Desde Esa Cruz
Desde Esa Cruz
Desde Esa Cruz
Ilustración: Quizás ustedes hayan oído el cuento del muchacho que vivía en un
bosque. Un día creyó escuchar la voz de otro chico, allá a lo lejos. Gritó - ¡Hola!
¡Hola! - y la voz le respondió - ¡Hola! ¡Hola! - El niño no sabía que se trataba del
eco de su propia voz, y entonces comenzó a gritar insultos que eran contestados
inmediatamente. Después de un rato, entró a su casa y le contó a la madre que
había un muchacho muy malo en el bosque. La madre, que comprendió el caso,
le dijo que le hablara bondadosamente al muchacho para ver si le respondía del
mismo modo. El chico salió de nuevo, hizo la experiencia, y encontró que sus
palabras de cariño eran contestadas de la misma manera.
Este cuento es bastante ilustrativo. Algunos de ustedes piensan que tienen
vecinos malos y desagradables. Es probable que la dificultad esté en ustedes
mismos. Si ustedes aman a sus prójimos, ellos han de amarles a ustedes.
¡No sabía la multitud que ellos intentaban matar a Dios! ¡Realmente no sabían
quién era! Por su crimen todos urgentemente necesitaban el perdón de Dios el
Padre. Nótese que Jesús no hace demandas de arrepentimiento. Esta verdad ha
traído acusación de otras religiones de que el Dios de los Cristianos no hace
demandas, es un Dios débil, indulgente. Con los musulmanes, si alguien roba, se
le corta la mano. Todo pecado tiene que ser castigado, Alá no perdona
arbitrariamente. Y entre los hindús está el concepto de la reencarnación: uno
paga las consecuencias de su pecado en cada reencarnación, a la vez que tiene la
oportunidad de mejorar al portarse mejor.
Ilustración: Leí, hace unos años la historia de un Joven militar decia así: Un
compañero de milicia, hijo de cristianos, frente a los ruegos de su buen padre,
siempre decía que aceptaría a Cristo cuando terminara la guerra. Por fin fue
herido y llevado al hospital, en donde se vio que no había esperanzas de mejoría.
Unas cuantas horas antes de su muerte, le llegó una carta de su hermanita, pero
ya no tenía fuerzas para leerla. ¡Era una carta tan solemne! Un compañero se la
leyó, pero no parecía entender, hasta que llegó a las últimas palabras que
decían: "Oh mi querido hermano, te ruego que cuando recibas la presente,
aceptes al Salvador de tu hermanita." El moribundo se sentó en la cama, y
gritó - ¿Qué dice? ¿Qué dice? –
Luego, cayendo pesadamente sobre la almohada exclamó: - Es demasiado tarde.
Es demasiado tarde. Mis queridos amigos: Gracias a Dios que no es demasiado
tarde para ustedes hoy. El Maestro todavía les está llamando. Que todos
nosotros, jóvenes y viejos, ricos y pobres, vengamos a Cristo ahora mismo, y
quitará todos nuestros pecados.
Aplicación: Los cristianos, reconocemos que la razón por la cual Jesús pudo
decir, “Perdónales, porque no saben lo que hacen”, es que él (al ser Dios) en
ese momento moría en la cruz, precisamente está pagando la pena del pecado de
cada uno de sus escogidos que estaban entre los que lo crucificaban —y también
de los nuestros.
Hay coronas usadas por los reyes cuyo valor no sería posible calcular. El precio
pagado por las joyas es lo de menos importancia. Esas coronas costaron miles de
vidas y ríos de sangre humana; pero en nuestra estimación la corona de Cristo es
de más valor que todas las demás juntas. Cristo llegó a ser Rey en su muerte. Se
humilló más que todos. Llegó a su reino por la puerta de la tumba y ascendió a su
trono por medio de los escalones de la cruz.
Jesús, aún desde la cruz, satisface no sólo las necesidades de su madre, pero
seguramente también las de Juan: obviamente Juan necesitaba una madre. Por
un lado María amaba a su hijo, imagine el tormento para ella ver a su Hijo morir,
y de que manera, como si fuera un malhechor, por otro lado Juan era amigo de
Jesús, intimo, ver a su amigo en esa agonía tan cruel, los dos necesitaban
consuelo por eso las palabras: Madre, he aquí tu hijo…He aquí tu madre.
Ilustración: Un joven soldado estaba en su primera batalla, y cuando vino una
lluvia de balas del enemigo, casi se desmayó. Uno de los oficiales superiores
comprendió su miedo y estrechando su mano, le dijo con cariño: "¡Valor mi
muchacho, estarás bien dentro de unos momentos; yo tuve la misma experiencia
en mi primera batalla!" El joven vivió y llegó a ser un oficial de honor, y dijo con
frecuencia que las palabras dichas por su superior fueron como si un ángel
hubiera venido y puesto vida nueva en él. Desde ese momento fue más valiente
que los demás. Esto es lo que hizo Cristo con Pablo, y es lo que hará para todos
los desalentados y desanimados, que confían en él.
