Derecho de Daños Rafa
Derecho de Daños Rafa
Derecho de Daños Rafa
20:10 se empieza.
La responsabilidad civil es la obligación que recae sobre una persona de reparar el daño que
ha causado a otra, ya sea en naturaleza o en equivalente monetario (responsabilidad por
daños y perjuicios). Diez picazo la define como “la sujeción de quien vulnera un deber de
conducta impuesto en interés de otro sujeto a la obligación de reparar el daño producido”.
La persona que responde es la autora del daño, pero puede suceder que no lo sea y se hablaría
entonces de responsabilidad por hechos ajenos.
1. Contractual
“deber de reparar los daños y perjuicios que recae sobre la persona que en el cumplimiento de
sus obligaciones incurriere en dolo, negligencia o morosidad, o que de cualquier modo
contraviniere al tenor de aquellas”. (Definición RAE)
2. Extracontractual o aquiliana
“deber de reparar los daños y perjuicios que recae sobre la persona que por acción u omisión
causa daño a otro, interviniendo culpa o negligencia, al margen de cualquier vínculo
contractual”. (Definición RAE)
En el art. 1902 Cc se establece que “el que por acción u omisión causa daño a otro,
interviniendo culpa o negligencia, está obligado a reparar el daño causado”, siendo esto una
cláusula general de responsabilidad civil.
- Una parte especial, formada por los distintos regímenes específicos para proteger
determinados intereses.
Para que la responsabilidad civil extracontractual se considere como tal, deben darse los
siguientes presupuestos:
1. En primer lugar, debe haber un comportamiento culposo
3. Debe de haber una relación o nexo causal entre el comportamiento realizado y el daño
ocasionado
Si el daño es ocasionado por una conducta tipificada como delito o falta, además de las penas
aplicadas dará lugar a la obligación de indemnizar. Esta responsabilidad se regula en el Código
Penal, su origen es el daño, no el delito o la falta, y es renunciable. Pueden existir varias
situaciones:
1. Que haya responsabilidad civil sin previa condena penal (es decir, que se dé el supuesto de
una sentencia absolutoria), porque la exención de la pena no excluye la responsabilidad civil.
2. Que existiendo condena penal no se acredite daño y no haya responsabilidad civil. La ley
permite al perjudicado solicitar la responsabilidad civil ante la jurisdicción civil o la jurisdicción
penal: - En relación con la jurisdicción penal el art. 112 LeCrim, que establece que “Ejercitada
sólo la acción penal, se entenderá utilizada también la civil, a no ser que el dañado o
perjudicado la renunciase o la reservase expresamente para ejercitarla después de terminado
el juicio criminal, si a ello hubiere lugar”.
- Por otro lado, podemos acudir también a la jurisdicción civil. En el art. 111 LeCrim se
establece que “Las acciones que nacen de un delito o falta podrán ejercitarse junta o
separadamente; pero mientras estuviese pendiente la acción penal no se ejercitará la civil con
separación hasta que aquélla haya sido resuelta en sentencia firme, salvosiempre lo dispuesto
en los arts. 4.º, 5.º y 6.º de este Código”. Por ello podemos decir que el Juez de lo penal
únicamente podrá juzgar en el caso de que haya sentencia condenatoria, no absolutoria.
a. Entender que existe una única pretensión resarcitoria donde se ofrecen los hechos al
juez y este los califica
b. Considerar que son dos pretensiones distintas y que una relación obligatoria excluye la
extracontractual.
c. Entender que son dos distintas y el perjudicado elige y vincula al juez a resolver.
SUPUESTO. Una mujer ingresó en un sanatorio para dar a luz, después del parto sufrió una
hemorragia que le ocasionó graves secuelas. Al cabo de algunos años, demandó a la matrona y
a la clínica. Había sido asistida en virtud de un seguro de asistencia privada, pero no demandó
a la aseguradora.
En este caso podríamos decir que existen un concurso de acciones. Al final el TS niega que
haya una relación contractual con los demandados.
La obligación de reparar el daño causado se basa en la culpa, según se deriva del articulo 1902
CC. El que demanda a otro por el daño sufrido tiene que probar que la lesión viene de una
conducta culposa o negligente.
SUPUESTO
En un día llovioso, una señora alojada en un hotel utiliza las escaleras para entrar y se resbala,
produciéndose algunas lesiones, debido a la humedad en las suelas de sus calzados y en el
suelo.
Recogida en el 1902 y el TS en base al 1902 para que exista la obligación de resarcir fija los
siguientes elementos:
Se puede dar que las partes hagan un pacto de exención de la responsabilidad, y esto sería
lícito, en base al artículo 1295.
CONCEPTO DE DAÑO
Un comportamiento negligente o doloso si no ocasiona un daño no dará lugar a
responsabilidad. Se considera daño a estos efectos a todo menos cabo que sufre una persona
en su patrimonio o en su integridad física o psíquica. Debe existir un perjuicio sobre sus bienes
y que sean susceptibles de reparación.
Son reparables todos los daños que resulten probados, tanto personales como materiales.
Podemos considerar daños no patrimoniales que dañan a una persona, como daños psíquicos,
sufrimientos, dolores, etc. y dentro de estos daños a la persona también podrían entrar daños
materiales o patrimoniales, como gastos médicos, de enfermedad, de entierro, ganancias
dejadas de obtener.
Por otro lado, encontramos como excepción a este principio, en la legislación especial, dónde
los daños son indemnizables o baremo.
La jurisprudencia admite nuevos daños que se puedan producir en un futuro iniciando los
perjudicados un nuevo pleito, aunque por otro lado, aceptan los efectos futuros probables de
un daño ya producido.
Caso práctico
El padre de Juan demanda a la madre que decide unilateralmente trasladarse a EEUU con el
hijo común de 9 años. En este caso estaríamos ante un supuesto de sustracción internacional
de menores. El padre solicita la guarda y custodia del hijo, la cual le atribuye. La madre lo
incumple impidiendo al padre mantener relación con su hijo.
Si, hay un daño moral ocasionado al padre al no poder ver al hijo. La madre impide la relación
entre el padre y el hijo y además el padre tenía la guarda y custodia del niño. La madre está
obligada a indemnizar ese daño.
En este sentido se basa la Sentencia del Tribunal Supremo de 30 de junio de 2009, que
condena al progenitor que convive de hecho con el hijo a indemnizar el daño moral sufrido por
el progenitor no conviviente, en la medida en que la madre impide al padre la relación
personal con el hijo al marcharse a vivir a EEUU. La trascendencia de esta resolución radica en
que probablemente construye un paso significativo en la ruptura del principio tradicional de
inmunidad en el ámbito de las relaciones familiares.
