El Partido Comunista de Chile - 1922-1947
El Partido Comunista de Chile - 1922-1947
El Partido Comunista de Chile - 1922-1947
Andrew Barnard
El Partido Comunista de Chile, 1922-1947
Título original: The Chilean Communist Party, 1922-1947, London 1977
Ariadna Ediciones
Santiago de Chile, septiembre 2017
http://ariadnaediciones.cl/
ISBN: 9789568416560
DOI: http://dx.doi.org/10.26448/9789568416560.7
2
Índice
Prefacio, 7
Agradecimientos, 9
Principales abreviaturas, 11
Conclusiones, 251
Bibliografía, 266
3
4
Nota a la presente traducción
Rolando Álvarez
Manuel Loyola
Editores
5
6
Prefacio (1977)
7
8
Agradecimientos
9
10
Principales Abreviaturas
11
12
Capítulo 1
50.
14
civil. Con la Constitución de 1833 instituyeron una forma de gobierno
casi monárquica y adaptada a ciertas formalidades republicanas. Si
bien se reconocía el principio de separación de poderes, casi todos
eran delegados al Presidente de la República, mientras que la
legislatura bicameral adquiría un rol predominantemente consultivo.
Al limitar severamente la ciudadanía y mediante el establecimiento de
elecciones presidenciales indirectas, Portales y sus adherentes
terminaron por resguardar firmemente el control en manos de la
aristocracia terrateniente. Sin embargo, a pesar del intento deliberado
por limitar la participación popular en el proceso político, la
Constitución de 1833 no renegaba de las ideas ilustradas. La
educación, por ejemplo, pasó a ser responsabilidad del Estado y, más
importante aún, contemplaba medidas para asegurar que la
presidencia no derivara de una dictadura institucional a otra personal.
A los Presidentes no se les permitía ejercer más de dos mandatos
consecutivos y tampoco podían disolver el Congreso, mientras que a
éste último se le otorgó poderes limitados sobre las finanzas y las
Fuerzas Armadas. En resumen, la Constitución de 1833 tenía los
méritos de reconocer y conferir legitimidad sobre las relaciones de
poder existentes en la sociedad chilena y, por otro lado, de
proporcionar un cuadro aceptable en el que los grupos rivales podrían
competir por el poder político de una manera relativamente pacífica.
Bajo la tutela de la Constitución de 1833, Chile experimentó la
paz y estabilidad necesarias para un crecimiento económico sostenido.
A mediados del siglo XIX, comenzaron a florecer la banca y el
comercio, mientras se desarrollaban los sectores minero y agrícola.
Con el crecimiento económico vino un cambio social: surgieron
nuevas élites cuya riqueza no se basó principalmente en la explotación
de la tierra, sino que en la banca y en el comercio; nuevos sectores
medios –profesionales, oficiales y empresarios– aparecieron en
respuesta a las demandas de una economía cada vez más compleja y,
al extremo de la escala social, se empezó a formar una nueva clase
artesana urbana. Sin embargo, el cambio social y económico a
mediados de siglo no fue suficiente para generar nuevas fuerzas
dispuestas y capaces de desafiar a la tradicional clase dominante por
el poder político. De hecho, la aristocracia terrateniente mostró una
flexibilidad considerable al absorber a las nuevas élites mineras y
comerciales, si bien las divisiones políticas, lejos de reestructurarse
sobre la base de políticas de clase o socioeconómicas, continuaron
girando en torno a temas constitucionales o religiosos.
Dos temas en particular dominaron la política de Chile en el
siglo XIX: el autoritarismo presidencial y los poderes y privilegios de
la Iglesia. Sobre estos asuntos, junto a las intensas rivalidades
personales entre quienes deseaban llegar a ser Presidente de la
República, radica la emergencia de una serie de partidos políticos,
15
débilmente cohesionados, a mediados del siglo XIX. En la década de
1840, algunos pelucones, frustrados en sus esfuerzos por asegurar la
presidencia para uno de sus miembros, se unieron con sectores
disidentes de los pipiolos para formar el Partido Liberal (PL), una
organización que abogaba por frenar los poderes presidenciales y en
favor de las libertades públicas. Luego, una administración contraria a
los intereses de la Iglesia provocó que los pelucones se separaran una
vez más, creando dos partidos: el Partido Conservador (PC), que
defendía la posición de la Iglesia, y el Partido Nacional (PN), que
estaba del lado del gobierno. Finalmente, en la década de 1860, el ala
izquierda del PL, el sector más radical en el anticlericalismo y en la
defensa de las libertades públicas, se escindió, dando paso a la
organización del Partido Radical (PR)6.
Si el cambio económico y social a mediados de siglo jugó un
rol secundario en el surgimiento de dichos partidos, a lo largo de los
años estos llegaron a asociarse con sectores específicos de la clase
dominante. El PL, por ejemplo, recibió apoyo de los hacendados
menos devotos y de las élites más nuevas; el PC pasó a ser la voz de
los latifundistas católicos tradicionalistas, mientras que el PN
representaba a los latifundistas de mentalidad secular, funcionarios
del Estado y empresarios progresistas. El PR era, quizás, la
manifestación más clara del cambio económico y social a mediados de
siglo, ya que obtuvo su liderazgo e inspiración de las nuevas élites
mineras.
El tema del autoritarismo político no era solo un catalizador
en la formación de partidos políticos, sino también fue un factor
crucial en el desarrollo constitucional de Chile. El conflicto entre los
poderes Ejecutivo y Legislativo, o cada intento de expandir o defender
sus privilegios, caracterizó la historia constitucional de Chile en el
siglo XIX (de manera similar, según un escritor chileno, como el Rey y
el Parlamento lucharon por el poder en Inglaterra del siglo XVII)7. De
hecho, el balance de poder entre el Presidente y el Congreso es
usualmente utilizado para periodificar el desarrollo de Chile. Mientras
la República Autocrática -generalmente fechada desde 1833 hasta
1861- vio al poder presidencial constantemente interferido por el
Congreso, en la República Liberal que le siguió, se aprobaron
reformas que convirtieron al Legislativo en un cuerpo con mayor
independencia y poder. Tan fuerte que, para la década de 1880, hizo
16
del gobernar una ardua tarea para cualquier presidente que incurriera
en hostilidad. A fines de la década de 1880, el Presidente Balmaceda
se encontró precisamente en esa posición. Aunque, paradójicamente,
como congresista había estado a la ofensiva en pos frenar el poder
presidencial, bajo su mandato presidencial, a la luz del
obstruccionismo congresal, intentó gobernar sin las Cámaras,
precipitándose la Revolución de 1891 y, consiguientemente, su propia
caída8.
La Revolución de 1891 es comúnmente considerada para marcar el
comienzo de la fase final del desarrollo de Chile bajo la Constitución
de 1833, la también llamada República Parlamentaria. Como su
nombre podría sugerir, la República Parlamentaria vio el ascenso del
legislativo por sobre el poder ejecutivo del gobierno. Alentado por su
victoria en la Revolución de 1891, el Congreso comenzó a utilizar
progresivamente los poderes que había ganado bajo la República
Liberal y, según algunos críticos, cada vez con menos sentido de
responsabilidad. La inestabilidad ministerial, provocada por el uso de
la facultad legislativa de censurar y remover a los ministros de sus
cargos, además de la interferencia del Congreso en los más mínimos
detalles de la administración pública -en desmedro de la eficacia y la
diligencia-, pasaron a ser señales distintivas de la República
Parlamentaria. Crecientemente, los presidentes se encontraban ante la
necesidad de contar con una mayoría suficiente en el Congreso para
desarrollar sus programas de gobierno. Los presidentes aun poseían
los medios para influir en el Congreso (a través del patronato del
Estado y su rol decisivo en los resultados de las elecciones), pero la
falta de cohesión de los partidos y su vulnerabilidad ante los feroces
conflictos internos –con las consiguientes fragmentaciones- hicieron
del construir una mayoría parlamentaria estable, una tarea que a
menudo eludían los presidentes más astutos. Inevitablemente, la
Republica Parlamentaria pasó a estar asociada con gobiernos débiles,
inciertos y corruptos, incapaces de superar el desafío del cambio
económico y social9. Esta reputación permitió que, a inicios del siglo
salitrera en la economía chilena, ver Aníbal Pinto et. al., Chile, Hoy, Santiago,
1970, pp. 9-16.
18
por la posibilidad de salarios más altos y mejores oportunidades,
acudían a las ciudades más importantes y a las nuevas zonas
productivas en el norte y en el sur del país. En 1907, el 43% de todos
los chilenos vivían en pueblos o ciudades, mientras que en 1875 solo el
27%13. Durante casi el mismo periodo, la población de las provincias
salitreras aumentó a más del triple, mientras que la de las zonas
carboníferas y manufactureras alrededor de Concepción, experimentó
un alza similar14. En 1910, unos 50.000 trabajadores fueron empleados
en las salitreras, 10.000 en las minas de carbón, 17.000 en la industria
ferroviaria y 71.000 en el sector manufacturero-industrial15.
A raíz de la concentración de grandes cantidades de
trabajadores en condiciones laborales y de vida a menudo duras, y
muy diferentes a las que tenían en sus tierras de origen, comenzó a
desarrollarse un fuerte sentido de identidad de clase. Por primera vez
el trabajador estuvo expuesto a la reglamentación de la vida
industrial, dependiendo de un salario para su subsistencia diaria. Con
ello, cualquier ilusión que el migrante pudo haber traído del campo,
en cuanto a una comunidad de intereses entre el empleador y los
empleados, se deterioró. De hecho, como crecía progresivamente la
cantidad de trabajadores dependientes de un salario, Chile se vio
afectado por una lenta pero persistente inflación. El valor del peso
cayó en dos tercios entre 1880 y 1910, mientras que, según otra fuente,
el costo real de los artículos de consumo aumentó el cuádruple entre
1891 y 190816. Quizás fue esta presión inflacionaria, además de las
diferencias en las condiciones laborales y de vida que los trabajadores
migrantes experimentaron, lo que ayudó a desarrollar la conciencia de
clases y, consiguientemente, permitió la creación de organizaciones
específicamente diseñadas para defender los intereses de los sectores
obreros.
El proceso de formación de conciencia en la clase, como
dijimos, se visibilizó mejor en las regiones salitreras de Antofagasta y
Tarapacá, donde grandes cantidades de trabajadores, a menudo
reclutados a través de medios inescrupulosos, fueron conducidos a
campamentos pobremente construidos bajo la severa insolación del
desierto de Atacama. Carentes de los servicios más rudimentarios, los
campamentos eran los reinos privados de las compañías salitreras. A
merced de sus propios precios y conveniencia, la pulpería de la
13 Julio César Jobet, Ensayo Crítico del desarrollo económico Social de Chile,
Santiago, 1955, pp. 132-133.
14 Enrique Reyes, El Desarrollo de la conciencia Proletaria, Santiago, 1973, pp. 34-
36.
15 Jorge Barría Serón, “Los movimientos sociales de principios del siglo XX”,
19
empresa satisfacía las necesidades de subsistencia del trabajador,
mientras las compañías controlaban el acceso y la salida del
campamento, manteniendo el orden y la disciplina de una manera
regularmente arbitraria. El sistema de trueque, la insuficiencia de
agua, la ausencia de derechos civiles, la falta de escuelas y de justicia
imparcial, la tolerancia de la prostitución, el juego, del licor, la falta de
atención médica apropiada, etc., eran denuncias permanentes de los
trabajadores salitreros17. Con relación a todo ello, no es de extrañar
que estos trabajadores desarrollaran una identidad de clase y de
solidaridad particularmente fuertes, lo que fue transmitido
regularmente a otras partes de Chile cuando por necesidad o elección,
regresaban a las provincias centrales o del sur.
Las salitreras no fueron los únicos lugares donde las
condiciones ayudaron a promover un fuerte sentido de clase. Como
las condiciones en las cuencas mineras del sur eran semejantes a las
provincias salitreras, las experiencias de estos trabajadores orientaron
la formación de actitudes similares, aunque de una forma menos
intensa.
Mientras la formación de un claro sentido de clase tuvo
enorme impacto para el desarrollo del movimiento obrero en general,
sus primeras organizaciones pertenecieron a una etapa temprana de
su evolución. El cambio social y económico de mediados de siglo,
además de la consiguiente creación de una clase artesanal urbana,
produjo la primera sociedad mutualista en 1853. La sociedad
mutualista, que permaneció como la forma más usual de organización
obrera hasta avanzado el siglo XX, entregó seguridad social y
beneficios educacionales a sus miembros. Generalmente se organizaba
a partir del intercambio de servicios; no era política -en el sentido
partidista- y no se preocupaba de luchar contra los empleadores por
mejores salarios y condiciones laborales. El movimiento mutualista
creció considerablemente en la segunda mitad del siglo XIX y, en
1902, creó una organización nacional, el Congreso Social Obrero, con
20.000 miembros ese año18. Vinculadas a las sociedades mutualistas,
estaban las filarmónicas y de instrucción, preocupadas
particularmente por el cultivo artístico y la educación.
A fines del siglo XIX, la agudización del conflicto de clases y
la penetración de las ideas anarquistas produjeron una nueva forma
de organización obrera: la sociedad en resistencia, diseñada
específicamente para luchar por mejores pagos y condiciones
laborales para sus miembros, mediante la acción directa y militante.
Fundada en Santiago por obreros de talleres ferroviarios (1898), esta
17 Para conocer las quejas de los obreros del salitre y las respuestas del
gobierno y los empleadores, ver Reyes, op. cit., pp. 129-211.
18 Barría Serón, op. cit., p. 67.
20
experiencia se esparció a otros grupos de trabajadores del país,
incluyendo a mineros en Lota, trabajadores portuarios, panaderos y
marinos (en Valparaíso)19. Al poco tiempo de que se fundara la
primera sociedad en resistencia, apareció otra forma de organización
obrera, la mancomunal. La primera que apareció fue en Iquique, en
1900. Mezcló las características esenciales de las sociedades
mutualistas y en resistencia, y fue la verdadera precursora del
moderno sindicalismo chileno. Asociadas a tendencias socialistas y
anarquistas, desde 1900, las mancomunales fueron creadas en
Tocopilla, Taltal, Copiapó, Lota, Coronel y Lebu. Sin embargo, si bien
las sociedades en resistencia y las mancomunales tuvieron influencia
en varios sectores de obreros, no parece, en todo caso, que hayan
tenido una larga duración. Una encuesta del gobierno (1910) sobre
todas las formas de organización obrera, informó que, de un total de
433 agrupaciones con 59.136 miembros, solo 7 eran sociedades en
resistencia, mientras que las mancomunales parecían haber
desaparecido20. La mayoría de las organizaciones obreras fueron,
entonces, sociedades mutualistas, filarmónicas y de instrucción.
Una de las principales razones de la relativamente corta vida
de sociedades en resistencia y mancomunales, fue haber estado
involucradas en acciones de huelga. La frecuencia cada vez más alta
de huelgas durante la primera década del siglo XX, no fue vista por
las autoridades con ecuanimidad, recurriendo a procesos judiciales y a
la represión en un esfuerzo por aplastar los tipos más radicales de
organización y protesta. Aunque la mayoría de las huelgas fueron
pacíficas y concluyeron rápidamente a través de negociaciones
directas entre empleadores y empleados (sin intervención del
gobierno), otras se prolongaron por largos períodos, terminando en
matanzas algunas de ellas. La policía y el Ejército mataron a decenas
y, a veces, a cientos de trabajadores en las huelgas en Valparaíso
(1903), Santiago (1905) y Antofagasta (1906)21. Debido a que los
huelguistas en ocasiones protagonizaron revueltas y disturbios
rechazados con vigor por las autoridades, nada puede justificar el
tratamiento al que se sometió a los huelguistas en Iquique (1907),
donde la represión del gobierno alcanzó su auge durante esta década.
21
Ahí murieron unas 2.000 personas22. La represión de la huelga de
Iquique significó un golpe físico y moral al movimiento obrero
chileno. La recuperación tardó varios años.
Los partidos políticos establecidos tuvieron que enfrentar los
cambios sociales y económicos de la segunda parte del siglo XIX. En
1901, el P. Conservador incorporó formalmente a su ideología los
principios sociales cristianos establecidos en la encíclica papal Rerum
Novarum; el P Liberal y el Partido Liberal Democrático (PLD),
formado por balmacedistas luego de la Revolución de 1891,
eventualmente aceptaron la idea de que el Estado debía intervenir en
los conflictos laborales; mientras que, en 1906, el PR propuso que el
Estado debía jugar un rol importante en la regulación de las relaciones
de clases23. Mientras que estos partidos mostraron diversos grados de
preocupación por la condición de las nuevas clases obreras, ninguno
intentó capturar su apoyo adoptando programas específicamente
diseñados para satisfacer sus necesidades. La clase obrera era vista
como un problema a resolver antes que una fuerza aprovechable.
El primer partido político en realizar un intento de
representación y atraer a las clases laboriosas fue el Partido
Demócrata (PD), fundado en 1887 por un grupo de radicales
disidentes. Apuntando a nada menos que la emancipación política,
social y económica del pueblo, el PD adoptó la vía electoral para
luchar por la implementación de un poco coherente programa de
reformas, el cual, incluso en caso de aprobarse en su totalidad, no
habría logrado dicho objetivo24. Pronto surgieron varias facciones
diferentes en el PD que, casi desde el principio, fueron afectadas por
serias divisiones internas provocadas por diferencias políticas y
personales. Quizás el tema que causó la mayoría de los conflictos
durante los primeros años del PD, fue el tema de si participar o no en
acuerdos de coalición y, de ser así, a cuál de las dos grandes
coaliciones debían apoyar: a la Alianza Liberal o a los sectores
conservadores25. Estos temas, además de las próximas elecciones
30 Detalles sobre los primeros años de vida de Recabarren, en Jobet, Ibid. pp.
7-8, y Obras de Luis Emilio Recabarren, pp. 13-15. Ver también Recabarren de
Fernando Alegría, Santiago, 1938 que, a pesar de ser una biografía ficticia, se
apega estrictamente a los hechos. Las publicaciones oficiales del PCCh
generalmente olvidan mencionar la oposición activa de Recabarren a
Balmaceda, quien después de su muerte se convirtió rápidamente en un héroe
de la izquierda.
31 El Despertar de los Trabajadores (en adelante, DTIQ), Iquique, 12.9.1912.
24
Argentina, donde fue parte del Partido Socialista argentino, y luego
fue a Europa. Ahí, según algunos relatos, se habría reunido con Lenin,
y afilió el PD a la Segunda Internacional, pese a no tener la autoridad
para ello32. A su regreso a Chile, en 1908, cumplió su condena de
prisión y, una vez más, volvió a la actividad partidaria en el PD.
En 1911, tras disputas por un tema electoral con otros miembros de
la facción socialista en el PD santiaguino, Recabarren se dirigió a
Tarapacá, donde fundó otro periódico (en Iquique), para reorganizar
el PD en esa provincia en miras a las elecciones parlamentarias de
marzo de 191233. Si bien no es completamente claro si Recabarren
decidió, en definitiva, formar un nuevo partido en ese entonces, la
configuración de las circunstancias en el PD, tanto nacional como
local, generó la posibilidad que un nuevo partido surgiera. Dada la
proximidad de las elecciones parlamentarias, la antigua enemistad
entre reglamentarios y doctrinarios brotó, mientras que los
demócratas socialistas y sus rivales más conservadores compitieron
por la nominación interna de un candidato para las elecciones
próximas. En Iquique, Recabarren logró asegurar su nominación para
la diputación, pese a que un demócrata, Pedro Araya, ya estaba de
turno para ese distrito. A pesar de las protestas de Araya ante la
dirección nacional del partido en Santiago, el PD se negó a anular la
nominación de Recabarren, por lo que ambos se presentaron a la
elección de 191234. En la contienda electoral, ambos fueron
ampliamente derrotados, pero Recabarren consiguió 599 votos frente
a los 61 de Araya (de un total de unos 13.000 votos)35.
Aunque Recabarren y el PD tarapaqueño habían aceptado, si bien
de mala gana, un pacto que el partido había hecho con la Coalición
Liberal para intercambiar votos en las elecciones de 1912, el fracaso de
este acuerdo al no lograr los resultados esperados en Tarapacá y otras
zonas de Chile -además de noticias de que la directiva del PD tenía la
intención de profundizar sus políticas de alianzas-, finalmente
persuadió a Recabarren y a otros a salir del PD36. Recabarren justificó
la fundación del POS en junio de 1912 argumentando que, durante los
últimos años, las políticas de los dirigentes demócratas no habían
servido a los intereses de las clases obreras. En particular, sostuvo que
Santiago.
34 DTIQ, 22.2.1912.
35 El Tarapacá, Iquique 7.3.1912.
36 El Grito Popular, Iquique 6.9.1911; DTIQ, 11.5.1912.
25
la política de pactos electorales había beneficiado a las clases
explotadoras, que la dirección nacional era burguesa, que no tenía
conocimiento de las necesidades doctrinarias y materiales de la gente,
y que no mostraba preocupación por promover una prensa partidaria
distintiva37. En resumen, Recabarren acusó a la dirección nacional de
entregar a los trabajadores a la explotación burguesa. Este sentimiento
era compartido por varios socialistas en el seno del PD, además de
que la aparición del POS en Tarapacá, coincidió con la emergencia de
rupturas en los grupos de Santiago y Punta Arenas.
El POS tuvo una duración de nueve años y medio antes de cambiar
su nombre a PCCh, en 1922. Durante gran parte de ese tiempo, fue
irrelevante respecto a las tendencias principales de la política chilena
y, usualmente, el partido existía por medio de pequeños grupos
semiautónomos que sufrieron gran rotación de miembros y enconadas
disputas internas. A pesar de esto, el POS llegó a ejercer una
influencia considerable en el movimiento sindical y desarrolló una
serie de características que se proyectaron al PCCh.
Aunque el POS fue fundado de modo independiente en Tarapacá,
Santiago y Punta Arenas a mediados de 1912, no fue hasta 1915 que
estos grupos celebraron su primer Congreso Nacional y crearon una
organización nacional. Antes y después de 1913, el centro de actividad
socialista más importante fue Tarapacá, con sus vínculos cercanos a la
industria salitrera, su fuerza relativamente numerosa, la personalidad
dominante y la energía de su líder, Recabarren.
Para el momento de la fundación del POS, Tarapacá era una de las
nuevas provincias de la República, siendo parte del botín de la Guerra
del Pacífico. La provincia tenía unos 58.000 kilómetros cuadrados del
desierto de Atacama; la árida monotonía solo era interrumpida por los
campamentos salitreros y algún oasis ocasional. En 1907, Tarapacá
tenía tres pueblos de poca importancia ubicados en la costa. Iquique,
la capital, contaba con una población de 40.000 habitantes; Arica y
Pisagua tenían poblaciones de aproximadamente 4.000 habitantes,
respectivamente. De una población total de 110.000, 42.291 personas
estaban involucradas directamente con la industria salitrera38. Casi la
totalidad de la población eran migrantes de provincias del sur de
Chile, de Bolivia y Perú. De hecho, en 1914, de una fuerza laboral de
50.000 personas, casi la mitad venían de esos dos países vecinos39.
En 1912, Tarapacá fue, en gran parte, una sociedad fronteriza,
carente de organizaciones sociales, culturales y educacionales
asociadas a los centros principales de población. Los prostíbulos y las
tabernas eran espacios sociales más dominantes que la Iglesia y las
26
escuelas. De hecho, ni la Iglesia ni el Partido Conservador habían sido
organizados formalmente en la provincia. Políticamente, fue dominio
de los partidos radical y demócrata liberal, aunque solo se activaban
para las elecciones. Esta ausencia de servicios sociales, culturales y
educativas marcaron las actividades del POS. El POS adoptó formas
de propaganda diseñadas, al menos hasta cierto punto, para llenar el
vacío. Se formaron grupos de teatro que recorrieron la pampa salitrera
montando obras a menudo escritas por los mismos trabajadores, y que
contenían un claro mensaje moral socialista. Las muestras musicales o
veladas eran una forma de propaganda particularmente favorecida
por el POS. A veces cientos de trabajadores asistían a las veladas para
escuchar espectáculos musicales, recitaciones, declamaciones y
discursos sobre temas que iban desde el trabajo del socialismo hasta
los males de beber, desde la miseria económica de la gente hasta los
verdaderos fines del movimiento Boy Scout40. Las reuniones públicas y
los debates usados a través de la República para popularizar el
mensaje socialista, asumieron una inusual importancia en Tarapacá.
De hecho, en los pueblos costeros, donde existían pocas restricciones
sobre la libertad de reunión, dichos debates se convirtieron en una
suerte de institución. En Iquique, por ejemplo, miles de trabajadores
se reunían en la plaza central los fines de semana para escuchar a los
anarquistas y socialistas defender sus puntos de vista y, en una
ocasión, un debate entre católicos y socialistas sobre la existencia de
Dios atrajo una audiencia de 15.00041.
El principal instrumento de la propaganda socialista en Tarapacá y
otros lados, fue el periódico del partido. En 1916, el POS tenía siete
periódicos: Iquique, Antofagasta, Taltal, Santiago, Concepción,
Valparaíso y Punta Arenas42. La mayoría eran empresas de corta vida:
El Despertar de los Trabajadores, de Iquique y El Socialista (después de
1922, El Comunista) de Antofagasta, sobrevivieron hasta 1927; El
Socialista, de Valparaíso, fue publicado entre 1915 y 1918. Los
periódicos de Iquique y Antofagasta eran publicados varias veces a la
semana y, a veces, diariamente, mientras que El Socialista de
Valparaíso, era de publicación semanal. Pese a que el tiraje de dichos
periódicos a veces era de 3.000-4.000 ejemplares, estos medios
sufrieron de continuas dificultades financieras43. Los periódicos del
POS se comprometieron constantemente con la propagación de los
40 Ibid., 21.7.1914.
41 Ibid., 4.12.1914.
42 Ibid., 27.4.1916. ver en Osvaldo Arias Escobedo, La Prensa Obrera en Chile,
una deuda mensual promedio de 500 pesos en 1914, y un total de 4.300 pesos
en 1917. DTIQ, 21.5.1914; 17.5.1917.
27
ideales socialistas a través de artículos explicativos, la poesía, la
música o la publicación de literatura de manera seriada. Las
imprentas de los periódicos también emitieron una amplia variedad
de literatura en folletos.
La importancia de los periódicos del POS no solo radicó en su
actividad de propaganda, sino también en el hecho de que
constituyeron el esqueleto de la organización del partido. La prensa
entregaba las citaciones para las reuniones de grupos locales del POS
y sirvió de campo de entrenamiento para sus activistas. Los pocos
cargos remunerados de un periódico eran otorgados a hombres que,
en verdad, eran funcionarios a tiempo completo, exclusivamente
dedicados a labores de propaganda y organización. Asimismo, su
entrenamiento como periodistas incluyó el traslado de funcionarios
primerizos de una parte a otra del país, de acuerdo a las necesidades
del POS. Es impresionante la lista de líderes del PCCh, de primera y
segunda generación, que recibieron dicho entrenamiento, a menudo
de parte del mismo Recabarren44.
La naturaleza del socialismo que el POS intentó esparcir fue
caracterizada por su ambigüedad y romanticismo, además de la
ausencia de un análisis profundo. Sin embargo, los elementos
esenciales estaban lo suficientemente claros: la sociedad estaba
dividida en dos clases, los dueños de los medios de producción y los
trabajadores que poseían solo sus recursos mentales y físicos; los
primeros viviendo en un lujo decadente a expensas de los segundos.
Los socialistas propusieron la creación de una sociedad más justa e
igualitaria en la que “la producción es un factor común como también
los factores de la producción” y donde todos serían “dueños de los
frutos de su labor”45. El objetivo del POS, entonces, de acuerdo a sus
ideaciones utópicas, era la reorganización revolucionaria de la
sociedad.
Si bien los objetivos a largo plazo del POS eran revolucionarios, los
medios escogidos para efectuarlos eran aquellos que ya habían sido
probados por los socialistas del PD, participando en elecciones de
cargos públicos, la formación de sindicatos y cooperativas. La
adopción de estos medios políticos, les trajo la hostilidad implacable
de los anarquistas, quienes consideraban la participación en el proceso
político burgués -por muy noble que fuese el objetivo- como
reformismo y traición de clase. Y, de hecho, sin aceptar la ecuación de
los anarquistas sobre la actividad política y el reformismo, el POS
28
claramente era un partido reformista tanto en acción como en
ideología. Recabarren, por ejemplo, identificaba el socialismo como
“el aumento de individuos que se perfeccionan a sí mismos, que
modifican sus malos hábitos y que invitan a otros a perfeccionarse”46.
Del mismo modo, el POS acogió los pocos intentos de las autoridades
para mejorar la situación de los trabajadores, alentando al Estado a
tomar parte activa en la regulación de las relaciones entre trabajo y
capital47. Contrariamente a lo que propusieron algunos grupos
anarquistas, el POS rechazó la acción violenta directa, sosteniendo que
las ganancias generadas por dichos medios serían, cuando más,
temporales48.
A su modo y a pesar de su reformismo, podemos convenir que el
POS fue una fuerza revolucionaria en al menos dos sentidos. En
primer lugar, fue revolucionario por el énfasis que colocó sobre la
necesidad de organizar sindicatos y cooperativas, las cuales eran
vistas no solo como necesarias para defender los intereses inmediatos
de los trabajadores, sino también, como las organizaciones medulares
en la derrota del sistema capitalista y sobre las cuales sería construida
la nueva sociedad. Estas creencias dejarían al POS muy cerca de sus
rivales anarquistas y anarcosindicalistas49. En segundo lugar, el
socialismo, tal como lo difundió el POS, también intentó traer ciertos
cambios revolucionarios en el comportamiento y en los hábitos
individuales. Impresionado por la evidente decadencia física y moral
de las clases obreras (en Tarapacá el alcoholismo y las enfermedades
venéreas eran abundantes), el POS desarrolló un fuerte puritanismo.
El alcoholismo, la prostitución, el juego y el fumar eran, en distintos
grados, condenados en la prensa socialista. Consiguientemente, se
esperaba que los miembros del POS dieran la espalda a los vicios
populares que les impedían ser buenos maridos, padres, hermanos e
hijos. La idea de que no era posible ser un buen socialista sin ser un
buen hombre de familia con hábitos moderados, siguió vigente en el
PCCh.
Otras características distintivas de la ideología del POS
correspondieron a su anticlericalismo, su anti-militarismo y su
internacionalismo. Debido a que estos rasgos eran comunes en la
mayoría de los movimientos socialistas de comienzos del siglo XX, los
hechos y eventos acaecidos en Tarapacá (y en lugares de Chile) los
hizo particularmente relevantes. El anticlericalismo del POS, por
46 DTIQ, 2.7.1914.
47 Ver, por ejemplo, ibid., 16.5.1912; 13.8.1914; 21.8.14.
48 Ibid., 2.7.1914.
49 Recabarren aún pensaba en estos aspectos en 1921. Ver, por ejemplo, su
50 El Bonete, Iquique, tenía una circulación de unas 2000 copias. Ver este tema
en 15.2.1913. Elías Lafertte sostenía que solo era el editor por razones legales y
que el editor real era Aguirre Bretón. Elías Lafertte, Vida de un Comunista,
Santiago, 1957, p. 98.
51 DTIQ, 24.12.1915.
52 Ver, por ejemplo, una serie de artículos sobre la masonería y las fuerzas
detalles sobre las actividades del POS en 1912: DTIQ, 13.2.1913. En 1917, el
POS transmitió sus temores a la Segunda Internacional de que el Partido
30
socialismo obrero no limitó su internacionalismo a una teorización
pasiva. Unos pocos socialistas chilenos, en particular Recabarren,
llegaron a participar activamente en el Partido Socialista argentino,
ayudando a formar al grupo que, posteriormente, se convertiría en el
Partido Comunista de Argentina. 54 Además, varios extranjeros
llegaron a ser militantes del POS; en algunos casos tuvieron destacada
actuación. Un argentino, Mariano Rivas, y un italiano, Loggia Fratti,
adquirieron importancia en el POS, mientras que algunos obreros
bolivianos, que aprendieron las lecciones de organización política y
sindical en la pampa salitrera, se convirtieron en una fuerza
prominente en los movimientos socialistas de su propio país. 55 El
internacionalismo del POS queda también bien ilustrado
considerando que socialistas argentinos eran usualmente invitados a
los congresos nacionales del partido, una práctica que permaneció
vigente en el PCCh. Su internacionalismo se demostró igualmente
celebrando el Día del Trabajador con meetings y, ocasionalmente, con
la paralización de faenas. A veces, el POS manifestaba su protesta
frente a hechos ocurridos en otros países: por ejemplo, en 1916, unos
2.000 trabajadores se reunieron en Iquique para protestar por la forma
en que Carranza trató a huelguistas en Ciudad de México.56
Amén de sus rasgos doctrinarios ¿cómo se organizaba el POS? A
pesar de que no tuvo una organización nacional sino hasta 1915 y,
aunque las orgánicas internas de los partidos locales solían diferir, la
estructura principal fue la sección en Tarapacá, la que se reunía
periódicamente para discutir los problemas diarios y eligió un comité
administrativo de 5 personas para conducir los asuntos de la sección.
En Santiago se hicieron intentos para profesionalizar el trabajo del
partido mediante el nombramiento de comisiones permanentes para
enfrentar ciertos aspectos de la actividad partidaria: asuntos
sindicales, de finanzas, prensa y propaganda. 57 Independiente de las
variaciones locales, los procesos internos del partido se caracterizaron
por su transparencia y democracia. Todos los puestos dentro de la
organización eran asignados mediante elección y, con el mismo
método, eran seleccionados los candidatos del POS a cargos públicos,
así como a los editores y administradores de sus periódicos. Con todo,
pp. 134-135.
56 DTIQ, 3.10.1916.
57 El Socialista, Santiago, 15.5.1913.
31
por sobre estos mecanismos democráticos, la figura de Recabarren
tenía una capacidad resolutiva propia. 58
El tamaño y la composición social del POS son temas para la
presunción, dado que no existen estadísticas exactas. Es probable que
el POS en Tarapacá tuviera una membresía de entre 300 y 400
adherentes en 1915, mientras que para 1917, había crecido a unos 800
afiliados.59 Una proyección nacional razonable para este último año,
indica que sus militantes habrían sido alrededor de 1.500. En términos
sociales, el POS estuvo compuesto predominantemente por obreros.
Por las funciones desempeñadas por estos, creemos que el grueso de
ellos fueron trabajadores calificados antes que no calificados. Durante
los primeros años, hubo una presencia de profesionales (doctores y
abogados) que, usualmente, aparecieron como candidatos en las
elecciones públicas. Anteriormente, se mencionó la gran cantidad de
trabajadores extranjeros que hubo en la pampa salitrera, pero no
parece que se hayan unido masivamente al POS. En 1917, en un
artículo en defensa del partido ante la acusación de que era un
elemento foráneo en la sociedad chilena, se sostuvo que solo ocho
extranjeros eran miembros del partido. 60 La riqueza no impedía la
afiliación al POS, pero su puritanismo condujo a prohibir la
membresía a los dueños de prostíbulos y tabernas. Asimismo, si bien
los masones y miembros de hermandades cristianas podían ser
militantes, eran advertidos de no hacer proselitismo dentro del POS.
El partido generó un atractivo especial para la mujer: en 1913, un
Centro Femenino fue fundado en Iquique bajo el liderazgo de Teresa
Flores, compañera de Recabarren. Aunque el Centro llegó a tener
unos 40 miembros, pronto desapareció producto de rivalidades
personales.61 Aun así, pocas mujeres dejaron su marca como oradoras
y propagandistas efectivas para la causa socialista en Tarapacá.62
La evolución del POS como fuerza electoral fue considerablemente
obstaculizada por su rechazo a seguir el ejemplo del PD y,
consiguientemente, a hacer pactos con otros partidos para
intercambiar votos. Aunque el POS eligió a sus primeros concejales
municipales en 1913, no fue hasta 1921 -luego de flexibilizar su
estrategia de alianzas- que consiguió la elección de su primer
congresista. Aun así, la fuerza de votos del POS en Tarapacá y
63 Ibid., 18.2.1915.
64 Ibid., 28.3.1915; El Socialista, Antofagasta, 28.3.1920.
65 DTIQ, 13.4.1915.
66 Ibid., 14.11.1917.
67 Ver en Ibid., 20.5.1915; 27.5.1915; 3.6.1915, el informe oficial del primer
33
frecuencia. De hecho, cuando el CEN intentó organizar otro Congreso
Nacional en 1916, solo seis de las diecinueve secciones se preocuparon
en responder y, pese a esfuerzos posteriores, no fue hasta 1920 -en
vísperas de una elección presidencial- que el POS celebró su segundo
Congreso Nacional.70 Pese a que el CEN carecía de efectividad en la
aplicación de algunas órdenes, fue activo resolviendo disputas
internas y envió delegados al norte y sur para promover la
organización de nuevas secciones y la creación de nuevos periódicos.
Como la mayoría de las nuevas organizaciones en proceso de
formar su estructura, ideología y tácticas, el POS sufrió de una serie
de amargos conflictos internos, generalmente manchados por
antagonismos personales. Los temas que causaron las mayores
dificultades se referían a las políticas electorales. En primer lugar,
varios socialistas, particularmente aquellos de la pampa salitrera,
compartieron la antipatía anarquista ante las elecciones, pero la
evidencia señala que fueron muy pequeños los grupos de aquellos
que se retiraron del partido cuando la directiva insistió en participar
en votaciones públicas. Ciertamente, las repetidas declaraciones de
que el POS “no era un partido político, pero que era parte de la
organización económica y social de la humanidad que utiliza la lucha
política en su trabajo redentor y progresista”, expresaba cierta
fortaleza del sentimiento anarquista. 71 En segundo lugar, luego de
1913, cuando el POS eligió a sus primeros representantes municipales,
surgieron conflictos en torno a si apoyar a una mayoría en el Concejo
Municipal (para practicar políticas de coalición a nivel local), junto
con resolver el cómo el POS debía relacionarse con sus concejeros.
Estos temas causaron que el partido se dividiera en Santiago (1913).
Su sección de Pisagua tuvo una experiencia similar en 1916.72
El conflicto en Santiago es merecedor de un examen más detallado,
pues en él estuvo involucrado Manuel Hidalgo, años más tarde líder
de la Izquierda Comunista. En 1913, Hidalgo fue electo al Concejo
Municipal de la capital, siendo el primer miembro del POS en ser
elegido para un cargo público. Según sus enemigos, el
comportamiento de Hidalgo como concejal dejó mucho que desear.
Fracasó en propagar el programa socialista en las reuniones del
Consejo Municipal, olvidó dar informes regulares de sus actividades
al partido, y utilizó su influencia para asegurar los fondos municipales
34
a una sociedad mutualista a la que pertenecía. 73 Hidalgo fue
expulsado de su sección del POS, siendo la primera de varias acciones
disciplinarias tomadas en su contra. Sin embargo, con un grupo de
partidarios, fundó su propia sección del POS y comenzó a publicar el
periódico La Voz Socialista. Los artículos de ese periódico atribuían su
expulsión a envidia personal y a su negativa a conseguir trabajos para
familiares de algunos de sus oponentes. 74 El conflicto en Santiago se
arrastró por un tiempo. En 1915, uno de los primeros actos del CEN
recién constituido fue disolver ambas secciones y, sin expresar su
opinión sobre cuán justa era la medida, dejó a Hidalgo fuera del POS
en nombre de la armonía interna.75 Aun así, la disputa continuó
causando fricciones. En 1916, el POS en Punta Arenas declaró su
independencia del CEN, en parte porque la sección de Santiago –
reconstituida- continuaba siendo dominada por los partidarios de
Hidalgo; mientras, el mismo Hidalgo provocó la ira de varios
socialistas cuando, a fines de ese año, sugirió que el POS volviera a
unirse al PD, argumentando que en ese momento sus programas eran
muy similares.76 La disputa en Santiago efectivamente debilitó el
trabajo del POS durante los primeros años y, de hecho, la sección de
Santiago continuó siendo fuente considerable de preocupaciones para
la dirigencia nacional, aunque no siempre debido a las acciones de
Hidalgo.77
En 1913 otro conflicto ocurrió en Tarapacá y si bien fue de menor
importancia, igualmente es digno de ser mencionado pues involucró a
Recabarren. Al regreso de un recorrido por la pampa salitrera,
Recabarren descubrió que, en su ausencia, un hombre a quien no
aprobó, fue elegido por el POS de Iquique para ocupar el cargo de
administrador de las cooperativas de panaderos. Recabarren
inmediatamente lanzó una campaña en contra del nuevo
administrador y contra quienes lo habían elegido, acción que, en
respuesta, provocó la deserción al partido de los interpelados. A
través de una carta abierta titulada “Señor, mitiga tu ira, ten piedad
36
Además, el POS sentía que los sindicatos existentes no solo estaban
fallando en dichas tareas, sino ayudaban positivamente a la burguesía
al retardar la unificación del proletariado.82 Propuso que la solución a
este problema era formar secciones sindicales (de base gremial) dentro
del partido, dándoles la tarea de formar distintos tipos de
asociaciones. No existe evidencia para sostener que esta solución fuera
adoptada alguna vez, pues el POS pronto volvió a buscar una forma
de organización amplia. En 1915 se creó una Unión de Obreros y
Obreras en General en Valparaíso y Santiago con apoyo socialista,
pero solo tuvo una existencia fugaz. En 1917, algunos socialistas
dieron apoyo a la Unión Federal de Chile, una confederación sindical
dominada por los anarcosindicalistas y que decía tener unos 8.000
afiliados en ese año.83
Sin embargo, la organización que iba a producir la primera
confederación sindical realmente importante ya existía desde unos
ocho años antes. La Gran Federación Obrera de Chile (GFOCh) se
fundó en 1909 por trabajadores de varios sindicatos de empleados de
Ferrocarriles del Estado quienes, asistidos por abogados
conservadores, lanzaron una campaña para recuperar la disminución
del 10% de sus salarios que el gobierno había impuesto el año
anterior.84 Luego de ganar esta batalla, la GFOCh continuó
funcionando como una sociedad mutualista y sus principios
conservadores generaron la hostilidad de Recabarren y del POS, en
particular, por la costumbre de algunos consejos (filiales) de tener
banderas bendecidas por la Iglesia, y acusó a la GFOCh de no ser más
que una “sociedad clerical, con el fin de acorralar a los trabajadores y
de garantizar la libertad de explotación”. 85 Los ataques de Recabarren
contra la GFOCh provocaron una respuesta enérgica de su ex colega
en el PD, Eduardo Gentoso, quien era el editor de La Locomotora, el
semanario de los maquinistas ferroviarios del Estado. A través de una
serie de artículos altamente personalizados, Gentoso acusó a
Recabarren de ser un ambicioso estafador, el autoproclamado zar de
la clase obrera, cuya vida privada y acciones públicas no podrían
resistir a un análisis riguroso.86
La tensión entre Recabarren y la GFOCh llegó a su fin en 1915 y,
para 1917, Recabarren había sido persuadido por otros socialistas de
que la Federación podía convertirse en una manifestación sindical
fuerte, nacional y radical. La tarea de convertir una organización
82 Ibid., 25.3.1915.
83 El Socialista, Valparaíso, 14.7.1917.
84 Jorge Barría Serón, Los movimientos sociales de Chile: 1910-1929, Santiago,
37
mutualista y esencialmente conservadora, en un vehículo para los
militantes y el ala izquierda del movimiento obrero, claramente había
empezado. En la Convención Nacional de Federación, celebrada en
Valparaíso, los delegados del POS y sus aliados lograron abrir la
membresía de la GFOCH a todos los trabajadores, sin importar su
ocupación, y se tomó la decisión de cambiar el nombre de la GFOCh
por el de la Federación Obrera de Chile (FOCh).87
Al momento de la revolución bolchevique, noviembre de 1917, el
POS estaba comenzando a convertirse en algo más que un partido
regional, pero seguía manteniéndose muy al margen de las
coyunturas nacionales. En ideología y acción, a veces el POS se
parecía a la versión puritana de su padre, el PD, y en otras ocasiones,
a sus rivales anarquistas y anarcosindicalistas. Sin embargo, a pesar
de la curiosa mezcla de ideas y prácticas revolucionarias y
reformistas, el compromiso del POS por la reorganización
revolucionaria de la sociedad y el internacionalismo obrero, fue
elocuente y muy arraigado. Además, si bien en este momento el POS
carecía de un alcance nacional, poseía varios activos: un líder de
reputación nacional, Recabarren, y una influencia cada vez mayor en
el movimiento sindical. Los hechos dentro y fuera de Chile durante
los años siguientes al término de la Primera Guerra Mundial
transformaron al POS en una fuerza política significativa, tomando la
decisión de adherir a la Tercera Internacional y cambiar su nombre
por el de PCCh.
