Perfil Del Suelo
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Ramón Bienes
Instituto Madrileño de Investigación y Desarrollo Rural, Agrario y Alimentario
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All content following this page was uploaded by Ramón Bienes on 03 June 2014.
INTRODUCCIÓN
El hombre se ha interesado por el uso del suelo desde el momento en que se con-
vierte en agricultor, cambiando su existencia nómada por otra sedentaria, cambio que tu-
vo lugar durante el neolítico.
La aparición de la agricultura tiene como primera consecuencia un aumento de la
población, el cual obligó al hombre a actuar sobre el suelo de forma a menudo catastró-
fica, dada la ausencia de conocimientos adecuados, que, en casos límites, conduce a la
degradación, e incluso, a la total desaparición, del suelo.
Silvicultura y Agricultura emergen como conceptos íntimamente relacionados con
la explotación económica del suelo. Pero mientras la primera es una explotación natural,
la segunda lo es empírica. En consecuencia, y mientras no se tuviera los conocimiento
científico del suelo, era imprevisible la respuesta del mismo a las diversas acciones an-
trópicas.
La agricultura itinerante, considerada como la más primitiva, no recupera la fertili-
dad perdida. El empleo abusivo de aguas no aptas para el riego, condujo con frecuencia
a la salinización de amplias zonas.
El interés por el suelo ha estado históricamente ligado al interés por la actividad
agrícola. Así, ya en la China antigua y hacia los años 2357 al 2261 a.C., la dinastía Yao
utiliza un sistema de clasificación de los suelos con la finalidad de distribuir los impues-
tos. Otras civilizaciones antiguas nos han legado también su conocimiento acerca de los
suelos: la cultura sumeria (3000-2000 a.C.), nos ha dejado testimonios en tablillas cu-
neiformes relativos a suelos que se dejan reposar.
Posteriormente, Platón que fue testigo de la erosión de las colinas que rodean a
Atenas advirtió de los daños que esta causaba. Aristóteles (384-322 a.C.), así como su
discípulo Teofrastes (327-287 a.C.) puso especial atención al suelo en relación con la
nutrición de las plantas.
En tiempos de los romanos, la literatura sobre la agricultura fué copiosa, si bien en
su mayoría eran una recopilación de conocimientos preexistentes con interpretaciones
especulativas sobre los resultados pero que de manera sorprendente algunas de las con-
clusiones se han visto después confirmadas.
Entre los escritores romanos, Catón el Viejo (234-149 a.C.), Varrón (116-27 a.C.),
Virgilio (79-19 a.C.) y Columella (siglo I), se ocuparon de problemas agrícolas relacio-
nados con el suelo.
18 RAMÓN BIENES ALLAS
Los romanos pensaban que un suelo es tanto más rico cuanto más negro sea, y que
este color se debe a una sustancia que denominaron humus. También de época romana
es el concepto de cavar hondo y echar estiércol, tenido como una máxima hasta comienzos
del siglo XX.
La cultura árabe, y durante la época de esplendor en la península Ibérica, va a te-
ner lugar el desarrollo de una verdadera ingeniería con un dominio notable del agua, po-
niéndose muchas tierras en regadío.
trabajar la tierra, marcan involuntariamente una división en el suelo: la capa labrada, fun-
damentalmente agrícola, objeto de las labores y en la que básicamente tiene lugar el de-
sarrollo radicular, y las capas profundas. A esta división obedecen las expresiones de «sue-
lo activo» y «suelo inerte», también denominadas «suelo» y «subsuelo», definiciones que
han de ser superadas de una vez por todas y abandonarse definitivamente su empleo.
Cuando un suelo se utiliza de modo irracional, adquieren preponderancia una serie
de procesos que conducen a su degradación. Las consecuencias ambientales, económi-
cas y sociales de la degradación del suelo son muy graves, especialmente en aquellas
condiciones ambientales donde la capacidad de regeneración de los ecosistemas es mí-
nima, como es el caso de las zonas áridas o de los suelos ecuatoriales.
En los ambientes con escasa o nula capacidad de autorregeneración, se hace ne-
cesaria la intervención del hombre. La investigación dirigida al conocimiento detallado de
los mecanismos y factores de los procesos de degradación permitirá el desarrollo de los
métodos y técnicas para frenar la degradación y mejorar la calidad y productividad de los
suelos degradados.
Cuando sólo actúan las fuerzas de la naturaleza («erosión geológica o natural»), por
lo general la velocidad de arrastre de las partículas de suelo es lo suficientemente lenta
como para que la velocidad de formación de suelo compense las pérdidas sufridas, pero
si se rompe este equilibrio a favor de las fuerzas erosivas, el fenómeno se incrementa
considerablemente. Esta acción acelerada es debida, por lo general, a la acción humana
(tala de bosques, cultivos, abandono de tierras, técnicas de cultivo inadecuadas, etc.). Es-
te aumento de la erosión que llega a provocar, incluso, la desaparición del suelo, se la co-
noce como «erosión antrópica o acelerada».
