Demonio Banco
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Black Butterfly
Capítulo 1
2
Estaba en el Colegio Altair, de la Ciudad Blanca, lugar que quedaba a varias
horas de mi antiguo hogar, que tampoco extrañaba, sin embargo, este lugar era
bastante oscuro, escondido entre bosques y la humedad era horrible. Nos habíamos
mudado porque mi padre, Cristian, era el Jefe de la Unidad de Narcotráficos, bajo
su cargo estaba este lugar y además la ciudad La Luna, de dónde veníamos, era
bastante grande comparada con esta, pero me podía acostumbrar a ello.
Todo este nuevo proyecto de vida por parte de mis padres, fue definitivo en
junio, hace tan solo dos meses atrás. Tuve que dejar mi colegio, lo que fue bastante
difícil ya que mis notas estaban volviendo a estabilizarse luego del año pasado,
curso que aprobé con mucha dificultad debido a mi comportamiento.
Esperaba que este lugar no se volviera un infierno, es más, mi esperanzas
recaían aquí, justo en el Colegio Altair, tan solo debía pasar muy desapercibida y
no meterme con nadie, tan solo ir y venir por un par de meses antes de comenzar
el último año y después ir a la universidad. Pan comido ¿no? solo debía controlar
mi carácter y volver a tener la habilidad de comunicarme con otras personas, cosa
que había perdido estos últimos meses, donde me enclaustre en casa para estudiar.
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iba plisada a cuatro dedos de mi rodilla, de color verde oscuro y negro. No era tan
feo, me agradaba y era diferente al de mi antiguo colegio, lo que ayudaba a olvidar
sucesos del pasado.
Subí las escaleras con cuidado de no tropezar, pero al pisar el tercer escalón
unas chicas pasaron a mi lado con tanta rapidez y brusquedad, que me empujaron,
incluso ellas resbalaron, pero lograron equilibrarse y salir del paso, en cambio yo…
yo traté de sujetarme del pasamano pero fue imposible. Era el primer día y ya
escuchaba los apodos que me pondrían por haber caído debido al hielo de los
escalones.
Simplemente cerré mis ojos, esperando a los golpes que recibiría al nivel de
mi espalda y cabeza. Me rendí ante mi mala suerte.
— ¡Cuidado! —sentí que unos brazos evitaron que me desplomara,
ayudándome a quedar sobre mis pies nuevamente. Me volteé asustada ante tanto
movimiento –casi caes arriba de mí.
No puedo negar que por unos segundos me quede mirando aquellos ojos
verdes tan sorprendentes. Mi propio héroe por lo visto, irónico, este podría llegar a
ser un buen momento televisivo si estuviera insertada en alguna serie sobre
adolescentes.
— ¡Damián! ¿Qué estás haciendo? ¡Vamos! –el aludido llevó su mano a su
desordenado cabellos negro y sonrió.
—Ya voy –le dijo a un chico alto de cabello oscuro que lo miraba con una
expresión de enojo porque se estaba retrasando — ¿estás bien? –dirigió sus ojos
verdes hacia mí. Tragué saliva sin ser capaz de decir nada. Él me miró un tanto
extrañado –mi nombre es Damián Andrade, estoy en tercero, por si necesitas algo
–dijo estirando su mano hacia mí.
Lo miré sin entender lo que estaba haciendo, además de que mi corazón
estaba yendo a cien latidos por segundo.
— ¡Damián! –volvió a gritar su amigo.
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—Bien –dijo bajando su mano –me tengo que ir, que tengas buen día –subió
el resto de los escalones con rapidez hasta llegar a donde su amigo, que le dio un
golpe en el hombro.
— ¡Apresúrate! Nos están esperando –me sujeté del pasamano nuevamente.
—Demonios –dije susurrando, de lo cual me arrepentí al ver la mirada
asustada de una niña que me escuchó.
Soy una inútil, aquel chico guapo y de mi año había sido capaz de ayudarme
para así no quedar con alguna contusión, me había saludado y además se había
presentado amablemente ¿y yo lo dejé con su mano estirada? Soy una idiota, me
había vuelto en alguien sin gracia, definitivamente.
Derrotada entré abatida al colegio sin poder dejar atrás el momento ocurrido
hace solo unos minutos. Miré mis manos y noté que no tenía mi horario. Volví hacia
la entrada para ver si la había dejado caer, pero no había nada.
Miré a mí alrededor y todos estaban entrando, ya no quedaban demasiados
alumnos como para atreverme a preguntar. Empecé a jugar con mis manos,
nerviosa. Sin otro remedio tuve que entrar y buscar la recepción del colegio, gracias
al cielo no me tomó mucho ya que estaba a unos metros de la puerta principal.
—Buenos días –dije con voz baja. Había una mujer mayor en el mesón,
tomaba de su café.
—Alumna nueva, buenos días –me sonrió amablemente, lo que me ayudó a
hablar un poco más fuerte.
—He perdido mi horario de la semana –ella enarcó una ceja.
— ¿Cómo qué lo has perdido? –tragué saliva incómoda, su actitud ahora era
diferente.
—Sí, yo lo perdí, lo siento —ella bufó cansada.
—Estos niños no son capaces de hacerse responsable de nada, tu nombre –
dijo mirándome despectivamente.
—Amaya, Amaya Varela.
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— ¿Amaya Amaya Varela? –negué, empezando a jugar con un cordón de mi
mochila.
—Solo Amaya Varela —ella escribió algo en su computador y luego no me dijo
nada, hasta que supuse que estaba imprimiendo mi cronograma. La mujer se fue
hacia un mueble y sacó un papel, la miré aliviada, aún estaba a tiempo de llegar a
clases.
—Esta es una solicitud de tu horario de clases, ahora ve a la oficina de al frente
–mis hombros bajaron desanimada ¿Por qué me pasaba esto a mí? ¿Quién era
capaz de pedir una solicitud para sacar dicho horario? ¡O sea, se imprimen de
internet!
— ¿Al frente? –dije mirando hacia atrás.
—Eso he dicho, toma –cogí el papel.
—Gracias —Salí de ahí para luego entrar a la nueva oficina a donde me había
enviado, por suerte me encontré a una mujer más joven, de unos veintisiete años.
—Tienes rostro de haber sido atacada por la señora Beatriz ¿no? –la miré sin
decirle nada, no podía responderle que esa señora tenía una actitud de ogro y que
además parecía uno.
—Mi nombre es Amaya Varela –dije pasándole el papel.
—Muy bien –ingresó algo al computador e imprimió de inmediato lo que
sospechaba era mi cronograma –Aquí tienes…y linda, cambia esa actitud –dijo
mirándome amablemente –o este lugar te comerá.
Tragué saliva, malditos colegios.
—Gracias –dije tomando el papel y saliendo de ahí. Miré el pasillo principal y
no había nadie. Excelente. Miré mi horario y tenía matemáticas en la sala 203—C
— ¿C? ¿A qué viene la letra? —Me giré para preguntarle a la mujer que recién
me había atendido pero ella iba entrando a la oficina de la señora Beatriz, alias la
Ogro. Ahí no volvería jamás.
Comencé a recorrer el colegio, esto de verdad que intimidaba. Era por
completo de madera oscura, alfombrado, lleno de cuadros famosos. Miré por la
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ventana hacia al frente y rápidamente corrí hacia edificio al ver un pequeño letrero
plateado que tenía marcado la letra C. iba treinta minutos atrasada. El tiempo
siempre corre más rápido cuando deseas lo contrario.
Comencé a mirar todas las salas que estaban ya con sus alumnos adentro, no
fue hasta que tuve que subir al segundo piso para encontrar la maldita sala 203.
Tomé aire para animarme, pero me quede con la mano hecha un puño al frente de
la puerta.
—Te recomiendo que no entres –sentí un balde de agua fría en mi espalda al
escuchar esa voz de nuevo. Miré hacia mi izquierda –El señor Martínez es muy
estricto –tragué saliva nerviosa de nuevo, sin poder formular palabra –
mira…haremos algo –pude ver que estaba con un libro de clases –vamos a decir
que mi profesor te pidió un favor y que te hizo demorar ¿sí? –asentí sin poder volver
a recuperar el habla.
Damián Andrade, este chico desconocido, tan guapo, me estaba hablando y
ayudando de nuevo. Obviamente tuve que comportarme como una idiota y no
responderle nada.
Se acercó a mí, muy seguro en su caminar y tocó con confianza la puerta. No
se escuchaba ningún ruido en su interior hasta que un caminar llamó nuestra
atención.
—Tu sígueme la corriente –dijo sonriendo, volví a asentir, como si no tuviera
la capacidad para hablar.
Una chica abrió en ese momento la puerta y abrió los ojos al vernos ahí
parados, aunque sospecho de que realmente abrió los ojos asombrada por el chico
que tenía al lado.
—Damián –dijo ella con sus ojos grandes, demostrando lo sorprendida que
estaba.
—Hola ¿podrías llamar al profesor Martínez, por favor?
—Claro –dijo ella con tranquilidad — ¡Profesor! –no tomó más de tres
segundos para que el temible hombre apareciera ante nosotros.
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Era bajo, moreno y con canas, llevaba pantalón de tela negro y una camisa
blanca, sin corbata. Tenía el ceño fruncido y si, parecía terrible.
—Señor Andrade y –me miró por unos segundos –desconocida ¿Qué sucede?
—Profesor, he traído a la alumna Varela a su sala, la profesora Abigail nos
pidió ir por su libro de clases, creyó que también estaba en su clase —el profesor
enarcó una ceja y yo comencé a sonrojarme por aquella mentira, creo que Damián
era bueno en esto.
—Así que la confundió, evite mentirle a los profesores señor Andrade. Bien,
váyase a su clase y usted –dijo mirándome muy serio, lo que causó un escalofrió
por mi parte –Señorita Varela, espero que sea buena en matemáticas para no tener
que arrepentirme por dejarla entrar —asentí rápidamente.
En realidad me iba bien en todas las asignaturas desde que volví a
concentrarme en los estudios, además del hecho de que no salía mucho y podía
entretenerme en la escuela, cosa bastante triste, pero práctica a final de cuentas.
–Muy bien, entre –lo hice con la vista hacia abajo al comienzo, luego miré a
todos mis compañeros. Los asientos estaban en su mayoría ocupados –ahí, atrás
–dijo el profesor indicándome un asiento vacío, al final de la clase, solo era una
mesa, por lo que no tendría compañero o compañera de asiento.
Me dirigí en silencio, sin mirar hacia atrás. Saqué mi cuaderno, libro y comencé
a poner atención en la clase, bueno…en realidad no pude hacerlo. Realmente
estaba pensando en aquel chico de ojos verdes, Damián. Era encantador, por lo
visto tenía la confianza de los profesores, era bueno mintiendo y además
deslumbraba a chicas.
—Señorita Varela –desperté de mi sueño cuando el profesor me habló –la he
llamado por segunda vez, dígame el resultado de esta ecuación ¿no quedamos en
qué era buena en matemáticas? De pie –tragué saliva nerviosa y me puse de pie
lentamente.
—El resultado de X es tres séptimos –él sonrió.
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—Muy bien, por lo visto no es una mentirosa como su amigo, el señor Andrade
–al decir aquello un montón de susurros atraparon a los alumnos del salón.
—Él…él –dije mirando a toda la clase, sintiendo como me sonrojaba –él no,
no es mi amigo –aclaré de inmediato para no dejarlo mal, ni llamar la atención. Era
mi prioridad esta mitad de año que quedaba, pasar desapercibida.
—Muy bien…debería serlo, ahora asiento –hice lo que dijo y sentí mi rostro a
mil grados de temperatura.
La hora de clase se sintió una eternidad, pero aun así agradecía que el señor
Martínez no hiciera que me presentara. Estuve todo el tiempo en silencio, anotando
lo que necesitaba de la clase y sin hablar con nadie, creo que no soy una chica a la
que se acercaran fácilmente los demás. El timbre sonó y todos con rapidez
comenzaron a salir del salón.
Estuve todo el santo día solo, no era capaz de acercarme a nadie, ni una chica
y menos a un chico. Cuando una compañera me miraba amablemente, yo bajaba la
vista sonrojándome. Dios, tendría que aprender a hablar con los demás o si no iba
a quedar como una rechazada por el resto de mi enseñanza, creo que estaba
exagerando en pasar inadvertida.
Tomé mi mochila por última vez, ya completamente vacía porque había dejado
todo en el casillero que se me había asignado, así que ahora tendría que dejar esta
mochila en casa y venir mucho menos cargada que hoy. Ya más tranquila que todo
el resto del día, me fui hacia la entrada principal para esperar a Miriam, pero mi
celular comenzó a sonar al instante que toqué el cemento del estacionamiento.
— ¿Qué sucede, mamá?
—Amor, tendrás que llamar un taxi, no podré ir a buscarte –suspire frustrada
–y quédate bajo un techo, que está lloviendo mucho –miré hacia el cielo y estaba
normalmente nublado.
—Está bien –dije poco convencida.
Ambas cortamos y decidí irme caminando para evitar malgastar mi dinero, lo
más probable era que llegara más rápido caminando que esperando a un estúpido
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taxi en este estúpido pueblo. Arreglé mi abrigo y me dirigí a la salida del
estacionamiento.
Comencé a caminar tranquilamente mientras escuchaba mi música en el
reproductor. Esto era relajante, ver y sentir como el viento movía todas las hojas y
árboles, mientras iba escuchando una hermosa canción de Keane, Somewhere only
we know. Sin embargo, no todo estaba saliendo como me hubiera gustado.
Una gota cayó en mi frente provocando que me preocupara al ver que me
faltaba todavía mucho para poder llegar a casa y por lo que había notado en estos
pocos días que había llegado a este lugar, el tiempo era un verdadero asco, además
del hecho que este pueblo tenía una humedad que le hacía horrible a mi cabello
rebelde.
Mi paso se volvió más rápido para que no mojarme por completo, pero me
tensé cuando varios autos comenzaron a tocar la bocina, aquellos debían ser
alumnos del colegio, había una gran cantidad de ellos que ya poseían un auto,
personalmente no me llamaba la atención tener uno, además de no tener la edad
suficiente para obtener uno, pero al parecer habían bastantes alumnos mayores de
edad que tenían licencia.
Mis nervios sobre las bocinas comenzaron a aumentar más cuando uno de
ellos bajó la velocidad e iba siguiéndome. Mi corazón comenzó a latir con rapidez
por la preocupación de que fuera un psicópata.
— ¡Ey, tú! –dijo una voz femenina desde el auto. Me detuve y mire hacia
adentro. En el interior de aquel Honda color negro no había solo una chica, había
un chico también.
— ¿Si? –dije rindiéndome de nuevo a mi timidez.
—Sube, te mojarás –ella de cabello rubio y liso, que llegaba hasta bajo sus
hombros, me miraba con esos ojos verdes increíbles, su piel acorde a este clima
era blanca como la nieve. A su lado iba a un chico también rubio, de cabello corto
con unos ojos azules, él era más bien pálido y bastante delgado, pero no por eso
feo. Ambos traían el uniforme del Colegio Altair.
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—No, muchas gracias –seguí mi trayectoria para que ellos siguieran la suya,
pero ni por asomo tenían pensado hacer aquello.
— ¡Chica! Sube de una buena vez –fruncí el ceño por cómo me llamó de nuevo
la chica que estaba manejando — ¡Te vas a mojar! E inevitablemente quedaré
preocupada por una persona que no conozco va caminando en la carretera bajo la
lluvia.
—No te preocupes, estoy bien –bajé la mirada y comencé a caminar más
rápido.
—Disculpa que pregunte, pero… ¿eres sorda o algo parecido? No estás
entendiendo –me tense al escuchar la voz del chico esta vez.
Realmente hablar con el sexo opuesto se había vuelto algo difícil los últimos
meses, me había retraído hasta ese nivel.
— ¡Oh muy bien! –dijo la chica y frenó de manera brusca. Se bajó del auto y
con velocidad se ubicó al frente mío.
Era como de mi estatura y de ultimo año. Me quedó mirando como si de verdad
estuviera decidida a llevarme por las buenas o por las malas.
–Amalia Andrade –dijo estirando su mano hacia mí. La estreché con
desconfianza, más al notar el apellido que tenía, era el mismo que el chico Damián
–él es mi novio, Simón y te llevaremos ¿entendido? —quedé pensando en su
proposición.
La verdad es que estaba comenzando a llover más fuerte y me estaba
mojando, su oferta no lucía nada de mal. Además de pensar que de seguro ella
estaba vinculada con ese maravilloso chico que me salvó de caer en las escaleras
y de que no pudiera entrar a mi primera hora de clases.
—No hay motivo para desconfiar —de verdad lucía una buena persona o por
lo menos me daba la impresión de ello.
—Gracias –dije mirando hacia el suelo. Ella abrió la puerta de atrás para mi e
ingresé al auto –no tenían por qué molestarse –dije cuando ella entró y comenzó a
manejar. Pude ver como Amalia sonreía por el espejo retrovisor.
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—Eres muy desconfiada —sí, el mundo no estaba lleno de buenas personas
y me había topado con un par de ellos.
— ¿Dónde vives? –preguntó el chico.
—En el condominio a la salida norte de Ciudad Blanca
— ¿En serio? –dijo Amalia volteándose por completo a mirarme, su novio la
obligó a que se fijara por donde iba.
—Si –me concentré en mis rodillas.
—Eso es genial, ni siquiera tendremos que desviarnos del camino, vivimos ahí
también –mi corazón latió con rapidez al notar que aquel chico, Damián, también
vivía en ese lugar.
—Entonces ¿Cómo ha estado tu primer día? ¿Te han molestado por algo? –
preguntó el chico.
—No –dije negando –me perdí al principio, pero… Damián Andrade me ayudó.
—Ya veo –dijo la chica –ten cuidado, Damián te puede meter en problemas,
muchas lo quieren solo para ellas y actúan como verdaderas fieras cuando se
acerca a una compañera –fruncí el ceño.
— ¿De qué hablas?
—Como notaras soy su hermana, bien, te contaré que Damián es muy cotizado
entre las mujeres de ese instituto y mi hermano…tiende a acercase a niñas como
tú, no me mal intérpretes, me refiero a chicas nuevas que están perdidas, él es
presidente del centro de alumnos –asentí para que siguiera hablando –chicas de
ultimo año te pueden hacer la vida imposible si te ven muy cerca de él.
—Entiendo –dije finalmente.
— ¿Y bien? –Preguntó el chico — ¿has quedado en el curso de Damián o no?
—No, en otro.
—Lamentable…
El resto del camino Amalia y Simón se fueron hablando de trivialidades
mientras yo me concentraba en mirar el paisaje, hasta que llegamos al condominio
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llamado Las Azaleas. Supuse que le habían dado ese nombre por la cantidad de
aquellas flores que había en esta zona. Flores hermosas, sin duda.
—Esa de ahí es mi casa –era la primera casa de dos pisos, bastante moderna
y diseñada por mi Miriam.
—Tu madre tiene buen gusto –dijo Amalia –pero tú no te irás directa a tu casa,
iras con nosotros.
—No puedo –mi tono asustado hizo que ambos se voltearan a verme mientras
Amalia ya se había detenido.
— ¿Te dirán algo malo? –negué.
—Es que…debo ir a hacer las compras.
—Entiendo ¡te acompañaremos! –no pude decir nada.
Ella siguió manejando hasta que llegamos a un par de cuadras y la casa de
los Andrade salió a resplandecer. Era bastante grande, de color blanco con unos
jardines hermosos.
—Ven –dijo Amalia ya fuera del auto. Salí de este y seguí a los chicos –debes
conocer más gente de aquí, hay varios chicos y chicas, así haces amigos pronto –
asentí.
Entramos a su casa y por dentro era tan asombrosa como por fuera. Me senté
en un sofá mientras Amalia dijo que se iba a cambiar, Simón se despidió de las dos,
dijo que volvería pronto. Estaba sola en una casa desconocida, así que como toda
una chica valiente, me puse de pie para salir de esa casa, no tenía ánimos de hacer
vida social realmente.
Me dirigí hacia la puerta y estaba a punto de abrirla cuando una voz provocó
que me estremeciera.
— ¡Ey, tu! –me volteé de inmediato y pude ver como de la escalera bajaba el
mismo chico que me había salvado de caer.
No era capaz de hacerlo, no era capaz de responder a su saludo y menos
explicar el motivo del porque estaba aquí, por lo que abrí con rapidez la puerta para
salir de ahí mientras escucha los llamados de Damián.
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Corrí con toda las fuerza que me permitían mis piernas, lo que era bastante ya
que era corredora en mi antiguo colegio, dos años atrás. No pasaron muchos
segundos antes de volver a ver mi casa, sonreí satisfecha, estaba a salvo.
Miré hacia atrás y mi sonrisa se fue por completo, Damián venia corriendo
hacia mí, por lo que corrí aún más fuerte para escapar. Entré a la casa y cerré la
puerta, saludé a mi nana y subí corriendo por las escaleras hasta mi habitación.
Arrojé mi bolso al piso y me saqué el abrigo, estaba empapada. El comunicador en
mi habitación sonó, por lo que conteste sabiendo lo que ocurría.
— ¿Señorita Amaya?
— ¿Qué sucede? –mi corazón estaba ahora al nivel de mi cabeza.
—Aquí hay un joven que necesita hablar con usted.
—Estoy ocupada en estos momentos, dígale que vuelva después por favor.
—Señorita Amaya…esta empapado –suspiré, derrotada.
—Está bien, ahora bajo –tomé mi camiseta negra ancha y mis jeans. Me
cambié la ropa mojada y tomé mi cabello en un moño desordenado.
Bajé las escaleras luego de unos minutos, mi nana tenía a Damián en el sofá
de la sala, junto a una manta que lo cubriera, tomando un té. Me quedé a varios
metros de distancia.
— ¿Si? –dije como si nunca hubiera visto a aquel chico.
—Wow…tu si corres rápido, deberías unirte al grupo de corredores, te iría bien
–asentí no muy convencida — Quería saber ¿Por qué corriste de mí?
—Siento haber estado en tu casa.
—Amaya, no hay problema ¿te has encontrado con Amalia? Es raro como
suenan junto sus nombres, muy parecidos, quizás se lleven bien ¿la viste? –Asentí
–no debiste correr así –me miro un tanto preocupado — ¿Qué harás ahora?
—Hacer mi tarea –él asintió.
—Eso adecuado, pero llamé a Amalia y dijo que tenías que ir hacer unas
compras ¿quieres qué te acompañe? Así te ubicas mejor en el pueblo –recordé lo
que había dicho su hermana.
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—No es necesario, gracias…además ya llegará mi mamá.
—Ya veo ¿te puedo meter en problemas por estar aquí? –dejó su te en la
mesa, la manta en el sofá y dio unos pasos hacia mí, yo retrocedí de inmediato.
—Si –mi voz salió un poco más segura –gracias por tu ayuda, que estés bien
–le dije despidiéndolo.
—Oh…muy bien, nos vemos mañana en el colegio entonces, adiós –se giró y
se fue hacia la puerta.
Fui corriendo hacia la ventana y me quede escondida detrás de la cortina,
mirando cómo se alejaba aquel chico. Realmente se toma el cargo de presidente
del centro de alumnos en serio, ya que se pasó el día tratando de ayudarme.
Veremos qué pasará mañana, no quería estar en contacto con él de nuevo, por lo
que dijo su hermana, Amalia.
—Gracias Damián Andrade.
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Capítulo 2
16
— ¿Has dormido tranquila, cariño? –Preguntó Miriam — ¿no has tenido alguna
pesadilla? –hice mi mano un puño.
—No, ninguna –era cierto, no había tenido ningún sueño extraño, pero el tema
me incomodaba.
—Sabes que no te debes sentirte mal ¿sí?
Miré a mi nana que llenaba mi taza con agua caliente. Ella me regaló una
sonrisa comprensiva ante las palabras de papá, a veces mis padres podían invadir
mi espacio, no era una mal agradecida, sabía que ellos se preocupaban por mí,
pero me incomodaban con sus preguntas frecuentemente.
—Gracias –tomé mi taza y comencé a beber de ella, mientras tomaba una
galleta.
—Amaya —dijo papá, tratando de tomar el tema de nuevo.
—Basta por favor, ese tema no es agradable para que lo hablemos en la
mañana, denme un respiro, es mi problema.
— ¿Tu problema? Amaya no puedes seguir de esa forma, pensé que el
psicólogo había progresado contigo y que por eso te dio el alta…
De alguna forma me quede mirando a Cristian, observando cómo sus labios
se movían y me hablaba, pero no lo escuchaba, solo me concentré en beber
rápidamente mi café con leche y comer algo.
—Debo llegar temprano al colegio, nos vemos –dije sin esperar a que papá
terminara de hablar.
—Amaya –dijo Miriam con el ceño fruncido –tú te vas conmigo ¿no es así?
Debes esperar a que yo termine, siéntate hija –negué.
—Pediré un taxi, no te preocupes, iré a lavar mis dientes y me voy, que tengan
un buen día, adiós.
No alcanzaron a decir nada cuando desaparecí de la cocina y subí a mi
habitación. Lavé mis dientes y al escuchar la bocina del taxi bajé corriendo con mi
bolso.
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Al cerrar la puerta, pude ver como mi taxi comenzaba a irse sin mí, corrí para
tratar de detenerlo, pero no hubo caso. Aunque cuando aquel auto se movió,
apareció otro detrás de este, dejando expuesto a un chico que me levantaba la
mano, haciendo una seña, sonriendo.
Me quede estática por varios segundos ¿qué demonios estaba haciendo
Damián Andrade al frente de mi casa? Tragué saliva, nerviosa, cuando vi que se
acercaba. Creo que era a la única persona que le quedaba tan bien su uniforme del
colegio.
El pantalón gris más su blazer azul, le quedaba sin duda perfectos, incluso con
el suéter blanco y las líneas verdes en el cuello; su corbata color rojo vino y su
camisa blanca…lo hacían parecer como un modelo con el uniforme del Colegio
Altair. Este chico sin duda era muy apuesto y sus ojos verdes resaltaban con fuerza.
En cambio yo… no debía lucir ni siquiera un poco decente con mi uniforme, ya
que iba con el blazer abierto, la blusa no la había acomodado bien bajo mi falda y
se veía la punta de esta.
—Buenos días Amaya —cuando llegó al frente de mí, me alejé un paso.
—Buenos días –mi tono sonó frio. Realmente no me agradaba lo que estaba
sucediendo aquí.
—Noté que te ibas a ir en taxi, le pagué por el viaje que hizo hasta acá, pero
puedes irte conmigo, no tengo ningún problema de llevarte al colegio, así te ahorras
un gasto inútil –enarqué una ceja al darme cuenta de lo él había hecho.
—Eso es un atrevimiento de tu parte –mi estómago se revolvió cuando dije
eso ¿Por qué le había dicho eso?
—Oh…bueno –dijo un tanto incómodo –era para ayudarte –me sentí mal de
inmediato ¿Cómo demonios le había dicho eso? Y no lo decía porque no fuera
cierto, sino porque ¿Cómo me atreví a decirle algo que de verdad pensaba? Tan
solo necesitaba sacar de mi camino a este chico –entonces déjame llevarte por
causarte este problema ¿te parece? –hice mis manos un puño.
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No me debería subir al auto de un chico que solo vi ayer, menos cuando su
hermana me dijo que tenía un club de fans un tanto psicópatas.
— ¿Sí? ¿Amaya? –asentí insegura, pero él comenzó a caminar hacia su auto,
uno negro del año, hermoso.
No quería irme con él, pero tampoco deseaba llegar atrasada a otra clase.
Gracias al cielo que mis horarios no coincidían con los de Damián, a pesar de estar
en el mismo año, teníamos diferentes cursos.
Abrió la puerta del copiloto y me quedó mirando, esperando a que avanzara
hacia él. Suspiré rendida. Fui hacia el auto y me senté incómoda por toda esta
situación.
—Siento haber molestado.
Sentía unas ganas increíbles de decirle que no tenia porque tomarse estas
atribuciones, que no le correspondía y que no tenía el derecho de tomar decisiones
por mí, pero asentí callada ante lo que él dijo y durante todo el viaje no salió ni una
sola palabra coherente de mi parte, la única respuesta que tenía por mi parte, eran
monosílabos.
—Ya nos queda poco, tu suplicio acabará pronto.
Creo que él esperaba que yo le dijera que estaba equivocado en lo que decía,
que este viaje había sido lo más maravilloso, pero no era así, había sido sin duda
algo incómodo. Solo asentí irritada y al momento que estacionó le dije un humilde
“gracias” y salí corriendo de ahí.
No quería que nadie me viera cerca de él porque sinceramente sabia de lo que
hablaba Amalia, entendía que este chico era deseado por muchas en este colegio
y no estaba con ánimos de tener problemas con ellas solo porque él me quería como
proyecto de trabajo voluntario.
Miré hacia atrás y vi como Damián me miraba con el ceño fruncido desde el
auto, aquello me hizo caminar más rápido.
Llegué a la sala que me correspondía por un milagro del destino y me senté
en el último asiento como usualmente lo había hecho durante mi vida.
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— ¿Puedo sentarme contigo? –Levanté la mirada y noté que había un chico,
que gracias al cielo no era Damián –no acostumbro a sentarme de los primero y
tampoco al medio….realmente me gusta el último puesto y veo que a alguien más
igual ¿me puedo sentar contigo? –asentí un tanto sorprendida.
Aquel chico me sonrió mostrando una increíble dentadura, tan blanca como la
de un comercial de pasta dental. Sus ojos negros brillaban de una forma
impresionante y realmente se veía un chico agradable. Dejó su mochila en el
respaldo y se sentó, estiró su mano hacia mí.
—Soy Leonardo Ulloa, un gusto –estreché su mano.
—Amaya Varela —después de saludarlo comencé a jugar con mis manos, un
tanto nerviosa.
—Eres nueva acá ¿no? –Asentí, era obvio siendo que llegaba a mitad de año
a su curso — ¿y de dónde vienes?
Dios…creo que teníamos a un hablador por aquí, ya veo porque le gustaba
sentarse de los últimos.
—De la ciudad de La luna
— ¿Y qué haces por acá? ¿En este pueblo perdido?
—A mi papá lo trasladaron —asintió sin decir nada.
Gracias al cielo llegó el profesor y todos nos quedamos callados. Leonardo
después de varios intentos, tuvo que concentrarse en la clase y hacer los ejercicios
de química, ya que yo, no era ninguna conversadora.
Al tocar el timbre Leonardo se despidió y se fue al recreo. Yo decidí quedarme
en la sala haciendo los ejercicios que nos habían mandado como tarea a casa.
Mientras seguían saliendo los demás alumnos pude escuchar con claridad cuando
unas chicas hablaban de Damián Andrade, aun se mantenían en su puesto, delante
del mío.
— ¿Vivian, con quién crees que este de novio? –la chica del lado izquierdo rio.
—Es obvio que está con Eve, estoy segura, es preciosa y creo que los han
visto salir varias veces juntos.
20
—Vivian deja de ver tantas películas, no porque él sea el chico más lindo de
aquí va a estar con una descerebrada ¿no lo crees? Él es inteligente.
—Pero sigue siendo un hombre.
—No lo creo, yo creo que esta con Joan —Vivian frunció el ceño.
—No, ella es la secretaria del centro de alumnos, no seas habladora –la chica
que se llamaba Vivian, de cabello negro y tomado en una trenza que apoyaba en
su hombro miró a su amiga como si estuviera loca.
— ¡Vamos! se la pasan mucho tiempo juntos, debe ser así —ya iban dos
nombres en la lista de Damián Andrade.
—Se dice que nunca lo han visto con nadie, quizás sea gay —Vivian se
carcajeó al escuchar a su amiga.
—Lávate la boca con jabón antes de decir algo así Laura ¿Damián Andrade
gay? Ni en tus sueños, es más, creo que ese chico solo es una imagen, desde que
ingresó al colegio que es el presidente del centro de alumnos. Llevamos tres años
votando por su lista.
—Imagen o no, haría lo que fuera por tenerlo ¡Es tan guapo! –recién ahí, Vivian
y Laura estuvieron de acuerdo en algo, hasta yo asentí pensando que lo que decían
era cierto.
Sin duda Damián era guapo, pero no era el único, había más chicos que
estaban más que bien. Creo que estas chicas enloquecían por Damián porque tenía
cierta popularidad y aire de misterio.
—Otra razón para que sea gay –ambas rieron. Notaron que estábamos solo
las tres en la sala y decidieron salir de esta, mientras yo me mantenía con la cabeza
baja anotando uno que otro número.
—Dios… —escuché la voz de Vivian y vi que miraba a Damián casi
hipnotizada.
—Buenos días chicas, espero que estén teniendo una buena mañana de
clases –les dio una sonrisa que incluso a mí me dejó encantada ¿quién demonios
era este tipo? — ¿me dan permiso? Necesito hablar con Amaya… —ambas me
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miraron y odié de inmediato a Damián, ahora estaría dentro de sus habladurías, eso
era algo obvio.
—Claro –ambas asintieron y se fueron.
—Amaya.
Damián se acercó y se sentó en el puesto de adelante, apoyando sus manos
en el respaldo de la silla y ahí dejando su cabeza, buscando mi mirada.
—Damián —cerré mi cuaderno para poder irme de aquí.
— ¿Te puedo preguntar qué te sucede?
—Ya lo has hecho –él rio.
—Soy culpable, pero es en serio ¿qué te sucede? Hoy has salido corriendo —
suspiré.
—Íbamos atrasados.
—Quince minutos adelantados Amaya, quince —miré su expresión y ya no
estaba tan sonriente como hace cinco segundos y por mi parte, la paciencia que me
caracterizaba para tragarme las palabras no estaba siendo muy efectiva hasta
ahora, pero me controlé, no iba a dejar de no ser percibida por los demás solo por
este chico.
—Yo venía atrasada –tomé mi cuaderno para guardarlo en mi mochila, pero
Damián me detuvo, dejando su mano sobre este –Oye… —le quite de un solo
movimiento mi cuaderno.
—Solo quiero saber —rodeé los ojos y no pude controlar mi temperamento.
—Pensé que las mujeres éramos las que se interesaban indebidamente en la
vida de los demás —él frunció el ceño.
—Solo estoy preocupado.
—Por alguien que no conoces –dije interrumpiéndolo -debes aprender a
respeta los espacio personales, hay límites y no por que seas el presidente del
centro de alumnos tienes el derecho de meterte en la vida de los demás, mejor vete
con alguna de las chicas que está esperando por ti, es una mejor elección que estar
conversando conmigo.
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Le di la espalda para guardar mi cuaderno, sin poder creer que lo que había
dicho, demonios. Tomé mi bolso y mi lápiz sin guardar este último y salí rápidamente
de la sala, gracias al cielo que Leonardo llegó a esta cuando Damián me llamó,
tratando de detenerme.
Dejé a ambos atrás.
Me apresuré en ir hacia el baño y me encerré ahí hasta que sonó el timbre
para volver a clases. Esperaba de verdad que con lo que le dije, Damián no se
acercara más mí, no iba a estar en problemas de nuevo solo por llamar la atención.
Fui hacia la sala que me correspondía y me senté en el último puesto. Esta
vez Leonardo se sentó en otro lado, con otra persona, lo que agradecí porque no
quería estar respondiendo preguntas por lo que vio en el otro salón, además quería
estar sola. Pude ver que Leonardo estaba conversando animadamente con una
chica, era de piel morena y su pelo llegaba hasta un poco más debajo de sus
hombros con un corte recto. Ambos reían mucho y pude notar como él tomaba su
mano suavemente, supuse que eran novios y lo aseguré cuando ambos se
acercaron a mí.
—Hola Amaya –dijo Leonardo –te presento a Juliana, mi novia –ella se acercó
y me saludó con un beso en la mejilla — ¿quieres ir por algo a la cafetería? Así no
te quedas en la sala, aburrida –él me miraba serio, supongo que estaba hablando
por lo que sucedió en la sala en el recreo anterior, debió pensar que Damián me
estaba molestando.
—Así no te aburres aquí –agregó Juliana, quien lucía bastante simpática.
—Está bien –arreglé mis cosas y me fui con ellos hacia la increíble cafetería
que tenia este colegio. Juliana se fue hacia los dulces a comprar algo y Leonardo
se acercó a mí.
— ¿Estás bien? ¿Damián te trató de hacer algo? –fruncí el ceño.
—No, nada, es mi vecino, solo conversábamos —me miró desconfiado. No
dijo nada más, pero la que siguió esta vez fui yo — ¿Por qué habría de hacerme
algo? ¿Lo conoces?
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Me miró por dos segundos sin decir nada, un tanto incómodo.
—Bueno, solo son rumores de él, no lo conozco personalmente, yo llegue este
año al colegio, pero Juliana ha escuchado de él, ya que ella comenzó hace dos años
atrás.
— ¿Y qué sucede con eso?
—Bueno, que desde que está aquí, el tipo tiene algo por las chicas nuevas,
pero no estoy seguro Amaya, solo son rumores, ese chico sí que tiene una vida
complicada, todos hablan de él.
—Ya me imagino porque, es un tanto entrometido.
— ¿Por qué? –Levanté los hombros sin darle mayor importancia –por lo visto
le gusta ayudar a los demás, no lo sé.
—Iré a comprar algo –me acerqué a las frutas y le pedí al encargado que me
diera una manzana y unas galletas.
Les avisé a los chicos que iría al baño, que nos encontrábamos después.
Miré en mi celular la hora y faltaba bastante aun para entrar de nuevo a clases,
por lo que decidí ir al cuarto piso, ya que aún no conocía por completo el colegio y
no quería interrumpir a Leonardo y Juliana. Este lugar era gigante.
Observé a través de la ventana al llegar al cuarto piso, se veían a todos los
alumnos en grupos conversando, riendo o discutiendo, negué y me fui hacia el final
del pasillo donde estaban los baños, cuando llegué a la puerta me quede quieta al
escuchar la voz de una chica.
—Por favor… —esa voz venía desde el baño de hombres.
¿Qué hacia una chica ahí? Me acerqué un poco para escuchar, hasta que
realmente pude ver cómo había dos personas en un cubículo, sus pies quedaban
expuestos.
—Dime que sí.
—No, no hagas esto –yo conocía esa voz –Joan, vamos, no arruines esto,
trabajamos juntos, estamos en el mismo curso, no… —Damián no pudo seguir
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hablando porque algo sucedió que salió un gemido de su boca –No, basta —volvió
a gemir.
—Damián, por favor…me encantas desde que estábamos juntos en el centro
de alumnos —abrí mis ojos sorprendida, pero antes de alejarme y escapar de ese
lugar, Damián salió del cubículo, con su pantalón desabrochado y apoyándose un
tanto incómodo en los lavados.
—Ya dije que no ¿no tienes la dignidad que una mujer debe tener? Cuando se
dice no, es no, no tienes que arrastrarte, eso es denigrante –me quede helada
viendo como la chica de cabello castaño y corto me quedaba mirando mientras que
sus ojos se llenaban de lágrimas.
Miré a Damián y él frunció aún más el ceño al verme. Salí de ahí corriendo
hacia las escaleras mientras escuchaba como la voz de Damián me llamaba.
— ¡Demonios! –susurré entrando a los baños del tercer piso ¿Por qué esto me
sucedía a mí? ¡Tenía que pasar desapercibida! ¡Así no iba a funcionar!... ¿qué iba
hacer ahora? ¿Cómo lo iba a mirar a la cara de nuevo? No, esto no estaba bien.
Este colegio era gigante, podría esconderme de su vista ¿no?
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Capítulo 3
Estaba encerrada en un cubículo de los baños del tercer piso, jugando con
mis manos, nerviosa por todo lo que había sucedido hace unos minutos atrás. Abrí
con cuidado la puerta y miré hacia todos lados. No había nadie así que decidí salir,
ya que si Damián me estaba buscando, las probabilidades de que me encontrara
aumentaban al estar encerrada en este lugar.
Pronto iba a tocar el timbre de ingreso y no quería llegar tarde a clase porque
era típico que todos se voltearan a ver quién era esa persona tan impuntual.
Llegué a la puerta del baño y miré hacia mis costados, no se veía nadie por
lo que salí corriendo hacia mi sala donde llegué justo a tiempo cuando el timbre
sonó. Me senté en el último asiento, adelante estaban Juliana y Leonardo.
— ¿Estás bien? –me preguntó Juliana. Asentí sin decir mucho –te ves
enferma, estas blanca como un fantasma –sonreí nerviosa.
—Estoy bien, gracias –saqué mi cuaderno de biología y comencé a tomar
apuntes de la clase que el profesor dicto para después leer las páginas del libro.
Aun así no me pude concentrar en mi trabajo, ya que Leonardo y Juliana no paraban
de hablar.
—Lo siento, pero ¿podrían bajar un poco la voz? –Leonardo me sonrió.
—Lo siento mucho, lo haremos –gracias al cielo lo hizo, así me concentre en
mi libro sin dejar espacio a que Damián Andrade se inmiscuyera en mi cabeza.
—Muy bien ¿Cómo van sus resúmenes? –El profesor me quedó mirando
cuando hizo esa pregunta, pero solo baje la mirada y seguí escribiendo — ¿Cuál es
tu nombre? –el profesor se quedó a mi lado.
—Amaya Varela.
—Bien Amaya dinos a todos como has resumido la teoría celular y como es
la unidad funcional de todo nuestro cuerpo ¿sí? Ponte de pie –suspiré y sentí que
mi estómago se dio vuelta provocando que me dieran ganas de vomitar.
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Mi sangre abandonó mi rostro y sentí como mis manos me sudaban. Me puse
de pie lentamente y miré a todos que estaban atentos a lo que iba a decir. Miré hacia
las ventanas y pude ver como Damián Andrade y esa chica Joan ahora estaban
pegando algunos carteles en los edificios.
— ¿Srta. Amaya? –Llamó mi atención el profesor — ¿no lo ha terminado?
—Si lo hice –él asintió.
Miré mi cuaderno y bajé la mirada concentrándome en mi cuaderno.
Comencé a hablar mientras mi estómago se revolvía y revolvía, pero logré salir del
problema.
—Muy bien, asiento —lo hice de inmediato y miré a Juliana que estaba atenta
a mi.
—Sí que tienes problemas para hablar en público –sonreí tímidamente –ya
verás que te acostumbraras, aquí se utiliza mucho las exposiciones y hablar ante
los compañeros, así que si no es por tu voluntad, será en contra de esta porque
deberás tener buenas notas –dijo sonriendo, mientras yo deseaba morir ¿Por qué
mi padre nos trajo a este lugar? Ya no me parecía tan agradable.
Miré hacia la ventana de nuevo y Damián junto a Joan seguían pegando
carteles. Realmente comencé a dudar de lo que había visto en el baño pero luego
me di cuenta que no estaba loca como para imaginarme aquello, eso sería estúpido.
Las siguientes horas se pasaron de forma normal y finalmente tomé mi bolso
para salir del colegio. Llame a mamá para que me viniera a buscar así que no habría
problemas esta vez, podría irme segura sin ser interceptada por ninguno de los
Andrade.
Me despedí de Leonardo y Juliana, bajé las escaleras con rapidez, pero
escuche que me llamaban desde el salón de ingreso del colegio, miré hacia atrás y
pude ver que Damián venia corriendo hacia mí, no me iba a quedar esperándolo.
Corrí hacia el auto de mamá, quien partió en el momento que cerré la puerta.
Miré a Damián a través de la ventana como se quedaba viendo nuestro auto.
— ¿Quién era ese joven? –la voz de mi madre me trajo de vuelta a tierra.
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— ¿Quién? –traté de sonar relajada.
—El chico que te siguió, del que escapaste –la miré y sonreí.
—Mamá estás equivocada ¿Quién me seguía? –ella enarcó una ceja.
—Un chico, lo vi claramente no trates de que quede como loca –reí a
carcajadas, las cuales eran falsas.
—Mamá, si alguien corría detrás mío debió ir en busca de alguien
más…además que si me hubiera buscado me habría nombrado y yo me hubiera
detenido, eso es lo que las personas normales hacen –ella me quedo mirando unos
segundos.
—Es cierto…
El resto del viaje nos fuimos hablando sobre cómo había estado mi día. Le
comenté sobre Leonardo y Juliana, quienes eran muy agradables. Cuando llegamos
a casa subí de inmediato a mi habitación para cambiarme este incómodo uniforme,
no entendía aun porque mis padres me habían llevado ahí, en La Luna estaba en
una escuela pública…aunque las cosas en ese tiempo no salieron del todo bien.
El día se pasó bastante tranquilo, me concentré en hacer las tareas para el
colegio…realmente no lo hacía porque deseara estar al frente de mis libros y
cuadernos, sino más bien porque necesitaba concentrarme en algo que no fuera
Damián y Joan, porque las imágenes en mi cabeza eran un tanto perturbadoras.
Por lo que cuando me fui a dormir, los audífonos me ayudaron para pensar en las
canciones que sonaban y no en los recuerdos del día recién pasado.
Lo extraño fue que antes de ir a dormir, al mirar unos minutos por mi ventana,
pude jurar ver una silueta rondando por los alrededores, pero después de un tiempo
no pude averiguar de qué se trataba.
Esa noche tuve pesadillas.
El desayuno junto a mis padres esta vez fue mucho mejor que el día de ayer,
no hubo preguntas innecesarias y solo conversamos trivialidades, sin embargo, mi
noche había sido pésima, pude dormir muy poco ya que me despertaba esperando
ver a alguien en mi habitación, fue horrible.
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Mi madre me fue a dejar al colegio y me despedí de ella con un beso en la
mejilla. Habíamos llegado justo a la hora ya que así iría directo a mi sala, como todo
el resto del alumnado lo haría…lo que me evitaría momentos incómodos si me
encontraba con cierta persona. Miré la sala con una sonrisa en mis labios, había
llegado victoriosa.
— ¿Amaya? –mi cuerpo se tensó por completo al escuchar esa voz.
Me giré lentamente hasta que pude ver con claridad el rostro de Damián, era
hora de un nuevo plan.
—Damián, hola ¿Cómo has estado? –plan B: hacer como si nada hubiese
sucedido.
—Bien…bueno, seré directo, te debo una disculpa —comencé a reír
nerviosa.
—Estás loco ¿disculpa por qué? No ha pasado nada, espero que tengas un
buen día de clases, que estés bien –me giré para salir de ahí, pero él tomó mi brazo
provocando que me detuviera. Suspiré, rendida al ver que esto no tenia solución.
—Amaya… —rodeé los ojos, esto estaba siendo demasiado dramático, pero
aun así no podía decirle que toda esta situación me daba lo mismo, no me importaba
lo que hiciera él en el baño con otras chicas, pero eso… ¿me haría quedar como
una pervertida que le daba lo mismo ver situaciones indecorosas entre un hombre
y una mujer? Porque realmente no era tan complicado, mi verdadero problema era
esto, que me vieran cerca de Damián.
— ¿Si? –me alejé un poco, retrocediendo unos pasos, pero antes de que él
pudiera decir algo pude ver como se acercaba el profesor de Lengua, la mirada de
Damián se fue hacia él y de inmediato supo que no habría oportunidad de
hablar….que pena ¿no? Le hice una seña de despedida a Damián y entré a la clase.
—Hola Amaya –dijo Leonardo sentándose junto con Juliana en el puesto de
adelante.
—Hola chicos –saqué mi cuaderno y libro.
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— ¿Amaya? –mire a Leonardo y no pude evitar sonrojarme porque me estaba
sonriendo y él en si tenía una expresión siempre coqueta –tu eres vecina de Damián
Andrade ¿no? –Asentí –por eso es que últimamente anda detrás de ti o tienes algún
problema con él –miré hacia la mesa sin saber que responder.
—No creas que deseamos información por algo en especial –aportó Juliana
—solo nos preocupamos…ayer llegaste muy extraña y hoy te vemos con él.
—Solo me está ayudando a…adaptarme aquí –respondí para que no
comenzaran a hablar aún más sobre el tema.
— ¿Entonces son amigos? –negué de inmediato ante la pregunta de Juliana.
— ¿Por qué se preocupan? –ambos se miraron sin decir nada.
—Solo que a alguien como tú —dijo Juliana –no le conviene andar junto a
Damián.
— ¿Qué sucede con él? Esta es la segunda vez que me han dicho algo como
esto –comencé a jugar con mis manos sin saber qué hacer, nerviosa por la
respuesta que me podían dar y además porque el profesor nos podría descubrir
conversando.
—Nadie lo sabe en realidad –dijo Leonardo –pero debes tener cuidado con
las chicas que están fuera de este salón…ellas si pueden ser peligrosas cuando se
den cuenta que él se está acercando más a ti –negué, esto no me podía estar
pasando.
—Sé muy bien cómo se pueden comportar –me quede pesando en lo que
había pasado un par de años atrás, eso no había sido algo lindo y no lo iba a repetir
de nuevo, aunque ahora fuera un caso diferente –tendré cuidado ¿sí?
—Aunque no deberías porque –Juliana se acomodó mejor para mirarme –
encuentro estúpido que ella no se pueda acercar a Damián por otras chicas, es
realmente ridículo, es como si esto fuera un centro militar y siguiéramos sus
órdenes.
—Amor –dijo Leonardo –alguien como tú podría detenerlas, lo sabemos, pero
Amaya es más tímida.
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—La defenderíamos —no pude evitar sonreír al escucharlos, creo que me
estaba acercando a buenas personas.
—No deben molestarse…por esto, no hay porque, yo no soy amiga ni nada
de Damián —realmente deseaba no volver acercarme a ese chico.
— ¡Ustedes dejen de conversar! –los tres nos sentamos correctamente ante
el regaño del profesor y pusimos atención a lo que estaba diciendo.
El clima de hoy estaba mejor que ayer, así que decidimos ir con Leonardo y
Juliana al patio, donde podíamos tomar aire fresco en los minutos que estábamos
libres para después ir a la siguiente clase.
— ¿A qué club entrarás Amaya? –miré a Juliana sin entender –mañana como
tradición hay una expo de clubes –apuntó hacia uno de los carteles que vi pegando
a Damián con Joan –mañana luego de clases estarán todos los capitanes con sus
equipos, hay basquetbol, futbol, voleibol, atletismo, ajedrez, lectura…tienes mucho
para elegir —sonreí, esto era nuevo, la última vez que estuve en un club fue hace
dos años, era corredora y además había estado en el grupo de animadoras.
— ¿Ustedes en que se inscribirán? –ambos se miraron y sonrieron.
—Cada uno se va por su lado en ese momento —dijo Leonardo –este año
pensamos que sería mejor tomar grupos alejados porque veras…el día entero
juntos, no nos da mucho tema para hablar luego –asentí, por lo que entendía,
Leonardo había llegado este año al colegio, era primera vez que estarían todo el
día juntos.
—Me dijeron que era buena corriendo –este verano había estado
ejercitándome porque me di cuenta que necesitaba tener más fuerza, no servía
tener los labios con brillo sin no sabías defenderte cuando algo malo sucedía. Es
por ello que estuve en un curso de defensa personal.
—Atletismo…eso te podría gustar –Juliana se puso de pie –podríamos ir
juntas, desde hace dos años atrás que voy a voleibol pero creo que ahora podría
tomar otro más ¿te animas? –sonreí nerviosa.
—Eso…estaría bien, pero tengo que ver mi horario.
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—Mañana veremos nuestros horarios, los clubes y vemos que sacamos de
ahí ¿sí?
No era una mala idea, podría pasar de esa forma los días más rápidos y
podría dejar tranquilos a mis padres.
—Así…que ustedes no están en el mismo club –dije para cambiar de tema
— ¿hace cuánto que…son novios?
—Veamos –dijo Leonardo sacando cuentas, lo que me dio a entender de que
llevaban juntos un largo tiempo —Juliana está aquí desde hace dos años, yo
no…estaba en la escuela pública…bueno, somos amigos desde…¿Cuándo? –dijo
mirando a Juliana, ella enarcó una ceja.
—Los siete, desde los siete años.
—Exacto, bueno…pasaron los años y la empecé a ver de una forma diferente
—noté como Juliana se sonrojó al escuchar a Leonardo –me costó dos años más
convencerla de que fuera mi novia –abrí mis ojos sorprendida.
— ¿Dos años?
—Si –era el turno de Juliana –veras, este chico…no es de los más santos y
sabía cada una de sus travesuras, no lo quería como novio…pero bueno, demostró
que no es un loco como pensaba.
Solo bastaba mirar un poco a Leonardo para descubrir que realmente esa
sonrisa pícara debió ser obstáculo suficiente para tener a Juliana.
—Ya veo….entonces solo llevan meses juntos –ambos asintieron –pero años
siendo amigos.
—Muy bien.
— ¿Y tienen más amigos? –pregunté a Leonardo.
—Aquí solo unos cuantos, los de vedad están en mi antigua escuela pública,
ahí pase más años antes de obtener la beca, que realmente no necesito, pero mis
padres decidieron cambiarme por alto nivel curricular que tienen aquí –con
Leonardo teníamos una historia parecida.
— ¿Amigos de verdad?
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—Los que no andan con estos uniformes ni hablan de cosas tan frívolas… —
sonreí, él cada vez estaba siendo más de mi agrado.
—Así que sus padres los han obligado a estar aquí ¿no? –dije mirándolos.
—Traté de seguir en mi escuela, pero realmente, no pude hacer nada, mis
padres se rindieron por los uniformes –dijo Leonardo.
—No exageres –dijo Juliana dando un golpe en el hombro a su novio —mis
padres me enviaron aquí desde hace dos años, a primero medio…ustedes no llevan
nada comparado a lo mío, así que escuchen la voz de la experiencia, no está tan
mal –con Leonardo nos miramos e hicimos una mueca, aquello no nos animó mucho
–Amaya… —la miré y ella me hizo un gesto con el rostro.
Me giré y pude ver como Damián Andrade se acercaba a mí, justo en el medio
del patio, entre todos esos alumnos y alumnas. Miré hacia mis lados y todas estaban
atentas a donde se estaba dirigiendo, demonios.
—No quiero meterme en problemas —dije cansada, pero al decir eso ya era
demasiado tarde.
— ¿Estás en problemas? –cerré los ojos al escuchar la voz del entrometido
de Damián, que de a poco estaba provocando que la antigua Amaya saliera a la luz,
así que me controlé para que eso no sucediera y pudiera seguir manteniendo mi
bajo perfil, que hasta ahora…lo veía bastante arruinado.
Me giré y lo encaré, no tenía escapatoria esta vez y era hora de comenzar a
aplicar algún plan para alejar a Damián Andrade de mi espacio personal ya que era
demasiado entrometido y no me agradaba eso.
—No –negué — ¿sucede algo? –miré a los lados y realmente mi corazón
salto tan fuerte al darme cuenta de las miradas de las chicas ¿Qué sucedía con
Damián que todas estaban locas? O sea si, era lindo, pero vamos…no era
Alexander Skarsgard o Raoul Bova.
—Quería ver si tenías un poco de tiempo para hablar —su mirada era casi
de súplica, ya sabía a qué venía todo esto, no podía hacer otra cosa que aceptar
porque estaba cerca de Juliana y Leonardo.
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—Muy bien, pero mmm…debe ser rápido —miré a los chicos –nos vemos en
la sala –ambos asintieron, Leonardo mirándonos sospechosamente mientras que
Juliana sonreía, por lo visto ella si caía ante los encantos de Damián.
Fui detrás de él para que no me relacionaran de ninguna forma al Sr.
Andrade, por lo visto era más importante de lo que me imaginaba, tuvimos que
recorrer varios pasillos. Subimos las últimas escaleras de una torre del colegio y
abrió una puerta. Me detuve de inmediato, yo no iba a entrar a ese lugar.
— ¿Sucede algo? –fruncí el ceño, miré a todos lados para ver si había alguien
cerca pero era imposible, ya que el espacio de la escalera era minúsculo y todo era
ladrillos de color gris.
— ¿Qué me tienes que decir? no quiero entrar ahí –bajé un escalón
buscando una distancia que me resguardara del peligro.
—Amaya, no sucederá nada ¿estás bien? –Me miró preocupado –estas
pálida –mire a mis lados buscando alguna salida sin parecer ridícula al correr otra
vez –Amaya… —lo miré cuando llamó mi atención –esta Joan adentro… —una
mujer adentro…bien, eso me relajaba un poco –esto es como mi “oficina” –hizo las
comillas con sus manos. Aun me miraba con el ceño fruncido ¿preocupado? –
Necesitamos hablar contigo.
—Está bien.
Entré sin pensar que podía ser una trampa, porque me había convencido
estos meses que debía dejar de ser paranoica y de desconfiar de todo el mundo.
Pasé a través de la puerta y me quede sorprendida. Esto parecía alguna
oficina de algún mafioso. Era todo de madera, con unos sofás de cuero color
marrón, libros en las paredes, un televisor pantalla plana en la pared al frente del
escritorio, sobre este había una notebook y varios papeles. Un salón secreto, sin
duda alguna.
Sin embargo, la alfombra de la habitación, las estatuas y el Nintendo Wii que
había dejaron de ser tan importante como las dos chicas que estaban en los sofás,
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pude reconocer a una de ellas, era Joan quien me miraba asustada. La otra no tenía
idea de quién era.
— ¿Quieres tomar asiento? –Damián dejó su mano en mi hombro, pero me
moví de inmediato alejándome de su toque y negué.
—Tengo que ir a clases ¿Qué sucede? –la chica que estaba al lado de Joan
se puso de pie y se acercó a mí.
—MI nombre es Cloe —estiró su mano hacia mí, mientras movía su cabello
negro hacia atrás. Estreché su mano con desconfianza, esto era raro –toma asiento.
Me senté al frente de Joan, Cloe volvió a su asiento y Damián se quedó detrás
del escritorio.
—Veras, me han comentado lo que sucedió y lo que viste en el baño del
cuarto piso –miré a Joan quien estaba sonrojada mientras Cloe hablaba.
—No sucedió nada —dije rápidamente.
—Exacto, eso es lo que quiero dejar claro, soy la encargada de que este
centro de alumnos siga al mando hasta que nos graduemos y para mí se acaba este
año, el próximo voy a la universidad –me quedó mirando a los ojos.
Realmente no estaba entendiendo nada de lo que ocurría con esta chica y
Damián.
—Aquí no ha sucedido nada, espero que no estés diciéndole a los demás lo
que pasó en el baño o siquiera que hables de este lugar con tus amigos.
Miré a Damián. Ahora veo porque insistió tanto en hablar, no lo había
pensado de esa forma, era claro que la situación en el baño bajaría su
popularidad….aunque lo dudo, pero podría estar en problemas con el director.
—No se preocupen –volví a mirar a Cloe.
—Así es mejor, no me gustaría verte en problemas por estar hablando demás
¿no?
—Cloe –la interrumpió Damián poniéndose de pie –Amaya ya te dijo que no
hablaría de lo sucedido, así que basta.
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—Tú no digas palabra alguna –lo regañó Cloe –mira que si no supieras
manejar las situaciones, no estaríamos en esto…
Esto era raro, aquí había gato encerrado. A primera vista parecía que Damián
en el baño hubiera sido la víctima, pero Cloe no lo trataba como tal.
— ¿Me puedo…retirar? –miré a Cloe.
—Dame un segundo –se acercó al escritorio y sacó una caja, de ahí pude
ver que retiró un pequeño papel –dáselo a tu profesor, son autorizaciones
falsificadas para entrar más tarde, di que te necesitaron en dirección –le pasó el
papel a Damián y él me lo entregó.
—Gracias –dije un tanto incomoda con todo esto.
—Joan tiene algo que decirte, antes de que te vayas –siguió hablando Cloe.
—Siento haber provocado esto… —Joan le dio una mirada a Damián y luego
se volvió a sentar.
Me sorprendió que ella solo se disculpara, era solo una sospecha, pero creo
que aquí no había solo un culpable.
— ¿Me puedo ir? –Damián y Cloe asintieron. Salí de ahí rápidamente, casi
corriendo por las escaleras para llegar a la sala.
Aquí algo iba mal, no era posible que un centro de alumnos se comportara
de esa forma, además era imposible que Damián estuviera en el baño con los
pantalones abajo con la fuerza de Joan, ella era diminuta y realmente dudaba que
eso no fuera culpa de ambos, quizás lo que escuché estaba fuera de contexto.
Pero dejando aquello de lado, ver como se comportó la tal Cloe, me hizo ver
claramente que Damián era alguien que debía mantener a metros de distancia, ese
chico traería problemas y no iba a soportar
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Capítulo 4
37
—Es porque estarán juntas en algún grupo, yo me voy por basquetbol –asentí,
había estado en ese grupo antes también — ¿Qué tomarás tú?
—Aun no lo sé ¿Cuántos se pueden elegir?
—Más de uno –dijo Juliana aun con sus ojos brillando por la emoción.
—Bueno, me interesan dos, ajedrez…y atletismo –Juliana me miró sonriendo.
— ¡Y podrías elegir voleibol! –sonreí.
—Soy un asco en ese deporte –ella me miró triste.
—No he decidido aún –me adelanté al ver su expresión. En este poco tiempo
me había dado cuenta que no me agradaba verlos tristes…o discutiendo ¡Santo
Dios! Leonardo y Juliana peleaban como perros y gatos, no sé cómo se les pasó
por la mente ser novios, pero supongo que polos opuestos se atraen, sin duda
alguna.
Aunque esto fue de una forma extrema, no coincidía en muchos gustos, es
más, me sorprendía que fueran amigos en el pasado.
—Excelente.
—No deberías hacerlo por Juliana, si no te agrada no es necesario que…
— ¡Leonardo! –Ella lo miró de mala forma –no me ayudes tanto –su tono
irónico me hizo reír.
—Buenos días –me tensé al escuchar esa voz que se había vuelto bastante
familiar por estar en mi cabeza con bastante frecuencia cuando no podía
concentrarme.
—Buenos días –respondió Leonardo y Juliana, de esta no me salvaría.
Me giré y sonreí nerviosa.
—Hola —dije por un segundo y después volví a mirar a mis nuevos amigos.
—Hoy en la inscripción para sus grupos extra programáticos –sí, seguro no lo
sabíamos, él y Joan habían empapelado el colegio entero dando la gran noticia –ya
han elegido ¿no?
—Estamos en eso –respondió Leonardo.
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—Ya veo ¿y qué te interesa, Amaya? –me tense nerviosa por la mirada de
Leonardo y Juliana, ellos no me habían visto hablar lo necesario con Damián como
para saber que a él le interesaba en que club entraría. De todas formas me seguía
preguntando ¿Por qué le sigue interesando mi vida? Lo miré frunciendo el ceño.
—Aun no lo tengo claro.
—Atletismo, ajedrez y voleibol –respondió Juliana –eso es lo que le interesa.
Me miró sonriendo pícaramente. Demonios, que no esté tratando de hacerme
quedar bien con Damián por favor.
—Wow…eso es una gran variedad.
—Aun no lo tengo claro –miré a los chicos — ¿Qué hora es? Ya deberíamos
entrar.
—No –dijo Juliana —faltan cinco minutos aun y con Leonardo debemos ir a
hablar con el profesor de español, nos ha encontrado hablando en clases y dijo que
fuéramos hoy para hablar de nuestra tarea asignada.
— ¿En serio? –la miró Leonardo asustado.
—Si, en serio –la mordida de Juliana estaba tensa, era obvio que estaban
mintiendo. Tomó a Leonardo del brazo y se lo llevo casi arrastrando.
—Ellos lucen buenos amigos –asentí.
—Llevamos poco tiempo…bueno, que tengas un buen día –me giré para
retirarme, pero Damián me tomo del brazo.
—Alto, por favor –su voz formal y un tanto suplicante solo dejaron que me
quedara helada –Amaya… —cerré mis ojos y me animé a enfrentar esto.
— ¿Dime? –alejé mi brazo de su agarre.
—Me has estado evitando — ¡Ja! Como si eso no lo hiciera cualquiera que
haya visto como alguien se manosea con otra persona en los cubículos del baño y
luego te lleva a su propia secta para dejarte en claro que hablar sobre el hecho
anterior iba en contra de las reglas.
Esto era demasiado raro, Damián era extraño y no me fiaba de él.
—No… —él enarcó una ceja –un poco –respondí, dándole la razón.
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—No te agrado –dijo asintiendo, respondiéndose solo a su pregunta mental.
—No es eso Damián, eres muy amable, pero solo mira lo que sucede a tu
alrededor.
Desde que había llegado varias chicas comenzaron a mirarnos con los ceños
fruncidos. No entendía como él no se daba cuenta de lo deseado que era por parte
de las demás chicas. En serio, creo que tenían un problema porque en si Damián
era guapo, pero no tanto como para tratar de acabar con la chica que se acerca a
él. No tiene sentido.
Antes de que él me dijera algo, me alejé de él. Entré a mi sala y no miré hacia
atrás, no debía.
Tuvimos las clases como siempre ocurrían, sin embargo, unas chicas que
estaban en el costado izquierdo de la sala a la mitad de la fila de asientos me estaba
mirando, al momento de descubrirlas movieron sus cabezas con rapidez. Mi
estómago se revolvió ante la idea de estar llamando la atención, esto no era lo
mío…no ahora que había salido de ese ciclo de mi corta vida.
Salimos de clases más temprano para que fuéramos a ver esos famosos
grupos que Juliana había provocado que los odiara antes de tiempo. Nos fuimos al
patio trasero del colegio y terminamos yendo por un camino aparte al gimnasio.
—Ahí está ajedrez –dijo Juliana. Miré y asentí, ya lo había ubicado. Este era
un grupo que iba a elegir, así que fui sola hacia los chicos que estaban.
—Hola —dije saludando. Miré a mis lados y no había mucha gente para este
grupo.
—Hola —un niño me quedo mirando más de la cuenta, era de unos cursos
más abajo.
— ¿Dónde está la lista? –miré a otro chico que estaba al lado, pero alguien
salió desde atrás, no lo había visto, parecía que estuviera arreglando algo con unas
cajas.
— ¿Alguien viene a inscribirse? –Me miro con sus ojos azules –Amaya… —
dijo sonriendo.
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— ¿Samuel? –mi tono de voz demostraba que no estaba segura de que ese
fuera su nombre. Él se rio ante mi notoria equivocación.
—Simón, soy el capitán del grupo de ajedrez –asentí poco convencida — ¿te
vas a inscribir? –su sonrisa era amigable, así que no puse ningún problema, estaría
siendo paranoica si pensara que esto me iba a arriesgar a encontrarme con Damián,
era imposible… ¿no?
—Si –me pasó un lápiz y me anoté dejando mis datos en la lista.
—Espero que te guste el grupo, no somos muchos, pero es relajante tener un
momento de silencio en el día ¿no? –eso era tan cierto.
—Sí, veo que están los viernes luego de clases ¿no? –él asintió. Simón no
lucía de los chicos que estaban un viernes jugando ajedrez en vez de estar
arreglándose para poder salir en la noche.
—Hay campeonatos, los cuales hemos ganado así que espero que sigamos
invictos este año, espero que des lo mejor de ti –asentí nerviosa.
—Muy bien, gracias –fui retrocediendo paso por paso, pero alguien más venia
caminando sin ver porque chocó conmigo, provocando que casi me cayera –lo
siento, lo siento, lo siento –dije levantando la mirada.
Era Damián…Dios ¿es qué había una maldición en este colegio sobre este
chico? ¡Tenía que ser una broma!
—No te preocupes –dijo mirándome apenas un segundo.
No me dijo nada más y siguió su camino, supongo que estaba molesto
conmigo porque se dio cuenta que no es moneda de oro para agradarle a todo el
mundo. Me despedí de Simón y los demás chicos. Recién note que solo había
chicos en el grupo.
— ¿Lista? –Dijo Juliana y asentí –Leonardo ha ido por algún deporte.
—Ahora atletismo ¿sí?
Nos fuimos a la mesa donde estaba un grupo de chicos y chicas, no eran más
de cuatro.
— ¿Son todos? –pregunté sin entender porque eran solo cuatro.
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—Claro que no –dijo una chica que no había visto antes –somos más de veinte,
donde todos somos bastante buenos –sonrió. Ella me agradaría –mi nombre es
Belén, estoy en tercero y no soy la capitana de este grupo –volvió a reír —él no se
encuentra ahora…
— ¿Y dónde está el capitán? –pregunté curiosa.
— ¿Qué días son las reuniones? –me interrumpió Juliana. Me tragué el decirle
que odiaba que me interrumpieran.
—Los lunes, miércoles y viernes –fruncí el ceño.
— ¿Viernes? No podré –miré a Juliana.
— ¿Por qué? ¿Ajedrez cae ese día?
—Oh no te preocupes –dijo Belén atenta a mi conversación con Juliana.
—Nuestro capitán está en el grupo de ajedrez, por eso el día viernes hay un
tiempo entre la salida de clases y las reuniones… —sonreí, eso sonaba perfecto.
¡Tenía mi día viernes planeado! Llegaría tan cansada a casa que ni siquiera
me molestaría de aburrirme en la noche.
—Es perfecto –dije sin esconder mi alegría.
—Entonces ya está –con Juliana escribimos nuestros datos y estaba
pensando seriamente en inscribirme en algo más, quería mi semana ocupada para
no pasar tiempo a solas en mi casa, no me agradaba.
Nos despedimos de Belén, que era muy agradable. Ella nos hizo una seña y
su hermoso cabello negro se movía junto con ella, era linda.
— ¿Y ballet? –preguntó Juliana, hice una mueca de asco ante su alternativa.
— ¡Ey ustedes! –con Juliana nos giramos de inmediato, era obvio que nos
hablaban a nosotros porque una chica rubia con un cuerpo escultural y realmente
¡Dios! ¡Parecía una modelo! ¿Qué les daban a estas personas que los hacían crecer
de esta forma? –Las he estado vigilando todo el tiempo, vienen conmigo ahora
mismo.
Con Juliana nos miramos sin entender que sucedía, pero no iba a negarle nada
a esta chica, me podía golpear, era muy alta y se veía muy fuerte, además de mal
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carácter. Ella se movió hasta estar detrás de nosotras y nos iba diciendo a donde
teníamos que ir, estábamos saliendo del recinto.
-Linda pie y cabello…se ven delgadas y bastante livianas, no habrá problema
en levantarlas — ¿levantarlas? ¿De qué demonios estaba hablando?
Miré a Juliana asustada, ella frunció el ceño y asintió.
—Mira chica rubia que de seguramente tienen implantes mamarios –me quede
helada al escuchar a Juliana. La chica miró sorprendida a Juliana y después observó
sus propios pechos.
—Son reales… —Juliana la miro también sorprendida.
—Entonces te dieron demasiadas hormonas de cuando eras bebé, ahora
dinos ¿A dónde nos llevas? –ella enarcó una ceja.
— ¿Es que no me reconoces? –Juliana bufó.
—Claro que sí, eres la novia de Felipe, el primo de Damián Andrade y de
Amalia Andrade ¿no?
—Wood…tu sí que sabes el árbol genealógico de los Andrade –dijo Nicole
sonriendo ante la explicación de Juliana –bien, además de ser la novia de Felipe –
ella rodó los ojos –soy capitana de las porristas de este año, Dios ¿es qué solo los
hombres saben quién soy?
—Alto… —dije levantando una mano –no pienses que me meteré a ese grupo,
no, lo siento –Juliana me miró sorprendida porque había sacado otro tono de voz
que no había escuchado de mi parte.
— ¿Por qué no? –Preguntó Nicole –toda chica quiere estar en nuestro grupo
de porristas, somos muy exigentes por eso no estamos con los demás clubes –
negué. Estar en las porristas era algo que no me gustaba ni un poco.
—Amaya —dijo Juliana mirándome ilusionada. Negué, aquí seria
intransigente.
—Vamos pequeña Amaya, no pienses que somos malas o algo por el
estilo…somos de Ciudad Blanca, es un grupo para divertirse —ella sonreía, pero
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demonios…esta chica estaba mintiendo, lo sabía, quizás ella era agradable pero
algo más estaba escondiendo y yo no me iba a meter ahí, no gracias.
—Juliana ve tú, de seguro será genial, yo iré por otro grupo –me giré y me
apresure en ir hacia el gimnasio de nuevo.
— ¡Amaya! –grito Nicole, pero me apresuré en escapar, aquí algo extraño
estaba sucediendo.
Entré al gimnasio y miré que otro grupo podría elegir, comencé a mirar las
fechas que estaban en sus carteles y una amplia sonrisa apareció en mis labios al
ver que grupo estaba los martes y jueves. Me acerqué al grupo de literatura y
busqué el lápiz para anotarme.
—Wow…no sé porque me sorprende que seas de las que le gusta leer –
levanté la vista y me quede levemente helada ¿Qué sucedía aquí? ¿Este colegio
era manejado por los Andrade y sus novias y novias? –Amalia Andrade por si lo
olvidabas –ella estiró su mano hacia mí.
—No te vi aquí hace cinco minutos –ella miró su mano, así que la estreche con
rapidez.
—Estaba al lado conversando con Joan –miré a mi lado y ahí estaba Joan roja
como un tomate.
La voz de Amalia era tan…apacible cuando deseaba, estaba conversando
como si fuera una persona que estaba arreglando un negocio. Algo estaba
ocurriendo que no me agradaba, además del hecho de que su nombre era parecido
al mío.
–Soy la capitana de este grupo, me graduaré este año.
— ¿Todos los capitanes están en último año? –ella negó. Presentía que la
chica simpática no estaba en ese cuerpo ahora mismo, pero aun así no iba a perder
la oportunidad de estar en un grupo de lectura, así que tome el lápiz y me inscribí –
buenos, nos vemos, que estés bien –le hice una seña de despedida y emprendí mi
viaje para irme a casa, pero ella me volvió a hablar.
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—Amaya Varela –me giré –eres rara –dijo sin preámbulos –he visto que Nicole
te ha llevado atrás del gimnasio. Yo estoy en ese grupo también y debo decir que
jamás en estos cuatro años he visto una chica rechazar esa invitación –suspiré,
además de que la frase “Nicole te ha llevado atrás del gimnasio” combinada con
“rechazar esa invitación” no sonaban nada bien, yo no era una chica que se guiara
por lo popular que alguien podía llegar a ser en el instituto, ya había pasado por eso
y no me había gustado; no iba a estar escondiéndome en los basureros, pero no
quería nada llamativo. Le sonreí en respuesta.
—Y yo tampoco había visto que una familia del instituto lo dominara por
completo, es extraña la vida ¿a qué si, Amalia? –ella me miró enarcando una ceja,
sonriendo.
—Creo que me agradará tenerte en mi grupo.
—Eso espero –le sonreí irónicamente y di media vuelta para irme casi
corriendo.
¡Demonios! ¿Qué te sucede, Amaya? No dejes que la estupidez te atrape.
Miré la hora y faltaba aun para que fuera el horario oficial de salida y por lo que
vi en mi celular nuevamente mi madre me había dicho que buscara un taxi, perfecto,
esto se acaba aquí, exigiría que me dieran un auto, pronto iba a ser mi cumpleaños,
17 años…no sonaba mal; podría usar una licencia de aprendiz como varios en el
instituto.
Supongo que las cosas no irían tan mal, a pesar de estar un año atrasada.
El día no estaba con riesgo de lluvias, así que me iría caminando…no, era
demasiado viaje, mejor le diría al taxista que me encontrara en la carretera…no, eso
era peligroso y completamente inútil. Mejor llamaba al taxi y esperaba, no se iba a
demorar mucho.
Estuve esperando unos cinco minutos cuando el auto llegó, sonreí porque al
fin me iría a casa. Corrí hacia el taxi, pero cuando iba de camino una bocina hizo
que me detuviera de un solo movimiento ya que era un auto que casi estaba encima
de mí.
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Demonios.
El auto volvió a tocar la bocina.
— ¡Idiota! ¡Es qué estas ciego! –le grite enojada por casi matarme.
— ¿Cuándo vas a salir de ahí? –miré sorprendida al dueño de esa voz, era
Damián Andrade y le había gritado ¿Cómo no reconocí el auto?
Me alejé con pasos lentos hacia el taxi. El auto aceleró y se fue a una rapidez
impresionante fuera del colegio, ni siquiera me miró.
— ¿Está bien, señorita? –preguntó el chofer fuera del auto. Asentí aun
afectada por el susto que pase –no sé dónde consiguen las licencias a estos chicos
–me subí a la parte trasera de auto y le indiqué mi dirección al chofer, partimos sin
ningún problema.
¿Por qué cada día parecía como si ganara más problemas? Ahora sin duda
no tendría a Damián buscándome como un perrito para darme explicaciones de lo
que sucedió la otra vez o para ayudarme, gracias a Dios, pero…sin duda alguna
algo malo estaba ocurriendo en su cabeza.
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Capítulo 5
Tomé mi bolso y lo crucé en mi cuerpo. Salí enojada hacia la puerta junto con
Miriam para ir al colegio.
—Estás enojada ¿Qué ha sucedido?
—Simplemente me estoy cansando de este lugar –nos dirigimos hacía el auto
y subimos.
— ¿Por qué? –Miré enojada hacia la ventana –Amaya ¿ya estas sacando tus
garritas? –me tragué todo el mal humor y la miré.
—Es solo que…ya estoy cansada de ir contigo al colegio mamá, además que
a veces debo pedir un taxi, creo que sabes lo que necesito –ella rio sin poder creer
lo que le estaba diciendo. Suspiré frustrada, esa reacción no la estaba esperando,
pero ella tampoco debía esperar mi respuesta porque dejo de reír de inmediato al
escucharme —Creo que tendré que llamar a tío Evan, estoy segura que él
entenderá mejor.
—Estas exagerando…no quiero escuchar un sermón por parte de mi
hermano.
—Entonces, podrías pensar en un auto, no pido mucho.
—Amaya —la miré casi suplicando.
—La otra semana es mi cumpleaños, no pido un Mercedes mamá.
—Hablare con Cristian, es algo grande, una gran responsabilidad.
—Que puedo tomar.
—No lo sé Amaya, no tienes el mejor historial —hice mis manos un puño,
¿Por qué tenía que recordar eso? No le dije nada. Un silencio incómodo nos
envolvió hasta el punto que ella se sintió mal –hija…lo siento, no es lo que quise
decir, solo que darte un auto, es algo grande.
—Lo sé, siento haberte importunado.
—Oh no te pongas así, sabes que…
—Mamá, está bien —sonreí para que no se sintiera mal.
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Hace ya unos meses me había prometido que no los haría sufrir de nuevo a
como lo hice el último tiempo. No iba a caer en lo mismo –no te preocupes, solo era
una idea…
—Amaya —tomó mi cabello de un lado y lo dejo detrás de mi oreja –deberías
tomar tu cabello, como antes, tienes un hermoso rostro ¿Por qué lo ocultas? –
sonreí.
—Me siento cómoda así –volví a dejar mi cabello como estaba. Odiaba que
mi madre me dijera ese estilo de cosas. Para ser hermosa debías tener una buena
autoestima y ser linda por dentro… y no, mi amor propio había quedado en el suelo.
—Muy bien, ahora dime ¿Cómo te ha ido en el colegio? –sonreí.
—Ya me inscribí en muchos grupos, ajedrez, literatura, atletismo… —ella
sonrió emocionada, supongo que esperaba que reaccionara de la misma forma que
antes, como el año pasado, quedándome en un rincón de todo el colegio viendo
como avanzaba el año sin poner nada de esfuerzo en las clases.
—Eso es estupendo, me gusta cómo te estás comportando cariño ¿sabes
que eres fuerte y que puedes con todo, cierto? –sonreí, moviendo mi cabeza de un
lado a otro, pensando sinceramente que mi madre estaba loca.
—Si –fue lo único que dije.
Llegamos al colegio, me despedí de ella y entré con más ánimos. Toda la
tarde anterior había pensado en lo que pasaría hoy luego de aquel incidente con
Damián y deduje que simplemente no pasaría ¡nada! Este era el momento donde la
situación estaba tan descontrolada que era incómodo encontrarnos, así que ahora
sería mucho más fácil moverme por este colegio y olvidarme de los primeros días.
Aquí no había pasado nada.
Fui feliz a la sala donde tendría matemáticas y me encontré con Juliana.
—Hoy luces feliz.
—Lo estoy, buenos días –me acerqué y le di un beso en la mejilla –creo que
desde ahora en adelante mis días mejorarán.
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—Eso es una muy buena noticia, pero ¿iban mal? –ella sonrió mientras
entrabamos a la sala.
—No, simplemente extraños –de inmediato la sonrisa de Juliana
desapareció.
— ¿Es por nosotros? –tape mi boca al sentir como una carcajada salía de
mis labios.
—Claro que no.
—Eso espero, no quiero que te sientas incómoda –negué de inmediato.
—Ustedes son geniales –me senté detrás de ella justo cuando entro a la sala
Leonardo, se acercó con su típica sonrisa que era tan agradable y nos saludó.
El resto del día paso realmente tranquilo, no tuve incómodos encuentros con
Damián o con cualquiera que fuera parte de su secta, sin embargo…eso no quería
decir que no lo había visto, claro que no. Había recibido miradas envenenadas de
su parte durante el almuerzo ¿Por qué me hacía esto? ¿Es qué tan arriba tenía su
ego que no soportaba que a alguien no se derritiera por él?
— ¿Qué le hiciste a Damián Andrade? –miré a Juliana, al igual que Leonardo,
sorprendidos.
—No he hecho nada.
—No pude evitar notar cómo te miraba en la cafetería.
— ¿Qué haces tú mirando a Damián Andrade? –preguntó Leonardo, pero
ella le sonrió y lo besó en la mejilla.
—Leonardo, tonto, sabes que todas miramos a Damián Andrade –fruncí el
ceño al escucharla –pero solo eso, no es como si me gustara…es como cuando tus
ojos se van a Eve ¿te gusta ella?
—No –respondió de inmediato. ¿Qué tipo de relación era esta?
—Entonces…no tienes de nada de qué preocuparte –avancé para darles
privacidad, pero no alcance a retirarme lo suficiente cuando Juliana me miró
esperando una respuesta.
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—No le he hecho nada, simplemente me negué a recibir tanta ayuda de su
parte.
—Así se hace –me apoyó Leonardo, sonriendo –ese tipo tiene algo raro y no
me agrada.
— ¿Raro? –Preguntó Juliana –sin duda lo es, pero la pregunta es ¿Por qué
Amaya no quiere su ayuda siendo él, Damián Andrade? –levanté los hombros.
—No quiero tener problemas con su harem de chicas dispuestas a matar a
quien se le acerque.
—Jamás he visto a Damián con nadie –rebatió Juliana, creo que aquí
teníamos una fan.
—Discrepo ante eso…
—Yo igual –respondió Leonardo –este verano lo vi cerca de la playa, de
paseo…y no estaba solo.
