5 Poemas, Rondas, Leyendas, Cuentos
5 Poemas, Rondas, Leyendas, Cuentos
5 Poemas, Rondas, Leyendas, Cuentos
Aserrin aserran
los maderos de San Juan
piden pan no les dan
piden huesos y les dan queso
piden vino y si les dan
se marean y se van.
Para poder llegar a su hogar, primero debía pasar por el cementerio que se
encuentra junto al Templo del Señor del Saucito. Pasando por allí se
encontró con una mujer vestida de negro que salía del panteón y le pedía u
viaje.
La mujer misteriosa se sentó muy callada, ella le pidió dirigirse a 7 iglesias diferentes, él le avisó
que estaban todas cerradas, pero ella quería ir de todas formas. Rezó en la puerta de cada una y
luego le pidió que la llevara de regreso al sitio en donde la había recogido. También le informó que
no tenía dinero para pagar, pero que el día siguiente podía ir a visitar a su hermano, él pagaría por
el viaje sin dudarlo. Por otro lado, le entregó una carta para él y una medalla con su nombre
“Socorro”.
El taxista aceptó ir por su hermano el día siguiente para cobrar el viaje, ella bajó en el cementerio
y desapareció en la neblina que salía del mismo. Cuando Abel se acercó al hermano para contarle
todo lo acontecido por la noche, este comenzó a llorar como loco. Resulta que su hermana Socorro
había muerto hacía ya 2 meses y todavía su ausencia era dura para él. Pagó por el viaje, pero al
enterarse el taxista que había viajado con una mujer ya fallecida, no quiso aceptar el dinero y se
volvió loco para siempre hasta que un día terminó perdiendo la vida.
Luego de escuchar al conejo largo rato, el Dios le dijo que lo convertiría en alguien más grande si
a cambio le presentaba una piel de cocodrilo, de serpiente y de mono. Esto pensó el Dios que le
llevaría tal vez toda la vida de conseguir o simplemente que no lo lograría, por ello volvió a dormir.
El conejo valiente e inteligente le pidió a sus amigos del bosque que se quiten la piel por un rato
hasta que se las presente al Dios y luego se las devolvería, por eso las tuvo en cuestión de horas
solamente.
Subió nuevamente la montaña, ahora con las pieles encima y cuando llegó con el Dios este
cumplió su petición, pero no hizo exactamente lo que le pidió. Era tan bueno el conejito adorable y
pequeño que todos sus amigos lo querían ayudar, por eso es que lo dejaría tal cual estaba,
solamente que le pondría unas orejas largas y caídas para escuchar a sus enemigos en la
distancia y que nadie lo pueda tomar de improviso.
La partera y el tesoro
Una leyenda de Chihuahua relata que en un pequeño poblado vivía en una
pobre casa una señora que era partera. En toda la región de Papigochi la
conocían y la respetaban por sus conocimientos. Un día, acudió a la casa
de la mujer un grupo de apaches quienes se la llevaron por la fuerza.
Después de cubrirle los ojos con un paliacate, la montaron en un caballo, la llevaron a un lugar que
quedaba muy lejos de la casa en que vivía la mujer, y que se encontraba en lo alto de una
montaña.
Al llegar a la cumbre, los apaches se metieron a una cueva y le quitaron la venda de los ojos a la
partera. En seguida, ella vio a una muchacha joven que estaba en dificultades para dar a luz. Era la
hija del jefe de la tribu, quien le ordenó a la mujer que la ayudara a parir. Después de un cierto
tiempo la mujer dio a luz a un nene.
Toda la tribu de apaches estaba muy contenta por el nuevo nacimiento. Entonces, la mujer se dio
cuenta que en la cueva –de grandes dimensiones- había un increíble tesoro: joyas, monedas, oro y
muchas cosas más de mucho valor. En agradecimiento por haber ayudado a su hija a parir, el jefe
le regaló a la mujer mucho oro y muchas monedas. A la partera la regresaron los indios a su casa
sana y salva.
