Resumen Egipsio
Resumen Egipsio
Resumen Egipsio
En medio del desierto surgió una de las civilizaciones más espléndidas de la historia. Logró sobrevivir durante 30 siglos que dieron
como fruto su escritura, calendario, la medicina y maravillosas obras arquitectónicas que hoy continúan desafiando el inexorable
rigor del tiempo. Y también bellísimos testimonios artísticos, las momias, los reyes-dioses, entre otras.
Su inmenso legado asombra a Occidente, no en vano los faraones Tutankamón y Ramsés captan el mayor número de visitantes a las
grandes exposiones organizadas en Francia durante los últimos 25 años; muy por encima de Picasso y Dalí; muchos más que Renoir,
Manet, Gauguin y todos los impresionistas juntos.
Los egipcios fueron un pueblo que no solo florecieron intelectualmente, sino que también se adelantaron a muchas cosas que
conocemos hoy en día como el arte, conocimientos acerca del cultivo, creencias astronómicas, etc.
Los egipcios lograron hacer de su cultura un imperio casi impenetrable, claro que esto no fue de la noche a la mañana, sino que fue,
como hemos dicho durante muchos años, quizá siglos, recopilando y adoptando aspectos, datos y cosas de otras culturas.
Sin duda este es un trabajo fascinante, que gustará a todo aquél que lo lea, ya que es una recopilación de varias fuentes
bibliográficas, respetando de cada una sus fechas respectivas
LA CULTURA EGIPCIA
I. HISTORIA
A. Orígenes
Los egipcios fueron un pueblo conservador por excelencia, lo que puede también explicar la fase relativamente atrasada en que se detuvo su religión; además de aceptar divinidades de otras razas, con
las que entraron en relaciones hostiles o amistosas, conservaron con celoso cuidado las de las diversas religiones del país.
A los antiguos les atribuyó un origen africano creyendo que venían del Alto Nilo. Se sabe que hoy Etiopía, lejos de colonizar Egipto, fue colonizada por él, y que el pueblo egipcio desciende del grupo hamita
de raza blanca, cuyas tribus poblaron Africa del Norte.
Cabe agregar que los egipcios estuvieron en un tiempo bajo dominio de los hicsos (grupo asiático) hasta que los gobernadores tebanos del Alto Egipto lograron derrotarlos y expulsarlos (1580 a. C). Se
inició entonces un período conocido como Nuevo Imperio, caracterizado por las conquistas militares de Egipto. Posteriormente, Egipto fue conquistada por otros pueblos.
Los egipcios fueron los más notables representantes de la raza camita, una raza africana que constituyó el núcleo de los primeros pueblos mediterráneos, y a la que se le suele asignar la mayor parte de
las estirpes y lenguas que no pertenecen a las 2 grandes familias : la indoeuropea y la semita. Camita son, el copto, derivado directamente del egipcio el grupo de lenguas berberiscas, que todavía se habla
en el Africa Septentrional, y la raza "kushita" que comprende, entre otros, el somalí, el gala y el dankali; al tronco camita parece corresponder, además, pueblos como los egeos de la civilización minoica
de Creta; los vascos de España, los drávidas de la India, y algunas razas de la Polinesia.
En cuanto a los egipcios, en siglos pasados se les propuso originarios de una región llamada Punt, situada probablemente a lo largo de la costa Somalí. Estos antiquísimos Punistas procedentes del sur
africano y convertidos en indígenas de las orillas del Nilo, habrían sido después sometidos por invasores septentrionales, portadores de una civilización más elevada que produjo el nacimiento de las
dinastías.
En el curso del río se basa la posterior subdivisión del país en Alto Egipto (Tebaida), Medio Egipto (Heptanomida) y Bajo Egipto (Delta) con esta división se corresponden los tres grandes períodos
históricos: Memfita, Tebano y Saíta, entre los cuales se distribuyen treinta y tres dinastías de faraones.
Sin el Nilo, todo el territorio egipcio sería un desierto árido e inculto. Es este río el que trae de lejanas regiones, en las que las precipitaciones son muy copiosas, el agua que permite junto a sus riberas
los cultivos y la vida. Estas aguas a veces se desbordan originando las periódicas crecidas que obligan a los campesinos a un largo lapso de inactividad, aunque aveces resultan insuficientes, sobre todo
en las tierras distantes del curso del río.
Las pérdidas sufridas en la zona pantanosa y la carencia de afluentes en esta región árida comprometerían quizá la existencia misma del río en el larguísimo recorrido medio e inferior, y el Nilo se
agotaría a través de los miles de kilómetros de desierto que se interpone antes de alcanzar el mar.
El régimen hidrográfico del río Nilo se caracteriza por 2 crecidas anuales que se producen en verano de modo poco regular, por lo menos en su curso medio y bajo. El nivel del río comienza a subir en
junio y alcanza su máximo en septiembre, para descender después gradualmente, hasta alcanzar su nivel más bajo entre febrero y junio. Las crecidas del Nilo se deben al abundante aporte de sus 2
afluentes de la derecha, el Nilo Azul y el Atbara. En la crecida estival máxima del Nilo, ésta procede aproximadamente en un 80% del Nilo Azul, en un 15% del Atbara y sólo en un 5% del Nilo Blanco. El
aporte invernal aveces es debido en gran parte al Nilo Blanco. Por ello, la prosperidad de Egipto depende de la crecida anual del Nilo que, al inundar una prolongada faja a lo largo de sus orillas las riega
y fertiliza, depositando sobre ellas una sutil capa de limo.
El clima de Egipto es de tipo desértico mitigado únicamente la la costa mediterránea. Se caracteriza por la extrema escasez o incluso la falta absoluta de lluvias, por un cielo sereno durante largos
espacios de tiempo, por temperaturas elevadas todo el año.
Durante varios siglos, el Alto Egipto afirma su unidad frente a la rebeldía del Delta, que se ha desarrollado completamente como una sociedad agrícola con artesanías y ciudades. El Alto Egipto mantiene
su personalidad frente a los nubios del sur, los libios del oeste y los beduinos del desierto del este y de la península del Sinaí.
Se citan 3 reyes, llamados Escorpión, Narmer y Horus, como los unificadores de Egipto.
Egipto aparece precisamente como el "Reino de los 2 países" El Alto y el Bajo y su rey es una divinidad. Esta vive en el rey como en la imagen o en el animal sagrado; al morir el rey pasa a su sucesor. El
rey es la encarnación de Horus, y tal concepción reposa en ideas bien vivas sobre la función religiosa del jefe de la horda primitiva. En las 2 coronas, la blanca y en forma de alto gorro o tiara del Alto
Egipto y la roja baja gorra del Bajo, se resume la hazaña cultural de la unificación del país y la creación de una entidad de importancia política antes nunca conocida.
De las 5 dinastías que la ciencia moderna asigna al primer periodo de la historia egipcia, o sea, el llamado Imperio Antiguo, que durante las 2 primeras dinastías "tanitas" tuvo la capital en Tanis, y de
la tercera en adelante, en Menfis, solamente la cuarta comienza a alcanzar relieve gracias a la "Piedra de Palermo", que nos revela algunas particularidades acerca del reinado de su fundador y gracias
también a las 3 grandes pirámides erigidas en Gizeh.
Con la misma dinastía, comenzó un período intermedio de trastornos internos que duro hasta la XI dinastía; en la actualidad al Imperio Medio se le asigna solamente las dinastías XI y XII. Siguió un
segundo período intermedio que coincide con la presencia en el Delta de los hycsos, semitas invasores; después comienza la triunfante ascensión del Imperio Nuevo. En el último período, de decadencia y
trastornos, el centro de la vida social, oficial y cultura se traslado hacia el Bajo Egipto; fueron capitales alternativamente, Tanis, Sais, Mendes, Sebenytos. A una dinastía de reyes sacerdotes y a 2 dinastías
libias, siguió una etíope; después una nacional, que señaló un renacimiento espiritual y literario; tras el paréntesis que significo la dominación persa, reinaron en menos de un siglo las 3 últimas dinastías
de faraones. La conquista por parte de Alejandro Magno, la dinastía de los Ptolomeos, la ocupación romana, la invasión árabe, son los principales hechos políticos que llevaron al gradual debilitamiento
y extinción de todo lo egipcio.
B. Cultura egipcia
La historia del Egipto Antiguo se divide en 3 imperios con intervalos de dominación extranjera y guerras internas. El Imperio Antiguo se caracterizó por el florecimiento de las artes y la construcción de
las pirámides. Durante el Imperio Medio (2050-1800 a. C), tras una etapa de decadencia, Egipto conoció un período de esplendor en su economía, literatura y artes. En el Imperio Nuevo (1567-1085 a. C.) el
país alcanzó su edad dorada conquistando a los pueblos vecinos y expandiendo su territorio bajo la dirección de los faraones de la XVIII dinastía.
La decadencia del imperio se dio hacia 1075 a. C., a raíz de las diversas invasiones de otros pueblos, las cuales modificaron la división y extensión del territorio de Egipto.
C. Egipto antiguo.
El período que solemos denominar "Antiguo Egipto" es la época en que fue gobernado por los faraones, a partir del año 3000 a. C.
En el Valle del Nilo se desarrolló una de las primeras grandes civilizaciones agrícolas de la antigüedad. El estrecho valle del río, en el área regada y fertilizada por sus crecidas, ofreció un medio
extraordinariamente propicio para el desarrollo de una agricultura intensiva; pero al mismo tiempo obligó a una elevada organización del trabajo. La unidad básica y natural fue el "Nomo" , o pequeña
provincia formada alrededor de los núcleos de población del valle y gobernada por miembros de la nobleza, pero la explotación nacional del país exigió la cooperación entre estos nomos, dificultada por
las grandes distancias y la ausencia de buenas calzadas.
La elevada densidad de población provocaba grandes crisis de subsistencias (hambre, enfermedades, entre otros) en el caso de una desorganización o decadencia del sistema de regadíos. Los productos
básicos fueron el trigo (pan), la cebada (cerveza) y los animales domésticos. En los momentos de unidad y tranquilidad, la enorme cantidad de impuestos y prestaciones personales que pesaban sobre los
campesinos trabajadores de la tierra, permitió a las clases propietarias de las mismas (faraón, clero, nobleza) acumular grandes capitales, que improductivamente invertidos en templos y tumbas, no
contribuyeron al desarrollo de nuevas técnicas de producción o de uso agrícola, bastante primitivo; la situación económica y social pudo así mantenerse durante milenios, apoyada además en la ideología
oficial que da un fundamento religioso a la existencia de las diferentes clases sociales.
El valle no fue poblado durante el paleolítico, ya que los yacimientos de este periodo se encuentran en los límites del desierto. Durante el neolítico, poblaciones procedentes del este y del noroeste iniciaron
la explotación de las posibilidades agrícolas del valle. El estudio de sus enterramiento ha permitido la clasificación de varias culturas que conocían la cerámica y el trabajo de la piedra dura, y algunas
de las cuales practicaban el culto de los animales; en este período se formaron los nomos, por la cooperación entre las pequeñas comunidades locales.
El llamado Imperio Antiguo fue un período de gran centralización del poder en la persona del faraón, auxiliado por una complicada burocracia y controlada por sus más directos familiares. El comercio
exterior fue también considerado empresa estatal; importación de madera de Biblos, para vigas y barras; de incencio y mirra de Punt, en la costa somalí y de oro, ébano y marfil de Nubia, realizada a
cambio del trigo egipcio o por medio de expediciones militares. Los artesanos llegaron ha alcanzar gran habilidad técnica, especialmente el la cerámica y el trabajo de la piedra dura y sus oficios se
hicieron hereditarios. El mantenimiento del aparato estatal y del culto mortuorio del faraón representó una enorme presión fiscal sobre los trabajadores agrícolas. La VI dinastía acabó con la autonomía
de las ciudades en el norte. Los gobernadores provisionales del sur se independizaron, lo que dio paso al llamado primer período intermedio durante el que se registró el establecimiento de asiáticos en
el delta. La reorganización de la administración tuvo como consecuencia un aumento general de la producción, la influencia egipcia se extendió a Siria y a Nubia.
El nuevo período intermedio se vio caracterizado por el establecimiento en el delta de las tribus asiáticas de los hicsos procedentes de Palestina, que adoptaron las costumbres egipcias, fundaron la XV
y XVI dinastías y desde su capital, Avaris, extendieron su dominio a la casi totalidad del territorio egipcio, con excepción de Nubia y Tebas. Donde la XVII dinastía se había mantenido independiente . La
conquista de Avaris señaló el inicio del Imperio Nuevo, durante el cual Egipto, por razones tanto comerciales como de seguridad, llevó a cabo una clara política imperialista respecto a Siria y Palestina e
intensificó sus relaciones dentro del ámbito mediterráneo.
D. La egiptología
Sólo a principios del siglo XIX se constituye la ciencia de las antigüedades egipcias. Hasta entonces, los jeroglíficos o caracteres sagrados, grabados en la piedra de los monumentos, habían permanecido
indescifrables, así como la escritura cursiva (hierática) empleada en los papiros. El descubrimiento de la "piedra de Rosetta" hecho por un oficial del ejército de Napoleón fue el punto de partida de los
otros dos descubrimientos posteriores.
Sobre esta piedra estaba grabado en dos lenguas, griega y egipcia y en tres escrituras, griega, demótica (derivada de la escritura hierática) y jeroglífica. Lo que en esta piedra se decía era un decreto de
Ptolomeo fechado en 196 a. C. El francés Campollion, partiendo de esta inscripción, fue el primero en descifrar el enigma que habían significado hasta entonces los jeroglíficos y hacer un diccionario
jeroglífico y una gramática egipcia.
Período menfita. Durante este período, la capital, o al menos una de las principales ciudades, fue Menfis en el Bajo Egipto.
Ignoramos casi todo de los soberanos de las tres primeras dinastías. Se sabe que la unificación de Egipto se realizó gracias a ellos, y que sometieron paulatinamente a los jefes de las provincias, o nomos,
reduciéndolos al papel de grandes dignatarios de la Corte, fundando así la nación egipcia.
Tres reyes de la IVa. dinastía, Kéops, Kefrén y Micerinos, particularmente ilustres, construyeron las tres famosas pirámides de Gizeh cuyas masas colosales se yerguen aún a orillas del desierto líbico.
Por esta época, los egipcios estaban en guerra con los semitas de Arabia.
F. 2500 a1100 XIa. a XXa. dinastía. Período tebano.
Cuando la realeza menfita se debilitó, el país se disgrego, y los principales del Alto Egipto tomaron el poder, haciendo de Tebas la nueva capital. Comenzó así el primer imperio tebano o imperio medio.
Egipto volvió a ser poderoso y próspero, extendió sus fronteras, ocupando nuevamente Nubia al sur, rica en oro, y al nordeste la península de Sinaí, rica en cobre. Los reyes de la XIIa. dinastía favorecieron
las ciudades del norte. Uno de ellos, Amenemhat II ordenó ahondar el lago Meris, destinado a regularizar las aguas del Nilo.
Hacia el año 2000 Egipto fue asaltado por los hicsos, pastores nómadas probablemente semitas, venidos de Asia, quienes luego de haberles sometidos a pillajes se instalaron como señores. Fueron arrojados
a Palestina por Amosís I, el libertador, fundador de la, XVIIIa. dinastía. Comienza entonces, hacia 1600, el nuevo imperio tebano, abriéndose para Egipto, con la XVIIIa. y la XIXa. dinastías, una era de
prosperidad material y de civilización brillante. Se desarrolla el comercio; se abre un gran canal que comunica el Nilo con el Rojo, se restauran los templos. Grandiosas construcciones celebran en Karnak
y en Luxsor al todopoderoso Amón, la gran divinidad tebana; el Valle de los reyes se puebla de numerosas tumbas subterráneas en la que los faraones más ilustres, Tutmosis III, Seti y, Ramses II reposaran
durante milenios al abrigo de curiosidades sacrílegas.
El relato de sus expediciones está grabado en los muros de los templos de Karnak . Tutmosis III y Ramses II, grandes conquistadores, sometieron palestina y Siria (toma de Mageddo Cadesh, Karkemish).
Se enfrentaron al poderoso reino Hitita, al que Egipto debió ceder Siria del norte. En el sur, la colonización egipcia se extendió más allá de la sexta catarata
G. 1100 a 525. XX!a. a XXXa. dinastía. Período Saita.
Vino una larga serie de conflictos y de divisiones que entregaron a Egipto en manos de los, libios, etíopes y asirios (siglo VII). Sin embargo, aún se sobrepuso una vez más y fue liberado de la ocupación
saita por un príncipe de Sais, del Bajo Egipto, Psamético III, quien fundó la XXVI dinastía (hacia 655). El comercio recobró su prosperidad; los edificios religiosos se reconstruyeron; el faraón Enkao trató
de poner nuevamente en uso el canal del Nilo al mar Rojo; formó una marina y equipó una flota que, con marinos fenicios, habría dado en tres años, según la tradición, la vuelta a África, a la cabeza de
los ejércitos egipcios, atravesó Siria, pero se enfrentó al rey de Babilonia, Nabucodonosor, quien le infligió una derrota (604).
Egipto está agotado. Su último rey nacional, Amasis, asustado del creciente poder de los persas, busca el apoyo de los griegos, quienes fundan la ciudad de Naucratis, en el delta, y, después, de los lidios y
los caldeos. Finalmente, bajo Psámetico III, el rey persa Cambises invade a Egipto y lo reduce a provincia del imperio persa (525). Comienza entonces la larga historia de dominaciones extranjera que
padeció Egipto hasta el año de 1922.
II. Organización política y social
La organización sociopolítica del pueblo egipcio obedeció a la relación primaria que, desde un principio, se estableció entre la dimensión religiosa y el aspecto económico de la subsistencia básica: nos
referimos a la divinización del Nilo como fuente primordial de sustento. Este esquema mental prefigura como una forma de mando en la que es un solo individuo el que reúne en sí los poderes político,
judicial y administrativo, así como la autoridad religiosa. De aquí que fuera el faraón ("Gran Casa") quien ocupara el puesto supremo en el gobierno, en la escala social, en la jerarquía sacerdotal y que,
además, fuera venerado como una divinidad, siendo este último aspecto de gran relevancia. A esta forma de gobierno, cuyo fundamento es la religión, se le conoce con el nombre de teocracia.
Eje de todas las actividades y revestido de poder absoluto, el faraón y su familia se destacaban claramente respecto de los demás hombres. La rígida división de clases egipcia obedecía, también, a la
necesidad de organizar y controlar, hasta en sus más mínimos detalles, la vida de los súbditos de un imperio tan vasto.
Por debajo del faraón y la familia real, la influyente clase sacerdotal desempeñó un papel decisivo en los acontecimientos que constituyen la historia de Egipto. En el siguiente peldaño social hallamos la
clase de los funcionarios o cuerpo administrativo, integrada por nobles que contaban con amplios privilegios e influían, como los sacerdotes, poderosamente en el faraón. Dentro de este sector, los escribas
se señalaban como figuras claves del imperio, ya que en sus manos —provistas con cálamos para escribir, tintas y papiros— estaba la tarea de consignar por escrito leyes y edictos imperiales,
informes administrativos, actividades comerciales y textos sagrados.
Venía en seguida la clase de los soldados profesionales, en tanto que comerciantes y artesanos constituían el quinto estrato de la jerarquía social egipcia. Los comerciantes, sobre todo, se destacaban
como elementos de valor inapreciable dentro de un imperio rico y próspero, ya que mediante sus actividades de importación y exportación de mercancías eran quienes, en gran parte contribuían a
mantener la supremacía egipcia.
Los campesinos formaban la sexta clase social, y es fácil reconocer su importancia teniendo presente que Egipto era un país fundamentalmente agrícola. Por debajo del campesino se encontraban los
esclavos. Éstos carecían de derechos y tenían a su cargo las labores más pesadas.
