Virgilio
Virgilio
Virgilio
Programa de Doctorado:
TESIS DOCTORAL
DIRECTOR:
Dr. Eduardo Becerra
Madrid 2013
Agradecimientos
3
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN .................................................................................................. 7
5
3.1.2.- Iniciación en el dolor y el sufrimiento ............................................... 168
4.1.- Surrealismo, fantasía y grotesco en “La caída” y “Las partes”. .............. 313
4.2.-Existencialismo y absurdo en “En el insomnio” y “Proyecto de un
sueño”. .............................................................................................................. 331
6
INTRODUCCIÓN
7
Los estudios sobre Virgilio Piñera han tendido a centrarse en el
ámbito biográfico y en el de la relación del dramaturgo con la temática
y estética del teatro del absurdo en Cuba1, mientras que los aspectos
existenciales de su obra narrativa sólo han recibido alguna esporádica
referencia.
1
Véase la tesis doctoral de Ricardo, Lobato Morchon, El teatro del absurdo en
Cuba 1948-1968, Universidad Complutense de Madrid, 2001.
2
Virgilio Piñera (1912-1979) fue uno de los autores que más controversia ha
creado entre la crítica y el público teatral. Dicha controversia se debe a que desde
el principio ha sido un autor innovador, su obra narrativa, por ejemplo, se ha salido
de los cánones establecidos por la novela tradicional, naturalista, costumbrista y
criollista, conocida en Cuba.
3
Reinaldo Laddaga, junto a otros autores, considera a Virgilio Piñera, a Juan
Rodolfo Wilcok y a Felisberto Hernández como escritores raros, ajenos a la norma
implantada por escritores convencionales que ha dado la región y que siguen
siendo apreciados. Tampoco los considera innovadores como lo son para él “un
José Lezama Lima, un Octavio Paz o un Julio Cortazar”. Reinaldo Laddaga,
9
introducirnos en su mundo artístico y, en el prólogo de Poesía y crítica
de Virgilio Piñera lo compara con Baudelaire y Kafka, lo que nos
permite intuir lo alejada que está de una forma de pensar convencional,
aunque no por ello imposible de entender: “La complicidad que la obra
de Piñera me pide no es sin embargo, absoluta, ni debería sentirme
transportado para siempre en un viaje sin regreso”4.
10
situaciones humanas y sociales, de la política, de la religión y también
de su orientación sexual.
Piñera encontró en el existencialismo, tan en boga en su época,
un cuerpo de doctrina filosófica en la que apoyarse. Sus experiencias,
amasadas con esta filosofía, han sido la materia prima de su obra.
Piñera traslada a sus personajes sus preocupaciones, sus reflexiones,
sus desilusiones, su rebeldía, su amargura, su dificultad para vivir en
un mundo en el que no hay sitio para alguien que pretende estar de
acuerdo con sus ideales. Fue un luchador infatigable, así lo testifican
sus escritos y así lo demostró en todos los terrenos hasta el último
momento, con su enfrentamiento tenaz al Estado, resistiendo en su
país, a pesar de su completa exclusión del ámbito intelectual. Piñera
fue responsable de una nueva literatura fantástica y absurda, algo
desconocido para la literatura cubana. En sus comienzos ya
observamos una forma peculiar de expresarse, extravagante y rebelde,
una actitud literaria que será constante con el transcurrir de los años:
“Me siento bien con mi falta de respeto […]. El sacrificio de la vida
radica en sufrir mil y una privaciones desde el hambre hasta el exilio
voluntario –a fin de defender las ideas, de mantener una línea de
conducta inquebrantable”6.
6
Virgilio Piñera, “Las plumas responsables”, Revolución, 1959, p. 11.
11
surrealismo, lo fantástico nuevo, lo grotesco, etcétera. Han sido una
fuente importante de información los trabajos que académicos de
distintas universidades y centros de investigación que han realizado
sobre la obra de nuestro autor: por ejemplo, la tesis de María Dolores
Adsuar, Los enemigos del alma en los relatos de Virgilio Piñera,
Ediciones de la Universidad de Murcia, 2009, nos ha sido de gran
ayuda. También recurrimos al exquisito trabajo de Ricardo, Lobato
Morchon, El teatro del absurdo en Cuba 1948-1968, Universidad
Complutense de Madrid, 2001.
12
La segunda parte del trabajo la hemos dedicado al análisis del
existencialismo y las formas que presenta en su literatura. Hemos
analizado sus relaciones con el surrealismo, debido a que es una
corriente que domina en los cuentos de su primera etapa. También con
el absurdo, para lo que nos hemos servido de la síntesis de Simone de
Beauvoir, según la cual “el existencialismo es una filosofía del absurdo
y de la desesperación; encierra al hombre en una angustia estéril, en
una subjetividad vacía; es incapaz de suministrarle ningún principio de
elección: que actué como le plazca; de todos modos la partida está
perdida”7. Lo grotesco y lo neofantástico presentan también relaciones
con el existencialismo, puesto que lo ambiguo, la duplicidad o la
indefinición constituyen rasgos fundamentales de la literatura de
Piñera.
7
Simone de Beauvoir, Para una moral de la ambigüedad, Buenos Aires, Editorial
la Pleyade, 1972, p. 12.
13
1. LA TRAYECTORIA LITERARIA
DE VIRGILIO PIÑERA
15
1.1.- El contexto cultural cubano
17
orden en la vida intelectual de Cuba. No es posible hablar de literatura
cubana en los inicios del siglo pasado sin mencionar a Cuba
Contemporánea, gran revista cultural de ese momento, Revista de la
Biblioteca Nacional José Martí, Revista de Avance, Nadie Parecía,
Espuela de Plata, Orígenes, Ciclón, etcétera. A partir de entonces han
sido incontables las revistas culturales cubanas que han propagado con
alto nivel ideas y letras valiosas. Se convirtieron en uno de los últimos
reductos de la opinión, la expresión y la crítica para el pueblo cubano.
Apenas hay en la Isla un intelectual de obra significativa que no se
haya manifestado en una o varias revistas. La mayoría de estas revistas
mencionadas son editadas en la capital cubana. Por ello, Virgilio
Piñera relaciona su lucha contra la literatura con su llegada a La
Habana: “Ya en La Habana empezó en forma mi eterno combate contra
la literatura”8.
8
Roberto Pérez León, Tiempo de Ciclón: “Una memoria imprescindible”,
Ediciones Unión, 1995, p. 55. Véase también Virgilio Piñera, éste en Lunes de
Revolución nº 100, La Habana, 1996, p. 2. Citado en “Cronología desde la obra de
Piñera”, dirección en internet: www.islaternura.com .
9
José Lezama Lima, “Recuerdos. Guy Pérez Cisneros’’ (1956), Revista de la
Biblioteca Nacional José Martí, n° 2, 1988, pp. 33-44. Citado en Remedios
Mataix, “Orígenes: una vanguardia sin vanguardismo”, en Barataria, Pliegos de la
Insula. Revista de Filología y Creación Literaria, n°4, 1994, p. 54.
18
publicaciones habaneras, pero pretende poner las cosas en su sitio,
llamarlas por su nombre y así mostrar la ineficacia y la desorientación
que presentan estas últimas para el joven cubano, hambriento y
necesitado de una nueva y rica formación literaria. Y para impartir ese
alimento y esa formación va a fundar sucesivamente una serie de
revistas literarias.
10
Cintio Vitier, Lo cubano en la poesía, La Habana, Instituto Cubano del Libro,
1970, p. 370. Véase Mataix, art. cit., p. 74.
19
Es gracias a Revista de Avance que Virgilio Piñera encuentra en
su juventud un cierto clima cultural, aunque él nunca llegue a publicar
en la revista, desaparecida en 1930. Tanto para él como para otros
jóvenes literatos cubanos, Revista de Avance constituye una fuente de
recepción de la literatura tanto nacional como extranjera. A partir de
ahí Virgilio Piñera comienza a participar en las publicaciones que se
sucederán tras su desaparición.
11
“Inicial”, Verbum, n°1, junio, 1973, p. 1.
20
palabra y a las exigencias de recalcar un propio perfil y una
técnica de civilidad12.
12
Ibídem.
13
Ibídem.
21
Fue una publicación dedicada fundamentalmente a la poesía,
aunque en sus páginas aparecieron cuentos, trabajos de crítica literaria
y de arte, entre otros artículos de interés, así como dibujos y viñetas de
autores que pertenecían al grupo. Sus seis números (identificados con
letras, de la A a la H) son ya una muestra clara de ese clima poético.
En 1945 Lezama escribió:
14
José Lezama Lima, “Después de lo raro, lo extraño”, Orígenes, nº 6, verano,
julio de 1945, p. 52.
22
Clavileño, editada por Gastón Baquero, donde se integran Cintio
Vitier, su grupo de amigos y casi todos los colaboradores de Espuela
de Plata, salvo Virgilio Piñera, que funda su propia revista: Poeta, de
agresiva orientación antilezamiana y de una vida efímera –sólo publica
dos números en noviembre de 1942 y marzo de 1943–, donde da a
conocer sus ensayos “Erística de Valéry” y “Terribilia meditans”,
páginas de sumo interés por lo que nos revelan sobre el autor, su
cosmovisión y sus preocupaciones en torno a los problemas de la
escritura, un tema que lo obsesionó toda la vida, según refiere en su
autobiografía: “Para mí, escribir ha sido siempre una verdadera tortura.
No conozco otra peor y la vida, como a cualquier mortal, me ha
servido de todas formas y colores […]. Cada uno dirá lo que quiera
respecto a la escritura, pero en lo que a mi se refiere puedo afirmar que
su sola presencia angustia mi ser hasta la náusea”15. La tercera revista,
Nadie Parecía: Cuaderno de lo bello con Dios, comenzó a publicarse
en septiembre de 1942 y alcanzó doscientos ejemplares. Fue dirigida
por Gaztelu y Lezama y contó con colaboradores de entre lo más
selecto de la cultura cubana. Su última aparición fue en marzo de 1944.
15
Roberto Pérez León, “Con el peso de una Isla de jardines invisibles”, Unión, nº
10, La Habana, abril de 1990, p. 40. Véase también, Tiempo de Ciclón del mismo
autor, op. cit., p. 55.
23
mensurable. […]. Dejó confiado el delicioso proceso, la historia
secreta de las caras alargadas, de los portazos en la cara, de la
mano izquierda, de los abusos telefónicos, de las extensas
epístolas, al buen cronista atormentado que pregunta al amigo
octogenario de los poetas fallecidos sobre sus usos y
costumbres16.
16
Virgilio Piñera, “Terribilia Meditans”, en Poeta, n°1, La Habana, noviembre de
1942, p. 1.
17
En: http://www.cubaliteraria.cu/autor/lezama_lima/bibliografia_revistas.html.
24
Siguiendo el juego de palabras de Virgilio Piñera, Cintio Vitier
añadiría: “Después vino el consentimiento (Orígenes) y finalmente el
resentimiento (Ciclón)”18. Virgilio Piñera había pronosticado este
desenlace ya trece años atrás, en el editorial del primer número de
Poeta, donde se lee: “Sólo que en este consejo poético de familia
poética la salvación vendrá por el disentimiento, por la enemistad, por
las contradicciones, por la patada de elefante. Por eso Poeta disiente,
se enemista, contradice, da la patada, y, aguarda, a su vez, el bautismo
de fuego”19. Ciclón será para el grupo Orígenes “la patada de elefante”
que predijo Virgilio Piñera.
18
Cintio Vitier, “Para llegar a Orígenes’’, Revista de Arte y Literatura (Primavera
1944), p. 92.
19
Virgilio Piñera, “Terribilia meditans’’, art. cit., p. 1.
20
La revista nació por discrepancias en la dirección de Orígenes entre Lezama y
José Rodríguez Feo, por eso al principio fue recibida fríamente entre la
intelectualidad cubana. Ciclón, una de las revistas más agresivas y rebeldes que
conoció Cuba, fue vista como el resultado de una pelea entre Rodríguez Feo y
Lezama con Virgilio Piñera por medio.
21
Ricardo Hernández Otero, Revista Nuestro Tiempo, La Habana, Editorial Letras
Cubanas, 1989, p. 9.
25
Bien podría decirse que todas las revistas, en realidad, forman
parte de una y universal “Revista” que se perpetua por reencarnación
constante. Más allá de esa dimensión puramente cronológica que
indica una continuidad de lo mismo en nuevos moldes, este hecho no
es objeto de unanimidad entre los propios fundadores. Las posturas a
favor o en contra del reconocimiento de la interacción entre ambas no
dejan de ser interesantes. En lo que se refiere, por ejemplo, a Orígenes
respecto a Revista de Avance, se ha hablado de sucesión, de
endeudamiento e incluso de imitación. Debemos reconocer de todas
formas que Revista de Avance fue para Orígenes un antecedente y un
punto de referencia obligado en lo artístico y lo literario. Sin embargo,
José Lezama Lima no opinaba lo mismo, para él la independencia y la
originalidad de su revista es absoluta y rompe totalmente con el
‘liderazgo’ del que presumía la desaparecida Revista de Avance:
22
José Lezama Lima: “Respuestas y nuevas interrogaciones”. Carta abierta a Jorge
Mañach, La Habana, Bohemia, 2 de octubre de 1949. En Imagen y posibilidad,
selección, prólogo y notas de Ciro Bianchi Ross, La Habana, Editorial Letras
Cubanas, 1981, pp. 184-190.
26
Con cierta socarronería de ágil criollo, nos afirma usted que fue la
Revista de Avance la que trajo la gallina de los huevos de oro del
arte nuevo. Quizás en eso reconozcamos su verdad, porque ese
arte fue para nosotros alción y albatros. Cínife sombrío, o soledad
brumosa del alción, que llevaron nuestras adolescencias a
desgarrarse en la soledad del que sabe sobre una labor sin
compañía, del que se sabe en una lámina estática y grosera. […]
Pero de esa soledad y de esa lucha con la espantosa realidad de
las circunstancias, surgió en la sangre de todos nosotros, la idea
obsesionante de que podíamos al avanzar en el misterio de
nuestras experiencias poéticas trazar, dentro de las desventuras
rodeantes, un nuevo y viejo diálogo entre el hombre que penetra y
la tierra que se le hace transparente23.
23
Ibídem.
24
La expresión es de José Prats Sariol: “La galaxia Lezama’’. Cfr. Jacobo
Machover (ed.), La Habana, 1952-1961, Madrid, Alianza Editorial, 1995, pp. 128-
144.
27
(oscuros e inalcanzables, como son siempre los fundamentos
vitales últimos) de nuestra sensibilidad creadora25.
25
Cintio Vitier, Cincuenta años de poesía cubana (1902-1952), La Habana,
Dirección de Cultura del Ministerio de Educación, Ediciones del Cincuentenario,
1953, p. 4; en Silva María Guadalupe, “¿Una vanguardia sin vanguardismo? José
Lezama Lima y la revista”: http://72.14.207/search?q=cache:3mIxgn9diw0J:163.10.30.3
/congresos/orbis/Mar...
28
1.1.2.- Virgilio Piñera entre Orígenes y Ciclón
26
José Lezama Lima, “Presentación de Orígenes”, Orígenes, nº 1, 1944. En
Imagen y posibilidad, pp. 181-182.
29
era la falta de dinero, insistí en que ello no significaba un gran
sacrificio para mí. Pues al cumplir la mayoría de edad dos años
antes mi madre me había entregado las acciones que me
correspondían de la compañía azucarera de la familia y que podía
muy bien sufragar una revista. Para embullarlo, le confesé que era
un proyecto que había estado considerando seriamente desde el
día en que en Harvard le pedí a Don Pedro su parecer y que a él le
había parecido una idea magnífica. Por fin Lezama se sonrió y me
dijo que él también había pensado en que yo podía ayudar a
lanzar una revista más ambiciosa, sobre todo con más páginas y
con colaboraciones extranjeras de primera calidad, pero que por
delicadeza no se había atrevido27.
27
Roberto Pérez León, Tiempo de Ciclón, op. cit., p. 42.
28
Carlos Espinoza, Cercanía de Lezama Lima, La Habana, Letras Cubanas, 1986,
p. 70.
30
Lezama y José Rodríguez Feo, quien tuvo muy buenas relaciones
con varios escritores extranjeros de prestigio, fueron los de la idea
de fundar Orígenes. A ninguno de nosotros se nos hubiera
ocurrido. No existían entonces en Cuba editoriales. Escritor que
deseaba publicar un libro, escritor que tenía que pagárselo.
Cuánto riquísimo talento se perdió, me pregunto, por carecer, no
ya de los medios de mi modesta burguesía, sino del acceso a la
letra misma.
La dirección de Orígenes correspondió a ellos dos. Nosotros
simplemente nos limitamos a colaborar29.
29
Ibídem, p. 87.
30
Vid. Quimera, n° 30, Barcelona, abril de 1983. Citado en “Virgilio Piñera.
Cronológica 1912-1945. Página web: www.islaternura.com
31
Sobre la formación literaria de Virgilio Piñera, Dolores M. Koch
explora en su ensayo “Virgilio Piñera, cuentista” la asociación de
Piñera con la literatura fantástica. También percibe la participación de
Piñera en el grupo Orígenes como una etapa decisiva en su formación.
La predilección por la narrativa fantástica, en la cual se enfatiza la
relatividad de las formas, sitúa a Piñera dentro de una tradición literaria
que tendría mucho en común con el credo origenista. Por esta
“relatividad” de los puntos de referencia que “pudiera llamarse
cubista”, según Dolores Koch, Virgilio Piñera se sitúa en la misma
línea perspectivista a la que pertenecen Macedonio Fernández y
Felisberto Hernández. Dolores Koch apunta que, al igual que éstos:
31
Dolores M. Koch, “Virgilio Piñera, cuentista’’, Linden Lane Magazine, I, 4,
octubre-diciembre, 1982, p. 14.
32
en su “Recuento fantástico”, señala los antecedentes origenistas de
Piñera, es decir, su formación temprana en torno a Lezama Lima y a la
revista Orígenes, que exaltaba una estética irrealista, pero cuyo
“elitismo criollista” hubo de causar el antagonismo de Piñera. La
estética origenista, según Llopis, se aprecia en la “mezcla de ingenio,
de gracejo cubano de la más auténtica estirpe y de encanto lúdico”32.
Esta herencia del credo estético de Orígenes sale a relucir en los
cuentos de Piñera, en los que, nos dice Rogelio Llopis, se encuentra
Virgilio Piñera “de cuerpo entero”:
32
Rogelio Llopis, “Recuento Fantástico’’, Casa de las Américas, 42, mayo- junio,
1976, p. 151.
33
Ibídem, p. 151.
34
José Bianco, “Piñera Narrador’’, prólogo a Virgilio Piñera, El que vino a
salvarme, Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 1970, p. 7.
33
atacó el barroquismo lingüístico de sus contemporáneos cubanos,
ornamentación que le resultaba insoportable. En diciembre de 1946,
Piñera publicaría en La Nación su ensayo titulado “Los valores más
jóvenes de la literatura cubana”. En otro artículo, “Cuba y literatura”,
publicado en Ciclón en marzo de 1955, dedicado también a problemas
relacionados con la intelectualidad y con el arte en Cuba, se percibe un
esfuerzo por encontrar un diálogo entre los ámbitos de la literatura
cubana y la realidad35. Critica a los escritores bibliómanos que
abruman con sus conocimientos y retórica y que producen una
literatura estéril y ornamentada alejada de la realidad. Esa literatura,
añade Piñera, es propia, no de “una torre de marfil” sino de “una torre
de Babel”. Lo que José Bianco observa en la narrativa de Piñera es su
visión de la realidad como cosa inasible y precaria, que es
precisamente lo que perdura en la obra piñeriana de sus años
formativos en torno al grupo de Lezama.
35
En este ensayo asevera que la literatura cubana sólo es un título que viene
recogido en los manuales de enseñaza, Piñera reflexiona: “En verdad, señor
profesor que me opongo a tal denominación. Un hombre como yo, que sufre la
peor de todas las muertes: la muerte civil, no puede compartir su punto de vista.
Niego que haya tal literatura cubana ya que día a día sufro esa terrible muerte civil
del escritor que no tiene una verdadera literatura que lo respalde. […] Niego que la
haya porque ella no me da fuerzas ni me ampara en mi oficio; niego que la haya
porque no veo en parte alguna ese aúreo entrelazado que forman los escritores que
nos precedieron en su sólida gloria, las voces de universal reconocimiento, el
verdadero vivir literario con sus paraísos y sus infiernos. No, señor profesor,
tomado en rigor no existe por el momento la literatura cubana o si usted se alarma
demasiado ante mi ex abrupto puedo concederle esto: Bueno, sí, existe la literatura
cubana pero… sólo en los manuales”. Siguiendo en esta línea de escarnio, Piñera
añade lo siguiente: “El sentimiento de la Nada por exceso es menos nocivo que el
sentimiento de la Nada por defecto: llegar a la nada a través de la Cultura, de la
Tradición, de la abundancia, del choque de las pasiones, etc. Supone una postura
vital puesto que la gran mancha dejada por tales actos vitales es indeleble. Es así;
[…] que podría decirse de estos agentes que ellos son el ‘activo’ de la nada. Pero
esa nada, surgida de ella misma, tan física como el nadasol que calentaba a nuestro
pueblo de entonces, como la nadacasas, el nadaruido, la nadahistoria […] nos lleva
ineluctablemente hacia la morfología de la vaca o del lagarto. A esto se le llama el
‘pasivo’ de la Nada, y al cual no corresponde ‘activo’ alguno”. Virgilio Piñera,
“Cuba y la literatura”, Ciclón, V 1, Nº. 2, marzo de 1955, pp. 51-55.
34
Mejor aún lo aclara Dolores Koch, que describe esta escuela que
se desarrolla al otro lado de la galaxia-élite-lezama:
36
Dolores M Koch, “Virgilio Piñera y el neobarroco”, Hispamérica, 13, 37, abril,
1984, p. 83.
37
Virgilio Piñera, “Cada cosa en su lugar’’ en Lunes de Revolución, vol. II, n° 39,
14 de septiembre de 1959, p. 12.
35
producción artística caribeña así como para la rioplatense y la
brasileña38.
38
Teresa Cristófani Barreto, “Los cuentos fríos de Virgilio Piñera’’ Hispamérica,
Revista de Literatura, 71, p. 33.
39
Dolores M Koch, “Virgilio Piñera, cuentista”, art. cit., p. 3.
40
José Bianco, prólogo a Virgilio Piñera, El que vino a salvarme, ed. cit., p. 9.
36
angustiarle e incluso, deprimirle. De este modo, puede tener una
concepción plena de lo que supone la realidad piñeriana.
37
Barbieri, Héctor Álvarez Murena, Eduardo Mallea, Carlos
Mastronardi, Manuel Peyrou, Vicente Fatone, José Luis y Francisco
Romero, Jorge Luis Borges, Ernesto Sábato, Silvina Ocampo, Adolfo
Bioy Casares; además, envía el ensayo de Gombrowicz “Contra los
poetas” y fragmentos de su luego célebre diario, hasta entonces solo
publicado en la revista Cultura, de los emigrados polacos en París.
38
Es una historia sombría la separación que hubo entre Rodríguez
Feo y yo por la inserción de un artículo de Juan Ramón Jiménez.
Juan R. Jiménez publicó un artículo defendiéndose de indirecta
referencia molesta que le había hecho Vicente Aleixandre y,
entonces, hubo entre nosotros una fricción, porque Rodríguez Feo
era partidario de que no se publicara la respuesta de defensa de
Juan R. Jiménez y yo sí42.
42
Entrevista a Lezama Lima en Cuba Internacional, La Habana, enero de 1971.
Citado por Lezama Lima, Eloísa, “Introducción’’ a José Lezama Lima, Paradiso,
Madrid, Cátedra, 1993, pp. 26-27.
39
En él se define lo que parece ser el objetivo primordial de la revista,
marcar distancias con respecto a Orígenes: “Lector, he aquí a Ciclón,
la nueva revista. Con él borramos a Orígenes de un golpe. A Orígenes,
que como todo el mundo sabe, tras diez años de eficaces servicios a la
cultura en Cuba, es actualmente solo peso muerto. Quede, pues,
sentado de entrada que Ciclón borra a Orígenes de un golpe. En cuanto
al grupo Orígenes, no hay que repetirlo, hace tiempo que, al igual que
los hijos de Saturno, fue devorado por su propio padre”43. Algunos dan
por sentado que el texto era de Piñera por el carácter festivo y
provocador, a pesar de que Rodríguez Feo siempre lo negaba,
afirmando que el texto lo había escrito él mismo44.
43
“Borrón y cuenta nueva” en Ciclón, vol. 1, n° 1, enero, 1955, pp. 22-23.
44
“Ciclón borra a Orígenes de un golpe”, tiene toda la traza de Piñera, pero
después del esclarecimiento que da Feo en una conversación con Antón Arrufat,
cualquier sospecha queda abortada: “Se ha dicho que el Editorial ‘Borrón y cuenta
nueva’ lo hizo Virgilio. Yo también podía escribir en el estilo en que está escrito el
editorial. Virgilio no tuvo nada que ver con esto. El editorial que está en el número
del 59, donde yo arremeto contra todas las personas que fueron a Palacio a recibir
una orden que daba Batista, tampoco lo hizo Virgilio. Yo también podía escribir en
términos polémicos”. Citado en Tiempo de Ciclón, op. cit., p. 94.
45
“En Ciclón la posición determinante de la revista era muy parecida a la actitud
rebelde contra todos y contra todo, muy característica del grupo beatnik en los
Estados Unidos o el de los young angry men ingleses. Es decir, era una violenta
reacción contra la hipocresía burguesa, una forma de echar en cara a la burguesía
toda su falsedad, su quiebra moral, pero fundamentalmente desde el ángulo de la
vida sexual, de la hipocresía sexual, sin tocar el fondo del problema: la base
económica.”. Citado por Antonio Portuondo, “Itinerario estético de la Revolución
Cubana”, Unión, nº 3, 1975, p. 8.
40
sexualidad”46. El susodicho texto aparece en el número de noviembre
de 1956 y lleva por título “Cultura y moral”, donde se denuncia la
mojigatería moral: “¿Se va a estimular al escritor para que pueda
publicar obras? No, señora, a menos que éstas nada contengan que
atente contra la moral y la sociedad cristiana” y propugna, en
respuesta, escribir “sin temor a la censura de los santurrones y los
hipócritas”. A lo largo de los trece números de la revista encontramos,
así, desde una traducción de Los ciento veinte días de Sodoma, del
Marqués de Sade, hasta una defensa de la pornografía escrita por el
periodista y novelista cubano Calvert Casey47.
46
Jean Marie Lemogodeuc, “Orígenes, Ciclón, Lunes: una literatura en
ebullición’’, en Jacobo Machover (dir), La Habana, 1952-1961, ed. cit., pp. 148-
49.
47
Marqués de Sade, “Los ciento veinte días de Sodoma’’ (Traducción de
Humberto Rodríguez Tomeu), en Ciclón, vol. n° 1 y 2, (enero y marzo 1955), pp.
40-50. Calvert Casey, “Nota sobre pornografía’’, en Ciclón, vol. 2, n° 1, (enero
1956), pp. 57-59, pueden leerse frases como estas: “La experiencia pornográfica
pura, desprovista de todo afeite y de toda limitación impuesta directa o
indirectamente por los prejuicios, puede ser supremamente hermosa, conducir a la
serenidad o a la exaltación’’. En una conversación con José Antonio Portuondo,
José Rodríguez Feo asevera: “He estado revisando Ciclón, ahora, al cabo de tantos
años, y creo que no es una revista tan radical ni tan escandalosa ni nada del otro
mundo. Ciclón nada más que publicó dos cosas que escandalizaron un poco: ‘Las
120 jornadas de Sodoma’ […]. Lo otro que escandalizó muchísimo en Ciclón fue
lo de Virgilio sobre Ballagas ’’. José Antonio Portuondo en Tiempo de Ciclón, op.
cit., p. 87.
41
puramente terrestre en el que reinaría la regla por ellos elegida”48–, se
publicarían, de un modo u otro, en las páginas de la revista, como
prueba implícita de la ascendencia del autor de El extranjero sobre
Rodríguez Feo y, por extensión, sobre todo el círculo de Ciclón.
Virgilio Piñera escribe en la presentación de esta traducción de Sade
realizada por Humberto Rodríguez Tomeu:
48
Albert Camus, Obras 3, Madrid, Alianza Editorial, 1996, p. 128.
49
Virgilio Piñera, “Textos futuros’’, Ciclón, vol. 1, n° 1, La Habana, enero de
1955, p. 41.
42
lechero de la Inmortalidad que tanto seduce todavía a nuestros
críticos50.
50
Virgilio Piñera, “Ballagas en persona’’, Ciclón, vol. 1, nº 5, La Habana,
septiembre, 1955, p. 42.
51
Lorenzo García Vega, Los años de Orígenes, Caracas, Monte Ávila Editores,
1978, pp. 124-125.
52
Ibídem, p. 179.
43
Ciclón representa lo que en espíritu era Virgilio: surrealismo, los
demonios del sexo. En cambio Orígenes es el espíritu clásico, lo
que era Lezama en definitiva, aunque también tenía demonios.
Había algo entre ellos dos que los emparentaba a pesar de todo,
era algo como misterioso, además de la cultura descomunal de
ambos; aunque Virgilio pareciera más mundano y hasta vulgar en
comparación. Yo que participé de las dos revistas puedo decir que
en Ciclón uno se sentía más cómodo. Hasta desde el punto de
vista del diseño uno podía hacer cosas. El propio equilibrio de
Orígenes impedía cualquier tipo de cambio. En Ciclón estábamos
más libres, porque así era Virgilio, hacía lo que le daba la gana
cuando le daba la gana, y el que escribía en Ciclón escribía lo que
quería, aunque fuera disparate, siempre que estuviera bien escrito.
Ciclón de pronto se convirtió en una revista hot today, lo
contrario de Orígenes53.
53
Mariano Rodríguez en Tiempo de Ciclón, op. cit., pp. 81-82.
54
José Rodríguez Feo en Tiempo de Ciclón, op. cit., p. 74.
44
El estudio de su formación intelectual, el análisis de su contexto
en las décadas del 40 y el 50 y el impacto revolucionario, así como el
conocimiento de su propia situación personal nos entregan las claves
de este original narrador, poeta y dramaturgo cubano, quien intuyó a
finales de 1958 que era tiempo de regresar a su patria y así lo hizo.
Virgilio Piñera, por su irreverencia y causticidad frente a las
autoridades de la cultura cubana, pudo haber sido un exiliado, sin
embargo con los años demostró que una vida al margen de la
intelectualidad insular le resultaba imposible.
45
1.2.- La experiencia del exilio
46
necesario matizarla. Frente a la mayoría de los ejemplos cubanos de
exilio, el de Virgilio Piñera no tiene carácter estrictamente político,
aunque sí mantiene de fondo una desazón respecto a la realidad política
y social de la Isla que le lleva a buscar otro espacio en el que llegar a
ser comprendido. Efectivamente, en Buenos Aires ya se había asentado
un grupo de escritores que defendían un nuevo modo de hacer
literatura, frente a las tendencias complacientes y regionalistas que
existían tanto en Cuba como en Argentina. Jorge Luis Borges
encabezaba este pequeño grupo de escritores de fantasía, por quienes
los cuentos de Virgilio Piñera fueron bien recibidos56. Por tanto, se
puede decir que el de Virgilio Piñera es un exilio voluntario que no
deja de participar de una preocupación política intrínseca a la creación
–igualmente alejada de lo panfletario–, y que le lleva a verlo como una
etapa temporal. En 1958, en el momento de la convulsión social previa
al triunfo de la revolución, Virgilio Piñera le escribe a su hermana:
“Ansío la paz, acabar de fijarme en Cuba y terminar […]. Estoy en la
posición del que habiendo salvado el abismo sólo le queda su hazaña
[…]. Siento que tengo alma en mi pecho, lo más importante que
todavía no he puesto en mi obra. Sé que pasarán largos días todavía
antes de poder expresarlo, y sé que esto es lo único que me queda”57. Si
se había marchado de Cuba porque el ambiente cultural le “asfixiaba”,
tras su estancia en Buenos Aires, y a pesar de estar enterado de lo
peligroso que podría ser para él volver definitivamente a su país, dice
no poder soportar más el alejamiento de La Habana58. En efecto,
56
Ernesto Schóo, “Virgilio Piñera: Cuentos fríos”, Sur, 245, marzo-abril, 1957, p.
108.
57
Véase Carlos Espinosa Domínguez, op. cit., p. 88.
58
En 1965, Pese a que en París Severo Sarduy, Carlos Franqui y Cabrera Infante
tratan de convencer a Piñera de que permanezca en Europa para escapar a la
represión y a los campos de concentración de UMAP, porque la persecución a los
homosexuales en Cuba, esta vez, iba a ser más intensa que “la Noche de las Tres
47
Virgilio Piñera, regresa a su patria y decide permanecer en ella hasta su
muerte, publicando sus obras de creación y colaborando en las nuevas
revistas literarias surgidas en el seno de la Unión Nacional de
Escritores y Artistas de Cuba (nacida tras el primer congreso de
Intelectuales): La Gaceta y Unión, pese la censura revolucionaria.
Pes”, éste se niega. Según Guillermo Cabrera Infante: “Insistió en que quería
regresar a Cuba, que no le importaba lo que pudiera pasar, que él podía soportar el
encierro, la cárcel, el campo de concentración pero no la lejanía de La Habana”.
Cabrera Infante, Mea Cuba, Vidas para leerlas: “Tema del héroe y la heroína”, op.
cit., pp. 343-344. Héctor Santiago a su vez lo relata así: “Me confesó (Piñera) que
exiliándose era un ‘gusano más’, pero permaneciendo y obligando al régimen a
perseguirlo ‘en auto exilio’ se convertía en una ‘denuncia viviente’ y un ‘dolor de
güevos’ para la UNEAC”. Héctor Santiago, en “Especial, Virgilio Piñera: un
personaje de sí mismo”, dirección en Internet: www.elateje.com. Sin embargo,
Virgilio Piñera, en una conversación con el escritor español Juan Goytisolo que
visita Cuba en 1967, le informa de que existen más de 60.000 homosexuales presos
y le transmite su pavor: “En el Hotel Nacional recibí igualmente la visita de
Virgilio Piñera: su deterioro físico, el estado de pánico en el que vivía se advertían
a simple vista. Receloso, como un hombre acosado, quiso que saliéramos al jardín
para conversar libremente. Me contó con detalle la persecución que sufrían los
homosexuales, las denuncias y redadas de que eran objeto, la existencia de los
campos de la UMAP. […], Virgilio vivía en un temor constante a la delación y el
chantaje […]. Cuando nos despedimos, la impresión de soledad y miseria moral
que emanaba de su persona me resultó insoportables”. ver Juan Goytisolo, En los
reinos de taifa, Barcelona, Seix Barral, 1986, p. 168. Esta extraña dualidad del
hombre que temblaba hasta el pánico ante la idea de ser encarcelado, y el escritor
que no vacilaba en defender sus principios, explica en cierto modo las
contradicciones en que se envuelven sus personajes de ficción.
48
coyunturas políticas. La dictadura de Machado desterró a algunos
intelectuales comunistas, como Julio Antonio Mella, Martín Casanovas
y Juan Marinello, pero el espacio nacional para la creación y
circulación de la cultura se conservó. Casanovas era editor de la
Revista de Avance y su encarcelamiento y su salida del país no
afectaron en nada la publicación de aquel medio primordial de la
intelectualidad cubana. El exilio de Piñera y de otros intelectuales, tal
vez por su brevedad, aunque no sólo por eso, no los desvinculó del
sustrato cultural cubano. Los pintores, poetas, músicos y narradores de
esa década emigraron por diversas razones: para aprender y mejorar su
formación, para dar a conocer su obra en el extranjero, o por razones
políticas, pero el centro de gravedad de su vida artística se mantuvo
siempre en Cuba. Allí es donde querían ser reconocidos. Siempre
anhelaron el beneplácito del público cubano.
49
doce años en Buenos Aires como empleado administrativo del
Consulado de Cuba con un haber mensual de quince dólares59.
59
Roberto Pérez León, Tiempo de Ciclón, op. cit., p. 53. Dirección en Internet:
www.islaternura.com.
50
y escénica de América Latina, tras comprender, como habíamos
señalado, que el provincialismo nacional le ahoga. Deja tras de sí,
además de las diversas colaboraciones en las revistas cubanas, la
publicación de su primer libro de poesía: Las furias (1941), y de
Poesía y prosa (1944), donde se compilan algunos de sus cuentos.
Virgilio Piñera resume así su estancia en la capital argentina:
Los doce años que pasó allí, con algunas interrupciones, fueron
para él una etapa decisiva en su formación intelectual, conoció a
algunas de las principales figuras de las letras de ese país. En la
Argentina, Piñera hallará un medio cultural cosmopolita donde
desarrollarse. Sus lecturas y su larga estancia en Buenos Aires lo
pusieron en contacto con la cultura francesa, y con el surrealismo y
existencialismo en boga61. Virgilio Piñera afirma en “La vida tal cual”:
60
Carlos Espinosa Domínguez “El poder mágico de los bifes (La estancia
argentina de Virgilio Piñera)”, art. cit., p. 73.
61
En esta época la influencia europea se manifiesta claramente en lo cultural y
presente sin duda alguna gracias al papel que desempeñó la revista Sur y el
empeño de su directora en divulgar la cultura francesa considerada como la más
moderna. Es destacable las influencias del psicoanálisis y del pensamiento
filosófico en la época: Jean-Paul Sartre y Camus contribuyen a la divulgación de
los conceptos del nuevo existencialismo elaborado en París, Kafka, Hesse,
Nietzsche, Schopenhauer, Kierkegaard, Heidegger…interesan a los intelectuales
teñidos por las inquietudes existencialistas de la segunda guerra mundial. Muchos
de los conceptos existencialistas irán pasando a la Argentina y a Hispanoamérica
en general a través del conocimiento de la obra de Kafka.
51
Yo encontré en Buenos Aires gente tan culta, tan informada y
brillante como la de Europa. Hombres como Borges, Mallea,
Macedonio Fernández, Martínez Estrada, Girondo, los dos
Romero, Bioy Casares, Fatone, Devoto, Sábato y muchos más
pueden ofrecerse sin duda alguna como típicos casos de Homme
de lettres. Sin embargo de tantas excelencias todos ellos padecían
de un mal común: ninguno lograba expresar realmente su propio
ser. ¿Qué pasaba con todos esos hombres que con la cultura
metida en el puño no podían expresarse?62
62
Roberto Pérez León, op. cit., p. 57.