El suelo presenta un espesor que puede variar de unos pocos centímetros hasta tres
metros e incluso más excepcionalmente. Es en este medio donde los reinos animal y ve-
getal establecen una íntima relación con el reino mineral.
Antes de que se reconociese como disciplina independiente a la Edafología o , va-
rias de las denominadas ciencias de la tierra como la Geología, la Geomorfología y la Ge-
ografía, trataron el suelo como una parcela de su dominio. Lo mismo puede decirse de la
Botánica, la Química y la Climatología. Son numerosos los ejemplos de botánicos (suelos
de pradera, de pino...), geógrafos (suelos de costa...), geomorfólogos (suelos aluviales,
de terraza...), climatólogos (suelos templados, de taig,...), químicos, ingenieros, tectóni-
cos, etc., cuyas clasificaciones suponen que el suelo estaba funcionalmente relacionado
con la materia de la disciplina, restando importancia a las propiedades del suelo en fa-
vor de los conceptos relacionados con ellos y los estudiados por tal disciplina.
La fuerte dependencia del suelo de su origen (Geología) y de su utilización (Agri-
cultura), ha hecho que la Ciencia del Suelo, como ciencia independiente, no se haya de-
sarrollado hasta época relativamente reciente.
20 RAMÓN BIENES ALLAS
Básicas
Física
Química Matemáticas
䊱
䊱 䊱
䊱 䊱
䊱 Climatología
Botánica
䊱
䊱
䊱
䊱
De la tierra
Biológicas
䊱
䊱
Zoología
䊱
䊱
䊱
Microbiología 䊱
䊱 䊱 Geografía
䊱
䊱
䊱
Agricultura Ingeniería
Forestal
Aplicadas
Figura 1. Relación entre la ciencia del suelo y otras disciplinas.
El término suelo es conocido por casi todos. Sin embargo el significado de este tér-
mino puede variar de unos pueblos a otros y puede ser definido de múltiples formas. Así,
el agricultor, el ingeniero, el químico, el geólogo y el hombre de leyes brindan diferentes
puntos de vista o perspectivas a su concepto de suelo. También los ecologistas pueden
definir el suelo de forma diferente a como lo harían los científicos. Así pues, vemos que
del suelo existen múltiples definiciones, más o menos precisas.
Aún hoy día, se carece de una definición de suelo aceptada internacionalmente. Lo
que sí se acepta unánimemente hoy día, es que todo suelo se ha formado por el efecto
combinado de cinco factores: clima, relieve, litología, organismos vivos y tiempo.
En la actualidad se define al suelo como un continuum de espacio y tiempo que for-
ma la parte superficial de la tierra. De todas las definiciones que pueden encontrarse en
la literatura, la del USDA (Soil Conservation Service, 1990) es quizás la que refleja más
marcadamente las relaciones entre los suelos y el medioambiente: «los suelos son con-
siderados cuerpos naturales, que recubren partes de la superficie terrestre, que sopor-
tan el desarrollo de las plantas y que tienen unas propiedades derivadas del efecto inte-
grado de la actuación del clima y de los organismos vivos sobre el material parental a lo
largo del tiempo y condicionado por el relieve».
El suelo hay que entenderlo como un sistema abierto, con entradas o «inputs» y sa-
lidas o «outputs» de materia y energía. Los flujos de entrada de energía incluyen la ra-
EL PERFIL DEL SUELO: FORMACIÓN Y CLASIFICACIÓN 21
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Figura 2. Esquema representando la formación del suelo (Kalipedia, Ed. Santillana).
diación solar, la transferencia térmica, los organismos vivos y el aporte residuos que ori-
ginan (estiércol, hojarasca, raíces muertas, etc.), el agua en forma líquida y sólida, los só-
lidos dispersos y los disueltos en el agua, los sólidos dispersos y desplazados por el ai-
re. Los flujos de salidas lo constituyen la pérdida de calor por irradiación, la reflexión de
la luz, la disminución de nutrientes (bien por haber sido captados por la vegetación, bien
por haber sido arrastrados por el agua), el agua de infiltración, la remoción de suelo por
erosión, etc.
Los límites de este ecosistema (suelo) son, no obstante, difíciles de definir. Queda
muy claro que no se trata de un depósito o material geológico, sin embargo es preciso
hacer constar que en ocasiones resulta muy difícil diferenciar en el campo donde acaba
uno y comienza el otro, a causa de los múltiples parecidos y al hecho de que las defini-
ciones del suelo son cualitativas.
Figura 4
Esquema de un suelo mostrando los diferentes
horizontes maestros (dibujo: NRCS).
