Ensayo 1
Ensayo 1
Ensayo 1
ENSAYO
Pluralismo, Secularización y Diversidad Religiosa
Edmundo Aguilar Rosales
Temas
INTRODUCCIÓN
1. La Religión como Cultura.
2. La Religión como Hecho Social
3. Religión y Secularización
4. Religión, Laicidad y Estado
5. Estado Laico y Diversidad Religiosa
6. Pluralismo, Secularización y Diversidad Religiosa
A MANERA DE CONCLUSIÓN
INTRODUCCIÓN
1
El sentido de la laicidad como autonomía y como fuente de legitimación
social es el siguiente tema. De esta manera nos acercamos a las reflexiones
sobre religión, laicidad y estado. La historia de la laicidad principalmente en
occidente, también es la historia de la diversidad religiosa. Diversidad religiosa
es una realidad como lo es también la necesidad de pensar al estado laico más
allá de la laicidad combativa y de la crisis de liberalismo y del estado moderno.
El tema del estado laico y diversidad religiosa, también abre un espacio para
presentar un panorama precisamente acerca de la diversidad religiosa en
México. La diversidad cultural y la diversidad religiosa son dos realidades que
nos invitan a reflexionar en aras de una mejor convivencia. Una convivencia
que anhelo de diálogo, respeto, comprensión, reconocimiento y aceptación de
las diversidades. Los procesos seculares de cambio religioso en el tiempo nos
han traído por el camino de la diversidad. Pensar lo secular y lo religioso en sus
múltiples dimensiones por un lado, y por otro, pensar en el modelo pluralista
que busca explicar la multiplicidad de culturas, son parte de la exposición de
este trabajo que explora y sugiere un acercamiento conceptual. Un
acercamiento conceptual del pluralismo y la secularización, ante el panorama
de la diversidad religiosa.
1
Cfr. Mauricio Beuchot, Interculturalidad y Derechos Humanos, México, Facultad de Filosofía y Letras
de la Universidad Nacional Autónoma de México y Siglo XXI Editores, 2005, p. 9.
2
Cultura es la organización de los pueblos; costumbres, utensilios y
habilidades. Vida doméstica y pública, sea en tiempos de paz o guerra, religión,
ciencia y arte. Cultura es un todo complejo de conocimientos, creencias,
normas, ética y cualquier otra capacidad y hábito adquirido por el ser humano
como integrante de una sociedad. Cultura también es un modo de vivir y de
concebir la existencia de un determinado grupo social a partir de lo que se
pudiera denominar su nivel de conciencia. Cada cultura es un ensayo único e
irrepetible de vivencia del mundo.2 Actualmente la UNESCO entiende por
cultura, en su sentido más amplio, al conjunto de rasgos distintivos, espirituales
y materiales, intelectuales y afectivos, que caracterizan a una sociedad o a un
grupo social. Además de las artes y las letras, engloba los modos de vida, los
derechos fundamentales del ser humano, los sistemas de valores, las
tradiciones y las creencias. Para Cliford Gertz en su libro La Interpretación de
las Culturas, cultura es:
2
Cfr. UNESCO, Diccionario UNESCO de Ciencias Sociales, Volumen I de la A a la Ch, México,
UNESCO, 1975, p p. 599-602.
3
Cliford Gertz, Interpretación de las Culturas, Barcelona, Editorial Gedisa, 1990, p. p. 88.
4
J. Alejandro Salcedo Aquino, Cultura, Paradigmas y Significados, México, Serie Filosófica, División
de Humanidades de la FES Acatlán de la Universidad Nacional Autónoma de México, 2004, p. 28.
3
Es decir, lo religioso se manifiesta con especificidad en el universo de la
cultura. Para Peter Berger, la religión es la empresa humana por medio de la
cual el cosmos queda sacralizado, es decir, la fuerza motora de la naturaleza
de las cosas más allá del devenir del esfuerzo histórico, es sagrada. Cosas,
costumbres, personas e instituciones son las dimensiones del cosmos
sacralizado. Lo sagrado es además histórico y de cualquier forma,
extraordinario. El símbolo sagrado armoniza la acción humana con el orden
cósmico, también sagrado.5 Por otro lado, dice Juan José Tamayo,6 que lo
específico de lo religioso como sistema cultural, es el mito, el ritual y el ethos.
