Agente Provocador
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extraditarlo debe atender primordialmente al lugar donde estén establecidos los ele-
mentos de investigación que con mayor garantía favorezcan el enjuiciamiento. El
órgano competente en el territorio nacional para el enjuiciamiento de los delitos de
tráfico de drogas cometidos en el extranjero es la Audiencia Nacional. Vid. Sánchez
Legido, Ángel, «Jurisdicción universal penal y de derecho internacional», Tirant lo
blanch, Valencia, 2004, p. 233; Höpfel, Frank, «Nuevas formas de cooperación inter-
nacional en materia penal», CGPJ, CDJ VII, Madrid, 2001, pp. 227 ss.; López
Baraja de Quiroga, Jacobo, «Posición de la Unión europea sobre el crimen organi-
zado», en La criminalidad organizada. Aspectos sustantivos, procesales y orgánicos,
cit., pp. 115 ss.
(13) Desde hace tiempo, es obligada la especialización policial a efecto de
hacer un mejor frente a este tipo de criminalidad. El perfeccionamiento en las conduc-
tas de narcotráfico reclama mayor especialidad de los agentes policiales (vid. Mar-
chal Escalona, Antonio Nicolás, «Drogas. Actuación policial. Problemas de
investigación», en Drogodependencia y Derecho, CGPJ, CDJ núm. VIII, Madrid,
2003, pp. 214 ss.).
La comunidad internacional, conciente de tal situación, ha presentado iniciativas
que buscan delinear un marco jurídico supranacional que garantice una respuesta legal
homogénea de todos los países frente tal fenómeno criminal y ha pugnado por el forta-
lecimiento de los mecanismos de cooperación policial y judicial, así como por el desa-
rrollo de nuevos medios de investigación criminal. Estas iniciativas se han producido
principalmente en contexto de ONU y la Unión Europea. En el marco de la primera,
destacan por su relevancia La Convención de Naciones Unidas contra el tráfico ilícito
de estupefacientes y sustancias psicotrópicas (Viena 1988) y la Conferencia Ministerial
Mundial contra la Delincuencia Transnacional Organizada (Nápoles 1994). Dentro de
Europa las aportaciones realizadas los Consejos Europeos de Roma (diciembre de 1990),
Edimburgo (diciembre de 1992), Cannes (junio de 1995) y Madrid (diciembre de 1995).
En términos generales, la normativa citada, da las pautas a seguir en cooperación poli-
cial y judicial, la que deberá realizarse a través de las organizaciones internacionales o
regionales competentes, para prestar asistencia y apoyo a los Estados de tránsito y, par-
ticularmente, a las naciones en desarrollo que necesiten de tales refuerzos, por medio de
programas de cooperación técnica para impedir la entrada y el tránsito ilícito y otras
actividades conexas. Además, la normativa internacional faculta a los países para acor-
dar, directamente o por vía de las instituciones encargadas de realizar estas tareas, la
creación de mecanismos que faciliten el suministro recursos económicos a los Estados
de tránsito con el propósito de dilatar y robustecer su infraestructura para el combate
eficaz del Narcotráfico. También, la norma internacional permite la firma convenios
bilaterales o multilaterales para aumentar la eficacia de la cooperación internacional
contra el tráfico de drogas. En este sentido, véase entre otros. Blanco Cordero, Isi-
doro, «Principales instrumentos internacionales (de Naciones Unidas y la Unión Euro-
pea) relativos al crimen organizado: la definición de la participación en una organización
criminal y problemas de aplicación de la Ley Penal en el espacio», en: Criminalidad
Organizada. Reunión de la sección nacional española preparatoria del XVI congreso
de la AIDP en Budapest, cit., pp. 17 ss., Choclán Montalvo, José Antonio, «La orga-
nización criminal. Tratamiento penal y procesal», cit., p. 58; Delgado Martín, Joa-
quín, «La criminalidad organizada...», cit., pp 36 y 37; Blanco Cordero, Isidoro y
Otros, «Análisis del pluralismo penal. Tendencias mundiales de la justicia criminal» en
Problemas criminológicos en las sociedades complejas, Universidad pública de Nava-
cibles los motivos por los cuales el derecho se sacrificó (75). Por tal
razón, la motivación del acto limitativo, en el doble sentido de expre-
sión del fundamento de Derecho en el que se apoya la decisión judi-
cial y el razonamiento empleado para llegar a la misma, es un requisito
indispensable del acto de limitación del derecho (76).
