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Conociendo A Jesús El Yo-Soy

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RECURSO

Conociendo a Jesús

YO SOY
Como Él mismo se reveló

FEDERICO SINOPOLI
MATÍAS SALERNO
Yo Soy

YO SOY: CONOCIENDO A JESÚS COMO ÉL MISMO SE


REVELÓ
Basado en la serie de publicaciones del sitio Discipulado
Cristiano (http://discipuladocristiano.org).

Diseño de cubierta: Matías Salerno

Los textos bíblicos de este libro, a menos que se indique lo


contrario, se tomaron de La Santa Biblia Nueva Versión
Internacional, © 1999 por la Sociedad Bíblica Internacional,
Usados con permiso. Las textos bíblicos marcados como NBLH
se tomaron de La Nueva Biblia Latinoamericana Hoy, © 2005
por The Lockman Fundation, Usados con permiso.

1
Índice

Índice
Introducción ........................................................................... 3
Yo Soy el pan de vida ............................................................. 7
Yo Soy la luz del mundo ....................................................... 15
Yo Soy la puerta de las ovejas ............................................... 21
Yo Soy el buen pastor ........................................................... 31
Yo Soy el camino, la verdad y la vida ................................... 35
Yo Soy la resurrección y la vida ............................................ 41
Yo Soy la vid verdadera ........................................................ 47
Antes de que Abraham fuera, Yo Soy.................................... 53
Bibliografía .......................................................................... 58
Acerca de Discipulado Cristiano ........................................... 59

2
Yo Soy

Introducción

Imaginemos que vamos por la calle caminando y vemos a un


hombre que anda por ahí diciendo que Él es Dios. Diciendo que
Él es el pan de vida y que nadie puede vivir sin Él. O que Él es
la luz del mundo y que todos los que no crean en Él están en
oscuridad ¿Qué pensarías vos de ese hombre? ¿Qué es un gran
maestro? ¿Qué está completamente loco? ¿Le creerías?

Muchas personas consideran a Jesús como un gran maestro. Un


hombre de gran sabiduría que enseñó conceptos muy interesantes
sobre la vida y cómo vivirla. Pero la verdad es que las personas
que dicen esto, no conocen muy bien las enseñanzas de Jesús.
Seguramente, si estas personas escucharan las enseñanzas de
Cristo, no dirían que Él fue un gran maestro. Más bien dirían que
era una persona que estaba totalmente loca, o que tenía un
complejo de superioridad rara vez visto, o, a lo sumo, que
verdaderamente era quien decía ser, Dios mismo.

Esta es la gran diferencia entre Jesús y los maestros de otras


religiones. Si ustedes van y le preguntan a Buda o Mahoma como
ser salvos, ellos te van a decir: “hace todo esto, seguí todas estas
instrucciones y listo”. Pero Jesús dijo: “Yo soy el camino la
verdad y la vida”, si quieren ser salvos, mírenme a mí,
búsquenme a mí. Vamos a aprender qué es lo que dice Cristo
3
Introducción
acerca de sí mismo. Para eso vamos a analizar los famosos “Yo
Soy” de Jesús en el evangelio de Juan.

La relevancia de estas declaraciones


Estas frases de Jesús siempre han sido utilizadas como pruebas
de su Deidad. No caben dudas de que el evangelio de Juan es el
que más claramente presenta a Jesús como Dios. Para eso usa
varios títulos: El Verbo (La Palabra, del griego lógos) que estaba
con Dios desde el principio y era Dios, el Unigénito Hijo de Dios,
por nombrar un par. Pero también hace alusiones a la Deidad de
Cristo de forma más sutil. Si analizamos la gramática griega de
cada uno de los “Yo Soy” de Jesús, vamos a encontrar que las
palabras traducidas como “yo soy” son las palabras griegas ego
eimi. Este tipo de frase es muy rara, ya que la palabra ego quiere
decir “yo” o “yo soy” y la palabra eimi también quiere decir “yo
soy”. Entonces, si lo traducimos literalmente, nos quedaría algo
así como “Yo soy yo soy”, lo cual no parece tener mucho sentido
¿Por qué utilizó Juan este tipo de frase? Jesús probablemente no
hablaba griego, sin embargo, el habrá usado palabras que en
griego se traducirían con esa frase. También sabemos que cuando
Jesús dijo “Antes que Abraham existiera, yo soy” (Juan 8:58),
los fariseos y maestros de la Ley tomaron piedras para
apedrearlo, pero no lo lograron. La razón de esta violenta
respuesta es la siguiente: Ellos entendieron que Jesús se estaba
igualando a Dios. Hay otro lugar en donde se puede encontrar la
frase ego eimi, esto es en la traducción griega del Antiguo

4
Yo Soy
Testamento llamada Septuaginta o Biblia de los setenta,
abreviada LXX. Esta traducción fue creada en Alejandría, para
incluir los Textos Sagrados de los Judíos en la Biblioteca de esa
ciudad. Para esta tarea, se convocó a setenta y dos estudiosos
hebreos que pudieran traducir el texto original, escrito en hebreo
y arameo, al griego común (llamado koine). Lo impresionante es
el lugar en el que encontramos la frase ego eimi; Esta se
encuentra en Éxodo 3:14, donde Dios le dice a Moisés: “YO
SOY EL QUE SOY [ego eimi]- y esto es lo que tienes que
decirles a los israelitas: YO SOY [ego eimi] me ha enviado a
ustedes”. La LXX era muy utilizada por los judíos y los primeros
cristianos. Es probable que Juan haya usado esta traducción para
probar aún más su punto, que Jesús no es sólo un hombre, sino
que también es Dios. Los fariseos entendieron que Jesús se
estaba atribuyendo el Nombre Divino y por lo tanto querían
apedrearlo por cometer el pecado de blasfemia, aunque nosotros
sabemos que Él no cometió dicho pecado, sino que
verdaderamente es Dios.

Pero estos dichos de Jesús no sólo son relevantes como pruebas


a favor de la Deidad de Cristo, sino que también son muy
importantes para la vida diaria de todos los cristianos. Estos
dichos nos enseñan quién es Cristo, cómo nos relacionamos con
Él, cuál es su función y también nos enseñan muchas cosas sobre
quiénes somos nosotros. Estas increíbles declaraciones van a
enseñarte lo grandioso y precioso que es nuestro Salvador.

5
Introducción

¿Cuáles son las frases “Yo Soy” que vamos a


estudiar?
En cada capítulo de este libro, estudiaremos los siguientes
pasajes bíblicos. Te recomendamos que antes de empezar a leer
el capítulo, leas el pasaje al menos una vez y que tengas la Biblia
junto a vos mientras leas las explicaciones de cada pasaje. Al
final de cada capítulo vas a encontrar preguntas para relfexionar.

6
Yo Soy

Yo Soy el pan de vida

Juan 6:25-59

Contexto del pasaje


El episodio ocurre unos días después de que Jesús alimentó a los
cinco mil hombres. Muchos habían estado buscando a Jesús
porque querían hacerle Rey (Juan 6:15), por el increíble milagro
que había hecho. Pero Jesús se apartó de ellos. Tenemos que
entender que la época en la que Jesús hizo este milagro no era un
momento de gran prosperidad económica. No existía la
producción de alimentos a escala industrial. La mayoría de la
gente era pobre y el alimento no era algo que se daba por sentado.
No tener para comer algún día era una situación común en aquel
tiempo. En muchas ocasiones, una mala cosecha, un mal clima,
podían significar la muerte de mucha gente por causa del hambre.
Hoy en día, una mala cosecha, o mal clima puede quizás hacer
que aumenten un poco los precios de la comida, pero el
ciudadano promedio puede estar tranquilo de que no morirá de
hambre.

Buscando a Jesús por las razones


equivocadas
Luego de darse cuenta que Jesús estaba al otro lado del lago, los
hombres que fueron alimentados quisieron ir buscarlo. Pero
Jesús sabía sus verdaderas intenciones. No estaban buscándole

7
Yo Soy el pan de vida
sinceramente o porque creían en Él. Lo buscaban porque querían
más pan. Lo buscaban por razones materialistas. Recordemos
que en el contexto en que nos encontrábamos, tener pan a veces
era una cuestión de vida o muerte. La gente, al ver el poder de
Cristo para multiplicar el pan, se desesperó. Querían declararlo
rey, ya que tenía un poder de solucionar problemas como el
hambre. Y es por eso que Jesús les dice

“Ciertamente les aseguro que ustedes me buscan, no porque han


visto señales sino porque comieron pan hasta llenarse” (Juan
6:26).

Dios no quiere que lo busquemos por este tipo de cosas. Los seres
humanos siempre buscamos a Dios para que nos solucione los
problemas. Pero en realidad no estamos buscando a Dios,
estamos buscando una solución, cualquiera que sirva. Jesús
quiere que lo busquemos a Él, por quien Él es, no por lo que Él
puede hacer. Pero esto para el hombre es imposible, cómo vamos
a ver más adelante.

Después, en el v. 26, les dice algo curioso. Parecería que está


diciendo que uno tiene que hacer cosas para ganar la salvación.
Al menos esto es lo que pensó la gente porque le preguntaron
“¿Qué es lo que Dios exige?”. Lo preguntan como si alguien
pudiera cumplirlo. Jesús les aclara que lo que deben hacer es
8
Yo Soy
confiar en Él (v. 29). Nunca debemos creer que podemos hacer
algo para satisfacer las demandas de Dios. Todos somos
pecadores y por más que intentemos hacer el bien, siempre
terminamos haciendo mal las cosas, porque el mal está en nuestra
naturaleza. No podemos ni queremos agradar a Dios. No
podemos vivir confiando en nuestras propias obras para ser
salvos. A Dios no le agrada nada eso. El único que pudo vivir
una vida que agradó a Dios fue Cristo. Es por eso que Jesús dice
que debemos confiar en Él. Es la única forma de ser salvos.