En Egipto existía la esclavitud, pero no en el sentido clásico de la palabra. Los siervos "forzosos" tenían derechos legales, percibían salario y hasta podían ser ascendidos. Los malos tratos no eran
frecuentes, y cuando ocurrían, el esclavo tenía derecho a reclamar ante los tribunales, aunque únicamente si el castigo había sido injusto. Para servir en las mejores familias incluso había voluntarios. A
veces, personas arruinadas se vendían a sí mismas a familias de buena posición. Los esclavos adscritos al servicio doméstico podían considerárseles afortunados. Además de alojamiento y comida, su dueño
estaba obligado a suministrarles una cantidad de telas, aceites y vestidos.
Muchos piensan que las pirámides fueron obras de esclavos, pero en realidad fueron obras de personas libres, eso sí, a contratos que les obligaba prestar servicios al Estado durante los meses de crecida
del Nilo. El papel de los esclavos no fue muy relevante en la economía de Egipto, a pesar de lo que la Biblia da a entender. Es durante el Imperio Antiguo (2635-2154 a.C.) —la época en que se contribuyeron
las pirámides— cuando más clara se presenta esta peculiaridad, hasta el punto de que el egiptólogo Joseph Padró Parcerisa, afirma rotundamente: "En esa época no hubo esclavos". Sin embargo es
un fenómeno que difícilmente puede desligarse se las sociedades de la antigüedad.
Pero el mismo Joseph Padró añade inmediatamente: "Ahora bien, el Estado, en sus campañas de guerra, podía hacer prisioneros de guerra. Considerados como botín, eran deportados a Egipto y obligados
a realizar trabajos forzados en las propiedades del propia Estado: son los llamados esclavos reales".
Sobre esto existe una poderosa constancia de una expedición llevada a cabo por el primer faraón de la IV dinastía, Snofru, de la que regresó con 7,000 cautivos que acabarían convertidos en esclavos
reales. Pero el faraón no era el único poseedor de trabajadores forzosos, se tiene una constancia de que en el Bajo Egipto hubo ese tipo de siervos que eran distribuidos en templos y casas particulares.
La Biblia con el caso de José nos aporta más datos sobre la esclavitud en Egipto, como que el comercio de esclavos no era cosa rara, así como que los esclavos podían hacer carrera, puesto que de un
simple esclavo llegó a tener un lugar preponderante en la casa de Potifar, que incluso lo elevó al grado de "mayordomo de la casa". El caso de José quizá sea demasiado aislado como para aventurarse
a hacer conclusiones generales; pero, el texto nos muestra el buen trato que se le daba a los esclavos. Existían normas jurídicas que protegían al esclavo e incluso en el "Libro de los muertos", una de
sus fórmulas dice: "No perjudiqué a un esclavo ante su amo".
Ahora bien, es también en el Libro de los Muertos donde puede leerse una frase que encierra una inquietante sugerencia: "...mi nombre no llegó a las funciones de un jefe de esclavos". Más contundentes
aún resultan ciertos bajorrelieves en los que aparecen prisioneros nubios de rodillas, maniatados y sujetos unos a otros en hilera por el cuello. En otro conocido relieve, la escena representa a un grupo
de esclavos castigados por un guardián que enarbola una vara. Dichas escenas contrastan con las numerosas pinturas en las que sirvientas (esclavas tal vez) atienden a sus señoras durante la celebración
de elegantes banquetes.
"Muertos vivos o vivos para matar", es la traducción literal de la palabra con la que los antiguos egipcios designaba a sus esclavos. Ciertamente mejor tratados que en otras civilizaciones, su condición
no era, sin embargo, envidiable, y variaba mucho unos de otros. Los más afortunados eran los que estaban adscritos a servicios domésticos, pero muchos otros acababan en las minas de cobre y oro de
Nubia y el Sinaí, lugares donde el clima y el trabajo producían gran mortandad.
C. Faraones de Egipto
El país pertenece al faraón, hijo de Ra, el sol, encarnación de el dios halcón Horus. Se le rinde culto como a un dios, y los artistas lo representan con atributos divinos: el halcón y el disco solar encerrado
entre dos cuernos.
Su autoridad se ejerce por intermedio de los funcionarios, estrictamente jerarquizados, y reclutados entre los escribas o egipcios instruidos, y el ejército, mitad nacional y mitad mercenario.
Los sacerdotes eran los todos poderosos en la sociedad egipcia, por el prestigio mismo de su dignidad y por sus inmensas riquezas. Cada colegio estaba dirigido por un gran sacerdote.
El pueblo, además de la burguesía rica e industriosa de las actividades, se compone de aldeanos, sujetos al servicio, sometidos a muchas obligaciones, y cuya situación es bastante miserable. Egipto es
sobre todo una región de producción agrícola; el comercio estaba en manos de los extranjeros.
D. Faraones famosos
Akhenatón : En el reinado de Akhenatón, fueron abolidos los dioses tradicionales egipcios; solo se siguió venerando al dios-sol. Para romper los lazos con los demás dioses, Akhenatón fundó una nueva
capital y cerró todos los templos menos los del dios-sol. La reina Nefertiti ayudó a su esposo a establecer el culto al dios-sol Atón, y probablemente reinó conjuntamente con Akhenatón .
Hatshepsut : Hatshepsut fue una resuelta mujer que gobernó Egipto durante unos 20 años. Debería haber sido regente en nombre de su joven hijastro Tutmosis III, pero empuñó con firmeza las riendas
del poder. Llevaba corona de faraón y la barba de ceremonia.
Ramsés II : Reino en Egipto durante 67 años. Construyó más monumentos y levantó más estatuas que ningún otro faraón. Entre sus edificaciones está el complejo funerario de la orilla occidental, en
Tebas, hoy denominado Ramesseum.
Tutmosis IV : Fue famoso porque mandó a liberar a la gran esfinge de Gizeh de la arena del desierto que se había acumulado sobre ella.
Tutankhamón : El rey Tutankhamón subió al trono con 9 años de edad solamente. Es evidente que le aconsejaron sus altos dignatarios, pero al parecer decidió restablecer los dioses antiguos abolidos
por Akhenatón.
En el valle del Nilo se edificaron colosales tumbas para los soberanos egipcios que durante 3.500 años reinaron como dioses.
Lo más notable y espectacular legado por pueblo alguno del mundo antiguo fue la obra de una civilización que tuvo sus raíces en la estrecha y fértil zona del Valle del Nilo y que floreció durante el
asombroso espacio de 3.500 años. El legado de Egipto comprende las pirámides de Gizeh, la Gran Esfinge y los fabulosos tesoros del rey niño Tutankhamón. Sin embargo, las reliquias tal vez más notables
descansan en la sala de un museo de la moderna ciudad de El Cairo, donde el visitante puede contemplar actualmente los rostros de algunos de los más grandes gobernantes de la historia egipcia, reyes
que murieron 2.500 años antes de que Cristóbal Colón y sus sucesores llevarán a América la civilización europea.
En el antiguo Egipto, la supervivencia del cuerpo momificado era una garantía de vida más allá de la muerte. Las profundas creencias religiosas de los egipcios fueron el origen de su civilización. Dichas
creencias inspiraron la edificación de grandes templos a lo largo del Nilo, templos que todavía hoy subsisten, tales como las salas de columna de Karnak y los grandes monumentos edificados por Ramsés
II en Abu Simbel.
La religión dictó las normas que inspiraron todo el arte Egipcio, y, pese a la creencia popular, las pirámides no fueron edificadas por sudorosos esclavos extranjeros bajo el látigo de brutales capataces,
sino por los propios egipcios que probablemente consideraron su trabajo como un acto de ofrenda religiosa a sus faraones.
Participar en la construcción de las pirámides y de los templos era para los egipcios un acto de profundo significado. Toda la tierra de Egipto y su pueblo pertenecían a los dioses, y en particular a Horus,
a quien, según se creía, el faraón representaba sobre la tierra en el transcurso de su vida. Las funciones del faraón consistían en mantener el orden total del universo, establecido en el momento de la
creación, y que abarcaba no solamente la estructura social y política de Egipto, sino también las leyes de la naturaleza, el movimiento de los cuerpos celestes, la sucesión de las estaciones y la inundación
y estiaje anuales del Nilo. Los miles de campesinos que intervenían en el gran esfuerzo de construir un templo o una tumba para el faraón participaban en un acto que, según se estimaba, traería
espléndidas consecuencias para la tierra y el pueblo de Egipto.
A todo lo largo de la historia egipcia, el rey dispuso la autoridad absoluta en todas las esferas de la administración, aunque sus responsabilidades cotidianas quedaran necesariamente delegadas en su
visir y en un número cada vez mayor de funcionarios. Como solamente el rey podía llegar a los dioses, él era también el cause gracias al cual los hombres tomaban contacto con el mundo espiritual. El rey
había de interceder ante los dioses en favor del pueblo, cumpliendo los ritos apropiados y haciendo a las ofrendas requeridas, con el objeto de que los dioses consideraran benévolamente a Egipto. En
teoría el rey era, por tanto, el sumo sacerdote de cualquier templo del territorio, y era él quien designaba a otros sacerdotes para tan alto menester y quien dotaba a los templos de tierras y rentas.
El faraón podía dedicarse a la caza en los desiertos de Egipto, podían cazar toros salvajes, gacelas, órices, antílopes y leones. El faraón Amenhotep III se ufanaba de haber matado más de 100 fieros leones
en 10 años; también mató 90 toros salvajes en una cacería. Por lo general, el faraón no corría peligro en sus partidas de caza: le acorralaban los toros en un cercado y allí les azuzaban las piezas. Luego,
también utilizaron carros. Además de la caza, el río estaba rebosante de peces que se podían capturar con arpones, anzuelos o redes. El macizo de papiro también ofrecía gran variedad de aves y gansos.
Para cazarlos la técnica consistía en lanzar un bastón arrojadizo cuando las aves salían volando del macizo.
I. Soldados
En los primeros tiempos, los soldados desempeñaron un importante papel en Egipto, alrededor del año 3000 a. C. Más adelante, los faraones emprendieron campañas militares fuera de sus fronteras, en
Palestina, Siria y Nubia. El ejército egipcio estaba bien organizado, poseía una jerarquía de mandos desde el propio faraón hasta los oficiales que mandaban a grupos de cincuenta hombres, y los escribas
castrenses que escribían despachos y reseñaban las campañas. Había tropas tanto de infantería como de carros. Los carros egipcios, tripulados cada uno por dos soldados y tirados por dos caballos, eran
de madera. Y servían de plataformas móviles de ataque, desde las cuales los arqueros podían asaetar al enemigo.
En tiempo de paz, los soldados participaban en tareas civiles como la excavación de canales de riego o el transporte de piedras desde el desierto para las tumbas de los reyes.
Los reyes del Nuevo Reino ya no fueron enterrados en imponentes pirámides a la vista de todos. Sus tumbas se excavaban ahora profundamente en la roca, ocultas en un lejano valle solitario llamado el
Valle de las Tumbas de los Reyes, donde se esperaba que estarían protegidas de los saqueadores de sepulturas. Sin embargo, no siempre las salvaría esta precaución y así, hacia finales del Nuevo Reinado,
casi todas las tumbas habían sido violadas y saqueadas, dispersado su contenido y fundido el oro de los tesoros. Excepción notable fue la tumba de Tutankhamón, cuya cámara interior permaneció intacta.
Aunque, en teoría, el rey designaba a los altos funcionarios, en la práctica, un hijo sucedía a su padre en los menesteres reales, pese a que la promoción por méritos no fuera de ningún modo desconocida.
Como fuente de justicia, los edictos del rey eran ley, si bien parece que en esta época existió un cuerpo de leyes escritas y la mayoría de las querellas fueron sentenciadas por los magistrados en tribunales
locales.
Los rollos de papiro de finales del Nuevo Reino registran el juicio seguido contra un número de conspiradores acusados de alta traición, y también un proceso contra ladrones de tumbas acusados de
despojar los sepulcros reales tebanos. En ambos casos parece que los jueces condujeron sus actuaciones con exquisita consideración hacia los principios de justicia. A los acusados se les permitió asumir
su propia defensa, y aunque los cabecillas fueron condenados a muerte, a los demás se les dejó en libertad. Ya mil años antes de que la civilización griega llagara a su apogeo, los egipcios pudientes
disfrutaban de un grato y complicadísimo estilo de vida.
Durante el Nuevo Reino, la gran expansión del imperio egipcio fue llevada a cabo por una única dinastía de faraones que gobernó aproximadamente 250 años. Solamente en dos ocasiones, durante la
fecunda historia de esta familia tebana, se produjeron tensiones y crisis. La primera fue producto de la ambición de una terrible mujer, la reina viuda Hatshepsut. Después de la muerte de su esposo en
1504 a. C. aproximadamente, Hatshepsut se convirtió en regente de su joven hijastro y sobrino, Tutmosis III. Una vez instalada en el trono, Hatshepsut asumió las funciones, los distintivos e incluso las
vestiduras de un faraón, y gobernó durante casi veinte años.
Uno de los más notables acontecimientos del pacífico reinado de Hatshepsut fue una expedición naval a tierras somalíes de la que volvieron con mirra e incienso y también con marfil, ébano, pieles de
pantera y oro, la exótica mercancía del interior de Africa. La expedición se conmemoró con relieves en el templo funerario de Hatshepsut en Tebas.
III. AGRICULTURA
La otra gran influencia en la historia de Egipto fue el río Nilo, sin el Nilo Egipto sería un desierto sin vida. El Nilo riega toda la extensión del país (unos 1.000 km. de norte a sur). El río es la principal vía
de comunicación de Egipto y la única fuente de agua efectiva, puesto que en cualquier parte del país el índice pluviométrico anual es bajo. Desde el lago Victoria, en el corazón de África, donde tiene su
origen, el Nilo penetra, por el limite sur de Egipto, en un largo y estrecho valle.
Hasta que se concluyó la presa de Asuán, en 1971, el río ha crecido por la lluvia y la nieve derretida de las remotas montañas de Abisinia. Todos los meses de agosto inundaba gran parte de este valle y
extendía una capa de cieno hasta el final del desierto. Cuando las aguas se retiraban, y durante los pasados 7.000 años o más, los labradores egipcios sembraron en el légamo que aquellas dejaban. Todos
los años maduraba la cosecha bajo el sol egipcio. En esa verde faja a lo largo del tramo final del Nilo fue donde surgió y floreció la civilización egipcia.
El desierto bajo se extiende hasta los riscos que señalan el limite del valle del Nilo, en algunos lugares a unos pocos cientos de metros de la fértil Tierra Negra, en otros a la distancia aproximada de los
16 kilómetros. Estos riscos constituían los confines del antiguo mundo egipcio. Por encima de ellos, el alto desierto se extiende a lo lejos: por el este, 160 kilómetros hasta el Mar Rojo; por el oeste, cerca
de 5.000 kilómetros, a través del impracticable Sahara, hasta la costa occidental de África.
C. El Nilo y la agricultura
El sistema económico de los egipcios descansaba fundamentalmente en la agricultura. El Nilo, que es el río más largo del mundo (6,671 km. de longitud), fue el factor natural decisivo en el nacimiento y
desarrollo de la cultura egipcia.
Los primeros grupos que se establecieron en las orillas del río aprovecharon la corriente que, en su crecida anual dejaba tras de sí un limo fecundante.
Auxiliándose con eficiente sistema de riego consistente en el trazado de canales, los egipcios explotaron al máximo los recursos que el Nilo les brindaba, llegando así a desarrollar una rica agricultura.
El conjunto de obras hidráulicas que constituía su sistema de irrigación debía mantenerse en optimas condiciones; de lo contrario, una crecida escasa del río o un riego insuficiente significaba para ellos
un año de hambre.
El Nilo representaba también un factor de riqueza en la medida en que era la vía de comunicación por la que fluía una intensa actividad comercial. Los excedentes de la producción de trigo, cebada,
hortalizas, frutas y leguminosas, básicamente, eran destinados al tráfico comercial con los pueblos vecinos. Los egipcios comerciaban también con tejidos de lino y objetos de alfarería fina. A cambio,
ellos obtenían oro, marfil, madera y especias.
Sin el Nilo y sus crecidas regulares, Egipto se confundiría con los desiertos que lo rodea. Pero el estrecho corredor que las aguas han trazado en su cuenca forma un largo listón de verdura que antes de
llegar al mediterráneo se amplía en V constituye el delta, antiguo golfo colmado por los aluviones del río.
Egipto es un "don del Nilo", según Heródoto, en junio se efectúa la bienhechora crecida, después de las lluvias ecuatoriales. Por está época el viento del norte ha soplado sobre el país de dos meses antes
y el campo es sólo un árido desierto. El río no cesa de crecer hasta septiembre, y cuando la crecida alcanza su máximo (el caudal del río es entonces de 13, 000 m3 de agua por segundo), todo el valle está
inundado; después, el río se retira, dejando en los campos un limo fertilizante, y entra nuevamente en su lecho en diciembre. Ahora nos explicamos porque los antiguos egipcios, ignorantes de la geografía,
dedicasen al río divino y misterioso himnos de inmensa gratitud.
Los primeros egipcios fueron cazadores y pastores nómadas. Unos 5.000 a. C. comenzaron a descender de los desiertos hacia el interior del valle del Nilo. Aprendieron a sembrar en el légamo resultante
de la inundación del verano, criaban ovejas, cabras y otras clases de ganado, así como perros de caza, y asnos, que utilizaban como animales de carga. Estos egipcios prehistóricos, que aprendieron a
cultivar y a tejer el lino, a modelar vasijas y construir cobijos de barro y cañas, empezaron a vivir en comunidades agrícolas fijas y ordenadas.
El Nilo, aunque generoso y por lo general regulable, a veces crece demasiado, en cuyo caso se producen calamitosas inundaciones, mientras que otras no crece lo suficiente, y entonces aparece el hambre.
Como consecuencia, los primeros agricultores aprendieron a asociarse y comenzaron a levantar diques para regular las aguas, y almacenar el grano para los años de escasez, en los que las cosechas
fallaban.
Con el paso del tiempo, los pueblos se convirtieron en ciudades y las comarcas en reinos. La vida se hizo más compleja, y los oficios y técnicas, más especializados. También se enriqueció la vida cuando
los hombres aprendieron a trabajar el cobre y la piedra, a pintar vasijas y a tejer cestos, a fabricar cerveza y a sembrar la vid. Fue introducida asimismo la rueda de alfarero, probablemente originaria
del Asia occidental.
Pronto seguiría la invención de los signos de escritura. Aunque la idea de escribir pudiera proceder de Mesopotamia, el sistema jeroglífico, que utiliza signos pictóricos para representar ideas y sonidos,
es completamente diferente de la escritura cuneiforme de los sumerios y se desarrolló en suelo egipcio. Los primeros ejemplos de escritura jeroglífica no eran como en Sumeria, textos de carácter
económico, sino anotaciones históricas. Aunque imperfectamente comprendidos, dichos textos nos refieren algo sobre las actividades y hazañas de los primeros faraones. Hacia el año 3.400 a. C. existían
dos reinos principales en Egipto, uno de ellos gobernados desde la región del delta del Nilo, llamado Bajo Egipto, y el otro desde Nekhen, ciudad situada a 75 kilómetros al sur de Luxor, en el Alto Egipto.
Estos dos reinos coexistieron hasta que, hacia 3.200 a. C., un rey de Nekhen a quien la tradición llama Menes, conquistó el norte y se convirtió en el primer rey del Alto y Bajo Egipto, título que se conservó
a través de la historia del antiguo Egipto.
Menes fue el primero de un largo linaje de faraones cuyos nombres pasaron a los archivos del templo. "Faraón" es una palabra bíblica de la lengua egipcia que significa "gran casa" o "palacio" y
aunque fue empleada en los últimos tiempos para referirse al rey nunca fue su título adecuado.
A las inundaciones del Nilo deben los egipcios no solo la fertilidad de sus valles, sino también el haber podido establecer uno de los más exactos calendarios de la antigüedad. Originalmente, el año agrícola
estaba dividido en tres estaciones: Akhet (inundación), durante la cual el valle estaba cubierto por las aguas; Peret (invierno), en la que se procedía a la siembra y se esperaba la germinación y la
maduración de las plantas; y Shemu (verano), durante el cual se producía la cosecha seguida de las operaciones de almacenaje.
