Unidad V
Unidad V
Unidad V
Coerción
Coordinador
Autor
ÍNDICE DE CONTENIDO
1.1.2. Objetivos................................................................................................ 6
1.1.5. Cronograma.......................................................................................... 13
b) Jurisdiccionalidad................................................................................. 28
1.2.3.4.1. Oralidad................................................................................ 35
1. Identificación ....................................................................................... 54
1.2.7.3. Competencia...........................................................................101
1.2.7.4. Procedimiento.........................................................................102
1.2.7.4.1. Solicitud...............................................................................102
1.2.8. Derecho a obtener una Reparación por Privación de Libertad Ilegal ........105
1. Medidas de Coerción
1.1.1. Introducción
En esos casos, el correcto funcionamiento del Estado democrático, no sólo exige que el
poder judicial asuma de forma efectiva, real y no meramente aparente, la función
garantista que el Código Procesal Penal le atribuye, sino la existencia de un autocontrol
en aquellos que si bien no tienen más encomienda que llevar la investigación, es lo
cierto que cumplen un servicio a toda la ciudadanía que ha de prestarse con la
satisfacción de un imparcial compromiso. El servicio a la comunidad no se agota en su
defensa como ente global, sino que se perfecciona en el virtuosismo de no generar
ningún indebido perjuicio a ninguno de sus individuos.
Es pues esta otra unidad trasversal, cuya profundización interesa a todos los
operadores del sistema y aún cuando la incorrecta actuación no suela generar
anulaciones que perjudiquen o afecten al objeto del procedimiento, es lo cierto que
son termómetro del nivel democrático y de la capacidad de Justicia de una sociedad,
evidencian también la responsabilidad de los distintos operadores jurídicos en el
desempeño de su propia función y terminan por configurar la correcta o deplorable
imagen que la administración policial o de justicia ofrece a su ciudadanía.
1.1.2. Objetivos
b. Empatía.
1.1.3. Justificación
La presente unidad está diseñada para un curso de contenido genérico cuyo objetivo
sea la exposición y el estudio de las medidas de coerción tanto personales y reales,
con una duración estándar de 3 días o sesiones. En todo caso su diseño está presidido
por el principio de flexibilidad y adaptabilidad, pues su contenido puede variar teniendo
en cuenta los siguientes factores: a) el tipo de destinatarios (policías, jueces, fiscales y
defensores públicos) y b) la duración temporal del curso. El contenido de los diferentes
temas propuestos admite modificaciones en función de tales variables, posibilitando
dar respuesta a las diferentes necesidades formativas del colectivo profesional al que
vaya destinado. A título de ejemplo, para el caso de cursos de formación de
funcionarios policiales se propone centrar la atención en el análisis de la medida
arresto así como en los principios básicos de actuación policial. Para el caso de
defensores públicos deben primarse aquellos contenidos relacionados con los derechos
del arrestado, especialmente el derecho de asistencia letrada. La prisión preventiva
debería ser el tema estrella en los cursos de formación destinados a jueces y miembros
del ministerio público.
4. ¿Cuáles son los principios esenciales que deben inspirar la regulación legal de las
medidas de coerción personales?
11. ¿Puede la gravedad del hecho delictivo objeto de imputación y la alarma social
ocasionada con su comisión fundamentar el mantenimiento de la situación de
prisión preventiva?
12. ¿Qué se entiende por “alarma social”? ¿Puede justificar la adopción de la medida
de prisión preventiva?
14. Entre los fines que se detallan a continuación ¿cuáles de ellos son fines
constitucionalmente legítimos que pueden justificar la adopción de la medida de
prisión preventiva?:
b. Tranquilizar a la sociedad
15. Indique cuáles son los criterios para determinar la razonabilidad del plazo de
duración de la prisión preventiva.
1.1.5. Cronograma
Propuesta de
Sesión/Horario Contenidos Objetivos Trabajo y
Actividades
Comprender las
características
esenciales que
derivan de su Presentación y
naturaleza cautelar, entrega de
así como los materiales
Las medidas de principios que Exposición oral
coerción deben inspirar su dialogada.
Primera Sesión personales: regulación legal Planteamiento de
9:00am a 11:00am naturaleza, un caso sobre el
características y Objetivo formativo alcance del
principios concreto: principio de justicia
Determinar el rogada en el
alcance de la ámbito de las
limitación contenida medidas de
en el art. 228, coerción personal.
párrafo segundo,
CPP.
Propuesta de
Sesión/Horario Contenidos Objetivos Trabajo y
Actividades
11:00 a 11:30am RECESO
Exposición oral
dialogada y
Lectura STEDH
Conocer los
caso LABITA contra
Las medidas de presupuestos de
Italia, de 6 abril
coerción toda medida de
11:30am a 1:00pm 2000: calidad de
personales: coerción personal y
los indicios. Grupos
presupuestos determinar su
de trabajo y debate
significado
posterior. Búsqueda
de supuestos
análogos.
Comprender la
naturaleza del
arresto como
medida precautelar,
y conocer las
2:30pm a 4:00pm
diferentes clases de
Exposición oral
arresto previstas en
dialogada.
la ley y los
Planteamiento de
supuestos en que
Receso El arresto: un caso de
procede cada una
4:00pm a 4:15pm concepto, “sospechas
de ellas.
naturaleza y clases. razonables” como
presupuesto que
Objetivo formativo
justifica la práctica
concreto: identificar
de un arresto
cuando concurren
4:15pm a 6:00pm policial.
“sospechas
razonables” que
autorizan la
práctica del arresto
policial.
Propuesta de
Sesión/Horario Contenidos Objetivos Trabajo y
Actividades
Exposición oral
dialogada.
Se pueden plantear
Conocer los plazos diferentes tipos de
de duración del casos en función de
arresto según sus los destinatarios del
modalidades. curso de formación:
a) Caso sobre
Plazos del arresto.
Asimilar el interpretación del
contenido de los término “sin
Principios básicos
principios básicos demora
de actuación
que deben inspirar innecesaria”.
policial durante el
la actuación policial b) Caso sobre
Segunda sesión arresto.
durante el arresto, tratos inhumanos y
9:00am a 11:00am
así como el degradantes
Derechos del
contenido y alcance durante la práctica
arrestado.
de los derechos del del arresto
arrestado. c) Caso sobre
Control de legalidad
comunicaciones y
del arresto policial.
Averiguar los notas de prensa
mecanismos de relativas al estado
control de la de las
legalidad del investigaciones
arresto policial. penales
d) Caso sobre el
valor indiciario del
silencio del
arrestado
Propuesta de
Sesión/Horario Contenidos Objetivos Trabajo y
Actividades
1:00pm a 2:30pm ALMUERZO
Exposición oral
dialogada.
Lectura de
resoluciones de
prisión provisional
dictadas por los
tribunales
2:30pm a 4:00pm Asumir los fines nacionales
que son dominicanos con la
compatibles con la finalidad de
naturaleza cautelar identificar los fines
de la medida. utilizados para
La prisión
fundamentar la
preventiva: fines
Receso Adquirir las medida y
constitucionalmente
4:00pm a 4:15pm habilidades comprobar la
legítimos y
necesarias para suficiencia y
motivación de la
reconocer los razonabilidad de la
decisión judicial
parámetros de motivación
suficiencia y empleada.
razonabilidad de la
motivación de la Se proponen
4:15pm a 6:00pm decisión judicial. algunos ejemplos
de fundamentación
de decisiones
judiciales de
mantenimiento de
la medida de
prisión preventiva,
para su debate en
grupo.
Propuesta de
Sesión/Horario Contenidos Objetivos Trabajo y
Actividades
Exposición oral
Comprender los dialogada.
principios
inspiradores del
La prisión
procedimiento de Lectura STEDH
preventiva:
adopción de dicha caso KLAMECKI
procedimiento para
11:30am a 1:00pm medida, así como contra Polonia, de 3
su adopción.
conocer los abril 2003 o STEDH
Revisión y cese de
mecanismos de caso SHISHKOV
la medida.
revisión y las contra Bulgaria, de
causas de cese de 9 enero 2003, y
la misma. debate posterior en
grupo.
Propuesta de
Sesión/Horario Contenidos Objetivos Trabajo y
Actividades
Se propone como
ejercicio que los
asistentes al curso
en grupos de
Conocer el alcance debate enumeren e
del control identifiquen
El procedimiento jurisdiccional de las aquellos supuestos
2:30pm a 3:30pm especial de Habeas privaciones de que pueden ser
Corpus. libertad mediante objeto de control
este procedimiento jurisdiccional por
especial. este procedimiento
especial y los
supuestos que
quedarían excluidos
del mismo.
Reconocer las
líneas básicas de la
regulación de
Las medidas de dichas medidas en Exposición oral
3:45pm a 4:45pm
coerción reales. el CPP, así como el dialogada.
tipo de medidas
reales que pueden
adoptarse.
1.1.6. Bibliografía
ASENCIO MELLADO, José María. La prisión provisional. Madrid: Civitas, 1987. 324p.
RESUMIL, Olga Elena. Práctica judicial de Puerto Rico: Derecho procesal penal.
Buenos Aires: Editorial Nexis, 1993. Vol. 1.
ZIFFER, Patricia S.; HASSEMER, Winfried. Crítica al derecho penal de hoy: norma,
interpretación, procedimiento, límites de la prisión preventiva. 2ª Ed. Buenos
Aires: AD-HOC, 1998. 127p.
1.2.1. Introducción
De entre todas las medidas de coerción la prisión provisional exige de una atención
especial. El análisis de la institución de la prisión preventiva ocupa una posición
fundamental en el estudio de todo ordenamiento jurídico procesal penal, lo que viene
determinado por su evidente carácter problemático. ANDRÉS IBÁÑEZ la califica de
problema por antonomasia del proceso penal, especialmente en aquellos países que se
han dotado de una disciplina constitucional que gira formalmente en torno al principio
de la presunción de inocencia1. Se ha dicho que el número de presos preventivos actúa
como termómetro del nivel democrático de un país y concretamente de su proceso
penal. Cuanto mayor sea el número de presos preventivos en comparación con los
sentenciados, menor será el nivel democrático de ese Estado. Un inadecuado y
sistemático recurso a la prisión preventiva pone en evidencia la negación democrática y
constitucional de una sociedad. La prisión preventiva debe tener un carácter
verdaderamente excepcional, por exigencias de la propia presunción de inocencia,
configurada como un derecho fundamental, y por imperativo de lo dispuesto en los
textos internacionales de derechos humanos. Entre ellos, el Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos (PIDCP) de 1966 proclama en su art. 9.3 que “la prisión
preventiva de las personas que hayan de ser juzgadas no debe ser la regla general”.
1
ANDRÉS IBÁÑEZ, P., “Presunción de inocencia y prisión sin condena”, en Detención y prisión
provisional, Cuadernos de Derecho Judicial, núm. XVIII, Consejo General del Poder Judicial,
Madrid, 1996, pág. 17.
2
La ComIDH afirma en su Informe nº 2/1997, de 11 de marzo, apartado 8, que “la prisión
preventiva constituye un problema serio en varios de los países miembros de la Organización de
los Estados Americanos”.
El nuevo Código Procesal Penal se ha propuesto como objetivo acabar con este
síndrome, esto es, con la actual situación de generalización de la prisión preventiva,
como se reconoce en la mencionada Exposición de Motivos. El nuevo texto parte del
establecimiento del principio fundamental de reconocer la libertad como la regla,
derivado precisamente del principio de presunción de inocencia, en línea con lo
dispuesto en el art. 8.2 de la carta constitucional dominicana. Se reconoce el estatuto
de libertad del imputado, de tal forma que el conjunto de normas que regulan la
libertad individual deberán interpretarse siempre de la forma más favorable al
imputado (principio del favor rei). El reconocimiento del derecho a la libertad personal
impone esta interpretación restrictiva y favorable. Debe acabarse con esa arraigada
3
En el Informe de la ComIDH sobre la Situación de los Derechos Humanos en la República
Dominicana de 1999 se cuantífica el número de presos preventivos en un 85% de la población
carcelaria, apartado 216. En el Informe de Seguimiento de las Recomendaciones de la ComIDH
sobre la Situación de los Derechos Humanos en la República Dominicana del año 2001 se cifra
el número de presos preventivos en un 71%.
4
Un análisis comparativo de la situación existente en los diferentes países de América Latina y
el Caribe con aportación de datos estadísticos, aunque solo hasta el año 1995, puede verse en
CARRANZA, E., “Estado actual de la prisión preventiva en América latina y comparación con los
países de Europa”, Jueces para la Democracia, nº 26, julio 1996, págs. 81 y ss.
El contenido del presente módulo se complementa con el estudio del arresto y sus
diferentes modalidades, así como con la exposición del procedimiento de habeas
corpus regulado en el nuevo texto procesal penal. Por último, también son objeto de
análisis las medidas de coerción reales cuya finalidad es garantizar las eventuales
responsabilidades pecuniarias derivadas de la comisión del hecho delictivo.
1.2.2.1. Concepto
Siguiendo a ILLESCAS RUS podemos definir las medidas cautelares penales como los
actos procesales de coerción directa que, recayendo sobre las personas o los bienes,
se ordenan a posibilitar la efectividad de la sentencia que ulteriormente haya de
recaer6.
De forma más detallada CUÉLLAR CRUZ las define como aquellas que pueden
adoptarse motivadamente por el órgano jurisdiccional, u otra autoridad competente en
5
RODRÍGUEZ HURTADO, M. P., “El distorsionado reflejo de la realidad penal. La crisis del
sistema de justicia penal y las medidas coercitivas”, Revista Bibliotecal, Edición Bicentenario
1804-2004, págs. 138-139.