El fin de la Primera Guerra Mundial empujó a Chile a una crisis
económica de gravedad inusual. Producto del desplome de la
demanda de salitre, se declaró una reacción en cadena que condujo a
la economía en su totalidad a una aguda recesión, afectando no solo al
proletariado, sino también a amplios sectores de la clase media. El
desempleo y el alza de precios generaron una intensa agitación social
que favoreció la inspiración política de la Revolución Rusa y la ola de
intentos por barrer el viejo orden en cualquier lugar del mundo. Para
1919, como resultado de dichas presiones e influencias, la fuerza de la
FOCh había aumentado considerablemente y había dado un giro
brusco a la izquierda, al adoptar una revolucionaria declaración de
principios que llamaba a la abolición del sistema capitalista y su
remplazo por la FOCh, organismo que asumiría la responsabilidad de
administrar al país y la economía.88 En el mismo año, los
anarcosindicalistas fundaron su organización nacional poderosa y
duradera, Industrial Workers of the World (IWW). Los grupos de
clase media, junto a los trabajadores, dieron su apoyo a la Asamblea
Obrera de Alimentación Nacional, una organización que se
39
oligarquía, y en una contienda extremadamente reñida, fue derrotado
en su intento de convertirse en presidente. 93
Alessandri, electo presidente, luego descubrió que no era fácil
cumplir sus promesas de campaña. El Congreso era controlado por
sus oponentes, cuya motivación respondió a una profunda
desconfianza y odio hacia su personalidad y sus métodos
demagógicos, además de su rechazo al programa de reformas,
colocando obstáculos formidables en su camino. De hecho, al poco
tiempo de que Alessandri llegara al cargo, fue llevado en una aguda
confrontación con el Legislativo, situación que sólo terminó con el
golpe militar de septiembre de 1924, sin que ello significara la
disminución de la movilización popular. 94
Para el momento en que el POS tomó la decisión de adherir a la
Tercera Internacional, la crisis de postguerra había convertido al
partido en una fuerza política importante, principalmente por sus
cercanos vínculos con la FOCh. El rápido crecimiento de la FOCh
durante los años de postguerra (de 4.500 miembros en 1917, a 20.000
en 1919, a un estimado de 80.000 en 1921) significó un tremendo
impulso para este partido a pesar de que las cifras de afiliación de
militantes se hayan mantenido relativamente bajas.95
En 1919, aunando esfuerzos con los demócratas de izquierda y los
anarquistas, el POS logró el control de la Junta Ejecutiva Federal (JEF)
de la FOCh, además de persuadirla de adoptar una declaración de
principios revolucionaria. La expansión de la FOCh le dio al partido
acceso a medios adicionales de propaganda (en especial un nuevo
periódico, La Federación Obrera) y a nuevas instalaciones y fuentes de
ingreso.96 En los lugares donde el POS era fuerte, en particular en las
provincias salitreras del norte, podía utilizar los recursos de la
Federación en sus meetings y reuniones sociales. Además, podía
asegurar que los pocos funcionarios provinciales remunerados de la
FOCh fueran socialistas. Pero esto no fue general, pues, a pesar del
crecimiento del poder e influencia del POS, importantes grupos de
afiliados a la Federación se mantuvieron apolíticos o conservaron su
lealtad a uno de los partidos tradicionales. Según una fuente, el 15%
de los delegados a la Convención Nacional de la FOCh celebrada en
93 Ibid., p. 263. Alessandri recibió 177 votos en el colegio electoral ante los 176
de Barros Borgoño.
94 Ver en Donoso, op. cit., vol. 1, caps. 15, 17, y 18, una descripción de dichos
Luis Víctor Cruz, el radical era Santiago Labarca y los demócratas eran Correa
Ramírez, Pradenas Muñoz, Vargas Márquez, Oscar Chanks y Manuel
Navarrete.
101 Algunos socialistas estaban aparentemente impresionados por la evolución
p. 103.
42
para sostener que aquellos que se opusieron profundamente a la
adhesión a la ISR ya se habían retirado de la FOCh: ciertamente, éste
era el caso de algunos ferroviarios conservadores que se retiraron
cuando FOCh decidió considerar la afiliación, en diciembre de 1920.
También es probable que grupos de anarquistas hicieran lo mismo. 107
En tercer lugar, la adhesión no podía aprobarse sin que Recabarren
hiciera algunas concesiones a las corrientes opositoras en la
Convención de Rancagua: la afiliación a la ISR iba a ser reconsiderada
en la próxima convención FOCh, agendada para diciembre de 1923 en
Chillán. A su vez, la JEF electo en Rancagua contuvo a representantes
de quienes se habían opuesto o que tenían reticencias sobre la
afiliación al organismo internacional. 108 Aun así, la JEF electo en
Rancagua estaba claramente dominado por quienes habían aprobado
la decisión de unirse a la Sindical Roja. 109
El POS, que en 1920 comenzó a realizar sus congresos nacionales
inmediatamente después de las convenciones de la FOCh (una
práctica que daba la verdadera indicación de las prioridades del POS
durante dichos años) acordó considerar su afiliación a la Tercera
Internacional en diciembre de ese año. Finalmente, en diciembre de
1921, en Rancagua, el partido votó para unirse a la Internacional y
cambiar su nombre de POS al de PCCh.
Según el historiador oficial del PCCh, Hernán Ramírez Necochea,
la decisión de unirse a la Tercera Internacional fue debatida muy
acaloradamente dentro del POS en 1921.110 Sin embargo, la evidencia
disponible sugiere que la decisión no fue tan controversial y tampoco
tensionó la lealtad de los miembros. Ciertamente, pocos socialistas de
importancia se opusieron a la afiliación y solo uno –Enrique Díaz
Vera– hizo una campaña activa en contra del nuevo partido durante
Internacional. Ver R.J. Alexander, op. cit., p. 178. Como secretario general de
la JEF, Martínez tardó en hacer contacto con la ISR, alegando que no tenía la
dirección postal de la ISR. Federación Obrera, 18.7.1922.
109 Ver El Socialista, Antofagasta, 5.1.1922 para conocer a los electos a la JEF en
111 Enrique Díaz Vera llevó a cabo una campaña más esporádica en contra del
nuevo PCCh en la zona minera de Coronel.
112 La Comuna, Viña del Mar, 1.1.1921.
113 Las 21 condiciones tenían como objetivo diferenciar a los miembros de la
Nacional de 1920, pero Víctor Cruz y Recabarren tenían acuerdos locales con
los partidos de la Alianza Liberal en las elecciones al Congreso de marzo de
1921. El Socialista, Antofagasta, 11.6.1920; 12.6.1920; 3.3.1921. DTIQ 16.1.1921.
123 Federación Obrera 15.3.1923.
124Ver, por ejemplo, DTIQ 5.9.1924; Justicia 7.9.1924; La Defensa Obrera,
48
entre amplios sectores de chilenos y Recabarren parece haberse
particularmente entusiasmado por las posibilidades en un cambio
radical y por la asamblea constituyente. Tomando el eslogan militar
de que “creación, y no de reacción, es el momento”, Recabarren llamó
al Partido y a la FOCh a ayudar a los militares a implementar las
promesas que habían realizado.126 Junto a otros líderes comunistas
(Hidalgo y Luis Víctor Cruz), comenzó a alentar activamente el apoyo
a los militares y sus objetivos, direccionando sus actuaciones públicas
al encuentro con oficiales del ejército. 127 Sin embargo, siempre se
mantuvo la precaución. Se prometió el apoyo de los trabajadores en la
medida que los militares los redimiera con sus promesas. Por su parte,
la prensa comunista no cejó en expresar algunas dudas sobre la
habilidad y sinceridad de los militares 128 al punto que las críticas sobre
el movimiento militar y la Junta de Gobierno (compuesta de altos
mandos) no tardó en hacerse oír. Para fines de septiembre, las
relaciones entre el PCCh y la Junta eran cada vez más frías, y el 29 de
octubre, la FOCh, por completo bajo el control comunista, generó un
manifiesto por el que acusó a la Junta de fracasar en sus promesas y
traicionar a los objetivos del movimiento militar.129 A la vez, la FOCh
generó un interesante trabajo de acercamiento hacia la oficialidad más
joven e idealista a fin de que recuperaran el control sobre el
movimiento, cada vez más atenazado por los sectores más
conservadores de la Junta de Gobierno. Estos llamados fueron
cautelosamente repetidos en los meses finales de 1924 de 1924.130
Aunque a comienzos de los años 20 el PC se mostró indeciso y
carente de una estrategia revolucionaria más incisiva, se debe
convenir en que las opciones ante el panorama que se estaba
dibujando no eran nada fáciles. La neutralidad del Partido en el
conflicto entre Alessandri y sus opositores en el Senado, obedeció a un
comprensible disgusto y desconfianza de ambos lados, pero también,
a una apreciación realista de la debilidad del PC y la fortaleza del
atractivo popular de Alessandri. Del mismo modo, la precaución que
mostraron los comunistas ante el movimiento militar fue, en cierta
medida, poco entendible dado que, en sus inicios, el movimiento
careció de definición, aunque se debe tomar en cuenta que es muy
probable que en esto pesara la natural aversión militar a raíz del
permanente rol represivo que las FFAA habían desempeñado en
contra del movimiento de trabajadores. Aun así, prevalecen las
sospechas de que el PCCh careció de resolución y consecuencia
126 Ibid.
127 Ibid. 16.9.1924; 13.9.1924.
128 Ibid. 11.9.1924; 13.9.1924; 17.9.1924.
129 Ibid. 31.10.1924.
130 Ibid. 8.11.1924; DOT 16.12.1924.
49
revolucionaria en tal momento, si bien los historiadores oficiales del
Partido han identificado sus primeros años como de “infantilismo
revolucionario”.131 Los comunistas creían que la revolución era
inminente e inevitable, pero no parece haber sentido la necesidad de
tomar acciones que apresuraran ese fin. En varios momentos críticos a
comienzos de los 20, el PCCh expresó su determinación de evitar la
guerra civil a cualquier costo, mientras que la FOCh, abordada por el
Partido Radical para lanzar una huelga general en contra de los
militares durante los primeros días del golpe de septiembre, insistió
en obtener garantías. En primer lugar, contar con una gran suma de
dinero para alimentar a los huelguistas y, en segundo lugar, la
legitimidad: que se hiciera el llamado a huelga desde el Congreso,
antes de actuar.132 Desde el comienzo el PCCh parece haber estado
dominado por una cautela realista más que por su romanticismo
revolucionario.
Si bien en su fundación no adquirió una estrategia revolucionaria,
es evidente que aún si se lo hubiera propuesto, no contaba con
estructuras ni prácticas apropiadas para convertirse en Partido
revolucionario con acciones decisivas. Hasta 1926, momento en que
adoptó el esquema celular y el centralismo democrático como normas
organizacionales, permaneció como una asociación informal de
secciones, compuesta cada una de once o más miembros que se
reunían periódicamente en asambleas abiertas, enviando delegados a
la Junta Federal que coordinaba las actividades del Partido al nivel
provincial.133 La máxima autoridad era el congreso nacional de la
colectividad, el que delegaba poderes administrativos a un Comité
Ejecutivo Nacional (CEN), sin que este buscara aplicar una disciplina
rígida de estilo militar a otras instancias. En caso de profundos
desacuerdos o problemas complejos, las soluciones se esperaban de
nuevas convocatorias a congresos nacionales. A pesar de la ausencia
de una disciplina jerárquica, lo corriente fue que la mayoría de las
secciones siguieran las resoluciones del CEN, lo que lleva a suponer
que la carencia de una disciplina rígida, ayudó antes que obstaculizó
el normal funcionamiento del partido, permitiéndose la coexistencia
pacífica de distintas corrientes de opinión hasta que un congreso
partidario dilucidara sobre las cuestiones de fondo.
El PCCh no sólo siguió al POS en su organización, sino que
también en su preocupación prioritaria por los temas electorales.
Luego de que el proceso de convertir las secciones del POS en
similares del PC había concluido en 1922 –proceso que, en general, fue
centralismo democrático.
50
llevado a cabo rápidamente y con poca resistencia– el Partido pasó
por un letargo digno de cualquier otro partido chileno entre
elecciones. Para fines de 1922, el CEN se quejaba de los problemas
para reunir a los cinco miembros necesarios para alcanzar quórum y,
en enero de 1923, excluyó a dos de sus miembros, que habían
descuidado su asistencia, reduciéndose el quórum necesario.134
Incluso Recabarren, ausente por estar en Moscú asistiendo al IV
congreso de la Comintern (noviembre de 1922 a febrero de 1923), no
reactivó su actuación local sino hasta marzo de 1923.
Al regresar Recabarren de Moscú, el Partido reactivó su labor
enfocándose en las elecciones al Congreso de 1924. Los centros de
propaganda, compuestos de cinco o más miembros, empezaron a
multiplicarse, y en los Comités Centrales Administrativos (CCA) de
Santiago y otros lugares, comenzaron a coordinarse las actividades. A
mediados de 1923, el CEN había encontrado necesario restringir los
poderes de las secciones a fin de dar cabida a nuevas estructuras. 135
De hecho, durante 1923, la cantidad de organizaciones del PCCh
aumentó notoriamente. En julio de 1922 había declarado tener 16
secciones esparcidas a lo largo del país, pero en diciembre de 1923,
señaló disponer de 70.136 Con todo, a septiembre de 1924, su número
había mermado a 58, y de esas, sólo 38 se consideraban activas. 137
Aunque el aumento en la cantidad de secciones parecía indicar un
crecimiento significativo de la membresía del Partido, las estadísticas
de la Comintern sugieren que su militancia permaneció en alrededor
de 2.000 miembros entre 1922 y 1924.138
Mientras la mayoría de las secciones del PC solían estar, en gran
parte, preocupadas de hacer propaganda interna, batallas por cargos
seccionales y temas electorales, algunas tomaron un rol más activo en
los problemas de la clase obrera de sus zonas, lo que fue
especialmente evidente en las seccionales de Antofagasta e Iquique.
Por su parte, algunas agrupaciones de Santiago alentaron la
organización de Ligas de arrendatarios, apoyando también algunas
huelgas. En términos generales, las opiniones que señalan de que el
POS había avanzado en detrimento del PD –organización que sólo
mostraba señales de vida en los momentos de elecciones – también
podrían ser hechas respecto de la actuación del PCCh durante sus
primeros años.
sin fecha) p.292. Report of the Fifth congress of the Communist International,
Londres, 1924 p. 269.
51
Una de las razones principales de por qué el partido de Recabarren
presentó esta apariencia, se debió a que, para muchos comunistas, la
FOCh y no tanto el PC, seguía siendo su principal foco de atención y
energía. De hecho, ante la disyuntiva de asistir a reuniones más o
menos simultaneas del PCCh y de la FOCh, no pocos adherentes
escogían asistir a la segunda; incluso, algunos miembros de la FOCh
electos para el CEN partidario en 1924, se mostraron reacios a asumir
sus cargos, ya que esto les reducía el tiempo para los temas
sindicales.139 Además, el PC se colocó conscientemente en posición
secundaria a la FOCh; por ejemplo, en caso de que los militantes no
pudieran pagar cuotas u otras deudas a ambas organizaciones, se
recomendaba priorizar por las finanzas de la FOCh, y no así por las
del partido140. A la vez, el PC sostuvo sus congresos nacionales luego
de los hechos por la FOCh, y postergó la elaboración de sus
programas de demandas hasta que no se establecieran los de la
Federación obrera. Finalmente, en momentos de crisis nacional, fue la
FOCh y no el PCCh el vehículo elegido para las declaraciones y
decisiones comunistas. De hecho, y aunque Recabarren había
rechazado formalmente la idea de formar un partido laborista,
durante sus primeros años el PCCh pareció ser, precisamente, eso: el
brazo electoral y político de la federación sindical más poderosa del
país.
A pesar de que el PCCh aparentaba ser un instrumento de la
FOCh, rechazándose el control partidario de la instancia sindical –
pues ello habría sido ir en contra del papel que jugaba la FOCh como
aglutinadora de obreros de variadas creencias-, lo contrario se fue
instalando como realidad. En efecto, aunque no fue sino hasta fines de
los años 20 que el Partido reunió a sus militantes en fracciones para
influir en las decisiones de la FOCh y, además, se procuró diferenciar
las funciones entre ambas organizaciones, el ascenso de los
comunistas en la Central comenzó a notarse cada vez más desde
1922.141 De hecho, Recabarren, que por lo menos hasta 1924 no ocupó
cargo nacional en ninguna de ambas organizaciones, igual pudo
controlar el comportamiento general de ellas a través de contactos
personales, sus columnas en Federación Obrera y, después de julio de
1922, por medio de la presencia de su compañera, Teresa Flores, en la
jefatura de la FOCh.
Durante 1922 y 1923, la influencia de comunista en la FOCh se
fortaleció, en gran medida, por una baja sustancial de los miembros de
la FOCh. Si bien la carencia de estadísticas fiables complejiza señalar
cuánto disminuyó, parece probable decir que la membresía de la
52
FOCh cayó de aproximadamente 80.000 integrantes, en diciembre de
1921, a un máximo de 30.000, a fines de 1922.142 Al año siguiente la
FOCh recuperó terreno, sobrepasando los 40.000 adherentes en
diciembre de 1923143. La publicación de pagos de cuotas, indica un
total de unos 11.000 miembros al día, en diciembre de 1923. Sólo en
diciembre del año siguiente la cifra mejoró, con 12.000 inscritos con
cuotas al día.144 De este modo, todo indica que luego de la notoria baja
de afiliados de 1922, la membresía de la FOCh parece haber mostrado
señales de recuperación un par de años después.
Las razones del descenso de la FOCh fueron varias. El desempleo
generalizado, la hostilidad y la indiferencia gubernamental, la
deserción de los poderosos sindicatos ferroviarios en agosto de 1922, y
el retiro de los que no eran comunistas, en particular de los
anarquistas y demócratas radicales, lo que facilitó el creciente control
de los comunistas sobre las organizaciones locales de la FOCh. 145 Los
mismos comunistas, a la vez, enfatizaron otro factor. La convención
de Rancagua había decidido reorganizar a la FOCh por faenas
industriales por sobre las artesanales, agrupando a los asociados en
Consejos Industriales basados en la manufactura, procesamiento de
alimentos, construcción, transporte o industrias de servicios públicos.
Incluso cuando esto no era posible, se crearían Consejos de Oficios
Varios.146 Según la Federación Obrera, la reconstitución de las
organizaciones provocó bastante confusión y conflictos, lo que aportó
al estancamiento y declive.147
Junto al mayor ascendiente comunista en la Federación Obrera,
debemos apuntar que en ella seguía existiendo una importante
influencia anarquista, la que se registraba aún en el mismo PCCh. Esta
influencia se manifestó en una crítica ante las políticas electorales y de
coalición y, en ocasiones, dio lugar a luchas entre organizaciones
locales de la FOCh y del PCCh en las que los protagonistas de ambos
3.1.1924.
144 Los registros de los pagos mensuales de cuotas muestran un promedio de
intereses estaban siendo desatendidos a favor de los obreros del carbón y del
salitre. Luego se unieron a la ISR por su propia cuenta. Alan Angell, Politics
and the Labour movement in Chile, Londres, 1971), p. 36. (Existe traducción al
español Alan Angell, Partidos políticos y movimiento obrero en Chile. De los
orígenes hasta el triunfo de la Unidad Popular, Ciudad de México, Era, 1974).
146 Federación Obrera 9.4.1922.
147 Ibid. 17.8.1923.
53
lados eran comunistas. Por ejemplo, en Antofagasta, en 1923, la FOCh
local permitió la campaña en contra del liderazgo de la sección del PC,
la cual se había unido a una unión civil provincial en conjunto con
demócratas liberales, demócratas y disidentes radicales con el fin de
acabar con el dominio del PR en el consejo municipal.148 Mientras el
PCCh se beneficiaba de sus contactos con la FOCh, una de las
desventajas de la asociación –y de su naturaleza no estructurada –era
que los conflictos de una organización se esparcían a la otra.
Para mediados de 1922, la Junta Provincial (JP) de la FOCh en
Santiago mostraba señales de descontento con el trabajo de la Junta
Ejecutiva Federal de la FOCh, por aquel entonces controlada por su
secretario general socialista, Carlos Alberto Martínez, y su tesorero
comunista, Manuel Hidalgo. La JP criticó a la JEF por ser permisiva en
el desarrollo de sus deberes, por proceder arbitrariamente al declarar
cuatro de sus puestos vacantes y por negarse a despedir a dos
empleados de la JEF de la FOCh. 149 La fricción entre la JP y la JEF
aumentó cuando Hidalgo, en posición de candidato comunista en
unas elecciones parciales al Congreso por Santiago, fue acusado de
hacer un pacto electoral con el candidato conservador, Tizzoni.
Aunque Hidalgo negó la acusación, fue expulsado de la sección de
Santiago del PC por un periodo de cinco años. 150 Sin embargo, los dos
empleados de la JEF, a quienes la JP había estado intentando remover
desde la Convención de Rancagua (posiblemente porque no eran
comunistas), fueron acusados de haber trabajado abiertamente en
nombre de Tizzoni, falta que indignó mucho a un activista de la
FOCh, Castor Vilarín, que los expulsó por la fuerza, a punta de
pistola, de la sede central de la JEF. Vilarín fue, a su vez, marginado
por este hecho.151 Las dos facetas del conflicto se juntaron en la
convención provincial de la FOCh en Santiago, donde Vilarín y sus
aliados lanzaron un ataque a gran escala contra Martínez e Hidalgo,
intentando probar que ellos tenían menos derecho a ocupar un cargo
en la JEF que los miembros que habían excluido. 152 Aunque el ataque
falló y las decisiones de la JEF fueron ratificadas, en las elecciones
llevadas a cabo para llenar los puestos vacantes, uno de los miembros
que había sido expulsado de la JEF, Ernesto González, fue reelecto con
la segunda mayoría de votos. Y lo que es más curioso, la persona que
54
recibió más votos fue Teresa Flores, quien ocupó debidamente su
puesto en la JEF.153
La aparición de Teresa Flores sugiere que, frente a los ataques que
algunos de sus viejos colegas estaban experimentando, Recabarren
había decidido tomar parte activa en los asuntos de la FOCh. De
hecho, ante hechos posteriores –y las personalidades envueltas–
parece probable que los incidentes de Santiago de mediados de 1922,
constituyeron la primera vuelta de un conflicto entre jóvenes
activistas de inclinación anarquista y las viejas generaciones de líderes
del Partido, un conflicto que terminó en un asalto a gran escala al
liderato de Recabarren y sus más cercanos en el Congreso Nacional
del Partido llevado a cabo en Viña del Mar, septiembre de 1924.
Aunque las relaciones entre la JP de la FOCh y la JEF continuaron
tensas después de 1922, fueron diferencias sobre las tácticas
electorales y los fracasos del PC en las elecciones al Congreso de
marzo de 1924, lo que ocasionó el ataque sobre la vieja guardia en el
Congreso partidario de septiembre de 1924.154 Para esas elecciones,
Recabarren había sostenido que al partido se le debía permitir hacer
pactos con cualquier partido, ya que como representantes de los
burgueses, estaban todos mal por igual.155 El congreso nacional del
partido llevado a cabo en Chillán en diciembre de 1923, había
propuesto tal definición con la condición de que los pactos debían
contar con la aprobación del CEN, al que se le ordenó “no perder de
vista la moralidad de nuestro programa o el concepto de la lucha de
clases”.156 Ahora bien, debido a los inescrupulosos actos de Alessandri
por armar un Legislativo con sus partidarios, el PCCh no pudo
escoger a ningún candidato a pesar de haber logrado su mayor
cantidad de votos hasta esa fecha.157 En una atmosfera de derrota
electoral, tuvo entonces lugar el congreso de Viña.158
El objetivo inmediato de los ataques de los activistas de izquierda
en Viña, no fue Recabarren, sino Luis Víctor Cruz, su estrecho
colaborador y colega en la legislatura. En las elecciones de 1924, Cruz,
candidato comunista en Valparaíso, había hecho acuerdo con el PR y,
1924. Los candidatos del PCCh alcanzaron cerca de 13.000 votos comparado
con los 5000 en marzo de 1921. Federación Obrera 7.3.1924; 14.3.1924. Existen
estadísticas no oficiales de las elecciones de 1924, pero parece probable que
hayan sido emitidos menos de 200.000 votos.
158 Ver en Justicia 30.9.1924 a 16.10.1924 los informes oficiales sobre el congreso
de Viña.
55
peor aún, había estado implicado en la utilización de votos
comprados. Desde que el CEN había aprobado el pacto y había estado
representado directamente en el comité de elección de Cruz, se le
consideraba también culpable.159 Luego de un largo y acalorado
debate, en el cual el voto sobre el castigo a Cruz fue realizado nueve
veces, se propuso su suspensión por tres años mientras que otros
recibieron sentencias que iban desde la expulsión permanente, a
periodos más limitados de exclusión. 160 La complexión izquierdista
del congreso también se vio reflejada en resoluciones que llamaban a
los miembros a no tener nada que hacer con los elementos burgueses,
dentro o fuera del poder, y en una serie de medidas diseñadas para
prevenir que los concejales municipales del PCCh cayeran en errores
reformistas.161 Es interesante señalar, por su parte, que el congreso
parece haber aceptado sin oposición las resoluciones de Recabarren
sobre el golpe militar de septiembre.
Los principales problemas del partido habían sido resueltos.
Recabarren se iba a Santiago aún antes del cierre formal del congreso,
llevándose a cabo las elecciones de un nuevo CEN. Antes de partir, sin
embargo, Recabarren había aprobado a siete candidatos para el nuevo
CEN, pero, en su ausencia, solo tres de estos siete -uno de los cuales
era él mismo- fueron electos. Los cuatro restantes nuevos miembros
del CEN, incluyeron a Ernesto González y a otros que habían
permitido o apoyado el ataque sobre la “vieja guardia”.162 Recabarren
reaccionó ferozmente ante la posibilidad de ser minoría en el CEN: se
negó a aceptar su propio cargo y se embarcó en una campaña para
destruir el nuevo CEN. En circulares públicas para las secciones,
sostuvo que el nuevo CEN fue compuesto por personas “que carecían
de la experiencia y la capacidad para enfrentar la responsabilidad de
su cargo”.163 Enumeró los defectos individuales de cada miembro, los
que iban desde holgazanería y carencia total de habilidad, hasta ser
“incultos, ignorantes y extremadamente petulantes”.164 Recabarren
rechazó específicamente las declaraciones de que ellos eran jóvenes
idealistas de izquierda y declaró que este grupo juvenil no había
contribuido en nada al partido, que sus ideales izquierdistas no
existían y que todo lo que tenían era un deseo de poder personal. 165
Por su parte, los rebeldes de Viña atacaron a Recabarren achacándole
delirios de grandeza y reiteraron su determinación de derrotar a la
56
“vieja guardia” que había sido responsable de los fracasos electorales
del partido; ellos no descansarían hasta que el “convencionalismo
pactista” del partido burócrata, fuera rápidamente alejado. 166
Los acalorados intercambios en la prensa del Partido entre
Recabarren y los contradictores de Viña, llegaron a un fin a mediados
de octubre en 1924 y, un poco después, el anterior CEN electo en
Iquique llamó a elecciones para un nuevo CEN.167 Estas se realizaron
el 30 de noviembre y a las distintas secciones del país se les pidió que
seleccionaran nombres de una lista con unos treinta candidatos ya
chequeados por la sección de Santiago para asegurarse de que, a
diferencia de aquellos electos en Viña, cumplieran con los requisitos
establecidos por las normas partidarias.168 Para entonces, la sección
Santiago había suspendido o expulsado a unos 30 miembros
considerados responsables del reciente conflicto. 169 El nuevo CEN fue
formalmente dado a conocer a fines de diciembre e incluía a cuatro
miembros que habían sido militantes del POS desde 1912 o 1913. El
mismo Recabarren también fue reelecto.170 Para fines de ese año,
entonces, el triunfo de Recabarren y la “vieja guardia” era completo.
Ramírez Necochea sugirió que los rebeldes de Viña estaban
“inspirados” en Hidalgo y que el CEN electo en Viña estuvo
dominado por sus adeptos.171 Sin embargo, mientras Hidalgo había
sido –y continuaría siendo- el pájaro de mal agüero del comunismo
chileno, los rebeldes de Viña, no habían nunca aparecido
solidarizándose con él, si bien, más tarde, efectivamente lo apoyaron.
Recordemos que el fracaso habitual de Hidalgo parece haber sido su
propensión al “colaboracionismo” con grupos y partidos burgueses,
cuestión que para los jóvenes de Viña estaba reñido con sus creencias,
oponiéndose a dicho comportamiento. Aparte de una acotación en la
autobiografía de Lafertte, existe poca evidencia directa que sugiera
que las relaciones de Recabarren con Hidalgo fueran poco
armoniosas.172 Aparentemente, juntos habían trabajado bien en la
Federación Obrera desde principios de la década de 1920. Tampoco
hay señales de que Recabarren haya rebatido la readmisión de
57
Hidalgo al PCCh cuando este la pidió, en diciembre de 1923.173
Ciertamente que entre ambos hubo diferencias; por ejemplo, sobre el
cambio de nombre del POS, pero no existe evidencia para sugerir una
confrontación de personalidades. Recabarren nunca dudó de que el
arquitecto del ataque al CEN y a su liderazgo personal, hubiera sido
Castor Vilarín.174 Este lo admitió públicamente en una mordaz carta
en la que señaló a “los burócratas, los activistas de escritorio y
aquellos que creían que los treinta años de lucha conceden
infalibilidad”, y terminó con un llamado a “Santa Teresa de las
Flores” para interceder en su comportamiento ante el “zar del
PCCh”.175 Cabe recordar que Vilarín, nada parco en sus ataques sobre
las autoridades del PC y la FOCh, había llevado a cabo vigorosas
embestidas contra Hidalgo en 1922. De este modo, mientras no se
alleguen nuevos datos a la causa, es probable que en este asunto
Hidalgo no haya sido el malo de la película.
Aunque Recabarren estaba ganando la lucha contra sus
detractores, a mediados de diciembre de 1924, cerca de las 7 AM, se
suicidó con una pistola automática que había comprado en su reciente
viaje a Rusia. Este hecho provocó consternación y desaliento en el
Partido y la FOCh. Tal era la importancia de Recabarren que casi
todos los partidos políticos y periódicos nacionales lamentaron
públicamente su fallecimiento. En el movimiento obrero, las
circunstancias de su muerte y, en particular, las numerosas heridas de
bala en su cuerpo y cabeza, dieron lugar al rumor de que había sido
asesinado, rumor que, según Lafertte, el PR instó al PCCh a respaldar
para alentar un alzamiento o insurrección general en contra de la
Junta Militar de Gobierno. 176 El PCCh y la FOCh, sin embargo, no
tenían estomago para tal aventura, calmando los miedos y la
inquietud que la muerte de Recabarren había causado, a través de la
creación de una comisión partidaria que informara sobre su suicidio.
En la publicación abreviada de su informe, se estableció que
Recabarren había estado sufriendo de malestares neurológicos
progresivos, con fuertes dolores cabeza y a los ojos, dolores que, en los
meses últimos, lo habían vuelto cada vez más irascible. 177 También se
estableció que Recabarren había dicho a sus más cercanos que
terminaría con su vida cuando sintiera que sus facultades mentales le
fallaran y, de hecho, había realizado un intento de suicidio el 30 de
58
agosto de 1924.178 De ser este el caso, las opiniones realizadas por
varios comentaristas de que él estaba abatido y desilusionado por la
reacción de los trabajadores ante el golpe militar y conducido a la
desesperación por sus oponentes dentro del Partido, parecen tener
poco que ver con su muerte.179 Su enfermedad y la inminente ruptura
de su relación con Teresa Flores180, parecen haber sido las razones
básicas de su suicidio, a todo lo cual se habría sumado el estrés físico y
mental proveniente de la carga de hechos nacionales y los asuntos
partidarios.
La muerte de Recabarren marcó el fin de una era para el PCCh.
Durante los meses siguientes, los hechos lo impulsarían a tener que
involucrase más firmemente con las tendencias de la vida política
chilena y a profundizar los contactos con la Comintern, todo lo cual
produciría cambios que alterarían sustancialmente el carácter del
PCCh. Frente a ello, no es nada seguro que el prestigio y reputación
de Recabarren hubiesen permanecido del todo incólumes.
Para fines de 1924, era claro para los militares progresistas que
dieron el golpe de septiembre de ese año, que la Junta de Gobierno ya
no era digna de su confianza. La Junta no sólo había fracasado en las
medidas de implementación de los objetivos del movimiento militar,
sino que parecía estar operando para traspasar el poder a aquellos
sectores contra los que se había dado el golpe de septiembre. El 23 de
enero, la oficialidad joven descontenta, liderada por Carlos Ibáñez y
Marmaduque Grove –y apoyada por civiles alessandristas-,
derribaron la Junta de Gobierno, reafirmaron sus promesas de
reforma constitucional y regeneración nacional, e invitaron a
Alessandri a regresar a Chile para completar su mandato. 181
Aunque la llegada de Alessandri a Santiago, en marzo de 1925,
aparentemente marcó el retorno de Chile al régimen civil y la
normalidad constitucional, la realidad era algo distinta. La
constitución de 1833 estaba suspendida, el Congreso estaba cerrado y
las libertades civiles dependían de la misericordia de los militares. Del
mismo modo, tal como Alessandri reconoció en más de una ocasión,
su habilidad para gobernar dependía de su lealtad con los objetivos
declarados del movimiento militar. 182 Además, aunque Alessandri
178 Ibid.
179 Morris, op.cit. p. 205, hace una lista de estas sugerencias.
180 Entrevista con J. de la C. Leyton, Santiago, marzo de 1973.
181 Ver Carlos Charlin, Del avión rojo a la República Socialista, Santiago, 1972,
pp.50-69, para saber cómo se llevó a cabo el golpe de enero de 1925; Nunn, op.
cit., pp.67-87; Carlos M. Sáez, Recuerdos de un Soldado, Santiago, 1933-34; 3
vols.) I, capítulo 7.
182 Ver, por ejemplo, Arturo Alessandri, Recuerdos de Gobierno, Santiago, 1967;
183Ver, ibid. II, pp. 263-282, para el informe sobre la renuncia de Alessandri.
184Sáez, op. cit., II, pp. 29-31.
185 Vicuña Fuentes, op. cit., II, pp. 80-85 se juega por esa línea de
interpretación de los hechos y Sáez, op. cit., II, pp. 33-36 suele estar de
60
que se reactivaran sus pretensiones presidenciales, ahora en calidad
de candidato de transacción. Pero, una vez más, Ibáñez calculó mal, y
tanto Figueroa Larraín como Santos Salas concurrieron a las urnas.
Aunque el segundo recibió sorprendentemente 74.091 votos, el
primero se alzaría con el triunfo, con 186.187.186
Figueroa Larraín asumió como Presidente de la República en
diciembre de 1925, pero desde el principio estuvo a merced de Ibáñez,
quien permanecía en el gabinete como Ministro de Guerra. Bloqueó el
nombramiento de ministros que él no había aprobado y se encargó
personalmente de instruir a los Ministros del interior en sus deberes.
Al mismo tiempo, continuó consolidando su apoyo personal en el
Ejército y trabajó para debilitar la autoridad de los jefes navales que
habían bloqueado su candidatura presidencial en octubre de 1925. 187
A principios de 1927, Ibáñez estaba listo para actuar. Forzó la renuncia
del Ministro del Interior y organizó su propio nombramiento a dicho
cargo. Desde esa posición, a principios de febrero de 1927 lanzó la
primera de varias olas represivas en contra de sus opositores políticos.
En abril de 1927, Figueroa Larraín renunció, asqueado de la
persecución política que había tocado a su familia y cercanos, y dejó a
Ibáñez como Vicepresidente. En los meses siguientes, Ibáñez organizó
su propia elección al Ejecutivo, alcanzando sorprendentemente un
98% del total de los votos.188 El 2% restante fue compartido entre un
montón de candidatos, entre ellos, uno comunista, Elías Lafertte,
quien para ese entonces ya estaba detenido en la isla de Más Afuera.189
Aunque a mediados de enero de 1925 un miembro del CEN
comunista había instado a los obreros a mantenerse alejados de los
conflictos burgueses, este mismo CEN recibió el golpe del 23 de enero
con gran entusiasmo.190 En parte, al menos, las distintas reacciones
iniciales del CEN ante el segundo golpe, podrían explicarse por el
surgimiento de Hidalgo como el líder más importante del Partido tras
la muerte de Recabarren. Sin embargo, desde que el CEN continuó
acuerdo. Ibáñez sostenía que sus acciones eran dictadas por las circunstancias
y no por la ambición: Luis Correa Prieto, El Presidente Ibáñez, Santiago, 1926,
pp. 112-120. Pero las declaraciones de Ibáñez sobre el desinterés patriótico no
eran del todo convincentes. Probablemente, como Nunn ha sugerido, Ibáñez
simplemente no sabía qué hacer para octubre de 1925; op. cit., p105.
186 Julio César Jobet, El Partido Socialista de Chile, Santiago, 1971; 2 volúmenes,
I, pp. 28-29.
187 Sáez op. cit., II, pp. 43-47; Vicuña Fuentes, op. cit., II, pp. 36-39.
188 Según La Nación, Santiago, 23.5.1927, Ibáñez obtuvo 222.139 votos ante los
3.2.1925. La explicación más completa y coherente sobre las razones del CEN
se pueden encontrar en Bandera Roja (Santiago) año I, número 1, abril de 1925.
62
criticar al movimiento militar y, luego de su regreso, al presidente
Alessandri. Dos días después del golpe, el PC ayudó a crear un
Comité Obrero Nacional (CON) en Santiago, que era presidido por
Hidalgo y, luego, comités similares fueron establecidos en otros
lugares del país.195 El CON, que incluía representantes de una amplia
gama de organizaciones obreras, fue creado especialmente para
popularizar los objetivos del movimiento militar, pero no era de
ninguna manera una herramienta incondicional de las FFAA, ya que
mantenía una constante presión por la implementación de dichos
objetivos.196 Sin embargo, a principios de febrero en 1925, el PC retiró
a su delegado ante el CON en un intento por bloquear la admisión a
otros partidos políticos al Comité, dejando el ejercicio de su influencia
en manos de los representantes de la FOCh.197
En abril de 1925, en cumplimiento de su estrategia, el PC se unió
brevemente a una curiosa coalición con demócratas y
ultraconservadores, en el Frente Social Republicano (FSR). 198 El FSR
había sido creado para oponerse al Frente Único Civil (FUC) creado
por radicales y conservadores, aparentemente para defender el
régimen civil pero, en la práctica, fue una expresión de oposición a
Alessandri y al movimiento militar.
Aunque para mayo de 1925 el PCCh había comenzado a
expresar su desilusión del movimiento militar y el gobierno de
Alessandri, y había llamado a un frente unido de todos los asalariados
para preparar las elecciones previstas para el fin de año, continuó
manteniendo una postura de apoyo de facto a la administración y
mantuvo vínculos cercanos con ciertos elementos en el movimiento
militar. Aun así, su confianza en ambos recibió algunos duros golpes
en junio y julio de 1925.199
Una de las principales razones del apoyo del PC al golpe de enero,
fue la promesa de que una Asamblea Constituyente electa prepararía
una nueva constitución. De hecho, antes de que Alessandri regresara a
Chile, el Partido había llamado a una Asamblea Constituyente de su
preferencia, la “Constituyente Chica”, en la que una amplia gama de
organizaciones obreras debatieron el tipo de Constitución que querían
alcanzar.200 Sin embargo, la Asamblea Constituyente electa prometida
por las FFAA no se materializó. Alessandri sostuvo exitosamente que
la Constituyente Chica.
