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Resumen de Lectura González Luna.

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UNIVERSIDAD PEDAGÓGICA NACIONAL

UNIDAD UPN 231

LICENCIATURA EN INTERVENCIÓN EDUCATIVA


EDUCACIÓN PARA JÓVENES Y ADULTOS

MATERIA:
EDUCACIÓN CIUDADANA

DOCENTE:
MTRA. LEIDY HERNÁNDEZ TRUEBA

SEMESTRE: 8°

TURNO:

VESPERTINO

PRESENTA:

FRANCISCO DEMETRIO USCANGA UTRERA

RESUMEN

CHETUMAL, OTHÓN P. BLANCO, Q.ROO A 23 DE FEBRERO DE 2017


Educación, ciudadanía y democracia son elementos inseparables que
configuran la educación ciudadana.
Todo orden democrático depende no solamente de sus estructuras básicas,
sino también de las cualidades y actitudes de sus ciudadanos, las relaciones entre
educación y democracia son indisolubles

La educación es fundamentalmente un fenómeno social, en tanto afecta las


condiciones de vida de las personas y determina, de manera decisiva, la integración
de todos los sectores y grupos de la sociedad.

Contexto histórico de la formación ciudadana.


Desde la Ilustración, la pertinencia de la formación ciudadana descansa en dos
supuestos concatenados: la necesidad que tienen los Estados y los sistemas
políticos democráticos de cohesión social y legitimidad, y la necesidad que tienen
los niños y jóvenes de educarse como ciudadanos.

A través de la educación se pueden alcanzar dos objetivos simultáneos: la


formación moderna de la ciudadanía y la competitividad internacional.

La educación no debe limitarse a la transmisión de conocimientos y que le


corresponde contribuir a la construcción de una cultura cívica que predispone a los
ciudadanos a participar en la política y a hacer propios los principios y prácticas
democráticos.

En el caso de México, los constructores del sistema educativo nacional en el


siglo XIX se inspiraron en las ideas de otros países.

Así, desde la Revolución Francesa, que da origen al Estado moderno como lo


conocemos y a la conversión de la educación en servicio público (educación
universal de carácter obligatorio, uniforme y laico. Mientras tanto todo ese efecto
inlufluyó en México a la Independencia en 1810, cuando se estableció el laicismo
en el ámbito educativo y la educación se propuso formar ciudadanos, en el sentido
de transmitir a las nuevas generaciones el patriotismo y la lealtad hacia la nueva
nación que se constituía.
Por vez primera, se definió la competencia del Estado respecto a la
educación y se habló de instrucción cívica y política para los estudiantes desde la
primaria. Con la Constitución de 1857, las Leyes de Reforma de 1857-1861 y la Ley
Lerdo de 1874, quedaron definidos.

A principios del siglo xx, con la consolidación de los Estados nacionales en


el mundo, el civismo adquirió gran importancia como vehículo de afirmación de las
identidades nacionales. En México se dieron transformaciones importantes en la
educación nacional a partir de la Revolución, la Constitución de 1917 y la fundación
de la SEP en 1921.
El acento se puso en el tema de la identidad, sin estimar los aspectos
políticos, pero no se impulsaron el pensamiento crítico ni los valores básicos de la
democracia, entre estos el de la participación ciudadana.

El surgimiento del Estado de bienestar, se consolidó una concepción del


ciudadano como simple depositario de derechos y se abandonó el esquema
curricular por asignaturas para dar lugar a la organización de contenidos por áreas
de conocimientos.
Así, durante el periodo de 1970-1976, se reformó el plan de estudios de la
educación básica con base en nuevos criterios que enfatizaron una formación
armónica, con capacidad creadora, y una educación democrática,

En este contexto de revitalización de la educación de los ciudadanos para la


democracia, Bradley Levinson observa una tendencia a la articulación de modelos
y programas internacionales, el incremento de la colaboración entre los ministerios
de educación y otros sectores gubernamentales y sociales, así como la canalización
de recursos por parte de organismos internacionales para la educación de los
ciudadanos