EL PERFIL DEL SUELO: FORMACIÓN Y CLASIFICACIÓN 23
horizontes que vayan a ser explorados por la masa radicular. Otro tanto cabría decir acer-
ca de las expresiones tales como suelo arenoso o arcilloso, suelo bien o mal estructura-
do, etc., sin especificar si se trata de todo él o sólo de una de sus partes. Por tanto, he-
mos de acostumbrarnos a hablar de horizontes arcillosos, mal estructurados, permeables
o no, pobres o fértiles, etc. más que del suelo en su conjunto.
Como ya se ha dicho más arriba, el suelo se haya constituido por capas a las que
se las denomina horizontes del suelo. Estos horizontes se agrupan en cinco grandes gru-
pos que se nombran mediante una letra. Estos horizontes maestros, de los que todo sue-
lo tiene al menos dos (el A y el C o R), son los siguientes:
Horizonte O
Horizonte A
Este grupo está constituido por horizontes minerales superficiales con acumulación
de materia orgánica en superficie o en zonas adyacentes a ella, pero que el contenido en
materia orgánica no cumple para horizonte orgánico. En ocasiones pueden presentar una
pérdida acusada de arcilla, hierro o aluminio. En ocasiones puede tratarse de horizontes
transicionales a un horizonte subyacente, B o C. Se reconocen las siguientes subdivisio-
nes del horizonte A:
— A1: Son aquellos horizontes minerales formados en superficie o adyacentes a
ella, en los que la acumulación de materia orgánica humificada está íntima-
mente asociada a la fracción mineral. Presenta una coloración oscura.
24 RAMÓN BIENES ALLAS
Horizonte B
Son horizontes subsuperficiales que presentan al menos una de las siguientes ca-
racterísticas:
— Una concentración iluvial de arcilla, hierro, aluminio o humus.
— Una concentración residual de sesquióxidos o arcillas silicatadas, solos o mez-
clados.
— Revestimiento de sesquióxidos que le confieren al horizonte coloración más os-
cura o más roja que el resto de los horizontes del suelo.
— Desarrollo de estructura edáfica.
— B1: Horizonte de transición entre A y B, pero dominado por las características
de B.
— B2: Aquella parte del horizonte B en donde las propiedades en las cuales está
basado el B aparecen sin características subordinadas que indiquen una tran-
sición.
— B3: Horizonte de transición entre B y C o R.
Horizonte C
Este horizonte o capa del suelo está formado por la roca original alterada, pero que
carece de las propiedades de los horizontes A o B. La alteración sufrida puede ser por in-
temperización fuera de la zona de mayor actividad biológica, cementación reversible, de-
sarrollo de fragilidad, gleización, acumulación de carbonatos, con o sin cementación, acu-
mulación de sales solubles o por cementación de sílice o hierro.
Horizonte R
Horizonte E
Horizonte mineral empobrecido por una eluviación máxima. Ha sufrido pérdidas im-
portantes de partículas finas (materia orgánica, arcillas, hierro o aluminio), las cuales han
EL PERFIL DEL SUELO: FORMACIÓN Y CLASIFICACIÓN 25
sido arrastradas a profundidades mayores por la acción del agua acumulándose y dando
lugar a un horizonte B. Esta pérdida de partículas finas es la responsable de que presen-
te un enriquecimiento relativo de limo y arena. Presentan una coloración blanquecina in-
tensa. Este proceso es lento por lo que exige de bastante tiempo, así como que implica
que el suelo que presenta un horizonte E debe de estar en una situación geomorfológica
estable, ya que de lo contrario habría sido erosionado.
Horizonte K
Las partículas sólidas del suelo, formadas por minerales y materia orgánica, dejan
entre sí unos espacios vacíos o poros llenos de aire y de agua. Es deseable que el volu-
men total de poros represente el 50% del volumen total del suelo, y que el contenido má-
ximo de agua sea el doble del ocupado por el aire.
El oxígeno es el principal componente de la materia orgánica, con un peso que sue-
le sobrepasar la mitad del total. Otros elementos abundantes son: aluminio, hierro, pota-
Lisa
Claro 5-10 cm
Neto 2-5 cm Ondulada
Gradual Lobada
10-20 cm
Irregular
Difuso Lingüiforme
> 20 cm
Lingüiforme
Abrupto
< 2 cm
Figura 5. Clases de límites entre horizontes: a) según demarcación, b) según configuración (to-
mado de Fitzpatrick, 1986).
26 RAMÓN BIENES ALLAS
sio, calcio, magnesio y sodio. El resto de los elementos que componen la parte mineral
del suelo apenas representan el 5% del peso total.
Los minerales más abundantes son aluminosilicatos y óxidos de hierro, aluminio y
silicio.
Límites
Consistencia
La consistencia del suelo se refiere al tipo y grado de cohesión existente entre las
partículas del mismo. Por tanto, hace alusión a las propiedades de dicho suelo de cara a
su manejo.
Inicialmente, las partículas de un suelo se dividen en dos grupos, según sean ma-
yores o menores a 2 mm, recibiendo los nombres de elementos gruesos o separados ma-
yores los primeros, y tierra fina los segundos respectivamente.
