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Trabajo

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GLOBALIZACIÓN DEL DERECHO.

ASPECTOS JURÍDICOS Y DERECHOS HUMANOS

1. INTRODUCCIÓN

Entre los debates de la comunidad académica y científica de la


disciplina jurídica, derecho y globalización es uno de los más interesantes
en la actualidad. Tal vez comparte igual importancia con otras discusiones
como derecho y posmodernidad, constitucionalización del derecho y
neoconstitucionalismo, distinción entre derecho racional-formal y derecho

regulativo o útil o temáticas relativas a los derechos humanos y enfoque de


derechos, para citar solo algunos casos.

La globalización de una parte significativa de los intercambios y las


estrategias de localización de las grandes empresas, supera los medios
públicos clásicos de intervención y regulación, al mismo tiempo que las
armaduras jerárquicas tradicionales de toma de decisiones. De este modo,
como lo han planteado Borja y Castells (1998) parece que el Estado-nación
se ha tornado muy pequeño para proteger a sus ciudadanos de los impactos
externos, pero a la vez, muy grande para atender las necesidades concretas

de sus habitantes. La teoría al respecto no solamente ha señalado el


resurgimiento de un nuevo localismo en lo global, sino además, están los
planteamientos sobre la supranacionalización de los problemas y las
políticas públicas, la interdependencia mundial y el surgimiento de nuevos
centros de poder globalizado que desafían los tradicionales conceptos de
soberanía y autodeterminación dados como un presupuesto para los
gobiernos nacionales (Held, 2007, 72).
La situación actual del gobierno nacional y el campo de intervención
y regulación del Estado-nación se podría caracterizar por los siguientes
cuatro fenómenos:
1) Tendencia hacia la desnacionalización de la existencia del Estado, la
cual se comprueba en un vaciamiento del aparato estatal nacional, en
beneficio de los niveles sub nacionales, supranacionales y translocales.

2) Tendencia hacia la desestatización de los regímenes políticos, lo que


significa el paso del gobierno a la governance o la gobernanza: ello implica
un desplazamiento del papel central de los aparatos estatales oficiales (su
hegemonía y estatus central-jerárquico), en beneficio de diversas formas de
asociación, cooperación y corresponsabilidad entre organizaciones
gubernamentales, paragubernamentales y no gubernamentales, donde los
órganos del Estado actúan con los demás en condición de primus inter
pares.
3) Tendencia hacia la internacionalización del Estado nacional y sus
subgobiernos, lo cual se refleja en el intento de combinar el desarrollo
económico endógeno con estrategias de promoción de exportaciones o de
internacionalización (Jessop, 1999, para los puntos 1 a 3).

4) Tendencia hacia la performativización de la acción pública-


estatal; es decir, la introducción de criterios gerenciales, de gestión y de
entrega de resultados como si de una empresa privada se tratara. Esto va
acompañado de mecanismos de control social y participación ciudadana que
permitan una mayor responsabilidad del funcionario público, la rendición de
cuentas y la lucha contra la corrupción (Jiménez, et ál., 2007b, 9-10).
Teniendo en cuenta lo anterior, se hace necesario establecer un
panorama más explícito acerca de la relación derecho-globalización con el
ánimo de abrir o iniciar un sendero que permita un mejor conocimiento
sobre el fenómeno en futuras indagaciones. Para esto, en primer lugar, se
realiza un breve estado del arte acerca del significado de la globalización; en
segundo lugar, se explora y tematiza acerca de las principales cuestiones
que guían los debates sobre derecho y globalización y, al final, se presentan
algunas conclusiones.