Mito por la explicación narrativa del mundo y la vida. Ritual como modelo de
conducta que irrumpe periódicamente en lo cotidiano para representar la
realidad que describe el mito. Y finalmente ethos, que son las normas morales
integradas a lo religioso. El mito, el rito y el ethos tienen esa especificidad de lo
sagrado que los distingue en el universo de lo cultural. Considero pertinente
también incluir de forma breve algunas de las consideraciones teóricas que el
estudioso de las religiones, Mircea Eliade,7 propone para la comprensión de las
mismas. Para él, las manifestaciones de lo sagrado pueden ser universalistas o
locales, y pueden también ser interpretadas de forma diferente por la élite o por
el resto de la comunidad.
5
Cfr. Peter Berger, Para una Teoría Sociológica de la Religión, Barcelona, Trad. M. Monserrat y V.
Bastos, 2ª edición, Editorial Kairós, 1981, p. p. 48 y siguientes.
6
Cfr. Juan José Tamayo, “Prólogo”, en Gerardo Martínez Cristerna, (Compilador), El Futuro de la
Religión, México, Editorial Hombre y Mundo, 2006, p. 9.
7
Mircea Eliade, Tratado de Historia de las Religiones, México, Trad. Tomás Segovia, 7ª edición,
Biblioteca Era, 1991.
4
Es por eso que Mircea Eliade contempla por ejemplo, interpretaciones
de élite o de comunidad. Finalmente, la intención de este primer espacio es la
de pensar a las religiones como cultura, y en este sentido, la cultura dice
Beuchot, es para la convivencia. Esto nos conduce a un siguiente espacio en el
que la intención es pensar lo religioso como hecho social.
8
Ib. p. 26.
9
Emilio Durkheim, Las Formas Elementales de la Vida Religiosa, México, 2ª edición, Editorial
Colofón, 1991.
5
La sociología religiosa nos conduce a un camino que ya ha sido indicado
por uno de sus principales representantes, Emilio Durkheim. Me refiero al
campo de la moral y de las convicciones, que en este sentido, se traducen en
normas e instituciones legitimadoras de los órdenes sociales. De hecho, las
religiones son también una forma particular de ideologías que refuerzan y
legitiman dominios sociales, que en la modernidad para Durkheim, se vuelcan
hacia la normatividad laica. Para otro clásico de la sociología y de la sociología
religiosa, Max Weber, un tema central con respecto a normatividad social es
precisamente la legitimación, que comienza por explicarse con respecto a las
religiones en la tradición y el carisma. Una función muy importante de la
sociedad y de las religiones es pues, la creación de un mundo normativo. La
permanencia de lo religioso es útil en este sentido para la sobrevivencia social.
De hecho, para la eficacia del orden jurídico, aún en los sistemas normativos
ajenos a lo religioso, se requiere del apoyo de otras normas, entre ellas, los
preceptos religiosos, que si bien pueden haber perdido fuerza en las
sociedades seculares con diversidad religiosa, no por ello pierden estima
social.10
10
Cfr. Leticia Bonifaz Alfonso, El Problema de la Eficacia en el Derecho, México, 2ª edición, Editorial
Porrúa, 1999, p. p. 104 y 105.
11
Peter Berger, op. cit., p. 49.
6
También dice que la religión ha desempeñado un papel estratégico en la
empresa humana de construcción del mundo como una totalidad significativa.
Thomas Lukmann, a quien se refiere Peter Berger en su libro Para una Teoría
Sociológica de la Religión, dice que la religión implica que el organismo
humano trasciende su naturaleza biológica mediante la construcción de
universos de significados con contenidos morales que todo lo abarcan. Es más
allá de la funcionalidad social, un hecho antropológico.12 Para Juan José
Tamayo, las religiones cumplen tres funciones fundamentales: Una psíquica
que abarca los planos; cognitivo, emocional y ético. Una función social, con
prioridad igualmente en el plano ético y en el ritual, y una función reguladora de
conflictos, sea para activarlos o para desactivarlos.13
3. Religión y Secularización
La palabra secularización proviene del latín secolo que significa siglo. Este
término se usó durante la edad media en los procesos contenciosos de aquella
época para designar a la jurisdicción considerada terrenal y temporal, frente a
la jurisdicción eclesiástica, considerada eterna y divina.
