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5 Poemas, Rondas, Leyendas, Cuentos

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5 Poemas

Apegado a mí Dame la mano y


Velloncito de mi carne
que en mis entrañas tejí, danzaremos
velloncito tembloroso, Dame la mano y danzaremos,
¡duérmete apegado a mí! dame la mano y me amarás.
Como una sola flor seremos,
La perdiz duerme en el trigo como una flor, y nada más. . .
escuchándola latir.
No te turbes por aliento, El mismo verso cantaremos,
¡duérmete apegado a mí! al mismo paso bailarás.
Como una espiga ondularemos,
Yo que todo lo he perdido como una espiga, y nada más.
ahora tiemblo hasta al dormir.
No resbales de mi pecho, Te llamas Rosa y yo Esperanza,
¡duérmete apegado a mí! pero tu nombre olvidarás,
porque seremos una danza
en la colina y nada más...
Balada
El pasó con otra;
yo le vi pasar.
Siempre dulce el viento
y el camino en paz. Desvelada
¡Y estos ojos míseros Como soy reina y fui mendiga, ahora
le vieron pasar! vivo en puro temblor de que me dejes,
y te pregunto, pálida, a cada hora:
Él va amando a otra «¿Estás conmigo aún? ¡Ay, no te alejes!»
por la tierra en flor.
Ha abierto el espino; Quisiera hacer las marchas sonriendo
pasa una canción. y confiando ahora que has venido;
¡Y él va amando a otra pero hasta en el dormir estoy temiendo
por la tierra en flor! y pregunto entre sueños: «¿No te has
ido?»
El besó a la otra
a orillas del mar;
resbaló en las olas
El amor que calla
Si yo te odiara, mi odio te daría
la luna de azahar. en las palabras, rotundo y seguro;
¡Y no untó mi sangre ¡pero te amo y mi amor no se confía
la extensión del mar! a este hablar de los hombres tan oscuro!
El irá con otra
por la eternidad. Tú lo quisieras vuelto un alarido,
Habrá cielos dulces. y viene de tan hondo que ha deshecho
(Dios quiere callar.) su quemante raudal, desfallecido,
Y el irá con otra antes de la garganta, antes del pecho.
por la eternidad!
Estoy lo mismo que estanque colmado
y te parezco un surtidor inerte.
¡Todo por mi callar atribulado
que es más atroz que entrar en la muerte!
5 Rondas
La víbora de la mar La araña chiquitita
A la víbora, víbora, de la mar, de la La araña chiquitita trepó el
mar, desaguadero,
por aquí pueden pasar. luego la lluvia la arrastró hasta el
Los de adelante corren mucho y los suelo,
de atrás se quedarán,
tras, tras, tras, traaas. salió el Sol y todo lo secó,
Una mexicana que frutos vendía, la araña chiquitita de nuevo se trepó.
ciruela, chabacano, melón o sandía.
Una mexicana que frutos vendía,
Ciruela, chabacano, melón o sandia.
Verbena, verbena, jardín de
Matatena.
Verbena, verbena, jardín de
Matatena.
Campanita de oro, déjame pasar,
con todos mis hijos, menos el de Aserrín, aserrán
atrás, Aserrin aserran
tras, tras, tras, tras. los maderos de San Juan
Será melón, será sandia, será la vieja piden pan no les dan
del otro día, piden huesos y les dan queso
día, día, día, día. piden vino y si les dan
se marean y se van

Aserrin aserran
los maderos de San Juan
piden pan no les dan
piden huesos y les dan queso
piden vino y si les dan
se marean y se van.

Susanita tiene un ratón


Susanita tiene un ratón un ratón
chiquitín
Que come chocolate y turrón y bolitas
de anís. Los pollitos
Duerme junto al radiador con la Los pollitos dicen
almohada a los pies pío, pío, pío
cuando tienen hambre
Y sueña que es un gran campeón cuando tienen frío.
jugando al ajedrez. La gallina busca
le gusta el fútbol el cine y el teatro el maíz y el trigo
baila tango y rocanrol les da la comida
Y si llegamos y nota que observamos y les da abrigo.
siempre nos canta esta Bajo sus dos alas
Canción. se están quitecitos
y hasta el otro día
duermen calentitos.
5 Leyendas
La dama enlutada
En México, si un taxista encuentra a una mujer vestida de luto durante la
madruga, seguramente dudará en llevarla. Esta leyenda nos cuenta la
historia de Abel, quien manejaba un taxi hasta terminar su horario a las 3
am como cada día. Luego de una jornada de trabajo que no le gustaría
repetir por lo agotadora que había sido, ya se encontraba de camino a su
casa.