2. QUÉ ES GLOBALIZACIÓN
Es difícil establecer una definición única y convincente sobre lo que
significa globalización dada la abundante bibliografía y la disparidad de
enfoques e interpretaciones sobre la misma; pero sí pueden establecerse
algunos de sus rasgos más característicos5. Resumiendo algunas lecturas
sobre el tema (Carbonell, 2007a; Kline, 2003; Beck, 1998; Barbosa, 2008;
Santos, 2002), se encuentra el siguiente panorama:

– Es un proceso o conjunto de procesos complejos que tienen en


común la superación del Estado- nación como actor privilegiado en las
relaciones transnacionales.
– Implica interdependencia e interacción (entre mercados, Estados,
empresas, organizaciones y sujetos).
– Señala intercambios alrededor del globo (tanto de personas, bienes,
capitales y servicios).
– Se manifiesta en los campos económico, cultural, político,
poblacional, tecno-científico y jurídico; cada uno de estos campos con su
propia lógica y racionalidad (por ello se habla de varias globalizaciones).
– Genera procesos de desterritorialización y a su vez de
reterritorialización espacial (globalización).
– Es un fenómeno asimétrico, es decir, no genera los mismos
beneficios y ventajas para todos, conllevando una concentración inusual de
capital (por ello tiene defensores y detractores acérrimos).
– Es tanto un proceso de homogenización (estandarización mundial)
como también de diferenciación (búsqueda de identidades regionales,
étnicas y locales).

La globalización actual inicia a comienzos de 1970 con una nueva


división internacional del trabajo y se sustenta en hoy con la revolución
científica y tecnológica, especialmente los desarrollos de las TIC.
De entrada, deben señalarse las diferencias entre los conceptos y
fenómenos de la globalización, la apertura económica y la integración
económica regional, porque aunque son procesos relacionados entre sí,
cada uno tiene sus propias especificidades. Los segundos son
medianamente acordados entre los países miembros, mientras que los
primeros son impuestos no por la fuerza pero sí por la necesidad del nuevo
orden mundial capitalista. El FMI define la globalización (o mundialización
como se conoce en Europa) como una interdependencia económica creciente
del conjunto de países del mundo, provocada por el aumento del volumen y la
variedad de las transacciones transfronterizas de bienes y servicios, así
como de flujos internacionales de capitales; esta es una perspectiva
netamente económica (Stein, 2001). La apertura económica en cambio, es
una postura política de un país tendiente a estimular el intercambio de
productos entre los países, eliminando la mayor cantidad posible de barreras
para comerciar libremente. Finalmente, la integración es concebida como
una unión de partes o la supresión de lo particular por la totalidad: es el
estatus jurídico en el cual los Estados entregan algunas de sus prerrogativas
soberanas, con el fin de constituir un área dentro de la cual haya una
movilidad de capitales, personas y bienes (Dreyzin de Klor, 2001).

Una mirada compleja e integral de la globalización la ofrece el


sociólogo Boaventura de Sousa Santos, quien la define como “un proceso
a través del cual una determinada condición o entidad local amplía su
ámbito a todo el globo y, al hacerlo, adquiere la capacidad de designar
como locales las condiciones o entidades rivales” (2002, p. 56); así mismo,
este autor propone hacer dos tipos de lecturas sobre la misma:
Una lectura paradigmática que ve la globalización como una
posibilidad para la emancipación, una crisis real de las condiciones del
modelo capitalista y el advenimiento de alternativas incluso utópicas; esta
mirada tiene una audiencia transformativa (ONG nacionales e
internacionales, países en vía de desarrollo, migrantes, minorías y actores
emergentes), y, Una lectura sub paradigmática que entiende el fenómeno
como un proceso de ajuste, un periodo de transición de un régimen de
acumulación y regulación a otro, pero dentro del mismo sistema capitalista;
su audiencia es adaptativa y está compuesta principal- mente por las
empresas transnacionales (ETN), países desarrollados y organismos
internacionales de financiamiento, entre otros (Santos, 2002, 48-55).
De lo anterior, resultan inicialmente cuatro formas de globalización, las dos
primeras responden a la lectura adaptativa-sub paradigmática y las dos
últimas a la mirada transformativo-paradigmática:
a) Localismo globalizado, cuando un fenómeno local es globalizado con
éxito (p. ej. el uso del inglés);
b) Globalismo localizado, se refiere al impacto de los imperativos
transnacionales en las prácticas locales (p. ej. uso turístico de lugares
históricos);
c) El cosmopolitismo, entendido como organización, interacción y
solidaridad transnacional para la defensa de intereses comunes y para
contrarrestar los efectos de la globalización hegemónica (p. ej.
organizaciones laborales mundiales); y
d) La herencia común de la humanidad, manejo de asuntos que son
globales por naturaleza (p. ej. cambio climático, la Antártica, entre otros).