El inicio del año se hizo corresponder durante mucho tiempo con el comienzo de la inundación hasta que los egipcios observaron que la elevación de las aguas coincidía con la aparición de la estrella
Sothis (nuestra Sirio). Desde entonces, interpretando el hecho como la causa de la crecida del Nilo, consideraron la aparición de Sothis, con el comienzo oficial del año. Este fue dividido en tres periodos
de cuatro meses de treinta días cada uno a los cuales se añadieron cinco días intercalares o epagómenos, obteniendo así un total de 365 días.
Este calendario era 6 horas más corto que el año real, así que cada cuatro años el año oficial se situaba con un día de antelación sobre al año astronómico. Los egipcios se dieron cuenta de ello, aunque
no le pusieron remedio.
D. Vida económica
La economía egipcia era básicamente agrícola. Además de trigo, cebada y mijo, cosechaban frutas, legumbres, lino y algodón. La tierra era del faraón, es decir, del Estado, pero desde épocas remotas
hasta los tiempos del imperio las cedió en usufructo a particulares.
El establecimiento del imperio trajo no sólo profundos cambios sociales, sino también económicos. Las tierras cultivables fueron explotadas directamente por el faraón mediante el trabajo de siervo y
esclavos. Hacia estas fechas, la clase media casi desapareció cuando los artesanos fueron obligados a trabajar en las grandes construcciones del Estado, y el comercio se convirtió en monopolio estatal.
Ya hacia el 3000 a.C., existía un pequeño comercio con base en el trueque. Después del 2000 a.C., aparecieron verdaderas fábricas, en las que 20 o más trabajadores manufacturaban, bajo un mismo techo,
cerámica, vidrio o textiles. Está producción y los excedentes de la cosecha de trigo permitieron desarrollar un comercio activo con Creta, Fenicia, Palestina, Siria, Nubia y más tarde, Arabia. Los egipcios
compraban oro, plata, lapizlázuli, turquesa, especias, pero sobre todo madera, escasa en Egipto. El comercio se hacía en caravanas a través del desierto, en barcos de papiro, a lo largo del Nilo, o por las
costas del Mediterráneo oriental. Para este comercio fue necesario establecer una "moneda". Al principio los precios se fijaron en cabezas de ganado. Más tarde, anillos de oro o cobre se emplearon
como dinero. La riqueza y el volumen del comercio pueden apreciarse por el hecho de que se tuvieron que idear técnicas de contabilidad y recurrir al uso de recibos.
IV. Literatura
A. Evolución de la escritura
La escritura progresó desde los cortos períodos de signos pictóricos hasta el desarrollo de una caligrafía que disponía de un amplio número de signos. Los egipcios descubrieron una superficie para
escribir muy superior a las tabletas de arcilla de Mesopotamia: el papiro. La médula de la planta del papiro fue cortada en tiras de la misma longitud, colocándolas, una vez planas, unas junto a otras
hasta conseguir unas tersas láminas en las que los escribas escribían con tinta. Papiro es el inicio de la palabra inglesa " paper ".
B. La escritura jeroglífica.
Los egipcios tuvieron una religión politeísta y naturalista que desempeño un papel muy importante en la escritura, la vida política, social, económica y artística del pueblo. En el período predinástico, los
egipcios crearon una escritura simbólica en la que utilizaban figuras convencionales llamadas signos pictográficos, de los que servían para representar ideas o palabras. Estas escritura se desarrolló a
600 a.C., y recibió el nombre de escritura jeroglífica ("tallada sagrada"), ya que fundamentalmente se empleaba en los textos sagrados.
La forma inicial de esta escritura se modificó para facilitar su utilización en escritos de carácter administrativo y comercial, dando con ello lugar a otros 2 tipos de escritura más simplificada: la
hierática, que al no ser sino una reducción de la jeroglífica resultaba aún demasiado complicada para ser utilizada por la gente común; y la demótica, que sustituyó a la anterior a partir del siglo XVII
a.C., y fue la que utilizaron los escribas para realizar más rápida su tarea de registrar las múltiples actividades del imperio.
Al iniciarse el Imperio Antiguo fue ideado un sistema que contaba solamente con 24 signos silábicos. Esto representó un adelanto sorprendente, cuyo siguiente paso —la separación total de los caracteres
silábicos en signos vocálicos y consonánticos independientes— estaría reservado a la inventiva fenicia, 1500 años más tarde.
Durante siglos la escritura jeroglífica permaneció sin descifrar. El egiptólogo francés Jean Francois Champollion (1790-1832) estudió pacientemente una inscripción fragmentaria grabada en basalto: la
piedra Rosetta. La inscripción incluía la versión en lengua griega de las escrituras hierática y demótica. Tras un minucioso estudio comparativo, Champollion halló la clave que le permitió descifrar los
jeroglíficos egipcios.
La concepción mitológica del universo, de la naturaleza humana y su destino, o la explicación simplista de las cosas y de los fenómenos proporcionan el mito y la leyenda, es uno de los motivos que explican
la pobreza de la especulación filosófica y racionalista entre los egipcios.
El número de dioses egipcios se multiplica hasta lo inverosímil por la zoolatría y el animismo. Su intervención, incluso en los pormenores más insignificantes de la naturaleza y de la vida humana, bien
dispensaba a los súbditos de los faraones de toda búsqueda racional en torno a causas y efectos naturales o al significado de la existencia y el trabajo del espíritu.
D. Himno al Nilo
"Loor al Nilo que sale de la tierra y viene a nutrir a Egipto. Riega los prados porque Ra lo creó para alimentar a toda clase de ganado; humedece los lugares desiertos, apartados del agua; es un rocío
que cae del cielo.
Amado por Geb, el que cuida las mieses, hace florecer cada producto de Ptah; señor de los peces, hace volar a los pajarillos acuáticos contra la corriente.
Produce la cebada y el trigo para que los templos puedan celebrar festejos. Si la inundación es escasa, se cierran las narices y todos se empobrecen; las vituallas de los dioses menguan y millones de
hombres son condenados a morir..."
"El es quien hace crecer los árboles según el deseo de cada cual, de tal modo que los hombres sufran su falta; gracias a él se fabrican las naves, porque las piedras no sirven al carpintero.
Por ti, Nilo, jóvenes y muchachas gritan de alegría, los hombres te saludan como rey. Sin mudar tu ley,
avanzas en presencia del Alto y del Bajo Egipto. Bebiendo tu agua el dolorido se vuelve contento, todo corazón se llena de gozo. El dios - cocodrilo ríe y la divina Eneada se glorifica por ti..."
Título dado, en los primeros decenios del siglo pasado a la serie de capítulos, o mejor dicho, de poemas, fórmulas mágicas, conjuros e himnos a divinidades que se leen en el rollo de papiro que se encuentra
en el interior de las tumbas o en el sarcófago, junto al difunto.
El uso de acompañar a los muertos con textos religiosos funerarios es antiquísimo. En el reino medio. fórmulas y poemas mágicos aparecen trazados sobre las paredes de sarcófagos de madera y
constituyen el conjunto llamado textos de los sarcófagos. Al aumentar el número de textos a principios del imperio nuevo, fue necesario valerse de una mayor superficie, de donde surgió la costumbre de
transcribirlos en telas o lienzos de lino o en rollos de papiros. Finas decoraciones y viñetas policromadas acompañan y embellecen a menudo estas copias. No todos los ejemplares contienen igual número
de capítulos o poemas; ni éstos se suceden siempre en el mismo orden, ni constituyen un conjunto ordenado de partes, ni están ligados según una disposición orgánica o lógica. El principio y el final, en su
estricto significado, faltan siempre. Sólo en la Baja Época empiezan a dibujarse un principio de agrupación coordina de los capítulos. El "libro de los muertos" se escribió primero en caracteres
jeroglíficos; después en caracteres hieráticos, y mas tarde en demótico, el vulgar de los bajos tiempos. Se creía que el difunto podía resucitar luego de ciertas ceremonias mágicas practicadas sobre su
cuerpo y que vivían en la tumba como en su casa, pudiendo incluso salir de ella a su antojo.
Sobre un ejemplar del libro de los muertos de la XXVI dinastía, conservado en el museo de Turín, se basó el alemán Lepsius para hacer una clasificación del heterogéneo contenido, que ha llegado a ser
tradicional. Lepsius catalogó alrededor de ciento sesenta y cinco capítulos, aunque sus sucesores han llegado a ciento ochenta y seis. La subdivisión que hizo, aunque discutible, sirve para poner un poco
de orden en el conglomerado de fórmulas rituales, sortilegios, himnos y mitos que codifican creencias y usos anteriores, a menudo contradictorios, mal agrupados por un sincretismo tan piadoso como
confuso.
Con está denominación, adoptada por el uso, se conoce la serie de poemas y fórmulas de contenido mágico-religioso, cuya primera edición es debida a P. Lacau, y la mas reciente y ampliada, a De Buck. Se
encuentran escritos en jeroglíficos cursivos en las paredes de los sarcófagos egipcios del reino medio (siglo XXXVII a. C.), en número variable, a menudo en fragmentos, según la superficie del sarcófago
destinada a dicho fin, la clase social del difunto, las diversas tendencias del templo, la popularidad de los textos o, incluso, el capricho del recopilador, sin que se observe ninguna norma fija. Las fórmulas
y los poemas constituyen la literatura funeraria de transición entre los textos de las pirámides y el "libro de los muertos". Incompletos y fragmentarios, son interesantes por que transmiten noticias
preciosas sobre divinidades, la ultratumba y la vida que llevan allí los difuntos, y sobre concepciones completamente nueva respecto a los textos de las pirámides, considerados mas antiguos.
La divinidad máxima de la época es Ríe, el dios Sol, rey del cielo, a cuya corte entra el difunto como dependiente o como seguidor. Son frecuentes las menciones de Osiris, de su mito y de las divinidades
relacionadas con él. El mismo difunto puede ser comparado a Osiris y puede personificar las vicisitudes de su pasión y resurrección. A principios del imperio nuevo(siglo XVII a. C.), resultando insuficiente
la superficie del sarcófago para las fórmulas y poemas, y paulatinamente modificados y aumentados en números y longitud se extendió la costumbre de copiarlos, preferentemente, en papiro, que se
colocaba en el sarcófago, junto al difunto; está es la redacción de textos mágicos-religiosos, conocida bajo la denominación corriente –aunque impropia– del "Libro de los Muertos".
Los orígenes de la literatura egipcia se pierden en la oscuridad de la prehistoria. Los textos de la pirámides eran antiquísimos y sagrados cuando fueron grabados. En tumbas anteriores al año 300 a C.
se han encontrado inscripciones sin valor literario; que indican los nombres de los muertos o indicadores del contenido de los recipientes
En la actualidad se designan comúnmente como textos de las pirámides las largas inscripciones jeroglíficas en las paredes de las salas y los corredores de las cinco pirámides de Sakkarah. La primera de
ellas construidas por Una último rey de las V dinastía; las otras cuatro. por Tepi, Pepi I, Meren-Ra y Pepi II de la sexta dinastía. Entre los reyes de las dinastías precedentes sobresalen Menes, fundador
de la primera dinastía; Udimu primer "Nesutbit" o sea "aquel que pertenece al junco", símbolo del sur y "a la abeja", símbolo del delta y por lo tanto "señor de los dos países"; Zozer, quien ordeno
edificar como tumba la pirámide escalonada. La IV dinastía comenzó con Snefru, quién fue el primero en agotar el blasón oval derivación del sello de los títulos reales.
Snefru tuvo por hijo y sucesor a Kéops, que en el lugar que ocupa la actual Gizeh construyó la gran pirámide, denominada por él "La Gloriosa". Dichos textos constituyen un manantial de noticias acerca
de las creencias de los primitivos egipcios y también dan a conocer algún particular hecho histórico. Plegarias, himnos, encantamientos no tenían otro objeto que obtener la gloriosa resurrección del rey
destinado a convertirse en dios y asegurarle, en el otro mundo, poder real, todo género de ventura y vida duradera. Con el transcurso de los siglos, la fe en la eficacia de las fórmulas mágicas disminuyó
y aumentó la creencia, más espiritual, en el poder de las plegarias de los vivos; sin duda contribuyó poderosamente a tal evolución el influjo de la religión de Osiris, que antes del fin de la VI dinastía, se
había extendido por todo Egipto. En efecto está religión prometía a todos sus fieles, sin distinción de clases sociales, aún vida ultraterrena y consecutiva a una resurrección de Osiris, encarnación del
gran dios, primordial creador del cielo y de la tierra.
Entre lo ritos fúnebres explicados por los textos de las pirámides. sobresale el de la simbólica "abertura de la boca" al rey muerto, que tenía por objeto restituirle toda capacidad vital durante todo el
período de las primeras dinastías. La ceremonia se realizaba sobre una estatua del rey; en la fase siguiente, en la de la resurrección, el rey estaba representado por un sacerdote que, yacente en un
pequeño lecho, se fingía muerto, para sentarse después, como si renaciera, tan pronto como se pronunciaba determinada fórmula. La liturgia de las ofrendas consistía en la presentación de ciento
cincuenta de ella, entre comestibles, bebidas y diversos ungüentos, cada uno acompañado de una fórmula que se creía transformaba el alimento en una sustancia incorpórea adecuada para nutrir la
materia del rey.
Naturalmente, los himnos y las plegarias contienen mayor poesía. Es probable que los versículos también tuviesen metro, pues la forma es muy refinada, rica en adornos, y presenta asimismo la antiquísima
fórmula del parallelismus membrorum.
En los textos de las pirámides reconocemos el más importante "corpus" de fórmulas y poemas funerarios, religiosos y mágicos del Egipto más antiguo. Aunque su redacción es fácil de datar, por ser
contemporánea a la construcción de las pirámides, su composición se remonta a una edad imposible de precisar, pues a través de millares de líneas jeroglíficas se advierten concepciones religiosas y
mitológicas diversas y discordantes, noticias y ecos de acontecimientos políticos e históricos, que pertenecen a un período bastante anterior a la V dinastía. Una parte importante de los textos se refiere
a las ceremonias y fórmulas mágicas para la resurrección del difunto y su sucesiva ascensión a la ultratumba, colocada en el cielo. Una parte no menos amplia e importante es la que nos da noticia de las
diversas concepciones del cielo, con detalles descriptivos sobre las localidades celestes, divididas en orientales, meridionales, occidentales y septentrionales.
El mundo de ultratumba era imaginado como reproducción del país egipcio, con sus campos, pastos, canales y lagos recorridos por las barcas maniobradas por barqueros, y castillos de los dioses. A las
citadas localidades eran contrapuestas otras, subterráneas, en el "cielo de la noche", también pobladas de seres divinos. Los datos que los textos ofrecen para la reconstrucción de este "cielo inferior"
sepultan algo imprecisos y vagos, en comparación con la abundancia de datos referentes al "cielo superior" y con lo que podemos leer en el "Libro de lo que existe en el Te’e" así como en el "Libro de
las puertas", etc.
El difunto en la ultratumba según una concepción, efectúa sus abluciones por la mañana en los numerosos lagos situados en la región oriental del cielo; encuentra su alimento, en abundancia, en el Campo
de la Nutrición, que hay que buscar en la región septentrional; desempeña varios cargos: es estribano y banquero del dios Ríe, despensero de los dioses, etc.; posee, igualmente, casas, sillas, criados. En
cambio, según otra concepción, es un ser astral, que forma parte del séquito del dios Ríay, como el dios, sale y se pone. La lectura seguida de los textos de las pirámides puede resultar pesada y monótona
por el desorden conque, a menudo, se suceden los poemas y por las frecuentes repeticiones de imágenes y conceptos; pero hay que reconocer la lozanía y vigor de la expresión, la originalidad de muchos
conceptos que en los textos captamos en su expresión antigua. Los verbos y vocablos se corresponden armoniosamente en la disposición sintáctica dela frase para la perfecta creación de la imagen, y para
comunicarla nítida, sin halagos ni elegancias convencionales. El conocimiento de los textos de las pirámides, es importante para todo el que desea estudiar la religión y la civilización egipcia.
En la poesía lírica egipcia aparecen constantes referencias a la muerte y al dolor que causa la ausencia, junto a un sentimiento de alegría por vivir el momento. Está unión de elementos contradictorios
permite al poeta expresar, sus emociones y sentimientos, como puede observase en el "Canto del artista", un poema que se encuentra esculpido en la tumba del faraón Antef, y en la "Canción", poema
compuesto hacia el año 2500 a.C.
El interés de los egipcios por la muerte no significa que fueran tristes o pesimistas, al contrario; para ellos, una de las maneras para prepararse para la muerte era disfrutando la vida. La alegría de
vivir de los egipcios se muestra en casi todas las manifestaciones artísticas de este pueblo: en pinturas y esculturas que decoraban los templos, en los objetos de uso cotidiano en la poesía.
En el Libro de los muertos se describe el viaje al más allá; contienen una serie de oraciones y fórmulas que el alma debe recitar ante dioses y demonios para llegar al trono del dios Osiris.
I. El canto y el baile
Los egipcios gozaban de la vida. Las escenas de fiestas en las paredes de las tumbas, los cánticos en los papiros y los instrumentos conservados, nos muestran lo mucho que significaba la música y la
diversión. Celebraban grandes festivales públicos, en los que se entretenían millares de personas con cantos de música de flautas, arpas y castañuelas, y se bebía mucho vino. También se ejecutaba música
en muchas ocasiones cotidianas. Cuando los vendimiadores pisaban la uva, otros hombres golpeaban rítmicamente dos palitos; los labradores les cantaban a sus bueyes mientras éstos trillaban el trigo
con sus pezuñas; una princesa tañía el arpa cuando su esposo se relajaba en un diván; a lo largo de una procesión, los danzarines daban saltos mortales. No sabemos exactamente cómo sonaba la música
egipcia, pero seguro que en un banquete tocaría un pequeña orquesta, con secciones de viento y de percusión, y es probable que la música fuera muy acompasada.
Las arpas variaban mucho de tamaño: algunas eran tan grandes como el que las tocaba. También era diverso el número de cuerdas, desde 4 hasta más de 20. Los címbalos de bronce podían subrayar el
ritmo de una pieza de música con una serie de choques metálicos agudos. Combinados con los tambores y panderetas, los címbalos conferían a la música una calidad animada.
La flauta de carrillo, es uno de los instrumentos más antiguos. Se hacían de cañas de madera ahuecadas. El sistro era manejado por mujeres nobles y por sacerdotisas en las ceremonias. Quienes lo
utilizaban, llevaban a la vez un collar sagrado llamado menat. Estaba vinculado al culto de la diosa Hator, que representaba la alegría y la pasión por la música y la danza.
Esculpido en la sala de la tumba de un rey Antef se encuentra el llamado "Canto del arpista", en el cual el autor se dirige al "Buen Príncipe" recordándole la caducidad de las cosas humanas: las tumbas
de los dignatarios de la II y IV dinastía ya están en ruinas; ellos dejaron sabias palabras, pero ahora es como si no hubiesen existido jamás.:
"Ninguno de ellos regresa de donde están. quién puede describirnos sus moradas,
¿Quién puede decirnos su aspecto y su estado, quién puede dar consuelo a nuestros corazones
sirviéndonos de guía hacia los lugares impregnados de perfumes preciosos,
para donde partieron? verdaderas obras de los dioses.
Consuela tu corazón, Goza más de cuanto haz gozado hasta ahora,
has que olvide estas cosas; no hagas sufrir tu corazón por falta de placeres.
no te queda nada mejor que seguir Piénsalo a nadie le es permitido
sus deseos mientras estés vivo. llevar consigo sus bienes.
Unge tu cabeza con aromados ungüentos, Piénsalo, jamás ninguno de los que partieron
ponte vestidos de seda ha podido regresar".
L. Canción
Desde el tiempo de los dioses los cuerpos se van pero todo lo que producen
y en su lugar vienen los jóvenes. al día siguiente ha desaparecido.
El sol se muestra en la mañana, ¡Festeja el alegre!
en la tarde desaparece el Poniente, Pon canto y música por delante.
los hombres procrean, Vuelve la espalda a los tristes
las mujeres conciben, y piensa en la alegría,
todos los nacidos respiran aire, hasta que llegue el día en que se muere.