Para poder llegar a su hogar, primero debía pasar por el cementerio que se
encuentra junto al Templo del Señor del Saucito. Pasando por allí se
encontró con una mujer vestida de negro que salía del panteón y le pedía u
viaje.

La mujer misteriosa se sentó muy callada, ella le pidió dirigirse a 7 iglesias diferentes, él le avisó
que estaban todas cerradas, pero ella quería ir de todas formas. Rezó en la puerta de cada una y
luego le pidió que la llevara de regreso al sitio en donde la había recogido. También le informó que
no tenía dinero para pagar, pero que el día siguiente podía ir a visitar a su hermano, él pagaría por
el viaje sin dudarlo. Por otro lado, le entregó una carta para él y una medalla con su nombre
“Socorro”.

El taxista aceptó ir por su hermano el día siguiente para cobrar el viaje, ella bajó en el cementerio
y desapareció en la neblina que salía del mismo. Cuando Abel se acercó al hermano para contarle
todo lo acontecido por la noche, este comenzó a llorar como loco. Resulta que su hermana Socorro
había muerto hacía ya 2 meses y todavía su ausencia era dura para él. Pagó por el viaje, pero al
enterarse el taxista que había viajado con una mujer ya fallecida, no quiso aceptar el dinero y se
volvió loco para siempre hasta que un día terminó perdiendo la vida.

Las orejas del conejo


Todos los animales del bosque vivían su vida como siempre, pero el
conejito se encontraba muy triste porque él era chiquito y no podía
defenderse de los demás, le hubiera encantado ser un león con sus garras,
su cabello y su fuerza o un tigre con su rapidez y destreza; en vez de eso
era un conejo indefenso al que cualquiera podría lastimar. Un ave que pasó
cerca del conejo lo vio llorando y preguntó por qué tanta tristeza en su
alma.

Cuando escuchó el problema notó que nadie lo podría ayudar, pero le


aconsejó visitar la cima de la montaña en donde se encontraba un Dios que
tal vez tendría una respuesta para darle o una ayuda con su problema. Si a
una persona le cuesta subir una montaña, imagínense cuanto le cuesta a un conejito pequeño, aun
así se animó y lo logró, pero al llegar encontró al Dios durmiendo y lo despertó rápido para hacerle
su pedido.

Luego de escuchar al conejo largo rato, el Dios le dijo que lo convertiría en alguien más grande si
a cambio le presentaba una piel de cocodrilo, de serpiente y de mono. Esto pensó el Dios que le
llevaría tal vez toda la vida de conseguir o simplemente que no lo lograría, por ello volvió a dormir.
El conejo valiente e inteligente le pidió a sus amigos del bosque que se quiten la piel por un rato
hasta que se las presente al Dios y luego se las devolvería, por eso las tuvo en cuestión de horas
solamente.

Subió nuevamente la montaña, ahora con las pieles encima y cuando llegó con el Dios este
cumplió su petición, pero no hizo exactamente lo que le pidió. Era tan bueno el conejito adorable y
pequeño que todos sus amigos lo querían ayudar, por eso es que lo dejaría tal cual estaba,
solamente que le pondría unas orejas largas y caídas para escuchar a sus enemigos en la
distancia y que nadie lo pueda tomar de improviso.
La partera y el tesoro
Una leyenda de Chihuahua relata que en un pequeño poblado vivía en una
pobre casa una señora que era partera. En toda la región de Papigochi la
conocían y la respetaban por sus conocimientos. Un día, acudió a la casa
de la mujer un grupo de apaches quienes se la llevaron por la fuerza.
Después de cubrirle los ojos con un paliacate, la montaron en un caballo, la llevaron a un lugar que
quedaba muy lejos de la casa en que vivía la mujer, y que se encontraba en lo alto de una
montaña.

Al llegar a la cumbre, los apaches se metieron a una cueva y le quitaron la venda de los ojos a la
partera. En seguida, ella vio a una muchacha joven que estaba en dificultades para dar a luz. Era la
hija del jefe de la tribu, quien le ordenó a la mujer que la ayudara a parir. Después de un cierto
tiempo la mujer dio a luz a un nene.

