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La Optica

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LA OPTICA

La óptica (del latín medieval opticus, relativo a la visión, proveniente del griego
clásico ὀπτικός, optikós)1 es la rama de la física que involucra el estudio del comportamiento
y las propiedades de la luz,2 incluidas sus interacciones con la materia, así como la
construcción de instrumentos que se sirven de ella o la detectan.3 La óptica generalmente
describe el comportamiento de la luz visible, de la radiación ultravioleta y de la radiación
infrarroja. Al ser una radiación electromagnética, otras formas de radiación del mismo tipo
como los rayos X, las microondas y las ondas de radio muestran propiedades similares.3
La mayoría de los fenómenos ópticos pueden explicarse utilizando la
descripción electrodinámica clásica de la luz. Sin embargo, la óptica práctica generalmente
utiliza modelos simplificados. El más común de estos modelos, la óptica geométrica, trata la
luz como una colección de rayos que viajan en línea recta y se desvían cuando atraviesan
o se reflejan en las superficies. La óptica física es un modelo de la luz más completo, que
incluye efectos ondulatorios como la difracción y la interferencia, que no se pueden abordar
mediante la óptica geométrica.
Algunos fenómenos dependen del hecho de que la luz muestra indistintamente propiedades
como onda y partícula. La explicación de estos efectos requiere acudir a la mecánica
cuántica. Al considerar las propiedades de la luz similares a las de las partículas, se puede
modelar como un conjunto de fotones individuales. La óptica cuántica se ocupa de la
aplicación de la mecánica cuántica a los sistemas ópticos.
La óptica como ciencia es un campo muy relevante, y es estudiada en muchas disciplinas
con las que está íntimamente relacionada, como la astronomía, varios campos de
la ingeniería, la fotografía y la medicina (particularmente la oftalmología y la optometría).
Las aplicaciones prácticas de la óptica se encuentran en una gran variedad de tecnologías,
incluidos espejos, lentes, telescopios, microscopios, equipos lásery sistemas de fibra
óptica.
Las primeras aplicaciones de la óptica muy probablemente comenzaron con el desarrollo de
lentes en el antiguo Egipto y en Mesopotamia. Las primeras lentes conocidas, hechas de
cristal pulido, a menudo cuarzo, datan ya del año 700 a.C., como la lente de Nimrud,4
descubierta en Asiria. También se conocen esferas de cristal rellenas de agua utilizadas
como lentes en la antigua Roma y en la antigua Grecia. La invención de estos objetos fue
seguida por la aparición de teorías sobre la luz y la visión planteadas por los antiguos
filósofos griegos y de la India, y por el desarrollo de la óptica geométrica en el mundo
grecorromano. La palabra óptica proviene de la palabra griegaὀπτική (optikē), que significa
"aspecto, apariencia".5
La filosofía griega sobre la óptica se dividió en dos ideas opuestas sobre cómo funcionaba
la vista: la "teoría de la visión" y la "teoría de la emisión".6 Un enfoque consideraba que la
visión provenía de los propios objetos, que emitían copias de sí mismos (llamadas eidola)
que eran captadas por el ojo. Con muchos propagadores, entre
ellos Demócrito, Epicuro, Aristóteles y sus seguidores.
Platón fue el primero que articuló la teoría de la emisión, la idea de que la visión se logra
mediante rayos emitidos por los ojos. También habló sobre la inversión en los espejos (de
la paridad entre un objeto y su imagen reflejada) en el Timaeus.7 Unos cien años
después, Euclides escribió un tratado titulado Óptica, donde vinculó la visión a la geometría,
creando la óptica geométrica.8 En su trabajo sobre la teoría de la emisión de Platón describió
las reglas matemáticas de la perspectiva y describió los efectos de
la refracción cualitativamente, aunque cuestionó que un rayo de luz emitido desde un ojo
iluminara instantáneamente las estrellas cada vez que alguien parpadeaba.9 Claudio
Ptolomeo, en su tratado sobre Óptica, introdujo una teoría de la visión que combinaba las
dos anteriores: los rayos (o el flujo emitido) del ojo formaban un cono, el vértice estaba dentro
del ojo y la base definía el campo visual. Los rayos eran sensibles y transmitían información
al intelecto del observador sobre la distancia y la orientación de las superficies. Resumió
gran parte del trabajo de Euclides y describió una forma de medir los efectos de la ley de