M. Himno a Atón
Hermosamente te elevas en el horizonte del Cielo, oh Atón viviente, Durante el día expulsas a la noche, cuando derramas tus rayos.
Señor de la eternidad. Los Dos Países se despiertan de fiesta y se ponen en pie los hombres.
Resplandeces en oriente, llenas con tu belleza la tierra. Trabaja la tierra entera; todo rebaño se siente contento con su alimento.
Eres hermoso, grande, brillante; te elevas sobre todos los países. Está abierto todo camino, porque tu has aparecido.
Tus rayos abarcan la tierra hasta los confines de tu creación. Saltan los peces en el río delante de tu faz; tus rayos van hasta el fondo del mar.
Eres Ra, que sometes a todos los pueblos a través de tu hijo amado. ¡Cuán numerosas son tus obras, misteriosas a nuestros ojos!
Estás por encima de las miradas de los hombres y no se conocen tus venidas. Dios único, a nadie semejante, tú has creado la tierras según tu corazón,
Cuando reposas en occidente, sobre el horizonte. Cuando estado solo: los hombres, los animales domésticos y os salvajes,
La tierra permanece en una sombra, que semeja la de la muerte; Todo lo que existe sobre la Tierra y camina por tus pies.
Duérmese bien cubierto en la recámara, sin que un ojo vea a otro ojo. Todo lo que está en el cielo y vuela por sus alas...
Podríanse robar sus bienes a los que están dormidos. Tus rayos alimentan los campos; resplandecen y viven.
Sin que ellos se dieran cuenta, aunque los tenga bajo su cabeza. Has creado las estaciones para mantener vivo todo cuanto has creado.
El que ha hecho a los seres reposa en su horizonte. Has hecho el cielo lejano para allí resplandecer y contemplar lo creado...
A la aurora resplandece en el horizonte y lo ilumina todo Los seres de la tierra fórmanse bajo tu mano tú los has querido.
Tú, sólo tú eres la duración de la vida. Se vive de ti. Fijos están los ojos en tu hermosura hasta que te pones
Resplandeces y viven, te acuestas y mueren. Y toda labor termina cuando desapareces por occidente...
V. ARTE
El arte egipcio es ante todo religioso: en efecto, los únicos monumentos que han perdurado hasta hoy son templos y tumbas, y las esculturas y las pinturas que encierran son casi siempre un complemento
de la arquitectura.
A. Arquitectura
Los egipcios fueron maravillosos constructores. Asombra la enormidad de sus construcciones; parecen como si hubieran querido construir para la eternidad.
Los monumentos más antiguos que se conocen son tumbas. Las del primer período (época menfita), son la pirámide, tumba real y la mastaba, sepultura de los señores y de los ricos. Subsisten un centenar
de pirámides: las tres más grandes son las de Kéops, Kefrén y Micerinos, que tienen respectivamente 146m, 138m y 44m de altura. La mastaba, de dimensiones menores, era un edificio en forma de tronco
de pirámide de planta rectangular. Construido en piedra o ladrillo, contaba en su interior con una capilla funeraria, un recinto tapiado que guardaba todas las "estatuas" del muerto, y un foso lleno de
arena que finalizaba en la cueva donde reposaba la momia.
De los templos de la época menfita no quedan más vestigios que restos de capillas funerarias de las pirámides. En cambio, los de la época tebana han dejado ruinas grandiosas en Karnak y en Luxor, en
el asiento de la antigua Tebas.
Las construcciones religiosas constituyen casi la totalidad de las obras arquitectónicas que se conservan. No está bien establecida la naturaleza del simbolismo que preside las construcciones funerarias
(pirámides, mastabas y tumbas cavadas en la roca), pero en los templos el tema es relativamente claro. Es probable, que los principios fueran similares en ambos casos. Ese cosmos presentaba unas
características ideales, purificado y separado del mundo cotidiano, siendo sus relaciones con el mundo terrenal de mera antagonía, no de una representación directa. Lo que se pretendía era que el
morador del templo (o de la tumba) participase simbólicamente en el proceso mismo de la creación o en los ciclos cósmicos, muy especialmente los del sol.
Ese símbolo se expresaba en la planta y diseño de templos, así como en la decoración de muros y techos. Donde más fácilmente puede observase todo esto es en los templos del Período Grecorromano, que
probablemente diferían muy poco de su significado de sus predecesores del Imperio Nuevo. La estructura está claramente separada del mundo exterior mediante un muro macizo de adobes que la rodea
y que puede imitar o recordar el estado acuático del cosmos en el momento de la creación.
Dentro de este recinto está el pilón o muro de entrada principal, decorado en su cara exterior con escenas del faraón que destroza a sus enemigos. Lo cual viene a representar con seguridad magia. El
pilón o pilono es el elemento más vasto del templo; visto en sección encierra el área que figura detrás dentro se su altura. Al mismo tiempo, sus dos macizos laterales, con el hueco que dejan en el medio,
recuerdan el jeroglífico del "horizonte". La orientación teórica de casi todos los templos era de este-oeste (y como se fundaba en el Nilo y no en los puntos cardinales, las variaciones podían ser
considerables), de modo que el sol "nace" a la entrada del pilón, envía sus rayos dentro del santuario, situado directamente en el eje, y sigue su curso a través del templo.
La parte más imponente del templo principal es la sala hipóstila o columnada, que comprendía adecuadamente el esquema decorativo del conjunto. Los capiteles de las columnas muestran plantas
acuáticas, y el registro inferior de los muros reproduce, en relieve, unas plantas parecidas. Simbólicamente, la sala es el pantano de la creación. Los arquitrabes y techos tienen relieves representando
el cielo, de modo que la decoración abarca el mundo entero. Lo que se reproduce sobre los muros es la actividad de este mundo. En lugar de un pantano, el registro inferior puede contener a los portadores
de ofrendas que rinden pleitesía al faraón llevando los productos de la tierra para el sostenimiento del templo. En ningún caso forma parte del esquema principal, que es más abstracto y que consta de
varios registros de escenas, dispuestas a modo de tableros de damas, mostrando al faraón que mira hacia el santuario, hace ofrendas y lleva a cabo unos ritos en honor del dios.
El dios, que fija su residencia en los templo, mira hacia afuera; las deidades reproducidas en los relieves constituyen una gama más amplia de la que son adoradas en cada templo. Muchas escenas
reproducen los ritos celebrados en el templo, y otras tienen un significado menor específico. En el recinto del templo, el toma y daca entre el faraón y el dios constituye el centro de las actividades del
mundo. Y la mayor parte de los relieves del recinto sagrado tienen el mismo carácter.
Las áreas interiores tienen el suelo más elevado y el techo más bajo que la sala hipóstila. Están contenidas pues dentro del área de la protección de la zona exterior y son más sagradas. Hay un cierto
número de habitaciones relativamente pequeñas al rededor del santuario, cuyo muro externo imita el exterior del templo, formando una estructura dentro de otra estructura. El santuario representa el
montículo de la creación y se relaciona con el pantano de la sala hipóstila; así pues, el recorrido hacia el santuario equivale a un recorrido por las diferentes etapas de la creación.
Los constructores de la pirámide carecían de ingenios mecánicos; no habían descubierto la utilidad de la polea o del torno, de la manivela o de la grúa. Sus únicos recursos eran la cuerda y la palanca,
una abundante provisión de piedra y barro, y una ilimitada mano de obra.
Aunque las herramientas de los egipcios eran pocas, sin embargo su ingenio y perseverancia eran extraordinarios. Con el simple esfuerzo de cientos de hombres arrastraban grandes bloques de piedra
hasta rampas inclinadas construidas de ladrillo, cuya superficie de barro, humedecían para hacerla más resbaladiza. Sobre la dura tierra, los rodillos facilitaban el transporte de los bloques. Los equipos
de arrastre utilizaban cuerdas tejidas con papiros retorcidos. Los bloque de piedra eran extraídos de la cantera hendiendo la superficie de la roca con cinceles de cobre, o a veces disponiendo una hilera
de cuñas de madera empapadas, que, al hincharse, agrietaban la piedra. Cubetas de agua de ligeras paredes de barro, servían como niveles de aire cuando se necesitaba una superficie nivelada.
Los bloques extraídos de la cantera eran arrastrados hasta la orilla del río y embarcados hacia su destino; la hermosa y blanca piedra caliza que se utilizó para revestir la Gran Pirámide fue,
probablemente, enviada hasta el borde del desierto, situado inmediatamente debajo del lugar de la pirámide, aprovechando la época de la inundación anual del valle.
En la construcción de un templo de piedra, el barro era utilizado como andamiaje interior. La altura del barro se elevaba a medida que los muros y las columnas crecían, de manera que a veces todo el
interior de la construcción estaba lleno de barro hasta que se colocaba el tejado. Seguidamente, como la plataforma de barro iba descendiendo gradualmente, las esculturas y pinturas del templo podían
ser llevadas por los trabajadores de arriba hacia abajo.
C. La Gran Esfinge
En tiempos del faraón Kefrén era visible únicamente la cabeza vacía en su interior, por la cual se podía entrar y salir a través de un estrecho y angosto pasillo subterráneo de piedra, cuyo acceso estaba
situado más lejos. Parece que los sacerdotes paganos entrando en la cabeza por el corredor, hablaban al pueblo, introduciéndole así a creer que era la estatua la que en realidad hablaba.
El faraón Tutmosis IV (siglo XV a.C.) se había esforzado en arrancarla de la arena. Después de una fatigosa jornada de caza, cuenta que se quedó dormido a los pies de la esfinge y que oyó durante el sueño
una voz que se dirigía a él: "Alza los ojos hacia mí y mírame Tutmosis, hijo mío; yo soy tu padre, el dios Harachte-Keper-Ra-Atun. Te daré poder real, la tierra te pertenecerá en toda su extensión. Los
tesoros de Egipto y las riquezas de los demás países estará en tus manos. Desde hace largos años, mi mirada y mi corazón se han vuelto hacía ti. La arena del desierto sobre la que reposo me oprime.
Promete que escucharás mi deseo. ¡ Porque tú eres mi hijo y mi salvador...!". Durante su primer año de reinado Tutmosis hizo liberar la estatua en obediencia al sueño, que quedó relatado en la estela
colocada entre las patas anteriores de la esfinge. Pero la arena recomenzó lentamente su obra.
D. Escultura
Respecto al arte son notables también la escultura (carente de expresividad) y la pintura (carente de perspectiva).
Se observa en la estatuaria egipcia la misma unidad de estilo y de técnica que en la arquitectura. Aún en las estatuas más antiguas, la cabeza, en general, es cuidada y posee un vivo realismo; en cambio,
el cuerpo es rígido, la expresión estática; los brazos están unidos al cuerpo, las rodillas juntas; la musculatura se indica apenas. Sin embargo, ya desde la época menfita, la estatua toma la apariencia de
vida, desaparece la rigidez, los miembros se separan del cuerpo, y el escultor varia la actitud de sus personajes. Algunas de estas antiguas estatuas son obras maestras de realismo, como el admirable
escriba sentado que se halla en el museo de Louvre.
Las estatuas del imperio tebano tienen más suavidad y son más convencionales. Con el segundo imperio se expande el gusto por lo colosal (los colosos de Ramsés II tienen más de 20 m de altura), pero
persiste el estilo de la época precedente, con cierta búsqueda de la elegancia, en tanto que se acusa gradualmente el convencionalismo. El advenimiento de la dinastía saíta señala un renacimiento
artístico; pero se nota cada vez más en la escultura el debilitamiento de la sinceridad y del realismo: es un arte de imitación.
Los artesanos egipcios, que trabajaban bajo la protección real, alcanzaron un altísimo nivel en la fabricación de muebles, de objetos de adorno y de uso diario, y en la decoración. Ciertas técnicas, como
la del trabajo en metal, tenían su origen en Mesopotamia, pero fueron perfeccionadas en suelo egipcio. Se dispuso de grandes provisiones de cobre del Sinaí y de Nubia, pero los trabajos en hierro y bronce
no conocieron su máximo desarrollo hasta más tarde, puesto que los egipcios no tenían ningún acceso directo a las minas de hierro y estaño.
Los ricos veneros de oro de Nubia y del desierto oriental de Egipto proporcionaron a los faraones medios de intercambio comercial. Las caravanas iban y venían entre las cortes de Egipto y Tebas y las
ciudades principales de las potencias del oeste asiático; cada uno de los reyes asiáticos ambicionaba el oro para embellecer sus palacios y aumentar su prestigio, y cedía, a cambio, muebles taraceados,
metales y piedras preciosas. Probablemente, la materia decorativa conocida como mayólica egipcia fue también un invento y importado del occidente asiático, aunque fuese fabricada en Egipto desde
épocas muy remotas.
El rico color azul, fue, en particular, solicitadísimo. Dicha sustancia consiste en una sustancia de cuarzo pulverizado recubierta de un barniz brillante. Los artesanos egipcios perfeccionaron también la
fabricación de cristal opaco, que utilizaron frecuentemente en joyería o decoración de muebles como sustitutivo del lapizlásuli, la turquesa o el jaspe.
Los canteros, con el mero empleo de cinceles de cobre y taladradores, esculpían delicadas vasijas de piedra dura, como la diorita y el pórfido; utilizaban el alabastro por la belleza de su veteado, y el
cristal de roca para la fabricación de copas de paredes tan delgadas como la cáscara de huevo. Los carpinteros daban muestra de una asombrosa habilidad en la fabricación de arquetas taraceadas y
muebles. Los orfebres y joyeros elaboraban aderezos de complicada factura, y se trabajó el cobre para hacer con el diversidad de herramientas y de armas que, en manos de los orfebres y guerreros,
contribuyeron a la grandeza del país.
La pintura egipcia presenta los mismos defectos y las misma cualidades que la escultura. En general, solo complementa el efecto del modelo de los bajorrelieves; pero es testimonio de una maravillosa
interpretación de la armonía de los colores. Procedimiento con tonalidades uniformes, ignora por completo la perspectiva y el claroscuro; los matices son casi siempre convencionales, como lo es casi
siempre el dibujo. De todas formas, el trazo es de notable habilidad, y la pintura egipcia, por las escenas que representa, es una mina inagotable de preciosos documentos.
Los artistas egipcios fueron admirables decoradores. crearon objetos de adorno en todos los ramos del arte decorativo: alfileres para los cabellos, pectorales, pieles, frascos para perfumes, útiles de
tocador y joyas de oro incrustadas en piedras y esmaltes, maravillas de gusto y de estilo en las que aún hoy se inspiran los mejores decoradores.
G. Relieve y pintura
El relieve logra su efecto mediante el modelado, la luz y las sombras, mientras que la pintura lo consigue con la línea y el color; pero las técnicas de la representación son básicamente las mismas en una
y otra, ambos se sirvieron también del color. El relieve puede ser alzado o en hueco. En el relieve alzado se excaba la superficie que rodea a las figuras hasta una profundidad que puede alcanzar los cinco
milímetros, de modo que los personajes y figuras destacan sobre el fondo. En el relieve en hueco, hundido o inciso, los perfiles de las figuras se graban en la superficie, que permanece, quedando las
figuras modeladas dentro de la misma. El relieve alzado se empleaba, por lo general en los interiores, dejando para los exteriores el relieve en hueco, que destaca más al sol. Hubo, sin embargo, variaciones
de estilo en los distintos periodos; el relieve en hueco resultaba también mas barato.
Las principales construcciones religiosas y las mejores tumbas privadas estaban decoradas con relieves. La pintura se empleó en las tumbas privadas, cuando la roca de baja calidad hacía imposible el
relieve, o bien para economizar o cuando la obra no era permanente y la superficie que había que cubrirse no era la adecuada para la labor de relieve, como en las casas privadas y en los palacios reales,
construidos con adobes. Pero, aunque la pintura ocupase un lugar secundario, existen numerosas y magníficas obras pictóricas, cuyas técnicas estimularon a los artistas a trabajar con mayor libertad
en el relieve,
Un tercer tipo de representación, aunque muy poco habitual, es el taraceado. En Maidum, un pequeño grupo de escenas sepulcrales de la IV dinastía está hecho con pasta coloreada introducida en la
piedra, mientras que en tiempos postreros fueron los vidrios y las piedras de colores las que se incrustaban de modo similar, principalmente en objetos pequeños, así como para dar los detalles de los
relieves más elaborados. Fue un método típico del período de El-Amarna.
En Egipto, la escritura y la representación estuvieron estrechamente ligadas. Los signos jeroglíficos eran a su vez pinturas, cuyos convencionalismos —además de los lingüísticos y ornamentales que
rigen su yuxtaposición— no diferían mucho de los que son propios de su representación.
A la inversa, la mayor parte de las pinturas contienen textos jeroglíficos que pueden comentar la escena, proporcionando información no pictórica, o pueden prevalecer por completo sobre el componente
visual, tal como ocurre en algunos relieves de templos. En los relieves sepulcrales, la figura principal es un jeroglífico grandemente magnificado que reemplaza a un signo omitido en epitafio que da el
nombre de la persona. Figura y texto aparecen así en mutua dependencia.
H. Dibujantes
Los artistas egipcios eran escribas profesionales que se especializaban en dibujo para los monumentos regios o funerarios. En ciertas tumbas sin acabar, como la del faraón Horemheb, es posible distinguir
las diversas etapas de la pintura. Primero, los aprendices esbozaban las escenas con almagre en el yeso seco. Luego, los artistas más avezados hacían rectificaciones con trazo negro. Y por último, los
pintores rellenaban las siluetas con colores, o bien los escultores tallaban en el fondo de yeso para dar relieve a la pintura.
I. Herramientas
Se conocen bastante bien los utensilios empleados en las pirámides. Eran muy arcaicos, pues no se fabricaban más que de piedra y de cobre. En diorita se confeccionaban macetas y martillos; en sílex,
mazos, barrenas y hachas. De cobre, único metal entonces conocido con el oro, los antiguos egipcios lograron fabricar excelentes herramientas, las principales de las cuales era el cincel, clásico
instrumento plano de punta cortante; la azuela y la sierra, a menudo utilizada con un abrasivo de granos de cuarzo mojados. Para la extracción introducían en los cortes efectuados con la herramienta
estacas de madera que, hinchadas al mojarse, hacían reventar la piedra y desgajaban el bloque. Resulta admirable la habilidad que dan pruebas los canteros y picapedreros egipcios con un instrumental
tan rudimentario.
J. Métodos de representación
En contraste con el arte occidental y con los recursos ópticos de la fotografía y de la cinematografía, la representación egipcia no se apoya en ninguno de los dos principios fundamentales de la perspectiva,
como son el empleo del escorzo y la adopción de un punto de vista único para el conjunto de la pintura. En lugar de eso, las figuras son más bien diagramas de lo que muestran, siendo su objetivo principal
el de proporcionar información. La superficie del cuadro se trata de ordinario, como un elemento neutro, no como un plano imaginario. Los rasgos espaciales son más comunes en los pequeños grupos de
figuras. Esas características se dan en todo el mundo; la perspectiva, en efecto, sólo llegó a covertirse en norma de la representación muy lentamente, y su adopción parece haberse debido casi en todas
partes a una influencia griega.
Entre los sistemas representativos no perspectivistas, el egipcio es uno de los más cercanos a la imagen visual. Permite una reproducción objetiva y matemáticamente precisa en la figura humana. La
forma típica en que los egipcios pintaban un objeto consistía en recurrir a un agrupamiento de sus aspectos más característicos, dentro de un contorno que, a su vez, comunicaba gran parte de la
información necesaria. Los varios aspectos se muestran sin ningún escorzo, lo que significa que las formas rectilíneas se reproducen de una manera precisa.
Tratándose de objetos con superficies curvas, el método resulta más paradójico y en muy contadas ocasiones se encuentran escozor, aunque no sean significativos para el sistema en su conjunto no hay
que olvidar que en una verdadera perspectiva tales objetos plantean también mayores dificultades.