El filósofo político Michelangelo Bovero (discípulo y continuador de


Bobbio) contrapone la globalización a la universalización, e identifica el
sustrato de la globalización con “… una cierta idea de la unificación del
género humano, a través de interconexiones planetarias (potencialmente) en
todas sus partes” (Bovero, 2007, 2008). Señala que existen dos formas
dominantes: la globalización económica y la tecno-mediática, las cua- les
están en contradicción con dos formas normativas de universalismo: la
persona global (universalización de los derechos humanos) y la democracia
global (expansión mundial de la democracia). La paradoja que señala el
autor es que mientras las dos primeras están boyantes y en auge, las dos
últimas presentan déficits y retrocesos recientes. Al panorama anterior, se
suman dos nuevas globalizaciones: la del miedo sin fronteras y la de la
guerra sin límites, y termina en una séptima forma: la globalización de la
izquierda, encarnada en el paradójico movimiento antiglobalización.

Para David Held la globalización “connota la ampliación e


intensificación de relaciones sociales, económicas y políticas a través de
regiones y continentes. Es un fenómeno multidimensional que abarca
muchos procesos diferentes y opera en múltiples escalas temporales” (Held,
2007, 69). Este autor muestra una preocupación por los cambios
experimentados por el Estado y la reconfiguración del poder político, en
especial, el futuro de la democracia en un mundo globalizado. Lejos de
diagnosticar el fin del Estado-nación, señala una nueva geografía política
global en la cual, hay espacio reservado para los gobiernos locales, los
Estados nacionales y para las nuevas instituciones políticas orbitales que se
creen. Todo esto implica una nueva regulación de los procesos.

Para algunos, la globalización no es un fenómeno nuevo, sino que


posee una larga historia que algunos ubican dos siglos atrás (Twining, 2003,
120; Barbosa, 2008, 17), e incluso, desde el mismo descubrimiento de
América. Sin embargo, el rasgo característico del actual proceso
globalizante sería la profunda imbricación de los Estados nacionales
mediante actores transnacionales (Beck, 1998, 29) y las consecuencias en
los campos económico, político, cultural y social en todos los rincones del
globo.

Sobre el impacto de la globalización en cada una de estas esferas o


campos, ya hay una buena bibliografía, es decir, se habla de globalización
económica (flujos financieros y mercantiles), globalización cultural
(homogenización y diferenciación cultural), globalización política (centros de
decisión política a nivel orbital como el G-8) y la globalización social
(migraciones y problemas globales como el cambio climático), entre otros.
Sin embargo, sobre el tema derecho y globalización, la literatura
especializada es escasa o referida a aspectos económicos, políticos o
culturales. Abordaremos a continuación esta problemática.

3. DERECHO Y GLOBALIZACIÓN
Como se indicó con anterioridad, el tema del derecho dentro del
proceso de globalización es tratado la mayoría de las veces, como un
apéndice de temas más centrales, como el económico, el político o el
cultural, lo cual le resta profundidad y especificidad a los estudios sobre
derecho y globalización. Así mismo, la contribución de estudios jurídicos
(hechos por juristas) sobre globalización es escasa y, en general, poco
elaborada, por lo cual algunos opinan que es una de las áreas menos
vanguardistas (Cadena, 2001, 103). Se dice además que: “Nos parecía, y
nos sigue pareciendo extraño por decirlo de alguna manera el modesto
lugar que hasta el momento han tenido los juristas en la explicación,
sistematización y crítica del fenómeno. Y si esta es una preocupación en
muchos países, en América Latina el asunto toma tintes dramáticos”
(Carbonell y Vásquez, 2007, 9). Señalan los autores en cita que esta falta de
interés puede deberse a dos causas:
La falta de atención genética de la doctrina jurídica por todo lo que
suene a actualidad, y 2.a) La incapacidad de la misma para mantenerse
actualizada a los tiempos.