12
Cfr. Ib., p.244.
13
Cfr. Juan José Tamayo, op. cit., p. p. 10 y 11.
7
Para Cipriano Gómez Lara,14 la división de jurisdicción con el criterio de
secular y eclesiástica ha sido superada, ya que sólo queda la posibilidad de
que el derecho canónico tenga cierta aplicación, mediante concordatos que el
Estado Vaticano celebre con otros países.
14
Cfr. Cipriano Gómez Lara, Teoría General del Proceso, México, 4 reimpresión, Colección de Textos
Jurídicos Universitarios, Oxford University Press, , 2004, p. 99.
15
Peter Berger, op. cit. p. 154.
16
Ib. p. 155.
8
Resulta evidente, a la luz de la historia occidental, que el cristianismo y
la catolicidad institucional, le dieron un giro muy grande a los procesos de
secularización. Un ejemplo está en el caso a que hice referencia en cuestiones
jurisdiccionales de la edad media. El cristianismo y la catolicidad
principalmente, trajeron consigo luchas hegemónicas y de legitimación que
abarcaron prácticamente todos los ámbitos de las sociedades y las culturas de
Europa. La catolicidad se caracterizó además por sus aspiraciones de
universalidad y homogenización en todas las esferas sociales. Cuando el
renacimiento y la gesta de la modernidad aparecen en el horizonte de la
historia, se presentan diversos momentos en que el proceso de secularización
buscó sustraer del dominio de lo sagrado, católico en este caso, espacios
sociales y culturales mediante la marginación de lo religioso a lo privado,
cuando no su eliminación. También considero relevante mencionar que en el
siglo XIX principalmente, se enfrentaron los ánimos universalistas de la
cristiandad y la catolicidad, del liberalismo y la ilustración, como parte de luchas
hegemónicas y procesos de secularización.
17
Cfr. Roberto Blancarte, ”Modernidad, Secularización y Religión en el México Contemporáneo” en
Carlos Martínez Assad, (Coordinador), Religiosidad y Política en México, México, Cuadernos de Cultura
y Religión núm. 2, de la Universidad Iberoamericana, , 1992, p. p. 162-165.
9
Para el desarrollo de estas ideas me encuentro acompañado
principalmente del teórico de la secularización Karel Dobbelaere.
18
Karel Dobbelaere, Secularización, un Concepto Multidimensional, México, Trad. Eduardo Sota,
Materiales de Cultura y Religión de la Universidad Iberoamericana, 1994.
10
Los fenómenos religiosos son cultura y hechos sociales que se
encuentran involucrados dentro de amplios procesos históricos en que suceden
también la participación y el cambio religioso. De esta forma, lo religioso,
participa en lo social; institucionalmente, en la élite, en la comunidad y en la
persona, y cambia en los diferentes espacios culturales en que se presente.
Secularización también consiste en cambio religioso a través de la modernidad,
mas no necesariamente siempre en confrontación. De hecho, creo que también
resulta pertinente agregar que el término secular también es empleado por la
catolicidad, precisamente para designar al clero institucional temporal,
jerárquico y político articulado a partir del Estado Vaticano. Este clero secular
está diferenciado del clero regular que corresponde a las órdenes religiosas.
11
Por la relevancia de la dimensión laica de los procesos de
secularización, es menester dedicar un apartado especial en este trabajo para
ampliar y mejorar su compresión.
La palabra laicidad19 tiene su origen en la voz griega laos que significa pueblo.