Lo cierto es que las reformas educativas surgen en un contexto de cambios


estructurales más profundos en las sociedades de la región, derivados de la
globalización, el debilitamiento del Estado en la financiación de la educación, el
incremento de los procesos de privatización y la tendencia a la descentralización
administrativa, como condición de los Estados para favorecer la competitividad.
México se emprende una nueva etapa de revisión de la educación básica, que da
lugar a la reforma de 1992-1993, a partir de la cual se recupera el ordenamiento
curricular por materias y se elaboran nuevos libros de texto y materiales didácticos,
en correspondencia con las necesidades sociales.
“Educación cívica”, y se introduce en la secundaria la asignatura de “Formación
cívica y ética” a partir del curso escolar 1999-2000.
La misma existencia de múltiples denominaciones para expresar y dar cuenta
de la formación ciudadana (educación cívica, civismo, educación en derechos
humanos, educación en y/o para la democracia, educación ciudadana, educación
en valores y educación para la paz, entre otras) refleja la riqueza del campo de la
educación de los ciudadanos, la intensa dinámica de las sociedades, pero también
la existencia de diferentes y hasta opuestas posturas políticas, ideológicas y
pedagógicas. No obstante lo novedoso y refrescante de estas iniciativas, se trata
por lo común de acciones puntuales y dispersas que suelen llegar tan sólo a una
parte de la población estudiantil y sobrecargar con demandas y programas
extracurriculares múltiples y divergentes a los docentes y centros educativos que,
en la mayoría de los casos, los aplican de manera desarticulada al curriculum formal
y ordinario.

Desde distintos enfoques, apelan a la formación de un sujeto ciudadano más


participativo, en los últimos años las escuelas del país se han abierto a nuevos
temas ligados a los derechos humanos (derechos de la niñez, género, cuidado del
medio ambiente, igualdad de oportunidades, entre otros) y se instrumentan
programas especiales, en su mayoría promovidos por instituciones públicas como
el Instituto Federal Electoral (IFE), la Comisión Nacional de Derechos Humanos
(CNDH), la Comisión Nacional para Prevenir la Discriminación (CONA PRED ) y el
Instituto Nacional de las Mujeres (INMUJERES), junto con algunas secretarías de
Estado.

En México el renovado interés por la formación de los ciudadanos y la reconstitución


del espacio público ha estado ligado al proceso de construcción de la democracia
electoral

Los enfoques y contenidos de la formación ciudadana


Henry Giroux identifica tres enfoques principales: a) La racionalidad técnica, con
intereses de dominación, que se funda en ideas de adaptación y comportamientos
ideales de los individuos (conformación del individuo a las normas establecidas), sin
considerar las condiciones sociales de existencia; en este modelo, la noción de
ciudadanía se limita al dominio de tareas procedimentales desprovistas de
compromiso político en torno a lo que es democráticamente justo o moralmente
defendible. b) En cambio, la racionalidad hermeneútica se interesa en la
intencionalidad y significado de la comunicación, y atiende el ideal del ciudadano
libre, independiente y autónomo que encuentra en el diálogo una condición de
individuos-ciudadanos libres para construir acuerdos y vivir en una sociedad mejor.
c) Por su parte, la racionalidad emancipatoria parte de las condiciones sociales en
las que se dan las relaciones pedagógicas y se estructuran las subjetividades
particulares en torno a lo que significa el hecho de ser miembro de la sociedad.
Concibe la ciudadanía como una práctica histórica vinculada con las relaciones de
poder y con las formaciones sociales de significado

En el “enfoque prescriptivo” se pretende formar por la vía de la asimilación


de información y la ejercitación de la memoria

El “enfoque clarificativo” aumenta en profundidad al introducir la reflexión y,


con ello, la objetivación de los valores que facilita la congruencia entre el
pensamiento y la acción.