63
Alfredo Alonso Estenoz, “Tántalo en Buenos Aires”, Revista Iberoamericana,
vol LXXV, nº. 226, Enero-Marzo, 2009, p. 69.
64
En la nota preliminar que precede a esta antología, se lee: “Lo esencial de lo
narrativo está, nos atrevemos a pensar en estas piezas; lo demás es episodio
ilustrativo, análisis psicológico, feliz o inoportuno adorno verbal”. Jorge Luis
52
Virgilio Piñera consigue escribir y publicar su primera novela, La
carne de René, y la antología narrativa Cuentos fríos. Sin embargo, la
inmersión de este intelectual en el medio literario argentino,
evidenciada por sus publicaciones en Anales de Buenos Aires, Hoy,
Realidad, Mundo Argentino y la cosmopolita Sur, no le impidió
conservar su enlace con la escritura de la Isla, ya que seguía enviando
sus contribuciones literarias a Cuba. Prueba de ello son sus poemas,
cuentos (“El señor ministro”), reseñas (“En estos páramos”, “El oro de
los días”, “Tesis del gabinete azul”, “La oscura”,…) publicados en
Orígenes (1944-55); y su intervención directa en el proyecto de la
revista Ciclón (1955-57).
53
Una vez que entabla contacto con Sur, Piñera muestra un mayor
refinamiento en sus dilemas existencialistas, ya que la revista en sí
suponía un puente mucho más estrecho de conexión con Occidente, al
permitirle leer a los escritores europeos que publicaban en ella. Así, el
contacto con los colaboradores de la revista le condujo a un
perfeccionamiento de su técnica:
54
inaugura la modernidad en Cuba, mediante una propuesta novedosa en
el género fantástico, es repetida por varios críticos cubanos. José
Rodríguez Feo, por ejemplo, afirma que Piñera “nos había sorprendido
a todos con la aparición de su primer cuento, El conflicto, donde revela
sus reflexiones sobre el tiempo y la condición humana, que constituye
la médula de su pensamiento y pone de manifiesto esa manera tan
insólita y desconcertante de narrar hechos que parecen transcurrir en
un mundo regido por la insensatez y la demencia”69.
desde sustituir a la sirvienta de mi casa a fin de poder utilizar ese dinero, hasta
empeñar un traje–, al fin sale editado El conflicto. […] Por encima de todos los
tormentos te lo ofrezco con ese ofrecimiento singular que un poeta puede hacer a
otro poeta también en singular ocasión. […] Adiós, amigo Lezama. Qué serenos
tiempo cuando este libro y tu libro; tus libros y mis libros se encuentran en una
librería cualquiera en un precioso tiempo que formen cien años sobre tu muerte y
la mía”,Virgilio Piñera “La vida tal cual”, art. cit., p. 42.
69
José Rodríguez Feo, “Virgilio Piñera, cuentista”, art. cit., pp. 108-109.
70
Piñera, “El conflicto” en Cuentos completos de Virgilio Piñera, Alfaguara,
1999, pp. 109-136.
55
Mientras que Jorge Luis Borges en “El milagro secreto” escribe:
71
Jorge Luis Borges, Ficciones, Barcelona, Bibliotex, 2001, pp. 105-109.
56
décadas de narraciones en las que el autor se valió de su propia
realidad y de un extraño arte visionario para ofrecernos una catarsis
posible desde el humor negro, el absurdo o el espanto”72.
72
María Dolores Adsuar, Los enemigos del alma en los relatos de Virgilio Piñera,
Ediciones de la Universidad de Murcia, 2009, p. 191.
73
Daniel Balderston, “Estética de la deformación en Gombrowicz y Piñera”, en
Explicación de textos literarios, vol. XIX-2, 1º (1990-1991), p. 3.
57
el núcleo del estilo Piñeriano, del que pronto le haría característico.
Nos establece los puntos centrales del estudio de Piñera, al
esquematizar los recursos, los temas y el plano físico de los
argumentos, dejando, en cierto modo, a un lado el plano metafísico y
puro anterior.
74
Witold Gombrowicz, Ferdydurke, Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 1964,
pp. 193-194.
58
filosofal de la educación carnal de la manera en que lo hace la
sociedad. Más adelante, al analizar La carne de René, trataremos este
asunto. En estas deficiencias tienen su inicio ese ente malformado. El
efecto de Gombrowicz en el absurdo, la perversión y el modo de
expresión de lo grotesco en el estilo de nuestro autor fue notable. Lo
grotesco fantástico y satírico que ya definía los cuentos de Virgilio
Piñera alcanza mayor auge en los textos de la época en la que entra en
relación con Gombrowicz. Así se ve en cuentos como “El señor
Ministro” (1947), “La transformación” (1947), “La risa” (1947), “El
Gran Baro” (1956) y las novelas La carne de René, Pequeñas
maniobras (1963) y Presiones y diamantes, de 1967.
59
introdujo su cuento el “Baile”, señalando en él un estilo que se
distanciaba del canon realista. Así pues, Piñera se le incluía en un
estilo diferenciador, antirrealista y ajeno a los cuentos morales de la
época.
60
texto, “Poema para la poesía”. Sin embargo, Rodríguez Feo señala
que “El conflicto” fue enviado en 1940 a la revista Sur por el propio
Piñera, aunque nunca se llegó a publicar, quien lo contradice y da
como fecha de creación de esta obra el año 194276. De modo que
cuando decide exiliarse voluntariamente, a Buenos Aires, en el año
1946, el poeta ya había iniciado una relación personal con Adolfo de
Obieta, hijo de Macedonio Fernández y figura de gran relevancia e
influencia en los círculos literarios de la época.
76
Antón Arrufat, “Un poco de Piñera”, en Piñera, Virgilio, Cuentos completos, La
Habana, Ateneo, 2002, p. 110.
77
“El primer comité de colaboradores de Sur estaba integrado por un grupo de
amigos de Victoria Ocampo: los extranjeros Ernest Ansermet, Pierre Drieu de la
Rochelle, Leo Ferrer, Waldo Frank, Pedro Henríquez Ureña, José Ortega y Gasset,
Alfonso Reyes, Julles Superveille y Guillermo de Torre, que fue el primer
secretario de redacción; y entre los argentinos, Jorge Luis Borges, Eduardo J.
Bullrich, Oliverio Girondo, Alfredo Gonzáles Garaño, Eduardo Mallea y María
Rosa Oliver”. José Bianco, Borges en Sur 1930-1980, Barcelona, Emecé, 1999, pp.
9-10.
61
en dos números conmemorativos de Sur, publicado a su regreso.
[…] Sur reanudaría su tarea de ‘construir puentes’ culturales, que
había sido interrumpido por la guerra. Sin embargo, una cosa es
producir antologías y otra muy distinta seleccionar escritores a lo
largo de un periodo, que pudiesen tener influencia directa sobre la
orientación estética e ideológica de la revista. De las dos culturas,
Sur seguiría más de cerca los acontecimientos de Francia78.
78
John King, op. cit., pp. 166-167.
79
“Piñera en persona”, entrevista de Pablo Gianera a Alejandro Rússovich, en
Diario de poesía, Dossier de Virgilio Piñera, Buenos Aires–Rosario, 1999, p. 22.
80
”A diferencia de los niños que no comprenden ni se detienen a pensar en ciertas
crueldades de la vida, Piñera se interroga sobre ella una y otra vez. Son ideas fijas,
o favorecidas, como diría Valéry; sacan provecho de todo, todo provoca su regreso
a la conciencia. Otro tanto le sucede con el mundo. Lo considera despiadado,
inhóspito; por eso lo examina, le registra minuciosamente. Detrás de sus fábulas
irreverentes o lastimeras, percibimos el miedo, el asombro, la curiosidad, la
fascinación que le causan las desventuras humanas” José Bianco, “Prólogo” a
Virgilio Piñera, El que vio a salvarme, op. cit., p. 9.
81
Ibídem, pp. 78-79.
62
El jefe redactor de Sur exaltaría el estilo literario de Piñera y
añadiría en su “Prólogo” cómo los personajes de las ficciones
piñerianas “pertenecen a la raza inextinguible de los marginados
sociales”, observando “con malicia el mundo en que viven” y no
dejándose “engañar por su apariencia tranquila”82.
82
José Bianco, op. cit., p. 7.
83
John King, Sur, op. cit., pp. 74-75.
84
Los cuentos de Piñera que se publican en la revista Sur son “El enemigo” (1955,
236, 52-57), “La carne” (1956, 242, 17-19), “La caída” (1956, 242, 20-21), “El
infierno” (1956, 242, 21-22) y “La gran escalera del palacio legislativo” (1958,
252, 25-27). A partir de esta fecha, sus publicaciones muestran una débil
articulación en la narrativa del Sur y una cierta colaboración indeleble en los
63
ser muy significativas en tiempos de crisis para la revista. Piñera
asegura, en una carta de febrero de 1956 dirigida a su íntimo amigo
Rodríguez Feo, que “Sur está tan mal que van a reducir el tiraje de
cinco mil a tres mil ejemplares”, y añade que dicha revista hace tiempo
que “publica muy pocos textos originales y casi todos son
traducciones, pues no tiene plata para pagar”85. La caída de la revista
es minuciosamente detallada por John King:
demás órganos de difusión. Por otra parte, el prólogo de Bianco (1970, 8-19) a El
que vino a salvarme, llamado “Piñera narrador”, para la edición argentina de los
cuentos, fija un determinado canon respecto de la retórica cuentística del cubano en
el espacio argentino.
85
Tiempo de Ciclón, op. cit., p. 178.
86
King, Sur, op. cit., pp. 132-133.
64
en la visión del lenguaje, en su proximidad al lector con las formas
coloquiales; otro, en la presencia del repertorio de ideas vinculadas al
psicoanálisis, al existencialismo de raíz sartreano, camusiano y
kierkegardeano que lo aproxima a una literatura dominada por la
angustia. Antón Arrufart, amigo de Piñera, informa sobre el alboroto
que causó La carne de Réne en los círculos intelectuales de Buenos
Aires:
87
Antón Arrufat, “La carne de Virgilio”, en La vida tal cual, op. cit., pp. 44-47.
88
Antón arrufat añade: “René, […] sistemática y a ratos dolorosamente, se
propone apartarse de la carne, a la que está, sin embargo, según el sentido de la
novela de Piñera, condenado. Toda su acción, desde el primer capítulo hasta el
último, consiste solamente en huir. Huida patética, y semejante a una apuesta
metafísica, pues paso a paso comprende un horror que su lucha es imposible:
nunca podrá escapar de su propio cuerpo”. Ibídem, p. 44.
65
“Oscar Wilde ha observado que los rondeles y los triolets impiden
que las letras estén a merced de los géneros. Lo mismo cabe ahora
observar de las ficciones policiales. Mediocre o pésimo, el relato
policial no prescinde nunca de un principio, de una trama y de un
desenlace. Interjecciones y opiniones, incoherencias y
confidencias, agotan la literatura de nuestro tiempo; el relato
policial representa un orden y la obligación de inventar. Roger
Caillois analiza muy bien su condición de juego razonable, de
juego lúcido”.
Muchas páginas he leído (y escrito) sobre el género policial.
Ninguna me parece tan justa como éstas de Caillois. No excluyo
al excelente tratado de François Fosca, Histoire et technique du
roman policier (1937, Paris)89.
89
José Bianco, Jorge Luis Borges en Sur, op. cit., pp, 250-251.
90
“Entrevista a Adolfo Bioy Casares”, agosto de 1976, en Sur, op. cit., p. 141.
91
John King, op. cit., p. 151.
66
Sin embargo, los dilemas existenciales y las carencias materiales
de la vida de Piñera le impedían consagrar tiempo a un género que
consideraba poco útil para sobrellevar las angustias vitales. Se dedicó a
parodiar el género policial en su obra, como por ejemplo, en su cuento
“El caramelo” (cuento que analizaremos más tarde). Aunque hubiera
podido triunfar en Sur, siguiendo las pautas marcadas por Borges y su
grupo, Piñera prefirió elaborar una literatura crítica que pudiera ayudar
al individuo marginado y deshumanizado, a sobrevivir en una sociedad
mecanizada. A pesar de las muchas relaciones y contactos con los
escritores argentinos, nunca pudo o nunca quiso formar parte del grupo
de Sur ni de ningún grupo definido.
67
esa sustancia –lógicamente nueva– que se llama tantalismo […].
El escritor persiste atado a una segunda naturaleza –
ornamentación, fórmula formal–, y el verdadero mundo de la
realidad se le escapa o al menos, desdibuja. El escritor americano
se liga con metafísicas librescas, demonologías caldeas, zigurats
laberínticos, desesperaciones leídas y tragedias leídas, con
asesinatos leídos, y la revista de rica realidad que pasa ante
nuestros ojos de hombre amarrado, nos provoca enormes,
infinitas segregaciones de esa nueva sustancia que se llama en la
literatura americana tantalismo92.
92
Virgilio Piñera, “Nota sobre la literatura argentina de hoy” en Poesía y crítica,
op. cit., pp. 175-177.
93
Virgilio Piñera, “Nota sobre la literatura argentina de hoy”, en Poesía y crítica,
op. cit., p. 179.
68
evasión, aporías zenonísticas, mores geométricos y mónadas
leibnizianas” 94.
94
Virgilio Piñera, Poesía y crítica, op. cit., “Nota sobre la literatura argentina de
hoy”, pp. 175-177.
69
1.3.- La Revolución y Virgilio Piñera
95
Guillermo Cabrera Infante, Cuerpos divinos, Barcelona, Galaxia Gutenberg,
Círculo de Lectores, 2010, p. 554.
70
entredicho, por lo que se especuló si dio su apoyo a la Revolución o
no. Las dos posturas sucedieron: estuvo a favor y en contra del proceso
en distintos momentos de su vida:
96
Virgilio Piñera, “Notas sobre la vieja y la nueva generación” La gaceta de Cuba
1/2, 1962, pp. 2-3.
71
en el Arte, con total indiferencia a esos problemas nacionales
aludidos”97.
97
Virgilio Piñera, “Aviso a los escritores” Revolución, 10 de diciembre de 1959, p.
2.
98
Rafael Rojas, Tumbas sin sosiego, Barcelona, Anagrama, 2006, p. 31.
99
En Lunes de Revolución, núm. 33, noviembre de 1960, y más tarde escribe, “Los
muertos y la patria”, Lunes de Revolución, mayo de 1961. Citado por Rafael Rojas,
op. cit.
100
Ibídem, p. 2.
72
Tomando la idea de Cabrera Infante, la forma de escribir de Piñera
es diferente a la que usualmente utilizaba cuando lo hacía en pro de la
Revolución. A diferencia de lo que uno podría pensar, mi opinión al
respecto es que escribía únicamente para promover el cambio, hacer
propaganda, e incitar a los escritores a acompañarle en su lucha. Esto
nos da una perspectiva totalmente distinta de lo que es Piñera, puesto
que aquí no se preocupa tanto de cómo se mezcla en asuntos políticos,
sino de qué es lo que quiere transmitir (la literatura es un apéndice de
la Revolución).
101
“La victoria de Fidel Castro y sus fuerzas sobre Fulgencio Batista no sólo
generó en ellos la esperanza de que el país saldría de una era de frustración,
opresión y corrupción política, sino también representó la clara posibilidad de un
renacimiento de las artes, lo cual liberaría a Cuba de décadas de atraso cultural.
[…], muchos autores que habían experimentado la decadencia de la cultura durante
la dictadura, y otros que habían regresado de un exilio autoimpuesto, expresaron su
73
Thomas F. Anderson concluir que en ellos se encuentra una expresión
más sincera de los sentimientos intelectuales y políticos que hicieron
mella en el modo de escribir de Piñera, y subraya que los artículos y
ensayos piñerianos –cerca de doscientos, según el crítico– son “claves
importantes para entender su largo extrañamiento con respecto a los
círculos intelectuales cubanos y argentinos”. Pero igualmente, insiste
en el carácter de nuestro autor, afirmando que fue “un polemista, un
provocador y un maestro del contradiscurso que constantemente buscó
ir contra la corriente”. A pesar del tono satírico de sus publicaciones, él
consideraba más impactante hacer publicidad en cuanto proponía el
cambio, no sólo con respecto a otros escritores, sino a toda la sociedad:
“Como ensayista y crítico cultural fue conocido por sus finos e
irreverentes ataques contra autores e intelectuales, instituciones
sagradas y publicaciones respetables, pero también dedicó una gran
cantidad de artículos y editoriales a temas políticos”102. De esto
deducimos, que la actitud activa al cambio tenía como fin promover la
acción de la gente de a pie, y lograrlo con las armas de las que
disponía: las palabras y los textos.
apoyo al nuevo gobierno y a las reformas radicales que éste llevaba a cabo en el
terreno de lo social, lo económico y lo cultural. Dos de los medios donde se dieron
a conocer aquellas opiniones fueron el periódico Revolución, órgano oficial del
Movimiento de 26 de julio, y su suplemento Lunes de Revolución, que apareció por
primera vez en 1959 y que constituyó una publicación literaria de Vanguardia”.
Thomas F. Anderson, “Piñera y la política: escritura en Revolución y Lunes”.
Revista Iberoamericana, Vol. LXXV, núm. 226, Enero-Marzo, 2009, pp. 71-94.
102
Ibídem, p. 73.
74
del exterior, las incursiones aéreas y hasta esos nuevos peligros y
esas nuevas esperanzas que están por nacer103.
103
Virgilio Piñera “El arte hecho Revolución, la Revolución hecha arte”,
Revolución, 5 de noviembre de 1959, p. 2.
104
Virgilio Piñera, Poesía y Crítica, op. cit., p. 32.
75
Quisiera concluir con este texto de Che Guevara, donde tacha a
los intelectuales de seres marcados por las sucesivas dictaduras, y
donde el sentimiento de la culpabilidad impide la acción
revolucionaria.
105
Andrés Sorel, Vida y obra de Che Guevara, Libros Dogal, Libersoc SL. 1978,
p. 72.
76
exclusión del lado del poder. Un poder que no deseaba la crítica, ni el
desacuerdo ni una libertad que podría corroer los cimientos de una
doctrina que se había creado para que nada ni nadie la cuestionase.
77
1.3.1.- La política cultural de la Revolución
106
Fidel Castro, Palabras a los intelectuales, Buenos Aires, Editorial Papel y
Tinta, 1965, p. 12.
107
Guillermo Cabrera Infante, “Tema del héroe y la heroína’’, en Vidas para
leerlas, ed. cit., p. 332. Cfr, también, “Mordidas del Caimán barbudo’’, en Mea
Cuba, op. cit., 1949, pp. 64-104.
78
se desvíen de la doctrina oficial serán condenadas moralmente, pero no
censuradas, perseguidas o castigadas:
¿Quiere decir que vamos a decir aquí a la gente lo que tienen que
escribir? No. Que cada cual escriba lo que quiera, y si lo que
escribe no sirve, allá él, si lo que pinta no sirve, allá él. Nosotros
no le prohibimos a nadie que escriba sobre el tema que prefiera.
Al contrario. Y que cada cual se exprese en la forma que estime
pertinente y que exprese libremente la idea que desea expresar.
Nosotros apreciaremos siempre su creación a través del prisma
del cristal revolucionario. Ese también es un derecho del
gobierno, tan respetable como el derecho de cada cual a expresar
lo quiera expresar108.
108
Fidel Castro, Palabras a los intelectuales, op. cit., p. 19.
109
Terry L. Palls, “El carácter del teatro cubano contemporáneo’’, en Latin
Americain Theatre Review, 12/1, (Summer 1980), p. 53.
110
Pío E. Serrano, “La Habana era una fiesta”, en Jacobo Machover (ed), La
Habana, 1952-1961, p. 167.
79
de la burocracia estatal, con el que se puede dar por liquidado ese
tiempo de exaltación que ha recibido la denominación de “periodo
romántico” de la Revolución.
111
Teodosio Fernández, “La narrativa cubana del siglo XX. Notas para la
reconstrucción de un proceso” en www.cervantesvirtual.com, p. 86.
80
representa la imposibilidad de sostenerse en él un proyecto como el de
Lunes.
112
Néstor Almendros “Un cortometraje subversivo: P. M.”, en Jacobo Machover
(ed), La Habana, 1952-1961, ed. cit., p. 240.
81
supuestamente degradante del pueblo cubano, es contraria a los
intereses de la Revolución.
82
En Vidas para leerlas, Cabrera Infante nos ofrece un testimonio,
revelador –aunque inevitablemente parcial– de lo ocurrido: “La
importancia de las reuniones parecía ser decisiva. Como director del
magazine y del programa de la televisión yo me encontraba en esa
mesa presidencial, que me resultó ofensiva desde el primer día.
Después que se abrió oficialmente el acto el presidente Dórticos pidió
estentóreo que cada uno dijera francamente lo que tuviera que decir
[…] con respecto a la película (que antes se exhibió a todos los
participantes), a su secuestro […] y a la situación del intelectual en la
Revolución. Tras esta última palabra se hizo el vacío y el silencio, que
crecieron embarazosos. Ya iba a decir Dórticos: ‘Hablen o cállense
para siempre’ cuando de pronto la persona más improbable, toda
tímida y encogida, se levantó de su asiento y parecía que iba a darse a
fuga, pero fue hasta el micrófono de las intervenciones, y declaró: ‘Yo
quiero decir que tengo mucho miedo. No sé por qué tengo ese miedo
pero es eso todo lo que tengo que decir’. Era, por supuesto, Virgilio
Piñera, que había expresado lo que muchos en el salón sentían y no
tenían el valor de decir públicamente, ante aquel panel importante,
frente a la presencia temible y amable de Fidel Castro”113.
113
Guillermo Cabrera Infante, Mea Cuba, “Tema del héroe y la heroína” en Vidas
para leerlas, ed. cit., pp. 331-332.
83
definitivamente patente. Sus obras dejan de publicarse, por el control
de las editoriales por parte del régimen, y también se censuran las
representaciones de sus obras de teatro. Él seguirá escribiendo, pero
aún una semana antes de morir y tras su muerte, gran cantidad de sus
escritos son confiscados por las autoridades. Ello nos indica que lo
actualmente publicado de su obra es lo que sobrevivió a la censura.
84
2. REFERENTES EXISTENCIALISTAS
EN LA NARRATIVA DE VIRGILIO PIÑERA
85
2.1.- Introducción
87
el pecado original, la moral, la culpa, los dogmas religiosos y todas las
herramientas de la opresión. Como punto de partida, ofrecen la primera
visión de los dilemas existencialistas que nuestro autor (como
cualquier otro autor existencialista), focaliza en el argumento de sus
obras. Podemos decir que, de estos temas, se derivan el resto de los que
iremos analizando en la obra piñeriana: la soledad, la incomunicación,
el vacío, la deshumanización y mecanización del individuo moderno,
etcétera. Tampoco resulta que estos motivos sean derivados de aquél, o
que sean incidentales respecto al asunto central de las obras de nuestro
autor, sino más bien temas cuya importancia se va entrelazando a lo
largo de los argumentos de las historias que Piñera entabla con sus
escritos.
88
como un hacerse cargo de su situación subjetiva y como el hecho
mismo de constituirse como sujeto.
89
2.2.- El surrealismo
91
contenido existencialista. Poco a poco el proceso cultural de Cuba fue
progresando gracias a pintores como Wifredo Lam – “el único cubano
[…] que ha hecho aportes notables al arte surrealista”115 –; sin quitar
mérito al grupo aglutinado en torno a la Revista de Avance –Jorge
Mañach, Francisco Ichaso, Juan Marinello, Rubén Martínez Villena–
que, entre 1927 y 1930, canalizó y catalizó el arraigo de las
vanguardias históricas en la Isla. El trabajo realizado por estos autores
impulsó a la revista Ciclón, convirtiéndose así en uno de los
entronques entre el tímido vanguardismo (casi imperceptible) cubano
de finales de los años veinte y principios del treinta y esa nueva
literatura de la que pretende ser simiente. En las páginas de la revista
encontraremos, en efecto, artículos dedicados a Rubén Martínez
Villena, a Mariano Brull, a Emilio Ballagas o a la pintura de Wifredo
Lam.
115
Gerald J. Langowski, El surrealismo en la ficción hispanoamericana, Madrid,
Gredos, 1982, p. 190.
116
Véase Andrés Neuman, “El cuerpo del fantasma”, página web:
www.andresneuman.com , p. 2.
92
narrativa despertó una forma de conexión entre los movimientos
surrealista y existencialista al utilizar el absurdo, con el que las dos
corrientes tienen tanto en común117. Si a primera vista esta conexión
parece escondida, expondremos razonadamente que, al igual que con
los cuentos de Kafka, el mundo de pesadilla y angustia de los
protagonistas de los cuentos de Piñera nos llevan a una situación
absurda que nos plantea una duda acerca de las fronteras entre el
existencialismo, lo absurdo y el surrealismo.
117
Roberto Pinheiro distingue ambas tendencias afirmando lo siguiente: “Martin
Esslin ha notado que el teatro del Absurdo abandona la actitud argumentativa
acerca de la racionalidad de la existencia y pasa a presentarla ‘en acto’, es decir, a
través de Imágenes concretas’. […] ‘Las imágenes concretas’ de que habla Esslin
poseen gran similitud con las imágenes surrealistas propuestas por el movimiento
de Breton. Sin embargo, en el caso del absurdo, gracias a su irrevocable contenido
existencialista, estas imágenes deben presentarse con un sujeto específico. De esta
relación surge la tendencia a que las imágenes surrealistas que componen el
absurdo aparezcan teñidas de movimiento; es decir, que impliquen una acción. La
imagen surrealista puede presentarse de forma estática. […] En el absurdo, el
surrealismo implica el desarrollo sensible de aspectos psicológicos que descubren
el sentimiento de angustia del hombre frente al mundo hostil que le rodea”.
Roberto Pinheiro Machado, La estética del absurdo en la narrativa
Hispanoamericana: Juan Carlos Onetti, Julio Cortázar y José Donoso, Ediciones
Universidad de Salamanca, 2003, pp. 231-132.
93
cual la persona inconscientemente deja traslucir los estigmas y los
conflictos personales, en la narración, el sueño supondría una
inconsciencia social, dejando entrever lo que serían los dilemas de la
comunidad a ojos del autor. (“Proyecto para un sueño” es un
paradigma del cuento absurdo surrealista.)
94
interior del personaje todo se encuentra patas arriba, y por tanto las
reglas de la razón resultan ineficaces para explicar lo que ahí sucede.
El texto surrealista trata de buscar un diálogo con el yo interno, y cada
autor lo realiza de manera distinta:
119
Octavio Paz, Las peras del olmo, op. cit., p. 60.
120
Juan Eduardo Cirlot, “Introducción al surrealismo”, Revista de Occidente,
Madrid 1953, p. 391. Citado en Marta Morillo-Frosch, “La anatomía: mundo
fantástico de Virgilio Piñera”. Hispamérica, números 23-24, p. 23.
95
cara”; el culto al placer y la entropía que esclaviza al individuo y se
vuelve tiránico frente la voluntad del hombre; lo erótico como símbolo
de abuso utilizado cómicamente.
121
La manera más convincente de diferenciar una obra surrealista de una absurda
no se encuentra en sus aspectos formales, sino en el contenido. Tal diferencia se
inscribe en la distinción histórica en que se ubican estos dos movimientos: el
absurdo depende, para la realización de su propuesta artística, de la influencia de
otro movimiento que todavía no existe en los años veinte: el existencialismo
francés. Lo surreal representa la inverosimilitud que es característica principal de
la literatura del absurdo, pero no expresa necesariamente el sinsentido de la vida.
El surrealismo surge como movimiento de la Vanguardia y, como tal, su estética
está influida de las propuestas de esos movimientos. Así, a través del surrealismo
el absurdo se aproxima también a las propuestas vanguardistas de las primeras
décadas del siglo XX. Véase la tesis doctoral de Roberto Pinheiro Machado, La
estética del absurdo en la narrativa Hispanoamericana: Juan Carlos Onetti, Julio
Cortázar y José Donoso.
122
Julio Cortázar, “Teoría del túnel: notas para una ubicación del surrealismo y el
existencialismo”, en Obra crítica/ 1, Madrid, Alfaguara, 1994, pp. 31-137.
96
Tomando la definición de “surrealismo” del “Primer manifiesto”123,
Cortázar evidencia ya puntos de anclaje entre el pensamiento de
Heidegger, Sartre o Camus y la prédica de André Breton. El primero:
un irracionalismo a ultranza. Tanto el surrealismo como el
existencialismo denuncian la insolvencia de la razón como fuente de
conocimiento, de aprehensión de lo real. El existencialismo surge,
recordemos, como una reacción frente a la conducta individual que
caracteriza el hombre occidental. La razón se opone a la singularidad
del individuo. Frente a ella, los existencialistas esgrimirán la
existencia, individual e irreductible, de la misma forma que los
románticos habían enarbolado el sentimiento o la pasión. El segundo
vendrá dado por el rechazo de cualquier dogma moral pretendidamente
objetivo. Si la idea de la moral le es ajena al surrealismo, el
existencialismo negará, igualmente, la existencia de una moral
universal, aunque propugnará que cada individuo, libre y responsable,
debe de crear sus propias normas morales.
123
“Sustantivo, masculino, Automatismo psíquico puro por cuyo medio se intenta
expresar, verbalmente, por escrito, y de cualquier otro modo, el funcionamiento
real del pensamiento. Es un dictado del pensamiento, sin la intervención reguladora
de la razón, ajena a toda preocupación estética o moral”, André Breton,
Manifiestos del surrealismo, p. 44.
97
2.3.- El existencialismo y lo absurdo
124
En abril de 1946 (núm. 138) Sur le publicó a Jean-Paul Sartre: Retrato del
antisemita, El existencialismo es humanismo, en 1947 y Reflexiones sobre la
cuestión judía, en 1948. También Sur le publicó a Albert Camus Calígula, en
Marzo y abril de 1946 (núm. 137 y138). Tres números después volvió a publicarle
99
en Piñera viene de los escritores franceses de la época, a través de las
traducciones para Poeta. Tanta era la estimación que le tenía a Sartre
que decidió invitarle a Cuba para el estreno de su Electra Carregó125.
varias de las Cartas a un amigo alemán. Véase John King, Sur, op. cit., pp. 168-
171.
125
La visita de Jean-Paul Sartre a Cuba en marzo de 1960 puede haber contribuido
a prolongar el existencialismo en la Isla. Aunque en los cuentos de Virgilio Piñera
escritos a principios de la década de los cuarenta ya se pueden encontrar huellas
del pensamiento existencialista, éste se convirtió en una tendencia dominante solo
en los años cincuenta con su estancia en Argentina. Virgilio Piñera, lector de las
obras de Sartre, Kierkegaard, Heidegger, Nietzsche, etcétera, encontró en estos
filósofos una mente afín a la suya. La angustia interior, el vacío y la inquietud se
semejan en ellos. Los cuentos “En el insomnio”, “El infierno”, “Cosas de cojos”,
“La cara”, etcétera., todos escritos en 1956, son una prueba de esta influencia.
100
Marjorie Grene, al que tacha de “libro polémico, a veces mal
intencionado, con aciertos a voleo, superficial y olvidado de los temas
fundamentales de Heidegger y Sartre, al cual, sin embargo, expone más
extensamente”126. Por otro lado, critica severamente a Cintio Vitier,
por elaborar una literatura existencialista ajena al individuo y desligado
a las emociones personales e íntimas. Arrufat nos muestra sus
opiniones en “El futuro después de las vísperas” acerca del poemario
Canto llano de Cintio Vitier:
126
Antón Arrufat, “En el alero del existencialismo”, Ciclón, vol. 1, n° 3, mayo,
1955, pp. 49-51.
127
Antón Arrufat “El futuro después de las vísperas”, Ciclón, vol. 2, n° 3, mayo,
1956, pp. 53-54.
101
condición humana, su situación en el mundo, el hombre no es otra
cosa que lo que él mismo hace, lo que ha proyectado ser. 2-
Existencialismo Cristiano: tanto su dogma como su moral y su
mística provocan en quienes lo viven, unos estados del alma, que
corresponden a la actitud existencialista. 3- Existencialismo
protestante: Dios está por encima de las categorías morales –se
vive bajo la angustia, bajo la angustia opresora que aplasta. Dios
no es una idea que se experimente, se vive en relación con él. 4-
Existencialismo Católico: su reflexión sobre la existencia es la
corporeidad o encarnación. La existencia es en primer lugar
personalidad. Un percatarse se que está ligada a un cuerpo, está
encarnada. Me descubro a mí mismo por mediación del otro- la
captación de Dios es mística no racional128.
128
Roberto Salazar Ramos, Filosofía contemporánea, Barcelona, Universidad
Santo Tomás, 1989, pp. 399-415.
102
una isla desconectada del continente cultural, con todo, era hijo
de mi época al que los problemas de dicha época no podían pasar
desapercibidos. Además, y a reserva de que Cuba cambie con el
soplo vivificador de la revolución, yo vivía en una Cuba
existencialista por defecto y absurda por exceso. Por ahí corre el
chiste que dice: “Ionesco se acercaba a las costas cubanas, y sólo
de verlas, dijo: aquí, no tengo nada que hacer, esta gente es más
absurda que mi teatro…” Entonces, sí así es, yo soy absurdo y
existencialista, pero a la cubana129.
103
esta novela de las de sus contemporáneos. El carácter picaresco
del constante cambio de trabajos del protagonista –de maestro,
sirviente, a vendedor de enciclopedias, a fotógrafo callejero, a
guardián espiritista– ayuda a quebrar la monotonía existencialista.
Algunas escenas de carácter absurdista, que predominan en las
piezas teatrales y en los cuentos de Piñera, y varias palabras
dirigidas al lector sobre el proceso creador, sirven también para
añadir un poco de humor al mundo generalmente torvo, solitario
y monótono del protagonista existencialista con sus símbolos
tradicionales de gatos, moscas y náuseas. Aunque la novela está
situada en La Habana obviamente de los años treinta y cuarenta,
las alusiones locales escasean de acuerdo con la visión universal
del hombre tanto de los existencialistas como de los
absurdistas130.
130
Seymour Mentón, Caminata por la narrativa latinoamericana, México,
Universidad Veracruzana, Fondo de Cultura Económica, 2002, p. 356.
131
Jean-Paul Sartre, El ser y la nada, op. cit., p. 624.
104
El ser humano es consciente de su propio ser; el sujeto ha de
elegir cómo vivir su vida y no puede confiar en que reglas o principios
preexistentes –religiosos, morales, científicos, etcétera– le dicten cómo
hacerlo. Todos tenemos derecho a elegir nuestro camino, inventar
nuestro destino y vivir en armonía con la naturaleza. En eso,
básicamente, consiste nuestra única libertad en ser-lo-que-no-somos y
en no-ser-lo-que-somos. Con esta filosofía, el escritor existencialista
pretende que el hombre moderno sea feliz y se libre de neurosis
provocadas por miedos inducidos por fobias y fantasmas ajenos.
132
“Nada más equivocado pues, que pedirle a la literatura el testimonio de lo social
o político. […] El artista inevitablemente está ofreciendo el testimonio de él, del
mundo en que vive y de la condición humana del hombre de su tiempo y
circunstancia. Y dado que el hombre es un animal político, económico, social y
metafísico en la medida en que su documento sea profundo también (directa o
indirectamente, tácita o explícitamente) un documento de las condiciones de la
existencia concreta y de su tiempo y lugar”. Ernesto Sábato, “Sartre contra Sartre o
la misión trascendental de la novela”, en Sur, Buenos Aires, n, 311 mar/abr de
1968, pp. 281-282.
133
En lo que se refiere a la filiación kafkiana de la obra narrativa de Piñera,
Gombrowicz avisa “Debemos cuidarnos de no desfigurar esta obra pegándola el
rótulo De procedencia kafkiana. Por cierto, Piñera se parece al checo y a ciertos
autores surrealistas. Pero es también distinto. Y posee un singular talento
narrativo”. Witold Gombrowicz, “Reseña a Cuentos fríos”. Unión, “Especial:
Virgilio, tal cual”, La Habana, año III, núm. 10, abril-mayo-jun., 1990, p. 75.
105
angustia, el dolor y la autodestrucción (sádica y masoquista) humanas,
con la privación de la libertad, tanto real como imaginaria134.
134
El universo piñeriano tiene aires de pesadilla angustiosa. En nuestra opinión, su
literatura neurótica es existencialista porque el autor de Cuentos fríos se queda en
la realidad absurda y no pretende ir más allá, no pretende salir del entorno o
contexto en que vive. De ahí que sea pobre en la temática pero muy rico en
variaciones. La temática es una y la misma, una y otra vez, es la angustia de vivir,
es el miedo de levantarse cada día y enfrentarse a lo inseguro, al vacío y la
mezquindad del alma humana.
106
la desenmascara y sólo desenmascararla la puede justificar”135. Parece
ser que lo cómico es lo que mantiene una apariencia de sentido en el
sin-sentido de la vida. En su obra, el nuevo sujeto, el autómata sin
identidad, es capaz de rebelarse, de reírse de sí mismo, de burlarse de
la muerte y del más allá, de buscar su propia humillación, de destruirse
por su propia voluntad, y así, vencer al miedo: el miedo irracional a
envejecer y a morir (temas que trataremos en Presiones y diamantes).
135
Virgilio Piñera, Cuentos fríos. El que vino a salvarme, “Prólogo” de Vicente
Cervera y Mercedes Serna, Madrid, Cátedra, 2008, p. 28.
136
El individuo debe de dejar de arrodillarse como el camello (ese animal moral),
de regocijarse de lo fuerte que es en soportar el sufrimiento. Tiene que rugir como
el león, transformase en dueño de su vida. El rugir del león quiere decir “yo
quiero” y neutraliza el “tú debes”. El grito tiene efectos descomunales, de valores
contrarios a los de camellos. La última transformación anunciada por Nietzsche es
la que da paso al niño. Ser niño es volver a vivir sin volverse furioso contra todo lo
que nos ha lastrado. Es mirar hacia el horizonte y tener la esperanza en el futuro y
quererlo. Para Nietzsche no hay mayor signo de una vida lograda que la de un niño
y la del “transhombre”. Frederick Nietzsche, Así habló Zaratustra, “Las tres
metamorfosis”, Madrid, Editorial EDAF, 2010, pp. 273-275.