Nunca supo la mujer a dónde la habían llevado con exactitud, pero maliciaba que se trataba del
Cerro de Miñaca que tiene una altura de 2,288 msnm, ya que es la única montaña que se
encuentra en la región. Con el dinero que le entregó el jefe indio, la mujer pudo comprarse una
buena casa, y además compró algunas cabezas de ganado que le permitieron vivir tranquilamente
el resto de su vida.
Desde entonces, todos los habitantes de Chihuahua afirman que en el Cerro de Miñaca existe una
caverna oculta en donde se encuentra el fabuloso tesoro que guardaban los indios apaches, desde
hace muchos siglos. Muchas son las personas que acuden al cerro a buscar el tesoro con la
esperanza de volverse ricos de la noche a la mañana. Sin embargo, hasta el día de hoy nadie ha
podido dar con él.
La princesa y el viento
Un cacique muy respetado tuvo una hija que era la más hermosa de
toda la tribu, ella podía deslumbrar con su belleza y todos los hombres
la pretendían. Sin embargo, el viento también la quería tener y por eso
mandó un tornado que se la llevó para ocultarla en un bosque. Intentó
varias veces salir del bosque donde estaba siendo secuestrada y
luego de mucha pena lo consiguió. Cuando al fin volvió con su familia
y su gente, su padre dijo que no podía decir a nadie sobre la pena que
había pasado.
Así fue como la princesa se calló durante años y la pena fue cada vez más grande, tanto así que
su rostro se tornó feo de tanta tristeza, nadie más la volvió a pretender con tanta fealdad. Sin
embargo, un día llegó a la tribu un cacique de otra parte y venía con su hijo, quien se enamoró a
primera vista de la callada, tierna e inteligente princesa. Todos sus amigos le decían que era muy
fea para casarse con ella, pero él respondía que su amor era semejante.
Se casó finalmente la princesa y a su boda asistió una bruja, todos temieron y quisieron que se
vaya del luego, pero ella la abrazó diciéndole que sea su madrina durante la fiesta. La bruja se
quedó y cuando salió la princesa de la catedral en donde se casaron, todos pudieron notar que
volvió a ser la chica más hermosa del mundo. Mientras tanto, el viento sopló tan fuerte que esta
vez se quedó con la bruja y la transformó en una paloma.
El anillo de diamantes
A veces un anillo de diamantes puede ser la mejor prueba para evidenciar una infidelidad. Luego
del episodio tan trágico que sucedió en Xalapa veracruz, se ha
nombrado a la calle donde vivía la feliz pareja como “El callejón del
diamante”. La leyenda que les contaremos en esta ocasión también es
buscada con el nombre “El anillo de diamante negro”. Una pareja se
encontraba en su momento más pleno y feliz, por lo menos esto era lo
que parecía. Las cosas iban tan bien que ya habían planeado el día de
la boda para concretar el deseo de estar juntos para siempre. En
muestra de su eterno amor, el hombre de contextura esbelta y de
rasgos europeos, decidió regalarle a su mujer un anillo con un
pronunciado diamante color negro que combinaba sin dudas con el azabache de su cabello. Los
ojos de la dama brillaban y más todavía bajo la luna mientras su novio le pedía
matrimonio. Sucedió un asunto laboral que de vez en cuando salía flote y llevaba a este corpulento
hombre de viaje. La mujer se quedó sola en la casa que tenían en Xalapa y no tuvo mejor idea que
ir a visitar al mejor amigo de su futuro esposo. Resulta ser que con los días se volvieron rutina las
visitas y los besos entre ambos comenzaron a surgir. Su pareja volvía de viaje y ella ya se
encontraba en el hogar para recibirlo, pero él pensó que sería mejor idea pasar primero por la casa
de su amigo. Ambos amigos de siempre, inseparables y siempre leales para todo, tomaron unas
copas y hablaron de la vida. Cuando el hombre se sentó en el sofá, pudo ver tirado el anillo de
diamante negro que le había entregado a su mujer antes del viaje. Pensó mil cosas que se le
pasaban por la cabeza, pero no tenía dudas, estaba frente a una traición. Volvió agitado a la casa y
encontró la mano vacía de su mujer. Con la mente en blanco tomó una daga de diamante y oro
para clavarla en el corazón de su amada y entonces la quitó para colocar el anillo. La gente se
movilizó con la cruda historia y hasta hicieron fila para ver al cadáver con el diamante negro
incrustado en el corazón.
