Punkurí
Punkurí
Punkurí
Punkurí es un sitio arqueológico existente entre los pueblos de Nepeña y San Jacinto, en la
margen derecha del río Nepeña, provincia de Santa, departamento de Áncash, en elPerú.
Se ha confirmado que Punkurí fue un templo elaborado por los habitantes de la Cultura
Sechín, dada las características de su estructura y un estudio de su edad cronológica
aproximada. No se descarta que haya estado vigente durante el desarrollo de culturas
posteriores a ésta.
Descripción
Presenta un templo que durante siglos permaneció sepultado "en gran parte, por una masa de
tierra y lodo que parece haberse extendido por todo el valle", fue descubierto porJulio C.
Tello en 1933. Afecta la estructura piramidal de las huacas costeñas. Según Tello, "el piso
inferior contenía estructuras de piedra con paredes ornamentales en el estilo clásico Chavín.
Estas estructuras fueron derrumbadas, y utilizadas después como fundamento de los nuevos
edificios del piso medio, y éste, a su vez, sirvió para los del piso superior. Como en el caso de
Cerro Blanco, en los dos pisos inferiores restos de lo que parece la cultura Chavín: un ídolo
hecho de piedra y barro, representando un bulto la figura de un felino pintado con diferentes
colores; una tumba conteniendo el cadáver de una mujer sacrificada, en asociación con una
concha caracol (strombus galeatus), un patio recamado con laminillas de turquesas, y un
mortero provisto de su respectivo pisón, ambos de diorita, y pulido y grabado con figuras del
estilo clásico de Chavín. En el piso medio tenían las paredes fabricadas con adobes cónicos y
adornados con figuras incididas y pintadas sobre una superficie previamente en lucida, y
restos de varias cámaras soterradas con pinturas murales". como la lacramarca.
EL SANTUARIO DE PUNKURI
Este majestuoso templo se encuentra ubicado en el distrito de Nepeña (Cerca al Distrito de
San Jacinto) en la Provincia del Santa, Departamento Ancash.
COMO LLEGAR A PUNKURI
Del Km. 405 de la carretera Panamericana Norte, se toma la vía a San Jacinto, y luego
de 18 Kms. hacia el lado izquierdo, a sólo 500 metros, se halla el monumento.
Julio C. Tello, descrubrió una escultura de bulto polícroma que representa a un felino: El
Jaguar, en espontánea expresión y reposo, la boca entreabierta enseñando los colmillos y
los ojos muy expresivos.
Es una representación natural y realista del jaguar, deidad importantísima que llegó a ser
preponderante en la iconografía religiosa de la Civilización Andina.
ETIMOLOGIA
"Pungu Chuco" es el nombre más antiguo del sitio, dos palabras quechuas que significan
"Pungu": puerta y "Chuco": sombrero.
Hoy los lugareños lo llaman "Pungurí" pero Julio C. Tello lo denominó Punkurí, conservando la
palabra "Punku" y la desinencia ri.
DESCRIPCION
Es una construcción de barro de cerca 3,000 m2. y 8 m. de altura, asentado sobre una
terraza aluvial de formación cuaternaria a 260 metros sobre el nivel del mar y en plena zona
natural "chala" o costa.
Es natural que siendo los adobes tan grandes, los muros fueran anchos y, más en la base
asegurados con mortero de barro, luego enlucidos.
Las superficies cubriéndolas con una capa pictórica o elaborando relieves polícronos. Ningún
espacio fue dejado sin pintura. El color adquiere importancia.
Los constructores siguieron el patrón arquitectónico del Centro Ceremonial de la Galgada, el
uso de la planta cuadrada con esquinas curvas, para lograr una cámara o ambientes sagrado,
cuyo desnivel se solucionó con escalinadas.
Decididamente la orientación del edificio fue el Norte, que supone su estrecha relación con
el sol, y tal vez, fines astronómicos.
COMO NACE PUNKURI
Las investigaciones hechas en Sechín (Casma), permitieron visualizar una sociedad ligada al
desarrollo socio-económico y cultural de los hombres de la Galgada, cuyas expresiones
materiales se hallan desde el Valle del Santa por el Norte y hasta el Valle de La Fortaleza por
el Sur, que se denomino cultura Sechín, cuyo protagonistas desarrollaron construcciones de
piedra y barro de igual forma, el desarrollo del arte en ambos materiales, y consolidaron la
actividad agraria.
PRIMERA VERSION
Julio C. Tello qye excavó Punkurí en 1,933, lo definió como un templo de evidente influencia
Chavín, construído en sus bases con piedras, y luego con adobes cónicos, tronco-cónicos, a
imitación de las cuñas de piedra.
El hallazgo de pintura mural, relieves polícromos y el ídolo del jaguar, le permitió afirmar
que representaban la fuerza vigorosa del arte Chavín en la Costa.
SEGUNDA VERSION
Contrariamente, Rafael Larco Hoyle, afirmó que Punkurí representaba los orígenes de
Chavín.
TERCERA VERSION
Posteriormente, Gordon Willey y Edward Lanning, sostuvieron su filiación pre-Chavín.
La Cultura de Sechín se desenvolvió entre los 2,000 a 1,400 años antes de nuestra era, cuyo
centro primigénio se señala al Templo Palacio de Sechín; pero Punkurí, que había crecido
posterior, parece que es más antiguo, y se cálcula su edad aproximadamente 2,200 años
antes de nuestra era, que corresponde al Periodo Arcaico, y que otros denominan Periodo
Inicial.
