Hidrosfera
Hidrosfera
Hidrosfera
En las ciencias de la Tierra, la hidrosfera o hidrósfera1 (del prefijo hidro-, este del prefijo griego
ὑδρο- [hydro], ‘agua’, y del griego σφαῖρα [sfaira], ‘esfera’)23 es el sistema material constituido
por el agua que se encuentra sobre la superficie de la tierra sólida, y también parte de la que se
encuentra bajo la superficie, en la corteza terrestre.
La hidrosfera incluye océanos, mares, ríos, lagos, agua subterránea, el hielo y la nieve. La Tierra es
el único planeta del sistema solar en el que está presente de manera permanente el agua líquida,
que cubre aproximadamente dos terceras partes de la superficie terrestre, con una profundidad
promedio de 3,5 km, lo que representa el 97 % del total de agua del planeta. El agua dulce
representa 3 % del total y de esta cantidad aproximadamente 98,2 % está congelada, de ahí que
solo se tenga acceso al 0,08 % de toda el agua del planeta. El agua migra de unos depósitos a otros
por una combinación de procesos de cambio de estado y de transporte que en conjunto
configuran el ciclo hidrológico o ciclo del agua. La presencia de agua en la superficie terrestre es el
resultado de la desgasificación del manto, que está compuesto por rocas que contienen en
solución sólida cierta cantidad de sustancias volátiles, de las que el agua es la más importante. El
agua del manto se escapa a través de procesos volcánicos e hidrotermales. El manto recupera
gracias a la subducción una parte del agua que pierde a través del vulcanismo.
En los niveles superiores de la atmósfera la radiación solar provoca la fotólisis del agua, rompiendo
sus moléculas y dando lugar a la producción de hidrógeno (H) que termina, dado su bajo peso
atómico, por perderse en el espacio. A la larga el enfriamiento del planeta debería dar lugar al final
del vulcanismo y la tectónica de placas conduciendo, al asociarse con el fenómeno anterior, a la
progresiva desaparición de la hidrosfera.
Compartimentos de la hidrosfera
Los océanos, que cubren dos tercios de la superficie terrestre con una profundidad
típica de 3000 a 5000 metros.
Los glaciares que cubren parte de la superficie continental. Sobre todo los dos
casquetes glaciares de Groenlandia y la Antártida, pero también glaciares de
montaña y volcán, de menor extensión y espesor, en todas las latitudes.
Las banquisas, capas de hielo marino flotante de entre 1 y 20 metros de espesor.
La escorrentía superficial, un sistema muy dinámico formado por ríos y lagos.
El agua subterránea, que se encuentra embebida en rocas porosas de manera más o
menos universal.
En la atmósfera en forma de vapor de agua y nubes.
En la biosfera, formando parte de plantas, animales y seres humanos.
En los océanos se han encontrado al menos 77 elementos, siendo con mucho los más
importantes el sodio y el cloro, que junto con el magnesio y el bromo, son de los pocos que
se explotan comercialmente a partir del agua de mar. En la actualidad, se supone que
prácticamente todos los elementos están presentes en los océanos.
Aunque propiamente no del agua de mar, sino debajo de ella, del lecho marino del Pacífico
central, cerca de las islas de Hawái, se han iniciado las investigaciones para extraer nódulos
de manganeso, Mn (del tamaño de una pelota de golf o una papa pequeña). Estos nódulos
son una fuente renovable de minerales, ya que se forman a partir del manto al ritmo de
entre 6 y 10 toneladas al año y contienen principalmente Mn y hierro, además de cantidades
pequeñas de níquel, cobre, cobalto, zinc, cromo, uranio, wolframio y plomo.
Océano
Se denomina océano a una gran extensión de agua en el planeta Tierra, sobre todo aquella que
«separa dos o más continentes».1 Los océanos forman la mayor parte de la superficie del planeta.
Los océanos se clasifican en tres grandes océanos: Atlántico, Índico y Pacífico; y dos menores
Ártico y Antártico, delimitados parcialmente por la forma de los continentes y archipiélagos.
