¿Empezamos Con Esto?
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El dativo simpatético
3.1. (Un dativo con rastros de complemento indirecto)
Para algunos gramáticos (Maldonado, ___; Bello ____), el dativo simpatético fue
el primer elemento incorporado de forma clítica que se origina fuera del alcance de la
predicación verbal. Tanto el castellano como el gallego gozan de la capacidad de lucir
construcciones simpatéticas para objetivos inalienables y alienables, el último caso no
siendo aplicable al francés, por ejemplo.
Las dos lenguas presentadas en este trabajo concuerdan en dos de las tres construcciones
en las que pueden aparecer el dativo simpatético, ambas trasmitidas a través del perfil
morfosintáctico del complemento indirecto. La primera, vista en (1b.) y (1c.), es una
incorporación directa de la formación léxica de+[art.]+SN.
En (2) vemos el primer ejemplo, y seguramente el más básico que se ve en este trabajo,
de la teoría de incorporación que describe Masullo (1992). En el caso simpatético, es fácil
ver la transición desde fuera de la predicación verbal al dominio de la acción. La
segunda, reconocida por muchos gramáticos como la voz media, establece la posesión a
través de una formación ligada al parentesco, la autoría y nociones pertenecientes a la
esfera personal del individuo (RAE, 683).
4. (Dativo benefactivo)
4.1. (Lo básico)
La forma más reconocida del dativo benefactivo en el castellano y el gallego luce
una formación léxica, también presente en las demás lenguas romances, en para/pra+SN
(este último solamente en el gallego). Para algunos gramáticos (Maldonado, 1994), existe
una marcada diferencia entre el dativo benefactivo y el complemento indirecto en que el
primero conlleva un aspecto de intencionalidad del agente mientras que el segundo
representa simplemente una trayectoria de afectación. Además, su división se hace más
clara cuando se considera un ejemplo en el que tanto el complemento indirecto y el
dativo benefactivo están presentes:
Proximidad Conceptual
OD> OI > DAT AFECT > BEN > DI
Acusativo Dativo
(Maldonado 1994, 214)
Por ahora, consentimos con la idea propuesta por Maldonado sobre la diferenciación
morfosintáctica de los dos elementos previamente mencionados.
Maldonado formula varias razones por las cuales no es posible la teoría de Masullo. El
primer motivo es el de la falta de intencionalidad. Reconocemos que, desde una
perspectiva de la distancia conceptual, la forma morfosintáctica para/pra+SN implica una
mayor extensión semántica mientras que la incorporación del clítico conlleva un
involucramiento mayor, igual que hemos visto en el capítulo anterior sobre el dativo
simpatético.1
El segundo motivo, y el más importante para nosotros aquí, es que sólo puede haber
connotaciones positivas. En (8) se cumple este requisito pero no está presente el ejemplo
que ofrece Maldonado del dativo de afectación:
1
Aunque la diferencia entre ambos casos, el del simpatético y el del benefactivo, es una
cuestión de matices presentados por cada tipo de incorporación, se ve la semejanza.
Maldonado hace constar que “las frases de benefactivo para no se pueden usar en sentido
negativo” (252). Lo que pretendemos demostrar a continuación es la presencia de la
pareja semántica del dativo benefactivo y que, de hecho, el dativo de afectación de
Maldonado representa el elemento opuesto al benefactivo.
(14) a. Démoslle todos os cartos que tiñamos e acabou por sacar o título
que quería.
b. Démoslle unha malleira e estivo seis meses en coma.
Hay varias observaciones obvias que se pueden realizar aquí. Desde un punto de vista
morfosintático, ambas construcciones de (14) son idénticas. Lo que las diferencia es el
beneficio, o falta de él, que se lleva cada uno. En (14a.) el beneficio es obvio y representa
perfectamente lo que hemos visto del dativo benefactivo en términos semánticos. En
(14b.), tenemos una representación perfecta del dativo de afectación de Maldonado.
Varios gramáticos que hemos mencionado al principio de este trabajo hacen
referencia al dativo commodi/incommodi del latín, un término que se transformó en el
dativo benefactivo/malefactivo. El uso del vocablo malefactivo no está nada extendido en
las gramáticas castellanas o gallegas aunque lo que representa sí tiende a ser una
distinción que se puede hacer con facilidad. Herschensohn (1992) declara que entre los
dativos benefactivo/malefactivo la diferencia es solamente de perspectiva y son
generalmente indistinguibles desde el punto de vista sintáctico (123). 2 [*¿Meto esto?