Ávila (2008) parte de que el derecho no escapa al fenómeno global,


por lo que es posible hablar de globalización del derecho, que se puede
entender como el proceso que conduce a la uniformidad y, en última
instancia, a la unificación del derecho en todo el mundo. Estos procesos son
las manifestaciones de los constantes esfuerzos que a través de la historia
se han realizado para debilitar la dispersión normativa y así crear sistemas
organizados e identificables.

Para Contreras (2000), las transformaciones jurídicas que origina la


globalización del derecho traen como consecuencia una dispersión y
rupturas institucionales en las estructuras jurídicas internas respecto de las
internacionales; estas transformaciones responden a una
internacionalización de la economía, reorganización del espacio de la
producción, fragmentación de las actividades productivas y expansión de un
derecho paralelo al de los Estados. Tensiones que han traído como
consecuencia unos procesos de modernización con una urgencia de ajuste
estructural al interior del Estado, y, hacia el exterior, el diseño de unas
políticas de inserción transnacional en el que se equilibra la soberanía
interna con un orden jurídico que posibilite la competencia global y
promueva la emergencia de otros actores como protagonistas de la
jerarquía normativa. Además, en todos los Estados se evidencia una
insuficiencia de la ciencia jurídica debido a su aparente incapacidad para
abarcar el dominio completo de su tema objeto de investigación y al hecho
de incurrir, quizá sin saberlo, en una oscura confabulación destinada a
perpetuar el dominio de un grupo de poder o, con mayor abstracción e
imprecisión, a facilitar la reproducción de algún sistema económico y social
inocuo.

En este nuevo ordenamiento, no solo los Estados pasan a ser sujetos


del derecho internacional: también lo son los pueblos y los individuos.
Además, empiezan a surgir en el ámbito internacional actores tales como las
empresas transnacionales y los organismos no gubernamentales que
generan una sociedad heterogénea, ajena al control territorial y político del
Estado (Rodríguez, 2002; Berman, 2005).

En cualquier caso, de la revisión realizada, los estudios sobre


derecho y globalización pueden clasificarse en tres grandes grupos:

1. Estudios jurídicos sobre la globalización: aquellos que abordan


aspectos disciplinares sobre la teoría y la práctica jurídicas de cara a la
globalización. Los trabajos de Twining (2003), López (2003) o Berman
(2005) son algunos ejemplos.

2. Estudios sobre el papel del derecho en la globalización: aquí la


reflexión se realiza sobre el cambio y el nuevo rol de las regulaciones
jurídicas en la globalización (p. ej. en el comercio, en las migraciones, en los
derechos humanos, en la integración regional, etc.), pero no desde la óptica
de la disciplina jurídica o de la teoría general del derecho. Algunos de estos
trabajos son realizados por no abogados o no juristas como es el caso del
sociólogo Boaventura de Sousa Santos.
3. Estudios circunstanciales o indirectos sobre el derecho, con ocasión
del análisis de aspectos económicos, ambientales, culturales, políticos o
tecnológicos de la globalización. Es el tipo que más abunda en la
bibliografía sobre globalización y derecho, como por ejemplo, el trabajo de
Held (2007), quien al analizar aspectos políticos de la globalización, termina
interesándose en la necesidad de establecer regulaciones de tipo jurídico.

A continuación, se presentan las discusiones y/o temáticas que sobre


derecho y globalización se han encontrado. En todas ellas, el común
denominador es la consideración acerca del desafío que representa la
globalización para el derecho, puesto que el derecho moderno se ha
desarrollado bajo el paradigma de Estado-nación (Evans, 2007; Córdoba,
2003; Brennan, 2007; Carbonell, 2007a; Rojas, 2007). En efecto, la
conformación del Estado-nación, desde el final de la Edad Media, se realizó
mediante un proceso de centralización política, lo cual implicaba a su vez, en
palabras de Grün (1999, 14), “la monopolización de la producción jurídica”;
hoy, parece que asistimos a su desmonte. Se advierte al lector que lo que
sigue es fruto de una revisión preliminar y en todo caso, selectiva; por lo
tanto, su alcance es relativo, controversial y susceptible de mejora.

