(Erving Goffman) Frame Analysis PDF
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Los marcos
de la experiencia
Erving Goffman
227
SIGLO
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CIS
Centro de Investigaciones Sociológicas
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ÍNDICE
PRESENTACIÓN
Nota dd traductor, por José Luis Rodríguez................................ IX
El Frame Analysi! de Goffman, por Rom Harré .......................... xm
Erving Goffman y bibliografía sobre Goffman, por Blanca Lozano XVII
COLECCIÓN «MONQGRAFfAS,., NúM. 227
NOTA DE AGRADECIMIENTO....................................................... XX
l . INTRODUCCIÓN ....................................................................... 1
Los conceptos empleados por él evidencian la necesidad del enfo- ratero pueda darnos un sablazo inmediatamente después, antes inclu-
que psicosociológico a Ja hora de analizar la interacción humana. so de que podamos advertirlo. Sin olvidar la proliferación de anuncios
Los cambios de clave, las fabricaciones, Ja transformaciones y sus a través del correo electrónico ofreciendo desde pastillas para mejorar
derivados, las refabricaciones y las retransformaciones, describen a las la erección a los que ofrecen tesis doctorales emitidas por universida-
mil maravillas el mundo convulso del cambio de centuria; las rupturas des desconocidas pero dotadas de una cierta <<legitimidad», pasando
de los marcos, los desencuadres, los errores y las ambigüedades o las por las ofertas de comercio sexual o los fármacos para luchar contra la
disputas sobre los marcos nos permiten considerar los marcos no sólo depresión o la artrosis que inundan de basura las redes informáticas
como un mero mecanismo cognoscitivo sino que además nos permi- del mundo entero.
ten encuadrar la experiencia, una experiencia de origen y contenido La aparición desmedida de magos, adivinos, los llamados menta-
esencialmente sociales. listas, los hipnotizadores, los espiritistas, los echadores de cartas que
Los marcos, como dice nuestro autor, no sólo organizan el signifi- pueblan las televisiones ofreciendo a las audiencias televisivas alterna-
cado sino que además organizan la participación, por lo tanto tienen tivas a las religiones establecidas en decadencia tiene su tratamiento
que ver no sólo con el conocimiento sino también con la acción. La en la obra que presentamos.
importancia del concepto ha sido tan grande que no hay manual hoy La importancia de Frame Analysis radica en que concede relevan-
en día que al hablar de comunicación no cite a Goffman a la hora de cia a todo lo que queda fuera de los marcos que contienen la psicolo-
hablar de los marcos, pese al uso restringido de su sentido cognitivo, gía y la sociología tradicionales, fuera también de las líneas habituales
como acabo de exponer. de la investigación en las ciencias sociales.
La potencia de los conceptos diseñados por Goffman en Frame Es una buena noticia que por fin vea esta obra su publicación en
Analysis nos permite estudiar fenómenos de gran actualidad en la vida castellano, cerca del año de los fastos del Quijote que Goffman no
cotidiana y desde los más frívolos como el mundo de los <<famosos», podía dejar de mencionar en Frame Analysis, como el lector podrá
esos habitantes de las revistas y programas televisivos del corazón que comprobar en un par de ocasiones. Las visiones, las ilusiones dd hé-
viven de y cuentan las miserias de la gente «famosa>>, a los serios y de roe cervantino, las luchas contra los molinos como ejemplo de trans-
gran alcance como el terrorismo que azota a Europa en estos momen- posición a clave baja, su manera de experimentar el mundo son un
tos o el engaño masivo de las armas químicas en posesión de Irak para claro y perfecto ejemplo de los conceptos que Goffman aborda en su
desencadenar una guerra terrible de consecuencias todavía imprevis- obra.
tas, que abusan de los cambios de clave y de las fabricaciones para He querido ser fiel en la traducción no sólo al espíritu sino a la li-
convencer a través de los medios a una opinión pública anegada de teralidad de Frame Analysis, al estilo goffmaniano que usa frases lar-
una mezcla de contaminantes y degradantes del medio ambiente y so- gas y con largos circunloquios, neologismos que él crea, vocablos loca-
cial, tan peligrosa como la basura radioactiva. les de uso exclusivo de la época en que la obra fue escrita, donde
Una parte importante de las citas que aporta Goffman en el Frame altera el orden lógico de la frase y donde el inglés toma el aspecto de
Analysis hace referencia a policías, detectives, espías y especialistas in- una lengua mucho más compleja, casi al estilo del alemán, o al menos
filtrados que son capaces de asestar duros golpes a las células terroris- así me lo parece.
tas; pues bien, este mundo ha multiplicado sus efectivos de forma ex- En ese trabajo, el de la primera traducción que es la base sobre la
ponencial con una sofisticada tecnología que permite reencuadres que he construido la actual, he de mencionar la supervisión y la inesti-
desconocidos en la época de Goffman. mable ayuda de Magdalena Mora. Nos llevó muchos cafés y consultas
Goffman, de haber vivido en la actualidad, habría disfrutado de diversas conseguir una traducción medianamente pulcra que por fin
incluir en sus análisis las máquinas que hablan y dan instrucciones puede ponerse a disposición del público interesado.
para echar gasolina o tomar un refresco, por poner sólo algunos ejem- Y por último, poner en evidencia, como no podía ser menos, que
plos, los cajeros automáticos susceptibles de fabricaciones que hacen esta traducción tiene el sello goffmaniano hasta en su producción, pues
posible copiar el código de nuestras tarjetas de crédito para que algún la traducción que ahora aparece tiene, como recién señalé, una nueva
XII Nota Je/ traductor EL FRAME ANALYSIS DE GOFFMAN
que una persona consigue «meter un pie», es decir, logra una entrada, ve, por ejemplo de serio a irónico, han sido sometidas a un cierto ma-
un lugar legítimo desde el que introducirse en las actividades conver- quillaje.
sacionales del grupo. Es_te enfoque ha sido desarrollado ampliamente Sin embargo, la misma idea general ha sido propuesta bajo una di-
a lo largo de estos años como Ja «Teoría dd posicionamiento» (Harré versidad de denominaciones en la última década. Algunos analistas
y Van Langenhove, 1999). Goffman se resistió, o así lo parece, a re- han asumido los términos técnicos de Goffman y les han dado un nue-
conocer los aspectos morales de «meter un pie», es decir, concebir el vo giro. Por ejemplo, Deborah Tannen (1993) usa algunos de los con-
logro de una entrada en una pieza de acción social en términos de los ceptos de Goffman, y en particular los de «marco» y <<meter un pie>>,
derechos y obligaciones que recaen en alguien como miembro de un en sus análisis de la estructura de la creación cotidiana del orden so-
grupo social a pequeña escala. La «Teoría dd posicionamiento» se ha cial. Otros han trabajado en lineas paraldas para llegar a resultados
desarrollado a partir de la intuición original de Goffman·, añadiéndole semejantes, como que la realización de la manera de desarrollarse los
la dimensión moral. encuentros se vincula con repertorios a priori. La actual y popular
El método de Goffman destacó frente al acervo de los procedi- «Teoría del posicionamiento» está basada sobre la idea de un orden
mientos usuales de la investigación sociológica, el cuestionario o la en- moral local que constriñe la acción dentro de los límites de lo justo y
trevista y el análisis estadístico de los resultados, lo que podría llamar- lo adecuado. Y sobr~ todo, la poderosa investigación de Wittgenstein
se el «diseño extensivo». Las ciencias naturales raramente usan el sobre los antecedentes que, a priori dan sentido al discurso de la vida
diseño extensivo. Más bien hacen uso de ejemplos indicativos, como diaria en el concepto de «bisagra» (Wittgenstein, 1972) corre paralela
recomendó hace mucho Francis Bacon. Un ejemplo certero es más re- a la linea de Frame Ana/ysis.
velador de la verdadera naturaleza de cierta clase de fenómenos que Hay además una intuición clave de Goffman de la que se han hecho
una población amplia, donde sólo aparecen unas propiedades merma- eco, a menudo sin un reconocimiento explícito, muchos otros autores.
das. Goffman buscó detalle y profundidad a costa en apariencia del En «¿Dónde están los marcos?», Shotter (1993), para usar a un autor
ámbito. Sin embargo, su método ciertamente proporcionó hallazgos destacado, ha argumentado a favor de la tesis de que los marcos y co-
generalizables. Cuando se ha leído La presentación de la persona, la sas semejantes están implícitos en las prácticas compartidas de una
vida cotidiana se nos presenta con innumerables y reveladores ejem- comunidad de coautores, donde ellos no están en absoluto represen-
plos del estilo dramatúrgico ilustrando la manera como los encuentros tados de modo individual.
se desarrollan. Dicho esto, el genio de Goffman sigue estando directa o indirec-
Goffman en Frame Analysis introdujo también otro repertorio de tamente en el corazón de la revolución de la psicología social, una
conceptos analíticos para entender los encuentros a pequeña escala. revolución que comenzó en los años setenta, pero que todavía ha de
Un «marco» es aquello con lo que una persona da sentido a un derrocar el neoconductismo rampante de la corriente dominante. El
encuentro y con lo que maneja una franja de vida (strip o/ lije) emer- cambio de énfasis de los individuos a las comunidades donde se ubi-
gente. Este concepto y los conceptos subsidiarios que Goffman in- can los recursos cognitivos con los que manejan su vida de forma or-
trodujo como sus análisis ampliados han sido asumidos por la investi- denada y el cambio correspondiente de un análisis estático a uno diná-
gación sociológica, aunque en versiones que quizá no hubieran sido mico estaban ya prefigurados en el trabajo de Goffman desde el
aprobadas por el propio Goffman. Por ejemplo, pueden encontrarse · principio. Resulta excelente tener una edición en español de esta gran
propuestas simplificadas y esquematizadas de los «marcos» para ser obra que espero que inspire a otros a unirse en el esfuerzo de hacer
usadas, de forma más o menos mecánica, por los estudiantes uni- nuestras vidas inteligibles, pese a lo complejas que puedan parecer.
versitarios en sus investigaciones, sin cultivar «el ojo clínico» tan ca-
racterístico de Goffman en sus estudios. Conceptos tales como la
«ruptura del marco», que supone hablar y actuar de acuerdo con
un repertorio diferente de conceptos rectores, «el cambio de clave»
(keying), las pequeñas indicaciones que muestran un cambio de da-
XVI El Framc Analysis de Gof/man ERVING GOFFMAN Y BIBLIOGRAFfA SOBRE GOFFMAN
antes de descubrir lo que ha estado ocurriendo y ocasiones en nuestra sentidos, siendo el que nosotros juzgamos que es la realidad más real,
propia actividad donde podemos posponer considerablemente la deci- el que mantiene nuestra creencia más viva, aqud ante el que deben ce-
sión de manifestar lo que hemos estado haciendo. Es cierto, sin embar- der el paso los otros mundos 4 • James en todo esto estaba de acuerdo
go, que éstos no son los únicos principios de organización. La vida so- con Brentano, el maestro de Husserl, y sugería, como llegó a hacer la
cial es lo bastante incierta y lo bastante grotesca como para no tener fenomenología, la necesidad de distinguir entre el contenido de una
que desear llevarla más al terreno de la irrealidad. percepción actual y el estatus de realidad que damos a lo que se encie-
Así pues, dentro de los límites de la mala reputación que tiene el rra o queda entre corchetes [bracketed]*, dentro de la percepción'·
análisis de la realidad social, este libro presenta otro análisis de la reali- El recurso crucial de James fue, desde luego, un juego bastante
dad social. Intento seguir una tradición establecida por Wtlliam James escandaloso con la palabra mtmdo (o realidaá). Lo que él quería signi-
en su famoso capítulo «The Pepception of Reality» 1, que se pu6Iicó~ ficar no era el mundo, sino el mundo actual de una detenninada per-
por primera vez como artículo en Mind en 1869. En vez de preguntarse sona, y de hecho ni aun eso, como argumentaremos. No había ningu-
qué cosa era la realidad, James dio a la cuestión un giro fenomenológi- na buena razón para usar palabras tan pretenciosas. James abrió una
co subversivo, subrayando la siguiente pregunta: ¿En qué circunstan- puerta y dejó entrar a la vez la luz y el viento.
cias pensamos que las cosas son reales? Lo importante de la realidad, se- En 1945, Alfred Schutz retomó de nuevo el tema de James en un
gún él, es nuestra sensación de su ser real, en contraste con nuestro trabajo titulado «Ün Multiple Realities» 6• Su argumento seguía al de
sentimiento de que algunas cosas carecen de esa cualidad. Alguien,
pues, se puede preguntar en qué condiciones se genera ese sentimien-
to, cuestión que se centra en un problema pequeño y manejable que ' El interés de James por el problema de la divenidad·de-mundos no era efímero.
En su obra Varietier ofReligious Experience (Nueva York, Longmans, Green and Co_,
tiene que ver con la cámara y no con lo que la cámara está retratando. ~ 1902) afrontó la misma cuestión, a través de otra vía_
James, en su respuesta, subrayó los factores de la atención selecti- • Hemos traducido bracket por corchete_ En inglés, la palabra bracket significa tan-
va, d compromiso íntimo y la no contradicción con lo que ha sido co- to corchete como paréntesis, aunque también existe parenthesi'r para la palabra castella-
nocido de otra manera. Y lo que es más importante: hizo una tentativa na pllréntesis- Goffman, a lo largo dd texto, utiliza bracket generalmente, salvo en unos
pocos casos donde utiliza el término pllréntesiS. Nos hemos indinado por d término
para diferenciar los diversos y diferentes «mundos» que nuestra aten- corchete, pues si bien es mucha la influencia de la fenomenología de Husserl en Goff-
ción y nuestro interés pueden hacer reales para nosotros, los posibles man -lo que aconsejaría la adopción de paréntesis-, no es menos la influencia de la
subuniversos, los «órdenes de existencia>> (para emplear la frase de lingüística, donde es más frecuente d uso del corchete. La adopción del término cor-
Aron Gurwitsch), donde cada objeto de una clase detenninada pue- chete ha originado algunas incoherencias tipográficas en el texto, pero hemos preferi-
do dar prioridad al pensamiento dd autor, que utiliza indistintamente dos términos
de tener su entidad propia: d mundo de los sentidos, el mundo de los
que en castellano son bien diferenciados (N. del T.).
objetos científicos, el mundo de las verdades filosóficas abstractas, ' «Pero ¿quién no ve que en w..a proposición no creída o dudosa, interrogativa o
los mundos de los mitos y las creencias sobrenaturales, d mundo de los condicional, las ideas se combinan de fonna idéntica a como lo hacen en una proposi-
locos, etc. Cada uno de estos submundos, según James, posee «SU esti· ción sólidamente creída?» (James, Principies o/Psychology, 2, P- 286). Aron GutWitsch
lo especial y separado de existencia>> 2 y «cada mundo, en cuanto que en su obra The Field o/ Consciousness (Pittsburg, Duqucsne University Press, 1964)
hace Wl comentario similar aJ tratar de Husserl:
se le presta atención, es real a su modo: sólo la realidad se desvanece
con la atención» 3• Entonces, después de acÍoptar-~t;posiclón radical, Mencionamos entre tales caracteres aquellos relativos a los modos de presentación, como cuando
una cosa es, en un momento, percibida, en ouo, recordada o meramente imaginada, o cuando un
James se echó atrás: concedió un estatus especial al mundo de los determinado estado de cosas (d tema idéntico de una proposiciónl se afuma o se niega, se pone en
duda, se cuestiona o se considera probable [p. 327].
' Primeramente apareció en Philosophy and Phenomenological Research, V (1945),
1
WilliamJames, Principlero/ Psychology, vol. 2 (Nueva York, Dover Publications, pp. 533-576; se reimprimió en Collected Papen, 3 vols. (La Haya, Martinw Nijhoff,
1950), cap_ 21, PP- 283-284. Aquí, como en el resto de la obra, los cursivas en los mate· 1962, 1, pp. 207-259). Una versión posterior es: « The Strati6cation of the Life·World>.,
riales que se citm1 aparecen como en d original_ en Alfred Schutz y Thomas Luclcmann, The Structures oflhe U/e-World, traducido por
2
Ibid_, P-291- Richard M. Zaner y H. Tristam Engelhardt, Jr. (Evanston, Ulinois, Northwcstern
J Ibld_, p. 293- Univetsity Prcss, 1973 ), pp. 21-98. Un influyente tratamiento de las ideas de Schutz se
4 Erving Go!fman lntroducdón
James de un modo sorprendentemente cercano, pero prestaba más atribuyendo su prioridad a nosotros mismos y no al mundo:
atención a la posibilidad de descubrir las condiciones que deben cum-
plirse para generar un ámbito de «realidad», un «área limitada dotada Porque encontraremos que el mundo de la vida cotidiana, el mundo del senti-
de sentido», en cuanto opuesta a otra. Schutz añadía la noción, intere- do común, tiene una posición privilegiada entre las distintas áreas de la reali-
sante, aunque no del todo convincente, de que nosotros experimenta- dad, ya que sólo dentro de él resulta posible la comunicación con nuestros se·
mejantes. Pero el mundo del sentido común es desde su origen un mundo
mos una clase especial de shock cuando saltamos repentinamente d~s
sociocultural y las muy diversas cuestiones relacionadas con la intersubjeti-
de un «mundo», digamos el de los sueños, a otro, como el del teatro· vidad de las relaciones simbólicas que se originan dentro de él están determi-
nadas por él y encuentran su solución en él 9,
Hay tantas y tan innumerables clases de experiencias diferentes de shock
como diferentes áreas limitadas dotadas de sentido a las que puedo conferir el
acento de realidad. Algunos ejemplos son: el shock de quedarse dormido, y al hecho de que nuestro cuerpos participan siempre en el mundo co-
como el salto al mundo de los sueños; la transformación interior que sufrimos tidiano, cualquiera que sea nuestro interés en ese momento. Esta par-
cuando se levanta el telón en el teatro, como la transición al mundo de la esce- ticipación implica una capacidad de afectar al mundo cotidiano y de
na; el cambio radical de actitud si, ante un cuadro, limitamos nuestro campo ser afectado por él 10• Así pues, en vez de hablar de un subuniverso
visual a aquello que está dentro del marco, como el paso al mundo pictórico; que se genera de acuerdo con ciertos principios estructurales, se habla
nuestra perplejidad, que se disuelve en risa, cuando, al escuchar un chiste, es- de que éste tiene un cierto «estilo cognoscitivo».
tamos dispuestos durante un breve lapso de tiempo a aceptar el mundo ficti- El trabajo de Schutz (y su obra en general) fue puesto de relieve
cio de la broma como una realidad con relación a la cual el mundo de nuestra entre los sociólogos etnográficos por Harold Garfinkel, quien amplió
vida cotidiana adopta el carácter de necedad; el movimiento del niño hacia su el argumento acerca de la múltiple realidad al seguir buscando (al me-
juguete, como la transición al mundo del juego; y as[ sucesivamente. Pero
nos en sus primeros trabajos) las reglas que, cuando se observan, nos
también las experiencias religiosas en todas sus variedades, por ejemplo, la
experiencia kierkegaardiana del «instante>>, como el saleo a la esfera religiosa, permiten generar un «mundo» d~ una especie determinada. Es de es-
son ejemplos de shock, así como la decisión del científico de sustituir toda su perar que una máquina diseñada según las especificaciones adecuadas
apasionada participación en los asuntos de «este mundo» por una actitud pudiera hacer funcionar la realidad de nuestra elección. El atractivo
contemplativa desinteresada 7• conceptual que esto tiene resulta obvio. Un juego como el del ajedrez
genera un universo habitable para aquellos que pueden jugarlo, un
Y pese a que, al igual que James, Schutz consideraba que un ámbi- plano de ser, un reparto de papeles con un número aparentemente ili-
to, «el mundo en funcionamiento», tenía un estatus preferencial, apa- mitado de situaciones y actos diferentes, para realizar a través de ellos
rentemente fue más reservado que James sobre su carácter objetivo: sus naturalezas y destinos. Sin embargo, gran parte de esto es reduci-
ble a un pequeño conjunto de reglas y prácticas interdependientes. Si
Hablamos de áreas dotadas de sentido y no de subuniversos porque lo que la plenitud de sentido de la actividad cotidiana depende, de modo se-
constituye la realidad es el sentido de nuestra experiencia y no la estructura mejante, de un conjunto cerrado y limitado de reglas, entonces su ex-
ontológica de los objetos 8, plicación proporcionaña un poderoso medio para analizar la vida so-
cial. Por ejemplo, alguien podña entonces ver (siguiendo a Garfinkd)
encuentra en la obra de Pctcr L. Bcrger y Thomas Luckmann, The Social Construction que la importancia de ciertos actos desviados reside en que socavan la
o/ Reality (Gardcn City, N. Y. Doubleday & Company, Anchor Books, 1966). (Existe inteligibilidad de todo lo demás que pudiéramos pensar que estaba
traducción en castellano, Ed. Arnorrortu.) ocurriendo a nuestro alrededor, incluyendo todos los actos posterio-
7
Schutz, CollecteJ Papers, 1, p. 231. (Existe la traducción al castellano de las obras res, generando, por lo tanto, un desorden difuso. El descubrimiento
de Schutz en Ed. Amorrortu.)
1
lbiJ., p. 230. Véase también d trabajo de Alfred Schutz titulado Re/lections on
the Problem o/ Relevance, editado por Richard M. Zaner (New Haven, Cono., Yale
University Prcss, 1970), p. 125. En los temas relativos a Schutz estoy en deuda con Ri- 9
De «Symbol, Rcality and Sociccyi., en Alfrcd Schutz, Collected Papers, 1, p. 294.
10
chard Grathoff. lbid., p. 342.
6 Eroing Goffinan lntrodua:ión 7
de las reglas constitutivas que informan el comportamiento cotidiano algo que él pueda pretender que está sucediendo realmente a la vez
sería como conseguir la alquimia del sociólogo -la transmutación de que pretende_que no es real. Lo que nos queda es, pues, la semejanza
cualquier parcela de la actividad social corriente en una publicación estructural entre la vida cotidiana -olvidando por un momento la
iluminadora-. Se podría añadir que aunque James y Schutz resultan posibilidad de que no sea posible encontrar un catálogo satisfactorio
convincentes cuando argumentan que algo como el «mundo» de los de lo incluible en él- y los diversos «mundos» del hacer creer, pero
sueños se organiza de modo diferente al mundo de la experiencia coti- no hay manera de conoc~r cómo podría modificar esta relación nues-
diana, no resultan nada convincentes a la hora de proporcionar una tra visión de la vida cotidiana.
explicación acerca de cuántos <<mundos» diferentes hay y de si la vida El interés en la línea de pensamiento de James y Schutz ha sido
cotidiana, cuando se está plenamente despierto, puede considerars~ reactivado recientemente por personas cuyo estimulo inicial procedía
realmente producida según reglas por un solo plano del ser, en el su- de fuentes no muy relacionadas históricamente con la tradición feno-
puesto de que se las considere efectivamente. Tampoco han tenido menológica: la obra de aquellos que crearon lo que se ha dado en lla-
mucho acierto al describir las reglas constitutivas de la actividad coti- mar «el teatro del absurdo», que se muestra en toda su plenitud en los
diana 11 • Uno se enfrenta al desconcertante hecho metodológico de dramas analíticos de Luigi Pirandello. El muy útil trabajo de Gregory
que la proclamación de las reglas constitutivas parece una partida Bateson <<A Theory of Play and Phantasy» 12 , que plantea directamen-
de final abierto que un número cualquiera de personas puede jugar te la cuestión de la seriedad y la falta de seriedad, permitiéndonos ver
permanentemente. Los jugadores normalmente aportan cinco o diez cuán sorprendente es la experiencia, de tal modo que una parcela de
reglas (como yo). pero no hay base para pensar que otros no puedan actividad seria puede ser utilizada como modelo para montar versio-
enumerar mil presupuestos adicionales. Además, estos estudiosos ol- nes carentes de seriedad sobre la misma actividad y que, en ocasiones,
vidan clarificar que su preocupación más frecuente no es la sensación puede que no sepamos si lo que está ocurriendo es la realidad misma
que el individuo tiene de lo que es real, sino más bien aquello por o una representación. (Bateson introdujo su propia versión utilizable
lo que se siente atrapado, absorbido o entusiasmado; y esto puede ser de la noción de poner entre corchetes [bracketing] y también el argu-
mento de que los individuos pueden introducir intencionalmente una
confusión en el marco de aquellos con los que están tratando; es en el
11
Los diversos pronunciamientos de Schutz parecen haber hipnotizado a algunos artículo de Bateson donde se propone el término marco [frame] en
estudiosos al tratarlos más como definitivos que como sugercmcs. Su versión del cccsti- un sentido aproximado al que yo quiero utilizar) u. La obra deJohn
lo cognitivo» de la vida cotidiana reza como sigue: Austin, quien, siguiendo a Wittgenstein 14 , sugirió de nuevo que lo que
l. una tensión específica de conciencia, es decir, un amplio estado de vigilfa que se origina nosotros queremos decir con «Sucediendo realmente>> es algo compli-
por una plena atención a la vida;
2. una qioji especifica, es decir, la suspcmión de la duda;
cado, y que, aunque un individuo pueda soñar cosas irreales, es apeo-
3. una formo prevalente de espontaneidad, es decir, un trabajo (una espontaneidad plena de sen-
tido basada en un proyecto y canictcrizada por La intención de llevar a cabo d proyectado es-
lado de cosas mediante movimientos corporales cngnmados en d mundo exterior);
4. una forma especifica de experimentar d sí mismo propio Cd sí mismo que actúa coma un sí u Psychiatric Research Reports, 2, American Psychiatric Association (diciembre de
mismo total); 1955), pp. 39-51. Se ha reproducido en su obra Steps toan Ecology o/ MinJ (Nueva
'· una fonna específica de socialidad (d mundo común intenubjetivo de la comunicación y la York, Ballantine Boolcs, 1972), pp. 177-193. Es útil la exégesis de Wtlliam F. Fry,Jr.,
acción social); Sweet Madnm: A Study o/ Humor (Palo Alto, California, Paciftc Boolcs, 1968). (Tra-
6. una perspectiva temporal espc:dfica Cd tiempo estándar que se origina en una interacción en- ducción castellana de Carlos Lohlé, Buenos Aires, 1976.)
tre Li Jurie [duración] y d tiempo cósmico como csuuaura temporal universal del mundo in- 0 Edward T. Cone, en el primer capítulo de su libro Musical Form and Musical
tcrsubjet.ivo).
Performance (Nueva York, W. W. Norton & Company, 1968), utiliza de forma bastan-
Éstos son cuando menos algunos de los rasgos dd estilo cognoscitivo pcrtenccien· te expüdta d término marco de forma muy parecida o como lo hoce Batcson y sugie-
tes a esta área particular dotada de sentido. En la medida en que nuestras experiencias re algunas lineas iguales de investigación, pero pienso que lo hace con gran indepen-
de este mundo -tanto las válidas como las invalid4das- comparten este estilo, pode- dencia.
mos considerar a esta área dotada de sentido como real, podemos poner sobre ella d 14 Véase, por ejcmplo, llls Phiwsophical lnuestigations de Ludwig Wittgenstein, tra-
acento de realidad [ibiJ., pp. 230-231]. ducidas al inglés por G. E. M. Anscombe (Oxford, Basil Blackwell, 1958), porte 2, sec. 7.
8 Erving Goffman lntrodu«ión 9
piado decir de él que en esa ocasión está reaimente soñando 1'. (Tam- der a elegir mi distancia y mi nivel arbitrariamente, sin necesidad de
bién me inspiro en el trabajo de un especialista en Austin, D. S. Sch- una justificación especial 18•
wayder, y en su excelente libro, The Strati/ication o/ Behavior) 16• Los Algo similar sucede en relación con la perspectiva. Cuando los
esfuerzos de aquellos que estudian el fraude, el engaño, la falsa identi- roles que participan en una actividad están diferenciados -cir-
ficación y otros efectos «Ópticos» (o al menos publican acerca de cunstancia muy frecuente- probablemente la visión que tiene una
ellos) y el trabajo de aquellos que estudian la «interacción estratégi- persona de lo que está pasando es bastante diferente a la de otra. Se da
ca>>, incluyendo la forma en que la ocultación y la revelación pesan so- el caso de que lo que para el jugador de golf es juego, para el cadí es
bre las definiciones de la situación. El útil trabajo de Barney Glaser y trabajo. Intereses diferentes generarán, en frase de Schutz, rdevancias
Anselm Strauss, «Awarenness Contexts and Social lnteraction» 17• Por motivacionales diferentes. (Además, la variabilidad se complica en
último, el reciente esfuerzo de las disciplinas de orientación lingüística este caso por el hecho de que aquellos que aportan perspectivas dife-
al emplear la noción de «código» como recurso que informa y confi· rentes para los «mismos» acontecimientos, es probable que empleen
gura todos los acontecimientos que caen dentro de los límites de su distancias y niveles de enfoque diferentes.) Es cierto que, en muchos
aplicación. casos, algunos de los que adoptan puntos de vista y enfoques diver-
He utilizado ampliamente todas estas fuentes, reclamando para mí gentes pueden estar dispuestos a reconocer que el suyo no es el oficial
únicamente el mérito de haberlas reunido. Mi perspectiva es situado~ o el «real>>. En el golf, los cadis, al igual que los instructores, trabajan,
nal, lo cual significa una preocupación por aquello que puede ser vital pero ambos estiman que su tarea es especial, puesto que tiene que ver
para un individuo en un momento determinado, y esto a menudo iml con un servicio a las personas dedicadas a jugar. En cualquier caso,
plica a algunos otros individuos particulares, sin que haya que limitar~ inicialmente daré por supuesto otra vez el derecho a elegir mi punto
se necesariamente a la palestra mutuamente controlada de los encuen- de vista, mis relevancias motivacionales, limitando esta elección de
tros cara a cara. Doy por supuesto que cuando los individuos asisten' a perspectiva únicamente por otra que los participantes reconocieran
una situación actual se enfrentan con la pregunta: «¿Qué es lo que fácilmente como válida.
está pasando aquí?». Ya se pregunte explícitamente, en tiempos de Más aún, es obvio que en la mayoría de las «situaciones» aconte-
confusión y duda, ya tácitamente, en momentos de certidumbre habi- cen muchas cosas diferentes de modo simultáneo --cosas que es pro-
tual, la pregunta se hace, y la respuesta a ella se presume por la forma bable que hayan empezado en momentos diferentes y terminen de ma-
en que los individuos proceden entonces a tratar los asuntos que tie- nera asincrónica 19- . Preguntar «¿Qué es lo que está pasando aquí?»
nen ante sí. Por tanto, al empezar por esta pregunta, este libro intenta sesga las cuestiones en la dirección de una exposición unitaria y de la
describir un marco de referencia al que se podría apelar en la búsque- sencillez. También se me debe permitir temporalmente este sesgo.
da de la respuesta. Así pues, hablar de una situación «actual» (al igual que hablar de lo
Permítaseme decir en seguida que la pregunta «¿Qué es lo que que está pasando «aqui»)' implica permitir tanto al lector como al au-
está pasando aquí?» es bastante sospechosa. Cualquier acontecimien- tor que mantengan cómodamente la impresión de que saben con cla-
to puede ser descrito en términos de un enfoque que incluye un espec- ridad lo que están pensando y que están de acuerdo en ello. La canti-
tro más amplio o más reducido -puesto que la cuestión está relacio- dad de tiempo que cubre «actual>> (al igual que la cantidad de espacio
nada, pero no es idéntica-, basado en un enfoque en primer plano o que cubre «aquÍ») obviamente puede variar mucho de una ocasión a
distante. Y no existe ninguna teoría sobre cuáles habrán de ser la dis-
tancia y d nivel empleados. Para empezar, se me debe permitir proce- 11
Véase el trat11miento de Em11nud A. Schegloff, «Notes on a Conversacional
Practice: Fonnulating Place», en David Sudnow (ed.), Studies in Social lnteracti'on
(Nueva York, The Free Prcss, 1972), pp. 75-119. Existe una critica muy difundida del
u Véase, por ejemplo, el capítulo 7 de su libro Sense and Sensibiüa (Oxford, Ox- rol como un concepto que presenta el mismo argumento.
19
ford University Press, 1962). Está descrito con gran esmero por Roger G. Barker y Herbcrt F. Wright en Mid·
16
Londres, Roudedge & Kegan Paul, 1965. west and lts Chi/Jren (Evanston, Ill., Row Peterson & Company, 1964), cap. 7, cDivi-
17 American Sociologica/ Review, XXIX (1964). pp. 669-679. ding the Bcbavior Sucam», pp. 225-273.
10
Eruing Go/fman lntroducr:ión 11
la siguiente y de un participante a otro; y el hecho de que los pa~ci· que acontece en realidad es simplemente un chiste, un sueño, un acci-
pantes parezcan no tener dificultad en llegar rá~idao;iente a un .m~smo dente, un error, un malentendido, un engaño, una representación tea-
y aparente entendimiento sobre este tema no ruega 1mportanc1a tnte· tral, etc. Y se dirigirá la atención hacia aquello que sentimos que está
lectual a nuestro intento de descubrir en qué consiste ese consenso pasando que lo hace tan vulnerable como para necesitar de varias re·
aparente y cómo se establece. Hablar de algo que acontece a la vista lecturas.
de los observadores es situarse en un terreno más firme que el usual en Se ofrecen en primer lugar los términos elementales requeridos
las ciencias sociales; no obstante, el terreno sigue siendo movedizo, y por el tema a tratar. Mi tratamiento de estos términos iniciales es abs·
todavía sigue en pie la cuestión crucial de cómo se ha logrado un tracto, y temo que las formulaciones aportadas resulten ciertamente
acuerdo aparente en lo concerniente a la identidad del «algo» y lo que toscas para los cánones de la filosofía moderna. El lector debe conce-
incluye el «a la vista>>. · der inicialmente el beneficio de la duda a fin de que ambos podamos
Finalmente, resulta claro que la caracterización retrospectiva del adentramos en temas que (siento) son menos sospechosos.
<<mismo» acontecimiento o de la «misma» ocasión social puede diferir El término franja [strip] se usará para referirse a cualquier corte
ampliamente, ya que el rol de un individuo en una ta~ea puede pro· o banda arbitraria de la corriente de actividad en curso, incluyendo en
porcionarle un juicio valorativo distinto seg~ sea el ttpo de t~ea en este caso las secuencias de acontecimientos, reales o imaginarios, tal
particular. En este sentido se ha alegado, por e1e~plo, que los hJ?chas como son vistos desde la perspectiva de aquellos subjetivamente im-
de los equipos contendientes en un parado de fútbol no expe.nmen- plicados en mantener algún interés en ellos. No hay que entender la
tan el <<nÜsmo» partido 20, y que aquello que hace que el pamdo sea franja como reflejo de una división natural hecha por los sujetos de
bueno para un participante que le da mucha importancia es lo que lo la investigación o como una división analítica elaborada por los estu-
hace malo para el participante que le da poca. diosos que investigan; se usará sólo para referirse a cualquier conjunto
Todo lo cual sugiere que uno debería sentirse incómodo por la fa- amplio de sucesos (cualquiera que sea su estatus en la realidad) sobre
cilidad con que se presume que puede identificarse y referir termino- los que uno quiere llamar la atención como punto de partida para el
lógicamente sin problema a los participantes en una actividad. Porque análisis.
en verdad una pareja «besándose» puede ser también un «hombre>> Y se hará desde luego un amplio uso del término marco de Ba·
que saluda a su «esposa» o «Juan» que se muestra cuidadoso con el teson. Doy por supuesto que las definiciones de una situación se ela-
maquillaje de «María>>. . . boran de acuerdo con los principios de organización que gobiernan
Sólo quiero decir que, pese a que estas cuesuon~ son muy unpor· los acontecimientos -al menos los sociales- y nuestra participación
cantes, no son las únicas, y que no requieren necesanamente que se las subjetiva en ellos; marco es la palabra que uso P,ara referirme a esos
trate antes de proseguir. Por lo tanto, en este caso yo también las deja- elementos básicos que soy capaz de identificar. Esta es mi definición
ré dormir hasta más adelante. de marco. Mi expresión análisis del marco es un eslogan para referir-
, Mi objetivo es intentar aislar algunos de los marcos de referencia me, en esos términos, al examen de la organización de la experiencia.
' disponibles en nuestra sociedad que son b~i~os para ~a compren~ión Normalmente, para tratar cuestiones convencionales, resulta
y la explicación del sentido de los acontecmuentos, as1 como anali~ar práctico desarrollar los conceptos y los temas en una cierta secuencia
los riesgos especiales a que están sujetos esos marc?s de r~erenc1a. lógica: nada de lo que viene antes depende de algo que vendrá des-
Comenzaré con el hecho de que, desde el punto de vtsta parttcular de pués y es de esperar que los términos desarrollados en un momento
un individuo, en tanto que es posible que una cosa pueda aparecer determinado se usen realmente para algo que aparece más tarde. A
momentáneamente como lo que realmente está pasando, de hecho lo menudo, la queja del escritor es que la presentación lineal constriñe lo
que es, en realidad, una cuestión circular, que requiere idealmeme la
JO Presentado quizá con excesivo énfasis en un conocido y temprano artículo de
introducción simultánea de los términos, y la queja del lector suele ser
Albert H. Hastorf y Hadley Cantril, « The Saw a Gamc: A Case Study», en ]ournal o/ que los conceptos definidos de manera muy elaborada no son de gran
Abnormal and Social Psychology, XLIX (19,4), pp. 129·234. utilidad pasado el momento en que se hizo mucho ruido acerca de su
12 Erving Gof!man Introducción 13
sentido. En los análisis de marcos la presentación lineal no supone de «ejemplos», «ilustraciones» y «casos en cuestión», y cuyo objeto es
una gran dificultad. Ni tampoco la definición de los términos que no descubrir las teorías populares de la evidencia que subyacen al hecho
se usarán después. El problema, de hecho, es que una vez introducido de acudir a estos recursos, todavía nos encontraríamos con que proba-
un término (lo que ocurre en el momento en que se necesita por pri- blemente habría que usar ejemplos e ilustraciones, sin tener por qué
mera vez), comienza a tener excesivo peso, no sólo al aplicarlo a lo que viciar totalmente el análisis.
viene detrás, sino también al volver a aplicar en cada capítulo aquello Al volver sobre el tema de la reflexividad y al argumentar que el
que ya se ha aplicado. Así pues, cada sección sucesiva del estudio se lenguaje ordinario es un recurso adecuado para discutirlo, no quiero
hace más farragosa, hasta que apenas puede darse un paso por no decir que estas cuestiones lingüísticas peculiares deban excluir todas
poder desembarazarse de todo lo que se va arrastrando. El proceso las preocupaciones restantes. Una autoconciencia metodológica ple-
es muy parecido al de las horrorosas canciones de estribillo, como si na, inn1e:.diata y persistente margina todo estudio y análisis excepto el
-en el caso del análisis del marco-- lo que el viejo MacDonald tuvie- del problema reflexivo en cuanto tal, desplazando, por lo tanto, cam-
ra en la granja fueran perdices y enebros. pos de investigación en vez de aportar contribuciones a ellos. Así
Las discusiones sobre el marco conducen inevitablemente a cues- pues, utilizaré con profusión las comillas para sugerir un sentido espe-
tiones referentes al estado de la discusión como tal, porque en este cial de la palabra señalada de ese modo, sin preocuparme sistemática-
caso los términos que se aplican a lo analizado deberían aplicarse tam- mente del hecho de que este recurso se utilice rutinariamente de muy
bién al análisis. Parto del supuesto de sentido común según el cual el variadas y diferentes maneras 23 , de que éstas parecen incidir mucho
lenguaje ordinario y las prácticas de escritura ordinaria son lo sufi- sobre la cuestión del marco ni de que debo asumir que el contexto de
cientemente flexiblc5 como para permitir expresar cualquier cosa que uso conducirá automáticamente a mis lectores y a mí a tener un mismo
uno quiera expresar 21 • En este caso adopto la posición de Camap: entendimiento, aunque ni ellos ni yo podemos ser capaces de explicar
más la cuestión. Procederé de igual modo con las precauciones y la
Las oraciones, las definiciones y las reglas sintácticas de una lengua tienen pauta que los filósofos del lenguaje ordinario nos han dado. Se que
que ver con las formas de esa lengua. Pero, ahora bien, ¿cómo han de ser esas el término crucial real puede haber sido wittgensteinizado permanen-
oraciones, esas definiciones y esas reglas para estar correctamente expresa- temente, en un difuminado de usos ligeramente diferentes, pero pro-
das? ¿Es necesaria una especie de supralenguaje para ese fin? ¿Y un tercer
lenguaje para explicar la sintaxis de ese supralenguaje, y así hasta el infinito?
cederé basándome en la presunción de que la cautela puede llevamos
¿O es posible formular la sintaxis de una lengua dentro de la propia lengua? gradualmente a un entendimiento de los temas básicos que informan
El miedo obvio surgirá en este último caso, debido a que podrían hacer su la diversidad, una diversidad que la propia cautela establece inicial-
aparición ciertas definiciones reflexivas, contradicciones de naturaleza apa-
rentemente similar a las de aquellas que son familiares tanto para la teoría de 21
T. A. Richards, por ejemplo, ofrece una versión en su libro How to Read a Page
Cantor de los agregados transfinitos como para la lógica prerrusselliana. Pero (Nueva York, W. W. Norton and Company, 1942):
más tarde veremos que es posible, sin ningún peligro de que surjan contradic- Todos reconocemos -de un modo más o menos sistemático- que las comillas sirven para dife-
ciones o antinomias, expresar la sintaxis de una lengua en esa misma lengua, rcmcs propósitos:
con una amplitud condicionada por la riqueza de los medios de expresión de l . Hay v~ en que solamente muestran que estamos citando, as! como dónde empie2:1 y acaba
la lengua en cuestión u. nuestra ata.
2. A_ veces impl.ic31l qu: la palabra o palabras que incluyen son en ciena medida cuestionables y
solo se ruan de considerar en un sentido cspccútl con referencia a cicrta definición especial.
Por lo tanto, aunque uno tome como propia la tarea de examinar 3. Otras veces sugieren que lo citado no tiene sentido o que realmente no existe aquello que pre·
el uso que se hace en las humanidades y en las ciencias menos sólidas tenden denominar.
4. Algunas veces sugieren que las palabras están usadas impropiamente. Las comilLis equivalen o
ocio así llam11do•.
21
Wovan man hicht sprechen kann, ist hicht der satz. « Wovan man nicht sprechen 1 '· c;>tr~ veces sólo indican que h11blamos de las palabras en cuanto que distinguiéndolas de sus
kann, darüber muss man schweigen».
:u Rudolf Camap, The Logical Syntax o/Language, traducido por Amethe Smcaton
(Londres, Kcgan Paul, Trcnch, Trubner and Co., 1937), p. 3.
.¡ signifü:ados...IS» y «llt>o son más corusque "l!bove». «Chien• significa lo mismo que .dog>o,
etc.
Hay muchos otros usos [p. 66).
14 Eroing Golfman lntroáucr:ión 1.5
mente, y que lo que se da por supuesto en lo concerniente al sentido do. Yo no intento aquí arrullar sino meramente asomarme a hurtadi-
de esta palabra puede hacerse así sin riesgo, hasta que sea conveniente llas y observar cómo ronca la gente.
atender a lo que se ha estado haciendo. Por último, una nota sobre los materiales utilizados. En primer lu-
Una advertencia más. Hay muchas y buenas razones para dudar gar, se da el hecho de que trato de nuevo en este libro sobre cosas que
de la clase de análisis que se va a presentar. Yo mismo lo haría si no ya he tratado en otros -otro envite al análisis del fraude, el engaño, d
fuera el mío. Es demasiado libresco, demasiado general, está demasia- timo, los espectáculos de varias clases y cosas -pareddas-. Hay mu-
do apartado del trabajo de campo como para tener una buena oportu- chas notas a pie de página a lo ya escrito flnucha repetición de otras
nidad de ser otra cosa que un bosquejo mentalista más. Y, como se po- cosas que he escrito 24 • Estoy intentando ordenar mi pensamiento.so-
drá advertir a lo largo de la obra, hay ciertas cosas que no se pueden bre esos temas, con la pretensión de construir un enunciado general.
tratar adecuadamente con los argumentos que se dan. (Acuño una se- Ésa es la excusa.
rie de términos -algunos «básicos»; pero muchos escritores lo han En segundo lugar, a lo largo de todo el libro se utilizan amplia-
estado haciendo durante años sin gran provecho.) Sin embargo, algu- mente anécdotas tomadas de la prensa y de libros populares del géne-
nas de las cosas de este mundo parecen urgir el tipo de análisis que yo ro biográfico v. Difícilmente podría haber datos con menos valor a
intento hacer aquí, y es fuerte la compulsión para intentar diseñar un simple vista. Es obvio que los acontecimientos pasajeros típicos o re-
marco de referencia que desarrolle esta tarea, aun cuando esto signifi- presentativos no son noticiables, precisamente por esa razón; sólo los
que que otras tareas se hagan de mala manera. extraordinarios lo son, e incluso éstos están sujetos a la violencia edi-
Otra renuncia. Este libro trata sobre la organización de la expe- torial rutinariamente empleada por escritores amables. Nuestra com-
riencia -algo que un actor individual puede asumir mentalmente- prensión del mundo precede a estos relatos, decidiendo cuáles selec-
pero no trata de la organización de la sociedad. De ninguna manera cionarán los periodistas y cómo se contarán los seleccionados. Las
pretendo hablar acerca de los temas nucleares de la sociología-la or- historias de interés humano son una caricatura de lo evidente en el
ganización social y la estructura social-. Estos.temas han sido y pue- grado auténtico de su interés, proporcionando una unidad, una cohe-
' den seguir siendo ~ien es~'º?g~s_ sin refe~_ci_l!_~g~na ~ .~~r~o. No rencia, una mordacidad, una autoconsumación y un dramatismo sólo
me ocupo de la estructura de la vidá- sociál, sino de la estructura de la toscamente sostenidos, si es que lo son de alguna manera, por el vivir
experiencia que los individuos tienen en cualquier momento de sus vi- cotidiano. Cada una de ellas es Uf!ª combinación de un experimentum
das sociales. Personalmente mantengo que en cualquier caso la socie· crucis y de una caseta de feria. Esa es su gracia. El diseño de estos
dad es lq_primero en todos los aspectos y que las preocupaciones. ac- acontecimientos relatados responde plenamente a nuestras deman-
lUales de cualquier indiVfduo ocupan uñ segundo lugar: este informe das, que no lo son de hechos, sino de tipificaciones. Su relato demues-
trata sólo de temas secunqarios_. Este libro tiene fallós más que sufi- tra la capacidad de nuestra comprensión convencional para abordar el
cientes en las áreas que pretende tratar; no hay necesidad de buscar li- estrafalario potencial de la vida social, su mayor alcance de experien-
mitaciones respecto a aquello que no pretende cubrir. Desde luego, cia. Así pues, lo que parece una amenaza para nuestra manera de dar
puede aducirse que centrarse en la naturaleza de la experiencia perso- sentido al mundo resulta ser una defensa de aquél ingeniosamente se-
nal -con las implicaciones que esto puede tener para dar una consi- leccionada. Lanzamos estas historias al aire para evitar que el mundo
deración igualmente seria a todas las cuestiones que podrían interesar
momentáneamente al individuo- es en sí mismo un punto de vista
con marcadas implicaciones políticas, y que éstas son conservadoras. 2
~ Tan es así que uso abreviaturas de mis fuentes, cuya lista se puede encontrar en
El análisis desarrollado aquí no capta las diferencias entre las clases la página XX.
favorecidas y las desfavorecidas y se puede decir que distrae la aten- " Roland Barthes ofrece un análisis de las historias «de relleno» [/illers] que se pu·
ción de estos temas. Pienso que es verdad. Tao sólo puedo sugerir que blican incidentalmente, junto con una muestra de licencia literaria, en «Structurc of
Fait-DiverS», incluido en su libro Critica/ Ersays, traducido al inglés por Richard
aquel que combate la falsa conciencia y despierta a la gente a sus ver- Howard (Evanston, Ill., Northwestem Univcrsity Prcss, 1972), pp. 185-195. (Existe
daderos intereses tiene una gran labor porque el sueño es muy profun- traducción al cll.Stellano, en Siglo XXI.)
16 Eroing Go!fman lntroducr:ión 17
nos perturbe. En general, no presento, por lo tanto, estas anécdotas cualquiera, proporcionándonos algo del fondo común de una expe-
como evidencia o prueba, sino como cuadros clarificadores, como riencia común, algo que los escritores pueden presumir que los lecto-
marcos imaginativos que logran, a través de los cientos de libertades res conocen.
que se toman sus narradores, celebrar nuestras creencias sobre el fun-
cionamiento del mundo. Así pues, lo que me gustaría obtener de estas
narraciones es aquello que se depositó en ellas.
* * *
Estos datos muestran otra insuficiencia. Los he entresacado a lo Ésta es la introducción. El hecho de escribirla permite al autor inten-
largo de los años, a la buena de Dios, usando principios de selección tar establecer los términos de aquello sobre lo que va a escribir. Las
misteriosos para mí mismo que, además, han cambiado de un año a explicaciones, excusas y disculpas diseñadas para reenmarcar lo que
otro y que no podría recuperar aunque quisiera. También en este caso sigue a ellas, diseñadas para trazar una línea divisoria entre las defi-
hay involucrada una caricatura del muestreo sistemático. ciencias existentes entre lo que el autor escribe y sus propias deficien-
Además de los recortes periodísticos como fuente de material, me cias, sirven para dejarle -así lo espera- un poco mejor defendido de
apoyo en otra fuente tan cuestionable como la primera. Puesto que lo que lo estaría en otro caso 26• Este tipo de trabajo ritual ciertamente
este estudio intenta tratar sobre la organización de la experiencia
como tal, ya sea «actual» o de otras clases, recurriré a lo siguiente: tiras
cómicas, tebeos, novelas, películas y, en especial, la escena propiamen- l
6
Existe un útil arúculo de Jacob Brackman, útulado .cThe Put·Ün» [«El carne·
te dicha. En este caso, participo en los mismos horrores de sesgo que lo»] (The New Yorker, 24 de junio de 1967, pp. 34·73). En su introducción de 12 pá·
ginas a fa edición de bolsillo, d autor describe:
los ya mostrados en la selección de fragmentos de noticias de interés
Poner al dúi. Si la «pUe5ta al dúi» de este ensayo significara susticuir chisces e imérpreces ya desa-
humano. Tiendo a servirme de materiales que los escritores de otras parecidos por 01ros mais actuales y añadir un apéndice sobre la aparición de cchocolaterias>o" ca·
tradiciones usan, ya sea en la crítica literaria y teatral de la llamada melísticas, concursos tck:visivos camelísticos y bouciques de Sears camclisticas: de cienos editores
«alta» cultural actual, ya en la clase de periodismo sociológico que in- cacareando: «tsta es la novela que le hará pregunr.ocse: •¿Me esuará dando gaco por liebre d au-
tor•,., y de miles de anuncios centelleantes que parecerían decir: «Ya sé que usted sabe que estoy
tenta interpretar desde los cambios en superficie de la experiencia vi- imentando venderle algo; pero hagámonos los tontos sobre el producto,.. Si «pusiese al día>o si·
caria, comercialmente disponible, hasta la naturaleza de nuestra socie- guiendo cstaS directrices, y si añadiese breves comcnwios sobre la boda de Ttny Tim, las películas
de Paul Morrisscy, la muene de Paul McCanncy, entonces este escrito empezaría a oler a inautén·
dad en general. En consecuencia, muchas de las cosas que he de decir tico [...].
sobre estos materiales ya habrán sido dichas muchas veces, y mejor, Creo que una pieza como ésta debe dejarse que se mantenga 11SÍ -no ne«$8riamence en su
por escritores de moda. La excusa para lanzarme descaradamente a sintnxi.s, sino dentro de los límites de su conciencia original-, como un fragmento de historia cul-
tural. Puede haber sido válida para un presente preciso, en cuestión de meses o de días. ¿Quién irá
este territorio ya ocupado es que tengo un interés especial, un interés a alegar ahora que el tiempo sea tlln breve? Una vez que la versión ha sido devorada, deglutida e
que no reconoce diferencias de valor entre una buena y una mala no- incorporada, a menos que haya quedado congelada en algún lugar; su imponanCÍll ~do han
vela, una obra de teatro moderna y otra antigua, entre un tebeo y una ocurrido ya cienas cosas, cuando se han rcvclndo ya cienas cosas- ha pasado para siempre. Todo
lo que nos quedn son rclatos «puescos al día>, groccscamente estirados, degradados y rcfrcsc:ados,
ópera. Todas estas cosas son igualmente útiles para explicar el carácter como cuando las qucrd.las sobre lo que se llevaban co eones de pelo se hacen npareccr como d fu.
de las franjas de la actividad experimentada. Acabo citando obras fa- ror de una década. Si hubiese de escribir esto pieza hoy tlo que, en verdad, sería imposible), ape-
nas habría algo que quedase igual hoy (lo que, en verdnd, seria imposible), apcnns hobria·algo que
mosas· reconocidas como susceptibles de establecer criterios de vali- quedase igual. Entre las cosas del mundo real sobre las que puede intentarse escribir, es posible
dez, y otras obras menores que circulaban en el momento de la redac- que la sensibilidad 5CIJ la miís resbaladiza. Si ahora no puedo escribir 11118 pieza nueva, ¿cómo voy a
ción de este libro, pero no porque piense que los ejemplos de esos poder volver atrás y ponerme a recocar la vieja? [Th~ Put-On (Nueva York, Banr111J1Books, 1972),
pp. 10-11].
géneros posean un especial valor cultural ni un refrendo acreditado. • Rrfctencia id mundo de Lis drol".IS (N. ~I T.).
Los críticos y comentaristas citan a los clásicos de un género al tratar Brackman afirma además que los elementos actuales de interés cultural pasan de
las obras actuales para explicar lo que hay en ellas -si es que lo hay- moda muy rápidamente y por completo y, en consecuencia, también pasan de moda
de importante y artísticamente valioso. Me sirvo torpemente de los velozmente los escritos que se refieren a esos elementos. Sugiere además que la gracia
mismos materiales, así como de las críticas sobre éstos, simplemente de tales escritos es traer a la conciencia aquello no apreciado muy conscientemente, y
hacerlo por primera vez, y que cualquier redaboración o reedición olerá a rancio.
porque están a mano. Estos materiales ciertamente los tiene a mano Pienso que todo esto tiene una cierta dosis de verdad y que describe correctamente
18 Erving Golfman Introducción 19
puede desconectar a un peatón apresurado de la pequeña molestia aquí, sabrás que odio a ese personaje...»- no acierta a cambiar fácil-
que pudiera ocasionarle a un extraño que pasara a su lado.Justamente mente la posición que le hemos atribuido. Pero ¿qué pasa si escribe
del mismo modo, cales esfuerzos son optimistas cuando su propósito que le gustaría acertar con ese artilugio pero sabe que no le deja-
es refundir cómo ha de ser considerado un libro largo. (Y más opti· remos?)
mistas todavía en el caso del prólogo a una segunda edición, edición
prologada ya a su vez, lo que constituye un intento de refundir lo ya * * *
refundido.)
Y ¿qué decir de las discusiones acerca de ser pueril y obvio? Pienso
* * * que una palabra incorrectamente deletreada puede ser utilizada con
éxito por quien la deletreó mal como ilustración de deletreo in-
Pero ¿qué decir sobre los comentarios a los prólogos? ¿Dónde acaba correcto y analizada como tal. Pero ¿puede un escritor fingir en sus
para el escritor y el lector (o para el hablante y su audiencia) un tema escritos para después proclamar efectivamente que lo ha hecho para
comenzado en un cierto momento? ¿Acaso ese tipo de comentario ofrecer una ilustración de mal gusto y falta de sofisticación? ¿Sería
choca con la inclinación del lector a descartar o criticar el prólogo necesario que lo mostrase y, en ese caso, cómo haría ver que lo di-
como actividad? ¿Y si resultara que el prólogo estaba escrito con mala cho no era una mera treta urdida a posteriori para sacar el mayor
fe, confeccionado desde el principio para ejemplificar este uso, qué partido posible de algo que no podía evitar que resultara una cosa
llegará a hacerse de él? ¿Reenmarcará, por tanto, el lector retrospecti· mala?
vamente el prólogo como algo que en realidad no es un prólogo sino
una ilustración inadecuadamente introducida de algún prólogo? ¿O si * * *
• se admite la mala fe de manera no convincente, dejando abierta la po-
sibilidad de que el descubrimiento sea una ocurrencia tardía? ¿Qué ¿Y si en las primeras páginas, después del agradecimiento a los cole-
sucede entonces? gas que me ayudaron, hubiera dicho: «Richard C. Jeffrey, por otra
parte, no me ayudó»? ¿Y si hubiera hecho aquí (en estas últimas pá-
* ~ * ginas) la sugerencia de que el objetivo era gastar una pequeña bro-
ma y de pasada hacer tomar conciencia de una coacción implícita
Pero ¿acaso el último comentario me excusa en alguna medida de sobre los escritos de agradecimiento? En este caso podría conside-
haber sido pueril y obvio al hacer un comentario sobre los prólogos, rarse ese objetivo como de mala fe, bien como un esfuerzo post hoc
como cuando en un libro dedicado a analizar chistes se le excusa al para protegerme por haber pretendido ser ingenioso, bien como la
autor que los chistes sean malos pero no que sea malo el análisis que admisión de haber cogido al lector en la trampa de aceptar una es-
se hace de ellos? (El novelista que hoy en día introduce el estilo direc- tratagema, es decir, un enunciado cuya razón para incluirlo después
to en el cuerpo de su obra -<<Querido lector, si has llegado hasta se mostraría que no había sido clara. Pero ¿qué sucede, como de
hecho es el caso, cuando todo el asunto va incluido como una pre-
gunta dentro de una selección de la introducción que trata de una
la contingencia de esa clase de temas, siendo inevitable que surja un elemento no
enunciado de interés para el lector, a partir dd interés actual dd tema en cuestión. Este
consideración acerca de las introducciones y, por lo tanco, no ha de
elemento decaerá bastante rápidamente, dejando al escritor en la situación de haber tomarse como si poseyera el carácter inicial de una introducción
escrito algo que ya no se puede leer con interés. De hecho, todos los analistas de chistes simple y directa?
se han enfrentado a este problema, puesto que 1n versión actual de un chiste básico so- Y después de todo esto ¿puedo hacer comprender que de hecho
bre el que escriben hoy parecerá muy desfasada mañana. Pero ya que Brackman se Richard C. Jeffrey no me ayudó? ¿Lo hace esta última frase? Y si es así
ciñó a la reimpresión, su introducción hace la labor de encuadre que las introduccio-
nes pueden hacer para separar al productor de su producto, aduciendo en su caso que ¿se debería haber usado un condicional como en «Y después de todo
la pieza en cuestión era una expresión de su sensibilidad entonces, pero no ahora. esto, podría hacer comprender que..., etc.>>? ¿Entonces, qué? Y ¿po-
20 Erving Golfman Introducción 21
dría este último comentario transformar un aserto en una ilustración y sarme adecuadamente en mi propio texto («Y si yo hubiera dicho an-
nuevamente poner en duda la cuestión de Richard C. Jeffrey? tes: "¿Qué pasa con los asteriscos que dividen y separan ... "; sería
éste... ?») como ilustración? Y en esta última frase ¿no ha desapareci-
* * * do toda duda acerca del derecho a usar efectivamente asteriscos,
puesto que, después de todo, un uso dudoso citado como ejemplo de
Y si el prólogo y los comentarios sobre el prólogo y los comentarios uso dudoso deja de ser algo que es dudoso para imprimirlo?
sobre los comentarios al prólogo se cuestionan, ¿qué sucede con los
asteriscos que dividen y separan las diversas secciones en que esto se
distribuye? Y si la ortografía siguiera intacta, ¿socavaría est~ ·última
* * *
pregunta los recursos de enmarque, incluyendo aquellos que encor- Y si deseara comentar la frase anterior a la última, la que contiene una
chetan esta frase con la anterior? frase entrecomillada y entre paréntesis, que de hecho cuestiona los as·
teriscos, ¿podría efectivamente citar esa frase, es decir, emplear los
* * * signos de puntuación aparentemente requeridos y, no obstante, per-
mitir al lector una comprensión fácil de lo que se ha estado diciendo
Y si ho hubiera dicho antes: «¿Qué pasa con los asteriscos que divi- acerca de ello? ¿Se habría llegado al lúnite de hacer cosas en letra im-
den y separan ... ?»; ¿sería éste un uso adecuado de los caracteres de presa?
imprenta y se podría formular con facilidad una regla? Dadas las rele-
vancias motivacionales de los ortógrafos, un libro sobre ortografía
puede utilizar adecuadamente un conjunto de caracteres de imprenta
* * *
para ilustrar la tipografía, desdeñando decir algo con su significado. De esto trata Frame Analysis.
De modo semejante, un libro de geografía puede adecuadamente pa-
sar del texto a los mapas. Pero cuando un autor policiaco hace que su
héroe encuentre un mensaje cifrado en un trozo de papel arrugado y
muestra la pista al lector insertando aquél en el centro de la página
como si fuera un mapa en un libro de geografía, de modo que el lector
vea las arrugas y el mensaje, ¿qué cambio ha pedido el escritor al lec-
tor que haga para pasar a un marco que no es de ficción; y tenía sufi-
ciente derecho a pedírselo? Resulta muy ingenioso el que un antropó-
logo, al describir el papel de la metáfora (con especial referencia a
fuentes animales), escriba: «Desde luego, uno siempre siente un poco
de vergüenza al introducir el concepto de metáfora en las ciencias so-
ciales y quizá sucede así porque piensa que siempre hay algo impreci-
so y confuso en ello» 27 • De modo semejante, si yo intento ser evasivo
en los prólogos, ¿es esto diferente acaso de escribir sobre los trucos
empleados en los prólogos (que no tienen por qué ser necesariamente
realizados al comienzo del estudio)? ¿No es la diferencia entre hacer y
escribir sobre el hacer? Y al considerar todos estos temas, ¿puedo ha-
agencia que se interfiera deliberada, causal ni intencionalmente, del tiempo en un noticiario. Así pues, se trata de hechos y no de me-
que ningún actor dirige continuadamente el resultado. No cabe ros acontecimientos. (Sostenemos ciertas distinciones básicas y
imaginar, respecto a estos acontecimientos, el éxito o el fracaso· no 1
perceptibles dentro de la esfera social, como la que se da entre el pro-
hay involucradas sanciones negativas ni positivas. Prevalecen el de- pósito humano y el animal, pero de esto hablaremos más después.)
terminismo y la determinación más completos. Existe cierto enten- Utilizamos el mismo término, causalidad, para referirnos al efecto
dimiento de que los acontecimientos percibidos con este tipo de es- ciego de la naturaleza y al efecto pretendido del hombre, conside-
quema pueden ser traducidos reductivamente a otros percibidos en rando al primero como una cadena infinitamente prolongada de
un marco más «fundamental» y que ciertas premisas, tales como la efectos causales y causantes, y al segundo como algo que en cierta
noción de la conservación de la energía o la de un tiempo único medida comienza con una decisión mental 2•
irrevers!ble~ ser~~ comp~rti_d~s por todo el mundo. Por supuesto: En nuestra sociedad, pensamos que los agentes inteligentes po-
en las c1enc1as f1S1cas y biologicas 1 se encuentran versiones elegan- seen la capacidad de integrarse en el curso del mundo natural y de
tes de estos marcos de referencia naturales. Un ejemplo corriente explotar su determinabilidad, siempre que se respete el patrón natu·
de ellos sería el estado del tiempo, tal como se ofrece en un parte ral. Se piensa, además, que, con la posible excepción de la fantasía o el
meteorológico. pensamiento puros, cualquier cosa que un agente pretende hacer esta-
Por otra parte, los marcos de referencia sociales proporcionan rá continuamente condicionada por los imperativos naturales y que el
una base de ent~n~imiento de los acontecimientos que incorporan la acto efectivo requerirá la explotación -y no el olvido-de esta con-
voluntad, el ~bJe_uvo y ~l esfuerzo de control de una inteligencia, dición. Incluso cuando dos personas juegan a las damas, teniendo el
de una agencia v1~a -siendo el ser humano la más importante de tablero en la cabeza, aun en ese caso tendrán que transmitir informa-
ellas-. Esa agen~1a lo es todo menos implacable, y puede ser enga- ción relativa a las jugadas, requiriendo este intercambio una compe·
t~sada, adulada, msulta~a y amenazada. Lo que hace puede descri- tencia física, un uso deliberado de la voz en el habla o de la mano en
birse como «haceres gwados>? [guided doings]. Estos actos someten la escritura. El supuesto es, pues, que aunque los acontecimientos na-
a quienes los realiziña «cnterios», a la valoración social de la acción turales ocurren sin una intervención inteligente, los actos inteligentes
basada en su honestidad, eficiencia, economía, seguridad, elegancia, no pueden realizarse de manera efectiva sin intervenir en el orden na-
tacto, buen gusto, etc. Se mantiene un tratamiento seriado de la se- tural. Así pues, cualquier fragmento de acción socialmente guiada
cu;nc~a!idad, es decir, un ~!mtrol corrector continuado, que se hace puede ser analizada, en parte, conforme a un esquema natural.
~as vmble .c~_ando la acc1on es inesperadamente bloqueada o des- Parece, pues, que los haceres guiados permiten dos tipos de
viada, requmendose un esfuerzo compensatorio especial. Intervie- comprensión. Uno -más o menos común a todos los actos- tiene
nen el motivo y la intención y su imputación ayuda a seleccionar el que ver con la manipulación patente del mundo natural de acuerdo
marco de referen_c_ia (de e?tre los varios existentes) que se aplicará con las limitaciones especiales que los sucesos naturales imponen. El
para la comprens1on. Un ejemplo de hacer guiado sería el pronóstico otro tipo de comprensión tiene que ver con mundos especiales en
los que puede llegar a participar el actor y que, desde luego, varían
1
considerablemente. Así, en las damas, cada jugador utiliza como
Edward.Shils, en un sugerente trabajo sobre los aspectos sociopoliticos dd orden guía dos bases radicalmente diferentes: una perteneciente a cuestio-
moral, «Chansma, Order and Status», en Ameriazn Soaologiazl Rl!Vil!W, XXX (196.5),
pp. 199-213, afirma:
Los descubrimient~ fuo~talcs. de la ciencia moderna en cosmología, astrononúo, medicino, 2
Los refinamientos proporcionados de manera no intencionada por los filósofos
neurología! gcol<>glll Y ~encuca son unponamc:s como revelaciones del orden básico del cosmos.
El or~cn ctentCfico, al igual que el orden desvelado por la teología, tiene sus imperativos. Tener expresan la oscuridad de nuestras ideas en este punto. Véanse, por ejemplo: Anhur C.
«tclaa~ ~~ con las verdades de la ciencia, hacer cosas a la «manera cicntifica., tener Danto, cWhat We Can Do», en]ournal o/ Philorophy, LX (1963), pp. 435-445; «Basic
~a «acarud acn~ca. so~ respucsw a los imperativos del orden desvelado por la investigación ActionS», en Ameriazn Philosophical Quarlerly, 11 (1%5), pp. 141-148; Dona.Id David.
ctcntifica! ':Jl la DUSma medida en que el santo lcmor de Dios es una respuesta a los imperativos del son, «Agency», en Robert Binkley y otros (eds.), Agent, Action and Reason (Toronto,
orden religioso desvelado por la 1colog.ía [p. 203J. UniversityofTorontoPrcss, 1971), pp. 3·2.5.
26 Erving Go/fman Marcos de ~feiyncia primarios 27
nes de orden físico -el manejo físico del vehículo, no del signo-; la da que empleamos proporciona..!!!1~man!r~ .Qe_gescri!>ir el acoi:iteci-
otra hace referencia al auténtico mundo social de las posiciones miento a que s_e aplica. La salida del sorés un acontecimiento natural;
opuestas que la partida ha generado, ya que una jugada puede ha- ..b?i~la persiana pará impedir que entre el sol, un hacer guiad9. Cuan-
cerse igualmente bien a través de la voz, el gesto, o por correspon- do un forense pregunta por la catJsa de la muerte, quiere una respuesta
dencia, o mediante el cambio físico de una ficha con el puño, con enunciada conforme al esquema natural de la fisiología; cuando pre-
cualquier combinación de los dedos, o con el codo derecho. El com- gunta por el modo como ocurrió la muerte, quiere una respuesta dra-
portamiento ante el tablero puede fácilmente separarse en jugadas y máticamente social, que describa lo que muy posiblemente forma par-
movimiento de fichas. Y se puede establecer una distinción fácil en- te de un propósito'.
tre una jugada torpe, por considerar erróneamente las posiciones es- La idea de un marco de referencia primario es, pues, el primer
tratégicas de los dos jugadores, y una jugada hecha con torpeza, mal concepto que necesitamos: desearía que fuera más satisfactorio. Por
ejecutada según los baremos sociales locales para la realización de ejemplo, se da el hecho embarazoso de que es probable que, durante
actos físicos. Obsérvese que pese a que un adulto mediante un dispo- cualquier momento de la actividad, un individuo aplique varios mar-
sitivo protésico recientemente adquirido pudiera jugar a las damas cos de referencia. («Esperamos hasta que dejó de llover para comen-
con plena atención a la tarea física requerida, los jugadores normales zar de nuevo el parúdo».) Es cierto que, a veces, hay un determinado
no lo hacen así. Las decisiones respecto a qué jugada hacer son pro- marco de referencia que es el más relevante y que ofrece una primera
blemáúcas y significativas; una vez que la decisión está tomada y se respuesta a la pregunta: «¿Qué es lo que está pasando aquí?». La res-
mueve la ficha, ya no es ninguna_de las dos cosas. Por otra parte, hay puesta es: un acontecimiento o un suceso descrito dentro de algún
haceres guiados como arreglar el fregadero o limpiar una acera en marco de referencia primario. Entonces puede uno empezar a preocu-
los que se dedica un esfuerzo sostenido y consciente a la manipula- parse por cuestiones microanalíticas acerca de lo que se quiere decir
ción del mundo físico, adoptando la actuación como tal la identidad de con «nosotros», «lo» y «aquí», y acerca de cómo se logra el consenso
un «procedimiento instrumental», de una tarea, de una actividad implicado.
«puramente utilitaria>>, un acto cuyo propósito no puede fácilmente Al llegar a este punto, es necesario hacer otra consideración. Cuan-
separarse de los medios físicos empleados para llevarlo a cabo. do pueden identificarse unos ejes x e y como marco de referencia para
Todos los marcos de referencia sociales comportan rd~· pero de identificar dentro de él un punto determinado o se imagina un tablero
manera diferente. Por ejemplo, la jugada de un jugador ... e ainas está
informada por las reglas del juego, que en su mayoría se aplicarán en > Marshall Houts, Where Death De/ights (Nueva York, Coward-McCann, 1967).
cualquier jugada completa de la partida; la manipulación física de un ju- pp. 135-136. Guy E. Swanson, «Ün Explanations of Social lnteractioo», en Sodo-
gador, por otra parte, supone un marco de referencia que da forma a los melry, XXVIII (1965), presentad mismo argumento y advierte que esta observación
pequeños movimientos corporales, y este marco de referencia, si es que por si misma no nos lleva lo bastante lejos.
resulta posible hablar de un marco de referencia, bien podría manifes- Comprendemos o explicamos un acontecimiento cmpCrico mosuando que es un ejemplo, un as·
pcao, una fase, una consecuencia o una causa de otros acontecimientos. La conceptualización es
tarse sólo parcialmente durante la partida. Del mismo modo, aunque las la fonnulación simbóUcn de tales relaciones. En la traducción, se ofrece más de una conceptualiza.
reglas del juego de las damas y las regulaciones del tráfico de vehículos ción pan un acontecimiento dado. Así pues, d ondear de la mano podría ser conceptwilizado en
puedan estar (y estén) suficientemente explicadas dentro de los límites términos físicos como una descarga de energút, en términos biol6gicos como un proceso neuro-
muscular, en términos psicológicos como un sfntoma de ansiedad y en términos sociales como un
de un pequeño manual, existe una diferencia: el juego de las damas in- gesto de saludo.
corpora una comprensión del propósito que gobierna a los participan· El peligro especial para nuestro propósito es que esa traducción, la múltiple conccprualiza·
tes, mientras que el código de la circulación no establece dónde hemos ción de un acontecimiento, se conviene en un sustituto paru la identificación de los pasos me·
diante los que los acontecimientos de cieno orden, es decir, la interacción componamental, se
de viajar o por qué querríamos hacerlo, sino meramente las restriccio- convienen en acontecimientos de otro orden, esto es, la interacción social. Mostrar que d ondear
nes que hemos de observar para llegar a un determinado lugar. de la mano se puede considerar ftucúferamcnte como un sfntoma de ansiedad y como un saludo
no nos dice nada ac:crcn dé cómo llegó a ser un11 u otra cosa o de cómo se puede convenir sólo en
En suma, tendemos, pues, a percibir los acontecimientos en térmi- una cosa y no en la otra. La traducción es una cuestión de dasificadón múllipl~. Lo que rcqucri·
nos de marcos de referencia primarios, y el tipo de marco de referen- mos son implicadon~s interrelacionadas {p. 110}.
28 Erving Goffman Marros de referencia primarios 29
de damas como una matriz dentro de la cual se ubica una jugada, la no-
ción de marco de referencia primario es suficientemente clara, aun II
cuando en este caso se plantee la cuestión de la dependencia de un mar-
co de referencia particular para nuestra comprensión de los marcos de Considerados en su conjunto, los marcos de referencia primarios de
este tipo. Cuando uno obseiva algún acontecer corriente de la vida coti- un determinado grupo social constituyen un elemento central de su
diana, pongamos por caso un saludo al pasar o la pregunta de un cliente cultura, especialmente en la medida en que emerge una comprensíón
acerca del precio de un artículo, la identificación del marco de referen- relativa a los principales tipos de esquemas, a las relaciones de estos
cia primario es, como ya se ha sugerido, bastante más problemática. tipos entre sí y a la suma total de fuerzas y agentes que estos diseños
Efectivamente, es en esto donde los autores que se sitúan en la tradición interpretativos reconocen que se hallan sueltos en el mundo. Debe-
que yo utilizo han fracasado. Hablar aquí de la «vida cotidiana» o, mos intentar formarnos una imagen del marco o de los marcos de
como Schutz hace, del «mundo de las realidades prácticas plenamente referencia de un grupo -su sistem~ de creencias, su <~cosmología»--,
conscientes» es sencillamente disparar a ciegas. Como ya he dicho, es aun cuando éste sea un ámbito que los fieles estudiosos dé la Viéla so-
posible que haya involucrados multitud de marcos o que quizá no haya cial contemporánea se han complacido en dejar a otros. Y adviértase
ninguno. Sin embargo, para seguir adelante, puede aceptarse, al menos que a lo largo de un territorio como d de Estados Unidos, estos recur-
temporalmente, una ficción operativa, a saber, que los actos de la vida sos cognitivos no se comparten totalmente. Personas por lo demás
cotidiana son comprensibles sobre la base de algún marco (o marcos) bastante semejantes en sus creencias pueden, sin embargo, diferir res-
de referencia primarios que los informan, y que lograr ese esquema no pecto a algunos supuestos, tales como la existencia de la clarividencia,
será una tarea trivial o ~perémoslo-- imposible. la intervención divina, y cosas por el estilo'. (La creencia en Dios y en
Hasta ahora, al describir los marcos de referencia primarios me he
limitado a aquellos que el individuo da por supuestos (expücitamente
o de hecho) al decidir qué es lo que está pasando, teniendo desde lue- cepciones dd sujeto sin entrar en la cuestión de su validez, excepto cuando esta cues-
go en cuenta sus intereses particulares. Es cierto que el individuo pue- tión se trata simplemcnre romo algo que hay que examintr emográficamenre. Además
de «errar>> en sus interpretaciones, es decir, estar descaminado, desco- se confunde d rema de estudio con los medios para su e-:tudio. Tal posición introduce
un conocido problema, la exigencia de que los lectores eximan a las generalizaciones
nectado, ser inapropiado, etc. Las interpretaciones «erróneas» serán dd escritor dd trato que: éste propugna para todos los demás. (Creo que se debería li-
tomadas en consideración en todo momento. Aquí sólo quiero men- berar a los escritores de esta exigencia, ya que a menudo logran iluminar los temas gra-
cionar la creencia de que en muchos casos el individuo de nuestra so- cias a esa tolerancia.) Y lo que es más importante, se puede alegar que aunque todas las
ciedad es eficaz en su uso de determinados marcos de referencia. Los respuestas interpretativas deban tratarse como tema de estudio, sucede que algunas
proporcionan útiles comienzos de análisis, y no sólo para d 1U1álisis.
elementos y procesos que presupone en su lectura de la actividad, a ' Según un reportaje de AP (San Francisco Chronicle, 4 de marzo de 1968), d coro-
menudo, son aquellos que la actividad misma manifiesta -y por qué nd de Infantería de Marina, David E. Lownds, autorizó al cabo de lanceros D. E. lsgris
no, si la propia vida social está a menudo organizada de modo que los a utilizar barras de latón «adivinatorias» en la búsqueda de unos presuntos túndcs
individuos sean capaces de entenderla y de manejarla-. Así se afirma norviemamitas ocultos bajo tierra en Khe Sanh:
una correspondencia o un isomorfismo entre la percepción y la orga- ..Por estúpida que pueda ser Ullll rosa, y no digo que las barras de larón lo sean, las usan:moS>o, dijo
nización de lo percibido, a pesar del hecho de que existen probable- d romandanre de In base[... ].
Los hombres de Wclls [comandanre dd sector donde se cnconuó un túnd subtemíncol-de
mente muchos principios válidos de organización que podrían infor- la Compañía C, Primer BatA!lón dd 26 Rcgimicnr~ utilizaban zahories. Se supone que, encima
mar la percepción, pero no lo hacen. Y al igual que otros que, en de un túnd, las varas se cruzarán o se separarán, dependiendo dd caso.
nuestra sociedad, piensan que esta afirmación es efectiva, yo también Los militares no son los únicos en manifestar esta clase de apertura mental. John S.
lo pienso 4 • Bottomly, en esa época ayudante del fiscal general de Massachusetts, como último re-
curso, autorizó, al parecer, recurrir al vidcnre holandés Petcr Hurkos en un esfuerzo
por encontrar al estrangulador de Boston. Véase Gerold Frank, The Boston Strangler
• Algunos especialistas considerarán, desde luego, que la creencia que expreso
(Nueva York, New American Library, 1966), pp. 87-120. Los esfuerzos ampliamente
aquí es innecesaria y está fuera de lugar y que uno se debería limitar a analizar las con-
difundidos (y televisados) dd ya difunto obispo James A. Pike para encontrar a su hijo
30 Eruing Go/ftnJJn Marcot Je re/e~ncüt primarios 31
la sacralidad de sus representantes locales parece constituir actual- das de las fases de la Luna 6 , y a cosas por el estilo. Muchas personas
mente, en nuestra sociedad, una de las bases más amplias de disensión pueden recordar cuando menos un acontecimiento que no han podi-
en lo referente a las fuerzas últimas. El tacto suele impedir a los cientí- do explicarse de manera razonable. Por lo general, sin embargo,
ficos sociales discutir el tema.) cuando ocurre un acontecimiento asombroso, los individuos, en
nuestra sociedad, esperan que se descubra pronto una explicación
«Sencilla>> o «natural» que aclare el misterio y los devuelva al ámbito
de las fuerzas y agentes a los que están acostumbrados y a la línea di-
m visoria que normalmente trazan entre los fenómenos naturales y los
haceres guiados. Los individuos ciertamente muestran considerable
La noción de marco de referencia primario, aun siendo insatisfactoria, resistencia a cambiar el marco de sus marcos de referencia. Un acon-
permite considerar inmediatamente cinco temas diferentes y ap~eciar tecimiento que aparentemente no puede ser manejado dentro de la
parte de su incidencia en nuestra comprensión global del funciona- cosmología tradicional produce un alboroto público o, al menos, un
miento del mundo. murmullo. Se podña citar un ejemplo entresacado de la prensa:
l. En primer lugar, el «complejo de lo asombroso» [astounding Alamasco. Colorado.- La autopsia realizada a un caballo, cuyos dueños
complex]. Ocurren, o se hace que ocurran, acontecimientos que llevan creían que quienes lo habían matado eran los ocupantes de un platillo volante,
a los observadores a dudar de su enfoque global de los acontecimien- ha revelado que sus cavidades abdominal, craneana y espinal estaban vacías.
tos porque parece que, al dar cuenta de lo que ocurre, habrá que El patólogo, un especialista de Denver que desea permanecer en el ano-
ace~tar nuevas clases de fuerzas naturales o nuevas clases de capacida- nimato, dijo que la ausencia de órganos en la cavidad abdominal resulta
des directivas, implicando, quizá, estas últimas nuevas clases de agen- inexplicable.
tes activos. En este caso se incluyen lo que parecen ser viajes y comu- Cuatro miembros del Comité Nacional de Investigación de Fenómenos
nicaciones del espacio exterior, los milagros de curación religiosa, las Aéreos pertenecientes al equipo de Denver presenciaron la autopsia el do-
visiones de monstruos infernales, las levitaciones, los caballos dotados mingo por la noche en el rancho donde se encontró el cadáver del animal[ ...].
Cuando el patólogo abrió la cavidad craneana del caballo, la encontró va-
para las matemáticas, la buenaventura, los contactos con los muertos,
cía. «Verdaderamente-dij~. debería haber habido gran cantidad de líqui-
etc. Como se ha sugerido, estos sucesos asombrosos suponen la exis- do en la cavidad craneana>> [... ].
tencia de fuerzas naturales y capacidades directivas extraordinarias: Los propietarios de Appalacosa dijeron que creían que al cablÍllo lo ha-
por ejemplo, las influencias de los astros, la clarividencia, la percep· bían matado los ocupantes de un platillo volante. Varias personas más, en San
ción extrasensorial y demás. La literatura fantástica ofrece detallados Luis Valley, donde se informó de que, recientemente, se habían visto en una
acontecimientos que «no han sido explicados todavía». Ocasional- tarde hasta ocho objetos volantes no identificados, han dicho que opinan lo
mente, los propios científicos son noticia al prestar seria atención a los mismo 7 •
OVNIS a la ESP (Percepción Extra Sensorial), a las influencias deriva-
Y esperamos una resolución como la que sigue:
que había pasado al otro lado es otro caso que viene a cuento. [Véanse, por ~jcmplo,
Time 6 de octubre de 1967; Hans Holzer, The Psychic Wor/á of Bishop Pike (Nueva Moscú (AP).- Un ama de casa rusa, que asombró al mundo hace siete años
York' Crown Publishers, 1970) y James A. Pilce (con Diane Kcnnedy). The OtherSide por su pretendida «visión digital», ha sido acusada de impostora, según un
(NuC:..a York, Dell Publishing Co., 1969). Ronald Pearsall ofrece un tratamiento histó- periódico soviético.
rico sobre el espiritualismo victoriano tardío en Inglaterra, en su libro The Tab/e.Rappers
(Londres, Michocl Joseph, Ltd., 1972).] Podría añadir que a menudo aquellos que
profesan estaS creencias ocultas piensan que sustentan un punto de vista científico, to- 6
Véase, por ejemplo, en Time, 10 de enero de 1972, una historio titulado «Moons-
davía no aceptado por las autoridades científicas. Véase Marcello Truzzi, «Towards a truck Scicntists».
Sociology of the Occult: Notes on Modem Witchcraft» (articulo no publicado, 1971). 7
San Francisco Chronicle, 10 de octubre de 1967.
Erving Golfman M11rco1 Je re/ellnCÜJ prim11rio1 33
32
Los cinco cienúficos que examin~on a la señora Rosa Kuleshova conclu- una tremenda conmoción en la autopista porque su adiestrador le ha
yeron que había estado mirando por unos agujeros del objeto que le cubría enseñado a conducir un coche descapotable, mientras él parece que va
los ojos. durmiendo en el asiento contiguo, o cuando un granjero de Australia
La señora Kuleshova -una celebridad en su ciudad natal- conquistó emplea a una manada de chimpancés para que le ayuden en la recolec-
una reputación internacional, cuando, en 1963, la prensa soviética publicó su ción 9 • Podría añadirse que ciertas investigaciones académicas se basan
pretendida capacidad de ver a través de las yemas de los dedos. en el mismo interés, siendo su objeto establecer con precisión dónde
La comisión informó por escrito de que, en 1963, se dio erróneamente debería trazarse el límite entre los animales y el hombre, en lo que se
crédito a las pretensiones de la señora Kuleshova cuando fue examinada por refiere a la capacidad para haceres guiados 10•
unos científicos soviéticos que le proyectaron rayos de colores en las manos
Vale la pena señalar que tanto el complejo de lo asombroso (en
mientras se le mantenían tapados los ojos por diversos procedimientos.
Pero el aparato de rayos de colores, entretanto, «crujía y rechinaba» --se· forma de prodigios humanos) como las proezas están íntimamente
gún informa la comisión- y ello contribuyó a que la señora se confundiese relacionados con los espectáculos circenses, como si una de las funcio-
respecto al color que aparecía a continuaciónª. nes sociales de los circos (y recientemente de los museos marinos)
fuera clarificar a sus patrocinadores la disposición y los límites de sus
Permítaseme repetirlo: en nuestra sociedad se acepta el importan· marcos de referencia básicos 11 • Las proezas figuran también en las
te supuesto de que todos los acontecimientos -sin excepción- se salas de fiestas de carácter vodevilesco (ahora muy en decadencia), al
pueden incluir y manejar dentro del sistema convencional de creen· igual que el talento de los perros amaestrados, los acróbatas, los ma-
das. Toleramos lo no explicado pero no lo inexplicable. labaristas, los magos y, como se verá más adelante, los «mentalis-
2. El interés por la cosmología, que, en alguna medida, es el más tas». Con independencia de lo que los espectadores saquen de tales
amplio que podamos tener, presta su apoyo a un humilde pasatiempo: espectáculos, es evidente que el interés por los temas de raíz cosmo-
la exhibición de hazañas, es decir, el mantenimiento de la dirección y el
control .por parte-de alguna agencia voluntariosa en condiciones que 9
Geoffrey H. Boume, en The Ape People (Nueva York, New American Library,
parecen claramente imposibles. Aquí hay que incluir las proezas de Signet Books, 1971 ), especialmente en las pp. 140· l 4 l, ofrece algunos comentarios so-
malabaristas, funámbulos, jinetes, practicantes del surf, esquiadores bre los monos.
10 Las ilustraciones más notables en este caso son los esfuerzos por establecer co-
diestros, lanzadores de cuchillos, saltadores de trampolín, pilotos de
municación con los delfines y para probar los efectos de la socialización humana en los
pruebas y, actualmente, los astronautas, siendo estos últimos los héroes monos. También se utiliza a 11cadérrúcos para que verifiquen crític11mente los asertos
máximos, aunque deban compartir la gloria con la tecnología america- respecto a los animales que, en caso de probarse, implicarían una modificación de
na. Se podrían incluir también las proezas que los individuos aprenden nuestras creencillS primarias. Véase, por ejemplo, O. Hobart Mowrer, <<Ün the Psy-
a ejecutar con su fisiología, como cuando se som~te a control volun- chology of MTallcing Birds": A Contribution to Language and Personalíty Theory», en
su libro Learning Theory and Personalíty f)ynomía (Nueva York, The Ronald Press,
tario una función como la presión sanguínea o la respuesta al dolor. 1950), pp. 688-726. Ciertamente ningún sistema filosófico tradicional era completo si
Adviértase que los «actos animales» juegan un importante papel en re- dejaba de incluir una afirmación rotunda sobre la diferencia «esencial» entre d hom-
lación a las proezas. Las focas amaestradas, las marsopas sociables, los bre y los animales; sólo en épocas recientes han asumido esa responsabilidad los espe-
elefantes bailarines y los leones acróbatas ejemplifican todos ellos la cialistllS en ciencias sociales y biológicas.
posibilidad de actos corrientes guiados por agentes extraños, atrayen-
11
Las monstruosidades exhibidas en fas casetas de feria ante gentes dd campo y de
los pueblos, en nuestra sociedad, parecen emparentadas con las utilizadas en algunas
do así la atención hacia la línea cosmológica de pensamiento trazada ceremonias de iniciación en sociedades primitivas, por lo menos eso es lo que Víctor
en nuestra sociedad entre los agentes humanos y los animales. Lo mis- Tumer sugiere en «Betwixt and Betwecn: The Lirninal Period in Riles Je Passage», en
mo ocurre cuando se muestra que los animales, amaestrándolos, pue- The For~sl o/Symbols (Ithaca, NY, Comdl University Prcss, 1967):
den hacer aquellas tareas utilitarias que se considera que son parcelas Los escritores anteriores [ ...] úendcn a considerar las máscaras y las figuras extrañas y monnruo·
exclusivas del hombre, como es el caso de la chimpancé que origina sas, tal como frecuentemente aparc«n en el periodo liminar de las inici4áooes, como producto
de «4lucinaciones, terrores nocturnos y sucñ<>S». Mc:Culloch sigue argumentando que «en la me-
dida en que el hombre no establecía grandes diferencias (en la socic:dad primiúva) entre él y los
• The New York Times, l 1 de octubre de 1970. anünales, pues pc:osaba que era posible la tcunsformación del uno en el otro, emparejaba fiícilmcn-
J4 Erving Go/fman Marcos Je refere11cia pnmarios J5
lógica constituye una preocupación cotidiana del profano y que en «No quise hacerles daño -dijo Hess sollozandcr-, pero me rodeaban
modo alguno queda limitado a los investigadores de campo y de labo- por todas partes, por Ja izquierda, por Ja derecha, por todas partes» 12•
ratorio.
3. Considérese ahora los_«fallos» [mu/fings], es decir, aquellas Adviértase que acontece una proeza cuando fácilmente podría es-
ocasiones en que el cuerpo o cualquier otro objeto que se supone que perarse e incluso perdonarse una falta de control; y un fallo, cuando se
se encuentra bajo una guía segura, de forma inesperada, se suelta, se cree que no hace falta un gran esfuerzo para mantener el control,
desvía de su curso o, si no, escapa al control, quedando totalmente su- pero, no obstante, el control se pierde 0 •
jeto a las fuerzas naturales -y no meramente condicionado por ellas-, El locus visible desde donde se ejerce el control al dirigir un acto
con la ruptura consiguiente de la vida ordenada. Es el caso de las ofrece una perspectiva sobre los fallos de control y una sugerencia
«planchas», las «pifias» y -cuando la guía del significado debería ha- acerca de eómo podemos distinguir entre tipos de actuaciones. Se con-
berse producido en la conversación- de las meteduras de pata. (El sidera que algunos actos son ejecutados sólo por los miembros, como
caso límite ocurriría cuando resulta imposible culpar a nadie, como cuando nos rascamos un ojo, encendemos una cerilla, nos atamos un
cuando se responsabiliza a un terremoto de que una persona haya de- zapato o mantenemos en equilibrio una bandeja. Otros se consideran
rramado una taza de té.) En estos casos, el cuerpo retiene su capacidad localizados en una prolongación de los miembros, como conducir un
como fuerza natural, causal, pero no intencionada ni social. Se podría coche, cortar el césped o usar el destornillador. Finalmente, hay actua-
citar un ejemplo: ciones que parecen comenzar en el cuerpo o en una prolongación de él
y acaban dirigiendo algo que está palpablemente separado del control
Ayer, cinco personas resultaron heridas -dos de ellas de gravedad- cuando inicial, como cuando una pelota de golf, una mascada de tabaco o un
un coche perdió el control y fue a estrellarse contra una acera llena de gente misil alcanzan su objetivo. Presumiblemente, la socialización temprana
en Haight-Ashbury.
El conductor del coche, Ed Hess, de veintitrés años de edad, que vive en
Ja calle Cole, 615, fue conducido en estado casi histérico a Ja comisaría de
Park, donde se le imputaron los cargos de llevar oculta un arma y de ser sos·
pechoso de posesión de drogas peligrosas.
asegura la competencia en lo primero; la socialización adulta -y, espe-
cíficamente, el adiestramiento en las tareas-, la competencia en los
otros dos aspectos. Obsérvese que una de las consecuencias de este
programa de aprendizaje es la transformación del mundo en un lugar
que está visiblemente gobernado por los marcos de referencias s~iales
¡
«No pude detener d coche -gritó-. Había gente por todas partes-cua- y que es comprensible en función de ellos. Es cierto que, en las comu-
tro, seis u ocho personas--, pero ¡por Dios!, no fue culpa mía»[. ..].
Los testigos dijeron que el coche circulaba por la calle Haight en direc-
12 Rdac3do en d San Frandsco Chronicle, 19 de abril de 1968.
ción oeste y que acababa de rebasar el cruce con la avenida Masonic cuando
se saltó el bordillo precipitándose contra el escaparate del supermercado u El aprendizaje de cualquier cosa siempre comporta un periodo de frecuemes fa.
New Lite, para acabar lanzándose cuesta abajo por la acera cincuenta pies llos y la ejecución implicará de vez en cuando fallos por parte de los plenamente com·
más(. ..]. pecences. En este caso, un ejemplo impresionante lo constituye la tarea que realizan Jos
capitanes desde d puente de mando de los grandes buques. Cuando un barco está
atracando o se acerca a otro barco, Ja estela que va dejando ofrece una degante demos-
tración de la pericia con la que es dirigido, demostración que puede presenciarse des-
re al hombre con el animal,.. Mi opinión es la conrraria: que se fabrican monsrruos precisamenre de cualquier parte en un radio de acción tremendamente grande. Y ello ocurre pese a
para enseñar• los neófüos • distinguir claramente los diferentes facton:s de la realidad, tal como que lo que d capitán debe dirigir es pesado y de no fácil manejo, y a que las distancias
se la concibe en su culrura..• en d agua son difíciles de estimar. Además, puede que no esté familiarizado con el
Desde eSle punto de vist:i, se puede considerar que gran pane de la monstruosidad y lo grotes· puerto y se requiera alinear d barco entre otros dos. Añádanse a esto las vidas que lleva
co de los sacra liminan:s pretendía. no Wlto aterrorizar o someter a los neófitos o trastornados,
cuanro hacerlos conscienres, viw y rápidarnenre, de lo que se podían denominar los •factores» de
a bordo y d valor dd casco y de su carga, pudiéndose así dar una idea dd horror con
su culrum. Yo mismo he visto máscaras Ndcmbu y Luvnle que combirum rasgos de ambos sexos, que vive d capitán la posibilidad de «perder la referencia súbitamente», de no saber
que poseen arributos tanlo animales como hwnanos, y que unific:an en una sola representación las con precisión dónde está y lo que está sucediendo. Se ha propuesto como explicación
Cllracteristicas humanas con las del paisaje natur:d ( ...}. Los monsuuos sobrcsa.lran a los neófitos de la disciplina naval, un rígido circo por derecho propio, esta angustia respecco a los
haciéndoles pensar sobre los objeros, personas, relaciones y rasgos de su ambiente que hasta ese posibles fallos. [En los temas náuticos me baso en un trabajo no publicado de David
momento accpraban sin discusión (pp. 104-105). L. Cook, «Public Ordcr in the US Navy» (University of Pennsylvania, 1969).J
36 Erving Gof/man Mamis tÜ ref"enda primarios 37
nidades urbanas, los adultos pueden moverse de un lado a otro duran- La noción de relación fortuita es obviamente delicada, como si
te meses sin encontrarse nunca sin control de su cuerpo o sin prepara- quienes la aducen como explicación tuvieran ciertas dudas acerca de
ción para el choque con el ambiente, al haber sido sometido todo el su oportunidad como solución de compromiso o les preocupara que
mundo natural por medios de control públicos y privados. En cual- otros pudieran tener tales dudas. Esta precariedad se toma muy visi-
quier caso, vuelve a dirigirse la atención a deportes tales como el pati- ble cuando se produce un tipo peculiar de casualidad por segunda o
naje, el esquí, el surf y la equitación, que permiten a jóvenes y adultos tercera vez con el mismo objeto o individuo o con la misma categoría
recuperar el control dirigido de sus cuerpos mediante un no fácil ma- de invididuos "· Asimismo será difícil también evitar la significativi-
nejo de sus prolongaciones. Resulta así una recapitulación de los logros dad cuando el beneficiario o la víctima de lo fortuito se encuentran
tempranos, acompañada (como la de los tardíos) de muchos fallos en una clase preeminente de personas que incluye un solo miembro.
pero ahora en un contexto especial: el juego -un caso de «contra~ Los conceptos de fallos y de Jo fortuito poseen una importancia
fobia>> para las clases ociosas-. Hay que notar, además el atractivo cosmológica considerable. Dada nuestra creencia de que el mundo
obvio que poseen las comedias del tipo de las de Laurel ~ Hardy, que puede ser percibido totalmente, ya sea en términos de acontecimien-
presentan la incompetencia y la torpeza a escala masiva, así como los tos naturales, ya de actos guiados, y de que cada acontecimiento pue-
viajes «de vértigo» en las ferias, que permiten que los individuos pier- de incluirse cómodamente en una u otra categoría, parece que debe
dan el control en circunstancias cuidadosamente controladas. haber a mano un medio para tratar de lo resbaladizo y lo inconexo.
4. A continuación, es preciso considerar «lo fortuito», expresión Las nociones culturales de fallos y de lo fortuito sirven a este fin, per-
que en este cas? significa que un acontecimienltr'rmpo1'tante puede mitiendo a la gente entendérselas con acontecimientos que, en otro
llegar a ser considerado como algo producido incidentalmente. Un in- caso, resultarían embarazosos para su sistema de análisis.
dividuo que guía adecuadamente sus actuaciones se enfrenta con el 5. El último tema a considerar se refiere a la cuestión del aisla-
funcion~ient~ ~atura! del mundo de un mo~o que no podría espe- miento expresada en la «tensión» y las bromas. Los individuos, como
rarse que el anuapase, con los resultados consiguientes. O bien dos o se argumentará a lo largo de todo el libro, pueden establecer de mane-
más individuos sin relación entre sí y sin una orientación mutua di- ra bastante completa lo que ven de acuerdo con el marco de referencia
ri~i~ndo adecuadamente cada uno de ellos sus propias actuacio~es,
º?~m~n conjuntamente un acontecimiento no anticipado que es sig-
" Roland Barthcs, en «Structure of the Fait-Oivers», en su libro Cn'tical Essays,
nif1cauvo, y estos actores producen ese efecto aun cuando sus con- traducido al inglés por Richard Howard (Evanston, Ill., Northwesrern University
tribuciones permanezcan totalmente bajo control. Hablamos aquí de Prcss, 1972), sugiere:
casualidades, de coincidencias, de buena o mala suerte de accidentes Aquí cncontl'lllllos el segundo tipo de relación que puede articular la estructura del/ait·diverr..111
etc. Puesto que no se atribuye responsabilidad, se tiene' una especie d~ relación de conciencia. Es principalmente la repetición de un acontecimiento, por anodino que
sc:i, lo que caracteriza a la noción de coincidencia: roban t"s wa:1 el mismo broche áe diamantes¡ a
marco de referencia natural, con la salvedad de que los ingredientes
un hotelero le IOCl la lotería siemp" que compra un tlicimo, cte. ¿Por qué? La repetición nos indu.
sobre los que operan las fuerzas naturales son en este caso actos guia- ce siempre a imuginar wia causa desconocida. Esto es ian cierto que, en la concicnci11 popular, lo
dos socialmente. Adviértase, además, que es posible que las conse- aleatorio es siempre distributivo, nwica repetitivo. Se supone que la suerte hace variar los aconte·
cimientos; si los repite, lo hace p11ra signific:ar algo a través de ellos. Repetir es significar [p. 191}.
cuencias fortuitas se consideren deseables o indeseables. Cito un
ejemplo de lo último. Rue Buchcr aporta pruebas empíricas en un útil trabajo, cBlamc and Hostility in
Disaster», en American Journal o/SocioÚJgy, LXII ( 1957). p. 469.
Parece que en este ca.so únplica un riesgo de vulnerabilid11d general en !11 organización socilll. To-
Ammán, Jordania.- Ayer, una salva ceremonial tuvo consecuencias fatales dos nosouos peneoecemos a mucb11S categorias que se entrecruzan, cuya pencnC'ncia a las mism:is
p~ra un miembro d~ un comando palestino: resultó muerto por una bala per- se determina mediante uno o más atributos compartidos. Si la buena o la mala fortuna rondan a
did~ cuando las urudades guerrilleras dispararon sus rifles al aire durante el unos pocos individuos identificados, ellos y nosotros intentaremos entenderlos exlllllinando los
cnaerro de las bajas producidas el domingo por un bombardeo israelí 14• atributos que comparten, especialmente los que aparecen como exclusivos de ellos. Si la ciregoría
rcsullllnte es amplia -como sucedió, por ejemplo, en relación a las personu que en apariencia
podrían interesar al estrangulador de Boston-, en ese caso, es posible: que la población experi·
•~ San Francisco Chronicle, 6 de agosto de 1968. mente un mlliesW' difuso.
38 Eroing Goffinan Marros de "/erencia pninarios 39
que se aplica oficialmente. Pero su capacidad tiene un lÍ!JÚte. Ciertos quienes prqmueven la práctica del salvamento respiratorio: al pare-
efectos se extienden desde una perspectiva en la que pueden verse cer, el contacto boca a boca no puede ser disociado fácilmente de sus
fácilmente los acontecimientos hasta otra radicalmente diferente, caso implicaciones rituales 18• Asimismo, aunque dejamos que los ortopé-
de que sea esta última la que se aplique oficialmente. El ejemplo mejor dicos y los dependientes de zapaterías toquen nuestros pies, nos ase-
documentado quizá sea el del lento desarrollo del obvio derecho de guramos previamente de limpiar bien aquello que ritualmente pudiera
los médicos a acercarse al cuerpo humano desnudo desde una pers- contaminar. O téngase en cuenta el caso del Sensei, el instructor de
pectiva natural, y no social. En Inglaterra, hasta fines del siglo XVIII, el kárate, quien, cuando sus alumnos adoptan una postura correcta, nor-
parto no pudo beneficiarse de una exploración obstétrica, de un qui- malmente puede tocar los puntos cruciales de sus cuerpos de manera
rófano iluminado y de un alumbramiento libre de las trabas que supo- instrumental, al igual que podría hacerlo un médico, para determinar
nía mantener tapado el cuerpo, requisito exigido cuando había de dirºectamente si se da la tensión adecuada. Piénsese en los límites im-
participar en ello un médico varón 16• La exploración ginecológica es puestos en este tipo de enmarque o encuadre fisiologista, límites que se
incluso hoy día una cuestión que suscita una cierta inquietud, habién- introducen con la admisión de estudiantes mujeres:
dose dedicado un especial esfuerzo para introducir en el procedi-
miento medidas y acciones que mantengan a raya las interpretaciones Cuando d Sensei hace su recorrido para comprobar nuestra «postura>>, to-
sexuales 17• Otro ejemplo lo constituye la dificultad a que se enfrentan cando los músculo dd «trasero» y de los muslos, a nosotras no nos toca. Des·
pués de tres meses, acabó tocando el «trasero» de las quinceañeros, pero
de las mayores sigue huyendo como de la peste. Es evidente que un Sensei de
16 Peter Fryer, Mrs. Grundy: Studies in Eng/ish Prudery (Londres, Dcnnis Dobson, veinticinco años no nos puede ver de otra manera que como a hembras a las
1963), cap. 17, «The Crceping Obstetricillll», pp. 167-170. No debería darse por su· que sólo se puede tocar con un fin, y sólo con un fin 19•
puesto que en Occidente los individuos han mostrado una capacidad sostcnidamente
creciente para someterse 11 una exploración b11jo una perspectiva naturlllista y a trata· Debería resultar obvio que el cuerpo humano y su contacto ha-
miento bajo una puramente instrumental, «fisicalista». No tenemos ya esclavos y, por brían de figurar en la cuestión del mantenimiento del marco, al igual
lo tanto, es presumible que los individuos no tengan que sufrir la clase de pruebas im-
personales descritas por Harold Nicolson en Good Behovfour (Londres, Constable & que figuran en las tensiones relativas a los límites los diversos produc-
Co., 1955). tos de desecho y los movimientos involuntarios del cuerpo 20• Porque
Los traiantcs de esclavos, ya fueran de Delos o los mangonts que controlaban d mercado esdavis·
1a junto al Templo de Cástor en Roma, exhibían su mcrcanda a la manera de los dWllJlCS de aba·
Uos, que pc:nnitcn a los probables compradores examinar los dicnles y los músculos de los aníma- logy N. 2 (Nueva York, Macmillllll, 1970), pp. 74-97. Emerson argumenta que aunque
les. dándoles pequeñas carreras cogidos por las bridas para mostrar su cabalgada. Los esclavos las bromas durante d reconocimiento ginecológico pueden proporcionar una refercn·
eran exhibidos para la venia en una jaula de madera, con los pies encalados y con unas tablillas cía demasiado directa a lo que se debe inhibir, otrOS medios más sutiles permitirán (y
colgados alrededor dd cuello para indicar el precio y la cualificación de cada uno [p. 6)]. obligarán) a los p:irticipantes a dar el tratamiento debido a 1115 cuestiones no médicas
En cualquier caso, debemos damos cuenta de que pennitir que se nos trate como (tales como el pudor «femenino»). Para este punto véase también «A Simultaneous
objetos es una fonna de conducta, 11unque meramente pasiva. Las personas que se de- Multiplicy of Sclves», en E.. pp. 132-143. El trabajo de Emerson constituye un útil re·
jan maquillar por profesionales en el teatro, tomar medidas por los SllStrcs y reconocer cordatorio de que, cuando se aplica un esquema, su aplicación puede variar de un mo·
por los médicos se conducen de forma muy parecida. Responden a 1115 peticiones para mento a otro y nunca puede excluir dd todo lecturas ajenas -y (se piensa que) sucede
adoptar distintas posturas, es posible que se enzarcen en conversaciones marginales justamente así.
11 Véase, por ejemplo, Mauricc D. Linden, «Sorne Psychological Aspccts of Res·
sin orden ni concierto, pero el resto responde a un entendimiento muy difundido so-
bre cómo hay que actuar cuando se supone que somos meros cuerpos. cue Breathing», en American ]ourno/ o/Nursing, LX (1960), pp. 971-974.
17
La puesta en escena de la exploración ginecológica de manera que no se preste 19 Susan Pascale y otros, .Self-Defense for Women», en Robin Morgan (ed.). Si"s·
a interpretaciones sexuales se detalla de manera precisa en James M. Henslin y Mae terhood Is Power/ul (Nueva York, Random House, Vintage Books, 1970), p. 474.
A. Biggs, «Dramaturgical Desexualization: The Sociology of the Vaginal Examina· 20 Mary Douglas, Purity ond Donger (Londres, Routledge & Kegan Paul, 1966),
tiom>, en James M. Henslin (ed.), Studies in the Sociology ofSex (Nueva York, Apple- ofrece un texto:
ton-Century-Crofts, 1971), pp. 243-272. Joan P. Emcrson ofrece también un trata- Pero ahora estamos preparados para abordar l:i cuestión ccnm1l. ¿Por qué habríamos de rechazar
miento útil en la cuestión en «Behavior in Prívate Places: Sustaining Defuútions of lo corporal como símbolo de peligro y de poder? ¿Por qué hay que pensar que los hechiceros se
Reality in Gynecological Examinations», en Hans Peter Dreitzd (ed.), Recent Socio- CUll!ifican par:i la iniciación demunando sangre, cometiendo incesto o practicando la an1ropofa·
40 Erving Golfman Marcas á~ re/erenda primanoI 41
contrario resulta sistemáticamente alterado en ciertos aspectos. Pare- d) Se produce un gran número de repeticiones 8•
e) Cuando va a intervenir más de un panicipante, todos deben estar
ce que se muerde, pero nadie es seriamente mordido. En resumen, se
dispuestos libremente a jugar y cualquiera puede rehusar una invitación a ha-
produce un cambio, una transcripción o transposición -una trans/or- cerlo o (si es un participante) a terminar el juego una vez comenzado.
madón, en el sentido geométrico, no en el chomskyano-- de una fran- /) Durante el juego ocurre un cambio frecuente de papeles, originándo-
ja de la conducta de lucha en una franja de juego. Otra cuestión res- se una confusión en el orden de dominancia entre los jugadores cuando la ac-
pecto al juego es que todos aquellos implicados en él parecen tener tividad es literal 9 •
una apreciación clara de que lo que está sucediendo es un juego. Salvo g) El juego parece ser independiente de cualquier necesidad externa de
unos pocos casos problemáticos, puede considerarse que tanto los ob- los participantes, continuando a menudo por más tiempo del que corrcspon-
servadores profesionales como el público profano no tienen dificultad dt:ría a la conducta real cuyo patrón sigue.
en ver que una franja de conducta animal es juego y, además, que es h) ,\unque un individuo en solitario puede mantener el juego frente a
juego en un sentido semejante a la idea que los humanos tienen del un oponente imaginado, el juego solitario dará lugar al juego sociable cuando
aparezca otro posible participante que, en muchos casos, puede ser un miem-
mismo'. En verdad, el juego es posible entre los humanos y muchas bro de otra especie 10•
especies, hecho sobre el que no es preciso insistir cuando mantene- i) Es presumible la existencia de signos que marquen el comienzo y la
mos nuestras habituales versiones satisfechas sobre la diferencia entre terminación del juego 11•
nosotros y ellos.
A partir del tratamiento de Baceson sobre los animales y el juego, ~n las traser_as. Esto es, de n~cvo, un m:<>vimiento ejecui:ado por gatos adultos en una pelea en se·
se ha realizado un considerable trabajo sobre el tema, lo cual nos per- no. Altema11vamente, el gamo, al arro1arse sobre c1 otro, puede pararse de repente, situarse al
mite establecer con cierto detalle las reglas a seguir y las premisas que lado de 5U _o ponente, ~~rvarse a la par q~ se le eriza d pelo de la cola, en otras palabras, adop·
tar una actitud ~~ensaca de defensa sena frente a un depredador peligroso. Es sólo en el juego
hay que sustentar para transformar la acción seria y real en juego 6 • donde estos movuruentos pueden succdet'5C unos a otros en una sucesión un rápida. Las disposi·
clones autóctonas pan1 cazar, luchar contra d rival y dcfcndccsc contra los depredadores son mu·
a) El acto de jugar se ejecuta de tal manera que no cumple su función ordi· tuamente excluyentes o al menosinhibidoras [p. 63,].
naria. El participante más fuene y competente se contiene lo suficiente como También se puede citar una versión parad caso de los primates superiores:
para poder competir en plano de igualdad con el más débil y menos compe- La mayor pane del juego de pelear consiste en un comportamiento que visto super6ci4lmentc pa·
tente. rece muy h.o! til: persecución violenta, 11Salto y rctirllda rápida y evasiva. Sin embargo, los papeles
de 105 paruopantcs alternan con rapidez y el comportamiento no conduce a la separación o a la
b) Se exagera la afabilidad de cienos actos. c:iptura de ~jc:tos; los_ p~nicipantes pcmtane~ juntos aún después de que finaliza la pcrsecu·
e) La secuencia de actividad que sirve como patrón no se sigue al pie de c1on. ~dem11S, l?s movuruent~s ~n bastante diferentes de los de las peleas por 111 propiedad. Las
la letra ni se completa del todo, sino que está sujeta a comienzos y detencio- c::cprcstoncs fooalcs, las vocalizao~ncs y los patrones mocorcs se dividen en dos grupos ba5tame
nes, a hacerse de nuevo, a interrumpirse por un breve periodo de tiempo y a diferent~. Así, sc ~lpea con c1 p uno apretado a la vez que se 6ja la mirada, frunce d ~o y grita,
pero no Junto a la risa y el dar saltos. La lucha y los golpes con la palma de la mano acont~en junto
mezclarse con secuencias de otras rutinas 7 • 11 los salios y las risas pero no jumo al entrecejo fruncido , la mirada 6ja y los puñetazos. Por lo tan-
to, pese a que la pelea se parece al comportamiento hostil, está bostllnte distante de la conducta
que yo ~:1'11º h~ ~ ~azón a su empeño, es decir, incluyendo la apropiación de la propiedad y fo
' P. A. Jewell y Caroline Loizos (eds.), Play Exploration and Temtory in Mammals ~p:irac10~ de los 1n~v1duo.s [N. G. Blunon.Joncs, «An Ethological Study ofSomc Aspccts ofSo.
(Londres, Academic Prcss for the Zoological Society of London, 1966), p. 2. oal Bchav1ourofChildrcn tn Nuncry SchooI., en Desmond Morra (ed.), Primate Ethology (Lon-
' Aquí sigo en parte 11 Caroline Loizos, «Play in Mammals», ibü/., p. 7; en el mismo dres, Gcorgc Wcidcnfdd & Nicolson, 1967), p. 3'8].
volumen, T. B. Poole, ccAggrcssive Play in Polecats», pp. 23-24. Véose, además, W. H. 1
Thorpe, «Ritualization in Ontogeny: l. Animal Play», en Philosophical Transactiom o/ Sugerido por Stephcn Miller, «Ends, Meaos and Galumpbing: Sorne Lcitmocifs
the Royal Society o/ London (que es «A Oiscussion on Ritualization of Bcbaviour in of PlaY». en Amencan Anthropologisl, LXXV ( 1973), p. 89.
Animals and Man», organizada por Julian Huxley, diciembre de 1966), pp. 311-319. • Sobre la dominación inversa en los cerdos, véase Glen McBride, «A General
' Konrad Lorcnz, «Play and Vacuum Adtivitics», en L'Instinct Jans le comporte- Thcory of Social Organization and Behaviour», en University o/ Queensland Papers,
ment des animaux et de /'homme (París, Masson et Cíe, 1956): Faculty of Veterinary Scicnce, I, núm. 2 (junio de 1964), p. 96.
El (gatito] de repente se encogení, levantllndo alcemativamenre las p atas traseras. y efectuará un
'º Véase, por ejemplo, Thorpe, «Ritualization in Ontogcn)'», p. 317.
11
McBride, «A General Thcory of Social Organization»: «Por ejemplo, en los cer·
movimiento dirigido muy inceresante con la cabeza, todo lo cual es fotográficamente idéntico a
lo que hace el gato aduleo al acechar a un ratón. Sin embargo, el gatito •11cecb11JO así a uno de sus dos d iniciador normalmente correteará alrededor de la pocilga antes de perseguir a
hermano5, se abalanza sobre él, lo am1pa con las patas delanteros y le da ríunicamcrue empujones otro animal, a menudo un cerdo socialmente dominante, y morderlo en d cuello [...]. En
r
46 Erving Go/fman Claves y t:11mbros de clave 47
El poder transformador del juego puede verse muy bien en el minárselo cambio o transposición de claves [keyings]. Con ello se bus-
modo en que ciertos objetos son susceptibles de ser seleccionados ca una analogía musical aproximada 14•
para jugar o son susceptibles de evocar el juego. A menudo, éstos se· Ahora bien, si uno se limita a observar nutrias o monos, no se en-
rán los que, como las pelotas y los globos, tienden a mantener el im· contrarán demasiadas cosas parecidas al juego, aun cuando el juego
pulso inicial a través del movimiento, produciéndose así la apariencia sea lo que nos lleve a pensar en cosas que se le parecen. Bateson sugie-
de una direccionalidad de hecho. Thorpe sostiene: re la amenaza, el engaño y el ritual. En estos tres casos, probablemen-
te, lo que parece ser algo no es enteramente eso, sino que está simple-
A menudo, el juego se relaciona con un objeto, con un «juguete», que no es mente modelado sobre ello. Cuando se dirige la atención al hombre,
ninguno de los objetos normales del comportamiento serio. Estos objetos sin embargo, pueden encontrarse muchas clases diferentes de cosas si-
pueden incluir el cuerpo en su totalidad o sus partes 12• miescas. Las claves abundan. Además de.lo que puede hacer una nu-
tria, podemos escenificar una pelea siguiendo un guión, o fantasearla,
Un juguete en el juego aporta cierta clase de prueba ideal sobre el o describirla retrospectivamente, o analizarla, etcétera.
modo en que una definición lúdica de la situación puede suprimir en- Ahora puede sugerirse ya una definición completa de la transposi-
teramente los sentidos ordinarios del mundo. ción de claves:
2. Teniendo presentes estos comentarios sobre el juego animal,
se puede pasar con facilidad a un concepto central en el análisis del
marco: la clave [key]. Me refiero aquí al conjunto de convenciones nes -un «cambio de ond11» en circunstancias especiales-. El lenguaje en tales circunstancias se
usa de formas especiales -inteligiblc:mcntc:-, no con seriedad, sino en formas panisitos frente a
mediante las que una actividad dada, dotada ya de sentido en térmi- su uso normal -formas que caen-, bajo la doctrina dd marchitJJmiento del lenguaje. Exduimos
nos de cierto marco de referencia primario, se transforma en algo pau- considerar todas estas cosas. N uc:stras expresiones pcrformativas, afonunadamcnte o no, hay que
tado sobre esta actividad, pero considerado por los participantes entenderlas como emitidas en circunstancias ordinarias [pp. 21 ·22].
como algo muy diferente u. Al proceso de transcripción puede deno- Leonard Bloomfield, en Language (Nueva York, Henry Holt & Company,
1946), pp.141-142, se ocupó en gran medida del mismo tema, bajo el rótulo de «ha·
bla desplazada». El meollo de la cuestión es incentar aplicar a todo el componamien·
los perros, d juego se inicia meneando la cola después de las fonnalidades nonnales de to social algo de lo que los lingüistas y los lógicos han considerado en relación a los
reconocimiento» (p. 96). enunciados.
Miller, «Ends, Means and Galumphing»: 1
~ En lingüística, el ténnino código se usa a veces para referirse a la misma clase de
El juego social de los babuinos parece ir inv:ui:iblcrnente demarcado por un metamcnsaje: «esto es prácticas de transcripción que tengo presences en la mente, pero además están la varie·
un juego». Cuando unm crío o un menor invita a caiar o pelear se ve a menudo la marcha con paso dad y el registro; lo primero se usa a veces para referirse a las prácticas lingüísticas de
largo y dando botes, etc.; sin embargo, la cnra es la zona comunicativa más imponente. Los ojos un grupo social determinado y lo segundo a los requerimientos lingüísticos de un de-
abienos y en rápido movimiento y la boca abierta sin mostrar los dientes son dos componentes de
la señal •esto es un juego,.. Todas las interacciones de juego socfal olm:rvadas mostraban a los par·
terminado tipo de ocasión social (véase, para esto, Dell Hymes, «Toward Linguistic
ticipantes mirando constantemente a la cara de los demás. Los contactos oculares eran breves y Competence» [trabajo no publicado]). Los lingüistas usan cambién código para referir-
frecuentes, ocurriendo a menudo a lo largo de toda la interacción y siemp" al comienzo, al final o se a un conjunto de nonnas -tales corno las leyes de tráfico-. Los biólogos dar) coda.
al cambiar de actividad. El encuentro c:ira a cnra parecía ser el único componente necesario du- vía otro uso al ténnino. En el uso cotidiano, código tiene una connotación de comuni- ·
rante toda la actividad de juego observada [p. 90]. cación secreta, como sucede incidentalmente en la cripcografia, donde parece haberse
12 Thorpe, «Ritualization in Ontogeny», p. 313. originado el uso técnico del término. Resulta inceresante que en criptografia el ténnino
11
J. L. Austin, al tratar sobre su noción de «expresiones perfonnatlvas», esto es, que se aproxima más al referente lingüístico y biológico sea d/ra, y no código.
enunciados que funcionan como hechos, en How to Do Thing:r wlih Word:r (Nueva Mi elección del ténnino -clave-- presenta también desventajas, ya que la referen-
York, Oxford University Press, 1965) [hay traducción en castellano, Paidós], presenta cia musical no es del todo apta, puesto que el ténnino musical modo está quizá más
una versión: próximo a las tnmsfonnaciones sobre las que quiero tratar. Nótese que, en referencia a
la clave, yo uso d término convención, y no meramente el de regla, porque en este caso
(ü) En segundo lugar, nuestros pcrformativos en cuanto que exp"siones son tambiin herederos
de otras clases de males que infectan todas las expresiones. Y a éstas, de igual modo, aunque pue· tal vez sea el mejor para dejar abiena la cuestión de la necesidad, la obligación y la in-
dan integrarse: en una explicación más general, deliberadamente las excluimos por d momento. terdependencia. Se podría añadir que Hymes utiliza el ténnino clave en ciena manera
Quiero decir, por ejemplo, lo siguiente: una expresión pcrformativa, pongamos por caso, será pe· como yo. Véase su artículo «Sociolinguistlcs and the Ethnography of Speaking», en
a1/iarmente hueca o vacía si la dice un actor en el escenario, o si se introduce en un poema, o se E. Ardener (ed.), Social Anthropology and Language (Londres, Tavistock Publications,
pronuncia en un soliloquio. Esto se aplica de manera semejante a todas y cada una de las cxpresio· 1971), pp. 47-93.
r
48 Erving Go/fman Cla11es y a1mbios Je d411e 49
a) Supone una transformación sistemática a través de un mate- corno podría acreditar la respuesta: <<El Rey Arturo acaba de desenvai-
rial que ya posee sentido de acuerdo con un esquema de interpreta- nar su espada y se dispone a defender a Ginebra», o «La nutria pequeña
ción, y sin el cual la transposición de claves no tendría sentido. está a punto de atacar a su madre>>, o «Su alfil se dispuso a amenazar a
b) Se espera de los participantes en la actividad que sepan y re- mi caballo», siendo esta última respuesta la que podría dar un mirón
conozcan abiertamente que se produce una alteración sistemática, simpatizante o -cambiando los pronombres- un oponente desme-
que reconstituirá radicalmente lo que les está pasando. moriado. Estas respuestas poseen una finalidad experiencia! que mira
e) Habrá indicadores para establecer cuándo va a comenzar y hacia adentro. Van tan lejos como los participantes piensan que es po-
acabar la transformación, es decir, corchetes en el tiempo, dentro del sible en el universo dotado de sentido, mantenido por la actividad -en
cual y al cual se va a limitar la transformación. De modo semejante, los lo que se podría llamar un ámbito--. (Sólo ciertos ámbitos pueden ser
corchetes espaciales comúnmente indicarán dónde ~e aplica y dónde considerados como mundos, ya que sólo algunos pueden ser pensados
no se aplica la transposición de claves en esa ocasión. como «reales» o «de hecho».)
d) El paso de una clave a otra no se limita a los acontecimientos La otra posibilidad consiste en ofrecer una versión de sentido co-
percibidos dentro de una determinada perspectiva. Así como resulta mún de lo que en ese caso se pretende, es decir, el análisis del marco:
posible jugar a actividades orientadas de manera totalmente instru- «En la novela de Walter Scott, el escritor hace que el personaje Ivan-
mental, como la carpintería, también resulta posible jugar a rituales hoe realice toda clase de cosas extrañas», «La nutrias no están simple-
como la ceremonia matrimonial o, incluso, en la nieve, jugar a ser un mente peleando», «Parece que los hombres están jugando a un juego
árbol que cae, aunque se admite que los acontecimientos percibidos de tablero».
dentro de un esquema natural parecen menos proclives al cambio de Cuando no hay transposición de clave alguna, cuando sólo se apli-
claves que aquellos percibidos bajo un esquema social. can perspectivas primarias, la respuesta en términos del marco no es
e) Para los participantes, jugar, pongamos por caso, a pelear y ju- probable, a menos que sea necesario disipar la duda, como en la répli-
gar a las damas vienen a ser casi la misma cosa y mucho más radical- ca: «No, no están simplemente jugando: es una verdadera pelea».
mente que cuando estas actividades se realizan de verdad, es decir, Ciertamente, cuando está ocurriendo una actividad no transformada,
con seriedad. Por lo tanto, la transformación sistemática que introdu- las definiciones en términos del marco sugieren enajenación, ironía y
ce una determinada transposición de claves sólo puede alterar ligera- distancia. Cuando la clave en cuestión es la del juego, tendemos a refe-
mente la actividad así transformada, pero cambia por completo lo que rimos a la contraparte menos transformada como actividad «seria».
un participante diría que está pasando. En este caso, parecería que lo Sin embargo, como veremos, no toda actividad seria carece de trans-
que está ocurriendo es una pelea y una partida de damas, pero real- posición en clave, y no toda actividad no transformada puede ser til-
mente desde el principio los participantes podrían decir que lo único dada de seria.
que realmente acontece es un juego. La transposición de claves, pues, Cuando se emite una respuesta en términos del ámbito absorbente
cuando se produce, desempeña un papel crucial para determinar lo más íntimo de una actividad, el tiempo juega un papel importante, ya
que pensamos que realmente está sucediendo. que los acontecimientos dramáticamente relevantes se desarrollan en
el tiempo y entrañan <<Suspense», esto es, una espera preocupada por el
J. Puesto que nuestro sujeto puede ahora responder a la pregun- resultado -aun en el caso, quizá, del ajedrez por correo-. Sin em-
ta «¿Qué es lo que está pasando aquí?», diciendo «están solamente ju- bargo, cuando la respuesta se da en términos del marco, suele parecer
gando», hay un medio para distinguir entre varios tipos de respuesta a que el tiempo se diluye o se detiene, porque una misma designación
la pregunta del que antes no se disponía por completo. Pero se trata puede igualmente abarcar un periodo corto o largo de una actividad y
de algo más que de una mera variación de enfoque. pueden dejarse de lado los desarrollos que se producen dentro de ese
Una respuesta obedece al hecho de que el individuo se puede en- periodo, por no poseer un interés especial digno de tomarse en cuen-
frentar a cosas «absorbentes», a un conjunto de materiales en cuyas ta. Por lo tanto, un enunciado como «Están jugando a las damas» pue-
concatenaciones e interacciones puede ser atrapado o arrebatado, de hacer caso omiso de lo que está sucediendo en ese momento res-
r
al juego animal y no se volverán a considerar en toda su dimensión Parece, pues, que aunque los individuos pueden dedicarse a diver-
aquí. No obstante, se requiere una mayor ampliación. tirse con una gama de actividades extremadamente amplia, en varios
La función del juego ha sido discutida durante siglos, aunque con grupos se ponen límites a las bromas -siendo los límites un factor al
poca utilidad. Sin embargo, probablemente sea posible decir algo so- que hay que prestar atención a lo largo del análisis del marco.-. Entre
bre la localización de la broma en el flujo de actividad, ya que la bro- conocidos, por ejemplo, se apelará al «buen gusto»: no es agradable
ma se fomenta en ciertas coyunturas durante el intercambio social"· sacar a la luz ciertos aspectos de las vidas de los amigos. En el juego de
En cualquier caso, en la sociedad se producen por todas partes breves las «docenas», al que juegan los jóvenes negros de zonas urbanas, se
cambios hacia situaciones en broma, de tal manera que resulta difícil considera que los juicios sobre los progenitores de un jugador mues-
tomar conciencia de que ocurre con mucha frecuencia. (En este traba- tran el ingenio del que insulta, y no los rasgos de los progenitores, pu-
jo no se pretende estudiar situacionalrnente las bromas.) diendo resultar extraordinariamente obscenos. Un insulto suave referi-
Cuando se.observan determinadas especies animales, se descubre do a rasgos conocidos de un determinado progenitor adquirirá una
que no toda la conducta agresiva se puede entender en clave de juego. relevancia diferente y dejará de ser considerado no serio 18• De modo si-
•
Así, tenemos el caso de las mofetas que, en apariencia, dan mordiscos milar, las bromas que un individuo gasta diciendo que lleva una bomba
en el cuello, atacan «de soslayo», hacen amagos defensivos y gritan en en su bolsa no son toleradas por las azafatas de vuelo 19, como tampoco
la lucha real pero no en el juego 16 • Es presumible que una mofeta que lo son las bromas de robos por los empleados de banco, ni los chistes
intentara ejecutar estos actos sin seriedad seria ineficaz para su objeti- que utilizan determinadas palabras, contados por ciertos animadores
vo. Aquí se puede observar un límite al contenido del juego y, en cierta de clubes nocturnos, por la policía local de ciertos sitios. En un bar de
manera, un límite a esta clase particular de transposición de claves.
Habrá, ciertamente, otros límites. Es obvio que el juego permisible
11 Se puede encontrar un análisis completo en Wtlliam Labov, «Rules for Ritual In-
puede irse de las manos:
sults», en David Sudnow (ed.), Studies in Social lnleraction (Nueva York, The Free
Press, 1972), pp. 120-169; y Wtlliam Labov, Language in the Inner Cíty (Filadelfia,
Una mofeta que no desea dedicarse a jugar o que está harta de hacerlo ame- Universityof Pennsylvania Press, 1973), pp. 297-353.
naza a su oponente silbando y enseñando los dientes; esto da como resultado 1
' Los presuntos bromistas probablemente sabrán ahora que gastarle una broma a
que el atacante desista. Si uno de los animales es más pequeño o más débil que una azafata diciéndole que llevan una bomba en su cartera de mano ya no es excusable,
un oponente demasiado brusco, grita lastimeramente hasta que queda libre 17• pero esto deja abiertas posibilidades más complicadas de jugar con d marco, tales
como: «No se me permite que bromee diciendo que si mi cartera está tan abultada es
porque llevo una pequeña bomba, ¿verdad, señorita?». En cualquier caso, estos lími-
., Parece que las bromas se facilitan cuando hay una prueba especial de que la acti- tes son límites no establecidos que la experiencia aclara de vez en cuando:
vidad no se puede entender literalmente, como cuando una chica que está prometida, Ayer, una bonita aufatll de la Unitcd Air Unes detuvo a un hombre tembloroso y de miracLi enfu.
por broma es introducida en un autobús por un íntimo amigo de su novio en presencia rccid11 que intentaba penctnLr en la cabina dd piloto, a JJ.000 pies de altura sobre d territorio de
de éste, o cuando los boxeadores, en d pesaje, intercambian en broma gestos que pare- On:gón•
cen puñetazos, ante las cámaras. Si resulta físicamente imposible una «representación» ..Uevo un11 bomba en la mano», le dijo a Mary Lou Lucdtke, de veintisiete años, «y quiero ver
completa dd acto, puede propiciarse también la broma, como cuando personas desco- al comandante».
nocidas se saludan desde su respectivo tren, yendo en dirección opuesta. [Sofía Loren, La ,aiorita Lucdtke dirigió una mirada borrorizacLi a la mano del hombre y vio que sólo lleva-
a su llegada al aeropuerto Kcnnedy, besó a un empleado a través de un cristal en res- ba un trozo de madera amarilla con tinl.! de meul colgando en cada extremo.
puesta al saludo de aquél (San Fr11ncisco Chronide, 26 de mayo de 1966).] En el caso ..Oios me la di0», dijo d hombre.
La señorita Lucdtke Je invitó a scnblSc, pero él rehusó.
de que unas palabras dichas en serio puedan suscitar oposición, especialmente en Un pasajero se dio cuenta de lo conmoción y agarró al hombre por la solapa de la chaqueta. Forzó
cuestiones de jurisdicciones que se solapan, se pueden emplear juegos en broma como al «bombardero» a que se sentara y hiibló reposadamente con él durante d resto dd viaje.
ocurre en d análisis clásico de las rdaciones chistosas. Cuando una facción esencial de Cuando el OC·8 procedente de Scanle aterrizó en el Aeropuerto Internacional de San Francis-
los participantes está presente en un escenario que contiene un complejo equipamien- co 11 la 1.0.5 de la tarde, las autoricLidcs se llevaron al hombre custodiado [San Frtmcisco Chronide,
to para un acontecimiento social que se va a escenificar pronto con la ayuda de la fac· 18 de íebrcro de 1966].
ción ausente, puede ocurrir un uso burlesco dd escenario. Al operar en una situación muy delicada, d «bombardero» trató de alguna manera
1
' Poole, «Aggressive Play in Polecats», pp. 28-29. de encontrar la pauta de conducta que le permitiría (aparentemente) sentir que actua-
17 lbid.,p. 27. ba en serio sin dejar que los otros respondieran dd mismo modo.
.,.
Las Vegas un hombre que daba satisfacción a la petición de su chica que no era fácil ofender violentamente a los londinenses 22• La socie-
de asustarla para quitarle el hipo sacando de su cintura un revólver dad contemporánea parece obligar a que las bromas sean menos es-
del 38 y apuntándola en el vientre fue arrestado por su galantería 20• pectaculares, al menos las bromas de tipo privado, aunque no se debe
El tema de los límites no se puede abordar adecuadamente sin ob- subestimar la sostenida capacidad de los ingleses para la irreverencia
servar otra cuestión, esto es, los cambios que ocurren a lo largo del en su escenificación de la diversión.
tiempo y el espacio. Tómese como ejemplo esta pequeña anécdota b) La broma, por lo tanto, es una forma de hacer creer. Una se-
que circulaba inmediatamente después de la Revolución francesa: gunda lo es la fantasía o el «soñar despierto». Aunque los niños se es-
fuerzan en representar juntos formas libres de hacer creer, el recurso
Afuera, Heindreicht y sus hombres estaban levantando la guillotina. Uno o típico es la producción unipersonal, a menudo en solitario. El indivi-
dos.de los amigos del director salieron para vigilar el trabajo; el bourreau, do- duo fantasea sobre alguna franja de actividad, manejando todo el
minado por el talante humorístico dominante, les invitó a acercarse a la plata- tiempo, a sabiendas, el desarrollo y el desenlace según su propio gusto
fonna e inspeccionar las cosas de cerca; los invitados estaban encantados: el o disgusto 23 • El soñar despierto conlleva ensoñaciones de carácter in- •
afable Heindreicht explicó el mecanismo, destacando pequeños detalles con tensamente admonitorio o placentero, ya se proyecten en el pasado o
orgullosa modestia. M. Sacdou se encontraba entre el grupo: en un espasmo en el futuro. Resulta interesante que las ensoñaciones diurnas no sólo
final de hilaridad, insistió en ser colocado sobre la bascule. El verdugo entró no se comparten en el acto en cuanto tal, sino que, a diferencia de los
en el juego, agarró al chistoso autor y lo puso sobre la tarima. Uno de los far-
dos de paja que se us~ban para probar la cuchilla antes de cada ejecución fue sueños, no se consideran siquiera como tema para volver a contarlas
colocado en el lugar donde debería colocarse su cuello. La cuchilla descendió después. Una característica de estos <<VUelos» es que son breves y no
y atravesó el fardo de paja a una pulgada de la cabeza de M. Sardou. ¡Fue tre- están muy bien organizados, aunque en verdad un individuo pueda
mendo! Todo d mundo tenía un humor espléndido cuando Troppmann pasó pasarse mucho tiempo embebido en esta actividad. (Seguro que el nú-
por delante de la tropa en fonnadón, con sus sables levantados según el salu- mero total de horas por persona y día que emplea una población en
do tradicional, para sustituir al hombre de letras 21 • • fantasías imaginadas en privado constituye una de las posibilidades
menos estudiadas y más subestimadas de sus recursos.) Adviértase que
Ese tipo de cosas puede que fueran aceptables entonces, pero aho- la ensoñación diurna presumiblemente tiene lugar en la mente, y que va
ra no lo serian: es más, se está llegando a pensar que la ceremonia mis- escasamente acompañada por conducta externa, con la excepción
ma de la ejecución no es ya aceptable. O piénsese en la decadencia de principal de la señal manifiesta que supone hablar con uno mismo.
las mofas sacrílegas. ¿Cuál podría ser hoy en día el equivalente del más Aunque las ensoñaciones diurnas ordinariamente se consideran
famoso de los Hell Fire Clubs (Clubes del Fuego del Infierno) del si- como asuntos privados, hay que mencionar una variante posfreudiana,
glo xvm, el pequeño pero enérgico grupo de los Restoration Rakes de a saber, el relato sobre el sí mismo, que los clínicos consideran digno
sir Francis Dashwood, que celebraban dos veces al año un retiro de una de suscitar y que los clientes están dispuestos a comunicar. Las llama-
semana, en los edificios que rodeaban las ruinas de la abadía de Med- das técnicas proyectivas fomentan una versión industrializada de ello.
menham? Las ruinas han sido reconstruidas y equipadas para servir El Test de Apercepción Temática, por ejemplo, está diseñado para
como escenario a las concentraciones serias de los rituales católicos, y evocar respuestas fantaseadas al material del test, respuestas que pre-
el emplazamiento posee unas dimensiones tan vastas que no habrá
muchos lugares de auténtico culto en América hoy en día que puedan 12 Véase E. Beresford Chancellor, The Liver o/the Ralm, vol. 4, The He// Fire Club
comparársele. Además, se comentaba que no se podía confiar en los (Londres, Philip Allan and Company), p. 925; Burgo Partridge, A Hirtory o/ Orgi'er
servidores como testigos, por temor a que las historias se propalasen y (Nueva York, Bonanza Books, 1960), cap. 5, «The Mcdmenhamites and the Georgian
originaran una ofensa violenta al populacho, y esto en una época en la Ralees», pp. 133-166.
21 J. Richard Woodworth, «Ün Faking Realicy: Thc Lying Production of Social Co-
opcration» (tesis doctoral, Departamento de Sociología, Universidad de California,
20
Rdamdo por Paul Price, Las VegarSun, 27 de octubre de 196.5. Bcrkdcy, 1970), p. 26. Woodworth sugiere: «Una característica fundamental de la fan-
21 Alister Kershaw, A Hirtoryofthe Guillotine (Londres,John Calder, 1958), p. 72. tasía es la relación concentrada que mantiene con los temas del placer y del dolor».
56 Erving Go/fm11n Claves y CJZmbios de clave 57
sumiblemente el sujeto piensa que son evocadas por d material y no La cuestión del encuadre de los límites se puede ilustrar especial-
por sus predisposiciones. Así pues, se considera que estas respuestas mente bien mediante la referencia a los guiones dramáticos. Un ejem-
escapan a la censura habitual. plo de ello lo constituye la siguiente noticia, publicada al poco tiempo
De h:chC?, las resp.uestas a los tests proyectivos ofrecen algo más del asesinato deJohn Kennedy:
que, o mas b1en algo diferente a, un mero conjunto de fantasías cmiti-
?as a pcti~ón sobre temas pictóricos específicos. Por ejemplo, los su- Manchurian Candidate, película que trata de un loco que intenta asesinar al
JCtos comunmente rechazan, eo todo o en parte, la petición de tomar presidente con un rifle equipado de mira telescópica, ha sido retirada de to-
el material «en serio» como estímulo para la producción de sueños di- dos los cines de la zona y lo está siendo a nivel nacional; algo semejante ha su-
cedido con una antigua película de Sinatra, Suddenly, sobre un atentado pare-
versos auto~refere?ciales y apenas disfrazados. Los sujetos, a veces,
cido contra Ja vida del presidente".
r?mpen a re!~ nerviosamen~e, o comentan la escena desde Ja perspec-
uva de la cnuca de arte, o identifican en los personajes a parientes o De igual modo, el marco cambia asimismo con el tiempo:
personas famosas, o s~ remiten a historias sobrenaturales, o parodian
una ~espuesta estereoupada (acompañándola de una voz cantarina), 0 Los griegos crearon la Nueva Comedia bajo dominación extranjera; los roma-
localizan la escena como ilustración de una revista popular. Los intér- nos, abrumados por su propio imperio, se entregaron a una existencia mera-
pret:s. hacen un cierto esfuerzo para tratar estas respuestas como sin- mente sensual. En sus teatros la pantomima ocupó el lugar de la tragedia,
tomaucas, pero lo que, en la superficie, al menos, ha ocurrido, es que mientras que la comedia dio paso a la farsa. Puesto que el único objetivo era
la tarea frente a la que se ha colocado al sujeto ha sido rechazada in- estimular el ahíto paladar del público, los productores no sólo prodigaron to·
troduciéndose otros marcos. Quiero añadir que puede encontrarse dos los recursos de riqueza y técnica en sus extravagantes producciones, sino
que además descendieron a los niveles ínfimos de lo desagradable y obsceno.
aquí un indicio de la flexibilidad que ofrece la transposición de claves
Incluso Livio consideró el teatro de su tiempo como un peligro para la moral
para el manejo de la participación -en este caso, la participación en pública y la existencia del Estado; en seguida se presentaron en escena espec·
una tarea clínica 24•
táculos sexuales y se realizaron auténticas «ejecuciones» teatrales (sustitu-
e) .Consideremo.s ah?ra los guiones dramáticos. Incluyen todas yendo al actor por un criminal condenado a muerte) 26•
l~s. fr~J~S d~ la ~xpenenc1a personal descrita y disponible para la par-
u.cipacion vtc~a de una audi~ncia o de un público lector, y en espe- Se podría añadir que la mayoría de estos cambios han sido lo sufi-
cial las producciones estandanzadas que se ofrecen comercialmente al cientemente lentos y espaciados entre sí como para que los participan-
púb~co a través de medios como televisión, radio, periódicos, revis- tes pudieran pensar en cualquier circunstancia que prevalecía y se
t~, libr~s y~ teatro .<en directo). Este corpus de transcripciones re- mantenía un marco determinado.
~ste un mt~res especial, no .sólo por su importancia social en nuestra El límite moral obvio asociado a las producciones que siguen un
vida r~c:~auva ':• ~orno ya se ha sugerido, por la asequibilidad de tan- guión es, en nuestra sociedad, lo referente al sexo, aduciéndose como
t?s análisis.e~plícuos de e.stos materiales o porque los propios mate- argumento general que ciertas actividades de cariz obsceno y lascivo
n.a!es son f~cilmente acces1~les a los fines de un estudio ceñido; su sig- no pueden publicarse en letra impresa ni representarse en escena o en
nifi_c~do mas pr~~ndo radica en que ofrecen una parodia de la vida la pantalla. Por ejemplo:
cot1di~a, un gwon montado a partir de actos sociales que no siguen
un gwon, y, por tanto, son una fuente de amplios indicios referentes a Sacramento.- Ayer, el Senado aprobó y envió al Cong~eso un proyecto de ley
l~ es~ru~ra de este campo. Así pues, a lo largo de este estudio se uti- del senador Lawrence E. Walsh (demócrata por Los Angeles), según el cual
lizaran eJemplos tomados de producciones dramáticas.
21 Herb Caen, San Francirco Chronicle, 2 de diciembre de 1963.
4
~ E~ Go~fman, «Sorne Characreristics of Response to Depictcd Experience» 26 W. Bearc, The Roman Stage (Londres, Methuen & Co., 1964), p. 238, citado en
(tcs~a de licenciaru~, Departamento de Sociología, Universidad de Chicago, 1949), parte en Elizabcth Bums, Theatn"ca/ity: A Study o/Convention in the Theatre and in So.
capitulo 10, cThe lndirect Response», pp. 57-65. cial Li/e (Londres, Longman Group, 1972; Nueva York, Hacper and Row, 1973), p. U.
58 Erving Go/fman Cl4vts J azmbios dt cúwt 59
constituye un delito representar obras como The Beard en cualquiera de los tar juzgar la conveniencia de una determinada presentación, es muy
campus universitarios del Estado. difícil, pienso, aportar razones, en parte debido a que buscamos una
El proyecto considera delito que cualquier persona intervenga en «cual- explicación en el modelo original en vez de buscarla en el carácter
quier acto simulado de relación sexual o de conducta sexual desviada en una de un marco que implica un tipo determinado de transposición en la
obra teatral, película o producción televisiva, patrocinadas o controladas por
cualquiera de las Universidades del Estado». clave.
Los profesores o administradores que «a sabiendas» autoricen, aseso- La propia pornografía, es decir, la descripción de la sexualidad
ren, aconsejen o proporcionen ayuda para que una persona intervenga en «inadecuadamente» explícita para el marco en cuestión, puede ser
tales actos serán igualmente responsables y estarán sujetos a la pena por el considerada junto a otras «obscenidades». Un estudio reciente pro-
delito 27• porciona un enunciado y un análisis:
Sobre este asunto de la pornografía hay una abundante cantidad Estas reflexiones sugieren dos definiciones preliminares de la obscenidad:
de literatura, legal o de otro tipo. Sin embargo, no parece que se 1) la obscenidad consiste en hacer público lo que es privado, consiste en una
intromisión en los procesos y actos físicos íntimos o en los estados físico-emo-
haya prestado demasiada atención al hecho de que las regulaciones
cionales, y 2) consiste en una degradación de las dimensiones humanas de la
no se refieren sólo a los actos «indecentes aislados», sino también a vida a un nivel subhumano o meramente físico. De acuerdo con estas defini-
la presentación de dichos actos en determinados marcos. Como se- ciones, la obscenidad es una manera de tratar o ver los aspectos físicos de la
ría de esperar, la sensibilidad varía considerablemente de acuerdo existencia humana y su relación con el resto de Ja existencia humana. Por lo
con la clave particular en cuestión. Obviamente lo que resulta ofen- tanto, puede haber una visión obscena del sexo; también puede haber visio-
sivo en una película podría no ser ofensivo en una novela 28 • Al inten- nes obscenas de la muerte, el nacimiento, la enfermedad y de actos tales como
comer o defecar. La obscenidad hace ostentación pública de estos fenómenos
y lo hace de tal manera que se pierde o deprecia su contexto humano más am-
27 plio. Así pues, existe una conexión entre nuestras dos definiciones prelimina-
San Francisco Chronic/e, 10 de mayo de 1968. Parece existir, incidentalmcme, un
truco que diferenciad marco entre d beso sin más y el beso de tomillo. Lo prúnero se res de la obscenidad; cuando las intimidades de la vida se exponen a la vista
puede actuar en el escenario como un acto simulado, sin tocar los labios, o adoptando del público su valor puede depreciarse o se pueden exponer a una visión pú-
la postura adecuada, como un beso «real», tocando los labios, pero en cualquiera de blica con el fin de depreciarlas y depreciar al hombre 29•
los dos casos se puede pensar que el beso no es «real» y que se trata, por lo canto, de un
beso ~ otra clave: (Los ~os «SOCiales» o entre parientes no significan que haya que En suma, se trata de los límites del marco, los límites relativos a
«Senurlos», y la diferencu1 en este caso entre una versión escenificada y d hecho real aquello que puede ser permisiblemente transcrito desde los aconteci-
deberfa hacer referencia a un contexto más amplio, ya que la simulación de superficia-
lidad s.e maneja con dem~iada perfección.) En este caso, d contexto escénico y el mar· mientos reales a su inclusión en un guión. Y los detalles son particu-
co de ¡uego pueden dommar (y, por lo tanto, reestructurar) el acontecimiento. Lo se- larmente interesantes. Se puede aludir a cualquier cosa en la que el
gundo parece caer más allá del poder dd encuadre dramatúrgico: el beso de tornillo cuerpo participe, pero la visión debe quedar velada y alejada, para que
expresado física y realmente en escena parece ser considerado por las audiencias más no se desacrediten nuestras presuntas creencias sobre la cualidad so-
como un acto literal s~xual que como un acto transpuesto a clave dramatúrgica. De
acuerdo con nuestro stStema normal de creencias, la penetración contraviene la trans· cial y última del hombre. El cuerpo en cuanto que encamación de sí
cripción teatral. Esto deja de ser verdad en d marco cinematográfico, aunque en este mismo debe hacer las paces con su funcionamiento biológico, pero la
caso también existen límites al encuadre, como veremos más addantc. paz se logra asegurando que estas funciones se consideren en el «con-
21 Diferencia que en sí misma puede cambiar. A finales de los años sesenta, las pe-
texto», entendido en este caso como algo incidental a la experiencia
ü:Was parecían haber reducido de manera considerable la brecha; por ejemplo, Mid-
mght Cowboy era tan obsceno en la pantalla como en el texto. A comienzos de la déca- social humana, y no como el centro de atención. Se pueden evocar his-
da de los años setenta, parecía que las novdas habían vudto a recobrar su difercncia, torias sobre personas comiendo, haciendo el amor o siendo tortura-
yendo una _vez más por de!Bme (o por detrás, dependiendo de la perspectiva de cada
cual); un e¡emplo de ello lo constituye Thinking girl de Cyntlúa Buchanan. Todavía
más recientemente, la influencia que se deriva de la aceptabilidad creciente de las pe- Z'1 Harry M. Clor, Obscenity aná Public Mora/ity (Chicago, University of Chicago
üculas pornográficas duras parece anunciar un nuevo asalto en la lucha. Press, 1970).p.225.
60 Erving Gof/man C/avl!s y cambios ál! clavl! 61
das, pero como parte de un drama humano más amplio, no como una En el jueguecillo King of the Casde [«El Rey del Castillo»], al que
exhibición aislada o como un asunto de interés a examinar con detalle juegan niños pequeños y corderos ' 1, la referencia a la dominancia c';l·
por sí mismo. tidiana es clara. En los juegos elaborados de los adultos esta referencia
se atenúa y no parece de gran valor descubrir las posibles raíces míti-
2. Competiciones. Considérense deportes como el boxeo, las carre- cas o históricas de la actividad vital específica; se trata, en efecto, de
ras de caballos, los torneos, la caza del zorro, y cosas por el estilo. El marcos de referencia primarios.
modelo literal parece ser cierta clase de pelea (o caza o huida), y las Parece existir un continuum entre la broma, en la cual se toma un
reglas del deporte establecen límites en el grado y modo de agresión. acto utilitario para emplearlo y transformarlo en algo divertido, y los
(Examínese lo que ocurre durante las competiciones ritualizadas so- deportes y los juegos. En cualquier caso, mientras que en las bromas la
bre la manera como los machos rivales imponen su dominancia en la reconstitución bromista de un objeto o de un individuo en un «jugue-
manada, o cuando personas mayores solícitas separan a dos jóvenes to> es bastante pasajera, no está nunca definida del todo, en los juegos
en una reyerta y sólo les permiten «juego limpio» con reglas, un árbi- y deportes organizados esta reconstitución se institucionaliza ~e esta-
tro imparcial y un círculo de atentos observadores.) Los límites del biliza, por así decir- del mismo modo que la ~~estra de la accron qu~
marco respecto a las competiciones en forma de lucha están muy bien da fijada mediante las reglas formales de la acttvtdad. (Eso es presumi-
señalados, cambian de manera considerable a lo largo del tiempo y blemente lo que se entiende por «organizado».) Y a medida que esta
además se hallan perfectamente documentados. Habitualmente, es- formalización progresa, d contenido dd juego parece que se aleja cada
!, tos cambios han sido vistos como señales de una disminución en la vez más de cualquier réplica determinada de la actividad diaria para
tolerancia frente a la crueldad y el riesgo del ejecutante, al menos en convertirse progresivamente en un marco de referencia primario en sí
la esfera recreativa. De la misma manera que, en Lewes, a los gatos ya mismo.
«no se los quema vivos en cestos, en el Guy Fawkes Day, mientras sus Una nota final. He resaltado los cambios en los límites respecto a
agonizantes maullidos quedan ahogados en los gritos complacientes las producciones dramáticas y los deportes, nduciendo que en este
de los espectadores»lO, también se han prohibido las peleas de gallos, caso la documentación histórica es muy rica. El valor que estos mate-
la caza de osos y ratas y otros deportes sangrientos. En el boxeo de
competición se puede seguir la trayectoria del cambio de marco des-
r
riales tienen para nosotros salta a la vista. Ante todo, los dramas las
competiciones proporcionan cosas que son absorbentes -matenales
de sus comienzos con las manos desnudas al iniciarse el siglo xvm, absorbentes con los que los observadores se pueden entusiasmar, ma-
hasta la introducción de los guantes de piel, algunas décadas 111ás teriales que generan un ámbito del ser-. Los límites fijados a esta a~
tarde, el Código de Broughton en 1743 y las reglas de Queensbury tividad son limites fijados sobre actividades que se pueden convertir
hacia 1867. en atractivas y fascinantes. La historia de estos límites es la historia de
Algunos deportes, por lo tanto, pueden ser identificados como lo que puede llegar a ser algo vivo para nosotros. Y si las t~ans~osic~o
transposición de claves de la actividad combativa primaria -ritualiza- nes de claves tienen historia, tal vez los marcos de referencta pnmanos
ciones, en términos etológicos-. Pero obviamente esta visión tiene también la tengan.
un uso limitado. Hay muchos deportes, como el hockey y el tenis, que
integran a los bandos competidores en una oposición estructurada, 3. Ceremoniales. Constituyen ejemplos de ellos rituales sociales tales
pero tanto el equipamiento específico empleado como el objetivo es- como las ceremonias matrimoniales, los funerales y las investiduras.
pecífico impuesto sólo pueden sugerir un marco de referencia prima- En ellos ocurre algo diferente de lo que ocurre en la actividad ordina-
rio. Este obstáculo para el análisis que recomiendo es todavía más ria, pero es difícil saber a ciencia cierta qué es lo que ocur~e. AJ igual
acusado en el caso de los juegos. que en las producciones que siguen un guión, se urde prevtarnente un
'º Christino Hole, English Sports anJ Pastimt>s (Londres, B. T. Botsford, 1949), p. 5. ' 1 Thorpe, «Ritualizotion in Ontogen}'», p. 316.
-
62 Et11ing Gof/man Clavet y camhío1 de clave 63
entramado de actos, pudiendo producirse un ensayo de lo que va a habitual, con fines utilitarios claramente diferenciados de los de su
desarrollarse y siendo fácil establecer una distinción entre el ensayo y ejecución originaria, en el entendimiento de que no se producirá el re-
la representación «real». Pero mientras que en las obras escénicas esta sultado originario de la actividad. Estas sesiones de prueba son una
formulación anticipada permite una simulación más amplia de la vida parte importante de la vida moderna, aunque no han sido tratadas de-
ordinaria, en los ceremoniales opera de manera restrictiva, permitien- bidamente por los estudiosos de la sociedad. Consideremos breve-
do que un solo hecho, una sola acción, sean desgajados y coreogra- mente algunas variedades de estos actos.
fiados para llenar todo el suceso.
En síntesis, una obra teatral pone en clave la vida, una ceremonia a) En nuestra sociedad, y probablemente en todas las demás, la
pone en clave un acontecimiento. A diferencia también de las pro- capacidad para emprender una actividad a voluntad -lo que se suele
ducciones escénicas, los ceremoniales proporcionan a menudo una di- definir como posesión de destrezas- se desarrolla muy a menudo a
visión clara entre los oficiantes profesionales, que se dedican a esta través de un tipo de hacer creer utilitario. El propósito de estas prácti-
clase de tareas, pudiendo esperarse que las desempeñen cientos de ve- cas es ofrecer al neófito la experiencia para actuar en condiciones en
ces, y los oficiados, que como máximo tienen el derecho y el deber de las que (se piensa) no se permite una implicación real en el mundo,
participar sólo unas pocas veces. Y para ellos, estas pocas veces son «desacoplando», en consecuencia, los acontecimientos de su enclave
todas las que necesitan, puesto que con motivo de estas «exhibiciones habitual. Es posible que el fallo o el fracaso puedan pro~ucirse tanto
interpretativas» [per/órmative displays} se cumple de una vez por to- en el plano económico como en el instructivo 33 • Aquí se trata de ejer-
das algo que tiene importantes conexiones y ramificaciones en su mun- cicios áridos, de sesiones de entrenamiento, de pruebas -en resumen,
do más amplio. Finalmente hay que señalar que en las obras de teatro de «hacer prácticas>>-. Cuando la tarea en cuestión es instrumental,
el actor aparece como un personaje diferente de él; por otra parte, en hablamos de una prueba o ejercicio simulados. He aquí una ilustra-
los ceremoniales, el actor asume la tarea de representarse y sintetizar- ción actualizada de ello:
se en alguno de sus roles sociales centrales -padre, esposo, ciudada-
no, etc.-. (En la vida cotidiana el individuo es él mismo también, pero La simulación es un área de reciente desarrollo en la educación médica, que
de una manera que no es tan claramente autosimbolizadora.) aporta una experiencia clínica semejante a la que tiene lugar en vivo, sin que
Una vez que se ha visto que los ceremoniales tienen consecuencias ello implique pacientes vivos y reales, y donde además la participación de un
que los dramas e incluso las competiciones no tienen, es necesario ad- paciente vivo sería indeseable o poco práctica. Las técnicas de simulación
mitir que la absorción y el temor reverencial generados en estas oca- pueden emplear maniquíes muy complejos manejados por ordenador ca-
siones varían considerablemente según los participantes, más aún qui- paces de recrear muchas de las funciones vitales esenciales. Denson y Abra-
hamson han estado valorando la actuación de un maniquí, SIM-One, que re-
zá de lo que ocurre en general en la actividad no ceremonial. Además, produce todas las funciones esenciales de los sistemas cardiorrespiratorio y
el guión puede ser mantenido a lo largo del tiempo, aunque asignan- nervioso, en la administración de anestesia general. El maniquí responde
do un peso muy diferente a las acciones, de modo que se puede pasar de «apropiadamente>> tanco al tratamiento correcto como al incorrecto, al mecá-
un ritual totalmente sangriento a otro completamente vacío. Un buen nico y al farmacológico, siendo capaz de regurgitar o simular un paro cardia-
ejemplo de este caso lo ofrece la coronación de la reina Isabel. No hay co. El dispositivo puede pararse en cualquier momento durante la «induc-
duda de que la reina y míster Shils tenían una visión del ceremonial
que difería bastante de la de los escépticos; 2•
n Hay algunos datos que sugieren que aun en el mundo animal el hacer prácti-
cas es una posibilidad diferente aJ juego. Véase Rudolf Schenkel, ccPlay, Explora-
4. Repeticiones y ensayos técnicos [Techmcal redoings}. Se pueden tion and Territoriality in the Wild Lion», enJewell y Loizos (eds.), Play, Exploration
poner en práctica franjas de actividad corriente, fuera de su contexto and Territory, especialmente en la p. 18. Téngase en cuenta que las prácticas presen-
tan un demento irreversible, sin cambio de clave. El número de pruebas requerido
por un individuo o un equipo para adquirir pericia en una taren o guión puede con-
siderarse como una indicación de la flexibilidad, motivación, capacidad de aprendi-
n Muy bien descrito en Bums, Th~atrica/ity, pp.19-20. zaje, etcétera.
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64 Eruing Golfman Claves y mmbios Je clave 6S
ción» o el «mantenimiento» de la anestesia general con fines de instrucción o las maniobras militares, el curso planeado de la acción, el esquema,
revisión de la terapia antes de que el «paciente muera» o sea dañado 34• puede requerir controladores que restablezcan y redirijan periódica-
mente lo que está «aconteciendo». Las fuerzas que hayan avanzado
Cuando se trata de llegar a dominar un ritual social, una obra de demasiado, según el esquema, tendrán que ser frenadas, en tanto que
teatro o una partitura musical, hablamos de ensayos. El hecho distinti- habrá que hacer avanzar a las rezagadas.
vo de los ensayos es que codas las partes se practican eventualmente Cuando se delinea en detalle y por adelantado una acción comple-
en conjunto, y es la práctica final, en conjunción con un guión, la que ja, con su secuencia de pasos representada en la mente o en el papel
permite una anticipación más o menos completa de lo que se hará «en para comprobar la distribución de tiempos y cosas semejantes, habla-
vivo» en la ocasión real". Gran cantidad de las actividades que se po- mos de planificación. Como se ha sugerido, los tanteos, los ensayos y la
nen a prueba no pueden reflejarse al detalle en un guión, porque no planificación conjunta se pueden considerar todos ellos como variacio-
todos los principales participantes de lo que será la acción real, «en nes del «hacer prácticas», debiéndose distinguir todas estas variaciones
vivo», pertenecen al mismo equipo. Un individuo puede «ensayar>> de la «experiencia real», que presumiblemente contribuye también al
mentalmente lo que va a decir en determinada ocasión, pero a menos aprendizaje, si bien de modo diferente.
que su parlamento sea largo y se le pueda anticipar una respuesta pasi- Es maravilloso observar los lugares donde se hacen prácticas. A
va, el «ensayo» en este caso representa un uso figurado del término, y este propósito es Dickcns quien configura nuestra orientación: Fagan
el que ensaya en parte se está engañando a sí mismo. De modo seme- enseñando a sus pupilos cómo robar pañuelos en condiciones simula-
jante, los relatos televisivos que se refieren a los agentes secretos (por das forma parte de nuestra tradición. Y también las películas de «ca-
ejemplo, Misión imposible) implican a los protagonistas en el diseño cos», como Rififi, que se centran en la ejecución de una operación pla-
y ejecución de un esquema con el que no se puede contar en la vida real, neada, cronometrada y ensayada hasta el mínimo detalle. En cualquier
porque se requiere una respuesta permanente por parte de los que no caso, se puede leer sobre los contrabandistas:
están en el equipo, y esa respuesta, ciertamente, no se puede incluir en
un guión: como mucho, se puede inducir o anticipar. Incluso en el Un grupo ha llegado incluso a tomarse la molestia de comprar tres asientos de
caso de que todos los participantes estén en d mismo bando, como en primera clase de un avión vc-10 a la compañía aérea BOAC para poder entre-
nar a sus hombres-correo, cargados de oro, a permanecer sentados durante
horas sin entumecerse y luego levantarse sin dar la impresión de estar magu-
~ Oanid O . Lcvinson, M. D., «Beclside Tcaching», en Tlie New Physician, XIX llados al final del viaje 16•
(1970), p. 733.
" Cuando d producto final de un esfuerzo de actuación es una cint11 magnetofóni-
ca y no un espectáculo en directo, la versión final puede ser un montaje compuesto de Dulles ofrece comentarios semejantes respecto a su línea de tra-
franjas tomadas de varias pruebas. Durante esros intentos los intérpretes sentirán con bajo:
todo derecho que no están obligados a «permanecer dentro dd marco» todo d tiem-
po, como lo harían en una actuación crcal», y, sin embargo, confirman que están pro· Con las situaciones «en vivo», en la escuela de adiestramiento se pretende lo-
duciendo lo que resultará tratado como partes de la actuación final.
grar algo parecido al adiestramiento para d combate con munición real. El
Todo lo cual plantea de nuevo d tema de la realidad. Un discurso político puede te-
ner poco valor en cuanto que indicación fiable de lo que d orador hará en realidad, trabajo pionero en esa linea se realizó durante la Segunda Guerra Mundial en
pero se puede decir que es un discurso real. Una audiencia de tdcvisión (y ciertamente las escudas del Ejército, donde se adiestraba a los interrogadores de los pri-
una audiencia de radio) obtiene una versión de lo que se habla ligeramente diferente a sioneros de guerra. El aprendiz de interrogador se colocaba frente a un hom-
la obtenida por una audiencia en directo, pero la diferencia no es muy significativa, bre vestido como un oficial o soldado enemigo, el cual actuaba como alguien
quizá. Pero ¿qué sucede si un presidente achacoso espera la ocasión de estar en buena recién capturado y hablaba alemán o japonés a la perfección. Este último, que
forma y entonces graba su alocución ante un grupo entusiasta de su propio equipo, debía ser buen actor y que había sido cuidadosamente seleccionado para esta
una alocución daborada a partir de pasajes pequeños, autosuficicntes («cortes») que
permiten la supresión de fragmentos inocuos, y después envía la cinta a la emisora para
su posterior emisión? El resultado ¿es una actuación o un discurso? Y ¿es suficiente la
noción de transposición de claves para tratar este tema? " Tunothy Green, The Smuggkn (Nueva York, Walkcr and Company, 1969), p. 217.
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66 Erving Goffman Claves y cambios Je clave 67
tarea, hacía todo lo posible por engañar o confundir al interrogador en cual- dedicarse a practicar. A veces puede ser demasiado poco y otras veces
quiera de las mil maneras disóntas que se habían experimentado en situacio- suficiente como para ser noticia: .
nes reales de interrogatorios en Europa y el Lejano Oriente. Rehusaba hablar
o inundaba al interrogador con una avalancha de información inconsecuente o
confusa. Se comportaba de modo huraño, indolente o rastrero. Podía llegar Hinkley Point, Inglaterra (UPI).- Un brigada de la academia del Ejército bri-
incluso a amenazar al interrogador. Tras unas cuantas sesiones de este tipo, el tánico pensó que era claramente antibritánico que, cuando iba a tener lugar
interrogador estaba mejor preparado para enfrentarse con un POW (prisione- un ejercicio de guerra simulado, el «enemigo» rehusara participar porque es-
ro de guerra) o con un pseudodesenor en la vida real, por lo que sería impro- taba lloviendo.
bable que se dejase sorprender por nadie 17 • El brigada Rey Blackmore de la academia West Somerset comentó: «Un
oficial me dijo que su unidad no tomaría parte porque estaba lloviendo y no
se querían mojar>>~ 1 •
Y las Líneas Aéreas Escandinavas, para anunciar su calidad, exhi-
ben fotografías de sus azafatas practicando el servicio de bebidas al-
cohólicas en un vuelo simulado ocupado por clientes y monitores de la Y podrían entrar en juego cosas suficientes como para proporcio-
Escuela de Azafatas de Sandefjord 38• Y, en fin, en un estudio de radio, nar una gran autobiografía, según ilustra Lillian Gish en su descrip-
el caldeamiento de la audiencia en directo puede requerir la práctica ción dd rodaje de Way Down East bajo la dirección de D. W. Griffith:
del aplauso 39 •
El hacer prácticas nos aporta un sentido de la «cosa real», es decir, Las escenas sobre hielo fueron rodadas en White River Junction, Vermont,
de aquello que ya no es una mera práctica. Pero, desde luego, es sólo donde el río White y el Connecticut corrían parejos. La capa de hielo era
un sentido de lo real. Una batalla es a un simulacro de guerra lo que un gruesa; había que aserrarla o dinamitarla, para que hubiera témpanos todos
recital de piano a un ejercicio de dedos; pero eso no nos dice nada los días de rodaje. La temperatura nunca subió por encima de cero durante
acerca del sentido en el que la actividad bélica y la música representan las tres semanas que trabajamos allí.
Para la escena en que Ana se desmaya sobre un témpano de hielo, se me
diferentes órdenes del ser. ocurrió una idea y se la sugerí a Griffith, quien estuvo de acuerdo en que era
¿Cuáles son los límites de la práctica? Nosotros, por ejemplo, esta- una buena idea ... Sugerí que mi mano y mi pelo se deslizaran por el agua,
mos acostumbrados a los ensayos de las bodas, pero sabemos poco mientras yo yacía sobre el témpano que iba a la deriva hacia las cataratas.
acerca de hasta dónde llegan esta clase de prácticas en la escala del ri- Griffith estaba encantado con el efecto.
tual. Probablemente nos sorprenderíamos de los vaivenes que sufren Pasado un rato, se me congeló el cabello y tuve la sensación de tener la
los ensayos de una coronación o una investidura papal, dando por su- mano en una llama. Todavía hoy me duele si permanezco mucho tiempo en el
puesto que los personajes implicados poseen un estatus tan elevado.en exterior cuando hace frío. Cuando por fin terminó la secuencia, había perma-
el ritual que deberían ser liberados de cualquier ensayo, aunque cier- necido sobre un bloque de hielo al menos veinte veces al día durante tres se-
tamente tengan que plegarse mucho más en este aspecto que los ciu- manas. Entre toma y toma, uno de los hombres me echaba un abrigo, rodeán-
dadanos de categoría inferior. Las fotografías del presidente de Esta- dome con él, y me calentaba junto al fuego durante un tiempo 42•
dos Unidos ensayando la boda de su hija son noticia, aunque quizá de
poca trascendencia 40• Tal vez nosotros tengamos también cierta idea La cuestión de una escasa o de una excesiva dedicación es un as-
de en qué medida los participantes deben querer estar dispuestos a pecto obvio de los límites del encuadre. Resulta menos obvio el tema
de la idoneidad de la práctica como tal. Se bromea sobre los jóvenes
que practican la costumbre de fumar frente a un espejo con objeto de
7
J Allen Dulles, The Craft o/ln1elligence (Nueva York, New American Library, Sig- adquirir un aire sofisticado. Pero por debajo de la broma parece exis-
nct Books, 1965),p.167.
Ja Newsweek, 7 de septiembre de 1970.
19
Véase Gerald Nachman, «Now a Word from the Audiencc:», en Daily News 41 The New York Times, 29 de diciembre de 1968.
(Nueva York), 11 de septiembre de 1973. 41 Lillian Gish, Th~ Movies, Mr. Gri/filh and Me (Nuevn York, Avon Books, 1969).
-40 Li/e, 18 de junio de 1971. pp. 233-234.
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68 Erving Golfman Claves y cambios Je clave 69
tir un entendimiento de que el comportamiento «expresivo», tal como tos a los que probablemente habrá de enfrentarse en la vida real 44 • La
se encuentra, por ejemplo, en los saludos, declaraciones de amor, ges- primera fase del entrenamiento, pues, dota al aprendiz de cierta protec-
tos faciales y cosas por el estilo, no debería practicarse nunca, siendo ción frente a la ansiedad producida por las acruaciones incompetentes, y
más bien un subproducto de la acción y nunca el fin de ésta. Y para la última fase le coloca en una situación en la que la atención y el interés
mantener esta teoría del comportamiento, debemos evitar enseñar y del ejecutante se puedan mantener cuando tenga que habérselas con las
practicar tal conducta o al menos enseñarla y aprenderla desaprobán- condiciones «en directo». En cualquier caso, el mundo de la práctica es a
dola. la vez más simple y más complejo que las condiciones reales <<Vivas».
La organización de las prácticas ofrece un buen ejemplo de cómo Adviértase que estos extremos de algún modo yerran el blanco.
los individuos pueden reconocer que en la realidad se trata de una En la medida en que la ejecu~ión real depende de cómo se arregla
transposición de claves, aun cuando para ellos las cosas sean muy im- el ejecutante en condiciones adversas, una sesión práctica tan sólo
portantes. Así, las escuelas de peluquería y barbería entrenan a sus es- puede aproximarse a las condiciones «reales», nunca alcanzarlas.
tudiantes sobre cabezas <<Vivas» que ofrecen aquellos sujetos dispues- Este dilema se aprecia quizá con más claridad en las maniobras mi-
tos a aceptar un trabajo mediocre porque el precio es muy barato. litares, donde los participantes deben tomar en serio que lo que en
Esos clientes desean una profesionalidad normal (y encontraremos último término puede dar seriedad a la cuestión es aquello que no
relatos llenos de orgullo que lo cuentan cuando la consiguen), pero no puede ser utilizado: la munición «real» empleada letalmente 4'.
están en situación de exigirla.
"" Por ejemplo:
Un rasgo interesante de las prácticas es que es probable que el
Los simuladores son caros de const ruir y monej:ir, pero resultan t~endamente prometedores.
instructor y el alumno consideren útil prestar atención consciente a Las fases significativas de la enfcnnedad aguda, subaguda y crónica se pueden romprimir en esca·
cierto aspecto de la tarea practicada que a los ejecutantes competen- sos minutos y w téaúcas openuorias pueden utilizarse para desarrollar d diagnóstico y w espe·
tes ya no preocupa. Así, cuando se enseña a los niños a leer en voz c:ializaciones terapéuticas. El paro cardiaco, d shock anafi.liíctico, la acidosis diabética, la trombo-
sis, d irúarto de miocardio y oll'llS enfennedades romunes importantes podrían cdiagnosticarsC» y
alta, la pronunciación de las palabras puede constituirse en objeto de ct111tarse» rei1c111damcnte hasta que la pericia en ellas sea romo una segunda 1111turaleui [Levin-
orientación continua, como si el significado de las palabras tuviese son, «Bedside Teachig>o, p . 733).
temporalmente poca importancia 43 • Es cierto que el mismo texto se Enue algunos estudiosos del procedimiento juñdico existe, sin embargo, la opinión de que lo ma·
puede usar como fuente de problemas bastante diferentes: en el caso yoría de las reglas son inhcn:n1cmcnte problemó1icas y que la mayoría de los conceptos legales son
flexibles y variables en su sentido. En Estados Unidos, los hábitos de pensamiento inculcados du·
anterior, para deletrear, redactar, etc. De modo semejante, durante l'l111te d curso de entrenamiento legal pueden estimular este punto de vista. Los estudiantes de
los ensayos teatrales, puede que lo primero sea el dominio del texto, derecho aprenden mediante d debate la aplicación de la doctrina a situaciones límites extraordi·
dejando para más adelante el movimiento y la coordinación del tiem· nariamente dificiles derivadllS de casos revisados por los tribunales de apelación. Un objetivo de
este ejercicio es entrenar la mcrue de los estudiantes en d pensamiento legal y desarrollar las habi-
po. En todo esto se ve de nuevo que una franja de actividad es sola- lidades de la abogaCÚI, y se cree que este objetivo como mejor se consigue es examinando las cues·
mente el punto de partida, se le pueden incorporar toda clase de úones difíciles, y no w w
fáciles o leyes bien establecidas [Lawrcnce M. Fricdman, «l..cgal Rules
perspectivas y usos; se pueden encontrar en ella todo tipo de «rde- and the Proccss ofSocial Change», en Stan/ord Law Review, XIX ( 1967), p. 791).
vancias motivacionales». Otro ejemplo se encuentra en d adiestramiento de crupieres. Como se podría espe-
El hacer prácticas posee otro rasgo en su desarrollo. Cuando un eje- rar, la fase terminal del adiestramiento en la mesa de juego vada supone el control de
un funcionamiento complicado y vasto: un sistema de «apuesbm> amplio y variado que
cutante adquiere una determinada competencia, el primer paso que da supera lo que probablemente va a encontrar en el juego real.
suele ser más fácil y simple que cualquiera de los que dará en el mundo 4
' Las versiones noveladas de los ejercicios de campo y las maniobras plantC:l10 otro
real, mientras que la última sesión práctica antes de lanzarse es probable problema. Para realizar un ejercicio viable, ambos «bandOS» deben atenerse a todas las
que lleve consigo una concentración superior de dificultades e imprevis- convenciones de la guerra real y además a algunas otras: por ejemplo, hay que confiar
en algún tipo de dispositivo de registro para determinar quién ha sido herido y con qué
gravedad y qué clase de desperfectos se han producido en detenninado tipo de equi-
41
En un trabajo inédito de Jobn J. Gumperz y Elcanor Herasimchuck, « The Con- po.miento; hay que eludir la propiedad privada y otras áreas que se hallan fuera de los
versational Analysis of Social Meaning: A Study of Classroom Interaction», se encuen- lúnitcs autorizados; hay que regirse por señales de final y de comienzo. Y para garan·
tra un tratamiento útil de la cuestión. tizar todas estas cosas está claro que hay que respetar a árbitros y controladores. Pero
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70 Erv,-ng Golfman Cla11~s y cambios á~ cla11~ 71
b) Así pues, esto es el hacer prácticas. Una segunda clase de re- nes, a diferencia de las prácticas, son realizadas típicamente por al-
peticiones o ensayos comprende las «demostraciones» (o exhibicio- guien que las puede ejecutar con pericia y que sólo suele haber una o
nes), es decir, las ejecuciones de una actividad asernejable a una tarea dos pruebas. Los dos tipos de repeticiones se pueden utilizar conjun-
fuera de su contexto funcional habitual, con el fin de permitir a al- tamente, como en el caso de un profesor que ofrece una demostra-
guien que no es el ejecutante obtener un retrato fiel de la realización ción y el estudiante le replica con una prueba práctica. Y se puede
de la actividad. Esto es lo que sucede cuando un vendedor muestra probar la pericia de un candidato a un puesto de trabajo obligándole
cómo funciona una aspiradora al absorber la suciedad que con propó- a ejecutar una o dos pruebas a la vista del examinador, creando unas
sitos ilustrativos él mismo ha puesto en el suelo del ama de casa, o circunstancias en las que la ejecución posee una significación inhabi-
cuando una puericultora de sanidad se dedica a visitar las casas para tual pero (al menos para el ejecutante) de consecuencias parecidas.
enseñar a las madres que no se lavan cómo lavar a sus bebés, o cuando Más complicado aún: tenernos el caso de los deportes de ejecución,
un piloto muestra, a máxima altura, a sus pasajeros cómo serán el so- tales como el patinaje artístico, la danza submarina y la gimnasia, que
nido y la sensación cuando se bajan los alerones: permiten ofrecer competiciones que llevan consigo pruebas que son
al mismo tiempo indicaciones del grado de destreza y demostracio-
Al descender puedo pisar los frenos neumáticos para aminorar la vdocidad. nes de la forma ideal.
Sería algo así [pisa los frenos neumáticos y el avión vibra]. La vibración en la Los límites de la demostración poseen cierto interés. En primer lu-
cabina es bastante normal [quita el freno], gar, está el límite, ya sugerido, relativo a la enseñanza al pie de cama,
esto es, el uso de pacientes para ilustrar (a los estudiantes) el trata-
utilizando así una ceñida y anticipada demostración, corno medio miento, aun cuando se esté administrando un tratamiento efectivo y
para garantizar que aquello que después podría ser considerado real. La conclusión es que, al menos en ciertas coyunturas, no se debe
como una señal de alarma, como un acto no dirigido, se tome como permitir esta dualidad particular de perspectiva.
un acto intencionado, instrumental. Obsérvese que las demostrado- En segundo lugar, tenernos el límite que se refiere al precio. Se
piensa que ninguna demostración debería llevar aparejado un excesi-
vo costo y. desde luego, en muchos casos, nunca el costo que origina la
si d ejercicio es una prueba de la capacidad para infiltrarse, sorprender y burlar aJ actividad real. En esto se podría pensar que un exceso de dramaturgia
bando tr:idicionalmente fovorable, en suma, para ganar de cualquier modo y a cual· resulta inapropiado. Incluso Abbie Hoffman lo piensa así, como pue-
quier precio, en ese caso son precisamente estas reglas básicas de los simulacros de
guerra las que es posible que haya que infringir. Por lo tanto, el engaño se convierte en de deducirse de la cita en la noticia que sigue a continuación:
el proceder correcto porque es el procedimiento incorrecto. Véase, por ejemplo, E. M.
Nathanson, The Dlrty Dozen (Nueva York, Random House, 1965), pp. 425-434; Wi- Fort Belvoir, Vtrginia, 4 de octubre (AP).- El Ejército hizo hoy una demos-
lliam Crawford Woods, The Killing Zone (Nueva York, Harper's Magazine Press, tración de su más moderno equipamiento y de sus tácticas más recientes para
1970). pp. 117-167. • controlar las alteraciones del orden público.
La presentación militar de los ejercicios de campo sugiere un problema de encua- El escenario fue Riotsville [«Ciudad de Disrurbios»], en USA, réplica de
dre menos dramático. Al parecer, la gran limitación en los simulacros de guerra no son un área urbana azotada por el desorden.
las balas sino la naturaleza. En la estrategia de guerra real se entremezclan factores in- .Mientras cerca de 3.000 personas observaban la situación desde las gra-
ciertos que generan gran confusión: d tiempo, la «amistosidad» de los nativos, la re-
das, una gran multitud formada por soldados vestidos de hippies incendiaron
cepción en onda corta, la obstrucción en las carreteras llenas de prisioneros, las fugas
de los dueños de las casas, los vehículos estropeados, etc. Porque d matar, al igual que
los edificios, volcaron dos coches y saquearon las tiendas.
el hablar, ocurre en un contexto. En los ejercicios reales estos factores, por lo general, Entonces, las tropas, con las bayonetas caladas y con máscaras antigás,
quien mejor puede describirlos es el árbitro a través de proclamaciones verbales, simu- entraron en escena y controlaron al «populacho» con gases lacrimógenos ~ 6 •
lación que parece aún más ac:idémica que d uso de un equipamiento diferenciado por
colores y de tarjetas para d personal con el fin de distinguir entre daños ligeros, daños
graves, destrucción y contaminación. Véase, por ejemplo, Department of the Army
Field Manual (FM, 105-5), Maneuver Con/rol (Washington, oc: Dep11rtment of che ~ Citado fotográficamente e~ su libro Revolu1ion /or 1he Hell o/ 11 (Nueva York,
Army, 1967), pp . .51-130. Dial Press, 1968), p. 192.