107
maniobras. Los sufrimientos de René y Sebastián, protagonistas de
ambas obras, no son rechazados, se llevan hasta con gusto porque el
padecimiento a que están sometidos no es el castigo consecuencia de
sus pecados personales, sino la carga que la sociedad en la que viven
les impone y que, como miembros de ella, les corresponde llevar por
una obligación moral. El autor de Presiones y diamantes admite
nietzscheanamente que lo humano peligra y advierte del estado
tenebroso y enfermo de la sociedad moderna, ya que el poder está
concentrado en manos de tiranos que llevarán la humanidad hacia al
desastre.
108
narrativa se estructura en el empeño de buscar la congruencia dentro de
lo incongruente, en el deseo de poner orden al caos137.
137
Julio Ortega, “Sobre la narrativa cubana actual”, Nueva narrativa
hispanoamericana, 2, nº1, 1972, p. 81.
138
Carmen, L. Torres, La cuentística de Virgilio Piñera. Estrategias humorísticas,
Madrid, Pliegos, 1989, p. 48.
139
Tomás López Ramírez, art. cit., p. 39.
109
Jaime Barylko define lo absurdo como lo que “choca a la
razón”140. Para los existencialistas, lo absurdo define la condición del
hombre caracterizada por “la ausencia de sentido de su existencia y del
universo”. Lo reafirma el Diccionario de la Real Academia Española,
que define “absurdo” como “contrario y opuesto a la razón, que no
tiene sentido”. Originalmente, la palabra significaba, en un contexto
musical, “sin armonía”. Eugéne Ionesco define así lo que entiende por
este término en un ensayo sobre Kafka:
140
Jaime Barylko, “Apariencias del absurdo”, en Cuadernos Hispanoamericanos,
numero. 275, mayo 1973, pp. 275-289.
141
Eugéne Ionesco, “Dans les armes de la ville”, Cahiers de la Compagnie
Madeleine Renaud-Jeans Louis Barrault, nº 20, octubre 1975. Citado por Martin
Esslin, El teatro del absurdo, Barcelona, Seix Barral, 1996, p. 15.
142
Francisca Noguerol Jiménez, La trampa en la Sonrisa: Sátira en la narrativa de
Augusto Monterroso, Sevilla, Universidad de Sevilla, 1995, p. 30.
110
El absurdo se ha contemplado como un núcleo duro y crítico
dentro del existencialismo, aunque para otros el absurdo es un
concepto antiquísimo entrelazado con otros movimientos (tales como
el surrealismo, lo fantástico y lo grotesco) para desarrollar la corriente
a la cual acompaña.
143
Harley D. Oberhelman, “Three Representative Spanish American Novelists”, en
Wolodymyr T. Zyla (ed.): Proceedings of the comparative Literature Symposium.
Vol, III: Surrealism To the absurd, Lubbock, Texas Tech, University, 1970, p. 69.
Traducción de Roberto Pinheiro Machado, La estética del absurdo en la narrativa
Hispanoamericana, op. cit.
111
naturaleza absurda de la existencia humana: las instancias más
notables son las novelas e historias de Franz Kafka, en las cuales
los personajes adoptan posturas alarmantemente
incomprensibles144.
144
Chips Baldik, The Cocise Oxford Dictionary of Literary Term, Oxford, Oxford
University Press, 1990, p. 1. Traducción de Roberto Pinheiro Machado, La estética
del absurdo en la narrativa hispanoamericana, op. cit.
145
“Muy debatido pero poco estudiado, el teatro de Virgilio Piñera es para la
mayoría, la introducción de la modernidad, el que reunió modelos extranjeros y
tradición autóctona, clamado por lo no dioses y escupido al Olimpo, en fin, el autor
de Electra Garrigó (1941), esa pieza más que moderna, posmoderna al reunir
palabra declamada y desparpajo, parodia y bacilo griego”. Rosa Lleana Boudet,
“Virgilio Piñera en su mar de utilería”, Anales de Literatura Hispanoamericana,
34, 2005, p. 143.
146
Roberto Pinheiro Machado, La estética del absurdo en la narrativa
Hispanoamericana: Juan Carlos Onetti, Julio Cortázar y José Donoso, op. cit., p.
30.
112
corrientes de agua, una de ellas dominante, que recibe dos afluentes,
absurdo y surrealismo, que se mezclan para formar una sola.
113
2.4.- Lo grotesco
115
el uso de lo grotesco en obras que pasan por realistas y serias, puesto
que deja al descubierto los vicios, las falsas excusas, las trampas de la
razón. Lo grotesco es una cualidad existencial, una forma de humor
disolvente.
147
Wolfgang Kayser, Lo grotesco. Su configuración en pintura y literatura,
Machado Grupo de Ediciones. 2010, p. 24,
148
Étienne Souriau, Diccionario de Estética, Madrid, Akal, 1998, p. 632.
116
también engloba el aspecto demonizante de la alienación del ser
humano, en tanto que se huye de ella y de la imperfección del mundo
en el que vive:
117
demuestra que lo grotesco es una cosmovisión que aglutina ritos,
espectáculos cómicos y satíricos, obras verbales y teatrales. Y todo
visto desde el ángulo del realismo que no desdeña la imaginación
siempre cuando busque la deformación o la descripción de lo vulgar o
lo escatológico150. Lo grotesco es una especie de carnaval en el que la
abundancia, la risa y el exceso se unen.
150
Mijaíl Bajtin, La cultura popular en la Edad Media y en el Renacimiento. El
contexto de François Rabelais, Madrid, Alianza, 2002.
151
Wolfgang Kayser, Lo grotesco. Su configuración en pintura y literatura, op.
cit., p. 312.
118
La preocupación de Kayser reside en la problemática de la
sonrisa inherente a lo grotesco, sonrisa involuntaria, que abre abismos
y “opera distanciamientos”152. A este respecto, nos plantea que la risa
inherente a lo grotesco surge del juego de palabras, que nos muestra
una situación cómica para un tercero, espectador de la situación, que
no lo sería para los protagonistas de la misma. Resumiendo, lo grotesco
es sobrenatural y absurdo, en él se destruyen las ordenaciones
dominantes de nuestro mundo. Se despiertan sensaciones
contradictorias: la sonrisa sobre las deformaciones y repugnancia ante
lo siniestro, lo monstruoso en sí.
119
Pero no es el único texto que engloba las ideas de los dos
autores, existen varios relatos en los que el rito y el espectáculo, como
lo explica Bajtin, son el eje central de los argumentos de Piñera:
“Proyecto de un sueño”, “Unos cuantos niños”, “El caso Acteón” o “La
carne”. La obra teatral “El flaco y el Gordo”, por ejemplo, nos muestra
el hecho de comerse a otra persona como un rito y fuente de poder
frente al otro, y muestra la posición dominante desde el punto de vista
primario de una grotesca cadena alimenticia. Por otra parte, las ideas
de Kayser se ven reflejadas en los cuerpos esperpénticos y
monstruosos de características irrisorias que, unidos a las situaciones
en las que nuestro autor les coloca, podría sacarnos una sonrisa en
tanto que uno piensa en lo insólito e inverosímil del contexto creado.
154
En el primer párrafo de su “Prologo” José Bianco afirma: “Mucho se ha
hablado en los últimos tiempos, a propósito de Alejo Carpentier y de José Lezama
Lima, del predominio del barroco en la moderna literatura cubana. Virgilio Piñera
no es menos barroco que sus dos compatriotas”. José Bianco, “Piñera narrador”.
Virgilio Piñera, El que vino a salvarme, Buenos Aires, Sudamericana, 1970, p 8.
Sin embargo, Nancy Calomarde destaca que “el barroquismo al que [se] vincula al
cubano, a diferencia de sus predecesores, no se define por el lenguaje ni por el
estilo, sino por el tipo de acción que construye. En primer lugar porque los
personajes pertenecen al espacio de los marginados sociales y operan en el sistema
bajo una lógica adversa que parece acatar, subordinar-se, a las reglas, aunque en
verdad se revelan contra ellas al oponer sus íntimas convicciones, su ‘malicia’,
como contrarrelato de la desnudez y del espejo, al modo del sinsentido del
mundo”. Nancy Calomarde, “La ficción sin límites (la ruta argentina de Virgilio
Piñera)”, Tinkuy nº 13, Sección d´Etude Hispanique Universidad de Montréal,
2010, p. 170.
120
la negrura existencial y del sinsentido de la vida. Lezama Lima no
tiene reparos en señalar que el barroquismo cubano tiene una vertiente
grotesca que parodia el barroco europeo, tratando de ensalzar la
adaptación del estilo hasta hacerlo independiente del de Occidente:
155
José Lezama Lima, “El barroco americano”, en Iván González Cruz,
Diccionario. Vida y obra de José Lezama Lima, Valencia, Generalitat Valenciana,
Consellería de Cultura I Educación, 2000, pp. 43- 44.
121
Hemos podido formarnos una idea de la importancia que tiene el
cuerpo humano en el arte grotesco piñeriano. El cuerpo ha sido para el
autor un lugar privilegiado, escenario gozoso y enigmático, cuerpo
cercenado y doliente en el que mostrar lo grotesco. En definitiva, el
cuerpo en Piñera, al igual que en Bajtin, es signo del exceso y de la
proliferación, de vitalidad y de subversión, porque la abundancia
implica placer y olvido de las normas que rigen la sociedad, cambio de
las categorías sociales. En la visión de ambos autores, la deformación
no es destrucción; es creación jovial de otra forma nueva, en la que el
lenguaje, excesivo y procaz, desempeña un papel fundamental.
156
Tomás López Ramírez, “Virgilio Piñera y el compromiso del absurdo”, art. cit.,
pp. 39-40.
157
Ibídem.
122
La protesta ante los acontecimientos históricos y sociales vividos
por nuestro autor en la Cuba castrista y antes bajo una serie de
dictaduras (Machado, Mendieta, Batista, etcétera.), y la crítica ante una
sociedad capitalista que desprecia se representan a través de la
deformación, del humor negro, de la ironía sarcástica, del choteo. La
metamorfosis y la anormalidad del cuerpo, en la visión grotesca
piñeriana, son alegorías de la incomunicación con el otro así como
expresan la sensación de que vivir es adentrarse en la trama de un
engaño perpetuo del que es imposible zafarse y de que sólo con una
resolución en el orden transgresor puede ser superada.
158
Según Kayser, hay que diferenciar entre dos tipos de lo grotesco, uno orientado
hacia lo fantástico con sus mundos oníricos y fantasmagóricos; y otro dirigido
hacia lo satírico con sus bailes de máscaras.
123
El autor de La carne de René nos anticipa su calificación y
caracterización: “Soy ese que hace más seria la seriedad a través del
humor, del absurdo y de lo grotesco”159. Se trata de una desrealización
óptica, sugerida por una visión irónico-caricaturesca que emparenta su
catadura con la de un ser despreciable, marginado y degradante. Sus
personajes grotescos, revolucionarios y absurdos nos descubren a un
Piñera drástico, provocador y original. Desde el punto de vista
ideológico, parece una subversión deliberada de valores, de
perversiones y actitudes. La animación de los personajes tiende a
socavar su dignidad aparente mediante la mecanización, esto es, la
alusión a un supuesto resorte que le convierte en marionetas o
autómatas privados de lo individual y libre: “El muñeco”, cuento de su
época bonaerense, y Presiones y diamantes, novela escrita después de
su regreso definitivo a Cuba, son ejemplos explícitos de este
tratamiento del tema. Piñera utiliza también otro procedimiento de
animación grotesca menos común entre los monstruos de lo grotesco,
que consiste en desproveer al movimiento de todo sonido, con lo que
queda como colgado de la nada, inscrito en el absurdo, y consigue una
imagen meramente visual e inhumana. (Técnica utilizada en los
cuentos de esa primera etapa: “Las partes”, “la caída”, “La cara”,
etcétera).
159
Virgilio Piñera, Teatro completo, La Habana, Ediciones R., 1960, p. 13.
124
obra. Lo grotesco se diluye para infiltrarse en estos movimientos,
aunque sin duda alguna se destaque en el surrealismo por lo que éste
tiene de concitación de lo inconsciente, o en el expresionismo por la
fuerte carga crítica contra la sociedad y por la angustia existencial que
permite su visión deformada y ácida.
125
2.5.- Lo fantástico
Les auteurs et les critiques qui ont donné une définition du genre
ne disent pas tous la même chose. Pour être juste, il faut préciser
que chacun vient au fantastique comme dans une auberge
espagnole: en n’y trouvant que ce qu’il apporte. Selon sa vision
de la chose littéraire, selon sa propre conception de l’imaginaire
(…) et, plus encore, selon qu’il désire accueillir telle œuvre et
exclure telle ou telle autre (…) des vues personelles de chaque
commentateur160.
160
“Tanto los autores como los críticos que han dado una definición del género no
dicen la misma cosa. Para no faltar a la verdad, hay que precisar que cada uno
acude a lo fantástico como a un albergue español: no encuentran nada más que lo
que el mismo lleva. Según su visión de la cosa literaria, y su propia concepción de
lo imaginario (…) O, más aún, según quisiera aceptar tal obra o excluir tal otra
127
Lo fantástico ha sido estudiado por investigadores de formación
muy distinta. En una aproximación teórica a este campo es obligatorio
referirse a Tzvetan Todorov y su libro Introducción a la literatura
fantástica161. Esta obra intenta por primera vez una definición de la
literatura fantástica en forma sistemática, pero la mayor parte de los
críticos la atacaron acusándola de hacer afirmaciones reductoras. Nos
acercaremos primero a la teoría de Todorov para analizar después otros
enfoques.
(…) dependerá del punto de vista de cada comentarista”. Traducción es mía, Jean-
Babtiste Baronian, Panorama de la littérature fantastique de langue française,
Paris, Stock, 1978, pp. 20-21.
161
Tzvetan Todorov, Introducción a la literatura fantástica, México, Seuil, 1980,
p. 7.
162
Ibídem.
128
pertenece al ámbito sobrenatural. Entre ambos conceptos está lo
fantástico, que equivale al tiempo de una incertidumbre:
163
Ibídem, p. 24.
164
Ibídem, p.176. Sobre el mismo asunto opina Irène Bessière que lo puro
fantástico consiste en la contradicción de ambos elementos: lo real y lo irreal. Irène
Bessière, Le récit fantastique. La poetique de l’incertain, Paris, Larousse,
Université, 1974, p. 59. En Antonio Risco, Literatura fantástica de lengua
española, Madrid, Taurus, 1987, p. 309. Elsa Dehennin opina que la coexistencia
entre lo real y lo irreal es necesariamente conflictiva, por ser una coexistencia
contradictoria e inexplicable –imposible– de contrarios. Elsa Dehennin, “De lo
fantástico y su estrategia narrativa”, Iberomania, 19 (1984), p. 56.
129
ambigüedad en el texto fantástico: “Si no hay en el texto ambigüedad o
duda, o ambas, el hecho, el ser, el acto o la situación que parecían ser
fantásticos entran a formar parte del campo de lo maravilloso o de lo
extraordinario. La duda, la ambigüedad, pueden o no estar
representadas en el texto; pueden formar parte de él o quedar como
interrogantes en el espíritu del lector, pero su presencia es
indispensable, a mi parecer, para que un cuento pueda ser considerado
fantástico” 165
. Ante lo fantástico, el lector tiene que sentir que se
enfrenta a un mundo real que, debido a ciertas circunstancias
anormales, fluctúa entre lo extraño y lo maravilloso. Ello promueve la
imprescindible vacilación. De ordinario, esta duda se resuelve en la
mente del lector, y a veces hasta en la del personaje, y se acepta el
hecho afrontado ya bien como un incidente raro, ya como parte del
mundo de lo sobrenatural:
165
Botton Burlá, Los juegos de lo fantástico: Estudios de los elementos fantásticos
en cuentos de tres escritores hispanoamericanos, México: Universidad Nacional
Autónoma de México, 1983, p. 186.
166
Tzvetan Todorov, op. cit., p. 36.
130
Lo fantástico implica pues una integración del lector con el
mundo de los personajes; se define por la recepción ambigua que
el propio lector tiene de los acontecimientos relatados. Hay que
advertir de inmediato que, con ello, tenemos presente no tal o cual
lector particular, real, sino una “función” del lector, implícita al
texto con la misma precisión con que lo están los movimientos de
los personajes167.
El lector, según él, tiene que adoptar una actitud hacia el texto que
rechace una lectura poética o alegórica del mismo. Así, Todorov
procede a enumerar los postulados capitales del género:
167
Ibídem, pp. 28-29.
168
Ibídem, p. 30.
169
Ana María Barrenechea, “Ensayo de una tipología de la literatura fantástica”,
Revista Iberoamericana, 38, 80 (julio-septiembre 1972), pp. 396- 397.
131
1- Todo lo elaborado entra en el orden de lo racional.
2- Todo lo elaborado entra en el orden de lo irracional.
3- Todo lo elaborado entra en ambos órdenes (en el racional e
irracional).
170
Ibídem.
132
línea de la producción literaria, la subversión de la tradición
mimética y del respeto a las reglas de verosimilitud, seguidas
antes aun en la literatura fantástica. Estas anuncian en
Hispanoamérica una nueva redistribución genérica de lo
fantástico y lo maravilloso, unida a la corriente literaria del
absurdo, o a la persistencia surrealista en algunos casos y a una
subversión, un énfasis en la trasgresión y el deconstructivismo o a
la noción de posmoderno171.
171
Ana María Barreneceha, “El género fantástico entre los códigos y los
contextos”, en El relato fantástico en España e Hispanoamérica, edición a cargo
de Enriqueta Morillas Ventura, Madrid, Siruela, 1991, pp. 87-89.
172
Tzvetan Todorov, op. cit., p. 133.
173
“En Virgilio Piñera (1912) se muestra el ejemplo de una fabulación que
metaforiza la disyunción en el absurdo generalizado. Hay una falta de correlación y
133
“neofantástico”, término que parece haberse consagrado ya en los
estudios sobre el tema174.
134
Y Luis Vax concluye que ese cuento “antes que al género
fantástico, corresponde al psicoanálisis y a la experiencia mental […].
Su aventura es más trágica que fantástica”176. Esta idea de la “lógica
onírica” es fundamental para el acercamiento a lo fantástico del siglo
XX. El acontecimiento extraordinario pierde importancia y lo que se
hace relevante es la reacción normal del personaje ante la aparente
anormalidad. Pero el epíteto sigue aplicándose a la literatura
contemporánea de esta índole. Los cuentos de Julio Cortázar, por
ejemplo, son fantásticos por no haber una mejor clasificación para sus
narraciones. Él mismo comenta en “Algunos aspectos del cuento”:
176
Louis Vax, Arte y literatura fantástica, Buenos Aires, Eudeba, 1965, p. 85.
177
Julio Cortázar, “Algunos aspectos del cuento’’, art. cit., p. 3-4.
135
modifica la organización del relato, su funcionamiento y cuyos
propósitos difieren, considerablemente, de los perseguidos por lo
fantástico”178. Para aclararlo, lo confronta con géneros parecidos, como
lo maravilloso o lo fantástico tradicional. Alazraki justifica esta
denominación porque los cuentos de Cortázar “a pesar de pivotear
alrededor de un elemento fantástico, […] se diferencian de sus abuelos
de siglo XIX por su visión, intención y su modus operandí”179.
Alazraki diferencia entre relato fantástico y neofantástico, afirmando lo
siguiente: “El cuento fantástico (tradicional) se mueve en el plano de la
literalidad, de hechos históricos del argumento […], el relato
neofantástico alude a sentidos oblicuos o metafóricos o figurativos”180.
178
Jaime Alazraki, op. cit., p. 28.
179
Jaime Alazraki, “¿Qué es lo neofantástico?”, Mester, XIX, nº 2, 1990, p. 28. La
cursiva es del original.
180
Ibídem, p. 31.
181
Ibídem, p. 31.
136
El siglo XX trae un profundo cambio de valores, entre otros, el
declive de las creencias religiosas frente a la ciencia y el psicoanálisis
que intentan explicar la naturaleza y el hombre. Alazraki afirma que la
función de lo fantástico pierde con ello su razón de ser. No quiere
aceptar una forma poco racional de analizar la realidad. Prefiere lo
concreto, lo bien definido, lo que encaje bien dentro de un concepto o
de una fórmula de manera que se pueda manipular con limpieza, que
tenga los bordes bien definidos y pueda ser aprehendido. También
considera este mismo autor que la revolución de lo fantástico es la
consecuencia directa del paso de una literatura realista, cuyo objetivo
era la observación y reproducción de la realidad, a la literatura
moderna, cuyo propósito sería el de generar nuevos sistemas de
significados. La literatura moderna parte de una visión conforme a las
preocupaciones y los conflictos del hombre contemporáneo. Mientras
la ciencia demuestra al hombre la falsedad de las fantasías míticas, el
ser humano es incapaz de vivir sin esos reductos mágicos que
expliquen su existencia. Añade Alazraki que en el relato fantástico del
siglo XX, lo sobrenatural ya no tiene la misma fuerza para suscitar
sentimiento de extrañeza en el lector; no existe la ruptura que divida el
universo en dos mundos opuestos. De hecho, el orden y la ley natural
contienen en su interior una ambigüedad latente. Ya no es necesario
que intervengan fuerzas sobrenaturales para perturbar el vivir
cotidiano, porque éste se halla inmerso en la inquietud y la
incertidumbre182. Consideramos incuestionable la opinión de Alazraki
182
En 1932, Borges escribe su famoso artículo, “El arte narrativo y la magia”,
donde magia designa un fantástico que sigue incluyendo lo sobrenatural. Jorge
Luís Borges, “El arte narrativo y la magia”. Discusión. Buenos Aires, Emecé,
1976, pp. 71-79. Pero, en 1940, el escritor observa un cambio en el significado de
lo fantástico y lo anuncia en el prólogo de la obra de su amigo y colaborador Bioy
Casares, La invención de Morel, en el que reconoce un “postulado fantástico pero
137
de que con La metamorfosis se inaugura una nueva etapa de lo
fantástico en la que lo extraordinario y lo sobrenatural no producen
miedo ni asombro. Así se “distingue comúnmente un fantástico
tradicional, compatible con lo sobrenatural, de un fantástico nuevo, que
se ha liberado de lo sobrenatural”183.
138
caracterizan la nueva literatura fantástica hispanoamericana, lo
neofantástico”187.
187
Ibídem, pp. 90-91.
188
Irmtrud König, La formación de la narrativa fantástica hispanoamericana en la
época moderna. Frankurt, Lang, 1984, p. 37.
189
Adolfo Bioy Casares, Silvina Ocampo y Jorge Luis Borges (eds.), “Prólogo”.
Antología de la literatura fantástica, Buenos Aires, Sudamericana, 1976, p. 8.
139
No siempre resulta fácil distinguir y menos aun clasificar los
cuentos en fantásticos o no fantásticos. El lector se halla en grandes
dificultades a la hora de decidir sobre la clasificación del género,
porque el concepto de lo fantástico no deja de cambiar, y lo que antes
encajaba bien en la definición ahora puede no adecuarse al nuevo
concepto190. Si la narración fantástica evoca acontecimientos
inexplicables según las leyes racionales que rigen nuestro mundo,
cuestionando así el sistema de percepción de la realidad, hemos de
indicar también que, desde el punto de vista temático, la ficción, en
estas obras, sirve o se utiliza para transgredir las normas y las creencias
comúnmente admitidas. Hasta el extremo de que, a través de los temas
tratados, se consigue infringir una censura socialmente establecida o
incluso un tabú, como es el caso de la vida en la muerte o del amor en
la muerte, tema este último en el que se manifiesta, en ocasiones, el
tabú de la necrofilia. Bioy Casares afirma que los cuentos fantásticos
son susceptibles de clasificarse por la dificultad de interpretar unos
relatos “por la agencia de un ser o un hecho sobrenatural”.
190
La concepción y el enfoque de lo fantástico que surge en Hispanoamérica se ha
alejado obviamente de la visión todoroviana. Por una parte, al dar un tratamiento
humorístico a muchas de las situaciones de los relatos, el cuentista
hispanoamericano rompe con las descripciones que han hecho varios de los más
reconocidos teóricos de lo fantástico. Por otra parte, la literatura fantástica
hispanoamericana tiende a enfatizar más lo cotidiano o real y lo cultural y, según
los críticos hispanoamericanos, los cuentos policiales y de ciencia ficción se
pueden catalogar como fantásticos (hecho inadmisible para Todorov). En ese
sentido Bioy Casares explica como el hombre puede sacar asombro de lo cotidiano
y hacer fantástica la normalidad, reflejando la ‘tendencia realista’: “La realidad es
fantástica en cualquier momento. En los sueños, en una enfermedad. O usted está
caminando de noche por un corredor de su casa; la luz se apaga y usted de pronto
está perdido. Ahí tiene un simulacro de algo fantástico. De vez en cuando la vida
nos da una visión momentánea de algo que quiebra el orden de la realidad. Adolfo
Bioy Casares, “La ficción: materia y forma”, en Esther Cross y Félix della Paolera
(ed.), Adolfo Bioy Casares a la hora de escribir, Barcelona, Tusquets, 1988, p. 80.
Para concluir, y teniendo en cuenta la metamorfosis que ha conocido el género, en
Hispanoamérica se habla de una literatura fantástica que sigue siendo una
modalidad vigente y renovada.
140
A continuación el escritor enumera los siguientes argumentos
fantásticos: argumentos en que aparecen fantasmas, viajes en el
tiempo, argumentos con acción que se sitúa en el infierno, temas con
personaje soñado, con metamorfosis, acciones paralelas que obran por
analogía, el tema de la inmortalidad o las fantasías metafísicas. Con
ello, según vemos, no sólo no propone una clasificación sistemática,
sino que al igual que Borges incluiría la metafísica como una forma de
literatura fantástica. Emilio Carilla, en El cuento fantástico, propone la
siguiente clasificación: locura e historia clínicas, transmutación de
especies y reinos de la naturaleza, transmutación de sueño y realidad,
vida y muerte, visiones de trasmundo y fantasmas, viajes en el tiempo,
el doble, anticipaciones, lo fantástico proyectado hacia la sátira y las
formas mixtas191. Roger Caillois192 señala las siguientes variantes
temáticas del género: el pacto con el demonio, el alma en pena, que
exige para su reposo que cierta acción sea cumplida, el aspecto que es
condenado a una carrera eterna, la muerte que irrumpe –personificada–
entre los vivos, la “cosa” indefinible e invisible que pesa (cuya
presencia se siente) que daña o mata, los vampiros, elementos que se
animan, la maldición de un brujo que ocasiona una enfermedad de
caracteres horripilantes, la mujer fantasma –seductora–, la inversión de
los planos del sueño y de la realidad, la detención o repetición del
tiempo.
141
lo problemático se debe a lo que él llama, admirando el fantástico de
Bioy Casares, “imaginación razonada”193; por otra parte, Bioy Casares,
al comentar la obra de Borges, declara que “lo fantástico está, más que
en los hechos, en el razonamiento”. Borges vuelve a confirmar una vez
más lo que había escrito en 1932 en su artículo mencionado antes, “El
arte narrativo y la magia”, sobre la importancia de la “función de la
realidad”. La magia según él, es “la coronación o pesadilla de lo
causal, no su contradicción”194. Lo que hace recordar las palabras del
peruano Belevan definiendo lo fantástico como “una expresión no del
contenido racional de nuestros pensamientos sino de todo lo que no es
racionalidad pura”195. Además, Harry Belevan señala que no se puede
hablar de género fantástico sino de modos o formas de expresión de lo
fantástico y de los temas que lo manifiestan. Punto que comparte con
Bioy Casares.
193
Cfr. prólogo de Antología de la literatura fantástica, op. cit., p. 12.
194
Fernando Sorrentino, Siete conversaciones con J. L. Borges, Buenos Aires,
Casa Pardo, 1973, p. 122.
195
Harry Belevan, Teoría de lo fantástico. Barcelona, Anagrama, 1976, p. 119.
196
Véase Ana María Barrenechea, “El género fantástico entre los códigos y los
contextos”, art. cit., p. 75.
142
manipulación lingüística; elementos estos que en definitiva buscan
desafiar los límites de una realidad preestablecida. En todo caso, el
discurso fantástico sólo puede definirse respecto a su relación
diferencial con otro tipo de discurso, ya sea por conjunción o por
oposición.
143
principios del S XIX para, a partir de ahí, evolucionar con fórmulas
diferentes que llegan hasta nuestros días.
144
3. PRESENCIAS DEL EXISTENCIALISMO
EN LA NARRATIVA DE VIRGILIO PIÑERA:
LA OBRA NOVELISTICA197
197
De aquí en adelante la enumeración que va entre paréntesis y en siglas (C. R)
(P. M.) y (P. D.) corresponden respectivamente a la novelas La carne de René,
Barcelona, Tusquets, 2000; Pequeñas maniobras y Presiones y diamantes, Madrid,
Alfaguara, 1985.
145
3.1.- La carne de René198
198
La carne de René narra los padecimientos de René, quien al cumplir los veinte
años es obligado por su padre, Ramón, a poner su carne al servicio del dolor como
medio de preparación para su vida de adulto, como aconseja la Causa de la carne,
organización a la que pertenece Ramón. Este explica a su hijo cómo, por culpa de
un prohibido pedazo de chocolate que comieron sus antepasados, él y su
descendencia son tildados de “Chocolatófilos”, perseguidos y expuestos a todo tipo
de castigos. Ramón, convencido de la necesidad de prepararse para los
sufrimientos que los perseguidores intentan infligirles, envía a su hijo a una escuela
dirigida por Mármolo donde preparan a los neófitos a soportar todo tipo de torturas
y humillaciones de las que además obtendrá placer. Toda la novela es una huida.
Huye la familia de René de las ciudades en las que viven, huye René de su cuerpo
y de su carne, que será destinada o al placer o al dolor.
147
bueno como lo malo de la vida. La carne de René199, por ejemplo,
muestra bastante bien este dilema: el conflicto de la existencia banal y
la angustia social íntimamente conectada a la culpabilidad que surge de
la noción del pecado original200. Esa culpabilidad es inherente a toda la
especie humana. Otra culpabilidad es la angustia interna ante un
pasado saturado y ante un porvenir inseguro al que debe enfrentarse el
individuo201. Es la manifestación simultánea del futuro junto con el
pasado como angustia ante la nada202.
199
El propósito de este apartado, en primer lugar, es llegar a subrayar los rasgos
existencialistas y acceder al alma del autor a través de esta novela que creemos
plasmada en su personaje René. Y para ello necesitamos estudiar primero la
angustia y su relación con el pecado original, la culpa que pesa al hombre
moderno, el dolor y la identificación con el mito de San Sebastián, y acercarnos a
cuanto se relaciona con la iniciación.
200
El pecado original es el pecado cometido por los primeros padres de la
humanidad: Adán y Eva, al desobedecer a Dios al comer del árbol del
conocimiento del bien y del mal. El hecho es considerado como la entrada de la
injusticia en la sociedad humana por voluntad del hombre. Según él, la humanidad
debió hacerse culpable de una verdadera culpa histórica para que se explique su
situación presente.
201
En este sentido Sartre afirma: “En la libertad, el ser humano es su propio pasado
(como también su propio porvenir) en la forma de nihilización”. Jean-Paul Sartre,
El ser y la nada, op. cit., p. 64.
202
¿Ante qué y por qué brota la angustia?, Heidegger hace referencia directa a la
nada: “Es verdad que la angustia es siempre angustia de…, pero no tal o cual cosa.
La angustia de… es siempre angustia por…, pero no por esto o lo otro. Sin
embargo, esta indeterminación de aquello de qué y por qué nos angustiamos no es
una mera ausencia de determinación, sino la imposibilidad esencial de ser
determinado… La angustia hace patente la nada”. Martín Heidegger, ¿Qué es la
metafísica?, México, Cruz del Sur, 1963, p. 57.
148
destino de René cuando su padre lo presenta ante “La Causa” de la
carne, y el papel que espera de él para que lleve su defensa203. Justo
antes de explicarle la historia de los “chocolatófilos” y la necesidad de
René de sacrificar su carne por ellos, el padre le muestra una foto del
martirio de San Sebastián en la que a la figura del santo perforado se le
había sobrepuesto la foto de su hijo (el martirio de San Sebastián
resulta para René una imagen angustiosa de él mismo atravesado por
una multitud de flechas). En el mismo capítulo René observa como su
madre cura las heridas que ha recibido su padre Ramón, el carnicero.
Siente una inmensa repugnancia por sus lesiones, y siente mucha más
angustia cuando su padre le advierte que se debe preparar para una
suerte similar a la suya: “No seré yo quién te hunda el cuchillo en el
pecho, hijo mío, pero piensa que en el mundo hay millones y millones
de manos y millones de cuchillos” (C. R, p. 24). René termina recluido
en una academia para ser instruido en un culto al dolor y de esa manera
prepararlo para su gran “Causa”. Esta absurda historia nos sumerge de
lleno en la angustia existencial y constituye, precisamente, el
argumento y el material narrativo de La carne de René, primera novela
de la trilogía de Virgilio Piñera204. De este modo, Piñera presenta todo
un proceso de enajenación de la conciencia que incita al héroe al
miedo, a la huida y a desconfiar de todo el mundo. La confesión
203
Dentro del individualismo que inspira la novela, el autor presenta un héroe muy
a tono con la literatura existencial, por su rareza, su vida al margen de la sociedad
constituida. Y la vida de este hombre constituye un caso personal de
enfrentamiento con su propio destino, en donde mediante la rebelión interior y la
búsqueda incesante de la trascendencia, se combaten las fuerzas del mundo que
tienden a enajenar la conciencia.
204
No sería exagerado denominar a La carne de René como novela típicamente,
existencialista. Aunque debemos recalcar que Pequeñas maniobras y Presiones y
diamantes tienen una carga aún mayor de pesimismo, duda y soledad que en esta
primera novela. El tema de la angustia social y la pecaminosidad inherente a la
humanidad desde la caída primitiva están muy presentes en el argumento, además
de la enajenación del individuo.
149
surrealista y delirante que hace el padre al hijo y su nombramiento
como sucesor suyo representan el momento culminante que va
llevando al personaje de la angustia genuina y del máximo extravío de
la personalidad a la cumbre de la desesperación.
205
“Yo colocaría La carne de René dentro de la categoría de las novelas de
iniciación. Realmente es de lo que huye el protagonista, de lo que huye y a lo que
se aproxima, aunque resulte paradójico, en la obra de Piñera. […] (La novela) es
una narración desarbolada, que parece ocurrir en un espacio vacío, irreal en
apariencia. Sin embargo, y de nuevo paradójicamente, su propósito es involucrar a
su personaje en la única realidad reconocida, la de la carne humana. Es decir,
iniciarlo”. Antón Arrufat, “La carne de Virgilio”, op. cit., p. 45.
206
“Como el delito de uno solo atrajo sobre todos los hombres la condenación, así
también la obra de justicia de uno solo (la de Cristo) procura a todos la
justificación que da la vida. Por la desobediencia de un solo hombre, todos fueron
constituidos pecadores”. Antiguo Testamento, “Epístola de San Pablo a los
Romanos”, capítulo 5, 18-19. Véase http://hjg.com.ar/ssee/52_rm/c005.html
150
duda el sentimiento con el que tropezamos con más frecuencia, es la
razón del comportamiento de los personajes de sus novelas y sus
cuentos. Se manifiesta en todos sus aspectos, se descubre, se inventa,
se busca, se goza y se huye de ella.
207
Soren Kierkegaard, El concepto de la angustia, Madrid, Espasa Calpe, 1979,
pp. 61-62.
151
Puede compararse la angustia con el vértigo. Aquel cuyos ojos
son inducidos a mirar con una profundidad que abre sus fauces,
siente vértigo. Pero, ¿en dónde reside la causa de éste? Tanto en
sus ojos como en el abismo. Así, es la angustia el vértigo de la
libertad. Surge cuando, al querer el espíritu pone la síntesis, la
libertad fija la vista del abismo de su propia posibilidad208.
208
Ibídem, pp. 122-123.
209
Martín Heidegger, ¿Qué es la metafísica?, op. cit., p. 47.
152
que el anonadamiento es un vacío en sí. Todo lo que concierne a la
persona con la nada no es ni rechazo, ni aniquilación; la nada es un
ente con una auténtica esencia y que, sin embargo, no alcanzamos
dominar como podría ser dominado el ser. La contemplación de algo
que se nos escapa y no tenemos control sobre ella:
210
Ibídem, p. 39-40.
211
Ver Sartre, El ser y la nada, op. cit.
153
Es necesario, ante todo, dar la razón a Kierkegaard: la angustia se
distingue del miedo puesto que el miedo lo es ante los seres del
mundo y la angustia es angustia ante mí mismo. El vértigo es
angustia en la medida en que yo evito no caerme al precipicio
sino arrojarme a él. Una situación que provoca miedo en la
medida en que amenaza modificar desde fuera mi vida y mi ser,
provoca angustia en la medida en que yo desconfío de mis
propias reacciones ante esa situación212.
212
Ibídem, pp. 71-72.
154
Hay, pues, dos caminos. El de aquellos que aceptan el sufrimiento
porque éste abre la gracia, porque el sufrimiento aceptado, la
integración de nuestra miseria es la inserción de lo eterno en lo
temporal. Pero también están aquellos que no se abandonan
jamás, los aislados, los que no aceptan el sufrimiento. En unos la
metafísica es simple: el mal, la angustia, es el pecado, y éste,
conjuntamente con la gracia, son dos operaciones de salvación
herméticamente articuladas la una a la otra. Y los otros, para
quienes la angustia es ausencia: ausencia del ser, del amor213.
213
Iris Zavala, La angustia y la búsqueda del hombre en la literatura, México,
Cuadernos de la Facultad de Filosofía, Letras y Ciencias, 1965, pp. 25-26.
214
El tratamiento existencialista del tema de la angustia varía en los diversos
pensadores, pero, básicamente, difiere del tratamiento kierkegaardiano en su
carácter más general y abstracto. El existencialismo de Kierkegaard será siempre
una investigación acerca del hombre cristiano, de sus posibilidades de elección, de
su relación auténtica con la propia fe y de su vinculación al modelo de Verdad que
representa la vida de Jesucristo.
215
Soren Kierkegaard, El concepto de la angustia, op. cit., p. 83.
216
Ibídem, p. 89.