El origen y la identidad de Jesús


Pero, ¿Cómo podemos saber que Jesús es el Hijo de Dios? Esta
era la pregunta que se hacían los que le estaban siguiendo. Ellos
no sólo preguntaban, sino que querían que Jesús demostrara su
poder haciendo otro milagro/señal. Como ejemplo, le dijeron que
Dios para demostrar que estaba con los israelitas en el desierto,
les dio de comer pan del cielo (v. 30-31). Si no estás
familiarizado con la historia, podes encontrarla en Éxodo 16. A
esto, Jesús les responde que el verdadero pan del cielo es aquel
que baja del cielo y da vida al mundo, revelando que Él es el pan
de vida. El maná era una sombra que apuntaba al verdadero pan
que iba a descender del cielo y a dar vida. A pesar de todo lo que
les decía, los judíos seguían pensando que Jesús hablaba en
términos de comida material. Esto es porque como hombres
naturales, muertos espiritualmente, no tenían la capacidad de
entender las cosas espirituales (1 Corintios 2:14). Otra cosa que

9
Yo Soy el pan de vida
Jesús revela es que “ir” a Él equivale a comer de su cuerpo y el
“creer” en Él, equivale a beber de su sangre ya que dice que si
vamos a Él no tendremos hambre y si creemos en Él no
tendremos sed (v. 35). Más adelante vamos a ver lo que significa
exactamente “comer su carne y beber su sangre”.

Luego en el v. 38, Jesús comienza a declarar acerca de su origen.


Él no está diciendo que viene de Nazaret, o de Belén. Está
diciendo que viene del Cielo, implicando que Él es un ser que
existe desde la eternidad junto al Padre. Esto hizo que los judíos
empiecen a murmurar diciendo: “¿Quién se cree que es? ¿No es
el hijo de José? ¿Qué anda diciendo que vino del Cielo?”(v. 41).

El llamado eficaz de Dios y la seguridad de la


salvación
Seguido de esto, Jesús los vuelve a confrontar con la realidad de
que ellos no buscaban a Jesús, la fuente de la vida, porque no
estaban siendo traídos por Dios Padre. Por eso Jesús sabía que
ellos no creían en Él. Porque Él dice que sólo aquellos que son
atraídos por el Padre, son los que verdaderamente van a Jesús (v.
43-45). Hay mucha confusión en el mundo cristiano hoy en día
respecto a esto. Pero si leemos consistentemente la Palabra,
vamos a darnos cuenta de que cuando Dios, el Espíritu Santo,
llama a alguien, lo hace de forma eficaz, transformando la forma
de pensar de la persona. De esta forma, el pecador que antes
estaba en rebeldía y oscuridad, en muerte espiritual y no quería
10
Yo Soy
ir a Jesús, ahora desea ir a Jesús con todo su corazón. Decimos
que esta llamada es eficaz, porque quien es llamado por Dios,
responde y cree en Jesús (Romanos 8:29-30). Después, Jesús
dice que todo el que es atraído a Él por el Padre no va a ser
rechazado. El Padre, en su infinito amor por el Hijo, nos atrae
hacia Él para que le amemos. Y el Hijo, en infinita gratitud y
amor por el Padre, nos recibe como el más hermoso regalo de
amor ¿Por qué amamos un regalo hecho por una persona? ¿Es
por el valor del regalo en sí mismo? ¿No es porque amamos a la
persona que nos lo regaló? A veces, un regalo puede no ser de
mucho valor material, pero cobra un gran valor sentimental, sólo
porque fue regalado por un ser querido. Así, el Hijo nos ama, no
por un valor inherente en nosotros, sino porque fuimos dados a
Él por el Padre. La frase de los versículos 39-40 nos da gran
consolación y esperanza: Jesús nos dice que la voluntad del
Padre es que todo el que crea en el Hijo tenga vida eterna y será
resucitado. Además Él nos asegura que no va a perder a ninguno
de los que el Padre le ha entregado. Nos da gran seguridad de
nuestra salvación. En estos pasajes se hacen muy claras las
doctrinas del llamado eficaz de Dios, la elección incondicional
de Dios y la perseverancia de la fe salvadora. Podemos
concluir que, en lo que respecta a nuestra salvación, la obra de
llamarnos a Cristo para ser salvos y la obra de perseverar hasta
el final en la fe no depende de nuestro esfuerzo, sino de la enorme
y sublime gracia de Dios obrando en nosotros.

11
Yo Soy el pan de vida

La carne y la sangre de Cristo


Jesús vuelve a repetir que Él es el verdadero pan de vida (v.48).
Los israelitas en el desierto comieron el maná y los mantuvo con
vida por mucho tiempo, pero luego perecieron. Pero si nosotros
comemos todos los días del pan de vida, que es Cristo, tendremos
vida eterna.

¿Cómo podemos comer la carne de Cristo y beber su sangre?


Esto nos está apuntando a la cruz. Podemos ver estos símbolos
en la Santa Cena. Donde Él dice que el pan es su cuerpo que es
entregado por nosotros. El entregó su cuerpo para ser partido y
nosotros, al creer en Él, estamos siendo llenos de la vida de
Cristo. En cierta forma, nos alimentamos de Él espiritualmente
hablando. Y esta vida es una vida eterna. Por lo tanto, todo el que
cree en Cristo, tiene vida eterna (Juan 3:16). Comer de su cuerpo,
como vimos antes, es ir a Él. Es ir a los pies de la cruz y apelar a
la misericordia de Dios. Arrodillarse y pedir perdón. Quien se
humilla de tal forma delante de Dios, va a ser perdonado por Él.
También vimos que creer en Él equivale a beber de su sangre.
Cómo todos sabemos, Dios es un Juez justo. Él no puede dejar al
culpable sin castigo. Nosotros deberíamos morir por nuestros
pecados y ser condenados al infierno. Pero en su infinito amor,
Dios proveyó un sustituto que dio su vida por nosotros. El Eterno
Hijo de Dios dio su vida para que nosotros podamos vivir. Su
sangre, que representa a la vida, fue derramada para que nosotros
podamos mantener la nuestra. Por eso, su cuerpo y su sangre se

12
Yo Soy
transforman en nuestro sustento espiritual. Así como la comida
y el agua son el sustento primordial para nuestra vida física, el
sacrificio de Cristo en la cruz es primordial para nuestra vida
espiritual. Aquellos que no creen en Cristo, no tienen vida
espiritual y por lo tanto morirán por toda la eternidad.

Por último, el relato nos cuenta que a partir de ese momento, una
gran cantidad de discípulos lo abandonó, porque no podían
aceptar que Jesús era el Mesías, y que Él era Dios. Esta era una
enseñanza muy difícil. Tanto que ellos se preguntaban “¿Quién
puede aceptarla?”(v. 60).

Reflexión final
Cuando nos encontramos con este tipo de declaraciones de Jesús,
no podemos más que tomar una decisión: O le creemos o no le
creemos. ¿Creemos que Jesús es el Hijo de Dios? ¿Creemos que
Cristo es la fuente de la vida, el único alimento que nos puede
sustentar por la eternidad? ¿Qué hay que hacer para creer en
Jesús? La Biblia nos enseña que como todos hemos rechazado a
Dios, tenemos que arrepentirnos de nuestra rebelión, nuestros
pecados y reconocer a Cristo como nuestro Salvador y Señor. Su
muerte en la cruz es la provisión definitiva de Dios para aquellos
que creen en Jesús. Si creemos en que Jesús tomó nuestros
pecados y fue castigado por ellos, nosotros ya estamos en paz
con Dios, y nos justifica, nos adopta y nos une a Cristo para
siempre.
13
Yo Soy el pan de vida

Para reflexionar
1. ¿Qué significado tenía el pan para la audiencia original?

2. ¿Por qué razón buscaban a Cristo las personas que se le


acercaron en este pasaje?

3. ¿Qué comparación podés hacer entre el maná dado por


Moisés y Jesús?
4. ¿Por qué no creían las personas que se le acercaron?

5. ¿A qué se refiere Jesús cuando dice que debemos comer


de su carne y de su sangre?

6. ¿Considerás a Jesús como esencial para tu vida? ¿Te


alimentas diariamente de Él?

7. ¿Cuándo compartís del pan de vida con otras personas?

14
Yo Soy

Yo Soy la luz del mundo

Juan 8:12-20

El segundo “Yo Soy” de Jesús dice: “Yo soy la luz del mundo.
El que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de
la vida”.

Este tipo de analogía entre Cristo y la luz no es ajeno al lenguaje


usado por Juan. Es más, en todo el Nuevo Testamento, podemos
ver analogías basadas en la luz. Y esto es porque la luz siempre
se asocia con el conocimiento y con lo bueno. Por ejemplo, en
Juan 1 dice:

“En él estaba la vida, y la vida era la luz de la humanidad. Esta


luz resplandece en las tinieblas, y las tinieblas no han podido
extinguirla.” (Juan 1:4-5)

“Esa luz verdadera, la que alumbra a todo ser humano, venía a


este mundo. El que era la luz ya estaba en el mundo, y el mundo
fue creado por medio de él, pero el mundo no lo reconoció.”
(Juan 1:9-10).

Pero esta es la primera vez que Jesús se identifica a sí mismo


como la luz del mundo.

La luz suele asociarse en la Biblia con la Gloria de Dios. Jesús


es la luz del mundo, porque es la Gloria de Dios revelada.