Snell, aunque no se dio cuenta de la relación empírica existente entre los ángulos.
Durante la Edad Media, las ideas griegas sobre la óptica fueron resucitadas y ampliadas por
varios escritores en el mundo islámico. Uno de los primeros fue Al-Kindi (c 801-73), que
escribió sobre los méritos de las ideas aristotélicas y euclidianas de la óptica, favoreciendo
la teoría de la emisión, ya que podía cuantificar mejor los fenómenos ópticos.11 En 984, el
matemático iraní Ibn Sahl escribió el tratado "Sobre espejos y lentes incendiarios",
describiendo correctamente una ley de refracción equivalente a la ley de Snell.12 Utilizó esta
ley para calcular formas óptimas para lentes y espejos curvos. A principios del siglo
XI, Alhacén, considerado uno de los padres de la óptica,13 escribió el Libro de Óptica (Kitab
al-manazir) en el que exploró la reflexión y la refracción y propuso un nuevo sistema para
explicar la visión y la luz basado en la observación y la experimentación.1415161718 Rechazó
la "teoría de emisión" de la óptica ptolemaica con sus rayos emitidos por el ojo, y planteó la
idea de que la luz se refleja en todas las direcciones en líneas rectas desde todos los puntos
de los objetos vistos y luego entra en el ojo, aunque no fue capaz de explicar correctamente
cómo el ojo captaba los rayos.19 El trabajo de Alhacén fue ignorado en gran medida en el
mundo árabe, pero fue traducido anónimamente al latín alrededor del año 1200 y más tarde
resumido y expandido por el monje polaco Witelo,20 convirtiéndose en un texto estándar
sobre óptica en Europa durante los 400 años siguientes.21
En la Europa medieval del siglo XIII, el obispo inglés Roberto Grosseteste escribió sobre
una amplia gama de temas científicos y discutió la luz desde cuatro perspectivas diferentes:
una epistemología de la luz, una metafísica o cosmogonía de la luz,
una etiología o física de la luz y un teología de la luz,22 basándose en las obras de
Aristóteles y el platonismo. El discípulo más famoso de Grosseteste, Roger Bacon, escribió
obras que citan una amplia gama de trabajos ópticos y filosóficos por entonces traducidos,
incluidos los de Alhacén, Aristóteles, Avicena, Averroes, Euclides, al-Kindi, Ptolomeo,
Tideus y Constantino el Africano. Bacon pudo usar partes de esferas de vidrio
como lupas para demostrar que la luz se refleja en los objetos en lugar de liberarse de ellos.
Los primeros anteojos prácticos fueron inventados en Italia alrededor de 1286.23 Este fue el
comienzo de la industria óptica del pulido de lentes para estos oculares, primero en Venecia
y Florencia en el siglo XIII,24 y más tarde en los centros de fabricación de gafas en los Países
Bajos y Alemania.25 Los fabricantes de gafas crearon tipos mejorados de lentes para la
corrección de la visión, basados más en el conocimiento empírico obtenido al observar los
efectos de las lentes que en utilizar la rudimentaria teoría óptica de la época (teoría que ni
siquiera podía explicar adecuadamente cómo funcionaban las gafas).2627 La práctica del
desarrollo, el dominio y la experimentación con lentes condujo directamente a la invención
del microscopio óptico compuesto alrededor de 1595 y del telescopio refractor en 1608.
Ambos aparecieron en los centros de fabricación de gafas en los Países Bajos.2829
Hacia el año 1600, Galileo Galilei dirigió su primitivo telescopio refractor hacia el firmamento,
dando origen a la astronomía moderna, que podía servirse de instrumentos de aumento para
ver los detalles de los cuerpos celestes. Siguiendo su estela, a principios del siglo
XVII Johannes Kepler amplió la óptica geométrica en sus escritos, cubriendo las lentes, los
reflejos de espejos planos y curvos, los principios de la cámara estenopeica, las leyes de los
cuadrados inversos que rigen la intensidad de la luz y las explicaciones ópticas de
fenómenos astronómicos como los eclipses lunares y solares y el paralaje astronómico.
También fue capaz de deducir correctamente el papel de la retina como el órgano real que
percibe las imágenes, y finalmente fue capaz de cuantificar científicamente los efectos de
los diferentes tipos de lentes que los fabricantes de gafas habían estado observando durante
los últimos 300 años.30 Después de que se inventara el telescopio, Kepler estableció las
bases teóricas sobre cómo funcionaba y describió una versión mejorada, conocida
como telescopio kepleriano, utilizando dos lentes convexas para producir una mayor
ampliación.31