“Gutiérrez Ordóñez (1999) reconoce esta distinción semántica al usar el término
‘beneficiado negativo’ (p. 1889).”?*]
[*¿Dónde meto que el dativo de afectación (a.k.a., el dativo malefactivo) puede ser de
primera y segunda persona?*]
Lo que hemos querido demostrar con los ejemplos de (14) es que no todos los
ejemplos que conllevan un ‘origen’ beneficiado se pueden construir a través de
para/pra+SN. Veamos unos ejemplos cuyos receptores temáticos no son del todo
intercambiables semánticamente:
(15) a. Démoslle todos os cartos que tiñamos (a el) e acabou por sacar o título
que quería.
b. Demos todos os cartos que tiñamos a el e acabou por sacar o título que
quería.
c. Demos todos os cartos que tiñamos para el e acabou por sacar o título
que quería.
La distinción entre (15a.) y (15b.) es una muy leve que pertenece a un grupo limitado de
verbos, tanto en el castellano como en el gallego, y que no nos es significativa para lo que
procuramos demostrar en este trabajo. Aun así, ofreceremos un comentario esclarecedor
de Masullo respecto al tema:
2
De nuevo, sólo en el caso del dativo benefactivo podemos encontrar una diferencia
Es la diferenciación entre la recepción de la acción entre (15a.)/(15b.) y (15c.) que nos
importa aquí. En (15c.) se ve claramente que el, la persona para la que hemos dado el
dinero, no lo recibe como en los dos ejemplos anteriores. Aun así, se puede decir que
acaba siendo un receptor beneficiario del acto nuestro. ¿Debemos decir, entonces, que no
existe un arquetipo perfecto de cómo se tiene que presentar un dativo
benefactivo/malefactivo? En efecto, lo que proponemos, a través de la evidencia
sintáctica y comparaciones semánticas, es que las características que hacen que un dativo
se repute/se identifique como benefactivo o malefactivo son matices producidos por el
contexto. En (16), hasta se pueden interpretar más de un beneficiario:
(16) a. Siendo sus padres, no podríamos estar más contentos. Cuando nos
dieron el premio para él, no fuimos capaces de contener las lágrimas.
Dado que el dativo malefactivo no puede formarse de otra manera que a través de los
clíticos, se nos presenta la primera oportunidad de ver el dativo de interés compartido por
el castellano y el gallego. Con lle ocupando la posición sintáctica del complemento
indirecto (aquí, no argumental), me representa un participante en la totalidad del evento
aún más apartado de la esfera de la valencia verbal. Sin embargo, podemos colegir que
para ambas partes lo recibido de la acción verbal resulta inconveniente.
4.3. (Conclusión a los capítulos 2 y 3- ‘overlapping’ de los dativos simp. y ben/mal)
Concordamos con Gutiérrez Ordóñez (1977) sobre la falta de probabilidad de que
existiesen bases formales en el latín para el establecimiento de las diferencias de los dos
dativos vistos en el capítulo dos y el capítulo tres (417). Aunque el dativo simpatético
comparte las mismas opciones morfosintácticas de clítico, su distinción radica en una
conexión puramente sintáctica mientras que el dativo benefactivo/malefactivo se percibe
a través de matices interpretados por el oyente. Aún así, existen muchas posibilidades
para que los dos superpongan/se sobrepongan . La RAE considera el dativo simpatético,
en especial, compatible con otras interpretaciones, como por ejemplo el dativo
benefactivo/malefactivo (p.____).
4. El dativo de interés
4.1. ¿Dativo ético o dativo de interés?
Los términos dativo ético y dativo de interés son las dos expresiones usadas hoy
en día en las gramáticas del castellano para hacer referencia al elemento más superfluo
que comparten los dos idiomas de este trabajo 3. Entre muchos otros, Bello (1874) se
refiere al dativo ético, Fernández Ramírez (1951) al dativo de interés y Sánchez Márquez
(1974) a ambos. Según las gramáticas latinas y las observaciones de Bello, el dativo ético
sólo se refiere a la posibilidad de este uso superfluo de primera persona, una
restricción/una acotación con la que no concordamos. La locución dativo de interés
encaja en la realidad de un uso más allá del de primera persona y comprende/techa el
abanico de referentes personales que veremos en este capítulo. También es de notar que
3
Para este trabajo, consideramos la referencia al concepto de dativo ético y todo lo que
representa un bizantinismo aunque sí reconocemos la utilización tan amplia en terrenos
lingüísticos
el término dativo ético jamás se ha usado para referirse a este elemento lingüístico en el
gallego, un motivo más para abstenernos de él4.