15
Yo Soy la luz del mundo
Cuando subió con Pedro, Jacobo y Juan al monte de la
transfiguración, y la naturaleza divina de Jesús se manifestó,
ellos vieron la Gloria de Cristo que brillaba como una luz
resplandeciente. Fue tan glorioso y majestuoso lo que vieron, que
transformó sus vidas para siempre. Pedro y Juan lo relatan en sus
escritos lo asombroso de esta experiencia (Juan 1:14, 2 Pedro
1:16-18). Esto es otra muestra de la divinidad de Jesús.

Ahora, también sabemos que la luz es lo contrario a la oscuridad.


En la Biblia, se utiliza la oscuridad para representar el estado en
el que nos encontramos todos los pecadores antes de venir a
Cristo ¿Por qué pensás que esto es así? Jesús lo explicó en Juan
3:20:

“Pues todo el que hace lo malo aborrece la luz, y no se acerca a


ella por temor a que sus obras queden al descubierto.”. Juan 3:20

El hombre quiere permanecer en oscuridad, porque sabe que en


la luz, el pecado es expuesto, pero él quiere seguir pecando. No
queremos que nuestros pecados sean descubiertos, y por lo tanto
odiamos a la luz, es decir, odiamos a Jesús, cuando aún no somos
transformados por Dios. Es más, un versículo antes, en Juan
3:19, dice que el mundo está condenado porque ha rechazado la
luz.

16
Yo Soy
El apóstol Pablo habla de la luz como el conocimiento de la
verdad. Cuando Dios decide mostrarnos su Gloria, es en ese
momento en que comenzamos a ver claramente las cosas
espirituales. Vemos la luz, la realidad, tal cual es. Cuando
estábamos en oscuridad, no entendíamos las cosas espirituales,
pero ahora, por la gracia de Dios, podemos ver las cosas a la Luz
de Cristo.

“Más bien, hemos renunciado a todo lo vergonzoso que se hace


a escondidas; no actuamos con engaño ni torcemos la palabra de
Dios. Al contrario, mediante la clara exposición de la verdad, nos
recomendamos a toda conciencia humana en la presencia de
Dios. Pero si nuestro evangelio está encubierto, lo está para los
que se pierden. El dios de este mundo ha cegado la mente de
estos incrédulos, para que no vean la luz del glorioso evangelio
de Cristo, el cual es la imagen de Dios. No nos predicamos a
nosotros mismos sino a Jesucristo como Señor; nosotros no
somos más que servidores de ustedes por causa de Jesús. 6
Porque Dios, que ordenó que la luz resplandeciera en las
tinieblas, hizo brillar su luz en nuestro corazón para que
conociéramos la gloria de Dios que resplandece en el rostro de
Cristo”. 2 Corintios 4:2-6

17
Yo Soy la luz del mundo
“Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu
de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender,
porque se han de discernir espiritualmente”. 1 Corintios 2:14

Cuando creemos en Jesús, pasamos a vivir en la luz y por lo


tanto, nuestra actitud hacia el pecado cambia rotundamente. Si
permanecemos en la luz, no podemos practicar el pecado, porque
el que practica el pecado odia la luz, ya que expone su maldad.
Si verdaderamente estamos en la luz y la apreciamos, debemos
odiar el pecado. En la primera carta de Juan, este pensamiento es
explorado en profundidad. Por ejemplo, en 1 Juan 2:8, Juan nos
muestra como la oscuridad se va desvaneciendo en nuestra vida
y da lugar al brillo de la luz verdadera. Cuando Cristo habita en
nosotros, su luz comienza a desvanecer todas las tinieblas y su
luz comienza a brillar en nosotros, de forma que otros pueden ver
la luz de Cristo en nuestra vida. Es por eso que cuando somos luz
en este mundo de tinieblas, tendremos dos efectos:

 Habrá personas que buscarán apagar la luz de Cristo en


nosotros, porque odian la luz y no quieren que su maldad
sea expuesta. Cómo Pablo le dijo a Timoteo “Así mismo
serán perseguidos todos los que quieran llevar una vida
piadosa en Cristo Jesús” (2 Timoteo 3:12)
 Habrá personas que serán atraídas por la luz de Cristo en
nosotros y por medio de nuestra predicación el Espíritu
Santo les hará nacer de nuevo

18
Yo Soy

Vemos que la gente no le creía a Jesús lo que Él decía acerca de


ser la Luz. Es más, le demandaron testigos (v. 13). Según la Ley
que Dios le había dado a Israel, para que un testimonio sea
válido, debía tener dos testigos. Jesús dijo que Él no necesitaba
testigo, pero si lo querían, tenía dos: Él mismo y Dios Padre. El
Padre testificó 2 veces acerca de Jesús: en el bautismo y en la
transfiguración. Otra forma en la que testificaba acerca de Jesús
era por medio de los milagros. Como dijo Nicodemo: “Sabemos
que vienes de Dios porque nadie puede hacer esas señales”. Estas
acusaciones de falso testimonio eran realmente hipócritas.
Muchos falsos profetas fueron aceptados por menos testimonios
que los de Cristo. Jesús hizo una cantidad incontable de milagros
que testificaban cómo el poder de Dios estaba con Él. De hecho,
Juan mismo dice, al final de su evangelio, que lo escribió para
que sepamos las maravillas que hizo Jesús y podamos creer que
Él es quien decía ser:

“Jesús hizo muchas otras señales milagrosas en presencia de sus


discípulos, las cuales no están registradas en este libro. Pero éstas
se han escrito para que ustedes crean que Jesús es el Cristo, el
Hijo de Dios, y para que al creer en su nombre tengan vida.” Juan
20:30-31

Reflexión final
Por lo tanto, de nuevo debemos decidir nuevamente si le creemos
a Cristo o no. Si le creemos, debemos reconocer que hemos
19
Yo Soy la luz del mundo
andado en oscuridad a lo largo de nuestra vida, y que si no fuera
porque Él nos ama y nos muestra su luz, nosotros seguiríamos en
oscuridad. Por lo tanto debemos abandonar las cosas que
hacemos y creer en Cristo para ser iluminados y poder tener
conocimiento de las cosas espirituales. Y un día veremos al
Creador, la luz del mundo, cara a cara (Apocalipsis 22:4).

Para reflexionar
1. ¿Qué significados tiene la luz?
2. ¿En dónde más podemos encontrar analogías basadas en
la luz?
3. ¿Por qué el hombre natural prefiere la oscuridad?
4. ¿Qué sucede cuando creemos en Cristo?
5. ¿Considerás que vivís en la Luz de Jesús? ¿Tenés algún
pecado oculto del cual no te querés apartar?
6. ¿Qué reacción provoca la luz de Cristo en las personas
que nos rodean?

20
Yo Soy

Yo Soy la puerta de las ovejas

Juan 10:7-10

La situación entre Jesús y los fariseos se estaba volviendo cada


vez más tensa y complicada. ¡Y esto estaba muy lejos de llegar a
detenerse! Por el contrario, cada vez que ellos se encontraban el
Señor terminaba dando un paso más cerca de su muerte.

En esta ocasión, nos encontramos a Jesús discutiendo con los


fariseos, que se encontraban bastante alterados. ¿Qué había
pasado? Para entenderlo tenemos que comenzar mirando el
capítulo anterior. Él había devuelto la vista a un ciego, y éste,
que tenía este defecto de nacimiento, se presentó en la sinagoga
diciendo que Jesús lo había sanado. Los líderes judíos, que tenían
el corazón totalmente endurecido, se negaban a aceptar lo obvio:
Todas las señales que este hombre hacía le daban las credenciales
para demostrar que era el Hijo de Dios. Además, muchas
profecías se habían cumplido y se seguían cumpliendo en él. ¡Es
increíble hasta qué punto ellos estaban cegados en su
entendimiento que terminaron matando a su propio Mesías!

La cuestión es que ellos buscaban la manera de que el ciego


confesara que, en realidad, nunca había sido ciego. Se negaban
rotundamente a aceptar una sanidad de parte de Jesús. Sin
embargo, como el hombre persistía indicando que había
21
Yo Soy la puerta de las ovejas
recobrado la visión que antes no tenía, los líderes religiosos del
momento enfurecieron, expulsándolo de la sinagoga. Al
enterarse de estos eventos, el Señor se acercó hasta aquel lugar y
se dispuso a hablar con los judíos. Entonces llegamos al capítulo
10. En los primeros seis versículos, Jesús intenta mostrarles a
estos hombres, mediante una alegoría, que ellos eran bandidos y
ladrones. Falsos pastores, si queremos ser más concretos. Es que
ellos tenían la tarea de acercar a la gente a Dios, pero en lugar de
eso todo lo que hacían era imponerles cargas cada vez más
pesadas, que hacían que el pueblo se frustrara en su intento por
cumplirlas; esto no era más que lo que se conoce como
“legalismo”.

Como estos hombres no entendían la parábola que Jesús había


hecho, tuvo que ser bien directo hacia ellos para que pudieran
interpretarla. Y es en ese momento cuando encontramos que el
Señor hace su tercera declaración “Yo Soy”. Ahora bien, ¿a qué
se refiere con que es la puerta? Difícilmente podamos
imaginarnos a Jesús como a alguien hecho de madera con un
picaporte en la cara. No, por supuesto que este es un lenguaje
simbólico. La puerta sirve para dos finalidades: ser tanto una
entrada como una salida de un lugar determinado. Veamos que
representa cada elemento de esta ilustración…

● La puerta: Es el Señor Jesús.

