1 Cuento 1 Fabula 1 Leyenda 1 Mito 3 Refranes Etc
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En una hermosa mañana de verano, los huevos que habían empollado la mamá Pata
empezaban a romperse, uno a uno. Los patitos fueron saliendo poquito a poco, llenando
de felicidad a los papás y a sus amigos. Estaban tan contentos que casi no se dieron
cuenta de que un huevo, el más grande de todos, aún permanecía intacto.
Todos, incluso los patitos recién nacidos, concentraron su atención en el huevo, a ver
cuando se rompería. Al cabo de algunos minutos, el huevo empezó a moverse, y luego se
pudo ver el pico, luego el cuerpo, y las patas del sonriente pato. Era el más grande, y para
sorpresa de todos, muy distinto de los demás. Y como era diferente, todos empezaron a
llamarle el Patito Feo.
La mamá Pata, avergonzada por haber tenido un patito tan feo, le apartó con el ala
mientras daba atención a los otros patitos. El patito feo empezó a darse cuenta de que allí
no le querían. Y a medida que crecía, se quedaba aún mas feo, y tenía que soportar las
burlas de todos. Entonces, en la mañana siguiente, muy temprano, el patito decidió irse
de la granja.
Triste y solo, el patito siguió un camino por el bosque hasta llegar a otra granja. Allí, una
vieja granjera le recogió, le dio de comer y beber, y el patito creyó que había encontrado a
alguien que le quería. Pero, al cabo de algunos días, él se dio cuenta de que la vieja era
mala y sólo quería engordarle para transformarlo en un segundo plato. El patito salió
corriendo como pudo de allí.
El invierno había llegado, y con él, el frío, el hambre y la persecución de los cazadores
para el patito feo. Lo pasó muy mal. Pero sobrevivió hasta la llegada de la primavera. Los
días pasaron a ser más calurosos y llenos de colores. Y el patito empezó a animarse otra
vez. Un día, al pasar por un estanque, vio las aves más hermosas que jamás había visto.
Eran elegantes, delicadas, y se movían como verdaderas bailarinas, por el agua. El patito,
aún acomplejado por la figura y la torpeza que tenía, se acercó a una de ellas y le
preguntó si podía bañarse también en el estanque.
Y uno de los cisnes le contestó:
- Pues, ¡claro que sí! Eres uno de los nuestros.
Y le dijo el patito:
- ¿Cómo que soy uno de los vuestros?
Yo soy feo y torpe, todo lo contrario de vosotros.
Y ellos le dijeron:
- Entonces, mira tu reflejo en el agua del estanque y verás cómo no te engañamos.
El patito se miró y lo que vio le dejó sin habla. ¡Había crecido y se transformado en un
precioso cisne! Y en este momento, él supo que jamás había sido feo. Él no era un pato
sino un cisne. Y así, el nuevo cisne se unió a los demás y vivió feliz para siempre.
FIN
El Adivino
Instalado en la plaza pública, un adivino se entregaba a su oficio. De repente se le
acercó un vecino, anunciándole que las puertas de su casa estaban abiertas y que
habían robado todo lo que había en su interior.
El adivino levantose de un salto y salió corriendo hacia su casa, desencajado y
suspirando, para ver lo que había sucedido.
Uno de los que allí se encontraban, viéndole correr le dijo:
-Oye, amigo, tú que te vanaglorias de prever lo que ocurrirá a los otros, ¿por qué
no has previsto lo que te sucedería a ti?
El adivino no supo qué responder.
Moraleja: no hay que fiarse de aquellos que dicen que pueden adivinar el futuro de
los demás. Tan sólo pretenden estafarnos y quitarnos nuestro dinero.
El mito de Aracne
Como en la mayoria de los mitos y leyendas, el
protagonista tiene una cualidad especial. En este caso,
Aracne era la hija de Imdón, un tintorero. La joven era
una de las mejores tejedoras de Grecia. Hasta las
ninfas del bosque acudían para admirar sus trabajos,
su prestigio era enorme, tanto, que todos creían que
Atenea la había dotado con tales dones. Pues la diosa
de la sabiduría, era la patrona de los artesanos.
Adivinanzas
1. Soy un animal muy elegante,
muy veloz y poco fiero;
y cuando quiero calzarme
voy a casa del herrero.
Respuesta: el caballo.
2. Antes huevecito,
después capullito,
más tarde volaré
como un pajarito.
Respuesta: la mariposa.
2. Había una vez un hombre tan pequeño que se subió encima de una canica
y dijo: ¡El mundo es mío!
3. La maestra:
- Jaimito, si en esta mano tengo 8 naranjas y en esta otra 6 naranjas
¿Qué tengo?
- Unas manos enormes, señorita.