1) Conforman el paradigma no reflejo me, te, le, nos, os, les, que es común con el de
los complementos indirectos.
2) No concuerdan en número y persona con los morfemas verbales ni, por
consiguiente, con el sujeto.
3) Su presencia posee carácter optativo desde el punto de vista de la estructura
oracional.
4) No son signos autónomos; no están capacitados para convertirse en enunciados
autónomos.
5) Se diferencian funcionalmente de clíticos de complemento indirecto.
6) Predominan la primera y segunda personas.
7) Aunque sintácticamente dependientes del verbo, están relacionados con las
personas del discurso.
8) Pueden coaparecer con complementos indirectos. Esta es, por sí misma, razón
suficiente para segregar los dos conjuntos
9) Gozan de la posibilidad de coaparecer con dativos concordados. (¿Sección?)
4
Según lo que he analizado, el dativo ético es la terminología más usada en el francés,
una lengua fuertemente vinculada al castellano desde el punto de vista lingüístico. No nos
sorprendería si el uso tan extendido de este término viniese de fuentes francófonas.
completo, hará falta un estudio empezando desde el meollo del tema, algo que esperamos
cumplir en el futuro pero que no cabe en la investigación de este trabajo. Por ahora, nos
bastará un par de ejemplos para establecer algunas ideas concretas y dar lugar a un
análisis mayor.
“Como ahí funciona al niño (o le) como objeto indirecto, la unidad me cumple
otro papel, el de hacer referencia a la persona interesada en lo designado (en este caso, la
primera).” [XXIII., 351; p. 293]
A pesar de que Strozer señala la distinción entre CInd1 y CInd2 y, más importante, la
importancia y extensión de este último en construcciones antiguamente pensadas como
del dativo de interés, siguen produciéndose estudios que atribuyen el nombre dativo de
interés (o dativo ético) a complementos indirectos no argumentales. Longa y Lorenzo
(1998) cometen este error entre varios otros que veremos más adelante:
Según la teoría de los que consideran me del ejemplo (12) un dativo de interés, en casos
como (11) y (13) la superflualidad de este clítico se extiende y abre paso a un
complemento indirecto; no obstante, la ley de la atracción funcional que señala Gutiérrez
Ordóñez (1999) veda este movimiento sintáctico. Aunque Gutiérrez Ordóñez la describe
para construcciones biactanciales transitivas, nos sirve para definir el puesto sintáctico
del dativo de interés en varios casos, según el verbo y su función5:
En (14) vemos cómo la supresión de un solo clítico muestra la vigencia de la ley señalada
por Gutiérrez Ordóñez.
5
No debe de resultar sorprendente que un verbo cuya transitividad puede variar pueda
tener múltiples interpretaciones con respecto a dónde se coloca el dativo de interés, si de
hecho puede entrar en la totalidad de la acción verbal. Comer, por ejemplo, es un verbo
que en este aspecto no cambia según la transitividad mostrada en cada caso; subir, por
otra parte, no parece gozar de la misma constancia.
6
Reconocemos la gramaticalidad de una frase como Me le falta [SN] en castellano
aunque no nos comprometemos con que sea de uso correcto. Por el otro lado, Agarda,
fáltalleme un anaquiño aínda sí se dice en el gallego.
Igual que a Alarcos, a Delbecque también hemos de añadirla al grupo de gramáticos
descritos en [4.2.1.] que fallan en cuanto a los términos que aplican a los componentes
gramaticales ya que declara:
“[el dativo ético] suele aparecer bajo forma clítica, pero la expresión de
[a SN] es siempre posible por motivos de contraste. En algunos casos,
particularmente con clíticos de tercera persona, el SP correspondiente
parece ser más bien [para SN] que [a SN].” (134)
Los ejemplos de (15) se distinguen de los del dativo simpatético, como mínimo, por la
función indispensable que interpreta el dativo simpatético:
Comparados con los dos primeros, los ejemplos (16b.) y (16b’.) no pierden información
alguna. La afectación y la importancia que produce les en (16a.) y (16a’.) es esencial a la
hora de capturar el mensaje entero de la oración. Sin el clítico, hay información que
permanece pero podría llegar a ser de gran relevancia.