22
Yo Soy
● El pastor: Es también el Señor Jesús (ver Yo Soy el buen
pastor).
● Las ovejas: Somos los creyentes.
● Los bandidos: Son los falsos maestros.
A partir de esto, podemos sacar de este pasaje varios puntos
importantes para nuestras vidas:

Nuestra situación inicial


En un principio, todos éramos ovejas perdidas, descarriadas, que
vagaban por los campos expuestas a todo tipo de peligros, sin
capacidad alguna de defendernos. No formábamos parte de un
rebaño, ni teníamos un redil en el que descansar. Estábamos
completamente solos, abandonados a nuestra suerte. Éramos
ovejas negras. Esto generaba varias inconvenientes:
a. Éramos fáciles de engañar: En nuestra desesperada
búsqueda de seguridad, éramos susceptibles a seguir a
pastores que quisieran hacernos daño y llevarnos por
mal camino. No teníamos discernimiento. Creíamos en
cosas que son ajenas a Dios y a sus verdades. Éramos
ciegos que, en algunos casos, se dejaban guiar por
ciegos. (Mateo 15:14)
b. Éramos incapaces de defendernos: Si venía un lobo a
atacarnos, estábamos a merced suya. No teníamos la
capacidad ni siquiera de correr velozmente, y mucho
menos de combatir o defendernos. Caminábamos hacia
la muerte segura. No podíamos librarnos ni del pecado

23
Yo Soy la puerta de las ovejas
ni de sus consecuencias, por más que resultaran
perjudiciales para nuestra vida. (Mateo 9:36; Efesios
2:1-2; Colosenses 2:13)
c. Éramos incapaces de producir algo bueno: Quizás
producíamos mucha lana, pero sin un buen pastor que
nos esquile, toda ella carecía de sentido. Incluso las
buenas acciones que pudimos haber hecho mientras
estábamos apartados de Dios, son pecado a sus ojos,
porque no fueron hechas para gloria suya. (Juan 15:5)

El pastor nos buscó y nos encontró


Estando muertos espiritualmente, hay algo que tenemos que
reconocer: no buscamos a Dios (Romanos 3:11). No tenemos la
capacidad de acercarnos a él, sino que sumidos en nuestra
maldad y perdición, lo rechazamos por completo. Sólo cuando él
se acerca a nosotros encontramos una razón para vivir y todo
empieza a tener sentido a nuestro alrededor. No lo escogimos
nosotros, sino que él nos escogió (Juan 15:16). Es por medio de
su Palabra que nosotros podemos llegar a tener convicción de
pecado y entonces sí, por medio de su Espíritu, tomar la decisión
de negar nuestros deseos carnales y arrepentirnos. Es ahí cuando
el pastor nos guía hacia el redil.

Entramos al redil
Sólo por medio de Jesús, el buen pastor, y nuestra fe en él es que
podemos llegar a ser salvos (Hechos 4:12). Él es el único camino;

24
Yo Soy
Él es la única puerta para poder acercarnos al Padre. Fuera de él,
nosotros permanecemos enemistados con Dios sin ninguna
posibilidad de reconciliación. Es por eso que, en este pasaje, él
deja bien en claro que es LA puerta de las ovejas. No es una
puerta; es decir, una alternativa entre muchas. No. Él es la única
puerta. Si no pasamos por él, entonces no podemos llegar a
formar parte del rebaño del Señor, que es la iglesia. Ser salvo y
llegar a ser miembros de la iglesia son dos cosas que van
indefectiblemente de la mano (Hechos 2:47); no es posible tener
una de las cosas sin la otra. En el redil se encuentra reunida la
iglesia; el cuerpo de Cristo.

Nuestro tiempo en el redil


El redil representa la comunión que tenemos como miembros de
la iglesia, formando un solo cuerpo en Cristo. Veamos algunas
implicancias de nuestro tiempo allí:
a. Comenzamos a ser limpiados: Como dijimos, estando
alejados de Dios, somos ovejas negras, incapaces de
dar fruto. La cosa cambia una vez que pasamos a
formar parte de su rebaño, entrando por la única puerta
del redil. Al entrar somos justificados. Esto no implica
ser justos. Es decir, aún no somos ovejas blancas. Pero
sí somos declarados justos, o en el ejemplo, somos
considerados como si fuéramos ovejas blancas. En ese
momento, empieza el proceso de santificación en

25
Yo Soy la puerta de las ovejas
nuestras vidas, en el cual vamos siendo limpiados de
toda nuestra maldad. (Isaías 1:18)
b. Crecemos y nos desarrollamos: Estando en el redil,
podemos compartir tiempo con ovejas más
experimentadas que forman parte del rebaño y nos
ayudan a conocer más en detalle los mandamientos del
pastor. Es por eso que es importante que respetemos a
los líderes en nuestras congregaciones, y escuchemos
siempre sus consejos. No en vano tienen más
experiencia que nosotros en los caminos del Señor.
(Hebreos 13:7)
c. Somos protegidos y sanados: El redil es un lugar
seguro. Allí podemos curarnos de todas las
enfermedades espirituales y de la maldad que
acarreamos. Cuando estamos con nuestra congregación
encontramos un espacio en el cual podemos
recuperarnos de los achaques de la vida,
restaurándonos y conteniéndonos unos a otros.
Además, gozamos de tranquilidad, ya que el pastor está
cuidándonos. Puede que algún bandido salte la verja y
entre ilegalmente al redil, pero como ovejas nosotros
sólo escucharemos la voz de nuestro pastor y no
seremos engañados (Mateo 24:24; Marcos 13:22). En
la medida que crezcamos en el Señor y estemos en
comunión y en unidad con la iglesia, no tenemos que

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Yo Soy
temer de ser engañados por falsas doctrinas. Ahora
gozamos de la paz con Dios y también con los hombres.
d. Nos fortalecemos: El redil es un lugar donde tomamos
agua, reponemos ánimos y energías y nos ponemos a
punto para un propósito mucho mayor. No estamos
destinados a estar todo el tiempo allí, sino que ese es
nuestro lugar de descanso y restauración. Así
funcionan nuestras congregaciones. Ellas no son el
campo de batalla, sino que representan más bien el
campamento, donde nos fortalecemos unos a otros y
todos en el Señor (Hebreos 10:24-25). Esto nos deja un
interrogante: ¿cuál es el campo de batalla entonces? Y
a eso vamos en el punto siguiente…

Salimos del redil


El estar en el redil no es un propósito en sí mismo, sino que
estamos allí con la finalidad de prepararnos para la verdadera
misión; para salir al campo de batalla; al campo misionero. Nos
fortalecemos y nos edificamos unos a otros estando congregados.
Nos animamos y alentamos para poder cumplir con una gran
misión; la misión de ir. Así como pasamos por la puerta para
entrar, también pasamos por ella para salir. Salimos nuevamente
al mundo, lleno de peligros, pero al formar parte del rebaño de
Dios, vamos cubiertos por la sangre de Cristo. Ya no tenemos
que temer a los peligros de este mundo, sino que sólo tenemos
temor de aquel que juzga el pecado (Mateo 10:28). El pastor

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Yo Soy la puerta de las ovejas
podría hacer todo el trabajo solo, pero nos da la posibilidad de
que nosotros, como ovejas, podamos colaborar a la hora de
buscar que otras que están perdidas también pasen a formar parte
del redil. Muchas están solas por ahí, mientras que otras están
siguiendo a falsos pastores. Sea cual sea el caso, nosotros
debemos acercarnos a ellas y presentarles al buen pastor. No
tenemos que temer, porque Jesús mismo nos está respaldando en
esta tarea (Mateo 28:20). Siempre debemos regresar al redil para
descansar y fortalecernos tras pasar un tiempo en el campo de
batalla, pero debemos ser conscientes de que nuestra misión está
afuera. Allá donde están todas las almas que se están perdiendo.
Ahora tenemos una causa para vivir. Por momentos estamos en
el mundo, fuera de la seguridad del redil, pero ya no somos
ovejas errantes como antes, sino que ahora somos alumbrados
por la luz de Cristo, que nos guía en cada una de nuestras salidas.
Por ello nos movemos “con entera libertad y hallaremos pastos”.
Si nos quedáramos en el redil, no nos moveríamos con libertad;
eso lo hacemos cuando salimos a cumplir con el llamado de “ir
y hacer discípulos”.

Salimos definitivamente del redil


Llegará un momento en que saldremos del redil para no volver
nunca más. En ese entonces, el pastor nos conducirá a un lugar
de eterno gozo y descanso, donde acabaremos la carrera de
nuestras vidas. Ese lugar es el paraíso. Allí ya no habrá más
peligros, como los había en los campos que solíamos recorrer, ni

28
Yo Soy
podrán entrar ladrones, como sucedía a veces en el redil. Allí
todo será paz y devoción a nuestro Dios.

Reflexión final
Es así como vemos que toda nuestra vida cristiana puede ser
representada mediante esta parábola del rebaño de ovejas. Por
último, vamos a destacar dos cosas que salen de la última oración
de este pasaje:

● ¿Alguna vez escuchaste decir que Satanás vino a robar,


matar y destruir? Bueno, resulta que eso no está en la
Biblia. Quienes vinieron a hacer eso son todos los falsos
maestros, que engañan a la gente con sus artimañas pero
son incapaces de acercar a alguien a Dios. En cierto
modo es el diablo quien está detrás de ellos y estas
acciones forman parte de sus deseos, pero en la Palabra
nunca se lo asocia directamente con esta frase.
● En Cristo tenemos una vida abundante, ya que en él nos
son concedidas todas las bendiciones espirituales, y
además se nos ha concedido un propósito para vivir y
una razón para nuestra existencia. ¡De eso se trata la vida
abundante!
En conclusión, a partir de este pasaje reafirmamos que Jesús es
el único medio (la única puerta) mediante el cual podemos llegar
a ser salvos, y formar parte del rebaño santo de Dios que es la
iglesia. ¡Demos gracias al Señor porque un día Jesús pude decir

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Yo Soy la puerta de las ovejas
“Yo Soy la puerta”, y esa puerta está abierta para todo aquel que
quiera recibirlo!