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72 Erving Go/fman Claves y "zmbios de clave 73
Algo semejante puede decirse también sobre las prácticas. Así, el Después del discurso, grabado en la manifestación conmemorativa del
uso de barcos anticuados pero útiles para la navegación, ya sea para aniversario de Huey Newton en Oakland, subió a la tribuna un pand de «vete-
prácticas como objetivos o como material para demostrar el alcance ranos de guerra», para hacer una revisión histórica de las tácticas y prácticas de
de las nuevas bombas de la aviación, puede forzar los límites. Tam- la guerrilla urbana, y para hablar sobre sabotaje, espionaje, actividades de con-
bién en el entrenamiento de caballos de carreras, las carreras de en- crainteligencia y armamento, destacando la importancia de la batalla de Argel.
sayo y las pruebas de calentamiento se deben llevar a cabo de mane- Esta variante de clase, no habitual en la universidad, ha sido objeto de
ra que no se dañe al animal, ignorándose esa contingencia para las controversia fuera dd campus y está siendo investigada por la Fiscalía Gene-
ral del Estado.
carreras reales. «Si se trata de una discusión de clase sobre la tácúca guerrillera>>, dice
Finalmente, y lo más interesante de todo, existe una versión del Charles O'Brien, adjunto al fiscal general, «CS una cosa; si se trata de un ejer-
problema de la discriminación. Aunque la demostración de algo pue- cicio de actividad guerrillera, si están adiestrando a la gente en las guerrillas,
de ser radicalmente diferente a la realización de ese algo, todavía hay es otra cuestión»~ª.
cierto lastre -especialmente si se usa un equipamiento «real>>-, y
este lastre puede ser suficiente para impedir la demostración. Al mis- Y, de hecho, un curso detallado sobre sabotaje difícilmente po-
mo tiempo deben esperarse cambios históricos respecto a esos límites, dría evitar proporcionar, a la vez, información e ilustración. Así
como sugiere este despacho de prensa: pues, el concepto de «demostración» contiene ambigüedades emba-
razosas 49.
Toronto, 4 de agosto (Canadian Press).- La Canadian Broadcasting Corpo·
ration ha levantado la prohibición de anuncios considerados como excesiva- e) En nuestra sociedad hay un uso considerable de registros que
mente íntimos para la tdevisíón. reproducen los acontecimientos, es decir, de repeticiones de un regis-
Los anuncios de fajas, desodorantes, sujetadores, clubes de higiene o sa- tro de una franja de actividad real con el propósito de establecer como
lud, depilatorios y papel higiénico pueden ahora verse en las pantallas. un hecho ya ocurrido algo que aconteció en el pasado. Mientras que
«Temas que no eran considerados presentables ante gentes de uno y otro una demostración ofrece una revisión de una actividad con fines pro-
sexo hace varios años se consideran ahora aceptables», dijo Charles Sprag- batorios o de aprendizaje, la documentación emplea los vestigios au-
gett, responsable de publicidad de la CBC. ténticos, de algo que en un momento dado tuvo lugar en el mundo
Se mantiene la prohibición sobre las bragas ~1 • real (en el sentido de menos transformado), sin-eso dicen- una in-
tención documental. Los registros escritos y fotográficos son ejemplos
Me gustaría añadir que a veces se pretende hacer una pérfida dis- típicos como lo son esos artefactos de una franja real de actividad que
tinción entre demostraciones de carácter teórico y demostraciones ahora se llaman «muestras» [exhibits]. Recientemente, las grabaciones
prácticas -un bonito tema de encuadre que incide directamente so- magnetofónicas y en vídeo han dado un auge enorme al uso de la do-
bre la cuestión de los lúnites-. Así, un curso sobre táctica guerrillera cumentación. En cualquier caso, la variedad de la documentación es
en la Universidad Estatal de San Francisco (en el programa experi- grande; pruebas judiciales, exámenes estroboscópicos industriales, ra-
mental dirigido por los alumnos) al parecer rebasó los límites, por lo yos X para uso médico, estudios de tiempos y movimientos, uso lin-
menos según el rdato de la prensa: güístico de conversaciones grabadas, repeticiones en las transmisiones
deportivas, instantáneas de acontecimientos históricos, reportajes de
«Éste es un discurso importante», explicó el profesor de la Facultad Experi- batallas, etcétera.
mental, un hombre de pecho abultado y peso welter, en d curso sobre táctica
guerrillera. Es el momento en que Carmichad imprime una nueva dirección
al movimiento de los Panteras Negras, convocando a los negros a organizarse,
-11 Repon11je de Dexter Waugh en eJ San Francisco Sunday Examiner and Chronicle,
a convertirse en nacionalistas -y casi racistas. 21 de abril de 1968.
-19 Otro ejemplo: las exhibiciones de juegos de pelota. No son «Seriasi., ya que el re-
sulcado no afecca a los récords de un jugador individual o a la clasificación de los equi·
47
The N~ York Times, 5 e.le agosto de 1957. pos. Pero puede resultar una competición apasionante.
74 Erv;ng Go!fman Claves y cambios Je clave 75
El poder de la clave documental para inhibir los significados o involuntaria proporcionó la fuente del material. Paralelamente, se
sentidos originales es impresionante. Considérese, por ejemplo, el cree que el individuo debe estar protegido frente a los registros de su
caso de los procesos por obscenidad a Lenny Bruce: voz y de sus acciones en las ocasiones en que no es consciente de que
se está generando la documentación. Además, está el tema del uso
La tarea de llegar a un veredicto fue encomendada al jurado después de rd.a- permisible de un documento incluso después de que los sujetos hayan
tarse con sus propias palabras lo que Bruce dijo y contó -imposible de re- dado libremente su consentimiento; un ejemplo de ello lo constituye
producir-, en un extracto de dieciocho minutos grabado en su actuación dd una psicoterapia familiar filmada para uso de la televisión educativa ' 2•
4 de octubre de 1961. En estos casos, la preocupación reside no en el documento per se sino
«Se trata de un espectáculo de comedia picante», anunció Bendich (el en el derecho de las personas implicadas, y tras esto existe la preocu-
abogado de Bruce), antes de apretar el botón para comenzar la reproducción. pación por sus intereses, en ocasiones en que podrían verse tentados a
«Pido que se pennita a la audiencia responder al humor. No sería humano no dar su consentimiento imprudentemente a la publicidad.
hacerlo».
El juez Hom interrumpió a Bendich en mitad de su exposición. En este sentido, hay otra limitación a su manera más instructiva
«Esto no es un teatro ni un espectáculo. No voy a permitir una cosa asÍ>>, todavía, a saber, el límite en la disociación entre la acción documenta-
replicó d juez. da y el propio documento, siendo preocupante que si se representa
El juez Horn se volvió entonces a los espectadores de la sala abarrotada una acción reprensible, horrible o inadecuada, ya sea una acción sin
de gente y dijo: «Les recomiendo que controlen sus emociones». cambio de clave o en la que sí haya cambio de clave, ¿hasta qué punto
La advertencia fue acogida solemnemente -y así transcurrió la sesión. puede verse libre la documentación de ese pecado original? A primera
Nadie rió y sólo unos pocos en la sala dejaron ver d atisbo de una sonrisa vista se podría pensar que no debería haber límites, puesto que todo d
durante la muestra dd humor de Lenny Bruce'º· mundo se da cuenta claramente de que la documentación de un acon-
tecimiento pasado no es el acontecimiento pasado. Pero, sin embargo,
La investigación de Richard Lazarus sobre el estrés ofrece una se percibe y se valora la conexión:
ilustración experimental. Se proyectó una película sobre los ritos pri-
mitivos de subincisión ante audiencias seleccionadas conectadas a un Ford Lauderdale, Florida (AP).- La nueva ordenanza de la Comisión Mu-
dispositivo para medir el ritmo cardiaco y la resistencia de la piel en nicipal para erradicar la obscenidad en libros, revistas y discos entre los me-
la zona palmar''· Alterando la grabación sonora, el experimentador nores de diecisiete años es tan explícita en la descripción de rasgos anatómi-
pudo determinar parcialmente la perspectiva empleada por la audien- cos y de actos que no se pueden reflejar, que The Miami Herald informó de
cia. Una de estas perspectivas, la «intelectualización», ofrecía un con- que la definición es impublicable'1•
torno antropológico, transformando parcialmente la escena en do-
cumentación -cambio de clave que redujo de manera apreciable las Winchester, Indiana, 29 de diciembre (UPI).- La nueva ordenanza antipor-
nográfica de Winchester puede que no entre en vigor porque el periódico
respuestas de estrés en los estudiantes universitarios. local dice que su lenguaje no es de buen gusto.
Pero también hay límites al marco documental, y tienen un espe- Richard Wise, editor del Winchester News Gai:.ette and ]ottrnal Herald,
cial interés. Hay una cuestión normativa en cuanto a si se debería usar explicando en un artículo la postura, decía: «No cuestionamos la pruden-
algún tipo de registro como prueba contra una persona cuya acción cia de la ordenanza en sí o el derecho constitucional de las personas a com-
prar o vender tales articulas. Nosotros simplemente eiercemos nuestro de-
recho a publicar sólo el material que consideramos razonable o de buen
'° Tomado de un rcport11je más extenso de Michad Harris, «Leruty Bruce Acquit- gusto».
ted in Smut Úlse», en San Francisco Chronicle, 9 de marzo de 1962.
Jt Relatado en parte en Joseph C. Speísman y otros, «Experimental Reducúon of
Stress Based on Ego-Defense Theory», en Journol o/Ahnormol ond Socio/ Psychology,
LXVIlI, núm. 4 (11bril de 1964), pp. 367-380; Richard S. Lazarus y Eliz11beth A!fert, n Véase Edward A. Moson, M. D., «Safe to Be Touched; How Safe to Be expo-
«Shart-Circuíting of Thre11t by Expeñmentally Altering Cognitive Appraisal», en Jour- sed?», critic11 de cine en Communíty Mental Health Journal, II (1966), pp. 195-205.
JI The Evening Bulletin (Filadelfia), 1 de noviembre de 1968.
nal o/ Abnormol ond Socio/ Psychology, LXIX, núm. 2 (agosto de 1964), pp. 195-205.
Ervtng Go/fman Claves y cambios Je clave 77
76
Las ordenanzas de Winchester, para poder entrar en vigor, se deben pu- Mientras se oían los gritos de la niña en la sala recubierta de roble, la se-
blicar en un periódico de Wmchester de circulación general y el señor Wise ñorita Hindley y Brady miraban impasibles a la cámara de cristal blindado
es el propietario del único existente ' 4 • donde estaban encerrados ' 6 •
Lenny Bruce, al informar sobre uno de sus procesos por obsceni- Es obvio que la presentación, la ilustración y la documentación
dad en Nueva York, sugiere otra ilustración: dramáticas comparten algunos problemas respecto a los límites de ca-
rácter en cierto modo moral, y en especial, en conexión con los tabúes
El New York Law ]ournal se declaró culpable de no haber publicado In sen- sexuales. Y resulta evidente que cuando se examina de cerca un ejerci-
tencia de la audiencia local, con esta explicación: <<La opinión mayoritaria, cio de licencia, se encuentran todavía diversos límites. Tomemos, por
por necesidad, citaba con detalle el lenguaje utilizado por Bruce en su actua- ejemplo, el caso de un libro que trata específicamente de temas sexua-
ción en el cabaret, y describía también gestos y expresiones que la mayoría les, como se recogía en una recensión:
consideró obscenos e indecentes. El Law ]ournal decidió no publicarlo, aun
estando ya en prensa, en razón de que las supresiones destrozarían la opinión, Este libro, impreso en Copenhague en 1968, es presumiblemente uno de los
y la publicación sin supresiones era imposible, dentro de las normas del Law primeros frutos de la abolición de la censura sexual en Dinamarca. Consta de
]oumal»". 42 fotografías en blanco y negro de una pareja haciendo el a.mor en otras tan-
tas posiciones, acompañadas de unos pies breves en las páginas contiguas,
Los relatos de contenido pornográfico no son los únicos ejemplos que indican los pros y los contras de cada una de las posturas. Las fotos po-
sobre los que se imponen límites documentales. El proceso por el cri- seen una cualidad francamente perturbadora, ya que es obvio que nunca nos
men de los brezales fue un asunto que forzó otra clase de límite: muestran (es obvio que a propósito) los órganos ni las expresiones faciales de
los participantes.
Chester, Inglaterra.- Ayer, la grabación de los gritos de una niña alteró la La ausencia de los primeros parece relativamente natural y se explica
tranquilidad de la sala en el juicio de «los cadáveres de los brezales». por la topografía de los cuerpos, pero la preservación del anonimato facial
Las mujeres que estaban en la tribuna del público sollozaban. Algunas se de los modelos produce algunos efectos grotescos. Una postura, por ejem-
taparon los oídos durante la grabación, que duró dieciséis minutos. . plo, «es una de las pocas [. ..] donde son visibles en ambos tanto la unión de
El fiscal sir Elwyn Jones dijo al tribunal que aquéllos eran los sonidos los órganos sexuales como los movimientos», y «el efecto puramente mental
emitidos por la niña de diez años Lesley Ano Do:wney cu~do se la to~ra~~ de esto puede a su vez contribuir de modo significativo a un aumento de la
y se le hacían fotos pornográficas momentos antes de asesinarla. Jones an~di~ excitación sexual». Estupendo. Pero los modelos de la ilustración virtual-
que la grabación fue hecha por lan Brady, un empleado de la Bolsa, de vemn- mente impiden la excitación: con sus ojos y sus cabezas desviados de noso-
siete años, y por su amante de veintitrés, Myra Hindley [ ...]. . • . tros y de ellos mismos, parecen estar mirando una televisión situada a media
Lesley Ann desapareció después de ir al parque de atracciones al día si- distancia 'Y1.
guiente de Navidad, en 1964. La policía encontró más tarde su cuerpo desnu-
do enterrado bajo una turbera en el brezal silvestre de Pennine. Difícilmente puede pensarse que sea una novedad que tales lími-
tes deberían ser discernibles. Sin embargo, lo que sí se ha demostrado
"' The N~ York Times, 30 de diciembre de 1973. Por es[a y por otras contribucio-
nes estoy en deuda con Millie Owen. '
6
San Francisco Chronicle, 27 de abril de 1966. El tema de la documentación en las
" Lenny Bruce, How to Ta/k Dirty and Influence People (Clúcago, Playbo~ Press, salas de los tribunales conduce a otro tema, el de los límites de los reportajes de prensa
1966), p. 19.5. Bruce, en las líneas que siguen, puede continuar y ofrecer una ilus[ra· sobre la documentación en las salas de los tribunales. Véanse los comentarios sobre el
ción de lo que aparentemen[e no pudo publicar d Law Journal, ya que las limitaciones relato del juicio de los brezales y d problema dd «crimen imitativo», en Louis Blom-
de encuadre que rigen los asuntos del ]ournal no se aplican a los dd señor Hefner. Ob- Cooper. «Murder: How Much Should Be Reponed?», en The Observer (Londres),
sérvese que no he citado lo que Bruce sigue citando, porque las limitaciones de mi 1 de mayo de 1966, p.11.
marco sólo me permiten hacerlo en d caso de que se perdiera algo de no hacerlo, lo ,., Recensión de Christopher Williams en N~Society, 2 de octUbre de 1969, p. 365,
que no ocurre; aunque ahora, a la luz de este comentario sobre el marco de los libros del libro Sexual Techniques, de Mogens Toft, con fotografías deJohn Fowlie (Souvenir
académicos, podria estar justificado repetir la ilustración de Bruce. Press).
Erving Go/fman Claves y CJ1mbio1 dt" clave 79
78
que es nuevo en estos últimos cinco o diez años es lo cambiantes que sagrado: la mente. También hay que contar con la desacralización de
son esos límites. La rectitud o la virtud de los límites existentes pueden la experiencia. Y aquí debe mencionarse un importante episodio
suscitar profundos sentimientos de apoyo y, no obstante, al año si- contemporáneo: d estudio de Masters y Johnson sobre el orgasmo fe-
guiente, dichos límites pueden traspasarse con toda tranquilidad y al rnenino'9.
siguiente ratificarse es~ violación. Al parecer, en materia de marcos,
las reglas pueden cambiar con gran rapidez -suponiendo que la ex- 5. Nuevas apreciaciones [Regroundings]. Se ha pasado revista a los
periencia contemporánea sea una medida adecuada. tipos más importantes de claves: hacer creer, competiciones, ceremo-
d) Habría que mencionar también la psicoterapia de grupo y niales y repeticiones y ensayos técnicos. Es necesario mencionar otra
otras sesiones de juego o intercambio de papeles [role-playing}, aun- nueva clase general, la que conceptualmente plantea más problemas.
que sólo fuese porque la amplia bibliografía en este campo ofrece una Se trata de la realización de una actividad más o menos encubierta por
ocasión idónea para la formalización de las prácticas transformaciona- razones o motivos que se consideran radicalmente diferentes de los
les utilizadas'8• Aquí, posiblemente, revivir la experiencia bajo la guía que gobiernan a los actores normales. La noción de reapreciación, por
del director sirve no sólo para ilustrar los temas, sino también para tanto, descansa sobre el supuesto de que algunos de los motivos para
modificar la actitud del actor hacia ellos. · una determinada acción mantienen al ejecutante dentro del margen
e) Independientemente de cuál sea la rutina considerada -trans- normal de participación, mientras que otros motivos, en especial
puesta o no a otra clave-, existe la posibilidad de que alguien quiera cuando están estabilizados e institucionalizados, dejan al ejecutante
probarla como si fuera un «experimento», no para lograr un fin que es fuera dd ámbito ordinario de la actividad.
habitual, sino con miras a estudiarla; como una representación com- Tenemos un ejemplo de nueva apreciación en las obras de caridad,
pleta en circunstancias en las que se puede poner a prueba una hipóte- como es el caso de una dama de clase media alta que actúa corno ven-
sis y producirse un examen, una valoración y un análisis desinteresa- dedora en un bazar benéfico o cuando ocurre una imposibilidad so-
dos. Las condiciones «naturales» pueden mantenerse todo el tiempo cial como ésta:
posible, salvo en el caso de que no haya razones naturales para su rea-
lización. Adviértase que a fin de que el término clave se aplique aquí Cuando ella Oa princesa Margarita) tenía unos veinticinco años, se puso de·
sin reservas, debe aceptarse que los participantes en la actividad -el trás de un mostrador para vender medias de nilón y camisones en un hozar de
experimentador, los sujetos (cuando los hay) y el público científico- una iglesia en Ballater, Escocia, un sábado por la noche. Un hombre joven
comparten la misma idea sobre lo que está sucediendo, y mientras su- logró abrirse paso a través de una multitud de mujeres y pidió un par de me-
dias. «¿De qué talla?», preguntó la princesa Margarita. El hombre se sonrojó
cede, a saber, que se trata de un experimento científico de una deter- y luego dijo: «No sé, pero son para una chica que es más o menos como us-
minada clase. ted>>. «¡Oh! -sonrió Margarita-, entonces usted necesitará unas del ocho» 60•
También en esta ocasión se plantea de nuevo la cuestión de los lí-
mites. El movimiento en contra de la vivisección es expresión de esta
preocupación, como lo es asimismo la reacción frente a la investiga-
ción médica en los campos de concentración alemanes. Otro ejem- " El primer informe publicado fue d de Wdliam H . Mostees, M. D., « The Sexual
Response Cycle of [he Human Fcmale», en Westt'rn ]ournal o/Surgery. Obslt'trics and
plo: el malestar frente a la experimentación con los centros cerebrales Gynecology, LXVIII (1960), pp. 57-72. Los investigadores introdujeron uno amplia
-la estimulación eléctrica que da lugar a cambios emocionales y de gama de controles de investigación en la actividad que nuestra sociedad considera
comportamiento producidos a voluntad por el experimentador-. En como más privada y delicada, dando lugar a que los individuos se convirtieran en suje-
todo esto se halla en juego la desacralización de algo percibido como tos en aspectos nuevos. No sólo se ampliaron los límites respecto a lo acruación con fi-
nes expcrimen[alcs, sino que es difícil imaginar cómo se podrían forzar todavía más es-
[OS límites en esta dirección determinada. Uno versión de lo reacción negativa fue muy
" Eric Bentley, «Thca[er and Therapy». en N~ American Review, núm. 8 (Nueva bien presentado por Leslie H . Farber, en «I'm Sorry, Dcar», Commentary, noviembre
York, New American Library, 1970), pp. 131-152, ofrece un in[ento intercsan[e de for- de 1964, pp. 47-54, anículo que es casi Wl divertido como la investigación que critico.
60 Rda[ado en d San Francisco Chronicle, 5 de noviembre de 1965.
malización (con conciencia pleno de las semejanzas y diferencias).
Eruing Golfman Clavts y cambios dt clavt 81
80
Dado lo estricto de las reglas existentes para hablar con un miem- cipante, al menos cuando se realiza a través de un autodescubrimiento
bro de la familia real, difícilmente podría haber nada que indicase me- previo.
jor la fuerza de una clave en la reconstrucción de lo transpuesto en Se han mencionado nuevas apreciaciones relativamente generales
clave -aunque no tanta como para evitar que el chico se sonrojara y obvias, aunque es cierto que existen igualmente versiones más suti-
y que el acontecimiento alcanzara el rango de noticia-. (Tampoco les de ellas. Así, en Derecho, a menudo es posible establecer una clara
hay que limitarse a las buenas obras de las clases acomodadas. En las diferencia entre casos corrientes, presentados sobre todo a instancia
comunidades minifundistas de Shetland, donde los domingos se defi- de parte, y casos de «prueba», eligiéndose estos últimos porque entra-
nen como días. dedicados a la colada y c.o n derecho a descansar del tra- ñan algún principio que los abogados y jueces participantes en el mis-
bajo de la tierra, una mujer que acaba de quedarse viuda puede recibir mo desean ver esclarecido, aun cuando ello signifique que los oponen-
de sus vecinos algunas horas de trabajo dominical. El trabajo sigue tes nominales s~ encuentren abocados a algo que rebasa sus recursos o
siendo el mismo, pero ahora se ha convertido en trabajo del Señor.) El sus intereses.
trabajo de carpintería emprendido como actividad recreativa 61 o por Ahora pasaremos a examinar detenidamente un ejemplo concreto
prescripción médica es otro ejemplo de ello. Otro más: los trabajos de reapreciación, el estilo de hacer «el gancho» en Nevada. Este ejem-
humildes llevados a cabo como penitencia por grandes pecadores. La plo resulta apropiado porque se trata de la reapreciación de un juego
escalada de montañas constituye otro ejemplo, siendo la elegida para muy formalizado, el veintiuno o h/ackjack, y porque a veces son los
escalar-aunque no sea el Everest- algo así como la séptima maravi- casinos los que explican y formalizan la transposición de claves. En
lla del mundo. cualquier caso, quien hace de gancho suele pautar cuidadosamente
sus jugadas de acuerdo con el juego en cuestión; pero, eón todo, se
Sbipton me había invitado a acompañarlo en un viaje de exploración al sudes- produce una alteración sistemática en cada momento de la partida
te del Everest [. .. ]. Durante diez días escalamos y exploramos tierras nunca para poder distinguir el hacer el gancho de jugar.
vistas por d hombre. Atravesamos pasos difíciles y visitamos grandes glacia- El gancho auténtico es un recurso empleado oficialmente para se-
r•
¡
res. Y, al final del viaje, recordaba no tanto nuestras proezas, pese a lo apasio-
nantes que habían sido, cuanto la personalidad de Eric Shipton: su habilidad
guir manteniendo las partidas cuando no hay jugadores «reales» o
cuando su número es insuficiente. El argumento que circula en el ne-
l para mantenerse tranquilo y a gusto en cualquier circunstancia; su insaciable gocio es que a muchos jugadores no les gusta entrar en una partida
curiosidad por saber lo que había en lo alto de la colina cercana o tras el pró- que no está en marcha, por lo cual el gancho aporta una apariencia de
ximo recodo y, sobre todo, su capacidad excepcional para transformar las acción. (Por eso, en el gremio, a veces se llama a los ganchos «inicia-
incomodidades, las molestias y las penalidades de la vida en las altas cumbres dores».) Además, a ciertos jugadores no les gusta jugar mano a mano
en una gran aventura 62• contra la banca, por lo que, para estos casos, también se suele echar
mano de los ganchos. (La empresa, naturalmente, puede usar ganchos
Existe también el recurso -ahora bastante desacreditado- por con fines menos presentables, siendo el menos sospechoso de ellos d
el cual un neófito se coloca con un artesano, con un tendero o con un evitar, en el veintiuno, el tipo de jugada mano a mano que gusta a
profesional y realiza tareas de ayudante sin cobrar o por un pequeño quienes llevan cuenta de las cartas) 63 • Las reglas a seguir por un autén-
salario, a cambio de la posibilidad de aprender el oficio. (Aquí lo que tico gancho son las siguientes:
para d profesional es literalmente trabajo, para el aprendiz es una
oportunidad de practicar.) Y tenemos asimismo la observación parti-
61 En las primeras épocas del juego en Nevada se usaban ganchos para muchos me-
nesteres; uno, por ejemplo, consistía en ayudar a la banca a engañar al clience, «cogien-
61 Véase Grcgory Prcntice Stonc y MD.rvinJ.Taves, «Research into the Human Ele· do» una buena carta, destinada en caso contrario para d jugador, o «dejando» una car-
mcnt in Wtldemess Use», Society of American Forcsters Proceedings (Mcmphis, Tcn- ta que era mala para éste. Actualmente los ganchos «Se meten» para «desbaratar» la
nessee, 1956), pp. 26-32. racha de un jugador «c:on suerte>>, practica cuyas implicaciones introducen un tema
62 Edmund Hillary, HighAdventure (Nueva York, E. P. Dutton & Co., 1955), p. 50. nonnalmcntc limitado a las descripciones de una sociedad pñmitiva.
Erving Golfman
82 Claves y cambio~ de clave 83
a) Respecto al juego en general: Estas reglas 65 alteran sistemáticamente el carácter del juego; si-
guiéndolas, se habrá transformado la mesa de juego en algo que se
l. No dirigir la palabra a los clientes a menos que ellos lo ha- puede confundir con el juego, pero que no lo es.
gan y, en ese caso, antes de qu~ puedan fo~~~e una idea
equivocada, decirles por lo ba10 que es un 1mc1ador de la
partidaM.
2. Marcharse cuando la banca o el jefe de mesa lo indiquen. m
3. Prestar atención al juego pero no implicarse en él.
4. Cortar las cartas, cambiarse de sitio o marcharse a petición Al tratar de los marcos de referencia primarios se adujo que se podría
dela banca. plantear un problema relativo a la segregación cuando eran aplicables
5. No llamar la atención sobre ningún error cometido por la dos perspectivas diferentes a un asunto, pero sólo se pretendía de he-
cho aplicar una de ellas, y que a menudo aparecerían algunas tensio-
banca.
nes y bromas. Como se ha sugerido, hay que esperar que surja el mis-
6. Jugar deprisa.
mo problema respecto a la transposición de claves y, por la misma
naturaleza del caso, que ello ocurra con cierta frecuencia. U na modelo
b) Respecto al dinero: desnuda, por ejemplo, en cierto sentido no está literalmente desnuda;
está sirviendo de modelo, de desnudo, de estatua humana por así de-
l. Apostar una ficha de un punto en cada jugada y una de cir; como préstamo de una persona a un acto inanimado, en resumen,
punto y medio en la jugada siguiente a u~ blackjack. como encamación de un cuerpo. Aquí, al igual que en los casos cita-
2. Apilar las fichas en montones que el «OJO» pueda contar dos anteriormente, a menudo se pondrá gran cuidado en aislar clara-
rápidamente y devolver a la banca lo que sobrepase a la mente la actividad en cuanto modelo, cerciorándose de que los límites
cantidad estipulada. antes y después sean nítidos. Y puede haber reglas que prohíban cru-
3. No juguetear con el dinero ni tocarlo innecesariamente. zar la mirada con la modelo durante el trabajo, presuponiéndose que
4. Cuando se va a entrar en una partida, cambiar la «chapa» cualquier intercambio ratificado mutuamente puede debilitar el do-
de gancho por diez fichas (el valor mínimo de la mesa, minio del marco artístico y su capacidad para excluir otras lecturas,
nunca inferior a un dólar) y, al ser «echado», devolver to- concretamente aquella que se ofrece a los participantes en un encuen-
das las fichas y recuperar la chapa de gancho. tro conversacional infonnal.
Las transposiciones de claves parecen variar según el grado de
transformación que producen. Cuando se adapta una novela para el
e) Respecto a las reglas del juego: teatro, se puede decir que la transformación varía yendo desde la liber-
tad (o la distancia) hasta la fidelidad (o la cercanía); dependiendo de las
l. No abrir, ni doblar ni «asegurarse». .
2. Pedir carta en todas las manos fáciles, menos con 17, y
67 El uso en este CllSO dd término regla plantea un problema interesante. Genérica-
plantarse en las difíciles.
mente, se podría preferir decir que se trataba de convenciones, no de reglas; después
de todo, lo técnic11 del gancho se podría rcaJizar bastante bien con un conjunto un tan-
M Existe en este caso un paralelismo interesante que ofrecen los servicios de con- to diferente de líneas de 11ctuación, y de hecho hay variaciones de un casino a otro.
testadores telefónicos. Un nuevo plan de acción característico del servicio es r~pon· Pero la propia gerencia de los casinos tiende a emplear el término regla. Las instruccio-
der como si respondiera la secretaria del pretendido reccp_tor, p~ro par~ correg~ ;sto nes a los pñncipiantcs se presentan como reglllS, cuyo quebrantamiento lleva aparejo-
falsa impresión, tácitamente inducida, el que llama debeno ped!r una ~onnaoon o das sanciones negativas. Algunos casinos, de hecho, han puesto por escrito esquemas
una asistencia que el servicio de contestador no puede of~ccer. Vc:ansc Julius A. Ro~h Y de estllS prácticas y wan d término regla$ en su descripción. Aquí se ven claramente
Mary Ellen Robbins Lepionka, «The Telephone Answenng Semce llS a Commuruca- ciertos inconvenientes que pueden ser originados al hocer un uso técnico de los térmi-
tion Barrier: ARescarch Note», en Urban Li/eandCulture, ll (1973), p. 108. nos que los sujetos us11n de manera relacionada.
84 Erving Gof/man Claves y a1mbios Je clave 85
libertades que se hayan tomado con el texto original. En general, en el información como para permitir una traducción completa en la otra
tema de la fidelidad de una reproducción uno de los problemas consis- dirección. En cualquier caso, la posibilidad de comparar dos transfor-
tirá en el número de transposiciones en clave que la copia ha sufrido maciones del mismo texto y de deducir una transformación a partir de
respecto al original. Cuando se adapta una novela al cine y después se otra debeña quedar abierta. Por lo tanto, la traducción de una obra
«adapta» la película como comedia musical, suponemos que el segun- teatral del francés al inglés podría considerarse bien como una segun-
do intento se alejará más del texto original que el primero. Un segundo da versión del texto subyacente, bien como una transposición en clave
problema será el del marco como tal: una historia que se presenta inglesa de un patrón de expresión francés.
como novela parece más probable que aparezca en forma más comple- Hay un problema más profundo en lo que respecta a la reversibili.
ta que cuando se convierte en un guión para una obra de marionetas. dad. El relato de un acontecimiento y su documentación no son única·
El conjunto de prácticas disponibles para transformar una franja mente vistos como reducciones o abstracciones del original, sino que
de actividad en una transposición de claves determinada es presumible además se entiende que posiblemente influyen en lo que suceda pos-
que opere en ambas direcciones. Al igual que una novela puede con· teriormente en la cosa real. Así, por ejemplo, existe la preocupación
vertiese en una película, también -¡ojalá!- una película puede de que el relato detallado de un crimen pueda inducir a nuevos cñme-
convertirse en novela. Otro ejemplo al caso lo constituye el conjunto nes por imitación del modelo del relato. Pero aunque esta clase de cir·
de equivalencias para la puntuación, lo cual nos permite pasar desde cularidad pueda imaginarse, y quizá ocurra, parece que poseemos un
lo escrito a máquina a lo impreso. El subrayado es en el primer caso lo intenso sentimiento de que los relatos y la documentación no deben
que la cursiva en el segundo, y la traducción se puede hacer en cual- ser la causa del acontecimiento real que registran; la causalidad habría
quiera de las dos direcciones, esto es, desde lo mecanografiado a lo que buscarla en otra dirección. Además, nosotros, a veces, actuamos
impreso o desde lo impreso a lo mecanografiado. en un momento con la única intención de aportar una firme evidencia
Pero esta visión de la transformación es más geométrica de lo que que se pueda recabar más adelante como prueba documental de que
seria deseable. Con frecuencia, nuestro objetivo no será saber cómo hemos (o no) actuado de la manera que se cuestiona. Es el caso de los
podría generarse una franja de actividad a partir de otra, mediante la bailes de caridad cuyo reportaje aparece en Ja prensa del día siguiente,
aplicación de reglas de traducción, sino más bien cómo dos franjas siendo el reportaje y no el baile lo que da publicidad a la caridad. Y
semejantes fueron generadas ambas a partir de un modelo común y cuando una ocasión social de poca importancia es agraciada con la
difieren entre sí de manera sistemática en ciertos aspectos. Alguien presencia de un orador político importante, la transcripción que se
podría juzgar razonable hablar de dos representaciones de una misma ofrece de ella a los principales medios de comunicación es probable-
obra teatral ofrecidas por la misma compañía en dos noches sucesivas, mente la razón de la actt.iación original, y no una mera consecuencia
o de dos interpretaciones de un mismo papel realizadas por dos acto- de ésta.
res diferentes, o de dos variedades del habla americana -la masculina Pasamos ahora a un tema general, si bien en forma particular: la
y la femenina-, y pensar que resulta extraño decir que una versióQ es transposición de claves es en sí misma susceptible de sufrir una retrans-
la transposición en clave de Ja otra. En cada ejemplo, ambas versiones posición [rekeying]. Esto se ha dado ya a entender de varias maneras.
son transposiciones en clave de un modelo común, y aunque en cada Aunque resulta posible ensayar algo que se convertirá en un acto real,
caso puedan escribirse reglas para hacer la transposición de una ver- por ejemplo en un robo, es mucho más probable que lo que se ensaya
sión a la otra, quizá el único interesado en hacerlo fuera el estudioso sea la escenificación de algo en una obra de teatro, lo que ya es una co-
dedicado a este ejercicio. Se da el hecho adicional de que una copia pia. Por rutina, quienes trazan los planos de un edificio, primero ha-
realizada a partir de un modelo puede omitir ciertos elementos del cen bocetos de los planos, y, al parecer, los militares practican por ru·
original, como, por ejemplo, en el perfil caricatura! de una figura hu- tina los ensayos:
mana, o en la integración de una expresión matemática que contiene
una constante, de modo que aunque siempre se pueda pasar del origi- El oficial que prepara el ejercicio, ensaya el ejercicio como un último control
nal a la copia, la copia, por sí misma, tal vez no proporcione suficiente de su plan. Dirige el ensayo con gran anticipación sobre Ja fecha programada
Erving Gol/man C/aver y aJmbior de clave 87
86
para el ejercicio de manera que tenga tiempo para corregir cualquier e:ror Y tación teatral en versiones o estilos diversos, con vestuario clásico o
reajustar el cronometraje de tiempos. Primero ensaya los detalles relativo~ a moderno, sino que además una de estas versiones puede ser satirizada,
los jueces y al agresor, repitiendo el ensayo tantas veces como sea necesano, parodiada, afeminada o convertida en picante, con el objetivo cons-
para que todos se familiaricen ent~ramente cc;m .su oblig.aci~~· A esto sigue u~ tante de usar una presentación tradicional como algo que tiene enti-
ensayo general, utilizando una umdad de practtcas. El mdivtduo que ordeno dad propia, que se puede investigar por sí mismo. (De ahí que una
en principio el ejercicio debe estar presente en ~ ~nsayo par~ hac: los cam· función de los jueces y árbitros durante las competiciones sea evitar
bios que juzgue oponunos o para dar su aprobac1on a la maruobra . que los jugadores conviertan el juego en un juego, es decir, que no to·
meo en serio la competición, volviendo a transponer en clave lo que se
Por este motivo, tenemos que tratar de las transformaciones y las pretendía que tuviera una estructura-marco menos compleja.)
«retransformaciones». Es obvio que no pueden ponerse límites al nú- Antes se adujo que una clave se puede tra~ucir sólo en el caso de
mero de transposiciones a las que se puede someter una determinada que ya posea sentido en términos de un marco de referencia primario.
franja de actividad; ciertamente, son posibles múltiples cambios de Ahora hay que precisar esa definición. Como se ha sugerido, la re-
clave. Hal y Falstaff, cuando se los hace vivir en la obra de Shakespea- transposición de claves opera no sólo sobre algo definido en términos
re pueden ensayar la próxima entrevista con Enrique N, siendo esto de un marco de referencia primario, sino más bien sobre una transpo-
la ~scenificación de una transposición a clave escénica 67 • Un chiste del sición de claves de estas definiciones. El marco primario debe seguir
New Yorker puede retratar a dos modelos masculinos posando (bajo estando presente; de lo contrario, no habría contenido que retranspo-
la dirección de un fotógrafo) del:?nte de un tablero de ajedrez, para un ner; pero es la transposición de claves de ese marco de referencia el
anuncio de licor, embebidos aparentemente en el juego, diciéndol~ el material que se transpone.
uno al otro: «¡Ojalá hubiera aprendido a jugar!» 68• (Ha~ tres espa~os
acotados: el espacio disponible en la página por ausencia de letra un-
presa, que marca los límites del m~~co de la págLt;a ~presa;Ja zona
cubierta por la mancha o el color utilizado por el dibu¡ante, senalando IV
dónde comienza el ámbito descrito en el chiste; el límite trazado den-
tro de este ejemplo concreto del ámbito del chiste, para mostr~r que el Al comienzo de este capírulo se hizo una distinción entre la actividad
fotógrafo retratado limitará a él su instant~ea y, por tanto, donde ~_? real, no transformada, y las transposiciones de claves, y se argumentó
mienza la transposición de claves en ese chiste que recoge una ses1on que en el último caso la descripción se podría hacer bien en términos
en la que se está posando) 69• Y no sólo se puede ofrecer una represen- del marco, bien en términos de la actividad más profunda o construi-
da siguiendo un modelo. Ahora hay que encontrar términos que nos
Department of the Army Field Manual (f. M., 105·.5), p. 26.
66 permitan tratar las retransposiciones de claves manteniendo un cierto
Enrique IV, panel, acto lI, escena 4.
67
control sobre las complicaciones.
" 30 de enero de 1965, por B. Tobey. . . • . Contando con la posibilidad de un marco que incorpore las re-
1a Las palabras ofrecidas por uno de los modc:los del ch1Ste son, sm!acucamente
hablando, una parte indiscutible de la p:irte del ch1Ste ~ la que no se esta ~sando, la transposiciones, resulta conveniente pensar que cada transformación
pane incluye al fotógrafo preocupado, la ~an~ ~ue. s.e piensa que no saldra en la foto
que d fotógrafo está sacando. Pero la locahzacton f151ca de las palabras -en este. caso
Los chistes gráficos poseen sus propios indicadores especi:iles del marco, algunos verbales,
debajo de la aguada dd dibujante:- no :S.necesario que cumpla ~n las convcnaones otros no verbales. En primer lugar, aparecen en revistas y periódicos. Este: hecho, c:n sí, origina que
que organizan el diseño del espaao escemco. Estas palabras podr1an aparecer en una c:1 espécimen adquiera un aspecto particular. Además, siempre se separan dd resto dd material
«burbuja» dentro del espacio «fotográfico» sin ca~~r confusión. Porque tratamo~ .d mediante un pequeño recuadro o un espacio en blanco más amplío. Y frecuentc:mente se: lc:s pone
espacio de una manera para las presentaciones escerucas y ~e otra ~a?' la presentaaon un pie para indicar su género, pero esro no es esencial La cuestión es que los chistes son rc:conoci-
del texto, siendo este tratamiento dual una de las convenoones basteas del mar~ de bles como tales en rozón de la comunicación de: que: «este dibujo no c:s de la vida real>., o «no c:s un
los chistes gráficos. [En este caso me baso en David S. Marshall, «A F~e Analys.IS of anuncio», mediante pistas convencionales de un mensaje. Resulta admirable, cuando uno piensa
the Canoon» (trabajo inédito, Universidad de Pensilvonia, 1971).] ~cy n~e una mte· objetivamente sobre dio, cuán pocos errores se: cometen en d reconocimiemo de los chistes gráfi-
resante nota a pie de página sobre los límites entre lo impreso Y el chiste gráfico: cos [Sweel Madnerr, p. 143 ],
88 En1ing Gof!man 4. TRAMAS Y FABRICACIONES
~:t::"i~~ ~~:~;:';;,,cc;::::.'.~.•~=~l~s~~1~~,:~~~o
cepción de las categorías de los participantes; en el otro lado, uno
cuyo borde es visible para todas las partes implicadas.
Permítaseme repetir que puesto que el marco incorpora tanto la
riamente se ven obligados a ocultar su actlVldad c~p1aalora. d él lo
Obsérvese que para los que están en el engano, • tanto e •d respuesta del participante como el mundo al que está respondiendo,
de es una fabricación; para los enredados en él, lo que suce e necesariamente interviene un elemento reflexivo en la visión perspi-
quelosuce caz de los acontecimientos de cualquier participante; una correcta vi-
es que esta• sien
. d o 1:t:abn' cado• El borde
• del marco es una construc-
sión de la escena debe incluir, como parte de ésta, Ja visión misma de
·• sólo la ven los que la fabncan. . . el ella.
c10nL, pefob . . es a diferencia de las transposlClones de av:_. es-
as a ricaCJ?n , .al d descrédito Cuando la parte enganada La noción de descrédito plantea ciertos problemas. Las definicio-
tán sujetas a ~n tlpolespec1 e al para ella un momento antes se ve nes de Ja situación terminan inevitablemente cuando se adoptan otras
descubre el Juego, o que era re
nuevas: puede ser correcto decir que dos hombres acabaron su par-
tida de damas y comenzaron a cortar el césped. En resumen, Jos so-
breentendidos tienen sus finales naturales. Las situaciones, además,
se maneh¡~ socu1sel.nVa~os a reprod~cir un comentario sobre
. d' - al de encuadre algunas de las cuales es·
tán 'tipificadllS
La connivencia
y poseen me. iante.
una IS[Or1a pueden ser interrumpidas violentamente, como en el caso de una par-
una de ell11S: ali del tida de damas que se interrumpe para ir a apagar un fuego, o cuando
[ ... ] ¿el guiño de ojos? Sin duda, continua en pn~~ ue hacen fatigosas gi1'3s; pero pam:e q~e se el público de un teatro de verano al aire libre es despedido porque el
. • . do en los rcmo1os e inexplorados v es nor-
ie, en antiguas farsas reprcsen!ª~Jd:i':S':Jc,d~i~a brillÍnico. El ligero guiño de ojo del .dil?lo- generador se ha estropeado. De igual modo, el clima de una ocasión
ha desvanecido como rasgo pnnctp el d d en la nariz el guiño confiado del com1co,
mático acompañado a menudo por~ gesto con lla placentera, Ja sensación por la cual a los participantes, sacándolos de
ol~;c ~·dfu=~!udd':i~rrón
dcscnradam::nce los limites permisibles en
d guifu, jovial del ¡oven Y co~rcs
de los de apucst.as, el guiño ellos mismos, se los introduce conjuntamente en un estado gozoso
las fiestas parroqwales, el gumo sign . .da d lño que entre los Snanaeros, es 1an sostenido, puede desvanecerse súbitamente y no volver a ser recreada
insultante del juergu_ist~ frente a la mu¡er d:r:::s ~od:lidadcs h~ desaparecido de la_ ficción
válido como el ascnum~nto co~ la cabeza, t en consecuencia, menos colorista y peligrosa y
en esa ocasión. Las memorias de un gentil espía nos ofrecen un buen
ejemplo:
han desapare~dodcas[t:e
ymucho más remilga a runw, ~ vi2d8ad,eque se ;'d~~~62·' estoy muy agradecido o 0:1.wn Bren por ha-
morz
berlo cncontmdol. d a· d
En el verano, el golfo de Riga estaba salpicado de yates y barcos de prósperos
Una vez que se han establee!ºdo 1os canales de ~ nnivencia pue en ser
l la t;ansnúsión ddutaviso
iza de
os
ciudadanos y yo pasaba muchos días feliz navegando a vela alrededor del goJ.
para toda cl11Se ~e fines pectinenhtes al mar~~~~l~J:~:~ intento de engaño y que fo. Tengo grabada en la memoria una de estas excursiones. Junto con otros
ue lo que ha dicho un tercero ay que en . •
~r lo tanto no se debe tomar en su significado literal. As1: . • ingleses, estaba pasando el fin de semana en un barco magnífico cuyo propie-
tario era un famoso y rico miembro de los Schwartz-Heaupter. Mientras la tri-
A veces, un.a persona dd h~p~. ª.
h bland ra sobre una tercena wnbién prcsen1c, usara pa-
'?con oc . diario} En cada caso está indicando que la pulación navegaba aguas abajo por el río Ovina, tomamos muchas copas de
labfllS como shíp [barco], Btnnte, hill [colinaJ o ál11ly [ t Ship untler S4il Binnie H41e, Hill anJ
tercera persono esci mintiendo, está con~an o un cucn º¡ [ to] se ~brevian con la primera vodka; cuando llegamos al encrespado Báltico, Ja mayoría de Jos pasajeros se
álJ/e, Dai/y Mail son frases
.del r~!'l!º'Pidannm;he
palabra para ocultarlo me1or 1.1 lm •
~~J:::,Ú (i1:dr: Georgc G. Harrap &: Co. bamboleaban también. A lo largo de todo el crucero, Niki Balinski, un hom-
19'4), p. 161).
bre joven y bien parecido, que permaneció sentado sobre el techado de la ca-
bina, nos cantaba, acompañado de la balalaica, canciones alegres, desenfre-
92 Erving Gof/man Tromar y fabriau:ioner 93
nadas e inmorales. Cojeaba de un pie y calzaba una pesada bota de acero, por lo que han sido capaces de arrebatar al mundo extraño y antago-
pero con su instrumento y su melodiosa voz siempre era la alegría y el alma de nista de la naturaleza salvaje". La clasificación y el análisis que pro-
la fiesta. Una de aquellas turbonadas famosas en el Báltico golpeó el barco, pongo se basa en el fin al que sirve la fabricación.
haciendo que se escorara violentamente, y Niki, en medio de una canción de
amor zíngara, cayó al mar desde el techado de la cabina, y su pesada bota
de acero lo arrastró rápidamente bajo las blancas crestas de las olas. Nunca
salió a la superficie y no se lo volvió a ver. La naviera propietaria del barco,
horrorizada por el espantoso accidente, buscó durante varias horas, en vano; n
era un grupo bastante deprimido el que regresó al pueno para dar cuenta del
incidente a la policía 2• Primero consideraremos las fabricaciones benévolas [benign fabrica-
tions], aquellas de las que se afirma que están ideadas en interés de la
Pero ni en los finales rutinarios (o «naturales») ni en los anticipa- persona enredada en ellas o si no tanto en su interés y para su benefi-
dos se suele poner en peligro la capacidad de los propios ejecutantes cio, al menos no contrarias a ésta. En este caso una revelación inadver-
para volver a escenificar el espectáculo interrumpido en otro momen- tida hace que se derrumbe el plan descubierto, el diseño revelado, y
to. La definición habitual de la situación se interrumpe, pero perma- puede dar lugar a que la que hasta ese momento era la víctima sospe-
nece la posibilidad de definir las cosas de la misma manera y con los che un tanto de la operación en el futuro, pero sin que resulte muy
mismos participantes. Las fabricaciones introducen la posibilidad de perjudicado el carácter moral del maquinador. Las propias fabricacio-
un tipo diferente de interrupción, en la que el descubrimiento puede nes benignas presentan variaciones.
alterar intensamente la capacidad de los implicados para participar
juntos nuevamente en esa clase de actividad. l. En todas las sociedades existe, creo yo, la práctica de lo que se
Las fabricaciones pueden clasificarse de muchas maneras con fi- puede llamar «engaños en broma>> [play/u! deceit], es decir, la utiliza-
nes de análisis. Se pueden ordenar según su duración o según el nú- ción de uno o más individuos con el propósito declarado de divertirse:
mero de personas contenidas en ellas. Se pueden ordenar según los un entretenimiento inocuo, no serio, típicam~nte simple. Se entiende
materiales manipulados. Puede haber un móvil para engañar, al igual que la víctima entrará pronto en la broma y se confía en que la acogerá
que puede haber una intención, un gesto, una apariencia de decisión, «con buen hwnor>> o «deportivamente>>; en otras palabras, que seguirá
o una apariencia de falta de decisión, un enunciado, un artefacto, una pensando que sus intereses no han sido perjudicados, que ella misma
identidad personal, un escenario y los allí reunidos, una conversación, podría haber hecho esa broma y que en cierto sentido ha estado espe-
una gran sala de máquinas, una ráfaga de viento, un accidente, una rando el momento de la revelación para unirse a los bromistas, riéndo-
circunstancia azarosa, un grupo de comandos israelíes disfrazados de se de una parte de sí misma de la que ahora se ha distanciado'. Para ga-
prisioneros árabes y de mecánicos de vuelo para sorprender a los se-
cuestradores .J, un caballo de Troya. De hecho, incluso lo que un safari • Alexander Lake, Ki//ers in A/rica (Nueva York, Doubleday lle Company, 1953),
logra ver de la jungla puede estar fabricado. Como cuando el guía de pp.40-43.
caza hace que un grupo de leones aprendan a buscar la comida en un ' Hay que distinguir la broma divertida de sus hermanas menos inocentes, las di-
determinado lugar (al oír un silbato en un tono superior al que el versllS formas de bromas de mal gusto. Dando por supuesto que el hablante en lo con-
versación informal introducirá sus conocúnientos sobre un tema determinado en cada
hombre puede oír), y después de un recorrido de dos semanas por enunciado, por muy modesto y prudente que sea, resulta posible que su oponente le
el bosque con su grupo, cazando de todo menos leones gracias a su tienda una trampa haciendo una afirmación no sofisticada que suscitará una pronta co-
conocimiento de la selva, lo lleva al lugar donde con seguridad ocurrirá rrección, y sólo entonces caerá en la cuenta d corrector de que se le ha inducido amos-
la muerte de un león dejando a sus clientes profundamente satisfechos trar su afición por los triunfos menores, puesto que pronto queda claro que d hablante
estaba sólo actuando ingenuamente, y quería que su acto fuera mostrándose gradual-
mente. Más malévolo aún: un bromista puede erigir WJ mundo conversacional falso al-
2 John Whitwell, British Agent (Londres, Williom Kimbcr &. Co., 1966), pp. 66-67. rededor de la víctima, de modo que ésta piense que ha obtenido la total expresión de la
J Referido en Time, 22 de mayo de 1972. posición y el carácter dd otro; entonces d bromista va aumentando poco a poco las di-
Ervmg Go/fman Tramas y /abn"c4ciones 95
94
rantizar que la cuestión se toma en el marco adecuado, el bromista qui- das son las llamadas «tomaduras de pelo», en las que se obliga a la víc-
zá busque un tercero que pueda participar como testigo en la broma tima a comprometerse más de lo que le permite su creencia en ese mo-
desde el principio, mediante miradas traviesas y semiocultas de conni- mento, debiendo realizar algún acto bajo expectativas falsas, como
vencia; si es necesario, habrá una prueba separada de que se trataba cuando se le proponen cosas descabelladas como comprar algo en un
todo d tiempo de una broma. (Cuando no hay tal posibilidad de an- día en que las tiendas están cerradas o pedir prestada una llave inglesa
claje el autor de la broma tal vez encuentre que está yendo dema- para zurdos. Un ejemplo contemporáneo de ello lo constituye una di-
siad~ lejos, viéndose forzado quizá a continuar con su fabricación, en versión de los jóvenes del gueto consistente en burlarse de la patrulla
un intento de perpetuarla como una pieza de la verdadera realidad.) de policía actuando como si se estuviera produciendo una pelea, bus-
Se podría añadir que en una tomadura de pelo amable los testigos cándoles así las vueltas a sus miembros.
guardan el secreto, ponen «cara seria», pero a menudo sienten que · Aunque las tomaduras de pelo se consideran oficialmente inocuas
sería un poco fuerte apoyar de otra manera la construcción, como si y, por lo tanto, como algo que «cualquier» miembro de un círculo so-
la colaboración activa de dos o más individuos en el intento de en- cial debe estar dispuesto a sufrir, no obstante suponen una cierta pro-
contrar un blanco para la broma implicara una falta de respeto con- fanación, marcando un límite al poder transformacional. La víctima
siderable 6. no debe tomar la broma en serio y de hecho se la obliga a no hacerlo,
Los engaños en broma difieren internamente en d grado de su or- pero sí debe tomar en serio el hecho de que aquellos que se burlaron
ganización y en la naturaleza de su objetivo. En los niveles más infor- de ella pensaban que era permisible e incluso apropiado el hacerlo.
males están las chirigotas [kidding}, en las que quien las perpetra sólo En cualquier caso, parece como si se pensara que dentro de cualquier
implica a la víctima durante una frase o un tumo de palabra y deja en- círculo social pequeño algunos miembros están tremendamente dis-
trar al otro en la broma antes de acabar de hablar. Algo más organiza- ponibles para esta clase de broma, y que uno o dos (a menudo los más
dominantes) quedarán al margen de tales burlas.
mensiones de sus argumentos y sentimientos en la dirección de un estereotipo, quizás
Hay que considerar también la «broma pesada>> [practica/ joke],
más allá de toda credibilidad, y se marcha, dejando que la víctima se vaya dando cuenta es decir, una manipulación más o menos elaborada de una parcela del
lentamente de que ha sido d blanco de la broma. De modo semejante, la víctima puede ambiente no verbal de la víctima con el fin de inducirla a una concep-
recibir alabanzas, seguridades, ser objeto de un «montaje», hasta que se da cuenta de ción falsa de lo que está sucediendo, a menudo en un momento en
que han estado jugando con él. Y, desde luego, estos breves vuelos pueden lle~ar al te· que el autor no está presente para ver el resultado. (Con frecuencia,
rreno dd timo. Se dice, por ejemplo, que habitualmente los negros de los bamos urba-
nos propenden a «hacer el juego», «trabajar d juego» y ~meterse a alguien c:n el bols!- como Bergson aduce muy bien 7 , la técnica del bromista consiste en
llo», con una breve persuasión verbal y «camdando» o tunando a los de su arculo m~ alterar una zona del mundo de la víctima de modo que aun cuando
o menos inmediato, y que este acercamiento a las personas resulta ser un modo dom!· tome sus precauciones, generalmente eficaces, para «modelar la con-
nante de adaptación. Véase Boone Hammond, «The Contest System: A Survival Tech· ducta de acuerdo con la realidad que está presente>>, acaba mostran-
nique» (tesina de licenci11tura, Depanamento de Sociología y Antropología, Universi-
dad de Washington, 1965). Sobre las bromas de mal gusto, en general, véase Jacob
do una «inelasticidad mecánica». Falla en el mantenimiento de actos
Brackman, The Put-On (Nueva York, Bantam Books, 1972). guiados.)
' En una cena en Roma, Kirk Douglas, al ver a la princesa Margarita alabando la Lo siguiente a considerar son las «fiestas-sorpresa» [sttrprise par-
pitillera de oro Fabergé de Sam Spiegel, retó a éste para que se la ofreciera a aquélla ties], una fabricación ritualizada arraigada en las clases medias ameri-
como regalo para «ayudar a fonalecer las rdaciones anglo·americanas». Se cuenta que canas. Se hace que el blanco vaya a visitar a un amigo, para luego en-
Spiegcl palideció, pero ofrcció la pitillera y la princesa la aceptó conésmente. Aproxi-
madamente diez minutos más tarde (eso dicen) la princesa intentó poner punto final a contrarse que le esperan fiestas y regalos. A diferencia de las
la broma, descubriendo, en cambio, que la pitillera había desaparecido de su ~olso Y tomaduras de pelo, este tipo de broma requiere una considerable or-
corría de mano en mano alrededor de la mesa, haciendo, por lo tanto, que todos los in- ganización. A diferencia de las bromas pesadas, no hay un claro tono
vitados participaran en d gag. Esa clase de bromas, en tal compañia, es lo suficiente·
mente cruel como para que se le dediquen cuatro columnas y tres fotografías en la
7 Henri Bergson, !Aughter, traducido por Cloudesley Brereton y Fred Rothwcll
prensa y para plantear la cuestión de los límites. Véase San Francisco Ch ronicle, 17 de
octubre de 1965, reportaje de Rodcrick Mann dd London Express. <Londres, Macmillo.n & Co., 1911), pp.10-11.
96 El'IJing Goffinan TrrJma.r y /ahricacion~:r 97
hostil -el blanco puede ilustrar el caso puro de una aceptación re- manera benevolente. En cualquier caso, hay muchos ejemplos de lo
trospectiva de una intriga, y ¿por qué no?, pue$tO que aquello lo enri- siguiente:
quece de varias maneras 11•
Aunque se organicen con mucha gente, las fiestas-sorpresa tien- Ayer se escenificó un simulacro de delito en las calles de Powell y Sutter, mos·
den a celebrarse en honor de una sola persona. Las fabricaciones en trando lo fácil que es robar por el procedimiento del tirón a la luz del día.
broma pueden suponer objetivos más o menos amplios, hasta cierto La proeza, ideada para alertar al público sobre la alta y peligrosa tasa
punto una colectividad, aun cuando la meta sea puramente chusca. Es de delicuencia en las calles de San Francisco, fue realizada por el Optimist
Club[...].
lo que se suele llamar un infundio o una gamberrada. El plan consistía en que la señorita McKinnie paseara por la esquina de
las calles de Sutter y Powell, donde Cresalia (del Optimist Club) la iría si-
Cambridge, Massachusetts.- Los estudiantes de la Universidad de Harvard guiendo, le arrancaría su abrigo de conejo francés teñido, de 185 dólares, y un
se despertaron ayer con la espantosa noticia de que Harvard abandonaba el brazalete de oro de 285 dólares, escapando después hacia la plaza de la
(torneo universitario de) fútbol. Unión.
El anículo de cabecera de lo que parecía ser una edición extra del Har- La policía había sido alertada 10 •
vard Crimson, el periódico del campus, citaba a Nathan M. Pusei, presidente
de Harvard, diciendo que el patronato había tomado la decisición de abando-
nar el fútbol como deporte universitario al acabar la temporada. La argucia correctora parece eminentemente adecuada para las
Pero era un puro bulo planeado y ejecutado con todo detalle. crónicas y existe una estimable literatura sobre el tema, gran parte de
La boja extra fue publicada por The Dartmouth, el periódico del campus ella con incidencia en biografías y cosas por el estilo, pero otra espe-
de la Universidad de la Ivy League, gemela de Harvard que el sábado había cializada 11• Creo que d ejemplo más espectacular de este tipo de fa-
derrotado por 14-0 a Harvard. bricación en los tiempos modernos fue el Engaño del Acorazado, por
Nelson Lichtenstein, director adjunto de The Dartmouth, reveló que los el cual d profesional en bromas pesadas Horace Cole, junto con Virgi-
miembros del equipo periodístico enviaron la edición «extra» del sábado por nia Wolf y sus amigos hicieron que el almirante del buque insignia bri-
la mañana a las residencias de Harvard y Radcliffe durante la noche 9 • tánico recibiera para el té a una misión real que incluía deliberada-
mente a dos· príncipes de Abisinia 12 • Adviértase que mientras que en
Otro engaño en broma a considerar es la «argucia correctora» las tomaduras de pelo se emplean personas dispuestas a conchabarse
[corrective hoaxing]. Normalmente entraña un amplio público, a como garantes de que se trata de una broma, en los engaños elabora-
menudo el público en general, y con frecuencia se propone alguna dos este dispositivo es a menudo insuficiente, requiriendo el empleo
consideración moral, a la vez que una diversión. Está en juego siem- de medidas legales (depósito de una confesión sellada ante un agente
pre la credulidad de las audiencias, y tras esto, el argumento de que autorizado, contraseña pronunciada empezando por el final, inversa-
los que manejan el interés común han quedado petrificados en su mente), de modo que cuando se dé la clave se aporte plena evidencia 13 •
rol, han dejado de funcionar adecuadamente. Así pues, los embau-
cadores esperan a veces que la sociedad perdonará cualquier ilega- 10
Extraído de un reportaje más amplio de Maitland Zane, ibid., 13 de julio de
lidad de su parte debido a la lección que se enseña y a que en apa- 1966.
riencia no redunda en provecho de los embaucadores. Se podría 11
Especialmente, Curtis D. MacDougall, H0t1xes (Nueva York, Dover Publica-
añadir que a menudo los blancos inmediatos del engaño, es decir, los tions, 1958).
12
directamente engañados, no considerarán el acontecimiento de una Joseph M. Hone, «The Abyssinian Princes Who Ourwitted the Brirsh Na.vy»,
en Alexander Klein (ed.), Graná Deception (Nueva York, Ballantine Books, 19.55),
pp. 112-11'.
u Por ejemplo:
1 El programa de televisión Thfr is Your Life [Ésta es su vida] ofrece una versión co·
Para acabar con -o al menos mostrar- la libcntlidad con la que d Senado de Rhode Island otor-
mercial, donde se «Sorprende» a los invitados preseleccionados con la materialización gaba un plus de 100 dólares a los excombatientes de: la Primera Guerra Mundial que no lo soli-
de figuras queridas desde su pasado lejano. citaron dentro dd plazo especificado, que finalizó en 1923, un miembro republicano, en 1936,
9 San Francisco Chronicle, 25 de octubre de 1965. introdujo en la cámara legislativa, controlada por los dcmócraw, uoa proposición de ley para
Tramas y fabricacionf!1 99
98 En1ing Gof!man
Pero cuando hay en juego más de una víctima, una vez que la argucia buscar su apoyo retrospectivo al experimento 1'. Éste debe aceptar
correctora se ha puesto en funcionamiento e intervienen las agencias de buen grado lo que se ha hecho con él, aceptándolo por el valor
públicas y los medios de comunicación, es difícil ponerle punto final 14. que se concede al progreso de la ciencia y porque, después de todo,
Las fabricaciones en broma tienen un límite obvio que, cuando se no. se ha producido daño real. A menudo, algunos de los presuntos
traspasa, puede llevar a cuestionar el carácter moral y mental del cul- sujetos realmente forman parte del control experimental; a éstos se
pable, acusándose de que ha mostrado «muy mal juicio»; en cualquier les ~~a ~anchos, có~plices o inductores. Probablemente se puede
caso, normalmente la ley ha de quedar específicamente excluida al tra- dectr s10 nesgo de equivocarse que casi todos los estudiantes univer-
zar la linea y penalizar a aquellos que caen del otro lado de ella. Se su- sitarios licenciados en psicología han sido utilizados como víctimas
pone que las tomaduras de pelo no deben estar excesivamente elabo- de experimentos y, desde luego, que no pocos han sido usados como
radas, y que tampoco deben dar lugar a que el blanco comience a cómplices.
adaptarse a lo que ha sido llevado a aceptar como cambios significati- Se advertirá que muy frecuentemente el engaño en que incurren
vos en su situación social, ya se le hayan inducido estas expectativas los sujetos es en sí obviamente ya un experimento. En tales casos el en-
dándole esperanzas de expansión del ego que pronto se demostrará gaño experimental entraña claramente la fabricación de lo que ya es
que son falsas o que anuncian malas noticias (respecto, digamos, a una una clave de la actividad, es decir, la actividad realizada como experi-
pérdida de posición o de personas queridas) que pronto se demostra- mento 16• Al igual que pueden ocurrir retransposiciones en clave, pue-
rá que no tenían fundamento.
". ;Asch aportó un. enunciado tipificad~, fresco por ser de los primeros en 1951, en
2. Ahora hay que considerar la «argucia experimental>> [experimen- relac1?n C?n su expenmento sobre la presión del grupo, que incluía a siete ganchos y a
tal hoaxing], es decir, la práctica de conducir experimentos humanos un suieto ingenuo:
que requieren, por razones metodológicas (como casi todos los expe· H11cia el fin11l de la entrcvist11 se infonnó plen11mente 11 c11da sujeto del objetivo del experimento,
cimentos humanos), que el sujeto no sea consciente de lo que se está d~ ~u papel y d:I de la mayo~[... ). Hay que añadir que no esrá justificado ni es aconsejable per·
poniendo a prueba y ni siquiera de que se está llevando a cabo un mmr que el su¡e~o se vaya s~n d11rle un11 expl~c~ción comp~eta de las condiciones del experi·
m~to. El expertmentador tiene la responsabilidad de clarificar las dudes del sujeto y de ex-
experimento de cualquier tipo que sea. Es posible que la ignorancia plicarle las razon~ para someterle a In situación experimental [S. E. Asch, ocEffects of Group
por pacte del sujeto sirva de salvaguarda para no influir consciente- Pressurc upon the Modificotion and Dístonion of JudgmcntS», en Eleanor E. Maccoby y otros
mente en su respuesta, teniendo como objetivo, por ejemplo, producir {eds.), •<Readings in Social Psychology», }." ed. (Nueva York, Henry Holt & Comp11ny, 19,8),
pp.17'-176].
un efecto autoconfinnador o ayudar a los experimentadores a obtener 16
~ orden, según se dice, a aislar d efecto de determinados factores, los experi-
los resultados que parecen desear. Una vez concluido el experimento, mentalistas a menudo ponen aJ sujeto ante lo que éste considera que es parte de un
suele decírsele al sujeto lo que estaba aconteciendo «realmente» y mundo normal, cuando de hecho se halla frente a una selección rigurosamente aleato-
rizada. Un sujeto piensa que está intentando disparar realmente una máquinB de billar
ele~r?nica, cuando de hecho la bola va dirigida en secreto hacia un agujero que pro-
duara resultados controlados, de manera que se pueda asegurar su respuesta ante si-
pagar un plus al sargento Evael O. W. Tnesba del 12 Batallón de Ametralladoras. Se obtuvo un
consenso unánime para su inmediat11 considermción. un senador demócrata SttUndó 111 propuesta tuaciones tipificadas. Piensa que está trabajando con otro sujeto, pero d otro es un co-
y se aprobó. Se reconsideró después de que alguíen leyera el nombre del artillero al revés (Mac- labo~ador plenamente instruid~ cuya .respuesta cubrirá las posibilidades requeridas. Y
Dougall, Hoax~1, p. 280). d su¡e~o, de hec~o, J?~ede s~r mdu~do a pensar que está respondiendo a un sujeto
como él en la hab1taoon contigua, mientras que la respuesta que durante todo d tiem-
De modo semejante, cuando Barbara Whitner (fime, 5 de ocrubre de 1970) puso
de acuerdo a once compañeros de conspiración para probar que cualquiera podía con·
Po recib.: de su propio acto ha sido de antemano programada al azar, de modo que la
mteracc1on que acaba teniendo se produce con un diseño de investigación, no con una
seguir ayuda asistencial en California y, por lo tanto, que la estaban obteniendo perso-
persona. [Para esto último, véase Richard y S. Lynne Ofshe, «Choice Bchavior in Coali-
nas que no la merecían, dispuso el siguiente control: «Para protegerse de los procedi-
tion Gantes», en Behavi'oral Sdence, XV (1970), pp. 337-349.) Aunque los experimen-
mientos fraudulentos, el grupo desfiguró todos los cheques, cupones de comida y
talistas han mostrado un cierto respeto por d cuerpo humano, han mostrado escasa
tarjetas médicas gratuitas escribiendo en ellos: "No canjeable. -Compañía de tima·
consideración por la experiencia de los sujetos, algo que ciertamente debería ser digno
dores"».
de respeto.
H MacDougall, Hoaxes, pp. 285 y ss.
r
100 Erving Go/fman Tnzmas y /abriazcíont!s 101
den ocurrir también fabricaciones de transposición de claves, dando A partir de estas preguntas, obtuvimos ejemplos de (r) en four [cuatro],
como resultado algo doblemente estratificado y separado de los acon- de (tb) en thirteen [trece], y de dos variables auxiliares que se discutían en el
tecimientos no transformados, aunque separado de la actividad real capítulo X: la vocal en nine [nueve], la primera vocal en thirteen.
Para la variable (eh), que frecuentemente no ocurre en observaciones
sólo por un estrato. cortas, obtuvimos la palabra bad (mala).
Recientemente se ha intentado la argucia experimental en escena- «¿Diría usted que esta condición era very bad [muy mala] o not sobad [no
rios naturales, en la calle y en establecimientos públicos. El experi- tan mala]?»
mentador inicia encuentros de contactos breves con una serie de suje- Fue necesario utilizar la palabra bad en nuestra pregunta con el fin de ob-
tos que son inducidos a una falsa impresión de lo que está ocurriendo tener una respuesta uniforme. Los efectos de influir sobre el respondiente se
y a los que se permite continuar en d experimento por cierto tiempo. minimizaron al hacer gran hincapié en very y not so y pronunciando mal lapa-
En este caso, no se suele informar al sujeto al final de su actuación, de- labra bad, de manera que no quedase claro qué valor de la variable estaba
usando el entrevistador 18•
I! bido quizá a que d engaño es tan limitado en d tiempo y tan trivial en
sus demandas que se puede dar por supuesta la buena voluntad del
sujeto 17 • Se puede citar un ejemplo, d trabajo de un excelente lingüis- De los experimentos mencionados hasta ahora son característicos
ta, quien, para corregir las ausencias de respuesta a su encuesta sobre su corta duración y d estar muy circunscritos a un lugar. Existen otras
lenguaje, utilizó el siguiente truco para inducir la respuesta, y para ase- posibilidades. Los estudios sobre valoración de los enfoques «tera-
gurarse de que los respondientes no supieran que lo que se iba a estu- péuticos» que poseen una base residencial pueden dar origen a mani-
diar era su pronunciación, porque, desde luego, si lo hubieran sabido, pulaciones de mucho mayor alcance que las hasta ahora mencionadas,
es probable que habrían modificado sus palabras acordemente: y debido a ello han planteado más agudamente la cuestión de los lími-
tes dd marco 19•
La entrevista sobre televisión de la ALS [Encuesta sobre el Lenguaje America- Resulta interesante comparar las argucias experimentales con
no] fue diseñada para obtener información sobre el uso de cinco variables en- otra técnica de la ciencia social, concretamente con la observación
tre los que no contestaban. En principio, se diseñó para aquellos que rehusa- participante oculta 20• En este caso la actividad sometida a observa-
ban la entrevista normal de la ALS, y después se aplicó para suministrar
información sobre el habla de los que no pudieron ser localizados en el tiem-
ción no se crea meramente con fines de estudio, como sucede en el
po disponible para el trabajo de campo. caso de los experimentos, y d descubrimiento del subterfugio nor-
En el caso de sujetos que no tenían teléfono, o cuyos teléfonos no estaban malmente no destruye Ja actividad como un todo sino sólo la rdación
en la guía, la entrevista sobre televisión de la ALS se hacía personalmente. Si el social de los participantes de buena fe con el observador, considerán-
sujeto se había negado previamente a la petición de entrevista por un ~ntre dose ahora que este último no era lo que se pensaba. Y aquí la discul-
vistador, la entrevista la hacía otro entrevistador. Para aquellos cuyo telefono pa posterior a la revdación según la cual la intención dd observador
estaba en la guía, la entrevista sobre televisión se hacía por teléfono... ~ la era científica, muy a menudo no logra enderezar d asunto, y puede
primera mitad de la entrevista, hacíamos al sujeto preguntas sobre la calidad que transcurra un periodo de tiempo durante d que los sujetos conti-
de la imagen de televisión que recibía por distintos canales. Este tema se eli- núen sintiendo gran indignación por lo que se les ha hecho. Como
gió como uno de los más probables para obtener el máximo porcentaje de era de esperar.
respuestas entre aquellos que habían rehusado la entrevista normal.de la ALS.
Cada una de las preguntas fue diseñada para obtener al menos un eiemplo de
una determinada variable. 11 William Labov, The Social Strali/icalion of English in New lórk City (Washing-
«¿Cuál ve usted con mayor frecuencia?» «¿Cuál ve menos?»
«¿Qué canales le dan a usted la mejor recepción?» «¿Y la peor?» ton, OC: Ccnter for Applied Llnguistics, 1966), pp. 182-183.
19 Aquí los sociólogos y psicólogos están capacitados para ser autores. Véase, por
La conveniencia de tomar parte en argucias experimentales, espe- 3. El uso de las «argucias de aprendizaje» [training hoaxes] está
cialmente a gran escala, como ocurre en las universidades, no se ha emergiendo como una ayuda para el adiestramiento en el trabajo o la
atacado todavía mucho, aunque resulta bastante concebible que pue- tarea. Se trata al neófito como si participara realmente en la cosa, y sólo
da serlo 21 • Sin embargo, los límites morales recientemente han recibi- más tarde se le descubre el secreto de que toda su actividad ocurría en
do atención pública a través de cuestiones planteadas con respecto a aislada protección frente al mundo que pensaba que tenía a la vista.
la ética médica. Uno de los puntos en discordia trata del simple hecho (Un bonito caso es el del arte escénico que se dice que emplean los
del engaño, es decir, del derecho del experimentador a ocultar a sus británicos para proporcionar a sus agentes del servicio de inteligencia
sujetos que son precisamente eso-sujetos- o (cuando lo saben) so- una experiencia de primera mano en el tratamiento de los interrogato-
bre qué versa el experimento .. Una segunda cuestión tiene relación rios mediante frío-hambre-golpes) 24 • O puede ocurrir que los entrena-
con los tipos de peligros y riesgos a los que se exponen los sujetos sin dos estén en el secreto y realicen su entrenamiento con miembros no
su conocimiento y, por lo tanto, sin su consentimiento. En el campo sospechosos del público en general. En algunos casos se permite a las
médico, los estudios sobre el cáncer del doctor Chester Southman víctimas conocer el secreto una vez terminado el ejercicio, como cuan-
presentan un caso interesante 22 y en el campo psicológico quizá tam- do los equipos de inteligencia practican el robo de documentos en un
bién los de Stanley Milgram sobre la obediencia a la autoridad 23 • Tras establecimiento local y luego informan sobre la falta de seguridad.
estas preocupaciones se encuentra ciertamente una inquietud crónica Pero a veces no. Los estudiantes de tercer curso de medicina pueden
respecto al modelo de experimentación médica establecido en los participar en el entrenamiento en una planta de hospital mientras per-
campos de concentración alemanes. miten a los pacientes que sigan identificándolos erróneamente como
médicos. Un manual para investigadores recomienda lo siguiente como
método de entrenamiento:
11 Lo que se ha puesto de manüiesto es que In argucia no sea exactamente una ar-
gucia, ya que d marco experimental no crea tanto un ambiente en d que probar a los El investigador descubrirá que la experiencia es insustituible. Cuando no ten-
sujetos cuanto un ambiente en d que intenta activlllllente descubrir lo que d experi- ga asignada una tarea, el investigador debe practicar el seguimiento de pistas
mentador quiere de ellos, lo que hará que tenga éxito la empresa para todos los impli- o el acecho con el fin de formarse una idea de ese trabajo. Cuando se conduce
cados, que, en suma, es lo que se les pide. Véanse en este caso, por ejemplo, Martin un automóvil, es fácil ver hasta qué distancia se puede tener a la vista un co-
T. Orne, «Ün the Social Psychology of the Psychological Experiment: With Panicular che extraño. Cuando se sale a dar un paseo, resulta un juego interesante ver a
Refercnce to Oemand Characteristics and Their lmplicarions», en Amencan Psycholo- qué distancia se puede seguir a un peatón sin ser detectado. Si el peatón se da
girt, XVII (1962), pp. 776-783; Robert Roscnthal, «Ün the Social Psycbology of the
cuenta de que es seguido, no se ha perdido nada 2'.
Psycbological Experiment: The Experimenter's Hypothesis as Unintended Detenni-
nant of Experimental Resulcs», en American Scientist, LI (1962), pp. 268-283; y Neil
Friedman, The Social Nature o/ Psychowgkal Research: The Prychological Experiment Y en una descripción de los personajes del hampa británica se lee
as a Social Interaction (Nueva York, Basic Books, 1967).
u Hay un reportaje de John Lear, «Do We Need New Rules for Expcrimencs on que un profesional, para cerciorarse de que su plan para robar una· nó-
People?», en Saturday Review, 5 de febrero de 1966, especialmente en las pp. 65-70. El mina oficial a la luz del día en una calle era sensato, al parecer probó el
tema en particular se refiere a la inoculación de células cancerosas supuestamente ino- horario de su plan atando y amordazando a ciertas personas en clife-
cuas en una muestra de pacientes ancianos con d fin de estudiar d rechazo, sin infonnar rentes locales, sin que los sujetos supieran lo que estaba aconteciendo,
a dichos pacientes sobre lo que se les estaba haciendo. Ahora hay una colección com·
pleta de documentos rdevantes que tratan sobre d tema en general en: Jay K_au y otros,
Expminentation Whith Human Beings (Nueva York, Russell Sage Fundanon, 1972).
1
11 Véase Stanley Milgram, «Behavioral Srudy of Obedience», en Journal o/ Ahnor· • Se ofrece unn descripción en Greville Wyrine, The Man /rom Moscow (Londres
mal and Soda/ Psychology, LXVII, núm. 4 (1963), pp. 371-378, y «Sorne Conditions Hutchinson & Co., 1967), pp. 92-95. '
of Obedience and Disobedience to Authorit}'», en Human Relations. XVIII (1965), " Jacob Fisher, The Art o/Detl!clion (Nueva York, Sterling Publishig Co., 1961),
pp. 57-76. Los sujetos, bajo la dirección dd experimentador, eran inducidos a aplicar p. 96. El propio Fisher omite la interesante cuestión acerca de lo que ocurre con la
lo que ellos consideraban descargas déctricas pdigrosas a un cómplice que representa- tranquilidad del sujeto fortuitamente sdeccionado que descubre que es seguido y exa-
ba a otro sujeto, experimentando como consecuencia de ello cierta tensión. mina su vida intentando encontrar la razón de por qué es seguido.
T
Eroing Golfman Tramas y fabricaciones
10.5
o después de ser dejados maniatados en la calle, sin saber por qué cal"?~ un interceptor en el teléfono del juez y luego enviaron a un agente de la
había ocurrido aquello 26• poliaa al despacho de aquél a pedir el mandamiento J·udici"al Al b d
· • el fi · . · ca o e unos
rrunutos se º}'.º que o c1al del Juzgado llamaba a Ja oficina del sindicato del
4. Hay una clase de fabricaciones muy parecida a las argucias de en- centro de Ja ciudad, para advertir que se iba a hacer una redada 21.
trenamiento, mediante las cuales se engaña a un individuo no sospe-
choso, y cuyo objetivo es poner a prueba su lealtad y carácter. El proto- .Las pruebas vitales son también empleadas por las grandes organi-
tipo clásico de estas «pruebas vitales» [vital tests] es la inflexibilidad zaoones con el fin d:
~erificar la honestidad, rapidez y cortesía de sus
con la que Dios permitió que Satanás probara a Job («Recuerda, todo emp!eados Y son noticia sólo cuando está en juego una nueva organi-
lo que él tiene está en tu poder; pero no puedes poner tus manos sobre zac1on:
él>>), en cuya prueba el sujeto, a pesar de las calamidades que le aconte-
cieron, permaneció firme en su fe, y al final de la prueba, cuando nada ~orto Alegre, Brasil, 14 de septiembre (AP).- La policía se sorprendió de que
más se pudo hacer contra sus parientes, sus bienes y propiedades, se sospechoso q~e .e staba en un coche robado fuera su director, el teniente co-
ronel P~~ro ~enco Leal! ~asta que éste explicó que estaba probando cJ gra·
reconocieron sus méritos, recompensándole con el doble de las pose- do de ~gilanc1a de Jos polioas que lo aprehendieron.
siones originales, con una ganancia a largo plazo sobre el capital, por 'd Mientras los felicitaba, sugirió que podían haber reaccionado con más ra-
mantenerse fiel a Dios. Esto se parece a una demostración, pero el p1 e.z: en yez de tener que perseguirle a lo largo de dos manzanas. Esta pareja
equipo cuyo funcionamiento se pone a prueba es una persona, y para co~~o me¡or suerte que otros dos policías a quienes Leal encerró en una habi-
que la prueba sea válida no se le debe decir que se está efectuando. tac1on cuando los cogió durmiendo en horas de servicio2s.
Las pruebas vitales quizá donde mejor se conocen es en el campo
del control de la información: los individuos que dudan de la lealtad de . T~poco hay que suponer que sólo están implicadas las organiza-
un compañero de equipo pueden darle deliberadamente información ciones impersonales. Considérese una aplicación doméstica:
estratégica y esperar a ver si resulta que la información ha sido divulga-
da. Se sabe de gente de los servicios de inteligencia que han probado al Q11eriáf'_ Abby: Roy Y yo hemos estado saliendo durante tres años. No somos
personal de esta manera y, a veces, se ha dicho, con pruebas que cuestan unos runos; ambos estamos ya en Jos cincuenta.
vidas, como cuando se proporciona información a un agente del que se .. Roy ha hablad? de matrimonio varias veces, pero no ha dicho nada defi-
nmvo sobre el «cuando».
duda sobre una redada inminente y la evidencia de su lealtad o desleal-
Siempre. sospeché que ~oy pudiera estar interesado en otras mujeres,
tad se deduce de que parezca que se ha anticipado o no a la redada pre- aunque conunuamente me dice que estoy equivocada. Bien, había decidido
vista. (El contrapunto estratégico hipotético a esta clase de pruebas ha P.onerlo a prueba, de m?~? que le escribí una noca diciéndole que lo había
adquirido un cierto estatus en el chismorreo entre los comentaristas de Visto en a1gu~a parte y p1diendole que se reuniera conmigo en un lugar. Fui a]
espionajes y el problema que se plantea es hasta qué punto un gobierno «lugar de la .Cita» a la hora señalada y me escondí y, efectivamente, ·allí estaba
1
no ha llegado a alertar a su propia gente acerca de un plan enemigo des- Roy todo acicalado y esperando!
cubierto, con el propósito de proteger los canales secretos de comunica- . , ¿No es esto una señal de que iría a reunirse con otra mu1·er si tuviera oca-
s1on?29.
ción.) La aplicación de una ley local también aporta ejemplos:
La policía de Scodand Yard (nombre popular de la unidad de inteligencia de la Lo que parece especial respecto a las organizaciones complejas no
policía de Chicago) había sospechado a menudo que algunos funcionarios de es 9~e empleen p~ebas vitales, sino que a menudo pueden tratar de
la audiencia municipal avisaban a los rateros de inminentes redadas mediante Ja leg1ttmar esa actlvtdad.
información que obtenían cuando los agentes de policía solicitaban las órdenes
1 de búsqueda y captura. En cierta ocasión, los miembros de Scocland Yard colo-
f . np SamucJ Dash Yotros, The Eavesdroppers (Nueva Brunswkk NJ Rurgers Univer
s1ty ress, 1959), p. 221. ' ' •
I· 26
: Philadelphia lnquirer, 15 deseptiembre, 1968.
Phdan, The Underworld, pp. 81-82. San Francisro Chronicle, 27 de marzo de 1968.
106 Erving Go//man
T
1 Tramar y fabricaciones 107
Cualquiera que sea su significado en la vida real, las pruebas ~ita Ayer a úlúma hora un avión de la United Air Lines con 93 personas a bordo
les desempeñan un papel en nuestras fantasías. Cuando ocurre un estuvo dado vueltas durante cuarenta minutos alrededor de San Francisco,
acontecimiento novedoso, especialmente con consecuencias decep- con la rueda delantera atascada y sin poder efectuar el descenso.
cionantes, el individuo puede en cierta medida escapar a sus efectos «Vamos a tener un aterrizaje un poco brusco», dijo el piloto a los 85 pasa-
jeros. «No hay nada que temer.» [ ...].
definiéndolo como una prueba vital que le ha sido impuesta y que, por
Justo antes de las 7 p. m. el avión entró con gran ruido en el aeropueno,
tanto, no es lo que parece. En este caso (como se verá más adel~te}, aterrizando sin peligro sobre las otras ruedas y, a lo largo de 800 angustiosos
se ha introducido una desconexión fundamental con los hechos inne- pies, saltaron chispas a medida que el morro rozaba la pista [ ... ].
gables del mundo. El marido de una paciente mental hospitalizad~, al «Fue extraño», dijo la azafata Sugimoto. «Lo sabíamos durante todo el
preguntarle un sociólogo cómo se encontraba su esposa en el hospital, viaje, desde Seattle, y no pudimos decírselo a nadie.»
contó la siguiente historia: El piloto del avión, Virgil Vaughan, un hombre de cincuenta y seis años,
de Denver, sorbía el café y explicaba: <<Supimos que el engranaje dd morro
Bueno, ella piensa que no estuvo bien ponerla en d primer pabellón; que _al no funcionaba en cuanto despegamos de Seatcle, pero decidimos seguir vo-
principio debería haber una mejor separación de los pacientes. Intenté decir- lando. Podía haber comenzado a funcionar durante el vuelo y ¿por qué decír-
le que esto forma parte de su tratamiento. Que durante la primera semana o selo a los pasajeros?: no habría hecho sino preocuparles» 31 •
los diez primeros días quieren que los pacientes se irriten, para ver cómo
reaccionan. Como aqud radiador que hacía un ruido metálico (con una sonri- En épocas recientes, se ha desarrollado una forma elegante de en-
sa de sabiduría). Estoy seguro de que estaba planeado, no era un puro acci- gaño patemalista en relación con la seguridad de los proyectos de in-
dente. Estaba planeado así para ver cómo reaccionan los pacientes. Estoy se- vestigación patrocinados por organizaciones tales como la Agencia
guro de que forma parte de su programa de diagnósúco. Desde luego, podría de Seguridad Nacional (USA). Obligados a ocultar todos los secretos de
equivocarme; es posible que realmente algo fuera mal en d radiador, pero lo una determinada empresa, diversos profesionales tienen que operar
dudo mucho ». con un alto grado de sigilo aun respecto a las personas queridas. Pue-
den verse obligados a ocultar el origen de los fondos para el proyecto,
5. Consideremos las «construcciones paternalistas» [paternal co- la identidad de los participantes, el lugar de trabajo, d tiempo trabaja-
tructions], una serie bastante rult lia de engaños y fabricaciones que se do y el material utilizado. En consecuencia, a borrar del mapa gran
realizan, según se piensa, en favor del engañado, pero que éste podría parte de su actividad diaria. Pero hacen esto sabiendo que si los com-
rechazar, al menos al comienzo, si descubriera lo que realmente estaba pañeros habituales tuvieran conocimiento de lo que estaba realmente
pasando. La falsificación está calculada para que se sienta cómodo y aconteciendo, no se ofenderían; retrospectivamente, el secreto sería
se muestre tratable, y se la construye por esas razones. Sin duda, el perdonado por redundar en beneficio de todos.
ejemplo más básico y frecuente es el actuar con tacto; rutinariamente Las formas típicas de manipulación paternalista se encuentran
ocultamos cosas de otro que podrían hacerle sentirse mal sin necesi- en las situaciones de tratamiento médico y psiquiátrico. En el mun-
dad. Aunque ello encierra construcciones, éstas no son muy dabora- do médico existe la práctica clásica de ocultar las malas noticias a los
das y a menudo duran poco, tanto como las fases de la conversación pacientes que están a punto de morir o cuya condición es extrema.
sobre las que se pueden basar. Existen muchos otros engaños practi- La definición que el paciente hace de la situación, ciertamente, en la
cados en favor de la persona sobre la que se practican que son un poco mayor parte de los casos se compone de la interpretación del sentido
más elaborados: de lo que se le está haciendo a él y por él. En este contexto, por lo
tanto, la información incorrecta o inadecuada produce un mundo
bastante falso. El cómo y el cuándo de la revelación es una cuestión
médica muy discutida. El asesoramiento profesional acerca del uso
,. Extraído de las notas de campo de Sheldon L. Messingcr incorporadas en el es-
tudio de Harold Sampson, Shddon L. Mcssinger y Robcrt D. Towne, Schizophrenic
Women (Nueva York, Atbcrton Press, 1964). n San Francisco Chronicle, 6 de noviembre de 1964.
108
En1ing Go/fman T Tromas y fabriazciones
El hijo del alcalde, antiguo paciente del hospital Modesto State, había
109
dos. Y aun así, las partes a las que se mantiene en la oscuridad verán se- los rasgos d!f~ren~iadores de los miemb.ros ~e esta clase. Es obvio que
riamente amenazados sus intereses más importantes. Resulta interesan- s~ puede d1s~gwr entre aquellas fabncac1ones cuyos ejecutores ac-
te que, pese a lo aplastantes que puedan resultar estas consecuencias, ~uan dentro•. e 10cluso ~n favor, de la ley ~co~o cuando los equipos de
es posible que los implicados sigan mostrando la tendencia (como se 10terrogat~r;o de la polic1a traman una h1stona pensada para producir
verá más adelante) a caer en los juegos de lenguaje y a servirse del dis- una confes1on) y aquellos que operan fuera de la ley, siendo la víctima
tanciamiento y la ironía que los juegos permiten. un eventual demandante. (En este caso la complicación surge, como
se h~ apuntado, en las tramas de espionaje, que poseen un estatus mix-
to, siendo consideradas legítimas bajo el punto de vista de quien em-
plea al agente, e ilegítimas bajo el punto de vista de las personas afec-
m tadas.) Y como en. ~ ca.s~ de las fabricaciones más benignas, puede
He considerado diversas fabricaciones a las que puede calificarse de establecerse una d1stt.nc1on entre los engaños que pretenden embau-
benévolas, esencialmente inocuas para los afectados por ellas, y que si car a ~no o ~ás ~dividuos.y los di.señad~s para embaucar a un públi-
no son inocuas, al menos no lastiman derechos fundamentales: los en- co mas amplio, siendo un ejemplo unpres1onante de esto último las es-
gaños en broma, la argucia experimental, la argucia de aprendizaje, las tafas en los suministros perpetradas por la South Sea Company".
pruebas vitales, las construcciones paternalistas y las fabricaciones es- A diferenc~a de las fabricaciones benévolas, las de tipo explotador,
tratégicas. La categoría, como un todo, pretendía responder a distin- como ~e.ha senalado, pueden suscitar la acción legal represiva, crimi~
ciones realizadas por personas pertenecientes a nuestra sociedad, y no nal o civil, como la llevada a cabo contra ciertas formas de timo falsos
a distinciones que pienso que serían en otro caso las indicadas. Aquí anunci<?s, fals~s marcas y trampas en las cartas. El problema ~telec
no se cuestiona únicamente la estructura y la organización de la activi- tual reside en 10tentar explicar por qué ciertas actividades comerciales
dad enmarcada; se cuestiona también la actitud moral de los ciudada- caen dentro de esa prohibición, y otras actividades, igualmente desvir-
nos ante este tipo de actuaciones. tuadas, no? pero. esta consideración lleva a complejos temas legales
Se va a considerar ahora una segunda clase de fabricaciones, las de que me es unpos1ble desarrollar. La Better Business Bureau y la Fede-
tipo explotador: una parte mete en un enredo a otros en una construc- ral Trade Commission persiguen algunas de ellas; pero otras no. Mu-
ción que es claramente contraria a sus intereses privados, definiendo chas actividades que no están aceptadas no se persiguen activamente
en este caso «intereses privados» como lo haría la comunidad. P_?r ej::iiplo, el arte de «rastrear impagados» planeado para obtener 1~
direcaon dd hogar, d lugar de empleo o la localización del banco de
l. El prototipo por excelencia en materia de fabricaciones explotado- los deudores que no responden aboca a manipulaciones de contacto:
ras es la propia naturaleza, y los grandes recursos que esta cuestionable el acercamiento al deudor se puede realizar mediante un cuestionario
dama ha llevado a emplear a los organismos (a través dd funcionamien- adjunto a una carta de una a_gencia que suena a gubernamental, llevan-
to de la sdección natural) para la protección y la depredación, abar- do la carta el emblema del Aguila Americana y una dirección de Was-
cando estos recursos, el camuflaje, la imitación y la intimidación 34• La hington, Distrito Federal, todo ello calculado para que el receptor
fuente inequívoca en la vida social es la estafa. otorgue erróneamente rango oficial al documento J 6• Si se presenta
No tengo el propósito de extenderme aquí en las variedades de la una queja, este tipo de trucos permite claramente la acción legal y un
fabricación explotadora. La bibliografía sobre estas construcciones es cargo por estafa. De modo semejante, los rastreadores de impagados
amplia y bien conocida. Sólo deseo mencionar de pasada algunos de que emplean el teléfono diciendo que representan a la Administración
u Véase, por ejemplo, H . B. Cott, Adaptive Colouralion in Animals (Londres, Me- n Véase, por ejemplo, Virgini11 Cowles, The Great Swind/e (Nueva York, Harper
thuen &. Co., 1940); Adolf Porttnann, Animal Camouf/age (Ann Arbor. University of &. Brothers.1960).
Michigan Press, 19.59); y Roger Caillois, The Mas/e o/ Medusa, traducido por George " Res~ccto a los detectives bancarios me bo.so en Ja discusión de Myron Brenton
Orish (Nueva York, Clarkson N. Potter, 1960). en The Pnuacy lnuaders- (Nueva York, Crest Rcprints, 1964), pp. 29-30.
112 Eroing Golfman Tramas y /abn'r:acion~s 113
incurren en un acto ilegal. Sin embargo, los rastreadores de impaga- Algo más se puede decir de esta historia. El descubrimiento de la
dos que tratan de obtener información alegando estar buscando con- píldora pasa razonablemente a significar el descubrimiento de las rela-
cursantes para un programa de televisión o llevando a cabo una inves- ciones prematrimoniales, y esto demuestra que la apariencia de virgini-
tigación de mercado, o verificando ciertos detalles de las pólizas de dad que las chicas presumiblemente estaban dando era falsa. Pero hoy
seguros, probablemente pueden argumentar que emplean trucos ino- en día esta presuposición respecto a uno mismo puede haber informa-
centes de su oficio, oficio que después de todo apoya una causa justa do escasamente las distintas representaciones que las hijas hicieron a su
como el pago de deudas. Todas estas prácticas postales y telefónicas madre, en cuyo caso nada muy fundamental ha quedado desacredita-
presuponen claramente fabricaciones, pero sólo algunas caen fuera de do, a excepción claro es, de la imagen que la madre tenía de sus hijas.
los límites legales. Pero si la madre da por supuesto que sus hijas son sinceras y honestas
con ella en todas las cosas que ella considera probablemente importan-
2. Es claro que esa utilización afecta, y se hace que afecte, a las rela- tes, el descubrimiento demuestra que las rdaciones que tenía con ellas
ciones de las personas implicadas. Véase, por ejemplo, el siguiente formaban parte de un enredo, en definitiva desacreditable. Todo esto
texto de carácter doméstico: aboga por la adopción de otra visión de la noción de falsedad.
Un hombre joven que tiene una familia, una profesión, una casa
Querida Abby: A veces me he conmovido, pero nunca tanto como cuando bien situada, toma cocaína los fines de semana y de una manera u otra
descubrí las píldoras de control de natalidad en los bolsos de mis dos hijas: le cogen y le procesan. Su posición social no era algo creado para t:t-
una tiene veintiún años y está prometida; la otra tiene diecinueve y sale regu- par, pongamos por caso, el consumo de drogas; su «fachada>> la tenía
larmente con un chico. desde antes de darse a la droga, en una época en que esa apariencia
No he hecho ninguna escena ni se lo he dicho a su padre. Probablemente
moral hubiese sido considerada como un indicador seguro de su ca-
las echaría de casa a las dos. Siento como si me hubieran retorcido el alma.
Les conté a las chicas mi descubrimiento y ambas se turbaron. No les
rácter, como una garantía adecuada para interpretar al hombre a par-
eché un sermón, simplemente les dije que eran tontas. Ellas respondieron que tir de su aspecto. Sin embargo, en el momento del arresto, puede que
era algo corriente en estos tiempos. ¿Es verdad, Abby? piense acertadamente que la ley considera su apariencia respetable
No las puedo castigar desconectándoles los teléfonos ni impidiéndoles como una mera simulación, como una impostura, como un disfraz, ra-
que sigan saliendo con chicos. ¿Qué puedo hacer? 17 • dicalmente incompatible con el acto del que se le acusa, incompatible
con lo que debía haber sido su yo auténtico. Y tal vez él mismo lo crea.
Aquí, precisamente en el hogar, encontramos una trama de enre- De este modo, el arresto le puede sumir en la confusión, poniendo en
dos, trama caracteñstica de este proceso. Cuando un individuo se en- cuestión profundamente el estilo de presentación que normalmente
frenta a ouos con descubrimientos acerca de ellos que los desacredi- adoptaba. Adviértase que en este caso la falsedad representa un estado
tan, a menudo termina exponiendo cómo obtuvo la información, y bastante alejado de lo particularmente engañoso; más bien se articula
esto puede desacreditar los supuestos respecto a su relación con los con nuestras creencias relativas a la naturaleza de las personas y al sen-
desacreditados. En el relato, después de todo, la madre tuvo que ad- tido del arresto. Y son en parte estas creencias las que hacen vulnerable
mitir que registró el bolso de otras personas. Además, cuando un indi- el pasado de cualquier individuo a una reinterpretación arbitraria y las
viduo confronta a otros con los hechos, se ve forzado a una coalición que dan pie para que luego se le considere como alguien que ha sido
engañosa con ellos, al menos virtualmente, a no ser que revele tam- siempre un farsante. Si llegáramos a creer que un individuo puede ser
bién la noticia a todas las partes implicadas. En nuestra historia la soli- falaz en ciertos aspectos y bastante responsable en otros, se debilitarían
daridad paterna que el padre de las chicas tenía con su madre en algu- esas bases puramente dramatúrgicas de descrédito y control social.
na medida había sido secretamente minada.
3. En lo referente a las construcciones, se mantiene el supuesto,
nunca realmente explicitado, de que hay dos partes esenciales: un fa-
n The Euening Bu//etin (Filadelfia), 22 de julio de 1971. bricador que elabora la fabricación y una víctima a la que se le fabrica
114 Erving Go/fm4n Tramas y /abricaaon~s 115
un mundo y que en consecuencia es dirigida erróneamente. Pero, de do, de modo que al descubrirse parezca que los espías son empleados
hecho, hay otro tipo de construcción posible, aquella que típica, pero por aquellos que deberían ser sus enemigos.
no necesariamente, posee un elemento explotador. Un manipulador La creación y colocación de pruebas falsas es, pues, uno de los me-
puede maquinar la definición de otro, con el fin de estar en posición dios de fabricación indirecta. Otro consiste en urdir circunstancias es-
de embaucar a un tercero sobre ciertas falsas creencias respecto al se- peciales en las que la víctima, por sí misma, se comporte de manera
gundo. La otra parte -el segundo-, la víctima, no hace falta que esté desacreditable (o de modo que la presenten como desacreditable), re-
metida en el asunto y desde luego es probable que no lo esté. Lo que gistrándose todo el comportamiento.
se requiere es que la persona que ha sido mal representada sea incapaz Un tercer método, el más económico de todos, consiste meramen-
por alguna razón de convencer al tercero de los hechos. Se podría ha- te en reconocer los hechos desacreditables; pues no es esencial que la
blar aquí de fabricaciones «indirectas» en cuanto opuestas a las «di- víctima sea sorprendida en un hecho desacreditable, sino únicamente
rectas». que los fabricadores estén en posición de hacer valer las imputaciones
El ejemplo clásico de fabricación indirecta es la estratagema o desacreditadoras. En este caso el modelo --efectivamente, el escena-
maquinación que supone la creación de pruebas falsas comprome- rio con todos los detalles- lo ofrece la historia de Susana y los viejos,
tedoras: siendo estos últimos dos viejos «verdes» (los primeros en la historia
judeo-cristiana) que ante el rechazo de Susana a sus pretensiones res-
Londres.- Ayer se estuvieron investigando las causas que se siguen contra pondieron haciendo un intento en gran escala para acusar falsamente
varios presos y los historiales de más de veinte detectives de Scotland Yard, a una respetable mujer casada de tener un amante. Los falsos testigos
después de que un tribunal declarase legalmente demente a uno de los más
fracasaron únicamente porque dio la casualidad de que pasaba por allí
duros perseguidores de la delincuencia en Londres.
El sargento de la policía Harry Challenor fue declarado demente la serna· Daniel y pudo contradecir las pruebas mediante la táctica de separar a
na pasada por un tribunal, tras examinar los cargos contra él y otros tres poli- los testigos, y ello sin haber asistido nunca a una academia de policía.
cías jóvenes por preparar falsas pruebas contra gentes a las que habían arres- Podría añadir que si bien es cieno que las mujeres jóvenes corren el
tado el verano pasado>a. riesgo de sufrir falsas acusaciones por parte de hombres viejos, éstos a
su vez, al parecer, lo corren también a causa de las muchachas jóvenes:
Lo que puede cotejarse con un estudio observacional llevado a
cabo en 1966 en tres ciudades americanas importantes: Seis chicas de Torresdale que dijeron a la policía que en la fiesta de Hallo-
ween un vecino les había dado manzanas y pasteles que contenían cuchillas
Nuestros observadores descubrieron además que algunos policías llevaban de afeitar fueron arrestadas hoy después de admitir que sus declaraciones
incluso pistolas y navajas que habían confiscado en registros a ciudadanos; las eran falsas.
llevaban por si necesitaban colocarlas en un determinado escenario para po- La policía, basándose en sus declaraciones, había arrestado a Jack Tho-
der presentar un caso de autodefensa J9 • mas, de cincuenta y dos años, que vivía en la calle Ditman cerca de Megargee,
en la barriada de Liddonfield en Torresdale. Se le acusó de intento de mutila-
ción y de crueldad con menores y salió del centro de detención de la ciudad
Otro ejemplo lo constituye la práctica habitual de enviar a los es- en libenad provisional bajo fianza de 10.000 dólares"°.
pías enemigos grandes recompensas por servicios que no han presta-
En consecuencia, ciertas acusaciones, como la de violación, se
,. San Francisco Sunday Chronicle, 7 de junio de 1964. H11y un uso similor dd tér- pueden convertir en algo problemático; la acusadora y el acusado
mino poner pruebas falsas en referencia a una persono, a saber, alguien que entra en pueden estar seguros de que se dudará de ambos 41 •
una organizacion para servir como «hombre desde el intcrioo>.
" Alben J. Reiss, Jr., «Police Brutality: Answers to Key Qucstions», en Trans-
actí'on, julio-agosto de 1968, p. 10. Un término que la polido usa para esta técnica es ~ The Eyening Bulletin (Filaddfia), 5 de noviembre de 1969.
preparar el te"eno; véase Jonathan Rubinstein, City Po/ice (Nueva York, Farar, Straus ~• Véase, por ejemplo, Gail Shechy, «Nice Girls Don't Get into Trouble», en New
& Giroux. 1973), pp. 388-390. York Magazine, 15 de febrero de 1971, pp. 26-30.
116 En11"ng Goffman Tramas y fabricaciones 117
Una vez que se esclarece la diferencia entre la fabricación directa y que acceda a hacer algo que normalmente nunca haría (como entregar
la indirecta, debería ser posible admitir para esta última clase una po- dinero, revelar secretos de su patrono, participar en un robo como el
sibilidad que en principio no parece que tenga cabida en ella: el falso hombre que actúa desde dentro, etcétera) o accede a no hacer algo que
testimonio contra uno mismo. En este caso, el individuo funciona a la normalmente haría (como descubrir al chantajeado)~. Y esta coacción
vez en dos dimensiones diferentes: como fabricador del falso cuadro (a diferencia de la ejercida por quien empuña un arma) puede ser efi-
mancillado y como la persona difamada por él. Lo más probable es caz aun cuando la víctima no esté en presencia del coaccionador, sien-
que el propósito sea la notoriedad, la identidad pública, obtenida me- do éste uno de sus valores estratégicos especiales.
diante la falsa confesión. En cualquier caso, es sabido que los críme- Me he extendido mucho en las fabricaciones indirectas porque
nes ampliamente difundidos producen confesiones falsas, que la gue- constituyen un puente entre los castillos de naipes levantados por los
rra crea condiciones para llamar eficazmente la atención sobre uno timadores y las vidas de la gente corriente. En lo cotidiano, el aspecto
mismo mediante la admisión de espionaje 42, que las denuncias que las social que un individuo presenta ante sus diversos compañeros duran-
mujeres hacen a la policía de haber sido atacadas y violadas pueden te su rutina diaria permite a éstos hacer algunas suposiciones sobre su
justificar en ocasiones que los periódicos importantes informen de la valía social y sus criterios morales, incluyendo esto último, lo que es
denuncia citándola literalmente entre comillas (siendo estos signos importante, la práctica del candor, y la apertura respecto a los fracasos
-las comillas- uno de los recursos de encuadre menos elegantes de en estas cuestiones. Si se puede demostrar que una de estas premisas
los que la prensa dispone) y que los funcionarios menospreciados, es falsa, se puede pensar que el individuo mantiene una posición falsa,
como, por ejemplo, los vigilantes nocturnos, a veces escenifican algo permitiendo, si no animando, a los que están a su alrededor a que vi-
que está planeado para que se lo considere como la secuela de un van en un mundo falso, al menos en la medida en que la visión que tie-
ataque armado·0 • Un caso marginal, limítrofe, es el «seguro de incen- nen de él constituye una parte de su mundo. Así pues, él no tiene que
dios», puesto que, aquí, como es obvio, las llamas que un individuo
enciende contra lo suyo dejan un resquicio de esperanza. Adviértase 44 Sobre d chantaje, véase S., pp. 75-77, y S. l., pp. 73-74. Adviért4Se que el chanta·
que el uso de cualquier fachada social autoengrandecedora es también je posee una especial cualidad social, casi moral; hay buenas razones para que la vícti-
una manera de aportar un falso testimonio respecto a uno mismo, pero ma desee suprimir lo que d chantajista piensa que sabe, pero si la víctima rechaza so-
percibimos de forma diferente esa fabricación porque sirve a propósi- meterse a la amenaza, el chantajista nada obtiene de esa víctima concreta revelándolo.
Una víctima desacreditada, y obstinada, sólo sirve para mantener el valor dd chantaje
tos personales, tal como se definen convencionalmente, y no a algo en general, y el chantajista en cuestión puede que no se conmueva mucho por esta
que parece una inmolación. contribución a la reputación de su negocio, aunque debería conmoverse. Los Elders
Se ha dicho que la fabricación indirecta, ya sea basada en una continuaron con su amenaza por despecho, pero el despecho no tiene cabida en un ne-
prueba falsa, urdida o reconocida, permite al manipulador desacre- gocio bien llevado, aunque sí la tiene la impresión de que alguien está despechado. En
ditar a la víctima ante otros. Es exactamente igual al poder que posee resumen, para chantajear, los chantajistas deben actuar como si sólo fueran a hablar en
caso de no ser obedecidos, pero después de no ser obedecidos hay escasllS razones para
alguien que descubre, a través de una investigación, una grabación se- hablar. Para chantajear bien, pues, los chantajistas deben actuar convincentemente,
creta, o las confidencias de otro, cosas de la víctima que la desacredi- como si no tomaran en consideración su dilema.
tan. Resulta patente, entonces, que tanto Jos hechos falsos como los Como sugería Mike Hepworth, «Dcviants in Disguise: Blackmail and Social Ac-
verdaderos pueden permitir a su conocedor chantajear a la víctima, es ceptance», en Stanley Cohen (ed.), Images o/ Deviance (Londres, Pdican Books,
1971), pp. 198-199, d cómplice de alguien en un acto deshonroso se halla muy bien si-
decir, amenazar con desacreditarla ante un público importante, salvo tuado para convertine en su propio chantajista. Suponiendo, desde luego, que tenga
menos que perder que aquél. (La moraleja dd asunto es que si alguien ha de pecar, es
mejor hacerlo con los que son mejores que uno.) En todo esto hay que distinguir d
~2 Por ejemplo, durante la Segunda Guerra Mundial, una tal señora O'Grady, de la ch1111taje de la extorsión, en la que lo que está en juego son la vida y la propiedad, pero
isla de Wight, se las arregló para que la arrestaran por espía nazi sobre la base de las no la reputación. El gran sistema de informantes que mantienen la poliáa y el FBI es un
pruebas que ella elaboró. Véase Vernon Hinchley, Spies Who Never Were (Londres, interesante caso marginal: la amenaza de revelar hechos pasados mueve seguramente a
George G, Harrap &. Co., 1965), cap. 4, «El juicio de la señora O'Grad}'», pp. 70-84. dar información; pero en este caso la agencia que profiere la amenaza es además la
H Se rdata un caso en d San Francisco Chronic/e, 17 de diciembre de 1964. agencia que comenzará a imponer d precio del desafío.
118 Ervirrg Go/fman Tramas y fabricaciones 119
fabricar una construcción, no tiene que hacer nada excepto no encar- Al reflexionar sobre las fabricaciones, ya sean benévolas o explo-
nar los atributos y criterios de conducta que se esperan de él. Las his- tadoras, parece natural y obvio considerar que los engañados y los en-
torias de chantaje tienden a basarse en el descubrimiento (o la manu- gañadores son personas diferentes; además, de lo contrario, no se po-
factura) 0 de secretos espectaculares, cuya revelación podría poner a dría retener información estratégica, no podrían aducir hechos falsos
la ley y a algunas de las personas más allegadas en contra de la víctima. y difícilmente podría mantenerse fabricación frente al descrédito.
Pero la vergüenza no espectacular posee cierto poder de chantaje tam- Pero hay que rebasar este punto para poder desarrollar plenamente la
bién. Y dada la posibilidad de manipular el comportamiento indigno, clase a la que pertenecen la ilusión y el engaño.
de presentar pruebas falsas o de aportar un falso testimonio, los secre- Porque nosotros tenemos una comprensión vaga, no desarrollada,
tos auténticos son innecesarios; se pueden crear secretos al efecto con pero que no obstante está ahí, de que un individuo puede socavar acti-
el resultado de que aunque la víctima no utilice a los que lo rodean, vamente de varias maneras su propia capacidad para un encuadre efi-
corre el riesgo de aparecer como si lo hubiera hecho. Por tanto, la ra- caz, poniéndose en contra de su propia capacidad para orientarse de
zón por la cual el individuo puede continuar suponiendo confiada- modo realista en el mundo. En algunos casos, para sus construcciones
mente que los demás creerán que está actuando honradamente no es equivocadas, puede encontrar ayuda en personas que se unen en su
porque lo esté haciendo -aun cuando lo esté haciendo- sino por- favor o en su contra y, en otros casos, puede que los mismos interesa-
que nadie se ha visto impulsado a organizar información con el fin de dos se engañen acerca de lo que está sucediendo, habiendo sentado
hacerlo merecedor de descrédito. intencionadamente las bases para ello. Pero, con todo, sin la coopera-
ción activa de la víctima, al menos en este caso, es improbable que se
la pueda engañar. Téngase en cuenta que es probable que un posicio-
namiento erróneo afecte sobre todo a la percepción, pero no a la ac-
IV
ción, ya que ésta habrá de enfrentarse en seguida a la acción correcto·
Hasta ahora sólo se ha considerado una fórmula por la que se puede ha- ra de los otros 46•
cer perder a un individuo la noción de lo que realmente sucede: el enga- Por lo tanto, si se entiende el engaño como una falsedad produ-
ño, bien sea con intención benévola o explotadora. Permitimos además cida intencionadamente por personas no engañadas por su propia fa.
que una persona engañada, si ella misma contribuye, se enrede precisa- bricación y se entiende la ilusión como un error resultante de una
mente con aquello que la situaría de manera realista en el mundo. construcción errónea que nadie ha inducido a propósito y que es com-
El sentido común permite otra posibilidad: el «error comprensi- prensible por las circunstancias, entonces se puede entender el auto-
ble» [understandable error]. Pensamos que las percepciones experi- engaño (o los «delirios») como una obstinación apoyada activamente,
mentadas por un individuo pueden operar en contra de que adquiera cuando no producida por un desatino 47 •
una visión realista de lo que está pasando, lo que es excusable tenien- En los delirios aparecen deficiencias en lo que se considera el ca-
do únicamente en cuenta que haya alguna circunstancia especial que rácter básico de los actores normales. Un individuo dotado y equipa-
explique su error y que él esté razonablemente alerta a la información do con uno de esos rasgos excéntricos pulveriza el flujo de comporta-
correctora que el mundo (eso pensamos) le aportará pronto. (La creen- miento frente a cuyo marco él, y a menudo sólo él, está ciego. En el
cia de que la verdad resplandecerá es un elemento fundamental en la caso de algunas de estas deficiencias se pueden dar pasos para esta-
cosmología del hombre occidental.) En este caso se puede hablar de blecer las transformaciones que los sujetos realizan sobre el comporta-
«ilusión». Por lo tanto, hay engaños e ilusiones. miento ordinario; en otros casos, sólo resulta posible la glosa.
"' Para crear agentes serviciales, los servicios de inteligencia han confeccionado pe· -16 Argumento recomendado por Lee Ann Draud.
rióclicos de un único ejemplar que hablan sobre la muene de alguien con quien la vícti. ~1 Amalie O. Rorty ofrece un útil enunciado en «Belief and Self Dccepáon», en In·
ma había peleado. Véase Pawel Monat,Spy in The U. S. (Nueva York, Berkley Publis· quiry, XV (1972), pp. 387-410. Asimismo, le estoy agradecido por su ayudll en este y
hing Corpo~aáon, Berkley Medallion Books, 1963), p. 177. otros asuntos filosóficos.
120 Erving Go/fman Tramar y /abricadones 121
l. Una forma muy interesante de autoengaño son los sueños 48• que haya sido adquirido recientemente y, desde luego, parte de lo que
En este caso, ciertamente es el propio individuo el que se engaña. Los se usa es bastante actual; por eso existe la razonable creencia de que el
sueños son especiales en el sentido de que solamente el soñador puede soñar protege en parte al soñador de ser despertado por perturbacio-
saber lo que está sucediendo, mientras está sucediendo -aunque otros nes locales. Se puede aducir que esta elaboración onírica consiste en
puedan figurar como protagonistas del sueño- y, por tanto, recor· un reencuadre de acontecimientos perturbadores, como en el caso del
darlos y estar bastante seguro de que está soñando y poder contar el portazo en la habitación que aparece en el sueño como un disparo de
sueño una vez finalizado. pistola. (Este caso es, en miniatura, una bella ilustración del rol comple·
Los sueños poseen otros rasgos interesantes. En cierto sentido, el to del encuadre en la reconstitución de los acontecimientos.)
propio soñador incorpora el reparto de papeles y, al parecer, Jo hace Por último, está el tema controvertido del papel activo que el so·
bastante bien. El significado de esto nunca ha sido explicado adecua- ñador puede adoptar en el sueño, además de generar el contenido del
damente. Además, las convenciones de la fabricación son francamen- sueño. Hay razones para sugerir que cuando un sueño es particular-
te tolerantes: seguramente, en el sueño pueden tomarse toda clase de mente desagradable, el soñador puede no dar importancia a su realidad
libertades con los modelos originales, ya que cualquier personaje pue- mientras sueña, sobre la base de que sólo es un sueño, y puede incluso
de convertirse en otro cualquiera y puede estar simultáneamente en ser capaz de despertarse con el fin de cortar el sueño. También parece
lugares muy diferentes. En cualquier caso, es difícil pensar en limita- - darse el caso, incidentalmente, de que los sueños se olviden muy pronto
ciones por principios, siendo el soñar una especie de caso límite. Sin una vez que el soñador se despierta, aunque lo haga «en mitad del sue·
embargo, algunas de las condiciones del sueño son muy estrictas: en ño». (El análisis del marco nos urge a distinguir claramente estas posibi·
primer lugar, el que sueña debe estar totalmente dormido y el sueño lidades de un conjunto radicalmente diferente, ya que es posible que el
puede derrumbarse, evidenciándose que era sólo un sueño, al desper· individuo pueda soñar que se despierta del sueño o que se está desper·
tar, despertar al que es muy susceptible. (En esta fácil susceptibilidad, tando de él. De hecho, algunos estudiosos de los sueños sostienen que
los sueños se parecen un poco a las tomaduras de pelo.) sólo se puede penetrar en los sueños de esta forma)'º.
El problema se plantea en lo referente a la relación entre el mundo 2. La consideración de los sueños nos lleva directamente a consi·
soñado, es decir, el drama más profundo de los acontecimientos so· derar los «estados disociados» -amnesias, actos sonámbulos y cosas
ñados, y el ambiente no fabricado del sueño; la habitación, el que por el estilo-. Existe la creencia de que cuando un individuo es arre·
sueña, etcétera. batado de esca manera puede actuar con un propósito desconectado
Es claro que aun cuando el soñador, en el sueño, se represente la de su conciencia general y de sus facultades críticas: en consecuencia,
habitación en la que está soñando, esa representación pertenece a un no puede ser considerado «responsable>> de lo que pueda hacer. (El
ámbito completamente diferente al de Ja habitación como tal. En el ejemplo más al caso, al parecer, es el crimen cometido mientras el autor
sueño la habitación está siendo soñada: no existe en el espacio, aun- está dormido y actuando bajo una especie de delirio) n. Los delirios,
que exista en él la habitación en la que ocurre el sueño 49• como en el caso de los sueños, presumiblemente pueden acabar des-
Es de suponer que el soñador no pueda poner, en el sueño, algo
que en cierto sentido no esté ya en él; tiene que elaborarlo con huellas
almacenadas del pasado. Al parecer, parte de este material es probable JO!bid., p. 262.
" King v. Cogáon. Véase Richard C. Donnelly, Joseph Goldstein y Richard D.
Schwartz, Crimina/ Lzw (Nueva York, The Free Press, 1962), pp. 551-,52. En la bi·
bliografía psiquiátrica, las diversas clases de amnesias se suden considerar junto a los
S~brc cJ sueño como tipo de experiencia a analizar, observando Jas semejanzas y
41
• estados disociados. El amnésico, seguramente, ha quedado aislado de una pane de su
difercnaas con otros modos de expresión, véase Nonnan Malcom Dreaming (Nueva biografía (por razones psicodinámicas), pero mantiene su competencia en todos los
York, HumanitiesPress, 1959). ' demás aspectos y probablemente podría ser considerado responsable de sus acciones .
..., Véase Margarct Macdonald, «Slecping and Wakinp, en Donald F. Gustafson La importancia social de las amnesias es un ingrediente esencial en los seriales rosas y
(ed.), Ersays in Philorophica/ Psycho/ogy (Gardcn City, NY, Doublcday & Company, subculturales de televisión y en otros guiones del mismo tipo; lo que sucede es que: se
1964), pp. 250·251. puede estar seguro de que ocurrirán y de que pueden ocurrir.
122 Enñng Go/lman Tramlls 1 /abncaciones 123
pertando a la persona. La imagen habitual presenta a un actor disocia- visto pacientes que se acercaban a miembros amistosos dd personal y
do que tiene acceso práctico a ciertas competencias físicas, realizando les dirigían, en una especie de representación teatral, un ademán hos-
la función onírica de tal manera que puede hacer uso del mundo real til, demostrándose luego, en un análisis posterior, que dicho ademán
sin impedimento para la transformación que se ha operado sobre él. era una reproducción, un fragmenco de una historia, una ilustración
3. Considérese ahora una forma de autoengaño que es bastante proyectada sobre d miembro del personal, de una interacción experi-
diferente a los sueños: las llamadas fabricadones psicóticas. Es presu- mentada por el paciente en d pasado.)
mible que en este caso el individuo se engañe a sí mismo, pero este en- 4. La propensión psicótica puede situar al sujeto en d mundo de
gaño no se produce en el sueño sino dentro del mundo de los demás. los marcos de referencia sociales y en d de los actos de la vida real eje-
Como en d caso de las llamadas respuestas paranoicas, aquél puede cutados dentro de estos marcos, pero lo hace en términos radicalmen-
ciertamente convencer a otros de sus creencias, al menos por un tiem- te descalificadores. Se produce un contraste muy interesante con otra
po ' 2• No puede -en el sentido corriente- ser despertado de su cons- forma de autoengaño: los llamados síntomas histéricos. Aquí (en teo-
trucción porque no se ha puesto a dormir para producirla. Sin embargo, ría) el individuo finge un trastorno físico, un acto que se define dentro
como en d caso de los sueños es posible un acercamiento a las creen- de un marco de referencia natural (en este caso, físico-médico), pero
cias psicóticas. Este acercamiento recibe d nombre de esclarecimiento una parte de él se burla de la otra. La regresión genuina, si es que tal
o intuición y se dice que la psicoterapia puede producirlo. No obstante, cosa existe, es otro caso a considerar.
hay que advertir una cosa: forma parte de nuestras creencias respecto a 5. Finalmente examinaremos d hipnotismo. En este caso segu-
la locura que dicho acercamiento no llegue a ocurrir nunca. El indivi- ramente es necesaria la intervención activa dd hipnotizador, pero pa-
duo puede permanecer encerrado en su «enfermedad» para siempre. rece que, no obstante, encierra cierto grado de autoengaño. Resulta de
Resulta posible intentar describir d sentido en d que a un indivi- especial interés que las reglas para actuar como hipnotizado y la fór-
duo definido como loco se le considera como un actor incompetente, mula para provocar y hacer salir de ese estado están bastante bien ar-
imperfecto. Se podría además intentar transcribir las reglas para ticuladas, ofreciendo una especie de modelo de las convenciones del
transformar el comportamiento habitual en aquel que evocara en los encuadre. Se puede citar la versión de Martin Orne:
testigos la idea de que el actor está loco. También aquí tiene cierta
aplicación el análisis dd marco. Así, se afirma que una de las cosas Las características comunes a estos diversos estados [hipnóticos] que se agru-
irritantes que hacen los psicóticos es tratar literalmente lo que normal- pan bajo la rúbrica de «hipnosis» parecen incluir: la amnesia poshipnótica, la
mente se trata como una metáfora, o que al menos lo parece". (He incapacidad aparente para usar un determinado sistema motor cuando se
produce una sugestión de parálisis funcional, diversas ilusiones sensoriales,
incluyendo las alucinaciones positivas y negativas de todas las modalidades
' 2 El estudio clásico sobre el tema es cicrt11mente d de C. Lasegue yJ. Fahct, «Ll folie
sensoriales, los trastornos o mejoras aparentes de la memoria, así como un au-
á deux ou folie communiquéc», en Ann. Méd. Psychol., XVIII (1877). pp. 321-355; hay mento del control sobre las funciones del sistema nervioso autónomoj.I.
una tsaducción al inglés de Richard Michaud en el American ]ournal o/Psychiatry, suple-
mento al núm. 4 (1964), pp. 2-23. Una de las sagas más ilustrativas es la de D. H. Rops- Las implicaciones de estos rasgos de comportamiento para nues-
a
chitz, «Folie Deu:x»,]ournal o/Mental Slience, cm ( 19,7), pp. 589-,96, donde se vud-
cra concepción del carácter de la persona en trance serán consideradas
ve a contar cómo un paciente con una licenciatura en Medicina logró hacerse cargo
temporalmente de la gercnáa dd establecimiento enamorando a la enfermera jefe. más adelance.
,. Véase, por ejemplo, Harold Searles, « The Differentiation bcnvecn Concrete and
Metaphorical Thinking in the Rc:covering Schizophrcnic Patient», en Journal o/ the
American Psychoanalytical Assoct'ation, X (1962), pp. 22-49. [Además, en su obra Co-
llected Papers on Schizophrernia and Related Subjects (Nueva York, Ncw York Univer-
sity Press, 196.5), pp. 560-589.] Véase también Gregory Bateson, «A Theory of Play
and Pho.ntaS)'», en Psychiatric Research Reports, 2, American Psychiatric Assoclation
(diciembre de 19,5), pp. 39-.51; reproducido en Bateson, Steps to an Erology o/ Mind ~ Martin T. Orne, «The Nature of Hypnosis: Artífact and Essence», en Journal of
(Nueva York, Ballantine Books, 1972), pp. 177-193. Abnormal and Social Psychology, LVIll (19.59), p. 278.
U4
Ervi11g Go!fma11 Tnzma$ y /abncacio11~$ 125
cado con muchos lugares escondidos. Estos lugares escondidos son los mejo-
Algo parecido sucede en las tiendas de comestibles de las ciuda-
res para reunirse. En algunos casos, las reuniones se pueden celebrar en los
restaurantes de los clubes.
des, donde se emplean a veces los siguientes recursos para combatir a
los rateros:
Para lograr que las reuniones en los campos de golf salgan bien, hay que
aprender previamente las condiciones. Un requisito básico es conocer el_de-
Con~ratación de detectives en traje de paisano para rondar por los pasillos y
porte y saber jugar. Por lo tanto, los estudiantes debeñan aprender este depor- segwr a los compradores de aspecto sospechoso.
te cuando todavía están en las escuelas".
Instalación de una serie de dispositivos mecánicos de detección tales
como espejos de esquina y «torres de honradez» con lunas de dos caras' a tra-
Cuando se contempla la diversidad de escenarios ocupacionales vés de las cuales los detectives pueden vigilar lo que sucede en la tienda'.
en los que un empleado tiene razones especiales para retener y contro- Traslado de los artículos más caros a la pane delantera de la rienda don-
lar al cliente, entonces la línea entre la actividad ordinaria y las fabri- de los empleados puedan vigilarlos'6 • '
caciones es todavía más dilicil de trazar.
Por ejemplo, el papel del jefe de mesa en los casinos de Nevada es Esto hace evide~te el hecho de que la sonrisa sociable que el ge-
vigilar a la banca y a los jugadores, mientras que su apariencia es la ren~e ofr~ce a sus clientes puede ocultar ciertas preocupaciones no ri-
de un mirón, burlonamente desinteresado, con aire de relaciones pú- suenas. Sm embargo, parece que los auténticos compradores se acos-
blicas. De modo semejante, mientras que la banca da la impresión de tu~bran a esta clase de vigilancia (como los empleados de los casinos,
ser un empleado amistoso a quien no le preocupa si el jugador pierde qwenes llegan a agradecer que el lugar esté dotado de dispositivos de
o gana, a menudo, de hecho (si tiene experiencia), se mantiene vigi- e~cuch~ qu~ permiten a la gerencia oírles hablar en cualquier sitio se-
lando de cerca a los tramposos, el nivel del juego, la distribución de gun esta estipulado) y aceptan que estas previsiones no constituyen un
las fichas de mayor valor, la propina que le «cae», las ambigüedades descrédito en su relación con la dirección.
potenciales en las acciones del cliente, la visión de sus propias accio- . .~ótese, en todo esto, que existe una relación entre el poder de un
nes que capta la cámara oculta en el techo, etc. Sin embargo, parece mdi~?uo para ento!~ecer y desa~reditar y el número de personas que
que el conocimiento de esta cautela no hace que la actividad del jefe partmpan e~ ,ta ac~vt~ad. u? miembro ?el público no implicado en
o de la banca se considere como algo vergonzoso o desacreditador. una producc~o.n escen1c~ no 1:1ene por que desacreditar el espectáculo,
(Por otra parte, si l_a banca es incluso más precavida porque está in- pero un part1c1pante no Implicado en el acto de hacer el amor hacien-
tentando colaborar con un jugador para «distraer» dinero a la vista de do el amor sí puede.
la cámara, o si el jefe, mientras sonríe a un jugador sospechoso, está Aquí hay otra cuestión: cuando un individuo es desenmascarado
telefoneando para que venga un fotógrafo y finja que le hace una foto el de.scrédito puede quedar estrechamente circunscrito a algo que s~
al hombre que está al lado del sospechoso, pero, de hecho, está ob- cons1_dera que cae dentro de un todo más amplio, y es este todo más
teniendo un retrato que será usado por el servicio de vigilancia, en- amplio -no necesariamente amenazado- el que podemos tener en
tonces tenemos en operación una red clara de connivencias-y un caso cuenta cuando consideramos lo que está sucediendo realmente.
claro de fabricación, sujeto, como todas las construcciones, al des- Cuando en~ casino un jugador del veintiuno se entera de que la ban-
crédito.) ca, por encuna .~e todo, está ojo avizor a las trampas, es posible que
~go de su relac1on con la banca quede desacreditado, pero el juego en
s1 no res~ta amenazado. Cuando un jugador se entera por fin de que
" Oleg Penkovskiy, The Penkovskiy Papen, traducido por Peter Deriabin (Gar- el companero del que se ha estado apiadando, en realidad es un gan-
den Ciry, NY, Doubleday & Company, 1965, pp. 116-117. Penkovskiy describe además cho, su relación incipiente con alguien que ahora sabe qu~ es un em-
d uso que puede hacerse de los motdcs como lugares clandestinos de reunión, en vir- pleado de la casa se desacredita, pero no el juego como tal. Sin embar-
tud de las características de las entradas y salidas propias de estos cstablecimicnms
(pp. 118-119). Los motdes, sin embargo, han llegado a identificarse con una gama tan go, cuando interviene un gancho para que la banca pueda usar su
amplia de actividades, además de pasar la noche, que resultaría dificil establecer con
exactitud lo que podría constituir un uso falso, desacreditable. " Reportaje de Sylvia Porter, San Francisco Chronicle, 8 de febrero de 1965.
128 Erving Go/frnan Tramas y /ahneaciones 129
mano como base adecuada para deshacerse de cartas que no quiere es a~restada por un oficial :iazi que había logrado hacerse pasar por
dar al cliente, es decir, para facilitar una «segunda ronda de cartas», algwen que deseaba cambiar de bando, la respuesta del de la resis-
entonces lo que había sido una clave del gancho resulta sutil pero pro- ~encia al alemán es: «¡Enhorabuena, mon colonel hizo muy bien su
fundamente transformada en una construcción del gancho. De modo Juego!»'9 •
semejante, cuando los invitados a una fiesta de boda descubren que El ju:~º. en este caso presumiblemente se refiere a algo que es a
otro con el que han entablado conversación ante la mesa de los regalos la vez artificial y envolvente y, en efecto, incluye algo más que la inte-
es realmente un detective privado contratado al efecto por la compa- racción en la que ocurrió el arresto, incluye además todas las interac-
ñía de seguros, de repente pensarán que la conversación resulta insos- ciones mediante las que se estableció la confianza inmerecida. Cuan-
tenible y en una nueva mirada verán ahora el esmoquin del agente do en un casino de Nevada un jugador se da cuenta de que la banca le
como un uniforme o un disfraz, pero la boda, en tanto que hecho legal ~a dado menos dinero de _lo debido al pagarle lo que había ganado,
y ocasión social, puede quedar indemne. Cuando la reina de Inglate- sunplemente puede cambiarse a otra mesa; sin embargo, cuando se
rra descubre que el hombre sobre cuya silla de ruedas se ha estado da cuenta de que su buena racha ha hecho que el gerente ponga a
apoyando «graciosamente» (con el fin de dirigirle algunas palabras otro empleado que haga de banca mucho antes del cambio de tumo
de ánimo en la ceremonia en honor de los laureados con la cruz de la programado, puede comenzar a dudar de la casa y considerar el tras-
Victoria en Hyde Park) es un empleado de un estacionamiento no con- I~do a otro c~sino, ~ incluso, tras la repetición de la experiencia, con-
decorado que goza de bastante buena salud y sin experiencia militar, siderar el dejar de Jugar en ese Estado. En Estados Unidos, los lla-
que se ha colado de rondón «en plan de guasa» 57 , alguien puede con- mados juicios de Stalin se solían considerar como un todo colectivo
siderar que ese acto concreto de la soberana seguramente constituirá como el uso de las instituciones legales básicas de una nación con eÍ
un descrédito, pero es dudoso que el incidente desluzca toda la fiesta. sólo fin de representar un espectáculo, como una traducción siste-
Sin embargo, al igual que el desmoronamiento de una realidad ?1ática de un proceso judicial a una exhibición política, y ese todo se
puede no afectar a la ocasión social en que ocurre, también a veces pue- mte.rpretaba como prueba desacreditadora del sistema político en su
de que haya en juego algo de mayor alcance que una mera cuestión COnJUntO.
ceremonial. El descrédito ocurrido puede socavar restrospectiva y . E~ .eviden~e, pues, que u.n plan engañoso puede generar una orga-
prospectivamente una serie ligada de ocasiones anteriores y antici- ~1zac1on conanua de la acttvtdad que se verá sujeta al descrédito, y
padas. Cuando un «blanco» cae en la cuenta de lo que ha estado ocu- siempre ~ue ocurra un descrédito tendrá un alcance retrospectivo o
rriendo en una estafa y ve las cosas como son, ve que toda la secuencia prospecttvo, a veces largo, a veces corto, pero al fin y al cabo un cierto
de reuniones en el pasado y de otras planificadas para el futuro encie- alcance.
rra una manipulación concertada. Cuando un experto en desfalcos Es aquí, y con respecto a este alcance, donde se puede situar un
desaparece de repente llevándose 200.000 dólares de una empresa, con~epto. básico: la sospecha. Es aquello que una persona piensa, con
empresa en la que ha funcionado durante dos años como un promete- razon o sm ella, cuando comienza a pensar que la franja de actividad
dor tesorero-contable, una empresa que ahora, después de ciento trece en la que participa ha sido construida fuera de su alcance, y que no se
años operando, tendrá que declararse en bancarrota, se derrumban le ha permitido ver cómo le encuadra a él. Hay que distinguir la sospe-
una serie de relaciones mantenidas a lo largo de dos años, un expe- cha de otro sentimiento importante, la duda, que se genera no por la
diente de trabajo, una carrera, una identidad personal y ciertamente preocupación de resultar dominado por ella sino por la preocupación
un negocio ' 8• Cuando una persona que colaboraba en la resistencia sobre el marco de referencia o la clave que se aplica, ya que son éstos
los elementos que normalmente operan inocentemente en la actividad.
n La foto del empleado del estacionamiento, de lo silla de ruedas y de la reina apo-
Hay que considerar la sospecha y la duda, pues, como dos aspectos
yándose se puede ver en The Washington Post, 28 de junio de 1956.
jS San Francisco Sunday Examiner and Chronícle, 31 de octubre de 1965, y San
Francisco Chronic/e, 28 de abril, de 1966. " E. H. Cookridge, lnside S. O. E. (Londres, Arthur Barker, 1966), p. 180.
lJO Erving Go/fman 5. EL MARCO TEATRAL
1
S<: rec~~enda una ddinición diferente de representación en Dell Hymcs, «To·
(;JSan Francfrco Chronicle, 8 de dicicm brc de 1967. wa~d Lingwsttcs <;ompetence»: «Y hay un sentido en el que la representación es un
61 En S. l., p. 43, se consideran ejemplos de «namralismo» en los planes de inteli·
atnbuto de cwilqu1er comportamiento, si el actor acepta o se le imputa reponsabilidad
gencia. por ser evaluado respecto a ello».
r
1
132 Ef'IJing Gof!man El marco l~atral 133
dos o su equivalente. Hay una condición especial respecto al núme- Un poco menos puras son las ceremorúas personales, tales como las
ro de participantes: la actuación como tal depende muy poco del nú- bodas y los funerales. Estas ocasiones suelen contar con espectadores,
mero de personajes o del número de espectadores, aunque existen pero estos últimos funcionan como testigos e invitados que normalmen-
máximos determinados por hechos físicos, como la visión o la trans- te asisten por invitación, sin pagar. Podría añadir que mientras que a
misión del sonido. menudo se considera que lo más significativo del resultado de una com-
Las actuaciones pueden distinguirse por su pureza, esto es, según petición es que forma parte de Ja vida recreativa y que en un cierto senti-
el exclusivismo de la demanda de los espectadores en la activi~ad que do es algo no serio, Jos ceremorúales tienden a proporcionar una ratifi-
observan. cación ritual de algo definido en sí mismo como parte del mundo serio.
Las obras teatrales, las actuaciones en salas de fiesta, las aparicio- Las conferencias y las charlas aportan una variedad muy mezclada
nes personales de distinto tipo, el ballet y gran parte de la música or- respecto a la pureza de Ja actuación; en reswnen, son una mezcla va-
questal son puras. Si no hay audiencia, no hay actuación. Los casos li- riable de instrucción (de la que puede responsabilizarse al oyente) y de
mites aquí son las actuaciones ad hoc, aquellas que ocurren dentro de entretenimiento. En un extremo están las sesiones informativas que
un círculo doméstico cuando un invitado a una fiesta interpreta una Jos oficiales del Estado Mayor mantienen con los pilotos antes de una
pieza al piano o a la guitarra para entretenimiento opcional de otros incursión aérea o las demostraciones que los especialistas ofrecen a los
individuos que están cerca, o cuando alguien cuenta una anécdota estudiantes de medicina en un quirófano a modo de teatro; en el otro,
bastante larga a sus amigos o cuando un padre les lee algo a sus hijos los análisis políticos que ofrecen en monólogo los humoristas de la es-
antes de dormirse. El término personal se utiliza en este caso porque el cuela culta. (La mezcla interesante se encuentra en un punto interme-
actor suele aportar su propio escenario y sus propios accesorios escé- dio, a saber, la capacidad de los hablantes «dotados» para ocultar ante
nicos, y no es necesario que exista un compromiso previo que obligue aquellos a quienes divierten que eso es casi todo lo que ocurre.)
a actuar al individuo. Lo más impuro de todo, supongo, son las actuaciones de trabajo,
Después vienen las competiciones o los encuentros deportivos aquellas que ocurren, por ejemplo, en los lugares de construcción o en
que se realizan para ser vistos. Aunque la ocasión social en la que el los ensayos, donde hay espectadores que observan abiertamente a
enfrentamiento tiene lugar es crucial, y tras ello las entradas que sepa- personas que trabajan sin mostrar preocupación alguna por los ele-
gan en taquilla, todo el asunto depende de que los contrincantes ac- mentos dramáticos de su tarea 2• Los reportajes de televisión sobre d
túen como si lo que les impulsara fuera sólo el tanteo final. Así pues, terreno muestran ahora el mundo, incluyendo sus batallas, como ac-
los jugadores deben actuar convincentemente, como si estuviera en tuaciones de trabajo, lo que incidentalmente inclina a los ciudadanos a
juego algo que supera la diversión de aquellos que los observan. La aceptar el papel de público en relación con cualquier acontecimiento.
clasificación en la liga, las marcas de ejecución personal y los premios Estas distinciones entre actuaciones se refieren a la cara oficial de
en dinero ayudan a estabilizar esos rasgos que no pertenecen propia- la actividad, no a su carácter e intención subyacentes. Un juicio políti-
mente a la actuación, apuntando a algo que es significativo por dere- co se puede presentar como una competición directa, cuando, de he-
cho propio y que no podría resolverse sin que realmente se jugara el cho, es una fabricación dramática que sigue un guión, en tanto que
partido. (Es, por tanto, pensable que se pueda celebrar una serie de una versión más familiar es Ja transformación que la televisión y su
partidos por su puntuación en ausencia de cualquier tipo de público.) programación han operado en algunos combates de boxeo y en, prác-
Y, desde luego, la acción tendrá lugar en un ring o en un campo de ticamente, todos los combates profesionales de lucha libre. De modo
juego, no sobre un escenario. Como sería de esperar, parece que no semejante, cuando decimos peyorativamente que una persona ha teni-
existe ningún tipo de deporte o juego que no ofrezca un continuum to- do una «auténtica actuación» podemos querer decir que ha puesto
tal, que vaya desde las competiciones donde no se espera que nadie se
moleste en verlas, pasando por aquellas que logran unos pocos espec- 2
Ahora tenemos grabaciones comerciales de los ens11yos orquestales, presumible-
tadores ocasionales, hasta los campeonatos cuyo público puede alcan- mente para permitir que las audiencias tengan un íntimo vislumbre del director traba·
zar un lugar respetable en la escala de Nielsen. jando. Uno se pregunt11 en qué difieren estas franjas de 111 cosa real misma.
134 Ervmg Go/fman El marco teatral
135
más cuidado del normal y ha empleado un diseño y una continuidad p:riodo continuado~: preparación. La carrera puede llegar a tener
mayores de lo habitual en Ja presentación de lo que ostensiblemente solo una representac1on, pero la economía de producción aconseja
no es, en absoluto, una actuación. En cualquier caso, se requiere aquí otra cosa>. Se aplican las férreas leyes de la producción escénica: al
cierta ayuda terminológica para aliviar la carga que acarrea la palabra P.úblico sólo se le puede pedir su atención, su consideración y el pre-
actuadón, especialmente en las discusiones sobre las competiciones. cio de la entrada, y los actores tienen derecho a escenificarlo todo de
Con el fin de ser muy claros respecto al marco, se podría decir que nuevo ante el público de la noche siguiente.
una partida de bridge que se televisa o se realiza ante un público es una El teatro parece proporcionar -al menos en la sociedad occiden-
partida presentada, como parte de un guión de una competición dra- tal- una versión ideal de una distinción conceptual básica: la que se
matizada; como algo que un tramposo amaña, una partida arreglada. da entre un intérprete o actor individual que aparece sobre el escena-
Y posiblemente una obra de teatro sobre el engaño en el bridge ofre- rio y el papel o el personaje que encama mientras actúa. Nada hay más
cería a los espectadores la escenificación de una partida amañada; y claro y natural que hablar de un actor como John Gielgud interpre-
un recorte de prensa sobre un áerby de patinadores, una competición tando el papel de Hamlet.
amañada presentada de nuevo. Al pensar en la vida social real, no escénica, las imágenes teatrales
Hay un tema que parece repetirse. Al considerar las auténticas actua- parece qu~ nos conducen a distinguir entre un individuo o persona y
ciones escénicas es un tópico hablar de la interacción entre el actor y el una capacidad, es decir, una función especializada que la persona pue-
público. Esa fácil conclusión oculta el análisis que se requeriría para dar de desempeñar durante una serie determinada de ocasiones. Es muy
sentido a esa interacción, oculta el hecho de que puede decirse que inte- simple. Decimos queJohn Smith es un buen fontanero, un mal padre,
ractúan los participantes en una conversación, oculta también el hecho un amigo leal, y así sucesivamente. ·
de que el término interacción se aplica igualmente a cualquier cosa que Cuando percibimos una diferencia entre lo que Gielgud hace en el
uno desee distinguir. La cuestión primordial no es la interacción sino el escenario y lo que Smith hace en su trabajo (o en su familia o en un
marco. En una conversación, el contenido del enunciado de un hablante mitin político), podemos expresarlo diciendo que la estocada de
- pued~ provocar una réplica directa del otro participante, siendo ambas Hamlet no es real, es un «hacer creer>>, mientras que sí lo es un grifo
_respuestas parte dél mismo plano del ser. Durante una actuació~, son reparado (o un voto emitido). Usamos la misma palabra, rol tanto
sólo los actores quienes se responden-unos a otros de esta manera directa para la actividad escénica como para la no escénica y aparentemente
como habitantes del mismo ámbito: el público responde indirectamente, no tenemos dificultad en comprender si lo que se halla en cuestión es
de soslayo, siguiendo al margen, por así decir, animando pero no inter- un verdadero rol o una mera presentación escénica del mismo.
ceptando. Pero seguiremos hablando más de este asunto. ~er';>, desde luego, ?inguna ~e estas formulaciones es adecuada, y
el termrno rol es especialmente madecuado. Lo que Smith posee en
tanto persona o individuo es una identida personal: es un organismo
concreto con señas distintivamente identificadores, un nicho en la
II vida. Es un objeto.idéntico a s.í mismo que perdura en el tiempo y que
posee una memona acumulativa de la trayectoria 4 • Tiene una biogra-
Consideramos ahora una subespecie de actuación, aquella que pre-
senta una puesta en escena en vivo de un guión dramático. Hay que
' El teatro de Kabulti, por ejemplo, a veces está en cartel sólo una noche, pero, al
reservar el término obra para el texto escrito del autor, el término re- parecer, no por las razones por las que lo hacemos esporádicamente nosotros.
presentación para una interpretación desde el principio hasta el final ~ En pare~ como respuesta 11 la moda de los transplantes quirúrgicos, recientemen-
de la obra ante un determinado público. El término producción puede te algunos .fil~sofos han vuefro ~ centrar su ~tendón y sus dudas sobre esto presunción
referirse al trabajo de una determinada compañía con ocasión de la de ~11 con~nu1dad_corporal. Veanse, por e1emplo, D. Parfit, «Personal Identit}'», en
Phi/osoph1cal Rev1ew, LXXX (1971), pp. J-27; Amclic O. Rony, «Pcrsons, Policies,
«carrera» de la obra, definiendo en este caso carrera como la serie and ~dies», e~ lnternaJi~nal Phi/osophical Quarterly, XIII (1973), pp. 63-80; David
completa de representaciones de una compañía sobre la base de un Wigg10s, ldent1ty and Spatto-Tempora/ Conlinuity (Oxford, Basil BLickwcll, 1967).
T
1
fía, como parte de su identidad personal, reclama una multitud de di- presentación. El que va al teatro puede que tenga pocos motivos «au-
mensiones o funciones -ocupacional, doméstica, etc.-. Cuando ténticos» para ir, siendo estos motivos aquellos que no le gustaría que
Gielgud hace de Hamlet está presentando una identidad imaginaria o fueran expuestos. El asistente al teatro es el elemento opuesto al actor
dada por el guión a través de las cualidades ficticias de H~et co~o escénico.
hijo, amante, príncipe, amigo, etc., estando todas estas cualidades ':111· Cada persona que va regularmente al teatro es también algo más.
culadas por un solo hilo biográfico, aunque ficticio . Pero lo que G1el- Colabora en la irrealidad escénica. Participa empática y vicariamente
gud está haciendo literalmente es presen~arse en su calidad ~e actor en el mundo irreal generado por el juego dramático entre los persona-
escénico siendo ésta sólo una de sus cualidades, aunque la mas cono- jes del guión. Se entrega. Se eleva (o se rebaja) al nivel cultural de los
a.
cida de Es la misma cualidad que emplea cuando llega a tiempo a personajes y temas de la obra, evaluando alusiones para las que no tie-
ne s.uficiente formación, componendas matrimoniales para las que
un ensayo o asiste a una reunión de Igualdad, el sindicato británico de
no tiene suficientes tragaderas, variaciones en el estilo para las que no
actores.
Y el problema es que solemos usar el término rol para referimos está lo bastante preparado, y diálogos que confieren a lo dicho un rol
a la ocupación social de Gielgud, al personaje de Hamlet (que es un que él no aceptaría, caso de encontrarse tales refinamientos en el mun-
papel asequible a Gielgud) e incluso a la cualidad especial de ~amlet do real. Se podría hablar aquí del rol de espectador, teniendo en cuenta
como hijo o como príncipe. La diferencia entre lo real y el gutón se que el término parece abarcar también, y mejor, la participación bre-
hace más confusa con la diferencia entre identidad personal y función ve, abierta y vicaria sin ratificar aún en las actividades reales fuera del
especializada, o (en el escenario) la diferencia entre el papel y la cua- escenario. Es importante ver que la dimensión de espectador de la ac-
lidad. Utilizaré el término rol como equivalente a cualidad o función tividad del público no es una réplica escénica o simulada de la cosa
especializada, entendiendo que esto ocurre tanto fuera de la escena, real, como lo es la acción sobre el escenario. La versión no escénica
¡ en la vida real, como en su versión escénica; el término persona se refe- del espectador no es un modelo para lo teatral; si acaso, sería ver-
rirá al sujeto de una biografía, el término papel o personaje, a la versión dad lo contrario. El espectador pertenece desde el comienzo al marco
escénica de esto. Resulta interesante que en las cosas cotidianas uno teatral.
no siempre es consciente del papel de un determinado individu~ en La diferencia entre el que va al teatro y el espectador se ilustra
muy bien en relación a la risa, demostrando de nuevo la necesidad de
f' la vida, es decir, de su biograña, enfocándose a menudo esa conscren-
cia más en el rol que aquél desempeña en alguna relación particular ser muy claros sobre la sintaxis de la respuesta. La risa de los miem-
' -política, doméstica u otra cualquiera-. Por el contrario, el papel es bros del público en respuesta empática al chispazo cómico de un per-
l
"
el interés normal del drama, prestándose mucha menos' atención a los
roles especiales del personaje.
Hay otro problema. Como se ha indicado, es bastante claro que
sonaje escénico se distingue claramente, a ambos lados de la línea de
demarcación del escenario, de la risa del público que puede saludar a
un actor que mete la pata, tropieza o confunde alguna parce del
texto'. En el primer caso el individuo se ríe en cuanto que espectador;
1 un individuo dedicado a la actuación escénica mostrará al menos un sí
f mismo dual: el actor teatral (que busca ayuda del apuntador, coope- en el segundo, como asistente al teatro. Además, pese a que ambos ti-
ración de otros miembros del reparto y respuesta del público) Y el , pos de risa oficialmente son desoídos por los personajes proyectados
personaje representado. Pero ¿qué decir del individuo que es parte en la escena -ya que estas criaturas se encuentran ostensiblemente en
del «público teatral>>? ¿Qué características posee? otro plano del ser-, el efecto correspondiente de los dos tipos de risa
1 Una es el rol de asistente al teatro. Es el que hace la reserva y paga
la entrada, llega tarde o puntual y responde a la caída del telón des-
sobre el actor es presumiblemente bastante diferente, la empática
puede que le obligue a hacer una pausa en su actuación para acomo-
pués de la representación. También es la persona que sale al descan- dar la respuesta, mientras que la otra puede llevarle a seguir adelante
so en el entreacto. Mantiene una actividad no teatral; debe gastar di-
nero auténtico y emplear tiempo real, al igual que el actor gana dinero ' Sugerido por Susane K. Langer, Feeli11g and Form (Nueva York Charles Scrib-
auténtico y aumenta o disminuye su reputación a través de cada re- ner's Sons. 19.53). p. 341. '
Erving Go/fman El marro Uatral 1.39
138
con el texto lo más rápidamente posible. Y, desde luego, ambos tipos jan a un lado, así como aquellos aspectos de los espectadores que se
de risa son radicalmente diferentes de la representada P.ºr un pe_i;;ona· introdujeron empáticamente en·el desarrollo del drama, y las personas
je; esa risa es oída oficialmente por los otr?s pers~n.aJeS. Adv1e~ase en su calidad de actores o ejecutantes saludan a las personas en su cali.
que no hay el menor problema cuand? la nsa empauca de ll!1 nuem· dad de asistentes al teatro. Y a ambos lados del escenario se logra el
bro del público hace que, por contagio, respondan otros miembros, mismo reconocimiento respecto a lo que ha estado pasando, siendo
pero cuando la risa de un personaje hac.e que l?s espectadore~ adop· esto especialmente claro en el caso de las marionetas, en las que la
ten la misma respuesta, es que ha ocurndo algun fallo gramaucal ga· aparición de los titiriteros en el escenario socava totalmente la ilusión
que cuidadosamente habían alimentado hasta entonces 7• Con inde·
rrafal. . d el pendencia de lo que se haya mostrado en el escenario, entonces aque·
Se podría, pues, decir que el público teatral incorpora· os . ~m~·
tos: el asistente al teatro y el espectador. En el caso de o~ras audi~ncias, llo se ve como algo que no era sino una representación, hecha benévo·
como es el de la que asiste a un texto escrito, que pod~a ?1uY,bien ser lamente para ofrecer una participación vicaria al espectador. (En
llamada una <<legenda», se encuentra la misma doble disanoon ~ acle· verdad, cuando salen a saludar, los actores rutinariamente siguen
más existen ciertos motivos adicionales para establecerla. La dimen· usando el vestuario que llevaban al caer el telón, pero ahora los ind.ivi·
sión de espectador permanece más o menos igual: ver una obra Yleer el duos no llevan los trajes en razón del personaje, sino que son meras
texto entrañan casi la misma experiencia. El otro eler:iento del ~ol ~el perchas inertes, a las que les falta un pañuelo o un sombrero, como
público, sin embargo, difie;e notab!emente según el upo ~e aud1enc1a. para indicar que no se debe atribuir nada real a esa apariencia.) En re·
No hay demasiado en comun entre ir al teatro y coger un libro. sumen, se abandona el hacer creer.
Pero si uno observa atentamente las salidas a escena para saludar,
puede verse fácilmente que están tan pautadas como cualquiera de las
interpretaciones de los personajes, aunque entrañan órdenes diferen·
m tes de pautado: nos inquietamos ligeramente por el conocimiento de
lo primero pero no de lo segundo. (De modo semejante, la charla in·
Una característica obvia de las producciones esc~nicas es que el aplau· formal que un cantante popular ofrece entre canciones es probable
so final destruy~ el «hacer creer>> 6 • Los personaJes proyectados se de· que responda a un guión, y sin embargo se recibe claramente como
algo exterior al marco de la canción, siendo, por lo tanto, algo comu·
' Un actor famoso puede ser aplaudido nada. m~ apa!ec~r en el escenario, pero el nicado directamente, de manera informal, no oficial.) Además, de
aplauso se dirige no al personaje que incorporara, sino a ~ mismo en .i:uanto actor. En acuerdo con el principio fundamental de que cualquier cosa mencio·
ese rol responde mediante una muestra de agrado o det~n~endo. la .acc10~ duran~c:_ unos nable es susceptible de transformarse de nuevo, se debeña esperar de
momentos, congelando su papel, proporcionando este úlnmo vira¡e una ilustrac1on ex-
quisita de la naturaleza convencional de las fra.njas t:atrales. J?.?rante la represen¡a-
ción, puede también ser aplaudida una dct~mada 1ntervcne1on en este c~od r· d5 Obviamente, pues, aun excluyendo la suspensión del ámbito escénico que nosotros
asistentes al teatro no se refieren al desarrollo ~temo del drama, smo a la cali a e estamos dispuestos a aceptar entre escenas y entre actos, es imposible romper la ilusión
los actores. La ópera institucionaliza mucho mas es~a «ruptu~ dd marco por parte antes de que fimtl.ice la obra y seguirla manteniendo. Y «nosotros», en este caso, pro·
del público. Hay que subrayar también que ha habido. cambios acusados en las con- bablcmente incluye a casi todo d mundo. Por eso se puede leer de una obra de Kabuki:
venciones en el transcurso dd tiempo, como han sugendo K~nneth Macgow~n YWi· Después de este monólogo [c:I héroe] se pitvonea por el escenario y, blandiendo un:1 larg11 espada,
lliam Mdnitz en Golden Ages o/ the Theater (Englcwood Cliffs, N. J., Prcnuce-Hall, rcm11t4 a los rufianes que intcntllll golpearle. De esta pomposa manera rescata al digno pero iner-
1959): me hombre. Cuando acaba la lucha, d héroe se acerca al hanamichi, y caed tc:lón por detrás de él.
Hasta d triunfo dd realismo en l:i última déaida ~d .si!!1o XIX, la inte~rctació~ era esen~entc En un estrecho pasillo, delante dd tdón, le habLi al público 11 modo de saludo, como actor y no
y aisi siempre un despliegue valiente de talento md1vtdual. Hoy en d1a to~faVUI 11plau~os a ~ como héroe de la obt'll. Después, vuelve a a.sumir su rol en la obra y sale del escenario, con la
11ctor cuando hace un mutis después de una actuación particularmente s~til, pero el publico ~o~
espada sobre d hombro, pasando por dcl1mtc dd hanam1chi (Shütaro Miyake, Kabulti Dr11ma
interrumpir a un actor pal'll aplaudir la decLimadón de un .discurso emouvo. Como en W14 ~ e ffokio,J11pan Tl'llvd Burcau, 19641. p. 88}.
ó cal la. escena se rcpcúa a veces si d aplauso era lo sufiacntcmcnte fue_ne. En co~enoa, en
i: maYoria de los teatros había W14 falta de tr.1b11jo de conjunto y de scme¡anZll tanto mtema como
1 Gerold L. Hanck, «A Framc Analysis of che Puppert Theater» (University of
Pennsylvania, 1970).
externa con Li vid:i [p. 119}.
140 Erving Go/fman El marro teatral
141
modo bastante convincente que, en una película sobre el teatro, pue- los acontecimientos como lo han hecho, de cuáles son las fuerzas en
dan representarse numerosas salidas a escena para saludar, que resul- presencia, de cuáles son las propiedades o intenciones de las personas
tan muy convincentes y que están en el guión. Hay que observar la so- relevant~s Y de cuál sea el probable desenlace 10• En resumen, a cada
fisticación del marco que supone la parodia del Kabuki en Shibaraku, pers?naJe, en cada mome~to, se le otorga una orientación, una pers-
obra tradicional de Kabuki, cuya sátira está diseñada como una ver- pecuva temporal, un «honzonte». En la operación de estafa, por ejem-
sión femenina del original. Una intérprete femenina (omnagata) repre- plo, el ~stafa.do no sabe que V.ª a toparse con alguien que se convertirá
senta el papel utilizando un vestuario masculino, pero al final, cuando en su complice y que ambc;>s irán a toparse con alguien que parece un
saluda al público, retoma a una delicada respuesta femenina 8• est~ado. Los estafad?res, ~111 embargo, se parecen, en cierto modo, más
Nada de lo dicho anteriormente requiere, en concreto, una refle- a ~tos; conoc~n. su 1dent1dad personal y social «real» y, excluyendo
xión muy detenida. Pero cuando uno intenta hacerse una idea del algun a('Jntecmuento bastante imprevisible, saben lo que es probable
carácter de los acontecimientos durante y dentro de la actuación, cuan- que les suceda y la señal prospectiva. Naturalmente el estafado es pro-
do se está sustentando el ámbito profundo del teatro, el entendimien- bable que sepa algunas cosas sobre su propia situación que no divulga
to convencional es de escasa utilidad. Se requiere un acercamiento es- a los compañeros con los que recientemente ha entrado en contacto.
merado. _Volvamos ahora al á~bito interno de una obra de teatro que se
esta representando. Obvtamente, el autor, el director, el apuntador y
l<:'s actores comparten todos un único estado de información que con-
cierne a los acont~cimientos ~te~os de la obra; todos saben aquello
IV que se ?emost~~ra que estaba unpücado en la función y cómo se desa-
rro~ar~ la functon. Los ensayos dejan esto muy claro. Además este co-
Para entender Ja organización del mundo interno de una obra de tea- nocmuento es mucho más visible que el que las personas co~parten
tro (o de cualquier otra clase de guión dramático), hay que intentar normalmente acerca de su mundo, ya que el autor ha decidido de an-
obtener una visión clara de la relación que un individuo puede tener temano cómo funcionará cada cosa. De manera igualmente obvia du-
con otro tipo de actos. En el mundo de la actividad real, cotidiana, el rante l~ actuación lo~ personajes representados por los actores actúan
individuo puede predecir ciertos acontecimientos naturales con un c?mo si poseyeran diferentes estados de información, diferentes entre
aceptable grado de certeza, pero los resultados interpersonales son s1 y,. desde l~ego'. ?1eno,s completos que el que poseen los actores y el
necesariamente más problemáticos. En cualquier caso, en cuestiones eqmi:>o de direccion. Tengase en cuenta que la aceptación simulada de
que le afectan a él debe esperar al destino, esperar algo que sucederá los diferent:s estados ~e información, diferentes entre los personajes
pero que todavía no ha sucedido. En el caso del hacer creer, el indivi-
duo se las puede arreglar para poner en el guión lo que ha de venir, de-
r
d.e, los propios compane~os diferentes a los del personal de direc-
CJOn, es totalmente esencial s1 se va a dar algún sentido al drama inter-
sovillando su propia madeja. Con las fabricaciones es evidente que los no en ~ esc~na~o. Cual~uier .expresión emitida por d personaje en d
fabricadores tienen ocasión de «planear el mundo al revés», es decir, escenano sol.o tiene sentido si el que lo interpreta ignora d desenlace
de disponer ahora cosas que ocurrirán después, cosas que normal- del drama e ignora algunos rasgos de la situación «conocida>> por Jos
mente estarían fuera del control de cualquiera; cuestión de suerte o otros personajes 11 •
del destino 9• Si alguien está dispuesto a limitarse a una consideración de los ac-
En función de estas distintas disposiciones habrá varios estados de tores en sus cometidos según el guión y en su actuación, se podría ha-
información. Por «estado de información» íin/ormation state], entien-
do el conocimiento que tiene un individuo de por qué han acontecido
Mod~cndo ~r Jo~ von Neumann y Osk.ar Morgenstem, The Th~ory o/Games
10
l
' Véase d capículo sobre «Normal Appear11nces», en R P. «anterioridad» no implica «preliminariedacÍ». ' '
142 En11ng Goffm4n El marro teatr4/
14.3
blar de la obra como de una transposición de clave y de la actuación mente nos pueden engañar o, al menos, mantenemos en Ja oscuridad
como de una forma de hacer creer. En resumen, durante la obra, la en resumen, a transformamos en colaboradores de la irrealidad. y co~
persona que incorpora el papel de héroe ac.túa como si no s.~piera !º laboramos activamente para mantener este desconocimiento diverti-
que va a hacer el rufián, y la persona que mterpreta al rufian actua do. Aque!llos que ya han leído o visto la obra dan un paso más en esta
como si pudiera ocultar su intención al héroe, aunque ambos poseen c?ºP~raoo~; retroc~den cu~t? les es posible a su estado de ignoran-
un conocimiento común y total de la obra y de la distribución de su cia, siendo este el tnunfo maxuno del espectador sobre el mero asis-
conocimiento. Esto quiere decir que al menos algunos personajes es- te?~e al teat~o. (Adviértase la convención periodística que obliga a los
tarán engañando a los otros, que todos «ignorarán» ciertas consecuen- cnacos a e~tar dar a conocer el final.) Una vez que cae el telón, el jue-
cias problemáticas, y que por lo tanto la obra será, teniendo en cuenta go ha tenmnado y todos conocen la misma versión de lo sucedido.
sólo a los actores y sus estados reales de información, una transposi- Se J.>ºd~~ decir! pues, que un~ producción escénica es una especie
ción de claves de una fabricación. de fabncac1on benevola, voluntariamente mantenida, porque el públi-
Así pues, a los actores, considerados como tales, s:_ los pue~e ~er co trata lo revelado como lo haría cuando termina una tomadura de
como jugando a engañar a los otros. Pero cuando uno anade el publico pelo hecha con buen gusto y para diversión de todos. Pero las toma-
al cuadro, el asunto resulta un poco más complicado. Es perfectarn~nte duras de pelo suponen una falsificación de Ja actividad real, mientras
posible, y nada raro, que un asistente al teatro sepa cómo va a ternunar q~e la escena teatr:iI ~sa .materiales que son abiertamente transposi-
la obra que está viendo, bien porque la haya leído o bien porque la haya ciones de clave -unttac1ones claras de acciones dramáticas huma-
visto en otra ocasión. Pero éste no es el·hecho que hay que considerar en na~- Y el p~blico no cree :? ningún momento que Jo que sucede allí
primer lugar. Lo primero que hay que ver es que a los mi~bros del pú- arnba es la vtda real. Tambien se podría alegar que las obras teatrales
blico, en su calidad de espectadores, como escuchas ofioales, el aut~r son como las partidas de cartas en cuestión de «suspense». En las car-
les otorga un estado específico de información relativo a los aconteci- tas, l~s jugadores se sitúan voluntariamente en circunstancias de igno-
mientos internos del drama, y este estado, necesariamente, es diferente rancia respecto a las cartas de los demás y luego esperan con «suspen-
al del autor y con toda probabilidad diferente al de los diversos perso- se>> la forma en que los hechos van saliendo a luz. En el teatro cuando
najes de la obra -aunque a uno o más personajes de ella se les otorgue actores~ críticos y público actúan de acuerdo con las reglas,' pueden
el mismo estado de información que al público: una función de puente producirse un «suspense» real y una revelación real. Pero existe una
que permite pasar de un conjunto de personajes a otro 12 • diferencia. En el ámbito de las cartas, los materiales no son remedos
El formar parte del público en un teatro nos obliga a acru~r como del~ vida s~n? acontecimientos por derecho propio, si bien, en ciertos
si nuestro conocimiento, así como el de algunos de los persona1es, fue- senados, tnm~les. Y lo que es más importante: a menos que se hagan
ra parcial. En cuanto espectadores nos divertimos y actuamos como si trampas, cada Jugador no sólo puede sino que debe ignorar las cartas de
ignorásemos el final -lo cual es posible-. Pero no se trata de l~ i~no sus .oponentes y el resultado final de la partida. El jugador no puede
rancia normal, puesto que no hacemos el esfuerzo normal por disipar- decir: «Me ha .gustado tanto esta partida que voy a volver mañana por
la. Estamos dispuestos a indagar en las circunstancias que temporal- Ja noch~ para Jugarla ~tra vez». Y algo semejante puede decirse de las
compet1c10n.es deportlv~s. En este caso, el diseño completo, incluyen-
12 Cuando un director ofrece una franja de material representado para consumido· do los handtcaps, garantiza que no se conocerán de antemano los re-
res, es probable que se mantenga un criterio de desarrollo lábil para d consumi~or, sultados: de hecho serán incognoscibles por adelantado. A través de
que va de una muestril'de conswno a la siguiente, por lo que d productor se ve obliga- la manipulación cuidadosa de un ambiente conforme a un modelo se
do a dejar de lado con habilidad su visión habitual del materia~. Como afi~11 Charles crea una situación de «Suspense» total sobre una base real. '
Fillmore en un útil trabajo sobre d punto de vista en la narnmva (Pr4gm4t1cs and the
Description o/ Disrourse), lo normal, incluso cuando se escriben,libros que ~o son de Hay que repetirlo: para todos los que están dentro del escenario o
ficción, es decir: «Este tema se tratará por extenso en un capttulo postenor», aun ~uera es perfectam~nte obvio que los personajes y sus acciones son
«cuando la persona que escribe ese enunciado realmente siga ateniéndose a su libro, ir~eales, pero tamJ:>1én es verdad que el público sesga este entendi-
de modo que le permita decir "El tema se trató... "».
miento, y en su calidad de espectador permite que su interés y simpa-
T
tía respeten la aparente igno~ancia de los personajes. respecto a lo que forma todavía irrealizada, mucho antes que la presentación termine. La ilu-
será de ellos y esperen con vivo suspense para ver como se desarrolla- sión constante de un fururo inminente, esta vívida apariencia de una situación
13 en desarrollo antes de que ocurra nada sobrecogedor, es la «forma en suspen-
rá d asunto • b li · se>>. Es un destino humano el que se despliega ante nosotros, su unidad se
No quiero afirmar aquí que toda obra teatral ~ea una o ra po cta-
hace visible a partir de las palabras iniciales o incluso de la acción callada,
ca. Incluso las obras policiacas han de ser algo -~as. Porque d oculta- porque en escena vemos actos en su totalidad, como no los vemos en el mun-
miento temporal dd desenlace sirve a un propostto: el de m~strar .que do real excepto en retrospectiva, es decir, mediante una reflexión constructi-
la suerte o d destino operarán por sí mismos y darán s~nttdo, s1 no va. En el teatro ocurren en forma simplificada y completa, con motivos, direc-
abandonan, a los personajes de la obra. Como Langer sugiere: ciones y finalidades visibles. Puesto que la acción escénica no está, como la
acción real, embebida en una confusión de actos irrelevantes e intereses divi-
La acción dramática es una apariencia de. a~ción, co~stru_i<la .de tal modo que didos, y los personajes en el escenario no poseen complejidades desconocidas
lleva iipplícita una parte completa, indivisible, de histona virtual, como una (pese a los complejos que puedan ser), es posible ver allí cómo los sentimien-
tos de una persona crecen hasta convertirse en pasiones, y esas pasiones se ex-
presan en palabras y hechos 14•
u Ionesco, en una obra, da en d clavo:
CHOUBEKr.- Tienes razón. Sí, tienes rnzón. ToclGS IGS ob_ras teatrales que_~ han escñco, desde la
Grecia Antigua hasta el momento actual, 110 han sido ~as que obras policuu:as. ~ dra~as ~
sído siempre rcalisw y en ellos ~abia siempre un detective. Toda obra teatllll es una mvestJ.gD.cto~
cuhninada con éxito. Hay un erugma, que se desvela en la cs_cena final. A veces antes. BusCIS Yen V
cuentras. Se podría haber descubierto d juego desde d comienzo.
MADELEINE.- Deberías citar ejemplos, como sabes; . . _ La tesis, pues, es que d marco teatral es algo menos que una fabrica-
CHOUBERT.- Estaba pensando en d milagro drama!t<:? sobre !u_i_nu1~r .ª!u que Nuesu:i Seno· ción benévola, y algo más que una simple transposición de claves. En
ra salvó de ser quemad:i viva. Si te olvidGS de esn pequenn m1ervenc1on divina, que en. realidad no
tiene nada que ver con el asunto, lo que queda es Wl relato periodístico sobre una mu¡er q~e hace cualquier caso, hay ,que manejar un corpus de prácticas de transcrip-
que una pareja de criminales descarriados ~ate a su yerno, por razones que no se menctonan... ción para transformar una franja de actividad real, no escénica, en una
MADELEINE.- Y que no se pueden mcnctona!··• . • . . franja escenificada. Ahora quiero considerar con cierto detalle un pu-
CHOUBEKr.- Llega la polida, hay una invesngaaon y el cnmmal es d~nmGScarado. Es una
obra policiaC11. Un drama naturalista, hecho a medida para el teatro de Antome [,..]. ñado de estas convenciones: aquellas que señalan la diferencia entre la
MAoELEINE.- C.Y qué pasa con los clásicos? . interacción real cara a cara y esa clase de interacción cuando se esceni-
CHOUBEKr - Teatro policiaco refinado. Como d naturalismo.
[Eugene l~nesco, Victims o/ Duly, en Thrt:e Plays, traducida por Donald Watson (Nueva fica como parte de una obra.
York, Grove Press, 1958), pp. 119-120).
l. Los límites espaciales dd escenario separan rútida y arbitraria-
Se puede encontrar una versión mó.s seria en decalla~o análisis s_obre d estad_o de
;1
información de Bertrand Evans en Shakespeare s Comedies (Oxford. Oxfor~ Un~ver mente el mundo presentado de lo que está más allá dd límite del esce-
sity Press, 1960). Evans considera central d control dd au.tor sobre Ja ~onsctencta de nario. (Muchas otras actividades sociales quedan acotadas dentro de
los personajes y dd público. Sostiene que un dramaturgo uene tres canunos: p~urar un determinado espacio acordonado o devado, pero, con la posible
que d público esté menos informado sobre los hechos rdevantes que los persona)~! que excepción dd ritual, estas actividades se desarrollan como si los acon-
tenga Ja misma información o que estén más infonn~dos. Y que Jos auto~ policacos
toman d primer camino¡ Shakespeare, en sus comedias, d tercero. Afirma.
Si una comedia requiere dos horas y media de representación, la atención se centra du~te casi Langer, Feeling and Form, p. 310.
14
dos horas sobre las personas cuya visión es menos completa que la n~estra, cuya per~ao~ de los Se pueden incluso escribir rdatos de noticias que mantienen d «Suspense» narrati-
hechos de situaciones más pertinentes para ellos es o bastante eqwvocada o m~y msufiaente, Y vo hasta el último p:ír.n1fo, aunque los lectores seguramente comprenden que d acon·
cuyas palabras y acciones scñan muy diferentes si conocieran la verdad conoc1d11 por nosotros tecimiento rdatado ya había concluido. Y hasta los rdatos de noticias logran, a menu·
{p. vili]. do, mediante el desvelamiento de un final impactante, ilustrar un tema sobre moral, o
Se debería añadir que cuando se da más información al público que a uno (o ?1ás) sobre d descino. Más al caso aún, cuando d timlar sintetiza con nitidez Ja línea argu·
de los personajes, este conocimiento todavía del>: ser incompleto_; porque en el rrusmo mental, destripando el final, por así decirlo, el relato se puede escribir todavía bajo
grado en que d enfoque c11mbia de lo que el público va a descubnr a lo que ~ persona· forma de revdación gradual, como si pudiera contarse con que d lector disocie su ca-
je va a descubrir, el, público debe seguir ignorando la resput!sla del persona1e ante un pacidad de implicarse en d «Suspense» de la información revdadora que se le ha dado
eventual descubrimiento. hace un momento.
'·
Erving Go/fman El marco teatral 147
146
tecimientos que ocurren fuera de los límites fueran del mismo orden que no P.articipan en la conversación con la persona central en ese mo-
mento, tienden a colocarse fuera del campo de enfoque, siendo sus ac-
general del ser que los que suceden dentro. No es así en el escenario tea-
ciones mudas, lo que hace que la atención del público se dirija hacia el
tral.) Además, los finales de una obra dramática pueden seguir de algu-
na manera la pauta de los finales posibles en la vida real; los comienzos hablante.
de una obra no parecen ir muy parejos a la actividad no escénica. Por- 5. Los tumos para habl~r ti~nden a respetarse hasta el final, y se
espera la respuesta de la audiencia antes de dar una réplica. Esta ver-
que es ópico que al levantarse el telón haya un episodio en marcha, sin
sión de un miembro dd oficio lo ilustra:
que los personajes presten atención al hecho de que de repente se los
vea. Las películas, incidentalmente, pueden efecruar una introducción ENTREVISTADOR.- ¿A qué clase de régimen se somete usted? Por ejemplo
más gradual del ámbito al que van a entrar los espectadores. en el caso de Dear Liar, que estoy seguro de que era un papel agotador. '
2. Como medio de introducir al público en la actividad escénica CoRNELL.- Uno de los más agotadores que haya hecho nunca. Si no esta-
empleamos la convención de abrir las habitaciones de modo que ca- bas hablando, estabas escuchando. Diría que quien hace una obra de un solo
recen de techo y de una de las paredes -disposición increíble si se personaje, cas? de John ~ielgud e~ su Ages o/ Man, se cansaría menos que la
examina ingenuamente"-. La cuestión aquí no radica en que se ex- persona que hizo el de Bnan y el mto -el de Brian Aheme y el mío- porque
si estás h~blando tú solo, como yo lo hago ahora, puedes hacer pausas'. Puedes
pongan los actos de los personajes -después de todo, hay cientos de t?mane t1c;mpo. Pued~ pensar detenidamente. Si quiero pasear por el escena·
actos que se exponen-, sino en que los personajes no hacen ningún no despucs. de detennmada escena, puedo hacerlo. Con diálogo, o con dos
ajuste protector y compensador visible ante esta exposición. perso~as, digamos, en el escenario -no un diálogo, sino dos personas traba-
}. La interacción hablada se inicia ecológicamente; los partici- 1ando ¡unt~ no había mom~to que no tuviera que escuchar a Brian, y vice-
pantes no se encaran directamente o (cuando hay más de dos) a través versa, y, ademas, hay !"lu~ estar siempre consciente de que no debemos respon-
de la linea más asequible, sino que más bien se sitúan en un ángulo mi- der an~es d~ que el publico responda. Es tan fácil desincronizarse, que él dijera
rando al frente de modo que el público pueda literalmente ver por al~o diverndo, y que yo pensara sonreír o reír, pero sabía que si sonreía o me
r~a, c:n alguna medida ~ foco del público pasaría en un segundo desde él ha-
dentro el encuentro. cia aru y, en consecuenoa, podría cortar la risa que iba a producirse. Tenía que
4. En cada momento hay una persona que tiende a ser el foco, el
esperar hasta que comenz~en a responder, antes de poder hacerlo. Eso exigía
centro y el frente del escenario. (A menudo se levantará de una silla un esfue~o constante y, si estabas cansado, podías naturahnente sonreír ante
para asumirlo.) Los otros que están en el escenario, especialmente los algo, o reine d~ algo, o co~er tu pañue!o -yo lo tenía porque estaba acatarra-
d~. pero sabias todo el tiempo que podías hacer algo que distrajera precisa-
mente en aquel segundo. Y por eso nunca podías estar cómodo 16.
" Aunque no es ciertamente necesario:
La convención moderna que permite que el público que frccucntll el teatro pueda ver d interior
de una casa habría asombrado a griegos y romanos. Su convención bóslca era bastllnte diferente. • ~s, pues! así con:i? se incorpora sistemáticamente la respuesta dd
El escenario signifiaba para ellos una calle, o algún otro lugar abicno; ellos eran d público gene· publico a la tnteracc1on en d escenario 17 • •
ral reunido al otro lado de la calle o a campo abierto, mirando 11 los edificios que daban a la calle .o
al espacio abierto. Cada wia de las escenas, para poder ser prcscatada en el escenario, tenia que
16 Katharine Comell, en Lewis Funke y John E. Booth, Actorr Talle about Acting
concebirse como si ocurriera al l1irc libre. En los paises mediterráneos tiene lugar al aire Ubre gran
pone de lo que en nuestras latitudes ocurriria en d interior, pero la verdadera razón y la t:lZÓn sufi. (Nueva York, Random House, 1961), pp. 20.3-204.
ciente para escenificar un banquete, una escena en el baño o una conversación confidencial en la 17
D~da esta convención de: ~terposición, es clara la manera en que un par de acto·
calle era que, de no h11cenc 115(, rcsulmba imposible escenificar tales escenas [W. Beare, The Ro- res convierten lo teatral en nouca:
man Stage (Londres, Methucn & Co.1964), p. 178). Em"REvlsTADOR.- ¿Cuál es d secreto de su grupo?
Bearc continúa haciendo el siguiente comentario respecto a las téoúcas mostrativas: LUNT.- No lo sé. Supongo que cada uno de nosotros está interesado en los demás Esto
El expediente al que se ven forzados a recurrir los dramaturgos a Cl1US3 de esta convención eviden· una cosa. Y, desde luego, está la manen de hablar entre nosotros. Empezamos en The Gu'arJsmaC:.
cia la validez de la propia convención. Si es necesario revelar lo que se supone que va a tener lugar Teníamos q~ hablaf!los como lo hac_c la gente en la vida real. Por ejemplo: yo comenzaba 8 ha·
dentro de la casa, se puede hacer que un personaje de la escena eche Wl visw:o a través de la puer- blar, Y a la mitad, segun nuestras ~roptas ~~· que habíamos acordado de antemano, Lynn entra·
ta y diga lo que ve[pp. 178·179). ba Y comenzaba a hablar. Yo conWl~aba did~do algo más, ¿ves? Eso no puedes hacerlo con Sha·
k~pcare, daro..P~ en las comedias de salon y en las obras realistas es francamente efectivo,
En el teatro occidental, por contruste, son los acontecimientos que suceden fuera ¿como te lo cxplicana? Lo que nosotros conocemos como pisarse...
de la habitación los que hay que revelar mediante este recurso heráldico.