Los diversos motivos iconográficos descubiertos por Tello y los que aún faltan descubrir, lo
confirmarán como Santuario, el recinto de los principales dioses de la sociedad de aquella
época.
IMPORTANCIA HISTORICA
Afirma la existencia de la Cultura Sechín, antes de la débil presencia de Chavín en la zona
"chala" o costa de Ancash, teniendo como base una sólida producción agraria, y el desarrollo
de un comercio interregional por la presencia de elementos culturales yungas, quechuas y
selváticas, también de elementos marinos de áreas lejanas, como el Strombus galeatus
("pututo") o Spondylus princeps ("mullu"), conchas provenientes de la Costa del Ecuador
actual.
Punkurí, como otros monumentos de su época, aún no estudiados, permitirán conocer mejor
la Historia Nacional en su primera etapa.
POR 65 AÑOS LA ZONA PERMANECIO ABANDONADA A INICIATIVA DE LA UNIVERSIDAD NACIONAL DEL SANTA FIRMARON UN
CONVENIO INTERINSTITUCIONAL CON AGROINDUSTRIA SAN JACINTO.
MUSEO DE SITIO
Santuario de Punkurí en Nepeña
El nombre de esta Huaca fue punguchuco que significa
Puerta y Chuco (sombrero). La construcción de éste edificio
que comprende dos plataformas así como escalinatas, fue
realizada con adobes, piedras en forma de lajas planas en
menor porcentaje, unidos con mortero de barro.
UBICACIÓN
HORARIO DE VISITA
Todo el Año De 8 am. - 5 pm.
INFORMACI& Oacute;N
Su nombre procede de dos voces quechuas que son: PUNGU que significa
"puerta" y CHUCU "casco", Julio C. Tello aseguró que se desenvolvió entre los
2000 a 1400 años antes de nuestra era y se le ubica entre los periodos arcaico y
formativo temprano.
En 1933 Julio C. Tello inició una campaña de campo en el valle de Nepeña. Ahí realizó varios
proyectos, entre ellos, excavaciones en un sitio denominado por los lugareños como "Punguri" y
por los arqueólogos y público en general como Punkurí. En ese entonces, Tello estaba interesado
en todo aquello que se relaciona con su concepto de Chavín. Actualmente, los registros de campo
de los trabajos de campo de Tello están divididos entre el Museo Nacional de Arqueología,
Antropología e Historia del Perú (MNAAHP) y el Museo de Arqueología y Antropología de la
Universidad Nacional Mayor de San Marcos (MAA-UNMSM). Los documentos inéditos
correspondientes a las excavaciones de Tello en Cerro Blanco y Punkurí fueron recientemente
publicados por el MAA-UNMSM (Tello 2005).
En el curso de investigaciones sobre el rol de los grandes moluscos exóticos Spondylus princeps,
Strombus galeatus, Conus fergusoni, Fasciolaria princeps, entre otros, en el ritual y la parafernalia
de las sociedades precolombinas en los Andes Centrales, encontramos una "trompeta natural"
elaborada de la concha del gasterópodo marino Strombus galeatus (Falcón et al. 2005). Luego,
establecimos que pertenecía al contexto funerario de una "mujer sacrificada" encontrada por Tello
en Punkurí quien, entusiastamente, la declaró como "the first trace of the people of the Chavín
culture identified in the area" "el primer hallazgo de las gentes de la cultura Chavín, identificado
en el terreno" (Anónimo 1933b en Daggett 1987:139]).1
Este artículo analizará las circunstancias del hallazgo de este contexto funerario y los objetos
asociados. El objetivo es la reconstrucción del evento al que perteneció esta trompeta
precolombina de concha o huayllaquepa, la cual es, al presente, el único objeto conocido que
queda del contexto excavado por Tello en este lugar.2
Punkurí
Punkurí, como lo escribiera Tello, se encuentra sobre la margen derecha del valle bajo del río
Nepeña, a la altura del Km 409 de la carretera Panamericana Norte, en donde se toma un desvío
en dirección al este, hacia el pueblo de San Jacinto. Su distancia del litoral es de 27 Km y el lugar
en donde se ubica alcanza la cota de 230 m.s.n.m. (Daggett 1987:114,115; Vega Centeno 1999:5).
Actualmente, el entorno del monumento luce como lo viera Julio C. Tello hace más de setenta
años (Figura 1).
Figura 1. Mapa de ubicación de Punkurí.
Como muchas de las "huacas" en los valles de la costa peruana, Punkurí aparentaba ser un
promontorio de tierra enclavado en medio de los campos de caña de azúcar, perteneciente a la
"Sociedad Agrícola Nepeña Ltda." administrada por el norteamericano John B. Harrison, quien
había excavado en el lugar en 1929 (Daggett 1987: 112). Harrison también había excavado en
Cerro Blanco el año anterior, cuando en el transcurso de la apertura de canales de regadío y
tendido de vías para vagones develó sus conocidos murales chavinoides. Fueron las fotos de estos
murales las que interesaron a Tello en conocer de cerca los sitios del valle de Nepeña (Bischof
1997: 203; Daggett 1987: 111, 112).
Por la reciente publicación de las notas de campo de Tello ahora sabemos que Punkurí fue objeto
de por lo menos dos excavaciones clandestinas. La primera de ellas fue ejecutada por otro
administrador de hacienda llamado Subiriá en su lado oeste "hace muchos años" y, la segunda, fue
por Harrison (Tello 2005: 76) (Figura 2).