Aplicación: Por que Jesús sabe consolarnos en nuestras pérdidas y gran dolor. El
sabe darnos paz verdadera, se la dio a María en ese tiempo de angustia, se la dio
a Juan en ese momento doloroso, te la dará a ti también por que eres su hijo, su
hija. “Por que satisfaré toda alma cansada y saciare toda alma entristecida”
Jeremías 31:25
4. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? Mateo 27:46
No hay un gran dolor que no haya traído las palabras a tu mente: “¿Porqué yo? /
¿Donde está Dios? ¿Porqué… porqué?
Ilustración: Hace algunos años compre una pequeña libreta, con el fin de anotar
mis experiencias en el ministerio, mis victorias, mis derrotas, mis horas más
oscuras, aquellas etapas de inmenso dolor. Buscando entre mis cosas hace unos
días encontré aquella libreta y me puse a hojearla un poco, sabe ¿cuál fue mi
sorpresa? Que la pregunta ¿será, que tú Dios, estás conmigo? Siempre estaba
escrita en aquellas hojas donde escribía mis momentos de prueba, de tristeza. Y
me doy cuenta que la mayoría de nosotros, en esos momentos de lucha, de
tristeza, siempre tendemos a preguntarnos si Dios está con nosotros.
· Sin embargo entendido que también las dudas nos pueden llevar a la fe, si
realmente creemos y confiamos en el hecho que Dios es bueno, un Dios de amor:
Estas palabras “tengo sed” han cambiado la vida de muchos y la mía también, al
leer a Jesús clamando ¡Tengo sed! Me revela que Jesús es Dios, pero a la vez era
hombre como yo, solo que sin pecado.
Dice Juan 19:26 que tomaron una esponja y la llenaron de un vino barato que
tenían los soldados, y se lo extendieron a Jesús. Qué distinta es la manera
maravillosa y amorosa y bondadosa en que Jesús satisface nuestra sed.
Ilustración: Un pastor que viajaba por el Sur de los Estados Unidos, consiguió
permiso para predicar en la cárcel local. El hijo de un amigo lo acompañó.
Después de la predicación, el joven, que no era cristiano, le dijo al predicador: -
Espero que su sermón haya impresionado a los criminales. Una predicación de esa
clase debe hacerles mucho bien. - ¿Te hizo bien a ti? - Pero ¡Es que usted estaba
predicando a los presidiarios! El pastor meneó la cabeza y dijo: - Yo estaba
predicando el evangelio de Cristo, y usted lo necesita tanto como ellos.
Morir por los pecadores es lo que vino a hacer cuando dejó su trono en el cielo y
descendió al mundo por medio de María que le cargó en su vientre unos nueve
meses mientras el Espíritu Santo lo transformaba en hombre. Ese propósito
ahora lo había cumplido. Todo lo que el Hijo de Dios vino a hacer había
terminado, se había cumplido y se había hecho a perfección. Nada en lo absoluto
faltaba.
Ilustración: Una vez oí contar a un pastor amigo mío acerca del perro de un
amigo suyo. El animal entraba al comedor, cuando la familia estaba sentada a la
mesa, y se quedaba quieto, mirando a su amo. Si el amo le tiraba algunas
migajas de pan, el perro saltaba y las tomaba en el aire antes de que tocaran el
suelo. Pero si ponía un pedazo de carne en el piso, el perro la miraba y no la
tocaba, como si fuese algo demasiado bueno para él. - Así son muchos cristianos -
decía mi amigo-, están satisfechos con comer migajas, cuando Dios quiere darles
comida abundante. Ven sin temor al trono de la gracia, y obtén la ayuda que
buscas. Hay abundancia para todos.
Para verificar que había aceptado su sacrificio en nuestro lugar, Dios lo resucitó,
y como dice el texto, lo exaltó:
Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es
sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de
los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda
lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre
(Filipenses 2:9-11).
“En tus manos encomiendo mi espíritu”. Al cabo de todo, sólo es en Dios que
podemos confiar. A su vez, por lo que hizo el amado Hijo de Dios a nuestro favor,
él nos da la confianza de descansar en el perdón y en la eterna salvación que me
ganó ese bendito Hijo.
Ilustración: Recuerdo que visité una ciudad en donde la gente iba a sacar agua
de un pozo favorito situado en uno de los parques. Un día le pregunté a un
hombre si el pozo se secaba. El hombre estaba tomando agua, y luego de
terminar su trago me dijo: - Nunca han podido agotar este pozo. Procuraron
hacerlo hace algunos años. Pusieron en funcionamiento las bombas del Cuerpo de
Bomberos, sin resultado alguno. Encontraron que hay un caudaloso río que corre
por debajo de la ciudad. ¡Gracias a Dios, así es el pozo de la salvación! Nunca
puede agotarse!
· Sé que Jesús fue a la cruz con el fin de morir en mi lugar, y tomar allí el castigo
que yo merecía.
Con esa seguridad, igual que el ladrón que estuvo a su lado, puedo descansar en
el hecho que él me llevará a su eterno Paraíso. Pero ¿Y tú? ¿Que onda con tu vida?
¿Qué hay de ti?
A su vez, toda esta verdad me hace consciente de que después de esta vida toda
persona va a uno de dos posibles destinos: el infierno (si es que no he aceptado
el remedio que el Único Hijo de Dios realizó a nuestro favor), o al cielo, ese
paraíso al cual nos ha abierto la puerta Jesucristo.