Cesar A Fernandez
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Cesar A Fernandez
Antología
Edición de
César A. Fernández
CUENTAN LOS MAPUCHES 3
Diseño de Tapas:
Corrección:
I.S.B.N.: 987-9049-54-3
Distribución
Interior: D.G.P.
© 1995 by EDICIONES
NUEVO SIGLO S. A.
4 CESAR A FERNANDEZ
Agradecimientos
Prólogo
1. Introducción
Algunos autores (Hajduk, 1982, p.7; Nardi, 1982, p.11) indican la presencia mapuche ya
en el siglo XI, aunque es en el XVII cuando adquiere relevancia (Casamiquela, 1979, p.8).
Desde la zona sur de Chile comienzan a ocupar paulatinamente la Patagonia y la Pampa.
La toponimia muestra de manera contundente el proceso de araucanización.
Bajo los nombres de ranquel, araucano, voroga, picunche, huilliche, pehuenche, pampa,
moluche y otros gentilicios, registra la historia lo que en la actualidad se ha unificado en el
vocablo "mapuche".
Del lado argentino, los integrantes de este pueblo residen principalmente en las provincias
de Chubut, La Pampa, Neuquén, Río Negro y Buenos Aires. Una minoría vive en
reservas, nombre que los gobiernos provinciales han dado a las tierras destinadas
originariamente a albergarlos.
La lengua mapuche se conserva sólo en las regiones más aisladas de las provincias de
Chubut, Neuquén y Río Negro, compartiendo el espacio cultural con el español. La
situación de bilingüismo ha dado lugar al empleo de un castellano rural interferido por el
mapuche. Puede decirse que no se conocen hablantes monolingües en esta lengua; se
observa un creciente proceso de pérdida de la lengua nativa, la cual comienza a ser
enseñada como segunda lengua, especialmente en medios urbanos, y tiene como
destinatarios tanto a descendientes de mapuches como a "blancos" interesados en
conocer el idioma con fines muy diversos.
2. La oralidad
La sociedad mapuche ha sido, básicamente, una cultura oral. María Leonor Acuña y
Andrea Menegotto (1992) –citando a Cooper– señalan que los jóvenes de 16 años tenían
que superar una prueba de oratoria ante el cacique para su ingreso en el mundo adulto.
El arte de hablar con elocuencia es señalado por Rodolfo Lenz (1897, p. 7): "Muchos
cronistas hablan con entusiasmo de las dotes retóricas de los indios. El Padre Rosales, en
su Historia de Chile, dice que los indios adiestran desde niños a sus hijos en el ejercicio
de la palabra, «porque saben la mucha cuenta que se hace entre ellos de quien habla
bien, y que lo contrario es exacción que se opone para que alguno no suceda en algún
bastón (es decir, no llegue a ser cacique) aunque le venga de su sangre» (...) Estas
palabras encomiásticas del Padre Rosales no son exageradas (...) ellas encuentran
además una comprobación curiosa en la etimología de la palabra mapuche por lo que los
españoles suelen llamar con la voz mexicana cacique: los araucanos llaman a sus jefes
qülmen palabra cuyo significado primitivo es «el que habla bien, el orador»". El lonco de
6 CESAR A FERNANDEZ
una agrupación mapuche1 tiene que reunir tales dotes. Esta es una exigencia cultural que
ya señalaba Lucio V. Mansilla en Una excursión a los indios ranqueles (1870) y que se ha
extendido hasta nuestros días. De igual forma, es muy importante el dominio de la lengua
nativa como condición para el liderazgo.
Sin embargo, algunos de estos aspectos referidos a la oralidad se están modificando por
la introducción de la escritura en mapudungun, con autores nominados. Esta nueva
situación está dando lugar a la aparición de nuevos géneros, así como a cambios en la
percepción del pasado (I. Carrasco, 1986).
Literatura, etimológicamente, proviene del latín littera (letra del alfabeto), concepto ligado
con la escritura. Si lo literario es únicamente lo transcripto a través del código gráfico por
los portadores de esa cultura, se estaría hablando de literatura en sentido restringido. En
tal dirección lo interpreta WalterJ. Ong (1987), quien pareciera no aceptar la
resignificación que desde la antropología se ha aportado a este vocablo al asignársele el
calificativo de oral.
1
Las comunidades mapuches rurales tienen distinto tipo de organizaron. Las más numerosas son
las agrupaciones. Aquí hay que señalar un hecho histórico dado por el asentamiento de pobladores
mapuches en predios fiscales que gradualmente se han ido nucleando en comisiones. Finalmente
éstas han tomado la denominación de agrupaciones mapuches. Algunas de esas agrupaciones
han obtenido la cesión de tierras por ley y han pasado a tener ‘reserva de tierras’, motivo por el
cual se denominan específicamente reservas. Las hay, incluso, que tienen mensura de los campos
y cada familia posee la propiedad de su tierra. En otros casos, en cambio, la propiedad sigue
siendo colectiva. Por último, hay que agregar que existen mapuches no organizados
comunitariamente que residen en zonas rurales o urbanas de toda la Patagonia, pero que se
identifican con su etnia. La antigüedad de los asentamientos rurales en agrupaciones data del siglo
pasado, con posterioridad a 1882.
CUENTAN LOS MAPUCHES 7
Rodolfo Lenz (1897, p. 2), cuando hizo la presentación pública de la «literatura araucana»
junto a la española y a la chilena, hace ya casi un siglo, la definió como "anónima, popular
y exclusivamente oral". De igual forma se refirió a su relator más importante, Calvún, al
que consideró no un autor sino un "mediador de las piezas literarias". Mediador –
entiéndase– entre el conocimiento o saber popular del que se nutría y el público que
leería las obras. Pero aquel mediador-escritor ha perdurado en el tiempo como un ilustre
relator y romanceador merced al hecho de que R. Lenz lo incluyera en sus Estudios arau-
canos.
4. Los géneros
4.1. La clasificación aristotélica de los géneros literarios en la cultura moderna ha sido
replanteada y reestructurada a la luz de nuevas teorías (M. Bajtin, 1973).
Rodolfo Lenz, Sebastián Englert y Félix José de Augusta realizaron los primeros aportes
para el estudio de la estética literaria mapuche. En la actualidad, Lucía Golluscio,
Adalberto Salas, Iván y Hugo Carrasco Muñoz son algunos de los investigadores que
continúan profundizando en esa misma línea de trabajo.
4.2. El texto narrativo conocido como epeu, epew o apeo es un tipo de relato que el
narrador considera de ficción: "Esto no pasó". De acuerdo con la clasificación propuesta
por Lucía Golluscio, pertenece a la categoría de "no cantado".
Los epeu más frecuentes en la literatura mapuche son los que tienen como protagonistas
a los animales, especialmente al zorro y al puma, donde el primero suele personificar la
astucia y el segundo, la fuerza. En los cuentos de animales, éstos hablan y actúan como
los hombres. Rodolfo Lenz (1897) y Adalberto Salas (1983) los entienden como fábulas,
en tanto hay en los mismos una moraleja implícita, pero clara.
2
Ediciones del Sol, en cambio, está dedicada casi exclusivamente a la temática indígena.
8 CESAR A FERNANDEZ
Los epeu míticos son aquellos en que se hace alusión a mitos antiguos o a seres
sobrenaturales, como el de Latrapay3. De ellos se ocupa Hugo Carrasco (1984) y
establece tres subcategorías. Centra los relatos en torno al personaje, al acontecimiento o
al espacio. A. Salas (1983) estudia también dos tipos de cuentos míticos cuyos per-
sonajes son el sompall4 y el trülke wekufü. Un aporte interesante, en este sentido, lo
realiza Ana Fernández Garay (1991), que recopila y analiza el mito del shumpall, pero en
las áridas tierras del norte de la Patagonia bajo la forma de kotür. El reemplazo de
shumpall "dueño o señor de las aguas" por este personaje ranquilino se debería a una
alteración necesaria por tratarse de un ámbito de tierras de secano donde el factor
dominante es el viento y no el agua.
El epeu mítico "La hermana que se casó con el puma" –recopilado en la provincia de La
Pampa por Ana Fernández Garay (1992)– presenta a los tres personajes accionando en
forma simultánea. Se trata del hombre, la hermana y el puma, con quien ella se ha
casado. Se observa la existencia del personaje grupal que tiene poderes sobrenaturales.
Otro tipo de epeu son los cuentos que en la cultura europeo-occidental se conocen como
maravillosos. El cherufe es un personaje que suele aparecer en ellos y reconoce, en la
mayoría de los casos, un origen europeo.
Adalberto Salas (1983) y Hugo Carrasco (1984) han reformulado las categorías internas
del epeu, apoyados en trabajos de campo y en interpretaciones realizadas por los
narradores.
4.3. El nütram (conversar) constituye un tipo de texto no estructurado como relato, aunque
posee componentes narrativos, pero cuyo objetivo es describir o explicar un hecho (H.
Carrasco, 1984).
Lucía Golluscio (1984) distingue entre los mitos (kwifike dungu o palabras antiguas y los
nütram o relatos históricos.
Entre los primeros se incluye el mito mapuche por excelencia: el Trentren. La ubicación
temporal de ese texto se remite a los primeros tiempos "cuando sólo había mapuches"; el
grupo social lo dota de existencia real para esa comunidad que cree en ellos con fe
religiosa.
Puede decirse que los rasgos fundamentales de kwifike dungu son: antiguo, sagrado y
verdadero.
3
Latrapay, Tatrapay, Atapay son nombres de protagonistas de epeu, cuyas características como
personajes son muy semejantes; a ello habría que agregar las coincidencias fónicas en el
segmento final del nombre.
4
Tal como se indicara con respecto al vocablo huecufü, con shompalhue ocurren también
numerosas variaciones en su escritura. Lo hallamos transcripto como sompalwe, shompalwe,
sompawé, thompualwé, chumpall, sunpall, sunpal, shumpall shumpai, shompalue, etc. Esto ocurre
también en la transcripción de nombres de relatores como "Damacio", que aparece con "s" y "c", o
Caitrú, Caitruz, etc.
CUENTAN LOS MAPUCHES 9
Hugo Carrasco M. (1986, p. 25) trata de recomponer una cosmogonía originaria en la cual
el mito del Trentren se integra a un texto mayor conformado por la creación del mundo y
del hombre, y por la destrucción posterior de la humanidad, de la cual se salva el
mapuche de los nuevos tiempos. Este hecho situaría el mito del Trentren como parte de
una "segunda creación" (H. Carrasco, 1988).
Ese concepto de realidad hace que se acepten como verosímiles los relatos donde el tigre
conversa con el hombre y lo salva de un peligro, o donde se cuenta de la existencia de
una ciudad en un volcán, o de la aparición de un tipo de huecufü. Para un mapuche eso
existe, se trata de una narración histórica, en tanto es auténtica en su concepción del
mundo.
Los relatos que reúnan estas características serán nütram y constituirán medios a través
de los cuales se irán transmitiendo los valores y las costumbres de los antepasados.
Lucía Golluscio (1984) y César Fernández (1981) han recopilado dos versiones del nahuel
nütram, cuyas acciones centrales coinciden. Sin embargo, por un lado hay variaciones en
la situación de cautividad y, por el otro – en la versión de C. Fernández–, no aparece el
segundo animal auxiliador (el ñanco) así como en la de L. Golluscio falta el tayül.
4.4. Las contadas aparecen como una nueva categoría narrativa, con un componente de
veracidad o de carácter histórico que las aproxima al nütram. De acuerdo con los escasos
datos que se poseen, las contadas son registradas sólo del lado argentino y, al parecer,
formarían parte de una estructura discursiva compartida con la población de origen criollo
de Neuquén.
10 CESAR A FERNANDEZ
Las contadas se dan generalmente en prosa, pero también las hay en verso (G. Álvarez,
1968). Ismael Moya (1972, pp. 106-7) las denomina "corrido criollo", en el que se canta y
se narra hechos de toda índole, desde lo histórico hasta lo jocoso. G. Álvarez (1968)
clasifica las contadas en festivas, anecdóticas, dramáticas (de lugares, cerros y piedras),
tradicionales y míticas.
4.5. Con respecto a los textos cantados, se distinguen dos tipos básicos: el canto festivo,
denominado ülcantum, y el religioso o litúrgico, tayül y nguellipun o rogativa.
El ülcantum es denominado, según los autores, cantún, canto, elegía o canción de ül:
ülcantum significa "cantar algo" (F. J. de Augusta, 1991, II, p. 63). No se trataría de un
vocablo híbrido como se ha sostenido (B. Koessler, 1962), sino de una forma
originariamente mapuche (J. Suárez, 1966).
5
El comentario fue formulado por Raúl Aranda, a quien se agradece la contribución.
CUENTAN LOS MAPUCHES 11
El cantor es un hombre o mujer, joven o adulto, que canta un texto conocido por tradición
o improvisado para la circunstancia, pero donde hay una clara intencionalidad poética. El
receptor suele ser alguien del sexo opuesto, especialmente en los ül de amor.
También son motivo del canto una noticia familiar importante, el pedido de matrimonio,
una visita, un encuentro o despedida. La guerra del malón aparece como tema en
numerosas canciones. En ellas se relatan las luchas contra el ejército argentino, el asedio
a las estancias, las formas de burlar a los perseguidores, y se incluyen datos biográficos
de los ülcantufe o romanceadores.
Un rasgo importante es que se trata de textos en los que normalmente hay ausencia de
connotaciones míticas7.
4.5.2. El tayül es el canto ritual entonado en lengua mapuche por las mujeres.
Generalmente se lo acompaña con toques de cultrún (tambor).
El ámbito central del tayül es la reunión del camaruco, fiesta propiciatoria de tres días de
duración en la que se congrega toda la agrupación. Allí concurren los mapuches que
residen en las ciudades próximas y ciertos no mapuches muy apreciados a los que se
invita especialmente.
Bajo dicha denominación se incluyen también las rogativas familiares que se realizan
antes de la señalada y al llegar o partir de la veranada.
Se le puede "sacar" tayül a todo lo que tiene vida, esté en la tierra o en el cielo: al pehuén,
al sapo, a la luna, a la lluvia. Esto implica que se invoca a distintos componentes de la
naturaleza considerados de importancia en la cosmovisión de esta cultura; así hay un
tayül de la víbora, del tigre, del guanaco (Carol Robertson, 1976).
6
Véase al respecto la Romanceada de pedido.
7
La Romanceada del lucero es una excepción a lo apuntado.
12 CESAR A FERNANDEZ
Los textos, con frecuencia, resultan incomprensibles, pues no se canta una letra, sino un
argumento determinado donde aparecen formas estratificadas de la lengua que se han
perdido en el habla coloquial y de las cuales no existe registro (Pelinski y Casamiquela,
1966).
El tayül se canta al amanecer mirando al sol, por ser Antü su destinatario, pero también
en los distintos momentos del nguillatún. Toda circunstancia religiosa o social de
importancia es motivo para entonar algún tipo de tayül, como por ejemplo en un acto
escolar, en los entierros, en la entrega de tierras, etc.
Según Lucía Golluscio (1984, p. 104), en estos textos se cumple la función mágico-
religiosa. Dice, además: "Por las connotaciones que le son propias, lo religioso es el
ámbito donde el uso de la lengua mapuche resiste más efectivamente su reemplazo por el
español. La lengua de los antiguos es el medio más preciado e insustituible de relación
con lo trascendente, ya sea a través de los cantos sagrados (tayül) o las rogativas
individuales o comunitarias (ngillatun o ngellipun)".
4.6. Sebastián Englert (1936, pp. 106-109) incorpora la autobiografía como género
literario.
Enrique J. Perea (1989), al igual que Ernesto Wilhelm de Moesbach con Pascual Coña en
Chile, realiza una entrevista a Félix Manquel, parte de cuyos textos tienen versión
bilingüe. Damasio Caitru relata aspectos de su vida que recoge Jorge Prelorán y publica
Gregorio Álvarez (1983). En los tres casos, a partir de lo biográfico van surgiendo lo
literario, las costumbres y las creencias.
Rodolfo Lenz emplea el vocablo «literatura», por primera vez en 1897, para referirse a los
textos mapuches que recopilaba de fuentes orales. Es de suponer el revuelo que en su
época habrá despertado esa actitud transgresora. Junto a este estudioso hay que
mencionar a otros iniciadores de estos trabajos como Félix José de Augusta, Ernesto
Wilhelm de Moesbach, Tomás Guevara, Sperata de Saunière y Sebastián Englert.
8
El primer texto escrito en lengua mapuche pertenece al P. Luis de Valdivia y es de 1606 (Arte y
gramática de la lengua que corre en todo el Reyno de Chile, con un Vocabulario y Confesionario).
CUENTAN LOS MAPUCHES 13
Lázaro Flury (1944 y 1948) aporta algunos relatos como los incorporados en esta
antología.
Berta Koessler-Ilg, folcloróloga de origen alemán que vivió en San Martín de los Andes,
realizó la mayor recopilación de literatura mapuche argentina de que se tenga noticia.
Parte de ese material –tomo II (mitos y leyendas) y tomo III (cuentos y fábulas)–fue
adquirido en 1960 por la Universidad Nacional de La Plata y permanece aún inédito. Entre
1906 y 1910 publicó textos del folclore de la isla de Malta (leyendas, canciones, cuentos y
fábulas). Sus dos obras principales son: Cuentan los araucanos (1954) y Tradiciones
araucanas (1962). Escribió, además, una obra en alemán de 1956, Indianer Märchen aus
den Kordilleren (Cuentos de los indios de la Cordillera). Algunos de los textos difundidos
por esta folcloróloga han merecido críticas debido a la similaridad con relatos de R. Lenz y
Pascual Coña (véase R. Casamiquela, 1991). Entre los textos publicados se registran
romanceadas, rogativas, cuentos, mitos, leyendas, sucedidos, tradiciones, adivinanzas,
comentarios sobre prácticas mágicas, fórmulas expresivas, juegos infantiles y estudios
sobre topónimos.
Otra importante investigadora ha sido Berta Elena Vidal de Battini, que realizó la
recolección de la mayor cantidad de cuentos y leyendas populares de la Argentina –
alrededor de 3000– publicados en una portentosa obra de 10 tomos, de la cual resta por
editarse el último, más específicamente dedicado a la temática indígena. Si bien la obra
abarca todas las provincias, interesa señalar que ha recopilado numerosos relatos de
origen mapuche de La Pampa, Río Negro, Neuquén, Chubut y Buenos Aires.
Lucía Golluscio (1978), Ana Fernández Garay (1982, 1991, 1993) y Perla Golbert (1975)
centran sus trabajos en aspectos lingüísticos de la descripción fonológica y morfológica.
Los textos sobre la base de los cuales se realiza tal descripción son epeu, tayüles y
ülkantum. La recolección se hace en Río Negro, Neuquén y La Pampa.
Miguel Alberto Bartolomé (1969) compila veintiún textos en español entre los pobladores
de la agrupación Aigo del paraje Ruca Choroy (Neuquén). En su mayoría, se trata de
romanceadas, salvo una rogativa y una oración que se incluyen como tayül.
César A. Fernández (1989) presenta nütram, epeu, ülkantum y otros textos de las
agrupaciones Curruhuinca y Aucapán. En esta última registra, además, 15 romanceadas
editadas en casete (versión bilingüe).
Oscar Barreto (1992) aporta algunas contadas; Silvia Giglio y Pilar Las Heras
(Fundación... 1992) recogen tayüles, ülkantum, contadas, epeu, nütram y otros textos.
14 CESAR A FERNANDEZ
Oscar Barreto, Miguel A. Bartolomé, César Fernández, Pilar Las Heras y Silvia Giglio
realizan las recopilaciones íntegramente en la provincia de Neuquén.
Por último, es necesario señalar que Lucía Golluscio (1978, 1984, 1989) y Ana Fernández
Garay (1978, 1991, 1992, 1993, 1994) han realizado importantes aportes en el campo de
la descripción lingüística del mapudungun hablado en la Argentina y de la teoría literaria
mapuche, que se suman a los que en su momento hiciera Perla Golbert.
6. Las transcripciones
6.1. La transcripción de los textos se vincula, entre otros aspectos, con la fidelidad al
estilo, a las peculiaridades lingüísticas del relator o al objetivo del trabajo. Boggs (1953, p.
17) dice: "la lengua tradicional hablada por el pueblo constituye en sí misma material
digno de estudio por el folclorista, porque el habla sigue las mismas normas de
tradicíonalidad, aceptación general en grupos del pueblo, anonimato, variación histórica y
geográfica, y transmisión oral, que se encuentran en otras categorías del folclore y se
sujeta a la misma modalidad de estudio".
Rescatar y difundir palabras y cantos valiosos que puedan perderse –de modo especial, el
tema–, transmitir el espíritu del relator a través de ciertos rasgos lingüísticos (voces en la
lengua mapuche o en el español regional, fórmulas de iniciación o cierre, tipos de
cohesión, etc.), y hacerlos legibles a los lectores constituyen los propósitos fundamentales
con los que se ha encarado esta antología.
Como criterio general se ha adoptado el propuesto por Susana Chertudi (1960, pp. 22-
23), con modificaciones como las seguidas por César Fernández (1989, p. 16).
En esta antología se observará que un mismo vocablo adquiere algunas variaciones. Ellas
dependen de la fuente bibliográfica; así, huecufü aparecerá como wekufü, huekufu,
huekufü, hecho que ocurre por tratarse de préstamos provenientes de una lengua con
escritura no normalizada.
6.2. Los textos que componen esta antología provienen de diversas fuentes. En algunos
casos se poseen datos exactos del relator, el lugar y la fecha del encuentro, así como su
opinión sobre el tipo de texto contado. Toda esta información aparece al finalizar el texto.
De ciertos textos se tiene, incluso, la versión grabada y filmada9.
Varios de los textos seleccionados han sido reescritos en versión literaria, ya que habían
sido publicados en lengua mapuche con traducción al español hecha por el informante, y
con una intencionalidad lingüística.
6.3. Los textos provenientes de una cultura oral que los ha recibido, mantenido y
transmitido exclusivamente por esa vía, poseen características diferenciadoras de
aquellos que han tenido un soporte escrito. Consecuentemente, la transcripción se
convierte en tema de particular interés, en tanto el recolector-investigador debe tener en
cuenta dos lenguas (español y mapuche) o las variantes de la primera, con la salvedad de
que la versión definitiva se hace en español literario que, en algunos casos, mantiene
vocablos mapuches.
7. Palabras finales
Integran esta antología textos seleccionados a partir de fuentes consideradas originales.
Para ello se ha tenido en cuenta la mención del relator y, en lo posible, de algún dato
sobre el lugar y la época en que se hizo la recolección; también se ha considerado la
vitalidad del tema y del motivo dentro del marco de la literatura mapuche, así como toda
otra circunstancia que avalara la veracidad de la fuente.
Se han mantenido las notas que aparecen en los textos originales, así como las
aclaraciones terminológicas que figuran en léxicos, glosarios o vocabularios, y se han
agregado otras que contribuyan a la comprensión cultural del texto.
Otro criterio que preside este trabajo procura que los textos sean de origen mapuche-
argentino, por el lugar donde fueron tomados o por la tradición que existe sobre el mismo.
Los relatos y canciones han sido recogidos en las provincias de Neuquén, Chubut, Río
Negro y La Pampa, aunque prevalecen los que tienen como ámbito geográfico a la
9
Se trata de los textos recopilados por César Fernández y editados en los videos "Recobrando la
cultura mapuche", "Narradores de Aucapán" y "La Tierra del Pehuén".
16 CESAR A FERNANDEZ
Cuentan los Mapuches evoca en su título a otra obra que en su momento alcanzara una
enorme difusión10.
A partir del prólogo, se invita al lector a jugar con los textos, intentar clasificaciones según
las categorías discursivas mapuches y a ampliar su información sobre la base de la
bibliografía que se acompaña.
El lector debe saber que los textos de esta cultura tienen su referente en una cultura
distinta de la global o nacional. Ingresa, pues, en un mundo que posee una cosmogonía
propia a través de algunos componentes de su literatura.
10
El comentario casi obvio se refiere a Cuentan los araucanos, de Bertha Koessler (1954).
CUENTAN LOS MAPUCHES 17
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CUENTAN LOS MAPUCHES 23
Flury, Lázaro. "Tres leyendas araucanas", en Boletín Indigenista, vol. VII, 1948, pp. 206-
212.
Golbert de Goodbar, Perla. Epu peñiwen ("Los dos hermanos") (Cuento tradicional
araucano. Transcripción fonológica, traducción y análisis), Buenos Aires, Centro de
Investigaciones en Ciencias de la Educación, Instituto Torcuato Di Tella, Sección Lenguas
Indígenas, 1975.
___Por qué don Francisco Moreno debía haber muerto, pp. 218-225.
Lehmann-Nitsche Ricardo. "El diluvio según los araucanos de la pampa", en Revista del
Museo de La Plata 14, vol. XXIV, 1919, pp. 28-62.
Perea, Enrique José. Y Félix Manquel dijo... Viedma, Fundación Ameghino, 1989.
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Vidal de Battini, Berta Elena. Cuentos y leyendas populares de la Argentina, tomos II, III y
VII, Buenos Aires, Ediciones Culturales Argentinas, Secretaría de Estado de Cultura,
Ministerio de Cultura y Educación, 1980-1984.
CUENTAN LOS MAPUCHES 25
Nuestro buen Dios había vivido siempre en el cielo azul con su madre, que era al propio
tiempo su esposa, o mejor dicho, su esposa y madre. Y que se llamaba la Reina Azul o la
Reina Maga. También la llamaban Kushe, lo cual quiere decir Bruja o Sabia. Y Dios y
Kushe estaban allá arriba con sus hijos, Antes de que viniesen los blancos y los
mataran... ¡Y desde entonces, no tenemos un Dios que escuche nuestras súplicas...!11
Y sucedió que, después de haber creado Dios con tanto afán y fatigas el mundo y de
haber puesto sobre la tierra tanta gente y tantos animales, procurándoles alimento, sus
dos hijos mayores empezaron a instigar a los menores a la desobediencia, diciéndoles:
–¿Acaso no es hora ya de que reinemos nosotros? Viejo es el Chau, vieja es la Ñuke. Por
lo menos, que nos dejen reinar sobre la tierra.
Entonces, también sus hermanos menores se dieron a cavilar sobre aquello... Y demás
está decir cuánto hizo sufrir al buen viejo Chau, allá en el cielo, este deseo de sus hijos.
Al principio, ablandado por los ruegos de la madre, Dios trató de perdonarlo todo; pero
sus hijos mayores siguieron murmurando e induciendo a los menores a la rebelión, de
modo que éstos quisieron bajar a la tierra a toda costa.
Bien conocían el camino. Del cielo se pasaba a las nubes; de las nubes, a la tierra... ¿No
serían capaces también ellos de crear seres humanos y animales?
Entonces, el viejo rey se enfureció y asió a sus hijos mayores, que eran unos gigantes, del
mechón que coronaba sus cabezas, de los largos cabellos del centro del cráneo que son
un distintivo de mando entre los araucanos y los zamarreó varias veces, arrojándolos
luego con fuerza hacia abajo, y ambos cayeron por entre las densas nubes sobre la
pedregosa tierra.
Al caer, los enormes cuerpos de los hijos de Dios arrancaban tremendos fragmentos de
montañas y destruían las cumbres de los cerros. El uno cayó de este lado, donde está
hoy el lago Lácar, y su hermano, del otro, donde está el lago Lolog. Sus macizos cuerpos,
al tocar tierra, formaron unos hoyos gigantescos, pero se hicieron mil pedazos y éstos se
enterraron profundamente, dejando inmensas profundidades que señalaban las huellas de
estos titanes del cielo. Tanto que nuestros antepasados creen ver aún, en las sinuosas
líneas costeras, las enormes medidas de los hijos mayores de Dios...
Cuando la madre, a quien también llaman Madre Luna, vio despedazados a sus hijos,
empezó a lamentarse y a llorar. Sus lágrimas caían sin cesar y su pena aumentaba al ver
que el Padre, a quien también llaman Sol, en su furor, mandaba abajo rayos de fuego,
concluyendo de destruir los despojos de sus hijos. Pero... ¿qué podía hacer Madre Luna?
11
Hugo Carrasco Muñoz (1988) señala que se trataría de un mito anterior al Trentrén y Caicai. En
este texto se cuenta la existencia de un acto de creación del mundo por parte del Dios mapuche y
su madre y señora (sic), la rebelión de sus dos hijos mayores, su destrucción y posterior
regeneración con formas "no humanas". El relato es interpretado como una adaptación de la
leyenda bíblica del Génesis. (Cf. Sperata de Sauniére, 1975, pp. 211-222).
28 CESAR A FERNANDEZ
Sólo llorar y llenar con sus lágrimas los inmensos huecos y valles sin fondo, que fueron
lagos más tarde...
No obstante, los despedazados cuerpos volvieron a llenarse de vida. El Padre les permitió
volver a ser «cosas enteras», aunque no figuras humanas.
Los dos gigantes rebeldes fueron convertidos en la Kai-Kai-Filu, la culebra que llena los
mares y los lagos.
¡Lástima grande que esta culebra heredó la tremenda ambición de reinar, que alentara
antes en el pecho de los hijos del cielo!
En su ira, la Kai-Kai-Filu azotaba con su inmensa cola la superficie de las aguas, hasta
llenarlas de espuma y de marejada.
Las rojas alas de la culebra levantaban a gran altura las montañas en que se había
refugiado la gente.
Esas montañas se llamaban Tren-Tren, o sea Montañas de Fuego. De ellas brotaban los
truenos y los rayos. De noche, sus cráteres vomitaban fuego...
Pero sobre esas Montañas de Fuego vivía una culebra buena, que el buen Dios había
amasado con una arcilla especial y que debía cumplir la siguiente orden:
«Cuando la Kai-Kai-Filu empiece a revolver las aguas, debes avisarle a la gente que
busque refugio y se salve»...
Los reché conocían el lugar donde nacía y se acostaba Antü. Siempre era bueno. Sabía y
veía todo lo que pasaba.
En el Valle Embrujado, que ahora le dicen Encantado, pasó la nütram que voy a relatar.
Allí vivían los Pillán. Con rocas de fuego se tiraban. De las cuevas salía el polvo negro
que todo lo tapaba. Las piedras ardiendo cruzaban el valle. Tanto era el ruido y el polvo
que había, que nada se podía ver. La mapu estaba arruinada. Antü no quería salir a
iluminar el campo. Parecía que lo había olvidado.
El espíritu de la mahuida, dueño de la cordillera y del agua, estaba también allí. El Trauco
se había subido encima de la montaña y gritaba:
–Voy a bailar sobre las piedras. Te voy a tirar con las rocas del volcán.
Y ahí comenzó la batalla. Los dos tenían espíritus que los ayudaban, que hacían ruido y
gritaban.
El Huesha Cüref Huecufü era el otro diablo, que siempre perjudicó a los hombres y a los
animales. Quería pelear con el Trauco y entonces hizo que se largara la tormenta con
todos los espíritus y comenzó a rugir y aullar.
Ocurrió entonces que la montaña azul, que era muy alta y estaba cubierta de hielo,
empezó a darse vuelta para afuera. Tiraba de todo: barro, lava, fuego, humo. Las aguas
congeladas empezaron a hervir. Los Pillán lanzaban rocas de un lado para otro. Tronaban
los volcanes y los rayos iluminaban el cielo. Mientras tanto, Antü dormía.
Los animales escapaban para todos lados. No hallaban dónde guarecerse. Volaban las
piedras ardientes y las lengüetas de fuego hacían que fuera de día. La tierra se partía y
por los huecos caían ardiendo los animales y los árboles. En aquellos tiempos, el huencu
era fuerte como un árbol, pero se lo tragó la tierra ardiente. Algunas plantas se agarraban
12
El Valle Encantado es una vega ubicada al sur de la provincia de Neuquén, próxima a la
confluencia de los ríos Limay y Traful. El paisaje rocoso adopta extrañas formas conocidas como
"El dedo de Dios", "El castillo", "La india dormida". Se lo conoce también como la región de los
gigantes. En la actualidad gran parte de este valle se encuentra anegado por las aguas de las
represas.
13
La existencia de dos volcanes también es mencionada por el narrador Felipe Rañinqueo en el
relato "Lanín" v. p. 88.
30 CESAR A FERNANDEZ
de las piedras para sostenerse y así quedaron. Otras se colgaban de los árboles y todavía
no quieren dejarlos. Así nacieron las plantas trepadoras. En el caso producido por la lucha
murieron árboles y animales.
El hielo hervía, las rocas chorreaban fuego y lava, el agua corría por todos lados. Todo
cambió de lugar. Unos cerros se encimaron a otros. Se tragó la tierra muchas montañas y
donde había un río nació un lago.
Una enorme roca venía despeñándose y rodaba hacia el abismo, arrastrando al Pillán. Así
perdió apoyo y empezó a caer. Estaba solo, sin sus espíritus auxiliares. Rodaba y no se
podía asir de la montaña. Los enormes brazos no se podían agarrar de nada. Ni de las
salientes rocosas se prendía, porque todo ardía y quemaba. Todo había sido incendiado
por el Huesha Cüref Huecufü.
Ya caía al abismo cuando lo salvó su barba. Era larga, larga como de mil metros. Cuando
caía se iba enredando entre los abrojos y las enredaderas. Eso era abajo, donde había
poco fuego. Arriba los rayos saltaban entre las tromü. El odio de los Pillán arde siempre
como un fuego que no se extingue. El Trauco le estaba ganando al Huesha Cüref
Huecufü, que caía y no hallaba de dónde prenderse. Pero un árbol de raíces muy fuertes
que había crecido entre las rocas sujetó su barba. Era el ñire que se había apretado
contra una ladera. Cuando ya caía, se salvó. Como un lazo era la barba.
–Te dejo mi barba para que te proteja. Donde esté el ñire no entrará mi lengua ni gastará
esa mahuida. Ni el hielo ni la nieve van a quebrar tus ramas.
Así, de agradecido, el Cüref dejó su ünohua al ñire. Del tronco o de las ramas cuelga
siempre. Es verde y tiene codai. Se llena de florcitas blancas y perfumadas durante el hue
tripantu. Brilla y se pone fuerte en el antü tripantu. Empieza a aflojar y a ponerse oscura
en el chomünguen, cuando caen las hojas. Se vuelve gris durante el puquem. Siempre se
ve al ñire con su barba. Es el único que tuvo el honor de recibirla. El Cüref lo acaricia
cuando pasa, porque se acuerda de que por él todavía vive.
CUENTAN LOS MAPUCHES 31
Sucedió una vez que hubo gran mortandad entre los mapuches. Muy pocos quedaron
fuertes y sanos. Los recién nacidos, al poco tiempo, se tornaban ciegos. Los jóvenes
morían en gran número, porque eran débiles y sin energías y sólo podían vivir en llanuras
o valles, renunciando a las alturas de la cordillera. Se sentían perdidos porque su vida era
muy triste.
Un día, vino a verlos Al-Sol. Al-Sol era un gran maestro, un brujo sabio que quería alegrar
a la gente enseñándole cosas útiles: le regaló el fuego y le enseñó a fabricarse armas,
para poder cazar y pescar. Proveyó de trajes a sus cuerpos desnudos y les enseñó a
conocer las plantas medicinales y el tratamiento de los enfermos y heridos.
Los mapuches dejaron de sentirse solitarios... Pero seguían albergando un gran temor a
las montañas boscosas y no querían llegar hasta su entraña. El aspecto de los bosques
era muy siniestro. Sintiéndose expuestos a grandes peligros desconocidos, los supers-
ticiosos habitantes de las tierras bajas sólo amaban las aguas de los valles y confiaban en
ellas.
Sucedió, pues, que el maestro y consejero de la gente llevó a los mahuidanches (gente de
la montaña) a la falda del Chapelko14 y en su presencia, con duro puño, golpeó una roca
muy grande, diciendo además unas palabras. En el acto se abrió la montaña y grandes
masas rocosas cayeron a lo más profundo y llenaron un abismo sin fondo, formándose un
campo de escombros. Hoy, todavía, se le llama Kalfütral (derrumbe azul) porque las
masas de piedra brillan con ese color.
De las lisas paredes de la abertura practicada por Al-Sol en el Chapelko, salieron nuevas
gentes. Estaban completamente desnudas y su aspecto era horrible: seres gigantescos,
los dirigía uno más grande y fuerte que todos los demás, que se llamaba Trauko15, el
señor de las montañas y que anda aún sobre las altas cordilleras (es inmortal), apoyado
sobre su enorme bastón, que es un tronco de tejo.
Así vinieron al mundo los gigantes, de quienes cuentan los antepasados que eran los
monstruos de la creación y que como tales los aislaron en los desiertos de piedra de la
cordillera, junto con los animales salvajes que el Huekufu, el espíritu malo, había
desfigurado por rebelarse contra el Creador, quien no los tomara como ayudantes sino
como guardianes de los seres inconclusos mientras Él descansaba y dormía.
14
Hay dos cerros con el nombre de Chapelco y se encuentran ubicados al sudeste de San Martín
de los Andes. El Chapelco Grande tiene 2394 metros y el Chico, 1714. El topónimo significa "agua
de chapel” y se refiere a la Escallonia Fonkii Phil (arbusto de unos tres metros de altura con flores
blancas que crece en sitios húmedos), y co, "agua".
15
El trauco es considerado un ser diabólico que vive en las montañas y, a veces también en los
lagos. Se lo describe como un ser pequeño, con un sombrero de gran tamano y una barba muy
larga. Se alimenta de frutos como la frutilla, hongos, flores, ramas, insectos. Pedro Curruhuinca le
decía en San Martin de los Andes a César Fernández (febrero de 1974): "A veces se escuchan
como hachazos y la gente dice ahí anda el trauco. Algunos lo han visto pero de lejos no más.
Enamora a las chicas jóvenes cuando duermen y las embaraza. Acá (se refiere a Chapelco y Quilla
Quina) anda a veces. También por el lago”.
32 CESAR A FERNANDEZ
Sólo el Trauko vive eternamente y se le ve balancear su bastón sobre los abismos que
sostienen las montañas. Las rojas barbas del velludo Trauko ondulan y tienen leguas de
extensión.
TRENTRÉN Y CAICAI
Recopilado por César Fernández, 1989
Esto pasó en los tiempos de antes, cuando sólo había reché, los antiguos y verdaderos
mapuches16. Si no llovía se hacía una gran rogativa. Había que ir al lago Lácar y golpear
el agua con ramas de pehuén para que viniera la lluvia. Y después, cuando venía la
tormenta, había que estar a pura panza no más. Nada de protegerse con un toldo o
ponerse al reparo.
Decían los abuelos, cosas que a ellos les habían contado, que una vez apareció un
hombre que decía que era el mandado de Nguenechén. Contó que se iba a enojar
Caicaifilú y todo se iba a inundar. Había que ir a la mahuida Trentrén para salvarse. Se
cansó el hombre de hablar, pero nadie le hacía caso y se fue.
Ese año hicieron la rogativa. Y llovió y llovió. No sabían qué hacer para que no diluviara
más. Y ahí fue cuando la Caicaifilú, que vivía en el fondo del lago y estaba muy rabiosa
con los mapuches, empezó a golpear el agua con su cola para hacer subir más el agua
todavía.
16
El relato del Trentrén es el más difundido en la cultura mapuche. Aparece ya mencionado por
Diego de Rosales en la más antigua Historia general del reyno de Chile, de fines del siglo XVII, y
contiene una versión de esta kuifike dungu. Bertha Koessler (1962, p. 10, n. 3) registra el siguiente
comentario del cacique Abel Kurruhuinca: "El pillan que estaba siempre en el Trengtreng de
nosotros (se refiere al paraje Quila Quina) se sabe enojar mucho. Y en los tiempos de antes hacía
salir fuego del volcán, hacía temblar mucho, terriblemente, la mapu. Con el kaikaifilu, que tal vez es
amigo de él, no se sabe, subía las aguas del lago; inundó todo, se llevó tierras, hizo teifún
('destruir, destrucción') todo lo que había. El pillañ será siempre dominador de la gente". El relator
hace referencia al cerro Abanico de San Martín de los Andes, que antiguamente se llamaba Volcán
de Lácar. Tanto en la geografía argentina como chilena existen varios Trentrén. Alejandro Cañas
Pinochet los registra en la isla de Chiloé y en la 9° región de Chile. J. M. Biedma (1967, p. 222) lo
menciona como Theg Theg y lo ubica en el Parque Nacional Nahuel Huapí.