Figura 2. Punkurí, fachada norte del monumento en la actualidad (Foto: Victor Falcón Huayta).
Los trabajos de Tello en el lugar atrajeron la atención de la prensa. Sin embargo, pasadas las
noticias y la emoción del momento Punkurí no fue objeto de mayor interés y se perdió la
continuidad de su investigación debido a rencillas políticas del gobierno de turno contra Tello
(Daggett 2007: 81, 83, 84; 87-91). No se tomaron medidas para su conservación al punto que se
destruyó el rostro de la singular escultura del felino policromo de barro, único en su género en
todos los Andes (Bischof 1994: 173; Samaniego 2006: 18, 22, 23; Vega Centeno 1999: 7,12).
Afortunadamente, en 1998, un proyecto de investigación y restauración en Punkurí, a cargo de
Lorenzo Samaniego Román, ha cambiado la suerte de este monumento acondicionándolo para
recibir visitantes.3
Hasta hace poco, la ausencia de mayores referencias sobre los trabajos de Tello en Punkurí hacía
que los investigadores recurrieran a las noticias en los periódicos de entonces, a la discusión de la
poca iconografía publicada y a las visitas al sitio (Bischof 1994,1995; Daggett 1987; Proulx 1973;
Vega Centeno 1998,1999). En relación al hallazgo y descripción del contenido del entierro-ofrenda,
sólo se disponía de breves referencias (Anónimo 1933b en Daggett 1987: 139, 1943. Tello 1943:
136, 137), algunos dibujos de los perfiles de las excavaciones en el templo y una foto que
mostraba el contexto funerario al pie del felino de barro (Larco 2001: 15-29. Figura 24). En este
artículo reconstruiré los eventos relacionados a la excavación del entierro-ofrenda, principalmente
como fue narrado por los recientemente publicados documentos del Archivo Tello.4
Hay información detallada acerca de la forma en que Tello llegó a trabajar en el valle de Nepeña
(Bischof 1997; Daggett 1987:112). De acuerdo con las notas de campo, cuando Tello decide
excavar delante del felino de barro, ya se había practicado una excavación previa en esta zona por
parte de los obreros de Harrison, quien había empezado a excavar en la "waka" desde la parte
superior hacia el norte, abriendo una profunda trinchera. Encontraron lo que Tello llamó después
la "escalera pintada" y el felino de barro que se ubicaba en medio de ésta (Tello 2005: 76. Foto
/P9/F2/ 56 en p. 78). El hallazgo del felino entusiasmó tanto a Harrison y sus trabajadores que
éstos estuvieron a punto de destrozar la cabeza del ídolo ante la sospecha de que contenía el
tesoro que buscaban.
Cuatro años después, el martes 19 de septiembre de 1933, los trabajadores de Tello ya habían
limpiado otra vez los escombros dejados por Harrison en la parte de la escalera pintada, el felino
de barro y delante de éste. Entonces, Tello decide excavar allí pues piensa que el "cateo" de
Harrison fue superficial y que ahondándolo podía encontrar "algunos cadáveres" por la presencia
del ídolo cerca. Un punto importante es que Tello dice que Harrison "rompió el enlucido del piso"
que estaba compuesto por una "Torta formada aparentemente por cal y arena o tal vez por una
arcilla especial blanquizca y arena que forma una capa como de cuatro centímetros de grueso
colocada sobre otra superficie pintada de ladrillo" (Ibíd.).5 Al día siguiente, Tello despejó mejor la
zona y confirmó que la tierra había sido previamente removida. Sin embargo, decide bajar "por lo
menos unos 2 m de profundidad con el fin de conocer la estructura de la huaca" (Ibíd.).6 En este
punto la Plataforma 2 ya estaba bastante limpia.
Durante esta operación Tello descubrió una pared inferior enlucida y pintada, distinta de la
estructura de la escalinata y decidió seguirla. Estaba seguro de haber realizado un hallazgo
interesante y agranda su área de excavación a 3.5 m de largo por 2.5 m de ancho, ordenando a sus
trabajadores profundizar "hasta alcanzar el muro pintado" (Ibíd.).
Al día siguiente, cuando el área estuvo despejada y a una profundidad de un metro, Tello ordenó
detener los trabajos. Bajó a examinar la excavación para decidir si continuaba profundizando sólo
cerca del muro pintado que "había descubierto como a 30 centímetros por debajo y un poco atrás
del último peldaño de la escalera pintada" (Ibíd.).7 Con su lampa retira un terrón y se sorprende al
notar un borde de lo que parecía ser una "taza" que examinó reservadamente produciéndole la
"sensación de piedra o de fierro" (Ibíd.:91). Había dado con un mortero lítico que no desenterró
inmediatamente, pues dice Tello "no seguro aún de la clase de objeto que había encontrado lo
cubrí con tierra me paré sobre el sitio y ordené a los obreros que continuaran trabajando a mi
alrededor…".8 Continuaron descendiendo en los costados mientras él permanecía sobre el
mortero, cuando uno de ellos le avisó sobre la presencia de un objeto "en forma de barreno".