Si hay una lesión a un derecho o interés que el ordenamiento protege, estaremos en un daño
antijuridico que dará lugar a su reparación. Lo importante es la determinación de cuáles son
esos derechos. Lo antijuridico implica una transgresión formal y no entra en el reproche
jurídico de la conducta de la gente, siendo suficiente que se produzca una especie de negación
del derecho en toda su expresión: considerando no solamente las leyes, sino también la
costumbre y los principios generales del derecho. Al mismo tiempo la antijuricidad puede
reflejarse en los pactos privados, por ejemplo, en los contratos, en donde la conducta que
trasgrede el orden jurídico impuesto se tiene por ilícita.
Dentro de la antijuricidad hay causas de exclusión de la misma, por ejemplo, los casos de
fuerza mayor, legítima defensa, caso fortuito, estado de necesidad y asunción del riesgo. En
caso fortuito hablamos de un caso que ha de ser probado por el demandado (ej. Una caída en
un hotel). En caso de fuerza mayor se habla de un daño ocasionado por ejemplo por un
huracán, terremoto…
La relación de causalidad
El nexo causal se exige en todos los tipos de causalidad. En muchos casos pueden concurrir
varios acontecimientos y varias personas. Se distingue la causalidad de hecho, la relación de
causalidad física o material deriva de la propia lógica, y es una situación de hecho, si falta esa
actividad el daño no se produce.
La causalidad jurídica o imputación objetiva, dónde pueden existir muchas causas que han
podido ocasionar el daño. Para determinar las que pueden ser determinantes y las que no se
utiliza la doctrina de la imputación objetiva: la conducta sólo es relevante si hay real un riesgo
no permitido de que el daño se produzca, y si el daño es efectivamente la consecuencia de la
creación de ese riesgo. Se trata de determinar si el resultado dañoso es objetivamente
atribuible al sujeto atendiendo a su conducta, a las obligaciones de su actividad, a la
aprehensibilidad de las acciones conforme al daño recibido, etc.
1. Teoría de la equivalencia o la condición sine qua nom: se rige por el principio de que
no puede hacerse ninguna diferencia entre los diversos antecedentes que confluyen
en el resultado, todos son concausas siempre que se cumpla el siguiente postulado: un
hecho es causa de otro cuando si hubiera faltado el antecedente no se hubiera
producido el resultado.
2. Teoría de la causa adecuada: estima como causa del daño el antecedente que es
posible, probable o razonable que lo ocasione. El antecedente que según el trascurso
normal de los acontecimientos ha producido el daño de forma directa e inmediata.
Otras teorías entienden que el hecho más próximo al daño debe ser su causa, la teoría
de la causa próxima, y también hay quien mantiene que el hecho mas eficiente es el
decisivo, teoría de la causa eficiente.
PRÁCTICA
No existe nexo causal ya que no sabemos si fue culpa de la madre al sacarlo de la piscina.
También se puede dar la interrupción del nexo causal. La relación de causalidad puede
interrumpirse cuando interfiere alguna circunstancia extraña entre la conducta del sujeto y la
producción del daño. Ocurren en el caso fortuito, fuerza mayor y culpa de la víctima.
La ley de responsabilidad civil y seguros de vehículos a motor si hay negligencia del conductor
y del perjudicado habrá una equitativa moderación por la concurrencia de culpas.
La culpa de victima cuando es menor de edad: según el TS cuando los menores no son capaces
de discernir, nunca se les puede declarar culpables de sus propios actos, y se establece que no
puede considerarse que el suceso sea culpa exclusiva de la víctima, pues siendo un niño de 7
años su conducta sólo puede ser calificada como imprevisible. En algunas ocasiones se tiene en
cuenta la culpa in vigilando de los padres, y responderán solidariamente con él, según la ley de
responsabilidad penal de los menores. Se valora también a la hora de la indemnización
solicitada por los padres por los daños sufridos por sus hijos mejores, la contribución de los
propios padres en la producción del daño, es decir, si un menor sufre un accidente o un
determinado daño, se valorara hasta el punto del que los padres tienen responsabilidad de ese
daño sufrido.
Por ejemplo: Los padres llevan al niño a un campamento y se les olvida decir que tiene una
alergia, y como consecuencia de ello el niño sufre una intoxicación, ¿los padres tienen culpa?
Sí, por no decirlo, no se le puede achacar la responsabilidad solo al niño. Situación Imprevisible
(niños menores de 15 años): el niño cruza detrás del balón y es atropellado. ¿Los padres tienen
culpa? Sí, porque tienen el deber de vigilar. En relación a los menores de edad más avanzada:
la jurisprudencia tiene en cuenta su contribución a la producción del daño y reduce la
indemnización (nos referimos a los menores de 14-16 años).
DOLO
La opinión general es que el art. 1902 Cc también comprende el daño causado por dolo, no
solo por culpa o negligencia. Si la culpa consiste en no prever o no evitar lo que pudo y debió
preverse se actúa con dolo si se es consciente de que su comportamiento provoca o puede
provocar un daño y no adopta las medidas necesarias para evitarlo. Junto con la culpa es
necesario para imputar responsabilidad saber si eran previsibles las consecuencias dañinas, si
pudo prever y no lo hizo. Se tendrá en cuenta si la conducta es lo suficientemente relevante
para la producción del daño.
El artículo 1903 determina que son personas distintas el causante del daño y el responsable. Se
presume que por parte de los responsables ha existido culpa in vigilando o in eligendo, es
decir, negligencia en el control de comportamiento de hijos o dependientes, o en la elección
de estos últimos. Así dice, la obligación que impone el 1902 es exigible no solo por los actos o
omisiones propias sino de aquellas personas de quienes se deban responder. Los padres son
responsables por los daños causados pro los actos de los hijos que tengan a su guardo, así
como los menores o incapacitados que tengan bajo su autoridad y habitan su compañía. Lo son
igualmente los dueños o directores de un establecimiento y empresa respecto de los perjuicios
causados por sus dependientes en el servicio de los ramos en que los estuvieran empleados o
con ocasión de sus funciones. Las personas o entidades que sean titulares de un centro
docente de enseñanza no superior responderán por los daños y perjuicios que causen sus
alumnos menores de edad durante los periodos de tiempo en que los mismo se hallen bajo el
control o vigilancia del profesorado o del centro desarrollando actividades escolares,
extraescolares y complementarias. La responsabilidad de que trata este artículo cesará cuando
las personas prueben que emplearon toda la diligencia de un buen padre de familia para
prevenir el daño. Los curadores con facultades de representación plena lo son de los perjuicios
causados por la persona a quien presten apoyo, siempre que convivan con ella.
