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Acción para perseguir la responsabilidad extracontractual.
El delito y el cuasidelito producen, como efecto normal, la obligación de
indemnizar los perjuicios. Debemos determinar entonces quienes son sujetos activos y pasivos de la acción: a) Sujeto activo de la acción Es en primer lugar el que ha sufrido un daño; asimismo, también puede interponer la acción el que teme verse expuesto al perjuicio. En otras palabras, la acción puede interponerse cuando el daño se ha producido o para impedir que el daño acontezca. a.1) Daño contingente o eventual: A este caso se refiere el artículo 2333, que concede acción para impedir un daño contingente o eventual. Al respecto, debemos distinguir: casos de daño contingente que por imprudencia o negligencia de alguien amenace a personas indeterminadas: se concede acción popular (en este caso, debemos aplicar el artículo 948, derecho a recompensa). En los casos en que el daño amenazare solamente a personas determinadas, sólo alguna de éstas podrá intentar la acción. Art. 2333. Por regla general, se concede acción popular en todos los casos de daño contingente que por imprudencia o negligencia de alguien amenace a personas indeterminadas; pero si el daño amenazare solamente a personas determinadas, sólo alguna de éstas podrá intentar la acción.
a.2) Daño ya acaecido: debemos distinguir:
Daño en las cosas: la acción corresponderá a las personas mencionadas en el artículo 2315: Art. 2315. Puede pedir esta indemnización no sólo el que es dueño o poseedor de la cosa que ha sufrido el daño, o su heredero, sino el usufructuario, el habitador o el usuario, si el daño irroga perjuicio a su derecho de usufructo o de habitación o uso. Puede también pedirla en otros casos el que tiene la cosa con obligación de responder de ella; pero sólo en ausencia del dueño.
De esta manera, corresponde la acción: i) Al dueño de la cosa o al
poseedor de la cosa; ii) A todos los que tenían derechos reales en ella o con relación a ella, que hayan resultado menoscabados. Debemos precisar, con todo, que la enumeración del artículo no es taxativa y que la acción, por ejemplo, también podría interponerla el acreedor prendario o hipotecario. iii) Agrega el artículo 2315 que también pueden reclamar la indemnización, pero sólo en ausencia del dueño, los meros tenedores de la cosa, es decir, aquellos que la tienen con la obligación de responder de la misma, como el arrendatario, el comodatario, el depositario. Se trata de titulares de derechos personales. En realidad, los titulares de derechos reales son igualmente meros tenedores de la cosa, pero sus derechos recaen directamente sobre la cosa, a diferencia de los titulares de derechos personales. Cabe subrayar que el requisito de la “ausencia del dueño” sólo opera si el demandante fuere un titular de un derecho personal. iv) Los herederos del dueño o poseedor. Daño a las personas: conforme al art. 2314, se responde cada vez que “se ha inferido daño a otro”. El “otro” será pues quien podrá intentar la acción. Encontramos aquí a las siguientes personas: i) En primer lugar, la víctima principal o directa; ii) Asimismo, pueden demandar las víctimas indirectas, esto es, aquellas que experimentan un daño a consecuencia del experimentado por la víctima principal. Son las llamadas “víctimas por repercusión”, cuyo menoscabo puede ser patrimonial, por ejemplo, al verse privados de la ayuda o auxilio pecuniario o de beneficios que el personalmente ofendido les proporcionaba (caso de alimentarios legales o voluntarios que vivían a expensas del ofendido). El detrimento también puede ser –y lo es con más frecuencia- de carácter extrapatrimonial o moral. iii) También pueden intentar la acción los herederos de la víctima, lo que, por lo demás, expresamente -aunque innecesariamente-, se dispone en el artículo 2315. De dos maneras puede accionar el heredero: 1) Invocando la acción que le correspondía al causante, víctima del delito; y 2) Haciendo valer la acción que, por derecho propio, le corresponde como víctima indirecta. Art. 2314. El que ha cometido un delito o cuasidelito que ha inferido daño a otro, es obligado a la indemnización; sin perjuicio de la pena que le impongan las leyes por el delito o cuasidelito.