CUENTAN LOS MAPUCHES 33
Y los mapuches disparaban para todos lados. Algunos se acordaron del mandado de
Nguenechén y empezaron a subir el Trentrén. También iban los animales como el
choique, luán, pudú, pangui, nahuel... Sombrero de palo tenían que ponerse para subir, si
no Antü los dejaba sin pelos. De esa vez quedaron con el color de piel oscura, por estar
cerca del sol.
Los mapuches que caían al agua se hacían peces y los animales, rocas.
–¡Trentrentrentren!
–¡Caicaicaicai!
Y aumentaba el agua.
Mucho tiempo dicen que duró la pelea. Pasó entonces que la Caicai quiso ir a sacar a los
mapuches de la cueva del Trentrén, donde se habían metido. Se enroscó en una roca
muy grande para poder llegar hasta arriba. Pero Trentrén le dio un golpe con la cola y la
tiró al fondo del lago.
Ahí cayó la filú y la roca encima. Murió. Al poco tiempo dejó de llover.
Entonces los mapuches hicieron una gran rogativa para agradecer a Trentrén por
haberlos salvado de Caicaifilú.
Dicen que esa montaña está apoyada en cuatro patas y si vuelve a diluviar se va a
levantar de nuevo.
Hay varios Trentrén por San Martín de los Andes, Junín, Bariloche, Aluminé y también en
Chile. Hay piedras con forma de animales que están en las islas de los lagos que son de
los animales del tiempo de antes. Quedaron así desde el diluvio.
Y ésta es la historia que pasó hace tantísimo tiempo, cuando sólo había mapuches.
EL SOL Y LA LUNA
Recopilado por Ricardo Lehmann-Nitsche, 1919.
Antes la Tierra era toda agua y los pobres indios tuvieron que refugiarse en las montañas
para no morir de hambre17.
17
Ricardo Lehmann-Nitsche recibió este texto del historiador Carlos J. Salas, quien le indicó que
se trataba de una "tradición ranquelina". Al comentar el relato, describe, en primer lugar, el mito del
Trentrén y Caicai, comparándolo con otras narraciones que tienen los mismos motivos y que son
34 CESAR A FERNANDEZ
Y también en las montañas se refugiaron los avestruces, los peludos y los guanacos y así
tuvo el indio de qué alimentarse.
Y como los indios tenían que pasar de un cerro a otro para buscar leña y el aire era negro,
pidieron al sol que les alumbrara el camino durante la noche para no ahogarse en las
lagunas que habían formado las lluvias [y que impidiera que los espíritus de los muertos
malos entraran en el corral de los muertos]18.
Y el sol mandó a su mujer la luna que se fuera a los cielos y desde allí alumbrara a los
indios de la Tierra, e impidiera que los espíritus de los muertos malos entraran en el corral
de los muertos.
Y como la luna se puso en camino durante la lluvia llevando el fuego en sus manos, éste
se enfrió en el camino y por eso la luna alumbra con luz fría que no tiene calor.
Y así los espíritus malos no pudieron entrar nunca en el corral de los muertos y quedaron
errando en el aire.
Y cuando las aguas bajaron, los indios se fueron a vivir en los campos donde hay
pastizales y donde viven los avestruces y los guanacos.
QUIMÉ HUENÚ
Recopilado por Lázaro Flury, 1948
Narrado por los caciques Antonio Ñanculef,José Coliman y Juan Palma, de Chubut y Río
Negro.
mencionados por Miguel de Olivares, Diego de Rosales, Pedro de Córdoba y Figueroa, Juan
Ignacio Molina, Bernardo Havestadt, Antonio Febres y otros. En la segunda parte de su ensayo, R.
Lehmann-Nitsche (1919, p. 45) indica: "En el texto de Chimpay, sol y luna aparecen
antropomorfizados y como matrimonio, correspondiendo el rol de marido al sol, el de la mujer a la
luna. Es la primera vez, que yo sepa, que en una leyenda araucana se indica esta relación con
palabras sencillas e inequivocables; las tradiciones, ya procedentes del siglo XVIII, ya de la época
moderna, sólo hablan, de vez en cuando, de la luna como mujer del sol, pero no dicen
absolutamente nada respecto a las acciones de la parte masculina o sea del astro solar. Quiere
decir esto, que ya en el siglo XVIII la base de la leyenda estaba olvidada y que se conservaba sólo
un fragmento relacionado con la luna. Hoy, gracias a una benévola casualidad, disponemos de un
texto que también al sol atribuye cierta actitud, directa y de importancia nada despreciable: ¡manda
el marido a su mujer! El texto de Chimpay es pues muy antiguo y presenta elementos primitivos y
arcaicos".
18
R. Lehmann-Nitsche (1919, p. 50) señala que ese recinto no existe en la mitología mapuche,
sino en la puelche, tal como se lo mencionara un informante llamado Millaluán. "Este anciano (...)
me dijo que ese corral (gaiya uájuai, en lengua puelche, con la explicación: 'Paradero de los
muertos: como si fuera un corral; así tiene la forma') debe corresponder a la región relativamente
grande al sur del Orion y caracterizada por la escasez de estrellas grandes. (...) Con este «corral
de los muertos» se relaciona en la creencia puelche el «camino de los muertos» (gaiya uápatrsh), o
sea, la Vía Láctea".
CUENTAN LOS MAPUCHES 35
Cuenta la gente que hace muchísimos años, tantos que no es posible llevarlos en cuenta,
los espíritus malignos agobiaban constantemente a la gente mapuche. Ronquenquén
acechaba a las criaturas, aprovechaba cualquier circunstancia favorable para hacerle mal.
Cuando algún niño se alejaba de la toldería, le provocaba algún accidente entre las rocas
o lo hacía caer al río o morder por alguna víbora venenosa.
Maipe sembraba los vientos malignos que traían dolores y malestares constantemente.
Todos los espíritus obraban bajo la inspiración del maligno Hecufü. Las fuerzas de los
espíritus benéficos no podían vencerlos.
Entonces Chachao –padre de los dioses buenos– envió a la tierra a otro espíritu más
poderoso que hiciera el bien. Así fue como vino Quimé Huenú19, el espíritu de la bondad,
a los valles patagónicos.
Cuando una persona era acechada por algún espíritu maligno que rondaba por la
comarca, el Quimé Huenú desde las profundidades de los valles, elevaba una canción
triste y quejumbrosa que por sí sola era una señal de advertencia. Entonces quien la
escuchaba sabía que estaba ante algún peligro o se había equivocado de camino y así
podía evitar al enviado del Huekufü.
De esa forma se salvaron muchas vidas y fue conjurada la saña implacable de los
espíritus maléficos.
Cuando llegaron los huincas, el Quimé Huenú cantaba sin cesar todas las noches y su
música llegaba como triste presagio a todos los toldos.
Después nadie la volvió a oír jamás. Pero el recuerdo de ese espíritu bondadoso quedó
para siempre entre los mapuches20.
19
L. Flury traduce Huenú (/wenu/) como «amigo», vocablo que significa «cielo»; seguramente los
relatores han dicho /wenüi/ equivalente a «amigo».
20
Con respecto al origen y autenticidad del texto, L. Flury (1948, p. 212) señala que no tiene
información bibliográfica sobre el mismo, pero, como le ha sido relatado por tres caciques
diferentes, entiende que se trata "de una hermosa leyenda salvada del olvido, gracias al culto que
ese pueblo rinde a sus antepasados".
36 CESAR A FERNANDEZ
DE SALAMANCAS
Mi abuelo siempre sabía buscar la famosa renüpülli, la cueva de brujos que hay a las
orillas del Lácar. La que su padre, que se llamaba Cheukemilla, tantas veces le habló. Por
aquel entonces, el padre de mi abuelo no vivía en el lago, pero se fue a perder por ahí.
Siempre había querido descubrir la Salamanca, quería estudiar la brujería para ser brujo.
Pero no conocía la palabra santa, nunca la supo hallar. La noche estaba oscura y no
encontró el camino. De aquí para allá andaba, en la orilla andaba, y no oía más que el
sholpín de la diuka de noche, que se va a dormir después que despierta la diuka del día.
Pero él no sabía salir de la maraña de las rocas partidas, aunque había habido buen
agüero, que a la mañana, cuando salió de su casa, un zorro se le cruzó de izquierda a
derecha. ¿Dónde andaba la suerte ésa? Sin querer dijo una palabra muy mala, que a
veces había escuchado, que no sabía qué quería decir. ¡Ay, ay, ay, ay! Entonces, de
repente, oyó voces, cantos, música, risa de chicos. Había caballos que relinchaban, gatos
maullaban, ladraban perros, mugían vacas, de toda clase de animales se oían, que
parecía que salía de abajo de tierra. Fue detrás de los ruidos, tanteando y golpeando las
rocas, hasta que vio una abertura que no había visto, que quedaba a la izquierda del lago,
si se mira de Pukaullu. Estaba ahora parado en una cueva y una muchacha había, una
linda muchacha que lo llamaba, que le hacía entender que hiciera la señal de la cruz y
avanzara no más. La cueva era de más o menos una cuadra de largo, igual de ancho y
muy alta, que llenaría una montaña. Dentro salían caminos, pasillos que debían ir a otras
cuevas. Clarito, pero clarito, se oía bramar el lago. Y todavía más claro se sentían las
voces que había oído. ¡Ay, ay! Se persignó de la sorpresa, anduvo hacia la luz y, de
repente, lo dieron vuelta muchas veces y era oscuro de nuevo. Asustado, seguía tantean-
do hasta que vio un poco de luz y tropezó sobre un cadáver ensangrentado, que
solamente se pudo librar diciendo la palabra. Apenas anduvo un rato, un sapo enorme se
le tiró encima, le ensuciaba la manta de piel y lo escupía. De nuevo dijo la palabra santa y
lo soltó el sapo. Pero en otro pasillo vino a salirle un chivo con cuernos afilados, que lo tiró
al suelo. En su aprieto volvió a santiguarse, y se escapó el chivo. Y entonces una víbora,
gorda como un brazo, llena de escamas y peluda, se le largó sobre el pecho como para
ahogarlo. Pero él no supo mostrar miedo, ni cuando el bicho se le enroscó en el cuello y
silbaba y le ponía la lengua cerca de la boca. Y tampoco perdió su fuerza esta vez. La
palabra santa espantó a la víbora y él pudo seguir andando hasta la pieza principal, que
representaba una escuela. Había allí muchos conocidos y parientes, sobre todo estaban
los mellizos de la región22, pero nadie se ocupaba de él, nadie le hacía caso al otro23.
Nadie saludaba: como desconocidos se trataban. ¡Ay, ay, ay, ay! Y hablaban todos en el
21
El texto ha sido traducido del alemán por Ingeborg Mühlhäuser para Tradiciones Araucanas.
22
N. de la A. La idea de que los mellizos están predestinados para la magia me ha sido referida
más de una vez.
23
Los mellizos o los gemelos han constituido motivo de rechazo porque se consideraba que traían
desgracia; por ese motivo se mataba a uno de ellos o se lo cedía a otra familia (Guevara, 1916, p.
157). También se indica que no son deseados y que la gente se asusta cuando nacen por entender
que son un castigo de Dios. (Hilger, 1957, p. 279).
38 CESAR A FERNANDEZ
Chilidugu24, en la lengua de las brujas. Y como había muchas cosas buenas y lindas, y
mucha alegría, él no hizo caso y agarraba lo que le daban: ¡Lo mejor de lo mejor había
ahí! Se bailaba, se bebía, gritaban, cantaban. Juguetones estaban, alegres estaban todos
los que ahí había, que no tomaban clase en el momento. Porque él vio que ésa era la
famosa escuela de Salamanca, la escuela de los brujos, que entran los verdaderos
mapuche nada más, los verdaderos araucanos. A esta cueva venían los brujos más
grandes del mundo para aprender y enseñar. La más grande escuela era. Y, si aún hoy
en día hay brujos, por esta escuela es, que aún hoy está y que siempre sigue enseñando,
la renüpülli en el Lago Lácar.
Cuando había comido y bebido bastante, miró alrededor y pudo ver la enseñanza. Ahí
estaban los mellizos, por ejemplo, que, según dicen, tienen mucha habilidad para ser
brujos. Los trataban con mucho cuidado, tenían una enseñanza especial. Algunos
alumnos querían aprender la curandería, para sanar a los hombres. Otros querían tener
poder sobre animales sanos y enfermos, los querían tratar. Otros querían saber dañar.
Otros aprendían la lengua de los animales para mandarlos que dañen a los hombres. No
se puede contar todo. Muchas cosas hay que pueden saber pocos hombres no más, los
elegidos no más. Ahí había uno que quería aprender a dañar a un enemigo, pero de lejos.
La machi mayor agarró un sapo gordo, viejo. Lo ató fuerte y lo colgó. Así le iba a pasar al
enemigo. Se iba a sentir apresado. El tiento mojado se le iba a ajustar cada vez más.
Aplastado se iba a sentir. Hasta morirse de dolor y de hambre y sed. Había una que
preguntó cómo podía enamorar y tenerlo enamorado al hombre. Entonces, la machi
mayor agarró una rana grande –posiblemente era un sapo también– y mostró cómo hay
que pasar la panza blanca por la cara del hombre diciendo palabras para tenerlo
enamorado siempre. Otros querían aprender a hacer llover. Un sapo vivo y otro muerto
ponían, panza arriba, sobre el suelo, y decían la palabra, y en seguida, pues, caía la
lluvia. Lo principal siempre era la palabra. En otra pieza se enseñaba a los veterinarios.
Justo practicaban el ampiñ, colocar plantas secas molidas y otras cosas que no se
pueden llamar buenas. Ahí aprendían cómo se trata heridas abiertas, cómo se libra de
gusanos a los animales; contarlos, medirlos, mandar que tenían que abandonar el animal.
Aquí había unos mellizos que él conocía bien, pero que no le hacían caso, y que
aprendían el arte de curar. Porque nacen para brujos ésos. Ahí llegaba un zainu, un
caballo oscuro, que en la paleta derecha tenía una herida llena de gusanos. La bruja
mostró cómo se podían contar y medirlos. Primero rezó un rezo que él no pudo recordar y
los alumnos lo repetían. Luego agarró una varita fina y rompió un pedacito, de modo que
tenía el largo de los gusanos. “En nombre de la virgen digo yo: este zaino tiene veinticinco
lombrices de este tamaño. Ya viene uno, quedan veinticuatro si lo mato.” En eso cayó de
la herida un gusano y ella lo echó al fuego. Después vino a caer otro. Ella decía: “quedan
veintitrés si yo lo mato”. Y siempre lo mismo, hasta que la herida estaba limpia de bichos.
Con cada gusano tiraba un pedacito de madera al fuego, hasta que había terminado con
el último gusano. El zaino estaba curado.
Muchas de estas cosas vio el padre del abuelo. También que a los gusanos que están en
las heridas de los árboles, en nombre de Jesús, María y José, se les pone tres días de
tiempo para dejar el sitio, irse a otro lado, a otros campos o animales. También obedecían
en seguida. Ahí vio cómo los dueños de rebaños se procuraban anchimallén25, porque
24
N. de la A. "Lengua de Chile". Se refiere de este modo a una lengua que hablan los brujos.
25
Else María Waag (1982. p. 156) dice: "De acuerdo con los testimonios recopilados
personalmente, el anchimallén es espíritu del kal'ku, pero su figura no se presenta rodeada de
caracteres tan terribles como el choñchóñ o el wichalalwe porque, al estar orientado más para la
CUENTAN LOS MAPUCHES 39
necesitaban ovejeros sin entrañas, que no comían carne, que toman sangre no más, así
no les robaban animales. Traían chicos robados, les quebraban el espinazo, les sacaban
la tripa gorda y los dejaban achicados cosiéndolos. Así se convertían en fantasmas, en
duendes, en enanos que ya no crecen y usan el chiripá no más o que tienen un pedazo
de cuero sobre el pecho, con la cola colgando sobre el pecho, que brilla. De noche, el
anchimallén anda por las montañas y las rocas y se le ve brillar la luz mala, que siempre
anda con él. Fuerte ladran los perros cuando ven la luz, y tiemblan y se esconden. Lo
mismo hacen los hombres. Porque sabe que ésos son sirvientes de los brujos, y que
conocen la palabra y que matan, no más, con la palabra. En esta cueva, pues, se hacían
los anchimallén, los “hombres sin tripas”. Y también enseñaban el granizo, la fuerza para
sostener una avalancha de nieve o para hacerla caer sobre un enemigo, hasta en el
verano. Enseñaban a soplar enfermedades y otros males, manejar la piedra hueca. Y todo
eso y mucho más se sabía aprender ahí. El chilidugu sabían. Secretos eran esos que no
había que descubrir fuera de la cueva. Todo poder perdían los que contaban algo. Ya no
se pueden volver animales o ser invisibles. Fieles tenían que ser en guardar el secreto, la
palabra santa. Así les insistía la machi mayor. En la escuela no más se los dejaba
pronunciar la palabra santa; si no, los iban a perseguir y matar. El camino tenían que
ocultarlo a los padres, a las otras personas. Con relbún les escribían los signos que los
podían ayudar, que para los que no saben son garabatos no más, que no permiten hallar
la entrada. Brujos tiene que haber siempre, hacen falta los brujos, hacen falta espíritus,
las almas de los finados esperan que las llamen. Mientras que la machi mayor decía estas
cosas y otras más, Cheukemilla se dio cuenta que la camisa de la víbora le envolvía el
pecho y la espalda. Se había sacado la camisa la víbora cuando se le enroscó al
pescuezo. Con rabia y con asco, a tirones la sacó y la tiró al fuego. Entonces, de repente,
se hizo oscuro alrededor. Cuando se recobró, estaba echado sobre las rocas de Iuko, que
entran bastante en el lago, a la otra orilla del Lácar, a la derecha, mientras que él había
entrado en la cueva por la izquierda. Tenía el cuerpo herido, machucados los huesos y
nunca más volvió a sanarse del todo.
Lo peor del caso, es que probó muchas veces y no supo hallar más la entrada de la
cueva; nunca más supo hallar la escuela de los brujos, la Salamanca ésa. A pesar que
más tarde se fue con la tribu donde creía que estaba la cueva, a la orilla izquierda del
Lácar. Tampoco supo acordarse del chilidugu, de la lengua de los brujos. Ni de la palabra
santa se sabía acordar.
LA RENÜ
Recopilado por César Fernández, 1989
Dicen que los Huecufü corren carrera en la cerrazón. Entre dos andaban por los cerros.
Uno se llamaba Cuyanao, el otro Caneuyán.
Entraron en una cueva, una renü, la salamanca le dicen también. A la puerta había un
león, pero pasaron igual.
defensa que para el ataque, no tiene una función exclusivamente diabólica como los otros dos;
también es utilizado en la vigilancia y seguridad de sí mismo con el fin de evitar todo hecho
adverso que pueda perjudicarlos".
40 CESAR A FERNANDEZ
Había un fuego en la cueva. Entonces jugaron un cordero a ver quién saltaba ese fuego,
sin tocar nada, ni una llamita, ni una brasita.
Entonces saltó Cuyanao y no pisó el fuego. Después saltó el otro y alcanzó a pisar el
fuego.
Salieron y se separaron. Caneuyán quedó esperando para pagar el cordero, pero nunca
llegó el hombre.
Entonces habían jugado un cordero. Después murió el hijo y recién se vino a dar cuenta
que había jugado el hijo.
El cerro de Anecón26 Grande es altísimo. Es salamanca ese cerro. Eso sabía contar mi
finado padre. Todos los que viven en Anecón Grande saben que el cerro es salamanca.
Dicen que hay como un tubo adentro del cerro, pero grande, para entrar a una casa. Es
una casa adentro. Ahí vive el diablo y van brujas, claro. Los Prafil saben bien. Ellos
cuentan cómo es la salamanca. Ellos saben porque han ido ahí.
Los vivientes cuentan y mi padre lo ha oído, ha sentido canto, fiesta, la gente que habla
en la salamanca de Anecón Grande. Muchos han ido a esa fiesta y van a pedir para saber
muchas cosas.
Saben decir que adentro del cerro había como un museo. Que salen de toda clase de
bichos, feos y malos, león, tigre, serpiente, que asustan a la gente que va. La gente que
iba tenía que ser valiente. El que pasaba, no tenía que hacer caso de eso, porque si se
asustaba, si gritaba, al ver esos bichos, se volvía loco. Si era valiente le daba lo que
pedía.
Antes sabía andar un hombre viejo, tenía como 70 años. Ese hombre decían que había
ido. Marcelino Ancatruz se llamaba.
Ese hombre tocaba la guitarra, tocaba mucho; como nadie, tocaba. Era músico. Yo
alcancé a conocerlo. Todos decían que ese hombre había practicado guitarra en la
salamanca. En ese tiempo era un hombre caminante no más. En ese tiempo sabía andar
a caballo. Sabía trabajar en tareas de campo. Un hombre caminante. No tenía nada.
Cuando encontraba una guitarra por ahí, en una casa, en una fiesta, tocaba la guitarra. Se
admiraba la gente cómo tocaba. Lo buscaba la gente para que tocara. Y le pagaban
también.
26
Anecón, topónimo de origen mapuche, significa "piedra clavada". Es un paraje de la provincia de
Río Negro (R. Casamiquela. 1967, p. 11).
CUENTAN LOS MAPUCHES 41
Decían que debía de tener trata con el gualicho. Decían que aprendió en la salamanca de
Anecón Grande.
Todo sabía.
La gente salía de su casa y ponía la cudi con sal o trigo. Si molía entonces había que
gritar que sí, que estamos todos.
El terremoto era un aviso del Pillán para saber si estábamos todos los mapuches. Así se
calmaba y paraba de mover.
El temblor lo produce el Pillán Mahuida. Ahí hay una abuela, una señora que es la dueña
del volcán o del cerro. Ella es la que saca fuerza. Cualquier cosa que ocurra muchas
veces es porque ella lo manda.
En Aucapán pasó con el Cerro Negro, que antes terminaba en punta y una vez explotó y
ahora está mocho. No hay que pasar cerca de él, porque uno se vuelve medio loco o se
puede morir.
Hay un lugar oculto donde está un cerro que no existe, como un fantasma. Ahí no se
puede entrar porque hay cosas malas.
La gente tampoco va a la olla del arroyo Aucapán, porque aparecen cabezas de vaca
dentro del agua.
27
Aucapán es un paraje de la provincia de Neuquén. En este lugar se encuentra la agrupación
mapuche Linares. Está ubicado a 50 kilómetros de Junín de los Andes, en el camino que une esta
localidad con Aluminé. El cerro al que se refiere la relatora tiene una entrada de difícil acceso. La
misma está ubicada en su cima y se considera tabú escalarlo.
42 CESAR A FERNANDEZ
Salamanca había antes. Estaba en Chos Malal28. Para entrar ahí había que ser mapuche.
Se aprendía como en una escuela. Era más poderosa que la escuela.
Desde que se formó la tierra fueron muchas personas; mucha gente fue a aprender. Era
muy conveniente para tener oficio: domador, pialador, para cualquier cosa que le gustase
tenía que ir allá.
Dicen que había un pueblo al centro de la tierra. Se entraba por Chos Malal, por una
piedra. Eso pasó hace mucho. Ahora no debe existir.
Para oficio malo había que ir a otra salamanca. Pero eso no lo he preguntado bien.
28
Vocablo de etimología mapuche que significa "corral amarillo", de chos, "amarillo", y malal,
"corral". Se trata de una importante localidad del norte de la provincia de Neuquén.
CUENTAN LOS MAPUCHES 43
DE SERES OCULTOS
El Cuero aparece en los pozones, en el lago o en una laguna. Hay todavía. Lo envuelve a
uno y lo lleva abajo del agua. El que sabe cómo defenderse saca el cuchillo y lo ensarta.
En Media Luna ocurrió un caso. Fue hace mucho tiempo, más de veinte años. Estaba una
mujer lavando en la costa de un arroyo y había hecho un fuego donde tenía la olla. Por
ahí sintió un viento muy fuerte, que arrancó de repente. Llevaba todo, pasó por encima del
fuego y no dejó nada, ni palos, ni brasa, nada. También la ropa llevó.
Era un cuero de vaca que levantaba el viento y que arrasaba con todo.
HUACA MAMÜL
Recopilado por César Fernández, 1989
Una tarde la gente estaba cansada, acobardada por el calor. Venía un ventarrón muy
fuerte y volaba todo. Entonces se sintió un bramido:
–¡Aaaa...!
Era la señal de Huaca Mamül, que llamaba al agua y al viento. Grita como a la tardecita o
a la salida del sol, por la mañana. Y cuando el tiempo va a seguir malo, repite el soplido.
29
Oscar Barreto (1992, p. 43) dice que "el trelquelafqueno trelquehuecufe (cuero de lago o cuero
del diablo), llamado tanta, es un cuero con uñas que goza de la capacidad mimética en las playas
donde se tiende y cuando alguien lo pisa se arrolla envolviéndolo y se desplaza hacia las aguas y
se hunde desapareciendo". El episodio que se menciona en el texto podría referirse al meulen o
remolino. Un informante de E. M. Waag (1982, p. 230) dice: "Han contado que han visto una
persona que da vueltas así. Una persona entera, porque levanta. Porque lo levanta y se va.
Remolinea, levanta, levanta cuanta cosa..., se levanta. ¡Vaya a saber cómo será! Como el diablo.
Nadie lo ve. Wekufü es".
44 CESAR A FERNANDEZ
El Huaca Mamül es un palo30 que está medio quemado. De viejo, no más. A veces camina
un poco para meter más ruido. El palo vivo también le dicen. Como estampido suena el
grito que pega.
30
Se refiere al palo vivo "considerado como hijo de la luna, que boga en forma de madero y
destroza lo que tiene a su alcance. También se interpreta al palo vivo como un cacique o inca
condenado a navegar eternamente en el lago y que se ve en las noches de tormenta". B. Koessler
(1962, p. 195, n. 3).
CUENTAN LOS MAPUCHES 45
DE HECHOS SOBRENATURALES
Parecía que iba a ser un día nublado32, pero cuando me fui a eso del mediodía al Lácar,
para ver mis majadas, que pastaban cerca del peñasco llamado la Bandurria, el sol se
había comido la neblina, había iluminado todo. Como aceite se veía el agua, que se
movía suavecito. En el cielo no se veían nubes grises ni oscuras; ni siquiera “plumitas” de
color se veían. Cuando miré otra vez el vallecito que está a la derecha de la Bandurria, vi
que algunos de mis animales miraban furiosos hacia el lago. Y allí fue que vi el “palo”, el
árbol de los espíritus, que es del lago33.
Pero a mí no me parecía árbol, sino una barca, que tenía dos palos y clarito se veían los
hombres que remaban. Pesada andaba, despacio; no tenía nada de raro; cualquiera
podía ver que iba hacia el Sur. Cuando yo, contento, les hice señas, ni me miraron;
parecía que descansaban no más, sin hacer ruido casi, y miraban alrededor sin
preocuparse. Yo sabía que en el lago no hay barcas, solamente una que otra canoa.
Conocía las barcas, que una vez, cuando fui en un malón que hicimos en Bahía Blanca, vi
muchas cosas nuevas y también estas barcas. Y lo que me parecía ya tan antiguo, resultó
de repente muy cerca: una barca en el Lácar. Relucía todo, parecía que la barca se
agrandaba y que quería subirse en el aire, igual que una nube clarita. Grité y les hice
señas. Hice ondear mi trarülonko entre los arbustos. Me parecía conocer las caras de la
gente, que movían los remos todos por igual. Eran caras satisfechas, tranquilas, que
saludaban al sol. Tan cerca estaba de ellos, que el ruido de los remos en el agua lo
escuchaba lo más bien. Todo ahí era luz; alegre era eso. Tuve como un escalofrío y
quería estar con los amigos. Quería correr hasta la playa. Una barca de los espíritus
sería; serían los antiguos que se atrevían a andar en pleno día y sin viento. Pero todavía
quise esperar a ver qué iba a hacer la barca, si seguiría para el Sur... Linda se la veía,
cómo iba bajo el sol, sobre el lago limpito. Entonces parecía que querían dar vuelta. Pero
al contrario. Remaban para el centro del lago, donde se había ido formando una mancha
oscura, azul, alrededor. La mancha se hacía más grande y la barca se achicaba. De
repente, cambió todo: los que remaban se volvieron gaviotas. Volaban en círculo como
para orientarse y al fin decidieron nadar. Mucho rato todavía se veían sus alas y se
escuchaba su risa: jü, jü, jü. Pero el otro que me hizo acordar a un malle, que hace rato se
reunió con los antepasados, se volvió un gran ketrú. Chapoteaba fuerte; haciendo mucho
ruido nadaba y dejó una mancha espumosa detrás, que se veía corno un trarülonko que
flotaba en el lago. La barca se había vuelto un tronco de leña, y el tronco se deshizo en
muchos pedacitos grandes y chicos. Sobre el agua flotaban y se hundieron al rato,
31
Con el fin de identificar adecuadamente este mito popular, se le adosó al título original el vocablo
Caleuche. N. del Editor.
32
El texto fue traducido del alemán para Tradiciones Araucanas por Elisabeth Koessler de
Martínez.
33
Según indican los anotadores de Tradiciones araucanas (1962, p. 195, n. 3), se trata "de un
cacique que se ahogó y como palo vivo volvió a la laguna y andaba, caminaba...". En el relato
"Huaca Mamül" se amplía la referencia.
46 CESAR A FERNANDEZ
después. Fuerte estaba todavía la luz del sol. Nada se oscurecía con sombra. La barca se
había ido para siempre y yo estaba seguro de haber visto un “cambio”. Uno de ésos de
que hablan en la tribu desde antiguo, desde muchísimo tiempo atrás. De los cambios que
cuentan los viejos, como hablan del uampú. Cómo no voy a creer en el “tronco” que
muchos lo han visto. Nguluches, que hay que creerles, chilenos, que saben muy bien lo
que es un uampú. A veces parece como cacique y hasta muestra el hacha de mando.
También sabe cabalgar sobre una gigantesca raíz, que hace pedazos lo que se le pone
por delante en las noches de tormentas. Todo eso significa desgracia, hay que cuidarse.
El “tronco” o “cacique”, saben llamarlo, no es tan rico y poderoso como Shompallue34.
Éste sí es poderoso; éste tiene en el fondo del lago casas y vasijas de oro y las mujeres
más lindas. Los viejos cuentan que vive solo en la ciudad que está hundida en el lago. La
ciudad que desapareció, que por eso se llama Lácar el lago; quiere decir: la ciudad
muerta. Así que él está viviendo en la ciudad, mientras el “tronco” o “cacique” anda
siempre sobre el agua, cuidando el lago. Puede cambiarse en lo que más le guste, no
hace nada malo, al revés que Shompallue, que a veces no es muy bueno. Ahora, claro
que también el “tronco” mata, cuando lo hacen enojar. Le gusta remar contra la corriente y
contra el viento, porque es muy fuerte. Su uampú es más grande y más pesado que otros,
pero muchas veces se deja ver como tronco de árbol y no como canoa.
–Que el cuerpo puede separarse del alma, como decían nuestros antepasados, lo prueba
algo que me sucedió hace años.
34
B. Koessler (1962; p. 197, n. 3) dice: "También se lo llama Nguenkó, 'señor de las aguas'. Puede
adoptar figura humana y ser de ambos sexos. Es temido por su costumbre de molestar a las
mujeres y a las vacas. Sale del agua, disfrazado, en las noches de tormenta, y hace mucho daño.
Su voz es como el bramido de un toro inmenso. Suele aparecer como un hombre no mucho más
grande que un enano, de piel morena y pelo crespo –posiblemente por influjo etimológico–. Si rapta
una niña araucana pura, recompensa a los padres con abundante pescado, que deposita a la
puerta de su ruka. Se dice que los peces, a su mandato, se juntan en la orilla para que él los
extraiga".
35
El balsero o barquero mortuorio es, en la cosmovisión mapuche, el transportador de las almas
del mundo de los vivos al de los muertos. Tomás Guevara (1908, pp. 278-279) narra la siguiente
historia: "En muchas agrupaciones del poniente y del centro corre la siguiente leyenda: las almas
llegan a la orilla del mar, a un paraje donde hay una barranca muy alta y cortada a pique; abajo
bulle el mar en una hondura profunda. Llaman a gritos al trempilcahue (especie de lanchero) con
estas palabras: «Nontupaguen, trempilcahue yem!» (venga a pasarme). Llega y se emprende el
viaje". (...) "En el conjunto de las manifestaciones supersticiosas de los araucanos se descubre otra
residencia para las almas de los brujos: éstos no emigran al otro lado del mar, sino que se quedan
en las tierras de los mapuches, en cuevas de enorme extensión, situadas en el interior de los
cerros y cordilleras. Es un verdadero mundo subterráneo (reni) que cuidan culebrones (ihuai) y
otros monstruos antropófagos..." (...) "Cuando las almas llegan al otro mundo, conservan las
ocupaciones y los caracteres que los individuos tenían en éste. El indio concibe la supervivencia
del alma como simple continuación de la vida terrestre". (La antigua ortografía que empleara T.
Guevara ha sido adaptada a la forma estandarizada actual.)
CUENTAN LOS MAPUCHES 47
Una noche, cuando estaba enfermo, sentí que una bruja joven, recién iniciada en los
secretos de la magia por la hechicera más anciana de la tribu, con largo tiempo de
aprendizaje y avezada ya a los dolores, entre muchas de las ceremonias que vienen al
caso, me había despojado de la barba y el cabello de la parte superior del cráneo. Lo hizo
con todo el arte de la hechicería, tal como se les enseña en las Salamanqueras a los
discípulos.
Por la mañana, yo estaba totalmente pelado y convencido de que la bruja lo había hecho
para experimentar sus artes mágicas con mis cabellos: y resultó que se trataba de una
huinka rubia, enemiga mía y de nuestra tribu.
Dada la vergüenza sufrida y mi impotente ira, me sentí más enfermo aún. En cierta
ocasión, durante un día de sol, me pareció que mis dos hermanos, que ya se habían ido
al mundo de los muertos, me llamaban insistentemente a gritos, pidiendo que me
marchara con ellos; tanto que sentí anhelos de desprenderme de la vida para seguirlos y
que ese deseo crecía en tal forma que me consumía. Quise, ardientemente, convertirme
en espíritu, en alma.
Con ese designio iba en cierta ocasión, muy avanzada la tarde, a un paraje de nuestra
boscosa cordillera, bien pertrechado con una soga de cuero. Busqué un árbol de rama
muy fuerte, pero no lo encontré.
De improviso, me pareció haber hallado la boca de una cueva, que nunca había visto aún
y que debía ser por consiguiente de los Salamanqueros, el gremio de las brujas.
Creo poder asegurar que la cueva estaba cerca del «Rincón de Paila-kura», sobre la
laguna azul, ubicación del arroyo Pukara, llamado también «Nonthué» o N'onthué.
Sobre esa roca, según dicen, había puesto «Fücha-Huentru», el creador de la tierra, su
mano cansada, tanto que quedó la huella de sus cinco dedos.
Fui descendiendo durante horas y más horas, hasta que finalmente debí volver mi rostro
hacia la escalera para no marearme demasiado y no perder el equilibrio.
Delante de mí, parecía abrirse un abismo oscuro y profundo: y sólo me infundía valor una
llama que ardía allá abajo.
Por fin, sentí el duro suelo bajo mis pies y vi claramente que estaba a orillas de un río. Allí,
me cerró el paso un guardián y me preguntó:
–¿Qué buscas aquí? ¿Eres todavía un vivo o ya estás muerto? ¿A qué clase de gente
perteneces? ¿Por qué no llevas contigo a un perro negro? ¡Habla!
–No. Porque si te llevo al otro lado del río, jamás podrás volver a la superficie de la tierra.
Porque este río se llama «Killei-hue», arroyo de lágrimas y nadie lo atraviesa dos veces.
¿Tienes algún mensaje para los ya idos?
Mientras yo hablaba con aquel espíritu, mi alma, separada del cuerpo, veía surgir entre
árboles en flor a mis dos hermanos, que del otro lado del río me hacían señas.
A lo cual, le contesté:
–Como mis dos hermanos tenían más edad que yo, quisiera vivir aún tanto como ellos
vivieron: pero quiero hacerles preguntas primero y pedirles consejo.
Mientras tanto, yo miraba el valle de los ya idos, infinitamente grande y espacioso. Allí,
todo era verdor, todo estaba esmaltado de flores; los árboles se hallaban grávidos de
frutas y flores y en el hermoso jardín se recreaban mansos animales.
Pero me extraña, sin embargo, que yo no sintiera aún deseos de vivir allí.
Cuando el hombre espíritu me preguntó si quería hablar con mis hermanos, le dije que sí,
a lo cual repuso:
–Apenas hayas hablado una sola palabra con tus hermanos, ya no te será permitido subir
a la tierra.
Ellos te dirán que la vida es aquí tan hermosa que el cuerpo sólo es un peso que se
deshace y te quedarás gustosamente.
–Tus hermanos te mandan saludos y te aconsejan que hables con tu otro hermano que
vive aún, y que vayas con él a caballo a ver a la maga que tiene su ruka en la Vega de
Maipú, cerca de la cascada. La maga está en combinación con tus hermanos, que por su
intermedio te quieren ayudar para que vuelvas a tener salud y todo lo que te han quitado;
y también la alegría de vivir sin temer la muerte. Fue ese miedo el que te impidió hallar en
el bosque la rama alta y fuerte.
Al mismo tiempo, me asieron manos invisibles que me subieron cada vez más arriba, sin
que tuviera necesidad de realizar esfuerzo alguno, mientras la luz se acrecentaba a mi
alrededor.
–¿No tenías que ir a caballo inmediatamente a la Vega de Maipú, para ver a la maga?
Ahora, mis hermanos me han dado orden de acompañarte.
Hicimos una larga travesía a caballo, porque desde Kila-kina hasta la Vega de Maipú
medía un largo trecho. Cuando ya estábamos cerca de la ruka, mi hermano me dijo:
–Desde aquí, seguiré mi viaje solo. Los espíritus le han comunicado ya a la gran maga
que estamos llegando y ella nunca quiere ver a los enfermos en su ruka, sino desde lejos.
Quédate aquí, hermano, y espérame.
–Ella está enterada desde hace mucho tiempo de mi llegada: nuestros hermanos la
informaron. Y como conoce el alma y el corazón y es omnisciente, me ordenó: «Viajen
despacio durante el camino de regreso y vuelvan por donde han venido. Durante el
trayecto, tu hermano verá la señal que le ha arrebatado el placer de vivir; pero que ahora
será la señal de la curación. Una joven huinka le ha hecho audazmente un daño, pero mi
poder es superior al suyo».
Y mi hermano agregó:
–Con lo dicho por la gran maga, estoy seguro de que te curarás: porque, de lo contrario,
ella habría dicho como de costumbre: «Cabalguen lentamente con el Küme-Huentru, el
buen hombre y amigo, y procúrenle todo lo que es bondad y atención». Nunca dice más.
Cuando hay esperanzas da, como lo ha hecho hoy con nosotros, sus órdenes.
–¿Ves ese largo cabello color oro que se cierne ahí arriba? ¿No notas cómo gira, cómo se
tambalea en su vertiginoso vuelo?
Pero mi hermano no lo veía. Mientras tanto, el cabello de oro cayó del cielo, posándose
suavemente sobre mi rostro, como para acariciarme; después, alrededor de mi cuello,
como abrazándome.
Me proporcionaba una grata sensación y en ese mismo instante recobré la salud. No volví
a sentir más nostalgia de estar con mis hermanos ni de querer morir.
La gran maga había usado de su arte para obligar a la joven bruja, su subordinada, a
enmendar el daño ocasionado y a mandar por los cabellos robados, uno de oro de ella,
largo y lacio; enterrando los otros, para perder su poder sobre mí.