CASO PRÁCTICA
Pilar de 12 años de edad se hallaba en el aula número uno ubicada en el séptimo piso del
edificio ocupado por el colegio A dónde se impartía clases de plástica y ocupaba un lugar junto
a una de las tres ventanas ahí existentes situadas a 68 cm del suelo y cuyos cierres carecían de
mecanismos de seguridad, como así mismo de redes o mallas de protección y a las que cabía
acceder fácilmente desde encima del banco o del pupitre, que se encontraba a una distancia
del quicio de 24 cm. La ventana que la había abierto previamente la alumna se subió a su
pupitre y de ahí al marco de la ventana y tras un impulso se arrojó al vacío y al caer sobre una
terraza a nivel del primer piso resultó con lesiones gravísimas. Las ventanas de las plantas altas
del edifico en las aulas ocupadas por menores no se encontraban correctamente situadas ni
protegidas, careciendo de toda medida de seguridad a tiempo que eran fácilmente accesibles
por los alumnos desde los pupitres colocados debajo y ello con independencia del
cumplimiento de las normas administrativas, y ya había sido puesto de manifiesto por el
consejo escolar que había acordado poner rejas en los tres últimos pisos para mayor seguridad
de los alumnos.
A la empresa que gestiona el colegio, al director del colegio, a la profesora que vigilaba y a la
aseguradora.
Teoría de la causa adecuada, ya que tenemos como causa del daño el hecho de saltar, es decir,
el antecedente que produce el daño de forma directa.
Sí hay concurrencia de culpa ya que para que se produzca el daño concurren la niña y terceros.
El 1904 dice que el que pague el daño causado por sus dependientes puede repetir de estos lo
que hubiese satisfecho. Cuando se trate de centros docentes de enseñanza no superior sus
titulares podrán exigir de los profesores las cantidades satisfechas si hubiesen incurrido en
dolo o culpa grave en el ejercicio de sus funciones que fuesen causa del daño. El artículo 1905
establece que “el poseedor de un animal, o el que se sirve de él, es responsable de los
perjuicios que causare, aunque se le escape o extravíe. Sólo cesará esta responsabilidad en el
caso de que el daño proviniera de fuerza mayor o de culpa del que lo hubiese sufrido”.
El 1906 comenta que “el propietario de una heredad de caza responderá del daño causado por
ésta en las fincas vecinas, cuando no haya hecho lo necesario para impedir su multiplicación o
cuando haya dificultado la acción de los dueños de dichas fincas para perseguirla”.
El 1907 comenta que “el propietario de un edificio es responsable de los daños que resulten de
la ruina de todo o parte de él, si ésta sobreviniere por falta de las reparaciones necesarias”.
El 1908 establece que “Igualmente responderán los propietarios de los daños causados:
a) Por la explosión de máquinas que no hubiesen sido cuidadas con la debida diligencia, y la
inflamación de sustancias explosivas que no estuviesen colocadas en lugar seguro y adecuado.
b) Por los humos excesivos, que sean nocivos a las personas o a las propiedades.
c) Por la caída de árboles colocados en sitios de tránsito, cuando no sea ocasionada por fuerza
mayor.
d) Por las emanaciones de cloacas o depósitos de materias infectantes, construidos sin las
precauciones adecuadas al lugar en que estuviesen.”
El 1909 comenta que “si el daño de que tratan los dos artículos anteriores resultare por
defecto de construcción, el tercero que lo sufra sólo podrá repetir contra el arquitecto, o, en
su caso, contra el constructor, dentro del tiempo legal.”
El 1910 dice que “El cabeza de familia que habita una casa o parte de ella, es responsable de
los daños causados por las cosas que se arrojaren o cayeren de la misma”.
PRÁCTICA
Los días 28, 29 y 30 un periódico publicó una serie de reportajes de los que fue autor Don
Balbino, en los que aparecen fotografías realizadas por don Carlos, dichos artículos se referían
a un conflicto familiar entre doña Mariluz, madre de la niña, sobre la guarda y custodia de su
hija, que se había atribuido judicialmente al padre. En estos reportajes la madre demandada
decía que no quería entregar su hija a su padre, al que calificaba como su “verdugo”, a quién
se había acusado de abusos sexuales producidos a la niña, caso que se había archivado por la
Audiencia Provincial. Los reportajes publicaban las denuncias contra el padre y especificaban
los contenidos de los partes médicos de los que se sospechaba la posibilidad de existencia de
tales abusos, aunque la AP había acabado confirmando el archivo del asunto penal. La madre
proporciona la información a los periodistas.
El MF.
2. Contra quién se interpondrá la demanda.
Demanda a Mariluz, madre de la menor, y a los periodistas don Balbino y Carlos, don Fidel, que
es el director, y con el periódico.
Se alegará calumnias sobre el padre, ya que el caso sobre los abusos sexuales está archivado.
Que se archivó el caso sobre los abusos por lo que la declaración de la madre es falsa, por lo
que habrá responsabilidad por parte de los demandados.
La reparación del daño puede ser reparación en forma específica, que se pretende sitúa el
daño en la producción del perjuicio cuando sea materialmente posible, sobre todo en
accidentes de circulación. Luego encontramos la reparación por equivalente, que se refiere a la
indemnización pecuniaria que puede hacerse mediante la entrega de un capital o mediante la
fijación de una renta, esta será a tiempo de la condena definitiva de reparación del daño. El
daño causado puede estar asegurado por un seguro de responsabilidad civil, regulados en los
artículos 73 y siguientes de la ley de contratos de seguros. El artículo 73 de la ley de contratos
de seguros ofrece le siguiente concepto: por el seguro de responsabilidad civil el asegurador se
obliga dentro de los límites establecidos en la ley y en el contrato a cubrir el riesgo del
nacimiento a cargo del asegurado de la indemnización de indemnizar a un tercero los daños y
perjuicios causados por un hecho previsto en el contrato de cuyas consecuencias sea
civilmente el responsable del asegurado.
El seguro de responsabilidad civil cubre el riesgo que para el asegurado supone la posibilidad
de ser civilmente responsable de la producción de un daño. Se concibe en interés del
asegurado, pero también en interés de eventuales victimas al garantizar la cobertura de las
indemnizaciones. Los seguros de responsabilidad civil cubren el riesgo que para el asegurado
nazca la obligación de indemnizar en relación a determinada actividad (como filtraciones de
agua).
