Tema 21.moral Cristiana I
Tema 21.moral Cristiana I
Tema 21.moral Cristiana I
AMOR Y LEY
Esa frase de San Agustín, antes citada: "Ama y haz lo que quieras...", podría ser mal
interpretada, como si el cristianismo se posicionase en contra de toda ley.
Pero no hay tal cosa, sino más bien la ley indica la forma en la que el amor se ha de traducir en
obras. El amor tiende a mostrarse en obras como el árbol tiende a dar sus frutos. El mismo amor
promulga la ley como fruto de sí mismo. Entonces la ley se convierte en un "test" y no tanto en una
imposición, para comprobar si verdaderamente amas y también para que ese amor no se salga de su
cauce.
Para saber si amo a Dios, la prueba es ver si amo al prójimo; y para saber si amo al prójimo tengo
que comprobar si guardo los mandamientos: si espontáneamente respeto la vida, los bienes ajenos, la
fama del prójimo, etc...; de la misma manera que a mi me gusta que me respeten.
Así toman sentido las afirmaciones de Jesucristo en el Sermón de la Montaña (impregnado del
espíritu de la moral del amor), cuando dice: "No he venido a abolir la ley y los profetas, sino a
complementarlos".
LEY Y CONCIENCIA
En lo más profundo de nuestra conciencia descubrimos la existencia de una ley que no nos la
dictamos a nosotros mismos, pero a la cual debemos obedecer para estar "tranquilos" de conciencia. La
conciencia es el núcleo más secreto del hombre, en el que éste se siente a solas con Dios y oye la "voz
del amor".
En algunas ocasiones puede ocurrir que la conciencia se equivoque al juzgar una cosa. En este
caso, el hombre obra bien siguiendo los dictados de su conciencia, aunque esté equivocado. Sin
embargo, no nos engañemos, en la mayoría de las ocasiones somos culpables del error de nuestra
conciencia. Ocurre que no nos preocupamos de formar nuestra conciencia buscando la verdad,
consultando con humildad a quien pueda aconsejarnos, y...la conciencia se va oscureciendo
progresivamente.
Es decir, hay que obrar de acuerdo a la propia conciencia, pero esa conciencia no debe estar
oscurecida por nuestro pecado, sino que ha de dejarse guiar por la voz limpia de la Ley de Cristo. Por
ello hemos de verificar continuamente si nuestra conciencia va de acuerdo con el mensaje de Jesucristo.