Toda la tribu de apaches estaba muy contenta por el nuevo nacimiento. Entonces, la mujer se dio
cuenta que en la cueva –de grandes dimensiones- había un increíble tesoro: joyas, monedas, oro y
muchas cosas más de mucho valor. En agradecimiento por haber ayudado a su hija a parir, el jefe
le regaló a la mujer mucho oro y muchas monedas. A la partera la regresaron los indios a su casa
sana y salva.

Nunca supo la mujer a dónde la habían llevado con exactitud, pero maliciaba que se trataba del
Cerro de Miñaca que tiene una altura de 2,288 msnm, ya que es la única montaña que se
encuentra en la región. Con el dinero que le entregó el jefe indio, la mujer pudo comprarse una
buena casa, y además compró algunas cabezas de ganado que le permitieron vivir tranquilamente
el resto de su vida.

Desde entonces, todos los habitantes de Chihuahua afirman que en el Cerro de Miñaca existe una
caverna oculta en donde se encuentra el fabuloso tesoro que guardaban los indios apaches, desde
hace muchos siglos. Muchas son las personas que acuden al cerro a buscar el tesoro con la
esperanza de volverse ricos de la noche a la mañana. Sin embargo, hasta el día de hoy nadie ha
podido dar con él.

La princesa y el viento
Un cacique muy respetado tuvo una hija que era la más hermosa de
toda la tribu, ella podía deslumbrar con su belleza y todos los hombres
la pretendían. Sin embargo, el viento también la quería tener y por eso
mandó un tornado que se la llevó para ocultarla en un bosque. Intentó
varias veces salir del bosque donde estaba siendo secuestrada y
luego de mucha pena lo consiguió. Cuando al fin volvió con su familia
y su gente, su padre dijo que no podía decir a nadie sobre la pena que
había pasado.

Así fue como la princesa se calló durante años y la pena fue cada vez más grande, tanto así que
su rostro se tornó feo de tanta tristeza, nadie más la volvió a pretender con tanta fealdad. Sin
embargo, un día llegó a la tribu un cacique de otra parte y venía con su hijo, quien se enamoró a
primera vista de la callada, tierna e inteligente princesa. Todos sus amigos le decían que era muy
fea para casarse con ella, pero él respondía que su amor era semejante.