El perjudicado o sus herederos tendrán una acción directa contra el asegurador para exigirle el
cumplimiento de la obligación de indemnizar. El asegurador estará obligado a manifestar a
tercero perjudicado o sus herederos la existencia de un contrato de seguro y su contenido.
La vulneración de los deberes de conducta del médico genera responsabilidad por la infracción
del art. 1101 CC si se entabla una acción de responsabilidad civil, o del art. 1902 CC si se acude
a la vía extracontractual. De esta manera, para lograr un resarcimiento del daño en favor de la
víctima se admite la concurrencia de ambos tipos de responsabilidades.
En este sentido la jurisprudencia mayoritaria sostiene que el perjudicado puede optar entre
ambas opciones de resarcimiento ejercitándolas incluso alternativa y subsidiariamente. La
originada por contrato y la derivada del ilícito extracontractual cuando el hecho causante del
daño sea al mismo tiempo incumplimiento de una obligación contractual y violación del deber
general de no causar daño a otro (Sentencias del Tribunal Supremo de 22 de febrero de 1991,
6 de octubre de 1992 y 24 de marzo 2001, entre otras).
Para que el médico responda debe haber actuado antijurídicamente. Su conducta debe ser
contraria a derecho, es decir, debe vulnerar una norma genérica o específica, o debe serle el
daño imputable subjetivamente.
Por otro lado, es posible la responsabilidad por hecho de otro como sucede en el caso de la
clínica u hospital respecto del médico contratado en virtud del artículo 1903 del CC. Del mismo
modo, es preciso que la conducta del médico sea causa o una de las causas de la producción
del daño, es decir, debe existir una relación causa-efecto. En este sentido la sentencia de 9 de
octubre de 1995 estableció que no existía relación entre el retraso de una operación quirúrgica
y el fallecimiento del paciente.
De modo contrario cuando resulte probado que la actuación del médico no intervino
causalmente en el resultado quedara esté exento de responsabilidad.
En cuanto a la naturaleza de las obligaciones contractuales del médico, como regla general se
trata de una obligación de medios. En estos casos señala la jurisprudencia que no nos
encontramos ante una obligación de resultado sino de medios, suministrar todos los cuidados
necesarios al paciente en consonancia con el estado de la ciencia y la denominada lex artis ad
hoc. Es decir, tomando en consideración el caso concreto en el que se produce la actuación
médica y las circunstancias en que tenga lugar (Sentencia del TS).
Sin embargo, en determinadas ocasiones nos encontramos ante una obligación de resultados,
cuando la labor del médico no consiste en curar sino en realizar una intervención satisfactiv
para obtener un resultado específico, es decir, la mejora del aspecto físico o estético. En este
sentido el Tribunal Supremo señala que cuando se trata de curar o mejorar a un paciente
estamos en presencia de un arrendamiento de servicio. Pero cuando se acude a un profesional
para obtener en condiciones de normalidad de salud algún resultado que voluntariamente se
quiere conseguir, se aproxima ya de manera notoria al arrendamiento de obras.
La diligencia medica:
Este concepto de diligencia enmarca la culpa o negligencia del deudor conforme al criterio
establecido por el art. 1104 CC que dispone “La culpa o negligencia del deudor consiste en la
omisión de aquella diligencia que exija la naturaleza de la obligación y corresponda a las
circunstancias de las personas, del tiempo y del lugar. Cuando la obligación no exprese la
diligencia que ha de prestarse en su cumplimiento, se exigirá la que correspondería a un buen
padre de familia”.
El médico que comete un error profesional sobre el diagnostico de la enfermedad sufrida por
el paciente, puede incurrir en responsabilidad sino adoptó los medios o adoptó las técnicas
adecuadas, según impone el estado actual de la ciencia. Esta afirmación no quiere decir que
deba interpretarse las exigencias exigidas al médico de manera que un simple error puede
constituir siempre falta de un deber de cuidado, ya que, en ocasiones, la sintomatología puede
confundirse o puede que la enfermedad se encuentre en sus primeros episodios, y sea difícil
un reconocimiento de la misma. En sentido contrario, en el caso de que nos encontremos ante
una enfermedad cuyos síntomas son claramente distinguibles existirá negligencia del médico,
si no admite tal diagnóstico y como consecuencia se produce el resultado dañoso.
Si el diagnostico fue equivocado por omitir la realización de las pruebas pertinentes el medico
asumirá la responsabilidad por el resultado acontecido, aún en el caso de que no resultare
probado que la realización de la prueba hubiera sido suficiente para evitar el fallecimiento del
paciente, ya que la relación causal existe desde el momento en que no se realiza dicha prueba
para emitir el diagnóstico preciso (ST TS 27 de mayo de 2003). En ese sentido el TS ha señalado
reiteradamente que la actuación médica no cabe regateo de medios ni de esfuerzos,
generando responsabilidad tanto contractual como extracontractual dicha omisión, por tanto,
cuando hablamos de salud, no es posible utilizar el análisis económico del derecho para
atribuir la responsabilidad.
En cuanto al tratamiento, la prescripción de medicamentos o la intervención quirúrgica, existe
negligencia cuando el resultado dañoso se produce como consecuencia de la falta de
conocimientos técnicos o profesionales o, en definitiva, cuando se realicen los mismos
mediante unos métodos que contravengan las normas de la “lex artis”.
En muchos casos, la prueba de la existencia de una relación de causalidad entre dicho acto
médico y el resultado dañoso resulta compleja, lo que ocasiona que muchas de las demandas
sobre responsabilidad médica por estos conceptos sean desestimadas.
Consentimiento informado
No sólo existe la obligación por parte del médico de utilizar los medios adecuados a la ciencia,
sino de proporcionar información al paciente sobre el diagnóstico, pronóstico y opciones de
tratamiento, cómo va a efectuarse, cuál será su duración y los riesgos inherentes al mismo. De
hecho, el consentimiento informado, calificado como un derecho humano fundamental y
básico (SSTS de 12 de enero de 2001 y de 11 de mayo de 2001), constituye un elemento clave
en el ejercicio de la actuación profesional del médico. En este sentido, la ausencia de dicho
consentimiento informado genera responsabilidad, ya que su ausencia constituye base
suficiente del reproche culpabilístico del médico.