Tello cubrió el nuevo hallazgo y prosiguió la jornada de trabajo. El hecho que los trabajadores
hablaran en quechua levantó su suspicacia. Tello indicó que cubrieran nuevamente con algo de
tierra los hallazgos del día y nombró a un nuevo guardián para que se quedara a dormir en el
lugar, resguardando los objetos hasta el día siguiente. Por la tarde llegaron a Punkurí el
administrador de la hacienda y su esposa. Tello les narró los acontecimientos y les invitó, para el
día siguiente, a presenciar la extracción de los objetos líticos incluyendo un "vaso grande de piedra
con grabados al estilo Chavín y otra que es una herramienta semejante a una porra también toda
de piedra" (Ibíd.).9
En un recuento de los hechos de ese día Tello dice haber eliminado un muro que corría
longitudinal a la plataforma y que contenía sus rellenos. Asimismo, indicó que "durante la
excavación que condujo al hallazgo de las dos piezas de piedra se encontró hacia la parte media y
posterior del pozo un montón de ceniza y pequeños fragmentos de carbón y a uno y otro lado
esqueletos de cuyes y una especie de plumilla blanca en varios sitios" (Ibíd.:92).10 Otros objetos de
cobre y huesos humanos, al parecer disturbados, fueron ubicados "en el desmonte".
El jueves 21 de septiembre, Tello amplió y limpió su excavación con el objeto de fotografiar los dos
objetos in situ, encontrando varios fragmentos de murales violáceos de barro. Nuevamente
comprobó la superficie preparada de la plataforma y los rellenos de "capas de adobes
semiesféricos aplanados o achatados y barro endurecido con algunas piedras" (Ibíd.:93).11 Hasta
aquí señalamos la ausencia de referencias a la presencia de cerámica en el relleno. Esta situación
se mantendría a lo largo de la excavación y resulta muy importante porque entraría en
contradicción con las informaciones que aparecerían luego en los periódicos de la época.
Continúo siguiendo los eventos desde la perspectiva de Tello: "Como a 1.20 m de la línea que en la
parte superior del pozo forma la base del primer peldaño de la escalera pintada como se ve en el
esquema adjunto se encontraron... Un precioso mortero de piedra gris con ornamentaciones en
relieve en su cara externa y un largo moledor igualmente de piedra" (Ibíd.).12 Harrison tomó
fotografías y filmó el hallazgo. Para entonces Tello intuía que había dado con su primera tumba
"auténticamente Chavín". Los eventos sucesivos confirmaron su intuición de estar cerca al cuerpo
del entierro. Continuando, notó la presencia de "un polvillo muy fino de color violáceo y de
algunos trozos de carbón de palo... Pronto descubrí [dice Tello] el cráneo y por su posición deduje
que el cadáver estuvo echado pues la cara estaba hacia arriba con una ligera inclinación adelante"
(Ibíd.:94).13
Los frágiles huesos del cadáver definían la posición del cuerpo con la cabeza hacia el este y los pies
al oeste. El polvillo violáceo se concentraba principalmente alrededor de la cintura y la pelvis del
individuo. Tello atribuyó su presencia a los restos de las "partes blandas" y tejidos del cadáver. En
este momento Tello -como lo hace después en compañía de Rafael Larco Hoyle- recoge
"numerosas cuentas de turquesas y de una piedra azulada... Las cuentas eran de diferentes
tamaños, y de varias formas, el trabajo es relativamente tosco en la mayoría de las cuentas; sin
embargo, unas están muy bien talladas principalmente una grande esférica" (Ibíd.).14 Hay que
señalar que, hasta aquí, Tello no menciona en sus notas de campo la presencia de varios objetos
asociados al entierro-ofrenda como la huayllaquepa deStrombus galeatus y las valvas
de Spondylus princeps sobre los que volveremos después.
Los objetos encontrados fueron trasladados al cercano pueblo de San José. El viernes 22, el equipo
de Tello prosiguió con la excavación del relleno que contenía el contexto funerario hasta llegar al
piso sobre el cual había sido colocado el cadáver. Asimismo, se continuó con la limpieza del lado
norte o fachada principal del templo y el lado este. Durante estas faenas se encontraron entre los
escombros superficiales algunos cadáveres aislados, tiestos Moche y construcciones de adobes
rectangulares. Este aspecto es interesante, pues son las referencias características en donde se
menciona la presencia de restos humanos, entre los cuales se encuentran cráneos sueltos. La
presencia de otro tipo de cerámica sólo es referida en una noticia periodística del 28 de
septiembre, la cual no fue escrita ni narrada por Tello, en donde se mencionan "fragmentos de
cerámica negra" (Anónimo 1933a en Daggett 1987:137). Cuando Tello refiere la presencia de
cerámica en Punkurí en un reportaje periodístico lo hace del siguiente modo: "Hallé también
fragmentos de cerámica que acusan pertenecer a modelos y piezas de los más finos que se han
encontrado" (Ibíd.:136).15 Como hemos visto, pueden referirse a la presencia de la cerámica
Moche que se encontraba entre los desmontes que cubrían Punkurí. El sábado 23 se dedican a
despejar las dos columnas que aparecieron hacia el lado este del templo y a despejar casi por
completo la fachada principal (norte) (Figura 3).
Figura 3. Trabajos de limpieza en las plataformas 2 y 3 de la fachada norte de Punkurí. Nótese la
escalera central de acceso a la plataforma 2 (Foto: Archivo Tello del MNAAHP, Negativo N° 109).