Para reflexionar
1. ¿Quiénes son los que entran por la puerta? ¿Quiénes
son los ladrones que vienen para matar, robar y
destruir?
2. ¿Cuántas puertas hay para entrar al redil?

3. ¿Por qué Jesús nos llama “ovejas”? ¿Qué


comparaciones podemos hacer entre nosotros y estos
animales?

4. ¿El pastor encontró a las ovejas o las ovejas


encontraron al pastor?

5. ¿Qué sucede cuando entramos al redil? ¿Vamos a estar


allí para siempre?

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Yo Soy

Yo Soy el buen pastor

Juan 10:11-16

Llegamos al cuarto de los “Yo Soy” de Jesús. Este se encuentra


en el capítulo 10, pegadito al tercero. Por tal motivo, está muy
relacionado con él, ya que ambos forman parte del mismo
discurso que el Señor da a los fariseos.

En el capítulo anterior, el foco estuvo puesto sobre todo en


nosotros y nuestro rol de ovejas. Cómo estábamos perdidos y
teníamos necesidad de un pastor que nos cuide, nos proteja y
nos lleve por buen camino. En este caso, vamos a poner el énfasis
en cuáles son las características que tiene este pastor para
llamarse “bueno”. Al igual que sucedía con la puerta, debemos
poner énfasis en que él es EL buen pastor. Es decir, el único en
su tipo. Hay otros pastores, pero ninguno de ellos puede llevar el
calificativo de bueno, sino que ellos son ladrones y engañadores.

A continuación, enumeraremos las características de este buen


pastor que se destacan en el pasaje:

Él muere por sus ovejas


El diablo viene a nosotros con una mochila llena de acusaciones
que hacernos. Y, en cierto modo, todas ellas son justas y reales.
Nosotros somos malos y nada bueno puede salir de nosotros.
Esto nos hace sentir culpables e inútiles delante de Dios;
incapaces e indignos de servirle y de estar en comunión con él.

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Yo Soy el buen pastor
Sin embargo, esto es una trampa, porque las cosas viejas pasaron
y todas son hechas nuevas desde que aceptamos a Jesús como
nuestro salvador (2 Corintios 5:17). Nosotros éramos
merecedores de la ira de Dios, por haberle desobedecido y por
llevar una vida apartada de él. Es por eso que el diablo se acerca
a nosotros con el dedo acusador. Es acá en donde entra la gracia
en nuestras vidas. Inmerecidamente, somos declarados justos, a
pesar de nuestra maldad, por medio de nuestra fe en Jesús. Él no
solo es un pastor que está dispuesto a dar todo, incluso su vida,
por sus ovejas, sino que lisa y llanamente dio su vida por todos
nosotros, de manera que quienes crean en su sacrificio en la cruz
no se pierdan, sino que tengan vida eterna. Esto lo diferencia
notoriamente de aquellos líderes religiosos que todo lo que
buscan es ganar dinero mediante lo que hacen (1 Pedro 5:2) y
que les interesa poco y nada como estén las ovejas, sino que en
la primera señal de dificultad están dispuestos a abandonar el
barco. Ellos son los falsos maestros que pretenden engañar a la
iglesia.

Él ama a sus ovejas


¿Por qué da su vida por sus ovejas? Lo hace por el amor que tiene
hacia ellas. No importa todas las veces que le fallemos, él es fiel
y su amor para con nosotros permanece inmutable. Él está
siempre dispuesto a disciplinarnos, así como también a
restaurarnos para que podamos volver a encauzar nuestro
camino. Este pasaje afirma que él conoce a ovejas e incluso las

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Yo Soy
llama por su nombre. Se preocupa por ellas, las cuida y busca lo
mejor para sus vidas.

Él une a sus ovejas


Jesús es el pastor que vino a unir los rebaños de dos rediles: los
judíos y los gentiles. De la misma manera, hoy en día él une los
diferentes rediles, que podrían representar las congregaciones,
para que formen parte de un solo rebaño, es decir, un solo cuerpo
en Cristo. Él rompió el muro que nos dividía (Efesios 2:14) y
ahora somos nuevas criaturas que forman parte de una nueva
sociedad santa, apartada para cumplir los propósitos y la perfecta
voluntad de nuestro Dios.

Otras características del buen pastor


Podemos sacar algunas cosas más de este pasaje:

1. Este pastor fue profetizado desde mucho antes de su


venida, en el Antiguo Testamento (Ezequiel 34:23;
Miqueas 5:4; Zacarías 13:7).
2. Este pastor fue reconocido por los escritores del Nuevo
Testamento (1 Pedro 2:25; 1 Pedro 5:4; Hebreos 13:20;
Apocalipsis 7:17).
3. Dios advirtió a los falsos pastores por medio de los
profetas (Isaías 56:10; Jeremías 10:21,12:10, 23:1-2,
50:6; Ezequiel 34:2-10).
4. En la iglesia hay falsos pastores (Mateo 7:5; Hechos
20:29; 2 Pedro 2:1; 1 Juan 4:1).

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Yo Soy el buen pastor
Podemos confiar en este buen pastor que nos guía en nuestros
caminos, nos protege, se entrega por nosotros, cura nuestras
dolencias y nos lleva directamente a la presencia del Padre. En
él tenemos salvación y en el hallamos descanso. ¡Gracias a Dios
por ese pastor que se sacrificó en la cruz por amor a sus ovejas!

Para reflexionar
1. ¿Es necesario tener un pastor que dirija nuestra vida?
2. ¿Qué características tiene Jesús como pastor?

3. ¿Tenés algún puesto de autoridad o liderazgo en tu


congregación? ¿Consideraste alguna vez que para ser un
buen pastor debés tener características similares a las que
Cristo describe aquí? Un verdadero pastor debe
entregarse a sí mismo por sus ovejas
4. ¿Cuáles son los dos rediles a los que Jesús se refería?

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Yo Soy

Yo Soy el camino, la verdad y la

vida

Juan 14:1-14

Jesús, en el aposento alto, les comenta a sus discípulos que ha


llegado la hora de volver al Padre. Los discípulos no entendían
muy bien a qué se refería cuando decía que iba a ir al Padre. Les
decía que a donde Él iba, ellos no podrían ir. Imaginen lo que
pensaron los discípulos en ese momento; Ellos habían dejado sus
vidas, sus familias, sus trabajos, sus carreras, todo para seguir a
Jesús. Y ahora, Él les estaba diciendo que no lo iban a poder
seguir más. Ellos querían saber a dónde iba Cristo y sobre todo,
querían saber cómo llegar a ese lugar. Ellos querían seguirlo.
Querían estar con Él. Querían ir al Padre. Pero no sabían cómo
hacer esto. Es en ese momento que Jesús les dice: “Yo soy el
camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre sino por Mí” (v.
6).

Jesús: El único camino a Dios


Esto es lo que Él afirmó. No hay otra forma de llegar al Padre,
sino por Él. A veces nos encontramos en discusiones que
pretenden persuadirnos de que todas las religiones son
igualmente válidas y buenas. Que en definitiva, todas llevan a

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Yo Soy el camino, la verdad y la vida
Dios, el Cielo o la siguiente vida. Jesús no le da vueltas al asunto.
Si alguien quiere ir a Dios, el único camino es Él.

¿Cómo es que Él es el único camino al Padre? La respuesta es la


siguiente: Como todos hemos rechazado a Dios y hemos
transgredido su Ley, estamos condenados a sufrir por la
eternidad. Cada uno de nosotros. Ni siquiera estamos dispuestos,
en nuestra rebeldía, en buscar a Dios y arrepentirnos por nuestra
maldad. Y por más que lo quisiéramos, la justicia de Dios
demanda que seamos castigados por nuestras transgresiones.
Pero Dios nos ama. Es por eso que mandó a su Hijo a que pague
por el castigo que nosotros merecíamos. Él vivió una vida de
perfecta obediencia a la Ley de Dios, y se entregó para ser
crucificado, de forma que su perfecta obediencia es imputada a
todo aquel que en Él crea. Además resucitó, demostrando que su
sacrificio fue aceptado por Dios.

Hay gente que nos acusa a los cristianos de ser muy cerrados.
Dicen: “No puedo creer en un Dios que nos da sólo un camino
para ser salvos”. Esas personas tienen una visión muy incorrecta
de quien es Dios y quienes somos nosotros. Dios es el Creador
del Universo entero; las galaxias, las estrellas, los planetas, los
átomos, la vida, todo lo que existe. Y también nos creó a nosotros
para que lo representemos en la creación. Pero Adán, una simple
criatura, osó desafiar la autoridad de Dios y rechazó su amor y

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Yo Soy
soberanía sobre la creación, desobedeciendo. Cada uno de
nosotros es tan desobediente cómo Adán. Somos pecadores,
malvados, egoístas, egocéntricos, con un corazón con tendencias
psicopáticas, perversos, etc. Y Dios es bondadoso, amoroso y
sobre todo, es santo y justo. No tolera la transgresión de su Ley,
porque es ella la que da orden a todas las cosas. Y este Creador,
en lugar de darnos el castigo que cada uno de nosotros merece,
decide de su propia voluntad y amor, venir, tomar un cuerpo
humano, dejarse maltratar, humillar y por último asesinar para
tomar en nuestro lugar ese castigo. Y nosotros nos preguntamos
¿Por qué hay un sólo camino? La verdadera pregunta debería ser
¿Por qué existe UN camino? No merecemos una salvación tan
grande. El Dios Viviente y Eterno murió por nuestros pecados,
no puede haber otro camino. Si fuera así, su sacrificio habría sido
en vano. Si fue necesario que Él tenga que dar su propia vida en
la cruz, es porque sin dudas es el único medio posible para
nuestra salvación. David Platt dice: “Si existieran mil caminos
hacia Dios, seguramente nosotros querríamos mil uno” (Platt,
2015).