155
Definitivamente, la gran angustia del hombre siempre ha sido la
de querer descubrir en él el yo “profundo” y “auténtico” que existe
dentro de cada uno de nosotros. Somos conscientes de nuestra limitada
libertad y, por tanto, de nuestra incompleta humanidad; somos
conscientes, también, de nuestra irracionalidad y nuestra misteriosa e
inmutable predisposición a la sumisión u obediencia. Sin embargo, esa
conducta es percibida, por nosotros, como una reacción lógica de
nuestros sentimientos morales, transmitidos al niño amaestrado en el
seno de la cultura de su grupo de origen.
156
más determinante, es que nacemos forzosamente en el seno de
una lengua, la que hablan nuestros padres o las personas que nos
cuidan. Sucede que la lengua no es un instrumento neutro, sino
que está impregnada de ideas, acciones y juicios legados por el
pasado; divide lo real de una manera concreta y nos transmite
imperceptiblemente una visión del mundo. El niño no puede
evitar absorberla, y esta manera de concebirla se transmite de
generación en generación217.
217
Tzvetan Todorov, El miedo a los bárbaros, Barcelona, Galaxia Gutenberg,
Círculo de Lectores, 2010, p. 84.
157
última instancia, un ser ecuánime y empequeñecido que se somete a las
reglas; exige un individuo vago que se deja arrastrar por su creencia en
aquellas virtudes que precisamente le hacen apto para integrarse en
sociedades homogéneas.
218
Friedrich Nietzsche, La genealogía de la moral, Madrid, Aliana Editorial, 1972,
pp. 162-164.
158
búsqueda de respuestas siempre lleva consigo diferentes niveles de
fragmentación y de disgregación, categorizando las escalas de
identidad para poder determinar la autenticidad o no de una persona.
Una persona se consideraría auténtica si se encontrara en la escala
superior de la identidad. Me parece lógica la explicación de Leep:
159
la otra influencia directa de la que se ha servido: “No puedo existir
auténticamente, sino aceptando el llevar sobre mí el peso de mi pasado:
debo reconocerme su heredero”220.
220
Martín Heidegger, op. cit., p. 62.
221
Lepp Ignace, op. cit., p. 76.
160
moraleja de una absurda leyenda que intenta educar al hombre a través
del miedo y la sumisión. Nuestro autor pretende satirizar las religiones
(judeocristiana), dentro de un Estado totalitario que insiste en
encadenar al hombre en su propia ineptitud.
222
“Con el adjetivo moderno se designa un régimen nuevo, una aceleración, una
ruptura, una revolución del tiempo. Cuando las palabras “moderno”,
‘modernización’, ‘modernidad’ aparecen, definimos por contraste un pasado
arcaico y estable. Además, la palabra siempre resulta proferida en el curso de una
polémica, en una pelea donde hay ganadores y perdedores, Antiguos y Modernos.
‘Moderno’, por lo tanto, es asimétrico dos veces: designa un quiebre en el pasaje
regular del tiempo, y un combate en el que hay vencedores y vencidos”. Latour
161
y de la culpa ajenos. Lo que le preocupa no es el anonadamiento ni
llevar ese legado impuesto por sus antepasados, sino lo que la
concepción de “Cristo Moderno” conlleva: soportar el peso de toda la
culpa de la sociedad y sufrir por los demás. El único anhelo que tiene
Piñera es la de ser mártir de su propio destino, pero no ser el
sacrificado de la sociedad para purgar el pecado a través de él. Se
abstiene a convertirse en un Cristo Moderno, es un mártir de su propia
causa, pero no un chivo expiatorio de la sociedad:
162
Rousseau; establece la dicotomía del bien y del mal que manan de la
misma alma, y afirma que esta misma alma debe ser sujeto de castigo
por ser legado del pecado original:
224
San Agustín, Confesiones, Madrid, Ediciones Generales, 2010, p. 266.
225
Soren Kierkegaard, op. cit., p. 141.
163
aleja de la idea de que esta dicotomía procede de un legado ancestral
por el pecado original. Para ello, satiriza la situación realizando una
analogía de Adán y Eva a partir de los propios padres de René:
“Ramón se había empeñado en educarlo [a René] en el más absoluto de
los cenobios. Parecía que se empeñaba en demostrar a su hijo que
sobre la tierra sólo había un hombre y una mujer, él y su madre” (C. R,
pp. 10-11). Único descendiente y por tanto único culpable. A la
pregunta de René del porqué de la expulsión “del paraíso perdido” y la
persecución ejercida sobre la familia, Ramón responde:
164
elección. Un legado del pasado que tiene que continuar en un futuro.
Es un destino fatal del cual uno no puede escapar mientras cae en la
decadencia, angustia, vacío y en el absurdo. Por tanto, no cabe más
alternativa que reconocerlo y huir de ella:
226
El escritor checo afirma más adelante lo siguiente: “No he heredado mucho de
mi padre, pero vale la pena cuidar este legado”, p. 3. El protagonista del cuento de
Kafka piensa que su herencia es digna de ser mostrada y compartida con el
público. Es verdad que la herencia, el animal, le causa angustia pero su deber es
prologar y alimentar la tortura de esa alma que pena: “Tal vez la cuchilla del
carnicero fuera la rendición para este animal, pero él es una herencia y debo
165
Observamos una serie de similitudes con Kafka en el concepto
herencia–angustia. Ambos reciben un legado que no pueden rechazar
por alguna razón incomprensible. Sin embargo, Kafka ve la herencia
no desde un punto de pecado original, sino como un ente que
evoluciona y crece. Un ente que le es otorgado sin haber sido definido
totalmente. La propia elección de seguir adelante con la herencia
constituye un paradójico albedrío, puesto que tenemos la opción de
rechazarla, y aún así, nos es imposible hacerlo. Básicamente es una
tortura, un fin conocido y a la vez rechazado. Esta idea de la elección
voluntaria y al mismo tiempo ineludible supone la cima de la
desesperación. No tiene sentido ejercer la libertad si al fin y al cabo
terminas haciendo lo que el otro espera que hagas. No existe finalidad
en la conservación de dicha herencia porque no hay amenaza o peligro
por el cual nos obliga a respetar la tradición. Sólo hay desesperación,
sólo existe el vacío, el absurdo, o sea, la nada.
negársela. Por eso deberá esperar hasta que se le acabe el aliento, aunque a veces
me mira con razonables ojos humanos, que me instigan al acto razonable”, p. 3.
René igual que el protagonista del cuento se enfrenta a esa angustia que lo tortura
física y mentalmente e intenta encontrar una salida a esa absurda herencia que, de
algún modo considera un destino fatal ante el que acabará sucumbiendo. Página
Web: http://bibliotecaignoria.blogspot.com/2010/01/franz-kafka-una-cruza.html
166
protagonista lo desorienta hasta el punto de simplificar en exceso su
imagen de sí mismo. Como si le fuera posible a René estar, de algún
modo, en el punto de decidir si ser el bueno de Abel, o el malo de Caín.
O quién sabe, si ser los dos a la vez: un buen perseguidor, y una buena
presa. Son dos posibilidades alternativas y alternantes. Ser uno y otro a
la vez, simultáneamente.
167
3.1.2.- Iniciación en el dolor y el sufrimiento
Ante todo, La carne de René es, para mí, una novela psicológica
y altamente imaginativa por la innovación aportada a la estructura,
lenguaje y estilo227. Su éxito como novela existencialista y absurda
dejó en la sombra sus características psicológicas e iniciáticas228. Y,
descuidó del mismo modo las reflexiones místicas y filosóficas que
abundan en ella. La importancia de la iniciación en esta novela se debe
a que ésta confiere a la dualidad Estado–Iglesia, un cuerpo–alma que
responde a una función: preparar el nuevo hombre moderno para una
nueva sociedad dominadora e insensible.
227
“Cuando se publicó en Buenos Aires La carne de René en 1952, tres años
después de escrita, debió impresionar como novela anticuada. Un anacronismo:
tenía una estructura demasiado ordenada para el momento. Hoy viene a ser pionera
de las actuales tendencias postmodernas en la literatura latinoamericana:
procedimientos menos experimentales, fluencia temporal cronológica… Si a eso se
agrega su preocupación por el cuerpo humano, prevaleciente a estos años de finales
de siglo, La carne de René es doblemente novedosa”. Antón Arrufat, “La carne de
Virgilio”, en La vida tal cual, op. cit., pp. 44-47.
228
Toda la novela de Piñera ha seguido fielmente los ritos de las iniciaciones
tribales: “reclusión, torturas, pruebas iniciáticas, muerte y resurrección, imposición
de un nombre nuevo, revelación de una doctrina secreta, enseñaza de una lengua
especial, etcétera”. Véase Mircea Eliade, Iniciaciones místicas, Madrid, Taurus,
1989 p. 126. La iniciación la podemos deducir viendo la forma en que trata lo
sagrado y lo profano y el modo en que expone las pruebas iniciáticas, utilizando
métodos sangrientos y atroces. El autor entra en lidia, atacando los símbolos de la
Iglesia (religión), ayudado por un lenguaje irónico y profanando a la vez a uno de
sus santos más venerados: San Sebastián como símbolo de su propio martirio.
168
sino el deseo de inculcar a su primogénito la obediencia y la sumisión a
un sistema totalitario que pretende dominar el cuerpo y el alma con el
fin de organizar y controlar la sociedad. El propósito del padre es
acabar con la ingenuidad de René y prepararlo para un calvario
llamado vida.
229
La primera etapa, la de la separación, está realizada al comienzo de la obra.
René es sacado de su casa para ser educado en el culto del dolor. La segunda etapa
está presente en toda la obra: las sucesivas e interminables torturas físicas y
psicológicas a las que se sometió nuestro protagonista en la escuela de Mármolo
cuyo lema es “sufrir en silencio”; las últimas consisten en la sodomización, la
humillación, las distintas muertes.
230
Diccionario de la Real Academia Española, Vigésima primera edición, Tomo
II, 1992, p. 1168.
231
Mircea Eliade, Iniciaciones místicas, Madrid, Taurus, 1989, p. 196.
232
Mircea Eliade, El mito del eterno retorno, Madrid, Alianza Editorial, 1982, p.
15.
169
primordial, el tiempo fabuloso de los comienzos”233. El significado de
un mito se desvela “únicamente en el proceso de iniciación […]. El
ritual pone en escena el drama que narra el mito, los neófitos
representan la historia contada, interpretando su simbolismo, y
repitiendo los gestos creadores de los dioses […] El fin último de toda
iniciación […] es una hierofanía”. Los mitos son “la manifestación de
una ideología mística”, de ahí su parecido con el proceso de la
iniciación.
170
una sonrisa enigmática. […] En lo que se apartaba del modelo
tradicional era en lo referente a las flechas. San Sebastián sacaba
las flechas de un carcaj y se las clavaba en el cuerpo. […] René
retrocedió espantado: era su cara. Este San Sebastián era René.
Sus mismos cabellos y su boca, su misma frente. Como un sueño
oyó a su padre:
–Se parece a ti, ¿verdad? […].
–Es mi misma cara –musitó René–. Sí, soy yo mismo (C. R, p.
28).
171
los que ha sido preciso expulsar. ¿Y a causa de que? Porque eran
la insensibilidad hecha carne. Cualquier ejercicio por complicado
que fuera, lo resolvía de modo magistral. ¿Más cómo lo
resolvían? Mecánicamente, mis queridos niños, mecánicamente.
Eran seres sin alma, sin alma del dolor […] Perfecto todo. ¡Oh,
dolor terrible al comprobar que el dolor le resultaba ajeno! […]
Ustedes me dirán: ¿por qué se nos amordaza si se debe dar rienda
suelta al dolor? Ponemos mordazas porque estamos por el dolor
que se abre para gritar desaloja automáticamente una preciosa
cantidad de dolor (C. R, pp. 76-77).
172
viendo el dolor como única opción, sin salida posible. Atacando a los
alumnos psicológicamente, les va empujando inevitablemente a una
espiral de dolor que subconscientemente ellos buscarían; por tanto, el
único fin será martirizarse sin remedio. De este modo, la presencia de
un dios punitivo no sería necesaria, sino que el propio neófito se
encargaría de establecer un castigo por él mismo y hacerse mártir de
forma automática.
235
En la mitología griega, Cila y Caribdis se personalizaban en demonios de
destrucción. Cila era el nombre de un saliente rocoso afilado contra el que los
173
este universo ficticio piñeriano y el nuestro aparecen singulares
analogías. Algo hay en San Sebastián, y en René, su sucesor, que
recuerda una cierta degradación moderna de la justicia. Si nos ceñimos
a esta idea, la obligación de ser un mártir haría de San Sebastián (o de
René en su caso) la víctima de dicha obligación sin culpa alguna,
llegando a una injusticia que se comete en nombre de lo que se supone
que es la ley divina. Allí donde la ideología descompone lo judicial, las
parodias legales se multiplican suscitando comportamientos análogos
al de los torturadores de la escuela de Mármolo. La tortura, en opinión
de Ramón, el padre de René, es un hecho brutal pero necesario, algo
que condiciona la existencia humana y es imprescindible para surcar
los mares embravecidos de la vida. Aparece como uno de los métodos
más crueles, más demoledores y aniquiladores de la vida, porque nos
enfrenta con la propia impotencia, degradación y finitud. Y aunque
sabemos que es inherente a la propia existencia, no siempre es
soportable, admisible, y mucho menos previsible.
barcos chocaban y se hundían. Caribdis era una suerte de remolino muy peligroso
y poderoso. Una vez que el hombre quedaba atrapado en él, no lograba salir. Lo
tragaba y lo destrozaba. Así que los términos eran peligros reales cuando se
navegaba por el estrecho de Messina. Los barcos tenían que pasar entre ellos y
solían acabar destrozados.
174
gozando de su propio martirio como del sufrimiento ajeno. Tiene que
vivir el dolor como un deber más de la vida hasta llegar, incluso, a ver
lo ineludible que resulta para la existencia apreciar lo melodioso y
positivo del sufrir:
175
Mármolo. Este se limita a preparar a sus alumnos neófitos para ser
hombres modernos y como tales y según su concepción, para soportar
unos padecimientos que no por desconocidos van a dejar de ser
monstruosos. Los neófitos deben sufrir estoicamente. Joseph de
Maistre ve siempre en la víctima ritual a una criatura “inocente”, que
paga por algún “culpable”:
176
conforta puesto que aborrece el dolor, y lo ve innecesario para la vida;
es más, parece más lógico decir que en el existencialismo, estas
situaciones de dolor impuesto y tortura sin razón deben ser objeto de
reproche social, que a pesar de estar humanamente rechazada, no por
ello dejan de existir, puesto que es la misma sociedad la que lo
establece como mecanismo para la subsistencia del grupo social.
Encontramos en Emmanuel Levinas una buena justificación y una
razonable explicación a este fenómeno humano:
238
Emmanuel Levinas, Entre nosotros: ensayos para pensar en otro, Valencia,
Pre-textos, 1991, pp. 113-114.
177
El sueño supremo consiste en convertirse en mártir sin haber
sufrido nunca más desgracia que la de haber nacido. En nuestras
latitudes el individuo se concibe a sí mismo por sustracción:
quitando los poderes, las iglesias, las autoridades y las tradiciones
hasta quedar reducido a ese soporte minúsculo, el Yo,
independientemente de todos y de todo, aislado, aligerado pero
también infinitamente vulnerable. Solo frente al poder del Estado,
frente a ese gran Otro que es la sociedad, inquietante, inmensa,
incomprensible, se asusta de verse reducido a sí mismo. Sólo le
queda entonces un recurso que hacer: rehacer su sentido a partir
de sus heridas, que amplifica, que engrandece con la esperanza de
que le confieran una cierta dimensión y de que por fin se ocupen
de él239.
239
Pascal Bruckner, La tentación de la inocencia, Barcelona, Anagrama, 1996, p.
144.
240
Emmanuel Levinas, op. cit., p. 122.
178
inevitable pensar que la idea que Mármolo quiere ofrecer es la de:
“Sufro, luego valgo”. El protagonista, “el niño sensible y afeminado”,
aprenderá, paulatinamente, a aclimatarse a esas esferas tan impropias
para la humanidad, a desconfiar de las falsas seguridades de su mundo
infantil, a reflexionar sobre la idea del aprendizaje del dolor241 y, por
último, a aprender sufriendo a obedecer. René tuvo que coger ese tren
que le lleva al sufrimiento del pasado y que, precisamente, no deja de
ser un sufrir presente y un futuro terrible. En esa medida, viaja
nietzscheanamente al centro neurológico de su época, a la enfermedad
histórica242. Se ha viajado de golpe del orden sereno de la infancia e
inocencia a una violenta contemporaneidad que ya es del todo la
nuestra. Y viaja a la enfermedad de su siglo –el nihilismo– y de la
existencia en general; viaja a “la escuela de Mármolo”, a ese lugar
ilusorio donde el dolor no tiene significado y sin embargo, constituye
la esencia de nuestra realidad, nuestra única vía de conocimiento. El
viaje de René comienza por la esperanza e ilusión, pero concluye en un
angustioso y fulminante desastre243. Nos traslada a ese lugar oculto
241
La literatura griega juega con los términos pathos (sufrir) y mathós
(comprender) para referirse al aprendizaje por el sufrimiento. Nietzsche, que
participa de algunas claves del pensamiento helénico, formuló este pensamiento en
las siguientes expresiones “si el hombre ve hondo la vida, también ve hondo en el
sufrimiento”, “la capacidad de sufrimiento casi define la calidad del ser humano”.
Citado en Kasper Walter, El Dios de Jesucristo, Salamanca, Sígueme, 1990, p.
108.
242
Así como lo había observado Nietzsche, los modernos tienen la enfermedad de
la historia. Se convencen de que están desligados del pasado porque se preparan
para las circunstancias del futuro; el problema reside en que para prepararse se
basan en los hechos del pasado, y por tanto ese desligamiento es incierto. “La
reconstitución histórica y el arcaísmo son dos de los síntomas de la incapacidad de
los modernos para eliminar lo que sin embargo deben eliminar para tener la
impresión de que el tiempo pasa” Bruno Latour, Nunca fuimos modernos, op. cit.,
p. 105.
243
La angustia implica una reflexión del tiempo: no nos angustia el presente, sino
lo pasado o lo venidero. La angustia es un elemento esencial del desastre:
“Estamos al borde del desastre sin poder ubicarlo en el porvenir; más bien es
siempre pasado y, no obstante, estamos al borde o bajo la amenaza, formulaciones
179
que, paradójicamente, es lejano justo por su inquietante proximidad. El
autor relata:
180
La idea de una repetición idéntica del pasado (tiempo mesiánico)
y la de una ruptura radical con todo pasado (tiempo lineal) son
dos resultados simétricos de una misma concepción del tiempo.
No podemos volver al pasado, a la tradición, a la repetición,
porque esos grandes campos inmóviles son la imagen invertida de
esa tierra que hoy ya nos está prometida: la fuga hacia delante, la
revolución permanente, la modernización. ¿Qué hacer si no
podemos ni avanzar ni retroceder? Desplazar nuestra atención.
Jamás avanzamos ni retrocedimos. Siempre seleccionamos
activamente elementos pertenecientes a tiempos diferentes244.
244
Bruno Latour, Nunca fuimos modernos, op. cit., p. 114.
245
Maurice Blanchot, La escritura del desastre, op. cit., pp. 12-13.
181
Partir del sufrimiento, de la tortura, hacer de ella un medio de
lucha, poder y/o salvación, equivale a abandonar los refugios de la
razón, del deber, de la humanidad… En el fondo son meras huidas
existenciales de lo realmente importante: el enfrentamiento con el
hecho desnudo de estar ahí: meros espectadores de cómo se construyen
y se destruyen sus mundos.
182
por ejemplo, se le obliga al neófito a someterse a dolorosas
mutilaciones del cuerpo, como ocurre en los rituales de iniciación de
diversas sociedades, podemos terminar considerando el dolor y la
tortura no como una forma somatizada de crítica social, sino como el
medio a través del cual la sociedad integra a sus miembros en una
única comunidad moral. En un conocido ensayo Pierre Clastres
examinó las prácticas de lo que designó como “tortura” en las
sociedades primitivas. El antropólogo afirma que estas prácticas se
refieren a los ritos del pasaje mediante los cuales una persona joven
entra en la edad adulta. Esos ritos son, por tanto, parte del ciclo normal
de rituales prescritos para los varones jóvenes:
183
político, opera como una herramienta de control político mediante el
sufrimiento. Es un recurso de poder para amedrentar, someter y
destruir la capacidad de resistencia de los ciudadanos que se oponen al
régimen de ocupación o gobierno. En definitiva, torturar supone
infligir una gran dosis de dolor o sufrimiento, tanto físico como
psicológico. Es destruirla sistemáticamente, reducirla a la locura. Así
lo registra Todorov en su Miedo a los bárbaros:
Para que un acto sea una tortura […] debe infligir un dolor
difícilmente soportable. El dolor físico que se califica como
tortura debe ser de intensidad equivalente al dolor propio de
heridas físicas graves, y que conlleva la incapacidad de órganos,
el deterioro de funciones corporales o incluso la muerte. Para que
el dolor o el sufrimiento psíquico se califique como tortura […]
debe proceder de un daño psicológico significativo, de duración
significativa, es decir, prolongarse durante meses, incluso años248.
248
Tzvetan Todorov, Miedo a los bárbaros, op. cit., p. 168.
184
del sufrimiento: “Estoy convencido de que nos deleitan, en no poca
medida, los infortunios y sufrimientos de los demás”249.
249
Edmund Burke, Investigación filosófica sobre el origen de nuestra idea acerca
de lo bello y lo sublime, Citado en Susana Sontag, Ante el dolor de los demás,
Madrid, Santillana, 2003, p. 113.
250
Tzvetan Todorov, op. cit., p. 166.
185
La imaginaria proximidad del sufrimiento infligido a los demás
que suministran las imágenes insinúa que hay un vinculo a todas
luces falso, entre quienes sufren remotamente, […] y el
espectador privilegiado, lo cual es una más de las mistificaciones
de nuestras verdaderas relaciones con el poder251.
251
Susan Sontag, Ante el dolor de los demás, op. cit., p. 118.
186
El predicador era un enano regordete, al que daba aspecto de
fardo un camisón de dormir. Apenas medía un metro. Su cara,
aunque endurecida por los años y los excesos, era de un niño. Su
mayor ambición había sido dedicarse al servicio de Dios, pero su
exigua estatura fue una barrera infranqueable entre él y la Iglesia.
Ninguna Orden quiso admitirlo en su seno. […] Mármolo lo
descubrió en un mercado, metido en una cochiquera,
lamentándose de su mala estrella. […]. En verdad, resultó un
hallazgo. Lo que hasta ese momento faltaba a la escuela fue
servido a maravilla por el enano. Su venganza contra la Iglesia
que lo había rechazado superó en crueldad todas las crueldades
intelectuales (C. R. p. 93).
252
Tzvetan Todorov, op. cit., p. 181.
187
La tortura debe dejar cicatrices, pero tan sólo para recordarle a la
persona el camino que ha tenido que llevar para alcanzar lo que la
sociedad quiere que alcance. Es por ello que lo que le exigen al
iniciado en la tortura es callarse el dolor, no dejar salir un lamento o
grito (por ello la operación de la mordaza tiene tanto significado para
la escuela de Mármolo), y subsistir al sufrimiento como muestra de su
iniciación. De este modo Piñera alude al dolor bajo mordaza como un
modo de represión del lenguaje, como analogía de la opresión de un
régimen totalitario sobre la sociedad253.
188
iniciación se ven revocados a la memoria, puesto que permanece en
ellos y establece un vínculo con los demás iniciados: la marca querrá
decir que el individuo es ahora de “los nuestros, no olvidarás”. Veamos
como lo expone Clastres:
255
Ibídem, p. 161.
256
Emile Durkheim, Las formas elementales de la vida religiosa, Madrid, Akal,
1992, p. 107.
189
El dolor y la tortura tienden a expulsar de la conciencia cualquier
contenido intelectual, emocional y perceptivo, reducen la conciencia
humana hasta el punto de que el hombre se convierte prácticamente en
una bestia. Una bestia es más fácil que controlar en una sociedad que
una persona. Esta concepción de bestia no sólo afecta al individuo
social sino también al torturador, puesto que es el modelo ideal de
sujeto sumiso de la comunidad. Todorov apoya esta idea cuando
afirma:
257
Tzevetan Todorov, op. cit., p. 182.
190
La ley inscrita en el cuerpo señala el rechazo de la sociedad
primitiva a correr el riesgo de la división, el riesgo de un poder
separado de ella misma, de un poder que se le escaparía. La ley
primitiva, cruelmente enseñada, es una prohibición de la
desigualdad, de la que cada uno guardará memoria. Siendo la
misma substancia del grupo, la ley primitiva se hace substancia
del individuo, voluntad personal de cumplir la ley258.
258
Ibídem, p. 162.
259
Emile Durkheim afirma lo siguiente: “Cada individuo está pues en posesión de
una doble naturaleza: en él coexisten dos seres, un hombre y un animal”, op. cit., p.
125.
191
de súbito la posición de la bestia, era el colmo del misterio (C. R,
pp. 121-123).
192
– Esa carne no sirve. Póngala a jugar con las muñecas.
Una risotada general acogió la observación. Ramón la apartó
suavemente y buscó la salida (C. R, p. 127).
193
solo hay representaciones, espectáculos. Suponer que cada cual es un
espectador y que el verdadero dolor no existe o es dominado porque se
ha trabajado para anularlo, supone un triunfo para el hombre moderno.
El objetivo es convertirse en nuestros propios acusadores y verdugos,
tomar el dolor como una pena que nos imponemos a nosotros mismos.
194
3.1.3.- La dignidad y el cuerpo
Plotino
195
Muchos son los autores que cuestionaron la relación entre estas dos
entidades, cuerpo y alma. La podemos ver en Thomas Mann, autor de
La Montaña mágica, por ejemplo, quien pone en un nivel superior a la
mente aunque considera el cuerpo-alma como binomio inseparable;
están en permanente enfrentamiento del que si abusamos, maltratamos
y perjudicamos nuestro cuerpo, el resultado sería el maltrecho de
nuestra alma:
Por grande que sea mi rechazo al ver que se opone al cuerpo una
especie de sospechoso constructo mental, de fantasma, al que
llaman ‘el alma’, considero que en esta dualidad entre el espíritu
y el cuerpo, el cuerpo es el principio malo y diabólico, en tanto el
cuerpo es naturaleza, y la naturaleza (entendida como antítesis del
espíritu, de la razón, ¡repito!) es mala; es engañosa y nefasta.
[…], cuando, algún día, el noble orgullo humanista tome
conciencia de que la indisoluble vinculación del espíritu al
cuerpo, a la naturaleza, es una humillación y un insulto. […] Son
absurdas (las palabras) si usted quiere. Pero el absurdo es la
mayor honra del intelecto, y nada puede ser, en el fondo, más
mezquino que tachar de absurdo el hecho de que el espíritu quiera
defender su dignidad frente a la naturaleza y se niega a rendirse
ante ella260.
260
Thomas Mann, La montaña mágica, Barcelona, Edhasa, 2005, pp. 360-361.
196
Más allá va Kafka, un existencialista y explorador del absurdo,
quien considera el cuerpo aborrecible, repugnante hasta tal punto que
tan sólo ensalza la importancia del alma. Ejemplo claro sería el envío
del cuerpo al campo mientras que él se queda acurrucado en la cama,
argumento desarrollado en Preparativos de una boda en el campo. Ahí
es donde anticipa la transformación y caída de Gregorio Samsa a un
nivel inferior de la vida orgánica, el protagonista es sometido a una
regresión zoológica, es un escarabajo.
Todos los que quieren torturarme y que ahora han ocupado por
completo el espacio a mí alrededor, serán rechazados
paulatinamente por el benévolo transcurso de estos días, sin que
tuviera ayudarlos siquiera en lo más mínimo. Y yo puedo, como
resulta natural, permanecer débil y estar callado y dejar que se
haga todo conmigo y a pesar de esto todo tiene que salir bien,
sólo por los días que van transcurriendo. […] Ni siquiera una vez
necesito ir yo mismo al campo, no es necesario. Envío mi cuerpo
vestido. Si se tambalea hacia fuera por la puerta de mi cuarto, el
tambaleante no demuestra miedo, sí nulidad. Tampoco es
excitación cuando tropieza en las escaleras, cuando se va
gimoteando y llorando come allí su cena. Pues mientras tanto yo
estoy tumbado en la cama, tapado con una manta marrón clara,
expuesto al aire que circula por la cerrada habitación. […]
acostado en la cama creo que tengo la figura de un gran
escarabajo, de un gusano o de un abejorro […] sí, la gran figura
de un escarabajo. Me coloco las patitas contra mi panzudo
cuerpo. Y cuchicheo para un pequeño número de palabras, que
son órdenes para mi triste cuerpo encorvado que apenas si está
197
conmigo. Pronto habrá terminado; se inclina, se va fugazmente y
todo lo hará perfectamente mientras yo descanso261.
b) Adorar el cuerpo
261
Franz Kafka, Obras completas, tomo I. Preparativos de una boda en el campo,
Edicomunicación, 1987, pp. 67-68.
198
Piñera sintió a lo largo de su vida a causa de la represión existente
sobre los homosexuales en Cuba.
262
Octavio, Paz, El mono gramático, Barcelona, Galaxia Gutemberg, 1998, p. 15.
263
Octavio, Paz, La llama doble, Barcelona, Galaxia Gutemberg, 1994, p. 11.
199
Para Piñera, el cuerpo es una forma de expresión, comunicación
y representación; es cauce de catarsis, dominio de sí mismo y de
acercamiento al propio poder; espectáculo y drama, si se quiere; es lo
esencial, el andamio, el trampolín de sus personajes. Los cuerpos son
para siempre el arma, el medio de comunicación, de trasgresión y
también el medio para manifestar la dignidad humana. El cuerpo es
humano porque la actividad corporal del hombre se desarrolla en
forma de estructuras conscientes y reflexivas que le permiten el
encuentro y la apropiación del mundo y de sí mismo.
200
encharcados logran tal placer dudoso, en tanto que la majestuosa
catedral ostenta sus naves tristemente desiertas264.
264
Virgilio Piñera, “Distancias”, Albur, año III, no, especial V/ 1990, p.
CXLV.
265
Nietzsche, Así habló Zaratustra, op. cit., pp. 282-283.
201
de Piñera sería una representación abstracta de la negación sobre su
propia persona a ojos de la interpretación nietzscheana.
202
defensa frente a la negación, intentando de ese modo anticipar todas las
desilusiones y angustias. Podríamos hablar entonces de resignación y
aceptación de un hecho futuro. El protagonista de La carne de René
dice “No” al sufrimiento, a la tortura. Es el negador. Mediante el
empleo de las tácticas de sumisión y de las lágrimas manifiesta su
rechazo a participar en el culto al dolor que la escuela le impone
mediante la violencia. René se niega a someterse a cualquier vejación o
humillación. El autor muestra en el siguiente párrafo la resistencia que
René ofrece a los intentos de iniciación en el dolor primero, y luego, a
su sometimiento sexual por Cochón y los demás neófitos:
203
No es la escritura evasiva el refugio de Piñera, su gran refugio es
el descubrimiento del humor grotesco. Tratar con humor sus problemas
le sirve para aceptarlos con mayor facilidad, de quitarles hierro como
se dice familiarmente. El choteo surge “como una afirmación del yo.
[…] El choteo es un prurito de independencia que se exterioriza en una
burla de toda forma no imperativa de autoridad”266. Jorge Mañach
apoya el uso del choteo como evasión de la aniquilación personal, una
salida elegante y digna de una situación embarazosa, dolorosa:
266
Jorge Mañach, La crisis de la alta cultura en Cuba, Indagación del choteo,
Miami, Ediciones Universa, 1991, p. 70.
267
Ibídem, p. 66.
204
3.1.4.- El cuerpo y lo monstruoso
205
Y por último, tenemos la contemplación de la carne de forma
erótica y como posesión. Bola, el “hombre-tronco” nos va a servir para
ejemplificar este aspecto. Cuando conocemos a Bola sentimos pena y
compasión; es un ser desvalido, débil física y moralmente y además
contrahecho y feo. Nada más opuesto al objeto erótico que podría
levantar pasiones o deseo carnal. Pero Bola, el “hombre-tronco”, se
revela como un ser poderoso, seguro de sí mismo para experimentar un
intenso erotismo y despertar el deseo de posesión a pesar de todas sus
taras física. Hace perder el control a Príncipe, al que su belleza y
juventud le permitiría en un mundo mercantilizado obtener a alguien
mucho más atractivo. En fin, la unión de los cuerpos es la culminación
de contemplación. Aquí lo único que parece importar es cómo, no con
quién.
206
La descripción causa sensaciones antagónicas. El hombre
monstruo atrae la atención con tanta fuerza como la forma bella.
Espanta y cautiva, produce admiración y aversión, es un prodigio y una
abominación. El paso de una reacción a otra difiere de los personajes:
207
propia escala, la cual condena al limbo del absurdo todo aquello
que se aparta de lo conocido, de lo común268.
268
Wiktor Stoczkowski, Para entender a los extraterrestres, Madrid, Acento
Editorial, 2005, p. 24.
269
Severino Calleja, Desdichados monstruos. La imagen deformante y grotesca de
“el otro”, Madrid, Ediciones de La Torre, 2005, p. 12.
208
En esta red de correspondencias las formas de lo grotesco se
multiplican. Bola es pura voluntad carnal que renace succionando la
materia joven. Es un desencadenamiento humorístico de la
desproporción y de la hipérbole corporal. El cuerpo está descrito
mostrando dos formas totalmente opuestas, una sublime, Príncipe, y
otra repugnante, Bola. Para describir una y otra emplea recursos
lingüísticos, figurativos y formales particularmente escenográficos. En
definitiva, en contraposición a la ironía, encontramos lo maravilloso;
frente a la metáfora, la parodia; frente a lo ideal, lo grotesco. Es la
metáfora de nuestra dualidad vital: Caín ante Abel, el demonio ante el
ángel, la bestia ante la bella. Bola realiza constantemente ensayos
orgiásticos con los cuerpos jóvenes:
209
como un condenado y soltaba palabras soeces, Bola recorría el
colchón.
– Los reflectores.
Las luces se apagaron y cuatro potentes reflectores lanzaron sus
chorros luminosos sobre el colchón. Bola cesó en sus gritos y
risotadas, cesaron la música y las voces del Príncipe. El cuerpo de
Bola rodaba silencioso como un astro en el espacio. Sólo se
percibía el roce de la carne en el terciopelo negro del colchón.
Como por arte de magia Príncipe se inmovilizó: Bola estaba
exánime en el borde del colchón. Se pararon los reflectores y de
nuevo se prendieron las luces. Entonces se oyó un llanto como de
recién nacido; un llanto puro, tan desamparado, que René se
sintió conmovido (C. R, p. 186-187).
210
Bola es, en verdad, un ser infeliz entre los seres “felices escogidos”.
Piñera, humorista e irónico, emplea estos recursos (ironía, parodia y
humor grotesco) para refinar su visión humana. Convierte el
histrionismo en una anécdota virtuosa y digna de ser representada. El
autor pretende distorsionar la realidad y convertirla en una escena
irónica y anecdótica.
211
3.2.-Pequeñas maniobras270
Heráclito
270
El autor describe el estado de conciencia de un maestro de escuela -Sebastián-
su constante cambio de un trabajo a otro cada vez más degradante: de maestro, a
sirviente, a vendedor de enciclopedias, a fotógrafo callejero y a guardián
espiritista. Sebastián siente un miedo atroz e inexplicable a todo, y por esta razón
se niega a establecer cualquier tipo de compromiso. Sebastián retrocede y se
escapa ante la más mínima dificultad, por medio de múltiples y degradantes
pequeñas maniobras.
213
formal del mismo. ¿Somos –o no– libres, responsables de nuestras
conductas, hacedores de nuestro destino? La respuesta es afirmativa,
según nuestro Sebastián, el personaje más representativo de la novela:
“Soy yo quien ha elegido este camino; nada tengo que ver con esos
personajes de las novelas del siglo pasado que arrancaban lágrimas a
nuestras abuelas. […] Él es mi amo, pero yo soy el amo de mi destino
y un destino triste ayuda a escapar de las complicaciones. No quisiera
que ellas fueran mi amo” (P. M, p. 61). El hecho, bastante claro a
nuestro entender, de la motivación particularmente intensa del escritor
respecto de dicha cuestión hace evidente su postura existencialista, que
le hace partícipe y/o cómplice de las afirmaciones del filósofo francés
Jean-Paul Sartre: “Cualquiera que sean las circunstancias, en el lugar
que sea, un hombre es siempre libre de elegir si será un traidor o no”
271
. Piñera se lanza a aplicar, en esta novela, el método existencialista
de autoanálisis de sí mismo (Sartre lo denominó, en el momento de
escribir la biografía de Flaubert, como psicoanálisis existencial)272.
214
en que introdujimos el término ‘análisis existencial’ en 1938, la
filosofía contemporánea ofrecía el término ‘existencia’ para denotar el
modo específico del ser que se caracteriza básicamente por su
capacidad de ser responsable”273. La vida humana es, sin duda alguna,
producto de una elección de carácter inteligible, consciente y libre.
Para Sartre “la libertad no es nada más que una elección que se crea
sus propias posibilidades”274. El filósofo postula que el proyecto
fundamental o persona o libre realización de la verdad humana está
doquier, en todos los deseos. “La libertad es existencia y la existencia,
en ella, precede la esencia y no se distingue de su elección, es decir, de
la persona. La libertad es surgimiento inmediatamente concreto y no se
distingue de su elección, es decir de la persona”275. De aquí que el
principio del psicoanálisis existencial sea el postulado de que el
hombre es una totalidad y no una agrupación de elementos: “Se
expresa íntegro en las más insignificantes y superficiales de sus
conductas”, así mismo el objetivo del psicoanálisis es descifrar el
comportamiento empírico del hombre, es decir, “sacar a plena luz las
revelaciones que cada uno de ellos contiene y fijarlas
conceptualmente”. Su método es el comparativo: “La comparación
entre esas conductas nos permitirá hacer brotar la revelación única que
todas ellas expresan de manera diferente”276.
273
Víktor Frankl, El hombre en busca del sentido último. El análisis existencial y
la conciencia del ser humano, Madrid, Paidós, 1999, pp. 35-36.
274
Jean-Paul Sartre, El ser y la nada, op. cit., p. 691.