Elementos gruesos
Textura
Internacional
20 2 0,2 0,02
0,002 mm
USDA
La forma de las partículas influye sobre la consistencia del suelo. Además, la forma
de la fracción arena con frecuencia es una guía para conocer el origen del material del
suelo. Los granos de arena presentan formas que van desde la lisa y redonda hasta muy
áspera y angular. Las primeras son propias de materiales que han sido arrastrados por el
aire, los subangulares son típicos de los aluviones y arenas de playa mientras que los an-
gulosos son característicos de depósitos glaciales.
Los minerales de tamaño limo son angulosos, formados por desmenuzamiento físi-
co, o irregulares, resultantes de una descomposición diferencial. A diferencia de la are-
na, no se vuelven redondeados.
La forma de las partículas viene determinada tanto por el tipo de intemperización
sufrida, como por la naturaleza cristalina del mineral.
28 RAMÓN BIENES ALLAS
100
Clases texturales 10
90
20
80
30
70
arcilla
40
䊱 60
% arcilla % limo
50 50 䊱
arcillo arcillo
arenoso limoso 60
40
francoarcilloso franco arcillo
limoso 70
30
franco arcillo
arenoso 80
20
franco
franco arenoso franco limoso 90
10
limo
arena arenoso franco 100
100 90 80 70 60 50 40 30 20 10
% arena
䊱
Finalmente, la mayor parte de las arcillas presentan forma de placa o laminar, a ex-
cepción de la haloisita que es tubular.
Mineralogía
La tierra fina contiene tanto minerales primarios como secundarios. Los primeros
son los que, por lo general, dominan en las fracciones arena y limo.
El examen mineralógico de la fracción arena es un proceso largo y tedioso, por lo
que se acostumbra a estudiar sólo un tamaño de la misma, normalmente de 50 a 100
micras, ya que se ha encontrado que con ello se obtiene una imagen bastante precisa
de la mineralogía general de la arena. Esta fracción considerada se subdivide en dos
subfracciones denominadas «minerales ligeros o fracción ligera» y «minerales densos
o fracción pesada», mediante separación por pesos específicos para lo que se emplea
un líquido (generalmente bromoformo) con un peso específico de 2.900 kg/m-3. La frac-
ción ligera, que flota, está formada básicamente por cuarzo, feldespatos y moscovita,
mientras que la fracción pesada contiene una amplia gama de minerales ferromagne-
EL PERFIL DEL SUELO: FORMACIÓN Y CLASIFICACIÓN 29
sianos y accesorios. Esta segunda fracción es importante estudiar para clasificar los
suelos y los materiales originales, ya que nos va a permitir dilucidar si el suelo actual
se ha desarrollado in situ o por el contrario, se formó a partir de otra roca y después
sufrió un trasporte.
En un estudio mineralógico, los minerales más frecuentes que se estudian son: tur-
malina, granate, epidota, andalucita, silimanita, distena, rutilo, estaurolita, circón, esfe-
na, anat/broq, zois/clino, biotita, moscovita y opacos.
Estructura
A B C D
E F
Figura 7. Tipos de estructura del suelo (tomado de Herbert et al., 2007).
30 RAMÓN BIENES ALLAS
tructura principal (la constituida por los agregados de mayor tamaño) y de otra se-
cundaria.
Otras veces pueden coexistir dos tipos de estructuras diferentes. Esto sucede cuan-
do tenemos un horizonte compuesto de fragmentos de dos horizontes (p.ej. A+B), o bien
cuando hay grietas grandes por la que pueda descender material de una capa u horizon-
te superior. En estos casos se habla de estructuras yuxtapuestas.
La estructura de un suelo es muy importante en relación con la porosidad y la cir-
culación del agua en el suelo, pudiendo compensar el efecto negativo de una textura de-
masiado fina.
Porosidad
La porosidad hace referencia al volumen total que ocupan los poros de un horizon-
te. Cuando se hace una descripción de la porosidad, debe atenderse a la cantidad, con-
tinuidad, orientación, distribución y forma de los poros. En esta descripción no se inclu-
yen los espacios debidos a galerías de la fauna. En estudios detallados, puede recurrirse
al estudio de lámina delgada.
Grietas
Figura 8. Porosidad in- Foto 1. Formación de grietas que asciende hasa la superficie y que
tergranular (Ed. Editex). evidencian el carácter vértico (Cuenca) (foto: R. Bienes).
EL PERFIL DEL SUELO: FORMACIÓN Y CLASIFICACIÓN 31
Raíces
Cuando se describe un suelo, se presta especial atención a las raíces. Tantos la raí-
ces finas (1 < Ø < 2 mm) como las muy finas (Ø < 1 mm), son especialmente sensibles a
las condiciones existentes en el suelo, por lo que su presencia o ausencia tiene una gran
significación.
Si no hay ningún limitante en el suelo, cada especie presentará el sistema radicu-
lar acorde a sus características botánicas.