El camino angosto
Jesús habló de esto en una ocasión. Lo vemos en el sermón del
monte en Mateo 7:13-14 donde dice que hay dos caminos: El
camino ancho y la puerta ancha son las que llevan a la
destrucción. Pero el camino angosto que conduce a la puerta
angosta es el que conduce a la vida y son pocos quienes lo

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Yo Soy el camino, la verdad y la vida
encuentran. John Stott dice que “En el camino ancho hay mucho
espacio para la laxitud moral, diferencia de opiniones. Es la
senda de la tolerancia y de la ausencia de restricciones. No tiene
frenos ni límites de pensamiento o conducta” (Stott, 1999). Por
el contrario el camino angosto, es aquel que tiene límites bien
marcados. Estos límites están dados por la Palabra de Dios. Por
un lado, es difícil de seguir, pero para quienes lo encuentran, la
carga del pecado es reemplazada por la carga de Cristo que es
ligera y su yugo que es suave (Mateo 11:30).

La analogía del camino fue tan importante para los primeros


discípulos, que el primer nombre por el cual fueron conocidos
los cristianos fue “los del Camino”(Hechos 9:2, Hechos 16:17,
Hechos 18:25-26, Hechos 19:9, Hechos 19:23, Hechos 22:4).

Jesús es la verdad y la vida


Esto tiene que ver también con la analogía del camino angosto.
Dijimos que los límites del camino están dados por la Palabra de
Dios. Cristo es la Palabra de Dios hecha carne. En Él se cumplen
todas las profecías y todas las demandas de la Ley de Dios. Él es
la verdad. La Biblia habla enteramente de Él. Si lo conocemos a
Él, conocemos la verdad, que nos delimita el camino. Por lo tanto
podremos ir seguros por el camino que conduce a la vida. Él es
el camino que lleva a la vida. Sólo en Él encontramos la vida
eterna. Porque Él dio su vida, a fin de que nosotros podamos
tener vida eterna junto al Padre por siempre.
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Yo Soy

Jesús y el Padre son uno


Aquí vemos expuesto el misterio de la Trinidad. Cristo les afirma
a los discípulos que quien lo ha visto a Él, ha visto al Padre,
diciendo que Él y el Padre son uno, aunque son distintas
personas. No debemos tratar de rompernos la cabeza tratando de
entender este misterio. Muchos intentos de explicarlo llevan a
conclusiones no bíblicas. Además, Dios es mucho más grande de
lo que nuestra finita mente puede imaginar. Debe haber en
nuestra mente lugar para el misterio. No podemos comprender
totalmente a un ser que va más allá de todo lo que conocemos.
Creo que es válido y necesario el esfuerzo de tratar de conocer
todo lo que Dios ha revelado de sí mismo en la Escritura y en la
creación. Pero las cosas secretas, son del Señor (Deuteronomio
29:29). ¿Qué hay de quienes no han visto a Cristo? Sin duda, no
vemos a Jesús con nuestros propios ojos. Pero quienes creen en
el evangelio, a quienes Dios ha alumbrado, ellos pueden ver con
los ojos espirituales. Cómo dice el autor de Hebreos, debemos
vivir nuestra vida “puestos los ojos en Jesús” (Hebreos 12:2). En
el evangelio vemos a Jesús y vemos que Él es el único camino
hacia el Padre.

Reflexión final
¡Qué grandioso camino el de la salvación! Este es el Camino por
el cual los apóstoles estuvieron dispuestos a dar sus vidas. El
Camino angosto que estuvieron dispuestos a caminar. El Camino
que estableció Jesús es el de negarnos a nosotros mismos, tomar

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Yo Soy el camino, la verdad y la vida
nuestra cruz y seguirle. Pero no es todo negro en la vida del
cristiano. La bendición de Dios y la autoridad de Cristo están con
nosotros. La felicidad de haber encontrado el mayor de los
tesoros y de disfrutar el amor eterno y el cuidado de nuestro Dios.
El gozo de saber que Dios nos ha escogido para caminar este
Camino que lleva a la vida. Saber que nuestra vida tiene un
propósito: Glorificar a Dios y disfrutar de Él eternamente
¡Anunciemos el evangelio! ¡Cristo es el Camino!

Para reflexionar
1. ¿Cómo podes relacionar esta declaración de Jesús con la
parábola del camino angosto?

2. ¿Qué implicancia tiene el hecho de que Jesús es el único


camino al Padre?

3. ¿Qué es lo que delimita al camino angosto?


4. ¿Por qué Jesús dice que Él es la vida?

5. ¿Te encontrás caminando por el Camino de la verdad o


por el camino ancho?

6. ¿Anunciás del Camino a las personas que no lo conocen?

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Yo Soy

Yo Soy la resurrección y la vida

Juan 11:17-44

Contexto del pasaje


Lázaro de Betania, quien era conocido por ser amigo de Jesús,
había estado enfermo por unos días y luego murió. Jesús, cuando
se enteró que Lázaro estaba enfermo, intencionalmente retrasó
su viaje hacia él. Esto lo hizo para que los discípulos crean. Él
pretendía realizar un milagro asombroso, la resurrección de una
persona que llevaba muerta varios días. Su principal motivación
era demostrar que Él podía levantar a los muertos, sin importar
la cantidad de días que hayan pasado de la muerte.

Marta recibe a Jesús


Jesús llega a Betania, donde Lázaro y sus hermanas vivían, y es
recibido por Marta. Marta le dice a Jesús que si Él hubiera estado
presente, su hermano no habría muerto. No lo dice con tono de
enojo, sino como prueba de su fe en el poder sanador de Cristo.
Así y todo, estaba segura de que Dios estaba con Él y que
cualquier cosa que pidiera, se le concedería. A esto, Jesús le
contesta “Tu hermano resucitará”. Marta entendía que en aquel
día los muertos resucitarán. Había sido bien instruida en la
doctrina de la resurrección. Pero había un conocimiento que
todavía no tenía; Estaba parada frente a la persona que es “La
resurrección y la vida”. Ella sabía que la resurrección pasaría al

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Yo Soy la resurrección y la vida
final de los tiempos, pero no sabía cómo esto iba a suceder. Es
por eso que Jesús le dice: “Yo soy la resurrección y la vida”.
Jesús le estaba dando aún más esperanza a su fe. Le estaba
asegurando que su hermano iba a resucitar, porque Él mismo lo
resucitaría, ya que Él es la vida eterna. Esto lo vimos también en
Juan 6:40, Juan 6:43 y Juan 6:54. Es Jesús el que tiene el poder
de dar vida. Esto es porque es Dios, ya que sólo Dios puede dar
la vida y quitarla (1 Samuel 2:6, Job 1:21). Pero esto no bastaba.
Es por eso que Jesús quería realizar este asombroso milagro, para
demostrar que no eran simples palabras, sino que
verdaderamente el poder de Dios residía en Él. Quería demostrar
que Él tenía el poder para revertir todas las consecuencias del
pecado, de la cual la peor es la muerte y la eterna separación del
hombre y Dios.

La segunda parte de la declaración es verdaderamente


sorprendente: “El que cree en Mí, aunque muera, vivirá, y todo
el que vive y cree en Mí, no morirá jamás” ¡Que grandiosa
esperanza tenemos en Cristo! Incluso si morimos, vamos a vivir.
Porque todo aquel que crea en Cristo, no sufrirá las
consecuencias de la muerte. En lugar de ser separados de Dios
eternamente y ser condenados al infierno, la muerte ahora es la
forma en la cual Dios llama a sus santos a su presencia. Y cuando
vivamos con Dios en la nueva creación, ya no habrá más muerte
ni sufrimiento, porque la maldición del pecado ya no va a estar

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Yo Soy
más sobre nosotros ni sobre la nueva creación. La muerte, ese
aterrador enemigo que se encuentra al final de cada una de
nuestras vidas, ha sido vencida por Cristo. Esa ansiedad y
monstruosidad que nos persigue, que tratamos de evitar toda
nuestra vida, que tratamos de olvidar, inevitablemente llega para
cada uno de nosotros. Nuestros cuerpos corruptibles se gastan
por consecuencia del pecado. Pero Cristo se dio a sí mismo como
sacrificio para pagar nuestras culpas. Por lo tanto, ese gigante
que nos caza por las noches ya no tiene poder. Cristo lo ha
derrotado. Ya no seremos avergonzados por la muerte y el
diablo. Porque “Y si hemos muerto con Cristo, creemos que
también viviremos con Él, sabiendo que Cristo, habiendo
resucitado de entre los muertos, no volverá a morir; la muerte ya
no tiene dominio sobre Él.”(Romanos 6:8-9 NBLH). Ya “no hay
condenación para los que están en Cristo Jesús” (Romanos 8:1
NBLH).