— ¿Por qué no me dices esas cosas Leonardo –creo que a Juliana le gustaba
estar informada de todo.
—Porque no pensé que te importara.
— ¿Y bien? ¿Con quién estaba?
—Creo que era Cloe…estaban muy cariñosos en la playa, era el atardecer.
—Y Joan –dije apoyando a Leonardo –yo lo vi hace unos días atrás, con ella
en el baño –Juliana quedo pensativa.
—Bueno, no nos debería sorprender, medio colegio está detrás de él.
— ¿Ves? No quiero que confundan las cosas y comience a ser amenazada
para después ser víctima de sus bromas y terminar en un muy mal estado por culpa
de Damián Andrade, no me importa que su ego se haya sentido herido… —ambos
me quedaron mirando sorprendidos. Creo que era la primera vez que hablaba tanto
y de corrido –Mmm...Bueno, esa es mi opinión –miré hacia la ventana del pasillo
esperando pasar desapercibida.
— ¿Qué tienes hoy, amor? –miré a los chicos, por lo visto Leonardo me había
descubierto sobre el deseo de cambiar de tema ya que distrajo a Juliana.
50
—Más tarde tengo una reunión con las porristas, luego podríamos salir.
— ¿Porristas? ¿Un día martes? –ella asintió.
—Es solo por esta vez, es como un instructivo y por eso es fuera del horario
normal.
—Ya veo ¿y tú Amaya? –sonreí emocionada por el taller al que tenía que ir.
—Literatura, luego de clases.
—Bueno –dijo Leonardo triste –creo que seré yo y yo esta tarde, por lo menos
hasta que salgas –miro a Juliana triste.
—Podrías esperar conmigo, en literatura, no creo que haya problema.
—Es verdad –me apoyó Juliana –así luego salimos ¿no? –él sonrió
satisfecho ante la idea.
—Me agrada ir a dormir a literatura.
—Tonto –dijo Juliana dándole un leve golpecito en su hombro.
El timbre toco y nos fuimos cada uno por su lado, aunque claro, Leonardo se
fue conmigo.
—Espero que eso de las porristas no la cambie, Amaya –lo miré y lucía
preocupado. En realidad debería estarlo, ser porrista de verdad…era algo extraño,
no veo porque Juliana quisiera estar ahí, al parecer era el tipo de chicas que nunca
sospeche que era. Le gustaba la atención.
—Mmm bueno, te tiene a ti ¿no? Serás su cable a tierra —él asintió, pero
seguía preocupado. No quería que estuviera así, él era muy tierno con ella —
¿sabes? Yo estuve un año en las porristas.
— ¿Cuándo?
—Cuando entré a secundaria, fue solo un par de meses –no lucía tan
convencido –fue hace tres años.
— ¿tres años? ¿Qué edad tienes? –por eso es que no me agradaba hablar
más de la cuenta, las preguntas eran inevitables.
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—Voy a cumplir 17 la otra semana –él frunció el ceño, de seguro sacando
cuentas –reprobé un año, debería ir en último año.
— ¿Qué sucedió? –jugué con mis manos nerviosa.
—En primer año no tomé mucha atención a las clases—él asintió –bueno,
como te decía…es extraño, no sabría explicártelo, pero en mi colegio era algo así
como muy cool estar en las porristas, debes tener cuidado Leo, simplemente
mantén su cabeza fría, que no se vuelva una…perra –Leonardo abrió los ojos
sorprendido ante mi palabra –aunque la chica rubia, Nicole…se veía simpática.
— ¿Nicole? ¿La novia del primo de Damián? –asentí — ¿Qué tiene que ver
ella?
—Es la capitana de las porristas este año.
— ¿Derrotó a Eve Soler?
—No tengo la menor idea quien es ella, pero al parecer si lo ha hecho…ella
nos llamó cuando nos quería llevar al grupo, diciendo que era la capitana.
— ¿Y tú no quisiste? –negué.
—No quiero estar metida en ese grupo de nuevo.
— ¿Y porque dejaste a Juliana? –levanté los hombros.
—Ella toma sus propias decisiones ¿no? –él se quedó pensativo.
—Sí, tienes razón…entonces ¿Cuándo entraste a ese grupo te volviste una
perra? –quede pensando en cómo me comporte ese año y simplemente lo borré de
mi memoria.
—Algo así…bien, hemos llegado –toque a la puerta dos veces y de inmediato
una chica la abrió, recibiéndome con una sonrisa — ¿el grupo de literatura?
—Así es, mi nombre es Sandra, bienvenida –entramos y vimos a todos ahí.
Creo que estaban buscando que libro leer.
—Buenas tardes –entramos con Leonardo y pude identificar a Amalia
Andrade en la pizarra anotando algunos libros.
— ¿Quién es él? –preguntó sin siquiera darse vuelta ¡Los Andrade son unos
raros!
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—Viene solo por hoy, será como si no existiera –ella se volteó y miró a
Leonardo, analizándolo ¿Quién era esta chica?
—Eres el novio de Juliana ¿no? –Tragué saliva nerviosa, esto era raro –
simplemente me gusta estar informada sobre el tipo de novios de las porristas en
mi grupo.
— ¿No deberías estar ahí, con todas? –increpó Leonardo, creo que no le
había gustado su pregunta.
—No, para eso tienen a Nicole —se dio media vuelta para seguir anotando –
bien, puedes quedarte Leonardo Ulloa, busca la esquina más cómoda para dormir
–sonreí al ver que había sido descubierto, pero por lo visto a él le dio lo mismo, ya
que fue a una silla y se acomodó –bien, Amaya ponte cómoda –miré a los demás
de forma tímida, éramos alrededor de seis. Era un grupo pequeño, me agradaba –
ahora, hemos de elegir un libro de esta lista para leerlo esta semana y para nuestra
próxima reunión tener ya una opinión –sonreí al pensar que tendría que leer algo
entretenido por semana –este grupo ha estado por más de dos años, así que le
daremos el honor a Amaya Varela para que elija el primer libro –sonreí ante la idea,
de toda la lista ya sabía lo que quería leer.
—Las cartas de Abelardo y Eloísa –ella sonrió para después asentir.
—Sin duda una buena elección…bien, voy a explicar cómo funciona esto ya
que Amaya es nueva –miré a los demás y todos la apoyaban –bien…esto funciona
así, no nos quedamos en una sala leyendo, eso lo hacemos cuando comentamos
el libro, ahí conversamos en esta sala ¿sí? Pero tu tiempo para leer el libro durante
esta hora y media es el lugar que tu desees…debes cumplir con el horario y buscar
un lugar que sea cómodo para ti ¿te parece?
—Perfecto –añadí al darme cuenta que este grupo era perfecto.
—Muy bien, todos los libros que hemos señalado aquí están en la biblioteca
y por ser del grupo de literatura te los pasan por una semana, así que los invito a
que vayan por uno –asentí y me puse de pie. Miré a Leonardo, pero ya estaba
53
durmiendo. Saqué mi cuaderno y le deje una nota informándole que había salido a
leer.
— ¿Te has adecuado bien aquí? –mire a Amalia quien llegó a mi lado cuando
le deje la nota a Leonardo.
—Sí, ha estado bien… —tomé mi mochila mientras guardaba mis cosas, note
que ella estaba esperando.
—Amaya me preguntaba ¿si habías cambiado de opinión? –Fruncí el ceño
sin entender –para que fueras parte de las porristas –negué.
—No, gracias Amalia, no me gusta —ella asintió.
—Creo que no podré convencerte, me entere que eras buena en tu
colegio…anterior –me tensé de inmediato al escucharla.
—No veo porque habrías de enterarte, siendo que no fui porrista el año
pasado –no, realmente me comporte lo más rebelde y descontrolada en mi colegio
anterior, por medio año, ya que cuando vi que iba a repetir de nuevo, me encerré a
estudiar hasta que aprobé.
—Bueno, yo me entero de muchas cosas Amaya — ¡Demonios! Tenía que
encontrar mejores excusas si no quería meterme en problemas por el resto del año.
No podía hacerle esto a mis padres, no cuando tuvieron que cambiar su vida para
llegar aquí. Tendría que comenzar a sacar las garritas.
—Mira…tu solo quédate en silencio ¿sí? –No seguí caminando y le hable de
forma segura. No quería compartir más tiempo con ella –no sabes nada, realmente
sé comportarme con las chicas como tú.
—No creas que puedes amenazarme Varela, además no es necesario, no
seas estúpida.
— ¿Qué no sea estúpida? No eres más que una niñita rica que le gusta tener
todo controlado, por eso me has investigado ¿no podrías solo pasar tu último año
dejándome tranquila?
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—Pero si has sacado tus garritas, desde el principio no creí esa fachada de
niñita tímida…no sé cómo Damián la puede creer –tensé mi mordida ¿Por qué me
tenía que pasar esto a mí?
—Simplemente no me quiero meter en problemas ¿Qué puedes sacar de mí
con todo esto?
—Muchas cosas.
—Mira, lucías como una chica simpática, pero ahora ya no quiero seguir
hablando contigo — ¡Por qué tenía que ser el tipo de persona que no podía vivir en
paz!
—Lástima que no tengas opción, ahora ven conmigo –me tomó del brazo y
me hizo subir las escaleras hasta el último piso, la azotea. Estaba completamente
enrejada por seguridad de que un estudiante no se lanzara al vacío, como estaba
pensando hacerlo en este momento.
— ¿Ya? –Dije soltándome de tu agarre –ahora dime qué demonios quieres.
—Tu ayuda, es simple, solo debes hacerte amiga de mi hermano –bufé, sin
comprender nada.
—No gracias, el primer día me dijiste que no me acercara a él.
—Porque pensé que eras inofensiva.
— ¡Ey!...basta ¿sí? Estás exagerando, ahora no estoy en tu mismo bando,
yo no me meto en la vida de nadie. Ya no soy parte de los grupos que toman la
atención en los colegios, que humillan a los demás y simplemente dominan
todo…tuve de eso y no pasaré por lo mismo.
—No veo que tengas escapatoria, mi quería Amaya ¿sabes? Es muy fácil
encontrar información en internet, sobre todo en Google… —me tense aún más de
lo que estaba –con facilidad escribí “Amaya Varela, ciudad de La Luna” y varias
páginas aparecieron ante mis ojos, sobre todo de diarios —di unos pasos hacia
atrás, quería escapar –“Joven de 14 años asesina a su vecino”
— ¡Fue en defensa propia! –mordí mi labio inferior al estar pasando por esto.
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—Hace dos años tuviste un giro en tu vida ¿no? todos sabían lo que habías
hecho aunque te hayas cambiado de colegio.
—Basta ¿Qué quieres para quedarte callada? –no iba a seguir escuchando
y menos arriesgándome a que todo el mundo supiera mi pasado.
—Solo necesito tu ayuda, necesito que saques a Damián de ese grupo de
arpías –la miré sorprendida.
— ¿Por qué? Se ve muy cómodo ahí.
—Claro, pero no quiero que termine con sífilis o se convierta en un maldito
robot como lo es Joan.
— ¿Por qué no le has dicho algo?
—Lo he hecho, pero no me toma en cuenta Amaya, tú puedes, sé que puedes
sacarlo de ahí, no sé porque tiene un estilo de fascinación contigo, le agradas, a
cambio de ello nadie se enterará de lo que sucedió.
—Cualquiera entra a Google Amalia, como lo hiciste tú –ella asintió.
—Pero no todos tienen un novio hacker que puede bloquear estás páginas
en el colegio o kilómetros a la redonda —suspiré.
— ¿Y qué debo hacer? No me acostaré con él o algo parecido Amalia.
—Wow…no, eso no lo estaba pidiendo, solo quiero que seas su amiga, es
así de simple, acércate a él y manipúlalo para que se aleje de Cloe.
—No lo sé, arriesgo mucho, este colegio está casi maldito por Damián.
—Lo sé, sé que pido mucho pero también ganaras…Amaya, no quiero verlo
metido en problemas por ese grupo de centro de alumnos.
—Está enojado conmigo, es más difícil, no tengo oportunidad de verlo.
—Oh créeme…las tendrás, Damián es muy servicial, si le pides que te ayude
en algo él lo hará, está muy convencido o Cloe lo ha convencido que debe ayudar
a todos los alumnos, nunca dice no.
—Bien –quede pensando, tendría que jugar a algo peligroso. No me gustaba,
pero no tenía opción –respecto a la “sífilis” veo que es un tanto inquieto ¿no?
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—Claro que lo es –ella se sentó apoyada en la pared de cemento, arreglando
su falda para cubrirse. Hice lo mismo que ella, se veía muy preocupada por Damián
–tiene a todo un colegio a sus pies ¿Qué esperas?
—Me han dicho que no lo ven con nadie —ella me miró sonriendo.
— ¿Has preguntado por él? –Negué — ¿de verdad no te atrae? Es raro, a
todas las niñas nuevas les gusta.
—Claro, él es muy guapo, pero simplemente su personalidad es demasiado
falsa.
—Sí que lo es, deberías conocerlo, es muy dulce…bueno, él cuida mucho su
imagen, por lo que esconde sus aventuras como si se trataran de pecados. Culpa a
Cloe de eso, este año supuestamente han de buscarle una novia oficial, que cumpla
con el prototipo, estoy casi segura que será Eve…esa chica simplemente es
asquerosa, no sé qué le puede contagiar a Damián.
— ¿La porrista? –Ella me miró sorprendida –Juliana me comenta todo.
—Bien, ella…ellos ya han estado juntos, nada formal porque ninguno de los
dos es monógamo, pero bueno, supongo que Cloe está convencida de que la puede
moldear en estos meses.
—Cloe y Damián, a ellos los han visto juntos —ella levantó los hombros.
—Supongo que le gusta jugar con sus juguetes, ella es mi compañera, ambas
nos graduamos este año, él que quedara a cargo después de su retiro, ha de tener
su cerebro en sus manos para asegurarse de que todo siga como la tradición dice.
— ¿Tradición?
—Oh Amaya, esto viene de años en este colegio…mi padre participo en ese
grupo, era la versión de Damián en rubio.
—No veo porque me estas obligando a pasar por esto, no te he hecho nada,
quería estar tranquila este año –apoyé mi cabeza en el cemento, cansada. Amalia
no me desagradaba, pero lo que me estaba pidiendo era para las ligas mayores, no
tenía su experiencia –acabaran conmigo ¿sabes?
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—No, eres de La Luna, de por si eres más fuerte que las chicas de aquí,
vienes adelantada, yo te ayudaré, solo necesito irme a la Universidad tranquila.
—Bien, pero esa Amaya se ha perdido…
—Búscala porque ambas la necesitamos.
—No seré la misma, tenlo claro…me comporté mal y herí a muchas
personas, simplemente haré lo que me has obligado a hacer, acercarme a Damián
y tratar de sacarlo de ahí, tu cumple con tu parte del trato, Amalia –me puse de pie
para irme de aquí.
—Lo siento…pero eres nuestra última esperanza.
— ¿Nuestra?
—Todos nosotros esperamos que aceptaras esto, Nicole, Simón, Felipe y yo
–fruncí el ceño.
—Ciertamente era una casualidad que los capitanes de mis grupos fueran
tan amigos… —ella sonrió de forma triste.
—Gracias —enarqué una ceja ante lo que dijo.
—Para decir gracias debí haberte hecho un favor, esto que estás haciendo
se llama extorción…y además es para que juegue con tu hermano, no vengas aquí
con “gracias” –Amalia me sonrió de nuevo.
—Gracias por eso entonces.
Salí de ahí y baje preocupada por las escaleras, tratando de pensar como
haría esto. Ya no había vuelta atrás, Damián Andrade ahora era mi objetivo o sino
mi vida empeoraría más de lo que ya estaba.
Fui a la biblioteca y pedí el libro que tenía que leer, como había dicho Amalia
me lo dieron por una semana. Salí hacia el patio buscando un lugar alejado de todo
este colegio que me molestaba ¿Por qué vine aquí? ¡Ah, sí! Lo recuerdo, para volver
a tener una vida tranquila ¡Ja! Así como voy moriré antes de terminar este año por
culpa de Amalia Andrade.
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Mire hacia el fondo del patio donde estaba el bosque. Estaba prohibido llegar
ahí, pero me dio lo mismo, ya no era como si siguiera las reglas de todas maneras.
Salté el portón y seguí caminando hasta perderme entre los árboles, sonreí al ver
que más allá había un sector desprovisto de tantos árboles, pero mi sonrisa se fue
al ver que no estaba desierto como esperaba.
¿Cuáles eran las probabilidades de encontrar a Damián Andrade sentado
sobre una piedra mirando hacia adelante, meditando en Dios sabe qué cosa?
Bueno, fácil respuesta, en mi caso sería un cien por ciento.
Suspiré cansada, creo que era hora de jugar.
Tomé mi lápiz y me arreglé el pelo para verme un poco más decente, si iba
a ser amiga de Damián, tendría que llamar su atención de nuevo porque de seguro
seguía enojado conmigo. Tomé mi bolso y asentí, segura que podía hacer esto,
total… ¿no sería tan difícil, cierto?
Me acerqué y sonreí al ver cómo me quedaba mirando sorprendido, por lo
visto este lugar solo lo conocía él. Ahora teníamos un secreto.
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Capítulo 6
Miré a mis lados para ver si había alguien más, pero por lo visto Damián estaba
solo. Ni siquiera podía imaginar el motivo para que estuviera aquí. Me acerqué
empujando algunos arbustos que me impedían llegar este lugar secreto con
facilidad. Él seguía mirando hacia al frente sin decir nada, parecía que estaba
escuchando música.
Tosí para que me tomara atención, pero fue inútil, estaba concentrado en algo
más. Me acerque a él y deliberadamente llevé mi mano a su hombro y lo golpeé
suavemente con mis dedos.
— ¿Amaya? –me miro alejándose como un gato. Se sacó sus audífonos.
—Hola –sonreí tratando de ser amable.
— ¿Cómo me encontraste aquí?
Sí, esa pregunta era la adecuada ya que estuve todo el día buscándolo ¿no?
¡Dios! ¿Es qué cree que nuestro mundo gira en torno a él? Esto no sería nada fácil,
seguía con estas sensaciones negativas hacia Damián. Además ahora lucía
demasiado extraño, alterado.
—No te estaba buscando… —levanté mi libro para demostrar a lo que venía –
solo estaba buscando un lugar para leer.
—Bueno –se puso de pie –este lugar ya está ocupado, así que tendrás que
buscar otro – vi como un segundo después se retractaba de decir aquello –lo siento,
no debí decirte eso… —parece que no era la única que trataba de esconder lo que
pensaba, interesante.
Aunque no dejaba de llamar mi atención la forma en que movía su mano
derecha, haciéndola chocar contra su pierna.
—Estoy en un país libre, esto no es propiedad de nadie y puedo sentarme a
leer donde se me dé la gana –avancé un poco y busqué un lugar donde hubiera
bastante césped, me senté ahí y abrí mi libro.
—Amaya, te pediría por favor que…
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—Ya no lo has hecho –dije mirando mi libro –me has corrido de aquí siendo
un mal educado, sería una lástima que rumores sobre tu falta de clase corrieran por
el colegio ¿no? Por lo que he notado eres casi la viva imagen de un alumno correcto,
aunque solo he tenido la visión de tu parte alternativa, ya sabes… lo sucedido en el
baño, esa rara reunión con Cloe, además de lo sucedido con tu auto. Estuve
pensando en la posibilidad de que seas mal conductor o que realmente deseabas
chocarme.
Se quedó mirándome sin decir nada por unos segundos. No lo apresuré, si no
que aproveche ese tiempo para poder observarlo detalladamente ya que no lucía
como todos los días, su cabello estaba desordenado, su uniforme sucio en algunas
partes ¿estaría con alguien en este lugar? Quizás había una chica escondida detrás
de algún arbusto.
—Creo que esta es la primera vez que me hablas tanto sin tartamudear –quede
pensando en eso, Amalia me dicho antes que esa cualidad era lo que había llamado
la atención de Damián, lo que encontraba extraño, ya que realmente no había sido
tímida con él, más bien desagradable porque lo quería lejos.
—Bueno…creo que así me comporto con extraños, pero ya hemos llegado al
nivel de cuasi homicidio ¿no? –él de inmediato recordó a lo que me refería.
—Siento si te asuste con mi auto, pero tú te cruzaste de forma irresponsable
–levanté los hombros quitándole importancia.
—Bueno…creo que deberías retirarte si no deseas mi compañía porque no iré
a ninguna parte, me quedaré aquí por un largo tiempo leyendo mi libro –me
acomodé mejor, dejando mi bolso entre mis piernas y comencé a leer.
—No me iré —su tono seguro me decía que realmente le estaba molestando
que me quedara en su lugar sagrado.
—Entonces puedes quedarte ahí de pie, mirando como leo o mirando la
naturaleza…este lugar me agrada –suspiró y se sentó en la roca donde estaba.
Lucía preocupado, de seguro vino aquí a pensar o algo por el estilo ¿tendría algún
problema?
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— ¿Estás bien? –Él asintió –no luces como si lo estuvieras.
—Me encantaría saber el motivo de este cambio de personalidad –fruncí el
ceño. Esto quizás no estaba saliendo como esperaba, así que tendría que controlar
mi boca.
—Lo siento –miré hacia un lado, pensando que realmente no me estaba
comportando bien con él –es solo que me encantó este espacio, me gustaría poder
leer sentada aquí, solo eso… siempre me ha agradado la tranquilidad –lo miré de
nuevo, pero antes de que dijera algo lo interrumpí –podríamos hacer algún horario
para que no te topes conmigo.
— ¿Sabes? He estado pensando sobre tu reacción conmigo y aun no te puedo
entender… —tragué saliva, nerviosa, tendría que dejar que Damián se acercará
más a mí para poder yo acercarme a él y poder hacer lo que Amalia me exigió.
—He estado nerviosa estos días, solo eso —se puso de pie para quedar a mi
lado.
— ¿Y por qué creo que mientes ahora? —que rabia ¿Por qué demonios él
quería saber todo?
— ¿Por qué habría de mentirte? –Levantó los hombros –porque no lo estoy
haciendo –demonios, no me agradaba estar dando justificaciones a un chico que ni
siquiera conocía.
—Entonces ¿no correrás cada vez que me veas en el pasillo? –claro que lo
haría…si no fuera por culpa de Amalia que me estaba extorsionando.
—Claro que no haré eso –sonreí incómoda de tener esta conversación con él.
—Muy bien, porque solo he querido explicarte lo que sucedió en el baño con
Joan.
—Tu amiga Cloe lo dejó muy en claro, no tienes de que preocuparte —además
que cada vez que nombraba esa situación me sonrojaba por recordar lo que vi.
— Cloe…sí, bueno ella no era la que debía dar esas explicaciones.
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—Ustedes lucen buenos amigos –mentira, él lucia como si fuera un cachorro
al lado de una verdadera perra, pero no le podía decir eso a él…ni a nadie
realmente.
—Sí, nos conocemos hace años, ella es compañera de mi hermana Amalia,
quien se gradúa este año –sus ojos bajaron hacia el césped –ambas lo hacen.
— ¿Te entristece que se vaya Cloe o Amalia? –era notorio que Damián sentía
algo por Cloe, a menos que este equivocada y sea otro el motivo de su pena.
—Creo que más Cloe, cuando se vaya Amalia será todo un paraíso mi vida —
deje mi libro al lado.
— ¿Por qué dices eso? Es tu hermana, luce simpática – Además de ser una
entrometida, terrorífica y malvada zorra… pero en cierta forma aún no me
desagradaba.
—Eres curiosa –sonrió y se acercó finalmente hasta sentarse al frente mío –
es un tanto imprudente, no le agrada Cloe.
—Y ella es tu novia –él negó de inmediato.
—Yo no tengo novia –claro que no tenía si se tiraba a más de la mitad del
colegio –luces diferente –me miro directo a los ojos provocando que mis mejillas se
sonrojaran de una forma que hizo avergonzarme aún más –estás sonrojada –sin
previo aviso acerco su mano hacia mí para tocar mi mejilla, pero como reflejo tomé
su muñeca y la doble — ¡Amaya! –lo solté de inmediato.
—Lo siento, lo siento, no me di cuenta, solo es un reflejo por estar en defensa
personal el año pasado, lo siento mucho Damián –tomé su mano de nuevo y pase
mi mano por su piel, justo en la zona donde se estaba enrojeciendo.
—Eres fuerte —alejó su mano de mi –y eres pequeña ¿Cómo es qué alguien
como tu puede ser así de fuerte?
—No, no soy fuerte, solo es el movimiento en tu articulación lo que te
provoca el dolor, nada más…solo fui rápida –él sonrió sin decir nada –entonces
¿Joan es tu acosadora personal? –dije volviendo al tema principal.
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—Algo así —miró hacia un lado un tanto incómodo. Realmente pensaba que
él había estado con ella pero luego la dejó sin decir nada, exactamente como lo
hacen los chicos de su estilo. Mi pregunta era ¿Por qué el actuaba diferente
conmigo? ¿Me vería como su hermana menor?...eso sería conveniente porque no
quiero enredarme mucho con Damián, eso traería problemas –siento que hayas
sido testigo de eso.
—Fue un accidente –levanté los hombros, relajándome para que viera que no
era de gran importancia lo que había sucedido — ¿sabes? Ya deberías irte, no
podré leer mi libro y además tú has de tener que algo más que hacer —él quedo
pensando unos segundos.
— ¿Así que te molesta tenerme aquí? – Negué de inmediato — ¿entonces?
— Tienes cosas más importantes que hacer ¿no? –él sonrió sin decir nada y
de nuevo estuvo pensando unos segundos.
—Realmente no ¿te molestaría si me quedo?
—No, me agrada conversar contigo, eres simpático –él frunció el ceño,
confundido. Yo igual lo estaría con mi cambio de actitud hacia él –mira, siento como
me comporte hace días….no fue lo correcto, tu solo querías ayudarme, pero piensa
un poco, eres un tanto importante en el colegio y no quiero tener problema con tus
admiradoras, si una te acosa en el baño no quiero pensar en lo que me harían si
ven a la niña nueva junto a ti —él frunció el ceño de nuevo — ¡no es como si hubiera
algo con que confundirse! No, no me malentiendas, solo que para evitar problemas,
fui desagradable.
—Ya veo, entonces ahora ¿no tengo permitido hablarte en el colegio? –sonreí
ante esa idea, sería imposible acercarme a él sí solo habláramos aquí, entre los
árboles.
—Claro que no, además me han dicho que eres buen estudiante y que siempre
ayudas si te lo piden, bueno, no me está yendo muy bien en biología — ¡Amaya
mentirosa! Me estaba yendo excelente en clases porque realmente aquí iban un
poco atrasados –así que sería genial si un día…bueno, tú…
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—No me molestaría ayudarte si ese es el caso –asentí –bueno, entonces es
un nuevo comienzo ¿no?
—Algo así…
—Muy bien, entonces hagámoslo como corresponde — ¿este chico estaba
loco? Porque parecía estarlo, además de tener algo de psicópata. Era
extremadamente raro –Buenas tardes Amaya, mi nombre es Damián Andrade y soy
el presidente de alumnos del Colegio Altair –estiró su mano hacia mí, esta vez con
más cuidado.
—Ohh ya veo… —me miró indicándome que le siguiera el juego –Hola
Damián, soy Amaya Varela, nueva estudiante de tercer año –estreché su mano y
sonreí al ver que él seguía con el papel de conocernos.
—Amaya, me agrada mucho tu nombre aunque no así Amalia, que es el
nombre de mi hermana–trague saliva nerviosa por su comentario, no quería hablar
de ella cuando me había enviado a engañarlo.
—Gracias, también es mi agrado.
—Muy bien ¿Cómo te ha ido este tiempo? –levanté los hombros quitándole
importancia.
—Mmm bien, ha sido entretenido…hasta ahora –Comencé a sentirme
incómoda al estar a solas con él aquí, donde nadie más podría escucharme si algo
malo sucedía —¿sabes? Creo que me tendré que ir porque no recuerdo haberle
dicho a mi madre que tenia este club, quizás me está esperando –me puse de pie
con la mirada interrogante de Damián.
— ¿Estás hablando en serio? –Asentí sintiendo como mi estómago se revolvía
de los nervios –bueno, yo te puedo ir a dejar…no me tomaría nada de tiempo.
— ¿Tienes que volver?
—Lamentablemente sí, tengo una reunión con Cloe y los demás –fruncí el
ceño ¿los demás?
— ¿Quién más participa en el centro de alumnos? –él se puso de pie
rápidamente.
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—No, nadie que conozcas por ahora…muy bien, vamos entonces ¿sí? –asentí
ya que si me negaba sería aún más extraño.
Llegamos al estacionamiento, espere a Damián para que fuera por sus cosas
a su casillero y trajera las llaves, cuando venía hacia mí con esa sonrisa tan
agradable que tenia me di cuenta que estaba haciendo mal, no era mucho lo que
me había pedido Amalia…en realidad sí que lo era, pero engañar a Damián era algo
que traería consecuencias y no unas muy buenas.
—Muy bien, te llevaré –al abrir la puerta, alguien desde el colegio lo llamó.
Miramos hacia la entrada y pude ver que era Felipe con Nicole, ambos se
miraron al verme junto a Damián.
—No te sientas nerviosa, ellos son simpáticos –me removí un tanto inquieta al
ver como se acercaban.
— ¡Damián! ¿A dónde vas? –Preguntó el grandotote cuando llego a una
distancia más cercana –tienes una de tus súper reuniones ¿no?
—Sí, pero iré a dejar a Amaya –comenzaron a hablar de sus planes mientras
yo daba unos pasos hacia atrás y esperaba pasar desapercibida, lo que resultó de
maravilla porque ninguno de los dos amigos de Damián me dio alguna mirada.
Sin embargo, no todo eran buenas noticias; al mirar hacia la entrada del
colegio, distrayéndome de la conversación de los chicos pude ver con claridad como
una figura femenina estaba mirando directo hacia acá. Era alta, verdaderamente
guapa, la típica chica bonita del colegio, con su cabello rubio perfectamente
arreglando y su impecable uniforme de porrista… ¡Peligro! ¡Peligro! ¡Peligro!
Me giré dándole espalda, esperando que no me haya visto o algo parecido,
quería pasar inadvertida mientras trataba de convencer a Damián de que fuera, lo
que Amalia quería ¡y primero tenía que ser su amiga antes de darle consejos!
Demonios…así iba a terminar muerta antes de que termine el semestre.
Comencé a dar pasos hacia quedar al lado de la puerta del copiloto, mirando
hacia el resto del estacionamiento. Pude captar de soslayo como la chica rubia me
observaba con mala cara.
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— ¡Me debo ir ahora mismo! –dije hacía donde estaba Damián, sus amigos
miraron atrás y luego entre ellos.
— ¡Nos vemos, Damián! –dijo Nicole, me metí al auto sin siquiera pedir
permiso y Damián lo hizo al segundo después.
— ¿Qué sucede? –miré hacia donde estaba la chica.
— ¿Podrías partir el auto ahora mismo? –mi voz afligida debió alertarlo porque
hizo lo que le pedí y salimos del estacionamiento antes que la chica llegara a donde
nosotros.
— ¿Cómo es que conoces a Eve? –negué.
—No la conozco personalmente, pero si a las de su tipo —él frunció el ceño.
— ¿Te han tratado mal? Debes decírmelo, Nicole es capitana de ese grupo –
negué de inmediato. No me iba a meter en problemas por esto, además que no me
habían hecho nada.
—Para nada, todos se han portado bien —él asintió no muy convencido.
—Entonces ¿en qué grupos de inscribiste al final?
—Literatura, ajedrez y atletismo.
— ¿Atletismo? –me miró sonriendo.
— ¿Conoces al capitán del equipo? –él asintió muy serio ¿Cómo cambiaba de
expresiones tan rápido?
—Es un excelente chico, deberás conocerlo esta semana.
—Muy bien.
Luego la conversación fue sobre cómo me iba en las materias que rendía,
algunos consejos de su parte para estudiar, hacer amigos….Dios, Damián se creía
el gurú social del colegio.
Fue un alivio poder haber llegado en un par de minutos al condominio.
—Nos vemos, gracias por traerme –él asintió y me giré para abrir la puerta.
— ¿Amaya? –Me volví a verlo — ¿te molestaría si conversamos fuera del
colegio? –fruncí el ceño ante su pregunta, para mí era perfecto pero ¿Por qué él
estaba pensando en eso?
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—Mmm…no –él asintió.
—No quiero verte metida en problemas, luces como una chica
tranquila…evitemos que eso cambie por culpa de otros –sonreí –y me caes bien,
así que si quieres de mi ayuda o conversar un rato, no lo dudes —asentí.
—Muy bien, nos vemos.
—Te paso a buscar mañana –fruncí el ceño ¿no me había dicho que no nos
veríamos dentro del colegio? –no te preocupes, estacionaré el auto lejos.
—Está bien, adiós –Salí del auto y caminé incómoda al frente del auto.
— ¡Amaya! –Miré hacia atrás cuando me llamé desde la ventana –te ves bien
con el cabello tomado –de inmediato me sonroje por lo que dijo ¡estúpida Amaya!
Casi corrí hasta entrar a la casa pensando que me estaba metiendo en
problemas.
¡Demonios, demonios, esto se estaba volviendo en una pelota de nieve llena
de mentiras!
68
Capítulo 7
69
—Lo siento –dijo de nuevo, rodeé los ojos cansada, no podía creer que me
dijera eso siendo que de todas formas me había chantajeado, aun no entendía como
la situación de Damián había llegado a este extremo.
¿Qué sucedía en ese lugar como para que ella actuara de esta forma? No
tenía sentido.
—Como sea, ahora iré a clases —giré para irme, pero recordé una cosa –
Amalia –ella me miro atenta — ¿cuán molesta puede ser Eve, la porrista? –ella hizo
una mueca.
—Realmente molesta, pero no tienes de qué preocuparte porque la que se
encargará de ella es Nicole, lo tenemos todo planeado.
—Eso espero porque no quiero tener que meterme en problemas por esto –
finalmente me gire y me fui de ahí dejándola sola.
Entré con rapidez al colegio para poder llegar a mi sala.
— ¿Qué hacías con Amalia? –miré hacia mi lado y pude ver a Damián con su
mirada confundida.
—Buenos días —dije sonriendo, esperando que me diera más tiempo para
inventar algo.
Disimuladamente comencé a mirar hacia nuestro alrededor para ver si había
algo extraño…y no pasó ni un segundo cuando las niñas comenzaron a mirarme
con sus ceños fruncidos. Esto parecía una película de terror, en serio ¿Cómo era
tanta su desesperación por este chico?
—Buenos días, Amaya…hoy pasé por ti y no estabas, ya te habías ido ¿Por
qué?
Demonios, esto parecía una pesadilla, las miradas de las niñas sinceramente
se estaban convirtiendo en algo malvadas, así que sin pensarlo mucho tomé a
Damián del brazo e hice que fuéramos a uno de los pasillos que había. Era una
escalera idéntica a la que había subido días atrás para llegar a esa “oficina” donde
estaba Cloe y Damián. Solo subimos un poco y quedamos resguardados de las
miradas asesinas de las demás.
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— ¿Qué sucede? –dijo mirando hacia atrás y luego a mí.
—Eres demasiado popular, Damián –él frunció el ceño –esas niñas casi me
querían matar con sus ojos, Dios… ¿Cómo lo haces? –Él suspiró un tanto cansado,
por lo visto su estado de ánimo hoy no era el mejor –estoy siendo imprudente, lo
siento.
—No, no te preocupe y sobre las chicas, bueno…no tengo la menor idea –sí,
claro…creo que lo que había dicho Amalia, que Damián debía ser el sustituto de
Cloe también conllevaba que ella lo había creado, pienso que Damián había sido
manipulado o moldeado desde que ingresó a este lugar –ahora dime ¿Qué sucedió
con Amalia? –levanté los hombros quitándole importancia.
—Nada, solo quería ver cómo iba en el grupo de Literatura.
—Ya veo, pensé que…
— ¿Qué me estaba preguntando algo de ti? –Él asintió –que egocéntrico
Damián…claro que no –tragué saliva nerviosa, estaba a punto de colapsar. Era
cierto que antes era buena para mentir, pero a mis padres, no a otras personas y
sinceramente estaba a punto de decirle todo a Damián –me tengo que ir ¿sabes?
—Oh…claro, clases —fruncí el ceño al ver lo triste o preocupado que estaba,
no podía diferenciar como se sentía.
— ¿Qué sucede? –Él levanto sus hombros quitándole importancia –vamos,
dime…sabes que no se lo diré a nadie –me miró por unos segundos y finalmente
se sentó en el escalón, hice lo mismo.
—No te debería estar diciendo esto —mi estómago se revolvió de los nervios
¿me iba a decir lo de la famosa secta? ¿Tan rápido?
—Pero…
—Pero no se a quien más decirle, los chicos no entienden nada y Amalia,
bueno, ella me estaría gritando en este momento — ¡Oh Dios mío! ¿Me lo iba a
decir?
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—Bueno, dime, prometo que no se lo diré a nadie –levanté mi dedo meñique
para que viera que lo prometía de verdad. Aquello lo hizo sonreí más y sin dudarlo
entrelazo su dedo con el mío.
Retiré mi mano cautelosa, tenía que controlarme, no era como si Damián fuera
mi amigo de toda la vida.
—Lo que sucede es que…bueno, es un tanto complicado —dijo segundo
después de estar pensando en lo que me iba a decir.
—No haré preguntas, solo dímelo, yo me quedare en silencio escuchando ¿sí?
—Bien, entonces te diré, lo que pasa es que Cloe esta con alguien más y yo
tengo que quedar con Eve… —Wow, esto había sido un avance ¿me estaba
hablando de su secta?
—Y con quedar te refieres a…
—Qué bueno, ella deberá ser mi novia por un tiempo.
— ¿Y no te gusta? –él levanto los hombros de nuevo, pero luego me quedo
mirando un tanto incómodo.
—No es como si me diera lo mismo, solo que… —sonreí, estaba saliendo a la
luz el verdadero Damián.
—Realmente te da lo mismo Eve, solo la estas utilizando ¿no? –él frunció el
ceño.
—Tú no deberías estar hablando de esa forma, no la tímida y tranquila Amaya
—demonios…
—Bueno, no soy estúpida, además no soy de esa forma con las personas que
me rodean y empiezo a tener confianza.
—Ya veo, eres extraña.
—Como sea, a ti te gusta Cloe ¿no?
—Eso no importa, se va este año —hice una mueca.
—Bueno, podrías aprovechar este año con ella, antes que se vaya. Quedan
mínimo cuatro meses.
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—No, porque ella está con Tobías –fruncí el ceño ¿Quién demonios era
Tobías?
—A él no lo conozco.
—Es mejor que siga así —él se puso de pie –bueno, esto sirvió un poco, ahora
debemos ir a clases –asentí y me puse de pie, pero antes le di unos golpecitos en
la espalda para darle ánimo.
—Deberías jugártela Damián, si tanto te gusta Cloe –me adelanté y bajé las
escaleras más rápido para que no nos vieran salir juntos, pero él me tomó del blazer
y me hizo mirarlo, dejándome apoyada en el muro de piedra.
— ¿Quién eres realmente? –sonreí.
—Ninguna psicótica por lo menos –lo empujé un poco hacia atrás, para poder
irme –quédate atrás, no quiero que me sacrifiquen al terminar el día.
Salí del pasillo y me reuní con Leonardo y Juliana que estaban conversando,
miré hacia atrás y vi como pasaba Damián con su ceño fruncido, mirándome un
tanto confundido, solo le sonreí y me devolvió el gesto.
— ¿Qué fue eso? –dijo Juliana mirándome un tanto atónita.
— ¿Qué cosa? –respondí mirando a Leonardo para que me explicara a lo que
su novia se refería, pero solo levanto los hombros.
— ¿Esas miraditas con Damián? –negué ¿es qué no se le escapaba ni una?
—Nada… —miré a Leonardo para que me ayudara –solo estoy siendo
educada, él me ayudó días atrás.
—Sí, pero ni siquiera le dabas atención los días anteriores –fruncí el ceño, esto
no me estaba gustando.
—Bueno, problema de ella –dijo Leonardo –no tiene que informarte de cada
segundo que tenga su vida, vamos a clases Amaya –dejo su mano en mi espalda y
me hizo avanzar.
Entramos a la sala con la mirada atónita de Juliana. Me removí inquieta al
sentir aun la mano de Leonardo en mi espalda.
—Lo siento, a veces no se controla.
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—No te preocupes…
Miré hacia un lado al sentir como mis mejillas se sonrojaban al ver la mirada
tan tierna de Leonardo. Nos sentamos cada uno en su puesto, miré a Juliana y ella
estaba conversando con…Eve, ambas me miraron por un segundo y luego volvieron
a hablar como si trataran de disimular su atención en mi… ¡Mierda! Esto no estaba
yendo por buen camino.
— ¿Qué hiciste ayer luego del grupo?
—Me fui a casa, me llevo Damián, por eso yo…
—Wow…yo no soy Juliana, no tienes que darme explicaciones de nada –
asentí mirando esa sonrisa que tenia, sus ojos brillaban, realmente a penas se
podían ver sus ojos porque los cerraba al sonreír – ¿estuvo bien tu lectura?
—Sí, aunque no pude avanzar mucho ¿luego fuiste por Juliana? –él bufó mal
humorado. Ya no había rastro de sonrisa.
—Llegué y no estaba, se había ido con sus nuevas amigas al centro por un
café.
—Oh… ¿y no te avisó? –él negó.
—Estábamos discutiendo cuando llegaste hace unos minutos.
—De seguro ella estaba emocionada, no te lo tomes personal –él sonrió.
—Mala excusa, soy su novio, si va a ir a otro lado mientras yo la espero debería
avisarme…no digo que deje de salir por estar conmigo.
—Sí, tienes razón.
— ¿Qué tienes hoy?
—Atletismo —le mostré mi bolso gigante que estaba a mi lado –tu basquetbol
¿no?
—Sí, Juliana estaba contigo ¿no? –Asentí –deberías preguntarle si seguirá,
sus reuniones con las porristas son diarias.
— ¿Diarias?
—Si, al nueva las instruyen diariamente —hice una mueca –ahí viene –dijo
mirando hacia la puerta.
74
—Juliana –ella se sentó y me quedo mirando — ¿iras a atletismo hoy?
—No, no puedo ¡demonios! Lo había olvidado, Amaya esto de las porristas es
diario, no podría estar en otro grupo además de ese, es la condición para las nuevas
—miré a Leonardo y estaba segura que su expresión no era de felicidad.
—Oh...bien ¿Cómo es? ¿Te ha gustado?
— ¡Es increíble! Me encanta, jamás pensé que podría estar en un grupo así.
—Felicidades –miré a Leonardo y Juliana…no les daba más de un mes, ese
tipo de problemas irían aumentando y sabía muy bien quien cortaría a quien.
Leonardo se cansaría.
—Buenos días –todos nos sentamos correctamente al ver que el profesor
entraba.
75
—Estás de mejor ánimo.
—Así es, tomaré tu palabra pero me tendrás que ayudar –rodee los ojos, esto
me estaba dando más trabajo, pero me serviría para que Damián viera la verdadera
cara de Cloe, por lo menos la persona que yo pensaba que era.
—Bueno.
— ¿Qué tienes hoy en la tarde? –lo miré frunciendo el ceño.
—No te poder ayudar desde hoy, debo ir a atletismo, es mi primer día –dije
sonriendo, emocionada porque era mi grupo favorito entre los que había elegido.
—Oh ya veo, estarás ocupada.
—Así es.
—Bueno, Amaya Varela con doble personalidad –se acercó a mi oído, lo que
ciertamente me molesto porque se acercó demasiado, no me gustaba cuando las
personas se acercaban de esa forma –nos vemos entonces –lo miré de mala forma
por acercarse tanto a mí.
—Ey…cuidado –dije un tanto mal humorada. La sonrisa de Damián se fue y
asintió, suspiré porque lo había hecho sentir mal –no quiero que tu futura novia Eve
me mate, hoy estuvo en mi salón, hablando con Juliana.
— ¿Juliana tu amiga? –Asentí –no te preocupes, Eve no hará nada, yo te
cuidaré –rodee los ojos, eso no era consuelo.
—Como sea, ahora me voy, adiós –tomé mi bandeja y me fui a la mesa donde
Leonardo y Juliana ya estaban, él le dijo algo a ella antes que yo llegara, por la
expresión de Juliana no fue algo lindo. El almuerzo se pasó rápido, Juliana no me
pregunto nada y realmente me la pase hablando con Leonardo sobre películas y
música, en la cual concedíamos mucho, era agradable hablar con él, sin duda
alguna.
No hubo nada interesante por las siguientes horas de clases por lo que feliz
escapé de esta al ver que me tocaba atletismo. Me despedí de los chicos y me fui
a los camerinos a cambiarme, vi que la chica Belén estaba también ahí.
—Hola, Amaya –me sonrió al ver que entraba al camerino.
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—Hola –miré a un vestidor donde me podía cambiar, pero no había nada, por
lo visto seria aquí mismo. Mire a las demás incomoda.
—No te avergüences Amaya, aquí somos todas mujeres –sonrió alentándome.
Asentí nerviosa. Miro a las demás que ya estaban casi listas — ¡Vamos Chicas, hay
que aprovechar el tiempo!
Todas comenzaron a salir y le sonreí a Belén por ayudarme a tener más
privacidad, ella levantó su dedo pulgar y salió del camerino, era una chica
energética. Rápidamente me vestí y guarde mis cosas. Salí a encontrarme con los
demás con mi ropa deportiva de color azul y mi moño bien sujeto para no tener
problemas, por lo visto estaba atrasada ya que todos estaba en un círculo
escuchando a alguien, de seguro era el capitán del grupo.
Corrí hacia ellos y Belén me hizo seña para que fuera a su lado, lo hice y mis
ojos se abrieron con sorpresa al ver quién era el capitán, este me estaba dando la
espalda, pero cuando se giró me quedo claro quién era.
—Y cómo iba diciendo, debemos dar la bienvenida a los nuevos
integrantes….como Amaya —me miró y sonrió ¡Maldito! Sabía que lo iba a ver ahora
— ¡muy bien! a precalentar por ahora —todos comenzaron a correr por la pista de
la cancha –Bienvenida… —dijo Damián cuando llego a mi lado.
—Pudiste advertirme ¿no? –el rio a carcajadas.
—Así es más entretenido, ahora bien…a correr –él se sacó su chaqueta
deportiva negra y quedo con su camiseta musculosa de color blanca, me quede
mirando sus brazos…estaban marcados producto del ejercicio. Le quedaba bien su
pantalón deportivo oscuro.
Me quede por varios segundos mirándolo, de verdad que tenía una anatomía
increíble. Tragué saliva nerviosa.
— ¿Sucede algo?
—Sí, no deberías usar esa ropa deportiva si no quieres que más chicas estén
detrás de ti –me saque mi polero azul y lo arroje al mismo lugar donde Damián había
dejado el suyo.
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—Ya veo…y tú no deberías usar el azul si no quieres ser la causa de quiebres
en relaciones –comenzó a correr dejándome atónita por su comentario.
Bueno, ya veo porque todas las chicas estaban detrás de Damián.
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Capítulo 8
79
— ¿Hoy no tienes reunión? –él negó. Se puso de pie y me sonrío – ¿Cloe te
ha visto interesado en Eve? –él negó.
—No realmente.
—Quizás podrías darle más atención a la porrista y así poner celosa a Cloe,
un juego de egos, ella luce ser alguien que es muy segura de sí misma, podrías
debilitar esa autoestima.
—No sería una mala idea, pero Eve no sirve para ese trabajo, Cloe sabe que
es superior a ella.
—Entonces no se me ocurre nada Damián, esto es más difícil de lo que
pensaba.
—Pero dijiste que me ayudarías…
—No Damián, te dije lo que debías hacer, no cómo y cuándo, así que no
pongas palabras en mi boca.
—Está bien —me miró un tanto apenado, era un manipulador. No lo tome en
cuenta y comenzamos a caminar hasta llegar al patio del colegio — ¿Qué harás
este viernes?
— ¿Por qué? Aún quedan días para que llegue el viernes, no planeo nada con
tanta anticipación.
—Bueno, entonces quizás quieras ir al cine conmigo –lo mire extrañada –solo
como amigos, no me mires así, es solo que hace mucho tiempo que no veo algo
que me guste.
— ¿Por qué? ¿Es qué dejas que las chicas elijan?
—Algo así, de todas formas no es como si miráramos la película –lo miré y
suspiré, este chico no tendría arreglo y estoy pensando seriamente que no era por
culpa de Cloe que se comportaba de esta manera.
—Yo soy una chica.
—Sí, pero vamos a ver la película —me quede pensando unos segundos antes
de responder.
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—Nadie nos puede ver Damián, los rumores en este lugar corren demasiado
rápido.
—Oh créeme, nadie se ha dado cuenta antes que voy al cine –negué sin poder
creer lo desfachatado que era.
—Bien, mejor vámonos que me pongo nerviosa cuando estamos hablando en
el colegio –él asintió y nos fuimos con rapidez hasta su auto –espero que para mi
cumpleaños papá me dé un auto, esto ya no me está gustando.
—Para mí no es ningún problema –dijo abriendo la puerta del copiloto para
que entrara.
—Pero para mí sí —vi a Joan salir del colegio y tome la palanca para que el
asiento se moviera hasta hacia atrás –ya lo sé –sonreí ante mi nueva idea.
— ¿Por qué has hecho eso?
—Tu respuesta es Joan —él miro hacia la ventana y sonrió –Haz de abrirle los
ojos a Cloe con tu acosadora personal —me quedo mirando sin decir nada.
—Realmente tenía a otra persona en mente.
— ¿A quién? ¿Por qué no lo habías dicho antes? –noté la forma que me estaba
mirando y fruncí el ceño al darme cuenta de lo que estaba pasando por su mente.
Arreglé el asiento y lo miré enojada.
—No, no seré quien te ayude…no me meteré en eso porque no quiero
problemas, no tengo el ánimo para estar involucrada en rumores, ya me has
arruinado mi nueva vida que buscaba, no quería llamar la atención y mira donde
estoy, al lado del chico más popular del colegio.
—Yo no he arruinado tu nueva vida ¿Por qué dices nueva vida? ¿Cómo eras
antes?
— ¿Antes? –Esto me pasaba por hablar demás –no entiendes, mejor conduce
antes que Joan nos vea.
—Muy bien –aceleró y no nos tomó nada salir del estacionamiento.
—Entonces ¿no hay ninguna posibilidad de qué me ayudes?
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—Ninguna, así que has de aceptar a Joan, Cloe se veía furiosa semanas atrás
cuando Joan trató de acosarte en el baño –esa situación había sido tan extraña que
no le creía ni la mitad a Damián cuando hablaba sobre lo sucedido. Él me miró un
tanto sorprendido, esta era la primera vez que nombraba aquella situación. Me
arrepentí al ver esos ojos.
— ¿Cómo es que eres tan diferente a la Amaya Varela que conocí al principio?
—Eso era una farsa –bien, quizás si lograba decirle algo más privado de mi
vida, él también lo haría –quería comenzar como una nueva persona, cosa que no
resultó claramente, pero créeme…estoy mucho mejor que el año pasado –no dijo
nada por varios segundos, lo que me estaba comenzando a incomodar.
—No eres la única que es una farsa ¿sabes? –sonreí, había dado en el clavo.
Por lo visto Damián podría ser un tanto predecible.
—Sí, te descubrí al día siguiente después de conocerte —me miró molesto,
parecía convencido de que su disfraz era intachable, pero no lo culpo. Los alumnos
de este colegio se acostumbraron, todos estaban muy bien dentro de su utópica
burbuja –eres como un personaje de película, has de tener cuidado o te descubrirán.
— ¿Quién demonios eres? ¿Es que acaso eres una vidente? –Negué
sonriendo –vamos, puedes decírmelo, guardare tu secreto, será algo confidencial.
— ¿Confidencial? ¿Es qué ahora eres parte del gobierno, súper espía? ¿De
eso van tus reuniones secretas los viernes? ¿Te dicen alguna nueva misión?
—Sabes que al final me dirás lo que está sucediendo contigo, puedo ser muy
persistente.
—No lo dudo, ese momento ocurrirá cuando tú también termines diciendo lo
que quiero saber, por ahora solo te debo convencer que incluyas a Joan en el plan
para que tengas comiendo a Cloe de la palma de tu mano…ya verás.
La conversación después de aquello se volvió un tanto trivial, por lo que el plan
quedo en segundo plano hasta que llegamos a mi casa, donde Damián me quedo
mirando como si fuera todo un acertijo que tenía que resolver.
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— ¿Por qué me estás ayudando? –levanté los hombros, quitándole
importancia.
—Simple, me caes bien y te encuentro un poco patético…solo estoy siendo
una buena samaritana –su ceja se enarco cuando me escucho –adiós, presidente.
—Adiós, estratega —fruncí el ceño, no me gusto el apodo.
—Piensa en algo mejor, confió en que lo harás porque ese es un pésimo
apodo.
—Tú has de hacer lo mismo, eres demasiado obvia –presidente era un buen
nombre –nos vemos.
—Adiós
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Aunque no era muy entretenido cuando mi jefe me tomaba del brazo sin previo
aviso y me llevaba a un lugar secreto, exactamente como lo hizo Amalia dos minutos
después de que Damián desapareciera.
— ¿Cómo van? –Estábamos en esas escaleras tan tétricas que tenia este
colegio, habían por lo menos seis, cada una te llevaba a aun torre –Damián habla
de ti en casa, le caes muy bien…
—Lo sé, por lo visto cree que soy un chico más –eso era agradable, no me
tenía que preocupar por estupideces.
— ¿Y bien? ¿Has avanzado algo? –negué un tanto triste, era cierto que el
chico se estaba comportando más relajado conmigo y me decía sus confusiones
mentales, pero aún no podía conseguir su confianza y estaba segura que pasaría
mucho tiempo antes de que me dijera sobre esa “organización” que tenía con Cloe
y Dios sabe quién más.
—Me tomará tiempo, confió en que no habrá problemas —me asustaba que
ella se cansara y le dijera a todo el mundo lo que ocurrió.
—Sí, lo sé, siento estar tan ansiosa, pero me es inevitable…sé que quizás no
cumplas con lo que te he pedido.
—Corrección, exigido es la palabra correcta o mejor dicho, me has manipulado
para hacer lo que deseas, pero no te preocupes, Damián terminará fuera de lo que
sea, me cae bien y no quiero que este en problemas.
—Solo lo conoces hace unas semanas —levante los hombros restándole
importancia. De verdad me caía bien, podía hablar sin esconderme como lo hacía
con los demás –bien… —me miró un tanto preocupada.
— ¡Ey! Solo he dicho que me cae bien, él es absolutamente no mi tipo, así que
relájate, no es como si me estuviera enamorando de él o algo por el estilo…me
gusta los chicos que no tienen un alto riesgo de que me contagien alguna
enfermedad venérea.
—No seas pesada, eso no es gracioso.
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—La realidad Amalia, ahora me iré a clases y luego a ajedrez para terminar en
el cine con tu hermano –ella sonrió y asintió para dar esta conversación terminada
–adiós.
— ¿Oye, Amalia? –me giré antes de escapar de ella. Amalia sacó algo de su
bolsillo y estiró su brazo con su mano empuñada. Estiré mi mano para saber que
me daría, dejo caer un dulce, de los que vendían en la cafetería. No pude evitar
sonreír al ver que era.
— ¿Sabes? Si estas en este colegio tus padres han de ganar bastante dinero
como para darme algo mejor para mi cumpleaños.
—Lo recordé hoy en la mañana, lo siento, fue información revelada cuando te
investigué –reí ante su excusa.
—Me servirá para pasar la última clase, algo de azúcar nunca esta demás.
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tratando de salvar el resto del año. Gracias al cielo que aprobé, repetir por segunda
vez no habría sido nada gracioso.
—Hoy estas de cumpleaños, la semana pasada me dijiste que cumplirías 17,
investigué un poco y descubrí que es hoy…podríamos ir a comer algo, para celebrar
–bien, el sonrojó fue inminente y Leonardo lo notó –con Juliana, vamos los tres,
como amigos que somos ¿no te parece? –sonreí nerviosa, de verdad esto se estaba
volviendo incómodo.
—No te preocupes, tengo planes con mis padres…nada especial, no soy de
las que le gusta celebrar los cumpleaños, es un día más ¿sabes?
— ¿Un día más? ¡Estás loca! Es tu cumpleaños, un año más cerca de ser
mayor de edad —no pude evitar sonreír, me encantaba como Leonardo podía ser
tan niño a veces, aunque estábamos en una transición, esa era la verdad, aunque
la mía haya pasado hace tiempo.
—Bien, creo que comprare globos ¿eso está bien?
—Mucho mejor, pero si lo pasas sola no será nada agradable.
—Estaré con mis padres –él rodo los ojos al escucharme.
—Eso es como decir que una chica tendrá una noche de locura en un internado
de monjas –negué, riendo a lo que decía.
No pude responderle porque la profesora nos hizo callar, así que seguimos
tomando atención.
Luego de que terminara la clase, hice de todo para despistar a Leonardo, lo
que funcionó. Me despedí rápidamente y me fui a mi club de ajedrez, donde
apareció Damián como invitado ilustre. Simón se encargó de jugar con él mientras
yo jugaba con otro compañero. La hora y media se pasó más rápido de lo esperado
y sin darme cuenta en un pestañear de ojos estaba sentada en el flamante auto
negro que tenia Damián.
—Antes de que partamos al cine quiero una respuesta –él apoyó su cabeza
en el volante — ¿Tiene que ser Joan?
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— ¿Qué tienes en su contra? La chica es guapa y busca tu mirada, además
es obvio que estuviste con ella ¿no?
— ¿Tan obvio? –me miró lastimosamente.
—Sí, así de obvio ¿Qué sucede con ella?
— ¿Me tendré que acostar con Joan? Ella simplemente no es buena en ese
ámbito…bueno, no sé si entiendes sobre eso — ¿es qué acaso Damián estaba
tratando de descubrir si yo era virgen? –pero sería un gran sacrificio.
—Si entiendo o no sobre sexo es tema mío, pero no seas desagradable, no
puedes hablar así de una mujer, además ella no debe ser mala, tú no sabes hacer
las cosas bien.
—Pensé que no te importaría, me estas exigiendo que utilice a Joan si no lo
has notado.
—Eso es muy diferente a hablar mal de una chica, un caballero no tiene
memoria Damián.
—Ella es inolvidable, créeme –bufe frustrada, estaba exagerando.
—Mejor maneja, ya has aceptado ¿no? sabes hacer tus movimientos con las
chicas, no eres más que un Casanova, así que no te tomará nada tener a Joan a tu
lado de nuevo.
—Hablas como si me conocieras muy bien, Amaya, he sido cuidadoso en no
ser descubierto.
—Haz de ser muy bueno en lo que haces como para que todas las chicas con
las que has dormido se mantengan calladas ¿no?
—Gracias, gracias, por fin algo de crédito para mí —rodee los ojos, era un
arrogante –mejor vamos al cine.
—Sí, mejor ¿Qué vamos a ver? No quiero nada de acción, me gustan pero
prefiero reírme.
— ¿Nada de acción?
—Damián, no soy un chico, así que si me llevas al cine para realmente ver una
película y no ligar con alguien, veremos una película neutral, humor ¿está bien?
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—Justo, me agrada.
Damián estacionó varias cuadras lejos del cine y caminamos a este, pero para
mi sorpresa no fuimos a la entrada principal, sino que sin previo aviso tomó mi mano
y me hizo entrar por la puerta trasera del cine.
—Me siento especial, no sabes cuánto –dije susurrando, irónica, mientras nos
colábamos por unos pasadizos donde no veía nada.
—Conozco al encargado, no te preocupes y además esto lo hago por ti y tu
afán de que nadie nos vea juntos.
—Si no tuvieras psicóticas detrás tuyo esto sería mucho más fácil,
demonios…no veo nada.
—Quédate quieta –avanzó sin soltar mi mano hasta unos pasos más adelante
–sigue mis pasos.
—Claro, los veo tan bien que será muy fácil —tiró de mi mano, apropósito,
haciendo que caminara más rápido de un solo movimiento –idiota.
—Me agradas, ahora hemos llegado al nivel de los insultos.
—Oh, camina que quiero ver la película.
Luego de varios minutos, donde me tropecé, caí, volví a tropezar y boté a
Damián, llegamos a la sala donde según él estaba la película que me gustaría.
Nos sentamos y luego él desapareció mientras la película comenzaba, para
volver con palomitas y bebidas.
—Todo un galán, pero ¿Qué película es? –No tuvo que contestarme ya que
las imágenes comenzaron a correr — ¿Kick-Ass dos? ¿Es en serio?
— ¿Qué sucede? Es cómica y tú querías eso
—Como sea…espero que sea buena, aunque vi la primera.
—Ya verás que sí.
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Hace años que no iba al cine con un amigo y más con alguien que no lo era,
así que fue realmente cómodo ir con Damián, quien no trató de hacer nada extraño,
evitando buscar algo más o simplemente evitando ser desagradable.
—Muy bien –susurró en mi oído mientras uno de los personajes lanzaba un
galón de gas.
— ¿Muy bien qué? –bebí de mi bebida, aún atenta a lo que sucedía en la gran
pantalla.
—Jugaré con Joan –lo miré de mala forma.
—No lo digas así, suena mal…
—Como sea, puedo decir las cosas con claridad cuando estoy contigo, no
arruines esto –dijo apuntándonos –pero quiero saber ¿Qué me pedirás a cambio?
Nadie hace nada gratis y tú has de querer algo por esta ayuda.
— ¿Cómo crees? Tu increíble compañía es algo impresionante, soy adicta a
tus comentarios tan sabios.
—No estoy bromeando –comí un poco de palomitas. En serio mi ayuda
desinteresada era extraña, así que tendría que pensar en algo, podría sacar
provecho de esto.
—Quiero que alejes a las víboras que están detrás de ti.
— ¿Qué? –lo miré sonriendo, lo más probable es que su ego no lo dejara
comprender a lo que me refería.
—Quiero que las alejes de mí, no quiero tener problemas con nadie en el
colegio, sé cuan feo se puede poner una situación como esa.
—Entonces ¿solo quieres mi protección?
—Si lo pones así, sí.
—Hecho, pero ¿me dirás como es que puedo confiar en tu plan?
—No puedes, no soy ninguna experta en esto, pero te estoy ayudando,
deberías agradecer y cerrar el trato ¿no?
—Bueno, trato hecho –estrechamos nuestras manos y volvimos a
concentrarnos en la película.
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Damián había acertado, me había reído y mucho, sin duda era una muy buena
película y había pasado un excelente momento.
—Ya ha anochecido ¿debes volver pronto donde tus padres?
—Sí, comida familiar, ya sabes cómo son esas cosas –él asintió y sin más nos
fuimos por el mismo lugar por donde habíamos entrado y luego de caminar un par
de cuadras llegamos a donde estaba su auto.
—Gracias por venir, fue agradable tener un respiro –sonreí al escucharlo.
—Hablas como si fuera un trabajo estar con tantas chicas, no es como si lo
pasaras mal.
—Claro que no, lo paso increíble, pero hay ciertos momentos que estoy un
tanto presionado –partió el auto y nos metimos por una cuadra que no era la misma
por donde habíamos llegado –cumplir con las expectativas de los demás no es fácil
–trate de poner mi mejor mirada comprensiva, conteniendo la sonrisa que se estaba
por formar, Damián era un cara dura. No podía creer que se hiciera la victima luego
de llevar una vida bastante descontrolada.
—Podrías dejar de hacerte la víctima y salirte de ese entorno, es posible,
créeme.
—No es fácil y no me estoy haciendo la víctima –noté que nos estábamos
alejando del camino de vuelta y no pude evitar tensarme, demasiado.
— ¿Adónde vamos? Debo volver a casa rápido, si no puedes llevarme.
— ¿Sabes? Amalia habló conmigo y me dijo que estabas de cumpleaños —
¡Demonios, demonios y más demonios! –así que como no tengo ningún regalo para
ti, te llevaré a otro lugar que solo yo conozco, además del boque en el colegio.
—No tengo tiempo para esto Damián, además es solo un cumpleaños y
nosotros hemos conversado desde hace unos días, no tienes que darme algo.
—Pero eso no quita que me caigas bien, además has conocido de mi más que
mis otros amigos y amigas —antes de insistirle que volviéramos, ambos recibimos
una llamada. Por mi parte era Miriam que me quería en casa ya que estaba todo
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listo y por parte de Damián…bueno, no tengo la menor idea de quien fue, pero
nuestro viaje se detuvo –debo ir donde Cloe.
—Muy bien, podría llamar un taxi e irme a casa, solo déjame más cerca del
centro.
—No, claro que no, te llevaré, no me demoro nada.
Y como si se tratara de un corredor de carreras, comenzó a manejar tan rápido
que tuve que aferrarme al asiento por miedo a que chocáramos en cualquier
segundo, ni siquiera tuve la valentía de poder exigirle que manejara más lento.
—Muy bien, que pases un feliz cumpleaños —miré a mi alrededor y pude ver
que estábamos al frente de mi casa.
—Eres un demente –abrí la puerta para poder escapar de esa máquina mortal
–y no vayas donde Cloe, dile que has de tener algo con Joan, no vayas como un
perro faldero. Adiós.
Salí de ahí antes de poder escuchar su respuesta. Corrí hacia mi casa y entré
apresuradamente, al hacerlo pude ver a mis padres con ciertos invitados.
— ¡Tío Evan! –corrí hacia donde estaba. Hace más de tres meses que no lo
veía, me abrazó con el mismo entusiasmo que el mío.
— ¿Cómo está mi sobrina favorita?
—Soy la única, no vale que digas eso –me giré para saludar a tía Sofía, se
veía hermosa como siempre, con su cabello negro ondulado, su increíble figura y
su piel tan blanca. Ella era muy agradable con todos nosotros, me quería bastante,
me decía que era como una hija. Ellos no pudieron tener bebés porque ella no podía,
nunca estuvieron a favor de adoptar y por ello casi me trataban como si fuera su
hija.
— ¿Han venido por mi cumpleaños? –le pregunté a ella.
— ¿Estas de cumpleaños? No teníamos idea –dijo riendo, no pude evitar
sonreír –claro que hemos venido para ver como estas, hermosa a tus 17 años.
—Que felicidad es verlos aquí, han viajado desde Roma solo para desearme
un feliz cumpleaños –la volví a abrazar.
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—Luego recibirás tus regalos –dijo Miriam que me miraba contenta –ahora ve
a cambiarte y bajas para que comamos –asentí y corrí hacia la escalera.
No me puse nada especial, solo unos jeans con una blusa azul que me
quedaba holgada, así que bajé en un segundo para llegar a la mesa, donde todos
estaban esperándome.
— ¿Y dónde has estado todo el día? –me susurro tía Sofía, ya que estaba
sentada a mi lado derecho, a mi lado izquierdo se había sentado tío Evan — ¿alguna
cita con un novio?
—No, claro que no, fui al cine con un amigo y no pienses mal, solo es un
conocido.
—Que sería –se inmiscuyo tío Evan –debes aprovechar a tu edad, tener novios
y que te inviten a salir.
— ¡No le metas cosas en la cabeza a mi hija! –le dijo Cristian que estaba en
la cabeza de la mesa.
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— ¡Feliz cumpleaños, Amaya! –me estiré sobre el marco de la ventana para
poder alcanzar el globo, no me costó nada poder hacerlo.
Mi corazón saltó al apagar la vela y mirar a Leonardo aun emocionada por lo
que había dicho. Sin embargo mi sonrisa se desvaneció al ver que otra sombra
aparecía a su lado, era Juliana.
— ¡Feliz cumpleaños, Amaya! –gritó abrazando a Leo. Sonreí y le hice una
seña, sin saber porque este sentimiento oscuro comenzaba a atraparme — ¡que lo
pases bien!
Leonardo me hizo una seña y se fue con Juliana hasta su moto. Ambos
desaparecieron al perderse en la oscuridad.
Me quede mirando mi globo con el panqueque por varios minutos hasta que
escuche la voz de mi madre llamándome. Bajé corriendo las escaleras y pude ver a
tío Evan esperándome abajo con unas llaves colgando de su mano.
—Tu regalo te espera afuera –me cubrí la boca con mis manos al darme
cuenta de lo que era.
— ¡Oh no lo puedo creer! –me concentré en emocionarme por mi regalo y
sacar esa sensación extraña que provoco ver a Juliana al lado de Leonardo, eso no
estaba nada bien.
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Capítulo 9
Bajé las escaleras con esa sensación extraña que me había dejado Leonardo
y Juliana, lo más probable era que estuviera celosa de lo bien que lucían ambos…o
también podía estar enojada con Juliana, no me gustaba como trataba a Leonardo,
no desde que entró a ese grupo de porristas. Él siempre parecía querer pasar
tiempo con ella, a pesar de estar en el colegio, juntos, no se cansaba de estar a su
lado, pero Juliana simplemente prefería estar en ese grupo de chicas.
Sin embargo no debería estar pensando en ello, sino más bien él en hermoso
auto que estaba al frente de mis ojos.
— ¿Y bien? –dijo tío Evan desde la puerta.
— ¡¿Un Volkswagen?! –sí, sin duda mejor me concentraba en el regalo que
me habían hecho mis tíos.
—Tu madre me comento que habían discutido porque querías tener un auto.
— ¡Pero es un Volkswagen! Yo quería algo simple pero… ¡esto es mucho
mejor! –Me giré y abracé a mis tíos, tratando de demostrar lo agradecida que
estaba, esto era increíble – ¡Muchas gracias! ¡No lo puedo creer!…es hermoso.
Tomé las llaves que me pasó tío Evan y corrí al auto color negro, que tenía mi
corazón acelerado y mi cabeza en las nubes por la emoción. Encendí el motor y
comencé a conducir, tuve muchos recuerdos a la vez, pero los deje pasar, ya que
en el pasado había tenido problemas con el auto de mis padres.
Esto me ayudaría a no seguir yendo en el auto de Damián al colegio, era
agradable ir con él todas las mañanas porque conversábamos de todo, pero era
demasiado el riesgo de que nos descubrieran y que yo tuviera problemas. Además
esto me daba la oportunidad de ir donde yo quisiera ¡tener el auto era sinónimo de
libertad!
Di una vuelta por todo el condominio y volví a casa. En el camino pude notar
como estaba estacionado el auto de Damián, había regresado.
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— ¡Esto es magnífico! –le grité a mi familia mientras estacionaba el auto. Me
bajé de este y fui hacia ellos.
—Sabes lo que involucra tener un auto, Amaya… —dijo Cristian muy serio, lo
sabía muy bien. Él me había enseñado a manejar hacía bastante tiempo atrás, ni
siquiera podía tener una licencia pero yo le había insistido tanto que al final aceptó,
lo que después trajo más de un problema.
El año pasado había salido con unos compañeros, tomando el auto de mamá
a escondidas…terminé chocando contra un árbol porque estaba más atenta a las
estupideces que hablaban que al camino, eso fue realmente un mal momento,
además del hecho de haber bebido algo.
—Prometo que me comportare con el auto, no haré nada malo…necesito una
licencia provisoria, ya tengo la edad suficiente para tener una de esas ¿no? –Él me
seguía mirando preocupado –Papá, seré cuidadosa, lo prometo –le di un abrazo a
Cristian y él lo respondió gustoso.
—Muy bien, vamos a dentro que está haciendo frio —ordenó Miriam para que
no siguiéramos entumiéndonos.
—No sabíamos que regalarte –dijo Miriam nerviosa ya cuando habíamos
llegado a la sala –ya que…bueno, has pasado por una etapa donde tus gustos han
cambiado radicalmente así que optamos por darte dinero —me pasó un sobre y solo
reaccioné abrazando a mamá, ella sabía que le había tocado una hija complicada y
solo trataba de apoyarme.
—Muchas gracias.
La entendía muy bien, había pasado etapas donde me pudieron haber
regalado desde un bolso color rosa con un perro sin pelo a otro cumpleaños donde
me pudieron haber dado muñequeras para esconder las cicatrices. Así de extremo
habían sido estos últimos años, gracias al cielo que ya todo estaba volviendo a la
normalidad y yo me estaba comportando como una mejor hija, dispuesta a no herir
más a mis padres. Por lo menos trataba.
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— ¿Y? –Dijo tía Sofía que me miraba curiosa — ¿no saldrás con amigos este
cumpleaños? –había un tono esperanzado de que mi respuesta fuera positiva, todos
en esta habitación sabían de mis luchas internas.
—No, pero me lo he pasado bien con ellos antes, por eso llegue tarde –sus
ojos brillaron de emoción. Mis tíos también habían sufrido mucho por todo lo que
sucedió en el colegio anterior, las burlas y el acoso llegaron hasta tal punto que a
papá le gritaban insultos en la calle, llamándolo de diferentes forma por tener una
hija “asesina”
Ellos habían sufrido por mis padres y por mí, preocupados en Roma, nos
visitaban muy seguido en ese entonces y siempre trataban de aconsejarme. En ese
entonces no escuchaba.
—Bien, entonces seguirás con estos viejos pasando una linda velada –agrego
tío Evan cuando el ambiente se volvió tenso por los recuerdos. Era inevitable
—Haré un sacrificio –bromeé yendo con él hacia los sofás.
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— ¿Cómo alguien puede pasar tanto tiempo con gente mayor? Te he estado
esperando demasiado tiempo.
— ¿Qué haces aquí? –volví a preguntar, muy poco feliz de ver a Damián fuera
de mi casa, a estas horas.
—Vine a darte tu regalo de cumpleaños, ahora no tengo nada que hacer, así
que baja –me indicó las dos bicicletas que estaban en la calle — ¡vamos,
apresúrate!
— ¡No puedo! Estás loco, no lo haré…ya vete a dormir, son más de las tres de
la madrugada, me iré a dormir –cerré la ventana y me giré para poder acostarme,
pero una nueva piedra chocó contra el vidrio. Volví enojada porque la maldita
ventana terminaría destrozada — ¡Ya basta! –era realmente desagradable gritar
susurrando para que papá no me escuchara.
— ¡Cobarde! –fruncí el ceño molesta al escucharlo.
—Créeme que no tengo ni un pelo de cobardía –él rio al escucharme – ¡no
bajaré!
—Ven, no te arrepentirás ¡vamos!
— ¿Cómo quieres que baje? Cristian me mataría si me ve saliendo a esta hora
–me indicó con su dedo índice la enredadera que estaba a mi lado. Tuve que
taparme la boca para que no me escucharan reír — ¡Estás loco! Adiós…
— ¡Oh vamos! ¿En serio quieres pasar así tu cumpleaños? — ¿Qué tenia de
malo mi cumpleaños? Había sido entretenido y mis regalos habían sido asombrosos
–ponte un abrigo y vamos…no te arrepentirás.
— ¡Lo dudo!
Me gire y fui a mi armario por mi chaqueta de cuero con gorro, así podría
cubrirme mejor, por lo visto tendría que ir en bicicleta a no sé dónde.
— ¡Te odio! –le grité antes de que sacara mi pierna por la ventana.
Mi corazón latía con fuerza por el terror de caer, pero seguí para llegar abajo
y golpear a Damián y así sentirme mejor.
97
— ¡No puedo! –estaba sujeta con ambas piernas en la enredadera. Miré hacia
abajo y todo empeoró.
—No te preocupes, si caes yo te sostendré.
— ¡Me importa un comino! No es como si tu cuerpo sea un colchón inflable
¡idiota! –Escuché como reía bajito — ¡Damián! –lo traté de regañar, pero él me
interrumpió.
—Amaya, si no bajas en este momento me quedare sentado, mirando
tranquilamente como luce tu trasero, que no había notado que está hecho como a
mí me gustan –abrí mis ojos sorprendida por lo que estaba diciendo.
Me armé de todo el coraje que estaba sintiendo y comencé a bajar por las
bases de madera que habían, pero en un momento pisé una base que estaba
mojada por la maldita humedad que había en este lugar. Resbalé y ni siquiera me
pude sujetar con mis manos para evitarlo.
Cerré mis ojos y no grité, no pude hacerlo por el terror que sentí, solo estaba
esperando sentir el golpe en mi espalda por ser tan estúpida y hacerle caso a
Damián, pero en vez de sentir eso contra mi espalda, solo sentí un montón de
huesos y carne.
— ¡Santa mierda! –grité al sentir como al rodilla de Damián me golpeaba el
muslo, como sus brazos chocaban contra mi espalda y luego solo fue dolor y más
dolor.
—Oohh…Amaya —se quejó el idiota que estaba debajo de mi –esto no es
como lo muestran en las películas.
— ¡¿Quién está ahí?! –escuché el grito de Cristian y de inmediato sentí como
los brazos de Damián me rodeaban y avanzó conmigo hasta chocar contra su
cuerpo y arrastrarme hasta los arbustos.
—SCH… —dijo en mi oído.
Mi corazón latía con fuerza por el miedo de que Cristian nos descubriera. Esto
sería un castigo de por vida.
98
— ¿Sabes que en este momento te odio? –susurré furiosa por haber caído en
este juego, pero Damián tapó mi boca con su mano y me acercó más a su cuerpo
con su otra mano que rodeaba mi cintura.
— ¿Ves a alguien? –la voz de mamá se sentía más cerca, pero no podíamos
ver a mis padres aun.
—No, no hay nadie –dijo Cristian –estos chicos, no se comportan en ningún
lugar…vamos, entremos.
Ambos suspiramos cuando nos vimos a salvo. Me separé de él en un segundo
y lo miré enojada.
—Mira lo que hice, no debí escucharte –me puse de pie y mire hacia los lados.
— ¿Estás bien?
—No, no lo estoy, me duele todo por haber caído sobre un montón de carne y
hueso…realmente te hace falta ejercitarte si desear alcanzar chicas que caen desde
sus ventanas.
—Lo siento, fan número uno de Leonardo —lo quede mirando unos segundos
por lo que dijo. En realidad él tenía en parte razón, Leonardo era grande y me podría
haber sostenido de mejor forma que el corredor sin bastantes músculos que tenia
aquí al lado.
—Cállate y toma una bicicleta —tomé la de color azul.
—Esa es mía, la tuya es la roja, es de Amalia –lo mire como si de esa forma
pudiera asesinarlo.
—Tomare la azul y no dirás nada, estoy muy enojada, así que apresúrate –él
sonrió y terminó tomando la bicicleta roja.
Él acelero su pedaleo y me adelantó, lo que fue bueno ya que tenía que
seguirlo. Seguimos nuestro camino por varios minutos hasta que llegamos al
pueblo, el cual estaba bajo un silencio realmente agradable, este lugar era muy
pacifico, nada comparado con mi antigua ciudad.
—Por acá –dijo Damián girando hacia donde había un camino muy oscuro,
sentí como los nervios hacían que mi estómago doliera.
99
Lo seguí en silencio hasta que llegamos a un portón de madera. Ahí Damián
se detuvo y dejo la bicicleta tirada en el suelo.
—Damián…no quiero ir por ahí, está oscuro.
—No seas miedosa, no hay nada por estos lados, yo te cuido si es que un
conejo trata de atacarte –rodeé los ojos, odiaba que me subestimara.
Dejé la bicicleta sobre la suya y miré a Damián, quien me esperaba
pacientemente.
— ¡Ven! –saltó con una habilidad sorprendente el cerco de madera y me hizo
una seña para que hiciera lo mismo, pero pude notar que la cadena que unía ambas
partes del portón, estaba sin candado.
—Mira bien lo que haré Damián, será algo sorprendente y es lo que diferencia
a los hombres de las mujeres, es un gran secreto que se te será revelado –empujé
la parte derecha del portón y lo abrí para cruzar tranquilamente hacia donde estaba
Damián.
—Ja Ja…que aburrida eres.
—Ja ja…que idiota eres –él volvió a sonreír y seguimos caminando hacia no
sé dónde — ¿Adónde vamos?
—Te gustará, es único en Ciudad Blanca y solo yo lo conozco, no se lo he
dicho a nadie porque no quiero que lleguen muchas personas a mirar.
—Si es algo que no me guste Damián, terminarás en el suelo con mi pie en tu
trasero, así que este es tu momento para defenderte.
—Eres violenta.
—Me has hecho caer de mi ventana, no tengo el mejor de mis ánimos en este
momento… —al decir eso mi pie tropezó con una roca gigante que había y me tuve
que sujetar de lo primero que encontré…Damián, pero esta vez sí fue de gran
utilidad porque me tomó con firmeza y evitó que cayera.
—Ven, dame la mano para que no termines en el suelo de nuevo –asentí y me
acerqué más a su brazo para ir segura, no quería llegar herida a mi casa.
100
Pasaron varios minutos donde caminamos, para mí sin sentido, pero para
Damián hacia un lugar que me iba a encantar.
Aun no entendía como le había seguido la corriente, este chico solo era
sinónimo de problemas y odiaba tener que ser un Pepe el Grillo, tratando de
conectar sus pies a la tierra.
—Lo conoces, así que no te asustes, no es como si te llevara a un lugar del
todo nuevo.
—Está bien.
Era inevitable, me sentía nerviosa y el miedo comenzaba a aparecer en mi
cuerpo. No debí salir en ningún momento de mi habitación, ahí estaría segura y no
tendría estos sentimientos que me hacían recordar muchos tiempos del pasado.
—Muy bien, hay que subir este monte —seguí aferrada a su brazo para no
caer y mientras notaba como las estrellas brillaban sobre nosotros. No nos tomó
mucho tiempo llegar hasta la parte más alta, donde se podía ver toda Ciudad Blanca
y como las luces del pueblo avisaban que ese lugar no era un lugar fantasma.
— ¿Es esto? porque es hermoso —dije mirando hacia el pueblo, era una vista
privilegiada, no podía negarlo.
—No seas tonta, de seguro en tu antigua ciudad podías ver muchas más luces
–eso era cierto y la vista que tenia era maravillosa, mucho mejor que esta –vamos.
Comenzamos a bajar y llegamos a unos árboles.
—Dime que no estamos perdidos, Damián.
—No, solo estamos en el bosque….tranquila, no haré nada malo, te gustará
—suspiré rendida y recordando todo los movimientos de auto defensa que me
habían enseñado meses atrás. Seguí caminando –muy bien, prepárate… —me
aferré más a su brazo, nerviosa por lo que iba a suceder.
Cruzamos los últimos árboles y llegamos al mismo lugar en el cual nos
reuníamos, cuando pasamos los límites del colegio, pero ahora estaba lleno de
luciérnagas.
