Tratamientos Térmicos de Los Metales
Tratamientos Térmicos de Los Metales
Tratamientos Térmicos de Los Metales
Existen piezas que están sometidas a condiciones de trabajo que requieren propiedades
específicas para soportar esfuerzos de choque, vibraciones y rozamiento superficial.
Para soportar estas condiciones de trabajo, se requiere tenacidad elevada, resiliencia, y
una gran dureza superficial. Por este motivo se realizan los tratamientos térmicos, que son
procesos en los cuales, mediante una sucesión de operaciones de calentamiento y
enfriamiento, se modifica la microestructura y la constitución de los metales y aleaciones
sin variar su composición química. La finalidad de estos procesos es mejorar las
propiedades mecánicas del material, especialmente la dureza, la resistencia, la tenacidad
y la maquinabilidad.
Pero en estos procesos no se modifica la constitución química de los materiales. Para ello
se realizan los tratamientos termoquímicos, que son procesos en los cuales se altera la
estructura del metal, modificando su composición mediante un proceso de difusión.
1. TRATAMIENTOS TÉRMICOS
1.1. Temple
Este tratamiento térmico se caracteriza por enfriamientos rápidos (continuos o
escalonados) en un medio adecuado: agua, aceite o aire, para transformar la
austenita en martensita. Mediante el temple se consigue:
Aumentar la dureza y la resistencia mecánica.
Disminuir la tenacidad (aumento de la fragilidad).
Disminuir el alargamiento unitario.
Modificar algunas propiedades eléctricas, magnéticas y químicas.
Enfriamiento rápido:
Se saca la pieza del horno y se enfría el material en un fluido denominado
medio de temple a una velocidad superior a la crítica de temple con objeto
de obtener una estructura martensítica, y así mejorar la dureza y resistencia
del acero
El medio de temple puede ser:
A la hora de realizar un temple, hay que tener en cuenta los siguientes factores:
El tamaño de la pieza, puesto que cuanto más espesor tenga la pieza más
habrá que aumentar el tiempo de duración del proceso de calentamiento y
de enfriamiento.
La composición química del acero, ya que en general, los aceros aleados
son más fácilmente templables.
El tamaño del grano influye principalmente en la velocidad crítica del temple,
teniendo más templabilidad el de grano grueso.
El medio de enfriamiento, siendo el más adecuado para templar un acero el
que consiga una velocidad de temple ligeramente superior a la crítica.
1.2. Recocido
Se trata de calentar el metal hasta una determinada temperatura y enfriarlo después
muy lentamente (incluso en el horno donde se calentó). De esta forma se obtienen
estructuras de equilibrio. Son generalmente tratamientos iniciales mediante los
cuales se ablanda el acero. Su finalidad es suprimir los defectos del temple.
Mediante el recocido se consigue:
Aumentar la plasticidad, ductilidad y tenacidad.
Eliminar la acritud.
Afinar el grano y homogeneizar la estructura.
Es un tratamiento térmico muy utilizado y según las temperaturas que se alcanzan
en el proceso se pueden distinguir los siguientes tipos:
a) Recocido completo: afina el grano cuando ha crecido producto de un mal
tratamiento.
b) Recocido incompleto: elimina tensiones, pero sólo recristaliza la perlita. Es
más económico que el anterior.
c) Recocido de globalización: mejora la mecanibilidad en los aceros.
d) Recocido de recristalización: reduce tensiones y elimina la acritud.
e) Recocido de homogenización: elimina la segregación química y cristalina. Se
obtiene grano grueso por lo que es necesario un recocido completo posterior
1.3. Revenido
Como ya se ha visto, el temple produce un aumento de la fragilidad debido a las
tensiones internas que se generan al producirse la transformación martensítica.
Para evitarlo, se somete el metal a un proceso de revenido, que consiste en
elevar la temperatura hasta una inferior a la de transformación para transformar
la martensita en formas más estables.
Mediante el revenido se consigue:
Disminuir la resistencia mecánica y la dureza.
Aumentar la plasticidad y la tenacidad.
1.4. Normalizado
Para conseguir que las capas duras queden bien adheridas el resto del material y
para evitar posibles desconchamientos superficiales, debido a una transición
demasiado brusca en las zonas duras a las blandas, conviene que el contenido de
carbono de los aceros este comprendido entre 0.30 % al 0.60 % de C.
Las instalaciones comprenden de uno a varios sopletes y varios chorros de agua
que proviene de depósitos auxiliares. El foco de calor o la pieza se mueven
constantemente o alternativamente para calentar y templar sucesivamente todas
las zonas. El enfriamiento se hace generalmente como ya se dijo, con chorros de
agua, aunque algunas veces también se realiza con corrientes de aire a presión o
introduciendo las piezas en depósitos de agua o aceite.
Las diferentes clases de instalaciones que se utilizan para este tratamiento se
pueden clasificar en cuatro grupos:
Las intensidades del temple se regulan por las distancias del chorro de agua al
quemador en los tres primeros grupos, en el cuarto, la velocidad de calentamiento
es regulada por el tamaño de la flama y la intensidad del temple.
Cuando se utiliza este método para templar piezas de gran tamaño las
deformaciones que se producen son muy pequeñas. Este procedimiento es muy útil
cuando se desea endurecer sólo determinadas zonas.
La fuente de poder manda una corriente alterna a través del inductor produciendo un campo
magnético que induce en la pieza una corriente eléctrica que genera un calentamiento de la
misma sin contacto físico.