Educa Con Amor y No en La Obediencia Basada en El Miedo y La Severidad
Educa Con Amor y No en La Obediencia Basada en El Miedo y La Severidad
Educa Con Amor y No en La Obediencia Basada en El Miedo y La Severidad
Así pues, a la hora de elegir qué tipo de crianza queremos para nuestros
hijos, debemos optar por aquella que le deje crecer con integridad.
Aquella que le permita convivir con respeto en este mundo siendo capaz
de ser feliz y de proporcionar felicidad.
La severidad en la educación
Todos nosotros ansiamos tener niños que nos obedezcan, niños solícitos
y que cumplan las normas que les establecemos.
Ahora bien, los menores siempre desearán ir un poco más allá de las
normas para probarse a sí mismos, a la vez que a nosotros.
Si cada vez que se salen de esos límites aparece el castigo severo, el
grito y el reproche despreciativo, los niños pueden reaccionar de dos
modos.
Alimentaremos su rabia, de modo que nos desafiarán aún más o se
encerrarán en sí mismos.
Un niño no debe pasar su primera infancia sintiendo miedo cada
día.
El miedo veta la autoestima y ocasiona un estrés excesivo en ese
cerebro infantil que está madurando todavía.
La crianza basada en la sanción hace que los niños vivan enfocados solo
en el reconocimiento exterior. Daremos al mundo personas indecisas que
no tendrán ninguna seguridad en sí mismas.
Toda criatura que descubre el mundo a través del miedo por culpa de su
familia crece con infelicidad.
“Si las personas que más me quieren me producen temor, el mundo es
un lugar del que debo defenderme”.
Para educar con amor no hacen falta los gritos, sino las argumentaciones
que se ofrecen con una voz relajada, clara y cercana.
Si queremos educar con amor para conseguir niños obedientes, es
necesario saber escuchar. Atiende cuáles son los pensamientos y en
función de estos, sugiere, aclara y guía.
No desees tener niños perfectos. Lo ideal es criar niños felices que
conocen las normas de la familia y de la propia sociedad.
Para educar es necesario dar voz a los niños. Si nos enfocamos en
sancionar, en reprocharles cosas, y en señalar solo lo que hacen mal,
daremos al mundo personas poco asertivas.
En lugar de usar la severidad cuando se portan de forma poco
adecuada, explícales qué han hecho mal y cómo pueden hacerlo
bien.
Ten en cuenta que no es bueno exigir en excedso. No quieras tener
niños ideales, sumisos y callados.
Fíjate en los talentos naturales de tus niños para que se sientan seguros
a la hora de conseguir aquello que les haga felices.