b) Sujeto pasivo de la acción. La acción puede dirigirse:
i) Contra el causante del daño: artículo 2316: Es obligado a la indemnización el que hizo el daño, y sus herederos. El que recibe provecho del dolo ajeno, sin ser cómplice en él, sólo es obligado hasta concurrencia de lo que valga el provecho. Como se dijo al tratar de las diferencias entre la responsabilidad civil y penal, el concepto de “autor” es más amplio en el ámbito del Derecho Civil que en el Derecho Penal. En materia de responsabilidad extracontractual, debe considerarse como autor no sólo al que ocasionó el daño, sino también a quienes concurrieron a provocarlo en calidad de cómplices o encubridores. Además, el propio artículo 2316 establece dos reglas fundamentales a este respecto: - Se responde hasta concurrencia del beneficio obtenido por el que se aprovecha del dolo ajeno sin ser cómplice en él (regla similar en materia contractual: artículo 1458); - A contrario sensu, el cómplice responde por el total de los perjuicios: artículo 2316, inciso 2° del Código Civil. ii) Contra las personas civilmente responsables. iii) Contra el que se aprovechó del dolo ajeno. iv) Contra los herederos de todos los anteriores: ello es lógico, porque la obligación de indemnizar por los daños provenientes de un hecho ilícito, se transmite a los herederos. c) Caso de responsabilidad solidaria pasiva: artículo 2317. Es solidaria la responsabilidad de varias personas que han intervenido en la perpetración del delito o cuasidelito como autores, cómplices o encubridores. Excepcionalmente, no es solidaria la responsabilidad: caso del artículo 2323, inciso 2º: se responde a prorrata de las cuotas de dominio, por los dueños de un edificio que causa un daño con ocasión de su ruina. caso del artículo 2328 inc. 1º: se responde en partes iguales por quienes habitan la parte del edificio de la que cae o se arroja una cosa que causa daño. Por su parte, el artículo 2317, inciso 2º, dispone que también produce obligación solidaria de indemnización de perjuicios, “todo fraude o dolo cometido por dos o más personas”. Se ha entendido que esta disposición apunta al dolo que no ocasiona un delito civil, pues de lo contrario constituiría una inútil repetición de la regla del inciso 1º del artículo 2317. En otras palabras, esta norma se referiría al dolo como vicio del consentimiento o al dolo en el cumplimiento de las obligaciones (dolo contractual). d) Extensión de la indemnización. d.1) Regla general: principio de reparación integral del daño. El principio de reparación integral, tal cual ha sido clásicamente reconocido, manda que la cuantía de la reparación corresponda con la entidad del daño causado. Se indemniza todo el perjuicio, pero nada más que el perjuicio, ya que éste constituye el límite de la reparación. Así, la indemnización dependerá de la magnitud del daño, que debe ser íntegramente resarcido. En consecuencia, la indemnización deberá abarcar tanto los perjuicios materiales -daño emergente como lucro cesante-, como los morales. d.2) Excepciones. Sin embargo, la extensión de la indemnización puede reducirse, cuando el daño se debió también o parcialmente a culpa de la víctima: artículo 2330. La culpa de la víctima, si bien no libera de responsabilidad al autor, sí la atenúa. Esta regla del artículo 2330, nos demuestra que si bien la culpa extracontractual no admite gradaciones y la responsabilidad dependerá de la cuantía del daño, para el legislador no es completamente indiferente o inocua la gravedad de la culpa que exhibe el autor. En definitiva, la culpa mutua del autor y de la víctima del daño, impone una suerte de compensación de culpas. La responsabilidad será compartida, aún cuando en proporciones diferentes, dependiendo de la gravedad de la culpa de cada cual. La culpa más grave absorberá a la más leve, respondiendo el que incurrió en la primera, por lo que exceda la segunda. Art. 2330. La apreciación del daño está sujeta a reducción, si el que lo ha sufrido se expuso a él imprudentemente. e) Cúmulo de indemnizaciones. ¿Puede acumularse la indemnización que se deba por el autor con otras prestaciones que se deban a la víctima por terceros con motivo del daño sufrido? ¿Puede la víctima reclamar ambas indemnizaciones o prestaciones? Por ejemplo, si la víctima de un accidente automovilístico tiene asegurado su vehículo: ¿Puede acumular la indemnización por el cuasidelito con la indemnización que le debe la aseguradora? Se señala que la acumulación