Si nos remontamos a la edad media, lo voz laicidad sirvió para diferenciar al
clero del pueblo. Laico era y sigue siendo el católico comprometido que no
pertenece al clero. El uso de la voz laicidad también ha sido empleado para
referirse a lo que, desde la llamada Grecia clásica, se identifica como una
actitud intelectual. De esta manera se usa el término para sustraer a la ciencia
y el saber de prejuicios, deformaciones ideológicas y dogmas religiosos. Por
ejemplo, Guillermo de Occam reivindicó la autonomía de la investigación
filosófica lo mismo que Galileo Galilei con respecto a la ciencia y más adelante,
Emilio Durkheim, fue determinante para el desarrollo de un modelo educativo
laico en Francia que excluyó a los religiosos. En el siglo V, el Papa Gelasio
expuso la teoría de las dos espadas con la idea de reivindicar la autonomía de
los dos poderes, fue entonces que comenzó, al parecer, a utilizarse el término
de laicidad para distinguir precisamente los poderes públicos de los
eclesiásticos,20 sobre todo, en lo que se refiere a la historia occidental, el
cristianismo y el catolicismo en particular. Ya con anterioridad nos habíamos
referido a una distinción jurisdiccional en la edad media de Europa católica. Sin
embargo, Guillermo Floris Margadant, en su libro, Panorama de Historia
Universal del Derecho, nos relata que en Sumeria, bajo el régimen de
Hamurabi, se separa al régimen judicial de los grupos sacerdotales, es decir,
se establece lo que podríamos denominar una autonomía jurisdiccional laica.21
19
Cfr. Pedro Salazar Ugarte, La Laicidad: Antídoto contra la Discriminación, México, Cuadernos de
Igualdad núm. 8, Consejo Nacional Para Prevenir la Discriminación, 2008, p. p. 12 y siguientes.
20
Cfr. Nincola Abbagnano, Diccionario de Filosofía, México, Trad. Alfredo N. Galletti, 7ª reimpresión,
Fondo de Cultura Económica, 1989, p. p. 719 y 720.
21
Cfr. Guillermo Floris Margadant, Panorama de Historia Universal de Derecho, México, 4ª edición,
Editorial Miguel Ángel Porrúa, 1991, p. 45.
12
Para el siglo XVIII en Europa, ya se perfilaban evoluciones históricas
trascendentes en la historia de derecho penal, ya que se hacía cada vez más
evidente diferencias entre derecho y religión, por ejemplo, la distinción entre
pecado y delito, acontecimiento en el que tuvo mucho que ver el muy célebre
César de Bonessana, Marqués de Beccaria, con su obra De los Delitos y las
Penas. Vale recordar que el autor y su obra conmovieron hasta sus cimientos
al mundo de su época y su trascendencia llega hasta nuestros días. Considero
pertinente tener presente que la soberanía, íntimamente ligada a la noción de
estado, “consiste en el poder de creación y de imposición del orden jurídico”. 22
También resulta relevante decir que “la jurisdicción es una función soberana del
estado, que se desarrolla a través de todos esos actos de autoridad
encaminados a solucionar un litigio mediante la aplicación de la ley general al
caso concreto controvertido”.23
22
Cipriano Gómez Lara, op. cit., p. 97.
23
Ib. p. 98.
24
Cfr. Pedro Salazar Ugarte, op cit, p. 21.
25
Cfr. Roberto Blancarte, “Laicidad: La Construcción de un Concepto Universal” en Rodolfo Vásquez,
(Coordinador), Laicidad. Una Asignatura Pendiente, México, Ediciones Coyoacán de la Colección de
Filosofía y Cultura Contemporánea núm. 33, 2007, p. 31.
13
Antes de continuar con otras reflexiones en torno a la laicidad, cabe
hacer un breve comentario al caso referido de Sumeria. Ya que se trata de un
ejemplo de autonomía de funciones judiciales, ajeno al desarrollo del
cristianismo y al desarrollo occidental del derecho. Por otro lado, en otros
ejemplos citados, la laicidad se presenta como iniciativa propuesta al interior de
la institución eclesiástica católica, lo que me da a pensar que en occidente,
pese al marcado énfasis de procesos seculares de confrontación, también hay
antecedentes diferentes. Resulta pues evidente que un aspecto muy relevante
de la secularización occidental es la laicidad particularmente a partir del
renacimiento, la modernidad, la ilustración y el liberalismo. Este proceso forzó
de manera progresiva a romper el monopolio de la Iglesia católica que llegó a
abarcar casi todos los ámbitos sociales y culturales.
26
Cfr. Roberto Blancarte, “Introducción” en Roberto Blancarte (Coordinador), Religión, Iglesias y
Democracia, México, Colección: La Democracia en México de La Jornada Ediciones y el Centro de
Investigaciones Interdisciplinarias en Humanidades de la Universidad Nacional Autónoma de México,
1995, p. 15.
27
Cfr. Pedro Salazar Ugarte, op. cit., p. 22.
