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Nassif

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Filosofía de la educación 1

Documentos de trabajo
U01A02 Texto de trabajo
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EL "POR QUE" DEL PROBLEMA Y EL "PARA QUE" DE LA SOLUCIÓN

Caben dos interrogantes: ¿No es posible evitar el problema epistemológico y conformarse con una u
otra definición de la pedagogía? Entrar en él ¿no será el fruto de una desmedida tendencia especulativa
que nada puede aportar al progreso efectivo de la educación?

Las preguntas no se refieren a la misma cosa. La primera exige el por qué, los motivos que llevan al
problema epistemológico de la pedagogía; la segunda, el para qué de su solución, esto es las
repercusiones que una salida de cualquier tipo puede tener en el mejoramiento del proceso educativo
mismo.

Muchas son las razones que obligan al pedagogo a caer en las cuestiones del fundamento y significado
de su disciplina. De todas ellas se destaca la que nace del doble carácter de la educación, definida
simultáneamente como influencia y actividad intencional y como realidad para la vida del individuo, de
la cultura y de la sociedad. Si la educación es una actividad intencional, la pedagogía debe preocuparse
por regularla, dirigirla o conducirla; pero como, al mismo tiempo, se ofrece como un hecho real o como
un dato, tendrá que describirla, explicarla o comprenderla. El pedagogo no puede elegir entre los dos ca-
minos, sino decidirse a recorrer ambos porque está en la esencia de la educación ser una acción
regulable y un dato a estudiar o un problema a resolver. Esa circunstancia da cuenta del vaivén de la
pedagogía entre la práctica y la teoría, entre la norma y la ley, entre la experiencia y la doctrina, entre el
arte y la ciencia. Determinar en qué medida y modo es posible la integración de esos dos aspectos,
resulta así una exigencia que toda doctrina pedagógica debe satisfacer honestamente. Si no lo hace en
los comienzos, guardará en su seno un conflicto latente pronto a estallar en cualquier terreno.

Tales son las causas y la necesidad del planteo epistemológico. Los beneficios de una solución también
se imponen con evidencia. En primer término, porque cuanto más sólida sea la fundamentación de la
pedagogía como disciplina con derecho a constituirse, mayor será la posibilidad de penetrar en la
complejidad de lo educativo y mayor la eficacia de la actividad correspondiente; cuanto más cerca se
esté de la vida misma de la educación mediante la afinación de los instrumentos que condicionan ese
contacto, más factible será que una recíproca fecundación ocupe el lugar de la tensión entre la teoría
del pedagogo y la experiencia del educador.

En segundo término, y dada la multiplicidad de factores que contiene el objeto pedagógico, su disciplina
tiene que apelar a las demás ciencias ampliando así sus horizontes y proporcionando a esas ciencias un
material precioso para sus investigaciones específicas. De esta manera será viable aquel "trato bienhe-
chor" que, según Herbart, debe reinar entre la pedagogía y los restantes sectores del saber. Este aspecto
merece otra referencia: la teoría de la pedagogía sólo podrá construirse con una gran amplitud de
espíritu y con un real deseo de ayuda mutua entre los trabajadores de diversas ciencias. También aquí
se refleja la especial naturaleza de la educación. Si ésta es una labor colectiva, igualmente debe serlo la
pedagogía. Es preciso que sus cultivadores sean capaces de salirse de lo meramente técnico -en el mal
sentido de la palabra- para tratar los problemas con visión objetiva a la vez que humana y personal. Al
respecto logran validez de axioma las palabras de Spranger, sin contar con la tremenda responsabilidad
que surge de ellas: "El punto de reunión de todas las experiencias y movimientos en el dominio
educativo es el pedagogo y hay que confiar en que no sea una criba, sino un espíritu formador y
plasmador que pueda devolver lo recibido y elaborado, a la idea... Porque este extenso trabajo no se
hace para el fin de un almacenamiento académico, sino que debe volver a actuar de modo formador y
fecundante sobre la vida misma"

1
Nassif. Pedagogía general. Cap 3.

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