6
ILLESCAS RUS, A. V., “Las medidas cautelares personales en el procedimiento penal”, Revista
de Derecho Procesal, nº 1, 1995, pág. 64.
De esta definición se infieren las dos notas características de toda medida de coerción:
su instrumentalidad y su provisionalidad. A estas notas nos referimos más adelante.
También los presupuestos que necesariamente deben concurrir para adoptar tales
medidas.
Como vemos las finalidades de ambas clases de medidas de coerción son distintas por
lo que no existe ningún obstáculo en admitir su compatibilidad en el ámbito del
proceso penal.
7
CUÉLLAR CRUZ, R., “Las medidas cautelares en el nuevo proceso penal”, en AA.VV., Las
medidas cautelares, Cuadernos de Estudios Judiciales “Rafael Alvarado Manzano”, Tegucigalpa,
2001, pág. 5.
El art. 15 CPP, bajo el epígrafe Estatuto de libertad, dispone que “Toda persona tiene
derecho a la libertad y a la seguridad personales. Las medidas de coerción, restrictivas
de la libertad personal o de otros derechos, tienen carácter excepcional y su aplicación
debe ser proporcional al peligro que trata de resguardar”.
Del contenido de dicho precepto resulta que la libertad del imputado debe ser la regla
general en el proceso penal dominicano, pues toda medida restrictiva de la libertad
personal debe tener un carácter excepcional y además debe respetar el principio de
proporcionalidad. Más adelante el art. 222 CPP insiste en esta excepcionalidad al
disponer que “Toda persona tiene derecho a la libertad y a la seguridad personal. Las
medidas de coerción tienen carácter excepcional y sólo pueden ser impuestas
mediante resolución judicial motivada y escrita, por el tiempo absolutamente
indispensable y a los fines de asegurar la presencia del imputado en el procedimiento”.
8
RODRÍGUEZ RAMOS, L., La detención, Edit AKAL, Madrid, 1987, pág. 13.
9
La STCE 13/1994, de 17 enero, nos dice que “el punto de partida es que dicha privación de
libertad ha de regirse por el principio de excepcionalidad”.
10
Cfr. art. 228 CPPRD.
El cómputo de los plazos en las medidas de coerción se realizará por días corridos,
frente a la regla general de días hábiles (art. 143, párrafo tercero, CPP).
a) Principio de legalidad
Dicho principio supone que toda medida limitativa de algún derecho fundamental deba
estar prevista en la ley. La ley debe autorizar expresamente a la autoridad judicial
adoptar tales medidas limitativas. En cuanto afectan al derecho a la libertad personal o
ambulatoria11 las medidas de coerción personales deben cumplir con las exigencias
derivadas de dicho principio de legalidad. Además, cualquier supuesto habilitante de la
privación de libertad previsto en la ley debe ser interpretado restrictivamente.
Los textos internacionales de derechos humanos exigen que cualquier limitación del
derecho a la libertad solo sea admisible en aquellos casos expresamente previstos y
con arreglo al procedimiento establecido en la ley. El art. 5.1 CEDH proclama que
“Toda persona tiene derecho a la libertad y a la seguridad. Nadie puede ser privado de
su libertad, salvo en los casos siguientes y con arreglo al procedimiento establecido por
la ley”. En idénticos términos el art. 7.2 CADH dispone que “Nadie puede ser privado
11
En la doctrina DE HOYOS SANCHO, M., La detención por delito, pág. 21, define la libertad
ambulatoria como la libertad para alejarse del lugar donde no se desea permanecer.
de su libertad física, salvo por las causas y en las condiciones fijadas de antemano por
las Constituciones Políticas de los Estados Partes o por las leyes dictadas conforme a
ellas”12.
El art. 8.2 CEDH exige que toda injerencia de la autoridad pública en la esfera privada
ha de estar “prevista por la ley”. También, el art. 17.1 PIDCP prohíbe las injerencias
arbitrarias o ilegales13, entendiéndose como tales aquellas que no están previstas en
las normas legales.
Este principio de legalidad aparece plasmado, también, en la CRD cuyo art. 8.2.c)
declara que “Toda persona privada de su libertad sin causa o sin las formalidades
legales, o fuera de los casos previstos por las leyes, será puesta inmediatamente en
libertad a requerimiento suyo o de cualquier persona”.
c. Que la ley sea formulada con la suficiente precisión para que un ciudadano pueda
dirigir su conducta conforme a la misma (canon de previsibilidad de la ley)14.
12
Vid., también, el art. 9.1 PIDCP.
13
El art. 7.4 CADH señala que “nadie puede ser sometido a detención o encarcelamiento
arbitrarios”.
14
El TEDH establece que una norma es previsible cuando está redactada con la suficiente
precisión que permite al individuo regular su conducta conforme a ella y predecir las
consecuencias de la misma, de modo que la ley debe definir las modalidades y extensión del
ejercicio del poder otorgado con la claridad suficiente para aportar al individuo una protección
adecuada contra la arbitrariedad. Vid. STEDH caso SUNDAY TIMES contra Reino Unido, de 24
abril 1979, apartado 49; caso ROTARU contra Rumania, de 4 mayo 2000, apartados 52 y ss.
b) Jurisdiccionalidad
Las medidas de coerción personales sólo podrán ser adoptadas por el órgano
jurisdiccional competente. En sede constitucional el art. 8.2.b declara que “Nadie podrá
ser reducido a prisión ni cohibido en su libertad sin orden motivada y escrita de
funcionario judicial competente, salvo el caso de flagrante delito”. Esta naturaleza
jurisdiccional resulta, también, del contenido de varios preceptos del texto procesal
penal. El art. 226 CPP indica que es sólo “el juez” que el puede imponer al imputado
alguna de las medidas de coerción que enumera el precepto. El art. 222 CPP exige que
las medidas de coerción sólo puedan ser impuestas mediante “resolución judicial
motivada”. Y, por último, el art. 231 CPP se ocupa del contenido que tiene que tener la
resolución judicial que impone una medida de coerción.
CASO: Sobre el alcance del principio de justicia rogada en el ámbito de las medidas
de coerción.
¿Puede el Juez fijar un quantum económico superior al solicitado por las partes
acusadoras?
c) Principio de proporcionalidad
La proporcionalidad exige:
15
Vid. art. 224 CPPRD. Podríamos incluir, también, los supuestos de restricciones de circulación
y ambulatorias que pueden acordar los funcionarios del ministerio público o la policía, en
aquellos casos previstos en la ley, con el límite temporal de 6 horas (arts. 175 y 178 CPPRD).
1.2.3.3. Presupuestos
Dos son los presupuestos comunes a todas las medidas de coerción personales, que
aparecen plasmados normativamente en el art. 227 CPP.
A este presupuesto se refiere el art. 227.1 CPP cuando condiciona la aplicación de las
medidas de coerción a que “existen elementos de prueba suficientes para sostener,
razonablemente, que el imputado es, con probabilidad, autor o cómplice de una
infracción”. Infracción que debe ser imputable personalmente al destinatario de la
medida de coerción como consecuencia del principio de personalidad de la persecución
consagrado en el art. 17 CPP, según el cual “Nadie puede ser perseguido, investigado
ni sometido a medidas de coerción sino por el hecho personal. La retención de
personas ajenas a la comisión de un hecho punible, con miras a obtener su
colaboración o la entrega del imputado, se sanciona de conformidad con las
disposiciones de la ley penal”. Esta disposición trata de poner fin a la práctica policial
consistente en proceder a la detención arbitraria de familiares de sospechosos para
forzar que éstos se entreguen a las autoridades policiales. Práctica denunciada en el
Informe de la ComIDH sobre la Situación de los Derechos Humanos en la República
Dominicana de 1999.
16
STEDH caso LABITA contra Italia, de 6 abril 2000; dicha sentencia analiza la cuestión de si
las declaraciones de los “arrepentidos” pueden servir de fundamento al arresto de una persona,
declarando, en su apartado 159, que “aunque las declaraciones de los “arrepentidos” pueden
El peligro de fuga es una manifestación concreta del más amplio periculum libertatis,
entendido este último como la posibilidad de que se frustren los fines del proceso
penal a causa de la puesta en libertad del sospechoso17, esto es, los peligros que
pueden derivar del hecho de que el imputado permanezca en libertad durante el
tiempo que dure el proceso.
En Italia el art. 274 CPP se refiere como presupuesto de las medidas cautelares a
situaciones de “concretto e attuale pericolo” fundamentadas en circunstancias de
hecho.
Para su apreciación el art. 229 CPP menciona las siguientes circunstancias que el juez
deberá, especialmente, tener en cuenta:
3. La importancia del daño que debe ser resarcido y la actitud que voluntariamente
adopta el imputado ante el mismo.
Se trata de criterios de carácter orientativo que el Juez deberá valorar en cada caso
para constatar la presencia o no de dicho peligro de fuga u ocultación. La enumeración
contenida en dicho precepto no es limitativa (numerus clausus), y nada impide que
puedan tenerse en cuenta otros factores relevantes. El propio precepto utiliza la
expresión especialmente. Así, cabría mencionar los propios antecedentes penales del
imputado como exponentes de una habitualidad en la comisión de hechos delictivos de
la que podía deducirse la existencia de un peligro de fuga.
18
La STEDH caso STÖGMULLER contra Austria, de 10 noviembre 1969, en su fj. 15, dice que
“Se debe observar a este respecto que la simple posibilidad o facilidad que tiene el acusado
para pasar la frontera no implica peligro de fuga (a estos efectos hubiera sido suficiente, por
otra parte, requerir a Stögmuller para que entregase su pasaporte); se requiere la concurrencia
de unas circunstancias, especialmente la pena grave que se prevé, o la singular oposición del
acusado a la detención, o la falta de arraigo sólido en el país, que permitan suponer que las
consecuencias y riesgos de la fuga le parecerán un mal menor que la continuación del
encarcelamiento”. Vid., también, STEDH caso NEUMEISTER contra Austria, de 27 junio 1968; y
STCE 128/1995, de 26 julio, fj. 4º.
1.2.3.4.1. Oralidad
Con carácter general el art. 230, párrafo último, CPP, prevé que con anterioridad a la
imposición de una medida de coerción el juez convoque a una audiencia para oír a las
partes. De dicha audiencia deberá levantarse la oportuna acta.
19
STEDH caso BROGAN y otros contra Reino Unido, de 29 noviembre 1988.
La celebración de una audiencia está prevista, también, con carácter previo a resolver
sobre el recurso interpuesto contra la resolución de imposición de la prisión preventiva
o del arresto domiciliario (art. 414 CPP).
1.2.3.4.2. Contradicción
La contradicción, como garantía instrumental del derecho de defensa, rige siempre que
se haya solicitado una medida de coerción. De ahí, que solicitada una medida de
coerción se prohíba que el ministerio público pueda acordar durante el procedimiento
preparatorio el secreto total o parcial de las actuaciones (art. 291 CPP).
Para el caso en que el imputado esté privado de libertad (por ejemplo, arrestado o en
situación de prisión preventiva) se autoriza que cualquier persona de su confianza
pueda proponer ante la autoridad competente la designación de un defensor. Dicha
proposición podrá realizarse tanto por escrito como oralmente.
Como concreción de este principio el art. 245 CPP dispone que “Todas las decisiones
judiciales relativas a las medidas de coerción reguladas por este libro son apelables. La
presentación del recurso no suspende la ejecución de la resolución”.
1.2.3.5. Clases
El art. 226 CPP enumera las distintas medidas de coerción personal que pueden ser
adoptadas judicialmente. Dichas medidas son las siguientes:
1. La prestación de una garantía económica suficiente (arts. 235, 236 y 237 CPP).
20
Vid art. 231 CPPRD que fija el contenido de la resolución que impone una medida de
coerción. Y el art. 232 CPPRD prevé que con carácter previo a la ejecución de la medida deberá
levantarse un acta con el contenido que el propio precepto establece.
21
La Enmienda VIII a la Constitución de EEUU proclama expresamente que “no deberá exigirse
una fianza excesiva”.
debe hacer la estimación de modo que constituya un motivo eficaz para que el
imputado se abstenga de incumplir sus obligaciones”.
2. La prohibición de salir sin autorización del país, de la localidad en la cual reside o del
ámbito territorial que fije el juez.
Quizás debería haberse previsto con mayor detalle en que consiste la vigilancia que
puede disponer el juez, y quienes pueden ser las personas bajo cuya custodia puede
colocarse al imputado (art. 226.6 CPP).
22
Vid. arts. 281 y 337 CPPRD.
7. La prisión preventiva.
23
Vid. STCE 56/1997, de 17 marzo, sobre el arresto domiciliario como modalidad de prisión
atenuada en el marco de un proceso penal militar.
Con esta finalidad sustitutiva o alternativa el art. 233 CPP contempla el internamiento
judicial del imputado en un centro de salud mental. Dicho internamiento requiere el
cumplimiento de las mismas condiciones que se exigen para aplicar la prisión
preventiva. Además se requiere que, mediante el oportuno dictamen pericial, se
comprueba que el imputado sufre una grave alteración o insuficiencia de sus
facultades mentales que lo tornan peligroso para sí o para terceros. La imposición de la
medida está sometida a la previa petición del ministerio público. La exigencia de que
concurran los mismos presupuestos de la prisión preventiva evita la desnaturalización
del carácter cautelar de dicha medida, pues no estamos ante una medida de seguridad
predelictual. Por último, hay que destacar que e absolutamente necesario que el
24
La Recomendación Nº R (80) 11 del Comité de Ministros del Consejo de Europa, de 27 de
junio de 1980, prevé, también, un catálogo de medidas alternativas, declarando que “cuando la
autoridad judicial examine si puede evitarse la prisión preventiva, deberá tener en cuenta la
posibilidad de recurrir a medidas alternativas….”.