Los océanos Pacífico y Atlántico a menudo se distinguen en Norte y Sur, según estén en el
hemisferio Norte o en el Sur: Atlántico Norte y Atlántico Sur, y Pacífico Norte y Pacífico Sur.
Características generales
Los océanos cubren el 71 %2 de la superficie de la Tierra, siendo el océano Pacífico el mayor de
todos.
La profundidad de los océanos es variable dependiendo de las zonas del relieve oceánico, pero
resulta escasa en comparación con su superficie. Se estima que la profundidad media es de
aproximadamente 3900 metros. La parte más profunda se encuentra en la fosa de las Marianas
alcanzando los 11 034 m de profundidad.
En los océanos hay una capa superficial de agua templada (12 °C a 30 °C) que llega hasta una
profundidad variable según las zonas, de entre unas decenas de metros hasta los 50 o 100 m. Por
debajo de esta capa el agua tiene temperaturas de entre 5 °C y –1 °C. Se llama termoclina al límite
entre las dos capas. El agua está más cálida en las zonas templadas, ecuatoriales y más fría cerca
de los polos. Y, también, más cálida en verano y más fría en invierno.
Origen
Hasta hace poco se pensaba que se habían formado hace unos 4 000 millones de años, tras un
periodo de intensa actividad volcánica, cuando la temperatura de la superficie del planeta se
enfrió hasta permitir que el agua se encontrara en estado líquido. Aunque la polémica continúa,
un estudio del científico Francis Albarède, del Centro Nacional de la Investigación Científica de
Francia (CNRS), publicado en la revista Nature estima que su origen se halla en la colisión de
asteroides gigantes cubiertos de hielo que chocaron contra la Tierra entre 80 y 130 millones de
años después de la formación del planeta.3 Se cree que el agua, por ser sustancia universal, está
desde que el planeta se estaba formando y luego llegó en más cantidad desde el cinturón de
asteroides, y no de la nube de Oort como antes se creía, ya que en esta última zona hay mayor
concentración de deuterio (formando agua pesada) comparada con la que existe en la tierra. Este
hecho se vio confirmado en los análisis directos que se hicieron de los cometas procedentes de la
nube de Oort, como por ejemplo el último a cargo de la sonda Rosetta
El agua de mar
Contiene sustancias sólidas en disolución, siendo las más abundantes el sodio y el cloro que, en su
forma sólida, se combinan para formar el cloruro de sodio o sal común y, junto con el magnesio, el
calcio y el potasio, constituyen cerca del 90 % de los elementos disueltos en el agua de mar.
Además hay otros elementos pero en cantidades mínimas.
Temperatura
La temperatura del agua de los océanos varía en función de una cantidad de parámetros,
entre los que se destacan: la latitud; la presencia de corrientes marinas; la profundidad; etc.
El programa Argo ha desplegado más de 3000 flotadores en los océanos para registrar la
salinidad y temperatura de la capa superficial de los océanos. Cada uno de los flotadores
está programado para hundirse a 2000 metros de profundidad, y se mantendrá a la deriva a
esa profundidad durante 10 días aproximadamente. Posteriormente, el flotador emergerá de
vuelta hacia la superficie midiendo continuamente la temperatura y salinidad. Una vez que
el flotador llega a la superficie, los datos son enviados a un satélite, para que los científicos
y el público tengan acceso a esta información sobre el estado de los océanos unas horas
después de la captura de los datos.
La salinidad depende de la cantidad de sales que contiene. Aproximadamente una media del
3,5 % de la masa del agua, corresponde a sustancias en disolución. Si hay mucha
evaporación, desaparece una mayor cantidad de agua, quedando las sustancias disueltas,
por lo que aumenta la salinidad.
Ésta es escasa en las regiones polares, en especial en el verano cuando el hielo se diluye en
el agua. En mares como el Báltico, también hay poca salinidad.
Cabe destacar que en su gran extensión, el océano presenta todos y cada uno de los
elementos químicos naturales existentes, bien sea por escorrentía de estos en los
continentes o reservas existentes en él.
También el agua de los océanos es salada por la erupción de volcanes submarinos. La roca
volcánica aporta sales.