4.2.2.2 (Coño, ¿hay algo más que decir sobre esta mierda?) ¡Habla de la poca
clasificación que se puede ofrecer aquí! (Verbos distransitivos+DI=3 actantes, 1 super;
verbos transitivos+CInd1/2+DI= 2/3 actantes, 1/2 super; verbos intransitivos [tipo ‘faltar,
servir’]+CInd2+DI=1 actante, 2 ‘forasteros’; grupo ‘especial’ de verbos de
movimiento[y/o] tipo GUSTAR+DI= 1 actante + 1forastero!
Escala I
SE — II — I — III*
Proponemos la teoría de que sólo pueden sostenerse hasta tres clíticos dativos (una
combinación de complemento indirecto y dativos superfluos se acepta, obviamente) en
una cláusula.9 La línea punteada representa la posible transformación de le a se en el caso
de que aparezca un clítico acusativo; no obstante, la hemos hecho punteada para no
estorbar la posibilidad de una combinación se/le en la misma cláusula.
7
Propondremos lo que consideramos el orden adecuado de clíticos en el gallego en el
siguiente capítulo por motivos claros que se entenderán al analizar el capítulo cinco.
8
Tanto Perlmutter como Bastida ofrecen un orden clítico según el movimiento y las
posibles apariciones de clíticos acusativos personales, un tema que no nos corresponde a
este trabajo necesariamente, aunque reconozcamos su importancia en el terreno de los
clíticos.
9
Strozer (1976) propone la idea de una serie clítica de cuatro elementos (Pepito se te me
lo comió, p. 169), algo que consideramos gramatical pero incorrecto.
10
Esta subsección estará dedicada al castellano, ya que el gallego nunca sufrió el cambio
fonológico de lle a se. Véase Lapesa (p. ) para más información.
posibilidad sino la fiabilidad de ello, combinada con un contexto coadyuvante. También
reveremos y barajaremos la idea de una combinación se/le con una formación [dativo de
interés+complemento indirecto], algo sugerido por Gutiérrez Ordóñez (1997).
Aunque hayamos corregido los yerros de los ejemplos de Bastida y Strozer, y a pesar de
que se esté fuera de la dimensión sintáctica y nuestra serie de clíticos concuerde con
Escala I que hemos propuesto en [4.3], todavía no estamos delante de un se prototipo de
dativo de interés. Hemos visto a lo largo de este estudio la importancia del CInd 2 y el
papel semántico parecido que juega al del dativo de interés; sin embargo, es el puesto
sintáctico que queda sin emplazarse el que no permite que se sea dativo de interés en (17)
y (18).
11
Como hemos analizado, aunque en poco detalle, el dativo de interés de tercera persona
es posible con verbos intransitivos al igual que con verbos transitivos; sin embargo, en el
primer caso, sólo se acepta la forma morfológica le.
(19) __DI SeCInd2 meDC laCD comí.
Para ampliar la serie clítica y llegar adonde reside el dativo de interés en casos de
predicados transitivos, proponemos algo como (20):
Aunque, según las teorizaciones de Strozer (3.116, p.179) y en combinación con nuestra
Escala I el dativo de interés podría representarse por se o me, lo que pretendemos es
mostrar la capacidad morfosintáctica de se a la hora de ocupar el puesto del implicado
más ajeno del verbo 12 . Sin embargo, con más contexto del que ofrecen oraciones
individuales, se puede llegar a entender la función de cada clítico con relativamente poco
esfuerzo.
(21) Todo lo que hago es para mamá, ya lo sabes. Se te lo traje porque ella me
dijo que lo necesitabas, no porque quisiese.
En (21), está claro que te es el receptor argumental del complemento directo lo, mientras
que se nota la ligadura entre se y la madre del emisor, incluso sin las letras
representativas de subíndice.
12
El estudio de Strozer en esta sección merece mucho mérito, aunque no nos corresponda
seguirle el camino. Ya que nuestra intención es deslindar las limitaciones de cada
elemento señalado en este trabajo, guardaremos la oportunidad de profundizar sobre este
tema en un trabajo subsiguiente.