de indemnizaciones implicaría un enriquecimiento para la víctima; en efecto, desde el momento que ésta recibe una de las indemnizaciones - de la aseguradora, en el ejemplo,- no habría daño en definitiva, y si el perjuicio desaparece, faltaría uno de los elementos de la responsabilidad extracontractual. Se contesta al planteamiento anterior indicándose que no resulta equitativo que el autor del daño resulte beneficiado de la prestación que un tercero haga a la víctima. En el caso del seguro, se agrega, se llegaría al absurdo que el contrato cedería en la práctica en favor de un tercero extraño, causante del propio daño. Para llegar a una solución, se sostiene que habría que indagar si la prestación del tercero significa o no una reparación integral del daño causado. Si la respuesta es afirmativa, el cúmulo de indemnizaciones sería inaceptable, pues implicaría una doble indemnización o reparación del daño. En cambio, si la reparación sólo fuere parcial, sería procedente dirigirse en contra del autor, por la diferencia. f) Tribunales competentes. Cabe distinguir según si el ilícito es sólo civil o si es penal y civil a la vez. f.1) Delito o cuasidelito exclusivamente civil. En este caso, obviamente será el juez civil ante el cual deberá necesariamente deducirse la acción. El procedimiento será el ordinario. f.2) Delito y cuasidelito penal y civil a la vez. Las reglas están contenidas en los artículos 59 y siguientes del Código Procesal Penal. f.2.1 Demanda civil deducida directamente por la víctima en contra del responsable del delito o cuasidelito: la ley le franquea al primero dos caminos alternativos: i) Durante la tramitación del proceso penal, la víctima podrá deducir respecto del imputado la acción. En este caso, entonces, la acción se deduce ante el juez de garantía. ii) La víctima también podrá accionar ante el tribunal civil correspondiente. f.2.2. Demanda civil deducida por terceros o deducidas por la víctima o por terceros contra personas distintas del imputado: deberá plantearse ante el tribunal civil que fuere competente de acuerdo a las reglas generales (artículo 59, inciso 3º). f.2.3 Independencia de la acción civil respecto de la acción penal. El artículo 67 del Código Procesal Penal deja claro que la circunstancia de dictarse sentencia absolutoria en materia penal, no impedirá que se de lugar a la acción civil, si fuere legalmente procedente. El artículo 68 regula el curso de la acción civil, ante la suspensión o terminación del procedimiento penal. Si se dispusiere la suspensión o terminación del procedimiento penal, sin que hubiere decisión acerca de la acción civil que se hubiere deducido oportunamente, la prescripción continuará interrumpida siempre que la víctima presentare su demanda ante el tribunal civil competente en el término de 60 días siguientes a la resolución ejecutoriada que dispusiere la suspensión o terminación (artículo 68, inciso 1º). En este caso el juicio civil se sujetará a las reglas del procedimiento sumario. Si la demanda no fuere deducida en el citado plazo, la prescripción continuará corriendo como si no se hubiere interrumpido (artículo 68, inciso 2º). Si, comenzado el juicio oral, se dictare sobreseimiento de acuerdo a las prescripciones del Código Procesal Penal, el tribunal deberá continuar con el juicio para el solo conocimiento y fallo de la cuestión civil (artículo 68, inciso 4º) g) Extinción de la acción. La acción encaminada a reparar el daño causado por el delito o cuasidelito se extingue por los modos generales de extinción de las obligaciones. Tres modos de extinguir requieren algunos alcances: La renuncia: la acción civil derivada de un delito o cuasidelito es renunciable. La renuncia afectará solamente al renunciante y a sus herederos. La transacción: artículos 2449 y 2461, de los que se desprenden las siguientes reglas: i) La transacción no puede recaer en la acción criminal, pero sí sobre la acción civil que nace de un delito; ii) La transacción sólo surte efecto entre los contratantes; iii) Si son muchos los interesados en el negocio sobre el cual se transige, la transacción consentida por el uno de ellos no perjudica ni aprovecha a los otros; esta norma tiene especial importancia en el caso de la solidaridad, y para determinar su alcance, hay que hacer algunas distinciones: 1° Efectos de la transacción consentida por un codeudor solidario, sin que haya novación: por regla general, cuando una obligación solidaria se extingue por