275
Ibídem, p. 692.
276
Ibídem, pp. 693-94.
215
de dificultades en el momento de elegir y podría pensar que esas
dificultades lo hacen determinado y condicionado, pero él es quien
determina si ha de entregarse a las situaciones o hacerlas frente. En
otras palabras, el hombre en última instancia se determina a sí mismo.
El hombre no se limita a existir, sino que siempre decide cuál será su
existencia y lo que será al minuto siguiente.
277
Algunos filósofos consideran la libertad como mero instrumento de hipnosis y
una trampa para los más ingenuos. Por eso la han definido en tres aporías: “1) Sólo
216
suyo algo o rechazarlo. El hombre elige a veces no elegir. De hecho,
vivir es escoger. Mal o bien. Siempre se puede hacer lo que no se hace.
No se hace lo que no se quiere. “C’est mon choix”, diría Sebastián y,
como él, miles de personas que deciden ir por un camino y, cuando se
enfrentan a dificultades terribles, haciendo uso de su libertad deciden
tomar otro. La libertad está en la mente de uno y no requiere permiso,
eso es lo que predican los existencialistas y junto a ellos Piñera.
Parafraseando a Sartre, hagamos lo que hagamos y vivamos como
vivamos, en último término ello será una expresión de nuestro libre
albedrío. Los seres humanos estamos condenados a ser libres. Por que
a fin de cuentas, al hombre libre siempre le quedará el suicidio, que es
el acto supremo de la libertad278.
sería libre si me atreviera a hacer todo lo que físicamente soy capaz de hacer. En
caso contrario, estoy esclavizado por miedos, mis creencias, o por los valores
sociales, y no soy libre. Sólo es libre el que no respeta nada. Es, poco más o
menos, la postura de Marqués de Sade. 2) Tampoco soy libre si no conozco por
completo las razones de mi decisión. Para ser libres nuestras decisiones tendrán
que ser transparentes a nosotros mismos, de otro modo no sabemos nunca
elegirnos. 3) Para ser libre tenemos que obrar atendiéndonos a razones, pero
entonces soy sometido a ellas. Un acto libre tendría que ser un acto gratuito, no
motivado. Pero entonces convierto la libertad en un pasmo”. José Antonio Marina,
El misterio de la voluntad perdida, Barcelona, Anagrama, 1997, p. 197.
278
“El suicidio, en efecto, es elección y afirmación de ser. Por este ser que le es
dado, la libertad participa de la contingencia universal del ser y, por eso mismo, de
lo que llamábamos absurdidad. La elección es absurda no porque carezca de razón
sino porque no ha habido posibilidad de no elegirse”. Jean–Paul Sartre, op. cit., p.
590.
217
u ordenes capaces de legitimar nuestra conducta. Así, no tenemos,
detrás o delante nuestro luminoso reino de valores, medio alguno de
justificación o excusa. A eso me refiero al afirmar que el hombre está
condenado a ser libre”279. Según Sartre, atenerse a las actuales
moralidades, o aceptar la autoridad del consejo ajeno, supone mala fe,
una negación de la permanente e ineludible responsabilidad optativa
del hombre. El individuo no puede “orientarse por grandes carteles,
plantados por alguien para guiarle en su camino”, pues “él mismo
interpreta el letrero a su antojo”. “El hombre se hace a sí mismo; no
aparece confeccionado a la medida; se hace a sí mismo, optando por
determinada moralidad, y su opción es forzada por la presión que sobre
él ejercen las circunstancias”280. En este sentido, Sartre recuerda que el
hombre “es el único legislador: él, desamparado como se halla, debe
decidir por sí mismo”. El existencialismo busca poner al hombre en
relación con su responsabilidad y con su libertad matizada. Estando
alerta de la transcendencia de su elección, haciéndolo consciente de lo
que hace, Sebastián, el protagonista de Pequeñas maniobras, es
consciente del tipo de elección a la que nos somete la vida, aun así, se
responsabiliza de sus actos y se declara partidario de la vieja y clásica
doctrina del libre albedrío donde cada hombre “es tal cual él quisiese
hacerse”281.
279
Jean-Paul Sartre, El existencialismo es humanismo, Barcelona, Salvat, 1948, pp.
33-34.
280
Ibídem, pp. 55-56.
281
Ya en la elaboración doctrinaria del libre albedrío como facultad de hacerse el
hombre a sí mismo ‘cuál él quisiese’, encontramos el germen de la teoría
renacentista de la libertad: “Es facultad –nos dice– que tiene la voluntad, de
escoger y seguir cualquier camino, quando muchos se le ofrecen, si que yendo por
él, otra fuerça le impida, o la retraiga…assi el libre albedrío es el género humano
señor de sí mismo, y a cada hombre tal, qual él quisiere hacerse”. Fernán Pérez de
Oliva, Diálogo de la dignidad del hombre, Barcelona, Ediciones de Cultura
popular, 1967, p. 28.
218
A la luz de lo expuesto hasta aquí, creemos conveniente recordar
que la libertad renacentista por la que cada hombre “es tal cual él
quisiese hacerse” es la misma libertad que predica el existencialismo
de Piñera, y antes que él, de Sartre; que hace del hombre pura
“posibilidad”, de hacerse todas las cosas sin “ser” ninguna
determinada282.
282
Nos parece oportuno aquí citar este párrafo donde se admite cierto parecido y
semejanza entre humanismo renacentista y existencialismo: “Esta afinidad entre
humanismo renacentista y existencialismo a lo largo de la tradición cultural de
Occidente, nos revela el substrato social común a ambos movimientos. Hoy se
admite comúnmente que los humanistas del Renacimiento se apoyaban en una
visión aristocrática de la cultura, monopolio privilegiado de las clases superiores
que gozaban del ocio necesario para el cultivo de los Studio humaninatis. Y, sin
embargo, algo no muy diferente viene a ocurrir en los pensadores existencialistas,
que propugnan una moral de la autenticidad, que es, por definición, una moral del
hombre de excepción y no puede, en consecuencia, constituir patrimonio del
hombre común. La misma actitud de los pensadores: el sospechosos aislamiento de
la comunidad de Heidegger o el aristocratismo espiritualizante de la moral de
‘almas bellas’ de Jasper, viene a confirmar el carácter aristocrático. Se trata de una
concepción elitista, en consonancia con el origen burgués de sus propugnadores,
que no puede servir a las necesidades de una sociedad realmente democrática, pero
que sí revela con mucha claridad el profundo sentido aristocrático y de privilegio
aún vigente de nuestra cultura occidental, heredera del aristocratismo clásico y
renacentista”. Fernán Pérez de Oliva, Diálogo de la dignidad del hombre, op. cit.,
pp. 50-51.
219
comportamiento283, es preciso volver a Sartre y a su libro El ser y la
nada.
283
Nuestros porqués nos permiten construir una imagen de quiénes o cómo somos.
La educación que recibimos de nuestros padres, de los sistemas pedagógicos y
culturales nos llevan, sin duda, a reafirmar nuestra identidad, descubrir y admitir
nuestras diferencias e incongruencias. Y probablemente sea al llegar a la cima de
esta afirmación cuando debamos estar en condición de construir o destruirnos. Lo
que en el caso de Sebastián queda simbolizado en el acto regresivo, un acto
concienzudo de aislamiento, marginación y degradación voluntaria. “La idea que
tenemos sobre nosotros mismos es un componente real, de lo que somos, […] lo
que creemos acerca de nuestras razones para obrar, nuestra libertad o esclavitud es
un principio real de nuestro comportamiento”. José Antonio Marina, El misterio de
la voluntad perdida, op. cit., p. 42.
284
Jean-Paul Sartre, El ser y la nada, op. cit., p. 537.
285
Ibídem, p. 543.
220
posibilidades que tiene, es decir se ve en la obligación de hacerse,
puesto que no es si no se hace.
286
Ibídem, p. 547.
221
señala Sartre, “¿cómo apreciar motivos y móviles a los cuales
precisamente yo confiero su valor antes de toda deliberación y por la
elección que hago de mí mismo? […] Y la elección de la deliberación
está organizada con el conjunto de móviles-motivos y fin, por la
espontaneidad libre. Cuando la voluntad interviene, la decisión ya está
tomada; aquélla no tiene otro valor que el de anunciadora”287. Por otra
parte, distingue el acto voluntario con respecto a la espontaneidad no
voluntaria, que sería conciencia puramente reflexiva de los motivos a
través del puro y simple proyecto del acto. Por su parte, el acto
voluntario implica una conciencia reflexiva “que capte al móvil como
cuasi-objeto, o aun que lo intencione como objeto psíquico a través de
la conciencia refleja”288. Pero habida cuenta de que la voluntad es uno
de los posibles casos de reflexión, si hablamos de actuación voluntaria,
esta reclama ser fundamentada por una intención más profunda. Y esto
es lo que le exige al autor que haga sus justificaciones. Y así considera
el autor que ha llegado a desentrañar una libertad más profunda que la
voluntad, al exigir más de lo que plantean los psicólogos, puesto que
indagar el porqué es buscar la intención originaria, cuando ellos se
conforman con afirmar que el modo de conciencia es volitivo.
287
Ibídem, p. 557.
288
Ibídem, p. 558.
222
escogido la postura más cómoda, más cobarde, más innoble, sigue
siendo libre. Si se desliza hacia una situación degradante, lo hace
libremente. Aunque pueda dar muchas explicaciones, motivos y
móviles, ninguno de ellos le hace perder su condición de ser libre.
289
Tres cuestiones, por lo tanto, se contienen en este breve y necesario
planteamiento. Dos preguntas y una afirmación: ¿Qué es el miedo?, ¿cuándo y
cómo aparece? Distinguir entre miedo y angustia. “El miedo es una advertencia
emocional de que se aproxima un daño físico o psicológico” (John Marshal Reeve,
Motivación y emoción, Mc Graw Hill, Madrid, 1995, pp. 385). Para que haya
miedo en sentido estricto el objeto o estado que se percibe como peligroso o
amenazante debe estar suficientemente determinado (José Luis Ayuso, Trastornos
de angustia, Martínez Roca, Barcelona, 1988, p. 14); es decir, en el miedo “el
objeto o situación es claramente conocido por el sujeto” y “tiene un contenido
emocional y representativo” (José Antonio Hernández Mondragón (coord.), Gran
diccionario de psicología, Madrid, Eds. del Prado, 1992, p. 45). Además, el sujeto
vive ese peligro como presente aunque el daño temido pueda ser “real o
imaginario” (Fernández Enrique G. Abascal. (coord.), Manual de motivación y
emoción, Centro de Estudios Ramón Areces, Madrid, 1995, pp. 390.) El miedo
puede dar lugar a distintas estrategias conductuales (retirada, inmovilidad, defensa
agresiva…), distintas formas de “acción evitativa” del peligro que se reducen en
último término a dos: la huida o el enfrentamiento.
223
horribles cárceles […] Tiemblo de sólo pensarlo […] Me he puesto tan
pálido que Sara me da un golpe en el hombro y me dice que si me he
descompuesto. Casi no puedo pronunciar una palabra, estoy a punto de
desmayarme” (P. M, p. 19). Si nos fijamos atentamente en estos
síntomas que describe el protagonista, podemos afirmar que Sebastián
sufre de trastornos de pánico: temor y fobia. El estado psicológico de
Sebastián se designa con distintos términos, principalmente desaliento,
desfallecimiento, depresión, desesperación, etcétera. No se trata de un
desánimo cualquiera sino que, por sus características ya enunciadas y
esparcidas a lo largo de la novela, podemos catalogarlo como una crisis
de ansiedad o de angustia290. Esto explicaría sus continuas fugas.
Sebastián siente un miedo atroz que le impide tomar decisiones y
aceptar responsabilidades: “No hay ilusiones: he sido puesto en el
mundo para una sola cosa; para ocultarme, para tener miedo, para
escapar a toda costa, para escapar, aunque en el fondo no tenga que
escapar de nada” (P. M, p. 32). Esta reflexión culmina su
desesperación. Sabemos por Sebastián que no puede comprometerse
porque tiene miedo a las consecuencias y a las complicaciones.
Sebastián huye de la casa de Fernando por miedo a Sara, de Carlos el
seminarista, del cura amigo de Carlos, de la casa del director de la
escuela por miedo a Elisa, su mujer. Huye de Teresa por miedo al
matrimonio, huye de la vida, y huye, sobre todo de sí mismo.
290
Se suele hacer una distinción de naturaleza psicológica entre el miedo, el temor,
la ansiedad y la angustia. Los cuatro fenómenos participan de un mismo género
emotivo y de un tono afectivo de desagrado que diferirían entre sí por las
modificaciones de la actitud frente al correlato: el miedo específicamente
responderá a un objeto de estímulo con reacciones motoras: el temor se distinguía
por la expectativa del mal a ocurrir; la ansiedad por la expectativa ante la
combinación del miedo y la esperanza; la angustia por una expectativa más
indefinida que mezcla miedo, temor e incertidumbre. Véase José Antonio
Mondragón Hernández, Gran diccionario de psicología, op. cit.
224
La fuga continua de Sebastián se justifica por sentir pavor y
pánico. Así que, nada se hace, ni se puede hacer sin motivo, sin razón,
sin causa: luego nuestro querer tiene causa. ¿Cuál es ésta? La idea
terrorífica de privarlo a uno de esta simbólica e ilusa libertad que se
cree poseer. “Todo puede ser un compromiso, mejor será no hacerlo.
Pueden irrumpir los esbirros y llevarme preso, en la iglesia, en mi casa,
en la calle o en la escuela donde gano el pan” (P. M, pp. 16-17). La
idea de estar acorralado por todas partes que se presenta en el cerebro y
lo amenaza es la idea dominante, la idea determinante. Pero, ¿no
podría Sebastián resistirse a una idea que lo domina? La respuesta es
negativa, porque ¿cuál sería la causa de su resistencia? Ninguna.
Sebastián no puede obedecer por su voluntad, si no debido a una idea
que lo domina más. Al estar identificado con su mente, Sebastián
puede que esté recreando una pauta de conducta aprendida en el pasado
en la que compromiso y castigo están inseparablemente unidos.
Alternativamente, puede estar repitiendo un patrón mental de su
primera infancia que afirma que es indigno de todo acto de libertad y
merece ser castigado por sí mismo, con su aislamiento, marginación y
regresión. También es posible que sea un alma patológica y perversa
que ama la soledad, la degradación y por eso busca más humillación,
sufrimiento y dolor del que alimentarse. El psicoanalista Toller viene a
corroborar todo lo anterior, afirmando que “la elección comienza
cuando dejas de identificarte con la mente y con sus patrones
condicionados, en el momento en que puedes estar presente. Hasta
llegar a ese punto, eres inconsciente desde el punto de vista espiritual.
Eso significa que estás obligado a pensar, sentir y actuar de cierto
modo que concuerda con tu condicionamiento mental. […] Siempre
parece que la gente tiene una elección, pero eso es ilusorio. Mientras la
mente, con sus patrones ilusorios, dirija tu vida, mientras seas la mente,
225
¿qué opciones tienes? Ninguna. Ni siquiera estás allí. El estado de la
mente es disfuncional. Es una forma de locura”291.
226
cotidiano. Y eso es lo que decide. Según el protagonista, el valor
expone a inútiles peligros, por eso vale más ser cobarde que morir
encarcelado. El protagonista insiste en justificarse y en dar una
explicación a su conducta: “¿Serán que piensan que el mundo se
ordena según una escala de virtudes y que yo ocupo en ella el lugar
más bajo? También pensarán que está en mi mano cambiar el miedo
por valor y la tristeza por euforia, y si persisto en no hacerlo mereceré
la muerte” (P. M, p. 32).
227
3.2.2.- El arte de vivir y la estética existencialista
294
El conocimiento de uno mismo, objeto primordial de la meditación de la obra
entera de Piñera, no da la felicidad, pero trata de contribuir a que los hombres se
sientan menos desdichados. En El malestar de la cultura, Freud sólo consideraba
la felicidad en sentido negativo, como evitación del dolor y el desagrado. En su
sentido positivo, como experimentación del placer y satisfacción de los instintos, la
felicidad chocaba con los designios de la cultura.
295
Conviene recordar que aquí personalidad tiene etimologías muy interesantes,
una latina y otra griega: personare significa resonar a través de algo y prosopos
significa cara o cabeza; es decir, en el mundo grecolatino la personalidad era la
máscara que se ponían los actores a través de la cual salía resonando la voz. La
personalidad se puede definir como aquella suma de pautas actuales y potenciales
que se ponen en juego en un individuo. Actuales mientras que operan de una forma
inmediata y potenciales aquellas que están soterradas en el fondo de ese individuo
y que ante ciertas circunstancias se ponen en juego. Veamos un ejemplo, el miedo
es el detonante con el que Sebastián muestra su verdadera personalidad; ésta se
refleja en la completa inacción o en la indecisión de tomar una acción determinada.
Como sabemos, la personalidad se construye con un arte en el cual hay, por una
parte, la experiencia de la vida y, por otra, el estilo propio.
228
Víktor Frank introduce la idea de que “no es el hombre quien hace la
pregunta ‘¿Cuál es el sentido de la vida?’, sino que es a él a quien se le
hace esta pregunta, ya que es la vida misma quien se encarga de hacer
esta pregunta. Y el hombre tiene que contestarle a la vida con una
respuesta que sea su vida misma; tiene que responder siendo
responsable; en otras palabras, la respuesta es necesariamente una
respuesta-en-acción”296.
296
Víctor Frankl, op. cit., p. 36.
297
Tal como apunta Eduardo Cirlot en su Diccionario de símbolos, la máscara es
una transformación del ser y es utilizada para llegar a una metamorfosis que
debemos ocultar ya que “la ocultación tiende a la transfiguración, a facilitar el
traspaso de lo que se es a lo que se quiere ser; éste es su carácter mágico, tan
presente en la máscara teatral griega como la máscara religiosa africana u
oceánica, la máscara equivale a la crisálida”. Eduardo Cirlot, Diccionario de
símbolos, Madrid, 1997, p. 308.
229
Déjate instruir sobre este punto. Lo anímico en ti no coincide
con lo que te es consciente; una cosa es que algo sucede en tu
alma, y otra que tú llegues a tener conocimiento de ello.
Concedemos, sí, que, por lo general, el servicio de información de
tu consciencia es suficiente para las necesidades. Pero no debes
acariciar la ilusión de que obtienes noticia de todo lo importante.
En algunos casos (por ejemplo, en el de un tal conflicto de los
instintos), el servicio de información falla, y tu voluntad no
alcanza entonces más allá de tu conocimiento…
Te conduces como un rey absoluto, que se contenta con la
información que le procuran sus altos dignatarios y no desciende
jamás hasta el pueblo para oír su voz. Adéntrate en ti, desciende a
tus estratos más profundos y aprende a conocerte a ti mismo: sólo
entonces podrás llegar a comprender por qué puedes enfermar y,
acaso, también a evitar la enfermedad298.
298
Sigmund Freud, Una dificultad del psicoanálisis, Obras Completas, Tomo III,
Madrid, Biblioteca Nueva, 1981, p. 2436.
299
Peter Sloterdijk, Eurotaoísmo. Aportaciones a la crítica de la cinética política,
Barcelona, Seix Barral, 2001, p. 204.
230
nos vemos si no salimos de nosotros mismos”300. La isla desconocida
es, naturalmente, una alegoría de la vida humana y la persona un ser
perdido en ella. Es necesario ser un observante ajeno de sí mismo para
llegar a comprenderse; es decir, ser un espectador de la propia
existencia. En este sentido, Sloterdijk, afirma que el hombre ignora que
“la vida humana soportable es siempre una isla en lo insoportable, y
que la existencia de los isleños está garantizada sólo por la discreción
del océano que se halla en segundo término”301. La alegoría no es sutil
porque la vida de todos y cada uno de nosotros es como “la isla
desconocida”, un misterio a descifrar, una incógnita por descubrir en la
inmensidad oceánica. La diferencia más notable es que para Sebastián,
descubrir la isla supone más confusión y reafirmaría, más aún, sus
dudas acerca de la absurdidad y el sinsentido de la vida. Porque aún
descubierta la isla el hombre sigue perdido y confuso como nunca.
Vivir la vida es recomenzar, cada día, sin ninguna preparación en un
espacio desconocido e inseguro:
300
José Saramago, El cuento de la isla desconocida, Madrid, Santillana, 1998, pp.
32-33.
301
Peter Sloterdijk, Eurotaoísmo, op. cit., p. 71.
231
Todo nacimiento es una especie de “caída en lo inquietante”, un
abandono en lo incierto, es una cadena de comienzos dolorosos. “El
nacimiento físico del ser humano –asevera Sloterdijk– es todo lo
contrario de una venida al mundo, es un abandono de todo lo
‘conocido’, una caída hacia lo inquietante, una indefensión en una
situación insegura”302. La máxima presencia inquietante es, en este
sentido, el ser humano nacido, aislado y confuso, al que no le es
suficiente nacer para venir al mundo: además está obligado a aprender
a conducir su vida mediante el arte de inventarse a sí mismo. Primero,
el nacimiento supone una salida al exterior y luego exige una entrada
en lo incierto, porque el mundo no es algo dado, sino algo que debe
descubrirse. Por fin, todo nacimiento causa vértigo y llega demasiado
pronto: porque el ser humano nunca está preparado para enfrentarse a
la vida. “Con cada nuevo nacimiento –dice Hannah Ardent– nace un
nuevo comienzo, surge a la existencia potencialmente un nuevo
mundo”303.
Por eso cada final de la Historia contiene un nuevo conocimiento
que en el fondo sigue la trayectoria de lo anterior. Hannah Ardent
añade, en este sentido, que cada “comienzo es garantizado por cada
nuevo nacimiento; este comienzo es, desde luego, cada hombre”304. “El
nuevo comienzo inherente al nacimiento se deja sentir en el mundo
sólo porque el recién llegado posee la capacidad de empezar algo
nuevo, es decir, de actuar. Este sentido de iniciativa, un elemento de
acción, y por lo tanto de natalidad, es inherente a todas las actividades
humanas”305. La conciencia de un inicio y de un final seguro, pero la
302
Ibídem, pp. 122-123.
303
Hannah Ardent, Los orígenes del totalitarismo, Madrid, Taurus, 1998, p. 565.
304
Ibídem, p. 580.
305
Hannah Ardent, La condición humana, Barcelona, Paidós, 1993, p. 23.
232
convicción de que es posible un constante renacimiento, es una serie de
inicios y comienzos inacabables e infinitos. Y esta experiencia del
tiempo finito, es una experiencia humana del tiempo basado en la
libertad. Entendemos aquí la libertad como poder de creación, como
posibilidad de crear otras realidades de las existentes, como esperanza
de ruptura de realidades anteriores.
306
“El intelecto, como medio de asegurar la supervivencia del individuo, donde
desarrolla sus principales fuerzas es en el fingimiento; pues éste es el medio por el
cual sobreviven los individuos más débiles, menos robustos, a los que está vedado
luchar por su existencia con cuernos o recia dentadura de fiera”. Friedrich
Nietzsche, Sobre la verdad y la mentira en sentido extramoral, Madrid, Tecnos,
1916, p. 1.
307
La imagen de la persona es el personaje, el hombre con Máscara. Como hemos
referido anteriormente máscara significaba persona entre los griegos. El hombre
con máscara era el actor en el teatro. El yo enmascarado, por tanto, es la imagen; es
lo sobrepuesto a la persona, al yo. Sin embargo, la verdad no está en el sujeto, sino
en el juicio que se hace sobre el sujeto, de modo que la persona adecua su imagen a
la conveniencia que le atañe y le conviene. Ése es el juego.
233
sentimiento de fracasar y de ese desarrollo fatal y absurdo de
acontecimiento en que el hombre y su voluntad de bien, de acción,
quedan barridos y aplastados por un juego de fuerzas inexplicables.
308
“Existe un riesgo inherente al enseñar la teoría de la ‘nada’ del hombre, es
decir, la teoría de que el hombre no es sino el resultado de sus condiciones
biológicas, sociológicas y psicológicas o el producto de la herencia y el medio
ambiente. Esta concepción del hombre hace de él un robot, no un ser humano. El
fatalismo neurótico se ve alentado y reforzado por una psicoterapia que niega al
hombre su libertad. Cierto, un ser humano es un ser finito, y su libertad está
restringida. No se trata de liberarse de las condiciones, hablamos de la libertad de
tomar una postura ante esas condiciones”. Víktor Frankl, op. cit., p. 178.
309
En el juego de las máscaras se descubre que el mismo rostro es máscara, que el
yo es una máscara, inventada por mí mismo, por la sociedad, y que ésta es un
rostro, una imagen de sí mismo. “El recorrido es complejo, de una máscara se pasa
a las máscaras, del personaje a la persona, al nombre, al individuo; de éste se pasa
a la consideración del ser con un valor metafísico y moral, de una conciencia moral
a un ser sagrado y de éste a una forma fundamental de pensamiento y la acción”.
Marcel Mauss, “Sobre una categoría del espíritu humano: la noción de persona y la
noción del ‘yo’”, en Sociología y antropología, Madrid, Tecnos, 1979, p. 333.
234
justificado existencialmente”310, cita Piñera en La Vida tal cual. El “sé
lo que soy” y “soy otro que es yo mismo”, aluden a las dos partes que
coexisten en el mismo ser. Piñera sabe quién es y quién quiere ser, aun
en medio de la confusión y la desorientación del medio absurdo e
irracional en que se mueve. En conclusión, analizar nuestra realidad
poniendo al otro frente a ella supone la identificación definitiva de la
persona.
310
Véase Virgilio Piñera, La vida tal cual, art. cit., p. 41.
311
“El estilo y la estética de la existencia no son, sin embargo, lo mismo. La
estética de la existencia […] es en realidad, un concepto general diferente de estilo,
el cual, sin embargo, es su instrumento esencial de conducción. Si el estilo es una
técnica, la estética de la existencia es su resultado, siempre y cuando esto se
comprenda bajo el aspecto de la existencia. Puede decirse que el estilo, la actitud,
no es sino la disposición estratégica que conduce al comportamiento táctico –un
cálculo que no sólo define el modo de relación con el yo, sino el de la relación con
el otro, y del que derivan ciertas reglas de comportamiento. De lo que aquí se trata
es de la conducción, del gobierno de uno mismo que se formula y toma cuerpo
bajo determinado estilo”. Wilhelm Schmid, En busca de un nuevo arte de vivir,
Valencia, Pre-textos, 2002, p. 200.
235
las consecuencias cuyas causas se deben analizar, reconocer y,
entonces, combatir; que casi todos los sufrimientos del individuo
se remontan a enfermedades del organismo social312.
312
Thomas Mann, La montaña mágica, op. cit., p. 355.
313
“La estética de la existencia trata, ante todo, de la transformación del hombre,
puesto que si no existe ninguna esencia del hombre, se abre el campo infinito de la
transformación. Esta teología no tiene otro ‘sentido’ que la transformación;
tampoco deriva de ella una idea de hombre o de su felicidad: ‘La felicidad no
existe, y todavía menos la felicidad de los hombres’. Las artes de existencia no
sirven sólo para formar, sino para transformar”. Wilhelm Schmid, En busca de un
nuevo arte de vivir, op. cit., p. 280.
314
Ibídem, p. 223.
315
Ibídem, p. 282.
236
arma posible de defensa la escritura autobiográfica como ejercicio
terapéutico de supervivencia. Sebastián dice:
237
terapéuticamente desmoralizadas316. Bien mirado, podemos decir que
la escritura de unas memorias no es más que la exteriorización, si así
puede decirse, del monólogo interior317, de la propia corriente de la
conciencia, del grito mudo de un yo desesperado y, puesto que en la
mente de quien recuerda y narra se mezcla de manera casi inexplicable
los hechos objeto del relato con su interpretación y significado, con el
sentido que han adquirido para el narrador y el que pretende suscitar en
su hipotético receptor. Sebastián sigue insistiendo en lo mismo:
316
“Todo hablar sobre sí mismo acabará necesariamente en la proximidad de unas
confesiones canallescas, en un testamento de delincuente, en un informe de
enfermo, en una historia de los sufrimientos, en una afirmación testimonial o en
una confesión. Ésta es la condición de autenticidad en una situación de
superexigencia inevitables de sí mismo. Sólo los salauds siguen teniendo una
disculpa, un chaleco blanco para cambiarse, una columna vertebral y una buena
conciencia. Quién realmente diga quién es y qué ha hecho, estará haciendo, nolens
volens, una novela picaresca, un testimonio de pobreza, una historia de una
trastada, un espejo de locos, un libro de cambios y gritos”. Peter Sloterdijk, Crítica
de la razón cínica, II, Madrid, Alfaguara, 1989, p. 113.
317
Piñera crea una realidad absurda en que sus personajes se comunican como
paranoicos, imponiendo la forma patológica del monólogo: el paranoico habla con
el otro en su propia mente. Véase Pequeñas maniobras, op. cit., pp. 79-81.
238
En la última línea de esta cita yace la clave de otro de los
problemas con los que se enfrenta el lector de las novelas del absurdo.
Si en las novelas generalmente el lector quiere llegar a identificarse
con el personaje, con la narrativa del absurdo ello resulta imposible,
porque el autor escribe para ejercer una burla sarcástica de su persona
y situación. En este tipo de novela la diferencia es grande y por tanto
no se puede hablar de reproducción ni de semejanza. Sebastián invita a
leer entre líneas, a profundizar en el análisis e interpretar más a fondo
la realidad del otro para poder llegar a la de uno mismo. Lo que Piñera
intenta es ver, pensar y decir la realidad de cada uno de nosotros, cada
“yo”, por eso invita a que cada uno invente su “otro yo” que será él
mismo. “El hombre es quien, una vez creado y puesto en la vida, se
hace a sí mismo, proyectivamente, en la expectativa, el sueño y el
conflicto. La vida mortal es el tiempo en que el hombre se elige a sí
mismo, no lo que es sino quién es, en que inventa y decide quién
quiere ser”318. La persona sustancial sería aquella que quiere ser
consistentemente alguien determinado: sus ‘disponibilidades’ y ‘la
realidad hecha con ella’ constituirían sustancialidad, y daría ‘la clave’
de la persona que es cada una319. El conocimiento de tal clave es lo que
vivimos como certidumbre acerca de quién somos y acerca de quién es
la persona de nuestra convivencia, aquello que permite definirla
individualmente, y hacer predicciones acerca de sus actos futuros,
cumpliendo las funciones de una ‘esencia’ individualista. Cada persona
se define en relación con otros, próximos unos, lejanos e
impersonalizados otros. Descubrimos el yo después del tú. Piñera
afirma: “Ningún hombre puede escapar al deseo de efectuar el análisis
de su prójimo. Yo miro a la gente tratando de adivinar lo que piensa.
318
Julián Marías, Persona, Madrid, Alianza, 1996, p. 86-87.
319
Ibídem, pp. 88-89.
239
No es un deporte gratuito, es una defensa” (P. M, p. 37). Incluso el
trato que ellos me aplican, y el que yo les dedico, ‘personaliza’ o
despersonaliza nuestras realidades. Estamos, por tanto, definidos por
nuestras conexiones con los otros. El individuo es, por consiguiente,
una realidad convivencial.
240
parecía ser individual, y que, para decir lo mismo con otras
palabras, la persona no era más que la máscara de la psique
colectiva. En el fondo, la persona no tiene nada de ‘real’. Más
bien constituye un compromiso entre el individuo y la sociedad,
referente al papel que ha de desempeñar por el hecho de tener un
nombre, adquirir un título o desempeñar un cargo siendo tal o
cual personaje. […] La persona es una apariencia, una realidad
bidimensional, como podríamos calificarla humorísticamente 320.
320
Carl Gustav Jung, El yo y el inconsciente, Barcelona, Luis Miracle, 1964, p.
101.
241
sólo que se experimente la simple sensación de la existencia. Para
poder seguir sintiendo esta misma línea de pensamiento es necesaria la
sensación de ser un yo, de ser un centro aislado dotado de sensibilidad
y sujeto a sensaciones, dolores y ansiedades peculiares. De modo que
la sensación de tener un centro y de poseer una identidad conlleva
necesariamente a la separación de todo lo demás.
Piñera nos hace reflexionar sobre esas dos sensaciones –la de ser
un yo aislado, central y vulnerable y la de vivir insertos en un mundo
que experimentamos ajeno– son, en realidad, las dos caras de la
moneda, ya que resulta imposible concebir la una sin la otra. Es por
ello que permanecemos confusos con respecto a nuestra propia
naturaleza, una confusión que genera incertidumbres, bloqueos e
inseguridades y alimenta la sensación de que somos un yo separado de
sí y del mundo, lo cual conlleva a una enorme responsabilidad. La
mayor parte de los hombres permanecen aislados en sí, a pesar de todas
las apariencias. Son como insectos que no llegan a despojarse nunca de
su caparazón. Se agitan desesperadamente en el interior de sus límites.
A fin de cuentas, se encuentran como al principio. Creen haber
cambiado algo, pero mueren sin haber visto ni siquiera la luz. No se
han despertado nunca a la realidad. A esto se refería Sebastián cuando
dijo que Lázaro vivía una realidad mientras que él vivía “el sueño”.
242
3.2.3.- La resignación y libertad
321
Jesús Pardo, Las preguntas que movieron el mundo, Madrid, Temas de Hoy,
1999, pp. 88-89.
243
pararse a pensar y a considerar las posibles consecuencias de sus actos,
suministrándole reforzamientos adicionales”322. En nuestra cultura, la
educación puede conducir a la represión de algunos sentimientos
espontáneos, como los sentimientos de hostilidad y de aversión, y
emociones extrañas como las sexuales. Puede verse así amenazada la
‘soberanía personal’ que le permitiría, en un futuro próximo, decidir
por sí y según su libre criterio. Entonces, existe la tentación de crear
“Formas” inmaduras, máscaras sin voluntad que la sociedad podrá
utilizar a su antojo.
322
Burrhus Frederic Skinner, Ciencia y conducta humana, Barcelona, Fontanella,
1969, p. 272.
323
Francisco Alonso-Fernández, Cuerpo y comunicación, Madrid, Pirámide, 1982,
pp. 226-227.
244
Sin duda alguna, la educación que nos proporciona la sociedad
tiene un valor fundamental y extraordinario, pero corremos el riesgo de
convertirnos en estatuas de sal, en receptores pasivos, en espectadores
y no en actores sobre el escenario de nuestra vida. El fundamentalismo,
el extremismo, el dogmatismo, indican que la persona formada en la
sociedad está a la espera de las órdenes ajenas. Que se actúa como
frágiles marionetas a expensas de que la sociedad dirigiese el
momento. Y esta enorme confusión, que rodea a la persona, es la que
lleva a actitudes irreflexivas; porque se ha carecido del proceso de
formación; porque se ha dispuesto de mucha información pero no se ha
transformado el conocimiento en respuesta madura, en soberanía
personal, en una auténtica Forma.
245
siendo las formas que adopta la consecuencia de esa ineluctable
convivencia”324. Sebastián, al igual que el héroe de la novela de
Gombrowicz, se ve sometido a un proceso artificial de infantilización,
por la pedagogía terrorífica de la sociedad, que siembra el miedo y el
terror en sus miembros, en función del cual no razona, ni actúa, ni se
compromete por lo que le es natural, sino por lo que le es impuesto
desde el exterior en aras de la cultura y la vida social325.
324
Witold Gombrowitcz, Ferdydurke, Barcelona, Edhasa, 1984, pp. 9-10.
325
“La cultura se construye como defensa frente a la naturaleza no humana; casi se
podría decir que la cultura se construye en contra de la naturaleza”. Rafael
Argullol, Aventura, Una filosofía nómada, Barcelona, Plaza & Janés, 2000, p. 120.
246
una imposibilidad de abandonar el problema. Semejante enfermo,
por regla general, estará solo. Poco o nada viene en su ayuda en
nuestra cultura moderna; incluso la psicología sólo le opone por
lo pronto unos conceptos deductivos, subrayando más aún el
inevitable carácter infantil y arcaico de aquellos estados de
transición, haciéndoles inaceptables326.
326
Carl Gustav Jung, El yo y el inconsciente, op. cit., p. 118.
327
Sebastián afirma: “No sé como expresar mi reconocimiento, este hombre es mi
salvador, si pudiera transformarme en perro lo haría en el acto. Tengo una ganas
locas para lamer sus manos” (P. M, p. 50).
328
Virgilio Piñera, La isla en peso, “Final”, Tusquets, prólogo de Antón Arrufat,
2000, p.158.
247
observa y pone toda su atención en él. Sabe que si se mantiene vivo es
gracias a ese miedo, a esa cautela que no le deja pisar terreno
resbaladizo. También es consciente de que no hay nada que pueda
hacer para cambiar el “aquí y ahora”: La Habana durante el periodo de
Batista329. Se niega a enfrentarse a la situación, porque carece de valor
y de coraje. El autor enseña que con la formula de la “rendición” el
sufrimiento se transmuta en una paz profunda. El conformismo será su
crucifixión pero también será su pasaporte para la conservación. El
autor es consciente de que si se mantiene en este estado de aceptación,
no creará más negatividad, ni más sufrimiento, ni más infelicidad.
Entonces vive en un estado de no-resistencia, vive en estado de gracia
y ligereza pero no se libra de sus luchas internas. De ese modo, el falso
“yo” infeliz al que le encanta sentirse desgraciado, resentido o
compadecerse de sí mismo no puede sobrevivir sin refugiarse en esa
mezquina emoción. En cualquier caso conformándose se es libre330.
329
Las memorias del personaje Sebastián, una “victima existencial”, se presentan
al lector como una ambigua e irónica toma de consciencia o confesión de un
individuo dentro de la estructura social-política de Cuba en tiempos de Batista. El
escenario escogido por Piñera es La Habana, el argumento, como era de esperar, se
desarrolla al margen de las preocupaciones políticas. Este hecho, sin embargo, no
impide que el narrador haga algunas alusiones a la lucha subversiva. El mismo
Sebastián se encarga de esclarecer este hecho: “Quiero aclarar que si yo hablo de
esbirros por acá y de esbirros por allá no es por que haya cometido un hecho
delictuoso. Hasta ahora no he robado ni matado. Bien; si no he hecho ni una cosa
ni la otra, debo guardarme muy mucho de que los esbirros hagan recaer sus
sospechas en mi persona” (P. M, pp. 17-18). Otra de las pocas situaciones en que
se hace referencia a la situación política del país es cuando Sebastián es detenido
como consecuencia de la extraña muerte de su compañero de piso, Gustavo.