Desde entonces, transcurrieron muchos años; estoy sano y me figuro la vida en el otro
mundo como algo muy agradable; he perdido el miedo a la muerte, porque siempre digo:
poseer el cuerpo o ser espíritu, tanto da; en el mundo de abajo la vida es muy bella y lo
mismo sucede en nuestra «Mapu». Nunca volveré a buscar una rama fuerte en el bosque.
50 CESAR A FERNANDEZ
EL PERIMONTU DE KALFUKURÁ
Recopilado por Bertha Koessler, 1962
El héroe de la guerra y jefe de muchas naciones36, el chao Kalfukurá, le hizo llegar a sus
aliados la flecha sangrienta para llamarlos. Quería vengar un hecho y ellos tenían que
ayudarlo. Llenos de gloria iban a volver. Cargados del botín volverían. Nuestros abuelos
siempre decían que el Grande del cielo azul no quiere las personas que tienen dos
corazones, pero que estaba haciendo una excepción con Kalfukurá, con darle esa gran
memoria no más, y que lo quería, por el modo en que lo ayudaba siempre, que los
espíritus lo cuidaban. Que de verdad tenía dos corazones en el cuerpo, se supo recién
después, cuando lo desmembraron para buscar el corazón.
Una bruja que adivinaba por la luna, que mantenía relación con los muertos de hace mil
años, que le daban consejo estos finados, le dijo a Kalfukurá: “El Uelu nitrau no te va a ser
fiel esta vez. Casi, por poco, eso te digo yo, va a empezar en esta lucha tu otra vida, la
que sigue del otro lado de las grandes aguas, el uñoliuetún, Kalfukurá había ido a ver a la
bruja en una gruta37, donde sabían estar los espíritus de sus abuelos, que no se
mostraban a todos; de noche no más se mostraban ésos. Envueltos en sus pieles salían,
prendidas sobre el hombro derecho. Trarilonko de cuatro plumas llevaban en la cabeza.
Abuelos ariscos eran, que había que llamarlos. La adivina siguió diciendo: “La muerte se
te va a acercar por todos lados. Vas a tener que tener tu caballo ensillado al lado, no lo
olvides. Mejor que pases hambre antes que comer carne de vaca. Encima de la montura
ponga una manta de nutria. Elija los mejores mauidanches porque se juega tu vida”. Otros
consejos más le dio que, después, cuando se salvó, a pesar de todo, lo hicieron reír.
La pelea fue fácil. Kalfukurá había perdido pocos hombres. Rico era el botín que le tocaba
a él y a su gente: oro y plata, cautivos, mujeres con chicos. La ciudad había ofrecido poca
resistencia, cosa rara, y había mucho contento entre los vencedores. Ya podían hacer
fiestas los rapaces.
Pero Kalfukurá no estaba contento todavía, quería gozar con los tesoros que, según la
adivina, los habían escondido en la montaña cuando él estaba al caer. Mucho oro y plata
había al fondo de la cueva. Demasiado había hablado de eso la bruja, la recomendadora.
Demasiado había aconsejado que él no buscara el tesoro. Mejor se hubiera callado.
Mucho tiempo perdió Kalfukurá en buscar el tesoro. Y de mientras hizo juntar los animales
conseguidos y, como estaban muy gordos, mandó asar la carne. A Kurafilu, el comilón del
agua, no le dieron nada. Cuando todos estaban comiendo carne de vaca, Kalfukurá se
olvidó que él no tenía que comer, y comió bien con los demás. Pero tenía el caballo
ensillado cerca de él. De repente, vino a salir de la cueva del tesoro un jinete, un hombre
enano, vestido a la antigua, en un caballo blanco y muy lindo. Tan lindo era el caballo que
parecía una aparición. El enano le dijo a Kalfukurá: “Corra, escape, deje todo, sálvese. Va
a haber pelea. Soy Tripaiñam, tu antepasado. Escuche, Tripaiñam te avisa. Es Tripaiñam
que te habla desde el mundo de abajo”.
Entonces, Kalfukurá escupió el último bocado de carne, tomó al caballo de las riendas,
montó y dio orden de salir a la disparada. Pero los comilones no querían largar tan pronto
36
El texto fue publicado originariamente en alemán y traducido para Tradiciones Araucanas por
Ingeborg Mühlhäuser.
37
Seguramente se refiere a la salamanca o renü.
CUENTAN LOS MAPUCHES 51
la rica carne; sobre todo, que no habían visto al perimontu38, al enano del precioso caballo
blanco. Aunque muchos de ellos estaban al lado, no vieron nada en la cara del jefe. Pero
en seguida después salió un ventarrón, un remolino de la cueva, que casi lo volteó a
Kalfukurá con caballo y todo. Con el ventarrón se oían chillidos, gritos, balidos, de
mientras que el remolino amontonaba todo, revolcaba todo, juntaba los caballos con la
gente aturdida que todavía estaba mascando, que no quisieron atender la orden. No todos
los días se puede comer carne gorda.
Pero en eso la cueva empezó a vomitar los enemigos, que estaban preparados para
atacar. Hay que ver cómo se asustaron los mauidanches y los demás kalfukuraches.
Perdidos estaban. Armas, monturas, el botín, todo había estado amontonado cerca de las
fogatas, y andaba desparramado por el campo. Kalfukurá no más tenía las riendas de su
caballo, y al lado de él estaba su segundo, de modo que pudieron huir. Gritaba la gente,
maldecían la carne de vaca. Con la tormenta, el fuego se desparramaba por todos lados.
Aturdidos, los indios buscaban sus caballos, pero los animales les ganaron la delantera.
No podía huir la gente. Kalfukurá se salvó de morir, con unos pocos. Perdieron el botín,
los cautivos, los animales, el tesoro; todo perdieron. Su gente cayó en cautividad. Les
dieron fieros castigos. Las chinas volvieron a sus familias. Los derrotados fueron
martirizados.
Pero Kalfukurá dijo: “Ya no me alegra hacer guerra. Siempre que yo salía, me brillaba en
el cielo el Uelu nitrau, que ilumina no más al amanecer y al atardecer. Siempre me
brillaba, y hacía lucir más coloradas las caras de mi gente, pintadas con kolo. Pero esta
vez se me ocultó el Uelu nitrau. Me voy al Este ahora, a visitar un amigo en la Argentina.
Me han derrotado, todo perdí. He perdido la fuerza, que yo creí que nunca se acababa.
Los guerreros perdí, que eran tantos. Quiero ir al Este. Quiero hacer paz al lado de mi
amigo, que no vamos a ser enemigos, aunque siempre peleamos. Me estoy poniendo
viejo”.
En Chile está la “cueva del susto”, que la llaman. Allí había sido la pelea, la trampa.
38
Se trata de una visión que anuncia una desgracia. No ocurre durante el sueño.
39
El texto fue traducido del alemán por Ingeborg Mühlhäuser para Tradiciones Araucanas.
52 CESAR A FERNANDEZ
Ankatrür, el rey del mundo de abajo, que su kempeñ es el luan del cielo, que lo protege,
con sus cuatro patas y su cabeza, que siempre lo acompaña brillando en el cielo. Que era
un salamanquero, lo sabían los de su tiempo, como mi chau, porque no tenía sombra ni
cuando caminaba al sol. También ahora estaba sin sombra, y cuando se acercó a los que
me sujetaban, con los ojos furiosos que le brillaban colorados, perdí el sentido: un dolor
fuerte me atravesaba, dolor de muerte. Cuando me recobré, me hallé aquí, a las orillas del
Iako Shaue, cerca de la ruka de mi amigo, que me invitó a quedarme. Pero yo estoy
condenado: en la gruta me han sacado mi sombra, para hacer espíritus. Porque mire: lo
mismo que un picaflor agarra las almas de los recién muertos para dárselas a su patrona
por no haberlo mandado al mundo de abajo, lo mismo los salamanqueros agarran
sombras de desgraciados para aumentar la sombra, que se les acaba, para hacer
espíritus. Yo me muero, sin sombra no he de vivir yo, la fuerza me ha dejado, desalmado
está mi cuerpo. Nunca hallé la entrada a la cueva para buscar mi sombra. El invierno tapó
las rocas con nieve; pasto creció encima, y hongos, y se secaron. Un regalo encontré
debajo de mi manta: estos dos tupu de oro, como los usan las mujeres, porque ahora soy
de ellas; un hombre sin sombra no es hombre. Como usted es mi cacique, te las regalo. Y
para decirte adiós hasta que nos veamos en el mundo de abajo41.
Kalfulemu murió el mismo día. El regalo, los dos tupu del tamaño de platos, trabajo raro,
que brillan como oro, ahora sirven para las mantas de las mujeres. No quedó más del
hombre que no podía vivir sin sombra. Yo relaté el sucedido como pasó. ¿Habrá
salamanqueros que agarran sombras ajenas? Triste terminó Kalfulemu. Y Naueluén tenía
que contarme esto:
“Ahora estamos en la segunda luna de la flor rümü. Desde fines del pillelküién, del mes
malo, mi amigo estaba echado en mi ruka. Una mañana temprano, que todo estaba
escarchado, los perros asustados nos avisaron. Así fue que encontramos a mi amigo, que
no hacía mucho yo lo había visto sano y bueno en su ruka, en Mata Molle, un hombre
grande, fuerte, que no podía negar que venía de cheuelche. Como bulto sangriento lo
hallamos, que no sólo tenía una herida en la cabeza. Todo el cuerpo tenía rasguñado y
mordido. Además, durante días estuvo sin sentido. Estaba vestido con esta antigua manta
de piel, que hoy día nadie conoce ni usa. Debajo hallamos los dos tupu, del mismo tiempo
antiguo, que antes usaban las mujeres de los ülmén, que por eso te los regaló, para tus
mujeres. En mi casilla de al lado del lago se recobró. Entonces lo trajimos aquí para
cuidarlo. Contaba del robo de su sombra siempre como hoy te contó, nunca cambió una
palabra. Cuando pudo caminar, muchas veces se paraba al sol. Y se ponía triste de no
ver su sombra, porque era salamanquero entonces, de las brujas era, de las que viven en
cuevas de abajo de tierra. Poco a poco, de pena se fue muriendo no más; de pensar que
41
"La cosmovisión mapuche concibe al universo en siete plataformas: un cielo wenu-mapu dividido
en cuatro plataformas meli ñom wenu que son benéficas porque allí residen los dioses, espíritus y
antepasados; entre las nubes y la tierra, se encuentra una plataforma intermedia anka-wenu,
maléfica, pues en ella habitan los wekufü (espíritus maléficos); en mapu (la tierra), penúltima
plataforma inferior residen los hombres, coexistiendo el bien y el mal. Finalmente, minche-mapu es
la tierra de abajo, la plataforma inferior, considerada sobrenatural y maléfica, poblada por seres
diminutos malignos. El conjunto se orienta horizontalmente hacia los cuatro puntos cardinales. Lo
bueno viene del oriente y del sur, y lo malo del oeste y del norte. En el este habitan los señores que
dominan la fuerza, newen que es la salud y la vida. Las ceremonias y muchas veces las viviendas
se orientan mirando hacia esa dirección, porque de allí viene lo bueno, y no porque haya un culto
solar. Los señores del sur son los dueños de la sabiduría gülman. El oeste es el país de los
muertos. El norte es una región funesta porque allí viven los demonios" (Catalina Saugy, 1982, p.
36).
54 CESAR A FERNANDEZ
después de muerto tenía que vivir y servir en el mundo de abajo, le quitaba la tranquilidad,
porque ahora tenía miedo de morirse, que entregaría su segunda parte a los salaman-
queros Cien veces dibujé el sello de Salomón sobre esta pared siempre hemos rezado los
rezos, pero el no se tranquilizó, mucho dolor tiene en la cara, todavía ahora, después que
murió”.
“Con esto terminó de contar Naueluén, y el mismo día enterramos al finado, a orillas del
Iako Shaue.”
CUENTAN LOS MAPUCHES 55
La Piedra Santa está en el camino que va a Chile, en la Cordillera. Está entre tres
caminos: uno va a Copahue, el otro a Copulhue y el otro a Moncol. En el medio está la
piedra.
Yo la vi, cuando iba para Chile con arreos de hacienda, la piedra que todos llaman La
Piedra del Indio. Los paisanos la llaman en su idioma y también en castilla La Piedra
Santa. Siempre había de todo en la piedra: pan, monedas, clavos, herraduras; frutas
como ciruelas o peras. Esas cosas las ponen los paisanos para que la piedra no se enoje
y los ayude. Nosotros le tenemos respeto a la piedra y alguna cosita le dejamos. Cuentan
muchos casos de viajeros o de arrieros que no han hecho caso y se han perdido en la
Cordillera. Los paisanos saben que en la antigüedad esa piedra tenía poder y eso se ha
comprobado también por los cristianos. Los arrieros cuentan muchas cosas y
recomiendan a los amigos y a los compañeros que cruzan la Cordillera que cumplan para
que no les vaya mal en el viaje.
Al venir para la Argentina hay que dar tres vueltas redondas a la derecha de la piedra y en
la última, hay que tirarle lo que va a dejar. Cualquier cosita. Y así sigue el viaje. Si va de
acá para Chile tiene que hacer lo mismo, dando las vueltas siempre a la derecha, ro-
deando la piedra. La piedra es alta, el caballo está casi justito.
Los arrieros cuentan, y yo también lo he visto, que cuando uno cumple va tranquilo y tiene
más coraje para enfrentar los vientos, el frío y la nieve de la Cordillera.
Claro, los paisanos le tienen más respeto que nosotros por la Piedra Santa que está en el
cruce de esos caminos, porque ellos tienen esa historia desde la antigüedad.
Es un ave sagrada ante la cual nadie tira una piedra y a la cual saludan sacándose el
sombrero.
En casi todos los caminos más trillados y andados por los indígenas, aparece un lugar
"santo": para rogar y hacer alguna ofrenda.
Tal vez a algún jinete se le "costalió" el animal y cayó al arroyo. Tal vez alguno encontró la
muerte en alguna pelea. O se habla de algún alma aparecida. Pero nadie pasa frente a la
Piedra Santa de Charahuilla, sin apearse de su caballo y rogar. Y deja a sus pies o en
alguno de sus resquicios, unos fósforos, alguna picadura de tabaco, unas monedas, una
pizca de yerba o algún fleco de poncho, con una "rogación"... "para andar con suerte, para
echar buena, para no andar con desgracias"... para lo que fuere. Pero nadie pasa de
largo.
Y el arroyo Charahuilla, que a veces trae un hilo de agua y a veces una fuerte corriente
barrosa, sigue su curso hacia el este. Cambia su nombre, como si no quisiera que su
nombre ligado a una Piedra Santa, ande mezclado en la ruta 40. Al cruzarla se llama
arroyo China Muerta. Unos flecos de su agua que se pierden en la travesía, llegan a
veces, como a las cansadas, al orgulloso Limay, en Cabo Alarcón.
LA CORDILLERA SE ENOJA
Recopilado por Berta E. Vidal de Battini, 1984
Narrado por Juan Basilio Figueroa, arriero y peón de campo, 1952, Chorriaca (Neuquén).
Una vez veníamos de Chile y estábamos alojados al pie del cerro Chillán. Nos desconoció
la Cordillera. Se vino un temporal de viento y nieve, y truenos y ruidos muy fuertes que
aturdían por todos lados. Sentí un ruido tan fuerte que casi quedé sordo. Yo creí que era
un derrumbe, era como si se hubiera venido un cerro abajo. Quise disparar y le grité a mi
compañero, cuando sentí que se me puso cerca y me dijo:
–Callesé, compañero, si está enojada la Cordillera. Si usted mete más bochinche, más se
enoja. No hay que decir nada. Hay que estar quieto y calladito. Así se va a pasar el enojo.
Hay que tener paciencia hasta que se aplaque. Hemos tenido mala suerte. Algo habremos
hecho para que se enoje así.
Y ahí nos quedamos sufriendo frío y hambre hasta que se aplacó la Cordillera y pudimos
seguir viaje.
Y eso les pasa a muchos. Los arrieros de antes cuentan muchas cosas, los que se
salvan, porque muchos se han muerto.
42
La Piedra Santa de Charahuilla está en el departamento Catán Lil de la provincia de Neuquén, a
unos 18 kilómetros de la localidad de Las Coloradas.
CUENTAN LOS MAPUCHES 57
LANÍN
Recopilado por César Fernández, 1989
Los abuelos se acordaban de eso, de que había dos Lanín acá. Uno era mucho más
grande del que tenemos ahora. A ése no lo vimos, no lo alcanzamos a ver nosotros, pero
nos lo contaron todo los abuelos; todo eso que había pasado antes acá, en esta zona de
Aucapán.
Ese Lanín era muy peleador; como cuchillero. Hacía de todo: sacaba humo, tronaba,
sacaba chispa, tormenta, agua, nevazón y derrumbe. Dicen que fue castigado por eso, y
ahora quedó plano.
Era malo, tiraba piedras, hacía temblar la tierra, no vivía bien ni de día ni de noche,
siempre sabía estar haciendo ruido. Bramando como vaca.
Nguenechén, nuestro Dios, lo castigó. Eso supimos nosotros, que nos lo vinieron a contar
nuestros abuelos. Ahora hay un solo Lanín.
LA MÁSCARA DE PIEDRA
Leyenda del Collón Curá44
Recopilado por Oscar Barreto sdb, 1992
Narrado por Pablo Paillalef, del paraje Zaina Yegua, reserva Ancatruz (Neuquén), 1958.
43
Se trata de un volcán en reposo de 3.374 metros de altitud, ubicado en la cordillera de los Andes
en la zona limítrofe entre Chile y la Argentina. Permanece nevado durante casi todo el año. Se
destaca de los demás cerros por su altura y por su forma cónica. Vúletin (1979, p. 193) indica que
Juan Benigar le envió una nota en 1948 diciendo que la grafía correcta era Lanün, tal como dice el
relator Felipe Rañinqueo, y su significado es "hundimiento". Rañinqueo, en cambio, traduce como
"se murió", de I'an "morir, perder el conocimiento; tullirse; eclipsarse (el sol, la luna)" Augusta
(1991,1., p. 116). Tal vez también "hundirse".
44
Collón Curá es un topónimo con el que se nombra un rio y un departamento de la provincia de
Neuquén. El vocablo ha sido traducido como "Piedra Pintada". Casamiquela (1967, pp. 16-17) dice
que significa "máscara de piedra" basándose en el significado de kollon (sinónimo de Elel, Chel y
Epewén), que en la mitología tehuelche designa a un gigante antropomorfo. Con respecto al
traslado de que fuera objeto dicha piedra, Pablo Groeber (1926, p. 81) señala que "sobre la costa
del río (seguramente del actual rio Collón Curá) se encontraba una piedra en forma de columna, de
una coloración variada. Ella fue sacada de su sitio primitivo por un coronel que la quería llevar a
Buenos Aires como curiosidad. En el paraje denominado ahora Piedra Pintada se rompió el carro
que la transportaba, la piedra quedó abandonada primeramente y fue llevada luego al patio de la
casa de comercio de Piedra Pintada". Esta es otra variante que contribuye a explicar el motivo por
el cual apareció en el comercio mencionado.
58 CESAR A FERNANDEZ
“La parcita de esas jarillas altas, dicen que solía estar. Los abuelos la cuidaban y la
regaban. Mi abuelo Secundino me aseguraba que era patentita igual como persona de
medio cuerpo.”
Esa era la confesión que me hacía Sinforiano Coñahuel, peón de la estancia Collón Curá.
Al paso cansino de los caballos volvimos "pa las casas". A la noche junto al fogón de la
cocina siguió el tema "la piedra es fantasma", como decía el viejo Painetruz.
Pero fue don Hilario Paillalef, viejo poblador de Piedra Pintada, el que propuso la versión
más fundamentada.
"Piedra Pintada se llamaba antes, Huiría Cura (piedra con rayas). Comenzó a ser tema
para las historias, cuando se descubrió que la Collón Curá apareció allí. Se fue como
saltando desde la orilla del río hasta la ladera misma del cerro. Hubo un tiempo en que a
ese cerro lo llamaron Cerro El Vasco, porque allí aparecía como una figura ladeada de un
hombre con gorra vasca. Era la misma piedra santa que para no mostrarse del todo, se
disfrazaba.
Al pie mismo de la piedra sagrada, había un gran pozo seco y muy profundo. Nadie podía
decir cuántas osamentas de animales chicos y grandes podía contener. Era un pozo
"huecufado", en el cual caían los animales que andaban cerca y que comían el coirón
chico que tiene el mal viento del huecufe.
Los hermanos Carreras con algunos paisanos de la tribu de Marcelino Ancatruz, bajaron
la Piedra para traerla junto al boliche, que tenían abajo.
Al poco tiempo algo así como una epidemia mala los fue atacando a todos los que habían
andado en eso y a los mismos hermanos Carreras los alcanzó la fatalización. Es que no
se puede andar faltando el respeto a esas cosas de Dios.
No pasó mucho tiempo y pasó a comprar el boliche y a instalarse allí un tal señor
Búrmeister.
La Piedra fantasma (collón que le decimos nosotros), seguía delante del boliche. La
usaban para apoyarse, para palenque de los caballos, para mostrador de las bebidas,
para todo. Muchas veces mi abuelo conversaba con la gente para que la respetaran, pero
era inútil.
Una noche este señor Búrmeister tuvo un sueño. Dice que escuchó unos golpes en la
puerta, se levantó, abrió y en el lugar de la piedra vio un hombre viejo que le conversó y le
dijo: "Vea amigo, usted tiene que cuidarme porque yo soy mandado del dios; si no van a
pasar cosas malas".
El negocio andaba mal. El Búrmeister éste, vendió a un blanco que sacó la piedra y la
llevó no se sabe adónde. Desde entonces nadie sabe nada. Capaz que la haya enterrado,
pero eso no sirve, porque va a salir otra vez.
Para mí que ya se ha convertido en ñancú (águila), porque a unas pocas leguas de aquí
está la Piedra del Águila, posada y mostrando el pecho para dar suerte a la gente.
CUENTAN LOS MAPUCHES 59
Seguro que ésa es la piedra Collón Cura que estaba junto al río, que alojó un tiempo en
La Pintada y que ahora se ha hecho águila, que es un pájaro santo, mensajero de nuestro
Dios."
«Una vez, Pichikurá, el abuelo de Kalfukurá, estuvo a punto de que lo agarraran los
enemigos que lo perseguían. Estaba separado de su gente, y lo rodearon. Entonces se
escapó hacia un laguito del cerro, aunque él no sabía dónde se habían metido sus
enemigos. De repente, vio un remolino y le pareció que un pato nadaba dentro. Brillante
como un arco iris era el pato. Y oyó una voz, suavecita, que lo aconsejaba esconderse en
una gruta, detrás de una rendija entre las rocas, que se llegaba caminando por el agua
baja, pero que seguro nadie la conocía.
Después de un rato largo, salió del agua y vio que se había salvado, y ahí estaba la
piedra brillando, que tenía el tamaño y la forma de un pato. Con todo respeto, Pichikurá
levantó la piedra, la envolvió en su manta y la llevó a su gente, que entonces tuvieron más
fuerza y vencieron al enemigo.
Desde aquel entonces, la piedra con forma de pato45 es la ayuda de la gran tribu. Todos
creen en la santidad y el poder de la piedra, la respetan y la veneran. La envuelven en
una tela rica y una vez al año no más, en la ocasión más festiva, el cacique la muestra. La
tribu Namunkurá, muy respetada, cree en la piedra, cree que todo lo que sea riqueza,
rebaños, viene de la piedra. También cree que en el peligro la piedra les dará ayuda. El
cacique, no más, puede tocarla"46.
«Se sabe que la habían encontrado sobre la montaña Chachil, donde se estaba bañando.
La sacaron, y desde entonces es el gran protector de los descendientes de Kalfukurá, que
también tenía una piedra –era azul, tamaño de una manzana– que le daba fuerza y una
vista especial, tanto que veía todo lo que pasaba, por lejos que fuera. No necesitaba
mensajeros, porque veía todo. Se saben narrar cuentos sobre su poder. Durante un
45
N. de la A. Personalmente, tengo razones para rechazar esta versión de que la 'piedra santa'
tiene forma de pato. Me es fidedigno el testimonio de que se trata de una chelkura, una de esas
piedras en las que el mapuche cree ver representada la figura humana. Pienso que quienes
atribuyen a esta piedra forma de pato lo hacen inducidos por el proceso común de la
Volksetymologie. En efecto: el nombre de Kallfükura, literalmente 'piedra azul', puede haber sido
alguna vez analizado como külfükura (Tachyeres pteneres), llamado así por su manera de nadar, al
cual los alakalufes domesticaban, pero que no se reproduce en cautividad.
46
El texto fue traducido del alemán por Ingeborg Mühlhäuser para Tradiciones Araucanas.
60 CESAR A FERNANDEZ
malón grande, donde peleaban miles de su gente con sus lanzas, quiero decir, en
cualquier malón, no en uno, él dormía o se hacía el enfermo: es que se quedaba en sus
tolderías y observaba la pelea desde lejos. Con sus ojos, que nadie pudo soportar. En
caso que las cosas iban mal, Kalfukurá llamaba a las dos “niñas azules”, que siempre
estaban con él, vestidas de los colores sagrados, ropas azules. Y decía: “Traigan en
seguida azúcar y carbón”. Después se sentaba afuera del toldo y decía: “Pónganme aquí,
sobre esta parte de mi cabeza, azúcar, y sobre esta parte de mi cabeza, carbón”. En
seguida de tener el azúcar y el carbón sobre la cabeza, empezaba a caer del cielo un
granizo tan grande y aguacero tremendos sobre los enemigos, que siempre tenían que
disparar para que no los mate el granizo y el agua, que los confundía tanto que los
kalfukuraches ganaban siempre. Y todo el mundo les tenía miedo, todos sabían que
obraba una gran fuerza sobre ellos. El enemigo se desorientaba y disparaba. Y toda esa
fuerza la sacaba Kalfukurá de su piedra santa. Dicen que esta piedra está junto con la
chelkura, de figura de hombre, que es la de los Namunkurá. Ésa tiene boca, nariz, ojos,
oídos; mide más o menos medio metro de alto y está tapada, quiero decir vestida, con
una piel. Es una persona completa la de Namunkurá, y toma y come, pero nadie tiene que
mirar, si no, se cae muerto. Y pasó –que a mí mi padre dijo– que no hay que mirarla
mucho, un momento no más, porque consume a los cristianos con su fuerza tremenda,
con su mirada de poder incalculable. Por esto la miré poco y no vi los lükai que, según
que supe, los tiene colgados a un lado. Por la prohibición de mi chao no pude observar
todo. Él había conocido cristianos que los consumió enteros la fuerza de la piedra.
Nadie cae en el momento, pero después de algunos días se enferman y mueren secos;
por eso no se muestra la piedra.
El hijo Manuel de Kalfukurá, que se llamaba Manuel Namunkurá, después, el padre de los
actuales caciques –hoy es Aníbal, antes era Alfredo– lo llamó con su hermana el
presidente de la Nación. Y se fueron a Buenos Aires. Hasta ahí fueron llevados hasta
donde estaba el Presidente. El Presidente preguntó: “Confiesen de dónde les llega la
fuerza y el gran poder que los hace invencibles. Algo raro pasa con ustedes, porque
tienen poder sin límites. Confiesen”. Ellos habían llevado la küme kura bien envuelta –lo
que cuento es la pura verdad–. Manuel contestó: “La piedra nos da la fuerza”. Y la
destaparon. Entonces el Presidente la quiso tocar, para experimentar su virtud. Pero
Manuel no se lo permitió. Dijo: “Haga buscar a un coronel suyo”. Vino el coronel, tocó y
miró la piedra, y se fue. Entonces encerraron la piedra en un lugar oscuro y bien cuidada.
Pero en la mañana la piedra no estaba más, y el coronel se había encontrado bien
muerto, sin nada de vida. Por esto los enemigos siempre abandonan las peleas, porque
una mirada de la piedra es mortífera, y por esto la tribu vive en paz. El cacique Manuel no
había permitido al Presidente de tocar la piedra, porque este señor gobernaba el país
entero y el riesgo era demasiado grande. Por esto fue47."
47
"Los anotadores de Tradiciones Araucanas (1962, p. 253, n. 2), a las que pertenece este relato,
cuentan que entrevistaron a Aníbal Namunkurá, hijo de Manuel y hermano de Ceferino, en su casa
de la reserva San Ignacio (provincia de Neuquén) y le realizaron una encuesta lingüística. Al
término de la misma, el profesor Hernando Balmori le preguntó por su piedra sagrada, pregunta
que lo molestó. "Respondió que la piedra era sagrada y que nadie la veía, ni él mismo, como que
no fuese al celebrarse el Nguillatún. Después, recobrando la serenidad y la expresión afable, contó
una anécdota: "La piedra tiene mucho poder. Según mi padre, un mozo vino aquí una vez que lo
habían invitado, y se rompió la pierna al llegar, se cayó del caballo. Mi padre le preguntó: 'Decí,
muchacho, se me ocurre que al venir aquí traías dos pensamientos'. 'Sí, señor –contestó el mozo–.
No sabía si venir o no venir'. 'Eso es malo –decía mi padre–: hay que tener un solo pensamiento. A
a piedra no le gusta que la gente tenga dos pensamientos. De ahi lo que te ha pasado'". Todos
CUENTAN LOS MAPUCHES 61
Todo esto sucedía cuando no había aún Nguuluches, es decir, chilenos; cuando los
araucanos eran muy fuertes, porque los acaudillaban guerreros formidables, de noble
linaje, de los cuales el mejor y más valeroso era el rey y ulmén Linko Nahuel, el «Tigre
Saltarín».
Cuando una tribu se consideraba su enemiga o pisaba sus tierras sin la venia del Grande
o se negaba a pagar tributo o indemnización por el ardid de haber entrado en sus tierras,
Linko la aniquilaba o sometía a esclavitud. Entonces sí que todo se bañaba en sangre,
que la sangre corría por los valles y los ríos se teñían de rojo.
Hoy, esas tierras se consideran aún las más fértiles del país: en los parajes donde
vivieran los «Enemigos no vencidos» la tierra quedó empapada en sangre y en ninguna
parte hay flores tan carmesíes ni piedras tan encarnadas; las piedras se ahogaron en
sangre y las raíces sorbieron sangre.
Como dije, nadie era más grande que el «Tigre Saltarín», que sembraba el terror; era tan
feroz como valiente y de sangre tan cruel que le hervía en las venas, de modo que nunca
podía perdonar. ¡Ayayá! ¡Ayayayá! Era todo un Tigre, un tigre inhumano, pero un gran
rey, un guerrero, eso sí. Instalaba siempre sus campamentos principales en valles
rodeados de montañas, para que resultaran fáciles de defender, en caso de ataque. Y
cada hombre era un guerrero y cada mujer ayudaba en la defensa: dura y artera ha sido
siempre la mujer del araucano.
Estas gentes eran de alta estatura y a todos los deformes o débiles los eliminaban sin
piedad. Los padres decidían también de la vida o muerte de un recién nacido, a quien
exponían a la intemperie y al ataque de los animales salvajes, y lo mataban cuando no
quería mamar o por cualquier motivo no les agradaba.
Las madres, para tener mucha leche, se ataban fuertemente los pechos y tan arriba, que
sufrían fuertes dolores. Pero amamantaban a sus pequeños, los «moyol peñeñ» (niños de
pecho), durante años y los criaban muy fuertes.
Como estas tribus poseían grandes extensiones de tierra, estaban muy orgullosas de ello
y su vida se desarrollaba de acuerdo con reglas muy estrictas y muy severas, pero sanas.
Recogían las verduras silvestres que llamaban Napush ñishoñ. Entre esas plantas estaba
el apio silvestre, que se llamaba Ñolkiñ y que solían usar también como un excelente
remedio. Con el apio curaban abscesos y úlceras y los dolores que tenían su asiento en
los huesos: bebían su jugo cuando la voz se tornaba baja y débil. Conocían muchas
plantas medicinales. Estos mis araucanos eran muy supersticiosos y preferían pasar
hambre a sacar de un nido de avestruz los huevos impares, que les habrían traído la mala
suerte y la enfermedad. También suponían que los huevos impares no estaban
fecundados, mientras que ellos preferían y deseaban ávidamente los huevos ya muy
empollados, que eran los pares.
Estos antepasados míos rebosaban vigor, porque a los Pichi-ché (gente menuda) les
daban ya carne cruda para chupar e hígado crudo para comer, además de la leche
materna.
Cuantas más pintas y manchas tenía un animal, cuantos más colores, más lo estimaban,
y para carnear también preferían a un animal con manchas y salpicaduras. Entonces,
prestaba mucha ayuda Antü (el sol), quien era el hijo de la montaña para ellos, así como
creían que Kuyén (la luna), era hija del lago. El sol y la luna acariciaban a sus parientes
los «Enemigos no vencidos», y no los dejaban solos con los cuatro jueces supremos del
viento, que eran por lo general malvados con los araucanos, a quienes causaban daño.
Es verdad que Antü sólo se les acercaba cuando dormía su esposa Kuyén y ella los
visitaba cuando dormía él; ambos estaban separados desde hacía tiempo, porque él le
había dado un bofetón a su mujer y todavía pueden verse en la pobre cara de ella las
manchas negras, y por eso Kuyén se oculta siempre, mientras que Antü la persigue sin
lograr alcanzarla jamás.
Una vez, cuando el Tigre Saltarín había levantado su campamento principal de guerra en
el valle grande donde se elevaba la alta montaña de fuego a la cual llamaban Amun-kar
porque era sede o trono de Dios o el Supremo Hechicero que gobernaba la región,
arrojando fuego con mucho humo, bolas ígneas y terribles rayos que llevaban tokikuras
endurecidas (hachas de piedra), tanto que la gente lo temía mucho y era más cruel que el
Tigre Saltarín (cuyo carácter era siempre noble, al fin y al cabo, dado su linaje),
molestaron a Linko Nahuel. Lo que sucedió fue esto: los centinelas de las alturas habían
hecho señales con fuego y humo, que significaban guerra y atropello. Poco después
venían corriendo ya de sus atalayas, sin aliento casi y muy apremiados. Y decían:
El cacique Linko Nahuel sintió una violenta ira contra los miserables enanos que pisaban,
armados, su sagrada tierra, sin pedir permiso siquiera: un crimen que sólo se podría
CUENTAN LOS MAPUCHES 63
castigar peleando hasta matarlos, con ríos de sangre abominable. Pero antes que nada,
se requería prudencia y vigilancia para conocer las intenciones de los pigmeos bestiales.
Por eso, habló con sus conductores más sabios y grandes, y después les dijo a los
delegados:
–Píntense del modo más horroroso, pónganse las plumas más largas de colores subidos,
cúbranse con cueros de avestruz y de tigre cuando se entrevisten con el jefe de la
mugrienta horda, con el «rey» de los enanos. Porque con la mirada y la palabra severa de
mis emisarios se dejarán acorbardar los hombres hormigas y no hará falta intimidarlos con
armas; sólo lo haremos cuando vuelvan sobre sus pasos en desordenada huida. Los
exterminaremos sin dejar uno solo.
Furiosos por lo humillados y harto rendidos volvieron los emisarios de horripilante aspecto
y le relataron a su cacique y rey todopoderoso:
–Esos hombrecitos son montañeses, enanos que no quieren retirarse de nuestro país.
Como les agrada mucho, quieren trepar a nuestra sagrada montaña para vivir allí, por
ahora. Nos han mirado sin miedo y respondido con osadía. Al Dios de la ira no le temen,
se han burlado de su fuego, de su trueno y de sus arranques de cólera, que son capaces
de hacer saltar las aguas de los Lafken (lagos) y que hacen temblar la tierra. Y todo esto
no les importa. No conocen tu nombre, han reído con descaro ante nuestras palabras de
alabanza y de amenaza. Esos viles enanos se llaman «Lulu» (escarabajos saltarines) y
son numerosos como esta arena.
Y al decir esto, cada uno de ellos levantaba arena con ambas manos.
Iba de prisa para matarlos. ¡Pobre Linko! En la pelea que se entabló la suerte decidió de
antemano el desenlace en favor de los intrusos, que se arrojaban velozmente en legiones
innumerables sobre las tribus de Linko Nahuel; y como eran muy diestros para arrojar
flechas y unas diminutas y nunca vistas lanzas que lanzaban desde las mayores alturas
de la montaña sobre los feroces atacantes, Linko Nahuel no se podía defender lo
suficiente, y menos aún atacar después: tenía que esforzarse con su gente para escalar la
montaña, las posiciones más favorables del enemigo.
Pero éste se lo impedía: protegido por murallas de nieve, por rocas salientes e inmensas
quebradas, hacía rodar aludes de nieve y piedras sobre el «Enemigo no vencido».
Muchos enanos habían trepado por puntos distintos a la montaña y así rodearon a los
araucanos. Mucha nieve se había teñido ya de sangre cuando Linko Nahuel hizo llamar a
más guerreros: mal cariz tomaba el asunto. Pero, de repente, vislumbró una coyuntura
salvadora: el enemigo emprendía la fuga, comenzando a escalar rápidamente las alturas,
huyendo, subiendo sin descansar siquiera. Tanto ánimo le dio esto que el gran rey,
alegremente, inició una feroz persecución.
Pero aquello sólo había sido una astuta maniobra, un ardid para atraer a los enemigos del
valle, las huestes de abajo, a las cuales tendían una trampa ya pronta: y los hombres de
64 CESAR A FERNANDEZ
Linko Nahuel eran gente de los valles, de las hondonadas, y, por lo tanto, muy torpe, muy
pesada.
Apenas habían llegado al medio del sagrado cerro donde residían los espíritus de sus
antepasados, los atacaron los enanos montañeses, que salieron de sus escondrijos con
agilidad de gatos monteses. Primero, atraparon a Linko Nahuel quien trepaba como un
joven en su ciega ira; luego, a sus ancianos parientes, viejos caudillos y héroes de mil
guerras. El diezmado ejército de Linko concluyó por huir despavorido, al ver preso a su
rey y ulmén supremo. Pero sus hombres huyeron con la intención de volver con nuevas
fuerzas para liberar a los grandes. Proyectaban enviar al «leftoki», el «corredor de la
flecha», con la misión de hacer circular la flecha ensangrentada y con hilos de color
anudados, para convocar con urgencia a los guerreros.
Pero los cuatro jueces superiores de los vientos y de los cuatro puntos cardinales habían
reñido, habían peleado muy furiosamente. Cada uno de ellos había venido de su tierra,
desafiando a los vientos, tempestades y huracanes. Los cuatro helaron la nieve y la con-
virtieron en duro hielo. El lago hasta se salió de su lecho y arrastró a la mayoría de ellos.
Casi ninguno pudo salvarse, porque los demás fueron transformados en fragmentos de
hielo que nunca se han de deshelar y que todavía pueden verse. Así terminaron.
–El rey y gran ulmén de los «Enemigos Vencidos» subirá con su gente a la cumbre más
alta del cerro. Allí, les ataremos manos y pies y los arrojaremos al horrible precipicio, al
abismo espantoso. Pero el último será el Tigre Saltarín, para que pueda gozar de la
agonía de sus fieles. Y el Dios Brujo, que habita en vuestra montaña sagrada, no salvará
a ninguno. Muerte, muerte para todos.
Y así trepó penosamente al cerro prohibido el rey de los araucanos, el gran ulmén Linko
Nahuel. ¡Cómo sufrió! ¡Qué tormentos, qué torturas vio este rey infortunado! Cuando
lanzaron a los primeros condenados al abismo pavoroso que nadie viera aún, se levantó
un ruido extraño y ensordecedor y de todas partes surgieron vivas llamaradas y sobre la
mayoría de la gente cayeron rayos verdes, aniquilándolos, convirtiéndolos en humeante
ceniza. Sofocantes hedores les impedían respirar, sus pies eran rodeados por un gran
lago de fuego, tal una masa viscosa que les roía las carnes y los huesos. ¡Pobres
paisanos míos! Todos, en confuso tropel, perdido ya el conocimiento, cayeron al
incandescente lodo para rodar allí entre gritos horrísonos, entre atroces dolores, al abismo
sin fin. Allá abajo se fueron todos, araucanos y hormigas. La misma muerte los atrapó a
todos, una muerte tan espantosa que nunca se había visto cosa parecida. Mientras tanto,
la montaña del Dios Hechicero se libraba de aquellas audaces sabandijas, sacudiéndose
cada vez con mayor fuerza, con mayor fuerza...