63
había muy poco tiempo y que el país debía regresar a la normalidad
constitucional lo más pronto posible. A cambio, Alessandri nombró
una comisión consultiva que tenía 121 miembros –de ellos, siete
“comunistas”– pero se aseguró de que el trabajo de sustanciar la
Constitución fuera hecho por una subcomisión de 15 miembros, uno
de los cuales fue Hidalgo.201 En este escenario, el PC afirmó que en
dicha subcomisión había hecho sentir lo resuelto por la
“Constituyente Chica” a pesar de haber estado en minoría. Lo
concreto fue que poco o nada podía influir en la nueva Constitución, y
la Comisión Consultiva finalmente la aprobó en julio de 1925 por un
hecho más consistente: la presión militar mal disimulada. La nueva
Carta fortaleció considerablemente la Presidencia respecto del
Legislativo; retiró del Congreso los poderes para remover ministros
mediante votos de censura, para retrasar el debate sobre el
presupuesto público y para controlar la presencia de las tropas en
Santiago. También separó a la Iglesia del Estado, introdujo elecciones
directas para Presidente, extendió los periodos de funciones del
Ejecutivo y del Legislativo, e incorporó principios sociales confusos. 202
El PC se opuso vehementemente al “cesarismo presidencial”
consagrado en la nueva Constitución y ordenó a sus partidarios a
votar por la retención del antiguo sistema parlamentario en el
plebiscito nacional que la ratificaría.203 No obstante otros grupos
políticos compartieron con el PC los rechazos, el nuevo ordenamiento
legal fue aprobado por 127.509 votos contra 6.825.204
En medio de estas tratativas y debates, en junio de 1925 los obreros
del salitre de Tarapacá y Antofagasta se declararon en huelga. Las
razones para ella eran principalmente económicas, sin embargo, otras
fricciones entre obreros y militares de esas provincias se venían
incubando a raíz de un plebiscito que resolvería sobre el destino de
Tacna y Arica.205 La huelga, acompañada de los habituales actos
aislados de violencia ante los directores de las compañías salitreras y
201 Según Donoso, op. cit., I, pp.417-418; pp. 422-423, siete de los delegados
estaban clasificados como “comunistas”, solo cuatro, sin embargo, se podían
identificar definitivamente como miembros del PCCh para ese entonces: Cruz,
Hidalgo, Contreras Labarca y Córdoba.
202 Ver Federico Gil, El sistema político de Chile, Santiago, 1969, pp. 105-8, para
206 Morris op.cit.p. 209. Incluso los comunistas estimados variaban de 2.000 a
unos pocos cientos. Justicia 15.8.1925; DTIQ 14.1.1926.
207 Justicia 19.6.1925; 10.7.1925.
208 DTIQ 14.1.1926.
209 Justicia 27.8.1925; editorial.
210 Ibid. 2.10.1925.
211 Ibid. 31.10.1925.
65
la fuerza para enfrentar una huelga general que el PC, la FOCh y la
USRACh habían declarado en protesta por las presuntas
irregularidades en las elecciones presidenciales, o le estaba haciendo
el juego para las elecciones al congreso de noviembre?, quizás si
ambas cosas pudieron ser. Como fuera, el PCCh fue bien
recompensado. En dichas elecciones, con la ayuda de un pacto con el
PD y la USRACh, eligió a un senador y a seis diputados, mientras que
al año siguiente, en elecciones parciales, eligió a un representante más
para cada cámara.212
La postura del apoyo al movimiento militar comenzó a cambiar
luego de las elecciones de noviembre de 1925. Desde comienzos del
año siguiente, el Partido fue tomando distancia de las FFAA y en abril
llevó a cabo el primero de varios ataques en contra de Ibáñez. 213 Para
octubre de 1926, había cambiado a una total oposición y declaró que el
país estaba amenazado por el inminente peligro de una dictadura
militar fascista.214 El PCCh llamó a la formación de un amplio frente
unido de organizaciones obreras para combatir esta amenaza. Sin
embargo, para ese entonces, los comunistas habían perdido la
oportunidad de crear dicho frente, en gran parte debido a su
hostilidad a una organización que ellos mismos habían ayudado a
crear, la USRACh. Esta, originalmente surgió para apoyar la
candidatura presidencial de José Santos Salas, atrayendo el apoyo de
una amplia gama de organizaciones de obreros y de trabajadores de
cuello blanco. No obstante, luego de las elecciones, algunos de los
principales miembros no comunistas de la USRACh, -entre otros,
Carlos Alberto Martínez y a Oscar Schnake, quienes jugarían
importantes roles en la creación del Partido Socialista de Chile (PS) en
la década de 1930- vieron en ella un potencial como base para un
nuevo partido de ideología radical y socialista. Mientras el PCCh
expuso su deseo de que la USRACh no continuara existiendo luego de
las elecciones -sugirió que se convirtiera en una especie de foro
permanente de la clase obrera-, tampoco vio con simpatía el
surgimiento de un nuevo partido izquierdista que concitara apoyo
popular.215 La USRACh, según declaró el PCCh a fines de 1925, no
pasaba de ser otro insignificante partido burgués dedicado a
212 Manuel Hidalgo (senador); José Santos Córdoba, Pedro Reyes, Salvador
Barra Woll, Ramón Sepúlveda Leal, Luis Víctor Cruz, Manuel Bart Herrera,
Abraham Quevedo (diputados) fueron electos en 1925. Sin embargo, a pesar
de que el PCCh originalmente apoyó a Bart, luego manifestó que no era
miembro del partido, sino que fochista y luego se unió al PD. En 1926, Juan
Luis Carmona fue electo al senado y Carlos Contreras Labarca a la cámara de
diputados.
213 Justicia 12.4.1926.
214 Ibid. 22.10.1926.
215 Ibid. 13.12.1925; 1.1.1926.
66
desconcertar a las masas. No contentos con las polémicas, los
comunistas siguieron adelante con la creación de un organismo de
frente unido de su autoría: la Unión General de Obreros y Empleados,
que tenía por objeto, en parte, debilitar el apoyo de la clase obrera a la
USRACh. Para fines de 1926, la hostilidad entre la USRACh y el PCCh
hizo difícil la creación de un frente unido, si bien este último realizó
algunos nuevos -pero tímidos- acercamientos a la USRACh, a la luz de
que el peligro de una dictadura militar parecía aumentar. No
obstante, la USRACh fue criticando crecientemente a Ibáñez y al
movimiento militar, mantuvo algo de fe en sus buenas intenciones,
aún después que los comunistas perdieran completamente sus
esperanzas. Así, mientras la reacción de la USRACh ante los ataques
de Ibáñez contra el parlamento y los políticos -acentuados luego de
octubre de 1926- fue marcadamente ambivalente, la postura del PC
fue más nítida en la defensa del Legislativo y en el llamado a la
formación de comités antifascistas216, lo cual traería sus consecuencias.
En efecto, debido a que importantes sectores del PR y del PD
compartían la ambivalencia de la USRACh, cuando Ibáñez inició su
escalada represiva en contra de sus opositores, en febrero de 1927, el
PCCh experimentaría el aislamiento de la mayoría de sus posibles
aliados.
Por su lado, al igual que el PC, a principios de 1927 la FOCh
también estaba debilitada. En el paso de 1924 a 1925, la FOCh había
experimentado un fortalecimiento de su situación, en parte por el
resultado de mejoras en la economía y, también, quizás, debido a las
esperanzas de cambio radical estimuladas por las intervenciones
militares. Sin embargo, aunque algunos sostenían que los miembros
de la Federación eran cerca de 100.000 miembros, en 1925, a principios
de 1926 sólo unos 6.000 pagaban sus cuotas regularmente. 217 La causa
principal del rápido descenso en la membresía fueron los sangrientos
acontecimientos de junio de 1925, hechos que destrozaron a las
poderosas organizaciones regionales en el norte, propinándose un
durísimo golpe a la FOCh en su totalidad. La recuperación posterior
fue obstaculizada por el resurgimiento de las dificultades económicas
del país y por la implementación de una nueva legislación diseñada
para darle estructura legal a los sindicatos. 218 Mientras el PCCh
aceptaba de malas ganas las nuevas leyes sindicales, su aplicación
irregular y desigual, provocó confusión y conflictos considerables. 219
Irónicamente, en tanto la fortaleza de la FOCh disminuía, el Partido
político.
219 Ibid. pp. 204-210.
67
realizó un primer esfuerzo para reajustar su relación con la Central.
En diciembre de 1925, dos miembros de la JEF de la FOCh fueron
electos para el CEN comunista, mientras que en septiembre de 1926,
este mismo órgano, siguiendo el ejemplo del Partido Comunista
Paraguayo, creó una Comisión Central Sindical (CCS)220, diseñada
para organizar y dirigir el trabajo del Partido en los sindicatos y
coordinar las actividades de comisiones similares a niveles regionales
y locales.
De esta manera, a medida que el poder de la FOCh disminuía
dramáticamente luego de junio de 1925, la efervescencia política
provocada por la intervención militar, estaba permitiendo al PCCh
extender su influencia a otras organizaciones de la clase obrera. A
principios de 1925, la agitación anarquista, apoyada por comunistas,
produjo la Ley 261 que creó una serie de comisiones tripartitas para
controlar los arriendos.221 Estas comisiones, que incluían
organizaciones obreras representativas, servían de base para el
resurgimiento de una forma tradicional de organizaciones obreras: la
Liga de Arrendatarios. Bajo el ímpetu de la nueva ley, las ligas de
arrendatarios se unieron para formar una Liga Nacional de
Arrendatarios (LNA) en la que los comunistas llegaron a jugar un
importante papel. Otras organizaciones obreras en las que los
comunistas pasaron a ser importantes a mediados de la década de
1920, fueron la Federación Obrera Ferroviaria, la Unión de Empleados
de Chile (UECh) y la Asociación General de Profesores.
Si bien la USRACh se negó a un frente unido con el PCCh y la
FOCh, su capacidad fue debilitándose; mientras, para finales de 1926,
el PC avanzaba en grados de cooperación con otros grupos obreros.
Lanzó una campaña con organizaciones anarquistas en contra de la
ley de seguridad social, la Ley 4054, que servía para reducir salarios y
operaba a favor de los empleadores. 222 En enero de 1927, los
comunistas y sus aliados lanzaron una huelga general en contra de los
fracasos del gobierno para resolver los problemas obreros. Ningún
movimiento, sin embargo, parece haber tenido mucho éxito: la huelga
de enero de 1927 fracasó por la acción policial y la oposición de la
USRACh.223
La desaparición de Recabarren no produjo diferencias notorias en
la política del PC hacia principios de 1925; tampoco parecen haber
existido intensas luchas de poder por el liderazgo nacional. No
obstante, lo que sí comenzó a aparecer fue que las organizaciones
69
desorden, al punto que, de hecho, unas 15 secciones dejaron de
funcionar debido a la feroz represión de las huelgas del salitre. 227
A pesar de estas dificultades, en diciembre de 1925, cuando el
séptimo Congreso del Partido se llevó a cabo en Santiago, sus
adherentes habían crecido, probablemente, de 2.000 en 1924, a cerca
de 5.000, no bien ahora sólo se contaban 46 secciones, 41 menos que
las habidas un año antes.228 La razón para este crecimiento,
probablemente se relacionaba con el éxito electoral de los comunistas
en noviembre de 1925, causa que también, jugó a favor para que en el
Congreso no se expusieran disputas internas. Por mucho que algunos
sectores desaprobaran la línea política del CEN durante 1925, la
posición de este quedaba refrendada por la elección al parlamento del
mayor cuerpo de representantes que el Partido nunca había tenido.
Luego del examen y de las críticas silenciadas al informe del CEN,
el Congreso continuó discutiendo la adopción de nuevas formas y
prácticas organizacionales -la célula y el centralismo democrático-
para reemplazar la antigua asociación de las secciones.229 El CEN
recomendó el estudio de dichas formas organizacionales, adoptadas
formalmente por la Comintern entre julio de 1924, a enero de 1925. 230
El Congreso no sancionó la adopción obligatoria de las nuevas formas,
si bien algunas secciones comenzaron a crear células durante los
primeros meses de 1926. Tomó, eso sí, otras medidas para reforzar la
organización: propuso los requisitos mínimos para la membresía en el
Partido e incrementó las calificaciones necesarias para convertirse en
miembro del CEN o en delegado a un Congreso Nacional. El Partido
fue exhortado, una vez más, a deshacerse de cualquier elemento
anarquista que se mantuviera entre sus filas y se decidió fundar un
instituto central de estudios para aumentar el nivel político e
ideológico de la militancia. Al mismo tiempo, se tomaron otras
medidas para estructurar las relaciones entre el Partido y sus
parlamentarios quienes, a su vez, fueron instruidos para entregar sus
salarios a los fondos centrales de la organización, la cual les aportaría
la mitad de los mismos. Los militantes fueron informados de que el
contacto con los parlamentarios debía hacerse sólo a través del CEN,
en tanto que a aquellos se le ordenó que no tuvieran relaciones
70
privadas con partidos burgueses, desenmascarándolos
sistemáticamente en el Congreso.231
A pesar de la aparente ausencia de controversias en este Congreso,
sus temas echaron las bases para los serios conflictos que desafiaron la
unidad del Partido durante 1926. Con la elección de varios
prominentes miembros de la antigua generación de líderes del Partido
al Legislativo, el CEN electo en diciembre de 1925 fue dominado por
dirigentes jóvenes que no contaban con experiencia para tan alto
cargo.232 No tardó en reaparecer, con gran vigor, el conflicto
generacional que había amargado los meses finales de Recabarren.
El primer desafío serio para el nuevo CEN no vino de los
congresistas, sino de parte de la sección de Santiago, y más
concretamente del ala izquierda que de la derecha. En febrero de 1926,
la sección de Santiago se negó a aceptar la expulsión de varios de sus
miembros, ordenada por el Congreso reciente, por no apoyar la
candidatura de Cruz en las elecciones parlamentarias de noviembre
de 1925.233 También criticó al Congreso del Partido por fracasar en
disciplinar a Hidalgo al permitir que su nombre apareciera en un
telegrama que llamaba al retorno de Alessandri (a principios de 1925),
a pesar de que el incidente había sido sellado oficialmente. También
criticó a Justicia por dar espacio a justificaciones sobre ley de
seguridad social (ley 4054), siendo que el Partido se oponía a ella.
Aunque Maclovio Galdames, miembro del CEN, intentó defender las
decisiones del Congreso partidario, fue abucheado. En represalia, el
CEN se negó a publicar noticias de la Sección de Santiago y, en abril
de 1926, ordenó su disolución. 59 miembros rechazaron esta orden,
contactaron a otras secciones para justificar su posición, apelaron al
Secretariado Sudamericano de la Comintern, y comenzó a publicar su
propio periódico, Rebelión.234 El CEN, por su parte, consiguió
organizar una nueva sección en Santiago, si bien el grupo Rebelión
continuó funcionando hasta su reabsorción en el Partido, unos meses
más tarde
El segundo conflicto importante que el CEN tuvo que enfrentar,
involucró el tema de sus relaciones con los representantes públicos del
Partido. Aunque el Séptimo Congreso había realizado algunos
intentos para formalizar esta relación, los parlamentarios tendían a
71
seguir su propio camino. Un congresista, en particular, se distinguió
por ignorar las instrucciones del CEN. Abraham Quevedo, diputado
por Valdivia, no solo no entregaba su salario a la tesorería del Partido,
sino que, en agosto de 1926, desobedeció una instrucción explicita del
CEN para abstenerse ante una moción de censura diseñada para
remover el gabinete.235 El CEN inmediatamente suspendió a Quevedo
por su indisciplina. Él retomó el conflicto en Valdivia, donde sus
partidarios, que retenían el control sobre el periódico La Jornada
Comunista, adoptaron el nombre de doctrinarios. El CEN, por su parte,
financió en aquella ciudad las actividades de una facción anti-
Quevedo, que publicó su propio periódico La Batalla.236 La división en
Valdivia persistió durante la mayor parte de 1926 y los doctrinarios
sostuvieron que, de Santiago, tenían el respaldo tanto de la sección
Rebelión como de la sección oficialista.237
En parte, estos conflictos fueron el producto de la nueva
determinación del CEN por imponer una disciplina más rígida entre
las secciones, decisión en la que fueron alentados por el poderoso
interés que la Comintern estaba expresando por influir en los asuntos
de sus afiliados latinoamericanos. Aunque el contacto entre el PCCh y
la IC venía de antes de la fundación de 1922, diferencias de lenguaje,
distancia y la falta de preocupación, afectaron la calidad de estos
primeros encuentros.238 Aun así, el PC respondía a las circulares
cominternistas que llamaban a campañas en contra de la guerra, al
estudio de nuevas formas organizacionales y a la asistencia
financiera.239 Además, como los comunistas argentinos asistían
regularmente a los congresos del partido chileno como delegados de
la IC, existe cierta evidencia para sugerir que el PC local se encontraba
cuando las agencias del Comintern de los países latinos, actuando sobre la
información recibida por el comunista argentino Rodolfo Ghioldi, envió una
carta (en francés) dando la bienvenida prematuramente al PCCh por ingresar
a la familia; fotocopia en el Museo Recabarren. Una circular del CEN en
Federación Obrera 15.8.1923 denuncia las dificultades para encontrar a
traductores confiables para las comunicaciones del Comintern, las que,
evidentemente, a menudo venían escritas en alemán.
239 Federación Obrera 11.7.1924; DTIQ 7.9.1924. El Comintern llamó a una
240 Ver, por ejemplo, un artículo de Jaime Fortuño en Justicia 26.11.1925 y las
minutas de una reunión del CEN en ibid. 11.3.1925, que sugerían esto.
Desafortunadamente, no se conocieron de manera precisa los consejos o
comentarios que dio el Comintern.
241 Ibid. 8.12.1925.
242 Ibid. 18.8.1926; 25.8.1926.
243 Ibid. 29.11.1926; 30.11.1926.
73
estado en lo correcto.244 En la lucha entre el CEN y los parlamentarios,
el SSA apoyó al primero y determinó que las tendencias reformistas
de los parlamentarios eran el mayor peligro para el desarrollo del
Partido. El SSA procedió a criticar a tres de estos en particular, por sus
concepciones reformistas: Hidalgo, Quevedo y Ramón Sepúlveda
Leal. De haber estado vivo Recabarren, y en calidad de congresal,
probablemente también habría estado sujeto a las críticas públicas. 245
Se dio a conocer la carta del SSA y se debatió en Justicia: mientras
algunos aceptaban los planteamientos, otros manifestaron su enfado
por las críticas sobre los viejos líderes del partido y objetaron el
procedimiento de introducir la bolchevización por medio de una carta
abierta. La acusación del SSA de que el PCCh había sido, hasta la
fecha, en gran parte una organización electoral, despertó indignación
considerable, no faltando los miembros que apuntaron a que el
Partido siempre había jugado un papel en la FOCh y en el
movimiento sindical. Finalmente, algunos participantes del debate
dieron rienda suelta al sentimiento anti argentino y sugirieron que los
delegados del SSA, miembros del Partido argentino, no estaban en
posición para instruir y hacer ver las deficiencias del congénere
chileno246.
Concluido el debate por la prensa, a finales de diciembre de 1926,
el CEA se reunió en Santiago con los miembros del CEN, algunos
parlamentarios, dos delegados del SSA y una variedad de
representantes provinciales.247 Curiosamente, los debates en el CEA
no se centraron en la bolchevización como tal. Para todos parecía
aceptarse la necesidad de nuevas formas organizacionales; del mismo
modo, nadie cuestionó el derecho del SSA para intervenir en los
asuntos internos del PCCh, aunque cierto anti argentinismo se mostró
una vez más. En su lugar, los debates giraron en torno a si el PCCh
había sido o no una organización primordialmente electoral, además
de los respectivos méritos de los parlamentarios y del CEN en las
luchas del año anterior. Las sesiones del CEA revelaron un abismo
generacional y un orgullo y dignidad muy heridos, más que cualquier
diferencia política e ideológica profunda. La mayoría de los
congresales estaban preparados para admitir que habían caído en
244 Para una explicación de la política del frente unido, revisar más adelante el
capítulo 3.
245 Uno de los delegados del SSA del CEA indicó que, a pesar de sus méritos
76
De igual modo, el balance oportuno de facciones también quedó
establecido en la creación de seis subcomisiones vinculadas del CC.256
En la ocasión, parecía que la intervención del SSA había resultado
completamente beneficiosa para el Partido y que, lejos de crear
fricción, como alguien ha supuesto, había logrado la resolución de
conflictos que eran un desafío serio para la unidad del Partido. 257 Tal
como un miembro moderado de la “vieja guardia” destacó -uno que
había expresado antagonismo ante los delegados del SSA de
Argentina- “solo gracias a la visita de la delegación del SSA, que
vinieron a mostrarnos el camino que debía seguir el Partido, se ha
salvado su unidad”.258
Las medidas que el Partido tomó para mejorar y fortalecer su
organización y liderazgo en enero de 1927, no tuvieron la oportunidad
de alcanzar los resultados deseados. A principios de febrero 1927, la
dictadura fascista militar, de la que el PCCh había dado
repetidamente advertencia en los meses anteriores, se convirtió en una
realidad. La purga que inició Ibáñez contra sus opositores, cayó
fuertemente sobre el Partido y la FOCh, y a pesar de la corrección de
sus predicciones, el PCCh desatendió sus propias profecías: no se
tomaron medidas para contar con una dirigencia alternativa, ni
tampoco se desarrollaron métodos especiales para ser utilizados en la
clandestinidad. En pocas palabras, el Partido no estaba preparado
para el prolongado periodo de persecución y represión que surgía.
77
78
Capítulo 3
79
rencores y antagonismos personales que habían alimentado dichas
diferencias, no fueron tratados adecuadamente. Además, la dictadura
y su ataque al sistema parlamentario -que era reconocido como
corrupto- y sus llamados a la regeneración nacional, contó con las
simpatías de muchos chilenos, incluyendo los trabajadores. Para abril
de 1927, una combinación de estos factores produjo que cuatro de los
nueve congresistas comunistas rompieran la disciplina del partido e
hicieran las paces con Ibáñez, transformándose en un fuerte golpe a la
moral del partido durante los primeros meses de clandestinidad.259
En el largo plazo, el quehacer comunista en la clandestinidad
se hizo difícil por otros factores. En primer lugar, un mejoramiento de
la industria salitrera y un programa masivo de trabajos públicos
iniciado por Ibáñez -ayudado por créditos de EE.UU.-, dieron al país
cierta prosperidad general a fines de la década de 1920, cuestión que
debilitó la agitación de la clase obrera. En segundo lugar, las políticas
de Ibáñez ante los activistas y organizaciones de los trabajadores
hicieron particularmente difícil el trabajo del partido en la
clandestinidad.
Aunque Ibáñez reprimió a los sectores laborales con arrestos,
destierros a lugares distantes, exilios y, ocasionalmente, cometiendo
asesinatos, no buscó erradicar a todas las organizaciones obreras
alentando a aquellas que le brindaron su apoyo, con lo que pudo
contener y neutralizar a los más recalcitrantes.260 De esta manera, sus
persecuciones no fueron ni tan amplias ni tan constantes, y mientras
activistas tan destacados, como Elías Lafertte, pasaron buena parte de
los años de la dictadura entre detenciones y expulsiones, a otros se les
concedió la libertad –bajo vigilancia policial– y se les dio la
oportunidad de alguna actividad política sin alterar sus promesas de
buen comportamiento con las autoridades.261 A cambio de promesas
similares, a parlamentarios del Partido se les permitió mantener sus
dictadura. Ramírez Necochea cita solo a uno por su nombre: Casimiro Barrios,
español de nacimiento, que estaba activo entre oficinistas en Santiago.
Origen… p. 163. Para un resumen de los métodos policiales bajo el mandato
de Ibáñez, revisar La Inquisición Chilena 1925-1931 de Townsend y Onel
(Santiago, 1932).
261 Lafertte, quien pasó gran parte de 1927-1931 en prisión o destierro, fue
1972.
265 La Nación 2.4.1927.
266 La Nación 5.2.1930.
81
los sindicatos para unirse a la CRAC significaron que unos pocos
comunistas aparecieran en su mesa de organización, incluyendo a
Juan Leiva Tapia, posteriormente asesinado en Ranquil.267 Luego que
la CRAC cumpliera su propósito inmediato como un participante en
los planes electorales que Ibáñez diseñó para las elecciones al
congreso, sus actividades disminuyeron notablemente. Aun así, 14
representantes de la CRAC fueron nombrados al Congreso Termal –el
nombre por el que fue conocido el Congreso previsto por Ibáñez–
manteniendo su vigencia (al menos nominalmente) luego de la caída
del dictador, en julio de 1931.268
La mayor parte de los adherentes al PC y de la FOCh, sujetos
a la presión, el chantaje y la cooptación, confundidos por las
apelaciones contradictorias en sus lealtades, y privados de sus
cadenas de mando locales y nacionales, aceptaron el cambio en las
circunstancias que el ascenso de Ibáñez al poder significó. Después de
todo, la mayoría tenía familias cuya supervivencia dependía de su
capacidad para ganar un salario y no podían permitirse continuar
encarcelados o arriesgar la deportación a provincias distantes donde
las oportunidades de obtener un empleo eran escasas. Unos pocos,
quizás si genuinamente persuadidos por los objetivos del gobierno de
Ibáñez, motivados por el miedo, o por la expectativa de alcanzar
beneficios personales, dieron un apoyo activo al régimen. Otros, en
cambio, resistieron las tentaciones y las persecuciones, determinados a
continuar la lucha en la clandestinidad.
Para aquellos que habían decidido luchar, las dificultades
eran enormes. Las olas de represión lanzadas por las autoridades, la
constante vigilancia policial de sospechosos de subversión, las
presiones ejercidas a los detenidos para denunciar a sus colegas
activos, significaron que pronto el PC dejó de funcionar como una
organización nacional. Entre 1927 y 1930, cuatro comités centrales,
muy distintos en términos de personal, fueron denunciados a las
autoridades y arrestados, y el partido se mantuvo atomizado en una
serie de pequeños grupos aislados, cautelosos no sólo de mantener
contactos entre sí, sino, a la vez, imposibilitados de conectarse con las
estructuras de Comité Central (CC).269
267 Ver más abajo un resumen del levantamiento de Ránquil. Leiva Tapia,
quien después fue venerado como un mártir de la causa, aparece como un
miembro del comité regional de la CRAC de Victoria. La Nación 18.1.1930.
268 Ver en La Nación 16.2.1930 una lista de congresistas CRAC en el Congreso
congreso Nacional del PCCh. Santiago, marzo 1933, pp. 14-17. En adelante, este
82
En la atmosfera creada por la clandestinidad, surgieron serias
discusiones en su interior sobre las mecánicas de organización del
trabajo clandestino, la actitud que se adoptaría ante la burguesía
opositora a Ibáñez, o si el partido debía tomar las posibilidades de
oposición legal y limitadas que ofrecía el régimen. Según informes
oficiales del PC, para fines de 1928 existían tres opiniones al respecto
entre sus dirigentes máximos.270 Un grupo, liderado por Isaías Iriarte –
miembro del CEN del POS y del PCCh desde 1920 a 1923, y reelecto al
CC en diciembre de 1926– defendía una posición de completo
aislamiento, rechazando los acuerdos con otros grupos de la oposición
y negándose a utilizar las oportunidades de la oposición legal de
Ibáñez. Un segundo grupo, liderado por Hidalgo, sostenía que un
partido completamente ilegal no era más que una “fábrica de
mártires” y proponía la cooperación con otros grupos de oposición y
la creación de una oposición legal a Ibáñez. Finalmente, un tercer
grupo, que incluía a Carlos Contreras Labarca y a Galo González 271,
rechazó estas desviaciones de izquierda y derecha (en la certera y
sabiduría de que saldrían triunfantes en la lucha por el control del
PCCh) y optaron por una política que apeló a la utilización de las
estructuras sindicales locales como el principal vehículo de la lucha
contra Ibáñez.
Ahora bien, cualquiera que haya sido el estado de opinión
dentro del liderato, lo concreto fue que desde finales de 1928 y hasta
mediados del 30, la conducta general del Partido parece haber sido
influida preferentemente por las posiciones de Hidalgo. En el invierno
de 1928, el grupo clandestino de Santiago publicó el periódico Alerta,
por el cual llamaron a un frente unido de la clase obrera y la clase
media en contra de Ibáñez, anunciando su intención de buscar
afiliación a un comité revolucionario con base en Buenos Aires
compuesto principalmente por alessandristas y otros opositores
burgueses a la dictadura.272 Además, en mayo de 1929, luego del
regreso del exilio, Hidalgo tomó su puesto en el Senado con el
permiso del CC –presuntamente, luego de dar a las autoridades
garantías de buen comportamiento– y, a finales de 1929, junto con
Luis Víctor Cruz, se vinculó temporalmente a la Cámara de
Diputados.273 Aunque los antecedentes del PCCh sostienen que el
Galo González.
272 Alerta, Santiago 2.6.1928; n°3, agosto de 1928.
273 Cualquiera haya sido la naturaleza de las promesas de Hidalgo, estas no
Ibid.
276 Para un resumen de Hidalgo sobre las razones de su expulsión y la
84
que este no estaba en condiciones de cumplir. 278 La situación se
precipitó en enero de 1930 cuando un delegado, enviado por el CC al
SSA para informar sobre las condiciones en Chile, regresó con poderes
para reorganizar el partido. En enero de 1930, en una reunión
ampliada que el CC llevó a cabo en Santiago, Hidalgo y sus aliados
expulsaron al delegado y eligieron un nuevo CC que fue incapaz de
funcionar debido al arresto de sus miembros. En agosto de 1930, otra
reunión ampliada del CC se llevó a cabo, pero también fue
denunciada a las autoridades y sus miembros arrestados. 279 Al poco
tiempo, se creó un nuevo CC en Valparaíso bajo los auspicios del SSA,
y fue este organismo el que comenzó a tomar medidas disciplinarias
en contra de Hidalgo y sus asociados, a principios de 1931.280
El CC de Valparaíso justificó la expulsión de Hidalgo en
términos de su reformismo ideológico y su supuesto
colaboracionismo con el régimen de Ibáñez.281 Si bien era demostrable
y cierto que Hidalgo había hecho declaraciones reformistas en la
reuniones legislativas -a pesar de las reprimendas que él y otros
habían recibido en el Octavo Congreso del Partido-, la acusación de
colaboracionismo era difícil de corroborar. Hidalgo, después de todo,
nunca había sugerido que la oposición legal que defendía debía
reemplazar la actividad clandestina, por el contrario, alegaba que la
actividad legal debía ser paralela pero secundaria a la actividad
ilegal, es decir, una posición perfectamente consistente con la práctica
estándar del Comintern, que instaba a la combinación de métodos
legales e ilegales donde las condiciones lo permitieran. 282 Además, por
más que el CC diera su permiso a Hidalgo para ocupar su puesto en el
Senado –una medida en la que el SSA aparentemente consintió, si bien
solo temporalmente– tanto el CC como el SSA debían asumir cierta
responsabilidad en el “colaboracionismo” de Hidalgo. Además, los
miembros del CC de Valparaíso no eran por completo inocentes de
“crímenes” similares. Durante los años de Ibáñez, Carlos Contreras
Labarca, aparentemente conminado por la policía, se mantuvo en un
confinamiento relativamente cómodo en Santa Cruz (Aconcagua),
donde su esposa era funcionaria de los tribunales de justicia local. 283
Del mismo modo, José Bascuñán Zurita, un miembro del CEN desde
85
1926, líder de un grupo que se oponía a Hidalgo, fue dirigente
campesino hasta su asesinato en 1935. En tiempos del dictador, había
sido liberado de la cárcel por petición de las autoridades a cambio de
una promesa de terminar con sus actividades políticas.284
En el momento en que se llevó a cabo, ni Hidalgo ni el PCCh
oficial hicieron referencia directa al conjunto de factores que,
probablemente, colorearon la expulsión del primero y que,
ciertamente, determinaron el desarrollo de hechos concomitantes
gatillados por el brusco giro a la izquierda en las políticas del
Comintern. Durante la mayor parte de la década de 1920, las políticas
del Comintern, basadas en un análisis de las condiciones económicas
mundiales que sugerían que el sistema capitalista estaba disfrutando
de un periodo de estabilidad relativa, propusieron tácticas de frente
unido (único) como las más oportunas para el despliegue de la lucha
revolucionaria. Las tácticas de frente único permitían a los partidos
comunistas la cooperación con reformistas, demócratas sociales y
otras fuerzas progresivas en actividades políticas y sindicales. En el
caso del PCCh, por ejemplo, estas tácticas habían permitido al Partido
ser parte del marco legal de 1925, lo que había posibilitado la elección
de siete congresistas comunistas. Sin embargo, para 1927, una
variedad de factores, incluyendo el cambio en las condiciones
económicas, el sangriento fracaso de tácticas de frente único en China y
los imperativos de la lucha Estalinismo/Trotskismo por el poder
dentro de la Unión Soviética, dictaron un fuerte cambio en la táctica.
Este cambio tuvo lugar en el Sexto Congreso de la Comintern (Moscú,
julio-septiembre de 1928).285
El este Congreso, la Comintern anunció que estaba
comenzando un “tercer periodo” de desarrollo económico de post
guerra, el que se caracterizaba por la aceleración de las crisis
económicas, la radicalización de las masas, la agudización del
conflicto de clases y nuevas guerras imperialistas buscando un asalto
armado a la URSS. Para las crisis ad-portas, que se creía terminarían en
el quiebre final del sistema capitalista, eran necesarias nuevas
políticas. En particular, los partidos comunistas tenían que prepararse
para las cercanas luchas decisivas por el poder, purgándose a sí
mismos de sus debilidades ideológicas y organizacionales, además de
la captura de la hegemonía de sus respectivos movimientos obreros.
La cooperación con demócratas sociales y reformistas ya no era
posible debido a que, en ninguna situación revolucionaria, dichos
grupos revelarían su incomodad esencial de intereses con el sistema
88
La expulsión de Hidalgo y la campaña contra sus partidarios
que el CC de Valparaíso comenzó a librar desde los primeros meses
de 1931, no fue de conocimiento público hasta después de la caída de
Ibáñez, en julio de 1931. Meses antes, el grupo de Valparaíso había
comenzado a tomar medidas para armonizar al Partido con las
políticas del tercer periodo. En efecto, en noviembre de 1930,
Contreras Labarca se había presentado como candidato independiente
en una elección parcial al Congreso por Valparaíso y, evitando pactos
electorales, utilizó la oportunidad para una retórica emocional,
despotricando contra “social-fascistas y oportunistas”, sin dejar el
lugar de su relegación.290 Con el nuevo año, el PC y la FOCh
publicaron sendos manifiestos clandestinos que exponían las
características más salientes de las nuevas políticas. En uno de ellos, se
instaba a los trabajadores a utilizar huelgas para montar una
insurrección en contra del régimen de Ibáñez. Además, se les instruía
para romper con la estructura sindicalista legal, advirtiéndoles de los
peligros de los “falsos partidos de la clase obrera”.291 Sin embargo,
estos llamados a acciones independientes y revolucionarias tuvieron
escaso efecto, sin dejar de apuntar al hecho de que mientras Ibáñez
permanecía en el poder, el PC podía, ocasionalmente, organizar
reuniones públicas o distribuir sus manifiestos. 292
La agitación promovida por los comunistas u otros opositores
a Ibáñez tuvo poca resonancia al momento del colapso final de su
gobierno, en julio de 1931, si bien el PC sostuviera que su caída se
había debido a la lucha de masas.293 El fracaso de Ibáñez para
enfrentar la crisis económica que sobrevino con el derrumbe de Wall
Street y la depresión mundial subsiguiente, causó que sus aliados le
retiraran su apoyo dejándolo caer de su cargo. El impacto de la crisis
mundial en Chile fue de tales proporciones que para 1932 los ingresos
fiscales por exportaciones de salitre y cobre, que usualmente había
representado el 70% de sus ingresos, habían caído en un 87%.294 Para
fines de 1931, según el Chargé d’Affaires Británico en Santiago, Chile
estaba, frente a todo intento y propósito, en banca rota.295 El costo
p. 209.
295 Foreign Office Records (FOR) FO 371/15820, A730/219, H. Chilten para Sir
296 Pike, op. cit. p209; FOR FO 371/15080, A7384/1832/9, H. Chilton para Sir
John Simon, 20.11.31.
297 FOR FO 371/16565 Departamento de comercio de ultramar, Report on
Economic conditions in Chile, marzo de 1933, ref. no. C4126 pp. 15-16.
298 El mejor resumen contemporáneo sobre este hecho es un artículo de
90
república socialista.301 Luego de 12 días, los oficiales más
conservadores de las FFAA desplazaron a Grove y al socialista,
Eugenio Matte Hurtado de la Junta revolucionaria, y permitieron que
un ibañista, Carlos Dávila, tomara el control. Dávila permaneció en su
cargo más de tres meses hasta que los militares decidieron actuar otra
vez planteando, en septiembre de 1932, el regreso del país al orden
constitucional. Se llevaron a cabo nuevas elecciones presidenciales
resultando ganador Alessandri para hacerse cargo de la presidencia
por segunda vez.302
La restitución de la normalidad constitucional marcada por el
regreso de Alessandri a la presidencia y el retiro gradual de la crisis
económica no significó el regreso automático de la tranquilidad
política para Chile. Durante los primeros años de su segundo
mandato, Alessandri se sentía amenazado por los activistas de
oponentes cuyos métodos eran conspiratorios y cuyos fines eran la
toma inconstitucional del poder. En relación con las amenazas reales e
imaginarias ante su gobierno, Alessandri contó con los poderes
policiales especiales otorgados por el Congreso por periodos de
tiempo limitados y con la capacidad de la policía para observar y
acosar a sus opositores cuando estos poderes no estuvieran vigentes.
Fue en este contexto que los comunistas quisieron poner en
práctica las políticas del tercer período, capturar la hegemonía obrera y
dar los golpes finales a un tambaleante sistema capitalista. De hecho,
desde su punto de vista, las condiciones parecían propicias para la
rápida reconstrucción del Partido y para el desarrollo de la lucha
revolucionaria. El amplio desempleo, las encarnizadas luchas por el
poder entre sectores de la burguesía, la evidente agitación entre las
FFAA, el sucesivo fracaso de los gobiernos para lidiar con éxito frente
a los problemas producidos por la crisis económica, el aumento del
apoyo a los remedios socialistas para aliviar los males del país, entre
otros datos, parecían sugerir que la revolución se acercaba a pasos
agigantados. Además, a pesar de la fragmentación y debilidad que
expresaba el PC luego del fin de la dictadura, no existían muchas
razones para dudar que, de todos modos, fuera capaz de recapturar
las lealtades de sectores significativos de la clase obrera. Detrás de
estos factores, que parecían presagiar el buen desempeño del PCCh,
aparecía también el interés que la Comintern, a través del Buró
Sudamericano, mostraba en los asuntos internos del Partido y sus
actividades públicas. Con la ayuda experta y con el consejo del BSA,
301 Ver Charlín, op. cit. pp. 610-789 para un resumen detallado del ascenso y
caída de la República Socialista.
302 Alessandri recibió 187.914 votos; Grove, 60.856; dos candidatos de partidos
305 Los más importantes de estos partidos fueron Nueva Acción Pública, el
Partido Socialista Marxista, Orden Socialista, Acción Revolucionaria Socialista
y el Partido Socialista Unificado. Jobet, El Partido Socialista, op.cit. I, p. 31.
306 Eugenio Matte Hurtado fue el caudillo civil de la República Socialista y una
figura clave en la fundación del PS. Ver Julio César Jobet, ibid., I, pp. 99-104.
Ver también Paul W. Drake, Socialism and Populism in Chile; the origins of the
left-ward movement of the Chilean electorate 1931-33, tesis Ph.D., Stanford
University, 1971, para un tratamiento riguroso sobre los orígenes y los
primeros años del PS (Hay traducción al español de este texto. Paul Drake,
Socialismo y populismo. Chile 1936-1973, Valparaíso, Instituto de Historia P.
Universidad Católica de Valparaíso, 1992).
93
asistir en la recuperación del partido, resultaron inapropiadas y
contraproducentes. En general, el éxito de las políticas del tercer
periodo dependía de dos supuestos; en primer lugar, que el sistema
capitalista estuviera a punto del colapso y, en segundo, que el PCCh
adquiriera rápidamente la fortaleza necesaria para influir
decisivamente en el resultado de los eventos. Desafortunadamente
para el PCCh, ninguno de estos supuestos probó ser correcto.
Aunque el sistema capitalista estuvo expuesto a enormes
presiones y a la crisis económica, ello no implicó la debacle esperada.
Y, más importante aún, las fuerzas políticas interesadas en su
supervivencia, permanecieron intactas, si bien algo desorganizadas. A
pesar del surgimiento de los socialistas como fuerza durante 1932, las
agrupaciones políticas clave en Chile post-Ibáñez continuaron siendo
partidarias de los caudillos Alessandri e Ibáñez. Por su lado, los
sectores no alineados de los partidos tradicionales, también se
mantuvieron como fuerzas que había que tener en cuenta. Por lo
demás, alessandristas e ibañistas estuvieron siempre dispuestos a
utilizar medios extra constitucionales para volver al poder y, ni ellos
ni los partidos tradicionales, tenían deseo de ver desplomarse a Chile
por obra de una revolución social. De este modo, aunque
alessandristas e ibañistas intentaron utilizar el motín naval y la
república socialista para sus propios fines, cuando dichos
movimientos probaron no ser susceptibles de manipulación y control
por ellos, volvieron sobre sus pasos y dieron su apoyo a las
instituciones existentes. Además, las turbulencias de 1931 y 1932
produjeron en muchos chilenos una reacción a favor del orden
público y de estabilización del sistema político existente. Después de
la República Socialista, sectores no revolucionarios ayudaron a crear
las Milicias Republicanas, una organización dedicada a la defensa del
orden constitucional. Ellas tuvieron un evidente respaldo militar y
representaron la clara determinación de amplios sectores de clase
media para resistir todos los intentos por imponer un cambio
revolucionario en Chile.307 La República Socialista también precipitó
un cambio fundamental en la actitud de las fuerzas armadas sobre su
propio involucramiento en la política. Alarmados por el espectro de la
revolución y de la guerra civil que este hecho había planteado, la
mayoría de los oficiales decidieron restaurar el régimen civil,
regresando las instituciones militares a un rol constitucional, aunque
307El Estado mayor del Ejército calculaba que el 30% de las milicias eran
demasiado viejas, el 40% sería más útil en tareas internas, en caso de
emergencia, y el restante 30% no tenía relevancia ni como aliados ni como
enemigos. FOR FO 371/16567, A4222/73/9, despacho de H. Chilton a Sir John
Simon, con fecha 18.5.1933.