De acuerdo con los registros disponibles el cuerpo no es tocado y la limpieza se limitó a despejar
una hornacina al pie del ídolo. Al final de la jornada llegó a Punkurí Toribio Mejía Xesspe y su
esposa procedentes de Lima. El domingo 24, Punkurí recibió la visita de varias personalidades que
tomaron parte de la extracción del individuo del entierro-ofrenda. Entre estos estaban Rafael y
Javier Larco Hoyle, Alfredo Hoyle, un señor Miñano, un fotógrafo y el dibujante señor Díaz. Se
registran vistas fotográficas del contexto y se filma. Rafael Larco Hoyle y Julio C. Tello se dedican a
trabajar sobre el cuerpo del entierro-ofrenda, y Tello declara lo siguiente: "Parece que el cadáver
correspondiera a un individuo de constitución pobre y al ser acostado se le colocó probablemente
con los muslos y piernas flexionadas. Alrededor del cadáver y principalmente alrededor de la
cintura encontré multitud de cuentas de turquesas y algunas cuentas cilíndricas de color morado,
de láminas triangulares con bordes cerrados [sic] o espinosos que parecen dientes de tiburón.
Además se encontró un buen lote de cuentas de conchas y un magnífico ejemplar de Strombus
que presenta la superficie externa labrada también del estilo Chavín" (Ibíd.:94).16
Figura 4. Mano izquierda grabada en la cara dorsal de la huayllaquepa de Punkurí (Dibujo: Victor
Falcón Huayta).
Toribio Mejía asume las anotaciones de las excavaciones al día siguiente, lunes 25 de septiembre,
como aparece indicado en las notas del Archivo Tello del MAA-UNMSM. Ese día se terminaron de
extraer los últimos elementos del contexto, añadiendo datos adicionales del evento. Mejía anotó
que sesenta caracoles Scutalus proteus aparecieron "a los lados y hombro del cadáver; buena
cantidad de turquesas de conchas, dos ejemplares de Spondylus pictorumcon dos pares de
perforaciones como para llevar colgados. Se constató la presencia de tierra muy fina pulverizada
de aspecto algo violáceo alrededor y debajo del cadáver como si se tratara de restos de las partes
tal vez correspondientes a los vestidos, algunos otros objetos que quizás acompañaron al cadáver"
(Mejía en Tello 2005:97).18 Al tener limpia el área, notaron que el individuo había sido colocado
sobre una plataforma inferior y que incluso el dorso del cadáver había hecho una pequeña
depresión en ésta.
Posteriormente, los trabajos se dirigieron a despejar los muros con relieves policromos que se
encontraban en ambos lados del entierro-ofrenda. En esta circunstancia se detecta la presencia de
lentes de ceniza y moluscos. Volvemos a recalcar que tampoco Mejía menciona la presencia de
cerámica entre los rellenos, excepto cuando se refiere a "cerámica Muchik" de los escombros
superiores. Por otra parte, se ha escrito y discutido la iconografía de estos relieves y se han
publicado algunas fotos de ellos (Bischof 1994; Daggett 1987:116-117; Samaniego 1992), a las que
se vienen a sumar las publicadas del archivo de Tello (2005).
Discusión
¿Cuál era la descripción más amplia que se tenía de este entierro-ofrenda antes de la publicación
de las notas de campo?. En una entrevista periodística del 2 de octubre de 1933Tello menciona sus
componentes en este contexto:
"Al realizarse un cateo delante de la pequeña plataforma donde descansaban las garras del ídolo, y
sólo a dos metros de profundidad, se encontró un cadáver... estuvo echado en dirección E.O; junto
a él se encontraron dos objetos de piedra: un gran vaso y una especie de porra, ambos
ornamentados con figuras de relieve, del estilo Chavín... Alrededor del cadáver, y principalmente
al nivel de la pelvis, se encontró como un kilo de cuentas de turquesas de diferentes formas y
tamaños, desde la cuenta pequeña discoidal casi laminar, hasta la cuenta grande, esférica o
cilíndrica y de peso de ocho a diez gramos. Se halló, además, una trompeta de caracol (strombus
galeatus), cuya superficie aparece ornamentada con figuras escondidas [sic], también al estilo
Chavín; sesenta ejemplares de caracol terrestre (scutalus proteus); un par de conchas (spondylus
pictorum) y restos de esqueletos de kuyes y aves, muy fragmentados y en parte pulverizados."
(Anónimo 1933b en Daggett, 1987:139).19 Ahora sabemos que existía toda una secuencia en la
aparición y ubicación de los objetos asociados al entierro-ofrenda y podemos sacar algunas
conclusiones importantes:
2. Hasta ahora, la presencia de cerámica del periodo Formativo Temprano en Punkurí ha sido
sugerida en base a noticias publicadas en los periódicos del momento (Anónimo 1933a en
Daggett 1987; Daggett 1987: 116; Proulx 1973: 15). Sin embargo, a la luz de las notas de
campo y referencias actuales al respecto podemos concluir que en los rellenos que
constituían la matriz del contexto funerario no había fragmentos de este periodo.
3. En base a las notas de campo y las fotos revisadas propongo la siguiente secuencia de
inhumanción del entierro-ofrenda de Punkurí:
e. Cuando el relleno cubrió las paredes de los frisos de barro unos 30 cm, se preparó
la superficie sobre la cual se dispondría el piso de la nueva plataforma (Figura 5).
Figura 5. Esquema de la secuencia de deposición del entierro-ofrenda de Punkurí. (Composición:
Victor Falcón Huayta).