10 Cuentos
El niño y los clavos
Había un niño que tenía muy, pero que muy mal carácter. Un día, su padre
le dio una bolsa con clavos y le dijo que cada vez que perdiera la calma,
que él clavase un clavo en la cerca de detrás de la casa.
El primer día, el niño clavó 37 clavos en la cerca. Al día siguiente, menos,
y así con los días posteriores. Él niño se iba dando cuenta que era más fácil
controlar su genio y su mal carácter, que clavar los clavos en la cerca.
Finalmente llegó el día en que el niño no perdió la calma ni una sola vez y
se lo dijo a su padre que no tenía que clavar ni un clavo en la cerca. Él
había conseguido, por fin, controlar su mal temperamento.
Su padre, muy contento y satisfecho, sugirió entonces a su hijo que por cada día que
controlase su carácter, que sacase un clavo de la cerca.
Los días se pasaron y el niño pudo finalmente decir a su padre que ya había sacado todos
los clavos de la cerca. Entonces el padre llevó a su hijo, de la mano, hasta la cerca de detrás
de la casa y le dijo:
- Mira, hijo, has trabajo duro para clavar y quitar los clavos de esta cerca, pero fíjate en
todos los agujeros que quedaron en la cerca. Jamás será la misma.
Lo que quiero decir es que cuando dices o haces cosas con mal genio, enfado y mal
carácter, dejas una cicatriz, como estos agujeros en la cerca. Ya no importa tanto que pidas
perdón. La herida estará siempre allí. Y una herida física es igual que una herida verbal.
Los amigos, así como los padres y toda la familia, son verdaderas joyas a quienes hay que
valorar. Ellos te sonríen y te animan a mejorar. Te escuchan, comparten una palabra de
aliento y siempre tienen su corazón abierto para recibirte.
Las palabras de su padre, así como la experiencia vivida con los clavos, hicieron con que el
niño reflexionase sobre las consecuencias de su carácter. Y colorín colorado, este cuento se
ha acabado.
FIN
Carrera de zapatillas
Había llegado por fin el gran día. Todos
los animales del bosque se levantaron
temprano porque ¡era el día de la gran carrera
de zapatillas! A las nueve ya estaban todos
reunidos junto al lago.
También estaba la jirafa, la más alta y hermosa
del bosque. Pero era tan presumida que no
quería ser amiga de los demás animales.
La jiraba comenzó a burlarse de sus amigos:
- Ja, ja, ja, ja, se reía de la tortuga que era tan bajita y tan lenta.
- Jo, jo, jo, jo, se reía del rinoceronte que era tan gordo.
- Je, je, je, je, se reía del elefante por su trompa tan larga.
Y entonces, llegó la hora de la largada.
El zorro llevaba unas zapatillas a rayas amarillas y rojas. La cebra, unas rosadas con moños
muy grandes. El mono llevaba unas zapatillas verdes con lunares anaranjados.
La tortuga se puso unas zapatillas blancas como las nubes. Y cuando estaban a punto de
comenzar la carrera, la jirafa se puso a llorar desesperada.
Es que era tan alta, que ¡no podía atarse los cordones de sus zapatillas!
- Ahhh, ahhhh, ¡qué alguien me ayude! - gritó la jirafa.
Y todos los animales se quedaron mirándola. Pero el zorro fue a hablar con ella y le dijo:
- Tú te reías de los demás animales porque eran diferentes. Es cierto, todos somos
diferentes, pero todos tenemos algo bueno y todos podemos ser amigos y ayudarnos cuando
lo necesitamos.
Entonces la jirafa pidió perdón a todos por haberse reído de ellos. Y vinieron las hormigas,
que rápidamente treparon por sus zapatillas para atarle los cordones.
Y por fin se pusieron todos los animales en la línea de partida. En sus marcas, preparados,
listos, ¡YA!
Cuando terminó la carrera, todos festejaron porque habían ganado una nueva amiga que
además había aprendido lo que significaba la amistad.