Únicamente se limita a indicar que el crimen obedeció a razones de política
internacional: “Entre paréntesis, diré que Gustavo perdió la vida por rencillas
políticas internacionales” (P. M, p, 48). Por otra parte, el protagonista es el
prototipo del hombre cobarde que se asusta hasta de sus propios pensamientos.
Piñera muestra cómo el febril imaginario de este absurdo personaje extrae las más
extrañas consecuencias de los hechos más triviales e insignificantes. Se comprende
que se sienta un miedo atroz de hacerse sospechoso a las autoridades policíacas o
de verse envuelto en compromiso de cualquier clase.
330
En este sentido, Sloterdijk afirma que la resignación no es una muestra de
debilidad, sino que requiere una gran fuerza. Sólo una persona que sabe rendirse a
248
Puede preguntarse uno qué clase de hombre es Sebastián. Se
trata de un loco o de un sabio. Es un atavismo, extraño a nuestro
mundo moderno y mejor adaptado a las primordiales condiciones de
vida conformista. O, si por el contrario, no es más que una víctima de
la sociedad cosificada formada en la resignación y en el miedo. Hay
algo de verdad en ambas suposiciones. Sebastián ha sobrevivido
porque es socialmente invisible; ha resistido a la aniquilación interior
porque es un esquizofrénico, un demente; alguien que pasa la vida
justificando sus actos. Pero es imposible negar que es ante todo un
superviviente; es el más adaptado, el ejemplar humano más idóneo
para este modo de vivir actual. Sebastián es entonces un individuo
dichoso, igual que Sísifo empujando felizmente su roca.
tiempo tiene poder: “La resignación es más fuerte que la revolución. Lo que se
podría decir sobre los condenados de la tierra rusa no procede de Lenin sino de la
pluma de Flaubert: la resignación es la peor de las virtudes”. Peter Sloterdijk,
Crítica de la razón cínica, II, op. cit., p. 139.
249
demás. Este deseo, según los expertos, es innato al hombre, pero en las
dictaduras se exacerba y termina por adquirir una intensidad morbosa.
331
“A causa de la multiplicidad de los contactos, de relaciones y de los aspectos de
estas, todo el mundo, efectivamente, llega a conocer la ocasión de obedecer y de
mandar. Si la consideramos bien, veremos que ningún hombre, aun en la cúspide
de la jerarquía, se pasa la vida mandando sin obedecer jamás, y que, por el
contrario, tampoco hombre alguno, ni siquiera en el ínfimo nivel de la escala
jerárquica, se ve obligado a obedecer continuamente sin ocasión alguna de
mandar”. Maurice Marsal, ¿Qué sé? La autoridad, Barcelona, Oikos-tan, 1971, p.
64.
332
Para entender estos mecanismos entre mando y obediencia, es recomendable
ver el análisis que hace Judith Butler en su libro, Mecanismos psíquicos del poder.
Teoría sobre la sujeción, Madrid, Cátedra, 2001.
250
obra narrativa piñeriana, entenderíamos tanto al personaje como al
autor y a esa visión especial que tiene de la existencia y su arte de
vivir, tal y como lo expone y explica Wilhelm Schmid:
333
Wilhelm Schmid, En busca de un nuevo arte de vivir, op. cit., p. 212.
251
Los débiles y fracasados deben perecer: primera tesis de nuestro
amor a los hombres. Y además hay que ayudarles a ello334.
1. Dada una relación, al cambiar los términos unidos por ella hay
que esperar también, salvo excepciones, la modificación de la
misma […] Cabe contar con variaciones de la relación de
autoridad; la capacidad de un jefe para hacerse obedecer por los
mismos hombres varía en el transcurso el tiempo, aumentando o
disminuyendo.
2. Supuesta una autoridad ejercida sobre ciertos hombres, esta no
resulta, por ello sólo, extensible a otros subordinados, cual si de
un poder mágico se tratará. La obediencia de unos no implica
automáticamente la obediencia de otros.
3. Igualmente, supuesta una autoridad ejercida según un punto de
vista concreto y bajo un aspecto determinado, ello no permite, por
sí sólo, aplicarla a otros puntos de vista y aspectos.
4. A causa de la misma diversidad de esos puntos de vista y
aspectos, y en la medida según la cual quien manda lo hace
condicionalmente, a todos nos ocurre mandar y obedecer al
mismo tiempo, y en mayor o menor grado.
5. Preguntar acerca de un individuo si tiene autoridad es algo
indeterminado, y carece incluso de sentido cuando se toma al pie
de la letra. Lo tiene sólo en una referencia implícita a unos
subordinados y unas situaciones que suponen ya conocidos; en
caso de duda, requiere como respuesta otra pregunta: ¿Sobre
quién, y desde qué punto de vista?335
334
Friedirich Nietzsche, El anticristo, Madrid, Alba, 1999, p. 21.
335
Maurice Marsal, ¿Qué sé? La autoridad, op. cit., pp. 14-16.
252
los principales objetivos de cualquier proceso de socialización”336. En
todos ellos existe una marca diferencial de poder que caracteriza toda
la red de relaciones y es, precisamente, el fenómeno de la obediencia
que nos develará todo un conjunto de fenómenos que operan tras la
conducta humana. Estamos “programados” por una compleja red de
autoridades superestructurales de la sociedad (escuela, iglesia, familia,
medios de comunicación para creer y para hacer lo que se dice, para
aceptar sin mucho análisis y cuestionamiento sus “verdades”). Estas
instituciones, que conforman lo que Foucault denominó “un sistema de
micropoderes”337, tienen la función de congelar las conciencias de los
individuos a través de procesos subliminales de condicionamientos,
que inhiben la actividad creadora del individuo y lo hacen renunciar a
sus deseos de libertad, ejerciendo un control internalizado, el cual es,
en muchos casos, la forma más represiva de control. Esta represión de
uno mismo en favor de la dominación tiene en el mono de Kafka (en
Informe para una academia, una fábula sobre el proceso de la pérdida
de la identidad y la alienante capacidad de adaptación de sobrevivir de
un mono capturado y luego trasladado a la ciudad, para ser educado
como un ser humano) un ejemplo gráfico de cómo la sumisión al más
fuerte no es tan sólo una vía de escape sino incluso de supervivencia.
Peter el Rojo, el nombre dado al mono, en su exitoso y, precisamente,
no deseado esfuerzo de transformación en ser humano, evoca lo
siguiente:
No tenía salida, pero tenía que conseguir una: sin ella no podría
vivir […] Con la libertad, uno se engaña demasiado entre los
hombres, ya que si el sentimiento de libertad es uno de los más
sublimes, así de sublimes son también los correspondientes
336
Pablo Briñol, Luis de la Corte y Alberto Becerra, Qué es persuasión, Madrid,
Biblioteca Nueva, 2008, p. 67.
337
Michel Foucault, Vigilar y castigar, Madrid, Siglo XXI, 1975, p. 33.
253
engaños […] No, yo no quería libertad. Quería una salida: a
derecha, a izquierda, adonde fuera. No aspiraba a más. Aunque la
salida fuese tan sólo un engaño: como mi pretensión era pequeña,
el engaño no sería mayor. ¡Avanzar, avanzar! Con tal de no
detenerme con los brazos en alto, apretado contra las tablas de un
cajón338.
338
Fran Kafka, Informe para una academia, en www.elpaís.com , p. 3.
339
José María Esteve Zarazaga, Autoridad, obediencia y educación, Madrid,
Nancea, 1976, p. 169.
254
¿Qué es lo que induce a los seres vivos a obedecer y mandar, y a
que obedezcan incluso cuando mandan? […] Siempre que he
visto un ser vivo he encontrado voluntad de poder; hasta en la
voluntad del siervo encontré voluntad de ser señor. Al más débil
le induce su voluntad a servir al más fuerte, porque esa voluntad
quiere dominar lo que es más débil aún: se trata de un placer del
que no quiere privarse340.
340
Friedrich Nietzsche, Así habló Zaratustra, Madrid, Ediciones Escolares, 2000,
p. 106.
341
Merece la pena reseñar que últimamente el albacea de Erick Fromm y
presidente de la sociedad internacional que lleva el nombre del filósofo, Rainer
Funk, sugirió que el título de El miedo de la libertad sería hoy “El miedo a la
realidad”. La huida de la realidad sería hoy un asunto capital de Fromm, puesto
que “el problema del hombre actual no es la libertad, no es la pregunta de es libre o
cómo puede ganar más libertad […] sino el de la percepción de la realidad […] hay
que luchar para que los hombres no huyan ante la realidad y sean capaces de
aceptarse como son”. Página Web: /www.vitral.org/vitral/vitral43/lec.htm.
255
apasionante que vivir. Ocurre, sin embargo, que las reglas del juego
varían de acuerdo con la concepción vital del jugador: algunos la
exponen locamente, otros la preservan. Yo soy de estos últimos” (P. M,
p. 184). Con este párrafo Sebastián sella su sentencia de muerte en
vida; a partir de ahora será sólo una figura cadavérica sin voluntad
alguna. El “yo mínimo” sustituye y reemplaza el ideal clásico de “vida
buena” por la conservación de un concepto de vida mediocre, en el
cual el individuo no busca aspiraciones, tan sólo seguir adelante como
sea. La disposición a someterse en Sebastián, a acatar las órdenes de
otros sin ofrecer resistencia puede estar motivada por varios factores.
256
Maquiavelo utiliza también una metáfora sobre animales, como la
mejor forma de explicar el comportamiento humano, introduciendo el
concepto de camuflaje:
342
Nicolás Maquiavelo, El príncipe. El salvador, Jurídica Salvadoreña, 1999, pp.
67-68.
343
Judith Butler, op. cit., pp. 31-32.
257
negociar la propia vida y mantener la cordura es someterse al control
externo. “El deseo de supervivencia, el deseo de ‘ser’, es un deseo
ampliamente explotable. Quien promete la continuación de la
existencia explota el deseo de supervivencia. Prefiero existir en la
subordinación que no existir’: ésta sería una de las formulaciones del
dilema (dónde también hay un riesgo de ‘muerte’)”344. Cuando en la
demanda de obediencia total se exige el abandono de todo deseo, es la
obediencia misma la que se torna deseable. La renuncia a su propia
voluntad hace que Sebastián sienta un hechizo aletargado que le
satisface. En el diálogo que mantiene nuestro protagonista con Pablo,
su antiguo compañero, asistimos al colmo de la resignación y de
degradación:
344
Ibídem, p. 18.
258
merced, sabe que yo también bailo en otra cuerda floja y que un paso
en falso me precipitaría en el abismo. Prefiero la bajeza de encubrirlo
al civismo de desenmascararlo. Yo no soy un héroe” (P. M, pp. 42-43).
En palabras de Butler, “La voluntad prefiere querer la nada antes que
no querer en absoluto. […] El deseo de desear es una voluntad de
desear precisamente lo que repudiaría al deseo, aunque sólo sea para
conservar la posibilidad de seguir deseando”345.
345
“El sujeto no sólo se forma en la subordinación, sino que ésta le proporciona su
continuada condición de posibilidad” de tal forma que a veces se abraza “la misma
forma de poder –regulación, prohibición, supresión– que amenaza a uno/a con la
disolución, justamente en un intento de persistir en la propia”. Ibídem, pp. 19-20.
“Lejos de responsabilizar al sujeto de su subordinación por perseguirla, o de hablar
de falsa conciencia o llamar patológicas las relaciones de dominio–sumisión, la
cuestión sería cómo luchar contra aquello que te oprime, si la razón de su
existencia está en aquella misma opresión”. Ibídem, p. 25.
346
“El contrato se basa en un sacrificio deliberado a cambio de una ganancia
prevista: la renuncia a algo sólo porque se prevé obtener algo mejor a cambio.
Vender tu libertad a cambio de protección, ya que para ti la protección es superior
259
Progresivamente, transferimos el papel de actores al espectador
que piensa que no hay nada que hacer, que nada vale la pena en esta
vida, que todo transcurre lejos del alcance de uno, inerme ante lo que
sucede, aunque le indigne, preocupe o enerve. Del “sinremedismo” se
pasa pronto a la indiferencia, al alejamiento de la participación e
interacción que podrían contribuir a resolver muchas cuestiones y
enderezar muchas tendencias. En este sentido, corrobora Nietzsche:
260
En oposición a nuestro protagonista, y como reacción de rechazo a
la autoridad, de inconformidad con el poder, los compañeros de trabajo
de Sebastián están dispuestos a perder la vida por defender y
reivindicar sus derechos. Mientras tanto, lo que defiende él es esta
acción de rechazo a la sumisión, de sublevación, típica de un suicida:
261
Uno quisiera comprender hasta el fondo por qué se producen
estas situaciones, pero la madeja es más larga de lo que creemos.
No me asombraría si alguien me dijera que esta rebelión de
maestros guarda estrecha relación con la muerte del portero y con
la boda de la hija de Sara. Nadie podría demostrar lo contrario, ya
que nunca se toca fondo (P. M, p. 28).
262
3.3.- Presiones y diamantes348
3.3.1.-Opresión y automatismo
348
El autor describe el estado de alienación a la que llegan los habitantes de una
ciudad esnobista, tediosa y capitalista y de la fuga masiva que se produce. Este
proceso de fuga se desarrolla en distintas etapas. El autor nos habla de una
conspiración contra la vida, de un caos que va manifestándose en forma de grupos
que se reúnen para masticar Chiclet, para jugar a la Canasta, para encogerse tanto
que llegan a perder la dimensión, para hibernarse como viaje de turismo
despersonalizado, o se separan para esconderse de algo o alguien llamado
Presionador, para lograr la total incomunicación repitiendo una frase sinsentido e
incompresible (rouge melé). El deseo de la fuga es tan fuerte que la gente se
somete al congelamiento temporal; es una especie de muerte en vida para poder
desembarazarse y librarse de las presiones, sin tener que recurrir a un suicidio
verdadero. La fuga se materializa en forma de enormes preservativos voladores
que toman un rumbo desconocido. Todos los habitantes desaparecen sin que nadie
pueda explicar lo que realmente aconteció. El autor, que ha mostrado una poderosa
voluntad de salvación desde el principio del proceso, espera y confía en el regreso
de los habitantes de su ciudad.
263
pasividad, conformismo, dependencia ciega; es sólo mecanismo y nada
más que mecanismo. Erich Fromm considera que “el hombre es más
consciente que nunca de su dependencia de la sociedad; pero no
considera esa dependencia como partida positiva, como un vínculo
orgánico, como una fuerza protectora, sino más bien como una
amenaza a sus derechos naturales y aun a su existencia económica”349.
349
Erich Fromm, Psicoanálisis de la sociedad contemporánea, Hacia una
sociedad sana, México, Fondo de Cultura Económica, 1956, p. 194.
350
Para muchos críticos “la madurez es lo mismo que adaptación a nuestra
sociedad, sin preguntarse nunca si esa adaptación que experimenta es la adaptación
a un modo saludable o a un modo patológico de conducir la vida”. Ibídem, p. 67
351
“La esquizofrenia, como cualquier otro estado psicótico, debe definirse no sólo
en términos psiquiátricos, sino igualmente en términos sociales. La experiencia
264
persecuciones. Todo acto se le revela como un serio compromiso, un
contrato social que lo puede perjudicar y, por tanto, un riesgo enorme;
la moral social que pesa sobre sus hombros enajena aún más su razón,
convirtiéndole aparentemente en un “autómata psíquico puro”, como lo
definió Freud. El autómata, el hombre ensimismado, es el que se deja
caer en el pozo de la angustia, aparentando satisfacción o/e
indiferencia. El principal ideólogo del surrealismo, André Breton,
afirmaba en 1972:
265
todo el universo. La actitud enajenada del hombre moderno en la
sociedad insana, es hoy uno de sus rasgos patológicos más
característicos. En este sentido, y para explicar y justificar la
enajenación e inercia del individuo en la sociedad capitalista, Erich
Fromm afirma que:
353
Erich Fromm, Psicoanálisis de la sociedad contemporánea. Hacia una
sociedad sana, op. cit., p. 66.
266
estados elementales e inconscientes, exclusivamente emocional
de la masa, el yo no siente soledad, no es porque se comunique
con un “tú”, porque se suma a otro, sino porque desaparece,
porque su sentimiento y su conciencia son abolidos […] Lo que
obra en las relaciones, en las guerras, en el desencadenamiento
ciego de movimientos de masa nacionales o religiosos, no es el
yo, sino el principio colectivo, el “esto”, el “ello” inconsciente354.
354
Prieto Prini, Existencialismo, Barcelona, Luis Miracle, 1957, pp. 102-04.
355
“Anomia […] significa el estado de ánimo del individuo cuyas raíces morales se
han roto, que ya no tiene normas, sino únicamente impulsos desconectados. El
267
Parece que vivíamos en un mundo en el que las grandes frases,
las actitudes solemnes, los sólidos principios y la fe que mueve
montañas fuese papel mojado. Nunca como ahora parecía mostrar
la gente menor temor, mayor indiferencia por el gusano roedor,
por el escrúpulo de conciencia, la razón de ser, el problema del
alma, el terror de la nada. Y qué decir de las preocupaciones
materiales. […] Si en otras épocas lo material y lo espiritual
pudo parecer don de Dios o de los hombres, en la nuestra parecía
el don de nadie, es decir, que la gente, habiendo llegado a la cima
de la indiferencia, no se preguntaba ya de dónde había venido ni a
dónde iba, quién prodigaba los dones y a quién debería adorar o
debería temer. […] Sí, pero lo inmediato, lo que estando a mano
puede traernos funestas consecuencias. […] Nunca como ahora
un hombre se parecía menos a otro hombre; la comunicación
resultaba tan precaria que cada vez más las palabras querían decir
menos y ya se notaba el temor de unos y de otros a aventurarse en
los abismos de una conversación. […] Tal parecía que habiendo
sido dicho todo, la gente rumiara su propia soledad y que esa
soledad fuera el único capital efectivo con que ir tirando hasta el
momento del fin (P. D, p. 23).
268
próximo, contra nuestro presente y contra nosotros mismos que somos
reprimidos?”356
Sabe usted, cada día que pasa la presión se hace más escandalosa.
Un número impresionante de seres humanos me presiona día a
día; por mi parte, yo presiono a otro número impresionante de
seres humanos. Nadie escapa a las presiones. Tenemos que
presionar y ser presionados. ¿Qué tiene usted que decir sobre esta
presión escandalosa? ¿Está conforme con ella? O, por el
contrario, ¿piensa rebelarse? […] Daría todo cuanto poseo por
despresionarme, pero no (y su voz adquirió lúgubre entonación),
jamás podré librarme de esta presión que me aplasta (P. D, p.
220).
356
Michel Foucault, Historia de la sexualidad. 1. La voluntad del saber, Madrid,
1989, I, pp.15-16. El síntoma más claro es la represión sexual y de todo lo
relacionado con el cuerpo (supresión de los apetitos y actividades sexuales). Esa
represión tuvo consecuencias, según Freud, de diversas formas de patología
neurótica.
269
absurda carrera, el hombre oprimido se arroja en la suya, yendo contra
toda corriente, lidiando contra la vida hasta fenecer. La imagen del
caballo y su relincho fiero sugiere el apoderamiento de una fuerza
mayor a la voluntad del hombre moderno:
270
En definitiva, el autómata invisible que hay en nosotros es el
esquizofrénico, es el que conspira contra la vida dando sentido al
callar, al esconderse, al inmovilizarse y destruirse. Es el traidor a
nosotros mismos, el suicida que entrega a la muerte la esperanza de la
vida, al mínimo síntoma de debilidad e impotencia. El hombre
autómata es el aspirante a la nada, el nexo directo con la muerte:
271
que logra pronunciar la colectividad es la insignificante expresión
“Rouge melé”. La dificultad de la comunicación entre el autor y el
resto de los habitantes de la comunidad acentúa el sentimiento de una
soledad insondable que, existencialmente hablando, forma parte de la
condición humana357.
357
Efectivamente, la soledad ha perdido su dimensión patética y es ahora un hecho,
un supuesto existencial conocido por toda alma narcisista. El individuo moderno
enarbola la soledad como una suerte de selección vital y no un síntoma de derrota
(en la línea con la valoración de la independencia y la autosuficiencia).
358
Lacan entiende lo Otro como el lugar de lo simbólico, la ley y el lenguaje. Este
Otro y su deseo es el que permite la estructuración del ser. Véase Jaque Lacan,
Posición del inconsciente, en Escritos 2, México, Siglo XXI, 1991.
359
Michel Foucault, El pensamiento del afuera, Paris, Paidós, 1986, p. 23.
272
Ante este aislamiento vemos cómo el personaje piñeriano,
desligado de los lazos que lo articulan a lo social, sufre una
enajenación gozosa y al mismo tiempo mortífera; gozosa en cuanto es
el cuerdo, el racional, el de la voluntad positiva que lucha para derribar
el maleficio; y mortífera en cuanto que se le arrincona, se le aísla y se
le arroja al precipicio abismal. La solución la logra por medio de una
maniobra que consigue gracias a la escritura autobiográfica, y que le
sirve además para manifestar toda su esfera interna como si fuera una
identidad distinta, haciéndole capaz de traslucir una visión más
objetiva de sí mismo. Es decir vuelca el dolor, la angustia y el
aislamiento del “Yo” hacia un encuentro identitario con el “Otro”, que
es él mismo. Este “Otro” surgido de las entrañas de su imaginación,
permite a Piñera, clamar: “sé lo que soy y soy otro que es yo mismo,
pero desenmascarado, es decir, justificado existencialmente”360. Con
esta operación identitaria, nuestro autor quiso aniquilar los subterfugios
del valor, el coraje y la bondad humana; quiso borrar y destruirlo todo,
para a partir de él mismo, centrifugar su propio y absurdo mundo; que
no puede ser verosimilitud y seguridad, sino desasosiego y renovación.
360
Virgilio Piñera, La vida tal cual, art. cit., p. 41.
273
conocerse y la tristeza de no ser conocido361. El existir y el pensar, para
ese “loco entreverado”, van de la misma mano, están eternamente
unidos y son inseparables. Don Quijote fue consciente de que él y no el
otro, el que andaba perdido por el mundo, para poder encontrarse, era
el que sabía quien era él.
Definitivamente, al abrir esta posibilidad de Otro en uno mismo,
se posibilita la inserción de nuevas formas de pensar, de interactuar y
de transformarse en una forma deseada.
3.3.2.-Anomia y suicidio
361
Miguel de Unamuno, Vida de Don Quijote y Sancho, Madrid, Alianza, 2004,
pp. 68-70.
274
demás y la pertenencia al grupo. De otro modo no existe ni comienza a
existir. Dicho claramente: si el individuo es reconocido por la
sociedad, existe; y si no, no existe como persona. Así que nuestro
autor–protagonista cuestionaba la utilidad de su buena conciencia de
identidad cuando no es reconocida ni afirmada por los otros:
362
Simone de Beauvoir, Para una moral de la ambigüedad, op. cit., p. 59.
275
suicidio moral cuando la vida le resulta tremendamente
comprometedora. El suicidio es una forma de expresar la
desaprobación social e individual, de castigar al infractor que resulta
ser siempre el débil “yo” que obedece a las normas sin rechistar.
Definitivamente, muchos casos de suicidio se deben al sentimiento de
inferioridad que acompaña al débil, el no estar a la altura de lo que se
espera de él, de no dar la imagen deseada por el otro. Algunos suicidas,
simplemente, consideran que la vida es pura humillación para la
dignidad y la libertad humana y, por tanto, no vale la pena seguir
doblegándose ante unas desalmadas normas, por el mero hecho de
existir.
Ahora sólo queda en la Meca del ruido ese mudo testigo que es el
viejo Rosenfeld: destruido autómata, verdoso. En “carácter”,
como un actor en su último acto. […] “Óyeme bien, Rosenfeld:
vuelve a tu materia…, déjate de tanta bobería y cambia el paso…
¿Quién te ha dado autorización para limitar tu vida? Verdad que
no eres joven, pero tampoco estás muerto. No está nada bien que
te pongas a hacerte el muerto. No está nada bien que te pongas a
hacerte el muerto cuando aún respiras. Eso de no vivir la vida se
deja a los cadáveres. Un hombre como tú está en el deber de decir
algo más que esa mierda de Rouge Melé. Un viejo verde como tú
tiene boca para piropear y dinero para permitirse el lujo de
llevarse a la cama a una chiquita de quince años…La vida es una
cosa bella, Rosenfeld, y la vida sólo se vive una vez. Sería
imperdonable que ahora desmayaras cuando la verdad es que
estás en tu mejor forma… Sé muy bien, viejito, que has sido (P.
D, pp. 317-19).
276
El verdadero problema que se plantea aquí, con este texto de
Piñera, no es sólo el aburrido trayecto que, avanzando, rápido o lento,
tiene que recorrer hacia la muerte, sino que ese trayecto es también el
anticipo de la muerte. Definitivamente, el tiempo no nos lleva hacia la
muerte, es la muerte la que se adelanta al tiempo, causándonos daño, o
quizás, haciéndonos un gran favor, arrancándonos del aburrimiento y
aliviándonos del desasosiego existencial. Sin embargo, la pregunta que
debería plantearse aquí es: ¿acaso tenemos vida para que la muerte
pueda arrebatarnos nada?
277
El hombre no comienza a entenderse realmente con la vida y
consigo mismo, más que cuando se desentiende de la temporalidad, de
la finitud moderna, de la muerte; cuando afirma contra Dios y Estado,
la libertad de su albedrío. Su ser temporal nunca más vivirá el
desengaño porque al acelerar su muerte, al anticipar y adelantarse al
tiempo, se rebela contra el orden natural y contra toda norma puesta:
destruyéndose (tema que analizaremos en el siguiente capítulo). Esta
parálisis frente al mundo exterior, frente a lo definido y limitado, es
utilizada por Piñera para poner en funcionamiento una lógica brumosa,
un estado de duermevela y pesadilla en el cual el personaje consigue
burlar y vencer la muerte: desembarazándose de lo carnal, de todo
sentimiento y pensamiento, y desligándose de todo lazo social, historia
y memoria.
278
piñeriano implora una vida envuelta de silencio, de apartada y desasida
soledad, de recogimiento y de retiro. La idealizada vida vacía llena del
pensamiento vacío, requiere embarcarse en el “extraño viaje”: una
nueva forma de librarse de las presiones sin recurrir al suicidio. Piñera
inventa un nuevo sistema de congelación, una especie de turismo
despersonalizado, otra colosal exageración piñeriana. “El viajero” no
quiere ni su propia compañía. No quiere saber nada de lo que fue y se
niega a aprender de sí mismo, de su propia historia, no quiere guardar
en su memoria nada que le procure un pasado, es un sujeto totalmente
desvinculado. Veamos cómo nos describe el autor al primer “viajero de
la nada”:
279
minimalismo que encontramos en las reflexiones más disparatadas de
los dos primeros viajeros de la nada como Cora Lasa y Edmundo (dos
de los personajes de su novela pertenecientes a una clase social alta
que se sienten presionados por la situación en la que viven), en busca
de la inactividad, a la automatización e inhabilitación de sensaciones y
percepciones, que se difumina hasta la propia destrucción.
280
El paso del desasosiego a la quietud se instala como un
movimiento a lo largo de la obra de Piñera, siendo Presiones y
diamantes el texto en donde el autor describe la experiencia de la
transformación de la identidad individual hasta borrase y anularse;
tránsitos y virajes que van de un estado al otro: “Ayer el chiclet, la
canasta, el encogimiento, la hibernación…”. Es, en definitiva, la
modificación y la quiebra de la identidad individual hasta la anulación.
281
expresarla, de hacerla existir y, al mismo tiempo, de valorar su acción
de invención. Fijémonos cómo intenta razonar el autor la absurda
trayectoria multitudinaria:
282
dos polos: la esperanza y la desesperanza, el hoy y el mañana, el deseo
y las posibilidades reales, la cordura y la locura; toma conciencia de
una contradicción que él experimenta como el gran disparate. Es el
hecho de experimentar la pasiva quietud del ensimismamiento, en el
cual se logra ser el dueño de un paraíso inexistente, frente a esto la
angustia, que se manifiesta en el alma solitaria del autor, funciona
arrancando el sujeto de esa retirada narcisista en la cual el otro no
existe.
Zaratustra.
363
Un punto interesante en la obra de Piñera es la reiteración de la idea de la nada
como negación implícita en la propia noción del nihilismo, así como la insistencia
en el espíritu revolucionario que nace de dicha negación. Esta metafísica tiene
estrecha relación con el absurdo, en la medida en que cuando nuestro autor recurre
al absurdo para explicar la realidad, está, de forma inconsciente, negando la
“realidad sustancial” y aplicando el nihilismo de una manera desenfadada.
283
opresión, la neurosis colectiva, la conducta desviada del hombre
moderno. Además de esto, el texto constituye una advertencia y una
denuncia ante el avance abrasador e incontenible del nihilismo en la
sociedad capitalista moderna, a la vez que se convierten en guías para
las almas rebeldes ante ese proceso opresor. El autor de La carne de
René trata, asimismo, la decadencia social, moral, económica y
política del hombre moderno, como consecuencia del divorcio de su
verdadero y antiguo ser, a través del ejercicio de la mala fe y
renunciando con ello a su autenticidad364.
364
En palabras de Sartre, la mala fe es un proyecto de libertad que busca
suprimirse y negarse a sí misma. Es la astuta estrategia al que recurre el hombre
oprimido moderno para sobrellevar la absurdidad de la vida, para ayudarle a evitar
lo que de otro modo sería su angustia abrumadora. Nuestro autor habla de la mala
conciencia de una mala causa que empuja a la masa conspiradora al suicidio
masivo. El hombre cuya conciencia es falsa, actúa como si no supiera qué hacer
con su libertad, de hecho su libertad podría ser la fuente de su angustia y opresión.
El hombre de mala fe prefiere la nada a ser algo o alguien.
284
hombre lleno de absurdo ante la tentación nihilista? ¿Existe alguna
pócima mágica para salvarse?
365
Gary Cox, Cómo ser un existencialista, Barcelona, Ariel, 2011, p. 33.
285
filosófica que arguye que la existencia no posee ningún significado,
propósito ni verdad comprensible o valor superior. Es la doctrina del
vacío y de la nada. Algo que comparte con la filosofía de lo absurdo
que establece que los esfuerzos realizados por encontrar el sentido y el
significado de la vida caen en saco roto, debido a que no existe tal
sentido o significado, caracterizándose así mismo por su escepticismo
en torno a los propósitos de la vida. En su libro La ética de la
ambigüedad, Simone de Beauvoir hace hincapié en el hecho de que:
366
Simone de Beauvoir, Para una moral de la ambigüedad, op. cit., pp. 61-62.
367
El verdadero existencialista no ve la nada como algo peligroso o una condición
neurótica. Sentir la nada es una característica ineludible del hombre libre, según la
expresión sartreana. En lugar de ello, la opresión se considera una condición
fundamental de la existencia. Piñera aboga por aceptar la nada como de su ser
fundamental. Aceptar cierto grado de la angustia que supone convivir con la nada,
bien puede salvar a una persona de una espiral creciente de ansiedad en la que el
hecho de sentirse ansioso le provoca más ansiedad.
286
y no a realizar actos ignominiosos y destructivos. Es una persona que,
a pesar de ser plenamente consciente de su propia futilidad y
mortalidad, no se deja petrificar por el miedo cuando piensa en ello
porque, sencillamente, tiene coraje para inventar y crear vida desde la
nada. El auténtico existencialista nunca permite que su miedo a la
muerte le incite a buscarla por anticipación, que le impida tomar
ciertos riesgos de vivir de forma plena. Quien busca la inercia, la
evasión negándose a ser una persona de su tiempo (practicando
dogmas sofisticadas o congelándose) actúa de mala fe.
Simone de Beauvoir compara el nihilista que no quiere ser nada con la
persona que busca aniquilar su subjetividad tratándose a sí misma
como un objeto definido por las normas y las convenciones:
368
Simone de Beauvoir, Para una moral de la ambigüedad, op. cit., pp, 56-57.
369
Pinheiro define cinco tipos de nihilismo, basándose en el estudio que realiza
Ronald Crosbey en su libro: The Specter of the Absurd: “’el nihilismo político”
niega las estructuras políticas y sociales en que se desarrolla la existencia humana,
el ‘moral’ rechaza el sentido de obligación ética y la objetividad de puntos de vista
morales, el ‘epistemológico’ descarta la posibilidad de un consenso total acerca de
la verdad, el ‘cósmico’ la compresión de la naturaleza, siempre indiferente u hostil
a las empresas humanas, y el ‘existencial’ el propio sentido de la vida. Se puede
afirmar que todos esos ‘nihilismos’ llevan al ‘existencial’”. Véase Roberto
Pinheiro Machado, La estética del absurdo en la narrativa hispanoamericana, op.
cit., p. 62.
287
¿qué significa nihilismo? Que los valores supremos se
desvalorizaron”370. Quien evade la responsabilidad negándose a ser
una persona de su tiempo clama la nada y actúa de mala fe, adopta el
nihilismo que “es al principio un nihilismo pasivo, es decir, un signo
de ocaso y de decadencia de poder del espíritu, incapaz de alcanzar los
fines hasta ahora perseguido”371. Es pasivo porque es incapaz de amar
y disfrutar de la vida, es un nihilismo lleno de resignación y sumisión.
En cambio, el nihilismo activo “puede ser un síntoma de fuerza”, en
cuanto representa un crecimiento del espíritu, la cual se despliega en el
incremento y la aceleración del proceso de la destrucción”372.
370
Frederick Nietzsche, La voluntad de poder, op. cit., p. 350.
371
Franco Volpi, El nihilismo, Traducción de Cristina I. del Rosso y Alejandro G.
Vigo, Editorial Biblos, 2005, p. 64.
372
Ibídem, p. 64.
373
Franco Volpi, El nihilismo, op. cit., p. 16.
288
arremetida del autor–protagonista, va contra los conspiradores quienes
ven la época actual como un periodo de decadencia cercano al
desastre, al menos en los campos de lo social, económico y la política.
De modo general, arremete contra quienes entonan lamentaciones por
cualquier minucia y no perciben las incontables bondades de nuestro
tiempo, dan la espalda a la vida, a las innovaciones tecnológicas y
desprecian toda cultura, historia y costumbre del pasado. Los tilda de
inconscientes, de kamikazes, y de pertenecer a la viejísima casta que
cree que todo tiempo pasado fue mejor, que la vida será más
monótona, llena de dolor, porque iremos deteriorándonos física y
mentalmente; porque se nos irán muriendo todos los seres queridos e
iremos hacia la vejez y la muerte.
Piñera distingue entre dos tipos de personas. Uno que opta por el
caos, la rutina, la esclavitud, y otro que quiere reestructurar y
reconstruir su existencia. El primero quiere satisfacer los instintos
289
salvajes, apetitos alocados, y el segundo afirma la estricta obediencia a
las reglas de la conducción racional de la vida; finalmente, entre un ser
melancólico, nihilista que rechaza y reniega de las convicciones
sociales, y otro antinihilista, cronológico que tiene miedo a quedarse
anacrónico, un patético que elogia abyectamente lo que el más fuerte
promociona y adora.
El autor asegura que todo aquel que asume que este mundo tiene
un sentido prefabricado o que la existencia tiene un propósito último
establecido desde fuera, conspira contra la propia vida, se engaña,
actúa de mala fe y, es un cobarde incapaz de ejercer su libertad y
hacerle frente a la realidad. Por ello, nuestro consejero existencial,
condena el suicidio masivo, rechaza las resoluciones fáciles, las
elecciones inconsecuentes: “Rechazo enérgicamente lo del suicidio
colectivo” (P. D, p. 334), dogmatiza el autor. Elegir el suicidio es, en
efecto, una elección libre, una voluntad de poder en términos
nietzscheanos pero, a fin de cuentas, será una elección negativa porque
es colectiva. Esta negación pretende afirmar la existencia de un límite.
Mientras que permanecer firme, luchando contra el absurdo es
básicamente una cuestión de voluntad, de poder personal y una
elección libre.
290
Merton interpreta sagazmente la conducta desviada del hombre
moderno, afirmando lo siguiente:
374
Robert Merton, Teoría y estructura sociales, México, Fondo de Cultura
Económica, 1964, p. 190.
375
Albert Camus, El mito de Sísifo, Buenos Aires, Losada, 1953, p. 40.
291
cuando les encierra y les promete así llegar a ese fin que parece
ilusorio.
376
“Qu’est ce qu’un homme révolte? Mais s’il refuse, il ne renounce pas: c’est
aussi un homme qui dit oui, dès son premier movement. Un esclave, qui a reçu des
orders toute sa vie, juge soudain inacceptable un nouvaus commandement. Quell
est le contenu de ce ‘no’”? Albert Camus, Essais, Gallimard, Paris, 1965, p. 423.
Traducción personal.
292
Lo que nosotros rechazamos no es fútil ni irrelevante. Es
precisamente por eso por lo que el rechazo es necesario. Hay una
razón que no aceptaremos ya, hay una apariencia de sabiduría que
nos inspira horror, hay una proposición de acuerdo y de
conciliación que no escucharemos ya. Una ruptura se ha
producido. Nos han obligado a volver a esa franqueza que no
tolera ya la complicidad 377.
377
Maurice Blanchot, La amistad, “El rechazo”, Editorial Trotta, 2007, p. 107.
Este texto fue publicado por primera vez en octubre de 1958, bajo título: “le
rufus”, en le 14 Juillet, nº2, Paris, Octubre de 1958.