Finalmente, hay que considerar un inventario que Mejía prepara dando cuenta de las "especies
encontradas junto con el cadáver Chavín" de Punkurí. Entre anotaciones mencionamos las
siguientes:
a. Los caracoles Scutalus proteus estaban perforados y entre éstos se encontraron "cinco
cuentas triangulares de dientes aserrados, idénticos a otros cinco que figuran en
P12",25 que se consignan como provenientes del relleno de las habitaciones del Edificio
I.26 Estas últimas son de 3 cm de largo por 2 cm de ancho en la base y presentaban dos
perforaciones, presumiblemente para ser ensartadas.
Uno de los problemas que afecta a los museos estatales en el Perú es el ordenamiento e
informatización de sus colecciones. Asimismo, es común enfatizar la investigación que deben
llevar a cabo como uno de los pilares indispensables de su actividad, aunque esto no se cumpla
con él énfasis y los recursos que se destinan en museos modernos. Ambos temas están
indisolublemente ligados, pues no es posible profundizar en el conocimiento de una colección,
serie u objeto parte de los fondos museográficos si previamente no se tiene un control mínimo
que comprenda el inventario informatizado y los datos del ingreso de las piezas.
Ahora comentaremos sobre los elementos más importantes del entierro-ofrenda y haremos
algunas preguntas sobre su paradero. 27
Los Restos Humanos. Los frágiles restos óseos del entierro-ofrenda de Punkurí (cráneo, huesos
largos y "otros pedazos") fueron recuperados y enviados a Lima desde el campamento de Cerro
Blanco. El depósito de Restos Humanos del MNAAHP sólo conserva cuatro cráneos procedentes de
este lugar, los cuales por sus características -y anotaciones a lápiz sobre ellos- corresponden a los
encontrados en los desmontes sobre el sitio. No se han ubicado los restos óseos del entierro-
ofrenda de Punkurí.
La Huayllaquepa de Strombus galeatus. Como se dijo, este objeto salió fragmentado del entierro-
ofrenda. Sin embargo, gracias a la única foto del contexto publicada por Rafael Larco Hoyle, que
fue testigo de excepción en ese entonces, la pudimos relacionar con el espécimen del depósito de
Material Orgánico del MNAAHP, pues la foto muestra un objeto ovoide de color blanquecino y
roto encima de los restos de un entierro ubicado a dos metros debajo del felino de barro (Larco,
2001 [1938], figura 24). Posteriores indagaciones aportaron mayores evidencias para relacionar la
foto a la huayllaquepa. Una foto del Archivo Tello del MNAAHP (Negativo N° 101) y aquellas
existentes en el archivo del MAA-UNMSM, ahora publicadas, confirmaron esto definitivamente,
pues en ellas se observan la huayllaquepa, su rotura y los dedos meñique y anular de la mano
izquierda grabada.
Este objeto fue restaurado en el MNAAHP. Nuestro equipo identificó su contexto arqueológico,
restauró su apariencia original y diseño inciso, recobró su registro sonoro y lo puso en condiciones
de exhibición (Falcón et al. 2005) (Figuras 6 y 7).
Figura 6. La huayllaquepa de Punkurí durante su restauración (Foto: Victor Falcón Huayta ).
Figura 7. La huayllaquepa de Punkurí después de su restauración (Foto: Victor Falcón Huayta).
Los Objetos Líticos. La identidad y cantidad de objetos líticos están ahora esclarecidas con la
publicación y el examen de las notas de campo de Tello. Sin embargo, antes de esto se suscitó una
pequeña confusión surgida durante los días de las excavaciones en Punkurí. En una edición de La
Crónica, uno de los diarios que daban noticias sobre los eventos, fechado el 5 de octubre de 1933,
hay una fotografía en la que aparecen "Dos de los vasos traídos de Nepeña por el doctor Tello.
Pueden verse débilmente algunas de las simbolografías que serán estudiadas por el
arqueólogo".28Uno de estos "vasos", aquél que ostenta una gruesa banda debajo del labio y tres
agudas proyecciones hacia la base a manera de grandes colmillos, es el que apareció asociado al
entierro-ofrenda (Negativos N° 94 y 106 del archivo Tello del MNAAHP). Esto es corroborado por
Mejía en su listado de objetos encontrados en asociación con el entierro-ofrenda. La otra pieza
corresponde al "Vaso Chavín de piedra" comprado por Tello a un tal Silva, cuando se encontraba
en el Hotel Central de propiedad del chimbotano Víctor L. Pérez (folio 122 del Archivo Tello del
MAA-UNMSM; Daggett 1987:113,114). Por sus características iconográficas corresponde al
mortero que se conocería luego como procedente de Suchimán (valle del río Santa).
Posteriormente, cuando Tello vuelve a tocar el tema del contexto funerario y su descripción, con
respecto a los líticos dice: "a mortar and pestle, both of diorite, polished and engraved with figures
in the classic Chavín style" (Tello 1943:137, Figura 17, a), e ilustra ambos morteros con sus
respectivas denominaciones (Ibíd.: 17, b). En 1948 Rebeca Carrión Cachot publica los dibujos de
los dos morteros como procedentes de Nepeña (Carrión Cachot 1948:125, Lámina XI, figuras 7, 8),
curiosamente los diseños se encuentran en la misma posición en que aparecen en las fotos de La
Crónica.
Hace poco más de una década se publicó una vista del mortero de Suchimán (Kaulicke 1994:392,
Figura 368), muy similar a uno de los dibujados por Carrión Cachot (Ibíd.: Lámina XI, figura 8), pero
diferente al ilustrado por Tello como procedente de este sitio (Tello 1943, Figura 17b),
posiblemente porque se mostraba el lado opuesto de la pieza. Por su parte, Henning Bischof
publicó los dibujos de tres morteros (Bischof 1994: figura 12): a) la de Punkurí, b) la de Suchimán
en versión ofrecida por Tello (1943); y c) uno "sin procedencia" dibujado por Bischof del archivo
del MNAAHP. El último es el mismo que ilustra Kaulicke (1994) como procedente de Suchimán.