14
Desde el punto de vista de los estudiosos de teoría del proceso en
ciencias jurídicas, uno de los efectos del proceso de secularización y laicidad
franceses, fue el que desencadenó el procedimentalismo, que coincide con la
revolución en aquel país. Para entonces se habían formulado fuertes críticas al
sistema penal inquisitivo y, este procedimentalismo también influyó en aspectos
de legislación sustantiva y adjetiva civil, con la aparición de la codificación
napoleónica, y con la influencia de la obra del jurista inglés Jeremy Bentham.28
28
Cfr. Cipriano Gómez Lara, op. cit., 69.
15
5. Estado Laico y Diversidad Religiosa
29
Peter Berger, op. cit., p. 184.
30
Ib. p. 209.
16
José Del Val31 en su libro México Identidad y Nación, cita a Norberto
Bobbio, para referirse al principio de la tolerancia. Bobbio dice que la tolerancia
es un principio moral verdaderamente laico. A este respecto, Del Val razona su
disgusto con respecto al uso de la voz tolerancia para el sano ejercicio de la
diversidad cultural, ya que tolerancia significa en mucho, condescendencia,
llevar con paciencia, disimular o aceptar lo que no es lícito. Tolerancia también
implica, dice Del Val, un principio de subordinación de lo que yo tolero, es decir,
me pongo por encima de lo que está bien y lo que está mal, y lo tolero.
Tolerancia puede llagar a ser una forma de desconocer y negar la diferencia y
lo otro. Del Val sugiere respeto y aceptación del otro más allá de la tolerancia.
Este razonamiento me pareció pertinente y sugiero trasladar por un instante
estas reflexiones al campo religioso. Pulsaciones hegemónicas del cristianismo
en occidente y la aparición del protestantismo, dieron como resultado la
tolerancia religiosa, es decir, la permisividad del otro en términos religiosos. Los
otros de la minoría religiosa fueron tolerados, y hasta pudiera decirse que se
trató de una concesión de la tendencia dominante. Para mí, en términos
generales, los episodios de la historia occidental que originaron la tolerancia
religiosa, son otro capítulo de la laicidad combativa. Si más allá de la tolerancia,
transitáramos al respeto y la aceptación del otro en la diversidad religiosa,
entonces, creo que nos acercaríamos más a la laicidad positiva. Con respecto
a la evolución de la laicidad en el caso mexicano, Roberto Blancarte advierte
tres momentos históricos. En primer lugar señala la laicidad defensiva en los
siguientes términos:
“No está de más que la idea de construir un Estado laico fue construyéndose poco a
poco, a medida que la intransigencia, los conflictos y las rebeliones y las guerras
hicieron ver a los liberales que la mejor manera de garantizar la libertad de cultos era
llegar a una „perfecta separación‟ entre lo que llamaban negocios eclesiásticos y
32
negocios del Estado”.
31
Cfr. José Del Val, México, Identidad y Nación, México, Colección La Pluralidad Cultural en México
núm. 6, Universidad Nacional Autónoma de México, 2006, p. p. 81-87.
32
Roberto Blancarte, “Laicidad Mexicana: Orígenes, Razones y Futuro” en Manuel Camacho Solís
(Coordinador), Actualidad de Juárez, México, Colección Diálogos por México núm. 4, Universidad
Nacional Autónoma de México, 2004, p. 19.
17
El autor se está refiriendo precisamente a las reformas liberales del siglo
XIX. Por primera vez en la historia de México, las instituciones políticas dejan
sentadas las bases para abandonar el regalismo y el patronato para permitir la
laicidad en sus instituciones. Pedro Salazar Ugarte, con respecto a estos
episodios históricos dice que “el Estado mexicano o era laico, o simplemente
no lograría ser”.33 En segundo lugar Blancarte señala la laicidad combativa que
ubica durante los movimientos sociales en el inicio del siglo XX. Al respecto
dice que:
33
Pedro Salazar Ugarte, op. cit, p. 25.
34
Roberto Blancarte, op. cit, p. 22.
35
Ib., p. 23.