Es importante reseñar la cantidad de raíces, tamaño, orientación dominante, distri-
bución, estado y principales especies a las que pertenecen para poder interpretar los da-
tos de campo y obtener valiosas conclusiones.
Antes de hablar de los procesos que han generado la formación de los diferentes
horizontes presentes en un suelo, es decir los procesos formadores, es imprescindible
mencionar los factores que los originan, denominados factores formadores.
Un factor formador del suelo es un agente, fuerza, una condición, una relación o
combinación de ellos, que afecta, ha afectado o puede influir en un material original del
suelo, con potencial para cambiarlo. El hielo, el agua, el viento, son ejemplo de factores
formadores. De hecho, cualquier lista detallada de factores de formación sería demasia-
do larga, por lo que se recurre a agruparlos en cinco grupos a los que se les denomina
factores principales o generales. Estos son: material original, relieve, clima, organismos
y tiempo.
S = f(cl, mp, r, o, t)
donde S es el suelo; cl es el clima; mp el material parental, original o de partida; r es el
relieve; o representa la acción de los organismos vivos (flora y fauna) y t es el tiempo.
Este modelo de Jenny se ajusta al concepto de una caja negra tal como se expone
en el esquema siguiente. Es un enfoque ambientalista más interesado por justificar el por
qué difieren los suelos entre sí que en dar una explicación de los procesos que tienen lu-
⎪ ⎪
Organismos ⎧ ⎩ Componentes
Tiempo
Figura 9. Esquema representando la función de Jenny (tomado de Porta et al., 1999).
32 RAMÓN BIENES ALLAS
gar (Porta et al., 1999). Así, las relaciones entre un factor y las propiedades y caracterís-
ticas del suelo son cualitativas.
Este enfoque empírico ha sido muy difundido por su simplicidad y facilidad de com-
prensión, lo que no le resta que siga siendo muy valioso, en especial para establecer mo-
delos de génesis con ayuda de ordenador.
Factor clima
Material parental
tir de la cual se forma el suelo, mientras que material parental u originario es un térmi-
no más amplio que representa el estado inicial del suelo, es decir, el momento cero de
la formación del suelo. Así pues, esta última expresión abarca no solo a la roca consoli-
dada a partir de la cual puede desarrollarse el suelo, sino también a una roca previa-
mente meteorizada (saprolita), o bien una roca no consolidada (regolita) e incluso a un
suelo anterior que comienza a evolucionar bajo unas nuevas condiciones del medio. En
el campo es difícil establecer estas diferencias, por lo que algunos autores las utilizan
como sinónimos.
La composición mineralógica del material original, las propiedades físicas (cohe-
sión, permeabilidad y porosidad), la físico-químicas y las cristaloquímicas, condicionan
la estabilidad y la evolución o transformación de los propios materiales y del suelo. La in-
fluencia del material original es grande cuando el suelo es joven, y va disminuyendo a
medida que actúan los procesos formadores.
La presencia de unos u otros minerales en el suelo, con frecuencia no depende só-
lo del material originario, sino también de otros factores difícilmente separables tales co-
mo el clima, la vegetación o el tiempo, ya que influyen sobre los procesos que actúan so-
bre los materiales parentales.
Relieve
La actividad biológica
El tiempo
Los suelos, como sistemas dinámicos que son, se hayan en constante evolución. Al-
gunas propiedades varían de forma observable a lo largo del día, como es la temperatu-
ra y el contenido de humedad. Ahora bien, los procesos edafogenéticos requieren de mu-
cho tiempo y sus cambios no son perceptibles a la escala humana.
Todo suelo pasa por una etapa de juventud a la que sigue otra de madurez y, por úl-
timo, la de vejez. Si bien el tiempo es uno de los factores formadores, las relaciones que
guarda con las características del suelo son únicamente a nivel cualitativo.
Es difícil dar cifras concretas del tiempo necesario para la formación del suelo, por-
que la evolución depende de la intensidad de los procesos formadores.
Como un ejemplo de suelo muy reciente se puede citar el que comienza a formar-
se sobre un suelo aluvial después de una riada. En cierto modo, se puede decir que la es-
Foto 2
Influencia de la vegetación sobre el
alterado de la roca. Valle de Irati, Navarra
(foto: M. L. Bassy).
36 RAMÓN BIENES ALLAS
cala de tiempo de los procesos edafogenéticos se puede situar entre la de los fenóme-
nos biológicos y la de los geológicos. La evolución de los suelos más antiguos se ha vis-
to afectada por los cambios climáticos, los cuales han tenido una influencia decisiva so-
bre la erosión y la edafogénesis.
Los climas cálidos y húmedos aceleran el desarrollo de los suelos, al igual que si el
material originario está poco consolidado, o se trata de una superficie geomorfológicamente
estable, en la que los procesos edafogenéticos pueden prolongarse durante mucho tiempo.