En el “enfoque reflexivo-dialógico” se busca que el sujeto identifique los


valores en juego, reflexione sobre ellos y tome decisiones, a partir principalmente
de situaciones dilemáticas
hipotéticas y reales en diálogo con los otros

El “enfoque vivencial” complementa el anterior porque amplía las situaciones


y fuentes de aprendizaje de valores del aula al centro o institución escolar,
considerada como una microsociedad democrática
El “enfoque de construcción de la ética a través del servicio al otro” supone
la existencia de oportunidades graduadas de servir en el ámbito escolar y en la
comunidad inmediata

El modelo tradicional o conservador busca el perfeccionamiento moral, a


partir de la idea de que lo que es bueno para un individuo es independiente de sus
propios deseos, y que el Estado puede dar preferencia a aquellos intereses y planes
de vida que considera que son objetivamente mejores. b) En el modelo libertario o
liberal se privilegian los derechos individuales y se estima que la educación no debe
estar basada en ninguna concepción particular del bien, y que le corresponde, más
bien, proporcionar los elementos morales y supuestamente neutrales que permitan
a los individuos elegir por ellos mismos.

Se considera, en consecuencia, que cada individuo puede aprender por sí


mismo lo que está bien (y lo que está mal) y llegar a tener sus propios valores. c) El
modelo comunitario, por su parte, prioriza los derechos sociales por encima de los
individuales y enfatiza la importancia de la pertenencia a la comunidad política.

Desde un relativismo cultural, considera que la calificación moral de una


acción como buena o mala depende de cada cultura o cada grupo social. d) El
modelo republicano pone el acento en la formación del ciudadano basada en el
desarrollo de las virtudes cívicas comola lealtad, el patriotismo, la honestidad, la
prudencia y el orgullo, entre otras.

El modelo liberal-igualitario sostiene que hay una prevalencia de lo correcto


sobre lo bueno, a partir de un objetivismo moral mínimo que acepta como marco
normativo los principios de autonomía, dignidad e igualdad de los seres humanos
Educar es, ante todo, una praxis orientada a capacitar a las personas a leer e
interpretar la realidad y a asumir responsabilidades frente a ella y, por consiguiente,
educar en la moral significa formar en y para la responsabilidad frente a los demás.

Adela Cortina nacional y universal que deriva, por un lado, de un proceso de


diferenciación por el que el ciudadano se sabe vinculado a los miembros de su
comunidad (identidad que lo diferencia de los miembros de otras comunidades); por
otro, de un movimiento de identificación, en tanto que persona, con todos aquellos
que son también personas, aunque de diferentes nacionalidades el fin educativo de
formar ciudadanos para vivir en democracia desde una concepción de ciudadanía
activa y responsable, reconocen que en los procesos educativos está de por medio
la dignidad humana y encuentran en los derechos fundamentales un horizonte moral
obligado.

Los objetivos y retos actuales de la formación ciudadana


En la actualidad su uso se hace extensivo, como concepto y como práctica, para
referir a la formación que reciben tanto los ciudadanos como los futuros ciudadanos,
a la educación en el ámbito formal (escuela) y a la que se desarrolla en los espacios
informales, y no se constriñe a una determinada temporalidad, ya que demanda una
educación permanente a lo largo de la vida.

Bajo esta óptica, es importante explicar lo que la democracia puede hacer


para no sobrecargarla de expectativas y promover no sólo los derechos y libertades
sino también las responsabilidades y deberes ciudadanos, el apego a la legalidad y
un compromiso básico con sus normas e instituciones.

Una de las apuestas democráticas es lograr una educación que, a la vez que
promueve entre los ciudadanos y futuros ciudadanos la democracia como la mejor
forma de gobierno posible y modo de convivencia social, contribuye a recuperar la
política como asunto y capacidad propia de los ciudadanos.

Esto supone, entre otros retos, desarrollar las capacidades de intervención


efectiva de los ciudadanos en la esfera pública a través de los distintos mecanismos
de participación democrática, como el sufragio y la deliberación pública.

La formación ciudadana tiene la gran tarea de promover los valores de la


autonomía personal, la cooperación social y la participación, dotando a los
ciudadanos y futuros ciudadanos de las competencias cívicas y capacidades
necesarias para el ejercicio pleno de sus derechos. También enfrenta el reto de
despertar en ellos el interés o la vocación de participar en la vida pública.

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