El consentimiento informado del paciente es requerido (libre y voluntario), una vez recibida la
información previa adecuada, para realizar cualquier intervención en el ámbito de la sanidad,
es decir, en toda actuación realizada con fines preventivos, diagnósticos, terapéuticos,
rehabilitadores o de investigación. En este sentido, el médico deberá previamente facilitar la
información básica acerca de: las consecuencias relevantes o de importancia originados por la
intervención; los riesgos relacionados con las circunstancias personales o profesionales del
paciente; los riesgos probables en condiciones normales, conforme a la experiencia y al estado
de la ciencia o directamente relacionados con el tipo de intervención; y las contraindicaciones.
Este consentimiento, por regla general, se efectuará verbalmente. Ahora bien, la Ley impone,
respecto a este deber de información, un deber de diligencia incrementado cuando los
tratamientos conlleven un mayor riesgo para la salud del paciente, especialmente en los casos
en los que el resultado de una intervención puede resultar más incierto. De esta manera, se
exige que conste dicho consentimiento por escrito en los siguientes supuestos: en una
intervención quirúrgica, en los procedimientos diagnósticos y terapéuticos invasores y, en
general, en la aplicación de procedimientos que suponen riesgos o inconvenientes de notoria y
previsible repercusión negativa sobre la salud del paciente. De este modo, en sentido
contrario, en aquellos casos en los nos encontremos ante intervenciones o tratamientos que
no generan riesgos, el consentimiento al tratamiento médico del paciente se entenderá como
tácito.
También la Ley establece ciertos límites a dicha exigencia, señalando dos supuestos en los que
no resulta necesario el consentimiento: cuando existe riesgo para la salud pública, y cuando
existe riesgo inmediato grave para la integridad física o psíquica del enfermo y no es posible
conseguir su autorización; si bien, cuando sea posible, se consultará a sus familiares o a las
personas con las que se encuentre vinculadas de hecho.
Una vez que el médico cumple con el deber de informar al paciente del riesgo y obtiene su
consentimiento, no se le podrá atribuir responsabilidad alguna si el fallecimiento del paciente
proviene de esa posibilidad. Sin embargo, debe tenerse en cuenta que se entenderá que el
consentimiento estaba viciado o resultó defectuoso si no le suministró toda la información
exigida en el artículo 10 de la Ley. En ese sentido, la carga de la prueba de la información
suministrada al paciente y su consentimiento sobre la misma recae sobre el centro sanitario y
su personal; especialmente, en los ámbitos en que la Ley exige que el consentimiento sea
prestado por escrito.
Este deber de información acerca de los riesgos se hace aún más relevante en las
intervenciones quirúrgicas voluntarias o satisfactivas, “en los que la libertad de opción por
parte del paciente es evidentemente superior a la que tienen los pacientes sometidos a la
medicina necesaria o curativa” (STS de 2 de julio de 2002). En estos casos, algunas sentencias
entienden que en el acto médico de cirugía reparadora o perfectiva la obligación es de
resultado, y otras que nos seguimos encontrando ante una obligación de medios pero
intensificada, “haciendo recaer sobre el facultativo, no ya sólo, como en los supuestos de
medicina curativa, la utilización de los medios idóneos a tal fin sino también y con mayor
intensidad las obligaciones de informar al cliente -no paciente- tanto del posible riesgo que la
intervención, especialmente si ésta es quirúrgica, acarrea, como de la posibilidad de que la
misma no comporte la obtención del resultado que se busca y de los cuidados, actividades y
análisis que resulten precisos para el mayor aseguramiento del éxito de la intervención”.
LA CARGA DE LA PRUEBA
Por ello, incumbe al paciente probar la omisión por parte del médico de la diligencia exigida a
estos profesionales en un supuesto similar al acontecido, cotejándola, así, con la llamada
jurisprudencialmente como lex artis ad hoc.
Aunque, como hemos visto, la doctrina jurisprudencial general exige la existencia de culpa
para estimar la responsabilidad, existen excepciones.
En primer lugar, cuando nos encontramos ante una intervención satisfactiva, pues varía la
naturaleza de la obligación contractual (ya que nos encontramos ante una obligación de
resultado). En este caso, será el médico quien deba probar que el incumplimiento de la
obligación no se debió a su conducta negligente.
En segundo lugar, en los supuestos en los que se ha producido un daño anormal y
desproporcionado, a lo que comparativamente es usual, entre la intervención médica y el
resultado. En esta situación, se considera acertada la inversión de la carga, debiendo ser el
médico el que pruebe que ese daño no fue debido a su actuación por encontrarse en mejor
posición para justificar su conducta. Afirma O´CALLAGHAN MUÑOZ que “el profesional médico
debe responder de un resultado desproporcionado, del que se desprende la culpabilidad del
mismo, que corresponde a la regla «res ipsa liquitur» (la cosa habla por sí misma). Por ello,
aunque se rechaza la objetividad de la responsabilidad, se considera probada la culpa cuando
se ha producido este daño desproporcionado. Por lo tanto, el médico para quedar liberado de
responsabilidad en estos supuestos deberá acreditar suficientemente el cumplimiento del
deber de diligencia que le es exigible en su actividad profesional.
En definitiva, como regla general, el paciente deberá probar la existencia del daño y del nexo
causal entre la conducta del médico y el resultado dañoso. Respecto a la culpa, deberá probar
la actuación negligente del médico, salvo en los casos en los que: se haya producido un
incumplimiento del arrendamiento de obras (se considere o no en puridad como tal los
supuestos cirugía estética); un daño desproporcionado; exista una facilidad probatoria por
parte del médico. En estos tres casos, la inversión de la carga de la prueba impone al médico la
necesidad de demostrar mediante prueba pericial su conducta diligente para exonerarle de
toda responsabilidad.
derechodanosugr@gmail.com
PRÁCTICA
Un matrimonio acude a cenar a casa de unos amigos. El dueño le abre la puerta, la señora pasa
y por propia iniciativa se va a la cocina a saludar a su amiga. Sabiendo el camino y con la luz
apagada del pasillo con tal mala fortuna que pisa un juguete con ruedas que se encontraba en
el pasillo, causándole lesiones y secuelas, el matrimonio anfitrión tiene un seguro multirriesgo
de hogar.
La ley de ordenación de la edificación (LOE) solo regula la responsabilidad civil de los agentes
que intervienen en el proceso de edificación por los daños materiales causados por vicios o
defectos en la construcción. Para cualquier otro daño o defecto se aplicará el régimen de la
responsabilidad contractual o extracontractual del CC. En algunos casos será de aplicación la
legislación de protección al consumidor. Los agentes de la edificación no son responsables si se
prueba que los daños se ocasionaron por caso fortuito, fuerza mayor, acto de tercero o por el
propio perjudicado. La responsabilidad civil de los agentes de la edificación es exigible de
forma personal e individualizada, con la condición de que se puedan delimitar las
intervenciones y el alcance individual de las culpas según las funciones desempeñadas por
cada agente. Hay un régimen de responsabilidad solidaria del promotor con los demás agentes
intervinientes por los daños materiales del edificio ocasionados por vicios o defectos de la
construcción.