Sólo quedaron vivos ambos reyes. El Dios de la Ira los quería castigar por su audacia al
escalar su montaña y reino armados, en son de guerra. Y los condenó a quedar
petrificados, sentados el uno frente al otro, mirándose; para poder él tirarles sin cesar
fuego vivo, mugre hedionda y viscosa de sus entrañas, en señal de enojo. Suyo era el
cerro, él mandaba a los espíritus de los antepasados y su furor era trueno y fuego y su
cólera se traducía en llamaradas horripilantes. Ni un solo ser vivo pisará nunca su
inmenso reino.
Desde aquella época, humeó siempre la montaña terrible y los espíritus, parientes del
Pillan, arrojaron haces de fuego. Después descansaron con él durante el tiempo que dura
CUENTAN LOS MAPUCHES 65
la vida de una generación, mientras sus tripas suenan y rugen siempre, lo que la gente del
valle llama trueno. Y como las entrañas se retuercen sin cesar con un gruñido ronco y
maligno, lo han llamado el eternamente furioso, El Tronador.
Arriba siguen sentados siempre aún ambos reyes petrificados, esperando en vano que el
Gigante, ese Dios de la Ira implacable, se duerma de una vez, para resucitar ellos, los dos
guerreros, vengadores de su gente. Pero como el Pillañ, el espíritu grande, reina aún y
seguirá reinando, ningún ser viviente debe pisar el suelo, nadie lo puede visitar sin que
peligre su vida, porque la cumbre le está prohibida a la gente por ser de Dios. Sólo el
pájaro Fürüfühué les tiene lástima y vuela de vez en cuando sobre los altos picos y las
cabezas de los petrificados. Así, se sienta sobre sus Wiyó Lonko, las coronillas de sus
cabezas eternamente cubiertas de nieve y hielo. Y es para cantar su Ül, su triste canción
poética. Es un pájaro maravilloso, tan maravilloso que hasta el rebelde espíritu del Pillañ
lo quiere y trata bien, lo deja cantar.
Así nos lo han narrado los seres queridos que se nos han adelantado y ellos lo han
aprendido a su vez de sus antepasados, y las cosas siguen así porque el gran Espíritu, el
Pillañ, pertenecía a su raza y los protege, mientras son obedientes y no lo hacen enojar,
al Grande, el de las nubes.
«El cuento salió de una manga rota, para que ahora cuente otro".
COPAHUE
Recopilado por Lázaro Flury, 1948
Copahue49 era el cacique muy famoso a ambos lados de la cordillera. Sin embargo, un día
cuando aún estaba fresca la sangre en los valles de Aconcagua donde había obtenido su
última victoria, una rebelión sorpresiva lo derrotó en Llai Llai, dándole muerte y
sepultándolo en una cumbre de la cordillera.
Al valiente guerrero le sucedió su hijo, homónimo de aquél. El nuevo jefe, heredero por
igual del valor y la crueldad paternos, buscó refugio en la cordillera para rehacer sus
derrotadas huestes. Allí conoció a una mujer calcú de la que se enamoró perdidamente.
49
El volcán Copahue está a unos 3.000 metros de altura, situado en la línea internacional
argentino-chilena de la provincia de Neuquén. Actualmente es un centro turístico cuyos atractivos
son las termas y el esquí invernal. Se han dado varias interpretaciones sobre el significado, en
lengua castellana, del topónimo. "Azufre", para algunos, "donde hay copa", para otros ambas
resultan ambiguas. El acento agudo o grave en este vocablo parece no ser un elemento destacado,
dado que en la lengua mapuche no constituye un rasgo diferenciador. La versión de Copahue que
ofrece Lázaro Flury es similar a las que hallamos en Julián Lastra, Carlos Abregú Virreyra o
Gregorio Álvarez.
66 CESAR A FERNANDEZ
Ella le auspició un porvenir lleno de gloria. Fue así que logró vencer a sus enemigos,
luego de lo cual decidió casarse con esa mujer, a pesar de la oposición de sus
consejeros.
Pero la gloria no duró más que el fulgor de una estrella en una noche de verano. Una
legión de tribus aliadas lo derrotó sorpresivamente y Copahue murió en la batalla.
Su compañera, a quien sus adversarios dieron el nombre de Nieve del Diablo (Pirepillán),
fue acusada de traición y condenada al lanceamiento.
Así fue como nacieron las famosas termas de Copahue que a pesar de los siglos
transcurridos siguen vengando la despiadada muerte de Pirepillán.
CUENTAN LOS MAPUCHES 67
En los tiempos de antes había, en el lugar donde está hoy el lago Lolog, otro muy chico
que los indios llamaban Paila-kó, lo cual quiere decir agua tranquila50.
Ese «Lago Dormido» era visitado a menudo por una paisana de una tribu araucana que
tenía sus toldos ahí. Era una muchacha bonita, a quien le gustaba ver su imagen en las
aguas al bañarse allí y se peinaba después con un peine de oro o buscaba mejillones y
hermosos cangresos en las aguas serenas. Era la única muchacha de ese paraje que
visitaba a menudo el «Laguito Tranquilo», circundado por un Menuko muy grande, que
sólo los iniciados podían pisar sin peligro, por ser un terreno falso donde habían
desaparecido muchos animales en las ciénagas. La pequeña pescadora estaba siempre
contenta y cantaba y era la alegría de sus viejos padres.
Cierto día, cuando la muchacha contemplaba su reflejo en el lago al peinar sus cabellos
de oro, distinguió en las aguas una cabeza masculina, lo cual la asustó sobremanera. A
poco, salió de las aguas un hombre de aspecto noble y extraña vestimenta, quien la
acompañó hasta su casa y les dijo a sus padres que se llevaría a la muchacha a sus
dominios51.
Los padres de la muchacha no querían consentir: pidieron gracia, lloraron y gritaron, pero
la pequeña pescadora tenía muchos deseos de irse con el extranjero...
A ella, el hombre surgido de las aguas le parecía hermoso y además estaba muy
elegante, con su traje ceñido de muchos colores, y hecho con finísimas sedas. Alrededor
del cuello, lucía unas puntillas tan delicadas que resultaban transparentes. El idioma que
hablaba era un poco distinto del de ellos, pero lo entendían.
Los pobres padres se quedaron muy tristes cuando se llevaron a la muchacha y pasó un
año sin que supiesen nada de ella. ¿Dónde estaba? ¿Era feliz? ¿Vivía sobre la tierra o
bajo tierra?
50
El lago Lolog se halla ubicado en las proximidades de San Martín de los Andes. El vocablo
parece referirse a las cuevas, cavernas u hoyos que existen en las cercanías del lago. Moesbach
(1978, p. 135) da la forma lolol "paraje donde hay hoyos", de lo que podría derivarse el topónimo
actual. César Cipolletti (1899, p. 119) lo documenta como Lo Log.
51
El personaje que aparece se conoce como sumpall o shompalhue y se lo encuentra en varios
relatos de esta obra. Hugo Carrasco Muñoz (1988, pp. 51-52) registra distintos testimonios en los
cuales se indican algunos de sus rasgos; dice que es "un hombre que sale del agua para robarse a
unas niñas jóvenes. Dicen que se siente solo, por eso sale a buscar compañía. Esta persona del
agua es bien conocida y abunda en las partes que hay agua" (...) "el shumpal es rubio y bonito, es
un espíritu que es dueño del agua y del mar, mitad hombre y mitad pescado, se casa con las
mujeres lindas y las vuelve espíritus, dueñas del agua también" (...) "Ese es bueno, no es wekufü,
respeta al mapuche. (...) También dona peces a la familia y comunidad de su esposa, e, incluso, se
le atribuye haber enseñado el arte de la pesca y la navegación a los mapuches".
68 CESAR A FERNANDEZ
–No puedo quedarme mucho tiempo con ustedes porque me espera mi esposo el rey. Lo
rodean las mujeres más hermosas que se puedan concebir, pero yo soy la más linda de
todas y es a mí a quien quiere más que a nadie. Vivo en un gran palacio, poseo todas las
riquezas del mundo y me rodea gente de piel blanca, pero él me distingue más que a los
demás... Es un gran conductor de los hombres...
Y agregó:
–No se preocupen por mí: soy muy feliz. Sólo los echo de menos a ustedes. Pero los
visitaré todos los años. Ahora, tengo que irme. Que vivan muy contentos hasta mi
regreso.
–¡Quédate! Eres nuestra única alegría. Formas parte de nuestra ruka y no debes
abandonarnos. Somos demasiado viejos...
Un espíritu o por lo menos una aparición, un ser de algún mundo desconocido para
ambos viejos se presentó en la ruka, asió a la muchacha y se la llevó.
Mientras tanto, un velo suave y liviano como los copos de la nieve cubrió a los padres. La
vieja paisana se acercó el velo a la cara: también lo tomó el Chau y, en ese preciso
instante, la ruka empezó a hundirse poco a poco, con sus indios dentro.
La tierra temblaba cada vez más, y todo el Menuko se iba hundiendo suavemente,
desapareciendo como por arte de magia.
Sólo quedó el laguito Paila-Kó: pero el laguito se fue agrandando cada vez más, hasta
engullirse al gran reino del paraje del Menuko...
La ruka de los Indios está ahora en el fondo del lago. El propio gran lago tiene la forma de
una pierna humana, doblada en la rodilla... y los dos viejos mapuches siguen viviendo
eternamente porque el velo de la muchacha los ha envuelto, a tal punto que son
inmortales: no han conocido ni conocerán la muerte. ¡Ninguna bruja podría hacerles un
mal enviándoles la muerte!...
Los antiguos creían que esa pareja suele verse en el fondo del lago, que han llamado
Lolog porque ocupa una depresión de la tierra: pero como a los viejecitos los envuelve el
gran velo mágico, no se los puede distinguir con claridad.
No obstante, los antiguos saben que a esas apariciones o manifestaciones las acompaña
siempre un infortunio: se ahoga una persona o se acerca un temblor de tierra o va a
desbordar el lago un Hueke Huekú, el llamado cuero vivo, arrastra a una criatura al fondo
de las aguas...
CUENTAN LOS MAPUCHES 69
Muchos años antes de que llegaran a estas tierras los gringos, estaban tranquilos
viviendo los aborígenes, cazando vacas y yeguas que andaban orejanas. La gente tenía
así qué comer sin mucho trabajo.
Entonces, en esa época, había un gran cacique que tenía un hijo grande, valiente y
hermoso. Era bravo y baqueano para el lazo y la boleadora. En la laguna que después se
llamó Toro Negro por haber pasado esta gran desgracia, había un toro negro grande y
atropellador, cuando venía gente cerca. Por eso un día el cacique juntó a la paisanada y
se fue con el hijo a matar el toro malo, con el fin de sacarle asado gordo, como para
chuparse el dedo.
Empezaron a buscar y entre unos montes de ñire encontraron al toro negro. Hijo de
cacique, tan valiente como era, atropella al toro y lo enlaza en la guampada. El toro negro
dándose vuelta se vino furioso, volteando al caballo y al hijo del cacique y matándolos a
los dos. Viendo el padre muerto a su hijo, atropello al toro, ciego de rabia, y lo mató a
puñaladas. Después mandó enterrar a los tres: hijo, caballo y toro. Cuando el toro mató al
caballo, pegó un relincho dolorido y el hijo del cacique dijo un ¡ay! largo y doloroso que
dolió mucho el corazón del cacique y de su gente. También el toro pegó un bramido fuerte
que asustó mucho. Ahora cuando hay viento y tormenta mala, la laguna se enoja
levantando agua. Entonces se oye el relincho del caballo, el grito lloroso del muchacho y
el bramido del toro.
Yo no he visto nada ni me arrimo a la laguna. Alguna gente aborigen dicen haber visto el
toro negro nadando en la laguna
EL LAGO MUSTERS
Recopilado por Berta E. Vidal de Battini, 1984
Hace mucho, muchos años. Vivían los paisanos de la antigüedad. Me contaba mi tío
abuelo del lago Musters. Dice que había mucha, mucha seca y viento todo el día.
Enloquecían los vientos. No llovía en todo el año. Los animales se morían. No había qué
comer. Los paisanos no tenían qué cazar. No había chulenguiada. Los guanacos se
habían ido lejos, lejos, a los cerros de la Cordillera.
Los paisanos tenían que hacer a la fuerza un camaruco. Un camaruco muy grande tenían
que hacer, pidiendo agua para estar bien.
70 CESAR A FERNANDEZ
Dicen que todos los paisanos de la Cordillera mandaron mensajes a los paisanos de
abajo para hacer el camaruco todos juntos. Entonces bajó de la Cordillera toda la tribu. Se
juntaron en un lugar. Entonces esperaron a los paisanos que vivían en el lugar donde está
el lago Musters. Y estos paisanos no venían. Entonces fueron a ver y encontraron el lago.
Dicen que ellos habían hecho camaruco aparte y llovió. Llovió mucho, mucho y se hizo un
lago grande.
Dicen que cuando llegaron los otros paisanos al lago, éste se enojó y se levantaban las
aguas y bramaba y corría un gran viento. Y ése era el grito de la gente que están ahí,
abajo del lago. Y se oye desde muy lejos.
Eran dos muchachas que vivían con una viejita52. Las muchachas se fueron a peinar en el
lago. Cuando fueron a peinarse en el lago, fueron a bañarse, se pintaron bien. De
repente, salió un hombre desnudo. Entonces ese hombre agarró a las muchachas y las
puso adentro del lago. Y no aparecieron más.
La viejita quedó sola. Lloraba la viejita y no se sabía lo que le había pasado a las chicas.
Y de repente, un día a las doce, la vieron a una de las chicas. Estaba sentada arriba de
una piedra en el medio del lago. Una sola chica.
Entonces, la viejita decía que la hija que estaba ahí la llamaba. No le decía nada. Y se
quedó la muchacha ahí sentada.
Después, esa muchacha de repente salió. Tenía un chiquito, un nenito. Al año que pasó
salió la muchacha ésa. Y dijo:
–Nosotras nos fuimos porque nos agarró el lago. No podíamos salir, no nos largaban, por
eso no salimos.
–Porque nos agarró el hombre del lago, por eso nos fuimos. Allá abajo hay cualquier
cantidad de carne, hay vacas, de todo. Allá la gente es rica, por eso nos fuimos. Como
52
Ruca Choroy es el nombre del paraje donde vive la comunidad mapuche Aigo (departamento
Aluminé de la provincia de Neuquén), pero también toma esa denominación el arroyo afluente del
rio Aluminé, un cerro y el lago en torno al que se genera este relato. El topónimo es traducido como
"casa de los loros", de ruca, "casa, nido" y choroy, "loro" (Psittacus leptorhynchus).
CUENTAN LOS MAPUCHES 71
nos agarró el hombre no podemos venir más. Ahora me dieron permiso para venir, por
eso vine.
–Usted, si quiere carne mamita, nosotras le vamos a sacar. Le vamos a sacar todo lo que
quiera. Si quiere carne le vamos a traer capones.
A la mañana cuando iba a sacar agua la viejita, dicen que le sacaban cualquier cantidad
de pescado. Y agarraba y los traía la viejita.
No supo nada la viejita de lo que le pasó a la hija. Se fue. Y siempre dicen que sacaba
pescado. Adonde iba a buscar agua a la mañana temprano, dicen que encontraba una
gran cantidad de pescado.
Relato de la india mapuche Pastora Suárez, 1971, Choele Choel (Río Negro).
Dicen que una chica se metió al Bajo del Gualicho54 y se perdió. Ni rastro de ella
encontraron. Nada. Nada. Se perdió cuidando ovejas. Porque antes se cuidaban los
animales a pie. No había caballos. Cuando yo era chica no teníamos caballos. Después
mi padre tuvo capital, y los compró en Río Colorado. Llevó tejido, sobrepuesto, matra y los
cambió.
53
El texto presenta el mito del shompalhue.
54
La salina del Gualicho está ubicada en el triángulo formado por las localidades rionegrinas de
Valcheta, San Antonio Oeste y Gral. Conesa. Rodolfo Casamiquela (1967, p. 44) dice que
"Gualicho es una voz muy antigua, de difusión pampeana y aun litoral, de origen ignoto. Significa
popularmente «diablo», y antiguamente designaba concretamente al «genio del mal» de los
tehuelches septentrionales". El mismo investigador, en su obra En pos del gualicho (1988, p. 41),
agrega al respecto: "Creen que el diablo es el dueño de este bajo y que les hace toda clase de
malas jugadas. Hace que pierdan los caballos y se encuentren en apuros, etc. Por eso ofrendan
crines, para que los caballos no se fatiguen, y trapos jirones que arrancan de sus ponchos o trajes,
para que no les suceda nada malo. Introducen todo esto con el cuchillo en las blandas capas de
yeso. Imploran al dueño del bajo para que les sea propicio".
72 CESAR A FERNANDEZ
Dicen que nadie podía llegar allí. Corría viento y llovía. ¡Un temporal!
La chica no apareció más. Tenía que ser el gualicho. Eso contaron por ahí.
Nosotros sabemos esto por la conversación de la gente que contaba todo. Se llama Bajo
del Gualicho porque el diablo vive allí.
LA LAGUNA SUMUNCURA
Recopilado por Berta E. Vidal de Battini, 1984
Hay una laguna que se llama Sumuncura. Sumuncura quiere decir en el idioma de los
paisanos, araucanos, piedra que habla. La laguna está arriba, en la piedra, pero en lo alto.
Dicen que está muy alto. Mi hermano ha estado ahí. Yo anduve cerca, pero no fui nunca.
Y dice que una vez iban corriendo unos guanacos, ellos. Y se han largado esos guanacos
a la laguna, amigos, y se perdieron. Se perdieron y se perdieron no más. Se hundieron en
la laguna y no los vieron más.
Bueno, dicen que se quedaron ellos. Que algunas veces se quedaban. Dice que se sentía
gritar de noche, dice. Como si estuvieran juntando hacienda, adentro de la laguna. Antes,
cuando se juntaba hacienda se gritaba, ¿no? Y la hacienda se remolinea, así con los
gritos. Pero nunca se veía nada. Pero no se veían animales tampoco. Se sentía no más.
De noche, siempre, de día no se sentía nada.
Todos los que andaban por ahí han sentido esos gritos, como de arrieros que juntan
hacienda, adentro de la laguna. Por eso dicen que se llama así la laguna, claro, porque se
oye que hablan las piedras adonde está la laguna.
Nota: El narrador es indígena. Sabe leer y escribir y vive como un campesino criollo.
Narrado por Teodora del Carmen, viuda del cacique Abel Curruhuinca, 50 años. Quila
Quina (sobre las márgenes del Lácar) (Neuquén), 1952.
Se oye un gran ruido lo que él anda retozando. Brama y hace más ruido cuando va a ser
un invierno muy nevador. Mi esposo lo vio. Dijo que era un animalito negro. No tiene uñas,
como las vacas; tiene como las patas de un ganso. No deja señas en la playa porque no
sale del agua. Ese año que lo vio mi esposo, que era el cacique de la tribu, fue muy
nevador. Se nevaron y murieron todos los animales. Quedamos a pie.
EL LAGO COLHUÉ-HUAPÍ
Recopilado por Berta E. Vidal de Battini, 1984
Decía el abuelo que los abuelos de él mismo contaban que a ellos le contaban los
abuelos de ellos, cómo pudo salir adonde está, el lago Colhué-Huapí. Eso era muy
antiguo. Muchos, muchos años hace, ese lugar del lago, era entonces un mallín hondo
como las Salinas de Sacanana. Había pasto y había agua y había mucha caza de
guanaco y avestruz. En ese lugar estaba una población grande de tehuelches puros, con
sus animales y sus casas, y toda herramienta para trabajo y para todo lo que usaban los
hombres y las mujeres. No se sabe cómo ha venido una gran desgracia como tempestad,
como temblor de tierra, y ha brotado agua por todos lados. Ahí quedaron tapados con las
aguas, sepultados todos los paisanos con sus animales y todo, como un castigo. Y ahí se
formó ese lago tan grande y tan lindo, el lago Colhué-Huapí. Parece que quedó una islita,
pero no se ve.
Esto no quieren contar los paisanos a los blancos, pero yo lo cuento porque es muy
antiguo y porque soy amigo de usted.
LA CIUDAD PERDIDA
Narrado por Sabino Cárdenas, 1960, Junín de los Andes (Neuquén). Peón de campo con
escolaridad primaria completa.
Pedro Novoa contaba que en el fondo del lago Huechulafquen56 había una población, que
según decía él, aparecía y desaparecía. Que cuando había tempestad aparecía y se
veían casas, galerías y la torre de una iglesia. Y cuando alguien se acercaba desaparecía.
También decían que de diciembre a enero, a las doce del día aparecía la ciudad y que se
podía ver muy bien todo. Cuando alguien se quería acercar desaparecía. Él decía que la
veía siempre con toda claridad.
En ese tiempo fue mucha gente a ver la población. Hasta el comisario fue a verla. Unos
dicen que la vieron, otros no la pudieron ver. La población aparecía y desaparecía.
Dicen que en el fondo hay unos cerros, donde se forman los baños, en donde puede
haber desaparecido esa población.
Hay muchos misterios en los cerros y en los lagos de estas partes. En el lago Lolog, todos
dicen que aparecen animales. Que sale una vaca, y cuando la corren se hunde en el lago.
Dicen también que en el fondo hay una población.
Por eso yo creo que tiene que haber una ciudad perdida, ahí en el lago Huechulafquen.
Puede ser hasta el fin del mundo.
55
Berta E. Vidal de Battini (1984, t. VII) señala que la leyenda de la ciudad perdida es una de las
más antiguas y populares. Documenta para la Argentina 61 versiones.
56
El lago Huechulafquen está situado en las proximidades de Junín de los Andes. El topónimo de
origen mapuche significa "lago de la cima", de hue chu, "cima, extremo", y Iafquén, "lago". Lolog,
"donde hay hoyos", es un lago ubicado cerca de San Martín de los Andes.
CUENTAN LOS MAPUCHES 75
Dicen que hay una ciudad encantada en ese cerro, en el Lanín57. Dicen que se ha visto
gente. Había un ingeniero que porfiaba por subir al Lanín.
–Vamos a ver, compañero, ¿va a subir a ese tapado de nieve, ése que nunca seca?
Compañero, no va a aparecer más si va. Hay un pueblo adentro. Te dan calabozo si vas.
La gente paisana decía así, los viejos paisanos, los abuelos nuestros, todos contaban así.
¿Va a ser capaz de subir ese gringo?
Y el gringo porfiaba por subir. Y dicen que los dos y otro compañero fueron a subir. Ahí
dicen que se enojó el cerro y que venía un viento fuerte y nevaba. Y caían. Andaban un
paso y venía un soplido y caían otra vez. No los dejaba subir. Se resbalaban, se
revolcaban y se perdían en la nieve. Se golpeaban por todas partes. Se cansaron, no se
podían sujetar. De un soplido los mandó rodando y llegaron abajo. Entonces se les antoja
recorrer toda la orilla. Ya había un puente. El gringo andaba como loco. Y entró, pasó ese
puente. Se abrió como una boca y quedó ahí adentro. Y el muchacho decía:
Se perdió el compañero. Y el viento siempre enojado los perseguía. Los dos que
quedaban oyeron todo. Dicen que hablaba gente, toreaban los perros, bramaban como
vacas y toros, relinchaban caballos. De todo se oía.
Dicen que ahí se ha perdido gente. Entran a ese pueblo y no vuelven más.
Dicen que a los años apareció el gringo. A los dos años se aparece la gente que ahí se ha
quedado. Lo reconocieron, pero no habló nada. Todo blanquito, chupada la sangre. Los
compañeros lo vieron al gringo. El les volvió la espalda y no se lo vio más.
57
El volcán Lanín aparece como ámbito mágico en numerosos relatos.
76 CESAR A FERNANDEZ
Narrado por Gervasio Paila Cura, 62 años. Catán Lil (Neuquén), 1950.
Cuando corre viento fuerte, el viento “puelcho” que es muy fuerte, hace cuenta que viene
arreando una tropilla de caballos, eso se oye. Muchos paisanos oyen. Eso es un encanto,
de una ciudad que está perdida. Dicen así, que hay una ciudad perdida, cuántos años
hace ya que está perdida. Eso es en la cordillera, en el medio. Se ven gente, pero parece
distinto a la gente de ahora, agarrada la cabeza, a veces como esqueleto. Eso han visto
muchos. Antes dicen que han pasado más cosas.
Dicen que andaban mujeres juntando piñones. Y han dejado piñones, montón de piñones.
Y han vuelto. Después los piñones no aparecieron más. Y han dicho:
–Nos vamos a retirar de acá. Acá nos vamos a quedar sin piñones. Acá hay un misterio.
No quieren que juntemos piñones.
Se fueron más retirados. A la tardecita chiflaba otra vez. Da pena oír el chiflido, da miedo.
–¿Oís el chiflido? –han dicho–. ¿Estará perdido? Es el chiflido de esa gente que está ahí.
Conversaban ahí la gente. Rechinaban los mulares. Arriaban tropilla y dicen ¡yegua!
¡yegua! Se oía el cencerro. Cantaban los gallos. Se oían los perros. Y la gente hablaba y
hablaba...
Eso debe ser un pueblo que está ahí. De día, tranquilo, no se oye nada. Oscureciendo, ya
era lo mismo. Se oían voces y canto y chiflidos. No vale la pena arrimarse ahí. Para un
peligro nada más sirve. La otra gente puede hacer un gran mal.
Las mujeres se fueron y perdieron los piñones. A otra parte de la cordillera han ido a
juntar. Ahí había mucho. Esa gente era dueña, no sé, pero podía ser eso, por eso
asustaban, que se fueran.
Este cuento lo contó también un viejo paisano, apenas lo recuerdo yo, Manuel Cayulef. El
ha dicho que ése es un pueblo perdido, ahí, viejo, viejo, con mucha gente que está
perdida ahí, que no puede salir hasta el fin del mundo. Dicen que habla castilla, que no
hablan paisano esa gente de la Cordillera.
DE ENTIERROS Y TESOROS
EL REFORÓ
Recopilado por César Fernández, 1989
Un hombre iba viajando con su caballito para Chile. Estaba muy cansado y como vio una
ruca cerca del camino, pidió permiso para alojarse. Como no llevaba nada para comer, le
dieron papas, cebolla, charqui y pan. Se cocinó en un galponcito, pero no le dijeron que
allí había un reforó.
Como lo había atendido tan bien, este "puro hueso", el reforó, se puso contento y lo invitó
a dar un paseo.
Así fue que salieron andando. El reforó iba adelante, indicando la huella, y el hombre lo
seguía. Largo rato anduvieron hasta que llegaron a una cueva en el Trompul.
Revolvió la tierra el viajero y ante su sorpresa encontró alhajas de plata y oro como
trapelacucha, tupu, chahuai, traripel. Una bolsa grande, muy grande había.
El hombre hizo lo que le pidió el reforó. Lloraba porque lo quería mucho a su caballito,
pero tenía que hacerlo.
Caminando volvió a la ruca donde se había alojado, a pagar el favor de esa gente que lo
había ayudado. Eso creía él, pero en realidad eran malas personas.
–¿Cómo está vivo? Todos los que alojaron ahí amanecieron muertos– le dijo el paisano
que le había prestado la casa.
El viajero no le contó lo que le había pasado a él, que era machi pero le compró dos
caballos. Uno para montar y otro para llevar las alhajas.
Un hombre tenía una novia y la amaba muchísimo, pero un día se murió; la joven supo
inmediatamente del fallecimiento de su amado. Lo sepultaron y sobre su tumba mataron a
sus caballos. En el chenque pusieron las cosas que habían sido del hombre: su montura,
sus espuelas, su cuchillo, su rebenque y su lanza.
Pasaron diez días y una noche el muerto fue a ver a su novia59. La joven le dijo:
La joven se acostó a su lado y trató de abrazarlo, pero el hombre la rechazó diciendo que
le dolía un costado60. Entonces el hombre le dijo:
–He venido porque desde hace mucho tiempo la gente habla de nosotros. Quiero que nos
casemos en seguida y esta misma noche nos vayamos de aquí61. Entonces la mujer le
preguntó:
–¿Cómo podemos irnos si has dejado en tu casa la montura y las espuelas del caballo?
El joven obedeció y se fueron. Nadie los vio partir. En el camino él empezó a cantar.
La mujer tenía la sensación de que aquel hombre no era el mismo de antes y entonces le
preguntó:
59
En la versión de Rodolfo Lenz (1897 a: VII, pp. 223-225) se dice que el casamiento había sido
con una muchacha tomada como üñam o "querida".
60
Otro aspecto que es necesario aclarar en el relato es que "el muerto no permite que la
muchacha lo abrace porque así ésta notaría que el cuerpo del muerto no está completo sino es
sólo un esqueleto. Lo sospechoso del canto lo explicaba Juan Amasa (un relator entrevistado por el
investigador) por el hecho de que los muertos no hablan el mismo lenguaje que los vivos. Como yo
insistí en esta observación interesante, me refirió otro "caso" semejante, de un muerto que quería
apoderarse de su querida y fue reconocido por el "lenguaje diferente" (R. Lenz, 1897 b, p. 633).
61
Con respecto a la ceremonia del casamiento, hay que señalar las instancias que describe
Pascual Coña (1974, pp. 231-269): rapto de la novia, pago del precio de ésta, casamiento y fiesta
en los días siguientes y, por último, el acostumbramiento de la recién casada en el hogar de la
familia del marido.
CUENTAN LOS MAPUCHES 79
El joven respondió que era la canción de sus antepasados cuando se llevaban una
muchacha para casarse. Llegaron cerca de la tumba del joven y la muchacha se volvió
como loca.
A los dos días el padre fue a buscarla a lo del novio y habló con el padre.
Luego los dos fueron hasta el cementerio y vieron a la joven que el padre estaba
buscando. Se encontraba llorando amargamente sentada sobre el caballo del muerto. La
regresaron a su casa, pero no podía vivir sin su amado. Diez veces volvió al cementerio
para llorar sobre la tumba y otras tantas fueron a buscarla, hasta que el padre decidió
comprarla.
LA BOLSA DE PLATA
Recopilado por Fundación Banco de la Provincia del Neuquén, 1992
Había un hombre muy pobre. La señora de él pasaba trabajando: lavaba, buscaba leña,
¡qué no hacía!
El hombre pasaba sentado todo el tiempo, ¡los años que vivía así! La señora únicamente
le buscaba la vida. A él no se le daba por ninguna cosa.
–Qué le vamos a hacer, para qué vamos a trabajar –dice el hombre. Si Dios nos quiere
dar, que nos dé. Así como somos hijos de Dios, a él le corresponde que nos dé.
–Eso no lo puede decir usted –dice el hombre–. Si Dios me quiere dar, me va a dar,
tendrá que darme.
La señora se puso contenta, pensó que el hombre había pensado lo que le había
conversado.
El hombre no cortó el chacay. Pegó la vuelta cuando vio eso. Le contó a la señora.
–No, no, si Dios quiere dármela que me la traiga acá –dijo el hombre, era muy creyente.
–Vamos viejo, si es plata, vamos a buscarla –dijo la señora–. ¿Cómo te la va a traer acá?
–Si vos no te animas voy a buscar al compadre, para que la vaya a buscar.
Fue a buscar la bolsa en la noche y como pudo la llevó y la puso en la cabecera del
compadre.
Y con esa bolsa de plata fueron ricos. Por eso es bueno creer en Dios. Y si él nos quiere
dar donde quiera que esté, lo va a llevar y nos va a dar.
Dicen los paisanos que el que cava y saca esqueletos y cosas de un chenque, que es el
cementerio de los indios antiguos, tendrá un castigo de cien años para él y para su
familia. Dicen que ahí están sus antiguos parientes y que ellos los maldicen. Dicen que
todos los que han sacado flechas, huesos y cacharros se han muerto pronto o han
quedado malditos. Y dicen que conocen muchas personas que han muerto por eso.
Los paisanos tienen miedo de pasar cerca de los chenques en la noche y los miran con
respeto supersticioso. Los chenques son como tesoros enterrados.
CUENTAN LOS MAPUCHES 81
Cuando le busqué la boca para el lado de entierros y chenques don Melinao se animó.
Terminó de armar el cigarrillo, levantó un tizón que acercó a la boca para encenderlo,
entrecerrando los ojos para evitar el humo y se dispuso a la "conversa".
«Dicen que para el Cerro Bayo hubo un entierro de los grandes, con unas cuantas cargas
de plata. Claro que ahora se encuentran sólo chaquiras y algunas “pedacerías” de
cántaros.
Mi finado abuelo se solía acordar que fueron unos ingleses los que se levantaron toda esa
la platería. También lo que le habían puesto en la tumba del cacique Nahuelcheo,
enterrado en el chenque del cerro.»
Y cambiando un poco el tono como para hacer ciencia sobre el asunto, prosiguió:
«Cuando moría un jefe, – lonco que le decíamos nosotros– bueno, para qué le voy a
contar; todo el mundo se hacía presente y había demostraciones de todos los pelos,
desde el discurso fúnebre como para un coyagtun (parlamento), a la pura "llantera" de las
mujeres y parientes y a los brindis que se hacían por el finado, diciendo: yagpayu, lonco;
pneumangnen cumei rupalen (salud, jefe, ojalá que le vaya bien).
Ya llegando a la tumba, sobre el mismo finado, se mataba un caballo ensillado, como para
que siguiera siendo el sillero del jefe en la travesía para la otra tierra. Después, envueltos
en cuero de potro o guanaco, se le acomodaba toda la platería. Eran de ver los puñados
de cosas que se le amontonaban: cabezadas y riendas, rastras, cuchillos con cabo de
plata, espuelas, estribos, bombillas y hasta las mismas mujeres se desprendían, como
aros, vinchas, prendedores...
«Y juntito a los cueros cargados con esa plata, se le acercaban los “vicios”, como carne,
pilchas, mate, leña, todo acomodado como para que el viaje fuera cómodo y no anduviera
penando en la travesía.»
Hizo una pausa para volver a pegar el papel del cigarrillo que se le iba desarmando,
acercó unos tizones al fuego que se desparramaba y encogiéndose de hombros, como
para sacarle el cuerpo a la cara que yo podía poner, continuó: «Y dicen los antiguos de
antes, que hasta mataban de un bolazo en la cabeza, a una de las mujeres del jefe, como
para que fuese a acompañarlo. Vaya uno a saber. Costumbres de antes seria, ¿no?
Bueno, como le iba diciendo, fueron unos huincas ingleses los que se levantaron con todo
el platal. Mi abuelo conoció al finado Mariñanco que los "baquianó" en la búsqueda.
Pobre; porque fue así como a la semana no más, en una "costaliada" lo aplastó su yegua
tordilla. La misma en la cual había acompañado a los ingleses, para ir a "disturbiar" la
82 CESAR A FERNANDEZ
tumba. Porque ésa es la ley: el que descubre el lugar de los entierros para revolverlos y
saquearlos tiene los días contaditos».
En la pava que estaba al fuego silbaba el agua caliente. Le echó un poco de agua fría y
se ladeó para ensillar el mate, ese amigo aquerenciado a todos los fogones y sabedor de
todas las historias y consejos.
«Resulta que en las noches de luna, así lo conversaban los veteranos de antes, sale a la
tierra a pastar, mire usted, el mismito caballo que le matan sobre la tumba del cacique, o
el potro o el guanaco en cuyos cueros hayan envuelto el platerío. Usted que anda de
recorrida porque sabe más o menos el lugar, acérquesele para agarrarlo y échele el lazo
y... listo: déjelo que siga pastando, que al amanecer volverá a su lugar, la tumba del jefe,
para seguir acompañándolo.
Mire y marque bien el lugar adonde le salió al cruce el animal y al día siguiente vuelva ahí
y córtele el rastro a la marca que ha dejado la argolla en la tierra y va a dar justito al lugar
del entierro. Y eso fue lo que hizo, según dicen, el finado Mariñanco. En una noche de
luna enlazó un alazán mansito que fue el de la suerte, bueno, suerte para los gringos
esos, que para él fue desgracia.»
Y le pegó al mate una de esas chupadas rezongadoras, como para olvidarse de que le
hubieran pasado esas cosas a gente de su sangre.
«Lo que a mí, no van a "codicear" mucho mis huesos, porque me van a enterrar con lo
que tengo puesto nada más» y acarició a su perro que dormía a su lado, como para darle
seguridad que a su muerte, a él no lo iban a tocar.
Volcó sobre las brasas un poco de yerba y se cebó otro mate más, que tomó mientras
miraba fijo a esas llamas que ahora tenían la inquietud de sus pensamientos.
CUENTAN LOS MAPUCHES 83
DE PLANTAS
EL CALAFATE
Recopilado por Berta E. Vidal de Battini, 1984
Dicen todos que el que come la fruta del calafate no se va más de la Patagonia. Si es
extranjero y anda solo, se casa y se queda para toda la vida. Los primeros que vinieron se
juntaron con las paisanas y tuvieron hijos y se murieron en la Patagonia. El que se va,
vuelve.
Será porque la fruta es medio negra y violeta, como el color oscuro de las paisanas, que
tiene este poder para el hombre que la come. Todos creemos que tiene ese poder el
calafate.
EL ÑANCOLAHUÉN
Recopilado por Ismael Moya, 1941.
Desde el Neuquén hasta la costa del Colorado, he oído la leyenda del ñancolahuén64.
Una jovencita ranquilche languidecía de amor por el cacique. Durante una maloca, éste
fue herido de muerte. Sólo una hierba misteriosa podría salvarlo. La muchacha salió a
buscarla.
Recorrió los valles que baña el Limay. Escaló las montañas blancas. Anduvo por los
desfiladeros que son aulladores ríos de vientos. Al fin, en una cima escabrosa, encontró la
planta mágica. Su guardián, el ñanco, estaba ausente. Corrió la niña sin descanso hasta
la ruca del cacique. Hizo un cocimiento y lo aplicó a las heridas por donde comenzaba a
salir la vida. El ñanco, ansioso de venganza y de mantener el secreto de la yerba, siguió a
la niña y cuando iba a revelar el sitio donde crecía el lahuen, conjuró a las potencias
extrahumanas, sólo sensibles a las machis, y produjo la mudez y la ceguera de la joven.
64
Se han comparado varias versiones sobre el ñancolahuén que aparecen en Félix San Martin
(1940, p. 119 n.1), Félix Coluccio (1950), Berta Vidal de Battini (1984, VIl p. 505), todas las cuales
mantienen los motivos de "la mujer que se sacrifica por su amado", "deidad de una montaña", "ley
del talión", "enfermedad extraordinaria".
84 CESAR A FERNANDEZ
Dicen que es un pino el árbol santo de la Cordillera. Todos cuando pasan a Chile, por el
camino donde está ese árbol, tienen que dejar plata, alguna prendita, algo, porque si no le
va a ir mal en el viaje.
Ese árbol está cerca de Junín, más para allá, por esa cruzada de Tromen o Lanín. Por
ese volcán pasa la ruta que va a Chile.
Antes, el finado mi papá sabía viajar a Chile. Él era chileno. Iba a ver a su familia. Iba por
esa ruta. Él dejaba plata, lo que llevaba, una prendita, pañuelo o cualquier cosa.
Él decía que si el viajero no le dejaba nada a ese árbol le iba siempre mal. Si era pobre,
tenía que dejar por lo menos una tira de trapo.
El michay antes tenía flores blancas hasta que ocurrió la historia que voy a contar.
Cuando los pieles blancas atravesaron el gran lago, para dominar a los reche, a los
verdaderos dueños de la tierra, mandó Füta Chao –el Señor y Rey del Cielo, de la Tierra y
de los Hombres– a su hijo muy querido, para vigilar y poner a prueba a los blancos, y
también para proteger a los mapuches de la ambición y crueldad de aquéllos.
Cierta vez pasaba por el bosque de collimamüll, que ahora los huincas llaman arrayán,
cuando de repente apareció a su lado una víbora caminando. Caminaba parada igual que
los hombres, porque su creador –el ceñudo Huecufü– quería que se asemejara a ellos.