Composición
En el agua, disueltos, existen prácticamente todos los elementos, en una cantidad ínfima,
pero que al tener un volumen tan colosal los océanos, constituyen unas reservas de materias
primas inagotables, aunque, a excepción del cloruro de sodio (la sal común), ofrece poca
rentabilidad su extracción. Esos elementos, en orden decreciente, son los siguientes (entre
paréntesis el contenido en gramos por litro): 1º Cloro (19); 2º Sodio (10.5); 3º Magnesio
(1.35); 4º Azufre (0.885); 5º Calcio (0.400); 6º Potasio (0.380); 7º Bromo (0.065);... 39º
Plata (0.000 000 3);... 57º Oro (0.000 000 004).
Marea
La marea es el cambio periódico del nivel del mar producido principalmente por las fuerzas de
atracción gravitatoria que ejercen el Sol y la Luna sobre la Tierra. Aunque dicha atracción se ejerce
sobre todo el planeta, tanto en su parte sólida como líquida y gaseosa, nos referiremos en este
artículo a la atracción de la Luna y el Sol, juntos o por separado, sobre las aguas de los mares y
océanos. Sin embargo, hay que indicar que las mareas de la litosfera son prácticamente
insignificantes, con respecto a las que ocurren en el mar u océano (que pueden modificar su nivel
en varios metros) y, sobre todo, en la atmósfera, donde puede variar en varios km de altura,
aunque en este caso, es mucho mayor el aumento del espesor de la atmósfera producido por la
fuerza centrífuga del movimiento de rotación en la zona ecuatorial (donde el espesor de la
atmósfera es mucho mayor) que la modificación introducida por las mareas en dicha zona
ecuatorial.
Otros fenómenos ocasionales, como los vientos, las lluvias, el desborde de ríos y los tsunamis
provocan variaciones del nivel del mar, también ocasionales, pero no pueden ser calificados de
mareas, porque no están causados por la fuerza gravitatoria ni tienen periodicidad.
El fenómeno de las mareas es conocido desde la antigüedad. Parece ser que Piteas (siglo IV a. C.)
fue el primero en señalar la relación entre la amplitud de la marea y las fases de la Luna, así como
su periodicidad. Plinio el Viejo (23-79) en su Naturalis Historia describe correctamente el
fenómeno y piensa que la marea está relacionada con la Luna y el Sol. Mucho más tarde, Bacon,
Kepler y otros trataron de explicar ese fenómeno, admitiendo la atracción de la Luna y del Sol.
Pero fue Isaac Newton en su obra Philosophiae Naturalis Principia Mathematica («Principios
matemáticos de la Filosofía Natural», 1687) quien dio la explicación de las mareas aceptada
actualmente. Más tarde, Pierre-Simon Laplace (1749-1827) y otros científicos ampliaron el estudio
de las mareas desde un punto de vista dinámico.
Terminología
Marea alta o pleamar: momento en que el agua del mar alcanza su máxima altura
dentro del ciclo de las mareas.
Marea baja o bajamar: momento opuesto, en que el mar alcanza su menor altura.
Se considerará que la Tierra es una esfera sin continentes rodeada por una hidrosfera y que gira
alrededor del Sol en una trayectoria elíptica sin girar sobre su eje. Por ahora no se tendrá en
cuenta la Luna.
Litosfera
La litosfera o litósfera1 (del griego λίθος, litos, ‘piedra’ y σφαίρα, sphaíra, ‘esfera’) es la capa sólida
superficial de la Tierra, caracterizada por su rigidez.2 Está formada por la corteza y la zona más
externa del manto, y mantiene un equilibrio isostático sobre la astenosfera, una capa «plástica»
que forma parte del manto superior.3 La litosfera suele tener un espesor aproximado de 50 a 100
km,2 siendo su límite externo la superficie terrestre.4 El límite inferior varía dependiendo de la
definición de litosfera que se ocupe. Para este caso, teniendo en cuenta el espesor mencionado, es
la astenosfera4
La litosfera está fragmentada en una serie de placas tectónicas o litosféricas, en cuyos bordes se
concentran los fenómenos geológicos endógenos, como el magmatismo (incluido el vulcanismo),
la sismicidad o la orogénesis.