La representación de los objetos aislados queda ejemplificada mejor en el caso de la figura humana, que es una forma complicada. En este caso describimos una figura en pie y en reposo, aunque sean
varias las posibilidades en las posturas y en los detalles. El tipo básico mira hacia la derecha. La cabeza es de perfil, en el que se sitúa una media boca, que puede tener una amplitud inferior a la mitad
de una boca vista en su totalidad. Dentro de ese perfil se colocan el ojo y la ceja completos. Los hombros se muestran en toda su anchura, pero en la parte frontal del cuerpo, la línea de la axila a la
cintura es un perfil que incluye la tetilla. La extensión del pecho puede mostrar detalles del vestido, y más comúnmente collares y tirantes u hombreras; pero, exceptuando ciertas figuras ocasionales
que se vuelven o que aparecen en otras posturas inusuales, no se reproduce ninguna parte específica del cuerpo. La línea que une la axila trasera a la cintura no pasa de ser, asimismo, una línea de
conexión. La cintura se muestra de perfil, como lo están las piernas y los pies.
El ombligo está situado cerca de la línea frontal de la cintura, que a menudo se abomba ligeramente en ese punto (de otro modo no podría mostrarse en el perfil). La manera de reproducir los pies es un
ejemplo más de como la forma es antes un agrupamiento de cosas que una visión de conjunto. Hasta la XVIIII dinastía, e incluso posteriormente, ambos pies se reproducían por la cara interna, indicando
el dedo gordo y el arco plantar. Como los arcos no pueden mostrarse de otra manera sin indicar a la vez la profundidad, el pie entero se separa del suelo para formarlos. Ese rasgo cobra vida por sí mismo
y puede verse el otro pie a través del hueco del arco, y así se interpretaba visualmente lo convencional del dibujo. Ésta es una de las incontables modalidades que el propio sistema generaba.
En el lenguaje egipcio, color, piel y naturaleza son palabras que se relacionan. Una figura sin color no estaría completa, y por ello la ausencia intencionada de color resulta extraña. El color es tan
diagramático como las figuras a las que se aplica. Dado que no se intenta dar una visión de conjunto del objeto, la luz y la sombra son irrelevantes. El color es uniforme en toda la figura; puede ser de un
solo tono o contener una mezcla o trama, como las que se usaban para reproducir la fibra de la madera o la piel de algunos animales. El repertorio básico de colores es reducido: negro, blanco, rojo,
amarillo, azul y verde. A partir de la XVIII dinastía la gama se va ampliando, aunque todavía se mantiene simple y clara. El color no se mezcla y son pocas las transiciones de uno a otro. Pese a la
omnipresencia del color, lo que predomina es la línea, y nunca se convierte aquel en el único medio para proporcionar información. Los contornos se destacan mediante colores contrastantes,
principalmente el negro.
Dos son las modalidades fundamentales para la composición de escenas fundamentales y de murales enteros: la de disponer los elementos sobre una superficie neutra o de utilizar la superficie como un
área pintada plana, tal como lo hacemos en los mapas. La primera de estas modalidades es casi universal, en tanto que la segunda sólo se utilizó con unos objetivos específicos y durante periodos
determinados.
La base de la composición, según la primera modalidad, es el registro. Las figuras están de pie sobre unas líneas horizontales llamadas líneas de base, que pueden representar el suelo, aunque con más
frecuencia aún lo hacen y están espaciadas sobre la pared. Las escenas relacionadas entre sí pueden estar yuxtapuestas en un solo registro, pueden leerse en secuencias hacia arriba o hacia abajo sobre
la pared, o pueden seguir ambos sistemas. Dos versiones diferentes del mismo conjunto de escenas pueden organizarse en forma opuesta; lo que demuestra que la posición de la pared no aporta información
por sí misma.
Ejemplos de otra modalidad que podríamos denominar "topográfica", son los planos de casas y zonas del desierto. En ambos casos el contorno que define al mapa puede servir también como línea base
para las figuras pintadas en los registros. En algunas ocasiones un grupo de figuras dentro de una composición "topográfica" se representan un conjunto de fajas verticales que coinciden
sorprendentemente con imágenes de recesión en el campo óptico.
Una característica de capital importancia en toda representación egipcia es el tratamiento de la escala, que constituye, junto con la iconografía, el principal recurso de expresión ideológica. Dentro de
una figura, las partes aparecen en proporción natural, y eso ocurre a menudo en escenas enteras; pero el conjunto de las composiciones se organiza a escala en torno a sus figuras principales. Cuanto
mayor es la figura, más importancia tiene. En las tumbas privadas, la figura del titular ocupa a menudo toda la altura del área del muro destinada al relieve, hasta con seis registros, cuyas escenas está
"viendo" el propietario, vuelto hacia ellas.
Puede tener una estatua varias veces superior a la de su mujer y de sus hijos, cuyos brazos rodean sus pantorrillas. El faraón domina y destaca sobre sus súbditos. En los relieves de batallas del Imperio
Nuevo, una imagen enorme del rey y de su carro ocupa a veces la mitad del espacio dedicado a la representación, mientras que el resto lo cubren soldados egipcios, los enemigos derrotados y una fortaleza
enemiga levantada sobre una colina y repleta de personajes minúsculos hacia los que el rey tiende la mano para prenderlos. La lógica visual interna y el mensaje ideológico gana así verosimilitud. Los
principales relieves con pocas variaciones de escala se encuentran en os templos, en los que solo aparece normalmente el faraón y las divinidades, todos ellos de una categoría equiparable. La escala
puede también ajustarse por razones de estilo. Así los portadores de ofrendas de todas las épocas conducen a menudo minúsculos animales, cuyas piernas se superponen en una composición que economiza
espacio y que da origen a una bella agrupación. En el extremo opuesto, los oferentes del siglo IV a veces llevan sobre sus hombros unas ocas descomunales; la razón parece residir en una exuberancia
estilística.
En la mayor parte de las obras hay una idealización omnipresente: las cosas se muestran como debería ser, no como son en realidad. La idealización no obstante, es tan selectiva como el tratamiento de
la escala. Las figuras principales presentan una forma ideal, las más de las veces en una madurez juvenil, mientras que las mujeres son todas jóvenes y esbeltas.. Por lo general, están en reposo. Por otra
parte, las figuras subordinadas se representan a veces arrugadas, calvas y deformes, al tiempo que discuten o luchan. Los detalles de ese tipo son muy frecuentes en las tumbas más refinadas del Imperio
Antiguo, en las que han podido añadirse para dar un mayor relieve y personalidad a las escenas. Están ausentes, por el contrario, de las representaciones de los templos, que reflejan un mundo abstracto
y fuera de tiempo.
En la obra artística de 2 o tres dimensiones la base era el dibujo preparatorio. Se utilizaba pautas cuadriculadas o conjuntos de líneas de guía para asegurarse una representación cuidada y precisa.
Hasta la XXVI dinastía, las pautas del cuerpo humano se fundamentaban en el tamaño del punto de la figura, que se dibujaba en el ángulo, y que se relacionaba proporcionalmente con todas las otras
partes del cuerpo. En teoría, la pauta tenía que rehacerse para cada figura de diferente tamaño; pero en la practica las figuras menos importantes se dibujaban a menudo a mano alzada. Los dibujos
preliminares se inscribían dentro de estas pautas, y se convertían en un producto acabado mediante un largo proceso de corrección y elaboración. Evidentemente, los artistas trabajaban en grupos y
probablemente se especializaban en sus respectivos cometidos.
Las pinturas se llevaban a cabo mediante ese proceso, un fondo de piedra o de argamasa preparado y enlucido con una capa fina de yeso. Los relieves se tallaban primero y después se pintaban. Ello
comportaba la realización de un boceto y el tallado previo y luego de los dibujos que servían de base a la pintura.
Las obras de esculturas partían de bloques cuadrados, cuyos lados principales servían de superficies para las pautas y dibujos. Después la piedra iba siendo tallada sobre la guía del dibujo, y a medida que
la obra progresaba se iban renovando una y otra vez los dibujos. Existen obra inconclusas que aún contienen la línea marcada del eje vertical por el centro de la cara. Como en el relieve, los estadios
finales comprendían el pulido de la superficie, para eliminar las marcas de las herramientas, y la aplicación posterior de una capa de pintura.
Las dificultades técnicas de la escultura variaban notablemente según los materiales empleados, aunque los egipcios llegaron a dominar con las herramientas sencillas hasta los materiales más duros
de que disponían. Está labor, que no escatimaba esfuerzos, fue el factor principal de éxito.
A principios del período dinástico ya se dominaban todas las técnicas fundamentales, de modo que el desarrolla artístico consistió principalmente en la elaboración de las formas representativas, y en la
iconografía y la composición. Las herramientas básicas eran sierras de cobre (más tarde de bronce), barrenas y cinceles que se empleaban junto con arena húmeda, sustancia abrasiva a la que se debía
la mayor parte de la incisión; se utilizaba también martillos de piedra muy dura. Éstos podían tener distintas formas; un ejemplar hallado en la Gran Pirámide tiene aproximadamente la forma y el
tamaño de una pelota de tenis. En la escultura en madera, las herramientas y las técnicas usadas eran las mismas de la carpintería. Los instrumentos de hierro aparecieron hacia el año 650 a.C.
En las grandes obras escultóricas, los problemas técnicos se convertían en problemas de ingeniería. Las primeras fases de la labra de una escultura colosal tenía que más ver la obra de un cantero que
con la de un artista. Tales estatuas probablemente eran transportadas en una fase próxima a la terminación, para aligerar su peso en la medida de lo posible, y se remataban finalmente en su destino
definitivo. Su transporte implicaba la construcción de caminos y de barcos especiales, así como grandes trabajos de movimiento de tierras para situarlas en su emplazamiento definitivo.
La labra egipcia de la piedra produjo estructuras excavadas en la roca con técnicas afines a las de los canteros, montículos sólidos –las pirámides– y estructuras más convencionales y exentas. Es el
trabajo de estas últimas el que vamos a describir ahora.
Sabemos muy poco de cómo se hacían los proyectos y planimetría de los emplazamientos; la mayor parte de las reconstrucciones que se han hecho de tales procesos son especulativas. Como quiera que se
llevasen a cabo, lo cierto es que revelan una enorme experiencia para mantener un plano y un alzado precisos en el caso de una gran pirámide, o para construir los muros inclinados de un pilón.
Los cimientos de las construcciones egipcias eran a menudo sorprendentemente someros, consistiendo en una zanja rellenada de arena, y con unas hileras de tosca sillería en la parte superior (es probable
que la arena tuviese a la vez valores simbólicos y funcionales). Sólo en el período grecorromano se emplearon cimientos sólidos de mampostería propiamente dicha, muchos de ellos con los materiales de
derribo de construcciones anteriores demolidas para levantar otras nuevas.
En la mampostería, el mortero se usaba muy poco. La técnica consistía en colocar una hilada de bloques, nivelarlos en la parte superior y cubrir la superficie con una ligera mano de mortero, cuyo objetivo
primordial era el de actuar como lubricante sobre el que se deslizaba y asentaba la hilada siguiente. Las caras inferiores y probablemente las juntas salientes de los bloques se labraban antes de su
colocación. Cada bloque se empotraba directamente en el inmediato, pues las juntas saliente no siempre eran verticales ni formaban ángulo recto con la superficie. Incluso un solo bloque formaba a veces
un ángulo interior, y los niveles de las hiladas horizontales quizá se mantenía solo en una distancia corta. En las juntas horizontales, por detrás de la superficie, a veces se colocaban abrazaderas de
madera para proporcionar una mayor solidez o para prevenir deslizamientos mientras se colocaba el mortero. El propósito principal de toda la compleja técnica de las juntas era probablemente reducir
al mínimo los materiales de desecho y aprovechar al máximo el volumen del bloque. Los ángulos de los bloques se cortaban a medida cuando se montaban, pero la superficie principal se dejaba sin labrar.
Es probable que los egipcios trabajasen sin instrumentos mecánicos de elevación; el método básico para elevar pesos consistía en enterrar el muro que se estaba construyendo en un montón de escombros.
Esa rampa se iba continuando hasta que los muros alanzaban toda su altura. Las piedras se desbastaban, o bien desde las rampas a medida que se iban desmantelando éstas, o desde andamiajes de madera,
que probablemente se utilizaban en una fase posterior para labrar la decoración en relieve. Las varias fases del trabajo de construcción frecuentemente avanzaban a la vez, de modo que podían trabajar
simultáneamente los canteros, los proyectistas, los enlucidores, los tallistas de los relieves y los pintores. Como la mayoría de los templos egipcios no llegó a terminarse nunca, el estado en que quedaron
los edificios inacabados quizá se consideró normal.
L. Tejidos y adornos
Desde los más lejanos tiempos, con el lino se hicieron telas para vestir a todos los habitantes del antiguo Egipto. El dibujo más antiguo de un telar egipcio aparece en un cuenco de cerámica de unos 3.000
a. C., y el lino se usaba varios milenios después, y se sigue usando. Por descontado un faraón llevaba telas de las más finas; los obreros llevaban taparrabos de tejido más ordinario. Tenían motivos sobrados
para no vestirse de lino. Los soldados se cubrían la parte posterior de su faldellín con una red de cuero; los sirvientes llevaban sobre sus vestidos redes de abalorios baratos, pero de vivos colores.
El atuendo básico de un cortesano consistía en un faldellín de tela de lino ceñido a la cintura y sujeto por un nudo que, a veces, era muy complicado. Luego, se fueron empleando mantos para llevar por
encima. Las mujeres iban enfundadas en vestidos muy largos y a veces llevaban mantos bellamente plisados. Sólo tenemos vagas ideas de cómo plisaban los egipcios sus vestidos: quizá mediante una tabla
con la superficie ranurada. Probablemente sea exagerado el número de pliegues en muchas estatuas. Los egipcios aprendieron del Oriente Medio el arte de teñir las telas con dibujos de diversos colores,
pero la técnica no se transmitió.
En tiempos prehistóricos, los egipcios enterraban a sus muertos en hoyos excavados en la tierra: el clima seco preservaba enteramente de la descomposición, y muchos conservaban la piel y el cabello, lo
que pudo haber sugerido a los egipcios la idea de conservar los cuerpos de sus reyes y otros gobernantes mediante el largo y costoso proceso de la momificación.
Los reyes y nobles del período arcaico fueron enterrados en amplias tumbas rectangulares llamadas mastabas, construcciones en forma de caja, hechas de ladrillo, laboriosamente decoradas y pintadas,
y a veces provistas de tejados de madera y suelos de piedra. Estas tumbas contenían alimentos, muebles, armas y ornamentos para equipar y abastecer el muerto en el Más Allá. También disponían de una
"puerta falsa" por la cual el muerto podía comunicarse con la vida. El alimento y la comida les serían llevados a la tumba por los sacerdotes o por los miembros de la familia del muerto.
Aunque no del todo fructuoso, en está primera etapa ya se hicieron intentos para conservar el cuerpo. Los muertos se hallaban representados por sus efigies esculpidas en sus tumbas. Estas esculturas,
aunque tapiadas por razones de seguridad en una capilla cerrada, se suponía que aspiraban el incienso y gustaban los alimentos por un orificio practicado en la pared. Hasta los pobres tenían sus
propiedades más queridas —un puñal, tal vez un collar de cuentas— y unas cuantas vasijas de alimentos y bebidas enterradas con ellos en sus sumarias sepulturas.
El primer gran período de la civilización egipcia, el llamado Antiguo Reinado, distinguióse por haber empleado en él, por vez primera, la piedra para una edificación entera. El rey Zoser, cuyo reinado
comenzó en 2780 antes de C., construyó cerca de su capital, Menfis, la Pirámide Escalonada, el más antiguo monumento de piedra del mundo. Está pirámide, levantada en Sakkarah, fue obra del famoso
arquitecto de Zoser, Imhotep, y es la primera de las enormes tumbas en forma piramidal que todavía proclaman la condición sobrehumana de sus constructores. La Pirámide Escalonada se comenzó como
una mastaba tradicional, pero fue aumentada por etapas hasta llegar a formar una alta construcción de seis escalones, de 60 metros de altura y una base de 110 por 125 metros.
No transcurrían cien años sin que se perfeccionara la verdadera pirámide, con la cámara mortuoria, ya no bajo tierra, sino en el centro de la pirámide. Los lisos paramentos que ocultaban la entrada, y
los macizos bloques de piedra caliza de un promedio de dos toneladas y media de peso cada uno, hicieron de la excavación de túneles un formidable problema para los ladrones de tumbas. Sin embargo,
muchas de las pirámides, como las primeras mostabas, acabaron por ser objeto de violaciones y saqueos.
Durante los más de 3000 años en que se practicó la momificación en Egipto, las técnicas evolucionaron. Pero la mayoría de los especialistas concuerdan en que cuando este arte se hallaba en su apogeo
(hacia el siglo X a. C.), un buen embalsamador procedía así:
Empezaba por practicar un corte de unos 10 cm. en el lado izquierdo del abdomen. Por está pequeña incisión, hecha con un cuchillo de pedernal, extraía los órganos internos excepto el corazón. Limpiaba
cada órgano con vino y especias, entre ellas mirra y canela, y también la cavidad abdominal con aceite de cedro, a fin de disolver el tejido blando restante. Entonces podía ya quitar el cerebro, lo que
hacía introduciendo un instrumento ganchudo por una de las ventanas de la nariz hasta el cráneo para vaciarlo, e inyectando después aceite de cedro y especias para limpiar los residuos.
Una vez bien limpia cada parte del cuerpo, el embalsamador introducía todos los órganos y el cuerpo mismo en natrón en polvo (mezcla de carbonato y bicarbonato sódicos) para secarlos. Allí permanecían
alrededor de un mes, hasta que los sacaba y lavaba cada parte en más perfumes y especias. Durante todo el proceso presentaba escrupulosa atención a los menores detalles. Por ejemplo, al empezar
cubría todos los dedos del cuerpo para que no resultasen dañados o perdiesen las uñas.
Más tarde envolvía cada órgano interno, ya seco, en tela de lino y lo colocaba en la cavidad abdominal (también podía guardarlos por separado en vasijas de barro o alabastro), que después rellenaba con
materiales como aserrín, trapos, alquitrán o barro. Una vez hecho esto, cosía el primitivo corte. Como el tratamiento con natrón solía destruir gran parte del cabello, debía también entretejer cabello
artificial con lo que quedaba del auténtico, e insertar ojos pintados en las órbitas. Aún le quedaba la tarea técnicamente más difícil: restaurar los perfiles de cuerpo y cara, que se habían arrugado, para
darles apariencia de vida.
Para llevar a cabo este antiguo tipo de cirugía plástica, el embalsamador iba practicando cortes diminutos por todo el cuerpo e insertando acolchados de tela cuidadosamente modelados bajo la piel,
igual que un cirujano plástico de nuestro siglo usa implantes de silicón para mejorar el aspecto de sus clientes vivos. Incluso los rasgos faciales y el cuello se restauraban de ese modo, rellenando la forma
para mantener la forma de las mejillas.
Por último, el embalsamador —un verdadero artista— coloreaba la cara y a veces todo el cuerpo con ocre (rojo para los hombres y amarillo para las mujeres). El cadáver estaba ya listo para ser
vendado. Envolvía cada miembro por separado en apretadas capas de tela untada con resina, después la cabeza y el torso, y por último el cuerpo entero. Era un trabajo lento y laborioso. En algunas
momias desvendadas modernamente la longitud total de los vendajes ascendía a más de 2 km.
La tarea del embalsamador había concluido al cabo de unos 70 días. Devolvía la momia a la familia, que seguramente había encargado ya un sarcófago de madera con figura humana para colocarla, y
dispondría de una tumba. Hasta donde podía garantizarlo el ingenio humano, el egipcio muerto era físicamente inmortal, dispuesto para una eternidad entre los dioses.
O. Matemáticas y medicina
Los egipcios destacaron en el estudio de la astronomía, la hidráulica, la anatomía, la medicina y la geometría. La administración del antiguo Egipto hubo de recurrir a un sistema matemático que estuvo
relacionado desde el principio con la resolución de problemas tales como la construcción, la medición de terrenos y la imposición de tasas. El sistema, aunque extremadamente limitado, permitía a los
escribientes operar con fracciones y raíces cuadradas, así como calcular el área de un círculo o el volumen de un cilindro. Aunque los egipcios hicieron pocos progresos en la predicción del movimiento
de los cuerpos celestes, pusieron nombre a las estrellas y trazaron mapas de ellas. El calendario de 365 días, que se usa todavía hoy, ha sido, probablemente, heredado de los antiguos egipcios, quienes
comenzaron a contar el año desde la aparición de la estrella Sirio y lo dividieron en 12 meses.
