Carmina Figurata
Carmina Figurata
Carmina Figurata
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Resumen: Este artículo analiza uno de los motivos más frecuentes en los
carmina figurata, la siringa o flauta pastoril, constituyendo el núcleo del mismo
el estudio del poema XXVII de Optaciano Porfirio, cuyo antecedente es una
composición de Teócrito de Siracusa. Igualmente se analizan dos interesantes
imitaciones o desarrollos posteriores del poema porfiriano, los realizados por el
medieval Eugenio Vulgario y el humanista Fortunio Liceti.
Summary: This article analyses one of the recurring motifs in the Carmina
figurata, the syrinx or shepherd´s flute. The study of poem XXVII of
Optatianus Porfyrius, based on the earlier composition of Theocritus of
Syracuse, constitutes the core of this analysis. Two interesting imitations or
later developments of the porfyrian poem, written by the medieval Eugenius
Vulgarius and the humanist Fortunius Licetus, are also analysed.
Palabras clave: Carmina figurata, Optaciano Porfirio, Eugenio Vulgario,
Fortunio Liceti.
Keywords: Carmina figurata, Optaciano Porfirio, Eugenio Vulgario, Fortunio
Liceti.
Fecha de recepción: 6 – VI – 2010.
INTRODUCCIÓN
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Este es, quizás, el tema que más tinta ha hecho correr. Así, la hasta hoy usual distinción
entre los Bildgedichte (poemas de imagen) y los Figurengedichte (poemas de figuras) se ha
convertido en otra más compleja: por ejemplo, según, E. Berry (1993), estos poemas pueden
presentarse en forma figurativa o no figurativa. A su vez, los poemas figurativos pueden ser
miméticos o abstractos; los no figurativos, isométricos o heterométricos. Los poemas figurativos
son, naturalmente, aquellos que representan “figuras”, bien de los objetos a que se refiere el
poema –technopaegnia, carmina figurata o pattern poetry, en terminología de Higgins- o bien
formas geométricas (poemas figurativos abstractos). Por su parte, los poemas no figurativos
disponen las líneas de verso sin el recurso a formas de figuras (si la medida de los versos es
siempre la misma, serán poemas isométricos; si es distinta, heterométricos).
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No para todos, es cierto. Por ejemplo, Jorge Luis Borges en su poema Invocación a Joyce,
del libro Elogio de la sombra (1969), habla, en medio de un ambiente de tantos –ismos de
vanguardia, de “las estrofas en forma de paloma / de los bibliotecarios de Alejandría”, en clara
alusión a este tipo de composiciones poéticas, que recorren –por lo que a nosotros afecta- toda la
literatura occidental. Véase a este respecto la obra, general y asequible, de Rafael de Cózar, 1991.
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OPTACIANO PORFIRIO Y EL POEMA XXVII
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En las últimas décadas la obra y personalidad de Optaciano Porfirio han sido reivindicadas
por el filólogo italiano Giovanni Polara. Su nombre acompaña frecuentemente al del poeta
porque a él se debe una bibliografía esencial que incluye la mejor y más reciente edición
contemporánea de la obra completa de Optaciano (1973).
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La actividad poética de Optaciano Porfirio no se desarrolla dentro de un movimiento bien
definido y ello, aunque Ausonio, entre otros, se exprese de forma parecida en algunas de sus
composiciones, no deja de ser una tendencia literaria. Igualmente, hay quienes, por elementos
diferentes de los literarios, han querido ver en estas manifestaciones poéticas artificiosas el reflejo
de una auténtica “poesía de corte”.
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Es la scrupea difficultas de la que habla Ausonio en su Carta a Paulino (Cfr. E. Sánchez
Salor, 1976, “Hacia una poética de Ausonio”, Habis 7, pp. 159-186).
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Esta división la hace E. Castorina, 1968, pp. 280-292.
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Curiosamente, cuando J. A. González Iglesias (2000, p. 355) analiza el poema XXV de P.