Eroing Go/fman El marco t~tral 149
148
6. A lo largo de la interacción se mantiene una práctica fund~ personas a las cuales ha de adaptarse la conversación -poniéndolas al
mental de transcripción, la «compensación desenmascara~ora» [~~s corriente, censurando, etc.-, la ilusión dramática se perdería por
closive compensation]. Se parte del supuesto de qu7 en la mtera~~1on completo. Un personaje sólo podría decirle a otro personaje aquello
real, no escénica, el hablante logra una espontaneidad participa- ?e que podría decirse en una habitación llena de extraños. El público no
ción conjunta de él y sus oyentes. Esto, al parecer, se realiza excluyen- «entraría» en absoluto. Por otra parte, si el público no fuera en alguna
do de la conversación aquellos temas que no permiten que ninguno de medida puesto al corriente, se encontraría pronto totalmente perdido.
los oyentes comparta o aquellos que los. o~ences. comparten en gra~os Lo que se hace, y lo que se hace sistemáticamente, es darle al público
muy diferentes, así como los temas «sm mteres». El, pues, comun- la información que necesita en forma encubierta, de modo que pueda
mente procede con el máximo laconismo, es d:cir, t~cando su. :x- mantenerse la ficción de que efectivamente ha entrado en un mundo
plicación para poder ofrecer a los oyentes una onentaCion cognosCIUva que no es d suyo. (De hecho, hay recursos especiales, tales como los
adecuada. En el caso de los recién llegados o de las personas que pue- apartes, los soliloquios, un número de preguntas superior a lo normal,
den dejarse un tanto fuera de la conversación, puede ofrecer comenta- las autoconfesiones y confidencias -todo ello para facilitar la tarea de
rios iniciales orientadores y pertinentes, pero quizá más por cortesía ofrecer de pasada la información que necesitan los espectadores 18 ).
que por cualquier.otra razón-cortesía.que permite ~ctuar al e;ctraño Así pues, la interacción escénica debe ser conducida sistemáticamente
como si no lo fuera-. Los escuchas estan, pues, desunados a otr frag- de esta manera incidentalmente informativa.
mentos pero no el flujo de una conversación significativa. (Además, 7. Las expresiones tienden a ser mucho más largas y grandilo-
cuando los participantes perciben que son escuchad~s, puede~ e.m- cuentes que en la conversación ordinaria; se produce una elevación
plear un hiperlaconismo autoconsciente que se aproxuna a un co~go del tono y de los modales declamatorios, debido, quizá en parte, a la
secreto.) El teatro, sin embargo, escenifica sistemáticamente la mte- obligación de proyectarse hacia el público y de ser oído. Además, es
racción diseñada para ser expuesta ante públicos amplios, de los que presumible que los autores posean una competencia superior a la me-
sólo puede esperarse que tengan unos conocimi~ntos i;nuy ge~~rale~ dia en materia de expresión, una cultura literaria superior a la media y
en común con los personajes de la obra que efectuan la mteracCion. S1 ciertamente tienen más tiempo para idear expresiones certeras, jugo-
las personas presentes en el escenario se dirigieran al público como a sas, coloristas y sonoras que los individuos que participan en una
charla natural, no escénica. Y mientras que los interactuantes norma-
les pueden intentar lanzar una expresión que ya han preparado, los
Eml!EvlSTADOR.- Sin esperar. autores consiguen constantemente ese control como algo natural.
LUNT.- Sí, en el medio de la frase. Eso es exacwnente lo que quiero decir, lo que estwnos ha-
ciendo nosotros ahora mismo. Estamos hPblando, ¿no? Tú c:scuchas lo que yo digo Y yo escucho lo 8. En la conversación real cara a cara entre personas que man-
que tú dices. Bueno, para hacer eso en d escenario, _¿sabes?, hay que trabaja~lo ~ucho, con mu<:'io tienen relaciones estables entre sí, a menudo habrá ocasiones en que
cuidado, porque te pisas. Así, una vez que yo he dich~: •.~Cll a la.ºu:1 habm1e1on: que cnscg_wda
me arrcglCll>, tu señal, tu pie realmente es ..la otl"ll habn:11e1on•, y tu d1~: «Muy bien», Y yo ~igo Y la relación no esté en peligro y se transmita muy poca información
digo: «Me arreglo•, por lo bajo, ¿sabc:s? Naiurahnente, tengo que ba1ar la voz pllnl que se oiga la nueva que incida en la relación. Lo que sea problemático para los
de dla, ¿está claro? _ dos habitualmente no entrará en disputa. Además, es posible y aun
Eml!EvlsTADOR.- Esta interacción es presumiblemente aquella con la que todo actor suena.
LuNT.- Ellos pensaban que no se podría realizar. Decían que nunca lo logra~OS- Y cuan· probable que no esté ocurriendo ninguna otra cosa de importancia o
do representamos por primera vez Capn«en Londres, se molestaron porque hablá~os a la vez. de peso. Así también, si tiene lugar una conversación entre dos ante
La prensa estaba realmente molc:sta. Pero fue~ gran éxito.'! pienso q~e fue la pnmera.vez que
se hizo. No lo sé. Se produjo porque nos conocuunos muy bien y conf111bamo;; d uno en d otro.
la presencia inmediata de otros que no participan, es probable que
Aunque a veces se me ha acusado, y yo la acuso a ella, de pisar una frase o una nsa o alguna ~~e·
,
1
.
ña cosa: «¿Por qué enuas tan de prisa?•, e¿Por qué no...?• [Lynn Fontanne Y Alfred Lunr, ibid.,
pp.4546]. 11 Tratado en Emabeth Bums, Theatrica/ity: A Study o/Convention in the Theatre
La regla de uno cada vez está especialmente indicada en el te~mo radiofónico, don- and in Social Li/e (Londres, Loagman Group, 1972; Nueva York, Harper & Row,
de casi todo depende de la información impartida verbalmente y, por lo ranto, no se .to- 1973), cap. 5. «Rhetorical Coaventions: Defining the Situarion», pp. 40·65. Nótese el
lera ninguna interferencia en eso. [Véase el trabajo iné~ito de Joha Carey «franung contraste en este caso coa el guionista de cine, que puede usar escenas retrospectivas o
Mechanisms in Radio Drama» (University of PennsylvllDlll, 1970) .] anricipatorias.
1tl' 1
I~
150 Ervi11g Go/fman El mlJrCO lealra/ 151
estos otros no atiendan demasiado a lo que está ocurriendo entre la tancia de la cámara, un pequeño gesto que afecta a una pequeña parte
pareja, suponiendo, claro está, que los dos se «comporten natural- del cuerpo del actor puede ampliarse para llenar momentáneamente
mente»; es decir, de manera no furtiva y de acuerdo con la situación. todo el campo visual, asegurando de esta forma que no se pierden las
Así pues, desde el punto de vista de temas externos a la conversación implicaciones expresivas del gesto.
en particular, poco se obtendrá de la conversación. En la interacción
dramática, este estilo se usa más o menos como cobertura de una sig-
nificación elevada, sobre la base de que todo lo que ocurra será signi-
ficativo y portentoso. Lo que supone, por así decir, que el público no VI
necesita seleccionar aquello a lo que ha de atender: cualquier cosa
presentada puede aceptarse por alguna razón válida. Como Langer He descrito ocho prácticas de transcripción que hacen que la intérac-
sugiere: ción escénica sea sistemáticamente diferente a su modelo en la vida
real.
Sabemos tan poco, de hecho, sobre las personalidades que tenemos ante no- Más adelante consideraremos otras convenciones. En cualquier
sotros al comienzo de la obra que cualquier movimiento o palabra suyos, in- caso, ésta es la primera ilustración de lo que se subrayará a lo largo
cluso su vestido y su forma de andar, son elementos distintivos para nuestra del libro: la muy notable capacidad de los espectadores para absor-
percepción. Debido a que no estamos implicados con ellos como con la gente berse en una transcripción que se separa radical y sistemáticamente
realmente existente, podemos ver hasta el mínimo acto en su contexto, como de un original imaginable. Aquí se produce una corrección automá-
un síntoma de su carácter y condición. No tenemos que buscar lo que es sig·
nificativo; la selección ha sido hecha ya: todo lo que hay allí es significativo, y
tica y sistemática, y parece que se hace sin que sus autores perciban
no es demasiado para examinarlo in toto. Un personaje se sitúa ante nosotros conscientemente las convenciones de transformación que han em-
como un todo coherente. Sucede lo mismo con los personajes que con las si- pleado.
tuaciones: ambos se hacen visibles en la escena, transparentes y completos, Como una nueva ilustración de nuestra capacidad para emplear
mientras que sus análogos en el mundo no lo son 19• transformaciones, fijémonos por un momento en los guiones dramáti-
cos que se presentan en las producciones radiofónicas, en el marco
Se asume, pues, que el público aceptará el escenario en su totali- teatral de la radio 20• Es obvio que hay restricciones del medio que tie-
dad y no desatenderá ninguna cosa que ocurra en él. (Después de nen que aceptarse: por ejemplo, en la primera época, las notas agudas
todo, dos y dos son cuatro.) Y mientras el público está «leyendo» de una soprano podían hacer estallar los radiotransmisores; por eso se
todo el escenario, los personajes en escena actuarán a veces como si puso en boga 21 la canción melódica; y puesto que no era posible enca-
ellos mismos no se prestaran atención unos a otros. jar una fuerte subida en el volumen, cuando el volumen ya estaba bas-
En este caso, se da por casualidad un interesante contraste entre la tante alto, tampoco podían emplearse muchos efectos sonoros (por
escena y la pantalla. El diseño escénico permite que un individuo sea ejemplo: los disparos) 22 •
el centro y demande la atención principal del público: pero todo lo Un rasgo característico de la radio como fuente de una franja de
suyo estará más o menos expuesto ante los espectadores. En las pe- interacción dramática es que los sonidos transmitidos no pueden de-
lículas, los límites espaciales del marco son mucho más flexibles: hay satenderse selectivamente. Por ejemplo, en un cóctel real, se puede
planos largos, medios y primeros planos. Variando el ángulo y la dis- mantener una conversación íntima aun estando completamente ro-
deado por un murmullo de sonidos extraños. Un oyente de radio, sin
19 Langcr, Feeling and Form, p. 310. Bums ofrece otro enunciado:
Además, se supone que el públíro 11tcndcr.i a todo lo que sucede en el csccn4l'io. En la vida not·
20
~quí me apoyo ampliamente en el erabajo inédito, previamente citado, de John
nl41. el espectador selecciona los personajes y 11rontccimicntos a los que prestará atención. Pero en Carey, «Framing Mechanisms in Radio Dram11».
21
d caso del públiro teatral, la selección la hacen el dramamrgo, el director y los actores. FJ cspecta· lbid.
dor responde a sus signos lingüísticos y acepta su versión de la realidad ffhtt1tria1/iiy, p. 228].
22
Ibíd.
El marro teatral 1.53
1~2 Erving Go/fman
embargo, no puede labrarse su propia área de atención. Lo que el par- ción de la situación de alguien como participante inmediato requiere,
ticipante hace en la vida real, tiene que hacerlo el director en la radio y pues, alguna réplica a esta multiplicidad, aunque muy a menudo esta
(casi en el mismo grado) en el escenario. Así ha surgido Ja siguiente réplica no pueda manejarse plenamente. Un protagonista de un dra-
convención: ma radiofónico estará en un ámbito en el que presumiblemente las
cosas se ven, y en el que las cosas que se oyen, perciben y huelen pue-
1·
En el teatro radiofónico, la información espacial se introduce normalmente al den localizarse con la vista; y, sin embargo, es obvio que la audiencia
l principio de una escena, para disiparse o ser eliminada del todo después. A sólo puede oír.
diferencia de la experiencia cotidiana de reverberación en una cocina, no po- Como sería de esperar, en la radio, las convenciones se establecie-
1 demos desatender la reverberación que acompaña al diálogo en la radio. Por ron para proporcionar equivalentes funcionales a lo que no se podía
ello, ~ introduce en las primeras üneas y luego desaparece. Esta misma regla transmitir de otra manera. Se convencionalizaron sustitutivos- sonoros
funciona en las transiciones espaciales. El traslado de la escena desde la ciu- para aquello que normalmente se transmitiría visualmente. Por ejem-
dad al campo puede indicarse así: plo, la impresión de distancia al centro del escenario se logra mediante
HoMBRE.-Apuesto que Joe y Doris no pasan tanto calor allá en el cam- una combinación del control del volumen y dd ángulo y la distancia
po (/a música entra gradualmente, SFX [efectos sonoros] de pájaros gorjeando, del locutor al micrófono. Además:
desaparece la música, el gorfeo de los páfaros se escucha como fondo del diá-
logo). Al establecer un sonido próximo, sonidos distantes y sonidos intermedios en
}oE.- Bien, Doris, el úempo aquí en el campo sí que es agradable. una escena determinada, el director de producción puede darle con bastante
Tres líneas después, los páfaros defan de oírse, aunque pueden volver a oírse precisión a la audiencia la dimensión espacial de la escena que está escuchan-
fusto antes de la transidón del regreso a la audad2>. do. Si en una escena dramática oyes que se abre una pucna y los pasos de un
hombre en un porche de madera hueca, y le oyes decir «Hola>> en voz alta con
De modo semejante, se empica la convención de que uno o dos so- un eco que tarda tinos pocos segundos, la costumbre dice que la escena está
nidos graves ocupen el lugar de lo que ordinariamente sería el flujo teniendo lugar en un espacio amplio 24•
del sonido acompañante. En estos dos ejemplos, de nuevo, la capaci-
dad de corrección automática es evidente: la audiencia no se irrita al Una segunda solución ha sido anclar esos sonidos, a medida que
escuchar un mundo en el que hay muchos sonidos que no aparecen, se utilizan, mediante un acompañamiento verbal, garantizando así que
mientras se hace que unos pocos destaquen momentáneamente; y, sin lo que de otro modo podría ser un sonido aislado sea identificado en
embargo, si estas condiciones aparecieran de repente en el mundo es- cuanto al carácter y la fuente. [«Bien, Perico (sonido de una llave que
cénico, proliferaría la consternación. da vueltas), dejémosles que intenten abrir la cerradura>>.] Sin embar-
Tras la necesidad de estas convenciones hay algo que merece la go, de ordinario, la conversación natural no se produce de esa manera.
pena examinar con más detalle, algo que se podría llamar «efecto Durante las transmisiones, pues, los comentarios elegidos, o al menos
multicanab> [mu/tiple channel e/fect]. Cuando un individuo es testigo cortados a medida para fijar el sonido en un contexto, deben ser disi-
inmediato de una escena real, los acontecimientos suelen presentarse mulados como «mera» conversación; y este disimulo, de nuevo, es sis-
a través de múltiples canales, cambiando el enfoque de los partici- temáticamente pasado por alto por la audiencia.
pantes de un momento a otro y de un canal a otro. Además, estos Además del «efecto multicanal», hay otro elemento en la organi-
canales pueden funcionar como lo hacen debido al rol especial de la zación de la experiencia que se puede captar muy bien en el marco
vista. Lo que se oye, percibe o huele atrae a la vista, y es el mirar a la radiofónico: se asignan funciones sintácticamente diferentes a acon·
fuente de estos estímulos lo que permite una identificación y defini- tecimientos fenoménicamente semejantes. El problema radica en el
ción rápidas -un encuadre rápido- de lo ocurrido. La escenifica-
1~ Albert Crcws, Radio Produclion Directory (Nueva York, Houghton Mifflin
2J lbíd. Company, 1944), p. 67. Citado en Carey, «Framing Mcchanisms in Radio Drama».
~·
1.54 Erving Go!fman El marco lealral 15.5
estatus del ámbito del acontecimiento; y se requiere una determina- por lo menos tres clases radicalmente diferentes de música en el teatro
da perspectiva analítica del marco para resolver esta cuestión. Dos radiofónico; y de hecho, podría utilizarse la misma composición musi-
ejemplos. cal en los tres casos 26• Aquí sería exacto decir que la misma pieza de
Primero. La música, en la vida cotidiana, real, puede funcionar música es oída de manera diferente o definida de manera diferente o
como parce de un trasfondo, como cuando un individuo trabaja mien- que posee diferentes «relevancias motivacionales», pero ésta sería una
tras suena un disco o padece el hilo musical en sus cada vez más am- respuesta innecesariamente vaga. Una especificación en términos de la
plias localizaciones. A la música se le puede asignar en este marco el función del marco seña más precisa 27 •
rol de trasfondo en las transcripciones radiofónicas de la actividad so- El segundo ejemplo implica la consideración del volumen del so-
cial -el hilo musical programado-. (Como seria de esperar, debido a nido. La atenuación del sonido se usa en el marco radiofónicQ como
que esta música-marco puede también servir para monear la escena un medio para señalizar la terminación de una escena o de un episo-
ante los oyentes, es probable que la primera vez se oiga en primer pla- dio, y conduce a resituar la pieza dramática en un tiempo o lugar di-
no y a volumen alto; a medida que la escena avanza, sin embargo, la ferentes, o a la terminación de un «capítulo» -algo que en el teatro
música progresivamente se irá silenciando para que pueda escucharse la se resuelve con la caída del telón-. Esto se hace mediante un «panel
conversación.) Pero se puede utilizar también la música en la radio, de control de sonido», es decir, mediante una reducción en la poten.
como parce del marco dramático teatral, como un puente, como una da de transmisión. Pero la reducción en el nivel sonoro puede lo-
señal de que la escena está cambiando, siendo la música al teatro grarse también alejando del micrófono a un actor o a otra fuente de
radiofónico algo semejante a lo que es la caída del telón al teatro escé- sonido. La atenuación del sonido creada por el alejamiento del mi-
nico. Tal música no encaja en una escena, pero encaja entre escenas, crófono puede distinguirse auditivamente del panel de sonido y se
conectando un episodio completo con otro -como parte del simbo- usa dentro de una escena para indicar que un actor abandona la es-
lismo de la puntuación para manejar el material en este marco-y, por lo cena.
tanto, en un nivel de aplicación completamente diferente al de la mú- Téngase en cuenta que tanto en el caso del desvanecimiento de la
sica dentro de un contexto. Además, se reconocerá otra clase de músi- música de fondo (para eliminar la interferencia con los interlocutores)
ca: la que sirve para anunciar y, por lo tanto, marcar la acción dra- como en la atenuación de sonido debida a alguien que se aleja del mi-
mática, una especie de versión auditiva de los subtítulos. Esta música crófono (para expresar que se va), se pretende que el oyente asuma
corresponde a determinados acontecimientos que se desarrollan en
una escena, y aun cuando pueda terminar al mismo tiempo que la que 26 La forma de reatro escrito llamada comedia musical aporta un cuarto rol a la
sirve para unir las escenas o acercar el escenario, su referencia es mu- música. Un personaje no sólo puede desempeñar uno aetuación de canción o música
cho menos global. A diferencia de la música de fondo, sin embargo, (teniendo ésta un estatus dd mismo ámbito que In música de fondo, sólo que con una
posición más prominente), sino que también puede c<lrrumpir» en la expresión musi-
los protagonistas «no pueden» oírla n. Así pues, sintácticamente hay cal como si ésta se pudiese interponer en d flujo de una acción sin requerir un eambio
formal en d rol dd actor. Las letros de los canciones y, especialmente, el tono de estos
canciones tendrán siempre rdación con d desarrollo dd drama; pero en qué grado es
" Eilecn Hsü, «Conflicting Frames in Soap Opera» (trabajo inédito, Universidad rodavía una cuestión abiena. Lo que el resto de los personajes hace durante estas fugas
de Pennsylvania, 1970). Carey, «Framing Mechanisms in Radio Dr.ama», ofrece un co- musicales es en sí mismo complejo, alejándose tanto de la acción dramática como la
mentario sobre la mecánica de esta multiplicidad de usos: propia canción. En este caso, pues, se trata del síndrome de Nelson Eddy. El hecho de
El pand de control de sonido además le indicaba al oyente si la música era un vehículo de tran· que podamos sufrirlo atestigua de nuevo la inmensa flexibilidad de los prácticas de en-
sición, si actuaba como ilustración llJJlbiental o si fonnaba pane de 111 acción csc:Cnica. Por ejem- cuadre. Obsérvese que una misma disposición de la suspensión de la acción permite la
plo, establec:iendo una perspectiva entn: 111 música y el micrófono, d director sugiere que la música interposición de otras delicias: una pieza de baile, una ejecución instrumental, acom-
está en d escenario; manteniendo constante la distllncia al micrófono y d panel de control de so·
nido con una disminución sonora progresiva entre dos personajes, d directorsugicn: que la músi·
pañadas o no por la voz.
11 Hay un instructivo paralelismo en este caso en la organización de los chistes grá-
ca estcí ayudando 11 efectuar la transición; y manteniendo constante la distllncia al micrófono,
mientras que d pand abre y cierra en fundidos durante la escena, d dircetor sugiere que la música ficos. Como ya se ha indicado, despacio encerrado en la burbuja se considera radical-
indica lo que sienten los personajes en escena o los sentimientos que uno debería cxperimentllr mente diferente al espacio empicado en la descripción de una escena, y el primero pue-
respecto a cUos. de incluirse en el segundo sin ocupar ningún espacio escénicornente real.
EM1ing Go/11nan El marco teatral 157
156
. f . d ue sigue generando un flujo de de la perspectiva que se pretende que adopte el público en cada mo-
que el J?ª~co sigue unc1ona~e ~b¿orbentes -acontecimientos que mento. Al final, al público se le mostrará todo lo necesario para llegar
!
acontec1m1entos sup.uest~en está desarrollando-. Sin embargo, a una comprensión total de lo que la historia se propone. Y con el de-
forman parte de la h1ston~ que seicales los paneles de atenuación se sarrollo de la caracterización sucede lo mismo que con el desarrollo de
no se pretende quedlas cu~as mduostada d: sentido» generada dentro de los acontecimientos:
· omo parte e un «area . ,
oigan c . , b" el comienzo de lo que se otra entre
una escena, smo, mas ien, como
1 escenas y fuera del marco.
Cuando leemos una novela, todo lo que necesitamos saber sobre un persona-
je se nos revela en la obra. Al final de la misma, nuestro conocimiento del per-
1 sonaje ha llegado a una especie de punto final. Entonces sabemos ya todo lo
que deseamos saber. Se resuelven todas las dudas o problemas planteados por
el personaje. Si no es así, si la novela deliberadamente deja al personaje en la
VII ambigüedad, la propia ambigüedad es el momento final. Es el momento, el
1 punto donde se nos quiere dejar, al final de lo que hemos leído. Es esa ambi-
~ .1sten pues diferencias sistemáticas entre el marcelo teatalra! y el. ra·
güedad lo que hay que considerar como definitivo, en la vida real no busca·
mos ir más allá. En este sentido puede decirse que los personajes existen para
Ex • • , • d un mod o re unagma·
diofónico. Cada uno esta so1o a una capa e . tanto dife· las novelas más que las novelas para los personajes 29•
ble, pero las transfodrmacio~:!t~u~o°::i°t~~:~~~~~;~~:s la versión
rentes. Como segun o con el Junto a esta presunción de suficiencia hay otra. Ya se ha sugerido
. . e se ofrecen en una nov a. que el texto expresado en las obras de teatro ofrece la información de
de los aco?teciuentls qu elas y las obras de teatro comparten pro·
En pr~er ugar, as ~oval ue con otros tipos de guiones dramáti· fondo requerida bajo la forma de una conversación determinada de
piedad~s importantes¡ al ~Ju ~ cada participante aporta a una activi· otra manera. Una conspiración semejante en el texto de las obras de
cos. Mientr~s ~ue en a v1 .ª r~ ersonales relevantes privativo de teatro y de las novelas permite que acontecimientos que ocurren inci-
dad ':1n ~epos1to de co~~~ill~~ºuieramente diferente y seguramente dentalmente en un momento sean cruciales m:ís tarde. Así, un perso-
naje que se muestra capaz de aprovechar ingeniosamente los medios
~· ~~~;n~;;d~ ~:has cosas accesi~l~s a su percepció~a~~i~~d~~ que tiene a mano con d fin de solucionar un problema, aprovecha lo
~ el ámbito de los guiones dramaucos. Como ya se . h .d que antes se ofreció subrepticiamente precisamente para que luego
as1 en l que la audiencia debe seleccionar a si o
pudiesen demostrarse sus recursos de ingenio Jo. Lo mismo puede de-
aqu~:c¿~~:~~r;~~~i':~n~e. En e~ecto, to~<?s los miembros del pÚ·
ya s . l · tidad de informac1on.
blico reciben a misma can l d ficción el público pre· 29
Además en las obras de teatro Y en as e • al Martin Price, «The Other Self: Thoughts about Character in the Novd», en
• . t .1 , el utor decide darles respecto a cu · Elizabeth y Tom Bums (eds.), Sodology o/ Literature anJ Drama (Londres, Penguin
sul?o~e ~~;~~~t~daj~ ~~eq~:ce~tan para situarse adecuadamen~e Books, 1973), pp. 269-270.
JO Un ejemplo tomado de un rdato de espionaje: Michad Gilbert, Game without
{~~te pal desarrollo db los acontec.~li.en~~s~;h=~~;~d~u~:~~:dr~ Rules (Nueva York, Harper &. Row, 1967). Los detectives (Cotter y otros) destrozaron
al perro de la heroína Paula para poder recordarle al padre de ella el chantaje a que lo
hurta1~:<l~ª1¡~~c~~a ~s~~sccl~~~ q~~ durante cualquier escena, ex·
1
tenían someúdo. Entonces, se ofrece el siguiente trasfondo de Paula y su amigo Ri-
comp e 1 última es posible que el público no vea lo que segurame~ chard, que habían sido enviados al campo por Cotter para provocar un ataque:
~=~~~::endo u¿o o más personajes, pero esta ignorancia es propta Uno de las c:iracterisúcas más agradables de su estancia -pensó Richard Redmoyne- bobían
sido los esfuerzos que hicieron para volver 11 dar vid11 a aquel lugar. Duran1e dos semanas, Paula, él
y la obsúnada señora Mason hablan es1ado lavando, fregando, rcsircgando, lijando y pintando.
Paula había revelado habilidades inesperados. En primer lugar, había dcsman1clado y limpiodo el
. . (Ch" U · ity of Cbicago Prcss,
Wayne C. Booth, !~e Rhetoríct·ºfF1c11od .J:~diond~e:OOth y han sido muy
motor y la dinamo que les suminisiraban la electricidad. Luego, con la ayuda de una hacerla de
21
unos almacenes técnicos de Norwich, había elevado la tensión de modo que las bombillas, que an-
1961), PP· 52-53. He utiliza?o ~p iamente u tes apenas lucían, ahora alumbraban como si c:stuVieran a gran po1cncia.
provechosas las fuentes que él ota.
Erving Golfman El marco t~atra/ 159
158
cirse sobre otras cualidades personales, tales como la v.alentía, la ca- al escritor de privilegios fundamentales no asequibles al autor de tea-
pacidad de decisión, etc. En este caso, con el fin de stmular lo que tro; y, en el mejor de los casos, ha renunciado a ellos selectivamente.
(se considera que) puede expresarse sobre las cualidades pe~sonales En la escena, la respuesta interpretativa de un personaje a las ac-
en la vida real, debe suprimirse por completo un rasgo crucial en la ciones de otro personaje, esto es, la lectura que hace un personaje de
vida real, a saber: que los individuos tendrán que enfr~ntarse al .de- otro, se presenta al público, y es considerada por éste como no menos
sarrollo de una situación con materiales que no se reunieron tenien- parcial y falible que la lectura que haría en la vida real un individuo de
do presente dicho enfrentamiento, ya que posiblemente él no podía la conducta de otro en la interacción habitual no escénica. Pero los au-
saber en el momento de reunirlos lo que luego se demostrana que tores de novelru¡ y relatos breves dan por supuesto -y se les conce-
había sido útil reunir. · de- que son la instancia úláma: lo que ellos dicen sobre el sentido de
Consideremos ahora algunas diferencias entre los marcos novelís- la acción de un protagonista se acepta como plenamente adecuado y
tico y teatral; podría parecer te~ricamente _pos.i?le transformar una verdadero. Ésta es una regla básica para el juego de la lectura. Resulta
obra de teatro en una novela mediante la aphcacion de una regla: todo interesante que un lector pueda consumir su etapa adulta escribiendo
lo oído o visto por el público podría simplemente t_rasladarse a un tex- sobre la naturaleza censurable o constructiva de las caracterizaciones
to impreso en una voz impersonal, la del autor. Dicho de otr? modo, personales y, sin embargo, cuando lee obras de ficción, no se detenga
parecería teóricamente posible escribir una novela, .que P.odna ser es- jamás a pensar en lo que le está permitiendo al autor.
cenificada en su totalidad haciendo que los persona¡es di1eran el texto Además, los autores de teatro están obligados a contar su historia
y que atestiguaran juntamente. ~on el públic~ los efectos audibles fue: a través de la palabra y la acción corporal de todos los personajes, ocu-
ra del escenario y los efectos visibles y/o audibles en la escena. (~abra rriendo todo ello en el presente, momento a momento, a medida que
ciertamente una complicación: los espectadores pueden ver dir~c~a la obra avanza. Los escritores de ficción gozan de dos privilegios bási-
mente el comportamiento expresivo de un actor y hacer su P.rop1a m- cos a este respecto. En primer lugar, pueden elegir un «punto de vis-
terpretación; a los lectores hay que contarles ese comportamiento e~ ta>>, contando la historia como alguien exterior a los personajes o a tra-
presivo, y la descripción de éste no p_uede. re~lmente hacerse sm vés de los ojos de algunos de ellos, construyendo a veces un personaje
establecer cuál ha de ser la interpretac1on.) Sm embargo, parece que especial con este fin H. Además, pueden cambiar este punto de vista
ningún novelista se ha autolimitado de esa forma, aunque los. ~utores de un capítulo o sección a otro, o incluso emplear múltiples puntos de
de relatos breves lo han intentado. Porque el marco de la ficc1on dota vista en la misma franja de acción. El punto de vista como tal puede
tener, por ejemplo, aspectos espaciales, como cuando el narrador des-
e!
..l\lli padre me enseñó a no tenerle miedo a la dectricidad -dijo-. Es como agua, tú v_es d cribe el escenario físico desde la pt;rspectiva de un determinado per·
agwi que sale dd grifo. Un chorro continuo. Tap11S media salida y sale d doble. As1... Ella tenla ~ sonaje, siguiendo al personaje a medida que éste se desplaza; un as-
la mano una manguera y i:cgaba la yerba. Cwindo apretó el extremo de la manguera, el agua salio pecto «temporal», mediante el cual el autor limita lo que él mismo
como un surtidor. d d dice a lo que un personaje determinado puede saber en el momento
..Está bien -dijo Richard esquivándolo-. No hacia falta que lo demostra~. Comp~ o
funcionamiento. No sabia que era apliable a la electricidad, eso es todo.• cManana -:<fi10
Pa~
la- haré que la señora Mason llene la caldera y regaré el establo con la manguen1. Usare una espi-
ta adecuada, y aumenwemos la presión. Entonces verás lo que puede hacer el vapor. ¿Sabes que JI En ~ce caso, véase Booth, Rheloric o/F1clion, especialmente d capítulo 6, «Types
con un buen chorro y suficienie presión podrúln cortar el metal con vnpor?• (pp. 74·7'1. of Narrauon», pp. 149-165; Norman Friedman, «Point of View in Fiction: The Deve-
Lo anterior era ciertamente necesario para crear el clímax de la narración: lopment of a Critica! Concept» en PML.11, LXX (1955), 1.160-1.184; Michel Butor,
«The Second Case», en New Left Review, núm. 34 (1965), pp. 60-68. Butor afirma:
Paula vio el peligro por d rabillo dd ojo. Se dio la vueh:a y disparó los dos cañones de la escopeta.
El primero erró por completo el blanco. El Kgundo le dio al conductor de lleno en d pecho._ Una Si d personaje conociera del todo su propia his1oria, si no tuviera inconveniente en contánda a
vez que hubo disparado, tiró el arma, alargó la mano sin prisa, agarró la manga de vapor Ydio un ouos o a si mismo, sería obligaiorio el uso de la primera persona: aquél estarla ofreciendo su pro-
pio testimonio. Pero, como .regla general, se trata de obtenerlo de él a la fuel"Zll, porque miente.
golpe para abrir la espita. . .• .
Un chorro de vapor búviendo, fino y cortante com.o una agufa, salio s.ilbando de la tobera Y porque nos está o se está ocult:ando algo, o no posee todos los elemenios, o porque, aun cuando
por un momenio pareció que estaba suspendido en el aire, cntoo~ golpeo de lleno~ ~ ~ra de los posea, es inapaz de unificarlos de fonna correcta. Las palabras dichas por d 1estiso 1omariín
CottCl' cuando se agachó a coger su arma. Cayó hacia ddante de rodillas. El chorro le 51gwo, abra· la forma de islas en primera persona dentro de una historia contada en la segunda persona que las
slÍlldolo y despdlejlÍlldolo {ibiJ., p. 79). provoca (p. 64).
160 Ef'lling Goffeusn 161
correspondiente a lo que está sucediendo entonces y a lo que va a suce- lectura del discurso de alguien en las Actas del Congreso) , dando así a
der -como se ha sugerido, a un horizonte o estado de información que los lectores la sensación de que están en manos eruditas:
el autor puede cambiar, y aludiendo a lo que va a tener que ver como si
El comandante Smytbe recordó d vudo ascendente del rascacio, y dijo en
hubiera estado aconteciendo--; y un aspecto «cultural>>, como cuando alta voz, con asombro, pero sin animosidad, «¡Me has cazado, bastardo!
el escritor amolda sus comentarios al estilo y tono que un determinado ¡Dios mío, me has cazado!».
personaje seguramente emplearía 12 • Se sentó muy tranquilamente, mirándose el cuerpo y recordando lo que
i r En segundo lugar, los escritores de ficción, a diferencia de los se decía sobre la picadura dd rascacio en d libro que había tomado prestado
autores teatrales, tienen el privilegio de acceder a fuentes de informa- dd instituto y que nunca había devuelto -Dangerous Marine Animals [Ani-
ción no derivables de la escena percibible en su desarrollo. Los acon- males marinos peligrosos], una publicación americana-, pasó la mano con
tecimientos pasados relevantes y las predicciones de acontecimientos delicadeza y luego la zona blanca que rodeaba las picaduras. Sí, la piel se le
futuros se pueden introducir sin necesidad de recurrir a las palabras había entumecido por completo, y ahora, por debajo de dla, comenzaba a
dichas por un personaje ni a sus actos físicos del presente. Los pensa- punzarle. Muy pronto se convertiría en un dolor lacerante. Luego d dolor co-
menzaría a extenderse por todo su cuerpo y se baria tan intenso que se arroja-
mientos y sentimientos inexpresados de un personaje pueden contar-
ría sobre la arena, gritando y revolcándose para librarse de él. Vomitaría y
se directamente sin recursos improvisados como el soliloquio. Me- echaría espuma por la boca, y caería presa dd delirio y las convulsiones, hasta
diante el sencillo proceso de incluir en el texto un personaje que perder la conciencia. Entonces, en su caso, inevitablemente se producirían el
piensa en aquella parte de su pasado que es contextualmente rele- fallo cardiaco y la muerte. Según el libro, el ciclo se completaría en un cuarto
vante para la situación actual, y apoderándose subrepticiamente de él de hora aproximadamente -eso era todo lo que le quedaba-: ¡quince mi-
en aquel punto y amplificando, los escritores de ficción pueden aña- nutos de espantosa agonía! Había medios curativos, desde luego: procaína,
dir cantidades ingentes de cosas a la narración. De hecho, cualquiera antibióticos y antihistamínicos si su débil corazón los tolerase. Pero debería
puede: tenerlos a mano. Aun cuando pudiera subir los escalones de su casa, y supo-
niendo que el doctor Cahusac tuviera esas medicinas modernas, d doctor no
Parecía como si el estibador fuera a coger su cuchillo. John sabía qué hacer. podría llegar a Wavelets en menos de una hora H.
De niño, siempre le habían fascinado los cuchillos y había logrado reunir una
gran colección de ellos. Solía practicar arrojándolos mientras paseaba y había Así pues, un escritor puede «editorializao>, mediante un claro co-
aprendido a agarrarlos perfectamente en distintas posiciones. A seis manza- mentario de autor sobre lo que sus personajes están haciendo o, de
nas de donde había vivido estaba d Harlem hispano y en la zona limítrofe una modo más sutil y prácticamente inevitable, mediante el «tono» que
banda le había admitido, enseñándole lo que ellos sabían, cuando vieron lo transmite al ofrecer una continuidad narrativa. He sugerido cómo di-
bueno que era. Y había llegado a ser capaz de decir, sólo con echar un vistazo fiere la interacción escénica del modelo que copia y cómo, a su vez,
al primer movimiento dd contrincante, la experiencia que éste tenía. Así
pues, ahora no sintió preocupación alguna. Y pensó icónicamente que Maria difieren la radio y la novela del teatro_ Obsérvese que este argumento
debería saber que algo iba mal pero no sabía en qué consistía. es compatible con la noción popular de que hay que situar la vida coti-
diana a un lado y los ámbitos imaginarios a otro. Sin embargo, se in-
Pensemos lo que un dramaturgo debería hacer para decir esto su- trodujeron términos que comienzan a ofrecer lo que se necesitará para
poniendo, desde luego, que quisiera. Se podría añadir que los novelis- cuestionar esta división.
tas están en posición de referirse explícitamente a un texto real o ficti-
cio de otra persona mientras lo transcriben en el suyo propio (como la
12
Aquí me baso en Boris A. Uspensky, «Study of Point of View: Spatial and Tem-
poral Form», anticipo de su obra The Poelics o/ Compositi'on: Structure o/ the Artistic
Text and the Typology o/Compositional Form, traducida por Valentina Zavarin y Susan n Ian Fleming, Octopussy (Nueva York, New American Library, Signet Books,
Wittig (Berkdey, University ofCalifomia Prcss, 1974). 1967), p. 53.
6. TEMAS ESTRUCTURALES EN LAS FABRICACIONES Temas estnicturales en /lls fabriamones 163
porcionar los resultados que ellos presumen que el experimentador dar la señal, y teníamos que acostumbrar a los centindas, que estaban frente a
está interesado en demostrar, ha intentado probar esta cuestión (pien- nosotros, a cierta cantidad de ruido... Douglas Bader, que vigilaba desde una
so que con gran eficacia), transponiendo la clave de los experimentos ventana, actuaba como director. Su habitación estaba en el tercer piso y daba
al patio de los alemanes. Bader podía ver a nuestros centinelas durante toda la
de la siguiente manera: trayectoria de su ronda. La práctica comenzaba a las 7 .30 p. m., ruando cesa-
ba d tráfico en el patio. A partir de las 8 p. m. tenía que mantener un control
A un grupo de personas que representan 11 la misma población, entre la que rígido sobre los ejecutantes de modo que sólo pararan su música cuando el
los sujetos experimentales serán eventualmente seleccionados, se les enseñad centinela estuviera en una posición adecuada para que nosotros cruzáramos
equipo que se va a usar y la sala en que se llevará a cabo el experimento. El
por su ruta. No era obligatorio que dejaran de tocar cada vez que el centinela
procedimiento se explica de forma que se les suministra una información
daba la vuelta, pero cuando dejaban de tocar, quería decir que podíamos mo-
equivalente a la asequible a un sujeto experimental. Sin embargo no sufren
vemos. Dispusimos este sistema de señalización porque, una vez sobre el te-
realmente el procedimiento experimental: sólo se les explica. En un no expe-
rreno, tendríamos pocas posibilidades de ocultamos; las pocas que tendría-
rimento sobre una cierta droga, por ejemplo, se dirá al participante que a los
mos, facilitadas por un ángulo en la pared de los edificios exteriores que hada
sujetos se les da una píldora. Se le mostrará la píldora. Se le leerán las instruc- esquina, nos impedirían ver al centinela 1 •
ciones destinadas a los sujetos experimentales. Luego se le pide al participan-
te que produzca datos como si realmente hubiese sido sometido al tratamiento
experimental. Se le pueden aplicar postests o pedirle que rellene unas escalas Y no es difícil encontrar ejemplos que añadan un estrato a esta es-
de evaluación o lleve a cabo un tipo de conducta que podría ser relevante tructura del marco sin cambiar el estatus del borde. Así pues, si una
para el grupo experimental real 2• partida de cartas como el póquer posibilita tirarse faroles -una fabri·
cación benévola-, entonces, el dar cartas con trampa es obviamente
Lo cual nos proporciona una transposición de la fabricación de un una transformación de esta fabricación benévola en otra de tipo ex-
cambio de claves. plotador, ya que toda la partida resulta ser algo que atrapa al jugador.
Al igual que puede haber fabricaciones de transposiciones clave, La banca en su terreno, practicando el dar cartas con trampa -como
también puede haber claves fabricadas; en este caso, el borde del mar- los profesionales están acostumbrados a hacerlo ya hagan trampas o
co se ubica en una fabricación, no en una transposición de clave. Se no-, está cambiando de clave pasando a una fabricación explotadora
dice que en la calle 42 de Nueva York hay espabilados cuyo trabajo es a partir de una fabricación benévola, como cuando demuestra en pri-
prepararse y actuar en la sombra, salir disparados de entre las sombras vado su «acción» a un posible patrón.
furtivamente y ofrecer un reloj o un anillo muy baratos, sin preguntar Hay que hacer notar que debido a que la transposición de claves
nada, en colusión evidente con la posibilidad de ir contra la ley y el or- es ya una imitación de una actividad no transformada -una versión a
den; pero -de hecho-los artículos ofrecidos están comprados legal- menudo realizada con una mano y unos pocos golpes temerarios- la
[ mente a un precio que refleja su auténtico valor, que es muy escaso. O
lo siguiente: unos prisioneros de guerra fugados que querían hacer
retrans/ormadón íretrans/ormation] de este resultado en una retrans-
posición de claves o fabricación parecería requerir menos trabajo
una incursión a través de un espacio abierto entre los edificios de la que el empleado en la transformación original. Sea lo que fuere, lo que
prisión y necesitaban cronometrar su actuación para que coincidiera convierte a la actividad no transformada vulnerable a la transformación
con una fase determinada de la ronda de los centinelas, utilizaron la hace que las transformaciones sean aún más vulnerables a las retrans-
técnica de parar y seguir en esta forma: formaciones; y cuando se produce lo primero, parece probable que lo
segundo suceda después. Por ejemplo, si pertenece a la naturaleza de
Durante varios días habíamos dispuesto prácticas musicales por la tarde, en la un aspirador el que el vendedor pueda emprender este acto para ven-
oficina del director (el barracón del teatro). La música se iba a utilizar para der el aparato, transformando así un acto utilitario en una demostra·
2
M11rtin T. Orne, «Demand Charactcristics and thc Concept of Quasi·Controls>., 1
en Robcrt Roscnthal y Ralph Rosnow (cds.), Arti/oct in Behoviorol Reseorch (Nueva R P. Rcid, Escape /rom Coláitz (Nueva York, Bcrklc:y Publishing Corp, 1956),
York, Academic Pn:ss, 1969), pp.155-1.56. p. 165.
166 Erving Go/fman Temas estructurales en lar /abn'caciotJes 167
ción, de igual modo está en la naturaleza de tal transformación el que La señora Keene dijo que cuando le rogó interrumpir el tratamiento, él
pueda ser retransformada, como cuando un hombre emplea ese acto criticó sus aptitudes sexuales y le dijo que la requirió sólo porque ella «era
como un recurso para obtener el acceso a una casa para fines inade- muy asequible>>.
cuados, o como cuando un ama de casa permite la demostración en Entonces le pasó una factura de 255 dólares'.
los casos de buena fe con el único fin de que le limpien la alfombra.
En este caso, incidentalmente, el mundo médico ocupa un lugar im- Más importante que estos sucesos -creo yo- es la tensión del
portante. Existe cierta preocupación por que alguien que no es médi- marco de referencia que acompaña al sujeto, como se muestra en las
co pudiera desempeñar impropiamente el papel de tal: bromas, en los chistes gráficos, en los cuentos y cosas por estilo.
Candy, de Terry Southern, es un buen ejemplo: una sátira sobre las
Oklahoma Cíty (UPI).- La semana pasada, la policía identificó a un cobrador
nuevas apreciaciones como tales, que describe cómo se podría fomen-
de recibos, de veintiún años, de Oklahoma City, como el hombre que se había tar la más sexual de todas las actividades como parte de un ejercicio
hecho pasar por médico para engañar a las amas de casa y someterlas a sus re- de yoga, cuyo propósito explícito sería lograr el adiestramiento de las
querimientos amorosos[...]. funciones corporales y la perfección del control sensorial. La utiliza-
El sospechoso fue arrestado en Guthrie cuando intentaba persuadir a ción que hace Southem de un recurso cómico para catapultar tales en-
una madre de veintiséis años para que se desnudara, como parte del reconoci- sayos falseados es, en sí misma, un recurso para suministrar a los lecto-
miento médico. res un disfraz que ellos aceptarán como pornografía, ya que se permite
Otras tres amas de casa de la zona de Oklahoma City informaron de inci- al lector que enmarque el texto en una sátira sobre el uso de cobertu-
dentes semejai-ites a la policía en las últimas semanas. Un caso úpico fue el de ras literarias para libros sucios.
una joven que dijo que el hombre le había contado que era médico y estaba
haciendo una investigación sobre la encefalitis, enfermedad trasmitida por un
mosquito. Las tres dijeron que se desnudaron antes de comenzar a sospe- ' San Frandsco Chronicle, 25 de mayo de 1%6. Como seria de esperar, la cuestión
char". · de dónde termina la terapia y dónde empieza la situación real es d tema de un estudio
reciente realizado por psiquiatras, cuyo resuluido monogrdfico se podría considerar
que tiene lo que, a veces, es llamado una «audiencia más amplia». [Véase Martín She-
Y también existe cierta preocupación ante la posibilidad de que pard, M. D., Tire Love Treatment. Sexual Intimacy between Patients and Psychothera-
médicos debidamente cualificados pudieran abusar de la poderosas li- pislI (Nueva York, Peter H . Wyden, 1971).)
cencia que les da su posición: del poder de transformar en una pres- Todo esto nos ofrece ejemplos de cambios de clave fabricados. La acción médica
cripción lo que parece una actividad no médica: ofrece la posibilidad de (y la preocupación por) usar procedimientos médicos habitua·
les como fachada para una acción indecorosa, es decir, como una fabricación. Por lo
tanto, se debe trazar una línea divisoria enue fas acciones más o menos aceptables,
Los Angeles.- Un ama de casa ha interpuesto una demanda de 100.000 dó- como, por ejemplo, las operaciones no muy necesarias porque d hospital tiene un pro-
lares contra un psiquiatra por inmoralidad profesional. Ella alegó que le grama quirúrgico, y lo siguieme, una fabricación consumada:
prescribía relaciones sexuales con él como terapia y luego le cobraba el trata- Tacomo, Washington.- Anoche un jurado compuesto de ocho hombres y cuatro mujeres declaro
miento. al doctor Roben E. Bochme culpable dd cargo de intentar motar a su esposo con una inyeccion
En el juicio, la mujer, de treinta y tres años y madre de dos hiios, dijo que cuando estaba en el hospital.
ella había depositado en el médico una «confianza y fe totales». El la persua- Se le acwó de adminlltrar a su mujer, Mory, de tn:inta y tres años, uno inyección tóxica d pa-
sado 30 de junio cuando estaba hospitalizada por una lesión de cabeza {San Francisco Cbronicle,
dió, dijo ella, de que sus problemas emanaban de una falta de actividad se- 7 de febrero de 1966).
xual y se le ofreció como compañero sexual.
Ella dijo que accedió al «tratamiento» durante varios meses y luego sintió La inyección para exterminar a los prisioneros de un campo de concentración en-
caja en la misma estrucrura del marco, excepto que en esos casos se ocultaba sólo a los
«preocupación y remordimientos» porque había dejado de cobrarle las vi- pacientes lo que en realidad se estaba haciendo.
sitas. He de añadir que los niños que juegan a médicos por travesura mantienen una es·
tructura del marco no menos complicada que las descritas más arriba. La medicina que
se practica en este juego es muy infantil, pero la competencia mostrada respecto al en-
~ Lar Vegar Sun, 26 de noviembre de 1964. cuadre es ya plenamente adulta.
168 ErtJing Go/fman Temas eslrudurales en las fabricaciones 169
Cuando se usa una clave ostensible para ocultar el engaño, las per- eJl_as- que acababa de cometer un robo y entonces las forzó a caminar junto
sonas afectadas -enredadas en él- puede que no estén presentes, a éJ como «tapadera» para esquivar a la policía.
puede que sean «la sociedad en general» o alguna otra nebulosa agen- A su vez, las mujeres dijeron que las incrodujo en callejones o en casas va-
cia constituida en fiel guardián. Así, un recurso habitual para burlarse cías y lns violó 7 •
de las leyes sobre pornografía es ofrecer espectáculos nudistas bajo
apariencia de clases de arte. Y se pueden encontrar ejemplos cotidianos. Cuando un miembro
Recientemente, en la calle 42 de Nueva York, los desnudos ofre- de una organización nacional o laboral decide emprender una acción
cieron un nuevo quiebro: que será con~i~erada coi:no desleal (tal como marcharse), es proba-
~le que contmue como s1 no pasara nada hasta el momento preciso.
Este año han aparecido en Nueva York espectáculos sexuales simulados. Im- El, pues, mete en un enredo a t.o dos los que viven o trabajan con él.
portados de la Costa Oeste, las actuaciones en Nueva York se presentan a Al descubrir la deslealtad, los descubridores no pueden hacer nada
modo de experiencias educativas. Los clientes -eso dicen los carteles- no abiertamente contra ello, y han hecho una charada de la charada
van a ver un espectáculo sexual¡ van a ver cómo se filma. El M. C. rueda una de él.
falsa película con una cámara de andar por casa, parando de vez en cuando
para dar instrucciones 6 • . Las fabricaciones explotadoras no son, sin embargo, los únicos co-
mienzos para la «re-fabricación» [re/abrication). Las fabricaciones be-
Al igual que las transposiciones de claves se pueden transformar névolas pueden ser fabricadas explotadoramente: algunos pacientes
en fabricaciones, así también las fabricaciones se pueden transfor- que .con~ideran que han sido llevados a un hospital psquiátrico por
mar en otras nuevas fabricaciones; en resumen, el enredo puede ser motivos madecuados tienen razón. También puede fabricarse el au-
enredado de nuevo. Por lo cual las fabricaciones parecen estar particu- toengaño. Si fingir un síntoma médico es la fabricación de un aconte-
larmente sujetas a esta proliferación. Las construcciones explotadoras cimiento natural hecho a propósito para que se perciba dentro de un
ofrecen ejemplos obvios. Uno importante lo aporta la técnica aparen- m:ir~o p~ar!~ n.atural, la simulación de un delirio para lograr un diag-
temente empleada por una persona acusada de violación: nosuco ps1qu1acnco, como cuando se pretende evitar el servicio mili-
tar fingiendo una enfermedad mental, es la fabricación de una fabrica-
Jack Payton, de cuarenta y ocho años, que vive en la calle N. Wilton, cerca de ción. Accidentalmente, se da aqtú un contraste interesante en lo que
Arch, fue condenado después de ser declarado culpable de asalto, violación y quienes lo pracúcan etiquetan como «análisis directo»:
robo a una enfermera de treinta y cinco años d pasado 14 de febrero. Tam-
bién fue condenado a una pena concurrente de prisión por asalto a otras tres Los d~rios dd paci~nte son un engaño practicado con el propósito de lograr
mujeres. un ob¡eto remoto o anasequible. Su inconsciente inventa miente disimula
Varias de las víctimas se quejaron de que el violador se había acercado a disfraza y hace magia con este fin. Cuando fanalmente se ~rganiz; el delirio:
ellas, con una máscara de esquiador y con una navaja. Les contó -dijeron puede que vaya o no acompañado de ansiedad. La ausencia de ansiedad certi-
fica una eficacia diabólica. En la medida en que el sistema delirante mantiene
s1;1,eficacia, inte~ere con el intento de resolución de la psicosis. En esta situa-
6
Time, 19 de ocrubre de 1970. Hay que advertir que, al parecer, cuando los Travie- cton, lo antes posible, empleo un recurso llamado el truco anritruco.
sos Alegres de Ken Kcsey recorrieron d país en su autobús escolar, en ocasiones se J115 El procedimiento se debe llevar a cabo con ayudantes entrenados en su
arreglaban para evadir la justicia local y a la ciudadanía dd lugar filmando los intentos papel. Un paciente creyó que su padre había sido condenado a muene en la
de controlar e inspeccionar a la compañía, haciendo que los dd lugar estuvieran con- capital del Estado. Yo tenía a la familia reunida y falsifiqué una suspensión de
fusos respecto n.I encuadre, es decir, confusos respecto a si se estaba produciendo una la sentencia firmada por el gobernador...
actividad reAI o se trataba dd rodaje de la película. Así los Traviesos se apropiaban las Algunos pacientes paranoides piensan que son figuras políticas actuales,
respuestas y se convertian en pane de la película, incluso aunque ello supusiera «des- grandes personajes históricos o figuras religiosas divinas. Con el fin de con-
trozar la película de ladrones», es decir, la fingida por sus competidores. Véase d im-
1 presionante tratamiento de Tom Wolfe, The Electric Kool-Aid Acid Test (Nueva York,
.1
T
170 Erving Go/fman Temar estruduraler en ku fabnead'oner 171
seguir que el padente, que siempre sospecha de ti, se anime a abandonar la . «Kohn descubrió p~onto que:_ su. ~ijo estaba muerto y le dijo a ella que
sospecha, hay que actuar como si no dudaras de que son quienes dicen ser. deJara d~ malgastar el d~nero», anadto Purcdl. Pero los testigos declararon
Ante Cristo y la Santísima Trinidad te arrodillas y te persignas. Ante Moisés, ante el tnbunal que la senora Stevens, que reside en un hotel en el 41 de la ca-
Abraham y otros, te muestras reverente, siguiendo la tradición del Antiguo lle Jones, le pagó 24.000 dólares a Kohn entre octubre de 1963 y agosto de
Testamentoª. 1965 10•
La terapia no es ciertamente la única razón para introducir y diri- Y una generalización del comercio:
gir sistemas delirantes. El jefe del servicio secreto de Hitler aparente-
mente tenía otras razones: El presidente de una empresa de electrónica dijo ayer a los senadores que
su firma es un negocio floreciente en la venta de anefactos (de escucha) para
Sin embargo, era relativamente fácil descubrir que Mussolini estaba preso en «el hombre que quiere realizar sus sueños de ser un James Bond de carne y
la pequeña isla Magdalena; la dificultad real fue convencer a Himmler del he- hueso» 11•
cho. Como él confiaba sólo en sus magos, había que preparar cuidadosamen-
te una sesión espiritista; y finalmente fue un médium viejo, calvo y panzudo Tampoco se considera que los dependientes que permiten al clien-
quien entrando en un impresionante trance reveló al Reichführer el lugar te expresar sus deseos y le animan a satisfacerlos dando cumplimiento
donde Mussolini estaba detenido. a .s~ .elecc~ón inicie? y mantengan una creencia engañosa, aunque es
Este incidente no era en absoluto excepcional. Más de una vez Schellen- difíc~ decrr por que esta forma de enredo en particular debería que-
berg tuvo que exhibir a algún adivino amedrentado con el fin de vencer la re- dar libre de culpa. Y de modo semejante se considera que los policías
nuencia de Himmler a tomar una decisión 9 • que dan un trato bueno y sensiblemente humano a los psicóticos no
hacen sino cumplir con su obligación:
El foco puede limitarse a lo cotidiano. Por ejemplo, algunos servi-
cios (y no sólo los del medio profesional) deben una parte de sus in- En el trato directo con el paciente, el policía intenta establecer y mantener la
gresos a que «aceptan casos» [taking cases] derivados de proyectos pretensión de una situación conversacional normal. Todos los comentarios
palpablemente disparatados. He aquí un ejemplo de actuación proce- ale~aciones o qu~ja~ del ~ac!ente son tratados como cosas reales. Los policía~
sable, tomado del campo de los investigadores privados: n? mtent~ supnmir o elimmar las cosas absurdas y grotescas, sino que más
bien. las deJan de lado, centrando los intercambios verbales en los aspectos
El detective privado lrv Kohn fue arrestado ayer y acusado de estafar 24.000 dó- comentes de las cosas. Con este método, cada situación adquiere un cierto
lares a una madre acongojada que le pidió que buscara a su hijo muerto. aire de normalidad. Por ejemplo, en un caso observado, una señora de media-
Wtlliam, de treinta y ocho años, hijo de Elizabeth Stevens, de setenta, se na edad se que~aba, I?resa de. pánico, de que los vecinos la perseguían con un
había disparado un tiro, del que resultó muerto en octubre de 1961-aproxi- a~a desconocida. Sm cuesuonar las creencias de la dama sobre lo que sería
madamente dos años antes de que ésta contratara a Kohn para que lo busca- posible en el terreno de las armas, o lo que se podría razonablemente suponer
ra, dijo el fiscal del distrito [ ...]. acerca de los .moti~?s de los i~ritados vecinos, los agentes atendían la petición
«Ella aceptaba con dificultad el hecho de la muerte de su hijo», dijo Ja- trat~do la s1tua~ion ~om? si fuera una queja de buena fe. Investigaron las
mes Purcell, uno de los abogados de Kohn. premtsas sobre pistas meXJStentes de proyectiles imposibles. Tomaron cuida·
dosamente nota de los detalle5 de los acontecimientos que no podían haber
8 John N. Rosen, M. D., Dírect Ana/ysis (Nueva York, Grune & Smmon, 1953 ), p.
22. Compárese con el enredo escénico en Enrique IV, de Luigi Pirandcllo, donde el hé-
10
roe, decepdonodo por la falta de lealtad de sus seres queridos, finge estor loco, finge San Francisco Chronic/e, 11 de junio de 1966. En este caso estoy en deuda con
ser un rey medieval, logrando que sus hasta entonces seres queridos representen ante Howa~d S. Be':.ke~. Los detectiv~ privados son los héroes olvidados de las profesio-
él sus correspondientes papeles en su manicomio privado. Ellos piensan que partid· nes ps1coter11peut1cas, por estar dispuestos a tomar en serio a las personas trastorna-
pan en su delirio para pacificarlo, pero él los enreda para disfrutar con su repugnancia. das cuando no hay cerca ningún psicoterapeuta, y aunque parecen estar interesados
9
Giles Perrault, The Secrets o/D·Day, traducido por Len Ortzen (Londres, Arthur en los honorarios, se trata después de todo de un interés conocido por los médicos.
11
Barker, 1965), p. 133 . lbid. , 10 de iunio de 1966.
Erving Gof!man Temas estructura/es en las /abneaciones 173
172
ocurrido y aconsejaron a la señora que estuviera alerta ante circunstancias doble enredo donde la conducta presente de la persona que controla
sospechosas en el futuro 12 • tiende una trampa a la conducta posterior de los controlados.
El ejemplo típico es en este caso el sistema de escucha y registro al
que la policía y otras oficinas gubernamentales someten a los sospe-
chosos de delitos. Las compañías de seguros también ofrecen casos
II. LA NATURALEZA DEL DOBLE ENREDO ejemplares:
Existe la creencia general de que la fabricación de la fabricación pue- Mervin Clayton se sentó rígidamente en la silla, girando cuidadosamente toda
de ser tipificada con la estafa; los estafados son inocentes que, te?ta- la parte superior del torso, en vez del cuello, cuando tenía que mirar en otra
dos por la avaricia, son inducidos erróneamente a cooperar ~eso pien- dirección.
san) en una conspiración financiera, y los operadores son delincuentes Ayer dijo ante el Comité Municipal de Jubilación que la lesión de cuello
que representan ante ellos personajes claramente extraños y falsos, ha- que sufrió el pasado diciembre al apagar un incendio le impedía todavía mo-
ciéndolo mediante complicados apoyos unidos temporalmente con ver el cuello de un lado para otro, o volver la cabeza «Sin un dolor espantoso»
en la espalda y los brazos.
ese motivo. Si esta opinión fuera válida, el mundo sería un lugar me-
Intervino el detective Richard Rasmussen con sus películas caseras.
nos traicionero de lo que es. Los conos mostraban una secuencia de cinco minutos con Clayton, de
cuarenta y nueve años, en una cabaña de Squaw Valley, quitando fácilmente
l. Considérense las formas típicas de doble enredo [recontainment] la nieve con una pala, cogiendo maderos y apilándolos, trabajando en su jar-
en nuestra sociedad. dín y conduciendo su coche.
«Ésta es la clase de trabajo que haría un ama de casa» -protestó el bom-
a) Primero, el «control secreto» [secret monitoring]. Cuando un bero, todavía firme canto en su postura como en su diagnóstico-: «Eso no
individuo mantiene una posición que puede ser desacreditada (y, por puede equipararse a las obligaciones de un bombero».
tanto, mantiene un cierto tipo de fabricación), es muy probable que El comité no pensó lo mismo, revocó la pensión de 542,03 dólares men-
haya algún lugar y alguna ocasión en los que sus acciones aporten prue- suales a Clayton, y lo envió de nuevo a trabajar 14 •
bas de lo que podría realizar. Su posición queda a salvo, desde luego
controlando a los testigos de ese comportamiento desacreditador u. En Los testimonios desacreditadores tienen interés jurídico. El con-
este contexto, el ver u oír supone adquirir el poder de destruir no el trol secreto de aquello que los desacredita puede por lo tanto ser una
acto del que se es testigo, sino el acto que el ejecutante simula en otras garantía legal. El control secreto de lo que supone un descrédito para
ocasiones. En la medida en que el controlador impida inmediatamente los descubrimientos que se sitúan al margen de la ley normalmente no
que los controlados sepan que se está efectuando el control -y é~te es representa garantía legal alguna:
el prl?cedimiento usual-, entonces, lo que ocurre es una especie de
Quedda Abby: Ya sé que hice mal, pero he leído algunas canas que mi hija re-
12Egon Bittner, «Police Discretion in Emergency Apprehension of Mentallr ill cibió de su novio y desde entonces me siento abrumada, frustrada y descon-
PersonS» en Social Problem:r, XIV (1967), pp. 288-289. Se puede establecer una ante· solada. Ella tiene veintidós años, trabaja en una ciudad universitaria y ha esta·
resante diferencia entre este tipo de charada (dejando de lado la cuestión de.la fre- do saliendo allí con un estudiante. Lo traía a casa los fines de semana y él
cuencia con que ocurre en realidad) y d apoyo suave y lleno de tacto que los dichara- parecía muy correcto. Ella ha condenado repetidamente a las chicas que no
cheros prestan a alguien que está fuertemente alterado.
u También aquí d lenguaje ordinario es ambiguo. Cuando decimos que un acto es
1
desacreditable, queremos decir bien que puede ser desacreditado .mediante cierta d~ ~ San Franci:rco Chronícle, 7 de septiembre de 1967. Es difícil estar al día en los de-
sis de información asequible, bien que por si mismo puede destrwr alguna otra mana· sarrollos tecnológicos en el campo de la vigilancia. Alan F. Westing da un recorrido al
festación; en resumen, o bien que es vulnerable al descrédito, o bien que es productor oficio hasta 1967 en Privacy and Freedom (Nueva York, Athenewn Publishers, 1970),
de descrédito. En este estudio, me inclino por el primer caso. Por lo tanto, un acto de- cap. 4, «The Llstening and Watching Devices: NewTechniques of Physical Surveillan-
sacredítador es un acto que puede desmentir a un acto desacreditable. Ce», pp. 69-89.
Erving Go!fman Tnnas estroduNles en lasJabriau:iones 175
174
tenían más remedio que casarse, pero su pecado es peor, porque nosotros so- tuales si se conocieran los hechos; y precisamente son estos lugares los
mos católicos y no aceptamos el control de natalidad que ella, al parecer, ha más idóneos para ser controlados.
estado practicando. Va a la iglesia y se confiesa, pero continúa con la misma Éste es el principio que subyace a la noción de instalar un espejo
conducta, según revelan las cartas del chico ". unidireccional en los aseos de las escuelas 17 , puesto que es allí donde,
probablemente, se producen las transacciones de droga, si las hay en
Y desde aquí hay una transición natural al control que se definiría tales instalaciones. (En resumen, controlarlos entre bastidores.) Un
en sentido amplio como indecoroso, es decir, aquel que anula el dere- paso más en esta dirección consiste en proporcionar a los sospechosos
cho de los que están en un contexto apropiado para mantener secretos lo que parece una habitación privada de modo que puedan sentirse in-
puramente estratégicos, en cuanto opuestos a los «oscuros», que soca- clinados a discutir allí secretos estratégicos 18 • De forma semejante, en
van el carácter y no sólo los planes. Tomemos, por ejemplo, los secre- los juegos de cartas, el recurso mediante el que se permite e incluso se
tos de los juegos de cartas diseñados para que los jugadores puedan obliga a un jugador a proteger sus cartas (es decir, a evitar la identifi-
ocultarse mutuamente y sobre los cuales se construyen determinados cación de las cartas que tiene) le permite comprometerse con esos se-
gestos perfectamente autorizados: cretos así escondidos, lo que a su vez genera las circunstancias en las
que el control indecoroso se hace útil y practicable.
Una cámara en el techo podría haberles costado un millón de dólares a algu-
La transición final, naturalmente, evoluciona hacia un comporta-
nos de los mejores jugadores de gin n1mmy * del mundo.
Tras las paredes sin ventanas del selecto Friars Club de Beverly Hills, los miento ordinario bastante decoroso. En la vida cotidiana es habitual
controles para las grandes pérdidas en el juego han cambiado de manos a par- que en cualquier ocasión en que d individuo se presenta ante un pú-
tir de 1961 [. ..]. blico habrá otros lugares, tiempos y públicos en que se comportará
Un tribunal federal ha estado investigando durante más de un mes los bastante decorosamente como para desacreditar su primera actua-
informes sobre juegos trucados, y aunque no ha habido acusaciones y gran ción, si sus otros comportamientos salieran con toda viveza a la luz.
parte de la investigación es todavía secreta, va saliendo a la luz una pauta de Las barreras a la comunicación, tales como las paredes y las distancias,
actuación. junto con la discriminación del público, garantizan que no ocurra ese
En dos diferentes salas de juego de cartas del club se instalaron mirillas
descrédito. Cttalquier control del comportamiento de cualquier indivi-
en el último piso, encima de las mesas de juego. Desde estos puntos estratégi-
cos un observador oculto, usando dispositivos ópticos, podía ver las cartas
duo que éste desconozca tendrá capacidad para desacreditar; todas
las formas de vigilancia secreta funcionan socavando la actividad pos-
que tenían los jugadores.
El observador tenía en la mano un dispositivo emisor electrónico seme- terior, transformándola en una actuación desacreditable 19 •
jante a un transmisor de morse.
El cómplice del observador, en la sala de juego, llevaba adosado al brazo 17 Véase el articulo de Bill Cooney, «Spy Mirrors in School Washrooms», ibid.,
o a la pierna un dispositivo receptor que emitía señales silenciosas a medida 19 de noviembre de 1963.
16 11 Westin ofrece una síntesis del uso del control secreto para suministrar datos no
que se pulsaba el interruptor del aparato emisor • censurados a quienes desean mejorar las ventas, los servicios, los servidores, etc. Pri-
vacy and Freedom, pp.112-113 .
Se podría argumentar que mediante estas formas de control se vio- 19 Sugerido en «Normal Appcarances», en R P., pp. 286-303. Un ejemplo intere-
la uno de los presupuestos básicos de la vida social. Confiamos en que sanre se encuentra en las contingencias producidas por Li cobertura televisiva, espe-
haya lugares donde se garantice la intimidad, donde sólo estén presen- cialmente en la cobertura de un acontecimiento al que en d pasado se le había dado un
tes personas conocidas y donde tales personas pertenezcan a una de- tratamiento escaso e este respecto. En d funeral estatal del presidente Kennedy, los
terminada categoría. En ese lugar, el individuo, presumiblemente, panicipantes alejados de las personas que formaban el dudo y del centro del ritual hi-
cieron lo que es bastante habitual en estas circunstancias: se los sorprendió en peque-
puede comportarse de un modo que desacreditaría sus actitudes habi- ñas conversaciones o «apartes» y ajenos al clima oficial en la ocasión: sonreían, se reían
abiertamente, esteban animados, divertidos, distraídos, etc. La transmisión de este
1' San Francisco Chronicle, 4 de noviembre de 1965. comportamiento por le cámara volante desacreditó su expresión de piedad expresada
otras veces, y sin duda los personajes públicos iniciaron un cambio hacia una mayor
* Juego de cartas (N. del T.).
16 /bid. , 4 de julio de 1967. compostura en situaciones oficiales.
176 Erving Go!fman T~mar ~slruclura/es ~n las fabnazciones
177
He mantenido que alguien vulnerable al control secreto al partici- cual un agente desleal a un grupo explota d acceso legal (en cuanto
par en un montaje falso puede ~~r desacreditado .en aq~~o por lo que q~e opuesto a clandestino) a los lugares en los que los secretos estraté-
ha sido controlado, y que, analíucamente, el mouvo pnnc1pal de preo- gicos u oscuros dd grupo están desprotegidos o donde puede obser-
cupación no es la actividad controlada, sino la actividad posterior q_ue vars~ s_u conducta. desacreditadora. La penetración puede ocurrir por
se desacredita por lo que ha sido controlado. Ahora hay que menao- el <<VIaJe>> de un rruembro que ha gozado de buena posición o por infil-
nar otros dos aspectos restrictivos. 22
t~ad~n • Los.~esarrollos recientes en el consumo de drogas y en d ra-
En primer lugar, si el control ha sido realizado por alguien que tie- dicalismo político han centrado la atención sobre la práctica de pene-
ne una relación personal con el controlado, entonces, naturalmente, trar en organizaciones, grupos y ambientes.
esta relación se desacredita, ya que las relaciones adultas suelen defi-
nirse en términos que excluyen esta clase de espionaje. La guapa Linda Hobbie, que se matriculó como estudiante especial de cine-
En segundo lugar, consideremos la escena controlada. P_:irece. c~si matogr~fía en 1~ universidad de Fairleigh Dickinson de Madison, N. ]., fue
inevitable que si los actuantes no sospechosos vez:i que se est~ tralClo- d~_cubrerta esp1a~?o a los estudiantes en su papel de agente secreto de nar-
nando, esto es, dando un mentís a otro montaJe que ellos intentan concos. Su detecc1on se produjo cuando la policía advirtió un consumo anor-
mantener harán todo lo posible por ocultar lo expuesto. Como conse- mal de drogas". .
cuencia, habrá nerviosismo, movimientos torpes y autoconciencia; en
suma, desorganización del componarniento, un esfuerzo vano por re- Atlantic City, 17 ?e agosto.-~ trabajo de un agente de la policía dd Estado,
de aspecto Juvenil, que se hac1a pasar por estudiante del último curso de ba-
trotraer la escena en el tiempo de modo que pueda volver a ser monta·
chillerato, condujo hoy a una serie de redadas por narcóticos, siendo arresta-
da con cautela. Una mujer alega haber quedado seriamente liSiada en das 37 personas de esta ciudad y de las comunidades de los alrededores[...].
un accidente de coche. Con el fin de oponerse a su reivindicación ante L~ redadas, que comenz~ron a. las ~!°co de la madrugada, se produjeron
el seguro, los investigadores empleados por la compañía la espiarán de;;p?~s de ~ueve ~~es. d7 mvestJgacron, durante los cuales un policía de
hasta que puedan obtener una foto de ella, po: ej:mplo, jug~do en vemacmco anos as1sna d1anamente a clase, matriculado como estudiante re-
una bolera 20• En cuyo caso, no sólo se desacreditara su presencra ante gular en d Instituto de Atlantic City.
el tribunal, sino que además si ella, a la mitad de una partida de ~?los, S~lo Wtlli~ Faunce, el director del instituto, conocía su identidad, que
descubre al investigador actuando, su partida seguramente tamb1en se todav1a se mannene en secreto. «Se mezcló bien con los otros estudiantes y
elJoslo aceptaron», dijo Fauncez~.
desmoronará. Como ocurriría en una reunión para planear un crimen
en el momento en que los planeadores descubriesen que su cuanel ge-
neral estaba controlado y que continuar la sesión sería poco fructífero. Hay que añadir que el interés público en los «relatos desde den-
De este modo, se puede empezar a explicar la ira desatada cuando un tro» ha llevado a los periodistas a penetrar en organizaciones y movi-
profesor descubre que un alumno, con el apoyo moral de su padre, 22
está grabando en secreto sus clases para recoger pruebas de su propa- • La histori~ de la infiltración está aún por escribir. Torqucrnada y Richclieu fue·
ron cerumente mnovadores en d uso de espías diversamente situados. La Süreté fun·
ganda política; se perturba tanto la relación con los padres como la dada en 1810, fue la primera organización policial que hizo un uso sistemático de '1a in-
conducta en las clases habituales 21 • filtración y la formación en d ám~i,to criminal (en cuanto opuesto al político), y bajo su
b) El control secreto, pues, puede constituir una forma de doble fun~a.dor, E.uge~e Vi~oc~, ~frec10 ~ mundo un modelo para la organización de los
enredo. Otra puede producirse por penetración, proceso mediante el SCl'VlCIO~ d~ mtcli~enaa crurunales. P1nkenon fue d primero que desarrolló en Améri-
ca Ja pracnca de inftltrarse en las bandas de delincuentes, a partir de mediados del si-
Caso relatado en The Boston Globe, 24 de noviembre de 1966.
20 Pº.XI?'• Ysu o~ganiz~ci?n fue ~tilizada por la Unión para espiar durante la guerra civil,
mviraendo as1 Ja practica habnual desde las prácticas de espionaje político hacia las
11
Relatado en Lije 26 de abril de 1963, en un articulo titulado «Hcll Brcaks Loose domésticas. [En este caso véase Jürgen ThorwaJd. The Mar/u o/ Cain (Londres, Tha-
in Paradise>>. Un furo'r semejante, que ocasionó la dimisión de un profesor, ocurrió mes &. Hudson, 1%5), p. 130.J El zarista Ochrana fue también un innovador en las
cuando la madre de tres alumnos de éste se hizo pasar por una joven estudiante para prácticas de infiltración.
después informar muy críticamente sobre la calidad de la enseñanza (San Francirco Ch· lJ Bo1ton Record American, 17 de marzo de 1967.
rom'c/e, 9y12 de octubre de 1%3). 24
The New York Times, 18 de agosto de 1967.
étvirrg Goffman Temas estructurales en las fabricaciones 179
178
mientos sociales, práctica que se ilustra, por ejemplo, en el artículo e) La consideración de la penetración conduce fácilmente a ocro
subtitulado <<El periodista de Li/e que se introdujo de incógnito en un proceso: la «encerrona» [entrapment]. Se trata de la actividad por la
"comité" cuenta la historia desde dentro». cual un provocateur suscita un acto desacreditador sobre la base de
que~ la persona adecuada para compartir el mundo secreto. La ence·
En septiembre, el periodista de Lije Sam Ange!o!f, u~~~o su sc~do n~m rrona es, pues, una forma activa de penetración; en vez de esperar
bre, Tony, se introdujo de incógruto en el comlte ant1bélico del D1a de Viet- acontecimientos incriminadores (o utilizables de algún modo contra
nam en la Universidad de California (Berkeley). Estuvo cuatro semanas ayu- d engañado), la actividad se induce:
dando a organizar las marchas para aprender el funcionamiento de las
organizadas aquí2'. Reno (UPI).- El fiscal Harry Busscher, arrestado el pasado mes de febrero
en un dramático incidente en la sala del juicio por los funcionarios de la fis.
La técnica sociológica de la observación participante n.ormal- calía del distrito, fue declarado culpable la pasada noche por soborno de
mente supone cierto grado de infiltración también, P?rque mcl~so perjuro[...].
cuando el estudioso informa a los sujetos de que se dedica a estudiar- Busscher fue arrestado durante un descanso del caso de divorcio que se
los, no es probable que éstos aprecien en detalle qué tipo de datos estaba juzgando en el tribunal de distrito, después de que un testigo, al pare-
está recogiendo, ni qué actitudes externas entre las que ellos presen- cer, perjurase cuando testificó que uno de los clientes de Busscher cumpüa
tan serán desacreditadas por esos datos. Como proceso, la penetra- los requisitos de residencia en Nevada para el divorcio.
El cliente Ben Wood, de Oakland, California, testificó en el juicio de
ción tiende a atribuirse al mundo de la intriga política, delictiva e in-
Busscher que en realidad él era un agente secreto del fiscal del distrito y que
dustrial, y todo el asunto tiene un aire novelesco. Esto, sin ~I?bargo, había estado en California durante el periodo en el que debía haber cumplido
no debe llevar a subestimar la importancia de la penetrac1on en la la normativa de residencia.
vida cotidiana. El chismorreo de primera mano, el contado por un Wood declaró que Busscher le dijo que lo del requisito de residir seis se·
testigo presencial, suele acarrear la traición y lo que es, de hecho, la manas en Nevada para obtener el divorcio allí podía <<arrcglarse» 27•
penetración en el círculo traicionado. Todo lo que una e~posa le
cuenta a su amante sobre su marido, el amante lo sabe en virtud de Una forma frecuente de encerrona es la empleada por periodistas
haber penetrado en el círculo familiar -y, desde luego, sólo P~~ eso, y agencias para la mejora de los productos de consumo en respuesta a
pues segurament~ ;I p~opósito que g~a. ~.amante no es .adqumr esa aquellos que propagan sus ofertas explotadoras, ya sean ofertas de
clase de informac1on, siendo esta adqumc1on una ganancia o un coste tipo intrínsecamente sospechoso o sospechosas por sí mismas. Así
incidentales a la relación 26• pues, las agencias dedicadas a la publicidad dura de venta de terrenos
en Florida pueden querer prevenir los ataques de un periodista y su
esposa que se hacen pasar por una pareja interesada en la compra, re-
" Ufe, 10 de diciembre de 1965. . . . • corren el proceso completo montado por la publicidad dura, inclu-
La posición estratégic11 dd amante nene .Yª cierto. ~nrercs en este ~º· Él (p~ra
26
yendo una habitación oculta con sistemas de alarma y escucha y final-
emplear d sexo gramatical) no sólo recibe una inform11eton que no debe-:1ª tener, s.mo
que además puede divulgar información sobre sí mismo, con una _segundad. ~auva, mente se marchan con una mercancía que no es precisamente una
ya que la receptora no puede comunicar esos datos~ poner en peligro la.postetón qu.e
pretende mantener, es decir, la de alguien que de ninguna m11ner~ .podna est~r _en s1·
tuación de adquirir esa clase de información. Por .lo tanto, la debll!dad estrateg1ca de que acaba en la oscuñdad, sin saber qué sabe cada quien. Hay otras dos posibilidades.
las relaciones legítimas consiste en que los datos divulgados o atcsnguados .en ellase:- La esposa que tiene una aventura puede confesar secretamente que ha confesado, ha·
tán fácilmente sujetos a traición. También la posición dd amante presenta oertas deb1· ciendo recuperar un poco la ventaja anterior al amante. O la pareja marital restableci-
lidades estratégicas. Con el tiempo, la esposa que tiene una aventura es ~"?bable que da puede estar de acuerdo en informar al amante de que d asunto ha sido confesado (y
encuentre razones para irritar a su marido con lo que ella ha hecho o quiza, lo que es de que seguramente se ha acabado), y que esta información ha sido ratificada conjun·
más frecuente confiese con el fin de ofrct:er pruebas de que ahora está haciendo un tamente. Con todo, el seductor a menudo acaba sin tener nada que decir sobre lo que
sincero csfue~o para dar otra oportunidad a la relación marital. Esta traición a la trai- se ha dicho.
ción a veces no resulta traicionada, en cuyo caso es el amante, y no la esposa amada, d ZI Las Vegas Sun, 12 de diciembre de 1964.
180 Erving Go//man Temas estmduroles en las /abrimciones 181
parcela 28• Las escuelas de baile, las agencias matrimoniales, los servi- ran identificar secretamente a los estafadores, sino también para que
cios de impuestos 29 y la venta de libros puerta a puerta son causa de los inspectores pudieran enterarse de los secretos que los contribu-
sospecha. Los hospitales psiquiátricos que pretenden ser hospitales y yentes compartían con sus abogados. Después del descubrimiento
psiquiátricos han sido mal utilizados en este sentido 30• Los técnicos de esta práctica de recogida de datos, el delegado del IRS [Servicio
que reparan televisores tienen también razón para ser cautelosos, ya que de Recaudación de Impuestos] prometió una acción correctora 32 •
la ley puede hacer su aparición de muchas maneras: Una cuestión semejante se ha planteado como consecuencia de la
miniaturización de los transmisores de radio. Estos dispositivos
Nueva York (AP).-Teresa Head y Joan Stephroe se cercioraron de que sus permiten la colocación oculta en un informante voluntario, que de
aparatos de televisión funcionaban perfectamente, y luego llamaron por sepa- este modo se transforma en un micrófono humano, totalmente mó-
rado al servicio de alquiler y reparaciones de Phillip. vil, que puede retransmitir a un receptor lejano cualquier conver-
La señora Heath dijo que Phillip Schwartz, operario del servicio, se había
sación que logra captar. La legitimidad de luchar contra el delito de
llevado el aparato y después lo había traído con una factura de 50,30 dólares.
Además, alegó ella, había sustituido algunas piezas nuevas por otras de se- esta manera se convirtió en un caso legal llevado hasta el Tribunal
gunda mano. Supremo, que en 1971 se pronunció a favor de utilizar el procedi-
La señora Stephroe declaró que Scbwartz le presentó una factura de 46 dó- miento".
lares por reparaciones innecesarias. Schwartz fue ayer condenado por robo, La encerrona está limitada, aún más que el control secreto, por la
falsa publicidad y conspiración. ley 34 y la moralidad. En algunos casos esta restricción parece deberse
Las amas de casa Heath y Stephroe eran detectives destinadas en la ofici· al convencimiento profundo de que un delincuente potencial no debe-
na del fiscal de distrito de Manhattan, donde se habían recibido quejas sobre ría ser tentado indebidamente a delinquir; ciertamente (se piensa) que
el trabajo de Schwartz n. un agente secreto no debería iniciar el delito procesable, lo que parecen
haber hecho, por ejemplo, policías-espías tan expertos como Tommy
Se ha pasado revista a tres técnicas de doble enredo: el control se- the Traveler [Tommy el Viajero]".
creto, la penetración y la encerrona. Las tres están sometidas a una
gran preocupación moral y legal, a límites estrictos de varias clases y a
12 Véase San Francisco Chronicle, 14 de julio de 1965.
las disputas concomitantes al respeto a estos límites. Se piensa que es-
>J Time, 19 de abril de 1971.
tos dobles enredos no son agradables, pero pese a que la legalidad de :M Lo que puede ser considerado bllStante estricto bajo la perspectiva de los agen-
la implicación en ellas varia considerablemente, siempre está presente tes que hacen c;umplir la ley, como Wayne R LaFave, A"est (Boston, Little, Brown
una cuestión ética. and Company, 1965), sugiere al hablar del trabajo que los policillS de paisano llevan a
El control secreto es actualmente un asunto muy controvertido. c:abo con prostitutas:
Por ejemplo, en 1965, una investigación del Senado reveló que las La prostituta con experiencia no sólo es a menudo capaz de identificar a los poUdas de paisano,
sino que ruúnarüuncnte evita hacer afinnadom:s referentes a algunos de los tres dementos {de
oficinas de Hacienda de varias ciudades, al parecer, habían estado prueba legal).
usando «salas de vigilancia» no sólo para que los ciudadanos pudie- En c:onsecuencú, la policia se ve en grandes dificultades para obtener confesiones de culpa en
casos de abordaje. Los jueces suelen dcscanar tales procesos, dando como razón la protección
frente a las encerronas o cebos o la cseducción», en situaciones en que es dudoso que sea aplicable
u Véase Al Hirshberg, «Hard Sell in Boom Land», en Life, 13 de noviembre de
w
la doctrina sobre las enc:crroruis o cebos, como se defme en d dictamen de apelación. Según la
polida, d sobreseimiento está gAl'lllltizado en los casos de abordaje en la calle, cuando d polida
1964. El subtítulo del artículo es «Una pareja a la caza de una casa recibe el trato ade- utiliza un Cadillac porque «todo el mundo sabe que los poUclas utilizan coches más baratos»,
cuado en Cabo Coral, Florid11». Quizá una descripción más precisa seria «una pareja a cuando el inspector se disfraza de wdsta o de trabajador sin uniforme; cuando d policía hizo
la c:aza de un artículo recibe el trato adecuado en Cabo Coral, Florida». una llamada tdefórúaa a un número que le habtan dado y que le habtan dicho que peneneda a una
19
Véase Owen Edwards, «Many Happy Retums», en New York Magazine, 15 de prostituta en la esquina de una calle sin que ella le lúc:iera señas; y cuaodo el polida invitó a la chi·
marzo de 1971. ca a algunas copas o pasó cieno tiempo con ella antes de que ella lé abordar.a con fines deshones·
10 tos [p. 4'8).
Por ejemplo, el relato reciente de Ann Barry en su obra Belleview Is a State o/
Mind (Nueva York, Harc:ourt BraceJovanovich, 1971). 1
De cuyo amplio trabajo en diversas universidades se informa en Time, 22 de ju·
'
11
The Ev~ning Bulletin (Filadclfia),.30 de diciembre de 1971. niode 1970.
l
182 Erving Go/fman Temas estructurales en las fabricaciones 183
Estas restricciones al doble enredo, sin embargo, no nos deberían plo, ciertos actos indecentes realizados para inducir a los individuos a
ocultar d hecho de que las personas que se implican de esa manera es- que se traicionen a sí mismos son actos que no pueden ser ejecutados
tán enormemente vinculadas de un modo o de otro con agencias dedi- sin contaminar, en cierta medida, a su autor, de manera parecida a
cadas a hacer cumplir la ley. Uno de los caprichos de la época es que como quedaría contaminado si desempeñara el acto directamente, y
en un momento en que generalmente se piensa que los actores escéni- no como una construcción:
cos están en decadencia, la verdadera actuación la lleven a cabo los Tallahassce, Florida.- La revelación de que se estaba utilizando a jóvenes
más representativos de las clases masculinas inconmovibles: artistas universitarios como cebo para atrapar a homosexuales provocó ayer la pro-
robustos vestidos de tiros largos que representan papeles arriesgados testa de los dirigentes de la universidad y del gobernador del Estado de Flo-
que los actores entrenados nunca aceptarían. Sin duda, el brazo de la rida.
justicia ofrece una cierta garantía a estos profesionales-amateurs. ¿De «Pese a que la necesidad de descubrir a los desviados sexuales pueda ser
qué otra manera se podría explicar el consentimiento de un profesor grande, el procedimiento de hacer participar a estudiantes universitarios en el
de instituto, pongamos por caso, que, actuando a petición de la poli- proceso parece globahnente erróneo --dijo el doctor Harry Day, decano de
cía, se introduce en una conversación de estudiantes sobre marihuana los estudiantes-. Es de esperar que no continúe esa práctica.»
y les hace saber que le queda poca, que luego hace media docena de El jefe de policía, Frank Stoutamire, y su ayudante Roben Maige, confir-
maron los infonnes que circulaban desde hacía varias semanas, según los cua·
compras a los traficantes del campus, dando esto lugar, a su debido les se pagaba 10 dólares a cada estudiante que trabajara parte de la jornada
tiempo, a la detención de la red compuesta por cuatro estudiantes? 36• como infonnador contra los infractores sexuales".
Ciertamente, se trata de algo más que de una licencia legal. Detrás de
un agente secreto está un determinado servicio gubernamental y, al 2. El control secreto, la penetración y la encerrona como formas de
parecer, pensamos que el disfraz por parte de esa agencia es normal- doble enredo son diferentes de las estafas clásicas en un aspecto: la ta-
mente aceptable, incluso digno de alabanza, pese a que las víctimas rea no requiere excesivos apoyos, aun cuando d estafador tenga que
puedan tener sentimientos muy diferentes a ésos. Esta licencia pro- asumir un papel que no es el suyo. Ahora se debería proseguir para
funda es una convención de encuadre; transforma el interés propio en ver que aquellos que enredan a otros se exponen a ser descubiertos no
desinterés y aísla al desnaturalizador de la inmoralidad de la desnatu- sólo por algo disfrazado u oculto, sino por aquellos que pueden hacer
ralización. Lo aísla como lo podría hacer un juego. Pero, en este caso, el trabajo meramente insistiendo en ser ellos mismos.
el juego devora al mundo y se juega en contra de personas que no son Cuando los individuos planean actos ilegales o poseen secretos
capaces de reconocer que se han convertido en jugadores. vendibles, corren el riesgo de la defección de un miembro del grupo.
Las restricciones al doble enredo mencionadas hasta ahora recaen Dd mismo modo, cuando los individuos intentan hacer contrabando
sobre la persona traicionada, planteándose la cuestión de si debería o sobornar a alguien para que traicione a una organización, o tomar
dársele al potencial ofensor una oportunidad razonable para autolimi- parte en diversas formas de extorsión, se exponen a ser traicionados
tarse y no considerarle culpable, a menos que actuase por decisión como ocurre cuando intentan estafar; la persona puesta en ese brete
propia. Pero hay otro límite a la encerrona, tan interesante desde la no tiene más que quejarse a la policía y es probable que se le pida se-
perspectiva del análisis del marco como el último, a saber: ¿de qué guir el juego hasta el momento oportuno. Adviértase aquí que la per-
rol debe abjurar un provocateur debido al carácter contaminador de la sona que enreda así al posible agresor no necesita llevar un disfraz o
conducta misma? Porque tras ciertas restricciones al doble enredo buscar apoyos; ni tiene tampoco que asumir una identidad biográfica
subyace una valoración de los límites de la transformación. Por ejem- falsa. Sólo tiene que seguir haciendo lo que haría normalmente -si
está actuando bien, ya tiene apoyos y conoce la línea de actuación 38- .
16 Reportaje en San Frandsco Chronicle, 6 de junio de 1965, bajo d título «Cómo se
rompió d circuito de la droga en (d Instituto] Galileo». El reportaje no hace ningún 11 San Fandsco Chronicle, 29 de diciembre de 1965.
comencario rcspecco a la relación que este estimable actor tuvo después con la comuni· JI Argumento desarrollado en «Normal Appearances», en R. P., especialmente en
dad de estudiantes. fas pp. 270-277.
184
Eroing Goffinan Tet1U1r erlructuraler en lar /abn'cacioner 185
Todo Jo cual desvía Ja atención de la vulnerabilidad de Jos individuos cambio a menudo no es ajeno al engaño; porque si no participara en
sujetos al control secreto, la penetración y la encerrona hacia la vulne- una actividad desacreditadora para su imagen pública, para empezar
rabilidad de aquellos que maquinan esos dobles enredos. no podría haber sido objeto de control, infiltración o de encerrona.
R~ulta evid:nte que cuando un individuo es enredado por otro, Así, de hecho, se trata, en este caso, de un nuevo enredo, de algo más
el manipulador ttene poder sobre el enredado. El descubrimiento nie- estratificado que la estafa.
ga ese poder. Sin embargo, cuando alguien descubre que está enre- Sin embargo, pese a lo poco frecuente que pueda ser la inversión
~ado, obviamente la denuncia del otro no es la única posibilidad que del marco, se oyen casos de ella con cierta frecuencia. El uso de dispo-
tt~ne. En general, estratégicamente, lo más sensato, como ya se ha in- sitivos de grabación para dar a conocer intimidades exculpatorias es
dicado, para l_a parte descubridora es continuar actuando temporal- un estereotipo, como lo es el uso de un agente desenmascarado para
me:ite como s1 no se hubiera hecho el descubrimiento, transformando transmitir información falsa sin saberlo o (si el agente ha sido entrega-
radicalmente de este modo la situación en otra en que el enredador es do) a sabiendas. Se registra también el reclutamiento de personas uti-
a su vez .e?redado. La oportunidad para que todos estén en igualdad lizadas como posibles cebos, y ello no sólo en los relatos ejemplares
de condioones temporalmente se pierde, dando como resultado ine- narrados por seudoprostitutas. El siguiente testimonio ha sido atribui-
vitabl~ la creación de otro estrato en el marco. Aunque a menudo lo do a Pierre Aunay, un gran granuja francés moderno:
ocurndo es meramente cognitivo, algo subjetivamente localizado en la
mente del que hace el descubrimiento y no revela el haberlo hecho Haciéndose pasar, en otra ocasión, por traficante de heroína, timó a dos agen-
sin embargo ha tenido lugar un acontecimiento estratégico fundamen: tes de la oficina de narcóticos de Estados Unidos que intentaban tenderle una
tal, un ~c~ntecimiento de importancia objetiva para el flujo de los trampa, y les birló 12.000 dólares a cambio de varias bolsas de lo que resultó
acontecmuentos, como se verá cuando el descubridor haga saltar el ser sólo azúcar en polvo 40•
cebo, que su inacción ha ayudado a poner. En este caso «actuar como
si no pasara n~d!1», guardándoselo todo en la cabeza, resulta una juga- Y, ciertamente, la literatura sobre espionaje recuerda que los aspi·
da muy estrategica, una confluencia en el flujo de acontecimientos en cantes a infiltrados son blancos primordiales para la inversión del
la que una perspectiva conductista y objetiva pasa por alto los hecbos marco. Por ejemplo, si un agente extranjero solicita trabajo en una
fundamentales. agencia de inteligencia pretendiendo infiltrarse en ella, debe estar pre-
. , De esto se sigue, pues, que los profesionales del control, la infiltra- parado para volver a celebrar sucesivas entrevistas y apoyarse en esas
c1on Y Ja encerrona se tornan vulnerables por la vulnerabilidad que entrevistas para evidenciar que se está siguiendo con el proceso ordi-
producen los ~tros. Lo único que se requiere para producir su caída es nario. Si se sospecha de él, se lo pone fácil a su entrevistador para que
que los enganados descubran lo que está aconteciendo y no hagan le dé largas, hasta que se recojan todas las pruebas:
nada para re~elar su des~ubrimiento. Al co!ltinuar haciendo Jo que no
obstante hana! pero teruendo ahora un cwdado especial para despis- A petición dd FBI, lo llamé a la oficina y lo entrevisté tres veces mientras se
tar al adversano, el engañado puede fácilmente engañar y los amatetirs verificaban sus contactos, teniéndole a disposición hasta que el FBI pudo
intervenir con un caso bien amarrado. La última vez que le estreché la mano
pueden derrotar a los profesionales. Diríamos que se puede invertir el
9
marco l , Ciertamente, el inocente que en esta ocasión maquina un
que es seguido, no se le permite permanecer en el oficio por mucho tiempo.) Dos: se da cuenta
de que es seguido pero no puede escapar, en cuyo caso el agente debe simplemente dar un rodeo y
. " A ~eces llamado «~evolver la pdota» y «dar la vudta a la tortilla~. El acto no no descubrir su destino pñmitivo. Tres: adviene la presenci4 dd perseguidor y escapa, por lo que
s1~p.re tiene que ser pasivo,
como en el siguiente ejemplo sacado de una novda de es- d agente puede llegar a su pñmicivo destino sin compañia. Cuano: adviene la presencia dd pcr.ie-
p1ona1e: guidor, escapa y lo desafía. (Yo hice esto con el joven Hcngel. En este caso mi pel'SCguidor no era
un contrario, pero la diferencia es escasa: siempre se tiene la tentadón de desafiar después de C$C&·
La '!pcración en que ahora estábamos embarcados cra conocida como operación .Ja vudta de la par, aunque sólo sea por ver cómo el ouo se pone colorado.) Cinco: adviene la presencia del per-
tortilla.'" Cuan~~ ~n ascnre comienza a seguir el l'llStto de otro, el desenlace se producirá entre seguidor, escapa y lo sigue. Se han cambiado las tomas y el perseguidor es ahora perseguido
estas aneo pos~ilidades. ~na: ~11die se da cuenta del seguimiento y d hombre seguido conduce 8 [Adam Hall, Tbe Quiller Memol'llndum (Nueva York, Simon and Schuster, 196,), pp. 147·148].
la parte conuana a su desuno sin saberlo. CRar.uneme sucede. Al agente que ni siquiera adviene 40 Time, 26 de enero de 1968.
186 Eroing Go/fman Tl!l1ta:r estructurale:r en las Jabricacione:r 187
me sentí como Judas y le dije que estaría en contacto con él si surgía la necesi. 3. Hasta ahora he considerado algunas formas obvias de nuevos
dad de sus servicios, sabiendo que salía de mi despacho para ir a parar a la enredos (incluyendo las que pueden lograrse mediante el control se·
custodia de los agentes federales. No he vuelto a saber nada de él~ 1 • creto, la penetración o la encerrona) y la vulnerabilidad o el riesgo es·
pedal de estas tramas. A veces se produce el enredo seriado, en el que
Se ha dicho, y resulta interesante, que la tarea de mantener esa in. el conspirador originario es engañado por gentes diferentes de aque·
versión puede extenderse ampliamente a la organización doméstica. llas contra las que conspiró: «En Ciudad Júarez, México, dos rateros
Como ejemplo de ello, citamos la siguiente anécdota sobre la situa. que, arrodillados en una iglesia, robaron la cartera de Andrés Quiño-
ción de la oficialidad británica en Estocolmo durante-la Segunda Gue- ·nes con 13 dólares mientras éste rezaba fueron arrestados por un poli-
rra Mundial, grupo que funcionó de modo accidental como parte de cía que estaba arrodillado detrás de ellos» 43 • También se ha considera-
la resistencia Londres-Europa: do una segunda estructura: la inversión del marco: aquel que intenta
engañar a otros es descubierto, sin él saberlo, en su intento, y sus vícti-
Un prisionero evadido, a quién llamaré Wells, aunque ése no era su nombre, mas hasta ese momento prefieren ocultar el descubrimiento y contro-
planteó un problema mucho menos agradable. Llegó a Suecia por la ruta ha. lar a la persona descubierta. Pueden mencionarse otros subterfugios.
bitual y la explicación que dio de su huida fue sospechosamente circunstan- El enredo mutuo puede ser posible -y ciertamente lo es en las obras
cial[...].
Nuestras vagas dudas estaban más que justificadas. Wells, nos dijo de Shakespeare-. Y sin duda puede darse una clase de enredo compe-
Londres, era altamente sospechoso de ser un traidor a quien los alemanes titivo, en el que ambos bandos intentan engañarse mutuamente, sa·
habían permitido escapar con el fin de que les pudiera servir de agente en hiendo cada uno que el otro intenta engañarlo, pero intentando supe-
Inglaterra. rar al otro en d engaño 44 • El enredo competitivo se parece un poco a
Por desgracia, la estancia de Wells en Estocolmo se prolongó debido a
que durante varios días después de que recibiéramos la inquietante señal, no
41 Time, 20 de abril de 1953. Un segundo ejemplo. A pñncipios de los años sesenta,
hubo aviones para llevarlo a Escocia. Durante más de una semana, aquellos
que conocían el secreto sobre este hombre se vieron forzados a tratarle con en Nevada, cuando se podía disponer ya de la estrategia por ordenador para d juego dd
veintiuno, y los casinos no habían tomado medidos eficaces en contra, resultaba posible
unas muestras de amistad y aprobación falsas, muy difíciles y desagradables ganar la partida. Puesto que la estrategia era un osunto extraordinariamente académico,
de mantener. Fue particularmente difícil para el señor Wright (un administra· fueron sobre todo los estudiantes de licenciatura y los profesores de universidad quienes
tivo-confidente del agregado militar), con quien vivía Wells, y que había visto adquirieron ese conocimiento, pero estas personas estaban muy poco familiacizadas con
el siniestro telegrama de Londres. Dio la casualidad de que la señora Wright el estilo de juego de los «cafoveras» y otros jugadores serios. Así pues, los jugadores del
en aquel momento se dedicaba a preparar un pequeño espectáculo para con· veintiuno poseedores de una capacidad nunca alcanzada por el hombre hasta entonces
:JI tribuir a las muchas obras de caridad que se hacían en tiempo de guerra, y por se encontraron con que eran tratados por los crupieres como turistas y con que eran ayu·
las que ella estaba interesada. Wells se ofreció a hacer juegos de manos y la dados, aleccionados o ridiculizados. Muchos de esos expertos pensaron que seria pru·
1 señora Wright, que no sabía nada de la sombra que se cernía sobre él, aceptó dente hacer que la casa perm1111eciera en su error, para evitar medidas en contra de los
«acumuladores de fichas». En reswnen, estos nuevos expertos representaron d papel de
el ofrecimiento con gratitud. Fue realmente horrible ver a Wells, vestido con honestos, e intentaron, a menudo con éxito, burlarse de la casa. Puesto que estos jugado·
un traje de etiqueta alquilado, salir al escenario y ofrecer una cuidada ejecu- res se percataron de que invariablemente aguantaban mucho más que cualquiera de los
ción de los trucos normales en los juegos de manos. Uno se sentía como un que estaban a su alrededor -si es que efectivamente no g111111ban-, el jefe de mesa mó.s
funcionario de prisiones, de servicio en la celda de los condenados. Descansa- ceromo acababa por encajonarlos discretamente. No era, pues, infrecuente que un cru-
mos profundamente cuando pudimos ponerlo en el avión y desearle buena pier se encontrara que estaba camelando a un jugador mientras de hecho estaba siendo
suerte. La iba a necesitar 42 • enredado por él, incluso de la misma m1111era que d jefe de mesa estaba enredando al ouo.
~ Herbcrt Ashbury, en su historia dd juego americano, Sucker's Progre:rs (Nueva
York, Dodd Mead and Co., 1938), describe el modelo heroico: «Un jugador cojo lla-
mado James Ashby, que ejercitaba sus talentos en un campo donde comparativamente
había escasa competencia, desplumó a casi todos sus compañeros tahúres» (pp. 205-206).
41
Robert Hayden Alcorn, No Bugles/orSpies (Nueva York, Popular Library, Los buscavidas tramposos, al menos en las novdos, han adquirido la misma reputa·
1964). P- 34. ción. Una difundida escenificación y un ejemplo de película sobre las competiciones
42
Ewan Buder,Amateur Agent (Londres, George G. Harrap & Co., 1963). pp. 125-127. de enredo es Sleuth, de Anthony Shaffer.
188 Erving Go!frnan Temar ertructur11/er en '41 /11hrit:11cioner 189
lo que ocurre en los juegos de farol como el póquer. También parece sus respecti~as filosofías. El otro sujeto en realidad era un experto abogado
posible en el mundo «real», como un estudioso de los robos de tien- que se reurua con cada uno de Jos sujetos con instrucciones especiales de ata-
das nos recuerda: carlos des~ando su filos~fía, señalando sus inconsistencias y haciéndoles al-
ter~r o retirar sus afirmaciones. Doce minutos de esta díada se grababan en
1
Un hombre, por ejemplo, fue visto por el escritor y por una detective del al- pelicul11;5 ~~:moras que serví!1° de autoconfrontación cuando los sujetos veían
r macén robando un monedero de piel de serpiente valorado en 24 dólares. La la repet1c1on. Una vez la veta él solo (estaba siendo observado durante todo d
l detective del almacén, que observó que el hombre actuaba muy sospechosa e tiempo); o~r~ vez, con d entrevistador, que interrumpía la película en los mo-
indiscretamente, no lo arrestó... Ella supuso, correctamente, como se com- m~ntos crmcos, pr;~untando al sujeto por el significado de ciertos movi-
,,f probó después, que la motivación del ladrón era ser arrestado después de ha- nuentos, g~tos y habito~ de ?abla, y cómo se sentía realmente en aquel mo-
1 ber «arrojado» la mercancia {arrojando de una patada el monedero a un dis- ~ent«?, ~e¡an~ole asociar libremente acontecimientos semejantes en su
creto rincón). Quizá se hubiera resistido a la detención y forzado a la h!5tona mf~~· Y, otra vez, un año y medio después, cuando intentaba revi-
detective a herirle (tales casos han ocurrido anteriormente) en el proceso de VIC sus sentmuentos en el momento del tenso intercambio•6.
por aquellos que pensaban que él había cambiado, originando este úl- embargo, los individuos que están en el escenario se verán obligados a
timo descubrimiento un intento de nuevo cambio 47 • manejar y ocultar su conocimiento del desarrollo y del desenlace de la
Los límites aquí son bastante claros. Después de cierto número de obra de manera diferente a la que el público real maneja los suyos. Por
virajes, nadie puede confiar en nadie, y el esfuerzo por evaluar el peso lo tanto, tenemos -comenzando desde el punto más interno- una
que ha de darse a los acontecimientos relatados por el agente puede franja de acontecimientos que podrían haber ocurrido de hecho,
llegar a superar cualquier valor que el agente tenga, bien como fuente transformada para la producción dramática, retransformada como
de posible información válida sobre el enemigo, bien como canal para una construcción para tenderle una trampa al rey, transformada una
transmitirles formación desorientadora. vez más, puesto que toda esta trama realmente acontece en la obra, y
Consideremos ahora los casos de transformación en los que el no sólo a través de ella. Y la montaña de comentarios literarios sobre
borde del marco es una transposición de clave o, en el peor de los la obra es una transposición de clave de todo esto.
casos, una fabricación en broma y bastante provisional. Shakespeare La comedia diseñada para dar un tratamiento cómico a los múlti·
ofrece un comienzo idóneo. La «obra dentro de la obra» que Hamlet ples estratos de la actividad puede llevar las cosas mucho más lejos de
utiliza para sorprender la conciencia del rey es, empezando desde el lo que lo hizo Shakespeare. Por ejemplo: en la película Love and Lar-
punto más interno, una franja de posibles acontecimientos pasados ceny, el protagonista, un ex delincuente retirado, con una pensión civil
-el asesinato de Gonzago- y el tipo de franja que podría ser cam- -un trabajo legal, una esposa y un bonito apartamento nuevo-, abre
biada a clave teatral si Hamlet fuera real. De este modo, tenemos un la puerta a un hombre de apariencia sospechosa que quiere venderle a
encuadre teatral de la realidad. El público escénico de esta obra dra- bajo precio un candelabro. El vendedor y la pareja mantienen una coa-
mática interna, incluyendo al rey, debería ser capaz de mantener un lición tácita contra el orden legal, regateando sobre lo que obviamente
acuerdo explícito con los actores, con la troupe visitante, conocida de es un artículo robado. El núcleo interno es, pues, un trato acerca de
antaño de Hamlet, respecto a que lo que está ocurriendo es una una venta, pero sistemáticamente reenmarcado, de modo que mien-
«mera>> representación: el público escénico no necesita saber el desen- tras que el regateo parece ser sólo eso, en realidad está transformado
lace de la obra; sólo necesita estar dispuesto a entregarse al desarrollo tácitamente de manera que permite a ambas partes saber que saben
del drama como si fuera real, y además haciéndolo de manera que deje que el artículo que se va a vender es robado. La pareja se retira a otra
de participar tan pronto como caiga el telón, habiendo visto con clari- habitación para coger el dinero, vuelve y paga el candelabro. Pero se
dad, momento a momento, que todo lo que sucedía era únicamente ha realizado la vieja operación del timo -la sustitución de un artículo
una representación. Sin embargo, la elección concreta de la obra por bueno por uno barato, un enredo enredado-. El protagonista, que es
parte de Hamlet, dadas las circunstancias, y especialmente su tranqui· también un profesional, conoce el truco y descubre al vendedor. Así
lo cambio de doce o dieciséis versos en el texto, transforma la transpo- pues, los tres personajes en apariencia comparten de nuevo un único
sición a clave teatral en una fabricación explotadora, en algo que el rey marco de referencia; las fabricaciones divisivas han sido desacredita-
habría denunciado si hubiera sabido de antemano lo que se le estaba das. Una vez desenmascarado, el protagonista induce al vendedor a
preparando. Así pues, tenemos un encuadre teatral fabricado. Pero hablar sobre los lugares y personas que tienen en común, puesto que
esto, desde luego, forma parte de la obra que Shakespeare escribió; son miembros de la misma comunidad. En esta discusión el protago-
una obra que personas que son actores escenifican ante personas que nista revela hechos que le desacreditan. El vendedor muestra entonces
son realmente miembros de un público. Los actores que representan su verdadera identidad, deteniendo al protagonista. El vendedor era
al público escénico y los actores que hacen el papel de actores escéni- un detective, y el truco de la venta era una treta. Así, al ser aparente-
cos comparten por igual el estado de información que el director po- mente sorprendido y volver a la actividad «directa>> o no fingida, el
see. Y puesto que la obra en cuestión es Hamlet, ningún público real vendedor estaba realmente atrapando al protagonista y a su mujer. El
desconocerá probablemente el desarrollo y desenlace de la obra. Sin abandono de la máscara formaba parte del engaño. Pero ahora, con
esta segunda admisión por parte del vendedor, el engaño realmente ha
~7 Los ñcsgos de los cambios de bando se consideran en S. T., pp. .56-58. terminado y los dos hombres se separan, el protagonista con un adiós
192 Erving, Go/ftna11 Temas esl"'cturales en las fabricaciones 193
triste, esposado. Una vez abajo, en un coche, sin embargo, los dos cuadre para clarificar los temas, y los directores del espectáculo de-
hombres nos muestran que realmente el vendedor era un colega del penden de la capacidad de los espectadores para responder a las seña-
protagonista, y que toda la trama era un recurso que el protagonista les dispuestas al efecto, cosa que los espectadores parecen ser muy ca-
podía utilizar como medio para desembarazarse de sus trabas legales. paces de hacer.
Así pues, el segundo desenmascaramiento del engaño fue también En general, pues, puede esperarse que la estratificación más com-
una fabricación, pero esta vez sólo la mujer fue enredada. Y todo ello pleja se produzca en la presentación en forma de guión novelesco, tea-
es una película, es decir, una fabricación en broma. Los ensayos du- tral o cinematográfico y que, en cierto sentido, por lo tanto, sea irreal 49•
rante la producción de la película generarán otra estratificación más. Pero esta irrealidad no nos debería ocultar el hecho de que, mientras
Aquí, pues, existe otra base que limita la profundidad de la trans- vemos el espectáculo, el público puede seguirlo e interpretar lo que
formación. Uno no se pregunta cuántas capas pueden acumularse an- está aconteciendo atendiendo a las pistas relevantes del encuadre.
tes de que se produzca la sospecha generalizada o resulte probable el Ésta es la gran lección, y nos habla de una capacidad humana crucial,
descrédito, sino más bien si el propósito del público consiste sólo en ejercida tanto respecto a los acontecimientos reales como a los ficti-
seguir la charada y gozar de la complejidad cognitiva, y si el propósito cios'º· Un buen ejemplo lo aporta el crítico de cine Béla Balázs:
de los personajes que actúan es cooperar en la realización de tal espec-
táculo, ¿hasta dónde pueden llevarse las cosas antes de que se produz. la misma longitud cuando sólo puede confiarse en que una de las partes se comporte
ca confusión? como se planeó. Obviamente, una pequeña desviación de lo que se espera al principio
de la secuencia puede desequilibrar los pasos siguientes dd plan. Un pensamiento es·
Dos argumentos cobran ahora relevancia. Primero, la propia intri- tratégico «Serio» intenta resolver este problema mediante una planificación de las con·
ga puede tomarse muy compleja. En virtud del hecho de que toda la tingencias, es decir, daborando una réplica en cualquier punto decisivo ante todas las
interacción se basa en un guión, cada parte puede contar con producir respuestas imaginables dd oponente, pero tal tipo de diseño en matriz parecería poner
precisamente el efecto que desea y obtener precisamente la respuesta límites estrictos a la secuencia.
que se había planeado. A su vez, esta respuesta puede ser producida En los textos dramáticos, las contingencias de la fabricación van a menudo ligadas
11 las contingencias del recurso a la fuerza, produciendo así planes ejecutados que d
por alguien que, según el guión, se debe mostrar plenamente atento a mundo real nunca permitiría. Los urdidores deben acercarse a su objetivo pasando
la pretensión del instigador y plenamente competente para aparentar por una serie de puntos de comprobación, sobrecargados además con varias piezas de
que cae en una trampa cuando «de hecho» no ha sido así. Y así sucesi- equipamiento pesado. En algunos puntos emplearán la tergiversación, en otros la
vamente. Este tipo de cosas no pueden lograrse cuando sólo se cuenta «neutralización» mediante la fuerza,_teniendo en ambos casos que afrontar lo que
debe ser una respuesta bastante impredecible. Además, d equipo tendrá que dividirse
con una de las partes para que siga d guión, siendo ésta la situación en en grupos, acercándose cad11 uno de ellos desde una dirección diferente y con una serie
la vida real 48• Segundo, los espectadores dependen de las pistas de en- diferente de controles, requiriendo, por lo tanto, no sólo una secuencia de maniobras
logradas sino también la sincronización precisa de estos éxitos.
49
El tratamiento literario de los sueños ofrece una complejidad semejante. Una
41 Hay que hacer una precisión. La complejidad del marco aparentemente se pue-
ilustración:
de desarrollar de dos formas, una intensiva y otra extensiva. El modo intensivo gira en
Un ejemplo de tal transfonnación como pttne de la vida intima de un loco lo ofrece una p1yasado
tomo a la decisión de acción, como cuando Sherlock Holmes se tuvo que bajar dd tren de Hanswurst, reencarnación de Arlequín en el teacro vienés del siglo xvm. La payasadl sondeo
para evitar encontrarse con Moriarty, y entraña d problema dd espejo: si él piensa que un estado de conciencio en que d «yo• y algo que podría o no ser el «)'O•, sepuados por una espe·
yo pienso que él piensa, y asi sucesivamente. Ésta es la clase de complejidad por la que la cie de «llada.., se confunden irremediablemente y en el cwtl la vida continúa de awc:rdo con unos
teoría de los juegos parece haberse preocupado principalmente, y en este caso las si- intenciones que al «yo• de Honswurst le resultan difícil comprender. Hanswurst se pone a dormir.
tuaciones estratégicas reales pueden ciertamente hacerse tan complicadas como las su- sueña que está soñando y, en este segundo sueño, sueña de nuevo que está soñando; en este sueño
jetas a un guión. El aspecto extensivo de la complejidad gira en tomo a la cuestión de -!enero de un sueño- dentro de otro sueño, sueña que se ha despenado, que se vuelve 1 dormir,
la secuencia o encadenamiento. y sueña que está dcspicno y debe forzarse a dormir para poder soñar, sueña que se duerme de nue-
Los manipuladores planean una acción contra un grupo, anticipando la respuesta vo y se irrita tanto porque duenne y no sueña que se dcspiena y pennanccc d resto de la noche sin
soñar en una especie de vigilia somnolienta que es al mismo tiempo un sueño [Walliam Willcfurd,
del grupo, preparan una compleja acción de réplica a la respuesta prevista, predicen la Th~ Fool anJ His Sapter(Evanston, lli., Northwcstcm Univemty Prcss, 1969), pp. 62-6)).
respuesta del grupo a esa acción, y así sucesivamente. Aunque puede emplearse este
tipo de diseño horizontal cuando toda la interacción sigue un guión -como en las CO· '° Hwnana, porque seguramente es cuando lo hacernos mejor, pero, de hecho, na-
medias de enredo o en las novelas de espionaje--, no resulta posible una secuencia de tural. Los animales no sólo ofrecen a Grcgory Bateson el mensaje de que «esto es un
194 Erving Gof!man Temas estmcturales en las /abneaciones
19.5
Asta Nielsen (una actriz alemana) una vez representó el papel de una mujer que al público le resulte evidente que está escenificando una simula-
contratada para seducir a un joven rico. El hombre que la contrató observaba ción de una simulación, y en alguna medida los espectadores reciben
el resultado tras una conina. Sabiéndose observada, Asta Nielsen finge amor. señales suficientes para separar fácilmente los estratos.
Lo hace de manera convincente: su rostro muestra toda la gama de emociones
apropiadas. Sin embargo, somos conscientes de que se trata sólo de una fic-
ción, de un simulacro, de una máscara. Pero en el transcurso de la escena,
Asta Nielsen realmente se enamora del joven. Su expresión facial revela esca-
IV. LAS TRANSFORMACIONES DEL ACTOR
so cambio; ella ha estado «registrando» amor todo el tiempo, y lo ha hecho
bien. ¿De qué otro modo podría mostrar ahora que esta vez estaba realmente
enamorada? Su expresión cambia sólo en un matiz ligeramente perceptible e Un~ diferencia central entre los marcos de referencia naturales y los
intuitivamente obvio -y lo que unos minutos antes era un simulacro, ahora sociales es el rol otorgado a los actores, y en especial a los individuos.
es Ja expresión sincera de una emoción profunda-. Entonces Asta Nielsen, En el caso de las perspectivas naturales, los individuos no gozan de un
de repente, recuerda que la están observando. Al hombre que está tras la cor- estatus especial, estando sujetos al mismo modo de ser determinista
tina no debe permiársde leer en su rostro y saber que ya no finge, sino que carente de voluntad y amoral que en cualquier otra parte de la escena~
realmente siente amor. Así pues, Asta ahora finge estar fingiendo. Su cara En el caso de los marcos de referencia sociales, los individuos aparecen
muestra un nuevo cambio: el tercero. Primero finge amor, después muestra de manera diferente. Se definen como agencias autodeterminadas, le-
amor auténtico y, como no le está permitido enamorarse en serio, su cara
'' 1
vuelve a registrar un fingimiento de amor. Pero ahora es este fingimiento Jo
galmente competentes para actuar y socialmente responsables de ha-
ll
que es mentira. Ahora simula que está simulando. Y podemos ver todo esto cerlo debidamente. En relación con esto último, los individuos tienen
en su cara, sobre la que ella ha superpuesto dos máscaras diferentes. En esas un rol totalmente especial en la actividad. Además, la relevancia de
ocasiones aparece una cara invisible delante de Ja real, de la misma manera este rol es algo difusa. Las propiedades que atribuimos a los actores
que las palabras pronunciadas pueden, por asociación de ideas, evocar cosas normales, tales como la. percepción correcta, la voluntad personal,
no dichas ni vistas percibidas únicamente por aquellos a quienes dirigen~•. una gama de competencias adultas, el acceso a la memoria, una medi-
da de empatía respecto a los otros presentes, honestidad, fiabilidad
Pero naturalmente toda la escena forma parte de una película, y identidad social y personal determinadas y cosas semejantes, intervie~
las personas que actúan en ella no intentan ni esperan engañar al pú- nen, en una multitud de maneras, en el trato interpersonal. De ello se
blico con malentendidos; por eso la Nielsen se comporta de manera sigue que cualquier necesidad aparente de redefinir a un actor como
alguien que posee otros atributos diferentes a estos convencionales
juego», sino que además son muy competemes para determinar cuándo un acto es o no puede tener un efecto muy penetrante sobre la actividad en la que
un juego. Como se dice a menudo, un perro puede distinguir muy bien cuándo le han participa la persona modificada.
dado una patada o cuando han tropezado con él, aunque d efecto físico pueda ser
el mismo. H. Hediger, en Studies o/ lhe Psychology tJnd BehtJviour o/ Cilptive AnimtJls
En las cosas cotidianas.de la vida, el individuo trata rutinariamente
in Zoos and Circuses (Londres, Batterworth's Scientiftc Pulicacions, 1955), ofrece un a los otros tanto bajo una perspectiva social como natural, yJo hace así,
texto: además, con un entrelazamiento íntimo y fácil de los dos tipos de mar-
Respecto 11 su capacidad para interpretar la expresión y las señales de entrenamiento relacionadas co. Tradicionalmente los que se dedican a la práctica médica han pen-
con los esdmulos emocionales, el animal es a menudo muy superior al hombre, al menos en la me- sado que reciben dos clases de información del paciente-signos y sín-
dida en que puede distinguir sin vacilación entre lo verdadero y lo falso. En la mayol'Íll de los ca-
sos, por lo tanto, d hacer que se juega y d «hacer crcc:r» humanos no incitarán a los animales du-
tomas-: los primeros entrañan indicadores biológicos objetivos y los
rante d entrenamiento. Con el fin de obl.Cller WUI actuación satisfactoria, la exprcsióa apropiada y segundos, informes subjetivos. De modo semejante, en la construcción
las scfullcs de entrenamiento directamente relacionadas con ella deben ser genuinas, estas señales de básculas que funcionan con monedas, las instrucciones impresas y
1· deben realmeme estor relacionados con d contenido emocional que originalmente tenía para
los allimales. Como norma, d animal no responderá a los gestos vacíos y a la mímica superficial las ranuras para las monedas están diseñadas para actores consumados;
(p. 12'1. los pesos de muelle, para cosas pesadas, animadas o inanimadas.
'
1
Béla Balázs,Theory ofthe film, traducido por Edith Bone (Nueva York, Roy Pu- Dada esta división convencional, sin embargo, hay ocasiones en
blishers, 1953), p. 64. KayeMiller me informó sobre el pasaje. que contamos con tratar a un individuo en un marco de referencia so-
196 Er11ing Go!fm1111 TtmllS estructurales en llls /abn'cadones 197
cial, pero encontramos que está total, o al menos parcialmente, desca- sentación la que está institucionalizada en la exhibición que el payaso
lificado, induciendo así la aplicación de una perspectiva natural: pare- circense hace de una amplia gama de incompetencias fundamentales' 4 •
ce muerto, o borracho, o loco, o presa de un ataque, o demasiado jo- Desde este tipo de representación abierta, sólo hay un paso a la clase
ven para saber ciertas cosas, o sonámbulo en un sueño, o simplemente de broma que requiere que un individuo actúe, digamos, como si es-
dormido'2 • Hay también ocasiones, como veremos más tarde, en que tuviera dormido, previendo que en breve revelará d engaño en tono
puede producirse un desacuerdo respecto a si ha de aplicarse una de broma, y que los engañados tomarán esto con buen humor, como si
perspectiva social o natural. Este desacuerdo en sí mismo puede que no hubieran sido engañados en serio.
no sea debido a error alguno, sino a la inadecuación de los propios A partir de aquí pueden abordarse los temas que más nos intere-
marcos de referencia, incluyendo las reglas de decisión para establecer san: el uso que un individuo hace de cierta descalificación de su estatus
o excluir la aplicación ' 3• como actor consumado para engañarse a sí mismo o engañar a otros,
Las cuestiones sobre el estatus del actor se plantean en otros con- con el propósito en cualquiera de los casos de lograr un fin que de otra
textos. En primer lugar, existe lo que debe ser una práctica universal, la manera sería inalcanzable para él. El producto no es algo destinado a
de representar abiertamente cierta descalificación importante, como resolverse y disolverse en una broma que lleva a que todos los partici-
cuando un hombre imita jocosamente la borrachera o la locura, o el pantes tengan una misma visión de las cuestiones. Se trata de una fa-
ronquido, o como cuando un niño juega a ser «estatua» quedándose bricación bastante más explotadora, un esfuerzo que puede tener con-
como petrificado. (Un cambio reciente se ha producido en el tema de secuencias harto sustanciales para los participantes. Al advertir las
la robotización, en la cual un individuo actúa como un objeto dirigi- arraigadas ramificaciones existentes en la definición de la situación
do, y no como un ·agente que dirige él mismo.) Es esta clase de repre- producida por esta clase de transformación del actor, puede apreciar-
se mejor el papel central que nuestra concepción de los actores juega
1 • en el encuadre de los acontecimientos.
11 ' 2 Dormir es una descalificación m11rginal, que hace al que duerme incapaz de in-
tercambio social sólo cuando los estímulos no son lo suficientemente molestos como Comencemos observando un caso extremo: el acto de fingirse
para despertarlo. muerto. La versión común proviene del mundo" animal: de ahí la fra-
ll " Quizá d ejemplo más conocido en estas dificultades cosmológicas sea d trata- se «hacerse el muerto». La versión humana es fuente de noticias:
miento que domos en Occidente: a las enfermedades mentales, como reivindicación de
,,' una comprensión natural, y no social, de: los acontecimientos. Expresado simplemen-
te: en un extremo tenemos los defectos orgánicos cerebrales sobre: los que existe am- ~ Por ejemplo, Sidney Tarachow, «Circuscs and ClownS», en Géu Rohcim (ed.),
plio acuerdo de que sería erróneo aplicar un marco de referencia social que implique la Psychoanalysis and the Soda/ Sciences, vol. 3 (Nueva York, Intemaúonal Universities
imputación dd estatus de un actor plenamente cualificado; y en d otro extremo, quizá, Prcss, 1951):
los denominadas psiconeurosis leves sobre las que podría c:xisúr un acuerdo bastante
amplio de que podrían aplicarse las normas sociales ordinarias. Sin embargo, muchos El payaso hace cosas increíblemente estúpidas y parece que nunca aprende; es estúpido inclwo •
de los casos intermedios originan diferencias de opinión considerables. Además, la juicio de:: los niños. Annado con una escoba, pretende barrer un clrculo de hu: que arroja un pro-
misma persona, viendo al mismo actor indeciso, no será consecuente y no se limitará a yector, pero nunca lo consigue. Va detrás de una chuchc::ria que cuelga de su peluca. Se dedica a
discusiones sin fin o a crearse problemas con otro payaso, problemas y disputas que se podrían so-
una perspectiva natural o social. Varias disposiciones legales, como la de McNaghten y lucionar en un momento si cualquiera de los payasos mostrase: una brima de intcligcnm. Otros
la de Durham, expresan la dificultad, pero no la rcsudven. Se puede ver una ilustra- payasos proyectan los deseos infantiles más fantásticos. Uoo puede romper platos eternamente,
ción tanto de la curación como de la enfermedad en Thomas S. Szosz, «Some Observa- otro comer cantid.des cnonnes de tanL Algún otro es horriblemente sucio. A veces el payaso su·
tions on the Reloúonship between Psychiatty and the LaW», en AMA Archives o/Neuro· cio crea una situación cómica en la que el superyó resulta gratificado. El payaso se quita un núme·
logy and Psychiatry, LXXV (1956), pp. 297 -315; «Psychiatry, Ethics, and the Criminal ro fabuloso de camisas sucias para llegar finalmente a una limpísima sin una sola manc:ba. Son ab-
LaW», en Columbia Law Review, LVIIl (1958), pp. 183-198; ecThe Insanity Pica and solutamente indisciplinados, de una manen infantil Introducen una buena dosis de agresión, os(
the Insanity Verdict», en Thomas S. Szasz (ed.), Ideology and lnsanity: Essays on the como de masoquismo. Se pegan, riñen, caen, dan traspiés. Las bofetadas y las patadas son sonoras.
Psychi11tric Dehumanization o/ Man (Nueva York, Doubleday & Company, Anchor Se ríen de Lis autoridades, imitan a los jefes de pista, se burlan de policías, boxeadores y bomberos
[p.179).
Books, 1970) [existe traducción al castellano, ed. Amorrortu], pp. 98-112. Se puede en-
contrar una colección útil de extractos en defensa de la locura en Richard C. Donndly, " Véase, por ejemplo, Hedigcr, Studies o/the Psychology and Beh11viouro/Captive
Joseph Goldstein y Richard D. Schwartz, Criminal Law (Nueva York, The Free Press, Anima/s, pp. 52-.53. Además, afirma que los zorros se hacen los dormidos como estra·
1962), parte 6, pp. 734-854. tagema depredadora (p. 150). También se han contado historias de lobos que fingían
198 Erving Go/fm4n Tem4:s e:slructurales en ÚJs fabneaciones 199
Placerville.- Un submarinista de Placerville contó anoche cómo yacía en presentación por parte del actor de síntomas que tienen una función
las fauces de un tiburón blanco en Bahía Bodega, el sábado, y se hizo el muer- demandante, obligando a otros a suprimir los marcos de referencia so-
to[. . .]. ciales y favoreciendo una lectura puramente naturalista de algún seg-
Logan dijo a las autoridades que estaba pescando orejas de mar a unos mento espacial de la actividad del simulador. Una mano sana que no
18 pies bajo la superficie del agua cuando sintió que algo le agarraba la pier- saluda hace que la persona a quien pertenece sea juzgada dentro de un
na. Se volvió a tiempo de ver que un tiburón le había atrapado [ .. .].
«Vi que era un tiburón, así que me relajé, me hice d muerto y finalmente esquema social; una mano vendada igualmente remisa es tratada ade-
se fue», recordaba Logan. Cuando d tiburón se marchó, Logan subió rápi- cuadamente desplazando las sutilezas sociales, obligando a una inter-
damente a la superficie y llamó a gritos a tres compañeros de un barco cer- pretación en ténninos de una visión médica. El fingirse enfermo (o el
cano '6. «holgazanear>>, como se ha llamado a veces a sus variantes menores) es
una técnica adaptativa que parece encontrarse en todo grupo excesi-
Ascon City, Corea del Sur.- La única razón por lo que yo (Pfc. David L. Bi- vamence subordinado, y en América posee una noble tradición que se
bee) estoy vivo es porque no me moví cuando un norcoreano me quitó de un
remonta a la vida en las plantaciones 59 •
tirón el reloj de la muñeca. Hice como si estuviera muerto[.. .].
Lo primero que supe fue que una granada de mano había estallado detrás La segunda fonna de incapacidad fingida es lo que se llama <<histe-
demí. rismo» o «reacción de conversión». A través de ésta el individuo pre-
Me hizo rodar y me deslicé porla colina (unos50 pies)[...]. sumiblemente se engaña a sí mismo sobre su mal funcionamiento, aun
Oí hablar a los norcoreanos. Estaban recogiendo nuestras municiones y delante de testigos escépticos, o incluso sin testigos. Al parecer, este
nuestros rifles. tipo de maniobra no es con mucho tan frecuente como lo fue en tiem-
Uno de ellos se acercó y me iluminó la cara con una luz -una luz roja. pos de Freud (cuando él estudio la «enfermedad» y formuló la rara
Me alumbró la muñeca y me arrancó el reloj de un tirón [. .. ]. noción grotesca del trauma psicosexual como causa-raíz), pero en la
Fui el único que quedó vivo. A varios de mis compañeros los mataron y la medida en que se encuentran (o se encontraron) reacciones histéricas,
razón por la que ahora estoy vivo es porque hice como si estuviera muerto n. hay fundamento para pensar que el individuo es capaz de estafarse a sí
Hacerse el muerto en serio es quedar totalmente descalificado mismo 60• Podría añadirse que aquellos que están obligados a hacer un
como actor. En este caso hay un útil contraste con la fabricación de in-
capacidad física. En nuestra sociedad se dan dos variantes. Uno de los innumerables trucos que d gorila de CW1tro años [Aquile, habitante del zoo de Basileo]
La primera es <<fingirse enfenno», es decir, simular un trastorno fí- usaba para procurar contoc:to humano era meter el brazo a través de la p11ne superior de la ido
mecilica dd aire acondicionado de la jaula, haciendo ver que no lo podía volver a sacar. Vari4S ve-
sico con el fin de evitar acontecimientos no deseados, un proceso muy ces Car! Stemmler, jefe de los cuidadores, ames de darse cuenta de que todo era una farsa par:i in·
conocido también en el mundo animal ' 8• Se trata, seguramente, de la tenur atraer compañía humana, se apresuraba a ayudar al gorila o S4!ir de su aprieto fStuJin o/the
PsychohJg;yanJ Behaviouro/Captive Anima/s, p. 150).
un componamiento loco para atraer a los patos de modo que éstos se acercaran para " Raymond A. y Alice H . Bauer, «Doy to Day Resistance to Slavery», en The Jour-
ver mejor [véase Farley Mowat, NeverCry Wo/f(Nueva York, Ddl Publishing Co., nal o/Negro History, XXVII (1942), pp. 406-410.
60
1971), pp. 75-76]. Las fuentes principales sonJoseph Breuer y Sigmund Frcud, S1udies in Hysteria,
,. San Francisco Chronicle, 29 de julio de 1968. traducido por A. A. Brill (189.5, Boston, Bcacon Press, 19.50), y Sigmund Freud, &me
77 Rdatado en The Borlon Traveler, 3 de noviembre de 1966. Points in a Comparativc: Study of Orgonic and Hysterical Poralyses», en Co//ecled Pa-
" Planteando de nuevo d tema de la intencionalidad. Un individuo que finge una pers, .5 vols. (Londres, lntcrnational Psycho-Analytic Press, 1924), 1, pp. 42-38;
incapacidad física seguramente: l ) es consciente de lo que está bociendo, y 2) dejará de «Fragmcnt of an Anolysis of a Case of Hysteria», en Collecled Papers, 3, pp. 1.3-146;
hacerlo en d momento que desaparece la audiencia adecuada. Los animales que fingen The Problem o/ Anxiety (Nueva York, W. W. Nonon & Company, 1938). Una ver-
incapacidad (como cuando un chorlito se hace el cojo) interrumpen su actuación sión actual es la de Frederik J. Ziegler y John B. Imboden, «Contemporary Conver-
cuando la preso o d depredador desaparecen de la escena, pero de ordinario no puede sion Reactions», en Archivos o/General Psychiatry, VI (1962), pp. 279-287. Al co-
decirse que seno conscientes dd engaño que se llevo a cabo, engaño que la sdección mienzo de la monograña de Breuer y Freud se ofrece una afirmación psicoanalítica
natural ha puesto a su disposición. Hediger, sin embargo, sostiene que los animales co- descomunal: ·
rrompidos por su contacto continuo con d hombre fingen incapacidad en d doble Nuestra experiencia nos ha mostrado que IDs Jivmos síntomas que pasan por espontánl!Ds, o, por
sentido que se encuentra en d hombre: 4:SÍ decir,
por consecuencias 1Jiopátiazs Je hisleria, se encuentran m una "l4ción tan estrecha con el
Erving Go/fman Tema1 estructurales en las fabricaciones
200 201
diagnóstico diferencial entre el fingirse enfermo y la histeria tienen riales.y una alterac~ó!1 de la memoria en el sentido de que ciertas cosas
una tarea que no se puede desempeñar muy saos . f actoname~te
. 61 Ad
. - accesibl~s en condiciones normales no se podrán recordar. Finalmen-
viértase que cuando se simula la muerte o la enfermedad, el sunulador te, al s~ del h~':hizo, el sujeto sufrirá amnesia respecto a ese periodo.
se está apoyando en nuestra comprensión del marco, en nuestra creen- Con la mstruccion adecuada durante el hechizo, y la señal adecuada
cia cosmológica de que en cualquier momento ~uede haber .qu~ dese- una ~ez que es evidente que aquél ha terminado, puede haber acción
char un marco de referencia social ante un accidente o un mcidente, poshipnótica por sugestión. Con estas reglas debería ser posible susci-
dejando el campo temporalmente dominado por interpretaciones que tar un, co1!1portamiento semejante al hipnótico; y ciertamente (como
caen dentro de una perspectiva natural. - . se v~ra mas a?elante) es precisamente mediante el uso de tales reglas,
Habitualmente la descalificación de algunas de las capacidades de segun creo, como se suscita ese comportamiento.
un individuo fund~da en criterios médicos deja otras capacidades su- Ahora un comentario sobre otra transformación deÍ actor: la ho-
yas incontaminadas y se produce una escisión entre el funcionamiento m?sexualidad, y ~pecíficamente en su variante masculina. Se deno-
cuestionado y el no cuestionado. Esta posibilidad hay que contrastarla ~ma homosexualidad tanto la práctica de ciertos actos de tipo sexual
con lo que ocurre con otras transformaciones importantes del actor, a directo c~anto la parti~ip~ción co~~ miembro en la comunidad gay.
saber, el trance hipnótico, la borrachera y la locura, e~ la~ que (se Pero aqw se.trata de dingir la arenc1on a algo diferente, a un estilo de
piensa que) todas las competencias sociales del actor disminuyen o comportamiento masculino que recibe el nombre de amanerado
se pierden. . afe~t.ado o afeminado, especialmente cuando esto ocurre en combi~
Resulta tentador intentar describir las reglas o premisas de la nacion con hechos relacionados con las dos formas antes menciona-
transformación de un actor tal y como convencionalmente se la repre- das. d~ homo~exuali?ad. Porque el estilo homosexual, tal como se ha
senta y percibe. Por ejemplo, en la hipnosis. Se piensa que los ~~v~ defm1do aqm, constituye una transformación de la conducta masculi-
duos tienen una capacidad variable para somet~rse a ella..~as pra~:i na h.abitual, ~uya pauta transformadora se adopta a partir de los este-
cas de poner entre corchetes son nítidas: una mtrodu.ccion .~rohJa, reottpos. habituales ~~ c?mP.º~:imiento femenino. (Aquí parece que
bajo la dirección del hipnotizador al comienzo, y una liberacion me- se manttene un equilibrio diÍlcil, para poder distinguir claramente
nos prolongada (a veces basta un chasquido de dedos) llevada a cabo es~a ~ransformación de lo que hace un individuo que es «reasignado
por la misma persona, al final. El sujeto, una vez «en trance>>,. se c~n me~1camente» a un sexo y que adquiere un nuevo estilo de compor-
1 1
vierte en alguien carente de voluntad, presto a ~cept~r u~a rc:identifi- tanuento como una tarea seria de por vida, y que los bromistas «asu-
cación muy vaga de los objetos que lo rodean, mcl~do él mismo, de ~e?» momentáneamente para imitar una edad, una clase o un estilo
acuerdo con las directrices del hipnotizador. El estilo de comporta- etmco que no son los suyos.) Es esta transformación, junto a las secue-
miento es el del sonambulismo; el habla sosa y apagada. El sujeto (se las de su reconocimiento, lo que ha servido como fabricación como
piensa a menudo) no hará cosas radicalmente ajenas a sus no~as mo- un medio gracias al cual el actor puede intencionalmente de~califi
rales. Se presupone cierto tipo de límite temporal para c~alquter tran- ca!~e a sí mismo de cara a cosas tan desagradables como el servicio
ce. Habrá una capacidad alucinatoria en todas las modalidades senso- militar.
Las transformaciones del actor plantean la cuestión de los límites
del marco y nos dicen algo sobre su carácter. En círculos informales
trauma 01u111/ como los tmnspa"nles fenómenos mencionarlos. Solemos referimos a tales factores de nuestra sociedad parece que no se reprueba excesivamente la imi-
causales h11blllndo de neuralgios, as( como de los distintos tipos de _amnes~. q~ duran 11 veces
varios años, contracciones y parálisis, ataques histéricos y convulsiones epilep~onncs que to- tación abierta y divertida de la conducta demente, alcohólica u ho-
dos los observadores han considerodo como epilepsias reales, el petit mal y afccaones como los mosexual, sieml?re que estas actuaciones sean de corta duración y
des, los vómitos persistentes y las anorexias, que .llegan incluso 11 rechazar d alimento, t<?da clase
de perturbaciones viswilcs, alucinaciones visuales que recurren constantemente Yafccaoncs se· ~contezcan en cuculos ~.onde. todos o nadie estén capacitados para
mejantes [pp. 1-2]. Juzgar. Esta representacton se mterpreta como un medio a través del
61 Véase, por ejemplo, David J. Flicker, cMalingcring: A Symptom», en The ]our· cual los individuos muestran una gran flexibilidad en el compromiso
na/ o/Nervous and Mental Visease, CXXIII (1956), pp. 26-27. tal y como se da en la interacción informal, permitiéndoles momentá-
202 EnlÍng Go/fman Tetnas estructurales en las fabricaciones 203
neamente no ser ellos mismos, a veces con el fin de decir cosas que no Otra cuestión. Si no existe transformación del actor que no pue-
les serían permiúdas viniendo de ellos. Esa frivolidad puede natura}. da simularse, la cuestión se plantea respecto al grado de simulación
mente encontrar cierto grado de reprobación por parte de aquellos que interviene rutinariamente en las distintas clases de transforma-
preocupados por la dignidad del grupo satirizado; la adopción de un ciones. Es obvio que la mayoría de las personas que parecen muertas
estilo racial o étnico (a menos que el actor tenga derecho a ello por están literalmente muertas y, en cierto sentido, no se comportan de
nacimiento) es menos apreciada hoy que hace una década, y los tics ninguna manera, aunque las personas vivas sí se comportan .ante
homosexuales actualmente son considerados cuestionables por algu- ellos, y tan pronto como la funeraria recibe el cadáver lo preparará
nos -y de forma diferente a como se desaprueba el mismo compor- para representar su rol 62 . Quizá pueda decirse algo parecido de las
tamiento cuando es expresado por alguien que se presenta como un personas que parecen dormidas o que dan la impresión de ser men-
auténtico homosexual-. En cualquier caso, aun cuando se desa- talmente muy retrasadas. Pero cuando este argumento se extiende a
prueban estos papeles, la desaprobación se efectúa en razón de la ele- otras transformaciones, las respuestas se tornan incierta5. Se sabe que
gancia y el buen gusto; no se da una preocupación inmediata, a me- se ha simulado locura con distintos fines 6', pero lo que no está claro
nos que se considere que el imitador se corrompe personalmente con es en qué medida esa simulación se integra rutinariamente en el com-
su imitación. portamiento de la mayoría de las personas llamadas locas. ¿En qué
Cuando se pasa de la diversión al medio teatral, la cuestión de los medida se adhieren los locos al estilo que imaginan respecto al com-
límites se toma más delicada. Hasta hace poco tiempo, tanto en las portamiento de los locos?; es decir, ¿hasta qué punto se autocondu-
obras de teatro como en las películas, la caracterización homosexual cen ellos mismos como locos en contraposición a estarlo? Segura-
era en cierto modo tabú, ya que al parecer se pensaba que el actor no mente, cuando los miembros de un grupo social subordinado (como
se podía separar de la reputación del papel que representaba, que el los indios americanos) se consideran como no adultos, como niños en
actuar de homosexual suponía invitar a la sospecha de serlo. quienes no se debe confiar, están adoptando una posición estratégica,
Es, sin embargo, en relación a las fabricaciones explotadoras don- incurriendo en una explotación de los estereotipos comunes respecto
de los límites respecto a las transformaciones del actor resultan más a la irresponsabilidad, y a veces simplemente representando la come-
visibles. En circunstancias muy especiales, como cuando un prisione- dia de la irresponsabilidad por los beneficios que pueden obtenerse
ro de guerra finge incapacidad lingüística o locura, su público habi-
tual no muestra menosprecio; al revés, se produce el aplauso. Pero en 62 Es evidente que el momento en el que acontece la muene puede ser un tema po·
otros casos se piensa que el papel desempeñado es muy inapropiado lérnico, y no hay acuerdo total entre los médicos respecto a la definición de la muerte,
para una persona que no tiene ninguna deficiencia y se aplican diver- se da incluso el caso de que la moderna tecnología médica ha complicado considera-
sos castigos e interpretaciones psiquiátricas para reforzar una relación blemente estos cuestiones. Obviamente estos temas son muy importantes para la emo·
«intrínseca>> entre la actuación y el papel desempeñado. En resumen, grafía del trabajo de hospital y muy útiles para explicar la necesidad -y la fiobilidad-
de los nonnas de decisión para la aplicación de cuitlquier marco, pero subordinar to·
se permite que un individuo represente a alguien que está loco, enfer- dos los intereses sociológicos únicamente a éste -la cuestión de la definición del mar·
mo, que es estúpido o marica, por motivos recreativos, no serios; pero co-- es demasiado. Un recurso metodológico útil consiste en asumir que la investiga·
hacer esto en un contexto serio, en el que subyace una fabricación ex- ción social no se preocupa por lo que un acontecimiento físico o biológico pueda ser
plotadora, y no bromas y juego, es propiciar un serio descrédito. Re- «en si», sino que se interesa sólo en cómo lo utilizan los miembros de Ja sociedad. Sin
embargo, también es necesario preguntar qué es lo que hace d acontecimiento para
sulta significativo que, en este caso, el cambio, al parecer, ha ocurrido que la sociedad lo utilice de un determinado modo y cómo condiciona la vida social en
recientemente, ya que se cree que las opiniones sobre lo indeleble de aspectos no valorados como tales por los participantes.
ciertas simulaciones están cambiando con rapidez, y que (por ejem- 61 Ernest Janes, ccSimulated Foolishness in Hysteria», en su Papers on
plo) los jóvenes de hoy están más preparados que los de ayer para si- Psycho-analysis (Toronto, Macmillan Co. de Canadá, 1913), pp. 141-153; A. C. Cain,
«Ün the Meaning of "Playing Crazy" in Borderline Children», en Psychiatry, XXVII
mular un estilo inadaptado u homosexual a fin de evitar el servicio mi- (1964), pp.278-279; Benjamin M. Braginsky, Martín Grosse y Kenneth Ring, «Contro-
litar, y es más probable que no se avergüencen ante sus amigos y lling Outcomes through Imprcssion-Monagement», en Journal o/ Consulting Psycho-
compañeros por haberlo hecho. logy, XXX (1966), pp. 29.5-300.
204
Cuando alguien intentó probar sus reflejos (los de un paciente de quince es realmente consciente de su simulación. La cuestión es, sin embar-
años) lo tomó a mal, como un niño asustadizo que no comprende lo que se go, si este autoengaño se da realmente alguna vez. La regresión, en
está haciendo. Al cabo de un rato comenzó a gimotear y a gritar, agarrado a todos los casos en que se alega, puede ser una forma de engaño cono-
la falda de su madre, llorando. Ello culminó en un bramid?: Want lo do: cido.
home· Tum home wrh me [«Tero ir a casa, mena casa corurugo»]. Rechazo Otras consideraciones. Parece que en nuestra sociedad cuando un
cot~ente ser tranquilizado por su madre o por mí, y se comportó como un marco de referencia fabricado se cuestiona sobre una base racional
bebé inconsolable, de modo que al final ella tuvo qu~ llev~rselo ~casa. La al- puede darse una clase especial de espectáculo, en el que se simul~
teración en el habla era acorde con su comportamiento. infan~. po~que es marcos de referencia sobrenaturales pero sin reivindicar claramente
bien sabido que una característica del le?guaje de la pnmera infa_ncta es la
sustitución de las linguo-palatales postenores por sus correspondientes an- que están literalmente bajo dominio. Ése parece ser el estado que los
«espectáculos mentales», así como otros espectáculos mágicos, han al-
teriores69.
La estupidez mostraba todas las características del_ infanrll!5~º· es decir, canzado hoy en día 72• Hace una década, el mago o el mentalista eran
Ja irresponsabilidad total, la travesura aparentemente stn propos1to, lo absur- presentados como participando en la verdadera cosa, al igual que los
70
do, la tontería y casi la ignorancia imbécil • hipnotizadores actuales de salas de fiestas que todavía dicen mostrar
la verdadera hipnosis.
Pero puede considerarse que este comportam!ento no es el de un Finalmente, la cuestión obvia: ¿qué pasaría si la mayoría de los
niño mayor, sino el de un adulto competente que intenta actuar como miembros de una sociedad extraña creyeran en la validez de un marco
cree que lo haría un niño -casi i~ual q~e si intentara ~epres~ntar que nosotros, o al menos algunos de nosotros, podríamos pensar que
abierta y patentemente una pequena franJa de conducta infantil por es totalmente inválido? ¿Se podría y se debería hablar, en efecto, de
broma o jueg~. ErnstJones va más allá y so.s_?en_e que este c?!11por- una fabricación?
tamiento no se asemeja a la conducta de un mno sino a la vers10n que La comunicación con los muertos, que constituye una creencia es-
un niño tiene dd comportamiento infantil: pecial sobre su naturaleza y sobre los poderes de algunos de nosotros,
nos ofrece una ilustración y una posible respuesta. Sin duda, hay co·
Siguiendo a Freud, he señalado en otras partes q~e ~a _apari~ión de esta forma munidades en las que un número respetable de personas cree en esa
particular de estupidez, vista.a vecc:s. en adultos htstencos, nene su contrapar· posibilidad. En este caso, resulta perfectamente posible para d estu-
tida exacta en los ataques de infantilismo exagerado a los que a veces se entre- dioso mostrar que esa creencia posee funciones sociales reales y que los
gan ciertos niños. Estos ataques, cuando se agudizan, son a menudo el pr_du- individuos a los que se considera con dones especiales para este tipo de
dio de las risas nerviosas, de las carcajadas incontrolables o de los estallidos contactos adquieren un rol social real, cuya práctica tiene consecuen-
de llanto. El motivo que activa el comportamiento de estos niños es engañar a cias reales en aquellos para quienes (o sobre quienes) se practica. Pero
sus mayores a fin de que los consideren «demasiado pequeños para compren- debe seguirse manteniendo que aquellos que se piensa que efectúan
• • 71
deo> y que, por tanto, ignoren su prescncta . esa comunicación realmente no lo están haciendo; porque sea lo que
sea lo que sucede cuando las personas vivas se comunican entre sí, eso
Aunque la regresión se considere como comportamiento infantil no sucede cuando una de ellas está muerta. Además, pese a lo muy
real o como simulación de lo que el actor juzga que es el comporta- arraigada que se encuentre en una determinada sociedad esta creencia
miento infantil, el argumento convencional es el mismo, a ;~her, q~e el en la comunicación con los muertos, es probable que la creencia esté
actor no está actuando en un sentido u otro con un propostto, delibe- sujeta, incluso en términos locales, a descrédito, lo que no pasa con la
radamente y con astucia para crear una falsa impresión; él mismo no
72 Paraldarncmc, se ha producido un cambio entre los mentalistas, pasando de
"' EmcstJones, «Simulatcd Foolíshness in Hystcria», pp. 145· 146. usar el término sobrenatural a usar términos tales como paranomt11f. En este caso me
ro IbiJ., p. 150. baso de nuevo en Marccllo Truzzi, « Towards a Sociology of the Occult: Notes on Mo·
11 IbiJ., pp. 1'0·151.
dcm Witchcrafuo.
208 Erving Go/fm1111 7. ACTIVIDAD FUERA DEL MARCO
Accidentalmente, a partir de esta anécdota puede deducirse que si de pedir permiso para salir de la fila y hacer sus necesidades, quedan-
el individuo va a estar muy asimilado a un elemento uniforme dentro do, cuando lo hace así, fuera del marco, siendo ésta una versión del
de un diseño global -como sucede en general en la coreografía-, mecanismo ya considerado en relación con los actores incapacitados y
entonces se requerirá de un mecanismo para subsanar los fallos, de tal uniformados que no pueden realizar por sí mismos una ceremonia de
manera que el propio proceso de subsanamiento pueda ser asimilado mutis apropiada) 6 • El tercero consiste en que el actor proteja su desliz
a un patrón -como si estas escenas ocurrieran en submarinos y se frente a la percepción de otros, mediante retorcimientos y contorsiones
requiriera abrir una cerradura especial para permitir que algo del inte- de varios tipos o limitando su impropiedad a una parte de su cuerpo
rior saliera afuera sin inundarlo todo-. Así pues, para cambiar a un protegida ya de la visión de los demás. El cuarto c~nsiste ~ t?marse ~er
bailarín que se ve forzado a abandonar el marco por calambres, hay tas libertades, atendiendo claramente a su comodidad o pidiendo ~b1er
que bajar momentáneamente el telón aunque no esté programado. O tamente permiso para hacerlo o excusas por haberlo hecho, preswruendo
entre los más caracterizados por su vestimenta: que las exigencias de su rol no son tan estrictas como para ~esaprobar
una retirada momentánea. En estos últimos casos, el actor attende a sus
La primera vez que vio desmayarse a una novicia en la capilla, quebrantó todas necesidades vitales y los otros presentes desvían su atención. (Así, un
las reglas y abrió los ojos de par en par. Ninguna monja ni novicia había mira- orador, al comienzo de una charla, puede salirse momentáneamente del
do tanto a la blanca forma que se había desplomado de rodillas, aunque la no- marco para saludar en voz baja a un miembro conocido de la audiencia
vicia cayó a un lado en medio de ellas y su pequeño oficio cayó de sus manos o intercambiar un cumplido con el presidente y, durante la charla, hacer
como si hubiera sido arrojado. Durante unos momentos, mientras continua- una pausa en la ocasión apropiada para tomar un sorbo de agua, limpiar
ban sus oraciones, las hermanas que estaban a su alrededor parecían mons- las gafas u ordenar sus notas. Igualmente, será capaz. de mantener cier-
truos de indiferencia, como distantes de la difícil situación en que estaba la
monja inconsciente, como si no estuviera ante ellas pálida y tendida sobre la al-
tas actividades laterales fuera del marco, tales como Jugar con la pluma
fombra. Entonces Gabrielle vio que la monja enfermera de la comunidad se o apartar los objetos que hay sobre el atril.)
acercaba por el pasillo. La enfermera le tiró de la manga a la hermana que esta- En contraste con las prácticas en los patios de armas, donde se
ba más cerca, la cual se levantó en seguida y ayudó a llevar a la novicia desma- permiten muy pocas cosas como actividad lateral de distracc~ón, hay
yada por el pasillo, pasando ante un centenar de cabezas que no se volvieron, juegos formales de tablero, como las damas, e~ los que ~e extg~ muy
delante de dos centenares de ojos que nunca desviaron su mirada del altar'. poca disciplina por parte de los actuantes, y las mter~poones d1strac-
tivas se disocian fácilmente del desarrollo de la partida. El actor en su
El decoro del patio de armas plantea una cuestión general sobre la calidad de oponente o protagonista está obligado a recordar el estado
desatención. El hecho lamentable (se piensa) es que siempre que los in- de la partida y a tratar, con más o menos aplomo ñsico, de colocar su
dividuos sean incorporados a una actividad en determinados roles, ten- pieza en la casilla pretendida en el momento oportuno; pero, aparte
drán siempre que enfrentarse, en cuanto actores, en cuanto máquinas de esto, es una persona a la que le será permitida una amplia gama de
humanas, con su fisiología, expresada en un deseo de moverse, rascarse, actividades laterales y subordinadas. Quizá, como se argumentará, de-
bostezar, toser y participar en otras actividades propiciadoras de la «re- bido a que los juegos de tablero están tan bien diseñados para generar
lajación animal». Existen cuatro medios generales para habérselas con la participación que no necesitan ayuda formal a este respec.to. M~ al
estas pequeñas exigencias. Uno es suprimirlas. En la sociedad de clase grano, las entidades que los juegos de tablero ponen en funaonanuen-
media, la supresión ocurre en casi todas las circunstancias sociales res- to no son personas sino piezas, y por ello tal vez a los individuos que
pecto al flato. El segundo es tratar estos desahogos tal como se produ- dirigen un conjunto de ellas se les puede penni~r toda clase .d~ de~li
cen, pero como si no se hubieran producido. (Estas son las dos solu- ces --después de todo, las piezas no resuellan ru se rascan ru limpian
ciones empleadas en los modales de los patios de armas. Pueden estar sus pipas, sino que son tan disciplinadas como los soldaditos de plomo.
ligadas por un recurso formal mediante el cual un actor, en el rol, pue-
6 El ejemplo básico es la señal tradicional en la escuela de h,ace un~ pocas ~era«=!o·
' Kathryn Hulme, The Nun'r Story (Londres, Frederick Muller, 1957), pp. 37-38. nes, mediante la que el niño, levantando uno o dos dedos, pedía penmso para tr al bano.
214 Ervrng Golfman Activiáad fuera del marco 215
Estos dos extremos -los patios de armas y los juegos de table- Es claro que en muchas ocasiones no sólo ciertos acontecimien-
ro- han de ser contrastados con la escenificación de un drama. El tos sino también ciertas personas quedarán desatendidas. Guardas,
teatro, más todavía que el patio de armas, obliga al actor a reprimir porteros y técnicos funcionan rutinariamente como si no fueran per-
t?~as las necesidades vitales surgidas momentáneamente y otras ac- sonas, presentes de una manera relevante, pero tratadas como si no
ttvtda.des later~es, p~ro lo hace así por el hecho de que en el teatro lo estuvieran. (En las reuniones gubernamentales, académicas y de
estas mterrupctones tienen un especial valor sintáctico. En el escena- negocios, a veces hay una chica encargada de ir a buscar café opa-
rio se representa una persona totalmente «natural», una identidad pel, de pasar mensajes desde fuera de la sala a las personas que están
plena, cualesquiera que sean las exigencias especiales del rol de una en su interior, de hacer llamadas telefónicas, etc., mientras que ex-
escena determinada. El actor, en cuanto tal, tendrá que establecer presa en su porte -modo de andar, de hablar y de estar sentada-
las formas apropiadas de satisfacer las necesidades animales, ya que, que reclama el menor espacio posible y que lo que hace debe ser de-
como es obvio, las discrepancias típicas entre el actor y el rol son satendido.) Es verdad que hay límites. Durante las manifestaciones
aquellas que el actor debe integrar en su papel si es que ha de inter- contra la guerra en Oakland, en 1967, médicos y ministros religio-
pretar a una persona aparentemente genuina y cabal. Pero estos pe- sos, etiquetados como tales, esperaban ser tratados como no comba-
queños movimientos y expresiones pueden atinadamente insertarse tientes, como fuera de la refriega, pero de hecho fueron molestados
mediante el guión en el flujo prefigurado de la interacción sobre el por la policía. Más tarde se quejaron formalmente de que no se ha-
escenario, sin por ello constituir una actividad lateral genuina. bían respetado sus derechos -los derechos de no ser actores en los
Cuando un actor literalmente no puede contenerse durante la repre- acontecimientos 8•
sentación de su papel, ciertamente puede intentar asimilar esta alte- Cuando se estudia una interacción transformada, tal como la que
ración al personaje que está representando, como si de hecho la dis- se presenta en un escenario, se descubre que los asuntos están, por así
crepancia fuera parte del guión; y sus compañeros pueden intentar decir, formalizados mediante una rigurosa línea divisoria trazada alre-
cooperar en este encubrimiento, adaptando sus textos y acciones dedor del ámbito oficial de la actividad y sus personajes, y la capaci-
para contener el acontecimiento «naturalmente». Pero si este reme- dad relativamente grande para desatender los acontecimientos no for-
dio falla, entonces el azoramiento puede ser muy profundo, más ma parte de este dominio. Se puede encontrar un ejemplo extremo en
profundo quizá del que puede darse en un patio de armas o en cual- el teatro no occidental:
quier otro lugar muy formal; porque el embarazo lo padece una
identidad, no un rol, y más allá de él, el plano de la acción en el que La tradición de las marionetas japonesas, Bunraku, aporta el ejemplo más ex-
están también los otros personajes 7 • tremado de esa canalización de la percepción del público porque se pide a
éste que ignore la presencia visible de las tres personas que manejan las ma-
1 De modo parecido, cuando el público es testigo de que un actor olvida el texto y rionetas cuando sólo se maneja una de ellas. Aquí está bastante claro que sin
oye las palobras dd apuntador, puede verse amenazada toda la ilusión dramática, y no la confianza en el poder de anclaje de esa desatención selectiva, al público le
sólo la actuación de quien mete la pata. La cuestión estriba de nuevo en d nivel sintác· seria imposible gozar de la representación'·
tico en d que ocurre el error. Podemos hablar metafóricamente de un actor que en su Los espectadores europeos de teatro chino siempre encuentran sorpren-
vida literal olvida lo que ha de decir y necesita de apuntador, pero resulta difícil pensar dente y ofensivo que los empleados entren y salgan a escena vestidos de calle;
en una plancha cotidiana que cale tan profundo en la realidad no escénica como el ol- pero para el público iniciado, el traje no teatral del tramoyista parece ser sufi-
vido de unas palabras en un acontecimiento dramatizado. Se parecería al hombre que ciente para que su presencia sea tan irrelevante como lo es para nosotros la in-
olvida el nombre de pila de su esposa al presentarla. Los niños que representan una
obra ante un público escolar pueden superar toda clase de rupturas, al igual que lo
puede hacer su público, pero esto es debido a que nadie espera quedar entusiasmado
8 Véase Terence Cannon, «Barricadcs in Oakland», en TheMovement, noviembre
por la obra, centrándose la atención en d esfuerzo de los pequeños actores, no en su
eficacia. Por la misma razón, los niños hacen muchas pifias y padecen al hacerlas en la de 1967,p. .3.
9 Gcrold L. Hanck, «A Framc Analysis of thc Puppet Theater» (University of
interacción no escénica. Esto, en parte, es lo que quiere decir ser tratado como si «fue-
ra» W1 niño. Pennsylvania, 1970).
Eroing Golfman ActiviáJJd /uua del marro 217
216
tromisión del acomodador que coloca a la gente en sus butacas entorpecien- tos a tolerar el ser fotografiados. Algo parecido ocurre a veces en el
do nuestra visión 10• caso de los concertistas:
Pero el colmo de la estupidez ocurrió durante un recital de Andrés Segovia,
El público, desde luego, no es el único en mostrar esa disposición cuando un chiflado de entre la audiencia se levantó e intentó efectivamente
a desatender. Los personajes representados por los actores desatien- fotografiarlo, ante lo que el maestro dejó de tocar y gritó con un conmovedor
den sistemáticamente a los individuos que están al otro lado del esce- mal uso del lenguaje: «lrnposible, por favor» 11 •
nario, tanto en cuanto asistentes asiduos al teatro (ya que puede desa-
tenderse d nerviosismo, el llegar tarde y cosas por el estilo) como en Además, en el teatro, como se ha señalado, existe una notoria ten-
cuanto espectadores (como cuando se desatienden sistemáticamente dencia a centrarse en un hablante cada vez, pero los otros que están en
las aclamaciones y los abucheos durante un combate de boxeo o un el escenario pueden también participar en alguna activi?a~ q.ue haya
partido de béisbol). de ser contemplada simultáneamente. En el teatro radiofomco •. p~r
El espectro de la desatención varía mucho. Se dice que los solda- otra parte, no es permisible tal complejidad porque, e?~º se ha tn~
dos en el fragor de la batalla pueden soportar lesiones sin sentir dolor cado, parece que tenemos menos capacidad para discnmmar los soru-
y no perciben que algo va mal hasta que vudven al campamento base. dos que para discriminar las imáge?es. . .• •
Una vez presencié un incendio en un casino de Las Vegas. El humo y Las aptitudes respecto al manejo de la distracc1~:m var_ian de fo~a
el olor comenzaron a extenderse desde el segundo piso, se oyeron las considerable según el tiempo y el lugar. Hoy en dia el mvel de rwdo
sirenas de los bomberos y éstos corrían presurosos escaleras arriba que tolera el público teatral en la sala es relativamente baj? c~~para
con el equipo; aumentó el humo abajo, los bomberos, llegado el mo- do con el habitual en el siglo xvm, porque, en general, la disciplina de
mento, se marcharon y, mientras tanto, en la primera planta los cru- los asistentes al teatro es mucho más estricta ahora que en la mayoría
pieres continuaban dando cartas y los jugadores seguían jugando. de las demás épocas de la escena occidental:
Otra noche, en el mismo establecimiento vi a una camarera que se en-
zarzó en una pelea con un cliente, le rasgó la camisa por detrás y lo La insistencia en que todas las obras han de tener un clima ininterrumpido_y
arrojó al suelo, todo ello sin que nadie se molestara mucho en mirar. un suspense creciente es algo que está todavía por ~emostrar, aunque.c;s sm
Por otra parte, aquellos que han trabajado en el campo, cerca de una duda una exigencia en Ja mayor parte del teatr_o ocadent:U. La confu_s1on en
carretera en la Escocia rural, saben que la más mínima distracción el auditorio, la entrada y salida de los persona1es, la co!1"da y la beb1~a han
caracterizado toda la historia del teatro europeo hasta epocas muy recientes.
-un pájaro, un perro, un turista paseando- será razón suficiente para
Para poner un ejemplo, en los ~eatros de la Resra1;1ración i?~esa se acostum-
detenerse un momento y ver lo que está pasando. En la escena teatral, braba no sólo a comer, beber y Jugar a las cartas, sino tamb1en a celebrar due-
los actores que representan a los personajes de la obra pueden estar los y citas u.
preparados para actuar como si no les causaran molestias los que lle-
gan tarde o las personas que agitan las pulseras, tosen, estornudan, Hay, desde luego, hitos históricos de excesiva distracción que ori-
arrugan los papeles de los caramelos, aplauden prematuramente, se ginaron alborotos, y el derrumbe del marco teatral, pero ese exceso lo
remueven en sus asientos, etc., pero normalmente no estarán dispues- era según nuestras normas:
Sin embargo, lo que promovió la mayor incitación ~ alboroto fi:eron las
10
Susaone K. Lo.nger, Feeling and Form (Nueva York, Charles Scribner's Sons, butacas de primera fila, aquellos «bancos de doce peruques» de la epoca de
1953), p. 324. Es cieno que desde que Langer escribió estas palabras los autores y
directores en busca de nuevos anilugios han empicado precisamente estas prácti-
cas escénicas. Y no se puede pensar en una práctica en desuso que no pueda llegar
a ser utilizada por la novedad que se deriva de ella. En general, pues, hay razones 11 Relatado por Herb Caen, San Francisco Chronic/e, 24 de marzo de 1968.
aquí para hablar de prácticas o convenciones teatrales, y no de reglas inflexibles y 12 Mordecai Gordik, New Theatres for Old (Nueva York, Samucl Frcnch, 1955),
fijas. p. 62.
218 Eruing Go/f1111111 Adivziiad fuera ikl marro 219
Johnson que se habían convertido en un lujo que se permitían los jóvenes de la y calificando sus distintos componentes y fases. Se podría hablar en
nobleza. Los galanes del proscenio no sólo intercambiaban saludos entre ellos este caso de señales direccionales y, por extensión metafórica, de la
y arengaban al público cuando les parecía, sino que a menudo se interferían pista que las contiene 1.5.
directamente con los actores. En una ocasión, por ejemplo, Peg Woffmgton
representó un acto completo de Cordelia agarrada de la cintura por un ena-
La ilustración más obvia de los indicadores direccionales es la
moradísimo ocupante de esos asientos. Asimismo la señora Cibber, en la esce- puntuación literaria, puesto que comprende un corpus de convencio-
na de la tumba de Romeo y Julieta, emocionaba a menudo al público hasta d nes, un código, que se aprende conscientemente, a menudo demasia-
entusiasmo, incluyendo al centenar aproximado de personas que estaban con do conscientemente. En cualquier caso, estas marcas ilustran clara-
ella junto a la tumba 0 • mente el carácter especial de la corriente direccional, la cualidad de
no ser atendida focalmente, aunque organizan estrechamente lo que
Habría que considerar además si algunos sonidos son en sí más se atiende 16•
difíciles de desatender que otros o no, independientemente de su Una parte interesante de la corriente direccional es lo que se po-
volumen en términos absolutos 1-1. Parece que en nuestra cultura los drían llamar los conectivos 11 • En toda actividad, especialmente en la
sonidos a intervalos irregulares distraen más que los producidos a in- actividad hablada, resulta crucial poder localizar quién está haciendo
tervalos regulares. Más precisamente (como se considerará posterior- algo en el momento en que sucede. En la conversación cara a cara, el
mente), los sonidos que producen ambigüedad respecto al marco en oyente normalmente establece la localización mediante juicios sobre
que deben ser oídos parecen producir distracción. la intensidad relativa del sonido entre sus dos oídos, la identificación
" Esta noción procede de Gregory Batcson. Véanse, en particular, los comentarios
sobre «metacomunicación» desperdigados a lo largo de sus capítulos en el libro de
II }urgen Rucsch y Gregory Bateson, Communication (Nueva York, W. W. Nonon &
Company, 1951), y lo siguiente:
Además sería imponantc identificar en los llllimales cualquier scfüu de los siguientes tipos: a) seña·
Se ha sugerido que durante el acontecer de cualquier actividad encua- les cuyo único sentido seria reconocer b señal cnútida por otro; b) scñnlcs en demanda de que se
drada de una determinada manera es probable encontrarse otro flujo repita una señal; e) señales que indican In no recepción de una señal; J) señales que puntúan el fiu·
jo de las señales, etc. [p. 209].
de otra actividad que queda sistemáticamente desatendida y que es
Bateson, pues, limita la pista direccional a la actividad comunicutiva (y también al
tratada como fuera del marco, como algo a lo que no se presta ningún manejo de la rdación), pero no parece haber razón para no generalizar la noción a la
interés o atención. Partiendo más o menos libremente de una imagine- actividad como tal.
16 El enfoque lingüístico moderno aplicado a la sintaxis de una frase aporta el
ría determinada, se dijo que la pista principal por la que transcurre la
trama argumental iba asociada a una pista desatendida, actuando las ejemplo más desarrollado y asequible de análisis dd marco; si se me permite un eslogan:
el perro que mueve la cola. La posición serial de las palabras establece dos secciones
dos pistas simultáneamente. Ahora hay que considerar una segunda principales, la frase nominal y la frase verbal, y cualquier cosa que cae dentro de una de
corriente de actividad extramarco que quizás tenga mayores conse- estas casillas se aplica a lo que cae en la otra. Cada segmento proporciona, pues, una
cuencias, para la actividad principal, que la anterior, aunque sin em- lectura a través de todo lo que está dentro del otro segmento. Y es indiferente si un
bargo hasta cierto punto se mantiene fuera de enfoque. segmento contiene un nombre, una frase, una cláusula, una oración, un párrafo o el
mundo entero. Y la posición serial que da directrices acerca de cómo organizar el con-
En los actos que suponen una participación conjunta, se encontra- tenido de la frase no es en sí cuestión de atención directa, estableciendo sólo dónde ha
rá una corriente de signos que está excluida del contenido de Ja activi- de ir el corchete separador. De manera semejante, dentro de cada segmento principal,
dad pero que sirve como medio para regularla, limitando, articulando se puede aplicar el mismo sistema de análisis hasta alcanzar sus elémentos constituti-
vos mínimos.
17 En un útil trabajo, «Shifters, Verbal Categorics, and the Russian Verb», Russian
11
Stephen Tait, «English Theatre Riots», en Theatre Artr, XXIV (1940), p. 97. Language Project, Department of Slavk Languagcs and Literature, Harvard Univer-
14
Sugerido enJohn Carey, «Framing Mechanisrns in Radio Drama» (University of sity ( 1957), Roman Jakobson usó el término contctor casi en d mismo sentido, infor-
Pennsylvania, 1970). mación ésta que agradezco a Dell Hymes.
220 Erving Gof!man Activid4Jfuera J~/ marco 221
del estilo personal del hablante y la visión del movimiento de los la- bras y acciones de todos los personajes están disponibles simultánea-
bios dd hablante. En el contacto telefónico, en aquellas ocasiones en mente.
que la falta de familiaridad impide la identificación de la voz, normal- Podría parecer que nuestra disposición a emplear un equivalente
mente se produce una categorización social (sexo, edad, clase, etc.), espacial para la secuencia temporal es un logro estimable, pero la se-
los nombres a menudo se dan rápidamente, y se supone que sólo está cuencia temporal inherente a la narración hablada de un aconteci-
hablando una persona en cada teléfono, todo lo cual limita grande- miento es ya en sí un notable logro transformacional tan notable, de
mente el problema. En las novelas aparecen también los conectivos, es hecho, que tanto los estudiosos como los sujetos mismos suelen per-
decir, muletillas tales como «dijo él>>, «replicó él», «respondió él>>, que manecer ignorantes acerca de este logro. Una representación hablada
van detrás de una frase, u otras similares que se colocan delante. (Re- o escrita de una franja de interacción incita en alto grado al uso de la
sulta interesante ver que los lectores demuestran una gran capacidad secuencia temporal y de sus sustitutos funcionales, describiéndose
para aguardar a que se termine una línea antes de requerir un conecti- plenamente el movimiento de un actor antes de manifestar el movi-
vo.) Y como alternativa a estos conectivos normalizados, hay un uso miento de respuesta de un segundo actor. En efecto, las prácticas de
ocasional de una mera disposición especial, sobre todo cuando el sen- transcripción favorecen el que un primer actor acabe antes de que un
tido de lo que se está diciendo deja muy claro quién es el que está ha- segundo actor comience. Esa terminación es lo que necesita la narra-
'1 blando. ción escrita o hablada. Pero la interacción real no necesita de esa es-
Más adelante volverá a tratarse de los conectivos. La cuestión es- pera en el mismo grado. Mientras un primer actor está todavía en su
11 triba aquí en que aun cuando en el diálogo escrito los conectivos apa- tumo, un segundo actor comienza su réplica. (Esta última frase es
1
• recen por todas partes y están muy estereotipados, se ven muy poco, y una buena ilustración. Antes de poder decir «un segundo actor co-
'
cuando se ven, no se ven como algo muy estereotipado -como suce- mienza su réplica>>, he tenido que acabar de decir «mientras un pri-
dería en el texto en cuanto tal. mer actor está todavía en su tumo», y si hubiera invertido las oracio-
Además de los conectivos que ligan los actos a los actores hay re- nes, a saber: «El segundo actor comienza su réplica mientras el
cursos que ligan los enunciados de un actor con las réplicas de otro primer actor está todavía en su turno», podría hacer el mismo co-
en pares que hay que considerar como ligados. En la conversación mentario, porque me estaría basando en la misma práctica transfor-
macional. Ya que tendría que haber acabado de decir «el segundo ac-
t
}
normal, la secuencia temporal resuelve en gran medida este proble-
ma, al igual que lo hace en el teatro y en el cine. Parientes tan lejanos tor comienza su réplica» antes de decir que ésta empezó mientras
de la conversación ordinaria como las marionetas también compar- tanto) 18• Estas terminaciones mal colocadas son rechazadas por nues-
ten esta característica de ligazón temporal. En la novela y en las obras tra comprensión de lo que leemos, pero seguramente en eso consiste,
de teatro impresas, se ofrece un equivalente funcional de la secueiicia
1
temporal, es decir, la secuencia espacial -en Occidente, comenzan- 11
do por la parte superior izquierda de la página hacia abajo, una línea Comprensiblcmente, pues, somos capaces de cambiar fácilmente desde d se-
cuenciruniento temporal al espacial, ya que, después de todo, en ambos casos se re·
1 detrás de otra, leyéndose cada línea de izquierda a derecha-. Así quiere cierta transfonnación. Como indica Boris A. Uspensky:
pues, se considera que la secuencia en la lectura es como la secuencia Se puede observu una manifestación análoga dd n:ordenamiento de acciones simultáneas en ac·
en la acción. En las tierras cómicas, se encuentran dos equivalentes clones secuenciales, en el cinc y en relación con la utilización dd montaje: por ejemplo, la cara de
funcionales de la secuencia temporal. Primero, los recuadros (o un hombre que cuenta un chiste se mucstna c:n primer plano, y luego se muestra la cara dd oyente,
que empieza a sonreír; la sonrisa no aparece simultáneamente al rdato del chiste, sino una vez que
«marcos», como se los llama) hay que leerlos de izquierda a derecha. se ha contado el chiste, aun cuando se cotiende que la .reacción es simultánea [..Study of Point
Dentro de cada recuadro, el personaje de la izquierda, es decir, el of View: Spatial and Temporal Form», incluido en su obra Tht! Poetics o/Componiion: Strueluft! o/
Jh~ Arlislic T~l anJ lht! Typology o/Composilional Fonn, uaduc:ido por Valentina Zavarin y Susan
personaje al que uno normalmente atendería en primer lugar yendo Wittig (Berkeley, UnivcrsityofCalifomia Press, 1974), p. 26) .
de izquierda a derecha, se piensa que es el que primero habla, y así las Y es igualmente comprensible que podamos cambiar de una conversación cara a
palabras o acciones de los demás se consideran como una réplica (o cara a oua de tipo tdefónico, cambio que requiere un súbito aumento en la sccucncia-
«respuestas») al primero. En realidad, sin embargo, todas las pala- ción temporal y una discriminación súbita dd solapruniento.
222 Ervmg Golfman Acti11i'4áfuera del marro 223
más o menos, nuestra capacidad para aceptar transformaciones. Ad- que ayudan a regular la actividad, aunque no se investiguen exhausti-
viértase que los estudiosos de la interacción al parecer han acertado vamente. En frase de Yngve, se emplea un «canal posterior>> [back
más en el registro de los aspectos de los enunciados complejos de ré- channe/J 20•
plica secuenciados temporalmente, es decir, dispersos, primero un Obsérvese que lo que se envía por la pista desatendida puede ser
turno, luego su respuesta, que en el de los aspectos del complejo que borrado, de hecho, al igual que su presencia, pero lo que no puede bo-
ocurren simultáneamente. rrarse son las indicaciones direccionales, ya que éstas hay que tenerlas
En la conversación un elemento central para la pista direccional en cuenta lo suficiente como para que puedan realizar su tarea. Y por-
son las varias clases de comportamientos que ofrecen lo que a veces que lo que hacen tiene un efecto de encuadre, estructurando (o rees-
se llaman calificativos, marcadores y cosas por el estilo, que se man- tructurando dramáticamente) lo que sucedió antes o lo que sucederá
tienen a través de una franja del discurso mediante claves paralin- después, la más silenciosa incorrección en este caso puede resultar
güísticas y cinéticas. Los gestos de las manos pueden funcionar de muy ruidosa. Lo que normalmente puede manejarse con facilidad
esta manera. Más básicos (como Bateson mantenía) son todavía los como algo que ha de desatenderse se torna precario cuando puede ser
signos que informan sobre el funcionamiento del sistema de comu- interpretado como parte del flujo direccional. Así en un mitin político
nicación. Se puede citar una versión actual bajo el término regttla- al aire libre, el fortuito ladrido de un perro puede a menudo ser de-
dores: satendido con mayor o menor eficacia; pero si resulta que el perro se
entromete en una conversación de modo que el ladrido pueda consi-
La siguiente categoría de comportamiento no verbal es lo que llamamos RE- derarse como un comentario a algo que se ha dicho, ocurriendo la in-
GULADORES. Son actos que mantienen y regulan la ~aturaleza de vaivén del tromisión precisamente en el momento de responder a lo que se está
habla y la escucha entre dos o más personas que interactúan. Le dicen al ha-
blante que continúe, que repita, que elabore; que se dé prisa, que sea más in-
diciendo, el problema será difícil de resolver. La risa o su supresión
teresante, menos lascivo, que dé al otro oportunida~ de hablar, etc. Pueden pueden generalizarse. Un trastorno similar ocurre, como se conside-
decirle al que escucha que preste una especial atención, que espera sólo un rará más adelante, cuando los enunciados direccionales se incorporan
minuto más, que hable, etc. Los reguladores, al igual que los ilustradores, es- sin darse cuenta a la línea argumental.
tán relacionados con la conversación, pero en tanto que los ilustradores están
espedficamente entrelazados con las fluctuaciones del habla de una ocasión a
otra, los reguladores están, por el contrario, relacionados con el flujo conver-
sacional, con el ritmo del intercambio. El regulador más común es el asentir
moviendo la cabeza, el equivalente al mm-mm verbal; otros reguladores son
los contactos oculares, los movimientos ligeros hacia adelante, los pequeños
cambios de postura, la subida de las cejas y toda una multitud de otros peque- 20
Victor H . Yngve, «Ün Getting a Word in Edgcwise», ponencias de la sexta reu-
ños actos no verbales 19• nión regional de la Sociedad Lingüística de Chicago <Depanment of Linguistics, Uni-
versity of Chicago, 1970):
Éstos son, pues, los indicadores que le dicen a un hablante si está De hecho, Wlto la persona que tiene Li pa.l.:ibra como su interlocutor participan simultlÍne:imente
h:sblando y escuchando a la vez. Esto es debido a la existencia de lo que lliuno el Cllnal posrerior,
siendo escuchado o no. El oyente puede advertir que está preparado por el que la persona que tiene la palabra n:cibe mensajes breves, como «S¡,. y c:Wihi., sin perder
para tomar la palabra o que prefiere declinar la invitación del hablante el tumo. El interlocutor no sólo está escuchando, sino que de vez en cuando habla mientr.as envio
a hacerlo. De donde se desprende que la corriente direccional incluye mensajes breves por el Cllnal posterior. El canal posterior parece $C:r muy importante para facilitar
el control de alidad de la comunicación [p. 568}.
indicadores de lo hecho así como de quienes lo hacen, indicadores
Aquí véase además el útil e;tudio de Adam Kendom, «Sorne Functions of Gaze-
Direction in Social Imeraction», en Acta Psycho/ogica, XXVI (1967), en especial las
pp. 42-47. Se podría añadir que cuanto más se usan el videotape y otros análisis mi-
19 Paul Ekm11n y W11Uace V. Friesen, «The Repertoire of Nonverbal Behavior:
croanalíticos en la interacción hablada, más se observa que hay amplios grupos de im-
Categories, Origins, Usage, 11nd Coding», enSemiotica, I (1969), p. 82. Véase, además, plicaciones laterales de los oyentes en apariencia incidentales que regulan y son regula-
1. E., pp. 34-36. das por la acción normal del hablante.
224 Erving Go/fman ActiurdadJuera J~l marco
alterada cuando se produce de repente una visión del tablero que se el teléfono. En este caso, por razones obvias, sólo puede confiarse en el
utiliza en televisión para recordar las palabras de un texto 21 • Del mis- sonido, lo que significa que las señales mudas de connivencia entre un
mo modo, es completamente obvio que una marioneta no puede ac- hablante y alguien que está cerca de él pueden ser tan numerosas y pa-
tuar por sí misma y, sin embargo, en algunas tradiciones, las personas tentes como la persona con la que está en connivencia desee 23 •
que las manejan se sitúan a cierta distancia para reducir la visibilidad Los juegos de naipes y de tablero ofrecen nuevas situaciones a
de los hilos con el fin de, según se dice, aumentar la ilusión 22• considerar. El ajedrez y las damas, definidos como juegos de «infor-
La conversación informal y real cara a cara (la «charla natural») mación plena>>, obligan al jugador a guardarse sus intenciones y a con-
parece que ofrece un agudo contraste con los textos dramáticos y las fiar en que su juego no sea descubierto por la e~trategia que lo deter-
fabricaciones, pero aquí también juega un cierto papel el canal de mina. Y puesto que no es necesario hablar, sólo hay que eliminar los
ocultación. Los participantes se verán obligados casi siempre a ejercer gestos corporales. Sin embargo, es posible fingir, es decir, hacer una
un cierto tacto, y esta tarea sí que se apoya en una frontera de lo evi- jugada que en sí misma no sea la más útil con el único fin de que las
denciable, cualesquiera que sean los pensamientos y sentimientos que conclusiones que saque el oponente puedan despistarlo. No obstante,
se ocultan detrás. También se da por supuesta la discriminación de la los juegos de cartas permiten que el jugador conozca sus propias car-
audiencia, puesto que muchas de las respuestas que ocurren podrían tas a la vez que oculta a los demás algunas de ellas o todas, gracias a la
desacreditarse si de repente aparecieran otras inadecuadas. La cues- total opacidad de las cartas -y ello como un derecho frente a los opo-
tión no es que siempre ocurran tales descréditos; sin embargo las dis- nentes y como un deber frente a los compañeros-. El cuerpo, en
crepancias están ahí y crean la posibilidad de descrédito. En resumen, cuanto que pantalla, se prolonga de este modo a las cartas, funcionan-
aun la charla ordinaria tiene algo de construcción. do ostensiblemente el cuerpo y las cartas como un todo único para es-
Dado que el escenario es una de las fronteras de lo evidenciable tablecer la frontera de lo evidenciable 24 •
que mejor se percibe excluyendo desde casi todos los ángulos de per- Es evidente que la capacidad de una actividad para servir como
cepción lo que acontece antes de que se levante el telón y después de pantalla -la pista de ocultación- está mucho más relacionada con
que caiga, así como lo que ocurre entre bastidores durante la represen- la capacidad de los sujetos como receptores que como participantes.
tación, y dada la visión de la conversación informal (y, más aún, de sus La conversación entre un vidente y un ciego faculta al primero para
versiones radiofónicas) como un arreglo donde la configuración ges- desviarse, lo que no le es posible durante una interacción normal cara
tual y la superficie del cuerpo funcionan a modo de pantalla y escudo a cara. Cuando hay que mantener las normas sólo ante agentes espe-
frente a la evidencia sobre los pensamientos y sentimientos internos, cializados, tales como los maestros, los padres y otros por el estilo, en
habría que seguir examinando las fronteras de lo evidenciable mante- esos casos el área de ocultación se amplía considerablemente. Ésta es
nidas en otras clases de actividad. Un ejemplo sencillo lo proporciona la razón por la que un motorista en un cruce de carreteras aislado pue-
de dar un vistazo a su alrededor y, no hallando policías a la vista, sal-
tarse el semáforo corriendo, transformando momentáneamente toda
21
La evolución de es[e recurso presen[n especial interés, y supone una combina- la carretera en una pista de ocultación 2' .
ción especial de ingeniería y de in[eracción experta. Las pñmitivas versiones requerían
miradas fuera de ángulo, con resultados desenmascarndores. La versión actual emplea
unas placas de cristal transparente que se pueden colocar delante de la lente de la cáma- llVéase«Tte·Signs», en RP., pp. 220-222.
ra (o directamente entre el locutor y la audiencia en direeto) siendo sólo perceptible por 24Sólo ostensiblemente. De hecho, en d bridge, aunque enseñar las propias canas
d ejecutante. Parece como si estuviera mirando al espectador (o a la audiencia) pero ni compañero es un pecado raro y capital, que probablemente apartará al que lo practi-
realmente está mirando d guión. (En CS[e caso y en muchas sugerenCÍllS no declaradas ca de los círculos respetables, dar inadecuadamente información al compañero me-
respeeto a los medios de comunicación, tengo que reconocer mi gran deuda con John diante 111 manera en que uno establece su puja o juega una carta es bastante frecueme y
Carey.) normalmente se tolera.