101
—Oh Dios… —mire como todas esas luces llenaban el lugar, siendo
compañeras de las mariposas nocturnas que pasaban por los lados –es realmente
hermoso –nunca en toda mi vida había visto algo igual, con un poco de suerte había
ido al parque para no olvidar lo que eran los árboles, pero esto… ¡esto estaba fuera
de mis conocimientos! Era un espectáculo de la naturaleza que jamás me habría
imaginado ver.
—Lo encontré cuando estaba recorriendo una tarde, ahí encontré este
maravilloso lugar y me quede ahí para pensar un poco…luego se hizo tarde y pude
ver como las luciérnagas llegaban, es hermoso –quede mirando a Damián, notando
su expresión seria y hablando con cierto orgullo de su descubrimiento –te daría las
gracias si no le dices a nadie sobre esto.
—Lo prometo –juré muy decidida, este lugar tan hermoso no podía ser
profanado por el humano — ¿ha cuantas personas has traído aquí?
—A nadie, eres la primera… —fruncí el ceño ante lo que me explicaba Damián,
no quería que él confundiera lo que estaba sucediendo entre nosotros. No era que
encontrara feo a Damián o que no me agradara, pero no tenía ninguna posibilidad
de que esto funcionara, ya que ambos estábamos rodeados de mentiras.
—No creo que estés confundiendo esta amistad ¿cierto? –sonrió de inmediato,
dejando que me relajara al ver que no estaba equivocada.
—Claro que no, solo que es tu cumpleaños y has sido una buena amiga…y no
tengo amigas realmente, además de Nicole que solo la conozco porque es la novia
de Felipe.
—Ya veo, pobre chico que solo es capaz de tener sexo con las chicas y no
tenerlas de amigas —él negó ante lo que dije.
—No, tú eres mi amiga ¿no? –me sentí de inmediato mal cuando escuché lo
que dijo. Damián era un chico agradable, no podía decir que buena persona, pero
él me hacía reír y era entretenido pasar tiempo a su lado. No me había gustado
conocerlo en estas circunstancias llenas de mentiras y secretos.
—Claro que soy tu amiga.
102
— ¿Y sabias qué lo amigos también se pueden besar? –enarqué una ceja,
este chico era irreparable.
— ¿Sabías que donde vivía antes los amigos también se disparaban?
¡Podríamos probarlo! –él comenzó a reír de inmediato por mi broma.
Terminamos en el centro del prado mirando hacia las estrellas, rodeados por
luciérnagas, pequeños insectos que a la luz del día eran horribles, pero que en este
momento se veían hermosos.
— ¿Qué hora es? –dije tratando de tocar una luciérnaga.
—Más de las cuatro, es mejor que volvamos ¿no? –miré hacia atrás y pude
ver una luz lejana.
— ¿Qué hay para allá?
—La escuela –dijo sin ningún problema.
— ¡Qué! ¿Me has hecho venir a este lugar por el lado más extremo y no por
la escuela?
—Es para que tengas resistencia —le di un golpe en su hombro.
—Vamos, que debo pensar en cómo subir a mi habitación de nuevo…
— ¿Amaya? –me iré a verlo ya que se había quedado unos pasos atrás –antes
que nos vayamos hay algo que necesito decirte, me agradas y no quiero seguir
mintiéndote.
Fruncí el ceño, confundida por sus palabras ¿A qué se refería? ¿Por fin me
diría de qué trataba esa agrupación del Centro de Alumnos?
103
Capítulo 10
— ¿Qué sucede? –él sonrió un tanto nervioso, así que supuse que esto no
podía ser algo bueno para él, pero excelente para mí. Estaba jurando que me diría
toda la verdad.
—Necesito que hagas algo por mi…por eso te traje aquí, es un regalo por tu
cumpleaños, pero espero que me ayudes a cambio.
— ¿Qué tipo de regalos haces si esperas algo a cambio? –me estaba
confundiendo y todo esto ya no era tan lindo como al comienzo, menos cuando
estaba hablando de algo que no me interesaba en realidad.
—De verdad quiero que seas tú quien me ayude…con Cloe –rodeé los ojos,
cansada de este tema, no habría otra respuesta de mi parte.
—Ya te dije que no iba a hacerlo, tienes a Joan, hasta puedes pasar un buen
rato con ella.
—No quiero que sea Joan.
—No lo haré Damián y no insistas…no me arriesgaré a que esa chica me odie,
sé que tiene demasiadas influencias en el colegio, es obvio que es peligrosa.
—Por favor —se acercó a mí, con esa mirada de cachorro abandonado, sus
ojos brillaban bajo las estrellas –ella no se prestara para eso, si logramos que
funcione, ella solo tendrá comunicación conmigo, para tratar de persuadirme, Cloe
no se presta para esas cosas.
104
—Ella puede que no lo haga, pero si tu club de fans ¡ni siquiera eres así de
guapo para tener chicas psicóticas detrás de ti! –él sonrió, pero no permitió que
cambiara el tema.
—Yo cuidare de ti, no dejare que te hagan algo, estaré al pendiente –su mirada
lucía un tanto desesperada por conseguir una respuesta de mi parte.
— ¿Por qué no Joan?
—Porque le expliqué que no me gustaba de esa forma hace un
tiempo…después de lo que pasó entre los dos, que solo fue algo de una vez y que
no quería que se volviera a repetir ya que no había conexión, es así de simple –no
podía creer lo que estaba escuchando ¿Damián era así de patán con las chicas?
Prácticamente le dijo que no le gustaba porque era mala en la cama.
Fruncí el ceño, molestándome por sus palabras ¿Qué creía que eran las
mujeres? ¿Juguetes para su entretención? Si no fuera porque Amalia me había
amenazado con mi pasado, ahora mismo le daría una bofetada a Damián, por ser
un idiota, pero no me podía arriesgar a perder su “amistad”. Por lo que decía, Joan
estaba demasiado interesada en Damián y él tenía la desfachatez de decirle que
era solo una aventura.
—Bien –respondí decidida, era hora que alguien le diera un escarmiento a
Damián y esa…no sería yo, sino que sería Cloe quien le rompería el corazón en
pedacitos, enseñándole lo que él había hecho hacia las demás chicas.
— ¿Qué? –me miró sorprendido ante mi cambio de pensamiento.
—Dije que está bien, pero con ciertas condiciones –no me iba a arriesgar a
tener problemas por su culpa, pero si las cosas terminaban mal, tendría que estar
respaldada –primero que todo, no seré la idiota de nadie, si vamos a jugar a ser
novios no puedes estar con nadie más ¿has escuchado? No quiero que anden
riéndose cuando a mi espalda.
—Hecho –su tono seguro me dejo en claro que había entendido ese punto,
que era el menos importante en realidad.
105
—Bien, nada de besos ni caricias, no me gustas de esa forma y realmente
estaría incómoda…has sido demasiado promiscuo.
— ¿Qué? ¿Pero cómo haremos que crean nuestro noviazgo? Eso es
imposible, no me gusta esa condición –lo miré sin poder creer lo cara dura que podía
llegar a ser.
—Te estoy haciendo un favor y ya veremos cómo lo hacemos, pero nada de
besos ¿entendido?
—Bien…
—Tu celular siempre debe estar disponible para mí, eso quiere decir que si te
llamo porque estoy en problemas, no debe pasar ni un segundo antes que te marque
y tú me busques ¿claro?
—Como el agua…de eso no te preocupes, además que no deberíamos
separarnos por mucho tiempo, somos novios ¿no?
Por su expresión podía jurar que pensó en todo momento que yo aceptaría,
de todas formas se veía feliz.
—Cállate, ahora dime ¿Por qué yo? No soy el prototipo de chicas con las que
sales –no era de las populares, era nueva y sabía que él era un sinvergüenza.
—Primero que todo, nadie sabe el tipo de chicas que me gusta porque nadie
me ve con nadie…y segundo, porque eres mi primera amiga, me agradas y todo
sería muy fácil contigo.
— ¿Fácil?
—Me refiero a que no habrá problemas de sentimientos y cosas así… —lo
quede mirando desconfiada.
—Entonces estamos bien –me gire para salir de aquí, era tarde y mis padres
podrían ir a mi habitación, aunque no les intrigaría que tuviera mi puerta con seguro,
pero sí que no contestara a sus llamados.
—Yo también quiero poner una condición –se ubicó a mi lado y caminó a mi
paso.
—No tendrías por qué tener una, pero dila, ahora tengo curiosidad.
106
—Si yo no puedo salir con nadie, tu tampoco —lo mire incrédula, yo no tenía
planes para estar con alguien hasta un futuro bastante lejano.
—No te preocupes, no tengo a nadie bajo la mira, así que acepto tu condición.
Seguimos caminando, ahora en un silencio un tanto incómodo mientras mis
pensamientos se concentraban en lo que estaba ocurriendo.
— ¿Damián?
—Dime… —subimos el monte nuevamente para poder llegar hasta las
bicicletas.
—Yo no cambiare mi forma de ser o de vestir por este plan, tenlo claro…no
me convertiré en la chica “de oro” para Damián Andrade —si analizaba a Cloe, Joan
o Eve, tenían las tres algo en común, eran hermosas y muy sofisticadas, cínicas e
interesadas, pero eso se notaba cuando ya se les conocía un poco; yo no las
conocía, pero tenía experiencia en el tema. Me gustaba poder descubrir cómo eran
las personas, a pesar de que trataran de esconderlo.
— ¿Y por qué habrías de cambiar? Eres perfecta como eres, que no te quepa
duda… —inevitablemente me sonroje por su halago, no estaba acostumbrada a
esos tratos, menos con Damián.
—No sacas nada hablándome de esa forma, la condición de no besos sigue
en pie.
—No me puedes culpar por intentarlo –dijo riendo, pero cuando llegamos a la
cima del monte tomó mi mano para que no avanzara más y me hizo mirarlo –no
estoy bromeando, lo decía en serio.
—Sí, me queda claro que tratabas de intentarlo –él negó ante mis palabras.
Me estaba confundiendo.
—Eres perfecta tal como eres –alejé mi mano de la suya, lo que lo hizo reír –
no te espantes, solo es un cumplido y ahora…vamos a hacer esto de la forma
adecuada, Amalia Varela… ¿quieres ser mi novia? –Cubrí mi boca para evitar reír
ante lo que estaba haciendo — ¡vamos! Esto es serio, jamás le he pedido a nadie
que sea mi novia.
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—Estás loco —me quede atenta, mirando a Damián. Habían momentos que
lo odiaba por ser tan cabrón, pero otras veces era como si saliera un chico que
estuviera escondido detrás de Andrade, lleno de mentiras y defectos, esos
momentos eran los cuales me convencían sobre seguir el plan de Amalia…y claro,
su estúpida amenaza.
— ¿Y bien? –sus ojos verdes, brillaban ante la emoción de su estúpida broma.
—Acepto, Damián Andrade, rompecorazones del Instituto Altair, el lugar más
raro en el he estado.
—Gracias por el honor, señorita Varela –hizo una reverencia de tal forma como
si yo fuera parte de la realeza.
—Estás enfermo…y ya bajemos de aquí que debo estar en mi cama.
—Muy bien —comenzamos a bajar con extremo cuidado.
— ¿Damián? –Él me miró esperando que siguiera. Era el único que podía
responder esto — ¿Cómo es que nos volvimos tan cercanos en tan pocas
semanas?
—Eso se llama destino, Amalia, estabas destinada a llegar a mi vida y sacarme
de la oscuridad –lo mire feo porque seguía bromeando –no te enojes, es una broma
y creo que congeniamos bien porque…simplemente lo hicimos, no me molesta.
—A mí tampoco, hay momentos donde me caes bien —él sonrió al
escucharme.
— ¿Tan bien como para besarme? —lo di un empujón y reí al ver que se
resbalaba y bajaba arrastrando su trasero por el resto del camino.
—Eso es por hacer que caiga sobre ti desde mi ventana, saco de huesos y
carne.
108
Me desperté después de las tres de la tarde, no pude dormir hasta que ya
había amanecido. El sonido de mi celular vibrando en mi mesa de noche fue el
culpable de que tuviera que abrir los ojos.
— ¿Hola? –me removí en la cama, esperando que mis parpados dejaran de
pesar tanto.
—Mi querida novia, sigues durmiendo –rodeé los ojos.
— ¿Por qué me estas llamando? Estaba durmiendo —bostece ruidosamente
mientras me estiraba en la cama.
—Porque son más de las tres de la tarde y solo te quiero molestar.
—Te odio —repentinamente sonaron dos pitidos en el celular, tenía una
llamada entrante, aleje el teléfono de mi oreja y vi de quien se trataba…Leonardo –
tengo otra llamada, dame un segundo –cambie de llamado y le hable a Leo —
¿Hola?
—Hola, Amalia ¿Cómo estás? –sonreí al escuchar su voz.
—Muy bien, gracias por lo de anoche…fue lindo lo que hiciste ¡Y Juliana!
Claro, los dos, gracias.
—Que bien que te gusto, fui yo él de la idea, por supuesto —sonreí aún más
por lo que dijo, me alegraba que a él se le haya ocurrido, en vez de Juliana, tenía
un significado diferente, ya que lo consideraba más mi amigo que ella.
—Por supuesto —susurre un tanto nerviosa — ¿me das un segundo?
Espérame.
—Bien –presioné el botón para volver a hablar con Damián.
—Te debo cortar, me ha llamado Leonardo, deja de estar despertando a las
personas que no dejas dormir, adiós.
—Pero Amalia… —no alcancé a detener mi dedo cuando corte la llamada y
volví con Leonardo.
—Ahora si ¿Qué ha sucedido?
109
— ¿Quieres conocer la playa de Ciudad Blanca? Hoy es sábado y aún hay
tiempo mañana para que sigas con las tareas, sería mi regalo de cumpleaños, un
súper tour hecho por mí.
—Suena interesante, pero ¿Cómo es que Juliana no tiene reunión con las
porristas hoy? –hubo un silencio bastante prolongado.
—Si la tiene, por eso te he invitado, así ambos no nos aburrimos ¿te gusta la
idea?
—Me parece genial, pero no sé dónde queda — ¡Ja! Sería un paseo sin
Juliana, lo que era agradable, por el hecho de que no seguiría escuchando sus
preguntas fuera de lugar.
—No te preocupes, te pasaré a buscar ¿Cómo en una hora?
— ¡Excelente! –me senté en la cama ante la emoción, me gustaba pasar
tiempo con Leo y esta era la primera vez que nos veríamos fuera del instituto —
Entonces me levantaré porque estaba durmiendo.
—Muy bien, entonces nos vemos, iremos en la moto.
110
— ¿Y te gusta?
—Claro que no –respondí de inmediato –es un amigo, él tiene novia, se llama
Juliana –tomó una camiseta negra, de mangas cortas, que cubría mi cuello. Luego
tomo una de mis pañoletas grandes a cuadros que me había traído tía Sulpicia un
día y por último tomo mis pantalones verdes.
—Te verías linda así.
—Me gusta –dije mirando el atuendo –gracias.
—Ahora me es muy fácil saber lo que te gusta, irónico siendo que estas en
plena adolescencia.
—Bueno, no diremos que soy las niña más normal del mundo –tomé la ropa y
ella aprovecho ese momento para acariciar mi rostro.
—Tú eres normal, no seas tonta…por lo menos eres normal para mí –se rio y
fue hacia la puerta –por lo visto hoy saldrás, me gusta que tengas amigos
Amalia…solo ten cuidado ¿sí?
—No te preocupes, todo saldrá bien.
Ella cerró la puerta y yo me seguí vistiendo hasta que cinco minutos después
pude tomar mi casaca de cuero que había usado anoche y baje rápidamente las
escaleras para poder comer algo antes de salir mientras arreglaba mis muñequeras.
Cristian no estaba y Miriam se quedó en su oficina trabajando, así que me
tome una leche y comí una fruta, sin que me regañaran por comer tan poco.
— ¿Señorita Amalia? –mire a Nana que estaba en la puerta de la cocina
mirando –primero que todo, tomar una leche y comer una fruta no es comida para
el resto del día.
—Lo siento, es que estoy atrasada, me vendrán a buscar.
—Sí, un chico está afuera…en una moto —asentí emocionada y le di el ultimo
mordisco a mi manzana para luego arrojarla en el basurero.
— ¡Excelente! –Me puse la casaca y me acerque a Nana –deje mi cama
desecha, no te preocupes que yo la haré cuando regrese –me empine y le di un
111
beso en la mejilla. Nana me miro sorprendida, creo que no recordaba la última vez
que había hecho eso.
Salí corriendo hacia la puerta principal, donde me esperaba Leonardo sobre
su moto y con esa blanca sonrisa que me gustaba tanto, era una sonrisa envidiable.
— ¡Hola! –me acerqué y lo salude con un beso en la mejilla.
—Hola, sube pronto —me pasó un casco y me lo puse de inmediato. Nerviosa
me subí detrás de Leonardo –sujétate bien –se dio unas palmaditas en el abdomen,
mis brazos lo rodearon como si fuera lo que más deseaba hacer.
No pude evitar sorprenderme al sentir lo marcado que estaba su torso.
— ¿Haces ejercicio? –el rio de inmediato, en cambio yo solo me sonroje por
no controlar mi boca.
—Todos los días corro en la playa y hago flexiones…me gusta mantenerme
en forma, me acostumbré.
—Y pensar que te vi tan niño la primera vez —volvió a reír por lo que dije.
—Sujétate bien ¿sí? No quiero que termines volando por la calle –asentí a sus
instrucciones.
— ¡Amalia! –miré hacia atrás cuando escuche mi nombre.
— ¿Ese es Damián Andrade? –preguntó Leonardo tan asombrado como
estaba yo.
—Si… —mi tono no representaba gran alegría al ver esos ojos verdes.
—Hola, Leonardo –saludó de una forma desagradable, extraño en él que
siempre trataba de quedar bien con todos.
—Hola –respondió Leo.
— ¿Qué sucede, Damián? Ahora voy de salida, a conocer la playa –sentí como
Leonardo se tensaba bajo mi agarre.
—Nada, solo quería verte —su tono cambio a ser más dulce. Fruncí el ceño,
no teníamos que empezar la obra de “Perfectos novios” ahora, justo cuando estaba
con Leonardo…no me gustaba mentirle, era un amigo cercano.
112
— ¿Hay algún problema? –preguntó curioso Leonardo, mirándome un tanto
confundido.
—No, no hay ningún problema ¿cierto, Damián?
—Claro que no, solo quería saber dónde ibas a llevar a mi novia, en esa moto.
— ¿Novia? –Preguntó Leonardo sin creer lo que Damián estaba diciendo, al
igual que yo — ¿Amalia? ¿Es cierto? –suspiré apenada por todo esto.
—Sí, es cierto…
—Entonces –continuo Leonardo mirando a Damián –llevare a tu novia, la que
es mi amiga, a la playa…nos vemos.
Sin más Leonardo aceleró y salimos de ahí como si escapáramos de un
tornado. Me aferré a él porque era la primera vez que me subía a estas máquinas.
— ¡Qué modelo es! –grite en su oído, haciendo que Leonardo moviera su
cabeza a un lado, riendo.
—No es necesario que me rompas el tímpano –lo presione más fuerte con mis
manos, haciéndolo reír más fuerte.
—Es una Yamala VMoon XVS 650…
—Oh…me acabas de hablar en chino, pero no importa.
—Mejor sujétate bien, que no quiero que tu novio termine cortando mi
cabeza… —suspire, inquieta porque esto se estuviera ya descubriendo, pero no
quise decirle nada a Leonardo.
Solo cerré mis ojos y apoye mi cabeza en su espalda mientras lo abrazaba
con fuerza. Me sentí extrañamente, muy cómoda.
113
—Ten cuidado… —dijo cuándo doblábamos para llegar a la costanera. No me
importó el tono enojado, realmente me había sentido libre de esa forma, como si
todo estuviera bien y tuviera la capacidad de volar.
—Esto es hermoso… —Leonardo había disminuido la velocidad y ahora era
un paseo tranquilo, al frente del mar, por lo menos los primeros minutos hasta que
se detuvo y nos bajamos de la moto.
—Me duelen las caderas –dije moviéndome para que se me quitara el dolor
por haber estado en la misma posición tanto tiempo.
Leonardo me miro y sonrió, pero luego se fue a sentar a la orilla del camino,
mirando el mar. Estaba bastante concentrado, no lucia contento.
—Entonces… —dije como que no quería la cosa y me fui a sentar a su lado,
mi pies no alcanzaban la arena por unos dos metros –no luces contento ¿estás
teniendo problemas con Juliana? ¿Por eso me llamaste?
— ¿Por qué estas con Damián Andrade? –Su pregunta fue directa y bastante
sorpresiva –él no es para ti, tu eres una chica tranquila que no le gusta sobresalir ni
tener problemas con nadie, él te traerá problemas.
—Él es simpático…me hace reír –por su mirada, no se conformó con mi
respuesta.
—Yo también te hago reír y no somos novios, ese no puede ser un parámetro
para convertirte en novia de Damián –me quede helada por varios segundos al
escucharlo, tenía razón, pero jamás me espere esta reacción de Leonardo.
—Oh vamos ¿Qué te sucede? No es tan malo…él no es como aparenta ser.
—Desaparecerás como lo está haciendo Juliana, eso es lo que sucederá. Te
meterás a esos grupos de chicas y olvidaras a tus amigos, pensé que tú eras
diferente…no sé, eras extraña al comienzo pero si uno te conoce dejas salir más a
esa Amalia que llevas escondida, eres autentica.
— ¿Gracias?
—Pero dejaras de serlo si te conviertes en uno de ellos, como lo está haciendo
Juliana… —supe de inmediato que este tema no estaba concentrando en mi
114
“noviazgo” con Damián, sino más bien en lo que Leonardo estaba pasando con
Juliana.
Me sentí mal por él, era un buen chico que se merecía a una buena chica, no
a Juliana, quien se estaba convirtiendo en alguien muy diferente a lo que era.
—Quizás se le pase –deje mi mano sobre la suya, tratando de darle apoyo.
— ¿Dices que a Damián dejaras de gustarle? –Sonreí, seguía escondiendo
sus problemas –tu eres alguien delicada, no puedes andar con ese tipo, me da
desconfianza.
—No estoy hablando de eso, sino de Juliana –él me miro unos segundos sin
decir nada, pero presiono mi mano –sé de qué estás hablando.
—No, no lo sabes…tú te abstienes de esas cosas, no te gusta entrar en un
grupo.
—Cállate Leonardo —rodeé los ojos, me tenía en alta estima, eso era
demasiado. Él me vio sorprendido por lo que le dije, generalmente era muy tranquila
con Leonardo, incluso más callada de lo normal. Me gustaba estar cerca de él
porque podríamos estar por minutos callados y no era incómodo, no después de
que se diera cuenta que no era una habladora como él –si te digo que lo sé, es
porque lo sé… —mire hacia las olas que chocaban en las rocas, a varios metros de
donde nos encontrábamos.
— ¿Lo sabes? ¿Por eso tienes estas? –paso su dedo índice por el interior de
mi muñequera, tirando suavemente de esta, habían tres cicatrices, bastante blancas
y muy delgadas. En mi otra muñeca había cinco. Su roce causo un escalofrió en mi
cuerpo –las noté al poco tiempo que llegaste, el puño de tu suéter no se ajusta lo
suficiente y a veces las muñequeras de mueven. Hay que ser muy observador para
notarlo –dijo nuevamente pasando su pulgar por sobre las cicatrices. Me estremecí.
—Ya veo que lo eres –aleje mi mano de la suya.
—No digas nada si no lo deseas…siento haber traído recuerdos a tu cabeza –
cerré mis ojos, para concentrarme en el ruido de las olas, era relajante y calmaban
la ansiedad que me estaba abordando.
115
—Empezó hace dos años –abrí mis ojos y volví a concentrarme en las olas –
yo…tuve problemas, estaba en el grupo de las populares ¿sabes? Era la típica chica
de una serie, desagradable y muy…mala, no hay otro adjetivo para describirme en
ese tiempo, humillaba a mis compañeros y me preocupaba de cosas tan tontas
como que tipo de color le asentaban a mis uñas.
Mi mordida se tensó ante los recuerdos que me estaban abordando, no me
sentía bien con esa parte de mi pasado, me avergonzaba.
— ¿Te hicieron algo tus compañeros? –Leonardo tomó mi mano derecha al
notar que me estaba sintiendo mal. El calor que traspasaba su piel me agradable.
—No, nada de eso… —no era capaz de mirarlo, era mejor decir esto estando
atenta al mar –sucedió algo realmente malo y cambie mi forma de ser, termine en
otro colegio y me aislé, sentía que mi mundo se había desmoronado, que era una
vergüenza para mi familia…fue una mala época, entonces para poder liberar ese
dolor… —suspiré nerviosa de que Leonardo no me viera como lo hacía cinco
minutos antes –tomaba unas hojas filosas y me cortaba las muñecas…también las
piernas…era una forma de liberarme hasta que mi mamá me encontró
cortándome…su expresión me hizo ver lo mal que estaba –la mano de Leonardo
me presionaba más fuerte que antes, sabía que estaba tratando de darme su apoyo
de esa forma –finalmente termine yendo a terapia y di el año por perdido, mis notas
eran malísimas, poco repito por segunda vez el año pasado.
—Lo siento mucho Amalia —lo mire y sonreí al ver que estaba preocupado,
notar que Leonardo se estaba convirtiendo en un verdadero amigo, me alegraba
bastante, había pasado demasiado tiempo que no conversaba con alguien no fuera
de mi familia.
— ¿Por qué? Tú no me hiciste nada, además eso fue el pasado, superado y
olvidado, así que no me tengas lastima o te preocupes por mí, estoy sin mi
psicólogo. Me dio de alta hace meses.
—No te hice nada, pero no me gusta que hayas sufrido…por eso lo siento —
alejé mi mano de la suya y la pasé rápidamente sobre su rostro.
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—Borra esa mirada triste, que me haces sentir mal…no te preocupes, en serio
–él asintió, pero aun así con su mirada preocupada –esta demás decir que no quiero
que Juliana se entere de esto ¿verdad?
—No te preocupes, ten más cuidado con tus muñecas eso sí, hace unos días
lo notó y me preguntó, pero no te tengas duda que jamás le diré esto, será nuestro
secreto ¿sí?
—Muy bien –repentinamente Leonardo se acercó a mí y me rodeó con sus
brazos, acercándome más a él. Me quede helada al sentirlo tan cerca, pero al notar
lo que estaba sucediendo, solo pude cerrar mis ojos y relajarme.
Jamás había sentido el olor de la piel de Leo, era agradable, más si estaba mi
nariz muy cerca de su cuello. Cuando me acercó más, mis labios accidentalmente
pasaron por su cuello, me sonroje de inmediato, pero Leonardo no me soltaba, a
pesar que podía sentir su corazón latir muy rápido, al igual como estaba el mío.
— ¿Qué mierda está sucediendo aquí? –con Leonardo nos separamos al
mismo tiempo cuando escuchamos la voz de Juliana detrás de nosotros.
117
Capítulo 11
118
Caminé en dirección contraria, no tenía idea a donde iba, pero me quería alejar
de ellos, simplemente me desagradaba ver que Leonardo tuviera una novia
tan…estúpida.
Tomé mi celular y marqué el único número que me podía salvar en este
momento.
— ¿Qué ha sucedido? –por su tono, sentía que estaba un tanto molesto.
—Damián ¿estás ocupado?
—No ¿Por qué? ¿Ya has vuelto de la playa? –me senté mirando hacia el mar.
—Estoy en la costanera, sola…hubo un problema ¿podrías venir por mí? –Se
quedó callado por unos segundos — ¿estás ocupado? Si es así.
—No, dame unos minutos ¿sí? –escuché una voz femenina que lo llamaba,
pero lo deje pasar.
—Nos vemos —ambos cortamos.
Me quede mirando como las olas llamaban mi atención, sin duda alguna este
era el lugar más tranquilo en el que había estado, era hermoso. Esperando a
Damián pude dejar que la brisa marina llenara mis pulmones, que desordenara mi
cabello y que eliminara todo lo sucedido entre Juliana y Leonardo, no quería estar
en una situación tan fastidiosa como esta.
Miré hacia donde Leonardo se había ido con Juliana y pude ver como un auto
venía como si esta fuera una pista de carrera, dejando atrás el polvo que se
levantaba producto de la velocidad.
Me puse de pie y esperé a que Damián estacionara.
— ¡Qué suerte la mía! –Dijo desde el interior del auto –no siempre se
encuentra una señorita tan linda por estos caminos –rodeé los ojos, siempre estaba
bromeando. Antes no se comportaba así conmigo, ahora simplemente se dejaba
llevar por lo que pensaba.
—Oh por favor, deja de bromear, no estoy de humor Damián –me dirigí hacia
la puerta del copiloto, pero él puso seguro al auto y no me dejo entrar, me indico
119
que diera la vuelta de nuevo para que me acercara a él — ¿ahora no me dejaras ir
contigo?
—Bueno, señorita Varela ¿Qué me dará a cambio por venir?
— ¿Algo a cambio? –lo miré sorprendida ¿de qué estaba hablando?
—Sí, he venido por ti –me apoyé en la ventana.
—Bueno, ya lo he hecho –su mirada estaba confundida –pasaré por alto la voz
de una chica que escuche al otro lado de la línea ¿te parece? Has roto el trato.
—Esa era Amalia, estábamos conversando algo importante –por el tono,
parecía decir la verdad. Quizás Amalia estaba tratando de que entrara en razón
sobre su secta misteriosa –ahora, si es por eso tú también has roto el trato, ya que
una novia no se va con otro chico en motocicleta.
— ¡Oh basta! Estás exagerando, además quería conocer el lugar.
—Dame un beso –di un paso hacia atrás al escucharlo –en la mejilla por lo
menos, será tu pago por hacerme venir.
—No.
—Solo es en la mejilla, Amaya –lo miré desconfiada ¿Qué tenía Damián sobre
los besos? –lo prometo, me lo merezco.
—Si mueves la cara, olvídate de todo trato ¿has escuchado? –él asintió
sonriendo, con esa mirada triunfadora. Me acerque a él, lentamente, mirando como
su rostro estaba fijo hacia adelante. Posé mis labios sobre su mejilla por dos
segundos que lucieron una eternidad, pude sentir como sonreía.
— ¿Ves? Nada difícil, ahora sube al auto y explícame lo que ha sucedido para
que ese chico te haya dejado sola.
Hice lo que me dijo y sin problemas le explique lo que había pasado con
Juliana, claramente sin detalles sobre mis muñecas, ni nada que provocara más
preguntas.
—Si te gusta Leonardo deberíamos dejar el trato hasta aquí, Amaya –lo mire
sin entender porque decía eso.
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—Claro que no, el trato no es mi idea favorita, pero Leonardo no me gusta, es
un amigo.
—Entonces debes tener cuidado en como tratas a tus amigos con novias, te
dije que si seguías siendo tan linda ibas a provocar que más de una relación
terminara por ti.
— ¿Sabes? No sé para qué te cuento todo esto, eres un idiota que no
comprende nada –me cruce de brazos, enojada porque él no entendía la situación.
—No te pongas así, te estoy diciendo la verdad, sin bromas ¿Qué harías si
tuvieras un novio y lo encontraras en esa situación? –eso era obvio.
—Seria lo bastante madura para ver que es un abrazo de consuelo y no de
coquetería.
— ¿Consuelo? ¿Por qué estas triste? ¿Ha sucedido algo en tu casa?
—No es nada, Damián, ahora solo ¿me podrías llevar? –él frenó en la carretera
a Ciudad Blanca, estacionando a un lado.
— ¿Sabes? Eres muy injusta –me miró un tanto enojado –yo te he dicho
bastante como para que tengas confianza en mí.
—No es eso, solo que no quiero hablar ahora, mejor maneja…tengo que hacer
mis tareas.
—Yo igual, pero no me moveré de aquí hasta que me digas que demonio está
ocurriendo, eres extraña y quiero saber porque, yo te dije el motivo de mi
comportamiento, ahora es tu turno.
—Es algo demasiado privado y no te lo diré, así que por favor maneja de nuevo
o saldré de aquí y pediré que alguien más me lleve.
—Eres demasiado testaruda ¿sabes? Eso no te llevar a ningún lado y seguirás
usando esa Amaya falsa del comienzo.
121
El resto del fin de semana se basó en compartir con mis padres y en el estudio,
no me comunique con Damián, ni con Leonardo, creo que ambos estaban molestos,
aunque el primero sin duda alguna estaba molesto conmigo. No me sentía mal por
no contarle mis secretos, él era alguien que me agradaba, pero no deseaba que
supiera sobre mi pasado, no teníamos tal confianza aun.
El día lunes me fui al colegio correctamente uniformada, pude usar mi auto
porque papá dijo que no habría problema alguno, pero que hoy tendría que ir a
clases de conducción para poder obtener mi licencia. Siendo este un pueblo tan
pequeño, no había problema en desistir de algunas reglas del tránsito, no cuando
Cristian tenía contactos en la fuerza policial.
Use mis audífonos para poder pasar desapercibida, sin tomar atención en
nada más que mis zapatos, concentrándome en esconderme detrás de esa Amaya
falsa, exactamente como lo había dicho Damián.
Inevitablemente llegaron a mi mente imágenes sobre el pasado, entrando por
primera vez a la secundaria, aquella donde me había comportado tan mal con tantas
personas, desde que estaba en primaria siempre había sido parte de las chicas
“populares” y cuando por fin había llegado a mi futuro “reinado” nada cambio, no por
los primeros meses.
Yo y mi grupo de sesudo amigas fuimos capaces de humillar a quienes se nos
interponía, a quien nos desagradaban y simplemente a alguien que nos sacara del
aburrimiento. Sin embargo esa vida fue interrumpida abruptamente, acabando con
todo lo que había conocido y siendo traicionada por el mismo grupo de amigas que
me había acompañado durante toda mi vida.
—Buenos días –escapé de mis recuerdos al escuchar la voz de Damián a mi
lado — ¿Cómo es posible que tengas una licencia tan rápido? He pasado por ti y
me ha dicho tu empleada que ya te habías marchado –tiró de un lado de mis
audífonos, interrumpiendo mi música.
—Me sigues hablando –susurré mirando a los lados, nadie se preocupaba de
pasar desapercibido al mirarnos –pensé que estabas enojado.
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—No –lo miré incrédula, su actitud distaba de haber cambiado su genio
conmigo –no sigo enojado –sin más llevo su mano a la mía y la cogió, entrelazando
sus dedos con los míos. Mi cuerpo entero se tensó al saber que el trato seguía
corriendo y que estaba comenzando mi camino al mismo infierno –no te asustes.
—Sí, claro –él tironeó de mí para acercarme más a su cuerpo.
— ¿Damián? –una voz femenina nos llamó desde atrás. Nos giramos, aun
tomados de las malditas manos y pudimos ver como Cloe nos miraba con su ceño
fruncido…demonios, esto había sido rápido.
—Cloe, buenos días –dijo cortésmente, con ese tono amable que no era nada
más que el Damián falso.
—Buenos días –sus ojos se fijaron en los míos.
—Hola –susurre nerviosa, esa chica me intimidaba, era peligrosa. Estaba
vestida con el uniforme, dejando que su cabellera negra cayera bajo sus hombros,
era hermosa y lucia letal.
— ¿Me puedes explicar algo? –su mirada se fijó hacia nuestras manos, traté
de separarme, pero Damián me tomo con fuerza.
— ¿Qué debo explicarte? –Él la miro con gracia, como si su pregunta fuera
ridícula –solo te presentare con Amaya, mi novia —ella no le dijo nada más,
simplemente se fue.
—Bien, creo que deberás cuidar de mi desde este día –suspire y me solté de
la mano de Damián, pero él no me dejo.
—Si no aceptas besos, no puedes negarme tu mano… —rodee los ojos y deje
que me tomara la maldita mano –no te preocupes Amaya, no te sucederá nada.
—Como digas, ahora debo ir a clases, así que me acompañas o cada uno se
va por su camino, ya Cloe te vio…no deberíamos seguir con el show.
—No, te iré a dejar a tu sala.
Caminamos por unos minutos, sin decir nada, solo seguidos por muchas
miradas, unas de verdadero odio ¿Por qué había aceptado esto? Creo que la
posibilidad de que Amalia hablara era mucho mejor a seguir con este juego de
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novios, pero ya no había nada que hacer, estaba en este problema y tendría que
afrontarlo.
—No te pasara nada –dijo cuando llegamos a mi clase de matemáticas –solo
llámame si alguien quiere hacerte daño ¿sí? –me miraba preocupado.
— ¿Por qué alguien querría hacerle daño? –miré hacia atrás de Damián y pude
ver que estaba Leonardo con el ceño fruncido. Solté la mano de Damián
inmediatamente.
— ¡Leonardo! Hola –dije sonriendo al ver que no venía con Juliana, quería
saber que había pasado en el fin de semana con ella.
—Escuchar conversaciones ajenas es mala educación –Damián estaba serio
mirando a mi amigo.
—Hola Amaya –se acercó y beso mi mejilla, dejando de lado a Damián, a quien
ni siquiera tomo atención –entremos que ya viene el profesor.
—Muy bien –miré a Damián –nos vemos, adiós.
Entré a la sala y me fui directo a mi asiento. Me sorprendió ver que Leonardo
se sentó a mi lado, quizás Juliana no vendría a clases.
— ¿Juliana está enferma o tiene alguna reunión? –Leonardo suspiró y justo
en ese momento pude ver como Juliana entraba, dirigiéndose hasta delante de
nosotros, sentándose sola. Mire con los ojos bien abiertos a Leo, pero no me pudo
decir nada, estábamos demasiado cerca, pero como todo estudiante adolescente,
fui más creativa.
Al sacar mi cuaderno con mi libro, de inmediato arranque un papel y le envié
uno a Leonardo, pregúntale que paso con Juliana, solo recibí una respuesta que me
dejo sin aire y sin ganas de preguntar algo más hasta que fuera más tarde.
“Juliana y yo terminamos”
No lo podía creer, simplemente esto era maravilloso. No me gustaba Juliana
para Leonardo porque se estaba convirtiendo en alguien cizañero y superficial, nada
que fuera digno de estar cerca de mi amigo, una persona que valía la pena.
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La clase paso lenta, mis ansias por saber lo que había pasado me dominaron.
Sin embargo mi atención se fue a Juliana, quien me regalaba miradas de odio cada
cierto tiempo.
Finalmente el timbre sonó y por primera vez ordené todo con rapidez en mi
bolso y me quede esperando a Leonardo para que me dijera todo.
—Vamos a comprar algo, tengo hambre –dijo con su mochila puesta. Asentí y
lo acompañe en silencio hasta la cafetería.
—Entonces… —dije como que no quería la cosa.
—Siento mucho haberte dejado sola Amaya ¿Cómo volviste? ¿Andrade fue
por ti?
—Sí, lo llamé y llegó en unos minutos, pero no importa, iremos otro día ¿no?
así me enseñas mejor el lugar.
—Claro –dijo sonriendo. Me gustaba la sonrisa de Leonardo, era…brillante o
algo por el estilo, pero lo envidiaba.
—Leo… ¿Qué sucedió con Juliana? –Su mirada se entristeció al escucharme,
lamente ser tan directa –lo siento.
—No, está bien —compro su barra de chocolate y caminamos hacia el pasillo
del patio –las cosas iban mal, ya no quería soportarla más, así que decidí que mejor
era darnos un tiempo.
— ¿Tú has cortado la relación? Porque esa excusa de “tenemos que darnos
tiempo” no sirve Leonardo.
—Bueno —se apoyó en la muralla de piedra –si lo dices así, entonces yo
terminé la relación.
—No puedo decir que me apena esta noticia, además que se veía venir, te
advertí de su comportamiento.
—Lo sé, pero aun no puedo dejar de sentirme mal y de extrañarla —suspiró
mirando hacia los demás. Le iba a dar palabras de ánimos, pero cuando le iba a
proponer que fuéramos a comer algo luego de mi club de lectura, sentí como unos
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brazos rodeaban mi cintura y me hacía girar sin previo aviso, sobre varios
centímetros de altura. No me tomó nada saber que era Damián el culpable.
— ¿Y esas caras largas? –Sonrió mirando a Leonardo — ¿Cómo estuvo tu
clase? –lo miré de mala forma, no quería que estuviera aquí, estaba conversando
con Leonardo algo muy serio.
Me acerqué unos pasos hasta él, quedando muy cerca de su rostro.
—Estoy ocupada ahora, hay un problema… ¿Por qué no nos dejas solos?
—Si te quedas así de cerca me tientas Amaya –fruncí el ceño al escucharlo
¡Damián estaba loco! Di unos pasos hacia atrás, pero él me tomó de las correas de
mi mochila y me acerco a él de un solo movimiento –tenemos un trato… —tuve que
mover mi cabeza hacia atrás o sino sentiría sus labios.
—Estoy hablando con Leonardo, aléjate un poco –lo empujé pero era inútil.
—Puedes utilizar las clases, todo tu horario es junto a él.
—Ahora no, vete ya Damián —él sonrió al escucharme.
— ¿Sabes? Has sido la única que me aleja siempre de su lado —rodeé los
ojos, Damián y su ego acabarían conmigo un día –si me das un beso en la mejilla
te dejare almorzar tranquila con tu Leonardo.
—No es mi Leonardo –susurre, mirando hacia mi amigo. Gracias al cielo que
estábamos a varios metros, no me escuchaba. Por su expresión note que no estaba
nada feliz por lo que sucedía.
—Ya has escuchado mis términos —rodeé los ojos y me empiné hasta besar
su estúpida mejilla. Él me presionó contra él y aquel beso duró más de los segundos
que deseaba.
—El odio —escuché decir a una chica que pasaba cerca, no pude notar quien
era, pero su tono de voz me asusto.
—Damián —susurré ahora cerca de su oído –sueltamente ahora mismo o este
plan muere aquí mismo.
—No te pasara nada, Amaya –me dejo libre y sonrió. Luego solo se giró y se
fue como si nada hubiera pasado.
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—Se ven bien juntos –dijo Leonardo, ni siquiera pude responderle ya que el
timbre sonó y nos fuimos a clases.
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—No pierdes nada con probar, así te sentirás mejor, no sabes cuán bien hace
–entrecerró sus ojos, mirándome con esos ojos negros tan profundos.
—Tú tienes club de lectura hoy.
— ¡Me puedes acompañar! –Tomé de nuevo jugo al notar lo contenta que
estaba, no era correcto –aunque luego debo ir a clases para tener mi licencia de
conducir.
— ¿Tienes un auto? –me miró sonriendo.
—Mis tíos me lo regalaron para mi cumpleaños, así que podre ir a verte a las
afueras del pueblo.
—Eso sería genial, ahora nadie nos interrumpirá.
— ¿Cómo está tu almuerzo? –me tense al escuchar la voz de Damián. Miré
hacia mi lado, estaba sentándose con nosotros.
—Esta bueno ¿Qué haces por aquí? –habíamos quedado para que el
almuerzo fuera libre, nada de actuación.
—Estaba aburrido por allá –miré hacia donde se sentaba y pude ver como
Cloe conversaba animadamente con un chico rubio, muy guapo.
— ¿Ese es Tobías? —él asintió, mirando de reojo a Leonardo, quien estaba
ahora atento a su celular –puedes quedarte aquí entonces, come con nosotros –
Damián me agradaba, no me gustaba que se sintiera mal porque Cloe estaba con
otro, pero aun así…tenía esa sensación de satisfacción al ver que ella lo seguía
rechazando, era exactamente lo que sentían las chicas a las que él había tratado
mal, comportándose como un idiota.
—Muy bien, iré por mi almuerzo —se puso de pie y se alejó.
— ¿Cómo demonios sucedió esto, Amaya? –dijo Leonardo mirando a Damián
que iba por sus cosas.
—No es tan malo como piensas.
—Si te llega a hacerte daño, tú dímelo, le romperé un par de huesos para que
no quiera jugar con nadie más.
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— ¿Jugar? ¿Crees que soy solo un juego? –me llamó la atención su tono de
voz.
—No, pero él no se caracteriza por tener novias Amaya, no quiero pensar que
esté tratando de utilizarte —fue lo único que alcanzo a decir, cuando Damián ya
estaba de vuelta.
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agilidad que me levantó varios centímetros del suelo, alejándome de Leonardo…de
nuevo.
— ¡Damián! –dije nerviosa porque me tenía tan cerca. Tuve que cuidar que mi
falda no se elevara dejando que se viera mi ropa interior — ¡Idiota, bájame! –
comencé a reír de nervios por lo que estaba sucediendo.
—Era una broma —dijo a mi oído. Tuve que empujarlo para que me dejara en
el suelo, cada momento que tenia no se podía controlar, era demasiado coqueto.
Mire hacia donde estaba Leonardo y vi que me hacia una seña para después
irse hacia donde estaba su moto.
—Me estaba despidiendo de Leonardo –caminé hacia donde tenía mi auto –
no debiste hacer eso Damián, eres un mal educado…
—Solo quería hacerte reír, además no fuiste hoy a leer, me estaba
acostumbrando a que estuvieras ahí.
—Mentiroso, lo más probable es que estuvieras feliz, pensando en cómo
conseguir a Cloe –lo empujé un poco, bromeando con él.
—Tú eres la mentirosa, me extrañaste, estabas aburrida con tu amigo
deprimido –me empujo jugando, pero fue demasiado brusco, hizo que mi pie se
doblara y que mi cuerpo fuera directo al cemento.
No tenía idea de que estaba hecho Damián o si se apodaba flash, pero me
alcanzó a tomar de la mano, evitando que chocara con el suelo. Me apoyó mejor
con su otro brazo, sujetándose de mi cintura, provocando que mi corazón saltara
del susto y por sus movimientos.
Al segundo cuando abrí mis ojos, vi que estaba demasiado cerca. Rodeé los
ojos, esto era increíble ¿Cómo se daba una situación así?
—Estas muy cerca –él sonrió al escucharme –aun no entiendo la facilidad que
tienes para estar en situaciones como estas.
—Es porque tus labios me llaman.
—Eres imposible Damián, conmigo no te sirve tu plan seductor –se acercó
unos centímetros más.
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— ¿No? ¿Y porque estas sonrojada? –podía sentir su nariz contra la mía. Me
quede helada al darme cuenta de que tenía razón.
— ¿Sera porque estuve a punto de estrellarme contra el piso por tu brutalidad?
— ¿Brutalidad? Tú empezaste…
—Deja de bromear y deja que me ponga de pie –rápidamente tapé sus ojos
con mi mano libre, su mirada me estaba poniendo nerviosa.
—Amaya Varela –sonrió curvando sus labios –eres a la única que le digo este
tipo de bromas, así que no creas que este es mi plan seductor –finalmente dejó que
me pusiera de pie. Baje mis manos de su hombro y ojos.
—Si claro, entonces ¿Cuál es tu plan seductor? Eres el típico idiota Damián,
solamente que tu estas encubierto...de una forma magistral –me giré para seguir
con mi camino.
— ¿Quieres saber cómo lo hago? –Caminó a mi lado rápidamente hasta
adelantarme varios pasos –te hare una demostración, no es muy difícil y no es gran
cosa.
—Muy bien, pruébalo… yo tengo una mejor técnica —caminó rápidamente
hasta apoyarse en mi auto, esperándome.
Avance hasta él con una sonrisa, Damián tenía la gran facultad de hacerme
reír cuando quedaba como un idiota.
–Damián Andrade —dije como si fuera la primera vez que lo veía — ¿Qué
haces aquí?
Su semblante serio y esa mirada profunda llamaban mi atención, pero no tanto
para hacerme caer.
—Amaya ¿no? –asentí aun con mi sonrisa burlona.
Estaba esperando para que siguiera hablando, pero no lo hizo. Simplemente
me tomó del brazo y me apoyó en el auto, dejándome atrapada con su cuerpo.
— ¿Esto haces? Debes estar bromeando… –sin más se acercó a mi
nuevamente, dejando su rostro muy cerca del mío.
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—No tengo una técnica —susurró sonriendo –cada chica es única y no puedo
tener un repertorio; generalmente vienen a mí, pero la única a quien no le
intereso…digamos que está interesada en otro o eso pienso.
—Ya verás que Cloe te eligiera a ti, Damián…ahora deja de actuar y aléjate.
—Claro, pero antes quiero probar algo —fruncí el ceño al entender lo que
estaba tratando de hacer.
Me quede helada, no me podía mover y para mi sorpresa, no estaba intentando
alejarme.
— ¿Este es tu estilo, Amaya? ¿Qué te tomen desprevenida? Eres muy buena
leyendo a las personas, así que usualmente sabes cómo es alguien ¿esto es lo que
te gusta?
—Basta… —susurré notando que su mirada alegre había cambiado a una
mucho más seria.
— ¿Por qué? Si somos novios.
Cerré mis ojos al sentir que se acercaba otros centímetros, logrando que mi
corazón saltara anticipadamente por poder sentir sus labios contra los míos. Sin
embargo, aquel beso no llegó.
— ¿Ves que soy bueno? Estabas toda entregada para que te besara…que
lamentable Amaya, pensé que eras resistente a mis encantos –fruncí el ceño
molesta ¿se estaba burlando de mí?
—Eres un jodido idiota —sin más tire del suéter del colegio hacia mí y terminé
con toda la distancia que nos separaba.
Deje que mis labios se posaran de forma suave sobre los de él. Los moví
superficialmente al principio, dejando que se relajara ante aquel movimiento
sorpresivo. Los labios de Damián eran increíbles, no pensaba que fuera tan
agradable poder besarlo. Tan suaves, aunque fríos.
Mis manos como autómatas se fueron a su cabello para dejar que mis dedos
se enredaran en él, tirando de ellos en una suave caricia. Sin duda le gustó ese
movimiento.
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Él llevó sus manos a mi cadera, empujándome contra el auto, pero al momento
que trató de profundizar el beso, yo lo aleje con rapidez. Sonriendo victoriosa al ver
su expresión de sorpresa.
—Y es así… como se hace, Damián Andrade —sonreí entrando a mi auto.
Dejando a un Damián en estado de shock.
133
Capítulo 12
Estaba cenando con mis padres, sin poder entender lo que había hecho. Ni
siquiera me pude concentrar en las clases de conducir.
— ¿Amaya? –Mire a Cristian, quien tenía una expresión confundida ante mi
comportamiento –pregunté cómo te fue en las clases de conducir.
—Bien, todo bien… —suspiré mirando a mis padres — ¿me puedo retirar?
— ¿Estás bien? –Miriam me miró preocupada.
—Claro que sí, no te preocupes, solo estoy cansada, es lunes y la escuela
estuvo agotadora –ella asintió sin estar muy convencida.
Prendí la luz de mi escritorio, para terminar con las tareas que me habían
asignado para hoy. Sin embargo en mi cabeza solo se repetía una escena.
—Tonta –susurré pensando en lo mala amiga que había sido con Leonardo
¿Cómo pude dejarlo solo? De seguro se sentía mal por haber terminado con
Juliana. Debí haber insistido.
Mi celular sonó sacándome de mis pensamientos.
— ¿Damián? –sonreí al escuchar su voz. Había olvidado como terminamos el
día.
— ¿Estás ocupada?
—Sí, estoy haciendo mi tarea ¿Por qué me llamas? ¿Me has extrañado? –me
sentía cómoda al poder jugar con Damián, sabía que él no se sentiría atraído de
otra forma hacia mí, que no sea solo una amistad.
—No, estoy aburrido y se me ocurrió llamarte, quería saber si desde
ahora…los besos están permitidos –fruncí el ceño, esto no me estaba gustando.
—No, eso solo fue un juego Damián, somos amigos ¿no?
—Era solo para preguntar.
—Controla a ese Damián coqueto, sabes que solo era un juego, ahora volveré
a estudiar, cosa que tú también deberías hacer ¿no?
134
—No te ves tan concentrada, Amaya –fruncí el ceño cuando lo escuché.
— ¿Dónde demonios estas? –miré hacia mi ventana y corté de inmediato al
ver al idiota de Andrade colgando de mi ventana.
La abrí rápidamente y lo hice entrar, tirando de su camiseta.
—Tranquila, si tenemos tiempo.
— ¡Pero qué demonios haces aquí! –susurré mirando hacia la puerta, por si
en un segundo entraba uno de mis padres.
—Solo vine a verte —rodeé los ojos y negué ante este comportamiento.
—Ya me has visto, ahora te debes ir —traté de sacarlo, pero fue imposible.
Camino relajadamente hasta sentarse sobre mi cama, moviéndose
repetidamente sobre ella.
—No suena, no creo que nos descubran…
—Deja de hablar estupideces y sal de aquí –fui por él de nuevo, pero al ver
esa expresión traviesa, me detuve. Era peligroso –dime que estás haciendo.
—Te veías pensativa ¿Qué es lo que pasaba por tu mente? –lo miré por unos
segundos, pensando si confiar en él sobre esto o no.
—Es sobre Leonardo —me senté a su lado en la cama.
—Ese chico que siempre está a tu lado ¿no?
—Sí, termino con su novia y no se sentía bien –él enarcó su ceja al
escucharme, sonriendo.
—Te dije que tuvieras cuidado, provocaste que esa relación se terminara…con
esa ropa deportiva azul, no te queda nada de mal –le di un golpe en su hombro.
—No seas idiota, te estoy hablando en serio –él bufó al escucharme, mientras
sobaba la zona donde lo golpee.
— ¿Por qué te importa tanto? ¿Es que acaso te gusta?
—Claro que si –su ceño se frunció al escucharme –es casi mi amigo, me
preocupo por mis amistades ¿sabes?
— ¿Casi tu amigo? ¿Es que acaso eso existe? Lo amigos no vienen a medias,
Amaya.
135
—Claro que no, pero tampoco los amigos se hacen de un día para otro –me
puse de pie y fui hasta mi ventana.
—Él no te mira con ojos de amigos, créeme, ese chico está interesado en ti,
debes tener cuidado, ambos tenemos un trato y prometiste que cumplirías.
— ¡Oh por favor! No seas ridículo, no todos tienen que ver a alguien de la
misma forma que la vez tú.
— ¿Eso quiere decir que tú también me gustas? –bufé molesta, Damián solo
estaba haciendo perder mi tiempo.
—Mejor vete, ya es tarde y debes hacer las tareas que te han asignado.
—Ya las hice, soy el mejor de mi clase ¿crees qué es por arte de magia? Soy
responsable, el presidente del centro de alumnos, debe dar el ejemplo.
—No eres más que una imagen que vender, mejor vuelve a tu casa que solo
me estás haciendo enojar.
—Te molesta que te digan la verdad ¿no?
—No, solo estas molestándome a propósito, Leonardo es una buena persona
y no ve a las chicas como objetos, exactamente como las ves tú, eres un ser
despreciable que solo tiene un gran sentido del humor, solo por eso me caes bien
–además del hecho que su hermana me estaba chantajeando con decir mi verdad
a todo el instituto –mejor sería que dejaras de comportarte tan extrañamente, yendo
a reuniones de las cuales no me comentas nada…supuestamente deberías hacerlo.
Me quedo mirando unos segundos, sin decir nada. Se puso de pie y fue hacia
la ventana.
— ¿Un ser despreciable?...no sabía que tenías esa opinión de mí.
—No exageres y no te pongas sentimentalista ¿sí?
—Nos vemos, Amaya —abrió la ventana para poder irse.
— ¡Oh, alto! –tomé su brazo para que no se fuera así de enojado.
—Lo siento, no debí decir eso…solo que hoy fue un día bastante intenso –él
miro hacia el piso, con esa expresión triste y un tanto manipuladora –Damián.
—Bueno, solo hay una forma de que me hagas sentir bien, otra vez.
136
— ¿De que estas…?
No alcance a terminar mi pregunta cuando su manos rodearon mi cintura y me
acerco a él, para después unir sus labios a los míos, tomándome completamente
desprevenida.
No pude moverme mientras él movía sus labios contra los míos, mis ojos
estaban abiertos mirando los suyos, que estaban fijos en los míos. Una mirada que
me dejo helada, pero aun así provoco que mis labios respondieran.
Apoyé mis manos en sus brazos, dándole el pase a que él siguiera
besándome. Una de sus manos fue a mi rostro, donde acaricio mi mejilla
tiernamente, robándose mis respiros. Estaba siendo cariñoso conmigo y eso era
algo que no esperaba de su parte, no era su estilo.
— ¡No! –esto no podía estar pasando y no lo iba a permitir. Lo empuje para
que sus labios, los cuales eran bastante peligrosos, estuvieran alejados de mi ¡Oh
por Dios! Estaba cayendo en su juego — ¿Qué pretendes?
—Me gustaron tus labios, solo eso…y los quiero probar cada vez que tenga
oportunidad, solo debes aceptar que somos buenos besándonos –esa sonrisa
desagradable en su rostro, más lo que estaba diciendo, simplemente acabo con mi
paciencia.
Avancé hasta él con una sonrisa y rápidamente le di una bofetada, tan fuerte
como se me hizo posible.
— ¡No vuelvas a besarme de esa forma y sin mi autorización! No tienes
derecho…ahora vete de aquí antes que te saque de mi habitación de una sola
patada, yo no soy como esas chicas de ese patético instituto y si me buscas
Damián…me vas a encontrar.
— ¡Uuy! Que miedo – ¡se burló en mi propia cara!
—Ten mucho cuidado, que no soy ninguna pueblerina como las que conoces
aquí ¡ahora vete de aquí antes que acabes con mi paciencia!
—Amaya, de verdad tienes una doble personalidad y deberías estar en
psicólogo, aunque enojada te ves sexy –lo empujé para que saliera rápido de aquí.
137
—Ya termine mi terapia, así que oficialmente quien tiene problemas eres tu
¡ahora fuera! –él negó y comenzó a bajar por la enredadera.
—No niegues que te gustó, Amaya.
— ¡Si tanto como tu personalidad! No me vuelvas a hablar como por una
semana, idiota… —me cerró un ojo y siguió bajando. ¡Demonios! ¡No tenía
vergüenza!
Me fui a dormir luego de hacer mis deberes, no pude evitar dormir enojada con
todo lo sucedido. Al día siguiente las cosas no cambiaron, así que mi humor era el
peor de todos ¡aun no podía creer que él influyera en mi carácter de esta forma!
— ¿Estás bien? –preguntó Cristian mirándome con una sonrisa en la cara.
— ¡No! estoy enojada, tengo un estúpido compañero que… ¡arg! –mis padres
se miraron sonriendo.
—Hace mucho que no estabas enojada, por lo menos alguien fue capaz de
hacer que ese sentimiento volviera a ti.
—Oh basta —tomé mi leche de un sorbo y subí para lavar mis dientes.
Salí directo a mi auto luego de despedirme de mis padres, al subir pude ver
como pasaba Damián en su auto, tocando su bocina y saludando como si nada. No
pude evitarlo y le hice un gesto obsceno con mi dedo.
Maneje todo el camino pensando en el idiota de Damián, no podía evitarlo
aunque quisiera, solo quería refregar su cara contra el lodo, darle una patada en su
trasero ¡lo que fuera! Odiaba que se burlara en mi cara ¡y odiaba esa caricia que
me dio cuando me beso sin mi autorización!
— ¿Amaya? –miré hacia el lado al notar que me había quedado dentro del
auto luego de estacionar. Amalia estaba mirándome preocupada, correctamente
uniformada y con su cabello rubio esta vez con ondas.
Excelente, el dúo dinámico, Amaya y Amalia.
138
—Excelente, otra Andrade para hacer mi día perfecto –dije mientras dejaba
con seguro el auto.
—Culparé a Damián por eso —acomode mi mochila y comencé a caminar.
— ¿Qué deseas saber? No hay mucho que informarte sobre el loco de tu
hermano –ella levantó las manos.
—No quería saber de él, sé que ese estilo de cosas toman tiempo, solo quería
saber cómo ibas tú, me agradas…solo eso –la miré extrañada.
—Estoy bien, llevando tu amenaza y los estudios en un intento de equilibrio
¿Cómo vas tú?
—Cada día veo tus garritas afuera, estas mostrando a la verdadera Amaya —
la mire sin desear que estuviera cerca mío ¡esta familia lograba enfadarme! Y eso
no es bueno para la salud de nadie.
—Que tengas un buen día, Amalia… —me adelante hasta que alcance a
Leonardo que también llegaba –Por fin una cara amigable.
— ¿Qué hablabas con Amalia? –preguntó mientras subíamos las escaleras.
—Nada importante…solo déjalo pasar.
—No hay problema ¿Cómo has amanecido? –suspiré, de verdad Leonardo me
ayudaba a tranquilizarme, tenía cierta habilidad que me permitía mejorar mi ánimo,
tan solo él tenía que aparecer.
—Bien ¿y tú?
—Mucho mejor que ayer –al decir eso por nuestro lado pasó Juliana, quien ni
siquiera nos miró. Leonardo solo me quedo mirando, no le dio mayor importancia
tampoco.
—Me alegro por ti, así esta vez sí pondremos mayor atención a las clases.
— ¿Cómo vas con Damián? Van viento en popa ¿no?
—No me hables de Damián en este momento, solo sigamos con nuestras
conversaciones habituales…son mucho más interesantes –Leonardo asintió, sin
querer sacarme más información.
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Las horas comenzaron a pasar y mis pensamientos sobre Damián se fueron
esfumando, él tampoco se acercó mientras el día transcurría, lo que ayudó mucho
para que mi enojo disminuyera.
— ¿Profesor? –Levante la mano para llamar su atención — ¿puedo ir al baño?
–él asintió ante mi pregunta.
—Amaya, cómprame un chocolate…tengo hambre y queda aún mucho para
salir –tome el dinero de Leonardo y salí de la sala.
Iba directo a las escaleras que me llevaban al segundo piso, pero ver a Damián
caminando sospechosamente hacia el gimnasio llamo mi atención. Mire hacia los
lados y no había nadie, así que lo seguí…solo por un presentimiento, porque
Damián era el estilo de chico que no era honesto y estaba esperando esta
oportunidad para refregárselo en la cara.
Fui en dirección de la entrada trasera del gimnasio por los camarines, así que
no me tomo mucho poder ingresar, pero al hacerlo y llegar a esas habitaciones
llenas de casilleros, escuche cierta risita femenina que me obligo a meterme en uno
de esos asquerosos casilleros al escuchar que se acercaba hacia acá.
Podía ver todo lo que sucedía desde las rendijas del casillero, así que solo
espere dos segundos para ver como entraba Damián con la porrista de la que me
habían hablado, Eve. Sentí un escalofrió en mi espalda al ver la imagen.
— ¿Por qué vienes conmigo? Me han dicho que tienes novia, Damián Andrade
¿Qué estas planeando con esa niña? –ella dio unos pasos hacia atrás, siendo
bastante provocativa para ser una chica de 17 años, lucía como si ser la otra, fuera
parte de su escancia, si…ser ramera lo llevaba en la sangre.
—Oh Eve, sabes que hay muchos rumores sobre mi ¿Qué te dije que debes
hacer cuando escuches algo? –rodeó su cintura y la atrajo de él para después darle
besos en su cuello mientras llevaba sus manos al trasero de aquella chica.
¡Maldito mentiroso! Le dije que en nuestro trato tenía que haber exclusividad.
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—Damián…te vi con ella, abrazados y jugando en el pasillo ayer —él sonrió
de nuevo, jamás en este tiempo había visto esa sonrisa, era falsa y
completamente…de un ser que no me agradaba.
—Bueno, sabes que debo cumplir con ciertas expectativas.
—Lo sé, Cloe me había hablado de eso… esperaba ser yo quien fuera tu novia
–rodeé los ojos, esta chica tenía solo como meta en su vida ¿ser novia de alguien
popular?
—Las cosas no salieron como esperábamos, pero aún estoy aquí ¿no? –
caminó rápidamente hasta chocar contra la pared y llevar sus hasta la falda de ella,
subiéndola ¡no podía seguir viendo esto! Terminarían haciéndolo al frente de mis
ojos –vamos, déjame sentir esos labios, me encantan.
Ella le dio un corto beso en los labios y después tan rápido como un pestañeo
se puso de rodillas, con sus manos en la bragueta de Damián.
—Infeliz… —susurré negando, le dije que si me buscaba me iba a
encontrar…aunque en este caso yo haya sido la que se acercó al gimnasio ¡como
sea! Era un maldito traidor.
Abrí la puerta de un solo golpe y los quede mirando mientras sus ojos se abrían
sorpresivamente al encontrarme.
Fui hacia un lado de los casilleros y tomé la manguera que se usaba para lavar
los pisos, apunte hacia ellos.
— ¡Vil y sucio traidor! ¡A ver si así les baja la calentura con esto! –apunté con
la manguera a la fogosa parejita.
— ¡Amaya no!
Presione la escotilla y un chorro de agua bastante fuerte salió, mojándolos
como si fuera un balde de agua el que les hubiera caído, estuve así por un par de
segundos escuchando sus gritos, hasta que Damián comenzó a acercarse para
tomar la manguera, pero se la tire antes que me pudiera tocar.
— ¡No vuelvas a hablarme en tu puta vida! –me gire hacia la puerta, pero no
pude evitar dejar a Eve como si nada por la vida –y tú, pequeña zorra, deja de
141
comportarte de esta manera porque Damián no te tomará en serio y ¡solo está
jugando contigo! ¡Despierta y ten algo de dignidad!
Camine rápidamente atreves del gimnasio, sintiendo como si una ola de fuego
me siguiera producto de la furia que sentía.
Esto se acababa aquí, me importa un comino si Amalia decía alguna palabra,
enfrentaría las consecuencias como no lo hice antes y ahora le demostrarías a mis
padres que yo podía… ¿cierto?
— ¡Amaya Varela! –ni siquiera me gire al escuchar como gritaba mi nombre el
idiota de Damián, no lo quería volver a ver.
142
Capítulo 13
143
Sin más comenzó a caminar por estos malditos pasadizos y subimos por una
escalera, también en forma de caracol, hecha de ladrillos como lo era toda la
infraestructura base del colegio. Abrió la puerta que apareció ante nosotras y
llegamos al techo del colegio.
—Linda vista ¿no? –dijo mirando hacia el bosque que estaba por los lados.
—Se acabó el trato —ella bufó un tanto molesta y se giró a mirarme. Sus ojos
verdes brillaban enojados y de cierta forma su cabello rubio la hacía ver más
peligrosa.
— ¿No te puedes detener a ver este paisaje? Es muy lindo.
—No estoy para tus juegos, Amalia, me da lo mismo lo que pueda suceder,
solo estoy siendo cortés e informándote de lo que haré –sonrió al escuchar esto
último.
—No dudo que has de tener un buen fundamento para tomar esta decisión, ya
que a veces Damián se puede comportar como un verdadero idiota… —asentí ante
tal afirmación –pero ¿Por qué me estas informando de tu cambio de opinión? Si
quieres romper el trato, simplemente dejarías de acercarte a Damián, nada más.
—Bueno, solo pensé que sería correcto decirte que se acabó todo –ella volvió
a sonreír de una forma que me dio escalofríos, quizás…no era buena idea
subestimarla.
—Amaya… —se acercó sonriendo hasta quedar al frente mío –si estuvieras
decidida de este cambio, no vendrías a infórmame, sabes que las consecuencias
de esto serán mucho peor de lo que podrás manejar.
—Estoy dispuesta a enfrentarlas –ella volvió a sonreír, pero de la misma forma
que lo hacía Damián, curvando sus labios...en ella no le quedaba bien, sino más
bien, era terrorífico.
—Si estás aquí es porque no es así, sabes que tu vida puede volverse
insoportable ¿podrás con la presión de cargar con el apodo de “asesina”? Sé que
no queda mucho de este año, pero puedo hacerlo un infierno para ti, como para
también volver insoportable el año que viene.
144
—Lo hice antes, puedo hacerlo de nuevo –ella levantó su dedo índice para
hacerme callar.
—Ahí estas equivocada ¿cierto? –tomó una de mis muñecas y subió mis
mangas hasta mostrar mis muñequeras, que cubrían mis cicatrices.
Me aleje de ella rápidamente por su atrevimiento, estaba logrando que me
enfureciera, pero aun así el recuerdo de todo lo que pase antes, estaba
carcomiendo de nuevo mi mente. Volver a escuchar esas horribles palabras,
soportar las miradas prejuiciosas y…tener que aislarme de nuevo, no era algo que
fuera muy favorable, menos cuando había hecho por lo menos un amigo.
—Estoy segura que tienes la razón, que Damián ha hecho algo mal, pero
ambas tenemos un trato y a menos que no sepas que demonios hace en esa secta
que tiene con la idiota de Cloe, además de alejarlo de ella…tu no escaparás de mi
–mi corazón se disparó al escucharla, me estaba asustando –tu seguirás siendo la
novia de Damián para todos los demás, no me importa como lo hagas o que hagas,
pero cumplirás tu parte del trato porque recuerdas cómo fue en tu antiguo colegio,
ten en mente esa imagen, porque lo puedo hacer mil veces peor, no me conoces
Amaya y realmente no te quiero mostrar esa parte de mí, eres de mi agrado y sé
que eres la única que puede ayudar a mi hermano…ya que tienes su atención.
No pude decirle nada, simplemente me quede mirándola con mi corazón
saltando muy rápido por el miedo. Ella era peligrosa y por primera vez que empezó
todo esto…me sentí atrapada, todo el valor que había tomado durante la tarde, se
había esfumado.
—Que estés bien y estudia –me guiñó un ojo y se fue del lugar.
Al escuchar el sonido de la puerta al cerrarse desperté de mi estado de shock.
Caminé hasta llegar a la orilla y miré hacia abajo, como salían los alumnos del
colegio, entre conversaciones y risas. Sin embargo en lo único que podía poner
atención, era en los latidos de mi corazón y en las palabras que había dicho
Amalia…estaba jodida, ella tenía razón.
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Cerré mis ojos al sentir un brisa que desordeno mi cabello, miles de
pensamientos pasaron por ese segundo, pero al abrir mis ojos, me encontré con
una mano que me hacía señas desde abajo. Agudicé mi mirada y pude ver a
Leonardo quien se despedía desde su moto.
Levanté mi mano, también despidiéndome. Suspiré cansada y me senté.
— ¿Qué voy hacer? –mi atención se fue hasta una esquina del
estacionamiento, donde se encontraba Damián y Eve, podía ver desde aquí que
estaban discutiendo, ella gesticulaba con sus manos hasta que lo empujó y salió
corriendo del estacionamiento.
Damián se apoyó en su auto, mirando hacia Eve.
—Idiota –susurre enojada –maldito promiscuo…
En ese momento él levantó su mirada, lo más probable que recibió mis
energías negativas. Sabía que me estaba mirando. Decidí poner mi atención en algo
más importante y miré hacia un lado, observando los arboles…aquel bosque que
Amalia había indicado antes.
—Realmente hermoso –era inmenso y desde acá se podía ver a un mejor,
cientos de árboles rodeando el colegio. Fruncí el ceño ¿desde cuándo existía este
colegio? Parecía como si fuera un antiguo castillo escondido por estos lados…pero
era ilógico, por acá no había castillos, aunque claramente esto era algo bastante
parecido.
Me puse de pie y miré de nuevo al estacionamiento, el auto de Damián seguía
ahí, pero sin su dueño. Corrí hasta la puerta por las sospechas de que el idiota
número uno del país, estaría dirigiéndose hasta acá.
Antes de poder abrir la puerta, él apareció ante mis ojos, respirando
agitadamente y mirándome como si sus ojos pudieran lanzar llamas.
— ¡Has hecho que suba siete pisos! ¡Tú! –Dijo apuntándome, caminando
hasta donde yo estaba – ¡te atreviste a mojarnos como si fuéramos unos animales!
¡Pero quien te has creído! –debía decir que me sorprendió que me estuviera
gritando, pero no era algo que no pudiera controlar.
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Simplemente ignoré las palabras de Damián y camine hasta la puerta, pero el
rápidamente tomó mi brazo con fuerza y me hizo mirarlo.
— ¡Respóndeme, Amaya! –no sé cómo lo habré mirado, pero alejó su mano
de mi brazo.
— ¿Cómo tienes el descaro de preguntarme?
— ¿Es que acaso te pusiste celosa? –su actitud cambio repentinamente,
dejándome desconcertada. Estaba sonriendo y su postura era mucho más relajada.
—No seas ridículo, el tema aquí es que me mentiste, no voy hacer el
hazmerreír de todos aquí… —no quería hablar con él, estaba enojada y no podía
decirle todo lo que deseaba por culpa de Amalia y su maldito chantaje.
—No fue mi culpa, me he estado portando bien…pero ella insistió mucho –me
giré hacia él, indignada.
— ¡No te atrevas de culparla! –No podía creer lo que desagradable que podía
llegar a ser Damián –no eres más que el típico niño rico que piensa que puede hacer
y deshacer con las personas –su expresión seria me indicó que lo que había dicho,
le había dolido.
—Eso no es cierto —sonreí por sus palabras.
—Naciste así y seguirás siéndolo hasta que mueras, nadie te hará cambiar y
no cambiarias por nadie tampoco.
—Me hablas como si fueras una pobre chica, por lo que sé tú también has
tenido una buena calidad de vida ¿no? –rodeé los ojos.
— ¿Me estás diciendo que porque mi padre gana bien debería comportarme
como tú o tu hermana? ¿Qué piensan que pueden usar al mundo? ¿O como Cloe?
¿Qué puede usar a sus amigos o lo que sea como mascotas? Espero no conocer a
tus padres nunca, porque son los precursores de lo que eres ahora, no han de ser
mejor que tú. Nada más que una persona podrida, solo tienes a tu favor ser guapo
Damián porque esa es tu mascara para esconder toda la mierda de persona que
eres.
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Bien…había traspasado un límite que no debía, no tenia porque decirle eso
siendo que no era cierto, en parte ¡Me estaba desquitando con él! Su hermana era
quien había provocado todo este ataque de furia.
Damián me quedo mirando sin decir nada. No fui capaz de permanecer en ese
lugar y salí corriendo de ahí, necesitaba escapar.
Baje rápidamente todos los escalones y corrí hasta mi auto, donde mire hacia
el techo y pude ver que él aún seguía ahí. Me sentí culpable y aceleré el auto para
no tener que verlo de nuevo.
Gracias al cielo que no había nadie en casa, ni siquiera Nana, que de seguro
estaba haciendo las compras. Subí a mi habitación y cerré con seguro para luego
acostarme en mi cama y llorar por todo lo que estaba pasando, no sé cuánto tiempo
transcurrió, pero me quede dormida sin tener una solución a mi problema.
Un golpe en la puerta de mi habitación me hizo despertar, era mamá que
preguntaba por mí. Pude ver que ya había anochecido y que ya mis mejillas estaban
secas luego de haber llorado tanto. Me estaba volviendo en una melodramática.
— ¿Hija, estas bien?
— ¡Sí! –Me puse de pie y abrí la puerta –solo estaba durmiendo, un día difícil…
—ella paso su mano por mi mejilla.
—Dime si sucede algo mal ¿sí? –asentí, sintiendo como mi estómago se
revolvía al recordar lo sucedido. Apenas podía levantar la cabeza por el cargo de
conciencia que tenía por Damián. Además deseaba tanto poder decirle la verdad.
—Solo discutí con un amigo, nada más —ella sonrió al escucharme para
después abrazarme y guiarme hasta las escaleras.
—No siempre serán risas con los amigos, también habrán discusiones, incluso
unas que serán muy largas, pero conversando y evitando malentendidos, todo se
soluciona, así que no debes estar triste, solo habla con tu amigo y si todo se
soluciona es porque de verdad su amistad vale la pena, sino…bueno, él se lo pierde.
—Supongo.
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—Ahora vamos a cenar para que después te des un baño y duermas tranquila
¿sí? Tu padre ha estado preguntando por ti desde que llegamos, te dejamos
tranquila porque sabemos que te gusta estar sola, pero ya nos preocupamos.
—Está bien —sonreí al notar que se estaba justificando por ir a mi habitación.
Antes lo más probable es que aun estuviera gritándole por molestarme.
Quede pensando en esos recuerdos y tuve que tomar mi decisión, no podía
correr con el riesgo de volver a mi pasado, ni por mi o por mis padres, nuestras
vidas habían vuelto a estar tranquila y mejor de lo que eran antes. No podía
arruinarles eso.
Cenamos entre risas y mi ánimo mejoró mucho más con mi padre cerca, quien
se encargó de hacerme reír, ya que sabía que no estaba con el mejor de mis ánimos.
Luego me despedí de todos y subí para darme un baño, pero antes tenía otros
planes.
Abrí la ventana de mi habitación y con mucho esfuerzo baje por la enredadera
hasta llegar al suelo, esta vez no hubo accidentes.
Corrí rápidamente por las calles del gran condominio hasta que luego de unos
minutos pude llegar a la casa de los Andrade, no estaba cercada tampoco, así que
recorrí el lugar siendo cautelosa, para poder averiguar cuál era la habitación de
Damián.
No fue nada difícil, ya que estaba sacándose su camiseta, quedando con su
pecho descubierto, un extra por estar rodeando la casa, de esa forma estaba al lado
de su ventana. Debo decir que me sorprendió ver que estaba bastante marcado,
más de lo que me imagine. Me sentí mal al darme cuenta que lo estaba observando
más de la cuenta.
Rápidamente subí por las estructuras cuadradas de cemento que había hasta
la ventana de Damián, las cuales servían de maseteros, ya que había muchas
plantas y flores. Esto iba a ser muy fácil.
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Llegué hasta arriba y sin más pude abrir la ventana, sonreí al notar que era un
descuidado por no tener el seguro. Miré hacia el interior de la habitación, pero no
había nadie. Entré sin ningún problema y miré a los lados, fue en ese momento
cuando pude ver que Damián salía del baño solo con una tolla azul, cubriendo…su
cuerpo, que obviamente estaba desnudo, por lo visto planeaba darse un baño.
Sus ojos se abrieron ante la sorpresa de verme y de inmediato me gire para
no seguir mirándolo.
— ¡Lo siento! –hubo unos segundos de silencio. No lo soporte y me tuve que
girar para verlo, seguía con esa expresión de sorpresa –lo siento, no te quería
molestar, pero mi conciencia no me dejaba tranquila, lo que paso al final del
día…bueno, estaba enojada por algo más importante y me desquite contigo, lo
siento mucho, dije cosas que no debía porque no son ciertas.
No me respondió nada, seguía en estado de shock mirándome, teniendo sus
manos sobre su toalla, como si en algún momento mi intención fuera arrancársela,
ya que la sujetaba con fuerza. No pude evitar ver su abdomen, el cual tenía varias
líneas marcadas, al igual que sus brazos y podía evitar notar que su espalda era
más ancha de lo que me imaginaba.
— ¿Q-que haces en mi habitación? –Enarqué una ceja al escucharlo, recién
le había explicado –jamás ha entrado alguna chica a mi habitación –no pude evitar
sonreír.
—Mira, vine a disculparme, pero si me sigues mintiendo tan descaradamente,
harás que me enoje de nuevo.
—No —dijo frunciendo el ceño –es cierto, jamás he traído a nadie
aquí…este….este es mi lugar, solo de mi propiedad –rodeé los ojos.
—No exageres, no es como si acabara de irrumpir un templo sagrado, además
no me trajiste, vine sola…pero por lo visto estás ocupado –dije mirando su toalla
azul oscura.
—Ya estás aquí –dijo molesto, pero no le di mayor importancia. Mi conciencia
estaba tranquila por haber dicho que lo sentía.
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Miré hacia mí alrededor y pude ver lo organizado que era Damián, no me lo
hubiera imaginado. Al centro de la habitación estaba su cama, de dos plazas, con
un cobertor negro. Todo lucía bastante moderno y muy masculino. Una pequeña
biblioteca que estaba llena, más otros estantes con distintos álbumes de música, al
otro lado su escritorio con su computador y más allá estaba la puerta que supongo
que daba a su armario, ya que la otra era del baño.
Él camino hasta su mesa de noche y guardo algo que no alcance a ver. Fruncí
el ceño, pero no le di mayor importancia, ya que de seguro era algo privado.
—Siéntate —dijo cuando él se sentó en la cama. Lo mire un tanto insegura,
pero no tuve otra opción así que me senté, en el otro extremo –yo igual me debo
disculpar, hice mal, teníamos un trato y lo he roto, no me sorprendería si me dices
que no deseas ayudarme –suspiré, de verdad no quería, pero no había opción.
—No lo vuelvas a hacer ¿está bien? ¿Qué te parecería si yo saliera con otros
chicos delante de todo el colegio? Quedarías como un cornudo y el hazmerreír de
todos, además deberías pensar en Cloe ¿no es en ella que está todo tu interés? –
él asintió.
—Tienes razón, lo siento, es solo que… —miró hacia el suelo.
—Mira, no puedo creer que tus hormonas sean tan incontrolables como para
estar tan desesperado, haz de tener paciencia, luego tendrás a Cloe para ti solito.
—No es ella –dijo a un serio –desde que me besaste –fruncí el ceño –he
querido repetirlo y tú tienes tus reglas por lo que cuando Eve se acercó… —enarqué
una ceja sin poder creer lo que estaba diciendo.
—En simples palabras, tú quieres decir que… —él me miró y sus ojos verdes
quedaron fijos sobre los míos hasta poner toda su atención en mi boca. Debí intuir
lo que pasaría luego, pero actuó rápido.
—Que quiero tu boca de nuevo —sin más se acercó hasta alcanzar mis labios
y atraparlos. Traté de alejarme y darle una buena bofetada por ser tan atrevido, pero
no hubo caso. Su mano atrapo mi cuello por la parte posterior y no me permitió
moverme.
151
Traté de golpearlo con mis manos en su pecho, pero fue inútil y el miedo que
sentí al ver que estaba forzando aquel beso se fue debilitando hasta desparecer por
completo. Hasta ese segundo no había respondido su beso, pero en el momento
que liberó mi cuello y acarició mi mejilla solo con su dedo índice…no retrocedí.
Mis manos ahora no estaban golpeando sus pecho, sino que estaban
apoyadas en sus hombros mientras mis labios se movían contra los suyos ¡Sah! Yo
no quería hacer esto, pero el chico tenía una boca que llamaba a ser besada y
bueno, era inevitable sentir algo.
Enredé mis manos en su cabello cuando sentí que su lengua pasaba por mi
labio inferior. No pude controlar al suspiro que salió de mi boca. Me sorprendí al
sentir como su mano subió por mi pierna, tocando mi piel desnuda ya que aún
seguía con mi uniforme. Sin embargo al sentir que esto se podría salir de control en
cualquier segundo, empuje delicadamente a Damián, quien se movió y me quedo
mirando sonriendo.
—No vine a esto, Damián —me puse de pie al ver que esa cama podía ser
peligrosa, tanto como su dueño, ni siquiera me había dado cuenta que él estaba
quedando sobre mí.