Tipos de litosfera
Litosfera térmica: Bajo este concepto la litosfera constituye la parte del manto
donde la conducción de calor predomina sobre la convección de calor, caso opuesto
de lo que ocurre en la parte del manto que subyace la litosfera.7 En este sentido la
base de la litosfera se puede definir según la intersección de una proyección del
gradiente geotérmico con: a) alguna temperatura predefinida, b) cierta fracción de la
temperatura de ambiente o c) cierta fracción del solidus del manto.7 Otro método
más simple define dicho límite según la superficie de una isoterma.7
La litosfera es la capa más externa de nuestro planeta tierra y está conformada por la corteza y por
una parte del manto, es sólida y rígida y la más superficial que existe.
Entonces, al tratarse de la parte más exterior es que podemos tomar contacto justamente con su
lado externo, ya que por ejemplo la misma conforma los continentes y las islas.
Ahora bien, esta capa aparece fragmentada en placas tectónicas, tal como se denomina a aquella
porción de la litosfera justamente que se caracteriza por los movimientos que en ella se generan.
Ese movimiento cabe destacarse que se da en tipo bloque sin que medie por ello alguna
deformación.
Vale destacarse que en los bordes de estas placas tectónicas es donde confluyen fenómenos muy
comunes de nuestro planeta y que suelen desencadenar, de acuerdo a la virulencia que ostentan,
complejas situaciones con pérdidas de vidas humanas, heridos graves y severos daños materiales,
tal es el caso de: el vulcanismo, los volcanes que presentan actividad y emergen magma que
puede aparecer en forma de lava, de ceniza o de gas.
Por otra parte, los terremotos, que son la sacudida fuerte y ciertamente pasajera de la corteza de
la tierra. La liberación de energía que se acumuló en forma de onda sísmica es lo que genera el
terremoto o sismo. Entre las causas más comunes nos encontramos con fallas geológicas, procesos
volcánicos o alguna acción del hombre como puede ser la detonación de elementos nucleares
debajo de la tierra.
Y por último la orogénesis es otro fenómeno que alberga la litosfera y que consiste en el
acortamiento de la corteza de la tierra y tras ello se pliega en una zona alargada por el empuje,
generando justamente un pliegue montañoso.
En la actualidad y gracias a los avances de la tecnología es que se han podido desarrollar aparatos
especiales que permiten un estudio pormenorizado de lo que sucede en las capas del planeta y
como consecuencia la predicción de algunos de los fenómenos indicados, o por lo pronto, su
mayor conocimiento.
Fenómeno natural
El concepto de fenómeno natural se refiere a un cambio que se produce en la naturaleza
que no es provocado por la acción humana. Estos pueden influir en la vida humana de
manera positiva (lluvia sobre cultivos de secano), negativa (huracán sobre una ciudad) o
pueden no influir (el arcoíris).
Cabe señalar que las acciones humanas (un automóvil en movimiento, por ejemplo) si bien
están sujetas a leyes de las ciencias naturales, no se consideran fenómenos naturales, ya que
dependen de la voluntad de los humanos.
Estudiados por la astronomía que involucran a la Tierra en tanto planeta y a otros astros que
pueden tener influencia en la Tierra o no.
La radiación solar que es el conjunto de radiaciones electromagnéticas que tiene origen en el Sol
y que inciden en el resto de los cuerpos del sistema solar en función de su distancia incluida la
Tierra y su Luna.
Las fases de la Luna que son los cambios del aspecto del satélite debido a su cambio de posición
respecto a la Tierra y el Sol.
Los movimiento de la Tierra, rotación y traslación, que producen cambios en el sitio y en el
ángulo en el que incide la radiación solar en la Tierra produciendo la sucesión de los días y las
noches y las estaciones del año.
Fenómenos geológicos
Estudiados por la geología, y relacionados con la parte sólida del planeta Tierra. Algunos ejemplos
Fenómenos hidrológicos
Estudiados por la hidrología, y relacionados con el agua.