94
pequeños grupos de oficiales y suboficiales continuaron conspirando
a favor de un caudillo u otro.
La miseria y la agitación política producidas por la crisis no
trajeron la ruina del sistema capitalista. Mientras algunos chilenos
buscaron soluciones revolucionarias a los problemas de Chile, la
mayoría de la población buscó remedios dentro del sistema político
vigente, de manera que al momento en que Alessandri volvió al
Gobierno (por segunda vez), pudo contar con el apoyo de
prácticamente todos los partidos políticos, de las Milicias
Republicanas y el grueso de las fuerzas armadas.
El mencionado segundo supuesto, a saber, de con el apoyo de
la IC el PC podía adquirir rápida fortaleza e influir en el resultado de
eventos, también resulto infundada. De hecho, dadas las condiciones
en que reapareció el PC luego de la clandestinidad (1931), tal aserto
fue una suposición muy optimista. Durante la dictadura de Ibáñez, el
apoyo electoral del partido se dispersó, su militancia se redujo casi en
un 90% y su brazo sindical, la FOCh, prácticamente había muerto. 308
Además, poco después de la caída de Ibáñez, la división entre
Hidalgo y sus partidarios y aquellos que apoyaban al CC oficial
patrocinado por el BSA, era un asunto bastante claro. La primera tarea
iniciada por la fracción oficial fue la de justificar la expulsión de
Hidalgo y la purga de sus partidarios más prominentes.309 Aunque los
hidalguistas solicitaron la readmisión al Partido y un Congreso
Nacional para considerar su caso –como era su derecho bajo las
normas internas del partido– el CC oficial fue intransigente. Incapaz
de regresar al partido en términos de la más miserable rendición, los
hidalguistas rápidamente asumieron el papel de trotskistas que ya
antes se les había asignado. Comenzaron a crear sus propias
organizaciones, publicaron sus propios periódicos, y pasaron a activar
en el mundo sindical con dirigentes propios. En 1933, luego de varios
esfuerzos por reingresar al PCCh, fundaron su propio partido, la
Izquierda Comunista.310 Aunque, a fin de cuentas, los hidalguistas no
parecen haber causado una erosión importante al partido oficial,
excepto, quizás, en Santiago donde Hidalgo consiguió más votos que
Lafertte en las elecciones presidenciales de 1931, sus acciones no
311 En esa elección, Hidalgo consiguió 537 votos ante los 380 de Lafertte en
Santiago y también alcanzó un buen desempeño en Antofagasta y Valparaíso.
Bandera Roja 4.10.1931.
312 Ver en La Chispa, n° 2, agosto de 1931; n°3, septiembre de 1931, estas
en Cuadernos Libres
96
en Vallenar, a unos 200 kilómetros de distancia, sino, a la vez, desatar
una nueva ola persecución contra el PCCh a nivel nacional. 314
Tres años más tarde, esta misma retórica revolucionaria
probablemente jugó también un rol en el levantamiento de Ranquil,
en la provincia de Malleco. Ahí, en medio de un muy crudo invierno,
unos trabajadores agrícolas, campesinos y mapuche, fueron
desalojados de sus tierras junto con un grupo de trabajadores
hambrientos provenientes de dos proyectos de trabajos públicos
(lavaderos de oro y el Túnel Las Raíces), desatando una jacquerie
espontanea.315 En un área de tierras poco pobladas de Alto Bío-Bío, los
insurgentes atacaron y asesinaron a varios terratenientes y tenderos
(comerciantes). A pesar de que los atacantes respondían a varias
organizaciones, el hecho de que en la confrontación apareciera la
participación de un sindicato de la FOCh -el Sindicato Agrícola de
Lonquimay, fundado y dirigido por el comunista Juan Leiva Tapia-
fue razón suficiente para que las autoridades calificaran la acción
como un intento revolucionario montado por el Comintern de
Montevideo (lugar de funcionamiento del BSA).316
Una fuerza de Carabineros fue enviada para restaurar el
orden, tarea que desarrollaron con gusto macabro, asesinando a más
de 200 campesinos.317 Aunque las consideraciones geográficas hacían
extremadamente poco probable que existiera un plan revolucionario
concebido en Montevideo u otro lugar, el Partido y la FOCh brindaron
rápidamente su apoyo a los rebeldes llamando a la expansión de la
insurrección y al derrocamiento de la “dictadura que priva de comida
y asesina a las masas”, e instó a la formación de soviets. 318 Ante ello,
no era de extrañar que las autoridades continuaran arrestando y
deteniendo comunistas a lo largo del país.
242. Ver también el artículo de José Vega Díaz “El Aprendiz de Comunista”
en Principios febrero/marzo de 1970 y Luis Corvalán. Ricardo Fonseca
combatiente ejemplar, Santiago, 1971, p.98, para resúmenes sobre el asesinato de
Leiva Tapia y otros activistas del PCCh.
318 Unidad Obrera julio de 1934, 1° y 4° semanas.
97
Según el BSA, la creencia en el inminente colapso del sistema
capitalista, había llevado al PCCh a cometer errores con relación al
levantamiento de la marinería de septiembre de 1931. 319 A pesar de
que los amotinados estaban claramente motivados por
consideraciones financieras y profesionales, la primera respuesta de
los comunistas fue llamar a la formación de soviets y llevar a cabo la
revolución, llamado que fue groseramente rechazado por los
amotinados en Coquimbo, quienes amenazaron a la delegación de la
FOCh con una zambullida, haciendo algunos esfuerzos para
disociarse de los comunistas.320 Aunque el PC logró derrotar los
recelos de los sublevados en las etapas finales de su movimiento, el
BSA afirmó luego que el enfoque de línea dura expuesto por el
Partido en las primeras horas del motín –horas cruciales- había
impedido que el PCCh ejerciera real influencia en su desarrollo. 321
Otros aspectos que graficaron los adversos efectos que las
políticas del tercer periodo tuvieron para con la recuperación comunista
a partir de 1931, corrieron por cuenta de su actuación en el campo
sindical. La lucha por capturar la hegemonía obrera y la insistencia en
la estricta independencia de acción, entorpecieron los objetivos de
contar con un PC poderoso en lo sindical y electoral. En la práctica, él
mismo se privó de un instrumento que le había sido útil en el pasado:
el pacto electoral, alternativa que en alguna medida explica su derrota
en las elecciones al Congreso que hubo a inicios de los años 30. Aun
cuando consiguió elegir dos diputados en las elecciones generales de
octubre de 1932, sus logros fueron empequeñecidos por los
hidalguistas que, con menos apoyo a nivel nacional, obtuvieron un
diputado y un senador en las mismas elecciones haciendo un acertado
uso de los acuerdos electorales.322 Incluso después de que los
congresistas del PC habían tomado sus puestos, las políticas del tercer
periodo les impidieron ser parte de uno de los comités políticos que
negociaba la duración de los períodos parlamentarios, limitando su
eficacia.323 Además, el fracaso en elegir más congresistas, no solo privó
al Partido de oportunidades adicionales para airear en público sus
Vega Díaz y Andrés Escobar Díaz fueron electos diputados por Antofagasta y
Santiago, respectivamente. Bandera Roja 5.11.1932. Con la ayuda de pactos con
el Partido Socialista Unificado y el Partido Radical Socialista, Hidalgo fue
electo al Senado por Antofagasta, y Emilio Zapata a la Cámara de Diputados
por Santiago. En Defensa, op.cit. p. 30.
323 Boletines del Congreso, Diputados, Sesiones Extraordinarios, 1933, sesión
junio de 1934, los detalles de los llamados a huelga por parte de la FOCh a los
que sus miembros no respondieron.
99
particularmente evidente durante la República Socialista. La reacción
del PC ante el golpe del 4 de junio fue confusa: de un lado, el CC instó
al apoyo de la Junta Revolucionaria pero, al mismo tiempo, hizo un
llamado para que los obreros formaran soviets (Consejos
Revolucionarios de Obreros y Campesinos, CROCs) y presionaran
para la implementación de un vigoroso programa revolucionario.328
Con la llegada de un delegado del BSA a Chile, el CC retiró su apoyo
condicional y las relaciones con la Junta se deterioraron. En vísperas
de su propia caída, Grove prometió hacerse cargo “con mano dura”
de los comunistas.329
A medida que el grado de atractivo popular de los socialistas se
hizo más claro, los grovistas fueron identificados por el PC como el
principal obstáculo para hacerse del control de la clase obrera,
iniciando una serie de injuriosos ataques contra los líderes socialistas,
los que fueron tildados de social-fascistas y traidores de la clase.330 Los
ataques al PS y su rechazo a todo intento, distinto al suyo, por obtener
el respaldo de la derecha en contra de la administración de
Alessandri, aisló progresivamente a los comunistas de la vida política
nacional. En general, como se viene señalando, las políticas del tercer
periodo obstaculizaron la recuperación del PCCh al forzarlo a
confrontaciones inútiles con las autoridades y al expandir y
profundizar la brecha entre el PCCh y sus aliados más probables.
En particular, las políticas del tercer periodo exigieron al
Partido su mayor proletarización, asunto que tenía tres facetas
importantes. En primer lugar, los objetivos principales de las
campañas de reclutamiento debían dirigirse hacia trabajadores de las
industrias fundamentales del salitre, cobre, carbón y transporte. En
segundo lugar, las estructuras del Partido tenían que estar en su
totalidad impregnadas de las virtudes del proletariado y del
bolchevismo, es decir, que sus miembros debían pertenecer a una
célula actividad, estar involucrados con el trabajo sindical, y estar
familiarizados con el uso y funciones del centralismo democrático, la
autocrítica y el leninismo en general. Finalmente, la proletarización
significaba que cada nivel directivo del Partido debía incluir una
mayoría de trabajadores activos (no desempleados) entre sus
miembros; debían ser trabajadores, tanto del punto de vista de su
328 Manifiesto del CC, 6 de junio de 1932, titulado “Guerra encarnizada contra
la reacción monterista y clerical. Fuera el Ibañismo”, publicado en El
Comunista, Antofagasta, 15.6.1932.
329 La Opinión, 11.6.1932. discurso radial de Grove.
330 Ver Hacia la formación, op.cit. pp. 20-25. Ver también El Grovismo, principal
101
vistas a participar en la instalación de soviets. 335 En cuanto a sus
esfuerzos por organizarse entre los indígenas, estos fracasaron no sólo
por la carencia de cuadros capaces de hablar en lengua originaria, sino
también, por la propia pobreza y apatía de las etnias.336
Irónicamente, el partido chileno obtuvo ganancias más
llamativas no entre trabajadores forzados a posiciones revolucionarias
por amargas experiencias, sino que entre los jóvenes y estudiantes, a
menudo provenientes de la clase media, logros que, según el BSA, no
se debían a tareas desarrolladas por el propio Partido.337 La creación
de la Federación de Juventudes Comunistas (FJC) y el Grupo Avance,
eran el resultado de la reacción espontánea de jóvenes obreros y
universitarios ante la miseria social generada por la crisis económica.
Tanto la FJC como el Grupo Avance demostraron tener un
tratamiento ambivalente por parte del PC. Hacia fines de 1932, la
dirección partidaria se quejaba de que la FJC esquivaba su tutela,
considerándose la vanguardia del movimiento revolucionario en
Chile.338 El Grupo Avance, por otro lado, que publicó su propio
periódico y tuvo sedes en varias ciudades de provincia, fue vulnerable
a la atracción del “trotskismo”, desarticulándose en 1933 debido a
amargas disputas entre los trotskistas y comunistas oficialistas. 339 No
obstante los problemas que ambos grupos le ocasionaron, de igual
modo proveyeron al Partido de un muy útil caudal de cuadros y
líderes futuros.
El PCCh atribuyó su fracaso en el reclutamiento a una
variedad de razones, aunque no a las políticas del tercer período que
estaba intentando implementar. Exponía que los malos resultados se
debían a la resistencia que varios de sus cuadros oponían a la idea de
una organización más masiva, resistencia que estaba exacerbada por
miedos a reclutar a personas que, más adelante, podrían probar ser
espías policiales.340 Además, según el BSA, a menudo se esperaban
cosas imposibles, como que los nuevos militantes tuvieran un
conocimiento previo de marxismo, o que cumplieran tareas que
estaban más allá de sus capacidades. También se argumentaba que, a
la base de los malos rendimientos en captar nuevos integrantes,
estaban los frecuentes pasos a la clandestinidad, asunto que había
habituado a numerosos miembros a vivir o esperar bajo tales
separación del Grupo Avance. Ver también ¿Quién dividió el Grupo Avance?
(Santiago, n.d.) para un resumen hidalguista.
340 Bandera Roja 5.3.1932
102
condiciones, evitando nuevos contactos. Por último, no faltó la
mención de que el nuevo sistema de aportes personales al Partido, con
la entrega del 1% de los ingresos mensuales, implicó el rechazo a la
incorporación en muchos potenciales nuevos militantes.341
El reclutamiento debió haber estado acompañado de
entrenamiento ideológico y político, pero donde dicho entrenamiento
se llevó a efecto, parece haber sido de una naturaleza rudimentaria y
caótica. No fue sino hasta enero de 1933 que el CC anunció un plan
detallado y ambicioso para el entrenamiento de 575 activistas a lo
largo del país.342 En julio del mismo año comunicó otro plan, esta vez
menos ambicioso, pero según las propias fuentes oficiales, ninguno se
llevó a efecto.343 Convengamos en señalar que el instrumento
principal de formación no era el curso especial de cuadros, sino el
empleo de la prensa del Partido para dar a conocer contenidos acerca
del funcionamiento apropiado y el rol de la célula, explicar qué era
una fracción, el centralismo democrático y la auto-critica. Sin
embargo, como instrumento de instrucción, la prensa del Partido dejó
mucho que desear debido a que frecuentemente fue forzada a cerrar
por el acoso policial y por la falta de fondos.
Los esfuerzos por crear un partido poderoso, ágil y
disciplinado, resultaron ineficaces. Las células y sectores raramente
funcionaron de manera apropiada y, en promedio, sólo el 10% de los
miembros pagaba sus cuotas (o cotizaciones, consideradas un deber
sagrado) a principios de la década de 1930.344 Aún más grave, a ratos
existía una alarmante carencia de vínculos entre los diversos niveles
del Partido. Las organizaciones locales y regionales a menudo no
respondían a las circulares y ordenes enviadas por el CC. Tal fue la
falta de comunicación, que los comunistas de Coquimbo sólo a último
momento informaron al CC de que un motín naval se avecinaba, con
el agravante de que cuando avisaron, el hecho ya se había producido:
todo parece indicar que los comunistas de Copiapó apoyaron el
alzamiento sin informar o consultar al CC.345
La ausencia de vínculos efectivos y la defectuosa apreciación
de las políticas del tercer período, llevó a algunos CRs y grupos locales
a errores políticos evidentes en los años previos a 1935. El más
dramático de estos errores fue el “alzamiento” de Copiapó, una acción
que fue calificada por el CC como resultado del putchismo, una
341 Ibid.
342 Plan de estudios de un curso de capacitación (Santiago, 1933)
343 Bandera Roja 17.2.1934.
344 Por la Paz y por nuevas victorias del Frente Popular, Resoluciones del XI
103
desviación izquierdista que suponía que la revolución podía ser
puesta en marcha por medio de un golpe de estado, sin que
necesariamente existiera la participación de las masas. 346 Sin embargo,
para este mismo CC, más graves aún eran las desviaciones de
derecha, es decir, la presencia de tendencias a colaborar con otros
grupos políticos menguándose la independencia frente a los enemigos
de clase, realizándose concesiones ideológicas a los adversarios. 347
Pero de hecho, en 1931 y 1932, diversos grupos locales y CRs
mostraron una tendencia a cooperar con otros grupos políticos o se
unieron a comités civilistas diseñados para oponerse a los intentos de
Ibáñez por volver al poder; incluso, durante la República Socialista,
algunos se unieron a organizaciones de apoyo a Grove y a la Junta
revolucionaria.348 De igual manera, en varias de las elecciones
ocurridas en los años citados, hicieron pactos con otras fuerzas o
candidatos de otros partidos.349 En septiembre de 1932, los CRs de
Antofagasta e Iquique se unieron a otras fuerzas políticas para apoyar
al general Vignola en contra del general Blanche, confrontación que
llevó a la restauración del régimen civil luego de la caída de Dávila. 350
En fin, como puede observarse, la presencia de una u otra desviación,
daba cuenta del grado de aceptación o rechazo de las políticas del
tercer periodo y del propio malentendido que esa política generaba. Sea
cual sea la causa, respecto de todo ese descalabro, es claro que, al
menos en parte, el CC era responsable. A menudo las instrucciones
del CC llegaban tarde para influir en las acciones de las estructuras
subordinadas; a veces ni siquiera se enviaron instrucciones. Además,
tal como en los escalones inferiores, el mismo CC mostraba tendencias
claras a desviarse o a cometer errores de izquierda o de derecha. Por
ejemplo, en enero de 1932, el CC cooperó con grupos políticos y
obreros, incluyendo alessandristas, en una protesta en contra del
régimen de Montero.351 Del mismo modo, durante la república
104
socialista, dio a la Junta de Grove un apoyo limitado. 352 Si bien el CC
parece haber estado dispuesto a no cometer errores de izquierda, de
igual manera fue acusado de saber de las conductas putchistas dentro
del Partido y de no haber hecho nada para clarificar tal actitud,
omisión que contribuyó al sangriento fracaso de Copiapó.353
Según el CC, una de las razones de los errores políticos
cometidos fue la ausencia de trabajo colectivo en su seno, lo cual
parece haber sido cierto. En febrero de 1932, el CC se había expandido
a treinta miembros a fin de que más personas se hicieran cargo de
comisiones y tareas específicas en organización, asuntos sindicales,
trabajo con el campesinado, agitación y propaganda, etc. Se buscaba
impedir que estos trabajos siguieran llevándose a cabo como dominios
privados sin mucha referencia al CC en su totalidad.354 Según un
miembro decepcionado del CC, Víctor González, durante 1932 el CC
fue administrado por un pequeño grupo de intelectuales que, junto
con mantener los contactos con el BSA, monopolizaba las relaciones
con las estructuras provinciales. Además, afirmaba que habiendo sido
miembro del CC y del Buró Político por varios meses, no estuvo más
informado que cualquier otro miembro del Partido de Santiago.355
Las quejas de Víctor González fueron manifestación de la
resentida lucha que afligió al CC durante 1932. Para junio de este año,
los fracasos en las políticas del Partido y el continuo acoso por parte
de las autoridades, habían causado un descontento considerable y el
desánimo en algunos sectores del Partido. Cuando el BSA lanzó su
campaña para proletarizar el Partido, en marzo del 32, los miembros
descontentos del CR Santiago tomaron las instrucciones del BSA -de
que en todas las direcciones del Partido debía existir una mayoría de
obreros- para atacar la preminencia del grupo de “intelectuales” que,
según ellos, dominaban el CC. Es difícil determinar hasta qué punto la
motivación de los disidentes tenía que ver con una confrontación
entre clase obrera e “intelectuales”. Es cierto que el secretario general
del CC, Contreras Labarca, era un profesional de clase media, tal
como su asistente, Marcos Chamudes. Además, varios otros miembros
del Grupo Avance habían pasado a ser importantes dentro del Partido
a partir de la caída de Ibáñez. A pesar de eso, las razones básicas para
el surgimiento del Grupo de Oposición en Santiago a mediados de
1932 –que incluyó a la mayoría del CR Santiago y tres miembros del
CC- parecen haber sido manifiestamente políticas. A pesar de que, con
el fin de evitar confusión con grupos opositores trotskistas, el Grupo
352 Ver en El Comunista, Antofagasta, 15.6.1932 una copia del manifiesto del
CC con fecha 6.6.1932.
353 Conferencia Regional del PCCh (Coquimbo), p. 3.
354 Bandera Roja 14.2.1932.
355 Boletín del CC n° 6, febrero de 1933.
105
de Oposición cambió su nombre a Movimiento hacia la
bolchevización del Partido, las acusaciones que dirigió al CC fueron
muy similares a aquellas que habían sido hechas por los hidalguistas.
El Movimiento afirmó que el CC estaba dominado por intelectuales,
que hacían mala gestión de los fondos del Partido, y que padecían de
súper centralismo y de burocratismo. En un plano más de fondo, el
movimiento acusó al CC de carecer de estrategia y de seguir políticas
que solo servían para derrotar a los opositores del gobierno e
incrementar la persecución del Partido.356
El CC acusó al Movimiento de utilizar tácticas trotskistas y
sugirió que la aplicación mecánica del concepto de proletarización por
parte de ellos, demostraba que carecían de educación y sólo los movía
la codicia y el anhelo de capturar a la militancia joven recientemente
incorporada. Según el CC, la defensa que el Movimiento hacía del
proletariado evitando las tareas de la revolución antiimperialista y
agraria, los alineaba con los socialistas, mientras que los cargos de
burocratismo, mal manejo financiero y la exigencia de un análisis
marxista independiente de la realidad chilena, los unía con los
hidalguistas.357
A pesar de que el CC acusó al Movimiento de desarticular el
trabajo del Partido en un momento que estaba experimentando una
aguda persecución, su desafío no tuvo ramificaciones fuera de
Santiago y fue, aparentemente, derrotado con facilidad. Para
diciembre de 1932, los tres miembros del CC que se habían unido al
Movimiento, realizaron confesiones públicas de sus errores, si bien V.
González argumentó que se habían retractado sólo porque se
aceptaron buena parte de sus críticas. Ciertamente, tanto el Partido
como la FOCh hicieron esfuerzos para probar que la mayoría de sus
miembros no eran intelectuales.358 Además, la expulsión de un
miembro del Partido en julio de 1933, por describir el proceso de
proletarización como mezcla de “terror policial y demagogia obrera”,
sugiere que el CC tomó medidas para proletarizar sus direcciones. 359
En cuanto a las denuncias de súper-centralismo, el CC,
aparentemente, propuso que, de ser necesario, las estructuras
inferiores pudieran actuar sin esperar instrucciones superiores,
orientación que, no obstante, al parecer no vino a afectar su propia
obediencia rígida respecto de las órdenes de Comintern. 360
Más allá de que el desafío del Movimiento fuera derrotado
con relativa tranquilidad, el PC continuó teniendo dificultades con
106
miembros inspirados por la crítica hidalguista y trotskista sobre la
colectividad. Según el CC, un Congreso agendado para abril de 1933,
en parte no pudo funcionar como debía por las actividades de un
grupo opositor en Santiago, mientras que, en julio de 1933, un número
de activistas bastante prominentes, principalmente universitarios,
fueron expulsados por proponer acercamientos con socialistas y con
Hidalgo, además de hacerse eco de los cargos de súper centralismo y
burocratismo.361 Pero los problemas no se detuvieron ahí, pues en
1934, Luis Hernández Parker y Juan Vargas Puebla fueron expulsados
por crímenes trotskistas, si bien un tiempo después regresaron
ocupando puestos de cierta importancia en el Partido.362
En general, ante las políticas del tercer período y los fracasos
que involucraron, parecen haber existido tres reacciones básicas.
Algunos simplemente las ignoraron cuando la presión de los hechos
dictaba otros cursos de acción; otros, cuestionaron la sensatez de ellas;
mientras que la mayoría, respondió con apatía y pasividad. Vigilado
de cerca por el BSA, el CC no podía permitirse el lujo de la inactividad
prolongada, y la idea de rechazarlas, era por completo impensable.
Para el CC las políticas del tercer periodo eran correctas por definición
y si fracasaban en los resultados esperados, las fallas recaían en
errores y debilidades del propio PCCh. Con la ayuda del BSA, el CC
intentó corregir las deficiencias más evidentes del Partido, aplicando
las políticas del tercer periodo con vigor renovado.
En mayo de 1932, luego de consultarlo con el PCCh, el BSA publicó
Las Grandes Luchas Revolucionarios del Proletariado Chileno que examinó
las debilidades más notorias del partido local y dio instrucciones
sobre cómo ellas debían ser solucionadas. Sin embargo, los hechos de
junio de 1932 y los meses de clandestinidad siguientes, evitaron que el
CC tomara acción efectiva a lo largo de las líneas sugeridas por el
BSA. No fue sino hasta diciembre de 1932 que el CC llevó a cabo una
reunión ampliada con el Movimiento, detallando, nuevamente, las
desviaciones izquierdistas y derechistas del Partido.363 Aparte de las
desviaciones mencionadas, los errores de izquierda incluían la
negación a trabajar con el campesinado y el sectarismo, aspectos que
evitaron que el PCCh se convirtiera en un partido masivo. Por su lado,
las desviaciones de derecha incluían el liquidacionismo (un grupo
local del PCCh había, al parecer, cambiado su nombre para evitar la
persecución), y el “ocultamiento”, expresado por algunos CRs que
107
habían fracasado en dejar atrás la clandestinidad, evitando participar
en las elecciones de 1932 o despreciando la actividad sindical abierta y
el trabajo con los jóvenes364.
En abril de 1933 se llevó a efecto un Congreso que buscaba
introducir mejoras organizacionales y políticas, pero el mismo no
pudo concluir tanto por las actividades del grupo opositor de
Santiago, como porque fue allanado por la policía. De hecho, el torneo
prosiguió sus sesiones en la penitenciaría de Santiago. 365 En julio del
mismo año, ya sin interferencia policial, el Partido pudo concluir su
reunión nacional mediante una Conferencia. En ella, el PCCh adoptó
las resoluciones de la 12° sesión del comité ejecutivo del Comité
Ejecutivo IC para las condiciones chilenas. La Conferencia declaró que
la revolución se acercaba rápidamente y advirtió en contra de los
riesgos de pasividad y sectarismo que evitaban forjar los vínculos
efectivos con las masas.366 A pesar de su crítica al sectarismo, la
Conferencia procedió a indicar que grovistas e hidalguistas eran un
peligro para la lucha revolucionaria, mayor aún que Alessandri, e
instruyó a la militancia para crear un abismo profundo entre ella y
demás fuerzas políticas. Quizás si el hecho más dramático de la
Conferencia fue la crítica pública que se hiciera a Recabarren que,
aunque expresada en términos medidos, tuvo un profundo impacto
psicológico dentro y fuera del partido, resaltándose el compromiso
con el aislacionismo del tercer periodo.367
Luego de criticar a Recabarren, la Conferencia procedió a
expulsar a varios activistas bastante prominentes por “crímenes”
trotskistas e hidalguistas y tomó medidas para fortalecer la autoridad
del CC. Se aseguró, a la vez, de que las organizaciones provinciales
fueran representadas en el CC, suprimiendo toda instancia de
decisión política que no fuera la del CC. 368 Meses más tarde, y a pesar
de las instrucciones y exhortaciones emitidas por la Conferencia del
33, un pleno del Central de enero de 1934, señaló que el trabajo del
Partido desde la dicha Conferencia había sido deficiente en casi todos
los ámbitos.369
Quedaba claro, entonces, que las políticas del tercer período,
habían fracasado en producir los resultados deseados, entorpeciendo
claramente la recuperación del PCCh al iniciarse la década de los años
30. Sin embargo, la persecución y el conflicto ideológico que dichas
políticas promovieron, tuvieron algún aspecto positivo al
364 Ibid.
365 Varas op. cit. p. 87.
366 Hacia la formación, op.cit. pp. 5-8.
367 Ibid.
368 Ibid.
369 Bandera Roja 17.2.1934.
108
materializarse fuertes vínculos de lealtad entre sus miembros, en
especial entre un grupo de dirigentes y activistas que no pudieron
concebir otra vida que no fuera la ofrecida por el Partido. Se trató de
un liderazgo que fue particularmente leal al Comintern y que, con la
ayuda del BSA, estableció exitosamente su control sobre la
organización, el cual no sería desafiado por largas décadas.
109
110
Capítulo 4
111
extraordinarias y su política de acoso constante a la oposición -la que
incluso afectó a las actividades opositoras legales, fueron en gran
medida responsables de la destrucción del consenso político que se
había alcanzado durante los primeros meses de su gobierno.
Cuando Alessandri tomó posesión de la Presidencia por segunda
vez, en diciembre de 1932, prometió restaurar el orden y la
prosperidad en Chile, y persiguió dichos objetivos con la misma
firmeza, realismo y falta de escrúpulos que habían caracterizado sus
poco ortodoxos esfuerzos por volver al poder, luego de la caída de
Ibáñez.372 Determinado a construir una amplia mayoría en el
Congreso para su administración, ofreció puestos en su gabinete a
miembros de partidos que se habían opuesto a su reelección en 1932,
incluyendo a liberales y a un conservador disfrazado de tecnócrata,
mientras que al Partido Radical, su principal apoyo en dichas
elecciones, le dio dos puestos de gabinete y tres ministerios de menor
importancia.373
Durante los primeros meses de la administración Alessandri, el
Partido Radical se mostró dispuesto a aceptar esta situación,
cooperando junto a los partidos de derecha en el gabinete en el afán
de restablecer el orden y un gobierno firme. Sin embargo, no pasó
mucho tiempo para que se sintiera víctima de una injusticia. Ya en
julio de 1933, los radicales comenzaron a hacer esfuerzos destinados a
que Alessandri escogiera entre los partidos de derecha o ellos como el
principal apoyo de su gobierno. 374 Alessandri realizó algunos intentos
para satisfacer las exigencias del PR, promoviendo ese mismo mes a
un radical al Ministerio del Interior, además de otros tres puestos en el
gabinete (cuatro cargos en total). Sin embargo, esto no los dejó
conformes.375
Algunos radicales criticaron varios aspectos de las políticas
económicas del gobierno, y otros tantos se alarmaron por la actitud
displicente ante los derechos civiles y las libertades públicas. A fines
del año 1933, una parte de los congresistas del PR estaba preparada
para votar en contra de la petición presidencial de extender las
facultades extraordinarias por seis meses. 376 En abril de 1934, la
372 Ver Donoso, II, p. 95, p. 57 para conocer la actuación de Alessandri durante
el motín naval y el golpe de Estado de 1932. Ver Charlín, op.cit. pp. 535-544,
para un recuento de los planes en contra de Montero en la que se estuvieron
envueltos los alessandristas.
373 El conservador era Miguel Cruchaga, ministro de relaciones exteriores. Los
112
oposición radical al Presidente recibió un impulso adicional debido a
los resultados de dos elecciones complementarias. En Antofagasta,
Alessandri recurrió a métodos inmorales para asegurar la elección de
su hijo liberal, Fernando, a un puesto que los radicales se sentían con
derecho, mientras que en Santiago, Marmaduke Grove derrotó al
candidato patrocinado por el Gobierno en una elección que fue
interpretada como un plebiscito sobre la gestión gubernativa.377 Así
como la primera elección resultó ofensiva para los radicales, tanto por
su explícito nepotismo como por su indiferencia para con las
aspiraciones del partido, la segunda pareció indicar que la tendencia
de la opinión pública se estaba volviendo en contra del Gobierno. En
este escenario, el radicalismo decidió presentar otro ultimátum a
Alessandri, con el fin de forzarlo a escoger entre su apoyo o el de la
derecha. Alessandri rechazó el ultimátum y el PR ordenó a sus
ministros renunciar al gabinete.
Con todo, este partido no adoptó una política de oposición total al
Gobierno, y ello posiblemente por dos motivos. En primer lugar, se
quería proteger a aquellos radicales que continuaban sirviendo en la
administración fuera de los puestos ministeriales. En segundo lugar,
que los radicales influyentes seguían creyendo que sus intereses
serían mejor atendidos por la administración Alessandri. De hecho, a
principios de 1934, el partido se dividió entre los más ricos y
conservadores, que preferían la seguridad de un acuerdo con
Alessandri y los partidos de derecha, y los sectores juveniles y
profesionales, que tenían pocas esperanzas de que sus ambiciones
fuesen satisfechas en el escenario político imperante. Este último
sector prefería llegar a un acuerdo con la oposición de izquierda a
Alessandri. Pese a que los sectores juveniles y de izquierda del
radicalismo ganaron la batalla en abril de 1934 y tuvieron éxito al
retirar al partido del gabinete, la lucha entre la izquierda y la derecha
radical no había acabado de ninguna manera. Hasta 1937, Alessandri
tuvo algo de éxito en persuadirlos para que formaran parte de sus
gabinetes, en algunos casos en desobediencia explícita a las
instrucciones de su partido.378
El PR no fue el único que experimentó dificultades respecto
de su actitud ante la administración de Alessandri. Algunos partidos
de izquierda y de centro de menor importancia, como el Partido Social
Republicano (PSR) -una facción escindida del Partido Radical- y el
Partido Demócrata, oscilaban entre el oficialismo y la oposición,
divididos entre su deseo de asumir cargos y el creciente descontento
con las acciones y políticas del Gobierno. Incluso hubo ocasiones en
que los partidos de derecha, como el Partido Conservador, se
de izquierda.
114
manifestación más del colaboracionismo de clases, el cual solo podía
servir para fortalecer la “dominación imperialista, feudal y burguesa”
sobre Chile.384 Sin embargo, hacia febrero de 1935, moderó
notoriamente su lenguaje en el trato con el Block, aunque continuó
manteniendo una actitud crítica. Este cambio no pasó inadvertido
para la IC, que comenzó a pronosticar que se produciría una
transformación aguda en las políticas del PCCh. 385 En abril de 1935, el
PC se comprometió a transformar sus posturas, anunciando que había
que adaptar las políticas a las cambiantes condiciones del mundo y
que a la luz de la ofensiva mundial del fascismo y de la ofensiva
reaccionaria en Chile, la unidad de acción había pasado a ser una
“necesidad vital” para las clases populares chilenas. 386 Está claro que
el PC no decidió cambiar su curso de acción debido a sus propias
consideraciones.
Desde el arribo de Hitler al poder en Alemania el año 1933, el
problema sobre cómo detener el ascenso del fascismo había sido el
tema de algunos debates dentro de la Comintern. Dicha polémica
asumió una nueva urgencia en los primeros meses de 1934, cuando el
Partido Comunista Francés se unió a los socialistas con el fin de
prevenir una toma del poder de carácter fascista.387 En julio de 1934,
un destacado miembro de la Comintern, el comunista búlgaro Georgi
Dimitroff, argumentó que los peligros del fascismo se habían vuelto
tan grandes que los ataques en contra de los socialdemócratas debían
terminar, que las tácticas del “frente unido desde abajo” debían ser
eliminadas, y que los movimientos sindicales debían unirse,
independientemente de si estuviesen controlados o no por los
partidos comunistas, con el fin de asegurar hegemonía sobre ellos.388
Aunque las líneas principales de las recomendaciones de Dimitroff
recién fueron adoptadas en el Séptimo Congreso de la Comintern, en
agosto de 1935, las políticas del tercer periodo que este evento
cuestionó, permanecieron intactas nominalmente hasta entonces.
Durante 1934, el Partido Comunista francés y otros partidos
comunistas europeos habían comenzado a buscar alianzas en frentes
comunes con partidos socialistas. Los partidos comunistas
latinoamericanos, reunidos en conferencia en Montevideo en 1934,
también hicieron el llamado a formar “frentes antiimperialistas lo más
Popular Front, Cornell, 1968, pp. 31-34. Ver también, Fernando Claudin, The
Communist Movement from Comintern to Cominform, London, 1975, pp. 176-179.
388 A.I. Sobolev et al., op.cit. pp. 375-378.
115
amplio posible”.389 No obstante, según versiones más recientes sobre
aquella conferencia, los delegados no pudieron derrotar
completamente la actitud sectaria de parte de los partidos de la región
respecto de los partidos reformistas nacionalistas y pequeños
burgueses”.390 Por esta razón, y probablemente porque los líderes del
PCCh no estaban dispuestos a caer en desviaciones de derecha, se
mantuvieron apegados a las políticas que había logrado digerir con
dificultad entre los años 1930 y 1933 y, en consecuencia, atacó al Block
con sus ya usuales diatribas.
A pesar de la reorientación que sufrieron las políticas de la
Comintern durante el año 1934, y los signos de que se estaba
produciendo una modificación parcial en la actitud del PC chileno
hacia otros partidos de izquierda (primeros meses de 1935), el llamado
a la unidad de acción que los comunistas locales hicieran en abril de
1935, parece haber sido el resultado directo de la llegada a Chile de un
equipo especial de la Comintern liderado por el comunista peruano
Eudocio Ravines.391 Según Ravines, dos países de América Latina,
Chile y Brasil, habrían sido elegidos para probar dos variantes de la
estrategia de Frente Popular, que luego fueron adoptadas por el
Séptimo Congreso de la Internacional. El objetivo básico en ambos
países era organizar un frente unido de fuerzas democráticas, lo más
amplio posible. Sin embargo, una vez logrado dicho objetivo, los
comunistas brasileños tomarían el poder por la fuerza, mientras que
los chilenos llegarían a través de medios normales de los procesos
electorales. Ravines sostiene que las diferencias en las tácticas para
Brasil y Chile eran el resultado de las divergencias entre dos líderes
Manuilsky y Dimitroff. El primero sostenía que, fuera de los países
desarrollados de Europa, los frentes populares no podían alcanzar el
poder sino por la insurrección armada.392 Cualesquiera hayan sido las
razones precisas para las tácticas utilizadas en Brasil y Chile –y, en
este sentido, también vale la pena señalar que la adopción de tácticas
de insurrección en Brasil en parte obedeció a la experiencia del líder
comunista, el ex-oficial de ejército Luis Carlos Prestes–, la estrategia
básica continuó siendo la misma en ambos casos.393
para ese entonces, con el tiempo pasó a ser el líder del Partido Comunista
brasileño.
394 El MNS fue fundado en 1932 por Jorge González Von Marées y otros. A
pesar de haber ganado cierta notoriedad por medio de batallas callejeras con
comunistas y socialistas a mediados de la década de 1930, siempre afirmó ser
tanto socialista como nacionalista y en 1938 se declaró anti imperialista.
(Claridad, 27.5.1938). Luego del fallido golpe de Estado de septiembre de 1938
(ver más adelante) apoyó al candidato del Frente Popular en las elecciones
presidenciales de octubre de 1938.
395 Donoso, op. cit., II, pp. 155-159. 56 congresistas votaron por la destitución y
76 votaron en contra.
396 Ravines, op. cit. p. 313, 321.
397 Izquierda 15.5.1935.
398 Frente Único segunda semana de mayo, 1935.
117
del PS.399 Schnake también indicó que la conducta que tuviera el PC
en un Congreso de Unidad Sindical que tendría lugar prontamente,
sería examinada cuidadosamente para evidenciar las buenas
intenciones de los comunistas.400 El primer esfuerzo comunista para
unirse al Block terminó por ser rechazado. La razón aludida en
aquella ocasión fue que aquella tentativa atentaba contra las políticas
del Block sobre la admisión de facciones de un mismo partido. Tal
como Izquierda, periódico de la Izquierda Comunista, informó con
cierto regocijo, el Block aconsejó al PC que buscara un acuerdo con la
agrupación de Hidalgo antes de solicitar nuevamente la admisión. 401
Sin dejarse intimidar por los desaires recibidos, el PC persistió
en sus esfuerzos por formar un frente unido con el PS durante mayo
de 1935. Sin embargo, pronto se hizo evidente que no estaba
preparado para satisfacer las condiciones exigidas por Schnake. En el
Congreso de Unidad Sindical, que tuvo lugar en Valparaíso en junio
de 1935, los comunistas recurrieron a la manipulación de votos, en un
intento por evitar que la Confederación Nacional de Sindicales
Legales (CNSL), dominada por socialistas, unificara el movimiento
sindical bajo su hegemonía.402 Si bien la conducta del PCCh estuvo
lejos de hacer algo por ganar la confianza del PS en dicha ocasión, las
relaciones entre estos partidos pasaron a ser incluso más frías cuando
se hizo evidente que las nuevas tácticas del PC iban más allá de la
unidad de acción en la izquierda. En julio de 1935, en el funeral del
senador radical por Santiago, Pedro León Ugalde, el PCCh realizó su
llamado histórico a la constitución de un Frente Popular, el que uniría
a todas las fuerzas democráticas en la lucha contra la reacción y el
imperialismo.403 Mientras los intentos comunistas de unirse al Block
representaban un retroceso de las posturas extremistas de del tercer
periodo, su llamado a organizar un Frente Popular significó un brusco
giro a la derecha y abrió la puerta a la cooperación con los partidos de
centro, en particular con el radicalismo. Las primeras reacciones de los
partidos del Block no fueron favorables. La Izquierda Comunista
denunció la nueva fórmula como otro intento estalinista de vender al
proletariado, y declaró que el PCCh estaba transitando de las
“plantaciones de estridencia rabiosa a los pantanos del
colaboracionismo de clases”.404 El PS, por su parte, insistía en que el
Block era el instrumento adecuado para luchar contra el gobierno de
118
Alessandri, y en que no veía la necesidad de crear una nueva
organización según los lineamientos de la política del Frente Popular.