Jesús resucita a Lázaro


Cuando llevaron a Jesús donde habían sepultado a Lázaro, lloró.
Uno de los versículos más cortos de toda la Biblia. Es raro que
Jesús llore por extrañar a su amigo que murió. Después de todo,
Él sabía que iba a resucitarlo. No, yo creo que Jesús lloró porque
se encontraba frente a la consecuencia del pecado. La muerte
estaba en la otra esquina del ring. Jesús lloró porque sabía que
esta no era parte del diseño original de la creación. Después de
todo, Dios no se complace en la muerte del impío (Ezequiel

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Yo Soy la resurrección y la vida
18:23). La justicia de Dios demanda que seamos condenados,
pero Él, en su misericordia y su gracia, nos quiere salvar. Es por
eso que Cristo tomó en sí mismo nuestra condena. La muerte es
la peor de las humillaciones. Nos dice que por más que lo
intentemos todo lo que intentemos, nada de lo que hagamos nos
puede salvar de ella. Es por eso que necesitamos de un Salvador.
Y es por eso, que aquí, el Salvador va a demostrar su gran poder.
Sólo con el poder de su Palabra, le ordena a Lázaro salir fuera de
la tumba. Los hombres muertos no escuchan, pero este hombre
resucitó y contra todas las probabilidades, salió caminando de la
tumba. Los hombres muertos no responden a las órdenes. Esto
nos da una ilustración de nuestra propia resurrección espiritual.
Nosotros estábamos muertos espiritualmente en nuestros
pecados y transgresiones (Efesios 2:1). Es imposible que
respondamos por nuestra propia cuenta a la Palabra de Dios, que
es algo espiritual. Cuando un hombre natural escucha el
evangelio, para él son locura, pavadas (1 Corintios 2:14). Pero
cuando el llamado eficaz de Dios llega a una persona, por medio
del evangelio, está es regenerada, es decir, recibe nueva vida
espiritual y por lo tanto es capaz de responder positivamente al
arrepentimiento y a depositar su confianza en Cristo. Así cómo
Lázaro resucitó por la Palabra de Cristo, cuando nosotros oímos
la Palabra de Dios resucitamos y respondemos a sus órdenes.

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Yo Soy

¿Cómo afecta esto a nuestra predicación y


oración por otros?
Conocer esto llena de esperanza al predicador del evangelio. Él
sabe que en última instancia, la regeneración y la conversión no
dependen de sus habilidades para persuadir a la persona o de su
capacidad para predicar, aunque son importantes. Sino que
dependen del poder de la Palabra de Dios que es predicada. Por
eso es tan importante que siempre prediquemos el evangelio y lo
proclamemos. Incluso cuando parece que es inoportuno, cómo
dice el apóstol Pablo, debemos predicar y proclamar el
evangelio, ya que este es poder de Dios para salvación (Romanos
1:16). Debemos preocuparnos si desde el púlpito de nuestra
iglesia local no se está predicando el evangelio. Si todo lo que se
dan son consejos de moralidad y de vida, pero no se predica el
evangelio, nuestra congregación se va a llenar de zombies que se
comportan muy bien, pero no habrán nuevos nacimientos, ni
fruto del Espíritu.

Otra gran esperanza que tenemos es que podemos orar por


personas que no creen en Cristo, ya que Dios tiene poder de
resucitar a los muertos. A veces, como ser humano, puedo llegar
a creer que una persona no va a creer nunca en Jesús y nunca se
va a arrepentir de sus pecados. Veo gente tan obstinada, que soy
tentado a decir: “Esta persona no va a creer nunca”. Pero, ¿Quién
soy yo para decir eso? ¿Acaso yo creí por ser mejor que otro?
¿Acaso soy más inteligente y por eso creí? ¡No! Si yo creí, se lo
debo a la gracia y la misericordia de Dios y a su gran amor
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Yo Soy la resurrección y la vida
incondicional. No había nada en mí que valiera la pena salvar.
No había nada que me hiciera merecer el inmenso regalo de la
salvación. No era merecedor del sacrificio de mi Dios y mi Señor
Jesucristo en la cruz. Entonces tampoco debo perder la esperanza
que alguna persona sea salva. Más bien, debo orar para interceder
por esa persona, para que por medio de la predicación del
evangelio vuelva a nacer y se convierta al Señor.

Para reflexionar
1. ¿Por qué se retrasó Jesús en ir a ver a Lázaro?
2. ¿Qué fue lo que le dijo Jesús a Marta?
3. ¿Cuál es la esperanza que tenemos en Cristo?

4. ¿Cómo resucitó Jesús a Lázaro? ¿Qué nos dice esto


acerca de nuestra resurrección espiritual?

5. ¿Cómo influye lo que aprendiste en tu predicación y tu


oración?

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Yo Soy

Yo Soy la vid verdadera

Juan 15:1-8

Llegamos al capítulo 15 en el cual Él se nos presenta como “la


vid verdadera”. Vamos a analizar qué representa cada uno los
elementos mencionados en este pasaje:

● La vid verdadera: Es Jesús, a quien todos los creyentes


deben estar aferrados si quieren dar fruto.
● El labrador: Es el Padre, quien poda las ramas con la
finalidad de que lleven todavía más fruto.
● Las ramas que dan fruto: Son los discípulos verdaderos.
● Las ramas desechadas: Son los discípulos falsos.
● El fruto: Son los resultados de haber creído en Jesús para
salvación.
A partir de esta ilustración, podemos llegar a las siguientes cinco
consecuencias para nuestras vidas:

Las vides falsas


Si Jesús se describe a sí mismo como la vid verdadera,
inmediatamente entendemos que existen algunas vides que son
falsas. Éstas son representadas por los falsos maestros; aquellos
que pretenden tomar el lugar de Jesús en la vida de otras
personas, haciéndolas depender por completo de ellos en todos
los aspectos de su vida, de la misma manera que nosotros

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Yo Soy la vid verdadera
dependemos del Señor. Estos hombres llevan a todas esa gente a
la perdición junto con ellos. Por eso debemos cuidarnos de no
seguir a pastores, ni a predicadores, ni a cantantes, ni a maestros,
sino ser sólo seguidores de Cristo. Debemos respetar a las
autoridades espirituales que tenemos, pero nunca permitir que
ellas tomen el lugar que está reservado para Dios en nuestros
corazones.

El tiempo de la poda
La poda tiene que ver con el proceso de disciplina que debemos
pasar como cristianos. En el capítulo 12 de la epístola a los
Hebreos, vemos más en detalle la importancia de esto,
enseñándonos que si bien la disciplina nunca es causa de gozo en
el presente, sí terminará dando fruto de justicia. Lo que tenemos
que reconocer es que nosotros tenemos una tendencia carnal a
hacer el mal y a apartarnos de la santidad que el Señor nos
demanda. Por ello, el Padre, con amor, nos poda, de manera que
podamos enderezar nuestros caminos y volvernos a él; que
podamos sacar aquellas cosas malas que tenemos para que así
podamos dar cada vez mucho más fruto. La poda duele, pero es
necesario en nuestro camino como hijos de Dios.

La herramienta del labrador


La gran pregunta que puede surgir al analizar el proceso de poda
está relacionada con la manera en que ésta se lleva a cabo. ¿Qué
herramienta usa Dios para esto? Jesús nos da la respuesta

48
Yo Soy
inmediatamente indicando “ustedes ya están limpios por la
palabra que le he dado”. Es decir, esta disciplina es realizada por
medio de la Palabra de Dios, que es como un espejo para que
nosotros podamos ver nuestra maldad y así buscar santificarnos
para cada día ser más parecidos a Jesús.

Aferrados a la Vid
Así como toda rama requiere estar aferrada a un tallo para recibir
todos los nutrientes que vienen del suelo, también nosotros
tenemos que estar aferrados a Jesús si queremos florecer y dar
fruto. No podemos hacerlo de otra manera que no sea por medio
de Él. ¡Tenemos una dependencia total de su persona! ¡No
podemos hacer nada bueno por nuestros propios medios! Por eso,
todo nuestro ser cambia cuando tomamos la decisión de seguir al
Cristo. ¡Y no sólo eso! Sino que si permanecemos en Él, entonces
se nos va a conceder todo lo que pidamos. Esta frase no la
debemos tomar a la ligera. Debemos comprender que vamos a
recibir lo que queramos SI permanecemos en Él y Él en nosotros.
Es decir, si aquello que deseamos va conforme a los deseos de
Dios y tiene como propósito final glorificarle. En la medida que
crezcamos en nuestra relación con Él, podremos ver cómo el
Espíritu irá obrando de tal manera que todo aquello que
anhelemos coincida con la voluntad de Dios para nuestras vidas.

¿Qué significa permanecer en Jesús?


Veamos bien lo que dicen el pasaje Juan 15:5-8:
49
Yo Soy la vid verdadera

“Yo soy la vid y ustedes son las ramas. El que permanece en mí,
como yo en él, dará mucho fruto; separados de mí no pueden
ustedes hacer nada. El que no permanece en mí es desechado y
se seca, como las ramas que se recogen, se arrojan al fuego y se
queman. Si permanecen en mí y mis palabras permanecen en
ustedes, pidan lo que quieran, y se les concederá. Mi Padre es
glorificado cuando ustedes dan mucho fruto y muestran así que
son mis discípulos.”(Énfasis añadido)

Si observas el énfasis que agregué al versículo, vas a ver que las


dos frases comienzan igual “El que permanece en mi/Si
permanecen en mi”. Pero luego hay un intercambio de Palabras
que es utilizado intencionalmente por el Señor. Se cambia a sí
mismo por “mis palabras”.

Al momento de aceptar a Jesús como Señor y Salvador, debemos


darnos cuenta que no estamos aceptando a un ente o una persona
muda. Estamos aceptando a una persona viva que tiene mucho
para decir. Estás palabras están escritas en la Biblia y es nuestro
deber permanecer en ellas y ellas en nosotros. Cristo dentro de
nosotros debe estar hablándonos estas palabras todo el tiempo.
Para que esto suceda, debemos leer la Biblia.

La permanencia no implica sólo el conocimiento intelectual de


la Palabra, sino el vivir la Palabra de Dios. Cristo es la Palabra
50
Yo Soy
de Dios hecha carne. Al nacer de nuevo, ese Cristo vive en
nosotros y nosotros morimos. Por lo tanto esa Palabra se hace
carne en nuestra vida y produce la Fe que nos salva. Esa fe es la
que luego produce el amor que nos hace obrar y servir a Dios.
Como dice 1 Juan 2:6: “el que afirma que permanece en él, debe
vivir como él vivió”.