Se casó finalmente la princesa y a su boda asistió una bruja, todos temieron y quisieron que se
vaya del luego, pero ella la abrazó diciéndole que sea su madrina durante la fiesta. La bruja se
quedó y cuando salió la princesa de la catedral en donde se casaron, todos pudieron notar que
volvió a ser la chica más hermosa del mundo. Mientras tanto, el viento sopló tan fuerte que esta
vez se quedó con la bruja y la transformó en una paloma.
El anillo de diamantes
A veces un anillo de diamantes puede ser la mejor prueba para evidenciar una infidelidad. Luego
del episodio tan trágico que sucedió en Xalapa veracruz, se ha
nombrado a la calle donde vivía la feliz pareja como “El callejón del
diamante”. La leyenda que les contaremos en esta ocasión también es
buscada con el nombre “El anillo de diamante negro”. Una pareja se
encontraba en su momento más pleno y feliz, por lo menos esto era lo
que parecía. Las cosas iban tan bien que ya habían planeado el día de
la boda para concretar el deseo de estar juntos para siempre. En
muestra de su eterno amor, el hombre de contextura esbelta y de
rasgos europeos, decidió regalarle a su mujer un anillo con un
pronunciado diamante color negro que combinaba sin dudas con el azabache de su cabello. Los
ojos de la dama brillaban y más todavía bajo la luna mientras su novio le pedía
matrimonio. Sucedió un asunto laboral que de vez en cuando salía flote y llevaba a este corpulento
hombre de viaje. La mujer se quedó sola en la casa que tenían en Xalapa y no tuvo mejor idea que
ir a visitar al mejor amigo de su futuro esposo. Resulta ser que con los días se volvieron rutina las
visitas y los besos entre ambos comenzaron a surgir. Su pareja volvía de viaje y ella ya se
encontraba en el hogar para recibirlo, pero él pensó que sería mejor idea pasar primero por la casa
de su amigo. Ambos amigos de siempre, inseparables y siempre leales para todo, tomaron unas
copas y hablaron de la vida. Cuando el hombre se sentó en el sofá, pudo ver tirado el anillo de
diamante negro que le había entregado a su mujer antes del viaje. Pensó mil cosas que se le
pasaban por la cabeza, pero no tenía dudas, estaba frente a una traición. Volvió agitado a la casa y
encontró la mano vacía de su mujer. Con la mente en blanco tomó una daga de diamante y oro
para clavarla en el corazón de su amada y entonces la quitó para colocar el anillo. La gente se
movilizó con la cruda historia y hasta hicieron fila para ver al cadáver con el diamante negro
incrustado en el corazón.
10 Cuentos
El niño y los clavos
Había un niño que tenía muy, pero que muy mal carácter. Un día, su padre
le dio una bolsa con clavos y le dijo que cada vez que perdiera la calma,
que él clavase un clavo en la cerca de detrás de la casa.
El primer día, el niño clavó 37 clavos en la cerca. Al día siguiente, menos,
y así con los días posteriores. Él niño se iba dando cuenta que era más fácil
controlar su genio y su mal carácter, que clavar los clavos en la cerca.
Finalmente llegó el día en que el niño no perdió la calma ni una sola vez y
se lo dijo a su padre que no tenía que clavar ni un clavo en la cerca. Él
había conseguido, por fin, controlar su mal temperamento.
Su padre, muy contento y satisfecho, sugirió entonces a su hijo que por cada día que
controlase su carácter, que sacase un clavo de la cerca.
Los días se pasaron y el niño pudo finalmente decir a su padre que ya había sacado todos
los clavos de la cerca. Entonces el padre llevó a su hijo, de la mano, hasta la cerca de detrás
de la casa y le dijo:
- Mira, hijo, has trabajo duro para clavar y quitar los clavos de esta cerca, pero fíjate en
todos los agujeros que quedaron en la cerca. Jamás será la misma.
Lo que quiero decir es que cuando dices o haces cosas con mal genio, enfado y mal
carácter, dejas una cicatriz, como estos agujeros en la cerca. Ya no importa tanto que pidas
perdón. La herida estará siempre allí. Y una herida física es igual que una herida verbal.
Los amigos, así como los padres y toda la familia, son verdaderas joyas a quienes hay que
valorar. Ellos te sonríen y te animan a mejorar. Te escuchan, comparten una palabra de
aliento y siempre tienen su corazón abierto para recibirte.
Las palabras de su padre, así como la experiencia vivida con los clavos, hicieron con que el
niño reflexionase sobre las consecuencias de su carácter. Y colorín colorado, este cuento se
ha acabado.
FIN

Carrera de zapatillas
Había llegado por fin el gran día. Todos
los animales del bosque se levantaron
temprano porque ¡era el día de la gran carrera
de zapatillas! A las nueve ya estaban todos
reunidos junto al lago.
También estaba la jirafa, la más alta y hermosa
del bosque. Pero era tan presumida que no
quería ser amiga de los demás animales.
La jiraba comenzó a burlarse de sus amigos:
- Ja, ja, ja, ja, se reía de la tortuga que era tan bajita y tan lenta.
- Jo, jo, jo, jo, se reía del rinoceronte que era tan gordo.
- Je, je, je, je, se reía del elefante por su trompa tan larga.
Y entonces, llegó la hora de la largada.
El zorro llevaba unas zapatillas a rayas amarillas y rojas. La cebra, unas rosadas con moños
muy grandes. El mono llevaba unas zapatillas verdes con lunares anaranjados.
La tortuga se puso unas zapatillas blancas como las nubes. Y cuando estaban a punto de
comenzar la carrera, la jirafa se puso a llorar desesperada.
Es que era tan alta, que ¡no podía atarse los cordones de sus zapatillas!
- Ahhh, ahhhh, ¡qué alguien me ayude! - gritó la jirafa.
Y todos los animales se quedaron mirándola. Pero el zorro fue a hablar con ella y le dijo:
- Tú te reías de los demás animales porque eran diferentes. Es cierto, todos somos
diferentes, pero todos tenemos algo bueno y todos podemos ser amigos y ayudarnos cuando
lo necesitamos.
Entonces la jirafa pidió perdón a todos por haberse reído de ellos. Y vinieron las hormigas,
que rápidamente treparon por sus zapatillas para atarle los cordones.
Y por fin se pusieron todos los animales en la línea de partida. En sus marcas, preparados,
listos, ¡YA!
Cuando terminó la carrera, todos festejaron porque habían ganado una nueva amiga que
además había aprendido lo que significaba la amistad.
Colorín, colorón, si quieres tener muchos amigos, acéptalos como son.
FIN