378
Esto nos recuerda a aquel relato de L’Isle-Adam en el que un condenado a la
hoguera inquisitorial consigue escapar por juego de sus verdugos y mantiene unos
instantes la esperanza de la libertad, pero cae de nuevo en poder del Gran
Inquisidor, que le reconviene por haber querido huir el día en que obtendrá en la
hoguera la feliz salvación de su alma: “Mientas el rabino, los ojos sombríos bajo
las pupilas, jadeaba de angustia en los brazos del Inquisidor y adivinaba
confusamente que todas las fases de la jornada no eran más que un suplicio
previsto, el de la esperanza, el sombrío sacerdote, con un acento de reproche
conmovedor y la vista consternada, le murmuraba al oído, con una voz debilitada
por los ayunos: ¡Cómo, hijo mío! ¿En vísperas, tal vez, de la salvación,
queríasabandonarnos?http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/fran/villiers/espe
ranz.htm
293
permite aún decidir sobre el poder de conciencia, quedando a lo
sumo como un yo que se niega. Cierto que el rechazo tiende a lo
absoluto, a una especie de incondicionalidad: el nudo de la
negativa es lo que hace notable lo inexorable […] una abstención
que ni tuvo que ser decidida, que precede a cualquier decisión,
que es antes que una denegación, más bien una abnegación, la
renuncia (nunca pronunciada, nunca aclarada) a decir algo –la
autoridad de un decir– o también la abnegación recibida como el
abandono del yo. El desistimiento de la identidad, el rechazo de sí
que no se crispa en el rechazo mismo, sino que abre el
fallecimiento, a la pérdida de ser, al pensamiento. “No lo haré”,
aún hubiese significado una determinación enérgica, requiriendo,
requiriendo una contradicción enérgica. “Preferiría no hacerlo”
pertenece al infinito de la paciencia, no da pie a la intervención
dialéctica: hemos caído fuera del ser, en el campo de lo exterior
por donde, inmóviles, andando parejo y despacio, van y vienen
los hombres destruidos379.
379
Maurice Blanchot, La escritura del desastre, op. cit., p. 22.
294
En definitiva, el avance tecnológico, a juicio de nuestro autor,
tiene la contrapartida de limitar la facultad de decisión de los hombres,
ya que los avances técnicos les hacen renunciar ya a su capacidad de
autodeterminación y los llevan a un automatismo generalizado que
conduce a la aniquilación. La relación física del individuo con la
sociedad, con una ciudad ocupada en sí misma, es notada, analizada y
verbalizada por el autor como un fenómeno de escisión de la
conciencia, en el que:
380
Dar el salto es despertar el ánimo para generar los cambios positivos que
necesite nuestra vida. Dar el salto es ponerse en acción para lograr las metas,
295
eso la masa social autodestructiva niega el sistema actual, pero
mantiene por inercia los actos que vienen haciendo hasta ahora, sin ser
consecuentes con lo que desean.
objetivos que nos hemos trazado sin importar lo absurdo que puede llegar a ser
nuestra existencia.
296
están enfermos de vivir, ellos son víctimas de una extraña enfermedad
llamada presión, llamada desilusión, llamada asco, llamada – ¿me
atreveré a decirlo? MIEDO” (P. D, pp. 278-279).
Así pues, aunque la multitud establece una fuerza tal que pudiera
anular al individuo y su conciencia, Piñera no pierde la esperanza y
reconoce que la fuerza de la multitud puede ir en boga de sus ideas
absurdas de la negación:
297
Esta concepción de la vida ha inspirado a nuestro autor, no para
desvanecerse en la nada nihilista, sino para aprender a vivir con
contradicciones; reivindicar cierto orden en medio del caos, debido a
un movimiento de rebelión, por el que el absurdo se supera a sí mismo.
El protagonista, como agitador social, ejerce de humanista a partir de
la experiencia del absurdo, no claudica ante la realidad absurda, exige
el reconocimiento del valor del hombre, la invención de nuevos
valores, y reclama el coraje para enfrentarse a la vida. El protagonista,
con su rebeldía, exige el despertar de la conciencia y decide revolverse
contra lo que considera intolerable: la renuncia a la vida, el suicidio.
“Y les advierto: no hay más allá, no hay vida eterna, no hay juicio
final, no hay supervivencia. El que ahora pierda la vida la pierde para
siempre (P. D, p. 328).
298
entre la rebeldía que pretende acabar con las convenciones absurdas o
anticuadas, y la que viola las normas sociales legítimas.
381
Seymour Menton, Caminata por la narrativa latinoamericana, op. cit., p. 204.
299
conocida firma Lowental Hijos. Esta célebre piedra fue ofertada
al público sobre una base de cien mil dólares. Para asombro de de
los subastadores ninguno de los presentes postores que colmaban
el salón elevó su voz para pujar por la piedra en cuestión. Los
hermanos Lowental no encuentran razón plausible ante tamaña
indiferencia por parte del distinguido público” (P. D, p. 268-
269).
300
restricciones y destrucciones irracionales, se sostiene y consuma
en la nueva sociedad382.
382
Herbert Marcuse, El hombre unidimensional, Barcelona, Ariel, 1987, p. 52.
301
términos nietzscheanos, “el superhombre”, será real en la medida en
que las masas hayan sido disueltas en individuos sin herramientas de
represión, adoctrinamiento o manipulación. La sociedad será irracional
pero libre en la medida en que es capaz de forjar valores auténticos y
verdaderos. Sociedad sostenida y reproducida por un sujeto nuevo que
puede vencer y superar al nihilismo. En esta misma sociedad no dejará
de haber negadores absolutos, que aunque posean falsas conciencias,
serán capaces de comprender los hechos, de evaluar las alternativas y
de prever el futuro.
302
3.3.4.- La utopía piñeriana
Marshall Mcluhan
383
Paul Ricoeur, Ideología y Utopía, Barcelona, Editorial Gedisa, 1989, p. 58.
Véase, Fernando Aínsa, “Tensión utópica e imaginaria subversivo en
384
303
la regeneración e invención de nuevos valores capaces de suscitar la
libre sumisión a ellos. La utopía no se limita a ser la construcción
imaginaria de un mundo posible, sino que es una forma de percibir,
analizar y transformar la realidad contemporánea. Es un sentimiento
de “rebelión abstracta” que impulsa a una búsqueda de una sociedad
mejor y se caracteriza por una tensión entre realidad actual y el
paradigma del futuro. Fernando Aínsa insiste en que este “sentimiento
de rebelión abstracta contra el orden existente y el impulso de buscar
una sociedad mejor es inherente al hombre, especialmente a partir del
momento en que la esperanza como ‘virtud cardinal’ religiosa se
desembaraza de toda idea de trascendencia escatológica y se convierte
en un deseo de transformación de lo real”385.
385
Ibídem, p. 85.
304
romper y sugiere una alternativa por la cual uno debe luchar y
no rendirse.
386
Paul Ricoeur, Ideología y Utopía, op. cit., p. 45.
305
Para Piñera la utopía no busca nada novedoso, es la defensa y
promoción de los valores del pasado, unos valores que se perdieron y
dejaron de existir en su presente:
306
El protagonista de Presiones y diamantes busca en los valores del
pasado superar la marea nihilista e inventar nuevos y propios valores a
partir de la nada. Pero su utopía retrospectiva es tachada por sus
antagonistas de postura arcaica, por lo que la sociedad le criticaba de
estar situado en un momento temporalmente equivocado y de intentar
acabar con el verdadero modernismo al defender unos ideales
medievales. Los personajes que encarnan a los enemigos del
protagonista le remitieron una misiva tildándole de “Quijote”:
307
Para que vea que no le queremos mal y que sólo pretendemos
salvarlo, le invitamos mañana a las seis de la tarde a nuestra
última sesión de canasta en el Club86. Con dicha sesión
festejamos nuestra inminente partida. Lo esperamos.
387
Fernando Aínsa, ob. cit., p. 90.
308
como posible. Un hombre quijotesco que actuara de acuerdo con sus
principios. Por está razón, nuestro autor no podría perder la fe en el
hombre moderno: “Mi última ilusión será confiar en la buena fe de los
hombres” (P. D, p. 334). Esta cualidad puede extenderse a todos los
valores que ha hecho suyos y que ve negados o escarnecidos en el
presente: la justicia, la fraternidad, el coraje, la esperanza, etcétera. El
hombre utópico que reivindica nuestro autor para esta sociedad
totalitaria, es un hombre que no debe retroceder ni claudicar ante
ningún obstáculo, ni amenaza, ni riesgo. Tiene como misión y
necesidad de un universo coherente en que pueda encontrar de nuevo
su lugar, en que lo material y espiritual no estén separados, en que
sepa como dirigirse; su misión es luchar para que se instaure en el
planeta Tierra un orden más justo, menos brutal y menos insensato.
309
abominable estado de soledad, un intento de realizarla, intentos que,
no obstante su buena voluntad, no logran cumplir su objetivo
fundamental. Ciertamente, cada discurso se salda por un fracaso. Por
ello dice:
310
4. PRESENCIAS DEL EXISTENCIALISMO
EN LA NARRATIVA DE VIRGILIO PIÑERA:
LA OBRA CUENTÍSTICA
311
4.1.- Surrealismo, fantasía y grotesco en “La caída” y “Las
partes”
313
que surgen de la sombra interior. Y se intenta llevar hacia la
consciencia todo el tesoro inconsciente388.
388
Albert Béguin, “Creación y destino I”. Ensayos de crítica literaria, México,
Fondo de Cultura Económica, 1986, p. 40.
389
Rainer Hess, Gustav Siebenmann, Mireille Frauenrath, Tilbert D. Stegman,
Diccionario terminológico de las literaturas románticas, Madrid, Gredos, 1995,
pp. 292-293.
314
hombre en general, son pensamientos negativos, fobias y
preocupaciones existenciales del autor. Su experiencia referida tiene la
enjundia del superviviente, y deja el sabor de boca de la misión
existencial fracasada.
390
“Virgilio es autor de una literatura que inquieta menos por lo que dice que por
lo que deja de decir. Inquieta no por ‘subvertir el sentido del mundo’ […], sino por
lo que mantiene, y casi intacto, del lenguaje cotidiano”. Teresa Cristófani Barreto,
“Los cuentos de Virgilio Piñera”, art. cit., p. 26.
391
Piñera ha elaborado el sarcasmo e ironía como mero camino de supervivencia,
de superación, de convertir ese incomprensivo dolor y ese irreducible sufrimiento
en algo llevadero. La burla y la mirada despiadada aplicada al examen del ser
(cuerpo) y de sí mismo están a cada paso en sus cuentos; estos gustos que quizás le
vienen por su personalidad contradictoria, de la que él mismo estaba consciente, y
que de una forma u otra acaba reflejada en sus creaciones ficticias. Todo ello ayuda
a configurar un estilo puro, perverso y muy personal que dota de una originalidad
peculiar a su obra.
315
surrealista392. Fornarina Fornaris dice en su crítica de Cuentos fríos lo
siguiente:
392
Juan Eduardo Cirlot afirma: “¿Qué es, a la luz que ahora nos ilumina, el famoso
desplazamiento surrealista? Un intento, a la vez material y espiritual de demostrar
que la realidad es atacable en los objetos físicos, que se pueden sádicamente
descomponer, mezclar, refundir; en los objetos síquicos, como resultado de la
reacción provocada por la primera operación, por ejemplo, asimilando un objeto
determinado a un uso distinto por entero del que fue asignado”. Juan Eduardo
Cirlot, “Introducción al surrealismo”, Madrid, Revista de Occidente, 1953, p. 391.
Citado en Marta Morello- Frosch, “La anatomía: mundo fantástico de Virgilio
Piñera”. Hispámérica, núms. 23-24, p. 23.
393
Fornarina Fornaris, “Cuentos fríos”, Nuestro tiempo, julio-agosto de 1957, La
Habana, Editorial Letras Cubanas, 1989, p. 273.
316
pérdidas afortunadas, carencias en memoria de abundancia.
Transformada así la función de lo corporal, esta adquiere un carácter
casi metafísico como sostén del hombre, compensado, sin cancelarlo,
su tradicional papel de hostigador de la moral con sus dolores,
decrepitud y muerte […]. Es el vilipendiado cuerpo, el que ayuda al
hombre a bien morir”394.
394
Marta Morello-Frosch, “La anatomía: mundo fantástico de Virgilio Piñera”, art.
cit., p. 20.
395
El absurdo se presenta por la ausencia del asombro frente al hecho extraño, es
un intento de acomodar lo irreal a un contexto, que supuestamente lo rechaza,
aspecto que se destaca en casi todos los cuentos de Piñera.
317
imagen surrealista como forma de liberarse, de escaparse de la
angustiosa realidad y del sentimiento del dolor396. De manera que el
personaje tanto en “La caída” como en “Las partes” parece aceptar su
destino adverso (destruirse conscientemente) riéndose del mundo y de
sí mismo, estableciendo así ese proceso mental en el que borra la
represión del principio del placer adaptando los acontecimientos a su
gusto; adoptar, pues, el comportamiento humorístico como forma de
rebelión del deseo contra la realidad represiva, en los términos propios
de la visión poética piñeriana, es teñir su obra de humor negro. Unir lo
fantástico y el humor determina su obra y la distingue de la de sus
contemporáneos.
396
Rodríguez Feo subraya el carácter de liberación sublimada en relación a
experiencias y sensaciones vividas por Virgilio Piñera que puede estar en lo que él
llama “letravisión” o “encarnación”, concepto con que se pretende “describir una
forma de sentir y entrever las cosas y los sentimientos que es modus imaginario
original de Virgilio Piñera. […] Todo artista trasmuta sus experiencias íntimas y
las objetiva en una forma dada de arte. En el caso de Cuentos fríos el artista
presenta una objetivación humorística que le sirve para liberarse de la angustia o
del dolor […] Cuando Piñera emplea el humor negro en estas narraciones, lo hace
con un sentido profundo y como una sublimación de complejos subconscientes.”
José Rodríguez Feo, “Hablando de Piñera”, en Notas críticas, La Habana,
Ediciones Unión, 1962, pp. 47-48.
318
experiencia en nombre de una ‘realidad humana’. Al llamar la
atención sobre la naturaleza relativa de estas categorías, lo
fantástico se orienta hacia un desmantelamiento de lo ‘real’, muy
en particular del concepto de ‘carácter’ y de sus asunciones
ideológicas, ridiculizando y parodiando toda fe ciega en la
coherencia psicológica y en el valor de la sublimación como
actividad ‘civilizadora’ […] lo fantástico hace estallar esa
coherencia mostrando la oscuridad del centro. Desde Hoffmann y
el Romanticismo alemán a lo fantástico moderno propio de las
películas de terror, la fantasía ha intentando erosionar los pilares
de la sociedad mediante su negativa a construir estructuras
categóricas […]. En lugar de entender este intento de erosión
como un mero afán de abrazar la barbarie o el caos, es posible
verlo como el deseo de algo que resulta excluido del orden
cultural; más concretamente, el deseo de todo lo que se opone al
orden capitalista y patriarcal dominante en la sociedad occidental
a lo largo de los últimos siglos. En tanto que la literatura del
deseo, lo fantástico puede contemplarse como entidad que ofrece
un punto de partida ‘para un escepticismo verdaderamente
civilizador sobre la naturaleza de nuestros deseos y de nuestro
ser’397.
397
Véase Rosie Jackson, “Lo oculto de la cultura”, en David Roas (ed.), Teorías de
lo fantástico, Madrid, Arco, 2001, pp. 141-152.
319
partir de ese momento, los personajes se van haciendo pedazos
mientras se precipitan al abismo.
320
altura). Tras haber aclarado y revelado la intención que los traslada a
este lugar “no para enterrar en su cima la botella ni tampoco para
plantar la bandera de los alpinistas denodados” (CC, p. 35), trazará con
gran maestría y necesaria rapidez sus etopeyas introduciéndonos, de
súbito, en la zona de refracción corporal; la imagen del ser (cuerpo)
que se quiebra, se desdobla, entra en conflicto consigo mismo.
Apegado a su punto de vista, el narrador ofrece así en todo momento la
personal percepción que sobre los sucesos y la realidad posee su
acompañante, y explora su interioridad en la que aparece como
pensamiento y pasión principal que lo domina, su necesidad de salvar
una parte de su cuerpo. Precisamente, en el mismo ser del protagonista
se despliega la misma inquietud que la de su intrínseco amigo. Un
personaje cuya presentación viene dada a través de la perspectiva del
narrador, de manera que sabemos sólo lo que el narrador quiere que el
lector sepa o que convenga saber.
321
grotesca e insólita como algo común y corriente. Piñera sitúa a sus
personajes en la cima de la montaña evitando así cualquier contacto
con los demás y con objeto de dotar al lugar de un cierto misterio. El
autor hace de este acto insólito algo casi cotidiano, algo que sucede
muchas veces al día y lo alarga hasta el absurdo con detalles nimios.
En su caída los personajes van perdiendo partes de su cuerpo aludiendo
en forma metafórica a esta desmembración, a la destrucción progresiva
que conduce a la nada (“La caída” y “Las partes”).
322
Tras esta perturbadora lección de anatomía, el narrador cierra el
relato devolviéndonos al comienzo: “Y como la capa no le sería de
ninguna utilidad, me cubrí con ella para salir como un rey por la
puerta” (CC, p. 45). La descripción surrealista e irracional de los
sucesos narrativos, la fragmentación progresiva y minuciosa del cuerpo
humano, acercan y emparejan a Piñera con los artistas surrealistas:
todos ellos manifiestan esa realidad carente de toda racionalidad. Con
esa imaginación surrealista y habilidad retórica, Piñera nos presenta un
ejemplo estimable de lo fantástico–grotesco. El autor nos introduce
directa y rápidamente evitando por completo la atmósfera de misterios
y laberintos, y sin desviarse con historias paralelas. Esto se logra con la
sencilla declaración: “Al abrir la puerta de mi cuarto vi que mi vecino
estaba de pie en la puerta del suyo […]. Una indagación más minuciosa
me hizo ver una larga capa de magníficos repliegues. Pero lo que me
chocó fue precisamente esa parte de su cuerpo que correspondía a su
brazo izquierdo: en aquella región, la tela de la capa se hundía
visiblemente y establecía una ostensible diferencia con la otra” (CC, p.
44).
323
remedio para evitar esta desmembración, y por todo ello no perturba en
absoluto el estado anímico del que la sufre –se descarta cualquier
asomo de dolor físico o moral– ni del que la observa de cerca. En
ningún momento se menciona la causa ni el elemento insólito que
viene a transgredir la rutina cotidiana de los personajes. La insistencia
en la cotidianidad de los sucesos, la calma con que se desarrolla la
acción, exalta la impresión de extrañeza.
398
“Con rigurosas lógicas, los personajes normalizan lo insólito llevándolo a sus
últimas consecuencias; como hecho normal generador de relaciones y respuestas
cotidianas. Al disociar las respuestas más comunes del dolor y la necesidad, el
cuerpo se espiritualiza. Al así hacerlo, el lenguaje se actualiza, se encarna en el
sentido más lato, como corresponde a un mundo de leyes antípoda. Esta es la
reacción de un mundo real insatisfactorio y angustioso; la respuesta
estructuralmente lógica al absurdo inicial”. Marta Morillo- Forch, art. cit., p. 23.
324
habitación para sufrir la siguiente pérdida (horas, días, meses o años).
Todo el cuento transcurre en el interior de la habitación, o sea, dentro
de este espacio cerrado, rígidamente delimitado por la puerta del cuarto
que se abre se cierra rutinariamente. La sensación de resignación y el
sentimiento de pasividad, de conformidad, traen dosis relevantes de
desconcierto399.
399
Esta atmósfera que rodea a los personajes nos habla de soledades e
incomunicaciones, de pasividad e impotencia y de un tiempo de espera indefinido
para todos (lector y personajes). Los protagonistas de estos cuentos no mantienen
ninguna relación entre ellos, están aislados y encerrados en sí mismos. No parecen
esperar nada extraordinario o grave que pueda enturbiar los cauces de sus vidas,
quizá otro momento exactamente igual al que acaban de ver a otro vecino. La
aparente estabilidad que describe su entorno, o su propia pasividad, parecen ocultar
un murmullo interior que habla de vidas solitarias, o acaso de callada
desesperación y desencanto. No hay expectativas, tan sólo una especie de
serenidad pasiva, de tiempo detenido en interiores fríos.
400
Los cuentos analizados tratan de eventos insólitos que nos recuerdan a nuestros
sueños; ese despliegue de sucesos basados en pérdidas somáticos que emergen del
inconsciente colectivo, tanto en “La caída” como en “Las partes”, no son más que
representaciones traumáticas internas que acechan al individuo cuando éste se
encuentra agobiado, desesperado o abatido psicológicamente. Son símbolos que
representan según los psicólogos nuestro inconformismo ante situaciones
conflictivas, miedos internos, impotencia para afrontar problemas y que el
inconsciente deja brotar cuando la guardia es floja (es decir cuando se está
dormido).
325
transformándolas en partes del cuerpo que se va desprendiendo de ellas
por medio de la mutilación progresiva. Método chocante que causa un
sentimiento de angustia aunque sea vivido con una sorprendente
naturalidad por los protagonistas. Nada mejor que la desintegración
corporal para manifestar el rechazo a un credo caótico, vacío y absurdo
en el que tiene que vivir el individuo401. Sirviéndose de algo tan trivial
como puede ser un sueño o una pesadilla, Piñera logró transmitirnos un
estado desesperante del hombre enajenado e incapaz de encontrar
sentido a su agónica existencia.
401
“El sentimiento de la nada por exceso es menos nocivo que el sentimiento de la
Nada por defecto: llegar a la Nada a través de la cultura, de la tradición, de la
abundancia, del choque de las pasiones, etc., supone una postura vital puesto que la
gran mancha dejada por tales actos vitales es indeleble. Es así que podría decirse
de estos agentes que ellos son el activo de la Nada. Pero esa nada, surgida de ella
misma, tan física como el nadasol que calentaba nuestro pueblo de ese entonces,
como las nadacasas, el nadarruido, la nadahistoria. A esto se llama el ‘pasivo’ de la
Nada, y al cual no corresponde ‘activo’ alguno”. Virgilio Piñera, “La vida tal
cual”, art. cit., p. 23.
326
En “Las partes”, el acto insólito se introduce gradualmente y no
existe sorpresa al final, según va concretándose más y más la
desmembración, la sorpresa va normalizándose en el texto cada vez
más. En “La caída” cada mutilación llega por sorpresa y los personajes
van perdiendo todos los miembros hasta que queden relegados a la
nada. Los personajes en ese par de cuentos acogen el elemento insólito
con una normalidad sorprendente. La sorpresa se presenta en ambos
cuentos como un elemento destructor, es una agresión al orden natural,
a la rutina diaria que supone la existencia. Llevar a cabo esa
destrucción podría entenderse como un esfuerzo por asimilar el
desorden, por absorberlo y volverlo parte del orden general. Frente a la
transgresión del orden, los personajes adoptan actitudes casi similares:
en “La caída” tratan de asimilarla, de normalizar y sacar el máximo
provecho de la situación trágica (salvar algunos de los pedazos de
carne que consideran interesantes); mientras que en “Las partes” la
integran a la vida diaria y manifiestan una resignación estoica.
402
Me parece que los cuentos de Piñera confirman totalmente la hipótesis que
afirma la no existencia de temas específicamente fantásticos. En los cuentos de
Piñera aparece una y otra vez el mismo tema o el mismo motivo que, según el
texto, puede ser fantástico, psicológicos, etcétera, pero nosotros inclinamos hacia
ese fantástico mezclado con el humor y la ironía y donde el acto insólito no causa
miedo sino extrañamiento.
327
incomunicación y la frustración. Quiero subrayar que tanto en “La
caída” como en “Las partes” el lector se ve en la necesidad de dar a los
actos fantásticos interpretaciones en clave de alegoría o parábola
política; se puede hablar de la enajenación del hombre moderno, de su
evasión por el sistema opresor que reprime al individuo privándole de
sus derechos más legítimos e imprescindibles. El hombre no se
subleva, no rechaza ni manifiesta el mínimo desacuerdo ante esa
insoportable situación; el detalle indumentario en “Las partes” no
carece de importancia ya que la desintegración se produce “bajo la
capa”, ¿es una manera de afirmar que el sistema mutila con discreción
y bajo una elegante apariencia?
403
“Lo fantástico tiene una función subversiva en su intento de presentar un
reverso de la formación cultural del sujeto. Si lo simbólico es visto como ‘la
unidad de competencia semántica que permite la aparición de la comunicación y la
racionalidad’, el área imaginaria que se da a entender en la literatura fantástica
sugiere todo lo que es otro, todo lo que está ausente de lo simbólico, fuera del
discurso racional. Las fantasías de identidades reconstructivas, demolidas o
divididas, y de cuerpos desintegrados, oponen categorías tradicionales de sujetos
unitarios. Intentan llevar a cabo representaciones gráficas de sujetos, de historias
distintas, de distintos cuerpos. Denuncian las tesis y categorías de lo tético, en un
intento por disolver la verdadera base del orden simbólico, allí donde se establece
en el sujeto y a través de éste, donde se re-produce el sistema de significación. Ello
no implica que los sujetos puedan existir fuera de la ideología y de la formación
social, sino que las fantasías imaginan la posibilidad de una transformación
cultural radical, a partir de la disolución o la destrucción de las líneas de
demacración entre lo imaginario y lo simbólico”. Rosie Jackson, “‘Lo oculto’ de la
cultura”, art. cit., p. 149.
328
Todorov, de la superposición de planos irreales en los reales, la
irrupción del abstracto en concreto. Hay una inclinación a la
enunciación directa, una preferencia por la narración en primera
persona, por la sencillez y la simpleza en el vocabulario y una
exageración en la narración de la anécdota. La ambigüedad domina en
ambos: se crea mediante la acción, la narración desplazada, el final
abierto y la presentación de personajes dudosos. En estos dos cuentos
se puede observar el funcionamiento de una lógica fantástica a partir de
un nivel de lógica razonable que conduce a la destrucción física de los
hombres hasta borrar la identidad. Lo importante para este tipo de “lo
fantástico-grotesco” de Piñera es que nadie se extraña de los sucesos
surrealistas. Virgilio Piñera adopta la filosofía del absurdo para
denunciar un mundo en plena descomposición. “La caída” y “Las
partes” y otros cuentos como “La cara”, “El cambio”, “El caso
Acteón”, ponen de manifiesto esa misma filosofía. En unos se narra lo
absurdo como lógico, en otros lo imposible como verosímil, pero en
todos ellos deposita una buena dosis de su realidad, de su yo interno,
de su propia historia404.
404
A propósito de sus Cuentos fríos Dolores Koch afirma: “Narrados en primera
persona, comienzan estos relatos frecuentemente con un detalle íntimo o cotidiano.
Pero Virgilio Piñera no permite por mucho tiempo la identificación entre el
personaje y el lector: la exageración, la inconsecuencia, el comentario
metaliterario, el adjetivo hiperbólico, el desplazamiento emotivo, se encargan de
realizar distancias”. Dolores Koch, “Virgilio Piñera, cuentista”, art. cit., p. 5.
329
4.2.- Existencialismo y absurdo en “En el insomnio” y
“Proyecto de un sueño”
405
Virgilio Piñera, Cuentos completos, Madrid, Alfaguara, 1999, p. 90. A partir de
aquí citaremos esta edición con la abreviatura “CC”.
331
En el doble movimiento de presentación y ocultación, lo absurdo
aparece como una realidad connatural, inherente a la situación en que
vive su personaje, la consciencia del absurdo surge como resultado del
proceso que atraviesa y padece el insomne. Esta filosofía del absurdo
hace surgir este panorama triste de la condición humana, de la
“absurdidad” de la existencia, por lo que la realidad se presenta como
ambigua y decepcionante. Que el existencialismo marque la muerte
como límite inherente a la propia vida hace que el absurdo alcance su
máxima expresión. La narración arrastra hacia el agujero negro de la
desesperación a la tragedia, el protagonista invita directamente a la
aventura interior. En “En el insomnio” queda claro que el suicidio no
es capaz de acabar con la desesperación e intranquilidad del
protagonista, solamente con su vida. No es una solución para Piñera.
En la ficción piñeriana la muerte elimina al ser físicamente, pero no lo
libera de la angustia de la existencia, del dolor, del vacío, del absurdo
de nacer y vivir para tener que morir406. La existencia es entonces
drama, tragedia de vivir “cara a cara” con el absurdo. La soledad y la
angustia en que se sumerge el hombre lo aíslan del mundo, lo separan
de sus semejantes causándole el vacío universal y la inseguridad en sí y
en la sociedad.
406
Parece irónico, pero creemos que este tema que es el que acerca más a Piñera a
la corriente existencialista es también el que más lo separa. Para los existencialistas
la muerte es el fin de la vida y tratan de que la muerte les ayude a ver la vida; en
Piñera de lo que se trataba es de vivir la muerte, es como si la muerte no le dejara
ver o vivir la vida. En su cuento “El que vino a salvarme” asistimos a esa obsesión
suya por la muerte: “¿Cuál es la hora? […]; pienso que su idea fija no puede ser
otra que preguntarse: ¿será esta noche?..., ¿será mañana?..., ¿será a las tres de la
madrugada de pasado mañana?... ¿Va a ser ahora mismo en que estoy pensando
que será pasado mañana a las tres de la madrugada?” (CC, p. 261).
332
La mayoría de los personajes piñerianos nos golpean con una
esencial verdad: son seres condenados a la soledad más radical, al
absurdo y su conciencia de este “absurdo” condiciona totalmente su
comportamiento y su actividad en el ámbito de lo irracional. En ello
coincide Piñera con el absurdo camusiano. Por otra parte, Piñera
comparte esa visión unamuniana que considera a la existencia como
sinónimo de la soledad: “La vida es soledad, sola naciste y sola
morirás, sola so tierra. Sentirás sobre ti la queja triste de otra alma que
en el yermo yerra, que al valle del dolor sola viniste a recabar tu
soledad con guerra” 407.
407
Miguel de Unamuno, Soledad. Madrid. Espasa Calpe, 1975, p. 32.
408
Según Guillermo Cabrera Infante: “La práctica del suicidio es la única y, por
supuesto, definitiva ideología cubana. Una ideología rebelde, la rebeldía
permanente por el perenne suicidio. […] ¡A la victoria por el sepulcro! ¡Muerte o
muere! ¡Perecemos! (se oyen, se oirán siempre, las notas del Himno Nacional de
Cuba “Cubano, a morir por propia mano / Que morir por la patria es morir”.
Citado en Mea Cuba, op. cit., p. 189.
333
Virgilio Piñera utiliza la misma técnica en "Proyecto para un
sueño”. El surrealismo es en este cuento un programa de rescate, que
primero analiza las angustias del yo interno y a continuación descifra
la voz lacónica de su inconsciente. Se nos relata allí un sueño, cuyas
vueltas y revueltas, galerías, rejas, escaleras y trampas –fantasías
arquitectónicas a lo Piranesi– corresponden a un mundo de grotescas
criaturas (enanos, hombres enjaulados con figuras de animales),
extrañas ceremonias, falsos ataques y terribles castigos. Aquel
derroche de imaginación, donde prevalece lo opresivo y doloroso, en la
línea del más auténtico expresionismo, parece surgir de una pena
(psíquica y física) muy concreta: el soñador busca, al comienzo del
sueño, la compañía de un amigo para que le pague el café con leche
con tostadas, frugal alivio a su hambre409: “[…] Recordé con toda
claridad, con magnífica nitidez, que mi asunto era seguirlo sin
descanso a fin de que me pagase el café con leche con tostadas” (CC,
p. 57). El narrador se olvida de que lo que quiere es que le paguen un
café con leche y termina internándose en un mundo onírico. Narrarlo
es justamente su técnica para apaciguar a través del humor tensiones
internas que podrían derivar en una neurosis. La imagen final nos
devuelve al principio del cuento y le da carácter circular a la narración.
409
El tema del hambre adquiere un carácter obsesivo en algunos de sus cuentos. En
“La carne” y “La cena”, por ejemplo, vemos claramente la obsesión de Virgilio
Piñera con la comida. Según José Rodríguez Feo, Piñera le solía contar que: “(el
hambre) es una angustia muy humana en cualquiera que alguna vez haya pasado
hambre”. Citado por José Rodríguez Feo en “Virgilio Piñera, cuentista”, art. cit., p.
111. Por un lado, el tema hambre puede aludir a la falta de creencias religiosas, de
ídolos, (un hambre espiritual), como puede ser también un hambre intelectual (su
exilio en Buenos Aires puede ser la confirmación de ello, ya que salio de La
Habana para mejorar su formación intelectual). Sin embargo, lo más lógico es
vincular este hambre con la frustración y represión sexual que padecía en
Cárdenas, su ciudad natal y, que selló negativamente su vida y su obra (hambre
carnal): “En la provincia yo me masturbaba y recitaba en soledad; aquí, en La
Habana comenzaba a hacerlo en compañía; en compañía dudosa y lacrimosa, llena
de corbatas chillonas, de frasquitos de perfume, de antigüedades y objetos de arte”.
Virgilio Piñera, “La vida tal cual”, art. cit., p. 30.
334
La cuestión planteada es fundamentalmente temporal y espacial, y el
desarrollo de la acción está caracterizado por la falta de progresión.
Podríamos decir que lo esencial en “Proyecto para un sueño” es el
problema cronotópico. La imposibilidad de salir del espacio está
asociada con el vacío existencial, con la angustia del hombre
contemporáneo que se siente enajenado ante un mundo mecanizado y
con el sin sentido vital.
410
El surrealismo no representa coherentemente la “realidad”, sino mediante
múltiples perspectivas que no encajan entre sí. El surrealismo se aleja de lo
335
Pagarle al personaje-narrador un “café con leche con tostadas”,
no sabremos nunca si este es el deseo real o imaginario (soñado) del
narrador-personaje y que constituye el motivo principal de la
persecución. “Cuando se lo llevaban recordé con toda claridad, con
magnífica nitidez, que mi asunto era seguirlo sin descanso a fin de que
me pagase el café con leche con tostadas” (CC, p. 57). Dentro del
monólogo interior del narrador–personaje, la ironía situacional nos
muestra el clímax del relato, pues después de la querella existente entre
el narrador–personaje y el compañero, y la posibilidad de ser asesinado
por este último: “Me hizo saber que de vuelta del destierro, su único
pensamiento era asesinarme” (CC, p. 56), lo que más le preocupa es
cómo va a conseguir su dichoso e inolvidable “café con leche y
tostadas”; la reiteración de esta frase produce una ironía cómica por
medio de la cual el protagonista es deformado y ridiculizado, aquí
resalta el aspecto paródico e irónico del final. Las interrogaciones y
exclamaciones resaltan el sinsentido produciendo que la situación
violenta surgida entre los dos amigos, se perciba como risible en un
estallido de humor negro411.
336
Las rupturas bruscas en el cuento, su agudo humorismo, el
irracionalismo que salpica las intervenciones así como la importancia
conferida a los sueños, a la vida del inconsciente deberían
distanciarnos como lectores. Sin embargo, el hilo argumental mantiene
la tensión y un grado de complicidad consciente con el lector que
quiere saber como terminará esta situación insostenible.
337
Pero no faltan las fulgurantes visiones de belleza ni las súbitas
intuiciones que nos muestran una nueva dimensión del hombre412.
412
En Carlos Espinosa Domínguez (ed.), “Virgilio Piñera en persona”, Quimera,
98, 1990, p. 43.
338
4.3.-La estructura lúdica en “La cara” y “El cambio”
413
En los cuentos fantásticos de Piñera “La cara”, “El cambio”, “El caso Acteón”,
entre otros, se nos presenta personajes solitarios, aislados, marginados, necesitados
psicológicamente de afecto y de comprensión. Estas características comunes en los
textos fantásticos piñerianos nos advierten que los eventos insólitos ocurren porque
hay unas circunstancias y condiciones que los atraen, porque hay elementos que los
provocan.
339
temible”, causa en el pasado de todo género de horrores, lo fuerza a
llevar una vida de reclusión y soledad. Este cuento tiene proporciones
trágicas y nos deja con escalofríos: el narrador recibe una misteriosa
llamada telefónica de un sujeto desesperado que solicita contacto
prolongado con otra persona. Al mismo tiempo explica que su cara es
tan repelente que no deja que nadie intime con él después de que la
haya visto. Por lo que recurre a llamar por teléfono a números al azar
para buscar posibles interlocutores. Ambos personajes deciden
mantener una relación sin conocerse personalmente, pero poco después
el narrador descubre una necesidad y un deseo irresistible de verle el
rostro a su invisible interlocutor. El narrador termina por destruir una
parte de sí mismo para poder estar junto a su amigo invisible.
340
colgar” (CC, p. 94). Sin embargo, el desconocido vuelve a llamar e
insiste en dar una explicación a este malentendido. Y con eso se
consigue introducir la idea fantástica en este cuento, la idea de la cara
que “tenía un poder de seducción tan poderoso que las gentes,
consternadas, se apartaban de su lado como temiendo males
irreparables” (CC, p. 94). Después de llevar un tiempo intercambiando
diálogos, el narrador-protagonista descubre su obsesión de ver el
extraordinario rostro “repulsivo” al misterioso amigo. “¡Al diablo su
teléfono! Afirma el narrador: Yo tengo absoluta necesidad de verlo a
usted. […] es que yo también sufro. No es a usted sólo a quien su cara
juega malas pasadas, a mí también me las juega…Quiere obligarme a
que yo la vea…” (CC, p. 97). La interdependencia ‘espiritual’ de los
dos personajes se hace cada vez más fuerte, de manera que ambos
personajes deben negociar sus necesidades de contacto y el peligro
concomitante de que el deseado contacto llegue a separarlos. A través
de varias estrategias esa pareja lucha para resolver el problema y
mantener una unión parcial y controlada, así que deciden encontrarse
un día en la casa del desconocido en las tinieblas para no verse la cara
y el invisible interlocutor refiere:
341
Tras la explicación de la sucesión de fatalidades, dolor y muerte
que les sobrevinieron a las personas cercanas a él, se espera un
alejamiento del narrador-protagonista por considerar esta confesión
como acto de locura, de exageración o por lo menos de un posible
atentado contra su vida. Sin embargo, lo que sucede es que el narrador-
protagonista se muestra más comprensivo, compasivo e incluso decide
visitarle con regularidad a su casa y en las tinieblas: “que podamos
conversar frente a frente en las tinieblas” (CC, p. 98). En este ambiente
de duda y de misterio, puede apreciarse un sentido de humor
anecdótico. A pesar de su sobriedad y verbosidad, Virgilio Piñera se
las arregla para romper esa atmósfera mediante sucesos humorísticos:
Pasado un tiempo, volví por esa casa. Una vez que estuve sentado
en mi sillón le hice saber que me había saltado los ojos para que
su cara no separase nuestras almas, y añadí que como ya las
tinieblas eran superfluas, bien podrían encenderse las luces (CC,
p. 101).