Optaciano Porfirio, al reseñar sus fuentes compositivas y ecos textuales, hace mención de
“Catulo y Ovidio (poesía amorosa), Columela (didáctica), Estacio (política en las Silvae, con un
desmesurado elogio al emperador Domiciano; y épica en la Tebaida), Nemesiano (las Bucólicas -
poesía pastoril- y la Cynegetica -otra vez didáctica- y nuevamente proyectándose sobre Virgilio, e
incluso sobre Homero)”.
además de otras razones, el manejo que nuestro autor hace de los poetas
considerados clásicos, sobre todo de Virgilio.
Así, como ejemplos de lo que decimos, el primer verso de Optaciano Porfirio
recuerda el virgiliano hic arguta sacra pendebit fistula pinu (Verg. Ecl. 7,24); el
verso 3 es casi un calco del verso de Virgilio est mihi disparibus septem compacta
cicutis (Verg. Ecl. 2,36) y en menor medida del ovidiano est mihi disparibus
calamis conpagine cerae (Ov. Met. 1,711). Los versos 5 y 6 de la composición
poética de Optaciano son un mosaico de pequeñas citas virgilianas y ovidianas: at
chorus aequalis Dryadum clamore supremos impleuit montis (Verg. Georg. 4,460),
illa chorum simulans euhantis orgia circum ducebat Phrygias (Verg. Aen. 6,517),
hic etiam uiridi ludentes Panes in herba et Satyri Dryadesque chorus egere
puellae Naiadum in coetu (Culex, 116 ss.), Naides et Dryades passosque habuere
capillos (Ov. Met. 11,49). El verso séptimo de la siringa de Optaciano está
compuesto claramente sobre el del poeta mantuano Pan primum calamos cera
coniungere pluris instituit (Verg. Ecl. 2,32-33); la expresión tua maxima cura del
verso 9, aunque es frecuente en la literatura latina, aparece en Verg. Georg. 4,354:
Cirene soror, ipse tibi, tua maxima cura; el verso 10 reproduce el virgiliano nec te
paeniteat calamo triuisse labellum (Verg. Ecl. 2,34); la referencia a Paris como
árbitro de la belleza en el verso 13 es tomada de Ov. Fast. 6,44 (forma quoque
Idaeo iudice uicta mea est); el verso 14 está a medio camino entre el ovidiano
nondum tantus eras, cum te contenta marito (Ov. Her. 5,9) y el de Juvenal uiuit
tamquam uicina mariti, (Iuv. VI 509), mientras que el último verso porfiriano es un
eco de qua Titan ortu terras aspergit Eoo de Silio Itálico (15,223).
Este enunciado, desde luego no exhaustivo, de fuentes y ecos textuales del
poema porfiriano nos lleva a ciertas conclusiones. En primer lugar, queda clara la
utilización de Virgilio como eje vertebrador del poema, queriendo de esa manera
dejar patente el magisterio del poeta mantuano. Una vez más se produce la
comparación entre Virgilio y Optaciano, de una parte, y Augusto y Constantino, de
otra, según lo que manifiesta Optaciano en la epistula mencionada: Romanae
Musae antistes nobilis Mantuanus, serena lux uatum et fons puri nectaris
fecundus... ac saepius Maecenatis testimonio gloriatur. En segundo lugar, se ven
refrendadas en este poema las afirmaciones de quienes consideran a P. Optaciano
Porfirio un paradigma de intertextualidad y sus poemas -entre los que se encuentran
los carmina figurata- como ejemplos del carácter derivado de la literatura latina. En
su producción literaria “se evocan -como afirma González Iglesias (2000, p. 351)-
múltiples autores, épocas, temas, géneros y textos. […] Optaciano está todavía en ese
incierto no man’s land que ilumina la tradición clásica y la llegada aún no asfixiante
de los cristianos. Virgilio es su maestro y Constantino su destinatario. Entre tanto,
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Según N. M. Mosher (1990, pp. 56-57), Optaciano pretende probar al emperador
Constantino que es capaz de escribir un poema pastoril, como lo hizo anteriormente Teócrito,
ya que dicha poesía –en palabras de A. Ettin- “is a way of expressing private concerns and
emocional relations to personal circumstances, especially love, within the disciplines of art. If the
writer wants to do more, the pastoral style provides a useful disguise”. Así, la personificación de
la siringa ofrece una dicotomía música / poeta. Bajo la apariencia del género bucólico del poema
es posible descubrir la presencia del poeta que se identifica con la siringa, como el poema se
confunde con la música, acentuando de esa manera la relación música / poesía / imagen.
