Artículo La Narrativa de Lisímaco
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Artículo La Narrativa de Lisímaco
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Recibido: 30-08-2016
Aprobado: 15-09-2016
Resumen
Abstract
The narrative written by modernist Costa Rican writer Lisímaco Chavarría Palma (1873-
1913) is a discursive framework which articulates three orientations. The first has to do
with texts of a mannerism nature. In this tendency, we can locate “Incidentes de don
Pancracio (Incidentes by Sir. Pancracio; 1901), “Serenata campestre” (Rural Life Seranade;
1903), and “Dormido” (Asleep; 1905). The second tendency lumps together classic texts
with inter-textual references, all but “Omar, el pescador” (Omar, the fisherman; 1902)
published in Nómadas (1905): “Venganza de Isis” (Isis vengenace), “Triunfo de Cleopatra”
(Cleopatra s victory), and “Artémida”. The third orientation consists of re-biblical readings
as well as texts from Nómadas: “Susana”, “El bautista” (The Baptist), “Magdalena”, “El buen
ladrón” (The Good Theif), “En Gethsemaní” (In Getsemani), and “En el tabor” (In Tabor).
This article studies these three narrative paths written by Lisímaco Chavarría. Firstly,
attention is paid to the manner tales and to his ideological and aesthetic preoccupations
to, secondly, analyze the Western representations in the second group of stories. At this
level, it becomes aware about the origin of such discourse and about its re-reading of
characters and historical events. Finally, the article includes an analysis of the stories
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Key words: Costa Rican literatura, modernism, short narrative, Lisímaco Chavarría Palma.
Foto 1: Casa donde nació el poeta. En: María Isabel Araya Coronado. Biografía y
obra de Lisímaco Chavarría Palma. Tesis. Escuela de Letras y Filosofía. Universidad
de Costa Rica, 1950, página 7.
INTRODUCCIÓN
1
Este hecho obedeció al interés del escritor por proyectar su obra, lo cual creyó que
repercutiría mejor si, en común acuerdo con su esposa, ella asumía la función autoral. La
decisión funcionó bastante bien hasta 1905 (cuando el esposo reclamó la autoría),
porque Rosa Corrales se convirtió en una reconocida escritora tanto en Costa Rica como
en el exterior. Véanse los detalles de este caso en Rodríguez Cascante 2013: 6-46.
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2
Como indica Julián Moreiro, bajo la categoría de costumbrismo “se incluyen una serie
de textos literarios, independientes o insertos en obras de mayor extensión, que
describen escenas, ambientes o personajes de la realidad circundante. Con frecuencia
traslucen una intención filosófica o moral, muchas veces destinada a la censura de
conductas y actitudes.” (2002: 11).
3
La realidad construida por los costumbristas es una representación tipificada e
inmovilizada. Dice, al respecto, Román: “Y esto no sólo por lo que respecta a los tipos,
sino también a las escenas. Los primeros son descripciones de personajes estáticos y
tipificados, genéricos, representativos de un determinado grupo o clase, y cuya
individualidad es nula. Deben gran parte de su éxito, además de a la aparición de la
fotografía, a las ‘fisiologías’ que surgen en Francia a partir de 1840. Los caracteres están
deshumanizados, son unas abstracciones cuyas realizaciones concretas no siempre
responden en la realidad a su modelo.” (1988: 173).
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que le sale en acecho” (2013 II: 356)4. A tal extremo llegan sus
creencias sobrenaturales que su vida está marcada por ellas: cree
en el mal agüero del ópalo, del número trece, del ruido del grillo y
las palomas.
Su superstición se convierte en paranoia cuando determina que ña
Timotea, su vecina, es una bruja que quiere hacerle daño, puesto
que en unas fiestas de la Merced, le majó un callo. Su reacción es
interpretar todos sus acontecimientos cotidianos como situaciones
extrañas provocadas por la brujería. Ante esto, busca a ña Timotea
y la increpa, solicitándole que deje de atormentarlo.
Una noche escuchó ruidos y salió a investigar, descubrió una
lechuza, en quien reconoció a la bruja convertida en el animal, por
esto preparó un fuego y quemó a la lechuza, lo cual le provocó una
inmensa tranquilidad, pero al otro día al ver salir a ña Timotea de
su casa, le dio un ataque epiléptico y fue conducido a su lecho.