342
Cabe preguntarse si estos actos insólitos reúnen los requisitos para
clasificar este cuento como fantástico. Primeramente, se da el requisito
de la existencia de un mundo real como escenario para la irrupción de
los eventos insólitos (hay una transgresión del orden natural). La
existencia de una cara seductora y repulsiva es anunciada, definida y
creída desde el principio, no obstante, el lector tendrá que esperar hasta
el final del cuento para convencerse de sus efectos insólitos. Cierto que
el narrador-actor no consigue ver el rostro maligno de su invisible
interlocutor pero sus efectos lo han alcanzado, por lo que decide
saltarse los ojos en ese final atroz. Como todo autor de cuento
fantástico, Piñera juega constantemente con la incredulidad del lector
usando espacios en blanco para hacerle creer algo que puede ocurrir o
no. La tensión fantástica surge no tanto de la presencia de contenidos
codificados cuanto de la estructura; o más bien de las “grietas” que se
crean en ésta y que la hacen ambigua para el lector, pero no para el
narrador que sabría y calla, y cuyo silencio artero sugería un abismo
insondable414. El autor opta por mantener la ambigüedad. La esencia de
lo fantástico se plasma en esta realidad. La inquietud y el malestar se
suceden en el lector a medida que recorre el texto y se agrava con esa
resolución tan cruel que lo deja insatisfecho porque la considera como
una solución bárbara y poco creíble. En este cuento, el suceso insólito
radica en el interior del ser, la naturaleza del interlocutor es un misterio
que al narrador-protagonista conviene esclarecer. El narrador va a tener
que descubrir poco a poco los sentimientos que le unen con el invisible
414
“Los textos fantásticos nos proponen, en tanto que lectores, una contradictoria
aventura: pretenden construirse como realidad, pero una realidad sobre la que
debemos ejercer descreimiento. A la vez que solicitan nuestra aceptación, exigen
nuestra duda sobre eso que el texto mismo señala como verdad (su verdad)”.
Rosalba Campra, “Los silencios del texto en la literatura fantástica”, en Enriqueta
Morillas (ed.), El relato fantástico en España e Hispanoamérica, ed. cit., p. 51.
343
del rostro maligno y terminará por sacrificar una parte de sí para poder
permanecer junto a su amado.
415
Virgilio Piñera expone en estos cuentos el problema de la carne en relación con
el espíritu, no dejando de insinuar que el instinto sexual encierra un elemento
demoníaco y destructivo. Tanto en “El cambio” como en “El caso Acteón” el
contacto y la comunicación entre los personajes se realiza no a través sino con el
solo cuerpo. En el apólogo “El caso Acteón”, el narrador-protagonista y su
antagonista, “el señor del sombrero amarillo”, participa en “la cadena Acteón”,
mediante el recíproco desgarramiento de sus carnes donde la saliva juega un papel
fundamental en facilitar la penetración, o sea, la comunicación: “todo eso lo decía
cubriéndole de una abundante lluvia de saliva” (CC, p. 42). La destrucción mutua
desemboca en la siguiente conclusión: “…y como acompañábamos igualmente la
palabra a la acción (hubiera sido imposible distinguir entre una y otra voz: mi voz
correspondía a su acción; su acción a mí voz) sucedía que nos hacíamos una sola
masa, una sola elevación, una sola cadena sin términos” (CC, p. 43).
344
carnal sea en este cuento un intento para escapar a la soledad, a la
desesperación y posiblemente a la locura. Pues a través del cuerpo, en
sus fugaces pero intensos éxtasis, las dos parejas en “El cambio”
intentan la comunicación, el contacto recíproco en un mundo
estrictamente objetivo, donde el silencio y las tinieblas son definitivos.
Piñera, un escritor solitario y pesimista, propone tareas hercúleas para
alcanzar unos instantes de placer. Para él, el hombre es un ser
desgraciado que sólo sacrificándolo todo puede lograr unos instantes
de placer. Sin embargo, dicha felicidad puede resultar al final falsa,
incierta y vanidosa.
345
dos parejas. “Pronto saldrían de las otras cámaras los amantes y
comprobarían el horrible cambio y su amor quedaría anulado por el
hecho insólito que es haberlo realizado con objetos que le eran
absolutamente indiferentes” (CC, p. 47). Se resuelve esta absurda
situación con lo que parece un sádico y cruel castigo: cegar y cortarles
la lengua a los amantes para evitar identificaciones. El narrador
describe esa monstruosidad cometida como una idea brillante y una
inteligente labor para prolongar y asegurar la eterna felicidad a los
amantes (las identidades no se revelan y las dos parejas jamás llegan a
enterarse del engaño cometido). La reacción de las dos parejas al ser
informados del porqué del feroz castigo abre la puerta al mundo
onírico: “Al oír tal declaración, los amantes recobraron
inmediatamente su expresión de inenarrable felicidad y por gestos
dieron a entender al amigo la profunda gratitud que los embarga” (CC,
p. 47). La aceptación casi natural de estos sucesos por las dos parejas
nos sumerge en la confusión y la duda; con estas dos escenas nos
introducirnos en un mundo onírico, grotesco y cómico. La narración
adquiere un tono fabuloso, sarcástico e irónico a la vez, con la escena
final en la que el autor da por terminada su labor de filántropo: “Por fin
les llegó la hora de la muerte, y, como perfectos amantes que eran, les
tocó la misma mortal dolencia y el mismo minuto para morir. Visto lo
cual, el amigo sonrió levemente y decidió sepultarlos, restituyendo a
cada amante su amada, y, por consiguiente, a cada amada su amante”
(CC, p. 48). Reconocemos un paralelismo entre la fábula de Publio
Ovidio Nasón y esta narración de Piñera en la que se premia el amor
haciendo que se cumpla el deseo de la pareja más vieja Filemón y
Baucis de morir a la misma hora y descansar juntos eternamente416.
416
Júpiter y Mercurio recorren Frigia y no logran encontrar albergue que los
cobija, hasta que lleguen a la choza de un matrimonio de viejos. La pareja los
346
El “amigo” personifica a un ser todopoderoso capaz de hacer y
deshacer relaciones humanas, a un Dios que compone y descompone
las correspondencias amorosas, a un ser fantástico. También son seres
fantásticos las dos parejas torturadas, que aceptan las atrocidades del
“amigo” sin sorpresa, sin espanto, sin cuestionarse los motivos.
Aceptan con resignación e incluso mostrando felicidad a pesar de lo
horrible de las agresiones. No obstante, si se interpreta el
comportamiento de este narrador como de un loco, como lo califica su
comportamiento, tendría que considerar el acto de la unión como
producto de un loco también. Tal interpretación dejaría al desprovisto
de la credulidad puesto que se tendría que considerar que toda la
narración estaría teñida de subjetividad irracional; la perspectiva de un
loco implica la irrealidad, por otro lado, si se logra ver al personaje-
protagonista no como un demente, sino como un ser despiadado y sin
escrúpulos que juega a ser Dios con derecho a tomar decisiones ajenas
y marcar destinos, es admisible considerar que el texto como un cuento
fantástico417.
acoge con generosidad y los deja pasar la noche en su choza. Como recompensa
los dioses descubren sus identidades divinas a los dos esposos, transforman su
choza en un santuario y les comunican que todo deseo se los puede conceder. La
sabia pareja después de intercambiar algunas palabras responden : “Ser los
sacerdotes y guardianes de vuestro templo, eso pedimos ; y, puesto que hemos
pasado juntos nuestras vidas, que la misma hora nos lleve a los dos ; y que jamás
vea yo la tumba de mi esposa ni tenga ella que enterrarme a mí”. Ovidio Nasón,
Metamorfosis, Libro VIII, Clásicos de Grecia, Alianza Editorial, 2002, pp. 265-
268.
417
El tema de la locura es la llave principal en este texto y en el que viene a
continuación “El caramelo”, ya que la ambivalencia proviene de la posible
incapacidad de separar hechos de fantasías, realidad de irrealidad. No se sabe con
exactitud si toda la narración es producto de la locura perversa o no.
Definitivamente se produce la duda en ante la ambigüedad de lo insólito
inexplicado sin poder optar ni por una explicación racional ni una irracional. En fin
se le aplica la conocible frase que dice: me lo creo porque es absurdo.
347
En “El cambio”, Piñera nos hace testigos de una escena carnal en
la que participan dos parejas de amantes, describe la escena como si
fuera una discreta ceremonia sagrada o, también, una orgía discreta. De
hecho, “El cambio” se sitúa muy bien en el campo de la literatura
erótica, aunque se evite la referencia abierta a lo sexual. En este
cuento, Virgilio Piñera desarrolla el universo exuberante, fantástico, y
en cierta medida surrealista, que le caracteriza. En este momento de su
trayectoria, sus cuentos se centran en una sexualidad plagada de juegos
de poder, dominación y sumisión. Interesa mencionar la sutileza y la
combinación que hace el autor de lo fantástico y de la literatura del
deseo en este cuento. Piñera perfila la evolución del protagonista (el
amigo loco y perverso) desde la frivolidad y el culto al placer al
sacrificio y la filantropía entre paréntesis. Piñera hace que el placer sea
ese Dios tiránico que está dispuesto a devorar a sus victimas
convertidas previamente en objetos y que no ofrecen resistencia alguna
ante la voluntad del Diablo o de quién sea. En Piñera, el erotismo y el
poder sexual muestran un ambiente cerrado, opresivo, símbolo del
abuso. El sexo en el cuento conduce al vacío y a la destrucción. Es una
metáfora de las relaciones humanas, marcadas por la incomunicación
entre el hombre y la mujer, y por la existencia de leyes hipócritas. La
condición del hombre es la del burlado y la del derrotado. Sin
embargo, lo más doloroso no es la violencia ni el engaño en que vive el
hombre, sino el fin de una ilusión y el crepúsculo de un concepto en
que se creía418.
418
Octavio Paz afirmaba que “El ocaso de nuestra imagen del amor sería una
catástrofe mayor que el derrumbe de nuestros sistemas económicos y políticos:
sería el fin de nuestra civilización. O sea: de nuestra manera de sentir y vivir”.
Octavio Paz, La llama doble: Amor y erotismo, Seix Barral, 1994, p. 134.
348
“El cambio” se nos presenta como una reflexión sobre los
sentimientos humanos y el azar amoroso. Un relato que comparte con
la literatura contemporánea esa cualidad de ser múltiple, íntergenérico,
irónico y paródico. El autor expone estos sucesos extraños como si
fuesen acontecimientos cotidianos y mediante el personaje central
amplía el tono del texto hacia lo perverso y lo cruel. En el cuento
funciona una casualidad que quebranta y niega la ley natural.
349
4.4.- Lo fantástico en “El caramelo” y “El muñeco”
419
Evidentemente los cuentos seleccionados que aquí se analizan no son los únicos
escritos fantásticos de Piñera. Pero sí son muy significativos porque nos permiten
diferenciar entre dos periodos en la narrativa breve de Piñera en el ámbito
fantástico. Podríamos distinguir dos etapas en la narrativa de Piñera, la primera
tiene que ver con su Poesía y prosa y la necesidad de escaparse de ‘esa maldita
circunstancia del agua por todas partes’ (época en que se evidencia el tedio y la
frustración), y que incluiría los personajes que establecen un contacto directo y
material con el entorno, moviéndose por las imágenes destructivas y la necesidad
urgente por el cambio. La segunda etapa tiene que ver con los cuentos escritos en
el exilio (Buenos Aires) y en donde abundan los pasajes urbanos de La Habana:
hay mucha más descripción, los diálogos son más frecuentes, y el ambiente está
más detallado. Aquí los personajes se enfrentan a situaciones irracionales y
grotescas que no pueden explicar racionalmente. Esta etapa muestra una madurez
de nuevo cuño en su obra, tanto en el estilo formal como en los temas que aborda.
Si algo conecta estos cuentos con toda la obra anterior es su persistente afán por
construir comentarios críticos sobre la sociedad y los valores imperantes, en este
caso, sobre la ambigüedad y la falsedad de las apariencias, sobre la superficie
tranquila y la tormenta interior silenciosa, sobre lo familiar y conocido que se
vuelve ajeno y extraño.
351
octubre, luego le seguimos por las calles de la ciudad hasta la parada
del autobús:
352
en donde las ocurrencias surrealistas son parte esencial de una
dimensión de pesadilla en la que un niño y un cochino, sin ninguna
acción mágica mediante, son una y la misma cosa420. El narrador-
protagonista se refiere al niño como “pequeño monstruo” y luego se le
describe con los siguientes detalles:
420
Esta historia nos recuerda la invención de Lewis Carroll, en su inolvidable
capítulo VI “Cerdo y Pimienta” de Alicia en el país de las maravillas, cuando
Alicia coge en brazos al bebé llorón de la condesa y se le metamorfosea en un
cerdito gruñón. Véase Lewis Carroll, Alicia en el país de las maravillas, Alicia a
través del espejo. La caza del snark, Barcelona, Plaza y Janés, 2003, p. 64.
353
cayó desde la muerte […]. Pues ella desde la muerte, como si
primero hubiera tenido que transformarse en cosa inerte para
después morir cayendo a nuestros pies. […] tuve la impresión de
una momia faraónica caída por descuido en la sala de un museo
(CC, p. 243-244).
354
que ha engañado al lector. Sin embargo, la escena final demuestra que
ese narrador-protagonista ha experimentado el acto insólito. La
aparición del pastillero en su bolsillo sorprende al mismo narrador,
quien no encuentra una explicación lógica al hecho:
–Capitán, le juro…
–Nada, que te pusiste fatal –y se rió–. Bueno, ahora, pisamos
terreno firme. Y esto se acabó –se dirigió hacia la puerta, y
cuando estaba a punto de bajar, giró sobre sus talones, me miró
socarronamente y dijo: ¡Oye, cabo: llévatelo! (CC, p. 260).
Termino el café con leche como puedo, los últimos sorbos me los
trago mezclados con palabras tales como: vago, apañador (¿Qué
me quiere decir con eso? “mal marido” […] Berta me grita algo,
355
que no entiendo, felizmente […]. Es un día de fin de mundo, pero
al fin y al cabo un día a mi disposición […] anoche me acusó de
bigamia. ¿De qué me acusará hoy? Como le encantan los
bombones con licor, le llevaré un cucurucho. A lo mejor me sale
con la pregunta de si no están envenenados […] bueno, el día es
de fin del mundo, pero a mí denme vida, que el resto yo lo arreglo
(CC, p. 237).
356
personal con el mundo fantástico, con los acontecimientos que le
anteceden y le siguen. El otro, el diálogo o monólogo que parece tener
el narrador-protagonista cada momento con el lector, y que cubre casi
todo el relato. Este es uno que vive y experimenta el acto fantástico
como observador y protagonista a la vez. En su discurso narrativo a ese
nivel, el narrador cuenta lo que como protagonista sabe, haciendo uso
de un lenguaje directo al preparar y/o introducir el acto insólito
mediante frases: “estuve por decirle que no se lo coma, que gente como
esta no augura nada bueno”, “con la misma frialdad con que el asesino
elige su victima, coge el caramelo con la punta de los dedos y se lo
ofrece […], cuando oigo la voz de ultratumba del chiquillo: “cómetelo”
(CC, p. 242); preguntas retóricas: “¿Y qué sé yo de los motivos que
pueda tener esa pareja, que es la contraposición de edades? ¿Qué
puedo saber yo, simple pasajero de una guagua, yo, que no revuelvo
montañas de papeles ni paso las noches al claro espiando los actos de
la gente? ¿Y por qué no habría de tener motivos ocultos la vieja o el
niño?”; o sirviéndose de palabras como: “fantasmagoría”, “pesadilla”,
“diluvio”, “fin de mundo”, que nos advierten que pronto iremos
dejando a nuestras espaldas el contexto real y adelantaremos en el
imaginario. El narrador, como tal, cumple su tarea de avisar sobre el
acto insólito y preparar una atmósfera de suspenso sobre el mismo. En
el segundo nivel narrativo, sin embargo, el narrador asume por
momentos distintas formas narrativas, tanto como conocedor de los
hechos, como en su manera de narrar. Este narrador esta dialogando
con el lector.
357
envenenado a la chica que yace muerta delante de los ojos del
personaje. Lo insólito conduce a un estado de atonía que impide
separar la realidad de lo imaginario. No se pueden ver las cosas con
claridad y por tanto no se puede optar por una explicación verosímil
aunque irracional. Se sugiere que es el desconocimiento y la falta de
información lo que le impide al protagonista comprender lo que ven
sus ojos. El asombro da como respuesta el silencio y deja sumido en la
confusión al narrador. La narración juega con habilidad, con un
lenguaje hilado, continuo y deslizante muy apropiado para el tema de
la introducción de la metamorfosis. Sin embargo, cabe afirmar que los
acontecimientos insólitos de estas anécdotas constituyen lo fantástico
nuevo porque lo que lo diferencia de los relatos fantásticos
tradicionales es el punto de vista del narrador-protagonista, para quien
no existe síntesis entre lo real y lo fantástico. De esa forma, el contraste
entre la realidad y la irrealidad será más impresionante.
421
Cuento inédito de Piñera, “redactado en Buenos Aires en 1946, año de la
elección de Perón, Virgilio envía el texto a un concurso convocado por la vista Sur,
que no lo premia ni publica, por temor a represalias del mismo Perón. En la edición
cubana de Cuentos el texto es el único de la versión original que no figura, ya que
se lo consideró como crítica al Partido Comunista. “El muñeco” es nuevamente
cercenado en el volumen El que vino a salvarme, otra recopilación de los Cuentos
fríos y otros cuentos, editado en la Argentina del régimen militar de 1970, por la
editorial Sudamericana. La edición de Cuentos de la casa española Alfaguara,
1983, tampoco lo incorpora”. Teresa Cristófani Barreto, “Los cuentos fríos de
Virgilio Piñera”, art. cit., p. 24.
422
Rodríguez Feo, afirma que “por la técnica, ‘El muñeco’ anticipa el estilo que se
empleara en La carne de René”. José Rodríguez Feo, “Hablando de Piñera”, art.
cit., p. 52.
358
oficiales en los que está obligado a participar. Este muñeco, réplica
perfecta del original, tendrá por función última reducir la creciente
automatización del presidente. La reproducción del presidente es tan
efectiva que los personajes –incluyendo al propio Presidente– son
incapaces de distinguir entre ambos. De esta manera, el muñeco
eventualmente reemplaza al Presidente. En el muñeco, el “otro”
representa el eje temático de la narración, el tema del doble es tratado
dentro de un marco más fantástico que metaficticio, se centra en la
suplantación progresiva y total de un “yo”, cansado por la monotonía y
el caos, por un doble de goma.
359
pronombre “yo” pertenece a todos”423. Sin embargo, al empleo de la
primera persona se puede deber lo imposible de la narración, ya que la
enunciación del relato se entrega a través de una voz que describe
según “su percepción” los hechos narrados; el narrador-actor cuenta
una experiencia muy peculiar que debemos creer, pero a la vez se hace
inverosímil por la naturaleza de los hechos absurdos, que parecen
puros delirios de un demente. El narrador, primeramente, está dando fe
de su confiabilidad; hay que confiar en él porque si decide escribir es
por pura necesidad de transmisión:
423
Tzvetan Todorov, op. cit., p. 102.
360
obrero de la nación me hizo prorrumpir en fuertes sollozos.
Llegué a casa enfebrecido. Me tiré en la cama; no quise
responder a nadie. La cabeza me estallaba. Esta noche dormí
poco y me desperté con el alba. El quiquiriquí de los gallos me
recordó la música de fondo del noticiero. No se me apartaba el
Presidente un solo instante. Tenía el deber de discurrir algo que
ahorrara al Presidente tan sucesivas y peligrosas apariciones
[…] me eché a planear su salvación. Además, si yo lo salvaba,
me autorizaría a tutearle: vieja ilusión de mi vida (CC, p. 541).
361
El muñeco acaba por hacernos la vida un infierno; creemos
estar a gusto, pero sentimos que es él quien manda y ordena;
impotentes, asistimos, desde el fondo de nuestra propia alma,
a esa tiranía vitalicia. […]. Hay que luchar y sacarle el
muñeco…
– ¿Cómo? – gimoteó–, ¿Cómo?
– El muñeco se saca con el muñeco.
Se me quedó mirando fijamente, envaró las piernas, puso
rígidos los brazos, los dedos se abrieron en abanico, y como
el perfecto muñeco que era, repitió la frase mecánicamente.
[…]
– ¡Chistoso! ¡Muy chistoso! El muñeco saca al muñeco.
– Nada más exacto. Si el señor Presidente pudiera disponer
de un muñeco que efectuase todos los actos de su vida
pública y oficial, estaría salvado. (CC, pp. 549-560)
362
La situación se generaliza, y todos los funcionarios del gobierno
quieren su propio muñeco. Hasta los países vecinos sucumben a esta
influencia, pero “el pueblo como sucede siempre, se abstuvo, y pudo
asegurarse que continuaba siendo la cosa caliente y palpitante de las
naciones” (CC, p. 569).
363
llegamos a conocer casi nunca. Por otro lado, además de cruzar la línea
que separa lo real y lo fantástico, la vigilia y el sueño, el narrador
incorpora comentarios lúdicos sobre el estado íntimo del personaje, sus
sensaciones, últimas preocupaciones y la naturaleza del proceso
“desmuñecación”; el lector puede conocer los evidentes límites del
mundo, lo real-vivido siempre está contaminado con lo deseado,
anhelado y soñado.
364
4.5.- Lo alegórico y lo grotesco-fantástico en “La carne”
424
Estos dos maestros del disparate son sin duda alguna una fuente para Virgilio
Piñera. La vinculación de Piñera con estos dos maestros del “disparate claro” es
tan evidente que incluso contamos con dos textos que son una reproducción de este
tipo de absurdo encadenado, fantástico y alegórico. Por un lado, la historia del
texto titulado “Grafomanía” (CC, p. 149), de Virgilio Piñera, nos obliga a asociarlo
con el capricho num.53 de Goya, subtitulado “Qué pico de oro”, en el que vemos a
un loro en el centro de la imagen con la pata derecha levantada y el pico abierto, en
actitud de hablar con autoridad a un grupo de frailes y gentes diversas. Véase R.
Gómez de la Serna, Goya, Madrid, Ediciones “La nave”, 1928, p. 131. Por otro
lado, tenemos “Cosas de cojos” (CC, pp. 92-93) que es un texto análogo a “El
cojo” de Gómez de la Serna, que trata el tema de un cojo que busca otro cojo del
otro pie para compartir y ahorrar en la compra de los zapatos. R. Gómez de la
Serna, Disparates, Madrid, Calpe, 1921, pp. 77-78. La relación entre los relatos
piñerianos y los dos humoristas españoles sorprende no ya sólo por la posible
influencia inspiradora, sino –lo cual es importante– por las confluencias de
significados e impresiones que nos proporcionan ambos maestros de “lo fantástico
alegórico” contemporáneo.
365
humana dentro una sociedad hipócrita (la sociedad cubana anterior a la
Revolución), que es, en su opinión, deformación grotesca de toda
civilización425.
En la narrativa breve de Piñera, “la aparición de lo grotesco y
horrendo es vehículo para afirmar la situación absurda. Constituye el
elemento esencial de la realidad irracional que se les impone a los
personajes. El elemento grotesco se presenta además matizado por
expresiones humorísticas que alcanzan a crear equivalencia de sentido
entre ambos elementos paradójicos”. Tomás López Ramírez añade que
Piñera “crea una realidad verbal que constituye la expresión metafórica
de un universo real […] el concepto piñeriano del absurdo constituye
una propuesta literaria de sentido alegórico que alude a circunstancias
histórico-objetivas de una sociedad real e identificable”426. En “La
carne”, como en “La caída” o en “Las partes”, el autor propone
conducirnos a ese lugar de evasión del mundo y de las criaturas desde
el que le es posible contemplarlas fría y cruelmente, en un juego
absurdo, grotesco y al mismo tiempo perverso. Wolfgang Kayser
afirma que para lo grotesco427 la unidad de perspectiva reside en “la
425
Rafael Gutiérrez Girardot ha señalado, en ese sentido, como “la literatura
llamada ‘fantástica’, y que suele considerarse como una desviación de cierta ‘torre
de marfil’, en cuanto que, aparentemente, traza sus límites frente a lo real, para
salvar la huida en un más allá de la cotidiana suciedad, no puede ni quiere
renunciar a los medios de la deformación y que ella misma es una comprobación
de que el mundo enajenado también puede convertirse en conciencia de la
enajenación mediante la fantasía, es decir, no es otra cosa que la desrealización, la
negación de lo enajenado. Por lo demás, la fantasía misma es la intensificación,
también estilística, de los rasgos de figuras reales, y cobra por esa simple razón
dimensiones critico-sociales”. Rafael Gutiérrez Girardot, “Lo grotesco literario y
su función crítico-social en la literatura hispanoamericana. “Un esbozo”, En Horas
de Estudio. Bogotá. Instituto Colombiano de Cultura, 1976, pp. 129-130.
426
Tomás López Ramírez, “Virgilio Piñera y el compromiso del absurdo”, art. cit.,
pp. 39-40.
427
La clasificación más interesante de lo grotesco es la de Wolfgang Kayser, que
lo define como un juego con el absurdo, como enajenado, como una tentativa de
invocar y someter los aspectos demoníacos del mundo. El grotesco dinamiza
cuanto crea, rompe simetrías, propicia desequilibrios, anula proporciones, mezcla
366
fría mirada al acontecer como si se tratase de un juego de muñecos sin
sentido, un teatro desgarrado de marionetas”428.
367
simbólico lo que otorga ambigüedad a la representación de personajes
y acciones de “La carne”431 y nos pone de lleno en la ceremonia de lo
grotesco.
368
un alimento para ese ‘conflicto culinario’: “Con gran tranquilidad se
puso a afilar un enorme cuchillo de cocina, y, acto seguido, bajándose
los pantalones hasta las rodillas, cortó de su nalga izquierda un
hermoso filete” (CC, p. 38). El siguiente acto produce más asombro
que risa y nos introduce en un mundo subjetivo, insólito y absurdo, ya
que el mismísimo Alcalde aparece en la casa de Ansaldo, no para
impedirle esa bárbara locura, sino suplicándole una muestra pública.
Dicho y hecho: “Ansaldo se trasladó a la plaza principal del pueblo
para ofrecer, según su frase característica, ‘una demostración práctica a
las masas’” (CC, p. 38). La reacción de los personajes y la expresión
de sus sentimientos tienen manifestaciones que inducen a la risa, a la
sorpresa o al horror. Mediante imágenes absurdas, exageradas e
hipertrofiadas se nos describe la situación ridícula que iban viviendo
los ciudadanos, inevitable metamorfosis de un pueblo en vía de
extinción:
369
sus pies […] ya sólo le quedaba la parte carnosa del dedo gordo.
Entonces invitó a sus amigos a presenciar la operación. En medio
de un sanguinolento silencio cortó su porción postrera y sin
pasarla por el fuego la dejó caer en el hueco de lo que había sido
en otro tiempo su hermosa boca. Entonces todos los presentes se
pusieron repentinamente serios (CC, p. 40).
433
La exageración es señalada tanto por Todorov como por Vax como medio para
provocar el sentimiento de lo fantástico. En este cuento encontramos dos recursos
característicos de la literatura fantástica: la exageración y la literalización de la
metáfora. Como sabemos, la repetición es una de las modalidades de la
exageración, Piñera recurre con frecuencia a este recurso llevando a su extremo
ciertas acciones cotidianas, y precisamente en este cuento exagera los instintos
salvajes del hombre.
370
ilógico, lo absurdo y al disparate claro. Esa metáfora corporal que
desemboca en un ‘suicidio’ satisfactorio da cuenta de algún modo de
una exageración, un exceso de las reacciones, en definitiva, de una
retórica del exceso. El uso de la técnica del exceso permite, sin duda, al
narrador hacer visualizar los sentimientos y las reacciones de los
personajes mediante el uso de detalles exagerados, que deforman de
algún modo al individuo. Como se ha podido apreciar de la sinopsis del
asunto, no son pocas en “La carne” las situaciones tendentes a subrayar
la contaminación del referente real por el elemento maravilloso en
clave de humor. Esa misma clave, cercana a la reducción de la realidad
mediante la vía de la deformación y del absurdo, es la que sitúa el
relato en lo grotesco-fantástico y satírico434. Piñera trata de extraer
todas las posibilidades artísticas de lo macabro, lo siniestro y
normalizarlo. Con todo, su perfil fantástico-grotesco es concluyente.
Las intromisiones entre el mundo natural y el sobrenatural se hallan en
“La carne” problematizadas en términos que quiebran los límites entre
ambos órdenes.
371
nuevo lenguaje fantástico, por el cual el contraste sorpresivo no está en
la propia narración o en sus personajes, sino entre la normalidad que el
narrador le da a lo relatado y ese lector implícito que no puede aceptar
y asumir tal normalidad.
372
4.6.- Humor e ironía en “Como viví y como morí”
373
asumida de no crecer en un mundo que rechaza, como hace el
protagonista de El tambor de hojalata, de Günter Grass.
435
El autor nos relata la historia de un individuo que vive en una soledad y
aislamiento total. El personaje tiene miedo al contacto con el otro, a
comprometerse, a las relaciones humana, (nos recuerda al protagonista de
Pequeñas maniobras), decide encerrarse en una mugiera habitación llena de
cucarachas. Al paso de un tiempo cuando se irrumpe la autoridad en el cuarto, ven
una sola, gigantesca e indivisible cucaracha: “La cucaracha más grande sobre la faz
de la tierra”. Él se fusiona con las demás cucarachas para formar una sola.
374
contra el sino. Esta condición desesperada proviene de un estrato más
amplio, es consecuencia de las preocupaciones del hombre, marcado
por la incomunicación, por la soledad.
436
En “Como viví y como morí” se trata de una soledad callada, hecha con
repetidas inmolaciones, fracasos, llagas reactivas continuamente: el personaje no
suele pronunciar la palabra “soledad” –no cuenta en su registro léxico– pero la vive
en la constante postergación social o afectiva en la que está inserto.
375
cucaracha; Piñera utiliza tendencias masoquistas que se reflejan en casi
toda su obra creativa: la humillación, la degradación, la destrucción o
la derrota, la exaltación que hace del sufrimiento, de la tristeza, de la
desolación que domina su espíritu.
376
‘miserable’, que cito a continuación, porque creo que el espíritu del
cuento está contenido en este breve fragmento: “Un miserable es un ser
humano cuyo trasero se encuentra a la disposición de todos los pies;
absolutamente de todos los pies, comprendidos los mismos pies de los
miserables” (CC, p. 105). Con estas palabras cargadas de burla e
ironía, se manifiesta aquella forma de humor llamado por Jorge
Mañach y Raquel Aguilu de Murphy ‘choteo’438; el narrador-personaje
no tiene otro propósito que ridiculizar, rebajar y humillar a su ser
degradándose. Con el fin de producir el elemento humorístico, el
narrador-personaje no duda en envolverse en algo cómico439, ya que se
describe como el ser más inquietante, extraño y a la vez ridículo con
que se puede topar. A continuación añade: “Un detalle curioso: si un
juez o un periodista me preguntasen qué animal he visto más en mi
vida, le diría sin vacilación que la cucaracha” (CC, p. 105). Este
pensamiento irracional nos recuerda que el humor es un acto lúdico
que no persigue ningún fin extremo a sí mismo, sólo nos muestra el
sinsentido humano.
438
Tanto Jorge Mañach como Raquel Aguilu de Murphy lo definen como el
concepto del humor que mejor caracteriza al pueblo cubano. Por medio del choteo,
el cubano se burla de la autoridad, de lo más sagrado, y todo aquello que conlleve
intrínsecamente un sentido de autoridad. Véase Raquel Aguilu de Murphy, Los
textos dramáticos de Virgilio Piñera y el teatro del absurdo, Madrid, Pliegos,
1989, pp. 88-89.
439
“Desde antiguo, el humor ha aparecido estrechamente vinculado a lo cómico,
entendido éste como consecuencia del espectáculo de lo ridículo, deforme, erróneo
o incongruente, que, si no provoca dolor o compasión, suscita en el espectador un
sentimiento de superioridad que se manifiesta en la risa”. Rosa Martín
Casamitjana, El humor en la poesía de vanguardia, Madrid, Gredos, 1996, p. 24.
377
heteróclita que se describe”440. Comprobemos lo dicho en la insólita
imaginación del narrador-protagonista y en esas sucesivas confesiones
llenas de comparaciones. Respecto a su asociación con las cucarachas
llega a decir el personaje “que el resto del mundo me resultaba pura
apariencia y ellas la única realidad” (CC, p. 105); “…,que si por un
vuelco de la fortuna llegaba a ennoblecer mi vida, en mi escudo
aparecería una magnífica cucaracha de oro en campo azul” (CC, p.
105); “… una bandada de cucarachas, al encender yo la luz, salió
voloteando en todas las direcciones, como ese público que estalla en
aplausos al paso de su querido soberano”(Ibíd.); “De mis
lamentaciones, de mi hambre, de mis fracasos, de mis terrores, han
sido las cucarachas mudos testigos”(Ibíd.). Como conclusión del relato,
el narrador, moribundo, postrado, cubierto por cucarachas, prevé el
momento en que la justicia, al hallar su cadáver, contemple en él “a la
cucaracha más grande sobre la faz de la tierra”441.
440
Carlos Narváez, “Lo fantástico en cuatro relatos de Virgilio Piñera”, Románica,
13, 1976, p. 39.
441
Estos pensamientos nos muestran las emociones excesivas del personaje-
protagonista para así construir la ironía y nos conducen a la degradación del
individuo, que se encuentra enredado con el mundo, viviendo con y como insectos
tan asquerosos como las cucarachas. Y de esta manera la representación simbólica
más degradante de lo humano es la cucaracha. Tal analogía tiene un significado y
es la transformación de lo superior a inferior. Son imágenes grotescas que se
oponen a la perfección humana. Por lo tanto, la degradación se manifiesta como
una tendencia que trata de envilecer, degrada, vulgariza todo lo sublime, hacer bajo
todo lo humano, es la transferencia de lo ideal a lo bajo. Esta descripción parece
horrible, monstruosa y deforme. Es la transmutación de un universo perfecto y
estable. Es la metamorfosis hacia la imperfección eterna de la existencia.
442
Cristina Peri-Rossi señala: “La ironía es un gran instrumento: crea distancia, y
sólo en la distancia somos lúdicos, perversos, ambivalentes e inteligentes. Y uso la
palabra ‘perversos’ en el sentido de que la paradoja pone en tela de juicio la
normalidad, la naturaleza, la espontaneidad”. Citado en Mempo Giardinelli, Así se
escribe un cuento, Buenos Aires, BEAS, 1992, p. 52.
378
dimensión trágica. Subraya el lado risible de toda tragedia. Esto es,
justamente, lo que enseña la ironía: que el dolor y la risa no son en
absoluto incompatibles. La ironía está destinada a ser percibida como
un sentimiento ambiguo que concilia el dolor y la risa, un sentimiento
que dulcifica el desgarro trágico o que amarga la pura hilaridad de lo
cómico. Y este sentimiento ambiguo se consigue evitando a un mismo
tiempo la identificación total o el distanciamiento absoluto del lector
con respecto a los personajes implicados en la ironía. Encontramos la
oscilación entre la identificación y el distanciamiento, de modo que el
dolor que puede suscitar la primera se vea compensado por la risa que
suele acompañar al segundo y viceversa443. Linda Hutcheon afirma
que: “La ironía posee un ethos burlón marcado en el sentido
(lingüístico), donde es codificado peyorativamente. Sin el ethos burlón,
la ironía dejaría de existir: no es más que el texto pragmático
(codificado o descodificado) el que permite la percepción del desfase
entre los contextos semánticos. Además, este ethos articula toda una
serie de valores que recorren la gama: de la diferencia a la irrisión; del
palmo de narices y de la risita socarrona.”444.
443
Luís Javier, Víctor Martínez, Relaciones irónicas en la obra de Oscar Wilde,
Universidad Complutense, Madrid, 1990, pp. 45-46.
444
Linda Hutcheon, “Ironía, sátira y parodia. Una aproximación pragmática a la
ironía”, en De la ironía a lo grotesco, México, Universidad Autónoma de México,
1990, p. 181.
379
grotesca, la objetivación del absurdo, la negación y la alienación
unifican su obra narrativa, son sus herramientas para denunciar las
injusticias cometidas en contra del hombre, para criticar a la sociedad,
para reafirmar su propio yo y sentirse en paz consigo mismo. Piñera
afirma lo siguiente:
445
Virgilio Piñera, “Al lector argentino”, Revista Panorama, Buenos Aires,
diciembre, 1970, pp. 56-57. En Cuentos fríos. El que vino a salvarme, Madrid,
Cátedra, 2008.
380
CONCLUSIÓN
381
A través de una mirada hacia la obra narrativa de Virgilio Piñera,
hemos presentado algunos momentos donde la estética existencialista
se concreta plenamente y otros donde ésta ultima viene entremezclada
con otras corrientes que convergen en un original estilo literario. Piñera
procura la configuración y exaltación de los rasgos más angustiosos y
decadentes de la sociedad, a través de registros de varios movimientos
literarios. El existencialismo, el absurdo, el surrealismo o lo
neofantástico son expresiones artísticas que nuestro autor incorpora a
su obra. Lo grotesco se diluye para infiltrarse en estos movimientos,
aunque sin duda alguna destaque el surrealismo por lo que éste tiene de
concitación de lo inconsciente, o el expresionismo por su fuerte carga
crítica contra la sociedad y por la angustia existencial de su visión
deformada y ácida.
383
Para Piñera el crecimiento de la voluntad de la libertad
individual y la necesidad de actuar según nos dicta nuestra consciencia
nos otorgará sentido en nuestra vida. Estas ideas, que se desprenden de
la obra literaria y crítica de Piñera, emparejan su intencionalidad con la
de los escritores existencialistas. El enfrentamiento a la angustia de
libertad de la elección, al sinsentido de la vida y a la autenticidad desde
el punto de vista de la reflexión filosófica existencialista son algunos
de los temas recurrentes de la literatura existencialista que aparecen
por toda la obra de Piñera. La consideración existencial del hombre
como individuo concreto, en constante relación con su circunstancia,
con su mundo circundante, ha llevado al existencialismo a interesarse
del ambiente social en el que se desvuelve el individuo. No obstante, lo
fundamental en el análisis del existencialismo es que la consideración
del yo frente al mundo social en que se desarrolla su existencia
conduce a la angustia del existente por su pasividad, su sentimiento de
subordinación e inferioridad, su limitación e incompleta humanidad.
384
nos suministra los síntomas de un mundo mecanizado que va hacia la
uniformidad y el automatismo; pero no de la mano de la voluntad del
poder, sino de la lógica del terror que da uniformidad a las conductas
humanas.
385
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