Colorín, colorón, si quieres tener muchos amigos, acéptalos como son.
FIN
Un conejo en la vía
Daniel se reía dentro del auto por las gracias que hacía
su hermano menor, Carlos. Iban de paseo con sus padres al
Lago Rosado. Allí irían a nadar en sus tibias aguas y elevarían
sus nuevas cometas. Sería un día de paseo inolvidable. De
pronto el coche se detuvo con un brusco frenazo. Daniel oyó a
su padre exclamar con voz ronca:
- ¡Oh, mi Dios, lo he atropellado!
- ¿A quién, a quién?, le preguntó Daniel.
- No se preocupen, respondió su padre-. No es nada.
El auto inició su marcha de nuevo y la madre de los chicos encendió la radio, empezó a
sonar una canción de moda en los altavoces.
- Cantemos esta canción, dijo mirando a los niños en el asiento de atrás. La mamá comenzó
a tararear una canción. Pero Daniel miró por la ventana trasera y vio tendido sobre la
carretera el cuerpo de un conejo.
- Para el coche papi, gritó Daniel. Por favor, detente.
- ¿Para qué?, responde su padre.
- ¡El conejo, le dice, el conejo allí en la carretera, herido!
- Dejémoslo, dice la madre, es sólo un animal.
- No, no, para, para.
- Sí papi, no sigas - añade Carlitos-. Debemos recogerlo y llevarlo al hospital de
animales. Los dos niños estaban muy preocupados y tristes.
- Bueno, está bien- dijo el padre dándose cuenta de su error. Y dando vuelta recogieron al
conejo herido.
Pero al reiniciar su viaje fueron detenidos un poco más adelante por una patrulla de la
policía, que les informó de que una gran roca había caído sobre la carretera por donde iban,
cerrando el paso. Al enterarse de la emergencia, todos ayudaron a los policías a retirar la
roca.
Gracias a la solidaridad de todos pudieron dejar el camino libre y llegar a tiempo al
veterinario, que curó la pata al conejo. Los papás de Daniel y carlos aceptaron a llevarlo a
su casa hasta que se curara
Unas semanas después toda la familia fue a dejar al conejito de nuevo en el bosque. Carlos
y Daniel le dijeron adiós con pena, pero sabiendo que sería más feliz en libertad.
FIN
Santilin
Santilin es un osito muy inteligente, bueno y respetuoso.
Todos lo quieren mucho, y sus amiguitos disfrutan jugando
con él porque es muy divertido.
Le gusta dar largos paseos con su compañero, el elefantito.
Después de la merienda se reúnen y emprenden una larga
caminata charlando y saludando a las mariposas que
revolotean coquetas, desplegando sus coloridas alitas.
Siempre está atento a los juegos de los otros animalitos. Con mucha paciencia trata de
enseñarles que pueden entretenerse sin dañar las plantas, sin pisotear el césped, sin destruir
lo hermoso que la naturaleza nos regala.
Un domingo llegaron vecinos nuevos. Santilin se apresuró a darles la bienvenida y
enseguida invitó a jugar al puercoespín más pequeño.
Lo aceptaron contentos hasta que la ardillita, llorando, advierte:
- Ay, cuidado, no se acerquen, esas púas lastiman.
El puercoespín pidió disculpas y triste regresó a su casa. Los demás se quedaron afligidos,
menos Santilin, que estaba seguro de encontrar una solución.
Pensó y pensó, hasta que, risueño, dijo:
- Esperen, ya vuelvo.
Santilin regresó con la gorra de su papá y llamó al puercoespín.
Le colocaron la gorra sobre el lomo y, de esta forma tan sencilla, taparon las púas para que
no los pinchara y así pudieran compartir los juegos.
Tan contentos estaban que, tomados de las manos, formaron una gran ronda
y cantaronfelices.
FIN
Sara y Lucía
Érase una vez dos niñas
muy amigas llamadas Sara y Lucía. Se
conocían desde que eran muy pequeñas y
compartían siempre todo la una con la otra.
Un día Sara y Lucía salieron de compras.