La acción de repetición de cualquiera de los agentes, o de los aseguradores, contra los demás,
prescribe en el plazo de 2 años desde la firmeza de la resolución judicial que condene al
responsable a indemnizar los daños, o a partir de la fecha en la que se hubiera pagado la
indemnización de forma extrajudicial.
En este plazo responden de los daños causados por vicios o defectos que comprometan
directamente la resistencia mecánica y la estabilidad del edificio. Estos daños deben afectar a
la cimentación, los soportes, las vigas, los forjados, los muros de carga u otros elementos
estructurales.
Durante 3 años responden de los daños materiales causados en el inmueble por vicios o
defectos de los elementos constructivos o de las instalaciones que lleven al incumplimiento de
los requisitos de habitabilidad del apartado 1, letra c), del artículo 3 de la LOE.
En el plazo de 1 año el constructor responde de los daños materiales por vicios o defectos de
ejecución que afecten a elementos de terminación o acabado de las obras. Normalmente, son
de fácil detección incluso por personas no expertas. El constructor es el agente que ejecuta,
con medios materiales y humanos propios o ajenos, las obras (o parte de las mismas) con
sujeción al proyecto y al contrato que haya firmado.
Todos estos plazos se computan desde la firma del acta de recepción de obra. La recepción es
la aceptación de las obras realizadas por quien la encargó. Se puede rechazar la recepción de la
obra por considerar que no está terminada o que no es acorde con el contrato. El rechazo
debe ser motivado. Conlleva un nuevo plazo para efectuar la recepción.
Desde el momento en que aparecen los daños hay un plazo de prescripción de 2 años para
reclamarlos. El plazo de prescripción puede ser interrumpido.
El cómputo del plazo de prescripción depende de si los daños son de carácter permanente o
continuado.
Son daños continuados aquellos cuyo resultado definitivo no se ha producido porque la causa
que los provoca sigue existiendo y evoluciona a lo largo del tiempo. El plazo de prescripción no
empieza hasta que finaliza la causa de los daños. Ejemplo: daños que se producen cada vez
que llueve.
Los productores serán responsables de los daños causados por los defectos de los productos
que, respectivamente, fabriquen o importen. A los efectos de este capítulo se considera
producto cualquier bien mueble, aún cuando esté unido o incorporado a otro bien mueble o
inmueble, así como el gas y la electricidad.
Se entenderá por producto defectuoso aquél que no ofrezca la seguridad que cabría
legítimamente esperar, teniendo en cuenta todas las circunstancias y, especialmente, su
presentación, el uso razonablemente previsible del mismo y el momento de su puesta en
circulación.
Un producto no podrá ser considerado defectuoso por el solo hecho de que tal producto se
ponga posteriormente en circulación de forma más perfeccionada.
A los efectos de este capítulo es productor, el fabricante o importador en la Unión Europea de:
a) Un producto terminado.
b) Cualquier elemento integrado en un producto terminado.
Si el productor no puede ser identificado, será considerado como tal el proveedor del
producto, a menos que, dentro del plazo de tres meses, indique al dañado o perjudicado la
identidad del productor o de quien le hubiera suministrado o facilitado a él dicho producto. La
misma regla será de aplicación en el caso de un producto importado, si el producto no indica el
nombre del importador, aun cuando se indique el nombre del fabricante.
Prueba.
El perjudicado que pretenda obtener la reparación de los daños causados tendrá que probar el
defecto, el daño y la relación de causalidad entre ambos.
b) Que, dadas las circunstancias del caso, es posible presumir que el defecto no existía en el
momento en que se puso en circulación el producto.
c) Que el producto no había sido fabricado para la venta o cualquier otra forma de distribución
con finalidad económica, ni fabricado, importado, suministrado o distribuido en el marco de
una actividad profesional o empresarial.
d) Que el defecto se debió a que el producto fue elaborado conforme a normas imperativas
existentes.
Prescripción de la acción
La acción de reparación de los daños y perjuicios previstos en esta Ley prescribirá a los tres
años, a contar desde la fecha en que el perjudicado sufrió el perjuicio, ya sea por defecto del
producto o por el daño que dicho defecto le ocasionó, siempre que se conozca al responsable
de dicho perjuicio. La acción del que hubiese satisfecho la indemnización contra todos los
demás responsables del daño prescribirá al año, a contar desde el día del pago de la
indemnización.
Los derechos reconocidos al perjudicado en esta Ley se extinguirán transcurridos diez años, a
contar desde la fecha en que se hubiera puesto en circulación el producto concreto causante
del daño, a menos que, durante ese período, se hubiese iniciado la correspondiente
reclamación judicial.
Daños personales
Son los daños causados a las personas como consecuencia de un accidente de tráfico, se
incluyen los daños causados a los conductores, pasajeros e incluso a los peatones.
Asimismo, dentro de los daños personales podemos incluir tanto los daños físicos como los
daños psíquicos, es decir cualquier tipo de daño que afecte al estado de salud de las personas.
En la indemnización por daños personales se incluirán los siguientes conceptos:
Muerte.
Lesiones permanentes o secuelas.
Los días de baja laboral.
Gastos sanitarios.
En lo que se refiere a los daños a las personas nos encontramos ante un sistema de
responsabilidad objetiva, el conductor solo quedará exonerado de responsabilidad si prueba
que los daños fueron causados por la culpa exclusiva del perjudicado o fuerza mayor extraña a
la conducción o al funcionamiento del vehículo; no tendrán la consideración de supuestos de
fuerza mayor los defectos del vehículo ni la rotura o fallo de alguna de sus piezas o
mecanismos.
Con respecto a la actividad probatoria, la prueba de la culpa exclusiva recae sobre quien la
invoca de acuerdo con la doctrina jurisprudencial. En estos casos la responsabilidad objetiva
comporta una presunción de causalidad entre riesgo y daño, que sólo puede enervarse
demostrando la concurrencia de causas de exoneración.
Daños materiales
Son los daños ocasionados al vehículo como consecuencia del accidente o también otros
objetos o mercancías que pueden ir dentro del vehículo.