Un conejo en la vía
Daniel se reía dentro del auto por las gracias que hacía
su hermano menor, Carlos. Iban de paseo con sus padres al
Lago Rosado. Allí irían a nadar en sus tibias aguas y elevarían
sus nuevas cometas. Sería un día de paseo inolvidable. De
pronto el coche se detuvo con un brusco frenazo. Daniel oyó a
su padre exclamar con voz ronca:
- ¡Oh, mi Dios, lo he atropellado!
- ¿A quién, a quién?, le preguntó Daniel.
- No se preocupen, respondió su padre-. No es nada.
El auto inició su marcha de nuevo y la madre de los chicos encendió la radio, empezó a
sonar una canción de moda en los altavoces.
- Cantemos esta canción, dijo mirando a los niños en el asiento de atrás. La mamá comenzó
a tararear una canción. Pero Daniel miró por la ventana trasera y vio tendido sobre la
carretera el cuerpo de un conejo.
- Para el coche papi, gritó Daniel. Por favor, detente.
- ¿Para qué?, responde su padre.
- ¡El conejo, le dice, el conejo allí en la carretera, herido!
- Dejémoslo, dice la madre, es sólo un animal.
- No, no, para, para.
- Sí papi, no sigas - añade Carlitos-. Debemos recogerlo y llevarlo al hospital de
animales. Los dos niños estaban muy preocupados y tristes.
- Bueno, está bien- dijo el padre dándose cuenta de su error. Y dando vuelta recogieron al
conejo herido.
Pero al reiniciar su viaje fueron detenidos un poco más adelante por una patrulla de la
policía, que les informó de que una gran roca había caído sobre la carretera por donde iban,
cerrando el paso. Al enterarse de la emergencia, todos ayudaron a los policías a retirar la
roca.
Gracias a la solidaridad de todos pudieron dejar el camino libre y llegar a tiempo al
veterinario, que curó la pata al conejo. Los papás de Daniel y carlos aceptaron a llevarlo a
su casa hasta que se curara
Unas semanas después toda la familia fue a dejar al conejito de nuevo en el bosque. Carlos
y Daniel le dijeron adiós con pena, pero sabiendo que sería más feliz en libertad.
FIN

Santilin
Santilin es un osito muy inteligente, bueno y respetuoso.
Todos lo quieren mucho, y sus amiguitos disfrutan jugando
con él porque es muy divertido.
Le gusta dar largos paseos con su compañero, el elefantito.
Después de la merienda se reúnen y emprenden una larga
caminata charlando y saludando a las mariposas que
revolotean coquetas, desplegando sus coloridas alitas.
Siempre está atento a los juegos de los otros animalitos. Con mucha paciencia trata de
enseñarles que pueden entretenerse sin dañar las plantas, sin pisotear el césped, sin destruir
lo hermoso que la naturaleza nos regala.
Un domingo llegaron vecinos nuevos. Santilin se apresuró a darles la bienvenida y
enseguida invitó a jugar al puercoespín más pequeño.
Lo aceptaron contentos hasta que la ardillita, llorando, advierte:
- Ay, cuidado, no se acerquen, esas púas lastiman.
El puercoespín pidió disculpas y triste regresó a su casa. Los demás se quedaron afligidos,
menos Santilin, que estaba seguro de encontrar una solución.
Pensó y pensó, hasta que, risueño, dijo:
- Esperen, ya vuelvo.
Santilin regresó con la gorra de su papá y llamó al puercoespín.
Le colocaron la gorra sobre el lomo y, de esta forma tan sencilla, taparon las púas para que
no los pinchara y así pudieran compartir los juegos.
Tan contentos estaban que, tomados de las manos, formaron una gran ronda
y cantaronfelices.
FIN

Daniel y las palabras mágicas


Daniel juega muy contento en su
habitación, monta y desmonta palabras
sin cesar.
Hay veces que las letras se unen solas
para formar palabras fantásticas,
imaginarias, y es que Daniel es mágico,
es un mago de las palabras.
Lleva unos días preparando un regalo
muy especial para aquellos que más
quiere.
Es muy divertido ver la cara de mamá
cuando descubre por la mañana un buenos días, preciosa debajo de la almohada; o cuando
papá encuentra en su coche un te quiero de color azul.
Sus palabras son amables y bonitas, cortas, largas, que suenan bien y hacen sentir
bien: gracias, te quiero, buenos días, por favor, lo siento, me gustas.
Daniel sabe que las palabras son poderosas y a él le gusta jugar con ellas y ver la cara de
felicidad de la gente cuando las oye.
Sabe bien que las palabras amables son mágicas, son como llaves que te abren la puerta de
los demás.
Porque si tú eres amable, todo es amable contigo. Y Daniel te pregunta: ¿quieres intentarlo
tú y ser un mago de las palabras amables?
FIN