18
En un estado laico en donde hay diversidad confesional, sería
discriminatorio que las escuelas públicas impartan educación religiosa de una
sola religión. Por otro lado, una tendencia actual de la laicidad hace el
discernimiento de que, si bien no es deseable la participación de las iglesias en
el fuero político, esto no implica limitar las manifestaciones públicas y sociales
de las mismas.36 En este trabajo, cuando comencé a reflexionar en torno a
religión y secularización, hice referencia a los excesos de occidentalidad y
eurocentrismo que han permeado los estudios acerca del tema. Si viramos
nuevamente nuestra atención a la historia mexicana por ejemplo, la laicidad y
el diseño de nuestro estado se pensaron y se diseñaron desde una óptica
liberal europea. El mismo Juárez, dice Del Val, vio en la cultura indígena la
razón del atraso y la desigualdad.37 Cuando Guillermo Bonfil Batalla en su libro
México Profundo, reflexiona en torno al perfil de la cultura india, menciona que
estos pueblos difícilmente establecen límites entre lo económico, lo social, lo
religioso, sus mitos, rituales, sus actos y sus fiestas. Más aún, las autoridades
de las comunidades tienen carácter civil, religioso y moral simultáneamente.38
36
Cfr. Roberto Blancarte, “Por un Espacio de Debate y de Tolerancia”, en El Papel de la s Iglesias en el
México de Hoy, México, Secretaría de Gobernación, Universidad Nacional Autónoma de México,
Universidad Americana de Acapulco y Centro de Estudios de las Religiones en México, 1994, p p. 19 y
siguientes.
37
Cfr. José Del Val, op. cit, p. 71.
38
Cfr. Guillermo Bonfil Batalla, México Profundo, México, 2ª reimpresión, Editorial De Bolsillo, 2006,
p. p. 51 y siguientes.
39
Ib. p. 196
19
Para Guillermo Bonfil Batalla y muchos más, la construcción jurídica de
México es ficticia e inclusive esquizofrénica. Los constructores del México
imaginario diseñaron leyes para un país que debiera ser, no para un país que
es. Sólo en fechas recientes se ha buscado reconocer en nuestros pueblos
indios un derecho consuetudinario y su derecho a ser la cultura que son. Para
el análisis de estas y otras religiosidades no resultan adecuadas aquellas
propuestas teóricas que ven a la secularización, sólo como laicidad combativa,
sólo como ruptura del vínculo entre lo religioso y lo temporal, sólo como
confrontación, sólo como evolución e idea de progreso. Secularización es
sencillamente lo religioso en el tiempo.
40
Cfr. Elio Masferrer Kan, “Sistemas Religiosos y Transformaciones Culturales. Lo Propio y lo Ajeno en
la Pluralidad” en Gerardo Martínez Cristerna (Compilador), El Futuro de la Religión, México, Editorial
Hombre y Mundo, 2006, p. p. 206-208.
41
Cfr. José Del Val, op. cit, p. 71.
20
En México también está la presencia del judaísmo, de manifestaciones
orientalistas, del Islam y hay personas ateas y agnósticas, además de muy
diversas versiones filosóficas con respecto a temas de espiritualidad. En suma,
México es diverso en lo religioso. La diversidad religiosa por sí misma le da
razón de ser, creo yo, a la laicidad en el siglo XXI. El estado moderno de corte
liberal nació en mucho como parte de un complejo proceso de secularización
que desencadenó la autonomía en las instituciones del estado. Estado laico
significa en breve, la oferta de un trato igual a los diferentes. En muchos
sentidos y direcciones, las propuestas individualistas e igualitarias del estado
liberal moderno han sido cuestionadas. Adolfo Sánchez Vásquez, cuando
reflexiona acerca de la igualdad y la desigualdad, propone principios
igualitarios. La igualdad normativa será la base para condenar la desigualdad
de hecho, y la igualdad ciudadana, aunque no basta en muchos sentidos ante
la desigualdad y la diversidad, será el único rasgo común.42 Las propuestas
actuales acerca de la laicidad sugieren como condición superar sus
antecedentes en el liberalismo y proyectarse como un régimen social garante
de la diversidad y como antídoto de la discriminación, así lo sostiene Pedro
Salazar Ugarte. Por mi parte, esta idea forma parte de una laicidad positiva
adecuada a nuestros tiempos. También, ante integrismos culturales y
fundamentalismos religiosos Roberto Blancarte opina que:
42
Cfr. Adolfo Sánchez Vásquez, “Reflexiones -¿Intempestivas?- Sobre la Igualdad y la Desigualdad” en
Juliana González y Josu Landa (Coordinadores), Los Valores Humanos en México, México, Siglo XXI
Editores y Universidad Nacional Autónoma de México, 2001.