profundo de la mitología. Sin entrar en otros aspectos -como la propia atribución del
poema a Teócrito, cosa que algunos ponen en duda-, su texto original, distribuido
métricamente, ofrece una forma triangular que parece responder al contorno de la
típica flauta de Pan o siringa. Las cañas en este caso serían diez, un número
ciertamente infrecuente, y cada una estaría representada por un par de versos (en
total, veinte). Los sucesivos pares de versos van gradualmente acortándose. El tema
es simple: la ofrenda de la flauta por Teócrito -es llamado Paris Simíquidas- al dios
Pan. Pero este argumento tan simple sólo puede descubrirse después de descifrar su
oscuro lenguaje, que aunque sintácticamente limpio, es de un contenido complejo y
heterogéneo. Como afirma Armando Zárate (1984), la siringa de Teócrito es “un
texto difícil, huidizo, envuelto en bruma”, de ahí que sea necesario su
desciframiento. Es por eso que han sido muy diferentes las interpretaciones que se
han hecho de este tipo de poemas: desde su pertenencia al mundo de los exvotos
religiosos -el poema iría escrito en el objeto que se ofrenda- hasta su vinculación con
los enigmas o charadas, pasando por su inclusión entre las parodias del lenguaje
logogrífico del trágico Licofrón.
En cualquier caso, lo que más nos interesa en la siringa de Teócrito es la
referencia al dios Pan, como personaje al que el poeta consagra el texto, y el amor
del dios pastoril, hijo o no de Hermes, hacia la ninfa Eco. Aparte del claro trasfondo
mitológico del poema y la forma que los versos de diferente longitud, de mayor a
menor, observan para construir la flauta, interesa resaltar la presencia de Hermes,
mago de la palabra y de la elocuencia y vinculado al mundo de la adivinación, de la
magia y de la interpretación como heraldo de los dioses. Optaciano Porfirio, por su
parte, tomó algunas de las alusiones que aparecen en la siringa teocritea: la que se
hace del dios Pan, a quien se le atribuye la ensambladura de las cañas de la flauta
(objeto en el que se convirtió la ninfa Siringa), la inserción de la siringa en el mundo
de los pastores o los amores entre dioses y hombres.
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Igualmente, Eugenio Vulgario fue autor de un Calendarium metricum en 203 hexámetros;
se trata de un calendario litúrgico, que se atiene rigurosamente al ciclo anual, empezando y
terminando en el natalicio de Jesús.
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135 por 2: 270. 270+45: 315.
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M. D’Ors (1977, pp. 30 ss.) proporciona una amplia nómina de los cultivadores e
imitadores de este tipo de composiciones poéticas.
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La importancia de la numerología se observa tanto en el poema de Eugenio Vulgario como
en la composición de Fortunio Liceti. Muchos tratados se escribieron al respecto; uno de los más
famosos fue el compuesto por E. Cornelio Agripa (Numerología oculta, prólogo de Raimon
Arola, Barcelona, 1996).
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Al parecer, se le puso Fortunius por ser muy afortunado, ya que nació antes de los siete
meses y se salvó milagrosamente de la muerte.
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Tampoco es necesario abundar aquí en el valor simbólico del número siete en la vida y
creencias de un buen cristiano, además de estar relacionado con la cábala judía y con otros
simbolismos de diferentes culturas.
BIBLIOGRAFÍA
- Berry, E., 1993, “Visual Poetry”, en The New Princeton Encyclopedia of Poetry
and Poetics, A. Preminger y T. V. Brogan (eds.), Princeton.
- Castorina, E., 1968, Questioni neoteriche, Firenze.
- Chaparro Gómez, C., 1981, “Acercamiento a los Carmina figurata: P. Optaciano
Porfirio (C. XXVI)”, Anuario de Estudios Filológicos IV, pp. 55-69.