—Lo siento, no debí presionarte —enarque una ceja ante su comentario –
siento si te asuste.
— ¿Asustarme? –negué ante su arrogancia ¿es qué creía que era una ingenua
respecto al sexo? Iluso –no comentare mi vida sexual contigo, pero no me voy a
sentir intimidada por ti, si digo que no es no, solo diré eso, además no soy como tus
amigas que hacen lo que pides –sus ojos se abrieron al escucharme.
Ciertamente no me sentía orgullosa de tener 17 años y ya haber perdido mi
virginidad, no había sido de la mejor forma ni en el mejor momento, además no fue
para nada como en realidad alguien debe tener su primera vez. Sin embargo ya
estaba hecho.
—Ya te pedí disculpas y tú a mí, supongo que te has de comportar de mejor
manera.
152
—Sin duda alguna —fruncí el ceño al escucharlo, su mirada estaba un tanto
extraña.
—Adiós.
—Buenas noches.
Salte hacia afuera, bajando por las masetas de cemento y corriendo para llegar
a casa pronto y no ser descubierta, aunque aún sentía la mirada de Damián sobre
mí, eso fue extraño y no me gusto.
153
Capítulo 14
Con un poco de suerte había dormido, no podía olvidar lo que había pasado
ayer en la habitación de Damián y ahora estaba hace quince minutos en el
estacionamiento del colegio.
Gracias al cielo alguien golpeó a la ventana de mi lado para despertarme. Miré
y encontré a Leonardo mirándome un tanto confundido.
— ¿Estas bien? –tomé mi mochila y salí del auto, poniéndole seguro.
—Buenos días –me acerqué y besé su mejilla, él me miró por unos segundos
sonriendo.
—Entonces… ¿Qué te pasaba que estabas ahí sin moverte? ¿Está todo bien
con tu novio? –fue inevitable, mi corazón latió con fuerza cuando dijo eso. Nada iba
a bien con mi supuesto novio.
—Todo como debe ser, ¿estás con mejor ánimo?
—Sí, pensaba si hoy podríamos ir a tomar ese helado que me ofreciste –sonreí
emocionada, olvidando lo que pasó con Damián.
—Eso sería fantástico, así trato de animarte un poco y verás lo magnifico que
puede ser un helado en momentos como estos.
—Suenas como toda una experta –sonreí ante la pregunta encubierta por
parte de Leonardo.
—No es que haya tenido muchos novios, solo dos… pero si tuve muchas
amigas y ellas si rompían con facilidad sus relaciones.
—Ya veo, entonces tengo una experta en rompimientos ¿no?
—En simples palabras si ¿Cómo estás para el test de mañana?
—Matemáticas no es mi fuerte y este profesor es muy complicado, toda su
familia ha sido profesor de matemáticas en este colegio, antes era su padre el que
enseñaba –sonreí.
—Entonces podríamos juntarnos para estudiar ¿te gustaría?
154
—Helado y matemáticas no luce como una buena combinación, pero no me
negaré a tener una tutora personal –sonreí por sus palabras.
—Hoy no tengo clases de conducir, así que podemos irnos directo a mi casa
¿sí? Allá podemos pedirle a mi Nana que nos compre algo de helado. No tengo
ánimos de ir al club de atletismo.
—O… podríamos pasarlo a comprar antes de llegar a tu casa ¿no sería eso
más practico? –tenía toda la razón y así le evitábamos molestias a Nana.
—Excelente –me emocionaba saber que tendría una tarde junto a Leonardo,
era entretenido tenerlo cerca –es un hecho –caminamos hasta llegar al pasillo
principal del colegio.
—Nos toca en el edificio lateral derecho –asentí, aun me perdía dentro de este
lugar.
—Buenos días… —aferré mis manos a las tiras de mi mochila cuando sentí la
voz de Damián en mi oído.
—Buenas días –me giré rápidamente para no tenerlo cerca. Dios… esto
estaba mal, no tenía nada de especial a los otros días, pero lucía un poco más
guapo de lo que era –nos vemos, ahora con Leonardo vamos a clases –mordí mi
labio inferior al recordar el beso de ayer.
Tomé del brazo a Leonardo para avanzar, sin esperar alguna respuesta de
Damián. Leo me miró extrañado mientras avanzábamos.
— ¿Estás bien? –dijo cuando llegamos a la sala.
—Pudieron esperar unos días más antes de andar tomaditos de manos ¿no?
–me giré al escuchar la voz de Juliana, me miraba realmente molesta.
—No es lo que piensas —dije para no dejar mal a Leonardo.
—Claro, exactamente como en la costanera ¿no? Eres una zorra, ten claro
que aquí no aceptamos gente así, no sé cómo será donde vivías antes pero…
—Cállate Juliana –dijo Leonardo mirándola enojado –no tienes nada que ver
aquí, ella y yo solo somos amigos, así que cuida tus palabras que solo estás
155
quedando como una neurótica y mal educada –ella lo miró sorprendida y
simplemente entró a la sala. Si fuera ella, estaría roja de vergüenza.
—No tenías que hacer eso –no quería que se metiera en problemas por mi
culpa.
—Eres mi amiga y no dejaré que ella te trate de esa forma, ahora mejor
entremos a clases.
Entré a la sala con una sonrisa en mi rostro, me agradaba que Leonardo fuera
lo suficientemente cuerdo como para darse cuenta que Juliana era una estúpida.
Nos sentamos juntos en el último asiento y tomamos atención a lo que decía nuestro
profesor de matemáticas, ya que así nos serviría para el test de mañana.
Durante las primeras horas no me separé de Leonardo e hice que
recorriéramos el colegio para no toparme con Damián, no tenia ánimos de que mi
cabeza diera un par de vueltas al verlo, era algo que debía controlar, no iba a dejar
que los encantos de ese chico acabaran con mi tranquilidad, era peligroso y no tenia
las ganas de estar sumando problemas a mi vida. Sin embargo cuando salimos de
la clase para poder ir a almorzar, no pude escaparme de los hermanitos Andrade.
—Hola –dijo Amalia apareciendo de sorpresa en un pasillo cuando con
Leonardo íbamos a la cafetería.
—Hola –mi tono de voz demostró lo precavida que estaba siendo con ella.
— ¿Podríamos hablar unos minutos? No tomará mucho –miré a Leonardo, él
solo asintió y se fue, entendiendo que no podía estar presente en la conversación.
Con Amalia nos dirigimos hacia el patio, donde había una gran cantidad de
alumnos comiendo sus almuerzos. El día estaba lindo.
—Por aquí está bien –no me quería alejar mucho con ella, así que nos
sentamos en una de las bancas libres que habían — ¿Qué sucede?
—Te debo pedir disculpas, ayer me comporté como una verdadera bruja y no
quería hacerlo, de verdad me caes bien y sé que en otras circunstancias podríamos
ser hasta amigas.
156
—Está bien… ¿eso es todo? –no quería seguir cerca de ella, no me gustó la
actitud que tuvo ayer, de verdad me había asustado.
—Solo fue el miedo hablando ayer, de verdad no quería asustarte ni decirte
esas cosas horribles.
—Entiendo –ella me quedó mirando unos segundos, esperando alguna otra
palabra de mi parte, pero no había nada más que decir.
—Solo me aferro a lo único que tengo para obtener tu ayuda, sé que es malo
lo que hago, pero eres mi esperanza, Damián debe salir de todo este lio.
—Podrías probar hablar más con él, yo no te aseguro nada.
—Lo he intentado, pero es un testarudo, se enoja y me deja hablando sola –
asentí, no me sorprendía esa actitud de su parte –solo quiero que sepas que de
verdad lo siento y que no se volverá a repetir, pero no puedes salir de esto.
—Entiendo ¿es todo lo que necesitas hablar conmigo? –ella negó.
— ¿Has arreglado tu altercado con Damián? –de inmediato vino a mi memoria
lo sucedido ayer en su habitación.
—Se podría decir que sí.
— ¿Qué fue lo que hizo? –suspiré, no quería decirle nada.
—Mira, quedamos en que cumpliría con mi parte de tu chantaje, pero eso no
significa que te contaré cada detalle de lo que está sucediendo.
—Te está gustando Damián ¿es eso? No puede gustarte o si no te manipulará
como lo hace con todas.
— ¡Claro que no me gusta! –bueno, quizás solo un poquito, por eso me estaba
escondiendo de él… Dios, es que solo de verlo recordaba el beso de ayer y me
daban ganas de hacerlo de nuevo, pero era un comienzo, si lo controlaba no habría
problema alguno.
—Entonces estamos bien, ahora cuéntame ¿Cómo te ha ido estas semanas?
¿Te has habituado al colegio y su pequeña comunidad? –hice una mueca de
desagrado.
—No mucho, realmente solo me he hecho un amigo y… Damián.
157
—Bueno, si necesitas hablar con alguien no dudes en decírmelo, me agradaría
conocerte en otro contexto –sonreí por sus palabras.
—Creo que eso no será posible Amalia, me estas obligando a hacer algo que
no quiero, chantajeándome con un problema que me tuvo en condiciones muy
malas tiempo atrás –ella me quedó mirando, sin saber que decir –bueno, mi
estómago ruje, ha sido una mañana interesante, pero ahora iré a comer, que estés
bien.
Solo me puse de pie y me dirigí hasta la cafetería, donde encontré a Leonardo
con dos bandejas en la mesa redonda.
—Pedí por ti –sonreí al ver lo que había pedido.
—Me encantan las ensaladas y las papas fritas, muchas gracias.
—Lo he notado, así que para evitar que pierdas tiempo lo pedí, no te
preocupes que esta vez pago yo… ya que serás mi tutora personal de matemáticas
por hoy –sonreí y dejé mi mochila en el suelo para poder sentarme a comer.
— ¿Tutora de qué? –presioné los cubiertos en mis manos al escuchar esa voz.
Leonardo me miró extrañado y después miró a Damián.
—De matemáticas, Amaya me ayudará –miré a mi costado y Damián ya se
estaba sentando con nosotros.
— ¿De nuevo tienes problemas en tu grupo de amigos que vienes a comer
con nosotros?
—No realmente –dijo tomando de su jugo de naranja –solo me agrado comer
con ustedes, eres mi novia ¿a quién le molestaría comer con su novia? A nadie…
hoy te he visto poco –pude escuchar el suspiro de Leonardo al notar que estaba
siendo excluido.
—Estuvimos ocupados –dije comiendo una papa –Leo, no alcancé a
preguntarte ¿tomaste todos los apuntes necesarios?
—Sí, todo preparado para poder estudiar esta tarde.
— ¿Tienen test de matemáticas? –asentimos.
158
—Si quieren puedo ayudarlos, no tengo nada para mañana y me va muy bien
en esa asignatura, podría ser de ayuda, además también tengo ese test, pero hoy
en la tarde –lo dijo con un tono completamente normal mientras comía su almuerzo.
—No creo que sea necesario, no te molestes –dije de inmediato, no tenia
ánimos de estar en un ambiente tenso, además que con Leonardo lo más probable
es que habláramos de Juliana… cosa que me interesaba saber, no quería que
volviera a recaer en esa tipa, me desagradaba.
—Me pasaré en la tarde por si necesitan ayuda –fruncí el ceño al ver esa
mirada en Damián, pero mejor lo dejé pasar y tomé un poco de mi jugo.
Sorprendentemente esta vez el almuerzo no estuvo tan tenso como el día
anterior, así que pudimos conversar amenamente sobre cualquier tontería, pero de
todas formas los demás se encargaron de que no fuera tan relajado el ambiente ya
que nos miraban… sobre todo las chicas, más de una llamó mi atención con esos
ojos que prácticamente tiraban chispas.
—Iré al baño y vuelvo –dije cuando terminé mi almuerzo. Fui con mi mochila
para poder lavar mis dientes como siempre lo hacía.
Cuando entré al baño y comencé a cepillar mis dientes, tres chicas, que lucían
un poco mayores aparecieron de golpe, rodeándome.
— ¿Quién demonios eres tú? –tenía mi boca llena de pasta dental ¿es qué
acaso esperaban que les contestara de esa forma? Eran tres morenas, altas y
bastante guapas, una de ellas llevaba lentes.
Boté la pasta y las quedé mirando raro ¿Qué se creían?
— ¿Cómo te llamas? –Preguntó la del costado derecho — ¿y qué demonios
haces con Damián?
— ¿Se conocían de antes? –esto era increíble, volví a llevar mi cepillo a la
boca y me giré hacia el espejo, no pensaba perder el tiempo con ellas.
— ¿Es que acaso es sorda? –preguntó una a la otra, rodee los ojos, no lucían
muy astutas — ¡Ey! ¡Te estamos hablando! –me tensé cuando una tomó mi cepillo
de dientes y lo sacó de mi boca, dejándolo en el lavamanos.
159
— ¡Ey! –le dije molesta, tomando mi cepillo de nuevo.
—Por lo menos hablas, responde nuestras preguntas.
— ¿Y por qué tendría que hacerlo? –dije aun cepillando mis dientes. Las tres
me quedaron mirando enojadas.
— ¿Es que acaso eres su novia? Él jamás ha estado con nadie ¿de dónde
apareciste tú?
—Mira… —dije con el cepillo en la boca –es preferible que se vayan y dejen
de perder el tiempo, no tengo por qué responder a sus preguntas –me giré de nuevo
y enjuagué mi boca, pero antes de poder escupir el agua, una me tomó con fuerza
de mis mejillas, presionando de tal forma que tuve que escupir con fuerza.
— ¡Ey! –la puerta se abrió y apareció una chica, de ojos azules y que vestía
de porrista, la reconocí de inmediato, era la que había insistido en que ingresara a
su grupito… Nicole creo que era su nombre — ¡dejen a esa chica ahora mismo! –El
trio de idiotas retrocedieron al mismo tiempo y se miraron nerviosas –si las pillo de
nuevo en algo como esto, no duden que se los diré al director, créanme que no le
agradará nada, tanto a él como a sus padres, así que ¡váyanse de aquí!
Fue realmente impresionante que esa chica les causara miedo, ya que las tres
se miraron entre ellas y se retiraron del baño.
— ¿Estás bien? –Dijo mirándome preocupada –Dios, se pueden volver muy
matonas cuando quieren ¿te hicieron algo más? –la quedé mirando en shock con
mi cepillo en la mano.
— ¿Gracias? –dije dudosa, ella había lucido bastante matona también… Dios,
este colegio era tan raro –no me hicieron nada más, no creo que se atrevieran.
—No dudes algo como eso, el año pasado otro trio dejó colgando a una chica
en el mástil del centro… fue horrible, las tres fueron expulsadas y ahora están en la
escuela pública ¿Qué peor que eso? –está bien, haría caso omiso a su último
comentario solo porque me había defendido.
—Supongo que nada ¿cierto? –le iba a seguir la corriente.
160
—Nicole –estiró su mano para que la saludara, lo hice con un poco de
desconfianza –soy la capitana de porristas, no sé si me recuerdas.
—Sí, algo –en ese momento recordé cuando Leonardo me dijo que era novia
de Felipe, un amigo de Damián.
—Amalia me dijo que eran conocidas, ella es mi amiga, como también Damián,
sé que son novios ¿no? –Se giró hacia el espejo y comenzó a arreglar su cabello –
hoy he olvidado traer mi bolso con el uniforme, me debo sacar este para no verme
ridícula, pero no he podido.
—Claro —volví a enjuagar mi boca.
—Entonces ¿eres la novia de Damián? –tensé mi mordida, teníamos otra
curiosa por aquí.
—Algo así.
—Muy bien, si necesitas ayuda no dudes en pedírmela, ellos son mis amigos
y si eres cercana a mis amigos, eso te convierte en mi amiga, si pasas por algo
como esto de nuevo, no dudes en decírmelo, tengo varios contactos en dirección
que ayudarían a la expulsión de cualquier alumno que este aceptando hacer
Bullying, está estrictamente prohibido.
—Ya veo… —era extraño que ella fuera tan simpática, pero de seguro era
porque conocía a los Andrade.
—Bien, me tengo que ir, nos vemos Amaya –ella me guiñó un ojo y se fue del
baño. Fruncí el ceño ¿En qué momento le dije mi nombre?
Salí del baño un tanto desorientada, sabía que algo así podía ocurrir, pero
jamás pensé que iba a ser tan pronto, además había sido todo muy extraño ¿Quién
demonios era Nicole? Creo que esta tarde le sacaría información a Leonardo, él
parecía saber mucho de los círculos sociales del colegio, aunque dudo que no los
sepa si tuvo a Juliana como novia.
161
Cuando volvía a la cafetería por Leonardo, ya que aún debía estar ahí, pude
identificar a las chicas que me interceptaron en el baño, cada una estaba
conversando con otra y todas me miraban bastante mal.
—No… —susurré al notar que esto se iba a esparcir como pan caliente, estaba
metida en problemas.
Cuando llegué a la mesa, encontré solo a Damián.
—No te preocupes, no lo he largado de aquí –dijo cuándo me senté –Leonardo
está dejando las bandejas en su lugar.
—No me vas a creer lo que me pasó en el baño –él me miró un tanto
preocupado.
—Nicole ya me dijo, no pensé que iban a ser tan rápidas, lo siento de verdad,
no volveré a dejarte expuesta de esa forma –rodeé los ojos, Dios, como volaban las
noticias.
—No fue para tanto, aunque no alcance a defenderme cuando llegó esa amiga
de ustedes ¿has hablado de mí con ella? –él negó, confundido.
— ¿Por qué? –levanté los hombros.
—No recuerdo haberle dicho mi nombre, de seguro cuando insistió tanto para
que entrara en su grupo, supongo que se lo dije, aunque personalmente no
recordaría a alguien que no veo desde semanas... creo que en ese entonces
también supo mi nombre.
— ¿No? tienes pésima memoria entonces.
—No me refiero a eso, solo he hablado con ella una vez –quedamos en un
silencio un tanto incómodo, no era como cuando estaba con Leonardo.
— ¿Estas enojada por lo de ayer? –Negué de inmediato –hoy te has escondido
de mí y no lo niegues, estas enojada ¿no?
—Solo estuve ocupada con Leonardo y hoy no te aparezcas por mi casa –
aproveché de decir –no es necesario.
—A ti te gusta ese chico ¿no?
162
—Es mi amigo y debes dejar de interrumpir mi tiempo con él, solo lo tengo a
él aquí y no lo voy a perder por tener un seudo novio psicópata ¿sí?
—Me tienes a mí también, soy tu amigo ¿no? –uno que me estaba trayendo
muchos problemas.
—Sí, claro… amigo que se aprovecha de las circunstancias, así te tengo
calificado.
—Ya veo.
Pasaron unos segundos cuando llegó Leonardo, así que nos pusimos de pie
para retirarnos, bajo la mirada de varios alumnos que aún seguían en la cafetería.
Negué, esta situación iba a empeorar sin duda alguna.
Leonardo a medida que avanzábamos, se iba adelantando, dejándome sola
con Damián, cosa que no quería, pero antes de poder acelerar también el paso,
miré a mi acompañante que estaba poniéndome más atención de la permitida.
— ¿Qué? –no me contestó, justo cuando íbamos a doblar en la esquina del
pasillo, tomó mi mano y se metió en esas escaleras un tanto escondidas que habían
cada ciertos trechos en el colegio. Hizo que subiera un par de escalones y después
me acorraló contra la pared de piedra — ¡Damián!
—No he podido dejar de pensar en esto –nuevamente, sin más me tomó del
cuello y se acercó para poder besarme. Cerré mis ojos y moví mi rostro hacia otro
lado, pero él con rapidez pudo alcanzar mis labios… Demonios.
Traté de no hacerle caso y no responder a sus labios, pero fue imposible; abrí
mis ojos y los suyos me miraban fijamente. Se acercó más a mi cuerpo,
aprisionándome con el suyo y fue inevitable.
Entreabrí mis labios un poco y él aprovechó eso para besarme con mayor
ímpetu, así que comencé a responderle. Apoyé mis manos en las suyas que
tomaban mi rostro y parte de mi cuello para que no me pudiera mover.
Mi corazón comenzó a latir con fuerza y el beso fue subiendo de tono hasta
que pude tener contacto con su lengua; estar mirando sus ojos mientras sentía ese
beso solo estaba logrando que mi ansias de besarlo aumentaran. Evité con toda la
163
fuerza de voluntad que me quedaba de que un suspiro escapara de mi boca cuando
su lengua pasó por mi labio inferior.
—Damián… —me quedé helada al escuchar una voz femenina que nos había
encontrado en esto.
Ambos nos separamos lentamente y miramos a la propietaria de esa voz. No
pude evitar sorprenderme cuando vi a Joan, que estaba acompañada… nada
menos que de Amalia, ¿Qué demonios hacían estas dos juntas?
164
Capítulo 15
165
—Amaya… —escuché la voz de Leonardo, pero no podía responderle, solo
recordaba cierta escena del pasado — ¡Amaya! –levantó la voz y movió mis
hombros, ahí salí del trance en el que estaba.
—Lo siento.
— ¿Estás bien? ¿Qué pasó? –gracias al cielo llegó la profesora de arte, de
esa forma podía evadir sus preguntas. No había explicación que no dejara mal a
Damián. Sin embargo, nos dieron nuestra tarea de hoy y Leonardo siguió
preguntando.
—Nada, solo tuvimos una discusión.
—Pero sobabas tu brazo ¿es qué te hizo daño?
—Se enojó un poco, nada que no pudiera controlar, no te preocupes –él
frunció el ceño al escucharme, un tanto sorprendido –me sé cuidar muy bien –sonreí
un poco para poder darle más confianza sobre mis técnicas de defensa, pero no se
quedó tranquilo.
—Sabes que no tienes por qué permitir algo como eso, hablaré con él.
—No hagas drama por algo pequeño, yo lo solucionaré –él negó de inmediato
–Leonardo… —tomé su mano para que me pusiera atención –si llegó a tener otro
problema te lo diré, así podrás golpear todo lo que quieras a Damián ¿te parece? –
él miró nuestras manos y presionó la mía, pasando su pulgar por mi muñeca.
—Está bien –retiré con cautela mi mano y sonreí por el gesto que había
tenido, hizo que el mal rato con Damián pasara al olvido.
—Pintar no es lo mío –dije mirando el set de acuarela que tenía en la mesa.
—Entonces te puedo ayudar, a mí se me da muy bien, me gusta dibujar,
cuando vayas a mi casa algún día de estos te mostraré lo que he hecho.
— ¿Tan bien como para dedicarte a ello? –él sonrió y negó a mis palabras.
—No se come gracias a los dibujos, Amaya.
—Estoy segura que el señor Pablo Picasso no diría lo mismo o por lo menos
su familia –él negó, pero por lo menos ya no seguía preocupado por Damián.
166
Después de las siguientes horas, donde en los dos recreos que tuvimos no
me encontré con Damián, pudimos con Leonardo salir del colegio, hartos de estar
en ese lugar. Nos dirigimos hacia la heladería y pedimos sabores de mora y vainilla,
además de los barquillos para poder hacer los helados en casa. Nos fuimos, él en
su moto y yo en mi auto.
— ¿Estás segura que no hay problema con que venga a tu casa? –preguntó
cuándo bajó de su moto.
—Claro que no, además solo estará mi Nana, mis padres llegan más tarde y
no tendrían problema alguno en verte aquí, es más, se alegrarían, hace mucho que
no traigo amigos a casa.
—Bueno, eso suena excelente –dijo cuando entramos –pero me refería a
Damián.
—Bueno, yo no me rijo bajo las reglas que él pueda tener –claro que no, me
regía bajo las reglas que estaba imponiendo Amalia.
Dejamos nuestras cosas en la sala y nos dirigimos a la cocina, le dijimos a
Nana que nosotros nos encargaríamos de hacer los helados. Lavamos nuestras
manos y nos sentamos a hacer el primer barquillo.
—Así que no traes amigos a casa con facilidad…
—Bueno, después de lo que te conté en la costanera, debes entender que
no tengo… amigos –él frunció el ceño al escucharme –eso es bastante triste.
—Si no encuentras uno que valga la pena, es mejor no tener ninguno.
—Supongo –sonreí al ver mi barquillo de vainilla listo, mientras que Leonardo
ya comía el suyo de mora.
—Cuando vayas a mi casa, te presentaré a mis amigos de allá, estoy segura
que te agradarán.
—No necesito amigos de lastima, gracias –él negó a mis palabras.
—De verdad te caerán muy bien.
— ¿Por qué? ¿Son como tú? –me sorprendió ver como se sonrojaba, sonrió
nervioso y negó a mis palabras.
167
—Será entretenido, este fin de semana podrías ir, te aseguro que no habrá
ninguna interrupción esta vez.
—Si… bueno, no creo que sea buena idea, Juliana está un tanto pesada y
estoy segura que no le agradaría verme por allá y no quiero causarte problemas –
él volvió a sonreír.
—Juliana es mi problema, tú no te preocupes de esas cosas.
— ¿Amaya? –Miré a Nana que estaba mirándonos desde la puerta de la
cocina –hay una joven en la sala, dice que necesita hablar contigo –suspiré al
escucharla y asentí.
—Dame un minuto, Leo, no me demoro nada… tu sigue tomando helado.
—No lo dudes –dijo un tanto precavido.
Me apresuré en llegar a la sala. Encontré a Amalia mirando hacia la ventana,
aún seguía con su uniforme así que supuse que venía desde el colegio.
— ¿Si? –dije llegando a su lado. Me quedó mirando unos segundos –lo del
beso…yo…
—No tienes nada que explicarme, si esos son tus métodos, no es cosa mía,
solo no dejes que te manipule de esa forma, es muy astuto –suspiré cansada
¿métodos? No era ninguna experta en sacar a chicos de problemas.
— ¿Entonces a qué has venido? Estoy un poco ocupada.
—Vine a hablarte de la fiesta, es hoy en la noche y de verdad ayudaría a que
fueras, es en el colegio.
— ¿Por qué estabas con Joan? –ella sonrió.
—Bueno, hago mi parte para ayudarte, le estaba diciendo que dejara de
molestar a Damián, que debía hacerse respetar. Solo la estaba engañando para
que no sea una piedra en tu camino, pero debes ir esta noche, entrarías al círculo
social de Damián.
— ¿Tu estarás ahí? –ella negó de inmediato.
168
—Solo sé sobre la fiesta porque a Joan se le escapó, es por eso que te invite
al frente de ella, nada del otro mundo, es más, encontrarlos allí ayudó bastante, de
esa forma ella no se podría negar.
—No sé si sea buena idea, además es un día de semana –ella me quedó
mirando, sin decir nada, pero por su expresión sabía que no le había gustado mi
respuesta –está bien, haré lo posible ¿sí?
No tenía ningún ánimo de encontrarme con Damián, pero era cierto, esta era
una oportunidad para saber más sobre sus amigos y entender qué demonios
pasaba ahí, más rápido seria si iba a meterme a la boca del lobo, sabría más sobre
sus amigos y lo que hace realmente ahí.
Amalia no me dijo nada más y se despidió, diciendo que desearía poder
hablar otro poco más pero tenía cosas que hacer. Cuando la despedí en la puerta,
me quedé pensativa sobre esa fiesta, no me causaba gracia tener que ir.
Al dirigirme hacia la cocina, encontré a Leonardo reflexivo, tomando de su
helado. Me miró cuando entré y tenía esa expresión preocupada que había
aprendido a identificar.
—No era mi intención, pero escuché lo que hablabas con Amalia –enarqué
una ceja.
— ¿No fue tu intención acercarte hasta la sala y escuchar conversaciones
ajenas?
—Lo siento, pero esa cercanía con ella es muy extraña… ¿Qué están
planeando y por qué hablaba de Joan como una molestia para ti? ¿Cuál es tu
necesidad por entrar al grupo de Damián? Ellos son muy extraños.
—Es mi novio ¿no? –Dije sentándome al frente de él –debo conocer a sus
amigos.
— ¿Y sobre Joan? ¿Por qué es una molestia?
—Está detrás de él, solo eso… —me miró desconfiado mientras mordía el
barquillo.
169
—No luces como su novia ¿sabes? –Rodee los ojos por su comentario –y no
me refiero a apariencias y cosas por el estilo, porque cumples con todo lo que el
estereotipo del colegio busca, de cierta forma, pero… los dos no lucen como si
fueran novios –ciertamente este chico era perceptivo.
—Puede ser porque recién estamos juntos –él negó rápidamente.
—Es algo de poder… como decirlo –dijo pensativo, dándole otro mordisco al
barquillo –no es correcto ¿sabes? Así es como lo veo.
— ¿No es correcto? Bueno, yo te pude decir lo mismo de Juliana y tú, no era
correcto que estuvieran juntos.
—Por eso terminamos nuestra relación, pero ustedes recién están
comenzando ¿Qué escondes, Amaya? –llamó mi atención su tono de voz.
—Estas siendo paranoico, no escondo nada, Damián y yo nos llevamos bien,
tiene un sentido del humor parecido al mío, es inteligente, simpático, además de ser
guapísimo ¿Qué mejor? –Leo me quedó mirando con el ceño fruncido.
—Pero eso no basta ¿de verdad es tan superficial tu atracción a él? ¿Sabe
de tus muñecas? ¿Lo conoces más allá del niño educado y correcto que hace ver
al resto del colegio?
— ¿Hace ver? –me llamó la atención sus palabras.
— ¿De verdad crees que él es así? Se nota que está metido en problemas,
que todos se comporten como ciegos respecto a eso es un tema completamente
diferente.
— ¿Qué sabes? Escúpelo, vamos –quizás esta reunión con Leonardo, más
que hablar sobre Juliana, podría ser fructífera respecto a Damián.
—Nada realmente, solo es un presentimiento –eso no me servía de nada –
pero… bueno, Tobías es parte de sus amigos ¿no? –no tenía la menor idea
realmente, solo sabía que ese rubio era el novio de Cloe –estuvo metido en
problemas el verano pasado y sé que se fue de intercambio en el segundo semestre,
habían rumores de que era por haber tenido problemas con la justicia.
— ¿Cómo sabes eso? Eres un chismoso, Leonardo –él sonrió.
170
—Juliana me comentaba esas cosas, además piensa Amaya, Damián solo
está protegido porque su familia lleva años en ese colegio, su padre había sido
también presidente del centro de alumnos y créeme… esa familia no es nada
normal, que lo aparenten es otra cosa, mi padre dijo que habían rumores que los
involucraban con drogas.
— ¿Qué? –Eso era imposible — ¿me estás diciendo ahora que los Andrade
son narcotraficantes?
—No sé, solo digo lo que ha llegado a mis oídos –levantó los hombros,
negué, eso debía ser falso.
—Sí, eres un chismoso, apuesto que te quedabas tardes enteras hablando
de los demás con Juliana.
— ¿Cómo lo estoy haciendo contigo ahora? –sonreí, estábamos haciendo
eso, comportándonos como chismosos.
No supe que contestarle así que tomé la cuchara de helado y la llené un poco
para después rápidamente ensuciar la nariz de Leonardo. No podía parar de reír, él
me hacía hacer cosas tontas.
—Oh… no, estás en problemas –se puso de pie con la cuchara llena de
helado de mora, pero cuando estaba rodeando la mesa, me levanté y corrí hasta la
sala gritando por los nervios que provocaba que me siguiera.
Sin embargo, a pesar de ser muy buena corriendo, no pude parar de reír
cuando rodeó mi cintura desde atrás con su brazo libre, justo al lado del sofá más
grande, donde planeaba defenderme, pero no tuve el tiempo.
Me hizo caer sobre este, quedando sobre mí y me inmovilizó con demasiada
facilidad. Me miró sonriendo para después pasar la cuchara por mis mejillas
mientras yo no paraba de gritar y de reír, rogándole que no lo hiciera, pero de todas
formas ensució mi cara.
— ¡Leonardo! –traté de mover mis manos para quitármelo de encima y poder
limpiar mi cara, pero él tomó mis muñecas y las dejó sobre mi cabeza.
171
—Dulce venganza, Amaya –respiraba rápidamente por la actividad física, ni
siquiera me había dado cuenta en qué posición estábamos sobre el sofá hasta que
la sonrisa de Leonardo se esfumó y me quedó mirando bastante serio –tienes mi
sabor favorito en tus mejillas.
—Leonardo –dije llamando su atención, aunque mis ojos ya no estaban
atentos a los suyos, sino que sus labios había captado toda mi concentración.
Sonreían prácticamente por si solos, eran carnosos y su labio inferior llamaba a ser
mordido por alguien más –debemos estudiar, ya se hará tarde.
—Tienes razón –él asintió con rapidez y se movió para dejarme libre. Podía
sentir como mi rostro estaba todo sonrojado. Él se sentó a mi lado.
—Pero que sorpresa –me tensé al escuchar esa voz. Me giré y pude ver
como estaba Nana con Damián a su lado; ella me miró como si la hubiera cagado
de verdad… lo que había hecho –pensé que estarían estudiando, no jugando.
—Damián –me puse de pie, logrando obtener la mayor normalidad que podía
alcanzar en una situación así. No me iba a sentir mal, yo con Damián no teníamos
nada en la realidad — ¿Qué haces aquí? –mi Nana se retiró, sin decir palabra
alguna.
—Vine a ver si podía ser de ayuda a sus estudios –bajó el escalón y se acercó
hasta donde yo estaba –Mora… —dijo mirando mis mejillas, pasó su pulgar por una
de ellas y se llevó el resto de helado que sacó a la boca –no es de mis sabores
favoritos, muy dulce –fruncí el ceño cuando dijo esto mirando a Leonardo, pero aun
así quedé mirando el pulgar que había ido a su boca ¡Eso había sido tan sexy!
—Iré a lavar mi rostro, vuelvo en seguida.
Con rapidez fui al baño más cercano y lavé mi rostro para después volver a
donde se encontraban, pero antes de que me pudieran ver, escuché como
susurraban, por lo que me escondí y puse atención.
—Vuelve a tocarla como lo hiciste en el colegio y date por muerto –pude ver
como Leonardo lo miraba muy enojado, había usado un tono de voz furioso.
— ¿No crees que te estás metiendo en asuntos que no debes?
172
—Amaya es mi amiga y mientras tu estés con ella, será mi asunto –Damián
sonrió de forma arrogante, no me agradó.
— ¿Mientras este con ella? Date cuenta que jamás tendrías oportunidad
contra alguien como Amaya, no está a tu alcance —abrí mi boca, sorprendida por
sus palabras ¿pero quién se creía que era? –no le gustan los niñitos tiernos.
—Cuida tu boca, te podrías morder con ella fácilmente.
—Mientras yo esté por estos lados, tu no la tendrás nunca –Leonardo sonrió.
—Cuando vea tu verdadera cara, créeme ni aunque le hagas un altar querrá
estar a tu lado –Damián lo quedó mirando unos segundos, sin decirle nada. Era
mejor entrar en escena.
—Bueno –dije sonriendo, estaba nerviosa por lo que había escuchado;
ambos se habían comportado de una forma que jamás imaginé –Ya todo está
limpio… ¿puedes venir conmigo un minuto, Damián? –dije sonriendo, de forma
falsa, obviamente, no quería darle sonrisas a alguien que me había hecho enojar
solo hace un par de horas.
Fuimos hasta el despacho de mi padre, cerré la puerta para que Leonardo no
estuviera escuchando conversaciones ajenas.
— ¿Qué haces aquí? –él miró a su alrededor, observando los libros y el
escritorio de papá.
—Como dije, vine a ver si podía ser de ayuda, pero por lo visto… estabas
bastante entretenida ¿no?
—Mira, no vengas con celos que lo de nosotros no es real, no te confundas.
—Si pides exclusividad, yo pido lo mismo. Lo que vi en ese sofá, no era para
nada un juego –me miraba molesto, siendo que yo debería ser quien estuviera
enojada.
—No sé porque te estoy dando explicaciones, pero debido a que tienes una
mente tan pervertida y no puedes comprender un juego, debo decirte que nada
estaba pasando… Leonardo es mi amigo, uno que aprecio mucho y no dejaré que
por tu culpa, se aleje de mí.
173
—Eso no era un juego.
— ¿Sabes? Ni siquiera deberías estar aquí, haciendo esta escena de celos,
es mejor que te vayas, estoy enojada contigo por lo que pasó en el colegio –en ese
momento él se tranquilizó y su expresión cambió completamente.
—También venía a eso, te debo una disculpa, es solo que Amalia me
enfurece, invitándote a fiestas y poniéndote en una situación incómoda, sé que no
irás y que…
—Voy a ir –lo interrumpí –no me incomodó para nada, pero si me molestó
mucho por cómo me tomaste, me dolió Damián.
—Lo siento, no medí mi fuerza, no era mi intención hacerte daño, no se
volverá a repetir.
— ¡Claro que no! una vez más y olvídate de nuestro trato.
—Lo prometo –dijo él muy serio, tenía una expresión de arrepentimiento que
hizo que mi enojo disminuyera, era creíble –no tienes para que ir esta noche.
—Claro que iré –ahora sonreí, si él tenía cosas que esconder y por lo visto
Amalia tenía razón, tenía que ir esta noche a esa fiesta — ¿nuestra misión no es
molestar a Cloe? Bueno, esta será una ocasión perfecta ¿no?
—Sí, pero… no te gustará el ambiente, te puedes sentir incómoda.
—Créeme que este colegio me ha adiestrado para manejar situaciones de
ese estilo, iré y no hay vuelta atrás, así que anímate que esta noche será nuestra
primera reunión social juntos –él tensó su mordida al escucharme, notando que no
tendría escapatoria.
—Bien, no diré nada, estoy a tus ordenes… te lo debo –claro que me lo debía.
—Sí, suma esto a los puntos que tendrás que obtener para que te disculpe,
ahora… mi amigo, Leonardo, me espera para que podamos estudiar ¿te puedes ir?
—Bien, no me interesa verle otro segundo la cara a tu amiguito –asentí,
aceptando que se llevaban pésimo y no volvería a dejar que estuvieran cerca otra
vez.
174
Damián se dirigió hacia la puerta, la abrí para que saliéramos de aquí, pero
él llamó mi atención.
— ¿Amaya? –Me giré para verlo, ya estaba a mi lado –entonces ¿debo sumar
puntos para que me disculpes?
—Claro que sí, no perdono con facilidad, así que tendrás que esmerarte.
—Muy bien… esto me agrada –llevó su mano derecha a mi mejilla y acarició
mi piel –sin helado en la cara te ves mucho mejor –tragué saliva nerviosa.
—Que bien, ahora vamos –me giré para poder avanzar, pero él dejó su otra
mano apoyada en el marco de la puerta, evitando que avanzara. Lo miré enojada
por su comportamiento, pero cuando lo miré ya estaba a escasos centímetros de mi
boca –No…
—Si… —cerró la puerta de nuevo al mismo tiempo que sus manos rodeaban
mi cuello y me acercaban a sus labios ¡maldito besador!
—Damián —dije contra sus labios, tratando de alejarme, pero cuando me
acorraló de nuevo entre la puerta y su cuerpo, no pude seguir luchando, era una
maldita chica adolescente sin voluntad, entregada a mis hormonas.
Apoyé mi cabeza en la puerta mientras nuestros labios se movían lentamente
el uno sobre el otro. Mis manos se aferraron al suéter de su uniforme, tirando de
este cuando su lengua tuvo contacto con la mía… ¡Por Dios! Éramos tan buenos
besando.
Mi respiración cada segundo comenzaba a ser más errática y como si
estuviera hipnotizada llevé ahora mis manos a su cabello, tirando de este
suavemente. Damián mordió mi labio inferior, lo que sorprendentemente me hizo
despertar de la ensoñación en la que estaba, ya que recordé cuando desee morder
el labio de Leonardo.
—Basta –dije empujándolo y tomando aire, sabía que debía estar sonrojada
producto de este beso.
— ¿Gané puntos para ser perdonado? Con un beso así, creo que si ¿no? –
sonreí al escucharlo, Damián era un caso perdido. Lo miré y mi atención volvió a su
175
boca, tenía sus labios levemente hinchados, ni siquiera quería saber cómo estaban
los míos.
—Te debes ir, además ya basta de besarme de esa forma, no es correcto, lo
de nosotros es un juego ¿sí?
—Quizás –dijo sorprendiéndome –o quizás no deje de hacerlo –ahí entendí
que se refería a los besos –ahora ¿gano puntos por irme?
—Sí, ganas, vete —él abrió la puerta y antes de salir volvió a unir nuestros
labios, pero esta vez fue corto y bastante tierno, para mi sorpresa –te ves hermosa
cuando tus ojos brillan excitados.
—Basta –le di un golpe en su hombro –vete… — ¡que se vaya antes que me
haga caer ante la tentación que eran sus labios!
Ambos salimos del despacho de papá hasta llegar a la sala, donde solo se
despidió con un Hasta luego de Leonardo y se fue. Miré a mi amigo que ya tenía un
cuaderno afuera y lucía un poco molesto.
—No fue mi intención, pero alcancé a escuchar lo que hablaban –dije
mientras sacaba mi cuaderno de matemáticas y mi calculadora –Gracias… —le
respondí antes de que dijera cualquier cosa –Nunca he tenido un amigo que me
defienda, pero no debes meterte en problemas, Damián no es para nada peligroso.
—De todas formas, para que no le queden dudas –sonreí.
—Bien, ahora… ecuaciones ¿no?
176
—Es cierto, conocí a su padre hace unos días, buena familia, todo lo que
tienen es a través de esfuerzo de generaciones, luce un buen chico… para que sea
tu amigo –aclaró Cristian, mientras comía y me miraba de forma sospechosa.
—Si… bueno, es un excelente amigo.
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Capítulo 16
178
único que me animaba a seguir subiendo, eran las luces que habían en los costados
de piedra, ya que esto lucía un tanto tétrico.
Alcancé el quinto piso y antes de llegar, pude visualizar la puerta de madera
antigua de un color rojizo, abierta. Antes de entrar, me quedé a un costado,
escuchando las voces que llegaban hasta mí.
— ¿Qué te pasa, Damián? –no sé quién le estaba hablando, no podía ver
nada, pero era una mujer.
— ¿Por qué? –su tono de indiferencia no me asombró.
—Estás muy tranquilo, además… —algo más le dijo, pero otras voces se
mezclaron.
—Solo espero a Amaya, dijo que iba a venir… no debiste aceptar que viniera,
Joan –abrí mis ojos sorprendida, por lo visto se habían alejado de la puerta porque
esas frases se escucharon con claridad.
—Amalia la invitó ¿ella igual viene esta vez?
—No –respondió tajantemente –yo tampoco debí venir hoy.
— ¡Oh, vamos! Estás exagerando, sin ti estas reuniones no son lo mismo ¡Ey,
Tobías! –Le gritó Joan al tal Tobías — ¡no te la acabes toda! Aún queda noche –
fruncí el ceño al escucharla.
—Solo no quiero que se meta en esto.
—Consecuencias de tus ambiciones ¿no? –me apegué más a la pared para
poder subir unos escalones sin que me vieran.
—Cállate, no sabes de lo que estás hablando.
—La quieres tener, es así de simple, por eso estás haciendo todo este
espectáculo, eres tan falso… conmigo no juegas.
—Cállate, Joan –abrí mis ojos sorprendida ¿Joan se había dado cuenta de
nuestro plan para que Damián estuviera con Cloe?
—Está bien, pero después no salgas con que estás enamorado… ya pasó una
vez ¿no? –fruncí el ceño, esto no estaba calzando.
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Cuando escuché que unos pasos se acercaban decidí subir los últimos
escalones y aparecer en la famosa “fiesta”.
Al traspasar la puerta me encontré de inmediato con la mirada de Damián,
pero puse atención a lo que estaba sucediendo aquí. Esto no era una fiesta, para
nada, tenían algo de música clásica mientras un grupo de unos siete alumnos,
donde se encontraba el rubio, Tobías y Cloe, tomando algo de alcohol alrededor de
una mesa, sentados en cómodos sofás. Por otro lado estaban pequeños grupos
conversando, pero justo cuando observé a tres chicas, pude ver como una le
entregaba unas pastillas a la otra. Fruncí el ceño.
—Amaya –sonreí al ver que Damián ya estaba a mi lado. Sin embargo, miré
el resto del salón.
Era bastante amplio el lugar, tenía los mismos diseños que el resto del colegio,
pero con todas las comodidades. Sofás negros, televisión, mesa de billar, incluso
había un bar ¿pero a dónde mierda me vine a meter?
—Hola –respondí un tanto incómoda y se podía sentir que no era la única,
Damián estaba nervioso.
La madera de las paredes eran igual como al resto del colegio, tenía también
un alfombrado rojo vino y cuadros en sus paredes, pero no colecciones que
destacaran, sino que de diferentes alumnos, no me tomó nada reconocer a Damián
en el último cuadro… Dios santo.
El cuadro estaba colgado justo en la pared de al frente, junto a la ventana del
medio. Estaba vestido con su uniforme y lucía muy serio, se veía igual de guapo
que en la realidad, pero destacaban sus ojos verdes y ese cabello oscuro. Se veía
bien.
—Eso… —dijo un tanto incómodo –es por los presidentes que ha tenido el
colegio –podía ver que antes de él, estaba Cloe — ¿te quieres ir? –vi un brillo en
sus ojos, pero no le respondí de inmediato.
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Damián se veía increíble, estaba vestido con unos jeans negros y una camisa
azul marino, además estaba usando una chaqueta de cuero. Se veía muy sexy, así
me desconcentraba.
— ¿Por qué crees que me querría ir? Recién acabo de llegar –sonreí para
darle un poco de confianza, aunque no era cierto lo que decía, él no me conocía
tanto como para saber que mentía.
—Estás incómoda, se te nota –bien, por lo visto si me conocía lo suficiente
para saber que estaba mintiendo, odiaba que nos lleváramos tan bien y que
hayamos congeniado de esta forma.
—Sorprendida es la palabra correcta —dije avanzando unos pasos y llamando
la atención de los demás, incluso algunos dejaron de hablar. Era una intrusa en su
pequeño mundo.
—Buenas noches –dije saludando con la mano a todos. Varios respondieron
con una sonrisa y haciendo una seña, pero en cambio otros, principalmente
mujeres, solo me miraron para después girarse y seguir conversando.
—Hola, Amaya –llegó Joan a donde estábamos y me saludó con un beso en
la mejilla –me alegro que hayas venido, así te vas integrando un poco más ¿no?
—Si –dije sonriendo –por eso he venido –di un paso hasta atrás, hasta quedar
al lado de Damián –bien, los dejo para que platiquen, me necesitan por allá –dijo
indicando al grupo que estaba bebiendo alrededor de la mesa.
— ¿Y tú no estás bebiendo nada? –dije mirando a Damián.
—No, esta es una reunión para ver lo planes del colegio a futuro, como
alumnos influyentes dentro de los demás, aparte de ser del comité –antes de decirle
que no le creía nada y regalarle una mala broma, llegaron dos personas más.
— ¡Siento la tardanza! –dijo Nicole, la chica que me había ayudado en el baño,
acompañada de un chico que lucía más grande que Damián. De inmediato recordé
que Leonardo habló de este chico, Felipe creo que era su nombre.
Los miré mientras se acercaban hasta nosotros. Ella vestía bastante casual,
igual que yo y para nada parecida a las demás chicas que lucían un tanto…
181
elegantes. Jeans claros y una camiseta escocesa de color azul y blanco era lo que
traía la porrista; en cambio su acompañante y supuesto novio, vestía con unos jeans
azules y una camiseta negra con mangas que se ajustaba a su cuerpo.
—Hola Amaya –dijo ella cuando llegaron hasta nosotros. También me saludó
con un beso en la mejilla y después saludó de la misma forma a Damián.
—Hola –dijo el grandote, mirando de reojo a Damián –me llamo Felipe y
supongo que tú eres Amaya ¿no?
—Te tienen bien informado, estás en lo correcto –dije saludándolo también con
un beso en la mejilla. Él me sonrió y luego saludo a Damián, estrechando su mano
— ¿llegamos muy tarde? –observó a los demás, pero cada uno estaba metido en
su grupo hablando.
—No –le respondió Damián a mi lado, podía sentir desde aquí que estaba tan
tenso como un elástico.
—Siempre me haces correr y ni siquiera están hablando algo serio –le criticó
él a su novia, Nicole.
—Sí, pero que ellos empiecen tarde no es mi culpa, ahora ¿quieres algo para
pasar la sed? –dijo con una sonrisa en su boca, que hizo que el enojo de Felipe
desapareciera.
—Una cerveza estaría bien –ella fue hasta el bar.
—No quiero quedar como una puritana –dije mirando especialmente a Damián
–pero ¿Cómo demonios es que pueden tener alcohol en el colegio? Esto parece
más un bar que un salón de reuniones.
—Esto es exclusivo para el centro de alumnos –agregó Felipe, sin dejar hablar
a Damián –tanto para ellos como para los representantes de los grupos de
actividades extracurriculares, cuando se hacen estas reuniones la mayoría tiene
que venir. Ningún profesor o parte de la directiva entra aquí, nunca, es por eso que
lo adecuamos para nuestros requisitos.
— ¿Y alguien sabe de esto? –Damián y Felipe rieron.
182
—Claro que no –dijo mi supuesto novio –como te dijo mi amigo, es para ciertos
alumnos.
—Entiendo, pero cada año cambian ¿no? –Eso era lo obvio, pero ambos se
miraron con esa sonrisa extraña –ya veo, manipuladores de pobres e ingenuos
alumnos, hacen que siempre sean los mismo ¿no?
—Exacto –dijo Nicole llegando con dos cervezas, una para ella y otra para
Felipe –ya sea como capitana de porristas o de atletismo, como presidente o como
capitán del equipo de futbol –asentí, esto era realmente turbio y raro.
Sorprendentemente las palabras de Leonardo llegaron a mi mente.
“Juliana me comentaba esas cosas, además piensa Amaya, Damián solo
está protegido porque su familia lleva años en ese colegio, su padre había sido
también presidente del centro de alumnos”
183
una puerta y como también recibía unas miradas extrañas tanto de Cloe como de
Tobías, la supuesta reunión comenzó.
Me fui a sentar junto a Nicole y Felipe, al medio de ambos, me veía pequeña.
Damián en cambio con un control remoto hizo que apareciera un plasma en la pared
y comenzó a hacer una presentación sobre los posibles proyectos para este año y
como se organizarían para las futuras fiestas y fechas importantes donde se
recaudaba dinero. Mi duda era simple ¿para qué necesitaban dinero si en su
mayoría eran alumnos de familias acomodadas?
Miré hacia atrás cuando vi que Tobías se iba sin decir nada hacia esa puerta
misteriosa, tendría que averiguar lo que había detrás de eso.
—Es el baño de chicos –dijo Nicole susurrando en mi oído cuando notó mi
mirada –el de chicas está más abajo, hay algunas que no les importa meterse ahí,
pero no te lo recomiendo.
— ¿Por qué está el de chicas abajo? –pregunté sin entender su respuesta.
—Porque en el pasado, este salón solo tenía hombres, para su mala suerte,
llegamos nosotras –dijo sonriendo, le respondí el gesto un tanto incómoda ¿me
estaba mintiendo?
Miré a mí alrededor mientras Damián hablaba temas que no me interesaban y
comencé a observar a los demás. Todos estaban con una copa de algún trago en
sus manos, dudaba que dejaran de beber porque estaban manejando.
Me tuve que acomodar en el sofá y esperar que no quedarme dormida
mientras hablaba ahora Joan, esto era aburrido, pero todos lucían muy atentos. Al
momento que el plasma volvió a su lugar, escondido detrás de la pared, las luces
se volvieron pero de una forma más tenue, aunque hicieron que despertara.
Damián se acercó a nosotros mientras Joan ponía ahora algo de música, la
reunión había acabado, pero por lo visto ahora venía lo mejor. Eran las doce de la
noche y esto parecía que aún no terminaría pronto. Comenzaron a bailar alrededor
de la mesa de billar, ahí se encontraban Felipe y Nicole.
184
—Ven –dijo Damián, tomando mi mano. Lo miré confundida –baila conmigo,
así no te quedas dormida.
—Estás loco –me aleje de su agarre, no quería bailar, pero él se acercó a mí
y tomando mi mano y cintura al mismo tiempo me sacó del sofá, mientras sonaba
por los parlantes que habían en las paredes la canción Locked Out of Heaven de
Bruno Mars — ¡Damián!
—Ven –dijo con una sonrisa, llevándome hasta donde todos bailaban, varias
parejas estaban bajo los efectos del alcohol –Pensé que ibas a salir corriendo de
este lugar –estaba bastante cerca, me ponía un tanto nerviosa, más cuando notaba
que él se movía al ritmo de la canción así que tuve que seguir su ejemplo y bailar.
— ¿Por qué?
—No sé, esto se vuelve un tanto extraño a veces —claramente era extraño,
esta reunión del centro de alumnos, no era nada parecido a lo que yo conocía o
había escuchado en el pasado.
—No exageres –sonreí un tanto nerviosa cuando sus manos llegaron a mi
cintura y me acercaron más a su cuerpo –esta canción no es ningún lento para que
me tomes así –dije mirando su rostro, varios centímetros hacia arriba. Él levantó la
mano y no sé a quién le dio aviso, pero la canción cambio de inmediato a un lento…
Somewhere Only We Know de Keane.
—Tenemos un trato ¿no? –esta vez me acercó por completo hasta él, tuve que
rodear su cuello con mis brazos mientras seguíamos la melodía que sonaba.
—Si –odiaba que mi corazón estuviera latiendo tan rápido, pero era inevitable,
lo tenía muy cerca –y este momento es perfecto para llevarlo a cabo ¿no? ella nos
está mirando desde los sofás –él frunció el ceño –Cloe –susurré para que me
entendiera –ella nos mira desde atrás, escondida en la oscuridad.
—Eres tan observadora –sus manos bajaron unos centímetros desde mi
cintura hacia mi trasero, pero de inmediato solté su cuello para subir su agarre.
—No te aproveches –dije ahora enredados mis dedos en su cabello.
—No me tientes entonces –rodeé los ojos, Damián era irremediable.
185
Me encantaba esta canción, así que solo cerré mis ojos y apoyé mi cabeza en
su hombro mientras mis dedos acariciaban su cuello suavemente. Él me presionó
más contra su cuerpo, logrando que mi corazón latiera con fuerza. Sonreí, era una
tonta.
— ¿Amaya? –me separé de él unos centímetros, pero él se acercó,
inclinándose y apoyando su frente junto a la mía, nuestras narices se rozaban cada
ciertos segundos, logrando que mis ojos se cerraran un poco; me estaba dejando
llevar por una situación que no tenía bajo control. Estúpido Damián.
—No… —susurré cuando noté que se estaba acercando a mis labios, pero
como era habitual, no me escuchó.
Ahora una de sus manos estaba en mi cuello, regalándome suaves caricias en
mi piel, logrando que mis ojos se cerraran por completo y permitiendo que sus labios
rozaran superficialmente los míos, pero fuimos interrumpidos cuando mi celular
comenzó a vibrar.
—Mi teléfono –dije alejándome de él. Frunció el ceño, pero no le di importancia,
mire para ver de quien se trataba. Era Leonardo ¿Por qué me llamaba a esta hora?
–debo contestar.
—Ve con tu amiguito –lo miré sorprendida al notar el tono que uso y aún más,
por la rapidez con la que vio mi celular.
—Disculpa –una voz femenina nos interrumpió. Era Cloe — ¿puedo hablar un
minuto con Damián?
—Claro –dije sonriendo y mirando a Damián, quien no tenía ninguna expresión
agradable en su rostro.
Los dejé solos, esperaba que él tuviera alguna oportunidad para bailar con ella
o quizás Cloe estaba celosa, eso sería mucho mejor.
Rápidamente salí de ese salón y bajé varios escalones para contestarle a
Leonardo.
— ¿Hola?
—Amaya ¿Cómo va todo? –sonreí al notar el tono preocupado de Leo.
186
—No me han comido ¿es esa una buena noticia? –decidí bajar hasta el primer
piso, así le daba más tiempo a Damián con Cloe.
—Sin duda alguna –dijo mientras bajaba — ¿aun estás allá?
—Sí, son muy extraños, la tal reunión era del centro de alumnos, es surrealista
lo que pasa ahí adentro.
—Pero no te han hecho nada ¿verdad? –negué a sus palabras, ya sabía de
qué estaba hablando.
—No me digas que ya te llegaron los rumores de lo que sucedió en el baño.
—Sí, me encontré con Juliana cuando regresé… comenzó a discutir y dijo algo
relacionado con eso ¿Por qué no me lo dijiste?
—Bueno, fue una tontera, no tienes de que preocuparte –dije apoyada en la
pared de madera, en uno de los pasillos principales del colegio. Hubo un silencio de
su parte.
— ¿Te has sentido cómoda ahí? –no pude evitar la sonrisa que se formó.
— ¿Estas preocupado de que encaje bien en este grupito? No te asustes, no
te abandonaré, no me volveré en ninguna chica malévola.
—Eso espero —susurró –bueno, solo quería ver cómo iba todo.
— ¿Sabes? Este colegio se ve aún más tétrico de noche y sin alumnos –no
quería colgar aun, me gustaba escuchar la voz de Leonardo en una situación como
esta, era como un cable a la realidad.
—Me imagino ¿has ido en auto? ¿Tienes como volver?
—Si —por un segundo en mi cabeza pasó la idea de no haber venido en el
auto y haberle pedido a él que viniera a buscarme en su moto, pero después me
arrepentí, ya que vino a mi mente la situación del sofá en mi casa.
—Bueno, entonces no te molestó más, diviértete, nos vemos mañana.
—Nos vemos mañana, en el test de matemáticas —él rio.
—No me lo nombres, aunque ayudaste bastante.
—De nada, nos vemos.
—Adiós…
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Ambos cortamos y no pude evitar quedar pensativa. ¿Qué había ocurrido en
mi casa esta tarde? Leonardo estaba tan cerca de mí, que lo miré de una forma
completamente diferente. No sé qué habría pasado si Damián no hubiera entrado a
la sala.
Me giré al escuchar unos pasos. Desde las escaleras llegó Tobías, quien me
miró y sonrió. Fruncí el ceño, él no me agradaba.
—Amaya Varela –dijo caminando hasta donde yo estaba, no me costó nada
sentir el olor a alcohol que había en él.
—Ese es mi nombre.
—La novia de Damián –sí, este chico estaba borracho, era hora de irse.
Caminé hacia las escaleras, pero cuando pasé por su lado se movió con rapidez
hasta acorralarme contra la pared. Pude notar mejor como era, su cabello rubio un
tanto grasiento y con ciertas marcas de acné en su rostro, sin embargo, tenía brazos
fuertes.
— ¡Ey! Aléjate –dije empujándolo, pero era más grande que yo.
—Solo quiero conversar contigo un rato ¿Cuál es la prisa? –bufé molesta.
—Yo no quiero hablar contigo, así que aléjate…
— ¿Sabes? Eres bastante linda, no lo había notado con el uniforme, muchas
chicas pasan desapercibida por eso… aunque creo que Andrade es más astuto, ya
tiene experiencia. Aunque tengo algo por las pelirrojas.
—Es todo un don el que tiene, ahora apártate –dije de forma irónica y ya
molesta; no quería llegar al extremo de golpearlo.
—Solo quiero saber lo que ve en ti –pasó su mano por mi mejilla, de forma
brusca y eso fue todo lo necesario.
Mi corazón ya latía con fuerza por la adrenalina que provocaba el miedo de la
situación. Hombres, solo eran animales con un poco de razón, habían algunos que
sin duda deberían haber sido abortados. El que tenía al frente tratando de acercar
su rostro al mío de forma brusca para poder besarme, era uno de ellos.
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— ¡Ya basta! –dije flexionando mi rodilla y tratando de darle un golpe certero
en su entrepierna, pero para mi sorpresa él fue más rápido y evitó el golpe,
alcanzando solo su muslo derecho.
—Mmm… ya veo, tienes tu carácter –empuñe mis manos y le di un golpe en
todo su estúpido rostro, este si había sido sin fallas. Mi puño choco en toda su mejilla
izquierda, hasta hacer que retrocediera de dolor.
—No te metas conmigo, idiota –me giré para poder subir rápidamente… fui
tonta y descuidada. En clases de defensa personal, esto era más fácil.
Cuando estaba tratando de subir él me tomó de la cintura, era más alto por lo
que mis pies no tocaban el suelo. Comencé a gritarle que me bajara mientras que
trataba de golpearlo. Había aprendido defensa personal hace un tiempo atrás, pero
este tipo era demasiado grande por lo que mis extremidades no podían alcanzarlo
con facilidad.
— ¡Ey! –pude ver como Damián bajaba rápidamente hasta alcanzarnos.
Tomó los brazos de Tobías quien no se había dado cuenta de su llegada e
hizo que me soltara. Caí sobre mi trasero, mirando como Damián tomaba de la
camiseta a Tobías para darle un solo golpe en su cara, haciendo que cayera.
— ¡Hijo de puta! –le dio una patada en el abdomen. De inmediato me puse de
pie cuando vi que seguía golpeándolo — ¡Jamás vuelvas a tocarla!
— ¡Damián! –Grité, tratando de alejarlo porque no se detenía, seguía
golpeando al tipo en el suelo — ¡Damián! –Me ubiqué justo delante de él,
empujándolo para que no siguiera, no quería que se metiera en problemas — ¡Ya
basta!
Damián respiraba rápidamente, mirando con una rabia impresionante a Tobías
que se quejaba de dolor en el suelo. Solo pude hacer que retrocedieran unos pasos.
—Se acabó, te quiero fuera de este colegio desde mañana…
— ¿Qué pasa aquí? –pude ver como llegaba Cloe, también bajando de las
escaleras y mirando a Tobías que estaba en suelo.
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— ¡Dile a tu novio que se va de aquí para siempre! –ella me miró unos
segundos y para mi sorpresa, pareció comprender todo con mucha claridad. Ahí me
di cuenta del estilo de hombre que era Tobías… hijo de puta. Lo miré tirado en el
suelo y era claro que no era la primera vez que sucedía algo como esto.
Supongo que varios recuerdos vinieron a mi mente, pero mi cabeza comenzó
a arder hasta que me acerqué Tobías, me incliné y lo tomé de su camiseta.
—Cuando una chica dice que no… es no, bastardo –sin más lo arrojé contra
el piso y presioné con fuerza mi pie en sus testículos. Leonardo tenía razón, este
sujeto había estado en problemas el año pasado y ahora entendía el porqué.
— ¡Sah! –gritó cuando lo golpeé, dejando tanto a Cloe como a Damián
sorprendidos.
— ¿Estás bien? –dijo él tomando mi brazo y llevándome hasta el patio,
alejándome del infeliz de Tobías. Le dio una última mirada a Cloe y a Tobías para
después centrarse en mí — ¿Amaya?
—Estoy bien, me sé defender, pero debo decir que me salvaste esta vez,
gracias.
—Estás temblando –no fue hasta ese momento que me di cuenta de lo que
pasaba conmigo. Mi corazón latía con fuerza, sentía como había sudor en mi frente
y efectivamente, mis manos estaban temblando –Infeliz, te juro que nunca más se
volverá acercar a ti, ni siquiera lo tendrás que ver.
—Wow… —no podía creer que estuviera en este estado, yo me sabia
defender.
— ¿Te hizo algo más? Dímelo, me encargaré de él, dime —lo miré inquieta ¿a
qué se refería con eso?
—Debo ir a estación de policía, llamar a papá para decirle ¿esta situación ha
sucedido antes?
—No te preocupes Amaya, no volverás a ver a ese sujeto en este colegio, esta
es la última vez que hace algo como esto –fruncí el ceño; al escucharlo mis manos
dejaron de temblar.
190
— ¿Qué estás diciendo? ¡Es un psicópata! Tiene que estar donde
corresponde.
—Se irá de aquí, no tienes nada de que temer.
— ¡Que no me importa! –Dije molesta –si no fui yo, después puede ser otra
chica ¡o como lo que sucedió el año pasado!
— ¿Qué sabes del año pasado? –se veía confundido.
—Que tuvo problemas y lo enviaron lejos, si fueron líos de este estilo solo
estás dejando que un psicópata este recorriendo el mundo –él suspiró al
escucharme.
— ¿Sabes quién es Tobías? ¿Quién es su padre? –negué, no tenía idea,
recién lo había conocido.
—Es Juez… de este sector, además de trabajar en Ciudad Blanca –bufé
molesta y me alejé de Damián, no podía creer que por algo así no se hiciera lo que
era justo.
— ¡Excusas! No puedo creer lo que estás diciendo –mi giré a verlo — ¡No eres
más que uno de ellos! Un hipócrita que solo le interesa las apariencias.
—Oye… no empieces con los insultos, no soy yo el que te hizo daño.
— ¡No! pero tu negligencia puede hacer que otra chica si sufra las
consecuencias ¿sabes? No me importa lo que digas, llamaré a papá ahora mismo
–saqué mi celular para poder decirle todo lo que estaba pasando, pero Damián me
lo quitó de las manos.
—Hablaré con sus padres, le diré al mío para que interceda, pero no puedes
hacer nada más, yo arreglaré esto –aun no podía creer en sus palabras.
— ¿Sabes? Tú no eres la justicia, dame mi celular.
—Si quieres meter en problemas a Cristian, claro… te paso el celular –lo mire
incrédula ¿a qué se refería con eso? –te he dicho que el padre de Tobías es Juez,
créeme que hasta tu padre se podría quedar sin trabajo por algo como esto. Te
prometo que se harán cargo de Tobías.
— ¡No eres más que un chico de 17 años!
191
—Con padres que tienen influencias, sabes que todo el mundo se rige a través
de eso –caminé hasta una de las bancas, sin saber qué hacer, esto era ridículo; si
Tobías había tenido otros episodios como estos, que quizás fueron peores, debería
estar preso… o deberían castrarlo.
—Quiero que me digas que hizo el año pasado ¿es que acaso violó a una
chica?
—No –respondió rápidamente, sentándose a mi lado –fue algo parecido a lo
de hoy, pero un poco más grave.
—No pensé que eras este tipo de persona –esquivó mi mirada.
—Haré que jamás piense acercarse a una mujer de esa forma, te lo prometo,
pero no puedes llamar a la policía.
—Dame mi celular, me largo de aquí –él me pasó mi teléfono y lo guardé en
mi chaqueta, quería estar en casa.
Lo dejé solo, prácticamente corrí hasta alcanzar el auto y dirigirme hasta mi
casa, ya serian la una de la mañana y debía cumplir un horario.
Cuando entré sentía que venía sucia, así que le di las buenas noches a mis
padres, quienes aún estaban en la sala conversando y subí a darme un baño, sin
responder sus preguntas sobre la “fiesta”
En la ducha fue inevitable recordar el pasado, pero me concentré para no caer
en eso, me hacía mal y no lo iba a permitir, prometí que ese hombre no me volvería
a ser daño, así que simplemente seguí bañándome y pensando en cualquier
estupidez.
Me metí en la cama, dejando la luz de la lámpara encendida y me escondí bajo
las frazadas, pero antes de poder refugiarme en la música de mi celular, alguien
golpeó a mi ventana. Me senté y pude ver que era Damián, esta vez no llegaba con
una sonrisa, sino más bien lucía preocupado.
Bufé ya más tranquila y fui a abrir la ventana, entró de un salto.
—Me gusta este pijama –miré hacia un lado enojada, avergonzándome por
solo andar con mi camiseta violeta de tiras y mis pantaletas de color azul marino.
192
— ¿Qué haces aquí? Mis papás siguen despiertos, te pueden encontrar –volví
a encararlo.
—No quiero que te enojes conmigo, supuestamente tengo que ganar puntos
para que me perdones por lo que sucedió hoy en la tarde, ahora con esto supongo
que…
—Has quedado en cero, te daré un dato –me crucé de brazos, tomando más
confianza –cuando estoy enojada no se me quita a los minutos ni a las horas, así
que no vengas si solo provocarás que me enfurezca aún más.
— ¿Puedes confiar en mí por un minuto?
—No, claro que no, menos cuando he visto el tipo de amigos que tienes.
—Él no es mi amigo, confía… por favor, no se le pasara por la mente hacer
algo como esto de nuevo, con nadie –no tenía idea cuál era su plan, pero por Dios…
sonaba muy convencido. Lo quedé mirando unos segundos, soy una tonta, Amalia
tenía razón, no podía permitir que me gustara Damián porque comenzaba a influir
en mis decisiones, ahora solo de ver esos ojos verdes mirándome tan preocupados,
hicieron que me rindiera.
—Bien, pero quiero saber que pasara con él –Damián fruncía el ceño pero
finalmente aceptó, asintiendo. Me giré, dándole la espalda para ir a mi cama –ahora
vete, es tarde y mañana hay clases.
—Tus padres ya están durmiendo.
— ¿Y eso que tiene? Ya vete –antes de poder meterme a mi cama, Damián
rodeó mi cintura suavemente, provocando que girara a verlo por aquel movimiento.
Me sorprendí cuando puso un audífono de su IPod en mi oreja izquierda, él tenía ya
puesto el otro.
—Tú me debes un baile —la luz de la lámpara lo iluminaba de tal forma que
sus ojos verdes brillaban con intensidad.
Negué ante lo que estaba sucediendo, todo estaba tomando otro camino, aún
más descontrolado de lo que ya estaba. Dejé mis manos en su pecho, empujándolo
para tener distancia de sus ojos.
193
—Vete de aquí ahora, sabes que esto es solo un trato entre amigos, esta
cercanía no puede ocurrir cuando estemos fuera del colegio o fuera de la vista de
Cloe.
—Pero a mí me gusta tenerte cerca –a mi igual, pero eso no nos iba a llevar a
un final agradable –y me gusta besarte… —acercó su dedo pulgar a mi rostro,
donde acarició mis labios. No pude evitar fijarme en los suyos, se sentía tan bien
cuando nos besábamos. Ambos somos muy buenos en ello.
Nuevamente sonaba esa canción de Keane, provocando que mi voluntad fuera
decayendo cuando ahora su otra mano estaba en mi cintura, nuevamente
llevándome hasta él.
—Baila conmigo —susurró mirando mi boca. ¡Demonios! Era como si fuera un
maldito demonio que me estaba seduciendo. Sabía que no tenía que hacerlo, pero
iba igual… como si fuera una polilla yendo hasta la luz de una lámpara.
Damián se inclinó hacia mí, pero giré mi rostro, alejándome solo unos
centímetros de él; aun me quedaba voluntad.
—Esto no es correcto Damián —no iba a terminar bien si seguía con este
juego. Me iba a quemar, terminaría achicharrada en el suelo.
Yo no era ninguna chica de hierro, era una persona de carne y hueso que
inevitablemente estaba sintiendo cierta atracción por Damián, que además de ser
guapísimo, era sin duda muy parecido a mí. Además no iba a negar que me sentía
especial al saber que se sacaba esa mascara que tenía en el colegio.
— ¿Y quién dijo que siempre hay que hacer lo correcto? –sus labios
prácticamente rozaban los míos, causando que mi corazón latiera aún más fuerte
— ¿no te sientes bien así? ¿No te sientes bien cuando te beso? Porque yo me
siento fantástico al sentir tus labios.
—Damián… —susurré tomando toda mi fuerza de voluntad –ya vete –dije
dando unos pasos hacia atrás –y cierra la ventana cuando salgas –me metí con
rapidez en la cama. Lo miré, esperando a que se fuera, pero sus ojos no dejaban
de estar sobre los míos.
194
—No quiero ir a casa –sonreí.
—Aquí no te quedaras, así que ya vete y escóndete en tu habitación si no
quieres ver a tu familia, ya son más de las dos de la mañana y tengo sueño… me
levanto en cinco horas.
—En mi casa no lo notaran, ¿me puedo quedar contigo? Prometo no hacer
nada que te incomode, solo por un tiempo –lo miré por unos segundos, después
negué y solo apagué la lámpara.
—Ponle seguro a la puerta, si llegas a hacer algo que me incomode romperé
tu cara, no lo dudes –me gire y escondí bajo las frazadas. Damián se recostó a mi
lado, lo miré enojada, pero no creía que hiciera algo así que solo me abracé a la
almohada y cerré mis ojos, escuchando la música de fondo que se escapaba de los
audífonos de Damián.
195
Capítulo 17
196
—Bueno… —dije después de salir del shock en el que me encontraba –nadie
es golpeado por nada ¿no? además este es solo un pueblo, de seguro el tal Tobías
tenía algo que pagar, anoche había bebido mucho.
— ¿Si? Quizás se metió en algún problema durante la noche –ambas bebimos
de nuestros cafés.
—Puede ser, yo no vi nada cuando volví.
— ¿Y cómo estaba Leo? ¿También fue a la fiesta? –negué de inmediato.
—Solo Damián Andrade –ella me miró un tanto confundida, de inmediato me
sonrojé, aún más al recordar que él se quedó en mi habitación.
—Estás sonrojada ¿es qué acaso pasa algo con él? –Me encogí de hombros
— ¿están saliendo?
—Algo así –ella me miró otros segundos sin decir nada.
—Sabes que debes usar protección Amaya…
—Wow –tomé un panecillo dulce de la mesa al mismo que me puse de pie –
no vengas con esos temas tan temprano ¿sí? Simplemente no.
—Pero…
—No, ahora iré a clases –me acerqué y besé su mejilla –nos vemos en la
tarde, adiós.
Rápidamente escapé de Miriam, tomé mi mochila y me fui al colegio en mi
auto. Pude ver como pasaba por mi lado Damián en el suyo, pero no miró, solo me
adelantó.
Estacioné mi auto maldiciendo la lluvia que caía, tendría que correr, pero
cuando abrí la puerta para salir, vi como estaba Damián con un paraguas en su
mano, evitando que me mojara.
—Buenos días –dije cerrando la puerta y activando la alarma –pero que
masculino te ves con este paraguas –se veía como cada día, guapísimo incluso con
el uniforme, pero no me decía nada, solo me quedó mirando — ¿Qué sucede?
—Buenos días –sin más se inclinó, pero me moví antes de que pudiera sentir
sus labios.
197
— ¡Ey! Que te haya dejado dormir anoche a mi lado, no significa nada ¿sí?
¿Cuánto tiempo estuviste? Me quedé dormida al segundo después de cerrar mis
ojos –pude notar como tensó su mandíbula y comenzó a caminar, dejándome atrás
— ¡Damián! –Corrí hasta alcanzarlo –por muy guapo que seas, no te queda llevar
el paraguas, dámelo –tiré de su mano para que me lo entregara, pero seguía
caminando de una forma que me dejaba en claro de que estaba enojado.
—Basta –dijo cuando íbamos a subir los escalones y yo seguía tirando su
mano, como una broma, pero por lo visto no le había gustado.
—Está bien, por lo visto no has amanecido de buen humor –subimos los
escalones para después llegar a la puerta principal. Damián dejó el paraguas junto
con los demás.
No lo esperé, si estaba de mal humor era mejor que se quedara solo. Miré
hacia atrás y pude ver como prácticamente me lanzaba rayos con sus ojos ¿Qué
había hecho?
—Hola –me giré para ver de quien se trataba y sonreí de inmediato al ver que
era Leonardo… completamente mojado.
— ¿Qué te ha pasado? –dije llevando mi mano hasta su cabello para poder
desordenarlo, varias gotitas salieron disparadas, una dio en mi rostro.
—Se ha puesto a llover cuando venía de camino con la moto, no pensé que
iba a ver este clima.
— ¿Sabes? —Busqué en mi chaqueta por unos pañuelos –por las noches, a
través de una cajita mágica que proyecta imágenes, dicen cómo estará el clima al
día siguiente.
—No… no vi el tiempo anoche, gracias –estiré un pañuelo desechable sobre
mi mano para después pasarlo por su rostro, estaba empapado.
—No puedes estar aquí todo el día, te vas a resfriar –y yo en este colegio no
soportaba un día sin Leonardo, me entretenía.
198
—Soy resistente, no me pasará nada, además en la tarde es el test de
matemáticas, no pienso faltar si tengo posibilidad de copiarte –comencé a reír
mientras tomaba otro pañuelo y lo pasaba por su cuello.
—Claro, como si te fuese a dejar… ahora estas más seco –dije nerviosa al
darme cuenta que pasé mi pulgar con el pañuelo desechable, bajo su labio inferior
–ahora tenemos que ir a clases.
—Gracias –dijo moviendo su cabeza de un lado a otro, tirando gotitas por su
cabello mojado.
—No se permiten perros dentro del colegio, vete a secar a otro lado –dijo
Damián cuando pasó por nuestro lado. Lo quedé mirando sorprendida mientras que
Leo ni siquiera lo tomó en cuenta, solo se encogió de hombros y sin más, se acercó
para besar mi mejilla.
—Hola…
—Hola… —dije roja como un tomate, me había tomado desprevenida –siento
lo que dijo Damián –miré al susodicho que seguía su camino por el pasillo, sin mirar
hacia atrás, ya me escucharía ese idiota.
—No importa lo que diga él –pasó su mano por mi mejilla ¿Qué demonios
estaba pasando aquí? ¿Por qué no retrocedía? –te alcanzaron unas gotas, vamos
a clases ¿sí?
Se giró como si nada y comenzó a caminar, dejándome atónita ¿Qué me
estaba pasando? ¡Contrólate Amaya Varela!
— ¡Espérame! –dije corriendo cuando vi que estaba quedando atrás.
El resto del día fue completamente normal, con Leonardo nos fuimos a la
cafetería en cada recreo porque la lluvia no paraba y ahora había viento. Se estaba
formando un temporal bastante desagradable y me desconcentraba mientras hacia
mi test de matemáticas.
—La ocho —susurró Leonardo, provocando que sonriera.
199
—Alternativa A… —esperé a que preguntara otra cosa más, pero por lo visto
iba bastante bien, así que terminé el último ejercicio y miré si había respondido todo
–adiós —susurré cuando me puse de pie y le entregué el test al profesor.
—Puede salir, señorita Varela –asentí. Dejé mis cosas en mi lugar ya que
después teníamos más clases de matemáticas.
Salí hacia el pasillo central del colegio, mirando como llovía tan fuerte,
mojando el piso. Nadie había estado por estos lados, todos se centraban en los
pasillos que estaban protegidos. Sin embargo, necesitaba ir al baño y tenía que
pasar por ahí.
Cuando estaba pronta a cruzar el lugar, no pude evitar mirar hacia el patio.
Fruncí el ceño de inmediato cuando encontré a Damián corriendo cerca del bosque,
por donde se metió sin más.
— ¿Qué está haciendo? –estaba lloviendo a cantaros y él se estaba mojando,
terminaría resfriado.
Rápidamente fui a buscar un paraguas de la entrada del colegio para poder ir
a ver hacia donde se dirigía Damián, aunque ya lo sabía, pero no tenía idea el
motivo.
Crucé el patio, me estaba mojando las piernas por ir detrás de este idiota que
ni siquiera me habló durante el día; él había almorzado con sus amigos, cosa que
agradecí porque no quería que estuviera cerca de Leonardo, se llevaban pésimos.
Después de lo que sucedió con ellos ayer en casa, no iba a provocar otro choque
de ese estilo.
— ¡Demonios! –dije cuando la rama de un arbusto me mojó por completo las
piernas.
Avancé cuidadosamente al darme cuenta que me acercaba al lugar donde nos
reuníamos cuando tocaba mi club de literatura ¿aquí venia Damián? ¿Por qué?
Tomé un camino diferente y me mezcle entre los árboles, quería ver si andaba
haciendo de las suyas de nuevo. Ya no tenía una manguera para poder arrojarle si
es que estaba con alguna chica.
200
Me quedé de una pieza, detrás de un árbol, con el paraguas a mi lado y cerrado
para no ser descubierta. Damián estaba tomando su cabeza como si no soportara
lo que había ahí adentro. Le dio una fuerte patada a su bolso de cuero, recién ahí
note que lo llevaba en su mano.
—Dios… —susurré asustada, parecía un loco. Tenía sus manos hecha puños,
como si necesitara golpear a alguien, caminaba de un metro a otro como si estuviera
trastornado. Estuvo varios minutos de esa forma hasta que cayó sobre sus rodillas
y golpeo con sus manos el césped.
No podía creer lo que estaba viendo, lucía devastado ¿es qué había pasado
algo? ¿Sucedió algo en su casa? Desde esta mañana estaba extraño, incluso
insultó a Leonardo al frente de todos, cosa que no hace bien para su imagen.
Era imposible sentir un poco de miedo viéndolo en ese estado, pero no podía
seguir aquí, sin hacer nada. Abrí el paraguas y salí de entre los árboles. Me quedé
helada cuando el fijó sus ojos rojos y humedecidos hacia mi ¿estaba llorando?
— ¿Qué haces aquí? –se puso de pie inmediatamente, sin dejar de mirarme…
sin dejar de exponer que había estado llorando. No podía negar que eso era signo
valentía en un hombre, no se cortaba porque lo había descubierto.
— ¿Qué te pasa? –Al verlo en ese estado solo pude avanzar más rápido para
cubrirlo de la lluvia –Estas todo mojado, tenemos que sacarte de aquí –él pasó sus
manos bruscamente por su frente, pensé que se iba a hacer daño — ¡Damián!
— ¿Por qué no te vas de aquí? –me miró enojado, había algo extraño en sus
ojos ¡Parecía como si estuviera pasando por algún tipo de crisis mental!
—Basta –dije tomando su rostro con fuerza, sin dejar el paraguas, no me
quería mojar más de lo que ya estaba –dime que mierda te sucede –él tensó su
mordida, esperaba que de un segundo a otro me empujara y saliera corriendo.
—Vete, Amaya –negué a sus palabras, odiaba cuando no me decía lo que
sucedía — ¡No puedes dejarme tranquilo! –me gritó, pero no me importó.
201
—Tienes que venir conmigo, te refriarás… ¿estás herido? –Dije mirando algo
que me indicara eso, pero nada, su ropa solo estaba mojada — ¿discutiste con
alguien? ¿Te peleaste con Amalia de nuevo?
— ¡Sal de aquí! –se giró, dándome la espalda y avanzó, volviendo a la lluvia.
— ¡Damián! –lo alcancé para detenerlo, tomando su mano, pero él se giró
bruscamente y avanzó como si quisiera hacerme daño, tuve que retroceder varios
pasos hasta que llegué a uno de los árboles, me raspó la espalda cuando choque
contra este — ¡basta!
— ¿Basta? ¿Ahora quieres que me aleje? ¡Tú eras la que me estaba llamando!
–sus ojos seguían rojos, ese verde que llamaba mi atención estaba de un color
extraño.
—Detente –dije cuando note que me estaba reteniendo con su cuerpo. Ambos
ahora estábamos igual de mojados. Apoyé mis manos en su pecho, en su suéter,
tratando de empujarlo.