Portada de la primera edición del tratado Opticks, de Isaac Newton

La teoría óptica progresó a mediados del siglo XVII con los tratados escritos por el
filósofo René Descartes, en los que explicaba una gran variedad de fenómenos ópticos,
incluyendo la reflexión y la refracción al asumir que la luz era emitida por los objetos que la
producían.32 Esta interpretación difería sustancialmente de la antigua teoría de emisión
griega. A finales de la década de 1660 y principios de la de 1670, Isaac Newton expandió
las ideas de Descartes en una teoría corpuscular de la luz, y determinó que la luz blanca era
una mezcla de colores que se puede separar en sus partes componentes con un prisma. En
1690, Christiaan Huygens propuso una explicación ondulatoria para la luz, basándose en
las sugerencias que había hecho Robert Hooke en 1664. El propio Hooke criticó
públicamente las teorías de la luz de Newton y la disputa entre los dos duró hasta la muerte
de Hooke. En 1704, Newton publicó Opticks y, en ese momento, en parte debido a su éxito
en otras áreas de la física, generalmente se le consideraba el vencedor en el debate sobre
la naturaleza de la luz.32

Miroscopio de Robert Hooke, grabado de su obra Micrographia.

Entretanto, los instrumentos ópticos empezaron a experimentar considerables mejoras


técnicas, que permitieron a la ciencia adentrarse en campos hasta entonces inaccesibles,
desde lo extremadamente pequeño (representado por el descubrimiento de los microbios)
hasta lo inconcebiblemente grande (con un conocimiento cada vez mayor del sistema solar).
El microscopio, considerablemente evolucionado desde el primitivo modelo de Anton van
Leeuwenhoek (1650), permitió iniciar el estudio de las células gracias a los trabajos pioneros
de Robert Hooke, recogidos en su tratado Micrographia. Por otro lado, los telescopios
refractores habían alcanzado su límite teórico de resolución, limitado por la aberración
cromática, lo que en parte contribuyó al nacimiento de un nuevo tipo de instrumento:
el telescopio reflector. Fue Isaac Newton quien construyó el primero de estos instrumentos
en 1668. Este fue el inicio de una enconada carrera, que duró dos siglos y medio, entre los
dos tipos de telescopios: refractores (lentes) y reflectores (espejos). La invención de
las lentes acromáticas hacia 1750, permitió solucionar el problema de la aberración
cromática, lo que dio inicialmente la primacía a los telescopios refractores sobre los
primitivos telescopios reflectores, lastrados por la escasa luminancia y la poca durabilidad
de los espejos de speculum, una aleación de bronce que se oxidaba con relativa facilidad.
En esta época se sentaron las bases del desarrollo de los grandes refractores, que
con Joseph von Fraunhofer adquirieron su madurez funcional a finales del siglo XVIII,
convirtiéndose en la técnica dominante en el siglo XIX. También fue Fraunhofer quien
sentaría las bases de una nueva ciencia que forma parte de la óptica: la espectroscopia. Los
avances en la fabricación de lentes permitieron a su vez el desarrollo de los instrumentos
utilizados en geodesia, permitiendo completar con una precisión hasta entonces impensable
la medición del arco de meridiano de París en 1798, lo que permitiría establecer la unidad
de longitud del sistema internacional: el metro.
La óptica newtoniana fue generalmente aceptada hasta principios del siglo XIX,
cuando Thomas Young y Augustin Fresnel llevaron a cabo experimentos sobre
la interferencia de la luz, que establecieron firmemente su naturaleza ondulatoria. El
famoso experimento de la doble rendija de Young, con el que se hacía patente el fenómeno
de la interferencia, demostró que la luz seguía el principio de la superposición de estratos,
que es una propiedad ondulatoria no prevista por la teoría corpuscular de Newton. Este
trabajo condujo a una teoría de la difracción de la luz y abrió un área completa de estudio
en la óptica física. La óptica ondulatoria33 se unificó con éxito con
el electromagnetismo gracias a James Clerk Maxwellen los años 1860.34