Las ramas que no son ramas


Este punto es bien simple de entender: sólo son verdaderos
discípulos de Jesús aquellos que dan frutos que demuestren que
han sido salvo. Es decir, aquellos que manifiestan en su vida el
fruto del Espíritu descrito por Gálatas 5; aquellos que tienen un
anhelo verdadero por vivir conforme a los mandatos del Padre.
Puede que haya ramas que piensen que están aferradas a la vid,
pero que en realidad no reciben sus nutrientes y se secan; estos
son los falsos discípulos y, lamentablemente, las iglesias están
llenas de ellos.

Reflexión final
Finalmente, podemos decir que el propósito definitivo para
nuestra unión con Cristo, la cual nos lleva a dar mucho fruto, es
glorificar al Padre, tal como se indica en el final del pasaje que
estamos estudiando. Éste es el propósito para el cual fuimos
creados y para el cual tenemos que vivir. ¡Que podamos buscar
la santidad para así poder dar más fruto y glorificar aún más a

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Yo Soy la vid verdadera
Dios cada día! ¡Que todo lo que hagamos sea completamente
para su gloria!

Para reflexionar
1. ¿Qué implica la frase “Vid verdadera?

2. ¿Qué es el tiempo de la poda? ¿Sentís que estás siendo


podado en este momento?

3. ¿Cómo podés identificar a los verdaderos discípulos de


Jesús? ¿Considerás que vos sos uno de ellos?

4. ¿Qué clase de fruto estás dando?


5. ¿Cómo podés permanecer en Jesús?

52
Yo Soy

Antes de que Abraham fuera, Yo Soy


Juan 8:48-59

Una vez más, como sucedía con demasiada frecuencia en ese


tiempo, nos encontramos a Jesús en una disputa abierta con los
judíos. Luego de pasar por el monte de los Olivos, el Señor
regresó al templo y continuó enseñando a los que allí estaban.
Fue entonces cuando los fariseos y escribas llevaron ante él a una
mujer sorprendida en adulterio. En ese momento empezaron una
larga discusión, en la cual Jesús era acusado, pero respondía con
firmeza a cada comentario realizado en su contra. En la medida
que fue avanzando el tiempo, la cosa estaba cada vez más lejos
de solucionarse. Los judíos lo veían como un hereje y ya no
estaban dispuestos a seguir aguantando sus dichos. ¡Querían
matarlo!

En este pasaje que vamos a analizar, encontramos cómo llega


todo al punto culmine. Estaba todo muy tenso, hasta que llegó el
momento que se produjo la ruptura definitiva; el vaso desbordó
por completo. ¿Qué fue lo que causó esto?

Todo comienza a ir mal cuando Jesús afirma que ellos son hijos
de Satanás. Es a partir de ello que empieza el pasaje que estamos
leyendo. El Señor afirma que no está endemoniado, sino que Él
es honrado por el Padre (v. 50). Y finalmente, dice que quien
cumple su palabra no moriría nunca (v. 51). Ahí es cuando los
judíos se ponen como locos, llegando a exclamar que Jesús
53
Antes de que Abraham fuera, Yo Soy
mostraba que estaba efectivamente endemoniado, a partir de esta
última frase que Él dijo. ¿Por qué les resultó tan chocante esta
última frase respecto a las demás? Porque tanto Abraham como
los profetas, los mayores íconos de la religión judía de aquel
tiempo, habían muerto. Por ende, ¿cómo podía ser que este
nazareno hijo de carpintero tuviera la osadía de decir tales cosas?

Jesús, lejos de echarse atrás por las acusaciones, les responde con
firmeza diciendo que ellos no estaban siguiendo el camino de fe
que había seguido su padre, Abraham. Él se regocijó en la
promesa de Dios de que su descendencia sería como las estrellas
del cielo, y de que por medio de su familia serían benditas todas
las familias de la tierra. Es decir, vio a lo lejos el día en que Cristo
vendría (Hebreos 11:13).

Es luego de todas estas idas y vueltas que Jesús hace la


declaración “antes que Abraham naciera, Yo soy” (v. 58b -
NBLH). Veamos las implicancias que tenía esta frase:

Jesús existía desde antes que Abraham


Esto lo vemos en la primera parte de su afirmación. Esto no tenía
sentido para los judíos. Ellos no entendían cómo Él podía haber
visto a Abraham si no llegaba ni siquiera a los cincuenta años.
La realidad es que, si bien esto es cierto, el Señor no afirmó haber
visto al primero de los patriarcas, sino lo que dijo fue al revés.
Es decir, este hombre lo vio a Él. Acá vemos como los líderes
judíos, en su afán por criticar a Jesús, llegaban a torcer sus
54
Yo Soy
palabras de este modo. Más allá de eso, el foco de la cuestión
está en que Cristo afirma haber existido desde hace más de 2000
años, algo que sólo podría ser posible si Él fuera un ser eterno. Y
esto justamente lo vemos afirmado en la primera parte del
Evangelio de Juan, donde dice que en el principio era el Verbo/la
Palabra (Juan 1:1). Jesús existe desde antes de la fundación del
mundo, y por ende, desde mucho antes que Abraham, el padre de
la fe, existiera.

Jesús es Dios
Hasta acá entendimos que nuestro Señor afirma ser anterior a
Abraham. El problema está en que, si simplemente hubiera
querido decir eso, tendría que haber utilizado la expresión “antes
de que Abraham naciera, yo era”. ¡Pero no! Como vimos, Él
existió siempre, por toda la eternidad, de manera que eso nos
lleva a la clarísima conclusión de que es Dios. Y es justamente
del nombre utilizado por el Padre que el Hijo se adueña para
confirmar este. “Yo Soy”, Ego Eimi, son justamente las palabras
utilizadas por Dios cuando Moisés preguntó de parte de quién iba
a hablar al pueblo (Éxodo 3:14). Esto fue intencional. Jesús
estaba afirmando, delante de los judíos, que Él era igual a Dios.

Verdad o blasfemia
Esta declaración termina llevándonos a nosotros a la misma
encrucijada en que se encontraban los judíos. No tenemos
muchas alternativas a la hora de pensar en cómo vamos a

55
Antes de que Abraham fuera, Yo Soy
reaccionar ante esto. Nuestras opciones se limitan a dos
posibilidades. Por un lado, podemos aceptar a Jesús como Dios
y como nuestro Salvador; quien se humilló a sí mismo tomando
forma de hombre y muriendo en la cruz por nuestros pecados.
Todo esto implica considerar que lo que Él dijo, al asociarse con
el nombre Yo Soy, era verdad. Por el otro, podemos tomar la
actitud de los judíos, quienes consideraron esto como una
blasfemia. Según pensaban ellos, este hombre había llegado a tal
grado de locura que pretendía ser igual a Dios. Esto era una
herejía según la ley de Moisés (Levítico 24:11-16), por lo que
ellos reaccionaron de la manera que se esperaba en estos casos:
Intentando apedrear al blasfemo. Dos opciones: O creemos la
verdad de Jesús o lo tratamos como un loco. No hay término
medio para esto.

Lo judíos ya habían llegado al punto máximo de su irritación. No


iban a permitir que alguien blasfemara de esa manera. Por ende,
estaban dispuestos a responder con piedras. Jesús podría haber
dicho que lo entendieron mal, que no era lo que ellos pensaban
lo que él estaba afirmando. Pero no lo hizo porque justamente lo
que él afirmaba era lo que ellos entendieron: Él se conocía a sí
mismo como Dios. Luego de esto la situación se torna un poco
confusa. No era la hora en que debía morir, y su muerte debía ser
en una cruz. Es por eso que Jesús se escabulle. Este escape sin
dudas que fue milagroso. ¿Cómo los judíos, con la euforia que
tenían, podrían haberlo perdido de vista?

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Yo Soy
Además de lo que estuvimos viendo, este pasaje nos ayuda a
entender que nunca debemos considerar a los grandes hombres
del cristianismo como superiores al mismísimo Dios. Eso les
pasó a los judíos; en su afán por honrar a Abraham pasaron por
alto que estaban delante del Mesías de la promesa. Aquel que, a
diferencia de los líderes religiosos, no se honraba a sí mismo,
sino que recibía la honra de parte de Dios.

Que podamos reconocer al Señor como lo principal en nuestras


vidas, por encima de cualquier persona o cosa. Que podamos
entender que Jesús es la imagen del Dios invisible, y que se
humilló haciéndose hombre para que hoy nosotros podamos
tener libre acceso al Padre.

Para reflexionar
1. ¿De qué acusaban los judíos a Jesús?

2. ¿Por qué se alegró Abraham de ver el día del Jesús?

3. ¿Por qué quisieron apedrearlo luego de que dijo “Antes


que Abraham naciera, yo soy?

4. ¿Quién es Jesús realmente? (Juan 1:1)


5. ¿Qué otra aplicación podemos obtener de este pasaje?

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Bibliografía

Bibliografía
Platt, D. (2015). Contra Cultura: En un mundo de pobreza,
matrimonios del mismo sexo, racismo, esclavitud sexual,
inmigración, persecución, aborto, huerfanos,
pornografía. Tyndale House Publishers.
Stott, J. (1999). El Sermón del Monte. Buenos Aires: Certeza
Unida.

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Yo Soy

Acerca de Discipulado Cristiano


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Nuestra visión
Como discípulos de Cristo, nuestro principal objetivo es seguirle,
guiados por el Espíritu Santo, obedeciendo todos sus mandatos y
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Queremos aportar recursos y material para ayudar a las distintas
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