Sara y Lucía
Érase una vez dos niñas
muy amigas llamadas Sara y Lucía. Se
conocían desde que eran muy pequeñas y
compartían siempre todo la una con la otra.
Un día Sara y Lucía salieron de compras.
Sara se probó una camiseta y le pidió a su
amiga Lucía su opinión. Lucía, sin dudarlos
dos veces, le dijo que no le gustaba cómo le
quedaba y le aconsejó buscar otro modelo.
Entonces Sara se sintió ofendida y se marchó llorando de la tienda, dejando allí a su amiga.
Lucía se quedó muy triste y apenada por la reacción de su amiga.
No entendía su enfado ya que ella sólo le había dicho la verdad.
Al llegar a casa, Sara le contó a su madre lo sucedido y su madre le hizo ver que su amiga
sólo había sido sincera con ella y no tenía que molestarse por ello.
Sara reflexionó y se dio cuenta de que su madre tenía razón.
Al día siguiente fue corriendo a disculparse con Lucía, que la perdonó de inmediato con
una gran sonrisa.
Desde entonces, las dos amigas entendieron que la verdadera amistad se basa en la
sinceridad.
Y colorín colorado este cuento se ha acabado, y el que se enfade se quedará sentado.
FIN

Uga la tortuga
- ¡Caramba, todo me sale mal!, se lamenta
constantemente Uga, la tortuga.
Y es que no es para menos: siempre llega
tarde, es la última en acabar sus tareas, casi
nunca consigue premios a la rapidez y, para
colmo es una dormilona.
- ¡Esto tiene que cambiar!, se propuso un
buen día, harta de que sus compañeros del
bosque le recriminaran por su
poco esfuerzo al realizar sus tareas.
Y es que había optado por no intentar
siquiera realizar actividades tan sencillas como amontonar hojitas secas caídas de los
árboles en otoño, o quitar piedrecitas de camino hacia la charca donde chapoteaban los
calurosos días de verano.
- ¿Para qué preocuparme en hacer un trabajo que luego acaban haciendo mis compañeros?
Mejor es dedicarme a jugar y a descansar.
- No es una gran idea, dijo una hormiguita. Lo que verdaderamente cuenta no es hacer el
trabajo en un tiempo récord; lo importante es acabarlo realizándolo lo mejor que sabes,
pues siempre te quedará la recompensa de haberlo conseguido.
No todos los trabajos necesitan de obreros rápidos. Hay labores que requieren tiempo y
esfuerzo. Si no lo intentas nunca sabrás lo que eres capaz de hacer, y siempre te quedarás
con la duda de si lo hubieras logrados alguna vez.
Por ello, es mejor intentarlo y no conseguirlo que no probar y vivir con la duda. La
constancia y la perseverancia son buenas aliadas para conseguir lo que nos proponemos;
por ello yo te aconsejo que lo intentes. Hasta te puede sorprender de lo que eres capaz.
- ¡Caramba, hormiguita, me has tocado las fibras! Esto es lo que yo necesitaba: alguien que
me ayudara a comprender el valor del esfuerzo; te prometo que lo intentaré.
Pasaron unos días y Uga, la tortuga, se esforzaba en sus quehaceres.
Se sentía feliz consigo misma pues cada día conseguía lo poquito que se proponía porque
era consciente de que había hecho todo lo posible por lograrlo.
- He encontrado mi felicidad: lo que importa no es marcarse grandes e imposibles metas,
sino acabar todas las pequeñas tareas que contribuyen a lograr grandes fines.
FIN

Blancanieves y los siete enanitos


En un lugar muy lejano vivía una hermosa princesa que se llamaba Blancanieves. Vivía en
un castillo con su madrastra, una mujer muy mala y vanidosa, que lo único que quería era
ser la mujer más hermosa del reino. Todos los días preguntaba a su espejo mágico quién era
la más bella del reino, al que el espejo contestaba:
- Tú eres la más hermosa de todas las mujeres, reina mía. El tiempo fue pasando hasta que
un día el espejo mágico contestó que la más bella del reino era Blancanieves. La reina, llena
de furia y de rabia, ordenó a un cazador que llevase a Blancanieves al bosque y que la
matara. Y como prueba traería su corazón en un cofre. El cazador llevó a Blancanieves al
bosque pero cuando allí llegaron él sintió lástima de la joven y le aconsejó que se marchara
para muy lejos del castillo, llevando en el cofre el corazón de un jabalí.

