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CINDY... ¿Sin Diente

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Obra: Cindy... ¿Sin diente?

Autor: Ay

¿Era una galería? Ni siquiera estaba en un museo, todo era producto del dolor en la

espalda baja e incluso las nalgas me dolían. Como yo sé, el arte es energía que se

transforma, bien sea en algo bueno o esto. Ay quién sabe. A lo mejor soy una prostituta que

juega a ser un chico muy gallo que fuma cuando escribe y toma café frío para no quemarse

la lengua. Probar la gramita para recordar que soy parte de esta tierra que primero era plana,

que debió quedarse plana, tal vez así la mente humana fuese menos cuadrada o no, no sé,
nunca sé nada... Ay mi Sofía, tú siempre haciéndolo en grande tipo Vargas Llosa tipo

Cortázar tipo Beethoven tipo la Mierda, mierda que a mí me encanta y me dijeron que debía

escribir un cuento pero es que yo no sé más que mi propia narrativa. ¿Se vale escribir el

diario personal de uno mismo con las redundancias repetitivas que indican que se ha vuelto a

expresar la misma vaina con la cosa equivalente con que se bicha esa verga? No sé. Como

sea, no seré bueno contando un cuento a menos que usted me crea y a la vez que me cree

dude e imagine lo que se le venga en gana ¿oquei? OK: Está este loco despeinado de

cabello negro con esos reflejitos marrones, audífonos enterrados en las orejas obviamente
caminando de prisa y desvelado como es normal en estos chicos con apariencia indie o

hipsters y esas güevonadas, oliendo, observando, esperando que lo externo le transmitiera

alguna emoción no tan secular, huele sin más el chocolate que preparan en aquel café. No
hay café, puro chocolate caliente y tortica de naranja, pide su combo, paga los treinta y cinco

bolívares, se sienta el muy hombre en la única mesita que queda sola y se ríe porque hay

dos niños jugando y su madre que le dice a uno “te voy a joder, deja la mariquera” ¡Ay señor!

El venezolano y sus manifestaciones, algo de Regina en los oídos. Saca su novela del bolso
de lado que lleva y se quita la bulla.

Sofía, ¡despierta porque es febrero otra vez! Debemos ser más viejos, y ay qué bella
es Regina, más bien su melodía. Como sea, despierta mi Sofía que todavía hueles al
perfume de ayer, ya entiendo que no te bañaste y te pusiste una piyama limpia, ¡cochina!

Despierta y mira los pequeños hilos de luz que se cuelan por la ventana, cual escena citadina

de cine independiente, que podría ser francés o argentino o de repente hasta venezolano.

Trascendental. Despierta, que hoy no somos tan viejos como mañana aunque sí mucho más
que ayer y un siglo y un año y una hora. Baby baby baby baby baby baby baby baby baby

baby it's all about the moon, pero si no hay moon, nou luna tudei. Le besa la espalda

suevamente con sus húmedos labios, sí, suevamente, porque para mí la tierra ya no es plana

y estoy afuerísima de la caja, acaricia, sí, acaricia con la yema de su dedo índice el centro de

su espalda; ella sin más no resiste las cosquillas y reacciona con risitas de placer, después
suspiros de flojera.

¿Y mi besito? ¿Acaso te vas a ir sin tocarme con esa jeta de diosa? Ah, vas a tener

que respetar. Pero responde ¿acaso te parecen los besos sobrevalorados? No sé, no quiero
ser poco para tus ideales I mean bésame si quieres pero no te obligo o no sé, tampoco es

que quiera presionar... Su expresión es como la de un vegetariano sosteniendo una gallina

mientras la despluman o la de un metalero cuando mira una pared rosada, como la de… Shit!
Se quema la lengua, comienza a leer la ciudad y los perros del pana Mario, estaba por el

primer cuarto del libro tal vez y sube la mirada al percibir una sombra de algún cuerpo de

niña, una alta que tiene un morral que la toca detrás de las rodillas “¿será que en vez de teta

le daban fororo?”, vuelve a su lectura medio concentrado medio esperando, se concentra

más y logra divertirse con cada inteligente párrafo, sube un poco la mirada y se encuentra

con la de ella y “me voy a sentar acá ¿no hay problema?” “No, déjame quito…” Quita su

bolso tipo cartera de la mesa y se la pone sobre las piernas, sigue leyendo, sube sutilmente

la mirada y contempla muy brevemente su perfil; delicado, blanco, par de ojos brillantes

honestos y muy occidentales, un pecho bien tallado y unos labios semicarnosos pintados

hace horas de un rojo muy suave como una flor en otoño, “no es tan niña” vuelve a leer sin

entender ni parar bolas de nada, ladea la cabeza y mira hacia afuera “¿Qué estudias?”
señalando la insignia de su franela “Ingeniería Eléctrica en la UNEFA” silencio “¿y tú?” “Ehh
Filosofía” “Ay qué lindo… bueno, yo no entiendo muy bien lo que es, pero supongo que

piensan mucho” hace un gesto de suposición y duda con su cabeza y un cuarto de sonrisa

“bueno…” media sonrisa; él se ríe, ella lo sigue… Describir todo lo hablado no tiene sentido,

sobre todo porque es mejor imaginarlo para no sufrir, así que eres libre bebé, no como-uno
sino uno, un bebé, imagina lo que desees.

Perpetuamente embelesado, su silueta en la oscuridad, su calor. Nuestros cuerpos

suspendidos. Abiertos de arriba abajo. Bésame antes de que te vayas… Entonces déjame
algo más que el olor.

Ella pide exactamente lo mismo, una torta de naranja con un vaso plástico de

chocolate muy caliente y ejecuta esa mueca encantadora con sus labios y él ríe como quien

es feliz y no teme por segundos mirarla directo a los ojos pero mueve los suyos como un

pajarito sin pestañas. ¡Cuánta belleza en una mujer que parece niña! O al revés. Una amiga
de un día a quien ama o quiere amar.

“Ehhh” le grita, ella y su aspaviento de labios mas sus ojos interesados “dime” y la voz

-que tal vez escuche por última vez- tan grave como aguda, balanceada y precisa, barítono,

con una melodía pacífica. “¿Cuál es tu nombre?” “ehhh Cindy… tú eres Robert ¿no?” “ehh sí,
como Roberto pero sin la última o” ¿sin diente? -pensé-.

Ehh chao, me voy... me hiciste el día, ¡de verdad un placer!… te quiero mucho –con
voz tímida y aniñada-.

Semana más tarde, en martes a las 12pm, pide esta vez sólo un chocolate y la ve a

punto de marcharse. La sigue con café en mano. “hola… ehh” “hola ¿cómo estás?” por la

agudeza de su voz sin duda lo recuerda, parece una grata sorpresa “¡ay qué fino que te

hayas acordado! Ehh ¿ya te ibas?” “sí ¿por?” “no sé, me preguntaba si querías salir o algo”

“bueno sí” “perfecto ¿te gustaría algo dulce? No sé, si quieres puedes proponer tú” “Ehh
bien… ¿quieres ir por un helado?” con el celestial gesto en labios pero los ojos a punto de
salirse, y él a punto de llorar entre risas.
¿Cuál será su nombre? Tiene cara de Sofía o Cindy... ¿Sin diente? –Se burla-.

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