Sara se probó una camiseta y le pidió a su
amiga Lucía su opinión. Lucía, sin dudarlos
dos veces, le dijo que no le gustaba cómo le
quedaba y le aconsejó buscar otro modelo.
Entonces Sara se sintió ofendida y se marchó llorando de la tienda, dejando allí a su amiga.
Lucía se quedó muy triste y apenada por la reacción de su amiga.
No entendía su enfado ya que ella sólo le había dicho la verdad.
Al llegar a casa, Sara le contó a su madre lo sucedido y su madre le hizo ver que su amiga
sólo había sido sincera con ella y no tenía que molestarse por ello.
Sara reflexionó y se dio cuenta de que su madre tenía razón.
Al día siguiente fue corriendo a disculparse con Lucía, que la perdonó de inmediato con
una gran sonrisa.
Desde entonces, las dos amigas entendieron que la verdadera amistad se basa en la
sinceridad.
Y colorín colorado este cuento se ha acabado, y el que se enfade se quedará sentado.
FIN
Uga la tortuga
- ¡Caramba, todo me sale mal!, se lamenta
constantemente Uga, la tortuga.
Y es que no es para menos: siempre llega
tarde, es la última en acabar sus tareas, casi
nunca consigue premios a la rapidez y, para
colmo es una dormilona.
- ¡Esto tiene que cambiar!, se propuso un
buen día, harta de que sus compañeros del
bosque le recriminaran por su
poco esfuerzo al realizar sus tareas.
Y es que había optado por no intentar
siquiera realizar actividades tan sencillas como amontonar hojitas secas caídas de los
árboles en otoño, o quitar piedrecitas de camino hacia la charca donde chapoteaban los
calurosos días de verano.
- ¿Para qué preocuparme en hacer un trabajo que luego acaban haciendo mis compañeros?
Mejor es dedicarme a jugar y a descansar.
- No es una gran idea, dijo una hormiguita. Lo que verdaderamente cuenta no es hacer el
trabajo en un tiempo récord; lo importante es acabarlo realizándolo lo mejor que sabes,
pues siempre te quedará la recompensa de haberlo conseguido.
No todos los trabajos necesitan de obreros rápidos. Hay labores que requieren tiempo y
esfuerzo. Si no lo intentas nunca sabrás lo que eres capaz de hacer, y siempre te quedarás
con la duda de si lo hubieras logrados alguna vez.
Por ello, es mejor intentarlo y no conseguirlo que no probar y vivir con la duda. La
constancia y la perseverancia son buenas aliadas para conseguir lo que nos proponemos;
por ello yo te aconsejo que lo intentes. Hasta te puede sorprender de lo que eres capaz.
- ¡Caramba, hormiguita, me has tocado las fibras! Esto es lo que yo necesitaba: alguien que
me ayudara a comprender el valor del esfuerzo; te prometo que lo intentaré.
Pasaron unos días y Uga, la tortuga, se esforzaba en sus quehaceres.
Se sentía feliz consigo misma pues cada día conseguía lo poquito que se proponía porque
era consciente de que había hecho todo lo posible por lograrlo.
- He encontrado mi felicidad: lo que importa no es marcarse grandes e imposibles metas,
sino acabar todas las pequeñas tareas que contribuyen a lograr grandes fines.
FIN
El Mago de Oz.
Dorita era una niña que vivía en una granja de Kansas con sus tíos y su perro Totó. Un día,
mientras la niña jugaba con su perro por los alrededores de la casa, nadie se dio cuenta de
que se acercaba un tornado. Cuando Dorita lo vio, intentó correr en dirección a la casa, pero
su tentativa de huida fue en vano. La niña tropezó, se cayó, y acabó siendo llevada, junto
con su perro, por el tornado.
Los tíos vieron desaparecer en cielo a Dorita y a Totó, sin que pudiesen hacer nada para
evitarlo. Dorita y su perro viajaron a través del tornado y aterrizaron en un lugar totalmente
desconocido para ellos.
Allí, encontraron unos extraños personajes y un hada que, respondiendo al deseo de Dorita
de encontrar el camino de vuelta a su casa, les aconsejaron a que fueran visitar al mago de
Oz. Les indicaron el camino de baldosas amarillas, y Dorita y Totó lo siguieron.