Además de las anteriores medidas debemos mencionar también el arresto, con sus
diversas modalidades (policial y judicial), aunque para algunos se trate de una medida
precautelar.
El juez puede imponer una sola de estas medidas o combinar varias de ellas, en
función de las circunstancias del caso. Aunque esta posibilidad de combinación está
excluida cuando se imponga la medida de prisión preventiva (art. 228 CPP). La
previsión contenida en este precepto debe interpretarse en el sentido de que excluye la
posibilidad de combinar la prisión preventiva con cualquiera otra medida de coerción
de carácter personal mencionada en el art. 226 CPP, pero nada impediría que pudiera
adoptarse una medida de coerción de carácter real. Varias son las razones que avalan
esta solución. Por un lado, la propia ubicación sistemática del precepto en sede de
medidas de coerción personales. Por otro lado, el propio régimen de la prisión
preventiva hace que el cumplimiento de cualquier otra medida de coerción personal
que pudiera imponerse resulte materialmente imposible, lo que viene prohibido en el
propio art. 228 CPP. Por último, la razón principal es que las finalidades de ambas
medidas son totalmente diferentes aunque compatibles. Mientras la prisión preventiva
trata de asegurar la sujeción del imputado al proceso neutralizando el riesgo de fuga,
las medidas de coerción real tienen como finalidad, según resulta del art. 243 CPP,
asegurar las responsabilidades pecuniarias y garantizar, por tanto, el derecho de la
víctima a ser indemnizada.
El art. 223 CPP autoriza tanto al ministerio público como al juez, a citar al imputado
para que comparezca cuando sea necesaria su presencia. La citación podrá ser
acordada bien por el ministerio público o por el juez, según corresponda, esto es,
según la concreta fase procesal en donde se acuerde dicha citación.
25
La STEDH caso AERTS contra Bélgica, de 30 julio 1998, apreció una vulneración del art. 5.1
CEDH pues el internamiento por razones de salud mental había tenido lugar en una institución
no apropiada, según resultaba de los informes periciales obrantes en la causa, pues no recibió
el tratamiento médico adecuado.
1.2.5. El Arresto
1.2.5.1. Concepto
1.2.5.2. Naturaleza
26
Vid. STCE 341/1993, fj.6º.
27
El art. 9.1 PIDCP establece que “Nadie podrá ser sometido a detención o prisión arbitrarias.
Nadie podrá ser privado de su libertad, salvo por las causas fijadas por ley, y con arreglo al
procedimiento establecido en ésta”.
28
La STCE 341/1993, fj.6º, califica a la detención de medida cautelar de privación de libertad
de carácter penal.
Su ubicación sistemática en el nuevo CPP, dentro del Título II, bajo el epígrafe Medidas
de coerción personales, del Libro V, Medidas de Coerción, de la Parte General,
corrobora su carácter legal como medida de coerción.
En función de la persona que lleva a cabo el arresto podemos distinguir las siguientes
modalidades: a) arresto por particulares, b) arresto policial y c) el arresto judicial. Cada
una de estas modalidades sólo podrá acordarse por las causas concretas previstas en
la ley.
En todo caso, no estamos ante una obligación o deber sino ante una simple facultad
que el ordenamiento jurídico otorga a los particulares. Así, el propio precepto indica
que cualquier persona “puede practicar el arresto”, no que esté obligada a practicarlo
en los casos de flagrancia.
La policía debe proceder al arresto de una persona cuando exista una orden judicial
que así lo ordene. Aunque, también, deberá acordar el arresto cuando no exista orden
judicial en los casos siguientes:
29
El art. 383 CPP italiano faculta también a los particulares a practicar el arresto en caso de
flagrancia, debiendo entregar al arrestado sin demora a la policía judicial. También el art. 255.2
CPP portugués que exige que el arrestado sea entregado inmediatamente.
30
La flagrancia es uno de los supuestos admitidos por el CEDH para proceder a la detención del
presunto autor de un hecho delictivo, autorizando el art. 5.1.c), in fine, la detención “cuando se
estime necesario para impedirle que cometa una infracción o que huya después de haberla
cometido”.
31
La fórmula utilizada recuerda las empleadas por los Códigos Procesales Penales italiano y
portugués. El primero de ellos, contempla, en el art. 382.1 el supuesto “...ovvero è sorpreso
con cose o tracce dalle qualli appaia che egli abbia commesso il reato inmediatamente prima”.
Por su parte, el segundo menciona, en el art. 256.2 el supuesto “...ou encontrado com objectos
ou sinais que mostrem claramente quer acabou de o cometer ou de nele participar”.
podemos decir que estamos ante un supuesto particular de flagrancia delictiva, pues la
evasión o fuga del establecimiento penal o centro de detención supone la comisión de
un delito de quebrantamiento de condena o evasión de presos32, que dada su
condición de delito permanente puede estimarse en flagrancia desde que tuvo lugar el
quebrantamiento hasta la aprensión del fugado.
Por último, cabe el arresto policial cuando el imputado tenga en su poder objetos,
armas, instrumentos, evidencias o papeles que hagan presumir razonablemente que es
autor o cómplice de una infracción y que puede ocultarse, fugarse o ausentarse del
lugar (art. 224, núm.3, CPP).
Para que pueda apreciarse este supuesto es necesario que concurran dos requisitos. El
primero, que el imputado se encuentre en posesión de objetos que permitan presumir
razonablemente que ha participación en la comisión de un hecho delictivo (fumus
commisi delicti). Aunque a diferencia del supuesto previsto en el núm. 1 no es
necesario que el hecho delictivo acabe de cometerse, esto es, no se exige en este
último caso el requisito de la inmediatez temporal. Y el segundo requisito consiste en la
necesidad de que concurran razones para presumir que puede ocultarse, fugarse o
ausentarse del lugar, lo que frustraría la eficacia de la investigación criminal (periculum
in mora, como manifestación concreta del periculum libertatis). No es suficiente pata
proceder al arresto con la concurrencia de sospechas o indicios racionales de
criminalidad es imprescindible que concurran también indicios de que la persona
arrestada tratará de sustraerse a la acción de la justicia.
32
Vid. arts. 237 y ss. CPRD.
33
El CPP italiano exige, en su art. 384.1 que exista una persona gravemente sospechosa
(indiziata) de un delito.
34
Vid. STEDH caso FOX, CAMPBELL y HARTLEY contra Reino Unido, de 30 agosto 1990, donde
se apreció una violación del art. 5.1.c) CEDH pues las explicaciones ofrecidas por el Gobierno no
reunían las condiciones mínimas exigidas en el precepto para la racionalidad de las sospechas
que permiten detener a una persona.
35
Vid. STEDH caso LABITA contra Italia, de 6 abril 2000.
36
La STEDH caso LOUKANOV contra Bulgaria, de 20 marzo 1997, apreció una vulneración del
art. 5.1 CEDH no estimando que la privación de libertad impuesta al recurrente hubiera sido
una “detención legal” pues no existían indicios de que los hechos en los que tuvo participación
fueran constitutivos de delito.
37
SSTEDH caso GUZZARDI contra Italia, 6 noviembre 1980; caso CIULLA contra Italia, de 22
febrero 1989.
donde tras un cacheo se le ocupan en el bolsillo derecho del pantalón una cantidad
total de 20 gramos de cocaína distribuidos en 20 papelinas de un gramo cada una, así
como una determinada cantidad dinero.
Aunque como hemos visto, no es éste el único requisito que debe concurrir, pues en
todo caso deberá apreciarse la existencia de un peligro de fuga u ocultación (periculum
libertatis) para poder proceder al arresto policial. La exigencia de estos requisitos es
consecuencia de su configuración como medida de naturaleza cautelar38.
38
ORTELLS RAMOS, M., “Detención, Retención y Habeas Corpus”, en AA.VV., Seminario sobre
Detención y Prisión Provisional, Xunta de Galicia, 1995, págs. 83 y ss. RAMOS MENDEZ, F., El
proceso penal, J. M. Bosch Editor, Barcelona, 1999, pág. 120.
A diferencia del arresto llevado a cabo por particulares, no estamos ante una simple
facultad, sino ante una obligación para los funcionarios policiales que deben proceder
al arresto cuando concurran los supuestos legalmente analizados.
Además, la finalidad del arresto policial en todos los casos analizados es poner al
arrestado a disposición del ministerio público, sin demora innecesaria. Finalidad que
actúa como una verdadera garantía para el arrestado, como analizaremos más
adelante.
El juez podrá, también, ordenar el arresto cuando concurra alguno de los supuestos
previstos legalmente. Según el art. 225 CPP el arresto judicial de una persona podrá
acordarse en los casos siguientes:
c) Que concurran razones suficientes para presumir que puede ocultarse, fugarse o
ausentarse del lugar (periculum in mora).
39
SSCIDH caso GANGARAM PANDAY contra Suriname, 21 enero 1994, párrafo 47; caso
SUÁREZ ROSERO contra Ecuador, 12 noviembre 1997, párrafo 43.
En ninguno de estos dos casos puede el juez acordar de oficio el arresto, si no que es
necesaria la previa solicitud del ministerio público (art. 225 CCPRD).
También el art. 306 CPP autoriza el arresto judicial del acusado en sede de juicio oral
cuando fuera necesario para asegurar la realización de la audiencia o de un acto
particular de la misma. Este arresto judicial será acordado previa petición del ministerio
público.
El nuevo texto procesal penal contempla dos supuestos de exclusión del arresto, en
función de la naturaleza de la infracción y de la pena que llevan aparejada. Por un lado
los supuestos de infracciones de acción privada40. El art. 32 CPP enumera los hechos
punibles que sólo son perseguibles por acción privada: 1. Violación de propiedad; 2.
Difamación e injuria; 3. Violación de la propiedad industrial y 4. Violación a la ley de
cheques. La exclusión debe entenderse limitada a los supuestos de arresto policial
autónomo previstos en el art. 224 CPP. Nada impediría que si el juez ordenase la
citación del imputado para su comparecencia al acto del juicio oral, en un supuesto de
40
Acción privada que se ejerce con la acusación de la víctima o su representante legal y
conforme al procedimiento especial previsto en el CPPRD.
Por otro lado, se excluye también el arresto cuando se trate de infracciones en las que
no está prevista pena privativa de libertad (art. 224 CPP). En la doctrina española
GIMENO SENDRA, afirma que si el hecho punible no lleva aparejada pena privativa
alguna o puede en el futuro beneficiarse el condenado de la suspensión de la pena
habrá que presumir la inexistencia de peligro de fuga por lo que decaerá la necesidad
de la medida cautelar41. La referida previsión legislativa es consecuencia de la
inexistencia en estos casos de peligro de fuga u ocultación personal. En estos casos el
legislador dominicano presume legalmente, con presunción iuris et de iure, que no
concurre el periculum libertatis.
Cuando el arresto haya sido acordado por la policía deberá ponerse a la persona
arrestada, sin demora innecesaria42, a la orden del ministerio público. Este, a su
vez, podrá disponer directamente su puesta en libertad o solicitar del juez una medida
de coerción. En este último caso, la solicitud deberá formularse luego de realizar las
diligencias indispensables y, en todo caso, dentro de las 24 horas contadas a
partir del arresto (art. 224 CPP). El texto procesal penal opta por fijar un plazo
inferior al de 48 horas previsto en el art. 8.2.d CRD, que establece que “Toda persona
41
GIMENO SENDRA, V., con MORENO CATENA, V., y CORTÉS DOMÍNGUEZ, V., Derecho
Procesal Penal, Edit Colex, Madrid, 1999, pág. 473.
42
El art. 9.3 PIDCP declara que “Toda persona detenida o presa a causa de una infracción será
llevada sin demora ante un juez u otro funcionario autorizado por la ley para ejercer funciones
judiciales....”. Por su parte, el art. 5.3 CEDH establece que “toda persona detenida
preventivamente... debe ser conducida sin dilación a presencia de un juez o de otra autoridad
habilitada por la ley para ejercer poderes judiciales”. La STEDH caso GÜNAY contra Turquía, de
27 septiembre 2001, apreció vulneración de este precepto en un supuesto de detención de
varias personas por delitos de terrorismo cuya duración había variado entre 5 y 11 días, sin
haber sido puestos a disposición judicial, y sin que dicha prolongación viniera justificada por la
necesidad de realizar investigaciones o averiguaciones policiales.
El art. 277, párrafo primero, CPP no debe entenderse en el sentido de que el plazo de
comunicación del arresto al ministerio público puede llegar hasta las 24 horas, sino que
la comunicación del arresto deberá hacerse siempre de forma inmediata, sin demora.
Otra cosa es el plazo de informe acerca de las diligencias preliminares de investigación
llevadas a cabo por la policía, que para el caso en que se hubiere arrestado a una
persona, se reduce de 72 horas a 24 horas.
Cuando se trate de arresto judicial no podrá prolongarse más allá del agotamiento de
la diligencia o actuación que lo motiva (art. 225 CPP). Concluida la práctica de la
diligencia o actuación que motivó el arresto el juez deberá dejarlo sin efecto acordando
la libertad inmediata del imputado. Si el ministerio público estimara que la persona
arrestada judicialmente debe quedar sujeta a una medida de coerción, deberá
solicitarlo al juez en el plazo máximo de 24 horas. La adopción de una medida de
coerción exigirá en este caso de la previa celebración de una audiencia (art. 225 CPP).