Los egipcios aprendieron la anatomía a partir de la preparación de los cuerpos humanos para su momificación. Imhotep, el arquitecto de la Pirámide Escalonada, sería también célebre físico, reverenciado
así mismo como patrón de los médicos. Siglos y siglos de experimentación de las propiedades medicinales de distintas sustancias y plantas, entre ellas la adormidera, dieron a los médicos egipcios un
profundo conocimiento de las medicinas. Los tratados de medicina que han sobrevivido del antiguo Egipto estudian el diagnóstico y el tratamiento de cierto número de dolencias. Dicho tratamiento
comprende con frecuencia, el empleo de la magia, y algunas enfermedades de origen poco claro fueron objeto de exorcismos y conjuros para su curación. No obstante el tratamiento recomendado para
una enfermedad específica es, en muchos casos, ratificado por la moderna opinión médica. Unos papiros relativo a las fracturas óseas demuestran palpablemente el profundo conocimiento clínico de los
antiguos egipcios.
P. Magia y medicina
Los dioses de los templos desempeñaban escaso papel en la vida cotidiana de los antiguos egipcios, y la gente recurría a la magia para tratar de resolver sus problemas como los peligros de los partos, la
mortalidad infantil o las fiebres. Los egipcios poseían también grandes conocimientos médico. Se han conservado papiros con manuales médicos en los que se describe como tratar las indisposiciones, y
así mismo revelan unas nociones bastante detalladas de anatomía. Escribieron acerca de la importancia del corazón, y de como "se le siente" en el dorso de la cabeza o de las manos: Referencia a los
latidos del pulso. Conocían remedios para las afecciones de los ojos, para los tumores y los trastornos ginecólogicos.
Los egipcios creían que muchas enfermedades eran causadas por uno seres como gusanillos que invadían el cuerpo. Médicos y magos trabajaban conjuntamente, y empleaban tanto medicamentos como
conjuros para combatir casos como mordeduras de serpientes o picaduras e escorpiones. También aplicaban la magia para prevenir posibles heridas producidas por los cocodrilos o por las almas en pena
de los muertos. Se podían escribir cartas a los muertos en cuencos de alfarería, que se colocaban en las tumbas si alguien percibía que el alma de algún pariente estaba inquieta o mediante amuletos o
conjuros mágicos.
VI. Religión
A. Filosofía Egipcia
Hasta la fecha, los egiptólogos no han logrado ponerse de acuerdo respecto a aquello que pudo ser la creencia primitiva del antiguo Egipto en asuntos religiosos.
Existen en primer término, cuestiones de orden cronológico muy difíciles de superar. Luego, también la diversidad de sistemas religiosos usados más tarde en cada una de sus provincias (nomes) del
Egipto antiguo. Cada una de ellas tenía sus dioses ritos especiales con lo cual de dificulta el trabajo en torno a la forma primitiva de su mentalidad religiosa.
Es sabido que la historia de Egipto no se ha registrado con relativa exactitud sino a partir del siglo VII a. C. Anterior a está fecha, la cronología se da e dinastías.
Cálculos aproximados, sitúan la primera dinastía hacia el año 5,500 a.C., dinastía fundada por Menes. Este soberano encuentra establecido todo un sistema jerárquico de dioses, a cada uno de los cuales
está consagrada alguna de las grandes ciudades. Subsiste así el problema sugerido de averiguar cuál haya podido ser la religión que estableciera dicha jerarquía de dioses.
Los investigadores se deciden sea por el monoteísmo, el politeísmo, el henoteísmo (culto a un dios principal, sin excluir a los secundarios); el totemismo, animismo, religión solar o adoración del sol y
adoración de la naturaleza.
Las últimas 2 formas tienen a su favor hechos muy importantes, como verbigracia, el ser fuerzas elementales de la naturaleza algunas de sus divinidades más importantes. Tales, verbigracia, Ra (el sol),
Nut (el firmamento), Set o Tyfón (la tierra). Además, sus grandes leyendas religiosas, inseparables de su complicadísima mitología, hacen de Osiris (una de cuyas múltiples actividades es la de personificar
las fuerzas y fecundidad de la naturaleza), de su mujer Isis y de Horus, su hijo, divinidades del orden natural.
Hace 14 siglos antes de Cristo se produjo en Egipto una revolución religiosa. El faraón Amenofis IV que cambia su nombre por el de Akenatón, servidor de Atón, concibe un dios superior a todos los demás:
el Sol, más que como objeto es visto como una fuerza, una "energía" divina, creadora de todo lo existente. El faraón cambia su capital a una nueva ciudad: Tell-el-Amarna que deberá ser amplia, llena
de luz, sin supersticiones, ni templos oscuros, ni magia. Impone como dios único y verdadero en todo Egipto, al disco solar con el nombre de Atón. Este monarca fue suegro de Tutankhamón, uno de los
pocos faraones que lograron que lograron descansar sin ser profanados. En el año de 1923 un arqueólogo inglés, Howard Carter, descubrió la tumba de Tutankhamón y rescató un tesoro de arte valiosísimo
que ha permitido reconstruir con fidelidad la época.
La religión constituía un aspecto fundamental de la vida de los egipcios, y su significación se prolongaba incluso después de la muerte. De aquí el culto sumamente especial y fervoroso que rendían a los
muertos. Este pueblo creía firmemente que, después de morir, el alma del hombre viviría feliz sólo si se daba un tratamiento especial al cadáver para preservarlo de la corrupción. De esta manera
perfeccionaron el proceso de conversión llamado embalsamiento, por el cual convertían los cadáveres en momias que colocaban en sarcófagos. Estos se decoraban con mayor o menor suntuosidad,
dependiendo de la jerarquía social del muerto.
En la tumba se depositaban diversos objetos que, se creía, el difunto podría necesitar o echar de menos en la otra vida. Aves y gatos, entre otros animales, eran también embalsamados para servir de
compañía a los hombres en su viaje al otro mundo. No podía faltar la inclusión de un papiro en las que se consagraban las virtudes y buenas obras del difunto, con la finalidad de que fuera juzgado
indulgentemente por Osiris, el dios de la otra vida, en el tribunal de los muertos.
Las pirámides constituían las tumbas más fastuosas e imponentes, pues en ellas se daba sepultura a los faraones. Las más importantes son las de Keops, Kefrén y Micerino, a orillas del río Nilo.
La edificación de estas construcciones ha sido objeto de admiración de todas las generaciones posteriores. Consideradas como una de las siete maravillas del mundo antiguo, representan una obra de
ingeniería que aún hoy constituiría un reto tratar de igualar. Fueron erigidas a impulsos de un sentimiento religiosos sumamente intenso, así como a los de trabajo forzado de millares de esclavos.
La religión egipcia atravesó por diversas etapas y vicisitudes. Recorrió el largo camino que va desde el politeísmo hasta una especie de monoteísmo con resabios filosóficos. Los dioses principales de la
religión politeísta (unos 700 aproximadamente) fueron Amón-Ra, Osiris, Horus e Isis. Por lo común, se representaba a las deidades con figuras de animales, para simbolizar con ello su diversidad de
funciones y atributos.
Durante el siglo XIV a. C., el faraón Amenofis IV repudió la adoración a varios dioses e implantó el culto a una sola divinidad, Atón, el disco solar. Amenofis adoptó el nombre de Akenatón ("el que agrada
a Atón") e hizo borrar de todos lo monumentos los nombres de los dioses adorados por los egipcios. Sin embargo, a la muerte de Akenatón se instituyó de nuevo el antiguo politeísmo, debido principalmente
a los intereses de la clase sacerdotal cuyas prerrogativas habían sufrido un duro descalabro con la reforma monoteísta del culto a Atón.
De todos los monumentos de piedra conocidos en el mundo, son las pirámides las que han causado desde siempre mayor admiración e interés, en especial la atribuida al faraón Keops, que suele recibir el
nombre de Gran Pirámide. Pero así como se han dedicado a estas construcciones elogios de toda clase, tampoco han faltado los personajes, de todos los tiempos, que han querido ver en ellas un ejemplo
de la vanidad de los hombres.
La toponimia es la ciencia de descubrir el sentido de una palabra, casi siempre lugar geográfico, a partir del nombre que tiene en la actualidad y comparándolo con el que tuvo en otros tiempos.
Esta ciencia quiso aplicarse con el origen de la palabra pirámide, sin saber si era de origen egipcio, judío, griego, o muy anterior, perteneciente tal ves a una lengua que ya no existe. Por culpa de este
desconocimiento se ha querido dar varios significados a la palabra.
Algunos autores han querido ver la relación 3.1416 en el nombre de la pirámide, recordando que la suma de los cuatro lados de la base dividida por la mitad de la altura es aproximadamente igual a pi.
La siguiente partícula, que es ra, coincide según ellos con el Ra, o dios solar, tan respetado por los egipcios, y vienen así a confirmar que la Gran Pirámide fue un templo dedicado al culto solar, entre
otras cosas. Según otros expertos, dicen que esta palabra se inicia con el término griego pyr, que significa fuego. Surge entonces una alternativa : que la pirámide tiene forma de llama, explicación que
parece ridícula para quienes quieren aproximarse a la verdad.
Se tiene la casi certeza de que el primer constructor de pirámides en Egipto fue el legendario Imhotep, el ingeniero más grande de su época, muy superior a Dédalo, autor del laberinto de Creta donde
sería encerrado el Toro de Minos.
D. Creencias religiosas
Practicaban la zoolatría (culto a animales), creían en la encarnación en animales, por ejemplo APIS, el buey negro de Memfis; Meru Hur el toro blanco de Heliópolis .
El pueblo egipcio era muy religioso. Cada provincia tenía sus dioses particulares, pero sobre todo adoraban a una triada, y la figura principal era el dios Sol, llamado Osiris en Abydos, Phtah en Menfis,
Ra en Heliópolis, Amón en Tebas.
Cada dios tenía una mujer y un hijo: la mujer de Osiris era Isis y su hijo era Horus, el cual simbolizaba al sol naciente. A cada dios se le atribuía una historia propia , un mito que variaba de una provincia
a otra. Eran representados con forma humana o animal, o bien con forma mixta: mitad animal, mitad humanos: Horus se representa como un hombre con cabeza de halcón. Los egipcios consideraban
sagrados a un gran número de animales como por ejemplo el buey, el escarabajo, el ibis, el cocodrilo, el gato, halcón. Cada dios se representaba bajo las formas de estos animales, que los sacerdotes
reconocían por determinados signos y al cual rendían culto. El más conocido de estos cultos es el del buey Apis, reencarnación de Phtah en Menfis; Apis tenía su templo y sus sacerdotes; después de su
muerte se le embalsamaba y su momia se depositaba en un cementerio especial, el Serapeum, descubierto por el sabio francés Mariette en 1851.
Daban especial importancia al culto de los muertos. Creían en una forma futura e imaginaban, sobre todo a los primeros tiempos, que el hombre poseía un "doble", especie de replica del cuerpo, invisible
e inmaterial, el cual, después de la muerte debía encontrar asilo en una tumba; pero para que este pudiese vivir, el cuerpo debía de ser preservado de la destrucción.
Por esto se embalsamaban los cadáveres, convirtiéndolos en momias, las cuales, depositadas en sitios secos, al abrigo de las crecidas del Nilo se conservaban indefinidamente.
Creían que el destino del alma después de la muerte, su destrucción o felicidad dependía de la conducta que el individuo había practicado en vida. Para que el muerto pudiese defender su causa ante el
tribunal de Osiris, se colocaba al lado de su sarcófago el Libro de los muertos, especie de guía para el otro mundo, donde el muerto encontraba las indicaciones de todo lo que debía hacer par justificarse
ante sus jueces.
Razón tenía Herodoto, el gran historiador griego, al referirse a los egipcios como "los mas religiosos de todos los hombres". Admirando este ilustre viajero de la proliferación de los dioses en las tierras
del Nilo, dijo igualmente de sus habitantes : "Oh buenas gentes, a quienes hasta en sus mitos huertos nacen dioses".
Otra de las causas del atraso de la verdadera cultura y por lo mismo de la especulación filosófica entre los egipcios, fue la organización misma del estado absolutista, bajo la autoridad despótica y
omnímoda del Faraón. A este se consideraba como hijo de dios y personificación de la divinidad en la tierra, a su muerte, entraba a figurar, automáticamente, entre los dioses inmortales.
Las nobles conquistas del espíritu y la razón, una de las mas gloriosas de las cuáles es la filosofía, o la investigación del como y el porqué de las cosas, no medra allí donde la fuerza bruta sojuzga al
espíritu y donde el látigo del amo habla mas recio que todas las voces del alma.
No fue otro el medio en que vive su historia el Egipto faraónico. La enormidad de las realizaciones materiales de este pueblo, en pirámides, ciudades, templos, estatuas, canales, mausoleos, etc., no guarda
proporción de ninguna clase con lo escaso de su desarrollo espiritual.
Tan solo un pueblo de esclavos, bajo la consigna de un déspota, pudo haber levantado aquellos inútiles colosos de materia., ninguno de los cuales tiene la grandeza espiritual y eterna que admiramos,
verbigracia, en las grandes creaciones del arte y el pensamiento de griegos.
Los antiguos egipcios compartían su espacio vital con muchas fieras, aves reptíles y peces diferentes. En los desiertos a oriente y occidente del valle del Nilo había feroces leones y toros salvajes, así como
tímidos antílopes y gacelas. De esos animales, unos perseguían a sus presas y los otros pastaban en las márgenes de la vega que se inundaba. La quietud de la noche podía quebrarse repentinamente por
los tétricos aullidos de las hienas carroñeras y los chacales que se disputaban unos despojos. En los macizos de papiro a orillas del Nilo había nidos de aves como patos, comoranes, pelícanos y abubillas.
En las riberas del río acechaban cocodrilos, y en el agua podía verse hipopótamos a cuyo alrededor evolucionaban percas y barbos. En muchos objetos egipcios antiguos aparecen animales. Se consideraban
que formaban parte del "sistema del mundo" establecido por el dios-sol y que eran versiones terrestres de muchos dioses. En los jeroglíficos también usaban símbolos de animales.
Los carneros simbolizan a algunos de los dioses más importantes del antiguo Egipto. El peligro de ser atrapado y devorado por un cocodrilo llevó a los egipcios a tratar de ganarse a estos peligrosos
seres. Por consiguiente, el cocodrilo pasó a ser el símbolo del dios Sobek, y los sacerdotes adornaban a los cocodrilos sagrados con joyas y a su muerte los momificaban.
El hipopótamo macho era un animal de mal agüero debido a su asociación con el dios Set, enemigo de Osiris y Horus, dueños legítimos del Egipto. En realidad, los hipopótamos podían volcar fácilmente
un barco de papiro y, por esta razón, se les daba caza con frecuencia.
El león representaba la fortaleza y el poderío, y por ello paso a ser el emblema del rey-sol. Raramente se muestra a un león cazado por alguien que no fuese el faraón. A la diosa Hator se la solía
representar como una vaca entre los macizos de papiros. Los gatos consagrados a la diosa Bastet se momificaban una vez muertos. Se los envolvía con tiras de telas y se les pintaba la cara para hacer
que parecieran aturdidos o tontos.
doctrina del alma y su inmortalidad. Es posible descubrir, con todo, algunos intentos de especulación filosófica, entresacados del laberinto de la mitología. Allí aflora la doctrina según la cual todo ser
viviente, no importa si dios, hombre o animal, posee un elemento que lo anima. Es el ka o "sombra" (alma), verdadero el "doble", que sobre vive al cuerpo y más al real y permanente que el mismo
objeto que anima. El ka necesita, por naturaleza, la morada de un cuerpo u objeto material para subsistir.
De aquí la costumbre del embalsamiento y momificación con la imagen del difunto, para que el alma (ka), presente al lado del cadáver, se consuele y tenga morada visible. Ello explica también porque
para lo egipcios, la casa o habitación de los vivos, no era sino a modo de posada u hospedería, mientras que el sepulcro la morada eterna.
De la misma doctrina es responsable, además del culto de los muertos y de la doctrina de la inmortalidad, la adoración y culto de los animales, tan generalizada en ese medio y la creencia en la virtud
mágica de los hombres. Esto es inseparable de las prácticas esotéricas del ocultismo egipcio, pues al igual que de una morada visible, la supervivencia de la persona después de la muerte, era inseparable
de la preservación de su nombre, según lo explica el Libros de los muertos.
el más allá.. En las tradiciones filosóficas de la casta sacerdotal (el segundo poder después del faraón), descubrimos un doctrina mas racional relativa a la inmortalidad y la vida futura. Según ella., el
hombre está integrado de tres elementos : el khat o cuerpo , el Khu o espíritu, emanación de la esencia divina y el alma, que se denomina Ka, mientras reside en la momia o estatua del muerto y Ba, si
desencarnada.
Como Ba se representa al juicio después de la muerte al comparecer ante Osiris y los cuarenta y dos jueces. Allí es pesada en la balanza por Horus y Anubis, mientras Toth, registra el resultado.
Los buenos entran al Aulu, especie de "Campos Elíseos". y los malos van al infierno y empiezan el tormento de las transmigraciones en cuerpos de animales, que pueden terminar en el aniquilamiento.
Pero cualquiera que sea la suerte del alma, en último termino, regresa a unirse nuevamente con el cuerpo en el gran día de la resurrección.
Codigo de moral :De capítulo sobre el juicio articular en el libro de los muertos se colige que el ideal de la conducta entre los antiguos egipcios se guiaba por el sentido práctico y un elevado nivel de
pureza y religiosidad.
Del interrogatorio al que era sometida el alma, se concluye, que la caridad, la benevolencia, castidad, justicia social, clemencia y el amor de los trabajos del espíritu, se catalogan entre las virtudes
fundamentales. No solamente se insiste sobre el ejercicio exterior de estas virtudes, sino también sobre la moralidad de los pensamientos y deseos.
LA TRIADA ELEFANTINA : Es considerada la más antigua, se originó en los tiempos predinásicos en la ciudad de elefantina y estaba integrada por los siguientes dioses.
KHNUM. Dios de la fecundidad. Aparece representado en forma de carnero; más tarde con figura humana y cabeza e carnero cubierta por 2 cuernos ondulados y horizontales. Algunas veces sobre los
cuernos llevaba un cántaro que se interpreta como símbolo de dios fluvial. También formó parte de los dioses que crearon el universo.
SANTIS. Primera esposa de Khnum, era una divinidad local y significaba "la Poderosa". Presidía las inundaciones del Nilo. Se le representaba como una mujer que llevaba sobre su cabeza una blanca
corona símbolo del sur de Egipto, rodeada por 2 largos cuernos. Algunas veces sostiene un arco con 2 flechas en la mano.
ANUQUIS. Segunda esposa de Khnum y hermana de Satis, es considerada como la personificación de las aguas del Nilo. Se le representaba con 2 uñas de avestruz en la cabeza; lo cual hace suponer que
provenía de África.
PTAH, es el amo del destino, y creador del universo, pero no sólo fue el creador universal del mundo físico que anuncia las funciones de todos los otros dioses, sino que también creó el alma de cada ser;
creó todo, incluyendo a los dioses, pero también era origen de las cosas buenas, como los alimentos, las bebidas y las ofrendas a los dioses. Se le reconocía un poder mayor que el de todos los dioses, fundó
sus centros de culto y creó la materia de su propio ser; estableció ciudades y fundó las provincias, creando con ello un orden político. Siempre estaba acompañado por el dios de la sabiduría.
SEKHMET. Esposa de Ptah, se le dio el nombre de "la Poderosa", cuando en forma de leona se lanzó sobre los hombres revelados contra Ra. Es una diosa guerrera, se le representa como una leona o una
mujer con cabeza leoniana, coronada por varios emblemas. Simboliza el calor destructor del sol.