Este relato muestra el interés de Chavarría por textualizar las
tradiciones costarricenses de su época, universo simbólico que se
mantiene como parte de los marcadores identitarios de la Costa
Rica de finales del siglo XIX y de principios del XX. Lo hace desde
una estrategia retórica que procura alcanzar la objetividad, por ello
el inicio del texto indica: “Parece mentira, pero es verdad” (II: 356),
enunciado que reclama un pacto de verosimilitud con el lector, al
mismo tiempo que oculta la subjetividad de un narrador que
domina de manera absoluta tanto los acontecimientos como las
subjetividades de sus personajes. Estamos en presencia de un
narrador fuerte, con una presencia permanente en el texto,
ejercicio característico del código costumbrista, donde todos los
acontecimientos están marcados por la óptica de esta figura
omnisciente. De esta manera, la realidad enunciada es una
selección de ese punto de vista, tan cercano al género periodístico
donde el costumbrismo desarrolló, bajo las mismas reglas, los
cuadros de costumbres.5
4
En adelante, cito únicamente con la indicación del tomo correspondiente y el número
de página. Todas las referencias remiten a las Obras completas de Chavarría (dos tomos)
apuntadas en la bibliografía.
5
Para Enrique Pupo Walker, esta íntima relación entre la textualidad y la realidad
circundante produjo lo que él califica de agotamiento histórico del género: “En gran
medida el desgaste imaginativo de la narración costumbrista radica, pues, en que el texto
asume como orden primigenio la realidad exterior, y en que el discurso se constituye
como signo de la misma. Desprovistos de otras posibilidades, esas estampas descriptivas
se aferraron asiduamente al dato pintoresco y a los ripios de la historia. Es más que nada
por esas razones que la narración costumbrista aparece hoy como escritura envejecida
que evoca la imagen borrosa del daguerrotipo.” (1978: 11). Sin embargo, más que ver el
costumbrismo como un género agotado, habría que considerar sus propuestas
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identitarias contextuales, espacios donde podemos leer hoy esfuerzos valiosos por fijar
momentos de la memoria histórica.
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Salí morenita,
salí flor temprana,
vení a la ventana
mis cantares a oyir. (II: 364).
6
Sobre el costumbrismo costarricense, señala Álvaro Quesada: “Reconocemos como
costumbrista cierto tipo de discurso literario —al que Fernández Guardia calificó durante
la polémica de ‘género concho’— que se caracteriza por recoger elementos formales y
lingüísticos de otros discursos ‘marginales’, que no cumplían funciones estrictamente
‘literarias’ y ‘artísticas’, sino más bien periodísticas, humorísticas o folclóricas. Dentro del
nuevo sistema literario, esos elementos integran una estructura distinta y producen un
nuevo discurso —criollo e híbrido—, que expresa una original visión del mundo y que pasa
a cumplir, dentro del contexto histórico-cultural costarricense, funciones propiamente
literarias. (1995: 159).
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(2008: 37). Sin embargo, como ha señalado Luis María Brox, esta
constitución implica una descripción superficial, en donde “el
lector se pueda reconocer fácilmente y en que además ese
reconocimiento no sea problemático, no ponga en cuestión la
existencia misma de ese tipo escogido.” (1975: 104). Como tipo
social, los personajes del costumbrismo necesitan esa fijeza en su
representación, no son pues personajes complejos en los cuales el
autor muestre contradicciones psicológicas o profundos
problemas existenciales. Antes bien, son sujetos como don
Pancracio, ña Timotea o los trovadores anónimos que recuperan la
tradición musical que Chavarría estima importante de fijar
literariamente, en tanto muestra de un referente identitario de la
Costa Rica de su época.
Esta construcción de tipos humanos está claramente presente en el
último relato costumbrista de Lisímaco Chavarría, el breve texto
“Dormido”, que forma parte del poemario Nómadas (1905). En él,
Marta, madre de un pequeño niño enfermo de bronquitis, al
levantarse un día lo encuentra profundamente dormido, lo cual la
alegra mucho debido a que ya no se queja como lo hacía el día
anterior. Unos momentos después llega el médico y la madre,
contenta, le dice que está mejor y que ahora duerme. El galeno
ingresa al cuarto del pequeño y determina que ha muerto; ante
esta noticia terrible, la madre enloquece:
7
Refiriéndose al Islam, dice el pensador en su difundida obra Orientalismo: “Quiero decir
con esto que las ideas sobre el Islam que circulaban eran necesariamente una versión
devaluada del sólido peligro que simbolizaba para Europa. Como los sarracenos de
Walter Scott, la representación que Europa hacía de los musulmanes, otomanos o árabes
era siempre una manera de controlar a un Oriente temible, y lo mismo se puede decir
hasta cierto punto de los métodos de los orientalistas eruditos contemporáneos, cuyo
tema de estudio no es el propio Oriente, sino Oriente convertido en algo conocido y, por
tanto, menos temible para los lectores occidentales.” (1990: 86).