43
Roberto Blancarte, “Laicidad Mexicana: Orígenes Razones y Futuro” en Manuel Camacho Solís,
(Coordinador), op cit, p. 26.
21
Los profesores Jean Bauberot de Francia, Micheline Milot de Canadá y
Roberto Blancarte de México presentaron la Declaración Universal de Laicidad
para el Siglo XXI ante el senado de Francia en diciembre de 2005. En este
documento quedan plasmados tres principios fundamentales de la laicidad. El
primero se refiere al respeto a la libertad religiosa y a la libertad de conciencia.
El segundo insiste en la autonomía del estado con respecto a las convicciones
religiosas, filosóficas y sus instituciones. El tercero aboga por la igualdad de
todos los seres humanos y por evitar la discriminación. El artículo 7º de dicho
documento dice que la laicidad no es patrimonio exclusivo de una cultura y que
los procesos seculares de laicización pueden tener lugar en diversas culturas y
civilizaciones.44
44
Cfr. Roberto Blancarte, “Laicidad: La Construcción de un Concepto Universal” en Rodolfo Vásquez
(Coordinador), op. cit, p. p. 44-46.
22
Esto implica lo mismo una revaloración que la necesidad de fortalecer la
laicidad. La laicidad implica tres principios universales: libertad, autonomía e
igualdad. La laicidad no es patrimonio exclusivo de una cultura.
45
Cfr. Mauricio Beuchot, op. cit. p. 13.
46
J. Alejandro Salcedo Aquino, Multiculturalismo, Orientaciones Filosóficas para una Argumentación
Pluralista, México, Universidad Nacional Autónoma de México y Plaza y Valdéz, 2001.
47
Ib. p. 158.
23
Por lo mismo, una posición pluralista nos conmina a la comunicación
como condición necesaria del diálogo y el acuerdo. Este diálogo nos puede
conducir al reconocimiento recíproco y valores consensuados. Para la postura
pluralista el ser humano es universal en la medida en que se reconozca
perteneciente a una cultura lo mismo que reconozca, respete y se comunique
con otras. Se trata de traspasar el aislamiento y la exclusión. Lo contrario
puede conducir al fundamentalismo. La exclusión es injusticia y la igualdad es
ausencia de exclusión. Para mí, esta ecuación, nos invita a conjuntar las
prioridades del individualismo y del comunitarismo. Bien dice Beuchot, con la
revolución francesa se ganó mucho en libertad más no en igualdad y
fraternidad.48 El modelo pluralista está a favor de salvaguardar el derecho a la
diferencia, a la autenticidad, a la autonomía de las personas y de las
colectividades y culturas. El camino para tales propósitos es: la formulación de
principios normativos para las culturas en su expresión. Autonomía para definir
valores y medios. Autenticidad de vínculos y necesidades. Sentido; que cada
cultura proyecte sus fines y valores propios que le dan sentido a la vida
personal y colectiva. Eficacia en medios para cumplir los fines propios. Para el
diálogo intercultural, Alejandro Salcedo Aquino, propone el sentido de lo
universal y lo singular, principios de interpretación que faciliten la comunicación
entre tradiciones, culturas y principios regulativos para la comunicación.49
“Si nos referimos a la relación entre las distintas culturas, cabe señalar con Villoro que
en una situación ideal, exenta de dominación, la comunicación entre ellas, su
interdependencia recíproca, y la aparición de problemas comunes a todos las naciones
sólo resolubles por la solidaridad internacional, crea, actualmente, una conciencia
50
creciente de valores y metas comunes que rebasan las particularidades culturales”.
48
Cfr. Mauricio Beuchot, op. cit. p. 26.
49
Cfr. J. Alejandro Salcedo Aquino, op cit, p. p. 168 y siguientes.
50
Ib., p. 166.