El fluir del agua en el cauce de un río debido al relieve y la gravedad, que en función de la
pendiente, puede constituir cascadas, rápidos o meandros.
El movimiento de aguas en el océano, conocida como corrientes oceánicas.
Otros movimientos del mar como las olas.
Fenómenos atmosféricos
Que tienen lugar en la atmósfera.Son estudiados por la meteorología y que, a su vez, determinan
el clima, el cual es objeto de estudio de la climatología.
Son los mismos fenómenos naturales que ocasionan daños y destrucción de diversa magnitud
sumado fundamentalmente a la acción indirecta del ser humano, que no prevé que sus acciones
pueden ocasionarle pérdidas a sí mismo.
La deforestación arrasa los bosques y las selvas de la Tierra de forma masiva causando un
inmenso daño a la calidad de los suelos. Los bosques todavía cubren alrededor del 30 % de
las regiones del mundo.
Talar árboles sin una eficiente reforestación resulta en un serio daño al hábitat, en pérdida
de biodiversidad y en aridez. Tiene un impacto adverso en la fijación de dióxido de carbono
(CO2). Las regiones deforestadas tienden a una erosión del suelo y frecuentemente se
degradan a tierras no productivas.
Entre los factores que llevan a la deforestación en gran escala se cuentan: el descuido e
ignorancia medieval del valor intrínseco, la falta de valor atribuido, el manejo poco
responsable de la forestación y leyes medioambientales deficientes.
Los motivos de la tala indiscriminada son muchos, pero la mayoría están relacionados con
el dinero o la necesidad de los granjeros de mantener a sus familias. El inductor subyacente
de la deforestación es la agricultura. Los agricultores talan los bosques con el fin de obtener
más espacio para sus cultivos o para el pastoreo de ganado. A menudo, ingentes cantidades
de pequeños agricultores despejan hectáreas de terreno arbolado, para alimentar a sus
familias, mediante tala y fuego en un proceso denominado «agricultura de roza y quema».
La deforestación tiene muchos efectos negativos para el medio ambiente. El impacto más
dramático es la pérdida del hábitat de millones de especies. Setenta por ciento de los
animales y plantas habitan los bosques de la Tierra y muchos no pueden sobrevivir la
deforestación que destruye su medio.
La deforestación es también un factor coadyuvante del cambio climático. Los suelos de los
bosques son húmedos, pero sin la protección de la cubierta arbórea, se secan rápidamente.
Los árboles también ayudan a perpetuar el ciclo hidrológico devolviendo el vapor de agua a
la atmósfera. Sin árboles que desempeñen ese papel, muchas selvas y bosques pueden
convertirse rápidamente en áridos desiertos de tierra yerma.
La eliminación de la capa vegetal arrebata a los bosques y selvas sus palios naturales, que
bloquean los rayos solares durante el día y mantienen el calor durante la noche. Este
trastorno contribuye a la aparición de cambios de temperatura más extremos, que pueden
ser nocivos para las plantas y animales.
Hace unos ocho mil años, los seres humanos empezaron a talar bosques en cantidades
pequeñas pero significativas, aunque para ello sólo dispusieron de hachas de sílex.3
En los seis mil años que van desde la prehistoria hasta el comienzo de la era histórica, hace
dos mil años, el hombre fue mejorando sus herramientas para trabajar la tierra disponiendo
de hachas y arados en la Edad del Bronce y luego en la Edad del Hierro, así como de
bueyes y caballos domesticados que tiraban de los arados. Estos avances hicieron que la
agricultura fuera ganando tierras al bosque, que fue talado allí donde ésta se desarrolló.
Hace dos mil años, en China, India, el sur y el oeste de Europa y el Magreb mediterráneo,
así como en las tierras bajas de Centroamérica y las tierras altas de Perú se empleaban
prácticas agrícolas sofisticadas (cultivos diversificados, plantaciones múltiples y cría de
ganado). Todas esas regiones son naturalmente boscosas, y la agricultura a gran escala
exigió talar esos árboles.4