“<<Misterio 274: Ligera ventaja de Tierno sobre Tamames en los sondeos
para las municipales; al segundo sólo se le ha llevado el coche 27 veces la
grúa.>> (Forges, Cambio 16)” (5.2.3., p. 443)
13
Hay dos términos documentados y usados indistintamente: o pronome de solidariedade
y o dativo de solidariedade. Reconozcamos en este trabajo que son sinónimos puros
aunque tienda a usar uno más que el otro. Nos referiremos a él también en la forma
traducida más adecuada en castellano: el pronombre de solidaridad.
14
Hace falta mencionar que cualquier versión escrita del pronombre de solidaridad sería
una interpretación oral. Por motivos que veremos más adelante, este dativo en particular
no es un elemento de escritura formal./La literatura gallega está llenísima de ejemplos del
PdS.
solidaridad puede cambiar respecto a la formalidad entre hablantes y al número de
oyentes.
SINGULAR PLURAL
2ª persona
che vos
3ª persona
lle lles
Igual que en el caso del castellano, Álvarez Blanco nota que “o galego non tolera nunca
dúas formas pronominais idénticas co mesmo verbo, aínda que puidesen ter funcións
distintas” (p. ) Más adelante, nos confrontaremos con ejemplos en los que la función del
clítico no es del todo clara.
15
Aunque hay casos en los que es así (Álvarez Blanco 1997, Freixeiro Mato 2000 citan
algunos ejemplos de frases que contienen este error), no deben considerarse correctos.
índice funcional de suxeito pero, como vemos a continuación, el resultado de ambos
clíticos resulta agramatical16.
5.2.1. (Conlusión)
En definitiva, la presencia o ausencia del pronombre de solidaridad, si
exceptuamos las restricciones sintácticas o de coocurrencia que acabamos de ver, sólo
dependerá de la voluntad que el emisor tenga de procurar que el receptor empatice con lo
enunciado por él, dado que objetivamente éste se encuentra al margen de su contenido.
Sin embargo, Freixeiro muestra la rendabilidade (i.e., ) del pronombre de
solidaridad con lo siguiente:
16
Que sepamos, nadie se ha referido a la imposibilidad de esta combinación clítica pero
aseguramos la validez de nuestro descubrimiento.
5.3. (Algo que cuestione la individualidad del PdS o que la reafirme)
—Rey, nõ as por que teer nẽhũu destes que comigo som presos, que por mj ̃ soo
aueras quantos y som, et nõ lles faças nẽhũu mal, ca ells nõ che am y culpa
nẽhũa. (TCG, p. 130, cap. 84, v. 113-115)18
17
Se puede ver la facilidad con la que te pasó a ser che al analizar ejemplos de las
combinaciones clíticas de CD y CI en el portugués antiguo: “Os pronomes adjuntos de 2.ª
persoa são no galego antigo cho, cha, plur. chos, chas, ao passo que em português antigo
temos tio, tia, tios, tias…” (Huber 1975: 41).
18
Traducción al castellano: “Rey, no tienes por qué retener ninguno de estos que
conmigo están presos, que conmigo solo tendrás cuantos aquí están y no les hagas ningún
mal, que ellos no [che] tienen de esto ninguna culpa.”
5.3.1. (La distinción entre el dativo y el PdS)
5.3.1.1. (La imbecilidad de Pita Rubido)
El pronombre de solidaridad es una excepcionalidad del gallego, poco estudiada
hasta ahora, que requiere una profunda exploración. El último trabajo que trata el tema de
clasificación de este elemento superfluo es de Pita Rubido (2006), en el que procura
demostrar la igualdad del pronombre de solidaridad y el dativo de interés. Ella hace
varias afirmaciones— con las mejores intenciones, sin duda— sobre las similitudes entre
estos dos dativos con escaso análisis de la extensión sintáctica y semántica que ambos
poseen y con ejemplos torcidos a favor de su argumento. A continuación analizaremos las
declaraciones que sirven como base de su razonamiento e intentaré establecer
nítidamente una delimitación entre los dos dativos.