24
Una cara más acerca de la secularización y laicidad tiene que ver
precisamente con el relativismo, la autonomía de la conciencia y del
conocimiento que incurrieron en posiciones extremas y hasta de dominio en
episodios de laicidad combativa. La cristiandad y el catolicismo en particular
por su parte han pretendido el monopolio de todas las esferas culturales. Hoy
en día, “no se pueden aceptar, sin más, la tesis de la Ilustración radical, que
considera falsas todas las religiones, como tampoco la concepción católica
tradicional de que sólo una es la verdadera”.51 En este trabajo sugerí ampliar
los criterios para la comprensión de la secularización y de la laicidad más allá
de la compresión occidental y liberal. Secularización es lo religioso en el
tiempo.
51
Juan José Tamayo, op cit, p. 13.
52
Cfr. Mauricio Beuchot, op. cit. p. p. 71 y 97.
25
En México, somos diversos en lo religioso y en las culturas de los
pueblos originarios. En nuestro país y en el mundo, se ha hecho necesario
reivindicar lo mismo los derechos de las etnias que de la religiosidad53 y de las
iglesias. Si la propuesta pluralista está a favor de salvaguardar el derecho a la
diferencia, la laicidad del estado opta por la oferta de un trato igual a la
diversidad religiosa y de pensamiento. Los principios normativos para las
iglesias y la expresión de lo religioso, creo yo que los encontramos en una
laicidad positiva que garantice libertad, autonomía del estado y consideración
de igualdad y no discriminación. Se trata de un capítulo relevante dentro de los
derechos humanos. Las distintas denominaciones religiosas y sus instituciones
deben gozar de plena autonomía en la conducción interna de su vida, así como
en sus expresiones doctrinales, éticas y sociales. La dimensión valorativa de
cada una debe de cobrar sentido y proyección futura para la persona y la
colectividad. En todos estos aspectos. La eficacia del estado es la laicidad
positiva, la eficacia de la diversidad religiosa lo será en la medida en que
cumplan con sus fines. La dimensión religiosa de la propuesta dialogal en el
modelo pluralista, la encontramos en el diálogo ecuménico y el encuentro
interreligioso.
53
Cfr. Ib. p. 54.
26
A juicio de Gregorio Peces-Barba, en su libro Ética, Poder y Derecho, los
valores que se deben conservar de la modernidad son: libertad, igualdad,
solidaridad y seguridad jurídica como constitutivos morales del poder y el
derecho.54 La ética pública de la modernidad puede evitar el reduccionismo del
estado totalitario y del estado confesional. Para éste autor un ciudadano puede
o no ser creyente y todos ciudadanos.
A MANERA DE CONCLUSIÓN
54
Cfr. Gregorio Peces-Barba, Ética, Poder y Derecho, México, Biblioteca de Ética, Filosofía del Derecho
y Política núm. 83, Distribuciones Fontamara, 2004, p. 62.
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Pensar un proceso secular de esta manera, puede estar supeditado a
criterios de evolución y progreso, o también puede implicar confrontación y
eliminación. También existe la posibilidad de pensar los procesos de
secularización como laicidad, participación religiosa y cambio religioso.
Laicidad tomada principalmente en el sentido de autonomía del estado y fuente
de legitimidad social. Dimensión social de la participación religiosa e
institucional. Por último, secularización entendida como cambio religioso en la
modernidad principalmente.
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Los procesos seculares de cambio religioso nos han traído a través de la
historia por el camino de la diversidad. La multiplicidad cultural también es una
realidad. El modelo pluralista busca explicar el multiculturalismo. Existe la
posibilidad de un acercamiento teórico entre el modelo pluralista y los procesos
de secularización, entendidos éstos de manera multidimensional, ante la
diversidad religiosa. De esta manera podíamos comprender mejor, por ejemplo,
los encuentros ecuménicos e interreligiosos de las iglesias. Como principios
igualitarios debemos preservar del estado moderno la libertad, la igualdad
normativa y la ciudadanía.
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BIBLIOGRAFÍA
30
Juliana González y Josu Landa, (Coordinadores), Los Valores Humanos en
México, México, Siglo XXI Editores y Universidad Nacional Autónoma de
México, 2001.
31
SG, UNAM, UAA y CEREM, El Papel de las Iglesias en el México de Hoy,
México, Secretaría de Gobernación, Universidad Nacional Autónoma de
México, Universidad Americana de Acapulco y Centro de Estudios de las
Religiones, 1994.
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