Bischof sugiere que b y c son el mismo objeto, el mortero de Suchimán (Bischof 1994: figura 12 a-
c; 1995:170, figura 7), lo cual es correcto. Por último, un trabajo posterior propone un desarrollo
iconográfico del mortero de Suchimán, en donde se une los diseños de las dos vistas presentadas
por separado (Vega Centeno 1998:195,196. Figura 5c); sin embargo, carece de algunos motivos
importantes que ahora están disponibles (Tello 2005:107, /P9/F7/249).
Con respecto al "pestle" o majadero con diseños incisos no teníamos ningún indicio, salvo aquél
que diera Antúnez de Mayolo de que estaba "adornado con un par de dibujos en lazos" (Antúnez
1933 en Daggett 1987:160). Ahora tenemos la foto que muestra la iconografía con algún detalle,
por lo que podemos agregar que los "lazos" parecen ser en realidad tres bandas que corren
adosadas, contorneándose en espiral a lo largo de la pieza. (Figura 8). 29
Figura 8. Mortero de Punkurí (izquierda), mano de moler o "majadero" (centro) y mortero de
Suchimán (derecha) (Tello, 2005. CD adjunto, file: "Anexo fotográfico", F2_Punkurí, Foto 52-119).
Con respecto al mortero de Punkurí podemos señalar su sobriedad decorativa en base a tres
motivos iconográficos: a) un motivo escalonado, que se repite enfrentado y con bases sobre el
borde del recipiente; el escalonado se enfatiza por medio de línea que define una banda; b) las
tres proyecciones largas y aguzadas que se desprenden de las figuras antes mencionadas y
terminan en la base del recipiente; y c) un motivo rectangular dispuesto horizontalmente dentro
de una gruesa banda debajo del labio, de modo que se reitera a lo largo de todo el contorno. Los
lados más largos del motivo registran ligeros quiebres en dos puntos. Dentro de este motivo se
inscriben dos líneas igualmente con ligeros quiebres.
El motivo escalonado es muy similar a las cabezas superiores de los "bastones de mando" o cetros
que portan los "sacerdotes-guerreros" de Cerro Sechín (Bischof 1995:165, Figura 4e).
Diferenciándose únicamente por el espacio triangular que delimita un trazo diagonal que parte del
vértice superior izquierdo de la figura hacia la base del escalonado. En este espacio se inscriben
tres cuadrángulos. Las tres proyecciones aguzadas son comparables a las que emergen de un
motivo similar al denominado "Ojo Subrectangular Excéntrico" (Ibíd., Figura 4b) de la iconografía
del Mortero de Suchimán (Tello 2005:107. P9/F7/249) proveniente del valle del Santa. La única
diferencia en este caso es que el motivo está enfatizado por una banda. Por último, el rectángulo
con líneas inscritas ligeramente quebradas es similar al motivo que se encuentra grabado en un
bloque lítico proveniente de Sechín Alto (Samaniego 1995: 39,40. Figura 13), actualmente en
exhibición en el Museo Max Uhle de Casma. Así pues, los tres motivos que decoran el mortero de
Punkurí son recurrentes en la iconografía lítica de este periodo en el valle de Casma y Santa, y, en
el caso del escalonado, directamente asociado a un objeto que denota poder.
Los demás objetos asociados. Se ha señalado el potencial de los análisis y examen de los moluscos
en contextos arqueológicos precolombinos (Sandweiss y Rodríguez 1991:55,56; Rivadeneira y
Piccone-Saponara 1998:31), de manera que, aunque tampoco los hemos encontrado, conviene
hacer algunos comentarios sobre las dos valvas deSpondylus princeps que integran la lista de
objetos suntuarios y exóticos asociadas al entierro-ofrenda. Hay que notar que fueron piezas
enteras y trabajadas, siendo parte de los primeros testimonios de este tipo en estas condiciones,
poco antes de la presencia de la cerámica en los Andes Centrales (ca. 1,600 a.C.). Como sabemos,
posteriormente se tornan más frecuentes y fueron representados en la cerámica y la litoescultura
de Cupisnique y Chavín, durante el primer milenio a.C.
A pesar de su número (sesenta individuos), hasta ahora se ha dado poca atención a los
gasterópodos terrestres Scutalus proteus asociados a la tumba de Punkurí. Son caracoles de lomas
que alcanzan una talla de 3.5 a 5 cm. Pueden considerarse como parte del tipo de ofrendas
alimenticias y se representaban aún en la cerámica Moche (Donnan 1978, Figura 102). Finalmente,
los huesos de cuyes y aves serían otros componentes de la dieta asociada a este importante
contexto.
Varios autores han tratado el tema de las fases constructivas de Punkurí y su relación con las
tradiciones tempranas en los Andes Centrales. Concuerdan en que hubo por lo menos tres fases
constructivas en su edificación (Bischof 1994: ver figura 2; Daggett 1987; Samaniego 2006; Vega
Centeno 1998, 1999). El contexto del entierro-ofrenda se ubica en el relleno de la "Plataforma 2"
(Figura 9) y fue depositado como parte de éste. Este se asigna a la segunda edificación en Punkurí
o "fase A-2" (Vega Centeno 1999:7-11). El famoso felino de barro se ubicaría en la "fase B-1"
(Ibíd.:13). Vega Centeno ubica a Punkurí en el Formativo Temprano (ca. 1,800 a.C.- 1,200 a.C.).