En la adopción de la circulación y entrega vigilada es fundamental
la necesidad de valorar a priori las probabilidades de éxito de la puesta
en marcha del operativo frente al peligro que supondría perder el con-
trol judicial del mismo frustrándose la operación iniciada (77), en
cuyo caso las consecuencias serían nefastas: la droga escaparía de la
vigilancia judicial y entraría sin control alguno en el circuito ilegal de
los estupefacientes (78).
nio Raúl, «Impunidad del agente encubierto y del delator: una tendencia legislativa
latinoamericana», Revue Internationale de Droit pénal, vol. 67, núms. 3-4, 1996,
p. 728) y en el derecho continental por las necesidad de articular mecanismos adecua-
dos en la contención del criminalidad organizada. En Alemania, por ejemplo: La «Ley
para el combate del tráfico ilícito de estupefacientes y otras formas de aparición de la
criminalidad organizada» del 15 de julio de 1992 (Gesetz zur Bekämpfung des illega-
len Rauschgifthandels und anderer Erscheinngsformen der Organisierten Kriminali-
tät-OrKG) y las correspondientes modificaciones que ella ha producido en la StPO ha
introducido la figura del agente encubierto (Verdeckter Ermittler), y, por primera vez,
ha regulado expresamente los presupuestos de su utilización y los límites a los que su
actividad se halla sujeta. De este modo, una práctica policial habitual, convalidada
jurisprudencialmente, aunque sin fundamento consistente, encuentra ahora apoyo
normativo explícito (vid. Guariglia, Fabricio, «El agente encubierto ¿un nuevo pro-
tagonista en el procedimiento penal?» Jueces para la democracia, núm. 23, marzo,
1994, pp. 49 ss.). En el StPO su intromisión está prevista en los artículos 110.a) a
110.d) del Código de Procedimiento Penal de 22 de septiembre de 1992 (StPO), dele-
gándose exclusivamente a funcionarios policiales.
En el artículo 110.a) se establecen las circunstancias de su infiltración y su campo
de acción al determinar que: «(1) Es posible recurrir a agentes encubiertos para el
esclarecimiento de hechos punibles siempre y cuando se tengan suficientes indicios
reales que indiquen que se ha cometido un delito de importancia considerable. 1. En
el sector de los estupefacientes prohibidos, tráfico de armas, falsificación de dinero o
de timbres oficiales. 2. En el ámbito de la protección de la seguridad del Estado.
3. Por motivos de lucro o de delincuencia habitual. 4. Por un miembro de una banda
de delincuentes o de otro tipo de organización delictiva. También podrá recurrirse a
agentes encubiertos para esclarecer delitos si existen indicios concretos de una posi-
ble reincidencia. Únicamente se permitirá la acción de agentes encubiertos si la inves-
tigación del caso por otros medios es inútil (…) Además, podrá recurrirse a agentes
encubiertos para esclarecer delitos si así lo justifica la importancia especial del hecho
y si otras medidas de investigación serían inútiles.
(2) Los agentes encubiertos son funcionarios del cuerpo de policía, encargados
de llevar a cabo las indagaciones con una falsa identidad duradera. Los agentes encu-
biertos podrán realizar actos jurídicos utilizando su falsa identidad.
(3) Será posible confeccionar; modificar y utilizar la documentación corres-
pondiente si es necesario para la creación o mantenimiento de la falsa identidad».
En el artículo 110.b) se instituye que el Fiscal es el facultado para autorizar su
actuación, salvo en los supuestos en que la investigación se lleva a cabo en contra una
persona en particular o comporte una invasión a domicilio privado, en los que se hace
necesaria la anuencia judicial; así como los condicionamientos en el uso de la identi-
dad supuesta.
«(1) Únicamente podrá recurrirse a agentes encubiertos con la aprobación de la
Fiscalía. Si hay peligro de demora y si no es posible conseguir a tiempo la aprobación
del Fiscal, deberá obrarse de inmediato con e/fin de conseguirla. Si la Fiscalía no da
su aprobación en un plazo de tres días, deberá interrumpirse de inmediato la acción.
La aprobación deberá darse por escrito y deberá contener un plazo. Es posible conce-
der una prórroga, siempre y cuando continúen vigentes las condiciones que justifican
la acción.
(2) Las acciones: 1. Que estén dirigidas en contra de un inculpado determinado.
2. Que impliquen que el agente encubierto entre en una morada que no es de acceso
público, deberán contar con la aprobación del Juez. En caso de peligro por demora es
5. Conclusiones