Por otra parte, el PS expresaba serias dudas sobre si el PR, claramente
dividido entre aquellos que aún colaboraban con Alessandri y los que
no lo hacían, podría ser incorporado en una alianza de izquierda.405
A pesar de la hostilidad del PS y de la Izquierda Comunista a
la idea de formar un Frente Popular, el PC siguió adelante con sus
esfuerzos. La elección complementaria para ocupar el escaño que
quedó vacante debido a la muerte de León Ugalde, le dio la
oportunidad para poner en práctica las nuevas tácticas. Nominó a un
candidato no comunista, Juan Luis Mery, e invitó a otros partidos de
izquierda y centro a apoyarlo. La elección de Mery como candidato
fue particularmente astuta, ya que era militante de un partido del
Block, el Partido Radical Socialista, un conocido ibañista y director del
diario La Opinión, el principal periódico opositor. Por lo demás, se
encontraba prófugo de la policía, pues pesaba sobre él una orden
judicial y había sido condenado a la pena de extrañamiento. El PS, que
había planeado presentar a Óscar Schnake como candidato, quedó en
una posición incómoda ante la iniciativa de los comunistas. Negarse a
apoyar a Mery hubiera expuesto a los socialistas a la acusación de no
estar dispuestos a hacer los mínimos esfuerzos para lograr la unidad
de la izquierda. Esto en un desfavorable contraste con la actitud del
PCCh, el que, pese a su anterior sectarismo, se mostraba ahora
preparado para cambiar sus métodos. Por otra parte, la negativa a
apoyar a Mery bien podría haber causado que el PRS dejara el Bloque,
dando inicio a un proceso de desintegración que ya había
caracterizado a los anteriores esfuerzos por lograr la unidad de la
izquierda. Los socialistas decidieron retirar la candidatura de
Schnake, no sin antes evidenciar su descontento. 406 El PR, por su parte,
tenía la intención de presentar como candidato a Juan Antonio Ríos,
su líder de izquierda más prominente. Sin embargo, como los
radicales de izquierda venían buscando una alianza con los partidos
de izquierda, el PR también se convenció de retirar la candidatura de
Ríos y apoyar a Mery.407 Finalmente, la elección parcial fue disputada
entre Mery y Arturo Ureta Echazarreta, el candidato patrocinado por
el gobierno. Los comicios fueron mostrados por ambos bandos como
una prueba de popularidad del Gobierno. Si bien Ureta ganó la
elección, lo hizo por un margen tan estrecho que el resultado fue visto
despacho de parte de Charles Bentick para Sir John Simon con fecha 15.7.1935.
119
como una victoria moral de la izquierda, y una derrota para el
Gobierno.408
El mismo mes en que el PC realizó el llamado a formar un
Frente Popular, la Comintern se encontraba en proceso de adoptar
formalmente las políticas de Frente Popular en su Séptimo Congreso,
en Moscú. Curiosamente, los análisis de las condiciones de la
economía mundial que respaldaban a las nuevas políticas no fueron
muy diferentes a los que habían sido utilizados para apoyar las
políticas del tercer periodo. El mundo capitalista estaría “entrando en
un periodo de fuertes enfrentamientos, como resultado de
contradicciones tanto internas como externas”.409 Sin embargo, en esta
ocasión se sostuvo que las crisis políticas y económicas inminentes
favorecerían el crecimiento del fascismo en lugar de la rápida
evolución de la lucha revolucionaria. Para enfrentar esta amenaza, se
instruyó a los partidos comunistas para que formaran amplios frentes
populares de todos los partidos y organizaciones que estuvieran
interesados en defender la democracia burguesa, reconociendo que
ésta, con todos sus defectos, era preferible al fascismo. Por lo tanto, los
partidos comunistas fueron compelidos a cooperar con demócratas y
reformistas sociales en coaliciones sindicales y de partidos políticos.
En países coloniales o semicoloniales y en países dependientes, como
Chile, el enemigo principal no era tanto el fascismo, sino el
imperialismo. La tarea en dichos países era formar anchos frentes
antiimperialistas y trabajar en la instalación de gobiernos populares
revolucionarios nacionales, los que una vez funcionando, se
comprometerían con reformas fundamentales. 410 Si las condiciones lo
permitían, un solo partido revolucionario debía ser creado sobre la
base de la unión entre los socialistas y los comunistas. 411 Con respecto
a sí mismos, se exhortó a los partidos comunistas a que prescindieran
del “sectarismo autocomplaciente”, el cual habría retrasado su
crecimiento, y se les advirtió en contra de los peligros del
oportunismo de derecha, el que tendía a pasar por alto las diferencias
entre los comunistas y otros partidos políticos.412
Aunque el modo en que inicialmente fue presentada la
estrategia del Frente Popular enfatizaba que esta no se trataba de un
408 Ureta Echazarreta obtuvieron 29.437 votos ante los 28.134 de Mery. Según
el embajador británico, Mery perdió debido al cohecho masivo y
manipulación de los registros electorales. FOR FO 371/18664, A 7289/11/9,
despacho de parte de Bentick para Simon con fecha 12.8.1935.
409 Ver Jane Degras, The Communist International 1919- 1943, 3 volúmenes,
10.8.1935.
411 Ibid.
412 Ibid.
120
retroceso de los principios revolucionarios, sino que simplemente era
la continuación de la lucha revolucionaria adaptándose mejor a las
circunstancias imperantes, y aunque el PC logró cierto éxito al ganarle
a los socialistas en proponer la idea de un Frente, los liderazgos del PS
y la Izquierda Comunista continuaron sin convencerse de la necesidad
de una nueva coalición de Frente Popular, y siguieron resistiéndose a
los esfuerzos comunistas por unirse al Block. En noviembre de 1935 el
PC afirmó que una solicitud de ingreso al bloque, realizada a su
nombre por el PRS, fue rechazada por no ser escrita, y que una
petición escrita posterior, fue denegada luego de una demora
excesiva, esto pese a que todos los partidos del Block habían aceptado
públicamente la admisión del PCCh. 413
Ante la intransigencia mostrada por el PS y la Izquierda
Comunista, la idea del Frente Popular fue ganando aceptación en
otros sectores del Block. Los radicales de izquierda se vieron
particularmente atraídos por ella, mientras que el PRS y el Partido
Democrático, que no compartían el profundo antagonismo ante el
PCCh, apreciaron con rapidez las ventajas que les ofrecía una
coalición más amplia.414 Si bien los esfuerzos del PC por lograr la
aceptación de la idea del Frente Popular estaban progresando -lo que
precipitó la formación del Frente Popular en marzo de 1936- fue la
fuerza de los hechos antes que las habilidades tácticas de los
comunistas lo que agilizó el objetivo. Pese a los evidentes signos de
que la izquierda y el PR se encaminaban hacia la cooperación, el
gobierno de Alessandri continuó dando motivos para temer que la
democracia se encontraba en peligro. En septiembre de 1935, el
Gobierno intentó suprimir a una de las principales voces críticas de su
gestión mediante la compra de acciones del periódico radical La
Hora.415 En el mes siguiente, las autoridades afirmaron haber
descubierto otro complot revolucionario, relegando a provincias a
varios dirigentes políticos, y promoviendo acusaciones destinadas a
privar a Grove de su fuero parlamentario, con el fin último de
procesarlo judicialmente.416 En noviembre, el ministro del Interior
ordenó a los intendentes que no se reunieran con los representantes
de las confederaciones sindicales -organizaciones técnicamente
ilegales-, acción que provocó una airada protesta de la clase obrera. 417
Aún más importante que lo anterior, fue el debate sobre el acuerdo
Ross-Calder, el que a fines de 1935 y 1936, causó un gran revuelo en el
121
Congreso. Las pasiones despertadas por este acuerdo -por el cual el
Gobierno retiró los cargos de evasión de impuestos en contra de la
Compañía Chilena de Electricidad, de propiedad estadounidense, a
cambio de acciones de la Compañía- ensanchó la brecha que separaba
a Alessandri de sus opositores de izquierda y radicales. 418 Estos
hechos, junto con una creciente presión dentro del Partido Socialista
en favor de la idea del Frente Popular, permitieron que, en enero de
1936, en un Congreso Nacional partidario, los socialistas aprobaran
una resolución que pedía la ampliación del Block,419 evitándose así
resolver la formación de una coalición de Frente Popular. En esa
misma instancia, se dio a los militantes de la Izquierda Comunista -los
enemigos más resentidos del PC-, permiso para unirse de manera
individual al PS. Sólo después de una nueva serie de actos hostiles por
parte de la administración Alessandri, la resistencia al Frente Popular
en el PR y en el PS pudo ser vencida. En febrero de 1936, tras una
reacción evidentemente desmedida ante una huelga ferroviaria
nacional, Alessandri declaró Estado de sitio, clausuró los periódicos
La Hora y La Opinión, descubrió otro complot revolucionario y arrestó
a varios ibañistas prominentes, incluyendo a Juan Antonio Ríos, líder
del ala izquierda del Partido Radical. 420 En respuesta, la Asamblea
Radical de Santiago, la organización local del partido más importante
del país, aprobó entusiastamente una resolución que urgía la
formación de un Frente Popular. La moción fue presentada por el
radical Justiniano Sotomayor, pero es evidente que fue preparada y
escrita por Carlos Contreras Labarca y Marcos Chamudes. 421 Al mes
siguiente, en marzo de 1936, nació el Frente Popular.422
La formación del Frente Popular fue una victoria significativa
para el PCCh y sus nuevas tácticas. Sin embargo, las lealtades de sus
dos miembros más importantes, el PR y el PS, no se encontraban
completamente aseguradas y, a ratos, el PC se vio en serias
dificultades para mantener la unidad de una coalición en cuya
formación había invertido grandes esfuerzos.
Al interior del radicalismo, las principales resistencias al
Frente Popular provinieron de los radicales de derecha, quienes no
aprobaban la asociación con el PC ni con la izquierda. Estos tenían
serias dudas sobre la eficacia del Frente como una coalición electoral y
creían que el PR obtendría mayores beneficios de continuar asociado a
la administración de Alessandri. Así, durante 1936 las lealtades del PR
para con el Frente fluctuaron de acuerdo a los resultados de las
122
elecciones complementarias al Congreso, y en respuesta a los
numerosos intentos realizados por Alessandri para persuadir al
radicalismo de regresar a su gabinete. De hecho, a finales de ese año,
la división entre frentistas y anti frentistas al interior del PR se tornó
cada vez más seria. Tres radicales aceptaron puestos en el gabinete sin
el permiso del partido y su insubordinación fue respaldada por los
senadores de la colectividad.423 Por su parte, los radicales frentistas se
habían visto fortalecidos por un sólido voto de las organizaciones
provinciales en apoyo al Frente y por la aprobación de una nueva ley
de seguridad interior en el Congreso, la que era vista por muchos
como una prueba más de las intenciones dictatoriales de Alessandri. 424
Para diciembre de 1936, la unidad del PR y el futuro de su política
ante el Frente Popular parecían estar en suspenso, dependiendo de los
resultados de las elecciones al congreso en que tendrían lugar en
marzo de 1937. Con miras a ellas, se había dado libertad de acción a
las organizaciones locales del PR para pactar con partidos del Frente
Popular. En la práctica, los resultados de las elecciones parlamentarias
de marzo no fueron tan claros como hubiesen deseado frentistas y anti
frentistas. Aunque el PR obtuvo 76.941 votos comparado con 59.413 en
la última elección general de 1932, su participación en el total de los
votos emitidos solo aumento levemente, de 18,2% a 18,7%, mientras
que la cantidad de escaños ganados en la cámara de diputados cayó
de 34 a 29.425 Si bien los radicales frentistas sostuvieron que el PR
perdió precisamente en aquellas circunscripciones en que no pactaron
con el Frente y, a pesar que señalaron las ganancias considerables que
habían logrado los partidos de izquierda en esas elecciones, los anti
frentistas continuaron participando del gabinete de Alessandri. 426 En
mayo de 1937, el PR convocó a una convención extraordinaria para
decidir el tema de una vez por todas. Dicha convención votó
abrumadoramente a favor de continuar participando en el Frente y
ordenó a los ministros radicales a dimitir so pena de expulsión. Al
mismo tiempo, aclaró que el PR esperaba que el Frente Popular
apoyara a su candidato presidencial en las elecciones presidenciales
que tendrían lugar en octubre de 1938.427 Fue este último factor, más
que la inesperada adquisición de un sentido de disciplina partidaria,
lo que obligó a los ministros radicales a cumplir las instrucciones de la
convención y renunciar a sus cargos. En mayo de 1937, el problema de
quién iba a ser el próximo presidente de Chile había asumido
123
urgencia. También parecía cada vez más probable que el ministro de
hacienda de Alessandri, Gustavo Ross, un hombre célebre por sus
duras actitudes políticas y aversión casi patológica al PR, sería el
candidato de la derecha y, como tal, recibiría el apoyo de la
maquinaria gubernamental.428 Ante esta probabilidad, los radicales
más conservadores ya no veían ninguna ventaja en seguir
participando en los gabinetes de Alessandri y reconocieron, de
acuerdo con la opinión mayoritaria dentro de su partido, que si
querían que uno de sus miembros llegara a ser el próximo Presidente
de Chile, tendrían que aceptar el Frente Popular. Por lo tanto, después
de mayo, la disputa interna del PR dejó de versar sobre su
participación en el Frente y se centró en la lucha por la nominación del
candidato presidencial del partido. Los principales contendientes
fueron Juan Antonio Ríos, líder de los frentistas, y Pedro Aguirre
Cerda, un radical conservador muy respetado que, a pese a haber
sido uno de los anti frentistas más importantes, no había ocupado una
posición de primera línea en las recientes pugnas internas. 429 En
noviembre del 37, el PR sostuvo una elección interna para decidir
entre los dos, y Aguirre ganó con 5.611 votos sobre 4.091.430 La victoria
de él fortaleció la lealtad de los sectores conservadores del radicalismo
hacia el Frente Popular. Sin embargo, Ríos no aceptó fácilmente su
derrota, y se embarcó en una campaña para desbancar al ganador
proponiendo a sus correligionarios que apoyaran la candidatura
presidencial del General Carlos Ibáñez. 431
428 Gustavo Ross era un especulador que había hecho una fortuna en la bolsa
de valores de París, antes de entrar de lleno a la actividad política en Chile.
Como el Ministro de Hacienda de Alessandri entre 1933 y 1937, desarrolló de
manera exitosa políticas fiscales que eran, quizás, inevitablemente poco
populares para la izquierda. Aunque tenía algunas ideas nacionalistas en lo
económico, tal como demostró el acuerdo de Ross Calder (véase más arriba),
en algunas ocasiones expresó sentimientos brutalmente antipopulares y
antidemocráticos, promoviendo, entre otras medidas, una masiva inmigración
blanca y “latigazo” para los obreros. FOR FO 371/18665, A 9193/11/9,
despacho de parte de Bentick para Anthony Eden, con fecha 25.10.1935.
Donoso op. cit., II, p. 166; los comunistas lo apodaron “el último pirata del
Pacífico”.
429 Eran pocas las diferencias políticas entre Aguirre Cerda y Ríos para liderar
1619, 16.6.1966.
124
La actitud del PC ante el PR y sus luchas internas fue dictada
por la necesidad de mantener al PR dentro del Frente Popular. Con
dicho fin, el PCCh se aprovechó de las ambiciones presidenciales del
PR apoyando, en tanto le era posible, a los radicales frentistas en su
lucha por controlar al PR y en sus afanes por neutralizar al centro,
combatiendo a los radicales de derecha.432 Por lo demás, el PC fue
diluyendo el programa de transformaciones revolucionarias que
originalmente había sugerido como plataforma para la coalición
Frente Popular. Las propuestas comunistas contenidas en el
programa de agosto de 1935 -que demandaban la confiscación de los
latifundios y de las tierras de la Iglesia Católica, la nacionalización de
las industrias de servicios públicos más importantes, y la devolución
de las tierras robadas a los indígenas- fueron rápidamente retiradas.433
A principios de 1937, el PCCh enunció un programa que no hacía
referencia directa a la confiscación de tierras ni a las nacionalizaciones,
con excepción de las industrias de propiedad extranjera que se
negaban a cumplir con la ley chilena, hablaba en términos más
moderados sobre la necesidad de subordinar los capitales extranjeros
a los intereses nacionales, y promovía la protección y el fomento de la
industria y la agricultura nacional. 434
En su política de acercamiento al Partido Radical, el PCCh
dejó en claro que no se oponía categóricamente a su participación en
los gabinetes de Alessandri, siempre que dicha participación fuese la
base de un programa claro, que trajera beneficios a las masas. 435 Del
mismo modo, aunque el PC atacó a los radicales anti frentistas, tuvo la
precaución de reservar sus invectivas más virulentas para radicales
que habían violado abiertamente la disciplina del partido. Por otra
parte, a pesar de que el PCCh apoyó a Ríos en la lucha por la
nominación presidencial del PR, lo hizo sin gran entusiasmo y sin
ataques a su rival. Es evidente que, si el costo de la lealtad del PR
hacia el Frente Popular era la aceptación del liderazgo de los radicales
conservadores, era un precio que el PCCh estaba dispuesto a pagar.
El otro partido importante del Frente Popular, el PS, tenía una
actitud muy diferente ante la coalición. Al igual que en el caso del PR,
el PS tenía en su interior a sectores frentistas y anti frentistas. Sin
embargo, la mayoría de sus dirigentes nunca fueron más allá de una
actitud tibia hacia el Frente. Después de todo, el PS había creado el
432 Ver artículo de Contreras Labarca, “La gran Experiencia del Frente
Popular”, Principios número 120, julio-agosto de 1967, p. 33.
433 Frente Único, última semana de agosto, 1935.
434 Frente Popular 23.1.1937.
435 Ibid. 23.5.1936; 17.6.193 (aunque el Frente Popular comunista comenzó una
127
el caso de la Unión Socialista y el MNS- podían definir el balance
electoral entre los partidos del Frente y sus opositores de derecha. 443
En tercer lugar, el PC no opinó sobre ninguno de los probables
candidatos presidenciales del Frente que aparecieron a fines de 1937
con mucho entusiasmo. Dudaba de que el socialista Grove tuviera
mucho atractivo fuera del PS y de las clases obreras, mientras que el
radical Pedro Aguirre Cerda se encontraba marcado por su larga
asociación con gobiernos de centro y por sus vínculos
comprometedores con la reacción.444 Ibáñez, por su parte, había
liderado una administración reformista, obviando sus otros pecados,
y podía llegar a contar con el apoyo de distintos sectores de la
sociedad chilena. Por lo demás, se pensaba que Ibáñez poseía
cualidades como candidato para enfrentar a Gustavo Ross. 445 Aparte
de estas razones, un tanto pragmáticas, el PCCh también se vio
influido por consideraciones teóricas. Parte integral de la estrategia
del Frente Popular era aislar a la derecha atrayendo a todas las fuerzas
populares hacia su interior, casi independientemente de su ideología.
Además, algunos partidos comunistas en otras partes del mundo,
como en el caso de China y Cuba, habían apoyado a “gobiernos
militares populares” en la lucha contra el imperialismo y el
fascismo.446
Aunque, de acuerdo con una fuente, el Secretario General
socialista, Oscar Schnake, entró en negociaciones secretas con el
comité electoral de Ibáñez, en público el PS reaccionó con indignación
ante los acercamientos del PC a Ibáñez, y rechazó vehementemente la
idea de que la Unión Socialista, un partido ibañista creado por
disidentes del PS, pudiera entrar al Frente. 447 Para abril de 1938,
cuando los partidos frentistas se reunieron en una convención con el
fin de elegir al candidato presidencial del Frente, las negociaciones
entre Schnake e Ibáñez se encontraban claramente quebradas, y el PS
desarrolló una vigorosa campaña en apoyo a Grove.
Uno de los principales factores que explican el triunfo de Aguirre
Cerda en la convención fue la abstención del PC luego de la primera
ronda de votación, acción que impidió que alguno de los candidatos
obtuviera la mayoría necesaria y que, por lo tanto, obligó al PS a
escoger entre aceptar la victoria de Aguirre Cerda o asumir la
128
responsabilidad del quiebre del Frente. En un gesto dramático, Grove
sacrificó sus ambiciones personales en pro de la unidad y retiró su
candidatura, al mismo tiempo que el PS lanzó apasionadas
acusaciones de traición en contra del PC.448 Sin embargo, ni el gesto de
Grove ni las acusaciones de traición eran del todo sinceras. En
realidad, una vez que el PS descartó la idea de apoyar a Ibáñez, no
tenía una alternativa real a la candidatura de Aguirre Cerda. Esto se
debía a que el Frente necesitaba del apoyo total del PR para ganar en
las elecciones de octubre de 1938, y para conseguir dicho respaldo, era
imprescindible que Pedro Aguirre Cerda fuera electo candidato. De
hecho, algunas fuentes señalan que, en más de una ocasión, Schnake
habría declarado que la candidatura de Grove no tenía posibilidades
reales de éxito.449 Por otra parte, mientras que el PS acusaba al PCCh
de traición, y pese a que en el pasado los comunistas habían dado a
los socialistas algunas señales de que los apoyarían, a inicios del año
1938 las relaciones entre ambas colectividades estaban tan frías, que el
PS hubiera sido extremadamente ingenuo al creer en aquella
posibilidad. En este contexto, cabe preguntarse por qué el PS dio una
lucha tan vigorosa en favor de la nominación de Grove en la
convención. En primer lugar, porque era necesario mostrar a las filas
socialistas que habían hecho todos los esfuerzos posibles para
asegurar su nominación. En segundo lugar, y aún más importante,
promover la candidatura de Grove era una manera eficiente de hacer
sentir a los radicales en deuda con el PS, lo que les permitiría a estos
últimos obtener recompensas concretas en caso de que Aguirre Cerda
ganara la elección. Y finalmente, le dio al PS la oportunidad de
obtener algunas ganancias políticas, útiles en sus disputas con el
PCCh.
Sin embargo, cabe sostener que lo que produjo las más airadas
reacciones por parte del PS, más que las políticas del PCCh, fueron los
métodos utilizados por los comunistas para incidir en las filas
socialistas. En términos generales, fueron métodos de doble faz. Por
una parte, intentaron que personalidades socialistas apoyaran de
manera individual sus posturas, con independencia de los
pronunciamientos del Comité Central socialista. Por otra parte,
atacaron a los opositores de sus políticas al interior del PS,
calificándolos de trotskistas. Por lo tanto, pese a que a inicios de 1935
el PC comenzó a aproximarse a los dirigentes en busca de la unidad
en acción, en forma paralela cortejó a miembros de organizaciones
448Claridad 21.4.1938.
449Ver La Opinión 4.11.1937. Pese a estar hecho de manera anónima, este
alegato probablemente provino de un disidente socialista. Ver también
Wilfredo Mayorga, “Las intrigas electorales del 1938” en Ercilla, nº 1619, junio
de 1966.
129
socialistas locales e, intentó que sus células infiltraran al PS.450 A pesar
de las airadas protestas del PS, el PC siguió con estos métodos con
algo de éxito. En mayo de 1937, el electo diputado socialista Óscar
Baeza fue expulsado del PS, según su propia versión, porque era un
defensor del partido único, y prontamente fue incorporado al
PCCh.451 En octubre de 1937, un grupo de socialistas fue expulsado
por crear un partido único, al cual llamaron Partido Nacional
Revolucionario, y por defender la candidatura de Ibáñez. Según los
socialistas, dichas actividades habrían sido promovidas por el
PCCh.452 Por razones similares, unos 200 socialistas, incluyendo a dos
diputados, Ricardo Latcham y Amaro Castro, fueron expulsados el
mes siguiente. De esta escisión surgió un nuevo partido, la Unión
Socialista, el cual rápidamente se pronunció en favor de la
candidatura presidencial de Ibáñez.453 El PC se mostró indiferente
ante el surgimiento de la Unión Socialista, ya que esta no se pronunció
de inmediato en favor del Frente Popular. Sin embargo, existen
algunas razones que permiten creer que al menos uno de sus líderes,
Ricardo Latcham, había estrechado sus vínculos con el PCCh.
Latcham sostuvo públicamente que las dificultades que había vivido
al interior del PS se debían al entusiasmo de su frentismo, el cual le
habría granjeado la hostilidad de Schnake, al igual que sus esfuerzos
por prevenir que trotskistas y miembros de la Izquierda Comunista
entraran al PS. En ambos casos, se trataba de planteamientos que el
PCCh aprobaba con agrado.454 Además, Latcham realizó declaraciones
elogiosas sobre los dirigentes comunistas, al mismo tiempo que
sostuvo que uno de sus principales objetivos era lograr una “unidad
sincera y leal con el PCCh”.455
El PS también objetó enérgicamente los ataques del PC por los
“trotskistas” que habría en su interior, vale decir, a los socialistas que
no estaban de acuerdo con las políticas del PCCh. Estas declaraciones
generaron gran molestia en las filas socialistas, pues hacían entender
que el PS recibía órdenes de la Cuarta Internacional, tal como los
comunistas lo hacían de la Tercera, y porque fueron interpretadas
como un intento por fomentar la desunión al interior del socialismo.
El PS declaró que sus políticas respondían a decisiones autónomas y
130
que no existía una fracción trotskista actuando en su interior.456 Sin
embargo, es claro que el anti frentismo al interior del PS se vio
reforzado con la llegada de miembros de la Izquierda Comunista,
quienes continuaron atacando al Frente Popular y presionando en
favor de la creación de un Frente Proletario, una coalición compuesta
exclusivamente por partidos de clase trabajadora.
Tras la elección de Aguirre Cerda como candidato frentista,
las negociaciones entre la coalición ibañista, llamada Alianza Popular
Libertadora (APL), y el Frente alcanzaron un punto muerto temporal
para pasar prontamente a reanudarse. Durante abril y mayo de 1938,
las actuaciones de Alessandri estuvieron a punto de producir la
unidad de acción entre ambas coaliciones, algo que todas las
negociaciones realizadas con anterioridad, no habían podido lograr.
La negativa del Presidente a reunirse con congresistas frentistas para
discutir garantías con miras a las elecciones presidenciales, llevó a la
Unión Socialista a apoyar la unidad de acción con el Frente. Poco
tiempo después, la policía detuvo brutalmente a algunos congresistas
en un incidente en que el líder del MNS, Jorge Gonzales Von Marées,
disparó una pistola al interior de la Cámara, mientras Alessandri se
encontraba abriendo oficialmente las sesiones ordinarias del
Congreso. Tras estos hechos, el Frente, la Unión Socialista y el MNS se
mostraron proclives de la unidad de acción.457 Sin embargo, el 4 de
junio Ibáñez anunció formalmente su candidatura a la Presidencia y
los periódicos del Frente comenzaron a lanzar todos los ataques
posibles en su contra. En forma paralela, dirigentes radicales y
comunistas habrían mantenido negociaciones secretas con Ibáñez, las
que se extendieron hasta septiembre de 1938, cuando nuevamente los
acontecimientos externos terminaron por resolver los problemas.458 El
5 de septiembre, los nacistas intentaron adelantarse a las elecciones
presidenciales realizando un golpe de Estado a favor de Ibáñez quien,
por supuesto, no había dado su consentimiento expreso. Con dicho
fin, se apoderaron de edificios públicos a distancia de tiro del Palacio
Presidencial.459 Sin embargo, el Ejército no respondió de la manera
que los golpistas esperaban, y estos terminaron rodeados por la
policía y masacrados. Supuestamente, detrás de las órdenes que
dieron pie a la masacre, se encontraba Alessandri.460 Aunque un
131
carabinero había sido asesinado en el intento de golpe, la masacre de
61 nacistas, varios de ellos jóvenes estudiantes de clase media,
conmocionó al país y forzó a Ibáñez a retirarse de la contienda
presidencial. Desde la cárcel, González Von Marées ordenó al MNS
votar por Aguirre Cerda, una instrucción que fue aprobada unos días
después por la APL.461 Como resultado, Aguirre Cerda derrotó a Ross
por 222.720 votos contra 218.609.462
A pesar de que los hechos accidentales jugaron un papel casi
tan grande como el de los planificados en la victoria de Pedro Aguirre
Cerda, el triunfo fue el punto culminante de una estrategia frentista
que ya le había dado ganancias impresionantes al PCCh y al PS en las
elecciones parlamentarias de marzo de 1937 y en las elecciones
municipales en abril de 1938.463 Sin embargo, estos éxitos electorales
no fueron conseguidos de manera aislada o desconectada de los
logros obtenidos en otros ámbitos. Uno de los objetivos principales de
la estrategia Frente Popular, era la creación de un movimiento sindical
a base de la FOCh (Federación Obrera de Chile) comunista, la CNSL
socialista y la CGT (Confederación General de Trabajo) anarquista. A
pesar de que tanto el PS como el PC habían hecho llamados en favor
de la unidad sindical en los años 1933 y 1934, ninguno se había
mostrado dispuesto a realizar concesiones importantes para lograrla.
A principios de 1935, las condiciones habían cambiado. Al interior de
la CNSL existía una gran desilusión con el sindicalismo legal, el que
en varias ocasiones había sido ignorado o manipulado por las
autoridades con el fin de favorecer a los sectores patronales. La FOCh,
por su parte, estaba dispuesta a aceptar el sindicalismo legal y a hacer
campaña para su reforma y no para su abolición.464 A pesar del
cambio de actitud del PCCh, este no estaba dispuesto a rendirse
dócilmente a las ambiciones del CNSL y menos a aceptar su
hegemonía al interior de un movimiento de unidad sindical. Por esta
razón, la FOCh utilizó con éxito tácticas poco ortodoxas para derrotar
la fórmula de unidad de la CNSL en el Congreso de Unidad Sindical,
que tuvo lugar en junio de 1935, al mismo tiempo que logró que su
propia fórmula fuese adoptada. No es sorprendente que las relaciones
entre sindicalistas comunistas y socialistas se hayan deteriorado luego
del Congreso, y no fuese sino hasta julio de 1936 que pudieron
ponerse de acuerdo para formar un Frente Único Sindical, el que
recién en diciembre de aquel año terminó por sentar las bases para
fundar la Confederación de Trabajadores de Chile (CTCh). Aunque la
133
apoyo material y moral. Según la CTCh, esta política –que por lo
demás siempre había sido defendida por el PS-, permitió que una alta
proporción de los conflictos laborales que tuvieron lugar durante los
años 1937 y 1938, se resolvieran a favor de los trabajadores.470
Aunque las nuevas políticas comunistas respecto de las
huelgas y los sindicatos eran expresión de sus preocupaciones por
disipar los temores de los radicales y de las clases medias, también
sirvieron para otros fines. Según Ravines, la aceptación del Código del
Trabajo le permitió consolidar y expandir su influencia en el ámbito
laboral. El PCCh ofreció asistencia legal y técnica a líderes sindicales
sin militancia cuidadosamente seleccionados, en un esfuerzo por
ganarlos para el Partido. Sin embargo, en caso de mostrarse reacios a
dichos acercamientos, eran aislados y destruidos. 471 Ravines también
afirma que las nuevas políticas del PC le permitieron ganar adeptos en
la Dirección General del Trabajo (DGT), agencia estatal encargada de
velar por el cumplimiento del Código del Trabajo. Según Ravines, la
Dirección habría permitido al Partido extender su control sobre el
movimiento sindical en retribución por la cooperación que el PC había
comenzado mostrar en el ámbito de las relaciones industriales. 472 Sin
embargo, los planteamientos de Ravines deben ser analizados con
extremo cuidado, ya que los realizó en un momento en que se
encontraba luchando contra el comunismo en el marco de las batallas
de la Guerra Fría. Sus denuncias sobre las ventajas injustas e
irregulares que la DGT habría ofrecido al PCCh para expandir su
control sindical, requieren especial precaución pues, entre 1936 y 1938,
no sólo los Ministros del Trabajo fueron hostiles o, a lo menos,
indiferentes al PCCh, sino también, porque el rol de inspección se
encontraba estrictamente circunscrito al Código del Trabajo, y los
miembros de la Dirección tenían prohibido tomar parte en actividades
políticas. Ravines pierde la perspectiva cuando afirma que las
autoridades del Trabajo no habrían tenido empacho en tirar por la
borda los derechos de trabajadores y patrones, en aras de mantener la
tranquilidad, olvidando que el fomento de las transacciones, tan
despreciado Ravines, era precisamente la función central de la DGT.
Incluso concediendo que su descripción sobre las tácticas sindicales de
los comunistas tenga algo de verdad, el crecimiento de la influencia
del PC sobre el movimiento sindical probablemente se debió más al
papel constructivo que adoptó en la solución de los conflictos
laborales y a la popularidad que, en general, tuvo la línea del Frente
470 Juan Díaz Martínez, “Treinta Meses de Acción en Favor del Proletariado de
Chile”, Santiago, 1939, pp. 34-36.
471 Ravines, op. cit., pp. 325-327.
472 Ibid. p. 328.
134
Popular, antes que a cualesquiera de las practicas maquiavélicas que
describe.
La pasión por la unidad que el PC evidenció en sus esfuerzos
por crear la coalición del Frente Popular y la CTCh, también se hizo
evidente en otras áreas de la actividad del Partido. Bajo la dirección de
Luis Hernández Parker, la FJC creó una Alianza Libertadora de la
Juventud (ALJ), diseñada para canalizar el apoyo de jóvenes de todas
las clases en favor del Frente Popular y de la lucha antiimperialista. 473
La mayoría de las organizaciones juveniles de los partidos frentistas
se incorporaron a la ALJ, y en 1937, en medio de la euforia triunfalista,
la FJC se auto-disolvió formalmente y sus miembros comenzaron a ser
absorbidos por el PCCh.474 Sin embargo, la Federación de Juventudes
Socialistas (FJS) atacó con fuerza a la ALJ, defendiendo la unidad de
las juventudes de la clase obrera y haciéndose eco de los ataques de
los socialistas anti frentistas hacia el PCCh y el Frente Popular. 475 Las
luchas entre la FJS y la FJC tuvieron su correlato en la política
estudiantil. Los comunistas fundaron un Grupo Único Antifascista
(GUA) para agrupar a los estudiantes universitarios democráticos,
pero al instante se le opuso la Brigada Universitaria Socialista (BUS).
De hecho, la lucha entre el GUA y la BUS se volvió tan amarga que, en
ocasiones, el GUA prefería cooperar con el movimiento estudiantil
nacista en las elecciones de directiva en la Federación de Estudiantes
de Chile.476
El PC creó una serie de otras organizaciones diseñadas para
fomentar y canalizar el apoyo a la causa del Frente Popular. El
Movimiento pro-Emancipación de la Mujer Chilena (MEMCh) se
fundó por un grupo de esposas de líderes prominentes del Partido, e
hizo campaña tanto por los derechos de la mujer como por el
Frente.477 La Liga de Defensa de los Derechos del Hombre (LDDH) fue
fundada con la ayuda de miembros destacados de todos los partidos
frentistas, y brindó ayuda efectiva a las víctimas de persecución
policial, mientras que la Alianza de Intelectuales de Chile (AICh)
asoció a una cantidad impresionante de intelectuales con la causa
frentista.478 La guerra civil española fue otro tópico que ayudó a
473 Frente Único, tercera semana de julio, 1935; Bandera Roja primera semana de
mayo, 1936.
474 Boletín Interno del CC PCCh – Año I, número 2, 1937, pp28-31.
475 Frente Popular 29.7.1937, 27.8.1937; ver también los hechos en Barricada,
136
comunistas, y es plausible que, en esencia, sean correctos. 482 Sin
embargo, es probable que la resistencia mostrada por el CC tuviera
muy poco que ver con la calidad de sus miembros o con cualquier
apego genuino que en el pasado hubieran tenido con las políticas del
tercer periodo. Ravines, después de todo, era un extranjero -y lo que es
más importante, un peruano- que arribó a Chile en un período en que
el Partido se encontraba en la clandestinidad y el Secretario General,
Contreras Labarca, estaba fuera del país. Ravines quería imponer una
línea política radicalmente diferente en cosa de semanas, cuando al
partido le había tomado años absorber los cambios asociados a las
políticas del tercer periodo. Para lograr su cometido, dio instrucciones
perentorias e hizo que la dirigencia sintiera amenazada la
conservación de sus puestos. Por otra parte, las transformaciones
estaban teniendo lugar en un momento en que el Partido recién se
había recuperado de la lucha entre facciones que había tenido lugar
entre 1931 y 1933, con un CC que se mostraba particularmente
temeroso a caer en los errores del desviacionismo de derecha.
Además, al parecer, no todos los miembros de la Comintern
estuvieron de acuerdo en los detalles tácticos de la nueva estrategia.
Manuel Cazón, comunista alemán, quien posiblemente era un
hombre de Manuilsky inserto en un equipo dominado por
nombramientos de Dimitroff, había llegado a Chile antes que Ravines
y, aparentemente , habría llamado al CC a trabajar en favor de la
instalación de una “democracia militar popular” con Ibáñez a la
cabeza.483 Cazón fue el artífice de la candidatura de Mery en agosto de
1935, y aparentemente continuó presionando para cooperar con
Ibáñez en los años siguientes.484 De hecho, según una fuente, Cazón
alentó a grupos de estudiantes comunistas para que, en 1938, lanzaran
un movimiento insurreccional a favor de Ibáñez.485 Teniendo en
482 Ver, por ejemplo, Marcos Chamudes, Chile, una advertencia americana, pp.
39-50.
483 Entrevista realizada por Wilfredo Mayorga a Oscar Sagues, director de
recientes, esta versión sobre la actuación de Cazón debería ser revisada con
mayor detención. En efecto, actualmente Víctor y Lazar Jeifets nos informan
que M. Cazón –cuyo verdadero nombre era Jan Jolles- llegó a Chile antes del
arribo de Ravines, compartiendo con este la tarea de adecuar al PC chileno a
la nueva línea de Frente Popular y la lucha antifascista. Hay, al parecer,
acuerdo en sostener que Cazón se excedió en sus actuaciones propiciando
acercamientos con militares pro ibañistas, lo que suscitó enojo en la dirigencia
comunista local, pidiendo su alejamiento del país, lo que habría ocurrido en
137
cuenta todos estos factores, no era extraño que algunos miembros del
CC se mostraran reacios a aceptar la nueva estrategia de manera
entusiasta. Sin embargo, ninguno de ellos cuestionó abiertamente el
derecho de la Comintern para imponer la nueva línea y,
aparentemente, nadie intentó responder a las acusaciones de Ravines
sobre sus actuaciones anteriores, y menos a señalar que varios de esos
fracasos se debían a que las políticas de la Comintern eran
inapropiadas para las condiciones chilenas. 486 Aunque a principios de
1936 el CC aún se quejaba de que algunos de sus propios miembros
no habían adoptado la nueva estrategia con suficiente entusiasmo, las
señales de resistencia abierta dentro y fuera del CC fueron escasas. Sin
embargo, algunos comunistas se sintieron compelidos a protestar
cuando la nueva estrategia fue puesta en práctica. Así, a mediados de
1936, algunos comunistas se opusieron cuando su Partido respaldó la
candidatura parlamentaria por Cautín de Cristóbal Sáenz, un
latifundista radical de derecha.487 Del mismo modo, a principios de
1938, estudiantes universitarios comunistas y miembros de la FJC en
Santiago protestaron contra los acercamientos que el Partido estaba
teniendo con Ibáñez.488 Por el contrario, unos pocos comunistas fueron
expulsados por continuar trabajando para la candidatura presidencial
de Ibáñez luego de que se les ordenara que desistieran.489 A pesar de
la ausencia de una oposición abierta y determinada a la nueva
estrategia, la tarea de adaptar la organización del Partido a las
demandas de las nuevas tácticas no fue fácil. En efecto, la nueva
estrategia necesitaba de métodos de trabajo novedosos y de nuevas
formas organizacionales, que pudieran transformar al PCCh de una
secta introvertida -que se había vuelto tímida debido a los miedos de
la persecución y el desviacionismo-, a un partido más abierto, seguro
de sí mismo y extrovertido, capaz de ganar el apoyo de masas. Para
ese fin, el PCCh introdujo dos nuevas formas organizacionales, el
sector industrial y el radio de calle.490 A diferencia de la fracción, que
básicamente había sido creada para funcionar en una planta o fabrica
en particular, el sector industrial tenía la tarea de fomentar la
formación de nuevos grupos en las fábricas y de apoyar los
movimientos hacia la unidad sindical. El radio de calle, por otra parte,
tenía la particular tarea de ayudar a crear comités y organizaciones
del Frente Popular y de reclutar para el Partido. Estas nuevas
1936 y no dos años después. Conste, en todo caso, que la fuente señalada por
Barnard es Hernán Ramírez. (Nota de los traductores).
486 Vergara, op. cit. p.120.
487 Ravines, op. cit. p. 321.
488 Claridad 16.3.1938, 24.3.1938.
489 Frente Popular 22.2.1938.
490 Boletín de la Comisión Nacional de Organización No. I, mayo de 1936
138
organizaciones, al menos inicialmente, parecen haber sido un
obstáculo más que una ayuda. De hecho, hubo denuncias que
sostuvieron que dichas instituciones complicaban la cadena de
mando, generaban conflictos de autoridad e impedían la transmisión
de la línea del partido hacia los sindicatos.491
Si bien las nuevas formas organizacionales produjeron
dificultades, el Partido todavía sufría algunos defectos en su
organización que ya habían sido acusados a inicios de la década de
1930. Conferencias regionales que se llevaron a cabo durante 1936,
sostuvieron que las organizaciones locales aún sufrían de sectarismo y
burocratismo, y que aún existían muy pocos cuadros capacitados. Las
células continuaban siendo organizadas con base en el territorio antes
que en la fábrica, el trabajo de la colectividad seguía siendo
dependiente de las energías de una pequeña cantidad de militantes y
las tareas del Partido no se distribuían a los militantes más
capacitados para realizarlas.492 A pesar de las exhortaciones de los
líderes, hacia 1937 la situación no había mejorado. Peor aún, no solo
persistían las viejas fallas, sino que además habían emergido otras
nuevas. Una sesión plenaria del CC referida a asuntos de
organización, en marzo de 1937, denunció la tendencia que algunos
grupos locales mostraban a sumergirse en los órganos del Frente
Popular, abandonando su propia vida institucional. 493 A pesar de que
la mayoría de los comités regionales (CR) reportaban una mejora en el
desarrollo de sus organizaciones a principios de 1938, los reclamos
sobre el bajo nivel ideológico y organizacional de los miembros, de la
falta de control sobre el desarrollo de las tareas y del bajo
reclutamiento de nuevos militantes, se continuaban realizando.494 Sin
embargo, a pesar de las culpas repetidas y ritualizadas que el Partido
impartía por sus deficiencias organizacionales, existe evidencia que
sugiere que se comenzó a experimentar una mejora general poco
después de la formación del Frente Popular. En mayo de 1936, los CR
de Antofagasta y Concepción fueron felicitados por corregir algunas
de sus deficiencias organizacionales, y durante ese año el PC fue
capaz de mantener una serie de conferencias regionales -a veces en
provincias como O’Higgins- que simplemente no figuraban en las
noticias partidarias a principios de la década de 1930.495 Por otra parte,
aunque a inicios de 1938 el CR de Santiago se autocensuró por sus
491 Ibid.
492 Bandera Roja cuarta semana de mayo de 1936; 20.6.1936. Tercera semana de
agosto, 1936.
