Informe Sobre La Casa de Los Conejos
Informe Sobre La Casa de Los Conejos
Informe Sobre La Casa de Los Conejos
La autora del libro que elegí se llama Laura Alcoba. Nació en Argentina en el año 1968, y se fue a
vivir junto a su madre a Francia en 1976. Es licenciada en letras en l´Ecoles Normale Supérieure, y
especialista en el Siglo de Oro español, editora y traductora en Francia. La casa de los conejos fue
su primera novela, primero publicada en 2008 en París con el título “Manéges”, y luego traducida
al español, publicada meses más tarde en Argentina.
En el prólogo explica por qué decide escribir este texto, expresando que se debió a un viaje que
hizo a la Argentina con su hija en el año 2003, donde recorrió todos aquellos lugares a donde había
pasado su infancia, y se puso a investigar y encontrar gente, lo que le hizo recordar con mucha
más precisión todo lo sucedido en aquella época, y no tuvo más opción que plasmarlo en un libro.
Sin embargo, al final de su prólogo, escribe que si habla tan detalladamente de todo lo que debió
vivir en aquella época, es más para intentar olvidar que para seguir recordando. En el año 2008, en
una nota del diario La Voz, expresó: “Para mí el deseo de olvido es un elemento esencial del libro.
Si bien ‘olvidar un poco’ no es lo mismo que olvidar a secas. Ese deseo tiene que ver con el trabajo
del duelo. Cuando muere una persona cercana para uno, es saludable, necesario incluso, después
del sufrimiento, llegar a una forma de olvido. No se puede vivir en el dolor”.
El relato está dado por una fusión entre la niña y la adulta que rememora su infancia, dejando
entrever una confusión, o nebulosa de la misma, donde a partir de este texto reconstruye varios
testimonios.
Con este libro, Laura Alcoba cuenta su experiencia de vida en la clandestinidad y también lo que
sucedía por esos años en Argentina. Desde 1975, que es cuando comienza el libro, todavía en el
poder María Estela Martínez de Perón, comenzaron las desapariciones, presos políticos y muertes
a través de la Triple A, creada por José López Rega, ministro de Bienestar Social. En ese momento,
organizaciones como Montoneros, que tiene su origen en el peronismo; y el Ejército
Revolucionario del Pueblo (ERP), formado a partir del Partido Revolucionario de los Trabajadores
(PRT) debieron comenzar a vivir en la clandestinidad para no ser secuestrados, torturados y
asesinados como también para preservar a sus familias.
Ella es hija de una pareja de militantes montoneros. Su padre está preso en aquellos años y su
madre debe mudarse con ella y una pareja de compañeros militantes, Cacho y Didí, que está
embarazada (Didí es Diana Teruggi, a quien le habla en el prólogo), a una casa donde se monta una
imprenta clandestina encargada de imprimir y distribuir el periódico “Evita Montonera”. En la
casa, que funciona bajo el disfraz de un criadero de conejos, se construye entonces, en el fondo un
“embute” que oculta la imprenta (cuenta Laura alcoba en el presente, que recuerda la palabra
“embute” e intenta buscarle un significado real, sin éxito. Era un término que se usaba dentro del
ámbito de la militancia para referirse a los lugares de refugio).
Laura Alcoba describe el aumento de la violencia y el miedo de ser descubiertos ya que su familia y
amigos pertenecían a montoneros. La autora manifiesta cómo es que tiene que aprender a mentir
y a entender ciertas cosas en su infancia para poder sobrevivir. También cuenta los cambios en la
vida de una niña que no puede ir a la escuela libremente ni visitar a sus abuelos porque su nombre
y apellido figuraban en las listas de los subversivos. Constantemente la nena pregunta, se informa,
pero también calla, por miedo a lo que le puedan decir, o por miedo a arruinarlo todo. Ella no sabe
del todo pero sabe demasiado para su edad. A sus siete años, pasa por diferentes estados de
clandestinidad: identidad falsa, cambio de colegio, prohibición de asistir a la escuela, visitas a la
cárcel, participación de las reuniones secretas y exilio.
El padre: cae preso en el año 1975, y sólo lo visita 2 veces en la cárcel. Cuenta cómo es que la
revisan de pies a cabeza antes de poder verlo, y también los nervios que le generaron verlo en la
segunda visita, tanto que la hicieron vomitar sobre él, lo que fue razón suficiente para que no
vuelva a ir.