Como complemento de esta previsión, el art. 284 CPP establece que si el ministerio
público pretende solicitar al juez la aplicación de una medida de coerción para el
arrestado deberá ponerle a disposición judicial sin “demora innecesaria” y siempre
dentro del plazo de 24 horas de su arresto. En caso contrario deberá disponer su
libertad.
Para el caso de infracciones que requieren la instancia privada43, debe ser informada
inmediatamente quien pueda presentarla, y si éste no presenta la denuncia en el
término de 24 horas, el arrestado debe ser puesto en libertad (art. 224 CPP).
43
El art. 31 CPPRD menciona los hechos punibles cuya persecución requiere de instancia
privada: 1. Vías de hecho, 2. Golpes y heridas que no causen lesión permanente, 3. Amenaza,
salvo las proferidas contra funcionarios públicos en ocasión del ejercicio de sus funciones, 4.
Conforme a las previsiones del art. 8.2.e) CRD, una vez el arrestado ha sido sometido
a la autoridad judicial competente deberá, dentro del plazo de 48 horas, dejarse sin
efecto el arresto o elevarse a prisión. Este plazo constitucional mantiene su vigencia,
pues se refiere al tiempo que tiene el juez para decidir sobre la situación personal del
arrestado.
El cómputo de los anteriores plazos legales deberá hacerse desde el mismo momento
en que se procede materialmente al arresto del sujeto y no desde el momento en que
se le informa de su condición de arrestado y de sus derechos.
La fijación por parte del legislador ordinario de plazos máximos de duración del arresto
no concede a los agentes policiales ni al ministerio público un derecho a agotar tales
plazos. El arresto deberá durar el tiempo estrictamente necesario para la realización de
las gestiones encaminadas al esclarecimiento de los hechos45. Así, debe interpretarse el
término indispensable utilizado en el propio art. 224 CPP cuando declara que “la
solicitud del ministerio público debe formularse luego de realizar las diligencias
indispensables y, en todo caso, dentro de las veinticuatro horas contadas a partir del
arresto”. Diligencias que deberán realizarse, por tanto, con carácter preferente,
precisamente para evitar una prolongación indebida de la situación de privación de
libertad.
Robo sin violencia y sin armas, 5. Estafa, 6. Abuso de confianza, 7. Trabajo pagado y no
realizado, 8. Revelación de secretos, 9. Falsedades en escrituras privadas
44
Vid. arts. 471 y ss. CPRD.
45
El art. 520.1, párrafo segundo, LECrim declara que “La detención preventiva no podrá durar
más del tiempo estrictamente necesario para la realización de las averiguaciones tendentes al
esclarecimiento de los hechos”.
Descripción de la situación fáctica planteada: Sobre las 12’00 horas del domingo
día 3 de abril de 2005 se procede por parte de la policía al arresto del sospechoso
como presunto autor de un delito flagrante castigado con pena de prisión,
recuperándose los objetos sustraídos. El arrestado es conducido a las dependencias
policiales donde tras su identificación manifiesta su voluntad de declarar únicamente
ante la autoridad judicial. Mientras tanto como diligencias preliminares se procede a la
localización del propietario de los efectos, a quien se le toma declaración y a la
inspección ocular policial del lugar de la sustracción en busca de vestigios del hecho
delictivo. El hecho del arresto es puesto en conocimiento del ministerio público a las
14’00 horas, quien ordena el mantenimiento de dicha situación de arresto. A la mañana
siguiente, no habiendo transcurrido aun 24 horas desde el arresto, el ministerio público
se dirige al juez solicitando una medida de coerción.
El TSE en casos de prolongación indebida del arresto más allá del tiempo estrictamente
necesario para la realización de las averiguaciones tendentes al esclarecimiento de los
hechos ha condenado por un delito de de tención ilegal46.
46
STSE de 8 febrero 1994: se estimó que la inicial detención estaba justificada pues el detenido
conducía embriagado un vehículo de motor, pero no así la prolongación posterior de dicha
situación, pues una vez pasados los efectos de la embriaguez el detenido había manifestado su
propósito de declarar ante el juez, manteniendo la policía, no obstante, la detención con el
argumento de que era demasiado pronto para llevarlo ante la autoridad judicial, sin que se
justificara la permanencia en situación de detención por la pràctica de diligencias de
investigación. El TS estimó que los hechos eran constitutivos de un delito de detención ilegal,
pues aunque no habían transcurrido las 72 horas previstas en el texto constitucional como plazo
El nuevo texto procesal penal se ocupa, en el art. 276 CPP, de plasmar aquellos
principios básicos que deben presidir la actuación policial durante la práctica de un
arresto. La mayoría de estas obligaciones se corresponden con el elenco de derechos
que ostenta el arrestado, enumerados en el art. 95 CPP que analizaremos más
adelante.
1. Identificación
La forma en que puede llevarse a cabo la identificación del funcionario policial actuante
puede variar en función de las circunstancias.
Los agentes policiales son garantes de la vida e integridad física del arrestado y
también de su salud. Deben asegurarle la asistencia médica cuando fuere necesaria. El
art. 6 de la Resolución 169/34 de 1979, de la Asamblea General de las Naciones
Unidas, sobre Código de conducta para funcionarios encargados de hacer cumplir la
Ley, impone a tales funcionarios, respecto a quienes se encuentren bajo su custodia, la
obligación de tomar “medidas inmediatas para proporcionar atención médica cuando se
maximo de detención, ésta se había prolongado de forma innecesaria, pues el propio texto
constitucional afirma que la detención “no podrá durar más del tiempo estrcitamente necesario
para la realización de las averiguaciones tendentes al esclarecimiento de los hechos” (art. 17.2
CE).
47
Es una concreción de lo establecido con carácter general en el art. 10 CPPRD bajo el epígrafe
Dignidad de la persona.
48
También la Resolución 690/1979, de 8 de mayo, de la Asamblea Parlamentaria del Consejo
de Europa, por la que se adopta la Declaración sobre la Policía, en su apartado A, art. 12,
dispone que “en el ejercicio de sus funciones, el funcionario de la Policía debe actuar con toda
determinación necesaria, sin jamás recurrir a la fuerza más que en lo razonable para cumplir la
misión exigida o autorizada por la ley”.
prestado ante su defensor, previa consulta, y se deberá hacer constar en las diligencias
respectivas (art. 276.6 CPP).
Ahora bien, esta información deberá ser siempre respetuosa con la presunción de
inocencia de las personas arrestadas, quienes nunca podrán ser presentadas ante la
opinión pública como culpables sin que exista una sentencia judicial que así lo declare.
Los funcionarios policiales están obligados a registrar el lugar, día y hora del arresto, la
orden o circunstancia en que ocurre así como los funcionarios o agentes responsables
de su actuación. Registro que el propio precepto señala que es inalterable (art. 276.8
CPP). Una fiel documentación de estas circunstancias permitirá controlar
jurisdiccionalmente la legalidad del arresto.
Además de los derechos el arrestado debe ser informado, también, de los hechos y las
razones del arresto, pues tanto unos como otros forman parte del contenido de la
información a la que tiene derecho el arrestado.
El arrestado goza de los derechos enumerados en el art. 95 CPP que, como ya vimos,
entran en juego desde el mismo momento en que se solicite la aplicación de una
medida de coerción. Derechos de los que el arrestado deberá ser informado desde el
mismo momento del arresto tal como ya indicamos.
De entre ellos queremos resaltar los siguientes, algunos de los cuales guardan
correspondencia con las obligaciones de los funcionarios policiales que practican el
arresto, a las que nos hemos referido con anterioridad:
49
SALIDO VALLE, C., La detención policial, J. M. Bosch Editor, Barcelona, 1997, pág. 292.
QUERALT JIMÉNEZ quien defiende que en la medida de lo posible sería de desear que
fuera el propio arrestado el que efectuara la comunicación50.
Es una de las manifestaciones del contenido del derecho a la asistencia letrada que
prevé el art. 95.5 CPP. Asistencia letrada que es preceptiva, por lo que si el arrestado
no puede pagar los servicios de un defensor particular el estado asume la obligación de
proporcionarle uno. El nacimiento de este derecho se produce desde el mismo
momento del arresto, entendemos que esa debe ser la interpretación de la expresión
“desde el primer momento del procedimiento” que utiliza el art. 95.5 CPP. El término
“procedimiento” debe ser entendido en un sentido amplio comprensivo no sólo de la
investigación preliminar llevada a cabo por el ministerio público sino también las
50
QUERALT JIMÉNEZ, J. J., Asistencia letrada al detenido, Edit. Atelier, Barcelona, 1999, pág.
75.
51
El art. 527 LECrim reconoce al incomunicado los mismos derechos que al arrestado con las
siguientes modificaciones: a) en todo caso, el Letrado será designado de oficio, b) no tendrá
derecho a la comunicación y c) tampoco tendrá derecho a la entrevista reservada con su
Letrado. En todo caso la incomunicación es una medida excepcional prevista para supuestos de
especial gravedad, como la delincuencia terrorista.
52
STCE 196/1987, de 11 diciembre.
53
SCIDH caso SUÁREZ ROSERO contra Ecuador, 12 noviembre 1997, párrafo 51.
Aunque nada dice la ley acerca del momento en que debe tener lugar esa reunión
confidencial entre el arrestado y su letrado, estimamos que la misma debe realizarse
con carácter previo a la propia toma de declaración (policial, fiscal o judicial). La
finalidad de esa entrevista, como hemos adelantado, es que desde los primeros
momentos del arresto pueda diseñarse ya la estrategia defensiva a seguir por parte del
arrestado y su letrado, optando por decidir si se acoge a su derecho a no declarar o,
por el contrario, planificar cual deba ser el contenido de esa declaración. Esta solución
es la única coherente con la configuración de la declaración del arrestado como medio
de defensa. Esta función sólo podrá cumplirse si se garantiza al arrestado el
asesoramiento legal de su letrado con carácter previo a la toma de declaración,
54
Vid., también, STCE 21/1997, de 10 febrero, fj. 5º.
La información sobre las razones o motivos del arresto tiene como finalidad que el
arrestado pueda conocer y valorar la legalidad y no arbitrariedad de la medida a
efectos, en su caso, de impugnarla judicialmente.
El contenido de la información debe ser doble: por un lado, los hechos esenciales
objeto de imputación, lo que obliga a realizar una provisionalísima calificación jurídico-
penal de los mismos por parte de los agentes policiales actuantes. Por otro lado, hay
que informarle, también, de las razones que motivan el arresto, esto es, del porqué de
la privación de libertad personal58. La STEDH caso IRLANDA contra Reino Unido, de 18
55
QUERALT JIMÉNEZ, J. J., Asistencia letrada..., cit., pág. 103.
56
El art. 5.2 CEDH declara que “Toda persona detenida preventivamente debe ser informada,
en el plazo más breve posible y en una lengua que comprenda, de los motivos de su detención
y de cualquier acusación formulada contra ella”.
57
Entre otros, debería haberse reconocido al arrestado el derecho a ser reconocido por un
médico.
58
La STEDH caso FOX, CAMPBELL y HARTLEY contra Reino Unido, de 30 de agosto de 1990,
afirma, en su apartado 40, que “El apartado 2 del artículo 5 define una garantía elemental: toda
persona detenida debe conocer por qué. Forma parte del régimen de protección que
proporciona el artículo 5 en su conjunto, y obliga a notificarle, en palabras sencillas y
corrientes, los fundamentos legales y de hecho de su privación de libertad, para que pueda
enero 1978, estimó que se había vulnerado el art. 5.2 CEDH por cuanto no se
informaba a los interesados del motivo de su detención, limitándose en general, a
decirles que se basaba en la legislación de excepción, sin facilitarles más detalles a
este respecto.
La información de los derechos, de los hechos y de las razones del arresto debe
hacerse de forma inmediata59. Inmediatez que exige el propio art. 95 CPP cuando
establece que “El ministerio público y los demás funcionarios encargados de cumplir la
ley, así como los jueces, tienen la obligación de hacer saber al imputado de manera
inmediata y comprensible sobre sus derechos”. Para determinar la suficiencia e
inmediatez de la información deberá atenderse a las específicas circunstancias de cada
caso60.
discutir su legalidad ante un órgano judicial de acuerdo con el apartado 4”. Si bien en un primer
momento cuando la policía detuvo a los recurrentes se limitó a comunicarles que lo hacía por
considerarles sospechosos de terrorismo, lo que no cumplía las exigencias del art. 5.2 CEDH, sin
embargo, posteriormente la policía interrogó a cada recurrente sobre su presunta participación
en acciones delictivas concretas y su supuesta pertenencia a organizaciones prohibidas, por lo
que concluye el TEDH “No hay ninguna razón para creer que no pudieron comprender de esta
manera los motivos de su privación de libertad. Por consiguiente, se les dijo durante los
interrogatorios por qué se les consideraba sospechosos de terrorismo”. Vid., también, STEDH
caso DIKME contra Turquía, de 11 julio 2000, apartados 51-57.
59
El art. 9.2 PIDCP utiliza el término “sin demora”. También el art. 7.4 CADH. El art. 5.2 CEDH
se refiere al “más breve plazo”. En relación con este último la STEDH caso VAN DER LEER, de
21 febrero 1990, estimó que se había producido una violación del art. 5 porque a la recurrente,
internada en un hospital psiquiátrico, se le había comunicado la resolución judicial que
ordenaba su privación de libertad, 10 días después de haberse dictado (buscar).
60
STEDH caso FOX, CAMPBELL y HARTLEY contra Reino Unido, de 30 agosto 1990, apartados
40-42; entre el momento del arresto y el interrogatorio policial habían transcurrido unas 4
horas.