4. TEORÍA GENERAL DEL DERECHO Y LA GLOBALIZACIÓN


La idea de una teoría general del derecho de carácter universal es
una discusión que ha sido planteada desde el siglo XIX; específicamente, el
inglés John Austin, en 1832, hablaba acerca de la necesidad de una teoría
general o comparada del derecho, elaborada a partir del derecho romano, el
anglosajón, el francés y el prusiano (López, 2003, 12-18). En la actualidad,
una teoría general del derecho, de cara a la globalización, parece ser una
necesidad evidente dentro de la disciplina jurídica.

El profesor William Twining es quizá la figura más sobresaliente en


este aspecto. Su tesis central es que “existe la necesidad de un
renacimiento de una teoría jurídica general, como fundamento de una
disciplina jurídica cosmopolita que responda a los retos de la globalización”
(Twining, 2003, 119). Según su propuesta, la globalización plantea tres
desafíos a las teorías jurídicas tradicionales:
Desafía las teorías de caja negra, o tendencia a estudiar los sistemas
jurídicos (nacionales) como si fueran cerrados, aislados e impermeables;
Desafía el estudio del derecho reducido a dos grandes sistemas: el
derecho interno y el derecho internacional público;
Desafía la adecuación del marco jurídico para explicar fenómenos que
atraviesan las jurisdicciones, las tradiciones y las culturas de los pueblos.
Una Teoría Jurídica General (TJG) será necesaria- mente
cosmopolita, pues el derecho se ocupa de ordenar relaciones entre
personas o agentes en una variedad de espacios más allá del Estado o la
sociedad singularmente considerados (niveles global, internacional,
transnacional, regional, intercomunal y estatal); puesto que estos espacios
coexisten, se traslapan y se interrelacionan, la TJG debe tener en cuenta los
diferentes pluralismos jurídicos y normativos. Algunos de los puntos

centrales de la TJG propuesta por Twining, son los siguientes:


– Teoría jurídica general antes que teoría jurídica global, pues la TJG
es más amplia y flexible que una global.
– Construcción de un metalenguaje adecuado, echando mano tanto
de la teoría jurídica analítica (que estudia conceptos jurídicos) y los
lenguajes populares.
– Revisión de la teoría jurídica normativa en cuanto a la relación
entre los valores y el derecho, ya que la tradición jurídica apunta a la
universalización de ciertos valores (de origen occidental, nacional y
cristiano).
– Revisión al racionamiento jurídico tradicional, el cual está soportado
sobre un sistema legislativo dado o limitado a una familia o tradición
jurídica determinada.
– Necesidad de la interdisciplinariedad para una TJG.
– Papel destacado de los estudios comparados y el derecho
comparado (Twining, 2003, 117-159).
Otro punto de engarce en esta temática es ofrecido por Guardiola Rivera
y Sandoval (2003, 25), al señalar la separación del derecho respecto
de sus condiciones de producción (locales, concretas, ideográficas) y las
condiciones de aplicación (uni- versales, absolutas, abstractas) que
conlleva la globalización. Los autores proponen el concepto de Derecho
en acción, el cual está compuesto de dos elementos:
1.o) La teoría jurídica local, predominante en la práctica jurídica de un
contexto determinado o nacional;

