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Discurso Estudiantee

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Sr. Decano, Equipo Decanal, Dra.

de la Red
Padrinos, madrinas, profesorado
Compañeras y compañeros graduandos
Familiares y amigos
Y a todas las personas que hoy nos acompañáis
Buenas tardes.

Me siento muy honrada de estar hoy aquí, leyendo un discurso que hasta
hace unos días ni se me habría pasado por la cabeza poder hacer. Y es que
no me consideraba, por mi diferencia de edad, representante de las
generaciones de la mayoría de estudiantes que hoy estamos aquí, pero lo
que sí puedo representar, es el esfuerzo, la dedicación y el trabajo que
durante estos años hemos realizado, para poder estar en esta ceremonia de
graduación.

Hoy es un día muy especial para los alumnos y alumnas de 4º de los


Grados impartidos en la Facultad de Educación y Trabajo Social de la
Universidad de Valladolid. Terminamos un ciclo de nuestra vida y
empezamos otro en el que tendremos que poner algo más que estudio.

Como decía Catón, “Amargas son las raíces del estudio, pero dulces son los
frutos”. Hemos dedicado cuatro años de nuestra vida a esforzarnos y luchar
por conseguir una meta. Hoy podemos decir con orgullo, que lo hemos
logrado, podemos saborear los frutos, hoy somos “GRADUADOS”

Comienza a partir de ahora una nueva etapa, una nueva carrera, llena de
ilusión, pero también de incertidumbre, en la que tendremos que poner en
práctica las competencias adquiridas durante estos años, en una situación
socioeconómica caracterizada por los recortes, sobre todo en sectores como
la Educación y los Servicios Sociales, lugares en los que maestros,
educadores y trabajadores sociales deberíamos encontrar nuestro sitio, pero
estoy segura de que con nuestro empeño, sabremos abrirnos camino en el
mercado laboral.

Otra batalla a la que nos enfrentamos es la de superar la falta de


reconocimiento por parte de la sociedad, de nuestras titulaciones, de las
burlas sobre la facilidad de nuestro plan de estudios y nuestro trabajo, o del
desconocimiento, tal vez por su juventud, en el caso de la Educación
Social. Y es que a quién no le han preguntado que qué era eso cuando ha
dicho que estaba estudiando Educación Social.

Espero y confío que estas promociones de estudiantes que hoy nos


graduamos, lleguemos a ser tan buenos profesionales que logremos ese
reconocimiento social y laboral, que sepamos defender nuestras
profesiones, y las pongamos, con nuestro trabajo y quehacer diario, en el
lugar que se merecen.

Tal como afirmaba Nelson Mandela, “La educación es el arma más


poderosa para cambiar el mundo”. Ese es el arma que se nos da a los
estudiantes de las titulaciones que se imparten en nuestra facultad. Y es que
todas ellas luchan por una sociedad mejor, más inclusiva, en la que todas
las personas puedan desarrollarse de la mejor manera posible en todos los
ámbitos de la vida.

Trabajaremos por y para las personas, pensando siempre en su bienestar, su


empoderamiento y su felicidad. No lo olvidemos nunca. Con una educación
de calidad desde la etapa infantil hasta la tercera edad, unos educadores y
trabajadores sociales motivados, y un buen trabajo en red, intentaremos que
todos tengan las mismas oportunidades en la sociedad.

Durante estos años, he podido observar como maduraban mis compañeros


y compañeras. Para mí, esta estancia en la Universidad ha supuesto un
crecimiento personal que no había tenido en mi faceta de ama de casa,
esposa y madre. Hoy me siento más realizada como persona, me siento más
independiente, más segura de mí misma y más capaz. Posiblemente haya
tenido que realizar un esfuerzo mayor, buscando tiempo donde no lo había,
sacrificando algunas otras cosas, pero desde luego, ha merecido la pena.

No nos vamos a olvidar de las amistades que hemos hecho, algunas de


ellas, serán para toda la vida. Otros hasta han encontrado el amor entre las
paredes de la Facultad. Hemos compartido momentos buenos y momentos
malos, y de todos hemos aprendido.

Es difícil encontrar personas, a las que doblas la edad, con las que poder
conversar de temas que no tengan que ver con las clases, los trabajos, etc.
con las que poder desahogarte en un momento dado y contarles tus penas,
pues bien, yo las he encontrado. Lástima que algunas se me marcharan a
estudiar fuera a mitad de la carrera. Aún así, nunca me ha faltado alguien
con quien poder tener un rato agradable.

Algunas personas nos han abandonado en este tiempo, como nuestra


compañera de Educación Primaria, Carmen García Pérez, así como
familiares de alumnos y profesores, que ya no están con nosotros. Para
todos ellos, un bonito recuerdo.
Agradecemos de manera especial el trabajo de todo el profesorado que nos
ha acompañado en este camino, y que con su saber, ha contribuido a que
adquiramos los conocimientos, actitudes y valores necesarios para que
podamos desempeñar nuestra profesión de la mejor manera posible.

Todos ellos nos han dejado una huella que difícilmente vamos a olvidar.

Vais a permitirme que, como ejemplo, nombre a algunos de los que yo he


tenido en mis clases:

Y es que quién se va a olvidar de las risas con Begoña, del entrañable


Pedro, de la rectitud de Margarita, de las Wikis de Iván, (y de lo bien que
olía), de la coleta de Luis Carro, de las minorías de Izquieta o de las tribus
de Callejo, (y de su bigote, que me consta que ha levantado pasiones).
Quién no se va a acordar del dolor de muñeca al escribir los interminables
comentarios críticos para Indachu, o del ridículo al cantar en inglés en las
clases de Teresa.
De los juegos con Xoan, de las dinámicas con Quico…
De la juventud de Rocío, de la sonrisa de Marian, de las Políticas de Zurro,
del Derecho de Germán, o de las bufandas de José Daniel.
De los agobios de Tomasa, los enfados de Raúl y de su colorido estuche, de
las historias de vida de Javier Martín, o del dolor de Julia.
Quién no ha creído tener todos los síntomas de una patología en las clases
de Rosario.
Quién va a ver un determinado color y no se va a acordar de Inés.
De Chema, de Rafael, y por supuesto, de Vicente, por cierto ¿sólo yo me he
mareado siguiéndole con la mirada en las clases?...

En fin, la lista sería muy larga…


Estos son algunos de mis recuerdos, pero cada uno de nosotros llevará los
suyos propios.

Para terminar, quiero dar las gracias a Natividad Cuaresma, de Trabajo


social, que me ha aportado ideas para elaborar este discurso.

Compañeras, compañeros, enhorabuena y a disfrutar del día

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