La madre: es con quien convive en la casa de los conejos y con quien luego se exilia a Francia. Le
genera sentimientos confusos causados por el cambio de estilo de ropa, corte de pelo, y también
siente ella, que cambia su forma de ser.
Sus abuelos: son los padres de su padre. Antes de ir a vivir a la casa de los conejos, convive en su
casa unos meses. A pesar de no estar de acuerdo con la militancia de su hijo y su nuera, los apoyan
y ayudan. Luego también son la conexión entre la niña y su padre en la cárcel. La acompañan a
verlo ya que su madre no podía.
Didí y Cacho: compañeros de militancia y convivencia en la casa de los conejos. A pesar de que
todo el tiempo se iba a trabajar, Cacho era un personaje importante en la vida de Laura. Didí,
podría decir que era la más importante, incluso más que su propia madre. Estaba con ella la mayor
parte del tiempo, era quien más le contaba sobre la situación del país, con quien jugaba, aprendía
y trabajaba.
El ingeniero: es un personaje muy importante en la historia. Fue el que creó el “embute” de la casa
de los conejos. También la primera persona por la que Laura Alcoba siente atracción, y muchas
veces le genera inseguridad. Al final de la novela, se considera que fue el que traicionó al grupo, el
infiltrado que sobrevoló en helicóptero y delató al grupo de militantes que vivía en la casa de los
conejos.
La vecina: mujer hermosa a la que Laura Alcoba admira desde su patio. Maneja un importante
grado de indiferencia sobre todo lo que ocurre. No indaga. No se interesa por nada, pero sin
embargo, genera grandes conflictos dentro de la casa de los conejos a partir de que la niña le
comentó que “no tenía apellido”.
Chicha Mariani: madre de Cacho Mariani, abuela de Clara Anahí, hija de Cacho y Didí, quien aún
está desaparecida. Chicha aparece en la novela en el último capítulo, dentro de los testimonios
actuales que recolecta Laura Alcoba. Es quien le comenta la posibilidad de que el “ingeniero” (ella
lo llama César) sea el delator del embute.
Como análisis principal del texto me resulta interesante abarcarlo a partir de ciertas preguntas que
plantea Laura Alcoba, otra vez, sin demostrar del todo si lo hace desde la mirada de niña o de
adulta. La mayoría de ellas nacen de la gran confusión sobre la situación en la que está viviendo, y
también por la presión y el miedo.
Cuando su madre la reta por haberle dicho a la vecina que no tenía apellido y le pregunta por qué
hizo eso, ella piensa en que seguro debe haber entrado en pánico, porque sabe que su mamá
tiene un pedido de captura, y que por eso le mandaron a hacer un documento con nombre y
apellido falso. Entonces, plantea, “¿a mí también me buscan, acaso?” y se responde a ella misma
“En cierta forma, sí, sin dudas, pero sé bien que si estoy aquí, es el fruto del azar.” Como esas se
plantea muchas preguntas más, como “¿Pero podría haber sido yo la hija de un militar? No,
imposible. En ese caso yo sería muy distinta. ¿Podría haber sido en cambio la hija de López Rega,
el Brujo? No, menos aún, por supuesto que no, ese hombre es un asesino cínico y perverso, todo
el mundo lo sabe, y sólo podría engendrar monstruos. Y yo no creo ser un monstruo, no. ¿Pero
qué podría responder, entonces? ¿Cuál es, al fin y al cabo, mi nombre?”, en este párrafo se puede
ver perfectamente reflejada la inseguridad con la que vive y también la cantidad de información
que le “impusieron” de cierta manera, a una niña de tan solo 7 años.
En otro momento del relato, Laura Alcoba cuenta la conversación que tuvieron Cacho y su madre,
cuando ella planteó la idea de exiliarse junto a su hija, ya que su padre, por contactos, podía
sacarlas sin riesgo de que suceda algo, y ella dice “muchos militantes se están yendo, ¿no?” a lo
que él responde “Es cierto que muchos militantes se fueron. Pero no los militantes de base, sólo
los jefes, sólo la conducción…” a partir de eso, se plantea una pregunta, que queda difuso el
momento en que se la hace, si fue en aquel 1976 o en su actualidad, que es: “¿los militantes de
base dan su vida mientras los jefes buscan refugio en el extranjero?”. Desde mi punto de vista
puede verse una pregunta planteada por ambas Lauras, la del pasado y la del presente, siendo
para la del pasado una pregunta real, de desconcierto, y para la del presente, como una crítica,
más consciente, que le hace a la organización montoneros, en su manejo frente a la situación.