22 Hanck, «A Frame Analysis of the Puppet Thcater». Por ejemplo, algunos titiri- " Las reglas afectan de forma diferente a los sistemas de acción. En !ns damas, por
teros empican una malla de hilo muy fino delante dd escenario para dificultar In visión ejemplo, se espera que no ocurrirá ninguna infracción de las reglas en ningún caso. En
de los hilos de control. d orden mantenido en las aulas, las infracciones se anticiparán.
228 E"'ing Go/!man Actividad fuera del marro 229
rechazo de la responsabilidad por lo que está aconteciendo, desdén ha- se debe jugar con él, ni dejarlo a un lado; pero el individuo que hace la
cia sus copartícipes, deseo de dejar o acabar una conversación, «aburri- exhibición no tiene razón para pensar que ha ocurrido una insubordi-
miento», etc. Mediante el uso de estos recursos aparentemente inocen- nación y que se requiere una respuesta.
tes, un individuo puede «abordar la situación» eficazmente forzando a Es en este contexto de gestos autojustificadores y semivacíos don-
los presentes á que presten atención a algo por lo que se ven obligados de los límites de lo evidenciable juegan un papel especialmente signifi-
a parecer que no tienen interés. Y también puede, por el contrario, ex- cativo. Porque cuando el adversario vuelve la espalda, los individuos
presar un apoyo entusiasta que podría no estar justificado por su rela- subordinados pueden ofrecer un amplio despliegue de su posición
ción con el destinatario. En este caso tenemos: «identificaciones», «ru- frente a él. Ciertamente, tenemos gestos especializados para este fin,
bores», «miradas cómplices», «sonrojos», «miradas encendidas» y gestos que se cree que nunca serán actuados delante de una persona,
diversas expresiones de simpatía y acuerdo. sino sólo a sus espaldas. Hacer el gesto de un palmo de narices o sacar
Hay indicadores que le dicen al hablante cómo está siendo recibi- la lengua son ejemplos de ello, ejemplos identificados con usuarios jó-
do, de modo que puede adaptar estratégicamente sus comentarios in- venes, quienes presumiblemente emplean estos recursos disociados
cluso cuando los está haciendo, o decidir estratégicamente (y ser libre con más frecuencia que los adultos.
de decidir) no hacerlo así. Pero para que los límites de lo evidenciable actúen no es necesario
En resumen, en la interacción social ordinaria, los destinatarios esperar a que surja una pared para pintar o a que alguien vuelva la es-
del comportamiento de otro, los testigos de sus actos, ofrecen un cier- palda. Los recursos que permiten a un individuo apartarse de los indi-
to despliegue de gestos que muestran su alineación o su posición rela- cadores direccionales del canal posterior a los que está atendiendo le
tiva frente a las implicaciones de su conducta. Incluso cuando no se permiten actuar periféricamente como si no hubiera visto u oído algo
les permite hablar, se las arreglan para exteriorizar una descripción de cuando ciertamente sí lo ha hecho, y ejecutar además ese acto de no
su actitud hacia el acontecimiento. Responden como un editorial a lo percepción sin exponerse a ningún argumento totalmente convincen~
que su vecino hace, incluso mientras éste está actuando. (Se podría ar- te según el cual está meramente actuando. En consecuencia, se puede
gumentar que es así como Darwin explica los gestos de amenaza o su- considerar que la interacción cara a cara posee en su propia estructura
misión -para describirlos- y, más allá de esto, la capacidad de los una dimensión de «motivación mixta» que supone una colaboración
animales y de los hombres para hacer transposiciones de clave y fabri- estrecha aunque tácita entre los oponentes.
caciones.) Y ofrecen esta respuesta por el canal posterior mediante ex-
presiones desatendibles, tales como implicaciones laterales me~ores. 3. Ahora demos un vistazo a otra complicación. Se sugirió que un
Por lo tanto, si no tuviéramos una naturaleza animal que exigiera oca- canal o pista especial en la organización de la experiencia es la pista
sionalmente la satisfacción de las necesidades vitales, tendríamos que desatendida que abarca los acontecimientos que ocurren localmente
inventar algo parecido; y, sin duda, hay que estimular toda posible ani- de modo que sean tratados como no habiendo ocurrido en forma rele-
malidad debido a lo que se puede lograr con ella. vante. Las implicaciones laterales de varios tipos son ilustraciones de
lo que se puede transmitir por ese canal; otras son las características
2. La posibilidad de explotar la pista desatendida nos hace que diri- que suceden en un segundo plano de la escena. Esto supuesto, es com-
jamos la atención hacia otra cuestión. Como ya se ha señalado, la res- prensible que la pista desatendida sea explotada para transmitir co-
puesta actual de alineamiento de los testigos ante un acto permite al municación secreta. Así pues, las «señales de connivencia>> empleadas
actor modificar sus actos acordemente, incluso mientras los está lle- por los cómplices, es decir, por equipos secretos, se basan típicamente
vando a cabo. Cuando estas muestras de alineamiento por el canal en estos comportamientos que propiamente no tienen nada que ver
posterior se transmiten por la pista de ocultación en vez de por la pista con los temas que preocupan habitualmente. Puede decirse un ejem-
direccional, emerge una segunda función. Porque, manejadas de esta plo de la primera época americana:
manera, permiten a quien las hace afrontar las adversidades de manera
232 EMJing Go!fman Actividadfuera del marco 233
Los jugadores del río raramente operaban solos; normalmente viajaban en digo para pasarse secretamente información sobre las cartas que tie-
grupos de tres a seis personas, adoptando varios disfraces y pretendiendo ha- nen, debemos esperar que el engaño sea frecuente, y frecuente tam-
cer ver que no se habían conocido hasta que se embarcaron en el vapor. Se se- bién la sospecha, correcta o incorrectamente fundada de que hay en-
leccionaban y estaban compinchados entre sí para hacer de banca en el juego gaño; en consecuencia, existirá la sospecha, cierta o falsa, de que se
y cuando alguno lograba convencer a un primo o dos para una partida de car- sospecha de unon.
tas, los otros estaban siempre a mano para ayudar a completar la mesa. Si un
fullero conseguía sitio en una partida honrada de jugadores experimentados,
donde los métodos habituales de engaño eran peligrosos, sus compinches se
sentaban en posiciones desde las que podían ver Jas cartas que tenían los ad-
versarios y le avisaban por señas de sus cartas. Hacían señas con las manos, VII
retorciendo el puño de un bastón de cierta manera, por las bocanadas del
humo del cigarro, moviendo el tabaco de mascar por las mejillas, y casi de Las complicaciones hasta ahora consideradas al seguirle la pista a la ex-
cualquier otra manera concebible 28• periencia se complican más todavía cuando la actividad que está en el
marco -la actividad oficialmente atendida- es una transformación de
Tampoco hace falta el cuerpo para producir estas señales. Un ban- la actividad real. Se hacen necesarios algunos razonamientos previos.
co hacía lo siguiente: Ya se ha mencionado la noción de frontera de lo evidenciable.
Con el fin de seguir adelante, hay que introducir otro concepto: el es-
El guardia recorre todo el banco, inspeccionando con especial cuidado Ja zona
de la caja fuerte. Si todo está bien, emite una señal para alertar al resto de los
tatus de participación. Durante la conversación informal entre dos in-
empleados de que puede entrarse con seguridad en el banco. La señal, elabora- dividuos, es probable que se haga visible que ambos participantes go-
da por nuestro comité de señalización (diferente al comité de la caja fuerte y de zan de las mismas capacidades y privilegios: ambos son capaces de
otros 30 comités puestos en funcionamiento en la primera junta de seguridad), escuchar y de hablar, y ambos tienen derecho a hacer las dos cosas. Se
puede ser una papelera colocada boca abajo sobre una mesa, o un cigarrillo en- podría decir en este caso que ambos participantes poseen un estatus
cendido en un cenicero, o una silla apoyada contra una mesa, algo sencillo, vi- de participación pleno. Respecto a este punto de referencia inmedia-
sual, preestablecido y, como he dicho, junto al viejo solar de la Warner Bross 29• tamente pueden verse algunas posibilidades adicionales.
En primer lugar es evidente que uno o los dos participantes pue-
El tema posee un significado estructural. Alrededor de cualquier
den sufrir alguna incapacidad física relacionada con el habla o la escu-
actividad ocurre necesariamente una maraña de acontecimientos, a
cha o que pueden hablar lenguajes mutuamente ininteligibles. Por lo
menudo de muy breve duración, cuya relación con el acontecimiento
tanto, efectivamente pueden preverse participantes que tengan una
principal es la de una simple concurrencia fortuita, sin que exista nin-
competencia parcial. Hay que admitir por tanto una posibilidad adi-
guna otra conexión 30• Rascarse la nariz, colocar las manos, tocarse
cional, un estatus de participación especial: el del intérprete que pue-
una determinada pieza de la ropa y otros movimientos cómodos son
ejemplo de ello. Algunos de esos acontecimientos, que incidental-
mente ocurren a la vez y son fáciles de manipular, ofrecen una rica ll Un buen ejemplo es d escándalo en d Campeonato Mundial de Bñdge en 1965,
fuente de materiales con la que forjar un código secreto para transmi- en Buenos Aires, cuando d equipo británico, formado por Terence Recse y Boris Scha-
piro, fue acusado de hacer señales con los dedos producidas por la mllllera de coger las
tir información estratégica. Es comprensible, pues, que cuando, canas; las señales designaban d número de corazones que tenían cuando se apostaba
como en el bridge, los compañeros de equipo pueden usar dicho có- en la partida. La discusión que siguió en la prensa sostenía que esos escándalos ocu-
rrían siempre que los participantes creían que cualquiera que quisiera engañar infor-
21 Herbert Asoury, Sucker's Progress (Nueva York, Dodd, Mead & Co., 1938), mando por señas a su compañero podía hacerlo fácilmente, y que la única solución de-
p.205. finitiva sería establecer la frontera de lo evidenciable de modo que los compañeros no
29
« The Problem with Robbing Banks», por «Margan lrvinp, escuchado por se pudieran ver entre sí durante la puja, y que la propia puja debería realizarse median-
Charles Sopkin, New MagazüJe, 19 de septiembre de 1973. te un código emitido por un pulsador en vez de hacerlo de palabra. Véase The Obser-
'° Véase d tratamiento de la t<concxividad» en «Normal Appcarances», en R. P, ver (Londres), 30 de mayo de 1965; U/e, 4 de junio de 1965; San Francisco Chronicle,
pp. 310-.338. 25 y 27 de mayo de 1965 y 10 de agosto de 1966.
234 Eruing Go!fman ActíviáadJuera del marro 235
de (y sólo puede) transmitir mensajes entre participantes que de otro en la superficie, la razón de estas actividades públicas está completa-
modo se encontrarían ruslados el uno del otro. mente al margen del placer que proporciona a los observadores. Existe
Ahora recordemos que, sin saberlo los participantes, alguien puede una razón relevante para el marco por la que los actuantes en cualquier
estar controlando su actividad, auditiva, visualmente o de las dos ma- clase de círculo deben tolerar a los espectadores, lo quieran o no: por-
neras, y este control puede ocurrir por accidente o intencionadamente que las reglas para volver los ojos, las reglas referentes al territorio vi-
y a través de medios electrónicos o «naturales». En este último caso, sual, pertenecen a los individuos en cuanto personas sociales, no a los
hay dos posibilidades. Un participante preparado puede registrar o individuos en cuanto participantes en un deporte o en un juego. Al
memorizar secretamente lo que está sucediendo; o alguien cercano que igual que un deportista tiene derecho a mantenerse al margen de sus ac-
es tratado, y se considera, como si estuviera fuera del marco, como un tos deportivos, manteniendo en esas ocasiones todo tipo de implicacio-
mero transeúnte a desatender, puede aprovecharse inadecuadamente nes laterales, al igual que él tiene derecho a participar con total dedica-
de su proximidad para enterarse secretamente de la actividad. ción y sentirse abiertamente afectado, así también los espectadores
A continuación sigue el «estatus de juguete» [toy status], es decir, pueden tener derecho a mirar, aplaudir, animar o abuchear salvajemen-
la existencia de algún objeto, humano o no, que es tratado como si es- te, ya que este tipo de atención pertenece a un ámbito autodisociado
tuviera en el marco, un objeto al que se dirigen los actos o los comen- del deporte, algo que el propio jugador tiene el deber, así como el dere-
tarios, pero fuera del marco (desatendible) respecto a su capacidad cho, a disociar de su yo serio. Todo esto es aún más acusado en los jue-
para escuchar y hablar. Adviértase que este estatus puede ser relativa- gos de tablero y en las cartas, donde los caracteres en juego son símbo-
mente fijo, como en el caso de un niño, o momentáneo, como cuando los de un determinado tipo. En este caso es probable que se tolere una
el marido comenta de pasada algo sobre su mujer, como si ella no estu- inspección total de las piezas en juego, aun cuando se muestre cierto
viera presente aunque sí lo esté. grado de respeto elusivo hacia la persona del jugador. En juegos como
Finalmente, hay que tener en cuenta el hecho de que un partici- el bridge, donde el ocultamiento de las propias cartas ante los oponen-
pante puede comunicarse consigo mismo en privado o, si está presen- tes y el compañero es un requisito básico, normalmente se toleran los
te más de un participante adicional, con otro, en secreto o en conni- «mirones», es decir, que se permite a una persona que no juega «mirar>>
vencia, estableciendo para él, por lo tanto, un yo diferente a aquel que las cartas de uno o más jugadores y participar en la discusión «post
muestra oficial y abiertamente. mortem>>. Si un jugador debe abandonar temporalmente la partida a
Es evidente, pues, que el estatus de participación, aun en el contexto causa de una emergencia, puede incluso que se permita que un mirón
de la conversación informal, puede diferenciarse considerablemente. lo sustituya. Porque, después de todo, el bridge es un juego entre dos
Cuando se observa la interacción actor-público, el asunto se complica equipos, formados cada uno por dos manos de cartas y no por dos per-
más todavía. sonas. Un comité podría también decidir el juego de una mano, al igual
Cuando los individuos se dedican a practicar algún deporte, jugar a que lo podría hacer un ordenador 32 •
un juego de tablero, reparar un coche o construir un edificio, los tran- Las representaciones teatrales suponen también espectadores,
seúntes miran, a menudo, con descaro el proceso y son tolerados en pero aquí tienen un papel más amplio. Al igual que ocurre con aque-
este estatus de espectadores por aquellos a quienes observan. (Así pue-
de surgir naturalmente algo parecido a un ring de boxeo.) Este estatus de
n A los observadores de las partidllS amistosas de póquer para aficionados puede
espectador se produce siempre que alguien tiene un accidente o monta que también se les permita ver las cartas de un jugador, pero a medida que avanza la
una escena. De hecho, la creación de este derecho a mirar abiertamen - partida esto se desaconseja. Disimular los valores ocultos es un rasgo central dd póquer,
te constituye uno de los principales costos de verse en dificultades en y la mirada de otro puede fácilmente desbaratar o imerferir sutilmente la expresión en-
público. Y es evidente que ciertos deportes de compeúción están espe- gañosa del jugador. También se piensa que es importante la pauta de jugar en todas las
bazas que tiene un individuo en la partida y d mirón que puede ver las cartas dd mazo
cialmente organizados para facilitar tal observación. Adviértase que está en una posición favorable para obtener esta información sin pagar un precio por
esta apertura transforma las tareas y los juegos en representaciones, ello, como es el caso de los jugadores rivales, y esa información podría usarla luego el
aunque, como se ha indicado, no totalmente teatrales, ya que, al menos mirón en beneficio propio, caso de jugar contra la persona de la que la había obtenido.
236 Ervíng Go!fman Act1vulad fuera dt!l marco 237
llos que miran un deporte, los que asisten a una obra de teatro son de- pueden fácilmente construir en la representación. El mediador -un
satendidos por d actor-personaje y, sin embargo, están totalmente al espectador especializado que además participa como personaje escé-
tanto de lo que acontece en el marco dd escenario. Pero, como ya se nico- puede hacer comentarios sobre cualquier aspecto de la obra
ha considerado, la interacción escénica se acelera, se hace más lenta y tratando como un objeto de atención directa aquello que los persona-
se enfoca de tal manera que se facilita al máximo en el público una for- jes representan y que éstos han de tratar como algo en lo que están in-
ma peculiar de escucha indiscreta, hecho que señala la diferencia en- mersos. Es una nota a pie de página que habla. Los prólogos y los epí-
tre los públicos teatrales y los de otra clase. Los públicos teatrales tie- logos pueden producir el mismo encorchetamiento extensivo. Los
nen limitado su derecho de réplica al espectáculo que presencian y subtítulos en las películas mudas persiguen un objetivo semejante. Las
sólo se les permite un rol restringido, pero a diferencia de los especta- marionetas ofrecen otro ejemplo de esta reflexividad:
dores que observan una excavación, sí tienen ciertas expectativas a
este respecto. El narrador es la voz de las marionetas: pone al descubieno sus pensamientos
El rol de escucha indiscreta patente dd público teatral es un ejem- y sus proyectos. Al mismo tiempo, sirve de guía al público, ante el que clarifi-
plo importante de cómo, una vez que la experiencia se transforma de ca el complicado juego de emociones en las que participan los encargados de
cara a la producción escénica, pueden adoptarse nuevas posiciones manejar las marionetas. Pertenece a la escena, aunque desde fuera es actor y a
respecto a ella. Esto se ilustra de nuevo en d rol especial dd coro n, la vez hace comentarios sobre la vida que indican la fragilidad del mundo hu-
mano que las marionetas revelen en su microcosmos 1'.
dd <<narrador>> H, o de otras funciones de edición mediadoras que se
Otro ejemplo de esta posibilidad de interponer un rol extra entre
n Como Kcnneth Macgowan y Wtlliam Mdnitz, Go/Jen Ages o/the Theater (En· los personajes y los espectadores se encuentra en el texto impreso y
gJewood Cliffs, N .J .: Prcnúce-Hall, 1959), sugieren:
Bien entendido, señaló Murray, el coro apan:cc como urul ayuda y no como un obstáculo para los
sus convenciones de edición. Dado que el escritor emplea signos de
autores griegos. El coro no er:a ni un actor ni un espectador. Era más bien una especie de enlace puntuación y notas a pie de página como parte de su pista direccional,
con el público que haáa sentir al espectador una participación mayor en el dnuna. El coro era un se ve que usa también paréntesis y corchetes para comentar en otra
instrumento para expresar una emoción plena y máxima ante actos extraordinarios o terribles.
Traduá.a el sentimiento del actor a un medio diferente. Transmitía al público emociones que los
voz -otro rol y otro marco-- su propio texto. Además, un compila-
personajes de una obra a veces no podían sentir plenamente, o emociones que no se podían expn:· dor o un comentador puede recurrir a otro conjunto de convencio-
sar con palabras habiruales. El coro transformaba el sufrimiento desnudo en poesía, incluso en un nes con el propósito de introducir comentarios personales en el con-
misterio 1ranqullizador (p. 16).
glomerado formado por el texto y los comentarios direccionales. Así
)~ Samud Chappuzeau en su Theatre franplis, publicado en 1673, ofrece una des-
cripción de este rol. cuando d rol evidentemente estaba ya en declive:
se encuentran abreviaturas como comp., que, cuando vienen antes
El narrador desempeña dos funciones principales. Le corresponde dirigirse al público y anunciar-
o después de una nota a pie de página, sitúan la nota en otro marco
le el programa, y pues10 que existe una estrecha n:lación entre las dos funciones, se aplican cnsi las fuera dd marco dd autor. De modo semejante, los [ ] normalmente
mismas reglas a ambas. Al final de la obra se dirige al público con una alocución cuyo objetivo es quieren decir que se incluye algo en una voz diferente a la dd autor; y
lograr la benevolencia de los espectadores. Les agradece su favorable atención, anuncia la próxima
obra y alabándola invita a los especudores, para que acudan a verla. Por regla gencnil, su alocu· aunque la frase «en cursiva en el original» hace referencia a algo del
ción es breve y no premeditado. A veces, sin embargo, cuando están presentes el n:y, el hermano original, la frase misma está en otra voz (y en la de otro). Igualmente
del rey o algún príncipe de sangn: real, o cuando describe lo que sucede en una obra donde se [sic] significa que se ha reproducido una cita exactamente igual a
usan complejos artilugios, prepara an1es su alocución. También pn:para un discurso cuando anun·
cia una nueva obra que ncccsilA elogios o cuando pronuncia las palabras de despedida en nombre como apareció originalmente y que el aparente error (o uso) se produ-
de la compañfa el viernes anterior a la Semana Santa y en la reaperrura del reauo después de Pas- ce en el texto original; que alguien, no el autor de la cita, estima que el
cua, cuando habrá que reavivar en la gente el gusto por ir al teatro. En su 1111uncio babilual el 114· lector podría haber pensado que es una cita errónea, cuando, de he-
midor ofrece un avance de las nuevas obras que se van a n:prcsentar con d fin de suscitar interés
de anremano (citado en A. M. Nagler, A Sourcl! Book in Tbl!atriail Hislory (Nueva York, Dover cho, lo erróneo es lo citado. Los puntos suspensivos pueden significar
Publications, 1952), p. 183].
En este caso hay que hacer la comparación con los avances o trailers en las salas ci-
nematográficas y con d maestro de ceremonias, que hace una breve presentación antes " A. C. Scott, The Puppet Theatre o/Japan (Tokio, Charles E. Tuttle Company,
de introducir al comensal que va a hablar. 1963), p. 42. Citado en Hanck, «A Frame Analysis of the Puppct Thcatec».
238 f"1ing Go!fman Actividadfuera áel marco 239
que el que cita, y no el autor, ha suprimido algo del texto citado, y la puede llevar insenas las correcciones del escritor y sugerencias margi-
letra cursiva o las comillas pueden significar que se pretende recoger nales para él mismo o para el editor, y además puede llevar comentarios
una voz diferente a la establecida ' 6 • Y superpuestas a todas estas voces y correcciones de críticos que la han leido y del que tiene a su cargo la
puede haber todavia otras voces más, las sustentadas mediante símbo- edición de la obra. La versión que precede a la mecanografiada definiti-
los especiales que se refieren a aspectos del texto que no se quiere que va podría haber incluido también indicaciones para la mecanógrafa y las
vean nunca los lectores. Un grupo de estos signos entre bastidores dudas de ésta para el escritor. En todo ello, para mantener las voces
permite al encargado de la edición de la obra y al autor hablar entre sí separadas, se contará con el tipo de instrumento de escritura, el color
sobre el texto; otro grupo permite a los correctores de pruebas enten- de la tinta, la posibilidad de identificar la letra, y con diversos sistemas de
derse con los impresores 37 • Una página mecanografiada del texto símbolos parcialmente desarroll.ados. El objetivo no es sólo decir quién
está diciendo qué y a quién. (Esa, después de todo, también sería la
16 El objeto de los convenciones de este tipo es posibilitar el manejo de cualquier
cuestión si hubiera seis individuos que intentaran charlar en voz baja
entre sí en una noche oscura.) El objetivo es mantener los marcos sepa-
necesicLid, y hacer uno distinción coherente entre los estratos, de modo que resulte
uno atribución de autoría adecuada. Pero aunque puede uno aproximarse a esa capaci- rados. A pesar de lo confuso que a veces puede ser el producto, la cues-
dad de metalenguaje, es evidente que no se puede lograr plenamente. Por lo tanto, los tión sigue siendo que nuestra pericia en manejar algo enrevesado parece
signos que normalmente hocen referencia a. la.s interjecciones mediante uno voz di- presuponer una capacidad notablemente bien desarrollada para acep-
ferente a lo que genera el texto -signos como sic, [ ], .c•••»--, plantean un problema tar la presencia mutua de múltiples voces, que hablan cada una de ellas
cuando son parte de un texto que hay que citar. Od mismo modo, cuando un autor
cita un fragmento del texto de otro autor que tiene a su vez una nota a pie de página,
en un plano diferente sobre aspectos diferentes del mismo material.
¿excluye el escritor que cita el texto que remite a la nota a pie de página, o lo incluye, Los textos publicados de obras de teatro ofrecen ocasiones natu-
excluyendo la nota a pie de página, o incluye las dos cosas, el texto y la nota corres- rales para la utilización de múltiples voces. En primer lugar, está la
pondiente? Y si sucede esto último ¿dónde ha. de colocar esta nota para que no se in- pista direccional. Por ejemplo, lo que en una novela se resuelve con el
terprete como una nota suya? (El hecho de que investigadores a quienes nunca se les
ocurriría ca.mbiar una palabr11 u omitir una frase sin advenir debidamente la omisión
conectivo «Juan respondió "No"», y que en la obra se resuelve cuan-
estén dispuestos a prescindir tranquilamente de los notos a pie de página confirma el do el actor que hace de Juan dice «No» (permitiendo, por consiguien-
hecho de que el que cita parece limitarse a una sola voz y a proceder correctamente te, que la fuente sonora sirva de conectivo), se resuelve en el texto tea-
sólo respecto a los materiales que se presentan en esa. voz.) Una cuestión semejante tral colocando el nombre del personaje al lado izquierdo de la página
puede plantearse respecto al código empleado para pasar de una versión mecanográfi-
ca de un texto a otra. El subrayado mecanográfico equivale a la cursiv11 en imprenta, y
y añadiendo un signo de puntuación, tal como un punto o una coma, y
esta traducción se puede hacer en cualquier de las dos direcciones. Pero ¿qué hacer comenzando después la frase. Además el autor puede añadir direccio-
con el subrayado o los negritas en imprenta para su representación mecanografiada? nes expresivas al comienzo de diversos parlamentos, hacer advenen-
Adviértase que los simbolos ortográficos para el tratamiento de los frases (en cuan- cias escénicas al comienzo de la obra y/o de los diversos actos y esce-
to que opuestos a los comentarios sobre las frases) no son muy elaborados, y aJgunos
simbolos tienen múltiples sentidos (como, por ejemplo, las comillas) que a veces no se
nas, y prologar la obra con una larga introducción exclusivamente para
resuelven por el contexto. Así, por ejemplo, para dividir una. palabra al final de la línea la versión impresa. Además de estas voces de comentario del autor,
se requiere señalarlo con un guión, pero lo mismo posa con una palabra compuesta puede incorporarse una todavia más lejana, la del editor o traductor
que hay que dividir al fmal de una línea. En este caso se produce confusión respecto a que hace comentarios a pie de página sobre panes del texto. El autor
lo que quiere decir el guión. de teatro, en una voz diferente a la empleada para ofrecer directrices
n Estos sistemas de simbolos no están de ninguna manera plenamente institucionali-
zados, y se dan muchas variantes entre impresoras, empresas, editores, cte. En un intento escénicas, puede hacer comentarios a pie de página sobre las estrate-
de normalizar esros cuestiones, los periódicos y los editores imprimen a veces un conjun- gias escénicas empleadas en diversas producciones, como lo hace Io-
to de instrucciones detallando los símbolos e ilustrando su uso. La edición y la correción nesco en Victims o/Duty' 8•
de pruebas de estos enunciados plantean problemas especiales de edición y corrección,
porque aunque los simbolos se seleccionen en parte para que se distingan fáálmente dd
texto mecanogr11611do o impreso, esa fácil diferenciación se destruye cuando son estos 11
«Mientras que la posición dd DETECTIVE permanece inalterada, su voz grabada
simbolos los que forman el texto. Éste es un pequeño ejemplo de un problema muy co- se escucha surgiendo desde el ángulo opuesto del escenario; durante el monólogo si-
mún de los marcos y que se considerará con mayor extensión más adelante. guiente, CHOUBERT permanece muy quieto, con los brazos caídos; su cara no expresa
240 Eroing Gof/man Adi11iáad/uua del marro 241
El texto impreso fuera del marco puede compararse con la charla dría ocurrir en la vida no escénica, pero que aquí se dice lo bastante
extramarco, lo que puede verse quizás con mayor claridad en la facili- alto como para llegar a todos.
dad con que un individuo puede, al dictar una carta a un estenotipista, Los individuos que son descubiertos en sus soliloquios en la vida
distinguir simplemente mediante el uso de indicaciones paralingüísti- real es probable que intenten enmascarar su fallo, ya que el marco de
cas lo que él quiere decir como texto de lo que quiere decir como co- la interacción cotidiana obliga al individuo que no participa en una
mentario al texto. conversación a ocultar su propia deliberación, y el soliloquio viola esta
regla, al igual que la verdad dicha sin ambages o una mirada demasia-
do descarada. Para el dramaturgo, sin embargo, el soliloquio posibi-
lita el mantenimiento de la línea argumental y aporta una orientación,
VIII un medio fácil de proporcionar continuidad. El único requisito es que
Ja frontera de lo evidenciable se amplíe por convención, de modo que en
Los materiales recreados ofrecen, pues, estatus de participación adi- vez de meditar en solitario o en silencio, el individuo se dirija a todo el
cionales a los disponibles en la actividad de hecho, real. Más impor- público. Y mediante esta concepción estructural sus pensamientos se
tante, según pienso, es que estas transformaciones permiten un uso manifiestan ante el público. La peculiaridad de esta flagrante manifes-
especial de los estatus de participación normales y un uso especial de tación del yo (se/j) se equilibra un poco por el hecho de que aquellos
las fronteras de lo evidenciable; igualmente tales materiales permiten ante quienes se hace el descubrimiento no son personas con un estatus
la esceni/icadón de los canales extramarco y el uso de estos canales es- de participación ordinario, sino más bien individuos circunscritos a su
cenificados para transmitir acontecimientos que de ordinario reba- calidad de público teatral.
sarían sus capacidades. En consecuencia, una franja escenificada de Los soliloquios deben ser diferenciados de lo que a veces se llama
interacción puede diferir sistemáticamente y muy radicalmente de la in- discurso directo (o extradramático). Esto ocurre cuando un personaje
teracción no escénica y, sin embargo, coi:no se puede ver, es en algtina se sitúa un poco fuera del marco, a menudo al borde del escenario, y
medida sustituible por ella. dirige algunos comentarios al público. Estas palabras están diseñadas
Ahora observemos la voz escénica fuera del marco conocida como como enunciados directos, y no como declamaciones o meditaciones
soliloquio: la convención mediante la que un actor, solo en escena, se indirectas. Con ello puede pretenderse estimular al público, explayar-
acerca al centro y, según el estilo del personaje que se le ha adscrito, se en alguna advertencia moral, explicar un giro intrincado del argu-
habla en voz alta, lo suficientemente alta como para ser oído en la par- mento, pedir disculpas por tener que representar dos papeles o resu-
te posterior de la sala, haciendo así al público conocedor de sus pensa- mir lo que ha acontecido o está a punto de acontecer. El discurso
mientos. El marco teatral occidental parece permitir dos clases lige- directo parece haber sido frecuente en las moralidades alegóricas me-
ramente diferentes de soliloquio: una de declamación u oratoria, el dievales, cuando no se había desarrollado todavía plenamente la ver-
tipo de cosa que en la vida no escénica una persona nunca haría, a me- sión occidental del público; para después decaer por completo al co-
nos que estuviera practicando un discurso; y una segunda clase identi- mienzo del siglo XVII, en cuya época, en Occidente, las obras de teatro
ficable como meditación, es decir, el hablar con uno mismo que po- se habían convertido en ámbitos relativamente autocontenidos, cons-
tituyendo este cambio una buena ilustración de cómo las prácticas de
encuadre varían a lo largo del tiempo 39 •
emoción alguna, pero su cuerpo es sacudido de vez en cuando por una fuene dcscspe·
ración»* [Eugene Ionesco, Victíms o/ Duty, en Three P/ays, traducido por Donald
Watson (Nueva York, Grove Press, 19.58), p. 136].
9
J Anne Righter, Shakespeare and Jhe Idea o/the Play (Londres, Chatto & Wmdus,
* NOTA DEL AlTl'OR: Durante la representación re4l el DETECTIVE levantó la cabeza, y habló direc-
tamente. Ésta parece ser la mejor solución. 1964), sobre la que me baso en estos temas, argumenta el mismo cambio en la comedia
Adviéruse que aquí debo emplear el mismo signo, una indicación para mi nora y Li de lones- romana con Tcrcncio, quien pide al público que acepte las obras sin prólogos, como en
co; si ocurriera que la mía fuera también un número surgiría tal vez una ligeni duda sobre lo que la vida, mientras que un autor anterior, Plauto (al igual que Aritstófanes), rompe la ilu-
realmente estaba aconteciendo. sión dramática de varias maneras, como se describe muy bien a continuación:
242 Ef'tling Goffman Activid4J fuera del ltl4f'CO 243
A continuación vamos a considerar el simple hecho de las barreras dría pensar, como se argumentará posteriormente), pero estos actos
ñsicas. En la interacción informal, literal, es posible que los individuos están cuidadosamente regulados, protegidos y modulados para per-
sean controlados accidentalmente, sin ayuda de dispositivos de escu- mitir que se mantenga la impresión de que todos los participantes se
cha, como cuando, por ejemplo, dos personas tratan sobre un tema vi- entregan en la misma medida a la acción.
tal sin ser vistas pero no sin ser oídas por un tercero interesado -el fe- El encuadre teatral permite de nuevo que estos recursos sean ex-
nómeno dd reservado colindante-. Aunque esta clase de escucha plotados de una manera bastante peculiar. Puesto que el público tiene
casual es una clara posibilidad, su probabilidad es pequeña compara- que poder ver esos actos si han de ser utilizados en la representación,
da, por ejemplo, con la posibilidad de descubrir que alguien ha sido deben ser lo suficientemente amplios como para llegar a todo el públi-
visto en compañía de otra determinada persona. Pero puede organi- co, y desde luego esta amplitud, estos gestos, raramente se dan en la
zarse la escucha casual por el simple expediente de escenificar una ba- interacción no escénica. El único requisito teatral es que esta regla sea
rrera adecuada e incluir en el guión un motivo por el cual una deter- observada por los personajes: ningún aparte ni ninguna confabulación
minada persona debería estar tras ella, cuando los demás están (igual que cualquier manifestación de discurso directo) no destinados
delante. Y en obras tales como Much Ado about Nothing, esta posibili- a uno mismo serán percibidos por amplio que sea el acto. En resumen,
dad se convierte en el principal recurso. el canal de ocultación está diseñado en el guión para transmitir más de
Consideremos ahora los apartes y la confabulación. En la interac- lo que normalmente podría transmitir. Es comprensible, pues, que en
ción no escénica, como se ha señalado, los individuos pueden cambiar una obra como Double Dealer, de Congreve, sea posible que un perso-
de compañeros y dar rienda suelta a sus sentimientos «reales» me- naje diga un soliloquio ante el público mientras que otro personaje,
diante el gesto y los comentarios sotto voce, como si a través de este desconocido para d primero, se acerque a él, escuche indiscretamente
comportamiento aportaran la evidencia de una concepción de la natu- las consideraciones que aquél hace al público y las comente ante él en
raleza humana al modo de una olla a presión. De modo semejante, un voz alta, dirigiéndose directamente a ese público, sin ser visto u oído
participante puede hacer intervenir a otro en una comunicación cbn- por el personaje que pronuncia el soliloquio. Y resulta comprensible
fabulada, con cuidado de proteger su acto frente a aquellos aislados que los personajes escénicos puedan permanecer sorprendentemente
por la misma. Así pues, en el curso normal de los acontecimientos, los ciegos frente a los esfuerzos obvios y llamativos de otro personaje que
apartes y la confabulación ocurren (más de lo que en principio se po- se desliza detrás de ellos con una intención aviesa o burlona.
Se ha señalado, pues, que en la interacción escénica la barrera pro-
ducida en la interacción no escénica mediante la protección o el con-
Además, Plauto empica el recurso del prólogo diferido. A menudo ínido su comedia como una
obra pcrfecwnente autocontenida y luego, uno vei que ha establecido un fingimiento de d.istoncia trol del volumen, en este caso, está meramente representada. Los es-
dramática, lo destruye. Un personaje que hasta ese momento se ruabia comportado como sa no hu- pectáculos de televisión en que se traían familiares a quienes se había
biera público a lo visto traspaso la barrera cxí.stcnte entre d mundo escénico y la realidad «P~ ha- perdido la pista para sorprender a los participantes se manejaban por
ceros la cortesía de resumir el argumento de esto obra». Es cloro que Plauto pcns11b:1 que la infor-
mación ofrecida dircet:1 y espcclficunente al público de esta manera 1endrla más posibilidades de medio de otra barrera, esta vez presumiblemente real: un locutor fue-
ser tomada en consideración que la ofrecida de modo menos obvio en el diá.logo. El material cxpo· ra de cámara ponía al corriente a la audiencia de modo que ésta pu-
sítivo impresionaría más vivamente la memoria de los espectadores si se combinaba con una viola-
ción súbito de la ilusión dramática. Al¡unas de estas violaciones son muy breves, pequeños aguíjo·
diera ser cómplice. Los concursos, a veces, usan el mismo efecto de
nozos en lo falu de otcnóón complacicn1e de la multitud [pp. 47-48}. dividir a la audiencia: el locutor con la voz sobreirnpresionada le dice
El capítulo 2, pp. 43-65, de Righter ofrece un útil rastreo de estos cambios respecto a la audiencia televisiva cuál es la respuesta, mientras que el concur-
al estilo directo. sante está muy tenso esforzándose en intentar recordar. En este caso
Un cambio un tanto semejante parece haber ocurrido en la novela en tiempos re- se trata de un tipo de confabulación dectrónica.
cientes. En el siglo XIX, los escritores (por ejemplo, Gcorge Eliot) cambiaban con faci- A medio camino entre la confabulación escénica y la confabula-
lidad de marco y se dirigían a sus lectores explicándoles los problemas que presentaba
un detenninado personaje o una simación en la construcción de la novela. Los novelis- ción radio-televisiva está la que ocurre en programas de debate y cier-
tas contemporáneos de vez en cuando hacen lo mismo, pero sutilmente, esto es, como tamente es uno de sus mayores soportes. Se posibilita el desarrollo de
un recurso que nonnolmcntc no se emplearía. acontecimientos que podrían ser interpretados como la proyección
244 Erving Go!fman Actividad fuero del marco 245
de las zonas oscuras de un <<invitado» o como algo que rompe las nor- confiar en la comunicación abierta, los soliloquios y los gestos dramá-
mas morales propias de las transmisiones públicas. El que actúa como ticamente llenos de sentido 41 •
maestro de ceremonias utiliza, pues, esta precariedad fabricada ha- Cuando en la situación sólo hay dos personas, es probable que a
ciendo participar a la audiencia en miradas confabuladoras, segura- ·una de ellas se le asigne el rol de hablar directamente y el guión de la
mente fuera de la visión del afectado, sea éste el invitado a cuya costa otra es probable que indique la participación en el comportamiento
se realiza el gesto o sean aquellos que cumplen las normas. En este de respuesta ya descrito, la autocomunicación fuera de ángulo y se-
caso, la audiencia llega casi a creerse que la confabulación con ella no micontenida, mediante la que se exterioriza cierta posición que, a
es una transposición de clave ni una fabricación, sino algo real. menudo, se considera como la respuesta «normal» de una persona.
La lucha libre televisada (y los concursos de patinadores) ofrece Pero ahora esta respuesta desatendida se exagera manifiestamente
otra ilustración que sigue las mismas líneas confabuladoras fabricadas para que sea fácilmente visible y audible por el público, aunque per-
con premeditación aviesa. El malo, el rufián, viola las reglas con el fin manezca sin ser detectada por el personaje que seguramente la evocó.
de abusar del héroe; el héroe, después de una adecuada secuencia de Esta exteriorización exagerada parece suponer dos elementos, en al-
castigos, adquiere con todo derecho una probada indignación y desfo- guna medida concordantes. El primero es la «indicación» [registe-
ga su ira mediante actos impropios de él. Pero tanto el rufián como el ring}, esto es, la exhibición a menudo furtiva de las consecuencias
héroe deben violar las reglas sin ser vistos por el árbitro y a la vista de que para uno tiene lo que acaba de oír o testificar. El segundo es la
los espectadores, de modo que estos últimos, aunque no el anterior, «muestra de intenciones», la descripción de lo que uno está inclinado
sepan lo que está sucediendo. Y eso típicamente requiere un alto gra- a hacer ahora a causa de lo que acaba de acontecer 42 • Adviértase que
do de cooperación entre árbitro, ofensor y ofendido en lo relativo al
lugar y al tiempo. ~ 1 El hecho de garantizar la continuidad en la escena cinematográfica cuando sólo
Sin duda, la ceguera del árbitro en la lucha es algo cuidadosamen- está presente un personaje ha producido algunas convenciones rígidamente estereoti-
te amañado en la microecología planeada del combate. En el béisbol padas. Nuestro héroe, al llegar a 111 dirección que busca, consulta un trozo de papd o
levanta la cabeza a medida que la cámara se desplaza hacia d número de la casa o hacia
se da una versión más seria. El lanzador puede ser captado por una cá- la placa de la calle. Cuondo ve a un amigo que se va, nuestro héroe mueve la cabeza,
mara de televisión cuando se dispone a lanzar la pelota al jugador como si recapitulora para sí su visión del que se ha ido.
base, con e! objetivo de aislar a un corredor que ha pasado a salvo por ~ El cine emplea muy a menudo un mayor desarrollo de la muestra de intenciones,
más de una base llevando la delantera. El ángulo de cobertura puede pero, como Balázs señala, no necesita hacerlo:
aquí dar a la audiencia de televisión una oportunidad mejor que al El cinc, en especial el cine sonoro, puede separar los palabras de un personaje que les habla a otros
del juego silencioso de r1Ugos por los cuales, en medio de tal conversación, se hace percibir un soli-
propio corredor para descubrir lo que va a pasar por adelantado. De loquio mudo y percibir la diferencia encze este soliloquio mudo y la conversación audible. Lo que
modo semejante, la cámara puede tomar a un corredor en el proceso un actor de carne y hueso puede mostrar sobre el escenario tcaual es como máximo que sus pa·
de arrebatar una base fuera de la línea visual de la persona que tiene la labras son insinceras y que es W1ll mera convención que d interlocutor en esa conversación está
ciego pan lo que cualquier espectador puede ver. Pero en un pñmcr plano aislado de la pclrcula
pelota (en concreto, el lanzador). En todo ello, la cámara fabrica una podernos llegar hasta el fondo de un alma mediante movimientos muy pequeños de los músculos
coalición entre el jugador y la audiencia 40. faciales que hasta d interlocutor más observador nunca percibiría [Béb Balázs, Theory o/ the
Adviértase ahora que en todo tipo de actuaciones la obligación de Film, traducido por Edith Bone (Nueva York, Roy Publishers, 1953), p. 63).
ofrecer una continuidad a la audiencia, es decir, una dirección cons- Se podría añadir que tanto en d teatro como en d cine, cuando un personaje apare-
tante sobre lo que está sucediendo, explica bastante bien la manipula- ce con un disfraz biográfico ante otros, recurso tan frecuente en los mundos del hacer
creer como tan poco frecuente en el mundo real, es probable que d actor tenga cuida-
ción del estatus de participación y el papel que se da a los canales. En do en qwtarse continuamente d disfraz ante el público, aun cuando parezca que lo
el teatro, por ejemplo, cuando sólo hay una persona en escena -posi- mantiene efectivamente ante los otros personajes. De nuevo, esta dualidad de imagen se
bilidad que se evita en buena medida- habrá que -y se tiende a- fomenta en aras dd mantenimiento de la continuidad, es decir, de una línea argumen-
tal que pueda ser seguida de modo continuado por el público. De manera semejante,
como afüma Wayne C. Booth, si un personaje tiene que mentirle a otro, d autor debe
decidir antes si el público ha de saber que se está mintiendo y si es asi (como nonnal-
-40 Sugerido por Michad Wolf. mente es d caso), la mentira debe hacerse de manera que sea evidente para d público
246 Erving Go/fman Actividadfuera Je/ marco 247
esta clase de efecto puede crearse aun cuando parezca que los dos episodios: los actores actúan antes de salir a escena; se preparan y se
protagonistas están hablándose directamente en íntimo contacto. ponen a punto entre bastidores, antes de que el regidor haga sus indi-
Cuando están presentes tres personas, hay otro recurso, la comunica- caciones; algo muy parecido a lo que hace el ayudante de un cómplice
ción confabuladora, y su utilización tiende a suplantar a los otros dos en un episodio de una estafa.
recursos. Por lo que la tarea de mantener la continuidad tiende a Porque, después de todo, la tarea global en una representación
cambiar de un recurso a otro dependiendo del número de personajes escénica concierne a los intérpretes que representan personajes, no a
en escena. Sin embargo, siempre que se haga el trabajo, el público se- los personajes como tales. Téngase en cuenta que un personaje no
guramente no caerá en la cuenta de que la confianza ha pasado a de- puede olvidar su papel. Tal cosa no se da en la interacción natural. Lo
pender de otro mecanismo. único que podría hacer sería olvidar un nombre, una fecha u otros
Lo que se aduce aquí es que los textos dramáticos que implican elementos de la clase que olvidamos -olvido que incidentalmente
interacción escénica hacen posible que los canales subordinados de in- puede ser incorporado al guión del personaje-. De modo semejante,
teracción se escenifiquen y que se abuse de su funcionamiento ordina- una persona real no puede retrasarse en una cita, simplemente por-
rio en beneficio de la continuidad dramática y de efectos similares. En que las personas en la vida ordinaria no pueden fallar de esta deter-
este punto, hay que complicar todavía más el asunto. Se trata de los ni- minada manera. Ciertamente puede haber, y a menudo la hay, gente
veles de organización, cuestión muy familiar en el análisis sintáctico que llega tarde; pero ésta es una cuestión bastante diferente. El retra-
de frases, pero mucho menos familiar en el análisis de otras clases de so, por ejemplo, puede ser explicado, disculpado y excusado, y esta
experiencia. tarea de reparación no tiene por qué estar incluida en el guión por-
Es evidente que cuando ocurre un engaño a gran escala en la inte- que no lo hay. Sólo los individuos cuya aparición en una determinada
racción cara a cara, es probable que los embaucadores confien consi- ocasión se ha estipulado en el guión que sigue a partir de ese momen-
derablemente en el canal de ocultación. Las cuestiones de organiza- to pueden olvidar las indicaciones -y esto implica a los actores escé-
ción acerca de cuándo comenzar el episodio de interacción, cómo nicos ; a los participantes en rituales elaborados y a fabricadores
manejar sus fases, etc., tendrán que resolverse en secreto mediante el corno los estafadores.
uso de la comunicación confabuladora y de las fronteras de lo física- Las producciones escénicas, por lo tanto, suponen modificaciones
mente evidenciable. Así pues, se produce un cambio en aquello que en aquella canalización de la actividad subordinada que es caracterís-
las distintas pistas transmitirían normalmente. Algo muy parecido tica de la actividad ordinaria no escénica. Pero no puede encontrarse
puede decirse de las producciones dramáticas en directo. Porque pa- sentido a estas modificaciones si se tratan todas ellas en conjunto. Hay
recería que lo que hasta ahora se ha descrito como el uso ampliado de implicados dos diferentes niveles u órdenes, dos sistemas de referen-
las pistas subordinadas en la interacción escénica se aplica dentro de la cia diferentes, dos elementos diferentes del marco teatral: uno per-
obra dramática que se presenta. Cuando uno se desplaza hacia un ni- tenece a los intérpretes que escenifican una producción, el otro a los
vel superior de organización, esto es, cuando se examina el manejo de personajes en la interacción escénica. Y las cuestiones deben ordenar-
toda una producción escénica, entonces (al igual que con las fabrica- se según estas líneas antes de intentar un nuevo análisis que sea fructí-
ciones) se encuentra que el canal de ocultación debe transmitir indica- fero. La mirada sutil mediante la cual un actor advierte en secreto a
dores direccionales, siendo el apuntador una fuente de primordial im- otro de que se le ha movido la peluca es un auténtico aparte, cuyo mo-
portancia. Y este canal debe también transmitir los arreglos en los delo estructural ese mismo individuo caracterizado puede verse obli-
gado a representar a través de toscos gestos de pantomima como parte
de una señal de connivencia insertada en el guión. .
que lo que csuí sucediendo es mentira [The Relhon'c ofFiclion (Chicago, University of
Cbicago Prcss, 1961), p. 64]. Nosotros los espectadores, por lo tanto, aceptamos sin
pestañear la extraña noción de una mujer que le miente a su marido, mediante un con·
trol de la expresión, que lo engaña a él pero no a nosotros, que apenas conocemos a la
mujer.
248 E"1ing Gof11714n Actividad fuera del marro 2'19
ralmente realistas, como los cigarrillos, y otros no, como las paredes y
IX las ventanas 44 • Sin embargo, esta mezcolanza no origina ningún pro-
blema especial.
He venido sugiriendo que el hecho mismo de que una línea principal de Por muy variado que sea el realismo de los diversos elementos en
actividad pueda ser realizada simultáneamente a través de actos por ca- la situación escénica, cuando menos puede decirse que los personajes
nales extramarco proporciona una base de flexibilidad a la organización en el escenario mantienen más o menos la misma distancia física res-
del hacer creer¡ porque cada canal extramarco puede actUar por sí mis- pecto al público a lo largo de toda la representación. Pero esto no su-
mo y, por lo tanto, puede ser utilizado con una considerable ampliación cede en el caso del cine. Desde que Griffith hizo <<Viajar>> al público
de la capacidad inicial. Pero esto no es todo. En aras de la sátira o el hu- con los primeros planos, podemos tolerar, sin merma en la participa-
mor, los propios canales subordinados pueden convertirse en centro de ción, grandes y rápidos cambios en el ángulo de visión de la cámara y
atención, en parte de la línea argumental principal, como cuando Hardy en la cercanía del foco, al igual que en la vida normal solemos usar la
se comunica, confabuladamente, con Laurel de un modo tremendamen- perspectiva para mantener constantes los objetos en tamaño y forma,
te amplio, o se representan películas antiguas en las que se lanzan sobre con independencia de la distancia o del ángulo de visión. En las pelí-
la pantalla mensajes provincianos por el canal superpuesto. culas mudas tenemos subtítulos a ritmo lento (de modo que todo el
Estos hechos nos debeñan alertar ante la expectativa de que el en- mundo pueda leerlos), cubriendo sólo lo suficiente de la acción como
cuadre no introduce tanto limitaciones sobre lo que puede tener senti· para garantizar un mínimo de continuidad. La propia letra impresa
do sino que sobre todo abre una amplia variabilidad. Dicho de otra en este caso suele dividirse en dos grupos, «títulos de continuidad»,
manera: las personas parecen poseer una capacidad muy básica para que implican un comentario editorial, mediador sobre la acción en
aceptar cambios en las premisas organizativas que, una vez estableci- general (en las comedias malévolas e irónicas), y «títulos hablados»,
das, convierten toda una franja de actividad en algo diferente del mo- fragmentos procedentes del diálogo normal. Con todo, los especta-
delo; pero en alguna medida sigue teniendo pleno sentido, en cuanto dores cinematográficos asiduos no tienen ningún problema en unifi-
que estas diferencias sistemáticas pueden ser corregidas y salvaguar- car el material procedente de esas pistas en una misma y única expe-
dadas para evitar una percepción desorganizadora, a la vez que se riencia 4'.
mantiene la participación en la línea argumental. Considérense en esta
perspectiva algunas otras diferencias entre la actividad escénica y su ~ Y es evidente también en el teatro no occidental, como advierte Gordik en su
contrapartida modelada conforme a ella. trawniento del teatro clásico chino:
Es un hecho que el estilo escénico, a Jo largo de los siglos y a través Pese a lo extremadamente convencional que puede parecer a primera vista, si se rdJcxiona, se en·
de diversas culturas, varia enormemente en el grado de realismo de los cuentran muchOli dementos ilusorios. Cuando se rcprescnia a los personajes en un barco, no hay
barco, pero hay movimiento ondulante, y hay un n:mo para remar. Cuando se rep~ta a un per-
accesorios escénicos y también en el grado de consistencia buscado en sonaje montando un caballo, no hay caballo, pero los movimientos realizados al montar un rorcd
el nivel de realismo de un accesorio a otro. (Por ejemplo, el vestuario imaginario se corresponden muy de cerca con los ejercitados en la realidad. Un mendigo puede
vestir harapos de seda; pero siguen siendo harapos en comparación con los trajes de otros perso-
adaptado a la época de la obra es una concepción relativamente mo- najes. Hay difcn:ncias en el maquillaje y el vestu:irio, de modo que hay ropajes escénicos que se
derna) 4}. Y ciertamente es probable que algunos elementos sean lite- aproximan a la annadura de los generales y a la vestimcnia de los monjes o de los mandwes. Las
sillas y las mesas se usan no s6lo simbólicamente, sino en su uso propio como sillas y mesas. Los
personajes escénicos usan con toda naturalidad abanicos, espadas, arcos y flechas, tambores, flau·
•J Como Macgowan y Meinitz sugieren: w y teteras. Es imposible trazar una linea divisoria que muestre qué tipo de accesorios han de ser
usados simbólicamente, y cuáles literalmente. En épocas recientes, bajo la influencia del teatro oc·
El teatro europeo tardó cerca de setenta y cinco años en aceptar completamente Li idea obvia cident:il, el número de accesorios utilWidos literalrnente ha aumentado mucho; se han introduci·
-elaborada por M4cklin en 1673-de que el vestuario de una obra histórica deberla com:spon· do en el teatro decorados pintados, las actrices desempeñan papeles femeninos, que anúguamcnte
der a la época y a 14 gente prescnuidas. Los directores del siglo XX han hecho Hamkt y otros obt'llS eran reprcscniados por actores [Nnu Theat~ o/OIJ, p. 60].
con vestuario moderno y en es«narios modernos como experimentos atrevidos. «El vestuario 4 ' Pero ciertamente existen limites a esta flexibilidad, límites que en sí mismos va·
moderno•, junto al escenario convencional. era un.a costumbre general hasta la segunda mitad del
siglo XVIII. Y fue s6lo entre 1810 y 18'0 cuando gradualmente se estableció la precisión histórica rían notablemente en relación al «gusto» y a Ja «Sofisticación», como Balázs ilustra sin
[Go!Jen Age1 o/the Theater, pp. 109-110]. proponérselo:
250 Erving Go/fman Actividad fuera del marco 251
En las películas en general, y en el cine mudo en particular, la pista película americana intervienen personas extranjeras, es raro que se las
de ocultación, como se ha indicado, se emplea mucho para transmitir restrinja a usar d idioma que probablemente hablan. En vez de esto,
la línea argumental, convirtiéndose los actores en buena medida en se usa el inglés, pero con el correspondiente «acento». El acento viene
máquinas que exteriorizan el sentimiento mudo, mudo no sólo por- a representar lo extranjero 47 • (Los franceses, los alemanes, los rusos y
que el sonoro no llegó hasta los años treinta, sino también porque si los italianos suden tender a hablar en su acento; los de países menos
hay que mantener a los distintos personajes en diferentes estados de conocidos o pequeños a menudo tienen que arreglárselas con un cier-
información, se requerirán manifestaciones «secretas» a espaldas del to extraño acento extranjero.) Ahora bien, aunque es imaginable que
engañado. Además, y lo más radical como medio para organizar el flu- los extranjeros usen una versión del inglés para hablar con los perso-
jo de la experiencia, las acciones y las palabras transmitidas a un per- najes angloparlantes, en cuyo caso el acento extranjero no resultaría
sonaje se ejecutan de manera portentosa, con distintas variantes de denigrante, el acento se usa también en escenas en las que dos extran-
amenaza, complicidad y cosas por el estilo, de modo que se le puede jeros hablan entre sí sin estar en presencia de los personajes anglopar-
decir o recordar al público lo que está «pasando», aun cuando se lantes. Y en buena lógica no habría razón para esto 48• Y, sin embargo,
mantenga la «ignorancia» por parte de algunos personajes. Las pre- al parecer, ese recurso no crea ningún problema en el espectador. El
dicciones sobre desarrollos inminentes se señalan también de esta ma- público convierte sistemáticamente el habla con acento en habla ex-
nera 46 • (Es como si los caracteres descritos llegaran sólo a medias a tranjera. Es interesante que en los tebeos y otros materiales escritos se
caer en la cuenta de que están en un mundo predecible --como cierta- obtiene a veces el mismo efecto usando letreros que recuerdan el texto
mente lo están de manera exclusiva- y de ahí que den tácitamente empleado en la lengua que un personaje extranjero hablaría normal-
importancia a los portentos.) mente. Aquí se encuentra algo parecido a las convenciones que per-
Las exteriorizaciones, en verdad, no son el único medio de propor- miten la transposición de una versión impresa a una versión meca-
cionar orientación en las películas. Sin duda, el recurso más importante nografiada del mismo texto. El texto original en este caso es el habla
es la propia cámara, que, al desplazarse de un punto a otro, obliga al extranjera de una persona extranjera; el acento es la transformación
público a seguir el recorrido, llevándolo a examinar la parte de la esce- fílmica, y la tipografía, la versión en tira cómica de lo mismo.
na que el director ha hecho que fuera reveladora, es decir, aquella' que Estoy sugiriendo, pues, que los textos dramáticos permiten la ma-
ofrece el fragmento siguiente de información necesario para mantener nipulación de las convenciones de encuadre, y puesto que estas con-
el sentido de la línea de acción en desarrollo. (Una versión ligeramente venciones calan muy profundamente en la organización de la expe-
menos elaborada de esto puede verse en los debates de televisión en los riencia, casi cualquier cosa puede manejarse de manera que sea
que una persona puede dejar de hablar y callarse antes de que la cáma- compatible con el mantenimiento de la participación del público.
ra cambie, y otra puede intentar intervenir antes de que la cámara la Se puede apreciar, pues, cómo el cine y el teatro modernos pueden
enfoque, alterando así la aparente nacuralidad del flujo de la acción.) efectuar muchos cambios y en cada caso tratar de generar un cálculo
Otro ejemplo de los recursos de encuadre empleados para conse-
guir dar orientación en el drama (y otro ejemplo de la flexibilidad del
encuadre) son las técnicas a través de las cuales se establece y mantie- ~1 También hay recursos indicadores de clase. En las películas americanas se puede
ne efectivamente la identidad social de los personajes. Cuando en una usar fácilmente un «buen» acento de Nueva York o de Nueva Inglaterra como muestra
de nacionalidad británica. En las producciones inglesas de obras griegas, se usa el
acento londinense popular para los griegos de clase baja, y «la pronunciación culta»,
La pc!Icula puede cvoc:ir pensamientos en el espec1ador, pero no debe proyectar en la pantalla para las dBSes alw.
peruamientos-súnbolos Fabricados, ideogramas que ya poseen sentidos convencionales conocidos " The French Connection -una película americana- empica el hábil truco de
y definidos, como el signo de interrogación o el de exclamación, uno c:rw: o uno esvástica; porque dejar que dos personajes franceses, presentados como competentes en inglés, habl~
esto sel'Íll sólo una escrirura pictórica primitiva, serian jeroglillcos, menos prácticos que nuestro
alfobc10 y, desde luego, en modo alguno arte [Th(!Qry o/the Film, p. 129]. entre sí en francés mientras que se usa la técnica de los subtítulos de películas exuan¡e-
ras para ofrecer la traducción -bonito ejemplo de cuán poco naturales pueden ser las
"" Véase el tratamiento de la orientación en «Remedia) lnterchanges», en R. P, medidas que sirven para crear un efecto natural, realista-. Unas cuantas películas an-
p.132. teriores utilizaron la misma estratagema.
252 Erving Go!fman Actividadfuera del marco 253
de la acción y la reacción en las que los públicos podrían involucrarse. Hay que considerar otro aspecto de la organización del encuadre.
Por ejemplo, en Our Town [Nuestra ciudad] de Thonon Wtlder, se en- Si se examinan los conectivos en las novelas, resulta totalmente evi-
cuentra un resurgimiento del rol del orador, un editorialista que se sien- dente que una vez que se ha identificado a un hablante, esa identifica-
ta al lado del escenario y hace de mediador entre el mundo de la obra y ción será suficiente hasta que intervenga la persona siguiente, al me-
' el público. En la película Al/ie se ofrece una versión puesta al día: me- nos respecto a un texto que puede ser leído como las palabras de un
,,,1~ diante fotografías superpuestas (dividiendo la pantalla, situadas en un personaje. En apariencia, nos resulta natural leer cada identificación a
1· 1 ángulo), se hace que el héroe salga del personaje mientras que la acción si- lo largo de una cantidad variable y continuada de enunciados, dete-
1:
gue adelante, y se dirija directamente como personaje al público, repre- niéndonos sólo cuando aparece un nuevo conectivo o cuando no hay
sentando así dos realizaciones del mismo personaje simultáneamente. conversación. Algo parecido sucede en los subtítulos del cine mudo,
En la obra de Alan Ayckbourn How the Other Ha!/ Loves, dos parejas cuando se aplica un único subtítulo a toda una franja de la película.
usan el mismo decorado simultáneamente corno si no pudieran ver a los En el diálogo de las novelas, muy a menudo se encuentra algo más
miembros de la otra pareja, aunque la mujer de uno puede telefonear al que una alternancia de enunciados conectados a los hablantes. El es-
marido de la otra, y de nuevo el autor se sale con la suya. critor frecuentemente registrará el efecto que produce sobre un per-
Resulta evidente, por lo tanto, que es posible una gran flexibilidad sonaje el acto que otro personaje acaba de ejecutar. Como en las pelí-
en las convenciones, y de acuerdo con ellas unos determinados perso- culas, esta respuesta puede adoptar dos formas. En primer lugar, las
najes en una determinada obra dramática pueden actuar entre ellos y impresiones o «tomas». Juan, como reacción al comentario de María,
conseguir mediante esta acción algo que cautive al público. A este res- puede ser descrito como asustado, desconcertado, titubeante, visible-
pecto nuestra capacidad se ilustra mejor todavía con los recursos que mente complacido, estupefacto, sosegado, etc. En segundo lugar, las
el público está preparado para aceptar en las marionetas: muestras de intenciones o (en una forma consciente) las «réplicas».
Examinando los diálogos, se encuentra que la respuesta de cada
Las marionetas manejadas a mano, por ejemplo, ejecutan en escena coda una personaje al turno del otro que lleva la iniciativa de la acción puede su-
serie de acciones que serían consideradas fuera de lo normal de no definirse poner: 1) sólo una toma; 2) sólo una réplica, o 3) un proceso en dos fa.
como convenciones. Entran y salen por el fondo del escenario; toman los ob· ses que suele comenzar con una toma y después cambia a una réplica.
jetos con ambos brazos en vez de con las manos; puede haber marionetas·ani-
males que hablan y toman los objetos con la boca; los labios no se mueven al l. Aquello detuvo aJuan en su camino.
hablar, o no tienen boca; mueven todo el cuerpo al mover la cabeza; golpean María casi sonrió.
el escenario con la cabeza para dar mayor énfasis o cuando están muy emo- 2. «¿Por qué? ¿Por qué ahora?», suplicó él.
cionadas; no tienen piernas y no se sientan; se mueven por el escenario sin ha- «¿Hay alguna razón?», respondió su mujer.
cer ruido y se pueden desplazar a una velocidad increíble hada arriba, hada 3. El rostro de él palideció. Su voz se quebró. «No, por favor.»
abajo o a lo largo del escenario; pueden hablar entre sí, mezclando las voces, Esta vez ella sí sonrió. «No va a funcionar», dijo ella, y se marchó de
pero pretendiendo entenderse perfectamente unas a otras; y puede que no la habitación.
hablen nada, y finjan comunicarse con otras marionetas o con una muche-
dumbre humana. Si se considera ingenuamente, cualquiera de las anteriores Aunque la acción ocurra en una sola fase o en dos fases, tiende a
acciones de una marioneta podría causar consternación y perplejidad en el ser leída a lo largo dd periodo en que está actuando el personaje al
público. Sin embargo, puesto que estas acciones son convenciones escénicas, que se le atribuye, como si ese grado de complejidad fuera suficiente
su transformación de actividades contundentes en actividades corrientes y
con sentido es anterior a la obra misma 4 9• para retratar algo reconocido como una persona con todas las de la
ley. Ahora bien, el·meollo de todo esto es que, aunque el resultado pa-
·, ~' Hanck, «A Frame Analysis of the Puppet Theater». Hanck añade:
contrario. La convención permite que: d titiritero le dé la vudra al personaje simplemente movicn·
Las sombras chinescas ilustran una convención escénica peculianncnte interesame. Puesto que: las do sólo al muñc:co y volviendo a colocarlo rápidamente: cerca de la pantalla. Los miembros del pú·
sombras son planas, nonnalmcnrc se presentan en pc:rfil ante d público. Esto planrc:a un proble- blico ven desaparecer la sombra de la marioneta por un momento y la ven reaparecer después al
ma especial para d titiritero, CUllndo debe hacer que la marioneta por alguna razón mire al lado otro lado. No les perturba lo más mínimo esta maniobra. ..
2.54 Erving Go/fman Actividadfuera del marro 255
rezca perfectamente natural, y muy a menudo «realista>>, se plantea todo ello con poca distancia en el tiempo o en el teatro que marque la
una visión muy restrictiva de la interacción. La respuesta de cada par- diferencia. De hecho, el mismo espectáculo se puede barajar de diver-
ticipante se orienta totalmente a la escena local, actual, y se ofrece una sas formas y seguir manteniendo un público, como, por ejemplo, la se·
lectura global, muy simple, de sus respuestas afectiva y de comporta- rie de televisión Get Smart, que era al mismo tiempo una burla de las
miento ante la situación'º· Y esta «situación» cambia en buena medi- series de espías y un drama basado en un suspense real. En efecto, el
da cuando cada participante toma la iniciativa, como podría, por mismo contenido escenificado sin cambios en su carácter interno pue-
ejemplo, ocurrir durante una partida de ajedrez. de ser tratado seriamente en una ocasión e interpretado como una ex-
Otro aspecto de esa flexibilidad a considerar recae sobre el tema periencia caricaturesca a la vez siguiente, lo cual es evidente, P?r ejem·
de la destreza. Un rasgo notable de la puesta en escena es que aunque plo, en el nuevo interés durante los años sesenta por la sene sobre
las compañías difieren mucho en talento y los textos difieren casi tanto Batman, rodada en los años cuarenta 52 • Los cambios en lo que a veces
en «calidad>>, sucede que los malos repartos y los malos guiones pue- se llama el nivel de sofisticación son cambios de encuadre, y estos
den llegar a resultar interesantes para los espectadores. De hecho, en el cambios, ratificados por un público, pueden transformar por comple-
psicodrama las personas sin guión y sin ninguna calificación como to el modo en que se recibe la misma producción".
actores, pueden poner en escena un número dramático efectivo. De
nuevo, lo que se pone aquí en evidencia es la gran capacidad de los
públicos para ajustar y calibrar con el fin de continuar implicándose.
En esta misma vena puede verse cómo los aficionados pueden es- X
tar dispuestos a asistir a obras de teatro que varían en su grado de «se-
riedad» y que van desde el drama a la sátira, la fantasía, el melodra- Lo que se sostiene es, pues, que tenemos una ~apacidad ~atura! para
elaborar franjas de experiencia absorbentes, vivas, a partlr de la mte-
ma n, las variedades o una parodia de cualquiera de estas formas, y
racción dramática de los personajes, los cuales se rigen por toda clase
'° El hecho de considerar la acción dramática elemental de un personaje como un o atado en una cueva o no dispone de un arma en momentos difíciles. Todo lo que de imdigcnte e
proceso de «dar y tomar» interpretado a lo largo de toda su intervención permite apre- intencionado pueda haber en el mdodrama corresponde al rufián y al gracioso [p. 10).
ciar un paro.lelismo con el espectáculo que los luchadores de lucha libre ofrecen en sus
combates, salvo que en la lucha «dar» abarcará todo el cuerpo en lugar de la cara y 111S Booth ofrece un comentario sobre la defunción de esta particular transformación:
manos, y «tomar» implicará magníficos golpes al estilo de los gladiadores, en vez de La fecha dd declive del melodrama escénico no puede darse con exactitud. Fue desapareciendo
palabras, y un veloz paseo por el escenario. El paralelismo no es accidental, ya que es la poco a poco después de la Primera Gucmi Mundial, pero las señales de desintegración eran ya
lucha de exhibición la que aporta algunos de los términos que se utilizan al analizar evidentes veinte o treinta años antes. La cuestión resulta confusa por d hecho de que d mdod~a
la interacción social del hacer creer. ma prolongó sus giras durante bastante tiempo después de que dejllSC de rep~entarse en ~ ctu-
'
1
Por ejemplo, Michael Booth (ed.), Hiss the Vi//ain (Nueva York, Benjamin dades, en algunos casos hasta varios años después de la ~cgunda G~erra Mundial. ~ora, sin em-
Blom, 1964): bargo, el mdodrama sólo se repone, bien como una vanantc dd genero b~~lesco, bten como un
arcaísmo consciente. Esto no supone negar que haya elementos mdodramancos en las obras mo-
En el tratamiento dd material, el melodra11111 se centra en las cosas externas: permanece en la su- dernas, tales como las de suspense, pero no existen en forma pura, y si ello ocurriera, no encontra·
perficie y nunca explora las profundidodes. Este enfoque produce dos de los rasgos más notables ria a un público propio que panicipasc de su espíritu [p. 38).
de la forma: personajes estereotipados y distinciones morales rígidas. Los tipos principales que
apereccn constantemente en el melodrama son el héroe, lo heroína, el villano, el bufón, la graciosa, ': Véase, por ejemplo, en Time, 26 de noviembre de 1965, un comentario que, inci-
el viejo, In vieja y el actor de carácter (normalmente cómico). De vez en cuando aparecen otros dentalmente, se reprodujo más tarde como anuncio en la reposició~ ~e los películas de
tipos, y se manejan de varias formas multitud de personajes poco imponantes, pero las líneas ge· Batman (como en d San Francisco Chronicle, «Date Book», 9 de diciembre de 1965),
nerales han seguido siendo las mismas durante un siglo. Cuando se borran y cuando ya no se 1114n- una interesante transposición de clave por derecho propio.
ticncn divisiones profundas en temas morales, el melodrama como forma independiente desapa- n El caso más claro que conozco fue una reposición en los años setenta de pelicu·
rece. El edificio no se puede ya sostener sobre bllSCS resquebrajadas.
las antidroga (tales como Ree/er Madness) hechas en los años treinta y cuarenta. En las
Una de las reglas es que el héroe y la heroína deben padecer dolor, persecución y una foi:zosa
separación, y su sufrimiento debe continuar inalterado hasta momentos ames de que caiga el telón casas realquiladas, en la universidad y en los barrios hipp~es, se fue produc.ien~o lenta-
final, cuando aparecen unidos, felices y triunfantes. L:i heroína está expuesta a Wl4 mayor perse· mente una dispersión perceptible de las pautas y, en medio de una tranquila nsa entre
cución que el héroe, especialmente porque poseerla es frecuentemente el objetivo principal del ru· dientes, se veía pasivamente una película que describía las org.ías destru<;tivas que eran
Win. De hecho, el héroe a menudo no puede hacer rutda por ella, bien porque estii preso en el mar, las pretendidas consecuencias predecibles en caso de sucumbll' ante la hierba.
2~6 Erving Go!fman 8. EL ANCLAJE DE LA ACTIVIDAD
que hay que organizar material y correctamente para que un astronau- bente 1• Una taza se puede llenar con cualquier sustancia, pero el asa
ta en vuelo pueda soñar.) Es este entrelazamiento de la actividad en- pertenece a la sustancia que la califica como realidad.
marcada en el mundo cotidiano no escénico lo que quiero considerar Obsérvese que cualquier discusión sobre la inserción del juego de
en este capítulo. una partida en su entorno, cualquier discusión sobre el borde de este
La relación del marco con el mundo circundante en el que ocu- marco, conduce a una aparente paradoja. La comprensión que juga-
rre el encuadre es compleja. He aquí una ilustración. Dos hombres dores y no jugadores poseen de dónde acaban los derechos del mundo
se sientan a una mesa equipada con juegos y tienen que decidir entre en curso y dónde comienzan los derechos del juego es parte de lo que
jugar al ajedrez o a las damas. En términos del ámbito generado por los jugadores aportan a su juego desde el mundo exterior y, sin em-
el juego en el que pronto se enfrascarán, la diferencia entre el aje- bargo, es un constituyente necesario del juego. Los puntos exactos en
drez y las damas es considerable; se desarrollarán dramas bastante los que la actividad interna acaba y la actividad externa empieza -el
diferentes que implican personajes generados por el juego que son borde mismo del marco- son generalizados por el individuo e incor-
bastante diferentes. Pero si se acerca un extraño, un empleado, un porados a su marco de referencia de interpretación, convirtiéndose,
portero o un policía a los dos jugadores, normalmente será suficien- de esta manera, recurrentemente, en parte adicional del marco. En ge-
te saber que los dos hombres están jugando a un juego de tablero. El neral, pues, los supuestos que aíslan una actividad del entorno exte-
engranaje de la partida en el mundo del entorno inmediato de cada rior señalan también los modos en que esta actividad enlaza inevita-
día puede hacerse generalmente en términos de esta categorización blemente con el mundo circundante.
relativamente abstracta, porque de lo que se trata es de cuestiones Esta cuestión paradójica es un hecho con el que han de contar
tales como la luz eléctrica, el espacio, el tiempo necesitado, el dere- aquellos de quienes podríamos pensar que están en otros asuntos.
cho de los otros a mirar libremente y, bajo ciertas circunstancias, a Cuando dos individuos se reúnen para lanzar una moneda, tenemos
interrumpir a los hombres y a pedirles que pospongan la partida o que admitir que se necesita que haya suficiente luz para que los juga-
cambien su localización física, el derecho de los jugadores a telefo- dores vean de qué lado ha caído. Pero no hay por qué pensar que ten-
near a sus esposas para decirles que se van a retrasar hasta que la gamos que proporcionar a los jugadores un refrigerio y un cuarto de
partida termine. Estas cosas y una multitud de otros pormenores en baño. Cuando la partida es de larga duración, puede que haya que
los que lo que está sucediendo debe encontrar un lugar en el resto habilitar estos servicios, porque dondequiera que vaya una persona,
del mundo en curso son relativamente independientes del juego al cabo de un rato, surge la necesidad de alimentarse, algo irrelevan-
que se está jugando. Por lo general, es el modo de transformación, y te para el rol. Y el equipo material puede que requiera ser renovado.
no lo transformado, lo que se integra en el mundo. Y, sin embargo,
esta independencia no es rotal. En la diferencia entre el ajedrez y las 1 Simmd presentad caso de las obras de arte en «The Hlllldle», en George Simmd
damas hay implicaciones que inciden en el mundo exterior para ju- y otros, Essays on Sociology, Philosophy anJ Aesthetics, ed. de Kurt H. Wolff (Nueva
gar estos juegos. Por ejemplo, en América se suele considerar a los York,Harpcr&Row, 1965):
que juegan al ajedrez como personas cultas, identificación no can Lu modemAS tcol'ÍllS dd 11rte ponen un gran énfasis en que la ttrc:i csencW de la pintura y la es-
clara en el caso de los que juegan a las damas. Además, si sólo hay cultura es la descripción de la organWicion espacial de Lis cosos. Si damos un asentimiento rápido
disponible un tablero de cada juego, los jugadores que eligen jugar a a es10, fácilmente se puede olvidar que d espacio en una pimur:a es una cscructur:a b11S1an1e dife·
rente al espado real que experimentamos. Dcnuo dd espacio real un objeto puede ser 1ocado,
uno de los juegos pueden forzar a la pareja siguiente a que jueguen al mientras que en una pintura sólo puede ser mirado, ada parte del espacio real se experimenta
otro. Y, ciertamente, los jugadores deben llegar a cualquier juego como parte de una extensión infinita, pero el espacio de un cuadro se cxpcrimenia como un espa-
cio cnccrl'lldo en sí; el objcro real interactúa con todo lo que se agi1a y ronda a su alrededor, pero d
que decidan jugar con un conocimiento previo del mismo. (Deben ir contenido de una obro de ane cona estos hilos, fundiendo sólo sus propios elcmcn1os en una uni·
también con el deseo de jugar y con la voluntad de jugar entre sí, dad suficiente por sí misma. Por lo tanto, la obra de ane perdura más allá de la realidad. Cieno
pero estos prerrequisitos psicológicos no son muy diferentes en el que la obra de arte obtiene su contenido a partir de la realidad; pero es a partir de Lis visiones so-
bre la realidad como construye Wl ámbi10 sobel'llno. Mientras que d lienzo y los colores son panes
ajedrez y las damas.) Hay que repetirlo: se puede avanzar un argu- de la rcalidod, la obra de ane cloborada a panir de ellos existe en un espacio idcnl que no puede ya
mento semejante respecto a cualquier actividad fantástica y absor- cnuar en con1ac10 con el espacio real, 11! igual que los tonos no pueden locar los colores [p. 267].
260 Ervt"ng Go!fman El ancl4jt dt 14 actividad 261
(En los casinos, hay que disponer las cosas para sustituir las cartas des- ba de hecho sucediendo, y esto sin duda es verdad. Inmediatamente,
gastadas y limpiar las fichas sucias.) Pero adviértase que, muy a menu- pues, se produce un dilema básico. Sea lo que sea lo que genera la cer-
do, los servicios requeridos por las personas y el equipo -cualquiera teza, es precisamente aquello que será utilizado por los que quieran
que sea el ámbito de la actividad sustentada que se mantiene en fun- inducimos a error. Porque, sin duda, aunque cierta evidencia sea mu-
cionamient<>- son institucionalmente asequibles, parte de una insta- cho más difícil de falsear que otra y, por lo tanto, tenga un uso especial
lación social determinada. En efecto, los jugadores y el equipo utiliza- como prueba de lo que realmente sucede, cuanto más se apoye uno en
do en muy diferentes actividades pueden emplear los mismos ella por esta razón, más razón habrá para intentar falsearla. En cual-
servicios produciendo un uso muy interrelacionado. Todos estos ser- quier caso, resulta que el estudio acerca de cómo descubrir el engaño
vicios rutinarios permiten que los individuos den por supuestas estas es también por lo general el estudio de cómo construir fabricaciones.
cosas y se olviden de las condiciones que se satisfacen sin advertirse. El modo en que las franjas de actividad se integran en el mundo y el
Pero hay un conjunto especial de actividades pensadas para recordar- modo en que pueden fabricarse los engaños resultan ser, paradójica-
nos el anclaje de nuestros haceres, a saber, aquellas que nos apartan mente, casi iguales. En consecuencia, se puede conocer cómo se pro-
durante bastante tiempo del abastecimiento institucionalizado social- duce nuestro sentido de la realidad ordinaria examinando algo que es
mente. Los viajes familiares de camping, las expediciones de monta- fácil hacer consciente, a saber, cómo se falsea y/o cómo se fabrica la
ñismo y los ejércitos en el campo de batalla son ejemplos de ello. Aquí realidad.
las instalaciones institucionales deben transportarse: la logística ad-
quiere relieve y se convierte en un problema consciente, una parte tan
importante de los planes como la línea argumental 2 •
La cuestión de cómo se integra en el flujo de la realidad una activi- 11. CONVENCIONES PARA LA CONSTRUCCIÓN DÉ EPISODIOS
dad enmarcada parece estar estrechamente vinculada con otras dos, a
saber, de qué modo puede cambiarse de clave una actividad y (espe· l. La actividad enmarcada de una manera determinada, en especial,
cialmente) de qué modo puede ser fabricada. El propio WilliamJames la actividad social organizada colectivamente, a menudo se separa del
nos da motivo para investigar en esta dirección. flujo en curso de los acontecimientos circundantes mediante un con-
Cuando James preguntaba: «¿Bajo qué circunstancias pensamos junto especial de señaladores de límites o corchetes de tipo conven-
que las cosas son reales?», presumía que de alguna manera la realidad cional 3• Éstos aparecen antes y después de la actividad en el tiempo y
en sí misma no era suficiente y que, en vez de esto, lo que realmente
contaba eran los principios de convicción. (Su respuesta, inadecuada
sin duda, plantea la cuestión de cómo es que el mundo está ligado a > Es necesario hacer aquí una clarificación sobre d uso. Los corchetes, según se
empican en este libro, no son un recurso heurístico mío, sino que se aduce que son
nosotros.) Ahora bien, podría pensarse que estos principios se cum- parte de las propiedades organizntivas de la experiencia real, aunque algunas franjas
plirían a veces, cuando lo que parecía que estaba sucediendo no esta- de la experiencia parezcan mostrar este rasgo mucho más claramente que otras, y es
más la sociedad que la «naturaleza» la que parece utilizarlos. Quienes escriben si-
guiendo la tradición fenomenológica utilizan los corchetes, según pienso, en un senti-
2
Las maniobras militares introducen un rasgo característico especial. Puesto que do ligeramente diferente, para referirse no tanto a los límites naturales de los episodios
la logística es una parte importante de la empresa militar, la prddica de esa actividad de la actividad, sino más bien a los límites autoimpuestos que d estudioso puede ex-
debe incluir una atención a las provisiones, d tratamiento médico, los canales de co· plotar con d fin de detener d fujo de la experiencia con d propósito de un examen
municación y toda la parafernalia de una comunidad. Pero como aqudlos que partici- autoconsciente, suspendiendo con dio cualquier noción preconcebida sobre los ele·
pan en d ejercicio estarán, de hecho, apartados en alguna medida de los servicios insti· meneos o fuerzas que hay en esa experiencia. (Mi término franja designa lo que se des-
tucionales, se deduce que las posiciones reales, las facilidades médicas, los canales de gajaría mediante ese procedimiento.) La visión de Husserl es una visión autorizada en
comunicación y demás deberán estar garantizados y además cuidadosamente protegi· este caso y se cita una versión de dla:
dos para no verse mezclados con las prácticas. Obsérvese que cuantas más circunstan· AsI totÍ4r '4r ~mt:ias qui! rl! ~lat:ionan ron l!rtl! muntÍQ natunz/, aunque para mí su posición nunca
cias dd ejercicio confieran peso a la logística y a la necesidad de practicarla, es proba- es muy firme, pese a que me Uenan de admiración misteriosa, aunque mi pensamiento está lejos de
ble que sean mayores las exigencias logísticas reales. objetadas en grado mínimo, yo lar disocio; ~n modo alguno uro sur rrormas, no mi! apropio di! ningu-
262 ET11ing Go/fman El anclaje de la actividad 26.3
pueden estar circunscritos en el espacio; en resumen, se trata de cor- Existen otros ejemplos obvios. El martillo para iniciar o clausurar
chetes temporales y espaciales. Estos señaladores, al igual que el mar- una reunión es un corchete temporal bien conocido. La transforma-
co de madera de un cuadro, presumiblemente no son ni parte del con- ción cinematográfica de la actividad literal tiene, desde luego, limita-
tenido de la actividad propiamente dicha ni parte del mundo externo ciones espaciales distintivas basadas en la distancia focal de la lente:
a la actividad, sino más bien ambas cosas, internos y externos, condi-
ción paradójica a la que ya se ha aludido y que no ha de eludirse sólo La mirada humana normal, que abarca ampliamente d área que se tiene de-
lante, no existe para el director. Éste ve y construye sólo dentro de aquella
porque no sea fácil pensar sobre ella con claridad. Se puede, pues, ha-
sección condicionada por el espacio que la cámara puede abarcar; y más aún,
blar de corchetes temporales de apertura y de cierre y de corchetes de este espacio está, por así decir, delimitado por límites rígidos, fijos, y la muy
vinculación espacial. El ejemplo típico es el conjunto de recursos que definida expresión de estos límites condiciona inevitablemente la inflexibili-
han llegado a utilizarse en la dramaturgia occidental: al comienzo, las dad de la composición en la construcción espacial. Resulta obvio que un actor
luces se van apagando, suena el tÍ!Jlbre y se alza el telón; al final, cae el enfocado muy de cerca por la cámara, al hacer un movimiento demasiado am-
telón y se encienden las luces. (Estas son señales occidentales, pero plio en relación al espacio que ocupa, simplemente desaparecerá del campo
hay separadores que se encuentran más extendidos. El teatro clásico de visión de la cámara. Si, por ejemplo, el actor se sienta con la cabeza inclina-
chino, por ejemplo, utiliza un badajo de madera llamado KtJ 4 • Y en el da, y debe levantarla a una determinada distancia de la cámara, un error de
entreacto, el mundo representado se limita a la palestra física encor- una pulgada o dos por su parte puede dejar sólo visible para el espectador la
chetada por los límites del escenario 5• barbilla, quedando el resto de su cuerpo fuera de los límites de la pantalla o
técnicamente «Cortado». Este ejemplo demental acentúa una vez más la ne-
cesidad de un cálculo espacial exacto de cada movimiento que rueda el direc-
tor. Naturalmente, esta necesidad no sólo afecta a los primeros planos. Sería
na de lar prapor1dont!r qut! Ínlt!gran rur rirlt!mar, aun CU11ndo su uaÚ)r f!IJidenciJJ/ sea pf!t'Ít!cto; no in·
corpora ninguna Je ellas, ninguna mt! sirve de fundamt!nlaaon, hasta aquí, es10 es, como se entien·
un craso error tomar, en vez de todo el cuerpo, sólo dos tercios de él. Dis-
de, en la manero en que estas ciencias lo entienden, como una verdad ref~nlt! o las realidades de tribuir el plano material y sus movimientos en el rectángulo de la imagen, de
este mundo. Sólo put!tÍo aCt!ptorÚJ dt!;puis de ponerlo entre corr:hett!s. Ello quiero decir: sólo en la modo que codo sea clara y definidamence aprehensible, construir cada compo-
conciencia modificada por el juicio es como aparece sin conexión, y no como se rt!presenta en sición de tal manera que los límites en ángulo recto de la pantalla no alteren la
la ciencia como 1u propo1ición, una proposidón que alega ur uáliJa y cuya valida yo r«anou:o y composición hallada sino que la contenga perfeccamente, éste es el logro que
de b1 que hago uro [Edmund Husserl, Ideas: General ltttroduction u Pure Phenomenology; traduc-
ción al inglés de W. R Boyce Gibson (Londres, George Allen & Unwin, 1952), p. 1111. el director de cine se esfuerza en conseguir 6•
Se podría añadir que aunque el comentario de Husserl parece totalmente idóneo Las convenciones para la construcción de episodios señalan ade-
para el estudio de las ciencias establecidas, eficaces, la aplicación a las ciencias sociales
produce cieno grado de sentimientos vivos comprensibles, ya que los que las practican más el comienzo de una temporada [run], o serie de representaciones
alegan dedicarse a la formulación de concep1os sociológicos, al análisis de presupuestos y su final, dando lugar al comportamiento de la «noche de estreno»
sociales, etc. Poner entre corchetes su quehacer es exigir, en efecto, que lo hagan mejor. [opening night] y de la «noche de clausura» [closing night], telegramas
~ Shutaro Miyake, KabukiDrama (Tolcio,Japan Travel Bureau, 1964), p. 71. deseando buena suerte, flores, y cosas por el estilo. Estos corchetes de
' Mary Douglas, Purity and Danger (Londres, Routledge & Kegan Paul, 1966),
ofrece una versión del funcionamienco de los corchetes: orden superior no parecen estar muy codificados 7•
Para nosotros, individualmente, la ac:ruación simbólica cotidiana aporta varias cosas. Proporciona
un mecanismo de enfoque, un método nemocécnico y un control de la experiencia. Para tratar pri· Me he in1cresado, al intentar estudiar algunos de los factores psicológicos que facilitan o impiden
mero del enfoque, un ritual ofrece un marco. La delimitación del tiempo y del lugar nos suscita un pintar cuadros, por el papel que juega d man:o. El marco scñab la clase diferente de realidad de lo
tipo especial de expectativa, al igual que la frase a menudo repetida. «Érase una vez» crea un ta- que está dentro y de lo que está fuero; pero un marco espada! y temporal también señala la clase es-
lan1e receptivo a los cuenios fantásticos. Podemos rdlejar esta función de encuadre en pequeños pecial de realidad de una sesión psicoanaUtica. Y en el psicoanálisis la exis1encia de este marco es la
ejemplos personales, ya que la acción más mínima es capaz: de transmitir significado. El encuadre y que hace posible d pleno desarrollo de esa ilusión creativa que el analista llama transferencia (p. 86].
d recuadro limitan b experiencia, confinando los lemas deseados, e impiden la entrada de los no 6 V. l. Pudovkin, Film Technique anJ Film Acting, traducido al inglés por lvor
pertinentes [pp. 62-63].
Montagu (Nueva York, Bonanza Books, 1959), pp. 80-81.
Douglas cita entonces un enunciado de Marion Milner [«The Role of Illusion in 1 Para el tema de las noches de clausura de las sesiones de jau, véase la columna de
Symbol Formatlon», en Mdarúe Klein y otros (eds.), New Directions in Psychoanalysis Ralph J. Geason (titulada, en esa ocasión, «The Go Out Swingging»), San Francirco
{Londres, Tavistock Publicatlons, 1955)], que ofrezco del original: Chronicle,21 de febrero de 1963.
264 Erving Go/f111411 El anclaje Je la actividad 265
Sin duda, las señales para cambiar de clave aportan ejemplos ob- operador y el material entre corchetes que aquél transforma están,
vios de la práctica de separación de los episodios. El tratamiento de como tales, sujetos al encorchetamiento como un todo y a la retrans-
-Bateson sobre el mensaje «Esto es un juego» es ejemplo de ello. El en- formación. Este tema común es bien acogido en las notaciones y ope-
corchetamiento en tomo a las fabricaciones es un asunto más delica- raciones de la lógica simbólica.
do, puesto que es natural en estos diseños que la falsificación comience Los corchetes se convierten en una cuestión obvia cuando la acti-
justo antes de que el embaucado entre en escena, y termine justamen- vidad que va a ocurrir es de por sí frágil o vulnerable respecto a la de-
te después de que la abandone, garantizando así que no vea que le finición y susceptible de producir tensión en el marco de referencia.
estaba esperando esa realidad que los fabricadores han amañado cui- Así, como ya se ha sugerido, en el tratamiento médico del desnudo fe-
dadosamente para que sitúe erróneamente los corchetes. Muchos de- menino y en el tratamiento del mismo objeto en las clases de arte, pa-
portes y juegos ciertamente han ritualizado las reglas de encorcheta- rece probable que se utilicen recursos para clarificar cuestiones de
miento, en parte para asegurar la <<limpieza>>, esto es, la igualdad de perspectiva. En ambos casos, el acto de vestirse y desnudarse, a menu-
oportunidades para todos los participantes, y estos sistemas ofrecen do, se considera privado y se permite que el cuerpo desnudo se mues-
una especie de modelo a las convenciones de encorchetamiento. Así tre y se esconda rápidamente mediante una bata; y el quitársela y po-
tenemos el tejo que se deja caer en el hockey, d saque de centro en el nérsela señala claramente las fases del episodio de la actividad de
fútbol, d rápido apretón de manos en la lucha y el toque de guante en exposición y seguramente funciona para estabilizar la aplicación de un
el boxeo. marco de referencia natural en circunstancias difíciles. Esta separa-
ción de los episodios ciertamente puede ser facilitada mediante una
2. Aunque los corchetes que he mencionado son quizá los más arquitectura que marca el proscenio y los entrebastidores:
obvios, se refieren principalmente a la vida recreativa, y no deberían
hacemos desviar la atención de los lugares donde el encorchetamien- Por los entrebastidores de un local de strip-tease cabrioleaban algunas de las
to funciona cotidianamente. Las matemáticas, por ejemplo, emplean chicas más espléndidas del mundo: unas medio vestidas y otras desnudas. Si
veían a un hombre extraño por allí corrían a esconderse. Las chicas que se
el elegante y poderoso recurso de los paréntesis tipográficos senci- movían por el escenario casi completamente desnudas se ruborizaban y cu-
llos -( )- que establecen los límites de una franja de cualquier lon- brían sus pechos mientras pasaban del escenario al camerino. «Después de
gitud, en la cual todos los elementos han de transformarse de la mis- todo, no lo conozco a usted.» ¡Qué raro!, cuando estas mismas criaturas se
ma manera y al mismo tiempo, y en la parte exterior del paréntesis exhiben ante las miradas ávidas de cientos de extraños cada noche. «Pero es
izquierdo va el operador que determina la transformación que ha de diferente cuando no están en escena. ¡Es algo tan personal!»ª.
sufrir la expresión matemática allí insertada. El número de líneas en
paralelo que forman el paréntesis significa el número de líneas de Considérese ahora la posibilidad de que el corchete que inicia una
símbolos matemáticos a incluir en la interpretación de lo puesto en- determinada clase de actividad pueda adquirir mayor importancia
tre paréntesis. Es como si en este caso toda nuestra capacidad huma- que el corchete que la termina. Porque, como ya he sugerido en rela-
na para pensar y actuar en términos del marco estuviera comprimida ción al sistema de notaciones matemáticas, es razonable aceptar que el
y refinada, una línea dibujada alrededor de otra. Menos elegantes corchete de comienzo no sólo establecerá un episodio sino que ade-
pero más importantes son las prácticas de encorchetamiento emplea- más establecerá un separador que informará y definirá el tipo de
das en la organización sintáctica de las frases, donde la posición se- transformación de los materiales del episodio que hay que hacer. No-
cuencial, los signos de puntuación y las partes del discurso determi- sotros solemos usar frecuentemente términos tales como introducción,
nan qué palabra o palabras han de ser puestas entre corchetes -o prólogo, comenlan·os orientadores, y cosas parecidas. Así, en el prólogo
paréntesis- y juntas y qué rol sintáctico ha de desempeñar la uni- a Enriqtte V de Shakespeare-que debe de ser el más famoso de todos
dad constituyente así formada. Adviértase que tanto en las matemáti- los prólogos-, encontramos una invocación explícita al marco tea-
cas como en el lenguaje (donde los corchetes --o paréntesis- pue-
den adoptar su forma «literal», como estoy ahora ilustrando), el ' Murray Hertz, Las Vegas Sun, 14 de septiembre de 1961.
266 Emng Go/fman El anclaje de '4 actividad 267
eral. Acaso sea problemático decir que las treinta y cuatro líneas son se al margen, proporcionando así un modelo para esa clase de domi-
dramáticamente eficaces y que de hecho cumplen la misión que se las nio de sí.) Cuando la charla es de por sí ineficaz -lo que es frecuen-
encomienda; y, sin embargo, proporcionan un maravilloso enunciado te-, la audiencia percibe que no se puede disociar fácilmente al ora-
explicito de la tarea del marco teatral y, al mismo tiempo, ilustran muy dor de su discurso, y que su intento de enmarcar la charla es algo que
bien la paradoja de que el prólogo es, a la vez, parte del mundo dra- se extiende dentro del marco, alterando la función que se proponía.
mático que sigue a continuación y un comentario externo a él 9 • Los De modo semejante, la posibilidad de que las palabras de cierre pue-
corchetes de cierre parecen desempeñar un papel menor, reflejando dan refundir todo lo que va delante, añadiendo una nueva capa, puede
quizá el hecho de que en conjunto probablemente es mucho más fácil inducir al orador a que intente mejorar su actuación de esa manera, a
acabar con la influencia de un marco que establecerlo. Los epílogos, veces con el riesgo de estropearla más.
sin embargo, intentan recapitular lo que ha ocurrido y asegurar su en- Segundo, en la medida en que «las consideraciones iniciales»,
cuadre apropiado. Y lo que es más importante, los consumidores de pueden disponer el escenario y encuadrar lo que sigue, hay razones
experiencia vicaria, presentada comercialmente, necesitan cerciorarse para que se considere estratégicamente significativo «decir la primera
de que el cese de la transmisión señala el punto donde es posible y palabra>>. Una ilustración:
apropiado evaluar el significado completo del drama que se ha estado
desarrollando, y no solamente un punto en el que han ocurrido difi- Nuestra única escaramuza peligrosa con la ley se produjo una vez cuando
cultades técnicas. hwamos; tres de nosotros íbamos en el asiento delantero del coche y el asien-
Se podrían hacer dos consideraciones sobre las funciones calibra- to trasero estaba lleno de mercancía [objetos robados]. De repente, a la welca
de una esquina vimos un coche de policía que se dirigía hacia nosotros, cru-
doras de las convenciones para construir episodios. Primero, como se
zándonos. Estaban simplemente patrullando. Pero entonces vimos por el es-
ha sugerido en la introducción, el que utiliza estos recursos a menudo pejo retrovisor que hacían un giro en forma de U y nos dimos cuenta de que
parece confiar en su capacidad de reencuadrar lo que viene después iban a encender la luz desceUeante para que nos paráramos. Al pasar nos ha-
de ellos (o antes en el caso de los epílogos) y parece situarse, en cierta bían identificado como negros y sabían que los negros no teníamos nada que
manera, del lado optimista de esca confianza. Así, al dar una charla o hacer en esa zona a esas horas.
una conferencia, el conferenciante comenta cuán grato le resulta estar Era una situación peligrosa. Llevábamos un montón de cosas robadas; sa-
allí y cuán indigno es de la introducción que se le ha hecho; gasta al- bíamos que no éramos la única banda que funcionaba, desde luego. Pero yo
guna pequeña broma para mostrar que el rol que va a asumir no le ha sabía que es raro encontrar un hombre blanco que considere que un negro
hecho tener una visión exactamente elevada de sí; y luego, sitúa breve- puede ser más listo que él. Anees de que Ja luz comenzara a destellar le dije a
mente el material que va a tratar en un contexto más amplio y defme el Ruddy que parara. Hice lo que ya había hecho otra vez antes, salir y hacerles
señales, caminando hacia ellos. Cuando se pararon, yo estaba junco a su co-
estilo de presentación, dando una explicación apologética de éste.
che. Les pregunté, balbuceando como un negro confundido, si me podáan
Cuando es eficaz, esta rutina logra refundir por adelantado todo lo indicar cómo llegar a una dirección en Roxbury. Me Jo dijeron y tanto noso-
que va a venir, añadiendo al conjunto una capa adicional, a saber, la tros como ellos continuamos con nuestros respectivos asuntos 10•
comprensión de que lo que se va a oír es sólo t1na dimensión concreta
del conferenciante, no la expresión de todo lo que es capaz. (Es ver- 3. Ahora consideremos que las convenciones para construir episo-
dad que ciertas charlas parecen funcionar primordialmente como me- dios abarcan los medios prescritos disponibles con los que un indivi-
dio de exhibición para que el orador demuestre que puede mantener- duo que va a actuar activamente en un determinado rol o papel e ini-
ciar una actividad puede presentar pruebas fehacientes de que está
9
haciendo eso. Se ha comentado ya cómo asumen los oradores el rol de
Una ilustración de los cambios históricos en las prácticas de enCW1dre es el decli-
ve en tiempos recientes dd prólogo. Aunque hay dramas que utilizlltl una introducción orador.
parecida al prólogo, es posible que se trate de un arcaísmo intencionado (como en Our
Town, de Wtlder) o de una artimaña (como en The Connection, de Galber). Es como si
10
hubiéramos perdido la espernnza de ser eficaces con esce recurso. The Autobiography o/Malcolm X (Nueva York, Grove Press, 1966), pp. 143-145.
268 Erving Goffman El anclaje áe la adividaá 269
En d caso dd trance hipnótico, o al menos en lo que algunos to- te aquello que los personajes no mostrarán, ya que, después de todo,
man como trance hipnótico, los recursos para comenzar y terminar el se supone que son ellos mismos. (Como se ha sugerido, la pausa que
episodio son también los recursos para simbolizar el paso dd sujeto al una estrella puede hacer en respuesta al aplauso que saluda su apari-
estado de hipnotizado y la vudta a ser «él mismo». La transformación ción representa una abdicación momentánea dd personaje que repre-
del hombre en espíritu en la posesión vudú proporciona un ejemplo sentará, no su establecimiento.)
muy notorio de la adopción de este estado:
4. Como sucede con los demás elementos del encuadre, las diferen-
La explicación del trance místico ofrecida por los discípulos del wdú es sen- cias respecto a las convenciones para formar episodios se encuentran
cilla: un loa (espíritu) entra en la cabeza de un individuo después de hacer sa- no sólo a través de las culturas sino también dentro de una sociedad a lo
lir al «gran ángel bueno» [gros bon ange], una de las dos almas que cada uno largo dd tiempo. El cambio en d marco teatral a lo largo dd tiempo en
lleva dentro de sí. Este desalojo del alma buena es el responsable de los tem-
la sociedad occidental es un caso general pertinente, y d cambio en sus
blores y convulsiones que caracterizan Jas etapas iniciales del trance...
Los síntomas de Ja fase inicial del trance son claramente psicopatológi-
convenciones para construir episodios, un ejemplo concreto. Se dice
cos. Se adaptan exactamente, en sus rasgos principales, a Ja concepción clíni- que la introducción de la luz de gas en los teatros de Londres en 1871 y
ca clásica de la histeria. La gente poseída comienza dando la impresión de ha- la introducción de encendedores de gas de chispa eléctrica en 1860
ber perdido el control de su sistema motor. Sacudidos por convulsiones hicieron técnicamente posible bajar y apagar las luces en la sala, pro-
espasmódicas, se echan hacia delante, como lanzados por un chorro, dan porcionando de esta manera una señal para el comienzo y d final de la
weltas y weltas frenéticamente, se ponen rígidos y permanecen quietos con acción en d marco teatral 12• También se registran cambios respecto al
el cuerpo doblado hacia delante, se agitan, se tambalean, se paran, pierden de uso dd telón para señalar los comienzos y finales de las escenas:
nuevo el equilibrio, para terminar cayendo finalmente en un estado de semi-
consciencia. A veces los ataques son repentinos, a veces son anunciados por Los elaborados recursos para el cambio rápido de escena ofrecen una pers-
signos previos: una expresión vacía o angustiosa, ligeros temblores, respira- pectiva que curiosamente se ha olvidado. Hasta el último cuano del siglo XIX,
ción jadeante o gotas de sudor en la frente, el rostro se pone tenso o adquiere el cambio de escena se hacía a la vista del público. Formaba parte del espectácu-
una expresión doliente. lo. La gente disfrutaba viendo cómo una escena se disolvía mágicamente en
En cienos casos, el trance va precedido por un periodo de somnolencia. otra. La idea se mantenía en las escenas de transformación de las farsas y pan-
El poseído no puede mantener abienos los ojos y parece dominado por una tomimas hasta no hace muchas décadas. Entonces ¿por qué d teatro romano
vaga languidez. Esto no dura mucho: súbitamente se pasa a un brusco des- tenía un telón, y los teatros del Renacimiento y de la Restauración también?
pertar acompañado por movimientos convulsivos 11 • Estaba allí simplemente para ocultar la primera escena y para cerrar la obra.
Aproximadamente hasta el año 1800 en Inglaterra no había «telón de acto»:
Es interesante que puesto que se supone que d teatro hace que los d público sabía que el acto había acabado cuando todos los actores abando-
espectadores se enteren secretamente de los acontecimientos de la es- naban el escenario. Y en Inglaterra hasta 1881 no había telón para ocultar los
cena, corno por arte de magia, la adopción de un papel es precisamen- cambios de escena durante un acto; entonces Henry Irving introdujo el llama-
do «telón de escena>> para ocultar a 13.5 personas, entre tramoyistas, atrezistas
e iluminadores que movían enseres de gran tamaño en The Corsican Brothers ".
11
Alfred Métraux, Voodoo in Haili, traducido por Hugo Charteris (Nueva York,
Oxford Univcrsity Press, 1959), pp. 120-121. Métraux califica la descripción así:
5. Los corchetes temporales de comienzo y final considerados hasta
Esta fose prdiminar puede acabar pronto. La gente 11costumbradll 11 l11 posesión pasa rápidamente
por toda la gama de síntomas nerviosos. Tiemblan, se tambalean, hacen algunos movinúcntos me· ahora deberían llamarse, a veces, «externos», porque en muchas acti-
cánicos y cnionccs, de rcpc11tc, llcgan al trance completo. Incluso todo esic preámbulo puede que-
dar dispcns11do cuando la ceremonia es de libre curso y exige un 11cceso ins111nuínco por pone de 12 Kcnneth Mcgowan y William Mdnitz, Golden Ages of the Theater (Englewood
los dioses [p. 121].
Cliffs, N. J., Prcnúcc-Hall, 19.59), p. 113.
Ademós, ofrece inadvertidamente un ejemplo de cómo el lenguaje disciplinario u Ibid., p. 31. Sobre la historia dd uso del tdón en el drama romano, véase W. Bca-
dentro del que se rccrunarca una interpretación dudosa puede ser dudoso para aque- rc, The Roman S1age (Londres, Methuen & Co., 1964), apéndke E, « The Roman Stagc
llos dedicados a otra disciplina. Cuna.in», pp. 267-274.
270 Erving Gof/man El anclaje de la activulad 271
vidades los hay internos, es decir, corchetes que señalan breves pausas la pregunta y reanudará así su narración. Este procedimiento aparentemente
dentro de la actividad en curso, las pausas que se hacen como tiempo rompe la tensión acumulada por la interacción irrelevante 14 •
extramarco. De nuevo, el ejemplo clásico son los intervalos entre es· Merece la pena considerar la relación entre las convenciones del
cenas o actos en una obra; las pausas entre tiempos, partes, partidas, uso de los corchetes y los ciclos del rol. Tomando como púnto de refe-
medios tiempos, podrían ser otros ejemplos. rencia cualquier ocasión organizada de la actividad social, lo que pare-
Los propios corchetes internos varían considerablemente en su cen ser sus corchetes externos adoptan su carácter (en parte) a partir
estructura. Hay corchetes que se construyen con anterioridad a la ac- de la presencia de los internos. Pero desde un punto de vista difere~
tividad en curso, programados para señalar una pausa temporal, una te, más amplio e incluyente, esos corchetes externos pue?en ser consi-
interrupción temporal, sólo para algunos participantes, como cuando derados también como internos. Así, el ritual de despedida con el que
se produce una interrupción reglamentaria y como el descanso antes termina una jornada en la oficina puede considerarse como un cor-
del segundo acto. Por contraste, existen corchetes no programados chete externo desde el punto de vista de esa jornada particular de tra-
que puede permitirse que usen determinados individuos, demostran- bajo, pero puede también verse como un corchete inte_rno relativo a
do el derecho a detener momentáneamente el desarrollo para acomo- una actividad más duradera, a saber, al desempeño conunuado del rol
darlo a lo definido como una necesidad personal repentina. Entre los de trabajo, desempeño que se interrumpe al final de cada jornada, en
corchetes internos programados, colectivamente aplicados, y los no los fines de semana y en vacaciones. En una vez semejante, cada repre-
programados, empleados individualmente, pueden presuponerse sentación de una obra teatral puede considerarse desde la perspectiva
formas intermedias y, lo que es más, la historia de la transición de un de alguno como parte de un todo continuado, como una «Carrera>>,
tipo a otro; la institucionalización en los tiempos modernos de la pau- por lo que los telones de apertura y de cierre son sólo corchetes inter-
sa para el café en las oficinas (y en Gran Bretaña, una nación de las nos excepto, claro está, en las noches de estreno y de clausura.
más avanzadas a este respecto, «el té de las cinco») es un caso muy a
propósito. 6. La distinción aquí recomendada entre corchetes externos e in-
Las actividades varían según las clases de corchetes internos que ternos sirve sólo como un comienzo: existen de hecho una serie de
toleran. La interacción en el tenis supone más tiempo de interrupcio- cuestiones estructurales que deben ser abordadas. Primero, en mu·
nes que de juego, aunque, como en muchos deportes, una vez que la chos asuntos sociales, tales como una representación teatral por la tar-
pelota está en juego, no es fácil hacer pausas. La interacción sexual es de, el proceso de encorchetamiento se asocia con la disposici?n y
prácticamente todo actividad, siendo a menudo la propia naturaleza orientación de los participantes, lo que da como resultado una cierta
la única que posee el derecho a establecer periodos de descanso entre cantidad de actividad habitual de pre-representación y pos-represen-
actos. tación, necesitada de una distinción que Kenneth Pike ha clarificado,
Aparte de estas diferencias entre diversas actividades, existen sin la que se da entre «juego» y «espectáculo», esto es, entre una obra
duda diferencias de una cultura a otra; Gregory Bateson ofrece un dramática, competición, boda o juicio, y la ocasión o cuestión social
ejemplo que viene a cuento: en la que estas acciones se integran"· (Puede encontrarse un ejemplo
exagerado en las instrucciones y ejercicios de «calentamiento» que los
Las técnicas formales de influencia social -la oratoria y cosas por d estilo-- productores de los programas-concurso ofrecen a la audiencia del es-
están casi prácticamente ausentes en la cultura balinesa. Exigir la atención tudio antes de que se produzca la grabación definitiva.) Así, la inte-
continuada de un individuo o ejercer influencia emocional sobre un grupo
son cosas igualmente desagradables y virtualmente imposibles; porque en ta-
14 Gregory Baceson, «Bali: The Value Syscem of a Sceady Statc:», en Meyer Fortes
les circunstancias la atención de la víctima rápidamente se desvía. Incluso una (ed.), Social Structure: Studies Presented to A. R. Radclifle·Brown (Oxford, Oxford
narración continuada como la usada en la mayoda de las culturas para contar University Prcss, 1949), p. 41.
historias no se da en Bali. El narrador típicamente hará una pausa después de 1' Kenneth L. Pike, Language in Relation to a Uni/ied Theory o/ Structure of Hu·
una frase o dos, y esperará a que algún miembro de la audiencia le haga una man Behavior (Glcndalc, California, Summer Institute of Llnguistics, 1954), parte I,
pregunta concreta sobre cieno detalle del argumento. Entonces responderá a pp.4445.
272 Erving Go/fntan El anclaje de la aáividad 273
rrupción a partir de la actividad formalizada en curso -esto es, los La diferencia, pues, entre espectáculo y juego (para usar los térmi-
acontecimientos <<Íntemos»-- no es necesariamente una interrupción nos de Pike) complica la cuestión de los corchetes, conduciendo a la
del asunto social en el que la actividad está situada. Cienamente, por posibilidad de percepciones claramente diferentes, dependiendo de si
poner el caso teatral, es cuando el público todavía no ha comenzado a el interés principal lo constituye el ámbito externo o el interno. Se
ver o ha cesado temporalmente de ser activo en esa dimensión, o aca- ofrece una ilustración: el papel del anunciante en los concienos de cá·
ba de actuar como espectador, cuando su dimensión de asiduo al tea- mara.
tro dominará la actividad. Obsérvese que el cambio del espectáculo al El condeno de cámara como espectáculo, como asunto social, es
juego, de los acontecimientos encasillantes a los acontecimientos en- probable que comience mucho tiempo antes de que los músicos en·
casillados, típicamente supone un cambio de marco, y los aconteci- tren en el escenario. Si el condeno va a ser retransmitido, se manten-
mientos internos o encasillados generan, según se espera, un ámbito drá un formato bastante parecido. El locutor, pues, tendrá que decir
más estrechamente organizado que el representado por la vida coti- algo durante el tiempo que media entre el momento en que comienza
diana. En cualquier caso, en un examen detallado de las actuaciones · el programa de radio y el momento en que los músicos comienzan a
sociales formales, cabría esperar que los corchetes formalizados de tocar (así como durante el descanso también). Puede ofrecer comen-
inicio y de corte fueran a su vez dentro de los corchetes informales tarios «peninentes» o una versión hablada de lo que pasa en la sala.
penenecientes a la ocasión social que albergaba las actuaciones 16• Pero debe ofrecer algo. Porque los técnicos de radio tienen la razona-
ble creencia de que no se toleran las «ondas mudas» (el motivo es el
16
Un tema estructuralmente interesante surge cuando la actividad oficial, interna, encuadre; sin continuidad en el sonido, los oyentes del momento pue-
no se fonnaliza. Algunos estudiosos de las fiestas mantienen que las «cosas» no em- den pensar que le ha ocurrido algo a su aparato o a la emisora y los
piCZ1111 con la llegada del primer invitado y, en muchos casos, puede que nunca lleguen oyentes potenciales pueden pensar que en ese punto del dial no hay
a comenzar, nunca, como en cierta ocasión se dijo, despeguen. La idea, pues, de que emisión). Sin embargo, los locutores no pueden determinar con mu-
los retrasados pueden interferir con los que se van pronto supone que no existen pro·
cedimientos formales precisos, y que tal vez no se exigen procedimientos internos en
cha exactitud el momento que los músicos elegirán para aparecer en el
particular. Resulta fácil identificar secuencias de comienzo tales como: 1) los anfitrio- escenario y, sobre todo, el momento que los músicos elegirán para co-
nes preparados para la recepción; 2) la primera llegada (ya sea una sola persona o una menzar a tocar. Por lo tanto, el locutor debe tener preparado un guión
pareja), dando pie a la asimilación parcial del rol del anfitrión que presta ayuda; 3) los
segundas llegadas proporcionan, a los primeros en llegar, gente que no son los anfitrio-
nes, con quien hablar e, incidentalmente, 111 obligación de hablar con personas con los
la chica es una suplente de Gilda Gray procedente del Follies. La fiesta ha comenzado [Tbe Greal
que de otro modo no perderían el tiempo, y 4) la llegada de un número suficiente para Gatsby (Nueva York, Charles Scribncr's Sons, 1925), pp. 40-41].
que se formen corros, posibilitando cierta elección. También pueden discriminarse las
fases terminales. Pero lo que sucede en d medio es difícil de definir. Sin embargo, Si, siguiendo a Fitzgerald, se puede decir que una fiesta «comienza» cuando se ha
F. Scott Fitzgerald, un estudioso de la forma, adopta la posición de Kcruieth Pi.Ice: producido un sentimiento de contagio que saca de sí a los participantes para conducir-
los en una dirección agradable, entonces se podría afirmar que tanto las reuniones so·
El bar esci en plena vibración, y l11S rond11S flotantes de cóctdes impregnan el jardín afuera, h11Sta
que el aire: se llena de charl11S y ñsas, con insinuaciones casuales y prcscmadones que se olvidan so- ciales como las partidas de bridge pueden asegurar que habrá espectáculo; pero sólo lo
bre la marcha, y con encuentros entusiastas entre mujeres que nunca se habían conocido antes. segundo puede asegurar que dentro de esos corchetes ocurrirá una actividad interior.
Las luces se hacen más intensas, a medida que la tierra se sacude el sol, y ahora la orquesta está Lo que caracteriza a una fiesta social, de hecho, en contraste con las ocasiones sociales
tocando música ligera y la ópera de voces da un tono más alto. La risa se hace más fácil a cada mi· organizados con un núcleo formalizado, es la precariedad de que se ponga en marcha
nuto que pasa, esparcida con prodigalidad, emitida ante una palabra alegre. Los grupos cambian la actividad interna. Un profesor en clase, un juez en d tribunal, d presidente en una
más suavemente, engrosados con recién llegados, se disuelven y fonnan en un abrir y cerrar de ojos; reunión dd club pueden, más o menos, ordenar un cambio de la breve charla inicial al
también hay personas aunidas, dúCBS errantes, que conspiran por todas partes contn1 lo más só- tema en cuestión, pero un anfitrión no puede ordenar una fiesta. (Sin embargo, obsér-
lido y estable, convirtiéndose por un momento breve y gozoso en el centro de un grupo, y luego, vese que, aunque estos líderes pueden a menudo decidir d momento de acabar las ac-
excitadas por el triunfo, se deslizan a través de un mar cambiante de caras y voces y toman el color tuaciones oficiales, es posible que tengan mucho menos poder para acabar las acrua-
de WUl luz en cambio constante.
De repente, una de estas vagabundas, como un ópalo tembloroso, coge un cóctel por el aire, lo cioncs posteriores y clausurar el espectáculo.) Roy Turner ofrece un estudio sobre el
vacía de un golpe para tener valor, y moviendo sus manos como Frisco, danza en solitaño sobre la cambio de las actuaciones previas a los actuaciones posteriores en «Sorne Formal Pro-
plataforma de lona. Por un momento se hace el silencio, el director de orquesta varia el ritmo, cor· perties of Therapy Talk», en David Sudnow (ed.), Studies in Social lnteraction (Nueva
tésmcntc, p1n1 adaptarlo al de ella, y estalla un murmullo a medida que se dil'unde el bulo de que York, The Free Press, 1972), pp. 367-396.
274 Eromg Go/fman
El anclaje de la actívidad
modificable, que pueda acortar o alargar según las necesidades. Si por estatus cambiante de la actividad en la sociedad en general. Veamos,
cualquier razón los músicos se retrasan mucho tiempo en comenzar a por ejemplo, el caso de los ahorcamientos:
tocar, el locutor puede sentirse muy presionado, forzado a repetir mu-
chas veces lo que ya ha dicho, pero sabiendo que es preferible eso a no El tiempo cada vez mayor que utilizaban las comitivas para cubrir las tres mi-
decir nada. Ahora bien (y el quid de todo esto), cuando los músicos llas que van desde Newgate a Tybum y d comportamiento ingobema~le de la
comienzan a afinar los instrumentos, produciendo sonido audible, el multitud originaron la decisión de los sheriffi de acabar con este corteJo, aun-
locutor puede, si lo desea, conectar a la audiencia con el micrófono que era tal d peso de la tradición que tenían serias dudas sobre su derecho a
del escenario. Porque aunque los intérpretes ciertamente no están to- hacerlo. En 1783 se decretó que las ejecuciones tendrían lugar ddante de la
davía haciendo música, están haciendo de fonna audible lo que la oca- prisión de Newga~e, de modo que los cond~nados .sólo ~<:°drían que caminar
una corta distancia hasta d cadalso. La pnmera e1ecuc1on en Newgate tuvo
sión social exige, esto es, señales de que está en curso un asunto social
lugar d 3 de diciembre, fecha en la que fueron ~~lgados di~ h.om~res. Una
y de que a su debido tiempo comenzarán los acontecimientos in- vieja tradición, la comitiva de Tybum, desaparec10, pee? se msuruyo otra. Se
ternos. El sonido que tiene una función instrumental para el que lo estableció la costumbre de que d gobernador se reuniese a desayunar des-
produce, puede ser escuchado como un producto de desecho p~r la pués con algunos funcionarios y gentes distinguidas invitados a la ejecución.
audiencia; pero, para el locutor, estos chirridos pueden ser conscien- Las invitaciones se hicieron progresivamente lacónicas. «Se ahorca a las ocho
temente apreciados en lo que son: como parte de la sustancia de la y d desayuno es a las nueve» 18•
ocasión social. Se podría añadir que el afinado es señal de que la músi-
ca, el acontecimiento interno, va a empezar muy pronto. El marcado Hoy en día el espectáculo como tal está en desuso y se escenifica
silencio que tiene lugar inmediatamente después del afinado, en el muy de tarde en tarde; cuando y donde todavía ocurre, los espectado-
momento en que los músicos se instalan ante las partituras y centran res son funcionarios y las actuaciones antes y después se abrevian lo
su atención en una disposición inmediata para la actividad estrecha- más posible. Nadie admite la posibilidad de pasarlo bien.
mente coordinada que seguirá, es la segunda y última señal. Conjunta- 7. La relación entre espectáculo y juego, entre asunto social y actos
mente, estos dos acontecimientos parecen servir claramente como internos, requiere un examen ulterior. Es evidente que esta disposi-
corchete de comienzo, pero se trata del comienzo de la música, no del ción dual funciona como un amortiguador, posibilitando una flexibili-
comienzo de la ocasión. dad respecto al tiempo. Una vez que el espectáculo ha comenzado, los
Aquí puede observarse, pues, que uno de los significados que da- participantes parecen ser capaces de esperar con más comodidad a
mos al término formalidades se refiere a un asunto social en el que hay los acontecimientos «reales», es decir, el ámbito del ser que se espera
una gran distancia en tiempo y carácter entre los comienzos informa· generar, un ámbito, incidentalmente, que a menudo no es nada «real».
les externos y los formales e internos y, consecuentemente, una gran (Un diseño parecido permite a la camarera aplacar a los clientes to-
protección del espectáculo más interno. Un caso extremo a este res- mándoles nota -o incluso con algo más inocuo, poniendo el agua en
pecto lo ofrece el torneo anual de sumo en Japón: la actividad del día las mesas-, ya que la comida puede comenzar considerablemente ~
puede comenzar a las dos y media de la tarde y acabar a las cinco y me- tes que el acto de comer.) Y esta espera puede acomodarse a las e:c1-
dia de la tarde y presentar veinte luchas, cada una de las cuales dura gencias de la actuación; puede abreviarse mucho o alargarse aprecia·
diez segundos; el resto del tiempo es consumido por las prácticas ri- blemente, ya que en cierto sentido es un tiempo sin tiempo, utilizado
tuales que rodean la lucha real 17 • La ceremonia que precede a una co· según la conveniencia de los acontecimientos internos. Pero cierta·
rrida de toros española es otro ejemplo. mente tiene sus límites. Si las «Cosas» comienzan con demasiada rapi·
Es de esperar que ocurran cambios significativos en el tiempo an- dez, puede haber quejas, y si la espera es demasiado larga es seguro
terior y posterior a la actividad y estos cambios nos dirán algo sobre el que las habrá. Por lo tanto, vemos que se pueden asignar límites for-
males a la flexibilidad real del amortiguador. Así, las interrupciones
•1 Existe a este respecto un relato de William Chopin,San Francisco Chronicle, 1 de
febrero de 1963. 18 Justin AthoU,Shadowofthe Gallows (Londres.John Long, 19.54), p. 51.
276 Ervmg Go/fman El anclaje de la aaivitlad 277
en diversos deportes pueden estar limitadas por reglas diversas de variar un tanto; de hecho puede haber comienzos simultáneos
modo que mientras que ese tiempo no cuenta para el partido, perte- («mientras tanto») siempre que no se emplee una vuelta al pasado 22 •
neciendo al espectáculo, no al partido, los límites forman parte de la Y, en verdad, el dramaturgo podrá seleccionar su propio punto de
actividad interna. partida, ya sea en el pasado, en el presente o en el futuro. Todo esto
Todo esto nos obliga a establecer distinciones conceptuales bas- ofrece una explicación valiosa sobre la regla con respecto al tiempo
tante incómodas. Los corchetes externos que comienzan y finalizan en el marco teatral.
los asuntos hay que considerarlos como pertenecientes a dos tipos: los El teatro occidental moderno permite la distancia entre los actos a
pertenecientes al espectáculo y los pertenecientes a los acontecimien- elección del autor. Los cambios de escena en el cine permiten una li-
tos oficiales internos. Y los corchetes internos, como ahora habremos cencia semejante, pero, por lo visto, hay que manejar la cuestión de
de considerar, pueden adquirir una complejidad mayor todavía. manera «convincente>>:
La cuestión de los corchetes internos puede ser enfocada obser-
vando el modo de manejar el tiempo 19 en los guiones dramáticos. En En la escena, d tiempo transcurrido entre los actos puede durar cuanto d au-
este caso el comienzo puede ser tradicional. Existe un abundante ma- tor desee, mientras d tdón está echado. Hay obras en las que d tiempo trans-
terial sobre la influencia de Aristóteles en el establecimiento de la currido entre dos actos es de un siglo. Pero las escenas de un filme no están
unidad de tiempo en la tragedia -veinticuatro horas-, y su obser- separadas entre sí por tdones o intervalos. Sin embargo, hay que ofrecer una
perspectiva temporal, hay que transmitir la idea de un lapso de tiempo.
vancia respetuosa durante el siglo xvn en Francia puede contrastarse ¿Cómo se hace esto?
con la licencia que surgió después de la revolución 20 • Así, dispone- Cuando la pdicula nos quiere hacer creer que ha transcurrido tiempo en-
mos de un tratamiento directo respecto al hecho de que aun cuando tre dos escenas, interpola entre ellas otra escena que ocurre en otro lugar.
cada acto se representa de acuerdo con el tiempo «real» y la progre- Cuando volvemos al lugar anterior, d tiempo ha pasado 2'.
sión «natural» 21 , los periodos transcurridos entre acto y acto pueden
19
Se puede consultar d tratamiento de Richard Schechner en «Approache5)>, en anterior de fotografiar meramente las obras escénicas (Film Technique, pp. 52·57).
su obra Public Domain (lndianápolis, Bobbs·Merrill Co., 1969), pp. 74-81. Véase u1m- Béla Balázs también ofrece un comentario:
bién Elizabeth Bums, Theatricality: A Study o/Convention in the Theatre and in Social
U/e (Londres, Longman Group, 1972; Nueva York, Harper ~Row, 1973), cap. 6, El cinc puede mostrar una c.am:ra de mil yardas en una secuencia coru de cinco minutos de dura·
«Rhetorical Conventions: Space, Setting and Tune», pp. 66·97. ción y luego ofrecer la lucha por las últimas cien yardas, en veinte primeros planos que cambian ni·
20 pidamente, entre los competidores corriendo codo con codo, jadeando, ahora ganando, luego
Aquí, por ejemplo, véase W. L. Wiley, The Formal French (Cambridge, Harvard
perdiendo unas pocas pulgadas basta que al final llegan a la meta. Estos veinte planos pueden du·
University Press, 1967), pp. 112-119. Wiley añade estas otras sugerencias: rar, pongamos por CllSO, cuarenta segundos, es decir, más en tiempo real que la secuencia que
LA tragedia no sólo estaba rígidamente encasillada por el tema de las unidades en Francia, sino muestra los primeros novecientos metros de la carrera. Sin embargo, sentimos que es más corto,
tJlmbién por otras restricciones que los franceses considel'llban necesarias en el género. Entre esw nuestl'll pcnpectiva dd tiempo nos dirá que hemos visro sólo un breve minuto, magnificado como
estJin d evitar actos de violencia sobre el escenario, la exclusión de escenas de sainete (se habfo si se tnltara de un núcroscopio dd tiempo [Tbt"Ory o/tbe Film, traducido al inglés por Editb Bone
producido un relajamiento cómico en las obras de misterio) y de cualquier lenguaje que no fuera (Nueva York, Roy Publisben, 195J), p. lJO].
lo suficientemente elevado y digno (p. 119].
n Hay una comparación interesante en este caso con las convenciones que se man-
21
También en este punto el cine posee diferentes convenciones de encuadre. Las tienen en d marco de las tiras cómicas. Como Boris A. Uspensky sugiere en «Srudy of
películas posibilitan un curso de acción comportamental dentro de una escena que se Point of View: Spatial and Temporal Fornt» [separata de su obra The Poetics o/Com·
muestra a lo largo de distintos tiempos -nonnalmente más breves que d real pero a position: Structure o/ the Artistic Text and the Typology o/ Compositional Form, traduc·
veces más largos- sólo porque los fragmentos de la película se pueden incluir o ex- ción al inglés de Valentina Zavañn y Susan Wictig (Berkeley, University of California
cl~r duran~e el montaje del flujo de lo que eventualmente se ve, y pueden filmarse un Press, 1974)], aquí cada «marco» individual proporciona un momento breve de la na-
numero vanable de «marcos» por segundo. Es verdad que esta manipulación funciona rrativa congelada en d tiempo, y d cambio secuencial desde un marco al siguiente
porqu.e el que ve puede confiar en hacer toda clase de inferencias a partir de las sc- elimina de la vista una cantidad variable de tiempo narrativo (p. 16). La progresión
cuenaas de planos breves. Pudovkin ofrece un primer enunciado de esta diferencia temporal de marco a marco es algo parecido a la de escena a escena en la obra teatral,
entre teatro y cine, junto a comentarios útiles sobre la historia de la diferencia, en este excepto que en este último caso parece común un salto temporal mayor.
caso la aparición de las técnicas de rodaje y montaje que se apartaban de la práctica v Balázs, Theory o/the Film, p. 121.
El anclaje de la adwídad 279
278 Erving Gof!man
El uso del fundido se ha venido asociando con el paso del tiempo: nes, la verdadera razón de ir al teatro.) El telón del entreacto, pues,
debería ser llamado corchete interior del juego. Pero tanto la escena
El fundido de una imagen puede expresar también el paso del tiempo. Si ve- que interrumpe la representación como los fundidos en la película no
mos que un barco desaparece lentamente de la vista por la línea del horizonte están diseñados para hacer este tipo de transición, sino una transición
se exP,resa un cien? paso del tiempo mediante el ritmo de la película. Pero si: a un nivel diferente, una transición que ocurre dentro del mundo fic-
adem~s. de esto, la unagen s~ ~de, entonces a la sensación del lapso de tiem· ticio que se está manteniendo, el ámbito de los acontecimientos inter-
po origmado por la desapanaon del barco en la distancia se le añade una sen- nos. Lo que se señalan son los comienzos y los finales de los episodios
sación de un nuevo lapso de tiempo difícilmente evaluable. Porque ahora el dramáticos, no los comienzos y los finales de la acción dramática
plano muestra dos movimientos: el movimiento del barco y el movimiento
como tal. De forzársenos a ello, podríamos hablar aquí de co~chetes
del diafra81:11a de la. c~ara. Dos ~empos: el tiempo real de la desaparición del
barco y el uempo fílmico produado por el fundido2~. internos. .
Y luego se podría seguir hasta llegar al desconcierto final, a saber,
E incluso el espacio puede servir a esta función: que un solo señalador, como la caída del telón, puede aparentemente
funcionar como un corchete referido a órdenes diferentes de activi·
El filme pro~uce u~ vínculo muy interesante entre el efecto temporal y el dad, y ello simultáneamente. Así, cuando cae el telón del entreacto, se
efecto espacial; tan mteresante que merece un análisis más detallado. Aquí suspende temporalmente la actividad dramática y fmaliza un episodio
hay .un hecho corrobora~o por cada experiencia: como ya se ha dicho, el fil- dramático.
me inserta un lapso de tiempo entre dos escenas introduciendo una escena
que sucede en un lugar diferente. La experiencia muestra que cuanto más le- 8. Una nota final. Resulta posible decir no sólo que es probable que
~os esté el lugar de la escena insertada del lugar de las escenas entre las que se
la actividad oficial incluye una ocasión social de cierto tipo, sino tam-
inserta, mayor será la sensación de tiempo transcurrido. Si ocurre algo en una
habitación, luego otra cosa en la habitación contigua que comunica con aqué- bién que estas inclusiones pueden ser relativamente uniformes, com-
Ua y luego algo en la misma habitación por segunda vez, tendremos la sensa- paradas con la diversidad de lo que se maneja dentro de ellas. Los «co-
ción de que sólo han pasado unos pocos minucos y la escena en la habitación mentarios introductorios» que sirven de puente entre la ocasión social
puede continuar sin más. No percibimos ningún salto en el tiempo. Pero si la y el asunto en cuestión tienden a ser proporcionados por un personaje
escena insertada entre dos escenas que se desarrollan en la misma habitación famoso después de captar la atención del público, y esto sucede así ya
nos traslada a África o Australia, entonces esa escena no puede simplemente se presente un orador político, un vodevil, un juez ante un tribunal o
continuar en la misma habitación, porque el espectador tendrá la sensación una reunión ciudadana. Y el mismo aplauso de cierre puede poner fin
de que ha pasado demasiado tiempo, aun cuando la duración real de la esce- a una gran gama de ofertas.
na distante interpolada no sea más larga que la citada escena de la habitación
contigua intercalada de un modo semejante".
tad total ni una obligatoriedad total entre el individuo y el rol. Pero in- en Kenia 21 ¡ en ambos casos, las hermanas fueron noticia y la noticia
dependientemente del punto del continuo en que se localice una de- pertenecía a la fórmula ro~-perso~a. Adviértase que aquí h~~ría que
terminada fórmula, la fórmula como tal expresará el sentido en que la aplicar una doble perspecttva. Al igual que un rol puede exigir de un
actividad enmarcada se inserta en un mundo continuo. actor que posea ciertas cualificaciones sociales «incidentales», tam-
Cuando se formula un cierto tipo de separación entre la persona y bién un actor puede sentirse obligado a limitar su elección del rol de-
el rol, no hay, en modo alguno, que comprometerse de antemano con bido a las expectativas públicas respecto a alguien que tiene su perfil o
nociones sobre la naturaleza «esencial» de cada cual. Hay una tenden- sus atributos sociales 28•
cia a aceptar que aunque el rol es una cuestión «puramente>> social, el Así como hay factores sociales en el reparto de papeles, también
motor que lo proyecta -la persona o el individuo- es de alguna ma- los hay «técnicos», que accidentalmente sirven a menudo como racio-
nera más que social, es más real, más biológico, más profundo, más nalización por consideraciones puramente sociales. Cada rol adulto
genuino. No hay que permitir que este lamentable sesgo malogre requiere ciertas competencias y capacidades que no pueden adquirir-
nuestro pensamiento. El actuante y la dimensión en la que actúe debe- se en el oficio, por así decir, sino que deben ser puestas .e~ escena por
rían considerarse inicialmente como igualmente problemáticas e la persona que participa en él. De nuevo se da una selectlVldad entre la
igualmente abiertas a una posible explicación social. persona y el rol y de aquí que se establezca una conexión.
Tampoco nos deben confundir las imágenes de la biología y del b) Además de las cuestiones sobre el reparto de papeles, hay que
«sustrato animal». Así, el rol social de madre es con seguridad re- considerar el tema de las normas sociales ampliamente aplicadas y am-
levante para las cuestiones biológicas, con la misma seguridad, pare- pliamente restringidas. Éstas pertenecen a las condicio!1es físicas del
cería, como lo es para las esclavas de la moda, quienes un año creen trabajo en la medida en que afectan a la salud, la comodidad y la segu-
que su naturaleza fundamental las obliga a ser madres y el siguiente (y ridad, y a las concesiones en favor de las obligaciones de los otros roles
pienso que está más justificado) creen que una política del destino sir- del actor 29• Tales normas, además, se aplican diferencialmence, como
ve para mantener a las mujeres en un lugar subordinado. Además, lo en el caso de las leyes sobre trabajo infantil y la baja por matcrnid~d;
que es individuo o persona en un contexto, es rol o función en otro. Al por ejemplo, un niño puede aceptar el rol de actor teatral, pero s1 el
igual que puede hablarse de mujeres que son o no son madres, tam- espectáculo va de gira o requiere una gran cantidad de ~empo, la l~y
bién puede hablarse de presidentes que son o no son mujeres. Consi- exige que se establezcan ciertos arreglos para ~~a escolandad e~pec1al
deremos ahora algunos elementos de la fórmula rol-persona: continuada. No pretendo dudar de la deseabilidad de estas diversas
normas; sólo qui:ro señalar que funcionan limitando las exigencias 4. Si una persona afeccada por un delirio menea! respecco a los hechos en
que un rol puede unponer sobre el actor y que indirectamente coartan cuesción, comece un delico como consecuencia de ello, ¿debe ser exculpado
la elección de la persona para la función. por esa razón? 30•
e) Considere_mo~ ~ continuación la cuestión de la «responsabili.
~ad>>. Cuando un mdivr~uo desempeña un acto mientras participa ac- En cuanto a la cuana pregunta, la respuesta dependerá de la nacuraleza dd
tivamente de un determinado rol y desempeña el acto en virtud del delirio: pero en el supuesco aceptado anteriormence, esto es, que accúa sólo
rol, ¿qué clase de responsabilidad legal respecto al acto arrastra consi- bajo ese delirio parcial, y no escá demente en otros aspectos, pensamos que
debe ser considerado en igual siruación, en cuanto a responsabilidad, que si
go a otros tiempos y lugares en los que ya no es activo en ese determi·
los hechos con respecto a los cuales existe el delirio fueran reales. Por ejem-
nado rol? Cuando, por ejemplo, un individuo ejecuta un acto violento plo, si alguien bajo la influencia de su delirio supone que hay otro hombre
P.~r orden de un s~perior adecuadamente constituido, ¿qué exonera· que intenta quicarle la vida, y mata a ese hombre, como él supone, en defensa
c1on de responsabilidad puede alegar en virtud de haber actuado «por propia, debería estar exento de cascigo. Si su delirio le hacía creer que el falle-
orden do>? cido le babia inlligido un daño grave en su personalidad y en su fonuna y le
S~ duda que un tema central al marco respecto a la responsabili- mató en venganza por ese supuesto daño, sería merecedor de castigo J 1•
dad uene que ver con nuestra comprensión de los derechos de un in-
dividuo ~ara ser liberado de ella si puede demostrarse que ha habido En este texto se vierten juicios interesantes respecto al anclaje de
un detenoro de la voluntad y la racionalidad, cuestión ya tratada al los actos en un mundo más amplio. Los magistrados, en efecto, argu·
co.nsiderar las transfo~aciones del actor. Una persona que comete un mentaban que un individuo bajo delirio estaba ciertamente en otro
Crlffien cuando no esta «en sus cabales», mientras está drogada, ebria ámbito, en un ámbito imaginado, pero concediendo que estaba toda-
o exaltada, normalmente no es considerada tan responsable de su acto vía obligado a actuar en ese ámbito según las leyes del mundo real,
C_?mo quien lo ejecuta con la menee lúcida; pero no se la considera como si esas leyes hubieran de trasladarse a dicho ámbito. Y si esto
simplemente responsable de estar drogada, borracha o exaltada. Es parece un juicio bastante extravagante, hay estudiosos que sugieren
probable que haya castigo, habitualmente en forma más leve, pero a que no se ha mejorado mucho a este respecto 32•
veces más severo que el que recibirían los actores «normales». d) Una última consideración que pertenece al comportamiento
La cuestión de la responsabilidad y los defectos de competencia fuera del marco. Durante el desempeño de cualquier rol concreto, el
plantean ciertamente la cuestión del trastorno mental. Como ya se ha actor tendrá, en apariencia, cierto derecho a mantener o recurrir a un
s~gerido, la cosmología occidental afortunadamente no ha aceptado la yo separado del que ha representado de forma relevante. El rol de
formula en este caso. Cuando un paciente mental internado en una ins- paso a la persona. Por ejemplo, como ya se ha considerado, e indepen-
titución comete un delito, normalmente no se le considera legalmente dientemente de la formalidad de la ocasión, es probable que tenga al-
r~~ponsable del acto; cuando se le coge no se le juzga ni se le lleva a pri- gún derecho legítimo a removerse, rascarse, aspirar, toser y, por otro
s1on. Per? se le de':'llelve al hospital. Se le considera responsable de es- lado, a procurarse comodidad y a reparar pequeños desarreglos de su
tar loco, mdependientemente de los actos que cometa núentras esté en vestuario. Estas desviaciones del rol exhibidas durante el desempeño
ese estado. Y cuando vuelve a la institución es probable que le hagan del rol pueden ampliarse mediante una especie de ficción para disi-
sentir algunas consecuencias por los problemas que ha causado. mular una breve ausencia, como cuando un individuo se excusa por
La cuestión de los delirios psicóticos en personas no reconocidas un momento para responder al teléfono o ir al baño. Los derechos a
como enfermas en el «exterior» plantea una serie de temas mucho más este comportamiento extramarco pueden considerarse propiamente
delicados. L.as Reglas de McNaghten (las respuestas emitidas en 1843
por los magistrados del Supremo de Gran Bretaña, en contestación a 10
Richard C. Oonnelly, Joseph Goldstein y Richard D. Schwartz, Criminal 1.Aw
las preguntas que les plantearon los lores en relación con la absolu· (Nueva York, The Free Press, 1962), p. 735.
H [bid., p. 737.
ción de McNaghten por asesinato fundándose en su locura) son perti- J? Véase, por ejemplo, Sidney Gendin, «lli. Ins11.11ity and Criminal Responsibilicy>>,
nentes a este respecto, y en especial la cuarta: en American Philosophical Quarlerly, X (1973 ), pp. 99-110.
284 Erving Golfman El anc/4je Je la acti1J1ilaá 285
como expresión de los límites que se ponen a las exigencias del rol. puede hacer un alarde «inapropiado» de modestia si no concede al equipo el
Tengo que repetir que en este caso no hago presunción alguna sobre el derecho a ver lo que el personal médico tiene derecho a ver, aunque otros no.
inevitable sustrato biológico del actor humano, al menos en el análisis Pero si las pacientes acruan como si aceptaran literalmente la definición mé-
de esta clase de comportamiento. La moda reciente concede a casi dica esto también constituye una amenaza. Si una paáente insiste en actuar
todo el mundo el derecho a vestir con relativa «comodidad», lo que es com~ si mostrar los senos, los glúteos o la zona de la pelvis no fuera algo dife-
rente de mostrar un brazo o una pierna, es «inmodesta». Se supone que la de-
expresión de la creencia de que no hay que presionar demasiado a la finición médica está en vigor sólo cuando es necesaria para facilitar las tareas
persona respecto a las formalidades del rol. Hemos aprendido a acep- médicas específicas ll .
tar que los primeros ministros golpeen los atriles con los zapatos y que
los presidentes muestren su forma de proceder. Pero, por detrás de Pero que los pacientes permitan a los médicos verlos sin ropa no
esto, la licencia es una moda y un entendimiento cultural local; si ob- quiere decir que ellos se permitan que los vean sin disfraz algun~. Por
servamos nuestra propia sociedad de hace unas pocas generaciones, ejemplo, los pacientes a menudo rehúsan, o tratan de rehusar, quitarse
encontraremos individuos dispuestos a soportar en silencio, como un los dientes postizos cuando van a ser operados o para el parto, como
hecho, una gran formalidad en el vestir, soportando además la consi- si los dientes propios fonnan parte de la fórmula-base para todas las
guiente incomodidad. representaciones.
El derecho «por encima del rol>> a un mínimo de comodidad en
cuanto que criatura animal no es el único del comportamiento fuera 2. He citado varios modos de aplicación de restricciones a la varia-
del marco. Se podrían mencionar otros dos más. Primero, cuando un bilidad existente entre la persona y d rol, modos, por lo tanto, en que
individuo se encuentra obligado a participar durante un tiempo en el rol no es independiente de los rasgos aparentemente irrelevantes de
una actividad para la que no es muy apto, actividad que no puede con- aquellos dedicados a representarlo: las prácticas dd reparto de pape-
siderarse fácilmente en consonancia con lo que él aporta a sus roles o les, las normas culturales más amplias, la responsabilidad «personal>>,
toma de ellos, puede parodiar en broma su acción, transformando lo y otros derechos extra-rol. En todos los casos estos saberes p_erte.necen
que hace en algo divertido, no serio, de tal manera que toda la escena a nuestra vida ocupacional o doméstica en su acontecer ordinano, co-
se sitúa fuera del rol. Aquí tenemos, pues, un medio para volver a lo- tidiano. La fórmula resultante debería ser contrastada, como un todo,
grar una conexión vaga entre la persona y el rol, pero es una vaguedad con la fórmula que aplicamos a las transposiciones de claves y a las fa.
que hay que buscar y que puede encontrarse, debido a las rigideces bricaciones, porque lo que en ese caso se pone en cuestión no son los
habituales entre la persona y el rol. roles o las funciones, sino las versiones transformadas de un todo, es
Segundo, cuando un individuo se ve obligado a tratarse, y a acep- decir, los papeles o los personajes. Y en vez de la fórmula «pei:sona-
tar ser tratado, puramente como un objeto físico de acuerdo con las li- rol» tenemos algo parecido a la fórmula rol-personaje. Para considerar
mitaciones impuestas por un marco de referencia natural, como cuan- esta última fórmula, no obstante, hay que poner especial cuidado en la
do se somete a las manipulaciones de un médico, un peluquero o un cuestión dd nivd organizativo.
maquillador, es probable que se le permita bromear (lo que expresa la La escena en sus diversas formas, incluyendo la cinamatográfica,
tensión del marco) y, lo que es más importante, una asimilación com- ofrece un fácil comienzo. Si observamos la actuación escénica como
pleta al estatus de objeto puede ser algo que deploren los mismos que un rol ocupacional, puede esperarse encontrar circunstancias en las
lo manejan. En resumen, se espera que los individuos que se hagan
asequibles como objetos no lo hagan con desenfado o fácilmente. Un
ejemplo pertinente lo puede ofrecer un informe sobre un reconoci- JJ Joan P. Emerson, «Bc:havior in Privalc: Places: Sustaining Dcfinitions of Rcality
miento ginecológico: !"·
in Gynecological ExaminationS», en Hans Peter Dreir:z_e l (ed.), Recent Sociolof!Y º 2
(Nueva York, Macmillan, 1970), p. 87. Como Emc:rson ilustra, «En un reconocurueoto
ginecológico, la realidad sustentada no es sólo la definició~ médica, .~ino tam~i~ ';111ª
Algunos pacientes no saben cuándo han de mostrar sin pudor sus partes ínti- disonancia de temas y contratemas» (p. 91). En este caso, vcasc tamb1en la secaon ntu·
mas ante otros y cuándo han de ocultarlas como todo el mundo. Una paciente lada «A Simultancous Multiplicity of Sdves», en «Rol distance», en E., pp. 132-143.
286 Erving Gof!man El anclaje de la aclwidad 287
que se prohibirá a un individuo tener esa clase de ocupación. Ya se ha a actuar de una categoría social, todavía subsiste la cuestión de los pa-
dado un ejemplo en el caso de una monja. Un caso todavía más típico peles determinados que se les permite representar a sus miembros. En
es el de usar mujeres como actrices: resumen, se trata de la cuestión de los derechos del «rol» y los dere-
chos del personaje, el derecho a participar en la aplicación de un mar-
Los teatros y espectáculos en España se asemejan en muchos aspectos a los de co determinado y el derecho a participar de una manera determinada
Inglaterra entre 1580 y 1640. Pero en otros muchos aspectos no. En Londres en tal aplicación. Puesto que si se piensa que un determinado papel va
eran chicos los que hacían siempre los papdes femeninos hasta después de la
a elevar o rebajar ligeramente al actor escénico que lo representa (y,
Restauración en 1660. Como hemos visto en la descripción de Rojas sobre las
compañías españolas, en los toscos escenarios provincianos aparecían tanto por lo tanto, hasta cierto punto a la persona que detenta el rol de actor
chicos como mujeres. En Madrid, no se permitió que las mujeres aparecieran escénico) y reflejarse, por lo tanto, en él y en otros papeles escénicos
en los teatros públicos hasta 1587 H. que pueda representar, no sería posible una flexibilidad total. Un
ejemplo histórico lo constituye el teatro religioso español, el auto sa-
La cuestión aquí no estriba en qué papeles o personajes se les per- cramental* -representado en parte en la iglesia-, ofreciendo, como
mitían interpretar a las mujeres, sino en si se les permitía representar lo hace, un ejemplo de los cambios en las reglas de encuadre:
algún papel, es decir, participar (excepto como público) en el marco
En 1743, un concilio de la Iglesia prohibió la presentación de monstruos,
teatral, ser personas con un rol en el teatro. Pero supuesto el derecho
máscaras, figuras obscenas y «Versos lascivos que interfieren con los oficios
religiosos». Probablemente hubo muchas más disposiciones legales pero las
,... Macgowan y Mdnitz, Golden Ages o/ the Thealer, p. 52. Adviértase que estas obscenidades persistieron en los espectáculos callejeros, si no ya en las iglesias.
restricciones se ~p~can al marco teatral. El análisis dd marco nos lleva. a percibir que Los siglos XVII y XVIII vieron un incremento en los ataques. Tanto seglares
c~an_do se cambia ligeramente de da.ve, se puede aplicar un conjunto diferente de res·
como sacerdotes lanzaron invectivas contra la presencia de actores profesio·
t?cc1oncs. El teatro de aficionados, que permite al individuo representar un personaje
sm tener que ser u~ actor pr_ofcsiona.l, permite sin duda cierta libertad en d reparto nales en los at1tos*. Un escritor anónimo protestaba porque una mujer repre·
que:' t~tro profesional no uenc, de modo que las obras domésticas, colegiales o uni· sentase a la madre de Dios, <<Y [. ••] una vez acabado este papd, la misma actriz
versua~as han contado con_ actores de alta alcurnia en épocas en que las producciones apareciera en un entremés* interpretando a la mujer de un mesonero [. ..],
comeroa.les no lo han podido hacer. Fue en una producción de Cambridge, Erping· simplemente poniéndose una cofia o arremangándose la falda», y bailase,
ham Camp, de Orton, donde el príncipe Carlos se pudo vestir de capellán y recibir en mientras cantaba, una canción indecente. «El que interpretaba el papd del
Ja cara una t~na ll~a. de natillas (l.ife, 13 de diciembre de 1968). De modo semejante, Salvador con barba, se la quita y sale, canta y baila "Aquí llega Molly" .» Los
como una onentaaon respecto al marco nos podría hacer esperar, las obras represen· sacerdotes se hicieron eco de tales ataques contra los actores. Era abominable
radas con fines benéficos han tenido acceso a actores que habitualmente no suben a las que «la mujer que representa a la lasciva Venus hubiera de representar la pu-
rabias; y las producciones escénicas que no son enteramente obras de teatro bien po·
drian emplear una fórmula persona-rol bast11nte diferente a la que regula d teatro pro·
reza de la Virgen Soberana». Tales ataques se prolongaron al menos hasta
fesional. Un ejemplo de esto último: 1765, en que Carlos ill prohibió por real decreto la representación de todos
los autos sacramentales*".
La última forma de cntrctcnimico10 teatral desarrollado en la época de Isabd 1 y perfc:ccionada
bajo los dos primeros reyes Estuardo fue la «llllScamdP. Sus rafees se rcmonllln a los cspec:táculos
de corte en el Renacimiento italiano. En 111 noche de Reyes, en l.512, el joven Enrique vm •COn Marilyn Chambers ofrece un ejemplo de 1973, representando grá-
otros ~mee s_e dis~razó a la mmera í111J_iana. llamn?a máscara, cosa no vista antes en lngl11tem1». ficamente sin controversia a la madre en las cajas de Ivory Snow hasta
•Habia habido dJSfraces» y un cspcaaculo de baile 11111cs, pcrt> ahora por primero vez la n:alcza
tomaba parte en la distracción. Isabel, lo hijo de Enrique, también disfrutó con la mascarada que se descubrió su actuación como estrella en las películas de porno-
-nombre tomado de Francia- y sus espectáculos, al igual que los de su p;tdrc, consistían sobre grafía dura.
todo en pantomimas... Es evidente, pues, que hay que ser cautos al considerar actividades
Algunos de las mascarados tenían lugar en el Colegio de Abogados de Londres, pero la mayo·
ria. se ~cbni_ban en los pala?o~ reales:.. ToOU1ban parte en dios lllllto cortCSllllos como c::intorcs y tales como el teatro para especificar si se está haciendo referencia a
bailarines ad1csmdos. El pnnopc Enoque csaUa a csccn11» sin hablar, en el pape! principal de Tbe una ocupación per se o a cualquier aspecto biográfico determinado
Ma~que o/Oberon y Carlos 1 y la reina actuaron en algunos de estos espectáculos. A la reina Ana,
mu1cr deJacobo l, le gus111ban las mascaradas msís que el teatro y se pincaba de negro 1a cara para
representar 11 una de las doce negras en The MtJSque o/ Blackness [Macgowan y Mclnitz, Go/den * En castellano en el oñginal (N. del T.).
Age~ o/the Thealer, p. 881. H Ibid., pp. 45-46. Elipis y corchetes en el original.
288 Erving Go/fman El anclaje Je '4 actividad 289
que la ocupación exija adoptar al individuo en determinada ocasión, en d infierno, pese a venir exigidos por el guión, son de tal clase que
y que las restricciones respecto a esto último no son necesariamente Georgina Spelvin difícilmente será capaz de disociarlos de sí misma.
en su sentido más pleno restricciones respecto a lo primero. Por lo menos hoy en día. Y, sin embargo, la aceptación declarada (o
Un rasgo propio de la escena en los tiempos modernos es que exis- incluso la búsqueda) de notoriedad puede ser en sí misma una jugada
te una conexión muy remota entre el actor escénico y el papel. Una orientada a la legitimación, y la disposición actual de los actores res-
vez que un individuo acepta ser actor escénico, se le considera muy pecto a las aureolas convencionales para aceptar una cierta contami-
poco responsable del papel que represente en cualquier ocasión, a nación, sin duda, es tanto causa como expresión de un cambio en las
menos que esto se refleje en el estatus de su profesión, aumentando o convenciones de encuadre. Tampoco la reputación profesional esta-
disminuyendo su riesgo de ser encasillado como actor. El aliciente bá- blecida es el único medio por el que puede fortalecerse la capacidad
sico para un actor escénico es aceptar cualquier papel. Pero es cierto aisladora del marco teatral. En 1973, una actriz ocasional, una chica
que exigimos continuidad respecto al sexo 36, la edad, la raza 37 y (en de catorce años de clase media, que estudiaba octavo de básica en un
menor grado) la clase social. Además, los actores se muestran reacios a colegio de la periferia, representó el papel de una chica poseída en la
representar homosexuales, como ya se ha mencionado. El muy reciente película El exorcista. Newsweek informaba: «Su cara y su cuerpo eran
cambio a este respecto no debe inducir necesariamente a pensar que un destrozo vampírico de sangre, pus y cardenales, vocifera en el len-
refleje un aumento en la aceptación social de este rol social (aunque es guaje más obsceno que jamás se haya oído en la pantalla, patea a un
presumible que sí lo refleje}, ya que lo que está inmediatamente en doctor en la ingle, ataca brutalmente a su madre, se masturba con
cuestión es un cambio en las convenciones de encuadre, en este caso un crucifijo, vomita ante los sacerdotes que acuden a exorcizar al de-
un aumento de la capacidad de los guiones dramáticos para aislar a los monio». La revista continuaba sugiriendo que la joven actriz así como
actores de sus papeles. su familia habían sido capaces de aceptar el rodaje de la película con
Existe también un límite obvio respecto a los roles en la interac- tranquilidad, protegidas por su sensatez y respetabilidad 38• (Pero en
ción sexual. Y aquí hay que prestar atención a las complejidades inhe- este caso, quizá, el hecho de que el personaje de la película no sea el
rentes a la cuestión de cambiar las convenciones del marco. Un acto que realiza esos actos, por ser meramente un vehículo del demonio,
«atrevido» en el escenario o en la pantalla tiene que afrontar dos pro- proporciona una distancia aisladora para la actriz, que es sólo un
blemas: hasta dónde pueden llegar los directores en la escenificación y vehículo parad personaje.) Adviértase, sin embargo, que la disposi-
aquell.o que los actores pueden escenificar sin quedar personalmente ción para abrir brecha en el marco teatral o cinematográfico no debe
contaminados. La legalización reciente de los filmes pornográficos tomarse como parte del mundo del hacer-creer; dicho acto es tan real
duros parecería reflejar más un cambio en lo primero que en lo se- y serio como cualquier otro asunto moralmente arriesgado 39 •
gundo. Cuando en la película de Gerard Damiar.o The Devi/ in Miss
Jones la heroína se corta las venas en una bañera y se suicida, no se
Ja21 de enero de 1974.
plantea la cuestión de identificar a partir de ese momento a la actriz, >9A continuación se ofrece un apunte de ello. En 1968, la actriz de papdes inocen-
Georgina Spelvin, como alguien que ha representado ese acto profun- tes Susana York representó en una escena de cinco minutos a una lesbiana h~ci~do d
damente reidentificador. El suicidio es algo meramente exigido por el amor en The Killing o/Sister George que, en aquella época, traspasaba los límites del
papel; cualquier actor, como personaje, está preparado para cometer- marco cinematográfico. Lo siguiente se toma de una entrevista llevada a cabo por
Nora Ephron con la señorita York:
lo. Pero los actos que la actriz realiza mientras espera su alojamiento
-¿Sentias que se estaban aprovechando de ti?
J6 Una excepción: la radio primitiva tendía a utilizar mujeres como fuentes de voz No. Fue algo que planeó Bob (Aldrich, d director). Él estaba tan aterrorWido como cualquiera
de nosotros. Yo tcnÍll mucho miedo. No puedes hacer un11 escena como ésa -al menos yo no pue-
para los papdes de niño.
1 do- sin confianza. A menos que estés borracha, y yo no estaba borracha. Pero durante dos o tres
' Resulta interesante d uso recientemente establecido de maniquíes negros en los días no podías mantenerte en el mismo nivel de confianza. Yo cstab:i muy p~pod_a. Fue un
almacenes en Estados Unidos y Gran Bretaña, que hasta Ja fecha encuentra una resis- momento difícil. Dificil para mí y difícil para Coral (Browne). Creo que no hay casa na.die tan vul-
tencia muy marcada en Africa dd Sur. Véase «Clothes Dummies Stir South Afri01», en nerable como un actor. Eres escritor y es tu libro. Si eres pintor, es 1u pintura. Pero s1 eres actor,
The New York Times, 4 de enero de 1970. eres tú -tu c::irn, tu piel. 1u cue~. Bien, ellos pueden tomar todo eso. Ellos pueden tomar
290 El anclaje de la actividad 291
Erving Goffinan
dd filme, que aquél puede recordar, y estas caras deben ser especial y cuida-
La diferencia entre la escena teatral y la cinematográfica respecto a
dosamente seleccionadas y mostradas. A menudo toda la expresividad y el
la fórmula rol-personaje es interesante:
valor de un incidente, aunque centrado en torno al héroe, depende de estos
personajes de segunda fila que lo rodean. Es posible que estos personajes sólo
El trabajo de encontrar los actores necesarios, la selección de personas con un le sean mostrados al espectador durante no más de seis o siete segundos. Por
aspecto exterior vívidamente expresivo, conforme a los requisitos exigidos lo tanto, deben impresionarlo clara y vívidamente ... Encontrar a una perso-
por el argumento, es una de las tareas más difíciles del director. Hay que re- na sobre la que el espectador, después de verla durante seis segundos, pueda
cordar, como ya se ha dicho, que uno no puede «representar un papel» en el decir: «Ese hombre es un bribón, tiene buen natural o es un loco», ésa es pre-
filme: hay que estar dotado de una serie de cualidades reales, expresadas ex- cisamente la tarea que tiene ante sí el director en la sdección de su material
teriormente con claridad, con el fin de lograr un cierto efecto sobre el espec- humano 41 •
tador... Para hacer una concreción clara de esta ineludible necesidad de usar,
como material de actuación, personas que poseen en la realidad las propieda-
des de la imagen requerida, pondré al azar el ejemplo siguiente. Cualesquiera que sean las diferencias de la fórmula rol-personaje
Supongamos que necesitamos un hombre mayor para una producción. entre los diversos tipos escénicos y cualesquiera que sean los límites
En el teatro el problema sería perfectamente simple. Un hombre relativamen- normalmente mantenidos, el conjunto total de disposiciones ofrece
te joven podrá pintarse ojeras en d rostro, dando así al espectador, desde el una especie de modelo para la falta de conexión entre el personaje y
escenario, la impresión externa de un hombre mayor. En el cine esto es im- quien lo representa. Otras transposiciones de clave y otr~s fabricaci.o-
pensable. ¿Por qué? Porque una arruga auténtica, viva, es un hoyo, una nes parecen ofrecer versiones semejantes, aunque reducidas, del mIS-
muesca en la cara. Y cuando una persona mayor con una arruga auténtica mo tema.
vuelve la cabeza, la luz ilumina su arruga. Una arruga real no es sólo una fran- Retomemos la cuestión de la reputación, si bien ahora como una
ja oscura, es una sombra como un surco, y una posición diferente de la cara limitación respecto al modo en que un individuo podría dedicarse a
en relación a la luz dará siempre un patrón diferente de luces y sombras.
simulaciones fuera de la escena. Por ejemplo, el que gasta una broma
En el teatro, un maquillaje de este tipo es posible porque la luz sobre el
escenario es condicionalmente constante y no arroja sombras. pesada adecuada puede verse libre de implicaciones duraderas por
Con este ejemplo puede juzgarse de algún modo hasta qué punto el actor haber organizado la realidad de esa manera; pero eso es, desde luego,
que buscamos debe tener un aspecto físico que se parezca al prescrito en el lo que queremos decir por adecuada. Aquel que perpetra una broma
guión. Se puede decir, en resumen, que en la mayoña de Jos casos el actor ci- pesada excesivamente el.aborada, costosa, perjudicial o car~?te de tac-
nematográfico se interpreta a sí mismo y que la tarea del director no consiste to es decfr una broma inadecuada, adqmere una reputac1on por ha-
en impulsarlo a crear algo que no está en él, sino en mostrar, Jo más expresiva ce1rlo. De ~odo semejante, quien simula locura u homosexualidad
y vívidamente posible, lo que hay en él, usando sus caracteñsticas reales'"'. para evitar el servicio militar a veces puede que logre su propósito,
pero ello, a veces, es debido a que los psiquiatras encarg~?os de exa-
Una película dura por término medio una hora y media. En esta hora y media,
minarlo opinan que quien monta esa clase de representac1on no supo-
pasan a veces ante el espectador docenas de rostros que rodean a los héroes
ne un grave peligro, y con esa interpretación la psiquiatría refuerza
tu cuerpo y tu rostro. Pero nadie puede invadir tus pensamientos. Y lo que me preocupaba, lo que
nuestra noción referente a los límites de la simulación. Pero en este
me producía horror, era el miedo de que aquél era el momento en que yo iba a dejar de ser lllÍll. Es caso no tenemos ninguna historia a mano. Hay otro factor relacionado
como el árabe que se horrorizaba de ser fotografiado porque siente que alguien le escá quitando el con la dignidad de un cargo público, que ~a ~ugar a que las perso?as
alma. Pensé que podía esur entregando demasiado. Pensé que esa escena era la cosa que podría
ser capaz de arrebatarme e1 alma. El mero hecho de estar desnuda, de tener que descubrirte... Sea que ocupan un cargo piensen que ciertas tacttcas, pese a no ser se.nas,
lo que sea lo que tu mente racional dice, no puedes dejar de sentíne violado.. [The New York no son propias de ellos. En 1967, el gobem~dor del Estado de Califor-
Timer,29 de diciC111bre de 1968).
nia pudo permitir lo siguiente durante su mgreso en el Club de Los
.¡o Pudovkin, Film Technique, pp.107-108. Pienso que Pudovkin en esta ocasión se Ángeles como miembro honorario: .
exalta un poco. La cuestión no está en encontrar a alguien que encaje en el papel sino
alguien cuyo aspecto fuera del escenario, en una rápida aparición sobre la escena,
ofrezca las caracteristiC11S buscadas. Las propias características, ya sea aJ nivel de la es-
cena o fuera de la escena, pueden ser totalmente juicios de valor a ojos del observador. ~· lbid., p. 113.
292 Erving Go/fm4n El anclaje áe '4 4a1VitÍ4á 293
Como parte de la ceremonia, d gobernador, de cincuenta y siete años, se sen- ción, en Washington, D. C., de la producción interpretada por negros
tó con los ojos vendados sobre un caballito de madera ante un público de de Helio, Dolly, siendo al parecer la primera vez que un presidente
600 personas, y en su mano derecha un plato de huevos revudtos, mientras
un directivo dd club contaba una larga serie de incidentes cómicos en la vida
americano aparecía en una producción escénica"'. Lo que ciertamente
dd ex actor, a todo lo cual ruvo que replicar: «Lo admito» 42• no quiere decir que las reglas aplicables a las personas que ocupan al-
tos cargos no puedan cambiar y no hayan cambiado; de ello nos volve-
En caso de ser elegido presidente, sin embargo, esa clase de inicia- remos a ocupar más adelante.
ción sería considerada poco apropiada, aun cuando tales iniciaciones, Consideremos ahora la cuestión del disfraz biográfico. Cuando un
al menos en América, han institucionalizado comportamientos dis- individuo está operando dentro de una clave o construcción determi-
paratados, indecorosos, recordándonos que una de las cosas que en- nadas, y en virtud de ello asume un papel o personaje, una identidad
tendemos por comportamiento demente es la participación en una personal totalmente ficticia, y no meramente un rol, ¿qué responsabi-
actividad que normalmente se pensaría que no está a la altura de la lidad le acarrean sus actos, es decir, qué exigencias se le pueden reque-
dignidad de determinadas personas'º. El alcalde de la ciudad de Nue- rir como persona en virtud de su conducta como personaje?
va York consideró conveniente actuar de esta manera: Cuando un individuo está «bajo» Jo que se presume que es un
estado hipnótico, o cuando actúa mientras está dormido, no se le
Pese a que la alabada ecuanimidad de Lindsay también se había resentido, re- considera responsable de las acciones del personaje que representa
cobró su buen humor lo suficiente como para poner una posdata sorprenden- en esas situaciones de trance. Entre los creyentes, cuando un hom-
te a la reunión anual de música patrocinada por los periodistas políticos. b re está «colgado», es decir, poseído por una loa, se dice que se
Lindsay, aficionado siempre al espectáculo, vestía sombrero de paja, guantes produce una desconexión semejante a la que se da entre el jinete y
blancos y bastón para interpretar una canción, bailando claqué con un com- la montura:
pañero profesional. «Tal vez -dijo con sarcasmo- pueda salvar todavía este
espectáculo»""· El individuo en estado de trance no es responsable en modo alguno de sus ac-
tos o palabras. Ha dejado de existir como persona. Los poseídos pueden ex-
En el caso de que Lindsay fuera elegido presidente, puede que no presar con impunidad pensamientos que dudaáan expresar en voz alta en cir-
se le hubiera permitido esta clase de buena deportividad. Aunque los cunstancias normales "6.
presidentes americanos puedan con buena voluntad asistir a parodias
satíricas respecto a su administración, especialmente cuando son emi- Resulta interesante encontrar en este caso la alegación de que una
tidas por el Club de Prensa de Washington, D . C., su aparición en es- persona que está saliendo del trance no tiene acceso a ningún recuer-
cena es restringida, rebasándose estos límites políticamente cuando el do de lo ocurrido durante la posesión. Parece que los médiums ale-
presidente y la señoraJohnson se unieron a Pearl Bailey y Cab Callo- gan la misma disociación entre su persona y el personaje que incor-
way para cantar casi mano a mano Helio, Lyndon durante la presenta- poran.
Sin embargo, esta desconexión entre un individuo y su disfraz no
parece que sea típica. Existen coerciones internas derivadas de su sen-
4
z The New York Times, 27 de julio de 1967. tido de la vergüenza y el decoro. La policía secreta, al parecer, piensa
4
Lije, 23 de octubre de 1970, contiene una foto de un hombre de negocios de la
'
que es apropiado adoptar casi cualquier disfraz, ya que su estatus
parte sur de Milwaukce, sentado con los pies desnudos en una mecedora de aluminio,
vistiendo una camiseta en forma de T, con los pantalones remangados, una pipa de ma- «real» les protege de ser identificados permanentemente bajo d as-
dera en la boca, con un cubo, pescando en un registro de agua y con un policía munici-
pal sonriendo, ya que, después de todo, se sabía que había participado en una inicia- 4
' Lije, 8 de diciembre de l %7. Nixon apareció en la campaña de 1968 en el pro-
ción de la Legión Americana. Puesto que las iniciaciones ofrecen licencia grama úzugh In, de Rowan y Martín, donde decía: «Pégame». Se dice que Nixon re-
institucionalizada para salirse dd marco, sw límites sociales son muy diferentes a los lí- presentó este sketch sólo tras un acuerdo escrito que prohibía su uso después de las
mites sociales ordinarios de encuadre. elecciones.
"" Time, 18 de marzo de 1966. 46
Métraux, VooJoo in Haili, p. 132.
294 Erving Go/fman El anclaje de la actividad 295
pecto exterior que temporalmente adoptan. No obstante, hay ciertas zas de la ciudad de Detroit, cap. 223, S 8-D, con las enmiendas de 29 de julio
apariencias que la policía es reacia a asumir, en especial aquellas que de 1958 48•
requieren la práctica de actos homosexuales.
Además, las coerciones internas pueden recibir la sanción de las En este caso se trata de una sugerencia relativa al significado de
agencias oficiales, de modo que cualquiera que sea la sensibilidad per- nuestras concepciones del encuadre, ya que tras las restricciones lega-
sonal del actor, no obstante se le disuadirá de utilizar ciértos disfraces les formales se pueden a veces encontrar algunas presuposiciones bá-
aun cuando se le permita adoptar otros. La siguiente noticia respecto sicas sobre las personas.
a los límites del control estratégico ofrece un ejemplo:
3. Volvamos, ahora, al teatro para reconsiderar la persona, el rel y el
Nueva York (AP).- El fiscal general Ramsey Clark ha dictado una orden personaje. Como se ha sugerido, cuando decimos que un determinado
prohibiendo a los agentes del FBI hacerse pasar por periodistas en futuras in- actor escénico es demasiado viejo para un papel o cuando automática-
vestigaciones. mente asignamos un papel a alguien del mismo sexo, darnos a enten-
Oark dio a conocer la orden en una carta fechada el 8 de julio y dirigida a der que algo de lo que consideramos como un comportamiento apro-
Bill Small, redactor jefe de los informativos de la CBS en Washington. El con- piado al papel dentro del papel del actor escénico le es natural, es
tenido de la carta fue revelado ayer. decir, que forma parte de su comportamiento no escénico, y que esta
Small había presentado una queja en nombre de tres cadenas de que los adecuación no actuada es tan exigible como las frases del texto. Y así
agentes del FBI se habían hecho pasar por periodistas de televisión el 17 de ju- Sartre en su prefacio a Las criadas, de Genet, nos proporciona este
nio durante un pretendido incidente de quema de tarjetas de reclutamiento
en Washington, protagonizado por componentes femeninos del Comité para atrayente argumento:
la Acción No Violenta de Nueva Inglaterra.
lrv Chapman, corresponsal de noticias de la ABC, informó en aquella oca- Genet dice en Nuestra Señora de las Flores: «Si yo tuviera que poner en escena
sión de que los agentes del FBI presumiblemente se habían hecho pasar por una obra en la que tuvieran roles mujeres, exigiría que estos roles fueran re·
periodistas con el fin de recoger pruebas filmadas para un posterior proce- presentados por chicos adolescentes y llamaría la atención de los espectado-
samiento. Chapman acusó en un programa a los agentes del FBI de «compro· res sobre esto mediante un cartel que permanecería clavado a la derecha o a la
meter de esa manera nuestra profesión» 47• izquierda del decorado durante toda la representación». Uno se sentiría ten-
tado a explicar esta petición por la debilidad de Genet por los chicos jóvenes.
Sin embargo, ésa no es la razón esencial. La verdad es que Genet desea ya
Las leyes contra la personificación fingida de miembros del sexo desde el principio asestar un golpe a la raíz de lo evidente. Sin duda, una actriz
opuesto constituyen otro ejemplo, y presentan un interés especial aquí podría representar el papel de Solange, pero no sería radical lo que podría-
porque la especificación de la esfera de acción de estos estatus fuerza mos llamar la «desrealización», ya que ella no tendría necesidad de jugar a ser
a una consideración más detallada del marco, como sugiere una nota a mujer. La suavidad de su piel, la grada lánguida de sus movimientos y el tim·
pie de página en un libro sobre arrestos: bre argentino de su voz son cualidades naturales. Constituyen la sustancia
que ella moldeará como vea más conveniente, para darle el aspecto de Salan·
En 1958, la ordenanza sobre comportamientos indecorosos [en Detroit] fue ge. Genet desea que esta materia femenina en sí llegue a ser una apariencia, el
enmendada, haciendo ilegal que «cualquier miembro del sexo masculino resultado de un hacer creer. No es Solange la ilusión teatral, sino más bien la
aparezca en cualquier calle, callejón, paseo, acera, puente, viaducto, túnel, mujer So/ange 49•
sendero, avenida u otro lugar o plaza públicos, o en las cercanías de cual-
quier lugar privado frecuentado o abierto al público, con la vestimenta del Al parecer, la postura de Sartre es, pues, que una mujer que adopte
sexo opuesto, teniéndose en cuenta, no obstante, que esta sección no se apli- el papel (como sucedió durante la primera producción de la obra) po·
cará a ninguna persona que legalmente produzca, dirija, presente, ofrezca o
participe en cualquier espectáculo, exhibición o representación». Ordenan-
-48Wayne R LaFave, A"est (Boston, Liule, Brown and Company, 1965), p. 469.
~ 9 Jean-Paul Sanre, «Introducción» a la obra deJean Genet The Maidund Death·
~7 San Francisco Chronicle, 11 de julio de 1968. watch, traducida por Bemard Frechtman (Nueva York, Grove Press, 1954), pp. 8-9.
r
296 Ervi11g Go/fm411 El a11claje Je la actividad 297
dría actuar «naturalmente>> como una mujer, «sería» de hecho una mu- netas, se piensa que cada una de las cinco adopta una personalidad
jer, cuyo ser estaría más allá del marco teatral, algo que éste no puede característica, lo que determina la elección del papel y el estilo de re-
eliminar. Pero, desde luego, el comportarse como una mujer en o fuera presentación, trascendiendo cada una de las cinco, de manera caracte-
de escena presenta un retrato socialmente definido, no más <<natural» e rística, todos los papeles que «é1>o «ella>> representan. Las cartas de
inevitable que el rol ocupacional de criada. Y Sartre no nos está ha- los admiradores, los mensajes telefónicos, y cosas por el estilo, no se
blando sobre la naturaleza-sea ésta lo que fuere- sino sobre sus pre- dirigen a los personajes representados en las obras en particular sino a
concepciones inexplicadas con respecto a los límites del marco teatral. los «actores» que se esconden tras esos diversos personajes, sin hacer
Una observación más. Dado lo que se ha dicho sobre las fórmulas mucho caso de lo que codo el mundo sabe, es decir, que detrás de to-
rol-personaje, es comprensible que se produzca un «encasillamiento», dos los «actores» están los mismos dos hombres de siempre. Lo que
es decir, que un actor escénico que «encaja bien» en un papel (o tipo tenemos aquí, pues, es una transposición de claves de las limitaciones
de papel) y lo representa frecuentemente puede llegar a ser identi- del encuadre.
ficado con él, y no sólo se le asigne restrictivamente esa clase de per- Un comentario final. Existe un común entendimiento en nuestra
sonaje escénico, sino que además llegue a ser visto fuera de la escena sociedad (como probablemente en todas las demás) de que un deter-
como caracterizable por el papel que habitualmente representa. (Si se minado individuo puede representar roles diferentes en situaciones
observa la cuestión comparativamente, puede verse que el saber occi- diferentes sin gran embarazo, por el hecho de que se trata del mismo y
dental sobre las tendencias al encasillamiento ofrece sólo una posibi- único individuo. (De ahí mi fácil uso anterior de la frase los dos mis-
lidad. En Japón, por ejemplo, es evidente que hay linajes que han sido mos hombres.) Ciertamente un supuesto básico de cualquier actuación
asociados con la escena durante siglos y han logrado ser reconocidos de un «rol>> en particular es que el actor posee una biografía continua,
nacionalmente como poseedores de una especie de exclusiva para una única identidad personal continua, detrás de esa actuación, bien
ciertas clases de papeles; y aquí la identificación fuera de la escena con que compatible y coherente con el rol en cuestión. Un vendedor de
el papel escénico puede ser muy grande --especialmente en el caso de zapatos puede atender a un familiar, y aunque esta ruptura de la habi-
los varones que se especializan en papeles femeninos-). Lo que tal tual «segregación del público» pµede resultar un poco embarazosa, la
vez no se vea es lo que a lo largo de todo este estudio se ha mostrado dificultad normalmente puede resolverse mediante una broma o un
como característico de los procesos de encuadre, a saber, la posibili- descuento en el precio. Porque, después de codo, no es probable que
dad de que estos mismos procesos sean tratados como materia para el familiar se sorprenda de la persona que se ha encontrado allí, ha-
el reencuadre. Así pues, en el tema de la lucha profesional, se asigna a biendo seleccionado probablemente esa tienda por tal razón ' 1• De
los actores el papel de «rufián» o de «luchador limpio», y cuando pa- modo muy específico, pues, al adoptar un rol, el individuo no asu-
rece que un luchador sintoniza con el público en uno de estos papeles, me una identidad personal, biográfica -un papel o un personaje-,
se procurará que en cada pelea se ajuste al encasillamiento y lo reafir- sino sólo un fragmento de categorización social, esto es, una identidad
me. El resultado de esta práctica no es sólo que cada pelea en cuestión social, y sólo a través de ella, un fragmento de su identidad personal.
sea falsificada, sino que además la continuidad de una pelea a otra se Sin embargo, si un individuo simula un rol, haciéndose pasar por mé-
facilita y maneja cuidadosamente, aumentando, por lo tanto, el valor dico, periodista o una persona del otro sexo, entonces esta adqui-
de las propiedades de actuación. En resumen, las cualidades que tras- sición de un falso rol social supone también la adquisición de un per-
cienden unas actuaciones concretas pueden ser apoyadas por una ac- sonaje o una individualidad falsos, y precisamente en el mismo grado
tuación apropiada. Un ejemplo todavía mejor es el de los Scandwells, que el rol en cuestión normalmente implicaría un anclaje en la biogra-
una troupe de cinco marionetas que se han presentado durante once fía del actor.
temporadas consecutivas en Manhaccan, con una amplia gama de
obras'º· Pese a que son dos hombres quienes dan vida a las mario-
'° Véase la recensión en Time,«Mini Music Hall», 4 de enero de 1971. n Argumentado en E., en especial en la p. 141.