Por el contrario, los climas frescos y secos, un material impermeable o duro o rico en car-
bonatos, o las pendientes fuertes, son factores que frenan la formación de un suelo.
Se puede establecer una diferenciación de los suelos según el tiempo durante el
cual actuaron los procesos formadores. Así, podemos hablar de suelos actuales o pos-
tglaciares, también denominados monocíclicos o monogenéticos. Por otro lado estarían
los paleosuelos o suelos viejos que pueden haberse conservado enterrados bajo un de-
pósito posterior (suelos fósiles) o bien haber evolucionado bajo los sucesivos climas que
tuvieron lugar a continuación. En este último caso se habla de suelo policíclicos o poli-
genéticos, ya que el suelo anterior actúa como material original del siguiente.
La edad de un suelo no es, evidentemente, la de los materiales geológicos a partir de
los cuales se ha desarrollado. Todo suelo ocupa una posición en el paisaje, y su edad ven-
drá condicionada por la forma en la cual se produce la edafogénesis. Son evidentes las di-
ficultades para asignar una edad absoluta al suelo, especialmente a los más antiguos, y de
relacionarlos con períodos climáticos concretos. Cuando no se disponga de dataciones con
radioisótopos habrá que recurrir a medios indirectos. Estos están basados en las edades de
restos históricos o arqueológicos; en la utilización de edades geológicas tales como la for-
mación de morrenas, terrazas fluviales, etc., o bien merced a la presencia de fósiles.
䊱
⎪
Organismos
⎪ Transformaciones ⎪ Componentes
⎧
Traslocaciones
⎩
Tiempo
Pérdidas
Figura 10. Esquema representando la formación del suelo en base a los procesos formadores
(tomado de Porta et al., 1999).
Meteorización
Puede considerarse como el proceso inicial en la formación del suelo. Se define como
el proceso de alteración de las rocas y minerales que se encuentran en la superficie de la
Tierra, los cuales se hallan sometidos a unas condiciones termodinámicas muy diferentes a
las de su formación y a la acción de los diversos agentes externos. Este proceso está condi-
cionado por la naturaleza del material (composición y estructura), las condiciones climáticas
(temperatura y precipitación), y a actividad biológica (especies y número de individuos).
La capa de roca alterada o mineralizada se denomina regolita, si se ha formado a
partir de una roca blanda, y saprolita si procede de una roca dura. En general se puede
afirmar que, sobre materiales duros, la meteorización precede a la formación del suelo.
Sin embargo, conviene diferenciar entre una meteorización o alteración de tipo fí-
sico, consistente en una disgregación o fragmentación mecánica que no comporta cam-
bios en la composición química o mineralógica, y una meteorización o alteración de tipo
químico, que provoca una transformación en la naturaleza de los materiales iniciales. No
obstante, ambos procesos actúan de forma conjunta potenciándose mutuamente, si bien
determinados condicionantes pueden favorecer a uno u otro. Pese a ello, una caracterís-
tica común a ambos procesos es la lentitud con la que tienen lugar.
Una primera división de los procesos de meteorización sería la siguiente:
Meteorización física
Consiste en la desagregación de la roca, lo que da lugar a una disminución del ta-
maño de los fragmentos y, consecuentemente, una mayor superficie de ataque físico-quí-
mico posterior.
38 RAMÓN BIENES ALLAS
Foto 3
Meteorización física de
pizarras en el valle de Irati
(foto: M. L. Bassy).
Meteorización química
Foto 4
Incremento de materia
orgánica debido a la actividad
de la vegetación. Cáceres
(foto: R. Bienes).
EL PERFIL DEL SUELO: FORMACIÓN Y CLASIFICACIÓN 39
Meteorización biológica
Adiciones
Transformaciones orgánicas
Traslocaciones
Argiluviación
Podsolización
Foto 5
Horizonte de acumulación de arcilla iluvial
(argílico) con desarrollo de estructura
prismática (foto: R. Bienes).
EL PERFIL DEL SUELO: FORMACIÓN Y CLASIFICACIÓN 41
ser objeto del desplazamiento van a ser los coloides de materia orgánica, y este proceso
es el responsable de la formación de horizontes espódicos. Esta materia orgánica gene-
ralmente va asociada con hierro y/o aluminio, por lo que el horizonte de acumulación pre-
sentará un enriquecimiento de hierro y, en menor medida, de aluminio. Las condiciones
climáticas bajo las que tiene lugar este proceso pueden ser muy variadas, si bien tienen
como característica común ser climas fríos y húmedos, así como una vegetación acidifi-
cante y muy poca actividad biológica.
Calcificación
Foto 6
Desarrollo de un potente
horizonte de acumulación de
carbonato cálcico en la base
del perfil. Alcalá de Henares
(Madrid).
42 RAMÓN BIENES ALLAS
Petrocalcificación
Gypsificación
Proceso similar al de calcificación, pero en este caso el proceso es con sulfato cál-
cico en lugar de carbonato cálcico. Dado que el anión sulfato es mucho menos frecuen-
te en la naturaleza que el carbonato, el proceso de gypsificación es mucho menos gene-
ralizado.