61
STEDH caso LAMY contra Bélgica, de 30 marzo 1989, apartados 31-32.
62
Art. 5.2 CEDH en sede de detención preventiva.
contenida para el imputado en el art. 18 CPP según el cual “El estado tiene la
obligación de proporcionar un intérprete al imputado para que le asista en todos los
actos necesarios para su defensa, si éste muestra incomprensión o poco dominio del
idioma español”, pues como ya hemos dicho en otras ocasiones todo arresto conlleva
una imputación material.
Además los agentes policiales y las autoridades públicas deben asegurarse de que el
arrestado comprende el alcance de la información ofrecida, por lo que deberá hacerse
en términos inteligibles para el destinatario, esto es, mediante el empleo de palabras
sencillas, corrientes y asequibles63.
63
SSTEDH caso FOX, CAMBELL y HARTLEY, contra Reino Unido, de 30 agosto 1990, apartado
40; DIKME contra Turquía, de 11 julio 2000, apartado 53.
64
Vid. art. 14.3.g) PIDCP; art. 8.3.g) CADH; y art. 8.2.i CRD. La CE de 1978 reconoce en su art.
17.3 que ninguna persona detenida puede ser obligada a declarar, y el art. 24.2 reconoce el
derecho de todo imputado a no declarar contra sí mismo y a no confesarse culpable.
65
Vid. Art. 520.2.a) LECrim, especificamente para el detenido.
Del ejercicio del derecho al silencio por aparte del arrestado o imputado no pueden
derivarse consecuencias negativas o perjudiciales. Por tanto, el silencio del arrestado
nunca podrá ser utilizado como indicio de culpabilidad. Su valoración como indicio
incriminatorio supondría una inversión de la carga de la prueba contraria a la
presunción de inocencia, al exigir al arrestado o imputado una actuación positiva
encaminada a acreditar su inocencia. Con claridad se pronuncia el art. 95.6 CPP
cuando proclama que el silencio nunca puede perjudicar o ser utilizado en contra del
imputado.
66
Vid. art. 277 CPPRD.
del vehículo, aunque no pudo aportar ningún dato sobre la identidad del conductor, ni
siquiera si era hombre o mujer. Las investigaciones policiales permitieron identificar al
titular del vehículo siendo este la señora G.A, de 68 años de edad, localizándose el
vehículo aparcado en la puerta del domicilio de la propietaria. En su declaración
manifestó que ella no había conducido esa noche el vehículo, que el coche era de uso
familiar utilizado por los diferentes miembros de la familia, y que con ella vivían dos
hijos mayores de edad, un chico, de 23 años, J. M, y una chica de 25 años, M. M. Que
esa noche su hijo no había dormido en casa mostrando a los agentes policiales la
habitación de su hijo, en la que la cama parecía no haber sido utilizada.
En el informe policial se afirmaba que todas las sospechas se dirigían contra J. M.,
pues era de conocido por todos que él era el que utilizaba principalmente el vehículo
en cuestión; añadiendo que además no se encontraba en el domicilio tras el accidente
y que no había regresado con posterioridad, no siendo localizado hasta 12 horas
después, lo que evidenciaba que posiblemente el sospechoso se encontraba esa
noche bajo la influencia de bebidas alcohólicas, de ahí que no regresara a casa tras el
accidente .
El CPP ha optado, con buen criterio, por prohibir la utilización de técnicas o métodos
como el narcoanálisis o el suero de la verdad, la hipnosis o el polígrafo, en línea con las
prohibiciones contempladas en la mayoría de los Códigos Procesales Penales
No solo el art. 95.6 CPP contiene dicha prohibición sino que de forma más detallada el
art. 107, bajo el epígrafe Métodos prohibidos, declara que: “También están prohibidas
todas las medidas que menoscaben su libertad de decisión, su memoria o capacidad de
comprensión y dirección de sus actos; en especial, las violencias corporales o
sicológicas, la tortura, el engaño, la administración de psicofármacos o cualquier
sustancia que disminuya su capacidad de comprensión o altere su percepción de la
realidad, como los sueros de la verdad, detectores de mentiras y la hipnosis”.
67
El art. 95.6 CPP de Nicaragua de 2001 expresamente declara que el imputado o acusado
tiene derecho a “no ser objeto de técnicas o métodos que alteren su libre voluntad, incluso con
su consentimiento”.
68
El art. 9.3 PIDCP declara que “Toda persona detenida o presa a causa de una infracción
penal será llevada sin demora ante un juez u otro funcionario autorizado por la ley para ejercer
funciones judiciales.....”. En idénticos términos art. 7.5 CADH.
interpretar el término “sin dilación” empleado en el art. 5.3 CEDH69 considera que se
cumpla con dicha exigencia cuando el detenido es conducido a presencia judicial
dentro de un breve margen de tiempo70.
69
El art. 5.3 CEDH declara que “Toda persona detenida preventivamente o internada en las
condiciones previstas en el párrafo 1, c) del presente artículo deberá ser conducida sin dilación
a presencia de un juez o de otra autoridad habilitada por la ley para ejercer poderes
judiciales........”.
70
STEDH caso BROGAN contra Reino Unido, de 29 noviembre 1988, apartados 55 y ss.
71
Vid. SSTEDH caso ALLENET DE RIBEMONT contra Francia, de 10 febrero 1995; caso
BUTKEVICIUS contra Lituania, de 26 marzo 2002.
72
Vid. apartados 119-120 de dicha sentencia. También SCIDH caso LORI BERENSON MEJÍA
contra Perú, de 25 noviembre 2001, apartados 158-161.
73
Ley Orgánica 2/1986, de 13 de marzo, de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad.
El control inmediato se concede al Ministerio Público, pues como hemos visto, la policía
debe poner a la persona arrestada, sin demora innecesaria, a la orden del Ministerio
Público. A éste último le corresponde examinar las condiciones del arresto policial, esto
es, controlar su legalidad (procesal y material). El Ministerio Público deberá poner
inmediatamente en libertad al arrestado si no se cumplen ninguno de los supuestos
fácticos previstos en la ley o si el arresto se ha practicado vulnerando el procedimiento
o las garantías legales establecidas. El art. 224 CPP dispone, en su párrafo último, que
“En todos los casos el ministerio público debe examinar las condiciones en que se
realiza el arresto. Si el arresto no resulta conforme con las disposiciones de la ley,
dispone la libertad inmediata de la persona….”.
El nuevo texto procesal penal admite dos vías jurisdiccionales de control. En primer
lugar, el control de legalidad podrá ser realizado por el propio Juez de la instrucción, a
quien le corresponde comprobar la calidad y suficiencia de los indicios sobre los que
descansa la medida de coerción privativa de libertad. En segundo lugar, este control
puede efectuarse, también, por el Juez de primera instancia a través del procedimiento
especial de Habeas Corpus, que analizaremos más adelante (arts. 381 y ss. CPP).
Mediante este procedimiento se pretende poner a disposición inmediata de la autoridad
judicial a toda persona detenida ilegalmente75. Aunque tal como aparece configurado
legalmente el alcance de dicho control se limita a la constatación de las formalidades
legales y de competencia.
La Exposición de Motivos del CPP señala que dicha medida en cuanto que es la
intervención más grave que el Estado está autorizado a adoptar en ausencia de juicio,
y que implica la privación total de libertad física sin un juicio definitivo, debe estar
rodeada de las más estrictas garantías y reservas. La prisión preventiva es la
modalidad más radical de intervención del Estado durante el desarrollo del proceso
penal, pues incide en el núcleo del derecho a la libertad personal del sujeto.
74
Vid. arts. 9.4 PIDCP, 7.6 CADH, 5.4 CEDH.
75
STCE 62/1995, fj. 4º.
76
PRIETO RODRÍGUEZ, J. I., “De nuevo sobre la prisión provisional: las reformas de 2003”,
Revista de Derecho Penal, nº 12, 2004, pág. 16.
77
Vid. art. 1.1 CE.
78
Excepcionalidad que el art. 222 CPPRD predica de toda medida de coerción. La SSCJ 120-
2003, de 13 de noviembre, se refiere expresamente a este carácter excepcional de la prisión
preventiva como medida cautelar (véase apartado 12).
79
SSTCE 88/1988, de 9 mayo; 156/1997, de 29 septiembre; 147/2000, de 29 mayo.
80
JORGE BARREIRO, A., “La reforma de la prisión provisional (Leyes Orgánicas 13 y 15 de
2003) y la doctrina del Tribunal Constitucional (I)”, Jueces para la Democracia, Información y
Debate, núm. 51, noviembre/2004, págs. 37-38.
La SCIDH caso SUÁREZ ROSERO contra Ecuador, de 12 noviembre 1997, declara que
“Esta Corte estima que en el principio de presunción de inocencia subyace el propósito
de las garantías judiciales, al afirmar la idea de que una persona es inocente hasta que
su culpabilidad sea demostrada. De lo dispuesto en el artículo 8.2 de la Convención se
deriva la obligación estatal de no restringir la libertad del detenido más allá de los
límites estrictamente necesarios para asegurar que no impedirá el desarrollo eficiente
de las investigaciones y que no eludirá la acción de la justicia, pues la prisión
preventiva es una medida cautelar, no punitiva. Este concepto está expresado en
múltiples instrumentos del derecho internacional de los derechos humanos y, entre
otros, en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, que dispone que la
prisión preventiva de las personas que hayan de ser juzgadas no debe ser la regla
general (art. 9.3). En caso contrario se estaría cometiendo una injusticia al privar de
libertad, por un plazo desproporcionado respecto de la pena que correspondería al
delito imputado, a personas cuya responsabilidad criminal no ha sido establecida. Sería
lo mismo que anticipar una pena a la sentencia, lo cual está en contra de principios
generales del derecho universalmente reconocidos”81.
81
En la doctrina RAMOS MENDEZ, F., El proceso penal…, cit., pág. 124, nos dice que “Aunque
la prisión provisional es compatible con la presunción de inocencia, no por ello es dable perder
de vista aquel fundamental principio constitucional. La presunción de inocencia aboga por el
carácter excepcional de la medida, en relación con el único objetivo posible de la prisión
provisional: asegurar la presencia del imputado en el proceso penal en relación con la
ejecución. Ninguna otra finalidad es esgrimible como justificación de la medida. El desvío del fin
esencial la convierte en represión anticipada y constitucionalmente vetada”. Sobre la
compatibilidad entre la presunción de inocencia y la prisión preventiva vid. LLOBET
RODRÍGUEZ, J., “La presunción de inocencia y la prisión preventiva (según la doctrina
alemana)”, Revista de Derecho Procesal, nº 2, 1995, págs. 547 y ss.
82
Vid., entre otras, SSTCE 29/2001, de 29 enero; 60/2001, de 26 febrero. La menciona SSCJ nº
1920-2003, de 13 de noviembre, declara expresamente, en su apartado 12, que “permitiéndose
el estado restrictivo de lalibertad como medida cautelar, temporal y dentro del plazo razonable,
no como sanción anticipada capaz de lesionar el principio de inocencia; sino, como una medida
cautelar excepcionalmente admitida cuando concurran razones suficientes para acordar la
prisión preventiva. Estas razones deben fundarse, entre otros elementos, en la presunción de
fuga o más bien en la certeza de que el individuo se sustraerá a los actos del procedimiento o al
juicio”.
83
La STCE 156/1997, de 29 septiembre, nos dice que “El hecho de que el imputado haya de ser
considerado no culpable, obliga a no castigarle por medio de la prisión preventiva”.
otros fines incompatibles con su naturaleza cautelar, como son la prevención general y
especial84.
La prisión preventiva está mencionada en el art. 226.7 CPP como una de las medidas
de coerción personales que puede imponer el juez, previa petición de las partes
acusadoras. Está excluida la posibilidad de su adopción en las infracciones de acción
privada (art. 226, penúltimo párrafo, CPP).
84
LLOBET RODRÍGUEZ, J., “Presunción de inocencia y prisión preventiva (según la doctrina
alemana)”, Revista de Derecho Procesal, nº 2, 1995, pág. 556. En la doctrina norteamericana
THAMAN S. T., “Detención y prisión provisional en los Estados Unidos”, Revista de Ciencias
Jurídicas, núm. 4, septiembre 2004, pág. 250, denuncia que la prisión preventiva es utilizada
como medida de presión sobre el imputado para que acepte una resolución basada en el plea-
bargaining.
85
La STCE 47/2000, afirma que “Aunque la Constitución no imponga expresamente la
judicialidad de esta medida, es lo cierto que la doctrina de este Tribunal la ha afirmado
reiteradamente desde la perspectiva de que toda medida restrictiva de derechos fundamentales
requiere una decisión judicial motivada”.
1.2.6.2. Presupuestos
86
Vid. art. 9.1 PIDCP; art. 7.2 CADH. La STCE 82/2003, de 5 mayo, dispone, en su fj. 3º, que la
regla nulla custodia sine lege obliga a que la decisión judicial de decretar, mantener o prorrogar
la prisión provisional está prevista en uno de los supuestos legales (uno de los “casos” a que se
refiere el art. 17.1 CE), y se adopte mediante el procedimiento legalmente regulado (en la
“forma” mencionada en el mismo precepto constitucional)”. También, STCE 121/2003, de 16
junio.
87
Vid. art. 227 CPPRD. En España el art. 503 LECrim exige, entre otros requisitos, “que
aparezcan en la causa motivos bastantes para creer responsable criminalmente del delito a la
persona contra quien se haya de dictar el auto de prisión”. El CPP italiano alude en su art. 273 a
la necesidad de que concurran “gravi indizi di colpevolezza”. En la doctrina, JORGE BARREIRO,
A., “La reforma de la prisión provisional...”, cit., pág. 42, señala que el juicio de imputación que
ha de realizarse para acordar la prisión provisional debe contener un elevadísimo índice de
certidumbre y verosimilitud acerca de la intervención del encausado en el hecho delictivo. Pues
si va a sufrir la privación de libertad, aunque sea con fines meramente cautelares y de índole
procesal, no cabe operar con meras posibilidades razonables de que haya ejecutado el delito.