T
tran una continuidad semejante. Un individuo que va a representar Resulta obvio, pues, que una actividad no rehace totalmente a to-
Ham/et debe aprender el papel, pero no tiene que aprender inglés dos los individuos de los que hace uso. Esto sucede incluso -como se
teatral a menos que sea un príncipe estudiante de bachillerato; pre- ha sugerido antes- en el caso de aquellas empresas diseñadas para
sumiblemente, su rol ocupacional como actor profesional garantiza despojar a los individuos de su bagaje social al entrar y dotarlos de una
que ya sabe hablar de esa manera y que puede aplicar esa capacidad participación máxima en el aquí y ahora -en concreto, en juegos
(¡ojalá!) a cualquier personaje que se vea obligado a representar. Y como el ajedrez y el bridge-. Por lo tanto, si primero no se equipara a
cuando se está convirtiendo en un profesional y está aprendiendo in- los contendientes por su nivel de destreza, hay pocas oportunidades de
glés teatral, presumiblemente no tiene que aprender inglés -o al me- que ésta aumente espontáneamente en la partida. Además, aunque un
nos no todo el idioma-, puesto que presumiblemente aporta esa ca- juego como el bridge imponga una distribución al azar de las cartas y
pacidad a cualquier rol que adopta, ya sea el de actor profesional, el una comunicación radicalmente incompleta entre los compañeros, si-
de abogado o el de un ladrón redomado. Además, después de haber gue siendo verdad que las personas que han jugado como compañeros
representado Hamlet durante una temporada, lo más probable es durante mucho tiempo tienen una gran ventaja. En todo esto puede
que pueda incorporar el papel en una fecha posterior sin que le lleve verse una vez más que en la medida en que la actividad contiene mate-
mucho tiempo aprender el texto; su memoria le ayudará en este caso riales de todo tipo, incluyendo a los individuos, hay una gama de cone-
al menos hasta cierto punto. Y quien hace el reparto de las obras pue- xiones que vinculará la actividad al mundo en curso, un mundo del
de muy bien considerar esta memorización de los actores como una que proceden los recursos de la actividad y al que esos recursos le serán
cuestión relevante a tener en cuenta. Y la memoria, ciertamente, es devueltos.
un rasgo de los recursos que un individuo aporta al rol. Por lo tan-
to, en el gobierno y en los negocios, el personal con acceso a informa-
ción estratégica constituye un problema especial. Como empleados
pueden cesar, ser despedidos o jubilados; sin embargo, cuando dejan V. LA FALTA DE CONEXIÓN
el puesto, no pueden cerrar su memoria con llave, por lo que su exis-
tencia constituye una preocupación para la dirección 60• Un caso re- Considérese ahora una relación de la actividad con el contexto que a
ciente a este respecto ha sido la preocupación evidente en los secto- primera vista parecería no tener relación alguna: la presunción de que
res de la presidencia por el hecho de que los anteriores sirvientes, toda actividad ocurrirá en un ambiente integrado por otros aconteci-
cocineros, chóferes, ayudantes y ministros parecen propender de mientos que ocurren en su cercanía que han de ser considerados sin
modo creciente a vender sus memorias, difamando y aprovechándose conexión ni relación con el acontecimiento en cuestión -una cues-
así del propio presidente 61 • tión de suerte, indiferencia y cosas por el estilo-. Incluso cuando un
actor utiliza rasgos del entorno inmediato en base a una suposición
'° Para lo que se debe procurar una protección legal. Así se dice en Allcn Dulles, evidente de que estos rasgos están allí para ser usados, podrá suponer
The Cra/t o/ Intelligena (Nueva York, New American Library, Signet Books, 1965): que en muchos detalles lo que él utiliza está presente por razones indi-
Las .~ficult4des pl'lÍcticas que la ~~ en un servicio de inteligencia imponen a la persona y su ferentes a las suyas 62• En suma, una de las relaciones que tenemos con
familia surgen en parte de las condiaonc:s de secreto bajo las que sc: debe realizar todo tn1bajo se:· nuestro entorno inmediato es que algunos de sus elementos carecen
creto de inteligencia. Todo empleado firma un juramento que le obliga a no divulgar nada que CO·
nozca o haga en el curso de su empleo a ningun11 persona no autorizada y esta obligación dura
de relación con nosotros.
aun CWU1do pueda haber dejado d empleo gubernamental [p. 1681. ' Como se mencionó en el capítulo primero, emplearnos una serie
En Gran B~etaña, el Acta de Secretos Oficiales tiene una función semejante, sien- de términos para designar la creencia de que actividades mutuamente
do un recurso importante para poner los intereses dd Estado por encima de cunlquier próximas podrían tener poca relación entre sí. Los términos suerte
comprensión posible respecto a la disyuntiva adecuada entre persona y rol.
61 Véase, por ejemplo, d artículo de Hugh Sidcy, «Memoirs Come to Market>i> en
Li/e, lJ de febrero de 1970. ' 6J Considerado con más detalle en «Normal Appearances,., eo R P., pp. 310-328.
.304 Ervíng Goffnum El anclaje de la actividad
de recuperar su autocontrol y desaparecer de nuevo en el papel asig- verdad, quizá en menor grado, respecto a los escritores que no se de-
nado. dican a la ficción 64 •
Ahora bien, sucede que los seguidores que conocen el espectáculo Pero esta percepción del autor puede que sólo sea un engaño f~ci
llegan a apreciar que la personalidad mantenida por cada actor a tra- litado. Al poder apoyarse sólo en el texto, a lo sumo puede aducirse
vés de sus distintos papeles puede que en sí misma sea algo fingido, o un retrato parcial, ya que habrá una gran cantidad de cosas sobre el
al menos cortado a medida para aumentar su capacidad como tipifica- escritor que nunca llegan ª.publicarse.. ~ero yen~o más. al grano, lo
ción de una posible manera de ser. Y, de hecho, un examen más pro- que aparece no es una especie de expresion espontanea e mculta. Des-
fundo de la ficha técnica del programa prueba que se trata de algo no pués de todo, el escritor y sus editores tienen el texto para elaborarlo.ª
muy diferente al espectáculo de los muñecos de Standwell, porque re- su albedrío. Los lapsus en el gusto y la erudición puede~ ser corregi-
sulta que todo el espectáculo es montado por tres o cuatro actores rea- dos. Los errores de ortografía, las incorrecciones gramaucales, las re-
les, cada uno de los cuales interpreta a dos o más miembros del repar- peticiones, los malos juegos de palabras, el uso «d~masiado» frecuen-
to. Y los acentos que muestran a través de los acentos de un personaje te de determinadas palabras y otros amaneramientos pueden ser
son fingidos. Una vez más se nos recuerda que el sentido de la huma- corregidos a tiempo. Se pueden cambiar, adaptar. y s~avizar las frases.
nidad de un actor es en cierto modo generado por la discrepancia en- Si en un borrador parece esforzarse por consegwr cierto efecto, en el
tre el rol y el personaje, pudiendo esta discrepancia ser fabricada por siguiente puede tratar de eliminar esa ímpresión. Durante los ensayos
el efecto que produce. Si esto es verdad en los contrastes rol-personaje hay que detectar las notas equivocadas e interpretarlas bien de nuevo.
¿qué sucede con los contrastes persona-rol? Es, pues, evidente que si no se lleva a cabo esta tarea de acabado, los
Observemos ahora la ficción -la novela y las narraciones bre- críticos rápidamente advertirán el hecho desa~robándolo. i:'or l? ta~
ves-. El escritor, como se ha sugerido, puede elegir el grado de intru- to, la finura de mente y sentimiento que la escntura del esc;nor 1Dlpli-
sión que va a ejercer: obviamente, puede hablar a través de un deter- ca no deja de ser un artefacto menos elaborado que la calidad del yo
minado personaje y, si quiere, ofrecer abiertamente un comentario en que el texto de un dramaturgo genera para uno de sus personajes. Sin
una voz impersonal que sólo puede ser la <<Suya>>. Al igual que la ma- embargo, aunque los lectores estamos prepar~~os p~ra ver que ~?s
nera en que sus personajes dicen lo que dicen transmite su persona- personajes que nos presenta un autor son de ficc1on, as1 como tamb1en
lidad, también la manera como maneja la tarea de autor transmitirá sus cualidades personales, esta atención por nuestra parte parece lle-
-así parece- su personalidad y sus creencias. Y una parte importante
de lo que el lector extrae a partir de la lectura de aquél es la experien-
vamos a suponer que lo que percibimos como ~ .escritor es lo real: :1
propio escritor; respondemos ante lo que perc1btmos como esponta-
cia del contacto con el escritor. Porque este último resulta ser (y cier- neo, ante lo que percibimos como no calculado, a lo que, po~ lo tanto,
tamente debe serlo o no será muy leído) una persona de espíritu refi- es orgánicamente característico de la manera como el escntor es en
nado, amplios conocimientos y de un sentimiento moral profundo, lo cuanto persona. Lo que quiere decir que el trabajo que un escritor
que incidentalmente supone que el lector es el tipo de persona capaz
de apreciar esas cualidades, porque de lo contrario el autor no escribí· w Cruttwdl extiende d argumento a los diaños personales, aun los nos csc:ritos
ría. Aquí el marco teatral es diferente al de .ficción, ya que en las obras (aparentemente) con su publicación en mente (ibiJ., pp. 487-489). En un arnculo
de teatro el escritor debe operar sólo a través de sus personajes, y sus muy útil, Walter Gibson, «Authors, Speakcrs, Readcrs, and Mock ~ders», .e n Col/e.
virtudes tienden a atribuirse a ellos, no a él 6J. Todo esto es también ge English, XI (1950), pp. 265·269, pl~tcó ~caso ~cspecto ~.las rcsenas d~ libros, su-
giñendo que gran parte de esa forma literana cons1Ste en utilizar los traba1os de otros
corno blanco de la respuesta que confirmará al lector que ha encont.rado un crítico
6J Como Patrick Cruttwdl resalta en un útil trabajo, «Makers and Persons», en
bñllante, polifacético, que aprecia que d lector sea ~ rece~tor apropiado ~e esa res·
HuJson Revino, XII (primavera de 1959, invierno de 1960):
puesta. EJ cscñbir, pues, engendra un supuesto cscncor (Gabson lo llam.a sunulador),
Los pcnonajcs dd drama deben ser por sf mismos cxplic:aúvos en sus acciones y palabras, mien- quien de hecho es probable que sea normalmente muy diferente al esc_r1tor real, Yun
tras que en la novela, o en d poema narraúvo, siempre hay oc:asión de que el escritor comen1e, de· supuesto lector, quien, sobre la mism~ base, es p~obable que sea ~uy diferente al real.
sarrollc y diga al lector cómo han de interpretarse 141 o cual personaje o episodio: y alú es donde El escritor que se da tono, aduce Gabson, suscita una prcsuncton en el lector, una
normalmente inicrvienc, en la namúva, lo personal [p. 495).
afectación que se afirma mutuamente.
.308 Eroing Go[fman El anclaj~ d~ la activid4d .309
hace acaba siendo un trabajo a través del que labra una figura y que Pero aunque este paso estilístico desde la identidad personal al rol ac-
los materiales que le aportan las tramas de ficción, los temas de interés tual puede ser tratado como otro aspecto del sentido en que el com-
público y los intentos de otros escritores se convierten en disfraces de portamiento de un individuo se enraíza o ancla en algo que está más
cierta clase de exhibicionismo. Que quien pudiera escribir esta última allá de sí mismo, pienso que ése no debe ser el primer lugar donde
frase tomara todavía ciertas precauciones editoriales sobre ella no nie- buscar para encontrar una explicación.
ga lo que dice6'. Quizá podamos obtener el hilo conductor observando las produc-
El argumento es, pues, que en los escritos de ficción, e incluso en ciones escritas. Sigamos el argumento de Gibson:
los que no lo son, la clase de persona que el autor es emerge a partir de
l~ escritura, aunque esto es un artefacto de la escritura -sólo en parte La mayoría de los profesores están de acuerdo en que las actitudes expresa-
ciertamente- y no un resultado de cierto lastre orgánico expresivo das por el «amante» en los sonetos amorosos no deben ser confundidas tosca-
que el actor aporta a las acciones. También debería ser evidente que el mente con cualesquiera acórudes que el propio autor del soneto pueda o no
haber manifestado en la vida real. Hay técnicas históricas disponibles para
canal a través del que se logra esta proyección no es el que transmite la describir al autor del soneto, pero el interés último del profesor de literatura
línea argumental; en efecto, el escritor se apoya más bien en los cana- debe ser el hablante, esa voz o máscara a través de la que alguien (a quien bien
les subordinados, es decir, en los aspectos del discurso que no tienen podemos llamar «el poeta») se comunica con nosotros. Es este hablante
que ~er atendídos directamente. Por lo tanto, el hecho de que las im- quien es «real» en el sentido más útil para el estudio de la literatura, ya que el
presiones del autor se emitan de alguna manera indirectamente, para hablante está hecho sólo de lenguaje, y todo su yo reside en la página que te-
ser percibidas, ciertamente no como algo que el autor presentará di- nemos delante 67•
rectamente, es tanto un rasgo de la canalización de la comunicación
cuanto un rasgo de la persona. Con los autores o escritores de ficción sucede lo mismo que con
Ahora volvamos a la interacción real, cara a cara entre las perso- los autores de sonetos. Obviamente, el autor no puede ser identifica·
nas. De nuevo, uno encuentra que se hace una distinción entre el indi- do con un determinado personaje de su narración aunque sólo sea
viduo como una entidad de mismidad continuada y el «rol» que está porque ha logrado producir más de un personaje, y porque cada uno
representando en ese momento. Esta diferencia es además la que lleva de ellos presumiblemente posee su propio derecho a reflejar algo de
el peso en la comunicación de la personalidad 66• Y esta «distancia del él. Pero al igual que recibimos una impresión de cada personaje, tam-
rol» se comunicará en gran medida a través de las pistas subordinadas. bién recibimos una impresión o más bien espigamos una impresión
del autor. Y al igual que nos apoyamos en lo dicho o hecho por un de-
terminado personaje o respecto a él para nuestra impresión sobre ese
" Lo cual no es sino un remedo de Gibson. Al extraer las pretensiones contenidas personaje, también tendemos a apoyamos en todo el contenido de la
en los fragmentos citados de los dos libros reseñados, él plantea -y pienso que efecti-
vamente- un enunciado en un párrafo a continuación de otro párrafo que aplica al obra de ficción como tal para lograr una impresión del autor. La repu-
primer párrafo d análisis que ese párrafo recomienda. A saber: tación del escritor puede muy bien preceder a nuestra respuesta ante
No sorprenderá a nadie saber que el primer p11S11je se lomó de un número reciente de la Partisan cierto producto en particular, pero esta preparación previa en un sen-
Reuiew~ Y que~ ~gundo cs_ci romado del New Y<>rk~r. Tal vez sea justo decir que el lector simula· tido no es necesaria, puesto que la clase de conclusión a la que llegare-
do a quien se dingcn estos mrerlocurorcs representa a los públicos ideales de las dos revistas. En mos únicamente puede desprenderse de lo que el mundo impreso nos
cualquier aso, parece evidcnre que I• tarea de un editor es en buena pute la definición de su Ice·
tor simulado de la revista y que la cpoUrica» editorial es uoa decisión o predicción en cuanto al ofrece. Conocemos al escnior a partir del cotilleo literario, tanto publi-
~ o roles qu~ 11 los propi~ clientes les gustada imllginar para sl De igual modo, un hombre ho· cado como no publicado; conocemos al autor a partir de sus libros 68•
1c:ando las revistas en un qwosco está preocupado con la cuestión del corolario, ¿quién deseo fin-
gir que soy, hoy?
67 Gibsoo, «Authors, Speakers», p. 265.
El lector simulado de este artículo enumera entre sus muchos logros impresionan-
61
tes d hecho de haber participado varias veces como lector simulado tanto dd New La dedicatoria del libro es una posible excepción, ya que aquí en un cierto sen·
Yor.kercomo de la Partisan Review [ibid., p. 267]. tido d escritor explota el canal de la autoría para transmitir -pero no emitir- un
66
Argumentado en «Role Distance», en E., p. 152. mensaje personal en una voz diferente a la que inmediatamente asumirá. Un giro
310 Ef1Jing Go/fman El anclaje J~ la actividad 311
Y lo mismo sucede en las relaciones reales entre personas reales. La función de una observación chocante, irónica, ingeniosa o eru-
De nuevo habrá una respuesta al rol que cada uno presenta como su dita no es revelar u ocultar la naturaleza permanente del que la elabo·
corteza en ese momento. De nuevo, algo brillará o latirá o se hará de ra, ya que una observación (o una novela) apenas puede hacerlo; su
otra manera evidente tras el ropaje que oficialmente viste. Y de nuevo función es generar la noción de que un actor que interactúa aporta
la percepción de la otredad que se crea, la percepción de la person~ consigo un personaje, un poeta o un autor del que pueden ser caracte·
detrás del ro~, e~, o ci~rtamente puede ser, un producto de lo que lo. císticos tales sentimientos. Y ciertamente pueden serlo de los poetas,
calmen~~ esta disp?mble. Otra vez, pues, cobrará importancia la in· los autores y los personajes.
form~c1on estableoda desde el exterior. Pero, de nuevo, esto no es ne- Se advertirá que los personajes que un autor de teatro diseña tie-
cesano para la clase de respuesta que se produce. La percepción de la nen un escenario local, visible por nosotros, por el que andan, se re-
persona puede generarse localmente. Y esta discrepancia entre la per- pantingan y brujulean. Se les hace decir y hacer cosas de tal modo que
sona Y el rol, este intersticio a través del que se atisba el yo, este efecto pueda dirigírseles para que las digan y las hagan con un determinado
humano, no necesita depender ya del mundo que está más allá de la si- estilo. El resultado es el misterio creativo del arte dramático. Porque
tuación actual de lo que lo hace el propio rol. Lo que un participante de una manera u otra los personajes escénicos que se sabe son perso-
«sea realmente» no es realmente el problema en cuestión. No es pro- najes escénicos pueden acabar dando la impresión más real posible de
bable que sus compañeros participantes descubran esto, suponiendo poseer cualidades personas reales y ciertamente bastante chocantes.
que pueda ser descubierto. Lo importante es el sentido que él les Pero ¿por qué una representación escénica no es suficiente para la
aporta, a través de sus relaciones con ellos, sobre la clase de persona producción de estos efectos? Esos materiales son los mismos que no·
que subyace al rol que desempeña. En términos de Gibson, ellos se sotros utilizamos para crear los nuestros.
preoc~pan del_poeta, no del sonetista. Se interesan por el autor, no por Así pues, nos enfrentamos de nuevo con el carácter recurrente del
el escntor. Se mteresan por algo que se genera en las corrientes con· encuadre. Los recursos que usamos en una determinada escena nece-
t~ascantes de s~ co~portamiento inmediato. Lo que descubren a par- sariamente poseen cierta continuidad, se produce una existencia antes
ar de sus avenguac1ones, al parecer, apuntará a lo que este tipo pare- de la escena, existencia que continúa una vez que la escena ha termi-
ce más allá de Ja situación actual. Pero cada situación en la que nado. Pero al igual que esto es parte de la realidad, también las con-
interviene ofrecerá a los demás esa imagen. Para eso sirven las situa- cepciones de que esto es así se convierten en parte de la realidad, por
ciones. Ésta es una razón por la que las encontramos (al igual que a las lo que tienen un efecto adicional. No hay razón «objetiva>> para que
novelas) absorbentes. Pero ésa no es razón para pensar que todas esas una bandera o cualquier otra pieza del equipamiento ritual no deba
averiguaciones que un individuo ofrece sobre sí, todos esos indicado- ser tratada como sagrada mientras está funcionando en una. ceremonia
res que van desde su situación actual a la manera en que se comporta pero sea tratada de manera cotidiana mientras está siendo fabricada, o
en otras ocasiones, tienen mucho en común. Las averiguaciones sobre después de haber sido usada, cuando se la almacena a la espera de la
un individuo apuntan más allá de la situación en la que presumible- próxima ocasión ceremonial. Y eso, por lo general, es lo que ocurre.
mente se encontrará en otras clasificaciones sobre él, pero no puede Pero un examen detallado nos revelará que aunque las banderas y
decirse que apunten en la misma dirección, porque su verdadera na- otras cosas por el estilo son tratadas de modo relativamente prosaico
turaleza consiste en hacerlas sentir como si apuntaran en la misma di- cuando no tienen un uso ritual, se continuará mostrando una cierta
rección. circunspecció:O menor 69• Y esta continuidad de carácter no se nos im-
posibilidades ya mencionadas, que ocurren sin propósito o ayuda de En nuestra sociedad a menudo asignamos a los especialistas la ta-
nadie y que, sin embargo, impiden al individuo introducirse en la ac- rea de eliminar la ambigüedad del marco. Cuando un hombre muere
tividad directa. Dicho brevemente, la ilusión. Aquí, como en el caso durante una pelea en un bar, buscamos a un profesional de la medici-
de ~as fabricaciones, la sicuación del individuo puede derrumbarse, na para que determine si la muerte fue causada por un golpe o, por
desmtegrarse o desvanecerse como el humo, pero aunque se desacre- ejemplo, por un aneurisma, por algo que sitúa la muerte en el marco
dite la definición de la situación, las personas no se desacreditan, a fisiológico en lugar de en el social 2 •
menos que sea el propio definidor quien piense que está accuando Se pueden distinguir variaciones en la ambigüedad, según sea el
con menor cuidado y perspicacia de lo que exige la vida diaria. Por- demento del encuadre al que corresponde la ambigüedad.
que en este caso no puede verse que las presentaciones de la persona En primer lugar hay ambigüedad respecto a los marcos de referen-
estén motivadas por la intención de engañar. Por c!so tenemos aquí cia primarios'. Al oír algo en la puerta, el individuo de momento pue-
una categoría especial de situaciones, los «desencuadres» [mis-
/ramings], con una inocencia prestada por la actividad directa y con
una posibilidad de hundimiento prestada por las fabricaciones. De z Marshall Houts, Where Death De/ights (Nueva York, Coward·McCann, 1967).
esto trata este capítulo. p. 193. La causa de la muerte es algo que imentamos aclarar y el marco de rcfercnCJa
de los m11rcos de referencia en conexión con esto es algo muy elaborado. La muerte
puede sobrevenir, según pensamos, por accidente, por suicidio, por homicidio, por
causas naturales o por lo guerra. (En Occidente, permitimos un método especial pero
limitado en gran medida a las aventurllS de ficción, a s11ber, cieno autosacrificio heroi-
l. LA AMBIGÜEDAD co en el escenario de un grupo pequeño, como cuando un superviviente debilitado cae
al resbal11r de un bote salvavidas abarrotado y se dice que da su vida y no que se la qui-
ta.) Cuando se sdecciono alguna de estas proezas, pueden surgir problemas, a veces
Resulta perfectamente posible que los individuos, especialmente de bastante espinosos, referidos a lo posibilidad de la c11usa determinante. Esta duda, sin
uno en uno y por poco tiempo, tengan dudas sobre lo que está suce- embargo, no tiene por qué implicar dudo respecto a las distinciones ent~e las caus~s
diendo. No se hace referencia aquí a cualquier clase de duda (como básicas o a su exhaustividad. Ni tampoco supone que el marco de referenaa sea otra n-
pificación design11da arbitrariamente. Est11 clarificación, bajo la perspectiva del funci~
cuando, por ejemplo, al echar una moneda al aire, un individuo no n11miento de la sociedad, no es un mero constructo; es un buen constructo. La orgam-
sabe si saldrá cara o cruz, o cuando al mirar el reloj en la oscuridad zacióo social de toda nuestra sociedad apoya estas distinciones y está en consonancia
no distingue si son las dos y diez o las tres y diez). Tampoco se trata de con ellas; son tan reales como la sociedad que 1115 sustenta y tan objetivas y bas11das en
esos dibujos ingeniosos diseñados para ser perceptivamente inesta- los hechos como cualquier otro 11specto de nuestro sistema social. De modo semejante,
otrns ambigüedades obvias pueden reducirse a un número peq~eño de p_osibilidadcs
bles, apareciendo en unos casos la imagen de un conejo, en otros la de diferentes rclev11Dtcs para el marco, cada una de las cuales der1va su caracter de una
un pato, o ahora un jarrón y luego dos perfiles humanos (dependien- parte difercnte de J¡¡ organización social. Así, cuando un huésped de un hotd vuelve a
do de la figura y del fondo), ya que estas cosas pueden verse sin ambi- entrar en su habitación y encuentra a alguien en ella, la persona está casi segura de que
güedad como dibujos que producen ilusiones ópticas. Se trata más se trata de alguien perteneciente a la casa, un ama de llaves, un empleado dd hotel,
un extraño que se ha equivocado de habitación o un ladrón. Un huésped que retoma
bien de esa duda especial que puede surgir en la definición de la sima· puede sentirse confuso de momento respecto a «quién» está en su habitación, pero esa
ción, una duda que se puede llamar con propiedad perplejidad, por- confusión se da dentro de una pequeña matriz de posibilidades probables, la mayoría
que hay una cierta expectativa de que el mundo no debería ser opaco de las cuales son rápidamente evocadas. EstllS posibilidades, incidentalmente, ofrecen
a este respecto. Y en la medida en que el individuo es impulsado a también coanadas posibles a un intruso que puede usarlas p11ra disimular la razón real
participar en una determinada acción -posibilidad muy común-, la de su estancia allí, una razón que habitualmente encuentra una buen11 coanada en la
propia matriz. . .
ambigüedad se traducirá en una sensación de incertidumbre y vacila- ' John Austin, Sense and Semibi/ia (Oxford, Oxford Urúvemty Press, 1962), uene
ción. Adviértase que aquí Ja ambigüedad se define de dos maneras: una versión digna de mencionar:
una, cuando se cuestiona lo que posiblemente está pasando; otra, res- A veces d hombre llano prefiere decir que sus sentidos fueron engañados en vez de decir que fue
pecto a qué cosa está pasando, entre dos o más claramente posibles. engiüindo por sus sentidos -la rapidez de In mano. c:~giüia al ojo, eic:-· Pero en re:ilidad, hny un~
gran multiplicidad de atSos aquí, al menos en los lími1es de lo que, sm duda, es inaerio (y.seria U ·
Es la diferencia entre la vaguedad y la incertidumbre. picamenie escoLístico d in1enU1r decidir) en qué casos se emplearía na1urulmen1e la merafora de
316 Erving Go!fman Problemas frecuentes 317
de que no sepa si se trata de un acontecimiento puramente natural, di- zones: puesto que estos marcos de referencia son fundamentales para
gamos, el crujido de una rama contra la puerta debido al viento, o so- la organización de la actividad, ya que todo el tejido de la organización
cial, es decir, de un golpe. El individuo, cuando siente que algo le roza deriva de cada UOQ de ellos, cualquier asomo de duda se resolverá nor-
la espalda, puede que de momento no sepa si accidentalmente ha to- malmente con rapidez mediante información procedente de una mul-
pado contra un edificio o una valla o si un viejo amigo le está saludan- titud de fuentes externas. Ciertamente parece una característica de la
do, si un extraño intenta llamarle la atención sobre algo, si una pistola vida humana el que cualquier actividad en la que entramos a partici-
le encañona sus costillas o si le ha sobrevenido una punzada nerviosa. par transmite por lo menos toda esta ordenación. Por otra parte, tam-
Al darse cuenta de que la voz, al otro lado de la línea, ha enmudecido bién parece darse el caso de que las ambigüedades muy breves al nivel
de repente, puede que no sepa si la persona ha quedado desconectada de la perspectiva primaria sean relativamente frecuentes. En efecto, se
por un defecto técnico, ha sido abatida por un ataque al corazón, ha producen ambigüedades que suponen marcos de referencia afines.
cortado sin querer o ha cortado a propósito debido a la presencia de Cuando alguien desempaqueta los enseres después de un traslado de
un ladrón o ha terminado de hablar porque pensaba que la conversa- casa, y no encuentra un objeto en la caja donde pensaba que lo había
ción había acabado o porque estaba furiosa, etcétera 4 • Cuando hay un empaquetado, puede pensar que ha de estar en otra caja, o que ha sido
apagón en todo Nueva York, el individuo no sabe si se ha producido robado por los de las mudanzas, o que ha sido enviado erróneamente
un fallo técnico, un ataque enemigo o un sabotaje'. Un conductor que a otros usuarios del camión, o que no llegó a empaquetarlo; y estas
mueve rápidamente la mano por fuera de la ventanilla puede hacer versiones de diferente profundidad en cuanto a las diferencias entre
que otros conductores de momento no sepan con certeza si es una se- unas y otras pueden disputar y rivalizar por su credibilidad.
ñal para girar o si está saludando a un amigo. En todos estos casos lo Al igual que puede surgir la ambigüedad respecto a los marcos de
que resulta ambiguo es el significado del acontecimiento, pero lo que referencia primarios también puede surgir respecto a la transforma-
está en juego es la cuestión de qué marco de referencia aplicar para ción, aunque en este caso sería más probable que hablásemos de in-
comprenderlo y, una vez seleccionado, aplicarlo, ya que los potencia- certidumbre que de vaguedad. A veces se trata de un cambio de clave.
les marcos de referencia disponibles a menudo difieren bastante radi- (Cuando se oye sonar el teléfono, ¿es el aparato que está instalado en
calmente entre sí. Obsérvese que los acontecimientos ambiguos de la la casa o es el de la obra que están televisando?) Parece que, más a me-
clase aquí considerada a menudo distraen enormemente. Pequeños nudo, se trata de una cuestión de fabricación. Como ya se ha argu-
sonidos fuera del escenario pueden atraer la máxima atención, como mentado, en este caso hay una versión de una ambigüedad que pare-
si hubieran anulado los focos legítimos de atención. La razón es que cería que ocurre en todas las sociedades, a saber, la sospecha. ¿Es la
hay que resolver estas ambigüedades, a menos que el individuo se vea persona que tenemos ante nosotros lo que parece ser? Y la escena en
forzado a seguir en la duda acerca de la naturaleza de los sucesos que que está implicada ¿puede aceptarse en su significado literal? La in-
le rodean. Las ambigüedades respecto a los marcos de referencia pri- credulidad consumada sobre las personas y las apariencias puede que
marios parece que típicamente son de corta duración y por buenas ra- no sea frecuente. Pero las dudas sobre el carácter directo de un acon-
tecimiento parecen una posibilidad generalizada, y en especial las du-
«Ser engañado por los scntidOS» y en cuáles no. Pero es seguro que incluso los hombres mlÍs simples
das momentáneas y fugazmente sentidas respecto a las creencias o in-
querrian distinguir: a) los casos donde d órgano Je/ sentido está rrastonmdo, es llllonna.l o no funcio- tenciones «reales» de otro en relación a un asunto pasajero.
11P 11dccrnu;Lunen1e en un modo u otto; h) los c:asos donde d medio_,, mlÍs en general, Lis condicio-
nC5- de lo percepción es en cierto modo anormal o defectuoso, y e) los casos donde se hace una in·
Las dudas momentáneas ocurren muy frecuentemente en relación
ferenciP errónen o se monra una construcción errónea, e. g., sobre cierto sonido que él oye [p. 13). a la posibilidad de una fabricación benévola -tomaduras de pelo,
~ Y, naturalmente una función de indicadores verbales del oyente, tales como bromas de mal gusto y cosas por el estilo-. Así pues, si el presidente
«hum-hmm», «ah», es utilizar d mismo canal disponible -d auditivo- para desva- decide <<mantenerse en contacto» telefónico, sin advertirlo, con diversas
necer la posibilidad de esas otras interprecaciones.
' Véanse A.M. Rosenthal y Arthur Gelb (eds.), The Night the Lights Went Out
personas por todo el país, especialmente las gentes de los medios de co-
(Nueva York, New American Library, Signet Books, 1965). Y d relato de la portada municación que han tratado favorablemente sus decisiones, puede pre-
del Time, 19 de noviembre de 1%5. decirse que los destinatarios, cuando descubran que los llaman de la
318 Ervmg Go!fman Probkmas /recuentes .319
Casa Blanca, sospecharán, como mínimo, que se están burlando de Existen, pues, ambigüedades respecto a los marcos de referencia y
ellos 6 • Sin embargo, no tiene por qué tratarse de algo no serio. Ciertas a las transformaciones. Una tercera fuente de duda se produce en rela-
profesiones, como la de policía, parecen predisponer especialmente a ción al anclaje del marco, y en especial respecto a la identificación bio-
las personas que las desempeñan a sospechar de las explicaciones se- gráfica de los ingredientes de la escena, incluyendo como grupo im-
rias que se les ofrecen 7 • Del mismo modo, los ciudadanos han llegado portante los ingredientes humanos. El ejemplo más conocido quizá
a sospechar de cualquier acontecimiento que da publicidad en la sea lo que acontece cuando un individuo contesta al teléfono y es salu-
prensa a sus protagonistas, sospechándose que el acto se realizó para dado por una voz extraña que le llama cálidamente por su nombre
hacerse publicidad, y no a pesar de ésta. Por lo tanto, cuando se en- mientras espera ser reconocida. Algo semejante ocurre cuando al-
cuentra a un decorador de interiores medio desnudo, crucificado en guien encuentra a un amigo qu~ casi había olvidad?'. . . .
Hampstead Heath, una de las respuestas es que en ello debe estar im- El análisis del marco recomienda una base anahttca para disungwr
plicada una secta religiosa radical; pero es probable que esta respuesta las fuentes de ambigüedad. También nos induce a preguntar por las
se constate (como así fue) con otra (y, en consecuencia, se descubra circunstancias bajo las cuales puede persistir la ambigüedad a través
equivocada), siendo esta otra respuesta que se trataba realmente de del tiempo. Hay otra respuesta que se considerará más adelante: cuan-
una maniobra publicitaria 8. do la intención de un actor constituye una parte importante de la es-
Una fuente importante de sospecha referida a la fabricación deriva cena y ya no sigue viviendo para proporcionar esa información. La
de los llamados accidentes, puesto que estos acontecimientos suelen muerte autoinfligida puede aportar las circunstancias especialmente
conceder cierta creencia a la posibilidad de que se trate realmente de cuando la víctima es demasiado joven para ser calificada como social-
un acto dirigido bajo la apariencia de algo fortuito. Así, cuando dos pi- mente competente al considerar las consecuencias de sus actos. El
lotos sirios aterrizan sus cazabombarderos en una pista de aterrizaje al problema estriba en si se trató de un suicidi4;> consumado, de un ~e~50
norte de Israel, se crea una incertidumbre respecto al acontecimiento serio, de un gesto lúdico o de un mero accidente 10• La desapanc1on
hasta que se demuestra que no son desertores, sino sólo malos pilotos 9 • súbita de un individuo deja también muy en el aire las cosas, hasta que
aquél es encontrado. Incidentalmente, esta última fuente de ambigüe-
6 Véase en Li/e el reportaje de Hugh Sidey, uThis is the White Housc Calling», dad es mucho más limitada, debido al sistema de recuperación de per-
2 de abril de 1971. Consecuentemente los individuos con «buenas» razones para tele- sonas de que disponemos, lo que hace muy difícil que desaparezcan
fonear a alguien célebre a menudo piensan que van a tener problemas para convencer de la vista de todo el mundo, aunque la desaparición de la vista de la
a la telefonista de que su petición no es una broma pesada.
1 Véase, por ejemplo, James Q. Walson, Varielies o/ Po/ice Behavior (Cambridge, familia y los amigos no es tan infrecuente n. Cuando parece que un in-
Harvard University Press, 1968):
Asf, la tendcnci4 de los policías a 5Cr sospechosos y a actuar sospechosamente no surge sólo del 10 Por ejemplo, el caso de un niño de ocho años a quien se encontró colgado por la
peligro inherente a su función, sino de sus dudas en cuanto 11 la .legitimidad. de la vícúma. Las
corbata en el armario de su dormitorio (San Francisco Chronic/e, 25 de febrero de
víctimas de cLisc medía que han sufrido un ataque en La calle (un a.s:il10, por ejemplo) son conside-
radas generalmente como las miís .JcgalCSl>; las víctimas de: clasc me&l por robo son consideradas 1966) y el del muchacho de cuarto de básica quien, al ser «encerrado en d guardarropa
como algo menos legales (podría tr.1111.rsc de hacer una reivindiC11dón fraudulenta al seguro); las como castigo, fue hallado muerto treinta minutos más tarde, colgado de una percha de
víctimas de clase baja por huno son todavía menos legales (puede que elLis hayan robado antes el abrigo por d cuello de su camisa>> (ibid., 15 de noviembre de 1967).
objeto); las víctimas de clase baja por llSll!to son las menos legales de todas (probablemente ellas 5C 11 Un ejemplo lo tenemos en el periódico San Francisco Sunday Examiner and
lo buscaron) (p. 27]. Chronic/e, JO de enero de 1966:
Las dudas aqui expresadas son dudas referentes al marco y, más específicamente, a Ridgeficld, Connecticut (AP).- El padre de Fred Gross~cld, de diecinu.-:VC años, cerró ayer las
la transformación; la cuestión estriba en si una queja justificadamente indignada a la puc:rtJIS de su merccrill para dedicarse por completo a la busqucda de: su h1¡0.
policía es una expresión genuina de los sentimientos del demandante o una simulación El padre, Israd Grossfcld, dijo: ..Si me lleva toda la vida, ésta es mi tarea primordial, encontrar
para obtener una ganancia por diversos medios. al chico, nodo mÁS».
1 El joven Grossfcld, un estudiante sobresaliente: del lnstiru10 de TecnologÍll de M~chusens,
Recogido en el San Franásco Chronic/e, 30 de agosto del968. Aparentemente el llevaba ausente cincuenta días. Desapareció del campus después de una partidll de bndge al final
grupo en cuestión esperaba vender las focos del acontecimiento. de La tarde. ·
9
Recogido en un suelto del The New York Times en el San Franásco Chronic/e, Desde entonces, los afligidos padres habían estado enviando now con fotos del joven, que es
14 de agosto de 1968. de mediana estarura y lleva gafas con montura oscura.
320 Erving Goffinan Probl~as /recuentes 321
dividuo ha sufrido una muerte violenta, es importante descubrir sus de acarrear la introducción de una perspectiva que es en sí radical-
restos, pese a lo perturbador que pueda ser, no sólo para que se les mente inaplicable, que establecerá un conjunto, toda una gramática
pueda dar un entierro decoroso, sino además para aclarar definitiva- de expectativas que no funcionarán. El actor se encontrará entonces
mente las cuestiones del marco. utilizando no una palabra equivocada sino un lenguaje equivocado. Y,
de hecho, esta metáfora es además un ejemplo real. Si, como sugiere
Wittgenstein, «comprender una frase significa comprender un len-
guaje» u, parecería, pues, que decir una frase supone un lenguaje
Il. ERRORES DE ENCUADRE completo y que tácitamente intenta introducir su uso. Una persona bi-
lingüe en inglés y alemán, en compañía de otros que son igualmente
Las diversas clases de ambigüedad, incluidas la vaguedad y la incerti- competentes, puede oír un sonido que toma como nine (nueve) y
dumbre, tienen su contrapartida en el error, es decir, en las creencias, no creer que participa en una charla en la que se utilizan el inglés y sus
inducidas y erróneas, respecto a cómo hay que encuadrar los aconteci- números, cuando de hecho lo que ha ocurrido es una negación, es de-
mientos cercanos. En vez de detenerse súbitamente para intentar imagi- cir, nein (no), y se está hablando alemán -cuestión de oír el sonido
nar lo que está sucediendo, el individuo de hecho se sitúa en la certeza correctamente pero respondiendo en el marco erróneo 14•
y/o en la acción sobre la base de premisas falsas. Encuadra erróneamen- Considérense ahora, como se ha hecho con las ambigüedades, los
te los acontecimientos. Es cierto que las ambigüedades, cuando se re- errores tipificados según sus repercusiones en el marco.
suelven mal, pueden inducir a error, del mismo modo que el descubri-
miento del error puede ir precedido de un momento de duda. l. Primero, el error respecto al marco de referencia primario. El va-
Algunos errores sólo suponen por parte del actor un fallo de per- lor organizativo del marco de referencia primario, y nuestro profundo
cepción, como cuando se toma por un pájaro volando lo que en reali- compromiso para acertar sobre lo que está pasando a ese nivel, se
dad es una cometa atada a una cuerda. Pero parece típico que un error muestra en la vergüenza y desazón que los individuos manifiestan al
de interpretación conduce al menos a una formulación y a una eje- descubrir que en realidad se han equivocado. Así, una estudiante de
cución incipientes de la acción. Sin embargo, la distinción entre per- enfermería que intenta administrar el alimento con una paja a un en-
cepción y acción no es relevante en este caso. Repitámoslo: se trata de fermo que tiene la cara vendada se altera cuando descubre que la cau·
que un individuo pueda no sólo estar en un error -como cuando suma sa de su aparente falta de sed es que estaba ya muerto y que, por lo
mal una columna de números-, sino de que algunos de estos errores tanto, era sistemáticamente un objeto diferente del que ella había pen-
demuestran ser una cuestión de «desencuadre», y en consecuencia lo sado 15 • Una persona que sale de una tienda y pide disculpas por haber
sumen en un error generativo y sistemáticamente mantenido que ali- tropezado con el pie del dependiente puede llevarse un chasco cuan-
menta el comportamiento erróneamente encaminado. Porque si po- do mira hacia abajo y se da cuenta de que ha tropezado con la alfom-
demos percibir un hecho en virtud del marco de referencia bajo el que
se formula, si «percibir un objeto equivale a confrontarse con un cierto u Ludwig Wingcnstein, Philosophical lnvestigations, traducido por G . E.M. Ans-
orden de existencia» 12, entonces el error perceptivo de un hecho pue- combe (Oxford, Basil Blockwell, 1958), parte l, sección 202.
1' El ejemplo procede de Ychoshua Bar·Hilld, «Indexical ExpressionS», en Mind,
n. s., Lffi (1954), p. 370. La «indexicalidadi. o laconismo en la conversación habiru:il,
La señora Grossfcld dijo ayer que clla y su marido pensaban que su lújo «puede ser victima de que Bar-Hilld docwnenta concienzudamente, ofrece la garantía de que la ambigüedad
uoa mala pasada, o puede haber sido niptado por agentes extranjeros»• y d error siempre serán posibles. La cuestión de los homónimos y 1115 metáforas se
..Posc:Ia Wl& mente brillante y puede que ésu sea la raz.ón de que baya sido r;iptado•, dijo clla. considerará más addante.
Grossfdd sugirió también otra posibilidad: «Algo ha podido pasarle al cerebro de Fred.. 1' David Sudnow, P11ssing On (Englewood Cliffs, N.J., Prentice.Hall, 1967), p. 87.
..Creo que está vivo -dijo Grossfcld-, por eso iré 1 todos los sitios que pueda y hablaré con Además nos cuenta: «La estudiante de enfermería a quien se le dijo que d paciente al
cualquiera que me pueda ayudar.»
que le acababa de poner una inyección estaba muerto se puso a gritar nerviosa y estuvo
12 Aron Gurwiuch, The Field o/ Consdousness (Pituburgh, Duquesoe University
temblando durante varios minutos: le dieron media hora de descanso para que se recu-
Prcss, 1964), p. 381. [Existe traducción al castellano, Alianza Editorial.] perase de su excitación» (p. 88).
Problemas ~cuenus 323
322 Erving Go/fman
El desencuadre puede ocurrir también cuando pueden aplicarse
bra, entidad a la que socialmente no se puede dirigir. Y lo siguiente se bases diferentes para reducir la responsabilidad. Así, un trastorno lo-
puede convertir en un cuento apócrifo noticiable: bular agudo y una neumonía galopante dan lugar a que el sujeto «en-
tre en periodos de delirio. Actúa como un loco: su conducta imita
Chicago (UPI)- ~<¡Ayúdenme, ayúdenme, por favor, ayúdenme!», gritó una
voz desde el sótano de una escuela de la zona norte. exactamente la de una persona que no está en sus cabales, o que está
«Diríjase hacia la puerta -dijo d policía William Díaz, que había sido borracha hasta el extremo de desmayarse>> 18• Los ataques epilépticos
llamado al escenario de los hechos por los preocupados vecinos-. Nadie le también pueden presentar la apariencia de una borrachera, y las in-
hará daño, está a salvo.» compresiones resultantes constituyen una de las contingencias de esta
No salió nadie. Díaz echó la puerta abajo. Allí había un pájaro, Myna, familia de trastornos 19• Y el siguiente relato:
amaestrado por un empleado de limpiezas de la escuda.
Díaz dijo que el pájaro se sentía desgraciado por haber sido encontrado. De repente, d tranvía medio vacío se detuvo chirriando y sonando a metálico.
Cuando vio a Díaz, d pájaro cambió de cáctica y comenzó a increparle con El conductor salió corriendo hada la parte de atrás dd vehículo, incli-
palabras malsonante; 16, nándose sobre la forma fláccida de una mujerona de mediana edad desploma-
da en un asiento. Segundos más tarde el asustado conductor se relajó.
En todos estos casos, d azoramiento es muy comprensible. Si es «Creo que está borracha», dijo a unos cuantos pasajeros que se habían
congregado a su alrededor. El diagnóstico de la situación de la mujer resulta-
verdad que toda actividad posee una lógica estructural que implica
ba plausible para todos los pasajeros. Su aliento olía claramente a alcohol y
una sutil red de presuposiciones, entonces, como se ha sugerido, cual- cuando d conductor intentó levantarla dd asiento, ella comenzó a vomitar e
quier participación sobre la base de un marco de referencia erróneo o intentó decir algo con voz susurrante 20 •
incluso de un error respecto a cualquier elemento particular en el
marco de una actividad situará al actor en una relación difusamente Cuatro horas más tarde, en la celda de borrachos de la comisaría
inadecuada con los acontecimientos. más cercana, la mujer, una abstemia que acostumbraba a utilizar un
Las cuestiones referentes al marco se agudizan en circunstancias en colutorio, murió de una hemorragia cerebral, sin huellas de alcohol en
las que pensamos que un único marco de referencia natural debería la sangre.
quizá desplazar a los sociales. Así, en muchos casos hay que tomar una
decisión acerca de si hay que responder al comportamiento de un indi- 2. Además del error respecto al marco de referencia primario, tam-
viduo como si fuese un acto totalmente dirigido o tratarlo como un sín- bién existe un error relativo a la clave. Estos errores en los cambios de
toma de cieno tipo, tomar una decisión acerca de si hay que considerar clave [miskeyíngs] son frecuentes y a menudo se relatan en la prensa:
la acción bajo una perspectiva determinista o voluntarista. La significa-
Londres.- Ayer un señor que paseaba entre una multitud empuñó fuerte-
ción social de este dilema de encuadre no nos debería impedir ver que mente su bastón cuando vio a tres hombres corriendo por una calle abarrota-
al seleccionar entre una perspectiva de responsabilidad reducida y otra da cerca de Trafalgar Square, [perseguidos por] la policía.
de responsabilidad plena, resulta posible un desencuadre simple: · Sabía cuál era su obligación cuando los guardias intentaban detener a los
ladrones.
La manera como David Niles lo contó al KNBR fue ésta: que el tipo estaba ten- Levantó su bastón, golpeó en la cabeza a uno de los hombres y desapare-
dido boca abajo en la calle Powell produciendo un gran atasco de tráfico a lo ció de la escena. Su único deseo era ser un héroe anónimo.
largo de varias manzanas. Una señora mayor se baja de un tranvía parado y El hombre herido fue llevado al hospital plll'a que le dieran unos puntos
comienza a hacerle la respiración artificial; mientras tanto, él mueve la cabeza en la incisión de la cabeza.
y dice: «¡Mire, señora, no sé a qué está usted jugando, pero yo escoy intentan-
do reparar este cable» 17•
11 Houts, Where Dealh Deligbtr, p. 261.
" E. Henrich y L. Kriegel (cds.), Experiments in Suroiva/ (Nueva York, Associa-
16
tion for thc Aid of Crippled Children, 1961), p. 101.
The Evening Bullelin (F.t.ladelfia), 22 de junio de 1970. 20 San Francisco Chronicle, 17 de diciembre de 1964.
17
Herb Caen, San Frandrco Chronic/e, 29 de noviembre de 1967.
324 En1ing Go/fman Problemas frecuentes 325
Anoche, el actor Michael McStay, de treinta años, cuidando de su cabeza Lindstrand, que vivía al otro lado de la calle, era uno de los pocos que no
malherida, se lamentaba del hecho de que la secuencia de la película hubiera llevaban disfraz. Bailó varias piezas y se marchó. Cuando se marchaba, un
resultado demasiado realista. hombre con una pistola empezó a seguirle.
«Supongo que esto es un riesgo de la profesión -dijo-, pero pienso que Todos rieron.
me debe una copa>> 21 • «Parecía un juguete -dijo Bruce Cane, otro invitado-. Yo vi los des-
tellos.»
Una fuente muy común de errores en la transposición de claves la Lindstrand cayó y los invitados miraban y se reían, mientras él se retorcía
proporcionan aquellas ocasiones en que ocurre algo ominoso y los par- por el suelo durante varios minutos.
ticipantes insisten de momento en que se trata de algo lúdico, en parte Su asaltante, que pasó virtualmente inadvertido, huyó.
debido a que son acontecimientos que se producen como una broma: Finalmente, uno de los invitados subió e intentó tomar el pulso a Lind-
strand. Gritó: «No tiene pulso. Este hombre está muerto».
Ayer, una cajera rubia del Civic Federal Savings and Loan Association se que- Los detectives les preguntaron a todos, pero dijeron que no tenían ningu-
dó tan sorprendida cuando un hombre armado la apuntó con una automática na pista para identificar al asesino 23•
de calibre 45, poco después del mediodía, que se echó a reír.
«No es una broma -dijo el bandido bien vestido a Carol Gilbert, de A las doce y cuarto del mediodía comenzó el segundo espectáculo en el come-
veinticinco años-. Dame toda la pasta.» dor verde y amarillo. Estaba abarrotado. La gran atracción eran Mary Healy y
La señorita Gilbert, quien dijo a la policía que creía que era una broma, le Peter Lind Hayes.
dio 3.500 dólares en billetes de 5, 10 y 20 dólares, que el fornido atracador La señorita Healy, que encarnaba el personaje de Hildcgarde, iba arras-
metió en una cartera marrón que llevaba consigo 22• trando a Haycs desde una mesa de la primera fila cuando un hombre enmas-
carado que vestía el uniforme de campaña verde de los reclutas entró desde
O: la cocina.
El enmascarado llevaba una ametralladora y disparó una ráfaga al techo.
Van Nuys.- Keoneth A. Lindstrand -un vendedor de treinta y dos años-, El público rompió a reír ante esta parte «realista» de la actuación. La señorita
en el día de Halloween, fue; a una fiesta de disfraces en un lujoso apartamento Healy, dándose cuenta de que los disparos no fonnaban pane de la represen-
de los alrededores de Los Angeles, el domingo por la mañana temprano. tación, corrió al camerino y se quedó allí.
Entraron otros tres enmascarados. Uno llevaba un sombrero gris y pare-
cía ser el jefe. El público aplaudía, dando todavía por supuesto que aquello
21
San Fr11na'sco Chronicle, 23 de mayo de 1966. Son los actores los que se equivo· fonnaba parte del espectáculo, lo que hada menos dolorosa la pérdida de di-
can y no necesariamente las person11S, como ilustra un reportaje que se ofrece.en The nero. Otra ráfaga en el techo acabó con las risas 24•
Times (Londres), 5 de mayo de 1970:
Un perro alsaciano que dio muene violentamente 11 una niña puede que confundiera al bebé con
su juguete de goma, se informó ayer en Southwark, en una investigación sobre Kathlecn Howanl, Es curiosa la existencia de dispositivos que, como los petardos,
de rn:s meses de edad. funcionan como fuentes institucionalizadas de imitación de sonidos
El abuelo de la niña, el señor Gcorgc Howard, de Stanstcad Road en Forest Hill, Londres, serios y, en virtud de ello, proporcionan también una base para una
dijo que el perro tenía un perro tejón de juguete. ..Chillaba como un bebé cuando el perro lo mor·
dlll. Pero nos crispaba los nervios y saqué al chillón fuera. Creo que el perro confundió a la niña
con su juguete.• [ ...]
La madre de la niña, la señora Kathleen Howard, de diecinueve años, Uoraba Clllllldo dijo: v S11n Fr11na'sco Chronicle, 31 de octubre de 1967. Se podrin señalar que un rasgo
«Era la primera vez que Kathlecn estaba en d jardÚl». escénico muy usado en películas sobre asesinatos misteriosos es hacer que la escena de
Un sargenco de policía dijo que d peno de juguete había sido mordido en d pecho, en d mis· clímax ocurra en un circo, un parque de atracciones o un baile de disfraces, de modo
mo sitio en que había sido mordido d bebé[... ].
Se pronunció el veredicto de muerte accidental que d héroe pueda ser perseguido en un contexto en d que su apuro y la maldad de los
22
perseguidores sean traspuestos a una clave errónea por los jaraneros, que verán la per-
San Fr11na'sco Chronicle, 18 de mayo de 1966. Los individuos que van a ser ataca- secución dramática como un asunto inocente, disfrazado.
dos muesuan semejantes cambios erróneos de clave de corta duración. Véanse Roben 24 Hans Messick, The Silent Syndicate (Nueva York, Macmillan, 1967), pp. 230·
Lejeune y Nicholas Alex, «Ün Being Muggcd: The Events and lts Aftermath», en Ur- 231. Al parecer, los comediantes que pusieron en escena este espectáculo fueron ex-
ban Li/e 11nd Culture, 11 (1973), p. 265. pulsados definitivamente dd sindicato de actores en el plazo de seis meses.
.}26 Erving Gof!man Problemas /recuenus 327
imputación errónea de falta de seriedad. El rey Hassán de Marruecos, literal al juego, aunque sólo sea retrospectivamente. Cito ejemplos de
cuando celebraba su cuarenta y dos cumpleaños en una fiesta de pala- juegos fatídicos:
cio, participó en un ejemplo de este tipo, cuya causa fue intento de
golpe de Estado: Frank N. Hieles, de veintiocho años, ayer por la mañana temprano, se sentía
retozón y decidió jugar un poco a la ruleta rusa con su mujer, Bárbara, de
«De pronto se escucharon unas explosiones -dijo d embajador Rockwdl-, veintisiete años.
y la mayoría de nosotros pensamos que eran petardos. Pero un hombre avan- Estaban en la cama en su apanamento de la avenida 14, número 3.112, de
zó tambaleándose por entre las puenas abienas y cayó al patio sangrando Oakland, cuando Hieles tomó de un cajón dd armario un revólver del cali-
profusamente por las piernas»". bre .38 y echó un vistazo al tambor.
En broma, apuntó d arma hacia la señora Hieles y apretó d gatillo.
Al referimos a estos últimos errores como errores en el cambio de Hubo un chasquido.
dave, se ha utilizado un término excesivamente general. Se podría de· Entonces examinó de nuevo d revólver y puso d anna junco a su sien de-
recha. Apreró el gatillo, se disparó el arma y una bala le perforó la cabeza.
cir que los invitados del Mounds Club, del apartamento de Van Nuys «Él estaba más asombrado que nadie -gimoteó histéricamente la señora
y del rey Hassán cambiaron su experiencia a «clave alta» [upkeyed], ya Hieles-, murió con una mirada absolutamente perpleja en su rostro.»
que atribuyeron más capas a los acontecimientos de las que realmente Los familiares dijeron que Hieles había estado «entrando y saliendo» dd
había. Esta designación nos permite anticipar una clase opuesta de Ejército durante once años 27•
error -<<el cambio a clave baja>> [downkeyed]- con ejemplos como
d siguiente: Blanford, Inglaterra.- Un estudiante de diecisiete años que estudiaba en un
colegio de chicos muy degante fue encontrado ayer cerca de la vía dd tren
Robert Christopher juró ayer que nunca volvería a jugar con juguetes. atado y amordazado con graves heridas en ambos pies.
Christopher tiene veintitrés años. La policía dijo que parecía que había sido atado a la vía y arrollado por un
Estaba sentado en un coche esperando a un amigo d viernes por la tarde, tren.
cuando vio una metralleta de juguete sobre el asiento. Cogió distraídamente Las autoridades plantearon la posibilidad de que el joven hubiera sido
el arma de color verde oliva, la sacó fuera por la ventanilla y apretó d gatillo. víctima de un oscuro incidente escolar.
Rat·a-tat-tat. Stephen Hargreaves les dijo a los trabajadores que lo encontraron: «Ellos
Por desgracia para Christopher, d coche estaba estacionado al lado de me ataron». No pudo decir nada más.
una oficina de la Lytton Savings and Loan Assodation en d centro de Palo La Salisbury Royal lnfinnary informó de que se hallaba en buen estado 28 •
Alto.
Un empleado de la compañía oyó el «tiroteo», miró afuera y vio el arma. Se advertirá que al considerar la respuesta en clave alta o en clave
En unos minutos seis policías rodearon el coche. Uno de ellos se acercó baja, hasta ahora he estudiado principalmente bromas obvias, bro-
con cautela hasta la ventanilla abierta y exclamó: «¡Manos arriba!» mas ideadas para ser tomadas desde el principio como tales bromas,
Chriscopher obedeció 26• y que plantean la cuestión de que no se tomaron así cuando se supo-
nía, o que se las tomó por tales cuando de hecho no se trataba de bro-
En estos casos alguien que pretende no ser serio encuentra que el ma. En este caso, hay una fácil transición hacia una consideración de
asunto se le va de las manos porque otros tratan su broma de manera las fabricaciones en la creación del error, comenzando primero por la
errónea, olvidando poner en clave la franja de actividad en cuestión. burla y otras fabricaciones no maliciosas para desde allí llegar a las de
La actitud lúdica, sin embargo, puede fallar, independientemente de tipo explotador. Sin embargo, excluyo a sabiendas la rdación que un
la creencia, cuando los acontecimientos físicos revelan una inclinación individuo tiene con un mundo que le enreda intencionadamente; el
" The New York Times, 12 de julio de 1971. 11 San Francisco Chronic/e, 10 de agosto de 1966.
26
San Fr1mcisco Chronicle, 18 de julio de 1965. ll lbid., 25 de septiembre de 1964.
328 Erving Go/fman Problemas /recuentes 329
ser efectivamente engañado por otros es estar equivocado respecto a miblemente, se puede claramente abandonar el mundo de los objetos
lo que está sucediendo, pero esa equivocación no es la que aquí se ha por uno con más capas compuesto por las transposiciones verbales de
llamado error. Hay que excluir también lo que sucede cuando un in- claves de esos objetos.
dividuo cree estar embaucando a otros, cuando, de hecho, son éstos Comentando la necesidad de distinguir de manera coherente, en
los que manejan el asunto, de modo que él no descubra que ha sido lógica, el uso y la mención, Quine escribe:
descubierto, y que es él, y no ellos, quien es enredado. Se podría de-
cir que hay un error respecto a la fabricación cuando un individuo La cita es el método más gráfico y conveniente, pero posee una característica
cree que están intentando burlarse de él cuando, de hecho, no existe un tanto anómala que exige una cautda especial: desde d punto de vista del
análisis lógico, cada cita debe ser considerada como una sola palabra o un
tal intención. solo signo, cuyas partes no cuentan más que como falsillas o sílabas. Una cita
Desearía añadir que las armas y los artilugios explosivos figuran en no es una descripción, sino un jeroglífico: designa su objeto, no describiéndolo
gran medida en las historias de desencuadres, puesto que estos instru- en términos de otros objetos, sino representándolo. El sentido dd conjunto
mentos poseen una capacidad especial de encuadre, la de transformar no depende de los sentidos de las palabras consrituyentes"1•
la actividad ordinaria en algo que retrospectivamente llega a ser con-
siderado como una suposición desafortunada, en suma, como algo Quine continúa argumentando que algunas de las notaciones de la
erróneo 29• lógica se aplican al nivel de la mención, sirviendo como conectivos {ló-
Los cambios erróneos de clave hasta ahora citados comprenden gicos) entre aquello sobre lo que versan los enunciados conectados,
los movimientos toscos y las prisas, pero hay que entender que el aná- mientras que otros símbolos sirven (o deberían servir) exclusivamente
lisis del marco se aplica a cualquier clase de experiencia, incluida la como medios para decir algo sobre los enunciados como tales, debién-
meramente cerebral. Tenemos, por ejemplo, el famoso tema del en- dose tomar cada enunciado como muestra de una forma, como un
cuadre explorado por los lógicos bajo el rótulo de «Uso y mención» «nombre» de un enunciado, en suma, como una transposición en da·
[use and mention]. En los enunciados los nombres se utilizan para re- ve de un enunciado. Luego, en un comentario editorial aparte, sugiere
ferirse a, es decir, para mencionar objetos, y obviamente no son los que el cambio erróneo de clave ha sido frecuente en estas cuestiones:
objetos. Sin embargo, los objetos sobre los que los lógicos y los gra-
máticos construyen enunciados son nombres y puede elaborarse Frege parece haber sido el primer lógico que ha reconocido la importancia
enunciados a partir de ellos. Ahora bien, con el fin de aclarar que se dd uso escrupuloso de las comillas en las citas para evitar la confusión entre
menciona un nombre y no lo que denota, se utiliza un determinado re- d uso y la mención de las expresiones (e/. Grundesetze, vol. I, p. 4); pero, por
curso de encuadre, como las comillas o los dos puntos, seguido de un desgracia, su consejo y buen ejemplo a este respecto fueron ignorados por otros
encarte o negritas o (como se emplea aquí en conexión con los «dos lógicos durante cerca de treinta años H .
puntos») un súnbolo representado por letras. De esta manera, presu-
'º Willard Quine, Mathematir:al Logir:, edición revisada (Cambridge, Massachu·
setts, Harvard University Press, 1965), p. 26. [Existe traducción al castellano, Alianza
29 Otras circunstancias tienen capacidad para «desrcalizar>~ la realidad habitual, Editorial.]
para transformar Ja actividad ordinaria en algo que no es serio, o al menos que no es >• /bid. AJgunos ejemplos actuales de esta desatención son citados por Rudolf Car·
real. Esta ironía estructural se produce cuando, por ejemplo, alguien de quien depen- nap, The Logir:al Syntax ofLanguage, traducido por Amethe Smeaton (Londres, Kegan
den los planes diarios de un individuo muere de repente estando en d trabajo, o !o Paul, Trench, Trubner and Co., 19J7), pp. 158-159. John R Searle, en Speech Acls
abandona dejando al individuo que continúe actuando bajo Jo que resultarán ser pre· (Cambridge, Cambridge University Prcss, 1970), pp. 73·76, argumenta que algunos
supuestos falsos. De aquí la práctica hospitalaria de poner en conocimiento de los fa. lógicos han sido en este caso irrazonablemente escrupulosos, confundiendo las cues-
miliares más próximos la noticia de la muerte lo antes posible, una vez que ha sucedi- tiones con sus intentos de clarificación. Lo inferido es, pues, que las prácticas de en-
do. Esto no sólo evita que los familiares afligidos conozcan la noticia por una persona cuadre no son lo suficientemente completas como para proporcionar en todas partes la
inadecuada y en fonna inadecuada, sino que también les evita representar franjas de base de un acuerdo informado. Pero también puede aceptarse que cuando se encuen-
algo que luego se verá como una realidad falsa, como un espectáculo huero. Véase aquí tra una diferencia de opinión, esta diferencia puede ser debatida -y con cierta clari·
Sudnow, Passing On, cap. 6, ~tensions Outside the Hospital», pp. 15J-168. dad- en letra impresa.
330
cunstancias en las que se empaña la claridad del marco respecto al uso su declaración final-. Hemos actuado lo más rápidamente posible para co-
y la mención. Por ejemplo, cuando un escritor quiere sugerir que una rregir el error» n.
palabra (o una frase) que está usando no es la que normalmente utiliza-
ría, la pone entre comillas, encuadrándola de modo que pueda tomarse La mera identificación errónea de los objetos físicos puede tam-
como un uso especial, y no literalmente como una palabra en uso. Sin bién tener el efecto de colocar a los actores en una corriente compleja
embargo, asumir o no la responsabilidad personal de un término es a de actividad encuadrada defectuosamente:
veces una cuestión de gusto y sensibilidad, no de sintaxis -una cues-
tión que tiene que ver con la imagen que un escritor quiere forjarse. Fresno.- Una brigada de cinco hombres, contratada para trasladar la casa
parroquial de la Iglesia de Dios a un nuevo lugar, pasó un día ajetreado en su
preparación.
3. Además de los errores respecto a los marcos de referencia, la Desconectaron el tendido eléctrico y las cañerías, y luego levantaron la
transposición de claves y la fabricación, hay errores respecto a la iden- casa con un gato para remolcarla a través de la ciudad. Iban a comenzar la jor-
tificación biográfica de los materiales en la escena -un tema de en- nada cuando .el reverendo Doyle R Zachary llegó, echó un vistazo y gritó:
cuadre, debido a que en muchas actividades se presupone sistemática- «¡Alto! Esta es la Iglesia de Cristo. La Iglesia de Dios está enfrente» 34 •
mente una identificación inequívoca (bien en términos sociales o
personales) en la construcción de la interacción que le sigue- n. El 4. En un capítulo anterior se sugirió que cualquier franja de activi-
caso clásico aquí es sin duda el del encarcelamiento sobre la base de dad puede ser considerada como organizada en pistas, una pista prin-
una equivocación respecto a la identidad: cipal o línea argumental y pistas subsidiarias de varias clases. Uno de
los argumentos de peso para esta hipótesis sobre las pistas es que hay
Roanoke, Virginia.- Un hombre sentenciado a quince años de prisión por el errores diferenciados, es decir, desencuadres que pueden ocurrir en el
robo de un banco fue puesto en libenad ayer en una dramática escena en la manejo de cada una de las diversas pistas.
sala del juicio, una vez que un ex poUcía confesara el delito. Consideremos primero la pista desatendida:
John Edward Marsh, de vdntinueve años, fue declarado culpable por un
jurado del Tribunal Federal, aquí, el pasado abril, del robo de 14.000 dólares
Paterson, Nueva Jersey (UPl).-Tres bandidos enmascarados tendieron ayer
en una oficina del Commercial and Savings Bank en Wmchester, Virginia. Es-
una emboscada en la rectoría de la iglesia católica. Mientras tenía lugar un
taba en prisión desde el 9 de noviembre, fecha en que fue arrestado por el FBI
funeral en la puerta de al lado, efectuaron un atraco a mano armada robando
en Reno.
511.000 dólares de una furgoneta blindada del banco que se detuvo a recoger
La condena se basó principalmente en la identificación de Marsh por el
la colecta dominical de la iglesia.
director del banco, Roxy R Hockman, y su cajera, Carolina Hickerson. Ayer
Los bandidos, que además robaron 1.000 dólares de la iglesia mientras
ambos comparecieron juntos ante el tribunal y admitieron que habían come-
esperaban a que llegase la furgoneta, ataron y amordazaron a cuatro sacerdo-
tido un error.
tes y al sacristán. Uno de los sacerdotes intentó escapar, pero fue derribado
El 7 de junio tuvo lugar la sorprendente declaración de Charles A. Lau-
por un objeto que le tiraron por el aire.
ritzen, de cuarenta años, en Fairfax, Virginia, contratista de obras y policía
Otro sacerdote que estaba en el segundo piso de la casa parroqufal oyó
durante siete años en el condado de Montgomery, Maryland, por lo que se
que una de las víctimas atadas intentaba dar la alarma gritando a través dd
volvió a abrir el caso [...].
vendaje que le tapaba la boca. Pero no hizo caso, dijo, porque el sacerdote
El juez Dalton dijo que Marsh podría recibir una compensación por esta
que gritaba «siempre cantaba» en voz alta u.
condena indebida.
La cuestión en este caso es que una forma de cantar como la aquí no transformada, introduciendo abiertamente en ambos casos lo que
descrita es lo que normalmente en una escena se interpreta como si normalmente se oculta a la audiencia:
fuera irrelevante.
También ocurre el desencuadre en relación a la pista direccional, Durante una retransmisión televisada «en directo» del Teatro Kraft, se alcan-
tratando el actor al material direccional como parte del texto principal: zó la emoción dramática del momento de mayor expectación de la obra cuan-
do se escuchó en un tono más alto que el de los actores: «¿Quién pidió el bo-
Al ser informada por d administrador de Correos de que ya no necesitaba in- cadillo de jamón?». El muchacho de la cafetería había entrado en d estudio
cluir «RF.D. 2» en sus señas, una señora conocida informó dd hecho a Bon- sin ser visto n.
wit Tdler, entre otros. La factura siguiente de Bonwit iba dirigida a:
Obsérvese que los indicadores direccionales planeados (a la ma-
Señora Hillary Jones nera de las indicaciones de un promotor) para ocultarlos ante quienes
Elimínese R.F.D. 2 se hace la presentación pueden ser también desencuadrados:
Westport, Connecticut 16•
Muchas agendas de publicidad hacen anotaciones en sus guiones para mos-
Las secretarias ofrecen otros ejemplos cuando, al tomar en taqui- trar en qué parte debe ponerse el énfasis. Escuchemos a este novel locutor
grafía, registran como parte del texto lo que era un comentario sobre nelVioso cuando hace su primer anuncio:
él, error que es (como ya se ha sugerido) sorprendentemente infre- «El pan Collins se cuece lentamente. Acentúe esto, lo que quiere decir
cuente, dada la sutileza de la señal que diferencia el flujo oficial del que lo haga creíble. Cada porción de cada rebanada está dorada por igual,
flujo confidencial. lo que hace que todo este pan sea delicioso y superdigestible. Cuando su pa-
Finalmente, el desencuadre ocurre en relación a lo que normal- nadero le pregunte -subraye esto- no se olvide de pedir pan CollinS» 18•
mente se mantiene fuera del alcance de algunos de los participantes, Bess Meyerson, que fue una vez miss América, y presentadora de The Big Pa-
errores que implican un desenmascaramiento inadvertido, un fallo en yoff. un popular programa de televisión, estaba entrevistando a un concur-
el mantenimiento de la frontera de lo evidenciable. Un recordatorio sante del programa. Recibió una nota de uno de los miembros del equipo de
de esta posibilidad es la «fantasía de ponerse en evidencia>> [exposure producción en la que se le decía que el concursante estaba London bound [li-
/antasy], es decir, la angustia frente a la posibilidad de presentarse en gado a Londres] para que esto diera color a su entrevista. Creyendo que esta
público incompletamente vestido sin advertirlo. Este tipo de desen- nota era un recordatorio añadiendo el nombre dd concursante, lo presentó
cuadre -que afecta a la pista de ocultación- es de especial interés en de la siguiente manera: «Señoras y señores, me gustaría presentarles al señor
la escenificación de actuaciones. En las emisiones de radio, por ejem- London Bound» 19•
plo, se producen meteduras de pata con el micro cerrado, palabras
emitidas con la presunción incorrecta de que el micrófono está desco- Al igual que en el caso de las ambigüedades, los desencuadres se
nectado. En televisión existen las correspondientes meteduras de pata pueden distinguir según el elemento de encuadre en cuestión. Y de
con la cámara en off, actos realizados bajo la incorrecta presunción nuevo uno puede preguntarse por las condiciones en las que sería po-
de que los actores están fuera del alcance de la cámara o de que la cá- sible un desencuadre a largo plazo. Seguramente, los errores son me-
mara que los enfoca no está emitiendo. En ambos casos, el equipo de nos frecuentes que las ambigüedades, incluso los errores de corta du-
transmisión demuestra su capacidad para transformar los actos no es- ración, aunque sólo sea porque la acción que el individuo inicia bajo
cenificados en otros forzosamente escenificados. Y es cierto que cuan-
do un programa escénico está emitiéndose de hecho, alguien puede
n Kennit Schafer, Prize Bloopers (Grcenwicb, Connecticut, Fawcett Publications,
tratar equivocadamente el programa como un ensayo o una actividad CrestBooks, 1%5), p.53.
Ja Kennit Scbafer, Pardon My Blooper {Greenwicb, Connecticm, Fawcet Publica·
tions, Crest Books, 1959), p. 113.
" The New Yorker, en una columna de «el mentidero de la villa». J9 !bid.. p. 62.
T
falsos supuestos es probable que por sí misma cree contradicciones y a tecimientos disputen abiertamente entre sí sobre el modo de definir lo
esto se añada la probabilidad de que detecte en qué (y cómo) se ha que ha sucedido o está sucediendo. El resultado es una disputa sobre
equivocado. Sin embargo, es posible un error de larga duración, inclu- el marco.
so respecto al marco de referencia primario: Pero ésos son terrenos excepcionales para las disputas sobre el
marco. Son más frecuentes las discusiones breves, tras las cuales se ad-
Santa Bárbara.-Durante sds meses el sofá de su apartamento alquilado apa- mite en seguida que se ha cometido un error, en apariencia de buena
recía con un bulto extraño. fe, por una o por ambas partes.
Y esa procuberancia era realmente extraña -aparentemente cambiaba Hay que mencionar otra base más de disputa de un orden diferen-
de posición de vez en cuando aunque no hubiera nadie en el sofá. te a la de las otras dos. En este caso se requiere un comentario más ex-
Ayer, Manuel A. Valencia y su familia descubrieron que el bulto bahía de· tenso.
saparecido.
La causa estaba tan cerca como el refrigerador de la casa.Junto a éste, en-
Al comienzo de este estudio, se mencionaron los fallos y otros ac·
roscada bajo el motor en pleno funcionamiento, los Valencia encontraron una cidentes como algunos de los problemas que pueden surgir en rela-
boa constrictor de 20 libras de peso y 7 pies de largo [. ..]. ción al marco. Se sugirió también que el azar podría establecer una co-
Los empleados del zoo especularon que la boa, aparentemente abando- nexión aparente entre lo que de hecho eran corrientes de acción y
nada, podía haber salido por la noche para alimentarse con los ratones del acontecimientos independientes. Además, en los últimos capítulos se
apartamento. La comida podría haber hecho que la serpiente se aletargara y ha argumentado que el individuo podría llegar a sospechar equivoca·
no le importase permanecer en reposo durante el día. damente que está siendo engañado de alguna manera y, en consecuen·
Y los expertos en reptiles advinieron que debió de ser una comida real- cia, dudar un poco del mundo que le rodea. Y en este capítulo se han
mente enorme para alimentar a la boa durante seis meses y mantenerla tran- presentado la ambigüedad y el error como nuevas fuentes de malos
quila en el sofá durante un periodo tan prolongado.
encuadres. Adviértase que todos éstos son casos en que falla el flujo
Luego, los Valencia se fueron a vivir una temporada con unos parientes"°.
ordinario de la actividad enmarcada por razones normales y que el in-
dividuo se encuentra aislado, al menos momentáneamente, de una
participación confirmatoria ante su mundo.
Cuando ocurren estos fallos de encuadre, el que ha fallado así en
ID. VERSIONES Y DISPUTAS su inserción correcta en el flujo ordinario de la actividad puede admi-
tir su fallo y ofrecer el desencuadre como excusa y explicar de ese
l. Se dice que lo que para los adolescentes de los suburbios es una modo su ineptitud o culpabilidad aparente o su sospecha injustifica·
payasada o una diversión puede ser considerado como vandalismo y da. También los otros, de igual modo, pueden dar tales explicaciones
latrocinio por la policía y las víctimas. Ahora bien, aunque eventual- para reducir su propia culpabilidad por contribuir a su ahora admiti-
mente una de las partes en litigio pueda establecer una definición que da posición errónea. Y aquellos a quienes se dirigen pueden poner en
convenza a la otra parte {o al menos domine las fuerzas coercitivas, lo duda o discutir esas explicaciones. Así se produce de nuevo un debate
suficiente como para inducir una muestra de respeto), puede transcu· sobre el marco, pero esta vez de un orden superior, porque las partes
rrir un periodo de tiempo considerable durante el que no hay acuerdo ahora están de acuerdo respecto a cómo deberían haberse percibido
potencial inmediato, durante el que, de hecho, en teoría no hay mane- las cuestiones, discrepando sólo en los puntos de vista referentes a por
ra de hacer que todos compartan el mismo marco 41 • En estas circuns· qué no lo fueron.
tandas, es esperable que las partes con versiones opuestas de los acon- Como medio para tratar las disputas sobre el marco (de cualquier
orden) encontramos que los diversos cuerpos judiciales están autori-
San Francisco Chronícle, 13 de diciembre de 1967.
41>
zados a escuchar los argumentos de ambas partes para luego juzgar.
~1El famoso ejemplo que cita Frank Tannenbaum, Crime and the Community Como Pike sugiere:
{Nueva York, Columbia Universicy Press, 1938), p. 19.
336 Et'lling Go/fman Problemas /recuentes 337
En nuestra cultura hay además procedimientos legales específicos que se usan ble que siga cometiendo una serie de actos erróneos, sino que cuando
en el intento de diferenciar entre acontecimientos físicamente semejantes por fin explica sus acciones, esas mismas explicaciones suscitarán dudas
pero «émicamente>> diferentes con castigos que varían ampliamente con Ja en los otros, y en él mismo, sobre la posibilidad de que no se dude de él.
cultura: ¿llevaba una pistola el ladrón cuando robó en la casa? ¿Se saltó el Y se puede esperar que cuando equivocadamente parece que el indi-
conductor un semáforo en rojo cuando golpeó al peatón? ¿Fue la violencia viduo ha desencuadrado los acontecimientos, tal vez desespere de ser
premeditada o resultado de una ira repentina? ¿Estaba su autor loco o fue de-
creído e incluso desista de dejar las cosas claras. Por ejemplo, en caso
liberadamente cruel? ¿El prisionero estaba realmente intentando escapar o el
centinela se equivocó, o fingía hacerlo o incluso cometió el acto cumpliendo de que ocurra realmente un acontecimiento sobrenatural, el observador
órdenes? La actividad no legal intenta de modo semejante aplicar criterios bien podría decidir olvidarse completamente del asunto. Así pues, de-
para determinar esas cuestiones: ¿esta explicación es fa verdadera razón o bido a la propia naturaleza dd encuadre, los acontecimientos poseen
sólo una excusa para enmascarar pereza o irresponsabilidad o maldad? ¿Se un carácter esencialmente lábil, sujeto a duda, labilidad que afecta tan-
rompió realmente el plato? 42• to al actor y a sus alegatos como al testigo y a los suyos. Y es probable
que en toda sociedad se encuentre en algún grado el juego de dudas.
2. Las disputas sobre el marco, especialmente las de orden superior, De aquí se deduce que no hay que considerar la inocencia simple-
plantean algunas cuestiones fundamentales. Si pueden introducirse mente como una cualidad del alma del actor; es la relación en que éste
excusas respecto al desencuadre para probar la inocencia, entonces se encuentra respecto a los acontecimientos generados por el desen-
también pueden introducirse cales excusas como medio de evitar la cuadre de sus actos por otros.
responsabilidad de un acto, lo que en suma es una manera de parar el
golpe. Y ciertamente puede sospecharse que aquel que se excusa por 3. Las disputas sobre el marco, al igual que las ambigüedades y los
el marco intenta zafarse de algo, ya sea así o no. (Después de todo, eso desencuadres, pueden orientarse hacia diferentes elementos del encua-
es lo que hacen posibles las disputas sobre el marco de orden superior.) dre. Por ejemplo, hay disputas orientadas hacia cuestiones de los mar-
Y desde luego, él puede sospechar-acertada o erróneamente- que se cos de referencia primarios, ilustradas, como se ha sugerido antes, cada
adoptará una visión escéptica sobre su explicación, sea esa visión justi- vez que alguien alega la intervención de fuerzas sobrenaturales:
ficada o injusáficada. Finalmente, los que creen su versión pueden, sin
embargo, actuar como si no la creyeran (al igual que pueden actuar Acayucán, México.- El domingo, cerca de mil granjeros encolerizados echa-
como si la creyeran cuando no es así), y él puede sospecharlo correcta o ron de la ciudad al cura párroco por negarse a aceptar que había ocurrido un
incorrectamente. Estas posibilidades son endémicas al encuadre y milagro.
La policía dijo que un viejo árbol que había permanecido tumbado en el
constituyen un rasgo fundamental, una equivocación fundamental en
suelo durante cinco años fue encontrado de pie después de una reciente tor-
la organización de la experiencia. (Así, si se sospecha de la explicación menta.
de un individuo, pueden ponerse en duda dos cuestiones muy diferen- Los granjeros, convencidos de que habían sido testigos de un milagro, co-
tes: los hechos tal como él los presenta, y si él mismo cree en lo que pre- menzaron a rezar delante del árbol. Pidieron al cura que construyese una ca-
senta. Porque reconocemos que en el mundo existe la posibilidad de pilla junto al árbol y celebrase la misa.
un error de dirección inocente.) Se sigue, pues, que las disputas de or- Cuando el párroco se negó, los vecinos amenazaron con lincharlo y lo
den superior sobre el marco apenas pueden ser consideradas sin aten- echaron del pueblo 4 >.
der a la vez al juego de dudas del que emergen tales disputas.
Existe, además, un carácter «generador» [breeding] en el desencua- Análogamente, hay disputas -y con frecuencia, acaloradas-- refe-
d.re de los acontecimientos que efectúa un individuo. No sólo es proba- rentes a la cuestión de ver o no un determinado acto como un síntoma,
de considerarlo en un marco de referencia natural, o como un hecho di-
2
rigido culpable. Las teorías sobre la delincuenáa, por ejemplo, no lle·
• Kenneth L. Pike, Language in Relation to a Uni/ied Theory o/ the Structure o/
Huma11 Behavior (Glcndale, California, Summer Institute of Linguistics, 1954), par·
te 1, p.13. ~J San Francisco Chronicle, 26 de julio de 1966.
338 Erving Go!fman Problemas ~cuentes 339
gan a estar de acuerdo sobre este tema, tendiendo a dividirse en dos Cuando acabó de cumplir la sentencia, se hizo constar su baja en el Ejér·
campos, dependiendo de cuál sea d análisis que se haga 44• Obviamente, cito en la hoja de servicios.
considerar al delincuente como un enfermo conduce a un ideal terapéu- Tal vez nunca hubiera sido rehabilitado a no ser por el hecho de que
tico, y verlo bajo un marco de referencia moralista, a otro. Ciertamente, Hungerford continuaba con su hábito de falsificar cheques y, en 1959, fue en-
hay delitos que una jurisdicción considerará ante todo como expresio- viado a la prisión del Estado.
nes de un trastorno psicológico, y otra jurisdicción, como una mala con- Sin embargo, antes de ser confmado en una prisión concreta, Hunger-
ducta responsable. (Y, además, si existe una maquinaria institucionali- ford fue al Servicio Médico del Estado en Vacaville para un reconocimiento
zada para tratar los casos definidos bajo las dos formas y si, además, hay rutinario.
Fue alli donde habló de los terribles dolores de cabeza que había estado
profesionales ocupacionalmente comprometidos con estos dos diferen-
sufriendo desde el 16 de julio de 1950, cuando quedó inconsciente a conse-
tes enfoques, entonces se encontrará una base institucional para las dis- cuencia de la onda expansiva producida por una descarga lanzada por un tan-
putas sobre el marco.) Y así -tomando un ejemplo casero- una per- que comunista mientras luchaba contra el enemigo en Corea.
sona a la que se sorprende en la bolsa con objetos no comprados puede Era la misma historia de un dolor casi cegador que previamente había
alegar un olvido, debido a preocupaciones y tristeza, lo que puede llevar contado a los médicos dd Ejército y después a los del hospital de Veteranos
a considerar al jurado si d acusado parece ser una persona capaz de ro- en numerosas ocasiones.
bar41. Y lo siguiente, que es una especie de caso ejemplar: Ellos mantenían que Jos dolores de cabeza eran invenciones suyas, como
resultado de no ser capaz de adaptarse a la vida militar en tiempo de paz.
El Ejército de Estados Unidos ha borrado una década de desgracias y ha de- Los médicos del Estado, sin embargo, decidieron investigar con más de-
vuelto una cierta dignidad a la vida de uno de sus héroes de guerra, infor- talle las dolencias que aquejaban a Hungerford.
maba The Chronicle la pasada noche. El 5 de diciembre de 1959, un neurocirujano le practicó una intervención
Para Victor M. Hungerford junior, esto significa la remoción, en su hoja quirúrgica en el cerebro. Sabía lo que buscaba. Los rayos X habían mostrado
de servicios del Ejército, de la mancha de una acusación deshonrosa, la repo- un área que posiblemente estaba dañada.
sición en su categoría de mayor, un retiro honroso por incapacidad física y d Los rayos X tenían razón. La operación reveló que el cerebro de Hunger-
pago de la pensión adeudada que ascendía a cerca de 50.000 dólares. ford estaba gravemente afectado debido a una lesión en la cabeza que podía
Fue en julio de 1954 cuando la brillante carrera militar de Hungerford haber sido causada por una conmoción cerebral aguda, tal como la explosión
llegó a un final poco glorioso. de una bomba[...].
Fue arrestado por los cargos de deserción y falsificación de cheques y, a A principios de año, Hungerford creyó de buena fe que el Ejército ameri-
mediados de 1955, juzgado militarmente y sentenciado a cumplir un año en la cano admitiría d error. Hizo una petición a través del procurador Mdvin B.
prisión militar de Lompoc. Belli, para que el Ejército volviera a estudiar su caso.
Resultó ser un proceso lento y a veces angustioso; tres meses de hospitali-
zación mientras los médicos militares examinaban una y otra vez los resultados
.w Véase, por ejemplo, Waltcr B. Miller, «ldeology and CriminalJustice Policy: de la operación cerebral de 1959 a través de una serie de numerosas placas de
Sorne Current Issues», en Journal o/ Criminal Law and Criminology, LXIV (1973), rayos X; tuvo que comparecer en múltiples ocasiones ante una comisión
pp. 141-162. de evaluación física del Ejército, donde fue interrogado una y otra vez 46•
4' Un ejemplo lo constituye d juicio por robo a Hcdy Larnorr, recogido en el San
Francisco Chronicle, 26 y 27 de abril de 1966. En el análisis de la desviación a veces se Obsérvese aquí cómo un reportaje periodístico dramático confir-
argument11 que Ja cuestión no estriba wito en lo que un individuo ha hecho, sino más
bien en Ja perspectiva impuesta sobre la acción por quienes pueden actuar respecto a ma nuestro marco de referencia sobre Jos encuadres, aun cuando re-
ella. Sin embargo, cuando se examinan en detalle las perspeaivas alternativas, se hace vde su aplicación errónea.
p11tente que el juicio sobre d caso consistirá en hacer uno elección entre las perspecti-
vas o marcos disponibles y a vcecs en utilizar uno de ellos para mitigar o exacerbar la 4. Tras Jos debates en los juicios y tras otras disputas acerca del mar-
aplicabilidad de otro. El morco de referencia de Jos marcos de referencia puede consi-
derarse como dado, y el elemento creativo en el proceso de designación limit11do a am- co, pueden encontrarse a menudo «circunstancias compromctedo-
pli11r la aplicabilidad de un detenninado morco de referencia primario o de una deter-
minada transfonnoción. 46
Relatado por Paul Avcry, ibid., 23 de noviembre de 1964.
340 Erving Golfman Problemas /rementes 341
ras» [compromising circumstances], es decir, circunstancias en las que Pero normalmente no suele ser así, sencillamente porque los tran-
los acontecimientos cotidianos producen en los observadores norma- seúntes siguen andando, cualquiera que sea su estimación acerca de la
les impresiones ingenuamente equivocadas sobre las fuerzas en juego, situación de otro. Y una persona que tiene una razón respetable para
impresiones que sirven para difamar a algunos de Jos participantes en buscar en los cubos de la basura o bien renuncia al acto o bien lo hace
la actividad, preparando la escena para la presentación de explicacio- de tal manera que responde de antemano a cualquier interpretación
nes y excusas. Las comedias bufonescas hacen un gran uso del tema errónea que pudiera suscitar. Así, también los medios institucionaliza-
de las circunstancias comprometedoras, siendo las películas de Laurel dos de control social funcionan de mo~o que los marcos de interpre-
y Hardy especialmente atroces a este respecto. Se podría citar un tación sigan siendo fácilmente aplicables. (Si un jugador de ajedrez
ejemplo: quiere cerciorarse de que será visto intentando colocar físicamente una
pieza en una casilla, en vez de que está pensando una jugada al tiempo
Quen"da Abby: que mueve una figura, puede utilizar la palabra compongo, evitando
Éste no es un problema mío, sino de mi hermana. Vive en una cooperativa de así formalmente toda ambigüedad.) Repitámoslo, para nosotros la cues-
casas donde todos los vecinos son muy amigos. tión importante aquí no es que ocurran equívocos, sino más bien que
Cierto día un vecino llamó a su puerta y Je dijo que su esposa no estaba en ocurran con tan poca frecuencia, y tras esto, el hecho de que las perso-
Ja ciudad y necesitaba que alguien le diera un masaje en la espalda. Él tenía nas normalmente toman precauciones por adelantado para asegurarse
uno de esos aparatos eléctricos portátiles para dar masajes. de su infrecuencia. Y así la discreción y el buen sentido generan un
Mi hermana dijo que le gustaría ayudarle, de modo que le invitó y le ofre- mundo en el que el encuadre funciona como medio de interpretación
ció ll!lª botella de cerveza, porque hacia mucho calor. intencionada, y no naturalmente.
El se quitó la camisa y ella comenzó a darle masajes en la espalda, cuando Detrás de las circunstancias comprometedoras se encuentra algo
oyeron que venía su marido. El vecino se asustó y se escondió en el ropero de-
jándose la camisa. Cuando mi cuñado vio la camisa y la botella de cerveza, se
más general, a saber, la rdación incidental -como cuando una perso-
enfureció y comenzó a buscar por toda la casa. Cuando encontró a1 hombre na inocente al llegar a la escena de un crimen toma el instrumento utili-
en el ropero, le pegó una paliza y echó a mi hermana de la casa. Ella, como zado, y es detenida por sus huellas dactilares, cuando induce a error el
u~a tonta, volvió al día siguiente, con él. Él está todavía furioso con ella y no que haya huellas dactilares-. Así se atribuye un acto dirigido, cuando
ha vuelto a ejercer como marido durante más de seis meses. Ella no para de debería ser sólo algo «colateral» [alongsidedness]. Es comprensible
pedirme consejo. Yo no puedo ayudarla. ¿Puede·hacerlo usted?·t7. que los manuales policiales sobre métodos de investigación parezcan
citar siempre, al menos, algunos ejemplos de ambientación de aconteci-
Es cierto que los individuos habitualmente actúan de tal modo mientos que inducen a errores de encuadre. Se podría dar un ejemplo:
que evitan de antemano los equívocos fácilmente inducidos: aquel que
podña malinterpretar tantea el terreno en su acercamiento a alguien Otro incidente que exagera el peligro de sacar conclusiones precipitadas antes
que podña ser malinterpretado, quien a su vez exterioriza en su pro- de una investigación exhaustiva sucedió un domingo por la mañana temprano
pio comportamiento corporal información dirigida a dejar las cosas en una calle principal de una ciudad pequeña. El agente implicado estaba pa-
claras. Seguro que puede ocurrir lo siguiente: seando por la acera y observó que un hombre y una mujer estaban discutiendo
aparentemente en tono amable, en la acera junto a la parada del autobús, una
En New Montgomery y Howard, ayer por la mañana (cuatro días antes de manzana más allá. Estaban en la zona comercial y estas dos personas y el poli-
Navidad), Howard Young advirtió que una mujer estaba hurgando en el cubo cía eran las únicas que había en la calle a esa hora. El policía dejó de ocuparse
de la ~asura, por lo que amablemente le dijo: «Corren malos tiempos, ¿quiere por un momento de la pareja para inspeccionar el escaparate de una tienda.
un dolar?». Ella: «Ocúpese de sus cosas, tiré aquí las tarjetas de Navidad sin Inmediatamente escuchó la rotura de un cristal y un ruido sordo. Miró hacia
darme cuenta»~ 8• adelante. La mujer estaba tendida en la acera y el hombre inclinado sobre ella
tenía agarrada por el cuello en la mano derecha una botella rota de whisky. El
~1 lbíd., 29 de agosto de 1965. agente corrió hacia la escena. La mujer estaba muerta. El hombre estaba inte-
48
Herb Caen, ibid., 22 de diciembre de 1964. resadísimo en demostrar que él no había hecho nada. La calle estaba vaáa a
342 E111ing Go/ftnan Probkmas /recu~nus 343
excepción de estas tres personas. El hombre se aferraba a su versión de que es- O si no se trata de una pérdida inocente de control, entonces una
taban hablando y de repente la botella se rompió y él agarró el cuello de la bo- conjunción inadvertida de acontecimientos confiere a un acto dirigido
tella con la mano. Al parecer, la botella había estado casi llena de whisky... El una consecuencia totalmente inesperada, como cuando un hombre
hombre fue acusado de asesinato pero el agente seguía trabajando en el caso... sale a cazar ciervos con su rifle de mira telescópica, dispara hacia la
Cinco días después, descubrió los verdaderos hechos. Un grupo de empleados derecha de su compañero y lo mata con un disparo que le atraviesa
de un almacén habían acabado de colocar el escaparate a medianoche del sá- la cabeza ' 2• Y si no se trata de esto, entonces se aduce que hubo un
bado y se dirigieron a una pequeña habitación en el ático de un ecli6cio de sie· error de identificación -debilidad humana excusable, pero no una
te pisos para jugar a las cartas durante el resto de la noche. Tenían unas bote-
intención inmoral:
llas y por alguna razón una estaba colocada en la ventana abierta. Sin que ellos
se dieran cuenta había sido empujada o había caído, y nunca la echaron en fal-
Canterbury, Inglaterra.- Un hombre que se metió en su bolsillo la bola de
ta. Incluso cuando leyeron en el periódico la versión del asesino no asociaron
cristal de un adivino explicó ayer ante el tribunal que la confundió con un
los hechos porque nadie había echado en falta la botella 49•
vaso de cerveza.
Malcolm Cammiade, de veinúún años, dijo que había estado bebiendo en
:>. Los debates sobre el marco surgen a menudo en relación con ale- una taberna y estaba buscando el servido cuando, tras cruzar una cortina fue
gaciones de inadvertencia -alegaciones de que aunque pueda pare- a parar al consultorio de Madame du Barry, una clarividente de setenta y cin-
cer que d sospechoso ha tomado parte en una acción censurable, no co años.
ha participado en acción alguna, al menos a ese respecto, habiéndose «Dejé el vaso y más tarde cogí la bola pensando que era el vaso», dijo al
producido únicamente una pérdida inocente de control-. Así, por Tribunal, el cual le concedió la libenad provisional". ·
ejemplo, un oficial de policía ofreció la siguiente explicación de los
disparos producidos cuando perseguía a un coche conducido por un Las reivindicaciones de inocencia, ya se basen en la falta de rela·
negro y finalmente adelantó al coche y lo paró: ción o en la inadvertencia, plantean un problema especial respecto a
los límites del marco; a saber, hasta dónde puede llevarse el alegato de
Los Angeles.- El policía Jerold M. Bova testificó ayer que fue golpeado en inocencia esencial -aparte, claro está, de hasta dónde puede aducirse
los pies por un bandazo del coche de Leonard Deadwyler, y que cuando «CO· de modo convincente-. La respuesta (como la última ilustración su·
gió instintivamente» el revólver reglamentario como ayuda, «disparó invo·
giere) parece ser: ciertamente muy lejos. Después de todo, en la esce-
luntariamente>> y mató a Deadwyler'º·
na de cualquier crimen puede haber personas que «sólo pasaban por
Dos pasajeros que iban en el coche ofrecieron la siguiente versión allÍ». Cuando una ladrona es detenida y se le encuentra en el sujetador
(debilitada, porque fueron acusados de estar borrachos en aquel mo- un alfiler de diamantes y esmeraldas de 1.3:>0 dólares con la etiqueta
del precio, y en las bragas un anillo de diamantes de 1.300 dólares, dos
mento):
relojes de pulsera de hombre, una pulsera de oro y diamantes, una
Tanto la señora Deadwyler como Ferguson testificaron que Deadwyler la pulsera de perlas y un estuche de sortija vacío, ella puede decir que
llevaba a toda prisa al hospital General cuando la policía los paró. La señora no sabe nada acerca de un robo de joyas, y consiguientemente que no
Deadwyler, que estaba embarazada, tenía dolor de riñones y pensó que eran sabe cómo llegaron las joyas hasta allí, sálvo que recuerda que estuvo
dolores de parto, lo que originó la precipitada carrera hada el hospital. bebiendo y cenando con un hombre'"· Desde luego, nuestra embus·
Tanto la señora Deadwyler como Ferguson tesúficaron que le dieron el tera no fue creída, pero para nosotros la cuestión es que ella pensó que
alto al coche y entonces un policía colocó el revólver contra la ventanilla del valía la pena fraguar esa versión en circunstancias tan graves, propor-
conductor y disparó sobre Deadwyler' 1•
cionándonos así evidencia indirecta de que cualquier conexión entre
49 Captain Juby E. Towler, Practica/ Po/ice KnowleJge (Spñngfidd, Illinois, Char·
un acontecimiento y una persona puede ser negada por ésta sobre la vo. Pero nada. Cuando Gallo exigió saber lo que pasaba, Rupolo con poca
base de que aunque parece que hubiera un nexo evidente, no es ese convicción le explicó que era una broma y dijo que la pistola no estaba carga-
el caso. da. Los dos continuaron hasta la casa de un amigo, donde Rupolo examinó la
pistola descubriendo que el percutor estaba oxidado y lo engrasó. Al mar-
6. Se producen disputas interesantes sobre el marco en relación con charse de la casa caminaron juntos durante varias manzanas y entonces Rupo-
alegaciones respecto al cambio de claves, alegaciones que suponen lo hizo otra detonación sobre Gallo. Esta vez la pistola se disparó, pero Ru-
que aunque los acontecimientos cercanos puedan parecer una activi- polo no hizo sino herirlo. Rupolo, identificado por Gallo como su atacante,
dad no transformada, están realmente en otra clave o al menos eso era fue sentenciado de nueve a veinte años de prisión '6.
I~ _que se ~r~tenclía. Es cierto que con independencia de que la alega-
c10n sea válida o no, puede hacerse un esfuerzo por evitar la respon- Es interesante que el individuo que ofrece una interpretación no
sabilidad y la culpabilidad que acompañan a la actividad literal. Tene- seria puede llegar a ser la víctima, alguien que está preparado para de-
mos, por ejemplo, el episodio Berrigan-Kissinger: fender a un asaltante amistoso contra terceros al apoyar su alegación
de inocencia. Y tal interpretación puede ofrecerse aun cuando no
Se preguntó al sa~er~ote (durante una entrevista en el juicio) si había planea- exista solidaridad entre la víctima y el ofensor, siendo lo decisivo que
do secuestrar a Kissmger y volar las conducciones de calefacción, según sos- no parece aceptable ninguna otra interpretación.
tenía la acusación del Gobierno.
«No hubo ningún plan -respondió-, se produjo una discusión. Está- Querida Abby:
~~os intentando decidir, como hacen millones de seres, si los secuestros po- Tengo una amiga. Ella tiene quince años (yo también) y siempre estamos en
lincos de Quebec y Uruguay eran posibles en Estados Unidos.»[. ..] casa de una de las dos. Cuando conocí a su padre, pensé que era buena perso-
«Millones de personas tienen este tipo de ideas en un momento u otro. na porque era muy simpático. Pero comenzó a hacer cosas que yo sabía que no
Ello no quiere decir que actúen o quieran actuar, pero ¿por qué no lo pueden estaban bien. Como tocarme e intentar besarme. Nunca hizo esto delante de
pensar, quizá discutirlo e incluso investigarlo?»". otras personas. Intenté eludirlo pero había hecho salir a su hija de la habita-
ción para que le trajera algo. Fingí que pensaba que actuaba en broma, pero en
De todos los cambios de clave alegados que pueden exonerar de el fondo estaba terriblemente asustada. Odio dejar de ver a mi amiga, y si se lo
responsabilidad, la excusa de que sólo era una broma parece ser el digo a mi madre, ella pedirá su cabeza. ¿Qué debo hacer? 57 •
más importante. Aparece en todos los contextos y debe de ser una de
las estratagemas más ampliamente empleadas en la historia de la hu- Otra cuestión más. Si un individuo puede alegar falta de seriedad
manidad. Y. una vez más, los ejemplos extremos proporcionan un co- con el fin de evitar el castigo por un acto que ha cometido, haciéndose la
mentario sobre los límites de encuadre. Cito los documentos de Vala- alegación después del hecho, entonces el individuo a veces puede dis-
chi, siendo en este caso el tema concreto la necesidad de zafarse de un poner desde el principio sus acciones de modo que si se le pide una ex-
golpe bajo: plicación pueda argumentar su falta de seriedad. En resumen, la acción
se puede planear incorporando su propia excusa antes de que se pida
Aparentem~te Genovese y Miranda tenían reservas sobre todo el asunto y realmente. Ciertamente la acción puede ser pensada para planearla de
acabaron asignando el contrato a los profesionales de la Cosa Nostra. Se modo que se pueda demostrar esta interpretación, con independencia
d'7encadenó un~ secuencia grotesca de acontecimientos que hacen que Vala- de que, de hecho, haya ocurrido el plan. Un ejemplo conocido:
chi se pa~a de r;sa .cada v~ que piensa en ello. Cuando Rupolo se enteró de
que Bo~~ta h.abil! sido asesmado, procedió a desarrollar la segunda fase del Querida Abby:
plan ongma!'lº· El Y Gallo fueron al cine en Brooklyn una noche y después,
Mi madre está enamorada de su nuevo yerno. Bueno, puede que «enamora-
cuando cammaban por la calle, cogió una pistola, la puso sobre la sien de Ga-
da» sea demasiado fuerte, pero parece no poder dejar de tocarlo. «Boobie>>
llo y apretó el gatillo. La pistola falló. Rupolo rápidamente lo intentó de nue-
' Peter Mass, The Va/4chi Papers (Nueva York, Bantam Books, 1969), p. 1'6.
6
" The Eveni'ng Bulletin (Filadelfia), 24 de enero de 1972.
" San Francisco Chronicle, 15 de febrero de 1966.
346 Eroing Go/lman Probkmat frecu~nttt 347
(como ella lo llama) no se da cuenta de la mala impresión que da esto. Él tiene Y la defensa convenció al jurado de que todo era una treta y que, en el
treinta y tres años, mi madre cuarenta y ocho (pero parece que tiene treinta), y momento adecuado, la señora Wtlson había planeado coger a Perkins en un
todo este asunto me da náuseas. Mi madre o está sentada en sus rodillas ras- renuncio 60•
cándole la espalda, dándole fricciones en el cuello, o le pide que baile con ella.
Mi hermana (la mujer de Boobie) piensa que es estupendo que su marido Adviértase que las alegaciones respecto a la falta de seriedad en
y mi madre se lleven tan bien. Esto podña ser s~rio, ya que mi madre es una cualquiera de sus formas no parecen en modo alguno aconsejables
divorciada de vida alegre y el asunto parece que se complica cada día más. para ser aducidas ante la ley; sin embargo, estas tácticas se emplean
¿Qué podemos hacer? ¿Poner sobre aviso a mi hermana para que abra los frecuentemente con ese fin independientemente de su honestidad.
ojos y vigile a su marido? n . Así, en un estudio sobre escuchas indiscretas leemos:
Una técnica habitual para comunicarse mediante indicaciones se- Masson admitió que un hombre carente de dignidad haciendo este tipo de
guras obedece a un diseño muy parecido: el individuo actúa de modo trabajo podría utilizar su equipo p~a ~h!1°tajear: Como ejemplo de.esto! con-
que algunos en quienes se puede confiar en que no lo atraparán pue- tó cómo una joven en Los Angeles mvtto a un director de un coleg10 pnvado
dan interpretar su acción en un sentido, en el sentido favorable al de Hollywood a su departamento, ocultando una grabadora debajo del sofá.
asunto que pretende, mientras que otros, que podñan ser la excep- Grabó sus intenciones amorosas y más tarde comenzó a chantajearlo. El di-
ción, pueden ser descartados en cualquier momento con la alegación rector del colegio, sin embargo, fue al Departamento de Policía y a la Fiscalia
de que se trataba de algo lúdico ' 9• del Distrito, y la joven fue arrestada. Sin embargo, se la absolvió cuando testi-
ficó solemnemente que la grabación había sido una broma y que realmente
Las alegaciones respecto a la broma declarada (donde interviene
esperaba que el director del colegio se casara con ella 61 •
un cambio de clave) no son muy diferentes a las que se refieren al en-
gaño en broma (donde interviene una fabricación benévola). Se cita 7. Al igual que un individuo puede aducir (justificadamente o no)
un ejemplo de esto último que implica al grupo marido-mujer: falta de intencionalidad o seriedad para su acto, con objeto de reconsti-
tuir su significado y reducir su responsabilidad por ello, también puede
El caso curioso salió a la luz cuando Roger Perkins, de East Palo Alto, amigo
del primer marido de la señora Wuson, se presentó en la Fiscalia del Distrito
alegar retrospectivamente una fabricación benévola de algo que no es
de San José y arrojó un contrato manuscrito sobre la mesa del ayudante. una broma, tal como la experimentación, la prueba vital, etc. Además,
El único párrafo del escrito de la señora Wuson decía que Perlcins tenía puede alegar haber sido sujeto de una trampa, arguyendo que otros han
derecho a la mitad del beneficio de la venta de la casa familiar y a la mitad del amañado intencionadamente los acontecimientos, de modo que lo
seguro que la señora Wilson recibiría a la muene de su marido. muestren bajo una luz falsa, engañosa. Se alega la fabricación, pero esta
Horace Boydston, investigador especial de la Fiscalía del Distrito, fue en· vez no benévola ni producida por la persona que busca la exoneración.
viado inmediatamentea la casa de los Wilson. Se hizo pasar por el probable El que se puedan señalar unas pocas conspiraciones auténticas (algunas
asesino y contó a sus superiores que la señora Wtlson estaba dispuesta a reali- implican una reconstitución espectacular del mundo que rodea a la víc-
zar el plan. . tima) deja paso a la posibilidad, por pequeña que sea, de que esas alega·
Pero el marido de la señora Wilson, que trabajaba como guarda de alma-
dones de haber sido objeto de una trampa sean válidas, y con indepen-
cén en los laboratorios Wmthrop de Menlo Park y como corredor de coches
durante media jornada, rápidamente contrató a un abogado para su esposa. dencia de su evidencia, de que las produjo una maquinación malvada:
Londres.- Un joven americano fue condenado ayer por robar más de
,. Ibid., 20 de noviembre de 1967. 60.000 dólares al banco Moscow Narodny en Londres y sentenciado a tres
9
' Como uno. especie de pruebo. extremo. de lo. capacidad de una definición no seria años de prisión por un tribunal de Old Bailey.
de la situación, un individuo puede empezar o. o.dmitir exactamente aquello que se sos-
pecha de él, presumiéndose en apariencia que normo.lmente se cree que nadie incitaría
mediante una aceptación no seria a aquello de lo que debe evitar ser acusado. (Las li- 60 Sa11 Fra11ci1co Cbro11icle, 22 de agosto de 1964.
mitaciones estratégico.s de la dirección errónea por ingenuidad se consideran en S. l., 61 Samud Dash y otros, The Eavesdroppers (Ncw Brunswick, Nuevo. Jersey, Rur-
pp.57-70.) gers University Press, 1959), pp. 190-191.
348 Eromg Go/fman Problemas frecuentes 349
El jurado rechazó la historia de Brian Christopher Terrcll, de veintitrés 8. Las explicaciones y debates que he estado considerando se refie-
años, de Houston, Texas, según la cual había recibido cerca de 70.000 dólares ren sobre todo a la cuestión del marco de referencia o transformación
por espionaje en favor de la Unión Soviética y de Estados Unidos. Había ale- que hay que aplicar o al desencuadre producido si lo hay. La mayoría
gado que los cargos de robo fueron inventados por los rusos cuando descu- de estos debates no discuten el marco de referencia de los métodos de
brieron que era un agente doble 62• encuadre de que dispone la comunidad. El cura de Acayucán que se
negó a apoyar a los campesinos locales en su creencia de que había
Considérese también que personas diferentes del actor pueden ocurrido un milagro probablemente concedería que había habido al-
disputar sobre si un acto es directo o es una fabricación. Así, por gunos milagros y que éstos podrían tener lugar igualmente en el futu-
ejemplo, la cuestión de si un intento de suicidio es algo real o sólo un ro. Sin embargo, puede surgir una cuestión más profunda, la cuestión
gesto, es decir, realizado para producir la muerte o para provocar una de nuestra propia cosmología. Porque, después de todo, podría llevar-
respuesta de los demás, de modo que evite las probabilidades de que se más allá la cuestión planteada por nuestros campesinos acayucanos
ocurra el hecho real. Resulta una disputa sobre el marco: diciendo que nunca ha ocurrido ni ocurrirá una interferencia espiri-
tual en el mundo natural. De modo semejante, cuando un objeto pro·
Al menos cinco jóvenes intentaron suicidarse en el Cenero Juvenil de Spof-
cedente del espacio exterior cae en nuestro planeta y algunos apuntan
ford en d Bronx, durante un periodo de diez días a principios de este mes.
Robert I. Poste!, concejal dd Ayuntamiento, al informar de la situación la posible existencia de agentes inteligentes, así como de sus produc-
en su exposición preguntaba ayer: tos, el geólogo consultado puede afirmar que este objeto no era un ob-
«¿Acaso no son estos intentos de suicidio prueba suficiente de las tre- jeto dirigido porque nada procedente del espado exterior ha sido to-
mendas condiciones de Spofford y de Ja extrema necesidad de reforma allí? cado nunca por nada que se parezca a la mano del hombre. Además,
¿O debemos esperar a que muera algún chico para actuar?» un experto legal puede argumentar que aunque se pueda sostener que
Wallace Nottage, director ddegado de los servicios institucionales de li- una lesión cerebral pueda producir ciertos efectos generales sobre la
bertad provisional, reconoció en una entrevista que «hemos tenido un brote» conducta, no puede demostrarse que explique por sí misma una prác-
de tales casos. Sin embargo, dijo que «se podía cuestionar la sinceridad» de
los jóvenes, añadiendo que los chicos creían que los intentos de suicidio los
sacarían de los centros de detención 6,. los que una persona en dificultades puede aumentar el nivel de aceptación del riesgo
que podría inducir a que un estudioso ampliara el campo de este comportamiento
Si se trata del cuerpo, y no de un intento, entonces todavía hay una suicida en el tiempo. Y puesto que se halla en juego un intento, sólo la persona que lo
base para el debate. Se trata del punto más delicado. Las circunstan- intentó puede en última instancia saberlo. Además, el intento claro puede ciertamente
dominar en un momento y debilitarse al siguiente, pasando por estos cambios rápida-
cias que habitualmente confirman que hubo de hacerse un auténtico mente. También los intentos concertados muy eficazmente para cometer el acto pue-
esfuerzo para cometer suicidio serán precisamente aquellas circuns· den estar asociados con intentos de menor importancia para compensar la apuesta.
tandas que alguien fabricará con una intención contrarrestadora, para Pero cuestionar el intento de suicidio sobre la base de que la intencionalidad sólida se
demostrarse a sí mismo y a los demás que él es serio aunque pensara disuelve con el análisis microscópico en una red difusa de diferentes objetivos inde·
que no lo era 64 • mostrables es cuestionar cada acto, ya que cada acto se comprende en relación a la in·
tendón asumida por el actor. Esta clase de cuestionamiento es interesante porque con-
duce a una reevaluación de toda la vida social. Y, aunque sólo incidentalmente, a una
62 cñtica de las visiones tradicionales respecto al suicidio. Sin embargo, en el relato con-
San Frandsco Chronicle, 1 de junio de 1965.
61
Referido por Grace Lichtenstein, The New York Times, 22 de noviembre de creto citado (y en la visión adoptada por este libro), el concejal y el encargado de la vi-
1970. gilancia todavfu mantienen una disputa que podría resolverse en los términos popula-
61
Existe la tesis de que d suicidio como tal depende por completo de lo que 1115 res que ellos establecen. El hecho mismo de que el intento reivindicado sea utilizado
partes pertinentes hacen de él, y que cualquier intento (efectivo o inefectivo) de descu· rutinariamente como coartada y que a aquellos que podñan reivindicar «con justicia»
brir en cualquier caso en particular Jo que «realmente» estaba pasando está condenado \U1 intento les preocupe no ser creídos, es un argumento a su favor -y, en cualquier
al fracaso de antemano. Resulta claro que las agencias civiles pueden cometer errores y caso, una materia indisputable por derecho propio-. Un interesante enunciado de la
ciertamente la polida puede inducir a definir como accidentes muertes que no lo son tesis opuesta se encuentra en ]acle D. Douglas, The Social Meaning o/Suicide (Prince-
y a definir como gestos lo que son intentos serios. Es verdad que existen medios por ton, N.J., Princeton University Press, 1970).
3.50 Erving Golfman Problemas frecuentes 3.51
cica social específica, tal como falsificar cheques, ni la presencia de esa expresión sólo está limitado en contextos en los que puede seguirse
lesión pueda excluir por completo el sentido de que esa actividad cons- de ello un daño claro e inmediato, como cuando un individuo grita por
tituye un hecho dirigido. broma <<Íuego» en un auditorio abarrotado. Pero ¿cómo interpretar el
Parece que las disputas respecto a la cosmología -más aún que caso de un individuo que ritualmente quema su tarjeta de recluta·
los debates que suponen creencias comunes sobre la cosmología- miento en una reunión pública como expresión de su actitud hacia la
dan lugar a que sean los especialistas quienes decidan con un carácter guerra? ¿Está expresando resistencia a la guerra o está participando
semioficial. Normalmente estos guardianes de nuestra cosmología en la resistencia a la guerra? 67 • Se requiere que un juez decida la cues·
suelen dejar las cosas tal como están, reafirmando una explicación tión, aun cuando, al decidir, no pueda lograr el consentimiento de to-
«natural>>, que nos permita continuar sin tener que alterar ninguno de dos acerca de su autoridad para tomar dicha decisión. Podría añadirse
nuestros marcos de referencia primarios ni sus relaciones. Comprensi- que en tiempos recientes hay dos debates referentes a los marcos de
blemente, estos guardianes de nuestro orden cognoscitivo recibirán referencia primarios que se han convertido en noticia: uno implica el
un cierto respeto 6' . Y aquí puede verse una conexión entre los aconte- declive de la preocupación de la Iglesia católica por afirmar la posibi-
cimientos cotidianos y las instancias últimas de los tribunales de ape- lidad de milagros. Y el otro, que en apariencia rebasó la decisión ofi-
lación en el derecho, la ciencia y las artes. Estas instituciones, en suma, cial sobre el secreto de la investigación militar, implica la posibilidad
no sólo se preocupan por el mantenimiento de los criterios; también de objetos volantes no identificados, es decir, vehículos espaciales
se preocupan por el mantenimiento de la claridad respecto al encua- guiados por una mano como la del hombre.
dre. Un ejemplo lo tenemos en la siguiente decisión «cumbre>>:
Aquí hay que especificar la perspectiva. Un engaño organizado den mediar terceras partes, como cuando la mujer de un marido .au-
aporta al organizador una relación clara con el marco pero no a los sente recibe una llamada telefónica que comienza con la frase: «Esta
implicados. Mediante el término un marco claro me referiré al arre- es la llamada de un amigo...». A veces se acude a la acción legal para
glo que ocurre cuando todos los participantes en la actividad tienen clarificar el marco:
una relación clara con el marco y se intentará establecer una distin-
ción entre la clarificación de la propia relación de alguien con el Chicago.- Durante diez días, Claire Stelmaszek, .~e treinta y cuatro añ.~s,
marco y la participación en un marco que es claro, es decir, claro permaneció callada a lo largo de su arresto y detenc1on, con la desapro~~c1on
para todos los participantes. Decir que un marco es claro no sólo es de sus impresionados amigos y vecinos y los reproches y la preocupacmn de
decir que cada participante posee una visión factiblemente correcta de sus hijos.
lo que está pasando, sino también, normalmente, una visión tolera- Pero ayer los funcionarios alabaron la acción de la valerosa madre al ayu-
dar a desbaratar una operación de juego de azar dirigida por gente ~~ hampa.
blemente correcta de las visiones de los otros, lo que incluye las vi-
La policía reveló que la señora Stelmaszek, madre de cuatro h11os, y que
siones que ellos tienen de él 68• tenía a su cargo una taberna en la zona sur, fingió cooperar con los gangsters
La información que clarifica un marco puede surgir a partir de di- para ayudar a la polióa. .
versas fuentes. Ante las ambigüedades e incongruencias, el individuo Tres rufianes del sindicato dd crimen intentaron durante dos meses ms-
confuso o suspicaz se orientará rápidamente hacia su entorno y man- talar mesas con dados trucados en una habitación situada detrás de su taber-
tendrá la vigilancia hasta que las cuestiones se clarifiquen, pidiendo a na antes de que la señora Stelmaszek se presentara a la policía.
veces aclaraciones de hechos para resolver la cuestión. Con muchísi- La policía, considerando la posibilidad de informars~ mejor sobre: l~ téc-
ma frecuencia los individuos que piensan que pueden ser (o han sido) nicas del sindicato del crimen para introducirse en neg0C1os legales, p1dio a la
malinterpretados ofrecerán versiones, explicaciones y otras interven- señora Stelmaszek que les siguiera la corriente a los rufianes.
ciones con el fin de clarificar la situación. El propio fabricador puede La policía colocó instrumentos de grabación en !a taberna y gra.~ó las
amenazas hechas por los bandidos y los detalles relativos a la operacmn de
desbaratar intencionadamente el espectáculo en un momento estraté- trucaje del juego que la banda puso en funcionamiento el 10 de ~ayo.
gico (como cuando el señor Funt dice: «Sonña, es el programa Objeti- Cuando la policía acudió, arrestaron a la señora Stdmaszek Junto a otras
vo indiscreto», o el bombero dice: «Sorpresa, soy el oficial Green del dieciocho personas. Esto se hizo para mantener su papel en secreto. Fue
Departamento de Policía y tengo una orden de registro de su casa») o puesta en libertad bajo fianza.
inadvertidamente o porque sospecha que está a punto de ser sorpren- «Cuando los vecinos comenzaron a vejarla, nos ofrecimos en todo mo-
dido en algún aspecto de su acto y quiere preservar una apariencia de mento para descubrir su papel a los demás aun cuando lo mejor era guardar
honestidad sin otro coste que un desenmascaramiento que, en cual- el secreto durante d mayor tiempo posible», dijo el teniente de policía Ed-
quier caso, está a punto de producirse. En el caso de los sueños, el so- ward Berry.
ñador, al despertar, termina su propio delirio. Y es evidente que pue- La señora Stelmaszek decidió continuar callada.
«Lo más duro de soportar fue no poder decírselo a sus hijos -dijo
611
Berry-. Los niños pueden ser crueles, pero éstos nunca dejaron de confiar
En relación con esto último puede esperarse que haya algunos problemas, ya en su madre.»
que un consenso que funciona bien puede suponer arrojar dudas sobre los límices re·
Los hijos adolescentes eran ridiculizados por sus compañeros de clase,
currentes de la relación. Cualquier simple acuerdo, examinado en detalle, muestra
puntos de ambigüedad. Dos automovilistas, en un choque de poca importancia en una por el arresto de su madre, dijo él. • . ,
carrecera hdada, pueden cada uno encuadrar d aconcecimienco como algo totalmente La verdad sobre la señora Stelmaszek se revdo una vez que testifico ante
accidental, no culpable, lo que en términos de interpretaciones alternativas puede cier· el GranJurado 69•
tamente ser así. Por lo tanto, d marco es claro. Pero si no salen de sus coches para
charlar sobre d asunto, no sabrán si están de acuerdo ni, desde luego, podrán saber lo 69 San Frandsco Chronicl~. 20 de mayo de 1965. Es interesante que d articulo se
que cada uno sabe que el otro sabe del acuerdo. (De modo semejante, no podrán saber subtitula «La Heroína de Chicago». Toda la operación es un bonito ejemplo de los
si están en desacuerdo y si están de acuerdo o en desacuerdo acerca de cómo están en riesgos a los que se enfrencan quienes viv~. del delito. Si ~ta «au~oprocl~aci~n» y
desacuerdo.} La comunicación, especialmente la comunicación cara a cara, parece de- organización hubiera tenido lugar en conexton con una accaon políaca de la azqwecda,
rribar estos estratos o al menos dar la sensación de que así ha sido. algunos lectores habrían tenido dudas respecto al heroísmo.
354 Eroíng Go/fman Problcnas /recuentes 355
Estas diversas fuentes de información son, desde luego, meramen- Hay que esperar una experiencia semejante respecto a la correc-
te eso. La evidencia disponible debe usarse mentalmente para propor- ción del marco cuando un individuo súbitamente concluye incorrecta-
cionar una reorganización cognitiva, subjetiva, antes de clarificar el mente que ahora tiene las cosas claras; porque en verdad de repente
marco. Clifford Beers aporta una útil contribución respecto a la deses- puede pensar que ya no tiene razón para sospechar de todo el que le
tratificación subjetivamente provocada, produciéndose el cambio rodea, cuando ciertamente debería hacerlo.
desde un mundo en el que todos los elementos estaban planeados me- Es evidente que cuando un individuo se da cuenta de una fabrica-
ramente para dar una impresión, pero eran falsos, a un mundo en el ción, el marco no se clarifica necesariamente, y ni siquiera es probable
que las cosas se acercaban más a lo que parecían ser: que suceda así. Como ya se ha sugerido, una de las jugadas estratégi-
cas más antiguas para el descubridor es continuar como si todavía es-
Por la tarde, como de costumbre, los pacientes salían al aire libre y yo entre tuviera engañado, invirtiendo de esa manera el marco y consiguiendo
ellos. Vagaba por el césped y lanzaba frecuentes y esperanzadas miradas hacia una amplia gama de ventajas 71 • De modo que la claridad que obtiene
la puerta, por la cual pensaba que pronto pasaría mi visitante previsto. En la sustrae de aquellos que le han estado engañando. Y en el caso de
menos de una hora apareció. Primero lo vi a unos trescientos pasos y, movido que el descubridor confronte a los fabricadores con la evidencia, tam-
más por la curiosidad que por la esperanza, avancé para reunirme con él. «Me poco es necesario, y ni siquiera probable, el reconocimiento; es proba-
pregunto qué mentira dirá esta veZ», pensaba para mi. ble que se introduzcan, al menos temporalmente, protestas, explica-
La persona que se acercaba hacia mi era ciertamente el doble de mi her- ciones y contraacusaciones, que dan como resultado una disputa
mano; tal como yo lo recordaba. Pero había dejado de ser mi hermano, como
había dejado de serlo durante los dos años precedentes. Seguía siendo un de-
sobre el marco. Un consejo legal prudente recomienda que el aparen-
tective. Eso era cuando le estreché la mano. Tan pronto como acabó la cere- te reo no admita nunca, bajo circunstancia alguna, las acusaciones que
monia, me mostró un libro forrado en piel. Al instante reconocí que era uno se le hacen. (Así, pueden definirse por contraste las fabricaciones be-
que yo había usado durante varios años antes de caer enfermo en 1900. De él névolas, ya que en este caso el descubrimiento y la confrontación sí
sacó mi última cana. conducen a la aceptación y a la clarificación general del marco.} Ha-
«Éste es mi pasaporte>>, dijo. bría que esperar, pues, que cuando ocurre una denuncia pueda bus-
«Me alegro de que lo hayas traído», dije fríamente mientras lo miraba y carse una equivalencia funcional como sustitutiva de la admisión o la
estrechaba de nuevo su mano -esta vez la mano de mi propio hermano. confesión debidas, pero no obtenidas. Como ya se ha ilustrado, los de-
«¿No quieres leerlo?», preguntó. bates sobre el marco ante los tribunales y en otros lugares de sesiones
1
huida o pelea.
mundo era mío otra vez. Aquella gigantesca red tejida por una imaginación La clarificación del marco va asociada con otras dos posibilidades
infatigable, aunque cansada, fue reconocida inmediatamente por mí como menos importantes que podñan mencionarse. La primera de éstas su-
1
j
una maraña de delirios en los que había estado enredado prácticamente sin
esperanza alguna 70•
11 Véase S. l., pp. 54-.5.5. Hay una diferencia significativa entre d descubrimiento
del juego suáo y la mera sospecha. En el último caso, a menudo se piensa que no hay
buenas razones para mantener la sospecha; la confrontación directa ocurre a menudo,
t 7
° CHfford Whittingham Beers, A Mind That Found ltsel/ (Nueva York, Long- ruo.ndo d acusador siente que existe la oportunidad de que se ofrezca una explicación
¡ mans, Green and Co., 1908), pp. 78-79. satisfactoria.
1
1
1
T
3S6 En.ring Go/fman Problemas frecuentes 3'7
pone la confesión innecesaria y la autorrevelación innecesaria. Un in- él sabe perfectamente que no, y sabe, por lo tanto, que sus declaracio-
dividuo puede pensar que su mascarada ciertamente ha terminado y nes de juego limpio para con él y sobre lo que saben acerca de él son
r; participar en la clarificación del marco, para en definitiva descubrir falsas.
que su secreto, en realidad, no ha llegado a conocerse:
I¡
Blabbe.-Ayer por la tarde, un coche zigzagueaba por la avenida 19 y giró a
I• la izquierda, lo que estaba prohibido, hacia la avenida lrving, por lo que un
1¡ coche patrulla de la policía le dio el alto hacia las seis y cuarto.
V
policía blanco, que estaba allí, para que arrestara al negro. El policía, una vez
comprobado que aquello no formaba parte de la película, fue a detenerlo.
El sonido de un megáfono bramó: «Atención, la Guardia Nacional y la
policía: una vez que entren en el edificio, no griten, no chillen, den la welta y
salgan otra vez>>. Sonó un silbato, las sirenas gimieron; 700 chicos se levanta-
ron de golpe y comenzaron a cantar. El policía se encogió de hombros y solió
del campo de la cámara.
La escena salió muy bien, supongo...
Uno de los actores había pisado un trozo de cristal. Dos personas lo esta-
ban atendiendo. Una le limpiaba la sangre del pie. Otra le aplicaba más san- 1
gre en la barbilla 74•
Hasta ahora, una de las posibilidades del individuo considerado es
la de alguien que tiene percepciones precisas en cuanto al marco,
mientras que otra de las posibilidades son las percepciones erróneas,
engañosas o ilusorias; este individuo actúa también, tanto verbal
como físicamente, sobre la base de estas percepciones. Y se ha argu-
mentado que el encuadre de la actividad del individuo es lo que le
dasenci~o.
Sin embargo, el marco 9rganiza algo más que el significado; orga-
niza también la particiQ_~ción,. Durante cualquier torrente de activi·
dad, lospiffiapañtes normalmente no sólo adquirirán un sentido de
lo que está pasando, sino que también (en cierto grado) quedarán es·
pontáneamente absorbidos, enganchados, cautivados.
Todos los marcos sup_onen expectativas de tipo normativo respec-
to a lo profunda y plenamente que el individuo va a implicarse en la
~ti~dad organizada por los marcos. Claro es que los marcos difieren
1 ampliarñen-te en la participación prescrita a los participantes que los
1 sustentan. Algunos, al igual que los semáforos, son efectivamente sos-
i tenidos como focos de atención intermitentes cuya apelación al parti-
11 cipante sólo es profunda cuando hay que evitar un problema impre·
:l visto. Otros marcos, como el que subyace a las relaciones sexu~es,
prescriben una participación literal y figuradamente envolvente. En
lli 1 codos los casos, sin embargo, se establecerán los límites subyacentes,
definición referida a lo que constituye una participación insuficiente y
!f una participación excesiva. Los diversos conjuntos de materiales con
•f
~t los que el individuo trabaja y juega diferirán según su efectividad para
captar y mantener la atención; algunos, como los juegos de tablero y
de cartas, parecen estar específicamente diseñados para convertirse en
«absorbentes» [engrossables], estableciendo a este respecto un crite·
H James Kunen, «Son of Strawberry Statement», en New York Magavne, 12 de
rio con el que juzgar otros conjuntos de materiales -incluyendo los
enero de 1970, p. 47. conjuntos que el mundo cotidiano nos ofrece.
360 Erving Go!fman F.Pptura$ del marco 361
La participación es un proceso psicobiológico en el que el sujeto participación de un lector en un episodio de una novela es, en su sen-
se toma al menos parcialmente inconsciente de la dirección de sus tido relevante, la misma que su participación en una franja de expe-
sentimientos y de su atención cognoscitiva. Esto es lo que quiere decir riencias «real>>. Cuando James y Schultz hablaban de algo que es «real
la absorción. De ello se sigue que si se ha de mantener un determinado a su manera>> y de «realidades múltiples», pensaban realmente en algo
foco de atención, no puede mantenerse intencionadamente (al menos potencial para inducir el poder de absorción 2 •
totalmente), ya que esa intención introduciría un foco de atención di-
ferente, el de mantener uno en particular. Nuestra conducta, cuando
se analiza, debe demostrar que sostiene el foco oficial de atención,
pero no porque intentemos hacerlo así. Aquí, pues, es la participación n
apropiada la que genera la conducta apropiada. Y a menudo no es su-
ficiente una identificación generalmente correcta de una actividad en Dando por supuesto que se espera que el marco aplicado a una activi-
la que participamos. Por ejemplo, un individuo, en cuanto que euro- dad nos capacite para habérnoslas con todos los acontecimientos de
peo, puede saber perfectamente que es música india lo que en ese esa actividad (informando y regulando muchos de ellos), es compren-
momento se interpreta ~ incluso puede saber que están tocando la sible que pueda ocurrir algo intratable, un suceso que, de hecho, no
tabla y el sarod- y, sin embargo, estar, y dar pruebas de estar, incó- puede ser ignorado y al que no se le puede aplicar el marco, produ-
modamente ajeno al mundo cuya escucha debería haber creado para ciendo en los participantes desconcierto y decepción. En síntesis, pue-
él. No puede seguirlo ni puede participar de la música y, por lo tanto, de producirse una ruptura en la aplicabilidad del marco, una ruptura
siente la desagradable limitación de asistir a una experiencia sin sen- en el gobierno de éste. En los anteriores capítulos se consideraron va-
tirla. rios ejemplos de ello.
La participación es una obligación vinculante. Si un participante Ahora bien, es evidente que el cuerpo humano es una de las cosas
no logra mantener la atención prescrita, es probable que otros partici- que pueden alterar la organización de la actividad y romper el marco,
pantes se den cuenta de este hecho y se vean obligados a participar en como cuando un individuo aparece con la ropa desabrochada o con
la consideración de lo que el delito significa y en lo que debería hacer- una vestimenta inadecuada, o cuando un invitado patina en la alfom-
se al respecto -y esta participación necesariamente los aparta de bra o un niño le da un golpe a un jarrón. También es evidente que
aquello en lo que deberían participar-. Así, la inadecuación de una cuando un individuo desencuadra los acontecimientos, su acción sub-
persona puede crear inadecuaciones en los demás. Y con independen- siguiente romperá el marco aunque sea de forma muy tranquila y sere-
cia de que el individuo tenga una participación escasa o excesiva, ten- na. Consideremos, además, que el individuo, al sustentar las fabrica-
drá motivo para manejar el espectáculo de su participación con el fin ciones, se halla en una situación difícil y especial. No puede confiar en
de minimizar su efecto perturbador en otros participantes 1•
Decir que hay límites a la libertad para mantener mucha o poca
2
participación no nos debería ocultar el hecho de que se tolera cierta Como William James dice a pie de página:
desviación de la norma. Y si se mantiene una excusa efectiva, puede Sucede que podemos decir cosas tales como que lvanhoc ~11/mmle no se Cll$Ó con Rebeca, como
tolerarse una desviación grande. Cierto es que tal desviación constitu- Thackeray le bace/als11mente hacer. El mundo real de lvonboc es d que Woltcr Scott escribió para
nosouos. En ese mundo lvanhoc no se casa con Rebeca. Los objetos que están dentro de: ese mun-
ye un elemento integrante de casi todas las fabricaciones. do se entrelazan mediante relaciones perfectamente definidos, que se pueden afirmar o negar.
Se debería subrayar que la cuestión de dejarse implicar en algo Mientras que atamos absorbidos c:n la novda, volvemos la espalda a todos los demás mundos y.
durante ese úempo, d mundo de lvanhoc se monúcne como nucsua realidad absoluta. [Pnnaples
-en una palabra, la absorción--,. no nos ofrece un medio para distin- o/PJyáiowgy, vol. 2 (Nueva York, Dovcr, 1950), pp. 292-293 .]
guir las franjas de actividad no transformada de las transformadas: la
(Como se ha sugerido anteriormente, James compensó esta jugada diciendo a con-
tinuación que «cuando despertamos del hechizo, sin embargo, encontramos un mun-
do todavía más real que reduce a lvanhoc, y a todas las otras cosas relacionadas con él,
1
Tratado más ampliamente en «Alienation from Intcraction», en l . R., pp. 113-136. a un estatus ficticio, relegándolo a uno de los subuniversos».)
362 Er11ing Go!fman R.llplura1 del marco 363
una relación inmanejable entre su propio componamiento Y la escena bles o, debido a la falta de tiempo, verse forzados a leer tan deprisa
en que éste ocurre, ya que la coherencia mutua que no~almente ~ur que se desacredita toda pretensión de estar hablando normalmente.
ge sin esfuerzo aparente ahora ha de ser lograda y sostemda conscien- En los programas de radio en directo, los efectos sonoros a veces hao
temente. No sólo puede producirse una ruptura en ese marco, total- fallado, como en el caso siguiente:
mente al margen de la conducta de los parrl:cipantes, sino que ~d~más
la acción tranquila y considerada de un fabricador puede constituir un GANGSTER.- Bien, canalla, te he cogido con las manos en la masa y ahora te
traspiés, rompiendo el marco que se sustentaba de cara a los embau- voy a agujerear.
cados. No es necesario que participe inapropiadamente de m.anera (Silencio lota/.)
GANGSTER.- (Dándose cuenta de que el encargado de los efectos sonoros
emocional, sino meramente que actúe de modo que desacredite las tiene problemas.) Pensándolo bien te voy a cortar el cuello.
presunciones sobre la escena que se está susten~ando. (Dos disparos: El encargado del sonido había localizado su problema)~.
Otro conjunto de circunstancias que permite la ruptura sosegada
del marco se produce en las actuaciones escénicas que siguen un En todo esto puede verse que el cuerpo humano, al igual que cual-
'
¡,
guión. Se supone que estas ~ctividades implican.~ espectador, entu- quier otra pane de una escena en curso, puede fallar en la sustenta-
i siasmándolo, hasta que medio se cree que la relacton entre el persona- ción del marco en el que se encuentra. Sin embargo, las dificultades a
je y la escena representada es la habitual-la que suste11ta una compa- considerar ahora se refieren a una pane especial del cuerpo, la parte
tibilidad mutua sin un esfuerzo especial por parte del actor-. Pero que produce la expresión facial. Porque, en este caso, existen riesgos
obviamente este apoyo mutuo está cuidadosamente diseñado, planea- especiales a tratar. La expresión facial es capaz de cambios extremada-
do y plasmado en un guión de antemano, elabora?o en cada det~e y mente rápidos y de matices extremadamente delicados. Puede ser ex-
sujeto a fallos. Así, un actor puede encontrar.~º solo que el p~~p10 _es- quisitamente sensible al momento pasajero y se requiere que lo sea.
cenario ha fallado de repente en la sustentacion de su actuac1on, smo (También podríamos hablar de un marco facial, ya que el rostro nor-
que también el guión que intenta seguir le conduce a un mayor des- malmente estará ordenado a seguir la actividad encuadrada en curso.)
crédito del ámbito que ha estado propiciando. Así ~~es, de nuevo t~
l. nemos un individuo que rompe el marco sin el reqws1to de una parti-
Es precisamente a través de esta expresión -más estable que cual-
quier otra- como el individuo se ve obligado a demostrar la implica-
'
cipación inadecuada. (En la vida no escénica sólo tenemos que llevar a ción adecuada en la escena en cuestión y respecto a ella. Sin embargo
cabo una acción; en las representaciones, toda una escena.) De ~º??
1 semejante, los que trabajan con marionetas deben afrontar la posibili-
este campo de expresión es, necesariamente, una cosa lábil, inestable.
Puede ser deformado por cualquier viento perceptible. Es esta panta-
1 dad de que se rompa un hilo o una cuerda o de que éstos se enganchen lla de la sensibilidad la que hay que examinar funcionalmente.
i con una marioneta en acción, o de que se desprenda un trozo de la Cuando un individuo participa en una definición de la situación,
1 marioneta o de que sin darse cuenta se haga dar a ésta unos cuantos puede que las circunstancias le hagan liberarse, de repente, de la pre-
pasos fuera del tablado o de que mueva la boca a destiempo de la voz sión que el marco tiene sobre él, aun cuando puede que la actividad
l que habla entre bastidores o de que responda a.un ~ombre qu~ no es
1 como tal continúe. Esta liberación adopta dos formas diferentes.
el suyo. Y si los que hacen las voces usan un anilug10 para r~zar un En una de ellas esta liberación se efectúa de manera autorizada,
1 cambio de tono, existe la posibilidad de que se lo traguen sm d~rse con el establecimiento de una interrupción oficial mediante el uso de
1 cuenta l. De igual modo, los oradores políticos pueden verse obliga- corchetes internos; o se ejerce el derecho personal a la distracción,
1 dos a ir demasiado deprisa o demasiado despacio a causa del tel~,:i como cuando un orador hace una pausa momentánea para tomar un
1 puntador. Los locutores de radio deben encarar la l~ctur~ de un gmo~ sorbo de agua. Suele ser frecuente que el que se reúra de esa forma
mal redactado, lanzando al espacio una frase o una idea 10comprens1-
' Aquí sigo casi por completo a Gcrold L. Hanc~. «A Framc Analysis of the Puppc:t ~ Kcnnit Schafc:r, ParJon My Blooper (Grc:c:nwich, Connecticut, Fawcett Publica·
Theater» (trabajo inédito, Univc:rsity of Pennsylvania, 1970). tions, Crest Books, 1959), p. 9.
364 EnJtng Go/fman
para que mi compañero, que estaba a unos cuantos pasos, viniera a rescatar-
365
lo que los testigos autorizan aquí es el derecho de una persona a ser me. Así, aquel dolor intenso hizo que mi mente se convirtiera en la de un asno
algo más que el rol que actualmente está representando, alguien que y dejara de funcionar racionalmente.
tiene necesidades propias, en este caso la de abandonar el marco. Es El miedo, ocro desagradable estado mental, tiene a menudo un efecto de-
una retirada ordenada. bilitador semejante sobre los procesos de pensamiento de la humanidad.
La segunda clase de liberación es la que recae sobre la expresión ¿Quién no ha oído relatos desgarradores del aviador presa de pánico que se
facial y supone una interrupción en la expresión de una participación queda petrificado, siendo incapaz de salir de la picada fatal? ¿O del conduc-
tor aterrorizado que no puede levantar el pie del acelerador cuando es inmi-
apropiada, respetuosa. No hay autorización para el abandono, y es tí- nente el choque contra un tren a gran velocidad?
pico que el actor no pueda insertarse fácilmente de nuevo en la parti- Cuando Juan Marichal y John Roseboro desencadenaron una famosa
cipación apropiada, volver a ser controlado por el marco. Y su aban- bronca d pasado domingo en Candlestick Park, no estaban movidos por el
dono precipitado de la participación efectiva puede interrumpir la dolor o el miedo. Pero eran presas de una emoción igualmente arenazadora
participación adecuada de otros participantes. Adviértase de nuevo d de la mente-¡la ira!
efecto multiplicador. Cualquiera que sea la causa que hace que un in- A excepción de la circunstancia casualmente favorable de un bate en la
dividuo rompa el marco, produce en él un comportamiento que pue· mano de Marichal, cuando los ánimos contenidos durante un largo tiempo se
de hacer que también lo rompan los otros, dándoles con ello una ra- exaltaron, la cuestión de la pelota arrojada por los Dodgers a la cabeza del ba-
zón adicional a la suya propia para una participación inadecuada. teador de los Giants se habría resuelto sólo con unos puñetazos. Porque Ma-
richal no es malvado rú cobarde. Pero al calor de la furia enfebrccida, Juan se
Consideremos ahora la ruptura del marco facial.
quedó petrificado.
Afortunadamente la situación, potencialmente mortal -Roseboro tirán-
l. Existe la posibilidad central de que el individuo dé un vuelco en dole insensatamente una pelota a la cabeza a Marichal, Juan vengándose in-
cuanto que interactuante, y en este modo de autoexclusión no logre sensatamente al golpear con violencia con d bate infame a J ohnny- se resol-
recuperarse del todo -al menos temporalmente- para participar en vió por sí misma mediante una especie de espectáculo de feria. Nadie resultó
cualquier otra clase de rol organizado. Así parece que en todas las seriamente herido 6 •
sociedades un individuo puede encontrarse en la situación de estallar
en risa, llanto o ira, o de huir de un acontecimiento, preso de pánico y Más común es, sin duda, el desbordamiento que representa el es-
terror; en una palabra, «desbordarse» {flooding out]'. (Aquí subsiste fuerzo sin éxito por suprimir la risa, llamado a veces «partirse de risa>>
el hecho de que cualquier número de participantes en una actividad, (o morirse de risa). Un relato de Herb Caen lo ilustra:
de uno a todos, puede desbordarse al mismo tiempo, y puede produ-
cirse un proceso circular, bien amortiguando la perturbación, bien El grupo [Aria de Bach] que incluye al [tenor Jan] Peerce, la soprano Eileen
exacerbándola.) Además, popularmente se sobreentiende que hay Farrell, otros dos buenos cantantes y un grupo de cámara, ofrece recitales
que considerar las variedades en su conjunto: sedantes, incluso austeros -todos vestidos de negro, sentados en el escenario
con primor sobre sillas de respaldo recto y con aspecto extremadamente cir-
Hace algunos meses salí de mi coche, agarré el bolso y dos grandes libros en cunspecto, como corresponde a Bach.
el hueco del brazo izquierdo, escuché el tranquilizador ruido de la puerta al Antes del recital, Peerce estaba entre bastidores calentando sus excelen-
cerrarse cuando la cerré con la mano derecha y descubrí por un dolor agudí- tes cuerdas vocales, desgranando un do de pecho tras otro, mientras la señori·
ta Farrell escuchaba entusiasmada. Finalmente ella preguntó: «¿Cómo lo ha-
simo que me había dejado pillado el dedo pulgar. Desearía informar de que
una presencia de ánimo inteligente me ordenó soltar el bolso y los libros y ces, Jan? ¿Cómo das esas notas sin esfuerzo aparente?». «Muy fácil, Eileen
abrir a toda prisa la puerta con la mano izquierda. Pero no lo hice. Me quedé -sonrió-. Me imagino que voy a tomar un helado.»
clavada como si estuviera pegada con cemento y grité como un puma herido Unos minutos después el grupo Aria de Bach apareció en el escenario
-serios y correctos- y se sentaron. Cuando Peerce comenzó a entonar su
primer solo, )a señorita Farrcll susurró algo que le hizo echarse para atrás, e ma pesada, corren el riesgo de echar abajo el tinglado si no saben
irremediablemente se convulsionó de risa; en ese momento el espectáculo se ocultar la risa contenida, y de ahí las pugnas de los niños por ver quién
detuvo y nunca recuperó su delicado tono. Lo que ella había susurrado era: puede hacer reír a otro y quién es el que mejor puede mantener una
«¿De qué sabor?» 7 • postura corporal y facial imperturbable 11 • Los actores escénicos pue-
den experimentar un destino parecido, ilustrado, por ejemplo, en los
Obsérvese que cuando un individuo se desborda, a menudo hará comentarios deJoan Maclntosh sobre uno de sus papeles en la pro-
un esfuerzo ritualista por ocultar lo que le ha pasado, siendo la forma ducción de Schechner Dionysus in 69:
más común taparse Ja cara con las manos -acto instrumentalmente
vano que, al parecer, se encuentra en numerosas y distintas culturas 8 • La primera intervención como Dionisos es para mí el papel más difícil de la
Ahora bien, la pregunta es: ¿cuáles son las circunstancias habitua- obra. Aquella en la que aparezco vulnerable y desnuda, dirigi~ndome al pú-
les que originan el desbordamiento? Pueden hacerse algunas sugeren- blico diciendo que soy un dios. Absurda y falsa. No me lo creía y por lo tanto
cias. Una: cuando los individuos se ven obligados a desempeñar un rol el público tampoco se lo creyó. Los ojos vidriosos, d cuerpo movilizado y a la
que piensan que no es intrínsecamente propio de ellos, en especial defensiva. Ensayos con R S. Le dije que sentía que era un fraude hacer eso. Él
cuando se piensa que es demasiado formal y, pese a ello, no hay ningu- me dijo que reflejase eso, esa angustia y esa sensación de fraude -no lo ocul-
na sanción fuerte para inhibir una ruptura del marco. Gerald Suttles tes ni lo falsees-. Muy difícil de hacer. Siempre tengo miedo de que va a ocu-
rrir algo que no pueda controlar. Pero me he dado cuenta de que cuando soy
escribe así acerca de la juventud en los suburbios:
honesta, surgen de mí la risa y la alegría. Lo absurdo de decirles a 250 perso-
Cuando los trabajadores sociales intentan introducir roles explícitos, como nas que soy un dios me hace reír y el público ríe conmigo y poco a poco me
presidente o secretario, los chicos suelen pensar que son muy divertidos. En siento fuerte y se desvanece mi irrisión 12 •
apariencia, la incongruencia de alguien que «representa su papel» es excesiva
para ellos y los «desconcierta». Así pues, cuando son elegidos para algún car- Obviamente, en estos ejemplos se trata de los límites de un marco
go, a los chicos les es casi imposible poner «cara seria» 9 • y en particular de los lúnices de su capacidad para que el actor man-
tenga la transformación que está obligado a mantener.
De modo semejante, se relata que en los destructores navales, la Los individuos que intentan mantener una «apariencia normal»
primera vez que un neófito pasa por el ritual de intercambiar el reloj en condiciones azarosas y funestas, estén implicados en un engaño be-
con un compañero, es probable que se sienta desconcertado 10• El ob- névolo o explotador, también tienen un problema: evitar ser desbor-
servador participante se enfrenta a un problema parecido: al respon- dados mediante un comportamiento defensivo puede generar algo
der a expresiones y acciones totalmente increíbles según las normas que se considera hecho a escondidas, un desbordamiento que da al
«modernas», el etnógrafo debe intentar actuar como si no le chocara traste con el tinglado.
la participación en la conversación, aunque a menudo le sucederá eso. Resulta interesante que d desbordamiento ocurra, a veces, cuando
En las situaciones sociales formales, los invitados se enfrentan ante un individuo debe aceptar constricciones en su comportamiento cor-
una cuestión semejante, especialmente si hay que mantener cierto gra- poral sobre gran parte de su cuerpo (como cuando debe permanecer
do de solemnidad. De igual modo, las personas implicadas en el man- inmóvil para probarse un traje, posar para un retrato, llevar un vestido
tenimiento de fabricaciones benévolas, como, por ejemplo, una bro- envarado o estar en un túnel estrecho); lo normal suele ser la risa o la
broma. Incapaz de mantener pequeños ajustes a través de los que nor-
7 San Francisca Chronic/e, 8 de noviembre de l 964.
11 Harvcy Sacks, en apuntes de clase inéditos, presenta una útil descripción dd
1 Ireniius Eibl-Eibcsfddt, en Love and Hate (Nueva York, Holt, Rinehart & Wins·
ton, 1971), pp. 50·'1, ofrece un fragmento de prueba fotográfica. juego infantil «Button, Button, Who's Got the Button?» y defiende d rol de esas com-
9 Gerald D. Sunles, The Social Order o/ the Slum (Chicago. University of Chicago peticiones con cara seria en la socialización de los jóvenes para ser competentes adul·
Prcss, 1968), pp. 185-186. tos hipócriw.
1• David L. Cook, «Public Order in the us Navy» (trabajo inédito, Univcrsity of u Richard Schcchner (ed.), Dionysus in 69: The Performance Group (Nueva York,
Pennsylvania, 1969). Doubleday and Company, 1970), sin numeración de página.
T
malmente se mantiene una postura visible, el individuo se mofa de misión, «99 de cada 100 se desarrollan con tranquilidad». Para evitar la histe-
toda la situación, convirtiendo su yo [se/fl del momento en un perso- ria recurren a la ayuda del capellán. «Pienso que los capellanes desempeñan
naje burlesco, para poder preservar otra cosa como actor 13 • De modo una tarea admirable y creo que los calman lo suficiente para ese breve lapso
de tiempo», como uno de los testigos adujo".
semejante, cuando el individuo se ve forzado a considerarse en el futu-
ro bajo un disfraz que le es ajeno, el resultado puede ser también la
Aquí, desde luego, se ven los límites que un determinado grupo de
broma, como un experto en derecho sugiere:
personas tiene para los cambios de clave de distinto tipo. Cuando, por
Se pretende que la ceremonia que rodea a la ejecución del testamento sea no- ejemplo, en 1965, Christian Dior llevó su colección de alta costura a
ble y solemne. En el despacho de un gran bufete de abogados, la ceremonia es Varsovia, los presentadores que hablaban en polaco fueron acogidos
probable que sea breve, enérgica y precisa; sin embargo. muchos clientes tra- con risas en distintos momentos, debido a que los vestidos y los co-
tarán embarazosamente de ocultar su risa y harán algún chiste autoconsciente mentarios parecían demasiado alejados de la realidad para que el pú-
a su cercana muerte H. blico los tomara en serio, es decir, en aquella transposición de claves
que se produce en los pases de modelos 16• O lo siguiente:
Adviértase que en estas jocosidades puede producirse un cambio
muy sutil: el individuo comienza a tener un comportamiento parecido Viena.- Los actores se quedaron inmóviles sobre el escenario del teatro An
al escénico y pasa de representar un rol a la representación de toda der Wein, donde se interpretaban por vez primera el Fidelio de Beethoven y
una identidad personal ficticia, ya que parece que es más fácil mofarse otras muchas obras famosas.
de las personas que de las actuaciones del rol. «Vietnam», gritó un miembro de la compañía de vanguardia americana
Al igual que hay situaciones que engendran el partirse de risa, Living Theater, en medio de la representación, el lunes por la noche. «Was-
hington, D. C.», gritó otro. «Alto a la guerra.» «Comida para los pobres.»
también existen aquellas que ponen a los participantes al borde de «Libertad ahora.»
otras clases de desbordamiento y que generan en algunos de los parti- Los actores distribuyeron papel higiénico, se sonaron y comenzaron a
cipantes (y a veces en todos) una sensación de precariedad del marco: escupir.
Todo era pane de una obra llamada Los misten·os, interpretada por la
La rapidez es la base de la humanidad que rige una ejecución por ahorca- controvertida compañía dirigida por el americano Julian Beck y su esposa,Ju-
miento, no sólo rapidez en producir la muene (y nada puede ser más rápido dith Malina.
que la muerte instantánea), sino rapidez en los preliminares necesarios. Esta
rapidez produce además una eficacia técnica, ya que reduce el tiempo duran-
te el que un preso puede darse cuenta plenamente de lo que está sucediendo, " Justin AthoU, Shadow of lhe Gal/ows (Londres, John Long, 1954), p. 127. La
provocando con ello su hundimiento, y probablemente explica por qué el se- cuestión en un ahorcamiento es, desde luego, que se trata de un acro ccrcmonializado
ñor Pierrepoint ha experimentado tan pocos desfallecimientos de ese tipo. que ocurre sobre un escenario, y en timto que el condenado puede ver que él es d actor
Un preso que se desmaya o un preso que lucha, inevitablemente, arruina el principal, poseerá una transposición de clave de los hechos que él y el público pueden
suave ejercicio de la ejecución, pero, como el señor Pierrepoint le dijo a la Co- soportar -una versión ordenada, atenuada de la realidad, que es probable que él y
ellos sean capaces de manejar sin un excesivo desbordamiento, unos arreos, por así de·
cir, para refrenar sus sentimientos, que de otra manera podrian desbocarse lamenta-
11
Una versión no divertida se encuentra en las sábanas mojadas y las canúsas de fuer- blemente--. Resulta interesante que tal ritualización de la muerte sea a veces contras-
za de los hospitales psiquiiítricos para los que producen desórdenes activamente; el con- tada con la manera de comportarse de Jos salvajes, aunque pienso que sería difícil
finamiento produce un desbordamiento en ira, aumentando la incontrolabilidad de lo encontrar una práctica más salvaje que la nuestra -la de alabar a un hombre por ple-
controlado. El resultado puede ser el agoEllmiento -tanto dd yo como dd cuerpo-. Se garse a unas formas que aseguran un estilo ordenado, autocontenido, de su ejecu-
ha sugerido que este recurso médico muestra una ciena falta de cmpatia entre aquellos ción-. Así, se le pide (como a los soldados en d campo de batalla) que acepte y apoye
que autorizan su uso y aquellos a los que se les aplica, más todavia debido al argumento la acción que le quita la vida, poniendo efectivamente lo primero sobre lo segundo. Ese
que a veces se invoca, a s11ber: que los pacientes que padecen uastomos pueden liberarse curso de acción está bien para aquellos que escriben, predican o legislan en nombre de
profundamente gracias a esa opresión que ciertamente pueden estar buscando. la sociedad. Pero aceptar la muerte con cortesía o valientemente es dar un peso bastan-
14 Lawrcnce M. Friedman, «The Law of the Living, the Law of the Dead: Property, te mayor a Jn doctrina moral que el requerido por quienes la formulan.
16 San Frandrco Chronide, 9 de diciembre de 1%.5.
Succession, and Society», en Winconsin Law Review, CCCXL (1966), pp. 373-374.
T
por primera vez en una película 22, es probable que se parta de risa, da, pueda de repente perder el control de su apariencia de no partici-
esto es, que se encuentre desbordado por la risa. No puede adoptar el pación en la actividad y sumergirse patentemente en ella 2~. La biogra-
r?l de otro o de espectador, porque es él mismo quien está hablando y fía de un diplomático americano en Rusia ofrece un ejemplo, en el que
Sin embargo no lo c:s, porq~e.se encuentra desplazado. Otro ejemplo el escritor comenta su despedida de la escolta que tenía asignada en
corrobora estas nocmnes, s11v1endo como una especie de experimento Moscú:
natural:
Algunos de nuestros amigos estaban en los andenes para despedimos y hubo
f;.yer, el gobernador Grant Sawrer, de Nevada, riéndose, expuso lo que, según varios adioses tristes (una exigencia rusa en las despedidas). Siempre he odia-
él, fue ':1°º de los momentos mas asombrosos de su carrera política aquí. do las despedidas de este tipo y sentí cierto alivio cuando vi a los empleados
El joven gobernador, que aparecía en el programa como el principal ora- cerrar las puertas del tren. En ese momento miré hacia el andén y a1lí estaba
dor en el almuerz? de Las Vegas «en homenaje a San Francisco», llegó tarde mi guardaespaldas apoyado sobre una columna. Me mi.raba fijamente, con las
al abarrotado salon Mural del hotel San Francisco, precisamente cuando el manos en los bolsillos de su gabardina y la cabeza metida entre los hombros.
maestro de ceremonias había acabado de leer el discurso de Sawyer a los invi- Parecía totalmente desamparado y se me ocurrió que tal vez no deseaba un
tados allí reunidos. cambio de trabajo; puede que diera con alguien mucho más difícil y menos
. En m~?io de gran~es carc:ajadas, 6!e de~idamente presentado por su sus· acomodaticio que yo. Cuando el tren arrancó y comenzó lentamente a mover-
muto,Julian Moore, VIceprestdente mas anuguo del Frontier Fidelity Savings se, en un rápido impulso asomé la cabeza por la ventanilla del vagón, miré ha-
and Loan de Las Vegas. · cia él y le hice un saludo cariñoso con la mano. Con gran asombro por mi par-
Desconociendo todavía que su discurso ya había sido pronunciado el go- te, sacó las manos de los bolsillos, las movió diciéndome adiós y rió
bernador se acercó al micrófono. ' socarronamente de oreja a oreja, descubriendo una boca atestada de dientes
Jl:i<>?re se adcl~tó_Y le ~usurró al gobernador que ya estaba: «¿Ya has leí- de oro. Todavía fue más cómico el hecho de que cuando, en medio de su de-
do nu discurso?», dijo tncredulo al gobernador Sawyer por el micrófono. mostración, se dio cuenta de lo que estaba haciendo, borró la mueca de su
. «Esto crea un problema bastante intrincado», dijo a la audiencia, que vo- cara y volvió a meter las manos en los bolsillos de la gabardina 2'.
Ciferaba 23 •
3. La sugerencia implícita consiste, pues, en que cuando un indivi-
En estas d~plicacio~es del yo, el individuo ve que el rol que iba a duo rompe el marco es posible que se produzca un desbordamiento
repres~tar es_Ull1ecesano, y que el que está representando su imagen y un «embordamiento» [flooding in] desorganizados. Existe otra po-
no en~aJa en él, de modo que no puede sustentar ninguno de estos sibilidad: el comportamiento del individuo puede mantener la orga-
yos, m ser sustentado Pr:>r ellos, que es lo que sucede. La diversión que nización del rol pero con la clave cambiada. Así pues, la experiencia
supone ver una pantomima -lo que se tratará más adelante- segura- de un individuo en un determinado marco puede por sí misma pro-
mente tiene la misma base. ducir un ciclo ascendente de respuestas por su parte, una oleada de
senúmientos que le arrastra a una distancia mayor o menor respecto
~· . f!e considerado con detenimiento la única posibilidad de que un de la actividad inicial, añadiendo o detrayendo por lo tanto una capa
tndividuo pu~da _ser desbanca?o como interactor y se dé cuenta de que al marco de su respuesta. Lo que tenemos en este caso no es una
no sustenta rungun rol en parncular. Al mantener claro el sistema de re- mera respuesta en clave alta o en clave baja, sino las circunstancias
ferenci3:, puede considerarse otra posibilidad: que un individuo que que generan estas transformaciones, comenzando por las definicio-
presumiblemente está fuera de una actividad encuadrada un mero nes apropiadas -circunstancias que nos muestran los límites de la
transeúnte no implicado, pero que realmente participa de f~rma vela- capacidad de una clave para ordenar las creencias y sentimientos de
sus usuarios.
12
John Carey ha sugerido que es más probable que los individuos de nucscra cul-
tura romp~ a reír al escucharse que al verse, tal vez porque todos estamos acostum- 2
~ Tratado en «Fwi in Games», en E., pp. 63·64.
brados a nuramos al espejo. · " Jobo Whitwell, British Agent (Londres, William Kimber and Co., 1966),
2
' San Francisco Chronicle, 16 de octubre de 196.5. pp. 138-139.
374 Erving Go/fman Rllpturas Je/ marco 37.5
~) El cambio a clave ?aja [downkeying]. Quizá el ejemplo más Los hinchas dd Sivas se enfurecieron tanto con d «gol» que se abalanza-
obvio del proceso de cambio a clave baja ocurre en relación con la ac- ron contra las gradas ocupadas por los seguidores del Kayseri y comenzó la
titud lúdica q.ue, por así decir, campa por sus respetos, como cuando trágica lucha. La pelea duró varias horas 29•
los actos fingidos pasan a ser reales. Un etólogo que estudia el juego
de los niños ofrece una ilustración: Los participantes en una reunión pueden asimismo romper el
marco y cambiar a una clave baja pasando de la pelea verbal contenida
A veces la supuesta mueca parece «volverse real». Un niño que hace una a una de tipo más directo:
mueca durante mucho tiempo sin interrupción, abriendo cada vez más Ja
boca, puede .cle~~r sus c~jas y dejar de sonreír y su risa cambia y se convierte Nueva York.- El dirigente del sindicato marítimo Jcsse M. CaJhoon, de cua-
en una vocalizacion contmua, en un grito trémulo26. renta y un años, se entregó ayer a la policía, tras ser acusado por un ejecutivo
de una compañía naviera de haber saltado sobre la mesa de la reurúón y ha-
De modo semejante, durante los combates profesionales debo- berJe dado una patada en la cabeza durante una sesión de la negociación co-
xeo, la pelea puede «irse de las manos», y alguien puede recibir golpes lectiva 10.
con más frecuencia y brutalidad de lo que corresponde al marco del
boxeo o incidentalmente a la vida del receptor 27 • Las exhibiciones de Los individuos que intentan practicar la lectura rápida dan cuenta
lucha profesional han llegado incluso a cambiar a clave baja de esta de una experiencia parecida: comienzan leyendo deprisa, prestando
manera, con las asombrosas consecuencias de que los luchadores se poca atención a lo que leen, pero al cabo de unos segundos encuen-
han enco9trado que sangraban, con sangre real 28• Y los espectadores tran que se están metiendo en el texto y reducen la marcha. Los lecto-
de estos deportes pueden exaltarse, con un apasionamiento excesivo, res de pruebas pueden verse afectados de manera semejante. Inciden-
hasta que desaparece la máscara de la expresión y se produce la parti- talmente, los estudiosos de la interacción a menudo tienen d mismo
cipación abierta: problema: comienzan atendiendo a un elemento determinado de la
escena, pero pronto se dan cuenta de que han sido arrastrados a parti-
Estambul.-Ayer, en un partido de fútbol, cstalJó una violenta pelea entre los cipar normalmente, dejando de atender al foco especial de observa-
hinchas rivales, muriendo al menos trienta y nueve personas y quedando heri- ción que ellos mismos habían determinado. En los casinos de Nevada,
das otras seiscientas, dijo la policía turca. el gancho, normalmente, considera facilísimo mantener la distancia
T~tigos presenciales dijeron que los hinchas peleaban con navajas, cade- obligatoria de la partida, pero a veces, en respuesta a una determinada
nas, piedras y palos. Algunos fueron arrojados de las tribunas. combinación de cartas, puede verse de hecho preocupado por saber
Los espectadores intentaron huir del estadio y muchos fueron pisoteados cuál será la carta siguiente, igual que un jugador de buena fe. Del mis-
cerca de las salidas. mo modo, en la dirección de ejercicios militares, el árbitro puede te-
Los testigos dijeron que el aboroto comenzó cuando el Kayseri metió un ner como una de sus tareas «centrar la atención de los participantes en
gol en el minuto veinte de juego en el partido contra el Sivas, en la ciudad de
Kayseri, en Anatolia Central. los aspectos de entrenamiento de las maniobras antes que en el logro
de una "victoria" o "derrota" ficticias, dirigiendo, cuando es necesa-
rio, el desarrollo de situaciones que eviten esta última tendencia» 31 •
26
N. G. Blurton-Jones, «An Ethological Study of Sorne Aspccts of Social Bcha· De modo parecido, cuando un lingüista pide a sus informantes de los
viour of Children in Nursery School», en Dcsmond Morris (ed.), Pn'mate Ethology
(Londres, George Wcidenfdd and Nicolson, 1967), p. 3-'9.
77
Un ~uen ejemplo de ello fue la fatal pdea entre los pesos welter Émile Griffin y 19
San Francisco Chromcle, 18 de septiembre de 1967.
~ny (Kid) Parct, el 24 de mar:zo de 1962. Véase, por ejemplo, d San Francirco Chro- Jo [bid., 6 de junio de 1965. Que unos negociadores hábiles puedan simular una
nrc/e, 26 y 21 de marzo de 1962. Parece que Paret fue golpeado con excesiva intensidad ruptura dd marco en un momento estratégico es ciertamente una posibilidad, precisa·
veintidós veces después de haber claudicado contra las cuerdas. (Adviértll5e d hecho mente aquella que d análisis dd marco nos pcnnite anticipar.
relevante respecto al marco de que un buen ejemplo puede ser un mal acontecimiento.) JI Manual de campo dd Ministerio del Ejército (F. M., 10-'-5), Maneuver Control
l l Se rdata un caso en Li/e, 2 de diciembre: de 1957. (Washington, D. C., Departmcnt of the Army, 1967), p. 95.
376 Ervíng Go/fman Rupturas del marco 377
barrios bajos de la ciudad que ilustren los insultos rituales llamados en su gira con Lucía de Lammermoor en el teatro Metropolitan Opera y estaba
«tacos», puede darse un cambio gradual de la ilustración al acto' 2• Así recibiendo los aplausos tras bajar el telón cuando cayó al suelo desmayada. Un
también los informadores de acontecimientos «en directo», que se su- psiquiatra que la examinó dijo que estaba tan inmersa en su rol que ella pen-
só que había muerto. La cantante se recuperó rápidamente".
pone que han de ofrecer un comentario sobre la marcha con un dis-
tanciamiento emocional considerable entre su narración y aquello que No es necesario que medie la pasión. Parece que a veces se produ-
están narrando, pueden a veces exaltarse y mostrar la participación di- ce una simple ruptura en la tensión cognoscitiva, como sugiere este
recta como un espectador --o al menos más directa de lo que lo hacen
disparate:
los informadores habitualmente:
La obra de televisión era Abe Linco/n in Illinois [...],en la que Raymond Massey
(Ruido de gentío.) tenía el papel estelar. En el escenario los actores estaban despidiendo al presi-
Quedan veinúocho segundos - se produce un disparo desde atrás por el dente[. .. ] cuando uno de ellos gritó...: «Adiós, señor Massey»> 6•
centro - parece un pase - es un pase.
(Gritor.) Si los actores en las actuaciones en directo son proclives a una
Allí va - llega a la línea diez, a la veinte, a la treinta - lo consiguió. transposición en clave baja, las audiencias también lo serán. No es di-
(Gritor.)
Va como loco, sí, sí, allá va- ¡qué carrera ha hecho el tío cabrón!}). ficil encontrar referencias contemporáneas:
Nueva York, 12 de marzo.- Una joven mecanógrafa que, al parecer, se enco-
Quizá los ejemplos más conocidos de cambios a clave baja son los lerizó en la obra de Broadway Mirando atrár con ira so.ltó por encima de las can-
relacionados de hecho o por tradición con los guiones dramáticos. dilejas durante la representación de la pasada noche y atacó al accor principal.
Son narraciones sobre actores que quedaron tan absorbidos por el ca- Joyce Geller, de veinúocho años, gritando: «Él me ha dejado, me ha deja-
rácter que representaban que cambiaron de la clave teatral a la situa- do», comenzó a golpear al actor británico Kenneth Haigh, quien incorpora
ción real: en la obra el papel de un adúltero.
«¿Por qué tratas así a esta chica?», gritó ella.
Newcasde-on-Tyne, Inglaterra, 2 de octubre.- Orson Welles golpeó la cabe- Haigh evitó los golpes y un compañero actor acudió en su ayuda. Los dos
za de Desdémona de forma tan brusca al úrarla sobre la cama en la escena del la redujeron empujándola hacia el lateral y la actriz Vivienne Drummond pi-
crimen de Ote/o, la pasada noche, que los miembros del público comenzaron dió que bajaran el telón.
a susurrar protestas. La señorita Geller, quien más tarde dijo que había identificado su propia
El señor Welles dijo después de la representación que creía que había en- vida con lo que pasaba en la escena, comentó que el trato sádico de Haigh le
trado demasiado realistamente en el espíritu de la obra. resultaba excesivo.
Gundrun Muir, que hacía el papel de Desdémona, dijo: «Fue por una Se calmó entre bastidores y pidió perdón, quedando libre sin cargo al-
buena causa» 3~. guno H.
El lunes por la noche, en Detroit, la soprano Anna Moffo se enfrascó comple- De modo semejante, se ha relatado que «durante durante una re-
tamente en su papel de Lucía. Acababa de representar la escena de la muerte presentación de marionetas ante un grupo de montañeros de VJ.rginia,
un miembro del público que estaba borracho disparó su rifle contra una
n Referido por Walliam Labov en sus conferencias en la Universidad de Pcnnsyl- marioneta que representaba al demonio>>'ª. En una escala temporal dife-
vania.
11 Citado en Schafer, Pardon My Blooper, p . 106. El caso más famoso de la radio
ame~cana ocurrió durante la llegada dd zepelín HinJenburg, cuando el locutor, Hcrb n San Francisco Chroni'cle, 23 de mayo de 1962.
Nomson, en medio de su comentario, presenció la rápida ignición y explosión del glo- >6 Schafer, Pardon My Blooper, p . .58. Elipsis en el original.
17 San Francisco News, 13 de marzo de 19.58.
bo. Parece que fue despedido por desbordarse con una respuesta directa, sanción que
es menos probable que ocurra hoy en clia. " Hanck, «A Frame Anolysis of Thc Puppet Theater», citando a Paul McPharlin,
"' New York Hera/J Tn"bune, edición en París, 3 de octubre de 19.51. The Puppet Theatre in America (Nueva York, Harpcr and Brothers, 1949), p. 204.
378 Ervíng Go/fman Rupturas del marro 379
rente, encontramos que los personajes de los seriales de radio y televi- Como sería de esperar en todas las cuestiones que tratan del mar-
sión llegan gradualmente a adquirir realidad para algunos miembros de co, el cambio a clave baja a menudo se describe en las fantasías de los
la audiencia, quienes acusan escas peculiares creencias mediante el en- anuncios, proporcionándonos de ese modo la complejidad del marco
vío a la emisora de cartas de consejo, amonestación, ayuda, etcétera. ' 9 • de un cambio transformado a clave baja. Cuando los espectadores de
Una variante importante de transposición a clave baja se encuen- televisión se dedicaron a ver con seriedad Batman, las revistas sobre
tra en el comportamiento cotidiano real. En la sociedad occidental, al tebeos reflejaron el hecho 41 • Pero aquí, sin duda, el ejemplo más fa.
menos, cada comunidad lingüística posee un corpus de expresiones in- moso es el legado por Cervantes. Su héroe comienza a ver un teatro
formales, el argot, los tacos, las blasfemias y cosas por el estilo, que de marionetas, añade algunas puntualizaciones eruditas a la narración
por lo general sólo se consideran apropiadas entre gente de igual edad del intérprete y luego, al verse poco a poco atrapado, se olvida de sí
y sexo y, entre éstos, especialmente entre los que tienen una relación mismo y desenvaina su espada para rescatar a Don Gaiferos de las ma-
amistosa. La competencia lingüística supone la capacidad de evaluar rionetas moras, sin calmarse hasta que el pequeño teatro queda des-
la formalidad y delicadeza de una escena o situación y de censurar el truido, ofreciendo por ello una rápida compensación económica 42 •
propio lenguaje minuto a minuto de acuerdo con ello. Existe, pues, un Hollywood tiene su propio clásico en relación con esto: el «beso reve-
tipo de clave oscilante asequible a cada hablante. Cuando este control lador>>. La heroína se somete por diversas razones, buenas o malas, a
se debilita (lo que parece que ocurre por ira, fatiga, ebriedad o sorpre- un beso del héroe, esperando salir lo más indemne posible, para aca-
sa), puede producirse momentáneamente un cambio a clave baja, lo bar descubriendo a la mitad de la escena que se han producido una
que supone emplear una expresión más «directa>>. Por ejemplo, cuan- súbita emoción y una afinidad reales, presumiblemente en respuesta a
do los policías de Filadelfia (como en la mayoría de las demás ciuda- la capacidad especial que el héroe tiene a ese respecto. Y la radio nos
des americanas) hablan desde sus coches con la emisora central, están ofrece el programa de Welles La guerra de los mundos, donde los acto·
obligados a usar un lenguaje algo pomposo que incluye formalismos, res de radio en el papel de locutores anuncian d caos a la vista de lo
términos codificados y expresiones jurídicas. Sin embargo: · que tienen ante sus ojos, influenciados sin duda por el recuerdo del
hecho real producido por la quema del Hindenburg 4' .
Una noche, un agente estaba describiéndole al encargado del control a un Al considerar los ejemplos de transposición a clave baja, he utiliza·
sospechoso que había escapado a su vigilancia. No podía respirar y hablaba do como fuente de ejemplos el comportamiento de miembros del pú·
apresuradamente, llegando a perder el control de los nervios. «El negro toca-
do tiene un corte en la cabeza porque le arreé bien», dijo. El policía del con·
trol le cortó y comenzó a transmitir de nuevo la descripción, concluyendo con 41 Por ejemplo, The New Yorker, 12 de marzo de 1966.
las palabras, «el sospechoso puede tener una herida en la nuca, infligida por 42 Migud de Cervantes Saavedra, Don Quijote, parte 2, capítulo 26. Véase también
el agente que le perseguía»"°. Alfred Schutz, Collected Papers (The Hague, Martínus Nijhoff, 1962), pp. 149-150.
Cervantes no fue el primero en hacer transposiciones a clave baja:
El cambio a clave baja aparentemente suele ocurrir durante la acti. Como Don Quijote con las marionetas, d pobre bobo de Jonson en Bartolomew Fair {1614) y
Ndl, la mujer del áud• dano, en The Knight ofthe Burning Pestle 11607) comicnzllll por ser cons-
vidad relacionada con la transposición de claves. Así, en 1966, cuando ácntcs de que lo que ellos ven es sólo un baile de sombras -y luego lo olvidan-. Simon, en d
la tira cómica de Batman fue llevada a la televisión como una forma os- Middleton de Mayor of Quinborough (1616-1620?), pierde la paciencia con un actor que no le
tensiblemente camp (seguida de Superman, The Green Homet y Tarzán), c:onño su bolsa par• tencrill • salvo, y d necio Morion en d anónimo Valiarrt We/shm11n 11610-
161,), viendo una mascarada, se enamora del hada madrina. [Anne Righter, Shak~spea" arrd the
los televidentes se encontraron fluctuando entre ver los acontecimien- Idta o/the Play (Londres, Chano and Wmdus, 1964), p. 83.]
tos satíricamente o meterse «genuinamente» en ellos.
~J Algunos miembros de la audiencia dd programa de Wcllcs son casi tan famosos
como los propios actores debido al rigor de su respuesta. Sin embargo, parece que la
Jt La versión británica se describe con cierto detalle en Artlmr Kocstlcr, The Acto/ mayoría de los que dcsencuadraron d acontecimiento lo hicieron desde el co.~cnzo
Creatíon (Nueva York, Dcll Publishing Co., 1967), pp. 302-303. mismo de su escucha (que al parecer llevaba ya un buen rato), por lo que se dina que
411
Jonathan Rubinstein, Cíty Po/ice (Nueva York, Parrar, Straus and Giroux, sus respuestas fueron transpuestas a clave baja, pero no mostraron d proceso de cam·
1973).p. 86. bio a clave baja.
380 Ervmg Go!fm1111 R.Rpturas tiel marco 381
blico excesivamente involucrados. Pero también los públicos habitua- en la laminación del marco. Por ejemplo, en los juegos de azar, cuan-
les muestran un cierto grado de cambio a clave baja. El proceso, al co- do las apuestas son excesivamente bajas respecto al «juego» de los ju-
mienzo de una obra, cuando se induce la participación espontánea del gadores, a veces las apuestas degeneran; se apuestan cantidades cada
espectador y éste se encuentra disuelto en un mundo simulado, es vez más grandes de dinero con riesgos cada vez mayores, lo que va
muy parecido a las transposiciones en clave baja propiamente dichas, acompañado de más y más risas. Del mismo modo, los profesionales
excepto que el espectador no se sumerge por completo, y este equili- del juego comienzan las prácticas matutinas en escuelas de aprendi-
brio es precisamente el que demanda el buen entendimiento entre los zaje haciendo apuestas modestas con monedas que aporta la casa,
actores escénicos y el público. Algo semejante puede ocurrir al hacer pero pronto se encuentran que han pasado de esas prácticas a las par-
una lectura de una narración ante una audiencia. Al comienzo de la tidas «como si», y de ahí a apuestas cada vez más altas con riesgos
historia los oyentes discriminarán con seguridad dos «yos»: el que se cada vez mayores hasta que toda la sesión entre el que hace de mano
refiere al lector y el que se refiere al personaje de la historia, bajo cuyo y el que hace de jugador acaba en risas. En esto el profesional del jue-
punto de vista se cuentan los acontecimientos. A medida que avanza go es como los otros aprendices, ya que para aquellos que participan
la lectura, sin embargo, y la audiencia cae bajo su encanto, puede ocu- en las prácticas siempre parece fácil que aquello que han de hacer de-
rrir la fusión entre estos dos «yos» hasta que medio se acepta que el rive en parodia. (Es como si bromear en tal ocasión pudiera derogar
lector y el personaje narrador son el mismo 44• Podría incluso valer la la actividad que se está practicando, sin amenazar gravemente las
pena extender el argumento hasta los engaños de la variante plena- ocasiones en que se ejecuta seriamente, y esas posibilidades son de-
mente explotadora. Cuando una víctima escéptica deja a un lado su masiado buenas como para perderlas.) Y esta actividad lúdica, situa-
sospecha y da pleno crédito a lo que se planteó para engatusarlo, en- cionalmente engendrada, puede aumentar en proporción y amplitud
tonces vuelve a ocurrir de nuevo el proceso de hacer literal lo que no hasta que los participantes se liberan de las restricciones de la activi-
es real, aunque esta vez respecto a las fabricaciones, no a las transposi- dad que se practica y se desbordan haciendo una versión cómica de la
ciones de clave. Pero, ciertamente, en este caso, la pérdida de capas, tarea en cuestión.
aunque no está prescrita, es algo que los fabricadores buscan celosa- En el curso habitual de los acontecimientos, las obligaciones, es-
mente. pecialmente con los superiores, impiden a los individuos cambiar a
b) Lo contrario de la transposición a clave baja es la transposi- una clave alta un torrente de actividad y tratarla a mayor distancia de
ción a clave alta [upkeying}: un cambio desde una distancia dada de la realidad no transformada de lo que se pretendía. Incluso los actores
la realidad literal a una distancia mayor, un incremento no autorizado escénicos se protegen en cierta medida de esta manera ante el público
dando un tratamiento superficial a la producción escénica. Sin embar-
go, en el caso de un espectáculo en diferido, como el cine, sólo las
..,. Hay circunstancias en las que un lector se puede ver obligado a seguir a Brecht y
verificar a propósito este proceso de cambio a clave baja. En cierta ocasión escuché a
obligaciones del espectador para con los otros miembros del público
un hombre que leía un trabajo de su mujer en una reunión profesional porque su mu- que podrían tomarse «en serio» d espectáculo retraen de la transposi-
jer tenía que encontrarse inesperadamente en otro lugar. Cuando llegó al primer «yo» ción a clave alta. Así, una revista británica de cine sobre una película
dd texto, lo leyó, se detuvo y añadió entre paréntesis «es decir, mi esposa» (o palabras melodramática de John Wayne dice:
a tal :fecto), recordando a Ja audiencia la laminación involucrada. Es interesante que,
un mmuto más tarde, cuando tuvo que tratar con el siguiente «yo» del texto, sólo cam- No les voy a concar lo que pasa, ni divagaré sobre la actuación, de la que hay
bió un poco la entonación y elevó d dedo meñique de su mano izquierda (siendo esto poco provechoso que decir. Pero sí me siento obligado a comentar algo sobre
último fácilmente visible porque estaba agarrado a la parte superior dd atril), como si las risas. Ahora, en un teatro, las risas, cuando son suscitadas por algo que no
entonces, a la Juz de su anterior precisión, los signos disociables fueran suficientes para
afirmar el marco apropiado, esto es, aquel en el que él era un orador que sustituía a se pretendía que fuese divertido, suenan mal. Pero donde suenan peor, desde
otro, más parecido a cualquier otro miembro de la audiencia que al autor. Adviértase luego, es en el teatro en directo, en d que hay actores de carne y hueso que
q.~e, en este caso, la cinta magnetofónica de la charla no guarda el registro de la opera- pueden sentirse heridos por ellas, pero incluso en d cine resulta incómodo y
. cton de levantar el dedo y que una descripción y un análisis paralingüísticos tradiciona- desconcertante, y muchas películas buenas se han echado a perder por las ri-
!
les no serian mucho mejores. sas de algunos en momentos inadecuados.