Como se le apareció de repente, sin ruido, al lado del hijo que el Padre Celestial había
mandado, aquél se asustó muchísimo; tanto que enfureció. Tomó una rama de michay
que estaba cubierta de flores, pero también de espinas, y le pegó a la víbora diciendo:
65
El michay es un arbusto de hasta 2,50 de altura que da un fruto pequeño y de color azul; crece
en las zonas húmedas de la cordillera de los Andes. Existen más de 20 especies; de algunas de
ellas se hace chicha y dulce; la infusión de sus hojas se emplea contra las inflamaciones y sus
raíces para teñir de amarillo. Se lo denomina también con los nombres de calafate, uvilla,
quebrachillo. Sus nombres científicos más difundidos, según la especie, son Berberís buxifolia
Lam, Berberís heterophylla Juss, Berberís ruscifolia Lam. Vocablo de etimología mapuche (C.
Fernández 1974, pp. 81-84).
CUENTAN LOS MAPUCHES 85
Así fue como las flores se tiñeron de rojo con la sangre de la víbora y de amarillo con su
veneno, como se las ve hasta el día de hoy. Al mismo tiempo le aplastó la cabeza con su
pie cubierto con tsumel, la así llamada bota de potro, hecha con la piel de la pata de este
animal. La cabeza quedó achatada, formando un triángulo para siempre.
La víbora odia desde entonces a los caballos y trata de morderlos en los garrones, porque
cree que fueron ellos quienes la atacaron. Como al mismo tiempo le quebraron el
espinazo, no puede ya caminar parada y tiene que arrastrarse penosamente y porque
quiere mostrar su odio por el doloroso castigo, siempre levanta la cabeza triangular,
mostrando al morder su lengua partida por el pisotón.
El arbusto michay tiene, así, las flores rojo-amarillentas y sus frutillas son oscuras como la
sangre cuajada. La filú con agrado se enrosca bajo el michay para sorprender y morder a
la gente que busca la fruta. Aún hoy muestra en su piel los rastros de las espinas pun-
tiagudas que la hicieron sangrar. Acaso trata de encontrar los párpados para sus
desnudos ojos y por eso su mirada es, para los zapatos causantes de su desdicha66.
NGUILLIÚ
Publicado por César Fernández, 1989
Antes, mucho antes de que el huinca viniera por estos lados, hubo un invierno muy frío.
Casi no había más comida. Se moría la gente de hambre. Habían desaparecido el pudú,
el choique, el luan. No se sabía adónde se habían escondido. Los coná salían a buscar
animales y volvían peor que antes. Y algunos morían en el viaje. Comían hasta raíces de
plantas.
Así que mandaron delegaciones para conseguir ayuda. Lo poco que tenían era repartido.
Dijo que cuando estaba en la cordillera se encontró con un anciano. Cuando le contó lo
que le estaba pasando a su gente, el viejito le preguntó por qué no se alimentaban con los
piñones, que ésa era la verdadera comida mapuche que Nguenechén había enviado.
Después el coná no supo más del füchá huentrú, que desapareció entre la nieve.
Se reunió toda la gente a escuchar la novedad que traía el recién llegado. Y entonces uno
dijo:
66
Se trata de una leyenda etiológica cuyo motivo principal es "razones diversas de las
características de una planta", junto con motivos secundarios como "la transformación como
castigo", "causas del movimiento de un reptill". Hay un dicho patagónico muy popular que dice: "El
que come michay siempre regresa" (C. Fernández 1974).
86 CESAR A FERNANDEZ
Buscaron todos los piñones que pudieron hallar. Los juntaron y comieron. Y para
agradecer a Nguenechén, por haberlos salvado de morir, hicieron una gran rogativa.
Una noche, dos indios subieron a la montaña que está cerca de Quillén. Y Quillén es un
lago, un río y también un pueblecito. Pero entonces sólo existían un lago y un río que se
llamaban así... Sobre esa montaña y en ningún otro lugar creció la florecilla azul pálido
que los araucanos denominan Quihuel-Quihuel, expresión que significa «Yo deseo...» y
que debía satisfacer los anhelos de los amantes. Hoy, la llaman Külle68.
Los indios que subían a la montaña eran un hombre y una mujer. Ésta llevaba sobre sus
espaldas el kupulwe (armazón de caña de coligüe donde meten al indiecito y que cuelga
de los hombros o puede ser arrimada a un árbol mientras la madre trabaja). Mientras
tanto, el indio subía por la montaña sagrada en busca de la flor prohibida, con la cual
pensaba realizar algunas brujerías. Ese solo hecho le condenaba: por él merecía la
muerte, según la ley.
Cuando ya el indio y la mujer habían arrancado no pocas florecillas, los fulminó el terrible
castigo.
Después de realizar el sortilegio de cortar las flores del dios ambos se acostaron a dormir
hasta que se levantara el sol, porque durante aquel acto de maldad la luna se había
escondido, horrorizada. Retumbó el trueno, cayó el rayo y aunque ambos trataron de huir,
el pavoroso viento que se había levantado les arrojó piedras, agua y nieve. Tuvieron que
hincarse de rodillas y cubrirse la cara...
En esto, la criatura se echó a llorar y los esposos, al mirarla, vieron que se había
petrificado. Tanto los amedrentó su aspecto que gritaron:
–¡Ay, ay!
67
Bertha Koessler (1954, pp. 31-33) registra un relato que tiene algunas similitudes con el
presentado por César Fernández; se denomina "Historia de los piñones".
68
Con el külle colorado (Oxlis rosae, Jacq.) se hace una torta que tiene propiedades afrodisíacas.
A su vez, mezclándola con las hojas del ñancolahuén, produce una infusión que se usa como
abortivo. Se emplea en la región cordillerana de Neuquén, Rio Negro y Chubut (C. Fernández
1974, p. 85).
CUENTAN LOS MAPUCHES 87
Ahora, con un tamaño mayor que en vida, se hallan convertidos en piedra sobre la
cumbre de la montaña: el niño está entre sus padres y dentro del kupulwe. Se distingue
claramente el dibujo de la faja con que estaba atado al armazón. También se ven los
rasgos de sus progenitores, a quienes petrificara el espanto.
Lo extraño, en cuanto a estas figuras de piedra, es que el Chau, el Padre del Cielo, no
permite que la gente ni los animales consuelen su soledad en la cumbre de la montaña:
no deben tocarlos ni decirles palabras cariñosas. En torno de esos seres petrificados
blanquean los huesos de miles y miles de pajarillos, en todo el paraje que cubrían las
flores cortadas que le robaran al dios. Apenas se posaban los pajarillos sobre las cabezas
petrificadas, caían y morían ahí mismo y sus huesos quedaban como testimonio del
sacrilegio y su castigo.
Otro tanto sucedió cuando otros indios fueron petrificados sobre la Montaña de la
Salvación, la Threng Threng. En ese caso, sólo quedaron con vida siete inocentes
criaturas que no habían proferido palabras prohibidas, de cuyas bocas no se había
escapado una maldición ni un quejido.
No haber escuchado el augurio anunciado por tres gritos alarmantes emitidos por el pun
triuque o "chimango de la noche", es el motivo de viso mágico que da origen a la leyenda
aborigen sobre la flor mutisia, llamada quiñilhue por los mapuches del Neuquén. Co-
rresponde al acervo folklórico del Parque Lanín y ha sido recogida de labios de Alfredo
Namuncurá por la señora Bertha de Koessler Ilg, de San Martín de los Andes, provincia
del Neuquén.
De pronto el silencio se interrumpe por el graznido del pun triuque que lanza su grito de
alerta. La machi sabe que este grito es signo de mal presagio para aquellos que traman
88 CESAR A FERNANDEZ
algo malo entre las sombras. Se estremece y sobresalta. Sin embargo, nada decide por
de pronto. Espera. Mientras sus ojos se esfuerzan en un intento de traspasar las tinieblas,
oye un ruido sospechoso. Es la hija querida del cacique que se escapa furtivamente con
un joven que es nada menos que el hijo del cacique de la tribu enemiga, con la que poco
antes la suya había combatido a muerte, sin apagarse el rencor. Fue éste el peligroso
suceso anunciado por el pájaro agorero.
La machi entiende que esa fuga, a pesar del lúgubre vaticinio del ave, merece un
condigno castigo, pero resuelve exponer primeramente el caso al Pillán o deidad de su
devoción. En su invocación le pregunta: –¿Debo o no dar parte del rapto al padre de la
niña? Como el Pillán le respondiera que sí, la machi acude al toldo del cacique y le delata
la fuga de su hija. ¡Nunca lo hubiera hecho!... ¡Por segunda vez se oye la voz alarmante
del pun triuque!...
Furibundo, el cacique ordena la búsqueda y captura de los prófugos. Estos muy pronto
son apresados y traídos a presencia del cacique y la tribu. Inmediatamente son juzgados
y condenados. De nada les vale alegar que ambos se habían dejado llevar por un impulso
irresistible y que deseaban casarse a la usanza de la tribu. Es inútil. No participar del odio
y rencor que ésta mantiene con la enemiga, es un grave delito que exige un ejemplar
castigo. Se dispone quitarles la vida. Ante esta sentencia que no admite apelación, el pun
triuque grita por tercera vez pero en forma tan aflictiva y doliente, que parece una humana
imploración. Sin embargo nadie repara en el fatídico anuncio.
Los jóvenes son maniatados y expuestos desnudos a la befa y vituperio de la turba que
con lanzas y machetes les inflingen la más horrible de las muertes. Sus hermosos
cuerpos, dignos de las alabanzas de los dioses, son reducidos a piltrafas sangrantes que
se dispersan para alimento de los perros, pues ni sepultura se les concede.
Las flores eran producidas por una enredadera que se abrazaba a los árboles y arbustos,
tal cual se abrazara la infortunada pareja cuando el cacique la expuso al escarnio de la
tribu.
DE ANIMALES
El nahuel es el tigre69. Antes le decían nahuel. Este salva a la gente, la saca de un apuro.
El león es otro, es el puma.
Las que les gustaban a ellos, a los viejos, ¿no? las peleaban y las llevaban. Las pedían y
las llevaban adonde tenían el domicilio. Contra su voluntad las llevaban.
Por ahí dicen que se volvió una tía mía. Entonces la llevaron contra su voluntad adonde
estaba el hombre, a matrimoniarse.
Dicen que volvió, que no podía estar allá, que lloraba todo el día, que no podía conocer.
Como antes dicen que hacían toldito no más, de cuero de guanaco, de choique, para vivir.
De eso era la comida.
Se hizo de noche y se presentó ese nahuel. Se presentó donde estaba ella. Miraba y
miraba. Gritaba y miraba.
–Yo me voy a morir –dijo la chica–. Me voy a morir; no puedo bajar ahora.
Amaneció ahí. Adonde estaba la chica amaneció el nahuel cuidando. Llegó el día. Parece
que le dio como sueño. Por ahí habló ese nahuel como una persona.
Por ahí, dicen que el nahuel lloraba y limpiaba las lágrimas. Entonces corajeó la chica y
bajó. Cuando estaba bajando se retiró el nahuel. Se retiró un poco y quedó sentado.
La chica caminó, caminó. Retiradito venía el nahuel. Por ahí apareció el chupeitoro, que
es un toro silvestre. Por ahí cuando gritó ese toro, venía cerca, cerca dicen que venía.
Subió a otro árbol. Subió por ahí. Llegó ese toro. Escarbaba la raíz. Entonces, por ahí, ya
69
La primera versión de este texto fue publicada en 1981 bajo el título "Leyenda y tayül del
nahuel". Se trata de un análisis hecho en colaboración entre Ricardo Nardi, Livia Schteinman y
César Fernández, e incluye la transcripción y análisis del tayül. Simultáneamente Lucía Golluscio
recopilaba otra versión en Chubut publicada como Presencia del narrador en un relato oral
mapuche; un análisis resumido del relato aparece en "Algunos aspectos de la teoría literaria
mapuche".
90 CESAR A FERNANDEZ
tiene todo perdido la chica esa. Ya va a morir. Pensaba en morir no más. Por ahí cae el
compañero. Estaba sentado el nahuel; viene arrimando. El árbol estaba por caer, seguía
el toro escarbándolo. Por ahí dio un salto el nahuel y mató al toro. Cayó y le abrió la
panza y le sacaba la riñonada para que coma. Le saca la riñonada. Hacía como dos o tres
días que andaba sin comer. Por ahí cuando sacó esa riñonada, comió y caminó otra vez.
Adonde están los viejos viene a dejar ése. Lo fue a dejar la chica. Y así se salvó. Estaban
llorando.
Cuando llegó, como los antiguos era muy salvajes con la hija, el padre le dijo:
–Mi hija no va a volver nunca. Antes de volver mi hija me mata a mí –dicen que le dijo.
Yo tengo ese tayül. Por eso cuando hacen rogativa, hacen ese tayül porque al nahuel no
hay que olvidarlo70.
Era época de malón. En los años de antiguos, mucha gente, paisanos y paisanas estaban
fondeados en la cordillera. Entre las montañas más altas.
Cuando vino el malón a hacerle guerra a los mapuches, mucha gente alcanzó a disparar.
Pero los blancos agarraron a una persona mapuche, a un chico de catorce años. Le
llevaron cautivado.
Escapándose del corralón se dirige a su pago el paisano. Pasando por grandes montañas
y por las llanuras. Hasta que se alejó.
70
Los motivos que aparecen en el relato son "la novia comprada", "refugio en un árbol", "noche
pasada en un árbol", "animales salvajes auxiliadores", "tigre auxiliador", "animales que hablan",
"tierra que habla", "toro mágico", "origen de un canto particular". Los textos de Golluscio y
Fernández son considerados nütram por los relatores.
CUENTAN LOS MAPUCHES 91
Cada momento pegaba una mirada el tigre para ver si venía el paisano. Y venía atrás de
él.
Por eso el tigre fue muy favorable de los paisanos mapuches de antes. Por eso hay
nombres como Calfinahuel, que tiene el quempell del nahuel. Y así hacen el tayil en la
rogativa. El quempell del nahuel, el son de la canción es: tuaia pel pel, miaia cal hue71.
El martín pescador se puso muy triste, y desde entonces se lo pasa agachado, mirando
en los arroyos, buscando al salmón que le quitó el silbido.
71
Este relato, al igual que el anterior, termina con un tayül del nahuel. El tayül es un canto sagrado
de las mujeres entonado, especialmente, en la ceremonia religiosa del nguillatún. Mediante este
canto el emisor se relaciona con lo trascendente, con el mundo de arriba en la cosmovisión
mapuche. El destinatario es todo lo que tiene vida, por eso el tigre puede ser un protector de esa
familia. El nahuel tayül es un canto del linaje kümpeñ o apellido nahuel.
92 CESAR A FERNANDEZ
Nota: El narrador es maestro de escuela. Oyó el cuento a un viejo del lugar, don Natalio
Cárdenas, de 80 años.
CUENTAN LOS MAPUCHES 93
"Mi Padre estaba en la toldería del cacique Valentín Shaiueke72, el rey de los
Manzaneros, cuando vino un uinka que se llamaba Francisco Moreno, pero que los indios,
porque lo conocieron, le dieron otro nombre al hombre éste peligroso: el Cuatrojos. Y
como le tenían miedo, lo querían matar para salvarse ellos de las brujerías de él. Cosas
graves habían pasado mientras él estuvo en nuestra tierra. La piedra santa, mejor dicho,
un montón de piedras de forma rara, se había hecho pedazos: quería decir desgracia,
castigo por haberse rendido a don Gobierno, al cristiano. Un chelkura, un hombre de
piedra, cayó de la planicie alta, donde había estado siempre el santo hombre de piedra,
importante, en las fiestas religiosas de abajo. Lo encontraron más tarde en el río, pero
estropeado. La parte de arriba, la cabeza, nunca se encontró. ¿Cuándo hubo antes una
desgracia tan grande en la tribu? ¿Cómo puede este ser, creado por el Grande del cielo,
andar de noche sin cabeza; ése, que no hace daño, que siempre ha sido piedra? ¿Cómo
va a vivir sin cabeza? Mucho mal ha traído este uinka. Y por entonces lo tenían como
preso, sin que él lo sepa, lo vigilaban bien, pero muy bien. Miraban todo lo que hacía y
sabían lo que había hecho. Mi chau supo vigilarlo muchas veces. Entonces, los grandes
caciques llamaron a un parlamento y decían:
“¿Debe vivir éste, después que quería robar nuestras almas? Escuchen lo que la sabia
machi dijo, ella que vio todo en el peuma, en el sueño de visiones, ella que aconseja muy
bien. Terribles fuerzas tiene ése, igual que el toro blanco con las astas de oro, que vive en
las cascadas y que lo ve gente con mucha suerte. ¡Cuidado! ¡Aiaiaia!
¿Y por qué nuestros pueblos gritan mape, mape, mape, y piden que le quitemos la vida?
El corazón de él quieren sacarle del cuerpo y ofrecerlo al Rey del Cielo Azul. En sangre
de cristiano quieren lavarse. Quieren festejar el karütún. ¿Y por qué? ¿En qué faltó el
intruso? Almas quiere robar. ¿Para qué junta tanta víbora, tanta lagartija, tanto sapo, el
intruso; todos estos bichos que nadan, que corren, que se arrastran? Todo lo que vive en
la pire mauida lo mete en botellas, les quita el aire, porque los encierra, y así los mata.
¿Para qué? Solamente porque necesita sus almas, sus espíritus, cuando vuelva a su fta
uaria, donde lo esperan sus amos al ladrón de almas. Que quiere saber todo, que tiene
preguntas como de chico. Miren todos y digan: ¿por qué recoge, todas las plantas, las
flores, las raíces y hasta las hojas de los árboles grandes? ¿Por qué seca algunas, mete
otras entre papeles y las encierra para que nadie las vea después? Porque necesita el
espíritu de ellas, las almas. ¡Qué pobres han de ser, qué miserables las almas de los
uinka, que tienen que embotellar, que necesitan esconder las almas de animales y
plantas73, para que no se les escapen cuando las necesiten! Pero: solamente un brujo
72
N. de la A. Apellido de un gran cacique del Sur. Junto con Purrán y Reuke eran considerados los
tres soberanos del oeste argentino. La familia existe todavía así como el cacicazgo de la tribu de su
nombre. Saiueke, Namunkurá y Reukekura se unieron para resistir el avance del ejército argentino,
el 16 de enero de 1882. El 8 de diciembre de ese año, la tribu de Quila Quina, gobernada por el
cacique Kurüuinka, se rindió al gobierno argentino.
73
La queja del orador se basa en la creencia de que cada elemento de la naturaleza tiene un
espíritu, que no puede ser asfixiado en un recipiente.
94 CESAR A FERNANDEZ
sabe agarrar y guardar un alma. Entonces: ¿qué me dicen ustedes? Y con toda seguridad
eran pruebas no más. Nuestras almas tiene que agarrar después, nuestros espíritus. ¿Y
qué vamos a hacer cuando nos robe las almas y las meta en frascos, en papeles?
¿Cuándo vacíe nuestro cuerpo, lo parta en dos, como hizo con el chelkura, que nunca va
a ser entero, otra vez, que tiene que andar de noche sin cabeza? ¿Y no es capaz de subir
a un ciprés alto para esconderse y escuchar lo que los paisanos tienen planeado? Astuto
es el hombre éste. ¿Y no hizo robar por su peón la maleta de la machi donde ella tenía
todos los recursos y remedios? ¿No se rió cuando vaciaron la maleta y tiraron las cosas
santas? Hay que ofrecer su corazón no más, hace falta el corazón tan variable. Dejen que
lo matemos; si no, nos va a matar él a nosotros. ¿O quieren quedar vivos, y al mismo
tiempo ser finados, desalmados? Fantasmas seríamos, medio humanos, como ahora es
el pobre chelkura, aunque éste fue hecho en piedra y sigue siendo piedra.”
Entonces empezó el cacique Chakaial, el chedkui del gran jefe Shaiueke, que, además,
era compadre del preso. Hablaba, gritando cada vez más:
“¿Por qué necesita cuatro ojos? Solamente para ver más de lo que es bueno para
nosotros, que le dimos hospitalidad al melingué éste. ¿Ya saben que el uerkén de él ha
declarado que Cuatrojos hace poco hizo un bulto de un espíritu araucano, que lo envolvió
en una weralka, y que al bulto ése le dio la forma de una persona, con hombros y todo?
¿Y qué mandó el bulto ése a Buenos Aires? ¿Qué merece? ¿Saben que esta alma debe
vagar, que nunca encuentra descanso, porque fue robada? Podrá ser el alma del gran
guerrero Catriel, que el Cuatrojos la lleva siempre con él, que cuando duerme la tiene al
lado, por más que tiene carne en las mejillas y tiene un olor inmundo. Yo pregunto:
¿saben que ya no queda chenke, con huesos o no, que no lo haya revuelto, que no lo
haya saqueado, robando los huesos y todo? ¿Saben que en Buenos Aires hay cientos y
cientos de cabezas y esqueletos que ha mandado, y que todavía hay muchos más, que
tiene escondidos para mandarlos después? ¿Le vamos a dar más tiempo todavía? ¡Griten
conmigo el grito de nuestros antepasados! ¡O, oo, ooo, oom!74 ¿Saben que de nuestra
tierra sagrada, de las semillas de plantas, de la sal, del salitre, de las tierras de color, ha
juntado mucho de eso y lo ha mandado para la fta uaría? ¿De dónde va a venir después
la fuerza del color? ¿De dónde van a sacar las mujeres los colores para los tejidos?
¡Pobre de usted, Cuatrojos! Mejor hubiera sido que te ahogaras en el kaleufu en vez de
esperar que nos muramos para adueñarte de los huesos y del alma, como has hecho con
nuestros antepasados. ¡Ladrón, perro cristiano! ¡Mape, mape, mape! ¿Y han sabido
ustedes que ya estaba preso una vez en una ruka sin luz y que, sin que se sepa cómo, se
escapó dejando ahí un ave de rapiña, que también se fue en cuanto la vieron? Quiere
decir, que tiene la virtud de cambiarse en animal para hacernos daño. Mape, mape pido
yo para el perro uinka, el melingué... ¿Y qué puede esperar uno de un uinka que se
enfurece en seguida porque nuestra gente no quiere que la midan, porque corta va a ser
la vida del que fue medido? ¿O tal vez tendrá en sus instrumentos y avíos uno que sabe
sacar el alma del cuerpo, quizá en forma de gusano o de un pelo? ¿Quién entenderá el
espíritu de este uinka? No se olviden ustedes que la gran Aukaché nos habría avisado
antes que venga Cuatrojos. Guerra, muerte nos traerá. ¿Están ustedes seguros y
tranquilos si piensan que tal vez los peuén no nos dan más frutos para todo el año?
¿Ustedes creen que estas araucarias madurarán las semillas después que el
malintencionado Cuatrojos robó semillas, y hasta arbolitos, para mandar a la fta uaría?
Así va a hacer con nuestros chiquitos, los va a echar como bulto en pieles de luan para
74
¡O, oo, ooo, oom! Se trata del grito o la palabra sagrada más importante de los mapuches,
destinada a ser empleada en las ceremonias. (N. Priegue 1968).
CUENTAN LOS MAPUCHES 95
sacarles el alma ahí, para la uaría grande. Nguenechén, que ha creado todo para el
araucano, va a dejar que se sequen los árboles de nuestra comida si no exterminamos al
uinka, si no le hacemos una fiesta de sangre para mandarle alegría allá arriba, en el Kallfü
Uenu, en el cielo azul de Dios.
¿Cuánto tiempo hace que no nos bañamos las manos en sangre de cristiano, que no
hemos sentido los gritos cobardes? Cobardes hemos sido nosotros, cobardes somos. La
gran adivina, la sublime Aukaché, nos ha visto en su peuma tirados en nuestra sangre si
no aplicamos al uinka éste y después a los otros la puñalada o las boleadoras.
Acuérdense que de la boca de un uinka solamente pueden salir mentiras.
Si ya hasta cuando oye nuestro grito de guerra y que le preguntamos si será toro, finge no
oír. ¿Y no se ha reído, el otro día, cuando vio que mi laku puso en la boca del animal que
debía ser sacrificado un manojo de alfalfa antes de matarlo? Claro, Cuatrojos embotella
sus animales y con el aire les quita la vida. Mucha fuerza le hemos dejado nosotros, que
no hacemos caso a nuestras adivinas. Ellas viven siempre y no mueren nunca: ¿para qué
van a mentir? El uinka nos trae la muerte, decían.
Vivos, muertos, todo codicia el melingué. Pero ahora vamos a decir lo más grave, algo
que traerá para el uinka éste la muerte, para él que esconde detrás de vidrios sus ojos.
¿Saben que quiso robar la piedra santa de nuestro amigo y vecino, la piedra santa que es
del cacique, general don Manuel Namunkurá, la piedra que protege la tribu, la tierra, a
todos nosotros? ¿Cómo lo consiguió? Amenazó con su poderío, con su autoridad contra
los indios, con la fuerza que está detrás de él. La piedra santa la colocó en un cajón de
fierro que cerró con siete llaves; tanto es así que la gente no pudo ver más a la piedra
santa, que siempre se les enseñaba en el nguillatún. Sin cuidado tiró lejos el pañuelo de
seda que envolvía a la piedra santa. ¡Ueshá ngammo! ¿Y saben lo que pasó después?
Las siete llaves no sirvieron. Empezó a relampaguear. Los tokikura bajaban del cielo
como lluvia, y se enterraron hondo en los intestinos de la tierra. Escuchen ahora: la piedra
santa saltó del cajón con mucho ruido, envuelta en fuego y llamas, y todo el mundo
temblaba. Ahora la tribu tiene otra vez su piedra, que es, como saben, larga como dos
manos y gruesa como dos manos. Fue mandada por el Uenu Chao en olas grandes de
agua para el pueblo de Namunkurá. Como ven, no teme el uinka éste las cosas más
sagradas. Pido la muerte para él. ¡Maten! ¡Aiaiaiá, aiaiá! ¿No le hemos dado hospitalidad?
¿No nos hemos llamado con él “toro”, y nosotros somos valientes, pero el corazón de él
cae para aquí, cae para allá? Por eso tenemos que cumplir el deseo de la Aukaché y
arrancárselo del cuerpo, este corazón infiel y sucio de perro cristiano. ¡O, oo, ooo, oooo,
oom! ¡Arránquenselo, beban la sangre caliente, llamen a nuestro Dios, muéstrenle las
manos ensangrentadas, grítenle! ¿O son cobardes ustedes? ¿No creen? ¿Se han
olvidado del Nguenemapún, del dueño de todas las tierras? Yo sé que no, y por eso digo:
he sabido que el melingué éste, que lleva al hombro todos sus haberes como "colector de
plantas medicinales” –según mandó decir don Gobierno para hacernos más engaños
todavía, echarnos más mentiras grandes– se burló. El melingué éste, cuando Kirkeuaka
encontró un tokikura, el rayo que cae del cielo cuando el cielo tiembla pero sin caerse de
arriba, un tokikura que recién había salido de la tierra, donde había estado miles de años,
trabajando todos los días un poco como para salir, subiendo cada día como el ancho de
un pelo, poquito. Y el liñkaingué se burló cuando supo que el rayo éste es sagrado y quiso
decir que es un hacha de piedra de los antiguos. Mentira de él: vienen del cielo; nacen
bajo la voz de Dios, que es el tralka; caen con los lüfke, y caen bien adentro de los
intestinos de la tierra, llevándose cada vez oro y plata más para abajo contra los intrusos
que quieren oro y plata. El tokikura nos representa a nosotros, los toki, que lo tenemos,
porque Dios ordenó así. ¿Qué quiere el melingué, entonces? ¿Ir contra el Dios de los
96 CESAR A FERNANDEZ
Todos gritaron fuerte “eia, eia” y “o, oo, ooo, oooo, oom”. Y seguro que el corazón chiquito
y falso del Cuatrojos entendió todo y supo que tenía que morir por sus fechorías, que don
Gobierno lo mandó a hacer, que no quería al indio pobre y bueno. Todo el pueblo se
levantó, las palabras del toki los emborracharon. Y así se decidió la muerte de liñkaingué,
y había que hacer como una fiesta grande casi religiosa. Y tenían que preparar y traer
mucha bebida fuerte. Y muchos asados tenían que arreglar, porque había que invitar
todas las tribus amigas. Y se necesitaban también animales para los sacrificios que
esperaba el Rey del Cielo. Muchos preparativos querían hacer los toki, los grandes y los
pequeños caciques. Con alegría y con bailes también. Ya estaban buscando las cuatro
plumas grandes del choike para pintarlas de colorado como es debido. Los primeros
cuatro bailarines tenían que tener cuatro de estas plumas en sus trarülonko. Con gritería
se preparaba todo. Y no se sabía que Cuatrojos había escapado. Escapó por su brujería y
nadie lo ha visto más. Parece que más tarde apareció en su uaría75 grande, pero ahí no
le han hecho gran caso, creyendo que decía mentiras. Así son todos los uinka, se
desconfían entre ellos, no tienen palabra ni corazón. La fiesta no se hizo, después.
Eso es todo lo que contaba mi padre, que el hermano de él había sabido ser werkén del
cacique Valentín Shaiueke, compadre del preso.
Este malle mío muchas veces estaba en nuestra ruka contando, contándome, diciendo
que los tokikura tienen fuerza, que saben partir los árboles de un golpe, y que antes Dios
los mandaba a la gente para ayudarlos a hacer algún trabajo muy duro. Cuatro veces
tenían que llamar, y se venían “chilín, chilín, chilín, chilín”, sonando fuerte, como trueno.
Porque había antes rocas ardientes, árboles como piedra. Y la lluvia y los tokikura venían
cuando se los pedía con las palabras precisas. Entonces los paisanos veían todavía a
Dios, al Chau mapuche, que hoy se esconde para no ver a los cristianos. Así dicen mis
paisanos. Yo no sé nada, cuento no más. Que Melingué ha sido un brujo grande se ve en
la forma en que escapó, que había estado muy vigilado. ¿Tendría su fuerza en el cajón
pesado? ¿O en las bolsitas con cosas raras, muy pesadas? Quién sabe. Lo que sabemos
es que al indio se le quita su tierra donde Dios lo ha puesto; el indio es pobre hoy;
Melingué habrá hablado muy mal del indio y seguro que sus patrones le creen todavía.
Era un gusto contarle a usted toda la historia, pero no diga que yo la conté; siempre se
enoja el uinka contra el araucano y puede hacerle daño. Tengo un pedacito de tierra y
pocos animales. ¿De qué iba a vivir?"76.
75
Se refiere a la ciudad de Buenos Aires.
76
Bertha Koessler señala (1962, p. 218 n. 1) que se mantiene anónimo el relato por expreso
pedido del narrador.
CUENTAN LOS MAPUCHES 97
DAMASIO CAITRÚ
Su autobiografía grabada por Jorge Prelorán en 196677
Dice Caitrú que su mamita, la Juana Vera, que en mapuche se llamaba Incao, le contó
que había nacido en Azul. Que era una chica que ya sabía andar a caballo. Cuando la
gente aborigen de la zona supo que los «huincas» estaban tomando cautivos a todos los
jefes o caciques, de entre éstos uno llamado Queupu hombre «petisito» que usaba
grandes aros, encabezó gente y huyeron del Azul. Llegaron el río Colorado, lo
«bandearon» (vadearon) a este lado y vivieron aquí, 4 ó 5 años. Pero los huincas vinieron
avanzando hasta donde está el pueblo de Las Lajas, aquí en Neuquén. De ese rincón...
los indígenas huyeron de nuevo hacia el sur, y pasando el río Covunco, llegaron al lago
Aluminé que entonces lo llamaban Huenucó (agua del cielo). Por allí los huincas tomaron
a un hermano del cacique Queupu y lo cautivaron conjuntamente con las mujeres, que
andaban «piñoneando». De allí, llegaron hasta Trompul en donde la madre tenía un tío
que era cacique en Chile, y tenía cuatro mujeres. Desde allí pegó la vuelta otra vez y llegó
nuevamente a la frontera. Por ahí se enlazó el brazo derecho de mi madre con mi padre,
Cecilio Caitrú, quien desde muchacho ya sabía andar a caballo, con «un conocimiento»
nacido en Pilo Lil, acá, en la Argentina.
"Cuando ya quedó en paz nuestra Argentina, esa gente volvió. Así fue la vida de mi madre
y de mi padre.
"Después que estuvieron varios años en Chile, cuidando su salud y su vida, como no eran
chilenos, volvieron acá a Ruca Choroy. Y aquí están sepultados en este valle de Ruca
Choroy.
"De ahí, entonces, comenzaron a levantar, ahí fue que dejaron todas las riquezas mi
abuelo Juan de Dios Vera, el padre de la mamita mía, porque salieron a enterrar la plata y
ella se acuerda. La abuelita, la mamá de mi mamá, pegó la vuelta cuando ya quedaron en
paz y no encontraron el entierro que está al lado de un molle grande. Había mucho
herraje. Así acordaba mi mamita. Entonces cayeron a Chile, pero ya personas grandes, y
de allá volvieron para atrás otra vez y entonces se juntaron a la entrada, se matrimoniaron
con mi padre Cecilio Caitruz, quien viajaba para abajo, para el lado de Bahía Blanca,
Patagones. Ya sabía que por ahí ya estaba bien mansita la gente. Ya no le hacían nada a
la paisanada ni a la indiada tampoco. Ya estaban todos bien, trabajando. Después
salieron y llegaron al Pullmarí y ahí vinieron a nacer todos los hermanos. Aquí en Pullmarí
nació la finada Carmen, la Ceferina, la Isabel y la Mercedes, cuatro hermanas. La mamita
nació aquí en Ruca Choroy, cerca del pueblo y yo nací ahí, poquito más allá de donde
está el cacique Aigó. Y yo me junté con la señora, la primera mano que tuve, que se
llamaba Juana Morales, el año 1929, el 2 de setiembre, me junté con ella y viví encantado
con ella y tuve cinco criaturas, todas niñas mujeres. Y en 1944, me dejó después de haber
vivido tan bien con ella. He trabajado, he hecho empeño en tener un negocio aquí, en mi
casa, y ella me ayudó mucho. Sí, por poco que teníamos, habíamos trabajado muy bien,
con mi finada mujer. Muy bien habíamos trabajado. Las criaturas, que eran cinco
77
Damasio Caitrú o Caitruz, relator de Perla Golbert en Epu peñiwen, lo fue también de Jorge
Prelorán en el film documental "Araucanos de Ruca Choroy". De las grabaciones que hiciera para
esa película, Gregorio Álvarez extrajo este relato autobiográfico de una de las personas con mayor
carisma que tuviera el pueblo mapuche.
98 CESAR A FERNANDEZ
criaturas, cuando nos dejó, la última criaturita llamada Beatriz Aurora tenía tres años
cumplidos y andaba pegando a los cuatro cuando quedé con la última criaturita. Ya
estaba solo algo más de dos años, durmiendo solo.
"Había una vecina, señora de un primo hermano, un tal Arsenio Añihuil, y estaba la
señora muy grave; no sé de qué había fallecido y yo quedé de ir bien temprano, porque
me había dormido, lo habían acompañado un par de noches a ese hombre, y quedé de ir
bien temprano. Me quedé dormido porque no había dormido dos noches antes. Me soñé
que me vino a despertar el lucero.
"¡Pero quí bonita cara! Y la vista bien levantada, verdadera una persona; pero relumbroso
que me llegó a relumbrar en el sueño, ¿no? En sueño parece que era verdad, que vino a
invitar que nos vamos que ya está de día. ¡Que vamos! Y me levanté, medio
desesperado, medio asustado, al ver a esa persona, pero era el lucero, la estrella
grande... qué venía el día.
"Me levanto y salgo puerta afuera. Más o menos como treinta centímetros o cuarenta
centímetros afuera de la cordillera, estaba asomada la estrella grande. Por eso que hoy
en día, como me invitó como compañero y tengo entendido que mi mamita, mi abuelita
que era Luisa Huenumán que se llamaba por parte de la mamá de mi papá, que el que
sueña con la estrella, los indígenas, es una grande acción que le da y hay que nombrarlo
cuando uno ruega... Y yo para rogar en mi propia palabra, tengo que acordarlo...
"Unelfe lo llamaban en mapuche, es el que trae toda la claridad al venir el día. Ahí he
soñado muy bien en esa parte y voy con eso, y por eso digo yo, señora Marta, que no es
buena, buena, buena acción que ha prestado nuestro Dios, porque no voy tan mal hasta
acá. Es un buen señal soñar con la estrella y hay que creerlo y no hay que olvidar.
"Después de ese entonces pasé, pasé y a los cuatro años junté con ella, la segunda
mujer, llamada Isabel Peña. No había que hacerle, porque usted sabe, tenía mis criaturas,
claro... Las hijas cuando crecen, cuando ya son grandes, ya tiene que cambiar una idea,
porque hay que respetarla, no como la señora, ¿no es cierto? La señora y el marido
siempre más amante. La hija cuando es criatura chica, entonces uno puede acariciarla
todo lo que quiera, pero cuando ya es persona grande, ya se cambia un poco. Y en ese
sentido y como indio... y por el momento tengo cuatro, pero se me han muerto varios.
Hemos tenido la mala suerte. Tenemos varios muertos, varones y mujercitas. ¡Ah!, ese a
última hora, al año, el año cincuenta y dos, vine a relacionarme y en el cincuenta y tres ya,
entonces, los juntamos recién y la idea que yo lo pensaba... la idea que le señalara
nuestro Dios, digo yo, porque mi padre tuvo dos señoras. Y muchas veces como dice una
cosa va ser por la herencia y digo yo hasta acá, tendré que ser así... que una persona por
ejemplo, agarra una señora, una niña o... llega el asunto que sin pensar, muchas veces...
cuando ya está, recién piensa muchas cosas, pero gracias a Dios uno, digo yo, hasta acá
qué comer no me ha faltado, durante el tiempo que yo estoy viviendo, hasta hoy en día
con la familia. Y ese agradecimiento que tengo por nuestro Dios, ahora si me faltaría,
pasar una necesidad, claro que no tengo... Soy pobre, pero... qué comer, principalmente
habiendo qué comer está todo bien. Yo estoy bien, contento, porque estoy lleno, con el
estómago bien lleno y la mujer y los hijos todos están bien. ¿Y qué va a hacer? Si lo da
nuestro Dios tenemos que recibirlo y nos quiere lo mesmo, tenga dos, tenga cincuenta
hijos, lo mesmo los quiere, por lo menos, mi idea es esa. Tengo muchos hijos pero lo
mesmo los quiero, los estimo... ¡no sé!"
CUENTAN LOS MAPUCHES 99
"La forma en que nosotros habitamos acá hasta hoy día, en esta altura de la cordillera de
Ruca Choroy, provincia del Neuquén. Yo soy nacido y criado y vivo con familia, señora,
hijos y hijas. La programa que tenemos nosotros acá en esta cordillera es que hay que
trabajar, porque si no trabajamos no tenemos nada que hacer, porque la familia crían
arruinados y uno también. Lo que hacemos acá nosotros, es hacer empeño de trabajar, si
tiene una, dos, tres, cuatro ovejas hay que cuidarlas y estimarlas. Unas dos lecheras o
unos bueyes, hay que trabajar, hay que levantar en la mañana temprano, tomar un mate
amargo, y después de eso hay que remangarse. En el tiempo de invierno peor todavía,
hay que levantar con más noche, para poder ir a ver los animalitos por ahí y poner
tamangos bien retobaditos y la mujer queda en la casa, la hija trabajando y algunas veces
hay que llevar la señora mujer, cuando la nieve está muy hondo, ayudar a mover esos
animales porque muchas veces quedan bajo la nieve, durmiendo echados los animales y
después de esto al tener un poco de pasto llevarlos y darles de comer, porque no pueden
andar, ni de ninguna manera. Tienen que estar rodeados como en un zanjón. Y ésa es la
vida que tenemos nosotros, ése es el programa que tenemos nosotros. Y vuelve después
de esto, hay que comer y trabajar las hijas, la mujer, hay que tejer, hay que hilar, pasa el
día y otra vez luego, hay que ir a ver los animales otra vez o si tiene algún poco de
animales grandes de esos cuestión de vacunos, montar a caballo si tiene un caballo en el
galponcito y salir con la nieve; en partes revolcándose, en tiempos de invierno, porque
acá nieva demasiado, mucho, mucho. Algunas veces vienen nevazones a fin de abril y si
cayó bastante nieve, no se va más, hay que esperar que vaya a fin de octubre o
noviembre. Pero gracias a Dios que nosotros acá hay que trabajar. El que tiene alguna
puntita oveja, alguna lechera, algún buey, algún caballito... Por ahora estamos 15 de
marzo hoy, estamos con la programa, ahí tenemos un poco de pasto, hay que cortarlo y
guardarlo en el galpón, ese es un mérito para última hora, en el invierno, cuando estemos
así. Las mujeres trabajando y así pasamos dando vueltas con lo poco. Mueren, claro,
tienen que morir en el invierno pero en la primavera, el que salvó veinte ovejas, treinta o
cuarenta, el que tiene más, vuelven a nacer esos animales, paren unos tres, cuatro y ahí
otro poco. En octubre, en octubre para adelante, ya tenemos parición acá nosotros."