— ¡Esto es lo que buscas! –Volvió a empujarme, sin dejarme escapar – ¡con
todas esas sonrisitas, tan despreocupada como si no te importara nada! ¡Siempre
tan feliz! –lo miré sin creer lo que estaba pasando aquí ¿de qué demonios hablaba?
— ¿Este es un ataque de celos? ¡Estás enfermo! –Él negó a mis palabras y
apoyó su frente junto a la mía, lucía cansado –Si no me dices lo que está pasando,
te daré una patada y sentirás como si todos tus huesos se rompieran –un par de
lagrimones recorrieron sus mejillas hasta caer sobre las mías –Damián…
—Estoy tan cansado…ya no puedo más, trato, pero me gana –estaba
destrozado, su voz estaba rota y sentí como mi labio inferior formaba un mohín por
sus palabras.
— ¿Quién te gana? Damián —flexioné un poco mis piernas para poder buscar
su mirada de esa forma, pero lo único que pasó fue que Damián tomara eso como
una sugerencia para que mis labios estuvieran junto a los suyos.
Sus manos rodearon mi cuello y me hizo chocar contra ese árbol de nuevo,
traté de separarme, pero su agarre no me dejaba.
202
— ¡No! –alcancé a decir antes de que sus labios volvieran a chocar contra los
míos, estaba siendo brusco y ¡además no era el momento! Lo seguí empujando,
pero no había caso; aun así no abrí mi boca para darle completo acceso — ¡Para!
–Le grité cuando sentí que su mano dejaba mi cuello para llevarla a mi pecho —
¡Para ya! –estaba metiendo su fría mano por debajo de mi suéter y camiseta.
—Necesito esto… —dijo mirándome fijamente a los ojos. No podía creer lo
que estaba escuchando.
— ¿Necesitas esto? ¡Tus pelotas necesitan esto! –de un solo movimiento
flexioné mi pierna como anoche cuando estaba con Tobías, pero esta vez le di
directo en la entrepierna a Damián, provocando que diera varios pasos hacia atrás
mientras se quejaba y porque no pude soportar la rabia de ver su comportamiento
le di un golpe en su rostro, haciendo que se quejaría aún más.
— ¡Amaya!
— ¡Nada Amaya! –me acerqué a él, dándole un empujón. Se seguía quejando,
tratando de que el dolor pasara al llevar una de sus manos a su entrepierna.
Tomé el maldito paraguas y lo abrí, aunque ya no había caso, estaba
empapada y muy enojada. Llevé mi mano al brazo de Damián e hice que caminara,
no lo iba a dejar tirado en este lugar. Llovía, hacia frio y además estaba en un estado
deplorable.
No me dijo nada durante todo nuestro camino, hasta que llegamos al comienzo
del patio del colegio. Me metí en su bolso mientras él me miraba de una forma
extraña… era como si Damián no estuviera a mi lado.
Saqué su celular y marqué mi número, sonreí al darme cuenta que Leonardo
se había metido en mi mochila y había contestado el teléfono.
—Bien, necesito tu ayuda –dije mirando a Damián mientras conversaba con
Leo.
— ¿Con quién hablo? ¿Andrade? –sonreí, era un tonto, tenía guardado este
número en mi celular, pero era obvio que no era Damián.
—Soy Amaya y necesito que me hagas un favor.
203
— ¿Estás bien? el profesor salió un momento, comenzará pronto con la clase.
—No, necesito que lleves mi mochila a mi auto ¿por favor?
—Bien.
—Gracias –dije antes de cortar. Pude notar por el tono de voz de Leonardo
que no le gustaba nada lo que estaba pasando.
Damián miraba hacia un lado, con todo su rostro mojado y con su ropa
empapada. Yo no estaba mejor que él. Rodeamos por la parte de atrás el colegio
hasta llegar al estacionamiento, donde Leonardo ya me estaba esperando, cuando
nos vio de inmediato se acercó bajo la protección de un paraguas que llevaba.
— ¿Qué demonios les pasó?
—Damián no se siente bien, está enfermo y ahora lo debo llevar a casa.
— ¡Estas toda mojada y tu ropa tiene…hojas! –dijo sacando suciedad del árbol
que había sobre mi hombro.
—Ayúdame —Damián no decía palabra alguna, solo se dejó llevar por
Leonardo y por mi hasta el auto, donde lo metí, en la parte trasera –Gracias.
—Ten cuidado, te estás metiendo en problemas –asentí, sabía que no debía
traerlo conmigo, pero no había caso –nos vemos.
—Inventa que me sentí enferma ¿sí? –él asintió y yo me metí al auto.
Aceleré y rápidamente manejé hasta llegar a mi casa, este sería otro problema
más, pero esperaba que Nana no estuviera, que estuviera ocupada haciendo la
cena o algo así. Miré varias veces a través del espejo retrovisor y Damián estaba
sentado, sin decir nada y con la mirada perdida… ese si era un calificativo adecuada
para su expresión. Dios, estaba acabado.
Estacioné el auto y llevé a Damián, quien caminaba como un zombi hasta la
puerta de entrada. Cuando hice ingreso a la casa le di mil gracias al cielo porque
estaba vacía, rápidamente avancé hasta que subimos las escaleras y metí a Damián
a mi habitación, no podía llevarlo a su casa, no sabía cómo se podían comportar
sus padres ante su estado.
204
Se sentó en mi cama y miró hacia un lado, ahora lucía un tanto avergonzado.
Salí de mi habitación y corrí a la de mis padres, para buscar algo que le quedara de
Cristian, no podía seguir con esa ropa toda empapada.
Cuando regresé con algunas prendas, Damián seguía en la misma posición,
pero moviendo sus manos frenéticamente. Suspiré, el tipo no estaba nada bien.
—Dios… —fue hasta mi baño y traje una toalla — ¿sabes que me debes una
muy grande? –sus pupilas estaba ahora dilatadas y sus ojos seguían de un rojo
extraño, no podían relucir sus ojos verdes.
—Lo siento –susurró de una forma casi incomprensible.
—Sí, claro –pasé la toalla pequeña por su cabello, secándolo para que se
pudiera cambiar de ropa, pero parecía simplemente un muñeco. Negué en mi mente
al darme cuenta de lo que tendría que hacer –levanta tus brazos –dije tomando su
suéter y camiseta desde su cadera, para poder sacársela.
—Necesito irme —se iba a poner de pie, pero no lo dejé.
— ¿Cómo que irte? Te cambiarás de ropa y cómo puedes moverte, lo harás
solo, así que te dejaré un momento –me iba alejar, pero sus manos rodearon mi
cintura y luego me hizo caer sobre mi cama, quedando él a mi lado, casi sobre mí.
—Hagamos como que esto nunca ha sucedido –lo quede mirando unos
segundos, notando como su cabello estaba totalmente desordenado y como sus
ojos solo estaban concentrados en mi respuesta.
— ¿Quién te gana, Damián? –él suspiro enojado y se sentó. No iba a dejar
esto pasar.
— ¿Quieres saber? ¿Por eso es todo esto? ¿Para saber que era lo que me
tenía así? –me senté junto a él.
— ¿Qué haces? –dije cuando se estaba sacando su suéter y camiseta al
mismo tiempo, dejando expuesta su piel, sus músculos, esa líneas que se formaban
en su abdomen, sin embargo mi atención fue a sus brazos, no había puesto atención
la vez pasada que lo vi solo con una toalla –No… Damián, dime que no –llevé mis
dedos a esos pequeños puntos que resaltaban, marcas de inyecciones.
205
—No toques –dijo moviendo su brazo izquierdo, el que yo estaba tocando –
una semana antes de verte por primera vez había dejado todo, mi padre me dejó en
claro que no iba a permitir a un dragadito bajo su techo –algunas gotas caían sobre
el pantalón empapado.
—Damián —no podía creer lo que me estaba diciendo. No sé por qué lo hice,
pero simplemente entrelace su mano a la mía.
—A ella le gusta estar cerca mío porque puedo proveerle ese estilo… de
sustancias ¿sabes? Entonces cuando se enteró que no iba a seguir tomando o
inyectándome nada, se alejó. Esa es la historia con Cloe –apoyé mi cabeza en su
hombro, esto era cada vez peor –desde ahí que no he probado nada, cuando
llegaste paso aún más al olvido… pero ahora, es más difícil.
— ¿Tu mamá lo sabe? –Él asintió, de seguro era esto de lo que hablaba
Amalia –no sé qué decirte, debe ser muy complicado poder soportar las ansias ¿no?
—Es estar en casa, eso me está acabando –él no me miraba, tenía su atención
fija en el alfombrado blanco –ahí solo hay más droga —tensé mi mordida, escuchar
esas palabras por parte de Damián, eran insólito –mi padre, él se maneja con esas
cosas… ayer pedí quedarme aquí por un momento, esperando a que las ansias se
pasaran, lo que funcionó.
—Damián ¿probaste algo hoy? –él negó de inmediato.
—Es solo que estoy cansado –me alejé de él para poder mirarlo.
—Nuestro trato se acaba hoy –dije al darme cuenta de lo que estábamos
haciendo –no te ayudaré a estar con alguien que solo quiere tu compañía por droga
–él sonrió al escucharme — ¡además ni siquiera es tan linda! No deberías estar tan
baboso por ella, tienes un montón de chicas detrás de ti.
—Amaya… —susurró mirándome, tan abatido, era irreconocible –nuestro trato
se acabó hace días atrás, creo que al segundo después de crearlo.
Me quedé sin palabras, observando esos ojos verdes que habían vuelto a la
normalidad. Era cierto, no era como si esos cambios entre nosotros pasaran
206
desapercibidos, creo que no era la única que estaba mezclando otras cosas en
nuestra relación.
—Soy todo un lio ¿no? –el peor de todos que había conocido. Era cierto que
Amalia me había obligado a esto, pero no podía negar que Damián tenía un efecto
especial en mí, algo que me atraía de una forma… que no debía ser correcta.
— ¿Has dicho que no has probado nada hoy?
—Hay algo de cocaína en mi bolso, pero… —cubrí su boca con mi mano, me
dolía escucharlo hablar de esa manera.
Bajé mi mano lentamente cuando noté la mirada que tenia Damián, pasé
lentamente por su labio inferior, su boca ya estaba prácticamente entreabierta.
Mi corazón comenzó a latir con fuerza al darme cuenta de sus palabras
¿estaba tratando de decir que le hacía bien estar a mi lado? ¿Por qué? No entendía.
—Estas hace dos meses y un poco más sin consumir ningún tipo de drogas
¿Por qué encuentras algo de tranquilidad conmigo?
—Supongo que he adquirido una nueva adicción –lo miré de mala forma por
su pésimo chiste –Amaya… —susurró acercándose un poco más a mi rostro –siento
lo que hice antes, tomarte así no fue correcto, me merecía tu golpe.
—Sí, te lo merecías –dije apenas en un susurro, mirando ahora sus labios.
Tragué saliva nerviosa.
—Y lo siento, de nuevo…
— ¿Por qué?
No alcancé a decir nada cuando su mano llego a mi rostro, donde paso el
dorso de esta por mi mejilla. No me pude mover ni evitar nada, estaba ciertamente
hipnotizada por el chico que tenia al frente, el mismo que acaba de tener un ataque
de abstinencia. Me estaba metiendo en un grave problema.
Su nariz rozó la mía antes de que sus labios atraparan los míos, de forma
superficial. En un segundo mi cuerpo ya no tenía frio, ni siquiera sentía mi ropa
mojada y menos la sentí cuando su lengua acariciar mi labio inferior. Damián sería
mi perdición.
207
Me acerqué más a él para poder sentir mejor sus labios, mi corazón latía tan
fuerte. Aquel beso fue subiendo de tono cuando mis manos se posaron en su pecho,
sentir su piel mientras sentía el movimiento de su lengua junto a la mía simplemente
fue el desencadenante.
Damián me empujó sobre la cama y quedé recostada mientras él quedaba
sobre mí. Rodeé su cuello con mis manos para sentirlo más cerca.
—Mmm… —gemí cuando sentí una de sus manos en mi pierna desnuda que
subía hasta mi muslo, colándose bajo la falda del uniforme.
Damián no abandonaba mis labios y tampoco quería que lo hiciera, menos
cuando sentí que su mano libre ahora llegaba a mi vientre. Estaba siendo tan
delicado y suave… tan lento que estaba provocando que mi cuerpo se concentrada
por completo en él.
—No… —susurré cuando sentí que metía su mano bajo mis pantaletas negras
–Damián –giré mi rostro avergonzada por tener su mano recorriendo aquella zona,
sin llegar a donde necesitaba.
—Déjame hacer esto ¿sí? –dijo buscando mi boca, pero no podía dejar que
me besara o sino mi razón se perdería –te vas a sentir bien, voy a remediar lo que
hice en el prado.
—No podemos —dije negando a lo que estaba ocurriendo, pero cuando sentí
uno de sus dedos rozar suavemente mi clítoris hizo que mis pensamientos quedaran
en el olvido. Malditas hormonas que me entregaban a las caricias de Damián.
—Mmm… Amaya —dijo besando ahora mi cuello –estás mojada –asentí
avergonzada, sabía que no se refería a mi ropa empapada por la lluvia — ¿has
hecho esto antes? –específicamente esto, no. había tenido sexo con un novio antes
de cumplir quince años y había sido desilusionante, me había dolido mucho y no
había disfrutado ni un solo segundo, fue justo en mi época oscura, donde solo lo
hice para demostrarme que no tenía ningún trauma, pero… no se había sentido
bien.
208
—Damián… para, no podemos –yo no tomaba la pastilla y estaba segura que
Damián no andaba con algún preservativo ¡además no podíamos hacer esto!
—Solo déjame consentirte, has escuchado bastante basura de mi parte –cerré
mis ojos cuando mordió el lóbulo de mi oreja –además… tu igual debes cambiarte
de ropa ¿no?
Lo miré sin saber que estábamos haciendo, esto era un maldito juego… eso
era lo que estaba pasando. Un juego increíble.
Damián terminó quedando sobre mí y me avergoncé cuando separó mis
piernas con su rodilla. Sin embargo no pude decir nada, sus labios ya estaban sobre
los míos, atrapándome por completo.
—Levanta los brazos, Amaya –lo miré por unos segundos, sintiendo como
tenía mi camiseta y mi suéter en sus manos, como yo lo había hecho con él. Cerré
mis ojos e hice lo que me pidió, con bastante facilidad se deshizo de mi ropa,
dejándome solo con la falda y mi ropa interior.
—Ah… —llevé mi mano a mi boca cuando sentí su boca ahora en el comienzo
de mis pechos — ¡Damián! –dije un poco más alto cuando sentí que volvía a mi
entrepierna, ahora con más confianza y moviendo su cadera sobre la mía.
— ¿Te gusta? No mientas –dijo mirándome directamente cuando sentí uno de
sus dedos en mi interior. Cerré mis ojos y arqueé mi espalda cuando comenzó a
moverlo.
—Si… —con facilidad sacó uno de mis pechos de mi sostén blanco y se lo
llevaba a la boca —Para… para… ¡Ah! –nuevamente llevé mi mano a la boca para
no gritar, podía ser que no estuviéramos solos.
—Necesito que me toques, Amaya –dijo mirándome con mi pezón en su boca.
No podía creer que haya caído en esto.
Error. Error. Error… era lo único que venía a mi cabeza.
Llevé mi mano temblorosa a su pantalón, él se acercó más a mí para
facilitarme todo. Me costó desabotonar su pantalón, pero pude hacerlo después de
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un minuto y roja como un tomate metí mi mano bajo su bóxer negro al mismo tiempo
que él volvía a atrapar mi pecho en su boca.
—Damián —gemí cuando rodeé mi mano con su erección.
—Déjate llevar, vamos… no estamos haciendo nada malo —volví a arquear
mi espalda cuando sentí que agregaba un segundo dedo y movía su pulgar sobre
mi clítoris.
—Bien… ve más rápido –comencé a mover mi mano contra su erección. Esto
no era nada de “malo”, era como si lo estuviéramos haciendo con ropa.
–Damián…
—Sht… no tan fuerte, que puede llegar tu empleada –asentí a sus palabras
mientras seguía moviendo más rápidos sus dedos. Mordí con fuerza mi labio inferior
y por fin pude seguirle el ritmo con mi mano en su erección, movía sus caderas y ya
completamente desinhiba por sentir aquel orgasmo que Damián estaba a punto de
provocar, separé mis piernas otro poco para poder sentir mejor como se movía
contra mí.
—Dios… —dije ahora riendo.
— ¿Qué sucede? –lo miré y volví a reír.
—Nos tenemos que ver muy mal de otro ángulo –él negó a mis palabras y me
hizo callar con un beso –hazlo más rápido –dijo contra mis labios, eso hizo que mi
risa desapareciera y me volviera a concentrar.
Los dedos de mis pies se enroscaron cuando repentinamente una ola de calor
pasó por mi cuerpo hasta concentrarse en mi centro. Antes de poder gritar ante lo
que sentí, Damián cubrió mi boca con su mano libre al mismo tiempo que él apoyaba
su cabeza en mi hombro y gruñía, también alcanzando su orgasmo.
—Dios… —susurré respirando agitadamente con el cuerpo de Damián
encima.
Me removí con rapidez hasta arreglar mis pantaletas y alejarme de él,
mirándolo sorprendida ¿Cómo demonios había pasado esto? Me tuve que sacar mi
210
falda ya que Damián la había ensuciado cuando alcanzó su orgasmo. La tire a una
esquina.
— ¿Qué sucede? –aun podía sentir la intromisión de Damián en mi cuerpo.
—Vete —miré hacia un lado, avergonzada por haberme prestado para esto,
me sentía mal… sucia.
—No, no, no… —dijo poniéndose de pie y arreglando su pantalón –Amaya –
arregle mi sujetador que no me había dado cuenta que estaba mal puesto –
Amaya… —volvió a decir con un tono más dulce; me tomo de mi mentón y me hizo
mirarlo –aquí no pasó nada malo, ven conmigo –me tomó de la mano e hizo que
avanzara hasta la cama, donde se recostó –ven a mi lado –dijo cuándo me quede
parada al lado de la cama.
—No creo que… —tiró de mi mano e hizo que cayera en la cama, me rodeo
con sus brazos y sorprendentemente sentí como se formaba una sonrisa en mi
boca, se sentía bien el calor del cuerpo de Damián.
—Gracias, no sabes cómo me ha ayudado esto… además desde anoche que
tenía ganas de hacerlo –dijo acercándome más a su cuerpo.
— ¿Qué cosa? –pregunté curiosa.
—Tenerte aquí, así… aunque esto fue solo un poco de todo lo que me imaginé
anoche —estaba perdida, simplemente me dejé llevar, acurrucándome más a su
cuerpo, sintiendo que lo tenía tan cerca –siento que hayas visto a Damián el
desesperado –no me dejó que lo mirara cuando dijo aquello.
— ¿Estas mejor?
—Mucho mejor, no sabía que tenías ese efecto en mí, gracias –si claro, ahora
era su efecto placebo para sus ataques de abstinencia — ¿te sentiste bien? –sonreí,
había provocado que mi cuerpo respondiera de una forma que no sabía que
existiera.
—Damián… hablaba en serio cuando dije que no te ayudaría con Cloe, no
después de lo que me dijiste –él asintió sobre mi cabeza, respiré contra su pecho,
me gustaba sentir su piel.
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Mi pecho subía y bajaba, aun bajo el efecto de aquella placentera sensación.
—Ni quiero que lo hagas, ella pasó a la historia —me separé de él, mirándolo
sorprendida.
—Si estás pensando eso por lo que sucedió aquí, no creo que… —no me dejo
hablar, sus labios me hicieron callar de nuevo.
—Amaya ¿quieres ser mi novia?
Me quedé helada al escuchar esa pregunta, no podía creer que esto estuviera
sucediendo de verdad. Damián era tan complejo y era solo peligro, sin embargo, me
atraía tanto ¿Qué demonios iba a hacer? Esto no estaba bien.
212
Capítulo 18
213
Esto se sentía tan extraño, era como si mi mente estuviera dividida en dos,
una parte de mi quería aceptar y otra no, conocía a Damián y no me agradaba ese
lado de él, no quería estar con alguien que me diera desconfianza.
—Amaya –dijo apoyándose en su brazo –no he consumido nada desde hace
bastante tiempo, hoy solo me desesperé porque fui a la sala del centro de alumnos
y todos comenzaron a… meterse algo.
—Damián, claro que no es por eso ¿pero no te das cuenta que si todo
estuviera bien entre ambos mi respuesta hubiera sido positiva al segundo después
que me preguntaras?
—No entiendo porque no quieres estar conmigo, quiero una explicación –
sonreí, esto era surrealista.
—No siempre consigues lo que quieres ¿sabes? –me estaba alterando.
— ¡Pero yo te quiero a ti! –eso si me sorprendió, no esperaba que me dijera
algo como eso.
—Estas comportándote como un niño encaprichado… —se puso de pie
enojado, buscando su camiseta y suéter –Damián, no te enojes, no… por favor, nos
llevamos tan bien.
—Eso pensaba, pero por lo visto no es así –se puso su camiseta –es imposible
que no me enoje si me acabas de rechazar ¿esperas qué todo siga igual después
de esto? ¡Claro que no!
—Basta… —me acerqué a él, tratando de detenerlo –no arruines lo que
tenemos, te dije que lo mejor no era involucrarnos de esa forma y ¡mira donde
acabamos!
— ¿Es que acaso no te gusté hace un rato? ¡Ni siquiera hicimos mucho! Esto
son juegos de niños.
—Claro que me gusto, pero no sentí… no sentí algo más.
— ¿Algo más? El problema aquí es que estas arruinada de aquí –dijo
llevándose un dedo a la cabeza — ¿crees que no sé lo que te ocurrió, Amaya? –mi
cuerpo se tensó al escuchar sus palabras.
214
— ¿De qué estás hablando?
— ¡De que voy a estar hablando! Sé muy bien lo que ocurrió en antes, pero
fíjate bien… no todos los hombres son de esa forma –mis ojos se llenaron de
lágrimas al escucharlo –llegas aquí como si fueras la maestra de todo, como si
conocieras a todo tipo de personas, pero te informo que no es así, eres prejuiciosa
y te encierras en esa imagen que proyectas, no hay una Amaya real en ti… solo
eres una fachada.
— ¿Quién te lo dijo? –él bufó al escucharme.
— ¿Quién? ¡Google! Solo puse tu nombre para saber algo de ti, a los pocos
días de tu ingreso al colegio, salieron portadas de diarios y un reporte completo de
lo que te había pasado.
Me senté en la cama, a su lado, con mis ojos cerrados para que las lágrimas
no cayeran, recordando todo lo que había pasado esa noche.
215
ellos, ya sea escapando de casa, tomando el auto de mamá que choqué una vez,
entre un sinfín de cosas. Era una rebelde y testaruda, no les tomaba en cuenta y
simplemente me creía la dueña del mundo. Estúpida, esa era Amaya Varela.
Al entrar a casa y notar que todo estaba en silencio, sonreí al saber que podría
tener tiempo solo para mí, quizás sacar algo de licor de la reserva de Cristian e
incluso llamar a mis amigas para que vinieran a pasarla bien un rato. Sin embargo
cuando me estaba sacando mi ropa para elegir otro atuendo, ya que de seguro
tendría compañía en una hora, escuché algo extraño en el primer piso de la casa.
Sin más y sin preocuparme salí de la habitación solo con mis jeans y mi
sujetador azul, mirando curiosa hacia los lados. Quizás mis amigas me estaban
tendiendo una broma y habían llegado antes. Bajé las escaleras hasta que llegué a
la sala.
— ¿Qué demonios? –dije cuando vi las cortinas de todo el primer piso
cerradas.
—Es hora de que pasemos un tiempo a solas ¿no, Amaya? –mi cuerpo entero
se tensó al escuchar esa voz. Me giré y me encontré con mi vecino. Steven era su
nombre.
Estaba mirándome desde la puerta de la cocina, completamente mojado y con
una expresión que me asustó de inmediato.
— ¿Qué hace usted aquí? –dije tomando un cojín del sofá para cubrirme.
—Vamos… no tienes para que cubrirte, estamos en confianza ¿no? –ni
siquiera se movía, solo podía notar que no era una estatua por el movimiento de
sus labios, parecía un maldito leopardo mirando su presa, escondido entre la
oscuridad que le daba las cortinas para alcanzarme, para acabar conmigo. De cierta
forma lo hizo.
—Mis padres no están, debería irse –sabía muy bien que no buscaba a mis
padres y tenía muy claro que sus intenciones no eran buenas, por eso mi voz
temblaba.
216
— ¿Estás asustada? Pero si nosotros nos conocemos hace tanto tiempo
Amaya ¿Por qué me temes? –comencé a dar pasos, para esconderme detrás del
sofá y tener algo que me protegiera. Miré hacia la puerta principal, si corría muy
rápido podría escapar.
— ¿Qué quiere? –pregunté estúpidamente, era obvio cuál era su deseo: yo.
—A ti… —no podía esperar más, corrí hacia la puerta principal y tiré de la
manilla, pero esta no abrió.
— ¿Tienes planes de salir? –su voz se escuchó más cerca y cuando me giré,
pude verlo cerca de mi rostro. Me quitó el cojín que cubría mi sujetador y me miró
de forma ladina –te he visto cuando estas con tu noviecito ahí afuera, en la puerta
–no era capaz de hablar, estaba bloqueada, no podía creer que esto me estuviera
sucediendo –como te besa… como te toca, es como si creyera que fueras de él,
pero ambos sabemos que no es así ¿cierto? –Pasó su mano por mi mejilla, sus ojos
azules no dejaban de mirarme y me provocaban escalofríos… de miedo –tu eres
mía.
— ¡Suélteme! –Le grité cuando llevaba una de sus manos a mi pecho. Lo
empujé para correr y salir por la puerta trasera o gritar por la ventana, este tipo era
un psicópata y no sé porque no me sorprendió del todo, esa mirada cada día era
algo que no era normal.
— ¡Donde crees que vas! –me gritó, tomándome de mi brazo; traté de
golpearlo pero mis brazos y piernas eran débiles, no sabía pelear y no sabía
defenderme de un hombre como aquel. Hizo que cayera al suelo en cosa de
segundos –Podemos hacer esto de una buena forma, pequeña, o ir por un camino
más difícil, va a ser tu elección, pero de aquí no saldrás sin que yo te toque… serás
mía antes que te entregues a algún idiota.
— ¡Suélteme! ¡Basta! –Lo trataba de golpear con mis manos, de tirar su
cabello, rasguñar su rostro, pero ninguno de mis intentos resultaba — ¡usted tiene
hijas, por Dios!
217
— ¿Y eso qué? – ¡como odiaba haber salido así de desvestida! Ni siquiera
llevaba mis zapatos, se le hizo muy fácil comenzar a bajar mis jeans, tirando de ellos
con brusquedad, solo dejándome con mi ropa interior. Sin embargo, eso me ayudó
un poco… aproveché el momento que tiró de mis pantalones para empujarlo hasta
que chocara contra la puerta principal y tener tiempo para correr, pero ese hombre
estaba obstinado.
Avancé hasta llegar al despacho de papá, necesitaba llamar a alguien o gritar,
pero Steven me tomó de la cintura, levantándome varios centímetros por el aire y
luego me hizo caer en el suelo, dejando que me apoyara en mis pies y rodillas.
—Así te quiero, en cuatro como un perrita, Amaya –cerré mis ojos al escuchar
ese lenguaje tan soez y me giré de inmediato, retrocediendo al ver como él se
deshacía de su camisa azul y de su cinturón. Al ver que me iba a levantar, me tomó
de un pie y me arrastró hasta que su cuerpo quedó sobre el mío. Fue en ese
momento cuando comencé a desesperarme de verdad, podía sentir como su cadera
chocaba contra la mía.
— ¡Ayuda! ¡Ayuda, por favor! –gritaba con toda la capacidad de mis pulmones,
pero no servía de nada, la lluvia escondía mis gritos y nadie me escuchaba.
— ¡Nadie te hará caso! –dijo riendo, dándose por ganador; tomó con
brusquedad uno de mis pechos sobre el sostén y tiró, amasando como si se tratara
de cualquier cosa –espere años por eso, solo tenías que tener la edad correcta,
muchas personas comienzan a los catorce años… —con su mano libre tomó mis
débiles muñecas y las dejó sobre mi cabeza para después tratar de besarme, pero
luche hasta el final, no iba a dejar que un hombre así se las llevara tan fácil.
Se rindió cuando yo no dejaba de mover mi cabeza de un lado a otro, pero
ahora su mano que torturaba mis senos, bajo hasta colarse sobre mis bragas y
comenzar a moverme de forma brusca.
—Para… por favor –dije entre lágrimas, sintiendo como arrancaba mis bragas,
dejándome indefensa y expuesta. Llevó su mano hasta su erección y la acercó a mi
218
entrepierna, tratando de penetrarme, pero no sé qué demonios pasó ahí, porque
cuando retrocedió con todo su cuerpo… él mío reaccionó por inercia.
Al flexionar mi pierna derecha, mi rodilla choco directo con su mandíbula,
haciendo que retrocediera por completo y se quejara de dolor, eso me dio un
segundo para moverme y escapar de sus manos. Corrí hasta el escritorio de papá
y saqué lo que necesitaba, aunque él arrastrándose tomó mi pie hasta hacerme
caer… pero para él, era demasiado tarde.
Cuando se acomodó entre mis piernas de nuevo, yo saqué el seguro del arma
que Cristian guardaba en su escritorio, para emergencias. No lo pensé dos veces y
apunté a su cabeza…
—Solo recuerdo el sonido del balazo y como atravesó su frente, haciendo que
sus ojos perdieran sentido… después, solo tengo imágenes de haber estado en el
hospital –estaba sobre la cama mirando a un Damián sorprendido –después todo
se volvió un infierno, en el colegio que estaba comenzaron a crear rumores, a decir
que era una asesina, que mi padre había arreglado todo para que no me
formalizaran, fue horrible… y luego empeoró, me cambié de colegio y también
llegaron hasta ahí los rumores y me encerré en un pequeño mundo, no hablaba y
no estudiaba, solo iba porque… había que hacerlo. Era un hombre importante
dentro de la comunidad.
—Por eso estás un año atrasada…
—Sí, no fue para nada una buena época, pero ya después de tantas como
estas –dije mostrando mis muñecas y los cortes que habían ahí –mis padres
pusieron más atención, todos estábamos afectados… ellos me dejaban ser, no me
hablaban mucho porque siempre discutíamos, yo me pasaba el día gritándoles y
culpándolos por dejarme sola ese día.
—Amaya —susurró él con una mirada que vi por primera vez, no era lástima
ni nada por el estilo, simplemente estaba preocupado. Tomó mi mano derecha y
entrelazo sus dedos con los míos.
219
—Mucha terapia y muchas conversaciones con ellos, hicieron que la relación
mejorara… ahora no es todo miel sobre hojuelas, pero sin duda he mejorado mucho.
—Lo siento –dijo presionando su mano con la mía –debí ser más cuidadoso
ahora –sí, debió serlo, no quería que todo eso fuera tan carnal, aunque de todas
formas no lo había pasado mal.
—Después, el año pasado… estaba tan furiosa con que mi mente me trajera
esos recuerdos cada día que solo para desquitarme conmigo, fui a una fiesta,
habían chicos que bebían, el punto es que me di cuenta que había tocado fondo
cuando estaba haciéndolo con un chico que no conocía… nunca fue un novio ni
nada, dolía y fue muy desagradable, fue demasiado brusco.
—Como lo he sido yo, me has pedido que pare y no lo hice –mi mentón
comenzó a temblar como una tonta, deseaba que todo esto dejara de afectarme,
pero por lo visto sería algo que me perseguiría para siempre –lo siento tanto –las
lágrimas comenzaron a correr de nuevo por mis mejillas y Damián de inmediato me
abrazó, tomó mis piernas para que pudiera quedar más cómoda mientras me
consolaba.
—Soy una tonta, no debería llorar.
—Claro que no eres tonta, puedes llorar todo lo que necesites –me aferré a él,
por primera vez sentía que Damián se estaba preocupando por otra persona: yo –
lo siento tanto, hacer que hables de eso, de esta forma y después de… lo siento
mucho –me abrazó más fuerte –dime que me perdonas, por favor –sonreí contra su
cuello.
—Está bien, pero no te separes –nunca pensé que podría estar tan cómoda
con él, de esta forma. Era increíble, pero decirle la verdad sobre algo y quitarme un
peso de encima, era muy confortable.
—Necesitas a alguien que sea dulce, lo entiendo —dijo en mi oído, susurrando
–yo puedo serlo si me lo propongo –negué a sus palabras ¿Cuál era su idea? ¿Por
qué tenía que ser tan obstinado?
220
—Tú eres dulce cuando besas y seductor, pero… ¿Por qué ahora quieres
tener una novia? –me separé de su cuello para poder verlo.
—Yo no quiero tener una novia, te quiero tener a ti –fruncí el ceño, eso sonaba
como si fuera algún estilo de propiedad.
—Sabes qué estás más jodido que yo ¿cierto? –Él asintió –que no soportaría
ningún tipo de juego de tu parte.
—Lo sé, por eso me gustas, no andas con juegos, eres directa y eres perfecta
para mí.
— ¿Y porque no seguimos como estamos? –él frunció el ceño.
—Porque quiero dejarle claro a cualquier idiota que no te puede tocar o mirar
como si fueras su novia… y sí, me refiero a tu amigo Leonardo.
— ¿Quieres qué acepte ser tu novia solo para marcar territorio?
—Si lo quieres decir de esa forma, si… no me quiero arriesgar –negué a sus
palabras, esa no era la forma –no me quiero arrepentir porque no lo pregunté antes.
—Leonardo es mi amigo, no dejaré de estar cerca suyo por ser tu novia.
—Es un código entre hombres, no debes buscar lo que ya fue encontrado por
otro –me alejé de él, para poder sentarme sobre la cama.
—No te voy a negar que una parte de mi… quiere aceptar, no negaré que
también me gustas, pero hay otra parte que no me deja, algo como esto debería ser
innato ¿no?
—Entonces te tendré que conquistar —miré esa sonrisa coqueta y esos ojos
que solo indicaban cosas malas y peligrosas.
—Damián… si alguna vez te sientes como hoy de nuevo, a punto de caer,
puedes buscarme, yo no te juzgaré ni te regañaré ¿sí? No es fácil por lo que estás
pasando –él esquivó mi mirada por unos segundos.
—Me has visto llorar, que vergüenza —sonreí, era un tonto –supongo que
estamos jodidos ¿no?
—Claro que no, estamos en rehabilitación.
221
— ¿Entonces tú me ayudarás cuando esté a punto de colapsar? –Su mirada
cambio de nuevo y sin más se acercó hasta que mordió mi oreja –Ya sabes cómo
se me quita.
—Eres un idiota –negué, no tenía remedio.
—Es broma, gracias de todas formas, la ansiedad se fue –dijo mirando mis
labios –tus besos me pueden ayudar.
—Con los besos me llevo fantástico ¿sabes? –apoyé mi frente en la suya, él
con rapidez me volvió a tomar para que quedara sentada sobre sus piernas.
—Me harás las cosas difíciles ¿cierto? –susurró contra mi boca. Mi corazón
volvió a latir rápido.
—Algo así… si te cuesta comportarte bien.
Ninguno dijo nada y no esperamos otro segundo, ahora me sentía mucho
mejor y con las pilas recargadas. Sus labios tomaron los míos mientras acariciaba
mi cuello, era cálido y tranquilo, nada por lo que temer, creo que era nuestro primer
beso, nada de juegos ni tratos, solo nosotros y fue impresionante lo agradable que
se sintió eso.
— ¿Me puedo quedar aquí un poco más? No tengo ánimos de irme aun –
sonreí nerviosa.
—Está bien, pero te cambias de ropa, eso sigue mojado. Ahí tienes algo de
ropa que robé de papá, yo iré al baño.
Con rapidez me metí a este y arreglé mi cabello que estaba desordenado, me
puse ropa seca y salí hacia la habitación, siendo cautelosa. Sin embargo pude ver
como Damián se ajustaba unos pantalones antiguos de Cristian, con su camisa
negra abierta, que dejaba expuesto ese abdomen marcado. Damián miraba hacia
abajo, concentrado en ajustar el botón hasta que lo logro.
— ¿Qué estas espiando, Amaya? –Me sonrojé y avancé hasta sentarme en la
cama –hace frio.
—Si… —sabía que quería decir con eso, así que me metí bajo la cama y él
me siguió, no me sentía incómoda ni nada pareció.
222
— ¿Esta la puerta con seguro? No quiero que Cristian me persiga por todo el
lugar si nos encuentra aquí.
—Sí, está con seguro –dije acomodándome entre sus brazos, apoyándome en
su pecho. Era astuto, se había dejado su camisa abierta –tengo sueño…
—Anoche te dormiste tarde.
— ¿Damián? –Dije con mis ojos cerrados — ¿Cómo es que tu padre está
metido en drogas? –su cuerpo se tensó al escucharme, no era pare menos, estaba
con la hija de la justicia, específicamente con un detective de narcotráficos.
—Su profesión es médico, uno muy bueno, pero… bueno, supongo que es el
negocio familiar, él no se encarga de muchas cosas pero si llega gran cantidad a
casa, él la reparte a ciertos lugares cada cierto tiempo… no se arriesga a manejar
toda la mercancía tan directamente. No le gusta mucho ese trabajo, por eso es que
está furioso conmigo… Solo llevaba un año cuando me descubrió con un poco de
cocaína.
— ¿Y Amalia lo sabe?
—Claro que lo sabe, mi padre se encargó de gritarlo por toda la casa, es
cómico que se haya enfurecido tanto, siendo que él se encarga de hacer adictos a
los demás, aunque debo decir que se le da bien la droga de buena calidad.
— ¿Y tú llevas al colegio? –volvió a tensarse.
—Solo a ciertos grupos, ahí papá no se enoja… no dice nada, solo quiere que
sus hijos estén limpios de esa mierda.
— ¿Y cómo llegaste a probarla?
—Con Cloe… —dijo abrazándome hacia él –siempre le vendía a ella, dejaba
algo extra, por eso comenzamos… una relación por decirlo de cierta forma, pero no
yo podía seguir en eso, me estaba volviendo un tanto adicto; lo de papá solo fue
una coincidencia, llevaba esos sobres conmigo hace unos días, solo por si acaso,
no estaba… consumiendo; cuando le dije a Cloe mi decisión, ella simplemente se
fue alejando.
223
—Realmente es una mala influencia para ti –me acomodé mejor sobre él, aun
no encontraba mi lugar en su pecho — ¿y tienes… así como matones? –realmente
me era difícil hablar esto con Damián, Cristian me mataría si supiera a quien conocí
y en lo que trabaja su padre.
— ¿Lo preguntas por Tobías? –Asentí –sí, hice solo una llamada… cuando lo
vi tocándote ayer, sabiendo lo que te había pasado en términos generales,
simplemente no me controlé, después te fuiste enojada e hice la llamada de
inmediato. Era la primera vez que los llamaba, son rusos, muy buenos.
— ¿Eres como un mafioso? –él negó de inmediato.
—Claro que no, solo utilicé ese recurso por una emergencia… y ya le dejé en
claro a mi padre que lo mío no es estar relacionado con su otro negocio, que se
hiciera cargo él solo, ya ni siquiera llevo drogas al colegio, Joan y los demás me
preguntan lo que pasa, pero solo les digo que no quiero meterte en eso –abrí mis
ojos sorprendida, ahora tenía sentido las palabras de Damián y Joan la noche
anterior.
—Me alegra que quieras salir de eso, tu padre debería hacer lo mismo, es una
verdadera contradicción que siga en ese negocio siendo médico.
—Si… bueno, él no es ese tipo de personas que le vende a niños o cosas así,
te podría decir que le vende a cierto tipo de gente, solo te diré que el padre de
Tobías es un cliente regular, es por eso que hay que tener cuidado porque si cae
uno, caen todos… como un efecto dómino.
Lo quedé mirando sin poder creer el estado en el cual lo había encontrado, era
ridículo pensar que solo hace una hora estaba colapsando y ahora estaba en mi
cama, abrazándome.
Damián tomó mi muñeca izquierda y la expuso a su mirada, sabía muy bien lo
que quería ver.
—Me preguntaba tu gusto por las muñequeras y las pulseras, sé que hace frio
aquí, pero tus tenías una fascinación por las camisetas con mangas y puños.
224
—Creo que esta demás decirte que no puedes hablar de esto con nadie
¿verdad? –él asintió y pasó su nariz por mi muñeca, donde estaban mis marcas. Lo
miré sorprendida, ese gesto no era algo que Damián podría hacer, no en mi mente
por lo menos.
—Supongo que pasaste por tiempos muy difíciles –separé mis muñecas,
escondiéndolas de él ya que lo único que vino a mi memoria fue cuando Leonardo
acarició mi mano en la costanera ¡pero qué demonios estaba pensando! — ¿Qué
hice?
—Nada… nada –respondí un tanto nerviosa. Suspiré, buscando una posición
más cómoda entre los brazos de Damián pensando en que excusa le daría a
Leonardo. Demonios ¿por qué tenía que venir a mi mente su rostro justo en este
momento?
225
Capítulo 19
226
de ver como Leonardo se bajaba de su moto, por lo visto no estaba enfermo y la
lluvia de ayer no le había afectado.
Se acercó hasta mí, muy serio. Se veía tan guapo con su uniforme, me gusta
su piel morena, invitaba a ser tocada ¿pero qué demonios estaba pensando?
—Hola –dijo con un tono de voz extraño.
—Hola… —respondí bajito, sorprendiéndome por su saludo. Comenzó a
caminar por lo que me apresuré para que no me dejara atrás –me alegro de que no
hayas enfermado.
—Gracias –subimos las escaleras hacia la puerta principal en un ambiente
extraño, no me agradaba, esto no era normal entre nosotros.
— ¿Leonardo? –no tenía la menor idea de porque me sentía nerviosa y porque
no dejaba de pensar en cómo estuve ayer con Damián. No tenía por qué sentirme
así, pero era como si hubiera traicionado a Leo.
— ¿Qué? –siguió sin mirarme, caminando muy recto, se veía incluso aún más
alto de lo que era.
— ¿Por qué estás enojado?
—No lo estoy, solo es temprano y tengo sueño, quiero que acabe el día para
volver a casa –suspiré, estaba mintiendo.
—Amaya… —mi cuerpo completo se tensó y tuve una graciosa sensación en
mi estómago al escuchar la voz de Damián. Me giré y lo encontré a un par de metros
detrás de mí, sonriendo con su cabello desordenado –buenos días.
—Buenos días –dije sonrojándome de inmediato. Miré hacia atrás, pero
Leonardo seguía su camino hasta el salón de clases.
—Parece que tu perro guardián se ha enojado.
—No le digas así, no seas mal educado Damián –él curvó sus labios en una
sonrisa y se acercó sin más, tomando mi mano y haciendo que avance hasta el
patio, donde quedamos detrás de un pilar, escondidos de la mirada de los demás
que cruzaban el pasillo.
227
— ¿Cómo has amanecido? –seguía con esa sonrisa tan seductora, miré hacia
los lados, tratando de que mis ansias por besarlo desaparecieran.
—Bien ¿Cómo te sientes? –él sabía muy bien a lo que me refería.
—Excelente, te dije que dejé esas cosas justo en el momento adecuado, lo de
ayer solo fue… —dijo acercándose a mi rostro –una recaída –mis ojos se cerraron
un poco y tomé con más fuerza mi maletín de cuero que tenía entre mis manos.
—No… alguien puede vernos, estar besándose en el colegio no es algo que
se permita ¿sabes?
—Nadie nos está viendo —mis ojos se cerraron completamente cuando su
nariz rozó la mía, al mismo tiempo que mi corazón se disparaba — ¿hoy dirás que
si? –susurró contra mis labios… ¡ah! ¿Por qué tenía que conocer a Damián en estas
circunstancias? Si todo fuera normal no me tomaría ningún segundo responderle.
—Basta, debemos ir a clases, vamos –mi voz no tenía consistencia alguna,
además mis ojos seguían cerrados, esperando por sus labios, lo que se cumplió.
Iba a decirle que tenía clases de lengua y que la profesora era muy estricta con los
horarios cuando suavemente Damián se apoderó de mi labio inferior.
Con mi mano derecha acaricie su mejilla mientras nos seguíamos besando,
para luego acariciar su cuello. No dejé que nuestras llegar a mayores porque si
volvía a sentir sus lengua contra mi labio inferior, sería mi perdición.
—Que tengas buen día –me alejé de él, apresurando el paso y mirado después
de unos metros como se quedaba observándome con una sonrisa en su boca.
Entré a la sala pensando en el reciente beso de Damián cuando vi a Leonardo
sentando en nuestro lugar, pero ahora con un chico, era rubio y le hablaba
animadamente a mi amigo. Fruncí el ceño ¿de qué se trataba todo esto? Me
acerqué hasta ellos enojada.
—Este es mi puesto –dije mirando al rubio de ojos verdes.
—Hola, mi nombre es Jack –dijo estirando su mano, la estreché un segundo y
después miré a Leonardo para que me diera una explicación.
228
—Jack se sentará hoy conmigo, te puedes sentar con Laura –miré a la chica
que estaba hace semanas atrás discutiendo algo sobre Damián, no había cruzado
palabra con ella.
—Para tu mala suerte, Leonardo Ulloa –si él se ponía pesado, yo también
podía serlo –quien se sentó aquí primero fui yo, así que ahora Jack tomará su
mochila y se irá con Laura ¿sí? –dije mirando al rubio que frunció el ceño.
—No estamos en primaria para ese estilo de juegos, Amaya –lo miré
sorprendida por el tono de voz que uso.
—Exacto, no estamos para juegos así que sale de aquí Jack, que quiero
sentarme y poder poner atención a la clase –él frunció el ceño y tomó sus
cuadernos.
—Ten cuidado con tu tono, que andes como noviecita de Damián no te hace
la gran cosa ¿sabes? –mi boca se abrió levemente y debo decir que la mirada de
Leo cambió hacia Jack –nos vemos, Leonardo –el rubio se fue hacia su antiguo
puesto mientras que yo me sentaba en el mío, no había que decir sobre Juliana
mirándonos con los ojos bien abiertos y con su mordida muy tensa.
—No vuelvas a hacer algo como esto, si no me quieres como tu compañera
de asiento vete tú porque yo no me voy a mover –miré a Leonardo que simplemente
se ubicó de tal forma que no pudiera mirarlo, además se alejó varios centímetros de
mi lado ¿es qué acaso ahora teníamos cinco años? — ¡Ay por Dios! –dije sin poder
creer como actuaba Leonardo.
La clase comenzó y apenas me pude concentrar, no podía dejar de pensar en
el comportamiento de mi amigo, no sabía cuál podía ser el motivo de su molestia
¿era por lo qué había sucedido con Damián ayer? Pero si era así ¿Por qué no me
preguntaba? No le diría la verdad, pero si podría responder algo. No me gustaba
estar enojada con Leonardo, ahora era frio y no se reía conmigo. Fruncí el ceño
molesta ¿es qué acaso estaba haciendo esto a propósito? ¿Quería que me sintiera
mal por él? ¡En sus sueños! No iba a dejarme expuesta ante él.
229
Con todo el poder mental posible traté de concentrarme en la clase, tomando
apuntes y leyendo lo que necesitaba del libro. Ninguno dijo palabra alguna, pero
para mí era inevitable mirarlo de reojo, me desesperaba que no me hablara.
Leonardo me entretenía durante las clases, me era tan agradable conversar con él,
además… ¡simplemente no me gustaba que estuviera enojado conmigo! ¡Menos
cuando no sabía el motivo!
La clase de lengua terminó y Leonardo desapareció de mi vista antes de que
pudiera decirle algo, así que rendida me tomé todo el tiempo del mundo en guardar
mis cosas y salir de la sala, pero el timbre tocó de nuevo, había que entrar a clases
de historia. Esta vez Leonardo no tenía ningún invitado, mi lado seguía libre.
— ¿Seguirás comportándote como un niño de cinco años? –lo miré para que
me respondiera, pero él estaba viendo su página de Facebook en su celular, ahí me
di cuenta que tenía sus audífonos puestos.
No podía creer que Leonardo también tuviera un lado idiota. Tomé mi celular
y me conecté para poder entrar a Facebook y escribirle en su muro Idiota. Sin
embargo, ni siquiera tomó en cuenta la notificación, bloqueó el celular y lo guardó,
sin dejar de escuchar música.
Estuve triste y enojada durante el resto de la clase hasta un nuevo recreo,
donde guardé mis cosas rápidamente antes que Leonardo y salí de la sala antes
que él. No pasó ni un segundo cuando ubicara en el pasillo a Damián, quien
conversaba animadamente con dos chicas que lucían ser de último año, les sonreía
como siempre lo hacía, pero su vista las abandonó para fijarse en mí, les dijo algo
más y luego se alejó, para venir hasta donde yo me encontraba.
— ¿Y este milagro de que estás sola? No te vi en el recreo anterior.
—Me quedé en la sala, no tenía ánimos de salir –su ceño se frunció.
— ¿Qué te ha hecho Leonardo? –sonreí, realmente tenía que buscar nuevos
amigos, era muy notorio que solo tenía a Leo.
—Nada, solo está un tanto extraño.
230
—Está enojado por mi culpa ¿no? –Encogí los hombros, no sabía el motivo de
su comportamiento – ¿crees qué le diga a alguien de lo sucedido ayer?
—No lo creo, él no anda por su vida hablando de la vida de los demás.
—Eso espero, no quiero que luego todos anden hablando de posibles rumores
–miró hacia los lados, un tanto preocupado. Negué a sus palabras, de verdad que
le importaba su imagen hacia los demás.
— ¿Te gusta mucho ser presidente? Podrías estar mucho más tranquilo si no
estuvieras metido en ello ¿no te gustaría?
—No, es entretenido ser un pez grande –no dije nada a esas palabras, pero
ciertamente me sorprendieron – ¿a ti no te gustaría? Podrías el otro año estar en el
centro de alumnos, no me molestaría de tenerte como secretaria o tesorera —reí
ante sus palabras.
—No gracias, es de mi agrado ser una más del montón de alumnos, además
esas fiestas que hacen en tu grupito, no son lo mío.
— ¡Lo sabía! –Dijo apuntándome con su dedo índice –sabía que ibas a decir
algo sobre ello.
—Oh vamos, no es normal y sin duda alguna no pasan cosas buenas en esas
“reuniones”
—Son divertidas –negué a sus palabras.
—No lo creo –dije sonriendo –pero bueno, tus gustos son un tanto extraños
¿no?
—Un poco…
—Además no me gustaría estar bajo esas miradas extrañas –como las que
estábamos concentrando en este mismo minuto, no me gustaba estar con Damián
en el colegio, las chicas me miraban con cierto odio que me incomodaba.
— ¿Cómo las de ahora?
—Te gusta ser el centro de atención ¿no? eres muy egocéntrico Damián.
231
—Cada uno tiene sus defectos –los de él eran varios –además no es nada
malo, es agradable saber que tienes poder sobre los otros, no se dan cuenta cuando
puedes estar manipulándolos –lo miré extrañada, esas no eran buenas ideas.
—No es mi estilo –él me quedó mirando unos segundos.
— ¿Siempre fuiste así? usualmente las chicas de aquí le gusta tener la
atención de los demás –era cierto, en una gran mayoría las chicas se podían
comportar así, incluso yo lo hice, supongo que aprendí más rápido y de una forma
muy desagradable.
—No, no siempre fui así, pero me agrada como soy ahora –él timbre sonó,
avisando que era hora de entrar a clases.
— ¿Qué harás después? Me agrada que sea viernes y podamos salir antes.
—Voy a jugar ajedrez luego de comer algo ¿no quieres venir?
—Me encantaría, pero debo arreglar unas cosas antes, quizás hoy en la tarde
podamos salir ¿te parece?
—No lo sé –realmente tenia ánimos de quedarme en casa, viendo una película
o algo así –luego hablamos ¿sí? –él frunció el ceño. Negué en mi mente al darme
cuenta que Damián era como un niño, siempre que no conseguía lo que quería se
amurraba.
—Está bien –dijo con otro tono de voz.
—Nos vemos –me alejé de él, pero tomó mi mano e hizo que me detuviera.
— ¿Y no te despedirás de mí? Quizás no nos veamos hasta mañana –me
sonrojé porque habían otras personas mirándonos.
—Ya basta… recuerda que nuestro trato se terminó ayer y no debemos seguir
aparentando nada.
—No estoy aparentando, pensé que te quedaría claro desde ayer.
—Sí, pero no te puedo andar besando por todos lados, nosotros no somos
novios –frunció su ceño, pero antes de que me pudiera alejar de él, sus labios se
unieron a los míos, fue un beso rápido y me dejó sorprendida. Prácticamente podía
sentir los rayos que venían de los ojos de las chicas.
232
— ¡Damián! –él sonrió y soltó mi mano.
—No me puedes culpar, tus labios me invitan a atacarlos –me volví a sonrojar
por sus palabras, no tenía remedio.
Me giré para poder irme a la sala, pero me quedé helada cuando Leonardo
nos estaba mirando, no esperó ni un segundo para entrar a nuestra última clase de
la semana.
Llegué hasta nuestro puesto en silencio, me senté y esperé que su pésima
actitud se mantuviera, pero para mi sorpresa, esta vez habló, aunque no fueron
palabras agradables.
—Primero lo ayudas en una situación completamente sospechosa, dejando las
clases y ahora estaban besándose en los pasillos del colegio, supongo que el
noviazgo va viento en popa ¿no? –no sé porque sentí que mis venas ardían al
escucharlo, estaba siendo irónico y muy desagradable, no conocía este lado de él.
—Exactamente –respondí sacando mi cuaderno –eres muy perceptivo
¿cierto? –pude ver como tensaba su mordida al escucharme.
—Te estás metiendo en problemas por alguien que no vale la pena y lo sabes
–enarqué una ceja.
— ¿Qué? ¿Es que acaso estas celoso? Damián es mi novio ¿no? –segundo
después de decir aquello me arrepentí ¿pero qué estaba pasando por mi mente?
— ¿Yo celoso? No, solo soy tu amigo que te está diciendo que vas por mal
camino, solo eso –increíblemente aquello fue como si fuera una abofeteada, claro
¿Por qué iba a estar celoso?
—Bien, yo soy quien tomo mis decisiones, no tú, así que mejor trágate tus
palabras.
—Muy bien, como quieras –presioné con fuerza mis dientes, llena de rabia por
todo esto, odiaba que se hiciera el desentendido y que se metiera donde no debía
al mismo tiempo. Además no quería estar enojada con él.
—Ya basta… —susurré casi alcanzando los límites de lo patético –no estés
enojado conmigo.
233
— ¿Cómo quieres que no lo esté? –Susurró mirándome, por lo visto ya se
había cansado de guardarse lo que pensaba –te fuiste ayer con Damián en un
estado deplorable y ni siquiera me llamas o escribes algo para saber cómo
demonios estabas, además ¿en qué estás pensando? Él no es para ti ¿Cuándo lo
verás? Te va a destrozar y no quiero ver cuando estés llorando por alguien que no
se lo merece.
—Leonardo…
—Nada de Leonardo –el profesor había entrado y ahora estaba hablando aún
más bajo para que nadie nos escuchara –sabes que tengo la razón, pero de todas
formas vas a quemarte ¿es qué acaso te gusta sufrir?
—Basta, no es el momento ni el lugar ¿sí? Además no conoces a Damián.
—Ni tu tampoco –negó enojado –él simplemente no te merece, es así.
— ¿Y quién me merece según tú? –me quedó mirando con sus ojos oscuros,
sin decir nada y presionando sus labios con fuerza, mi corazón latía con fuerza por
aquella expresión ¿pero qué demonios estaba pasando aquí?
— ¡Bueno… bueno! Pongan atención, ya queda poco para que salgan –dijo el
profesor, llamando la atención de todo el curso que estaba hablando.
—Él solo te está usando, Amaya, abre los ojos –lo miré enojada.
—Ya basta ¿sí? Se acabó, no eres quien para decirme esto, ni siquiera
conoces a Damián.
—No hay que conocerlo para darse cuenta que hay algo mal con él. Es hombre
como yo, uno no psicoanaliza a los otros como lo hacen ustedes.
—Cállate de una buena vez ¿es qué acaso quieres hablar ahora? No dijiste ni
pio durante toda la mañana, bueno ahora soportaras mi ley del hielo, rodete.
Podía sentir como mi cara estaba roja porque estaba furiosa, Leonardo me
había hecho enojar mucho, no tenía idea porque tenía tanto rencor en contra de
Damián. Se llevaban mal, eso era cierto, pero esto ya se estaba pasando de límites.
234
Ninguno dijo palabra alguna hasta que salimos de clases, él se fue
rápidamente, sin siquiera despedirse y yo me fui a comprar algo para después ir al
grupo de ajedrez, aunque mi ánimo estaba por el suelo. Para mi sorpresa estar
enojada con Leonardo me afectaba más de lo que jamás pensé, él siempre me
hacía reír y era increíble tenerlo de amigo, era bueno y siempre me escuchaba, pero
ahora se estaba portando como un idiota malhumorado, además de terco.
—Hola Amaya –miré hacia mi lado, era Simón que era el primero en llegar a
la sala, no hablaba mucho con él, me daba una impresión rara, al igual que Amalia.
—Hola ¿no ha llegado nadie más?
—Lo siento, pero he olvidado decirte que este viernes no habrá ajedrez, no te
encontré antes para avisarte y Damián ha estado desaparecido, así que vine para
avisarte.
—Oh… bueno, supongo que es mejor –no tenía ganas de jugar.
—Pero si quieres jugar, creo que tienes un contrincante –dijo mirando hacia la
puerta. Me giré y encontré a Damián sonriendo —Bueno, los dejo, que estés bien
Amaya –sin más se fue y Damián entró.
—He traído un tablero ¿te apetece jugar?
— ¿Tu no tenías planes para esta hora?
—Nada importante, además podemos estar tranquilos ¿no? sin que nadie nos
vea y así no estarás incómoda –sonreí al escucharlo.
— ¿Se nota mucho que no me gusta la atención? –eso era algo obvio.
Damián se acercó hasta una mesa y dejó su bolso en el suelo, le copie y me
senté al igual que él para ordenar el tablero con las piezas.
— ¿Qué hacías Damián? –Era demasiado notorio que estaba haciendo cosas
sospechosas — ¿vendías algo de importancia?
—No, ya te dije que no sigo con eso hace un tiempo, relájate –sonreí, no le
creía.
—Muy bien…
—Estaba hablando con Cloe sobre la situación de Tobías, solo eso.
235
— ¿Qué ha dicho?
—Nada, estaba de acuerdo, aunque quiso propasarse con este pobre
adolescente, caballerosamente la he rechazado –lo miré sorprendida.
—No puedo negar que me alegra, pero tu actitud es muy rápida ¿no? hace
solo unos días querías tenerla para ti.
—Eso no era cierto, sabes que desde que aceptaste el trato, todo entre
nosotros se volvió diferente… Cloe fue pasando al olvido.
—Hombres.
—Mujeres, ustedes son las que se quedan prendadas tanto tiempo de los
hombres –moví mi primer peón y presioné el reloj.
—Si claro, como tú digas, eres un experto en tener una fila de chicas detrás
de ti ¿no? –él movió su peón y presionó el reloj.
— ¿Estas celosa? –hice mi movimiento y a mi mente vino Leonardo.
—No, solo estoy curiosa de tu visión sobre las mujeres, sé cómo eres y me
sorprende que quieras que sea tu novia así de simple, a veces me pregunto si es
solo para quitarte las ganas –sus ojos se abrieron ante mis palabras.
— ¿De dónde has sacado eso?
—De lo que he visto, eres extraño y no me lo puedes negar, tú mismo has
admitido que te gusta jugar ¿no? –Damián frunció el ceño y puso en pausa el reloj.
—Sí, no lo voy a negar, pero yo no soy de los que anda mintiendo y
prometiendo cosas que no voy a cumplir, te he preguntado si quieres ser mi novia y
eso ha sido verdad, no un juego o algo por el estilo ¿Quién te puso esas ideas en
la cabeza? ¿Fue tu amiguito Leonardo?
— ¿Qué tiene que ver Leonardo? Siempre lo sacas a colación, tienes una
fijación por él.
— ¿Estás ciega? Soy una persona bastante estratégica Amaya, sé quiénes
son mis enemigos en este lugar y Leonardo es uno.
— ¡Oh por favor! eres un melodramático.
—No… ese amiguito tuyo está detrás de ti ¿es qué acaso no lo ves?
236
— ¿Sabes? –dije poniendo de pie, no iba a permitir esto –para tu información
una mujer y hombre pueden ser amigos sin que el otro se quiera meter entre sus
pantalones, no todos son como tú, además ten en cuenta que mi opinión juega un
papel importante y para mí, Leonardo es un muy buen amigo –Damián me miró
enojado, pero no podía permitir que hablara de esa forma –que tu no tengas amigas,
no significa que los otros chicos tampoco puedan tenerlas.
Tomé mi bolso y salí corriendo de la sala antes de que Damián dijera algo o
me detuviera. No paré hasta esconderme entre los edificios del colegio.
Me apoyé en la pared de ladrillos y descansé mi cabeza, estaba cansada de
estar siempre bajo presión con Damián ¿pero qué demonios me estaba pasando?
¿Cómo había permitido que esto llegara a estos niveles? Él no era alguien en quien
podía confiar, le gustaba jugar y siempre estaba bromeando, no se tomaba nada en
serio ¿Qué lo haría cambiar en estos días?
Llevé mis manos a mis mejillas cuando sentí las lágrimas de frustración que
brotaron por todo estos problemas, no quería estar aquí, no quería ver más a
Damián, simplemente deseaba que la tierra me tragara o que por lo menos se
tragara a Amalia, así podría estar tranquila y no tendría por qué relacionarme con el
problemático y raro de Damián, que hacia girar mi cabeza.
Fui bajando hasta llegar al suelo y apoyarme en mis pies, cubriendo mi rostro
en mis rodillas y esperando que segundos después todo fuera como yo lo deseaba
y que Leonardo estuviera sonriéndome como usualmente lo hacía, sin embargo,
cuando levante la mirada, me encontré con una chica que me observaba
preocupada, vestía igual que yo así que supuse que era una alumna del colegio.
— ¿Te encuentras bien? ¿Te han herido? –traté de secar rápidamente mis
mejillas para no quedar expuesta ante esta desconocida, pero era inútil, justo en
este momento toda la presión de estos meses, estaba escapando.
—Lo siento –dije sin poder parar de llorar, la chica de lentes y piel morena se
acercó y se inclinó hasta llegar a mi nivel, me tendió unos pañuelos desechables,
pude observar como tenían dibujos de mariposas de diferentes colores.
237
—Gracias –dije tomándolos para secar mis mejillas.
—Tranquila –susurró preocupada, dejando su mano en mi hombro, lo que me
hizo llorar aún más –ya… —me sorprendió que me rodeara con sus brazos, pero
era exactamente lo que necesitaba, así que solo seguí llorando mientras la chica
me abrazaba.
Pasaron varios minutos de mi patética escena cuando por fin me pude calmar
y mirar a mi nueva conocida, que sonreía.
— ¿Estas mejor?
—Lo siento –volví a repetir, esto era vergonzoso –te he hecho perder el tiempo,
lo siento de verdad –ambas nos pusimos de pie.
—No te preocupes –me ayudó a ponerme de pie y la miré con las mejillas
sonrojadas, ahora si deseaba que me tragara la tierra –te vi corriendo por el patio,
ganó mi curiosidad y vine a ver si te encontrabas bien, además Damián Andrade
salió de una sala gritando tu nombre –ni siquiera lo había escuchado.
—Gracias –dije entregándole el resto de los pañuelos que no había usado.
—Mi nombre es Vivian, estamos en la misma clase –dijo estirando su mano y
sonriéndome. Ahora que la miraba un poco más podía recordarla, creo que era una
de las chicas que hablaba sobre Damián en los primeros días de clases.
—Amaya Varela –dije estrechando su mano –que papelón he hecho, siento
hacerte pasar por esto, ya me siento mucho mejor, gracias.
—Debe ser un tanto complicado estar con Damián Andrade ¿no? es
entendible que tengas presión sobre tus hombros, las chicas de este colegio no
dejan de hablar sobre ustedes y además me enteré de que un trio de tontas te trató
mal en el baño, que si no fuera por otra chica, quizás que habría pasado.
—Wow… —sí que estaba informada –corren rápido los rumores en este
colegio.
—Supongo, aunque estoy segura que no sería así si fueras novia a de otro
chico, pero no debes dejarte llevar por esas cosas –puse atención en sus lentes
violeta con líneas blancas.
238
—Gracias.
—Ven, ya es tarde y es viernes, mejor es irnos ¿no? –asentí a sus
palabras. Creo que esta era la primera vez que hablaba con una chica que no
fuera Juliana o Amalia. Era agradable.
— ¿Quieres que te lleve o tienes tu auto? –ella sonrió.
—No tengo auto, usualmente me voy caminando hasta el pueblo.
—Te puedo llevar –dije mientras caminábamos hacia el estacionamiento.
—No quiero ser una molestia, no te preocupes, me gusta caminar.
—Es lo mínimo que puedo hacer, después de estar consolándome –ella sonrió
de nuevo y luego asintió.
—Está bien.
Nos dirigimos hacia mi auto, pude ver que el auto de Damián seguía ahí, pero
él no se veía por ninguna parte, así que le dije a Vivian que nos apresuráramos para
entrar a mi auto.
—Es lindo –dijo ella cuando ya estábamos adentro.
—Fue un regalo de cumpleaños –encendí el motor y comencé a manejar,
quería salir de aquí pronto — ¿Dónde vives?
—Cerca del centro del pueblo, yo te voy indicando –asentí, ya que de todas
formas si me hubiera dicho su dirección no habría servido, no tenía idea del nombre
de las calles.
Nos fuimos conversando sobre las clases durante los minutos de conducción.
Vivian me dijo que estaba becada en el colegio, que su familia tenía un negocio al
que le iba bastante bien en Ciudad Blanca.
Por lo que pude notar durante el viaje es que le gustaba hablar, además de
que su vida se enfocaba cien por ciento a los estudios, así podía mantener sus notas
y su beca, quería estudiar medicina y sería la primera en su familia en tener un título
profesional. No tenía hermanos ni tenía novio, solo era parte de un grupo de amigos
con los cuales solo compartía en clases ya que durante su tiempo libre lo usaba
para estudiar. Vivian era de mi total agrado hasta ahora.
239
—Muchas gracias –dijo cuándo estacioné a las afueras de su casa. Era un
hogar pequeño y de color azul con ventanas blancas, con un hermoso jardín.
—Gracias a ti –esta vez fui yo quien sonreí, por lo visto tendría otra cara
conocida en el colegio, me gustaba que fuera completamente fuera del circulo en el
que me estaba desenvolviendo –nos vemos el lunes.
—Nos vemos y sube ese ánimo –asentí a sus palabras y luego nos
despedimos con un beso en la mejilla.
Seguí conduciendo hasta el centro con una sonrisa en mi boca. Hace mucho
tiempo que no conversaba con una chica como la gente normal lo hacía, ya que
entre Juliana y Amalia… bueno, los problemas venían con ellas.
Cuando llegué al final de la calle central de Ciudad Blanca donde tenía que
girar para ir hacia los condominios, me quedé mirando el semáforo rojo y el letrero
que me señalaba la playa hacia la dirección contraria a mi casa. Cerré mis ojos unos
segundos y no lo pensé dos veces, ya no quería estar enojada con Leonardo.
Giré hacia la playa y presioné el acelerador, mientras avanzaba en el camino
las nubes se volvieron más oscuras hasta lucir como si de un segundo a otro la
lluvia iba a caer a cantaros.
Me metí por la costanera hasta que encontré a una pareja de chicos, a los
cuales les pregunté donde vivía la familia Ulloa, me dieron las indicaciones y
después de haber dado unas vueltas demás, pude llegar a la casa de Leonardo.
Estaba al frente de la playa.
Me bajé del auto y miré la hermosa casa de tres pisos, hecha de madera nativa
y con unos ventanales hermosos, sin duda se notaba que al padre de Leonardo le
iba bastante bien. Sonreí al notar que la moto estaba a las afueras del garaje,
Leonardo estaba en casa.
—Bien –susurré presionando el timbre, no pasó ni un segundo cuando un
hombre bastante alto, moreno y con una coleta que dejaba caer por su hombro
derecho, me miraba curioso. Vestía con unos janes y una camisa blanca, debía
tener unos cuarenta y tantos.
240
— ¿Si?
—Buenas tardes –dije armándome de valor –mi nombre es Amaya Varela.
—Oh… la amiga de Leonardo, soy su padre –de inmediato sonrió, dejándome
bastante claro de dónde había sacado la sonrisa Leonardo –él no se encuentra en
casa, está en la playa, si quieres puedes ir a buscarlo.
—Oh –asentí –muchas gracias.
—No se queden mucho tiempo por allá, pronto lloverá –dijo mirando hacia el
cielo.
—Yo le digo, muchas gracias –él asintió y de inmediato me giré hacia la playa.
Avancé por el camino de piedras que había por el costado de la casa hasta
llegar a una escalera que me dejaban entrar a la playa, las bajé corriendo para poder
ver a donde estaba Leonardo. No me costó nada poder encontrarlo. Estaba sentado
en la arena, aun con su uniforme, mirando hacia el mar. No sé por qué motivo, pero
mi corazón se encogió por encontrarlo ahí.
Avance hacia él mientras la arena se colaba en mis zapatos negros y el viento
provocaba que me dieran escalofríos. Se estaba poniendo helado.
Leonardo no me miró, ya que estaba de espaldas mirando las olas así que
cuando me senté a su lado, se sorprendió bastante, me quedó observando por unos
segundos con sus labios entreabiertos.
—Linda vista –dije apoyando mis manos sobre mis rodillas, esquivando su
mirada.
—Si –dijo segundos después –vengo aquí cuando estoy realmente molesto –
por lo visto la sorpresa se había acabado. Seguía enojado conmigo.
— ¿No quieres ser más mi compañero de puesto? –no pude evitar ponerme
nerviosa por su respuesta.
— ¿A qué viene eso? Es más… ¿Qué haces aquí? –giré mi cabeza para poder
verlo, sus ojos negros estaban fijos sobre los míos.
—No me gusta estar enojada contigo, pero si no quieres seguir sentándote a
mi lado, lo puedo comprender.
241
—Estas siendo melodramática ¿sabes?
—Tú fuiste quien le pidió a Jack sentarse contigo ¿no? –podía notar por su
mordida de que estaba tenso, molesto.
—Solo no quería hablar contigo en ese momento –él volvió a mirar el mar. Lo
que dijo hizo que me doliera el pecho.
— ¿Y ahora? ¿Sigues sin querer hablar conmigo? ¿O me vas a gritar de
nuevo?
—No te grité –dijo susurrando –lo siento, no debí hablarte de esa manera –
sonreí al ver que su actitud había cambiado.
—Bueno, somos amigos, también podemos discutir ¿no? –él sonrió al
escucharme.
—Sí, podemos, soy tu amigo celoso ¿no? –negué a sus palabras.
—Siento haber dicho eso… sé que te preocupas por mí, lo que agradezco,
pero debes saber que me sé cuidar –él respiró profundamente y negó.
—No quiero hablar de eso o me enojaré de nuevo, no quiero pelear más –
sonreí al escucharlo, era lo mismo que yo deseaba.
—Entonces ¿sigues siendo mi amigo? –él asintió y después me rodeó con su
brazo, acercándome a su cuerpo. Apoyé mi cabeza en su hombro, quedando muy
cómoda de esa forma.
—Sí, sigo siendo tu amigo, pero eso no quita de que me siga preocupado por
culpa de ese Andrade.
Ni siquiera tomé atención a sus palabras, solo cerré mis ojos, sintiendo lo
agradable que era estar así con él. Me acomodé mejor para quedar más cerca de
él y me agradó saber que mi cabeza quedaba tan bien sobre su hombro. Al respirar
podía sentir el aroma de Leonardo, el cual era muy agradable.
—Hoy he conocido a una chica –dije aun con mis ojos cerrados, sintiéndome
extrañamente tranquila.
— ¿Dejarás a Andrade por ella? –No pude evitar reír por sus palabras — ¿me
estás diciendo que has hecho una nueva amiga?
242
—No, solo conversé con otra persona aparte de ti, es simpática, se llama
Vivian.
— ¿Y cómo la conociste? –me tensé al recordar que ella me había estado
consolando mientras lloraba. Me separé de Leonardo y lo miré un tanto nerviosa.
—En el colegio, estaba de salida cuando me ofrecí a llevarla.
—Me alegro –dijo mirando hacia el mar y volviendo a atraerme a su cuerpo,
pero no pasaron muchos minutos cuando varias gotas comenzaron a atacarnos –
mejor nos vamos –dijo poniéndose de pie.
—Tu papá me dijo que teníamos que volver pronto, que la lluvia iba a caer en
cosa de minutos.
—Sabias palabras cuando se avisa por la televisión que viene un temporal
¿no? –dijo Leonardo sonriendo, pero no pude seguir mirándolo, la lluvia comenzó a
caer realmente fuerte y comenzamos a correr, para mi sorpresa Leonardo tomó mi
mano y nos dirigimos a una dirección diferente, hacia un bosque que estaba más
cerca que las escaleras que daban a su casa.
— ¡A dónde vamos! –dije sin soltar su mano mientras la lluvia nos estaba
mojando bastante ¡maldito clima!
— ¡Es mejor ir hacia los árboles que a casa! ¡Nos mojaremos menos! –era
cierto, llegamos más rápido a los árboles, que nos protegían de la fuerte lluvia.
Llegar a su casa nos hubiera dejado empapados.
—Bien… —susurré apoyada en un árbol, mirando como las olas ya no se veían
con tanta claridad, la lluvia era demasiado copiosa y gracias a las frondosas ramas
del árbol de cientos de años, con Leonardo no nos estábamos mojando, además
los arboles de los costados también ayudaban –No estoy acostumbrada a correr
sobre arena y con estos zapatos –cerré mis ojos respirando rápidamente.
—Me sorprende que hayas venido, Amaya –dijo apoyado a mi lado,
cubriéndome de las gotas que caían. Abrí mis ojos y miré sus profundos ojos que
no dejaban los míos.
243
—No quería que siguiéramos enojados, me molesta –unas gotas se colaban
hasta mi rostro y cabello que estaban mojados, al igual que Leonardo.
— ¿Y por qué? –susurró, mirándome de una forma extraña. Me quedé
pensando en su pregunta por unos segundos.
—Eres mi amigo –comencé a jugar con mis manos nerviosa por la mirada de
Leonardo –me gusta que lo seas y no… —mi atención fue hasta su boca, quedaba
al nivel de mis ojos, era inevitable. Tragué saliva nerviosa cuando una gota cayó por
su rostro, llegando hasta sus labios.
— ¿No qué? –podía sentir mi corazón latiendo con fuerza en mi pecho.
Presioné mi falda cuando noté que se acercaba unos centímetros más a mi rostro
¿Qué estaba pasando aquí? ¿Por qué permitía que lo hiciera?
—No… yo no… — ¡demonios! Estaba tan nerviosa, toda seguridad se iba al
olvido cuando Leonardo se acercaba así –yo no quiero perderte, eres mi amigo –
susurré sin poder dejar de mirar sus labios.
— ¿Amaya? –abandoné su boca para poner atención a sus ojos,
prácticamente podía sentir su nariz rozar la mía mientras las gotas de la lluvia nos
seguían mojando. ¿Qué iba a pasar ahora? ¿Qué me iba a decir Leonardo?
244
Capítulo 20
— ¿Amaya?
Simplemente cerré mis ojos y esperé unos segundos, ya sea para sentir sus
labios o para escuchar lo que me tenía que decir.
Su mano rodeo la mía que estaba sobre mi falda y sin más hizo que diera unos
pasos hacia adelante.
—Nos tenemos que ir por aquí, nos mojaremos menos y podremos llegar a
casa –sin más comenzó a caminar entre los árboles, sin soltar mi mano y
llevándome mientras estaba en shock ¿Qué había pasado?
Avanzamos entre los árboles hasta que llegamos al patio trasero de su casa,
en ese momento soltó mi mano y siguió caminando. Llegamos a la puerta y sin más
entró. Me quedé ahí, sin dar un paso más ¿pero qué demonios estaba pasando
conmigo? ¿Es que acaso estaba esperando que Leonardo me besara? ¿Por qué
me sentía triste?
— ¿Amaya? –Dijo mirándome desde la puerta — ¿te quieres seguir mojando?
Vamos, entra –asentí y lo seguí.
Estábamos en la cocina, era amplia y muy acogedora, me gustaba. No
pasaron muchos segundos cuando su padre llegó.
— ¿Se han mojado mucho? Leonardo, lleva a Amaya a la habitación de
Rebeca para que tome algo de su ropa o si no se resfriará –él asintió ante aquellas
palabras, pero antes de que pudiéramos dar paso alguno, apareció una hermosa
mujer, bastante alta, de contextura delgada que llevaba su largo cabello suelto, era
de piel morena y tenía los ojos de Leo, color marrón. Vestía con unos jeans y una
blusa azul que se ajustaba a su cuerpo.
—Hola –dijo sonriendo y levantando su mano –mi nombre es Sara, la madre
de Leonardo –me quedé de una pieza, nunca había escuchado sobre ella.
—Ella es Amaya –aclaró Leonardo, sonriendo –una amiga, nos ha atrapado la
lluvia.
245
—Llévala a que se cambie, tu igual hazlo, poco te falta para estar enfermo, te
salvaste ese día que fuiste en moto al colegio –dijo ella, frunciendo su ceño ¿estaba
regañando a Leo?
—Vamos –Leonardo tomó mi mano y nuevamente me llevó como si yo no fuera
capaz de moverme. Lo seguí sin decir nada, sintiendo lo tibia que era su mano junto
a la mía.
Atravesamos la sala que era bastante grande y con el mismo estilo que el resto
de la casa, todo de madera. Subimos las escaleras hasta que llegamos al segundo
piso, donde entramos a una habitación. Era claro que era de una chica, había
posters de diferentes artistas y diferentes peluches que estaban en estantes.
— ¿No crees que Rebeca se pueda molestar? –dije sin soltar la mano de Leo,
pero él se alejó de mi para llegar al mueble blanco, de donde sacó unas prendas.
—No, ni siquiera se dará cuenta, ella y Roció están en la universidad, en
Chicago, vienen cada ciertos meses –abrí aún más mis ojos al darme cuenta de que
no tenía idea sobre la familia de Leo.
Me acerqué hasta el estante que había a mi derecha, donde pude ver que
habían varias fotos, ahí me di cuenta que sus hermanas, las cuales eran gemelas,
eran la copia fiel de su madre.
—No sabía que tenías hermanas, ni siquiera había escuchado algo de tu
padre.
—Su nombre es Bruno –dijo sonriendo, mirándome con la ropa en sus brazos
–y no preguntaste –asentí, tenía razón — ¿Tú tienes hermanos? –negué mirando
las fotos.
—Te dije que no, antes –sonreí al ver una foto de las dos gemelas más
pequeñas con un niño de unos cinco años, era Leonardo –pero que guapo eras de
niño ¿Qué te pasó?
—Ja ja… muy graciosa, aquí tienes algo para que te cambies, hazlo rápido
antes de que te enfermes –dejó la ropa sobre el cobertor blanco de la cama con
bordados de diferentes colores –apresúrate.
246
—Gracias –dije cuando él salió de la habitación, cerrando la puerta.
Me senté sobre la cama, mirando cada detalle de la habitación, me gustaba,
seguía siendo acogedora como el resto de su casa. No pude contenerme y volví a
ver el resto de las fotografías, habían varias de Leonardo a través de toda su vida,
por lo visto era el benjamín de la familia y como tal, era muy querido, el regalón.
Sonreí al pensar en cómo debían de consentir a Leo.
Me saqué mi ropa, doblándola y dejándola sobre la cama. Tomé los jeans
negros que habían y me los puse, después la camiseta azul, pero cuando estaba
en ello me giré al escuchar la puerta.
—Te dije que fueras rápida –mi rostro se volvió rojo como un tomate cuando
vi a Leo ya con otra vestimenta, deportiva de color negro. Me miraba mientras yo
estaba como una idiota observándolo solo con los jeans puestos y dejando expuesto
mi sujetador negro. Con rapidez me puse la camiseta azul y tomé mi ropa.
—Es de mala educación entrar a un lugar sin tocar antes, Leonardo –dije
pasando por su lado, pero puso su mano sobre el marco de la puerta, sin dejar que
avanzara. ¿Por qué me sentía tan nerviosa?
— ¿Amaya? –lo miré aun sonrojada.
— ¿Si? –susurré al ver que nuevamente estaba muy cerca de mi rostro,
aunque nada me hacía sospechar de que haría algo ¿Por qué no retrocedía? ¿A
qué estábamos jugando?
—Dame eso –dijo estirando su mano hacia mi ropa. Como una autómata estiré
mi uniforme para que lo tomara –ahora vamos a comer algo, tengo hambre.
En silencio bajamos las escaleras hasta que llegamos a la cocina, donde
Leonardo le entregó mi uniforme a Sara, para que lo secara. Bruno nos sonreía
mientras sacaba algunas cosas de la nevera. Leonardo estaba cómodamente
sentado mientras su papá nos servía.
—Te tratan como un bebé ¿no? –dije al verlo tan cómodo.
247
—Él es el bebé de la casa –dijo Sara –como es el único que nos queda lo
tratamos como tal ¿cierto, Leo? –ella acarició la cabeza de Leonardo, desordenando
su cabello.
—Mamá –dijo él apenado, lo que me hizo reír –no hagas eso, me avergüenzas
–ella me sonrió y me guiñó un ojo.
— ¿Por qué te avergüenzas? –Siguió incomodando a Leo, lo que me
entretenía bastante — ¿es qué acaso Amaya no es tu amiga? Ella debe conocerte
cómo eres en el colegio y como eres en casa.
—Basta –respondió él enojado, no pude evitar reír cuando la miró como si
fuera solo un niño.
—Deja al chico –Bruno tomó la mano de Sara y la alejó de Leonardo, para
después darle un tierno beso en los labios. Mi querido amigo solo puso los ojos en
blanco ante la muestra de cariño de sus padres –bien, mejor coman… nosotros no
los molestaremos –se fueron, dejándonos solos y con muchas cosas ricas para
comer.