88
El art. 502.2º LECrim proclama que “se adoptará cuando sea objetivamente necesaria…, y
cuando no existan otras medidas menos gravosas para el derecho a la libertad a través de las
cuales puedan alcanzarse los mismos fines que con la prisión provisional”. Vid. STCE 23/2002,
de 28 enero.
Sin fundada sospecha acerca del riesgo o peligro de fuga del imputado no puede
justificarse la prisión preventiva, pues su finalidad esencial es asegurar la futura
presencia del acusado a la llamada para la celebración del juicio oral91. Es cierto que
uno de los factores relevantes para constatar la presencia de un peligro de fuga es la
gravedad de los hechos delictivos objeto de imputación pero, como hemos dicho, este
factor no es por sí solo suficiente para creer que el sujeto va a sustraerse a la acción
de la justicia. La gravedad de la pena correspondiente al delito objeto de imputación
puede legitimar ab initio la adopción de la prisión preventiva, pero a mayor tiempo de
permanencia en prisión preventiva menor riesgo de fuga, lo que obliga al juez a revisar
de oficio la duración de la prisión como exige el TEDH92.
89
HERRERO-TEJEDOR ALGAR, F., “El Tribunal Constitucional y la nueva regulación legal de la
prisión provisional”, Repertorio Aranzadi del Tribunal Constitucional, núm. 5, 2004, pág. 24.
90
SSTEDH caso LETELLIER contra Francia, de 26 junio 1991, apartado 43; caso TOTH contra
Austria, de 12 diciembre 1991, apartados 71-72; caso CLOOTH contra Bélgica, de 12 diciembre
1991, apartados 47-48.
91
STCE 33/1999, de 8 marzo.
92
SSTEDH caso FOX, CAMPBELL y HARTLEY contra Reino Unido, de 30 agosto 1990; caso
LOUKANOV contra Bulgaria, de 20 marzo 1997.
93
Vid., también, SSTCE 156/1997, de 29 septiembre; 33/1999, de 8 marzo; 47/2000, de 17
febrero. En la misma línea, SSTEDH caso NEUMEISTER contra Austria, de 27 junio 1968,
apartado 10; caso TOMASI contra Francia, de 27 agosto 1992, apartados 86 y ss.; caso W
contra Suiza, de 26 enero 1993; caso DEBBOUD contra Francia, de 9 noviembre 1999, apartado
39; caso KLAMECKI contra Polonia, de 3 abril 2003, apartados 118 y ss. La STEDH caso
WESOLOWSKI contra Polonia, de 22 junio 2004, afirma en su apartado 52 que “la persistencia
de los motivos para sospechar que la persona en prisión ha cometido un delito es una condición
“sine qua non” de la legalidad del mantenimiento en prisión, pero al cabo de cierto tiempo ya
no es suficiente”; en el presente caso se estimó que ni la complejidad del asunto, ni las
necesidades de la investigación ni el hecho de que el inculpado estuvieses acusado de un delito
que constituía una seria amenaza para al sociedad justificaban una permanencia en prisión
preventiva de tres anos, dos meses y 8 días. Informe ComIDH nº 2/1997, de 11 de marzo,
apartados 26-31.
94
Vid. SSTCE 62/1996, de 15 abril, fj. 5º; 94/2001, de 2 abril, fj. 5º; 142/2002, de 17 junio, fj.
3º y 4º. Entre las circunstancias a tener en cuenta el TCE se ha referido, por ejemplo, a la salud
del imputado (STCE 60/2001, de 26 febrero) y a los contactos internacionales (STCE 146/2001,
de 18 junio). Para el TEDH no tener en cuenta estas circunstancias conlleva una violación del
art. 5.3 CEDH. Vid. STEDH caso KUDLA contra Polonia, de 26 octubre 2000, apartados 111 y ss.
95
El TEDH considera que ello es contrario al art. 5.3 CEDH: SSTEDH caso SHISHKOV contra
Bulgaria, de 9 enero 2003, apartado 58-59. La STEDH caso NIKOLOV contra Bulgaria, de 30
enero 2003, apreció también una violación del art. 5.3 CEDH pues durante los tres meses de la
detención del demandante las autoridades se basaron exclusivamente en la gravedad de las
acusaciones que echaban sobre el acusado la carga de la prueba de que no había riesgo
potencial para evitar la acción de la justicia, de volver a delinquir o de incurrir en rebeldía.
Interpuesto recurso contra dicha resolución fue desestimado por resolución dictada
por el mismo Juez de la instrucción, cuyo tener literal es el siguiente: “… las
alegaciones formuladas por el letrado no desvirtúan las consideraciones en su día
tenidas en cuenta para acordar la prisión provisional del imputado. En efecto, de las
diligencias hasta ahora practicadas existen indicios suficientes en la causa para
considerar al imputado S.H.H. presunto autor de un delito de robo con violencia o
intimidación, que lleva una pena suficientemente grave, lo que, unido a la indudable
alarma social que produce la comisión de este tipo de delitos, nos hacen pensar que
son motivos bastantes para mantener la situación de prisión provisional inicialmente
acordada. Concurren en el presente caso los requisitos para poder acordar el
mantenimiento de la situación de prisión provisional. Consta en la causa la existencia
de un hecho que presenta caracteres de delito. De las actuaciones practicadas existen
indicios racionales de que los hechos que han dado origen a las mismas pueden ser
constitutivos de un delito previsto y penado en……., al haber sido reconocido por L.
T., víctima de los hechos. El delito tiene señalada pena de prisión y además se trata
de delitos que crean una enorme alarma social. Aparecen también en la causa motivos
bastantes para considerar al imputado responsable criminalmente de dicho delito”.
La regulación legal del nuevo texto procesal penal se completa con la previsión de
determinados supuestos de exclusión de la medida de prisión preventiva. Así, el art.
234, párrafo segundo, CPP prohíbe la adopción de dicha medida de coerción en los
casos siguientes: a) cuando el imputado sea mayor de 70 años, cuando en caso de
condena no le sea imponible una pena mayor a cinco años de privación de libertad; b)
96
Vid. STCE 9/1994, de 17 enero.
97
JORGE BARREIRO, A., “La reforma de la prisión provisional...”, cit., pág. 41.
En el presente apartado debemos analizar si, además de este fin, existen otros que
pueden fundamentar la adopción de la medida de prisión preventiva.
Con carácter general, el art. 228 CPP prohíbe la adopción de medidas de coerción
“desnaturalizando su finalidad”. La aplicación de esta norma a la prisión preventiva
prohíbe que pueda fundamentarse la misma en fines que no tengan naturaleza
98
Vid. art. 275 CPP italiano que establece parecidas exclusiones. También el art. 183 CPP de
Honduras.
99
Vid art. 227.2 CPPRD. El art. 503.1.3º.c) LECrim, menciona como fines legítimos que puede
perseguir la prisión provisional “asegurar la presencia del imputado en el proceso cuando pueda
inferirse racionalmente un riesgo de fuga”. Para valorar la existencia de este riesgo el propio
precepto dispone que deberá atenderse conjuntamente: a) a la naturaleza del hecho, b) a la
gravedad de la pena que pudiera imponerse al imputado, c) a la situación familiar, laboral y
económica de éste, y d) a la inminencia de la celebración del juicio oral. También cuando en los
dos años anteriores se hubieren dictado contra el imputado al menos dos requisitorias para su
llamamiento y busca por cualquier órgano judicial.
cautelar como sería la invocación de la alarma social ocasionada por la comisión del
delito, de matriz netamente defensista, pues supone atribuir a la prisión preventiva
funciones de prevención general exclusivas de la pena100, o con el fin de obtener una
confesión del acusado, finalidad esta última de claras connotaciones inquisitivas101. La
alarma social aparece definida como la reacción que se produce en la sociedad ante el
delito, esto es, la repulsa ciudadana ante la comisión de ciertos hechos o la irritación
social o inseguridad ciudadana provocada por la comisión de un hecho delictivo102.
Cumple de esta forma una función sedativa, y apacigua el ansia vindicativa que toda
acción delictiva de cierta entidad genera en el ciudadano103. Mediante la prisión
provisional no se puede perseguir un fin de anticipación de la pena104. La invocación de
la alarma social hace que la prisión preventiva se acabe convirtiendo en una medida de
seguridad oculta o encubierta105. La prisión provisional no puede ser utilizada para
satisfacer las demandas sociales de seguridad o de indignación generadas por la
comisión de un determinado hecho delictivo.
Esta finalidad aparece mencionada en algunos textos procesales penales. Tal es el caso
de la StPO alemana, cuyo parágrafo 112.(2).3, hace referencia a la existencia de
motivos racionalmente bastantes –objetivamente fundados- para temer que el
inculpado en libertad intentará destruir, alterar, hacer desaparecer, ocultar o falsear
futuros medios de prueba, influir de forma ilícita sobre coinculpados, testigos o peritos
o provocar que otros realicen tales conductas, y cuando por ello amenazase el peligro
de que la investigación de la verdad quedará dificultada (peligro de oscurecimiento o
destrucción de pruebas)106.
100
STCE 47/2000, de 17 febrero.
101
STCE 156/1997, de 29 septiembre.
102
ASENCIO MELLADO, J. Mª, La prisión provisional, Edit Civitas, Madrid, 1987, págs. 87 y 125.
103
JORGE BARREIRO, A., “La reforma de la prisión provisional...”, cit., pág. 46.
104
STCE 128/1995, f.j.3º; 23/1999, de 28 marzo. La STCE 47/2000, f.j.5º, con cita de la STCE
98/1997 declara que “lo cierto es que la genérica alarma social presuntamente ocasionada por
un delito constituye el contenido de un fin exclusivo de la pena –la prevención general- y (so
pena de que su aseguramiento corra el riesgo de ser precisamente alarmante por la quiebra de
principios y garantías jurídicas fundamentales), presupone un juicio previo de antijuridicidad y
de culpabilidad del correspondiente órgano judicial tras un procedimiento rodeado de plenas
garantías de imparcialidad y defensa”.
105
Vid. voto particular a la STCE 98/1997, de 20 mayo.
106
GÓMEZ COLOMER, J. L., El proceso penal alemán. Introducción y normas básicas, Bosch
Casa Editorial, Barcelona, 1985, pág. 307.
En la misma línea, el art. 144.1º CPP francés admite que la prisión provisional
(détention provisoire) pueda acordarse cuando sea el único medio de conservar las
pruebas o indicios materiales o de impedir ya una presión sobre testigos o víctimas, ya
un concierto fraudulento entre inculpado y cómplices. También mencionan esta
finalidad el art. 204.b) CPP portugués, y el art. 274.1.a) CPP italiano, que aluden tanto
al peligro de ocultamiento como al de alteración de la prueba.
107
STEDH caso CONTRADA contra Italia, de 24 agosto 1998, apartados 59-61. Vid., también,
SSTEDH caso RINGEISEN contra Austria, de 16 julio 1971, apartados 100 y ss; caso of I.A.
contra Francia, de 23 septiembre 1998, apartado 107, aunque le atribuye un papel secundario.
108
SSTCE 128/1995, de 26 julio; 98/1997, de 20 mayo
109
MONTÓN GARCÍA, M., “Los actuales presupuestos fácticos de la prisión provisional”, La Ley,
núm. 5972, 10 marzo 2004, pág. 6.
Aunque no sería suficiente con una invocación genérica o abstracta a las necesidades
de la investigación para justificar la prisión preventiva, sino que debería fundamentarse
en un peligro efectivo de que el proceso de investigación fuera impedido por la
liberación del acusado110.
Estimamos que la falta de mención expresa en el nuevo texto procesal penal impide
que los tribunales dominicanos puedan fundamentar exclusivamente la medida de
prisión preventiva en esta finalidad, cuando no concurra o se aprecie además la
existencia de un riesgo de fuga. Su invocación como único fundamento vulneraría le
principio de legalidad procesal penal.
Esta finalidad aparece recogida en algunos textos procesales penales. Así en la StPO
alemana, parágrafo 112a, aunque limitado a determinados delitos: delitos sexuales
graves, comisión reiterada o continuada de hechos punibles que menoscaben
110
Informe ComIDH, nº 2/1997, de 11 de marzo, apartado 34.
111
GIMENO SENDRA, V., con CONDE-PUMPIDO TOURÓN y GARBERÍ LLOBREGAT, Los procesos
penales, Comentarios a la Ley de Enjuiciamiento Criminal con formularios y jurisprudencia,
Tomo 4, Edit. Bosch, Barcelona, 2000, pág. 142. MORENO CATENA, V., con otros, El Proceso
Penal, doctrina, jurisprudencia y formularios, Vol. II, Edit. Tirant lo blanch, Valencia, 2000, pág.
1668, donde afirma que nos parece que este esta finalidad de de conjurar el denominado riesgo
de colusión raramente justificará por si sólo la prisión preventiva, por cuanto dicho riesgo
igualmente se conjura mediante otras múltiples medidas menos agresivas para el inculpado,
como son la observación o seguimiento policial o incluso el control de sus comunicaciones.
En Italia, el art. 274.1.c) CPP establece que para adoptar la medida de prisión
provisional (custodia cautelare) por peligro de reiteración delictiva habrá de tratarse de
delitos que lleven aparejada una pena de reclusión no inferior en el máximo a 4 años o
de delitos graves con uso de armas u otros medios de violencia personal o contra el
orden constitucional o bien delitos de criminalidad organizada.