Pedido de casamiento
Como el señor Prelorán le inquiriera sobre el precio que el padre pide por la hija, lo que
debe convenir con el pariente que gestiona el casamiento, nuestro amigo Caitrú dice:
100 CESAR A FERNANDEZ
–Precio no, pero se hace de cuenta que hay un precio porque hay que pagar... una vaca,
un caballo, cualquier cosa. Un rebozo, o cualquier otra prenda indígena de plata,
trapelacucha, siquil, traricul (la pulsera), todo eso y todo de plata. Hay que darle a la
suegra, a la viejita que crió la hija, al viejo, o a un hermano, y así...
–Ah, a eso lo llaman nguillapún en mapuche. Sí, también hubo esa cosa. Por ejemplo, yo
tengo una hija y por ahí otra persona que ya le gustó a los viejos. Y le dicen al hijo: "Mira
mi hijo, usté es un hombre hecho y derecho, quiero que tenga señora mujer y yo tengo
cómo responder". Y aunque no se han hablado, aunque no se hayan entrevistado la niña
con el joven, los antiguos procedían así.
Entonces llega una madrugada y se presenta una persona que sabe desenvolverse, para
que conquiste aquella persona y que tome cariño. Los antiguos tenían esa idea. Antes
que aclare, entra derechamente al dormitorio una señora, mujer mayor y un hombre que
saben hablar y antes de que se levanten. Afuera, la casa está rodeada de personas para
evitar que la niña no se dispare porque sabe que la van a hacer casar por la fuerza, ¿no?
Porque puede no gustarle el novio, pues no han tenido ninguna palabra con el joven. Esto
se llama nillantún, pedir a la niña porque sí, porque tiene voluntad el viejo; los mayores
llegan y entonces la encierran. Por ejemplo: estando en la cama, oyen que pegan en la
puerta, todavía de noche. Entonces puede empezar un tratamiento: Peñi, o hermano o
sobrino, tío o cualquier otra persona. Este contesta: "Por esto y por esto vengo a verlo.
Por su chica". Recién entonces ésta viene a saber. Si quisiera fugarse sería inútil porque
la casa está toda rodeada, como si fuera un malón. Los recién venidos están cuidando
que no salga esa niña, esa mujer, que no dispare, y si sale disparando por ahí a
esconderse la agarran. Esa era la idea de los antiguos.
Está todo listo y sin embargo el novio no ha hablado a la niña. Entonces dice el padre:
"Bueno, ésta va a ser su mujer y señora suya..." Y a esto llamaban nillantún los antiguos.
Así se juntaban. Los padres de los hijos a los que elegían la mujer decían: "¡Esta tiene
que ser mi nuera!..."
"El acto que ahora estamos viendo se llama huilleo. Lo representan las siguientes
personas: Huille Cushé, que es la mamita del sur; Huille Cuchai, que es el padre del sur;
Huille chadado, que es la hermana del sur, y Huille echaverdu, que es el hermano del sur.
CUENTAN LOS MAPUCHES 101
"El cardinal Puel o el naciente tiene el mismo sentido. Un viejito y una viejita, y un joven y
una niña, que son cuatro con los cardinales del norte y el oeste, se forman dos partidas de
cuatro personas y ya se tienen los representantes de los cuatro cardinales. A este
conjunto se le llama ediu. Cuando se juntan todos esos dieciséis personajes, se hace un
parlamento, algo así como una junta de gobierno, que tratan lo que se debe hacer, para
que esté bien todo en la tierra, no sólo en este pedazo sino en todo el mundo desde
donde estamos sentados. Tanto Buenos Aires, tanto en Jujuy, tanto en su provincia y así
tal como ahora estamos en la provincia del Neuquén, todos somos una república, y la
capa es nuestro hermano de Chile. Toda esa capa es lo que compone el parlamento,
porque ellos toman una discusión y se aconsejan unos con otros. Entonces nosotros los
indios que estamos, tenemos que pedirles favor, que no nos pierda, que no nos deje sin
parte, que tengamos personalidad; un consejo que ellos, parlamentando collantun o
coyantún o coyautún como llaman los antiguos, y el que da consejos para todos los hijos
e hijas. La humanidad, la idea de los cuatro conjuntos, nosotros dirigidos por el cacique
que es quien tiene que pedir todo, para todos; y nosotros vamos a la par del cacique
diciendo lo mesmo, la mesma forma en que van diciendo a todos los que están ahí, si
habemos veinte, si habemos cuarenta, todos tenemos que estar atentos en eso; al
cacique es a quien corresponde, es el que tiene que salir.
"Al final, cuando terminan la rogativa, son como le digo, son tres y ahí es donde hay que
pegar un grito muy fuerte, fantástico, otra vez, pero claro no como Hueupín, como
conversaban antes los antiguos."
Instrumentos musicales
El cultrún
"El tambor, como un tambor es. Y ese es para bailar cuando hay ngellipún, nguillatún. Las
machis también lo tuvieron. Esas «doctoras», las machis, ustedes deben tener, pero no
hay visto, hay visto una persona de Chile que anda con un cultrún para curar una
persona, un enfermo. Agarran el cultrún y póngale no más. Pero un toque porque sí, pero
Nguillatún hay que tocar las cinco piezas que bailan en loncomeo y otra para bailar entre
mujer y hombre, el amupurún. Bailan todos, hombre y mujer y ese lleva otro toque, otra
pieza."
La trutruca
"Usted sabe, por la creencia, la sabiduría de los antiguos; es bueno tocar trutruca. Por
ejemplo, yo puedo tocar y mi Dios oye y se alegra, como dicen los antiguos que no hay
que olvidar nunca. Esta es la promesa que me dejó mi finada madre, mi abuelo y mi
padre. «Qué malo es olvidar de aquí para adelante». Como le estoy diciendo a mis hijas,
que estoy criando ahora, siempre hay que tener un instrumento de la indígena, esos que
manejaban quién sabe de qué año."
102 CESAR A FERNANDEZ
Piñones
"El piñón se junta de marzo adelante. Cuando hay piñones, buena cosecha de piñones,
acá, es la América que tenemos nosotros en esta cordillera, porque con piñones se hace
pan, se hace locro, se hace ñaco y se hacen muchas cosas; es lo mesmo que tener
cincuenta bolsas de trigo. El piñón es así. Hay que hacer posible, hay que hacer todo lo
que pueda, hay que hacer. Cuando hay piñones hay que hacer posible de juntar. Si junto
cien bolsas de piñones, mejor todavía. De marzo para adelante hay que hacer el empeño.
"¡Según y cómo! Las que hacen empeño, en el vamos, se pueden juntar 1.000 kilos de
piñones, 800 kilos. Y más de mil también se pueden juntar. Y entre un mes, pero hay que
trabajar en eso nomás, ¡pues!... Usted sabe que muchas veces no puede seguir hoy,
mañana, pues mañana buscando piñones, buscando piñones, claro que puede llegar
hasta mil y tantos kilos. Claro, pero hay muchas veces que hay que hacer otras cosas.
Hoy sale a piñonear, agarra unos 100 kilos de piñones u 80 kilos de piñones, mañana hay
que hacer otra cosa, hay muchas personas habitantes aquí, de esta cordillera, que en
otoño hay que hacer muchas cosas, porque hay que buscar leña, hay que buscar
cualquier cosa, falfita o pasto, cosechando un pasto para tener en el invierno, como lo hay
dicho, aquí cuando nieva en esta cordillera; pero neva señor ¡neva! ¿El piñone? para con-
servar hay que enterrarlo, si es posible, para que se conserve más, en un agua corriente.
"Chomé: Eso es para que se seque, hay que hacerlos como collar, con un hilo y pasar con
una aujita (aguja), pero que ande rápido para que esos piñones se conserven; pueden
estar hasta dos o tres años. Y además que el piñón acá señor, es el mérito más grande,
acá en esta zona, y si no hubiera piñones no hay nada de vida."
Piñoneada
"Gracias a Dios que hay piñones acá. Con piñones nos sostenemos. Si no hubiera
piñones, los habitantes de esta cordillera no sé en qué forma nos dejaría nuestro Dios.
Con el piñón se hace torta, locro, se hacen muchas cosas; es lo mesmo que la harina,
que proviene del trigo. Con el piñón se hace el ñaco. Se tuesta y se muele con la piedra
de moler.
"Para bajarlos del árbol se emplea un lazo. Hay que tener un lazo muy largo. Se pone un
dispositivo semejante a una bolita en la punta, se lanza a la copa del árbol cuando hay
varias cabecitas de piñones rotas, se hace un cimbrón y los piñones caen; las señoras y
las chicas "meta recoger". Es muy bonito. Por eso tenemos alimento. Grandes cantidades
de animales no hay aquí. Alguno tiene sesenta o cien ovejas, algunos otros tienen ciento
cincuenta, o doscientas el que más tiene. Más de eso, no hay. Pero esa gente arrienda y
hay que pagar al dueño propietario para que se salven esos animales. Esa es la vida que
tenemos nosotros acá.
"De piñones se hacen tortas o pan al rescoldo; se mezcla un poco de muday o chavid,
que es una bebida como la cerveza. Es una cosa muy rica y alimenticia. El chavid hay que
molerlo, para no mentirle diré que hay que "mascarlo", pero hay que cuadrar bien la boca,
que no lo haga una vieja desmuelada porque no queda bien. Una niña joven que tenga los
dientes y las muelas sanitos, es quien tiene que hacerlo. Luego se coloca en una batea o
una palangana, hay que revolverlo bien y hacerlo hervir, dejándolo hasta que forme
dulcecito. Es como cerveza. Se toma en el Nguillatún-nguellipun. Hay que preparar.
CUENTAN LOS MAPUCHES 103
Porque ése es el alimento que tenemos nosotros acá. Y con él tenemos que rogar. El
"rogativo indígena" es muy grande, señor, y muy poderoso. Yo respeto mucho, respetaré
hasta el último, si es que no hay una persona que deba rogar con las palabras como debe
ser. Cuando no hay, me da pena. Damasio Caitrú le da pena porque... no está bien...
Porque yo desde muy chiquitito he dentrado en la misión indígena, sé cómo se hace y
tiene que poner uno. No se puede reír y no puede enojarse; mirar siempre al cielo; como
mirando a nuestro Dios y nuestra madre. Esa es la idea, ése es el interés más grande que
tiene uno, ¡un indio!, como lo tengo yo. Yo estoy lleno, muy lleno de amor por nuestro
Dios, porque todo lo que tengo me lo ha dado Dios. Mi casa, mi mujer, mis hijas, mis
animales.
"Tengo una oveja, dos, tres; una lechera, dos lecheras; un caballo. Dios me lo ha dado,
por eso lo tengo; por eso hay que tenerle mucho amor y trabajar y cuidarlo y quererlo,
hasta la última hora.
El pescado
El pescado es malo porque está pelado, ¿no? Y uno se expone de tener vida con el
bichito ese; el indígena dice que no es bueno porque está pelado. Un bichito que habita
en el agua. Para tener un bichito, éste tiene que ser peludo, esa es la buena suerte que le
manda nuestro Dios acá. Por todo eso, claro, se hace "encantado". ¿Encantado? Sí, en
huinca, ¿no? Y en mapuche, ñien có. Decía mi abuelita, decía bueno, vamos a decir
directamente. "Cualquiera manantial no está solo. ¡Ah!, al claro, por eso que nosotros acá,
no percibimos tanto. ¡Ah!, ¿el manantial? El manantial adonde nace un lago “tenido”
(detenido) o un río corriente, como va éste, ¿Ruca Choroy? ¿Qué hay? Hay poderes y... y
hay, ¿no? Hay poderes, se ha visto". Cómo es la sabiduría indígena. Hay buen manantial
y hay buena agua corriente y hay buen lago, y malo también. Por eso que cuando noso-
tros rogamos le pedimos a nuestro Dios que nos indilgue un agua manantial bueno, no en
lo malo. Para tomar y para bañarse, refrescar el cuerpo. Ahí tiene usté. Eso pide nuestro
indio cuando hay Nguellipún, en la misa, y eso al cacique le correspondía.
El conoun (enfermedad)
El conoun, según me ha dicho la mamita, porque ha estado donde tengo esta enfermedad
del pie. El conoun viene por otro que se murió, ¿no? Porque así lo han pensado los
indígenas, yo no sé de qué viene. Tendría, dice la mamita, dos meses y algo más cuando
caí enfermo. Se hinchó la pierna y no me pudieron mejorar, buscaban una "curiosa"
(curandera) y me echó remedio y yuyitos. Y no me pude mejorar, hasta que encontraron
otra "señora curiosa", una viejita. Soñando, me encontró que estaba conoun, así le
104 CESAR A FERNANDEZ
llamaban. Decían que había visto a mi padre una señora que se llamaba coinguos, de
nombre, lo fue a ver a mi padre porque estaba por morir, toda hinchada, se le reventó una
pierna... y de eso murió la señora. Entonces yo estaba en el vientre de la mamita. Cuando
nací, después de esto, ya estaba todo "pegado" (contagiado), y sufrí mucho, según dijo la
mamita, y ella también; primer hijo varón que tenía. Amanecía llorando, de día y de noche,
sin parar, tanto como mi padre, los hermanitos sufrieron mucho. Estuve enfermo casi
cerca de dos meses, cuando fui "guaguita", más bien dicho. Y ahora, después de grande,
el CONOUN, siento un dolor. Claro, el alma del muerto se había pegado conmigo...
¡Claro! Entonces para hacer remedio, para que me dejara, entonces, trajeron una cabeza
de animal cualquiera, caballuno... de esos esqueletos. ¿No? Me lo ponen, buscan... acá
hay un yuyo que le llaman alhue llan llan; alhue llaman al espíritu de la persona y llan llan
llaman al árbol, ese "alborcito" (arbolito) chiquitito. Y hay que buscar cuatro, los revuelven
un poco en la ceniza medio caldeada y suenan como tiros, tacatacatacatá. Y la "curiosa"
taielqueando (cantando taieles, canciones aborígenes neuquinas) pidiendo por favor a
nuestro Dios, por esa alma que está pegada, que se vaiga (que se vaya), que salga, que
viva usté, así que déjelo tranquilo. Pero en mapuche se dice esa palabra, ¿no? Entonces,
cuando está bien pegado, el alma que está "jodiendo" la criatura en media hora está
sanito, como se acuerda y hoy en día yo también he visto ahora, después que fui hombre.
También he visto que a mi criatura le ha pasado y entonces hay que hacerle el remedio,
entonces, una vez que le haga el remedio, si está bien despegado, esa alma que está
engendrado, por esa criaturita, antes de media hora está sanito y se mejora para siempre.
¿Qué resulta el CONOUN? ¿Qué lo llaman?... Cuando la mamá está encinta, casada
entonces, u oye o ven al padre de la criatura que está engendrada por la señora, ven u
oyen, lo mesmo (lo mismo) se apoderan de la criatura que está en el vientre de la persona
mujer, y así fue que sucedió. Entonces mi padre no se acordaba nunca que había visto
esa señora y mi mamita tampoco. Entonces, al acostarse al lado del enfermo, que era yo,
la viejita llamada Isabel... este... Ueñuquir, se llamaba la viejita, entonces soñó, soñó que
se presentó una señora medio gorda, petiza, morena, con un rebozo azul, que se
calentaba, entonces, a la mañana, contó que estaba apoderada de un alma, mi padre y mi
mamita recién se acordaron que en Quillén había visto mi padre y oyó mi madre, pero yo
estaba en el centro, en la cinta, ¿no? Entonces ya se había apoderado de esa alma que
murió; como murió, entonces provino lo mismo: como se enfermó, que le agarró un dolor y
se le hinchó una pierna y de eso fue que murió esta mujer. Entonces, soñando esa viejita,
la "curiosa", en el sueño recién se acordaron. Bueno, vamos a hacerlo con éste, le dijeron.
¿Cómo se llamaba esa mujer que murió? Coinguos, le dijo. Bueno, le vamos hacer el
remedio con ella, a lo mejor puede ser... Hizo un altito, y entonces, se prepararon, le hizo
el remedio y nombrándolo COINGUOS, que lo deje, porque si es ella, como es que he
soñado, y tiene que ser, en un ratito va a aliviar esto. Y así fue que en un ratito, cuando
terminó de hacerme el remedio, que yo me quedé bien. Se bajó toda la hinchazón que
tenía, no quedó hasta hoy en día.
EL FALSO MACHI
Publicado por César Fernández, 1989
el perdido estaba en el cielo. Así que pasó parte a los dolientes por si tenían interés en
verlo. Él se comprometía a traerlo. Los parientes contestaron que sí y fijaron un plazo
para encontrarse.
Se armó una rogativa y convidaron a toda la gente. Estuviera cerca o lejos. Una junta muy
grande hicieron. Marcharon días y días, a pie, de a caballo, para poder llegar al lugar
donde se iba a producir la novedad.
Cuando todos estuvieron reunidos, el machi ése, Millaquién, subió a una mahuida a
llamarlo.
Entonces llegó con la contada de quien recién iba a venir al otro día, que había que
preparar a seis muchachos jóvenes, tres de cada lado, y hacerle como una callecita, un
pasadizo para agarrarlo, porque ya estaba arisco. Todo se puso en condiciones, pero el
hombre no apareció.
Millaquién subió otra vez en un caballo blanco a esa mahuida, donde había una laguna...
Pero el muerto no bajaba.
Entonces pasó un hombre con un carrito, para parlamentear un poco, conversar, pero
Millaquién no lo dejó entrar. Ahí se enojó éste, que era machi verdadero, y lo retó. Le dijo
que no era divino, ni era nadie.
Todos los que estaban quedaron admirados, porque en la rogativa no se podía decir
ninguna mala palabra, ni pelear.
El hombre del carrito, esa noche, como al venir la mañana, soñó. Se levantó el machi y
contó el sueño.
Esto lo supieron los ancianos y empezaron a comentar en todos los fogones la novedad
que había traído ese hombre.
Entonces se reunieron en junta y ya llamaron al machi. Por la virtud que tiene se lo llamó
y dijo:
–Sí, los tienen mal reunidos acá. Hay hombres y mujeres amontonados en este lugar y el
muerto está cerca. Para que vean, traigan un pañuelo blanco. Déjenlo tendido acá. Va a
caer el pelo del muerto.
Entonces ya empezaron a preguntar de qué lado estaba, a qué distancia. En la costa del
arroyo había como una plazoleta.
Todos salieron a buscarlo y donde había dicho el machi allí estaba, medio tapado con
hojas de árboles.
Y entonces, como se hacía antes, los antiguos verdaderos mataban al que decía una
mentira.
ROMANCEADAS
Levántese,
levántese, hermano.
el poncho amarillo.
Ya viene la madrugada
y lo va a encontrar durmiendo.
hermano78.
Una joven huérfana vivía sola en el campo. Entonces vino un hombre con su familia y
como no tenía dónde alojarse le pidió compartir la casa. La chica aceptó, pero al poco
tiempo comenzaron a tratarla mal y ella sintió mucha pena. Entonces una noche soñó que
le decían que saliera a un crucero y se sentara allí, donde se apartan dos caminos; y se
sentara y llamara a Uñelfe, el lucero de la mañana79. Entonces fue y romanceó así:
venga a buscarme.
78
El romanceador interpretaba –según versión dada al recopilador– que traía mala suerte que el
sol ("el poncho amarillo") lo alumbrara directamente al despertarse, luego de haber dormido
borracho ("curao") a la intemperie.
79
En el relato "Liuto" (C. Fernández, 1989, 37-38) se produce un desenlace similar: la protagonista
es raptada por el lucero-liberador.
CUENTAN LOS MAPUCHES 109
Es mucho mi sufrir.
Yo soy huérfana
que es hombre.
Venga a buscarme.
Déme su corazón
Ya soy grande.
Lléveme al cielo.
A las cuatro80 noches que ya iba a ese lugar llegó el lucero. Apareció de repente. Eran las
doce de la noche. Estaba todo enchapeado en plata. Llegó en un caballo alazán.
Entonces, en vez de conversar, le vino a romancear y le dijo:
Vengo ahora
porque usted
y con Nguenechén.
Cuando terminó el romanceo, la muchacha montó al anca del caballo y se fueron al cielo
azul, porque ella no tenía nada que pagar a Nguenechén, ya que ningún mal había hecho.
Y así fue feliz con el lucero.
ROMANCEADA DE PEDIDO
Publicado por César Fernández, 1989
80
El número cuatro aparece en numerosos textos asociado a contextos de carácter sacro. Oscar
Barreto (1992, p. 15) dice lo siguiente: "En la religión mapuche está acentuado el valor religioso,
casi tabuístico del número cuatro. ¿Dónde puede nacer esta sacralización? Precisamente en la
divinidad cuaternaria bisexual: los ancianos, las ancianas, los mozos y las jóvenes. Tiene también
su punto de proyección o su complemento en la realidad de los cuatro puntos cardinales, que
gozan de una fuerza misteriosa constante, en toda la vida mapuche. Y siempre en este orden:
Este, Norte, Oeste, Sud, porque del Este viene la vida, la hacienda, el sol, la fuerza. Por el mismo
hecho, todos los movimientos de la liturgia sagrada y los de la vida diaria se realizan en sentido
contrario al de las agujas del reloj. Ya es casi tabú: hacer un ademán en el otro sentido trae
desgracias y accidentes, "fatalizándose". Concluimos acentuando que esta sacralización no es un
concepto abstracto, sino una praxis constante de toda la vida".
110 CESAR A FERNANDEZ
Hermana, hermanita.
Hermana, hermanita.
Cuando lo supe
Até mi caballo,
hermana, hermanita.
Ensillé en la madrugada,
Para simularlo,
Hermana, hermanita,
mire mi caballo,
el picaso,
Hermana, hermanita.
y pasar el año,
hermanita.
Ahora me da la contesta
Vuelva no más.
Yo no pienso pensar
CUENTAN LOS MAPUCHES 111
Yo le voy a dejar
vuelva no más81.
ROMANCEADA DE AMOR
Publicado por César Fernández, 1989
Ando caminando
en campo ajeno82.
Me da mucha pena
cuando te miro,
hermanita.
Me da mucha pena.
lo compraría.
hermanita.
81
La romanceada es entonada por una sola persona que canta tanto la declaración de amor como
la respuesta de la mujer. Esta actitud es muy común y se encuentra, entre otros, en los textos de
Misha Titiev y Félix José de Augusta.
82
El romanceador le aclaró al recopilador que el cantor estaba fuera de su "pago" (en campo
ajeno) y que la mujer de la que se había enamorado tenía marido. En su desesperanza la compara
con las cosas más preciadas para él: un pañuelo de seda, una flor, una palomita.
112 CESAR A FERNANDEZ
hermanita.
Me da pena verte.
hermana, hermanita.
ÜLKANTUM DE LA SEÑORITA
Recopilado por Miguel A. Bartolomé, 1969.
Señorita
el bosque de la cordillera.
TIERRA DE IAPINILKE
Recopilado por Ramón A. Pelinskí y Rodolfo Casamiquela, 1966.
CUENTAN LOS MAPUCHES 113
Tierra de Iapinilke...
Está cayendo
se derrite...
hermana.
Si fuésemos sal,
en agua hirviendo,
nos derretiríamos...
Si fuésemos azúcar,
83
El texto es clasificado por los autores de este trabajo como canción popular de amor. R.
Casamiquela (1966) agrega un comentario donde aclara que el vocablo «hermana» "se emplea
frecuentísimamente como recurso poético, a manera de un complemento particular; en realidad el
cantor se dirige a su pretendida".
114 CESAR A FERNANDEZ
Carabina y lanza84.
84
Este texto de Hernán Deibe pertenece a las que él llama Canciones heroicas; dentro de las
mismas incluye la subcategoria de Los combatientes. En la presentación de su obra dice que esta
canción resulta de los estudios realizados con los descendientes de los pampas y como
contribución al mejor conocimiento del espíritu de nuestra tierra.
CUENTAN LOS MAPUCHES 115
Canción del cacique Abel Kurüuinka, San Martín de los Andes (Neuquén).
pero no apagarse
85
Dentro de la clase "Canciones del que pasa andando" incluye H. Deibe este texto de su autoría.
Se trata de poemas inspirados en el cancionero mapuche, los que podrían englobarse bajo la
denominación de "proyección folclórica".
116 CESAR A FERNANDEZ
el avestruz me habló.
me dijo el avestruz,
Nota: Texto de Damasio Caitrú que lo aprendió del anciano Francisco Ancapi, Ruca
Choroy (Neuquén).
Duerme, duerme,
es muy de noche,
duerme;
mañana al alba
te levantarás86.
86
La canción de nana que incluye Enrique Perea es un caso poco común de encontrar.
CUENTAN LOS MAPUCHES 117
ROGATIVAS
INVITACIÓN A NGUENECHÉN
Recopilado por Ana Fernández Garay y Lucía Golluscio, 1978.
Dame bienestar,
Tú posees la vida,
Dame comida87.
Nota: Rogativa de Rosa Prafil entonada en lengua mapuche en Anecón Grande (Río
Negro) y traducida al español.
Eran sanos.
Nota: Texto de Faqui Prafil recopilado en Clemente Onelli en Río Negro (febrero de
1978), transcripto del mapuche y traducido por la investigadora.
salutífero".
89
Se refiere a las siete cabrillas o pléyades de la constelación del Toro; en lengua mapuche se
dice ngaucupoñi, "papas lavadas".
CUENTAN LOS MAPUCHES 119
Dije mi rogativa.
Nota: Oración entonada en lengua mapuche por Faqui Prafil, de Anecón Grande (Río
Negro), y traducida al español.
90
Las autoras de este trabajo indican que se trata de una oración dicha en el nguillatún, donde se
relata el desarrollo del rezo. En primer lugar se invoca al dios del sur y luego se le habla a Anecón
(el cerro), «dios supremo», para pedirle un buen año.
91
En la nota que acompaña el texto, Ana María Menni (Fundación...) p. 321 indica que la rogativa
se dirige a una tétrada constituida por una doble pareja de posiciones en la cual se conjugan dos
principios: sexo (masculinidad-femineidad) y edad (vejez-juventud). Dicha tétrada responde a la
organización de los dioses y espíritus en familias compuestas por cuatro seres antropomórficos y
antroposociales. La diferenciación de estatus determina la posición preponderante del sexo
masculino y la vejez; la mujer aparece subordinada al hombre y el joven al adulto anciano. Explica
un informante a la autora, María Esther Grebe, que es por eso que cuando se hace una rogativa
120 CESAR A FERNANDEZ
al camaruco.
a Nguenechén,
No me mando solo.
Nota: Texto de Faqui Prafil, proporcionado en mapudungu en Anecón Grande, Río Negro
(febrero de 1977).
hay que orar cuatro veces. En la "Rogativa del piñón" se hace referencia a las cuatro deidades
relacionadas con el volcán. Sin embargo, el "pillán" no es solamente el volcán sino ha sido
interpretado de diversas formas: como espíritu de un difunto: como antepasado ilustre; puede tener
connotaciones negativas; o ser un alto dios celestial o una deidad que manifiesta su cólera en
todos los fenómenos que tienen relación con los volcanes. También el nombre más antiguo de la
divinidad, aparentemente reemplazado por Nguenechén en épocas posteriores.
92
Camaruco es la denominación que se le da en algunas regiones patagónicas a la ceremonia
religiosa mapuche conocida también como ngidüatún. "El dueño del camaruco” es el maestro de
ceremonias elegido entre las personas más relevantes de la comunidad y que conoce las
tradiciones y los códigos que se han de manejar en ese encuentro.
93
N. de la A. "El cabecilla debe conocer a fondo la lengua de su pueblo y tener fluidez y facilidad
para expresarse correctamente. El cabecilla pronuncia discursos durante el camaruco y además
dirige las rogativas y la ceremonia en general, por eso debe manejar muy bien la lengua."
CUENTAN LOS MAPUCHES 121
y en el semblante de tu ser
Nota: Rogativa recogida por Doroteo Prieto en el paraje de Pilo Lil (provincia de Neuquén)
a un mapuche llamado Huenufil (sic).
TRAPIAL TAYÜL
Recopilado por Enrique Perea, 1989
Aúlla el puma,
aúlla el puma.
122 CESAR A FERNANDEZ
DE ADIVINANZAS
JUAN Y LA ADIVINANZA
Recopilado por César Fernández, 1989
Dicen que debe haber sido en el tiempo de antes. Cuando los muchachos iban a buscar
trabajo lejos de la casa, se perdían y no volvían más. Y el que iba a adivinar y no lo
conseguía, en ese tiempo se lo comían.
Este se llamaba Juan y era un solo hijo que tenían dos viejitos. Entonces, un día avisó
que se iba.
–Mamita, voy a salir a buscar trabajo. Voy a salir. No sé si vuelvo o no, porque otros han
salido y nunca volvieron. A lo mejor me pasa igual.
–Me han contado de una adivinanza del rey. Quiero ir allá. Muchas personas fueron, pero
ninguna volvió.
Le preguntó qué era lo que estaba mirando para arriba. El otro le contestó:
–Estoy mirando una mosca. ¿Viste adonde anda allá? Le pego un tiro y la volteo.
Entonces dice:
–Cómo no –dice Apuntil, que ése era el nombre, porque siempre estaba apuntando.
–¿Cómo lo bandeamos?
Era un río grande. Entonces, al rato llega un hombre del otro lado del rio.
Y Juan le contesta:
Y así se empezó a secar el río y los dos hombres pudieron ir a la otra orilla. Y ahí
conversaron.
Y siguieron andando. Ya eran tres. Tanto que caminaron, encontraron un hombre que
estaba asando una vaca entera, entera, una vaca grande, entera. Entonces llegaron ellos
y le dijeron:
Y empezaron a hablar y a preguntar, que adonde iban y todo lo demás. Entonces uno
dice:
–Cómo no.
Y siguieron viaje. Ya iban cuatro. Caminaron bastante. En eso encontraron uno que
estaba agachadito, escuchando en el suelo. Llegan ahí y lo ven en medio de los pastos.
Entonces le dicen:
Estoy escuchando lo que pasa en todo el mundo. Aquí, en Chile, más allá.
Caminaron bastante. Ya eran cinco. Había un hombre que se estaba atando las patas.
Todo se ataba. Y ellos le preguntaron por qué se ataba. Entonces él dice que suelto corría
mucho. Y ahí no más lo invitaron y se fue con ellos. Ya eran seis. Ahora iba Corril.
Llegaron allá, adonde Juan tenía que adivinar. Los llevaba a todos, al que escuchaba, al
que corría, al que comía, al que apuntaba y al que tomaba.
Había un jote a la puerta. Era el mandado del rey. Entonces les dice:
CUENTAN LOS MAPUCHES 125
–Mañana los vamos a atender. Usted me va a adivinar lo que es la hija del rey y yo se la
doy.
Como llevaba de compañero al Escuchil, éste oía lo que decían los otros y el rey.
Entonces el Escuchil le dice a Juan:
–Mira, ¿sabÉs la respuesta? Lo que tenes que decir es notro. Eso tenés que decir, palo
de notro.
Así pudo adivinar la respuesta y ganar. Pero los ayudantes del rey no querían que se
llevara la princesa, entonces dijeron que tenía que pasar otra prueba más.
–El jote tiene que ir a buscar el agua de la vida. Usted tiene que salir corriendo con el jote.
Hay un anillo de oro, pero no lo tiene que recibir. Si lo hace, pierde. Eso le dijo el Escuchil.
–Si usted me gana todo, le doy la princesa. Voy a poner un barril de vino, una vaca asada
y tendrá que buscar el agua de la vida.
Entonces Juan le preguntó si podían ayudarle los compañeros y el rey le contestó que sí.
Tenía que comer un animal grande, un vacuno, y como llevaba compañero, iba rápido.
Asaron la vaca, trajeron el barril de vino y ahí se pusieron a conversar. El Tomil se tomó
todo el vino y no dejó ni una gota. El Cornil se comió la vaca entera.
Entonces tenía que buscar el agua de la vida. Salió el jote con el Corril. Tan ligero iba el
Corril que recién cuando volvía con el agua se encontró al jote. Ahí no más se pusieron a
conversar. No va el jote, que era un calcú, y le da el anillo de oro.
El jote iba con el balde agua. Ya volvía. Entonces el Escuchil oyó que el otro estaba
durmiendo y que tenía puesto el anillo de oro. Ahí nomás le avisó al Apuntil que de un tiro
le sacó limpito el anillo de la mano. Cuando el Corril se dio cuenta de lo que había
pasado, empezó a correr y lo alcanzó a pasar al jote y le ganó.
Así que el rey perdió. Juan ganó todo gracias a la ayuda de sus amigos94.
94
B. E. Vidal de Battini (1984. IX) recoge 37 versiones de los cuentos de adivinanzas. Cuatro de
ellas se denominan "El tambor del cuero de piojo" y se relacionan especialmente con el texto que
se comenta. A diferencia del motivo de estos cuentos, que consiste en descubrir con qué cuero
estaba hecho el tambor de cuero de piojo, en el relato mapuche se trata de averiguar el nombre de
una planta autóctona: el notro.
126 CESAR A FERNANDEZ
Al pie del Tamcha, hoy llamado Cerro Negro, vivía el Challafe, un alfarero muy
renombrado por la hermosura de sus trabajos, que nadie había podido imitar.
Muchos quisieron descubrir sus métodos, pero fue inútil ya que el Challafe preparaba la
arcilla y elegía especialmente los más templados crepúsculos para comenzar su labor,
aquéllos en que el aire parecía tener la tibieza del agua que se calienta en la boca para
lavar las huahuas. Esto era lo único que todos sabían con certeza. Y aun sus propios
familiares, con los cuales tampoco se confiaba el Challafe.
Un día, se presentó un joven que quería comprar a la hija del alfarero para tomarla por
esposa. Pero aunque era muy rico, el Challafe decidió negarle la muchacha, temiendo
que ésta hubiese adivinado sus secretos, y se los trasmitiera a su marido.
Mientras cavilaba afligido, oyó gritar a un cuervo cuya voz no le pareció extraña y que le
recordó la de su abuelo, quien había sido un gran guerrero y que seguramente vivía ahora
como Pillañ, guerreando y cazando en el mundo interior de las montañas.
–Toma esta piedra mágica, la piedra negra de los cuervos, que ha sido mojada en sangre
virgen. Te hará invisible, permitiéndote escuchar lo que otros te ocultan y tú quisieras
saber.
–Nunca adivinarás que es el pudu, el ciervo pampa, quien recorre doce veces un círculo
cuando lo persiguen y se detiene en el sitio donde lo asustaron. Por eso, también, entre
dos es fácil cazarlo, porque mientras uno lo persigue, otro puede esperarlo oculto.
El joven mapuche buscó sin demora la ayuda de un amigo y así consiguieron cazar a un
hermoso animal bajo las ramas del Korkolen que huele a vainilla, empleando la artimaña
del viejo.
–Muy fácil fue por cierto la primera adivinanza, pero veremos si resuelves ésta: «Corre
mulita en cancha pareja. Clava la uña y para la oreja». Resuélvela antes del Kelün Antü,
antes de que el sol entre en el cuarto cuadrante, pues ya sabes que en ello te va la vida.
Nuevamente le ayudó al joven la piedra del cuervo y pudo así escuchar cómo murmuraba
entre dientes el malvado alfarero:
–Nunca te darás cuenta de que la mulita es el Ñamkudi, la muela que corriendo sobre el
Kudi tritura el grano y que en el final de su camino muestra su borde más alto, como unas
orejitas.
–Corre la mulita en cancha pareja porque el Ñamkudi, la piedra de mano, tritura el grano,
clavando sus uñitas en el Kudi, la piedra de abajo. Y levanta las orejitas cuando termina
su trabajo.
–Tú no puedes verlo, pero en la casa abre los huevos para no comerlos. Corriendo se
hace un puente que no pisa y a la intemperie cuelga ropa blanca que quema y mata, así
como ha de sucederte a ti cuando necesite fuego para mi trabajo.
Como otras veces, pudo también oír el pretendiente al viejo cuando decía burlonamente:
–¡Miserable! Por mucho que pienses, no podrás adivinar que es la helada quien rompe los
huevos hasta en las rukas, construye puentes sobre los ríos y lagos y viste a las plantas
con un ropaje de hielo para quemarlas. Será, pues, tu sangre la que ligue y dé color a la
masa antes de que te tuestes en mi fuego.
Con perversa alegría se jactó el Challafe ante su hija de que era imposible que el
fastidioso pretendiente pudiera solucionar la difícil adivinanza. Pero al día siguiente, el
pretendiente se presentó de nuevo con la solución. Imposible sería describir la terrible ira
del viejo. Bramaba, rugía, y dijo, finalmente:
–Sólo el miedo a la muerte te ha ayudado esta vez, pero no te me escaparás. Una vez,
alguien cantaba: «Rañin, rañin, mahuida, nüñien trarü kenun», mientras le ayudaba a su
vecino a buscar a un animal que se le había extraviado. ¿Qué quería decir con su
adivinanza? Mañana, espero tu respuesta.
¡Qué servicial era la piedra negra del cuervo! Al día siguiente, el joven volvió a
presentarse y riendo a carcajadas, le dijo al malvado Challafe, cantando:
Porque el cantante era el ladrón y así se burlaba de los rastreadores que nada
sospechaban y que acompañaban al pícaro en su canto.
Entonces, al furor del viejo alfarero se sumó el temor de que el pretendiente hubiese
podido descubrir los secretos de su oficio. Para ello y pensando matarlo en el acto de ser
así, le dijo:
128 CESAR A FERNANDEZ
–Hasta ahora he sido muy chistoso, pero ahora debes solucionarme cuatro adivinanzas al
mismo tiempo.
La primera es: Por fuera es dura, al golpearla se abre empezando a fluir. Parecida al
caballo del gran Amo del cielo azul, bien parecida es.
La segunda es: Corre, corre cambiando de colores. Pero si Antü la ilumina o Küref le echa
el aliento, se muere. Malvado el viento.
La tercera dice: Apenas arrancada a la madre, vuelve a ella, más blanda, diez veces más
voluminosa, pero huyendo de la luz y temiendo al viento. Muchos colores tiene la madre,
ya separada de la huahua está.
Y, por fin, la cuarta: Es la siguiente, astuto muchacho. Golpes recibió y la rabia la pateó,
transformándola en víbora. ¡Y qué víbora, ayayay! El Rojo la tornó roja, luego, blanca,
después de haber sido encarnada sin Relbum, el zumo coloreante. Después la hizo negra
y blancas lágrimas llora, porque blanco tomó que luego se ennegreció.
Pues bien: antes de Ranü Antü... ¿comprendes...? antes de que el sol señale el mediodía
espero aquí tu respuesta y ojalá que seas entonces un perro muerto.
¡Qué bueno es hacerse invisible! Muy seguro se sentía el cruel Challafe cuando
fanfarroneaba en su toldo de pieles ante los suyos, jactándose de su viveza y alegrándose
de la segura muerte del pretendiente.
Sin embargo, a ratos se le encogía el perverso corazón al pensar que, después de todo,
el joven podía ser algún poderoso brujo.
Pero, no. No era así. ¡El pretendiente sólo poseía la piedra mágica de los cuervos! La
piedra de los brujos más famosos.
Cuando, poco antes del mediodía, llegó el pretendiente, el Challafe yacía tendido boca
arriba en el suelo, mostrándose así desatento con la visita y simulando despreocupación,
pero al sonreír burlonamente sentía que el miedo le oprimía el pecho.