Petrogypsificación
Salinización
Proceso por el cual tiene lugar una acumulación de sales en el suelo más solubles
que el yeso. Las sales más frecuentes son los cloruros y sulfatos de sodio y magnesio.
Sodificación o solonetización
Alcalinización
Duripán
El duripán es una capa endurecida por sílice cementada. Suelen presentarse en áre-
as volcánicas, con climas mediterráneos subhúmedos o bajo climas áridos.
EL PERFIL DEL SUELO: FORMACIÓN Y CLASIFICACIÓN 43
Petroferrización
Es cuando tiene lugar una cementación de los óxidos hidratados de hierro (oxihi-
dróxidos).
Procesos redox
Estos procesos se caracterizan por afectar a aquellos elementos que pueden actuar
con diversos grados de valencia, en especial el hierro y el azufre, y llevan asociados cam-
bios de volumen, color o formación de revestimientos de aspecto negruzco.
Estos procesos presentan especial intensidad cuando cambian las condiciones anae-
robias iniciales (marismas, estuarios, sedimentos marinos, nivel freático alto, etc.) a otras
con mayor presencia de oxígeno. También se dan a la inversa, es decir, cuando un suelo
bien drenado experimenta un mayor grado de anaerobiosis.
Transformaciones férricas
En el área mediterránea es frecuente ver suelos de colores vivos, entre ocre y rojo
intenso. Esta coloración es controlada por la naturaleza y cantidad de los compuestos de
hierro que se hallan presentes. Las formas amorfas y las cristalinas hidratadas de los óxi-
dos de hierro son los responsables de los colores pardo-amarillentos, mientras que las
formas cristalinas dan lugar a las coloraciones rojas.
Foto 7
Proceso de brunificación (foto: R. Bienes,
Asturias).
44 RAMÓN BIENES ALLAS
Rubefacción
Proceso por el cual tiene lugar el desarrollo de una intensa coloración roja como
consecuencia de la deshidratación de los oxi-hidróxidos de hierro. Esta deshidratación,
prácticamente irreversible, tiene su causa en la existencia de una estación muy seca, y
es muy frecuente en el área mediterránea.
Brunificación
Gleificación
Cuando el drenaje del suelo está impedido, las condiciones anaerobias imperantes
provocan que el hierro sufra un proceso de reducción. Las formas ferrosas tiñen el perfil
del suelo de gris e incluso gris oscuro.
En aquellas partes del perfil del suelo en que en unos momentos imperen condi-
ciones aerobias y en otros anaerobias, puede observarse moteados rojizos (formas férri-
cas) alternando con otros grises o negros (formas ferrosas).
Foto 8
Zonas de oxidación-reducción que se
evidencian por la alternancia de colores
rojos y grises (foto: R. Bienes. Carrión de
los Condes, Sevilla).
EL PERFIL DEL SUELO: FORMACIÓN Y CLASIFICACIÓN 45
Procesos de edafoturbación
Los organismos vivos son aquí el agente responsable de este tipo de procesos. En
ocasiones, la actividad de los seres vivos ocasiona una alteración del medio más o me-
nos acusada. Esta labor que llevan a cabo los animales es complementaria de la que re-
alizan otros agentes erosivos en las etapas primarias del proceso de meteorización. Sin
embargo, tiene una especialísima importancia en los primeros estadíos de la formación
del suelo.
Las plantas superiores ejercen una intensa labor de excavación mecánica del sue-
lo. Menos visible es el trabajo de otros vegetales y organismos como los líquenes, hasta
el punto que se les considera los verdaderos indicadores o pioneros de la formación de
los suelos. En otras ocasiones se trata de pequeños invertebrados, como los gusanos, que
airean el terreno y permiten la entrada del agua. También hay algunos microorganismos
capaces de segregar sustancias que capaces de atacar químicamente las rocas.
Mólico
Horizonte mineral superficial con buena estructura y color oscuro debido al conte-
nido alto de materia orgánica. Presenta una saturación de bases superior al 50%. Son
propios de zonas de praderas de gramíneas y, en menor medida, de bosques de frondo-
sas. Se encuentran sobre materiales no silíceos. Su presencia caracteriza a uno de los
órdenes de la Soil Taxonomy, los Mollisoles.
48 RAMÓN BIENES ALLAS
Úmbrico
Igual que el anterior pero con una saturación de bases inferior al 50%. Los encon-
tramos sobre materiales silíceos (granitos, lhem granítico) y en más raramente sobre al-
gunas rocas metamórficas (cuarcitas y gneises).
Ócrico
Presentan contenidos bajos de materia orgánica, por lo que su color es más claro
que los anteriores, siendo frecuente la tonalidad «ocre», de donde deriva su nombre. Son
propios de suelos cultivados. También se incluyen aquí aquellos horizontes que aun sien-
do oscuros como para mólico o úmbrico, no cumplen el requisito de espesor demandado
para estos últimos.