112
Vid. GÓMEZ COLOMER, J. L., El proceso penal…, cit., pág. 107. FARALDO CABANA, P., “La
prisión provisional en España, Alemania e Italia: un estudio de Derecho Comparado”, Revista de
Derecho y Proceso Penal, núm. 7, 2002, pág. 29.
113
BARONA VILAR, S., Prisión provisional y medidas alternativas, Edit Bosch, Barcelona, 1988,
págs. 23-24.
114
DE HOYOS SANCHO, M., La detención…, cit., pág. 174.
115
Vid. SSTEDH caso B contra Austria, de 28 marzo 1990; W contra Suiza, de 26 enero 1993; y
Bouchet contra Francia, de 20 marzo 2001, aluden a los siguientes parámetros para examinar la
posible concurrencia o intensidad del peligro de reiteración por el imputado de actos delictivos:
la continuación prolongada de actos punibles, la gravedad de los perjuicios sufridos por las
víctimas, la nocividad del acusado, y la experiencia y el grado de capacidad del imputado para
facilitar la repetición de los actos delictivos. La utilización de este criterio es censurada por el
juez M. ZEKIA en el voto particular al caso MATZNETTER contra Austria, de 10 noviembre 1969.
del acusado. Para tal efecto, resulta especialmente importante constatar, entre otros
elementos, si el procesado ha sido anteriormente condenado por ofensas similares,
tanto en naturaleza como en gravedad”.
A pesar de la falta de previsión normativa el TCE venía admitiendo como uno de los
fines legítimos de la prisión preventiva evitar la “reiteración delictiva”, aunque
ubicándolo en un segundo plano116.
La doctrina favorable a su admisión estima en todo caso que debe tener un carácter
excepcional y debe ser interpretado restrictivamente. En todo caso la privación de
libertad debe ser estrictamente necesaria para evitar este peligro, configurarse como la
ultima ratio, y que no existan otras medidas igualmente efectivas para alcanzar esta
finalidad y menos gravosas.
Las principales críticas a este motivo se centran en que con ello se persigue la
prevención especial con base en la peligrosidad del sujeto, haciendo depender la
privación de libertad de un hecho delictivo incierto117. Se le atribuye, por tanto, a la
prisión provisional una función preventiva y no cautelar. Opera entonces, en realidad,
no como una medida cautelar sino como una medida de seguridad encubierta118. En la
116
Vid., entre otras, SSTCE 128/1995, de 26 julio; 23/2002, de 28 enero; 22/2004, de 23
febrero: en un plano distinto aunque íntimamente relacionado a los criterios de peligro de fuga
y de obstrucción de la investigación penal.
117
ASENCIO MELLADO, J. Mª, La prisión provisional, cit., págs. 38-39.
118
Una visión crítica de la reforma operada en el art. 503 LECrim puede verse en PRIETO
RODRÍGUEZ, J. I., “De nuevo sobre la prisión provisional….”, cit., págs. 58-59. Para MIR PUIG,
C., “Los aspectos más polémicos de la reforma”, Revista Iuris, Actualidad y Práctica del
Derecho, nº 77, noviembre 2003, supone la introducción de una medida de seguridad
predelictual. También sostiene una visión crítica LANDROVE DÍAZ, G., “La reforma de la prisión
provisional”, La Ley, núm. 5926, 5 enero 2004, pág. 4, afirmando que “con ello se persiguen
finalidades de prevención general que desvirtúan el significado de una medida cautelar en el
misma línea crítica JORGE BARREIRO señala que el fin de evitación de la comisión de
nuevos hechos delictivos ha de contemplarse como un criterio de prevención especial
cimentado sobre el concepto de peligrosidad, en virtud del cual se hace un juicio de
prognosis en el que, partiendo de la conducta delictiva que se le imputa en el proceso
y de las circunstancias del inculpado, se especula acerca de cuál puede ser su
conducta en un futuro inmediato119. En Italia, la doctrina viene exigiendo, en todo
caso, que se trate de un “peligro concreto”, denunciando que contradice abiertamente
la presunción de inocencia del imputado que sea considerado peligroso antes del juicio,
reduciendo a la acusación pública a funciones de defensa social y de policía de orden
público, transformando el mandato de captura en una suerte de medida de prevención
contra peligrosos y sospechosos120.
La Resolución (65) 11, de 9 de abril del Comité de Ministros del Consejo de Europa,
establece la necesidad de que la decisión de prisión preventiva indique, lo más
precisamente posible, el objeto de la medida y los motivos que la justifican.
Será necesario indicar con precisión los datos que permiten afirmar la concurrencia de
un riesgo de fuga, sin que sean admisibles simples formulaciones generales o la
utilización de cláusulas de estilo que carezcan de todo contenido justificativo de la
medida adoptada (como por ejemplo, cuando se utilizan simples formularios
estereotipados).
122
SSTCE 128/1995, de 26 julio; 47/2000, de 17 febrero; 8/2002, de 14 enero; 23/2002, de 28
enero; 138/2002, de 3 junio; 142/2002, de 17 junio; 22/2004, de 23 febrero; 191/2004, de 2
noviembre.
123
STCE 47/2000, de 17 febrero, especialmente fj. 8º, en donde censura la insuficiencia de la
motivación de las resoluciones judiciales que acordaban el mantenimiento de la medida de
prisión provisional, declarando, declarando que “en ningún caso se hace referencia a la finalidad
que se persigue con la adopción de la medida cautelar impugnada. Sin referencia del fin
perseguido es obvio que tampoco se argumenta sobre las circunstancias personales del
recurrente en relación con la prisión acordada. No se expresa juicio de ponderación alguno
entre el derecho a la libertad personal y los fines que constitucionalmente legitimarían su
limitación, nada se dice de los intereses que se protegen con la resolución, ni sobre la
necesidad de la misma. En fin, no se puede apreciar si la misma es o no proporcionada, y
mucho menos si es acorde con los fines que la justifican”.
124
SSTCE 128/1995, de 26 julio; 47/2000, de 17 febrero.
El derecho a la libertad personal puede lesionarse cuando el imputado, aun sin rebasar
los plazos máximos fijados en la ley, permanece en situación de prisión preventiva más
allá de un plazo que, atendidas las circunstancias del caso, puede objetivamente
estimarse que excede de lo razonable129. El TCE señala que aun sin rebasar los límites
temporales fijados en la ley, puede también lesionarse el derecho fundamental a la
libertad (art. 17.4 CE) si el imputado en situación de prisión provisional más allá de un
125
Aluden, también, a la razonabilidad del plazo de prisión preventiva el art. 9.3 PIDCP y art.
5.3 CEDH.
126
Informe de la ComIDH sobre la Situación de los Derechos Humanos en la República
Dominicana de 1999, apartado 221. También Informe ComIDH 2/1997, de 11 de marzo,
apartado 12.
127
El art. 504.1º LECrim dice que “durará el tiempo imprescindible para alcanzar cualquiera de
los fines previstos”: Y el art. 528 LECrim que “sólo durará lo que subsistan los motivos que la
hayan ocasionado”.
128
STEDH caso VAN DER TANG, de 13 julio 1995, apartado 63.
129
Para el TEDH el argumento de que la situación de prisión preventiva no se ha prolongado
más allá del plazo máximo legalmente previsto no es suficiente para descartar cualquier
infracción del art. 5.3 CEDH. La STEDH caso SHISHKOV contra Bulgaria, de 9 enero 2003,
afirma, en su apartado 66, que “El Tribunal no desconoce que la mayor parte de los casos en
los que se dictan sentencias sobre periodos largos de prisión o detención son más largos que el
del presente caso, y que frente a tal dato, siete meses y tres semanas debe parecer un periodo
relativamente corto. Sin embargo, el artículo 5.3 del Convenio no puede interpretarse de forma
que autorice prisiones preventivas incondicionales con tal de que no sobrepasen un periodo
mínimo de tiempo. La justificación para cualquier periodo de prisión, no importa lo pequeño que
sea, debe ser demostrado por las autoridades de forma convincente, lo que no ha ocurrido en
el presente caso”.
Por su parte, la ComIDH afirma que el plazo razonable para la prisión preventiva no
puede ser establecido en abstracto; la duración de la prisión preventiva no puede ser
considerada razonable en sí misma solamente porque así lo establece la ley. La
determinación de la razonabilidad del plazo corresponde al juzgado que entiende de la
causa. Para tal efecto, debe analizar todos los elementos relevantes a fin de
determinar si existe una necesidad genuina de mantener la prisión preventiva, y
manifestarlo claramente en sus decisiones referentes a la excarcelación del
procesado133.
130
STCE 206/1991, de 30 octubre, fj. 4º.
131
Vid. STEDH caso GRISEZ contra Francia, de 26 septiembre 2002, apartados 36 y ss., en
donde estimó que no se había vulnerado el art. 5.3 CEDH en un supuesto de duración total de
la prisión preventiva de 2 años, 3 meses y 19 días, en atención a la gravedad de los hechos
origen del asunto y el gran número de diligencias de investigación requeridas; no apreciándose
inactividad o pasividad por parte de los órganos jurisdiccionales intervinientes.
132
Informe ComIDH nº 2/1997, de 11 de marzo, apartado 41.
133
Informe ComIDH 2/1997, de 11 de marzo, apartados 18-19. DEL OLMO DEL OLMO, J. A.,
“La determinación del “plazo razonable” de duración de la prisión provisional según la
jurisprudencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos y su recepción en España”, La Ley,
núm. 4090, 30 julio 1996, págs. 3 y ss., identifica hasta siete criterios utilizados por la extinta
ComEDH para determinar la razonabilidad del tiempo de duración de la prisión provisional: 1º la
duración de la detención en sí misma, 2º la duración de la prisión provisional en relación a la
naturaleza del delito, a la pena señalada y a la pena previsible en el caso de una condena, y al
Uno de los objetivos del nuevo CPP fue, según la propia Exposición de Motivos, la
fijación de un límite temporal a la prisión preventiva. Coherente con esta finalidad el
art. 16 CPP, en sede de Principios Fundamentales, dispone que “La prisión preventiva
está sometida a un límite temporal razonable a los fines de evitar que se convierta en
una pena anticipada”.
medidas de coerción, se reduce a 3 meses (art. 150, párrafo primero, CPP). Se admite,
no obstante la posibilidad de prórroga judicial, acordada por los jueces de la
instrucción, por una sola vez y hasta un máximo de 2 meses (art. 150, párrafo
segundo, CPP).
El nuevo texto procesal penal fija, también, unos límites temporales máximos de
duración de la prisión preventiva. La STCE 98/1998, de 4 mayo, destaca que “la
imposición constitucional de que el legislador determine el plazo máximo de duración
de la prisión provisional encuentra su último fundamento en la seguridad jurídica de los
ciudadanos, que con la previsión legal tiene la posibilidad de conocer hasta qué
momento puede durar la restricción de su derecho fundamental a la libertad en virtud
de la medida cautelar. Las ideas de advertencia y previsibilidad del tope temporal
máximo de la prisión provisional cobran así un significado central en el cumplimiento
del mandato del segundo inciso del art. 17.4 CE139. Al mismo tiempo, este precepto
pretende evitar la lentitud de la justicia en los procesos penales, de modo que la
determinación de un plazo legal para la prisión provisional sirva de acicate a los
órganos judiciales para que aceleren la instrucción y el enjuiciamiento de las causas
penales con preso”.
138
Se entiende como tales aquellos en que exista una pluralidad de hechos o un elevado
número de imputados o víctimas o se trata de casos de delincuencia organizada (art. 369
CPPRD).
139
Dicho precepto establece que “Asimismo, por ley se determinará el plazo máximo de
duración de la prisión provisional”.
Objetivo formativo: Analizar cuáles son los presupuestos necesarios para poder
acordar la prórroga de la prisión preventiva.
140
Vid. STEDH caso NIKOLOV contra Bulgaria, de 30 enero 2003, en un supuesto en que desde
que se acordó la puesta en libertad del acusado, menor de edad, por el juez hasta su efectiva
puesta en libertad transcurrieron 7 días; el TEDH afirma, en dicha sentencia, párrafo 82, que las
“formalidades administrativas necesarias para la puesta en libertad de un detenido o preso no
pueden justificar un retraso superior a más de algunas horas”. Vid., también SSTEDH caso
GIULIA MANZONI contra Italia, de 1 julio 1997, apartado 25; y LABITA contra Italia, de 6 abril
2000, apartados 171-173. En la STEDH caso VITTORIO y LUIGI MANCINI contra Italia, de 2
agosto, analizó un supuesto en que la medida de prisión preventiva se había sustituido por la
de arresto domiciliario, a pesar de lo cual el traslado del centro penitenciario donde estaban
internados los imputados hasta su domicilio se retrasó 1 mes y 3 días, ante la falta de
funcionarios policiales que pudieran efectuar el servicio de escolta. El TEDH estimó que este
retraso no estaba justificado y se había violado el art. 5.1 CEDH.
Hay que tener en cuenta que las demoras o dilaciones indebidas fruto de la sobrecarga
de los órganos jurisdiccionales o de problemas estructurales no pueden ser utilizadas
como coartada para justificar una prolongación de la situación de privación de libertad.
El TEDH en el caso BEZICHERI contra Italia, de 25 octubre 1989, frente a la alegación
del gobierno italiano que fue la sobrecarga de trabajo que padecía el juez de
Instrucción el motivo que le impidió conocer en un plazo razonable del recurso contra
la privación de libertad interpuesto por el Sr. Bezicheri, apreció violación del art. 5.4
CEDH recordando al Gobierno que la Convención “obliga a los Estados firmantes a
organizar sus jurisdicciones de forma que le permitan responder a sus diversas
exigencias”.