—Tus padres son simpáticos –dije tomando de mi café.
—Claro, te gusta verme avergonzado ¿no? –él llevó un gran pedazo de pastel
sabor chocolate a su boca.
—Ve lento, te vas a atorar y no sabría salvarte –dije viendo como comía –aun
espero que tu madre venga a mostrarme tus fotos de bebé, donde estés desnudo –
no pude evitar reír al imaginarme la cara de Leonardo ante eso, pagaría por verla.
—Si me quieres ver desnudo, solo dilo, lo puedo arreglar –prácticamente
escupí mi café al escucharlo –tranquila –dijo dando pequeños golpes a mi espalda
–no te vayas a trapicar.
—Muy gracioso ¿no? –Limpié mi boca con la servilleta –supongo que ahora
estamos bien.
—Supones bien, aunque sigo pensando lo mismo sobre tu relación con
Andrade, tiene demasiado rumores rondando… eso nunca es bueno –lo quedé
248
mirando unos segundos. No podía decirle la relación que había entre Damián y las
drogas, pero Leonardo tenía razón, los rumores siempre traen algo escondido.
—Él es bueno conmigo, eso es lo que importa ¿no? –mi tono de voz carecía
de emoción, no me interesaba hablar de Damián cuando estaba con Leonardo.
—No tengo ánimos de discutir, Amaya –fruncí el ceño. Debía cambiar el tema.
— ¿Cómo te has llevado con Juliana? Me dijiste el otro día que habías hablado
con ella.
—Nada digno de hablar, ella ya dejó de ser la persona que conocí, además
ahora es íntima amiga de aquella porrista, la chica que es fácil, Eve –fruncí el ceño
al escucharlo, no debía dirigirse así de una mujer, pero en el caso de ella, estaba
en lo correcto.
—Supongo que eso no es nada bueno.
—No tengo la menor idea, pero Santos, un amigo de aquí, me dijo que vio a
Juliana con un chico del grupo de futbol, supongo que ya me ha superado –tomó un
largo trago de su café y después volvió a comer de su pastel.
— ¿Y tú? ¿La has superado? –lo miré esperando ansiosa por su respuesta, él
sonrió de una forma diferente a la de siempre, lucia más… ¿seductor?
— ¿Qué crees tú? –la lluvia caía con fuerza, llenando el silencio que se produjo
entre ambos. De nuevo esa sensación extraña se estaba apoderando de mí.
—No sé, genio, ¿Por qué crees que te lo pregunto? Lucías bastante deprimido
–él bufó a mis palabras.
—No solo perdí a mi novia, Amaya, sino que a mi mejor amiga, de toda una
vida –si, por primera vez sentí una gran molestia al escucharlo hablar de esa forma
sobre ella –nunca la olvidaré, es lamentable que las cosas terminaran de esa forma,
sé que no iba a ser para siempre, pero me habría gustado tenerla de amiga.
—Entiendo –realmente no lo hacía, nunca había tenido un amigo o amiga que
fuera así de importante. Eso era penoso –bueno, quizás la puedas recuperarla y
sacarla de sus nuevas amistades.
249
—No –respondió rápidamente –no estoy interesado, eso ya se arruinó, ella
puede hacer lo que quiera, no es mi asunto, aunque eso no quita que le tenga
aprecio.
—Ya veo…
Seguimos comiendo y conversando temas sin mayor importancia, aunque de
todas formas Leo me hizo reír por las ocurrencias que tenia. Después de dos horas
decidí que mejor era volar a casa. Sara había traído mi uniforme seco, pero no me
dejó cambiarme, así que después de despedirme de los padres de Leonardo, ahora
me encontraba a las afueras de su casa con mi uniforme en las manos.
—Bueno… ya está por anochecer, tus padres me encantaron, son muy
simpáticos –dije mirando a Leonardo, que estaba apoyado en el marco de la puerta,
con los brazos cruzados.
—Me alegro.
—No te hago perder más tiempo, nos vemos el lunes –me empiné para darle
un beso en la mejilla, pero me quedé helada cuando sentí que sus manos rodearon
mi cintura y me acercaron a su cuerpo. De inmediato me sonrojé cuando él besó mi
mejilla y segundo después me dejó libre.
—Nos vemos… —asentí como una idiota y me giré para ir hasta mi auto.
Agradecí que ahora estuviera lloviendo suavemente, podía refrescar mi rostro de
esa forma — ¡Ey, Amaya! –Gritó cuando estaba abriendo la puerta del auto –tienes
un lindo sujetador –tensé mi mordida, nerviosa.
—Idiota –susurré por estar jugando a algo que no entendía.
Me subí al auto y aceleré para salir de ahí, estaba en territorios desconocidos
¿Qué le sucedía a Leonardo? O peor aún ¿Qué me sucedía para permitir que su
jueguito extraño siguiera?
Fui manejando hasta casa, en el camino me encontré con unas chicas que
iban al colegio, me quedaron mirando cuando paré el auto ante un semáforo rojo,
sus miradas no fueron nada agradables y pude reconocer que una de ellas, era Eve.
250
No la tomé en cuenta y seguí manejando hasta casa, aun con mi cabeza llena de
pensamientos sobre Leonardo.
Cuando estacioné el auto afuera de casa pude ver que alguien esperaba por
mí, Damián estaba sentado en el escalón de la puerta, aún seguía con su uniforme.
Cuando salí del auto me quedó mirando sorprendido.
— ¿Dónde estabas? –preguntó al ver que traía mi uniforme en las manos.
— ¿Qué haces aquí? –lo quedé mirando enojada, aun no podía dejar de
sentirme molesta con él, me cansaba.
—Vine de inmediato luego de que salieras enojada de la sala ¿Qué sucedió?
–Se quedó mirando mi uniforme por unos segundos — ¿Qué estuviste haciendo
con Leonardo? –su mordida estaba tensa y su ceño fruncido.
—Nos atrapó la lluvia y su familia me dejó usar la ropa de su hermana… solo
eso –metí la llave en la cerradura para poder entrar a casa — ¿a qué vienes,
Damián? –dije en la puerta, sin dejar que entrara.
— ¿Qué fuiste a hacer donde Leonardo Ulloa?
—Quería pasar tiempo con mi amigo ¿Por qué? –él negó a mis palabras.
—Estás jugando a dos bandos y eso es muy feo en una mujer ¿sabes? –sonreí
por sus palabras ¿Quién se creía?
— ¿Muy feo en una mujer? Por tus palabras puedo entender que en un hombre
es aceptable.
—Amaya –trató de decir algo, pero no lo dejé.
—Además no sé por qué dices aquello, no estoy jugando a nada… además no
tienes ningún derecho para recriminarme algo –justo en el momento que iba a cerrar
la puerta en su cara, pude ver como pasaba un auto bastante conocido, era Amalia
que manejaba acompañada de su novio, Simón. Fue un golpe que sentí en la cara
al recordar su chantaje, al darme cuenta que no podía alejarme de Damián hasta
sacarlo de donde estaba… cosa que se estaba volviendo cada día más complicada.
251
—Bien –susurré rendida, mirando hacia un lado –no me comporte de la mejor
forma hoy, disculpa ¿quieres pasar? –él no dijo nada, solo atravesó la puerta de mi
casa hasta llegar a la sala, donde se sentó.
—Eres rara, no puedes ser más bipolar, no sé qué demonios quieres –dijo
mirando hacia la chimenea, dándome la espalda.
—No quiero que cada discusión se basé en Leonardo, no sé qué tienes contra
él… pude escuchar el otro día cuando hablabas aquí mismo de una forma horrible
con él.
—Estás ciega si no te das cuenta que a él le gustas –me quedé en silencio
unos segundos, si eso fuera cierto él me habría besado cuando tuvo la oportunidad
de hacerlo.
— ¿Y por qué tienes que alterarte tanto si ni siquiera me he acercado de esa
forma a Leonardo? –no directamente, pero pareció que estuvimos a punto de
besarnos el otro día en mi sofá y hoy, junto al árbol –quiero que te quede claro algo
Damián, yo no voy a renunciar a mi amistad con Leo porque a ti no te cae bien ¿es
qué acaso me has escuchado diciendo que te alejes de Cloe o todo ese grupo de
drogadictos que solo se han aprovechado de ti? –Recién en ese minuto él se giró a
verme, se veía molesto –responde mi pregunta.
—No.
—Entonces no tienes ningún derecho a inmiscuirte en mis amistades, además
solo conozco a Leonardo y no lo perderé, es un muy buen amigo.
— ¿Aun siendo que nos llevamos tan mal? ¿Sabiendo que te quiere para él?
–no vino ninguna idea a mi cabeza, nada que me salvara en este momento, algo
que no fuera una mentira –es tu turno de responder ¿le harías eso a Leonardo?
¿Darle esperanzas siendo que no estás interesada en él? –Mi corazón latía con
fuerza, estaba acorralada por sus preguntas — ¿O es que acaso tú sientes algo por
él? ¿Por eso no aceptaste ser mi novia?
— ¡Ah, basta! –dije enojada –te estás comportando como un niño, esto no es
un juego de a quien le gusta quien, he creado una amistad bastante valiosa con
252
Leonardo y no quiero alejarme de ello, no sé si te habrás dado cuenta, pero no he
tenido muchos amigos en mi vida ¡Y si no fuera porque tu solo te has tratado de
meter entre mis piernas más que ser mi amigo quizás mi respuesta hubiera sido
diferente! –esto último se lo grité, sin poder controlarme.
— ¿Entonces si Leonardo llegara a pedirte que seas su novia, aceptarías? –
abrí la boca para responderle, pero no fui capaz. Por un segundo en mi cabeza pasó
la idea de Leonardo y yo siendo novios… no era una imagen que me desagradara,
para nada ¡Ay! Dios ¿Qué iba a hacer?
—No –respondí a penas con un susurro, nada convincente.
—Bueno, algo bueno hemos sacado de esta conversación –sonrió de una
forma que no me gustó, lucía un tanto… malvado –ya sé quién es mi principal
enemigo para que seas mía.
— ¡Nada de ser tuya o de él! Esto no es una competencia ¿pero quién te has
creído? ¿Qué demonios te sucede? Estas siendo un pesado, eso no me agrada ni
un poco.
—Bueno, tu tampoco me agradas en este momento –se acercó hasta quedar
unos pasos lejos de mí –te estás comportando como si fueras una cualquiera –no
podía creer que me estuviera diciendo esto –dándole esperanzas a otro mientras
estás conmigo, no conocía a esa Amaya… no conocía a la Amaya Puta.
Bien, podía esperar cualquier cosa de Damián, sabía que era un idiota, pero
nunca pensé que podría comportarse como un bastardo. Mis manos comenzaron a
arder para hacerle tragar sus palabras a través de bofetadas, pero lo quedé mirando
con verdadero odio.
Tomé su mano e hice que caminara hasta que subimos las escaleras y
llegamos a mi habitación, podía escucharlo reclamar por mi brusquedad, pero
estaba tan enojada que ni siquiera se pudo soltar de mi mano.
Hice que entrara a mi habitación y cerré con seguro. Me miraba sorprendido,
sin entender nada de lo que estaba pasando.
253
— ¡Quieres una Amaya puta! ¿No? –Dije con lágrimas recorriendo mis mejillas
— ¡bien! ¡La tendrás, a ver si así te quedas tranquilo de una vez! –Comencé a subir
la camiseta azul que había tomado prestada, exponiendo mi sujetador negro —
¡esto es lo que quieres! –Damián me miraba sin poder decir palabra alguna — ¡es
qué acaso quieres que te la chupe como lo hacen las demás chicas en el colegio!
—Basta –dijo cuando comencé a desabotonar los jeans, sus manos se
pusieron sobre las mías –ya basta, Amaya.
— ¿Quieres que lo haga con tus amigos también? –Lo miré directo a sus ojos
verdes –quizás me podrían dar algo de dinero, eso es lo que hace las putas ¿no?
¿O es que acaso me darás droga para que me acueste contigo? ¿Ah? ¿No es así
como funciona tu círculo social? ¡No tienes a nadie al lado por gusto, Damián! –Le
grité con rencor — ¿quieres qué sea como el resto de tus amiguitas?
—Cállate –dijo frunciendo su ceño.
— ¿Por qué? ¿Duele escuchar la verdad? Te has negado a ver lo que sucede,
dime ¿tenías amigos antes de que te metieras en drogas? –él tensó su mordida.
—Cállate de una vez, lo siento, no quise llamarte de esa forma, es solo que…
—esquivó mi mirada –no quiero que te vayas con él.
—Eres un imbécil ¿crees que por estas palabras te podría disculpar? Estás
enfermo, sal de aquí –solté mis manos de las suyas y caminé hasta tomar la
camiseta que había tirado y me la volví a poner –vete con otra que aguante tus
gritos e insultos, no tengo ánimos de esta pasando por esto –estaba cansada,
Damián solo me traía problemas, exactamente como me había dicho Leonardo.
—Amaya… —susurró tomando mi mano, sin hacerme girar, pero entrelazando
nuestras manos –lo siento, solo fueron los celos, sabes que no pienso eso de ti.
Eres con la única que no me puedo preocupar de lo que piense de mí.
—Bueno, eso no significa que me puedes tratar como cualquier cosa Damián,
sal de aquí –solté su mano, no quería seguir viéndolo por hoy. Sin embargo cuando
sus brazos rodearon mi cintura y pude sentir su cuerpo detrás del mío, los latidos
de mi corazón se aceleraron considerablemente.
254
—Lo siento, solo estoy celoso de que te lleves tan bien con él, te puedes reír
y hablar de muchas cosas con Leonardo porque se parecen.
—Eres un idiota –mi cuerpo enteró se tensó cuando sentí sus labios en mi
oreja derecha, con sus dientes tiró suavemente de esta, provocando que un gran
escalofrió recorriera mi espalda. Estúpidas hormonas.
—Solo me preocupo.
Nos quedamos unos segundos así, sin decir palabra alguna pero sintiendo
como sus brazos me rodeaban, al igual que todo su cuerpo.
—Estoy cansada de discutir —entre Damián y Leonardo terminarían conmigo.
—Tenía amigos antes de todo esto ¿sabías? –Dijo sin soltarme –Nicole y
Felipe, además de Simón… ellos son buenos amigos y nos conocemos desde que
éramos niños.
—Todo lo que dije hace unos minutos, no me arrepiento, es cierto y lo sabes.
— ¿Es cierto que me la chuparas entonces?
— ¡Damián! –dije dándole un golpe en el estómago, haciendo que se quejara
y me soltara. Lo miré negando, no había remedio con él, era todo un caso… y no
sabía si tenía salvación — ¿Qué quieres? Ya no te puedo entender, te dije que esto
se complicaría si cruzábamos los límites.
—Te quiero a ti –me miró enderezando su cuerpo y dejando de quejarse por
el golpe que le di –es así de simple y no dejaré que nadie te arrebate de mi lado –
sin más se acercó y atrapó mi cabeza con sus manos para después besarme. Traté
de separarlo, pero no había caso… sus labios se movían sobre los míos de una
forma suave, cuidadosa, ni siquiera profundizó el beso. Después de unos segundos
se separó –tus labios son tentadores, no te enojes porque quiero besarte siempre.
—Damián… —suspiré sin saber qué demonios hacer.
—Ahora descansa, has tenido un día complicado, nos vemos mañana –me
guiñó el ojo y se fue de mi habitación sin decirme nada más.
Me senté en la cama, mirando la puerta por donde había salido Damián y
pensando al mismo tiempo en Leonardo ¿es qué esto era posible? Simplemente
255
parecía que había dos Amaya en mi cuerpo y mente. Necesitaba aclarar rápido todo
esto, no podía seguir exponiéndome de esta forma.
Capítulo 21
256
Era domingo por la tarde y hacía horas que no tenía nada entretenido que
hacer. Solo estaba mirando televisión recostada en mi cama, sin tomar varadera
atención a lo que estaban dando. Mi mente estaba dividida entre Damián y
Leonardo. El primero me había enviado bastantes mensajes de texto durante estos
días, pidiendo disculpas sobre lo que sucedió el viernes, cuando me había tratado
de puta. De solo recordarlo me enfurecía de nuevo, sin embargo, ya no seguía
enojada, él se había visto realmente arrepentido ese día, así que contesté sus
mensajes.
Por otro lado estaba Leonardo ¿a qué estaba jugando él? Ni siquiera me había
llamado o escrito por Facebook como usualmente hacía y lo peor de todo ¿Por qué
estaba atenta a Leo?
—Tonta Amaya, tonta –me tenía que controlar, me estaba confundiendo y eso
solo traería problemas. Aquí mi único objetivo debía ser Damián, de esa forma
dejaría de tener encima a Amalia y podría tener un año escolar tranquilo, pero ya
faltaba un par de semanas para que tuviéramos un receso por las fiestas antes de
terminar el año. Tenía que avanzar con Damián o sino ese tiempo me perjudicaría.
Me acerqué a la ventana, sin poder estar quieta otro segundo más. Necesitaba
aire y abriendo la ventana pude obtenerlo.
Mi mirada se dirigió hacia la primera casa gigantesca que había en el
condominio. Mi corazón comenzó a latir con rapidez cuando vi que una moto se
dirigía hacia acá. ¡Era Leonardo!
— ¿Qué haces mirando tan pensativa hacia afuera? –me tensé al escuchar la
voz de Damián. Me giré en un segundo y pude ver donde estaba él, apoyado en mi
puerta, cerrada. Se veía muy guapo con esos jeans oscuros y ese abrigo también
oscuro. Su cuello estaba cubierto por este.
—Da-Damián –dije sorprendida, pensando en que venía Leonardo hacia acá.
Él frunció el ceño al escuchar la moto y se acercó hasta la ventana, no le tomó ni un
segundo cerrarla y correr la cortina color violeta, dejando la habitación más oscura.
257
—Hace frio como para que tengas la ventana abierta –sus ojos verdes
brillaban mirándome.
—Es Leonardo –dije pensando en que estaría ya tocando a la puerta.
—Si… pero ahora estás ocupada conmigo –tragué saliva nerviosa, siempre
estaba preparada para combatir a este Damián, pero me había tomado
desprevenida, era domingo, pensé que era mi día libre.
— ¿Y quién te dijo eso? Nana va a abrirle.
—No –dijo sonriendo –ya que tus padres se han ido a comer y tienen una hija
tan aburrida que ha decidido quedarse en casa, hablé con Nana para que nos dé
un tiempo a solas, para que nadie nos interrumpa –fruncí el ceño, eso sonaba como
si ya supiera que Leo venia hacia acá.
—Voy a ver que quiere, quizás sea algo importante –caminé hacia la puerta,
pero él tomó mi mano y me acercó hasta su cuerpo.
—No, no iras porque en este momento solo eres mía, siempre andas con él
en el colegio, ahora es mi turno de robarte –sorprendentemente su tono no estaba
alterado, seguía hablando de esa forma que me distraía.
— ¿Robarme?
—Sí, hoy haremos algo entretenido, solo los dos —lo miré curiosa.
—Tienes que estudiar –traté de buscar excusas pero no habían.
—Eso lo hice ayer, ahora deja de escapar de mí, saldremos —la moto volvió
a sonar, lo que indicaba que Leo se había ido. Esa sensación que tuve no me gustó
ni un poco.
— ¿Y a donde me piensas llevar? No es que como si Ciudad Blanca fuera la
gran cosa ¿no, crees?
—Bueno, para enmendar la estupidez que dije el viernes, te llevare al cine ¿te
parece? No nos tomará nada ir y ver una película —lo quedé observando unos
segundos. Tenía que recordar mi objetivo para poder estar tranquila.
258
—Muy bien, entonces –dije caminando hasta mi armario y tomando también
un abrigo corto, era de color azul y de grandes botones — ¿Qué película me harás
ver?
—Esa es la actitud –dijo acercándose hasta mí y rodeando mi cintura desde
atrás con sus brazos, apoyando su cabeza en mi hombro mientras yo tenía mi abrigo
en las manos.
Giré mi rostro hasta apoyar mi frente con el costado de su cabeza. Suspiré
pensando en todos los problemas que tenía Damián y que finalmente también eran
míos. Estaba tan segura que si él estuviera en otro contexto las cosas entre los dos
habrían sido tan diferentes, mucho mejor.
Llevé mi mano hasta su cabello y lo acaricie mientras él me mantenía
abrazada, presionando un poco más fuerte. No sé qué habrá pasado por mi mente,
pero sin pensarlo besé su sien, como si de esa forma pudiera ayudarlo a que se
sintiera mejor.
— ¿Quieres que me ahogue por lo fuerte que me abrazas? –él me liberó para
después quedarme mirando sin decir nada. Por primera vez pude notar un matiz
diferente en sus ojos verdes, tenía su ceño levemente fruncido y su boca no
articulaba palabra — ¿Qué sucede?
—Nada, no sucede nada –dijo ahora sonriendo y llevando su mano a mi
mentón — ¿estás tratando de provocarme con esas caricias?
—Tú eres el que se provoca solo, hasta cuando pasa una mosca cerca –dije
poniéndome el abrigo, él aprovecho ese movimiento para rodear mi cuerpo de
nuevo, haciendo que retrocediera unos pasos hasta apoyarme en el armario de
color blanco. Miré hacia un lado, tratando de concentrarme y no dejar que mi
corazón se escapara de mi pecho –Damián, debes dejar de aprovecharte en cada
oportunidad que tengas.
— ¿Por qué miras hacia un lado? Solo te he abrazado, como cinco segundos
atrás.
259
—Sí, claro… por eso estoy sintiendo todo tu cuerpo contra el mío –me armé
de valor y lo encaré, mirando directo a sus ojos verdes.
— ¿Puedes culparme por ser humano? Simplemente me encantan tus labios,
aprovecho cada oportunidad para tenerlos –no pude evitar mirar su boca, si éramos
buenísimos besando, en eso no cabía duda y hace días que no me desconcentraba
con sus labios.
—Aléjate, tenemos que ir al cine ¿no? cuando lleguen… —no seguí hablando
cuando quede completamente prisionera de su cuerpo y el armario. Ahora sus labios
se acercaban a los míos. Rodeé su cuello con mis manos cuando sentí aquel beso,
comencé a mover mis dedos, mezclándolos con el comienzo de su cabello, lo que
hizo que suavemente mordiera mi labio inferior para que le diera acceso completo
a mi boca. No pude negárselo.
—Mmm… —gemí cuando sentí que ahora sus manos bajaban a mi trasero,
traté de separarme, pero no pude hacerlo ya que sus labios me tenían como su
prisionera. Volví a gemir bajito cuando su lengua se movía de esa forma junto a la
mía. ¡Por Dios! Era tan bueno besando, hacía que me olvidara de todo.
Tiré suavemente de su cabello, de forma inconsciente, lo que hizo que él me
levantara varios centímetros del suelo y como reacción mis piernas rodearon su
cadera mientras nos seguíamos besando.
—Damián… —susurré apoyando mi frente junto a la suya, desde esta posición
era bastante fácil –no, ya basta.
—Realmente te controlas mucho cuando estás conmigo ¿no? –volvió a atrapar
mis labios y sin siquiera darme cuenta, me recostó en la cama, quedando sobre mí,
mientras sentía por completo su cuerpo. Me estaba ahogando en ese abrigo, lo
quería fuera.
—Damián… —traté de separarme de su boca, acción que fue un grave error
ya que él aprovecho para posar sus labios en mi cuello. Tomó mis manos, dejándola
a mis costados con nuestros dedos entrelazados, de esa forma no lo podía alejar –
260
Damián… no, para… —tensé mi mordida cuando sentí que su boca se apoderaba
del lóbulo de mi oreja izquierda.
—Mmm… ¿Por qué te resistes tanto? Estas toda sonrojada y puedo sentir
como tu piel está más caliente –cerré mis ojos cuando sentí que sus besos bajaban
desde mi cuello hasta el comienzo de mis pechos, aunque encontró el obstáculo del
botón de la camisa azul oscuro que estaba trayendo –respóndeme, Amaya.
Era simplemente porque no quería hacerlo de esta forma, era tan hormonal y
él se comportaba tan seductor, sabía que lo hacía de la misma manera con otras
chicas. Sabía que esta era su técnica y que estaba resultando de maravillas
conmigo. Sin embargo, no había amor, no sentía esas mariposas en mi estómago,
solo sentía que mi cuerpo comenzaba a entrar en un proceso de ebullición por culpa
de Damián.
—Porque digo que no ¿eso no te basta? –él liberó mi mano izquierda, pero no
con motivos decentes, sino que fue para desabotonar mi camisa y para mi sorpresa,
no lo detuve.
—Pero si es lo que deseas, me encantaría que pudieras observarte, con ese
cabello rojo suelto sobre el cobertor de la cama, tus mejillas sonrojadas y con esos
ojos verdes vidriosos, dejándose llevar por el placer que te hago sentir.
—No hables así –dije mirando hacia el otro lado, pero cerré mis ojos con fuerza
cuando sentí su mano entre mis pechos, pasando su dedo índice por el sujetador
violeta que traía.
—No sabía que usabas encaje, Amaya –me sonrojé aún más, esa ropa me la
había comprado mamá, era linda así que me la ponía a veces –te queda increíble.
—Damián, bájate de mí –recién me había dado cuenta en la posición que
estábamos, él entre mis piernas y presionando contra mí.
—No quiero –dijo antes de volver a mi cuello, ahora recorriendo mi pecho, pero
sin llegar a mis senos.
261
—No… ya detente, esto está mal, no podemos hacerlo –antes de poder
empujarlo con mi mano libre, Damián llevó la suya hasta mi sujetador, lo subía varios
centímetros y sin más llevó su boca hasta allí — ¡para! –dije muerta de vergüenza.
—Mmm… Amaya, no he dejado de pensar en esto desde hace mucho tiempo
–dijo mirándome para después volver a atrapar mi pezón.
—Damián… —llevé mi mano libre hasta su cabello –para… estoy incómoda –
dije suspirando. Damián se separó de mí, observándome un tanto cauteloso, no
podía dejar que esto siguiera de esa forma, tenía que pensar rápido.
—Bien, yo igual –sin más, como si hubiera dicho las palabras mágicas, él se
puso de pie para poder sacarse su abrigo. Sonreí ante una idea que llegó a mi
mente.
Me senté en la cama, mirándolo con mis manos en mi abdomen, esperando
por si llegaban algunas mariposas, pero no.
— ¿Qué sucede? –Dijo confundido ante mi mirada –tu abrigo –él esperaba
que también me pusiera cómoda.
—Claro –me lo saqué y lo deje a un lado, junto al de él. Damián estaba solo
con su camiseta negra y sus jeans, se estaba sacando sus zapatos y calcetines
también negros. Sin duda ese color había sido su favorito el día de hoy.
—Quiero probar algo –dije mirando hacia un costado, un tanto “avergonzada”
— ¿Qué cosa?
—Siempre eres tú el que toma la iniciativa –lo miré ahora un tanto traviesa –
quiero que hagas algo por mí.
—Dime.
—Recuéstate en la cama –él enarcó una ceja.
— ¿De verdad vamos a hacer esto? –por su tono de voz, parecía muy
ilusionado ante la idea.
—Sí.
— ¡Oh esto será excelente! No duermo con nadie desde que estoy contigo –
no había pensado en ello.
262
—Bien, recuéstate –sin demorar ni un segundo se recostó sobre la cama,
mirándome entusiasmado. Me senté sobre su cadera, aun con mi camisa abierta y
dejando expuesto mi sujetador –siempre insistes tanto Damián, supongo que te he
hecho sufrir en este tiempo ¿no? –metí mis manos bajo su camisa.
—Bastante… —fui subiendo la prenda hasta que él levantó los brazos y me
dejo sacarla para tirarla al suelo. Ahora apoye mis manos a los costados de su
cabeza para besar su cuello –Amaya, no sabía que… —no pudo terminar lo que
decía porque mordí juguetonamente su pecho al mismo tiempo que ahora llevaba
una mano hasta el botón de su pantalón –Amaya… no hagas eso.
— ¿Qué? ¿Esto? –volví a morderlo suavemente, lo que hizo que sus manos
automáticamente estuvieran en mi trasero, para empujarme un poco contra su
erección. Cerré mis ojos, concentrándome.
—Damián… —dije besando por un corto tiempo sus labios, para después
alejarme de él y comenzar a bajar sus pantalones. Los ojos de Damián brillaban –
ayúdame.
En un segundo se había deshecho de sus jeans y ahora solo estaba con sus
bóxer negros. Llevé bastante nerviosa mi mano hasta su miembro que estaba
completamente erecto y presioné un poco, causando un pequeño gemido de su
parte.
—Mmm… Amaya, sigue.
— ¿Quieres que siga? –dije mirándolo y mojando mis labios. Damián parecía
como si fuera un niño de cinco años pronto a recibir su regalo de navidad.
—Sí, sigue… rápido –enarqué una ceja ante el tono un tanto autoritario que
estaba usando, era hora de culminar mi juego.
Llevé mi mano libre hasta por su tórax, despacio y suave hasta que con fuerza
tome su mandíbula, haciendo que sus labios se fruncieran.
—Cuando digo no es no Damián ¿Cuándo entenderás? –Solté su miembro
ante su sorprendida mirada –y este es el pago por haberme tratado de puta.
Me alejé de él sonriendo y abotonando mi camisa.
263
—Ahora arreglaras eso –dije apuntando a su erección –y bajarás para que
podamos ir a ver una película – le guiñe un ojo y me dirigí hacia la puerta, dejando
a un atónito Damián sobre mi cama –Piensa dos veces antes de tratar a una mujer
de esa forma, para que aprendas, no todo debe ser hormonas –dije riendo y
dejándolo solo, tomando mi bolso con mis cosas.
Bajé hasta el primer piso riendo, bastante fuerte y pensando en lo enojado que
debía estar Damián, pero era insólito ¿de verdad pensaba que iba a dejarlo tener
sexo conmigo cuando me había tratado de puta hace dos días?
—Idiota –dije riendo y sentándome en el sofá.
— ¿Y Damián? –Preguntó Nana mirándome confundida — ¿ya se ha ido?
—No, está en el baño, ya baja, iremos a ver una película –ella sonrió y asintió.
Me quede esperando alrededor de unos quince a veinte minutos para que
Damián bajara, debo decir que pensé que se demoraría menos. Bajo las escaleras
con una expresión de dos metros, me miró un tanto furioso.
—Bien… no tengo nada que decir, me lo merecía, ahora vamos —no me
esperó, se dirigió directo a la puerta. Lo seguí sin poder dejar de reír ante lo que
había pasado, esto lo recordaría para siempre.
Con Damián nos subimos a su auto y nos dirigimos hacia la carretera. Por
varios minutos solo estuvimos en silencio, lo que me comenzó a aburrir así que
simplemente puse algo de música.
— ¿Sigues enojado? –traté de mantenerme seria, pero era imposible. Dulce
venganza.
— ¿Tu qué crees? –podía ver como sus nudillos estaban blancos por lo fuerte
que tomaba el volante.
—Tú mismo lo dijiste, no puedes decir nada, era algo que debías pagar ¿no te
gusta tener esos arranques de celos? Que esto te sirva para la próxima.
—No quiero hablar de ello, creo que he aprendido mi lección ¿no?
264
—Sí, lo has hecho, espero que no tenga que enseñarte de nuevo –lo mire y
pude notar como su mordida se tensaba — ¡no exageres, Damián! –Dije empujando
su hombro –Relájate, ahora dime ¿Qué película iremos a ver?
—No sé, lo que haya en cartelera —fruncí el ceño, pero decidí aprovechar este
momento para averiguar ciertas cosas que necesitaba.
— ¿Y cuándo habrá una de tus reuniones? Me gustaría volver a estar en algo
así, son interesantes.
—Solo hace un par de días dijiste que no te gustaban.
—Pero eso no significa que no me interese, son todos muy extraños,
incluyendo a tus amigos.
—Algo –comenzó a mover sus dedos sobre el volante ¿estaba nervioso?
—Nicole el otro día preguntó por Amalia y Simón, pensé que ellos nos
participaban de esas reuniones.
— ¿Qué te hizo pensar eso? Ambos son jefes de grupos extra programáticos
–eso era cierto, pero por cómo me hablaba Amalia de la situación de Damián, pensé
que ella estaba ajena a todo esto.
—No lo sé, solo lo supuse… aún tengo dudas sobre cómo no se dan cuenta
de lo que hacen ahí, el alcohol, las drogas, todo es muy extremo.
—Solo hay que sobornar a una de las mujeres de aseo para que se encargue
de todo el lugar, ella tiene una llave, además de Joan, quien se encarga de todo
antes que lleguemos.
—Ya veo, entonces nadie más tiene acceso a ese lugar –él se encogió de
hombros.
—Realmente se mantiene abierto durante las horas de clases, nadie va hasta
ese sector, así que no nos preocupamos, además si se supiera algo con algún
alumno, nos encargaríamos de que no dijera nada.
—Eso suena terrorífico, como si fueras algún estilo de mafioso –él me miró y
sonrió.
265
— ¿No te dije que he estado metido en drogas? –No me gustó nada el tono
que utilizo — ¡Es broma! ¿Es que acaso eres la única que puede bromear? Claro
que no soy ningún mafioso, solo nos encargamos de esa persona dándole ciertos
beneficios.
—Un soborno para callarlo.
—Claro, entonces lo tienes atrapado, es como si dos personas estuvieran
apuntándose con un arma, pero la otra tiene la bala correcta.
—Debes tener cuidado, la otra persona podría conseguir una nueva arma o a
un aliado que te asesine antes de que puedas defenderte –su analogía era cierta,
tener algo en contra de la otra persona que te quiere perjudicar, así quedas a mano,
pero ¿Qué sucede si se consigue otro dato? ¿Algo con que defenderse?
— ¿Amaya? –no lo tomé en cuenta ¡Esa analogía era perfecta! Amalia tenía
algo de mí, yo podía conseguir algo de ella, siendo que nada bueno podía salir de
ese salón de reuniones — ¿Amaya?
—Lo siento –dije sonriendo, pensando en que mañana iría a ver que había de
nuevo en ese salón, tenía que atrapar a Amalia. Demonios, ya no quería seguir en
ese colegio, era muy problemático –estaba pensando en otras cosas.
—Ya veo… hemos llegado –mire hacia adelante y pude ver que ya habíamos
llegado.
Salimos del cine a las dos horas, después de haber visto El Conjuro. Ni
siquiera puse atención a lo que sucedía, solo me concentré en Amalia y en algún
secreto oscuro que pudiera tener. Hace días que no hablaba con ella, aunque era
peligrosa, no quería interrogarla. Me descubriría.
—Estuvo muy buena –dijo Damián a mi lado. Sonreí al escucharlo, por lo
menos unos de las dos tenías cabeza para poner atención a una película – ¿Te
asustaste?
—Ni un poco –dije mientras caminábamos hacia el auto. Las nubes se habían
vuelto más oscuras, estúpido clima.
266
— ¿Quieres comer algo? Yo invito –mire curiosa a Damián, creo que esta era
nuestra primera cita y debo admitir de que estaba sorprendida, en ningún minuto se
quiso poner muy cariñoso o algo por el estilo.
— ¿Estás bien? ¿Sucede algo? –me llamaba la atención que estuviera tan
animado para que siguiéramos recorriendo el centro de Ciudad Blanca.
—Bueno, debo darle una buena cita a mi futura novia ¿no sería correcto ir a
comer? –lo miré curiosa.
—Hablas como si hubieras leído lo que se debe hacer en una cita, Damián.
—Tuve que investigar algo, no siempre se planea tener una novia –bufé y
saqué de las palomitas que le quedaban a Damián. Me apoye de nuevo en el auto.
—Eres todo un caso, Andrade –no podía entender cuál era su fascinación
conmigo ¿Por qué se alejaba de su vida normal por estar a mi lado?
—Y tú todo un desafío, Varela –lo miré sin decir nada. Damián me acababa de
dar mi respuesta.
—Me gustaría recorrer el lugar, no tengo hambre.
Nos subimos al auto y él condujo hasta uno de los miradores, el lugar era
bastante pintoresco, de seguro a los turistas les agradaba, por lo menos había sido
totalmente de mí agrado. Seguía el mal tiempo, pero por lo menos aquí había
entretenciones.
—Wow –dije apoyándome en el capo del auto, se podía ver todo el mar –me
agrada y mucho más a esta hora – está atardeciendo.
— ¿Y bien? ¿Con esto me gané un “si”? –lo mire confundida ¿de qué estaba
hablando? — ¿serás mi novia ahora? –sonreí ante sus palabras, Damián no se
rendía por nada en el mundo. Me acerqué hasta él y deje mi mano sobre su rostro,
pasé mi pulgar por sus labios y luego me acerque a besarlo.
Apoyé mis manos en su pecho, sintiendo aquellos labios que se movían con
ansiedad, dando por hecho que ya me había obtenido.
—Lo siento –dije apoyando mi frente en la suya –pero no –volví a besarlo, pero
esta vez Damián me rodeó con sus manos de forma brusca mientras ahora su beso
267
era de la misma forma, traté de separarlo. Escondí mi cabeza en su hombro ya que
no me soltaba –eres como un niño caprichoso.
— ¿A qué estás jugando, Amaya? Te comportas de una forma y luego me
dices que no ¿Qué quieres? –al notar que se estaba relajando, apoye
completamente mi cabeza en su hombro y le di un pequeño beso en su cuello, no
puedo negar que sentía cariño por Damián, llevábamos meses en este juego y yo
no era de hielo.
— ¿Se podría decir que estás probando de tu propia medicina? –dije pensando
en cuantas chicas habrá tenido en el lugar que estaba él, esperando porque las
tomara en cuenta, pero él siempre dándole la espalda.
— ¿De eso se trata? –Me alejó para poder ver mi rostro — ¿es qué acaso eres
un estilo de vengador? –me quede mirando su rostro, Damián era demasiado guapo
para su propio bien, nada bueno podía salir de ello.
—No, claro que no –realmente si, ese era uno de mis objetivos, pero ya con el
tiempo le fui tomando cariño y pasó a segundo plano.
—Entonces ¿Qué quieres?
— ¿La verdad? –él asintió, mirándome con su ceño fruncido –me gustaría que
no siguieras en ese centro de alumnos y no te metieras en los problemas que me
escondes, estaría mucho más tranquila y creo que sería la primera vez que me
concentraría en pensar si seré o no tu novia.
— ¿Qué te ha metido Leonardo en la cabeza para que pienses que estoy en
problemas? –abrí mi ojos sorprendida ¿de dónde había sacado a Leo en todo esto?
—Estás loco, no quiero discutir contigo, has sacado a Leonardo de la nada y
luego tú me dices que yo ando pensando en él –reí y lo empujé para que me dejara
libre.
— ¿De dónde sacaste que estoy metido en problemas? –dijo soltándome.
— ¿No es obvio? Ese centro de alumno es tan turbio como el segundo trabajo
de tu papá –dije abriendo la puerta del auto — ¿Por qué sacas a Leonardo? ¿Qué
tendría que saber él de todo lo que te pasa?
268
—Deberías investigarlo tú misma, tu perro no es tan santo como crees –mi risa
se fue de inmediato. Me negaba a desconfiar en Leo ¿es qué acaso él estaba metido
en algo como Damián?
— ¿Sabes? Para tener solo 17 años estás metido en cosas muy raras.
—Y tú para tener la misma edad, te manejas bastante bien con ello ¿no? –
tensé mi mordida y entre al auto, quería estar en mi casa.
Nos fuimos en completo silencio, mi cabeza no podía estar tranquila y no
dejaba de pensar en Leonardo ¿en qué demonios se había metido él como para
que Damián me hable de esa manera? No me iba a quedar con la duda, ya había
anochecido pero me negaba a pensar que Leonardo estaba metido en caminos
raros.
Llegamos hasta el condominio y solo le dije un frio Adiós a Damián,
probablemente esta sería la primera y última cita que tendríamos. Ahora debía
concentrarme en escapar de las garras de Amalia, pero por ahora, tenía que saber
de Leonardo. Sin embargo antes de que el partiera, miré a mi enojado objetivo.
— ¿Sabes? No es mi culpa todo esto, tú eres el que comenzó a hablar de
Leonardo, acusándolo de algo que ni siquiera me dices.
—Hasta mañana, allá tú lo que pienses de tu querido Leonardo –arrancó el
auto y se fue rápidamente. Quede mirando el espacio donde había estado el auto,
enojada y pensando en las palabras de Damián.
¡Maldito caprichoso! Se volvía un idiota cuando no obtenía lo que quería, ahora
entendía muy bien porque estaba tan interesado en mí, simplemente al negarme le
parecía un desafío.
Busqué las llaves del auto y ni siquiera avisé que iba a la costanera, si
Leonardo estaba metido en algo me lo tendría que decir, no iba aceptar un no como
respuesta.
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Capítulo 22
270
— ¿Algo como en lo que está metido Damián? ¿Crees que soy idiota?
—Leonardo, dímelo… así podré estar tranquila –él ya no seguía sonriendo,
me miraba un tanto molesto.
—Ya te he dicho que no estoy metido en nada, a diferencia de tu noviecito.
— ¡Damián no tiene nada que ver aquí!... ahora dime ¿Por qué él estaría tan
seguro de decirme algo como eso siendo que es mentira?
—No sé, pero si me lo permites, quisiera saber ¿Por qué estoy entre la
conversación de ustedes? ¿No sería mejor hablar de otros temas siendo novios?
—Eso no te incumbe, además él y yo no somos novios.
— ¿Es que acaso estaban discutiendo por mi culpa?
— ¡Leo! –Levanté la voz, me sentía frustrada –no me mientas, dime en lo que
andas, veras que no me enojaré.
— ¿Has dicho que no son novios? —Me giré molesta, avancé unos pasos
porque no me decía nada y ahora tenía mi mente envenenada por culpa de Damián
–Amaya, créeme, no estoy metido en nada, Damián es más astuto de lo que
pensaba, pero ciertamente ha fundamentado mis sospechas.
— ¿Sospechas? ¿De qué hablas? –un par de gotas cayeron sobre mi rostro –
pensé que eras en la única persona que podía confiar, pero…
—Pero nada, no seas melodramática Amaya –se ubicó al frente de mi –
escúchame bien, Damián solo odia verme cerca de ti y ahora su única excusa es
culparme de algo que no he hecho.
—Dime lo que sabes ¿Cuáles son tus sospechas de Damián?
—Te dije que ese chico estaba involucrado en drogas, un amigo mío vio como
intercambiaban unas pequeñas bolsas, te lo advertí… solo quería asegurarme de
eso antes de informarte, ahora solo hay que encontrar pruebas para poder avisarle
a tu padre ¿no? –tragué saliva nerviosa.
—No creo que sea adecuado –empezó a caer una leve lluvia sobre nosotros
mientras solo se escuchaba las olas del mar.
—Tú ya lo sabías –dijo susurrando.
271
—Es complicado.
— ¡Tú ya lo sabías! ¡Ah! ¿Cómo pude ser tan idiota? Claro que lo sabrías, era
obvio… —comenzó a caminar hacia el mar. Corrí para alcanzar su brazo y
detenerlo, no quería que se alejara de mí.
— ¿Dijiste que hace solo unos días viste en eso a Damián?
—Si –se soltó de mi agarre. Me quedé unos segundos pensativa, Damián me
había dicho que no se había metido en drogas desde hacía un tiempo. En ese
momento recordé cuando Joan hablaba con Damián el día de la reunión en el
colegio, le estaba hablando de drogas ¿Cómo fui tan tonta en no caer antes? –muy
astuto de su parte enamorar a la hija del nuevo detective de narcotráfico ¿no? ya
me preguntaba hace semanas que era lo que vio en ti.
—Oh… muchas gracias –susurré molesta por sus palabras.
—Me refiero a que no eres como las chicas fáciles que hay en el colegio, él
puede tratar de ocultarlo pero es inevitable, las chicas heridas comienzan a hablar
y crear rumores. Sigo sin entender qué le ves, ahora menos, un chico de ese tipo
no trae cosas buenas.
—Te dije que él y yo no somos novios.
—Claro, por eso sales a citas y se comportan de esa manera en el colegio –
cubrí mi rostro con mis manos ¿Por qué tenía que tener tantos problemas a esta
edad? No era normal –ven… —sin más tomó mi mano y comenzó a caminar hacia
los arboles donde habíamos ido la vez anterior, de esa forma podríamos seguir
hablando en privado, pero sin estar mojándonos.
—No puedes decir nada Leonardo –dije sentándome en un árbol caído.
Ciertamente este lugar estaba muy oscuro.
—Claro que no, ahora que pones esa expresión, he de suponer que estas
mentida en ello ¿no?
—No, yo no hago esas cosas, pero… mira, simplemente no digas nada.
272
—Si no estás metida en ello ¿Por qué habría de mantenerme en silencio? –
volví a cubrir mi rostro con mis manos, ya no daba más, necesitaba decirle lo que
me sucedía a alguien.
—Lo que sucede es que Amalia, la hermana de Damián…
Le dije todo lo que había pasado, desde que Amalia me había chantajeado
hasta lo sucedido con Damián y Tobías. Leonardo maldecía cada cierto momento.
Le expliqué hasta el plan que tenía en mente para poder sacarme a la hermana de
Damián de encima.
—Bien muerto esta ese infeliz, no veo como los demás podrían hacerte daño
al saber aquello –dijo refiriéndose a mi vecino que trató de violarme.
—No fuiste testigo de lo que sucedió antes, además si me alejo de Damián y
si Amalia habla, estoy segura que se volvería en un infierno el colegio, todos le dicen
amén a los Andrade.
— ¿Qué harás? –se sentó a mi lado, ya había dejado de llover y la luz de la
luna se colaba entre los árboles.
—No lo sé, todavía lo estoy pensando –su brazo me rodeó y pude apoyar mi
cabeza en su hombro. Leonardo era tan grande a pesar de tener un año menos que
yo, era incluso más alto que Damián.
— ¿Cómo estás con Damián a pesar de todo? Se ve muy sincera tu relación
con él –sonreí y me acerqué más a Leonardo, me sentía cómoda.
—Es simpático, no es muy difícil llevarle la corriente, creo que si no fuera por
todo lo que ha ocurrido entre nosotros, habría aceptado ser su novia, aunque
hubiera todo un club de chicas tratando de hacerme caer.
— ¿No te gusta?
—Si me gusta, por eso te digo que es simpático –pude sentir como Leonardo
pasaba su nariz sobre mi cabello — ¿Leo?
— ¿Mmm? –sonreí al sentir aquella caricia, era como si por un minuto, todo
estuviera bien.
273
— ¿Estás metido en líos? –Él negó sobre mi cabeza — ¿y por qué Damián
diría algo así?
—Porque es astuto, solo me quiere fuera de tu vida por dos razones, la primera
es porque te podía decir algún rumor que estuviera rondando sobre él, como la
entrega de droga cuando él te había dicho que hace tiempo que no vendía.
—Ya veo –eso era lógico ¿Qué más me escondía Damián? — ¿y la segunda
razón?
—Porque es celoso –asentí, era cierto.
—Le he dicho que no hay motivo, tu eres mi amigo –su mano libre se entrelazo
con la mía que estaba sobre mis piernas. Giré mi rostro para verlo mientras sentía
que cientos de mariposas revoloteaban en mi estómago — ¿a qué estás jugando,
Leo? –esto era demasiado, hacían días que él se comportaba diferente conmigo y
provocaba que mi cabeza diera miles de giros en un segundo.
—Yo no juego –susurró antes de acercarse un par de centímetros a mí –no
me gusta ese estilo.
—Leonardo…
No pude decirle nada más al estar tan cerca, solo me empiné un poco para
poder dejar de sentir aquellas mariposas y solo presioné mi mano a la suya con más
fuerza cuando sentí sus labios sobre los míos. Fue lo que necesitó para que
finalmente dejara su mano sobre mi cuello y me acercara más a él; intuitivamente
cerré mis ojos y me dejé llevar por la increíble sensación de poder sentir aquel beso.
Presioné aún más su mano, nerviosa por estar en esta situación ¡por dios! Parecía
que fuera mi primer beso.
Leonardo sonrió contra mi boca y eso fue lo necesario para que quisiera seguir
sintiendo sus labios. Me volví a acercar aún más y pude sentir como su lengua paso
por labio inferior, provocando que los latidos de mi corazón quisieran escapar de mi
pecho.
—Leo… —susurré sintiendo su frente junto a la mía. Me había paralizado ante
aquel beso –no deberíamos.
274
—Está bien, no te preocupes –besó rápidamente mi mejilla, sorprendiéndome
— ¿quieres que nos vayamos? –Negué de inmediato — ¿no?
—Me gusta este lugar –él sonrió.
—No he estado con nadie más aquí, creo que es la segunda vez que vengo.
—Se podría decir entonces que es nuestro ¿no?
—Sí, si no le dices a nadie podría ser el lugar que solo nosotros conocemos –
lo quedé mirando unos segundos, sin poder decir nada ¡por qué tenía que estar en
esta situación! Todo se volvía más complicado — ¿Qué sucede?
—No puedo –apoyé mi cabeza en su hombro de nuevo –no puedo hacerte
esto mientras tenga problemas con ella.
—Amaya… —me rodeó con sus brazos –no te preocupes –apoyé mis manos
en su pecho, queriendo que de esa forma desaparecieran todos mis problemas y
que estar de esta forma con Leo, no tuviera nada de malo –te gusta él ¿no?
—Es distinto.
Con Leonardo todo era diferente, me sentía feliz y podía estar tranquila a su
lado, sin pensar que de un momento a otro trataría de atacarme de cierta forma
como lo hacía Damián. Con él podía ser yo misma sin tener que preocuparme de
nada, nadie me había obligado a acercarme a Leonardo y de esa forma todo lo que
sentía era genuino. En cambio con Damián todo estaba basado en el chantaje de
Amalia y en la personalidad tan complicada de su hermano. La diferencia era
relacionada con los sentimientos, con uno los presenta y con el otro… no.
—Tranquila –susurró, tomando mi mentón y haciendo que lo mirara –no es el
fin del mundo ni nada por el estilo, no tengas esa expresión, te daré en el gusto esta
vez y nos quedaremos hasta que estés más tranquila. Es tarde y debemos ir a
clases mañana.
—Gracias Leo.
— ¿Para qué estarían los amigos si no te pueden ayudar? –volví a apoyarme
en su hombro.
275
Nos quedamos por unos minutos juntos, sin decir nada hasta que tuve que
volver a casa. Nos despedimos con un beso en la mejilla, lo cual lamente
internamente, pero deje pasar ese pensamiento para poder estar resguardada en
mi habitación, necesitaba un tiempo a solas.
Manejé con rapidez hasta llegar a casa, saludé a mis padres y me quedé unos
minutos con ellos antes de irme a dormir. Preparé mis cosas para el día de mañana
y luego me acosté, me puse los audífonos para no pensar en nada más, mi cerebro
no era capaz de crear alguna decisión con precisión, no estaba en las mejores
condiciones. Era mejor descansar.
Miré mi reflejo en el espejo. Tenía unas grandes ojeras por haber dormido mal
durante la noche, con suerte había descasado dos horas. Tomé todo mi cabello que
aún estaba un poco húmedo por la ducha y salí a mi habitación para ponerme el
uniforme, todo lo hice como si fuera algún estilo de zombi, no tenía ganas de ir al
colegio.
— ¿Amaya? –recién cuando escuché la voz de Miriam llamándome me di
cuenta que estaba mirando mi reflejo sin moverme –cariño ¿estás bien? –me gire a
verla y solo esa frase basto para que mis ojos se llenaran de lágrimas y corriera
hasta ella para que me abrazara — ¡oh, cielo! tranquila… dime ¿Qué sucede? –solo
me apoyé en ella y no dejé de llorar por varios minutos hasta que me tranquilicé,
gracias al cielo ella solo me abrazó y me dejó llorar sin interrumpirme.
—Lo siento –sequé mis mejillas con mis manos. Ella me miró esperando que
le diera una respuesta a mi comportamiento –Mamá…
— ¿Quién te hizo daño? Dímelo ahora mismo –muy bien, no tenía escapatoria
por haberme comportando de una forma tan débil.
—Mamá —me senté en la cama. No sabía que decirle.
—Nada de mamá, hija, dime lo que pasa.
—Una chica se enteró de lo que hice y temo de que todo se arruine de nuevo
–esquivé su mirada, pero ella se sentó a mi lado e hizo que la observara.
276
— ¿Crees eso? Cariño, las cosas son diferentes, en primer lugar ahora nos
llevamos mucho mejor y sabes que puedes tener nuestro apoyo, estoy segura que
tu amigo Leonardo y ese Damián también serán de gran ayuda, no puedes pensar
que todo se arruinara de nuevo, tú tienes el poder para dejar que eso suceda. Sabes
muy bien que a veces la gente habla por hablar.
— ¿Podrías abrazarme por unos minutos?
—Oh mi Amaya –volvió a abrazarme, esta vez no comencé a llorar, solo me
quede a su lado, sintiendo como sus brazos me ayudaban a sentirme mejor —
¿quieres que me quede hoy contigo?
—No, debo ir a clases –dije sonriendo –gracias.
— ¿Gracias por qué? ¿Por abrazarte? Eres mi hija, siempre me tendrás cerca
y más cuando me necesites –volvió a abrazarme y eso hizo que me sintiera más
tranquila.
277
Apoyé la cabeza sobre mi mano, mirando hacia la presentación del profesor,
sin embargo, mientras pensaba en lo que haría esta tarde, mis ojos
inconscientemente pusieron atención en el chico moreno que tenía como
compañero de clase.
Leonardo se veía muy guapo, aunque siempre lo hacía. Suspiré y no pude
evitar sonreír al recordar lo que había pasado ayer, parecía que había sido un
sueño. ¡Demonios! No debí haberlo alejado, debí aprovechar más de ese beso.
Él se giró a verme, pero trate de pasar desapercibida mirando hacia mi
cuaderno. Fue inútil, me sonrojé de la vergüenza, lo que lo hizo reír.
—Fácilmente te puedo leer la mente en este momento, Amaya.
—Cállate –dije enderezándome y mirando mí libro, tratando de ubicarme en la
clase. Sin embargo, fue imposible. Leonardo se acercó hasta mi oído.
— ¿Te pongo nerviosa ahora? –de un solo movimiento le di un golpe en su
brazo para que me dejara tranquila. Estúpido corazón que latía tan fuerte — ¿Qué
harás sobre Andrade? –dijo de repente, dejándome sorprendida.
—No es el momento para hablar de ello, pone atención, de esa forma no
copiarás mis respuestas en el examen.
—A todo esto, hay prueba de matemáticas y lengua ¿no te apetece estudiar
conmigo?
—No creo que sea correcto –él frunció el ceño.
—Es solo estudiar, no es como si te fuera a atacar ¿sabes? –sonreí.
—Sé que no me atacarías, pero no sé si yo pueda resistirme –él tensó su
mordida mirándome de una forma que me puso nerviosa –era broma ¿sí?
—Vamos, es solo estudiar, no soy un genio como tú, podrías ayudarme. Los
amigos se ayudan.
—Pareces una niñita reclamando, está bien.
— ¿Hoy?
278
—Hoy tengo mi club de lectura ¿me acompañarás? –él hizo una mueca de
desagrado, pero finalmente aceptó. No seguimos hablando porque nos regañó el
profesor.
Al salir la primera hora con Leonardo fuimos a la cafetería para comprar algo,
mi estómago sonaba por no haber tomado un desayuno adecuado.
Yo seguía un tanto paranoica, no quería encontrarme con Damián, es por eso
cuando vi que caminaba por el mismo pasillo que nosotros con rapidez me escondí
en una de esas entradas misteriosas que tenía el colegio, tirando a Leonardo
conmigo.
— ¿Qué te sucede? ¿Te has vuelto loca? –puse mi dedo índice en mi boca
para que se quedara callado. Leonardo era más grande que yo, mucho más grande,
es por ello que lo utilicé para que me cubriera. Él solo daba la espalda, así que no
nos iban a descubrir — ¿me estas tratando de seducir?
—Cállate, vi a Damián –él bufó.
— ¿Es qué te vas a esconder de él todo el tiempo?
—No estoy preparada para verlo, me besé contigo y aunque no sea su novia,
me siento mal porque también lo he besado a él –además de otras cosas que no le
iba a decir –y si no encuentro pronto una salida para lo que está ocurriendo, tendré
que seguir con él.
— ¿Qué tienes planeado? –Me sorprendí que no dijera algo malo, solo se
preocupó por mí –puedes pedirme ayuda.
—Los amigos se ayudan, si claro –dije tratando de mirar sobre su hombro para
ver si Damián había pasado.
—Creo que escuché su voz, subamos otro poco –lo miré asustada y subí
varios escalones más, hasta quedar en la parte donde la escalera giraba.
—Aquí está bien ¿no? –Dije asustada, pero cuando vi a Leonardo sonreír supe
que estaba bromeando –ja ja… muy gracioso, bajemos para que pueda comer
tranquila.
—Aquí no hay nadie, deberías estar tranquila –lo miré enojada.
279
—No puedo porque tú me pones nerviosa, con esos ojos tan oscuros como un
lobo.
— ¿Te sientes como la caperucita roja? –tragué saliva.
—Sí, pero a diferencia que esta sabe defenderse.
—Nunca te haría nada que no quieras, lo sabes, no seas injusta –esta vez me
miró bastante serio, pero era un maldito hipócrita porque cuando relajé mis
hombros, él sin más con una de sus manos tomó mi cuello y sus labios se plantaron
sobre los míos.
Me quedé estática ante aquel beso mientras sentía que un escalofrió recorría
mi espalda. Sin poder controlarme ni tampoco a las mariposas que tenía en mí
estómago, llevé mis manos a sus brazos, dejando que aquel beso siguiera. ¡Ah!
parecía que sus labios quemaban. Lentamente fui rodeando su cuello, acariciando
su piel. No pude evitar cerrar mis ojos y entregarme a su boca.
—Leonardo… —susurré cuando se separó muy pronto.
—Acaba de sonar el timbre para volver a clases –mi corazón iba a escapar de
mi pecho.
—No puedes hacer esto, recién me dijiste que…
— ¿No querías besarme? –abrí la boca para responder, pero me quede
callada. Aquel beso me había gustado y mucho –Si estarás escapando del idiota de
Andrade durante estos días, creo que me aprovecharé de tu tiempo como soltera –
fruncí el ceño, me sentía confundida respecto a los sentimientos de Leonardo.
—No es correcto.
—No es correcto que tengas que ser víctima de un chantaje, correcto es que
recibas un beso de alguien que te gusta.
— ¿Oh, sí? ¿Quién te dijo que me gustas?
—Tus mejillas sonrojadas –sonrió y bajó los escalones, sin esperarme.
Apoyé mi cabeza en la pared y quise desaparecer en ese momento ¿Por qué
se había alejado tan rápido? Ahora sentía mis labios muy raros.
280
Estuvimos en clases de química, sin hablar mucho porque pronto vendría una
prueba y esta asignatura nos costaba a ambos, así que con Leonardo estuvimos
una hora concentrados mirando lo que enseñaba la profesora. Después el día
transcurrió de una forma diferente a la que esperé, incluso nos quedamos un tiempo
conversando con Vivian, quien es aún más simpática. Nos dijo que para cuando
fuéramos a almorzar, lo hiciéramos con ella y Benjamín, quien no sabía si era su
amigo o novio.
—Ella es simpática –dijo Leonardo cuando volvíamos a clases. Durante estos
periodos evitamos de forma magistral a cualquier Andrade y sus amigos, el colegio
era bastante grande –me alegra que tengas una amiga.
—No puedo llamarla amiga, pero si es agradable conocer a alguien cuerdo.
—Ja ja –dijo irónico mientras entrabamos a la sala. Vivian no estaba con
nosotros en esta clase.
A la mitad del periodo nos desconcentramos, mi estómago sonaba de hambre
y Leonardo se aburrió de escuchar al profesor, así que nos distraíamos con
cualquier cosa, en un momento comenzamos a escribirnos por el celular, en
Facebook. Así tuve que soportar varias tentaciones de risa, hasta que el profesor
llamo mi atención.
—Srta. Varela, necesito que vaya hasta donde el director y pida el libro de
clases, lo estaba ocupando, pero necesito pasar la lista –guardé mi celular en el
bolsillo de la camiseta.
—Si señor –dije poniéndome de pie mientras Leonardo me miraba riendo –te
salvaste, lobo –su risa desapareció cuando escuchó como lo llame, de verdad
parecía uno, con esos ojos oscuros tan profundos y esa sonrisa tan blanca.
Me dirigí hasta la oficina del director, pero antes sentí un flechazo en mi
estómago por los nervios al cruzar la entrada de las escaleras que llevaban hasta
esa sala de reuniones tan misteriosa que ocupaba Damián y los demás.
281
Cerré mis ojos y giré hacia mi izquierda para subir con cuidado. Trataba de
concentrarme en escuchar algo, fue en ese entonces que sentí que alguien venia
bajando ¡mierda!
Corrí hacia abajo y me escondí en la esquina siguiente, mirando hacia aquella
escalera. Mi boca se abrió al ver que de ahí salía Damián y Eve. Mi corazón saltaba
por el miedo a ser descubierta.
—Como siempre, excelente –dijo ella tirando del suéter de Damián y
atrayéndolo hasta su boca. Abrí aún más mis ojos, tragando saliva al ver como él
con fuerza la arrinconaba en la pared y la levantaba varios centímetros sobre el
suelo al tomarla de su trasero.
Llevé mi mano a la boca como reflejo. Damián siguió besando su cuello,
provocando que ella cerrara sus ojos por el placer. No podía creer lo que estaba
viendo ¿es qué acaso lo habían hecho allí?
—Te extrañaba –le dijo él con una sonrisa, la misma que me daba a mí. Negué,
Damián era un hijo de puta.
—Basta, Damián… nos pueden ver –él la dejó para darle un corto beso en los
labios. Él sacó de su bolsillo un papelillo blanco y se lo entregó, no dude sobre lo
que contenía. Ambos se fueron como si nada hubiera pasado.
Llegué hasta la oficina del director en un estado catatónico, incluso me
preguntó qué era lo que pasaba, si me sentía bien; solo tomé el libro diciendo que
estaba muy bien. Al entrar a la sala, Leonardo frunció el ceño al verme, le entregué
el puto libro al profesor y me fui a sentar junto a Leo.
— ¿Estás bien? tienes la cara de haber visto a un fantasma ¿te vas a
desmayar?
—Te creo –dije asintiendo, él me miró extrañado –te creo lo que me dijiste
sobre Damián.
Aún tenía esperanzas de que nada de la droga hubiera sido cierto, pero por lo
visto Damián no era más que un mentiroso. ¡Por Dios! Casi me descubre, era hora
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de recargar pilas, no iba a seguir con esto. Era hora de desenmascarar a ese grupo
del mal.
283
Capítulo 23
284
—Lo sabía, no te atreves a perderlo ¿cierto? –en ese momento dentro de mi
cerebro sonó un “clic”
—Es mi único amigo –claro, ahora todo tenía sentido –no me puedo arriesgar
a perderlo.
—Me tienes a mí –tragué saliva al sentir un nudo en mi garganta. Damián
estaba jugando con mis debilidades, era un manipulador.
—Llegó a mis oídos un rumor –susurré un tanto “apenada” –te vieron con Eve.
— ¿Con Eve? –Su rostro expresaba confusión, no podía creer esto –con ella
no hablo desde que sucedió aquello de la manguera.
—Entonces debe ser mentira, lo siento –él me quedó mirando unos segundos.
—Está bien, hay todo tipo de rumores sobre mí, el otro día Leonardo me
encaró por el tema de las drogas, ese perro cree que puede andar pidiéndome
explicaciones como si nada ¿Quién se ha creído? –Me quede unos segundos sin
decir nada –eso es mentira también, no he estado metido en esas cosas desde hace
tiempo, como te dije.
—Te creo –sonreí falsamente, sonrisa que hace mucho que no utilizaba, pero
que había hecho caer incluso al más manipulador: Andrade –me dijiste que no
estabas metido en ello, te creo.
—Me alegro Amaya, estaba preocupado de que le creyeras.
—No me ha dicho nada –aquello lo tomó por sorpresa, por lo visto todo este
show era por ser descubierto, pero ahora tenía la misma duda que Leonardo ¿Por
qué yo? –le voy a preguntar.
—No, mejor no… solo traerá problemas –me miró sonriendo –me alegro que
no sigas enojada.
—Es imposible estarlo contigo realmente, aunque seas un idiota –llevó su
mano hasta mis labios y pasó su pulgar por el inferior, pero me alejé, todo tenía su
límite –aquí no.
—Bueno, te paso a ver esta tarde ¿sí? Oh mejor aún, puedes ir a leer.
285
—No, luego del club de lectura estudiaré con Leonardo, tenemos pruebas y se
vienen un tanto difíciles, siempre tenemos los exámenes antes que tu –pude notar
como tensó su mordida.
—Está bien… nos vemos mañana entonces –se acercó para besarme, pero
giré mi rostro y su beso llegó a mi mejilla.
—Nos vemos.
Rápidamente volví con Leonardo y los demás. Todos me miraban un tanto
expectantes, pero Leo no me creyó la sonrisa que formé.
Volvimos a la última clase antes de tener que ir al club de lectura, ese era el
momento donde necesitaría la ayuda de Leonardo y se lo dije mientras estábamos
en clases de arte. Le expliqué cuál era mi plan mientras él escuchaba atento.
—Tú te debes quedar abajo, vigilando, si alguien llega sigues tu camino, pero
me llamas de inmediato, así tendré tiempo de hacer algo, esconderme o actuar ¿sí?
—No creo que esto sea lo mejor ¿Qué pasaría si le dices a la Andrade malvada
que no seguirás con su juego? Sería mejor ¿no?
—Porque no me quiero ir de aquí ni seguir con ese tema, quiero tener a la muy
perra en mis manos, como ella lo ha hecho conmigo, estoy segura que algo hace
ella cuando se va durante el club de lectura, todas estas semanas siempre se retira.
No sé qué hará, pero lo averiguaré hoy mismo, tengo buenos instintos y ellos me
dicen que debo ir a esa sala hoy mismo.
—No es seguro, esa gente te puede hacer algo, por lo que me has dicho…
Amaya, esto se puede volver en un infierno –lo miré un tanto preocupada, tenía
razón.
—Es verdad, no me ayudes, no quiero que salgas perjudicado –él bufó
negando.
—No me refiero a eso, temo por ti –sonreí por sus palabras.
—Soy más fuerte de lo que te imaginas, además soy astuta, no me ganaran.
—En la confianza está el error.
—Y el que arriesga no gana, señor Ulloa –él quedo pensando unos segundos.
286
—Bien, si estás tan segura, comenzaremos a vigilarlos ¿sí?
—Gracias.
La hora de clase la seguimos en bromas, pero llegó el momento donde sonó
la campana y con normalidad nos dirigimos hasta la sala donde tenía mi club de
lectura. Leonardo tomó su posición habitual al final del salón y yo espere a que
Amalia llegara, hoy tocaba un nuevo libro ya que el lunes pasado habíamos
comentado otro.
—Buenas tardes a todos –dijo ella sonriendo como si fuera un ángel, la gran
cantidad de hombres que habían en este club era por Amalia Andrade. Llegó
uniformada correctamente y se dirigió hasta el pizarrón –esta vez iremos más rápido
y les dejo este libro para que lo busquemos y leamos ¿sí? –anoto Del amor y otros
demonios de Gabriel García Márquez –está en nuestra biblioteca así que pueden ir,
como siempre busquen un lugar que les guste para leer… yo haré lo mismo ¿sí? –
todos asentimos.
Tomé mi bolso y lo cruce sobre mi hombro, pero cuando iba a buscar el libro,
Amalia se acercó hasta donde estaba.
— ¿Cómo van las cosas con Damián? –todos ya estaban saliendo de la sala,
menos Leonardo que estaba bastante atrás, no nos escucharía.
—Hola Amalia, tanto tiempo ¿Cómo has estado?
—Lo siento –dijo un tanto abatida –estoy un poco nerviosa, tengo cosas que
hacer y Damián gasta mi tiempo ¿Cómo estás?
—Bien y con Damián… bueno, las cosas van paso a paso. Me debiste decir
que estaba involucrado en drogas –ella sonrió.
— ¿Ya te lo dijo? Ah, es perfecto, está confiando en ti entonces, soy fiel testigo
de que ha cambiado, me gusta que este a tu lado, gracias.
—No te hago ningún favor, ambas lo sabemos –antes que pudiera decirme
algo, su teléfono comenzó a sonar, sonrió al segundo de ver de quien se trataba, de
seguro era Simón.
287
—Me tengo que ir, es cierto que no me haces esto como un favor, las palabras
correctas deberían ser, estás haciendo un excelente trabajo y sé que eres lo
suficientemente inteligente para no cagarla ¿cierto, Amaya? No quiero ver después
que terminas almorzando escondida en el baño.
—Lo tengo muy claro, gracias por esas palabras de ánimos.
—Cuando quieras –sonrió de nuevo y se fue como si fuera la más buena de
todas las alumnas.
—Estoy cansada de verle la cara, la quiero en el suelo, llorando de frustración
–dije enojada.
—Wow –Leonardo me quedó mirando extrañado –que feas palabras –puso
sus dedos en forma de cruz –sal de ahí demonio ¡yo Leonardo te invoco! –no pude
evitar reír por cómo me distraía.
—Lo siento, pero estar metida en todo este lio está sacando lo peor de mi…
otra vez.
—No quiero que te conviertas en una bruja.
—No… solo quiero tener algo de ella, necesito una simple prueba para ser
libre, quiero estar tranquila.
—Bien, mejor vamos a buscar ese libro, hasta a mí me entusiasmó –lo miré y
sonreí.
—Gracias por hacer esto.
—No te preocupes, me gustas, te voy a apoyar en lo que crea que es bueno –
dijo mientras salíamos de la sala.
—Me dijiste que esto podía ser peligroso.
—Sí, lo sigo pensando, pero si te quedas tranquila haciendo tu maquiavélico
plan, te ayudaré –sonreí y antes de girar hacia la biblioteca tomé del suéter a
Leonardo e hice que se inclinara, bastante, para poder besar su mejilla.
—Gracias.
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Pedimos el libro y luego nos quedamos en la biblioteca unos minutos hasta
que decidí que era hora de subir. Con Leonardo nos fuimos hasta que alcanzamos
esa escalera que me llevaría a esa horrible sala.
—Recuerda lo que te dije, no trates de detener a nadie, solo sigue tu camino
y me avisas.
—Está bien –Leonardo se apoyó al lado de la entrada a la escalera.
Sigilosamente subí cada escalón, para mi suerte no había problema esta vez,
no venía nadie. Tenía en mi estómago mil mariposas, presentía que algo bueno iba
a encontrar. Sin embargo para cuando llegué hasta la puerta y trate de abrirla, esta
se encontraba cerrada.
—Me lleva el…
—Tranquila –casi me dio un infarto al sentir la voz de Leonardo detrás –
después dicen que jugar a los ladrones de pequeño no sirve –llevó su mano a mi
cabello y saco dos pinches negros que evitaban que mi pelo molestara mi vista. Sin
más los metió en la cerradura y abrió la puerta con cuidado.
—Voy a comenzar a sospechar de ti.
—Vamos, esto lo enseñan hasta en YouTube… ahora ve, agradece que tienes
un amigo tan habiloso con los dedos –sonrió de tal forma que me sonrojé por su
comentario.
Espere a que Leonardo desapareciera y abrí lentamente la puerta. Entré con
cuidado y me fije en el suelo y vi la llave de la puerta, aquí había alguien porque la
puerta estaba asegurada desde adentro.
Comencé a husmear en todos los cajones que había, encontré alcohol,
preservativos y unos papeles que contenían información de algunos alumnos.
Busqué mi archivo y en rojo decía “Hija del jefe de narcóticos”
—Demonios –esta gente de verdad me estaban dando miedo, para mi
sorpresa al abrir mi carpeta encontré todas las noticias que salieron en el diario
sobre lo que hice en antes, no podía creerlo ¿Qué estaba pasando aquí?
289
Tomé mi celular del bolso y comencé a sacarle fotos a los demás archivos,
además de los licores y preservativos. Tomé mi carpeta donde estaba toda la
información y la guardé en mi bolso, sabía que podrían encontrarla en internet, pero
no quería que gente ajena me tuviera en un archivo.
Cuando estaba fotografiando el bar escuché un ruido extraño, miré mi celular
para saber si tenía una llamada perdida de Leonardo, pero nada, el ruido venía
desde otro lugar.
Tragué saliva, nerviosa, y me dirigí hasta la puerta misteriosa donde entraban
los demás alumnos esa noche de la reunión. Mi corazón latía con fuerza al caminar
hasta ella, con mi mano temblorosa por la ansiedad hice girar el picaporte de
aspecto antiguo. Al girar mi rostro hacia la izquierda, sentí como un escalofrió
recorría mi cuerpo al ver el cuadro donde estaba Damián. Este lugar era tétrico.
—Bien… —susurré cuando la puerta se abrió.
Era un pasillo, con los mismos colores que el resto del salón, pero aquí había
más puertas, como si se tratara un pasillo de un hotel. Había alrededor de ocho
puertas, este lugar era gigantesco.
Me concentré en el ruido y pude averiguar que venía desde la primera puerta,
con cuidado el pase hasta llegar a la que seguía. Al abrirla me quede helada.
— ¿Qué demonios? De verdad es un hotel.
Seguía con esa decoración que tenia terciopelo, en el centro había una cama
gigante que se cubría con un cobertor de seda negro. A este lugar venían a tener
sexo, de seguro Damián había salido de aquí junto a Eve. Cerdos.
No pude seguir concentrada en que más había ahí, ya que los ruidos de una
cama chocando con una pared, eran notorios. Rápidamente le saqué fotos al lugar
y después al salir hice lo mismo con el pasillo. Tenía suficiente para poder revelar
lo que sucedía aquí al resto del colegio, pero cuando pasé por la primera puerta…
no lo aguanté, tenía que ver si mis sospechas eran ciertas.
Con delicadeza abrí la puerta y activé la opción de video en el celular. No podía
asomar mi cabeza para ver de quien se trataba, pero si mi mano.
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—Vamos a ver… —susurré concentrada, tratando de enfocar la cámara. Como
el pasillo era un tanto oscuro, no notarían que la puerta estaba un poco abierta,
menos si esos gritos eran de verdadero placer, estarían en un mundo paralelo,
donde tener sexo en un colegio dentro de una sexta, era normal.
Miré la imagen que se veía en el celular y sonreí. Había dado en el clavo y
más me lo aseguro cuando mi querida amiga Amalia comenzó a llamar a Simón
mientras este la tenía sobre sus manos y rodillas, sujetándola de sus nalgas y
penetrándola un tanto salvaje, ella aún mantenía la falda de su uniforme. Pude ver
que tenía sus manos atadas a la cama. Demonios.
— ¡Simón! ¡Más! –dijo entre sollozos, mi boca se abrió al ver como él le daba
una nalgada que me dolió hasta mi ¿Quién lo hubiera dicho? Simón se veía tan
tranquilo.
—Cállate –siguió penetrándola como si no hubiera un mañana, pero decidí que
era momento para retirarse.
Guardé el video y sonreí triunfal. Cerré la puerta dando gracias a Dios por
haberme dado esta intuición, si la hubiera utilizado antes, nada de esto hubiera
ocurrido, pero ya estando aquí, no había nada que hacer. Cuando guardé el video
vi que tenía una llamada perdida de hace un segundo.
—Mierda… —era de Leonardo.
Corriendo salí del pasillo y alcance a cerrar la puerta para quedar mirando el
cuadro de Damián cuando sentí que alguien más entraba al lugar. Desde aquí no
se podían escuchar los gritos de Amalia, solo un leve ruido que daba la cama al
chocar contra la pared.
—Amaya –me giré al escuchar la voz de Damián. Esto no pudo haber salido
peor.
Frunció el ceño de inmediato, pero me tragué los nervios y me concentré,
había pasado por cosas peores.
—Te estaba buscando, fui al bosque, pero no estabas… pensé que te
encontrarías aquí.
291
— ¿Ah, sí? ¿Y me estabas buscando con Leonardo? Lo vi a un par de metros
de la escalera.
— ¿En serio? Ah… le dije que vendría sola, después de todo me dijo lo que
temías.
— ¿Qué te dijo?
—Que te había visto entregando droga –él frunció el ceño y cerró la puerta.
Me tensé –no quiero volver a hablar con Leonardo, no le creo.
— ¿No? –se giró un tanto sorprendido.
— ¿Debería creerle?
—Claro que no, sabes que no es así –guardé mi celular en el bolso — ¿Qué
hacías con tu celular?
—Leonardo me estaba llamando, le dije que no quería hablar con él.
—Si quieres puedo arreglar eso.
—No, yo me manejó con él, gracias –sonreí, tratando de calmar mis piernas
que estaban por temblar.
—Entonces –dijo acercándose a mí de forma seductora — ¿para qué me
buscabas?
—Solo quería… hablar contigo.
— ¿Ah, sí? ¿Sobre qué? –sus ojos verdes me miraban de una forma extraña.
—No quería que te fueras enojado o pensaras que yo lo estaba, solo eso –
tenía miedo, estaba demasiado cerca y sabía que no tenía buenas intenciones.
—Yo sé de una manera para que mi enojo se vaya –sonreí y traté de alejarme
de él al sentirme acorralada, pero su mano sobre mi cintura evito que diera otro
paso.
— ¿Qué haces? –Su agarre aumento de presión –Damián, no –dije cuando
sus labios se acercaron a mi cuello.
—Amaya, no me hagas sufrir más —mordió el lóbulo de mi oreja y eso hizo
que me alterara. Lo empujé y me alejé.
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—He dicho que no ¿es qué no te quedó claro la vez pasada? –él tensó su
mordida, estuve a un segundo de gritarle todo lo que sabía, pero me arrepentí a
tiempo, no podía arruinar esto.
—No, no lo he entendido –se acercó sin más hasta mí y me rodeó con sus
brazos, empujándome hasta que me hizo caer sobre el sofá.
— ¡Para, Damián! ¡No quiero! –me tenía atrapada, ni siquiera podía darle una
patada para que dejara de tocarme. Con fuerza su agarre subió a mi cuello para
que pudiera verlo.
— ¿Crees que soy idiota? ¿Qué eres la primera que ronda por aquí buscando
algo de información? –sin más metió su mano a mi bolso y saco la carpeta con mi
información. No pude moverme, me quede helada por lo que dijo — ¿de verdad
crees que no me iba a dar cuenta de tu cambio? –sin más atrapó mis labios
dándome un beso que no respondí, trataba de mover mi rostro para que no siguiera.
— ¡No! –le grité. Con brusquedad separó mis piernas — ¡no! ya basta.
—Oh, pobre Amaya, pasando por lo mismo dos veces ¿esperas qué tu amigo
te busque? Dudo que pueda ayudarte con la puerta cerrada –comencé a golpearlo,
pero no podía hacerle daño, mis brazos perdían fuerza por el miedo –esta vez no
hay arma que te ayude.
— ¡Amalia! –grité tratando de buscar cualquier tipo de ayuda.
— ¿Mi hermana? ¿Crees qué te ayudara? Tiene mucho tiempo aun para
seguir con su noviecito. Además ella misma hizo que llegaras hasta aquí ¿de verdad
creíste que ella no sabía nada? Por favor, vivimos bajo el mismo techo, pero creo
que el plan falló ahora que sabes todo, no te sirve actuar de estúpida… ¿creerme
sobre lo que te dijo Leonardo solo porque era yo? Amaya, tú misma me has
enseñado que eres más astuta que eso, te has delatado sola por este nuevo
comportamiento.
—Por favor… déjame –su rostro estaba muy cerca del mío.
—Mmm ¿Por qué lo lamentas tanto? Si solo nos has faltado muy poco para
hacerte mía –pasó su lengua por sus labios –me encanta que seas de sangre
293
caliente y que no dudes cuando quieres algo –volvió a besarme mientras su mano
viajaba por mi cuerpo hasta mis bragas.
— ¡Para, para! –decía contra sus labios, pero me mordió con fuerza haciendo
que gritara de dolor.
—Esto pudo haber sido muy placentero para ti ¿sabes? Pero mira, me has
descubierto y ahora debo cobrar lo que quiero antes de tiempo, además de dejarte
muy claro que desde ahora no serás nada más que mi puta personal. Te tendré en
mi mano y con eso a tu padre, así no sacaremos a la policía de encima –lo miré sin
creer lo que me estaba diciendo.
—Por Dios ¿Quién eres?
— ¿Sabes lo conveniente que es tener en la palma de la mano a la hija del
jefe de narcotráfico? Luego si lo hubiera logrado por las buenas solo habría tenido
que manipularte para que me entregues datos y así mantener el negocio de mi
familia en paz, ahora tendré que amenazarte.
— ¿Crees qué no iré a la policía? –era un idiota, sin embargo, no podía creer
que él me estuviera haciendo esto. Todo había sido una actuación ¡como fui tan
tonta! Siempre desconfié de él hasta que caí, incluso Amalia me lo advirtió.
— ¿Y qué les dirás? ¿Qué te violé? Créeme… esto está siendo grabado y no
te ves en condiciones de estar sufriendo, menos cuando todos saben que eres mi
novia –sonrió con suficiencia –Cloe tenía razón después de todo, me dijo que
caerías como cualquier otra, pensé que podrías ser más inteligente, pero no… eres
simple y ordinaria, de esa forma seguirás bajo mi control y bajo mis órdenes.
— ¡Hijo de puta! –le grité frustrada.
—Ahora solo quiero lo que debió ser mío hace mucho tiempo, sí que tienes
autocontrol –metió sus manos bajo mis bragas –esto debió haber sido tan diferente,
Amaya –susurró en mi oído. Me quede inmóvil, no podía hacer nada, estaba
perdida, ni siquiera tenía fuerzas –si hubieras seguido mi juego –comenzó a besar
mi cuello y a subir mi suéter –no serás más que mi puta, pudiste haber sido mi
favorita.
294
— ¡A quién vienes a tratar de puta! –mi alma volvió a mi cuerpo cuando
escuche la voz de Leonardo.
Él tomó a Damián desde el hombro y lo alejó de mí. Con rapidez me puse de
pie y arreglé mi ropa. Leonardo le dio un puñetazo que hizo que chocara contra el
bar, para después darle un golpe en su abdomen, provocando que gritara de dolor.
Leo perdió el control, comenzó a patear a Damián y a darle otros golpes en su rostro,
sin dejar que se recuperara.
Corrí hasta donde Leonardo y lo tomé del brazo para que se detuviera.