2.o) Las dinámicas que se generan entre las teorías jurídicas


transnacionales y los contextos de producción y recepción de tales teorías.
En este juego, los juristas pueden asumir dos roles: los analistas
comprometidos, los cuales son críticos (develan la arbitrariedad) y tienen en
cuenta el contexto, y los formalistas que asumen la globalización del
derecho como algo natural y descontextualizado, sin entrar en mayores
juicios.
Finalmente, López (2007, 18-22) llama Teoría Transnacional del Derecho
(TTD) a la posibilidad de un derecho globalizado, pero desconfía de sus
posibilidades, en especial, del alcance geo-jurídico de los preceptos
universales, pues se tiende a obviar el alcance epistémico de la teoría, “sin
teorizar y explicar la teoría jurídica propia (especialmente en los sitios de
recepción, sus prácticas y posibilidades” (p. 20). Por lo tanto, la TTD sería
la mezcla de los siguientes factores:
1. Una proyección hacia la comunidad jurídica internacional de la
propia auto importancia del generalista y su tradición jurídica;
2. Dinámicas políticas de neo colonización, por la filiación a cierto
sistema jurídico;
3. Una dinámica trasnacional del derecho que distingue claramente
entre la producción y la recepción del derecho.

5. DERECHO Y TEMAS DE LA GLOBALIZACIÓN


Encontramos aquí diversas aproximaciones sobre temáticas propias de la
globalización en general, pero que exigen una atención jurídica especial.
Merecen mención especial:
a) Cuestiones económicas, como la regulación de los flujos mercantiles
y financieros y la lex mercatoria (Santos, 2002; Restrepo, 2003; Chiape,
2003; Laporta, 2007; Cadena, 2001);
b) Las migraciones y movimientos de personas (Pineda; 2003;
Carbonell, 2007b);
c) La propiedad intelectual y su derecho (Cavelier y Urrego, 2003);
d) Los tratados de integración, que dan origen al derecho de la
integración y conformación de entidades supranacionales (Dreyzin de Klor,
2001);

e) El problema medioambiental y el cambio climático que exigen


regulaciones (Santos, 2002), y
f) Los derechos humanos (Iglesias, 2007). Sobre este último punto, se
hará una mención especial más adelante.

También existe literatura sobre los impactos directos de la globalización en


las ramas tradicionales del derecho, donde se destacan:
a) El derecho penal internacional y la jurisdicción de la Corte Penal
Internacional (Ferrajoli, 2007);
b) El derecho constitucional y la globalización (Gutiérrez, 2002);
c) La flexibilización del derecho laboral (Lagos, 1999);
d) El derecho administrativo internacional (Fernández, s.f.);
e) El derecho internacional y la globalización (Santos, 2002; Berman,
2005).

Sobre el último punto, Berman (2005) señala que el estudio del


derecho y la globalización extiende el foco de interés del tradicional derecho
internacional, en el sentido que derecho-globalización puede aportar un
punto de vista útil para entender las diversas maneras como las normas
legales son diseminadas en el siglo XXI. Ofrece así cuatro formas de
extender los estudios del derecho internacional, todos estos irían más allá
de:

– Las instituciones gubernamentales.


– Las fronteras territoriales.
– La distinción entre derecho público y derecho privado.
– La soberanía.

Sugiere también diez áreas de énfasis en los estudios: el problema de


las jurisdicciones y la localización física; jurispersuación y articulación de
normas; fuentes plurales de autoridad legal y cuasi legal; cosmopolitismo y
derecho; el sociológico y psicológico proceso del conocimiento legal; el rol de
las ONG; la importancia de las instituciones; la privatización de funciones
estatales; la interacción entre normas locales, nacionales e internacionales y
las problemáticas de la globalización.