uno de los codeudores, se extingue también respecto de los demás; tal constante, que se da respecto a cualquier medio de extinguir las obligaciones, se altera en la transacción, por tratarse de un contrato in tuito personae. Por ello, si la transacción es consentida por uno de los codeudores solidarios, no se extiende a los otros, a menos que dicha transacción envuelva una novación de la obligación solidaria; 2° Efectos de la transacción consentida por un codeudor solidario cuando aquélla envuelve novación: si la transacción con uno de los codeudores envuelve una novación, los otros codeudores se liberan de la obligación (lo que guarda perfecta concordancia con los artículos 1519 y 1645). La prescripción: dispone el artículo 2332 del Código Civil: “Las acciones que concede este título por daño o dolo, prescriben en cuatro años contados desde la perpetración del acto”. Esta norma ha derivado en dos enfoques interpretativos para dilucidar los alcances de la expresión “perpetración del acto”, esto es, si se trata necesariamente del momento de la comisión del hecho, o si se trata del momento en que el daño derivado del hecho ilícito, se manifiesta para la víctima, cuestión que cobra relevancia cuando el daño no es coetáneo con la comisión del hecho. Alessandri sostuvo que la frase “perpetración del acto”, debía entenderse “desde el día en que se cometió el hecho doloso o culpable y no desde aquél en que se produjo el daño, si éste y el hecho no son coetáneos”. Abeliuk difiere de tal postura sosteniendo al respecto que dado que el artículo 2332 habló de la ‘perpetración del acto’ como momento inicial del transcurso de la prescripción, la jurisprudencia y la doctrina entendían habitualmente que ella comenzaba a correr desde el instante de la acción u omisión imputable del hechor, aunque el daño se ocasionara posteriormente. De ordinario ambos momentos van a coincidir, pero no ocurre siempre en esta forma. Así se había fallado habitualmente con relación a la responsabilidad extracontractual de los conservadores de bienes raíces, por el otorgamiento de certificados de gravámenes y prohibiciones con omisión de una hipoteca debidamente inscrita; con el mérito de ellos los acreedores habían facilitado dineros al deudor, y al tiempo de rematar la propiedad no alcanzaron a pagarse por haberse hecho presente el acreedor de la hipoteca omitida en el certificado. No se negaba la responsabilidad del conservador por este daño, pero de acuerdo a la distinción antes mencionada, se contaba el plazo de la prescripción desde el otorgamiento del certificado erróneo, y no desde la fecha del daño, que ocurre cuando la segunda hipoteca no puede cancelarse. Esta interpretación nos parece inaceptable, pues conduce al absurdo de que la acción resulte prescrita antes de nacer, porque hemos señalado que es requisito de la indemnización la existencia del daño. Antes de que éste se produzca, la víctima nada puede demandar, pues no ha sufrido perjuicio. Los hechos ilícitos se definen precisamente como las acciones u omisiones culpables o dolosas que causan daño; al hablar de perpetración del acto, el Código se está refiriendo a este concepto que incluye el daño. Enrique Barros sostiene la misma doctrina, en base a tres argumentos principales: i) el absurdo de que la acción pueda prescribir antes de que se produzca o manifieste el daño; ii) el daño es un necesario presupuesto del hecho ilícito, corresponde a la consumación del mismo; y iii) la interpretación que postula el inicio del cómputo del plazo de la prescripción desde la ocurrencia del daño, resulta más armónica con la función de la prescripción, cual es castigar al acreedor negligente en hacer valer sus derechos. Señala además que la interpretación contraria carece de sentido a la luz de las funciones de la prescripción extintiva, que tiene por antecedente la reticencia del acreedor en hacer valer sus derechos, ocurriendo que nada se puede reprochar a quien omite ejercer una acción que aún no nace. En estas circunstancias, lo correcto es contar el plazo de prescripción desde que ocurra el daño, ya que desde ese instante surge el delito civil y el derecho a la reparación. Barros alude también al plazo máximo dentro del cual sería razonable deducir la acción, señalando que de conformidad a los principios generales en materia de prescripción, resulta razonable asumir como límite el plazo máximo de prescripción extraordinaria: diez años contados desde la comisión del hecho.