— ¡Date por muerto, perro! –le grito Damián con su rostro manchado por la
sangre. Me iré a verlo, me daba asco.
Me agache y metí mis manos en sus bolsillos, saque lo que necesitaba y lo
arroje a su lado, eran papelillos de marihuana. Saqué mi celular y tome algunas
fotos.
—Ahora veremos quién será mi puta ¿no? –le di un golpe en sus testículos
que provoco un grito que no se escuchó en ningún lado, simplemente tuvo la
expresión de dolor. Me alegré.
Bajamos las escaleras con Leonardo, cada escalón iba perdiendo más
fuerzas. Él tuvo que sostenerme del brazo hasta que llegamos al estacionamiento,
mi vista estaba nublada y me sentía pésimo.
—Ven, Amaya… —con su ayuda llegué hasta mi auto –tus llaves –sin
preguntarme metió sus manos en mi bolso y sacó el llavero. Abrió la puerta de
copiloto y me sentó –vamos, despierta, no pasó nada… no alcanzó a hacer lo que
quería, mírame –tomó mi rostro en sus manos e hizo que me fijara en él — ¿tienes
algo para atraparlo? Yo voy a testificar, no te preocupes.
—Mi celular –rápidamente buscó en mi bolso y me quedó mirando confundido.
— ¿Una nota de voz? ¿Eso tienes? –lo mire confundida y tomé el celular en
mis manos.
295
—No puede ser… —acepté la opción de guardar que apareció luego de salir
de la cámara y después apreté playa para que comenzara.
Después de unos segundos con Leonardo nos quedamos mirando sin poder
creer lo que tenía en mis manos.
— ¿Cómo es posible? ¿Tenías planeado esto? –susurró sorprendido.
—De seguro él marcó la opción cuando saco mi carpeta de archivos del bolso,
Dios… esto es perfecto.
—Ya estás recuperando el color, menos mal –abracé a Leonardo de
inmediato.
—Gracias, gracias ¿Cómo entraste?
—Ya viste como abrí la puerta, no fue nada difícil –dijo sacando de su bolsillo
mis pinches –Para eso están los amigos ¿no? –volví a abrazarlo.
—Es hora de destruir a esos bastardos y comenzaremos con Damián.
296
Recibí el regaño de mi vida al estar a solas con Cristian, me decía que había
demorado mucho en decirle todo el tema de las drogas. Acepté cada dicho en
silencio, no podía mezclar a Amalia en todo esto.
Papá envió a uno de sus subalternos en búsqueda de Damián por intento de
violación, además de narcotráfico. Ahora comenzaba todo el papeleo con el juez,
también advertí a mi padre sobre el hecho de que ese hombre era padre de Tobías,
quien estaba metido en drogas al igual que su hijo.
Cuando llegamos a casa, tuve que explicarle todo a mamá, quien se vio
horrorizada. Sin embargo con Cristian la tranquilizamos, todo iba a salir bien.
Ahora estaba en mi habitación, guardé en una memoria USB el video de
Amalia y sonreí. Querría ver su expresión, sabía que ella sería la primera en dar el
paso buscando venganza. Me tenía que preparar, las cosas no mejorarían, incluso
todo lo contrario. Por eso mismo llamé a mis tíos de Roma, tenía que explicarles
todo lo que había sucedido, necesitaba de su ayuda.
297
Capítulo 24
Era miércoles y no había ido al colegio, tampoco ayer. Tenía cierto temor de
volver a clases después de todo lo que sucedió, por lo que sabía Damián no había
asistido a clases tampoco, a diferencia de Leonardo que me había dicho que no le
temía a nada ni a nadie.
— ¿Estás bien? –dijo Miriam mientras cenábamos, con todo este ajetreo
Cristian no pasaba mucho tiempo en casa y mamá se había quedado estos días
conmigo. Habían llevado detenido a Damián, pero no duró ni siquiera una hora, llegó
su abogado junto con su padre y lo sacaron.
—Sí, solo estaba pensando en lo rápido que salió Damián.
—Estas cosas son un tanto complicadas, pero no dudes que todo terminará
bien, hay pruebas y testigos.
—Solo dos –dije pensando en mí y en Leonardo, nadie más podía
respaldarnos, además como la denuncia fue hacia Damián, el padre tuvo tiempo de
mover todo lo que fuera sospechoso en su casa –no lo sé, esperemos que termine
todo bien, como dices.
— ¿Qué vas a hacer respecto al colegio?
—Debo volver, pronto serán los exámenes y ya vienen las fiestas así que
habrán vacaciones, hablé con tío Evan, así que ya sabes… luego de este año
escolar, creo que es lo mejor para mí.
—Entiendo –Miriam suspiró un tanto triste.
Según mis planes, era obvio que todo se volvería un infierno, Amalia se
encargaría de ello, es por eso que me iría a estudiar a Roma, me quedaría con mis
tíos hasta que acabara mi educación y luego volver para quedarme en una
universidad. Mamá se lo había tomado un tanto mal y papá… bueno, él no quiere
saber nada del tema aun, así que solo soy yo la que habla de lo que sucede. Sería
solo un año.
298
—Me retiro, muchas gracias, estaba todo muy rico… mañana iré a clases, no
saco nada quedándome aquí encerrada –dije con nuevos ánimos, quizás nadie se
había enterado de lo que había sucedido, Leonardo cuando me venía a ver no
hablaba sobre el colegio, solo nos quedamos estudiando y sabía que él lo hacía
para no deprimirme.
Me despedí de mi madre y fui hasta mi habitación, arreglé mis cosas para
mañana e hice unas tareas que estaban pendientes por no ir a clases.
Me di una ducha rápida y me puse el pijama para terminar envuelta en las
sabanas, tenía sueño, aunque mi estómago se estaba revolviendo por los nervios
de ir a clases mañana. No sabía que podría escuchar o ver, no quería que me
gritaran cosas feas como antes.
299
Cuando llegamos al estacionamiento del colegio, no pasó ni un segundo para
darme cuenta que todos sabían lo que había pasado. Al verme con Leonardo
comenzaron a murmurar y mirarme de mala forma. No los tomé en cuenta y seguí
caminando con Leo, que trataba de distraerme para no tomar atención en los
demás, pero al momento de entrar al colegio… todo se arruinó.
Me quedé de una pieza mirando el pasillo principal que estaba empapelado
con hojas que tenían impresa mi cara, diciendo “zorra” además de otros afiches
donde habían fotos mías con Damián aquel día que trató de abusar de mí, aunque
desde la perspectiva de otra persona se podría decir que nos veíamos bastante
cariñosos, no se notaba que me tenía a la fuerza sobre el sofá.
Caminé hasta un costado y pude observar que también había fotocopias de
las noticias sobre la muerte del prestigioso abogado que murió a manos de su loca
vecina. Malditos periodistas, habían manejado la noticia como se les dio la gana.
— ¡Saquen esto de aquí! –se escuchó la voz del director, quien hacía que
varias personas del equipo de auxiliares del colegio limpiaran las paredes.
Tragué saliva, llena de rabia, rompí el papel que tenía en mis manos y solo
tuve un nombre en mente: Amalia. Esa chica me las pagaría antes de que se
acabara el año, si le gustaba jugar sucio, yo podía ser aun peor.
— ¿Amaya? –la voz de Leonardo me trajo a tierra. Me miraba preocupado.
— ¿Esto se ha repetido durante los otros dos días? –él negó, estúpida Amalia
¿Cómo demonios se enteró de que volvía a clases hoy?
— ¿Es una asesina? –escuché que alguien decía a lo lejos –debería estar en
la cárcel, no puedo creer que este colegio permita entrar a cualquiera, mira lo que
le hizo a Damián Andrade, lo metió en problemas porque quiso terminar su relación
con ella.
—Amaya –volvió a repetir Leonardo, pero yo volví a quedarme helada, esto se
estaba volviendo en un infierno. Los Andrade llevaban años en este lugar, tenían un
prestigio que sería muy difícil de hacer caer… quizás imposible. A lo mejor Damián
ni siquiera pagaría lo que hizo conmigo o los crímenes que estaba cometiendo en
300
este colegio –ya basta –dijo Leonardo tomando mi rostro y haciendo que lo mirara
–es tarde y tenemos clases, no mires a los lados, así de simple.
Sin esperar a que le dijera algo más, tomó mi mano y me hizo caminar hasta
donde teníamos clases, pude notar que todas las miradas estaban sobre mí. Ahora
las chicas seguían observándome con odio, pero por haber supuestamente
perjudicado a Damián Andrade, su alumno objetivo de su adoración.
Cuando entramos a la sala, hubo un silencio total. Busqué a Vivian entre
nuestros compañeros, pero ella esquivó mi mirada, de inmediato supe que estar con
ella y su amigo Benjamín, no era una opción.
—Quizás deberías alejarte –le dije a Leonardo –saldrás perjudicado si estas
con la chica más odiada del colegio.
—No digas estupideces –susurró en mi oído –además no seas egocéntrica,
no todos están atentos a tus movimientos.
—Ja ja –dije irónica.
Caminé hasta mi asiento, junto con Leonardo, quien miró a los demás de mala
forma, le di un golpe disimulado para que dejara de hacer eso.
—Tranquilo.
Nos sentamos y de inmediato pensé que esto sería aún peor que en mi antiguo
colegio. Amalia tenía razón, esto se podría volver en un infierno.
Para cuando llegó el profesor, todos volvieron a la normalidad, pero él se
acercó a mí, llamando la atención de la clase.
—Srta. Varela, el director requiere de su presencia ahora mismo –asentí y me
puse de pie. Leonardo volvió a mirarme preocupado, pero solo toqué su hombro
para que se tranquilizara, no era como si fuera a que cortaran mi cabeza.
Cuando salí del salón, caminé lo más rápido hasta la oficina del director, pero
cuando giré en el último pasillo me encontré con Cloe. Estaba apoyada en la pared,
mirándome con una sonrisa que me dio escalofríos. Llevaba su cabello suelto, le
quedaba muy bien, aunque por su expresión parecía el mismo demonio vestido de
mujer.
301
—Quien lo hubiera dicho –dijo dando un paso para no dejarme avanzar –
realmente pensé que serias una presa fácil para nuestro Damián y mira en los
problemas donde lo has metido.
—No tengo nada que hablar contigo, además debo ir donde el director –traté
de pasar por su lado, pero ella con fuerza me tomó de mi brazo derecho y me hizo
chocar contra la pared.
—Escúchame atenta cuando te hablo, no soy como Amalia, yo no juego y no
tengo su paciencia –el agarre de su mano paso a mi cuello con una rapidez
sorprendente –vas a retirar todos los cargos contra Damián, tu puedes hacerlo ya
que eres la principal perjudicada, luego aceptarás todo lo que se diga en este
colegio, es por tu propio bien ¿sabes?
— ¿Por qué… haría eso? –sonreí, tratando de parecer valiente, a pesar de
que me estaba muriendo de miedo, esta tipa estaba loca.
—Porque si no los papeles de hoy no serán nada comparado a lo que yo puedo
hacer. Ese es estilo de Amalia, no el mío –fruncí el ceño al escuchar la confirmación
de que Amalia había sido la mente detrás del empapelado del pasillo.
— ¡Suéltame! –le grité tomando su brazo y doblándolo para que me dejara
libre. La inmovilicé de tal forma que su brazo ahora lo tenía en su espalda y la
sujetaba desde ahí. Manejar a una mujer en defensa personal era más fácil –no
vuelvas a hacer lo de hoy, no sé qué te habrán dicho los Andrade, pero se
defenderme muy bien, todos estos problemas son la evidencia de ello.
—No juegues con fuego, te puedes quemar Amaya. Suéltame ahora mismo
antes que me encargue de ti y no puedas volver a levantarte por días –la solté y la
miré desafiante, no iba a dejar que me pasara a llevar de esta forma.
—No retiraré nada y por tu bien y el de Amalia, no vuelvas a hacer algo como
lo de hoy.
—La que habla aquí soy yo y retirarás los cargos.
— ¡Él va a pagar de todas formas! No puedes hacer nada, es un delito y
aunque saque el cargo de intento de violación, no puedes hacer nada contra la
302
droga –sus ojos se abrieron bastante ante mis palabras y segundo después
comenzó a reír.
— ¿De verdad crees que se irá preso? Por Dios ¿es qué no te has dado
cuenta? Si estoy hablando contigo ahora es solo por la imagen que representa
Damián en este colegio, la institución que hay detrás de él –por mucho que quisiera
no creer en sus palabras, había una gran posibilidad de que así fuera, que no saliera
afectado por parte de la justicia.
—Estás loca si crees que haría algo así –ella se puso recta y me miró desde
varios centímetros más arriba. Demonios, era alta.
—Entonces… atente a las consecuencias.
Ambas fuimos por caminos diferentes hasta que toqué a la oficina del director.
Me dijo que pasara y lo hice.
El hombre de unos cincuenta años estaba de traje negro con su cabello canoso
y ojos azules atento a los míos.
—Me mandó a llamar –él con su mano indicó que me sentara y así lo hice.
—Ha causado gran espectáculo estos días, Srta. Varela ¿Cuáles son sus
planes para futuro? –de inmediato supe de qué se trataba todo esto.
—Quedarme en el colegio, si esperaba que me fuera… no será así –su
mordida se tensó. Era obvio que este hombre sabía muy bien todo lo que ocurría en
el colegio.
—No puedo asegurar la ayuda correspondiente en todo momento si ocurren
sucesos como los de esta mañana.
—No se preocupe, puedo manejar muy bien esto sola, no es necesario que
me este cuidado, muchas gracias de todas formas, eso habla excelente de usted
como director –sonreí de manera falsa, no iba a quedar como una mala educada
para que tuviera algún pretexto y así sacarme del colegio.
—Eso veo –golpeó sus dedos sobre el escritorio por unos segundos –aunque
estoy seguro que el colegio podría darle una excelente carta de recomendación para
303
ser matriculada en el lugar que usted desee, incluso podría ser partícipe de alguna
beca, sé que sus notas son muy buenas.
—No, muchas gracias, me quedo con mis padres, sus trabajos están aquí y es
donde yo estaré –sabía que esto no acabaría hasta que yo me fuera de aquí, pero
no le iba a dar esa sensación de relajo al inútil director que teníamos — ¿Y cuáles
son sus planes a futuro? –debía encontrar un buen camino con este señor, no quería
tener problemas cada día por culpa de Damián y sus secuaces.
— ¿Mis planes a futuro? –lucía confundido.
—Claro, esto se volverá un escándalo a nivel educacional, puede que incluso
perjudique en la matriculas del próximo año, no muchos padres querrán que sus
hijos ingresen a un colegio donde hay drogas ¿Qué hará al respecto?
—Ese es un tema que debe abordar la institución –aclaró, dejando expuesto
que no tenía idea que hacer.
—Debería crear una campaña contra drogas, que la gente de aquí y los
alrededores se dé cuenta que está preocupado por sus alumnos –me quedó
mirando unos segundos y sonrió.
—Era claro que alguien como tú debía tener cerebro como para estar
involucrada con los Andrade ¿no? –sonreí, este colegio era una mierda, peor que
el anterior en el que estuve. Incluso el director estaba coludido, el Sr. Andrade debía
ser muy poderoso para tener a gente importante dentro de su bolsillo.
—Limpié la imagen del colegio de esa forma… así se hace en todo el mundo,
todo se tapa con campañas ¿no? –Asintió ante mi idea — ¿me puedo retirar?
—Adelante –me puse de pie y me dirigí rápidamente hasta la puerta — ¿Srta.
Varela? —dijo antes de que me fuera.
— ¿Sí?
—No creen una guerra aquí, sigue siendo mi colegio –asentí y desaparecí de
su vista.
304
Cuando volví a clases, tuve una entrada más normal, aunque varias miradas
se enfocaron sobre mí no las tomé en cuenta. Le dije lo que había pasado a
Leonardo y él no podía creerlo, cada vez quedaba más expuesta la realidad de este
colegio.
Las siguientes horas solo nos concentramos en las clases, Leonardo me
distraía con sus bromas y cuando no estaba hablando, yo me distraía con los
problemas que tenía en mi cabeza y… en mirarlo más de la cuenta. Ninguno había
dicho nada sobre lo que paso días atrás.
—Es mejor que no te alejes de mí –dijo Leo cuando caminábamos hasta la
cafetería. Era la hora del almuerzo.
—No seas paranoico, me sé defender.
—Sí, pero yo estaría preocupado, no quiero que te pase nada –sonreí porque
me encantaba la idea de que yo le importaba.
—Bien, entonces me quedaré cerca de ti para no preocuparte.
Cuando elegimos nuestra comida y fuimos a buscar una mesa, notamos que
no había ningún puesto donde pudiéramos sentarnos, se notaba por las miradas de
sus ocupantes.
—Ahí esta Vivian –dijo él al ver que habían puestos libres, pero noté la
expresión de nuestra compañera y me di cuenta que no era lo mejor irnos con ellos.
—Leo, no creo que nos quieran cerca, en este momento somos como lo peor
en el colegio.
—Pero no hemos hecho nada –dijo enojado –es ese infeliz y su familia los que
ha hecho de todo en este lugar.
—Mejor vamos afuera, no hace frío y podemos comer al aire libre ¿no es
mejor? –dije sonriendo, no quería que él se sintiera mal por mi culpa, si no hubiera
sido mi amigo nada de esto le estaría pasando.
—No, no tenemos porque ir a comer afuera como si no pudiéramos hacerlo
aquí, ven conmigo –negué, no era una buena idea –Amaya… —suspiré y lo seguí,
305
pero antes de que pudiéramos llegar a la mesa de Vivian, se nos cruzó Juliana,
quien estaba acompañada de Nicole y Felipe.
— ¿Dónde creen que van? –Dijo Juliana sonriéndonos de una manera
desagradable, vestía con su traje de porrista de color verde y gris ¿Por qué lo usaba
fuera de horario? –no hay espacio para ustedes en esta cafetería.
— ¿De qué estás hablando? Hay muchos puestos donde nos podemos sentar
–dijo Leonardo –por lo que tengo entendido, vivimos en un país libre ¿no?
—Fuera de aquí, Leonardo –dijo Felipe metiéndose entre Juliana y Leo.
Bien, no era que no le tuviera fe a mi amigo, pero ese tipo era gigante, podría
hacer caer a cualquiera.
—Leonardo, mejor vámonos… no causemos problemas –pude ver como
Vivian discutía algo con Benjamín, que era su amigo o novio, no sabíamos aun –
Leo… —tiré de su brazo al ver que se estaba enojando por la actitud de Felipe.
—Hazle caso a tu novia –dijo Nicole, mirándome despectivamente, era obvio
que ya no era de su agrado.
—Leonardo, ya basta –tiré de nuevo de su brazo, pero antes de que se pudiera
girar hacia mí, alguien interrumpió todo.
— ¿Qué está pasando? –Dijo Vivian, metiéndose entre todos –chicos, los
estamos esperando en nuestra mesa –nos quedó mirando con una sonrisa –
apresúrense que la hora de almuerzo se va muy rápido.
— ¿Disculpa? –dijo Juliana tan sorprendía como estaba yo.
—Lo siento ¿querías hablar con ellos? –Vivian sonrió de una forma sarcástica
–yo pedí una cita antes, su agenda está muy ocupada ahora que son el centro de
atención de todo el colegio, así que por favor, si me permiten… —sin más me tomó
del brazo para que avanzara y de esa forma yo tiré a Leonardo para que dejara
atrás a Felipe que lo miraba furioso.
Sin embargo, esta increíble escena donde alguien se apiadaba de nosotros,
no pudo ser perfecta. Cuando íbamos camino a la mesa de los chicos, Amalia, que
306
apareció de la nada, chocó contra mí, dejando que toda su bandeja de comida,
además de la mía, cayera sobre mi pecho.
— ¡Pero que te sucede! –le gritó Leonardo.
— ¡Oh! Amaya, no te vi, lo siento tanto –dijo ella con un tono de preocupación
falso.
Me quedé unos segundos sin decir nada y mirando al suelo, sintiendo como
los fideos con salsa caían de mi suéter y como los jugos de frambuesa traspasaban
mi camiseta hasta llegar a mi piel.
—Amaya… —escuché la voz de Vivian y me di cuenta que si seguíamos cerca
de ella, podría correr la misma suerte y no podía permitirlo, no hasta que Amalia
quedara un escalón más bajo de lo que yo estaba.
—Estoy bien –tragué saliva para que el nudo de lágrimas que se formó en mi
garganta desapareciera. Tenía tanta rabia que quería abofetear a Amalia. Levanté
la mirada y la encaré –no se puede pedir un mínimo de coordinación para alguien
con el cerebro tan pequeño –sonreí al ver su expresión de odio, sus ojos verdes, los
mismos que tenia Damián, me miraron con rabia.
No me sorprendió cuando levantó su mano y me dio una bofetada al frente de
toda la cafetería. Leonardo la tomó de su brazo para alejarme, pero en ese segundo
llegaron Simón y Felipe quienes lo alejaron, empujándolo contra uno de los pilares.
— ¡Ey! –Gritó un profesor que estaba almorzando — ¿Qué está pasando aquí?
¡Ustedes suelten a Ulloa ahora mismo! –Los chicos lo hicieron y Leonardo los miró
enojado para después llegar hasta donde yo estaba –Srta. Varela… puede retirarse,
Leonardo, acompáñala.
Nos fuimos de la cafetería como si fuéramos la escoria de todo el colegio, lo
que en este caso incluía a todo el pueblo de Ciudad Blanca. Miré a Leonardo, lo
peor de todo esto fue arrastrarlo conmigo, era tan injusto.
— ¡Y una mierda! –dijo tomando mi mano y llevándome por los pasillos del
colegio, íbamos bastante rápido así que tenía que prácticamente correr, mis piernas
no eran tan largas como las de él.
307
Llegamos hasta el estacionamiento del colegio, junto a su moto.
— ¿Tienes algún pañuelo? –Saqué algunos que tenía en mi bolso, los había
guardado por si me ponía a llorar –sácate ese suéter, esta asqueroso –me senté en
la moto e hice lo que me pidió, con cuidado para no ensuciarme aún más. Me quitó
los pañuelos y saco uno para limpiar mi cabello.
—Ahora tengo mi blusa color rosa –dije viendo como el jugo la había
manchado.
—Bueno, ahora que estas de moda puedas hacer que cambien este uniforme,
crear un nuevo diseño, que tenga una mancha roja –lo miré enojada ¿se estaba
burlando de mí?
—Idiota… —sacó algo de mi cabello y lo quedó mirando, era un fideo. Nos
quedamos observando y un segundo después comenzamos a reír –esto es horrible
–dije a carcajadas.
—Sí que lo es, pero no me arrepiento de haber pateado a ese Andrade –siguió
limpiando mi cabello y parte de mi rostro. Estaba toda sucia –es mejor que te vaya
a dejar a casa ¿no?
—Puedo llamar un taxi.
—No seas tonta, yo te llevo, además así estudiamos… esto problemas no nos
quitarán los exámenes de encima ¿no?
—Tienes razón… —deje que siguiera cuidado de mí mientras me concentraba
en sus facciones, se veía muy concentrado tratando de sacar los fideos de mi pelo
–siento haberte metido en esto, no te lo mereces.
—No me importa, tú tampoco te mereces nada de lo que te pasa, además soy
tu amigo.
— ¿Si? –él concentró su vista en la mía y sin previo aviso se acercó lo
suficiente para que sus labios tocaran los mío. Apoyé mis manos en sus hombros
para no caer, cientos de mariposas revolotearon en mi estómago e hicieron que me
acercara más a él –No… para –lo empujé para detener esto.
— ¿Qué? –él me miró confundido.
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—Estoy toda sucia, Leo, no te quiero ensuciar –me sonrojé al darme cuenta
que de seguro aun tenia fideos en mi cabeza. Él comenzó a reír.
—No me importa –esta vez me dio un beso en la mejilla y fue a tirar los papeles
al basurero –mejor nos vamos –cuando dijo eso a varios metros de distancia se
escuchó como un auto hizo mucho ruido al acelerar y salió del estacionamiento por
nuestro lado. Era el auto de Damián.
— ¿Qué habrá estado haciendo aquí? –dije al sentir un escalofrió por el miedo.
—De seguro arreglando problemas, el colegio debe estar en unos bastante
grandes por culpa de él.
—Cierto… —recordé la conversación con el director.
—Mejor vámonos ¿sí? –asentí, era lo mejor.
Obviamente nos retiramos antes de la jornada escolar y nos fuimos a mi casa
en la moto de Leonardo. Cuando llegamos él se quedó en la sala mientras yo subía
a ducharme, lo hice rápidamente y me vestí con unos jeans claros que estaban
rasgados en una pierna y una sudadera color violeta, además de usar mis pantuflas
de casa. Me sorprendí cuando me vi arreglando mi cabello al frente del espejo,
tratando de lucir mejor. Negué y solo tomé mi cabello por completo, dejando un
moño bastante alto.
Bajé con mis cuadernos hasta la sala, Nana le estaba sirviendo un café con
un pedazo de pie de limón a Leo, me preguntó si quería algo, pero negué. No tenía
apetito.
—Mucho más limpia, siento si me demoré mucho.
—No te has tardado nada, no te preocupes –moví todo en la mesa de centro
para tener espacio. Dejamos los libros y cuadernos encima.
Comenzamos a estudiar, principalmente física y luego química, debo decir que
me desconcentré varias veces y no por los problemas que tenía, sino que por mi
compañero de estudio. Leonardo se concentraba bastante cuando estudiábamos,
es por eso que su ceño se fruncía levemente mientras leía o hacia algún ejercicio.
309
Eran esos momentos que como una estúpida me quedaba mirándolo por más
tiempo del que debía.
—Sí y aquí es hacia el infinito ¿ves?
—Odio física ¿sabes? –sonreí.
— ¿Qué harás cuando te toque ir a la universidad? No me tendrás para
ayudarte –me di cuenta en ese segundo que no había hablado con Leonardo sobre
mi traslado en un par de meses.
—Supongo que me tendré que ir a la misma Universidad que elijas para que
me sigas ayudando –sonreí de nuevo.
— ¿Qué te gustaría estudiar?
—No lo he pensado muy bien, queda un año aun ¿no?
—A mí me gustaría ser profesora, me agrada la idea.
—Te queda, enseñas bien, mira como me has ayudado, ahora en mis
próximos exámenes veremos si tienes madera para enseñar.
—Eres un desafío entonces, lobo –dije mirando sus ojos tan oscuros –de
verdad que pareces uno, tus ojos son tan negros –inconscientemente llevé mi mano
hasta su mejilla y pasé mi pulgar por su pómulo izquierdo.
—Amaya… —tomó mi mano y entrelazo sus dedos junto a los míos para
después acercarme hasta él y besarme.
Mi corazón saltó con fuerza al sentir que su lengua pasaba por mi labio inferior,
no pude negarle el acceso, mi cabeza dio un giro al sentir aquella manera de besar.
Me deje llevar y cerré mis ojos.
Sonreí cuando él se acercó más, provocando que tuviera que apoyar mis
manos en el suelo para no caer hacia atrás por completo, pero si me sorprendí
cuando sentí su mano en mi cintura ¡estábamos en la sala de mi casa!
—Leonardo… —lo miré sonrojada –mis padres llegaran pronto.
—Tengo excelente oído, no te preocupes.
310
Antes que pudiera decir algo él volvió a besarme. Rodee su cuello para no
caer sobre la alfombra. No pude evitar sonreír mientras sentía sus manos en mi
cintura.
Podíamos dar por terminado nuestro estudio.
Leo se quedó a cenar con nosotros, así que tuvo su hora para ser elogiado por
mi padre y mi madre, que prácticamente lo amaban por haberme salvado de las
garras de Damián, así que se llevaba grandioso con ellos. Cuando él ya tuvo que
irse, se despidió de todos y lo acompañé hasta la puerta.
— ¿Mañana irás a clases? –preguntó un tanto preocupado, sonreí al verlo de
esta forma, estaba varios centímetros sobre él por las escalas.
—Claro que iré, ahora solo debo evitar que me caiga otra bandeja en la
cabeza.
—No pasará y si sucede, yo te cuidaré –me acerqué a él y lo besé en la
comisura de sus labios.
—Gracias, lobo –él dio un paso hacia atrás para irse, pero nerviosa puse mis
manos alrededor de su cuello. Realmente él me ponía nerviosa, no sabía qué hacer
o cómo hacerlo, algo así nunca había pasado antes, era como volver a cero, lo que
también era agradable. Leo era el primer chico que me gustaba de verdad.
—Amaya –sonreí al sentir que sus manos rodeaban mi cintura y eliminaba toda
distancia entre nosotros, me sorprendió aquel movimiento de su parte –sé que
debes estar confundida y no te pediré que seas mi novia… es pronto para incluir
otra preocupación en tu mente —mis ojos se abrieron por la sorpresa –pero para
dejar en claro algo, nosotros… no somos simples amigos ¿cierto? –fruncí el ceño
enojada y di un paso hacia atrás, alejándome de sus brazos.
— ¿Crees qué me ando besando con todos los amigos que tengo? –bien, no
tenía otro además de Leonardo, pero no quería que pensara eso de mí. Si no fuera
por Amalia, lo más probable es que esto se hubiera dado de forma natural.
311
—No, sabes que no es eso lo que quiero decir, solo quiero tener las cosas
claras ¿serás “no solo mi amiga”? –lo quedé mirando confundida, era como si me
pidiera que fuera su novia con otras palabras.
—Bueno… eso somos ¿no?
—Excelente –lo miré sorprendida cuando me tiró de mi camiseta para
acercarme a él y besarme, sin decir nada más.
Rodeé su cuello y respondí aquel beso, dejando que mi corazón se disparar y
cerrando mis ojos, confiando en él. Esto si se sentía bien.
—No es que te quiera echar de mi casa –dije susurrando en su oreja –pero es
tarde y tienes que manejar.
—Muy bien, muy bien… me voy “no amiga” –sonreí y volvió a darme un beso
corto en los labios para después irse a su moto.
Lo miré como una estúpida hasta que desapareció de mi vista.
Entré a casa con una sonrisa que no me podía sacar y me sorprendió cuando
mis padres me miraron por unos segundos para después burlarse de mí. Excelente.
Me quedé con ellos por un par de horas mientras mirábamos televisión, fue
agradable ya que nadie habló sobre los Andrade o algo que provocara problemas.
No les dije que había llegado antes de clases por culpa de Amalia, así que todo
terminó muy bien, para mi sorpresa. Además no podía sacarme de la cabeza a
Leonardo.
Era casi medianoche cuando me despedí de mis padres y me fui a mi
habitación, era hora de dormir. Arreglé mis cosas para mañana, tuve que sacar mi
otra tenida de uniforme, ya que la de hoy se había ido al lavado. Guardé todo en mi
bolso y a esa hora le envié un mensaje de agradecimiento a Vivian, aun me
sorprendía lo que había hecho y estaría eternamente agradecida, aunque lo mejor
era alejarme de ella, no quería meterlos en problemas.
Me puse mi pijama y puse el equipo de música para poder dormir. Comenzó a
sonar Somewhere Only We Know, no sé cuándo tiempo habrá pasado, pero ya no
había música que escuchar cuando abrí mis ojos sin saber el motivo.
312
Mi habitación estaba a oscuras, pero sabía que algo andaba mal. Me giré sobre
la cama y pude ver una sombra extraña en mi escritorio. De un salto prendí la luz
de la lámpara y vi quien era mí no invitado.
— ¿Cómo entraste aquí, Damián? –estaba sentado sobre mi escritorio,
apoyando sus codos en las rodillas y su cabeza sobre las manos. No se veía
decaído, ni siquiera preocupado, lucía como siempre, pero la diferencia era que yo
sabía su verdadera cara.
—No vamos a decir que esto tiene una gran seguridad, Amaya –me pude fijar
que estaba con unos jeans y una camiseta negra, lucia ahora más peligroso.
Mi corazón comenzó a latir con fuerza por el miedo que me provocaba verlo,
de inmediato todos los recuerdos vinieron a mi mente.
—Vete de aquí o voy a gritar. Tienes la desfachatez de venir hasta acá
después de lo que hiciste.
—Solo he venido a decirte cómo va a ocurrir todo.
—No pedí cita con el oráculo, sal de aquí ahora mismo –él sonrió, tenía una
expresión extraña, no lucía como un enfermo psicópata.
—A pesar de todo me haces reír –rápidamente salí de cama, tomando el
aparato de descarga eléctrica que papá me había dado hace unos días por si algo
como esto pasaba.
—Damián, vete de una buena vez –me quedó mirando unos segundos, sin
decir nada. No sé qué podía estar pensando.
—No me iré preso, deberás irte de este lugar a menos que quieras estar en un
infierno, lo de hoy solo fue una muestra de lo que pueden hacerte. Amalia y Cloe
pueden ser muy amigables a veces, ya sabes.
—Gracias por el consejo, ahora fuera.
—Te estoy hablando en serio –mi corazón latía con fuerza, tenía ganas de
llorar por estar en la misma habitación que él.
—Voy a contar hasta tres y te irás, agradece esta oportunidad que te estoy
dando… uno, dos…
313
—El juez está de mi parte –no pude contar hasta tres por lo que dijo –todos
están de mi parte si no te has dado cuenta, ahora lo único que te queda es el intento
de violación, las drogas quedaran en silencio como ha sido hasta ahora, tu padre
será promovido por su gran hallazgo, será reasignado en otra ciudad… en este lugar
no puede mandar alguien de afuera, esta todo coludido, no tienes escapatoria y por
lo que intenté hacer en el colegio… bueno, de seguro me enviarán a hacer trabajo
voluntariado porque la cantidad de droga que fotografiaste y que encontraron los
policías en ese momento no fue más que para consumo.
Deje caer mis brazos ¿Cómo podía estar tan seguro de lo que decía? ¿Es que
acaso ya lo habían asesorado?
—Es mejor que te vayas de este pueblo, tú y tu familia. Mañana pretendo
volver a clases, para que lo sepas.
—Me da lo mismo –susurré, sin fuerzas por culpa de sus palabras.
—Si hubiéramos estado en otro lugar, me habrías atrapado, no lo dudes, fuiste
astuta, más de lo que yo mismo pensé, pero no es una lucha justa, hay muchas más
personas detrás de mí.
—Solo vete y no vuelvas a molestarme.
—Si he venido aquí es para advertirte, no para establecer un tratado de paz,
te quiero fuera de Ciudad Blanca –fruncí el ceño ¿Quién se creía que era? –no serás
más que una molestia para mí en el colegio.
—Qué pena ¿no? esta vez no obtendrás lo que quieres –él sonrió de una forma
que me causó escalofrió. Damián estaba loco.
—Bueno –se puso de pie de un salto y se dirigió hacia la ventana de mi
habitación, la cual abrió sin problemas –no es por darte una excusa porque todo lo
que dije fue cierto, pero ese momento en el colegio, cuando trate de… —no fue
capaz de decirlo –ya sabes, estaba bastante drogado.
—No me interesa, asqueroso –él volvió a sonreír.
—En otro contexto habríamos sido perfectos el uno para el otro, quizás debiste
nacer un poco menos decente –tensé mi mordida, era un monstruo.
314
—Solo vete.
—Aunque –dijo con mitad de su cuerpo afuera –no estaba tan drogado para
olvidar lo que ese perro me hizo, por eso, ahora que eres su noviecita deberías estar
en hospital… acompañándolo.
Deje caer el aparato de descarga eléctrica mientras Damián desaparecía de
mi vista con esa sonrisa malvada.
—Leonardo…
315
Capítulo 25
Presioné con fuerza mis manos contra el volante. Había salido de casa sin
querer avisarle a nadie, pero cuando mamá me vio en la puerta le dije a donde iba.
No le di tiempo de decir nada.
Llegué en cosa de minutos al hospital, corrí hasta entrar a urgencias y
preguntar si estaba aquí Leonardo. Cuando me encontraba hablando con una
enfermera pude ver qué pasaba la madre de Leonardo, Sara.
— ¡Disculpe! –dije dejando sola a la enferma y corriendo hasta donde la Sra.
Ulloa.
— ¡Amaya! ¿Qué haces aquí? –dijo sorprendida.
— ¿Dónde está? ¿Cómo está? –no podía decir que el infeliz de Damián me
había avisado de esto.
—Está bien, aunque bastante herido… recién se fue tu padre de aquí, estaba
conversando con él.
— ¿Qué paso?
—Hace un par de horas llamaron diciendo que estaba Leonardo en el Hospital,
unos hombres lo golpearon cuando volvía de tu casa, una mujer que iba manejando
lo vio tirando al lado de la carretera y dio aviso a la policía ¿quieres verlo?
— ¿Puedo? –mi corazón latía desesperado por lo que estaba pasando.
—Claro, Bruno ya se fue a casa para tratar de buscar a quienes hicieron esto,
sabemos de quien viene, pero no hay pruebas, así que puedes entrar en su turno –
los padres de Leonardo sabían todo lo que había detrás del ataque de Damián en
el colegio, además de las drogas.
—Gracias.
Subimos hasta el tercer piso, donde Leonardo estaba en una habitación
individual. Sara me indicó cual era y corrí rápidamente hasta abrir la puerta. Me
quedé ahí unos segundos, en shock por lo que estaba viendo.
316
Leonardo tenía su brazo derecho con una escayola, mientras que el otro tenía
marcas muy feas. Podía ver que su rostro también tenía hematomas por haber sido
golpeado brutalmente. Mis ojos se llenaron de lágrimas y corrí hasta donde estaba.
Traté de quedarme callada porque él estaba durmiendo, eran más de las tres de la
madrugada.
Tomé su mano con cuidado y me senté a su lado, mirando como dormida.
Sequé mis lágrimas con mi mano libre.
—Lo siento –susurré al darme cuenta que si él no hubiera estado siempre a
mi lado, nada de esto habría ocurrido.
— ¿Amaya? –Volví a hacer un mohín por haberlo despertado –es tarde ¿Qué
haces aquí?
—Estaba solo paseando por aquí y se me ocurrió venir a verte –él sonrió, tenía
una expresión cansada –lo siento mucho –él sonrió.
— ¿A sí que tú fuiste la que me golpeó? Creo que tendrás que pasar unos días
detenida, Amaya ¿sabes? No te ves tan alta y ancha como para golpear tan fuerte.
—Deja de bromear –él puso sus ojos en blanco.
—No tienes la culpa de esto, no seas melodramática, además solo es un brazo
roto, pasará en unos meses –pasé mi mano por su frente, tenía hematomas por
toda su cara. Se quejó un poco cuando acaricié su mejilla.
—Lo siento.
— ¿Amaya? –Dijo frunciendo su ceño — ¿estás con pijama? –recién ahí me
di cuenta de cómo andaba vestida.
Solo había tomado una sudadera ancha y había salido de casa, incluso estaba
con mis pantuflas rosas que tenían una oveja bordada en cada pie. Gracias al cielo
estaba usando mi pijama con pantalones largos, aunque los múltiples colores que
tenía, me hacían ver como una loca en pijama.
—Sí, salí rápido de casa al enterarme de lo que pasó.
— ¿Cómo lo supiste? –suspiré al ver que las malas noticias no acababan
nunca.
317
—Damián se metió a mi habitación, me informó de todo lo que pasaría con él,
como no saldría perjudicado… lo que estoy empezando a creer.
— ¡Estuvo en tu habitación! –se trató de sentar, pero se quejó.
— ¡Alto, alto! no intentó hacer nada, solo estaba siendo escalofriante y
tratando de intimidarme –cosa que le resulto después de decir que Leonardo estaba
en el hospital.
—Hijo de puta ¿Qué pretende?
—Que me vaya, me quiere fuera del colegio –él sonrió y negó a mis palabras.
—Claro que quiere eso, eres la prueba de la duda, nada seguirá siendo igual
para él en ese colegio.
—Solo por un tiempo, cuando llegue un nuevo año escolar todo será favorable
para él, quizás hay alumnos que no tienen idea de nada.
—Entonces tenemos que dejarlo expuesto –negué a sus palabras.
—Tú no te meterás más en esto… no quiero que en la próxima semana te
rompan el otro brazo o algo peor.
—Amaya no.
—No, esto es injusto, ellos son los malos y mira lo que está pasando, no hemos
logrado nada –solté la mano de Leonardo y me puse de pie. Sentía tanta rabia –lo
mejor es que no te vean conmigo, no quiero que luego seas un rechazado por todo
el colegio, ellos saben manipular muy bien.
— ¿De qué estás hablando? No seas ridícula.
— ¡Ah! –empuñé mis manos, quería golpear a Damián por lo que había hecho,
quería que esa estúpida sonrisa se borrara de su boca y que su vida se volviera un
infierno en el colegio, exactamente como eran sus planes para mi propia vida –se
acabó, me las pagarán, no permitiré que hagan lo que deseen con nosotros.
—Basta… —trató de sentarse de nuevo.
—Tranquilo, no te muevas que te duele.
—No me alejaré de ti por lo que piensan los demás, eso sería una estupidez –
lo quedé mirando, pensando en que mis planes tendrían que adelantarse.
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—No pienso pasar por lo mismo dos veces, ni dejaré que esto te afecte, es mi
problema y…
—Cállate de una vez –dijo ahora mirándome enojado –estas actuando como
si quisieras ser algún estilo de mártir, no estás sola y no me molesta estar contigo
en el colegio. No te comportes de esta forma, te hace quedar pésimo.
—Mira donde estás por mi culpa –él negó.
—Esto fue porque me desquité con Andrade ese día, es su venganza por
haber golpeado su estúpida cara.
—Leonardo, me vengaré… no dejaré esto así como así, sé muy bien que la
justicia no hará nada contra ellos, tienen al juez de su parte, además no dudo que
el fiscal a cargo también pueda estar involucrado, eso ya escapa de nuestras
manos… pero en ese colegio –tensé mi mordida, deseando ver a los Andrade
acabados –se sabrá la verdad de una u otra forma.
— ¿No crees que ir por ese camino solo logrará que el fuego aumente? –era
cierto, lo más probable es que las cosas empeoraran contra nosotros.
—Por eso mismo… no puedo seguir a tu lado, no te involucraré –miré la hora
y era mejor irme, así dejaba descansar a Leonardo.
— ¿Qué estás diciendo? Eso es una estupidez ¿crees qué te haré caso? –no
podría ser suave con él.
—No quiero que vuelvas a ir a mi casa, no debes tener relación alguna
conmigo –mis hombros decayeron al decir eso –lo mismo corre en el colegio, ahora
debes descansar.
—Amaya –dijo sorprendido por mis palabras.
—Siento todo esto.
Sin más salí de la habitación y me encontré con Sara, agradecía que nos haya
dejado solos. Me despedí de ella y me fui.
Mientras manejaba iba pensando en mis próximos pasos, Damián me las
pagaría por todo lo que había hecho, al igual que Amalia, ella si saldría perjudicada,
pero tendría que ser cautelosa. No iba a arriesgar a que todo se arruinara, la
319
venganza es un plato que se sirve frio y con los Andrade… sería una exquisitez, les
daría donde más le duele: su prestigio.
Cuando llegué a casa tuve que explicarle todo a Miriam, que me regañó por
haber salido así de casa, pero Cristian me ayudó con mi justificación cuando le
dijimos lo que había pasado con Leonardo. No les dije nada sobre Damián, eso solo
causaría más problemas y no quería tenerlos en este preciso segundo.
Me fui a dormir, sintiendo como mi corazón pesaba al pensar en el estado de
Leonardo. Malditos matones que lo hirieron, en estos momentos hasta me odiaba
porque era todo mi culpa, si no lo hubiera involucrado nada de esto habría ocurrido,
pero ya estaba hecho, no podía lamentarme, tenía que actuar y crear una maldita
venganza.
No quería alejar a Leonardo, sabía que ahora con su brazo derecho fracturado,
necesitaría ayuda y me encantaría dársela, pero… todavía había una posibilidad de
que esto no lo afectara en su totalidad, además del hecho que yo arruinaría todo
aún más y luego desaparecería, era un acto ruin dejarlo con todos los problemas.
Tendría que ser fuerte y hacer la vista gorda con él… aunque me doliera no seguir
pasando mis tardes y mis días con él.
Me desperté tarde al siguiente día, le había dicho a mis padres que no iría al
colegio, ninguno me dijo nada sobre eso. Me tenía que enfocar en salir con
excelentes notas este semestre y esta semana junto con la próxima serían los
exámenes, lamentaba no poder estudiar con Leonardo, era mucho mejor de esa
forma, pero no era correcto. Sin embargo, como era él, lo más probable es que fuera
a clases, no quería que chocara con Damián, eso lo podría meter en más
problemas.
Parecía una leona enjaulada, dando vueltas por toda la casa, pensando en
cómo había amanecido Leonardo. Quería tomar el auto e ir hasta su casa, donde
debía estar hoy, pero recordar su situación solo me hacía sentir culpable, así que
para distraerme de mis caminatas dentro de casa, fui hasta mi habitación y tomé el
320
respaldo de las pruebas que tenia contra Damián y Amalia. Era hora de comenzar
con mi plan.
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Cerré mis ojos cuando sentí que las lágrimas caían por mis costados ¿Por qué me
tenía que pasar todo esto?
— ¿Amaya? –Me giré hacia la puerta y encontré a Cristian mirándome un tanto
confundido –Amaya… —dijo entrando a la habitación, se sentó al final de la cama
— ¿estás así por Leonardo?
—Fue mi culpa, papá –me senté y lo miré triste –si no fuera porque…
—Ah hija –me interrumpió –esto no es tu culpa, además Leonardo esta grande
para saber a quién quiere tener como amigos.
—Lo mejor es que me mantenga alejada.
— ¿Alejada de él? –Asentí –Amaya, eso ya no ocurrió, en estos momentos
debe necesitar tu ayuda a menos que sea zurdo ¿no es época de exámenes?
Pronto acabará el año, estoy seguro que podrías ayudarlo.
—Papá… no entiendes.
— ¿No entiendo? ¿Esto es por cómo se comportan en el colegio con ustedes?
–Lo mire sorprendida –el director me llamó por los papeles que pusieron en un
pasillo del colegio, cuando fui a hablar con él esa tarde, me enteré que estuvieron
metidos en un pleito dentro de la cafetería…
—Leonardo no se merece esto.
—Ni tu tampoco, es como si yo estuviera en depresión por ser policía y
exponerte a tipos como Damián –lo miré confundida –si yo no fuera el jefe de esta
zona, si fuera no sé… cualquier otro trabajador, él no habría planeado nada contigo,
como tampoco te habrían tratado mal en tu antiguo colegio cuando creyeron que yo
había interferido en las evidencias de ese infeliz –dijo refiriéndose a lo que pasó en
nuestra antigua ciudad –creo que con Miriam hemos criado a una mujer inteligente
y ahora uno de tus amigos necesita ayuda.
—Pero lo meteré en problemas –él sonrió.
—No conozco mucho a Leonardo, pero por lo que he hablado con él… estoy
seguro que no se haría el desentendido si te llegaran a tratar mal.
—No lo sé.
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—Bruno me dijo que Leonardo irá mañana a clases ¿tú irás? ¿Piensas no
mirarlo? ¿No hablarle? Es tu compañero de asiento Amaya ¿lo dejaras solo si lo
tratan mal?
—Esto es manipulación, quieres que vaya a clases por él.
—Eres fuerte… yo pienso que tengo a una heroína de hija ¿me defraudarás?
—La grabación de Damián fue un accidente, no soy ninguna heroína –él
sonrió.
—No me refiero a eso, sino a mi hija, quien ha soportado muchas cosas a su
corta edad, para tus padres tú eres una heroína –hice un mohín al escucharlo, me
acerque a él y lo abracé.
— ¿Papá? –Dije aun abrazándolo –esto no hará que no me vaya con tío Evan
–él suspiró y me alejé –Iré a clases mañana –dije cuando él estaba saliendo de mi
habitación.
—Esa es mi hija, ahora baja a cenar.
Ya era un nuevo día, mañana comenzaban los exámenes, así que mandaría
al diablo lo que dije sobre Leonardo. Hoy iría solo para verlo.
Todo transcurrió de la misma forma que la vez pasada, ahora me miraban y
susurraban. Pude ver desde lejos como iba Damián con Amalia y sus amigos, sentí
un dolor de estómago por saber que me los encontraría, aunque fuera en la
cafetería. Comencé a buscar a Leonardo, pero no lo encontraba en ningún lugar, no
estaba en el estacionamiento y por lo visto tampoco en el patio.
Rendida me fui hasta la sala y me senté sola, pensando en que quizás
Leonardo despertó sintiéndose mal, pero justo cuando el profesor entró, llegó con
un acompañante: Leonardo.
Se sentó a mi lado sin decir nada, traía su brazo con el yeso cubierto con una
maya azul que hacia la función cabestrillo, aunque más llamo mi atención que la
corbata de su camisa estaba mal puesta.
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— ¿Leonardo? –él me miró un tanto enojado, de seguro porque no había
respondido sus mensajes.
— ¿Ahora tienes planes de hablarme? –no le dije nada, simplemente llevé mis
manos hasta su corbata y la arreglé.
—Ahora te ves mejor –él sonrió y supe de inmediato que ya no estaba enojado.
—Me costó vestirme, no tener un brazo es complicado.
— ¿Te duele?
—No… para eso hay pastillas, me quitan el dolor por largos ratos, te dije que
esto no era nada –claro, su cara aun con hematomas me decía algo diferente, pero
no le quise decir nada.
—Te busqué hoy.
—Mamá es muy lenta para manejar, por eso llegue atrasado, además tuve que
pasar a hablar con el director para decirle que no podría escribir nada durante los
exámenes, me dijo que un profesor me iba a ayudar, ahora no sé cómo lo haré con
los apuntes de las clases –me quedó mirando, enarcando una ceja. Sonreí y mire a
todos lados, rápidamente me apresuré y le di un beso en su mejilla ya que nadie
nos miraba.
—Llama a tu mamá y dile que te llevaré a casa, ahí estudiaremos para el
examen de mañana, yo te presto mis apuntes, de todas formas estudiaremos juntos
y hasta ahora lo hemos hecho de excelente forma ¿no? –Leonardo sonrió de una
forma que llamó mi atención, se veía guapo aun con esa marca en su labio y bajo
su ceja izquierda.
—Espero que no te arrepientas.
Las primeras horas de clases pusimos atención sin ningún problema, en los
recreos nadie nos hablaba y solo nos fuimos a un lugar del patio, así no teníamos
que soportar miradas desagradables. Para cuando llegó la hora del almuerzo
decidimos ir a comprar algo y luego salir, no quería otro percance como el de dos
días atrás.
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Quería evitar cualquier confrontación con los Andrade, pero él no me hacía
caso cuando quería irme por otro camino. Fue un milagro que solo nos cruzáramos
a metros de distancias con ellos.
—Por fin se acabó el día –dije cuando caminábamos hasta el estacionamiento.
— ¿A dónde iremos, chofer? –lo miré sonriendo, Leonardo se veía un tanto
gracioso con su yeso.
— ¿Me dejaras escribir en él? –dije apuntando a su fractura.
—Ni muerto ¿Por qué crees que lo haría? –bufé, quería escribir en él como
siempre mostraban en las películas.
—Porque es entretenido, es como un recuerdo.
— ¿Y crees que quiero recordar mi brazo fracturado? –lo miré unos segundos,
tenía razón, ese brazo no se había fracturado por una caída graciosa o una
anécdota que valiera la pena recordar.
— ¿Qué te pasó en el brazo, Ulloa? –me tensé al escuchar aquella voz. Me
giré y miré a Damián que venía acompañado de Cloe.
—Y el brazo derecho para tu mala suerte, es una pena ¿podrás dar los
exámenes? –dijo ella. Leonardo dio un paso hacia adelante, protegiéndome, pero
lo esquivé y encaré al par de infelices que tenia al frente.
—Sí, quizás tengan que dar sus exámenes tarde –mentí, mirando a Damián –
como tu ¿no? ¿Qué te han dicho? ¿Podrás dar los exámenes o en la cárcel no
tienes esa oportunidad? –él sonrió, curvando sus labios en esa sonrisa tan
característica de él.
—No lo sé, podrías ayudarme si llego a caer ahí, en las visitas conyugales,
con esa boquita podrás hacer grandes cosas –trató de tocar mi mentón, pero ni
siquiera pude prevenir lo que sucedió después. Leonardo de un solo movimiento le
dio un golpe a Damián en la cara, que provocó que cayera al suelo sin alcanzar a
evitar empujar a Cloe, los dos terminaron en el suelo.
Llevé mi mano a la boca, sin poder creer lo que estaba viendo.
325
— ¿Ves? También sirve la mano izquierda ¿no, Andrade? –no dije nada,
simplemente tomé a Leonardo para que nos fuéramos de aquí, lo empujé hacia el
auto.
—Vamos, vamos –a veces encontraba demasiado grande a Leonardo, me
costaba empujarlo. Miré hacia atrás y pude ver como Damián se puso de pie para
venir tras de nosotros, pero Cloe lo tomo del brazo y negó, mirando alrededor.
—La próxima serán los dos brazos –le alcancé a escuchar. Él cubrió su cara
con la mano, sobando donde Leonardo le había golpeado. Le di una última mirada
y le hice un gesto obsceno con mi mano.
Leonardo entró al auto y yo me apresuré a acelerar para escapar de este
colegio.
—No podíamos terminar bien el día ¿te duele la mano? –dije al notar que la
había hecho un puño.
—Un poco –dijo extendiendo sus dedos.
Lo quedé mirando unos segundos mientras estábamos en un semáforo. Tenía
su ceño fruncido y la mordida tensa. Tomé su mano y traté de que me pusiera
atención.
—No puedes hacer eso otra vez, te terminaran expulsando Leonardo… —él
me miró un segundo para después decir algo, pero todo quedó en nada, cerró su
boca y solo asintió.
Seguí manejando y puse algo de música al darme cuenta que Leonardo no
tenia ánimos de decir nada. Llegamos a su casa en veinte minutos, teníamos que
estudiar Historia para mañana, así que sería una larga tarde.
— ¿Tienes hambre? –preguntó cuando entramos. Negué al notar el tono de
su voz ¿Qué estaba pasando?
—No, muchas gracias, quizás más tarde ¿Dónde están tus padres? –dije al
notar que no había nadie. Deje mi bolso sobre el sofá.
—Papá debe estar trabajando y mamá de seguro salió –me agradaban ellos y
más cuando estaban con Leonardo, lo trataban como si fuera un niño pequeño, lo
326
que provocaba un sonrojo en sus mejillas, me encantaba que lo dejaran así de
expuesto.
— ¿Te duele mucho tu brazo?
—No, me iré a sacar este uniforme ¿sí? espérame –subió por las escaleras
hasta que desapareció de mi vista.
Me senté en el sofá y me quedé quieta, esperando a Leonardo, pero los
minutos comenzaron a pasar e incluso me estaba dando un poco de sueño. Media
hora después de que desapareciera me aburrí de esperar y subí las escaleras para
tocar suavemente a su habitación.
— ¿Leonardo? ¿Estás bien?
—Si ¡ya bajo! –Abrí mis ojos sorprendida por el tono de voz que usó, estaba
enojado – ¿estás vestido?
—Emm… algo así –fruncí el ceño y sin importarme, abrí la puerta, cubriendo
mis ojos por si veía algo que no debía –puedes abrir los ojos –dijo al verme entrar
–no haces caso cuando te dicen que esperes ¿cierto?
—Leonardo… —claro que se estaba demorando tanto tiempo en bajar si tenía
su camiseta gris toda enredada. Gracias al cielo se pudo poner esos pantalones
deportivos color negro — ¿Por qué no me pediste ayuda? –caminé hasta él y le
puse la camiseta como debía. Me demoré un poco al notar que su abdomen estaba
marcado ¡Dios! ¡Incluso se le notaban sus oblicuos! O sea, sabía que era grande y
que tenía una espalda ancha, pero nunca me imaginé que tenía su cuerpo tan…
trabajado. Me sentía sedentaria.
—Es vergonzoso, no poder ponerme la camiseta –lo miré sonriendo, no podía
creer que se entrenara y tuviera este físico — ¿Qué sucede? ¿Por qué te ríes?
—Dios… ¿tú qué haces para estar tan marcado? –arreglé el cuello de su
camiseta y lo quedé mirando, sus mejillas se habían sonrojados ¡qué lindo!
—Solo salgo a correr y ocupo las maquinas que tenemos en el pequeño
gimnasio allá afuera –sonreí.
327
—Me haces sentir que no hago nada –recién ahí el volvió a sonreír, estaba
segura que estaba enojado por algo.
—Tú no haces nada, eso es un hecho.
—Muy gracioso, yo corro, aunque no todos los días –dije girándome y mirando
su habitación — ¡deberíamos correr juntos!
Comencé a mirar con mayor detalle la habitación de Leo. La cama tenía un
soporte de madera y detrás había un mueble con el mismo tipo de madera, ahí tenia
cd, películas, revistas, un equipo musical y en los costados por la parte inferior había
otras cajas de colores. Su cama tenía un cobertor de franjas verticales color gris,
azul y celeste. Se veía cómoda.
Observé su escritorio, donde suponía que estudiaba. Había un gran
computador blanco Mac, a los costados el mueble tenía varios libros. Finalmente
me fije en el sofá que tenia, en forma de L, que estaba al frente del plasma, donde
también había un PlayStation 4.
—Este lugar es mi respuesta a porque no estudias Leonardo, tienes muchas
distracciones, ni siquiera yo estudiaría aquí –dije sentándome en el sofá, era de
género color azul oscuro, muy lindo –se nota mucho que eres el regalón de tus
padres.
— ¿Quieres jugar antes de estudiar? –me ofreció un mando del juego. Sabía
que no debíamos hacer esto porque teníamos que estudiar, pero lo acepté.
—No soy buena Leonardo, además tú tienes tu brazo fracturado.
—Veras que soy muy habiloso –prendió todo y se sentó a mi lado. Lo miré
nerviosa.
—No soy buena en esto, creo que es mi primera vez…
—No te preocupes, lo pondré en nivel fácil –asentí, concentrada en mirar el
juego. Me explicó lo que tenía que hacer y que botones tenía que presionar, así que
cuando comenzamos a jugar… todo fue un caos.
Comencé a moverme como si yo estuviera dentro del juego, Leonardo me
ganaba y solo estaba apoyando el mando entre sus rodillas y moviendo todo con su
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mano izquierda. Como soy muy competitiva e iba perdiendo, hice lo peor que se me
ocurrió. Me puse de pie y lo desconecté.
— ¡No se vale Leonardo! ¡Te sabes todas las técnicas para comer más
monedas! Es injusto –él comenzó a reír cuando me vio en ese estado –ahora tengo
hambre y está atardeciendo, no hemos estudiado nada, esta habitación está llena
de tentaciones.
Él me quedo mirando con una sonrisa, por lo visto había logrado que dejara
de estar enojado, aunque quería averiguar el motivo.
—Bien, mejor bajemos –asentí ante su idea.
Bajamos a la cocina y él buscó en el refrigerador que podíamos comer. Sacó
unos jugos y porciones de torta ¡Dios! Aquí siempre había cosas dulces.
—Supongo que te gustan los dulces ¿no? –dije cuando estábamos sentados
y comiendo.
—Me encantan, desde que era pequeño, soy muy fácil de comprar si me
ofrecen algún dulce –sonreí, cada día iba descubriendo algo nuevo de Leonardo…
y me encantaba.
—Ese dato me puede servir, además ya sé que tu sabor favorito es mora –mi
porción era de mora con crema. Lo quede mirando, pensando en algo que quería
preguntarle desde la noche del hospital — ¿Leonardo?
—Dime –dijo comiendo de su pastel de chocolate.
— ¿Cómo sucedió todo esa noche que te golpearon? –volvió a comer de su
pastel y tomo un poco de su jugo –si no te molesta hablarlo.
—Claro que no me molesta, no es como si hubiera quedado traumado o algo
por el estilo.
—Entonces ¿Qué paso?
—Cuando venía de tu casa, a mitad de la carretera habían dos autos negros,
unos Jeep negro, nunca los había visto por esta zona –volvió a tomar de su jugo –
frené porque no me dejaban pasar… tuvieron suerte de que nadie pasara a esa
hora, se bajaron dos hombres de cada jeep y se acercaron, no me dijeron nada,
329
simplemente comenzaron a golpearme… —tensó su mandíbula por la rabia –me
dejaron inconsciente al lado de la carretera, después pasó alguien en un auto y vio
mi moto… llamó a la policía, por lo menos esa parte me la dijo mamá.
— ¿No escuchaste algún acento o algo así?
—No, aunque si me llamo la atención la apariencia que tenían, no eran de acá
–hice una mueca, aunque Leonardo los recordara con detalle, eso no serviría nada
para incriminar a los Andrade, no había forma para probar que eran los matones
rusos que había nombrado Damián en el pasado –bien, creo que nos hemos
distraído lo suficiente ¿no?
—Cierto, debemos terminar con buenas notas el año.
Nos fuimos a estudiar a la sala y comenzamos a hablar de la materia de
historia, tomando apuntes y cada cierto momento… distrayéndonos. Estuvimos de
esa forma hasta que nos dio las nueve de la noche, sus padres ya habían llegado y
me ofrecieron quedarme a cenar, pero me disculpé por no poder acompañarlos,
tenía que ir con mis padres.
—No pares en ningún lugar ¿sí? Y llama cuando llegues a tu casa –dijo
Leonardo cuando me fue a dejar a mi auto.
—Muy bien… mañana me dejaras marcar tu yeso, seria entretenido –él negó
de inmediato.
—Se vería ridículo, no lo harás –guardé mi bolso en la parte trasera del auto y
miré a Leonardo.
—Bueno, ya me voy… —aun me ponía nerviosa estar con Leonardo, así que
no me atrevía mucho a tomar la iniciativa, pero parecía que él no tenía problemas.
Leonardo tomo mi suéter y tiró de este para acercarme a él. Sin más se acercó
y me dio un beso, me empiné sonriendo, era tan alto que me costaba quedar a su
altura. Realmente no podía, él debía inclinarse.
—Tu brazo –dije cuando chocó contra mi cuerpo.
—Nos vemos mañana –mi sonrisa desapareció, no tenia ánimos de ir al
colegio después de lo sucedido con Damián y Cloe, además estaba Amalia.
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—Nos vemos mañana y termina de estudiar, que me tendrás que salvar –lo
miré con mala cara.
—Eres un cínico, te va mucho mejor en esta materia que a mí, nos vemos –
esta vez me empiné y le di un beso en su mejilla para después entrar al auto.
Llegue a casa sin ningún problema, llamé a Leonardo para avisarle que no
había pasado nada malo. Después de haber cenado con mis padres llevé sin que
lo notaran las cajas con todas las copias que necesitaba de las pruebas contra los
Andrade, las metí en el maletero y sonreí al darme cuenta que tendrían su primer
trago de venganza mañana cuando saliéramos de clases.
Me fui a dormir con una sonrisa en mi boca, sin antes haber asegurado todas
las puertas de la casa y las ventanas, aquello también lo hice sin que mis padres lo
notaran, así podría dormir tranquila, sin imaginarme que el psicópata de Damián
podría estar en mi habitación como ocurrió noches atrás.
Al día siguiente me desperté con un ánimo diferente, no me importaba que
tuviera que ir a ese colegio y tenía esa emoción anticipada por lo que iba a ocurrir.
Tomé desayuno con mis padres, una sonrisa en mi cara los despistó
completamente, mamá dijo que me estaba yendo muy bien con Leonardo… cosa
que era cierta, pero mis planes para hoy me hacían sentir emocionada.
Me despedí de ellos y traté de concentrarme en que a la segunda hora de
clases teníamos nuestro examen de historia, así que debía dejar mis planes
malvados para después.
Llegué al colegio junto con Leonardo, me alegré de que eso fuera así, no
quería que él o yo nos topáramos con personas desagradables. Sin embargo,
cuando me bajé del auto, me encontré con Vivian que me miraba sonriendo.
—Lo siento –dijo sin previo aviso, le iba a decir que no tenia porque, pero ella
no me dejo hablar –no debí darte la espalda cuando me miraste, no es correcto.
—Lo entiendo, no es como si hubieran muchas opciones en este colegio ¿no?
331
—Exacto, pero no pienso guiar mis acciones según las demás personas, sé
muy bien lo que hago –suspiré preocupada de que ella estuviera hablando de esa
manera.
—No voy a negar que tus palabras me alegran mucho Vivian, pero no es bueno
que estés cerca de nosotros… solo mira lo que le pasó a Leonardo por estar a mi
lado –ella abrió sus ojos sorprendida.
— ¿Ellos lo hirieron? –Tensó su mandíbula, sorprendiéndome –infelices, no lo
puedo creer ¿pero de qué está hecho este colegio?
—Por eso es mejor que todo se mantenga como está, por ahora, no quiero
que salgas perjudicada, además pude notar como tu amigo Benjamín piensa igual
¿no?
—Él no decide por mí y no me importa, no me sentiría bien conmigo misma
después de dejar a una buena persona de lado mientras que los demás le dan la
espalda, yo te creo –sonreí emocionada –por lo visto Damián Andrade no es quien
aparenta ser.
—Vivian…
—Ahora dime ¿Qué harás? Lo que sucedió días atrás con esos papeles, es
inaudito ¿planeas hacer algo? –no podía meterla en mis planes, como tampoco a
Leonardo, esto era algo mío.
— ¿Qué puedo hacer? El director es quien se encarga de esas cosas ¿no?
—Solo ha quedado expuesto que es un inútil, mira todo lo que ha pasado, el
colegio entero sabe que fue Amalia con otras chicas quienes empapelaron los
pasillos con esas imágenes ¿Qué hizo el Director? Nada.
— ¿Quién no hizo nada? –Miré a Leonardo que ya estaba con nosotras –hola
Vivian.
—Hola Leonardo –dijo mirando su brazo fracturado — ¿Podremos escribir algo
en tu brazo? –reí ante lo que dijo.
— ¿Estás agrupando personas para rayar mi brazo, Amaya? –dijo él
mirándome.
332
—Sí, vieras tú todas las personas que hablan conmigo, exclusivamente para
poder rayar tu brazo –dije riendo.
—Oh oh… —dijo Vivian mirando hacia la entrada del colegio. Con Leonardo
hicimos lo mismo y fruncí el ceño — ¿Qué hace el Sr. Andrade aquí?
— ¿Ese es su padre? –el hombre era alto, iba de traje gris junto a sus dos
hijos.
Era de cabello oscuro y de piel blanca, no pude notar mucho de él, aunque
cuando estaba por subir las escaleras principales, se detuvo y miró hacia donde nos
encontrábamos. Tragué saliva nerviosa, esa mirada era peor que la de Damián.
— ¿Sera qué por fin sus hijos se habrán metido en problemas? –dijo Leonardo
a mi lado.
Puse atención en Damián y Amalia, quienes también miraron hacia acá, él dijo
algo a su padre, pero este no se giró a hablarle. Después de unos segundos, los
más largos de mi vida, entraron finalmente al colegio.
—Ese hombre da miedo –dije pensando en que detrás de Damián, él lo estaba
respaldando, Zacarías Andrade, según La información que tenía Leo.
—De seguro viene a comprar al director –miré a Leonardo.
— ¿Tú crees? –Dijo Vivian –demonios, pero que turbio es todo esto.
—Por eso, es preferible que no… –ella no me dejo terminar de nuevo.
—Oh basta, prefiero quedarme en el bando del bien –Vivian nos sonrió –bien,
mejor vamos a clases que hoy hay examen de historia y tenemos que
concentrarnos.
—Parece que alguien más tiene cerebro ¿no? –miré a Leonardo y me alegré
de que estuviera sonriendo por tener a Vivian cerca, eso de seguro lo hacía sentir
mejor, no lo volvía en un completo rechazado.
—Así es –dijo ella sonriendo –mejor vamos a clases.
Para mi sorpresa cuando entramos al colegio, Benjamín, que no era de
muchas palabras se unió a nosotros por Vivian, no hubo muchos comentarios de
los demás estudiantes y fue agradable por un segundo. Al entrar a la sala de nuevo
333
todos se quedaron mirándonos de una forma despectiva y al ver que Juliana se
acercaba a nosotros… no fue algo bueno.
—Espero que estés pensando bien las cosas, Vivian –Dijo la ex de Leo.
Miré a Benjamín, quien solo se ubicó al lado de su amiga o novia, no lo sabía,
cuando Juliana habló de esa manera.
—Deja de molestar, Juliana –le dijo Leonardo de forma cansada. Me causaba
rechazo imaginarme como habían estado juntos en el pasado.
Nadie le dirigió la palabra, simplemente nos fuimos a sentar y después llegó el
profesor. La clase de Ingles siguió sin ningún problema, pero en mi mente seguía
rondando Zacarías Andrade ¿Qué estaba haciendo aquí? Me ponía nerviosa saber
que el progenitor de un chico tan malo como Damián, estaba cerca de nosotros. Él
era alguien a quien yo no podía enfrentar, eso lo tenía claro, así que verlo rondando
por estos lados, me provocaba escalofríos.
Durante el recreo estuvimos hablando de la materia de Historia para poder dar
el examen así que las siguientes horas se pasaron bastante rápido. Le pedí un par
de preguntas a Leonardo mientras estábamos en la prueba, las que esperaban que
estuvieran correctas, pude verlas claramente a pesar de que el profesor estaba al
lado marcando las alternativas por Leonardo; que envidia sentía, se le daba tan bien
este estilo de materias.
Después de haber comido afuera con los chicos, en el patio, así no
causábamos muchos problemas, el resto del día se fue muy rápido, es por eso que
cuando estábamos en la última hora de clases, pedí permiso para ir al baño. Era
hora de actuar.
El timbre sonaría en quince minutos, ahora solo tocaba esperar y ser rápida.
Fui hasta mi auto y saqué las cajas que había guardado el día anterior. Subí sin que
nadie me notara hasta la azotea del colegio. Tenía que esperar a que el timbre de
salida sonara.
Miré las hojas a las cuales había sacado cientos de copias, había fotos de lo
que sucedía dentro de ese salón de reuniones que tenía el centro de alumnos. El
334
alcohol, la droga y sobre todo… habían copias de Damián con la droga en el suelo
y golpeado, esa foto la había sacado antes que nos fuéramos con Leonardo de ese
lugar, para tener pruebas de que estaba involucrado con sustancias ilícitas.
El prestigio de Damián se iría al suelo, tenía las pruebas que no nos servirían
en un juicio legal, pero si para un juicio social.
Saqué mi laptop y me conecté a internet, quería verificar si el audio que había
subido a YouTube estaba aún permitido. En cada una de las hojas estaba el enlace
donde Damián quedaba expuesto. De esta no podría salvarse, nadie podría
ayudarlo y yo limpiaría mi imagen y la de Leonardo.
Miré el reloj y solo faltaba un minuto para que el timbre tocara. Sin embargo,
la puerta de acceso a la azotea se abrió de golpe.
— ¿Qué estás haciendo aquí?
—Eso mismo te podría preguntar a ti –dije mirando como Leonardo se
acercaba.
— ¿Qué es eso? –no le tomó ni un segundo saber de qué se trataba.
—Vete, no quiero que estés metido en esto –él frunció el ceño, justo cuando
el timbre comenzó a sonar y todos los alumnos se preparaban para salir del colegio.
—Oh Amaya, estás muy equivocada –dijo enojado.
—Lo haré de todas formas, pero necesito que te vayas de aquí –él sonrió
tomando un montón de papeles.
—Te estuve buscando porque te demoraste mucho y pensé que podría
haberte pasado algo –miré hacia abajo, ya estaban saliendo los demás alumnos.
—Leonardo… vete, déjame hacerlo –él negó ¿es qué no me dejaría cumplir
con mi venganza?
—Me rompieron el maldito brazo Amaya ¿crees qué te dejaría hacer esto sola?
También quiero mi pedazo de venganza –lo miré sorprendida y más cuando sin más
tiró el montón de papeles que tenía en su mano –vamos, apresúrate o los arrojaré
todos yo solo.
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— ¡Demonios! ¡Eres testarudo! Ahora te harán daño de nuevo –él volvió a
sonreír.
—Deja de ser melodramática y ayúdame –bufé molesta por su actitud, pero le
hice caso.
Tiramos los papeles durante varios minutos, creo que ninguna persona se
quedó sin poder leerlos. Todos miraban hacia arriba y después buscaban a Damián,
pero no estaba por ningún lado. Se conectaron a internet allí mismo, desde sus
celulares y computadores, era impresionante ver como estaba todo el colegio en el
estacionamiento, haciendo grupos, comentando las fotos y conectándose para
poder escuchar el audio.
Sonreí cuando vi que Amalia salía junto a Simón y miraban las hojas para
después levantar la vista. Para ellos tendría un plato especial… ese se sentiría aún
mejor.
— ¡Varela, Ulloa! –dijo gritando desde la puerta. Nos giramos y vimos al
Director, mirándonos enfurecido. Bien, el juego se había acabado, por lo menos
dejamos las cajas vacías.
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— ¿Qué no podremos venir al baile? –Dijo Leonardo enojado, tomé su mano
para que se tranquilizara –eso no tiene nada que ver con todo lo que está pasando,
si usted estuviera más atento a lo que sucede ¡es un inútil!
—Leonardo –le dije, para que se callara, no sacábamos nada discutiendo con
el director.
—Miren –suspiró, tomándose la cabeza, lucía cansado –sé muy bien lo que
piensan de mí, pero hay cosas que ni siquiera uno puede manejar –ambos lo
quedamos mirando sorprendidos ¿el Director se estaba confesando? –yo he hecho
lo posible con este colegio, es uno de los mejores dentro del estado y más allá no
puedo llegar, quiero que sepan que el Sr. Andrade, medico prestigioso dentro de
esta región, vino a visitarme esta mañana, me pidió que expulsara a los que habían
perjudicado la imagen de su familia.
— ¿Qué? –dije sin poder creer lo que estaba diciendo.
—Este sigue siendo mi colegio, Srta. Varela, como le dije antes, lo más
probable es que sea mi último año como Directo, así que por este año no serán
expulsados… no lo serán por decir la verdad –mi boca se abrió ante sus palabras
¿es qué el Director estaba de nuestro lado?
— ¿Estoy escuchando bien? –Preguntó Leonardo sorprendido — ¿usted está
de nuestra parte?
—No tengo partes, soy el Director, Sr. Ulloa… pero tengo ojos para saber lo
que está bien y lo que no, es por eso que ahora están suspendidos, sin embargo,
pueden dar los exámenes que quedan.
— ¿Y el baile? –miré a Leonardo sorprendida ¡qué importaba el baile! Nos
estábamos salvando de una muy fea, la expulsión.
—No, será mejor que se abstengan de ese tipo de eventos… créanme, la
suspensión será más favorable para ustedes que para otras personas –no podía
creer esto ¡por fin algo bueno nos estaba pasando! –ahora se pueden retirar, llamaré
a sus padres para informarles de lo sucedido.
337
Con Leonardo nos fuimos de la oficina del director sin decir ninguna palabra,
solo nos dirigimos hasta nuestra sala, donde estaban nuestras cosas.
—Increíble –dijo él cuando estábamos en la puerta de la sala –prácticamente
nos envió de vacaciones antes de tiempo, las clases de esta y la otra semana son
solo para repasar antes de los exámenes…
—Estoy en shock, por lo visto no está manipulado por los Andrade después
de todo –sonreí emocionada –Espérame aquí, necesito ir al baño y vuelvo, ahora sí
es cierto –él asintió y corrí hasta el pasillo donde estaban los baños.
Lavé mis manos y después salí del baño, con una sonrisa al saber que quizás
las cosas mejorarían, pero cuando caminé hacia el pasillo donde me esperaba
Leonardo, una mano se apoderó de mi brazo y me hizo girar violentamente.
—Tú y yo vamos a hablar –miré asustada a Damián y no pude decir nada
cuando comenzó a caminar conmigo a la rastra, llevándome hasta el patio, ya que
cubrió mi boca bruscamente con su otra mano.
338
Capítulo 26
339
—Si solo hubieras sido diferente, habrías estado conmigo en la cúspide de
este colegio –bufé riendo ¿yo tenía que ser diferente?
—Prepárate para caer muy feo Damián, después de lo de hoy… no creo que
estés en ninguna cúspide –él rio ante mis palabras y después tomó un cuadro que
mostraba a un chico de ojos verdes, como los de él, lucía como Zacarías, aunque
esa confusión se fue a la basura cuando tomó otro cuadro y pude ver claramente a
su padre, pero de adolescente. Los dos cuadros tenían la misma sonrisa un tanto
sospechosa, la misma sonrisa de Damián.
— ¿Ves quiénes son? Es mi abuelo y mi padre, desde esos tiempos han
estado siempre al mando de este colegio, ya sea una temporada u otra… ¿no ves
qué no tiene caso que vengas en mi contra?
—Estás enfermo –dije sin poder creer en sus palabras –caerás y tu ego hará
que el golpe sea más fuerte. No puedo creer que me hayas traído a esto, estás loco.
Incluso sonreí un poco por lo que estaba viendo, era insólito.
—Oh Amaya ¿de vedad crees que eso será posible? Date cuenta que lo que
estás haciendo solo pondrá en riesgo a tu propia familia, después no andes llorando
por los pasillos del colegio, ya fue tu novio ¿Quién crees que será mi próximo
objetivo?
—Basta –me dirigí hacia la puerta, tenía que salir de aquí.
— ¿Dónde crees que vas?
— ¡Basta! No eres más que un tipo caprichoso con poder, eres inmaduro y
esto hará que la pases muy mal en tu vida Damián ¿no te das cuenta? ¿No ves qué
tu futuro será una mierda por cómo te comportas? ¿Crees que por tratar de
intimidarme me quedaré tranquila? –él tomó con brusquedad mi rostro, hizo que lo
mirara a la fuerza.
—Amaya… quédate a mi lado –dijo repentinamente –deja a ese perro y veras
que te irá mucho mejor conmigo, podrías manejar este colegio –mis ojos se llenaron
de lágrimas por tenerlo tan cerca, lo quería a metros de distancia.
340
— ¿Sabes? Antes… por un momento pensé que si Amalia no me hubiera
chantajeado lo nuestro habría sido natural, pero ahora que te conozco y veo cómo
eres en realidad, no me causas nada más que repulsión y asco, estás enfermo, si
sigues así te quedarás solo ¿Por qué alguien te elegiría si no eres más que
tormento? –él sonrió ante mis palabras.
—Eres testaruda, como me gustas… —cuando se acercó para besarme, le di
un golpe en su entrepierna, lo que provocó un grito de su parte y retrocedió varios
pasos. Me miró con odio.
Abrí la puerta para salir de su vista y correr de su lado, pero me giré ante cierta
duda que daba vuelta en mi cabeza.
—Cuando te encontré descontrolado en el prado ¿eso también fue parte del
espectáculo? –él aun con sus manos en la entrepierna me miró y sonrió.
—No era del todo mentira —suspiró ante el dolor que sentía –cuando te dije
que mi padre no quería que estuviera metido en drogas era cierto –negué a sus
palabras –me ayudaste esa vez y por ese estilo de cosas es que no me he metido
más allá contigo, pero mi paciencia no es infinita y estas logrando que me canse –
sequé las lágrimas que mojaban mis mejillas.
—Debes buscar ayuda.
—Y tú debes irte de este colegio antes que mi paciencia se acabe.
Sin escuchar otra estupidez de Damián, corrí con todas mis fuerzas hacia
donde estaba Leonardo. Pude ver cómo me buscaba en el patio, cuando me vio de
inmediato corrió hacia mí.
— ¿Dónde está? ¡Qué te hizo! –exigió saber enojado.
—Nada… vámonos de aquí, por favor, ese tipo está enfermo.
— ¡Dónde está! –dejé mis manos en su pecho para que no avanzara.
—Solo vámonos ¿sí? –ya eran muchos problemas por un día, quería algo de
calma.
Logré que con Leonardo saliéramos del colegio, tenía que ir a dejarlo a su
casa, además que debíamos estudiar para los exámenes. Durante el camino
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ninguno dijo nada, podía saber que él estaba enojado, ayer nunca supe porque lo
había estado, pero ahora era obvio.
—No era necesario que lo encararas, te dije que también me sé cuidar –él
miraba hacia la ventana, sin responderme –si vas a estar así, es mejor que no
estudiemos hoy, no tengo cabeza para estar discutiendo.
— ¿Qué te dijo? –volvió a repetir, no quería decirle todas las proposiciones
que me hizo Damián.
—Nada importante, solo me mostró que su familia rige este colegio desde hace
años… tiene un gran complejo de superioridad.
— ¿Qué más?
—Nada más.
— ¡Venías llorando! ¿Cómo no te iba a decir algo más? ¿Crees que soy idiota?
–Miré a Leo sorprendida –estuviste prácticamente en una relación con él, no tengo
idea que pudiste hacer con Damián ni me interesa, pero de un día para otro no te
puede causar nada, el tipo trato de violarte cuando habías confiado un poco en él.
—Estaba drogado en ese momento –él me miró incrédulo.
— ¿Lo estas excusando? ¿Cómo sabes eso?
—Él me lo dijo –Leonardo bufó molesto.
— ¿En qué momento?
—Cuando se metió a mi habitación esa noche ¿Qué te está pasando? ¿Es
qué es un ataque de celos? Te adelanto que no me gusta para nada –Leo comenzó
a masajear su frente para tranquilizarse. Me sorprendió que no me respondiera —
¿de verdad estás celoso? ¿De Damián? –dije con un tono más relajado.
— ¿Me vas a negar que sentiste algo por él? –eso en parte era cierto, pero
siempre había tenido a Leonardo en mi cabeza, él era quien me hacía sentir
mariposas en mi estómago y me encantaba.
— ¿Sabes? Damián tenía razón –dije mirando hacia al frente, aún seguía
manejando –él no saldrá perjudicado por la justicia, nada sobre el intento de
violación y menos por las drogas.
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— ¿Por qué dices eso? –lo miré triste.
—Porque incluso tú piensas que aun puedo sentir algo por él, quien me ha
hecho bastante daño junto con su hermana, ellos jugaron conmigo y aun así puedes
pensar que tengo sentimientos hacia él ¿Qué crees que pensará el juez? ¿Crees
que servirá que vaya a declarar? Si ni siquiera mi casi novio es capaz de ver cuánto
desagrado tengo hacia Damián.
—Amaya –podía sentir su tono diferente, pero no le hablé, solo puse la música
y seguí manejando. Nos fuimos en silencio, escuchando Somewhere only we know.
Cuando llegamos a su casa, me pidió que esperara unos minutos en el auto,
que iba a hablar con sus padres sobre la suspensión. En realidad debería irme a
casa, pero tampoco quería hacer una gran cosa esta discusión con Leonardo. Mejor
era esperar.