6. GLOBALIZACIÓN Y DERECHOS HUMANOS


Luego de la II Guerra Mundial, el horror del conflicto concitó una
concientización en la dirigencia mundial, y se buscaron fórmulas para
evitar que los crímenes y genocidios ocurridos volvieran a presentarse
(empieza con los juicios a los nazis). El panorama mundial cambió y
aparecieron las Naciones Unidas y otros órganos internacionales
encargados de manejar los conflictos mundiales (Consejo de Seguridad de
la ONU, Corte Internacional de Justicia de la Haya, OIT, UNICEF, entre
otros). A la par, la Guerra Fría conllevó a la creación de dos grandes
frentes como la OTAN en 1949 (para los países occidentales con EE. UU. a
la cabeza) y el Pacto de Varsovia en 1955 (para países comunistas, con la
URSS a la cabeza). A partir de estos sucesos, el derecho inter- nacional
tomó una nueva tendencia: se deseuropeizó, humanizó y mundializó.
No en vano, durante la segunda mitad del siglo XX se suscribieron,
aprobaron y ratificaron por un número importante de países del orbe una
gran cantidad de tratados y pactos internacionales, entre los que figuran, en
1948 la Declaración Universal de los Derechos Humanos, El Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos, convenciones sobre derechos
del niño, la mujer, las minorías, el medio ambiente, el uso de las armas, el
Derecho Internacional Humanitario, etc. En fin, hoy existe un sistema de
Naciones Unidas y otro interamericano (incluida Colombia) para la
protección de los derechos humanos (Duque, 2007).

Es decir, la globalización del derecho empezó antes que la actual


globalización, relacionada con aspectos más de orden económico y cultural
con un importante soporte tecno-científico (informática, robótica, genética,
etc.). Sin embargo, en la actualidad nos encontramos con una situación que
enfrenta dos procesos en la globalización del derecho:

Por un lado, está el proceso que sigue la línea inicia- da en 1948,


multilateral (muchos países participan), centrada en el papel de la ONU y
con nuevas organizaciones como el caso reciente de la Corte Penal
Internacional creada en 1998 y puesta en funciona- miento en 2002 (de la
que Colombia es signataria). El objetivo sigue siendo establecer un
derecho universal con sus cortes y jurisdicciones internacionales para
resolver los conflictos entre países (asegurar la paz), proteger los derechos
humanos y juzgar también aquellos crímenes que los países no juzgan.

Pero por el otro lado, está un proceso que se inicia luego del 11 de
septiembre de 2001, caracterizado por el unilateralismo de EE. UU., el
cual pretende imponerse con la excusa de atacar el terrorismo a todos los
países considerados como peligrosos: quiere globalizar su derecho a la
injerencia e intervención militar cuando lo considera adecuado (la invasión
a Irak en contra de las resoluciones de la ONU, en 2004, o los ataques de
Israel a Líbano en 2006, son un ejemplo) . Finalmente, hay que recordar
que Estados Unidos desconoce o no hace parte de muchos tratados y
convenios firmados entre los demás países; se retiró de la CPI y no permite
que sus ciudadanos se vean algún día juzgados por ella. Esto pone en grave
riesgo la construcción de un ordenamiento jurídico mundial concertado,
construido por todos los países y que favorezca a todos los ciudadanos
habitantes del planeta.

En todo caso, para las políticas nacionales en derechos humanos el


contexto internacional sobre la materia es muy importante, así como para los
procesos de formulación, diseño e implementación de políticas públicas
(Jiménez, 2007a; Guendel, 2002; Bernales, 2004). De esta manera, la
agenda internacional en derechos humanos tiene ecos sobre la agenda
nacional respecto de los mismos, pues el movimiento mundial de respeto
y reconocimiento de los derechos humanos (la razón humana en palabras
de Roth, 2006) es una conciencia universal que se levanta ya como una voz
de permanente exigencia, ya como un juez que reprocha las situaciones de
vulneración o violación de derechos.

CONCLUSIONES
De lo observado, pueden extraerse las siguientes conclusiones:
– Presencia de procesos de difícil comprensión que apenas están
siendo estudiados por los juristas, porque hay cierto retraso en los estudios
jurídicos sobre globalización. En todo caso, es importante entender la
globalización en una doble dimensión: por un lado, como un proceso
concreto de la realidad y por otro lado, como una elaboración teórica sobre
la misma; en este sentido, algunos autores advierten sobre la posible
confusión de las dos formas. La diferencia consiste en que el proceso
globalizador puede ser inevitable desde el punto de vista fáctico (el
aumento de los intercambios planetarios favorecidos por el avance técnico-
científico y la consecuente globalización de aspectos locales), pero lo que
no puede admitirse son las conceptualizaciones dominantes sobre dicho
proceso; de esta manera, hay una tendencia para que una determinada
corriente ideológica imponga un modelo sobre la compleja realidad de la
globalización. Este modelo se ha denominado globalismo ideológico el
cual pretende promover la globalización con unas características generales
sustentadas en la racionalidad economicista de los mercados, tales como el
libre cambio, apertura económica, flexibilización de los procesos productivos
y del mercado laboral, flujos de capitales y su autorregulación, limitación de
la intervención estatal y sus monopolios, ente otros.