Y menos mal que estaba acostado, porque en caso contrario se habría caído a causa de
la terrible impresión que le causaron las palabras del joven.
Y habló y dijo:
–La primera adivinanza corresponde a la roca, dura por fuera, pero que al ser golpeada se
rompe y desmenuza, dejando salir la arena con pajuelas de oro. Brillan del mismo modo
que el caballo de nuestro amo supremo cabalga en el cielo azul, viaja, viaja, en su
caballo. Muy fácil ha sido tu Koneu, viejo buscador de oro. Dime... ¿No se llama Guingua
la roca?
«Demasiado sencilla es la segunda adivinanza, cuando hablas del agua que corriendo
cambia de colores y que empleas para amasar la arcilla. El agua no debe ser iluminada
por Antü ni lamida por el feroz Küref, el viento frío, para no perder así su fuerza de
cohesión. Cambia de color porque la sacas de una ensenada y no del veloz y salvaje
torrente; perezosa corre y claramente deja ver el fondo sobre el que descansa, tibia y
trasparente.
CUENTAN LOS MAPUCHES 129
«En tu tercera adivinanza, has entregado también parte de tus secretos: a la madre tierra,
le has sacado una parte, mezclándola luego con arena y agua tibia, como la de un buche,
creciendo así diez veces cuando la arcilla no ha sido tocada por el Antü de radiante luz ni
por el helado viento. Y veo cómo has vuelto la huahua a su madre: en profunda brecha a
orillas del rio, has trabajado la masa en las tinieblas, mezclando sangre a la arcilla,
cambiando con ello así el color de la madre tierra. Has usado sangre humana, Challafe.
«La cuarta adivinanza me revela el resto de tus secretos: sobre piedras golpeas, amasas
y sobas la mezcla, que, con los pies, pisándola luego para trabajarla mejor, terminas de
afinar.
«En larga serpiente, le das forma para armar con ella los cacharros que el vivo fuego
enrojece, blanquea y ennegrece finalmente. Con leche los llenas y blancas lágrimas
resbalan por todos lados: hirviendo, hirviendo sale la leche y da brillo y firmeza.
Como puedes verlo, también yo podría ser un Challafe ahora, si lo quisiera. Pero no
temas: soy rico y mi esposa tendrá una vida agradable».
Así consiguió el joven pretendiente una hermosa compañera que le costó no pocos
animales y muchos otros regalos, que eran de gran valor para él. Pero se sentía muy feliz
cuando se llevó a la muchacha a su magnífica cabaña y ambos vivieron contentos.
Y el Challafe vivió por su parte, tranquilo, sabiendo que sus secretos estaban seguros.
DEL ZORRO
YENE Y EL ZORRO
Recopilado por César Fernández, 1989
El zorro había ido al futalafquén y como vio una pampita se adentró. ¡No va y se queda
dormido en una piedra! ¡Qué susto cuando despertó! Todo era agua. En eso vio a la yene
y entonces le dice:
–Quiero irme, yene. Ayúdame que estoy solo y me voy a morir. Sácame de acá que está
lejos la costa y no voy a aguantar nadando.
–Yo te llevo si querés –le dice la yene, que es un animal muy grande.
–Subí arriba que yo te voy a llevar, pero no te puedo dejar en lo seco porque de ahí no
salgo. Me quedo varado.
Subió el zorro y lo llevó. Una punta de amigos los estaban esperando en la orilla. El zorro,
como zorro no más, no cumplió la palabra. La yene lo arrimó para que no se ahogara y
ahí se la comieron.
–Otra vez no me van a engañar. Eso es lo que siento, la mentira –decía la yene, mientras
los zorros se la comían.
Y ahí se terminó95.
EL NGÜRÜ Y EL CHOIQUE
Recopilado por César Fernández, 1989
Una vez se encontraron el ngürü con el choique. Estaban en una aguada. Entonces dice
el zorro:
95
El personaje de la ballena es de muy escasa aparición en los cuentos del zorro. Sin embargo, no
lo es el motivo del animal grande y tonto burlado con astucia.
CUENTAN LOS MAPUCHES 131
Así le dijo, porque el choique tenía las patitas todas partidas por la tierra del camino.
–Y bueno, si no tengo el calzadito como tenés vos, que andas con botitas.
–Pero no te hagas problema, compadre, búscate un animal muerto, una vaca y sacále un
pedazo de cuero. Entonces yo te hago el zapatito.
El avestruz, creído que le iba a hacer el calzado, encontró una vaca muerta, le sacó el
cuero y se lo llevó al zorro, que estaba esperando en la aguada.
El cuero estaba bien fresco y lo apretó con todo. A medida que el avestruz iba caminando
se le iba secando y resecando el cuerpo y le apretaba las patitas. Se le apretó tanto que
no pudo caminar más. Arrastrándose iba.
El zorro lo iba siguiendo, y cuando ya vio que no podía correr se le acercó y se lo comió.
EL ZORRO Y EL PELUDO
Recopilado por Berta E. Vidal de Battini, 1980.
Había una vez un zorro y un peludo, los cuales se decían compadres. Eran unos años
muy malos que casi no había comida. Llegó un momento de que el zorro, encontrándose
flaco y hambriento le propuso a su compadre el peludo, cazar un animal grande, porque
ya no había animales chicos pa comer. Lo cual el peludo le contestó:
–Yo soy lerdo y no puedo alcanzar animales más ligeros que yo.
–Eso no es nada, compadre –le dice el zorro–. Yo con mi habilidá y astucia puedo
ayudarlo y la vamos a pasar bien. Habiendo potros podemos agarrar algunos.
–Lo podemos enlazar, compadre. Podemos cavar cada uno una cueva y cuando lo
enlacemos nos metemos y hacemos pie. Nos podemos atar el lazo en la cintura, así
vamos a poder hacer más fuerza.
Los dos hicieron sus cuevas. La cueva del peludo es con curvas. La cueva del zorro es
derecha no más. Las cuevas 'taban cerca de una aguada.
–Bueno, compadre –le dice el peludo–, pero esta vez le toca a usté.
Y el zorro dijo que sí, que esa güelta iba enlazar él. Que él era buen enlazador y que lo
iba a sujetar de la cintura y se iba entrar a la cueva para hacer pie. El quirquincho puede
hacer pie en su cueva porque tiene vueltas, pero el zorro no puede porque su cueva es
derecha.
El zorro se preparó. Se ató el lazo a la cintura y armó el lazo. El peludo arrió los potros
cerca de la cueva del zorro. Enlazó el zorro a un potro muy gordo y se metió a la cueva.
Pero como la cueva del zorro es derecha, no tenía adonde hacer pie, y salió como bala, y
el potro lo arrastró en lo que disparaba. Cuando vio esto el peludo le gritaba:
Pero qué le iba a dar lazo si lo llevaba arrastrando el potro y lo arrastró hasta que lo mató.
Nota: Narrado por José Luis Torino, 41 años, Santa Rosa (La Pampa), 1964. Campesino.
Ha cursado los grados de la escuela primaria. Es un buen narrador.
EL ZORRO Y LA BANDURRIA
Recopilado por Berta E. Vidal de Battini, 1980.
Entonces al otro día se quiso vengar. Lo invitó la bandurria a comer al zorro. El zorro se
encontró que la bandurria le sirvió la comida en una botella.
El zorro quería comer y no podía. Le buscaba por todos lados, pero no había caso. La
bandurria entraba el pico y comía. El caso es que comió toda la comida y el zorro se
quedó lambiendo porque no podía comer. Y entonces le dice la bandurria:
CUENTAN LOS MAPUCHES 133
Nota: Narrado por Carmelo Crespo, 68 años, Villa Llanquín. Pilcaniyeu (Río Negro), 1971.
Peón de campo. Buen narrador.
EL ZORRO Y EL LEÓN
Recopilado por Berta E. Vidal de Battini, 1984
La abuelita no contestaba.
–¡Abuelita!
–¡Abuelita!
–¡Abuelita!
–Y yo qué le voy a hacer, mi hijito. Tengo pura verdurita. Tengo coles, acelguita. ¿Y qué
podría hacer? ¿Cómo lo puedo conseguir?
–¡Abuelita! –le dice–. Ponéme un lacito en el cogote que yo te voy a traer el asado. Yo voy
a salir.
Le pusieron el lacito en el cogote y salió el zorrito. Al rato volvió con un corderito. Carneó,
asaron la carne. Entonces dice:
Entonces dice:
Entraba, sacaba un litro de vino del barril y se iba a comer el asado. Entonces, de
repente, dice el dueño del boliche:
–¿Cómo? –dice el consejero–. Mire usted, agárrese, ponga una mesa al lado del barril.
Coloque un mono de género, embadurnado de miel, con un mazo de naipes.
Entonces se le arrimó y le dio una cachetada. Va y queda pegada una mano. Entonces le
dice:
Y queda pegada la otra. Sólo le quedaban las patas. Le tiró una patada y después otra y
luego con la cabeza. Y yano se movió. De repente llega el dueño del boliche con el
consejero.
Lo agarraron, lo ataron bien atado con una cadena y al otro día se lo llevaron a la
autoridad. De repente, aparece el león.
–Usted sabe –dice el zorrito mentiroso– que me quiero casar con la hija del rey, y como
soy tan chiquito no me dejan. Pero si me suelto delante del rey, sí voy a poder casarme
con ella. Por eso me tienen atado.
Entonces el león creyó que si él estaba cuando viniera el rey podría casarse con la hija
del rey.
–Déjeme atado a mí, que yo soy más fuerte. Entonces el zorrito ató al león, bien atado lo
dejó y el zorrito se disparó.
–Pero, mira, cómo puede ser –le dice el consejero al bolichero–. Este es más grande, más
gris, más colorado y grandote que el otro.
Y el consejero le contesta:
EL ZORRO Y LA PERDIZ
Recopilado por Ana Fernández Garay, 1993.
Cuando yo era chico mi padre me contaba esta historia del zorro y la perdiz.
Sucedía que la perdiz era muy buena silbadora. Todo el tiempo andaba por ahí, silbando.
Al zorro le hubiera encantado poder silbar como la perdiz, así que cuando la encontró en
el camino, le preguntó:
–¿Cómo hacés para silbar? La perdiz le hizo una demostración de su habilidad y el zorro,
entusiasmado, le pidió que le enseñara a silbar.
–¡Silba! le dijeron, y el zorro silbó. Se puso loco de contento. Poco después el zorro halló
una mula, montó en ella y se fue, silbando, por supuesto.
Andaba por ahí, silba que te silba. Pero se presentó un problema: no podía comer porque
tenía la boca cosida. Sólo podía silbar. En cambio, la perdiz estaba bien: ella sí comía lo
que quería.
Fue así que una vez el zorro pasó silbando cerca de la perdiz, pero no la saludó. De modo
que ella pensó: –Voy a salir volando para atajarlo en el camino; el zorro se va a caer y
entonces me va a saludar, pues ya no me saluda.
136 CESAR A FERNANDEZ
Tal como lo había planeado, se hizo. El zorro, que venía silbando, no la vio; la perdiz salió
volando, él se cayó y se rajó la boca.
Es por eso que el zorro ya nunca más fue capaz de volver a silbar.
Nota: El cuento fue narrado en lengua mapuche y español por Daniel Cabral (febrero de
1988) en Santa Isabel (La Pampa). Versión literaria de Inés P. Simons.
EL ZORRO Y EL LEÓN
Publicado por Ana Fernández Garay, 1993.
Cuentan que cierta vez se juntaron el león y el zorro y se pusieron a conversar. El zorro le
dijo al león que tenía mucha hambre, a lo que el Gran Hombre le respondió: "Vamos a la
loma a cazar".
Subieron los dos a una sierra y divisaron varias vacas; entre ellas, el león eligió un ternero
que, por no tener cuernos, no representaba el peligro de ser corneados. El zorro se quedó
en el lugar mientras el león espiaba el camino; dejó pasar al ternero y entonces lo agarró.
El zorro se puso contento: "¡Qué bueno, qué gordo!" exclamaba, en tanto corría hasta
donde estaban el cazador y su presa.
El Gran Hombre desgarró con las uñas la panza del ternero y comenzó a devorarse la
carne blanda y tibia aún.
Al zorro se le iban los ojos mirándolo y se retorcía de ganas: "Tengo mucha hambre –dijo–
dame un poco". El león sacó la tripa de la vaca y se la dio, pero cuando la mordió el zorro
gritó: "¡Es muy amarga!"
–No, es muy buena, es muy dulce la carne de esta tripa, mintió el zorro.
–Estoy lleno –respondió el zorro– (aunque no le gustaban nada las tripas porque eran
muy amargas).
El león cortó un trozo de carne y se la dio al zorro para que la cargara al hombro y se la
llevara a la tía, la esposa del león.
El bulto era muy pesado pero el zorro no se atrevió a decírselo al Gran Hombre porque
tenía miedo de que se enojara y lo matara. Así que se fue por una huella y siguió con la
molesta carga hasta un bajo, donde el león ya no podía verlo. Dejó tirada la carne y se
sirvió unos buenos bocados. Lo que quedó se lo llevó a la tía. La leona miró la carne y le
dijo: –Tiene mucha tierra, ¿la tiró?
CUENTAN LOS MAPUCHES 137
Al ver a la leona, el zorro la miró y le dijo: "Quiero tener esposa, me voy a casar con Ud.".
Al rato vieron acercarse al león, así que el zorro prefirió poner los pies en polvorosa; el
león le preguntó a su esposa qué hacía allí el zorro: "Él me iba a tomar por esposa", le
contó.
Desde un piquillín el carancho estaba mirando lo que sucedía. El león lo llamó para
encargarle que vigilara al zorro porque quería matarlo: "Casi me quitó mi señora, y por
eso lo voy a matar. Cuidámelo mientras yo voy a traer una azada para cavar", le dijo.
El carancho se quedó vigilando y entonces vio al zorro que salía gateando, despacito, de
la cueva.
–No quiero cantar, no, no y no –se negó el carancho. No quiero cantar, yo estoy cuidando.
El carancho no quería pero el zorro insistió e insistió hasta que, por fin, el carancho
accedió. Cantó y cantó. El zorro recogió un puñado de tierra, se lo arrojó a los ojos y lo
encegueció. El polvo entró en la boca del carancho que ya no pudo ver nada, oportunidad
que aprovechó el zorro para escaparse otra vez.
Cuando el león llegó y preguntó por el zorro, el carancho afirmó que no había salido, que
estaba adentro de la cueva. Por eso el león se puso a cavar. Cavó y cavó pero no
encontraba nada. Nuevamente quiso saber adónde se había ido el zorro y una vez más el
carancho le dijo que aún permanecía dentro del hoyo.
El rapaz repuso: "Yo le cantaba, total pronto iba a morir. Está adentro".
Así que el león apresó al carancho y le pegó hasta que lo mató. El Gran Hombre quedó
mirando un rato y se marchó. De este modo fue como sucedió que el zorro huyó y salvó
su pellejo de las iras del león.
138 CESAR A FERNANDEZ
Nota: Cuento narrado en mapuche y español por Daniel Cabral (febrero de 1988), en la
Colonia Emilio Mitre (La Pampa). Versión literaria de Inés P. Simons.
EL TORO Y EL ZORRO
Publicado por Ana Fernández Garay, 1988.
Una vez mi abuela me contó lo que le pasó al zorro cuando se encontró con el toro.
Sucedió que un zorro andaba caminando por el campo, buscando algo para cazar porque
estaba muy hambriento y no tenía nada para comer, ni siquiera una perdiz. Nada.
Sumido en estos menesteres, en cierta ocasión vio aparecer a un toro que venía
mugiendo de lejos, andando por una huella. El zorro lo miró y vio que llevaba una bolsita
entre las patas, por lo que decidió ir tras él.
El toro llegó al charquito y se internó en él. El zorro lo seguía despacito. Ya cerca del
agua, se detuvo para mirar. El toro iba metiéndose más y más en el agua: "Se va a perder
la bolsita", se dijo el zorro, apurado e impaciente.
El toro se sumergió más aún y el zorro perdió de vista la bolsita. Así que decidió seguir al
toro por el charco, que se hacía cada vez más profundo. Manoteaba y manoteaba
buscando la bolsita pero no la encontraba. A punto de ahogarse le entró tremendo susto:
no podía salir porque su pelaje estaba muy mojado y pesaba como un fardo de plomo. Ya
le era imposible volver.
Pensaba: "Voy a volver pero no sé por dónde voy a salir, no sé por dónde voy a salir",
repetía desesperado. "Aunque no coma, voy a salir", se decía.
Manoteó y manoteó y así, despacito, retornó a la orilla. Aún muerto de miedo se decía:
"Ya me empantanaba, ya me empantanaba".
A todo esto, el toro seguía avanzando y salió por el otro lado del charco.
–Cuando venga el toro le cortaré la bolsita, decía el zorro. ¿Qué otra cosa puedo hacer?
Si no agarro nada me voy a morir de hambre. No hay carne por aquí.
Nota: Narrado en lengua mapuche y español por Daniel Cabral (febrero de 1988) en
Santa Isabel (La Pampa). Versión literaria de Inés P. Simons.
140 CESAR A FERNANDEZ
DE ANIMALES
Porque daba siempre la coincidencia de que los ponía demasiado temprano, casi en
invierno aún.
Tan temprano que los polluelos se helaban en el huevo: la madre salía en busca de
alimento y abandonaba el nido, porque al Chau Carüpotro le importaba muy poco, volaba
por mera diversión y alegría. Iba y venía, iba y venía, relinchando como un potrillo desbo-
cado, por el solo gusto de notar cómo se derretía la nieve. En una palabra... ¡no era muy
casero!
Y aquello de buscarse el alimento no era para la Ñuque fácil ni divertido: la última parte
del invierno es muy cruda, los bichitos duermen aún y hay que buscarlos bajo tierra, todo
está helado.
Un buen día, la Ñuque encontró a su buenísma y decente vecina Rere (el pájaro
carpintero Picus magellanicus), la cual anunciaba siempre con su alegre golpear y
picotear a la primavera: su júbilo de vivir después de un invierno se oía en todo el bosque.
¡Qué pájaro bendito era aquella Rere! Y los hijitos de Rere habían sido siempre los
primeros empollados; y también esta vez sucedía lo mismo. Rere se los mostró con or-
gullo a su vecina, después de haberse saludado las dos Ñuques.
La Ñuque Rere, naturalmente, se sintió contenta al ver que su vecina le alababa a los
hijos, pero pronto notó que la Ñuque Carüpotro estaba triste y que le corrían las lágrimas,
empapándole el pechito. ¡Pobre! Y la Ñuque Carüpotro dijo:
–El invierno se va demasiado tarde para mí. ¿O será que me quieren engañar
mostrándome días bellos y suaves de primavera? El sol calentaba tanto hace poco que
puse mis huevos. ¡Pero fue pronto, demasiado pronto! Apenas me fui del nido y demoré
un poco en hallar alimento, Nieve y Helada se unieron para tapar a mis hijos en sus
pequeñas cascaras y los helaron por completo. Ya no oigo sus vocecitas. Y en todas las
primaveras me toca la misma mala suerte. Muy pocos hijitos puedo criar. ¡Ay, ay de mí, la
Ñuque Kesh-Kesheñ! ¡Tú, vecina Rere, que eres una criatura de Dios, ayúdame por favor
a salvar a mis verdes potrillitos, porque nuestra familia va a extinguirse! Mi Señor Esposo
relincha con toda despreocupación al ver que se está derritiendo la nieve. Para él, todo es
parranda: poco lo vemos en casa y parece algo haragán. Por eso es tan gordo el
Carüpotro.
En esto, se oyó relinchar al Chau Carüpotro, como un potrillo que llama a su madre.
Mucho lamentaba todo aquello la Rere, que ya se preparaba para la segunda
empolladura. Y como tenía un corazón noble, preguntó:
–Lo que me pidas. Eres una criatura de Dios y velaré por ti. Mientras golpeas y trabajas
en la madera seca, yo te guiaré, te avisaré. Si viene un enemigo, lo sabrás con tiempo.
Primero mis hijos, después tú. Pero sé buena.
–Bueno, muy bien. Tengo un regalo para ti. Una frazada, para ti y para tus hijos. La
frazada milagrosa de la familia Rere. Ésta dejará tus huevitos calentitos mientras buscas
alimento, sin que te reemplace mientras tanto el Chau Carüpotro, como se hace en las
buenas familias. Siempre la he usado en casa y me haré otra inmediatamente. Cuando
salgo tapo mis huevitos, los dejo bien abrigados. Esta frazada es muy buena: te servirá
igualmente para tus potrillitos verdes cuando hayan nacido. Aquí, en la mahuida, los hijos
necesitan mucho calor. Calorcito... Una sola cosa te ruego: como quizás tengamos a
nuestros hijos al mismo tiempo, con las mismas frazadas, pon una seña en tu nido para
que no me desoriente y empolle quizás verdes potrillos. Muy sensible es mi Señor
Esposo. Y así, te ayudaré de todo corazón.
–Realmente, eres una criatura de Dios. Mis huevos los quiero empollar... ¿sabes?... Los
quiero tener con tu ayuda, bajo tu frazada. Y la marcaré bien.
Entonces, la Ñuque Rere trajo una frazada abrigada, hecha por ella y, para marcarla, le
puso las primeras florecillas de la mahuida. Y sobre ellas, colocó las mejores plantitas
medicinales que pudo hallar la amistad más fiel de la selva. Y dijo:
–Así marcada tu frazada, no me equivocaré con mis huevitos y mi nido. Márcala siempre
así, no más.
La Ñuque Kesh-kesheñ, mientras tanto, se abrigó bajo la frazada y cuando se sintió muy
cómoda, dijo, algo llorosa:
–Una bendición me has traído. Ningún Carüpotro te lo olvidará en adelante, buena Ñuque
Rere. Que tengas lindos hijos.
–En tu voz, algo triste, adivino que tienes otro deseo. Dime, habla, ya sabes que soy tu
amiga. Te escucho, te escucho.
Y en esto la Carüpotro relinchó tan alegremente que la Rere comprendió: ella había sido
siempre quien anunciara la primavera; pero ahora dijo, para consolar a su amiga:
–Verdaderos hijos del dios serán los Carüpotro en adelante. Y desde hoy, serán los
heraldos de la primavera, apenas saquen las cabecitas del nido. Porque entonces será
precisamente la primavera.
142 CESAR A FERNANDEZ
Y así le procuró a la Ñuque Carüpotro el gran orgullo de que antes gozaba la estirpe Rere.
En toda la leme (selva) se supo:
Y desde ahora, son inseparables ambas amigas y las florecillas y plantitas son muy
hermosas: les dan alegría y salud a sus crías y de debajo de la abrigada frazada salen
hijos fuertes y sanos. Más aún: no hay ladrón que se atreva a robarlos. ¿Quién sabría
mirar debajo de flores y plantas? ¿Y no podría estar también ahí quizás el Chau
Carüpotro, quien también aprecia la frazada apenas hace frío? Muchas veces saca la
cabeza de allí la Ñuque Kesh-kesheñ, llamando así: «Sigue, sigue trabajando, amiga mía.
Una guardiana fiel tienes en mí, que te debo toda mi suerte. Gracias, querida».
Por esto, los nidos de ambas estirpes están muy cerca el uno del otro y una de las
madres debe vigilar y la otra martillar y trabajar tranquila. Pero quien se siente agradecida
siempre es la Ñuque Carüpotro.
Nota: No ha sido posible saber de qué pájaro se trata. Porque la llamada «anunciadora
de la primavera» es la Diuca. Los araucanos dicen que el Carüpotro o Kesh-kesheñ es
otro pájaro y no la Diuca (Fringilla diuca), pero lo conocen como carüpotro sólo por su
relincho y no le dan otro nombre según mis averiguaciones, que prosiguen. Puede ser que
el Kesh-kesheñ provenga de las palabras ya explicadas «kesh-kesheng» (manchado
como tigre), por ejemplo.
CUENTAN LOS MAPUCHES 143
DE JUAN
Juan salió a buscar trabajo. Salió y caminó bastante. En la costa de un arroyo, del otro
lado, había una chica. Tenía una tina grandota y estaba lavando. Entonces le grita:
El muchacho se arrimó a la orilla y entonces se paró el agua y pudo pasar. Ya del otro
lado le dice a la chica:
–El papá tiene trabajo. Necesita un peón. Quédate bajo la tina y yo voy a avisar a mi
papá.
El joven se quedó bajo la tina y ella se fue corriendo a avisarle al Cherufe y a su mamá.
Al otro día a la tarde tenía que estar blandita como una papa. También le dieron un tacho
con el que tenía que cargar un carro de plumas.
La muchacha que lo encontró se llamaba Estrellita, la otra Sol y la otra Luna. Tres hijas
tenía el Cherufe.
Entonces el joven se novió con Estrellita. La chica, cuando estaba mirando la piedra, le
dice:
Antes del mediodía tenía que llegar con dos carros de plumas.
Entonces Juan salió con el carro. La muchacha lo siguió con una varillita.
–Este no es trabajo suyo. Mañana me va a tener que traer la piedra blandita como una
papa.
–En el corral hay un caballo de siete colores. Traémelo. Así que en la noche se fue a
buscarlo donde la muchaha le había dicho.
–¡Estrellita! –decía.
–¡Sol!
–¡Luna!
Cada vez que las nombraba, éstas contestaban. Se le iba secando la saliva y cada vez
hablaba menos. Para esto la muchacha ya se había ido con el novio. El Cherufe, que se
había quedado medio dormido, despertó y como Estrellita no contestaba fueron a verla.
Pero no estaban ella ni tampoco Juan. Entonces dice:
Mucho habían andado Juan y Estrellita. La madre los estaba alcanzando. Los dos novios
iban en el caballo de los siete colores. Entonces Estrellita tiró unos pinceles y un peine y
se hizo una laguna. Andaban dos patitos nadando en el agua. Y la vieja no pudo cruzar y
ahí se atascó, en la laguna que había. Y se volvió a la casa porque no pudo pasar el
agua.
–Viejo –le dice–; no los pude alcanzar. Lo único que encontré fueron dos patitos nadando
en una lagunita y ahí no pude pasar más.
–¡Esos no eran patos! La pata era Estrellita, el pato era Juan y la laguna era el caballo de
siete colores. Sígalos, vieja, aunque sea la pata me la trae para comer.
Y salió otra vez la viejita. Lejos los volvió a alcanzar. Miraron para atrás, tiraron un peine y
una gran cerrazón envolvió todo.
Llegaron a un lugar donde el muchacho tenía la casa. Dos días estuvieron allí. Entonces
como el muchacho quería ir a una fiesta, dejó a la novia en casa de su madre.
–Mira, nunca te dejes besar la cara del lado derecho, porque me vas a olvidar. Te vas a
volver gallito.
En eso estaba bailando cuando le dieron un beso. Olvidó la novia que le había salvado la
vida. Se olvidó. Y ya se armó casamiento con la chica que lo besó. Ya pusieron la mesa
para colocar los regalos. Ya invitaron gente.
Se enteró Estrellita y para allá se fue. Llevaba una pollita y un pollo de cada lado del
brazo. Entonces, cuando estaban todos reunidos, dice:
Le dieron permiso para hacer la prueba. En cada esquina puso un animalito. Estaba la
novia que había llevado para casarse. Entonces la pollita dice:
–¿Te acordás, gallito ingrato, cuando te dejé abajo de una tina, cuando usted andaba
buscando trabajo y cuando hice secar el arroyo para que pudieras pasar?
Entonces dice:
–¿Te acordás, gallito ingrato, cuando mi papá te mandó llenar el carro con plumas?
–¿Y no te acordás cuando yo llamé a todos los pajaritos y llenamos el carro con plumas?
–¿Te acordás, gallito ingrato, cuando yo te dije que agarráramos un caballo de siete
colores?
–¿Te acordás, gallito ingrato, cuando mi mamita nos había seguido y tiramos unos
pinceles y un peine, el caballo se volvió una laguna y nosotros dos patitos?
–¿Te acordás, gallito ingrato, cuando la mamá nos siguió a un lil y se murió ahí?
–¿Te acordás, gallito ingrato, cuando yo te dije que no te dejaras besar el lado derecho de
tu cara?
Y se abrazaron. Entonces Juan se casó con Estrellita y la segunda novia fue madrina de
casamiento.
En el principio fue así. El hombre era pobre y salió a buscar trabajo. Se llamaba Juancito.
Salió al mediodía. Caminó a pie en el desierto. De repente sintió aullar a los perros.
Venían tres perros. Y venía el zorro. Al frente venía el zorro. Entonces él los espantó.
–¡Salgan de acá!
Y les empezó a tirar piedras. Con la lengua afuera estaba el zorro. Entonces el zorro
quiso hablar como persona.
–Bueno, amigo, si usted tiene un problema algún día, yo lo voy a salvar –le dijo.
Y ahí se despidieron.
Siguió el camino y hacia la tardecita se encontró con el ñanco. Una punta de jotes lo
estaban atacando, le querían sacar un animalito muerto. Entonces Juan llegó y los
espantó. El ñanco en agradecimiento le dijo:
–Adonde voy a encontrar trabajo, adonde voy a encontrar gente, adonde voy a estar.
–Adonde voy a hallar gente. Algún puesto, tal vez –iba pensando.
Entonces llegó a un arroyo. Había una lagunita y ahí llegó Juan. Orillando el agua había
un pescadito. Una truchita. Y la echó al agua. Después que nadó un poco se acercó
adonde estaba Juan y le dijo:
CUENTAN LOS MAPUCHES 147
–Descanse acá. Si por algún caso llega a tener un problema, yo le voy a ayudar.
Así le dijo el pescado. Y esa misma tarde fue a encontrar un trabajo. Llegó a una cueva
grande. Había una puerta y ahí salió una señorita. Era la hija del Cherufe.
–¿Qué quiere?
Y ahí se quedó el hombre. Desesperado, con hambre. Y la chica fue a avisar al papá.
Y se quedó esa noche. Al otro día, a la mañana, tenía que recibir la orden.
El contrato era así: Juan tenía que esconderse tres veces. Si la chica no lo encontraba
una vez, entonces él se salvaba y ganaba todo.
Pero adonde esconderse. Se fue al lago a pensar. La truchita lo vio y entonces hablaron.
Entonces pasó que la hija del Cherufe tenía un largavista y con eso miraba. Ella adivinaba
siempre adonde se escondían los pretendientes. Tenía ese don. En cualquier lugar que se
metieran, ella los veía. Por eso ninguno había podido ganar.
Tenía que esconderse bien el hombre. Y se fue atrás de una piedra grandota.
Entonces la hija del Cherufe con su largavista se fue al cerrito. Desde allá miraba.
Al otro día, antes de que aclare ya tenía que estar en el cerrito. Y en seguida lo vio.
Después fue a ver al ñanco. Lo encontró y le pidió ayuda. Pero le fue como con el
pescado.
Y el último era el zorro. Era viejito. Tenía todos los pelos morados. Había una zorrería
grande. Entonces le preguntó al zorro viejo cómo podía ayudarlo para esconderse, para
que no lo vieran. Era la última oportunidad. Si no perdía y lo mataban.
148 CESAR A FERNANDEZ
–Usted tiene que ponerse donde está esa chica. Debajo de ella. Vamos a escarbar. Hay
que hacer un hoyo grande. De noche. Bien despacito y abajo. Ahí no te va a encontrar.
Y así pasó no más. La chica miraba y miraba. Todo un día se lo pasó buscando. Al final
tiró el largavista y perdió.
Y Juan quedó con todo. Quedó con cuanta plata había, se quedó con la señorita.
Atapay el viejo había buscado los mejores ayudantes: Pishmaihuile y Concuimahuile eran
buenos chequeros. Aquél era puntero, éste rectificador, ambos muy certeros.
En adelante, Atapay el viejo ganaba y llegó a tener mucha plata y muchos animales.
–Estoy muy cansado por haber jugado a la chueca y quiero dormir –dijo. Se levantó y
salió afuera para orinar.
Pasado mucho tiempo lo encontró uno de los Meñcholonco que trató de rescatarlo, pero
no pudo vencer a Traro.
Hicieron, pues, bailar así sus caballos en derredor de Traro. Este, entonces, miró para
todos lados. En el momento de hacerlo cortaron las ataduras a Pishmaihuile. Le pasaron
el cuchillo y así le cortó la cabeza a Traro. Entonces Pishmaihuile logró su libertad.
Después dijo:
–Este Traro me había traído para matarme en los confines del mundo. Ahora me he
escapado. Le voy a sacar los ojos y las alas.
Como había dicho, pues, le sacaron, ¡ay! los ojos y, ¡ay! las alas a Conatraro.
Pishmaihuille tomó los ojos para bola chuequera y de las alas hizo palos de chueca.
–Gracias, pues, amigos. Por vuestra habilidad y astucia me libré de morir en los confines
del mundo– dijo Pishmaihuile a los Meñcholonco. Así se saludaron y se despidieron.
También estaba lastimado en el lomo, porque volvió después de tantas y tan largas
jornadas; después de tantos años.
Con mucha dificultad llegó a su tierra; luego fue a su casa, pero no encontró a su mujer.
Allí pasó la noche.
Yendo por el camino pasó junto a la casa de Sañi. La vieja lo vio pasar. Vuelto a casa el
viejo Sañi se le refirió que había cruzado un hombre de edad junto a la casa.
–¿Por qué pasó junto a mi casa este hombre malvado?– se preguntó Sañi.
Atapay el viejo no conoció al que había sido su amigo, tan viejo que estaba. Pero su
mujer, al mirarlo, lo conoció y reconoció en él a su marido de antes. Después se le dio de
comer.
–¿Para qué miras siempre al hombre, malvada? ¿Lo has visto tal vez antes, por qué lo
mirás?
–Así es, pues, forastero. A uno de mis hermanos me lo llevaron a los confines del mundo.
¿No lo habrás visto, tal vez?
–Muy buen chuequero había sido mi pobre hermano– contestó Atapay el viejo–. ¿Solías
tal vez entrar como jugador en el palín?
–En dos días debo entregar lo que me ganaron; me he perjudicado mucho en animales y
en plata. Cuando entregue lo que me han ganado, entonces ya no juego porque voy a ser
pobre– dijo Atapay el viejo.
Casi al oscurecer Pishmaihuile volvió a su casa. Pasó otra vez junto a la de Sañi.
Entonces la vieja de Sañi lo vio y se lo dijo a su viejo. Este se enojó, fue a tomar su
boleadora y derribó el caballo del hombre de edad. La bestia coja se maneó con el
boleador y cayó.
–Me hacés mal. Hiciste caer precipitadamente a mi pobre caballo –le dijo a Sañi.
Este contestó:
–Muy mal hombre sos, Sañi. Si hubiera sabido que te enojabas, no habría pasado por tu
terreno –le contestó.
En seguida, Pishmaihuile desmaneó su caballo, tiró la boleadora, montó otra vez su bestia
y volvió a su casa.
Dos días después, Pishmaihuile sacó su plata de donde la tenía enterrada, la limpió,
ensilló su mejor caballo, le puso la cabezada con frentera, el freno con copas laterales y
colgadura, los estribos tolto con tubos de plata. De manera que brillaba el caballo del ya
viejo Pishmaihuile y así fue a ayudarlo a Atapay el viejo en el juego de la chueca.
Otra vez pasó junto a la casa de Sañi. Entonces, otra vez lo vio la vieja Sañi.
–Lo voy a saludar. ¿De dónde será el hombre? – dijo y se puso al costado del camino.
–¡Ah!, ahora me saluda este buen hombre; hace dos días me boleó el caballo muy
malvado. Metete en tu casa –le dijo a Sañi.
Lo atropello con el caballo. Entre las patas lo tenía como envuelto y se le movía adelante
el pobrecito, de manera que andaba debajo del vientre de la bestia, hasta que alcanzó a
meterse de nuevo en su casa, con el cuerpo todo molido y lastimado que daba lástima.
–¡Pues bien! Haceme el favor, con un ayudante estoy completo –dijo Atapay el viejo.
–Déjalo, no más.
Entonces jugaron todo el día. Llegaba a él la bola. Pishmaihuile la tiene fuera de la raya.
–A este malvado hay que tomarlo de las mechas, amigo –dijo Tiuque.
–Yo me encargo de eso –dijo el valiente Tiuque, acercándose a Pishmaihuile, pero éste
otra vez asestó el golpe.
Entonces Tiuque se agarró de sus cabellos y hasta se colgó de ellos. El otro no le hizo
caso y le pegó otra vez a la bola.
De nuevo Tiuque hizo otra vez la maniobra. Entonces Pishmaihuile lo tiró entre las piernas
de Atapay el viejo.
Después, en la última jugada, Pishmaihuile hizo pasar la bola otra vez por la raya y dio
vítores.
Luego dijo:
–Hace mucho tiempo Conatraro me llevó al fin del mundo para matarme. Pero estoy vivo.
Hice de su ojo bola chuequera, y palo chuequero de su ala. Pishmaihuile vive, aquí me
tienen, amigos.
CUENTAN LOS MAPUCHES 153
Después dio un salto, fue corriendo hacia el río y se tiró al agua, así como estaba. De esta
manera terminó su existencia Atapay el viejo.
Pishmaihuile se hizo dueño de todos los objetos apostados, repartió la mitad de la plata
ganada con Concuimahuile, con Ñanco Grande y Ñanco Chico y tomó otra vez a su mujer
por esposa96.
96
Este cuento fue editado por Félix José de Augusta en Lecturas Araucanas (1935) y como artículo
en Publicaciones del Museo de Etnología y Antropología (1920), en ambos casos en versión
bilingüe. El texto es acompañado de una serie de comentarios que se transcriben. "Este cuento,
cuyo origen argentino nos asegura su relator, es, a nuestro parecer, uno de los más bonitos que se
han publicado. Con divertida naturalidad retrata unos tipos especiales del carácter del mapuche y
la manera como se dan en las diferentes situaciones de su vida social.
Allí actúan unos individuos que llevan nombres de pájaros conocidos, sin que se pueda asegurar si
estos individuos son ideados como gente o como verdaderos pájaros. Esta ambigüedad es
especialmente graciosa.
El matrimonio Sañi se merece su nombre por su rústica impertinencia. Sañi es sinónimo de
«chingue» (zorrino). Este hombre Sañi es el mapuche guapo, explosivo, receloso de sus intereses,
aunque, por otra parte, no le importa perjudicarse a sí mismo con sus borracheras y torpezas. Su
vieja congenia muy bien con él y le comunica fielmente toda observación que ella hace. Tampoco
le falta al hombre astucia para hacerse amigo con los nobles de su raza, porque eso linsojea su
orgullo y le conviene para que le conviden un trago o un plato de comida cuando tiene hambre.
Tan noble es Pishmaihuile, el héroe del cuento, sin duda hermano con Concüimaihuile. Con mudo
fatalismo Pishamihuile se rinde en su mala suerte, cuando su adversario Conatraro se lo lleva
amarrado al fin del mundo para matarlo: piensa y piensa en su desgracia sin fuerza para hacer
nada. Pero tiene amigos, los Meñcholoncos; esos no son sino los pajaritos «chingólos». Primero
encuentra uno solo de estos pigmeos, trata de librarle, no alcanza nada. Más tarde ve una bandada
de éstos sus amiguitos. Aunque Conatraro, que no es otro que el mismísimo «traro» (ave), es muy
temible para los pájaros chicos, ellos conocen los modos de su enemigo y no carecen de instintos
que los habiliten para defenderse unidos del más poderoso y para molestarle.
Cuando el traro descubre un nido, p:e. de «tregles» (o jardineros) y se pone a saborear de sus
huevos, los dueños del nido y sus semejantes se juntan rápidamente en gran número y lo molestan
con su gritería, y los más valientes hacen ataques repentinos contra él.
Los Meñcholoncos o «chingolitos» conocían muy bien la curiosidad del traro y la desenvoltura de
su nuca, que le hacen mirar continuamente por todos lados y le permiten doblar su cabeza hacia
atrás. Aestas propiedades de su enemigo le ajustaron su estratagema, que era: iban a rodearlo y a
girar alrededor de él, haciendo bailar sus caballos. Este movimiento gracioso había de distraer la
atención del «traro» para olvidar un momento la presa que llevaba, o continuado por un buen rato,
había de emborracharlo por la monotonía del movimiento. Y así sucedió: alcanzaron a cortar las
amarras de Pishmaihuile y empuñarle la cuchilla, y éste a cortar la cabeza a su terrible rival.