1•
1
J82 Ervmg Go!f111a11 Rupturar Je/ marco )8)
El problema de esas risas es que, una vez que han comenzado, son diñci- el humor oculta a menudo una hostilidad profunda rigió, en consecuencia,
les de conar. La primera risita precipitará otra docena más. Ése fue c:l caso nuestra investigación ~6•
cuando vi Legend o/ the Lost, en una sesión pública, no en un pase especial Este concepto de un escepricismo seudojovial necesariamente supone
para críticos. Cuando la apetitosa Soña Loren se quitó la capucha de cuareg que los espectadores que participan en la relación con los medios tienden a
que llevaba sobre la cara, el público estalló en una carcajada, de la que la pelí- traducir la relación en un encuentro personal, concreto, recíproco... Aunque
cula no se volvió a recuperar. Se rieron cuando Rosanno Brazzi contempló los el negro de clase baja responde al medio y a su presentación, no parece tomarlo
restos de su padre e hizo la observación: «Sabía que estaba mueno -ellos lo en serio -<<se burla del medio-y parece creer, a la recíproca, que el medio
habían asesinado-, ¡pero verlo así!». Dieron alaridos cuando él toqueteaba «Se burla de éh> ~7 •
a la luz de la luna a la donnida Loren y ella respondió con la apática pregunta:
«¿Qué pasa, Paul? ¿Quieres hablar conmigo?». Rugieron en sus asientos 4. Toda la actividad social parece vulnerable al desbordamiento y
cuando los aventureros descubrieron una ciudad en ruinas y uno dijo: «Es ro-
mana», y el otro: «¿Estás seguro?», y c:l primero dijo de nuevo: «Mira la ar-
al cambio de clave por parte de los participantes, pero las presenta-
quitectur11>>. Lo triste es que las ruinas eran bastante genuinas (el grupo había ciones dramáticas con un texto escrito y la presentación de compe-
encontrado la entrada a Leptis Magna), pero para entonces el público no es- ticiones parecen especialmente vulnerables a este respecto, debido, tal
taba ya para creerse nada~'. vez, a la compleja estructura del marco de estas actividades. Se po-
drían esperar, pues, tipos de ruptura del marco propios de estas orde-
Claro está, cuando no hay actores presentes ni público de extra- naciones sociales.
ños, la licencia para cambiar a clave alta puede ser grande y se espera
que, por ejemplo, los pases privados de películas y de obras de televi- a) Por ejemplo, tomemos la línea divisoria que normalmente se
sión se expongan a una respuesta transpuesta en clave alta desde di- mantiene entre el área del escenario y la zona del público. El «estilo
versos sectores: directo» [direct address], esto es, el intercambio literal, está oficial-
mente limitado a las coyunturas establecidas, exactamente fuera de los
Un hallazgo de máxima imponancia, y no anticipado, que repetidamente ob- corchetes de la representación. Y esta disposición es ciertamente vul-
servamos mientras estudiábamos el componamiento de la audiencia televisi. nerable:
va en cuarenta familias negras de clase baja de Chicago, fue la jocosidad de su
interacción con quien actuaba en el medio, produciéndose el hecho de que
parecían mantener un diálogo chistoso continuo con las personas que apare- "' AJan F. Blum, «Lower.Cfass Negro Telcvision Spectators: The Concept of Pseu-
cían en el televisor. El espectador de televisión negro de clase baja en estos ca- do-Jovial Skepticism», en Arthur B. ~hostack y William Gomberg (eds.), Blu~·C:oll".r
World (Englewood Cliffs, N. J., Prenuce-Hall, 1964), pp. 431-432. Blum continua di·
sos tendía a personalizar mucho la relación con el mediO y a participar activa-
ciendo:
mente en la interacción en curso entre los accuantes del medio, bien como un
tercero, bien como un participante que interactuaba de hecho. Los tipos de La rdación con los medios tiende 11 gencr11r su propio mundo .-u propia realidad, acontc:cimien·
tos, roles e identidades- pero un cosmos que es predomin1111temente blanco, no fácilmenie ase-
réplicas desarrollados en estas relaciones -el espectador regañaba al actuante, quible a los negros. Cuando se invita al espectador negro a proyectarse en un rol, en una identi·
lo engatusaba, respondía directamente a sus preguntas, le avisaba de los pe- dad. en un acontecimiento o situación que sabe por experiencill que eslán limitados a los blancos,
ligros innúnentes, le daba la enhorabuena, etc.- se ejecutaban frívolamente, tiene que movilizar un norable esfuc:n:o pan borrar la visión de la realidad externa que conirndice
con humor y desenfado, en un estilo altamente personal. Puesto que la mayo· las normas de 111 rebción en la que pan.icipa. En CWUlto inreracción, la relación con los medios ge·
nera su propio esquema de interpretación, y CSt4 interpretación se deriva de las perspectivGS de los
ría de los espectadores de los medios mantiene identificaciones de naturaleza hablantes en una sociedad blanca. En cad11 momento dd encuentro, la interacción dd actor con
seria con quienes actúan en los medios, fue la frivolidad y jovialidad que ca- los medios. su simuLición de sociabilidad e intimidad, su atrocúvo y simpatía, deben ser reafirma·
racterizaba las respuestas de los espectadores negros de clave baja lo que nos dos. El espccudor negro no puede interiorizar los objetivos de la interacción porque es incap:iz,
sensibilizó hacia otros factores. Precisamente porque estas relaciones se di- aun cuando lo desee. de moviliur una identificación completa con la realidad dd contexio de los
medios [p. 433 ].
simulaban bajo términos tan jocosos, resultaban sospechosas: la idea de que
47 lbid., p. 432. La traosposición a clave alta expresada en los diiílogos con uno
4
mismo guarda un paralelismo con d recurso de cambio a clave alta de la «reestructu-
' C. A. Lcjeunc, en su columna de cine en The Observer (Londres), 26 de enero de ración de los finales» dd humor popular, como, por ejemplo, las escenas «bajo las
1958. sóbllOaS».
384 Erving Go!fman Rupturar del marco 385
Forest Hills, Nueva York, 2 de septiembre (AP).-Earl Cochell, de Los Ánge. Henry lrving que el resultado fue que «Desde entonces me he sentido des-
les, fue sancionado ayer por la Asociación de Tenis sobre Hierba por conduc- preciable, asqueado y avergonzado de mí mismo» 1 º.
ta no caballerosa en su partido del miércoles contra Gardner Muloy, de Mia-
mi, en el Campeonato Nacional de Tenis. [. ..] b) Otro ejemplo de rupturas dd marco propias de las actuacio-
1 Cochell, de veintinueve años, ganó el primer set contra Mulloy e iba per-
diendo en el segundo cuando perdió el servicio. Creyendo, en apariencia, que
nes: los actuantes pueden sentirse desbordados o cambiar a clave baja
en aquel momento de la coyuntura temporal en que la actuación está a
había perdido el set, comenzó a botar la pelota con la mano .izquierda, hacien-
punto de comenzar o a punto de finalizar. El resultado es una metedu-
do tonteñas.
Los espectadores protestaron. ra de pata en el proceso de adopción dd rol (o del personaje) o de
Cochell les replicó y finalmente se dirigió a la silla del juez de pista. Inten- abandono del mismo. En una palabra, es una ruptura de los corchetes.
tó agarrar el micrófono, pero un empleado se lo impidió. He aquí un ejemplo tomado de la retransmisión de una competición:
Cochell, sin embargo, se las arregló para hacerse oír sin micrófo~o 43•
La pelea a doce asaltos programada para anoche en el audi.t orio. de Oakla?d
[Comell] McNeil, de treinta y ocho años, nacido en Minneápolis, antiguo para disputar el campeonato de los pesos pesados de California no llego a
residente de Cliffside Park, N. J., que vive ahora en Roma, fue ovacionado producirse.
entusiásticamente anoche en un teatro de Parma. Por el contrario, se produjo una pequeña revuelta en el ring cuando el
Pero el sábado por la noche, con Un Ba//o in Maschera [Un baile de dis- aspirante Wtllie Richardson atacó repetidamente al campeón Roger Rischer
fraces] de Verdi en el programa, los espectadores interrumpieron a McNcil y dándole patadas en la ingle justo antes de las recomendaciones del árbitro, y
otros dos cantantes italianos, el tenor Flavino Labo y la soprano Luisa Marag- fue descalificado y suspendido indefinidamente.
kiano, en los dos primeros actos. El peso pesado de San José, que había sido puesto fuera de combate por
En el tercer acto, cuando McNcil comenzó un aria, un estallido de silbi- Rischer en aquel lugar el 2 de noviembre, de repente salió corriendo de su
dos hlzo que él y la orquesta se quedaran callados. esquina cuando los luchadores fueron llamados al centro del ring y pateó a
Se volvió al público y gritó: «Basta, cretinos». Luego abandonó el esce- su oponente sin previo aviso.
nario. Pese a los intentos que hicieron sus sorprendidos entrenadores y el árbi-
Los espectadores se precipitaron hacia el escenario. Muchos llegaron en- tro Vem Bybee para contenerlo, Richardson golpeó a Rischer, quien se retiró
tre bastidores. La policía entró rápidamente en el teatro. Hubo un forcejeo a una esquina, aquejado de dolor en la ingle.
cuando McNeil salió de su camerino para encararse con los airados especta- El cuadro que se veía en el ring al principio nos parecía una representa-
dores que se congregaban alli 49• ción escénica, e incluso Rischer dijo más ta rde que creía que era «un gag».
Pero cuando el frenético Richardson se soltó e intentó golpear de nuevo a
Rischer, se hizo evidente para todo el mundo que era algo real, y gran parte de
Así pues, puede haber un tipo de «desbordamiento a través» la muchedumbre de unas 1.400 personas comenzó a rodear el ring.
[/looding] [through]. Se puede ofrecer otra ilustración, separada sólo La versión de Rischer fue que <<Richardson sabía que estaba allí para reci-
por el espacio, el tiempo y el contenido, de la primera mencionada: bir Ja pal.iza peor de su vida y se retiró a las cuerdas, como una galleta mojada.
Cayó presa del pánico y perdió el control de sí. Tal vez si yo hubiera estado en
El privilegio [de extender invitaciones formales a los notables] fue ejercido su pellejo, con tanto miedo como él, habría hecho lo mismo» H.
en grado variable y cada vez menor a medida que pasaron los años. Pero en la
ejecución de Henry Wainwright en 1872 el alcalde y el jefe de policía envia- e) Al igual que hay rupturas del marco propias de las actuaciones,
ron invitaciones a sesenta amigos. Wainwright, al llegar a la horca, se puso también hay actos que rompen el marco excepto durante las acruacio-
mortalmente pálido cuando vio a la muchedumbre inesperada que se había nes. Se requiere una explicación de·ello.
congregado. Luego se recuperó y dijo de sopetón: «Venís a ver morir a un Más arriba, se ha sugerido que los caracteres representados en la
hombre, ¿verdad, canallas?». Uno de los espectadores invitados le dijo a
interacción escénica simulada, al parecer, olvidan el hecho de que hay
43
4
Informe de la Associated Prcss, 3 de septiembre de 1950.
San Francisco Chroni'cle, 28 de diciembre de 1964.
'° Atholl, Shadow o/the Gallows, pp. 86-87.
' '1 Relatado por Jack Fiske, S11n Francisco Chronicle, 11 de febrero de 1965.
386 Erving Go/fman R.IJpturar del marco 387
un público que observa con atención. Al igual que los actores tienen del programa comete el menor desliz verbal, poniendo de este modo a
el derecho y la obligación de mantener esta ficción durante el periodo sí mismo o a los otros en una posición incómoda, es probable que la
en que funciona el marco, así también los espectadores durante ese audiencia rompa a reír, como si rompiera el marco, como si hubiera
tiempo pueden actuar como si sus sonidos elogiosos no fueran escu- cesado toda obligación de comportarse con tacto. Porque el lapsus
chados por los personajes que están en el escenario. Un miembro del puede definirse como una ocasión cómica, como una breve incursión
público puede romper a llorar o a reír, esto es desbordarse, sin que en la representación de un yo no serio, y éste es sacrificable, al igual
esto cuente con una ruptura real del marco, suponiendo sólo que la que la risa que evoca puede definirse como comprensible y fuera del
expresión empatiza con la intención de la obra. En los conciertos de marco.
rock puede que sea permisible todo tipo de gemidos de éxtasis. La La misma regla sobre la risa franca se aplica a (o más bien, contra)
audienci~ ti~?e una ~ran ~cencia para actuar de esta manera porque,
un miembro de la audiencia a quien, por alguna razón, se le permite
dada .l~ ~iccton de aislamiento entre los personajes y el público, esta hablar, y lo hace de manera que incumple las normas que presumible-
perm1siv1dad es pane de una realidad desestimada, no escénica, y a lo mente se observan en las emisiones. (Igualmente, la audiencia se ríe a
sumo puede ser tratada como si en realidad no sucediera, al igual que veces fuera de lugar para mostrar que el intento de ofrecer la clase de
l~ acción escénica puede ser tratada como algo que de hecho está te- salida que originaría que los testigos extrarnarco lo rompieran no ha
ntendo l~gar.. Incluso las expresiones carentes de empatía por parte fallado en su objetivo, que en verdad nada serio ha ocurrido.) La vo-
de la audtenCla pueden ser tratadas eficazmente, siempre que no sean luntad ostensible del anfitrión oficial para hacer participar a los miem-
reconocidas como tales desde el escenario -disimulo que puede ser bros concretos de la audiencia provocando una respuesta o una répli-
logrado fácilmente porque, repitámoslo, todo lo que el público hace ca a una respuesta no supone en este caso una ruptura seria del marco;
durante el espectáculo se interpreta como fuera del marco relativo al ya que el blanco de la acción del anfitrión se ha convertido, en virtud
dominio de la acción sustentada por Jos personajes-. Pero, desde de servir de blanco, en un miembro ocasional del reparto, en un actor
luego, si un miembro del público hace fracasar a los actores entonces escénico ocasional ' 3 • Si un actor -reclutado de entre la audiencia u
puede ocurrir una ruptura del marco: ' oficial- se pica ante una risa abierta originada por su conducta, se le
considerará probablemente como el más desafortunado de todos los
Here's ~ve, en el Curran, llevaba ya cinco minutos del segundo acto en lo. no- actores, como alguien que carece totalmente de sentido del humor. Ya
che del Jueves, cuando un hombre de la tercera fila súbitamente se puso en que él se podría picar sólo en su calidad de participante en una inte-
pie de un salto y gritó nítidamente: «¡Carajo, me he equivocado de teatro!». racción literal, no escénica, en un lugar donde se le debe una conside-
El espectáculo se paró en seco y los actores se pusieron nerviosísimos mien- ración llena de tacto, y eso supondría un desencuadre del yo no serio
tras él avanzaba hacia el pasillo y se dirigió a Camelot, que se representaba en que se pensó que su conducta expresaba. (La obligación profunda de
el Gcary, en la puena de al lado ' 2• los actores ocasionales no es, pues, ser correctos, sino aceptar con
buen humor la respuesta que evoca su desliz; y ésa es la obligación que
Piens~>_que aquí sería útil considerar una clase especial de público:
el que utilizan los programas de radio y televisión, la audiencia que
acude al estudio en las actuaciones en directo. Las audiencias que acu- n La decisión de un actor de intercambiar directamente unas palabras con un miem-
den a los concursos, programas de entrevistas, mesas redondas y otros bro dd público durante una representación escénica es muy seria, ya que el personaje
que se le ha asignado interpretar debe quedar totlllmcnte de lado cuando lo hace, y en
p~og;arnas de «partic~paci?n» gozan ~e los mismos derechos que el ese momento lo fundamental de todo el espectáculo es mantener el ámbito de existencia
publico teatral, es deCir, nurar y reaccionar como si estuvieran detrás donde los personajes representados tienen su propio entidad. A medida. que se desciende
de un espejo unidireccional a prueba de sonido. Pero estos derechos (si se pennite la ~presión) hacia los programas de entrevistas en tdcvisión, el actor apa-
se amplían. En cualquier momento en que un invirado o un miembro rece cada vez más bajo su propia. guisa y la audiencia tiene cada vez más derecho a inten-
tar abrirse camino (o una mayor obligación de padecer que d actor se abra camino hacía
ella). La correLición de estos cambios es comprensible. El cambio va desde poner en es-
'
2
Hcrb Caen, San Francirco Chronicle, 6 de noviembre de 1964. cena un personaje ~traño a. escenificar una versión no seria de uno mismo.
388 Erving Go/fman Rupturas del marco 389
sustentan de manera casi inevitable.} Por eso todos estos espectáculos de tenis intercambian comentarios olvidando por completo a los es-
poseen el carácter de ser continuamente reestablecidos como un esce- pectadores de las tribunas.)
nario para situaciones cómicas; y por eso si un anfitrión o un invitado Se ha sugerido que los miembros de un público a menudo tienen
oficial desearan decir algo «serio», algo que se oiga como equivalente derecho a gritar o a reírse fuera del marco, porque puede suponerse
a lo que podría decirse en la interacción literal, en ese caso se introdu- que los personajes y el público no pertenecen totalmente al mismo do-
cirán signos de puntuación especiales, como si temporalmente se per- minio, porque se produce un tipo de desconexión. ¿Dónde más se
mitiera decir algo fuera del marco '4. produce esta desconexión? ·
Se puede citar una confirmación de este argumento general respec- Cuando participamos en una interacción real, no escénica, con in-
to a la licencia del público, argumento que procede de una dirección dividuos de un estatus radicalmente reducido, a veces aceptamos el de-
peculiar. Como ya se ha visto, los deportes amateurs y profesionales recho a reímos fácilmente de lo que llegamos a ver como algo grotes-
comparten un rasgo interesante: pueden ser observados y juzgados. co. El tratamiento que se da a los niños pequeños viene muy al caso. El
Son actividades «abiertas». Una persona privada que va a golpear una desbordamiento en carcajadas o sonrisas cuando un niño intenta ha-
pelota de golf o bajar una pendiente esquiando debe someterse a los cer algo y falla o intenta hacerlo y lo hace con un estilo infantil carac-
observadores (si es que alguien quiere observar}, al igual que aquellos terístico parece una respuesta común, basada en la licencia del adulto
que actúan profesionalmente ante espectadores. Pero si el mismo in- para tratar a los niños como seres cualificados sólo para empezar a
dividuo estuviera leyendo en un banco de un parque o hablando con mantener la etapa conversacional: comenzamos por desplegar cuida-
un amigo mientras camina por la calle, se hallará protegido frente a la dosamente ante ellos un muestrario completo de derechos conversa-
mirada de los otros, al menos de esa determinada manera; porque el cionales, pero tan pronto como se consume el impulso caritativo, sal-
mirar es considerado como una invasión de la territorialidad, como tamos ante cualquier desviación tomándola como base para irrumpir,
una impertinencia, como un acto hostil. ¿Por qué esa diferencia? liberándonos así del cuidado que debeñamos prolongar para mante-
La respuesta, pienso, reside en que la participación en un deporte ner la ficción social de una participación igualitaria. Los niños se con-
sitúa al individuo en un marco en el que no se implica el lado serio de vierten en actores, y nosotros nos convertimos en miembros autoriza-
los yos y en el que el ámbito especial del juego toma el lugar de los dos de un público.
asuntos prosaicos. Dado este ámbito, el yo serio del participante y El estallido de risa ante las extravagancias de los extranjeros cuan-
los yos serios de los espectadores están fuera del marco, no están pre- do toman al asalto nuestro idioma proporciona otro ejemplo más.
sentes ni han de verse. Puesto que los espectadores no están dentro Pero quizá el ejemplo más adecuado de todos proviene de la realeza,
del marco, el jugador tiene la obligación de mantener la ficción y ac- quien, más que nadie, debe contenerse ante sus inferiores, siendo los
tuar como si no estuvieran allí, lo que es muy parecido a lo que hace nativos los más inferiores de todos:
un actor en el escenario". (Adviértase la manera en que dos jugadores
Kota Kinabalu, Malasia (UPI).- Un gran tirador de la tribu india murut, ar·
'4 Descrito en Heleo Hagan, «Sorne Bracketing Dcvices Uscd on Tdevision Talk mado de una mortífera cerbatana, perdió hoy la posibilidad de impresionar a
ShoWS» (University of Pennsylvania, 1970). la familia real británica que visitaba la capital de Borneo.
" Los profesionales de los deportes de equipo a menudo muestran gran coraje y A petición del príncipe Felipe, el nativo tomó la cerbatana para demos-
revdan gran pasión, al igual que lo hacen sus seguidores. Por lo cual se podría decir trar su pericia. ·
que para ellos d juego es ciertamente muy serio -lo que no es extraño si se tienen en «Cariño, ten cuidado. Es venenosa», dijo la reina Isabel a su marido.
cuenta el dinero y el prestigio que supone-. Pero puede aducirse otra interpretación. Las autoridades locales que acompañaban en su gira a la pareja real y a su
Los deportistas pueden dedicarse a esta carrera profesionalmente de por vida, pero,
no obstante, el mundo deportivo, por lo general, se define institucionalmente como
hija, la princesa Ana, corrieron a buscar una caja de cartón que sirviera
parte de la vida recreativa, no seria. Las pasiones que mueven al participante no lo des- como blanco.
pojan, por lo tanto, de su yo serio. De aquí procede la licenaiJ par11 actuar participando El miembro de la tribu, que llevaba sólo un taparrabos, apuntó hacia el
plenamente; las razones para una participación total son otra cuestión y ciertamente objetivo y sopló con gran fuerza por la larga cerbatana. Nada.
tienen que ver con las recompensas palpables que los profesionales obtienen. ce:Tal vez se ha atascado», dijo el príncipe Felipe.
390 Erving Go/fman Rupturas di!l marco 391
El nativo golpeó un extremo de la cerbatana contra d sudo, intentando Durante una pausa en la acruación, d príncipe habló con vivacidad a uno de
sacar d dardo envenenado. los sirvientes, el cual inclinó la cabeza y luego se dirigió al estrado de la or-
Levantó de nuevo d tubo y volvió a soplar con fuerza, pero el dardo no questa. Con tosco acento dijo aJerry Wald que a su alterza real le agradaría
salía. escuchar Begin the Beguine. Dicho y hecho. La orquesta tocó la pieza, y cuan-
El guerrero cejó disgustado y se marchó. La familia real rompió a reír'6 • do acabó, el príncipe heredero mostró su aprecio con una señal de aquiescen-
cia con la cabeza. Luego, sacó de su cinturón un saquito de piel de cabra, lo
5. Se ha argumentado que cuando un individuo rompe el marco, lo abrió y desplegó las joyas sobre la mesa, hurgando entre ellas y buscando al.
hace mediante una desorganización de su interacción o cambiando guna en particular. Si fijó en una piedra (una amatista de treinta dólares) que
de clave. Se podría aducir que el individuo podría también modificar parecía un diamante colosal. Se la dio al sirviente, susurrándole algo al oído y
el sirviente se dirigió de nuevo al lugar donde estaba la orquesta y ofreció la
su comportamiento en un marco de referencia primario (ya sea trans- gema al señor Wald. Un fuerte murmullo recorrió la sala -todos habían pre-
formado o no) para comportarse de un modo que supone un marco senciado hasta el más mínimo detalle del drama. [ ...]
de referencia radicalmente diferente. Así, los conductores a veces se Por fin el príncipe heredero decidió que ya era hora de marcharse. Batió
enfurecen lo bastante como para correr tras otro conductor o peatón sus palmas. Uno de los sirvientes le colocó la ropa. Él y sus acompañantes se
con intención de hacerle daño; los jugadores de hockey se olvidan a levantaron. La pista de baile quedó libre, y la comitiva real la atravesó diri-
veces de planear sus agresiones como parte de los movimientos ins- giéndose hacia la entrada. Todas las miradas estaban fijas en él. De repente, se
trumentales del juego utilizando sus sticks claramente como palos; produjo un estruendo -el saquito de piel de cabra cayó y se abrió, esparcién-
los lanzadores en el béisbol han caído a veces en una candidez seme- dose las joyas por el resplandeciente sud~. La comitiva real hizo una pausa
jante. y los sirvientes se agacharon para recoger las joyas. Pero Su Alteza Real voci-
feró una orden, agitó su mano imperiosamente y los cuatro árabes continua-
Pero este argumento no es plenamente convincente. Porque pare·
ron hacia la puerta, dejando las joyas. Los asistentes brincaron y se esparcie-
ce que detrás de muchos de los cambios evidentes en los marcos de re- ron por todas partes; casi en un instante el restaurante Ciro se convirtió en un
ferencia primarios existe realmente un cambio de otra clase: desde la barullo desenfrenado. Algunos de los nombres (masculinos y femeninos) más
respuesta suprimida e inhibida en un marco a una reacción «más di- famosos de Hollywood se lanzaron al suelo. Las sillas y las mesas estaban pa-
recta», es decir, menos laminada dentro de los mismos términos. tas arriba y algunos de los camareros se unieron a la rebatiña.
Cuando una persona hambrienta de repente muestra una voracidad El príncipe heredero y su gente ni siquiera se volvieron a mirar. Salieron
ostensible en su acercamiento a la comida, cuando el interés sexual es- del lugar, subieron en su limousine y partieron con ritmo de allegro. Misión
timulado se convierte en violación, cuando el difícil camino hacia la cumplidan.
salida se convierte en una carrera presa del pánico, cuando un inter-
cambio educado de insultos se convierte en un resuelto ataque verbal Dos consideraciones pueden hacerse aquí. Primera, la rebatiña (sí
-cuando ocurren cualquiera de estos escapes-, ha tenido lugar algo es que hubo cal cosa) puede ser considerada como un cambio abrupto
parecido a una transposición a clave baja, en la cual la aparición de en el marco de referencia de los invitados no árabes, un cambio que va
cautela resulta desacreditada. desde una conversación en una sala de fiestas a un apresuramiento pa-
Un ejemplo. En 1947, durante una visita a América (eso cuentan) tente en búsqueda de lo que parecían ser cosas valiosas. Pero si se su-
del príncipe heredero de Arabia Saudí, el emir Saud, éste visitó Holly- pone que la visión de las joyas en la mesa anteriormente, durante la
wood, y parece que el acontecimiento dio una oportunidad a un bro· tarde, había excitado los deseos entonces muy contenidos, lo que lue-
mista, Jim Moran. La tarde en que el príncipe real partía, Moran, con go llegó a ocurrir con la ruptura de la bolsa fue una transposición a
la ayuda de algunos amigos vestidos de criados, se presentó en el res- clave baja de estos deseos anteriores -un cambio a clave baja en el
taurante Ciro en una mesa que el grupo había reservado: sentido de una acción directa, abierta.
n Allen Smith, «Sorne Shots That Found Their Morks», en Alcxander (ed.), The
Double Dealers CFiladdfia, J. B., Lippincott Cp., 1958), pp. 53-54, reproducido en
'
6
The Evening Bu/letin (Filadelfia), 28 de febrero de 1972. Smith The Comp/eat Practica/ Joker(Nucva York, Doubleday and Company, 19.53).
392 Erving Goffman r 11. LA ELABORACIÓN DE LA EXPERIENCIA NEGATIVA
'
1.
11
!
~I
ma deJohny Carson (12 de julio de 1968) se mostró el fragmento. La
visión de un registro cinematográfico de lo que al parecer fue una rup-
tura real del marco proporcionó la base para que las tres estrellas en
escena rompieran a reír, y la visión de una versión filmada del desbor-
varía al igual que lo hace la de tipo emocional.
Cuando, por la razón que sea, el individuo rompe el marco y per-
cibe que lo ha hecho, súbitamente cambia la naturaleza de su absor-
ción y su creencia. Las reservas que tenía sobre la actividad en curso de
repente se disuelven y es probable que al menos de momento, que-
damiento de un ensayo y de una versión en directo del desbordamien-
11
to de los actores originó que la propia audiencia presente en el estudio de absorbido sin reservas por no poder mantener un comportamiento
11 de Carson se desbordara. La audiencia que estaba en el plató de tele- apropiado, y a causa de esa imposibilidad pierde, al menos temporal-
11 visión participaba en la visión de una muestra en vídeo de una res- mente, la distancia y la reserva que pudiese tener respecto a los acon-
H puesta desbordada a un fragmento cinematográfico de un desborda- tecimientos anteriores, y también parte del control consciente que pu-
miento y por lo tanto se añadió una laminación más alejada de los diese tener sobre lo que estaba ocurriendo. Queda inmediatamente
fl acontecimientos originales que la de los actores y la audiencia en el es- anclado en su condición sin las defensas habituales. Mientras espera
11 adoptar una posición en un ámbito correctamente enmarcado, en-
tudio. Obsérvese que la ruptura original del marco probablemente
tt, fue la más «espontánea» y menos programada de todas -ciertamente cuentra que no existe marco alguno inmediatamente aplicable, o que
podríamos decir que fue la ruptura del marco <<literah>, «real», «de he- el marco que pensaba que era aplicable ya ha dejado de serlo, o que no
:1 cho»- y, sin embargo, la visión de Don Rickles y Don Adams como puede vincularse al marco que parece ser aplicable. Pierde la direc-
~ unos espías pegados a la pared es (incluso en nuestra divertida época) ción en la formulación de una respuesta viable. Vacila. La experiencia
bastante irreal. -esa mezcla de lo que la escena habitual le aporta y de lo que él a su
vez aporta a la escena- se pretende que adopte una forma desde sus
comienzos, pero no encuentra forma y por lo tanto es una no expe-
riencia. La realidad oscila anómicamente. El individuo tiene una «ex-
394 Erving Go/fman La elaboración Je la erpen"encia negaliva 395
periencia negativa» -negativa en el sentido de que adopta su carácter vencido, como alguien a quien la cuestión le rebasaba. Esto, desde
de lo que no es, y aquello que no es se convierte en una respuesta orga- luego, puede suponer un aumento de agresividad hacia aquellos que
nizada y afirmada organizadamente. le han hecho perder el control y vicariamente hacia los que observan
Hay que señalar que en el tema del análisis del marco, la relación el proceso.
¡· cara a cara no es una limitación técnica; se producen evaluaciones, Existen otros aspectos organizativos en la desorganización interac-
'~
[:
~i
pero éstas pueden basarse bien en medios indirectos, bien en la per-
cepción directa de las escenas en las que el perceptor está solo. Cuan-
do se considera la participación, sin embargo, la relación cara a cara se
ciona!. Si alguien se ocupa de asegurar que la mayoría de los partici-
pantes participen intensamente en lo que está ocurriendo, puede verse
obligado a llevar las cosas hasta el punto de que algunas personas se en-
convierte en un factor mucho más delimitador. Y cuando se sitúa el tusiasmen mucho. Lo que supone una implicación plena para algunos
.,
!'
foco sobre las experiencias negativas, uno se encuentra considerando resultará una implicación excesiva para otros pocos. El que unos pocos
casi en exclusiva las ocasiones en que dos o más personas están en no puedan controlarse puede ser una señal de que muchos están plena-
copresencia inmediata: en suma, «situaciones sociales». Pues parece mente absorbidos. Así por ejemplo, en el tratamiento de los conciertos
un hecho que la situación en la que la sensación que tiene el individuo de rock, el objetivo de los organizadores puede ser llevar repetidamen-
de saber lo que está pasando se ve en la mayoría de los casos amenaza- te al público hasta un grado de intensidad tal que pierdan el control
ll i da es aquella situación en la que están inmediatamente presentes otros completo, permitiendo después un descenso hasta que se promueve
individuos. La excepción más importante -la que ahora nos preocu- otra oleada 2• De igual modo, si en un circo un número angustioso hace
01 pa- se ofrece en las franjas de las situaciones sociales descritas que se que la mayoría del público sienta horror, algunos puede que se sientan
presentan comercialmente en el cine, la televisión y la prensa; pero es- tan mal que acaben vomitando'. De manera semejante, si en los par-
tas formas del hacer creer son también sociales, separadas solamente ques de atracciones hay que ofrecer viajes de <<Vértigo» que creen un
en cierto momento del espectador, quien puede, desde luego, verlas en miedo agradable para algunos -lo que Roger Caillois llama une sorte
solitario. de paniqt1e voluptuet1se-, es probable que unos pocos se sientan gra-
En las rupturas del marco se produce, pues, típicamente, un fenó- vemente atemorizados, es decir, que encuentren que la experiencia «es
meno cara a cara observable: el contexto de la experiencia negativa. demasiado para ellos». La consecuencia es, pues, que en la diversión
Una vez examinado, sin embargo, es evidente que esta desorganiza- organizada, al menos, el desbordamiento de algunas personas no es
ción puede tener un lugar en una organización más amplia. una señal de desorganización de las otras, sino más bien un subproduc-
Cuando una persona se desborda, toma precauciones para no te- to accidental de un tratamiento eficaz.
ner que ratificar plenamente aquello que le ha originado la perturba- Veamos ahora un punto central sobre el rol organizativo de la
ción. Detiene el flujo de la acción, lo tira todo por la borda y pone fin a desorganización. Como ya se ha señalado, los individuos que se limi-
los acontecimientos difamantes, aunque sólo sea temporalmente. Se tan a observar a otro --<<inspeccionándolo»--- proceden en términos
protege ante el hecho de tener que ratificar y reconocer lo que ha ocu- del marco con una cierta mezcla de simpatía afectiva y de disposición
rrido 1• No elige y, por lo tanto, mantiene la posibilidad de elegir más cognoscitiva. Cuando aquel que es observado se irrita, es probable
adelante. Además, al perder de esa manera ostensible todo control so- que los espectadores también se sientan un poco preocupados. Pero
bre su situación, demuestra que puede actuar honesta y sensiblemente lo que es demasiado para él puede muy bien ser, con la reducción de la
y, en cierto modo, que se debe confiar en él, ya que si es evidente que distancia, lo bastante como para asegurar la participación de los otros
por el momento no puede hacer proyectos, difícilmente podrá elabo- en los acontecimientos que ponen a un individuo en dificultades con
rar alguno malo. Y además (eso se piensa) de presentarse libre de ma-
licia y fuera de control, se muestra también como alguien que ha sido 1 Recomendado por Ralph GlC11son, estudioso de la forma. Véase su «Twisters'
Una ilustración interesante del rol de las rupturas del marco como
ción anterior, como el que ha roto el marco, pero en su lugar ellos ha- medio para inducir la participación de aquellos que observan se en-
cen participar al individuo que se inhibe. (Resulta evidente, pues, a cuentra en una práctica fundamental del teatro, en concreto, en la
partir de mil ejemplos diferentes, que la participación pasiva no es tan producción ficticia de estados de información diferenciales. Una fac-
pasiva como se podría pensar. Si los espectadores se ríen cuando el pa- ción de los personajes de la obra, «desconocida» para la otra, embarca
yaso de repente se cae como si fuera una piedra, es porque ellos han a ésta en un engaño. Los fabricadores pueden, claro está, engañarse a
estado proyectando todo el tiempo su musculatura y su sensibilidad sí mismos, en alguna de las diversas formas de enredo múltiple. Es tí-
empáticamente en el caminar de aquél y ahora ven que su apoyo a la pico que el público esté en alguno de los secretos, pero difícilmente en
conducta anticipada de él, a la dirección anticipada de sus actos, su todos. En el último acto el marco se clarifica. Ese momento produce
predicción enmarcada de lo que va a suceder, se desordena. En este impacru, disgusto y sorpresa en los personajes implicados en el enre-
sentido, observar es hacer.) Además, ningún participante se quedará do. Pero al público le hace participar. (Una fuente adicional de parti-
atrás porque estos espectadores se hayan quedado atrás, ya que des- cipación, como se verá más adelante, es que el público pueda percibir
pués de todo no están participando oficialmente en la escena que pre- lo que pasa tras las escenas, incluso tras dos grupos de escenas.) Algo
sencian. Por lo tanto, su desbordamiento no posee consecuencias semejante se encuentra en las novelas y otras formas comerciales del
multiplicadoras. Obtienen un viaje gratis. Es cierto que tanto para la hacer-creer. En estos escenarios, los héroes cómicos se ven por rutina
persona que ha roto el marco como para el observador el desplaza- forzados a sustentar una fabricación precaria que pronto se destruye,
miento puede que sea bastante momentáneo; pero (se puede argu- y los rufianes rutinariamente intentan sustentar un engaño serio, para
mentar) incluso una liberación momentánea del marco anterior puede acabar siendo desenmascarados y totalmente desacreditados. Tanto el
hacer posible que psicológicamente todos vuelvan a encajar en el mar- cómico como el rufián zozobran de disgusto, pero no los lectores; es-
co y se sientan mejor que antes. tos últimos meramente se cercioran de tener algo en lo que verse·ab-
Resulta interesante reseñar aquí los escándalos en los concursos sorbidos.
de televisión durante los últimos años de la década de los años cin· Un individuo que se desborda, pues, puede ser una fuente de par-
cuenta 4• Los productores de los programas, cuyo objetivo era hacer ticipación para otros y no sólo una forma de desorganización por de-
participar intensamente a la audiencia, buscaban concursantes cuyo recho propio. Pero esto es sólo la mitad de la historia. La ruptura del
carácter y conducta probablemente podían garantizar dicha partici- marco puede acarrear algo más que la zozobra de un individuo.
pación. Ante el esfuerzo efectuado para encontrar el candidato «idó- Si el marco en su totalidad puede tambalearse, hacerse problemá-
neo», se hizo costumbre adiestrarlo en aquel comportamiento que tico, entonces esto también puede asegurar que las implicaciones an-
estimulara más la participación de la audiencia, tarea que incidental- teriores -y las distancias anteriores- pueden romperse y que, con
mente se desempeñaba mejor cuando no se intt:rfería con la cuestión independencia de lo que suceda, puede ocurrir un cambio dramático
de adivinar las respuestas. Así pues, el candidato en la cabina de en lo que se ha experimentado. Qué cosa sea lo que se experimenta es
respuestas sudaba tinta tratando de recordar, llegando casi al punto ciertamente difícil de especificar de un modo positivo; pero puede de-
de ruptura del marco facial en pro del comportamiento correcto, cirse lo que no se experimenta, esto es, una aceptación fácil de la con-
convenciendo de este modo a la audiencia de que se trataba de un cepción anterior sobre lo que sucedía. Por lo tanto, se trata otra vez de
concurso «real», proporcionándole al mismo tiempo un estímulo experiencias negativas.
para la participación. Otra cuestión. Parece que pueden aceptarse fácilmente rupturas
del marco de poca importancia, aunque sólo sea por el hecho de que
parecen asegurar la continuidad y la viabilidad del marco establecido.
4 Véase, por ejemplo, «TV Quiz Bussiness Is ltSclf Quizzed about Fix Charges», en
LJ/e, 15 de septiembre de 1958; «Quiz Scandal (Cont.)», en Time, 8 de septiembre de La pista desatendida, específicamente, permite que ocurran muchos
1958;Jack Gould, «Quiz for TV: How Much Fakecy», en The New York Times Magav- actos extramarco, siempre que se suponga que se han silenciado «Co-
ne, 25 de octubre de 19-'9. rrectamente», es decir, dentro de la capacidad no atendida del marco.
T
398 Erving Go/fman Lz elaboraaón de la expenenaa negativa 399
otros desbordamientos en respuesta a la burla hasta una edad más avanzada que los va-
rones.
' V. M. Frederickson, cc•The Modcling Situañon": A S[ructural Analysis» (uabajo 7
lona y Peter Opie ofrecen uno selección, The Lore anJ Language ofSchookhil·
inédi[o, University of California, Berkdey, 1962). dren (Londres, Oxford University Press, 1967), pp. 57 ·72.
400 Erving Goffman !.A elaboración Je la expenencia negativa 401
en broma, o se tomara a broma algo dicho en serio, ubicando así al cada de diversas maneras, tanto directas como indirectas, por el tera-
blanco en un intento de clarificar el marco, simplemente para descu- peuta. ¿Cómo se explica este encantamiento, especialmente cuando
..
¡.
brir que el marco repentinamente se ha aclarado, pero que él, el
blanco, no lo ha aclarado 8 •
las personas cautivadas pertenecen típicamente a aquella clase de per-
sonas que ha experimentado una cierta dificultad para relacionarse
Existen, pues, recursos verbales que los individuos utilizan para con los demás?
11 producir un marco que puede ser roto o para romper uno que ya ha La respuesta médica es que la persona que busca ayuda está lo bas-
H sido establecido, produciendo como resultado en cualquiera de los tante sana como para saber que tiene un problema médico y que debe-
n casos una experiencia negativa. ría recabar la ayuda de un médico para su tratamiento. Una respuesta
n b) Segundo: hay un tipo especial de persuasión tensa que se basa
en hacer que un individuo se desborde facialmenre. Una práctica de
alternativa es que las convenciones para llevar a cabo una sesión tera-
péutica rompen d marco de las situaciones habituales cara a cara preci-
1\ los interrogatorios policiales, la psicoterapia y el adoctrinamiento po-
11 samente en aquellos puntos en que el interactuante se protegería de
lítico en pequeños grupos supone hacer hincapié en aquello que habi- otro modo frente a la influencia y la formación de la rdación; así, el pa-
tualmente se desatiende o no se divulga, hasta el punto que el sujeto
11 «pierde el control de la situación», el control de la información y de
ciente queda atrapado en una relación especial 10• Véase lo siguiente:
"
fl
11
11
1 Aunque la burla generalmente posee una simple estructura triple de rol --el
H los amigos de modo semejante pueden intentar hacer lo mismo con los actores. Conocí
a un crupier en Las Vegas que contaba que cuando se pdeaba con lo bailarina con la
que había estado viviendo le d11ba un beso de despedida y le quitaba un diente postizo.
En el hospi!al el cspírilu de Freud sobrevolaba por todas partes. Nuestr:i conversación en las
comidas era frecuen1cmcnte puntuada por la palabra complejo, cuyo significado especial se creó
en aquella época. Nadie podía iener ningún tipo de lapsus sin que inmediatamente se le pidiera
Ella se veía forzada a bailar manteniendo la boca cuidadosamente cerrada. Él se senta- que evocara asociaciones libres para explicarlo. No importaba que hubiera mujeres -posas e
internas voluntarias- que podrían haber refrenado la franqueza que nonnalmente producían las
ba frente a ella y gesticulaba para hacerla reír de modo que se le viera el hueco en la asociaciones libres. Las mujeres eran tan agudas como sus maridos en d descubrimiento de los
boca. mccanismM ocultos. lThe &trie Writings o/ Sigmund Frt!Ud, editado y traducido por A A. Brill
'VéascS. I.,pp.34-35. (Nueva York, Modem Library, 19.38}, pp. 25-77.)
402 Erving Go/fman !.A elaboración de la experiencia negativa 403
3) El terapeuta deja en suspenso el principio de represalia que se [double-bind] 12• El razonamiento sostiene que los individuos «esqui-
da en las relaciones sociales habituales, tolera una amplia zofrenogénicos» se comunican con las personas amadas de una mane-
gama de comportamiento de acting out [actuación fuera de ra que ofrece indicaciones contradictorias, conduciendo a una inter-
lugar] en apoyo de la doc[rina de que el comportamiento del pretación desorganizada de la intención, los sentimientos y demás del
cliente no se dirige al terapeuta, sino a las figuras significativas comunicante. Cualquiera que sea el problema de los esquizofrénicos
en las que proyectivamente se transforma el terapeuta, en (cualquiera que sea, suponiendo que sea algo distintivo), parece que,
suma, que el comportamiento no es enteramente literal, aun- en las relaciones personales, en ciertas coyunturas, se dan muy fre-
que el cliente puede que no sea consciente de ello. cuentemente acciones y enunciados autonegadores. Estas acciones
4) Se anima al cliente a romper las reglas de decencia y modestia -realizadas, según se dice, «de mala fe»-- posibilitan que aquel que
que prevalecen en la interacción ordinaria. No sólo las fanta- está ligado por el doble vínculo rechace una proposición o la satisfac-
sías tabú sino también las reacciones diarias egocéntricas y ción de una necesidad planteada, aun cuando se ofrezca cierta eviden-
mezquinas son consideradas como foco de atención, merece- cia al importunador de que el rechazo no es permanente o de que qui-
doras de amplia consideración. Además, el terapeuta favorece zá no hay tal rechazo, y en consecuencia es tácitamente conducido a
las versiones sobre la versión que el cliente tiene del terapeu- mantenerse dispuesto a la relación pero sin considerarla de forma pre-
ta, las cuales normalmente serían consideradas como inmo- suntuosa. La persona ligada por el doble vínculo estará más adelante
destas e impropias para que un profesional las apoyara. Pero en posición de determinar retroactivamcnte cómo quiso establecer la
mientras que el yo del cliente es situado de esta forma como el relación durante todo el tiempo. El método consiste en emplear cui-
verdadero centro de la cuestión, inflado lo bastante como dadosamente las ambigüedades, o un tono que puede alegarse que se-
para llenar toda la situación, es el vocabulario del terapeuta ñala una falta de seriedad bromista o una intención literal, es decir, un
derivado de las doctrinas de la «personalidad dinámica» cambio de clave o un enunciado no transformado, y por lo tanto que
(aunque en una versión respetuosamente laica) el que consi- cualquier tendencia por parte del receptor a elegir una de las interpre-
gue que el cliente utilice en estas consideraciones. taciones es verificada mediante un acto que da fuerza a la interpreta-
5) El cliente, como parte de la obligación de asociar libremente, ción alternativa. Es, en efecto, una técnica para mantener enganchado
debe estar dispuesto a considerar sus relaciones con todos y a alguien. Adviértase cómo la consideración motivada por el tacto a
cada uno de sus íntimos, divulgando lo que normalmente se menudo se convierte en cierto modo en un doble vínculo y genera ex-
ocultaría de estas relaciones y en consecuencia traicionándo- periencia negativa, ya que posibilita que el receptor se vea a sí mismo
las; y lo mismo con respecto a organizaciones, grupos y otras bajo una luz relativamente favorable, incluso aun cuando pueda, en
estructuras. privado, cuestionar el candor yla autenticidad de la respuesta del otro
6) La respuesta negativa del cliente a la aplicación de estas reglas -respuesta que puede muy bien haber sido formulada de modo que
y la .reserva que esto crea respecto a la sesión y al terapeuta no excluya estas preguntas.
son por sí mismas un tema legítimo a considerar («el análisis
de la transferencia negativa>>), de modo que la distancia pro-
tectora que esta alienación normalmente proporciona es ex-
propiada, convirtiéndose en una cuestión a considerar y no la 12
Como en, por ejemplo, Gregory Batcson y otros, «Toward a Theory of Schi-
base de una posición inexpresada. zophrenia», en Behavioral Science, 1 (1956), pp. 251-264; Gregory Bateson, «Minimal
Requirements for a Theory of Schizophrcnia», en AMA Archivero/ General PsychiaJry,
Lo que se sugiere es, pues, que la burla y la persuasión intensiva Il (1960), pp. 477-491. Véase también L. C. Wynne y otros, «Pseudo-Mutuality in the
Family Rdations of Schizophrenics», en Psychiatry, XXI (1958), pp. 205-220; Harold
son ejemplos del uso de la experiencia negativa en los encuentros de F. Searles, «The Effort to Orive die OEhcr Person Crazy: An Elcment in the Aetiology
tipo conversacional. Debe mencionarse otro ejemplo: lo que Gre- and PsychoEherapy of Schizophrenia», en sus Collected Paperr on Schiz.ophrenla and
gory Bateson ha hecho famoso bajo el rótulo del «doble vínculo» Relattd Subjects (Nueva York, Intemational Universities Prcss, 1965), pp. 254-283.
404 Ervmg Go/fman La elaboradón de la experiencía negatwa 40.5
hora. (El DR. H.INKFUSS grita estas palabras mientras camina por el pasillo y que Pale Fire de Nabokov-segurameme la no novela más selecta que jamás
sube los tres peldaños que unen el patio de butacas y el escenario...) Lamento se haya escrito-, un poema rodeado de extensas notas a pie de página, Con
profundamente la confusión momentánea, que el público habrá advertido, independencia de la máscara que se ponga la no novela, su evasividad y su
que se está produciendo detrás del telón, y debo pedir su indulgencia, aunque montaje paradójicamente llaman doblemente la atención sobre su autor. Esto
quizá, después de todo, podría decir que deseo que todo ello se considere es ciertamente verdad en Appendix A (Macmillan), una novela daborada-
como una especie de prólogo involuntario. mente montada por d poeta Hayden Carruth. La charada comienza con una
EL CABALLERO DEL PATIO DE BUTACAS.-(Interrumpiendo complacido.) «nota del editor»:
¡Ah, bien! ¿No lo decía yo?
DR. H.INKFUSS.-(Con /ría severidad.) ¿Qué es lo que el caballero desea Aunque este documento fue escrito en cumplimiento de una obligación contractual
observar?... previa, no habría llrunado la atención de los editores a no ser por la mediación de perso·
nas que actuaban en lo que podria•adecuadamente describirse como una función se·
EL CABALLERO DEL PATIO DE BUTACAS.-Que esos ruidos en d escenario mioficial. Ahora, de hecho, forma parte de un informe ministerial archivado en un des-
formaban parte dd espectáculo 1'. pacho estatal de la sanidad pública. Su publicación no lleva aparejada ilegalidad o
improbidad algunas, pero consideraciones de sensibilidad personal aconsejan, sin em-
Pasando del teatro a la radio, se encuentra la famosa caja de tru- bargo, que no se hagan mayores precisiones. Las razones para publicarlo en este estado,
cos empleada por Orson Welles en La guerra de los mundos, inclu- sin corregir, esperamos que resulten evidentes para quienes lo lean. La publicación se
ha realizado con d conocimiento dd autor y con la amable autorización dd Sr. Gcoffrey
yendo un recurso de encorchetamiento: se estaba dando el pronósti- Whicher Carruth, de Crossington, Ohio 17 •
co del tiempo y entonces se conectó a la audiencia con «Ramón
Raquello y su orquesta en el Salón Meridiano del Hotel Park Plaza de Otro ejemplo, esta vez de una actuación musical, lo consituye el
Nueva York», y durante la actuación una serie de interrupciones en Hymnen de Karlheinz Stockhausen. Comienza con sonidos graba-
la emisora dieron lugar a la narración. De este modo, Welles sorpren- dos de interferencias -un sonido clásico de no actuación- que más
dió a sus primeros oyentes sin estar todavía preparados para situar en tarde, de forma retrospectiva, resultan haber sido el comienzo de la
el marco teatral lo que estaban escuchando. Seguramente estaban es- pieza.
perando a que comenzara el programa de Welles 16• Los novelistas
contemporáneos emplean un recurso semejante: al usar a modo de
prólogo una falsa nota del editor, o un tipo de prólogo adecuado a un 17 Whitney Balliett, en The New Yorker, 4 de enero de 1964. Otro caso en cuestión
documento, a una biografía o autobiografía, el escritor puede inducir es d del recurso al diario en The I.ie {LA menlir11} de Albeno Mor11via. Se podría añadir
una actitud errónea en el lector, un marco engañoso que eventual- que si unos lectores descubren esta clase de fingimiento soterrado, que parece ser una
solución óptima, es muy probable que otros lectores queden totalmente embaucados:
mente se aclarará, asegurando una experiencia negativa activa duran-
te el proceso. Whitney Balliett en una reseña de libros ofrece algunos Grove Pras ha cstlldo recibiendo quejas de los libreros y los lectores sobre The Nightclerle de
Srephen Schneck. Grove se precipita a ofrecer a todos los 11fectados esra explicación: "Tht N1ght-
ejemplos: ckrlc cs un libro fuera de lo corrien1e, 1an poco c:orrierue que comienza en Li págin119, en medio de
una frase. &i es como el autor lo escribió -y por eso nosorros lo publicamos así-: ¡Los ejempla·
res en su poder no esrán mlll encuadernados!» [San Francisco Chronicle, 1 de noviembre de 1965).
La no novda es un fraude, una farsa, un acto de timidez fingida. Puede estar
escrita en forma de diario o como una serie de cartas o como un rdato conta- En la literatura de las ciencias sociales, los escasos intentos de hacer sátira [tales
do por un narrador mientras toma té con pastas. Pueden ser unas «memo· como el de Edgar Borgana, «Sidesteps Taward a Nonspecial Theory», en Psychologi'c11l
riaS» descubiertas tras la muerte de su «autor» y editadas por un «amigo». Review, LXI (1954), pp. 343-3521 p11rece que han ocasionado peúciones de reproduc·
ción por investigadores que tomaron el escrito en serio.
Puede ser un sueño prolongado o una pesadilla, o puede ser contada a través Se puede trazar una clara línea divisoria entre los novelistas que esperan que los
de las sensaciones desmelenadas de un idiota o un loco. Puede ser, al igual lectores descubran la fabricación, o al menos que tengan serias dudas, y aquellos psicó-
logos y psiquiatras francotiradores que presentan libros sobre casos de una desviación
a la moda, con un personaje imaginario o a lo sumo compuesto, sobre cuestiones que
" Pirandello, Tonighl We Improvise, pp. 8-9. pasan desapercibidas, induciendo al lector el resto dd texto a asumir falsamente que se
16Hay un LP del programa. El relato básico es de Hadley Cantril, The Inv11sion trata de personas concretas. Un buen ejemplo es d de Thcodore Isaac Rubín, In the
/rom Mars CPrinceton, N.J ., Princeton University Prcss, 1940). Life (Nueva York, Maanillon, 1961).
408 Eroing Goffman La elaboración Je la experiencia negativa 409
Un modelo en cuestión es la obra de George MacDonald Fraser 2. La línea personaje-público. Aquí hay que considerar la explota-
Flashman: From the Flashman Papers, 1839·1842, una «biografía>> a ción de la «comunicación directa>> con el público 20• Un actor, que ha
medio camino entre la argucia correctora y la sátira. El texto de la encamado o va a encamar un personaje, atraviesa las candilejas, antes
cubierta interior establece un tono a guisa de prólogo que se man- o después de que caiga el telón, para decirle intencionada y directa-
tiene de modo consistente, y normalmente se necesita un tiempo mente al público algo al margen del guión en lo que parece ser una co-
considerable antes de que surjan y se consoliden las sospechas del municación franca al margen del personaje. De modo semejante, un
lector: actor puede hacer un intento de simular una interrupción pretendien-
do ser el director o el autor de la obra, y no sólo actuando en el perso-
Harry Flashman, soldado, amante, pendenciero, cobarde y héroe (merecedor naje de director o autor. La aceptación de lo que dice sobre el guión se
de varias líneas en d Quién es Quién), tuvo sus comienzos poco gloriosos obtiene así al precio de aumentar la distancia de lo que ahora se consi-
en la literatura como un fornido borracho expulsado de la escuda de rugby en dera que es el guión mismo. Según esto, debería resultar evidente que
Tom Brown's School Davs. Desde entonces, sin embargo, las andanzas de este los novelistas pueden intentar una técnica semejante, como cuando
calavera victoriano pennanecieron en secreto. En 1965, de modo fonuito, en
una subasta de muebles de un almacén en Inglaterra, se descubrió uno de los
cambian de un modo de presentación convencional a una especie de
ha!lazgos literarios mayores del siglo. Allí, guardados en un aparador para té y comunicación directa. John Barth ofrece un ejemplo:
cwdadosamente envueltos en unas tapas de hule, yacía un gran montón de
manuscritos conocidos como los Papeles de Flashman. ¡El lector! Es a ti, bastardo terco, ininsultable y aficionado a la letra impresa,
Estas memorias personales, escritas en la vejez por el propio granuja a quien me dirijo -a quién si no-desde el interior de esta ficción monstruo-
~rdenadas y editadas ahora por George MacDonald Fraser- narran los sa. Me has estado leyendo hasta aquí, ¿no es verdad? ¡Tanto tiempo! ¿Por
primeros años de Flashman, desde su expulsión del rugby, pasando por su qué desacreditable motivo? ¿Cómo es que no te vas al cine, a ver la televisión,
servicio en los húsares de lord Cardigan hasta su ignominiosa participación a mirar a la pared, a jugar al tenis con un amigo, a tomar iniciativas amorosas
en la histórica retirada de Kabul 18• con la persona que te viene a la mente cuando hablo de iniciativas amorosas?
¿No hay nada que te pueda hartar, saturar o hacer que te vayas? ¿Dónde está
tu pundonor? 21 •
Los corchetes terminales también pueden ser explotados. Así, en
la actuación del Concierto para Orquesta núm. 1, de Schadrin, la pieza
20 El discurso directo en d teatro preshakespcariano, en Occidente, fue implanta-
aparentemente acaba, el director se vuelve para saludar, la orquesta se
do en un rol especializado, d dd payaso o d loco. Como se ha indicado, d teatro pos-
levanta y entonces el pianista comienza el auténtico final, que el resto terior se caracterizó por la reducción de este modo de acción, no por su invención. Es
de la orquesta enseguida se dispone a completar. En la obra dadaísta de cierto que incluso en las obras griegas (especialmente en las comedi!lS) se utilizó d clis·
Daumal, En Ggga"ded, está en el guión que se escuchará una voz pro· curso directo. Los griegos también usaron las rupturas del marco. La paz. de Aristófa-
cedente del público después de que caiga el telón •9• ncs ofrece un ejemplo en conexión con la práctica de llevar a un actor por encima del
escenario para producir un gran efecto aéreo:
TRJGEO.-(lkscubn"indou 11 sí mismo.) Por si fuera necesario estoy equipado con un timón y nú
escarabajo. Naos me serviní de barco.
11 LA HIJA PEQUEIQA.-¿Y en qué puerto recalarás?
Flashman: From the Flashman Papers, 18)9·1842, editado y ordenado porGeorge TRIGEO.-¿Por qué, es que no está d pueno de Canthaurus en el Pirco?
MacDonald Fraser (Nueva York, World Publishing Company, 1969). Aquí cito Ja obra LA HUA PEQUEIQA.-Tcn cuidado de no golpearte y caer al espacio; una vc::i tullido, serías un
según su título declarado pero, de hecho, las convenciones editoriales no cubren el sujeto idóneo pal'll Euripidcs, que te incluirla en una tr11gcd.ía.
caso. La ciui directa me pennite colaborar en Ja broma: las comillas, uno de cuyos sen- TRIGEO.~A meditl4 que '4 máquina lo tkva cau vez mir.) Lo tendré en cuenta. ¡Adiós! (A
tidos .editoriales es que la identidad incluida en ellas se autoproclama y no hay que los aten~nus.) Vosouos, por cuyo amor arrostro estos peligros, no os tiréis pedos ni os caguéis por
acreditarla, pondrán en guardia al lector pero constituirán una cita incorrecta. Es inte· espacio de tres días, porque si, mientras surco los aires, nú corcd olfatease algo, me arrojaría de ca·
rcsante notar que algunos críticos interpretaron literalmente d libro, otros rechazaron bcza amf d primero de la cima de mis esperanzas. [WhimcyJ. Oatcsy Eugcne O'Ncill,Jr. (eds.),
la broma y otros siguieron en la vena de la simulación. Tbe Compklt Gretlt Dram11, vol 2 (Nueva York, Random Housc, 1938). pp. 675-676.J
1
' Recogido en Gary Atan Fine, «Audience and Actor» (University of Pennsylva- 11 John Barth, Lost in the Fun House (Nueva York, Doubleday and Company,
nia, 1970). 1968), p. 127.
410 EnJ1ng Goffman Lz elaboración áe la experiencia negatiua 411
Los procedimientos de las salas de fiestas del género de Don de a duras penos puede mantenerse en pie), alegando que un marinero sabe
Rickles emplean el mismo principio bajo la forma de insultos al pú- mejor que la chica cómo trepar por una cuerda, aleja atemorizadas a las gen-
blico, es decir, dirigirse directamente a un miembro del público; tes del circo cuya ayuda ha pedido el locutor y comienza la subida hacia el tra-
pecio. Una vez !lrríba, se comporta como un hombr~ ~ue nunca ha t~cado un
esto se hace fuera de los periodos -si es que los hay- convencio- trapecio en su vida -y, si no se cae, parece que es uruca~ente deb1~0 a una
nalmente establecidos para este fin o a un nivel de intimidad y me- cuestión de suene-. Entonces, de repente, hace una boruta acrobacia sobre
nosprecio inapropiado para una conversación que se escucha por un pie, se desembaraza de su atuendo de marinero y es l?resentado como el
casualidad 22 • En efecto, el receptor del comentario que rompe el más grande equilibrista del mundo, comienza la acrobaoa y el acto se desa-
marco es forzado a desempeñar el rol de actuante, forzado a veces a rrolla según la pauta habitual 2 ,.
representar un personaje. Éste, en consecuencia, se desborda pro-
porcionando una fuente de participación a los demás miembros del 3. La fórmula rol-personaje. Se trata de una de las fórmulas más co-
público. munes de experiencia negativa generada intencionalmente. El indivi-
De igual modo puede crearse la impresión de que un miembro duo, bajo el disfraz del personaje que está representando, hace co-
del público aborda directamente a los personajes o a la produc- mentarios sobre sí mismo como actor o sobre sus compañeros actores,
ción, como cuando se sitúan comparsas entre el público, progra- o atrae la atención por otros medios hacia aquello que no debería ser
madas en el guión, para irrumpir de acuerdo con una indicación. capaz de atraer la atención -la fórmula rol-personaje-. Como resul-
De nuevo Pirandello ofrece ejemplos, aunque podríamos recabar tado se produce una ruptura reflexiva del marco-una mezcla de ni-
otros más conocidos, como la producción de Olsen y Johnson veles del ser.
H ellz.apoppin. Quizá la figura central aquí sea la del loco:
La ruptura, prevista en el guión, de la ünea actor-público es un
rasgo de muy diferentes tipos de actuaciones: hasta el circo puede El actor loco puede así cuestionar la realidad, o incluso disolverla, debido a
proporcionar ejemplos, como sugiere un joven investigador de la vida la extraña naturaleza de la realidad que para nosotros posee como persona.
en el circo: (Como ya hemos visto, su rol como actor loco tiende una y otra vez a hundi~
se con el resultado de que él simplemente presenta aquello de una forma mas
En el desarrollo de un determinado acto podemos identificar fases progresi-
vas en relación muy estrecha con la pauta de fas sucesivas transformaciones
que tienen lugar en los cuentos populares [. ..]. ZJ Paul A. R. Bouissac, «The Circus as a Multimedia Language», en Language
Eso es siempre verdad en cualquier acto básico. Pero existen pautas más Sciences, núm. 11(agosto1970), pág. 6. El paralclism~ en este caso se establece en r~
lación con la capacidad de asombro empicada en el eme, como cuando un persona!e
sofisticadas en las que vemos en funcionamiento una transformación o una
interpretado por Don Ameche intenta persuadir al personaje interpretado po~ Son¡a
serie de transformaciones por inversión como las que a menudo se encuen- Henie de que no es peligroso seguirle por el hielo. Las películas americanas, a diferen-
tran en los cuentos populares. Por ejemplo: cuando el presentador anuncia a cia de las europeas, pueden también poner en escena la competencia de un segundo
una chica acróbata, un marinero borracho produce una alteración en el pú- lenguaje en estas sorpresas desconcertantes, aunque no hay duda de que el reparto es
blico, se enzarza en una discusión con el presentador y acaba en la pista (don- más fácil si la competencia oculta implica el claqué, el canto, el yudo y otras artes
americanas. Ciertamente, en las circunstancias apropiadas , uno de cuyos ejemplos
nos lo ofrece la vida de Samuel Taylor Coleridge, también valdrá la competencia en la
u A un rezagado, por ejemplo: «Siéntate, tonto de remate, o te echarcmoS». La escritura:
versión no incluida en el guión de esta ruptura dd marco parece que ha ocurrido de vez
Desde .ru fue a Jesus Collcgc, Cambñdge, en 1791, donde leyó mucho, pero sin orden ni condeno,
en cuando en d mundo musical. Un artículo sobre malos modales de las audiencias en
y contrajo deudas. LOi problemas surgidos a partir de enton~ y rambién, al pa~, un fraC1So
Time de 26 de enero de 1966 suministra ejemplos: amoroso hicieron que se march:ira a Londres, donde se enrolo en la XV Compania de Dragones
El guitarrista clasico Andrés Segovia interrumpió recientemente una actuación en Chicago, on· bajo d nombre de Silas Tomlc.yn Comberbacke. Sin embargo, no consiguió aprender a montM. ~
dcó un enorme pañuelo y graznó y resolló a la vez que el público. Jascha Hcifetz prefiere la mi· caballo, y a uavés de algunas lineas en )aún escri~ por él a ~ pu~ de~ establo, se desc~bno
rada fulminante o, st las cosas se ponen demasiado mal, marcharse. El difunto sir Thom11S Bcc· su situación real, sus amigos se comunicaron con él, y se logro su liberación al pagar por él sus
cham era aún menos sutil: en ciena ocasión se dio la vuelta en el podio y gritó: «¡Callaos, hermanos ijohn W. Cousin, A Sbort BiographiClll Dictio11ary of E11glisb Litera/u" (Nueva York,
estúpidos! ... E. P. Dunon and Co., 19.J)), p. 89].
412 Ervmg Goffi1tt1rr 1..4 elaboración de la experienci4 negativt1 413
inmediata que la del teatro formal.) Como persona, a veces «Se pasa>> como el sible 27 • (Existe un paralelismo en las diversiones privadas con la prác-
patán que se adentra en d terreno de los no locos a medida que se afirma a si tica de <<imitar» a alguien.) En estos casos, el personaje se construye y
..1 mismo, toscamente indiferente a las convenciones de la realidad o de la imita. se destruye continuamente, originando el correspondiente desborda-
··1 ción de ésta. A veces «se queda corto». A menudo «no está muy allá» con res. miento en el público.
JI pecto a inteligencia o salud mental 24•
(Beatrice Lillie empleaba un recurso parecido en su famoso estilo
IJI Un ejemplo obvio de violación en la línea rol·personaje es el uso
de representar con una larga capa una famosa aria cantada en «direc-
111 to» casi aceptablemente, y después, cuando el público comenzaba a
que hacen la televisión y el cine del «encasillamiento». Como es bien preguntarse cómo había que tomar aquello, se levantaba las faldas y
UI sabido, un actor con cierta frecuencia queda identificado con los pa. salía patinando del escenario, destruyendo retrospectivamente el rol
u• peles que ha representado, aun cuando esos papeles se seleccionan en anterior.) Algo semejante parece que se logra en los juegos de socie·
confirmación de repartos anteriores eficaces. Casi al final de su carre·
:1 ra, cuando su encasillamiento ha quedado máximamente establecido,
dad, pasados de moda, en los que una persona con los ojos vendados
era inducida a hacer algo que a ella le parecía razonable pero que
l se inclinará a veces por papeles cómicos en los que representa un ale·
jamiento de «él mismo», un papel incongruente con los tipos de pape·
les que solía representar".
para los otros estaba claramente fuera de lugar; era una payasada for-
zada basada en actos automáticamente generados e inconscientemen-
111 te inadecuados 28•
Una versión actual de esta insistencia o vuelta sobre uno mismo se Un ejemplo elegante de ruptura, en el rol-personaje, se encuentra
111 ilustra en los programas infantiles de televisión, en los que chimpan. en los espectáculos sofisticados de ventriloquia. Como en d caso del
cés amaestrados representan versiones breves de programas popula. recurso de Pirandello de hacer que un personaje amplíe el mecanis·
res de televisión, haciendo vacilar a la audiencia sobre su implicación mo por el que un actor se convierte en personaje, se hace que el mu-
en lo que se aproxima muy de cerca a una producción normal 26• Otra ñeco desarrolle un personaje en la interacción con el ventrílocuo, y
versión tipificada es la actuación del mimo en las salas de fiestas utili- luego se le hace volver sobre sí como si fuera sólo un pobre muñeco,
zando el doblaje gesticulando: se presenta una grabación de una voz discutiendo con el público la irrealidad de su personalidad -algo
famosa cuyo poseedor se identifica con unos rasgos fisonómicos muy que no sería posible para un auténtico muñeco-- adquiriendo de ese
conocidos, mientras en el escenario el actor mima el texto, logrando modo un estatus especial gracias al que desempeña en ese momento,
así dotar a la voz de un cuerpo imposible o al cuerpo de una voz impo· o al menos socavando la reserva establecida que el público tiene res-
pecto al papel que representa ante ellos. Así, el muñeco le dice al pú-
blico:
2
~ William Wdleford, The Fool and his Scepter (Evanston, m, Nonhwestem Uní·
versity Prcss, 1969), p. 56.
v Existe también uno versión seria dd mismo ataque. Así, en la pdícula I Walk the
Line, Gregory Peck comienzo con d popd de sheriff. representando al héroe moral·
mente sólido que él, Gregory Peck, había llegado a ser para su público. Gradualmente n El tema dd arlequin-hennafrodita en los espectáculos de payasos, en las pelícu.
d shenffse va desorganizando a causa de una pasión, según algunos, impropia de un las cómicas, en los espectáculos de los bares de homosexuales y cosas por d estil~ ;s
hombre de su edad y condición. El efecto de su caída se apoya en d estereotipo previo otro ejemplo que hace al caso. Véase Wtlleford, The Foo/, pp. 179·187. Una vers1on
establecido por y paro Peck en sus películas anteriores. Véase la reseña de Jacob estática se ofrece en las fotografías recortadas en los parques de atracciones, en las que
Brackmllll, «Fdms», en Esquire, enero de 1970, pp. 44 y 162. un sujeto coloca la cabeza sobre d cuello de una figura de cartón radicalmente dife·
26
Reseñado en U/e, 2 de octubre de 1970. Se podría establecer uno comparación renle en identidad social a la suya.
21
con lo comedia que representa a un hombre vestido de mono, aunque no acenadamen· Herb Caen, San Francisco Chronicle, 8 de abril de 1966, sugiere un ejemplo pÚ·
te. Se pretende que los monos fingidos confundan a otros personajes de la trama, tanto blico:
personas como monos «reales», para llegar a un descubrimiento cómico explosivo. La visión más divenida se produjo la otra tarde en Postreet: una chica de aspecto terriblemence
Los monos auténticos, vestidos con ropas humanas, no se pretende que engañen a na· altlloero, embllJ'llZllda de unos ocho meses, se balanceaba con presunción por la calle, sin saber
die, sino más bien que ofrezcan una inversión humorística de la línea cosmológica que que alguien le habla colgado detrás del abrigo una nota en la que se lefa: c¡PAREZCO degance!
los separa de nosotros. ¿no?•.
414 Ervíng Gof!man La elaboraaón de la experiencia negatÍlla 41.5
«Él es bastante bueno, ¿verdad? No mueve la boca.» STARKEY.-(AI público.) Ahora, nada de esto está sucediendo realmente. Es
«Ningún ventrüocuo puede decir patata sin mover los labios, ¿verdad?» un espectáculo, una obra en un teatro y yo no soy realmente un capitán. Soy
(Entonces repite esto cada vez en voz más alta hasta llegar a convertirse un actor. (Su voz se aluz con emoción como para sofocar el ruido de un avión que
en una presentación popular de la paradoja de Epiménides) 29• pasa muy cerca y disminuye progresivamente con la distancia.) Soy- (mencio-
na su nombre verdadero). Todos ustedes lo saben. ¿Piensan ustedes que yo,_
Aunque resulte ciertamente posible encontrar el juego rol-per- (repite stt nombre verdadero), realmente permitiría que mi hijo se fuera a la
sonaje en una variedad de presentaciones con guión, el teatro ofrece guerra y que lo mataran y que yo me quedara aquí hablando con ustedes sin
1 sin dudas la fuente más importante. Por ejemplo Joseph Heller, en hacer nada? (Su voz evoca un matiz de histeria y de dolor como si supiese lo que
su obra We Bombed in New Haven, parece que intenta hacer ver su va a ocurrir después.) ¡Claro que no! No hay guerra. (En la distancia se o-ye el
1 postura política mediante la ruptura reflexiva del marco, es decir, sonido de una única y gran explosión, y STARKEYgimotea y parece que va a rom-
per a llorar a medida que gnla insistentemente.) ¡Aquí no hay guerra ahora!
que intenta aumentar la inmediatez de su argumento alterando la (Flojea por un momento para luego continuar desesperadamente.) Nunca ha
1 situación del público, como en el siguiente ataque a la fórmula rol- habido guerra. Nunca habrá guerra. Nadie ha muerto aquí esta noche. Es
l personaje: sólo... una ficción ... es una historia... una charada ... un espectáculo H .
1
HENDERSON.-Entonccs, ¿cómo se le puede matar y enterrar?
1
i
STARKEY.-Él no era real. Yo tampoco. Estoy fingiendo, y estoy seguro
4. El juego-espectáculo. Si examinamos los recursos que los come-
diantes emplean para atacar los corchetes, resulta evidente que lo que
de que todos ustedes (al público, alterando los detalles de su alocución de modo
1 que se co"espondan con su expen'encia real como actor) y todos ustedes, los de se produce es una violación de la disposición convencional entre la
ahí fuera, me han visto actuar muchas, muchísimas veces antes en roles muy ocasión social y la acción principal, el ámbito interno que la ocasión
diferentes. Como ustedes saben, últimamente me ha ido muy bien. He he- puede encerrar. El puente que habitualmente se tiende para cruzar de
cho papeles mucho más largos que éste. También he hecho mucho dinero. una esfera a la otra -las luces de la sala, el prólogo, el prefacio, el afi-
Pero me gustaría participar en cosas serias, importantes, cuando encuentre nado- queda simplemente absorbido en los haceres internos, forzan-
1 tiempo entre el rodaje de mis películas. Y ésa es la razón por la que acepté re-
presentar durante un tiempo ese papel de capitán. (A los hombres.) ¿Ustedes
do al público a que acabe de apurar sus copas. De modo semejante,
un ataque a cualquier otro elemento específico del marco puede am-
me entienden? (Bailey y Fisher aplauden con poca convicción. STARKEY, no pliarse a un episodio completo de la actividad enmarcada, amenazan-
dándose cuenta del sarcasmo de éstos, está contento.) do así con que el juego inunde el espectáculo y mezcle al actuante con
BAILEY.-Éste es el papel más difícil que ha representado nunca.
STARKEY.-¿El de capitán?
el espectador, al personaje con el asistente al teatro. Por ejemplo, una
vez que el personaje comienza a plantear el tema del intérprete que lo
1 BAILEY.-No. El de actor. (Los hombres se carcajean)'º.
sustenta, hay un pequeño paso hasta ampliar la ruptura sintáctica me-
~ Y logra presentar el aspecto de un actor blanco que es un equiva- diante la comunicación directa de todo el espectáculo que se presenta.
lente funcional del que encontró Genet (en Los negros) en un actor El teatro llamado del absurdo ofrece muchos ejemplos de este ata-
1 negro: que totalizador -tantos, que de hecho sería mejor llamarlo teatro de
los marcos-. Así, Genet en su interesante obra Los negros:
1
~ 29
Es interesante advertir que aunque los personajes en el cinc, el teatro, los núme- ARCHIBALD.-Cállense. (Al público.) Esta tarde actuaremos para ustedes.
ros de salas de fiestas, las tiras cómicas y los espectáculos de ventrílocuos han sido crea- Pero con el fin de que puedan permanecer confortablemente alojados en
1 dos por sus autores para romper el marco reflexivamente y dirigirse al público sobre la
b11Se de la naturaleza ilusoria del estatus dd personaje, raramente tiene cabida en una
sus asientos en presencia dd drama que ya se está desarrollando aquí, con
novela una figura que haga esto. Sin embargo, no hay razón para que un personaje no
pueda ser desarrollado en una novela y entonces, una vez introducido en ella, se dirija
al lector para hablarle sobre la ilusión que se ha creado. ll lbid., pp. 218-219. Pirandcllo utiliza también el «truco del nombre real»; Wclles,
10
Joseph Hcller, We Bombed ;,, New Haven (Nueva York, Dcll Publishing Co., en el programa sobre Marte, aumentó el realismo utilizando nombres de lugares reales
1970). pp. 94-95. para el sitio dd aterrizaje, el laboratorio de la universidad, etcétera.
416 Eroing Go/fman Lt elaboración Je la experiencia negativa 417
el fin de asegurarles que no hay peligro de que el drama se deslice por en- . Así en A Resotmding Tinkle, de N. F. Simpson, la segunda escena
tre sus preciosas vidas, tendremos incluso la decencia -decencia aprendi- se abre con un actor, en el personaje del autor, que se acerca hacia el
da de ustedes-- de hacer imposible la comunicación. Aumentaremos la centro del escenario, con el telón levantado, introduciendo una larga
distancia que nos separa -distancia que es básica- con nuestra pompa, disquisición para comenzar:
nuestros modales, nuestra insolencia -porque nosotros somos también
actores-. Cuando termine mi parlamento aquí (da una patada en el suelo Estoy de acuerdo. Es un comienzo bastante epiléptico. Vamos a ver lo que
en un gesto de rabia), ¡aquí!, todo tendrá lugar en el delicado mundo de la podemos hacer en la próxima escena para unir todas las cosas. Porque esto
reprobación ' 2• [. •• ] no se parece en nada a la obra que yo escribí. Ustedes se habrán dado cuenta
ARClllBALD.-Para nosotros también. Ellos nos dicen que somos niños
de ello".
crecidos. En ese caso, ¿qué nos dejan? ¡El teatro! Jugaremos a reflejamos en
él y nos veremos a nosotros mismos -grandes negros narcisistas-- desapare.
ciendo lentamente por entre sus aguas n. [ ... ] Y antes de que los personajes hayan hecho un comentario sobre la
ARCHIBALD. -Tú crees que la amas. Tú eres negro y actor. Ninguno de obra:
los dos conocerá el amor. Ahora, esta tarde -pero sólo esta tarde- dejamos
de ser actores, puesto que somos negros. Sobre este escenario somos como SR. PARADOCK.-El texto parece que me surge como a trozos. O como lo que
prisioneros culpables que juegan a ser culpables H. a mí me parece que son trozos. Es como una inespecífica leche del paraíso.
SRA. PARADOCK.-Lo que no recuerdas te lo puedes inventar.
Hay que notar que cuando un personaje hace comentarios sobre SR. PARADOCK.-Y lo que no pueda inventarme, puede quedar sin de-
un episodio completo de la actividad en términos del marco, adquiere cirse.
una realidad peculiar a través de las mismas palabras mediante las que SRA. PARADOCK.-En esta clase de obras eso no le importa a nadie. Nadie
socava aquello que acaba de representar. se da cuenta. Se te pueden olvidar ocho páginas o las que sean, prácticamente
desde la palabra Vamos, cuantas más, más contentos del autor para abajo. O
para arriba. Así que por lo que más quieras no empieces a inquietarte porque
l l Jean Genet, The Blacks: A Clown Show, traducción de Bernard Frechtman
no te acuerdas de tu texto o del de cualquier otro. Déjalo en manos de la am-
(Nueva Yord, Grobe Prcss, 1960), p. 22. . brosía. Deja que la ambrosía se ocupe de ello J6•
n Ibid., pp. 46-67 .
.M Ibid., p. 47. Como se ha indicado, Genet puede hacer que los personajes hagan
Aquí las reservas críticas del público se incorporan a la obra-ex-
referencia a su color en contraste con el del público, y este color es también un rasgo
del actor que hay debajo del personaje. De ese modo el marco dramático es traspasado propiada-, dejándolo sin la defensa habitual frente a una obra, inse-
por una cuña de realidad y se le hace ver al público que para nosotros el estatus del co· guro sobre los sentimientos que se supone que ha de tener, e inseguro
lor (como el de la edad o el sexo) puede incidir más profundamente que la diferencia sobre su juicio de que está viendo una mala obra. Beckett utiliza un
entre el personaje y el actor. Gelber, en The Conection, debe folsüicar los accesorios, de recurso semejante: sus personajes comentan de pasada la tarea que
modo que sus personajes meramente actúan, aunque la música que se toca es real e in-
terpretada por músicos reales anunciados con sus propios nombres. (Pero el ténnino han de desempeñar, es decir, representar una obra :n. The Connec-
real aquí resulta ser un truco. Ocurre que la música real está totalmente adaptada para tion de Jack Gelber ofrece otro grupo de intentos pautados para ata-
la actuación ante un público e incidentalmeme está bien adaptada a una perturbación car un episodio teatralmente enmarcado. La obra comienza con mú-
de este tipo. Por lo tanto, aquí lo real no es muy real. Alguien que no fuera un músico sicos auténticos que practican sobre el escenario y personajes que se
profesional que adoptase ese rol e interpretase la música en el escenario, sin embargo,
tendría que saber realmente interpretar música. Si en una obra hay un papd de mala-
hacen pasar por el director y el autor de la obra entrando por los pa-
barista y d penonaje que adopta este papel ilustra su aneen el escenario debe ser real- sillos del público, charlando como si la obra todavía no hubiera co-
mente competente en los juegos malabares para poder hacerlo. Pero si un personaje se
limita a hablar de interpretar música o de hacer juegos malabares como de su profe-
sión, entonces no sucede nada «real», salvo el uso competente de la lengua inglesa. En u Londres, Faber and Faber, 1968, p. 29.
cualquier caso, adviénase que aunque el color de los actores es «real», la relevancia de J6 Ibid., p. 11.
esto, y, por consiguiente, de su realidad, es puramente social; es pensable que algún día n Véase la discusión en Gugh Kenner, Samuel Becleett (Nueva York, Grave Press,
cofur sólo signifique «piel». 1961), «Life in the Box», pp. 133-165.
418 Ervmg Go/fman LA e/aboradón de la experiencia negativa 419
menzado. Y a lo largo de todo esto se producen comentarios como mos algunas delicias turcas (y cualquier ocra cosa que se venda) en d v~u'bu
los siguientes: lo. Ahora bien... ¿alguien en el público quiere una calada?
(l..As luces se desvanecen poco a poco)~J,
]IM [el procluctor].-Alto, muchachos. Todavía no hemos comenzado. No he
acabado. Bajen esas luces Ja. [. ..] Las películas protagonizan también en ciertas ocasiones una viola-
}IM.-Este mago de la palabra me ha inventado a mí con el único propó· ción dd ámbito dd ser que esas mismas películas intentan establecer.
sito de explicar que yo y todo lo que suceda esta tarde sobre el escenario es Por ejemplo, se da d truco de hacer que un personaje comente la bre-
simplemente una ficción. Y no os dejéis embaucar por nadie que os diga otra ve aparición «personal» de una estrella famosa, refiriéndose a ella por
cosa. Salvo el jau. Como he dicho, nosotros defendemos la autenticidad de su <<Verdadero» nombre. Los productores sofisticados se han inspira-
este arte improvisado. Pero el resto no tiene ninguna base en el naturalismo. do en la pauta de Brecht de llamar periódicamente la atención sobre el
Ninguna. Ni un ápice. Abso-J9• [ •••] carácter ficticio de la totalidad, para no permitir que el público man-
JIM.-¿Por qué no hacemos toda la obra a oscuras? Es una idea para ti,
tenga durante un periodo largo un conjunto de laminaciones. Un críti-
Cotorra 40•
CoTORRA.-(Entra desde el público.) Corren. Están matando la obra. co de cine describe así Cómo gané la gue"ª· de Lester:
¿Qué estás haciendo? Volvamos sobre ella otra vez. Tienes que dar toda la
trama en el primer acto. Hasta ahora ninguno de nosotros ha realizado su ta- Por ejemplo, un coronel patriotero le suelta al teniente una parrafada en una
rea dramática 41 • trinchera. Cuando la cámara retrocede, al final de la exhortación, la trinchera
ERNIE.-Alto. ¡Mierda! No conño en ninguno de vosotros. Sí, lo he en· -de repente-- está en un escenario, y el telón cae mientras el coronel acaba
vuelto todo en pequeños paquetes para vosotros. Podéis iros a casa y decir de hablar. (Lester no deja la cosa alú. En ese teatro el público es escaso y d
que Emie sabe realmente lo que hace. Chico, él realmente puede destrozarlo aplauso débil.) Algunos incidentes se vuelven a representar velozmente en di-
todo. Mierda. ¿Oyes? No confío en ningún hijo de puta de aquí ni de entre ferentes escenarios como una burla de Marienbad. La música suena burlona-
el público. ¿Por qué? Porque en realidad no creo que ninguno de vosotros mente: cada vez que retrocedemos a esas ratas del desierto ruinosas, recibi-
entienda lo que pasa. Sois estúpidos. ¿Por qué estáis aquí? Porque queréis mos el aura del grandioso sentimentalismo oriental por una banda sonora al
ver sufrir a alguien. ¿Queréis reíros de mí? No queréis conocerme. ¿Y esta estilo de LAwrence de Arabia. Y continuamente se nos recuerda que es una
gente? Sam no se ocupa de mí ni de mi música cuando es el momento ... película. Cuando uno de los hombres se pone histérico, otro soldado se vuel-
¿Dónde está el vaquero? ¿Dónde está? Mejor sería que volviera ese bastar· ve al público y dice con ira: «¡Quita esa cámara de aquí!», y pasamos a un pla-
do. Esto no vale para nada. Para nada. Quiero mi dinero. ¿Dónde está mi no con dos barriobajeros de Londres, en el cine, viendo una espantosa escena
paga? Se supone que nos van a pagar. Cotorra, ¿dónde está mi paga? Te ma- cómodamente. Al final, cuando la guerra está acabando, dos soldados discu-
taré. ¿Meoyes? 42 • ten lo que van a hacer después y piensan que pueden trabajar en una película
que se va a hacer sobre Vietnam. (Existe aquí una marcada diferencia con la Trintignant, con un guión de Robbe-Grillet, ofrece otro ejemplo
«Conciencia fílmica» de Persona. En esta última, Bergman nos recuerda que en un filme llamado El expreso transeuropeo:
nosotros y él participamos en una película. Pero Lester nos dice que nosotros,
él y los actores sabemos que es una película) 44 • El guionista Alain Robbe-Grillet sube al expreso París-Amberes con su espo-
1 sa y su amigo. Un tipo que remolonea por la estación sube al tren, se acomoda
Godard también utiliza mucho unas rupturas que desacreditan el en su departamento y de pronto se levanta bruscamente y desaparece como si
marco. Susan Sontang en un interesante ensayo sobre este director lo pe~iguieran.
1 ofrece el siguiente comentario: «Ese era Trincignant:» -comenta uno dd trío, usando el verdadero nom-
bre del actor-. «Me pregunto qué está haciendo aquí.»
1 Tales procedimientos tienden, desde luego, a reforzar el aspecto autorreflexi- Robbe-Grillet se vuelve hacia su amigo: «Hagamos una película sobre el
vo y autorreferencial de las películas de Godard, porque la presencia narrati- expreso transeuropeo y el tráfico de drogas.»
va definitiva es sencillamente el hecho del cine como tal; de ello se sigue que, Salen de encuadre, y la cámara sigue aJean-Louis Trintignant hasta Am-
1 en honor a la verdad, el medio cinematográfico debe hacerse para que se ma- beres, por Amberes y de vuelta a París, mientras la cámara vuelve ocasional-
1 nifieste como tal ante el espectador. Los métodos de Godard para lograrlo mente al trío de Robbe-Grillet que está todavía en el tren de Amberes discu-
1 abarcan desde la estratagema frecuente de que un actor haga breves apartes tiendo cómo se va a desarrollar el filme-46.
graciosos ante la cámara (es decir, ante el público) en medio de la acción, has-
1 ta d uso de una mala toma -Anna Karina baila una línea dd texto, pregunta
si está bien y la repite-- en Una mujer es una mujer. Los carabineros no co- escapa a su descripción. Y si en su esfuerzo por manifestar cuanta buena fe sea posible
mienza hasta después de oír unas toses, ruidos de pasos y las instrucciones de en esas circunstancias cándidamente da a entender que le resulta imposible adoptar la
alguien, quizá el compositor o el técnico de sonido, en la escena. En La china, posición requerida por esa posición, entonces tampoco puede estll concesión incorpo-
rar la posición que la produjo.
Godard hace ver que se trata de una película, entre otros recursos, mediante
Aquí, quizá, está la razón más profunda de por qué el término sincero tiene una
unos flashes en los que aparece en pantalla la claqueta de vez en cuando y me- aplicación contradictoria, refiriéndose tllnto a alguien que intencionalmente puede dar
diante planos cortos de Raoul Coutard, el cámara, de ésta y de la mayoría de la impresión de que no tiene doblez ni reservas (como podría hacerlo un actor escénico
las películas de Godard, sentado detrás de su aparato-t'. en su personaje) como a alguien que no tiene doblez ni reservas. Porque cualquier ex-
presión que comunica que d actor es un tirador a cara descubierta, un hombre senci-
llo, abierto, debe ser un trozo de expresión eficaz, algo que puede ofrecer evidencia vá-
_... Stanley Kauffmann, «Looking at Films», en New American Review, núm. 2 lida de sinceridad, pero no necesariamente, como demuestran los actores escénicos
1 (Nueva York, Ncw American Library, 1968), p. 167. aclamados por su sinceridad.
•, Suson Sontag, «Godard», en su obra Styles o/ Radical Wil/ (Nueva York, Dcll
~ Walter F. Naedde, The Evening Bulktin (Filadelfia), 10 de ocrubre de 1968. Es-
Publishing Co., Delta Books, 1970), pp. 169-170. Que lo que tenemos en este CllSO es
1 simplemente un recurso m1111ejado lo expresa claramente Susan Sontag en las líneas tos efectos deberían distinguirse dd intento coherente con d marco de hacer una pelícu-
la sobre d rodaje de una película. Así, Day /or Night de Fran~is Truffauc pone un gran
11 que siguen:
énfasis en ampliar d foco de la última cámara de modo que podamos ver la situación de
Pero entonces uno inmediatamente se imogina a un ayudante sosteniendo otra claqucta mientras las «.luces» y las «cámara5» en fo «producción» de muchas de las escenas de la película
11 se rueda la cscen11, y a alguien más que h11 de estar olli detrás de otra cámara para fotognafllll' a Cou- dentro de la película, junto con la pizarra de sincronización y la repetición de las tomas.
tard. Resulta imposible siempre penetrar tras d último velo y experimcnrar el cine no mediatizado Pero d esfuerzo dentro dd marco del «director» para conseguir d esfueno necesario
por d cine [p. 170}.
11 de parte de los «actores» y dd «equipo de producción» y las intrigas personales de estos
11 Sontag no cae en la cuenta de que esta evidencio de mala fe vale no sólo para Go- participantes entre sí nunca se quiebran. Se nos muestra cómo se produce la nieve para
dard y los cineastas tramposos, sino para todo d que, en cualquier marco, trata de co- una escena, pero no cómo fue producida la escena en la que se muestra cómo se produ-
municar algo sobre el carácter del marco que está empicando; lo posición que él asume ce la nieve. Más importante aún, la película dentro de la película se muestra sólo a tro-
11 a partir de esto inevitablemente niega la consciencia del marco en que se asienta esa zos y por panes, recurso suficientemente realista, pero que de paso asegura que no que-
posición. (Y esto rige también en d caso de alguien que pretende atraer la atención a daremos atrapados por d espectáculo interno. Que el director efectivo de la película
este efecto.) El actor que se describe a sí mismo al actuar participa necesariamente en real tenga además un papd en la película, que este papd sea d de director y que este di-
un acto que no puede incluir en la descripción: puede parecer que acierta en su inten- rector represente a Truffaut, es sólo un11 sutileza menor; igualmente podría haber selec-
to; pero no puede describir ese intento, puede intentar describirlo intentando descri- cionado a algún otro para que lo representara, o usado un moddo ficticio en vez del
birse a sí mismo describiendo, pero entonces existe otro intento que lo caracteriza y autobiográfico, o (como Wclles acostumbraba a hacer) haberse utilizado a sí mismo
422 Erving Go/fman 1..4 el4horación Je 14 aperiencia negativa 423
Al igual que un comentario dirigido al marco puede funcionar DR. HINICFUss.-(Enreguida, confidencialmente al público.) Teatro, tea-
como un ataque a una determinada transformación, pueden diseñarse tro, todo es teatro, incluso este estallido~7•
comentarios que ofrezcan una secuencia de posibles cambios, deri-
vándose la experiencia negativa a partir de múltiples aclaraciones de Como ya se ha sugerido, sería un error pensar que sólo las obras
1 un marco simulado. Aquí de nuevo Pirandello es el maestro: de ceatro modernas --empezando, digamos, con las dadaístas- recu-
rren a un ataque al acuerdo sobre el que se sustenta un ámbito drama-
LA ACTRIZ DE CARÁCTER.-¿Y qué debo hacer entonces? ¿Fingir golpeane? tizado, con miras a la producción de experiencias negativas. El teatro
1 No tengo un papel escrito que representar. Mi texto surge de aquí (hace un florentino del siglo XVII es instructivo al respecto.
gesto señalando el estómago) y no estoy para ceremonias, ¿entiendes? Tú me
1 tomarás y yo te dejaré hacerlo. Poseemos una descripción detallada de las travesuras escénicas en una cana del
DR. HINKFUSS [el «director>)).--Señoras y señores, señoras y señores, no testigo presencial Massimiliano Montecuculi al duque de Módena, versión me-
1 aquí ante el público, por favor.
LA ACTRIZ DE CARÁCTER.-Ya estamos haciendo nuestro papel, doctor
jor y más fiable, en general, que la muy posterior de Chantelou, con reminiscen-
cias algo atenuadas del propio Bernini. «Una vez que d telón había caído, se veía
1 Hinkfuss. (...] en el escenario a un grupo de gente en parte real y en parte fingido, que habían
1 DR. HINKFUSS.-¿Pero te parece posible hacerlo de esta manera? ¿En un sido tan bien distribuidos que casi parecían representar a los que estaban al otro
1 caos delante del telón y fuera del escenario? ·
LA ACTRIZ DE CARÁCTER.-No importa, no importa.
lado, quienes habían acudido en gran número a ver la comedia.)) Chantel~u
complementó esa versión afirmando que la multirud que había en el escenano
DR. HINKFUSS.-¿Qué quieres decir con no importa? ¿Qué esperas que estaba sentada en un <<Segundo auditorio» y que, de hecho, había «dos teatros».
va a pensar el público? Y entonces Bemini procedió a fortalecer la sensación de ilusión introduciendo a
EL PRIMER ACTOR.-Lo entenderán. Lo entenderán mucho mejor así. Dé- los intennediarios, espectadores a su modo ellos también, quienes veían lo que el
1 janoslo hacer a nuestro aire. Todos estamos ya actuando. público contemplaba y hacían patente la realidad de los dos teatros rivales. «En
11 LA ACTRIZ DE CARÁCTER.-Todo parecerá -debes creerlo- mucho más escena había dos bravucones representados, así lo afirma Cbantdou, por el pro-
fácil y natural así. Sin los problemas y las limitaciones de un lugar y acción es- pio Bernioi y su hermano que fingían, con lápiz y papel en mano, dibujar uno de
11 tablecidos. No olvidaremos hacer todo lo que habíamos planeado para esta cara al público real y otro al ficticio.» Después de trabajar en silencio durante al-
~I
tarde(. ..]. gún tiempo, trabaron conversación y se dieron cuenta de que el grupo que cada
LA ACTRIZ DE CARÁCTER.-¡ Mírale (al PRIMER ACTOR], susurra, mírale! uno de ellos contemplaba era juzgado como ilusorio por el otro; su propósito no
11 (Entonces, saliéndose del personaje, al DR. HINKFUSS.) Todo va a funcionar declarado era debilitar la conciencia que tenían de sí los espectadores, e impli-
como un rdoj ¿no es verdad? carlos en una confusión presumiblemente deliciosa de realidades. Entonces, lle-
DR. HlNKFUss.-(Con un destello algo piC4resco en su mirada, buscando la gado el momento de sacar el máximo partido a esta paradoja teatral, los dos bra-
11 manera de salir del apuro y salvar su maltratado prestigio.) Como el público ha- wcones decidieron «poner un telón en mitad del escenario y disponer cada cual
11 brá ~divinado, esta rebelión de los actores contra mis órdenes era fingida, de una representación exclusivamente para su propio público», y entre éstas, la
acordada de antemano entre ellos y yo, con el fin de que la representación pa- comedia antes mencionada fue, de hecho, presentada ante los espectadores rea-
11 rezca más auténtica. (Ante esta salida bajo cuerda, los ACTORES se detienen y les. Pero Chantelou cuenta que «era interrumpida a veces por la risa de los del
de repente le miran fijamente, como o/ros tantos maniquíes en distintas poses otro lado, como si se hubiera visto y oído algo muy agradable)) y que, al estar el
11 de asombro. El DR. HINKFUSS lo advierte enseguida. Se vuelve, los mira y apun- segundo teatro fuera del alcance de la vista, el sentido de realidad resultaba aho-
ta hacia ellos ante elpúblico.) Este asombro también es fingido. ra irrecusable. Al final, los dos brawcones reaparecieron y se preguntaron mu- \
11 EL PRIMER ACTOR.-(Temblando de indignación.) ¡Un truco sucio! El pú- tuamente cómo lo habían pasado y, acto seguido, el empresario de la escena ficti-
blico no debe creer una sola palabra. Mi protesta no era en absoluto fingida. cia afinnó -lo que hizo que la confusión fuera completa- que él no había
11 (Empuja el telón verde como al principio y se va irritado dando grandes pasos.) presentado otra cosa que al público preparándose para abandonar «con sus ca-
rruajes y caballos y acompañado por un gran número de luces y antorchas», una
para representar d personaje de alguien que no fuera un director de cine. (Tampoco se
explotaron todas las complicaciones contcniblcs en d marco. La película dentro de Ja
película era un drama doméstico; podía haber tratado sobre 111 faaura de una película.) ~1 Pirandello, Tonight We Improvise, pp. 18-20.
T
424 En1i11g Go/fman La elaboración áe la expen'enaa negativa 42.5
escena que, según Chantclou, se presentó realmente en un decorado giratorio John Cage es otro: en dichos conciertos todas las convenciones de un
que representaba la plaza de San Pedro°". concierto se duplican salvo el contenido musical, que puede parecerle
a la audiencia diseñado, para asegurar sutilmente el azar, es decir, el
Esta clase de truco escénico es la que proporciona el mejor tras- mero ruido manifiesto. En este caso se dice que d creador tiene un in-
fondo para comprender un teatro moderno de marcos como The Real terés didáctico: presumiblemente se hace que la audiencia tome con-
Inspector Hound (1968) de Tom Stoppard, en d que el escenario exte· ciencia de sus convenciones restrictivas cuando se ve obligada a man-
rior incluye dos actores en el papel de críticos viendo una obra de tea- tener su parte del trato estando dispuesta a la actuación adecuada,
tro en un escenario interior, y que «conocen» personalmente a algu- pero descubriendo que no se produce, siendo precisamente el fracaso
nos de los «actores»; gradualmente los críticos se incorporan a la obra el propósito de la actuación. (Esta clase de actuaciones realmente a ve-
como protagonistas erróneamente identificados, comenzando con una ces tienen éxito, acertando a llevar a la audiencia a hacer varios cam-
llamada de teléfono dentro de la propia obra que resulta ser para uno bios a clave alta y baja en su intento de llegar a una interpretación via-
de Jos críticos, quien, al aceptar la llamada, tiene que cruzar al mundo ble de lo que se les ofrece.) En cualquier caso, estas ocasiones ofrecen
interior, tras lo cual los dos mundos, el escenario exterior y el escena- experimentos naturales de lo que ocurre cuando un espectáculo se
rio interior, comienzan a interpenefrarse cada vez más con el desalien- produce sin su juego, una ocasión social sin la actividad interna que
to patente de los críticos 49 • presumiblemente la ocasionó.
Un método obvio para violar el ajuste entre espectáculo y juego Es interesante ver que la práctica didáctica de forzar a los patroci-
que los productores de una determinada representación reúnan al pú- nadores a que observen las presuposiciones de la actividad que patro-
blico al modo convencional para, a continuación, seguir con algunas cinan -incluyendo la distinción entre ocasiones sociales y procedi-
de las formas de la actividad prometida pero sin hacer una representa- mientos internos- fue elegantemente realizada por el psicoanalista
ción tradicional. El happening, un frívolo entretenimiento que solía re- W. R Bion, cuyo informe sobre la psicoterapia de grupo en la clínica
presentarse hace unos cuantos años, en la década de los años sesenta, Tavistock no puedo dejar de citar ampliamente:
es un ejemplo de ello'º; los adustos conciertos de música aleatoria de
A comienzos de 1948 el Comité Profesional de la clínica Tavistock me pidió
que formara grupos terapéuticos, empleando mi propia técnica. [ ...]
"' Richard Bernheimer, «Theatrum Mundi», en The Art Bulletin, XXXVIII En el momento fijado comienzan a llegar los miembros del grupo; los in-
(1956), p. 243. Citado, en parte, en Righter, Sh11!tespeare and the Idea o/ the PltJy, dividuos se enzarzan en una conversación durante breve tiempo y luego,
pp. 206-207. cuando se ha reunido ya un cierto número, se hace un silencio en el grupo. Al
• 9 Adviértase que aunque la obra de Stoppard es casi por completo una ingeniosi- cabo de un rato, surge otra vez una conversación insulsa y de nuevo se hace el
dad sobre la noción de la línea divisoria entre d personaje y d actor, y d personaje pú- silencio. Tengo claro que yo soy en cierto sentido el centro de atención del
blico, sin embargo, la obra, como en los Seis perso1111jes de Pinmddlo, se mantiene de
algún modo dentro de los límites de la forma dósica, preservándose escrupulosamente
grupo. Además soy consciente de sentirme incómodo porque se espera de mí
la línea real público-personaje. Pero aunque la obra de Stoppard presenta la obra den- que haga algo. En este punto conño mis inquietudes al grupo, señalando que,
tro de la obra, es de un orden radicalmente diferente a la de, pongamos por caso, Hom- por equivocada que pueda ser mi actitud, tengo esa sensación.
/et. Porque no hay nada fantástico en la obra dentro de la obra de Hamlet. La situación Pronto descubro que mi confidencia no es muy bien acogida. De hecho,
dd rey y la de la obra concebida dentro de la obra convergen de una manera concebi- se produce cierta indignación porque yo debería expresar tales sentimientos
ble, por remota que sea la posibilidad de hecho. Los dos grupos de la obra de Stop- sin dar la impresión de darme cuenta de que el grupo tiene derecho a esperar
pard no poseen uno base realisro de convergencio, y deben tomarse algunas libertades algo de mí. No lo discuto, sino que me contento con señalar claramente que el
(tales como una clara desidentificación) para hacer que la cosa funcione. Puesto que grupo no puede recibir de mí lo que sienten que tienen derecho a esperar. Me
Hamlet y The Real Inspector Hound son meramente obras de teatro, tendemos a agru· pregunto cuáles son esas expectativas y qué es lo que las ha suscitado.
par todo lo que ocurre en ellas como si tuvieran d mismo grado de irrealidod cunndo,
de hecho, se encuentran algunas diferencias interesantes respecto al marco.
La actitud amistosa del grupo, aunque duramente contestada, los capaci-
'° Resulta ahora difícil de ercer que los happenings (acontecimientos) realmente ta para darme cierta información. A la mayoría de los miembros les han dicho
que yo iba a «llevar» el grupo, algunos dicen que tengo fama de saber mucho
acontecieron. Véase, por ejemplo, Michad Kirby (ed.), Happenings (Nueva York,
E. P. Dutton and Co., 1966). sobre grupos; otros piensan que debo explicar lo que vamos a hacer, y otros
426 Erving Go/fmdn JA elaboraciiín de la experienCÜJ negativa 427
pensaban que iba a ser una especie de seminario o quizá una conferencia. que estáis aq.uí p~r un inte~és. empático en el tema, pero resultaría sorpren-
Cuando llamo la atención sobre d hecho de que me parece que estas ideas se dente que~ mteres y la cuno~t~ad no fueran .acompañados de critica, duda y
basan en rumores, parece que se produce la sensación de que estoy intentan- al menos cierto grado de hostilidad tanto hacia el tema como hacia los orado-
do negar mi categoría como «coordinador» de grupos. Yo siento, y lo digo, r~. De igual m.odo, .I~s oradores ex1;1erimcntan una mezcla compleja de senti-
que es evidente que el grupo tenía ciertas expectativas y creencias positivas mientos. Las dispos1c1ones convencionales de conferencias como ésta -la ta-
sobre mí y que se encuentran tristemente defraudados porque no son verda- rima elevada, la distancia física entre el orador y la audiencia los altavoces el
deras. El grupo está convencido de que las expectativas son verdaderas y que presidente, las introducciones, d aplauso, las preguntas, tod;s estas cosas s~n
mi comportamiento es provocadora y deliberadamente defraudantc -tanto en parte necesarias por razones puramente prácticas, pero proporcionan a Ja
como para decir que yo podría comportarme de forma diferente si quisiera, y vez una situación que expresa sentimientos contradictorios y los mantiene
que me estoy comportando así por despecho-. Señalo que al grupo le es difi- bajo control'2.
cil admitir que éste podría ser mi estilo de llevar los grupos, incluso que me
deberian permitir llevar el grupo de e5a manera". Recientemente, es cierto, ha habido un gran desarrollo de este tipo
de ataque al marco de la conferencia. En varias de las ciencias sociales,
1
La psicoterapia de grupo difícilmente puede considerarse como los profesores han llegado a convertir de vez en cuando sus clases en
1 una actuación y por lo tanto está a bastante distancia del teatro, pero palestras para mostrar los «procesos de grupo», entendiéndose que las
1: el recurso que se está considerando aquí para generar experiencia demostraciones en vivo son mejores que las clases organizadas sobre
negativa nos podría llevar todavía más lejos. Consideremos las clases temas rdacionados. Se pueden defuúr, a la manera de la psicoterapia
l. académicas. Los estudiantes universitarios que asisten a clases de de grupo, diversos roles (o «juegos»). dirigiendo d profesor la aten-
psicología social a menudo tienen que soportar a un profesor.que ción hacia ilustraciones reales. De este modo puede descubrirse la or-
1 ofrece ilustraciones de primera mano «analizando» las risas disimu- ganización social de la actividad en la clase, así como tal vez rasgos de
1 ladas de la clase ante sus chistes, expropiando así al oyente de una los grupos de discusión en general; d problema estriba, desde luego,
respuesta crítica. Aquí podría citarse un ejemplo, el final de un va- en que esto es todo lo que puede hacerse. Todos los temas quedan re-
1 lioso trabajo de Elizabeth Bott, «Psicoanálisis y ceremonias», pre-
sentado por primera vez como una comunicación a una asociación
d~c.idos a uno. E, incidentalmente, no hay que preparar la clase, y la
cnuca sobre lo que ocurre no requiere ser tratada en sentido literal,
l. profesional: puesto que también se convierte en tema a considerar';·
1 O, alejándonos todavía más de las actuaciones escénicas, ponga·
Incluso en la situación de esta conferencia en que nos encontramos, me pa- mos el caso de las obras de arte de la variedad llamada trampantojo,
rece que hay un componente ceremonial. Existe cierta dramatización de los como cuando se pinta un objeto muy realísticamente y a tamaño natu-
1: roles, aunque no es tan compleja como en fo ceremonia kava. No hay dema- ral; o se pinta una simulación dd reverso de una pintura, o un paquete
11· siado sentido de continuidad con la historia pasada y peculiar de la socie-
dad británica, pero sí parece que existe una expresión simbólica de pensa-
atado con una cuerda que revela una pintura, lo cual tiene como con-
1 secuencia que el espectador ve que el tema en cuestión tenía límites de
11 mientos inexpresados. De vuestra presencia y atención deduciría el hecho de
encuadre que esperaba que los pintores hubieran elegido. De igual
modo, los productores de arte pop, como la muy citada pintura de
111 " W. R Bion, Experiences in Groupr {Londres, Tavistock Publications, 1961) Roy Lichtenstein titulada Obra maestra, que contiene personajes mas-
lti [existe traducción al castellano: Editorial Paidós, Buenos Aires) , pp. 29-30. Es intere-
culinos y femeninos de tiras cómicas, en la que uno de los últimos dice
sante que aunque Bion se componó como un gran pícaro negando las que, después de
todo, eran expectativas bastante legítimas de los clientes que acudían a sus reuniones,
111 su' publicación del registro de esta experiencia es convencional en grado sumo, obser-
vando todas las reglas, todllS las expectativas de ortografía, gramática, etc., y de modo '2 En J. D. Sutherland (ed.), The P.rychoanalytic Approach (Londres Instituto de
muy eficaz. Cuando Jos vanguardistas inlenlan trasladar su enfoque a la ortografía de Psicoanálisis de Bailliere, Tmdall yCasdl, 1968), p. 76. '
sus libros (como hicieron, por ejemplo, Spike Milligan, John Lennon,Jerry Rubin y " Se ofrece una especie de autoinfonne en )as trece primeras páginas de «A Cur·
Abbie Hoffman), esta irreverencia tiene que ser edicada y revisada con tanto cuidado tain Riser: Transcending the Total.itarian ClassroolJl», en Michad Rossman On Lear·
por lo menos como d texto de cualquier libro convencional. ning and Social Change (Nueva York, Random House, 1972). '
428
«¿Por qué, querido Brad, este cuadro es una Obra maestra? ¡Madre marco no acreditado la conversación corriente matiza aún más que las
mía!, pronto todo Nueva York clamará por tu obra>~. O lo que durante tiras cómicas corrientes.
un tiempo parece que fue llamado «el nuevo realismo» en arte, que
suponía incorporar artefactos d?mésticos al lienzo sin con~iderar d lí-
mite -los corchetes- que habitualmente separa d enunctado del ar-
tista de la habitación en que se cudga. IV
Y a través de un dibujante de tiras cómicas respetuoso dd marco
como Saul Steinberg, llegamos a las tiras cómicas que permiten .que La elaboración de experiencia negativa durante las actuaciones dirige
un personaje corte la línea que encorchet~ la tira, '! hable ~on el ~tb~ nuevamente la atención hacia un rasgo estructural importante de las
jante, que se ha convertido en. ~n p.ers~>naJe de la f:lra cómic~, o dib':'Je actividades enmarcadas: las pistas. Mientras que las pistas subordina-
personajes como él que tamb1cn dibujan personajes como él. Hay In- das se suelen dar por supuestas o se mantienen cuidadosamente al
cluso tiras cómicas bastante pasadas de moda que suden mostrar efec- margen de las mentes de los demás, su existencia constituye un tema a
tos parecidos a los de Pirandello (corno en el ~jemplo qu~ si~~e a con- considerar intencionadamente en d quehacer lúdico cognitivo en dis-
tinuación), aunque normalmente no se les atnbuye sofisttcacton: cusión. Esto ya se ha ilustrado respecto a la pista desatendida. Sin em-
bargo, también se podían haber extraído ilustraciones a partir de las
[7 de febrero de 1972] ]EFF.-En esta úra tú eres el ganador, el que está arri- otras pistas subordinadas.
ba, y yo soy el perdedor, d que está abajo. . Veamos, por ejemplo, d caso de los programas de debate. Los co-
Murr.-(Saltando arriba y abajo con furia sobre el hielo.) ¡Yo NO SOY UN mentarios normalmente reservados a la comunicación de connivencia,
GANADOR! YO NO SOY UN ACTOR. SOY UN SER HUMANO.
es decir, a la pista de ocultación, pueden suministrarse de manera rela-
(Mutt se cae por entre el hielo.) . •
]EFF.-(A un bloque de hielo con /a figura de Murr.) Bien, ahora tu eres d tivamente abierta en forma de apartes confabuladores, dichos en voz
tipo que ha caído, el tipo que está abajo. Pero a mí me pareces un gnnador. alta a un cómplice, siendo los apartes notoriamente obvios para los no
confabulados. O puede usarse la connivencia con uno mismo, adop-
[8 de febrero de 1972] (Ahora caminando hacia casa desde el estanque helado.) tando ésta la forma de respuestas muy gesticulantes, empicando la ter-
Murr.-¡Esto no es un show! ¡Esro es una tira cómica! No hay un gana- cera persona para dirigirse a personas que están inmediatamente pre·
dor y un perdedor. Yo no lo soy. sentes. Más obviamente aún, las maniobras entre bastidores de los
JEFF.-Bien ¿qué somos nosotros? personajes en escena pueden exponerse físicamente en una especie de
Murr.-¡Nosotros somos sólo dos seres humanos corrientes de carne y fabricación transversal. ·
hueso que hacen las mismas cosas que hace la gente normal! Y, en verdad, los mecanismos que regulan el flujo de la conversa-
JEFF.-¿Quieres decir que no somos algo FICTICIO, que somos personas
ción para dar apariencia de espontaneidad pueden exponerse sutil-
REALES?
Murr.-¡Bueno, en cierto sentido sí! Somos tan reales como Santa Claus. mente -incluyendo el uso de tarjetas de apuntes, el teleapuntador
- ]EFF.-(Dingiéndose al público o a un compañero a11sente.) ¡Feliz Mutt y [teleprompter), señales temporales y cosas parecidas.
próspero Jeff! ' 4• Una forma de explotación predilecta de la pista direccional es la
falsificación de comentarios editoriales. La convención de la impre-
sión estriba en que, con independencia de lo dudoso que sea un texto
~ The Evening Bulletin (Filodclfia), 7 y 8 de febrero de 1972. Obsérvese que los y con independencia del estatus de su ámbito -ya sea la biografía, el
humoristas gráficos, al igual que los autores de teatro y los terapeutas .de grupo, pue- documental, el hacer creer confesado, la poesía-, los comentarios
den emplear personajes que reclaman d análisis dd marc~ como me~o para generar
una actuación completa. (La obra de Peter Handke Offendmg the Aud1en_ce es un buen editoriales anotados a pie de página serán impecables en cuanto a lite-
ejemplo de ello -tan bueno como d amilisis del marco que ofrece-.) Pintores, escul- ralidad y fiabilidad. (Después de todo, los comentarios sobre, ponga-
tores y músicos están situados menos favorablemente a este respecto. mos por caso, dos diferentes versiones de un texto son evidentemente
4)0 Ervín¡ Go/fman La e'4boracion Je 14 expenenaa negativa
4.ll
sobre textos y, por lo tanto, pueden ser literalmente verdaderos, ya sea tiples voce~ para dar r~ce a la autenticidad aparente de un texto de la
el texto un trabajo científico o un cuento de hadas para niños.) Ahora burla man!fiesta o l? ~a.ura de las convenciones en voz múltiple como
bien, al igual que un prólogo editorial puede usarse para inducir un u? fin en s1. Esa posibilidad de ~ncuadre se canoniza en el segundo ca-
engaño pasajero, los comentarios editoriales de pasada pueden servir pitulo de la parte segunda de Ftnnegans Wake. Por ejemplo:
también a la misma función. Pale Fire de Nabokov es un modelo en
ambas conexiones editoriales. Un poema épico se presenta entre los Aquí están la choza y la cabaña para el zapatero y el brandnewburghel:
tradicionales corchetes literarios eruditos que permiten que el poema ~ Expresión vernácula vikinga utilizada todavía en el distñto de Sumrnerhill para
esté inundado de comentarios al margen del texto formulados como refenrse a un hombre de ~ar~ta años que lleva un sombrero ajado y que mete los
parte de una clave exegética. Estos comentarios, muy apropiadamen- dedos en un plato de sopa hirvi.endo y se los chupa en vez de averiguar 5 ¡ hay bastante
te, se limitan a un largo preámbulo, un comentario extenso y un índi- salsa de setas en d caldo de cordero.
ce-glosario. (Aunque es cierto que estamos muy dispuestos a ver que
lo que parece un poema épico es realmente una parodia o una divaga- . J\hora ve~os otro uso de la pista direccional para generar expe-
ción loca, estamos mucho menos dispuestos a ver que los comentarios nenc1a negauva. Se trat? de los «conectivos» (connectives). Se ha argu-
extramarco sobre la parodia o la locura son en sí mismos una parodia mentad~ qu~ los conecttvos son parte de los requisitos organizativos de
o una locura.) Jorge Luis Borges explota iguahnente el recurso, ofre- la expertenc1a y que normalmente cumplen su función inadvenida-
ciendo notas editoriales eruditas a pie de página a textos de ficción en ment:, co.mo pane de la pista direccional. Como se ha sugerido, la
narraciones breves tales como «El jardín de los senderos que se bi- c~>nsc1enoa de.los cone~nvos surge en circunstancias especiales. Por
furcan», <<Pierre Menard, autor del Quijote» y <<El Zahío> ''. Lo mis- e1emplo, cuando un asplCante a novelista está aprendiendo su oficio
mo hacen los escritores de narraciones de misterio: puede realzarse el debe prestar una atención consciente a la utilización de conectivos evi:
aire documental o biográfico utilizando términos extranjeros, locales tando que se r~~itan indebidamente, sin estereoápias. Pero, sin duda,
o en argot, explicándolos en una nota a pie de página como si hubiera los autores satlncos pueden valerse de conectivos como recurso Así
una ciena escisión entre el editor o el compilador y la fuente del mate- en la edición de Grove Press (1965) de la obra de Ionesco The BaÍd So~
rial textual-como si, de hecho, el editor pudiera socavar ligeramente prano [La cantante calva], se utilizan fotografías de las cabezas de los
el texto en interés del lector y de la precisión-. Pero puesto que el personajes como conectivos en vez de usar su técnica tradicional dd
anotador es el escritor, y dado que sus personajes de ficción dicen lo nombre del personaje seguido de un punto o una coman. En el progra-
que él decide que digan y lo hacen en un contexto, que él puede mani- ?1ª de la BBC Goon Show (1952-19~0)-una buen fuente de bromas y
pular a voluntad en la voz del autor, difícilmente será necesaria una JUe~os para ~omper el marco accesible ahora en letra impresa un ,s_
nota exegética, salvo para hacer que el lector conceda mayor realidad <<lntcmhro» unponante del grupo, Botella Azul (uno de los personajes
1 al relato y mayor saber al autor de los que generaría un formato con- representados por Peter Sellers), empleaba d recurso de decir en voz
1 vencional'6. Adviértase que hay que distinguir la explotación de múl-
deserción. Esto a .menudo se manifiesta bastante después de que acontece». También
1 usa la palabra amigo y comenta su uso en una nota:
" Los tres cuentos pueden encontrarse traducidos en d libro Labyrintbs (Nueva
1 York, New Directions, 1964 ). Borges, en mayor grado que ningún otro escñtor moder· Stok utilizaba la palabra droog (camarada). Mientras que un tovanch puede ser cualquier penona
no de relatos breves, ha explotado la cuestión del marco y es en su estilo lo que Piran- i:on la que eni_ras en ~ntaeto aun cuando la odies, un droog es alguien que estií especialmente cer·
dc:llo es en el suyo. Los sueños, las visiones y los cuentos premonitorios pierden entera- cano Ypor qwen podnas hacer algo i:ontrario al interés nacional [p. 28J J.
11
mente la capacidad de mantener esos temas dentro de su lugar adecuado en el marco; n Des~és de Wl~ página o dos de .adaptación por parte deJ lector, este recurso
estas figuras salen y los protagonistas «reales» entran. ~P,le la ~sma. func10n que lo~ conecnvos convencionales. La disposición de toda la
"' Por ejemplo, Len Dcighton, en Tbe Bt1/ion Do/lar Brain (Nueva York, G. P. Put· edia?n es aenament.e un experuncnto de los diversos modos de ilustrar Jos caracteres
nam and Sons, 1966), utilizad término abgeschaltel en la página. 211 y lo a.clara en una y acaones de la obra Juntamente con la impresión del texto
nota a pie de página. de este modo: «Argot: Abgescbaltet significa, literalmente, des· ,. The Goon Show Scripts, escrito y sdeccionado por Spike Milligan (Londres Wo·
conecta.do, inutilizado. Hacer "salir a la. superficie" a alguien es anunciar su captura o bum Prcss, 1972). '
432 ET11ing Go/fman LA elahoradón Je la expenenda negativa
433
alta con una voz en off lo que normalmente serían las acotaciones del nista empezara a pelear antes de que hubiera ocurrido el comienzo en-
autor, puestas entre paréntesis, para cada intervención ' 9• Un episodio corchetado o continuara una vez que se hubiera establecido el final
daba un paso más en este marco; los participantes en un diálogo leían en Pero, en verdad, eso es exactamente lo que hacen los luchadores en te~
voz alta conectivos semejantes a los utilizados en la narración (tales co- levisión.
mo «él dijo»), para expresar el tumo de cada cual en la conversación 611• Tradicionalmente, los boxeadores y los luchadores se dirigían di-
rectamente al público antes y después de la pelea pero no en medio de
ella 62• Las exhibiciones. de lucha libre atacan también este supuesto,
ya que ambos protagomstas, pero especialmente el gordo, no sólo gri-
V tan y gesticulan ante el público sino que también le amenazan a veces.
Además, en los deportes «reales» el árbitro utiliza el canal direccio-
De todas las actuaciones que se inspiran en experiencias negativas no nal, y su tarea consiste en aportar control editorial, en puntuar el desa-
hay ninguna tan accesible al análisis, creo, como los combates televi- rrollo, pero siendo a la vez efectivamente invisible. En la lucha y en el
sados de lucha libre (llamados «exhibiciones»). Resulta obvio que el boxeo tradicionales había ocasiones en que las directrices del árbitro
objetivo de estos espectáculos es hacer participar a la audiencia; e no eran seguidas en algunos momentos, pero esto ocurría al calor del
igualmente obvio que los ataques al marco se emplean como un me- ataque impreme~tado del luchador y era excusable bajo ese supuesto.
dio importante para hacerlo. Las exhibiciones de lucha libre pueden En la lucha televisada, no sólo se burlan las regulaciones del árbitro, de
servir, pues, como material para ilustrar el análisis recomendado modo que éste debe continuamente estar a punto de descalificar al vi-
aquí 61• llano, sino que el propio árbitro puede ser atacado directamente-in-
1 Tradicionalmente, los combates de lucha libre (al igual que los fracción monstruosa de las reglas de encuadre-, como si una frase no
1 combates de boxeo) eran modelos en la cuestión de los corchetes tem- tomara en consideración sus propios signos de puntuación.
porales. Estos paréntesis convencionalmente venían marcados por la Por tradición, en la lucha libre los corchetes internos se mantenían
1 ceremonia y normalmente hubiera sido impensable que un protago- elegantemente, funcionando para garantizar a todos que los oponen-
tes eran contendientes que competían, no bestias que se iban a matar.
.1 Si en una pelea había más de un asalto, los luchadores salían como es-
1 " Como podría esperarse, la impresión de una versión de esta práctica crea ambi- taba previsto, fuera del marco cuando se señalaba el final dd asalto, y
güedades en el marco. Así, a partir del texto del Goon Show: estaban prestos a la señal para comenzar otra vez. (Había una descrip-
ción corporal, una exteriorización, que mostraba un descanso en el in-
1 EL TONlO MARINO.-Bien hecho, pequeño hlbñdo tres veces adolescente. Llévame al cuancl ge-
neral del presidente Frcd y esta barra con todtts hu clll$CS de regaliz será tuya. tento -muy fácil de advertir-.) Un golpe admonitorio hacía tam-
1 BoTELLA AZUL.-¡Oh! ¡Regaliz! Piensa. Debo vigilar cuiintas barras de éstas me como. Bien, bién que el luchador que adoptaba una postura inadecuada liberara al
capirán, rápido -salra .11 c:sra caja de :zaparas de cartón. Envuelve rápidamente al capirán ron pa-
.1 pel marrón y hu un paquete poniendo en la etiqueta «Explosivos- y échalo en d buzón de canas que tenía agarrado y <<lo dejara libre». Estos corchetes internos fueron
del cuand general. SallJI p11Sando por encima del camión de la basura y sal por la izquierda para una de las cosas que más pronto desaparecieron en el espectáculo de
comprar un bombín 11ntc:s de que suba d precio. Piensa: ése no era un papel muy largo para Bore·
la lucha, aunque la comprensión de lo que ocurría tradicionalmente es
1 lla Azul [ibiá., p. 121).
útil para apreciar las bufonadas de la ofensiva.
1 '°lonesco, en The &Id Sopra110 [LA cantante calva], lleva el encuadre de la obm a
algo parecido a una conclusión final, haciendo que sus personajes digan un texto pen-
62
sado para otros personajes, haciéndonos conscientes así de que la atribución «adecua- El hockey, el baloncesto y el tenis tienen reglas aún más restrictivas sobre las co-
t da» es al mismo tiempo algo que supone una limitación a la construcción de la fmnja y m~cacion~ entre el actuante y eJ público, puesto que en muchos casos la etiqueta
algo que se suele dar por supuesto. exige que los Jugadores no tengan en cuenta d aplauso de apertura o cierrc, IÚ los abu-
61
Un interesante tratamiento dramatúrgico de la lucha libre se ofrece en un enun· cheos y silbidos. Estos sonidos son definidos simplemente como parte de un marco en
ciado de Roland Barthes, escrito a comienzos de los años cincuenta y reproducido en el que no están los jugadores. (A la vez, como se ha sugerido, la comurucación verbal
su Mythologie, traducido por Annecte Lavers (Nueva York, Hill & Wang, 1972) [existe entre los oponentes puede ser bastante aceptable y a veces se ha identificado estrechB-
traducción al castellano, Siglo XXI], pp. 15-28. mente con ideales de cortesía y galantería.)
&ving Goffman
434 La t!laboración di! la t!xpmt!nCÚJ negativa 435
Igualmente sucede con los corchetes espaciales. Tradicionalmen- ción, anticipada por la reputación y la apariencia diferencial de los
te, cuando un luchador era empujado fuera del ring, un toque del ár- dos homb~es, coI?ienza a establecerse cuando el que hace de corpu-
bitro en la espalda del que llevaba ventaja interrumpía el combate y lent~ empieza a ~ol.ar las reglas. Comienza a hacer movimientos que
los hombres se volvían a reunir en una disposición adecuada dentro s.~m. ilegales, persistiendo en ellos de modo que el árbitro no puede
de los límites del ring (el que estaba en desventaja a gatas mientras el ~Itarse a meras amonestaciones verbales, y cuando finalmente de-
otro quedaba libre para hacerse con el control). Si un luchador caía siste, se escabulle haciéndose como remate una masa. Amenaza a la
fuera del ring -caso más bien raro-- los contendientes salían inme- a~diencia, regat~a con el árbi~ro, e implora desvergonzadamente per-
diatamente del marco, y se imponía la cortesía de la calle, no la del ?on c~ando esta en d~sventaJa. Abofetea al héroe y le pisa con actos
ring. Evidentemente, los movimientos corporales empleados por un unpenosos de desprecio que.reenmarcan radicalmente los movimien-
luchador para volver a un nuevo punto de comienzo se efectuaban en tos ~e la pelea en algo .puram~te ritual. El héroe, debilitado por el
un marco diferente de aquellos con los que soportaba o contrarresta- ca~tJgo de los ataques ilegales, mflamado por los gestos insultantes
ba los intentos del oponente para hacerlo. (Los primeros, por ejem- obJeto de abuso por infracciones sin cuento, vacila. Finalmente, resul:
plo, nunca eran precipitados; los segundos, muy a menudo.) En la lu- !ª ~agr~~emente ofendido con demasiada frecuencia. Hierve de justa
cha de exhibición, las cuerdas y un escenario elevado permanecen mdignac1on, tomando fuerzas de nuevo y, una vez que ha merecido el
como puntos de comprensión, pero ahora sólo en parte, porque dan derecho moral a tomar en sus manos las riendas de la lucha cambia a
sentido a las violaciones y las violaciones abundan. Los luchadores ru- clave baja cor:virtiéndose en una bestia salvaje que ansía ~atar, de-
tinariamente se salen o se deslizan fuera de las cuerdas para forzar una vuelve golpes ~~gales y gan~ _el combate. Y lo que se ha fingido no es
interrupción de la pelea. Rutinariamente son arrojados fuera del ring ~na demostracion de la habilidad en la lucha (esto casi no se pretende)
hacia la audiencia o escapan al desastre inminente por la misma ruta. sino, a veces de manera magnífica y otras catárticamenre la violación
1 Una vez fuera de las cuerdas (e incluso del ring) retornan de nuevo su de un marco tradicional. '
1 pelea con la audiencia, el árbitro y el oponente, uniéndose a veces este
~
último al enemigo expulsado con el fin de continuar la pelea 6l.
Como ya se ha indicado, la propia línea argumental depende de
¡
tuando dentro de las reglas, e incluso a menudo hacen gala de ello
(especialmente el que hace de villano). Entonces comienza la diferen- Se puede, pues, observar la experiencia negativa examinando la varie-
ciación de los personajes entre el corpulento y el héroe. La diferencia- dad de escenas en las que ocurre y la variedad de recursos estructura-
les que la ge~eran. Tras. estas diferencias, sin embargo, se encuentra
1 61 Los «combates tópicoS» (tag matches) permiten la acción oficial a lo largo de los
un tema comun: J?espues de que !os
Beck se desnudan prácticamente
del codo en el L~vmg ~eater urgiendo al público a participar, el mar-
1 limites ofrecidos por las cuerdas y parecen haber sido diseñados teniendo presente la
ruptura del marco. Es interesante ver que los dt!rbys de patinaje siguen muy de cerca el co ~eatral todavia pers1Ste; cuando te asustas mucho en la noria, des-
mismo guión que la lucha libre respecto a fa linea argumental y la ruptura del marco, pues de todo, vuelv~ sano y sal.vo y te dices que el viaje no tuvo peli-
'
aunque en su aspecto sean diferentes. Una diferencia consiste en que las agresiones, al
igual que en el hockey, se proyectan -al menos inicialmente- como modificaciones
~ro; cuando una chica se sonroJa un poco o esconde la cara o golpea
1 de lo acúvidad del juego, y cuando estalla lo lucha declarada, se produce en apariencfa ligeramente a su «tormento», se reestablecen los límites de la conver-
un cambio total en el morco de referencia primario; en la lucha, el cambio a p11rtlr de la sación educada tal como eran antes. Así pues, los Beck se limitan a
aplicación técnica de llaves y concraataqucs se produce con bastante rapidez en dircc·
·f ción a un estilo de «todo vale», y el cambio desde ahí a una lucha abierta «ilimitada»
hacer teatro y las ferias a ofrecer viajes y los interactuantes a bromear
e~ la conversación. Y Jo mismo ocurre cuando Brecht recuerda perió-
(como cuondo un luchador sigue a su oponente fuera del ring) no es sino un cambio a
clave baja. Otra diferencia consiste en que es posible que los seguidores del derby de d!~amente .a.sus espectadores que tan sólo participan en una simula-
patina.je interpreten las luchas que contemplan como menos ttUcadas que las que ven c1on dramattca o cuando Godard introduce a los protagonistas mos-
los seguidores de la lucha libre. trando la claqueta y al cámara -aunque ciertamente no muestre la
436 Eromg Gof!man Lz elaboración de la e:'[Jen"enda negativa 437
claqueta y al cámara que están detrás de los mostrados-. Parece que puede ser afectado en su distancia psicológica protectora por ame-
se aplica el argumento de Walter Kerr: nazas al marco, entonces puede esperarse que cuando se han des-
cubierto y empleado rupturas de esta clase, otros productores de
Las luces se desvanecen [en la obra Riot] sobre los personajes que desfilan, representaciones semejantes sigan la pauta y repitan los trucos. Es
advertencias fantasma.les de las fuerzas de la guerrilla que van a descender presumible, pues, que el efecto quede rebajado y convencionali-
sobre América enseguida. Las figuras se paran, se encogen, se despliegan so- zado, originando quizá un cambio permanente en las convenciones
bre el suelo, avanzan en dirección a los que las miran, apuntan sus ba- del marco. La exhibición de los pechos en el cine es un ejemplo
yonetas, al ritmo del un, dos, tres, directamente a nosotros. Se apagan las reciente.
luces. Pero -esta vez- hay risas disimuladas. El propósito era damos la Y en este caso podría intentarse formular un enunciado general
sensación real del acero en nuestras gargantas. (Nosotros sabemos muy respectó a los guiones dramáticos y las competiciones ante un público.
bien que sucede allí, afuera, en la calle.) Pero ha intervenido la naturaleza
del teatro. Lo que sabemos, en el teatro, es que este acero (si es que es acero
Parece que por venerable que sea la tradición de explotar las rupturas
y no madera o goma) se nos va a meter en nuestras gargantas. Se va a dete· del marco con fines de entretenimiento o de instrucción, hoy en día
ner justo antes de penetrar; sencillamente no hay nada real en ello y todo lo estamos experimentando un sesgo especial al respecto, una moda que
que d público puede hacer, puesto que la amenaza no es tal, es reírse tonta· se refleja en toda una gama de prácticas.
mente. En los años sesenta, las producciones teatrales parecían consistir
De modo semejante, otra escena, ésta durante un furioso debate sobre d en gran medida en un teatro de marcos; el contenido difería pero los
problema dd control de las ratas, muestra un cubo de la basura bajo un foco recursos eran siempre los mismos. La comedia insultante se hizo muy
de luz con dos ratas reales comiscando. En este momento las mujeres del pú- popular. Las presentaciones de televisión, como los programas de
blico -algunas de ellas, en todo caso- deberían gritar. No lo hacen. Las ra- debate, se hicieron más engañosos, con una gran referencia explícita a
tas están allí, aparentemente libres, y podrían invadir al público en cualquier
los elementos de entre bastidores del espectáculo (censura, patrocina-
momento: se nos enfrenta con los hechos. Puestos ante esa clase de hechos en
el teatro, de repente nos sentimos acuciados por ciertas preguntas: ¿cómo ha dores), y se satirizaron los fallos, los errores de distribución de tiem-
manejado el director el efecto? ¿Están las ratas drogadas para que no ofrez. pos, y los lapsus, de hecho, aquello mismo que normalmente hubiera
can peligro? Y así sucesivamente. sido afanosamente desatendido; y parece que se estimuló el desborda-
Lo real, en el teatro, se convierte súbitamente en algo irreal, falso, al igual miento de los actores sacando gran partido de ello 6'. Se explotaron los
que en Big Time Buck White cuando una persona enzarzada en una discusión riesgos inherentes a la retransmisión televisiva de un espectáculo
agarra por el cuello a un miembro dd público y lo arroja violentamente al pa- como cuando se transmitían los efectos sonoros deliberadamente de-
sillo, ya sabrán --seguro ahora- que d hombre maltratado estaba compin- sincronizados, o se hacía que los decorados se derrumbaran, o c~ando
chado. No podría ser de otro modo. Es seguro que el director no va a arries- los actores se disputaban abiertamente el pequeño centro de la panta·
garse a un pleito, dando una paliza a la luz del día a clientes auténticos. Cuanto lla, o se tomaban gestos que deberían hacerse fuera de la cámara o con
más se parece la acción a una confrontación real, mayor y más transparente es
la mentira que se cuenta.
el micrófono desconectado.
El teatro directo, d teatro que abandona el arte por lo real, posee dentro Las competiciones deportivas han seguido la misma pauta, elegan·
de sí una válvula automática obturadora, un momento en que se convierte en temente ilustradas por las extravagancias de Lee Trevino, el campeón
artificio. ¿No sería mejor, pues, que comenzara por ser un artificio honesto, de golf, que usa el golf de competición como telón de fondo para una
un arte?~. actuación que contiene un despliegue completo de chifladuras, des-
bordamientos, comentarios dirigidos al público y otros disparates 66 •
Pero, subyaciendo a esta falsedad, existe la posibilidad de un
efecto real, aunque sólo sea relevante para el marco. Si un público
,., Véase Heleo Hogan, «Sorne Brac;keting Devices Used on Telcvision Talk
Shows» (trabajo inédito, Univcrsity of Pennsylvania, 1970).
"' En su útil artículo «Wc Who Get Slapped», en The New York Times, 29 de di- "" Véase ccLee Trevino: Cantinflas of the Coootry ClubS», en Time, 19 de julio de
ciembre de 1968. 1971.
438 Erving Go/fm11n ú elaboración Je la experienci4 negativa 439
Se puede seguir argumentando que la razón de que quienes tienen ran ocurriendo, como parte de la pista desatendida, como algo que
capacidad de actuación no hagan más estragos de los que hacen no se añade tensión al acontecimiento aunque no supone un cambio brusco
debe a que se requiera habilidad, sino a que normalmente no tienen en su definición. En estas ocasiones se requerirá una interrupción par-
razones para estropear lo que, después de todo, es su propio «núme- ticularmente idónea si la audiencia ha de seguir al que pregunta rom-
ro». Así, en el caso de las experiencias negativas consideradas hasta piendo el marco con una carcajada -significando idónea aquí que el
ahora, no ocurre nada; no se altera ninguna relación básica. Sin em- comentario fuera de lugar reconstituye una larga franja de la actividad
bargo, parece que quienes supuestamente no tienen a su cargo la acti- de un actor o personaje, o transforma esta actividad en la primera fase
vidad pueden intentar deliberadamente crear experiencias negativas de un intercambio bifásico en el que el comentario pasa a ser la segun-
para aquellos que se supone que mantienen el control. Y a menudo da fase, la que anuncia un adagio que es también muy verdadero.
pueden lograrlo, aunque sólo sea momentáneamente. Aquí puede verse de nuevo que el volumen total de perturbación
Quizá lo más adecuado sea comenzar con los jóvenes, con aque- procedente de la audiencia no es lo que molesta. Los conciertos de
llos a quienes se sufre como participantes en una situación social, rock a los que asisten oyentes chillones que impiden escuchar el sonido
quienes, como suele decirse, «ponen a prueba los límites», es decir, procedente del escenario ya han sido mencionados como algo que vie-
que inician una situación delictiva menor y progresivamente van am- ne al caso. Un comentario en voz alta hecho a un comediante que pue-
pliando su alcance hasta que se hace necesaria la intervención de los de replicarlo de pasada o tratarlo como no merecedor de respuesta es-
adultos para salvaguardar aquello en lo que aspiran a continuar parti- pecífica fácilmente puede crear menos riesgo para la actuación teatral
cipando. Esta puesta a prueba, a menudo, implicará la cooperación que el que podría suponer una frase tranquilamente dicha por un
entre dos ofensores bromeando o armando trifulca, creciendo progre- miembro del público a alguien que está en el escenario dirigiéndose
sivamente hasta que la ocasión, en general, origina una perturbación directamente a él. Porque es esto último, y no lo primero, lo que rom-
mayor que la que puede transmitirse por la pista desatendida. A veces pe el marco. Por pequeño e insignificante que sea un acontecimiento,
los ofensores crearán las circunstancias en las que es probable que uno debería ser capaz de imaginar un contexto en el que pueda con-
ocurra un accidente que arroja bruscamente a uno de ellos fuera del vertirse en demasiado significativo y amenazar al marco. Un gato, en
orden interaccional. La situación se aborda así de diversas formas, el escenario apropiado, puede adquirir un papel importante:
amenazándose la relación entre la periferia del acontecimiento y la
actividad central. Aquí, podría añadir, el gran modelo mítico es el en- En la plaza de toros de Sevilla, los toreros, protegiéndose tras el burladero
cierro de los toros en Pamplona durante los Sanfermines. La canaliza- ante el furioso bramido del toro, dejaron a éste al mando de la plaza. Mientras
ción del movimiento de los toros a través de la ciudad es en sí misma ellos permanecían allí ignominiosamente, un gato blanco desafió al toro y al
una tarea difícil, y los actores torunos no se limitan fácilmente a su es- ritual mismo de la corrida, entrando en el ruedo desde el tendido. Los toreros
cenario a modo de carril, embistiendo fácilmente contra los especta- se quedaron boquiabiertos al ver que el gato daba la welta al ruedo. Al térmi-
dores de ambos lados. Pero además, los bravos jóvenes de la ciudad y no de su paseo, cuando el gato desapareció tras la barrera, el público le tribu-
los que a ella acuden tienen el derecho y quizá la obligación de entrar tó una ovación de gala, como las que normalmente sólo concede a los toreros
más valientes 70•
en acción y provocar a los toros desviándoles de su curso, rompiendo
el marco; y quien acierta a lograr esta ruptura puede recibir a la vez
2. Decir que la ruptura del marco puede ser empleada por abajo
castigo y alabanza, como si los padres, los maestros de escuela y los
para atacar levemente la situación es abrir una puerta; pero claro está
policías, de repente, se hubieran puesto todos de acuerdo y se hubie-
que, como en todas las cuestiones del marco, esa puerta nos conduce a
ran vuelto locos.
otra. Porque puede establecerse un guión dramático, y no digamos un
La ruptura más pequeña y típica del marco de la audiencia es la in-
terrupción al orador para hacerle una pregunta -forma de conducta
-más fácil de encontrar que de analizar-. A veces, estas interrupciones
10 En LJ/e, 6 de junio de 19.5.5, hay una ilustración dd acontecimiento con una foto-
para hacer preguntas son tratadas por los actores como si no estuvie- grafía que ocupa toda una página.
442 Erving Golfman l4 elaboración J, la <Xperienda neg11ttv11
potencial y no sólo de los «suyos». También aquí, Hoffman puede La acción de la Sociedad para la Reforma Moral de la Mujer
proporcionar un texto: plantea la cuestión de la historia del sabotaje social; ejemplos de esa
c!ase de actividad pueden encontrarse en cualquier época, pero los
Nos presentamos en Brooklyn College y anunciamos: Lo que hay en la clase es e¡emplos que preceden inmediatamente a la práctica contempo-
de todos. Desatornillamos los pupitres y los transformamos en cañones, repar- . ránea pueden quizá identificarse como la historia activa de la re-
timos incienso y ane, escribimos «Pizarra» en la puena, apagamos las luces y forma.
seguimos a oscuras, anunciando que uno de nosotros erad guardia de seguri-
dad, liberándole mediante la destrucción de su identidad, y haciendo en ge- Nuestra práctica del sabotaje social parece tener una expresión
neral lo que espon~áneamente se nos ocurría. Nuestro mensaje siempre era: precursora en la obra de los surrealistas, y en especial de André Bre-
Haz lo que quieras. Arriésgate. Extiende tus límites. Sáltate las reglas. La pro- ton 7'. Veamos, por ejemplo, la opinión de Breton sobre el hecho de ir
testa es lo único que te puede liberar 7 l . al cine:
Al pensar en el sabotaje social queda claro que el volumen total de Además yo lo entiendo bastante mal, lo sigo con demasiada vaguedad. A ve-
conmoción y furor no es lo significativo sino que de nuevo lo que ces esto me molesta y entonces pregunto a los que se sientan junto a mí. Sin
cuenta es la relevancia del marco. Así la mera presenda de cierta clase embargo, ciertos cines dd distrito diez me parecen particularmente indicados
para mí, como en la época en que con Jacqucs Vaché nos sentábamos a cenar
de testigos puede tener un efecto gravemente deflacionista. Obsérve- en d patio de butacas dd antiguo teatro Des Folies-Dramatiques, abriendo
se, por ejemplo, el sutil poder de la acción emprendida por la Socie- latas, partiendo pan, descorchando botdlas y hablando en tono normal como
dad para la Reforma Moral de la Mujer, en Nueva York, en 1834, en la si estuviéramos alrededor de una mesa, con gran admiración de los especta-
lucha contra la prostitución y, por implicación, en la lucha contra el dores, que no se atrevían a decir ni palabra 76•
sistema de doble moral sexual:
El uso militar de estas artes puede encontrarse en los esquemas de
Tres misioneras de la Sociedad visitaron la zona femenina del asilo, d hospital «guerra psicológica>>ideados por diversas agencias gubernamentales
municipal y las cárcdes, dirigiendo reuniones de oración y distribuyendo Bi-
blias y opúsculos. Sin embargo, una parte mayor de su tiempo la empleaban
durante la Segunda Guerra Mundial. Después de la guerra, los psicólo-
de un modo más controvertido, visitando sistemáticamente -o, para ser más gos sociales académicos participaron usando un marco experimental.
preciso, descendiendo a- los burddes, rezando tanto con las internas como Y entonces aparecieron programas como Objetivo indiscreto. (Histó-
con sus patronos y exhortando a ambos grupos. Las misioneras se preocupa- ricamente hablando, el señor Hoffman no lo inventó, se limitó a intro-
ban en especial de llegar temprano los domingos por la mañana, sorprendien- ducir ciertas modificaciones y mejoras.) Algunas de las técnicas de
do a la mujeres y a sus clientes cuando despertaban, en d día tradicionalmen- «trucos sucios» que los dos grandes partidos poüticos americanos em-
te sagrado. Las misioneras anunciaban su llegada con una vigorosa lectura de plearon durante las campañas de 1968 y 1972 fueron frutos del mismo
pasajes de la Biblia, seguida de plegarias e himnos. Otras veces se situaban en árboln.
la acera, frente a burddes conocidos, para observar y averiguar la identidad
de los clientes. Descubrieron pronto que su sola presencia tenía un importan-
te efecto disuasorio: muchos hombres, con expresiones fingidamente inocen- " Sugerido por Michad Ddaney en un trabajo inédito, University of Pcnnsylvania
tes, se paraban momentáneamente para luego marcharse a toda prisa. Infor- l~Q •
maron también de que habían observado que algunos carruajes cubiertos 76
De su obra Nodja, traducida por Richard Howard (Nueva York, Grove Prcss
daban vudtas sospechosamente por allí durante una hora, pero si las misione- 1960), p . 37; publicada por primera vez en 1928. '
11
ras permanecían, acababan yéndose 74• Parece que un innovador en este punto fue un tal Dick Tuck. Time (13 de agoSto
de 1973) dice:
•Habla un profesor despistado que sabia que yo me dedicaba a la política y había olvidado el resto
7J lbid., p. 157. -dice Tuck-. Mi pidió que anunciara um visita de Nixon.» &I. se inició la carttra de Tudc como
1
~ Tomado dd interesante trabajo de Carroll Smith-Rosenbcrg, «Bcauty, the Bcast bromista. Alquiló un gran auditorio, invitó sólo a un puñado de gente y presentó al candidato en
and the Militan Woman: A Case Study in Scx Roles and Social Stress in Jacksonian un discurso larguísimo y soporífero. Fmalmcme, dirigiéndose a Nixoo, Tuck le pidió que hablara
America», en American Quarterly, XXII (1971), pp. 568-569. sobre d Fondo Monetario lmcmacional.
446 Erving Go/fman út e'4borat:ión de 14 experimr:i4 negativa 447
De las diversas formas de sabotaje social, la que más nos preocupa El empleador simuló un acto real, comenzando la entrevista con una
aquí es la a veces llamada «confrontación», un claro ataque frontal a charla intrascendente:
las reglas básicas de una situación social -el marco de la acción ofi- «Veo por tu solicitud que has jugado al fútbol en la escuela.»
cial- seguido de un decid.ido rechazo a aceptar la autoridad de los «Sí.»
que consecuentemente intentan restaurar el orden. «¿Te gustaba?»
Las confrontaciones pueden ocurrir durante la conversación no «Sí.»
Al llegar a este punto, el hombre se impacientó: «¡Oiga, el tipo está aquí
escénica, aunque no tan fácilmente como podría pensarse. Cuanto para buscar trabajo y no para hablar de fútbol!» [ ... ]
más vulnerable es el participante dominante a la respuesta del subor- A veces durante estas entrevistas simuladas, la verdadera naturaleza del
dinado desviado, parece que se produce una mayor selección respecto trabajo en consideración era omitida. Durante una entrevista simulada para
a los subordinados. Con los personajes más inflexibles -la realeza, un puesto de conductor de camión, algunos de los hombres preguntaron al
los presidentes impopulares-, la cautela puede ser inmensa. La a~ empleador por vacantes de vendedores. Otros le preguntaron por puestos de
d.iencia que el papa Pablo VI concedió a sesenta jóvenes hippies ofrece ejecutivos. En una ocasión le preguntaron a bocajarro al empleador cuánto
un caso excepcional al respecto: ganaba y qué experiencia tenía. Se habían cambiado las tomas y disfrutaban
de la ocasión de entrevistar al entrevistador. Con independencia del estatus
Como si esto [la reacción crítica de la prensa de derechas] no fuera suficiente, del empleador potencial, los jóvenes le trataron como si fuera su igual. En una
el papa recibió también las criticas de los músicos. «Si tienes poder para visita a una fábrica, los estudiantes iban acompañados del vicepresidente que
prohibir la píldora anticonceptiva -preguntó John Bedson, un batería mele- tenía a su cargo la contratación. Para los participantes en el TIDE era un guía
nudo de Liverpool-, ¿por qué no detienes el reclutamiento? ¿Por qué no or- más. Una vez que informó a los estudiantes de la gran cantidad de puestos no
denas que ningún católico tome pane en la guerra? ¿Por qué no disuelves el especializados e_xistentes, le preguntaron si contrataría a algunos de ellos, so-
Ejército italiano?» bre la marcha. El respondió que aquello era una simple visita y que no podía
«No está en nuestra mano», respondió Su Santidad alarmado 78• contratar a nadie inmediatamente. Un joven le miró y dijo: «Entonces usted
nos está haciendo perder el tiempo, ¿no?» 79•
Otro caso es referido por un estudioso de la juventud negra:
Las ceremonias formales también están vigiladas (aunque sólo sea
En el verano de 1966, estudié un programa federal dedicado a ayudar a en- por el interés que se atribuye a las figuras centrales), y es raro que
contrar trabajo a los jóvenes de clase baja. Era el programa TIDE. Estaba diri- ocurra lo peor. Sin embargo, la inauguración de la monumental fuen-
gido por el Departamento de Empleo de California y las clases se impartían te de la plaza del Embarcadero, en San Francisco, es una excepción
durante cinco días a la semana en el Centro de Oportunidades para la Juven- ejemplar:
tud de West Oakland. [. ..]
Los verdaderos empleadores, normalmente representantes de empres~s
El sol brillaba, tocaba una banda de rock y las autoridades se congregaron so·
que sólo contratan a gente para trabajos no especializados, vinieron a TIDE a
1
1 demostrarles cómo debería hacerse una buena entrevista. No vinieron a en-
bre una plataforma en lo alto de la fuente... Una multitud de varios cientos de
personas se arremolinaban abajo, en la plaza. De repente se produjo una agi-
trevistar a la gente para trabajos reales. Fue una especie de sesión de indica-
tación, un movimiento, una carrera colectiva hacia el estanque. Allí, sumergi-
ciones útiles para entrevistas con éxito. Habitualmente se elegía a uno de los
1 do de cintura para abajo en el agua, estaba el vándalo de la noche anterior:
jóvenes con mayor movilidad social para desempeñar el rol de candidato a un
con jersey negro y barba, con el cabello oscuro cayéndole por debajo de los
empleo. Se representaba toda la situación de la entrevista. Algunos emplea-
hombros, y un bote entero de pintura roja, con el que vigorosamente escribía
dores llegaron incluso más lejos, haciendo que el «candidato» saliera y llama- otro Quebec Libre [pintado desde la noche anterior] sobre la fuente. No era
ra a la puerta para comenzar la entrevista. Los estudiantes pensaron que eso otro, como se supo luego, que el propio artista, Armand Vaillancoun.
era extravagante y divertido, y uno le dijo al empleador: «Üiga, usted ya ha
visto al tipo. ¿Cómo puede hacerle salir y luego entrar de nuevo?».
79 David Wdlman, «The Wrong Way to FindJobs for Negrees», en Transat:tion,
71 Ibid., 26 de abril de 1971. abril de 1968, p. 12.
-
448 Erving Go!fman La elaboración áe la experienci4 negativa 449
En la plataforma [Thomas] Hoving y los dignatarios de la ciudad mur- La visión satírica dd juicio de Newton, la improvisación estructural, fue
muraban trivialidades generales mientras Vaillancourt se movía de un lado llamada por Seale «una verdadera mierda>>. Desafiando a los estudiantes ne-
I'
para otro por d agua debajo de ellos, escribiendo más Quebec Libre en su gros que participaban en la representación, Seale dijo: «iVosotros pensáis que
1• fuente. De vez en cuando, se acercaba a los micros y las cámaras situados al os podéis sentar aquí en los grandes muros de la Universidad de California,
11 borde del estanque para explicar a gritos, en. su roto ~~és, su ira ~or los pero hay negros en la comunidad negra que se están muriendo!»
11
«compromisos» que, según alegaba, [d arquttecto pa1sa11sta] Halprm y la Toda la sala, d auditorio Whceler, simulaba ser la sala de un tribunal. La
Agencia de Nuevo Desarrollo le hab~an impuesto. ¿Deterioro~ «1:'10 estoy de· Parodia era una interpretación imaginaria de las cuestiones subyacentes al
teriorando mi escultura.» ¿La repudiaba? «No, no. Es un autentico gozo ha- caso dd asesinato de Huey P. Newton. Aunque la mayoría de los personajes
cer una declaración libre. Esta fuente está dedicada por completo a la liber- de la obra hacían de blancos, eran interpretados por estudiantes negros de la
tad. ¡Quebec libre! ¡Pakistán oriental libre! ¡Vietnam libre! ¡El mundo UEAA, que llevaban la cara maquillada de blanco.
entero libre!» Seale, al explicar que la madre de Huey Newton se había opuesto a la
«Si nuestro artista está entre el público», dijo [el director ejecutivo de;: la obra proyectada, dijo que todos los panteras que trabajaran en la obra serian
Agencia de Nuevo Desarrollo] Herman, con intención aparentemente iróni- expulsados.
ca, «¿puede, por favor, levantar la mano para que podamos aplaudirle?». Sin embargo, Leslie Ferry, que representaba al fiscal dd Estado y dirigía
Desde d estanque, con los pies metidos todavía en d agua, d maestro se puso la obra, sostuvo: «No he cometido ninguna equivocación y estoy dispuesto a
la mano en la boca y lanzó un agudo grito indio de guerra 80• defenderlo hasta d final». El público -más de dos tercios eran blancos-
percibió la fuene tensión. Una chica blanca que estaba ddantc gritó: «;Cálla-
Aquí hay cuestiones interesantes. Una ceremonia, al igual que una te!», mientras que un negro desde un lateral exclamaba: «Señor Seale, ¡está
conversación, tiene una pista desatendida. La acción en esa pista debe usted equivocado!».
ser desatendida o terminada formalmente. Pero todo asunto o en- El juez de sala, representado por Judge Haywood, intentando controlar
cuentro social sitúa una actividad propia que no puede ser manejada la situación, dio un golpe con el manillo y anunció: «Aquellos que estén inte-
resados en continuar este debate, por favor, háganse a un lado. Este juicio
de ninguna de las maneras mencionadas. Digámoslo simplemente; proseguirá sin más alteraciones».
una ocasión fonnal no puede ignorar o terminar lo que ha sido desig- Antes de que la sala se calmara, uno de los actores negros que llevaba un
nado como foco oficial de atención. De ello se sigue que toda celebra- disfraz de cerdo (dando a entender que era un policía) se quitó la máscara y el
ción de una persona la faculta para comportarse mal de modo inma- casco y, disgustado, los arrojó al sudo 81 •
nejable. (Además, en el ejemplo citado, puesto que algunas personas
de la localidad consideraron que la fuente se estaba deteriorando, El contraste de la naturaleza entre los ataques desde arriba, pensa-
¿cómo podría decirse dónde acababa la actividad escultórica del artis· dos como manejables, y los ataques desde abajo, que no lo son, queda
ta y dónde comenzaba el comentario de éste? -lo cual ciertamen~e muy bien ilustrado en el incidente Beck-Schechner tal como lo relata
era una circunstancia anómica.) Tom Prideaux:
En las producciones teatrales en directo, los ataques d~~e el i¡>a.tio
de butacas pueden rechazar abiertamente la transformac1on oficial. Los actores se congregaron en d escenario justo antes de que se levantara el
De nuevo se ve que la fuerza del ataque va ligada al estatus del atacan- telón -sólo que no había telón-. Puesto que la gran Academia de Música
te, y en especial la relevancia de su estatus para el espectáculo que se de Brooklyn estaba llena, algunos miembros del público fueron autorizados a
desarrolla: reunirse con ellos junto al decorado, aunque no había decorado ...
El espectáculo, llamado Paradise Now, era una de las nuevas obras repre-
El presidente de los Panteras Negras, Boby Seale, interrumpiendo la Parodia del sentadas por el Living Theater, un grupo de jóvenes rebeldes americanos con
juicio a Huey Newton, subió al escenario d domingo por la tarde par~ criticar la talento que habían ido a la cárcd y se habían exiliado virtualmente en Europa
actuación dd «teatro político» de la Unión de Estudiantes Afroamencanos. para no comprometer su creencia en la libenad, en el teatro no censurado y
111 Time,3 de mayo de 1971. 11 Debbic Heints, en The Daily Cali/ornian, 28 de mayo de 1968.
La elaboración de '4 experiencia negativa 451
450 Erving Go/lman
Las implicaciones para el marco son en este caso interesantes. Se
en la utopía del amor fraterno. Su Paradi1e Now comenzó cuando los 37 acto-
res, uno a uno, salieron desde el escenario a los pasillos, deteniéndose frente a trata de un cambio a clave baja: un miembro del público ofrece una
los espectadores y cantando: «No se permite viajar sin pasaporte». [...] respuesta literal a lo que es (aunque casi no) una representación tea-
Entonces los actores cambiaron su ataque. Comenzaron a gritar: «No se tral. Y se nos revela una vulnerabilidad de la actuación, que se presen-
puede vivir sin dinero~. [ ...] ta cuando se facilita dramáticamente un cambio a clave baja. El ataque
Volvía a mi asiento en el momento en que los actores entonaban un nuevo clínicamente preciso del señor Schechner puede ser equiparado con la
cántico: «No se me permite quitarme la ropa», anunciaron, y comenzaron a vida del infame calavera sir Francis Dashwood, quien llegó a fundar el
desnudarse en los pasillos. En ese momento pensé que había puesto mi grani- Club del Fuego del Infierno, y cuya vida seguramente podría haber
to de arena en pro de la sociabilidad entre d actor y el público, pero todavía servido de inspiración al héroe de ficción de la experiencia negativa, el
me dirigí a mi amigo Richard Schechner, director y crítico de Drama Review, Cristiano Mágico de Terry Southem:
que se sentaba justo al otro lado del pasillo, e hice un gesto como si me afloja.
ra la corbata. . Él [sir Francis] iba, convencionalmente, en d Grand Tour, pero había tomado
Eso encendió a Schecbner: «Está bien, quitémonos la ropa», dijo, son- las máximas precauciones para hacerlo Jo menos convencional posible [ ...].
riendo bajo su gran bigote. Luego, con una rapidez y una decisión que hubie- En Roma gastó una broma que le podía haber traído serias consecuencias. El
ran honrado a un guerrero preparándose para la batalla, se quitó su indumen- día de Viernes Santo, en la Capilla Si.xtina, los penitentes se flagdaban, suave-
taria. Hasta la última prenda. Los calzoncillos, los zapatos y hasta los mente, acompañándose con gritos fingidos de dolor. Sir Francis se unió a la
calcetines. procesión, recibió un flagelo en miniatura, entró en la capilla y se escondió
Siendo demasiado cobarde para seguirlo, miré con mudo asombro, al tras una columna, hasta que los penitentes se desnudaron de cintura para
igual que varios cientos de personas que estaban lo suficientemente cerca arriba. Entonces sacó de debajo dd abrigo un gran látigo para caballos, con d
como para verlo. Totalmente desvestido, Schechner se levantó, hizo una rápi- que procedió a repartir golpes a diestro y siniestro hasta que la iglesia se llenó
da inclinación formal al público y se hundió de nuevo en su asiento. Su amiga con d eco de los gritos angustiados y aterrorizados de il diavolo u.
le puso una mano protectora sobre la rodilla.
Si d señor Schechner hubiera hecho una cosa semejante en condiciones
normales -lo que ciertamente no hubiera hecho-, habría irritado al público Se podría añadir (para hacer justicia) que lo que Schechner hizo
y probablemente habría sido arrestado por exhibición deshonesta. Pero en d en el Paradise Now de Beck lo hicieron otros en el Dionysus in 69 de
Paradise Now era lo apropiado, la cosa fraterna que había que hacer. Sin em- Schechner:
bargo, me sorprendió que los actores situados en los pasillos, ocupados en
desnudarse para quedarse en biquinis y calzoncillos mínimos, miraron bo- El público, experimentando una inmersión sensorial completa, fue sorpren-
quiabiertos a Schechner, con alarma y hostilidad 12• dido por tremendos gritos, mordiscos y arañazos. Esta transformación no fue
12 Tom PridC11ux, «The Man Who Dared to Enter Paradise», en Lije, 22 de noviem-
«La policía rruilinrerpn:tó el significado del acontecimiento•, dijo Robert Brustein, decano de
bre de 1968. Adviértase que d análisis del marco posibilita un examen detenido de los la Escuela de Arte Dwnático de Yale.James F. Ahem, jefe de la policía de New Havcn, respondió:
acontecimientos teatrales desviados. Así, en algunas de las producciones dd Living ..Por lo que a nosotros respecta, el ane acaba en la puerta dd teatto; a partir de ella aplicamos los
Thcater, la práctica de la compañía fue sacar el espectáculo a la calle al final de la actua- criterios de la comunidad... {... ]
ción cuando los actores estaban todavía desnudos. Este acto rompÍll el limite del marco Como final, los treinta y cuatro miembros de la compañla de Beck camin:i.ron por los pasillos
del teatro de Yale encabezando la marcha de varios cientos de miembros del público a la calle
no sólo entre los personajes y los espectadores, sino entre los actores y los asistentes al
York, en el corazón del a11npu1.
teatro como un solo grupo y el mundo de fuera del edificio del teatro. Estos desborda- Medía manzarua más allá, cuando los transeúntes cantaban A.miria 14 hermosa, la poliáa detu-
mientos, aunque presumiblemente mós o menos previstos en el guión, constituyen con- vo el desfile y arrestó a los Bcck, a tn:s miembros de la compañía, a un estudiante de Yale y a cua-
froncaciones reales, no teatrales, entre la compañia y los que tienen a su cargo d orden tro personas que habían formado parte del público. {...]
en las calles. Wtlliam Borders informó de uno de estos incidentes jurisdiccionales al co- «Estamos derribando las barreras existentes entre el arte y la vida, bam:r.is que mantienen a la
mienzo de la tcmporoda de Bcck (fhe New York Times, 28 de septiembre de 1968): mayoña de los hombres fuera [de las pucnasl dd paraíso•, explicó cuando acudió ante d Tribu-
nal de lo Penal junto a sus seguidores y abogados defensores.
New Haven, 27 de septiembre.-Julian Beck, su mujer,Judith Malina, y otras ocho personas fue-
ron am:stados a primera hora de esta mañana después de que el Living Thcater de Beck finaliiaru u Burgo Partridge, A History of Orgies (Nueva York, Bonanza Books, 1960),
una actwición en la Universidad de Yale haciendo salir al público al exterior vestido de una mane- p.148.
ro que la policía consideró indecente. [ ... ]
-
452 Eroing Golfman La elaboración áe la experiencia negativa
repentina, sino que pasó por una fase bien conocida de los amantes cuando la En los juicios políticos al viejo estilo, desde el juicio prerrevolucionario en el
estimulación se intensifica y las caricias se convierten en zarpazos y los mor- que Peter Zenger fue defendido con éxito contra los acusadores públicos de
disqueos en dentelladas. A menudo, un fuerte estruendo inundaba la sala, su majestad que le acusaban de publicar materias sediciosas, hasta el reciente
con los gritos del público uniéndose a los nuestros. Pentheus fue encontrado juicio dd doctor Spock y otros en Boston, ambas partes aceptaron, tanto en la
mortalmente herido de un golpe en el vientre. Se arrastró haciendo el ritual vestimenta como en el comportamiento, las convenciones del orden imperan-
de la muerte. te. Los abogados se sentaban cuando d juez se lo ordenaba y no pedían per-
Pero estos acontecimientos, pese a su eficacia, no podían ser mantenidos. miso para introducir tartas de cumpleaños en la sala; los acusados llevaban
Cada vez con mayor frecuencia d público miraba embobado a los actores, ha- traje de calle y corbata (o calcetines y cabellos recogidos) y no pantalones
blaba con ellos y quería conocerlos más a fondo. Esto a veces era agradable, morados, cintas indias en la cabeza o -como Abbie y Jerry en una ocasión-
pero en más de una ocasión dio lugar a una situación molesta en la sala a os- togas de abogado; tampoco se vieron o hicieron comentarios alusivos o inge-
curas. Los actores rehusaron las caricias. Una chica lo dijo sin rodeos: «No niosos -y los espectadores no gritaron: «¡Muy bien!» u «¡Oink!» ni nada-.
me he unido al grupo para joder a un viejo debajo de una torre»s.1. hnperó la represión. La defensa se comportó como si compartiera los valores
y estilos de vida del tribunal, aun cuando no era así, como en el gran juicio de
Los corchetes temporales y espaciales muestran una vulnerabili- la Primera Guerra Mundial en 1918 bajo el Acta de Espionaje 86•
dad interesante a los ataques desde abajo. Esto es obviamente verdad En las tácticas judiciales de nuevo cuño, o bien los abogados compar-
en el teatro, menos obvio pero también verdad en el espacio social ten la alienación y a menudo el estilo de pelo de sus dientes o no hay abo-
creado dentro de una organización. Porque en todas partes los cor- gados. Asimismo, como en el Living Theatre y otras representaciones tea-
chetes tienden a especializarse, a ritualizarse -en sentido etológico-- trales de vanguardia, el público interviene en las sesiones; los espectadores
alzan la voz, o lo que es peor, se ríen en los momentos cruciales, pese a to-
para el trabajo organizativo que efectúan, proporcionando así algo dos aquellos fornidos alguaciles. Y Jos acusados, hasta entonces pasivos
cuya alteración puede extender la desorganización a través de una salvo d breve tiempo de testificar -«Por favor responda sí o no a la pre-
franja de actividad. Por ejemplo, en muchas escuelas, los periodos de gunta»-, se sienten libres para hacer comentarios críticos sobre el drama
clase comienzan y finalizan con la ayuda de un timbre que suena por cuando les viene en gana. El juicio de Chicago es hasta la fecha el espé-
todo el establecimiento, de modo que la actividad se acompasa me- cimen más rico de los juicios celebrados según la nueva libertad de forma,
diante un marcador eléctricamente cronometrado. Y esta máquina, debido a las tácticas ingeniosas de la defensa (y la colaboración del juez) 17 •
desde luego, establece un modelo de simulación, que hace posible la
recomendación de Abbie Hoffman: «Luchad contra los timbres en la Resulta interesante que la presencia de policías y cámaras de tele-
escuela. Llevad los despertadores a clase y haced que suenen cada me- visión ofreció a estos showmen un ámbito enorme para la creatividad,
dia hora en vez de cada hora>>8'. permitiéndoles transformar unas ocasiones sociales de no actuación
Recientemente se han producido ataques desde abajo en uno d~ escénica en embrollos en que intervienen personas que discuten y un
nuestros más sagrados estamentos y santuarios nacionales, el mundo público 88•
judicial. Las experiencias negativas hao sido generadas por confronta-
ciones con el marco procesal, presumiblemente con el objetivo de 116
Mark L. Levine y otros (eds.), The Tales of Hoffman (Nueva York, Ba.ntam Bo-
arrojar cierto descrédito sobre el funcionamiento de la ley. En una útil oks, 1970), p. xvili. Véase, además, Ronald P. Sokol, o0:The Political Trial: Couruoom as
introducción al volumen sobre Los ji1idos de Chicago, Dwight Mac- Stage, History as Criti0>, en New Literary History, TI (1971), pp. 495-516.
Donald ofrece un texto: 1r1 Levine, Taleso/Hoffman, p. xx.
88
Véase la interesante re<:ensión de Elenore Lester, «Is Abbie Hoffman the Will
Shakespeare of the 1970's?», en The New York Times, 11 de octubre de 1970, y Hoff-
man, Revolution. Otra autoridad en d tema afirma lo siguiente:
54 Richard Schechner (ed.), Dionysus in 69: The Performance Group (Nueva York, ¿Ha visto usted lllguna vez una manifestación aburrida por televisión? El hecho de pasarla en tele·
Doubleday & Company, 1970), sin paginar. visión la h11cc excitante. H11St11 las filas de mPnifeswmes parecen emocionantes. La televisión crea
mitos que supcmn la realidad.
., Hoffman, Revolution, p. 158. Véase también Rossman, On Learning ancl Social Las manifestaciones duran horas y durante la mayor parte del úcmpo no ocurre nada. Una vez
Change, a lo largo de todo d libro. acabada la manifestación, corremos a casa para ver las noticias de las seis. La revisión del drama.
... :z :SS
Hay que advertir que en estos ejemplos de diversos ataques al mar un edificio y pedir amnistía no son actos «reales». Pero además son auto-
marco en una situación pública desde abajo, la participación generada contenidos (como el arte) y simulados. Carecen de la finalidad, pongamos
en el público que está presente físicamente -incluso en la audiencia por caso, de un ataque armado. Las acciones radicales a menudo están codifi-
de televisión- puede verse afectada, a veces profundamente; sin em- cadas ::-mensaj~ compa;tos que caen en cierta medida entre la guerra y la
1 bargo, cuando toda la experiencia se encierra en otra clave también
aisladora, la de las noticias a los lectores de revistas, el resultado pro-
alocucton-. Senalan un area nueva no contemplada por la política o la estéti-
ca tradicionales 90•
bable es el mero interés. De nuevo un ejemplo de la norma: lo que es
excesivo en una actividad es suficiente en su relato -aunque no nece-
¡ sariamente suficiente para servir de texto a una producción dramática
convencional 89•
~ Basta con combinar los esfuerzos de los autores teatrales para en-
redar al público juntamente con los esfuerzos de los descontentos
i para enredar a los agentes de control social en un espectáculo noticia-
1 ble, y el ataque contemporáneo a los marcos públicos resulta evidente,
1 como uno de los atacantes sugiere:
Los chistes y las obras de teatro no son «reales» -es decir, como Bentley se-
ñala: «En la farsa, como en el teatro, se le permite a uno el ultraje pero evitan·
do las consecuencias». Solía ser así-. El teatro de hoy se mezcla realmente
con la «realidad» --desde la estética confrontadora de Grotowski, hasta la
panicipación regulada del público del TPG [The Performance Group], y si-
guiendo con la actuación masiva del Paradire Now-. A la inversa, las acciones
políticas de los jóvenes radicales son a veces difíciles de distinguir del teatro
de guerrilla. Arrojar la tarta de limón a la cara del coronel Askst o incluso to-
La tdcvisión conccntni toda la acción en dos minutos -un anuncio de la n:volución- ijerry Ru·
bin, Dolt! (Nueva York, Simon and Schuster, 1970), p. 106).
" Por ejemplo, Lc:stc:r, «Abbic: Hoffman»:
La superioridad dd Teatro dd Apocalipsis sobre el drama tradicional propagandístico es que de·
muestra en vez de predicar; Crcll viñcw de realidad que fuerzan a la gente 11 tomar partido. El dni·
ma propog4ndistico tradicional es creado para y por los ya convencidos. Conforta a los creyentes
al predicar mojigal4lllcute a los no creyentes, quienes realmente no asisten. Pero de grado o por
fuena, guste o no, todo d mundo se mere en d Teatro dd Apocalipsis.
Una reciente obra dd Off Broodway, Conspirt1ción 70, fue un pccfccto ejemplo de la debili·
dad del anticuado teatro propagandístico comparado con el Teatro del Apocalipsis. La produc·
ción fue una nueva puesta en escena de extraeros dd juicio por conspiración a los Siete de Chica·
go, violando inmcdiimunentc la excdcnte regla cardinal de Abbie de no decir a la gente lo que ya
sllbcn. Con d f1n de añadir interés al detallado material dd juicio sacado a la luz. el director se vio
forzado a introducir una carga chabacana de artilugios teatrales -ttllJI actuación excesivamente
caricaturesca, una elaboración penosa y poco convincente de lo idea, que no suponía estrujarse
demasiado d cerebro, de que el juicio tenia un aire de Alit:ill en el país de 14s marovi/J,zs-. Se pro·
yecró un auni fatua de santidad sobre los acusados y sus testigos, y se intentó con mal resultado
que d juez octuasc como un bufón de La comedia dd une. ¡El jucio real fue infiniwnente mejor "' Richard Schechner, ..Spcculations on Radicalism, Scxuality, and Performance» en Tulane
como te:itro! Drama Revinu, xiv (1969), p. 106. '
T
1 LA vulnerabilidad de la txperitndJJ
12. LA VULNERABUJDAD DE LA EXPERIENCIA
triba en saber cómo nos las arreglamos para que nuestro mundo se
lógico, y para esto, los medios ingeniosos de engaño son tan instructi~
' vos como los medios ingeniosos para desenmascarar el fraude y quizá
están más ampliamente difundidos.
1 Considérese lo que ha sido durante siglos en nuestra sociedad el
ideal popular de la falsificación de poca monta; en el argot tradicional
del delito, el timo. Un ejemplo anterior a las fotocopias: un incauto se
encuentra a un inventor que tiene una pequeña máquina que fabrica
1 billetes de veinte dólares. El incauto obtiene permiso para comprar
la máquina, pero cuando se la lleva a casa y empieza a darle vueltas a la
En el capítulo anterior se consideraron algunas amenazas a una cara ?1anivcla no sale más que papel. En este caso se utilizaba una máquina
de la experiencia, la cara que tiene que ver con la absorción. El trata- tmpresora como modelo para reproducir y fabricar una máquina to-
miento se inició con las rupturas benévolas del marco planeadas clara- talmente falsa. Las enseñanzas tradicionales acerca de cómo arreglár-
mente con el fin de entretener, y terminó con una consideración de los selas para sobrevivir en la malvada ciudad ofrecen un conjunto de
intentos serios de desorganizar desde abajo una ocasión social y de protecciones frente a ese fraude. Este compendio de consejos popula-
desconcertar profundamente a quienes la tienen a su cargo. Estas últi- res para evitar ser timado contiene dentro de sí nuestro saber sobre
mas posibilidades no apuntan ciertamente al rol organizativo de las el modo en que un pequeño episodio de experiencia se enraíza en el
rupturas del marco sino a la vulnerabilidad de la experiencia enmarca- mundo en curso y, por implicación, sobre la naturaleza de ese mundo.
da. Ahora quiero aunar y ampliar lo dicho sobre la vulnerabilidad de La noción ciertamente central es que si se permite que una franja de
la otra cara de la experiencia: el sentido cognoscitivo de lo que está su- actividad continúe durante un tiempo suficiente, o si se verifica la bio-
cediendo. grafía de los materiales a partir de los cuales se construye aquélla, la
Supongamos que el sentido de cualquier franja de actividad está li- verdad saldrá a la luz.
gado al marco de la experiencia y que hay debilidades inherentes al
propio proceso del encuadre. De ello se sigue, pues, que cualquiera que
sea la vulnerabilidad de encuadre, también se encontrará que es vulne-
rable nuestra sensación de lo que está sucediendo. Desde luego, la vul- 11
nerabilidad de la organización de nuestra experiencia no es necesa-
riamente la vulnerabilidad de nuestra vida en sociedad. Hace unas Mis intereses son, pues, especiales, pero el supuesto básico sigue sien-
décadas, un hombre podía obtener lo que todo el mundo definiría do común: que nuestros marcos de referencia interpretativos son más
como un juicio justo, ser sentenciado a la horca y en su momento ser eje- o menos adecuados. Algunas excepciones evidentes apoyan este argu-
cutado sin que nadie cuestionara lo que en realidad estaba sucediendo. mento.
Estas cuestiones ya han sido abordadas indirectamente en el capítu- Resulta obvio que una determinada presentación puede tener di-
lo anterior. Muchas de las técnicas usadas para inducir experiencias ne- ferentes significados en diferentes ocasiones. Quien rebaña el plato
gativas funcionan en virtud de que aseguran que inicialmente se hacen puede ser considerado como hambriento, cortés, glotón o frugal. Pero
presunciones incorrectas. Por ello se han considerado los engaños be- normalmente el contexto, como decimos, excluye las interpretaciones
névolos y la vulnerabilidad temporal. En muchos casos bastará un ligero erróneas y determina la correcta. (El contexto puede ser definido
cambio de énfasis para que aparezca la vulnerabilidad del encuadre. como los acontecimientos inmediatamente asequibles compatibles
El enfoque convencional de estos temas se centra ampliamente en con un marco de comprensión e incompatibles con otros.) Y cuando
la cuestión de cuándo hay que dudar de un demandante y de lo que el contexto pueda no ser suficiente, los participantes se ocupan de ex-
puede hacerse para verificar sus demandas. Mi interés, en cambio, es- teriorizar la evidencia exigida, ayudando, por así decir, en este caso a
T
458
Erving Gof/man La vulnerabi/1dad de la experiencia 4.59
que la naturaleza se manifieste por sí misma. Y aun cuando ocurra Sin embargo, resulta posible que un hablante o un escritor se orien-
algo profundamente ambiguo o erróneamente definido, y destinado a ten hacia esos correctivos y durante algún tiempo, al menos, los anulen
permanecer así durante todo el tiempo, se sigue pensando que, de ha- creando así una ilusión óptica lúdica. Un ejemplo de ello son los re~
cerse un esfuerzo, los «hechos» podrían ser descubiertos y las cuestio- truécanos. Otro, las ambigüedades ingeniosas mediante las que los gra-
nes enderezadas. Lo inexplicado no es lo inexplicable. máticos generativos ilustran los límites del análisis estructural de los
Consideremos ahora los juegos de palabras. Es evidente que las meros constituyentes inmediatos de la frase y recomiendan apelar a
palabras, e incluso las secuencias de palabras, pueden tener más de un la estructura profunda, a las cadenas subyacentes o a los «núcleos de la
significado. Porque existe la posibilidad obvia de que, además de su frase» como técnicas para eliminar sistemáticamente la ambigüedad.
sentido deliberado, una palabra pueda tener una interpretación ho- E igualmente las adivinanzas consistentes en la construcción de una
mónima o metafórica (cuando la intención es literal) o literal (cuando pregunta para la que no parece haber respuesta, considerándose idó-
la intención es metafórica). Si hay alguna razón para responder a una nea la que el adivinador llega a dar en virtud de su capacidad de re-
palabra como de pasada, fuera del contexto de las relevancias no ver- constituir el significado de la pregunta, revelando así la posibilidad de
bales que ordinariamente excluirían las alternativas, entonces puede que ésa sea la respuesta. Lo mismo hacen, de manera más elaborada,
producirse un malentendido, ya que cada significado alternativo for- las narraciones breves con función de finales engañosos: están cuida-
mará parte de -y, por lo tanto, introducirá- una textura difusamen- dosamente escritas para inducir una interpretación obvia y afirmar esta
te diferente de significado. Pero nonnalmente lo que los participantes interpretación mediante detalles hasta Ja última frase, momento en que
aportan (y se sabe que aportan) de sus experiencias anteriore~ a la ac- se le ofrece al lector un enunciado que reinterpreta retrospectivamente
tual, así como el contexto de gestos de otras palabras y de objetos del toda la historia bajo una luz radicalmente diferente. Las ocurrencias,
entorno actual, se combinan para excluir todos los significados efecti- como Bergson y otros han sugerido, siguen el mismo diseño, salvo que
vamente diferentes. Y nonnalmente estas bases de especificación son el ingenioso tiene que encontrar la palabra o frase transformadora de
consecuentemente efectivas porque el hablante ha controlado de an- un enunciado que no se ha construido para ese reencuadre:
temano sus formulaciones, asegurando que los significados alternati-
vos puedan excluirse. (Es claro que los hablantes están obligados a A: Él siempre va detrás de un chiste.
censurar y cualificar sus enunciados de acuerdo con la compañía y la B: Yo estoy detrás del chiste.
situación, lo que les exige verificar los significados de sus siguientes O para tomar un ejemplo de lo que puede hacerse con la fórmula
elecciones de palabras mientras todavía hay tiempo para hacer algo actor-personaje:
[suavemente] respecto a las selecciones inadecuadas, así como respec-
to a las incorrectas o equívocas.) Y más aún en la escritura. De hecho, ENTREVISTADOR DEL !NSllTIJTO.-¿Tú crees que Romeo y Julieta tenían rela-
cuando un escritor se ve obligado a confiar enteramente en su propio ciones sexuales?
texto ambiental como el contexto específico en el que los lectores ten- JOHN BARRYMORE.-Bueno, en la compañía de Chicago, sí las tenían.
drán que verificar sus interpretaciones, él (y ellos) puede todavía ha-
Pero obviamente el hecho de que el adivinador tenga que organizar
cerlo con garantías. La escritura no ambigua no es ciertamente un
de antemano las palabras que serán transfonnadas, y de que el ingenio-
producto natural, sino un producto de la comprensión gramatical de
que la ambigüedad de significado no es permisible, y esto apoyado en so haya de esperar pacientemente hasta que otro pronuncie una frase
que le permita esa transfonnación, dice más en favor de la confianza en
el entrenamiento y la práctica bastante generalizada de verificar las
propias palabras en el borrador, para poder corregir las ambigüeda-
metafóricos o múltiples de los términos, uno de ellos será d primario, y este significado
des que hayan escapado a la censura 1• primario será empleado a menos que algo en d contexto lo niegue; entonces se buscará
un segundo significado. Parece que se olvida aquí d hecho obvio sugerido antes de
1 Leonard Bloomfield, Language (Nueva York, Henry Holt and Company, 1946). que nosotros organizamos intencionadamcmc lo que escribimos para evitar la ambi-
pp. 148 y ss., presenta d interesante argumento de que cuando existen significados güedad.