8
En un importante estudio sobre la obra del escritor, indica Ricardo Roque Baldovinos:
“Manifestaciones de misticismo oriental como la teosofía son, no debemos olvidarlo,
creaciones occidentales, es decir incursiones en el pensamiento oriental animadas por la
mala conciencia de Occidente. Estas ofrecen un atractivo grande sobre ciertos sectores
porque dan respuestas atractivas a problemas acuciantes. En primer lugar, las corrientes
místicas orientalistas plantean una crítica de raíz al eurocentrismo y la vanidad occidental
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Refiriéndose a la representación de la feminidad japonesa que desarrolla Gómez
Carrillo, dice Roque Baldovinos: “La otra expresión por excelencia del espíritu artístico
espontáneo del Japón que Gómez Carrillo encuentra es la musmé, la mujer japonesa. Es
precisamente la visión de una de estas musmés, la que puede restaurar el aura del
exotismo oriental que amenazaba disiparse al primer encuentro con el Tokio
europeizado de los ferrocarriles. […] Al ser el Japón el locus del exotismo, es un espacio
que se emblematiza en el cuerpo femenino. El cuerpo femenino se convierte así en el
objeto desde el que se construye la subjetividad masculina del viajero.” (2009: 178-179).
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Refiriéndose a la novela inconclusa de Darío El hombre de oro, dice Roberto Fuertes
Manjón: “Como en otras muchas novelas modernistas, la acción se ambienta en el mundo
clásico, concretamente en la época de Tiberio. Esta obra es una muestra de la prosa
novelística modernista en toda su pureza, caracterizándose por la riqueza léxica,
abundancia de cultismos, preocupación por lo sensorial, riqueza de imágenes y la
recreación del ambiente clásico.” (1997: 115). Cabe destacar que Lisímaco Chavarría
escribió entre 1896 y 1913.
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Sobre la presencia de temas bíblicos en la literatura, dice con razón, por ejemplo,
Enrique Banús, que habría que hablar de “superabundancia”, y que “No sólo personajes
tienen una importante vida literaria, también algunos de los libros bíblicos resonarán a lo
largo de la historia de la literatura.” (2005: 98).
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Véase el relato en Daniel 13; 1-64, en: La Biblia. Madrid: Editorial Verbo Divino, 2005,
1123-1125.
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Véase, al respecto: Sara López Abadía 1988: 125-133; Daniel Bonilla Cerezo 2003: 159-
179; Jin Danfeng 2014: 17-27. Tampoco esta leyenda le resultó indiferente a Rubén
Darío, quien en su “Canción de otoño en primavera” expresa: “Yo era tímido como un
niño. / Ella, naturalmente, fue,/ para mi amor hecho de armiño, /Herodías y Salomé…
(1977: 271).
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14
Consúltese: Mateo 14: 1-12 y Marcos 6:14-29, en: La Biblia. Madrid: Editorial Verbo
Divino, 2005, 1607 y 1684.
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Este clímax del baile no forma parte del relato bíblico, el cual
solamente menciona que la joven bailó ante Herodes. En su
recreación de la escena, Chavarría coloca a Herodías como agente
promotora del cuerpo de su hija. Le dice a los concurrentes: “¿Qué
formas femeninas igualan a ese lirio inmaculado?” (I: 234).
Luego el narrador se extiende en valoraciones sobre la perfección
del cuerpo de Salomé, a lo que sigue la posterior solicitud de la
cabeza del Bautista, para concluir el relato con la risa macabra de
Herodías, quien ve realizado su propósito de acabar con la vida de
Juan.
A diferencia de estos dos relatos donde la relectura bíblica se
convierte en motivo para el despliegue de un discurso altamente
erótico sobre la representación femenina y, específicamente, del
cuerpo de la mujer (nótese que en estos textos se presentan tres
mujeres desnudas: Susana, Friné y Salomé), en los siguientes
cuentos el interés se orienta a reforzar los modelos éticos y
morales planteados por el Cristianismo, debido a la presencia en
ellos de la figura de Jesucristo.
De esta manera, en “Magdalena” convive la hibridación orientalista
del discurso con la propuesta de transformación del pecado. En el
primer ámbito, el texto plantea todo un espacio narrativo de
riqueza y placer donde habita el personaje, con el fin de mostrar su
capacidad de renuncia al mundo material:
Sin embargo, ese día ella amaneció con una gran inquietud
porque supo de la presencia de Jesús en la ciudad. Napir, su
esclavo, le indica que ha visto al Nazareno y que le prometió
visitarla. Pocos minutos después, se presenta Jesús a la casa de
Magdalena y la reprende por haber abandonado la casa de su
padre por el libertinaje, le dice que vuelva donde su familia y deje
su vida de pecado. Ella cae a sus pies y le pide perdón, con lo cual
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CONCLUSIÓN
BIBLIOGRAFÍA