Como hemos visto a lo largo de este trabajo, el tema de los términos que se les atribuye a
los elementos superfluos en castellano lleva tiempo sin consolidarse sobre una base de
sensatez lingüística y razonamiento obvio. Las descripciones gramaticales a las que se
refiere Pita Rubido podrían estar basadas en los gramáticos cuyas aportaciones no
alcanzaron lo que se debe considerar adecuado, debido a la variedad de dativos de los que
goza el castellano. Aquí debemos recordar las palabras de Gutiérrez Ordóñez que hemos
visto en [4.3.], sobre la posible aparición del dativo de interés en segunda (y tercera)
persona. Con los dechados del dativo de interés de segunda persona que aporta Gutiérrez
Ordóñez, resulta fácil vencer las palabras de Pita Rubido. Además, los ejemplos que
provee para defender sus creencias, que nos servirán de buen análisis para el tema de la
siguiente sección, son sacados de contexto para cualquier gallegoparlante. Explicaré la
formalidad de esta declaración en el apartado 3.
La primera afirmación que ofrece Pita Rubido nos llevaría a pensar que solamente hay
unos leves matices semánticos que difieren entre el dativo de interés y el pronombre de
solidaridad; no obstante, puede que haya más diferencias sintácticas que semánticas.
Veamos unos ejemplos en los que el pronombre de solidaridad prospera pero sin espacio
sintáctico para otros dativos:
19
Aunque Gutiérrez Ordóñez ofrece la cuarta característica dada por Strozer [
§30.7.1.2.] , luego se la refuta con varios ejemplos que hemos visto a lo largo de este
trabajo.
Pepe me le comió la manzana al niño.
20
Obviamente, como hemos visto, esta característica es aplicable en el caso del ejemplo
ofrecido arriba y no debe considerarse una ley universal del dativo de interés. Véase la
subsección 4.___ para ejemplos en los que no resulta válida esta declaración de Strozer.
(8) a. Te le he dado unos buenos azotes al muchacho. (Gutiérrez Ordóñez 1997, 154)
a’. Déichelle unhas boas labazadas ao rapaz.
b. ¿Es cierto que te le arruinaron la vida a tu hija? (Maldonado 1998, 705)
b’. É certo que che lle arruinaron a vida á túa filla?
Las traducciones que provee Pita Rubido son las más literales posibles. Fácilmente
podemos decir que te como dativo o complemento indirecto se traduce a che en las
mismas circunstancias. No obstante, sólo con las frases a’ y b’ delante, che jamás se
consideraría el dativo de interés. Como he explicado anteriormente, la extensión del
pronombre de solidaridad en el habla cotidiana es tan ingente que parece ‘tapar’ cualquier
otra posibilidad de que che sea algo diferente. Este error parece ser común entre los
neofalantes, o hablantes no nativos del gallego, lo cual fortifica nuestras teorías sobre las
verdaderas distinciones entre este dativo especial y los demás.
(10) — Se ves a Miriam, avísame, que non sabe que volvín ao tabaco.
— Pois, tira o pitillo, que aí che ven a nena.
Al comparar (9) y (10), vemos criterios muy parecidos: tenemos prácticamente la misma
cantidad de contexto y ambos predicados de che son de la misma clase funcional desde el
punto de vista gramatical (i.e., intransitivo), pero el dativo en (10) siempre será de interés
para un nativo del gallego.
La localización del punto en el que che (y sus formas correspondientes) se
interpretan como dativo de solidaridad no es una cuestión de clasificación de verbos.
Tampoco se adhiere a una combinación prototípica en la que siempre se puede interpretar
como este dativo, como sugiere Longa y Lorenzo (1998) al declarar que las oraciones que
se salen de las combinaciones [PdS+CI] y [PdS+CI+DO] son agramaticales (63) 21. Lo
que hemos de tener en cuenta como lingüistas es que la gramaticalidad de una frase no
siempre equivale a un acierto de uso, y con elementos como el pronombre de solidaridad
aún más. A pesar de que Longa y Lorenza se refieren a este pronombre como Che
Arbitrario, no se ve reflejada esa ‘arbitrariedad’ ya que, para los nativos del gallego,
nunca se usa de manera injustificada (A ver si no puedo encontrar una palabra más
adecuada, coño…) pragmáticamente.
21
El trabajo de Longa y Lorenzo está plagado de desaciertos innecesarios y de faltas de
rigor. Mientras que niegan la gramaticalidad de frases como Diante un fracaso da
policía, disque o ministro criticábaseche con dureza y A actitude do primeiro ministro
preocúpache moito ó goberno, dejan pasar errores que muestran su falta de compresión
de la lengua gallega como Os venres os alumnos sempre chéganche tarde á clase y O
primeiro ministro lavouse as mans.
**Necesito meter Escala II, basándose en Escala I, pero para el gallego**