493 Boletín interno del CC, año I, No.2, sin fecha, p. 20.
494 Ver, por ejemplo, Boletín de Departamento Regional de Organización del PCCh,
139
deficiencias organizacionales, reveló que el 40% de sus miembros
pagaban cuotas. Se trata de una estadística que, a pesar a haber sido
citada como un tema de preocupación, era una mejora considerable
con respecto a lo que sucedía a principios de la década de 1930. Por lo
demás, se planteó la intención de contratar a dos funcionarios para
trabajar a tiempo completo en las actividades sindicales, campesinas y
juveniles de la región, con el dinero obtenido gracias a dichas cuotas.
496
140
área. En efecto, la estrategia Frente Popular permitió que el PC pusiera
fin a sus costosas confrontaciones con el Gobierno y con otros partidos
de la clase obrera. Estas pugnas habían dificultado la implementación
de reformas efectivas en la organización partidaria a inicios de la
década de 1930, colocando una fuerte presión a la lealtad y el
entusiasmo de los militantes. Además, la nueva estrategia le exigió la
realización de esfuerzos extraordinarios para acercarse a diferentes
clases sociales y conseguir un apoyo masivo. Para conseguir dichos
fines, y siguiendo el ejemplo del Partido Comunista francés, echó
mano al recurso del patriotismo, intentando crear un abismo de
división entre las masas -que por definición serían democráticas y
progresistas-, y una oligarquía antinacional: las “cincuenta familias”,
que venían gobernado Chile desde un largo tiempo y que habrían
vendido el patrimonio del país a los imperialistas.501 En agudo
contraste con la década de 1920 y principios de la siguiente -cuando
había tratado a las instituciones y a los padres fundadores de la
Republica con indiferencia o desprecio-, se comenzaron a celebrar las
fiestas patrias y a alabar a las fuerzas armadas.502 De un modo similar,
la actitud del PCCh ante los héroes y efemérides celebrados por otros
partidos políticos también cambió. Los diputados comunistas
rindieron homenaje a las personalidades liberales del siglo XIX, como
José Victorino Lastarria y, en el ámbito de la historia más reciente,
incluso dedicó algunas palabras de alabanza respecto de la República
Socialista y sus líderes, moderando sus críticas hacia ellos. 503
Las nuevas orientaciones del PC no solo facilitaron su
acercamiento hacia sectores con una opinión política más moderada,
sino también ayudaron a evitar su persecución y el acoso policial.
Aunque los activistas continuaron siendo objeto de detención
arbitraria y de prisión, ahora que el PCCh ya no llamaba a una lucha
revolucionaria violenta y era miembro de una poderosa coalición que
podía protestar con fuerza, la represión policial se volvió más
cautelosa.504
Ver Bandera Roja 4.6.1936 y Frente Popular 4.6.1937 por el comentario del PCCh
sobre la República Socialista.
504 Para descripciones de persecuciones por parte de la policía, ver Bandera
seis diputados eran Juan Guerra, Amador Pairoa, Andrés Escobar Díaz, José
Vega Díaz, Marcos Chamudes y Carlos Contreras Labarca. Luego se les unió
Oscar Baeza, electo como socialista.
507 Estadística Chilena, junio de 1938, p281.
508 Frente Popular, Iquique, 18.7.1937. El salario de los congresistas era de 2.000
142
pese a que en estricto sentido no admitía ser parte del PC, sostuvo
que tenía 6.000 miembros, esto en contraste con los pocos cientos que
había dicho tener a principios de la década de 1930.510 En diciembre de
1938, el CR de Antofagasta declaró que su militancia regional
alcanzaba la cifra de 7.000, de los cuales 1.000 se habían unido al
Partido tras el triunfo de Aguirre Cerda.511 Incluso, teniendo en cuenta
la posibilidad de que fueran exageradas, las declaraciones del CR de
Antofagasta -uno de los tres bastiones principales del PC-, hacen
razonable considerar que, justo antes de la elección de 1938, la
organización tenía entre 10.000 y 15.000 miembros.
No se cuenta con datos precisos para realizar un examen del
crecimiento de la militancia del PCCh entre 1935 y 1938, lo que lleva a
que el tema se preste para conjeturas. Sin embargo, el Partido sí
mostró evidentes señales de fortalecimiento en otros ámbitos. En
septiembre de 1936, comenzó a publicar un diario nacional, un
objetivo que solo había logrado concretar por breves periodos en la
década de 1920. El periódico Frente Popular fue el primer esfuerzo
exitoso del PCCh en el ámbito del periodismo popular, pues
prontamente logró alcanzar una circulación más amplia que la tenida
por los periódicos serios y doctrinarios que había publicado con
anterioridad. Algunos comités regionales siguieron el ejemplo de
Santiago y publicaron periódicos similares, como fue el caso de Frente
Popular en Iquique y El Popular, en Antofagasta.
A pesar de las evidencias de creciente fuerza y prosperidad
que, en términos relativos, comenzó a mostrar el PCCh en 1938, bien
podría argumentarse que el partido falló en lograr los objetivos más
profundos que planteaba la estrategia del Frente Popular. Según lo
previsto originalmente, el Frente Popular estaba destinado a ser un
gran movimiento estructurado, el que atraería apoyos de todas las
clases sociales y de todos los partidos políticos, excepto los elementos
más intransigentes de la extrema derecha, y que avanzaría sin
descanso hasta lograr el objetivo de la liberación nacional. Sin
embargo, pese a que el PC fue capaz de crear una coalición electoral,
un movimiento sindical unificado y una serie de organizaciones
frentistas auxiliares, falló en crear un movimiento de Frente Popular,
medido según las metas planteadas en sus concepciones originales, ya
sea en alcance o impulso. Las rivalidades y sospechas entre los
partidos retrasaron la estructuración formal del Frente Popular hasta
septiembre de 1937 e impidieron que se convirtiera en algo más que
una coalición electoral, como las que ya eran familiares en la política
chilena y que se mantenían unidas por la fuerza de las circunstancias
externas y las ambiciones políticas, antes que por algún compromiso
147
el movimiento sindical. Así como en fases anteriores de su existencia,
los éxitos (y fracasos) del PCCh se rigieron tanto por las circunstancias
del país, como por las políticas de la Comintern. Para su fortuna,
ambos conjuntos de factores tendieron a apuntar, más o menos al
mismo tiempo, en una dirección similar, razón por la cual el Partido
no sufrió de ningún conflicto interno relevante, ni el CC tuvo que
lidiar con desafíos serios a su autoridad.
El panorama económico en que se desenvolvió el desarrollo
político de la administración de Aguirre fue, en general, sombrío. Para
cuando éste asumió el cargo, Chile se encontraba entre las garras de
una recesión causada, principalmente, por la baja en la demanda
mundial de cobre, para entonces, convertido ya en el principal
producto de exportación chileno y un recurso importante de ingresos
para el Estado.515
Dos acontecimientos en 1939 agravaron seriamente las
dificultades económicas de Chile. En enero, un terremoto destruyó
Chillán y la importante zona manufacturera que rodeaba a la ciudad;
y, luego, ese mismo año, el estallido de la Segunda Guerra Mundial
interrumpió los patrones comerciales tradicionales de Chile. Dichos
acontecimientos fueron la causa principal de una baja en la
producción industrial y minera durante el mencionado año, si bien la
derecha no dejó de responsabilizar a los conflictos laborales y a las
políticas frentistas516. Sin embargo, en 1940, en parte por la ayuda y los
acuerdos económicos establecidos con los EE.UU., como porque la
producción minera e industrial superó los niveles de 1938, la situación
industrial tendió a mejorar hacia 1941517. Por su lado, debido al cierre
de los mercados europeos, la producción agrícola, que había tenido un
año record en 1939, cayó durante 1940 y 1941.518
Para el momento en que Aguirre Cerda dejó el cargo, la
economía parecía haberse recuperado de los reveses que experimentó
durante 1939. No obstante, la inflación seguía escapándose, afectando
las condiciones de vida del grueso de la población. En su primer año
de mandato, el gobierno había tomado medidas para mantener en
niveles bajos el costo de la vida; también había alentado acuerdos
salariales favorables a los trabajadores, consiguiendo que amplios
sectores disfrutaran de una real mejora en sus estándares de vida.
Pero pronto (1940) la inflación se reactivaría debido, principalmente, a
519 P.T. Ellsworth, Chile: An Economy in Transition, Nueva York, 1945, pp. 107-
118.
520 Ver en el Apéndice D una comparación de las tasas inflacionarias y los
Florencio Durán, El Partido Radical, pp. 197-220; John Reese Stevenson, The
Chilean Popular Front, Philadelphia, 1942, pp. 96-106.
522 Hoy 11.5.1939; Frente Popular 29.8.1939.
523 Ver, por ejemplo, informe de Pablo Cuello sobre el XI congreso del PCCh
524 Ver las razones del “Ariostazo” en Leonidas Bravo, Lo que supo un auditor de
guerra, Ediciones del Pacífico, Santiago, 1955, pp. 122-141.
525 FOR FO 371/24182, A 2839/51/9, despacho de Bentinck para Lord Halifax,
150
ineficacia de la coalición al forzar una crisis de gabinete sin consultar
o informar a sus aliados, acción que se repitió en julio siguiente, a
pesar de las protestas de éstos.529
La eficacia del Frente no solo estaba condicionada por las
diferencias entre sus miembros, sino también, por el trato individual o
colectivo que a ellos dio el Presidente. En tanto radical conservador
que sólo había aceptado al Frente como parte del precio que debía
pagar para la nominación presidencial, Aguirre Cerda no simpatizaba
con los objetivos de mayor alcance de la agrupación ni con sus
miembros de izquierda. Forzado por la intransigencia de los
opositores y por la negativa del PR a invitar a representantes
derechistas a cumplir funciones de gobierno, tuvo que entrar a
depender del apoyo del Frente, aunque sin otorgarle una opinión
decisiva en los planes del Ejecutivo. Menos permitió que el Frente
desarrollara un rol de agente movilizador para lograr un apoyo
popular masivo hacia los objetivos del Frente y del gobierno, como el
PCCh deseaba. Con la incorporación del PR y el PS al gobierno, la
coalición pasó a ser uno de los medios principales por el que el PC
(único partido importante del Frente que no compartía altos cargos)
quiso tratar de influir en las políticas y acciones de La Moneda, asunto
que, de igual modo, no complacía al Presidente. Las señales llevan a
indicar que Aguirre Cerda estaba dispuesto a permitir que la coalición
sobreviviera hasta que los comunistas se alejaran del apoyo
incondicional al gobierno y hasta que el desarrollo de los
acontecimientos internacionales, hicieran que la asociación de ellos
con su administración, fuera una fuente creciente de descontento.
En contraste con su distante y fría relación con el Frente
Popular, sus vínculos con el Partido Radical eran estrechos, aunque
turbulentos. Según la mayoría de los comentaristas, la principal causa
de las rencillas estribaba en el insaciable deseo de los radicales por
puestos y nombramientos en el gobierno, deseo tan intenso que un
correligionario llegó a informar que Aguirre Cerda había tenido que
arreglar un “préstamo” de puesto público para satisfacerlo. 530
Aquellos con ambiciones frustradas convirtieron el PR en un
verdadero campo de batalla entre facciones con el fin de capturar la
Junta Central Radical (JCR), el cuerpo que tenía el poder de conceder,
negar y retirar el permiso que los radicales necesitaban para ocupar
altos cargos de gobierno. Una vez al mando, la facción victoriosa
utilizaba la JCR para imponer una o varias crisis de gabinete,
ordenando a ministros a que renunciaran a sus cargos. En febrero de
1940, la JCR instruyó a los adherentes a renunciar porque habían
152
sectores en la esperanza de que la renuncia de los ministros radicales
precipitara, a su vez, el alejamiento de los ministros socialistas. Con
ello, Aguirre reorganizaría a fondo el gabinete, llegando a un acuerdo
con estas tendencias de derecha.539 Habiendo sido este el caso -y el PS
pensó que sí lo era- los ministros socialistas se negaron a renunciar y
la estrategia falló.540 Del mismo modo, la crisis ministerial de julio de
1940 -aparentemente en protesta por la conducta del Ministro del
Interior-, estuvo también destinada a la destitución de los ministros
que habían sido incorporados al gabinete en febrero. Finalmente,
desde que Olavarría Bravo había provocado el descontento del PR por
obedecer las instrucciones de Aguirre Cerda para restaurar la
“disciplina social” -forzando a los ministros radicales a renunciar, en
abril de 1941-, la JCR manifestó su oposición a las políticas del
gobierno, cayendo en un juego de poder de muy corto alcance. 541
Las relaciones de Aguirre Cerda con el PS -el único partido
importante del Frente con el que compartió cargos ministeriales de
largo plazo-, fueron más armoniosas que las que tuvo con el PR o el
PC. Esta armonía no se debió a ningún acuerdo sobre políticas de
gobierno -excepto, quizás, en el campo de relaciones exteriores- sino
fue el producto de otros factores. En primer lugar, el PS no asedió a
Aguirre exigiendo puestos de gobierno, a la vez que su antagonismo
con el PR y el PCCh, lo convirtió en un aliado natural del Presidente
en el contexto de las políticas internacionales de la administración.
Este ambiente de buenas relaciones no impidió que los
socialistas fueran los primeros integrantes del Frente Popular en
criticar las deficiencias del gobierno, y no fue sino hasta 1940 que el
PC equiparó al PS como fuertes críticos del Ejecutivo. Así, en julio de
1939, el PS instó al Presidente a tomar acciones más decididas para
lograr los objetivos del Frente Popular, mientras que dos meses más
tarde (septiembre), instruyó a sus ministros a renunciar para
reemplazarlos por cuadros de mayor peso, capaces de presionar con
mayor éxito en favor de los objetivos y políticas del Frente Popular. 542
A inicios de 1940, este partido continuó exigiendo al gobierno la
implementación de las orientaciones políticas del Frente y para que
tomara medidas más drásticas contra los opositores de derecha.543
547 Luis Palma Zúñiga, Pedro Aguirre Cerda, Santiago, 1963, p.159; La Hora
3.5.1940.
548 Consigna 16.9.1939; 16.12.1939.
549 Ibid. 16.2.1940.
550 Ibid. 20.1.1940. Artículo de Jobet.
551 Ibid. 20.1.1940; 26.3.1940; 30.3.1940.
552 Frente Popular 16.1.1939; 7.8.1939.
155
aceptar los resultados de la elección y la CTCh se dividió en dos
facciones. Solo una fuerte presión de los jefes políticos de ambos
partidos, aseguró un compromiso de paz, en octubre de 1939: a
cambio de que una vez más el control del CDN quedara en manos
socialistas, se amplió el tamaño de tal organismo, entregándose dos
cupos más a los comunistas.553 Para ese entonces, otra fuente de
fricción había surgido para enturbiar las relaciones PS-PCCh: la
Segunda Guerra Mundial. Aunque el estallido de la guerra no
condujo a cambios drásticos en las políticas del PC, la defensa que este
hizo del pacto nazi-soviético, la partición de Polonia y la invasión rusa
de Finlandia, dieron luz a una ola de ácidas críticas desde el lado
socialista, al punto que en algunas zonas, recrudeció el
enfrentamiento callejero entre militantes.554 Sin duda, la hostilidad
entre los dos partidos fue una de las causas principales de la ruptura
del Frente Popular en diciembre de 1940 y, de hecho, sólo vino a
disminuir en julio del año siguiente.
Las tensiones entre Aguirre Cerda y el PC no se debieron a
eventuales ambiciones comunistas por obtener altos cargos de
gobierno. Aún antes de las elecciones de octubre del 38, los
comunistas habían dejado claro que no jugarían un papel dominante
en ningún gobierno proveniente de una victoria frentista, ni aceptaría
cargos de gabinete y cuando Aguirre los invitó a ser parte de su
gobierno en diciembre de 1938, el Partido se negó.555 Las razones que
dio el PCCh en esa ocasión fueron que, debido a las circunstancias de
que la derecha estaba haciendo uso de todos los medios disponibles
para bloquear la implementación del programa de Frente, y que
Aguirre Cerda necesitaba de todo el apoyo y simpatía internacionales
que pudiera obtener, la participación comunista en su gobierno sería
poco recomendable. El PCCh añadió que no tenía deseos de exacerbar
los miedos y ansiedades de las fuerzas armadas que, en el pasado
reciente, los había llevado a intervenir directamente en política. 556
A pesar de esta pública negativa a servir en el gabinete y de
las convincentes, por no decir loables razones que dio para dicha
decisión, hay evidencia que sugiere que el PC pidió responsabilidades
ministeriales a Aguirre Cerda. Según González Videla, quien, en ese
entonces, era un aliado cercano al PC, este partido le pidió intervenir
internacional del PCCh. Ver en Frente Popular 14.10.1939; 4.11.1939 las razones
de los choques callejeros entre socialistas y comunistas en Lota, en donde las
diferencias sobre políticas extranjeras jugaban un rol.
555 Frente Popular 7.10.1938; 10.12.1938.
556 Ibid. 10.12.1938.
156
ante el Presidente con el fin de procurar para ellos el Ministerio del
Trabajo, además de altas posiciones en dos agencias
gubernamentales.557 González Videla informó que Aguirre Cerda
rechazó dichas peticiones; en primer lugar, porque no quería inflamar
aún más a sus ya histéricos opositores de derecha y, en segundo lugar,
porque el PS había rechazado categóricamente ejercer cargos de
gabinete con el PCCh.558 González Videla declaró que aprobó en su
totalidad la decisión de Aguirre Cerda luego de que, en
conversaciones privadas con representantes de la Comintern en Chile,
se aseguró que los comunistas continuarían apoyando al gobierno
más allá de que sus ambiciones por cargos gubernamentales no fueran
satisfechas.559
La evidencia de González sugiere que, aparte del clima de
hostilidad política, el PC estaba privado de cargos en el gabinete tanto
por la oposición de los socialistas como por las políticas de la
Comintern, condicionantes que aseguraban a Aguirre Cerda el apoyo
comunista sin tener que pagar por eso. De esta suerte, el ofrecimiento
de cargos de gobierno por parte de Aguirre Cerda y la negativa del
PC a este ofrecimiento, fueron temas esencialmente de forma: al
llamar a los comunistas a que ejercieran cargos públicos, Aguirre
Cerda reconocía abiertamente su deuda con el PCCh, mientras que el
rechazo de este a tal ofrecimiento, era también señal de realismo ante
la situación que se vivía, capitalizando políticamente este gesto de
sacrificio.
La misma información también sugiere que las especulaciones
más oscuras que algunos comentaristas habían hecho sobre las
“reales” razones del PCCh para rechazar los puestos en el gabinete,
eran irrelevantes.560 Si no existían posibilidades reales de ejercer
cargos, parece infundada la noción de que el PC rechazaba la
invitación porque sólo quería sacar provecho de los éxitos del
gobierno, evitando las responsabilidades por sus fracasos,
capitalizando así el descontento que estos últimos inevitablemente
causarían. Podría argumentarse que el PC solicitó específicamente el
Ministerio de Trabajo para provocar una respuesta negativa: dada la
importancia del titular de esta cartera en la lucha por el control de los
sindicatos, los socialistas estarían obligados a objetarlo. Pero no existe
evidencia para proponer que Aguirre Cerda hizo alguna
contrapropuesta de un ministerio menos sensible, y como también
fracasó en darle al PC una porción justa de cargos en la
561 Ernst Halperin sostiene otra razón para el rechazo por parte del PCCh a
participar en el gabinete: los residuos de la política del “tercer período”, a la
que le repugnaba la colaboración con la burguesía. Nationalism and
Communism in Chile, Massachusetts, 1965, p. 92. La misma objeción se aplica a
su teoría y, en todo caso, desde que el partido aceptó con algunas dificultades
la estrategia del Frente Popular, parecía poco probable que, teniendo otras
condiciones más propicias, el partido hubiera encontrado en 1939 tales
sentimientos como un obstáculo insuperable.
562 González Videla op. cit., I, p. 216.
563 Frente Popular 5.4.1939.
564 Ibid. 3.4.1939; 14.4.1939; 14.5.1939.
565 Ibid. 22.4.1939; 25.12.1939.
158
envolviendo a 104.048 personas.566 En paralelo, se esperaba que el
gobierno también desempeñara su papel en el mantenimiento de la
paz social, persuadiendo a los empleadores a conceder aumentos
salariales y evitando despidos innecesarios.567
Aunque el partido de Contreras Labarca apoyó sin
vacilaciones al gobierno, ello no significó que evitara sus críticas por
su desempeño. Desde julio de 1939, comenzó a exigir al Ejecutivo que
tomara claras acciones no solo para que enfrentara a los opositores de
derecha, sino, a la vez, para que persiguiera los objetivos del Frente
Popular con mayor vigor, llamados que fueron repetidos después del
Ariostazo, de agosto de 1939.568 No obstante, hacia finales de 1939, el
PC disminuiría casi por completo sus críticas al gobierno (por lo
demás, siempre moderadas), enfocándose en atacar a los
inconformistas del PS y a otros que “demagógicamente”, postulaban
una acción más resuelta por parte del gobierno. 569 El PS felicitó
irónicamente al PCCh por haber adquirido un “admirable espíritu de
resignación”.570 En la coyuntura, el PS supuso que el pacto soviético-
nazi y el estallido de la Guerra Mundial producirían una importante
revisión de las políticas del PCCh (tal como había ocurrido en 1935),
radicalizando sus posturas, empero, lo que se observó fue algo muy
distinto: el PCCh condenó enérgicamente las críticas al gobierno,
reprochando al PS que, al tratar de morigerar las presiones internas, se
estaba volviendo cada vez más drástico con este. Aunque el PC se
tomó la licencia de optar por el silencio ante los hechos
internacionales –ocasionando la satisfacción de rivales y enemigos-,
obviando tener que realizar ajustes de sus políticas, su inacción en esa
dirección fue primordialmente producto de la política de la
Comintern, factor que no sólo acató públicamente, sino, a la vez, no
intentó ocultarlo.
Según la Internacional, la nueva guerra, al igual que la
Primera Guerra, era el resultado de rivalidades imperialistas, y
ninguno de los bandos merecía la simpatía o apoyo de la clase obrera,
máxime cuando las clases dominantes de aquellas naciones se habrían
envuelto en la guerra con el apoyo de socialdemócratas y reformistas,
buscando que los trabajadores se llevaran la peor parte del conflicto.
566 Ver en el Apéndice C las huelgas durante los años de Aguirre Cerda. Las
estadísticas sobre disputas laborales vienen de Estadística Chilena, marzo de
1939 y mayo de 1940.
567 Frente Popular 8.11.1939; 11.12.1939.
568 Ibid. 19.7.1939; 28.8.1939.
569 Ibid. 28.8.1939; 4.11.1939. Ver también las resoluciones del XI Congreso
Nacional del PCCh, diciembre de 1939, Por la paz, por nuevas victorias del Frente
Popular, Santiago, p.18.
570 Consigna 2.12.1939.
159
La Comintern predijo que la guerra generaría un incremento en los
antagonismos de clase y que el paso siguiente sería la revolución.
Como resultado de este análisis, la IC entregó dos tareas a los partidos
comunistas del mundo: en primer lugar, luchar en contra de la
“guerra depredadora” y, segundo, liquidar la influencia de
socialdemócratas y reformistas en el movimiento obrero, al haber
mostrado apoyo a una guerra que, a fin de cuentas, servía de
herramienta para los burgueses y aliados poco confiables del
proletariado.571 Para la Comintern, entonces, la guerra marcaba el
retorno de políticas de línea dura, similares a las que habían
prevalecido durante el tercer período. Sin embargo, un tipo de Partido
fue específicamente excluido de esta reorientación: las organizaciones
comunistas que en países coloniales y semicoloniales, en alianza con
reformistas y socialdemócratas, se encontraban luchando por la
liberación nacional.572 Estos partidos, incluyendo al PCCh, fueron
instruidos para continuar con la estrategia de Frente Popular, la que,
con la llegada de la guerra, había adquirido más importancia y parecía
tener mayores posibilidades de éxito. No solo las naciones
imperialistas serían menos capaces de bloquear los movimientos de
liberación nacional, sino que una vez que estos movimientos fueran
exitosos, privarían a los imperialistas de los recursos económicos y del
apoyo político que necesitaban para proseguir la guerra.
De esta manera, en lo que al PCCh se refiere, la reorientación de la
Comintern luego del estallido de la guerra, no exigió cambio
ostensibles en su estrategia general o en su política dentro del país,
enfatizando su accionar hacia los objetivos estratégicos del Frente
Popular: nada menos que la transformación económica y social de
Chile y su liberación de la tutela imperialista, finalidades que, de
paso, le permitirían renovar su interés de alejarse de la política de
apoyo incondicional al gobierno. De otro lado, a principios de 1940
también hubo factores domésticos poderosos que reforzaron esta
decisión comunista en el país. Para ese entonces, la supervivencia del
Frente parecía estar amenazada por peligros provenientes tanto de la
izquierda como de la derecha. En la izquierda, los inconformistas
desafiaron la unidad del PS y la integridad de la coalición; mientras
que, en la derecha, el retiro del gobierno de los objetivos del Frente
Popular y, en particular, el cambio de gabinete en febrero de 1940,
parecían ser una clara indicación de que el Ejecutivo se estaba
moviendo hacia una conciliación con sus oponentes, lo que
significaría el sacrificio total de los objetivos frentistas.
571 World News and Views, Londres, 11.11.1939. Ver también, Frente Popular
4.11.1939 edición en la que se reimprimió el manifiesto del Comintern del 7 de
noviembre.
572 Ibid.
160
Simultáneamente se registró otro hecho que aceró la actitud del PCCh
ante el gobierno. Durante 1939, el Partido había tenido un éxito
considerable en la contención de los conflictos laborales mediante la
persuasión a los trabajadores de que ello posibilitaría al gobierno
seguir adelante con la implementación de las políticas del Frente. Pero
a principios de 1940, este argumento se desgastaba debido a que el
gobierno tenía pocos logros concretos a su favor y, aún más, como las
presiones inflacionarias aumentaron, el PC se encontraba en peligro
de perder terreno en el movimiento sindical frente a los inconformistas
de dentro o de fuera del PS.
Aunque la dirigencia roja continuó exhortando al gobierno
para que implementara las políticas del Frente Popular, el retiro de su
apoyo hacia éste no estuvo acompañado de ataques furibundos,
evitando que su táctica forzara al gobierno a realizar esfuerzos para
llegar a acuerdos con la derecha. Más bien el comunismo buscó
conseguir que los partidos del Frente Popular se agruparan alrededor
del gobierno a fin de aislar y atacar a la derecha, en particular, a la
Sociedad Nacional de Agricultura (SNA), la asociación de
terratenientes identificada públicamente como el bastión de la
oligarquía.573 A pesar de que algunos inconformistas acusaron al PC de
intentar canalizar a su gusto el descontento obrero, sus ataques a la
SNA no fueron bien recibidos por el gobierno en la medida que el
mismo Presidente era un terrateniente acaudalado y dos de sus
ministros radicales, eran miembros de tal Sociedad. 574 De hecho, los
dos ministros habían firmado un manifiesto condenando al PCCh por
fomentar la agitación en el campo, y aunque fueron forzados a sacar
sus firmas de este texto, La Nación (el periódico del gobierno) llamó la
atención al PCCh por sus actitudes totalitarias, defendiendo a la SNA
como una institución profesional respetable.575
También en la época, el comunismo comenzó a cambiar su
actitud frente a la conflictividad laboral, pero, de nuevo, ello no
implicó que desencadenara una ofensiva laboral a gran escala. Por el
contrario, continuó insistiendo que, bajo el régimen actual, no existía
lugar para huelgas ilegales y que los conflictos debían mantenerse
dentro del Código del Trabajo. 576 La máxima comunista –transmitida
a sus militantes- fue que, lejos de la pasividad ante los problemas, se
debía ser combativos dentro de la ley. 577 Otro argumento fuerte del
PCCh fue que los problemas del aumento en la producción no podían
573 Ver, por ejemplo, en Frente Popular 18.2.1940; 28.4.1940 dos duros ataques
sobre la SNA.
574 Ver en Trabajo (Santiago) 3.5.1940 los alegatos inconformistas.
575 La Nación 25.4.1940; 28.2.1940.
576 Frente Popular 2.2.1940; 15.2.1940.
577 Ibid. 15.2.1940.
161
resolverse a expensas de los trabajadores, sino más bien, concediendo
aumentos salariales que ampliaran la demanda.578 El resultado final
del cambio de actitud del PC ante los conflictos laborales no significó
un aumento significativo en la actividad huelguista. Según las
estadísticas disponibles, existieron menos huelgas durante los
primeros seis meses de 1940, que las habidas durante el mismo
período de 1939. Asimismo, vale la pena mencionar que no existieron
huelgas significativas en las industrias donde el PC tenía más
influencia (salitre y carbón).579 Aun así, durante los primeros meses de
1940, los partidos de derecha montaron una campaña de denuncias
contra el partido de Lafertte por, supuestamente, estimular la
agitación laboral, cuestión que, al parecer, fue principalmente un
intento de preparar el ambiente para la presentación, en julio de 1940,
de un proyecto de ley que prohibiría la vigencia de este Partido.580 Si
bien las estadísticas no parecían apoyar el alegato de la derecha, dos
huelgas en Santiago (de periódicos y panaderos) durante marzo y
abril de 1940, parecieron darle asidero a las acusaciones. Con todo,
estos conflictos fueron apoyados por la CTCh, es decir, tanto por el PS
como por el PCCh, y en el caso de las huelgas de periódicos (que
afectaron a todos los periódicos importantes a excepción de Frente
Popular) los esfuerzos del PC por encontrar una pronta solución,
motivaron la desaprobación de los inconformistas.581 Claro es que los
comunistas no eran culpables de la ofensiva laboral, como sus
enemigos afirmaban; pero, más allá de ello, se constata que, en
general, estaban menos dispuestos a utilizar su influencia para
contener la agitación laboral, siendo esto suficiente para tensar las
relaciones con Aguirre Cerda.
Pero aún más decisivas que estas discrepancias locales, fueron
las diferencias sobre asuntos internacionales las que provocaron la
mayor tensión en las relaciones entre el Presidente y el PCCh. Antes
de que se suscribiera el pacto Molotov-Ribbentrop, el PC, siguiendo la
política exterior soviética, tuvo una disposición favorable ante las
democracias de EE.UU. y Europa. Pero, luego de agosto de 1939, el
comunismo criollo rápidamente descubrió que las democracias
europeas eran tanto o más repugnantes que el régimen alemán. Al
finalizar el año, la prensa comunista daba más espacio a la
propaganda en contra de los aliados que contra Alemania. La actitud
frente a los EE.UU. también se enfrió, y luego que este país revocara
578 Carlos Contreras Labarca, “La conspiración de los enemigos del pueblo”,
Santiago) febrero de 1940, p. 10.
579 Ver en el Apéndice C los detalles de la huelga.
580 Ver los discursos parlamentarios de Sergio Fernández, el principal
162
las leyes de neutralidad permitiendo suministrar armas a los aliados,
la postura fue francamente hostil a Washington. 582 Este giro del PCCh
en materia de relaciones exteriores no provocó problemas inmediatos
en el gobierno, si bien motivó malestar en el PS 583. Es más, como
Aguirre Cerda había declarado a Chile neutral al inicio de la guerra -
neutralidad que se encontraba en sintonía con la política de la
Comintern- los comunistas disponían de una importante razón para
apoyar al gobierno, situación que, de acuerdo a los acontecimientos de
la guerra, no se mantuvo.584 Desde luego, el conflicto bélico empeoró
las dificultades económicas de Chile, provocando desempleo y
aumentos en el costo de la vida, alentándose una agitación laboral que
el PC estuvo menos dispuesto a contener. En segundo lugar, debido al
cierre de los tradicionales mercados europeos, la guerra dejó a Chile
en mayor dependencia de los EE.UU., único poder en posición
geográfica y económica capaz de suministrar la ayuda necesaria que
el país requería. Obviamente, el aumento de esta dependencia
molestaba al PC pues la consideraba una amenaza a la neutralidad
nacional: al comprometerse crecientemente en la guerra, el país del
norte arrastraría el ánimo de las economías más débiles de
Sudamérica, a la par que su poderío sería un claro obstáculo para la
implementación de cualquier reforma fundamental que afectara a sus
intereses.
En julio de 1940, Washington convocó a la realización en La
Habana de la Conferencia de Estados Americanos para coordinar la
defensa económica, política y militar del hemisferio. Respecto de esta
reunión, el PCCh fue abiertamente hostil a la participación de Chile,
reticencia que aumentó cuando dicha reunión había tomado
resoluciones para lidiar contra amenazas “subversivas”. 585 De su lado,
reconociendo que Chile necesitaba la ayuda económica
norteamericana, Aguirre Cerda y los otros partidos frentistas
favorecieron el apoyo y la colaboración con USA, encontrando que los
ataques del PC al “tío Sam” eran censurables y problemáticos. 586 De
tal modo, a partir de este momento, las relaciones entre comunistas y
el gobierno se dejaron llevar tanto por condicionantes internas como
externas. Durante el mismo mes de julio, de forma privada, Aguirre
163
Cerda declaró que quería terminar la asociación de su administración
con el partido de Galo González, intento que no habría prosperado al
saberse del interés de la derecha por prohibir al PC. 587 A pesar de este
revés, es muy probable que el Presidente mantuviera la idea de
desprenderse de los comunistas al elegir al Ministro de Fomento –el
socialista Oscar Schnake- para liderar la delegación chilena en la
Conferencia de La Habana. Aguirre justificó esta decisión
mencionando que con Schnake se evitaba que el tema fuera pasto de
controversias al interior del PR, explicación que, de todos modos, no
lograba ocultar el impacto que el citado nombramiento tendría entre
los comunistas al saberse del fuerte anticomunismo del referido
dirigente socialista.588 A mediados de 1940, los días del Frente Popular
parecían estar contados; no obstante, la coalición se prolongó por
varios meses más: hasta diciembre de 1940 en su composición
original; a partir de marzo de 1941, ya sin el PS. Todo el segundo
semestre de 1940 fue de un lento pero sostenido deterioro en los
contactos entre los principales partidos de izquierda, y entre estos y el
gobierno.
En julio del 40, el primer mandatario anunció que las
dificultades económicas que el país enfrentaba eran tan serias, que
Chile tenía que “organizarse o perecer”.589 Había que seguir
aumentando la producción y hacer nuevos sacrificios, no
permitiéndose huelgas ilegales o indefinidas. Los comunistas
recibieron las declaraciones de Aguirre con reserva, aunque con
aprobación. Pronto, sin embargo, el ambiente se enrareció al tomarse
nota de los pésimos efectos que las nuevas políticas del gobierno
tenían sobre el ámbito de relaciones laborales. En agosto de 1940, el
Ministro del Interior instruyó a carabineros a mantener estricta
vigilancia sobre “agitadores sindicales”. Unos meses más tarde, se
echaría mano a la Ley de Seguridad Interior del Estado en contra de
los líderes de los sindicatos de ferroviarios que habían amenazado con
una huelga.590 Como signo del ambiente incómodo que se vivía, el PC,
junto con condenar dichas acciones, tuvo que saludar la decisión del
gobierno de tomar en sus manos la administración de una oficina
salitrera que había sido amenazada de cierre en octubre de 1940. 591
Al tiempo que las dificultades económicas de Chile
aumentaban y el gobierno comenzaba a reprimir la agitación obrera,
el PC completó formalmente el proceso de reorientación que había
164
comenzado a principios de 1940. En la novena sesión plenaria del CC,
llevada a cabo a finales de septiembre y principios de octubre de 1940,
efectuó una autocrítica de su política de amplio apoyo al gobierno, y
por su fracaso al no conseguir la unidad de acción con sus aliados,
agregando a ello acusaciones de reformismo y oportunismo. 592 El
gobierno, afirmó el PCCh, estaba dominado por elementos pro
reaccionarios y la única manera de avanzar era que los obreros y
campesinos conquistaran la dirección del movimiento popular,
presionando por las transformaciones fundamentales de la sociedad y
la economía chilenas que el programa del Frente Popular había
prometido. En el futuro, declaró, la colectividad continuaría apoyando
al gobierno, pero solo en la medida en que siguiera persiguiendo
políticas anti-imperialistas y anti-oligárquicas. También prometió
trabajar por la unidad de acción con el PS y, de modo sorpresivo para
todos, expresó que el Partido estaría en la vanguardia de la lucha de
trabajadores para obtener mejores salarios y condiciones. 593 El Noveno
Pleno fue la culminación del proceso iniciado por la Comintern luego
del estallido de la guerra, pero fue también, hasta cierto punto, el
resultado de la reacción partidaria ante el genuino descontento del
movimiento obrero frente a los fracasos del gobierno. Sin embargo -tal
como lo avizoraba el PS-, la actitud militante del PC probablemente se
debía al hecho de que las elecciones parlamentarias de 1941 se
acercaban rápidamente.594
Aunque ni el gobierno ni los demás partidos frentistas
parecían muy alarmados por la línea dura y el tono más agresivo de
las resoluciones del Noveno Pleno, inmediatamente antes y después
del pleno, existían claras señales del creciente alejamiento entre estos
actores. Unos pocos días antes del pleno, el alcalde comunista de
Valparaíso (el único vínculo de importancia entre el PCCh y la
administración) fue despedido de su puesto; mientras, en Laguna
Verde, a las afueras del puerto, militantes comunistas lideraron una
huelga ilegal de trabajadores de la electricidad.595Después del pleno,
hubo un aumento significativo de la agitación obrera. Las primeras
huelgas serias en las salitreras durante la presidencia de Aguirre
socialistas y otros regidores por la falta de asistencia a las sesiones del concejo,
persecución de trabajadores municipales no comunistas y el derrochador uso
de los fondos. Boletín Municipal de Valparaíso 28.1.1939; 27.5.1940; 12.8.1940. Sin
embargo, como regidor del PCCh, Pacheco fue, probablemente, víctima del
deterioro general de las relaciones entre Aguirre Cerda y el PCCh; Ibid.
8.11.1940. Ver en Chamudes, op.cit, pp. 103-107 una razón de la huelga en
Laguna Verde.
165
Cerda comenzaron en noviembre y, en el sur, los mineros del carbón
comenzaron a recolectar dinero para un fondo de conflicto. 596 El
surgimiento de la movilización laboral alarmó al gobierno, el PR, al PS
y, aparentemente, también al PC. Dirigentes obreros de este último
partido fueron enviados a las cuencas mineras para asegurarse de que
los trabajadores no se embarcaran en una acción sin la preparación
debida y que mantuvieran el conflicto como legal. 597 Además, en el
Décimo Pleno del CC, llevado a cabo en enero de 1941, varios líderes
obreros, particularmente de Valparaíso, fueron condenados por
desencadenar de manera precipitada una serie de acciones huelguistas
muy mal preparadas.598
Los socialistas no dieron muestra de una alarma excesiva ante
las resoluciones del Noveno Pleno, limitándose a una defensa
razonada de los esfuerzos de Schnake por obtener ayuda económica
de EE.UU. (que había sido objeto de críticas en el pleno). Lo que sí los
llevó a reaccionar bruscamente, fue cuando el PC intentó ganarse a los
grupos socialistas locales bajo la idea de una acción conjunta. 599
Además, en noviembre de 1941, el PS comenzó a discutir que los
comunistas no podían mantener una política exterior diferente a la del
gobierno y sus aliados sin que ello significara salir de la coalición. A
principios de diciembre, el Ministro de Salud (socialista), Salvador
Allende, provocó una breve explosión de polémicas públicas entre el
PS y el PCCh, por condenar públicamente la labor de los comunistas y
su política exterior.600
A pesar de la creciente frialdad entre ambos partidos, en
diciembre de 1940 congresistas socialistas se negaron a votar por la
medida de la derecha destinada a proscribir al PC, y antes del regreso
a Chile de Schnake, los partidos frentistas realizaron algunos
progresos para resolver sus diferencias. 601 El 12 de diciembre, el
presidente del PR anunció que había tomado varias iniciativas
exitosas para persuadir al PC de que respetara los términos del pacto
del Frente Popular. Un poco después, el comunismo afirmó que los
partidos frentistas habían sido tan exitosos en limar sus diferencias
que, incluso, habían logrado producir un acuerdo sobre política
exterior que era aceptable para todos los miembros de la coalición,
166
incluyendo al PS.602 Con todo, el 15 de diciembre Oscar Schnake
realizó un furioso ataque a la Comintern y al PCCh, declarando que
este partido ya no tenía ningún derecho de hablar en representación
de la clase obrera o de considerarse amigo del PS. Schnake reclamó
libertad de acción para el PS y presionó al Frente bajo la disyuntiva de
excluir al PC o perder al PS.603 Los otros partidos del Frente
respondieron exhortando al PS a que permaneciera en la coalición y
fueron los esfuerzos efectuados por líderes socialistas como Grove
(quien, evidentemente, fue sorprendido por el tono del discurso de
Schnake) los que salvaron la coalición. Schnake, por su parte,
mantuvo su intransigente.604 En enero del 41 los delegados socialistas
se retiraron del Frente y, un poco después, el PR también reclamó
libertad de acción.605
Es bastante probable que sin el ultimátum de Schnake -y sus
ataques al PC-, el Frente Popular habría sobrevivido al menos hasta
después de las elecciones de marzo de 1941. ¿Por qué, entonces,
Schnake decidió destruir el Frente y por qué el PS se marchó con él?