Así que para matar el tiempo mientras regañaban a Leonardo, fui hasta la
playa, me senté en una estructura de piedra que había debajo de casa de Leonardo,
por el costado y me quede mirando las olas. Observando cómo había personas
caminando por toda la playa, niños corriendo, parejas tomadas de la mano y otros
más deportistas trotando. Sonreí al estar tranquila aquí, la brisa marina me ayudaba,
pero el golpe que dio Leonardo al cerrar la puerta principal de su casa, me avisó
que no había más tranquilidad.
Se sentó a mi lado, sin decir nada. Lo quedé mirando, él solo se fijaba en el
mar. Supongo que había discutido muy feo con sus padres, para nadie era gracia
que nos suspendieran por casi dos semanas. Aún tenía que dar la mala noticia a
mis padres.
Tomé su mano que estaba apoyada en el cemento, quería que me dijera algo.
—Soy un idiota, lo siento, no debí hablarte de esa manera en el auto.
—Está bien.
—No, no lo está… de verdad lo siento –tiré de su brazo para que se inclinara
un poco, al hacerlo besé su mejilla.
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—Dije que está bien, si no lo estuviera, no estaría aquí, ahora dime ¿Qué te
dijeron? Se escuchó el portazo hasta acá –volvió a fruncir el ceño, enojado.
—Me regañaron por lo que hice, piensan que de esta forma me expongo a que
me vuelvan a golpear y… —suspiró frustrado –dijeron algo de cambiarme de
colegio, pero no seguí escuchando, salí de ahí antes de enojarme aún más.
—Wow… no pensé que tuvieras un carácter fuerte, te enojas rápido.
—Lo sé, es algo que debo controlar, es como si mi cabeza se calentara y dijera
cosas que no debo… es una estupidez –volví a tomar su mano, lo que iba a decir
podía lograr que su cabeza se calentara.
— ¿Por qué no te quieres cambiar de colegio? Sabes que sería la solución
para tus problemas.
—No te dejaré ahí sola ¿o tú también te cambiarás de colegio? –lo quedé
mirando sin decir nada. Él frunció el ceño al darse cuenta que no le respondía —
¿te vas a cambiar?
—No –dije negando y tomando con mayor fuerza su mano. Esto no era fácil.
— ¿Entonces? –tomé aire, si seguía aplazando esto… iba a ser peor.
—Bueno, mis padres no se irán a ningún lado, no este año por lo menos y no
quiero que se sigan cambiando de ciudad por mi culpa, es por eso que llame a mi
tío Evan.
— ¿El de Italia? –asentí. Esperé unos segundos para que se diera cuenta de
lo que estaba pasando –Amaya ¿me estas queriendo decir que te irás a Italia con
tus tíos?
—Antes de comenzar el nuevo año escolar, ya lo tengo hablado con mis
padres y mis tíos, siempre voy para mis vacaciones, manejo el idioma y la idea es
quedarme hasta que termine mi educación, estaría un colegio donde hablan español
–él se quedó en silencio unos minutos, yo no dije nada más, no era necesario.
— ¿Cuándo pensabas decírmelo?
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—No sabía cómo, no me gusta tener que irme, pero creo que finalmente podre
estar tranquila estudiando… solo será por un año, volveré, solo nos queda el
próximo año antes de entrar a la universidad.
— ¿Por qué tiene que ser en otro país? –seguía con su ceño fruncido.
—Porque ahí tengo familia –él suspiró y esquivó mi mirada.
—Si… bueno, supongo que no estoy en posición de decir nada –volví a tirar
de su brazo para que me mirara.
—Leo, tú eres importante para mí, no digas eso.
—Pero si te digo que no te vayas, lo harás de todas formas ¿no?
—Ellos me quieren fuera, para mí esta es la única opción.
—Entonces ellos ganarán, te sacarán de aquí –me controlé para no comenzar
a hacer un mohín.
—Leonardo… no es cierto, ellos ya han quedado expuestos hoy, me has
ayudado tanto. Deberías tomar la propuesta de tus padres, no quiero que te quedes
en ese colegio… Damián seguirá ahí el próximo año y te hará la vida imposible –
era cierto que Amalia y Cloe se graduaban, pero ese infeliz seguiría ahí y no podría
estar tranquila pensando que podrían hacerle daño a Leonardo.
—Me sé defender, gracias.
— ¡Leo! Esos hombres pueden volver de nuevo y ahora con lo que hemos
hecho… no es correcto que te quedes en el colegio –él soltó mi mano y se puso de
pie.
—No creo que estudie hoy –de inmediato entendí que me estaba diciendo en
simples palabras que me largara, pero no quería pelear, solo deseaba aprovechar
mi tiempo con Leonardo.
—Sí, lo haremos… deja de comportarte de esta forma, no sacas nada, es lo
más inteligente que podemos hacer.
—No, eso es lo más cobarde –me puse de pie también.
—No… hay que saber cuándo retirarse, solo somos dos adolescentes, no
podemos hacer nada más, es la realidad, incluso ya hicimos más de lo que
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debíamos –Leo llevó la mano hasta su frente, moviendo su dedo índice y anular de
un lado a otro. Estaba enojado.
— ¡El tipo trató de violarte! ¡Cómo crees que puedo pensar de esa manera!
—Y no lo hizo gracias a ti ¡ya basta! –dije al ver que seguía enojado, tomé su
mano para que no siguiera atacando su frente de esa forma –Ya basta…
—No es justo.
—Debes aceptar lo que dicen tus padres, nadie desea verte con otro yeso en
tu cuerpo, mira lo que pasó por involucrarte conmigo –dejé mi mano sobre su brazo
fracturado –por favor Leo.
Nunca había visto a Leonardo enojado de esta forma, tenía su ceño fruncido
y parecía que nadie pudiera lograr que su expresión volviera a su normalidad.
—Creo que deberíamos conversar con ellos ¿no? –Él negó –mientras
comemos algún dulce que hay en tu casa ¿no quieres? –Cuando dije eso fue como
usar un hechizo, su expresión cambió por completo y sonrió un tanto triste –no estés
enojado, eso no ayuda en nada, Leo.
No me respondió, simplemente tiró de mi suéter y me acercó a él para que
pudiera besarme. Me empiné y rodeé su cuello al mismo tiempo que mi corazón
latía con rapidez. Sonreí nerviosa cuando nuestros labios se movían contra los del
otro. Tuve cuidado con su brazo fracturado cuando él me acercó aún más. Mis
manos acariciaron su cuello, era muy agradable hacerlo mientras él exigía más de
mis labios.
—Leo… —dije sonrojada.
—No quiero que te vayas –apoyó su frente junto a la mía. Le di un corto beso
en sus labios.
—No hagas esto, volveré… nos encontraremos después cuando ambos
seamos universitarios ¿no? –él sonrió y me miró como si estuviera diciendo alguna
estupidez.
—Bien, supongo que no hay nada que hacer, a pesar de todo… no quiero que
ese bastardo este en tu vida –me empiné de nuevo para poder besarlo, pero no
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pasó mucho para alejarme cuando sentí que me estaba faltando el aire —Tu ganas,
supongo que mis padres estarán felices cuando vuelva como un perro arrepentido
a aceptar su proposición.
—No un perro –dije acariciando su mejilla –un lobo ¡me encantan tus ojos! –
dije observando lo oscuros que eran. Aquello lo hizo reír, pero no lo tome en cuenta,
él era mi lobo.
—Muy bien, casi novia –dijo con un tono burlesco, claro, como yo había dicho
primero la palabra casi correcta para lo que éramos se estaba burlando.
—Bueno, si quieres puedes seguir siendo mi amigo –dije caminando hacia su
casa, pero sentí como su mano atrapaba mi cintura y me levantaba unos
centímetros hasta que sus labios chocaron contra los míos.
¡Dios! Esos movimientos hacían que mi cabeza girara y más cuando sentía
sus besos. Me aferré a su suéter y tiré de este, pero después lo empujé al ver que
mi respiración y todo mi cuerpo se estaba descontrolando.
—No puedes tener esta fuerza, tienes un brazo fracturado –él sonrió.
—Para que veas –dijo con una mirada seductora. Me sonrojé y comencé a
caminar de nuevo.
Fuimos con Sara y Bruno, Leonardo se disculpó por haber salido de esa forma
de casa y aceptó la idea de irse del Colegio Altair cuando acabara este año. Les
comenté de mi plan y eso animó aún más a los padres de Leo para que aceptara ir
a otro colegio que quedaba en una ciudad cercana, incluso lo animaron diciendo
que le comprarían un auto para que el viaje no fuera más largo de lo que era, pero
él se negó, amaba su moto.
Ese día no estudiamos, simplemente nos quedamos conversando con sus
padres sobre lo sucedido. No estaban nada felices, pero ya no podían hacer nada,
les pedí disculpas por meter a Leo en esto, pero ambos coincidieron en que él ya
estaba mayor como para saber dónde se metía y que debía tener conciencia de sus
actos.
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El resto de la semana, la pasamos estudiando y recorriendo la playa. Como
mis padres trabajaban y en casa de Leonardo solo estaba Sara, me iba con ellos,
debía aprovechar este tiempo que tenía con Leonardo, ninguno había hablado sobre
mi partida de nuevo, era mejor, no quería ponerme triste y tampoco quería que
Leonardo estuviera enojado. Además faltaban más de dos meses para mi partida.
Durante el fin de semana fue el turno de Leonardo para ir a mi casa, ya que yo
también debía pasar tiempo con mis padres, así que estos días fueron increíbles,
nadie nos molestaba.
Sin embargo, no todo fue color de rosa, era cierto que no veíamos a los
Andrade y que estábamos tranquilos esos días de la semana, pero llegó el lunes y
teníamos dos exámenes, uno de ellos era matemáticas y quedaba al final del día
escolar, así que con Leo tuvimos un gran espacio antes de volver a clases, lo cual
usamos para ir a comer un helado y estudiar los últimos puntos sobre matemáticas,
ya que era la debilidad de él.
Cuando fuimos a dar el examen, fue lo mismo de siempre, incluso peor, los
comentarios ahora no eran susurros, pero no hablaban mal de nosotros, sino que
siempre estaban comentando lo sucedido con los papeles arrojados de la azotea,
por lo visto la intachable imagen que tenia Damián, se había ido por el escusado,
por lo que cuando Vivian estaba cerca de nosotros, no corría peligro alguno, eso
me aliviaba, en parte habíamos limpiado nuestra imagen.
Aun así me sorprendió mucho cuando Juliana, al salir del examen, nos detuvo.
—Escuche el audio que subiste, Damián es un infeliz –dijo ahora con una
mirada diferente, no parecía pedante ni mal intencionada.
—Que bien –dije un tanto nerviosa, ella me causaba desconfianza y además
¡me desagradaba que se acercara a Leonardo después de verlos como novios!
Aunque después se haya arruinado todo por culpa de ella, por volverse una
descerebrada.
—Que estés bien, Juliana –le dijo Leonardo, dándome la señal de que
saliéramos de este colegio, teníamos planes más interesantes que esto.
348
— ¡Esperen! –Dijo ella cuando avanzamos hacia la salida –disculpa Leo –
tensé mi mordida al escuchar como lo llamaba, “Leo” que tono tan desagradable
usaba, me molestaba.
—No hay problema –le respondió un tanto frio, supongo que era porque yo
estaba presente, ya que sabía que él le guardaba cierto cariño, habían sido amigos
antes de ser novios.
— ¿Me puedes prestar a Amaya un momento? –Fruncí el ceño al escucharla
–solo quiero hablar algo contigo, de mujer a mujer –él la quedó mirando, confundido,
al igual que yo –solo quiero decirte unas palabras, no tomará más de cinco minutos.
— ¿Amaya? –dijo él esperando mi respuesta. Suspiré cansada, no podía
volverme una pesada ni menos guiarme por tontos celos que me causaba Juliana
por estar cerca de Leonardo, mejor salía de esto rápido.
—Espérame en el estacionamiento ¿sí? –dije con mi mejor cara, realmente no
había de que preocuparse, todo el mundo sabía la realidad de los Andrade y creo
que Juliana de verdad se estaba sintiendo mal por cómo nos trató, además de
seguro quería hablar algo de Leonardo, no teníamos nada más en común.
—Bien, nos vemos –los tres salimos de la sala, pero cuando estaba cruzando
la puerta, Vivian me detuvo.
— ¡Ey! Espera –dijo tomando mi brazo, me iré a verla — ¿estás ocupada,
Amaya? –dijo mirando a Juliana un tanto extrañada.
—Cinco minutos y luego me voy con Leo –respondí.
—Tengo una maldita duda sobre un ejercicio que hay en física y sé muy bien
que Leonardo es un cero a la izquierda con los números.
— ¡Ey! No seas injusta, el esfuerzo vale –lo miré sonriendo, él de verdad era
un cero a la izquierda, su nota más baja era en asignaturas de este estilo.
—Dame cinco minutos, espérame con Leo ¿sí? Vuelvo enseguida.
—Está bien –dijo Vivian, riéndose aun de Leonardo –pero primero iré al baño,
nos vemos.
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Nos dispersamos y caminé con Juliana, me sentía extraña al estar a solas con
ella, además no sabía a dónde me llevaba.
—Siento de verdad todo lo que ha sucedido –dijo mientras caminábamos entre
los alumnos que salían de clases, prácticamente corrían para escapar del colegio,
los ánimos estaban tensos por todo lo ocurrido, pero ya no habían miradas feas
hacia mí, me sentía bien, era lamentable que me tuviera que ir, pero era lo mejor.
—Bueno, supongo que eres parte de todos los que caímos por la imagen que
representaba Damián ¿no?
—Es que es tan guapo ¿Qué te haría pensar que pueda tratar a una mujer
así? –dijo girando hacia un pasillo, donde estaban los baños.
—Creo que por aquí está bien ¿no? ya no queda nadie.
—Ven, aquí hasta las paredes tienen oídos, es desagradable, son tan
chismosos.
No tenía la menor idea del porque la seguí, pero mi mano inconscientemente
fue hasta mi bolso y caminé tomando el aparato de descargas eléctricas. Sin
embargo mi desconfianza no llegó a tal nivel como para retirarme.
— ¿De qué se trata todo esto? ¿Quieres hablar de Leonardo?
— ¿Leonardo? –Bufó de una forma que me desagradó –eso es cuento viejo –
entró al baño y me quedó mirando, esperando a que la siguiera.
La curiosidad mató al gato… que sabias palabras eran aquellas.
Entré al baño junto con Juliana, pero cuando ella se apoyó en uno de los
lavados, mirando hacia las puertas, supe que algo estaba mal. En ese segundo,
antes de poder salir de ahí, tres puertas se abrieron de golpe, dejando ver a Amalia,
Cloe y Nicole.
Me gire corriendo para escapar de ahí, pero solo alcancé a abrir la puerta y
por un segundo vi que Vivian bajaba las escaleras. Siempre iba al baño del segundo
piso. Cuando me miró se quedó pasmada, no se movió y la puerta se cerró ante mis
ojos.
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No supe quién era hasta que vi que Cloe no me tenía sujeta, pero Nicole me
había tomado del cabello hasta hacerme retroceder y provocarme un dolor infernal,
nunca nadie me lo había tirado. Hizo que mi cabeza quedara mirando hacia el techo
mientras que Juliana y Amalia me tomaban con fuerza de los brazos, comencé a
mover mis piernas para liberarme, pero en eso entró Damián al baño, pude saberlo
solo por su risa.
—Esto es entretenido de ver –dijo acompañado de alguien. Cuando Nicole me
dejó mirar pude ver que era Simón y Felipe, quienes lucían muy entretenidos por
las palabras de Damián, los tres estaban apoyados en la pared –te dije que mi
paciencia se acabaría… aunque la de Cloe es peor, no puedo hacer nada por ti –
dijo con sus ojos verdes, brillando de excitación al verme de esta forma ¡Infeliz!
Disfrutaba viéndome sufrir.
— ¡Te lo dije! –me advirtió Cloe, tomando mi mentón y haciendo que la mirara
–te lo dije ¿no? ¡Mira lo que has hecho! ¡Has arruinado todo! –de un solo golpe me
abofeteó, dejando que sus uñas largas me rasparan la piel. Eso había dolido.
— ¡Basta! –grité asustada cuando sentí que otra vez sus uñas cruzaban mi
mejilla. Trataba de soltarme pero Nicole y Amalia me tenían muy bien sujeta.
—Te lo advertí ¿no? –Susurró la perra de la hermana de Damián –esto se
podía volver un infierno, mira lo que has hecho y yo que te quería ayudar para que
te acercaras a Damián, así podrías ser nuestra amiga y poder ayudarlo los
siguientes años, cuando no estemos.
— ¡Pero! –Dijo Cloe, como si estuviera loca — ¡tenías que arruinarlo! ¿Por qué
simplemente no podías caer como las demás? ¿Ah? así tendríamos a su padre en
la palma de nuestras manos y podríamos seguir con lo nuestro tranquilos –enterró
sus uñas en mi cuello.
— ¡Nodo! ¡Por favor! –grité ante el dolor que eso provocaba. Cuando dijo eso,
la puerta se abrió, mire esperanzada quien podía ser, pero al grupito se había
agregado Eve, pero nunca me espere que viniera con la manguera contra incendios,
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no era como las que habían siempre en todos los establecimientos, si no que era
de corto alcance, aun así me tensé por completo al verla.
— ¡Mira! –Dijo Damián sonriendo –la venganza es un plato que se sirve frio
¿no? –tomó de la cintura a Eve, de una forma grotesca mientras ella sonreía y sin
más se besaban, al mismo tiempo que ella me miraba y presionaba el gatillo para
empaparme de agua.
Nunca pensé que esa misma manguera que había ocupado contra Eve y
Damián en el gimnasio, tendría tanta presión, con razón él se enojó cuando lo hice,
pero cuando sentí el chorro de agua en mi cara al mismo tiempo que las demás me
soltaban para no mojarse, realmente me di cuenta de la presión que tenia.
— ¡Para! –Dije ahogándome, quedando apoyada en uno de los baños, sin
poder moverme por la maldita agua — ¡para! –ella se detuvo, pero cuando pensé
que todo había acabado, Damián se metió en mi bolso que había caído cuando traté
de escapar.
—Debe andar con esto… —dijo buscando entre mis cosas, antes de poder ir
hasta él para detenerlo, las demás me sujetaron y evitaron que escapara — ¡sí!
Tenía razón –me mostró el aparato de descarga eléctrica — ¿no te dije que mi
paciencia llegaba a un límite? –abrí mis ojos asustada cuando entendí lo que quería
hacer.
—No te atrevas, por favor… —dije sintiéndome un asco por pedirle algo de
esa forma, él no se merecía ni una sola palabra de educación.
—Cómo cambian los papeles, Amaya –dijo acercándose hasta mí, mirándome
muy serio — ¿no me habías amenazado una noche con esto?
—No lo hagas, Damián… —sin más subió mi suéter junto con mi camiseta.
Comencé a llorar por sentir sus manos sobre mi piel — ¡basta!
— ¿Sabes? –susurró en mi oído mientras seguía subiendo su mano por mi
abdomen ¡es que acaso nadie me iba a ayudar! ¿Vivian se había asustado de salir
herida igual que yo? Aunque no quería que quedara expuesta de esta forma, nunca
lo desearía –aún sigo pensando en ti –me tensé cuando sentí el aparato eléctrico
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en mi cadera –podrías pedir que nos quedáramos solos, no te haría daño –giró su
rostro y de esa forma sentí superficialmente sus labios, me moví al instante.
Damián era un maldito psicópata.
— ¡Hijo de puta! –lo encaré, teniendo cuidado de no exponerme demasiado,
no quería sentirlo de nuevo.
— ¡Damián! –Le gritó Felipe para que se detuviera –queda poco tiempo, ya
basta.
— ¡Silencio! –dijo mirando hacia atrás al mismo tiempo que tomaba mi cabello
con fuerza, reemplazando la mano de Nicole, me hizo mirarlo –te ves tan guapa con
las marcas de Cloe en tu mejilla y en tu cuello –al decir eso paso su nariz por este,
causando que comenzara a llorar desesperadamente, más cuando sentí el aparato
eléctrico justo en mi abdomen.
— ¡Basta! –la puerta del baño se abrió, dejando expuesta toda la situación.
Miré y estaba el Director observando toda la escena con una cara de asco ¿alguien
se inmutó por su llegada? No, simplemente me soltaron, pero nadie salió corriendo
ni tampoco tuvieron una expresión de pánico –ustedes… —dijo mirando a los demás
mientras yo caía al suelo, llorando de forma histérica por el miedo –se acabó,
llamaré a la policía ¿Qué tienen en su cabeza?
El Director, quien ahora vestía con un traje negro, lucia impecable y muy bien
peinado, pero su expresión lo decía todo, se había hartado, aunque poco le servía.
— ¿Llamará a la policía? –Dijo Damián caminando y dejando el aparato de
descarga eléctrica en mi bolso de nuevo — ¿es qué acaso cree que hemos hecho
algo mal aquí? solo estábamos conversando ¿no, Amaya? –levante la mirada
incrédula ante sus palabras.
—Sr. Andrade, su juego aquí se acabó.
—No lo creo –dijo muy seguro de sí mismo –solo somos un montón de chicos
bromeando en el baño de chicas ¿cierto, Amaya? –estaba vez me miró con su ceño
fruncido — ¿o es que quieres que tu padre aprenda ruso? –lo miré asustada al
darme cuenta de su amenazada, quería enviar a esos tipos por mi padre.
353
— ¿Amaya? –dijo el director esperando mi respuesta, incluso él se había dado
cuenta de aquel mensaje.
—Lo que dice Damián… —dije humillada, mirando hacia el suelo mojado,
estaba igual de empapada.
— ¡Amaya! –escuche el gritó de Leonardo. Cuando miré de nuevo hacia la
puerta pude ver que Vivian estaba a unos pasos detrás del Director. Miró hacia un
lado, observando a alguien más, Leo.
Cuando apareció al frente de la puerta, se quedó helado por un segundo para
después parecer que sus ojos comenzaban a volverse llamas de furia. Trató de
acercarse a mí mientras estaba aún en el piso arrodillada, pero el Director lo tomó
con fuerza desde los hombros.
— ¡Leonardo! Detente…
— ¡Hijo de puta! ¡Te voy a matar, Andrade! ¡Te moleré a golpes! ¡Cobarde,
mal nacido! –el Director le dijo algo a Vivian y ella asintió mientras retiraban a
Leonardo que estaba enfurecido. Mi amiga entró al baño y tomó mi bolso sin mirar
a ninguno de los ocho espectadores que ahí había, me rodeó con sus brazos y me
ayudó a levantarme. Me habían destrozado.
—Te lo advertí Amaya, no estaba jugando –dijo Amalia sonriendo al ver como
caminaba con dificultad, me dolían las rodillas por el golpe con el que caí y además
tenía mucho frio por el agua.
Cuando iba en la puerta del baño sentí que estaba acabada, pero me giré de
todas formas, destrozada como estaba y estiré mi brazo para después darles una
señal obscena, especialmente dedicada a Amalia.
—Tú, te hundirás –dije mirando a esa hermana Andrade maléfica, parecía que
habían nacido de la misma semilla del mismo demonio –y tu –dije mirando a Damián
–tienes tus días contados, abre los ojos.
Esa había sido una hazaña completamente fuera de lugar, ya que mi moral se
estaba cayendo a pedazos, pero aun así no saldría como alguien que se había
rendido. Sin embargo cuando nos alejamos lo suficiente, me desmoroné por
354
completo, podía ver al Director que trataba de calmar a Leonardo, pero no pudo
hacerlo hasta que él me vio apoyada en la pared con la ayuda de Vivian, mientras
me dejaba caer sobre el piso.
—Amaya –susurró preocupada Vivian, pero no la escuché, mí vista solo se fijó
en Leonardo que venía hacia mí, corriendo, dejando al Director hablando solo.
—No, no, no… —sin ningún problema trató de levantarme, pero le costaba con
su brazo fracturado. Aun así rodeó mi cintura con su brazo izquierdo y me apoyé en
él mientras caminábamos hacia la salida del colegio. Solo le di una mirada al
Director, era obvio que no tenía que decirle esto a nadie, no quería que mi padre
corriera peligro.
—Hay que llevarla al hospital –dijo Vivian junto a nosotros.
—No, quiero ir a casa –miré casi suplicante a Leo –Nana tiene su día libre hoy.
—Muy bien, a tu casa entonces… —él entendió de inmediato –no dejaré que
otro Andrade te haga daño, ese doctor esta siempre de turno, en urgencias, es mejor
ir a tu casa.
Así lo hicimos, cuando entré al auto pude notar que Vivian y Leonardo
hablaban algo, pero él se subió rápidamente y comenzó a manejar, con cierta
dificultad por hacerlo con una mano.
Ya las lágrimas no caían cuando estaba apoyada en la ventana del auto, no
podía seguir llorando, no ganaba nada de esa forma, no era bueno para nadie.
Leonardo me hablaba solo para asegurarse que mi mente seguía con él.
Cuando llegamos a casa, ya sintiéndome mejor, caminé sola hasta que
entramos. En silencio subí a mi habitación, él se quedó en el sofá, mirándome
mientras subía las escaleras. Por su expresión sabía que estaba muy preocupado.
Me cambié la ropa como si no hubiera pasado nada y me tragué todos los
nudos de sollozos, me había prometido que no lloraría más por estos temas, nunca
antes me habían tratado con violencia, ni siquiera en mi antiguo colegio, pero era
algo parecido, solo que psicológicamente. Tomé el libro y cuaderno de física,
teníamos examen.
355
No me importó bajar con mi pijama y mi cabello casi mojado. Cuando llegué
Leonardo estaba sentado esperándome, en el sofá.
—Siéntate aquí –dijo cuando dejé los libros sobre la mesa de centro. Hice lo
que me pidió, me senté a su lado –fui al baño y encontré este botiquín.
— ¿Tengo heridas? –no me había visto al espejo, no quería.
—Sí, amor –con cuidado fue curando las marcas que Cloe había hecho con
sus asquerosas uñas.
— ¡Ahuché! –me quejé, ardía.
—Así evitará que se infecte –después comenzó a poner las pequeñas suturas
adhesivas. Cubrió parte de mi mejilla izquierda –deberíamos dar aviso de esto.
—No –negué de inmediato –no me perdonaría que le hicieran daño a mi padre,
incluso aun me duele que te hayan hecho daño a ti.
—Amaya.
— ¡No! –dije alterándome, traté de ponerme de pie, pero Leonardo me tomó
de un brazo para detenerme.
—Bien, bien… tranquila, no quiero que te alteres de nuevo –lo mire triste, él
era quien había perdido el juicio cuando me vio en el baño.
—Hay que estudiar –dije suspirando –mañana hay examen de física —
Leonardo dejó el botiquín a un lado y sin más se acomodó en el sofá.
—Ven, siéntate conmigo…
Me acomodé a su lado por lo que había dicho, pero finalmente terminé con mis
piernas sobre las suyas, apoyada en su hombro y sin poder controlarme comencé
a llorar mientras él acariciaba mi espalda, consolándome.
— ¡Es tan… injusto! –Dije entre sollozos –pero ¡ya verán!... esa Amalia me las
pagará.
— ¿Sabes? Lo más sensato es que te dijera que no deberíamos seguir, es un
ciclo que no se acabará, pero no puedo, lo único que quiero es romperle la cara a
Damián.
356
—Abrázame Leonardo –dije al recordar que ese infeliz me había tocado –él…
metió su mano bajo mi camiseta, me da asco –trataba de controlar las lágrimas,
pero no funcionaba y al mirar a Leonardo que no se movía, podía saber que estaba
enfurecido –no me pidas que me quede –dije recordándole lo que no hablábamos,
que me iría en dos meses más –solo quiero aprovechar este tiempo contigo antes
de irme, pero no quiero que él se vuelva a acercar… me tocó y… —él cubrió mi
boca ante mi momento de desesperación y autocompasión, me estaba dando un
ataque de pánico el haber estado tan cerca del tipo que casi me violó.
—Está bien, borraremos ese mal momento –lo miré extrañada cuando dijo
aquello –siéntate sobre mis piernas, deja las tuyas en mis costados –hice lo que me
pidió.
— ¿Qué haces? –Dije al ver que su mano izquierda se metía bajo mi camiseta
blanca de pijama — ¿Leo? –las lágrimas habían dejado de caer y ahora su mano
que estaba muy caliente pasaba por mi abdomen, piel contra piel.
— ¿Te molesta? –me tomé un segundo en responder. La verdad me estaba
gustando mucho.
—No –era agradable sentir de esta forma su mano, borraba todo rastro de lo
que había hecho Damián en el baño.
Me sonrojé cuando tomé su mano y la guie por donde había tocado Damián.
La respiración de Leonardo se notaba más acelerada, al igual que la mía, mi
corazón latía con fuerza y más lo hizo cuando lo guie hasta mi cadera, mi costado
izquierdo. Sin embargo mi cabeza casi dio un vuelco cuando él se sentó mejor y
levantó mi camiseta para después acercarse y besar mi abdomen, así que yo misma
mantuve mi prenda arriba, bajo mis pechos, solo dejando mi abdomen expuesto.
— ¿Leo? –sus ojos estaban fijo sobre los míos, tan negros y profundos.
— ¿Estas mejor? –se alejó con una sonrisa.
—Deberíamos estudiar –él tomó mi mano e hizo que mi camiseta volviera a su
lugar, ya que aún la mantenía arriba.
Sentía mis extremidades muy pesadas, al igual que mi respiración.
357
—Eso sería una muy buena idea, pero para eso debes… bajarte de mí –dijo
riendo, cubrí rostro con mis manos y volví a mi puesto — ¿te sientes mejor? –era
increíble, pero me sentía mucho mejor.
—Sí, gracias –me acerqué y lo besé –mañana hay examen de física.
— ¿Vas a darlo? ¿No temes lo que pueda pasar? –pensé en todo lo sucedido
hace una hora atrás.
—No volveré a quedarme sola, de eso estoy segura.
—Vivian me comento que… —dijo un tanto inquieto –ella grabó parte de lo
sucedido en el baño, me preguntó si querías que lo editara y lo subiera a internet.
—No –dije de inmediato –eso podría poner en riesgo a Cristian ¿sabes? Estoy
cansada de todo esto, solo quiero estudiar cómo alguien normal y pasar estos
exámenes ¿sí?
—Te entiendo, entonces estudiemos porque me falta mucho para sentirme
bien con esa maldita asignatura…
Así estuvimos todos los días, a medida que pasaba la semana, todos estaban
muy entusiasmados con el baile que había el viernes, todo se acababa, entregaban
notas y finalizaba el semestre, para así salir de vacaciones por dos meses. A mis
padres les llamó la atención las heridas de mi mejilla y cuello, pero solo me excusé
con que me había pasado a llevar con un árbol cuando estaba en casa de Leo, me
quedaron mirando raro, pero no dijeron nada más, supongo que me creyeron.
Vivian me había llamado para decir que había borrado el video de su celular,
pero que me había enviado una copia a mi email, ni siquiera quise verlo, no era
agradable saber que había un registro de cómo estaba ese día, aunque solo yo lo
tuviera, no lo pude borrar. Leo seguía molesto porque no me pudo defender, pero
lo que hicieron provocó que él entendiera que mejor abandonar este pueblo, así que
no todo era negativo, lamentaría tener que irme y que él estuviera enojado.
Estaba en mi cama recostada, feliz de que todos los exámenes hayan salido
bien, tuvimos muy buenas notas, aunque Leo seguía con tener las más bajas en
358
matemáticas y física, no era lo suyo obviamente. Ahora solo había que esperar las
fiestas, disfrutar de navidad, año nuevo ¡Y bienvenida vacaciones! Era agradable
saber que por lo menos estos días, todo se había calmado.
Miré mi celular y ya era las nueve de la noche de este día viernes. Suspiré sin
estar convencida de querer vengarme de Amalia, no era algo que me animara
ahora, con todo lo que había sucedido, estaba conforme con que todo el colegio se
diera cuenta de cómo eran los Andrade y ese centro de alumnos, pero debía
vengarme, no podía estar tranquila hasta verla destrozada. Leonardo sabía cuál era
mi plan y vendría por mí a las diez de la noche, una hora después de que la fiesta
del colegio comenzara. Solo iríamos por cinco minutos.
Volví a mirar mi teléfono cuando comenzó a sonar, era Leonardo. Mi corazón
saltó ante la emoción, conteste rápidamente.
— ¿Si, Sr. Ulloa? –dije bromeando.
—Srta. Varela ¿ya está lista?
— ¿Lista para qué?
—Para el baile de hoy, espero ver a mi novia muy guapa –fruncí el ceño, ese
no era el plan, no pensaba arreglarme para ir a un lugar donde no estaríamos por
muchos minutos.
—O sea, no tengo nada pensado, solo iré con lo que tengo puesto.
—No, quiero que te arregles, te llevaré a un baile, Amaya.
— ¿De qué estás hablando? No podemos ir porque el director nos lo prohibió
con justa razón y además no podremos estar por mucho tiempo luego de lo que
haremos.
—Hazme caso ¿sí? –tensé mi mordida.
— ¿Tendré que usar vestido?
—Eso sería perfecto, verte vestida como una niña.
— ¡Ja Ja! Que insolente eres para ser mi novio, que gracioso –que falta de
respeto.
359
—Es una broma, solo te quiero ver como si fuéramos al baile, nos lo
merecemos –fruncí el ceño, no entendía a qué se refería con todo esto.
—Está bien, no sé qué te tramas, pero está bien.
—Muy bien, te paso a buscar en una hora entonces.
Ambos cortamos y yo me quede sentada en la cama sin saber qué hacer, esto
ahora era un problema. No sabía que ponerme.
— ¿Saldrás con Leo esta noche? –me asusté al ser interrumpida de esa forma
por mi madre.
—Necesito un vestido y no sé qué ponerme –sentencié como si fuera una de
las peores cosas que me hubiera pasado en la vida, lo que era extraño para mí, ya
que nunca he sido muy fanática de los bailes… bueno, ahora.
— ¿De qué hablas?
—Leo quiere que vayamos al baile –dije sin saber que responder, de todas
formas tendrías que mentir sobre mi salida con él, ellos ya estaban enterados de
que el director nos prohibió la entrada.
—Ustedes no pueden ir –se veía más sorprendida que molesta, lo que llamó
mi atención — ¿quieren comportarse como unos rebeldes?
—Eso parece –ella sonrió al escucharme.
—Bueno, puede que esta noche sea tu hada madrina y no quiero ser yo quien
te niegue el permiso para asistir a tu primer baile.
No supe lo que quiso decir hasta que volvió con una caja de alguna tienda, me
la entregó para que la abriera. Lo hice de inmediato, esto traía demasiado misterio.
— ¿Qué es esto? –había un hermoso vestido color negro. Lo saqué de la caja
y lo miré detalladamente –Es hermoso… ¿Cómo tenías esto?
—Hace unas semanas lo vi, como sabía que irías con Leonardo, pensé que
podría gustarte, estaba emocionada comprándolo, así que lo compré, es un regalo
anticipado de navidad.
— ¡Oh, mamá! ¡Muchas gracias! –dije abrazándola, pero noté como había una
caja más pequeña escondida detrás de ella.
360
—Están incluidos los zapatos –no sé cual habrá sido mi expresión, pero estaba
sorprendida. Miriam se rio de mí, pero me animó a que me apresurara.
Mientras me miraba al espejo y veía con más detalle el vestido. Era bastante
elegante, cubría parte de mis hombros y antes de llegar a mis pechos tenía una
transparencia con lunares negros. Era ajustado y provocaba que me viera con más
curvas. Me gustaba sin duda alguna.
Mamá me peino, creando una trenza por el costado derecho para después
terminar sobre mi hombro derecho, me tomaba todo el cabello.
— ¿No crees que es mucho? –dije sobre el maquillaje mientras me ponía los
tacos negros que combinaban, eran cómodos.
—Ni siquiera he usado mucho, ya basta –dijo pasando el brillo por mis labios.
—Ya está afuera –dijo Nana, avisando que Leo estaba esperándome.
— ¡Dime que no ha venido en esa moto infernal! Tiene un brazo fracturado, no
puede manejar de esa forma –dijo Miriam mirando angustiada a Nana.
—No, ha venido en un auto –sonreí y me separé de mi madre para ir por un
abrigo — ¡Este! –dijo Nana eligiendo uno que siempre dejaba de lado, lo encontraba
muy elegante, pero para esta ocasión serviría. Era de color negro, con doble fila de
botones y un cinturón que se ajustaba muy bien a mi cintura.
— ¡Bien! ya ve… incluso llegaran atrasados –las miré emocionada y les di un
abrazo, no tenía idea porque estaba tan contenta si era ilógico que con Leo
aprovecháramos el baile — ¡oh oh! –dije al darme cuenta que no llevaba mi
venganza hacia Amalia, así que corrí hasta mi escritorio y guardé lo necesario en
mi bolsillo para después despedirme y correr hacia donde estaba Leonardo mientras
mamá repetía que no era correcto que él manejara con su brazo derecho fracturado,
pero él ya había comenzado a manejar muy bien, además lo hacía despacio.
Abrí las puertas rápidamente y sonreí emocionada al ver a Leonardo, que
estaba apoyado en el auto azul de su padre. Era un Audi, no sé qué modelo.
361
Subí el cuello de mi abrigo, muerta de frio por estar con un vestido, aun no se
había templado el clima. Me quedé observando lo guapo que se veía Leo de traje,
color negro, camisa blanca, corbata también oscura y con una elegante línea blanca
en su bolsillo superior izquierdo.
Me quedó mirando con una sonrisa, esa que me gustaba tanto y cuando
comencé a acercarme hasta él me concentré en esos ojos negros, tan profundos
como los de un lobo, mi lobo.
—Te ves hermosa –dijo sin dejar de mirarme.
—Y eso que aún no me has visto sin el abrigo, como ves, estoy con vestido –
él llevó su mano a mi mentón y su pulgar paso por mis labios.
—Era una broma, pero me alegro… te ves increíble –fruncí el ceño al notar su
corbata.
— ¿Nadie te ayudo a vestirte? –dije ajustando la prenda gris, sin embargo él
me hizo levantar la mirada por enfocarme en él.
—Estaba esperando que tú arreglaras la corbata, me gusta cuando lo haces,
frunces el ceño y te ves guapa –me empiné un poco y él de inmediato unió sus
labios a los míos.
Cerré mis ojos mientras mi corazón se aceleraba y apoyaba mi mano en su
cuello y pecho, como me gustaba sentir su boca, durante este tiempo me había
hecho una adicta. Sin embargo, me alejé cuando su mano ilesa viajo por mi espalda
hasta mi cintura.
—Leo… —dije sonriendo sonrojada –debes decirme porque todo esto –apunté
su vestimenta –además tenemos algo que hacer.
—Nuestra última venganza ¿no? –sonrió, me encantaba.
—Nuestra última venganza –dije sonriendo también –a todo esto, te hubieras
visto más guapo si me dejaras rayar ese yeso.
—Ni es sueños.
Leonardo abrió la puerta del copiloto y mientras el caminaba para entrar y yo
ajustaba el cinturón de seguridad, mi estómago dio varios vuelcos por los nervios.
362
Habíamos hablado esto con Leonardo, estábamos protegidos, solo debíamos
cumplir con el video y aprovechar nuestras últimas semanas juntos. Respire
profundamente para calmar las lágrimas que a veces llegaban al pensar en que
tendría que irme.
— ¿Lista? –dijo sonriendo.
—Como nunca, vamos.
363
Capítulo 27
364
La comida había pasado hacía ya bastante tiempo ya que todos se
encontraban saltando y bailando al ritmo de la música mientras el piso estaba
repleto de globos.
El comité había hecho un excelente trabajo. Sin duda Amalia y Nicole se
habían esmerado.
— ¿Lo trajiste? –dijo Leonardo apoyando su cabeza en mi hombro y
hablándome al oído. Sonreí nerviosa y asentí.
—Está en mi bolsillo derecho –dije sin más, me sorprendió cuando él metió su
mano y acaricio la mía que estaba escondida ahí, tomando la memoria de USB –
dame un segundo, vuelvo enseguida.
Subí el cuello de mi abrigo de nuevo y caminé hacia mi costado derecho,
donde se accedía a las graderías, que estaban desocupadas, además de cerradas.
Algunos estaban en las mesas redondas con manteles blancos, donde destacaban
hermosos arreglos florales color dorado y rojos. Me cruce de brazos, mirando como
todos bailaban mientras yo estaba escondida en la oscuridad.
Inevitablemente sonreí al ver a Damián, quien estaba bailando con Eve. La
pareja era el centro de atención, pero solo de comentarios y miradas sospechosas.
Cada uno de los amigos de Damián estaba en el centro de la pista, bailando como
si nada malo pasara, aunque todos supieran que ya estaban arruinados. Nadie
seguía creyéndoles.
Miré hacia donde se encontraba el Dj, la gran pantalla que estaba detrás
mostraba un video de música. Miré de nuevo a Damián, que ahora conversaba
riendo con Amalia, que bailaba con Simón. Todos lucían muy guapos, en especial
los hermanos Andrade. Damián estaba con un traje negro y Amalia con un vestido
corto violeta con un encaje negro, se ajustaba a su cuerpo y esos tacos que andaba
trayendo la estilizaban aún más.
—Así que aquí estabas –sonreí y dejé que Leonardo apoyara su cabeza en mi
hombro mientras que rodeaba mi cintura con su brazo sano.
365
— ¿Me dirás porque me has hecho vestir así? –él besó mi cuello, provocando
que mi corazón se acelerara. Él era tan grande que de por si yo quedaba rodeada
por su cuerpo, pero cuando me daba ese estilo de caricias… me sentía aún más
pequeña, solo porque mi corazón se disparaba como un loco y me tenía que apoyar
un poco más en Leonardo para que mis piernas no temblaran.
—Te ves muy guapa, me encantas –mis ojos se entrecerraron al sentir que
volvía a besar mi cuello — ¿no estás interesada en saber si hice mi parte del plan?
—En este momento no, culpo a esos besos que me das –dije entrelazando mi
mano con la suya, sobre mi abdomen.
—Entonces podemos esperar mucho tiempo más –giré un poco para poder
sentir sus labios sobre los míos.
Cerré mis ojos y llevé mi mano izquierda hasta su cuello. Me gustaba tocar
esa parte de él cuando me estaba besando, era tan agradable, pero me separé
después de unos segundos, con el ceño fruncido al darme cuenta que de un tiempo
hasta esta parte, pareciera que los besos de Leonardo recorrían todo mi cuerpo.
Apoyé mi frente en su mejilla, sintiendo como me presionaba un poco más con
su mano. Levanté la vista para poder observar esos ojos tan negros, que ahora
brillaban en la oscuridad. Me aferré a su mano cuando mi corazón se disparó de
nuevo al darme cuenta que me iba a alejar de él.
—No estés triste –dijo descubriendo de inmediato lo que sucedía –no hoy.
— ¿Me estás preparando una sorpresa? –Susurré ahora mirando sus labios
— ¿es qué todo esta ropa es para que me dejes rayar ese yeso?
En ese momento Leonardo comenzó a reír para después besar mi mejilla. Lo
miré con el ceño fruncido ¿Es que de verdad no me iba a dejar rayarlo?
—Vamos, no seas malo conmigo –él enarcó una ceja sonriendo y negó.
—No pienso permitirlo, ahora si nos concentramos un poco a lo que vinimos,
te invito a ver el espectáculo, luego tenemos que irnos.
366
—Está bien –nos separamos y él tomó mi mano para que subiéramos un poco
más. Desde unos escalones más arriba se podía ver con claridad todo el escenario
y los alumnos.
— ¿Lista? –él miró la hora en su celular y sonrió.
A mitad de una canción, que no reconocí, todos comenzaron a llamar a Amalia,
gritando para que subiera a decir unas palabras. Miré a Leonardo sorprendida.
— ¿Qué es esto?
— ¿Cómo querías que subiera al escenario? Ella tiene el mismo ego de su
hermano. Solo tuve que decirle a un par de conocidos que gritaran por ella, los
demás se unen porque… ya ves, masa de adolescentes ¿no? –Tomé la mano de
Leonardo, nerviosa por lo que iba a ocurrir — ¿quieres qué todo esto se detenga?
Realmente no era bueno lo que estaba haciendo, habíamos caído al mismo
nivel que ellos, pero no tenia los ánimos de irme de aquí derrotada, pensando que
me habían acorralado dentro de un baño y golpeado, tampoco podía permitir que la
golpiza a Leonardo quedara impune. Sabía muy bien que el juez amigo de Zacarías
Andrade no haría nada contra ellos, incluso ya había tomado algunas evidencias
que nosotros habíamos proporcionado como no válidas.
— ¿Amaya? –llamó mi atención Leonardo cuando Amalia estaba subiendo al
lado del DJ.
—No quiero que se detenga. La quiero hundir como ella lo hizo conmigo y
contigo.
Si no hubiese sido porque Amalia quién me engañó desde un principio, no me
hubiera visto involucrada en todo este problema y de esa forma ninguno de los
hechos sobre Leonardo y míos, se habrían realizados. Ninguno de los dos tendría
que irse del colegio y podríamos seguir siendo novios como unos adolescentes
normales, su brazo estaría bien y yo no tendría el amargo recuerdo que me había
dejado Amalia, Damián y su pila de amigos.
—No nos han hundido, no estaríamos aquí si fuera de esa forma.
367
Todos los demás alumnos se acercaron a la pista para poder ver mejor a
Amalia y escucharla. Presioné la mano de Leonardo, nerviosa por todo esto, quería
que se lograra nuestra última venganza, pero estaba asustada.
—Ven –dijo él rodeándome de nuevo, dejando su mano y la mía sobre mi
abdomen, apoyando su cabeza en mi hombro — ¿Cuál crees que será su siguiente
golpe después de esto?
—Ninguno –dije girándome a verlo –esto se acaba aquí Leonardo, ya verás –
él me miró unos segundos y después besó mi mejilla.
—Esto será entretenido…
Nos concentramos en Amalia, a quien le habían entregado un micrófono. Se
veía muy guapa con su vestido, de eso no cabía duda, pero aun así cuando miré a
los demás alumnos que la observaban, me sorprendió como algunas chicas la
miraba de una forma muy desagradable mientras que otros cuchicheaban entre
ellos.
— ¡Esto ha sido un gran honor! –Dijo sonriendo –aunque deben saber que fue
un gusto encargarme de la decoración del lugar, esta fiesta es una de las mejores
durante el año, así que estoy feliz de que les haya gustado. Es nuestra última fiesta
en el Colegio Altair, pero estoy segura que será igual de grandiosa el próximo año
–sonreí.
— ¿Así qué hiciste que subiera para ser reconocida por su trabajo? –dije
apoyándome mejor en Leonardo, teniendo cuidado con su fractura.
—Te dije que tiene un gran ego, como el hermano –eso último prácticamente
lo gruñó, molesto, pero presioné su mano para que se tranquilizara.
— ¡Aunque debo decir que no lo hice sola! Nicole también fue una gran ayuda,
ya saben, siempre hemos trabajado para que este colegio sea uno de los mejores.
—Hazlo ahora –dije mirando a Amalia. Leonardo soltó mi mano y buscó en su
abrigo lo que necesitaba.
—Muy bien.
368
Tenía el control de la pantalla gigante en su mano, color negro de forma
rectangular, no más de diez centímetro. Cuando presionó un botón, Amalia seguía
hablando, pero la pantalla de atrás se volvió blanca, de esa forma Leonardo
manejaba el computador que estaba conectado para abrir la memoria USB y abrir
el pequeño video que habíamos preparado.
— ¿Si? –volvió a preguntar Leonardo.
Solo asentí.
Sonreí cuando el DJ, que se llama Sam, amigo de Leonardo de su antiguo
colegio, programaba la música para ser esto un poco más dramático. Comenzó a
sonar My Way de Limp Bizkit cuando en la pantalla apareció la imagen de Amalia,
sonriendo junto con Simón, luego de eso varias imágenes de ella haciendo trabajos
en el colegio, ayudando a los demás.
Todos se quedaron atentos mirando, de seguro preguntándose de que se
trataba todo esto. Yo solo entrelacé mi mano con la de Leonardo cuando apareció
la foto del centro de alumnos, para después mostrar las dependencias de ese salón
que usaban para sus reuniones. Al comienzo solo dejaba ver las imágenes que
todos conocían, un salón normal con ellos trabajando como equipo, pero después
de eso, cuando se mostraba la puerta que llevaba a esa habitación extraña,
comenzó el video donde se veía claramente como estaba Amalia con Simón
teniendo sexo… uno bastante extraño a todo esto.
Cada alumno de ahí abrió su boca sorprendido por el video, no eran muchos
segundos, así que tuvimos que modificarlo para que se repitiera una y otra vez. De
todos los rostros, solo me fije en dos expresiones que me importaban.
— ¡Paren esto! –gritó Damián, dejando la mano de Eve para después correr
hacia donde se encontraba el DJ, pero los amigos de Leonardo que acompañaban
a Sam estaban ahí para interponerse, sin dejar que avanzara. Comenzó a gritar
cientos de insultos mientras que puse atención a Amalia.
369
Ella no dejaba de mirar la pantalla para después caer de rodillas sobre el
escenario, cubrió su rostro con las manos mientras Simón estaba a su lado, tratando
de levantarla, pero ella con fuerza lo empujó para que la dejaran tranquila.
No pude evitar sonreír cuando la vi en ese estado, sabía que estábamos
haciendo mal, que estábamos cayendo a su nivel, pero todo lo que habían hecho
contra mí, además del daño que le hicieron a Leonardo, sin duda valía la pena.
Todas las imágenes de Amalia amenazándome, de su hermano hiriéndome
comenzaron a pasar con rapidez por mi mente hasta que Leonardo presionó un
poco más mi mano, llamando mi atención.
Lo miré y lo encontré con su ceño fruncido, recién ahí me di cuenta que todos
se estaban riendo de Amalia.
—Amaya –la mano izquierda de Leonardo me soltó y paso por mis mejillas –
ya todo terminó, no debes temer de nada ¿de acuerdo?
—Si –no me había dado cuenta de las lágrimas que estaban cayendo por mis
mejillas.
—Es mejor que nos vayamos –asentí, pero antes le di una última mirada a
Damián Andrade que ahora hablaba por teléfono mientras buscaba con su mirada
entre las personas a alguien, supongo que a nosotros.
Cerré mis ojos sabiendo que había un punto final que tendría que llevar a cabo,
pero sin que Leonardo estuviera a mi lado, esto era más peligroso y era para irme
de este lugar, sabiendo que él y mi familia estarían a salvo mientras yo no estuviera.
Salimos del colegio sin que nadie nos descubriera, escuchando las risas de
los demás y los llantos de Amalia, por fin la había acabado y no me molestaba
haberlo hecho de esta forma. Era una cucharada de su propia medicina.
370
Andrade el que fijaba su mirada en mi por unos segundos. Supongo que venía a
buscar a sus hijos. Eso había sido rápido.
Con Leonardo no hablamos mucho durante el camino, ninguno rio o siquiera
se regocijó de lo que sucedió con Amalia, tan solo nos guardamos dicha alegría
porque no era correcto estar gritando de felicidad, además de un tiempo hasta esta
parte, me estaba interesando mayormente la sorpresa que me tenía Leo.
—Hemos salido de clases –dijo él mientras manejaba, atento a la carretera –
deberemos ir a buscar nuestros papeles ¿crees qué tendremos represalias sobre
esto cuando lo hagamos?
—No –dije sonriendo, observando su perfil. Era tan guapo –ya verás porque te
lo digo, pero ahora dime ¿Dónde tienes el marcador?
— ¿El qué? –susurró confundido.
—El marcador para rayar tu yeso, porque me dejarás hacerlo ¿cierto? –él
comenzó a reír al escucharme.
—Ni en tus sueños, Amaya, estás loca.
—Entonces ¿Cuál es tu sorpresa? –dije ansiosa.
—Oh, no te diré, ya lo veras… por algo es un sor-pre-sa –bufé por su
respuesta, quería saber que sucedía pronto, no era buena esperando.
Pocos minutos después llegamos a casa de Leo, no sabía lo que estaba
sucediendo pero todas las luces estaban apagadas, no pude evitar tensarme al
darme cuenta de que no había nadie.
— ¿Dónde están tus padres?
—Fueron a celebrar su aniversario, vuelven mañana… saben que te tengo una
sorpresa, incluso me ayudaron –lo miré con el ceño fruncido, no entendía nada.
—Bueno, no me sorprende que te ayuden en todo, eres su bebé –dije
molestándolo.
Nos bajamos del auto, pero antes de que diera otro paso hacia su casa él tomó
mi mano y me detuvo.
371
—Debes cubrirte los ojos con esto –me soltó y me mostró un pañuelo blanco
de seda.
—No quiero, Leo –dije incomoda, no me gustaba ir con los ojos cerrados a
ninguna parte.
—Es una sorpresa –di un paso hacia atrás y recién ahí él se dio cuenta de lo
que me sucedía –ey… confía en mí, no es ninguna locura la que tengo preparada
para ti. No te voy a hacer daño.
Comencé a recordar todos esos momentos donde Damián me causaba
sospecha, cuando trató de abusar de mi… recordé esa fatídica tarde cuando mi
vecino quiso acabar conmigo.
Leonardo tomo mi mentón e hizo que lo mirara.
—Será algo bueno, nada malo ocurrirá.
No podía desconfiar de él.
Me giré dando la espalda y le pedí el pañuelo, me lo puse sola ya que él tenía
su mano con ese dichoso y tentador yeso, que me llamaba a ser rayado.
—Dame tu mano –dijo susurrando en mi oído, me exalté pero hice lo que me
pidió.
Pude notar que atravesábamos el jardín, luego rodeábamos la casa y
llegábamos al patio trasero de esta. Leo se alejó unos segundos de mí y pude ver
a través del pañuelo diferentes luces que venían en distintas direcciones. No
entendía nada, más cuando comenzó a sonar Somewhere only we know de Keane,
recién en ese momento Leo volvió a mi lado.
—Puedes quitarte el pañuelo –hice de inmediato lo que me dijo.
Mi boca se abrió cuando vi que había una red de pequeñas luces a un par de
metros de nuestra cabeza. Abarcaban todo el patio trasero de la casa, lo que no era
menor. Leo había arreglado una mesa para nosotros, junto a la calefacción eléctrica.
—Quería hacerlo en casa, pero no habría nada especial, así que tendrás que
pasar un poco de frio mientras cenamos. Encargué todo para nosotros, si no
podemos tener un baile como corresponde, bueno, crearemos uno.
372
Mis ojos estaban llenos de lágrimas. No lo podía controlar, jamás, pero jamás
me imaginé que alguien podía hacer algo como esto por mí.
—Te dije que tenías que confiar en mí, sorpresa –me giré a verlo emocionada.
No podía creer que haya perdido mi tiempo con Damián, confundiéndome y
pensando en estupideces cuando tenía a Leo a mi lado, debí haberme revelado
ante Amalia el primer día. Tampoco podía creer que él haya estado con Juliana, esa
cínica, pero bueno… ahora estábamos juntos.
—No llores, es una sorpresa, debes sonreír –no deje que siguiera hablando.
Tiré de su corbata y lo rodeé con mis brazos para poder besarlo. Él atrapó mi
cintura con su brazo izquierdo y me levantó unos centímetros, sin tomar atención a
su fractura y me besó, robándose los latidos de mi corazón y mis suspiros.
—Debí hacer esto antes si iba a obtener esta reacción –dijo sonriendo de
forma seductora. Me dio un corto beso en los labios y me dejó sobre el suelo.
—Gracias –dije entrelazando mi mano a la suya –por darme esto.
—Entonces Amaya Varela ¿quisieras ser mi novia? –sonreí, sonrojándome por
completo, como una tonta.
—Has hecho todo esto Leo, pero aun no te ganas mi confianza –dije ahora
más seria, él frunció el ceño confundido –pero debido a las circunstancias, aunque
no me hayas dejado rayar tu brazo, acepto ser tu novia –dije riendo.
Él me dio otro beso corto antes de invitarme a acercarme a la mesa.
Cenamos en ese lugar, en ningún momento me saqué mi abrigo porque
moriría de frío, pero estaba todo delicioso, nos reímos mucho y pudimos hablar
tranquilamente de lo sucedido en el colegio, de cómo habíamos triunfado de cierta
forma. Mañana me las arreglaría para acabar con todo esto de raíz, así podría pasar
unas vacaciones tranquila… y así no tendría la preocupación de dejar a Leo solo.
— ¿En qué estás pensando? –preguntó Leo cuando me quede mirando una
de las luces que estaba sobre nosotros.
—En nada, ahora ¿querrías bailar conmigo? –Leandro sonrió y no dudo ningún
minuto en ponerse de pie y ofrecerme su mano.
373
Nos movíamos al ritmo de la melodía, yo apoyada en lo que alcanzaba de su
hombro izquierdo mientras que me rodeaba con su brazo. Nos quedamos mucho
tiempo de esa forma, me encantaba como encajaba de forma precisa con él, en
todo ámbito.
—Ya son más de las tres de la mañana –dijo cuándo el frio comenzó a volverse
insoportable, aun no podíamos darle la bienvenida al verano –envíale un mensaje
a tu madre, dile que te quedas a dormir aquí, ya es tarde.
Lo quede mirando unos segundos un tanto insegura.
—Eh… no te preocupes, prepararé la cama de invitados, no te preocupes –
dijo sonriendo, pero no pude evitar sonrojarme porque me había descubierto.
Hice lo que me dijo, le envié un mensaje diciéndole que me quedaría aquí, que
había sido idea de los papás de Leonardo, de esa forma no sospecharía de algo
que no debía.
Apagamos todo y entramos a la casa, él fue en busca de una de sus camisetas
que me quedaban gigantes para usar de pijama y después me indicó donde debía
dormir. Se despedido con un beso en mis labios y me dejó sola.
Quede mirando la puerta por unos segundos, esperando a que la abriera, pero
no… se fue.
Me deshice de mi abrigo, pensando en que tan solo me quedaban dos meses
con Leo, que quizás no tendríamos una noche tan hermosa como esta. Me senté
en la cama, pensando en cómo debía estar tratando de deshacerse de su corbata
o camisa.
Deje mis tacos a un lado y no seguí pensando en tantos detalles. Salí de la
habitación y fui hasta donde se encontraba la de Leo, no toque, solo la abrí y lo
encontré luchando con su corbata.
374
— ¿Necesitas…? –Me quedo mirando unos segundos, no me había sacado
en ningún momento mi abrigo por el frio que hacía –te ves hermosa, debimos haber
entrado para verte más tiempo sin ese abrigo.
No dije nada solo caminé hasta donde él estaba y lo ayudé con su corbata, la
deshice y la deje a un lado. Leonardo solo me observaba con una leve sonrisa,
atento a mis movimientos.
— ¿Qué haces? –preguntó con voz tranquila cuando comencé a desabotonar
su camisa.
—Te ayudo –susurré, mi manos temblaban. Leo las cubrió con las mías.
— ¿Qué haces? –volvió a preguntar con una sonrisa que provocó que mi
corazón latiera aún más fuerte.
Se sentó en la cama y delicadamente hizo que yo estuviera a su lado. No fue
hasta ese momento que sentí como las lágrimas caían por mis mejillas.
—Ey… no llores, no pasa nada –tomó mi mentón e hizo que lo mirara. No
podía ver su expresión porque estábamos a oscuras, pero por la poca luz que
entraba a través de la ventana, él si me podía observar.
—Pronto me tendré que ir –dije secando mis mejillas con mis manos –no
tendremos el tiempo que deseamos –pude sentir como él se tensaba, seguía
molesto conmigo, pero sabía que estaba haciendo lo correcto.
—Aún nos queda unos meses para estar juntos –lo miré sonriendo, podríamos
pasar solo las vacaciones juntos. Iba a ser inscrita en un colegio que era similar a
los de este lado del mundo, de esa forma tendría vacaciones al mismo tiempo que
Leo o mis padres –yo no he exigido nada.
Lo mire asustada, pensando en que me había apresurado ante la posibilidad
de que tuviéramos sexo.
—No me malinterpretes, eres preciosa y muero por hacerlo contigo, pero no
quiero que llores ni te sientas presionada.
Sequé por completo mis lágrimas, ahora no estaba nerviosa ni recordando el
pasado, sino más bien estaba pensando en las palabras de Leo.
375
—Te acóstate con Juliana ¿no? —él sonrió ante mi pregunta. Era una
estupidez, era algo obvio siendo que llevaban tanto tiempo siendo amigos y novios,
pero… no quería que fuera cierto.
—No voy a responder eso, no viene al caso.
—Ja Ja… —dije irónica –tu sonrisita de victoria lograda se ve en tu boca Leo,
podrías disimular un poco –sus ojos se abrieron sorprendidos.
—Wow, alto ¿Qué está pasando? ¿Por qué estas enojada? ¿Estás celosa?
—Si no lo quieres hacer está bien, allá tú –dije poniéndome de pie, decidida a
alejarme con mi orgullo herido, pero para mi asombro, Leo me tomó desprevenida
y cogió mi mano con tal fuerza que me hizo caer en su cama, de espalda.
—Nunca he dicho que no quiero hacerlo contigo –mire hacia un lado, se veía
increíble con la camisa abierta –pero no quiero que llores antes, pareciera que
estuvieras obligada y no quiero que tu primera vez sea así.
Me sonrojé de inmediato. A Leo no le había dado detalles de mi vida sexual,
creo que ese era el primer paso que debía dar ¿cierto?
—No es… mi primera vez tampoco –pude ver como su ceño se fruncía.
— ¿Y por qué lloras entonces? –Sus ojos se abrieron sorprendidos ante cierta
posibilidad –tú y Damián.
—No –dije de inmediato, aunque poco nos faltó aquel día en mi casa. No le
iba a decir eso a Leonardo –nada de eso, es solo que no fue bueno esa vez y
recuerdo a ese hombre que…
—Oh, ya veo –dijo ahora preocupado –muy bien, entonces borraremos esos
recuerdos ¿no?
Sonreí ante sus palabras, eso sería perfecto.
—No vamos a tener una noche tan especial como esta, además de que
tenemos la casa para nosotros… eso quizás no vuelva a ocurrir.
Él sonrió, tomó una de mis manos y la acercó a su boca. Fue tan agradable
sentir sus labios en mi muñeca, justo donde estaban las cicatrices. Tiró con cuidado
de mí para acercarme hasta él y besarme en los labios.
376
—Voy a necesitar ayuda –dijo mirando su ropa, lo que hizo que me sonrojara
–algo bueno debía tener esta fractura –lo mire confundida mientras él se sentaba
en la cama –me tendrás que meter mano para desvestirme.
No pude evitar reír ante sus palabras, le di un golpe en su pierna y le copié,
sentándome en la cama. Me indicó que me acercara, lo hice sin ningún problema.
Nuestros labios se unieron sin ningún problema mientras que él comenzaba a
bajar el broche de mi vestido, logrando que quedara semidesnuda en una fracción
de tiempo. Eso era todo un logro para él ya que solo podía usar una mano.
Al estar así de expuesta diferentes pensamientos vinieron a mi mente, cosa
que no escapo ante Leo, quien me hizo volver a él.
—Me gustan tus ojos verdes –dijo llamando mi atención, mientras hacía que
me sentara a horcajadas sobre él –también me gustan otras partes de ti… ahora -
Podía sentir como tocaba mi espalda, mis muslos y mi trasero, dejando una marca
de fuego ante su contacto.
Lo rodeé con mis brazos, tirando de su camisa mientras sus labios besaban
mi cuello. Parecía que cada vez me estaba haciendo más pequeña, volviéndome
en una diminuta llama da fuego.
No pudimos evitar reír cuando me deshice de su camisa, enredada en su brazo
con yeso, pero toda sonrisa se borró cuando sus labios se apoderaron de los míos
mientras que me quitaba mi sujetador negro. Era como si mis huesos se volvieran
gelatina, cada segundo que pasaba con él mi deseo por Leo iba aumentando, más
cuando pude sentir su piel desnuda contra la mía.
Sabía muy bien que era joven para darme cuenta de un hecho tan importante,
pero mientras estaba entre sus besos y caricias, no pude dejar de pensar en lo fácil
que me era estar con Leo. No había miedo, ni rechazo ante lo que me provocaba.
Fue tan fácil que solo me avergoncé cuando estuvimos por completo desnudos,
sabía que también él debía estar un tanto nervioso, pero hizo todo lo posible para
distraerme.
377
—Yo lo hago –dije cuando noté que estaba complicado con el preservativo. Lo
había sacado de su mesa de noche. Pude notar cómo se sonrojaban sus mejillas.
Lo hice mientras lo besaba, sintiéndolo en mi mano. Aquello hizo que jadeara
contra mi boca lo que fue como lo último que pude soportar, necesitaba estar por
completo junto a él, mi cuerpo se iba a incinerar si no lo hacía pronto.
Leo rodeó mi cintura mientras nuestros cuerpos se volvían uno. Yo lo abracé,
quejándome por el dolor que me causaba, pero no me detuve hasta que estuvo por
completo en mi interior.
— ¿Te hice daño? –negué contra su cuello.
Comencé a mover mi cadera contra la suya, relajando mi cuerpo a medida que
el placer se apoderaba de cada célula nerviosa, llevando tan placentera sensación
a todas partes. Para mi sorpresa Leo me besó antes de recostarme en la cama, sin
estar sobre mí y solo sujetando mi cadera comenzó a moverse contra mí.
Leo era grande y fuerte, por lo visto no le tomaba dificultad alguna para adoptar
esta posición. Me había engañado al tener que ocuparme de su ropa, pero no pude
seguir pensando en ello, solo me aferre al cobertor de su cama mientras sentía que
todo mi cuerpo se desfragmentaba en diferentes llamas de fuego.
Mis ojos comenzaron a pesar aunque pudiera sentir las embestidas de Leo
aun. De todas formas el rose del yeso contra mi abdomen me hizo mirarlo. Estaba
apoyando en su brazo sano, acariciando mi rostro mientras entraba en mi cuerpo
profundamente hasta que alcanzó su propio orgasmo.
Jamás en mi vida había sentido algo tan increíble como aquello. Rodeé su
cuello y lo besé, aferrándome a su cuerpo.
—Vamos a tener que provechar este verano –dijo Leo sonriendo y mirándome
con esos ojos negros brillantes.
Me apoyé en mis brazos para poder besarlo de nuevo.
—Gracias por estar siempre conmigo –susurré contra sus labios, pude sentir
como sonreía.
Me volvió a besar, acabando por completo con mis segundos de razón.
378
Aquella noche fue la mejor que tuve en mi vida, dormir sobre el pecho de Leo,
era lo mejor. Era tan grande que me sentía por completo protegida. Lamenté
seriamente cuando tuve que separarme de él. Con cuidado salí de su lado y me
vestí para después llamar un taxi que me llevara a casa, pero antes de dejarlo, volví
con un plumón negro y con cuidado escribí en su brazo enyesado.
Me gustas
No podía ponerle nada más, no quería asustarlo, aunque antes de salir de su
habitación volví y le escribí otra frase. Tuve que cubrir mi boca para no reírme y
despertarlo.
Al llegar a casa, aun todos dormían, es por eso que me di una ducha, me vestí
con ropa cómoda y arreglé mi último As bajo la manga para darle seguridad a los
que quería. Tenía que finiquitar la pequeña guerra que tenía con los Andrade.
Aun no eran las nueve de la mañana cuando me dirigía hasta la casa de dichas
personas. Toqué el timbre, esperé solo unos segundos antes de que su empleada
me atendiera, le expliqué que necesitaba con urgencia al Sr. Andrade y a sus hijos.
No tuve que esperar mucho sentada en el sofá, de la lujosa sala que tenían.
La primera en bajar fue Amalia, quien corrió por las escaleras, tenía un rostro de
encargo, no se había limpiado su maquillaje y se notaba que había pasado una
pésima noche. Su rímel estaba corrido y su largo y lindo cabello rubio era un asco.
— ¡Tu! ¿Qué haces aquí, perra? –no pude evitar sonreír al verla. Estaba
desecha, quizás era más agradable ver las consecuencias de mi venganza que
realizarla, ya que anoche estaba más interesada en descubrir la sorpresa de Leo
que en ver el rostro de Amalia.
—Ey, detente –no borré mi sonrisa al ver a Damián, que bajó vestido solo con
unos jeans y una camiseta blanca, estaba muy despeinado. Su hermana se detuvo
ante la orden que le dio.
—Buenos días, espero que hayan pasado una noche memorable en el baile.
379
—Oh, no sabes cuan buena fue –dijo Damián, mirándome con esos ojos que
me causan escalofríos, pero de terror –creo que pronto tendremos que darte el
agradecimiento por dicha alegría que nos proporcionaste.
—Sería un gusto, pero mis vacaciones ya están planeadas –dije de forma
altanera.
—Buenos días, Srta. Varela –me puse de pie al ver que el padre de estos dos
engendros llegaba hasta el salón –supongo que viene a visitar a Amalia, ayer
reprodujeron una película que estará en la memoria de varios por el resto de su
vidas ¿viene a consolarla?
Era obvio que él sabía quién era la responsable de ello.
—Supongo que a su padre le agradara ver que está involucrada en tales
problemas –miré a aquel hombre, con ojos penetrantes, tan verdes como los de
Damián. Era escalofriante.
—Yo que usted estaría más preocupado en cómo se comporta su hija dentro
del colegio ¿no cree? –me estaba comportando de forma arriesgada, pero no me
podía dejar intimidar por él.
— ¡Tu, ya verás! Acabaré contigo –dijo Amalia, mirándome furiosa. Damián la
tomó del brazo antes de que saltara sobre mí.
— ¿Qué haces aquí? debes tener algo que decir ¿no? habla pronto –miré a
Damián por un segundo, por lo visto ya se había dado cuenta que tenía algo más
bajo la manga.
—Yo me largo de este lugar en un par de meses, lo que hizo Amalia,
divulgando lo sucedido en mi pasado ya ha hecho bastante daño y no quiero darle
más problemas a mi padre –dije mirándolos muy seria –Damián va a poder seguir
haciendo lo que quiere en ese lugar, Amaya podrá ir a la universidad que desea y
usted –dije mirando a Zacarías –no tendrá problemas por mi parte, me iré y el juicio
no habrá tenido prueba de que su familia está llena de mierda.
—Habla de una vez –exigió Zacarías. Saqué el CD de mi bolsillo.
380
—Aquí esta una grabación de sus hijos, usando métodos bastante…
controversiales para mantenerme en silencio. El Director esta en las imágenes, sus
hijos, sus amigos y yo, me golpearon, me atacaron y aún tengo las prueba de ello
en mi rostro. Incluso Damián me quiso dar una descarga eléctrica… ya sabe, de
recuerdo –todos me miraron sorprendidos, nadie contaba con que Vivian grabara
dicho ataque –estas imágenes no meterían a nadie en la cárcel, pero usted
entenderá que las puertas para ciertas Universidades, pueden ser cerradas tanto
para Amalia como para Damián. Usted solo es un pez grande en este lugar, no
podría manejar los ingresos de sus hijos a las instituciones que desean.
Podía ver como a Zacarías se le marcaba una vena gigante en su frente.
Además de notar como Damián y Amalia, me miraban furiosos.
—Todo esto puede quedar entre nosotros… evitar que el mismo pueblo acabe
con su familia —dije cruzándome de brazos, debía demostrar seguridad –si ninguno
de ustedes o sus amigos matones, le hace daño a mi familia y amigos.
— ¿Tu novio también está dentro del paquete? –preguntó Damián,
molestándome.
—Sí, Leonardo y su familia también están dentro del paquete. Nadie saldrá
herido, yo pasare mis vacaciones de forma normal y nadie tendrá problemas.
Ustedes no existirán para mí y yo no existiré para ustedes.
— ¡Sueña! –dijo riendo Damián. Por un momento pensé que estaba perdida,
metida en la jaula de los leones, pero cuando se iba a acercar para amedrentarme,
su papá lo detuvo. Zacarías puso una mano en el hombro de Damián y negó.
Él no era tan poderoso como pensaban sus hijos o si no habría salido de este
pueblo perdido en la nada, hacía ya tiempo.
— ¿Qué me asegura que no mostraras esas imágenes? –preguntó Zacarías.
—Nada, es un jaque mate –dije sonriendo –no puede hacer ningún
movimiento, Sr. Andrade, solo está en mis manos. Sus hijos perderán crédito por
todo el lugar y sus brillantes futuros se verán truncados. No trate de buscar estos
videos porque los guardé muy bien, sabe que internet es un espacio muy grande.
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Me sorprendió bastante cuando Damián se me lanzó encima, sin hacerle caso
a su padre, lo más probable es que aun estuviera drogado porque tenía una
expresión muy rara y sus pupilas estaban muy dilatadas. Aun así no fue tan rápido
esta vez, pensé que algo podía suceder, es por eso que cuando trató de tomarme
del cuello, con uno de los movimientos que aprendí en defensa personal, lo
inmovilicé doblando la mano que quiso atacarme, luego le di un rodillazo en sus
partes más íntimas y lo deje caer en el suelo. Amalia corrió para socorrerlo.
—Controle a sus hijos, a sus matones y todos pasaremos un verano
inolvidable, Amalia entrara a clases a la universidad que desee y Damián podrá
seguir sin problemas en ese colegio.
—Hecho –dijo Zacarías –no haremos esto más grande, no estoy para tener
problemas de niños. Ustedes dos ya la escucharon –miró a sus hijos que estaba en
el suelo –si llegan a tener otro problema con la Srta. Varela, vean sus futuros en el
suelo porque no moveré un solo dedo para sacarlos de donde terminen.
Me acerqué a la mesa de centro y deje el CD, para que él mismo viera las
imágenes que involucraban a sus hijos. Esto nos cubriría las espaldas de todos los
amigos de los Andrade ya que los hijos de los demás también salían en el video.
—Que tengan un excelente verano –dije mirando a los hermanos Andrade,
sería la última vez que cruzaría palabra con ellos.
—Hasta luego –me respondió el Sr. Andrade.
Deje esa casa pensando que finalmente había salido victoriosa de nuestro
pequeño juego, ya no tendría problemas con ellos porque estaban atrapados,
aunque todo era gracias a Vivian y a la misma idiotez de los Andrade al atacarme.
No habría tenido con que defenderme después de lo que hice anoche.
Me había librado de ellos, de la chantajista de Amalia y de Damián, de sus
amigos y de todo el abuso que habían ejercido sobre mí, solo para obtener una
manera sucia de manejar a mi padre, para poder seguir con su maldita distribución
de drogas, ese maldito demonio blanco que dominaba a las personas, dándole
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minutos de felicidad mientras que acababa con sus mentes. Sin embargo, yo no
podía hacer nada más, ese era el trabajo de mi padre, acabar con ellos.
Sonreí, sintiendo el calor del sol en mi rostro, pronto llegaría el verano y con
ello disfrutaría de mis días con Leo… libre de poder hacer lo que yo deseaba, sin
temer nada.
La libertad, se sentía sin duda de forma increíble.
383
Epílogo
Me acerqué hasta la nevera del negocio y busqué entre los sabores de helados
habían, uno a uno hasta que encontré el de mora. Lo guardé en el carrito y fui a la
caja registradora, era lo último que necesitábamos para poder ir pronto a casa.
Habían pasado diez años y esta era la primera vez que volvía a Ciudad Blanca
después de haber partido a Roma. Aquel había sido un año difícil, realmente
después del hermoso verano que pasé con Leo, nada volvió a ser igual… lloré tanto
al alejarme de él, esos meses no fuimos molestados por nadie y lentamente los
Andrade pasaron a nuestro olvido.
Jamás volví, cuando mi padre encarceló a Zacarías Andrade, se mudaron a
otra ciudad, de esa forma siempre que volvía al país, los visitaba en ese lugar;
Leonardo viajaba para encontrarse conmigo.
Nuestra relación a distancia había funcionado, con altos y bajos, pero
habíamos sobrevividos.
Cuando entramos a la Universidad, elegimos la misma institución, él estudio
periodismo mientras que yo elegí pedagogía en física. Éramos buenos, él estaba en
el sector de criminalística y yo hacía clases en la universidad. En ese periodo vi un
par de veces a sus padres, ellos siempre nos visitaban. Como sea, nunca volví a
Ciudad Blanca, hasta ahora.
—Gracias –le dije a la cajera y tomé mis bolsas, le di una propina al chico y
me dirigí hacia la salida.
Había pasado una década, supongo que cambié mucho desde ese entonces
porque cuando iba saliendo del supermercado, pude ver como Damián Andrade
pasaba por mi lado, ojeroso y más viejo de lo que realmente era. La droga causaba
384
efectos secundarios. No me reconoció ni yo dije nada. Cada uno era parte de
pasado del otro.
Se salvó de no ir a la cárcel por drogas solo por la edad que tenía y porque la
atención pasó a su padre al momento que se destapó todo. Damián no siguió
estudiando, se dieron cuenta que sus notas estaban compradas y repitió el último
año. Eso lo supe por parte de Leonardo.
Amalia había terminado su relación con Simón, creo que aún no terminaba la
carrera que estaba estudiando.
De todos los demás no tengo idea que pasó, dejaron de importar hacía ya
mucho tiempo. Había hechos más interesantes de los que preocuparse.
—Dame eso –desperté de mi ensoñación y vi esos ojos oscuros que me
quitaban las bolsas de las manos.
— ¡Yo puedo! –dije mientras observaba como él iba hasta el jeep.
Guardamos todo atrás, le pasaba las bolsas a Leo mientras le hacía
expresiones graciosas a nuestro bebé, que él tenía en brazos. Tenía seis meses y
era la primera vez que visitamos a sus abuelos paternos en su ciudad, así que todos
estaban muy emocionados.
—Noah –dije llamándolo. Era tan lindo y no lo decía porque fuera mi hijo,
además es completamente parecido a su padre. Con su cabello oscuro y mis ojos
verdes.
—Te estaba extrañando por eso tuve que sacarlo de su silla –dijo Leo cerrando
la puerta.
—Ohh –dije tomándolo en brazos –tuviste que sacar a papá de su silla, muy
bien Noah, no quieres hacer sufrir a papá –dije riendo y caminando hacia la puerta
para poder entrar.
Lo dejamos sentado, muy asegurado y después entramos nosotros al jeep.
— ¿Lo viste? –preguntó Leo, saliendo del estacionamiento.
—Si –sonreí porque solo un momento vino a mi mente. Leonardo frunció el
ceño, debía admitir que con los años su humor había ido cambiando, supongo que
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era por todas las noticias horribles que redactaba. En fin, era la encargada
profesional en hacerlo reír.
— ¿Por qué te sonríes? ¿Acabas de recordar algo agradable de Damián? –
bufé ante su comentario. Apoyé mi mano en su brazo derecho, sano y a salvo. Eso
sí lo había recordado gracias a ese tipo.
—No, recordé lo que escribí en tu yeso cuando tenías tu brazo fracturado, hace
como diez años atrás —comencé a reír, aun recordaba lo enojado que estaba en
ese entonces. Llegó a casa la misma tarde de aquel día que hicimos el amor por
primera vez.
—Mis padres también lo encontrarnos muy gracioso –dijo sonriendo, pero
sabía que aún se molestaba por ello. Lo que era contradictorio, había escrito algo
muy gracioso en el –“Este chico la tiene grande” ¡eso estuvo fuera de lugar! Mis
padres me miraban y reían cada vez.
— ¡Es que fue inevitable! No era ninguna mentira, debiste aprovecharte de ello
¿sabes? Alardear entre tus amigos –no pude evitar seguir riendo por ello.
—Si lo alardee fue solo contigo ese verano, prácticamente me secuestraste –
dijo mientras tomaba mi mano y entrelazaba sus dedos con los míos.
—Ya sabes porque lo hice –fue su turno de reír.
Volver fue agradable, incluso pasamos por la que fue mi casa. El recibimiento
por parte de Sara y Bruno fue encantador, los quería mucho, estaban felices de
tenernos en casa. Estaban incluso las hermanas de Leo con sus hijos, Noah era el
más pequeño, así que fue mimado por todos.
Salí de casa para poder observar aquella playa que tantos recuerdos me
traían, no pecaba por querer un momento de libertad maternal. Me senté justo
donde estuve con Leo conversando tantas veces en ese verano que compartimos.
— ¿Qué haces aquí? –dijo sentándose a mi lado, mirando hacia adelante. Lo
observé unos segundos, seguía siendo más alto que yo, tan fuerte y siempre me
sentía protegida a su lado.
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—Nada, solo aprovechando la brisa marina, debiste quedarte con Noah ¿Qué
haces aquí? –me iba a poner de pie para ir adentro y ver a nuestro hijo, pero Leo
tomó mi mano e hizo que me sentara de nuevo.
—Hace mucho que no veníamos aquí ¿cierto? –no pude evitar sonreír, más
cuando me miró. Siempre provocaba que me sonrojara cuando me quedaba
mirando con una expresión seria por más de cinco segundos –te amo.
Me aferré a su mano que estaba a mi lado. Sinceramente jamás pensé que iba
a obtener todo esto. Al comienzo pensé que mi vida iba a ser un eterno castigo por
acabar con la existencia de otra persona, no importando si fuera alguien malo, solo
pensé que iba a estar en esa oscuridad por siempre… y que si me recuperaba, todo
iba a ser a medias, que no tendría amigos, que no tendría un novio ni mucho menos
una familia.
Leonardo me había proporcionado todo ello y más, siempre estando a mi lado,
no importando cuantos miles de kilómetros nos separaran.
Jamás entendería lo agradecida que estaba por ello.
—Acompáñame –dijo tirando de mi mano. No dudé en hacerlo.
Supe de inmediato a donde me llevaba, aun habían muchos árboles por
alrededor de esa casa, un gran bosque en realidad, pero a Leo no le tomó nada
llegar justo a donde nos refugiamos de la lluvia en el pasado.
—Estoy seguro que nadie ha venido hasta aquí –dijo mirando hacia arriba, su
rostro estaba iluminado por los rayos de sol que se colaban entre los arboles –sigue
siendo el lugar que solo nosotros conocemos, nuestro secreto.
Me apoyé en el gran árbol y tiré de su camiseta negra, acercándolo a mí. Sus
ojos se oscurecieron, llevo su mano hasta mi boca, acariciándolos con su pulgar y
sin otra palabra me rodeó con sus brazos para besarme.
—Te amo –susurré cuando sus manos se colaron bajo mi blusa roja, tocando
mi piel y lograron que esta ardiera.
Lo ama. Para siempre.
FIN
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