Erving Go/fman La vulnerabilidad dt! la t!Xpt!rimaa
460 461
las palabras que de su vulnerabilidad 2• Los juegos _de palabras pa~ecen jante de dibujos de líneas simples, puede hacerse también que su
exaltar más la capacidad del contexto para descalificar todas las mter- mundo sea conectado y desconectado fácilmente en formas imposi-
pretaciones salvo una que negar la actuació_n de esta fuerza. En c~al bles: un ejemplo notable lo constituye la versión del Max Fleischer
quier caso, se trata aquí de algo bastante diferente ~ la mera fabn~a Studio sobre Betty Boop en Snow White [Blancanieves].
ción, ya que el embaucado no descubre que se le ha dicho 1;111ª mentir~, Otra excepción que confirma la regla respecto a nuestra capaci-
sino que la lectura obvia que ha hecho de lo que se le ha dic~o. es erro- dad para interpretar correctamente el mundo son las comedias de
nea, demostrándose que lo correcto -ele modo bastante .disonto a la Shakespeare. Los personajes, a través de la ignorancia y la percepción
mentira- estaba claramente a su alcance durante todo el tiempo. errónea, emprenden cursos de acción equivocados. Emplean disfraces
Examinemos a continuación el embrollo característico del mundo biográficos para favorecer sus planes. El hecho de oír y ver lugares a
que presenta el género de las comedias radiofónicas representado por escondidas les permite convertirse en cómplices secretos de los en-
el Goon Show. Aquí, hay dedos dirigidos que dis~~an balas «~e~es», gaños de otros. Todo esto capacita a los personajes para sustentar po-
la compañía de gas envía un mensajero con una b1c1cleta «acuattca>~ a siciones erróneas espectaculares en el mundo a lo largo de los acon-
cruzar el Atlántico para cobrar rápidamente una ~actura, los ~urlit tecimientos de numerosas escenas y diversos actos. Pueden comenzar
zers hacen carreras en la playa de Daytona, los oceanos son vaciados, (o hacérseles que comiencen) con mal pie y continuar (o hacérscles que
los teléfonos suenan bruscamente en cualquier parte para que las per· continúen) en esa dirección. Se podría argumentar, por lo tanto, que las
sonas llamadas puedan replicar a lo que no han podido oír: Pe~~· des- comedias ofrecen un escaparate para el surtido de confusiones reales
de luego, pueden tomarse estas libertades con la or~amz~cion del del mundo. Pero pienso que la mejor lección es que para generar estas
mundo debido a las libertades que se ha tomado la radio sena. Puesto distancias sustentadas respecto a los hechos, estas situaciones cómi-
que las' audiencias de la radio se permiten depender de ~;ios p~cos cas, uno tiene que recurrir constantemente al recurso al ridículo, ins-
sonidos para establecer y sustentar el contexto de la, a~cion r~d1ada trumento que Shakespeare se vio forzado a emplear. Normalmente el
-incluyendo el contexto, el lugar, el tiempo atmo~fenc?: el tiempo mundo no permite que se desarrollen esas situaciones disparatadas;
cronológico, la compañía, la ocas~ón y la tarea- y dispomendolos ne- para conseguir que se desarrollen, el autor teatral debe introducir un
cesariamente en un marco bromista; ya que los efectos sonor~s pue- teatro lleno de trucos. Por eso las comedias ofrecen evidencia de la so-
den ser utilizados para encarnar instantáneamente y pro~uc1r toda briedad del mundo, no de su embriaguez.
clase de retruécanos y de significados múltiples. (Nuestro heroe, ame·
nazado por el enemigo, puede comerse rápi;Iamente una manzana,
dotándose a sí mismo de este modo con el Pnmer Cuerpo de Manza-
nas, el ruido de miles de botas marchando seguido inmediat~e~~e m
después del ruido de masticar.) Y puesto que los lectores de dibu1os
animados, en los periódicos y el cine, dependen en una manera seme- Se alega que los hechos no son sólo una cuestión de opinión: dadas las
distintas interconexiones entre los acontecimientos, una ilusión, un de-
lirio o un engaño son, en general, exactamente eso, con independencia
l Los malentendidos posibilitados por la homonimi~, la punt~11ción im1Jecuad11 Y
cosas parecidas plantean la interesante cuesúón de que mdepcnd1entemente de lo lar- de que el sujeto sea consciente de la cuestión. También he dado por su-
go que pued11 ser un texto, sin embargo, éste permite a un _lector u oyente ~ormal ma- puesto que el error respecto al marco no es probable que dure siempre.
linterpretar radicalmente lo que se ha querido decir. ¿Y como se pueden d1Sponer las Con estas palabras de apoyo tibio a las certidumbres de la vida so-
palabras para prolongar «no naturalmente>> d lapso de ma~erial ver~al ~obre d que es cial, consideremos ahora sus incertidumbres. Consideremos, en pri-
probable una respuesta errónea? Subyaciendo a estas cuesuoncs cst11 el 1mp?~~nte he· mer lugar, algunas fuentes generales de vulnerabilidad a las que nos
cho de que a medida que aumenta la información ~tenida decrece la pos1bilid~d de
crasos errores de interpretación, simplemente debido a que los fi;igmentos de infor- exponen nuestras prácticas de encuadre. Y puedo añadir que son pre-
mación válida úendcn a confirmarse entre sí, y a que cuantos m11s fragmentos haya, cisamente esas fuentes (y las más específicas que examinaremos más
más probable será una interpretación cfectivlllllcnte inexpugn11ble. adelante) las que tienden a no ser abordadas ni analizadas cuando se
462 Erving Go/fman La vulnerabilidad de la experiencia
463
adopta una visión escéptica sobre todos los ámbitos del ser, incluyen- testas respecto al juicio pueden no ser tenidas en cuenta
do todas las realidades sociales. desencuadre puede ser frecuente y duradero. Aquí se hall:t?nce.s el
das las transformaciones del actor: llnp11ca·
1. · A partir de lo que ya ha sido considerado puede deducirse un
enunciado fundamental. Es evidente que cada individuo debe hacer Nampa, ldaho (UPI).-Ayer se reveló que entre los resid d J
frente en diversas ocasiones a las ambigüedades respecto al marco y a ~~tr~sados ~ent~es del Estado de Idaho se encontraba ue:1~':mbr: ;scuela de
la sospecha respecto al rol de los individuos en un marco; además, c:.ac1ente de mteligencia de 135. on un co-
puede esperarse que desencuadre los acontecimientos en varias oca- . El d?ctor John Marks, superintendente de la escuela, dijo que el homb
siones. De modo semejante será ocasionalmente víctima del engaño y no identificado, llevaba en la escuela treinta años. Fue admitido de niño, re,
que sus p~dres pensaban que era un retrasado mental. Marks dfo ue u Por.
la decepción, y descubrirá que se han producido tales fabricaciones. grama reciente de tests escalonados reveló que el hombre no e 1 q n prdo·
Es cierto que en la vida cotidiana la gente participa en numerosas mental; era sordo. ra un retrasa o
adulteraciones menores del mundo -por ejemplo, como cuando se «~asa el. tiemp~ estudiando y haciendo problemas de cálculo mental
decide acudir «accidentalmente>> a un lugar donde es probable encon- como a venido hactendo muchos años, sin saberlo» dijo Marks '
trarse con alguien a quien secretamente se desea ver; o dar con tacto Pese al alto coeficiente intelectual del hombre' Marks d 1•·0· •
años en · · ., h b' h h • 1 que tretnta
una pista sobre una cuestión que se quiere que alguien plantee; o ha- una ~sutuc1on ª.
1an ec. ~ al paciente socialmente inepto.
cer una pregunta como parte de un conjunto «natural» de preguntas, Marks di10 que el paciente rec1b1ría un entrenamiento especial con el fin
d e prepararlo para trabajar en el exteriorl.
de modo que parezca que el interés reside en el conjunto y, por lo tan-
to, en lo general, y que no se tiene un interés especial, revelando así un
interés en la pregunta concreta que ha motivado codo el despliegue. Ciertament~, dondequiera que una maquinaria organizativa su-
Considérese también que en teoría sería posible desencuadrar cual- ponga qu_e la vida qu~ va a ~evar un individuo se halla determinada
quier pequeña franja de actividad. Solamente se requieren las circuns- por .una ~·~rea evaluacrón de él, que funciona como un instrumento de
tancias adecuadas que induzcan a error, dando como resultado un clasificacton, en ese caso son posibles los errores fatídicos
error de encuadre, una ilusión. Tampoco hay duda de que siempre será L~ capacidad ~ara imponer un curso de conducta par~ce estar ne-
posible engañarse respecto a lo que está sucediendo. En este caso sólo c~sa.name~te relacionada con la vulnerabilidad del encuadre v· el
s1gwente e1emplo: · ease
se necesita la intención, la inmoralidad y los recursos. La evidencia na-
tural puede siempre manufacturarse, y dársele una biografía apropiada Fran!_cforc, Ky.-EI T~i~~nal de Kentucky dictaminó ayer que si una mu·er
para ofrecer una base falsa a los acontecimientos. Puede producirse engana a ~n hombfure dictendole que está embarazada para inducirle a casar!e
" una red social conspiradora haciendo que intetvengan múltiples testi- ello cons~tuye un ndamento para la anulación. '
l. gos y una desconexión doblemente falsa: la desconexión de los testigos J El ~nbun~ d~ apelación dijo que Ja pareja tenía relaciones preconyugales
! entre sí (y de aquí, presumiblemente, la imposibilidad de un acuerdo
anterior respecto a lo que hay que declarar) y la desconexión de los tes-
ª
Y.• du1¡r co~ es<? que estaba embarazada y amenazó al hombre con Ja expul-
ston e a ~1vers1dad y con acciones legales si no se casaba con ella.
Debspuesbde llevar casados una semana, el hombre descubrió que la mu1·er
tigos con lo que están testimoniando (y de aquí la presunción de que no esta a em arazada •.
no tienen nada que ganar engañando). De hecho, hay que repetirlo, sea
lo que sea lo que utilicemos para comprobar las demandas, ofrece una La cuesti?n interesante aquí no es que el individuo pueda comen-
receta detallada para quienes tienden a urdir la realidad; lo que hace zar a constrwr una nueva y en cierto sentido falsa vida debido al hecho
difícil el funcionamiento de los fabricadores, lo hace asimismo fácil.
; San Frand_sro Sunday_ Examiner and Chronicle, 1 de octubre de 1967.
2. Pasemos ahora a una vulnerabilidad más específica: la relevancia San Franasco Chronide, 23 de septiembre de 1967 La opini • · fu d d
de ciertas clases de poder. Cuando d tratamiento global de un indivi-
duo depende de los juicios sobre su competencia, y cuando sus pro-
d
pobrili~ juez ~JrI ~s~om~: quien dijo: «Es lamentable qu~ a este trib':in~]~~~:rcspeo~d=
d e l tar mas a 1nsatuc1on dd matrimon10
t rtal · en una epoca
• en Ia que necesita
· toda la yu.
11
a Y a o eza que se pueda otorgar en su beneficio». Probablemente es así.
464 Erving Go/fman La vulnerabilidad de la experiencia
465
fatídico sobre el que ha sido eng:iñosamen~e ?1al informado, º.qu~ !os LcPage, con Jos nervios completamente agorados después de un día fati·
tribunales en este caso establecieran un límtte legal a la fabnca~ion, goso, contestó simplemente: «j Fuera de aquí. ; Vete al infierno!».
El bandido en ciernes se contuvo.
sino más bien la indicación dada sobre aquello que puede crear situa-
«Pero tengo una pistola», tanamudeó.
ciones vitales y, por lo tanto, lo que puede ~esacreditarse e~ ellas.
LePage, sin alterarse lo más mínimo, comenzó a arrojar cajas de dulces
Un hombre que asalta un almacén de licores con un~ pistola qu~ el ante el camino del sospechoso. De una libra, de cinco libras -regalos envuel-
dependiente percibe que es inoperante queda desacreditado en _su m- tos al estilo de San Valentín-, llenas de un surtido seleccionado de «Carame·
tento· pero el que eso sea así nos debería llevar a ver que la pistola, los, nueces y frutas».
considerada como algo que es probable que funcione ade~uadamc:nte Antes de emprender la retirada con las manos vacías, d muchacho dispa-
y considerada como adecuadamente empuñada p~r algwen cons~de ró un.solo tiro que se extravió en la confusión del asalto a la pastelería.
rado como capaz de ese tipo de cosas, tiene capacidad para ternunar LePage, siguiendo al muchacho que escapaba por la puerta principal, le
la escena previa y para iniciar por la fuerza u~a .e~cena totalmente nue- lanzó otra nube de caramelos antes de que aquél saltara a una bicicleta con un
va. Pienso que está en funcionamiento la posibilidad de que cada def!- asiento de carreras y se perdiera en la oscuridad 6 •
nición de la situación cada aplicación continuada de un marco h~b1-
tual, parece presupo~er y contar con una organizació~ de fuerz~s 3. Tiende a pensarse que ciertas creencias -siendo las religiosas d
motivacionales, y mediante ciertas medidas ex_t~~as ese tipo de eqm- ejemplo más conocido-- pueden ser mantenidas de manera bastante
librio parece alterable. Poder alterar est7 equilib;io ~ra~emente a vo- efectiva por poblaciones muy amplias, aun en contra de la «eviden-
luntad es ejercer d poder: éste es un sentido del termmo . cia>>. Es probable que las creencias religiosas afecten a una infinidad
Una pistola, al tener este poder, puede hacer que su p_oseedor es- de cosas, y que sean apoyadas por una institución religiosa que a veces
pere poder reestructurar radic~mente lo que va a ocurnr y_llevar .ª puede estar ampliamente ramificada y ser extremadamente duradera.
cabo una escena que anule la existente. En caso_ de <!ue no se diera ~r; Sin embargo, a través de las diversas sociedades, prevalecerán unas
dito a su intención o capacidad (lo que puede Implicar su adecuacton creencias muy diferentes en materia religiosa, y no puede aducirse una
percibida para el ro)), puede ciertamente ocurrir un fi~sc~, un frac~o gran base para elegir entre ellas 7 • Hablar a este respecto de un encua·
manifiesto en el intento no sólo de llevarse la mercancia smo tambien dre correcto o incorrecto o distinguir de una manera fácil entre ilusión
de alterar la escena: y autoengaño es un tanto optimista.
rar las condiciones específicas bajo las que fácilmente se producen la chocado contra la casa», «Pensé que eran los críos del piso de arriba» «Mi
ilusión, el engaño y los delirios y, con independencia de que sean pro· primer pensamiento fue que había explotado el horno»ª. '
ducidos fácilmente o no, los medios prácticos para inducir estas vuI.
nerabilidades relacionadas con el marco. Con ocasión de otra sacudida, el investigador dice: <<La conmoción
fue percibida de varias formas (por aquellos que no la identificaron co·
l. Dada la presunción sobre la interconexión de los acontecimientos rrectamence), como un "avión traspasando la barrera del sonido"
literales en el mundo real, de ello se sigue que gran parte de lo que es "'!°ªráfaga de aire", "la explosión de un tanque" , "un camión que ha~
precario respecto al encuadre debe fundarse en una limitación de la b1a chocado con un lateral del garaje", "un trueno"» 9• También co·
información referente a estas conexiones. A saber: las actividades que menta:
deben ser predicadas de una exigua cantidad de información son es·
La tendencia a interpretar nuevas pistas dentro de un marco de referencia de
pecialmente vulnerables a un encuadre mal dirigido. Una pregunta, expectativas habituales ha sido registrada virtualmente en todos los desastres
entonces: ¿dónde se encuentran situaciones en las que hay que confiar estudiados. Esto quiere decir, por ejemplo, que el rugido de un tomado cer·
en una información reducida? cano fue interpretado como un eren, y una tromba de agua en la sala de estar
fue atribuida a una cañería rota 10•
a) Como ya se ha sugerido, cuando un acontecimiento ocurre
una sola vez y en aparente aislamiento de otros acontecimientos b) Las cuestiones que versan sobre acontecimientos que ocurrie·
-como cuando se oye un ruido «extraño» a distancia-, entonces ron _en un pasado lejano son especialmente vulnerables, pues parece
ciertamente es grande la vulnerabilidad a un encuadre erróneo y en obviamente cierto que cuanto más atrás en el tiempo tuvo lugar un
especial al desencuadre. Esta conclusión plantea otra pregunta, a sa· acontecimiento, más difícil resulta recoger evidencia disponible, y
her: ¿cuáles son las condiciones bajo las que ocurre el aislamiento de más confianza hay que depositar en cualquier cosa que puda ser ras·
los acontecimientos? Una respuesta, curiosamente, son los desastres treada. Es cierto que el término evidenda implica confianza en los
naturales, ya que esta clase de acontecimientos va a menudo asociada muy escasos hechos que son asequibles para establecer el carácter de
con un efecto repentino visible, audible o perceptible de otro modo a l~s ac?ntecimientos actuales normales. (Ello no quiere decir que los
gran distancia del centro del propio acontecimiento. De aquí que h1stonadores expertos no puedan hacer prodigios de investigación en
aquellos que experimentan un desastre primero en términos de una l~s ~ue se acredita o desacredita una afirmación, respecto a un aconte·
señal distal deben enfrentarse a una sensación que tiene escaso con· cun1ent? .E;'asado, rastreando y descubriendo una red completa de
texto o escasa continuidad como fuente de detalles corroboradores o acontecmuentos concurrentes. Estos prodigios no hacen sino dar fe
correctores, al menos inmediatamente. Así, un estudioso de los desas· una vez más de la interconexión de los acontecimientos con el residuo
tres que entrevistó a los vecinos después de que se hubiera producido biográfico que todos los acontecimientos dejan) 11 •
una «sacudida» en una mina, es decir, una convulsión subterránea,
informa: 1
Rex A. Lucas, • The lnfluence of IGnship upon Pedrception of an Ambiguow
Stimulus», en American Sodo/.ogical Review, XXXI ( 1966), p. 230.
Los cinco mineros que no estaban de tumo y que no interpretaron d temblor 9
lbid., pp. 235·236.
como una sacudida (siete sí lo hicieron) lo atribuyeron a una variedad de cau· 10
lbi~.• pp. 231·232. Lucas está preocupado por mostrar en este trabajo que es
sas, incluyendo una bomba: mucho mas probable que las personas emparentadas que pueden resultar directamen·
Pensé que unos chicos habían puesto una bomba bajo la casa de Jim te afectadas por un desastre formen una explicación relacionada con el desastre que
aquellos no conectados de ese modo con d problema.
Brown. Yo dije: «¿Qué diablos es eso?». Y mi amigo dijo: «No sé». Entonces 11
Como ejemplo. véas~ ~rthur Pierce Middleton y Douglas Adair, « The Mystery
salió una vecina y gritó: «¿Qué fue eso?». Y yo dije: «No sé». of the Hom Pape~», en Wtlham and Mary Quarterly, J .• serie, IV (1947), pp. 409-443,
Los otros cuatro atribuyeron la conmoción a diversos fenómenos: «Pensé extractado en Robm W. Wmks (ed.), The Historian ar Detective (Nueva York, Harpcr
que se había caído un taburete», «Pensé que un camión de mudanzas había Row, 1970).
468 La vulnerabiluiad de la experiencia 469
Erving Goffman
e) La información concerniente a un acontecimiento debe ser a a menos, desde luego, que actúe así para generar algo tras el comenta-
veces extraída exclusivamente a partir de lo que transmite un indivi- rio al comentario que como tal no se comenta. Además, cuanto más ex-
duo, siendo éste el único canal del que se dispone. Éstas son evidente- pr~iva sea, una película, como un «rodaje hecho por sorpresa>>, más
mente las circunstancias que producen el mito del «aullido del lobo» valioso sera para los productores cerciorarse del acontecer que está re-
que nos pone sobre aviso, entre otras cosas, frente a la vulnerabilidad gistrando 13 • Y todo esto es verdad independientemente de la ocasión
de los mundos narrados. Adviértase que cualquier estrechamiento de obvia que todo registro da a sus productores para montar lo que se
este canal, como ocurre en la comunicación telefónica o telegráfica presenta pero no la información actual acerca de dónde ha ocurrido el
aumenta la vulnerabilidad. ' montaje 14•
d) Un individuo que transmite un acontecer a través de sí está, Un ejemplo central de la cuestionabilidad del documental es se-
desde luego, en situación de editar lo que transmite; en efecto, difícil- gún pienso, la cobertura de las noticias de televisión por la noche 1'.
mente puede dejar de hacerlo. Lo mismo ocurre en los dispositivos de Parecería razonable suponer que el propósito de las cadenas es des-
registro, auditivos y visuales, salvo que en este último caso parece que plazar un equipo al lugar donde ocurren las noticias para luego dejar
se da un~ mayor impresión de presentar todo el flujo de la actividad. que la película cuente toda la historia, siendo su única preocupación y
Paradójicamente, sin embargo, lo que hemos dado en llamar docu- limitación el impulso de hacerlo mejor que sus competidores. Los es-
mentales (la cinta, la foto fija o la película) es exactamente aquello de pectadores pueden entonces pensar que son testigos bastante directos
lo que habría que sospechar con respecto a los cánones de la docu- de los acontecimientos principales del día, y que lo único que los sepa-
~entación, ya que el registro de un acontecimiento inesperado o pe- ra de ellos es el espacio y un tiempo muy breve. Pero puede argumen-
ligroso presupone la presencia anterior del equipo de registro y un tarse que los espectadores no se interesan tanto por los sucesos de ac-
entorno suficientemente estable como para manejar este equipo 12. tualidad como por un tipo especial de entretenimiento, cuya materia
Detrás del héroe que corre riesgos es posible que haya un operador prima la ofrecen la imagen y el sonido registrados de los aconteci-
que puede manejar esas dificultades, así como una cámara. En cual- mientos. El problema no estriba únicamente en que la cadena tiene
quier caso, el ángulo desde el que hace la filmación está limitado por que mantener sus propios criterios y que debe también respetar las re-
los ángulos desde los cuales puede ~ar y, por lo tanto, hay un sesgo. gulaciones del gobierno y satisfacer los gustos de las emisoras filiales.
Esto no h~ce más que repetir lo que ya se ha sugerido: un protagonista Ni tampoco en que algunos de los acontecimientos que se transmiten
que reflexiona en alta voz sobre lo que ha experimentado no está re-
flexionando sobre lo que estaría dispuesto a reflexionar ante un equi- u Una il~stración de ello es la película Gimme Shelter, producida por los Mayslcs
po ~e registro. Un escritor que escribe cándida y directamente sobre sobre el conoerto de Altamonr. No revela la manera como se produjo el concierto para
que se pudiera hacer una película sobre él. Y cuando muestra a MickJagger mirando
la dific':11tad que le supone o no le supone producir lo que ahora está el metraje del concierto, no ofrece documentación de los ensayos y preparativos para
produoendo no puede comentar lo que es un comentario de ese tipo, ese merraje. (Véase Pauline Kael, «Beyond Pirandello», en The New Yorker, 19 de di-
ciembre de 1970, donde ella trara este y otros temas del encuadre.)
1
12 ~ Ciertamente existe un «Nuevo Periodismo» que emplea el estilo del reportaje
• Un ejemplo. En 1966, la Asociación de Funcionarios para la Paz de California
1unto con la productora Golden State Film produjeron un documental llamado Sudden docwne~t:U para ca~tar el «espíritU» de la ocasión. Con este fin, se describen los ges·
tos y el diálogo «al pie de la letra» para acomodarse a las necesidades de lo que se está
Birth ~ªr:' ser mostrado a pmraprofcsionales con el propósito de ayudar a entrenarlos
en nacumentos de emergencia. La película mostraba a un oficial de polida de Berkeley describiendo, y no se le dejan al lector medios visibles para determinar cómo enmarcar
ayudando a micer a un ?ffio en un coche, siguiendo instrucciones de voces grabadas lo que lec-hechos, ficción o fraude-. (Véase, por ejemplo, F. W. Dupec, «Trumao
' que hablaban en lenguaie profano. De hecho se filmó un nacimiento real habiéndose Capote's Score», en The New York Reuiew ofBooks, VI, .3 de febrero de 1966.) Norman
• 1
con~rtado los preparativos con mucho tiempo por addantado. El coche: cortado por Mailer ha llevado las cosas un paso más lejos mediante el uso de la «biografía supues-
la mitad con el ~ de hacer posible el trabajo de la cámara, no estaba exact41Ilente en ta», a través de la que cualquier persona real puede ser llevada a hacer, pensar o sentir
una carretera, s1110 que había sido colocado en un edificio en los terrenos dd hospi- cualquier cosa por medio de un recurso especial de encorchetamiento: «Quién podría
decir que...».
tal. Alta Bates. Y ~ ~atrullero era realmente d tocólogo de la madre vestido con d
' Me baso aquí en el muy útil libro de Edward J my Epstein, Newr /rom Nowhere
1
uniforme de la poltcta de Berkdey. (Véase Berkeley Dai/y Gaz.elle 28 de febrero de
1966.) ' (Nueva York, Raodom House, 1973).
470 Erving Goffman La vulnerab11idaá de la experiencia 47l
ocurrieron precisamente sólo para que pudieran ser registrados. El Por ejemplo, cuando el quehacer presente de un compañero nos
problema estriba en que las grabaciones mismas se montan de acuerdo lleva a buscar en su pasado un conjunto de actos que globalmente
con las limitaciones y los objetivos de la realización del programa. pueden ser interpretados como evidencia de su carácter o personali-
Realmenre hay muy poca cobertura, ya que cada cadena cuenta sólo dad, evidencia que convierte el acto presente en algo que después de
con un puñado de equipos en un puñado de ciudades. Dd metraje ro- todo era esperable, entonces nos vemos perdidos en un juego enga-
dado para una historia que la emisora central ha decidido preparar, ñoso del marco donde se puede interpretar lo que se quiera e inci-
sólo se utilizará eventualmente una parte muy pequeña y a retazos. Es dentalmente hay muchos y fuertes motivos para embarcarse en ese
probable que parte dd sonido proceda de material enlatado, y que la material gráfico. El caso extremo se produce cuando nos disponemos
película mostrada contenga secuencias filmadas en diferentes ocasio- a revisar las acciones y las actitudes de alguien a quien conocemos bien,
nes y en distintos lugares, incluyendo tiras específicamente planeadas con el propósito de determinar si su aparente cordura anterior puede
mucho tiempo antes como rdleno sin fecha fija. (Además, las personas interpretarse ahora como un disfraz y un presagio de un episodio
que recogen la filmación en vivo es probable que tengan la obligación presente, o si su aparente locura anterior puede interpretarse ahora
de tomar algunos planos que se emitirán sin fecha fija.) Sólo son verda- como una simple y cuerda imagen proyectada sobre las amistades
deramente actuales las introducciones y los cierres del comentarista. que se vio obligado a frecuentar. Pero esto es sólo el caso extremo.
Los sucesos no anticipables no son de gran utilidad debido a la di.ficul- Abundan otras imputaciones menos dramáticas. Por ejemplo, cuan·
tad de desplazar a tiempo el equipo al lugar y a la baja calidad del filme do un compañero ha sido siempre sincero o insincero, digno de con-
que se obtendría; así pues, sólo son utilizables los acontecimientos pro- fianza o indigno de confianza, controlado o impulsivo, etc. La adivi-
gramados o los duraderos. Y aunque son las personas que están en el nación del carácter moral aduciendo indicadores dd pasado es una
terreno las que llevan a cabo el rodaje, es un comité del estudio central de las preocupaciones más importantes de la vida cotidiana. Y el ras-
el que hace el montaje. Es posible que se haya dado a los planos una go engañoso es que se puede «plantear», y que al mismo tiempo no
objetividad atribuible en parte al sometimiento de la cámara a nuestro hay manera de determinar si se ha hecho correctamente. En estas cir-
gusto cultural por esa cualidad: toma frontal, colocación de la cámara cunstancias cualquier acontecimiento actual nuevo puede ofrecer un
al nivel del ojo 16 , enfocando el asunto en cuestión, y una abertura equi- pretexto para revisar los hechos y el «descubrimiento» de una pauta
valente a la distancia impersonal de una conversación 11. que estuvo siempre presente pero que sólo se percibe ahora.
e) La licencia de montaje de que gozan los realizadores de docu-
mentales está en cierta medida limitada por el hecho de que a menudo 2. He considerado brevemente algunas circunstancias en las que se
lo que está siendo documentado es una secuencia de acontecimientos encuentra la información reducida y de ahí la vulnerabilidad del mar-
reales que ocurren durante un breve periodo de tiempo, y a menudo co. Consideremos ahora otra base de vulnerabilidad: la información
esta franja de acción habrá ocurrido en un pasado no demasiado leja- vendible.
no. Sin embargo, hay muchas circunstancias en las que un individuo En ciertas empresas, d éxito puede depender de que se mantenga
está interesado en ofrecerse a sí mismo o a otros un análisis verbal in· una protección efectiva sobre el acceso a la información y (por impli-
terpretativo del carácter que desarrolla una organización o una perso- cación) de que se compruebe de manera efectiva la lealtad de aquellos
na, y tiene acceso especial a acontecimientos que pueden presentarse a quienes debe dejarse de vigilar. Hay diversas organizaciones vulne-
como evidencia. En estas ocasiones de evaluación para el diagnóstico, rables a este respecto: los departamentos gubernamentales que custo·
parece que se obtiene una licencia ilimitada, permitiéndose la forma- dian secretos políticamente valiosos para sus enemigos; los servicios
ción de cualquier fotograma deseado. ejecutivos que poseen información que tendrá repercusiones en d va-
lor del mercado del producto de una compañía; las organizaciones de
16 8
Gaye Tuchman, «The Technology of Objectivity: Doing "Objective TV News
investigación que guardan secretos delictivos, embarcados en la trama
film», en Urban Li/e ami Culture, Il ( 1973 ), p. 7. de un delito, y cuya información sobre los planes posee un valor a ven-
17 Ibid., pp. 15-20. der o a negociar con la policía.
472 El"lling Goffman La uulnm1bilidad de la expenenaa 473
Los que dirigen los intereses de tales organizaciones son particu- está jugando una partida, puede generarse un ~bito, un há~itat p_si-
larmente dependientes, pues, del control de la información, en espe- cológico completo para ellos. En el caso de !os ¡uegos de estunac~o~,
cial cuando los oponentes saben que se custodia información vital y este plano del ser posee característic~s especiales. Se define un obJe?-
quién es el que la custodia. Ahora bien, es un rasgo característico de la vo primordial (para ganar al contrano de alguna m:mera), y est~ ob1e-
información poder obtenerla y transmitirla sin apenas dejar huellas. tivo lleva a los participantes a acciones totalmente rnte.rd~pend1entes,
Por ejemplo, no hay que trasladar y ni siquiera cambiar permanente- de modo que la jugada de uno puede tener consecuencias Importantes
mente nada de tipo material. Una persona desleal con acceso a un se- tanto para él como para los otros jugadores. Ciertos elementos cla~~
creto está, por lo tanto, en situación de arriesgar la venta de informa- mente definidos pasan a ser determinantes: los recursos (algunos visi-
ción sobre la base de que el ladrón no será descubierto hasta que la bles, otros ocultos, que a menudo adoptan la forma ~e caract~res ~el
información así obtenida llegue a ser utilizada, y esta demora puede juego de valor especial), el propósito táctico, la matnz d~pos1bles Ju-
aumentar sus posibilidades de evitar que se le identifique como culpa- gadas, la capacidad de juego 2º y, finalmen.te, la «e~~res1on», est? es,
ble, facilitando así su situación. Obviamente, pues, quienes tienen in- los acontecimientos que podrían «filtrar» mfonnac1on sob~e la situa-
formación vendible que proteger son muy vulnerables a las exhibicio- ción de un jugador. Todos estos factores tomados en su conjunto pro-
nes de lealtad que ocultan un propósito subversivo. porcionan al jugador un campo significativo de acción y las bases Ylos
motivos para hacer las jugadas.
3. Hay actividades que dependen del azar para su resolución. Así, por Cada jugador debe, pues, valorar lo que pasa con el ºP?~ente Yac-
ejemplo, los juegos de azar y las loterías. Si se «amaña>> la máquina de tuar en consecuencia. Pero el oponente, desde luego, esta interesado
las decisiones, la empresa entera se transforma en una construcción, en confundir esta estimación para poder derrotar al otro. . .,
en una fabricación en la que los jugadores que no están en el secreto se El estimador sabiendo esto, debe darse cuenta de que la vts1on
hallan totalmente atrapados. Ahora bien, un rasgo del azar es que su Id
que obtiene de situación del oponente puede haber sido es.p~cífica
funcionamiento nunca puede ser demostrado -al menos respecto a lo mente tramada para producir una impresión falsa. El partmp~te,
que tiene una dimensión práctica-. Únicamente pueden demostrarse pues, en virtud de la estructura del jue~º·. se v~ _forzado a determmar
los resultados manipulados. De ello se sigue que cuando un individuo una parte muy considerable. de.su pr~pia situaeton s~bre la base de los
ha de confiar en el funcionamiento de una máquina de decisión que re- acontecimientos y el matenal tnmediatamente asaetados con el opc:-
produce mecánicamente las decisiones del azar, no tendrá manera de nente, y está en su derecho a pensar que todo esto puede estar orgam-
saber si está siendo engañado o no. Al no saberlo, estará en un mundo zado para equivocar su es~ación --en suma, para. enredarlo.
vulnerable, al menos en la medida en que el juego sea decisivo o absor- Los juegos de estimación, pues, han d~ ~er conside~dos como tra·
bente. La cuestión no estriba en que pueda perder sus apuestas -és? es mas para instituir y encamar la vulnerabilidad específica ?~ encua-
una clase diferente de vulnerabilidad- sino en que puede (y con razón) dre. Una razón de por qué estos juegos parecen ser como mrnuno tole-
llegar a pensar que no sabe lo que en realidad está pasando.
4. La estrategia de los juegos de suma cero 18, es decir, los juegos de jugador a n:vdar la infonnación sobre sus canas a través de la opuesta YIn ~a de se·
estimación, representa un caso especial en el estudio de la vulnerabi- guir d palo. En estos casos, son sólo ciertos juegos los que pueden ser analizados ple·
lidad de la experiencia enmarcada 19 • Cuando un grupo de individuos namente en términos dd juego teórico. . .
lO Cuando la habilidad ñsica está en cuestión en d juego, d escenano se dispo ne
paria esa fonna muy especial de modestia mediante la que~ jugador oculta su compe·
tencia hasta bien avanzado el juego para protegerse al maxtmo fr~te a l_as dud~ qu_e
11
Los juegos de «motivo-mixto,. (mixeá·motlve) que implican una coordinación un oponente inesperadamente brillante proyectaría sobre él ? para m~uc1r uno! term!·
parcial ofrecen unas condiciones muy parecidas. nos que un oponente inesperadamente brillante pro~ectana sobre él o para inducir
19 Los pasatiempos populares varían considerablemente en el grado en que reali·
unos términos iniciales favorables. Un buen enunc111do en este caso. es d d: ~ed
zan las condiciones de los juegos puros de estimación. El póquer, por ejemplo, no de· Polsky, The Hu:rtler, en su obra Hu:rtler:r, Beat:r aná Other:r (Chicago, Aldme Publishing
pende totalmente de los faroles o de estar embebido (:rucking in), y d bridge obliga al Company, 1967), pp.41-116.
474 Eroing Golfman La vulnerah11idad rk la aperiencia 47.5
rabies y como máximo totalmente .absorbentes hay que encontrarla en (ya se exprese suavemente o con energía, dependiendo de las reglas
el ámbito del ser generado por el juego. Se considera que el dominio locales) respecto al valor alegado del objeto, inadecuación de recur-
entero está aislado del mundo en curso, como un universo «artificial», sos, y a veces acceso a la misma cosa en otra parte en mejores térmi-
ni simulado ni real. Esto es así con independencia del monto de la nos. El vendedor proyecta un argumento referente al alto valor del
apuesta que pueda ser asignado al resultado. La propia acción se divi- objeto, su escasez (y la probabilidad de que pronto sea vendido a otro
de en «manos» o «bazas» relativamente autónomas. Durante una de cliente), su despreocupación por la venta y su obligación de conseguir
estas subunidades, el individuo puede descubrir que está engañando el precio pedido en virtud de un conjunto de limitaciones inflexibles
con un farol, a la vez siguiente que está siendo engañado con un farol sobre las que no tiene control, tales como lo que a él le costó. Así pues,
de otro, en otra ocasión engañando y siendo engañado con faroles, y cada parte intenta enredar a la otra 21 , y lo que de hecho ocurre es una
así sucesivamente. Tan pronto como acaba uno de estos miniepiso- lucha para meter en las propias redes al otro. Se puede dar un argu-
dios, empieza otro inmediatamente. La ansiedad acerca de la interpre- mento muy parecido respecto al carácter de las amenazas y las pro-
tación que ha de darse a la situación aparente del oponente (y la ansie- mesas durante el arbitraje y las negociaciones contractuales.
dad acerca de la interpretación que éste está dando a la suya propia) se Esta visión del regateo y otras negociaciones no añade nada nuevo
limita, en su conjunto, a un episodio en particular. A menudo no hay a estas cuestiones, pero pienso que las relaciona con el tema más gene·
ansiedad alguna en el contexto como un todo, esto es, se sustenta un cal del marco. La sospecha de un farol no supone sólo dejar de creer
dominio artificial mediante un feliz consentimiento mutuo. Este en- ante una determinada amenaza; es la reconstitución radical del propio
tendimiento en cuanto tal no es problemático -salvo, desde luego, marco (o un rechazo de la vía libre para su reconstitución), ya que el
cuando se sospecha el engaño o se ha generado suficiente ardor como acontecimiento amenazado deja de determinar el sentido que alguien
para hacer que los participantes rompan el marco y huyan o luchen-. tiene de su propia situación, y lo que entonces define el mundo es un
Así pues, la ansiedad relativa a la intención, la interpretación y los re· hecho de un orden bastante diferente, a saber, que hay un intento de
cursos del oponente, y de ahí la ansiedad sobre lo que realmente está enredo. Los resultados específicos amenazados se diluyen sirnplemen·
pasando, se mantiene dentro de los límit~s de una ronda concreta, te en otra ilustración del engaño.
pura cuestión de juego por partida doble. Esta es, creo, una de las ra-
zones más profundas de por qué los apostantes pueden tolerar pérdi- 5. Es fácil percibir que la expresión del sentimiento de una persona
das y ganancias tan grandes sin llegar a ponerse fuera de sí; después de hacia otra es vulnerable a las mismas dudas y sospechas y a los mismos
todo, en los juegos no son «ellos» los que pueden llegar a estar fuera desencuadres a que están sujetos los acontecimientos únicos, aislados.
desí. Podría citarse un ejemplo académico:
Los juegos de estimaciól] introducen un elemento de ilusión ópti-
ca en la situación del actor. Este no sabe si las cosas son como parecen Imaginemos a un individuo que merece ser muy dogiado. ¿Qué transfonna·
o al revés; lo que está sucediendo oscila una y otra vez en su perspecti- dones pueden convertir esa evidencia posióva en su contraria? En primer lu-
va de modo muy parecido a una ilusión gestáltica. En las situaciones
que no son de juego, situaciones en las que las cuestiones son defini- 21
Que se traca de una fabricación o de un enredo (o de un intento) se ilustra muy
das como serias y reales, el actor puede maximizar el elemento de jue- bien en d siguiente pie bajo la foto de un busto:
go a través del modo de construir y conceptualizar la situación (como
Este busto de yeso, comprado por el Museo de Ane Metropolitano de Nueva York en una subasta
hacen, a veces, por ejemplo, los asesores partidarios de la teoría de los por W dólares, puede Vlller .500.000 dólares. El director del musco, James Roñmer, dilo que el
juegos en relaciones internacionales), pero es probable que la situa- busto parece ser un original de Leonardo da Vmci o de su maestro, Andrea dd Vcrrochio. Los di·
ción tenga elementos que no puedan ser fácilmente asimilados a este rectores del museo mantuvieron en secreto su interés por d busto hasta después de la vcntQ ios·
pec;:cion:índolo CUAndo no había n11díe, mirando y c:omisionAndo a un emplCAdo poco importante
diseño. Sin embargo, puede encontrarse una excepción: los episodios para efectuar la puja {San Franásco Chronick, 21 de octubre de 196::1).
de negociación. En el regateo, para poner un ejemplo, el comprador Una versión de un regaceo sofisticado se describe en Fuad l. Khuri, « The Etiqueue of
proyecta indiferencia respecto a la adquisición del objeto, desacuerdo Bargaining in the Middle East», enAmenean Anthropo/ogist, LXX (1968), pp. 698·706.
Ervit1g Golfman L4 vulnerabilidad de 14 experiencia 477
476
gar podría cuestionarse la sinceridad del juez. No puede realmente creer lo muy rápidamente.) Además, el afecto, la lealtad y d respeto de la pri·
que está diciendo y en efecto utiliza un elogio exagerado para burlarse de mí. mera parte hacia la segunda es algo que procede, según se cree, del in-
Segundo, ha elogiado este trabajo porque sabe que todo lo demás que he terior de la primera, algo secreto que ella sólo comparte, y algo que
hecho es una porquería, y elogia este trabajo porque no hay nada más que transmite, indica o expresa mediante señales, sobre muchas de las
elogiar. Tercero, puede que sea sincero, pero probablemente es un tonto al de- cuales podría -después de todo-- ejercer un control considerable.
jarse embaucar y, por consiguiente, me está exponiendo mucho más al ridícu- En suma, la relación entre nuestra primera y segunda parte será para
lo de todos aquellos que pueden valorarlo adecuadamente. Cuano, tiene un la segunda una parte importante del mundo, y su falsificación entra
fallo temporal de juicio. Cuando esté en su sano juicio y vea claramente mis dentro del control de la primera, sabiendo la segunda que es así y sa-
intenciones, me despreciará mucho más. Quinto, los jueces poseen una infor- biendo la primera que se sabe. Téngase en cuenta que la falsificación
mación incompleta. En realidad, no tienen todas las pruebas que se requeri-
rían para ver la inutilidad del trabajo como tal. Sexto, esto salió de chiripa. Es no requerirá escenarios elaborados, ni un gran equipamiento ni ayuda
realmente digno de alabanza y los jueces no están equivocados pero fue una exterior; sólo se requieren palabras, toques y miradas, de las que el
chamba, un accidente no representativo que probablemente no volverá a fabricador normalmente posee ya un amplio repertorio.
ocurrir jamás. Séptimo, los demás están intentando controlarme, mostrándo- Es comprensible, pues, que dos individuos bastante íntimamente
me una zanahoria como premio. Si me la como, estoy enganchado y a partir relacionados puedan emplear cada uno una cantidad considerable de
de ese momento tendré que trabajar para recibir su elogio y evitar su censura. tiempo en pensar privadamente intentando descifrar lo que el otro
Octavo, ellos están revelando cuán hambriento estoy de elogios, revelando así realmente «quiso decir>> al hacer una determinada cosa y las implica-
mi inferioridad y mis sentimientos de humillación, aun cuando no pretendan ciones de ese significado para el estado de la relación. Y aunque, como
hacerlo. Noveno, me están seduciendo para que luche por algo que no me es se ha sugerido, esta duda surgirá a menudo entre personas que no tie-
'
~ posible conseguir. En último término, este elogio consumará mi ruina por
haberme seducido para buscar lo imposible y, de ese modo, haciendo que me nen una relación íntima, el estado de incertidumbre y sospecha que así
destruya a mí mismo. Décimo, está actuando como si fuera el único juez de se desarrolla no es probable que sea crónico, simplemente porque nor-
mi trabajo, como si yo fuera incapaz de juzgar correctamente su valía, por lo malmente se accederá a otras fuentes de información y a otros aconte-
que siempre habré de depender del juicio de él o de ellos. cimientos; además, pronto vendrán a ocupar EU lugar otras cuestiones
De este modo el respeto auténtico puede transformarse en la ecllilción de de importancia. En el caso de personas íntimas, como la pareja mari-
la humillación monopolisca 22 • tal, sin embargo, los sentimientos «reales» del otro para WlO mismo
) serán fundamentales y continuarán siendo un problema y, por lo tan-
Parece, sin embargo, que estamos menos dispuestos a ver que las to, las dudas a este respecto pueden socavar con bastante eficacia el
~ relaciones formales podrían estar menos sujetas al juego de la duda
que las íntimas. Es esta posibilidad la que deseo considerar ahora.
mundo cotidiano del individuo. Y a menudo esta duda estará bien
fundamentada. Aquí Laing hace un útil comentario:
Es evidente que dos personas que están mucho tiempo juntas ·tie-
f nen ocasión de crear para sí una especie de mundo compartido en pri- La vida interpersonal se lleva a cabo en un nexo de personas, donde cada per-
vado. Cada una aporta a la otra detalles de la biografía de relaciones sona adivina, presume, infiere, cree, confía o sospecha, generalmente, ser feliz
1
1
personales anteriores y comienzan a desarrollar una nueva fase de su o sentirse atormentada por su fantasía de la experiencia, motivos e intencio-
biografía en común. Además, cada una está en situación de influir al- nes del otro. Y uno tiene fantasías no sólo sobre lo que d otro experimenta y
pretende, sino sobre sus (de él) fantasías acerca de la experiencia e intencio-
tamente en la opinión que la otra tiene sobre las cosas y esto aumenta nes de uno, y sobre sus fantasías sobre las fantasías de uno acerca de sus fan-
a medida que la pareja se aísla más de otras fuentes de influencia. (De tasías de la experiencia de uno, etcétera.".
aquí la posibilidad de una folie ii deux y el hecho clínico evidente de
que cuando el líder se retira, los delirios del seguidor se desvanecen
2J R D. Laing, TheSel/and Others (Chicago, Quadranglc Books, 1962) [existe tra·
u Silvan Tomkinss, A//ect-lmagery·Conscioumess (Nueva York, Springer Publis· ducción al castellano: FCEJ, en un apéndice, «A Shonband for Dyadic Perspcctives»,
hing Co., 1963). vol. 2, pp. 442-443. p.171.
-
E"'ing Golfman [A 11ulnerabiliJad de la experiencia 479
478
Se trata de algo más que de adivinar los verdaderos sentimientos. en su comunidad, desconocidas por casi todo el mundo, tanto culpa-
Las personas que están íntimamente relacionadas y mucho tiempo bles como inocentes 21• Es este hecho, junto al supuesto de fondo de
juntas tienen en común quehaceres desarrollados casi totalmente por que los bienes domésticos pueden ser protegidos por el respeto mos-
las contribuciones personales de cada uno. Si uno de ellos llegara a trado a los limites convencionales físicamente señalados, lo que per-
sospechar de la falsedad o insinceridad del otro, entonces llegaría mitió a un ama de casa obtener lo siguiente, almacenando lo obteni-
también a sospechar que los acontecimientos ordinarios en que se ha- do en su casa:
lla implicado son fabricaciones. De nuevo, tal fabricación entra den-
tro de la capacidad del otro, ya que están principalmente implicadas Detroit (UPl).- Joyas, rdojes, monedas raras, certificados de acciones, armas
y otros pequeños objetos valorados en más de doscientos mil dólares estaban
sus propias acciones. Aquí radica la democracia real de las diadas. Las cuidadosamente amontonados en d ático.
organizaciones de gran escala normalmente pueden ser totalmente Junto a esto había un montón de veinticinco fundas de almohadas -la
subvertidas por unos pocos individuos que las manejan o tienen acce- señal de la «ladrona de fundas de almohadas».
so a sus secretos; un participante normal y corriente que es traicionero <<Me alegro de que todo haya tenninado», afirmó la policía que dijo la seño-
puede falsear su participación pero a menudo no mucho más. Pero en ra Hden Ann Haynes cuando les conducía al ático de su casa en la zona oeste.
el caso de díadas muy unidas, todos los participantes están en roles El ama de casa de veintiséis años admitió que ella era la responsable de
clave v perfectamente situados para la subversión. 150 a 200 robos en el área de Detroit, en los últimos ocho meses. En d piso
EÍ poder de un miembro de una pareja para fabricar el mundo inferior, la policía encontró más montones de fundas de almohadas cuidado-
cotidiano del otro radica a veces en la casa y el ajuar que este estable- samente lavadas y planchadas.
cimiento contiene; dicho de otra manera, si una parte ha de llegar a La señora Haynes le dijo a la policía que una amiga le había hablado de
l
1
sospechar de la otra, la casa ofrece un buen escenario para ello. Por
asaltar la casa de otra mujer de la que su amiga quería vengarse. Dijo también
que su amiga se asustó y la señora Haynes comenzó su carrera en solitario a fi-
l ejemplo, el hecho de que una esposa pueda estar en casa durante la nales dd último año.
jornada de trabajo y, sin embargo, tenga muchas y buenas razones Tuvo un traspiés cuando intentó utilizar una tarjeta de crédito robada y
para ausentarse en cualquier momento -pongamos por caso, para ir un dependiente de una tienda sospechó de ella. Cuando salió huyendo de la
de compras, hacer un recado, visitar a unas amigas, asistir a reunio- tienda, la señora Haynes se olvidó un cheque robado, la tarjeta de crédito y
nes, etcétera- proporciona circunstancias favorables para que un la cédula del camión de su marido.
marido suspicaz pueda cuestionar lo que su mujer está realmente ha- Acusada de allanamiento y asalto, la señora Haynes no supo cómo expli-
ciendo fuera de casa, y en las que una esposa que piensa, acertada o car por qué lo hizo, dijo la policía 26,
equivocadamente, que se sospecha de ella puede estar preocupada
por la impresión que está creando, cuando de hecho está f~era de El propio ajuar doméstico ofrece oportunidades para sospechas
casa por una razón «perfectamente buena». No quiero decir con esto fundadas e infundadas:
que la casa sea primordialmente un lugar para las sospechas infunda- Quenaa Abby:
das. El hecho de que el tiempo del ama de casa no requiera de expli-
cación, en el sentido de que no haya ningún vigilante allí para que ella Mi marido está intentando hacerme pensar a nú, y hacer pensar a otros, que es-
toy loca. Saca cosas de mis cajones, las esconde y luego, después de que las he
responda 24, le permite de hecho llevar una vida oculta si lo quiere y,
buscado por toda la casa durante varios días, las coloca de nuevo en su lugar ori-
lo que es más, una vida muy amplia. Este hecho es el que hizo posible
que un ministro de un suburbio organizara a doce amas de casa en su
iglesia para seguir la pista de las operaciones del sindicato de juego
" Reverendo Albert Fay Hill, The North A11enue I"egulars (Nueva York, Pocket
Books, 1970).
26 The Evening Bulletin (Filadelfia), 22 de julio de 1970. La señora Haynes o bien
2~ En un trabajo inédito de Arthur Stinchcombe se ofrecen comentarios sugerentes posee un talento nacural extraordinario para esta línea de trabajo o bien pone serÍll·
sobre el cema de la explicabilidad y la actividad ilícita. mente en tela de juicio el riesgo y la destreza acribuidos a los profesionales.
Erving Go/fm11n La vu/nerabilidaá áe la experiencia 481
480
ginal e intenta decirme que estuvieron allí siempre. Ad_clan~ todos ~ ~ajes, Y gumentarse, es meramente un motivo diferentemente fundado -nor-
luego los atrasa hasta que estoy tan confusa que ¡no se que hora cs. Me insulta malmente más estable y más aceptable-- para mantener una deter-
27
y me acusa de cosas terribles, como salir con otros hombres... • minada apariencia. Y en la medida en que es así ~n la medida, por
2 ejemplo, en que una relación personal puede definirse como una coa-
La versión literaria, desde luego, se encuentra en Luz de gas ª. . . lición entre do!¡ jugadores para proporcionar a cada uno expresiones
Al igual que un individuo en una relación es vulnerable a la posibi- de la existencia de un vínculo deseable--, entonces, ciertamente, los
lidad de ser enredado por el otro, también será vulnerable a que el mundos de las dos personas son vulnerables. La indicadón que cada
otro le informe de que es así, aunque es posible .que no lo haya sido; Y parte suministra a la otra de que nada en el mundo podría separarlas
ya sea esa información verdadera o falsa, es posible que no sea retrac- es en sí misma la sustancia, no la sombra, y si los motivos de cualquie-
table: ra de las dos cambian en esta cuestión de apoyar una determinada
apariencia y de fomentar una determinada imputación, en ese caso las
QueritÚJ Abby: exhibiciones como tales podrían ser alteradas muy rápidamente.
Después de casi veinte años de matrimonio mi marido me ha pedido el divor-
} cio. Dice que necesita una esposa, no un ama de llaves. ..
Hace dos años, en medio de una discusión acalorada le_diJe que su forma
de hacer d amor no me satisfacía -que, en verdad, yo fingia-. Abby, no er~
i
r
totalmente cierto. Se lo dije para herirlo. Desde entonces oo me ha tocado nt
besado. l . 1i
V
Haría cualquier cosa para que mi marido vo Vl~a a ser _com~ antes. en- Hay, pues, puntos débiles en la vida social en los que los participantes
go una casa bonita, unos niños maravillosos y oo quiero el divorcio. Por favor resultan más vulnerables de lo habitual al engaño y la ilusión, a una re-
dime qué debo hacer 2'. lación falsa con los hechos o a una posición errónea frente a la expe-
riencia. Consideremos ahora otras vulnerabilidades, esta vez las direc-
1 Un comentario final. Nuestra comprensión de la gente parece es-
tar ligada a una teoría tácita de la expresión o la. indicació~. J?amos
tamente generadas por las oportunidades especiales que el encuadre
' proporciona a aquellos que engañan.
por supuesto que existen cosas tales como relao<:'nes, senunuentos,
actitudes, caracteres y cosas parecidas, y que hay diversos actos Y. pos- l. Tramas de apoyo [back-up designs]. Cuando un individuo llega a
i turas que de alguna manera, intencionadamente o no, ofrecen .e~den poner en cuestión la actividad en la que participa, llegando a pregun-
t cia directa respecto a estas cosas. Pero puede adoptarse la pos100~ de
que en lo fundamental lo que existe son doc~~~~ respecto ~ eqwpa-
tarse si ha confundido o no el marco de referencia o la clave primarios
o está siendo embaucado o engañado, busca pruebas que lo confirme.
miento gestual, expresivo, para ofrecer exhib~ciones: y mo~~os esta· Cuanto más sospeche de la situación, más intensamente buscará
bles para fomentar ciertas imputaciones. As1 pod~1a admmrse que fragmentos de evidencia que considera seguros. Se toma así particu-
ciertamente los sentimientos, las relaciones y los atnbutos pu~den ser larmente vulnerable a la falsificación de esa evidencia, ya que confiará
falseados y que pueden suministrarse indicaciones en ~u~enc1~ de su plenamente en ella y dependerá mucho también de ella. Hay una di-
referente apropiado. Y, además, que es importante d1sungwr ~stas versidad de tramas de este tipo 30: la práctica de amañar testigos apa-
.¡ falsificaciones de lo real. Pero lo que es real en cada caso, podna ar- rentemente independientes; el despliegue de «pistas», de aquellos ac-
tos u objetos sin importancia que (piensan) dotan a los observadores
lt 71San Francisco Chronicle, 7 de febrero de 1966.
atentos de claves incidentales; la diseminación de pruebas falseadas en
l u Originalmente, la obra de teatro Angel Street de Piatrick Hamilton, llevad~ al profundidad de modo que se disponga de una textura de apoyo para
cinc con el título de Lux Je gas y más tarde (1966) adapta.da como novela por Williom
Drummond -una considerable carrera de encuadres.
2' San Francisco Cbronicle, 6 dcocrubrc de 1967. )O Considerado por extenso en S. I., pp. 19-28, 58-70.
1
I~
482 Erving Go/fman La vulnerabilílÍ4d de la experiencia 483
una interpretación errónea; d apaño de «pruebas vitales» )1, la crea- como Misión imposible), organizados precisamente algunos de ellos
ción de coartadas, es decir, de buenas (pero falsas) razones para estar alrededor de este tema 3'. Esto nos debería recordar el enorme y pro-
en algún sitio o para hacer algo 12 ; finalmente, el uso de publicaciones blemático interés producido por las situaciones históricamente verifi-
y retransmisiones falsas, por considerarse que estas fuentes de infor-
mación son particularmente independientes de cualquier agencia con-
crera 11. n En estos entretenimientos, hay dos modos básicos a través de los que d héroe
puede llegar a relacionarse anómicamente con d mundo. Primero, puede fabricarse
Una cuestión obvia, desde luego, es conocer la amplitud y dura- toda una esfera a su alrededor, donde casi todo es falso salvo él mismo. La película
ción de la trama de apoyo H. Los esfuerzos del virtuoso son un tema J6 Hours (dirigida y ambientada por Geo~ge Seaton) es un ejemplo; la serie de televi-
popular en la ficción y el teatro modernos (comenzando, digamos, sión The Prisoner (adaptada más tarde como libro de· bolsillo por Thomas M. Disch y
con los relatos deJohn Buchan y acabando con las series de televisión Ace Books, 1969), otro, d cual parece explotar inequívocamente casi todas las posibili·
d:ides dd marco pens:ibles. El segundo método es ofrecer al héroe un acontecimiento
vital condenado a no ser creído por el ciudadano normal, quien -dada su necesidad
de amonestar al mund~ producirá el efecto de encapsular a aquél en respuestas es·
" De lo que se podría dor el siguiente ejemplo: cépticas donde quiera que vaya, transformando d sendero por el que camina en el
Estos agentes de la policía sccretll fueron utilizados principalmente en la investigación de la venta mundo normal en un haz de irrealidad.
ilegal de nurcóticos. Lo tarea más difícil del agente em Uegar 11 familiarizarse con los vendedores Este segundo método de hacer anómica la relación de un individuo ron d mundo ha
ambulantes de droga paro que confiaran en él. Esto se logró en un caso haciendo que un agente sido lo bastante utiliz:ido en las imágenes comerciales como para haber logrado una fór-
frecuentara un bar que se sabía que em utilizado por los vendedores ambulantes de droga. Una mula de género. El héroe, en otro tiempo parte de una sociedad inocente bien enmarca·
tarde un escuadrón de asalto de la policb atacó d bar y p11$o a los clientes alineados de cara a la da, queda accidentlllmente atrap:ido en un conflicto dirigido secretamente, debido a
1 pared. Cuando el sargento al mando del llSlllto puso en posición al agente, le abofeteó en la cara y, que es confundido con alguien que no es él o presencia por llZllr un acontecimiento vital
l1 llomóndole por su nombre de adopción, le pidió ver su documento de identidad. Después de ha-
cer que revisaba el documento, d sargento le: dijo al agente que: sabía que era un drogadicto y le
o está allí cuando un participmte en d conflicto necesita ayuda inmediata. Entonces se
encuentra con un fragmento de información que prueba que está funcion11ndo un plan
aconsejó que abandonara su distrito. El agente: recibió unB cálida Acogida de los vendedores am·
i bulimtes de droga cuando la patrulla se marchó [Samud Dash y otros, The Ea1Jesdropp"s (Nr:w
Brunswick, N.J., Rutgers University Prcss, 19.59), p. 2.54].
Ji La coartada puede ser preparada bastante antes en el tiempo para que cuando se
secreto, pero desde luego se da cuenca de que nadie le cree, bien a causa de un honesto
escepticismo por parte de unos o porque éstos han sido sistemáticamente sobornados o
inducidos de otro modo a ocultar lo que soben sobre las maquinaciones. El problema
dd héroe es lograr que otros le crean antes de que fracase en su huida en la red dispues-
1
1 hagan a las fuentes independientes preguntas corroboradoras sobre d pasado dd sos- ta para cogerlo. Eventualmente acierta a convencer (eso piensa él) a dos personas o por
pechoso, se obtengan respuestas seguras. Por ejemplo, se refirió lo siguiente acerca de
l un médico francés que ayudó a mantener a los servicios de inteligencia aliados en la
lo menos a lograr la simpatía de ellas. Una de éstas demostrará que es la primera de un
grupo creciente de gente honesta que ha llegado a convencerse; la otra será un agente
fortificación alemana de la cosca de Normandía: del enemigo que se torna doblemente peligrosa porque se ha convertido en confidente.
PIBneó su «resistencia,. con frialdad, clínicamente. Su oficio le pennitirfa d acceso a toda d área Eventualmente, desde luego, d héroe es desagraviado, es decir, que su interpretación de
1 en la que faltaban agentes, pero dc:biD. pensar siempre: como médico, no como agente [...]. No po·
día arriesgarse a visitar ningún sc:aor de la costa a menos que: una Uomda profesion.U le ofreciel'll
los acontecimientos pasa a ser acreditada; consigue la mano de la heroína y, más a pro-
pósito, restablece d mundo como un lugar donde existe una continuidad absoluta de
una coartada. La llamada quedaría rcgistmda con antelación en su diario y los registros dc:I farma· los recursos y una conexión y desconexión infinitamente confirmadas.
t céutico servirían de: doble comprobación de que: había llomado y prescrito la medicina. La inmu·
rúdad del gastado malccín negro que: contenía los instrumentos y d estetoscopio seria una cobcrtu·
Con independencia de que se use el primer o d segundo método, estas imágenes
publicitarias ofrecen una fuente obvia de comentarios sobre nuestra concepción acer-
l
ra útil para sus planes sobre el sector [Richard Collic:r, 10.000 Eyes (Nueva York, Pyramid Books,
19.59), pp. 183-184].
ca de la manera en que está elaborado el mundo, y un recordatorio obvio de las pre-
guntas que los estudiosos de los mundos se hacen. Por ejemplo, la película Bunny Lake
n Por ejemplo: Is Míssíng (inspirada en una novela del mismo título de Evelyn Piper) narra d hecho
Entonces d capitán -que era además un agente de inteligencia- envió un cable a Varsovia. Ex· de una joven madre que al visitar Londres descubre que su hijo ha desaparecido de
plicó que: tenía a Adom en un puño, y propuso que d joven podria ser reclutado pam trabajar para una escuda, aunque nadie crei:rá que tenía un hijo que perder. La cuestión cosmológi-
la inteligencia polaca si Varsovia ac:tuaba con tac:co. Al cabo de unos pocos días d capitán pudo en- ca es, pues, como arreglárselas para poner en duda la alegación de haber perdido un
tregarle a AdBm algunos rcconcs de periódico -hechos en Varsovia- diciéndole: que procedían hijo por parte de la mujer. ¿En qué mcdid11 hay que alterar el mundo intencionalmente
de periódicos locales alemanes. Informaban dd incidence dd tiroteo en alemán impcc:iblc: y des· con sobornos, amenazas, etc.? ¿En qué medida puede atribuirse la dificultad a incom-
crihían al hombre desaparecido buscado por asesinato -Adam Kozicki- [Pawcl Monat, Spy m prensión, a un deseo de no «Verse implicado», etc.? ¿En qué medida al hecho de que la
the U.S. !Nueva York, Bcckley Publishing Corporation, Bcrklcy Mt!dallion Books, 1963), p. 177}. demandante pueda no parecer fiable? En suma, ¿en qué medida habría que reordenar
:M Véanse los comentarios en R. P., pp. 318-319, y S. l., pp. 61-62. el mundo para permitir un desorden tan grotesco?
484 Erving Go!fman La 11ulnerabiliáaá áe la experienaa 485
cadas en las que se manejó una gran confabulación conspiradora con En una fecha posterior, una persona diferente al administrador de la es-
el fin de condenar erróneamente a inocentes -ejemplos: el caso cala de actitud se acercó a los estudiantes de la clase y pidió voluntarios para
Dreyfus y, en Estados Unidos, el caso Becker-Rosenthal 16- . Y estos un experimento. Puesto que se exige participar en experimentos psicológicos
esfuerzos, al ser divulgados, crean a su vez la posibilidad de alegar a todos los estudiantes de psicología general, estos estudiantes no eran «Vo-
conspiraciones cuando no existen, o no existe ninguna de la que po- luntarios libres». Entonces se citó a los sujetos masculinos, instruyéndoles
damos estar seguros 37 • En cualquier caso, pien5o que tras los diversos para que se presentaran en una determinada sala del edificio de Psicología a
tipos de interés en una conspiración, debe detectarse el sentido de la hora concertada.
fuerte dependencia que todos tenemos respecto al mundo, no toleran- Cuando el sujeto S acudía a su cita, se encontraba a otro estudiante (en
realidad, un ayudante experimental) ya sentado en la sala. Tan pronto como
do ninguna manipulación amplia y prolongada de la realidad espuria S se sentaba, entraba E y explicaba que d S anterior todavía no había acabado
ni dudas respecto a cuál de las visiones opuestas es correcta. y E se marchaba. A una señal, otro ayudante entraba por otra puerta con una
petición explicando d propósito de la misma y le pedía al ayudante que la fu-
2. El uso de corchetes. Parece generalmente verdad que gran parte mara. El ayudante firmaba o rehusaba de acuerdo con una secuencia prede-
de la actividad social se constituye en episodios mediante corchetes, y terminada. El portador de la petición entonces le pedía a S que la finnara y
que habrá una especie de periodo entre bastidores antes que comience registraba su respuesta [ ...]. Luego E le pedía a S que lo acompañara a la sala
la actividad y una vez que ésta haya acabado. Durante este tiempo, los experimental, donde se le daba a rellenar un ejemplar del Diferenóal Semán-
individuos no sólo están fuera del rol, sino que se hallan desprote- tico. Puesto que el objetivo de la tarea era hacer que la situación experimental
gidos en aspectos en que no lo estarán tan pronto como comience la de hecho pareciera realista, se prescindía del Diferencial Semántico una vez
que S abandonaba la sala.
actividad propiamente. Dentro del marco de referenóa del procedimiento anterior, la mitad de
Resulta, por lo tanto, comprensible que a aquel que tiene enredado los sujetos se encontraron con un negro esperando su tumo en la sala de espe-
a otro pueda aconsejársele que ponga en funcionamiento su trama en ra, mientras que la otra mitad compartía la sala de espera con un ayudante
los momentos anteriores a la actividad programada, puesto que la vícti- blanco.[ ... ]
ma estará menos en guardia. Y aquí el propósito puede ser más profun- La petición empleada en este estudio contenía una propuesta para am-
do que el de producir meramente una experiencia negativa entretenida. pliar las horas de biblioteca el sábado por la tarde hasta las ocho. Se eligió
Tomemos, por ejemplo, la argucia experimental. A fin de estudiar esto porque representaba un tema sobre el que no habría una fuene aproba-
las «actitudes raciales», y conocer el sesgo del entrevistador, se empleó ción ni un fuerte rechazo 18•
el siguiente método: se suministró a una clase una escala de actitudes
de nueve elementos, tomada de lA personalidad autoritaria: Esta misma técnica se recomienda a los interrogadores bajo la for-
ma dd enfoque de dos personajes, mediante la cual un interrogador
Las escalas se adminiscraron a toda la clase, tanto a hombres como a mujeres, que representa al duro establece un marco dd que el otro interroga-
y se indujo a los estudiantes a creer que la administraóón de la prueba consti- dor, representando al simpático, puede estar fuera:
tuía un estudio completo. [ .. .]
Después que d interrogador B (d no amistoso) ha estado en la sala de in-
terrogatorio durante un tiempo breve, el interrogador A (el amistoso)
,. Andy Logan, Against the Evidena: The Becker-Rorenthal Af/air (Nueva York, vuelve a entrar e increpa a B por su conducta inamistosa. A le pide a B que
McCall Books, 1970). Un caso más actual es d dd intento, eventualmente logrado, de se vaya y B sale por la puerta con un sentimiento fingido de disgusto tanto
Ronald Ridenhour de revdar las atrocidades en Songmy. (Véase aquí d rdato de Chris·
topher Lydon, «"Pinkville" Gadfl~. en The N~ York Times, 29 de noviembre de
1965.) Entender cómo podrían manejarse estas conspiraciones supone entender tam· " Philip Himdstcin y James C. Moore, «Racial Attitudes and the Action of Negro-
bién cómo pueden alegarse conspiraciones cuando no existen o cu1111do no se establece and White-Background Figures as Factors in Petition Signinp, en ]ournal o/Social
prueba alguno. definitiva. Prychology, LXI (1963), pp. 268-269. Este experimento sigue un patrón establecido
n Véase, por ejemplo, Jim Garrison, A Heritage ofStone (Nueva York, G. P. Put· por un grupo anterior de experimentadores y no ha de verse como algo extraordinario
nam's Sons, 1970); EdwardJay Epstein, Counterplot (Nueva York, Vdcing Press, 1969). respecto al engaño de los sujetos.
486 Ervíng Goffman La vulnerabíluiad de la expl!riencia 487
hacia el tema como hacia A. A entonces reanuda su enfoque amistoso, Otro ejemplo es la práctica de preparar una emboscada ante lapo-
simpático. sibilidad de sufrir una emboscada, como cuando un agente secreto,
Esta técnica ha sido aplicada utilizando un detecúve como interrogador desconfiando de un encuentro que ha establecido con un contacto po-
amistoso y un capitán de policía como el no amistoso. Cuando el capitán tencial, hace vigilar de antemano el lugar por dos de sus hombres, que
abandona la sala después de representar su rol inamistoso, el detective puede
decir: «Pepe, me alegro de que no le dijeses absolutamente nada. Trata a todo permanecerán en él después de la reunión para ver si aparece alguna
el mundo de esa manera, a personas como tú y a los hombres como yo dentro prueba de control una vez que el agente se ha ido -presuponiéndose
de su propio departamento. Me gustaría ponerlo en evidencia logrando que que los «apostados» situados en la vecindad tendrán cuidado de man-
tú me dijeras la verdad. Ya es hora de que aprenda una lección o dos sobre un tener la cobertura durante la reunión, pero se sentirán seguros para
comportamiento humano decente» 39• romper esa cobertura después de la misma 41 •
Existe otra forma de engaño derivada del intercambio de los cor-
Así, el cambio de un interrogador al otro puede ser visto por el su- chetes de apertura y de cierre. Así, un dispositivo habitual en los es-
jeto como un cambio de un drama a otro, cuando, de hecho, se está re- pectáculos de telepatía es la dirección errónea de la secuencia, en la
presentando un solo espectáculo que comienza antes de lo que él que se lee mentalmente una serie de mensajes sellados del público, co-
piensa y que encaja en un todo de un modo que él es incapaz de ver. menzando primero con un mensaje que su único cómplice en el públi-
En la preapertura de la representación, recientemente la política co confirmará haber metido en el primer sobre. Este sobre, abierto y
internacional ha sido desagradablemente creativa. Las cartas-bomba leído en voz alta por el adivinador del pensamiento una vez que ha
son un buen ejemplo. Aunque suponemos que un mensaje pueda cau- hecho su primera adivinación, confirmará naturalmente la telepatía.
sar malestar, no suponemos (o no suponíamos) que el sobre en el que Pero realmente el sobre del compinche se coloca al final y el adivina-
viene sea también un problema. Se supone que los problemas comien- dor está viendo en el primer sobre lo que luego adivinará como perte-
zan con la lectura, no cuando se abre la carta. neciente al segundo; y cuando abre ese sobre para confirmar su lectura,
El corchete de apertura puede servir, pues, para engañar, aunque, conocerá el mensaje que adivina el siguiente sobre, y así sucesivamente.
por supuesto, también lo puede hacer el corchete de cierre. Cuando De este modo, lo que el público toma como una lectura del pensamien-
una actividad suscita una fuerte intranquilidad y sospecha entre los to seguida de una revelación confirmadora del mensaje escrito, en rea-
participantes, su terminación aparente puede restaurar muy eficaz- lidad es una lectura mental seguida de una revelación confirmadora 42 •
mente la tranquilidad y la confianza, a costa, a veces, de las partes Una nota final sobre los corchetes. Cuando el individuo sale de
afectadas: una escena de tensión en la que no se sustenta su visión de la justicia,
puede buscar a personas que parezcan estar particularmente desco-
¿Es la historia verdadera una nueva treta fraudulenta o una de esas historias nectadas de la dificultad y comprometidas en un encuadre de los acon-
extrañas que surgen y circulan de vez en cuando? Es algo parecido a esto: tecimientos que piensa que le apoyarán. Los confidentes y los amantes
Un residente de la zona nordeste descubrió una mañana que su coche son ejemplos de ello. Los jueces y cal vez los médicos y los sacerdotes
había sido robado. Dos días más tarde, le fue devuelto con una nota en el están también cualificados para ello, ya que estas personas parecen
asiento delantero que decía: «Lo siento, tuve que llevarme el coche porque lo simbolizar el apoyo de la sociedad a la honestidad y la verdad, poseen
necesitaba para una cosa urgente», dejando dos entradas para un aconteci-
miento deporúvo y para «compensar las molestias». un juicio independiente y, a falta de otra cosa, al menos no estarán en
El propietario del coche quedó complacido, llevó a su esposa al aconteci- connivencia con las agencias que suscitan las quejas. De ello se sigue
miento deporúvo con entradas gratis y al volver a su casa la encontró total-
mente saqueada 40•
~• Un caso de enredo enredado. Véase Alexander Orlov, Handbook o/Intelligence
and Guerrilla Warface (Ann Arbor, University of Michigan Press, 1962), p. 118.
19
Frcd E. Inbau y John E. Reíd, Cn"minal Interroga/ion and Con/essions (Baltimo- ~2 Esta interpretación la deduzco de Marccllo Truzzi. Véase su trotamicnto sobre la
re, Williams Willcins Co., 1962), pp. 58·.59. técnica de «tomar la ddantera» (ontHJhead technique) en «Unfundcd Research n.º 3»,
"° The Evening Bulletin (Filaddfia), 25 de enero de 1972. en SubterannetJn Socio/ogy News/etter, Il (enero de 1968). p. 7.
488 Erving Go!fman La vulnerabilidad de la expenenaa 489
que cuando estas últimas fuentes de apoyo, seleccionadas en parte por es lo contrario de lo que parecía, entonces ¿es posible confiar en las
la garantía de que no están conectadas con el problema, demuestran apariencias? Se podría añadir que la instancia política más alta de un
estar aliadas a él, es muy probable que el individuo sienta una gran Est~do parece apo~ar a su detentador una relación especial con la
vulnerabilidad. Este tipo de cosas ocurre cuando se demuestra que realida~. ~e le considera su representante. Si se demuestra, entonces,
alguien con autoridad en la policía está conchabado con criminales que esta siendo engañado o que engaña, no sólo sufre su reputación·
contra los que un ciudadano presenta en secreto una queja. Se dice también sufre la reputación de la realidad. '
que se produce con frecuencia con los agentes de los servicios de inte-
ligencia, pero quizá nunca tanto como en el trabajo del jefe de la inteli- 3. El truca~e de las pistas [tracking deceptions]. Puesto que se planea
gencia austriaca antes de la Primera Guerra Mundial, el coronel Alfred que la ate~ctón ~e.centre en la pista principal, en la trama argumental
Redl, entregado por los rusos ante el descubrimiento y explotación de d~ cualqwer acuvidad concreta, y como se manejan de maneras muy
los especiales gustos del coronel en materia sexual: diferentes los asuntos que ocurren en las pistas subordinadas, es evi-
dente que la manipulación intencional de las pistas puede hacer efec-
Durante diez años, Redl, un austriaco, había sido d agente principal de Rusia tivamente .que un marco sea vulnerable. Aquí, en especial, lo que
en Austria. No sólo había vendido a los rusos todos los secretos de su país a pued~- dec1r~e sobre la generación de la experiencia negativa puede
cambio de la protección de su secreto social y de dinero para dedicarse a él, tamb1en decirse sobre la vulnerabilidad de los ámbitos de la actividad.
sino que de hecho les había vendido a sus propios agentes que operaban bajo Dado que los rasgos de fondo de una actividad no serán atendidos,
su dirección contra Rusia. De nuevo en un giro igualmente grotesco, cuando aquellos que ocultan, perturban y participan en otras deshonestidades
un desertor ruso ignorante de la traición de Redl ofreció a éste información pueden explotar estas áreas. Así, los excrementos animales han sido
sobre un plan ruso tremendamente importante para atacar a Alemania y al utilizados como minas antipersonas, suponiéndose que el terreno será
Imperio austro-húngaro, Redl daboró planes falsos que parecían propalar la
idea de alguna vaga traición rusa y los mostró a su propio gobierno. Mientras
visto pero no así su función real 44 • Una explotación parecida del mar-
tanto, devolvió los planes reales a Rusia y traicionó al desertor. Por este moti- co físico de la actividad se describe en la literatura de los campos de
vo recibió una bonita recompensa de los agradecidos rusos 4 J. prisioneros de guerra:
Quizá no haya una gran cuestión moral en el destino de este su- Establecimos comunicación con el campo y entre nosotros mismos. Con ayu-
d~ ~e cab~s de lapicero esparcidos en el patio por donde paseábamos, se es-
puesto informante, en particular, si se lo compara, pongamos, con la
cnb1~ mas tarde ª?tas :U trozos de papel higiénico dejándolas para que las
matanza que el ejército serbio infligió un poco más tarde a las fuerzas recog1er~ los func1onar1os. Acababan de llegar los primeros paquetes de la
austriacas en virtud de su conocimiento de todos los detalles de los Cruz RoJa. En nuestras notas pedíamos alimentos y los recibimos pronto:
planes austriacos para su acción en los Bakanes al comienzo de la Pri- ¡chocolate, azúcar, leche en polvo, queso!
mera Guerra Mundial -ventaja debida también a la deslealtad de Entrábamos en el patio llevando las toallas alrededor del cuello. Después
Redl-. No obstante, la vulnerabilidad del informante nos aporta un de una vudta o dos advertíamos un montón poco visible de basura barrida.
instructivo extremo. El jefe supremo del servicio de inteligencia de Era comida reunida en un pequeño paquete redondo. Se dejaba caer al des-
un país es en cierta medida la última instancia legal de apelación y ésta gaire. una toalla en. el rincón s~bre. l~ basura y se la abandonaba allí hasta que
es en cierto modo el guardián de la realidad. (Y habla con el acento de termmaba la media hora de eJerc1c10. Luego se recogía en un mismo movi-
un Ministerio de Asuntos Exteriores.) Si la persona que detenta la miento la toalla con el paquete y se volvía despreocupadamente a las cddas
donde más tarde se repanía y se dejaba en los lavabos~1 •
autoridad suprema te vende en secreto a los enemigos de su nación y
Como ya se ha argumentado, lo que normalmente sería desatendi- Desprovisto de mi habitual anonimato en d restaurante (habiendo entrevista-
do ofrece una buena cobertura para un sistema de mensajes de conni- do al señor !--evin
para otros artículos), sufrí, resaltando lo mejor -la mejor
vencia. La experiencia de los prisioneros de guerra ofrece un nuevo mesa, el me1or chef_-_ y Jo peor de Srua~ (L~vin~, a medida que él, trilingüe
ejemplo. Se trata de excavar en secreto un túnel para escapar: como era, pasaba rap1damente dd frances al tngles o al yiddirh. Stuart actua-
ba como un Jackie Masan que dirigiera su actuación en la Alianza Francesa
La rutina era bastante simple: un hombre trabajaba cara a la pared, otro se como un degante maitre de hotel. Montaba exageradamente en cólera cuan-
sentaba sobre una caja dentro de la habitación con un ojo pegado al agujero do yo describís~ filete de lcnguad? c~mo «b~tante parecido a los palitos de
de la cerradura de la puerta mirando al pasillo, un tercero leía un libro o se ~~cado ~~ la senara Paul». «¿Que qwere decir eso de la señora Paul?», gru-
comportaba inocentemente sentado en los pddaños de piedra de la única en- no, empuJandome en el hombro. «Aquí servimos los de la señora Schwartz.»
trada dd edificio, unos metros más allá del pasillo y un cuarto hombre hara- s~ dio ~a palmada en la frente ... quejándose de que yo probablemente estu-
ganeaba o hacía ejercicio en d patio más lejano. Después de unas cuantas ho- viera registrando cada palabra de su shtic/e 48*.
ras, los dos hombres del exterior y los dos del interior intercambiaban sus
puestos. El aviso de que se acercaba algún alemán se daba mediante señales La difícil situación del señor Levin merece un examen detallado:
no comprometedoras, tales como sonarse, en un punto determinado y depen- ilustra muy bien la complejidad del marco de la interacción social.
diendo de la dirección por la que aparecía. El hombre que estaba cara a la pa- Como se ha sugerido, cuando un individuo ofrece una información a
red al recibir la señal dejaba inmediatamente de trabajar 46• sabiendas de que va a publicarse, da en suponer que puede intercalar
sus comentarios no sólo con indicaciones direccionales que no se ten-
Puede sugerirse otro ejemplo de vulnerabilidad debida a la mani- drán en cuenta, sino también con apartes confidenciales de varios ti-
pulación de las pistas: lo que se podría llamar la «inconsciencia» del pos. Irónicamente, el propio hecho de que el entrevistador no sea sólo
informante [informant's/olly]. Me refiero a la suposición de un indivi- un relé mecánico, sino alguien con quien mantener una cierta relación
duo de que aunque el texto de sus comentarios o su comportamiento y a quien hay que confirmar expresivamente esa relación, asegura esta
puedan ser registrados y discutidos, los elementos extramarco trans- doble corriente de comportamiento por parte del sujeto, ya que él
mitidos por los canales subordinados no lo serán. Pero ciertamente a debe al entrevistador una orientación y un trato que no se le debe al
menudo lo son. La inconsciencia deriva del hecho de que aunque el
informante pueda sospechar y temer esta información en profundidad
48
y aunque pueda intentar controlar su conducta acordemente, rara- Ga~ Greene, «Eicorcising the Ghost at Le Pavillon», en New York Magazine,
mente podrá hacerlo con éxito 47 • Porque si el individuo llega a actuar, 21 d~ septiembn; de 197~. P: 65. La historia de los camb.ios en el ~espeto mostrado por
el «SIO comentanoS» es dificil de desmenuzar. Un cambio es debido al reciente interés
parece que debe canalizar su corriente de comportamiento por la pis- po~ el ~mportamiento no verbal, que ~quivale a un cambio no en lo que el receptor
ta principal, cuyo contenido se pretende que sea atendido abierta- reobe, s_mo en aquello sobre lo que esta preparado para infonnar, una extensión a ve-
mente, y por un conjunto de pistas subordinadas que transmiten ma- c~ aso~1ada con el_ «nuevo ~eriodismo». Otra influencia es en el estilo de perfilar la
terial que se pretende manejar y que sea manejado según las normas eV1dencu1 en la reVlSta Esqmre en los años sesenta, especialmente en los intentos de
arrancar artículos de solitarios como Howard Hughes. (Mediante un comentario tex-
establecidas, Jo que no siempre sucede. Siempre será posible, por Jo tual detallado sobre las diversas manenas de decirle a alguien que no va a concedérsde
tanto, que los entrevistadores registren detalles del comportamiento ningu~a entrevista, un pe_riodi~ta importun.ador puede generar material suficiente para
que el sujeto pensaba que formaban parte del elemento no comenta- un arttculo.) La escena luerana neoyorquina durante d mismo periodo se movió en
ble de su comportamiento. Así, por ejemplo, en un reportaje de una idéntica dirección, especialmente en términos de las prácticas de Mailer, Baldwin y
revista sobre la comida en el antiguo Le Pavillon de Nueva York, el es- lumbreras menores que entraron en contacto con ellos. Cuando tenía lugar un encuen-
tro en una fiesta, un bar, o por teléfono, enseguida uno de los participantes (a veces
critor recoge las siguientes observaciones sobre el suceso del gran dos) ~ublica~an un r_epistr~ detallado del -~tilo del otro (o los otros) empleado en el
Henri Soulé: maneio de la tnteracc1on. Vease, como especllllen, Seymour Krim, <<Ubiquitous Mailer
vs. Monolithic Me», en su Shake lt /or the World, Smarlasr (Nueva York Dcll Publish-
ing Co., Delta Books, 1971), pp. 125-151. '
.1(, lbid.• p. 17. * Se trata de un juego de palabras intraducible entre la palabra inglesa stick y la pa-
41 R. P., p. 303. labra yiddish shtick [«numerito»J. {N. del T.J
492
Pero una vez más encuentran que al ser dispensados de la creencia en En las versiones primitivas del timo, los compinches del blanco y
la obra interna, automáticamente quedan dispensados de la creencia las presuntas víctimas están cortados por el mismo patrón -meros fo.
en la obra que contiene a la obra interna. Cuanto más claramente ven rasteros en la ciudad-. En las versiones más sofisticadas se consigue
que la obra dentro de la obra incluye meramente personaje~ represen- una buena diferenciación de roles:
tados, más plenamente aceptan que son actores los que frngen esos
personajes. Pero, en verdad, no son actores los que fingen esos perso- Esta tarde una mujer de sesenta y siete años informó a la policía de que había
najes; son personajes los que .fingen esos personajes. En suma, dar ~ perdido4.500 dólares de sus ahorros en un falso círculo de artistas.[ ...]
vistazo a lo que está detrás de la escena puede ser un recurso para m- Ella contó que dos mujeres le sacaron otros 1.500 dólares d pasado mar-
tes después de acercarse a ella en la esquina de la calle 29 y la avenida Ridge
ducir la creencia de que se está viendo algo entre bastidores. Obvia-
con un paquete de «dinero» que se habían «encontrado» y ofrecerle compar-
mente, una vez que se accede al área escénica y al área entre bastido- tirlo si aportaba dinero en metálico como muestra de «buena fe».
res, se posee todo y puede uno sentirse seguro en su anclaje respecto El detective Thomas McCuskcr dijo que las dos mujeres acompaña-
al marco. Y en el momento en que te sientes seguro es cuando puedes ron a la señora House a la oficina de la Sociedad para el Ahorro de Fila-
ser estafado". delfia en las calles 7 y Walnut, donde retiró los l.500 dólares y se los dio.
Pasemos ahora del entretenimiento teatral a la explotación de la Ellas le prometieron llevarle una parte del dinero «encontrado» a su casa,
«inconsciencia» del implicado en la vida literal. El caso más claro se más tarde.
encuentra en los timos. Un rasgo fundamental de los timos es que hay McCusker dijo que hoy la señora House estaba todavía esperando cuan-
que hacer que el blanco piense que está participando en un timo a otra do dos hombres llegaron a su casa, se identificaron como detectives y se ofre-
persona. Los timadores con frecuencia racionalizan esta técnica di- cieron a coger a las mujeres que tenían su dinero. Pero dijeron que necesita-
ban algún dinero para continuar su investigación.
ciendo que el primo lleva el latrocinio en su corazón, pero lo que tenga Fueron a la oficina de la SAF en las calles 7 y Walnut, de donde la señora
ahí no hace al caso. Se trata de un asunto de creencia, no de corazón. House retiró otros 1.500 dólares, dijo McCusker. Entonces se enteraron de
Sucede que cuando cometemos un acto ilegal podemos pensar que es- que ella tenía otra cuenta en la oficina de la SAF en las calles Broad y Oxford.
tamos ganándole por la mano a alguien, y es esta última posición, no la La convencieron para que depositara todo su dinero en un solo banco.
presunta ilegalidad, lo que induce la creencia. Los tres fueron a Broad y Oxford, donde ella retiró 1.500 dólares y en-
tonces volvieron a las calles 7 y Walnut. Los dos hombres, que llevaban su di-
nero, le entregaron un sobre y le dijeron que fuera a depositarlo.
'ª Recientemente los anuncios de televisión han intentado hacerlo. Por ejemplo, Cuando la señora House abrió el sobre vio que estaba vacío. Los hom-
un actor evidentemente profesional finalizo su turno y, con lo cámara enfocándole to-
davía, abandona con obvia relajación su tarea, para disfrutar de un placer real consu- bres habían desaparecido'2•
miendo d producto que ha esmdo anunciando. . . Un segundo ejemplo de esta trama permite que los «empleados de
Esto no es, desde luego, sino un ejemplo del modo como los anuncms en r~dio_y te·
levisión están llegando a explotar los recuISos de encuadre para dar la apanenc1a d: banco» puedan telefonear a un depositante y utilicen su ayuda para
naturalidad que (se espera) vencerá las reservas que los oyentes han desarrollado. As1, atrapar a un cajero «deshonesto». El depositante colaborará preten-
actualmente se está haciendo uso de voces de niños, presumiendo que esto no parece diendo retirar sus ahorros. Estas cantidades, que presumiblemente
amañado; de ruidos de la calle y otros efectos para dar lo impresión de entrevistas con
peISonas no pagadas; de comienzos falsos, plagados de pausas, distracciones y convcr-
sociones solapadas para simular una conversación real; y, siguiendo a Wdles, de la inte-
rrupción dd sonsonete de los anuncios de una firma para informar de su nuevo pro- '2 The Evening Bulletin (Filadelfia), 5 de mayo de 1965. El mismo trabajo recoge la
ducto, altemondo en ocasiones con la interrupción de un anuncio de interés público, misma arúmaña («Widow Is Swindled Second Tlme in Thrcc Weelcs») en la misma
presumiéndose que esto mantiene viva la fe dd oyente. . . ciudad, d 30 de mayo de 1973. Estas dobles acciones rcvdan un rasgo estructural sim-
Cuando más se concentran los oyentes en detalles expresivos poco tmportuntcs pático de cualquier timo que tenga lugu por pñmer11 vez, a saber, que los cómplices
como prueba de autenticidad, más van los anunciantes a la coza de dios. Lo que rcs.l!1· dd timador siempre senin capaces de acercarse a la víctima coñ d tipo de conocimien-
ta es una especie de contaminación de la interacción, un desorden sembrado tamb1en to sobre el robo y los ladrones que es d núcleo básico dd rol de un detective eficaz.
por los asesores de relaciones públicas de las figuras políticas, y más modestamente por Todo lo que se necesita es la dirección de la casa de la víctima y frialdad. El trabajo difí-
la microsocíología. cil ya ha sido hecho por d primer timador.
lf
496 Erving Goffman La vulnerabilt'túJd de /;¡ experiencza
497
han sido marcadas, serán utilizadas por los empleados como prueba por aquellos que conspiran -ejemplo de construcción de una trampa
contra el cajero. Y a veces lo son ". Obsérvese de nuevo que no hay y del conejo que caiga en ella".
que emplear nada muy elaborado en esta trama, sólo alguna fórmula ~e cita~o 1~ que po.dríar_i considerarse como ejemplos clásicos de
verbal que permita al blanco realizar lo que de otro modo resultaría la «tnconsc1enc1~> del lDlplicado. La lista puede ampliarse con for-
deshonesto, porque su confianza erróneamente dirigida deriva del he- mas menos plausibles. En los servicios de inteligencia existe la llama-
cho de que se le ha inducido a pensar que no está participando en da historia en reserva, esto es, un relato que un agente puede ofrecer
transacciones bancarias reales, sino que participa únicamente en una como coartada en d momento en que el relato inicial de su coartada
trama escenificada. De modo semejante, aquel que avisa del peligro de se destruye y él parece estar más allá de cualquier nueva fabrica-
una fechoría es probable que se mantenga al margen de los conside- •• ' 6 E 1
c1on . en l os que la marrullería en los impuestos es un
. n os ~atses
rados como posibles malhechores, ya que el comentarista de una si- gran arte, se ~ce que los hombres de negocios pueden llevar hasta
tuación tiende a ser definido como alguien que está por encima y más tres clases de libro_s: uno donde se registran Jos negocios reales, otro
allá de lo que comenta. Todo ello, él lo puede explotar, como sugiere ~ara entregarlo al 10spector de Hacienda y un tercero para dárselo a
el siguiente ejemplo de mediados del siglo XIX: este cuando ha hecho ver que el primero que inspeccionó estaba
amañado'"'· Y en una de las ocupaciones varoniles más domésticas
Esas gentes de bien [los falsos subastadores], comúnmente llamadas Peter -la de lechero- uno se entera de que se puede revelar al ama de
Funks, eran motivo de gran enojo para las autoridades municipales durante casa lo atrasado de los productos de la empresa con el fin de darle la
las décadas de 1840 y 1850, y se hicieron numerosos intentos -fracasados
siempre- para detener la venta de mercancías de pacotilla y sin valor, me·
diante las que robaban a miles de campesinos cada año. Una vez, en 1854, el " Una po~ibili~ad estructum.I ~ípica y una historia muy vieja sirven ciertamente de
alcalde Westervelt contrató a muchos hombres para que desfilaran por Broad- aporo a I~ sooolog1_a .f?rma.I: 1;1or e1c:mplo, cuando en 1917 d Gobierno provisional en
way, llevando pancartas que decían: «Cuidado con las falsas subastas», pero ~~111 creo una_ co?1151on para mvesttgar las operaciones de la Okhrana, parece que sur-
gto a la luz lo s1gwente: ·
los Peter Funks respondieron a este ataque colocando letreros semejantes en
sus propias ventanas'~. ~. ~es de la 0kh1'1llla adujeron que nunca habían apoyado la «provocacióllJO y que lo que la co·
n.us.1on l.larnaba agents PTOllOCllteun cr:an sólo cc:olaboradorcs scactoS». Los jefes de la policía in-
~ucro.n en. que ~tos ~~tectivcs habían sidc;> u~dos ~clusivamente como empicados del servi·
Otra versión de este tipo de estafas se encuentra en el rol del agent ao de '?t~eru:1a polít~ca y en .que no teman UlStrucaoncs para tomar pane activa en el trabajo
revolua.~>n~o. ~s. anuguos QU~bros de la Okhrana fueron, sin cmbarso, obligados a admitir
provocateur, cuya manifestación actual puede observarse en las contri- que habut sido difí~ para c:ualqwer colaborador secreto mantener por mucho tiempo una postura
buciones de la policía y el gobierno a la política radical-a lo que aho- completamente pastva dentro de su srupo revolucionario, debido a 111 necesidod de prcscrvur Ja
cobcnura dando al menos alsuna muestra de actividad. Dut11nte muchos años, en consecuencia
ra se le ha dado mucha publicidad-. Como ya se ha sugerido, el agen- los ~~tes de la Okhrarui_ ~abían orsanizado asesinatos, fomentado huelgas y editado llamamicn~
te participa activamente en delitos menores y en la planificación de tos matando a la rcvolucton sangrienta. Además, puesto que se pagaba un bono a los miembros
otros de importancia, que no sólo le proporcionan algo sobre lo que d_e la Okhi:ana que des~brieran una imp~ta que imp~ ilegalmente, era frecuente que un 0 fi.
cial de poli_d.a crcaru la unprcnta -y con dmero de la poliaa- como recurso previo para cdetec·
informar más tarde, sino que además establecen su propia cobertura tarla» Y eXJgJC la recompensa acostumbrada, procedente también de los fondos de la policía. De
al permitirle compartir la solidaridad y la confianza mutuas generadas es~ Yde otras maneras la Okhrana había socavado sistemáticamente la propia legalidad cuando
terua a su cargo mantcn~rla [ ... ). Pese a lo_ íanwticas que eran las cosas absurdas promovidas du-
rante los espasmos agoruzantes del Impeno por wu1 poliáa política provocadora de disturbios la
Okhrana usaba en esencia una mera téaúca rutinaria de detección como la empicada en el ~to
" En d San Francisco Chroníck dd 27 de febrero de 1965 se relatan una serie de d~ mundo por ~ fuerzas de ~ polic:ía civil en la invcstisación de los delitos comunes (Ronald
intentos de esta trampa. Hinglcy, Tbe &man Secret Po/ice (Nueva York. Simon and Schustcr, 1970), p. 113].
~ Herbert Asbury, Sucker's Progrm (Nueva York, Dodd, Mead Co., 1938), p. 182.
El estrangulador de Boston empicó la táctica de preguntar a la señora que acudía a la El señor Hingley quizá ha demostrado precipitación al describir el funcionamiento
de la OkhrD.lla como especialmente absurdo y fantástico.
puerta si había visto a algún merodeador mirando a uavés de su ventana y si su marido
le ayudaría a él a buscar a ese hombre-obteniendo de esta manera d mismo tiempo la ~ Véase Orcste Pin!º•Spy-Catcher (~ucv~ York, H~er Brothers, 1952), pp. 42-43.
¡ información requerida y una excusa para llamar-. Véase Gerold Frank, The Bostofl Sacado de un artt<:ulo sobre las arwnanas en los 1R1pucstos en España publicado
Strangler (Nueva York, New American Library, 1966), p. 335. en el San Francúco Chronicle, 29 de febrero de 1%6.
1
EnJing Golfman La vulnerabilidad de la experiencia 499
~98
sensación de haber accedido a una fuente válida de información so- para los participantes en la acción y d conocimiento de los movimien-
bre el producto'ª· tos revolucionarios. En esta esfera, cuando una de las partes sufre una
Así como un desbordamiento bien tramado puede inducir a los atrocidad, que posiblemente suscita la simpatía pública y la condena
espectadores a participar (como lo hizo el locutor en el programa de de los supuestos autores, la cuestión se plantea tradicionalmente res-
LA gue"a de los mºundos), puede también inducir la creencia de que la pecto a si la víctima puede haberla montado, en especial, porque la
persona que ha roto el marco no está ya en condiciones de disimular víctima es en sí una organización de facciones cuyos intereses puede
o, de lo contrario, no se hubiera derrumbado anteriormente. De ahí la que no sean idénticos. Lo que no se advierte tanto es hasta qué punto
estrategia que un individuo puede emplear para actuar como si no hu- la vida normal depende de la seguridad no custodiada respecto a los
biese perdido su temple y control durante el arbitraje y los procesos conectivos y lo vulnerables que somos _a sus violaciones y, a su vez, al
de negociación colectivos. (Los equipos de interrogatorio compuestos desarrollo de la ansiedad difusa relacionada con ellos. Se trata de la
por un duro y un blando inducen también una versi~n de la <<incons- posibilidad de la balcanización de la vida.
ciencia>> del implicado.) Quizá pueda plantearse aqw una consecuen-
cia de las situaciones sociales formales: cuando la gente ha de reunirse 6. l.As trampas del marco [frame traps]. Cuando un individuo no es
con todos los atributos sociales, con la rigidez de la pompa, resulta bien entendido y otros desencuadran sus palabras y acciones, es pro-
inevitable que se manufacturen situaciones fuera de escena, y un sub- bable que ofrezca una explicación correctora. De esta manera se en-
grupo de participantes habrá de poder ~ctuar entre ellas sin ~er~? dereza el asunto. Así también cuando un individuo se equivoca por'
nias, induciendo de ese modo la creencia de que aunque la s1tuac1on otras razones al definir d mundo, es probable que pronto aparezca la
formal supone o ha supuesto falsedad, esta otra no. evidencia contraria. Y puede adoptarse una nueva postura cuando se
revela el engaño, ya sea a través del descubrimiento hecho por el enga-
3. Conectivos falsos [false connectives]. Se ha argumentado que un ñado, de la admisión por parte del que engaña o del desenmascara-
rasgo fundamental de la experiencia es que los hechos y las palabras miento a cargo de terceros. Todas estas operaciones ayudan a clarifi-
llegan a nosotros conectados con su fuente, y que de ordinario esta car el marco. Lo que quiero sugerir aquí es que d mundo puede ser
conexión es algo que podemos dar por supuesto, algo que el contexto manipulado (ya sea con intención o por negligencia) de modo que las
de la acción ofrecerá siempre, algo que asegura el anclaje de la activi- visiones incorrectas, pese a ser inducidas, sean confirmadas por cada
dad. Curiosamente, aunque la violación de esta característica de la ex- fragmento de nueva evidencia o por cada intento de corregir las cosas,
periencia a menudo se intenta en broma -como cuando un individuo de modo que el individuo descubra ciertamente que está atrapado y
enmascara momentáneamente su voz al llamar a un amigo-, parece que nada puede hacer por salir de la situación.
que se han explotado muy poco las posibilidades serias, siendo 1:11ª La noción de trampa del marco está convencionalizada en labro-
importante excepción las «chirigotas» empleadas en las campanas ma de la pregunta: «¿Has dejado de golpear a tu mujer?». Más ins-
presidenciales de 1968 y 1972 ' 9 • Ciertamente la cuestión no es nueva tructivo aún es, creo, el siguiente relato que describe la práctica de
encuadre de un granuja y fullero de la Restauración llamado mayor
Clancy. El episodio se cita ampliamente:
" Otis E. Bigus, «The Milkman 1111d His Customer: A Cultivated Rdationship», en
Urban U/e and Culture, I (1972). especialmente «Contrived Disdosurc», pp. 149-151. Un día, Oancy va a una tienda de tejidos de lana junto al cementerio de San Pa-
" Aparentemente uno de los pattidos o los dos emplearon trucos como éstos: invi-
taciones con comida y bebida a mitines que nunca habío.n sido planeados; traslado en blo, se lleva muchos metros de tela para hacer nuevas libreas, las hace trasladar
limusina de huéspedes aparentemente invitados a cenas para obtener fondos donde se a un carruaje y le dice al pañero que no lleva bastante dinero consigo, pero que
prohibía la asistencia a los que llegaban por ese medio: apoyo ruidoso, extremista, a un
candidato por parte de personas a quienes la oposición había contratado por su falta
de decoro; muestras de disensión dentro del partido por pane de personas que lleva- ma dd partido; utilización de credenciales de periodistas como cobenura para espiar;
ban la pegatina del mismo pero que no estaban en el partido; emisiones inoponunas de fomento del malestar dentro dd pattido mediante el uso de firmas falsificadas, de car-
publicidad a cargo de organizaciones inexistentes patrocinadas en honor del ala extre· tas con membrete robadas y comunicados de prensa falsos.
.500 Erving Go/fman La 11ulnerabilidaJ Je la experiencia .501
envíe a uno de los aprendices que tiene él para pagarle. El mayor monta y se va, formando las protestas en síntomas. Y lo que es más delicado, el desa-
mientras el aprendiz sigue al carruaje sin saber adónde se dirige; pero en vez de cuerdo {ya sea declarado o tácito) del analizando con la interpretación
ir a su alojamiento, entra en una barbería y sube a un altillo para que Je rcconen ofrecida por el terapeuta puede ser interpretado por este último como
la barba; después de afeitarse, da al barbero cinco chelines diciéndole: no pien- resistencia, condición psíquica que posee el poder milagroso de trans·
ses que te doy tanto dinero por las molestias que te tomaste en arreglarme la formar el desarrollo verbal con el terapeuta en evidencia de que el te-
barba; sino porque tengo que confiarte una responsabilidad mayor, para la que rapeuta tiene razón 61 • Además, la conducta cotidiana se mueve en la
debo suplicar tu cuidado y diligencia, y por la que serás debidamente recom-
pensado. Tan pronto como me vaya, debes llamar a un muchacho joven que me
misma dirección: rutinariamente el carácter qtie imputamos a otro nos
está esperando ahí; es un poco tímido y difícilmente le persuadirás para que permite desestimar sus críticas y otras demostraciones de creencia,
confiese su enfermedad, a menos que lo fuerces; por lo canto, enciérralo con el transformando estas expresiones en un «no cabía esperar otra cosa>>
mayor sigilo y regístralo, y si encuentras algo inoportuno como yo sospecho, te ·de alguien con ese carácter. Así, los léxicos interpretativos son auto-
ruego que le apliques las medicinas que consideres más eficaces para su recu- confirmados. En estos casos verdaderamente se trata del mito de la
peración, que yo te pagaré bien por el trastorno. El cirujano-barbero promete chica que echaba sapos por la boca; cada explicación o.frece un nuevo
cuidar del chico y tan pronto como el mayor se metió en el carruaje, ordenó ejemplo de lo que intenta explicar.
al joven que le siguiera, que él haría lo que le competía. El aprendiz hace una La manufactura de la experiencia negativa en las diversas artes,
reverencia inclinando la cabeza y se va tras el barbero, quien le lleva a una habi- considerada extensamente en el capítulo anterior, aporta material so-
tación reservada, cierra la puerta y comienza a arengar al muchacho diciéndole bre las trampas del marco. Parece que se requieren dos presupuestos.
lo bruto que era, para prostituirse can pronto. El chico pensó que el tipo estaba
loco y se sonrojó al oírle decir: Vamos, vamos (dice el barbero), tu pretendida Primero, en cada una de las artes, los críticos pueden remontarse a
modestia no te servirá esta vez, ru maestro me ha contado tus trucos, debo ver una época aproximada de una década cuando lo que ahora es consi-
cómo estás. El chico pensó que el tipo estaba poseído por el demonio, le pre- derado como plenamente aceptable y meritorio era violentamente re·
guntó qué pasaba o qué quería de él, porque él iba a buscar dinero para la tela chazado corno no artístico. Los mecenas contemporáneos de las artes
de su amo. El barbero respondió: debo seguir las órdenes de tu amo; voy a des- son conscientes de estas valoraciones ahora embarazosas. Segundo, la
cubrir ru sífilis, pues me han contratado para que te cure y luego cumpliré con asistencia de alguien al acontecimiento social de una actuación es pro-
mi obligación. El chico juró y perjuró que no tenía sífilis, que su amo vivía junto bable que implique un compromiso de recursos y anticipaciones de
al cementerio de San Pablo y Je había mandado con el caballero al que había una determinada clase de experiencia. Dados estos dos presupuestos,
afeitado a por el dinero de la tela. Esto no disuadiría al barbero, que tenía que puede argumentarse que los mecenas se hallan en una situación com-
ser fiel a la confianza depositada en él y examinarlo; así que la disputa finalizó prometida: el descubrimiento de lo que parece un sinsentido en unas
con algunos puñetazos entre ellos; pero al final, como el barbero era demasiado
fuerte para su paciente, le bajó a la fuerza los calzones y lo examinó, encontrán- circunstancias en que no pueden estar muy seguros de la corrección
dole perfectamente limpio y sano. El barbero quedó muy satisfecho de haber de su resentimiento y deben descubrirse a sí mismos si se cercioran de
cumplido lo que se le pedía; pero el pobre chico, muy apenado por el abuso, va ello. Al haberse comprometido con un espectáculo, se ven cogidos en
a la casa de su amo y le cuenta toda la historia: cómo, en lugar de dinero, había un juego cuyo único sentido puede ser instructivo, es decir, que ésta es
tenido una gran pelea y un largo encuentro con d barbero que quería descu- la forma en que uno puede verse atrapado por cualquier cosa.
brirle la sífilis; pero el amo, sin saber qué hacer, se limitó a sonreír ante lo ocu- John Simon plantea la cuestión en una reseña de la «obra>> de Pe-
rrido, y se sentó tranquilamente sin saber qué comcntar60• ter Handke The Ride across Lake Constance: «¿Cuándo una obra no
Este caso, sin duda apócrifo, ilustra cómo las protestas correctoras
confirman a los destinatarios su interpretación errónea de los aconte- 61
L11 ficción ofrece fragmentos escritos acerca dd tem11 de las trampas al marco, y
cimientos. La acusación de locura funciona de modo parecido, trans· existe incluso un trabajo interesante sobre cómo se podría disponer d que dos tera-
peutas se trataran mutuamente, teniendo cada uno la impresión de que él era el que es-
taba tratando y ho d tratado. Véase Hellmuth Kaiser, «Emergcncy: Seven Dialogues
60
Thcophilus Lucas, Lives o/the Gamesters (1714), reproducido en Games and Reflccáng the Essence of Psychotherapy in 8n Extreme Adventuroo, Psychiatry, XXV
Gamesterr o/the Restoration (Londres, Georgc Roucledge and Sons, 1930), pp. 135-136. (1962), pp. 97-118.
'º2 Erving Go!fman La vuln~rabilidad d~ la apm~ncia 503
es una obra sino un fraude? ¿De hecho, cuándo una cosa llamada libros ha vudto estos gigantes en molinos por quitarme la gloria de su venci-
obra de arte no es una obra de arte sino una superchería, una treta, miento: tal es la enemistad que me tiene; más al cabo, al cabo, han de poder
un juego sin senúdo, un fraude?» 62 • La respuesta, pienso, es otra pre- poco sus malas artes contra la bondad de mi espada 6-1.
gunta. Dado que la música aleatoria y las pinturas de Andy Warhol a Se ve aquí que las acciones y los acontecimientos, y no sólo las pala-
menudo se toman en serio, ¿cómo podría llenarse una sala de con-
bras, pueden ser bloqueados desconectándolos de la realidad. Pueden
cierto o un lienzo (o en el caso de Handke, un auditorio) para conven- ofrecerse otras ilustraciones. Por ejemplo, los atacantes y los defensores,
cer a todo el mundo de que están siendo engañados, estafados, burla-
bajo ciertas condiciones, participan en un curso de acción muy semejan-
dos? ¿Y acaso no sería esta tarea, casi por definición, imposible de te y en estas circunstancias será fácil que uno de ellos malinterprete las
lograr?
acciones del otro y forzosamente continuarán haciéndolo, ya que cada
La transformación de la experiencia a la que se hace referencia adaptación a la tarea de defensa dará la impresión de un ataque:
como una prueba o ensayo es origen de otra clase de trampa dd mar-
co. Cualquier teoría sobre cómo deberían marchar los asuntos del Hoy durante un rato parecía que la policía había cogido a un buen sospecho-
mundo real o sobre lo que debería suceder puede ser preservada de su so en la reciente serie de robos a camiones blindados.
negación simplemente viendo los acontecimientos incumplidos como Un conductor de un camión blindado que estaba sobre aviso vio hoy un
una prueba dd actor, como medios empleados por las autoridades su- coche que remolcaba un vehículo, y pudo notificarlo a la policía de Malden.
premas para asegurarse de que él merece lo que ciertamente le aconte- La policía cayó sobre el hombre y se lo llevó detenido.
cerá. Fue Dios quien probó a Job haciendo que le fueran mal las cosas Los primeros datos revelaban que el hombre tenía annas en su coche.
Si era así, es indudable que tenía licencia de armas.
bajo la predicción de que no perdería la fe, y después de la prueba, La policía dijo que resultó ser un detective privado contratado por el ser-
desde luego, las cosas fueron como Joh merecía; pero una vez que se vicio de camiones blindados para su vigilancia 6'.
ha jugado el juego de esta manera, no hay razón para que ningún Job
considere realmente el desastre personal como una prueba personal. Ciertamente, dos defensores pueden malinterpretar cada uno la
En cualquier caso, ésa parece ser la manera como la señora Keetch y acción dd otro y encontrarse con la horma de su zapato:
los que con ella creían que se iba a acabar d mundo pudieron inter-
pretar d fracaso de sus predicciones -como un mero «ejercicio», un El dueño de un restaurante y un ayudante del sheriff -que pensaban cada
uno que el otro era un ladrón- se enzarzaron en un tiroteo ayer por la maña-
ensayo, una prueba para ver sí ellos se mostraban dignos, dispuestos y na temprano al este de Palo Alto.
capaces- 61 • Y si se trata de una prueba, entonces otros poderes ocul- El ayudante Eugene Boklund, de veintisiete años, sufrió heridas de poca
tos pueden abusar dd mundo también, al menos así lo sugiere Cer- importancia en el brazo mientras que el propietario del restaurante, Henry C.
vantes después de que se haya roto una lanza contra un molino de viento: Mora, de cincuenta y dos años, resultó ileso.
Los dos hombres llegaron al restaurante de Mora en la calle Ralmer casi
¡Válgame Dios! -dijo Sancho-. ¿No le dije yo a vuestra merced que mirase simultáneamente, cuando sonaba una alarma antirrobo.
bien lo que hacía, que no eran sino molinos de viento, y no lo podía ignorar Mora, pensando que Boklund era el ladrón, le gritó que se tumbara en el
sino quien llevase otros tales en la cabeza? suelo. El tráfico anegó la voz de Mora, y Boklund no obedeció.
-Calla, amigo Sancho -respondió don Quijote-; que las cosas de la Esto provocó una salva de la pistola de Mora y disparos en respuesta del
guerra, más que otras, están sujetas a continua mudanza; cuanto más que yo revólver del ayudante.
pienso, y es así verdad, que aquel sabio Frestón que me robó d aposento y los La lucha con armas de fuego terminó cuando llegaron dos ayudantes más
y desarmaron a ambos combatientes 66•
6Z John Sirnon, «fraud by Audience Participation», en New York Magazine, 31 de 64 Miguel de Cervanrcs Saavedra, Don Quijote de la Mancha (Madrid, Espasa-Cal-
Obsérvese de nuevo que aquí se trata de algo más que de un de- Una fuente significativa de trampas del marco se fundamenta en la
scncuadre; lo que ocurre es una acción malinterpretada, provocada sospecha y en las apariencias normales. Se puede aceptar que un indi-
por otra acción que ha sido malinterpretada, de modo que una vez viduo comprueba el mundo que le rodea apelando a señales de ino-
que comienza la interacción, cada respuesta está condenada a confir· cencia, a indicadores de inocuidad, al igual que puede aceptarse tam-
mar la mala interpretación. bién el hecho de que aquellos que podrían dañarle disfrazarán o
Los gritos y las señales de alarma, siendo medios especializados encubrirán su amenaza precisamente con esas señales. Cuando el pro-
para avisar dd peligro, cuando no suenan, aseguran que no pasa nada, pio individuo comienza a sospechar, entonces es llevado a sospechar
lo que plantea problemas específicos para el marco. Un individuo, si de aquellos indicadores que normalmente le tranquilizarían. Y cuanto
tiene un sistema de alarma, puede suspender la precaución en aquellas más intentan demostrar que no quieren hacerle ningún daño los que
ocasiones en que la alarma no suena; al hacerlo pasa a ser vulnerable le resultan sospechosos, más han de emplear con ese fin las señales
de una nueva manera. Pero el hecho de disponer de señales de alar- que precisamente ahora aparecen como sospechosas 68•
ma crea problemas de encuadre todavía más profundos. El tema del
«aullido del lobo» viene al caso: si la alarma es algo que el individuo
puede dar cuando siente que ha surgido Ja necesidad, entonces debe
ser algo que puede hacer sonar en broma; y una vez que se considera VI
la alarma como algo que puede hacerse sonar en broma, no puede ha-
cerse sonar ninguna alarma real a menos que se la pueda considerar Hasta ahora he considerado algunas de las circunstancias en las que la
así. Y la clave de la falta de seriedad no es la única trampa posible; idea de un individuo sobre lo que está pasando puede ser poco firme
también lo será cualquier otra transformación: y, a la inversa, lo que un individuo puede hacer para socavar el marco
empleado por otro. Mi intención no ha sido recopilar recetas sobre
Cerca de 250.000 dólares en joyas fueron robados de la cripta de una tienda
cómo embaucar, sino conocer cosas acerca del encuadre. Teniendo
de diamantes en el número 58 Oeste de la calle 47, ayer, temprano en la maña- esto presente, desearía plantear algunas otras cuestiones que concier-
na, cuando sonó 'la alarma antirrobo, mientras un guarda especial de la Aso· nen al marco y a sus propias vulnerabilidades.
ciación Protectora Holmes estaba al parecer sentado a la puena de la cripta.
El guarda, que había sido apostado allí a las 4.07 a.m. debido a que la l. Considérese la licencia que los novelistas y dramaturgos emplean
alarma había sonado dos veces en una hora, permaneció en su puesto hasta respecto a las claves y construcciones. Parecen muy propicios a caer
cerca de las 8 a. m., cuando alguien llegó desde la puerta de al lado y dijo: en el uso de giros y tretas. Emplean marcos trucados. Y no hay que
«Üye, la policía está aquí. Os hnn robado». [ ...] sorprenderse. Una vez que se establece una franja de experiencia des-
r La primera señal de que algo iba mal se produjo a las 3 .15 a. m. cuando crita, es fácil, mediante una línea o dos, añadir un nuevo límite a la
sonó la alarma antirrobo. Los empleados de Holmes respondieron pero no experiencia, incluida la que defiende al creador frente a la critica. Por
1 pudieron ver nada raro porque la puena de la cripta estaba cerrada. Sólo vie· eso hay mucho que ganar -toda una nueva visión de lo que se ha
l ron un agujero de dos pies cuadrados a través de una pared de yeso y conglo-
merado de ladrillo, de un grosor de ocho pulgadas, que separaba la cripta del
unido- por medio de un simple giro. (El precio es que quízá no se
1· restaurante Villa Nova. (...] fomenten las visiones repetidas, ya que una vez que un det.erminado
Cuando la alarma sonó una segunda vez, justo después de las 4 a. m., la lector sabe lo que está «realmente» sucediendo, posiblemente no en-
patrulla de Holmes investigó de nuevo. Tras decidir que funcionaba mal, tele- cuentre una gran diversión en volver sobre lo descubierto.) Pienso
. fonearon a un técnico en reparaciones y apostaron a un guarda delante de la
tienda 67• 611 Una versión organizada --organizada en d sentido de que la trampa es incvita·
ble- es d llamado juego dd dilema del prisionero: dada la matriz de recompensas y la
imposibilidad de comunicación, los prisioneros no pueden lograr ningún acuerdo táci-
to que pemúta a cada uno admitir durante su interrogatorio aquello que conduciría a
67 Thomas E Brady, The New York Times,' de abril de 1969. una recompensa razonable.
506 Erving Gof!man LA vulnerabilidad de la aperiem:ia 507
que todo esto refleja también una vulnerabilidad básica del encuadre muy a menudo sospechar de algo es cuestionar más de un aconteci-
de la actividad cotidiana. miento; supone cuestionar el marco de los acontecimientos. Porque el
Como ya se ha visto por extenso, las personas que llegan a sospe- acontecimiento sospechoso puede ser visto fácilmente como una ex-
char intensamente de su entorno atraen nuestra atención a la vulnera- cepción no a una situación inocua sino al éxito obtenido sustentando
bilidad de la experiencia, ya que puede sospecharse de lo que parece construcciones benévolas y de otros tipos. La sospecha, pues, parecería
perfectamente natural precisamente sobre esa base. La preocupación ser una posibilidad estructural básica y universal en la vida social, y su
de la persona totalmente paranoide por la inocencia meramente apa- análisis la mejor manera de comenzar a apreciar el carácter enmarcado
rente de su entorno no es algo que aquélla inventa; está en la naturaleza de nuestros ámbitos de significado, incluidas nuestras realidades.
del encuadre y de las escenas que lo rodean que sea posible este tipo de
transformación, y lo único que la persona enferma aporta al caso es una 3. Ahora hay que exponer una preocupación afín. Al igual que es posi-
razón insuficiente para sus sospechas. De ello se sigue también que to- ble que los hechos <<VerdaderoS>> se filtren a pesar del esfuerzo de un actor
dos nosotros hemos tenido una prueba de lo que la hace enfermar. para disfrazarlos u ocultarlos, suscitando dudas o descréditos que le hu-
biera gustado prevenir, así también es posible que aquél utilice insinua-
2. Es importante observar ahora que la posibilidad de que una de- ciones y dobles sentidos para transmitir confabuladamente información
terminada franja de experiencia tenga una transformación no paten- de manera semiabierta. Al seleccionar cuidadosamente sus términos y
te (en el sentido de una construcción) ofrece un marco de referencia dirigir cuidadosamente la entonación y el acento, el actor puede utilizar
para comprender apropiadamente la preocupación que tenemos por una palabra, una frase o una oración para decir algo que puede negar
las expresiones efímeras. Concedemos importancia a las señales de haber dicho, en caso de necesidad. Todo esto, desde luego, es perfecta-
culpabilidad de un individuo o a sus señales de no poder apenas evi- mente conocido; ahora debería verse que esto es sólo algo que cabía
tar la risa, o a sus señales de confusión y furtividad; y esto no lo hace- esperar-dada la flexibilidad inevitable que ofrecen las prácticas de en-
mos sólo debido a la posible inadecuación de las expresiones como cuadre. También habría que esperar que si las pretendidas insinuacio-
tales. Porque estas señales evidencian que alguien se siente inseguro nes pueden ocurrir a través de una pantalla inocua y ser estimadas como
en nuestro mundo, quizá porque esté en otro, o tema que lo estemos tales por un receptor, también debería ser posible que un receptor inter-
nosotros. Estas expresiones efímeras son importantes, pues, porque pretara un pretendido doble sentido cuando sólo existe uno y, paralela-
sugieren que lo que consideramos que de hecho está pasando tal vez mente, que un actor temiera que se interpretasen significados insinua-
no esté pasando y que podríamos estar equivocados respecto a sus dos en su comportamiento sin justificación. Quizá la conducta de los
capas. Y como esto es válido para nuestra percepción de él, también definidos como pacientes mentales ofrezca ejemplos obvios:
es válido -lo sabemos- para la percepción que él tiene de nosotros.
Ser «natural» no es, pues, meramente dar la impresión de estar En el transcurso de una hora con una mujer esquizofrénica de veinticuatro
tranquilo, sino estar actuando de tal manera que convenzamos a los años, me sentí asaltado por sentimientos de confusión e irrealidad cuando
otros de que el marco aparente es, de hecho, el real. Esto es lo que sig- ella, una persona con delirios exuberantes, me leía un libro de instrucciones
nifican, funcionalmente hablando, la sinceridad y la espontaneidad. sobre el juego japonés del Go. Parecía encontrar significados ocultos en casi
Cuando tratamos con una persona incompetente y nos resulta dificil todas las palabras y en casi cualquier sílaba, mirándome significativamente,
con una sonrisa sarcástica, muy frecuentemente, como si estuviera convenci-
no sonreír, o tratamos con un loco y nos resulta difícil no mostrar mie-
da de que yo era consciente de los significados secretos que ella encontraba
do, o tratamos con la policía y nos resulta difícil no mostrar culpabili- en todo esto. Con un impacto pasajeramente bastante desintegrador llegué a
dad, lo que pretendemos nosotros no es deshacemos de una persona, darme cuenta de lo amenazada, recelosa y aislada que estaba esta mujer. Lo
sino del marco que hemos estado manteniendo. Estos afectos y res- que hacía conmigo se parecía mucho a lo que hacía su madre cuando la lleva-
puestas pertenecen sólo incidentalmente a las personas; se refieren pri- ba al cine en su infancia y le ordenaba una y otra vez: «¡Ahora, piensa!», lo
mariamente a los marcos y es sólo en términos del marco como puede que la paciente interpretaba ~orrectamente creo-- como una orden de su
darse sentido a la preocupación mostrada respecto a ellos. Por lo tanto, madre para que ella percibiera los mismos y peculiares significados ocultos
Erving Goffman La vulnerabilidad de la experiencüt 509
508
que la madre, una persona psicótica durante toda la crianza de la niña, encon- des. Por ejemplo, un individuo puede adoptar una posición errónea
traba en el curso de la película 69• ante los acontecimientos de tal manera que toma como una escena
única y manejada algo que él no maneja, ni fabrica, y en la que los
Y obsél'Vese de nuevo que en estas ideas de referencia, las acciones otros participan espontáneamente. De este modo, el individuo puede
y los objetos parecen incluso más vulnerables a la reinterpretación que establecer para sí un lugar que está psicológicamente fuera del mundo
las palabras. Porque el individuo puede que no sólo vea erróneamente de aquellos que le rodean.
una conexión consigo mismo en una cuestión considerada por sí mis- Quizá el ejemplo más llamativo de esta vulnerabilidad del marco
ma, sino que puede interpretar erróneamente su forma o su sonido se encuentre en el transcurso de las conmociones revolucionarias reli-
como transmisor de un mensaje codificado para él -y nada parece tan giosas o políticas o en épocas en que las creencias cognoscitivas apoca-
grosero ni obstinado como para excluir que sus contornos sean trata- lípticas sobre el mundo descabalgan a sus creyentes. Tomemos, por
dos como vehículo de un signo-. Los ramalazos de exagerada cone- ejemplo, el caso de un miembro del Culto del Fin del Mundo estudia-
xión que, al parecer, sufrió August Strindberg ejemplifican este punto: do por Festinger y sus colegas, un tal Bob Eastman, «estudiante uni-
versitario de ciencias de la educación»:
Intentaba concentrarse y controlarse mediante paseos solitarios por las ca·
lles del barrio de Montpamasse. En el curso de estos paseos encontraba sig- Eastman acudía a todas las reuniones de los Seekers y pasaba mucho tiempo
nificados por todas partes. Para repetir sus palabras: «Cosas que antes care- en casa de Armstrong. Dejó de fumar, de beber, de maldecir, abandonando
cían de sentido atraían ahora mi atención». Las flores de los jardines de también «otros hábitos toscos», y pronto llegó a ser uno de los más aptos y se-
Luxemburgo parecían inclinarse unas veces para saludarle, otras para preve- rios estudiantes dd movimiento. [...]
nirle. Las nubes en forma de animales presagiaban acontecimientos omino- Había aprendido «quién era él en la Biblia» y había meditado considera-
sos. Las estatuas lo miraban intentando decirle algo. Los trozos de papel en blemente sobre el problema de encontrar a su compañera del alma. Conocía
las papeleras contenían palabras que él intentaba combinar en un mensaje. perfectamente la profecía de la inundación, podía recitarla de memoria y la
Los libros que encontraba en los puestos de las aceras le parecía que habían creía a pies junrillas. Además, había reordenado su vida gracias a esperar en
sido «colocados» allí especialmente para él. El dibujo de la tapa de pid de ella. No sólo había renunciado a los placeres terrenos con el fin de aumentar
uno de ellos le parecía que encerraba una profecía destinada a él y cuando la densidad de sus vibraciones, sino que estaba, como había dicho en varias
abría el libro una astilla de madera señalaba una determinada frase. En el ocasiones, «desprendiéndose de todos los lazos terrenos», y en diciembre ase-
suelo las ramitas tomaban la forma de las iniciales de un hombre que temía guraba a menudo que estaba «listo para partir en cualquier momento». Con·
que le estuviera persiguiendo para intentar matarlo. Elementos igualmente tinuaba yendo a clase, pero sólo lo hacía, eso dijo, para mantener una aparien-
carentes de relación en un periódico eran relacionados con sus preocupado· cia externa de normalidad evitando de ese modo suscitar el pánico que
nes íntimas. Por todas partes surgían significados personales apremiantes 70• podría sobrevenir entre sus compañeros de universidad en caso de abando·
narlo todo. Había dejado de estudiar para el curso y dedicaba todo su tiempo
4. Hay que mencionar todavía otra vulnerabilidad debida al encua- libre a las «lecciones», aunque estaba convencido de suspender una o más
dre. En la vida cotidiana parece entenderse que es probable que el asignaturas.
participante participe espontáneamente (en diversos grados) en una Vendió algunas propiedades que estimaba mucho con d fin de conseguir
escena de la actividad o, en virtud de haber fabricado la escena, se dinero para cancelar sus deudas. Pasó sus vacaciones de Acción de Gracias en
Steel Ciry «liquidando sus asuntos» y despidiéndose de sus padres y amigos.
mantenga totalmente al margen de ella. Pero existen otras posibilida- No vendió su coche porque pensó que podría serle útil para transportarle a él
y a los otros creyentes durante los últimos días 71 •
• 9 Harold Searlcs, Col/ected Papm on Schiz.ophrenia and Relateá Subjectr (Nueva
York, New York University Prcss, 1965), pp. 274·275. 71 Fcstinger, Ricckeny Schachter, When Prophecy Fai/s, p. 78. Los jóvenes que han
" En Donald L. Bumham, «Strindberg's Infemo and Sullivan's •Extravasation of
Meaningw», en Contemporary Psychoanalysir, IX (1973), pp. 191-192. Pueden encon- sido reclutados y aguardan el llamamiento a filas liquidan de modo semejunte sus asun·
trarse ilustraciones útiles sobre la inconexión en las depresiones a lo largo de la obra de tos y ejecutan los movimientos de algunas rutinas diarias, pensando todo el tiempo en
Clifford Whittinghrun Bcers, A Mind Thot Founá ltse/f (Nueva York, Longmans, Grc· otra cosa, pero este último encorchetJUniento está, desde luego, sancionado por la co·
en Co., 1908), especialmente pp. 22·23, 24-26, 52, 54-55, 64, 70·72. munidad de algunas maneras.
-
'10 Ennng Golfman La vulnerabilidad de la expenencza
.511
Una versión periodística nos ofrece otro ejemplo: varios periodos en gue se dio publicidad al tema de la lluvia radiactiva
y otras fuentes de radiación¡ y negarlo no es tan fácil; tal vez ni siquiera
Ayer por la tarde, un vendedor de coches de San Francis:o, .convencido de recomendable. Porque no es la lógica de su explicación la que es par-
que el mundo iba a acabarse en cualquier momento, arro16 literalmente sus
bienes mundanos -220 dólares en metálico- por la ventana. ticularmente mala, sino más bien su disposición para poner corchetes
Los policías dijeron que Milton Edwin Hays, Jr., quien se identificó a sí alrededor de toda su vida civil y adoptar una acción unificada relativa
mismo como Jehová, arrojó al aire dos billetes de 100 dólares y uno de 20 en a lo que ha sido así enmarcado. Lo que es nuestro fondo se convierte
Vista Point. para ellos en una figura.
Los testigos presenciales dijeron que una mujer ~e mediana edad y dos Tampoco hay que limitarse a la cuestión de las crisis públicas po-
jóvenes recogieron los billetes y se aleja~on de Vista Pomt con ~os. tenciales o de hecho. Considérense los descontentos que pueden ocu-
Un poco más tarde Hays fue deterudo por exceso de velocidad y por sal- rrir respecto a realidades más pequeñas, tales como las de la vida do-
tarse una señal de stop en la salida de Sausalito Norte en el puente Golden méstica, y el consiguiente encorchetamiento de algo que normalmente
Gate. incluiría las acciones domésticas diarias.
El patrullero de carreteras de California Newton Prince refirió que el del-
gado conductor dijo: «Tengo conocimiento divino de que el mundo se acaba- Querida Abby:
rá hoy. Estoy arrojando al agua mis bienes mundanos. Voy a encontrarme con
mi Hacedor» 72• Mi marido y yo hemos gozado con tu columna durante mucho tiempo. Quizá
sea la única cosa que tenemos en común. Después de seis años de vida matri-
que nos da una versión moderna y modes~a ~e una afirmación hecha monial con un buen especialista en medicina, lo he conseguido. Mi problema
en la Primera Carta de San Pablo a los Connuos (7:29-31): no consiste en hacer que este matrimonio funcione, sino en cómo libranne de
él con el menor daño posible para mi marido y nuestros dos queridos e ino-
Os digo esto, hermanos: que este tiempo est~ muy contado; por lo demás, ~ue centes hijos, ambos menores de cinco años. Puesto que mi marido y yo ya no
los que tienen mujer estén como si º? In tuvteran; y los que lloran, como s1 no nos comunicamos en ningún sentido importante (física o mentalmente), nada
lloraran; y los que se alegran, como s1 no se alegraran; y los que venden, como queda ya. Él es amable y generoso, pero posesivo y aburrido. Trabaja mucho y
si no poseyeran; y los que usan el mundo, como si no lo usaran; pues el marco es un buen suministrador, pero no es interesante ni divertido. Lo he intenta-
de este mundo pasa71 • do todo, desde las vacaciones para parejas hasta nuevas aficiones, para volver
a crear aquella vieja sensación, pero he fracasado. Estoy aburrida y me siento
En una escala ligeramente menor tenemos las creencias excesiva- desgraciada. Mi marido piensa que todo está bien pero yo no puedo seguir
mente acaloradas sobre las conspiraciones políticas y el significado llevando esta aburrida vida como si tuviéramos cincuenta años en vez de
treinta y cinco. ¿Cómo puedo hacerle comprender que para mí todo ha aca-
«real>> de diversos acontecimientos políticos¡ la interpretación de la bado, antes de ir a ver a un abogado? 7'.
Revolución francesa como la trama de un pequeño grupo de masones
es un ejemplo 74• • •
Ahora debería ser evidente que el encuadre influye en los proble-
Las puras quimeras de tipo político o religioso no son un reqms1to
mas psiquiátricos de la depresión y las manías. Pese a que estamos
para el encorchetamiento en cuestión. Así, durante la crisis de los mi- preparados para ver que un individuo representará muchas de sus es-
siles cubanos, algunos americanos se alejaron de los centros urbanos y
cenas en un estilo inimitablemente característico suyo, exigimos tam-
presumiblemente de la vida urbana, al igual que lo hicieron durante bién que varíe considerablemente de escena a escena en términos de
lo que por vía de afecto manifiesta en ello. Depresión y manía son, en
12 San Francisco Chronic/e,27 de agosto de 196.5.
1
1
The New English Bible (Londres, Oxford University Press, 1961), p. 288, cuya
sugerencia agradezo aJohn Lofland. . . 1' San Francisco Chronic/e, 17 de marzo de 1966. En Play Itas lt Lays deJoan Di-
1~ Véase Edward Shils, «The Fascination of Secrecy: The Consp1ratonal Concep- dion se ofrece un ejercicio novelístico dd rol de los corchetes escénicos, que trata dd
tion of Sociecy», en The Tormento/Secrecy (Glencoc, Illinois, Thc Free Press, 19.56), uso doméstico de la represcnroción de una escena por personajes rdacionados profe-
pp. 27-33. sionalmente con Hollywood.
-
Erving Golfman La vulnerabí/11/ad di! la experiencia 513
512
parte, lo que imputamos a algui~n que ~ar~ce rechazar el seg~iento necesita recurrir a un equipo físico amplio. La única condición es que
de estas reglas del afecto, a algwen que msiste en repr~entar diferen- los otros que están en la situación deben continuar interactuando con
tes escenas como si generaran la misma respuesta emoaonal. Una ex- él de alguna manera.
plicación enmarcada da cuenta de parte de esto: aquel que ve co!Do Para empezar, tómese, por ejemplo, el caso de las minusvalías físi-
parte de la misma escena lo que otros ven como parte de esce~as dife- cas y culturales asociadas con el aparato de comunicación: rasgos tales
rentes, aquel que coloca corchetes alrededor de una larga franJa de ac- como el ceceo, el labio leporino, el balbuceo, los tics faciales, el estra-
l. tividad situando en el mismo marco lo que otros han fragmentado bismo, el «acento vulgar>> y cosas parecidas. Un defecto de este orden
para ca'mbiar el encuadre, es alguien que puede_ dar la impresión de afecta al nivel infraestructura!, tiene un efecto calibrador, ya que cada
manía 0 depresión. Pero, en parte, lo que es erroneo no es su afecto, palabra o mirada durante la interacción cara a cara crea de nuevo el
sino su encuadre. problema, incuba, por así decir, o genera otro pecado. Ese comporta-
miento hiede. Eso, desde luego, es justo lo que la transformación con-
sigue: introduce una transposición sistemática, elemento a elemento,
de una franja, por lo demás corriente, de la actividad. Pero en los
VII ejemplos anteriores se trata de transformaciones involuntarias -tram-
pas al marco autoestablecidas, por así decir-. Es lo que ocurre cuan-
Ahora una consideración final que afecta al marco y sus vulnera~ilida do se da el mensaje «Esto es un juego», salvo que aquí el individuo
des Partiendo del análisis del marco; ¿cómo se podría desorganizar el tuya conducta se redefine no es alguien que desea la transformación
m~do?, ¿el mundo de todos? Si existe una organización cognoscitiva aplicada. Ahora la pregunta es: ¿qué clase de transformación en la
del mundo en el que estamos de modo qu~ ~ menu?o emerg:n esos propia conducta puede un individuo voluntariamente emplear para
correctivos para el error, el engaño y los delirios, ¿cuál es la me1or for- que surta el efecto de desembarazarse de la respuesta de los demás
ma de contrarrestar esos correctivos? anulando lo que ellos normalmente aportarían a la situación?
Quizá se encuentre una respuesta vol~en~o a examin~r el te~a de Quizá el ejemplo más suave y común es lo que podría llamarse
la transformación. Porque, como ya se ha mdicado, la realidad mas re- «empresa del habla>> {speech enterprise], esto es, la transformación
sistente está sujeta a una alteración sistemática, siempre que pu~~a aparentemente autoconsciente de las pautas de lenguaje por parte
ocurrir algún tipo de cambio de cl~ve. ~ad, p~es, vueltas a la cuesuon de un individ~uo en la dirección de lo que él considera refinamiento
en vuestras cabezas y preguntaos: s1 alguien quiere acabar con ~~ vul- -para distinguirla, desde luego, de la «conversación afectada» [tal-
nerabilidad en el mundo, especialmente en el mundo coud1ano, king posh], esto es, el uso de lo que se considera como habla de la clase
veamos cómo puede cambiarse de clave una actividad y entonces ~e~ alta con el propósito declarado de un mero juego-. El ejemplo es dig-
tuemos este cambio de clave. A partir de aquí puede llegarse a perob1r no de consideración.
que para transformar una actividad debe encontrars~ una ?1.anera en El «acento» de un hablante es empleado por otros como un recur-
la que la actividad pueda ser, fragmento ~ fr~gmen~o, sist:mancamente so para entroncado en sus orígenes sociales e identificarlo de manera
alterada. Y para hacer esto sólo se necesita cierto upo de mfra~tructu que pueda considerarse que se aplica más allá de la ocasión de contac-
ra, esto es, un patrón de la actividad, una fórmula estructural que se re- to, como un rasgo propio del antes y después de la interacción. Si al-
pita a lo largo del marco de la actividad. Un.a vez que se encuc:ntre este guien intenta fingir un acento, de modo que no sea «real», esperamos
diseño repetido continuadamente, algo de él puede ser cambiado o al- que se descubra, especialmente si la interacción es prolongada; y cier-
terado y, una vez conseguido, tendrá un efecto gene.ra~or, transfor- tamente suele ocurrir.
mando sistemáticamente todos los casos de esa clase e madentalmente El acento «real» consta de rasgos fonológicos del habla en el nivel
socavando de forma sistemática el significado anterior de los actos. infraestructura!, esto es, se asigna no a las palabras y frases como tales
La diablura aquí considerada tiene la especial cualidad de que está sino a las consonantes y las vocales, y a grupos de las mismas, a partir
totalmente dentro del radio de acción de un individuo, y de que no se de los cuales se forman las palabras, así como a cuestiones tales como la
.514 Erving Go/fman 13. ANÁLISIS DEL MARCO CONVERSACIONAL
La cuestión aquí es más profunda, pienso, de lo que podría pare- quetar los ejemplos de estas formas no nos dice nada propio distintivo
cer. Obsérvese lo siguiente: de los enunciados. Y la situación tampoco mejora si pasamos, como lo
hacemos ahora, a un tipo especial de habla, la de carácter informal
¡Ah, los turistas!: uno entró en Delmas y Delmas en la plaza Chirardelli, vio
una pulsera de jade y le preguntó a Mgr. Henry Murray: «¿Cuánto vale?».
que llamamos conversación, cháchara o charla, tipo que supone un
Henry: «Uno cincuenta». El rurista, dejando un billete de dólar y dos mone- fácil intercambio del rol hablante-oyente y que implica un pequeño
das de veinticinco centavos: «¡Me lo llevo!». (¡Oh!, no>2. número de participantes embarcados en uno o más momentos satis-
factorios de ocio gozoso, ya sea éste el objetivo oficial de los partici-
Lo expuesto en este caso es un malentendido «elemental» que ori- pantes o una diversión momentánea 4 •
gina un acto insostenible, erróneamente guiado y que será desacredita- De nuevo encontramos rupturas del marco', disputas sobre el
¡· do pronto. Sin embargo, pudiera ser que la turbación consiguiente del marco 6 y cosas parecidas; y de nuevo los rasgos distintivos de la activi-
turista fuese debida en parte a haberse puesto en evidencia como al.
guien que presumía de saber de joyas, demostrándose luego que no sa- 4
La cuestión en este caso surge en términos del contraste entre la interacción for-
bía. Y esto a su vez sugiere que la interpretación correcta de cualquier mal y la infonnaJ, aunque esa distinción oculta d hecho de que durante la mayoría de las
1 1• enunciado puede tener como una de sus implicaciones evitar que el in- situaciones fonnalcs y oficiales, situaciones en las que un individuo habla en nombre de
térprete se ponga en evidencia como alguien que presume de una com- una prestigiosa organización y ofrece infonnación que otros necesitarán para coordinar
petencia -tanto cultural como lingüística-que ciertamente no tiene 3• sus actos, puede, no obstante, entremezclar enunciados rdcvantes al proyecto ron ex-
presiones informales de todo tipo ~aludos, bromas, ironíos y cosas por el estilo.
Una consideración más sobre el turista y el jade. Si el joyero hu- ' Como se ha sugerido, los estereotipos de roles sexuales en nuestra sociedad esta-
biera dado el precio con la cantidad total, sin elipsis, seguramente el blecen una licencfa diferencial, respecto a los desbordamientos de poca importancia
cliente podría haber elaborado fácilmente una respuesta que hubiera durante la charla informal. Entre los varones se encontrarán seguramente arrebatos re·
mostrado falta de interés y al mismo tiempo apoyado la impresión de pentinos de ira, una creencia absoluta, una resolución total y cosas por el estilo; se su-
que sabía que estaba familiarizado con el refinado mundo de los ca- pone que las mujeres saldrán momentáneamente de la conversación con un rubor de
placer, de confusión o de sentimientos heridos. En cualquier caso, como se argumenta-
ros jades. Puede, pues, considerarse que la correcta interpretación de ní, la charla informal casi por defüúción no supone un orden del dia único y precsta·
'' •
los acontecimientos permite al intérprete emplear las defensas rutina- blecido con diferenciación elaborada de los papeles a representar, por lo que una re·
rias -muchas perceptibles como bastante lamentables- que nor- pcntina ruptura del marco por parte de un participante no crcaní necesariamente una
1 l,, malmente le libran de hacer movimientos desacreditadores, insoste- desorganización ramificada. En efecto, el participante que zozobra puede ser utilizado
como blanco temporal de atención hasta que recupere lii compostura simplemente
nibles. porque lo que hubiera ocurrido en caso contrario puede ser pospuesto o incluso elimi-
En suma, los enunciados hablados ofrecen, por lo tanto, ejemplos nado sin consecuencias organizativas lamentables.
de la mayoría de los encuadres considerados en este estudio: fabrica- Adviénase que si estas minirrupturas dd marco pueden ocurrir en la interacción in-
ciones, cambios de clave, rupturas del marco, desencuadres y, desde formal, de hecho puede esperarse que ocurran en las presentaciones dramáticas, siendo
1 luego, disputas sobre el marco. Pero el hecho de ser capaces de eti- el cinc un lugar espectacular para esas expresiones. Así, por ejemplo, Béla Balázs:
En la pñmcra época del cinc mudo, Griffith mostró una csccn11 de este carácter. El héroe de la pe·
lícula es un cometciante chino. LUlian Gish, que intcrpret.11 a una niña pordiosera perseguida por
Uamado «bisociaciÓn», Arthur Koestlcr [The Act ofCrration (Nueva YO<k, Ddl Publishing los enemigos, se dcsm11ya junto a su puerta. El mercader chino la cncucntrr1, se la llcv11 a la casa y
cuida de ella.. La chica se recupera lentamente, pero su cara pennanece petrificada por la pena.
Co., 1967), espccialmcnte pp. .32-38] hace un interesante intento de abarcard mundo. «eNo puedes sonreír?,., pregunta el chino a la atemorizada niña que está empezando a confiar en
2 San Francisco Chronide, 26 de junio de 1968.
él. •Lo intentaré», dice Lillim Gish. Toma un espejo e intenta hacer los movimientos propios de la
1
Aquí parece que los ciudadanos hacen una distinción muy atinada. ¿Es lo que se sonrisa ayudando con sus dedos a los músculos de la cara. El resultado es una mueca dolorid11 e in-
expresa una falta de conocimiento de las habilidades lingüísticas o ignorancia de algún cluso horrible, que la niña dirige ahora al mercader chino. Pero sus hermosos y amistosos ojos
campo técnico, especializado? Quien usa «erróneamente» una palabra, especialmente aporuin una sonrisa auténtica a su rostro. La cara no cambia, pero una cálida emoción la ilumina
en d caso de palabras importantes, debilita su pretensión tácita de buena educación; desde dentro y un matiz incangible conviene la mueca en Wla auténtica expresión [Th~ry ofthe
quien da al mecánico de su garaje una herramienta equivocada en respuesta a una pe- Film, trad. de Edith Bone (Nueva York, Roy Publischers, 1953), p. 65).
tición correcta, no es considerado deficiente en las artes lingüísticas, sólo en las mascu- 6
Tenemos un enunciado relevante en Joan P. Emcrson, «Negotiating the Scrious
linas. lmport ofHumor», cnSociometry, XXXII (1969), pp. 169·181. Emerson sugiere:
-
518 Ervmg Go!fma11 Análisir Je/ marco cor1t1t!Ttacio11al 519
dad permanecen ocultos. Es verdad que se aprende lo que yo conside- Considérense ahora las varias formas en las que las expresiones
ro un hecho significativo, a saber, que la conversación es como un mu- -ya sean formales o informales- se anclan en el mundo en curso
ladar estructural, un montón de desechos en el que se van a encontrar que nos rodea. Los recursos físicos, tales como la energía o el aire,
fragmentos y retazos de todos los modos de actividad cultural enmar- son utilizados en la producción del habla, consideración trivial sin
cada. (Parecen emplearse todas las técnicas estructuralmente dife- duda, salvo para aquellos encerrados en cápsulas espaciales, pudién-
rentes para inducir la experiencia negativa, aunque sólo sea en forma dose encontrar un cambio de clave respecto a esa situación en el últi-
pasajera, y esto sin necesidad de recibir instrucción alguna de Piran- mo acto de Aida. También se producen ondas físicas sonoras, y aun-
dello.) Pero ¿qué se puede decir del muladar, aparte de reconocer la que éstas se disipan rápidamente, es posible registrarlas, lo que es
competencia comunicativa que debemos tener para producirlo y so- suficiente para que los hablantes cautelosos mantengan sus conversa-
brevivir en lo que hemos producido? ciones en lugares extraños. Más significativo es todavía el hecho de
que si va a tener lugar una charla cara a cara, los participantes hayan
de estar en el campo de visión y audición de los otros, como requiere
el manejo de este tipo de sistemas de comunicación; y esto significa
n que se ha adaptado o se está adaptando la disposición de objetos,
'I
11
Además de las ambigüedades:incomprensiones y otras confusiones
personas y sonidos no participantes que podrían interferirse. Pero de
nuevo esta interconexión con el mundo del entorno pertenece a la
cuya característica es la brevedad, las franjas de actividad considera- utilización del equipamiento vocal, y no tanto a los mensajes inter-
¡ das en los anteriores capítulos poseen, por lo general, una prolongada cambiados mediante él.
l identidad de organización. Actividades tales como las obras teatrales, La organización de lo que es dicho con sentido tendrá que satisfa-
1 1 los timos, los experimentos y los ensayos planeados, una vez comenza- cer las reglas del lenguaje, cuya competencia tendrá que aportar un
dos, tienden a excluir otras posibilidades del marco y requieren man- participante a las ocasiones en que habla o escucha, al igual que tiene
tener una definición de la situación frente a las desviaciones. Estas ac- que aportar el equipo acústico requerido. Esta competencia está estre-
tividades, una vez iniciadas, han de encontrar un lugar palpable en el chamente vinculada con otra, que afecta específicamente a la situa-
mundo en curso, y el mundo en curso ha de encontrar un lugar palpa- ción social de hecho en la que se ejerce, ya que se requerirá el uso de
ble para ellas. Y aunque estos encuadres están sujetos a una multitud «expresiones indexicales» [indexical expressions], por ejemplo, las
1 de tiempo, lugar y personas correspondientes a esa situación -aque-
de transformaciones diferentes -en primer lugar, la justificación para
1
un análisis del marco-, escas reconstituciones tienen consecuencias lla en la que ocurre el habla- en cuanto opuesta a la situación de la
1 1
reales, especialmente cuando se localizan en el borde del marco, y de- que se habla. Además, los participantes estarán ligados por normas de
ben ocupar un auténtico lugar en el mundo. cortesía: mediante la frecuencia y longitud de los tumos de conver-
sación, los temas evitados, la circunspección respecto a las referencias
sobre el yo, la atención ofrecida, vehemente o escasa; a través de todos
Miemns se comprende que las pcrsonu tienen un cieno m:irgcn para bromear sobre temas que esos medios se dará lo debido al rango y a la relación social.
no podrían introducir en el díscurso serio, d límite entre d contenido aceptable y d inacejiuble es
ambiguo. Por ello debe negociarse en cada intercambio concreto. Quien gusta una broma no pue- Pero hay que admitir que todo esto en alguna medida yerra el
de estar seguro de que el otro va a considerar aceptable su juego, y quien escucha la broma puede blanco: elude las funciones serias de la conversación y de ahí el senti-
considerarse ofendido [p. 170].
do serio en el que podría argumentarse que los enunciados ocupan un
Cuando una pcnorui responde seriamente al 1em11 de una broma, inmediatamente inicÍll negocia- lugar en el mundo. Ya que, desde luego, los individuos actúan sobre
ciones en tomo a cómo hay que definir la broma origina.ria y 11 quién es el responsable de introdu·
cir d tema en la convers11ción scri11. Al dejar en la ambigüedad si h:i entendido que se uataba de aquello que se les dice; y estas acciones a su vez forman parte indiso-
un11 broma, d que hace la transposición da lugar a que d bromista explicite luego que se trataba luble del mundo en curso. Obviamente, la coordinación de la mayor
de una brom11 y a dcscsiimar parcialmente de este modo una discusión seria. Después de unos parte de la actividad social, para no hablar del trabajo en equipo en
cuantos intercambios, d bromista puede intentar rcst11urar retrospectivamente la definición hu-
morística de su comentario [p. 176]. relación muy estrecha, supone que son posibles, e incluso probables,
t~
!l
I:
520 Erving Go/fm11n Análuú J~l marco conv=cional 521
1
enunciados autocreídos, si no correctos, y que hay que dar crédito a ticipa~tes si:>n ~e~sibles son aquellos que rara vez pueden percibir.
las promesas y a las amenazas 7 • Ademas, el mdividuo, al encontrarse con un hueco conversacional a
Aquí se encuentra una diferencia entre la charla conversacional y llenar, a menudo considerará que lo único que puede hacer es emitir
gran parte de lo que hasta ahora se ha considerado. Gran parte de la un breve sonido gutural.o asentir con la cabeza. A su debido tiempo y
conversación informal no parece tener una relación muy estrecha con en el tono adecuado, dejar pasar una ocasión de hablar será organiza-
amplios proyectos sociales, sino que más bien ocurre como un medio tivamente bastante satisfactorio, equivalente, de hecho, sintáctica-
por el que el actor se maneja a sí mismo en momentos pasajeros; y estas mente a~ l~rgo enunciado, y a menudo aceptado con satisfacción, ya
manipulaciones del yo muy a menudo son algo opcional, que implican que ello significa que los otros participantes tendrán que esperar me-
franjas de actividad bastante efímeras y sólo vagamente interrelacio- nos para hablar. (Después de todo, la conversación a menudo parece
nadas con los acontecimientos del entorno. Aunque cualquier mo- suponer un acuerdo mediante el cual unos participantes pueden des-
vimiento conversacional viene altamente determinado por los movi- conectarse un poco mientras se deja hablar a los otros.) Además, el ha-
mientos precedentes de otros participantes, y determina altamente los blante encuentra con frecuencia causas para pequeñas rupturas refle-
movimientos que seguirán, sin embargo, hay una gran libertad, ya que xivas del marco, volviendo sobre su propio comportamiento verbal
en cada coyuntura parece que el individuo tiene a su disposición toda recién terminado como algo a lo que ahora dirige apartes exegéticos o
1 una gama de acciones, y su particular selección es una cuestión de apologéticos. Tales bases de respuestas autogeneradas, autorreferen-
libre elección -al menos en un determinado nivel de análisis-. Un ciales, que funcionan en espiral hacia adentro, están necesariamente
combate de boxeo o una partida de póquer pueden derivar en algo no aisladas de alguna manera de la interacción en curso, ya que aquí el
1 serio, pero una vez que se ha producido esto, no es fácil ni automático
el retorno a lo apropiado. Por contraste, la charla que acompaña a
actor ofrece por sí mismo en un momento la respuesta ante la que
él reaccionará en el siguiente.
proyectos amplios parece adaptarse a los intersticios donde preci- Por lo tanto, nos queda la noción de que en un sentido significati-
samente pueden ejecutarse sin trascendencia·actos breves disociados. vo la conversación puede estar libremente ligada al entorno en que se
Y parece existir, en este caso, una necesidad; porque una función bási- produce. Y consecuentemente, pues, la conversación es más vulnera-
ca de la conversación es ofrecer al hablante ciertos medios para adop- ble que la mayor parte de la actividad al cambio de claves y a la fabri-
tar una posición autoprotectora respecto a lo que está aconteciendo a cación (con independencia de que esta vulnerabilidad se explote o
su alrededor incluso cuando renuncie a cualquier intento inmediato no), ya que es precisamente esta libertad lo que las transformaciones
de reconducir la situación. requieren. Y habría que anticipar que aunque hay ocasiones en las que
Existen diversos apoyos en favor de este argumento acerca de la li- el individuo se ve obligado a hablar de manera franca, responsable
bertad conversacional. A diferencia de las interacciones según un -o a mentir seriamente-, en muchas ocasiones (como se ha sugerido
guión en las obras de teatro, en la conversación «natural» es raro que respecto a los programas de debate) la falta de seriedad y la broma pa-
la mejor respuesta sea ofrecida sobre la marcha, raro que ocurra una rece:án ~ rasg~ tan típ~co que habrá que introducir corchetes especia-
réplica ingeniosa, aun cuando éste sea con frecuencia el objetivo. les s1 algwcn quiere dectr algo de manera relativamente seria: «bromas
Cuando durante una conversación informal se ofrece una réplica-tan aparte», «ahora, estoy hablando en serio», siendo necesario emplear
buena como otra que podría ser pensada con más tiempo, ha ocurrido estas y otras fórmulas semejantes para cambiar momentáneamente a
un acontecimiento memorable. Así pues, los criterios a los que los par· clave baja el flujo de las palabras. Y (como se considerará después) si
el hacer del hablante se integra libremente en el mundo con la res-
1
Se tiene d convencimiento de que si un hablante se desvía con demasiada fre- puesta interpretativa del oyente esto ocurre todavía en mayor grado.
cuencia de un rdato fiable de lo que conoce, adquirirá una reputación a causa de dio El argumento es que el habla informal -charla o conversación-
-reputación que pennite a los otros calibrar todo lo que dice poniéndolo en duda-. conecta más libremente con el mundo que otro tipo de enunciados.
Es seguramente esa nonna la que transforma las palabras en hechos equivalentes.
Pero, de hecho, como se argumentará, hay razones estructurales por las que esta nor- Toda habla, podría argumentarse, tiende a relacionarse libremente
ma con mucha frei;uencia no puede aplicarse. con el mundo; la charla es sencillamente aún más libre.
522 Eroing Go//matt
T Análisis del marco ro1111enacro1111I
523
Considérese a este respecto, pues, la creencia que el hablante tie- un cierto aprecio. Hay que estimularlos no a emprender una acción
ne en lo que dice. Cuando un individuo habla -formal o informal- sino a que den señales de que han sido conmovidos. '
mente-- a veces lo que parece estar haciendo es proclamar una opi- Porque lo que un hablante hace normalmente es presentar ante
nión, expresar un anhelo, un deseo, una inclinación, comunicar su sus oyentes una versión de lo que le ha sucedido. En un sentido im-
actitud, etc. Estas confirmaciones de la existencia de lo que hay que portante, aun cuando su propósito sea presentar los hechos fríamente
considerar como estados internos tienen un rasgo relevante; pueden tal como los ve, los medios que emplea pueden ser intrínsecament~
resultar tan poco afirmadas como negadas. Porque aquí sería difícil teatrales, no porque necesariamente exagere o siga un guión, sino por-
imaginar y más aún obtener una evidencia definitiva. E incluso en que es posible que tenga que participar en algo que es una dramatiza-
aquellos casos en que parece que la conducta posterior del individuo ción ---?. uso de las a~es que po~ee para reproducir una escena, para
confirma o niega sus alegaciones respecto a los estados internos, ha- reescenificarla o repetirla-. Repite una grabación de una experiencia
bitualmente nadie se molesta en constar el resultado y confrontar a pasada. Aquí no se cuestiona el hecho de que las palabras son necesa-
ese individuo con éste. Dicho de otra manera, la interconexión del riamente un cierto tipo de transformación de aquello a lo que se refie-
mundo en este caso no nos sirve de mucho, ya que es poco lo que se ve ren -aunque eso tiene importancia para el estudio de los marcos-
alterado (salvo, quizá, el manejo de los tumos en la charla y otros fac- Es obvio que cuando se pregunta: «¿Cómo compraste el coche?», y s~
tores en la organización de la conversación) por muchos testimonios r~sponde: «En met~ico», esta última expresión meramente designa
que el individuo aporte acerca de sus sentimientos sobre una cuestión. dinero pero no es dinero. Pero esto no nos preocupa aquí. El proble-
Por ello abunda la licencia. El individuo no se ve demasiado obligado ma estriba en el hecho de que cuando se hace esa pregunta sobre el
a ser muy consecuente en la «expresión» de sus creencias, actitudes, coche, la respuesta bien puede ser algo que comienza con: «Bien, mi
intenciones, etcétera. suegro conoce a este tipo que acaba de comprar un negocio de coches.
Más importante aún, la expresión de alegaciones respecto a los Así q':1e ~os allí ':1n domingo y él estaba precisamente catalogando
estados internos no es lo que consume la mayor parte del tiempo l~ ex1stenc1as antenores. Y le preguntamos si...». Y aunque esto fun-
del habla del individuo. Ni tampoco se dedica realmente mucho cione como una respuesta (como lo haría la expresión en metálico), se-
tiempo a dar órdenes, anunciar decisiones, rechazar peticiones, ha- gún las apariencias, es una invitación a oír un relato a asistir con empa-
cer proposiciones, y cosas por el estilo. Y cuando se dan en efecto tía el desarrollo de una historia.
algunas de estas posibilidades, con frecuencia se dan indirectamen- Repito. Un relato o anécdota, esto es, una reescenificación no es
te, operando a través de otra cosa; son un efecto producido, pero simplemente un informe de algo acontecido en el pasado. En s~ senti-
un efecto que nos dice poco sobre los detalles de la franja de acti- do más pleno, es aquel enunciado expresado desde la perspectiva per-
vidad que lo produce. Una pregunta puede ser respondida afirmati- s?nal de un participante real o potencial, situado de tal forma que un
vamente mediante un gesto de asentimiento con la cabeza, un mo- cierto desarrollo temporal, dramático, del acontecimiento referido
nosílabo, un refrán o una anécdota, pero esta función performativa pr~cede de ese punto inicial. Una reescenificación, por lo tanto, será
nos dice poco sobre la estructura de los refranes o las anécdotas. A mc1dentalmente algo en lo que los oyentes podrán insertarse con em-
menudo puede decirse correctamente que una franja de habla.lleva patía, volviendo a experimentar vicariamente lo que aconteció. Una
la carga de decir sí, no, quizá o cuidado con el escalón. ¿Pero cuál re~cenificación, en suma, vuelve a canear una experiencia personal,
es el perfil y el carácter de esos vehículos que transportan nuestras no Informa simplemente sobre un acontecimiento.
cargas? El carácter reescenificado de gran parte de la charla informal pue-
Como será considerado en detalle a continuación, el individuo de fácilmente perderse debido al estatus del ámbito de las expresiones
suele emplear la mayor parte del tiempo que habla en ofrecer pruebas breves que pueden darse ciegamente por supuestas. El recuento de un
de lo justo o injusto de su situación y otras bases para la simpatía, incidente largo por un cuentista avezado puede fácilmente ser consi-
aprobación, exoneración, comprensión o diversión. Y lo que sus oyen- derado pertinente a este respecto, aunque los lingüistas han estado
tes como audiencia están principalmente obligados a hacer es mostrar menos dispuestos a apreciar el carácter reescenificado de los relatos
524 Erving Go/fm4n
Análisis <kl m4rco con11ersadrm4/
525
con oraciones largas que las personas cuentan sobre la marcha, perso-
nas además sin especiales exigencias sobre los oyentes. Sin embargo, si Estos enunciados pueden contener otros enunciados, hecho para
1 1
el que los lingüistas tienden a usar el término inclusión.
los relatos largos son ejemplos de experiencia reescenificada, también
lo son los breves. Así, un acontecimiento pasado:
Juan dijo que María dijo: «No».
Había una barca ahí, pero vino una ola muy grande y se la llevó.
Ahora bien, parece que no sólo el verbo dedr (y sus equivalentes)
1 O uno condicional: puede generar esa clase de inclusiones, sino que además hay una am-
plia gama de tales pqsibilidades, un tipo de verbos «estratificadores»
1: Esa barca de ahí, si viniera una ola muy grande podría llevársela.
{/aminators]. Por ejemplo:
I"
Juan escribió [vio, intuyó, pensó, imaginó] que María escrlbió [vio, intuyó,
O un futuro (suponiendo, entonces, lo que podrían llamarse «pre- pensó, imaginó] que se habían llevado la barca.
escenificaciones»):
Y que estos verbos pueden participar en múltiples inserciones co-
Esa barca de ahí, una ola muy grande se la llevará. binados unos con otros:
O, ciertamente, un acontecimiento que está actualmente realizán- Juan escribió que María dijo que Enrique pensó que se habían llevado la
dose: barca.
¡Esa barca de ahí! Una ola muy grande se la está llevando. Ante la posibilidad de que un enunciado emitido por una persona
pueda referirse a un enunciado emitido por otra (o por la misma per-
Aparte de estos ejemplos, es evidente que en el aconteci~iento sona), puede anticiparse que algunos de esos enunciados contados
puede figurar una persona real, incluido desde luego el propio ha- tendrán una estructura semejante a la del relato, cualificándose como
blante. reescenificaciones:
Yo estaba en la barca; vino una ola muy grande y se me llevó. Juan me respondió: «La barca estaba ahí hace un momento; una ola muy
grande se la llevó».
temporalmente desarrollada en dos partes, ofreciendo de esta manera La persona que interpreta el personaje del rey sabe que el príncipe va
una reescenillcación por tumos 8 • a atacar al rey; ¿por qué no hace algo?». En las franjas novelísticas de
En suma, conversar supone probablemente participar en el relato la actividad ficticia, el autor sabe, desde luego, lo que todos los per-
de un acontecimiento -pasado, actual, condicional o futuro, que s<?najes llegarán a saber (y lo que los lectores llegarán a saber), pero
contiene o no una figura humana- no siendo necesario, aunque co- rungún actor vivo -a menos que se considere así a los editorialmente
múnmente lo sea, que este relato se presente como algo que hay que implicados- se sitúa frente al libro del autor como se sitúa un actor
reexperimentar, explicar, paladear, sea la que sea la acción eventual ante la obra que está representando. Aquí de nuevo la acción de un
que el presentador espera que su pequeña representación induzca a determinado personaje en un determinado momento de la narración
emprender al público. requiere absolutamente que desconozca el desenlace que el autor co-
noce o, de lo contrario, las siguientes acciones del personaje carecerán
1 •
de sentido; y una vez más el lector acepta con buen ánimo esta extraña
presuposición.
m Estas implicaciones del suspense estructurado resultan iguales a las
señaladas cuando se examinan las reescenillcaciones conversacionales
Si, para edificación de los oyentes, un hablante va a relatar una expe· de las franjas de actividad. Porque en estas representaciones el oyente
ciencia, si, a saber, va a poner la grabación de una franja pasada, una no sólo debe ignorar el resultado hasta que éste se revele, sino que tam-
franja actual, una franja futura, una franja potencial, entonces esos bién los protagonistas en la franja deben ignorar -a menudo diferen-
oyentes deben ignorar de alguna manera lo que se va a desarrollar y cialmente-lo que sucede, al igual que los personajes en la obra de tea-
deben estar deseosos de saber el final. Estamos dispttestos a ver que la tro. Los oyentes deben ponerse en manos del narrador y suspender el
Cttestión del estado de información es crucial para contar ttn acertijo pero hecho de que el narrador sabe lo que va a ocurrir y que los individuos
menos dispuestos a ver qt1e Ctta/quier presentación de ttna franja de ex- de la narración, incluido el narrador bajo la forma de <<yo», tendrán
pen"enda resultará abu"ida si no puede mantenerse cierta dosis de sm- que llegar a saber y, por lo tanto, deben (en cierto sentido) saber ahora.
pense. Porque ciertamente el suspense es al público de las reescenifi- Curiosamente, los oyentes pueden darse cuenta de que el hablante ha
caciones lo que lo albergado en los desarrollos impredecibles es a los contado la misma historia varias veces antes, sin que esto desacredite la
participantes en la vida real. participación espontánea del narrador en su tarea, su saborear el desa-
En las producciones escénicas, como ya se ha considerado, es has· rrollo de su propia narración. Sólo si los oyentes han oído ya la historia,
cante claro que todos los actores conocen todos los secretos y desenla- especialmente si la han oído de labios del mismo narrador en otra oca-
ces y, sin embargo, el personaje que cada uno proyecta actuará com~ sión, parecerá falso e inadecuado el saboreo del narrador. En resumen,
si no conociera algunos de los asuntos relevantes y además en esto sera la relación apropiada del narrador con su narración, contarla como si
tratado seriamente por los otros personajes y por el público. Hay que ésta fuera la primera vez que él la cuenta, no es generada por él sino
1
repetir que la disponibilidad del público para «suspender la ~c~edu
1
1 porque tiene una primera relación con sus oyentes actuales. La autenti-
l
.
1 ,, lidacb>supone una disponibilidad para ser llevado al descubnnuento
de los desenlaces por aquellos que, en un sentido u otro, han debido
cidad y espontaneidad que puede aportar a su narración son generadas
por la experiencia que tienen sus oyentes actuales del suspense autén-
descubrirlos antes. Nadie se para a decir: «Pero esto no tiene sentido. tico; toma prestada de ellos la espontaneidad. La actuación eficaz
1 l~ requiere oír por primera vez, no narrar por primera vez.
Este elemento de suspense es lo suficientemente importante como
l
• El término reesceni/iC1Jción es peliagudo en otro sentido. Cu11ndo un individuo para que a menudo los hablantes hagan un esfuerzo especial por po·
f 1 dice algo y recibe la respuesta: «¿Qué has dicho?», puede interpretar (o, más prob11- ner a un presunto oyente en tal situación. Así, d uso muy frecuente de
blcrnente, actuar como si hubiera de interpretar) que se le exige y obliga a rcpeurlo. El
resultado será un enunciado puesto de nuevo en circulación que bien podría denomi· interrupciones ritualistas («rótulos» [tickets], como Harvey Sacks las
l narse una rcescenificación, pero que en este caso no le cuadra. llama), como cuando el hablante que va a intervenir o el hablante que
.528 Eroing Go/fman Análisis del marro ronvenadonal
.529
si ue a continuación hablando utiliza palabras o gestos de pas~da para mos es una historia verdadera, preocupación que los autores teatrales
q~e el oyente le autorice a seguir adelante: «¿Sabes lo q~e p1ens,o?». no suelen tener. Pero tanto nosotros como ellos empleamos franjas
«¿Sabes lo que pasó?», «Escucha>>, .«¿Sabes lo que le paso a Man~?», preformadas «desenrollables» -ellos porque tienen un guión, noso-
y así sucesivamente. Si en estas ocasiones se da, o al menos no se me~a tros porque tenemos una versión de algo que ha sucedido o que suce-
específicamente, permiso para seguir (la forma fuerte en este caso sena derá- y esta total cognosciht1idad de la secuencia que va-a-venir es pre-
la respuesta: «Ya me lo has contado»), enton~es el porfiado ?ablante cisamente lo que la experiencia literal no posee, especialmente respecto a
continuará diciendo algo que no .se ha descubierto, algo que tiene sen- la interacción entre individuos.
tido dramático al escuchar sólo s1 se presupone que el oy:nre no cono- Aunque debería ya estar claro que tanto las franjas teatrales como
ce el desenlace, tiene interés en conocerlo y pronto le sera contado. las franjas recontadas personalmente poseen un rasgo común -la
En definitiva, pues, estoy surigiendo que a menudo l.o que los ha- prefonnulación-, hay diferencias relevantes en la clase de preformu-
blantes hacen no es ofrecer información a un recept~r, smo presentar lación. Obviamente un autor teatral puede llevar su trama argumental
dramas ante un público. En efecto, parece que dedicarnos la mayor a donde quiera; de otra parte, un hablante honesto presumiblemente
parte de nuestro tiempo no a dar información sino a ofrecer represe~ muestra un cierto respeto por el modo como piensa que las cosas ocu-
taciones. y obsérvese que esta tea~r~.dad no se .basa en una mera ~ rrieron realmente (en el caso de las preescenificaciones), por el modo
bición de sentimientos ni en exh1bictones fingada_s de espont~;idad, en que es probable que sucedieran o podrían haber sucedido. Pero
ni en ninguna otra cosa por la vía de una petulancia o exage~acron que hay una diferencia menos obvia y más interesante.
podríamos menospreciar calificándola de teatral. El paralelis?!o ent~e El carácter prefabricado de la conversación informal ordinaria tie-
el teatro y la conversación es mucho más profundo. La cuesfon e!~ ne lugar primariamente durante cualquier reescenificación de alguna
ba en que normalmente cuando un individuo dice algo, no . o esta . l· franja de su experiencia por parte de un determinado participante. A
ciendo como una escueta declaración de hecho e~ beneficio pr<;>pd. menudo repitirá todo el «disco» durante un tumo de Ja charla. A veces
Está volviendo a contar algo. Está pasando a traves de. ~a frania e mantendrá su narración a través de varios tumos consecutivos, adop-
acontecimientos fijados ya para que sus oyentes part1c1p~n. Yafsto tando en gran medida la charla interpuesta por los otros la forma de
probablemente quiere decir que debe hace~ que.se retrotraigan d ~ estímulo, de demostraciones de atención y de otros efectos del «canal
cado de información -el horizonte- que él tema ~uando se pro UJO posterioo>. Como ya se ha señalado, la conexión entre un tumo corri-
el episodio pero que ya no tiene. (No h~y que admirarse, pues, de su do (ya suponga un turno de la conversación o varios consecutivos) y
licencia para cambiar súbitamente del uempo pasado al ttem1bo P~ otras contribuciones (ya sean suyas o de otros) puede ser relativamen-
sente, como en: «Entonces se negó a dar marcha atrás al ,co~ e. e te libre; y si no es libre, entonces se tenderá a mantener cuidadosa-
meto en el mío, y lo empujo. Entonces realmente s~ e~fado») . Nues- mente una apariencia de libertad.
tra disponibilidad, pues, como miemb~os de ~ publico teatral, para Desde luego, nay un mutuo condicionamiento entre cualquiera de
permitir a los personajes teatrales que mteractuen sobre la base de la los dos tumos adyacentes de una conversación y el turno de un ha-
ignorancia de unos desenlaces que los actores conocei;i perfect~ente, blante con su próximo turno, pero este condicionamiento normal-
no debería sorprendernos, ya que todo el ~-undo pa~capa en est~ ~us mente no suele percibirse muy bien, siendo algo que el analista de las
conversaciones debe descubrir. También es cierto que la narración
~ 1
pensión del conocimiento en la interacc1on coudaana, no escemca.
Desde luego, fuera del escenario, nosotros como actores nos preocu- ilustrativa de un participante ofrece un «rótulo» que otro participante
t. parnos a menudo de convencer a los oyentes de que lo que les recenta- puede utilizar para permitir el emparejamiento de esa experiencia con
r una narración de su propio repertorio; pero esta oportunidad puede
también perderse sin desorganizar la conversación.
Su erido en Boris A. Uspcnsky, ..Study of Point of.~ew: Spatial and Tem~r~
g -:-p~ión de su obra The Poelics of Compos1t1on: Structure o/ the Arttslfc
t
Las obras teatrales y otras franjas similares presentan una imagen
·~ v-• ·
10"
ronn»,
Texl andp.......
the Typology of Composiliona/ Form, trad . wcnuna Zavann· Y Susan Wittig
1 diferente. Como en la conversación no escenificada, el contenido de
l11 (Berkeley, University of California Press, 1974 l. p. 16. un determinado turno de conversación estará preformulado. Pero
11 l
530 Eroing Golfman
Análfrts del marco convenaciona/
además hay un guión que atraviesa los turnos. Todo enunciado -sal-
vo quizá el primero- emitido por un personaje puede ser un enuncia-
do establecido por el hablante anterior; pero, además, quizá la mayor IV
parte de la obra estaba diseñada desde el principio para hacer posible
un parlamento final a modo de clímax; ya que es perfectamente pensa- E! arg~ento de que gran parte de la conversación consiste en reesce-
ble que un autor teatral comience a escribir teniendo presente un fi- nificao<;>nes Y de que éstas carecen de sentido a menos que pueda ser
nal en mente y que busque una clase de comienzo y un cuerpo central manteru?a alguna forma de suspense por el narrador, muestra la íntima
que puedan conducir «naturalmente» al desenlace pretendido. En r?evanoa del marc.o -=:n verdad, la íntima relevancia de la dramatur-
cualquier caso, la escritura de una obra teatral supone inevitablemen- ~1a- para la or?aruzac1on de}~ ~onversación. Ahora veremos que una
1 1 te un guión en gran medida escrito hacia adelante y hacia atrás, encon- línea bastante diferente de análislS conduce a la misma conclusión.
trando unas veces un enunciado que sigue a otro anterior, y otras uno <:~meneemos con l~ P:.~spectiva ínformativa tradicional, emplea-
'1 anterior a un enunciado que ya ha sido incluido en el guión para apa- da cac1tamente P?~ l?s lingmstas, de que el individuo es una agencia a
[' recer posteriormente. la que pueden ~ng1rse prefluntas, peticiones, órdenes y declaracio-
La cuestión ahora es: ¿cuánto hay de montaje en la conversación, nes, Ya la~ que el respondera. Esca respuesta se inspirará en los hechos
esto es, hasta qué punto tramamos una réplica ahora (o un enunciado tal ~º!11º el los ve, hechos almacenados y ocultos en su cerebro. Puede
de apertura) para que la respuesta probable a ella nos proporcione la dea~r responder franca y plenamente o retener información 0 mentir
condición que necesitamos para que el paso siguiente a aquel por el ª.sab1enda~. El proceso de respuesta llevará consigo ciertas sugeren-
que hemos estado todo el tiempo preocupados resulte natural? Ideal- cias ex~~es1v~s .mvoluntari~ que ofrecen al receptor que observa in-
mente, la conversación o la charla no deben incluir estas cosas. De formac1on adioonal-seleccmnada y no transmitida. (Este canal puede
hecho, como ya hemos señalado, es frecuente el montaje de una estra- desde luego, ser explotado deliberadamente por el informante si e~
tegia: buscamos el halago, «orientamos» una conversación, introduci- capaz de ello, Y el,recepcor puede intentar descubrir este engaño si él
mos un tema susceptible de conducir en una dirección utilizable, etc. es capaz de ello.) Ese.e es, pues, el modelo de interactuante que podría-
Pero este «representar el mundo hacia atrás» es limitado. Los intentos mos llamar de la «caJa negra>> 11.
de mayor alcance siguen siendo en buena parte tabú, ya se trate de fre-
cuentes montajes de una fase o de intentos en múltiples fases 10• Pero •
11
No hay duda de que todos estamos considerablemente apegados al modelo de Ja
implica algo más que un tabú, ya que pertenece a la naturaleza de las ca1a negra, encontrándose una indicación de ello en fas angustias expresadas por cier-
franjas literales de la actividad normal, no escénica, que no pueda prees- tas gentes «trastornadas». El famoso trabaio de Victor Tausk «Ün -Le O · · f -L
· Machine " m
"lnfluencmg · Schizophrema»,
. en Prychoanalytica/• Quarterly
m ngm o me
tablecerse firmemente más de un vínculo en una secuencia acción-res- Il (1933)
pp. 519-.556, ofrece un útil enunciado: ' '
puesta. Es precisamente esta vaguedad estructural de las franjas reales
de la actividad diaria lo que las convierte en algo diferente de un ritual A?oro pued~ ll~arsc lo atención.sobre un síntoma de la csquizofn:nia que he denominado .. ér-
dida de _los ~d de! yo». Este smtoma consiste en la queja de que ..todo el mundo» conoc:los
y lo que hace que la prefabricación a gran escala sea algo necesaria- p7micndos paacnte, de que sus pensamientos no están encerrados en su menee sino disemi-
mente precario y problemático, algo que funciona mejor en la ficción na ~ por mundo entero Yque ocurren simufoincamente en la mente de todas las pctsonas El
que en la realidad. · ~a~cntdarccc ':1º darse ~~ca_.de <_!Ue es una entidad psíquica separada, un yo con límites indÍvi·
u cs. . na paacnte de d1eC1SC1S anos en la clinica Wagner-Jaurq¡g se dedicaba 0 reírse ale re·
merire
h · siempre quedse le ¡pregun111ba por sus r""'•amientos
-- ·
La ~·~-nes1S·
~~..
-·-' • d
'~ºque urante mu-
8
10
N. K. Linton, «The Witness and Cross-Examination», en Berkeley ]ourna/ o/So- e o tiempo, cuan '! se e preguntaba, creía que yo estaba bromeando· ella sabía que yo debía
I·
1 áolgy, X (1965), aduce que un rasgo característico de los interrogatorios judiciales es
conocer sus pcnsanucntos puesto que ocurrirían a la vez en mi propia m~te [p. 535}.
que d testigo debe afrontar la amenaza de que le planteen preguntas aparentemente La posición genernl de Tausk es que algunos pacientes imaginan una máquina con-
inocuas con el 6n de obtener las respuestas necesarias como base para aquellas cues- trolada por un agente no ~mpiítico que puede desplazar al control e;ecutivo y al secre-
tiones confusas que d interrogador tenía pensado plantear desde el contexto. Linton t? que nonn~cnte se asigna a los actos voluntarios. Pese a lo poco que esta clase de
sugiere que la conversación informal que exhibe esta característica puede ser conside· smtoma nos dice so~re la enfermedad, nos dice mucho sobre los supuestos cotidianos
rada inadecuadamente como un interrogatorio (p. 9). P~~damcnte arraigados respecto a la competencia nonnal y al marco de la act.1· ·d d
cotidiana. VI a
,...