En primer lugar, es plausible estimar que el término de la alianza
comunista con el gobierno fuera parte del precio que se tenía que
pagar por la ayuda económica de EE.UU., la misma que Schnake
había negociado. Además, es razonable advertir que la acción también
debió contar con algún tipo de apoyo del embajador británico en
Santiago quien, el 14 de diciembre, informó a sus superiores en
Londres, que “al parecer las autoridades de EE.UU. están insistiendo
con la eliminación del comunismo del gobierno antes de patrocinar
cualquier préstamo productivo a Chile”.606 Además, tal insistencia del
gobierno estadounidense era consistente con sus recientes amenazas
contra el Partido Comunista de los EE.UU. y con las resoluciones de la
conferencia en La Habana, referidas a amenazas subversivas.607 En
segundo lugar, la actuación de Schnake disponía de poderosas
razones domésticas. Las políticas cada vez más duras del PCCh eran
una amenaza directa a la influencia del PS, en un momento en que el
costo de vida se estaba incrementado y las elecciones al Congreso se
Santiago, Ediciones Orbe, 1969, p. 19. Grove hizo esfuerzos por mantener al
PS en el Frente hasta fines de diciembre. El Siglo 28.12.1940; 30.12.1940.
605 El Siglo 7.1.1941; 16.1.1941.
606 FOR FO 371/25876, A 283/283/9, despacho de Charles Orde para Lord
169
que siguieron en mayo y junio.615 No fue hasta fines de julio que las
hostilidades entre los dos partidos comenzaron a disminuir,
deteniéndose por algún tiempo, pero dejando un sabor amargo.
Si el PS tuvo alguna esperanza de que el PR pudiera terminar
su vieja asociación con el PC luego de que la coalición fuera destruida,
esta fue rápidamente desechada. Los socialistas no estaban dispuestos
a ofrecer a los radicales el tipo de ventajas electorales que el PCCh
entusiastamente sí les daba, con el resultado que era previsible: los
radicales siguieron prefiriendo a los comunistas y a otros ex frentistas
menos importantes para enfrentar las elecciones parlamentarias del
1941616, y sólo una vez realizados tales comicios, comenzaron a
moverse hacia acuerdos con el PS en vistas a las elecciones de los
presidentes del Senado y la Cámara de Diputados, además de
votaciones de alcaldes y concejos municipales. En junio, ambos
partidos hicieron un pacto general de apoyo político y electoral. 617
Dice mucho de la constante necesidad que el PC tenía de su alianza
con el PR, el que aceptara, con escasas protestas públicas, la creciente
reconciliación entre radicales y socialistas. No obstante, sea por la
fuerza de los vínculos entre comunistas y radicales, o por la magnitud
de la lucha fraccional dentro del PR, lo concreto es que los acuerdos
alcanzados con los socialistas, luego comenzaron a tener problemas.
Por ejemplo, los radicales de Santiago, en una elección parcial al
Congreso de julio de 1941, prefirieron apoyar al candidato comunista
patrocinado por el PST (César Godoy Urrutia), en vez del postulante
socialista, quien tenía el apoyo oficial del PR. 618 A pesar de estos
baches, PS y PR se fueron encontrando de a poco, dejando al PCCh
cada vez más al margen de la corriente principal de los eventos
políticos.
La invasión alemana a la Unión Soviética (22 de junio de
1941), no provocó un inmediato quiebre en la tendencia de
aislamiento del PCCh, ni trajo ningún cambio simultáneo en las
políticas internas del PCCh. Los días posteriores a la invasión, los
trabajadores fueron informados de que la mejor manera de ayudar a
la Unión Soviética consistía en mantener su lucha en contra de la
oligarquía, el imperialismo y su “agencia schnakista”, además de
presionando para la satisfacción de sus justas demandas para mejorar
sus salarios y condiciones de trabajo. 619 A pesar de dichas
170
declaraciones, lentamente el PC pasó a ser menos hostil ante el PS, y
menos pasional en su defensa de las demandas de los trabajadores por
mejores salarios e, incluso, más circunspecto en sus críticas al
gobierno. Aunque las nuevas condiciones internacionales eran,
probablemente, el factor más importante del bajo perfil del PC
durante el invierno de 1941, los factores internos también jugaron su
parte. La publicación del informe Berguño -que mostraba a los
comunistas como la causa principal en la baja de la producción del
carbón durante los primeros meses de 1941- realizado a partir del
intento de los partidos de derecha por excluir a los representantes
comunistas del Congreso-, impuso la precaución en el PC.620 De igual
forma, a raíz de que el PS se negó a votar favorablemente esta
propuesta (realizada por petición del PR), los comunistas redujeron
sus críticas al PS.621
Por aquellos mismos días, el PC también daba indicaciones de
sus nuevas prioridades a la luz de los cambios en la guerra. En efecto,
el 31 de julio anunció la creación de una nueva coalición, la Unión
Democrática Anti-nazifacista de Chile (UDACh) que tenía la intención
de apelar a sectores incluso más amplios que el anterior Frente
Popular.622 Significativamente, la UDACh no tenía ninguno de los
objetivos de reforma que tenía el Frente pero, a su vez, se enfocaba a
la defensa de las libertades democráticas y a la maximización de la
contribución chilena a los esfuerzos de guerra brindados por la Unión
Soviética y sus aliados.623
En su décimo primer Pleno, de octubre de 1941, afinaba aún
más las políticas comenzadas en julio. Aunque el Pleno mostró
algunas preocupaciones por el problema del aumento de los precios
que, para ese entonces, era un asunto que estaba ganando impulso, no
mostró preocupación por la causa de la reforma social y económica,
reiterando su apoyo al esfuerzo bélico de los Aliados, haciendo un
llamado a los trabajadores para que presionaran por la ruptura de las
relaciones comerciales y diplomáticas con el Eje, además de la
embajador español.
173
sindicatos con 125.978 miembros en 1938, se subió a 1.985 sindicatos
con 208.775 afiliados en 1941.633
El PC disfrutó, a la vez, de algunos beneficios extraoficiales
gracias a su vinculación con el gobierno: pasaron a ser más fáciles de
obtener las necesidades de préstamo y crédito tanto de agencias
privadas como del Estado, y la prensa partidaria comenzó a recibir un
porcentaje de ingresos por la publicidad del gobierno. 634 Incluso
compañías privadas, como Braden Copper y Yarur (textiles), objeto de
furiosos ataques comunistas, ocasionalmente sentían que valía la pena
sacar anuncios en la prensa comunista. 635
Los beneficios directos e indirectos que el PC recibía de su
asociación con el gobierno, se tradujo en un aumento drástico del
apoyo electoral y la militancia. En las elecciones al congreso de 1937,
el PCCh obtuvo 17.162 votos (4,16% del total), saliendo electos un
senador y seis diputados; en 1941, obtuvo 53.144 votos (11,8% del
total), eligiendo a tres senadores y dieciséis diputados. 636 De modo
similar, en abril de 1941, el PCCh eligió a 122 regidores, en contraste
con los 42 que había obtenido en abril de 1938.637
La evidencia disponible indica que el crecimiento en la
militancia fue todavía más acentuado. Contreras Labarca informó, en
diciembre de 1939, que la militancia había crecido en “varias decenas
de miles” durante ese año, refiriéndose al particular caso de Lota
donde, aclaró, la membresía saltó de 82 a 4.000.638 En abril de 1940, el
delegado chileno a un Congreso Nacional del PC mexicano, afirmó
que habían crecido de 1.000 a 50.000 miembros desde antes de 1935. 639
Galo González, en octubre de 1940, también sostuvo una militancia de
50.000 afiliados.640
Dado que en circunstancias normales es casi axiomático que el
apoyo electoral a un partido sea más grande que su militancia, y
teniendo en cuenta que en marzo de 1941 el PCCh solo obtuvo 53.144
votos, es probable que la afirmación de 50.000 miembros adolezca de
imprecisiones. Existían, después de todo, razones poderosas para
exagerar en la cantidad de miembros: en primer lugar, para
impresionar a la Comintern y a otros partidos comunistas en cuanto a
Mexico”.
640 Galo González, La Lucha por la formación del PCCh, Santiago, 1958, p. 52.
pleno en enero de 1941, sin embargo, no fue un tema que causara mucha
preocupación. El Siglo 31.1.1941.
644 Revisar el Apéndice F.
645 Para evidencia de la fricción entre los miembros nuevos y los antiguos, ver,
646 El Siglo 31.1.1941. Entre octubre de 1940 y enero de 1941, el PCCh declaró
4.000 nuevos militantes.
647 El nuevo CC incluía a dos doctores, dos empresarios industriales,
176
Probablemente la medida más importante que el grupo
dominante adoptó para mejorar su autoridad y educar a los nuevos
miembros, fue la iniciación de una purga en los primeros meses de
1940. Comenzada lentamente en abril de 1940, alcanzó su clímax en el
IX Pleno de octubre y se produjo en paralelo a la adopción de una
línea política más dura. En respuesta a las órdenes de la Comintern de
corregir sus debilidades internas, Contreras Labarca anunció, en abril
de 1940, que el PCCh había comenzado a examinar la conducta de los
comunistas que habían sido nombrados en cargos de gobierno a nivel
central y local.649 Como resultado de este análisis, los casos del alcalde
de Iquique, del consejero del PCCh en la Caja de Seguro Obrero y del
secretario del Gobernador de La Calama –acusados de alcoholismo,
lujuria y de ser “burócratas vulgares”– fueron enviados a la comisión
de control.650 Sin embargo, no fue hasta octubre del citado año que la
purga comenzó a adquirir una dimensión nacional. En el Pleno, Galo
González (jefe de la Comisión Nacional de Control), tomando como
ejemplo los debates de un Congreso reciente del Partido Comunista
mexicano, examinó la presencia en el PCCh de trotskismo, masonería
e “inmoralidad contra-revolucionaria”.651 De su análisis, encontró que
la influencia trotskista dentro en la colectividad era pequeña; no
obstante, fue más exitoso y duramente más convincente cuando
auscultó las actividades nefastas de los masones. Según González, los
masones habían introducido falsos conceptos de tolerancia y
colaboracionismo de clases en el Partido y el Frente. Del mismo modo,
habían ganado influencia saboteando el trabajo de varios comités
regionales y locales, guiando a algunos funcionarios del Partido por
mal camino.652 González anunció que, en lo próximo, ser miembro de
una orden masónica sería incompatible con la militancia comunista. 653
Sobre el tema de la “inmoralidad contra-revolucionaria” –
descuido moral que abrió a los militantes a la explotación por clases
enemigas – González anunció que los tres casos presentados a la
comisión de control en abril, habían sido decididos a favor de la
expulsión y que dos regidores habían sido expulsados por ofensas
similares.654 La expulsión que causó mayor impacto dentro y fuera de
la organización, fue la de Marcos Chamudes, ex líder estudiantil,
asistente personal de Contreras Labarca, diputado del PC por
Valparaíso desde 1937 y fundador y editor de una revista de noticias
del PCCh llamada Qué Hubo. A pesar de haber mantenido
177
responsabilidades en el CC desde que se unió al Partido en 1931, se
descubría ahora que Chamudes era “corrupto, depravado, lleno de
duplicidades (e) indigno de pertenecer al PCCh”. 655 Después de
octubre, la purga se extendió a provincias y continuó en 1941. Aunque
el número total de sancionados fuera, probablemente, no más que un
par de cientos, cada comité regional y local fue vetado por la comisión
de control y, generalmente, perdieron a uno o dos miembros en el
proceso. En unos pocos casos, la tasa de víctimas parece haber sido
considerablemente alta: en Antofagasta, por ejemplo, solo dos de los
catorce miembros del CR, parece que sobrevivieron. 656 Hubiera o no el
CC iniciado la purga con la precisa intención de prevenir la
emergencia de cualquier desafío a su autoridad, los resultados
muestran que la vasta mayoría de afectados provenían del sector que
podían desafiarlo, es decir, miembros que habían estado activos desde
principios de la década de 1930 y que habían mantenido puestos de
responsabilidad en la organización.
Además de mejorar y asegurar la autoridad del CC, la purga
tuvo la clara intención de identificar y castigar a los chivos expiatorios
responsables de los “errores” en que el Partido había caído durante
1939. Los ataques a la masonería y al “liberalismo corrompido” que se
había introducido de contrabando en la colectividad eran, en efecto,
ataques a la línea política que el PC había perseguido en 1939 y a los
hombres más cercanamente identificados con ella. De este modo, en el
IX Pleno, el secretario general Contreras Labarca y su asistente, Raúl
Barra Silva –ambos reconocidos masones– fueron duramente
criticados.657 De modo similar, si bien Chamudes fue expulsado por
“inmoralidad contrarrevolucionaria”, él también había pasado a estar
duramente identificado con la antigua línea política “errónea”. En
varios casos, como en el de Chamudes, las víctimas de la purga fueron
acusados de una mezcla de ofensas políticas y morales, y si bien
puede haber sido cierto que en algunos casos la laxitud moral diera
lugar al error político, la sospecha apunta a que el PC buscó la
“liquidación” total de los acusados mediante la prueba de que no solo
se habían equivocado políticamente, sino que también eran corruptos.
La sospecha también se encamina a señalar que la línea
política más dura adoptada por el Partido durante 1940 -y la misma
purga-, fueron utilizadas por facciones del CC para conseguir viejos
anhelos. Así, por ejemplo, Chamudes, quien había sido reclutado para
el Partido Comunista peruano por Ravines cuando era un estudiante
178
en Lima, y quien había pasado a ser un adherente entusiasta de la
nueva línea política traída a Chile por Ravines, podría haber sido
purgado, al menos en parte, por el grupo dirigente del CC que
deseaba devolver las humillaciones que Ravines había acumulado
sobre ellos, mediante la eliminación de uno de sus protegidos. 658
Además, aunque la evidencia de las diferencias dentro del grupo
dirigente es dispersa, pudo ser que Galo González utilizara la
reorientación del PCCh durante 1940 para cortar las alas a Contreras
Labarca, quien parecía haber ganado cierta ascendencia sobre el CC
durante 1939, además de recibir un grado inusual de elogios
personales en la prensa partidaria durante ese año.659 En alguna
proporción, pudo haberse debido a esta lucha subterránea que
protagonizaron Contreras Labarca y González, el hecho de que entre
1939 y 1941, existiera una tasa anormalmente alta de rotación en la
composición del CC. De 42 miembros del CC electos en 1939, solo 20
fueron reelectos en diciembre de 1941.660 Este aspecto, sin embargo,
merece ser manejado con precaución, pues de los 22 no reelectos, solo
uno (Barra Silva) puede ser identificado positivamente como
adherente personal de Contreras Labarca, en tanto que otros bien
pudieron ser dejados de lado por mera ineficiencia661. Además, ya que
el CC de 1941 tenía 10 miembros menos que el CC de 1939, puede ser
que una buena proporción de los no reelectos perdieran sus puestos
debido a la decisión de reducir el organismo a un tamaño más
manejable y no producto de lucha política o fraccional.
La purga en el CC de 1940 y 1941, fue la característica más
notoria de un esfuerzo dirigido a darle al Partido una maquinaria
orgánica adecuada a su mayor tamaño y al aumento de su
importancia política. Junto con exhortar a la militancia a ejercer al
máximo la “vigilancia revolucionaria”, Galo González también prestó
atención a problemas más tradicionales. En el IX Pleno, González
anunció que el CC era híper burocrático, estaba sobre-especializado y
180
bajo su control (es decir, abrir cargos más allá de los comunistas). 668
En segundo lugar, la ocasión reveló que la purga iniciada en el IX
Pleno no siempre tuvo resultados felices. El CR Antofagasta, por
ejemplo, que había sido renovado casi en su totalidad en noviembre
de 1940, fue objeto de críticas por su falta de trabajo colectivo, por sus
tendencias regionalistas y por una disposición a resistirse a las
instrucciones del CC.669 De hecho, se concluyó que los militantes que
fueron elegidos para llenar los puestos vacantes que dejó la purga, no
habían sido mejores que sus predecesores. Reconocidos alcohólicos
habían sido nombrados en varias organizaciones locales del norte,
mientras que el recientemente nombrado secretario del CR de
Atacama, había sido expulsado de una organización frentista por
desfalco.670 Sin embargo, a pesar de los defectos de varias
organizaciones partidarias, en el Pleno se informó que el trabajo del
CC, tanto individual como colectivo, había mejorado.671
Parecería entonces que, al tenor de los trabajos de varios
plenos llevados a cabo durante 1940 y 1941, el PCCh todavía estaba
lejos de ser la máquina eficiente, disciplinada y profesional, propia del
ideal bolchevique. Sin embargo, sería un desacierto desconocer que,
durante estos años, el Partido dio importantes pasos para mejorar
desde el punto de vista orgánico, absorbiendo un flujo masivo de
nuevos militantes. Para el PCCh, los años de Aguirre Cerda no solo
significaron un saldo electoral y de militantes imposibles de
desconocer, sino también, de comienzos en la construcción de una
máquina orgánica de enorme valor para el futuro.
668 Principios noviembre de 1941, pp. 12-15. Esta última querella era continua.
Contreras Labarca la dio a conocer también en el VI pleno llevado a cabo en
noviembre de 1939. Al respecto, revisar “Unidad para defender la victoria”, p.
35.
669 Ibid. pp. 9-10.
670 Ibid.
671 Ibid.
181
182
Capítulo 6
183
acuerdo profundo sobre las políticas y la conducta del gobierno, sino
expresaba las dificultades de Ríos con el PR y el PS. Se sumó al mejor
ambiente la nueva actitud del Movimiento Comunista Internacional
luego de que la Comintern fuera formalmente disuelta en junio de
1943. Tras la invasión alemana a Rusia (1941), la IC comenzó a buscar
apoyo para las democracias y los esfuerzos de guerra de los aliados,
generando un nuevo concepto –Unidad Nacional, UN– para
reemplazar la antigua idea del Frente Popular.674 La UN comprometió
al PC a una política de apoyo general al régimen de Ríos, apoyo que,
aunque condicional y a ratos críticos, pasó a ser un elemento de
fricción creciente con el PR y el PS, pasando estos partidos a una
actitud más hostil hacia Ríos. Con el término de la Guerra y el inicio
de las tensiones Este-Oeste, los objetivos de la política de Unidad
Nacional también cambiaron, enfriándose los contactos de Ríos y el
PCCh. A principios de 1946, el Partido remplazó su política de apoyo
por una de oposición general, siendo abiertamente contrario a la
administración de Duhalde.
Ya antes del fin de la guerra, la UN había llevado al PC a
apoyar una administración en general más conservadora que la de
Aguirre Cerda, si bien la colectividad maniobró para mantener su
influencia en el ámbito electoral y sindical. Además, a diferencia del
PR y el PS, sobrevivió a los años de la guerra sin experimentar
conflictos internos violentos y se enfocó en los progresos de una
maquinaria partidaria más profesional y eficiente. A pesar de ello, en
diciembre de 1945, diferencias internas dentro del Comité Central,
llevaron a la defenestración del Secretario General, Contreras Labarca,
aunque no fue formalmente removido de su cargo hasta que fue
“promovido” al Ministerio de Vías y Obras Públicas, en el primer
gabinete de Gabriel González Videla, en noviembre de 1946.
Antes de proceder al examen de las acciones del PCCh y de su
política, se debe hacer mención a los problemas económicos y
políticos que tuvo que enfrentar J.A. Ríos, pues ambos contribuyeron
a modelar las relaciones sostenidas entre el Presidente y los
comunistas durante los años de la guerra.
La Guerra Mundial estuvo en la raíz de la mayoría de los
problemas económicos que afectaron a la administración de Ríos. La
guerra estimuló la demanda de ciertas exportaciones chilenas, pero se
limitaron al mercado de EE.UU. y de Latinoamericana. De otra parte,
hubo algo de comercio con Europa a pesar de las protestas del PC de
que los bienes enviados a España favorecían la máquina de guerra del
Eje.675 Obviamente, sólo EE.UU. se encontraba en posición para
184
comprar cobre chileno en grandes cantidades aunque en malas
condiciones: según las críticas chilenas, el país debía someterse a bajos
precios por sus exportaciones más importantes. 676 El conflicto,
además, disminuyó la demanda de otros productos chilenos con los
cuales se cubrían los costos de determinadas importaciones
(especialmente petróleo).677 En definitiva, la guerra forzó a Chile a
vender barato y comprar caro y, según Roberto Wacholz, (primer
ministro de finanzas de González Videla), la guerra le costó al país
unos 14.000 millones de pesos.678 Más allá de que esta afirmación
fuera precisa o no, lo real fue que la economía no creció durante esos
años. A pesar de los aumentos en las exportaciones de carbón y cobre
entre 1942 y 1944, el índice de producción minera cayó
constantemente, mientras que la producción industrial sólo sobrepasó
los niveles de 1941 en 1946.679 Únicamente la producción agrícola
mostró alguna tendencia al incremento. 680
La inflación, sin embargo, fue el problema económico que más
molestó a Ríos. Causada por el aumento del precio de las
importaciones y los mayores gastos gubernamentales, la tasa de
inflación creció de 15,2% en 1941 a 25,6% en 1942 y a 29,4% en 1943. 681
Aunque la tasa cayó a 11,8% en 1944 y a 8,8% en 1945, creció a 15,9 en
1946.682 Los salarios tendían a disminuir tras la inflación y para 1943,
los salarios reales disminuyeron en un 15% en comparación a 1938. 683
Mientras que las subidas salariales tendieron a estar en línea con la
inflación, poco se hizo para compensar la pérdida del poder
adquisitivo.684 Como resultado, existió una fuerte corriente de
descontento laboral durante los años de la guerra.
Siendo los problemas económicos que enfrentó Ríos similares
a los que confrontó Aguirre Cerda, los problemas políticos fueron
23.12.1946.
679 Ver los índices de producción en el Apéndice B. La caída del índice minera
1962, p. 205.
682 Ibid.
683 A. Pinto, “Anotaciones sobre los efectos de la guerra en nuestra economía”,
688 Ver, por ejemplo, la carta de Ríos para el PCCh en agosto de 1944. El Siglo
4.8.1944.
689 El Mercurio 3.6.1943.
690 Ibid.
691 FOR FO 371/33754, A 6361/324/9, envía Charles Orde a Eden, con fecha
22.6.1943.
692 La Hora 3.9.1943.
187
partido.693 En abril de 1944, el CEN se acercó a Ríos con el fin de
implementar la resolución de Concepción y fue rechazado. 694 A los
ministros radicales se les ordenó que dimitieran, y aunque ellos
obedecieron, Ríos rechazó sus renuncias permaneciendo en sus
cargos, por lo que fueron expulsados del partido.695
Desde mayo de 1944 a mayo de 1945, Ríos gobernó sin la
cooperación oficial del radicalismo y todos los intentos por
comprometerlos, fracasaron. El PR declaró estar en oposición formal a
su gobierno e instruyó a todos los radicales con cargos públicos a que
renunciasen.696 Algunos obedecieron. Ríos formó otro gabinete de
administración en octubre de 1944 (que nuevamente incluyó
militares), sin que se reanudaran los contactos entre el Presidente y su
partido.697 Para mayo de 1945, el fracaso del PR de imponer su política
de dimisiones de militantes en funciones públicas y la victoria de los
partidos de derecha en las elecciones al Congreso de marzo del mismo
año, modificó el escenario político. Ríos aceptó formar una
administración basada en los partidos de la ADCh y la Falange
Nacional (FN), mientras que el PR aceptó la inclusión de dos
tecnócratas en el gabinete.698 La paz entre Ríos y el PR no era nada
fácil y aunque se prolongó por la ausencia del Presidente a fines de
1945, se volvió a romper en enero de 1946.
En ese mes, la enfermedad forzó a Ríos a retirarse de la vida
pública y entregó el poder a otro radical conservador, el
vicepresidente Alfredo Duhalde. Este, actuando con la aprobación de
Ríos, dio pasos enérgicos para detener una creciente ola de agitación
laboral que había comenzado a afectar al país a fines de 1945, medidas
que provocaron masivas manifestaciones de protesta. Cuando la
policía abrió fuego, mataron a ocho manifestantes en la Plaza Bulnes
de Santiago, en enero de 1946. La secuencia de eventos llevó al retiro
del PR del gabinete y a la exacerbación de la lucha fraccional entre la
693 El Mercurio 24.1.1944. La resolución fue aprobada por 347 votos ante 323.
694 El Siglo 26.4.1944.
695 Ibid. 27.4.1944; 28.4.1944; 30.4.1944.
696 El Mercurio 12.9.1944.
697 Solo un Intendente radical (de 20) renunció y solo 5 consejeros radicales
30.1.1943.
703 El Mercurio 4.7.1944.
704 Bernardo Ibáñez, hijo de campesinos, formado como un profesor, pasó a
ser dirigente sindical, primero como militante del PCCh y luego como
usocialista. En 1944 era Secretario General de la CTCh. Ver C.T.Ch. 10.9.1943
para detalles de los principios de su carrera.
189
diputados.705 Esto no fue óbice para que el PSA fuera invitado al
gabinete en mayo de 1945.
Los aires de Guerra Fría comenzaron a hacerse sentir a mediados
de 1945, asunto que produjo que el PS comenzara a alejarse tanto del
PC como del gobierno; pronto, en agosto del 45, amenazó con retirarse
de la ADCh a menos que la coalición adoptara un programa más
izquierdista (la llamada “tercera política del Frente). 706 La ADCh
rechazó el ultimátum y añadió sal a la herida permitiendo que el PSA
se uniera a sus filas, hecho que determinó la salida del PS de la
coalición.707 Aunque la tercera política estaba nominalmente
preocupada de la “conquista del poder y la implementación del
socialismo”, el anticomunismo del PS imperó bajo el gobierno de Ríos
siendo que la administración de éste era tanto o más conservadora
que la de Duhalde708 y el propio Partido Comunista no vio con malos
ojos las políticas de izquierda y posturas más agresivas que el PS
enarboló a mediados de 1945.709
La elección de Ríos a la Presidencia de la República no
vaticinó nada bueno para el PCCh. El nuevo Presidente no solo había
dejado en claro su anticomunismo, sino también, los comunistas, aún
después de la proclamación oficial de Ríos como candidato, siguieron
simpatizando con González Videla, su rival más serio dentro del
PR.710 No en vano el PC había respaldado la candidatura de Ríos solo
después de que se descartara al General Ibáñez como nombre de la
izquierda unida. A pesar de su mutua desconfianza y disgusto,
factores domésticos e internacionales forzaron a Ríos y el PCCh a
trabajar juntos durante gran parte de su administración. Su trato, no
distorsionado por expectativas artificiales de ambos lados, resultaría
más adecuado que la habida entre comunista y Aguirre Cerda.
La situación nacional había sido significativa para decidir el
apoyo comunista a Ríos en 1942; empero, los factores internacionales
al parecer resultaron aún más decisivos. Incluso antes del arribo del
nuevo gobierno, los eventos externos comenzaron a forjar el modo
705 Urzúa Valenzuela, op. cit. p. 86. Estadística Chilena diciembre de 1945,
pp708-725.
706 Jobet, El Partido Socialista de Chile, op.cit. I, pp. 187-192.
707 La Opinión 7.8.1945.
708 Agustín Álvarez Villablanca, Objetivos del socialismo en Chile, Santiago,
partido.
715 Ibid. 22.6.1943. articulo anónimo “Ni derechas ni izquierdas; fascistas o
antifascistas”.
191
Su primera dimensión reformista fue producto de uno de sus
objetivos centrales, a saber, la maximización de la contribución chilena
a los esfuerzos de aliados en guerra. Con el fin de incrementar la
producción para los aliados –y ocuparse de las propias necesidades
del país en un mercado mundial distorsionado por la guerra– se
necesitó que el gobierno planificara y modernizara la economía. 716
Para dicho fin, el PCCh llamó a la formación de un consejo económico
nacional, la aplicación de una reforma tributaria y a la expropiación
de activos de fascistas y especuladores. 717 El consejo aseguraría la
utilización eficiente de los recursos, el desarrollo industrial, la
agricultura y la explotación minera de Chile. Pese a que también
señaló que los trabajadores se beneficiarían de esta planificación y
modernización, el diseño de tales medidas no fue seriamente llevado a
cabo. Hacia fines de 1944, el Partido retomó la atención respecto de la
transformación radical de la economía y la sociedad chilenas.
En noviembre de 1943, Stalin, Roosevelt y Churchill se
reunieron en Teherán y se comprometieron a colaborar en la creación
de un mundo más justo, pacífico y próspero una vez que los ejércitos
del Eje fueran derrotados. 718 Por su parte, extrapolando tendencias de
las resoluciones de la Conferencia de Teherán, el líder comunista de
EE.UU., Earl Browder, predijo que solamente en tanto Rusia Soviética
y los aliados continuaran cooperando luego de la guerra, el proceso
revolucionario podría avanzar mediante la colaboración de clases más
que por cualquier conflicto de clases. 719 En efecto, Browder sostuvo
que las alianzas multiclasistas que habían emergido para combatir el
fascismo debían mantenerse e, incluso, expandirse, para crear un
mundo mejor una vez que la guerra concluyera. Para demostrar el
sincero deseo del comunismo americano de coincidir con fuerzas
progresistas de cualquier parte, Browder persuadió al CC de su
partido a disolverlo, reagrupando a sus miembros en otra asociación
comunista americana a fin de funcionar como un grupo de presión
entre los partidos establecidos.720
Acorde con las ideas de Browder, en su XV Pleno de agosto
1944, el PC señaló que se acercaba una nueva etapa histórica para
Chile: la nación transitaría por la etapa democrático-burguesa de su
desarrollo con la asistencia de todas las fuerzas de avanzada,
716 Ibid. 14.4.1942. Declaración por parte de la Comisión Política del CC del
PCCh “Movilización Económica para la Defensa Nacional”.
717 Ibid.
718 Ibid. 7.12.1943; 8.12.1943.
719 El PCCh sintetizó las ideas de Browder en varios artículos en El Siglo y
192
incluyendo aquellas de la derecha tradicional. 721 Así, a pesar de que el
XV Pleno destacó el regreso del tema del cambio fundamental en
Chile, no lo hizo apelando a políticas duras ni frente al gobierno ni
delante de la derecha. En consecuencia, pasó a ser menos condicional
en su apoyo al gobierno y redobló sus esfuerzos por convencer a la
derecha progresista.
Con los primeros meses de 1945 esta nueva disposición
comenzó a diluirse, especialmente por los rechazos que el
colaboracionismo comunista estaba causando entre los partidos
políticos y las organizaciones sindicales. A mediados de 1945, se
hicieron notorias las divergencias entre Rusia y los aliados, en tanto
que en junio, el “browderismo” era denunciado formalmente por el
líder comunista francés, Jacques Duclos. 722 Aunque el PCCh insistió en
la validez de la Unidad Nacional (XVI pleno, julio de 1945),
claramente mostró más preocupación por reformas sociales y
económicas que por colaborar con el gobierno o la derecha.723 A fines
de ese año, la UN ya había pasado a ser un instrumento para la
aceleración más que para el apaciguamiento o la invalidación de la
lucha de clases.
Aunque Ríos se mostró reacio a la obligación de solidaridad
continental, en especial, para romper las relaciones con las potencias
del Eje, otros objetivos de Unidad Nacional comprometieron al PC a
un apoyo general a su administración. 724 Además, ciertos hechos
hacían proclive este respaldo. Por sobre sus debilidades, Ríos había
sido electo de manera democrática, acatando la Constitución y las
leyes. Los comunistas no tenían nada que ganar y sí mucho que
perder saboteando a Ríos puesto que los beneficiados más probables
de tal evento serían la extrema derecha o los ibañistas -menos
dispuestos a la causa de los aliados que el Presidente- y, sin duda, más
reacios al PC y la clase obrera.725 De haber adoptado una política de
romper las relaciones con el Eje. El argumento más fuerte de Ríos fue que la
ruptura no beneficiaría a los aliados de ninguna manera práctica, mientras
que podría afectar adversamente a Chile.
725 Según el embajador británico, por ejemplo, el General Ibáñez recibía 30.000
194
Beltrami, de los ataques de radicales de izquierda sobre la base de
que, sin importar sus fallas, él era un defensor de la ruptura con el
Eje.729 Luego de que Ríos rompió con el Eje, redobló su respaldo al
gobierno y fue más crítico con la izquierda radical. En junio de 1943,
expuso que los ataques de los jóvenes turcos a Ríos eran
“incomprensibles” y exhortaron al PR a hacer a un lado sus
diferencias internas y a unirse tras el gobierno.730 Aunque el Partido
pasó a ser menos complaciente con el gobierno a finales de 1943 –por
razones que serán examinadas más adelante– se opuso al paso del PR
en oposición formal a Ríos. Antes de la Convención Nacional Radical
de enero de 1944, un miembro del CC comunista atacó –como
“maniobra nazi”- la tesis izquierdista de que el PR debía retirarse del
gobierno si Ríos no accedía a formar un gabinete exclusivo con
partidos del ADCh o Radical.731 Aunque el PC moderó sus críticas una
vez que la tesis izquierdista se hizo política oficial del PR, instó a los
ministros radicales a no renunciar en caso que Ríos se negara a
reorganizar el gabinete de la manera pedida por el PR. 732 Por sobre el
hecho de que el PC se había comprometido con la formación de un
gabinete de la ADCh, y si bien Ríos rechazó formar dicho gabinete
porque no quería admitir comunistas con cargo ministerial, de igual
modo el PC se opuso al ultimátum del PR a Ríos, en abril de 1944. 733
Luego de este episodio, se esforzó por encontrar una solución con los
radicales, y de apoyar también los llamados de la ADCh para la
creación de un gabinete basado en sus miembros.734 Con el XV pleno
en agosto de 1944, el PCCh redobló sus esfuerzos para persuadir al PR
de regresar al gabinete (cooperando con el PL) haciendo a un lado la
resolución “errónea”.735 Ríos recibió las palabras comunistas con
entusiasmo, alabando la “inteligencia patriótica” del PC al ver la
necesidad de un gobierno de Unidad Nacional con el apoyo de todos
los sectores progresistas.736
A pesar de sus esfuerzos, el Partido fue incapaz de prevenir
que el PR declarara su oposición en septiembre de 1944. También, es
poco probable que su presión o influencia tuviera algo que ver con la
radical.
732Ibid. 25.1.1944.
733 Carta de Ríos para Alfredo Rosende (Presidente del CEN PR), El Siglo
22.4.1944. Tal como Rosende señaló, sin embardo, el PCCh ya había declarado
que no presionaría por cargos ministeriales si estos eran un obstáculo para la
formación de un gabinete de la ADCh.
734 Ibid. 24.4.1944; 1.5.1944; 21.5.1944.
735 Ibid. 2.8.1944.
736 Ibid. 4.8.1944.
195
decisión del PR de regresar al gabinete en mayo de 1945. Con este
retorno radical al gobierno y con la gradual adopción de medidas y
actitudes más duras por parte del PCCh en el curso de 1945, el partido
de Lafertte perdió vigencia como aliado del Presidente en sus luchas
con el PR.
Las diferencias entre comunistas y radicales, estaban lejos de
ser insolubles. Unidos por el interés electoral y la cooperación en el
campo sindical, ninguno de los dos partidos permitió que las críticas
sobre el otro llegaran demasiado lejos. De hecho, a fines de 1944
cuando las divergencias sobre el tema de la unidad estaban en su
punto más marcado, rara vez el CEN del PR criticó al PCCh y su
acción más molesta parece haber sido rechazar el permiso a un
dignatario radical de dar patrocinio público a las resoluciones del XV
Pleno.737 Las organizaciones radicales regionales eran menos
cautelosas: la Asamblea Radical de Santiago, dominada por la
izquierda, expresó abiertamente su descontento con las resoluciones
del XV Pleno, mientras que en el sur, los radicales sabotearon la
campaña electoral de Guillermo del Pedregal, un tecnócrata liberal
seleccionado por el PC para pelear un puesto vacante en el Congreso
por la muerte del senador comunista, Amador Pairoa. 738
No sorprende que, dadas las antiguas rivalidades entre el
PCCh y el PS, la Unidad Nacional pasara a ser recurso adicional de
conflicto entre ambos, particularmente después del XV Pleno. Sin
embargo, esto no impidió que luego de la disolución de la Comintern
(junio de 1943), el PC propusiera al PS la creación de un solo partido
revolucionario, cuestión que impactaba directamente en las luchas
fraccionales de los socialistas.739 Los grovistas favorecieron la rápida
creación de dicho partido, mientras que los anti-colaboracionistas, si
bien aceptaron la idea en un principio, abogaron precaución y un
largo proceso de negociación y de acuerdos antes de su formación. 740
En enero de 1944, el PS estuvo de acuerdo con la creación de comités
el XIII pleno, Santiago, 1943, pp. 28-30. El PCCh había realizado una iniciativa
similar en 1937, ver el capítulo 4 de este trabajo.
740 Ver, Salvador Allende, “El PS proclama el 25 de octubre como fecha de
197
Aunque las estadísticas oficiales afirman que existieron 19
huelgas en 1942, el PC no ocupó mucha energía en mantener la paz
industrial, asunto del que solo se preocupó hacia fines de tal año,
cuando era claro que Ríos avanzaba a la ruptura de las relaciones con
las potencias del Eje746. Apoyó dos huelgas en la industria salitrera, en
mayo y agosto de 1942, a pesar de que esta actividad era “vital para la
defensa nacional”.747 En cambio, al término del año, alabó a los
mineros de carbón por su sacrificio patriótico al aceptar acuerdos de
salarios insatisfactorios y resistir las presiones de huelga. En enero de
1943, alabó a los trabajadores del cobre de Sewell por razones
similares.748 En abril de 1943, Ríos agradeció públicamente al Partido
por su “cooperación leal y desinteresada” y, en mayo, afirmó que los
trabajadores habían respondido a sus llamados al “orden, disciplina y
tranquilidad en el trabajo”. 749
A fines de 1943, esta armonía se destruyó por una ola de
movimientos huelguistas que llevaron a 127 el número total de
huelgas en ese año.750 El aumento de la actividad huelguista -que no
afectó al carbón ni al salitre-, no se debió a ninguna decisión
comunista, sino a la mezcla de inflación y mala respuesta del gobierno
a las demandas salariales. 751 Tal como señalara El Siglo “cuando estos
problemas no pueden ser resueltos por acuerdo directo, cuando las
autoridades de los asuntos laborales abandonan sus funciones y
permiten la prolongación indefinida de los conflictos…no queda otro
recurso que la huelga”.752 Además de esto, otros factores propiciaban
la movilización popular. En primer lugar, se acercaban las elecciones
municipales de abril de 1944 y el PC estaba inusualmente menos
inclinado a ejercer su influencia para revisar la agitación laboral en los
meses previos a este evento. Segundo, los comunistas no estaban
198
conformes con el gabinete de administración (junio a septiembre de
1943) ni con el reconocimiento del gobierno militar argentino,
identificado por el PCCh como un régimen fascista y pro Eje.753
Finalmente, es posible que en los meses siguientes a la disolución de
la Comintern, el PC buscara persuadir al PS de formar el Partido
Único, demostrando que su política estaba ahora menos determinada
por factores internacionales. Sea cual sea la naturaleza de las razones
del PCCh, este se mantuvo en apoyo a las demandas laborales,
sosteniendo que las huelgas no afectaban la producción y que no era
parte de la UN sacrificar los derechos e intereses de los trabajadores. 754
Realizadas las elecciones de abril de 1944, la agitación social se
debilitó y los comunistas prestaron mayor atención al alza de precios,
la especulación y al problema del incremento en la producción, temas
que quedaron expuestos en las resoluciones de su XV Pleno (agosto de
1944)755, donde reiteró que la posibilidad de evitar las huelgas no
implicaba renunciar a ellas, sino que considerarlas únicamente como
último recurso.756 Como ejemplo de esto, el PC señalaba el ánimo de
no ir a paros o huelgas por parte de los trabajadores del carbón o del
cemento.757 Aún más, por primera vez en los años de Ríos (fines de
1944), el PCCh hizo condena de algunas movilizaciones por “poco
preparadas y prematuras”758, si bien, no negó su respaldo en otras,
como fue el caso de la decisión de los estibadores de Lota de no cargar
una embarcación de la “Argentina fascista”.759 En parte, debido a la
moderación comunista, en 1944 hubo sólo 91 huelgas, varias menos
que las habidas el año anterior (127), si bien debemos destacar que
1944 también hubo aumentos salariales por sobre la tasa de
inflación.760 Con el fin de la guerra mundial, paulatinamente el PC
retomó posiciones más confrontacionales, comenzando a dar mayor
empuje a las luchas laborales, en especial a partir del segundo
semestres de 1945.
La cercanía comunista al gobierno de Ríos tenía como fin
alcanzar los objetivos de la política de la Unidad Nacional ¿Qué tan
753 Ibid.
754 Ibid. 4.3.1944. Editorial “No retroceder en las conquistas sociales”.
755 Ibid. 7.9.1944.
756 Ver el artículo de Juan Vargas Puebla, “La Unidad Nacional es el arma de
socialistas.
759 FOR FO 371/38014 AS 629/2373/9, envía Orde a Eden, con fecha 8.11.1944.
760 La Hora 10.1.1946. Discurso de Ríos para las estadísticas de la huelga;
200
del Eje.765 No menos atrasadas en comparación a los demás países de
América Latina, las iniciativas de Chile en contra de los agentes del
Eje en su territorio, o la apertura de negociaciones para convenir
relaciones diplomáticas con la URSS, tampoco parecen haber tenido
cambios a pesar de la intensa demanda comunista. 766
El aspecto donde la organización de Contreras Labarca tuvo
mayor éxito en la contribución chilena al esfuerzo bélico, correspondió
a su rol en moderar las demandas laborales y ampliar la producción.