Pishmaihuile queda libre y no deja de expresar su gratitud a los Meñcholoncos. sus libertadores,
los cuales, en seguida, se despiden de la escena sin volver a aparecer.
Muy característica es la conducta de Pishmaihuile en el incidente con Sañi. En el primer encuentro
sabe humillarse; en el segundo se le derrama la bilis y. en su justa indignación, deja bien chico a
este sinvergüenza tomándole entre las cuatro patas de su brioso caballo que monta entonces.
Atapay, el viejo, es otro tipo, ya conocido en los cuentos de los indígenas. Es el viejo
malhumorado, cicatero y avaro, que hace trabajar a otros para su utilidad, y en cuanto tiene en su
mano la dicha de sus prójimos, aunque sean sus propios hijos, la destruye por pura malevolencia.
Aquí, en el presente cuento, su papel, en parte, no es bien claro; especialmente no se explica el
motivo que lo hizo echarse al agua, cuando Pishmaihuile, después de su victoria, se dio a
154 CESAR A FERNANDEZ
Cuentan97 que una vez dos hermanos quedaron huérfanos de madre y de padre.
Quedaron solos los dos, enfermos de tristeza. Así estaban, cuando se acordaron de su
tío, Latrapay Viejo le llamaban. De modo que uno de ellos le propuso al otro:
–Vámonos a lo de nuestro tío, mi pobre hermano, pues según dicen, aún está vivo.
Como ambos creían que un carancho los había traído de la cordillera para que sufrieran,
se pusieron en camino, llorando por su desdicha.
Al tiempo arribaron a un lago: –Te voy a buscar piojos, che hermano– se dijeron, pero
mientras se despiojaban uno de los hermanos cayó al agua y desapareció. El otro se
lamentaba, desconsolado por esta nueva pérdida, cuando de pronto apareció el ahogado,
a caballo de un zaino brillante, que relumbraba entero con la plata.
Entonces se abrazaron los dos: –Seguramente has criado piojos por haber sentido tanta
pena, te los voy a buscar– agregó. Pero cuando comenzó a hacerlo el otro hermano
también cayó al lago. Y sucedió nuevamente todo, tal como había acontecido con el
primer hermano.
Así que ambos decidieron continuar viaje hasta lo del tío, llorando por su desgracia.
En el camino los encontró el chimango: ¿A dónde van, compañeros?, les preguntó. Tríu,
tríu, tríu.
–Gente como vos no nos habla a nosotros, mal comedor de carne de lomo lastimado de
caballo.
–¡Qué pretencioso el hablar de los buenos señores! ¡Tíu, tíu, tíu!– exclamó el rapaz y se
alejó volando.
Retomaron la marcha, pero en eso apareció el carancho: –¿A dónde van, amigos,
compañeros?, les preguntó.
–Gente como vos no nos habla a nosotros, pájaro comeculebras, mala cabeza de hacha,
mal rebozo moro– , le gritaron.
–¡Qué pretencioso el hablar de los buenos señores! Tral, tral, tral, respondió el carancho.
–Mejor nos vamos a lo de nuestro tío querido, pobre hermano querido... y siguieron viaje.
Entonces encontraron al jote:
–Gente como vos no nos habla a nosotros, mala cabeza pelada, mal comedor de carne
de perro, mal aliento hediondo–, lo maldijeron.
–Mejor nos vamos a lo de nuestro tío querido, pobre hermano querido– contestaron y
siguieron su camino. Fue así que se encontraron al aguilucho.
–Gente como vos no nos habla a nosotros, mal ojo sumido, mal lomo colorado, mal
comeculebras– le dijeron.
–¡Ah! ¿Ustedes son sobrinos de Latrapay Viejo? A la salida del bosque está; casi
llegaron.
Así que continuaron viaje los dos hermanos, relumbrantes de plata, hasta que aparecieron
en una pampa grande, al final de la cual vivían dos mujeres, hijas del Viejo Latrapay. Una
de ellas, que se hallaba afuera de la casa, los vio acercarse y exclamó:
–¡Ay, che hermana, allá vienen dos hombres que relumbran todo enteros!
Aunque la otra no creyó demasiado lo que oía, salió a ver y comprobó que era cierto:
–¿De dónde vinieron esos dos hombres, esos dos hombres que veo? Por aquella
dirección dicen que vivían nuestros dos primos. ¡Bien podría ser que fueran ellos!
156 CESAR A FERNANDEZ
Cuando estuvieron bien cerca los dos hermanos saludaron a las mujeres:
Desmontaron y después de presentarse unos a otras, las tomaron como esposas. Lejos
de allí, el Viejo Latrapay sintió una desazón que le advertía que algo pasaba en lo de sus
hijas, por lo cual envió al zorro a lo de las muchachas.
–Tirandi, tirandi –dijo el zorro– parece que ando dos con mi traserito, que ando tres con
mis orejitas.
Galopando en un petiso tordillo y resoplando, llegó el zorro hasta las dos hermanas, pero
advertidos de su arribo los primos se habían ocultado.
–Buenos días. ¿No hay novedad?, ¿están bien las dos?, preguntó.
–Anda a verlas a las dos hermanitas, me pidió el viejo papito. Precisamente por eso
vengo.
–Seguimos estando bien, de veras. No hay nada de nuevo. Podes volverte ya, zorro.
Regresó por lo tanto el zorro a lo del Viejo Latrapay y le informó que todo andaba bien: –
Vi que siguen estando bien mis hermanas, le dijo. Pero como el Viejo no se convencía
porque le seguían picando las asentaderas, envió al zorro dos veces más, con el mismo
resultado. Al cuarto viaje, el zorro decidió espiar a las dos hermanitas. Frenó su caballo,
dio la vuelta y entró por la parte de atrás. Entonces vio a las dos jóvenes abrazadas con
dos hombres, como gente casada.
–¡Pero si recién llegaron! Mejor volvéte, no más. Recién llegaron nuestro primos, ¿ves?
A todo galope regresó el zorro a casa de Latrapay Viejo y le confirmó la llegada de sus
dos cuñados a lo de sus hijas.
–¿No te dije, vieja? Está bien. Se terminó. Ya me jugaron sucio mis dos sobrinos –dijo el
Viejo–. Bueno. Vas a ir, zorro y les dirás que vengan a voltear un árbol que aquí creció
junto conmigo y que ya casi me aplasta.
El zorro cumplió la encomienda del Latrapay. De modo que los dos hermanos tomaron
dos hachas que les dieron, muy malas, tan malas que ni siquiera se clavaron un poquito:
–¿Cómo vamos a cortar el árbol con estas hachas sin filo? Mejor será llamar a las dos
hachas sagradas, entonces sí lo vamos a cortar. Y vos, zorro, nos vas a ayudar. Este
aceptó y los dos hermanos invocaron a las dos hachas sagradas para que descendieran
del cielo: –Bajen ya, pues, hachas mágicas. ¡Nosotros dos, pobres, andamos sufriendo
tanto! ¡Favorézcannos, pues!, lloraron y cantaron ambos.
El árbol era muy ancho también, así que uno de los jóvenes lo tomó de la parte de arriba y
el otro por la parte de abajo y rápidamente lo cortaron y el árbol cayó.
CUENTAN LOS MAPUCHES 157
–¡Andá, che zorro! Decíle a mi tío que cayó el árbol que creció con él.
Cumplió el zorro el encargo. El Viejo se lamentaba porque los sobrinos habían logrado
cortar el árbol. Entonces se le ocurrió otra idea y se la comunicó al zorro:
–Hay, pues, una piedra que creció junto conmigo que siempre está por rodar y
aplastarme. Anda a decirles a los dos cuñaditos que tienen que hacerla rodar.
Allá fue el zorro a transmitirles el pedido del Latrapay Viejo. La piedra era grande como
una casa y aunque la empujaban, no se movía ni un poquito:
–¿Cómo la vamos a mover, pues, si es tan grande y tan alta? Vamos a llamarlos, al viento
oeste y al viento norte.
–¡Vengan bajando, vengan bajando, viento norte, viento oeste! Pues nosotros dos,
pobrecitos, andamos sufriendo mucho. ¡Favorézcannos, pues!
En eso se formaron una nubecitas suspendidas. Llegó el viento haciendo temblar la tierra.
Empujaron entonces la piedra, ayudados por el zorro y por el viento, hasta que finalmente
la pesada roca se movió y rodó cuesta abajo.
–Están, pues, mis dos toros salvajes, que casi siempre me atacan y me quieren matar.
Andá a decirles a mis sobrinos que los deben matar.
Fueron los jóvenes a buscar dos lazos para atrapar a los toros que medían una brazada
cada uno. Los lazos que encontraron eran muy chicos y poco les servirían para
convencerlos. Cuando los toros olfatearon gente bramaron con tanta furia que los tres
salieron a escape.
–Vamos a llamar a los dos perros pastores, che, porque si no los toros nos matan.
Invocaron a los dos perros pastores:
–¡Bajando ya, perros pastores! ¡nosotros dos, pobres, andamos como enfermos! ¡Bajando
ya, pues, perros pastores! ¡Favorézcannos, sí!
Así fue que bajaron del cielo dos cuzquitos que se enfrentaron a los toros y éstos los
devoraron, los tragaron vivos. Pero al llegar adentro de la panza, los perritos se comieron
la carne y se bebieron la sangre y entonces los toros se cayeron muertos. Los dos
hombres les quitaron el cuero y rescataron a los cuzquitos, que regresaron al cielo.
Mientras el zorro corría a la casa del Viejo Latrapay, los hermanos cortaron la carne de los
toros e hicieron charqui para llevarlo a las esposas. El viejo tío se enfureció al enterarse
del triunfo de sus sobrinos e inmediatamente tomó el camino de la casa de sus hijas y
cuando llegó, las mató a las dos infames, perversas. Las dejó muertas, una cada lado del
fogón, cubiertas con sus cobijas como si estuvieran acostadas.
158 CESAR A FERNANDEZ
Los dos hermanos volvieron con el charqui pero no vieron a nadie en la casa. Uno se
apeó ligero del caballo, miró adentro y vio muertas a las dos mujeres. Palmeaban sus
manos en señal de dolor, puro llorar:
–¡Estamos muy mal, hermano, hermanito querido! ¡Ay, ay, ay! Murió nuestra buena
esposa, sí, hermanito querido, ay!
Ciegos de pena, decidieron llamar a la noche de invierno de la olla, que duraría cuatro
años, para que terminaran todos los males. No podían dejar así a sus esposas, por lo cual
era mejor –pensaron– que desaparecieran todos. Los pájaros los oyeron cuando enviaban
al zorro a buscar la noche de la olla:
Los sufrientes hermanos, resignados a la pérdida de sus esposas, les pidieron a las aves
que no enviaron ya a sus hembras para reemplazarlas. Los pájaros se lamentaban ante
su inevitable fin. Entonces la perdiz reflexionó: si el zorro iba a buscar la noche de la olla,
si la traía metida en una alforja, si andaba el zorro en su tordillo tan espantadizo... pues
ella los esperaría en el camino y asustaría al caballo y tal vez así se caería la alforja y se
rompería la noche de la olla.
Los demás estuvieron de acuerdo con el plan y la animaron a llevarlo a cabo. Así que la
perdiz dejó pasar al zorro montado en el tordillo por la angosta huella de un pedregal y
chilló ¡pi, pi, pi! El petiso, alarmado, arrojó al zorro al suelo y pegó la vuelta.
Y así fue como –dicen– se rompió la noche de la olla. Todos se salvaron. Por eso viven
los pájaros, en verdad98.
98
De una nota aparecida en la revista Crisis (1975, p. 52) se rescata este comentario: "El cuento
de los dos hermanos es un epew, es decir, un relato de origen, una narración mítica donde se
describen una serie de acontecimientos protagonizados por héroes culturales.
Aunque existen varias versiones anteriores, la recogida por Perla Golbert es la más completa. Su
informante, Damasio Caitruz, vive en la tribu de Ruca Choroi, ubicada a 18 kilómetros de Aluminé
(Neuquén). Tiene 68 anos y el cuento le fue relatado por Luisa Wenuman, su abuela, que siempre
vivió en la cordillera. Lejos de ser un simple patrimonio de los memoriosos, el «epew» refleja
muchos de los acontecimientos de la vida cotidiana. Aparece –dice Golbert– la pauta ideal del
matrimonio cruzado entre primos: también se habla de que habían criado piojos, por la tristeza.
Hablando con don Damasio le pregunté qué podía significar eso, y me dice: –No, no significa nada,
es que ocurre; a mí cuando se me murió mi mujer, me bañaba como siempre, pero he criado
piojos–. Si les pica algo, un brazo, un antebrazo, eso lo toman como señal de alguna cosa que va a
suceder. Está lleno de ejemplos del tipo de creencias que tienen actualmente. Hay un ruego allí al
viento norte, al viento sur, al este y oeste, y eso se da en los ruegos, en general. Tienen una
especie de división en cuatro, que es el número, además, de los indígenas americanos.
El cuento fue grabado en araucano y luego transcripto con ayuda del informante quien,
paralelamente, traducía al español cada trozo".
CUENTAN LOS MAPUCHES 159
Nota: Texto narrado en lengua mapuche y traducido al español por el relator, Damacio
Caitruz (56 años). Ruca Choroy (Neuquén), 1964. Versión literaria de Inés P. Simons.
EL KOTÜR
Publicado por Ana Fernández Garay, 1991.
Decía que una vez un hombre llegó de visita al hogar de la familia de una joven mapuche,
montado en un bonito caballo hecho completamente de pura plata, que dejó atado a un
palo.
A escondidas, la joven salía de la casa para conversar con el hombre; hizo esto varias
veces sin que su madre supiera cómo se las arreglaba para escaparse, hasta que una
noche la niña desapareció para no regresar.
El hombre era el Kotür y durante el viaje a sus dominios le pidió: "Búscame piojos", deseo
que la asustó mucho, ya que él era calvo.
A la noche, el Kotür se durmió, roncando, recostado sobre la falda de la joven, pero ella,
temerosa, huyó silenciosamente; cada tanto se detenía para escuchar con atención si el
Kotür seguía descansando, y como lo oyera continuar con sus ronquidos, se alejó
velozmente por el mismo camino por donde la habían traído. Corrió media legua,
volviéndose de vez en cuando para mirar hacia atrás y, entonces, lo oía roncar.
Durante su huida el Kotür la persiguió convertido en rápido viento hasta que, al fin, la
alcanzó; allí estuvo sentada un largo rato, ya no podía caminar más. Cuando el hombre
llegó, le preguntó:
–¿Por qué escapas? Yo te aseguro que vas a ser persona de bien, así que venite
conmigo. Y la volvió a llevar a su casa donde él vivía con su pueblo. La gente le tenía
mucha lástima, pues la veían deambular triste y dolorida; se acercaron a ella y
comenzaron a despiojarla, aunque ella les aseguraba que jamás había tenido piojos. Para
su sorpresa, le sacaron un plato lleno de piojos y repitieron esta tarea una y otra vez.
99
Se trata de un texto ranquel de gran valor etnológico y del que se dispone de una sola versión,
tal como lo señala Ana Fernández Garay (1991, p. 2). La investigadora interpreta que el mismo
pertenece a la cultura mapuche. Para ello se basa en tres aspectos significativas: es una
recreación del epeu mítico del Shomalhue, en el hecho de que en la narración se presentan las
reglas matrimoniales propias de la vida social de ese pueblo y, además, se reconocen en su
estructura literaria las funciones básicas del relato mítico. De modo especial es de destacar que
"La sustitución de Shumpall, dueño de las aguas, del lago, o del mar, por Kotür, no sería más que
una mutación de un personaje extraño del ámbito mediterráneo en el que se movieron los
ranqueles. Otra sustitución evidente entre ambas versiones es el pago matrimonial, ya que en la
versión chilena Shumpall ofrece peces y mariscos, mientras que en nuestra versión Kotür envía a
los padres de la joven una manada de yeguas blancas".
160 CESAR A FERNANDEZ
–Anda para allá– le ordenaron. Ni bien estuvo ante ellos, les transmitió las instrucciones
recibidas del Kotür: debían carnear una yegua para festajar su casamiento, ni bien les
diera la dote matrimonial y no tenían que reírse de él.
Pero algunos osaron desobedecer el mandato del Kotür y se rieron de él, de su mujer y de
los padres: "Se ríen de nosotros porque tenés un lindo marido", dijo la madre.
Entonces, repentinamente, una fuerte tormenta de piedras cayó sobre ellos hiriéndolos,
en castigo por su atrevimiento100.
Nota: Texto relatado en lengua mapuche y español por Juana Cabral, de Carripilón.
Colonia Mitre (La Pampa) (23 de julio de 1987). Versión literaria de Inés P. Simons.
100
Hay dos motivos de este epeu que se repiten en otros textos: la plata y el piojo. Con respecto al
primero lo hallamos en "Romanceda del lucero". Z. M. Penroz (1986, pp. 225-244) se ocupa
especialmente del tema y plantea la vinculación de este metal con el mundo sobrenatural. El piojo
parece ser un atributo mágico del Kotür que también se encuentra en el texto de Latrapay.
CUENTAN LOS MAPUCHES 161
Léxico
Alpin: "He dicho" o "el cuento se acabó", fórmula empleada para terminar un relato.
Amankay: Vocablo quichua con el que se designa a una planta difundida por todo el
continente americano, aplicable a toda la familia de las amarilidáceas. En la Patagonia se
la conoce también como liuto y pultro.
Anchimallén: Es el espíritu del brujo, pero no tiene funciones diabólicas sino de defensa.
Antü: Sol.
Apol: Comida elaborada con los bofes del cordero o del chivo.
Araucano: Gentilicio inventado por Alonso de Ercilla para referirse a los habitantes del
sur de Chile. Etimológicamente proviene de rag-co, o sea rag "greda" y co "agua", forma
que los españoles pronunciaban como rauco, y que el poeta español transforma en
arauco, araucano, agregándole una vocal. Este procedimiento lingüístico es muy común
en la lengua española, especialmente para los préstamos léxicos de otros idiomas.
Originariamente funcionó como un hiperónimo que incluía a los pehuenches, huilliches,
picunches, moluches. Atapay: Cf. nota 3 del prólogo.
Aukaché: Antropónimo que significa "gente rebelde", de auka, "rebelde", y che, "gente".
Bandurria: Cerro próximo a San Martín de los Andes, una de cuyas laderas termina en el
lago Lácar. Cf. Raqui.
Caicai filú: Ser mitológico que representa el mal; tiene forma de serpiente.
Calafate: Arbusto espinoso de hasta 2,50 m de altura; produce un fruto azulado con el
cual se hace chicha o dulce. Sus raices eran empleadas por los antiguos mapuches como
tinturas en los tejidos. Crece especialmente en la zona cordillerana desde Catamarca
hasta Tierra del Fuego. [Sin: michay] [Berberís darwinii).
Camaruco: Nombre muy extendido, especialmente en Rio Negro y Chubut, para referirse
a la ceremonia del nguillatún.
162 CESAR A FERNANDEZ
Canelo: Árbol cuya altura supera los 12 metros; su fruto es una baya negra con semillas
negras, sus flores son blancas. La entrega de un ramo de canelo es símbolo de paz y de
buen presagio para un viaje. En mapuche se denomina foike o foye (Drymis winteri.
Forst).
Carüpotro: Potro verde, de carü "verde" y potro. Se trata de un ave cuyo nombre
castellano y científico no ha podido ser detectado por la autora del texto: B. Koessler.
Challafe: Alfarero.
Chapelko: "Agua de chapel". Topónimo con el que se designan dos cerros y un arroyo de
San Martín de los Andes. El nombre se debe a la abundancia del arbusto chapel o chepel
(Escallonia virgata).
Chau: Nombre dado por el varón o la hija a su padre; también se usa chachai.
Chau Elchefe: Padre, creador del hombre. Es uno de los nombres de la divinidad
mapuche.
Chauüelli: Nombre del demonio, el espíritu más viejo. También se dice chauülli.
Cheche: Denominación dada por el varón al abuelo materno y a los nietos por parte de la
hija.
Cherufe: Ser de la creencia mapuche que se presenta como una bola de fuego con una
cola larga.
Chueca: Juego mapuche en el que intervienen doce personas por cada uno de los dos
equipos que compiten. Se llama también palín. Tiene cierta similaridad con el hockey.
Chüpeitoro: "Toro salvaje"; vocablo híbrido formado por las palabras "toro" y chüpei,
"salvaje". Se trata de un ser mítico.
Codai: La savia.
Coihue: Árbol de la familia de las fagáceas, de hasta 45 metros de altura, con hojas
lanceoladas y flores de a tres en un pedúnculo. Crece en los bosques andino-patagónicos
de la Argentina y Chile (Nothofagus dombeyí).
Colhué-Huapí: Topónimo con que se designa un lago. Significa "isla", huapí "que se
puede regar", colhué.
Colliguay: Arbusto venenoso cuyo látex produce irritación en los ojos. (Collíguaya
integerríma. Euforbiácea).
Coná: Nombre dado a los jóvenes; antiguamente se llamaba así a los guerreros.
Conatraro: Antropónimo que significa "traro joven", de coná, "joven", y traro, ave similar al
carancho (Polyborus plancus).
Cortar el rastro: Rastrear, seguir el rastro dejado por un animal o una persona.
Cudi: Piedra de moler consistente en un conjunto de dos piedras utilizadas para moler el
trigo, la sal, los piñones, etcétera.
Cuero vivo: Nombre castellano del lafquen trilque o cuero del lago o del agua. Ser mítico.
Cultrún: Es el tambor mapuche. Consta de una caja de madera de miñiu, canelo, lenga,
raulí, y un parche de cuero de caballo, oveja, chivo o guanaco, atado con tientos. En su
164 CESAR A FERNANDEZ
interior suele tener cuatro pequeñas piedras o avellanas. Se lo toca con uno o dos palillos,
especialmente en la ceremonia del nguillatún.
Cüref: Viento.
Cüyen: Luna.
Diuka: Ave muy cantora de color gris, llamada también aurorita (Diuca diuca).
Domo: Mujer.
Epu Angue o Anke: Dos caras, de epu, "dos", y angue o anke, "rostro". Denominación
metafórica del lago Lácar por su característica división entre los dos lagos.
Filú: Culebra, víbora. Nombre dado también a diferentes accidentes geográficos (ríos,
arroyos...) Integra numerosos antropónimos.
Fürüfühué: Pájaro que en la creencia mapuche se hace ver y oír sólo de vez en cuando.
Tiene una voz muy sonora y su silbido se oye a gran distancia. Para los antepasados
mapuches era el nombre poético del viento.
Füta Chao: Una de las denominaciones que recibe el Dios mapuche Nguenechén. De
füta, "grande o viejo", y chao, "padre".
Fta uaría: Gran ciudad, de fta, fücha, füta "grande" y uaría "ciudad". En general, se refiere
a Buenos Aires.
Huaca Mamül: Palo de vaca, de huaca, "vaca", y mamül, "madera, palo". Ser mítico que
adquiere diferentes formas y denominaciones, tales como vivo, lafquen trilque, etc.
Huahua: Vocablo de origen quechua con el que se designa al niño recién nacido.
CUENTAN LOS MAPUCHES 165
Huanguelén: Estrella.
Hue Pillán: Boca del volcán, de huen, "boca", y pillan, "espíritu del volcán".
Huenu: Cielo.
Huesha Cüref Huecufü: "Perverso diablo del viento", de huesha, "malo", cüref, "viento", y
huecufü, "diablo".
Huincha Alhue: Es el ayudante más importante del brujo y constituye el instrumento por
medio del cual puede atentar contra la vida de una persona. Actúa sólo de día.
Iako Shave: Topónimo con el que se designaba la actual laguna Rosales. Con la forma
Iako se denomina la bolsa de cuero para líquidos. Shave es la quinua (Chenopodium
quinoa).
Inca: Gobernante del imperio incaico; por extensión, se dice también de todo jefe.
Ivunche: Ser maléfico, quien ha sido raptado cuando era niño y el brujo lo ha deformado;
es su ayudante.
Jote: Ave de plumaje negro con reflejos azules, semejante al buitre (Cathartes aurea).
Ka leufu: Otro río, de ka, "otro", y leufu, "río". Lugar y río de la provincia de Neuquén.
Kalfü: Azul.
Kalfulemu: Antropónimo que significa "Selva azul", de kalfu, "azul", y lemu, "selva".
Kalfukurá: Piedra azul, de kalfu, "azul", y kura, "piedra". Nombre de uno de los más
importantes jefes mapuches del siglo XIX.
Kallfu Malen: Niñas azules, de kallfu, "azul", y malen, "niña". Son las ayudantes en el
nguillatún.
Katrütre: Topónimo mapuche con el que se designa un río que desemboca en el lago
Lácar. Su probable significado es "hendidura".
Kill-kill: Se trata de un pájaro enviado por el brujo para escuchar y ver. No produce daño.
Kollon Kura: Máscara de piedra, de kollón, "máscara", y kura, "piedra". Se denomina así
a un río y un departamento de la provincia de Neuquén.
Koncho: Título de amistad que se dan dos hombres luego de intercambiar corderos.
Kura: Piedra.
Kurafilu: Culebra de piedra. Ser mítico del agua. El nombre puede haberse originado por
confusión con kuramfilu. Quiso decir que no carnearon en el agua, porque el ganado no
era robado.
CUENTAN LOS MAPUCHES 167
Kuru filu: Serpiente negra del agua, de kuru, "negro", y filu, "culebra o serpiente". Ser
maligno del agua.
Kupulwa: Especie de cuna portátil que la madre carga sobre las espaldas.
Küién: Luna.
Küme Kura: Piedra buena, de küme, "bueno", y kura, "piedra". Se trata de la piedra
sagrada de la familia Namunkurá.
Lafkquén Trilque: Cuero del agua del lago, de trilque, "cuero". y lafkquén, "lago". Cf.
Cuero vivo.
L'ahuentuchefe: Mujer machi que cura con medicinas preparadas con plantas.
Laku: Abuelo.
Lanín: Nombre del volcán ubicado en el límite entre Chile y la provincia de Neuquén.
Liñkaingué: Ojos grandes redondos, apodo con que se nombraba al perito Francisco P.
Moreno.
Machi: Es el shaman, hombre o mujer que tiene la función de curar a los enfermos
utilizando yuyos, infusiones, rezos, cantos y danzas. La ceremonia de curación se
denomina machitún.
Mahuida: Montaña.
Mahuidaches: Montañeses.
Mahún: Lluvia.
Malle: Tío.
Mallín: Terreno herboso ubicado en zona pantanosa o húmeda con abundante agua.
Manzaneros: Nombre con que se designaba a los mapuches que habitaban el sur de la
actual provincia de Neuquén, cuyo centro estratégico estaba en el paraje conocido como
Caleufú, donde vivía Shayhueque.
Melingué: Cuatro ojos, de meli. "cuatro" y ngué "ojos"; apodo dado al perito Francisco P.
Moreno.
Musters: Explorador inglés que recorrió la Patagonia. Viajó 2.700 kilómetros entre los
años 1869-70. Partió del estrecho de Magallanes y llegó a Patagones. Su viaje lo realizó
entre las comunidades tehuelches y araucanas-pampas en guerra con la República
Argentina. Nació en 1841 y murió en 1879. Un lago de la provincia del Chubut lleva su
nombre.
Mutisia: Hierba trepadora de hojas ovaladas y flores cuyos colores van del rosa pálido o
lila al blanco. Crece en la cordillera patagónica (Mutisia decurrens Cav).
Nguenpiru: El que realiza ensalmos para arrojar los gusanos de un organismo vegetal o
animal enfermo.
170 CESAR A FERNANDEZ
Nguillatún: Fiesta anual de rogativas para la protección de las cosechas, los animales,
etc. Cf. Camaruco, Rogativa.
Ngürü: Zorro.
Nonthué: Lago que une sus aguas con el Lácar. Significa "embarcadero", de nont,
"transportar", y hue, "lugar". El topónimo se explica por las características del lugar, ya
que es el camino más accesible para pasar a Chile.
Notro: Arbusto de hasta 9 metros de altura de flores rojas. [Sin: ciruelillo] (Embopthrium
coccineum).
Números mapuches: 1 kiñe; 2 epu; 3 küla; 4 meli; 5 kechu; 6 kayu; 7 regle; 8 pura; 9
ailla; 10 mari.
Ñanco: Elanus leucurus. Ave semejante al halcón o al águila, de pecho blanco y espaldas
pardas; es considerada un ave sagrada.
Ñancolahuen: Hierba medicinal que crece en las altas cumbres patagónicas, de flores
amarillas, compuestas de cinco pétalos. De ñanco, nombre del ave, y lahuen "remedio", o
sea, "remedio del ñanco" (Linum macraei Benth). Linácea; popularmente se la conoce
como estiércol o bosta del paisano, yerba del aguilucho, retamilla, lechuguilla,
merulahuén, etc. Crece en la cordillera andino-patagónica y posee usos terapéuticos muy
variados.
Ñancupán: Antropónimo traducido como "águila león", de ñanco, "águila", y pan. apócope
de pagni "león".
Ñire: Árbol de hasta 20 metros de altura que tiene una especie de barba o tejido
enredado (Nothofagus antartica).
Ñuque: Término de parentesco dado por el varón o la mujer a su madre. También se usa
papai
Paila-ko: Agua tranquila; traducción libre de paila, "de espaldas", y ko, "agua".
Palín: Juego de la chueca. Se trata de uno de los juegos mapuches más antiguos.
Pehuén: Conífera que alcanza hasta 40 metros de altura. Su fruto es el piñón o nguilliú.
Es un árbol de gran importancia religiosa y económica en la cultura mapuche. [Sin: pino]
(Araucaria araucana imbricata).
Pillán: Deidad que vive en los volcanes. También se dice del alma de un muerto que
mora en un cerro o volcán. Puede ser un espíritu benéfico o maléfico.
Pukaullu: Topónimo mapuche que significa "gaviotas"; proviene de kaullu, "gaviota", y pu,
partícula pluralizadora. Nombre del río que desagua en el lago Lácar y antiguo nombre de
San Martín de los Andes y del cerro Curruhuinca.
Pulmarí: Topónimo que significa "diez excavaciones"; de pul, "hueco, excavado", y mari,
"diez". Se refiere a un río, un lago y una estancia de Aluminé en la provincia del Neuquén.
Puntero: Jugador de la chueca o palín que da el último golpe a la bola para pasar la raya.
Puquem: Invierno.
Ranquilche: De rankül "carrizo" (Bot.: Paspalum sp. fam. gramineae) y che, "gente".
Gentilicio con que se denomina a los habitantes de los carrizales o ranqueles, de manera
especial a los mapuches pampeanos.
Rectificador: En el juego de la chueca son los jugadores que golpean la bola enviándola
hacia la raya del equipo contrario.
Rehue: Altar formado por un tronco, árbol o conjunto de árboles en torno al cual se realiza
el nguillatún.
Renü: Salamanca.
Renüpülli: Salamanca.
Ruca Choroy: Casa de los loros, de ruca "casa" y choroy "loro" (Psittacus
leptorhrhynchus). Topónimo. Paraje de la agrupación Aigo (Neuquén).
Rümü: Hierba de flores amarillas, de sabor dulce, comida predilecta de las perdices. Se la
denomina "selva azul", "flor de mayo", "flor de la perdiz" (Oaxalis lobata).
Shompallue: Ser mitológico que vive en el agua, rapta a las jóvenes y se las lleva a su
reino submarino. Le paga a la familia de la mujer con peces, o con animales en el caso
del kotür.
Toki: Hacha.
Toro: Valiente.
Tralka: Trueno.
Trauko: Ser espeluznante, deforme y de larga barba, que habita en bosques, lagos y
montañas.
Traupitol: Hierba con una flor similar a los capachitos chilenos. Cf. Topa topa.
Trentrén: Es la serpiente que representa el bien y que en el diluvio salvó a los mapuches.
El vocablo se registra con diferentes grafías, tales como Threngthreng, Shren-shren,
Tentén, Theg-theg. No hay acuerdo en cuanto al significado del término.
Trewa: Perro.
Triken trikenn: Corteza de árboles, por ejemplo de los coihues, que tienen hendiduras
largas y cortas, consideradas por los indígenas escrituras, mensajes que ya no saben
descifrar.
Tripaniñam: Águila que sale, de tripan, "salir", y ñam, apócope de ñamku, "águila".
Antropónimo.
Trompül: Piedra o cerro de 950 metros de altura ubicado en las proximidades de San
Martín de los Andes. Significa "torcido".
174 CESAR A FERNANDEZ
Tromü: Nube.
Truwi: Vizcacha.
Uenu Chao: Dios del cielo, de uenu o huenu "cielo", y Chao, "Dios". Cognomento de
Nguenechén.
Ueupife: Orador.
Uñoliuetún: Resucitar.
Uün alue: Muerto del alba, nombre de un insecto, de uün, "alba" y alue, "muerto".
Wampus: Canoa.
Veranada: Campo destinado a alimentar los animales durante el verano. También se dice
de la zona donde la familia mapuche pasa el verano con sus animales.
Verkén: Mensajero.
Wesha Huinka: Blanco malo, de wesha, "malo", huinca, "no indígena, blanco".
Yene: Ballena.
Zainu: Zaino.
176 CESAR A FERNANDEZ
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180 CESAR A FERNANDEZ
Indice
PRÓLOGO ........................................................................................................................................................ 5
BIBLIOGRAFÍA ............................................................................................................................................... 17
AUTORES Y OBRAS QUE INTEGRAN LA ANTOLOGÍA ....................................................................................... 21
EN EL TIEMPO DE LOS ANTIGUOS
EL DIOS DEL CIELO Y SUS REBELDES HIJOS...................................................................................... 27
LA LUCHA DE LOS PILLÁN, EN EL VALLE ENCANTANDO Y LA BARBA DEL ÑIRE ................... 29
KALFÜTRAL, EL DERRUMBE AZUL ..................................................................................................... 31
TRENTRÉN Y CAICAI ............................................................................................................................... 32
EL SOL Y LA LUNA ................................................................................................................................... 33
QUIMÉ HUENÚ .......................................................................................................................................... 34
DE LAS CONVERSACIONES ENTRE PAISANOS
DE SALAMANCAS
RENÜPÜLLI, LA SALAMANCA DEL LAGO LÁCAR ............................................................................ 37
LA RENÜ ..................................................................................................................................................... 39
LA SALAMANCA DE ANECÓN GRANDE .............................................................................................. 40
LAS RENÜ DE AUCAPÁN......................................................................................................................... 41
LA SALAMANCA DE CHOS MALAL ...................................................................................................... 41
DE SERES OCULTOS
EL CUERO DE MEDIA LUNA ................................................................................................................... 43
HUACA MAMÜL........................................................................................................................................ 43
DE HECHOS SOBRENATURALES
CALEUCHE. LA CHALUPA DE LAS ÁNIMAS DEL LAGO LÁCAR..................................................... 45
EL RÍO DE LAS LÁGRIMAS Y SU BALSA .............................................................................................. 46
EL PERIMONTU DE KALFUKURÁ.......................................................................................................... 50
KALFULEMU, EL MAPUCHE SIN SOMBRA.......................................................................................... 51
DE CERROS, VOLCANES Y PIEDRAS
LA PIEDRA DEL INDIO ............................................................................................................................. 55
LA PIEDRA SANTA DE CHARAHUILLA................................................................................................ 55
LA CORDILLERA SE ENOJA.................................................................................................................... 56
LANÍN ......................................................................................................................................................... 57
LA MÁSCARA DE PIEDRA....................................................................................................................... 57
LEYENDA DEL COLLÓN CURÁ ....................................................................................................................... 57
LA PIEDRA SANTA DE LOS NAMUNKURÁ .......................................................................................... 59
ALGO SOBRE LA KÜME KURA DE LA TRIBU NAMUNKURÁ........................................................... 59
LOS CACIQUES PETRIFICADOS SOBRE EL AMUN-KAR (TRONADOR).......................................... 61
COPAHUE ................................................................................................................................................... 65
LAGOS, LAGUNAS, RÍOS Y SALINAS
DE COMO SE HIZO EL LAGO LOLOG .................................................................................................... 67
LA LAGUNA DEL TORO NEGRO ............................................................................................................ 69
EL LAGO MUSTERS .................................................................................................................................. 69
LA LEYENDA DEL LAGO RUCA CHOROY ........................................................................................... 70
EL BAJO DEL GUALICHO ........................................................................................................................ 71
LA LAGUNA SUMUNCURA..................................................................................................................... 72
EL TORITO DEL LAGO LÁCAR ............................................................................................................... 72
EL LAGO COLHUÉ-HUAPÍ....................................................................................................................... 73
CUENTAN LOS MAPUCHES 181
LA CIUDAD PERDIDA
LA CIUDAD DEL LAGO HUECHULAFQUEN ........................................................................................ 74
EL LAGO LOLOG ............................................................................................................................................ 74
LA CIUDAD ENCANTADA DEL LANÍN ................................................................................................. 75
LA CIUDAD ENCANTADA DE LA CORDILLERA................................................................................. 76
DE ENTIERROS Y TESOROS
EL REFORÓ................................................................................................................................................. 77
LA NOVIA DEL MUERTO ......................................................................................................................... 78
LA BOLSA DE PLATA ............................................................................................................................... 79
EL CASTIGO DE LOS CHENQUES........................................................................................................... 80
EL CHENQUE DE CERRO BAYO ............................................................................................................. 81
DE PLANTAS
EL CALAFATE ........................................................................................................................................... 83
EL ÑANCOLAHUEN.................................................................................................................................. 83
EL ÁRBOL SANTO DE LA CORDILLERA............................................................................................... 84
POR QUÉ EL MICHAY TIENE FLORES ROJAS Y AMARILLAS .......................................................... 84
NGUILLIÚ................................................................................................................................................... 85
LA FLOR QUIHUEL-QUIHUEL QUE ERA DEL DIOS ............................................................................ 86
ORIGEN DE LA FLOR LLAMADA "MUTISIA" ...................................................................................... 87
DE ANIMALES
LO QUE PASÓ CON EL NAHUEL, LA DOMO Y EL CHÜPEITORO ..................................................... 89
CONTADA DEL TIGRE ............................................................................................................................. 90
EL SALMÓN Y EL MARTÍN PESCADOR ................................................................................................ 91
ACERCA DE ALGUNAS TRADICIONES Y OTROS HECHOS
POR QUÉ DON FRANCISCO (MORENO) DEBÍA HABER MUERTO ................................................... 93
DAMASIO CAITRÚ.................................................................................................................................... 97
EL FALSO MACHI.................................................................................................................................... 104
PARA ROMANCEAR Y ROGAR
ROMANCEADAS
ROMANCEADA PARA LEVANTARSE ................................................................................................. 108
ROMANCEADA DEL LUCERO .............................................................................................................. 108
ROMANCEADA DE PEDIDO .................................................................................................................. 109
ROMANCEADA DE AMOR..................................................................................................................... 111
ÜLKANTUM DE LA SEÑORITA............................................................................................................. 112
TIERRA DE IAPINILKE ........................................................................................................................... 112
VIENEN LOS HUINCAS A NUESTRA TIERRA .................................................................................... 113
ÜLKANTUM DEL MALÓN ..................................................................................................................... 114
LA REGIÓN DEL LLANO ........................................................................................................................ 114
TODA LA TIERRA ES UNA SOLA ALMA ............................................................................................. 115
UNA VEZ BOLEÉ UN AVESTRUZ ......................................................................................................... 116
CANCIÓN PARA DORMIR...................................................................................................................... 116
ROGATIVAS
INVITACIÓN A NGUENECHÉN ............................................................................................................. 117
ROGATIVA DEL AÑO NUEVO............................................................................................................... 117
ROGATIVA PARA PEDIR BUEN AÑO .................................................................................................. 118
ROGATIVA DEL PIÑÓN.......................................................................................................................... 119
ROGATIVA SOBRE EL CAMARUCO .................................................................................................... 120
ROGATIVA AL PEHUÉN MAPU CUSHE .............................................................................................. 121
TRAPIAL TAYÜL..................................................................................................................................... 121
182 CESAR A FERNANDEZ