1
E~tos simples supuestos subyacen a gran parte de nuestra com- Este modelo de actor es útil para ciertos fines pero ciertamente no
prens1ói;i del fun.c:_ionamiento del individuo. Puesto que éste puede encaja bien en lo que parece presuponerse en los distintos sistemas de
aportar mfonnacaon relevante que considera válida, puede ser utiliza- interacción revisados en capítulos anteriores. Hagamos una recapitula-
do com.o parte ~; grupos cooperativos. Puesto que puede rehusar ción. En los juegos de cartas se produce una escisión entre lo que se
ofrecer ~~ormac1on °!and~ se tiene necesidad de ella, e incluso negar- dice y lo que se oculta, pero esta escisión no se realiza a causa de la na-
,ª
s~ admmr que lo esta haciendo, y puesto que puede ofrecer informa- turaleza del hombre sino a causa de la disposición de las cartas y las di-
versas reglas que requieren, pongamos por caso, que se siga al palo
c1on que sabe que es falsa, puede ser utilizado como un fabricador. Así,
6:1?damentalmente de e~tas dos maneras puede aportar su contribu- siempre que sea posible. En la lucha libre tdevisada, d ángulo de la cá-
c1on a un proyecto amplio que supone un estrecho y continuado entra- mara y la posición de los luchadores colocan al héroe, al villano y a la
mado de contribuciones de varios actores. audiencia en una red de información y al árbitro en otra, siendo a éste a
Pero ~na vez más este enfoque de tipo utilitario sobre d habla no quien hay que ocultar las infracciones. En el cine mudo (y en menor
nos pennate ver lo que los individuos hacen realmente cuando hablan grado en d sonoro) la respuesta emocional interna sobre todo del perso-
La clave de la. cuestión hay que encontrarla, pienso, en la relació~ naje principal se hurta a algunos de los otros personajes, pero se ofrece
1 del hablante constg~ mismo como alguien sobre quien está hablando. al público mediante registros -miradas, señales, gestos- para que el
1
~esde el teatro y las mterpretaciones fallidas se comprende que el indi- público pueda seguir la línea argwnental. Las muestras de intenciones
1 ampliamente expresadas también contribuyen a ello. En d teatro de la
vtduo puede representar un personaje que no es el «suyo», al menos
'I qu~ no es ~l suyo en .cierto sentido del ténnino. Pero estas concesiones Restauración el pensamiento oculto de un personaje se filtra al público
de!an ~e_lauvamente mtacta la noción básica de que en la vida cotidiana mediante soliloquios y apartes, además de mediante registros y mues-
tras de intenciones, esto es, con la gesticulación de réplicas y contrarré-
1. el 1nd~v1duo suele. ha~lar desde sí mismo, habla, por así decir, en su
«propio» personaJ~· Sm ~mbargo, cuando se examina el habla, espe- plicas. En las novelas el autor asume simplemente el asombroso dere-
aalmente en su vanedad mformal, esta visión tradicional se revda ina- cho a informar de Jos pensamientos secretos de sus personajes, aun
decuada. cuando en la vida real nadie salvo Dios conoce esos materiales 12 • En
Cu~ndo un hablante emplea los corchetes convencionales para los espectáculos de marionetas que representan animales, un mediador
prevenirnos de que lo que dice hay que tomarlo a broma o como una humano puede estar autorizado a recibir cuchicheos de los personajes
mera repetición de palabras dichas por otro, entonces res~lta claro que y transmitirlos al público -estableciéndose así que el público y los
d.a a entender que tiene una rdación de responsabilidad personal redu- personajes no pueden comunicarse directamente-. En las tiras cómi-
cida ante lo que está diciendo. Se escinde del contenido de sus pala- cas los pensamientos íntimos de los personajes se nos hacen asequibles
br~ expresando ~ue quien las dice no es él o no es él en plan serio. mediante las palabras de las burbujas, pero los personajes en cuanto
Mas adelante c~?stderaré 1~ formas menos obvias y más frecuentes de tales no pueden leer los pensamientos insertos en las burbujas de los
esta responsabilidad reducida. La cuestión ahora es que los enfoques otros.
tradicionales acerca del habla no logran ofrecer un lugar adecuada- Así pues, aunque pueda sostenerse que d individuo en la conversa-
mente cent~al para estas reducciones de responsabilidad. ción cara a cara, no teatral, juega sus cartas sin dar la cara, por así de-
Recon~aderemo~, ahora el supuesto básico de que el actor humano cirlo, hay otras disposiciones interactivas en que se emplean otros lími-
alm.a~;na mfo~acton en su mente y que estos materiales se ocultan a tes naturales; retrospectivamente, pues, el modelo tradicional de la
la ~s1on. por la piel y los huesos; sus rasgos faciales son la frontera de lo caja negra es sólo una de las posibles organizaciones para el manejo de
1 1
ev1denc1able empleados durante la interacción cara a cara. El actor
pues, ~alvo por filtraciones debidas a expresiones emocionales invo~
' luntan~s: es capa~ (y a menud_o está deseoso) de jugar a un juego de in-
11 Como se ha sugerido, d novelista ciertamente establece también algunos otros
presupuestos, por ejemplo, el derecho a generar uno perspectiva a partir de un punto
~ormac1on, ~eten1endo selectivamente ante los interrogadores lo que dado en el tiempo y en despacio, 11 partir de un detenninodo grado de omnisciencia, a
estos deseanan conocer. partir de la perspectivo constante o intermitente de uno o más narradores, etcétera.
J.
534 Erving Go/fman Análisis del m11rro con11en11c1onal 535
la información. Con esta visión ampliada, debeñamos estar preparados otro de lo comprendido. Aquí tenemos el uso controlado, sistemáti-
para ver que, de hecho, el modelo tradicional es una simplificación in- co, de los significados múltiples de palabras y frases para ocultar lo
cluso para la conversación ordinaria, ya que las interioridades de la que se dice detrás de lo que se dice, efectuando, por lo tanto, una co-
mente del actor son reveladas por vías distintas de los enunciados vo- municación de connivencia entre las propias personas que se han
luntarios o las filtraciones involuntarias. confabulado 14 •
La cuestión más obvia y que requiere una menor alteración del en- Finalmente existe la complicidad de comportamiento que se da
foque tradicional es la «connivencia». Cuando tres o más personas en una simple chanza. Obviamente, cuando un participante se burla
mantienen una situación conversacional puede darse una confabula- de otro o «le toma el pelo» o <<lo toma a chacota» o le «dice una chiri-
ción de tipo clásico mantenida mediante una comunicación de conni- gota», la eficacia de la humorada dependerá de que el receptor quede
1 vencia. Pero también puede producirse una autoconfabulación cuan-
do un individuo habla semiabiertamente consigo sobre asuntos que
enredado en ella durante un momento antes de que el marco se clari-
fique con la broma. Menos obviamente, el receptor de tal tratamien-
parece ocultar a los otros presentes. Además, al igual que en el cine to puede saber que se están burlando de él, saber que quizá se sabe
mudo, se produce una cierta dosis de «registro»: mientras un persona- que él lo sabe y a pesar de ello representar un personaje que no se
je ejecuta una acción, otro tiende a registrar visiblemente su respuesta sabe que es dirigido erróneamente, persona que se verá un tanto sor-
ante ella 13 • Y, como en el cine, el ejecutante actuará como si no pudiera prendida cuando llegue a conocer los hechos reales -siendo todo
ver la respuesta que está evocando; sin embargo, de hecho, es probable ello tanto mejor para hacer posible el juego--. (De manera semejan-
que al menos sea levemente consciente de lo que se está mostrando. En te, un individuo puede ostensiblemente mostrarse irritado, avergon-
el caso de cortesías en broma como taparse la cara con Ja mano para re- zado, estupefacto, etc., haciéndolo así movido por una obligación su-
velar el ocultamiento de una sonrisa burlona o una mueca burlona de perior, aunque con un matiz de falta de seriedad, para dar cuerpo a la
sorpresa, el estímulo pretendido como respuesta debe penetrar más en interacción.)
lo que está aconteciendo. Así pues, aun en la conversación entre dos En suma, por lo tanto, el individuo maneja sistemáticamente la in-
personas que están juntas, puede prevalecer una solución tramada formación como si fuera algo diferente de una mera caja negra. El mo-
para un público. Por lo tanto, además de la connivencia con otros exis- delo tradicional del actor cuyos rasgos faciales son su frontera de lo
te la connivencia con uno mismo. evidenciable no encaja con los hechos pero, sin embargo, hiperracio·
Más aún, es evidente que aparecerán el sarcasmo, la ironía, la naliza en alguna medida al hombre. Dada la tendencia del individuo a
insinuación indirecta y otros miembros de esa familia, todos los escindirse en partes diferentes, en una parce que guarda el secreto
cuales -repitámoslo- permiten al hablante dirigir advertencias a ante una parte de alguien que está presente, y una parte que divulga
un receptor que después las comprenderá bastante bien, que se sabrá o comparte el secreto con varios subgrupos de personas presentes
que las comprende, que se sabrá que se sabe que las comprende, (haciéndose esto, como se ha sugerido, sabiéndolo a medias los parti-
mientras que ningún participante será capaz de hacer responsable al cipantes presumiblemente confabulados), resulta evidente que está
sucediendo algo afín al teatro pero, repitámoslo, no sólo en el sentido
peyorativo obvio. El efecto dramático de los enunciados velados y los
u En el cine el público ha de enrender que d personaje registrador se comporta de apartes gesticulados es comprensible sólo si puede suponerse que el per-
manera narural, sólo humana, no digna de consideración por sí misma. De hecho, es
una pregunta inreresante saber qué fue lo primero respecto a esta práctica, si el cine o
nosotros. Obsérvese que aunque el cine sonoro podría fácilmente emplear d registro
14 Una versión más simple de este uso controlado de la ambigüedad se encuentra
vocal además del de tipo visual, parece tenderse a confiar en este último, debido quizá
a la tradición establecida en el cine mudo. Es cieno que las películas sonoras utilizan la en los mítines políticos públicos, en los que el orador se dirige a públicos especiales
música de fondo para describir los sentimientos internos de un personaje (como Lec mediante segundos scnúdos que no son discernibles (eso espera él) por d gran públi-
Ann Draud me ha recordado), y que las películas mudas, a veces, utilizaban el acompa· co. Esta técnica, a su vez, ha de distinguirse de otra posibilidad de encuadre: d uso por
ñamiento de un piano en directo con d mismo propósito, pero aquí, por así decir, d parte del hablante de una voz especial y de señaladores cinésicos para dirigir abierta·
personaje aporta sólo el texto, no 111 transcripción. mente sus palabras, temporalmente, a un público especial.
536 Erving Go/fman Anál11is del marco conversacional 537
sonaje que un receptor proyecta no es consciente de lo que se ha transmi- soy yo la fuente de una pequeña historia que lleva inserta un enunciado
tido acerca de él, aun cuando como actor perciba claramente lo que está atribuido a otro 1', bajo la forma de una cita directa 16• Por lo tanto, el
aconteciendo. Es como si las posibilidades especiales de la producción profesor es una fuente cambiada de_ clave -o, podrí!iffio~ decir, <~im
teatral y las posibilidades especiales de la conversación entre tres per· putada» o «insertada»-- y el conecnvo empleado («El gritaba»~ tiene
sonas se redujeran a una conversación entre dos personas, sirviendo como finalidad manejar la atribución a esa fuente. Fue en este npo de
como una estructura subyacente, permitiendo cada uno de los dos conectivos en el que me basé cuando los estudié por primera vez.
participantes que se les fuerce a ser usados como una entidad múltiple El segundo punto a consi~erar nos debería p7rm_i~r-eventu~·
ante la falta del personal numéricamente adecuado. Y en aquellas si- mente- ver la perfidia del pnmero. Cuando un md1v1duo -llame-
tuaciones en las que el modelo de la caja negra encaja en el comporta- moslo Juan- hace una declaración corriente en una c~nvers~ción na·
1
miento del actor puede decirse que éste ha guiado su conducta para rural, corriente, parece que él es su fuente en dos sentidos diferentes.
garantizar ese encaje, sustentando una naturaleza humana que encaje Él es el causante principal u originador [originator], la parte (en este
l. en el marco. caso un individuo) considerada responsable de haber adoptado volun·
tariamente la posición que el significado del enunciado atestigua. Y él
r
es el emisor [emitter] del enunciado, siendo a la vez la caja sonora ac-
J tual, real, de la que procede la transmisión del sonid_o articula?º·
V Cuando, sin embargo, Juan responde a la llamada telefónica de Mana y
como un favor para con ella se vuelve hacia Enrique y le dice: «Maáa
Examinando estas dos cuestiones -las reescenificaciones y el manejo quiere saber si puedes ir allí esta noche», e~tonces parc:ce?a q~e Juan
de la información- podemos llegar a ver que el modelo tradicional del ha dejado de funcionar dualmente. Es el emisor de una rnv1tac1on pero
actor individual no encaja suficientemente en lo que sucede en el habla
habitual, especialmente la de tipo conversacional, informal. Para en-
contrar el encaje será necesario ir más allá de las ideas fundamentales " Ese enunciado, en cuanto tal, ocultad contrato dd que depende, el acuerdo tá·
del análisis sociológico tradicional, el cual rompe al individuo en múl- cito en d que me apoyo como los demás. Ya que, después de todo, no estoy expres~n
tiples roles aunque no sugiere que es necesario un diezmado ulterior. do oralmente un enunciado para ti sino más bien ofreciendo una tran~fc:>nnaa~n un-
presa de aquél, dirigida no a ti sino a cualquiera que llegue a leer esta pa~a. As1 pues,
A lo largo de todo el libro se han hecho sugerencias a este respecto. Aquí la explicación en d texto de arriba es en sí algo que ocurre c;ntre comill~, salvo que
para terminar deben ser reunidas y clarificadas. esos signos encorchetan todo d libro. Parece que todos los libros exposltlvos s~ pre-
Comencemos con una característica de las franjas de experiencia sentan como si su contenido fuera dicho por d escritor a un receptor en parncular
que ya ha sido tratada: los conectivos. La organización plena de signifi- -e1 querido lector»-, cuando, de hecho, se trata de un cambio de cla~cs impreso ~e
ese tipo de comwúcación. Además, si yo hubiera de comparar en l~tra unpre;;a un ~
cado de la interacción depende obviamente de la conexión correcta de tercambio extraído dd texto impreso de una obra de teatro con un mtercamb10 autcn·
los actos con su fuente. Normalmente, en la interacción hablada estos tico escuchado en la calle, cada transcripción se referiría sin ambigüedad a algo: en d
recursos son rutinariamente eficaces, aunque cuando un profesor gri- primer caso a un fragmento del texto; en el segundo, a un fragmento de comporta-
ta: «¿Quién ha dicho eso?», se sugiere que han fallado. miento real dd pasado; pero, además, la transcripción dd .tex.to más .bien pres~ntana
plenamente lo que había en d texto, mientras que.la transcnpctón dd intercambio re:'1
El primer punto a considerar sobre los conectivos y las fuentes es presentaría sólo un boceto de lo que había ocumdo, cuyo modo abocetado que?ana
que, como todas las demás cosas, están sujetos a transformación, espe· tranquilamente como una cuestión abierta. En cuanto al estatus de esta nota a pte de
cialmente al cambio de clave. Si digo: e!
página (y, a su vez, al dd comentario sobre esta nota, y _al dd comentario sobre co·
mentarlo), me remito al argumento empleado en d prologo referente a la capaadad
Cuando estábamos en tercero tuvimos a ese malísimo profesor. Era realmente dd lenguoje ordinario.
16 Charles Fillmore («Pragmatics an~ the Description of _Disco~rse»)_ ~ugie~e que
cono de vista. Pues bien, nos sentábamos al final de la clase y nos burlábamos
en inglés, además de la cita directa e indir~cta, puede produarse la ~e~cton ba¡o f~r
de él. Le dábamos respuestas equivocadas a propósito. Y él gritaba: «¿Quién ma de habla «representada», como en el e1emplo de Fillmore: «¿Podna mtentarlo [él)
ha dicho eso?», de nuevo, por favor?, le preguntó a su madre».
5.38 Erving Gof!man Análisir del marro conversacional
Maria su origen responsable, aun cuando podríamos decir que ella no el mismo. En este caso, yo designa una entidad a la que puede asign·t _
la transmitió «en persona». Observemos que seria fácil pensar en la in· se responsabilidad, y aWlque este determinado pronombre es distinti,:o
vitación hecha en favor de María y su compañero de habitación, en porque se refiere a algo que puede ser identificado con el animador 1;
cuyo caso resultaría evidente que el causante principal es una parte que no hace falta que se refiera a él en su capacidad de animación. Lo qu~
puede contener a más de un miembro. produce la animación es, desde luego, un organismo relativamente
La propia palabra emisor causa algunos pequeños problemas. identificable que no fwlciona como un signo que se refiere a otra cosa·
Cuando Juan responde al teléfono y dice: <<Diga>>, María puede saber no funciona referencial sino físicamente. (Analíticamente hablando, ei
por el «tono de VOZ» de Juan si su llamada es inoportuna o no. Si Juan animador es más afín a la tinta con la que se imprime la palabra yo que
respondiera a una llamada a la puerta, también podría averiguarse algo al referente de esa palabra.) ··
por su comportamiento corporal, algo que bien podría afirmar, negar o Obsérvese que esta diferencia de nivel entre el animador y el cau-
cualificar las palabras que emplea aquí y ahora. Se podría decir, pues, sante se aplica en el caso de una inserción en la conversación relatada.
que Juan no sólo emite sus propios enunciados sino que los anima. La cita que hace Juan del enunciado de Maria implica un rol de doble
Cuando Juan, como un favor, transmite un mensaje de María a En- faz para Maria; ella es una animadora imputada de su propio enuncia-
rique es probable que su voz comunique un tono neutro y relativamen- do, y a su vez este enunciado suyo («Dile a Enrique que yo quiero sa-
te bajo mediante el gesto que lo acompaña. En efecto; hay estilos para- ber si le gustaría venir esta noche») contiene un conectivo, «yo qui~
lingüísticos especiales para esta clase de transmisión. Sin embargo, si ro», para los enunciados insertos atribuidos a un causante imputado.
Juan está enojado con Maria y sabe que Enrique también lo está, pue- Lo repetiré. Aunque ciertamente el pronombre yo se refiere al
de tapar el micrófono dé su teléfono con la mano e imitar alguno de los hablante, y aunque ciertamente el hablante es una entidad biográfica
rasgos «expresivos» de la forma de hablar de María, esto es, su estilo, específica, eso no significa que esta entidad, en todas sus facetas, haya
transmitiendo así tanto el modo de hablar como lo hablado. Y de he- de ser incluida en cada ocasión que se la cita. Porque aquel que es un
cho parece que cuando un individuo durante la conversación ordinaria hablante podría ser considerado como un conjunto global de cosas
cita directamente a alguien ausente, la franja citada transmitirá tentati- un tanto diferentes, ligadas en parte por nuestras creencias culturales
vas paralingüísticas y cinéticas para indicar la edad, el sexo, la clase so- respecto a la identidad. Así, el referente yo en los enunciados «Yo ten-
cial, etc., de la persona citada, sirviendo estas tentativas para vivificar go frío», «Yo asumiré la responsabilidad» y «Yo nací en martes» cam-
la presentación. Y esto es así, se pretenda imitar o no. Igualmente suce- bia, aunque de una manera no fácilmente descriptible 18• Más visible es
de con los enunciados que Juan hace en su propio nombre: se puede
decir que no sólo emite el mensaje de María: también lo anima.
17 Y<> y el singular distllllciador nosotros (distllllciador porque el que responde se·
Una vez que se ha visto que la fuente tiene dos funciones -causan-
guramcnte utilizará el estilo indirecto a su vez, i. e., «¿DesCll el general marcharse aho·
te y animador-, y que éstas pueden ser transmitidas por individuos ra?»), parecen referirse al hablante desde d punto de vista del hablllllte y, por lo tanto,
diferentes, es el momento de ser todavía más cauteloso. Porque parece han de distinguirse de los orientalismos, en los que no ocurre así, como en «Este bár-
que cada uno de los dos elementos juega su papel en una capa diferen- baro indigno querría tres galones de gasolina», y de las versiones occidentales «el au·
te del marco y, si no se tiene esto en cuenta, el concepto de fuente ine- tor...», «d infonnador...», «este observador... », etc. El Nos mayestático debe, en efecto,
vitablemente alimentará una profunda confusión. La cuestión sobre la distinguirse del referente del plural habitual nosotros (que tllmbién varía en aspectos
interesantes) y del nosotros paterno, considerado mós adelante, que puede querer
llamada telefónica no radica en que María y Juan son dos personas di- decir «yo».
ferentes, sino que esa responsabilidad pertenece al significado interno 11
Línea argumental identificada con Ludwig Wittgenstein. Véase su obra Philo-
de un enunciado (o acto), mientras que la animación se refiere a otra sophical lnvestigations, trad. de G. E.M. Anscombe (Oxford, B11Sil Blackwell, 19.58),
cosa, a saber, al proceso de transmisión. De ello se sigue, pues, que si pane 2, sec. 403-410. daro es que los hablantes poseen toda una gama de expresiones,
algunas puramente gestuales, utilizables cuando hacen referencia a una acción pasada
Juan, después de colgar el teléfono a María, se dirigiera a Enrique y le propia merecedora de alabltllza o de censura, lo que asegura que d «yo» que está nor-
dijera: «Yo quiero saber si te gustaría venir conmigo esta noche a casa malmente ante sus receptores ha de distinguirse dd «YO» responsable de la acción en
de María», aquí el causante y el animador también resultaría que no es cuestión.
,...,...
1
hasta ahora mi tratamiento ha sido de poco alcance. Como se ha indi-
1
1 hablante proyecta para la ocasión, yo que hay que considerar inciden- cado, en la conversación de la clase media americana contemporánea,
1 talmente muy integrado en la función de anim~?or de su P<?seedor; y las citas directas e indirectas tienden a emplear la primera y la tercera
un yo-como-protagonista, el causante de la accion relatada, msertada, persona del singular como fuente insertada, y a usar conectivos para
siendo esta última persona alguien que el hablante puede pensar que distinguir la franja citada de la franja en la que actual y realmente se
ya no es como aquel en cuyo nombre está ahora hablando 20• presenta. En numerosas culturas, sin embargo, se encuentran otras
prácticas diferentes de encuadre. En las coml!Didades populares, por
19 Otro ejemplo. En las reuniones médicas se puede oír esto durante d tumo de
preguntas: «¿Podría añadir algo? El año pos~do v1 a un hombre o~o ~e ~a~nta Y lo era. (Curiosa.mente, d locutor parecía un poco avergonzado de usar una frase anti·
cinco años con ...». El que pregunta en este caso se basa en su exp~nenca ~ca, un cuada corno «SU sincero amigo», pero parecía dar a entender que no podía encontrar
depósito que los médicos tienden a tratar impers?nalmente como s1.~era casi ~n cor· otra manera de decir lo que quería.)
pus oficial, cuya referencia no supone inmodestia p_ersonal._Un medu:~ relacionado Hay ocasiones en las que sólo parece cuestionarse el presente inmediato y en las
con una clínica muy conocida podría igualmente d~c1r: ~El ano posado .V1!'1ºs a un...». que sólo parecen figurar dos de los posibles yos de un individuo: yo como animador d_e
La facilidad de cambiar el segundo «yo» (en d pnmer informe del medico), en con· las palabras dichas y yo como causante de los hechos actuales que sus palabras dcscn-
traste con la imposibilidad práctica de cambiar el primer «yo», argumenta con firmeza ben. Así, el constructor de explosivos que explica por el micrófono lo que está hacien·
que hay una diferencia en el referente. • do: «Ahora estoy desenroscando la base; ahora la he sacado ya; veo dos regletas...», de
20 En este caso la cuestión de la multiplicidad de «YOS» no hace mas que plantearse,
modo que, si él se equivocara, otro operario, a través de la grabación, sabría por qué.
iniciando preguntas que no se responden. Por ejemplo, en 1973 oí a un _locutor de ra· En estas circunstancias una segunda persona que observa el trabajo a través de unos
dio que daba los nombres de los músicos cuyos discos hab~a estad~ pomend~ durante prismáticos podría generar el mismo relato sobre la marcha, requiriéndose sólo una
la última hora, para terminar diciendo: «Y d locutor ha ~ido ~u sincero am!go, Do~ transformación, la acomodación de un pronombre personal diferente. Pero aunque
Smith». Aquí, en ausencia de una inserción aparente, hay implicadas tres ~~dades Ji. este último relato es un recurso bastante común, como, por ejemplo, cuando se trans·
gera.mente diferentes: d individuo que había estado hablando durante la ul~a hora, mite un torneo de golf, d primero parcc:c requerir circunstancias muy especia.les. Un
d individuo que estaba en ese momento anim~ndo un pro~rama y d person~1.e perdu· cliente que se prueba unos zapatos y un cirujano que opera en Wl campo visual muy li-
rabie tras ambos que recibe un salario de la emisora y los &VISOS del.fisco remrtt~os des· mitado pueden ofrecer comentarios sobre la marcha en primera persona, pero es pro-
de su última dirección. Si el locutor hubiera dicho: .su locutor ha sido Don Srruth., los bable que éstos estén muy entremezclados con autorrefercncias que pertenecen a los
oyentes podrían haber concluido que la persona que estaba hablando en ese ~omento aspectos peor ubicados dd yo.
era otra diferente de Don Smith. Si hubiera dicho: «SU locutor es Don Smnh», los Las cuestiones semánticas y sintácticas del yo múltiple ilustradas aquí han sido muy
oyentes podrían haber llegado a la conclusión de q~e aunque la persona que hablaba poco exploradas.
en ese momento era Don Smith, la persona que hab1a estado hactcndo d programa no
' 1
542 Eruing Go/fman AnálisiS del marco convenacional 543
ejemplo, parece que se hace gran uso de adagios, refranes, pequeñas trabaja todavía más cerca, ya que manipula sus propios miembros y sus
prédicas y cosas por el estilo, y aquí el causante imputado no es un in- propios labios -como, en cierto grado, lo hacemos también nosotros
dividuo, sino algo así como la sabiduría popular. Además, en numero- al citar a alguien durante la conversación informal-. Queda por con·
sas culturas un hablante puede citar la opinión de criaturas míticas, de siderar el caso de desde dónde actuamos nosotros en la vida cotidiana
fuerzas espirituales y así sucesivamente. Y en algunas lenguas -las cuando hablamos con nosotros mismos.
lenguas amerindias ofrecen ejemplos- la fuente de la acción relatada Todo ello nos obliga a un nuevo refinamiento. Cuando una actriz
se establece no mediante un enlace pronombre-verbo sino mediante incorpora en el teatro el papel de Celia Coplestone, da vida a una perso-
uno sufijo-verbo 21 • na ficticia, a un personaje escénico. Utilizando casi la misma configura-
Pero todavía es necesario ampliar nuevamente estas nociones del ción física -su propio cuerpo-, si va adecuadamente ataviada, ella
encuadre. Aunque en nuestra propia sociedad tal vez no se cultive mu- puede proyectar entidades de un estatus de ámbito diferente; un perso-
cho contar relatos largos como una competencia, hay otros pueblos naje histórico, una diosa, un autómata, un vampiro, una mujer mecánica
que parecen dar más importancia a este arte. En cualquier caso, como de carne y hueso. Y, ciertamente, si una actriz emite su voz desde los bas-
se ha sugerido, puede aducirse que hay un continuo entre una reesce- tidores, puede dar vida a configuraciones diferentes a la suya: un espíri-
nificación con un texto muy breve de un acontecimiento pasado conta- tu, un animal disecado, una silla locuaz, etc. Estas diversas configuracio-
da de pasada a un amigo y una traducción fiel del acontecimiento con- nes que una actriz (o un actor) pueden animar exigen un título génerico;
tado de forma amplificada por un narrador experto a un grupo de las llamaremos figuras [figures]. Y no excluimos aquello que nuestra ac-
oyentes atentos. (Hay que admitir que los oyentes se transforman a lo triz anima cuando habla en su vida real fuera del escenario en su propio
largo del proceso en público.) Sólo un corto paso separa a los anima- nombre. El término personaje [character) podía haber sido tan útil como
dores que alegan estar reescenificando una franja de acontecimientos figura salvo porque supone un sesgo hacia la forma humana.
pasados de los profesores que leen a sus alumnos una narración de un Un nuevo refinamiento: en la conversación ordinaria, aquel que
libro a mano, ya sea la narración historia propiamente dicha, ficción o adopta una posición, aquel que es responsable de lo que dice o hace
un simple cuento de hadas. Una vez más se citarán los enunciados y las -en el sentido de ser el causante u originador-, es probable que sea
acciones de los protagonistas pero ahora no pertenecerán a la expe- también la persona que decide la posición que va a adoptar. Pero hay,
riencia pasada del propio narrador. Y desde aquí, comenzando con las en verdad, cientos de sistemas de interacción en los que la tarea de va-
lecturas hechas en un escenario, hasta el teatro con todas las de la ley lorar la situación y diagnosticar lo que debería hacerse en esas circuns·
no hay más que un paso. Al menos en ciertos aspectos, por lo tanto, se tandas se asigna en parte o en su totalidad a un especialista. Así, la per-
va a encontrar un campo común de análisis en la organización de pe- sona en cuyo nombre se compran acciones no tiene por qué ser la
queños relatos contados de pasada y en la organización de los guiones persona que decidió cuáles eran las acciones más convenientes para
dramáticos presentados comercialmente. ella. Por lo tanto, debe permitirse alguna función al estratega.
Con esta visión ampliada, examinemos el hecho de que la anima- Ahora tenemos un repertorio de términos básicos casi completo:
ción puede ser efectuada desde diversas distancias. Un titiritero mueve causante, estratega, animador y figura. Un individuo que participa en
los hilos a un metro del muñeco al que da vida. Un ventrílocuo maneja una conversación puede funcionar simultáneamente en las cuatro di-
su muñeca muy de cerca, para poder manipularlo por detrás y que mensiones. Sin embargo, cuando se producen transformaciones, las
aquél parezca el emisor real del sonido. Un jugador de ajedrez se sitúa funciones dejan de coincidir. Celia Coplestone en The Cocktail Party es
al alcance de sus piezas, de sus fichas, de sus figuras. Un actor escénico la originadora ficticia de sus consideraciones y la animadora ficticia;
pero la animadora real (durante la primera representación) fue Irene
r 21 Como, al parecer, en d Wmtu y d Tonkawa; en conexión con esto último, vé11Sc
Worth. Y en cuanto al originador real -ciertamente no hay ningu-
Harry Joijer y otros, I..inguistic Structures o/ Native Amen'CJJ, Viking Fund Publicacion
no-, Eliot es el autor de la obra y, por lo tanto, inventó el texto de Ce-
in Anthropology n.º 6 (Nueva York, Viking Press, 1946), especialmente en la pági· lia. Pero él no es socialmente responsable de adoptar la posición que
na 31O, cuya referencia tengo que agradecer a Jocl Shen:er. Celia adopta; sólo es responsable de escribir un guión, una obra mani-
!"' -
. 1
Finalmente, tenemos el habla expresiva [expression speech]. Aun- escrito como impreso, capacidad que es reconocida a las figuras natu-
que, por lo general, no se percibe, los adultos se dedican considerable- rales de los tebeos). Lo notable en este caso es que los dibujantes de te·
mente a un tipo muy especial de «comunicación» con animales, con beos que emplean este recurso de habla expresiva literalmente enten·
niños prelingüísticos y con el mobiliario contra el que accidentalmen- dida parecen haber dado con él de. ~anera in~epe~<;llcnte y no parecen
te chocan. Se expresan verbalmente sentimientos de amor, ira, apro- demasiado conscientes de la soluaon que estan utilizando. (Como po-
bación, desaprobación, promesa, amenaza y admonición, en un estilo dría esperarse, ocasionalmente el dibujante se equivoca y sin ~arse
paralingüistico apropiado. Las frases suelen ser bastant~ cortas y no cuenta permite que el que utiliza el habla expresiva actúe como s1 <<Su-
forman parte de una emisión larga. El hablante, necesanamente una piera» que sus enWlciados están siendo enten'!idos liter~~nte.) Aquí
persona ligüísticarnente competente, parece asumir que la e~encia ac- de nuevo existe un paralelismo con los espectaculos televts1vos de ma-
titudinal de su comentario será de alguna manera comprendida por el rionetas y del dragón que presentan Wla figura escénica como media-
receptor, aunque no literalmente, esto es, no léxicamente. (Creo que dor. Porque esta figura puede parecer inca~az de hablar liter~ente a
ésta es una presuposición razonable en el caso de los animales, y quizá los animales o de que éstos le hablen, teniendo por el contrano 9u.e
también en el de los niños.) El hablante utiliza frases convencionales confiar en su evidente y elevado interés como blanco de sus exh1b1-
porque de algún modo ésa es la forma externa en la que el sentimiento ciones emocionales, cuyo significado comunica él luego al público.
y la respuesta pueden manejarse más fácilmente. Finalmente, el habla
expresiva, de modo bastante diferente a lo que ocurre al hablar uno 3. Figuras impresas [pn"nted/igures]. Me refiero a las figuras presen-
consigo mismo en voz alta, se produce abiertamente, sin sonrojos o tes en la ficción y en la bibliografía construidas con palabras y no con
excusas, en presencia muy cercana de segundas partes, ya sean com- actores vivos o (como en los tebeos) con dibujos. Aquí los modelos
pañeros de conversación o transeúntes extraños. Así, los siguientes pueden ser naturales o no naturales. El propio e~critor pued~ divulgar
ejemplos, un tanto chocantes, el contenido existente en la mente y en el corazon de estas figuras en-
tre los lectores. Algunos de estos recursos conectivos han sido consi·
1 Una mujer de clase media deja su coche en el estacionamiento del banco para derados ya; otros suponen signos tipográficos tales como las letras ma-
hacer un ingreso. Mientras sale del coche, le dice a su caniche, que está en el yúsculas, el sangrado de los párrafos, etcétera.
asiento ddantcro junto al dd conductor: «Mami volverá en seguida».
Una mujer de clase media se dirige a la puerta de su casa respondiendo
encolerizada a los arafiazos de su perro: «Te he dicho que no hagas eso», 4. Figuras citadas [cited figures]. Las figuras natur~es poseen la ca-
pacidad de contar hechos -pasados, actuales, posibles o fu~uros
1 nos recuerdan que casi todas las personas que llaman a sus perros uti-
referentes a otras figuras, incluidas, necesariamente, «ell~ rms~as».
Estos hechos citados pueden, desde luego, suponer enunciados mser-
l lizan frases tales como: «Ven aquí, chico».
Los dibujantes de tebeos hacen gran uso del habla expresiva, am-
tos en el discurso del narrador mediante la cita directa e indirecta. Se
produce una clara transformación de la acúvi?ad -a m~nu~o una
pliándola de dos maneras. En primer lugar, se permite que los enun- reescenificación o preescenificación de una franJa de expenenaa-, la
ciados hechos en este marco sean más discursivos de lo que suelen ser puesta en funcionamiento de una ~~abación. Y se ci~a a las figuras
en la naturaleza --definiendo aquí naturaleza como el lugar donde se consideradas responsables de la accton o las palabras siendo con mu-
produce la interacción no escénica, que implica figuras naturales cho el referente «Yo» el más frecuente 26•
como animadores y causantes-. En segundo lugar, aWlque las figuras
I¡ de los tebeos que utilizan este habla asumen que, en efecto, no pue-
1 den ser literalmente entendidas por el receptor, a menudo este último Z6 Pueden formularse algunas de fas reglas de transformación. Por ejemplo, Fill·
en verdad entiende literalmente el enunciado pero no permite que el more, en «Pragmatics», sugiere que en la cita indirecta («d habla referida») !a.s ex·
hablante sepa que su lenguaje real ha sido entendido (Snoopy, una fi- presiones indexicales y referenciales se cambian para adecuarse a las necesidades
de orientación dd receptor dd relato, no dd receptor del enunciado original. Así, un
gura bastante especial, sabe además leer en inglés, seguramente tanto astronauta podría decirle a un compañero de tripulación: «Mi mujer dijo que yo nunca
11
J
..
Ahora bien, obviamence, de la núsma manera que pueden aportar hacer es referirse al proceso de animación que la produce. Pero,
estas grabaciones las figuras naturales, también pueden hacerlo las como se ha considerado por extenso anteriormente, lo que no debe
escénicas y las impresas. Además, una figura citada puede citar asi- hacerse es exactamente lo que se hace para generar experiencia nega-
mismo palabras o acciones de otra, dándonos múltiples inserciones, tiva.
como ya se ha ilustrado. (El límite en el número de inserciones suce- Estas consideraciones'sobre las figuras citadas siguen el tratamien-
sivas compatibles con su comprensión, sin duda, difiere de un grupo to lingüístico de la inserción. Pero ahora hay que observar un tipo de
a otro y plantea un tema interesante para la organización del marco inserción que no ha sido considerado. Me refiero a la práctica extre-
de la experiencia) 27 • Sin embargo, lo que una figura citada no debe madamente frecuente del «discurso autobiográfico» [autobiographical
addresr], en el cual una afirmación, una petición o lo que sea va prece-
dido por una autorreferencia:
llegaría aquí», y suponer que se entenderá que su mujer no había dicho literalmenre
caqui>>, ya que sólo los hombres que estaban en la Luna podían hacerlo. Ella, segura-
mente, habría dicho «Luna» o «ailÍ» o .Jo». Igualmente, ella habría dicho «tú», no En mi opinión...
«yO». Con frecuencia también se requerirá el cambio al pasado en los tiempos de los Si me preguntas.. .
verbos. Recientemente, también se ha prestado atención a algunos de los límites que se Siempre he pensado que...
plantean a la traducción (esto es, d reencuadre) dd discurso directo al indirecto. Cito Según mi experiencia...
dd útil artículo de V. N. Voloshinov, «Reported Speech», en Ladislav Matejka y Krys-
tyna Pomorska (eds.), Read1ngr in Rursian Poetics: Formalist and Structuralút Wewr
,1 ' (Cambridge, M. l. T. Prcss, 1971): Lo que sigue al conectivo autorreferencial hay que situarlo entre
'·1 Li tendencia anlllitia dd discurso indin:cto se mllllificstJI por el hecho de que todllS bs camcteris- paréntesis, como una voz ligeramente diferente a la que el hablante ha
úcas emotivo-afectiv11S del habla, en la medida en que son expre$:1dllS no en el contenido sino en la venido utilizando, y que presumiblemente permite al hablante y a sus
forma dd mensaje, no pasan intactas al discurso indirecto. Se uaduccn desde la forma al conrcni- oyentes alinearse juntos por encima y frente a la figura a la que se atd-
do y sólo bajo esa configumción enU311 en la construcción del discurso indirecto o son rrasladadas
a la cláusula principal como un comenr:año que modifica el 11eróum áicend1.
Así, por ejemplo, el enunciad~ directo: «¡Bien hecho! ¡Vaya logro!•, no puede ser registrado
en el discurso indirecto como: «El dijo que bien hecho y que vaya logro•.. Más bien, esperamos: de una figura natural, no importa que d acontecimiento más profundo sea un acto físi-
«Dijo que había actuado muy bien y que era un auréntico logro». O: «Dijo encantado que aqudlo co o un enunciado; lo que importa es que el segundo estrato dd nivel más profundo
estaba bien hecho y que ero un logro rcaJ,.. contenga un verbo «estratificador», porque aunque una figura citada pueda informar,
Las diversas elipsis, omisiones, e1c., posibles en el discurso directo en términos emotivo-afecti- pensar en o soñar sobre otra figura haciendo algo o verla, no puede hacer el hacer de
vos, no son toleradas por bs 1endcncfos analizadorllS del discurso indirecto y sólo pueden enU'llr otro.
en d discurso indirecto si se han desarrollado y complerado (p. 161].
Curiosamente, los extremos de la estratificación son a menudo tratados como el
Otro ejemplo. Si un individuo quiere decir. «Nunca se me ocurriría ir», como una dominio de los lógicos y lo lúdica sofisticación intelectual de las ilustraciones que
cita directa de lo que se había dicho a sí mismo, debe decir, para evitar la implicación eligen nos dice que ellos lo saben. De hecho, la competencia en estos asuntos se da
de la cita indirecta: «Me dije a mí mismo: "Nunca se me ocurriría ir"». en lugares bastante sorprendentes, tales como la conversación informal de las prea-
Adviertase de nuevo que nuestra competencia en cs1e caso al manejar las transfor- dolescentes negras urbanas, recordándonos de nuevo que la competencia sociolin-
maciones supera con mucho nuestra capacidad de explicación de las prácticas impli01- güística no es un producto de la escolarización formal o de la superioridad social.
das. ¿Que es lo que, por ejemplo, permite que un anuncio de Bulova a toda página re- Para esto, véase Charles y Marjorie Goodwin, «The Coostruction of Accusations in
presente una sartén con un reloj de dfamantes dentro y una tarjeta que dice: «Te amo», the "He-Said-She·Said" » , en C. Laughlin y otros (eds.). Theory on the Fringe: Struc-
bajo d rótulo explicativo: «Por todas las frias y grises mañanas en que dla te hizo d de- ture and Evolution in Human Society (Nueva Hork, The Free Press). Una visión for-
sayuno», aparte, claro está, del sexismo comercilll? malizada en terminos de la teoría grupal sobre las posibles permutaciones en una
-n Los límites a la inserción múltiple en el discurso de figuras naturales son un pro- charla a tres nos la ofrecen Kenneth L. Pilce e lvan Lowe, «Pronominal Reference in
blema considerado en lingüfstiOI sin referencia a la cuestión análoga de los limites a la English Conversation and Discourse: A Group Theoretical Treaunent», en Folia
estratificación en el enredo múltiple, pero pienso que se trata de la misma cuestión Linguistica, m (1969), pp. 68-106. E1 quién habla a quien, sobre quién y en qué caso
fundamental. Además, como se ha sugerido, los lingüistas tienden a confundir los rela- gramatical genera un número considerable de franjas diferentemente organizadas,
tos en general con una clase especial de dios, las reescenificaciones, y a olvidar d he- cada una de las cuales puede insertar a su vez una segunda franja tomada de una
cho de que la inserción puede lograrse mediante toda clase de recursos, y no sólo por clase igualmente amplia, y así sucesivamente. (Agradezco a John Fought esta refe-
d relato de un enunciado. Así, desde el punto de vista de la complejidad dd discurso rencia y otras ayudas.)
Análisis Je/ marro conversacional 553
En1ing Go/frnan
huyen las consideraciones 28• Podría añadir, entre paréntsis, que a me- guaje ordinario para hacer lo que alguien quiere que se haga. Voloshi-
nov, en su tratamiento de la inserción, escribe lo siguiente:
nudo los usuarios de este recurso distanciador dan la impresión de
que están eludiendo la regla de la modestia en la conversación, como Un mensaje contado, sin embargo, no es simplemente un tema de conversa-
si el mandato de que los hablantes no tomen la palabra para el autoen- ción: tiene la capacidad de penetrar en cuanto tal, por así decir, en la conver-
grandecimiento no se aplicara, ya que lo que se presenta es una .figura sación, en su elaboración sintáctica, como una unidad integral de la construc-
que no es enteramente el hablante. (El lector podría observar que mi ción. Al hacerlo así, conserva su propia autonomía constructiva y semántica a
empleo del cliché «Podría añadir entre paréntesis...» en la frase ante- la vez que mantiene la textura de la conversación perfectamente intacta res-
rior no me ímpidió utilizar esa frase para tratar aquello que resulta pecto al contexto que la incorpora Jo.
también estar encamado.) Obsérvese que la interrupción del narrador
(«Has oído...»), ya mencionada, funciona de manera semejante: es- Voloshinov, después (como hago yo), da ejemplos. Pero, desde
pecíficamente, como medio para estimular una petición de palabra y luego, aunque estos ejemplos se refieren a inserciones que se produ-
de ahí una condescendencia que puede ser más fácilmente segregada cen en el habla, pueden presentarse al lector como meras transcripcio·
desde el yo que lo que podría ser una insistencia franca en hablar. En nes impresas de aquélla. Ahora bien, en el caso de que la sintaxis del
suma, hay una amplia variedad de enunciados que pueden ser proyec- habla contada sea responsable del contexto en el que se hace el relato
tados en la forma de relato autodistanciador, pese a lo antipático que (en cuanto que opuesto naturalmente al contexto sobre el que se hace
este encuadre pudiera parecer a primera vista 29• el relato), y en el caso de que (como el propio Voloshinov claramente
Ahora es necesario plantear las limitaciones del encuadre para el establece) algunos enunciados citados directamente no puedan ser ci-
análisis del marco de lo impreso y, por lo tanto, las limitaciones de los tados de manera totalmente indirecta, entonces ¿no debería asumirse
argumentos presentados hasta ahora respecto a la capacidad del len- que las reglas de inserción de un enunciado en la conversación serán
un tanto diferentes de las reglas de inserción del «mismo» enunciado
en el discurso escrito? Y si es éste el caso, ¿cómo habría que ilustrar la
u Basil Bcmstc:in, en «Social Class, Linguistics Codes and Grammatical Elcments», diferencia en lo impreso? Un aula sería ciertamente suficiente, ¿pero
en úznguage and Speech, V (1962), argumenta que (en Inglaterra) estos clichés iniciales lo sería un libro? ¿Podría ocurrir que cada marco fuera una trampa
son mós frecuentes en d habla de la clase media que en la de la clase obrera (pp. 224, que sistemáticamente socavara la posibilidad de transmitir-al menos
237).
29 con facilidad- cienas cuestiones que son cómodamente transmitidas
Podría, desde luego, alegarse que todo enunciado emitido por un individuo lle·
va al menos un conectivo tácito o implícito, tal como «Yo afirmo que», y que todo en el otro?
enunciado puede, por lo tanto, ser construido como un rdato de diversos modos. Se· Se intentará ofrecer una ilustración de este tipo de problemas, te-
guramente un interrogante respecto a quién hizo un último enunciado podría, pues, niendo presente que pudiera no ser posible, ciertamente no fácil,
recuperar d conectivo, como en la respuesta: «Yo dije que». Sin embargo, aun cuando transmitir una ilustración sin que el medio de transmisión oscureciera
se cumpliera esta dudosa exigencia, habría que explicar por qué los individuos utilizan
,j un conectivo explícito en ciertos momentos de su conversación, imponiendo un «Yo la cuestión.
pienso quoo o un« Yo siento que», aun cuando podría alegarse que ya está presente un En el teatro en vivo, los enunciados se oyen llegar directamente
rdato implicado (junto con una distancia implicada de lo que se relata). En apoyo de desde las cajas sonoras humanas que están en el escenario. No se plan-
los conectivos tácitos, véase d muy interesante argumento de John Roben Ross {«Ün tea ningún problema de inserción a menos que un personaje decida
Declarative Scntcnces», en Roderick A. Jacobs y Peter S. Rosenbaum (eds.), Readings
in English Tansformational Grammar (Waltham, Massachusetts, Ginn Company, repetir lo que él o algún otro dijo, con el propósito de que su enuncia-
1970), pp. 222-272], según d cual toda oración declarativa a secas debe ser analizada do sea oído por el otro personaje como un relato sobre un enunciado,
como una cláusula insertada dependiente de una cláusula «performativa» que contie· y no como el propio enunciado. La transcripción de un acontecimien-
ne yo como sintagma nominal elidido, digo como verbo elidido en d sintagma verbal y to de esta clase en el texto impreso de la obra es lo bastante clara:
a ti como d objeto indicccto elidido aduciéndose que sólo llamando la atención sobre
esta cláusula de nivd superior elidida en la estructura profunda pueden explicarse,
mediante reglas gramaticales, cicnas restricciones superficiales en d wo de los pro·
nombres reflexivos (y otras locuciones).
'° Voloshinov, «Reponed Spccch», p. 149.
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1 1'
1 1
554 ETTJin¡ Go/fman
Análisis Je! marco convernzcional 555
}UAN.-¡No, yo no iré!
MAlúA (Dirigiéndose a ENRIQUE).-Juan dijo que él no irá. que habla nunca será totalmente asequible como algo acerca de lo
cual puede hablarse (o escribírseP 1•
La transformación de este fragmento de diálogo para la versión
novelada de la obra teatral tampoco plantea ningún problema: 5. Imitar y «hablar por o/ros» [mockeries and say-/ors]. Se han dis-
tinguido cuatro tipos de figuras: naturales, escénicas, impresas y cita-
-¡No! -respondió JUAN-, ¡yo no iré! das. Ahora, la última concierne a una clase muy olvidada de actos me-
-Juan dijo -expuso MAiúA dirigiéndose a ENRIQUE- que él no irá. diante los que un individuo representa -típicamente en una voz
amanerada- a alguien que no es él, a alguien que puede estar presen-
Pero si quiero tratar los intercambios de este tipo en caracteres itn- te o no. Pone las palabras y los gestos en boca de otro. Sin embargo,
presos, se plantea un problema, que sugiere que la distinción tradicio- no se trata de una personificación seria, ya que no se intenta engañar a
nal entre «uso» y «mención» no puede mantenerse siempre fácilmente. nadie¡ tampoco se trata de teatro, ya que la franja de animación suele
En la conversación natural, al igual que en las obras teatrales, los enun- ser bastante breve y sin relación con los esfuerzos de otros actuantes.
ciados proceden «directamente» de las cajas sonoras humanas, de los En su raíz se encuentra el proceso de proyectar la imagen de alguien
participantes en vivo. Pero ¿cómo se transcriben estos enunciados que no es uno mismo a la vez que se evita que los espectadores olviden
para su presentación itnpresa en una discusión, pongamos por caso, siquiera por un momento que está actuando un animador ajenoJ2• Ni
de los intercambios? En el marco de este libro, el enunciado itnpreso: al animador ni a la figura que aquél proyecta se les permite apoderarse
del escenario, ni tampoco apoderarse enteramente de la imaginación
-Yo he dicho que Juan dijo: «No», de los espectadores. Adviértase que estos «numeritos» no ofrecen
sitnplemente otra variedad de la figura citada. No se emplea el tipo de
presenta «No» como un enunciado insertado. Pero ¿qué sucede con conectivos utilizados en el discurso, ya que se trata de algo más cerca-
el siguiente? no a la actuación teatral que al relato.
Ejemplos un tanto formales de este proceso de «hablar por otro»
Juan dijo: «No». se encuentran en las canciones gesticuladas, espectáculos de salas de
fiestas en los que un actor acompaña con el gesto una voz grabada
¿Aceptaremos que por comodidad he supritnido el conectivo «yo que, en última término, procede de un cuerpo muy diferente del suyo.
he dicho que», pero que este prólogo tácito está ahí para que Jo recu- Un poco menos formales son los «números» de tipo teatral, en los que
peremos si Jo requiere la interpretación? ¿Y que, en efecto, este se- un actor en el escenario o fuera de él parodia a un personaje famoso y
gundo «No» constituye una inserción-por-itnplicación? O, por el con- mientras actúa se le otorga un estatus especial de actor. Los cantantes
trario, ¿pretendo que el lector entienda que la frase impresa <<Juan
también sustentan un «no yo» de este orden, salvo que la figura atri-
dijo: "No"» ha de usarse como sustituto de un trozo de diálogo vivo
buida no es ningún otro específico, y se presume cierta afinidad entre
procedente de una caja sonora viva, y que una mayor preocupación el cantante y la figura en cuyo nombre éste canta JJ.
por el texto sólo llevaría a la confusión del uso con la mención? Y esta
cuestión, téngase en cuenta, es diferente de la asociada mencionada
ya, esto es, si ha de entenderse o no que cada enunciado hablado elimi- 11 Siguiéndose aquí el argumento de Aaron Cicourcl. Véase, por ejemplo, su traba-
na tácitamente un conectivo, tal como «Yo afirmo que». jo «Gcstural Sign Language and the Study of Non-Verbal Communication».
12 No parece haber una razón última de por qué un individuo no habría de paro·
Y si la palabra escrita no puede utilizarse para manejar todas las diarse 11 sí mismo, y seguramente esto ocurre, 11unque no muy frecuentemente.
diferencias entre ella y la palabra hablada, ¿no habrá de esperarse que u Aquí sólo quiero plantear )11 cuestión de fa relación entre d cantante y fa «perso·
haya otras confusiones parecidas? Así, aquel que nace sordo en una na» desde cuyo punto de vista se canta la letra, esto es, d «yo» dd texto de la canción.
casa de sordos puede utilizar el lenguaje de signos manuales para con- La refación es compleja y constituye uno de los prodigios de la cultura popular. Lo dig·
tar una historia cuya diferencia respecto a la versión de una persona no de reseñar es que millones de oyentes escuchan cada día canciones en las que el can-
tante mantiene una complicada relación con la figura proyectada en fo canción, pero
li '
556 Erving Gof!man AnJ/isis dt!l marco conversaaonal 557
El hablar por otros puede, por lo tanto, ser realizado por indivi- sipar el miedo que pudieran tener de tratar con adultos, aquí se trata
duos que están en el rol de actor escénico. La cuestión significativa de otra función: su uso como una parodia en la que un adulto al ha-
respecto a estas representaciones, sin embargo, es que son asequibles blar activa una respuesta que el niño que no habla podría dar si pudie-
a individuos enfrascados en la interacción conversacional rutinaria ra (o deseara) hablar. Una forma semejante de ventrilocuismo se utili-
fuera del escenario. De ahí la práctica de representar palabras a base za para animar gatitos, ositos de peluche y otros objetos entrañables >6.
de mímica en boca de figuras que están presentes-niños, animales' 4, El «habla expresiva» a menudo se suele añadir antes o después del de·
compañeros participantes, etc.-. Algo semejante sucede con la li- cir por otro con el fin de simular un intercambio completo.
cencia tomada con respecto a personas ausentes, señalada en algunas
culturas por la presencia de un término especial y de competencias
notablesn. También están las <<Voces» (o «registros»), acentos estereo-
tipados empleados por individuos durante la charla informal para de- VII
cir algo que puede atribuirse a una figura diferente del hablante, defi-
niéndose la figura de modo categórico, no biográfico. Son ejemplos el Los conectivos fueron definidos como aquellos recursos que nos di-
parloteo infantil, los acentos étnicos y raciales, los acentos nacionales cen quién dice o hace lo que se dice o hace. Ahora bien, a primera vis-
y las expresiones de los roles sexuales. Aunque el parloteo infantil es a ta pudiera pensarse que sólo se usan para informar sobre franjas que
veces utilizado por adultos consentidores como parte de un estilo ca- contienen figuras, es decir, para conectar palabras y actos adecuada-
riñoso (que ahora quizá encuentra su mejor representación en la te· mente con sus pretendidos autores. Pero se argumentó que hay algo
levisión) y muy a menudo utilizado por los niños como medio para di- más. Al repetir las palabras de otro, el hablante tiene también licencia
para repetir algo del flujo expresivo en el que presumiblemente ocu-
rrieron u ocurrirán estas palabras. Al hablante, dentro de ciertos lími-
n11die, salvo algunos estudiosos, parecen interesarse por d asunto. Han de verse tímidas tes, se le permite imitar la figura, copiar sus expresiones. Por lo tanto,
conmociones intdectuales en la impiedad en la que se incurre ocasionalmente cuando la cita directa no sólo se señala con un conectivo sino además con un
se cona d sonido de la tdevisión y se ven los gestos dd cantante aislados de la signifi- acompañamiento expresivo alterado; de hecho, con frecuencia será
caúvidad que las palabras aport11n. Lo así revelndo es un pequeño repertorio de gestos posible que un oyente llegue después de que el conectivo haya cum-
de mano-brazo -cinco o seis- demostrativos de que eso es todo lo que d cantante
necesita para crear un flujo aparentemente variado de gestos autoacomp11ñadores. plido su función y desaparecido y no obstante sea capaz de detectar
µ Erving Goffman, «Communication Conduct in a Island Community» (tesis doc- que el hablante no está hablando en su propio nombre, sino que más
toral, Departamento de Sociología. Universidad de Chicago, 1953 ), pp. 153-154. bien está representando una figura que habla que no es él. Además,
" Entre los habitantes de las islas Shetland de hace una década, la «imitación» era
un arte recreativo muy desarrollado. Determinados miembros de la comunidad eran
muy conocidos por imitar bien 11 otros, de modo muy semejante a lo que les ocurre a l6 La forma sintáctica de estas emisiones vocales puede ser oscura. Así, una señora
ciertos cómicos, conocidos por sus imitaciones de James Stewart o Marlon Brando. a su gato: «Jezabd dice que no le gustad jabón, ¿verdad?». Las características no lé·
Claudia Mítchell-Keman en su estudio sobre d inglés que hablan los negros contem- xicas de este enunciado son lo único que lo identifica como un medio para poner las
poráneamente ofrece otro ejemplo y una útil descripción: palabras en boca del gato. El intercambio podña, pues, ser completado diciendo la
Li im1t11ci6n [marking} es esencialmente un modo de cal'llcterización. El imitador intenta relatar señora en habla expresiva: «No le haremos daño al bebé, ¿verdad?».
no '61o lo que se dijo, sino d modo como se dijo, con d fin de ofrecer un comemarío implícito so- Adviértase respecto a esto úlúmo que d ama del gato uáliza dos recursos característi-
bre los antecedentes, la personalidad o la intención dd hablante. En vez de introducir los l'llSgos cos de la charla con seres queridos incompetentes: «d plural paternal», que tiende a bo-
de personalidad o carácter en fonna resumida, tal infonnación se transmite reproduciendo o, a ve- rrar la línea de demarcación entre d yo y d otro, y la supresión de los pronombres en fa.
ces, inseno.ndo aspea<>S del habla que abarcan desde rasgos fonológicos hasta d contenido con· vor de los nombres propios y los apelativos familiares, enunciados éstos desde la
creto que transmite valor CJCprcsivo. En el mensaje del imitador, el significado se señnLi y revela perspectiva dd ser querido. Como consecuencia de estos dos cambios, Ja versión escrita
mcdillllte la reproducción de cos:15 to.les como las pcculio.rido.dcs fonológicns o gro.moticalcs, d
mantenimiento de palabras mal pronunciadas o modismos locnlc:s, lo. pronunciación dialectal y, de una expresión puede ser ambigua respecto al marco en un sentido bastante espec-
más en con~o. lo múnica paralingüfstica [Oaudia Mitchell-Kerrum, ..Signifyíng and Morlcing: tacular, bien como palabras dichas a un ser amado incompetente, bien como palabras di-
Two Afro·Amcrican Specch Aeu», cnJohn Gumpen y Dell Hymes (eds.), Dim:tions in Sociolirt· chas en nombre de un incompetente. Así: «Papá nos zurrará si hacemos eso» puede ser
1 guistia: Tbt! Etbnogropby o/Commut1ÍC4tiot1 (Nuev11 York, Hoh, Rinchort W111Ston, 1972), p. 176]. traducido por: «Te zurraré si haces eso» o (dicho por el niño) «Me zurrarás si hago eso».
1:__ j
§3 •ª
558 Erving Go!fman Análisis del m11n:o ronversadonal 5.59
parece que hay reglas de imitación, esto es, lúnites, que vacían de una ejemplos, y que en consecuencia no puede disociarse plenamente de
cultura a otra, y, dentro del habla de una comunidad, de una categoría la reput_ación ~ue las ané~dotas reales normalmente le harían conquis·
de hablantes a otra, respecto al grado de copia apropiado. Incidental- tar. En tales c1rcunstanc1as, el orador puede hacer la ilustración con
meme, aquí. s.e encuentr~ ~a diferencia entre la cita directa y la indi. una expresión irónica muy marcada, como para apuntar el marco de
recta, pe~mendo esta última, al parecer, menos grado de imitación la ilustración -corrección que no exigen otros materiales que pudie-
que la pnmera. ra citar.
J~?to a las conv.enciones de la imitación, hay que considerar Ahora bien, parece que los conversacionalistas, al igual que los
tambien l~s convenciones de la censura. Tomemos, por ejemplo, las conferenciantes, también se guían por normas cuando pronuncian pa-
conferencias so?re literatura, digamos, las de no•;ela inglesa moder- labras de otro, límites que incidentalmente pueden ser más estrictos
na. ~l orador uen7 ~erecho -más bien, obligación- a citar una que aquellos que un conferenciante reconoce al citar.
franJa o dos del or1g1.nal. Lee en voz alta para ilustrar y apoyar sus Ante esta perspectiva del marco, ¿qué problemas específicos de la
a~gumentos. ~os críticos que publican sus análisis hacen algo pare- conversación informal pueden abordarse? -
cido. Ahora bten, teniendo en cuenta el tiempo, el lugar y el público
(y la crudeza de parte de la ficción actual), el orador puede pensar 1)En la reescenificación de la experiencia pasada, ¿cuáles son
que debe abstenerse de leer ciertos pasajes por razones de buen gus- los límites a la magnitud del reparto manejables por el hablan-
to ..La cuestión es~ri~a en que sea cual sea el punto en que el comen- te y por la audiencia? ¿Qué longitud puede tener la grabación
tarista tra~e.e~te hmtte, lo hará de modo diferente al que emplea en que un hablante puede poner durante cualquier presenta-
el habla dmgtda que produce normalmente en su propio nombre. ción? (Aquí el problema se plantea respecto a cuándo y cómo
1
~n hablante suele establecer normas más estrictas respecto a lo que se produce el cambio de mero participante en la conversación
1 dtce en el momento que respecto a lo que después de todo es consi- -con derecho, desde luego, a presentar varias grabaciones
1
derado como las palabras de otra persona, palabras que el hablante breves- al rol especializado y funcionalmente diferenciado
1 se limita a animar. de cuentista y narrador.)
j 1 Las n~m:ias de la .imitación y las normas de la censura forman par- 2) ¿Cuáles son los límites verticales de las inserciones, esto es,
t~ de los límt~es asociados al marc~ de la lectura, recordándonos que hasta dónde puede llegar un hablante y esperar que se le siga
etert<;'s °!atenales no pueden ser atados de manera efectiva, y que la cuando hace que una figura cite a alguien que a su vez se ins-
propia cita -como la transformación de la cita directa en indirecta- pira en una figura citada, y así sucesivamente?
tiene limitaciones. Hay otros ejemplos. Como ya se ha señalado, res- 3) Dado nuestro supuesto de trabajo de que las figuras naturales
pec~o a la tarea de leer el trabajo de otra persona, parece existir un acompañarían su conversación de un complejo revestimiento
conjunto de elementos del discurso tales como el <<yo» que introducen expresivo de sentimientos, gesto y acento, ¿qué dosis de esto
la amenaza de ~ambio a clave .baja y que deben ser corregidos acorde- ha de ser adecuadamente imitada cuando un hablante está
mente. Otro ejemplo. Los chistes y los retruécanos tienen la propie- «haciendo el papel» de otro? Por ejemplo, si un hablante cita
dad de ser autocontenidos e insertables en el discurso de cualquiera. a una persona del otro sexo, ¿hasta dónde puede imitarse la
La fama parece concederse más al que los dice que al creador -cuan- expresión del género sin que la imitación resulte sospechosa?
do se pueda en efecto decir que lo hay-, permitiéndosele al indivi- 4) Las reglas de censura: al citar el uso que otra persona hace de
du~ que .diga de dónde obtuvo el material sin destruir la reputación palabras y otras expresiones tabú se estipula una licencia su-
de lllgemoso (o de no serlo) que podría lograr contando cosas sor- perior a la que el hablante puede emplear al hablar en su pro-
prendentes. De ello se sigue que cuando un conferenciante considera pio nombre, pero ¿dónde acaba esta licencia?
los chistes o lo~ juego~ de palabras como tema de discusión, y natural-
me?te ofrece ilustraciones de ellos, puede pensar que sus ejemplos
estan constantemente traspasando el estatus de su marco como meros
560 Erving Go/fman Análm's del marro convenaaonal 561
¡delos!, ¡carambas! y ¡ohs!- que atestiguan que el oyente ha sido con· ños fragmentos de cosas hechas en un estilo que los demás considera-
movido, conmovido por lo que se está reescenificando para él. rán fuera del marco: apartes, ausencias temporales para atender asun-
tos privados, lectura del correo, etc. Y además se incluyen cosas como
las fugas, las implicaciones laterales disociadas mantenidas como par-
te del yo que está fuera del marco: garabatear, morderse las uñas, mas-
IX car, masticar. Finalmente, hay actos planeados por el individuo para
mantener en orden su apariencia, realizados como si se hiciera un uso
Comenzando con la noción tradicional del individuo como autoiden· franco del canal de ocultación: colocarse la corbata y el cuello, estirar-
tificado con la figura que moldea durante la interacción normal, he se el pelo,·arreglarse la camisa, etcétera.
aducido ciertos fundamentos relevantes para el marco que distienden El individuo, a través de todos estos actos; es visto como señalando d
el vínculo: que la actividad lúdica y otros cambios de clave pueden re- límite que su rol actual le permite -admisión y afirmación manifiestas
ducir notablemente la responsabilidad personal; que a menudo lo que de que el individuo en cuanto que animador es más (o al menos otro)
el individuo presenta no es su yo, sino un relato que incluye un prota- que cualquiera de los roles actuales que está obligado a representar, ha-
gonista que puede ocurrir que además sea él mismo; que seguramente ciéndolo clara y patentemente--. Es como si voluntariamente se permi-
el estado interno del individuo puede ser compartido selectivamente, tiera a los demás participantes echar un vistazo entre bastidores, y esto
de modo semejante a como el actor teatral logra exteriorizar los sentí· sobre la base de que ellos no están valorando una actuación perfecta.
mientos profundos del personaje que representa. Una segunda cuestión a considerar es el manejo de las excusas y
Pero esta teatralidad en la relación entre el animador y lo animado las disculpas. Cuando un individuo fracasa visiblemente en una tarea,
es sólo una carta de la licencia especial que las reglas de encuadre ofre- puede desde luego actuar como si nada erróneo hubiera ocurrido,
cen al participante. Hay otra cara, bastante diferente, a saber, el dere- obligando a los testigos a actuar acordemente. En efecto, ésa es la tác-
cho del individuo a disociarse de las imperfecciones (y perfecciones) tica adoptada normalmente en la mayoría de las ocasiones formales,
de la representación de su rol actual, y ello en vittud de la afirmación ya que cualquier otra cosa seria un nuevo fallo. Sin embargo, como al-
de que el rol como tal tiene derechos limitados. La diferencia entre es- ternativa, puede detener su quehacer a medio camino, durante un mo-
tas dos facetas de la licencia es sintáctica y muy profunda, pero, a me· mento, para ofrecer una excusa o disculpa. Curiosamente, este tipo de
nos que la cuestión del marco se aborde con mucho detalle, puede fá- actuación es con frecuencia clasificada como una forma de cortesía y,
cilmente ser pasada por alto. Es la diferencia, por ejemplo, entre la por lo tanto, como un tipo de formalismo; pero, de hecho, es todo me-
imitación experta de una figura que, según el guión, ha de malograr nos eso. Porque ofrecer esta clase de remedios ante una dificultad es
un acto y el fallo de un intento que consiste en imitar a una figura. Lo pedir a los otros participantes que acepten de repente al actor en una
primero se basa en la licencia típica de separarse uno mismo de las fi. posición diferente, la de un ser humano que puede cometer errores en
guras a las que da vida; lo segundo, en la capacidad de uno para eludir su desempeño de un rol especializado.
la responsabilidad de su propia actividad. Es este segundo tipo de dis- Cuando ha estado en juego una tarea física y ésta ha terminado ya,
tancia protectora el que quiero considerar ahora. Por lo tanto, la cues- el cambio a una excusa verbal no suele ser perturbador, ni aun cuando
tión no estriba en a quién pretende representar el individuo, sino más la excusa preceda al intento de ser excusado. Se trata de una sencilla
bien en cómo maneja éste los riesgos de cualquier representación. cuestión de reencuadre retrospectivo o prospectivo, que encaja en las
El primer asunto a examinar son las distracciones eliminables. coyunturas naturales de la actividad. Sin embargo, cuando el fallo per-
Aquí tenemos, por ejemplo, las rupturas pasajeras del marco facial: las tenece a la realización de la conversación, el asunto se complica. El ex-
ausencias, los desbordamientos en risas y carcajadas, los estallidos de cusarse puede, en este caso, suplantar la propia realización del fallo
cólera y vituperio, los sonrojos. Y rupturas todavía más breves: accio- que se precende excusar.
nes dirigidas a sentirse cómodo, tales corno rascarse la cara, frotarse la Un ejemplo, que no pertenece a la conversación informal. Los Jo.
nariz, toser, removerse en el asiento. También se incluyen aquí peque- cutores de los noticiarios de las cadenas nacionales leen su texto de
564 Erving Go/fman
l Anáfüis del marco ronversadonal 565
manera prácticamente impecable, manteniendo efectivamente la sen- tiempo a la mente dd actuante para funcionar, tiempo para movilizar-
sación de que está ocurriendo algo diferente a la mera lectura. Cuan- se en pro del rol que se pretendía que estaba en marcha.
do fallan en una palabra, estos actuantes tienden a superarlo con mí- Al desempeñar un rol, pues, d individuo es probable que se tome
nimas referencias al error, bien repitiendo suavemente la franja libertades de poca importancia, zafándose de él por un momento para
estropeada, como si no se tratara de una repetición, bien procediendo rdajarse o pedir disculpas. Estas negligencias pasajeras son sólo som-
como si no fuera necesario rectificar ni aludir al error. Por contraste bras de actos, que muy fácilmente no serán percibidas; y ciertamente la
los locutores de noticias de especial interés en las emisoras locales no sociología ha conseguido durante mucho tiempo ignorarlas. El que un
sólo cometen un número considerable de errores, sino que además se actor teatral no deba permitirse estas treguas cuando presenta un per-
toman grandes Jibertades para afrontar el problema. Piden abierta- sonaje (salvo cuando está en d guión) debería estimular nuestro interés
mente disculpas, se autocensuran, se exasperan, y puede que incluso por ellas, llevándonos a ver con más claridad que aunque d mundo so-
hagan confidencias a la audiencia sobre la dificultad que han tenido cial se construye a partir de roles sustentados por personas, estas per-
siempre con diversas palabras, frases, idiomas y pronunciaciones. De sonas tienen -y se considera que tienen derecho a tener- una enti-
esta forma, muestran que son sensibles a cómo hay que hablar, pero dad mayor que la permitida por cualquier rol actual. Estos nimios
en ese intento de proteger d yo se pierde algo más dd programa. Y la actos ponen de manifiesto cuestiones de gran alcance.
audiencia descubre que ha sido invitada a participar en la situación de
los locutores en vez de en las situaciones de las que se les ha encargado
informar. Obsérvese que puesto que el enunciado que emite un indivi-
X
duo debe dirigirse en este caso a otro emitido (o por emitir), habrá de
evidenciarse una diferencia en la voz a lo largo de todo d aparte edito- Resumamos ahora los argumentos sobre la conversación y la aplica-
rial, y eso es lo que normalmente sucede -siendo éste un rasgo carac- ción de los términos analíticos del marco a esta clase de interacción.
terístico de las rupturas reflexivas dd marco. La conversación aparece como un flujo rápidamente cambiante de
Lo mismo .que sucede con las excusas sucede con los «comienzos franjas diferentemente enmarcadas, incluidas las fabricaciones de cor-
en falso» y las pausas sonoras (o «rellenos»), cuyo ejemplo básico es to alcance (normalmente benévolas) y los cambios de clave de distin-
el ahhh. Estos últimos sonidos pueden encontrarse a lo largo de toda tos tipos. Hay indicadores de transformación que especifican si se va a
la conversación radiada de aquellos que no están acostumbrados a emplear una variación de la forma típica y, si es así, de qué clase.
hablar ante un micrófono. Estos sonidos audibles proporcionan conti- Cuando se intenta tal variación se dan también indicaciones sobre los
nuidad, mostrando que d hablante está tratando de completar una ré- corchetes, estableciendo dónde va a comenzar esa transformación y
plica, aunque no pueda encontrar inmediatamente las palabras apro· dónde va a acabar ~sto es, a lo largo de qué franja pasada o venidera
piadas para hacerlon. Pero la propia disposición de esta continuidad hay que aplicar la reconstitución colocándose los indicadores de modo
requiere que la audiencia tolere pacientemente la interrupción, dando que funcionen prospectiva o retrospectivamente-. (Al hacer una pre-
gunta personal en una forma típicamente lacónica y recibir una res-
7
puesta airada, d que pregunta puede retraerse discutiendo sobre el
' Ahora disponemos de uno estimable bibliografía psicolingüística sobre d fenó-
meno de la dubitación. Véanse, por ejemplo, F rieda Goldman-Eisler, «A Comparative encuadre, alegando que realmente ha hecho la pregunta literalmente o
Study of Two Hesitation Phenomena», en Language and Speech, IV, parte 1 (1961), en broma.) Una franja breve cambiada de clave o fabricada de cierta
pp. 18-26; H. Moclay y C. E. Osgood, «Hcsitation Phenomeno in Spontancous English manera sigue inmediatamente a una franja breve transformada en
Speech», en Word, XV (19.59), pp. 19-37; Donald S. Boomer, «Hesitation and Grammo- otra, mezclando todo esto con franjas que transmiten una «transfor-
tical Encoding», en Language and Speech, VIII (196.5), pp. 148-1.58. En conjunto, estos
trabajos son metodológicamente pulcros y claros. Sin embargo, no prestan demasiada
mación nula>>, encontrándose, tanto típica como literalmente, en las
atención a lo cuestión sociológica central dd derecho dd individuo a dudar y al rol que circunstancias. Y estas transformaciones pueden ser bastante sutiles,
tiene mientras duda. Estos esrudiosos han hecho tanto limpieza en su caso que casi no ya que la intención concreta dd hablante es hacer que sus considera-
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queda nada en ello. ciones se proyecten de modo que su contenido literal no se cuestione
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566 E111ing Go/fman Análms del marco con11enacional 567
enteramente. Como Grice sugiere, cuando se plantea una pregunta, d misma. En nuestra sociedad ningún grupo parece incapaz de producir
receptor tal vez caiga en la cuenta de que la intención manifiesta dd tales cambios incoherentes de flujo en d marco; y ninguna persona
que pregunta es que se le recuerde algo que tiene en la punta de !a !en- competente parece incapaz de sdeccionar con facilidad las indicacio-
gua, o que su intención declarada es poner a prueba los conocmuen- nes relevantes para el marco y de ordenar su experiencia del compor-
tos dd receptor u obtener de él una confesión admitida, etc. ' 8 • (En tamiento de otro a través de ellas. Y si un participante en una conver-
este caso d que pregunta no está buscando una respuesta a su pr~gun sación no aplicara constantemente ajustes al marco, se encontraría
ta sino una respuesta a su cuestionamiento; si lo logra, la respuesta li- escuchando un embrollo de palabras sin sentido, aumentando la con-
teral será sólo la capa interna, algo que ha sido cambiado a clave alta.) fusión cada vez que introdujera una palabra.
Aun dentro de un solo enunciado breve, d uso de la metáfora cierta- El argumento estriba en que la respuesta que a menudo buscamos
mente requerirá (y logrará) cambios momentáneos que se acercan a la no es una contestación a una pregunta o la anuencia a una petición,
interpretación literal y se alejan de ella 19• El hablante puede añadir sino el reconocimiento del «número» que se ha montado. Resulta ten-
nuevas variaciones refiriendo enunciados hechos por otros, que pue- tador encontrar otro argumento detrás de éste: por muchas razones,
den ser citados como citando. Y cuando se cita uno a sí mismo, cuando parece que nos sentimos más seguros si ponemos cierta distancia entre
se usad <<yo», este yo probablemente sea diferente en algunos aspec- nosotros como animadores y nosotros como figuras a quienes se im-
tos dd propio habl~te en-esa-ocasión, aseg~rando ~í que h,abl~ con puta la responsabilidad última de los hechos y de las palabras. Quizá
una autoridad reducida y en un marco especial, pomendose él ~ismo el patrón acomodaticio de la interacción cara a cara requiere que
entre paréntesis respecto a la figura citada en el rdato de su propia ex- efectuemos cambios en los actos, sacándolos del círculo íntimo de los
periencia. Finalmente, el conjunto irá puntuado por numerosas y pe- copartícipes en la conversación, dejando sólo aquello que pueda ser
queñas rupturas reflexivas dd marco, algunas aparentemente «espon- más fácilmente acomodado, esto es, una reseña de la acción, no la
táneas», otras bastante amaneradas, sirviendo en cualquier caso para acción como tal -una reseña cuya respuesta es el reconocimiento,
desviar la atención de lo que d hablante ha dicho a la manera como lo no la contraacción, una reseña que emplea un protagonista llamado
dijo, transformando así d quehacer de la conversación en d tema de la con frecuencia <<yo», aunque un poco disociado de la persona que se
refiere de este modo a sí misma-. Cualquiera que sea la razón, la
" H. P. Grice, «Utterer's Meaning and lntentions», en Philosophícal Review, vida de la conversación consiste principalmente en revivir algo.
LXXVIII (1969), pp. 166-167.
19 Tampoco parece que suceda únicamente en la conversación oc;cidental, como
Los individuos seguramente pueden participar en enunciados per·
ilustra Ethd Alben respecto a un pueblo ccntroafricano: formativos desnudos, como cuando un jugador de bridge, al llegarle su
Además de los modismos, i. e., locuciones que son incomprensibles si se toman litendmente,.en el
tumo, dice: <<El tres de tréboles». Pero la naturaleza tiene el mismo ho-
discurso de los nmdi hay un cieno número de convenciones c;sti!is~icas que hacen los .enuDC11~ rror a los enunciados performativos que al vacío. Los individuos, por el
confusos si se toman liten1lmcnte. Hablo.ndo de un rcvoluaommo [•.•) es convcnc1onol dcci:- contrario, pueden evocar una escena que ya ha ocurrido o que tal vez
cNadie sabe quién es nadie conoce a su fa.milla,.. El h11blame está pcrfcct11mcnte enten1do Y scgul·
rá contando con gran' dc:tAllc la historia dd lirui~ paterno en cuestión, sus alianz.as, sus éx}tos Y. sus va a ocurrir. Pueden citar en particular a otra persona o incluso citarse
fmCIJSOS y lo. destrucción final. La introducción convencional es ~ juicio de wlor nc:gauvo. St al- a sí mismos. Pueden emitir palabras toscamente, como si la persona
guien dice de un hombre: cNo tiene hijos, no tendrá quien lo cnncrrc», esto no de.be ~r tomado que las dice fuera un miembro estereotipado de una clase, nación, pla-
füendmcnte, especialmente si se dice en prescncil! de los hijos de ese hombre. Ello significa que al-
gunos de sus hijos han mueno, i. e.: e Tuvo muchos, ~ro han muerte;> much~. En una vena algo neta, raza, sexo, región, ocupación o un personaje de A/ida en el país
más suave el enunciado: cfui a casa de X pero no babia ccrveu», quiere decir de hecho que habr.a de las maravillas, un sabio chino, una persona que está bajo la influen-
poca, bi~ porque la cantidad total en1 pequeña, o porque d número de visi~te:s era grande, o
porque la recepción no fue lo bastante amistosa, ~t; modo que no h~~ mouvo pa~ qu~:USC·
cia del alcohol, Dios o una pasión. Ellos ponen entre paréntesis ~us
porque no se calmaría lo. se~. ~ nombre dado tradidonalm.~te al undec:uno o duodecuno !1iJ? es comentarios con toda clase de precauciones, reservas y otras reduccio-
bujana, ccientos-, lo que si¡nifica que se trata de una familia numerosa. En ~ntCllltos pi:acucos nes de autoridad, lográndolo con frecuencia mediante la introducción
es frecuente la exageración cstiláada, sobre todo en lo.s negociaciones económicas o políncas, ~
las reclamaciones por <Ltños y en los elogios -una persona generosa puede: ser llamada mu'!'4""· de autorreferencias en otro caso innecesarias. Y mientras participan
«rey», o lmt11U1, «Dias»- [ c•Rheroric•, •Log;c•, and •poetics• in Burundi= Culture Panenung of en estas actuaciones, pueden hacer, en otras voces, apartes exculpato-
Sppech Behavlor», en Ammam Anthropologist, publicación especial, LXVI, pane 2 (1964), p. 5). rios sobre esos haceres, rompiendo, al hacerlo, su propio marco.
1
568 Ervittg Go/fmatt Attáftsis J~/ marco conv~nacional 569
Y tan es así que cuando un individuo aparece en persona ante sus MARILYN.-Ah.
familiares y se une a ellos en la conversación -ciertamente el lugar
donde deberíamos verlo actuando sinceramente, como él es, en su
propio nombre y a su manera-, se desmarca. Decir que asume un rol
y que se presenta a través de él es ya un sesgo en la dirección de la tota- MARILYN.-Elena te dice que yo vendría después.
MAiúA.-Ahh -estéee-. Ella no te dijo hola el otro día. Tú le estabas
lidad y la autenticidad. Lo que hace es presentar un espectáculo de hablando y yo estaba sentada en el otro despacho y Frank Romano estaba allí
una sola persona. Es el animador. Eso, su hacer del momento, es lo de pie y yo dije: «Éste es mi amigo».
propiamente suyo. Pero esta capacidad de presentación es amplia· SARA.-[(Se aclara la garganta.)}
mente utilizada en nombre de otros causantes que no son «él mismo- MARfA.-Estaba al teléfono «y él dijo»: hhh «Elena, dile que María le sa-
en-ese-momento», dando vida a figuras que no son «él mismo-en-ese. luda>>. Y Elena estaba tan ocupada charlando conmigo que no lo dijo, colgó
momento». Ciertamente, se «expresan» creencias, preocupaciones, sin decirlo.
sentimientos y actitudes; y se documentan «estados internos». Pero MARILYN.-Oh. Ahh.
estas exhibiciones no constituyen accesos privilegiados a las interiori- MARfA.-Pero ella siguió.
dades biológicas del hablante, ya que han de ser atribuidas propia- MARn.YN.- ¡Hum!
mente a una figura animada, no al animador. MARfA.-Porque la oí hablarte unas cuantas veces. Algo acerca de,
Pero la libertad no se detiene aquí. Si es verdad que los enuncia-
dos informales de un hablante están muy separados del mundo am-
biental, entonces seguramente la actividad interpretativa del oyente
tendrá mayor libertad para fluctuar. Porque por muy claramente que
perciba lo que el hablante pretende evocar, el oyente puede negarse a MARfA.-La cuenta, o lo que sea, y uff,
conmoverse, y puede, por el contrario, cambiar a clave alta lo que oye,
disolviéndolo en un todo único, construyendo el enunciado como un
mero disfraz para la autopublicidad, o como una aburrida tentativa MARn.YN.-Te dijeron lo que pedí.
lisonjera al narrador anterior, o como un intento interesante de fingir MARíA.-No.
un acento prestigioso. (El análisis reduccionista parece que comienza MARILYN.-Oh, hum, ah - [¿no?
MARfA.- No -dijeron sólo que yo sabía que tú ha-
en casa.) Por lo tanto, subyaciendo a los marcos rápidamente cam- blaste con ellos.
biantes de la conversación de un hablante puede haber otra red de MARILYN.- [¡Ah!
cambios de marco, introducidos éstos por el oyente -aunque, a ve- hhhhhhh Bien, un día estaba sacando las entradas para ellos, ya sabes, y ellos,
ces, sólo para él-, añadiendo perversidad al polimorfismo. «Bueno, estamos Uamnndo a nuestra buena amiga Marilyn otra vez y
Durante una partida de bridge es ciertamente posible que un juga- bla, bla, bla» y cambiando.
dor, cuando le toca el turno de hablar diga: «El tres de trébol», y cuan- EILEEN.- [ Mm.
do le llega el turno de jugar su carta haga justamente eso y sólo eso. MARIA.- [Sí, ellos Uaman-
Ciertamente este uso de la conversación podría resultar satisfactorio MARfA.-Tú eres su [ . buena amig_!l Marilyn.
para el bridge. Pero al igual que en el caso de la conversación, exami- EILEEN.- ESA ERA MI ULTIMA [OPORTUNIDAD
DE CONSEGUIRLO, HUM.
nemos la estructura del marco de la siguiente charla grabada durante MARILYN.- Sí, sí.
una partida amistosa de bridge-1°. Se está jugando una baza:
"° Grabado y utilizado con permiso de los jugadores. La grabación fue hecha por rdevantes para la panida, cuando consideraba que podía hacerlo sin riesgo. Para dar
Arvilla Payne. La transcripción de la cinta fue realizada por Gail Jefferson, quien ha uno. cierto. noción dd tiempo transcurrido sin conversación cuando, segurlllllente, se
simplificado un tanto su onografía habitual y ha escrito en mo.yúsculas los enunciados estaba jugando, ha introducido unos puntos cquivo.lentcs o.I tiempo.
1'
1
1
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1
SlO ETt1i11g Go/fma11 A111ili11r del marco co1111ersacio11al
MARILYN.- [Por eso digo: «De acuerdo». exigirnos que el mundo se nos presente de modo que podamos quedar
SARA.- (Se aclara la garganta.)] temporalmente esclavizados por un espectáculo y que detrás de esta
EILEEN.- YAYA TRETAS, orientación en la vida haya anunciantes y políticos que organizan en
SARA.- SI LAS TRETAS [FUNCIONARAN, SÍ. su provecho la emisión de una experiencia vicaria, de segunda mano
MARILYN.- Yo digo «ahora voy a pedirte que Creo que siempre estamos dispuestos a que nos esclavicen. (Y dispues~
seas una buena amiga». tos también para esos efectos insertados aparentemente grotescos
SARA.- [HUM, H H H H como los que los reporteros deportivos producen cuando emplean
H H H H H H H, BUENO, YA ESTÁ. ELLA TENÍA TODAS LAS
«repeticiones instantáneas» -a veces a cámara lenta- para aumentar
CARTASHHHH.
la proporción natural de los periodos excitantes frente a los no exci-
tantes.) Porque hay algo semejante a las cálidas horas que pasamos
arropados junto al televisor. Es el tiempo que estamos dispuestos a
emplear en volver a contar nuestra propia experiencia o esperando
XI
una ocasión inminente para hacerlo. En verdad, parece que hemos re-
En Ja última década ha habido un aumento impresionante en el núme- nunciado a parte de esta actividad personal en favor del trabajo de los
ro de horas empleadas por persona en el mundo viendo la televisión. profesionales. Pero con ello no hemos renunciado al mundo sino a un
Una pequeña parte de lo que se ve supone un uso muy poco dramático modo más tradicional de incorporar nuestra incorporación.
del lenguaje, las fotografías y los diagramas, como cuando se pronostica
el tiempo, se infonna de una decisión gubernamental o se muestra el
anuncio de un producto. Sin embargo, una gran parte del tiempo de te-
levisión se dedica al drama o a la comedia, incluyendo reposiciones de XII
películas o guiones de tipo cinematográfico. Y lo que es más sorpren-
dente, ha habido un gran incremento en la visión de documentales. La El razonamiento hasta ahora ha sido que la estructura del marco tea-
cobertura de las noticias parece orientada de forma creciente hacia la tral y la estructura del marco conversacional, especialmente el de tipo
«actualidac:I». Se presentan escenas reales de acontecimientos noticia- «informal», presentan semejanzas profundamente arraigadas. Esto
bles y se ofrecen entrevistas con los participantes cuando puede supo- nos lleva para concluir a observar de nuevo el contenido real de las
nerse que estas personas están todavía implicadas en el asunto pero, no obras de teatro para compararlo con lo que ocurre en la vida real.
obstante, son capaces, sólo con responder a las preguntas, de expandir
la realidad que los ocupa. («¿Se estaba quemando el vestido de suma- l. Adviértase que la característica crucial del teatro, al menos por lo
dre cuando usted vio que intentaba salir del edificio?».) No hay duda de que respecta a Ja opinión popular, es que lo que sucede allí no es real.
que todo esto se hace para informar mejor al público. Pero también se Es un hacer creer. No acontece realmente. Y es cierto que no acontece
trata de una transformación de acontecimientos políticos o trágicos en en el sentido que se pretende, si bien los acontecimientos descritos en
materia prima de guiones, cuya reesceni.ficación ofrece a los espectado- un drama biográfico hayan podido ocurrir alguna vez y la actuación
res la oportunidad de una participación vicaria. Acontecimientos que como tal, respecto a sus ensayos, pueda ser llamada propiamente real.
de hecho no afectan grandemente a nuestras vidas pueden ser fácilmen- Hasta los ceremoniales poseen de hecho un mayor alcance real.
te utilizados como recurso para un argumento. Al parecer, una manera Pero este desagradable hecho de la vi4a teatral nos obliga a hacer
de disfrazar los acontecimientos reales es darles una cobertura directa. la misma pregunta en la propia esfera del individuo. ¿Hasta qué punto
Así pues, podrían darse diversos argumentos de tipo socialmente es ésta real?
responsable sobre la dramatización del mundo y nuestra inoculación La respuesta tradicional se mueve en dos direcciones. El individuo
subsiguiente frente a todo. Sin embargo, hay otra cuestión. No pienso ciertamente está envuelto en proyectos de acción reales, laterales y
1
que nos hayamos convertido de repente en espectadores pasivos que además es un objeto de esa acción. (Yo también creo que lo es.) Por
1
,72 ET11ing Go/fman Análisis del marco convenacional 573
otra parte, se sabe, aunque quizá no se valore suficientemente, que el intentar llenar la escena con una simulación de ese tipo de cosas que
individuo pasa gran cantidad de tiempo restañando sus heridas con la llenan precisamente la vida cotidiana, y aunque esto ciertamente po-
fantasía, imaginando las cosas peores que podrían sobrevenirle, elucu- dría pasar por un experimento o una broma, y sobre esa base tener una
brando sobre temas sexuales, económicos, etc. También ensaya lo que carrera corta, ello ocurriría así precisamente porque no era teatro 41 •
dirá cuando surja la ocasión y formula en privado lo que tendría (0 bien, por ejemplo, cualquiera con un magnetófono y una mecanó-
que haber dicho cuando la ocasión ha pasado. Al no ser capaz de que grafa para la transcripción de la cinta sería un autor teatral.) Por lo
los otros digan lo que le gustaría escuchar de ellos, escribe y ordena tanto, lo teatral respecto a lo que ocurre en el escenario no es (o no
estas actuaciones en el pequeño escenario situado en su mente. sólo) su irrealidad, sino más bien la clase de irrealidad que presenta.
Una consideración a hacer aquí es que este equilibrio tradicional Ése es ahora nuestro problema.
entre haceres y sueños se inclina excesivamente, pienso yo, del lado de El comienzo de la respuesta se encuentra, creo yo, atendiendo a
los haceres. Lo que se olvida es que cuando el individuo no se entrega aquello que el marco teatral puede encorchetar, es decir, aquello que
a la fantasía privada sino a la charla rutinaria a lo largo del día, gran puede ser embutido dentro del espacio y tiempo reales en los que el
parte de esta charla no puede calificarse ya como actividad directa; dramaturgo y su reparto deben hacer su presentación. Dejando a un
resulta tan alejada de los mundos reales como la escena teatral. El in- lado de momento la cuestión de que lo que sucede allá arriba no está
dividuo, en vez de afirmar una opinión externamente, tiend~ a atri- aconteciendo «realmente», puede preguntarse: ¿qué es lo que hay en
buirla a un personaje que resulta ser él mismo, pero alguien que se ha la vida real que podría ser asequible a testigos invisibles si pudiera ha-
ocupado de protegerse en un aspecto u otro. Y cuando tiene o puede cerse que ellos vieran un fragmento de dimensión escénica de esta rea-
robar un rato de ocio parece muy inclinado a utilizar la ocasión para lidad a lo largo de dos horas del tiempo real del que dispone un autor
contar pequeñas anécdotas, recrear pequeñas franjas, poner pequeñas teatral, viéndolo, claro está, desde esa distancia al escenario estableci-
grabaciones en las que figura como protagonista del relato y como na- da en la práctica teatral habitual? O, por el contrario, ¿qué es lo que
rrador del mismo. Al igual que en el teatro, estas ocurrencias han de por su propia naturaleza no pued~ ser metido en estos confin~?.
ser reconocidas por un público, no representadas por un compañero Primero, es perfectamente evidente que algunos acontecuruentos
de equipo -al menos a primera vista. pueden ocurrir con bastante comodidad ~_su forma o~ginal. ~entro
Se puede argumentar, es verdad, que los círculos ociosos en los del espacio-tiempo «real» de una presentacmn teatral, s1 se utiliza ese
que se produce este recontar incluyen participantes bien selecciona- escenario para la vida real, no escénica. Un cigarrillo puede encender-
dos y, además, que el derecho a poner las grabaciones favoritas nunca se, apagarse o incluso fumarse; una bebida puede mezclarse y consu-
se distribuye equitativamente. Podemos, pues, trasladamos desde el mirse; un saludo puede ser realizado en su totalidad; el teléfono puede
estudio de la conversación al estudio de la estructura de las pandillas, contestarse; una revista, leerse. Tales acontecimientos, podría decirse,
las redes de amistad, el acuerdo entre sexos, Ja política clasista de la son «directamente» presentables, siendo manejable todo su curso
sociabilidad, y otros aspectos de la infraestructura de la organización dentro del espacio-tiempo disponible. Dejo a un lado de momento la
social. Pero también es exacto decir que una función social de esta in- dificultad de usar el término directamente con precisión 42 , y el hecho
fraestructura es proveernos a cada uno de nosotros de simpatizantes -cierto también en los acontecimientos de la vida literal, real- de
que estarán presentes cuando volvamos a poner en circulación restos
de nuestra experiencia pasada. Somos los vehículos de la sociedad;
•• Puede establecerse un paralelismo con el cine en relación con lo que _norm~·
pero también somos motores recalentados propensos a seguir funcio- mente se considera obvio: el atractivo del cine pornográfico. Estas películas violan di·
nando aun cuando el motor esté apagado. rectamente las normas del marco cinematográfico respecto a la exhibición sexual. Se
supone que muestran lo que muestran pese a la vi~ancia cinematográfica; C11Si po~ria
2. Si el hecho de que la acción teatral no es real es su primera argumcntatse asimismo que presentan lo que presentan porque rompe d marco cine-
matográfico, generando así una experiencia negativa apreáable: . ..
característica, la segunda es que la irrealidad que presenta es de un gé- .u Para las complicaáoncs de esta palabra, véase John Ausnn. Sense and Sensz'bilta
nero dramático diferente. Después de todo, un autor teatral podría [Oxford, Oxford Univetsity Press (1962), pp. 14·19].
574 Erving Go//mlln Análi:ris del marco convenlldonal 575
que los indicadores en los que hay que apoyarse son menores en núme- dramaturgo puede decidir suspender el tiempo real entre escenas 0
ro y a menudo considerablemente diferentes de lo que se les hace signi- actos, logrando este efecto mediante la presentación sucesiva de los
ficar. Decir, pues, que algunos acontecimientos pueden ser presenta- personajes con más años. De este modo, un personaje puede aparecer
dos directamente en escena en toda su dimensión es no decir nada joven en el primer acto, de mediana edad en el segundo y viejo en el
respecto a lo plenamente que son presenciados o mediante qué indica- tercero, aportando así a la escena un proceso de envejecimiento que
dores. La muerte de un hombre en el escenario o en la vida real puede de hecho supone décadas 4'.
indicarse mediante el desinflamiento de un balón de oxígeno, mediante Debería resultar evidente que los acontecimientos presentados di-
la caída de la cabeza sobre el pecho o mediante el deslizamiento de un rectamente serán, en su conjunto, más vivos para la percepción del es-
pétalo de rosa por entre sus dedos; pero en cualquiera de estos casos, la pectador que los presentados indirectamente. Después de todo, es
propia muerte es vista como algo que podría ocurrir aquí y ahora. probable que los acontecimientos presentados directamente puedan
Segundo, también es evidente que algunos acontecimientos no ser transmitidos a través de muchos indicadores por muchos canales
son de los que podrían (en el sentido descrito) aparecer directamente sensoriales, mientras que los presentados indirectamente deben apo.
sobre un escenario, bien porque han sucedido hace mucho tiempo, yarse con frecuencia en indicadores escasos, en algunos signos, y no
como el golpe despiadado que Bruto dio a César, bien porque duran en un flujo de ellos.
demasiado, como la maduración de un individuo; o porque no podrían Ahora podría plantearse la pregunta: ¿con qué llenan sus escena-
ser abarcados en un espacio tan pequeño, lo que es verdad en el caso rios los autores teatrales? O, más incisivamente, .¿ qué clase de mate-
de una carrera de barcos; o por una combinación de cosas semejantes, rial encuentran los espectadores interesante y envolvente?
como la revolución industrial. Parece que los acontecimientos que ocurren fuera del escenario y
Si estos acontecimiencos recalcitrantes han de formar parte de una que a su vez no afectan de modo inmediato a los personajes tienen poco
obra de teatro, deben aparecer en escena indirectamente. La dramatur· interés, aunque, desde luego, algunos han de ser descritos para estable-
gia ofrece diversas técnicas. Pueden emplearse indicadores periféri- cer el contexto de la acción. La revolución industrial como tal, pese a lo
cos, sirviendo un pequeño hecho local como evidencia de un conjunto interesante que pueda ser en sí misma, no será de gran utilidad.
más amplio, como cuando el sonido de la batalla entra a través de la Tampoco puede apelarse a clase alguna de acontecimiento directa-
ventana del salón, o no se obtiene respuesta al teléfono, significando mente presentable. Como se ha sugerido, hay una legión de tareas, ta·
esto que el trabajo sucio ha tenido ya lugar en encrucijadas lejanas. les como lavar los platos, y una legión de dedicaciones laterales, tales
Pueden ofrecerse relatos verbales, bien en forqia de prólogos espe· como fumarse un cigarrillo entero, que podrían ser mostradas en su
ciales que sitúan la escena o, más encubiertamente, haciendo que un totalidad. También sería posible incluir en el guión la entrega de los
personaje parezca responder o hacer una pregunta a otro personaje, personajes al tipo de charla intrascendente y banal que podría de he-
cuando de hecho lo que se intenta es ofrecer a los espectadores la in· cho ocurrir en la vida real en un espacio-tiempo como el escénico.
formación requerida. (Con independencia de cuál sea la excusa, un Obviamente, estos acontecimientos en sí mismos tienen poco interés;
personaje tiene que ofrecer únicamente un relato hablado de un acon· cuando se presentan sobre el escenario se pretende que sean vistos
tecimiento y, salvo algunos datos técnicos, nada más.) Adviértase que como accos incidentales que transmiten realismo y cotidianidad o re-
la presentación de una disputa verbal sobre el escenario es no sólo un lacionando pasajes significativos o, lo que es más importante, como
medio verbal de ofrecer evidencia indirecta de malas relaciones; cons- vehículos cargados secretamente de una significación especial. Así
tituye la presentación directa de un acontecimiento. Lo indirecto será pues, pueden encontrarse actos que son plenamente describibles pero
el relato sobre la disputa verbal, aunque ofreciera una presentación que carecen de interés; en efecto, no hay razón para que las figuras es-
directa del relato de una disputa.
Además del uso de las fonnas de prólogo (o epílogo) y la introduc- 41 El cine puede servirse de una gama mayor de recursos. En las películas de los
ción «incidental» de información, hay otros recursos más engañosos primeros tiempos, por ejemplo, el paso de las estaciones era muy rápido utilizándose
para ampliar lo que puede incluirse en el escenario. Por ejemplo, el hojas de un calendario movidas por ráfagas de viento.
l
cénicas, en su existencia actuada, proyectada, se interesen por estas (Esto puede, desde luego, implicar conversación, puesto que la con-
actividades. versación supone visiones, descubrimientos, desavenencias, encuen-
Este último hecho podría despistamos. Sería posible escenificar tros, etc., todo lo cual puede ser efectivamente fatídico en la vida real,
una partida de bridge de principio a fin con apuestas nominales, y los pese a producirse sólo a través de palabras.) De este modo, se estable-
personajes en el ámbito escénico podrían concebirse mostrándose pau- ce el suspense característico de los juegos, la necesidad de estar alerta
latinamente intensamente interesados, absortos, arrebatados. Después para saber lo que va a suceder, en suma, lo memorable de una com-
de todo, disponen del ámbito especial de la partida para introducirse petición pero en conexión con situaciones vitales del individuo. Para
en él. Pero ¿cuál es la posición de los espectadores? Ellos también po- lograr estas realizaciones será necesario ofrecer información básica so-
drían quedar absortos en la partida, suponiendo que hubiera recursos bre los personajes, incluyendo su pasado, sus proyectos y su personali-
disponibles para mostrar las bazas y los trucos, pero entonces no ha- dad. Pero esto se hará por medios indirectos y, en cualquier caso, lo
bría motivo para ir al teatro. Sería preferible aconsejarles que fueran a que se ofrece es sólo la base para la acción, d mazo de cartas, por así
presenciar campeonatos de bridge al club local: la entrada sería más decir, las cartas que se dan, y no la partida. La partida es el demento
barata, y el bridge, mejor. dramático, la resolución presentable del destino.
Pero la respuesta, pienso, va en esa dirección. El dramaturgo ofre- Y son estos acontecimientos los que integran las obras de teatro,
ce una actividad semejante a un juego ante el público para prenderlo hasta que las tablas crujen con una pléyade de acontecimientos fatídi-
en él, ya que, después de todo, si el público no llega a quedar prendi- cos que es poco probable que se den en dos horas corrientes de la vida.
do, la obra necesaria e irremediablemente fracasa y los juegos son una Así, se encuentran revelaciones, accidentes, luchas, declaraciones amo-
buena garantía de participación. En el juego que el autor de teatro nos rosas, despidos y contrataciones, acuerdos de matrimonio y divorcio,
1 1 ofrece, sin embargo, los personajes no se implican unos a otros en el tramas, capturas y aprehensiones, encuentros tras largas ausencias, re-
1 ' estrecho papel de aliados y oponentes que tratan entre sí de una ma- cepción de buenas y malas noticias, etc. Se conciben y nacen niños,
nera aún más alejada a través de las figuras de un mazo de cartas o de desvelándose su sexo. Se dan bofetadas y golpes, se hacen disparos, se
la caja de las piezas de ajedrez. El mundo escénico es más perverso. derraman lágrimas, se emiten gritos, se producen abrazos y, cuando
Porque en la actividad asimilable al juego que el dramaturgo presenta, las luces se amortiguan, se consuma el romance. Se hace saber que el
las cartas y las piezas son figuras con apariencia de personas. Y los mo- dinero se ha ganado o perdido de forma súbita. Los personajes mue-
vimientos que se emprenden y las jugadas que se hacen son aquellos ren en número considerable por causas conocidas. Se producen noti-
en los que se decide algo de significación fatídica, de largo alcance cias y se describe la respuesta a ellas --que las hormigas se comieron a
para la situación vital del protagonista. Téngase en cuenta que no se Celia Coplestone.
utiliza cualquier fatalismo, sino aquel que podría tener un acontecer Resumiendo, pues, el razonamiento es que el drama es no sólo fic-
directamente perceptible y una culminación directamente perceptible, ticio, «irreal», un hacer creer, sino que además está desordenadamen-
esto es, una crisis, una situación conflictiva, una realización, una deci- te plagado de acontecimientos fatídicos -con puntos críticos, redi-
sión dentro del espacio-tiempo real de que dispone el dramaturgo 44 • recciones, descubrimientos, decisiones importantes concretamente de
aquellos acontecimientos que afectan al supuesto curso vital de las
figuras escénicas-. Y en esto hay otra irrealidad de la escena. Cada
~ Aquí se da un paralelismo encrc los materiales que pueden utilizar los aucores de uno de estos acontecimientos fatídicos o puntos críticos es algo conce-
teacro y los materiales que se usan en la conversación no escénica. Los individuos que
se dedican a los juegos de azar, incluida la bolsa, parecen muy propensos a rccscenifi·
bido como tal por miembros de nuestra cultura. Pensamos que la pér-
car bazas, carreras y uansacciones ante amigos y conocidos. Pero aunque a veces con· dida de un empleo, la consecución de un marido, el descubrimiento
siguen oyentes, es mucho más difícil encontrar a alguien que realmente escuche. Los de un pasado corrompido, etc., son la clave de cosas que estructuran
l1
!. ha.ceres interpcrsona.les, sin embargo, son mucho más efecúvos como materia.les para la vida, una clave para la <<Situación» del individuo. Los autores de tea-
ser recontados. Las personas parecen dispuestas a escuchar ese tipo de juego. Por lo tro, después de todo, deben partir de donde parte su público: la creen-
tanto, en vez de decir que los individuos cscán siempre dispuestos a oír cotilleos, se po·
'11 dría decir que los cotillCQs es aquello que siempre quieren oír. cia de que las vidas individuales poseen, en efecto, una estructura y un
:!:
l
curso, y de que las fuerzas determinantes pueden ser identificadas. Y entra en el juego de aportar una descripción de los rasgos y temas bá-
esta creencia, esta sabiduría cultural, es sólo eso. Los ciudadanos po- sicos de la vida. Y la visión que tiene de estas estructuraciones -aun
drían sustentar estas concepciones uniformemente y, sin embargo, en cuando se refieran a él- parecería tan dramática, tan sesgada en la di-
cierto sentido, podría tratarse de una pobre descripción naturalista. Si rección de lo memorable, tan acorde con nuestros estereotipos cultu-
de hecho las personalidades y las vidas son caracterizables, la sabidu- rales sobre los resortes principales de nuestra motivación, como las
ría popular puede apoyar una caracterización falsa o a lo sumo cen- concepciones que se presentan en la escena o en cualquiera de los
trarse en una selección arbitraria, pequeña, de las posibilidades reales. otros canales de la experiencia vicaria comercial. Lo que se presenta
Se podría, de hecho, argumentar que los temas del curso vital popu- en el escenario no ocurrió, de hecho, de ese modo -salvo (hasta cier-
larmente aceptados no sólo hacen posible una presentación conforme to grado) en el caso de la biografía-. Pero lo que es presentado por el
a un guión, sino que están concebidos para hacer posibles esos entre- individuo respecto a sí y a su mundo es hasta tal punto una abstrac-
tenimientos. La naturaleza humana y la crisis de la vida son los ingre- ción, un argumento autodefensivo, una selección cuidadosa de entre
dientes necesarios para hacer la vida escenificable. ¿Cómo explicar, si una multitud de hechos, que lo mejor que puede hacerse con este tipo
no, lo bien que la vida parece adaptarse a la presentación teatral? de cosas es decir que es un escenario de un dramaturgo profano que
Tras la posibilidad del drama escenificado, pues, hay dos supues- se utiliza a sí mismo como personaje y una lectura relativamente tole-
tos bastante fundamentales de nuestra cultura acerca de los indivi- rable del pasado.
duos: que los individuos desarrollan a largo plazo carreras, situaciones, Un argumento más: aunque un drama teatral incluye figuras que
personalidades y demás, lo que ofrece un medio para caracterizarles; y son como personas, y no como cartas o fichas de las damas, el carácter
que estos hilos centrales, fundamentales a largo plazo, pueden demos- de juego de estos guiones se potencia (como ya se ha sugerido) por la
trablemente llegar a romperse, a empalmarse, a retorcerse y a refor- tendencia del dramaturgo a trabajar con un recurso cerrado, esto es,
zarse notablemente en una situación social, pudiendo adaptarse a un con un conjunto de personajes que hacen una aparición temprana y
escenario la reproducción de tales situaciones. que aportan una información necesaria y suficiente para lo que llegará
Cuando observamos el tipo de relatos y actitudes que los indivi- a ocurrir. El público, al igual que en un juego, puede obseivar el fun-
duos presentan en la conversación informal, aparecen contrastes me- cionamiento interno de estos recursos conocidos para los posibles de-
nores con la escena. Como se ha indicado, por lo general, los indivi- senlaces. De esta manera al público se le da la sensación de ser un tes-
duos fuera de escena no se expresan bien, por no estar normalmente tigo poderoso de la totalidad del mundo relevante, la sensación de que
en situación de que sus compañeros les indiquen el texto correcto en lo que llega a acontecer podría haber sido teóricamente adivinado
la ocasión adecuada. Además, un autor de teatro presumiblemente está merced a la disposición inicial de figuras y fuerzas, como en una adivi-
interesado en entretener e inspirar: las figuras naturales parecen estar nanza. Como en el caso de los juegos, ninguna interacción temprana
más intere~adas en establecer una garantía y una justificación para su resultará irrelevante para lo que se va a materializar después. Y como
posición. Esa es la magnitud de la diferencia. Las versiones que los en el caso de los juegos, la acción de cualquier personaje es interde-
individuos dan de sus vidas, las franjas de experiencia que reescenifi- pendiente, de forma sólida y no meramente incidental, de la acción de
can o preescenifican no son de algún modo un reflujo auténtico de la los otros personajes. (Pero a diferencia de los juegos de azar, las obras
vida, no son meramente una vivencia actual de lo que en cierta oca- de teatro -al menos las modernas, las no melodramáticas- no con-
sión causó conmoción; o al menos estas «grabaciones» no es probable fieren al azar un rol importante.) Tramar una obra de teatro supone
que lo sean. Porque habitualmente la opinión que un individuo tiene ser capaz de presentar inocentemente ahora lo que luego se demostra-
de sus acciones pasadas o de sus propósitos futuros, su recontar por rá que ha sido un breve preliminar necesario. Escribir el final de una
qué hizo lo que hizo y cómo se propone actuar en el futuro, sólo ten- obra de teatro es mostrar que todos los acontecimientos precedentes
drá una articulación demostrable con cosas insignificantes y aconteci- conducían a él, acontecimientos que, en verdad, puede mostrarse
l: mientos menores. En el momento en que ofrece un enunciado que po- que conducían a algo porque, para empezar, ésa es la razón principal
1 see un significado general, una panorámica de su vida y su tiempo, de que se los pusiera allí. Ahora bien, es claro que la vida corriente
1
1
580 Et'Ving Go/fman 14. CONCLUSIONES
-especialmente la vida urbana- no se organiza de esa manera. Existe
siempre la posibilidad de nuevos personajes y fuerzas y éstos pueden
entrar en el argumento en momentos posteriores sin que los aconteci-
mientos anteriores estuvieran planeados pensando en esta entrada.
Los puntos críticos cruciales ocurren por razones, en apariencia, acci-
dentales y las consecuencias de los actos a menudo son despropor-
cionadas respecto a sus causas. En vez de desarrollos bien tramados, a
veces encontramos cosas que se parecen más a un movimiento brow-
niano. Sin embargo, en la conversación real, informal, los relatos con- I
tados sobre la experiencia pueden (y tienden a) organizarse desde el
comienzo en términos de lo que llegará a ser el desenlace. Lo que se l. Este estudio comenzó con la observación de que nosotros (y un
desarrolla en el relato puede formularse como un resultado total del número considerable de ellos) poseemos la capacidad de usar la acti-
juego de las figuras dentro del relato, siendo necesario todo ese juego, vidad real, concreta y la inclinación a usar dicha actividad -actividad
y sólo ese juego, para lograr ese desarrollo. Los relatos, al igual que las que tiene significatividad por derecho propi~ co~? un mode!_o so-
obras de teatro, demuestran una total interdependencia de la acción y bre el que operar transformaciones com~ la d~vers1on, el engan~·- el
el destino humanos -una plenitud de significación- que es caracte- experimento, el ensayo, el sueño, la fantas1a, el ntual, la d~o~trac1on,
rística de los juegos de estrategia pero no necesariamente característi- el análisis y la caridad. Esas vivas sombras de los aconteclffilentos se
ca de la vida. engranan en el mundo en curso pero no de una manera tan precisa
Por lo canco, puede argumentarse que aunque los proyectos y em- como lo hace la actividad literal corriente.
presas individuales ocurren literalmente, los relatos presentados por Aquí, pues, existe una justificación para tomar en serio la activi-
el individuo sobre esos proyectos parecerían más afines al drama que dad corriente porción de la realidad suprema. Pues, aunque se ha
a los hechos. Y puesto que las figuras naturales no tienen a su disposi- mostrado que 'nosotros podemos llegar a absorbemos en planos .ficti-
ción un reparto de actores entrenados ni demasiado tiempo para pulir cios del ser, dando a cada uno en su momento un acento de realidad,
un texto, puesto que sólo tienen su propia capacidad de aficionados igualmente puede mostrarse que las experiencias result~tes son deri-
para recontar los acontecimientos, raramente se plantea qué se parece vadas e inciertas cuando se enfrentan a lo real.James e mcluso Schutz
más a la vida, el teatro o aquello que las personas particulares presen- pueden ser leídos de esta manera. Pero si eso resulta cómodo, es de-
tan ante quienes logran que las escuchen. masiado fácil.
En primer lugar, nosotros con frecuencia utili~~os real simple-
mente como un término de contraste. Cuando dectdimos que algo es
irreal la realidad no tiene que ser demasiado real, ya que puede ser
tanto' una dramatización de los acontecimientos como los propios
acontecimientos -o un ensayo de la dramatización, o una pintura del
ensayo, o una reproducción de la pintura-. ~ualqui~r~ de. c;stas co~as
puede servir como original de algo que es solo una tmttac1on, llevan-
dole a uno a pensar que la soberana es la relaci~n, y no la sustanci.a.
(Una acuarela valiosa guardada -para su custodia- en un portafolio
de reproducciones de grandes obras maestras es, en ese contexto, una
reproducción falseada.)
En segundo lugar, cualquier franja más o menos prolo~g~da de ac-
tividad literal, cotidiana, vista como tal por todos los part1c1pantes en
l
ella, es probable que contenga episodios diferentemente enmarcados, des-. Siendo así, pueden imaginarse las circunstancias en las que el
teniendo estatus de ámbito diferente. Un hombre que acaba de ter- asistente al cine podría comparar la realidad de la salida vespertina con
minar de dar instrucciones a su cartero saluda a una pareja que pasa, ver Wl drama televisivo en el que se describiera lo sucedido esa tarde.
se mete en su coche y se va. Ciertamente esta franja pertenece al tipo Por el contrario, ante un tribunal, nuestro individuo, para establecer
de cosas que los escritores a partir de James consideraban como la rea- una coartada, podría declarar que realmente había ido al cine aquella
lidad cotidiana. Pero, evidentemente, el sistema de tráfico supone un tarde y que hacerlo era para él algo coádiano, habitual, sin incidentes,
dominio del rol relativamente estrecho, impersonal, aunque íntima- cuando, de hecho, había estado realmente haciendo otra cosa.
mente engranado en el mundo en curso; los saludos forman parte del
orden ritual en el que el individuo puede figurar como representante 2. Pero hay cuestiones más profundas. Al argumentar que la activi-
de sí mismo, un ámbito de acción que se engrana en el mundo pero de dad cotidiana ofrece un original frente al que pueden contrastarse
una manera especial y limitada. Dar instrucciones pertenece al ámbi· copias de varias clases, lo que se presuponía era que el modelo era
to de los roles ocupacionales, pero es improbable que el intercambio algo que podría ser real y que, cuando lo era, se integraría mejor en el
hubiera ocurrido sin el ribete de una pequeña conversación proyec- mundo en curso que cualquier otra cosa modelada conforme a él. Sin
tada en otro dominio distinto. La competencia física mostrada al en- embargo, en muchos casos, lo que un individuo hace en la vida seria
tregar y recibir una carta (o al abrir y cerrar la puerta de un coche) co- lo hace en relación a normas culturales establecidas para el hacer y
rresponde asimismo a otro orden, el del manejo corporal de los para el rol social que se construye a partir de tales haceres. Algunas de
objetos físicos que tenemos muy a mano. Además, una vez que nues- estas normas se orientan hacia lo que recibe la máxima aprobación,
tro hombre se pone en camino, conducir puede convertirse en una ru- otras hacia lo que recibe la máxima desaprobación. La sabiduría im-
tina, y es probable que su mente se aparte de la carretera para entre- plícita en esto se basa en las tradiciones morales de la comunidad tal
garse en algún momento a la fantasía. Si de repente se encuentra en como se encuentran en las narraciones populares, los personajes de las
una situación apurada, puede que se dedique simultáneamente a evi- novelas, los anuncios, los mitos, las estrellas cinematográficas y sus
tarla físicamente con habilidad y a rezar, mezclando lo «racional» con roles famosos, la Biblia y otras fuentes de representación ejemplar. Así
lo «irracional>> de modo tan fácil y característico como un hombre pri- pues, la vida cotidiana, en sí misma bastante real, a menudo parece ser
mitivo. (Adviértase que todas estas actividades diferentemente enmar- un bosquejo estratificado de un patrón o modelo que es en sí una ti-
cadas podrían subsumirse bajo el término ro! -por ejemplo, el rol de pificación de un estatus de ámbito bastante incierto 1• (Un rostro fa-
la persona que vive en las afueras-, pero eso ofrecería una concep- moso que sirve de modelo de un traje de un modisto famoso ofrece en
tualización tremendamente tosca para nuestros fines.) sus movimientos un cambio de clave, una imitación de una persona
En verdad, toda esta franja estratificada de encuadres solapados cotidiana que va con un traje cotidiano, algo, en suma, modelado según
podría ciertamente transformarse en su conjunto para ser presentada una forma de vestir real; pero obviamente es además un modelo para
en la pantalla, y sería sistemáticamente diferente sólo por una capa, la apariencia cotidiana mientras-está-vestida, apariencia que siempre
dando al conjunto un estatus de ámbito diferente respecto al original. es, por así decir, la de una dama de honor de la novia pero nunca la de
Pero aquello de lo cual la versión cinematográfica sería una copia, esto la novia.) La vida puede que no sea una imitación del arte, pero la
es, un ejemplo irreal, sería en sí algo no homogéneo con respecto a la conducta ordinaria es, en cierto sentido, una imitación de los cánones
realidad, algo en sí mismo atravesado por diversos encuadres y sus sociales, un ademán dirigido a las formas ejemplares, y la realización
diversos ámbitos. primordial de estos ideales pertenece más al hacer creer, a la ficción,
Y según el mismo razonamiento, un espectáculo cinematográfico que a la realidad.
podría ser visto como parte del mundo normal en funcionamiento. Re-
sulta fácil imaginar las circunstancias en las que un individuo fue al
1 Véase Alfred Schucz, «Symbol, Reality and Society», en Collt!cled Papt!rs, vol. 1
cine y quedó prendido de lo que se le ofrecía como una fase de una sali- (La Haya, Martinus Nijhoff, 1962), p. 328. Aquí de nuevo agradezco su ayuda a Ri-
da vespertina -salida que podría incluir comer, hablar y otras realida- chard Grathoff.
..
Además, aquello que la gente entiende como la organización de su neras diferentes en cada uno de esos ámbitos, se encuemran también
experiencia lo apuntala con fuerza de forma autosatisfactoria. Desa- en la organización de la experiencia real, si bien en una versión dife-
rrolla un corpus de relatos, juegos, acertijos, experimentos, historias rente de dla.
noticiosas y otros guiones aleccionadores que confirman elegante- El argumento, pues, es que las franjas de actividad, incluidas las fi-
mente una visión relevante del funcionamiento del mundo para el guras que las pueblan, debe ser tratadas para su análisis como un úni-
marco. (Especialmente se hace que los jóvenes se explayen sobre estos co problema. Los ámbitos del ser son aquí los objetos apropiados de
resplandores manufacturados, para que con el tiempo puedan repre- estudio; y en este caso lo cotidiano no es un dominio especial que ha
sentar con naturalidad las escenas existentes a su alrededor.) Y la na- de contrastarse con los otros, sino simplemente un ámbito más.
turaleza humana que se adapta a esta fonna de ver las cosas lo hace en Los ámbitos y las disposiciones no ordinarias pueden, desde luego,
parte porque sus poseedores han aprendido a comportarse de modo ser un tema de interés por derecho propio. Aquí, sin embargo, se recla-
que este análisis sea, en su caso, sincero. La vida social asume e integra ma otro uso de ellos. El primer objeto del análisis social debería ser,
en sí, de innumerables maneras y sin cesar, el entendimiento que tene- pienso yo, el comportamiento real, habitual -su estructura y su orga-
mos de ellas. (Y puesto que reconozco que mi análisis de los marcos nización-. Sin embargo, el investigador, al igual que sus sujetos, tien-
intencionadamente coincide con el que los propios sujetos emplean, de a no dar por supuesto el marco de referencia de la vida cotidiana; no
en cierto grado, debe funcionar como otra fantasía de apoyo.) es consciente de lo que les guía, ni a él ni a ellos. El análisis comparati-
vo de los ámbitos del ser ofrece un medio de romper esa falta de auto-
conciencia. Los ámbitos del ser diferentes de los ordinarios aportan ex-
perimentos naturales en los que se muestra o contrasta una propiedad
II de la actividad ordinaria de modo clarificado y clarificador. El diseño
según el cual se aúna la experiencia cotidiana puede ser visto como una
l. AJ observar las franjas de haceres reales, cotidianos, que implican variación especial de los temas generales, como modos de hacer cosas
a individuos de carne y hueso en el trato mutuo cara a cara, resulta que pueden hacerse de otros modos. Ver significa ver estas diferencias
tentador y fácil establecer un claro contraste con las copias que se pre- (y semejanzas). Lo que está implícito y oculto puede ser desempaque-
sentan en los ámbitos ficticios del ser. Las copias pueden ser vistas tado, desenredado y revelado. Por ejemplo, en el teatro y en la radio es-
como meras transfonnaciones de un original y todo lo que se descubra peramos que un actor exteriorice el estado interior del personaje que
sobre la organización de las escenas ficticias puede verse como aplica- está representando para que pueda asegurarse la continuidad de Ja tra-
ble sólo a las copias, no al mundo real. El análisis del marco se conver- ma argumental, de modo que el público sepa en todo momento lo que
tiría así en el estudio de todo salvo el comportamiento ordinario. está sucediendo. Pero precisamente en la vida diaria puede encontrar-
Sin embargo, aunque este enfoque podría ser el más agradable, no se el mismo tipo de coreografía intencionada, evidente sobre todo
es el más provechoso. Porque Ja actividad real no sólo ha de ser con- cuando un individuo considera que debe hacer algo que podría ser
trastada con algo obviamente irreal, tal como los sueños, sino también equivocadamente interpretado como censurable por los extraños que
con los deportes, los juegos, el ritual, la experimentación, la práctica y están ejerciendo sólo su derecho a mirarle antes de desviar la mirada.
otros ordenamientos, incluido el engaño, y estas actividades no son to-
das tan fantásticas. Además, cada una de estas alternativas a lo cotidia- 2. Considérese, como caso paradigmático, a tres o cuatro individuos
no es diferente a las otras en un aspecto distinto. Asimismo, la propia de carne y hueso que desempeñan una tarea real ante la mutua presen-
actividad cotidiana contiene desde luego marcos que cambian con ra· cia inmediata -en suma, una franja cotidiana de actividad-. ¿Qué
pidez, muchos de los cuales generan acontecimientos que se alejan puede ocurrirsele decir al análisis del marco sobre la escena y sus par-
considerablemente de cualquier cosa que pudiera llamarse literal. Por ticipantes?
último, las variables y los elementos de la organización encontrados en En primer lugar, las pistas o canales de la actividad. Supongamos
los ámbitos no literales del ser, aunque se manifiesten y utilicen de ma· que hay una actividad principal, una línea argumental, y que hay una
S86 Erving Go/fman Conclusionl!s 587
frontera de lo evidenciable respecto a ella. Supongamos que hay por autoconfabuladón mediante la que un participante hace apartes
lo menos cuatro pistas subordinadas, la que sustenta los aconteci- gesticulados durante el tumo del otro, bien en fo~a (por así decir) de
mientos desatendidos, la direccional, la de comunicación superpuesta comunicación confabulada en la que ambos parucrpantes representan
y la de lo que se oculta. los roles de confabulador y de no confabulado. Además, un participan-
En segundo lugar, las capas. Quizá la franja en cuestión no tiene te puede diseñar la exteriorización de su i:spuesta p~ra ~cit_ar al otr~ a
ninguna. No hay cambio de clave ni engaño. Ciertamente esta ausen- percibirla pero actuando como si no la hubiera pera~ido, motando asi a
cia de doblez es posible. Pero debería tenerse en cuenta que no es pro- este último a contribuir con dos modos de funoonarruento y no con uno,
bable que se mantenga durante un largo periodo de tiempo. Y con ampliando en efecto el ordenamiento de dos personas p~ra convertirl_o
frecuencia habrá que hacer un esfuerzo para asegurar incluso esto. La en algo más complicado. Y cuando un hablante re:s~enifica una fran1a
falta de capas hay que verla, por lo tanto, como algo digno de ser to- de experiencia para delectación de su o~ente, es~e úlumo (y el hablant_e
mado en cuenta. hasta cierto punto) puede quedarse atras y func10nar de manera n? di-
En tercer lugar, la cuestión del estatus de participación. Una charla ferente a la de un público, el oyente y el hablante pueden mostrar mte-
entre dos personas mantenida en un lugar retirado implica, en un pri- rés por lo que el hablante presenta ante ellos.
mer análisis, compartir plenamente el estatus de participación ratifi- En suma, los ordenamientos que articulan la interacción multi-
cado y, subyaciendo a ello, un intercambio de los roles de hablante y personal pueden reconvertirse en una conversación bipersonal, para
receptor. darles un rol estructural. Y al igual que la narrativa oral introduce los
Pero ampliemos estas posibilidades. Añadamos un tercer partici- acontecimientos que ocurren simultáneamente en una secuencia tem-
pante, y permitamos que el hablance se dirija a los participantes en su poral, y al igual que las tiras cómicas introduc~n los a~ontecimic:ntos
conjunto o seleccionando a uno en particular, forzándosenos en este secuenciados temporalmente en una secuencia espac1al, del mismo
último caso a distinguir entre receptores a los que se habla y recepto- modo la interacción directa puede ser coartada de alguna manera por
res a los que no se habla. (Entonces puede verse que un receptor a quienes la mantienen para que la secuenci~ q~:de mejor señalada _de
quien no se le habla, especialmente cuando es algo crónico, puede lo que lo estaría en otro caso y la temporalizacion de los tumos meJor
mantenerse un tanto retirado de la participación ordinaria y ver al ha- determinada por un esfuerzo oculto que permita una clara puntua-
blante y al que se le habla como un todo único, que ha de mirarse ción. Así es como un niño que se cae y se araña la rodilla puede espe-
como se hace con un partido de tenis o un coloquio teatral.) Con un rar hasta que cruza la calle y se encuentra con su padre para echarse a
tercer participante se ha creado también la posibilidad de una red de llorar con lágrimas tan fuertes y frescas como la situación requiere. Así
connivencia entre dos personas y hay que hacer una distinción entre es como un adulto puede puntear una conversación con un estallido
los confabulados y el no confabulado. Añadamos, en cambio, una ter- de risa 2 , un arrebato de ira, una interrupción repentina, bajando los
cera persona que es un extraño que no participa y que tiene el rol del ojos con expresión de disgusto y confusión --o cualquier otro desbor-
mirón cuyo actuante está desconectado de los otros por una falta de damiento genuino- y controlar efectivamente de alguna manera el
atención cívica. Escribamos un guión con un ordenamiento de dos tiempo de esta ruptura para que se produzca hábilmente en una co-
personas o de cualquiera de los ordenamientos tripersonales y repre- yuntura de la charla de otro que favorezca más una audiencia inadver-
sentémoslo sobre un escenario, y tendremos, además, los roles de actor- tida, una visión inalterada, una escucha completa, de lo que ha evoca-
público. do esa respuesta. Y aquí en vez de seguir con nuestra práctica ha_b_icual
Suficientemente simple. Pero veamos ahora que estas posibilida- de «secuencializar>> lo que es de hecho concurrente, nos permttunos
des ampliadas pueden extenderse con el fin de estimular nuestra per- ver como solapándose lo que de hecho ha sido manejado secuencial-
cepción para los posibles repliegues de una conversación real entre mente -insertando así profundamente las prácticas de encuadre en la
dos personas totalmente recluidas y apartadas. Como ya se ha consi-
derado en extenso, la posibilidad de la comunicación confabuladora
puede darse en una charla entre dos personas, bien en forma de una l Aquí, véase GailJcfferson, «Notes on the Sequential Organization of Laughter».
588
Ef'flÍng Gof!man Condusi"on~s 589
conspiración general para sustentar las creencias sobre nuestra natu- la propia jugada de uno pueden ser realizadas físicamente por el opo-
raleza humana, en este caso, que tras nuestra sutileza cívica puede nente. Es la función cognoscitiva la que resulta problemática.
encontrarse algo indisciplinado, algo de tipo animal. Considérese ahora una pelea callejera entre dos hombres. Tam-
bién resulta posible definir a cada luchador en términos de múltiples
3. Ante esta perspectiva, podemos pasar al concepto, central aun- funciones, por ejemplo, el causante o la parte que se juega algo y el es-
que muy tosco, del participante (o actor o individuo), ya que de nuevo tratega que decide qué movimientos hacer. Puede verse, más fácilmen-
el enfoque comparativo nos permite abordar supuestos sobre la acti- te que antes, que estas funciones podrían ser separadas. (Si se profe-
vidad ordinaria que en otro caso seguirían estando implícitos. Y se sionaliza la lucha, el preparador participará en la función cognoscitiva,
pue~e empezar a ver, por ejemplo, que el propio cuerpo y su funcio- y los hinchas, si no los organizadores, compartirán las pér<:lldas o las
namiento dentro de un marco es una cuestión que justifica un trata- ganancias.) Pero además se da un contraste b~stante obvio..aunque
miento sistemático. instructivo en el ajedrez. En vez de emplear piezas como figuras el
Comencemos con un juego de tablero como el ajedrez. El foco cuerpo humano cumple esa función. Y mientras que una pieza de aje-
dramático se pone en dos conjuntos opuestos de figurillas destinadas drez deriva sus atributos, sus poderes, de las reglas que nos dictan
a jugar unas contra otras de modo regulado. Detrás de esta interac- cómo se pueden mover, y~ ese sentido no es problemá~co,. un l~ch~
ción de jugad~ hay dos jugadores, cada uno de ellos trata de ganar o dor humano (o animal) recibe sus poderes -fortaleza, tecmca, ejerci-
perder la partida, cada uno diagnostica qué jugada deben hacer sus fi- cio- de dentro, y son estos poderes, quizá más aún que los cognosci-
chas, y cada uno manipula físicamente-animando- sus piezas. tivos, los que se cuestionan.
. Debería ser obvio que el ajedrez puede organizarse de modo muy Cuando nos ocupamos de deportes que requieren el uso de instru·
dife~en~e al que acabamos de describir y, sin embargo, en conjunto, mentos como el tenis, la esgrima o el hockey, de nuevo figuran como
segwr s1e?do el mismo juego. Las figuras pueden ser personas reales figuras uno o más cuerpos por cada bando, salvo que cada cuerpo em-
en un patto cuadrado. La función diagnóstica, cognoscitiva, puede ser plea aquí una extensión suya -un palo, una raqueta, un bate, etc.-:
desempeñada por un comité o un ordenador. La manipulación puede Estos recursos son utilizados de una manera extremadamente efectJ.
ser e~ectu~~fa po~ u~ tercero en respu.est~ a órdenes habladas, o por va, instrumental, garantizada únicamente por una práctica muy dilata-
un d1sp?s1t1.vo electnco, o por 1~ propia figura en el caso de las parti- da, por lo que, incidentalmente, el plano en el que opera el cuerpo
das al rure libre. Cuando la partida se juega sólo «por diversión», en- queda limitado a la cuestión de cómo se canaliza el ejercicio. Además,
tonces cada una de las dos partes que ejercen la función cognoscitiva el esfuerzo y la destreza implícitos no tienen sentido a menos que se
seguramente ganará o perderá lo que sea en forma de premios psíqui- esté de acuerdo con los especiales y peculiares objetivos del partido,
cos. Pero si hay en juego dinero, o está en juego el orgullo nacional o la las medidas exactas y definidas del instrumento deportivo (junto con
puntuación del equipo, entonces, desde luego, otras partes que n~ son la obligación de limitarse a su uso, y esto dentro de las reglas), y las
las dos mencionadas pueden participar directamente como causantes meras señales como límites externos del campo de juego. Las acciones
particip:izites, socios, etc. De ahí, como ya se ha sugerido, las siguien~ inducidas en las competiciones deportivas tienen, pues, un carácter
tes funciones: figuras, estrategas, animadores, causantes. arbitrario, artificial. ·
. Habría q~e mencionar dos cuestiones sobre el ajedrez. Aunque las Ahora podría mencionarse el baile. Aquí el coreógrafo parece rei-
diversas funciones tratadas pueden ser realizadas por entidades dife- vindicar la mayor parte de la función estratégica. De nuevo el cuerpo
rentes, n~C:~tra propia noción del jugador reconoce que habrá una está presente en gran medida, pero esta vez en la realización de una
superposmon total y que no es necesario pensar en ello. Segundo, el tarea que no tiene nada de utilitaria. El propósito consiste en la des-
rol del cuerpo humano es aquí muy limitado. Son las piezas las que cripción de cierto diseño global, incluyendo la imitación corporal de
«cortan el bacalao». Normalmente el cuerpo se utiliza sólo para ma- los sentimientos y del destino simbolizados corporalmente, y aunque
niobra.e 1~ pi~zas, y esta opc:ración suele considerarse no problemáti- ciertamente se requieren músculos, huesos, entrenamiento y energía,
ca, ruunana, Sin consecuencias. Una petición cortés de instrucciones y y esto es problemático, todo ello se ejercita con fines pictográficos.
Erotn¡ Go/fmdn Conclusíom:s '91
Los ~o:ceadores~ desde lueg~, pueden mostrar gracia y economía de percibida como directa y no transformada. Los movimientos corpo-
movmuentos, al igual que los Jugadores de tenis, pero esto debe ser un rales habituales no son vistos como una copia, como en el caso de las
subp.ro~ucto, a lo.sumo, una preocupación marginal, siendo la física exhibiciones emocionales fingidas de los timadores, o como una sim·
la pnnctpal, descnptible en términos de un estado que ha de lograrse bolización, como en las exhibiciones emocionales llevadas a cabo por
del modo que parezca más eficaz en cada ocasión -dentro de las re- ciertas plañideras locales, sino, repitárnoslo, como un síntoma, expre-
glas, claro está. sión o ejemplo directo del ser del hacedor -su intención, voluntad,
Cuand_o o~~ervamos las ceremonias y los rituales, se encuentra talante, situación, carácter-. Esta «franqueza» es un rasgo distintivo
o.t :a comb~ac1on de dementas. A primera vista, no hay ninguna fun- del marco de la actividad cotidiana, y en último término se deben es-
c1on operattva de toma de decisiones por haberse estructurado con- tudiar los marcos, no los cuerpos, para llegar a una cierta compren-
forme a tradición, sabiduría popular y protocolo. Las figuras involu- sión de aquélla.
cr~d~s son t~bié? _cuerp~s, pero aunque podría requerirse cierta El comportamiento habitual, pues, es considerado como·un ejem-
~ractt~a. en el e1erc1c1~ d~ ntual, su ejecución correcta puede conver- plo directo o como un síntoma de las cualidades subyacentes y, por lo
tt~se facilmen~e c:n ruttnana y aproblemática. Y de nuevo tampoco im- tanto, posee un elemento expresivo, aunque no se considera que la
plican procedim1entos utilitarios; su propósito abierto, controlador, es simbolización -digamos, en el sentido que Susanne Langer da al tér-
una forma de simbolización, una forma especial de representación mino- interviene de manera fundamental. Sin embargo, ciertamente
bien formulada, ceñida. se fijan posturas y la apariencia está cortada a medida, siendo ésta una
Imaginemos ahora un debate en un instituto de bachillerato. Par- acción simbolizadora más afín a la que se produce en el baile que a la
ticipan dos equipos, cada uno de ellos con dos o más jugadores. Lo que se genera en otros marcos. Y, además, tras la expresión y la simbo-
que se halla en juego son unos argumentos presentados verbalmente lización con frecuencia se encontrará alguna amenaza, distante o cer-
juzgándose según criterios de contenido y forma de exposición. La ex~ cana, de fuerza física, y cierta inclinación, fomentada o no, al contacto
posici~n es~ como tal, ciertamente un rasgo problemático e importan- sexual directo, implicando ambas cosas otros nuevos roles para el
t~ que unplica el control de la voz, d manejo dd habla y otros actos fí- cuerpo. Más aún, es característico de la interacción cotidiana que la
~tc~s._ Pero el cu:rpo co~o un todo ha desaparecido. Se espera que el fuente inmediata de estas emanaciones del yo cambie continuamente:
mdi~~uo polemice de pie, pero si necesita una silla de ruedas, podrá unas veces los ojos, otras las manos, ahora la voz, luego las piernas y
pamc1par plenamente también. más tarde la part'e superior del tronco.
Ahora observemos la actividad cotidiana, especialmente aquella Puede verse, pues, que en la interacción cotidiana el cuerpo figura
~n la que interviene la conversación cara a cara. Podría pensarse que al de un modo limitado aunque muy complicado, y esto se ve contras-
igual que en d debate entre bachilleres sólo estarán en juego los argu- tándolo con el rol que juega en otros marcos de la actividad.
mentos y la competencia para expresar las cuestiones verbalmente.
Pero esta visión es demasiado estrecha. Se hacen promesas verbales 4. Considérese ahora la naturaleza humana, que, según se dice, fun-
que tendrán auténticas consecuencias en el futuro. La señalización se damenta el comportamiento de aquel que participa en los haceres ha-
ve facilitada y a través de ella se hace posible una colaboración estre- bituales. Enfoquémoslo de nuevo comparativamente, comenzando
cha en las tareas físicas. Se representan rituales interpersonales. esta vez con la autorrespuesta emocional mostrada por las figuras en
Y como un subproducto de sus haceres, el hacedor ofrece indi- diversos marcos.
cios, por ejemplo, de su personalidad, su estatus social, su salud, sus En d teatro y en el cine es evidente que un actor bien entrenado y
intenciones y de su posición respecto a los demás presentes. Por lo muy profesional estará dispuesto a adoptar el papd de un personaje
tanto, en el caso de la mayoría de las franjas de la actividad ordinaria emocionalmente efusivo o de uno extremadamente autocontenido,
no escénic~, parece perfectamente posible mostrar que aunque eÍ dependiendo de lo que el guión exija. En d primer caso, estará dis-
comportarruento corporal del actor es aprendido y convencional, que puesto (como personaje) a derrumbarse bajo diversas presiones, a ha-
en verdad afecta a la pieza de un conjunto, la acción es no obstante cer alarde de sus problemas y sentimientos, a pedir clemencia, a llorar,
Ef'IJing Go/fman 59.3
592 CondUiioner
a gemir, a maldecir y, en general, a conducirse de una manera que bien literal, pleno, el que ha cometido el fallo: sino sólo una ~ei:ión pres:
podña considerar impropia en su vida real -debido tanto a los mo- cindible. Y lo que el guiño dice es que él sabe que el publico estara
dales de su grupo social como a su propia versión particular de aqué- dispuesto a colaborar en su ruptura momentánea del marco, que no se
llos-. Además, en escena está dispuesto a manifestar emoción ante ocupará de su descontrol ni. de q~e él ~udiera pensar quc:_ ellos pensa-
un número de gente mucho mayor que el que presenciaría estas efu- ban que su pequeña intrans1genc1a era irrespetuosa. Obs~rvese que lo
siones en la.vida corriente, si se entregara a ellas; y más aún, ese grupo que en ese caso se exige de la ruptura. del marco por u!! ~rtuoso, cuya
mayor le mira de frente en vez de evitar con tacto prestarle atención. actuación ha de ser exquisitamente ejecutada para salir airoso de ell~,
En las competiciones públicas, a menudo suele permitirse una es un logro común en la interacción cotidiana. Porq~e no ~ay un pu-
demostración emocional más amplia, especialmente de disgusto, que blico que tiene expectativas elevadas, y con frecuencia nadie, salvo el
en la vida cotidiana del deportista. (En verdad, cada deporte parece que ha metido la pata, es considerado responsable de su autorrespues-
ofrecer un uso convencional de su propio equipamiento para este pro- ta emocional a la metedura de pata. -
pósito, como cuando se arroja al suelo un bate de béisbol después de Ahora observemos de nuevo la interpretación de canciones popu-
un golpe o se lanza una pelota de tenis contra la valla de fondo después lares. La trama argumental sude consistir en un drama sentimental.
de haber fallado una devolución.) Pero estos estallidos tienden a pro- Como se ha sugerido, la historia suele contarse en primera persona del
ducirse justo después de hacer una jugada, un intento o un pase, ya que singular. Como en las producciones escénicas, el animador y la figura
en ese momento el individuo ha cesado de actuar activamente como son considerados diferentes técnicamente, pero en el caso de la can-
jugador, y lo que hace no afecta a ese ámbito más de lo que lo hace el ción popular unen a ambos algunos lazos más profundos. De ~ech?,
aplauso o el abucheo de los espectadores -cuya respuesta aquél pue- cuanto más asimilable sea la vida del animador (como la aud1enc1a
de optar por desatender-. Si el jugador que tiene Ja pelota tira su bate sabe) a la crisis sobre la que está cantando, más «efectivo» será el re-
durante un lanzamiento, comete una falta; si lo tira después de haber sultado. «Sinceridacb> aquí significa cantar como si lo que dice la letra
golpeado, lo único que hace es un comentario sobre sí mismo como fuera experimentado por el que la canta ..En cualquier caso, los c~
jugador durante un tiempo del juego que no cuenta, tiempo en el que tantes rutinariamente exhiben a una veloodad galopante las cx~res10-
los jugadores que están en el campo tampoco juegan. De igual modo, nes emocionales más alarmantes sin necesidad del largo montaJe que
aunque Ja angustia gráficamente mostrada de un jugador de golf que ofrece la obra de teatro. Treinta segundos y ya está-un efecto instan-
fallta un tiro fácil se parece a la volubilidad emocional de un actor es- taneo-. El individuo, como cantante, lleva el corazón en la garganta!
cénico durante la representación de un personaje excitable, hay una como interactuante cotidiano, es probable que se exhiba menos. S1
diferencia sintáctica que afecta a Ja estructura de la experiencia. puede decirse que sólo qua cantante se emociona a petición de los ~e
Un músico durante una actuación presenta un cuadro diferente. A más, también puede decirse que sólo qua conversador no lo hace. Nm-
él (al igual que al director) se le permice acompañar el acto físico de la guno de los dos comentarios nos habla sobre la persona como tal; am-
actuación con un estimulador espectáculo paralelo de esforzado de- bos nos hablan de figuras dentro de marcos.
sor~en, ya que, dc:spués de todo, está modelando sonidos, no compor- La noción de autorrespuesta emocional constituye una parte de la
tanucntos. Pero si comete un error, su estrategia preferida es desaten- «expresión emocional>>. Otra parte tiene que ver con la autorrevel~ción
derlo. Si forma parte de un conjunto, cualquier detención por su parte no intencionada. La doctrina asociada al marco del comportamiento
para mostrar disgusto, ira, embarazo, etc., sumergirá a los demás en real cotidiano sostiene que el actor tiene un control incompleto sobre
un mayor desorden -aun cuando él no esté tocando en ese momen- su expresión emocional. Puede intentar suprimir esta fuente de infor-
to-. Si está interpretando un solo o toca con acompañamiento puede mación sobre sí o falsearla, pero esto (suponemos) nunca puede lo-
creerse en la obligación de pararlo todo y comenzar de nuevo el pasaje grarlo del todo. De ~t~ modo, pued.e _d~cir dcliberadam~te una men-
difícil, pero sólo- puede hacer esto una o dos veces por actuación, y tira descarada, mamf1esta, pero difícilmente puede evtt~r mostrar
cuando lo ~ace, debe ~segu~arse de tratar todo el contratiempo como cierta expresión de culpa, dubitación o matización en su acutud exter-
algo manejable con distancia y con un guiño, para que no sea su yo na. Se piensa que su propia naturaleza lo garantiza. Puede pensarse
594 énJing Go/fman Conclusiones 595
que quien puede falsear abiertamente lo que dice a los otros es un ceptor obviamente desencaminado, o como ilustración del modo de
«psicópata» o, Dios nos perdone, un <<Sociópata>>, y en cualquier caso meterse alguien en un lío. Parece, pues, que la «honestidad normal»
si le colocamos unos electrodos, el polígrafo -nuestra defensa cos- es una regla respecto al marco de la interacción literal corriente, regla
mológica más profunda- mostrará que realmence aquél no contradi- que, a su vez, es una expresión particular de un tema estructural más
ce la naturaleza humana. general, es decir, que la parte en juego tiene algo que ocultar, tiene una
En suma, se supone que como personas naturales somos recep- especial capacidad e incapacidad para hacerlo, y opera conforme a re-
táculos vinculados epidérmicamente. En su interior hay estados de glas referentes a su modo de comportarse a ese respecto.
información y de afecto. Este contenido se indica directamence a tra-
vés de la expresión manifiesta y las indicaciones involuntarias conse- 5. ¿Y qué es el meollo de todo eso? El individuo actúa como alguien
cuentes siempre a su supresión. Sin embargo, cuando el individuo que tiene una determinada identidad biográfica aun cuando aparezca
participa en juegos de farol como el póquer, se encuentra que o bien con los atavíos de un determinado rol social. El modo como se desem-
bloquea casi enteramente la expresión o intenta los engaños más fla- peña el rol permitirá cierta «expresión» de la identidad personal, de
grantes, expresivamente diversificados -aquellos que le crearían cuestiones que pueden ser atribuidas a algo más abarcador y duradero
muy mala reputación si intentara sin éxito cal exhibición en su activi- que el desempeño del rol de hecho e incluso del propio rol, algo, en
dad literal, real>. suma, que es característico no del «rol», sino de la persona -su per-
Se vislumbra una respuesta. La incapacidad para expresarse per- sonalidad, su carácter moral perdurable, su naturaleza animal, etc.-.
fectamente no es una herencia de nuestra naturaleza animal o divina, Sin embargo, esta licencia para distanciarse del rol prescrito es en sí
sino el límite obligatorio asociado por definición con un determinado algo que varía mucho, dependiendo de la «formalidad» de la ocasión,
marco -en este caso, el marco del comportamiento cotidiano-. de las capas que se sustentan y de la disociación hoy de moda entre la
Cuando cambia el marco, pongamos por caso, a los juegos de farol, y figura que se proyecta y el motor humano que la anima. Hay una re·
este marco ofrece al jugador la seguridad de que su disimulo será visto ladón entre las personas y el rol. Pero la relación responde al sistema
como algo «no serio» y no inadecuado, entonces se producen exhibi- interactivo -al marco- en el que se desempeña el rol y en el que se
ciones magníficamente convincentes, tramadas para dar fe de bazas e vislumbra el yo [self] del actor. El yo, pues, no es una entidad semio-
intenciones que el que lo proclama de hecho no posee. En resumen, culta tras los acontecimientos, sino una fórmula cambiante para ha-
todos tenemos capacidad para ser manifiestamente desvergonzados, bérselas con uno mismo durante ellos. Al igual que la situación actual
siempre que dispongamos de un marco organizado de tal modo que la prescribe un disfraz oficial tras el que nos ocultamos, también indica
mentira sea vista como parte de un juego y propia de aquél. Y puede dónde y cómo lo trasluciremos, siendo la propia cultura la que pres·
conseguirse la misma virtuosidad cuando el que engaña sabe que está cribe el tipo de entidad que debemos creer que somos a fin de tener
participando realmente en un experimento, o en beneficio de un re- algo que transparentar de esta manera.
Veamos el caso de un subastador. Demuestra ser todo un «carác·
ter». No teme la misión que se le ha confiado. Hace observaciones iró-
> Un bonito ejemplo lo ofrece el juego So Long Sucker, en el que las reglas y la nicas sobre uno o dos de los artículos que está obligado a adjudicar,
formo de jugar están organizadas de modo que hay subgrupos de jugadores que pu~· mostrando que es ligeramente cínico respecto a los vendedores, a los
den formar coaliciones, y cado jugador, para ganar, debe traicionar a su coalición y compradores y a lo que se está vendiendo. Es el maestro de cer~o
unirse a otra, a la que también debe traicionar, y así sucesivamente. Parece que la partí·
da nonnalmente nunca se termina debido a la negativa de los jugadores a continuar. nías, el editor, engatusa y se burla. Reprende a la asamblea por pujas
Hasta que la p:1.rtida estalla, sin embargo, se obtiene una muestra notablemente ex- que no son generosas. Se niega a dejar las cosas como están; siempre
presiva de las seguridades que da cada jugador de que será leal a la coalición en la que sube un poco más la subasta. (Está claro que eso no le impide preg~
va a entrar, cuando cienamente todos saben que eso no será posible. Véanse M. Haus· nar seriamente los artículos más importantes y puede, de hecho, servir
ner,J. F. N11Sh, L. S. Sbapley y M. Shubik, «So Long Sucker, a Four·Person Game», en
Martín Shubik (ed.), Game Theory and Related Approaches to Social Behavior (Nueva de base para su credibilidad en esta ocasión.) Así pues, este subasta·
York,John Wdey &. Sons, 1964), pp. 359-361. dor parece un tipo especial, salvo que en las subastas se da tanto una
596 Eroing Go!fman Conclusiones 597
tradición como la oportunidad para esta clase de cosas, y muchos de siempre que vestirnos un uniforme, probablemente vestirnos una pid.
los que asumen el rol también asumen el estilo personal irreverente fo- Pertenece a la naturaleza dd marco establecer el límite a su propio
mentado en este tipo de tratos. Lo mismo sucede con las azafatas. La recncuadre.
azafata puede servir el café simplemente con una media sonrisa distra-
ída al hacer el ofrecimiento y un ligero movimiento de la cara cuando 6. ¿Y qué es d «uno mismo» [oneselfl, esa cosa palpable de carne y
retira la jarra, arropando el servicio en un ritual no más importante hueso? Un conjunto de funciones característicamente superpuestas a
que el que se ejerce en cualquier barra en América. Pero yo, por el los haceres literales, corrientes, pero separadas en todos los aspectos
contrario, he visto lo siguiente: de otros ámbitos del ser. Así también las personas con las que tenemos
trato. Y si esas funciones -funciones tales como las de causante, es-
Hablando alegremente, como si anunciara una posibilidad nueva, y gesticu- tratega, animador, figura- se separan en ámbitos extraordinarios dd
lando con la cafetera, la azafata pregunta a un hombre de mediana edad sen- ser, ¿por qué el análisis no podría separarlas en la realidad ordinaria?
tado junto al pasillo si quiere café. El asiente con la cabeza. Ella, sabiendo al Como Merleau-Ponty, por ejemplo, ha intentado:
parecer que queda muy poco, mira a hurtadillas por el borde de la jarra y hace
una mueca de contrariedad, rebajando su ed11d hasta el punto en que a los pa- No se ha hecho notar lo bastante que el otro nunca está presente cara a cara.
sajeros, a la vista de ello, les correspondería adoptar la perspectiva de ella so- Aun cuando, en d calor de la discusión, yo me confronto directamente con
bre los acontecimientos, abandonando la propia. Sirve d café, y ve que la taza mi adversario, no es en ese rostro violento con su mueca, y ni siquiera en esa
se ha llenado, agita la jarra con un serio esfuerzo fingido por apurar hasta la voz que viene hacia mi, donde ha de encontrarse la intención que me alcanza.
última gota, rompe en broma el marco con una carcajada adulta conspiradora, El adversario nunca está suficientemente localizado; su voz, su gesticulación,
mueve la jarra un poco en dirección a la compañera de asiento; la retira con sus crispaciones son sólo efectos, un tipo de efecto teatral, una ceremonia. Su
fuerza mientras levanta la cara y aprieta los labios en un simulacro de altivez y productor está tan bien enmascarado que yo me sorprendo bastante cuando
dice en voz alta: «Voy por más». observo mis respuestas. Este maravilloso megáfono se siente azorado, da al-
gunos suspiros, tiembla un poco, da algunas muestras de inteligencia. Hay que
La sensación que el hombre pudo haber tenido de que, después creer que allí había alguien. Pero ¿dónde? No en esa voz agotada, ni en ese
de todo, le habían tocado los posos, y la de su compañera de asiento, rostro surcado como un objeto ajado. Ciertamcnt~ no detrás de ese porte: yo
que, después de todo, había perdido el tumo, ha sido suscitada, en- sé muy bien que allí detrás sólo hay «oscuridad atiborrada de órganos». El
carada y reenmarcada como el tdón de fondo de lo que hay que to- cuerpo del otro está delante de mí -pero en lo que a él respecta, tiene una
mar con buen humor, un intento infantil de echar abajo un rol adulto existencia singular, entre yo que pienso y ese cuerpo, o más bien junto a mí, a
mi lado-. El cuerpo dd otro es una especie de réplica de mí, un doble vaga-
ligeramente grotesco. Se induce una coalición contra la seriedad, de
bundo que hechiza mi entorno más de lo que parece. El cuerpo dd otro es la
modo que las protestas contra el sabor y la temperatura del café pue- respuesta inesperada que obtengo de otra parte, como si por milagro las cosas
dan ser invocadas tanto por la sirviente como por los servidos. Obvia- comenzaran a adivinar mis pensamientos, o como si siempre pensaran y ha-
mente ella es una buena chica, de las que disfrutan con su trabajo, está blaran por mí, puesto que ellas son cosas y yo soy yo. El otro, ante mis ojos,
llena de vida y le encanta la gente. Tiene una personalidad agradable. está, pues, siempre en d quicio de lo que veo y oigo, está a este lado de mí,
Salvo que ella no inventó esa manera de no impugnar una transacción, está a mi lado o detrás de mí, no está en aquel lugar que mi mirada aplasta y
ni probablemente lo hubiera hecho de manera tan exagerada en cir- vacia de toda «interioridad» 4
cunstancias menos favorables. Su edad, sexo y apariencia aportan un
ingrediente a la mezcla; su trabajo, el otro. A todas las chicas durante -aunque olvidando aplicar estas referencias al yo [sel/l, d análisis
su etapa de entrenamiento se las induce a alegrar el mundo de la misma que ellas le permiten aplicar al otro.
forma, y muchas lograron hacerlo en d aire. Por lo tanto, los subas-
tadores y las azafatas aportan algo más que roles; ofrecen determina- 4
Maurice Merleau-Ponty, The Prose o/ the World, edición de Claudc Leforc,
das maneras de no hacer una mera actuación de ellos, determinadas traducción deJohn O'Ncill (Evanston, Ill., Northwestcro Univcrsity Press, 1973),
maneras de cambiar de clave los acontecimientos literales. En suma, pp. 133-134.
ÍNDICE ONOMÁSTICO f ndic~ onomástlCO 599
Fiske,Jack, 384 n.51 Goldstcin, Joseph, 196 n53, 283 n.30 Hoffman, Abbic, 71, 426 n.51, 443- Klcin, Mdanie, 262 n.5
Fitzgerald, F. Scott, 272-273 n.16 Gombcrg, William, VIII, 383 n.46 444, 4.52, 453 n.88, 454 n.89 Koestler, Arthur, 378 n.39, 516 n.l
Fleming, lan, 161 n.33 Goodman, Nelson, 298 n.52, 299 n.53, Hogan, Hclcn, 388 n.54, 437 n.65 Kriegd, L., 323 n.19
Flicker, David, J ., 200 n.61 300n56 Hoijer, Harry, 542 n.21 Krim, Seymour, 491 n.48
Fortcs, Meyer, 271 n.14 Goodwin, Charles, 551 n.2.7 Holc, Christina, 60 n.30 Kuncn,James, 358 n.74
Fought,John, 551 n.2.7 Goodwin, Marjoric, 551 n.2.7 Holzer, Hans, 30 n.5 Kurry, Doris, 365 n.6
Frank, Gerold, 29 n5, 496 n.54 Gorclik, Mordccai, 217 n.12, 249 n.44 Hone,Joscph M., 97 n.12
Fraser, George MacDonald, 408, 408 Gould,Jack, 396 n.4 Houst, Marshall, 27 n.3, 315 n.2, 323 Labov, William, 53n.18, 101 n.18, 376
n.8 Graf Zcppelin Hindcnburg, 376, 379 n.18 n.32
Frederickson, V. M., 398 n.5 Grathoff, Richard, 4 n.8, 583 n. l Hsü, Eileen, 154 n25 LaFave, Wayne R, 181n.34,295 n.48
Freud, Sigmund, 199, 199 n.60, 206, Green, Yunothy, 65 nJ6 Hulme, Kathryn, 212 n.5 Laing, R D., 477
401 n.11 Grccne, Gael, 491 n.48 Husserl, Edmund, 261-262 n.3 Lakc, Alexander, 93 n.4
Fricdrnan, Lawrence M., 66 n.44, 368 Grice, H. P., 566 Hymes, Dcll, 47 n.14, 131 n.1, 219 Lakoff, Gcorge, 544 n.32
n.14 Groos, karl, 43 n.17, 300 n.50, 556 n.35 Langcr, Susannc K., 137 n.5, 144, 145
Friedman, Ncil, 102 n.2.1 Groosc, Martín, 203 n.63 n.14, 150, 216 n.10, .591
Friedman, Nonnan, 159 n.31 Gumperz, john J., 68 n.43, 556 n.35 Iklé, Frcd Charles, 300 n.58 Lasegue, C., 122 n.52
Friesen, Wallacc V.,222 n.19 Gurwitsch, Aron, 2, 3, 320 n.12 Imbodcn, J ohn B., l 99n.60 Laughlin, C., 551 n.27
Fry, William F., 7 n.12, 43 n.1,4, 86 Gustafson, Donald F., 120 n.49 Inbau, Frcd E., 486 n.39 Lazaras, Richard S., 74
n.69 Ind, Allison, 488 n.43 Lear,John, 102 n.2.2
Frycr, Pctcr, 38 n.16 Hall, Adam, 185 n.39 lonesco, Eugene, IIX, 144 n.13, 239, Lefort, Claude, 597 n.4
Funkc, Lcwis, 147 n.16 Hamilton, Patrick, 480 n.2.8 240, 431, 432 n.60 Lcjeunc, C. A., 382 n.45
Funt, Allcn, 100 n.17 Hammct, Dashiel, 228 n.2.6 Lejcune, Robcrt, 324 n.22
Hammond, Boone, 94 n.5 Jacobs, Rodcrick A., 552 n.29 Lepionka, Mary Ellen Robbins, 82 n.64
Garfinkel, Harold, XVIII, 5 Hanck, Gcrold L., 139 n.7, 215 n.9, Jakobson, Roman, 219 n.17 Lester, Elcnorc, 453 n.80, 454 n.89
Garrison,Jim, 484 n.37 226 n.22, 237 n.35 , 252 n.49, 362 James, Wtlliam, 2, 3, 4, 6, 20 n.27, 29 Lestcr, Richard, 418
Gclb, Arthur, 316 n.5 n.3, 377 n.38 n.5, 30 n.5, 38 n.17, 91, 260, 361 , Levine, Mark L., 453 n.86,87
Gclbcr, Jack, 416 n.34, 417, 418 n.38 Handkc, Pctcr, 428 n.54, 501, 502 581, 582 Lcvinson, Danid O., 64 n.34, 69 n.44
Gcndin, Sidney, 283 n.32 Harris, Michad, 74 Jefferson, Gail, 568 n.40, 587 n2 Lewis, David K., 544 n.22
Gcnet, Jean, 295, 295 n49, 414-416 Hastorf, Albert H., 10 n.20 Jewell, P. A., 44 n.5, 63 n.31 Lichtcnscein, Grace, .348 n.63
n.32,34 Hausncr, M., 594 n.3 Jones, Emest, 203 n.63, 206, 206 n.69 Lichtcnstein, Roy, 427
Gibson, Waltcr, 307 n.64, 308 n.65, Hcdigcr, H ., 194 n.50, 197 n.55, 198 Linden, Maurice E., 39 n.18
309,309n.67, 310 n.58 Kabuki theaccr, 135 n.3, 139 n.6, 140, Linton, N. K, 530 n.10
Gilbert, Michacl, 157 n.30 Hcilman, Samud, 312 262 n.4 Living Theater, 396, 435, 449, 450
Gish, Lillian, 67, 517 Hcintz, Dcbbie, 449 n.81 Kacl, Pauline, 469 n.13 n.82, 452
Glascr, Bamcy, 8 Hcll Firc Club, 54, 55 n.22 Kaiser, Hellmuth, 501 n.61 Lofland,John, 510 n.73
Gleason, RalphJ., 395 n.2 Hcller,Joscph, IX, 414 Katz,Jay, 102 n.22 Logan, Andy, 484 n.36
Godard,Jcan-Luc, 420, 435 Hcnrich,E.,323 n.19 Kauffman, Stanley, 420 n.44 Loizos, Caroline, 44 n.5, 63 n.33
Goffman, Erving, 15 n.24, 38 n.17, 56 Hcnslin,Jamcs M., 38 n.17 Kazantzakis, Nikos, 370 n.18 Lorcnz, Konrad, 44 n.7
n.24, 117 n.44, 130 n.61, 140 n.9, Hcpworth, Mikc, 117 n.44 Kcndon, Adam, 223 n.20 Lowe, lvan, 551 n27
175 n.19, 183 n.38, 190 n.47, 209 Hcrasimchuck, Eleanor, 68 n.43 Kcnnedy, Diane, 30 n.5 Lucas,RexA.,467 n.8
n.1 , 222 n.19, 227 n.23, 232 n.30, Hertz, Murray, 265 n.8 Kenner, Hugh, 417 n.37 Lucas, Thcophilus, VIII, 500 n.60
250 n.46, 281 n.29, 285 n.33, 297 Hill, Albert Fay, 479 n.25 Kerr, Waltcr, 436 Luckmann, Thomas, 3-4 n.6, 465 n.7
n.51, 303 n.62, 308 n.66, 346 n.59, Hillary, Edmund, 81 n.62 Kershaw, Alister, 54 n.21 Lunt, Alfred, 148 n.17
355 n.71, 360 n.l, 364 n.5, 373 n.24, Himelstein, Pbilip, 485 n.38 Khuri, Fuad l., 475 n.2.1 Lydon, Christopher, 484 n.36
394 n.1, 400 n.9, 481 n.30, 482 n.34, Hinchlcy, Vcmon, 116 n.42 Kingv. Cogdon, 121 n.51
489 n.44, 490 n.47, 556 n.34 Hingley, Ronald, 497 n.55 Kirby, Michad, 424 n50 Maas, Peter, 345 n.56
Goldman-Eislcr, Fricda, 564 n.37 Hirshbcrg, Al, 180 n.28 Klein, Alex, 97 n.12 MacAndrew, Craig, 205 n.68
602 Ervmg Golfman /náice onomástico 603
McBride, Glen, 45 o.9,11 Mowrcr, O . Hobart, 33 n.10 Prideaux, Tom, VIlI,449,450n.82 Schegloff, Emanuel, 10 n.18
Maccoby, Eleanor E .. 99 n.15 Pudovkin, V., VII, 263 n.26, 276 n21, Schenkd, Rudolf, 63 n.33
MacDonald, Dwight, 451 Nabokov, Vladimir, 407, 429 290 n.40 Schulz, Charles, 547
Macdonald, Margarct, 120 n.49 Nachman, Gerald, 66 n.39 Schutz, Alfred, 3,4,5,6,7,8,9, 28, 379
MacDougall, Curtís D .. 97 n.11, 98 Naedele, Walter F., 421 n.46 Quine, Willard, 329 n.42,581,583 n.l
n.13,14 Nagler, A. M, 236 n.34 Schwartz, Richard D .. 121 n.51, 196
Macgowan, Kenneth, VIII, 138 n.6, Nash,J. F., 594 n.3 Rabow,Jerome, 101 n.19 n.53, 283 n.30
236 n.33, 248 n.43, 286 n.34 Nathanson, E. M., 70 n.45 Redl, Alfrcd, 488 Schwayder, D. S., 8
Maclntosh,Joan,367 Nicolson, Harold, 38 n.16, 45 n.7, 371 Reid,John E., 486 n.39 Scott, A. C .. 237 n.35
Maclay, H., 564 n.3 7 NieJsen, Gerhard, 189 n.46 Reíd, P. R, 165 n.3 Searle,John R, 329 n.31
McPharlln, Paul, 377 n.38 Reiss, AlbertJ.,Jr., 114 n.39 Searlcs, Harold F., 122 n.53, 403 n.12,
Mailer, Norman, 469 n .14, 491 n.48 Oesterreich, T. K, 205 n.65 Richards, l. A., 13 n.23 508n.69
Makom, Norm11n, 120 n.48 Ofshe, Richard, 99 n.16 Rickles, Don, 392, 410 Seaton, George,483 n.35
Makom X, 267 n.10 Ofshe, S. Lynne, 99 n.16 Riecken, Henry W., 502 n.63, 509 n .71 Shaffer, Anthony, 187 n.44
Mann, Roderick, 94 n.6 Opie, lona, 399 n.7 Righter, Anne, 241·242 n.39, 379 n.42, Shakespeare, William, 86, 144 n.13,
Mannix, Dan, 395 n.3 Opie, Peter, 399 n. 7 405 n.14, 424 n.48 147 n.17, 186, 190, 191, 241 n.39,
Marshall, David S., 86 n.69 Orlov, Alexander, 487 n.41 Ring, Kenneth, 203 n.63 265, 379 n.42, 405 n.14, 424 n.48,
Mason, Edward A .. 75 n.52 Orne, Martín T., 102 n.21, 123, 163, Robhe·Grillet, Alain, 421 442, 453 n.88, 461, 493
Masters, Wtlliam H., 79 n.59 164 n2, 205 n.66 Róheim, Géza, 197 n54 Shapley, L. S.. 594 n.3
.Matejka, Ladislav, 550 n.26 O'Rourke, Lawrence M., 438 n.68 Ropschitz, D. H .. 122 n.52 Shchedrin, Rodion, 408
Melnitz, William, VIII, 138 n.6, 236 Osgood, C. E, 564 n.37 Rorty, Amelle O., 119 n.47, 135 n.4 Sheehy, Gail, 115 n.41
n.33, 269 n.12, 286 n.34 Owen, lvlillie, 76 n.54 Rosen,John N .. 170 n.8 Shepard, Manin, 167 n.5
Merleau·Ponty, .Maurice, 597 Rosenbaum, Peter S., 552 n.29 Sherzer,JoeJ, 542 n.21
Messick, Hank, 325 n.24 Parfit, D., 135 n.4 Rosenthal, A. M., 316 n.5 Shils, Edward, 25 n.l, 63, 350 n .65,
Messinger, SheJdon, 106 n.30 Panridge, Burgo, 55 n22, 451 n.83 Rosenthal, Robert, 102 n.21, 164 n.2 510n.74
Métraux, Alfred, 205 n.65, 268 n.11, Pascalé, Susan, 39 n.19 Rosnow, Ralph, 164 n.2 Shostak, Arthur B., VIII, 383 n.46
293 n.46 Payne, Arvilla, 568 n.40 Ross,John Robert, 552 n29 Shubik, M .. 594 n.3
Michaud, Richard, 122 n.52 Pearsall, Ronald, 30 n.5 Rossman, MichaeJ, 427 n.53, 452 n.85 Sidey, Hugh,302 n.61,318n.6
Middleton, Arthur Pierce, 467 n .11 Penkovskiy, Oleg, 125, 126 n.55 Roth, J ulius A., 82 n.64 SimmeJ, Georg, 259 n.l
Milgram, Stanley, 102 Perrault, Giles, 170 n.9 Rubin,Jerry, 426 n.51, 454 n.88 Simon,John, 501, 502 n.62
Miller, Kaye, 194 n.51 PheJan,Jim, 90 n.l, 104 n26 Rubin, Theodore Isaac, 407 n.17 Simpson, N. F. 417
Miller, Stephen, 45 n.8 Pike,James, 29·30 n.5 Ruhinstein, Jonathan, 114 n.39, 378 Smith, H. Allen, 391 n.57
Miller, Walter B.. 338 n.44 Pike, Kenneth, 271, 272 n .16, 273, n.40 Smith·Rosenberg, Carroll, 444 n.74
Milligan, Spike, 426 n.51, 431 n.58 335, 336 n.42, 551 n.27 Ruesch,Jurgen, 219 n.15 Sokol, Ronald P., 453 n.86
Milner, Marion, 262 n.5 Pinto, Oreste, 497 n.56 Sontag, Susan, 420 n.45
Mitchell·Kernan, Claudia, 556 n.35 Piper, Evelyn, 483 n.35 Sacks, Harvey, 367 n.11, 527 Sopkin, Charles, 232 n29
Miyake, Shütaro, 139 n.6, 262 n.4 Pirandello, Luigi, 7, 170 n.8, 404, 405 Sampson, Harold, 106 n.30 Southam, Chcster, 102
Monat, PaweJ, 118 n.45, 482 n.33 n .13,14, 406 n.15, 410, 413, 415 Sarhin, T. R, 205 n.66 Southern, Terry, 167, 451
Money,John, 108 n.32 n.31, 422, 424 n.49, 428, 430 n.55, Sarue,Jean·Paul, 295, 296 Spanos, Nicholas P., 205 n.66
Moore,John, 372 469 n.13, 493, 518 Saunders, James, 419 n.43 Speisman,Joseph C., 74 n.51
Moorc,James C., 485 n.38 Polsky, Ned, 473 n.20 Schachter, Stanley, 502 n.63, 509.n .71 Standwells, 296
Moravia, Alberto, 407 n.17 Pomorska, l<rystyna, 550 n26 Schafer, Kermit, 333 n.37,38, 363 n.4, Steinberg, Saul, 428
.Morgan, Robín, 39 n.19 Poole, T. B., 44 n.6 376 n.33, 377 n.36 Stinchcombe, Arthur, 478 n.24
Morgenstern, Oskar, 141 n.10 Poner, Sylvia, 127 n.56 Schaffner, Bertram,43 n.1 Stockhausen, Karlheinz, 407
Morris, Desmond, 45 n.7, 374 n26 Porunann, Adolf, 110 n.34 Schechner, Richard, 276 n.19, 367, Stone, Gregory Prentice, 80 n.61
Mottram, Tony, 439 n.69 Price, Martín, 157 n29 449, 450, 451, 452 n.84, 455 n.89 Stoppard, Tom, 424
Mowat, Farley, 198 n.55 Price, Paul, 59 n20 Scheff, ThomasJ., XVIl, 205 n.67 Strauss,AnseJm,8
604
1
606 Erving Ga/frnan 11 India temátiro 607
clave alta, cambio o transformación a efecto multicanal (mu/tiple channel e/- state), 140-142, 144 n.13, 160, 190, fórmula rol-persona, 279-281
(upkeying), 380, 326 fect), 152-153 526, 528, 560 fórmula rol-personaje, 285, 290-291,
coincidencia, 37 n.15, 304 embordamiento (/looding in). 373 estado disociado (disrociate rtate), 121 296, 306, 411-414
compensación desenmascaradora (dis- emisor (emiller), 537-538 estafa (big con), 128, lJO, 172, 18.5 franja (rtrip), XII, 11, 44, 51, 55, 68
clorive compensation), 148 empresa del habla (speech enlerprire), estatus de espectador, 234 franja actual, 526
Competiciones (conterls), 60-61, 132, 513 estatus de juguete (toy status), 234 franja de reexperiencia, 560
383,404 encesillamiento, 296, 412 estatus de participación, 233-234, 240- franja futura, .526, 565
Complejo de lo asombroso (artound- encerrona (entrapmenl), 179-185, 187 241, 244, 256, 546-547, 586 franja pasada, 526, .565
ing complex), 30, 33 encorchetamiento (bracketting), 237, estllo,299-301, 305, 311, 383, 389, 514 franja potencial, 526
cómplice, 99, 102 n23, 117 n.44, 141, 264-265, 271, 406, 469, 509 n.71, estilo directo (direct address), 383 franja recontada, 529
174,231,243,247,429,461,487, 510-511 estratagema, XI, 19, 114, 344 franja teatrál, 38 n.6
495 n.52 encorchetar (bracketting), 573 estrato (/ayer), 88, 162 frontera de lo evidenciable (evidentia/
complicidad, 235, 250 encuadre (jramed), 57, 67, 121, 123, excusa, 17,336,340,345,360,563- boundary),224,231
conectivo, 220, 239, 253, 537, 539, 130, 182, 190-193, 223, 241, 248, 564 fuente de los actos, 536
551, 552 n29, 554, 557, 560 250-260, 269, 273, 287-289, 295- exhibiciones interpretativas (per/orma- fundido, 278
conectivo autorreferencial, 551 297, 320-323, 328-340, 344, 349- tive dfrplayr), 62, 133
conectivo falso (/aire connective), 35l, 370, 392, 433, 456, 461-466, experiencia negativa, 393-404, 429- gancho, hacer el (shilling), 81-82
498 505+508, 510, 515, 524, 541-544, 432 guion dramático, 56-59, 61, 131, 133-
confabulación (co/lusion), 534 552, 562-565 expresión indexical (indexical expres- 134, 192 n.48, 254, 383, 404
construcción patemalista (paternal engaño en broma (play/u/ deceit), 93- sion), 321n.14,519
construction), 106-108, 110 94, 110 expresion personal (perrona/ expres- habla expresiva (exprerrive speech),
control secreto (recret monttoring), enredo (containment), 112-113 sion), 350 548-549, 557
172-173. 175-176, 180-181, 183- enredo competitivo, 187 hacer creer (make believe), 51
184, 187 enredo mutuo, 187 fabricación (/abrication), 89 Hacer guiado (guided doing), 24, 33,
conversacion afectada (talking porh), enredo secuencial, 188 fabricación autoimpuesta, 124 306
513 enredo seriado, 187 fabricación benévola (benign /abrica- hacer prácticas (practising), 63-72
corchete (bracket), 3, 279, 486 ensayos técnicos (technical redoingr), tion), 93-110, 119, 169, 317, 346- happening, 424
corchete espacial, 263 62,64-66 347 hipnotismo, 123
corchete externo, 271, 273 entrebastidores (backstage), XI, 225, fabricación directa, 116
corchete interno, 271, 273 484,494 fabricación estratégica, 109-110 ilusión, 118-119, 314, 461-462
corchete temporal, 263 episodio, XI, 146, 154-155, 246-247, fabricación explotadora, 110-117, 119, imitar y hablar por otros (mockery and
Corchetes: explotación de los, 404-408 265, 268, 279-280, 306 n.63, 344, 169,197 ray-for), 555
415-417, 432, 457, 471, 474,528 fabricación indirecta, 114-118 implicación lateral disociada, 563
demostraciones (demonrtrations), 73 error comprensible (understandable fabricacion inducida, 124 inconsciencia del implicado (insider's
desbordamiento (/looding out), 364 error), 118 fabricación psicótica (psychotic fabrica- /olly), 492, 494, 497-498
desbordamiento a través (floodiitg th- error gracioso (cute mi'rta/ee), 515 /ion), 122-123 inconsciencia del informant (in/or-
rough), 384 errores de encuadre, 320, 341 fallo (muffing), 34-35, 37 mant'r /ol/y), 490
desencuadre (mirframing), 314-337 errores en los cambios de clave (miske- fantasía de ponerse en evidencia (expo- indicación (regirtering), 244
discurso autobiográfico (autobiograp- ying), 323-324 sure /anlasy), 332 infiltración (infiltration), 177-178, 184,
hical addrerr), 551 escenificación, 50, 85-86, 152-156, fiesta sorpresa (surprise party), 95-96 185
discurso directo, 241, 243, 409 n.20, 240, 332, 357, 438 figura (figure), 543 inserción (embedding), 524-525, 551
550-551 n.26 espectáculo, 271-278, 281, 398, 415, figura citada (dted figure), 549-551,
doble enredo (recontaínmenl), 172- 424-425 55.5,5.59,.566 juego, 44-49, .53-.55, 61, 64, 78, 82-84,
173, 176, 180, 182-183 espectador, 137-139, 143-144, 150 figura escénica, 545-546, 549, 577 87-89, 109-110, 129, 132, 159, 182,
doble vinculo (doub/e bind), 402-403 n.19, 234, 236 n.33, 237, 272, 372, figura impresa (printed/ígure), 549 235, 264, 271-275, 278-279, 381,
duda, 129 376, 381, 415 figura natural, 544-~46, 548-550, 555, 388, 414-415, 424-425, 473-474,
estado de información (in/ormation 559, .578, 580 513,576,579
r
juego de cstimación;472-474 obra, 132, 134, 137-138 rol de héroe, 142, 253 n.51, 392, 533
juego de suma cero, 472 originador (origina/ar), 537, 543, 545, Rol de la audiencia, 131 temporada de una obra ceacral (run) ,
juego-espectáculo, 41.5 560 rol de mediador, 237, 252-253 263
rol de villano, 253 n.51, 392, 533 timo (swind/e),.15, 93 n.5, 111, 188,
legencia (readership), 138 papel, 135-136 rol del narrador, 236 191, 457, 494-495
límites (boundary), ambigüedad de los, participcion absorbente (engrossable rol hablante-oyente, .517 trama (design),481
39, 40 n20,21, 83 participalion), 360 Rol, desviación del, 193 n.48, 338 n.45, trama de apoyo (bacle-up design), 481-
línea pcrsonaje-públko, 409 penetración (penetra/ion), 176-180, 360,389 482
183-184, 187 Rol, distancia del, 308 trucaje de la pista (tracleing deception),
maquinación, 114 personaje (character), 136-141, 149- rol, juego o intercambio de (ro/e-play- 489
marco de referencia fabricado, 207 150, 157-160,214,236,543 ing), 78 tumo de palabra, 94, 514
Marco de referencia primario, 23, 27. pifia, 34, 214 n.7 rótulo (licleel), 47 n.13, 328, 402, 529
28, JO, 40-41, 46, .50, 60-61, 87-88, pista (/rack), 209, 218, 285 uno mismo (onese/f), 597
90, 162, 257, 313, 321, 323, 334, pista de ocultación (concealment sabotaje social, 443-446 uso y mención, 328
338, 390, 434 n.63 track), 225-228, 230-231, 243, 246, sarcasmo, 534
Marco de referencia social, 196 n.53, 250,332,393,398,429,563 señales de connivencia, 231 ventrilocuismo, 557
200 pista desatendida (disaltend /rae/e), simulación, 19.5-204 versión (accounl), 334, 336, 342
marco documental, 74 218, 223, 230-231, 331, 397, 429, síntoma histérico, 123 voces,.556
marco teatral, 88, 132, 137, 145, 1.56, 440-441, 448 soliloquio, 160, 240-241, 243, 24.5 n.42
217,240,247,266,269,277,286, Pista, trucaje de la (tracking deceplion), soñar despierto (day dreaming), 55 yo(selJ), 225,Í41,305,368,540,595,
289,296,306,370,406,435,560, 489 sospecha (suspicion), 129-13 O, 317 • 597
571-572 plllllcha, 34-35, 214 n.7 318, .50.5·.507 yo comunicante (addressing se(/), 540
marco teatral de la radio, 151, 156 producción radiofónica, 151 sueño, 120-122, 352, 581, 584 yo múltiple (mu/tiple se/J), 54 l n.20
marco, canto o borde del (rimo/ the prueba vital (vital lesl), 104-106, 110 suspense escructurado, 527
/rame), 88, 162, 259 público teatral, 136-137, 150 n.19,
Marco, disputas sobre el, 335-338, 217,236,241,386,528
357,517
marco, límites dd, 201, 202 reacción de conversión, 199
marco, naturaleza dd, 261 reescenificación, 523-.526, 529, 542,
Marco, ruptura del, XII, 364-366, 375 550, .559, 570
n.30,383,386,392,396, 398,404, refabricación (re/abrlcation), 169 \
410 n22, 434 n.63,441-442,593 regateo, 191, 474-475
marco, tipos de, 260-261, 264-265, relevancia motivadonal, 41
268-269, 274-275, 451
Marco, trampa del (/rame lrap), 499,
502,504
Marco, vulnerabilidad del, 471-473,
483-487, 489-490, 506, 508-509,
Relleno.historias de (/illers), 15 n.24
reparto de papeles (casting), 5, 120,
280-281, 285
representación, 131-133, 134-136
reputación, 136, 202, 289, 291, 309,
l
512,520 435, 489, 520 n.7, 558-559
metedura de pata, 385, 593 retransformación ( retrans/ormation),
muestra de intenciones (inlenlion dis- 162,165,188,265
p/ay), 244 retransposición (releeying), 85, 87·88,
muestras (exhibis), 73 162, 165
Rol, 135-136
negociación, 300 n.58, 375, 474, 498 rol de asistente y rol de espectador,
nuevas apreciaciones (regroundings), 136-!38,217
79,81 rol de escucha indiscreta, 236