– La conciencia de la necesidad de algún tipo de regulación jurídica


de estos fenómenos globales. Los nuevos fenómenos de la globalización
generan situaciones jurídicas que no pueden ser atendidas de manera
adecuada por el derecho internacional tradicional; existe un escenario
prolijo de fuentes materiales o reales del derecho que deben ser recogidas
por fuentes forma- les ya sean normas, jurisprudencia, costumbre, doctrina
o principios de un derecho global que permita no solamente reconocer
derechos y establecer obligaciones, sino además, el ejercicio de las
mismas a través de acciones y procedimientos ante autoridades con
jurisdicción para ello.

– La necesidad de adecuación del derecho como disciplina social a


los nuevos desafíos, esto implica la construcción de una teoría general del
derecho acorde con los requisitos actuales de legitimidad, validez y eficacia.
De esta manera, se complejiza la clásica distinción entre derecho interno
y derecho externo, se amplían las fuentes jurídicas de aplicación universal
como los tratados y la jurisprudencial internacional, adquieren mayor
relevancia los ámbitos jurisdiccionales externos y se replantean los sujetos
procesales, entre otros.

– Superación de la mirada nacional o regional para ir en pos de un


nuevo derecho de características universales o cosmopolitas que armonice
los procesos de producción normativa con los de aplicación de la misma. La
crisis del modelo westfaliano encarnado en el Estado-nación, significa que
este ha perdido el monopolio de la producción jurídica y la aplicación del
mismo circunscrita dentro de unos límites territoriales; de este modo, hay
una tendencia hacia la desterritoralización del derecho así como el
surgimiento de diversos tipos de ordenamiento jurídico y fuentes de
producción normativa que se ha denominado pluralismo jurídico.

– El proceso de reconocimiento, promoción, defensa y garantía de los


derechos humanos universales puede identificarse como una forma
Temprana de globalización del derecho, entendida como una tendencia
hacia la ampliación del contenido jurídico de la dignidad humana, en
cualquier parte del planeta. Las conquistas políticas, económicas, sociales
y culturales de los pueblos y de la humanidad en general se van
condensando en las cartas de derechos humanos los cuales, partir de 1948,
entraron en la agenda política mundializada de las Naciones Unidas,
siendo esta la primera forma contemporánea de globalización del derecho.
Sin embargo, esta forma de universalización del género humano parece
encontrar desafíos frente a la más reciente globalización de los mercados y
la economía, proceso que muchas veces atenta contra el reconocimiento y
materialización de los derechos humanos en buena parte del mundo.

– La globalización del derecho no significa la eliminación de los


sistemas jurídicos nacionales, sino su complementación, adecuación y
armonización con diferentes órdenes jurídicos de carácter regional, estatal,
supraestatal y global. La globalización y relocalización no significan la
desaparición, por ahora, del Estado nacional, sino su transformación y
adecuación al nuevo orden (este es el tema importante: ¿cuál será la
función del Estado? ¿Qué tipo de Estado se necesita?); en este sentido,
continuarán vigentes los sistemas tradicionales operando de manera
conjunta con otros órdenes jurídicos internos o externos, de base territorial
o extraterritorial, de origen estatal o no estatal.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Ávila, Raúl. 2000. El Derecho cultural en México. Una propuesta académica
para el proyecto político de la modernidad. México: Coordinación
Humanidades, UAM. Colección ciencias sociales.
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