Por aplicación del art. 245 CPP se garantiza siempre la recurribilidad de la resolución
judicial de prisión preventiva. El art. 414 CPP diseña un procedimiento especial para
tramitar la apelación contra las decisiones de prisión preventiva o arresto domiciliario.
La tramitación se caracteriza por la fijación de unos plazos cortos que tratan de dar
141
La STEDH caso M. B. contra Suiza, de 30 noviembre 2000, apreció infracción del art. 5.4
CEDH (art. 9.4 PIDCP, “brevedad posible”), en cuanto a la exigencia de “breve plazo”, en un
supuesto de duración en la tramitación de 34 días.
142
Vid SSTEDH caso KLAMECKI contra Polonia, de 3 abril 2003, apartados 125 y ss.; caso M. B.
contra Polonia, de 27 abril 2004, apartados 62 y ss.; caso WESOLOWSKI contra Polonia, de 22
junio 2004, apartados 59 y ss. En estas sentencias se censura la legislación polaca pues no
autorizaba ni a la persona en situación de prisión preventiva ni a su letrado asistir a las sesiones
celebradas ante el tribunal donde se debatía sobre la legalidad de la prisión preventiva
acordada; sesiones en las que sí participaba el ministerio público que había adoptado
inicialmente la medida. El TEDH concluye declarando la existencia de una violación del art. 5.4
CEDH. En la misma línea, STEDH caso LANZ contra Austria, de 31 enero 2002, apartados 36 y
ss.
de un mes, aun cuando no se hubieren presentado todos los documentos exigidos para
la procedencia de la extradición (art. 163 CPP).
Esta revisión exige que el juez cite a las partes a una audiencia oral para ser oídas,
garantizándose de esta forma el principio de contradicción. El preso o su letrado
deberían tener acceso a los documentos del expediente que fueran esenciales para
poder contradecir eficazmente la legalidad de la privación de libertad. En algunos casos
se ha planteado la compatibilidad de la garantía de contradicción con la eficacia de las
investigaciones penales. La STEDH caso SHISHKOV contra Bulgaria, de 9 enero 2003,
apreció una vulneración del art. 5.4 CEDH en un supuesto en que no se permitió al
abogado el acceso a los documentos esenciales para determinar la legalidad de la
prisión, negativa que se había basado en una simple práctica o uso forense; frente a
esto el fiscal había tenido acceso desde el primer momento a toda la información, pues
controlaba la investigación y se había opuesto al recurso contra la decisión de prisión
preventiva.
Para garantizar la contradicción, el art. 291 CPP admite únicamente el secreto total o
parcial de las actuaciones siempre que no se haya solicitado ninguna medida de
coerción143.
143
La STEDH caso LAMY contra Bélgica, de 30 marzo 1989, estimó la violación del art. 5.4
CEDH por parte del juez de instrucción que decretó la prisión preventiva del imputado bajo la
declaración de secreto instructorio durante los 30 días en los que permaneció privado de
libertad.
La previsión contenida en el art. 239 CPP sobre interrupción del cómputo del término
no debe interpretarse en el sentido de que en caso de petición de revisión por el
imputado y su defensor o en caso de recurso se interrumpe el plazo máximo de 3
meses que tiene el ministerio público para concluir el procedimiento preliminar o
preparatorio fijado en el art. 150 CPP.
1.2.6.6.2. Cese
El art. 241 CPP fija como causas de cese de la prisión preventiva las siguientes:
Plazo que, como ya hemos visto, se amplia hasta los 18 meses en el caso del
Procedimiento para asuntos complejos (art. 370.2 CPP).
144
Por ejemplo, una vez presentado el escrito de acusación el imputado podrá, conforme a lo
previsto en el art. 299.5 CPPRD) solicitar la sustitución o el cese de una medida de coerción (en
este caso, de la prisión preventiva).
El archivo acordado por el ministerio público del procedimiento preparatorio por alguna
de las causas legalmente previstas conlleva, también, el fin de las medidas de coerción
acordadas contra el imputado, entre ellas, la de prisión preventiva (art. 281, in fine,
CPP). También cuando el juez dicta auto de no ha lugar al juicio en el Procedimiento
común (art. 304, último párrafo, CPP). Y, evidentemente, cuando se dicte sentencia
absolutoria (art. 337 CPP). En estos casos, la interposición de un recurso frente a la
decisión judicial de libertad no deberá retrasar la efectividad de dicha libertad. Así se
establece en el propio art. 237 CPP cuando dispone que “la libertad del imputado se
hace efectiva directamente desde la sala de audiencias y se otorga aun cuando la
sentencia absolutoria no sea irrevocable o se haya presentado recurso”145.
1.2.7.1. Concepto
La acción de Habeas Corpus tiene naturaleza constitucional. A ella se refiere el art. 8.g)
CRD al disponer que “La Ley de Habeas Corpus determinará la manera de proceder
sumariamente para el cumplimiento de las prescripciones contenidas en las letras a),
b), c). d), e), f) y g) y establecerá las sanciones que proceda”.
El nuevo texto procesal penal regula dentro del Libro II de la Parte Especial, dedicado
a los Procedimientos especiales, el procedimiento de Habeas Corpus como instrumento
de control jurisdiccional de la legalidad de las privaciones de libertad. Como establece
el propio art. 381 CPP la petición de mandamiento de Habeas Corpus tiene el fin de
que el juez o tribunal decida, sin demora146, sobre la legalidad de la medida de
privación de libertad o la amenaza de privación.
145
La STCE 71/1994, de 3 marzo, declaró la inconstitucionalidad del art. 504 bis LECrim, por
vulneración del contenido esencial del derecho fundamental a la libertad personal reconocido en
el art. 17 CE, al disponer para el caso de delitos de terrorismo que el recurso interpuesto por el
Ministerio Fiscal frente a la resolución que acordare la libertad del preso deparaba la suspensión
de la excarcelación por un periodo máximo de un mes.
146
Vid. art. 7.6 CADH. “A la brevedad posible” según el art. 9.4 PIDCP. “En breve plazo” según
el art. 5.4 CEDH. El TEDH interpretando esta exigencia señala que la brevedad vendrá
determinada por el tipo de privación de libertad así como por las circuntancias del caso (STEDH
caso BOUAMAR contra Bélgica, de 29 febrero 1988, apartados 54 y ss.).
1.2.7.3. Competencia
147
El art. 7.6 CADH dispone que “En los Estados partes cuyas leyes preveen que toda persona
que se viera amenazada de ser privada de su libertad tiene derecho a recurrir a un juez o
tribunal competente a fin de que este decida sobre la legalidad de tal amenaza, dicho recurso
no puede ser restringido ni abolido”.
148
Hay que recordar que el nuevo texto procesal penal ha incorporado un principio de revisión
permanente de las medidas de coerción (vid. arts. 222 y 238 CPPRD).
149
SSCJ 3 noviembre 2004.
1.2.7.4. Procedimiento
El art. 382 y ss. CPP establecen una serie de reglas especiales de procedimiento,
previéndose la aplicación como normativa supletoria de las normas del procedimiento
ordinario (art. 392 CPP).
1.2.7.4.1. Solicitud
b) Forma y contenido
Como manifestación de ese carácter no formalista se prevé que pueda ser presentada
por escrito firmado o por declaración en secretaría.
150
Vid. art. 7.6, in fine, CADH que establece que “Los recursos podrán interponerse por sí o por
otra persona”.
151
El TCE ha reconocido legitimación activa al Letrado del detenido para instar el procedimiento
de Habeas Corpus a pesar de que la ley no lo prevea expresamente, quien actuaría en estos
casos en representación de la persona privada de libertad (STCE 61/2003, de 24 marzo).
c) Tiempo
La petición puede ser presentada cualquier día (art. 382, párrafo último, CPP).
Presentada la solicitud el juez, tras comprobar que concurren los presupuestos legales
y no se trata de ninguno de los supuestos de exclusión, ordenará la inmediata
presentación del impetrante a los efectos de ser oído (art. 383 CPP). Como destaca la
Exposición de Motivos del CPP la presentación de la solicitud obliga a una reacción
inmediata de presentación del impetrante como una forma de ponerlo bajo protección
judicial. Mediante la audiencia a la persona privada de libertad se garantiza la
contradicción en el procedimiento, permitiéndole exponer sus argumentos contra la
situación de privación de libertad o de amenaza de serlo152.
El mandamiento de Habeas Corpus debe ser cumplido y ejecutado sin que puedan
invocarse defectos formales para no dar lugar al mismo (art. 384 CPP).
152
El TEDH ha establecido, en relación a los procedimientos judiciales a que se refiere el art.
5.4 CEDH, la necesidad de que el interesado pueda comparecer ante un órgano judicial y tener
la posibilidad de ser oído o, en su caso, mediante alguna forma de representación, sin lo cual
no disfrutará de las garantías fundamentales de procedimiento que se aplican en la materia de
privación de libertad (vid. SSTEDH caso WINTERWERP contra Holanda, de 24 octubre 1979,
apartado 60; caso NIEDBALA contra Polonia, de 4 julio 2000, apartados 66-67).
Tras oír a la persona privada de libertad o amenazada de serlo, el juez podrá resolver
inmediatamente sobre la acción o fijar una audiencia convocando al funcionario
demandado para que comparezca a los fines de exponer los motivos legales que
justificaron su actuación. Dicha audiencia deberá celebrarse dentro de las 48 horas
siguientes (art. 383 CPP).
CPP). Mediante estas disposiciones se pretende poner fin a los denominados “presos
desacatados”153.
Dicha reparación debería indemnizar no sólo los daños materiales sino también los
eventuales daños morales o inmateriales padecidos por la persona privada
indebidamente de libertad156. Uno de los parámetros a valorar para fijar el quantum
153
Esta previsión de ejecutoriedad inmediata de las órdenes judiciales de libertad con las
contundentes consecuencias que conlleva su incumplimiento trata de poner fin a determinadas
actuaciones policiales que se negaban a poner en libertad a las personas detenidas a pesar de
tener pronunciamientos judiciales de libertad (vid. Informe de la ComIDH sobre la Situación de
los Derechos Humanos en la República Dominicana de 1999, apartados 111 y 212-214).
154
Vid. arts. 9.5 PIDCP, y 5.5 CEDH (sobre el alcance de este último precepto vid. SSTEDH caso
BROGAN y otros contra Reino Unido, de 29 noviembre 1988; caso HOOD contra Reino Unido,
de 18 febrero 1999, y caso N. C. Contra Italia, de 19 diciembre 2002).
155
La LOPJ española reconoce, en su art. 294.1, el derecho a obtener una indemnización a
“quienes, después de haber sufrido prisión preventiva, sean absueltos por inexistencia del
hecho imputado o por esta misma causa haya sido dictado auto de sobreseimiento libre,
siempre que se le hayan irrogado perjuicios”. A pesar del caràcter restrictivo del precepto la
jurisprudencia ha ampliado los supuestos de indemnización a los casos en que se declara la no
participación del imputado en el hecho.
156
Vid STEDH caso WASSINK contra Holanda, de 27 septiembre 1990, apartado 38.
La víctima tiene derecho a ser resarcida de los daños y perjuicios sufridos como
consecuencia de la comisión del hecho delictivo. De ahí que la legislación procesal
penal deba arbitrar los mecanismos adecuados y suficientes para garantizar este
derecho. La Decisión Marco del Consejo de la Unión Europea, de 15 de marzo de 2001
relativa al Estatuto de la Víctima en el Proceso Penal, reconoce en el art. 9.1 el derecho
a indemnización en el marco del proceso penal, estableciendo que “Los Estados
miembros garantizarán a la víctima penal el derecho a obtener en un plazo razonable y
en el marco del proceso penal una resolución relativa a la indemnización por parte del
autor de la infracción, salvo cuando la legislación nacional disponga que, para
determinados casos la indemnización se efectúe por otra vía”. Por su parte, el art. 9.2
declara que “Los Estados miembros adoptarán las medidas pertinentes para propiciar
que el autor de la infracción indemnice a la víctima adecuadamente”.
157
El art. 294.2 LOPJ española dispone que “la cuantía de la indemnización se fijará en función
del tiempo de privación de libertad y de las consecuencias personales y familiares que se hayan
producido”.
Las medidas de coerción reales aparecen reguladas en los arts. 243 a 245 CPP. Se
establece una remisión a las reglas del Código de Procedimiento Civil y la legislación
especial como normativa supletoria, en cuanto sean aplicables (art. 244 CPP).
Como destaca CUÉLLAR CRUZ tales medidas cumplen una función de tutela tanto para
el Estado como para la propia víctima158. Su finalidad es garantizar la reparación de los
daños y perjuicios provocados por el hecho punible159, el pago de las costas del
procedimiento160 (art. 243, párrafo primero, CPP), y el pago de las multas imponibles
(cfr. art. 243, párrafo segundo, CPP).
Entre las medidas previstas el art. 243 CPP menciona expresamente el embargo, la
inscripción de hipoteca judicial u otras medidas conservatorias previstas por
la ley civil.
158
CUÉLLAR CRUZ, R., “Las medidas cautelares…”, cit., pág. 19.
159
Sobre el ejercicio y régimen de la acción civil vid. Arts. 50 y ss. CPPRD.
160
Las costas procesales están reguladas en los arts. 246 y ss. CPPRD.
161
Sobre las facultades del actor civil vid. arts. 118 y ss. CPPRD.
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