NEFERTEM, hijo de Sekhmet y tercer miembro de la triada de Menfis, significa el dios solar del Bajo Egipto. Lleva sobre la cabeza una flor de loto abierta, en la que se alzan dos altos tallos. También se
le representa como guerrero, por influencia de los caracteres de su madre.
El río Nilo, lógicamente fue divinizado, los dioses que lo representan, son los siguientes :
HAPI. Se le representa como un hombre fornido con senos femeninos y un amplio vientre ceñido con las fajas de los barqueros en su cabeza lleva una corona de lotos y papiros. Se contaba que había vivido
cerca de la Primera Catarata, en el fondo de una caverna, desde donde derramaba el agua de sus ánforas.
SOBK. El dios cocodrilo, fue la deidad principal entre las muchas que representaban al cocodrilo.
RENENUT . Diosa propisiadora de la rica cosecha, precede ha la inundación del Nilo y recibe el título de" Señora del doble granero", presidía también la lactancia de los niños, por lo que simbolizaba la
nutrición. Se le representó de varias maneras : con cabeza de serpientes coronada por dos plumas, dando de mamar a u niño, con cabeza de leona, en el "Libro de los muertos" , es representada como
nodriza celeste ante los dioses para defender la causa de los difuntos.
RENPET . Era la diosa de las estaciones que se renueva y del año en general era diosa de la juventud y duración del tiempo. En ocasiones es llamada "Diosa de la eternidad", es representada como una
mujer que lleva sobre la cabeza un largo tallo de palma, el ideograma de su nombre
LA TRIADA DE AMON : AMON, fue el máximo dios tebano de toda la historia del Antiguo Egipto. Se le representó algunas veces con la cabeza de carnero para relacionarlo con la procreación y la fecundidad.
Comúnmente tiene cabeza humana con tocado de 2 largas plumas. Se le identificó como un dios guerrero por ser los príncipes de Tebas el núcleo más fuerte de resistencia frente a las invasiones
extranjeras. Durante el Imperio Medio, como dios de la creación, fue representado como la oca que había puesto un huevo cósmico. A medida que fue creciendo su poder, fue asociado con el sol, hasta ser
conocido como Amon-Ra. Llevaba consigo todos los símbolos del poder supremo del dios Sol. Por todas parte se construyeron templos en su honor. Uno de los más famosos fue el de Luxor y el de Karnak,
donde se le conocía como " Dios del viento". En las cercanías de las ciudades mencionadas, orilla occidental del Nilo, estaban los templos mortuorios reales bajo los peñascos situados al oeste de las rocas
después del reinado de Amen-hotep I. Este lugar fue llamado "Valle de los reyes". Durante el Imperio Nuevo, Amon fue conocido como el "Rey de los dioses". Los dominios del gran imperio abarcan desde
el Eufrates hasta Sudán; esto indujo a Amon como el mayor de todos los dioses, el Señor Universal de los Tronos del Mundo. Amon personificaba las distintas cualidades de los demás dioses. Era capaz de
adoptar la forma que deseara; por ello sus nombres se multiplicaron, aunque su nombre verdadero era secreto; por desconocerlo los dioses no pudieron nunca orar ante él. Como ocurrió en épocas muy
tempranas, se sostuvo la creencia de que Amon era el padre del faraón y que los herederos al trono los había concebido el uniéndose a la reina bajo la forma del faraón.
NUN. Cuya esposa se llamaba Naunet, y que figura también, en otras cosmogonías, es la personificación del Océano Primordial, de donde fueron sacados los elementos de la creación
AMON. Representaba lo que denominaban "lo que no puede verse" o sea, el aire. Según la leyenda hermopolitana, era el dios del aire y del viento , representaba las fuerzas que soplaban sobre las aguas
inmóviles y estancadas de Nun.
KUK. Cuya es posa se llamaba Kauket, simboliza a la obscuridad. HUN y su esposa Hauhet, eran las figuras que daban la interpretación de lo que no tenía fin.
Los cuatro dioses eran representados con cabeza de rana, y las cuatro diosas con cabezas de serpiente. Esto explica porque, según esta tradición, los ocho dioses estaban unidos, a una vida anfibia, creada
por sí misma en el cieno pantanoso que dejaba las aguas del Nilo al cesar las inundaciones anuales.
ATUM. Nacido de Num, pues el dios primitivo de Heliópolis. Los teólogos de dicha ciudad interpretaron su nombre como "el completo", tal vez por la creencia de que se creó a sí mismo de las aguas de
Num, mediante el poder de la palabra hablada :articulando su propio nombre. Se le llamó padre de los dioses.
KHEPERA. Fue también un dios primitivo, padre y creador de los dioses a quien los sacerdotes de Heliópolis transformaron en un dios solar, haciéndole representar el dios del amanecer.
HARAKHTE. Representó al sol en su viaje diurno de uno a otro horizonte, compendiando así las tres personalidades Khepera-Ra-Atum. Se representa con la cabeza de halcón, rematada a menudo por el
disco y la serpiente sagrada.
TEFENET. Representa a la diosa de la lluvia o el rocío. Sus lágrimas cayeron a la Tierra al ayudar a su marido a sostener el Cielo, sus lágrimas se convirtieron en plantas. Se le atribuyó un carácter solar
compartido con su esposo; cada mañana, recibían el Sol cuando éste rompía en las montañas de oriente. Se le describe como una leona coronada por el úreo solar. Se le consideró como el ojo izquierdo de
Horus y como el ojo de Ra.º
GEB. Forma con Nut la segunda pareja y se contrapone a su compañera como dios de la Tierra. Se le consideró como padre de Ra y de Thoth. Es representado a menudo como un hombre echado a los pies
de su padre. La separación que Tefenet realizó entre Geb y Nut dio lugar al espacio y a la luz.
NUT. Era la diosa del cielo nocturno, porque se dice que de su seno renace todas las mañanas el sol y porque se le consideró protectora de los muertos, se le representaba con el cuerpo estrellado. Se
mostraba a una mujer de gigantesco vientre arqueada sobre la Tierra.
ATHOR. La diosa Athor algunas veces es definida como "la gran vaca celeste que creó el mundo y el sol", pero para otros simboliza la Tierra madre; se dice que es hija de Ra y mujer de Horus. Con
frecuencia simboliza a la luna, a una mujer con cabeza de vaca o a una mujer de rostro bovino, en la mitología. Se le atribuía la bondad de los muertos, y se convirtió en una divinidad funeraria.
J. El ciclo osírico.
Originalmente Osiris era un dios agrícola, pero después se le consideró como el Dios de los muertos, con la capacidad de morir y resucitar, capaz de la inmortalidad de él y de sus seguidores. Su leyenda
puede resumirse así : Osiris primigenio de Geb y de Nut, hermano y esposos de Isis, vivió al principio sobre la tierra reinando como cuarto faraón Divino, su reinado fue de un sabio y benigno legislador,
que enseñó a sus súbditos a trabajar la tierra, obtener granos y frutos; instituyó el culto a los dioses e inventó los instrumentos musicales para las ceremonias religiosas.
Explicaciones de origen cósmico encuentran en Osiris un símbolo del Nilo, que crece y decrece todos los años, así como de la luz solar, que desaparece cada tarde y vuelve con el alba. Set simbolizaría el
viento del desierto, la sequía, las tinieblas. Como dios de los muertos, unificó en su culto a todas las clases sociales de Egipto. Se le conoció como el primer hombre de los occidentales, o sea, de los muertos,
que habitaban allá donde se oculta el sol y también el ser bueno.
Osiris se mantuvo vivo durante muchos siglos, mientras que los ritos, creencias y cultos se modificaban o cambiaban. En un principio se le asoció con el dios de la fertilidad Andjeti. Además de ser un dios
de la fertilidad pasa a ser un dios de la muerte:
Según las tradiciones antiguas, Set, su hermano le tendió una trampa y logró asesinarlo. Isis, su esposa consiguió ser fecundada por el cadáver de Osiris, gracias a sus poderes mágicos, y concibió a Horus
el joven. Este luchó contra su tío Set y triunfó sobre él después de una larguísima contienda. Al principio Set le arrancó un ojo, pero Horus lo recuperó y se lo ofreció a Osiris, quien de esta manera
recuperó la vida. Horus, al resucitarlo le dice: "Osiris, tu partiste pero has retornado; te dormiste pero has sido despertado; moriste, pero vives de nuevo". Set nunca pudo ser vencido porque encerraba
un poder irreductible. Horus recibe la corona que había pertenecido a Osiris y éste parte a reinar entre los muertos
ISIS. Hija de Geb y Nut, se creía que con Osiris había originado a Horus el joven. De ella son admirables los rasgos de amor a su marido e hijo, por lo que es considerada como madre y esposa ejemplar. Es
representada dentada o erguida, lleva sobre su cabeza un trono, y en una mano el nudo mágico llamado "tat". Provista de alas aparenta proteger a su marido o a su hijo; con frecuencia amamanta a
Horus puesto sobre sus rodillas. Antes fue identificada como Athor.
SET. Hijo de Geb y de Nut, y por tanto hermano de Osiris y de Isis según el sistema de Heliópolis; aparece en los textos de las pirámides como hijo de Ra y hermano de Horus el viejo. Set fue amigo de los
muertos, y valiéndose de una escalera le ayudo a Osiris a alcanzar el cielo. A él se le atribuían las peores características hasta convertirse en el espíritu del mal.
NEPHTHYS. Su nombre significa "la señora del castillo" o del cielo. Esta diosa ayudo a Isis a buscar el cadáver de Osiris y a enbalzamarlo. Simboliza la tarde, el lento declinar de la momia de su hermano
se transformó en diosa funeraria y mágica.
HORUS. Hijo de Isis y Osiris, forma el último miembro de la triada osírica, es representado con una cabeza de halcón sobre un cuerpo humano. Los nombres de Horus : De niño se llamaba Harpocrates y
figuraba como un muchachito desnudo.
ANUBIS. El característico dios-chacal , guardián de las Necropolís. Fue educado por Isis y cuando fue hallado el cadáver de Osiris ayudo a su enbalzamiento y posteriormente lo envolvió en las típicas fajas
de momia.
UPUAT. Su nombre significa "el abridor de caminos", fue dios de la Licópilis, es representado como un lobo erguido o un hombre con cabeza de lobo.
L. Otras divinidades
ONURIS, Dios guerrero y cazador, se le consideraba que desbarataba a los enemigos y animales maléficos. Se le representaba como un guerrero, la cabeza decorada con 4 plumas altas y rectas, el cuerpo
revestido con una larga túnica y aveces blandiendo una lanza.
MONTH. Fue otro dios de la guerra. Fue representado con cabeza de halcón decorada por el disco solar y dos altas plumas; después con una cabeza de toro.
NEKHBET. Fue venerada como protectora del sur quizá porque estaba unida al culto lunar. Aparece frecuentemente en forma de buitre echando a volar sobre la cabeza del faraón o bien como divinidad
con cabeza de buitre o como mujer que lleva en la cabeza la corona blanca del alto Egipto.
UTO. Diosa del Delta, protectora del Bajo Egipto, ayudo a Isis a esconder a su hijo en las lagunas de su territorio. Como diosa serpiente es representada en forma de cobra con o sin alas o como mujer que
lleva sobre la cabeza la corona roja del norte.
MIN, Dios de la fecundidad y la naturaleza, después se convirtió en dios del desierto oriental y patrono de los caravaneros. Su emblema primitivo fue el rayo. Se le representa siempre de pie con el gorro
adornado con plumas altas y rectas.
BAST, La representan como una mujer con cabeza de gato y en la mano derecha lleva el sistro o bien un escudo rematado con una cabeza de leona. La diosa de la alegría, la música y la danza y abogada
contra la peste y los espíritus malignos.
PEKHET. Puede considerarse como una forma secundaria de Bast. Aparece como leona o en forma de mujer con cabeza leonina o felina.
MAHES, El dios león, "señor de la matanza", se le representa como un hombre de pie, con cabeza de león usualmente rematada por la corona del sur así como con 2 plumas.
SOPDET. Fue diosa de la estrella se Sirio, cuya salida indicaba el inicio de la primavera y la inminencia de la inundación.
NEITH. Diosa guerrera, de los telares, de algunas funciones maternales y funeraria. Como diosa guerrera es representada como una mujer con la corona del norte, el arco, emblema del relámpago y las
flechas. Como inventora del telar, tiene por atributo la lanzadera de los tejedores. Como diosa de funciones maternales es representada con 2 pequeños cocodrilos en el seno. Como diosa funeraria tiende
a confundirse con Isis.
SELKET. Diosa Escorpión representada como una mujer que lleva en la cabeza aquel bicho o como un escorpión con cabeza de mujer. Aparece siempre unida a Neith, como protectora de las uniones
conyugales, sea como conservadora de las vísceras en el rito del embalsamiento y como diosa tutelar del difunto.
MERSEGERT. Diosa serpiente, su nombre significa "amiga del silencio", se representa como una serpiente con cabeza o bien de 3 cabezas; una de mujer, otra de reptil y la tercera de buitre. Fue una
diosa benévola pero severa con los delincuentes.
NEHEBKA. Dios serpiente representado por una culebra provista de brazos humanos, y su compañera, la diosa Nehebkau, figuraba con cabeza de serpiente.
THUERIS. Es la diosa hipopótamo que simboliza la maternidad y lactancia. Aparece como una hembra de hipopótamo con ubres colgantes erguida sobre las patas traseras y apoyadas en 2 manojos de
papiros arrollados que representan a la protección; lleva una en una mano o en ambas el símbolo de la vida. Unas veces tiene cuerpo de hipopótamo y cabeza de mujer y otras de leona blandiendo
amenazadoramente un puñal.
HEOET. La diosa rana simboliza el estado embrionario en que comienza la germinación o el poder reproductor de las aguas y se menciona entre las comadronas celestiales que cada mañana asisten al
nacimiento del sol y llego a ser patrona de los partos.
N. Divinidades de ultratumba
MASKHENET. Aparece entre las diosas del parto. Es la patrona de las madres egipcias y se le representa como una mujer que lleva sobre la cabeza 2 largos brotes de palma curvados en su extremo o bien
como un ladrillo con cabeza humana, refiriéndose a los ladrillo sobre los cuales se acurrucaban las mujeres en el momento del parto.
RENENUT. Presidía la lactancia del niño simbolizando la nutrición. Se le representaba como una mujer sin atributos peculiares o con cabeza de serpiente coronada por dos plumas y dando de mamar a un
niño.
RENPET. Fue la diosa del año, de las estaciones y de la juventud, así como de la duración del tiempo, por lo que es llamada la diosa de la eternidad. Fue representada como una mujer que lleva sobre la
cabeza un largo tallo de palma que es el ideograma de su nombre.
SAI. Simbolizó el destino de cada individuo y se consideraba que estaba presente en el juicio del alma.
AMAMET. Dios que devora después del juicio al culpable en el más allá, es un dios monstruo híbrido, con rasgos de león, de hipopótamo y de cocodrilo.
MAAT. Personificación de lo justo, hija de Ra y esposa de Thot; lleva en la cabeza una pluma de avestruz y es frecuente que se desdoble en 2 figuras idénticas y simétricas que la representan a los lados
de la escena. Tiene aspecto de una pura abstracción divinizada.
O. Mitos e himnos
KHNUM : plasmó con el soplo de su boca los cuadrúpedos, infundió el aliento vital en las flores del prado, creó los toros para que preñaran a las vacas, animó los campos con rebaños. Protege a las bestias
sagradas, pero su mirada hiere a las reses de matadero. Dio vida a los pájaros para que cerniesen en el cielo y hurgasen sobre la tierra. Sumergió los peces en lo profundo de las aguas y, sin embargo les
hizo vivir. Ha creado también las serpientes en sus madrigueras y, además, a los hombres, las bestezuelas, los escorpiones. Todos son obras de sus manos; su trabajo es duradero, y a todos los creó sobre
su torno de alfarero, moldeándolos con habilidad, por lo que es llamado el padre, el Creado primero.
PTAH. Se dice de él : "Tú edificaste tu propio cuerpo cuando aún no existía ni cielo ni cielo ni tierra; cuando las aguas no habían subido todavía. Tú has puesto orden en la Tierra; tú has juntado tu carne;
tú has acoplado tus miembros, hallando en ti solo un ser que ya estuviese en orden. Tu formaste las dos tierras (Alto y Bajo Egipto) no tienes padre que te procrease en su ser ni madre que te haya
alumbrado. Te creaste por ti mismo y saliste a punto a la luz del día. Fuiste señor de la Tierra cuando esta yacía inmóvil bajo las aguas y todavía no había emergido; ahora Ptah, tienes la figura de Tenen,
la naturaleza de aquel que unifica las dos tierras..."
RA. A él se enlazan algunos mitos, transmitidos por textos de épocas diversas. Según la creencia egipcia, en que las grandes divinidades, en tiempos muy lejanos, habían vivido sobre la tierra gobernando
Egipto a manera de faraones, fue asignado a Ra un largo reinado de paz y justicia sobre los dioses y sobre los hombres, al que puso término su vejez. Se refieren al período de juventud y plena potencia :
"La diosa Isis se propone averiguar el verdadero nombre de Ra. La vejez le hacía temblar la boca y tirar saliva en la tierra; Isis amasó la saliva con polvo, moldeó una serpiente. La serpiente mordió a
Ra, Isis le dijo que tenía que decir su verdadero nombre para curarse, Ra dijo varios nombres, pero como eran falsos no se curó; de tanto sufrir se apartó de todos los magos y dijo su nombre a Isis,
inmediatamente se curó". De ahí la creencia de los egipcios de los poderes curativos del nombre.
En Hermópolis aparecieron 4 mitos sobre la creación del mundo:
Primero : Se decía que el origen del mundo se había dado en un huevo del tamaño del cosmos. Este huevo fue puesto por la oca celestial, la que rompió por primera vez el silencio en el mundo con su gran
cacareo.
Segundo : Similar a la primera, pero con la diferencia de que el huevo cósmico lo había puesto un "ibis" pájaro que representa a Thot dios de la luna y la sabiduría.
Tercero : Es una variante de las dos anteriores diciendo que la creación del mundo inicia del "loto primigenio" en cuyo cáliz estaba sentado el niño Ra.
Cuarto : Decía que el loto al abrirse descubrió al escarabajo, símbolo del Sol. El escarabajo se transformó en un niño que lloraba, cuyas lágrimas formaron a los hombres.
Los egipcios tenían centenares de dioses, algunos de los cuales eran venerados en determinadas ciudades o regiones, mientras que otros lo eran más dilatadamente. Algunos dioses adoptaban la forma de
criaturas tales como vacas, toros, leonas, monos o cocodrilos; otros de fuerzas cósmicas, como el Sol y la Luna, las estrellas y el cielo. La razón de que existiera esa cantidad de dioses, y las conflictivas y,
por lo general, contradictorias creencias mantenidas en torno a ellos, hay que buscarla en el pasado de Egipto. Para unificar el país, la religión del Estado hubo de absorber numerosos cultos locales,
muchos de ellos nacidos, tal vez, en la adoración de primitivos tótems u objetos sagrados. Algunos de esos cultos se combinaron entre sí, otros siguieron siendo como siempre habían sido, e incluso los
intentos posteriores de formar "familias" de dioses no prosperaron ni siquiera en la simplificación del panteón.
Hubo, sin embargo, una tendencia a unificar en un solo dios las funciones de diferentes divinidades locales, y ciertos dioses, patrocinados por los faraones y venerados en las mayores ciudades y en los
templos más espléndidos, alcanzaron el carácter de dioses nacionales. Tales fueron Horus, el dios personal del rey; Ptah, el dios de Menfis; Ra, el dios-sol de Heliópolis; Hathor, la vaca diosa, patrona
especial de las mujeres, y Amun (o Amon-Ra), quien en el Nuevo Reino se convirtió en el más importante y poderoso de todos los dioses de Egipto.