En el camino, los dos se cruzaron con un espantapájaros que pedía, incesantemente, un
cerebro. Dorita le invitó a que la acompañara para ver lo que el mago de Oz podría hacer
por él. Y el espantapájaros aceptó. Más tarde, se encontraron a un hombre de hojalata que,
sentado debajo de un árbol, deseaba tener un corazón. Dorita le llamó a que fuera con ellos
a consultar al mago de Oz. Y continuaron en el camino. Algún tiempo después, Dorita, el
espantapájaros y el hombre de hojalata se encontraron a un león rugiendo débilmente,
asustado con los ladridos de Totó.
El león lloraba porque quería ser valiente. Así que todos decidieron seguir el camino hacia
el mago de Oz, con la esperanza de hacer realidad sus deseos. Cuando llegaron al país de
Oz, un guardián les abrió el portón, y finalmente pudieron explicar al mago lo que
deseaban. El mago de Oz les puso una condición: primero tendrían que acabar con
la bruja más cruel de reino, antes de ver solucionados sus problemas. Ellos los aceptaron.
Al salir del castillo de Oz, Dorita y sus amigos pasaron por un campo de amapolas y ese
intenso aroma les hizo caer en un profundo sueño, siendo capturados por unos monos
voladores que venían de parte de la mala bruja. Cuando despertaron y vieron a la bruja, lo
único que se le ocurrió a Dorita fue arrojar un cubo de agua a la cara de la bruja, sin saber
que eso era lo que haría desaparecer a la bruja.
El cuerpo de la bruja se convirtió en un charco de agua, en un pis-pas. Rompiendo así el
hechizo de la bruja, todos pudieron ver como sus deseos eran convertidos en realidad,
excepto Dorita. Totó, como era muy curioso, descubrió que el mago no era sino un anciano
que se escondía tras su figura. El hombre llevaba allí muchos años pero ya quería
marcharse. Para ello había creado un globo mágico. Dorita decidió irse con él. Durante la
peligrosa travesía en globo, su perro se cayó y Dorita saltó tras él para salvarle.
En su caída la niña soñó con todos sus amigos, y oyó cómo el hada le decía:
FIN
La cabeza de colores.
Esta es la increíble historia de un niño muy singular. Siempre quería
aquello que no tenía: los juguetes de sus compañeros, la ropa de sus
primos, los libros de sus papás... y llegó a ser tan envidioso, que
hasta los pelos de su cabeza eran envidiosos. Un día resultó que uno
de los pelos de la coronilla despertó de color verde, y los demás
pelos, al verlo tan especial, sintieron tanta envidia que todos ellos
terminaron de color verde. Al día siguiente, uno de los pelos de la
frente se manchó de azul, y al verlo, nuevamente todos los demás
pelos acabaron azules. Y así, un día y otro, el pelo del niño cambiaba de color, llevado por
la envidia que sentían todos sus pelos.
A todo el mundo le encantaba su pelo de colores, menos a él mismo, que tenía tanta envidia
que quería tener el pelo como los demás niños. Y un día, estaba tan enfadado por ello, que
se tiró de los pelos con rabia. Un pelo delgadito no pudo aguantar el tirón y se soltó,
cayendo hacia al suelo en un suave vuelo... y entonces, los demás pelos, sintiendo envidia,
se soltaron también, y en un minuto el niño se había quedado calvo, y su cara de sorpresa
parecía un chiste malo.
Tras muchos lloros y rabias, el niño comprendió que todo había sido resultado de su
envidia, y decidió que a partir de entonces trataría de disfrutar de lo que tenía sin fijarse en
lo de los demás. Tratando de disfrutar lo que tenía, se encontró con su cabeza lisa y
brillante, sin un solo pelo, y aprovechó para convertirla en su lienzo particular.
Desde aquel día comenzó a pintar hermosos cuadros de colores en su calva cabeza, que
gustaron tantísimo a todos, que con el tiempo se convirtió en un original artista famoso en
el mundo entero.