Blancanieves y los siete enanitos.


En un lugar muy lejano vivía una hermosa princesa que se
llamaba Blancanieves. Vivía en un castillo con su madrastra, una mujer
muy mala y vanidosa, que lo único que quería era ser la mujer más
hermosa del reino. Todos los días preguntaba a su espejo mágico quién
era la más bella del reino, al que el espejo contestaba:
- Tú eres la más hermosa de todas las mujeres, reina mía. El tiempo fue
pasando hasta que un día el espejo mágico contestó que la más bella del
reino era Blancanieves. La reina, llena de furia y de rabia, ordenó a un
cazador que llevase a Blancanieves al bosque y que la matara. Y como
prueba traería su corazón en un cofre. El cazador llevó a Blancanieves al bosque pero
cuando allí llegaron él sintió lástima de la joven y le aconsejó que se marchara para muy
lejos del castillo, llevando en el cofre el corazón de un jabalí.
Blancanieves, al verse sola, sintió mucho miedo porque tuvo que pasar la noche andando
por la oscuridad del bosque. Al amanecer, descubrió una preciosa casita. Entró sin pensarlo
dos veces. Los muebles y objetos de la casita eran pequeñísimos. Había siete platitos en la
mesa, siete vasitos, y siete camitas en la alcoba, dónde Blancanieves, después de juntarlas,
se acostó quedando profundamente dormida durante todo el día.
Al atardecer, llegaron los dueños de la casa. Eran siete enanitos que trabajaban en unas
minas. Se quedaron admirados al descubrir a Blancanieves. Ella les contó toda su triste
historia y los enanitos la abrazaron y suplicaron a la niña que se quedase con ellos.
Blancanieves aceptó y se quedó a vivir con ellos. Eran felices.
Mientras tanto, en el castillo, la reina se puso otra vez muy furiosa al descubrir, a través de
su espejo mágico, que Blancanieves todavía vivía y que aún era la más bella del reino.
Furiosa y vengativa, la cruel madrastra se disfrazó de una inocente viejecita y partió hacia
la casita del bosque.
Allí, cuando Blancanieves estaba sola, la malvada se acercó y haciéndose pasar por buena
ofreció a la niña una manzana envenenada. Cuando Blancanieves dio el primer bocado,
cayó desmayada, para felicidad de la reina mala. Por la tarde, cuando los enanitos volvieron
del trabajo, encontraron a Blancanieves tendida en el suelo, pálida y quieta, y creyeron que
estaba muerta.
Tristes, los enanitos construyeron una urna de cristal para que todos los animalitos del
bosque pudiesen despedirse de Blancanieves. Unos días después, apareció por allí
un príncipe a lomos de un caballo. Y nada más contemplar a Blancanieves, quedó prendado
de ella.
Al despedirse besándola en la mejilla, Blancanieves volvió a la vida, pues el beso de amor
que le había dado el príncipe rompió el hechizo de la malvada reina. Blancanieves se casó
con el príncipe y expulsaron a la cruel reina del palacio, y desde entonces todos pudieron
vivir felices.
FIN

El Mago de Oz.
Dorita era una niña que vivía en una granja de Kansas con sus tíos y su perro Totó. Un día,
mientras la niña jugaba con su perro por los alrededores de la casa, nadie se dio cuenta de
que se acercaba un tornado. Cuando Dorita lo vio, intentó correr en dirección a la casa, pero
su tentativa de huida fue en vano. La niña tropezó, se cayó, y acabó siendo llevada, junto
con su perro, por el tornado.
Los tíos vieron desaparecer en cielo a Dorita y a Totó, sin que pudiesen hacer nada para
evitarlo. Dorita y su perro viajaron a través del tornado y aterrizaron en un lugar totalmente
desconocido para ellos.

