. Sin duda que esta situación puede producirse tanto respecto del
demandante como del demandado. Sin embargo adquiere relevancia en los casos del
demandado rebelde. Al igual como sucedía en el caso español, si bien la ley permite
tener por reconocidos los hechos categóricamente afirmados en el pliego de posiciones,
el juez actúa por regla cauteloso al momento de resolver.
BIBLIOGRAFÍA.

1.- Guido Águila Grados, El ABC del Derecho Procesal Civil, Editorial(es): San Marcos.
Lugar de publicación: Lima Año de edición: 2014, Número de páginas: 222.

2.- COLEX. EDITORIAL CONSTITUCION Y LEYES, CODIGO CIVIL: TEXTO LEGAL


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3.- VICENTE GIMENO SENDRA, DERECHO PROCESAL CIVIL I: EL PROCESO DE


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Editorial: CASTILLO DE LUNA EDICIONES JURIDICAS.

4.- VICENTE GIMENO SENDRA, CASOS PRÁCTICOS DE DERECHO PROCESAL


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5.- MANUEL RIVERO GONZALEZ, TRATADO BASICO DE DERECHO PROCESAL


CIVIL 2010 (EN PAPEL) , 2014 Nº de páginas: 444 págs. Editorial: ARANZADI.

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