Dado que los ritos religiosos tenían tanta importancia para los egipcios, su arte tenía ante todo mucho más que ver con la religión que con una deliberada búsqueda de la belleza. Las esculturas y las
pinturas fueron creadas, no para las viviendas, sino para los templos y tumbas. Hasta las escenas de batalla en los muros de los templos del Nuevo Reino, como las escenas de la vida diaria en las tumbas
de los nobles tenían una finalidad religiosa. Los artista estaban, por consiguiente, atados por una serie de rígidas convenciones que, con pocas variaciones, se observaron durante 3.000 años. Las figuras
en círculos tenían que ser verticales y simétricas. En una figura erecta, el pie izquierdo tenía que estar adelantado, y las manos pegadas junto a los costados, a menos que sujetaran un báculo o un cetro.
La posición de manos y brazos, así como la forma del peinado, de los vestidos y adornos, estaban regidas por estrictas normas, y la relación de volumen entre las diferentes partes del cuerpo tenía que
ajustarse a proporciones fijadas de antemano.
Las hileras de silenciosas y majestuosas figuras —andando o sentadas— de la escultura egipcia, parecen monótonas a primera vista, pero, contempladas más de cerca, revelan muchas diferencias
sutiles, introducidas por la destreza en el modelado, por la perceptiva de la pintura, por el delicado detalle, y aún por una ligereza en el toque que revelan un sentido del humor en el artista. El estático
formalismo de las figuras reales contrasta, por lo general, con la representación, libre y brillantemente concebida, de sirvientes y operarios a los que se muestra en una infinita variedad de actitudes; en
actitud de saltar, halar de cuerdas, segar y aventar, o de danzar y de tocar instrumentos musicales para sus amos. Los artistas animalistas son magistrales y demuestran una aguda capacidad de
observación. Una de las características de las pinturas y relieves egipcios que pueden antojársele extrañas a los ojos del observador occidental es el hecho de que, pese a que el artista egipcio podría,
como es obvio, haber reproducido con toda exactitud lo que se ve, prefiere deliberadamente ignorar la perspectiva. La explicación reside en la función práctica del arte egipcio. La función del artista era
captar, no lo que veía sino lo que sabía que existía. Así, pintaba de tal manera que representaba cada una de las partes esenciales de la figura humana —cabeza, hombros, brazos, piernas y pies— tan
claramente como era posible y en su aspecto más familiar, lo mismo de perfil que de frente. Algunos artistas modernos se han inspirado en este tratamiento cubista de las formas naturales hecho por los
egipcios.
No se sabe bien el significado que entrañaba la forma de pirámide; tal vez la Pirámide Escalonada representase una escalera gigantesca por la cual el rey subiría hacia el Sol, y los lados inclinados de las
últimas pirámides sugirieran los rayos del sol hacía el cual ascendía el rey. En el antiguo Egipto se creía que el rey estaba dotado de cualidades divinas que le situaban aparte del común de los mortales.
Así como se suponía que en vida era la reencarnación de Horus, el dios del cielo, en la muerte se unía al dios del sol, Ra, y navegaba por el firmamento por su embarcación celestial.
De todos los monumentos de la antigüedad, ninguno ha atraído más a la imaginación que las tres grandes pirámides de Gizeh. Dentro de estos vastos montículos de piedra, un padre, su hijo y su nieto
fueron enterrados en el siglo XXVI a. C. Fue la primera y más grande, la Gran Pirámide, construida por el rey Kéops (o Khufu), que fue sepultado en una cámara de granito en el centro de la misma. Está
pirámide abarca cerca de seis hectáreas y contiene aproximadamente seis millones de toneladas de piedra; tiene 144 metros de altura, y su única entrada se levanta en la cara norte, a unos 17 metros del
suelo. Los cuatro lados de la pirámide siguen, casi sin desviarse, la dirección norte-sur y este-oeste. La Gran Pirámide fue originalmente recubierta con piedra caliza de la mejor calidad, pero ya queda
poco de ese revestimiento. La segunda pirámide de Gizeh fue construida por el hijo de Kéops, Kefrén (o Khafra). Aunque ligeramente más pequeña, resulta en cierto modo más impresionante, por que en
este caso se ha conservado todo el conjunto de la pirámide, que comprende, no solo la propia pirámide-tumba, sino también el templo funerario en el lado oeste, donde se hacían las ofrendas para su
empleo en la otra vida por el rey muerto, además de la larga calzada que conduce desde el valle, y también el templo del mismo, edificado con altas columnas de granito, donde el cuerpo del rey era
embalsamado antes el entierro. En un montículo de piedra caliza, situado junto a la calzada, fue esculpida la Gran Esfinge, reproducción del rey Kefrén en forma de león con cabeza humana. La tercera
pirámide de Gizeh, construida por el hijo e Kefrén, Micerino (Menkaura), abarca menos de la mitad del área de la Gran Pirámide construida por su abuelo.
En tiempos inmediatamente anteriores a 3000 a. C. poco faltaba a los grandes núcleos de población para convertirse en auténticas ciudades. Es imposible determinar un momento preciso del nacimiento
de la civilización. Paulatinamente ella había comenzado a existir con la nueva organización social, económica, política y religiosa con el desarrollo tecnológico, con los grandes templos, palacios, mercados,
escuelas, cuarteles, y con las creaciones de arte cada vez más extraordinario.
El Nilo era la vía principal de comunicación en Egipto. Las primeras embarcaciones se hicieron de papiro, pero pronto los astilleros de las orillas del Nilo construyeron barcos de madera. Los relieves de
los templos nos muestran otros grandes barcos que transportaban enormes columnas y obeliscos de granito desde las canteras de Asuán a lugares que distaban centenares de kilómetros. Desde barcos
mercantes pequeños para transporte de grano hasta barcos oficiales para los faraones y altos funcionarios eran bautizados por los egipcios igual que como lo hacemos hoy.
C. Hogares cómodos
La casa de un egipcio acomodado era de ladrillo, revocada de blanco, con uno o dos almacenes. Contraventanas y persianas la protegían de la luz del sol, y el salón interior se iluminaba por una serie de
claraboyas. Las paredes estaban, por o general, pintadas con dibujos de colores brillantes. El mobiliario era sencillo pero bien diseñado, y cómodo incluso a niveles modernos: los taburetes y los sofás
tenían cojines de plumas de ánade, y las sillas disponían de respaldo. Las camas estaban fabricadas de mimbre o de madera y, en las noches frescas, no se dormía sobre almohadas, sino apoyados en una
cabecera de madera hecha a la medida. Mesas, cajones y cajas tenían por lo general adornos taraceados. Cada familia amasaba su propio pan y hacía su propia cerveza.
Aunque el modo de vida egipcio se distinguía de las civilizaciones contemporáneas de Asia occidental Egipto nunca estuvo aislado. Hubo un constante comercio con babilonios y asirios, con fenicios, hititas
e israelitas y tuvo particularmente un estrecho contacto con el mundo Egeo. Enviados diplomáticos de Creta y Micenas llevaron presentes a la corte egipcia desde 1450 a.C. aproximadamente, y, cuando
los griegos micénicos se establecieron en Chipre y en el litoral occidental de
Levante, llegaron a estar profundamente influidos por el mundo oriental en el cual se reconocían. Cuando, por primera vez, llegaron a Egipto visitantes griegos se sorprendieron de la antigua civilización
que en él encontraron, de las ciudades con sus calles concurridas, de los templos brillantemente decorados y de los festejos y su pompa.
Las casas en el antiguo Egipto se construían de adobes (ladrillos cosidos al sol) hechos de barro del Nilo. El barro se recogía en cubos de cuero y se llevaba a pie de obra. Allí, los obreros le añadían paja
y guijarros para reforzarle, y llenaban con esa mezcla moldes de madera formando los adobes. Luego, los desmoldaban y los dejaban secar al sol. Cuando se construía una casa los muros se revestían de
yeso, y el interior se solía pintar con figuras geométricas, escenas o paisajes. El interior de las viviendas era fresco, ya que las ventanas, pequeñas, dejaban entrar poco sol. Las familias pudientes poseían
casas espaciosas. Después del vestíbulo, en ellas había los dormitorios y las estancias privadas, y por una escalera se subía al tejado plano (terrado). La cocina estaba a cierta distancia de los aposentos
para evitar los olores. Los egipcios daban fiestas en sus casas, y en ellas se divertían tanto los niños como los mayores.
En el jardín de una familia acomodada, a menudo había un estanque. Solía tener lotos y peces, y el agua se renovaba con frecuencia para mantenerla fresca. En los alrededores de los estanques se
plantaban arbustos y arboles como sicomoros, palmeras datileras y acacias.
E. Comidas y bebidas
El fértil Limo depositado por la crecida anual del Nilo, permitía a los agricultores cultivar cebada y trigo, la base de la dieta egipcia. Almacenado en graneros, ese grano se transformaba en pan o cerveza.
La llanura inundada también se prestaba al cultivo de hortalizas como cebollas, ajos, puerros, aluvias, lentejas y lechugas. También se daban las calabazas, dátiles e higos, los pepinos, los melones y las
sandías, pero no las naranjas y los limones. Los panaderos egipcios hacían tortas de todos los tamaños, endulzadas con dátiles o con miel, que se cosechaba de unas colmenas cónicas de cerámica. Las uvas
se cosechaban en el Delta del Nilo o en los oasis del desierto occidental se vendimiaban para hacer vino o desecarlas para consumirlas como pasas.
Las personas menos afortunadas seguramente comían menos pescado. En los banquetes, la oferta era de lo más variado: desde patos, ocas y bueyes, hasta órices y gacelas. Y así mismo cerdos, corderos y
cabras, estofados o asados.
Los egipcios cultivaban sus viñas sobre todo el norte; la uva, tinta y blanca, producía el mosto que por fermentación daba vino.
Los escribas y los nobles podían disfrutar de gran variedad de carnes, aves y fruta. Este rico y colorido despliegue de alimentos y bebidas formaban parte del banquete de una fiesta de baica. Entre los
platos había tortas, cestos de higo y racimos de uvas, la cabeza de un ternero, el corazón y la pata delantera de un buey, una oca pelada y una ristra de cebollas.
F. Compras y ventas
Egipto era el país más rico del mundo antiguo. Parte del oro de las minas del desierto oriental y de Nubia se enviaban al extranjero en forma de regalo a los gobernantes de otros países, como el rey de
Babilonia. A cambio, el faraón le enviaba tanto princesas como productos manufacturados. Aunque en algunas épocas los faraones dominaron largos tramos del Nilo más allá de la frontera meridional e
Asuán, los productos de Africa ecuatorial se obtenían mediante el comercio con los príncipes de Nubia, la comarca al sur de la primera catarata del Nilo. Un lugar importante de intercambios era Kerma,
cerca de la tercera catarata. De ahí traían varias mercancías, como pieles de pantera, galgos, colas de jirafa, colmillos de elefante y animales como mandriles y leones para los templos o el palacio.
El trueque era la forma común de adquirir mercancías. Se podía cambiar un par de sandalias por un bastón, o una prenda de vestir por alimento.
Los egipcios amaban la belleza y la elegancia. Muchos de sus nombres propios se basan en la palabra nefer, que significa "belleza": por ejemplo, Nefret, Nefrtiti, Nefertari. La diosa asociada al adorno
era "Hator la Dorada" contemplada como ideal de la belleza en la poesía amatoria de aquel tiempo. Los egipcios, hombres y mujeres, usaban aceites para los ojos, que se hacían con minerales molidos
en finas paletas de pizarra. Empleaban mucho tiempo en adornarse con cosméticos, pelucas, guirnaldas de flores y telas finas. Se han conservado muchos objetos como peines, espejos y recipientes de
cosmética, que demuestran la gran importancia que concedían a su aspecto personal. "Pon mirra sobre tu cabeza y vístete con hermosos vestidos" dice una canción egipcia.
El mineral molido se mezclaba con agua y se guardaba en tubos. Para sacar la mezcla se utilizaban paletas y con estas mismas se aplicaban. Las cortesanas llevaban sujetas sobre sus pelucas unas moñas
con grasa animal perfumada, que a veces tenía forma de flores de loto.
Los cortesanos utilizaban espejos de bronce o cobre. Los egipcios obtenían diversos pigmentos para pintarse los párpados. De la malaquita, mineral de cobre, sacaban una pintura verde que simbolizaba
la fertilidad. El mineral de plomo llamado galeana daba una pintura para los ojos negruzca (hoy llamada "kohol"). Para pintarse las mejillas y los labios se utilizaba almagre (óxido de hierro) que
abundaba por todo Egipto. Para la aplicación de los pigmentos en la cara seguramente los mezclaban con grasa animal.
Ramsés II contrataba espías que seguían la pista de las muchacha más bellas de Egipto, las cubrían de oro y piedras preciosas, y las invitaban a participar en una fiesta tan íntima que solo tenía un
espectador y protagonista: Ramsés el Grande.
El faraón se sentaba medio desnudo, solo cubierto por un taparrabos, en el trono de oro del salón palaciego. Detrás se arrodillaban dos mujeres púberes, sin otra vestimenta que un cinturón del que
colgaban finas tiras de cuero. A una señal del rey, comenzaba el espectáculo: una orgía al estilo Federico Dfellini, loca, obscena y perversa. Diríase increíble si no fuera por el papiro de Turín 50.001 que
lo certifica con pelos y señales.
A los sones de música estridente entraba en el salón una muchacha. Tendida sobre el suelo, se despojaba de su levísimo vestido plisado, abría sus muslos y dejaba que el faraón contemplase sus encantos
que debían aguardarle. Pero aquel strip-tease no excitaba demasiado a Ramsés. Al fin y al cabo, la misma ceremonia se repetía cada semana, para presentar a las nuevas candidatas al harén.
El plato fuerte venía después, cuando irrumpían en el salón varios carros repletos de muchachas desnudas. Unas iban atadas otras de pie o acurrucadas. Todas competían en la ejecución de refinadas
posturas coitales e invitaban al agasajado a perder su compostura real, lo que sucedía con poca frecuencia. Con gritos salvajes, el faraón se lanzaba sobre las muchachas, quienes se ofrecían. Preso del
éxtasis, Ramsés no tenía más que saltar de un carro a otro, de una muchacha a otra, de un coito a otro.
El sexo no era un tabú en Egipto, el papiro Turín demuestra que ya hace 3,000 años se cultivaba la literatura pornográfica. Hombres y mujeres preferían la postura más corriente, pero en círculos más
escogidos no se desconocía el sexo en grupo, el coito anal, la autofelación, la felación, la pederastia y la zoofilia. Además los antiguos egipcios se ayudaban de pócimas afrodisiacas secretas y contaban
con el auxilio de Bes, Hathor o Seth.
En un papiro puede leerse: "Re disfruta al contemplar cómo Hathor se sube el vestido; la mano del dios Atum, que recibe honores de su compañera divina, pone en orden el universo al masturbarlo; Isis
y Neftis se ocupan del flácido pene de Osiris..."
La mujer egipcia era liberal en el amor y en ningún caso fue un personaje pasivo; el papiro Orbiney, de finales de la XIX dinastía, se describe un acoso sexual por parte de una mujer. La historia la
protagonizan dos hermanos. El mayor, Anubis, está casado y mantiene en su casa al pequeño, Bata. Aprovechando la ausencia de su marido, la mujer de Anubis intenta seducir a Bata. Sin embargo, el fiel
hermano rechaza la proposición y jura mantener el asunto en silencio. Despechada, la mujer finge ante su marido haber sido forzada por Bata. Anubis jura matar a su hermano. Sólo la intercesión del
Dios Reharajte evita, al final, la muerte del más joven, aunque el marido acaba matando a su mujer. Bata retirado al Valle de los Cedros, recibe de regalo de los dioses una mujer de barro. La ambición
del faraón por tal dama terminará con la muerte del hermano fiel.
Las relaciones entre los hombres y las mujeres en el antiguo Egipto sorprendía a todos sus visitantes, principalmente a Grecia; las mujeres iban al mercado y los hombres estaban en casa; ellas se
quedaban de pie mientras ellos se inclinaban para dejar el agua. Las egipcias participaban mucho más activamente en la vida comunal que las mujeres del resto del mundo antiguo.
En la tumba de un escriba que vivió durante el reinado de Tutmosis IV (1413-1403 a.C.) se habla por primera vez de las bailarinas desnudas, y desde entonces se proliferaron mucho. El baile se convirtió
en un espectáculo acrobático-erótico y a menudo representado en forma muy obscena, según el griego Herodoto. Un motivo decorativo muy frecuente en las tumbas privadas tebanas son danzarinas
desnudas dando volteretas hacia atrás.
En el Egipto faraónico no se pasaba por el altar, ni se intercambiaban anillos o un si quiero oficial, sencillamente se aprobaba la vida en lo común. En caso de que la experiencia fuera positiva, la pareja
firmaba un contrato de matrimonio. No había ningún sacerdote que sancionara o santificara la relación, lo que no deja de ser extraño, cuando la religión impregnaba cada minuto de la vida diaria del
Antiguo Egipto. Aparentemente el matrimonio se tomaba como algo secundario, que ni siquiera creían necesaria la asistencia de un funcionario que lo convirtiera en un acto formal. La boda se festejaba,
pero no se sellaba; casarse se tomaba como un cuestión privada, un asunto de costumbres.
Algunos afirman que los egipcios eran polígamos y sólo los sacerdotes tenían que decidirse por una mujer. En el antiguo Egipto la poligamia o la monogamia era cuestión material, sin ramificaciones
jurídicas ni morales. Desde el Imperio Medio se conocen muchos casos de poligamia.
Desde la XXII dinastía, ya en el Tercer Período Intermedio (1080-714 a.C.), las mujeres y los hijos contaban con la seguridad de una parte del matrimonio. Si había una segunda mujer, ésta tenía derechos
de familia y, por lo tanto, de sucesión, pero siempre después de la primera. Tal legislación obligaba indirectamente a los hombres que quisieran tener varias mujeres a contar con los suficientes recursos
para su mantenimiento. Si no era así, lo normal era que la segunda mujer fuera de un nivel social muy bajo, una esclava o una viuda sin herencia.
Cuando la pareja decidía separarse, no tenía que hacer ningún papeleo legal, todo se resolvía mediante un acto privado. Podía considerarse motivo de divorcio que la mujer abandonara el hogar, que no
pudiera tener hijos, que si aspecto fuera horrible o que el marido deseara casarse con otra mujer. Pero si había divorcio se la aseguraba a la mujer su economía y manutención.
Todo parece indicar que a los egipcios les gustaba andar ligeros de ropa, lo que es comprensible debido a que está encajonado en el desierto. Las mujeres usaban unas levísimas camisas de lino que dejaban
ver a trasluz los encantos de su portadora, los hombres gustaban de pasear su torso descubierto por las calles. Muchos oficios, tanto masculinos como femeninos, se realizaban desnudos: carniceros,
marineros, pescadores, sirvientas, entre otros.
Ambos sexos concebían el amor y las relaciones eróticas, sin mojigatería ni falsos pudores. Quizá residía allí la clave de su felicidad. Porque nadie puede negar que se trataba de un pueblo
fundamentalmente feliz.
Conclusión
Egipto es fascinante, tanto por su historia, como por sus misterios. Muchos de sus conocimientos continúan asombrando a los científicos de ahora debido a que esta maravillosa civilización logró avances
tan extraordinarios en diversas ramas de la ciencia como en la tecnología; ejemplos claros son las matemáticas las cuales emplearon en la construcción de las famosas pirámides de Gizah, logrando
medidas tan exactas y parecidas casi al 100% de las medidas actuales, como , los ángulos rectos, etc.
Otro gran avance en la civilización egipcia fue dado en la medicina , ya que ellos sabían con que plantas curar ciertas enfermedades y como prevenir otras tantas. Dentro de esta rama entra también el
arte de la momificación, ya que ellos supieron con que sustancias podían evitar que los cuerpos se descompusieran y lograron preservarlos por siglos, y por siglos mas serán admirados.
Otro gran avance fue la escritura, tan perfecta, que reflejaba sus creencias en las divinidades, en su universo de dioses, en el juicio final, en el juicio de Osiris; tenían una visión tan compleja del universo
que todo lo atribuían a seres maravillosos, cada cosa a cada uno, formando, como ya se dijo antes un universo entero de dioses.
Por esto y por muchas cosas mas, la civilización egipcia merece la admiración de todas las personas de hoy, y si la tierra hablara nos revelaría asombrosos secretos, hasta hoy escritos, de esta tan singular
civilización.