Figura 9. . Escaleras que conducen a la parte superior de la Plataforma 2 de Punkurí. Nótese el mal
estado de la escalera y los escombros que cubren la plataforma 3. En la foto Arturo Jiménez Borja
en una visita al lugar en 1971 (Fotografía cortesía de Lorenzo Samaniego Román, Coordinador
General del Centro de Conservación del Patrimonio Cultural, Universidad Nacional del Santa).
Sin embargo, en base a comparaciones estilísticas deducimos un rango cronológico diferente para
Punkurí. Aquí presento los argumentos para sustentarlo. Una primera segregación diferente y
coherente señaló que una losa lítica en plano relieve y grabada de un felino "agazapado" tenía
rasgos demasiado naturalistas como para relacionarlo al conjunto de Chavín de Huántar que, de
acuerdo con Tello, era su lugar de procedencia (Kan 1972:73, figura 7; Tello
1960:228).30 Asimismo, cuestionó la filiación Chavín del felino pintado en el edificio de barro de
Cerro Sechín y, finalmente, el felino escultórico de Punkurí, distinguiéndolos del estilo Chavín
aunque la filiación del monumento -en ese entonces- así parecía indicarlo (Kan 1972: 74,76.
Figuras 8, 11).
Posteriormente, un estudio de los estilos tempranos y previos a Chavín reunió a estos tres iconos
nuevamente bajo un planteamiento más integral y agregó una representación adicional coherente
con el conjunto, el petroglifo de un felino con un ave inscrita, ubicado en el valle de Jequetepeque
(Bischof 1994:180, figura 14d; 1995:171, figura 8; Pimentel 1986: 23, figura 59). Finalmente, este
grupo de felinos tempranos ha incrementado su número, proponiéndose como una de las
primeras representaciones felínicas asociadas a arquitectura monumental (Falcón y Suárez 2009).
En esta línea, la siguiente secuencia ha sido propuesta por Henning Bischof para una serie de
representaciones importantes para el caso de Punkurí y consideradas "pre-Chavín A": (a) Los
murales de barro de Punkurí (Estilo Punkurí); (b) El felino en bulto de Punkurí y los felinos pintados
de Cerro Sechín; (c) La iconografía grabada en las lápidas de Cerro Sechín (Estilo Sechín). Sin
embargo, se debe notar que esta secuencia es más apropiada para una clasificación que para
propósitos cronológicos.
Se ha propuesto que el edifico de barro, decorado con dos felinos pintados en el interior de Cerro
Sechín, remonta su construcción a los siglos XXIV-XXII a.C. y que el edificio lítico -también
Precerámico- ya estuvo vigente entre los siglos XIX-XVIII, y permaneció en uso hasta los siglos XVI-
XIV a.C. (Bischof 2000: 48; Fuchs 1997: 159). Si ensayamos la correlación entre el felino pintado de
Cerro Sechín y el felino escultórico en bulto de Punkurí, estilísticamente emparentados, se puede
proponer la ubicación cronológica de este último en ca. 2,100-1,800 a.C. aproximadamente. En
consecuencia, si sabemos que los rellenos que contienen el entierro-ofrenda corresponden a una
fase arquitectónica inmediatamente anterior a la del felino escultórico, podemos considerar este
mismo marco temporal para su ubicación cronológica. Estas correlaciones concuerdan con las
observaciones de Samaniego que indicó que las tres fases constructivas de Punkurí carecían de
cerámica (Samaniego 2006: 38).
En un nivel intra-sitio, se ha señalado la afinidad estilística entre los grabados del mortero lítico y
las representaciones de los murales (Bischof 1994:173), denominados frisos I y II del edificio más
temprano de Punkurí y designado como la "fase A1" (Vega Centeno 1999:15. Figura 10). Sin
embargo, los rasgos de estilo de la mano representada sobre la huayllaquepa de S. galeatus se
vincularían más al estilo "naturalista" del felino en bulto ("fase B1" de Vega Centeno), de modo
que la iconografía de los objetos del contexto del entierro-ofrenda se constituiría en un conjunto
que asocia motivos geométrico-esquematizados y naturalistas estilizados de la "fase A2", de un
edificio que de cualquier modo registra modificaciones arquitectónicas articuladas, coherentes y
continuas.31
Para concluir, quiero señalar que hasta hace poco la presencia de huayllaquepas de S.
Galeatus como parte de la parafernalia cultista hacia el final Arcaico Tardío no había sido
documentada. Ahora contamos con la huayllaquepa de Punkurí y la posible representación de
otra huayllaquepa de S. galeatus que sostiene uno de los personajes sentados de un mortero
procedente de Lambayeque asignado al mismo periodo (Bischof 1995:169,170, Figura 6d). En este
objeto, se define como una espiral que hace un agujero oblongo-vertical y termina trazando un
borde recto y aserrado de puntas romas, que representaría las características costillas que se
forman naturalmente en la cara dorsal de S. galeatus que, aunque generalmente alisados para
grabar diseños incisos, dejan claros remanentes en el borde del labio del molusco. En
consecuencia, ahora sabemos que este instrumento sonoro y ritual, copiosamente presente en las
galerías de Chavín de Huántar, remontaría sus antecedentes a esta época.