Los procesos formadores que dan lugar a los endopediones son básicamente pro-
cesos de traslocación o de una meteorización del material originario. Se han establecido
22 endopediones diferentes, si bien en el entorno mediterráneo los más frecuentes son:
Cámbico, Cálcico, Petrocálcico, Hipercálcico, Argílico, Gypsico, Sálico, Álbico y Espódico.
Cámbico
Cálcico
Petrocálcico
Horizonte cálcico que ha sufrido una cementación y no puede ser muestreado sólo
con la ayuda de un cuchillo. Horizontes Bkm, Km, Ckm.
Argílico
Foto 9
Prisma de un horizonte
argílico. Madrid (R. Bienes).
para que pueda darse este proceso, por lo que la presencia de este horizonte evidencia
un grado elevado de evolución del perfil del suelo. Su presencia caracteriza a uno de los
órdenes de la Soil Taxonomy, los Alfisoles.
Gypsico
Horizonte de acumulación de yeso. Se corresponde con los horizontes Bwy y By.
Foto 10
Horizonte de acumulación de yeso
vermiforme (R. Bienes).
50 RAMÓN BIENES ALLAS
Álbico
Espódico
Es un horizonte de acumulación iluvial de materia orgánica o de materiales amor-
fos, o aluminio (con o sin hierro). Sólo se forman bajo climas muy húmedos capaces de
iluviar la materia orgánica y los óxidos de hierro. Su presencia caracteriza a uno de los
órdenes de la Soil Taxonomy, los Espodosoles. Horizontes Bh, Bs y Bhs.
La Soil Taxonomy es, junto con la clasificación de la FAO, las dos clasificaciones más
importantes y de uso extendido.
Los niveles de esta clasificación son los siguientes:
1. Orden.
2. Suborden.
3. Gran grupo.
4. Subgrupo.
5. Familia.
A A A A A A A A A
C Bw Bw Bt E
C Bt Bt Bt
R
C Cca Cca Btca Bt
R Btca
R Cca
CCa Cca Cca
R C C
n A
Erosió
A E
䊱
A
Bt Bt
A Bt
A Cca Cca Cca Cca
Cca
Figura 11. Esquema representando en la parte superior la evolución y desarrollo del perfil del
suelo, y en la parte inferior el truncamiento por la acción de la erosión (elaborado por R. Bienes).
EL PERFIL DEL SUELO: FORMACIÓN Y CLASIFICACIÓN 51
6. Serie.
7. Tipo.
Como es lógico, el nivel de detalle es creciente conforme descendemos de nivel.
Los ordenes constituyen la primera subdivisión y están basados en hacer constar aque-
lla característica más importante de los suelos, como es la presencia de un tipo u otro de
horizonte de diagnóstico.
El suborden recoge información básica sobre la fluctuación de una determinada pro-
piedad relacionada con la génesis del suelo (textura, materia orgánica, etc.) a lo largo del
perfil del suelo.
El nivel de Gran grupo incorpora información de la zona, tal como el clima actual,
en especial la presencia de períodos secos y/o húmedos, y la magnitud de los mismos,
ya que no hay que olvidar que el agua es uno de los agentes de mayor repercusión en la
formación de un suelo.
El subgrupo añade información que puede ser importante en cuanto al manejo o ap-
titud de un suelo concreto, tal como el grado de encharcamiento del mismo y la profun-
didad a la que tiene lugar, espesor del suelo, etc.
El nivel de familia establece subdivisiones dentro de un subgrupo en función de la
textura de la sección de control del suelo, es decir, tanto del horizonte superficial como
subsuperficial, y que será la responsable de la capacidad de retención de la humedad,
porosidad, penetrabilidad de las raíces, etc. También se considera aquí la presencia de
gravas en dicha sección de control. Por tanto, vemos que los criterios considerados son
de orden exclusivamente agronómicos.
Los niveles de serie y Tipo, son ideales para predecir la producción de cosechas, ya
que se consideran aspectos tales como la textura superficial o el pH del horizonte A, etc.
Es muy infrecuente el empleo de estos niveles dado la enorme cantidad de trabajo de
campo y laboratorio necesario para ello (alta densidad de observaciones y muestreos con
análisis). Por lo general, no suele pasarse del nivel de familia o del de subgrupo. El moti-
vo reside en lo costoso que resulta.
A continuación hacemos constar un breve resumen de los principales grandes gru-
pos de suelos presentes en España (tomado de M. Nieves 1999 y actualizado con última
versión Soil Taxonomy 2006):
1. Con espódico
SPODOSOLS ORTHODS Hapolorthods
d) Otros ORTHENTS
1. En zona fría Cryorthents
2. En zona árida Torriorthents
3. En zona seca Xerorthents
4. En zona húmeda Udorthents
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