A diferencia de los daños personales, cuando se trata de daños sobre los bienes, el principio de
carga siempre recae sobre el actor, con todos los matices que la jurisprudencia ha ido
introduciendo en cuanto a la cuasi objetivación de la culpa y un régimen cercano a la inversión
de la carga de la prueba, de modo que para que el conductor causante resulte exonerado ha
de acreditar la plena diligencia en la conducción.
Los criterios para determinar la indemnización por daños a las personas derivadas por
accidentes de circulación.
Los principios fundamentales del sistema de valoración de los daños y perjuicios causados a las
personas en accidentes de tráfico son los siguientes:
Si hay un principio básico y esencial en las reclamaciones de daños, este es sin duda el
principio de reparación integra. Este principio tiene por objeto asegurar el total resarcimiento
de los daños y perjuicios padecidos por la víctima tras un accidente de circulación. Es por ello,
que las indemnizaciones sobre las que se hablará en los apartados siguientes tienen en cuenta
las circunstancias personales, familiares, sociales y económicas de la víctima (incluso las que
afectan a la pérdida de ingreso y a la pérdida o disminución de la capacidad de obtener
ganancias). De lo que se trata, es que la víctima o los perjudicados, al ser indemnizados
"queden" en idéntica situación a la que tenían antes de ocurrir el accidente de circulación. El
principio de reparación íntegra no solo comprende las consecuencias patrimoniales del daño
corporal sino también las morales o extrapatrimoniales.
b. El principio de vertebración
Este principio hace referencia al hecho de que se valoren por separado los daños patrimoniales
y los no patrimoniales y, dentro de unos y otros, los diversos conceptos perjudiciales.
La Ley señala que, en virtud del principio de objetivación en la valoración del daño, no pueden
fijarse indemnizaciones por concepto o importes distintos de los previstos en el baremo, sin
perjuicio de que los daños significativos, originados por situaciones singulares y no examinados
conforme a las reglas y límites del sistema, se indemnizan como perjuicios excepcionales de
acuerdo con las reglas establecidas al efecto en Ley sobre responsabilidad civil y seguro en la
circulación de vehículos a motor.
- La muerte.
- Las lesiones temporales.
- Las secuelas.
2. El perjuicio personal particular. Una vez fijado el resarcimiento básico, éste se concreta
mucho más por medio del reconocimiento de un perjuicio particular. En este caso sí se tienen
en cuenta las circunstancias específicas de la víctima o del perjudicado.
3. El perjuicio patrimonial. Además de la indemnización básica y por perjuicios particulares
(perjuicios extrapatrimoniales), también se resarce el daño o perjuicio patrimonial. En esta
categoría, debemos distinguir a su vez, el lucro cesante del daño emergente. El primero de
ellos se refiere a la pérdida o disminución de ingresos del trabajo personal del lesionado o de
quien era económicamente dependiente del fallecido en un siniestro. Por su parte, el daño
emergente indemniza aquellos gastos derivados del accidente (el entierro del fallecido o el
tratamiento médico del lesionado, por ejemplo).
Sujetos perjudicados
Con carácter excepcional los familiares de las victimas fallecidas, que acabamos de mencionar,
así como los grandes lesionados tienen derecho a ser resarcidos por los gastos de tratamiento
médico y psicológico que reciban durante un máximo de seis meses por las alteraciones
psíquicas que en su caso les haya causado el accidente de circulación.
rodriguezalmiron@ugr.es
TEMA 1.
Esta nace de un hecho descrito como delito. Tenemos una dualidad de responsabilidad de
responsabilidad, y esta responsabilidad viene principalmente por razones históricas, ya que el
CP de 1822 incorpora una serie de preceptos, y cuando se apruebe en CC en 1889, siendo
posterior este, se va modificando el CP y no se toca esa dualidad, ya que se intenta que dentro
de la responsabilidad penal pueda recriminar una responsabilidad civil también.
Las obligaciones nacen de la ley, de los contratos y cuasi contratos, y de los actos y omisiones
ilícitos o en que intervenga cualquier género de culpa o negligencia: artículo 1089 CC.
1092 CC: Las obligaciones civiles que nazcan de los delitos se regirán por las disposiciones del
Código Penal (TEST).
Esas disposiciones son los artículos del 109 al 126 del CP.
¿Qué naturaleza jurídica tiene la responsabilidad civil? No, porque es una consecuencia
jurídica del delito (TEST).
a) Hechos sin transcendencia penal que dan lugar a responsabilidad civil: una baldosa mal
puesta y me caigo en la calle.
b) Delitos sin existencia de daño: sin daño no hay responsabilidad civil. Conduciendo
superando la tasa de alcohol permitida (0.6 en sangre y 1.2 espirado) y no ocurre nada.
c) Supuestos donde exista una causa de justificación: legítima defensa. Ejemplo: una
persona está echando la siesta y oigo un ruido, soy cazador, tengo al lado la escopeta,
y veo a tres personas con pistola, uno de ellos dispara y falla, disparo yo y mato a uno,
tendría una eximente completa, y no habría responsabilidad civil. Medio insuperable:
un señor parado en un semáforo, se pone paralelo a otro vehículo, mira al de al lado, y
el otro cree que lo ha mirado mal, y el otro lo amenaza, y el que no tiene cuchillo sale
corriendo, y el otro sale detrás con el cuchillo, y el primero del miedo se empieza a
saltar los semáforos y tal, hasta que le da un golpe a un coche, de modo que no
tendría castigo.
d) Ausencia de culpabilidad: por ejemplo, una persona que sufre una alteración psíquica,
o intoxicación plena (por alcohol por ejemplo), que aunque no exista culpabilidad lo
vamos a castigar.
Principios:
Justicia rogada: es la petición dirigida a un órgano judicial para que éste dé a cada una
de las partes lo que le corresponda o pertenezca. Podemos identificar la justicia rogada
como la suma del principio dispositivo y del principio de aportación de parte que se
dan en el proceso civil.
Principio de congruencia:
1.ª Que el condenado haya delinquido por primera vez. A tal efecto no se tendrán en cuenta
las anteriores condenas por delitos imprudentes o por delitos leves, ni los antecedentes
penales que hayan sido cancelados, o debieran serlo con arreglo a lo dispuesto en el artículo
136. Tampoco se tendrán en cuenta los antecedentes penales correspondientes a delitos que,
por su naturaleza o circunstancias, carezcan de relevancia para valorar la probabilidad de
comisión de delitos futuros.
2.ª Que la pena o la suma de las impuestas no sea superior a dos años, sin incluir en tal
cómputo la derivada del impago de la multa.