Tubo de Crookes

La segunda mitad del siglo XIX contempló una serie de descubrimientos que sentarían las
bases del desarrollo de instrumentos ópticos a lo largo del siglo XX. En el campo de los
telescopios, la posibilidad de depositar una película de aluminio sobre una base de vidrio,
decantó de forma ya definitiva la carrera entre los dos tipos de telescopios, decidiéndose a
favor de los de espejos, que han seguido aumentando de tamaño sin cesar desde entonces.
Así mismo, se descubrió la base de la fotografía con los trabajos de Niépce, que a su vez
propiciaría la aparición del cine unas décadas después. Otro invento de finales del siglo XIX,
el tubo de rayos catódicos, permitiría desarrollar unos años después las pantallas
de televisión. En este período también vio la luz otro tipo de instrumento científico,
el interferómetro, que sirvió para dar un inesperado soporte a la teoría de la relatividad y que
con el paso del tiempo ha pasado a formar parte de equipos de medición de altísima
precisión, como el LIGO, que ha permitido confirmar la existencia de ondas gravitatorias a
comienzos del siglo XXI.
La aparente confirmación de la naturaleza ondulatoria de la luz debido a su carácter de
radiación electromagnética, llevó a un callejón sin salida, generando un intenso debate a lo
largo de medio siglo acerca de la existencia del éter, un medio hipotético que se consideraba
imprescindible para posibilitar la propagación de las ondas de luz. Se realizaron sin éxito
numerosos experimentos para demostrar su existencia (como el famoso experimento de
Michelson y Morley de 1887), y no sería hasta 1905 cuando Albert Einstein, con su Teoría
de la relatividad especial, estableció el papel clave de la velocidad de la luz como una de las
constantes fundamentales de la naturaleza, resolviendo de una vez por todas la cuestión del
éter, descartando definitivamente su existencia.35
El siguiente desarrollo en la teoría óptica llegó en 1899, cuando Max Planck modeló
correctamente la radiación del cuerpo negro, al asumir que el intercambio de energía entre
la luz y la materia solo ocurría en cantidades discretas que denominó cuantos.36 En
1905 Albert Einstein publicó la teoría del efecto fotoeléctrico que estableció firmemente la
cuantificación de la luz en sí misma.3738 En 1913 Niels Bohr demostró que los átomos solo
podían emitir cantidades discretas de energía, lo que explica las líneas discretas observadas
en los espectros de emisión y de absorción.39 La comprensión de la interacción entre la luz
y la materia que siguió a estos desarrollos no solo formó la base de la óptica cuántica, si no
que también fue crucial para el desarrollo de la mecánica cuántica en su conjunto. La última
culminación, la teoría electrodinámica cuántica, explica todos los procesos ópticos y
electromagnéticos en general como resultado del intercambio de partículas reales y
de fotones virtuales.40

Conjunto interferométrico de telescopios en Paranal


La óptica cuántica adquirió importancia práctica con las invenciones del máser en 1953 y
del láser en 1960.41 Siguiendo el trabajo de Paul Dirac en la teoría cuántica de
campos, George Sudarshan, Roy Jay Glauber y Leonard Mandel aplicaron la teoría
cuántica al campo electromagnético en los años 1950 y 1960 para obtener una comprensión
más detallada de la fotodetección y del comportamiento estadístico de la luz.
Otro hito importante en el campo de la aplicación práctica de dispositivos ópticos son
los LED, cuyo principio de funcionamiento (la electroluminiscencia) fue descubierto en 1903.
Se empezaron a producir industrialmente en la década de 1950, hasta hacerse
omnipresentes en las pantallas de todo tipo de aparatos de consumo de masas, como
teléfonos móviles o televisores.

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