Destaco, por último, entre las preguntas que se plantea la autora a lo largo de todo el texto, una
serie de cuestionamientos que se formula sin duda en la actualidad, ya que están presentes en el
último tramo del libro, donde aparece su encuentro con Chicha Mariani, donde el testimonio de
Chicha está directamente relacionado con sus propias vivencias. Estas preguntas surgen a partir de
que, cuando Alcoba le pregunta quién fue el delator, ella responde que fue el que creó el embute.
Entonces ella, sorprendida, le dice “el ingeniero” ya que nunca supo su nombre real. A partir de
ahí, se pregunta “¿pero había sido desde siempre un infiltrado o se había quebrado en la
tormenta? ¿Es posible que viva hoy, tranquilamente, en algún lado? Hay estrategias sutiles, a
veces incluso salvajes. Estrategias para dominar a los otros y tener la última palabra. Para
reencontrar una carta robada, ¿y para salvar el pellejo aun al precio de posibilitar una masacre?”
ante semejantes preguntas, con dolor a pensar sus respuestas, se responde a sí misma: “no, no
puede ser tan simple. Quiero creer que existe el azar”.
Evidentemente, con el paso del tiempo, y la toma de consciencia de su propia realidad, que a
medida que va creciendo es cada vez mayor, le resulta inevitable plantearse preguntas sobre el
pasado, o en algunos casos replantearse las que se hacía de niña. La impulsa por sobre todo la
necesidad imperiosa de construir su memoria, y su identidad. Porque deja de ser ella sola, porque
crea una familia, y las necesidades son otras. Deja de ser sólo su propia identidad, y su propia
historia. No resulta un dato irrelevante que decide escribir esta novela-testimonio a partir de un
viaje realizado a la Argentina junto a su hija.
Elegí este libro porque me toca de manera directa en forma personal. Para hacer este trabajo,
tuve que hacer una segunda lectura, porque lo había leído por primera vez a mis 12 años, mi
mamá me lo había recomendado. Reforzando el concepto de que el paso del tiempo en las
personas hace tomar consciencia de otra manera de su propia realidad, en el caso de la relectura
del libro, me sucedió algo similar.
Digo que me toca directamente porque mi madre y Laura Alcoba tuvieron infancias sutilmente
relacionadas. Con un año de diferencia al nacer, vivieron en carne propia una familia de
montoneros dentro de su propio hogar, con tan sólo 7 u 8 años. A pesar de las importantes
diferencias entre ambas historias, ya que mi madre no tenía la misma cantidad de información con
la que cargaba Laura, por una decisión por parte de sus propios padres, ni tampoco tuvo que vivir
en clandestinidad ni exiliarse, sus 3 hermanos sí tuvieron que hacerlo, y muchas situaciones que se
vivían en esa época, algunas las tenía naturalizadas, como las reuniones políticas en su casa (en las
que no participaba, lo tenía prohibido), y otras le resultaban sumamente confusas, como el exilio
de un día para el otro de sus tres hermanos, a San Pablo – Brasil; situación que le generó al igual
que a Laura Alcoba una gran cantidad de preguntas y sin ninguna duda, mucha angustia. Dolor y
miedo por la pérdida de la relación personal con sus hermanos. Una inconsciencia del peligro que
corrían. Años más tarde, recién después de haber podido analizar y comprender más
profundamente todas sus vivencias, las de su infancia y adolescencia, y por haber conseguido más
información personal y general de la historia del país de esos años, siempre atravesada por el
hecho natural de crecer, pudo finalmente entender, y así asumir, una postura personal sobre su
propia realidad.
Este trabajo me permitió al releer el libro, reflexionar también en lo personal sobre mi propio
crecimiento entre la primer y segunda lectura. Desde chica me gusta leer y siempre acudí a la
biblioteca de mi familia. Hoy, varios años después, con la propuesta de analizar un libro, recaigo en
su biblioteca para elegir un libro y lo leo completamente con otros ojos, otro análisis, mucho más
profundo y más consciente de lo que leo, formando mi postura y comprendiendo cuestiones que
quizás hace seis años no lo hice, y cuestionándome cosas que tampoco hice la primera vez.
LAURA ALCOBA
1976 ACTUALIDAD
MIEDO IDENTIDAD
SILENCIO MEMORIA
MENTIRAS TESTIMONIO
EXILIO REGRESO AL
PAIS