3.ª Que se hayan satisfecho las responsabilidades civiles que se hubieren originado y se haya
hecho efectivo el decomiso acordado en sentencia conforme al artículo 127.
El fundamento de la responsabilidad civil es la existencia de un daño y el de ver de reparación
de dicho daño. Artículo 109 CP: La ejecución de un hecho descrito por la ley como delito obliga
a reparar, en los términos previstos en las leyes, los daños y perjuicios por él causados (CAE SÍ
O SÍ).
Artículo 109: El perjudicado podrá optar, en todo caso, por exigir la responsabilidad civil ante
la Jurisdicción Civil.
El ofendido:
La acción civil y penal se ejercita conjuntamente por el Ministerio Fiscal salvo renuncia
expresa: 108 LECRIM. “La acción civil ha de entablarse juntamente con la penal por el
Ministerio Fiscal, haya o no en el proceso acusador particular; pero si el ofendido renunciare
expresamente su derecho de restitución, reparación o indemnización, el Ministerio Fiscal se
limitará a pedir el castigo de los culpables”.
La renuncia a la acción civil solo perjudica al que renuncia: 107 LECRIM. “La renuncia de la
acción civil o de la penal renunciable no perjudicará más que al renunciante; pudiendo
continuar el ejercicio de la penal en el estado en que se halle la causa, o ejercitarla
nuevamente los demás a quienes también correspondiere”.
Los perjudicados:
Posibilidad de personación del perjudicado. Artículo 110 LECRIM: “Las personas perjudicadas
por un delito que no hubieren renunciado a su derecho podrán mostrarse parte en la causa si
lo hicieran antes del trámite de calificación del delito y ejercitar las acciones civiles que
procedan, según les conviniere, sin que por ello se retroceda en el curso de las actuaciones. Si
se personasen una vez transcurrido el término para formular escrito de acusación podrán
ejercitar la acción penal hasta el inicio del juicio oral adhiriéndose al escrito de acusación
formulado por el Ministerio Fiscal o del resto de las acusaciones personadas.
Aun cuando las personas perjudicadas no se muestren parte en la causa, no por esto se
entiende que renuncian al derecho de restitución, reparación o indemnización que a su favor
puede acordarse en sentencia firme, siendo necesario que la renuncia de este derecho se haga
en su caso de una manera clara y terminante”.
Posibilidad de ejercitar junta o separadamente acción civil y penal. Artículo 11 LECRIM: Las
acciones que nacen de un delito o falta podrán ejercitarse junta o separadamente; pero
mientras estuviese pendiente la acción penal no se ejercitará la civil con separación hasta que
aquélla haya sido resuelta en sentencia firme, salvo siempre lo dispuesto en los arts. 4.º, 5.º y
6.º de este Código.
Si se ejercita sólo la acción penal se entiende ejercitada la acción civil (salvo renuncia o
reserva). Artículo 112 LECRIM: “Ejercitada sólo la acción penal, se entenderá utilizada también
la civil, a no ser que el dañado o perjudicado la renunciase o la reservase expresamente para
ejercitarla después de terminado el juicio criminal, si a ello hubiere lugar.
Si se ejercitase sólo la civil que nace de un delito de los que no pueden perseguirse sino en
virtud de querella particular, se considerará extinguida desde luego la acción penal”.
Caso: una chica es agredida sexualmente por su pareja, se solicita por medio de la acusación
particular una responsabilidad civil, llega el acto del juicio y se le pregunta a la chica si exige la
responsabilidad civil a la que tiene derecho, y dice: no quiero dinero, sólo quiero que se pudra
en la cárcel. Se acordó una indemnización de 6.000 euros, y 240 euros por lesiones causadas.
La defensa recurrió alegando que se produjo una renuncia clara y terminante del 110 LECRIM.
El MF dice que es normal que en este tipo de delitos se suele decir esto. El Tribunal revoca la
sentencia y dice que esta mujer tiene capacidad, y de este modo se había producido una
renuncia clara y terminante, por lo que se quedó sin indemnización.
Los menores de edad están sujetos al 64 de la Ley Orgánica Reguladora de responsabilidad del
menor. Los menores de 14 no tienen ningún tipo de responsabilidad, y de 14 a 18 está sujeta a
la ley del menor.
1.º La restitución.
La restitución:
1. Deberá restituirse, siempre que sea posible, el mismo bien, con abono de los deterioros y
menoscabos que el juez o tribunal determinen. La restitución tendrá lugar aunque el bien se
halle en poder de tercero y éste lo haya adquirido legalmente y de buena fe, dejando a salvo
su derecho de repetición contra quien corresponda y, en su caso, el de ser indemnizado por el
responsable civil del delito.
2. Esta disposición no es aplicable cuando el tercero haya adquirido el bien en la forma y con
los requisitos establecidos por las Leyes para hacerlo irreivindicable.
La reparación del daño
La reparación del daño podrá consistir en obligaciones de dar, de hacer o de no hacer que el
Juez o Tribunal establecerá atendiendo a la naturaleza de aquél y a las condiciones personales
y patrimoniales del culpable, determinando si han de ser cumplidas por él mismo o pueden ser
ejecutadas a su costa.
Artículo 216 CP
En los delitos de calumnia o injuria se considera que la reparación del daño comprende
también la publicación o divulgación de la sentencia condenatoria, a costa del condenado por
tales delitos, en el tiempo y forma que el Juez o Tribunal consideren más adecuado a tal fin,
oídas las dos partes.
Artículo 227 CP
1. El que dejare de pagar durante dos meses consecutivos o cuatro meses no consecutivos
cualquier tipo de prestación económica en favor de su cónyuge o sus hijos, establecida en
convenio judicialmente aprobado o resolución judicial en los supuestos de separación legal,
divorcio, declaración de nulidad del matrimonio, proceso de filiación, o proceso de alimentos a
favor de sus hijos, será castigado con la pena de prisión de tres meses a un año o multa de seis
a 24 meses.
2. Con la misma pena será castigado el que dejare de pagar cualquier otra prestación
económica establecida de forma conjunta o única en los supuestos previstos en el apartado
anterior.
3. La reparación del daño procedente del delito comportará siempre el pago de las cuantías
adeudadas.
Daño moral: mientras que la finalidad de la restauración del daño patrimonial es la reparación
íntegra, el daño moral no es reparable. La indemnización tiene como función el alivio o la mera
compensación de lo que son parámetros borrosos e imprecisos. La motivación no puede ser
exigible en iguales términos, aunque tampoco puede ser puramente voluntarista o arbitraria.
(TEST).