Las Jergas
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Jergas y argot
De modo que el argot reúne, en una especie de fondo común, voces jergales de
muy variada procedencia. Se trata de préstamos no normalizados por la lengua
estándar ("beibi", "grupi", "bisnis"); abreviaciones de palabras ("anfeta", "micro") o
deformaciones en busca de una acusada expresividad ("lili", "pajarraca",
"tontolaba"), y términos que han sufrido un cambio de significado por
procedimientos metafóricos ("chota", "leño", "canuto", "tubo") o metonímicos
("vidrio", "berzas", "biblia", "marrón"). También resulta característica toda una
fraseología, más o menos fija, rica en comparaciones e hipérboles ("ser más feo
que pegarle a un padre", "asarse las moscas", "para ti la perra gorda"...).
Toda lengua --sistema vital de comunicación humana-- adopta modalidades particulares entre
grupos determinados. Los factores que influyen son muchos y variados: económicos, culturales,
ambientales, profesionales, laborales, etc.
En una comunidad lingüística, como afirma Martinet, puede ocurrir que un determinado grupo
de hablantes sienta la necesidad de crear una lengua especial, reservada para los involucrados.
Así surgió, por ejemplo, en la Edad Media la jerga de los malhechores, de la que procede la
jerga moderna. En efecto, Dubois nos dice que la jerga fue en un comienzo “una forma de argot
empleada en una comunidad, generalmente marginal, que experimenta la necesidad de no ser
comprendida por los no iniciados, o de distinguirse del común”. Por su parte, García de Diego
--refiriéndose al proceso psicológico de formación del slang--- afirma: “El impulso inicial es la
creación de un habla particular diferente de la general en cuanto se forma una comunidad
menor, y esto por un afán de diferenciación”.
Dauzat afirma que un lenguaje especial “no es ni un juego ni una diversión, sino una forma
particular de un proceso lingüístico universal y fundamental”.
Algunos lingüistas distinguen la jerga del argot, de acuerdo con la función del tipo de lenguaje y
del nivel cultural de las personas que la usan. Así, denominan argot al lenguaje formal de los
profesionales en sus diferentes especialidades. En cambio, llaman jerga al lenguaje informal de
las personas que desempeñan determinados oficios o actividades. Otros lingüistas como Ducrot
y Todorov, en su Diccionario Enciclopédico de las Ciencias del Lenguaje, afirman que el
término jerga es más amplio que argot, el cual incluyen como un caso particular de jerga. Sin
embargo, Dubois y otros, en el Diccionario de lingüística, consideran como sinónimos los
términos jerga y argot, criterio al cual nos adherimos en este trabajo.
La jerga es un lenguaje especial que emplean entre sí determinados grupos sociales en su vida
de relación y comunicación como médicos, zapateros, estudiantes, etc. El Diccionario de la Real
Academia Española define la jerga como el “lenguaje especial y familiar que usan entre sí los
individuos de ciertas profesiones y oficios, como toreros, estudiantes, etc.”. Beristáin agrega
que su empleo puede connotar la vinculación a un grupo sociocultural dado, un gremio, o “un
deseo defensivo, de intimidad y secreto, o un afán aristocratizante o juguetón o irónico, y
también una voluntad de mostrar solidaridad, de identificarse con otro”.
La lengua es un poderoso factor de identificación y cohesión. André Martinet afirma: “Lo que a
un individuo le da conciencia de pertenecer a un grupo social es, antes que nada, la lengua”.
Dellepiane es más específico: “Toda agrupación de personas que observa los mismos hábitos, o
persigue los mismos propósitos, o hace una vida más o menos común, tiende, naturalmente, a
formarse un argot que la distingue de las demás corporaciones o agrupaciones, que la aísla en
la sociedad, que vincula a sus miembros con un lazo de compañerismo”.