Allí, encontraron unos extraños personajes y un hada que, respondiendo al deseo de Dorita
de encontrar el camino de vuelta a su casa, les aconsejaron a que fueran visitar al mago de
Oz. Les indicaron el camino de baldosas amarillas, y Dorita y Totó lo siguieron.
En el camino, los dos se cruzaron con un espantapájaros que pedía, incesantemente, un
cerebro. Dorita le invitó a que la acompañara para ver lo que el mago de Oz podría hacer
por él. Y el espantapájaros aceptó. Más tarde, se encontraron a un hombre de hojalata que,
sentado debajo de un árbol, deseaba tener un corazón. Dorita le llamó a que fuera con ellos
a consultar al mago de Oz. Y continuaron en el camino. Algún tiempo después, Dorita, el
espantapájaros y el hombre de hojalata se encontraron a un león rugiendo débilmente,
asustado con los ladridos de Totó.
El león lloraba porque quería ser valiente. Así que todos decidieron seguir el camino hacia
el mago de Oz, con la esperanza de hacer realidad sus deseos. Cuando llegaron al país de
Oz, un guardián les abrió el portón, y finalmente pudieron explicar al mago lo que
deseaban. El mago de Oz les puso una condición: primero tendrían que acabar con
la bruja más cruel de reino, antes de ver solucionados sus problemas. Ellos los aceptaron.
Al salir del castillo de Oz, Dorita y sus amigos pasaron por un campo de amapolas y ese
intenso aroma les hizo caer en un profundo sueño, siendo capturados por unos monos
voladores que venían de parte de la mala bruja. Cuando despertaron y vieron a la bruja, lo
único que se le ocurrió a Dorita fue arrojar un cubo de agua a la cara de la bruja, sin saber
que eso era lo que haría desaparecer a la bruja.
El cuerpo de la bruja se convirtió en un charco de agua, en un pis-pas. Rompiendo así el
hechizo de la bruja, todos pudieron ver como sus deseos eran convertidos en realidad,
excepto Dorita. Totó, como era muy curioso, descubrió que el mago no era sino un anciano
que se escondía tras su figura. El hombre llevaba allí muchos años pero ya quería
marcharse. Para ello había creado un globo mágico. Dorita decidió irse con él. Durante la
peligrosa travesía en globo, su perro se cayó y Dorita saltó tras él para salvarle.

En su caída la niña soñó con todos sus amigos, y oyó cómo el hada le decía:

- Si quieres volver, piensa: “en ningún sitio se está como en casa”.


Y así lo hizo. Cuando despertó, oyó gritar a sus tíos y salió corriendo. ¡Todo había sido un
sueño! Un sueño que ella nunca olvidaría... ni tampoco sus amigos.

FIN

La cabeza de colores.
Esta es la increíble historia de un niño muy singular. Siempre quería
aquello que no tenía: los juguetes de sus compañeros, la ropa de sus
primos, los libros de sus papás... y llegó a ser tan envidioso, que
hasta los pelos de su cabeza eran envidiosos. Un día resultó que uno
de los pelos de la coronilla despertó de color verde, y los demás
pelos, al verlo tan especial, sintieron tanta envidia que todos ellos
terminaron de color verde. Al día siguiente, uno de los pelos de la
frente se manchó de azul, y al verlo, nuevamente todos los demás
pelos acabaron azules. Y así, un día y otro, el pelo del niño cambiaba de color, llevado por
la envidia que sentían todos sus pelos.
A todo el mundo le encantaba su pelo de colores, menos a él mismo, que tenía tanta envidia
que quería tener el pelo como los demás niños. Y un día, estaba tan enfadado por ello, que
se tiró de los pelos con rabia. Un pelo delgadito no pudo aguantar el tirón y se soltó,
cayendo hacia al suelo en un suave vuelo... y entonces, los demás pelos, sintiendo envidia,
se soltaron también, y en un minuto el niño se había quedado calvo, y su cara de sorpresa
parecía un chiste malo.
Tras muchos lloros y rabias, el niño comprendió que todo había sido resultado de su
envidia, y decidió que a partir de entonces trataría de disfrutar de lo que tenía sin fijarse en
lo de los demás. Tratando de disfrutar lo que tenía, se encontró con su cabeza lisa y
brillante, sin un solo pelo, y aprovechó para convertirla en su lienzo particular.
Desde aquel día comenzó a pintar hermosos cuadros de colores en su calva cabeza, que
gustaron tantísimo a todos, que con el tiempo se convirtió en un original artista famoso en
el mundo entero.

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