La producción del cobre, por ejemplo, se incrementó constantemente
en los años de guerra, y de inicios de 1942 a principios de 1945, no
hubo luchas sindicales de consideración en esta industria. 767 Pero
como los trabajadores del cobre estaban entre los mejores pagados del
país y sus salarios solían mantenerse al corriente de la inflación, la
política del PCCh probablemente solo tuvo un impacto marginal. Un
ejemplo mejor fue la minería del carbón. Esta industria, a pesar de no
estar directamente implicada en los esfuerzos de la guerra, sí tenía
gran relevancia interna, además de contar con una notoria fuerza del
sindicalismo comunista. Aquí, la producción se mantuvo en alza hasta
1945, y entre 1942-43 hubo solo una huelga de importancia, aunque
breve.768 Solo en la industria del salitre el PCCh fue menos exitoso en
una relativa calma sindical, ocurriendo huelgas todos los años del
gobierno de Ríos. Se trató, de todos modos, de una industria
claramente menos estratégica que la del cobre, y los aliados tuvieron
también otros suministros. En el salitre, la diferencia entre salarios y
tasa de inflación fue menos pareja que el carbón o el cobre, y sus
relaciones industriales siempre fueron muy precarias.769 Aunque los
comunistas aportaron a la creación de comités de producción en el
770 FOR FO 371/37981 AS 2031/31/9, envío de Orde para Eden, con fecha
25.3.1944.
771 González, op.cit. pp. 57-58. La UPV se fundó en septiembre de 1942 y
202
era más conservador que su antecesor y sus esfuerzos persistentes por
frenar la agitación laboral, no le significaron bajas ostensibles ni
permanentes en su apoyo electoral o sindical, ni pareció haber
experimentado luchas internas serias.
En abril de 1941, el PCCh eligió a 122 regidores y 10 alcaldes,
mientras que en abril de 1944, eligió a 106 regidores y a 18 alcaldes.776
Esta leve baja no le importó mayormente y, de hecho, sostuvo que los
resultados de 1944 eran una victoria, dada la baja asistencia a la
votación y su propio sacrificio al aceptar posiciones pobres en las
listas electorales.777 Meses más tarde, en las elecciones parlamentarias
de marzo de 1945, su comentario no fue tan optimista: a pesar de que
consiguió 46.133 (comparado con los 32.000 de abril de 1944), su
diagnóstico tenía razones de fondo.778 Primero, en marzo de 1945, la
ADCh perdió el control del Congreso. En segundo lugar, el resultado
de marzo de 1945 era menor que el de marzo de 1941 (con 53.144
votos), más cuando en julio de 1944 había absorbido al Partido
Socialista de Trabajadores y, en teoría al menos, se suponía obtendría
unos 10.000 nuevos votos. Las cosas indicaban que había sufrido una
baja significativa en su apoyo electoral, si bien ello se traducía en la
pérdida de un solo escaño en el Congreso.779 En tercer lugar, aunque
culpaba a las “ambiciones miserables e intransigencia absurda” de sus
aliados, y al aventurismo y divisionismo de los “trotskistas” del PS
por la derrota de la izquierda en marzo de 1945, también admitió que
el resultado de la elección era un veredicto sobre su XV Pleno (de la
Unidad Nacional).780 El Partido acometió la autocrítica por fracasar al
presentar la Unidad Nacional como movimiento combativo de cambio
económico y social y por fracasar al no dejar en claro que su apoyo a
Ríos era condicional.781 De esta suerte, el resultado de marzo de 1945
fue una de los factores que empujó al PCCh a políticas más agresivas
durante el resto del año. Vale la pena destacar que la baja comunista
(1,55%) entre las elecciones de 1941 y 1945, fue menos a las registradas
por el PR y el PS.782
Por sobre lo expuesto, la Unidad Nacional no parece haber
tenido impacto tan drástico en la vida del PC y su influencia en el
7.1.1945.
790 La Opinión 10.1.1945. Cuatro comunistas, incluyendo a Hernán Ramírez
205
con el régimen de Ríos, durante los años de la guerra ambos partidos
tuvieron similitudes en sus políticas sindicales. El PS, no menos que el
PC, estaba a favor de los acuerdos pacíficos en las disputas laborales,
particularmente en industrias vitales. Además, durante la
administración de Ríos, el PS se estaba desintegrando visiblemente y
no ofrecía alternativas reales al PC, por más que unos pocos
comunistas -incluyendo a uno de alto rango- encontraron su camino
en el PS.792 Comparativamente, el “desgaste exitoso” del PCCh en
estos años, puede ser explicado, al menos en parte, en virtud de los
cambios y mezclas organizacionales que fueron llevados a cabo en sus
aparatos de dirección.
Los esfuerzos de los dirigentes comunistas por crear una
estructura disciplinada y cohesionada durante este período, tuvo
facetas importantes. Durante los primeros meses de 1942 se extendió a
nivel de base el proceso de examen y purga que los jefes del PCCh
venían desarrollando desde un par de años antes a nivel regional y
nacional.793 Todos los miembros titulares del Partido fueron otra vez
llamados y los comités regionales y locales ya purgados, fueron
instruidos a que readmitieran solo a aquellos miembros dignos de ser
comunistas. Entre los criterios utilizados para decidir sobre el mérito
de un miembro, estaba su desempeño como miembro de una célula,
su disposición para obedecer instrucciones y mostrar iniciativa, su
registro de pago de cuotas, su honestidad y moralidad personal, y su
conducta general como defensor de los intereses de la clase obrera. 794
Sin embargo, se dejó en claro que esos criterios deberían ser utilizados
con cuidado y que sólo los “enemigos conscientes” del Partido -
aquellos que consentían actividades fraccionales o quienes tenían
vidas personales corruptas- debían ser excluidos. Se puso mucho
énfasis en la necesidad de educar y entrenar a aquellos que no estaban
a la altura de las exigencias, pero que no eran enemigos conscientes de
la organización.795 También se advirtió que el análisis y juicio de los
miembros no debía hacerse de modo mecánico y, por sobre todo, no
debía ser utilizado para propósitos personales. 796
A pesar de esas instrucciones, es evidente que el re-llamado y
la reedición de tarjetas (carnés) del Partido, causó algunas
792 El comunista de alto rango era Isidro Godoy, miembro del CC durante los
años 1939-1941, líder de los panaderos y antiguo anarquista. Se unió al PS en
noviembre de 1944 (La Opinión 26.11.1944) posiblemente debido a las políticas
laborales del PCCh.
793 Galo González, “El carnet de partido y su significado”, El Siglo 8.3.1942;
9.3.1942.
794 Ibid.
795 Ibid.
796 Ibid.
206
dificultades. Según Humberto Abarca, el Comité Local (CL) de
Chuquicamata simplemente excluyó a quienes no eran miembros
“viejos y probados”, mientras que el CL de Chañaral, expresó su
desagrado declarándose a sí mismo disuelto: un procedimiento más
del POS o del PR, antes que de un partido bolchevique. 797 Además,
como el proceso tomó algún tiempo, en mayo de 1942 Galo González
señaló que un 50% de los miembros estaban técnicamente fuera del
Partido debido a que no tenían sus carnés. 798 Parecía poco probable
que el PCCh perdiera al 50% de sus miembros, pero el proceso de
examinación y purga era sin duda utilizado para deshacerse de
elementos problemáticos y de poca confianza, y sirvió también para
que los “sobrevivientes” comprendieran que los miembros del PCCh
dependían de su buena conducta. No existen muchos indicios de que
con el procedimiento se produjera una mejora rápida del desarrollo
partidario, pues, por ejemplo, en septiembre de 1942, se informó que,
en promedio, únicamente la mitad de los titulares con carné pagaban
regularmente sus cuotas.799
Otro instrumento que el CC utilizó para tonificar y fortalecer
el funcionamiento de la organización, fue el Plan Nacional de
Emulación. Lanzado en septiembre de 1943, el Plan presentó objetivos
cubriendo cada aspecto del trabajo comunista y ordenó competencias
entre organizaciones de igual rango en todos los niveles. 800 Por
ejemplo, los CRs de Valparaíso y Santiago compitieron para
incrementar las ventas de El Siglo y Principios (la revista teórica), para
incrementar el reclutamiento, para crear comités locales de la ADCh,
para instalar comités coordinadores con el PS (como preliminar a la
creación del Partido Único), para organizar comités de producción,
para entrenar cuadros y organizar círculos de estudio. 801 Según
Humberto Abarca, los resultados de los primeros tres meses del Plan
fueron alentadores: unos 105 comités locales de la ADCh y 155
comités coordinadores PS-PCCh habían sido creados mientras que
más de 4.000 nuevos miembros habían sido reclutados. 802 Al final del
Plan, abril de 1944, el PC expresó que estaba satisfecho con los
resultados, aunque las críticas habían hecho de estos una aplicación
mecánica.803
207
Otra faceta de los esfuerzos del CC para fortalecer al colectivo
fue su preocupación por encontrar y entrenar a nuevos cuadros.
Después de 1941, comenzó a funcionar la Escuela Central de Cuadros
en Santiago, ofreciendo cursos de varios meses de duración a grupos
de docenas de alumnos seleccionados.804 Aunque el funcionamiento
de esta escuela era a veces criticado, el PC sostuvo que para fines de
1945, ella había solucionado los problemas de cómo descubrir nuevos
cuadros, alcanzado el objetivo de 5.000 cuadros establecido por el XII
Congreso en diciembre de 1941.805
De la mano con la selección y entrenamiento de nuevos
cuadros, iba una política sistemática de promoción. Los graduados de
la escuela de cuadros eran transferidos a puestos de responsabilidad
en las organizaciones regionales, a veces, en lugares a tiempo
completo remunerado. Ahí donde los dirigentes regionales tenían que
buscar trabajo remunerado para subsistir ellos y sus familias, los CRs
debían cubrir los costos que implicaba la ocasional ausencia al trabajo
por asuntos de la organización806. En consecuencia, durante esta
época, comenzó a surgir un cuerpo profesional de organizadores y
activistas.
Aunque no todos los graduados de la escuela de cuadros
probaron tener éxito en los puestos que se les designaba, la existencia
de un cuerpo de cuadros entrenados (profesionales o semi-
profesionales) ayudó a estabilizar la tasa de permanencia de
dirigentes y miembros, problema que había sido evidente años antes.
Dos de tres cuadros especialmente promovidos al CR en Santiago en
1943, aun eran miembros en 1945, mientras que en el CR de
Coquimbo, los tres cuadros promovidos todavía ejercían en 1945.807
Incluso así, la tasa de pérdidas continuaba siendo alta: en Santiago,
solo cuatro de los dieciséis miembros electos en 1944, fueron reelectos
en 1945; en Antofagasta, seis de dieciséis miembros fueron reelectos;
en Concepción, cinco de trece, mientras que en Iquique, cinco
miembros del CR electos en 1943 sobrevivieron para formar parte de
un comité de veintidós hombres en 1945.808 Sin embargo, vale destacar
que de los miembros electos para CRs de esas regiones en 1945, solo
agosto de 1945, p. 5.
811 Ver, por ejemplo, artículos de Humberto Abarca y Galo González en
209
Aunque unos pocos miembros del CC fueron reprendidos e,
incluso, degradados por sus errores, en general el Partido expuso que
en la primera mitad de la década de los 40 hubo una mejora general
en el funcionamiento del CC.815 No existían señales públicas de
divergencias profundas en su seno y las viejas fricciones entre los
sindicalistas y la línea política parecen haber disminuido.816 Aun así,
en el XIII Congreso Nacional (Diciembre de 1945), el Secretario
General, Carlos Contreras Labarca, fue criticado severamente y,
aparentemente, perdió todo su poder efectivo hasta ser nombrado
ministro en el primer gabinete de González Videla.817 La secuencia de
eventos que produjo la caída de Contreras, comenzó en junio de 1945
cuando, como miembro de la delegación chilena a la conferencia de
Naciones Unidas en San Francisco, fracasó al disociarse públicamente
–y al PCCh– de varias acciones de la delegación (incluyendo el apoyo
a la entrada de la Argentina “fascista” a la conferencia). 818 A su
regreso, fue criticado por el CC y se le ordenó que se desdijera
públicamente. Inicialmente se negó a hacerlo, y solo luego de
discusiones largas y acaloradas en el XIII Congreso, se le convenció
para que cumpliera.819
Parecen haber existido varios elementos para su caída. Los
más obvios eran que, tal como M. Chamudes, fue “liquidado” en 1940
para expiar los errores de la conducta partidaria en la estrategia del
Frente Popular, Contreras Labarca fue seleccionado para pagar por los
“errores” de colaboracionismo del XV Pleno. Desafortunadamente
para él, precisamente en el momento en que se ausentó de Chile por la
conferencia de las UN en San Francisco, pasó a ser el sujeto principal
de los malestares internos. Algunas de las razones de por qué él y no
815 Durante los años de guerra, los miembros del CC Higinio Godoy, Abel
Torres y Juan Chacón Corona fueron amonestados por ofensas tales como
“métodos rutinarios y personales de trabajo” y una falta de sentido de
responsabilidad. Ver los artículos de Luis Reinoso y Humberto Abarca en
Principios, febrero de 1944. Chacón, quien había estado envuelto en una
aventura en la que fue saboteada la campaña presidencial ibañista a fines de
1941 fue relegado de la comisión política del CC por varios meses. Varas,
op.cit. p. 117.
816 Entre los años 1942 y 1945, las publicaciones del partido no revelaban
820 Los tres miembros del PST incorporados en el CC PCCh eran Carlos Godoy
Urrutia, Natalio Berman y Carlos Rosales.
821 Revisar el Apéndice E.
822 Ver Vergara, p. 129, de.
823 Revisar capítulo 4.
824 Revisar capítulo 5..
825 González, La Lucha por la formación del PCCh, p. 64.
211
general había surgido de entre los miembros jóvenes del CC. Después
de catorce años como secretario general, González y sus aliados
probablemente sintieron que había llegado el momento de que
Contreras dejara el cargo a otro hombre, un hombre con orígenes
proletarios impecables, de gran experiencia, de habilidades probadas:
el primero de una generación de líderes comunistas educado
enteramente dentro del PCCh, Ricardo Fonseca.826
Si este análisis sobre las razones de la caída de Contreras
Labarca no es correcto, al menos tiene el mérito de aportar una
explicación a uno de los aspectos más confusos del asunto: el rechazo
de Contreras Labarca a autocriticarse de la manera como el CC le
exigía. Después de todo, Contreras Labarca había sobrevivido a varios
cambios agudos en la política del PCCh con aparente poca dificultad.
Es difícil creer que el último cambio en la política del movimiento
comunista internacional le presentó problemas, a menos que, claro,
fuera el golpe decisivo en un proceso de desencanto. Pero su continua
y larga estadía en el CC luego de su “degradación” en el XIII
Congreso, parece sostener que este no era el caso. Bien podría
argumentarse que se negó a la autocrítica por razones de dignidad
personal, no obstante, en el pasado, ya había sido objeto de
importantes críticas. También es posible que su resistencia inicial
estuviera basada en que confió demasiado en la fuerza de apoyo
dentro del CC. En general, lo más probable es que se haya negado al
acto de arrepentimiento porque sabía que, esquivando el hecho,
cambiaba la atención hacia el asunto de la Secretaría General, y siendo
él el titular en ese cargo, podía negociar una salida más digna.
A pesar de los avances en la organización, es probable que la
militancia se haya contraído durante los años de guerra. Informando
contar con unos 50.000 miembros en 1940, para fines de 1941 se reveló
que el reclutamiento se había “debilitado enormemente” y que habían
importantes fluctuaciones.827 Esta situación no mejoró por el retiro de
los carnés del Partido en los primeros meses de 1942 y, en agosto de
1942, se anunció una campaña para reclutar a 20.000 nuevos
miembros.828 Aunque Galo González aseguró algunos éxitos para la
campaña, debido, según él, a la correcta línea política del PCCh, no
fue hasta abril de 1943 que el CR de Santiago anunció que había
alcanzado su objetivo de 2.000 nuevos adherentes.829 El reclutamiento
recuperó impulso bajo el Plan Nacional de Emulación a fines de 1943
y principios de 1944 y, a fines de año, el PC absorbió algunos
212
miembros del PST.830 Sin embargo, a mediados de 1944, se informaron
incrementos poco importantes y sólo a fines de 1945 se sostuvo que
7.500 nuevos miembros se habían unido a la organización en los
meses recientes.831
Varios aspectos de interés surgen del reclutamiento comunista
durante los años de guerra. En primer lugar, el PC parece haber
obtenido sus principales adelantos en los periodos en que adoptó
posiciones sindicales y políticas relativamente confrontacionales
como, por ejemplo, a fines de 1943 y de 1945. En segundo lugar,
aunque a veces las fluctuaciones alcanzaban niveles muy altos –en un
momento, Galo González informó que los nuevos miembros entraban
por una puerta y salían por otra– esto no era un problema que
amenazara al PCCh.832 Esta falta de preocupación probablemente
reflejaba el hecho de que la Dirección estaba más o menos contenta
con el tamaño de la estructura, a pesar de sus fluctuaciones, o que los
problemas solo podían ser corregidos a largo plazo, mediante una
mejora general en el funcionamiento de la organización. En tercer
lugar, la Unidad Nacional y, particularmente, su XV Pleno,
estimularon al PCCh a esfuerzos para reclutar miembros en todas las
clases sociales. Por ejemplo, se cuidó de mostrar que los candidatos
para las elecciones de marzo de 1945, provenían de los más diversos
grupos sociales.833 En el XVI Pleno de julio de 1945, varios
intelectuales prestigiosos de prominencia nacional –incluyendo Pablo
Neruda, Juvencio Valle (poetas), Nicomedes Guzmán (novelista) y
Alejandro Lipschutz (biólogo) – fueron reclutados.834 Además, en la
agitación laboral de fines de este mismo año, comenzó a tener
importantes avances entre los empleados. 835
Dada la escasez de evidencia disponible, es imposible medir con
seguridad el tamaño del PC durante los años de guerra. Si bien los
estimados previos de entre 25.000-30.000 miembros en 1940 tenían
alguna relación con la verdad, parece posible que luego de una fuerte
caída en 1941, la membresía comenzara a recuperarse en los años
siguientes y, con algún contratiempo, para fines de 1945, se acercó,
una vez más, a las 25.000 personas.
830 Entre octubre de 1943 y marzo de 1944, el PCCh declaró 5.000 nuevos
militantes. Ibid. 27.3.1944.
831 Ibid. 11.12.1945.
832 Ibid. 29.3.1944.
833 El PCCh sostuvo que sus candidatos para las elecciones de 1945 incluían a
213
Irónicamente, la disolución de la Comintern, en junio de 1943, solo
sirvió para destacar la dependencia del PCCh con el movimiento
comunista internacional, en particular, con los avatares del Partido
Comunista de los Estados Unidos. La política del PCCh siguió
claramente la dirección indicada por Earl Browder hasta su caída, en
1945, hasta el punto de discutir la idea de cambiar el nombre del
PCCh, idea que hacía sentido en el contexto estadounidense, pero que
nada tenía que ver con Chile donde el PC era importante partido de la
clase obrera, con profundas raíces históricas. Además, antes del
anuncio sobre la disolución de la IC, Contreras Labarca pasó varias
semanas en EE.UU siendo informado sobre el tema, en tanto que antes
del XV Pleno, Elías Lafertte pasó dos meses en EE.UU. y México. 836 No
existe registro de visitas de comunistas estadounidenses a Chile,
coordinando misiones; el ex dirigente de la Internacional, Victorio
Codovilla, visito el país durante los años de guerra –no siempre por
su propia voluntad– y probablemente continuó jugando el rol de
asesor y coordinador que había desempeñado cuando la Comintern
aún existía.837
El PCCh también tomó en cuenta la evolución de los hechos que
envolvían a los partidos comunistas europeos. A la demanda por la
ruptura con el Eje, los comunistas comenzaron a presionar a Ríos para
cargos en el gabinete.838 De igual manera, ya que los territorios
recientemente liberados llevaban a cabo asambleas para producir
nuevas constituciones, el PCCh comenzó a llamar a una asamblea
constituyente para decidir la organización política, social y económica
de Chile.839 Se aprecia que la disolución de la Comintern de ninguna
manera alteró la rigurosa adhesión del PCCh a las políticas del
movimiento comunista internacional; sin duda que podría haber sido
sorprendente si el PCCh hubiera comenzado a mostrar un espíritu
independiente. Después de todo, no obstante que el apego a las
instrucciones de la Comintern se había detenido, los líderes del
movimiento comunista mundial siguieron utilizando los mismos
215
216
Capítulo 7
217
Aunque el PC experimentó problemas organizacionales durante
1946 y 1947, no hay evidencia para sostener que el Partido estuviera
preocupado por algún conflicto interno serio durante esos años. Así,
en 1947, a diferencia de lo ocurrido en 1927, el PCCh fue capaz de
retirarse a la clandestinidad con relativo orden, con sus
organizaciones debilitadas por los arrestos, pero sin deserciones o
luchas fraccionales y, lo más importante, con su moral en alto.
El escenario económico de 1946 y 1947 era sombrío. A la baja
en la producción de cobre y carbón, se sumó una disminución de 335
millones de pesos840, por concepto de impuestos a las exportaciones de
cobre. Además, para 1947, la industria salitrera, que había
experimentado una recuperación en el periodo inmediato a la post-
guerra, también estaba en dificultades. 841 Con la economía en las
garras de la recesión, el aumento del precio de los bienes importados,
el alza de la inflación (de 8,8% en 1945 a un 33,5% en 1947842) y del
gasto gubernamental –sin dejar de citar el estancamiento de los
salarios y los síntomas que hacían incierto el suministro de alimentos
como el pan y el aceite- se generó un ambiente propicio para la
agitación social843.
Quizás si, a finales de 1945, los primeros efectos de la Guerra
Fría en la política chilena ayudaron al PC a fijar una línea política más
dura, lo que empeoró las viejas rivalidades y antagonismos con el PS.
Sin embargo, el inicio formal del fin de los “excesos” que habían
generado las políticas colaboracionistas -expresado en el XVI Pleno de
1945-, obedeció a una mezcla de factores domésticos e internacionales.
Por ello, si bien la publicación de la carta de Jacques Duclos criticando
los errores del browderismo (junio de 1945), tendría un claro interés
para el cambio de rumbo del PCCh –tal como el comportamiento del
gobierno en la Conferencia de las Naciones Unidas en San Francisco–
otros factores fueron también decisivos. 844 Incluso antes de que la
carta de Duclos se publicara, el PC ya había admitido que los
resultados decepcionantes en las elecciones al Congreso de marzo de
1945 habían sido, en parte al menos, producto de las resoluciones del
218
XV Pleno o, más bien, el fracaso del énfasis reformista. 845 Quizás y
más importante aún, era que con la desaparición de la amenaza del
Eje, el PC ya no tenía un argumento convincente con el cual persuadir
a los trabajadores para que detuvieran sus demandas por mejores
salarios y condiciones. De hecho, tal fue la intensidad del descontento
social durante los meses siguientes al fin de la Segunda Guerra
(incluso los normalmente pasivos oficinistas hicieron huelgas en
Santiago), que para el Partido habría sido extremadamente difícil y
costoso, en términos políticos, intentar detener la agitación de los
trabajadores.846
A pesar de estas presiones, el PC no hizo ningún giro a la
izquierda. En el XVI Pleno, de julio de 1945, no abandonó el concepto
de Unidad Nacional ni la apelación a una derecha más progresista,
sino que fortaleció su profundo compromiso con las reformas
económicas y sociales847. Sin embargo, en los meses siguientes a este
Pleno, el PC comenzó a apoyar, de manera más consistente, las
demandas de los trabajadores por mejores salarios y condiciones
laborales, y asumió un rol más crítico frente al gobierno y su forma de
resolver las huelgas, imponiendo acuerdos y obligando a retornar a
los puestos de trabajo848. El proceso de reorientación formal de la
política comunista culminó en el XIII Congreso Nacional, realizado en
Santiago en diciembre de 1945. En dicho Congreso, el Partido hizo un
llamado a resistir la imposición de un antagonismo regional a la
Unión Soviética y marcó la necesidad de que las fuerzas democráticas
y progresistas se reagruparan para empujar a Chile hacia una
revolución democrático-burguesa.849 Según Contreras Labarca, este
proceso involucraría una reforma agraria profunda con división de los
latifundios, un desarrollo industrial masivo que permitiera terminar la
dependencia de Chile de los poderes imperialistas, la nacionalización
de las industrias de carbón y electricidad, así como el mejoramiento
de los estándares de vida de las masas, en conjunto con una nueva
Constitución.850 Para ello, el Partido sostuvo que la mejor manera de
conseguir estos cambios era su participación en el gabinete, junto con
otros partidos de la ADCh, de forma que pudiera apoyarse a los
trabajadores en su lucha por mejores condiciones y salarios.851 Los
219
objetivos y políticas adoptadas en el XIII Congreso, se mantuvieron,
más o menos consistentemente, durante los próximos dos años.
Al finalizar la Guerra Mundial, el PS también había
comenzado a girar hacia la izquierda, aunque de forma menos
marcada que los comunistas. Unas pocas semanas después del XVI
Pleno del PCCh, el PS anunció su política del Tercer Frente,
constituida por una independencia del gobierno y del PCCh y, en
agosto, dejó la ADCh, volviéndose cada vez más crítico de la
actuación comunista.852 Aunque el PS tenía buenas razones para este
giro, fundamentadas en una lucha desesperada por restaurar su
influencia y fuerza luego de los conflictos fraccionales de 1943-44,
también fue tocado por cuestiones internacionales, como indicó el
historiador socialista J.C. Jobet.853 Incapaz y poco dispuesto a liderar la
creciente ola de agitación que existía en las industrias durante los
meses post-guerra, el PS buscó tomar ventaja del crecimiento de las
fricciones entre EE.UU. y Rusia, con el fin de ir un paso más adelante
que el PC. En los meses siguientes a octubre, el PS atacó a los
comunistas locales, a los partidos comunistas pro soviéticos, en
general, y defendió a EE.UU de las imputaciones de querer buscar el
dominio mundial.854 En enero de 1946, acusó al PCCh de convertir a
Chile en un campo de batalla entre las grandes potencias y declaró,
públicamente, que los EE.UU. pronto estarían combatiendo al
comunismo, tal como había hecho con el nazismo. 855 Además, el PS
advirtió al PR (próximo a llevar a cabo una convención nacional en
Valdivia) que pondría en peligro sus ideales panamericanos si no
adoptaba una clara actitud contraria al PCCh. Sin ello, no podía
esperar la ayuda o apoyo por parte de los socialistas. 856
Las deterioradas relaciones del PC con el gobierno y el PS,
ayudaron a producir una seria crisis política, a fines de enero de 1946.
Determinado a poner fin a una huelga en las salitreras y, en general, a
restaurar la disciplina en un clima laboral turbulento, el
Vicepresidente Duhalde anuló las personalidades jurídicas de dos
sindicatos salitreros, disolviéndolos. 857 Esta acción fue denunciada por
la CTCh, la ADCh y el PS, y en una de las demostraciones de protesta
realizada en la Plaza Bulnes de Santiago, la policía abrió fuego,
matando a varios participantes.858 La “masacre” de la Plaza Bulnes
19.11.1945.
855 Álvarez Villablanca, op.cit., p. 1; La Opinión 17.1.1946.
856 La Opinión 17.1.1946.
857 El Siglo 13.1.1946.
858 Ibid. 29.1.1946.
220
permitió a Duhalde imponer el estado de sitio e invitar a los jefes de
las FFAA a ser parte de su gabinete, acciones que causaron que el PR,
el FN y el PSA renunciaran a sus carteras, y que la CTCh hiciera un
llamado a una huelga nacional general para el 30 de enero. 859 La
huelga fue exitosa y aseguró el regreso al trabajo después que
Duhalde aceptara, “en principio”, varias demandas presentadas por la
CTCh, que incluían: levantar el estado de sitio, la formación de un
gabinete con civiles de izquierda, la restauración de las
personalidades jurídicas a los dos sindicatos de las salitreras y el
castigo a los culpables de la masacre de Plaza Bulnes. 860 Aunque el
gobierno levantó el estado de sitio el 31 de enero, la CTCh intentó
forzar una rápida implementación de sus demandas, anunciando un
nuevo llamado a huelga para el 4 de febrero.861 En este punto, los
caminos del PS y el PCCh comenzaron a distanciarse fuertemente. El 2
de febrero, el PS aceptó una invitación de Duhalde para unirse a su
gabinete, declarando que la decisión de la CTCh de reimponer la
huelga general había sido forzada por el PC e instruyó a sus
partidarios a que no respondieran al nuevo llamado. 862 El PC acusó al
PS de traicionar a la clase obrera por componendas en el gabinete y
llamó la atención sobre la actuación de los delegados socialistas en el
Consejo Directivo Nacional (CDN) de la CTCh, que originalmente
habían aprobado la renovación de la huelga 863 Por su parte, los
socialistas afirmaron que su presencia en el gabinete era garantía
suficiente para que Duhalde cumpliera su promesa, por lo que no
había necesidad de llamar a otra huelga y que la insistencia de los
comunistas, sólo se explicaba por los conflictos al interior del
gabinete.864
En parte, producto del no apoyo de los socialistas, la huelga
general iniciada el 4 de febrero no fue tan efectiva como la anterior,
pero estuvo lejos de ser el completo fracaso que el PS afirmaba.865 El 7
de febrero, luego de recibir una respuesta detallada a sus demandas
por parte del gobierno, la CTCh ordenó un retorno general al
trabajo.866 Sin embargo, con la aprobación de la Central, algunos
sindicatos continuaron en huelga para conseguir algunas demandas
221
particulares, y no fue sino hasta el 21 de febrero que Duhalde pudo
anunciar que la tranquilidad laboral había sido restaurada.867
Los hechos de fines de enero y principios de febrero de 1946
terminaron por dividir a la CTCh en dos fracciones enfrentadas: una
socialista y otra comunista, ambas reclamando el nombre de la Central
de Trabajadores de Chile. La fracción comunista, liderada por
Bernardo Araya, expulsó al líder socialista y Secretario General de la
Central, Bernardo Ibáñez, con el apoyo (según El Siglo) de la vasta
mayoría de las organizaciones provinciales de la Central y la mayoría
de las federaciones nacionales de sindicatos. 868 Ibáñez respondió con
el reconocimiento gubernamental de la fracción socialista, lo que
permitió usar a la policía para desalojar a los comunistas de las sedes
de la Central en Santiago.869 Estos fueron, sin embargo, los primeros
disparos de una guerra civil en el movimiento sindical que duró hasta
junio de 1946 y que, a ratos, fue de abierta violencia. 870 El socialista
Ministro del Trabajo utilizó sus poderes para romper el control del PC
sobre una serie de sindicatos y reactivó la persecución en contra de
sus líderes, la que había sido suspendida mientras duró el corto
entendimiento entre estos y el gobierno. 871 El Ejecutivo, por su parte,
arrestó a activistas sindicales comunistas y acosó a la prensa del PC.
Para mediados de abril, unos mil activistas comunistas estaban presos,
incluyendo el director de El Siglo.872 Hacia junio de 1946, las
hostilidades entre los dos partidos habían comenzado a declinar, no
solo porque las elecciones sindicales que alimentaban el conflicto
habían terminado, sino porque los días del presidente Ríos estaban
contados. Con su muerte a fines de junio, el tema de las elecciones
de los fondos sindicales habían sido un hecho común por varios años en la
batalla por la influencia sindical entre el PS y el PCCh. Sin embargo, en la
mayoría de los casos, esto no significaba que los funcionarios sindicales
acusados por el fraude hubiesen cometido estos actos para beneficio personal.
Usualmente, significaba que los fondos sindicales habían sido utilizados para
beneficiar a los partidos a los que los funcionarios pertenecían. Bajo el Código
del Trabajo, esto era una falta y los libros de contabilidad de los sindicatos
eran examinados regularmente por la Dirección General del trabajo, que
vigilaba atentamente los gastos sindicales. Si un sindicato malgastaba sus
fundos, los funcionarios eran técnicamente culpables de fraude.
872 El Siglo 15.4.1946.
222
presidenciales venideras puso, por el momento, en segundo plano las
luchas entre el PS y el PCCh.
Las presiones de la Guerra Fría tuvieron un claro impacto en
el surgimiento de los antagonismos que envolvieron al PS y al PCCh a
principios de 1946, aunque, dada las viejas rivalidades entre los dos
partidos, estos fueron más la excusa que la causa. Estas mismas
presiones también jugaron su rol en el deterioro de las relaciones entre
el gobierno y el PC y, ciertamente, ambos hicieron uso del análisis y
del lenguaje de la Guerra Fría desde principios de 1946. Duhalde
acusó al PC de utilizar eslóganes internacionales con el fin de
perturbar la economía nacional y debilitar el régimen democrático, y
sostuvo que la reciente conducta comunista había sido “abiertamente
revolucionaria y subversiva”.873 Por su parte, el PCCh alegó
repetidamente que existía una ofensiva imperialista y reaccionaria en
curso, tanto en el plano nacional como internacional y acusó al
imperialismo estadounidense de maquinar con la oligarquía la
instalación de una dictadura en Chile para asegurar que el país se
mantuviera en el subdesarrollado. 874 De hecho, en muchos sentidos el
conflicto entre el PCCh y el gobierno, a principios de 1946, se
prolongó en el que forzó al PCCh a la clandestinidad, un tiempo
después.875 Ahora bien, mientras las presiones de la Guerra Fría
fueron suficientes para agrandar la brecha entre el PS y la coalición de
partidos de centro-izquierda (con los que se había asociado la mayor
parte de la última década), no resultaban tan fuertes como para
destruir, hasta ese momento, los vínculos que amarraban al PCCh con
el PR.
El PR sabía del deterioro de las relaciones entre Rusia y las
potencias occidentales, y si bien criticó al PC por la agresividad de su
política sindical de fines de 1945, sus acciones, a inicios de 1946,
estuvieron determinadas por otras consideraciones. La retirada del
presidente Ríos de la vida pública señaló que nuevas elecciones
presidenciales estaban a la vista. El PR, aún dominado por su ala
izquierda, no consideró positivo el nombramiento de Duhalde a la
Vicepresidencia, pues supuso, con alguna justificación, que se trataba
de un intento de Ríos por asegurar que el próximo presidente de la
República fuera un Radical de derecha. Además, el rechazo de
Duhalde a las demandas del PR de posponer la disolución de los dos
Ríos para ilegalizar al PCCh. Discurso del diputado comunista José Díaz
Iturrieta en homenaje a Ríos luego de su muerte. El Siglo 3.7.1946.
223
sindicatos del salitre y formar un gabinete de izquierdas, incrementó
las hostilidades de este partido hacia su persona 876. De esta manera,
cuando, a diferencia del PS, el PR apoyó las huelgas del 30 de enero y
del 4 de febrero, Ríos apareció tomando partido por uno de los bandos
de la Guerra Fría.877
Del mismo modo, dado que la intención era construir una
coalición electoral de izquierda que diera la victoria al candidato
presidencial radical, el PR estaba casi tan enojado con el PS por unirse
al gabinete de Duhalde, como lo estaba el PC. Mientras el PR estaba
preparado para criticar al PC por cambiar su política según las
condiciones internacionales –denunciando sus intentos de utilizar
huelgas con fines políticos-, también apuntó a las responsabilidades
del PS al exponer que en las circunstancias del momento, la actuación
de este partido era aún más reprochable que la del PCCh. 878
Si bien la izquierda PR dominaba el CEN, se opuso a caer en
pánico y adoptar una postura anticomunista por presiones internas o
de la Guerra Fría, buscando definir su posición en los conflictos
partidarios que ya se abrían. En marzo de 1946, los radicales de
derecha formaron el Movimiento Radical Democrático (y luego, el
Partido Radical Democrático) que prometió su apoyo al gobierno de
Duhalde; atacó al CEN y a la candidatura presidencial “comunista”
del radical izquierdista González Videla.879 Pasado marzo de 1946, las
relaciones entre el CEN y Duhalde continuaron deteriorándose. En
junio, el CEN declaró su oposición formal a su gobierno y, en julio,
dio el paso sin precedentes de expulsar a Duhalde del partido por una
variedad de ofensas, incluyendo alentar al Movimiento y permitir
que su nombre se propusiera como candidatura presidencial cuando
el PR ya había elegido, oficialmente, a González Videla. 880 A pesar de
su expulsión, Duhalde anuncio formalmente su candidatura en agosto
mediante un discurso en el cual atacó al comunismo, solicitó a la
nación reaccionar en contra de los “cómplices de la secta
internacional” –es decir, el CEN del PR– y acusó a González Videla de
ser una herramienta comunista.881
Mientras las relaciones Este-Oeste continuaban deteriorándose, la
Guerra Fría no fue un tema decisivo en la campaña presidencial de
1946. Claro es que el clima internacional afectaba la situación interna
del PC y fortaleció la resolución del PS de oponerse a la candidatura
Asamblea Radical.
879 La Hora 20.5.1946.
880 Ibid. 23.6.1946; 27.7.1946.
881 El Siglo 3.8.1946.
224
de González Videla, sin embargo, nada de ello evitó que el PR, el PC y
otros partidos de la ADCh se unieran para respaldar dicha
candidatura, en julio de 1946.882 Más sorprendente aún, el ambiente de
Guerra Fría no fue lo suficientemente fuerte como para persuadir a los
partidos de derecha para que hicieran a un lado sus diferencias y se
unieran bajo una sola candidatura para combatir la amenaza
“comunista” que, González Videla, parecía representar. Fue así como
el 4 de septiembre de 1946, González Videla derrotó a los otros tres
candidatos en las elecciones presidenciales883. Lo hizo sin obtener
mayoría absoluta, por lo que un Congreso Pleno (reunión de ambas
cámaras) debía ser llamado para ratificar su victoria.
Los partidos de derecha tenían una mayoría en el Congreso,
por tanto, los rumores sobre los planes y transacciones diseñados para
evitar que González fuera confirmado en el cargo abundaban.
Mientras la prensa derechista azuzó con la “amenaza roja” en un
intento, según algunos, de persuadir a las FF.AA. para que
intervinieran y declararan nula la elección.884 El Congreso Pleno se
reunió el 24 de octubre, y con el firme apoyo de Arturo Alessandri y el
Partido Liberal, González Videla fue confirmado en su cargo por 138
votos contra 44.885
Aunque González debió su éxito en el Congreso a varios factores -
incluyendo la antipatía liberal contra Ricardo Cruz-Coke, su rival
conservador, y al temor a la probable reacción del PCCh y sus fuerzas
si su candidato no era ratificado- digamos que también ganó porque
fue capaz de disipar las inquietudes de todos, excepto de los
derechistas más acérrimos. Cómo se las arregló para satisfacer dichas
inquietudes, no es del todo claro, pero las garantías que dio al
embajador británico en Santiago antes y después del 24 de octubre
fueron probablemente indicativas en su enfoque general. En efecto,
por vías privadas había hecho saber a este embajador que, aunque
fuera necesario invitar al PC a compartir cargos gubernamentales, los
liberaría de sus servicios “lo más pronto posible”. Para ello, esperaría
liberales votarían por Cruz Coke, quien luego renunciaría, dejando a Arturo
Alessandri (presidente del senado) a cargo. Alessandri llamaría a nuevas
elecciones y la derecha se uniría para derrotar al candidato de izquierda. FOR
FO 371/52003 AS 6413/16/9, Informe de Leche a Bevin, con fecha 4.10.1946.
Rumores similares corrían en 1970 cuando el presidente Allende iba a ser
confirmado en el cargo mediante un Congreso Pleno.
885 La Hora 25.10.1946.
225
el momento en que los comunistas se desacreditaran a sí mismos ante
las masas.886 Garantías similares fueron dadas al embajador de los
EE.UU. y, según Luis Corvalán, también al PL. 887
No obstante, se podría sostener que dichas garantías fueron
únicamente el precio necesario para la victoria en el Congreso Pleno,
eventos posteriores llevan a concluir que González las siguió
estrictamente. Tempranamente intentó sacar al PCCh del gobierno,
pero el reproche moral que encontró por su acción fue generalizado.
Por su lado, también resultaron inconsistentes los cargos de traición
que, a su vez, esgrimió el PCCh en contra del Presidente. Las
publicaciones del PC de 1947 no dejan dudas de que el Partido tenía
plena conciencia del poder de las fuerzas nacionales e internacionales
en su contra. Tampoco dejan espacio para suponer que confiaban
abiertamente en González, si bien Neruda había hecho una notable
contribución pasional a su campaña electoral con el poema El pueblo lo
llama Gabriel. El PCCh declaró su apoyo a su candidatura “a pesar de
sus indecisiones (de González Videla)” y porque, como “el
representante de la pequeña y mediana burguesía”, había derrotado a
Duhalde, el representante de la oligarquía 888. Por lo demás, en la
convención donde fue proclamado Gabriel González, Ricardo Fonseca
propuso condiciones casi insultantes para obligar a un compromiso
público del proclamado a fin de que apoyara la plataforma electoral y
a los partidos que lo llevarían a la presidencia. 889 En otras palabras, el
PCCh apoyó a González Videla por la misma razón que había
apoyado a Aguirre Cerda y a Ríos: porque él era el candidato más
disponible, y no porque tuviera alguna ilusión sobre su honradez y
fiabilidad.
Cualquier expectativa comunista de que su estadía en el
gobierno tenía alguna posibilidad de no ser tan corta, se debió haber
evaporado luego de que González Videla anunciara su primer
gabinete. Aunque el PCCh le había instado a formar una
administración basada en los partidos de la ADCh y la Falange
Nacional, él escogió, en cambio, invitar al PL para compartir cargos
con el PR y el PC, formando el llamado gobierno “tricolor”. 890
227
mejor forma los intereses propios y de la clase obrera, era mejor estar
al interior que fuera del gobierno. Finalmente, aun sabiendo que su
gravitación en el gobierno no sería de primer orden, los cargos de
gabinete le darían la oportunidad de resolver viejos pleitos con el PS
y, quizás más importante, para fortalecer su influencia en el
movimiento sindical.
También hay razones para comprender por qué González
Videla encontró necesario invitar al PCCh al gabinete. En primera
instancia, en contraste con sus actitudes durante la administración de
Aguirre Cerda y la primera parte de la presidencia de Ríos, el PC
exigió cargos a gritos. En segundo lugar, fueran cuales fueran las
dudas que González Videla tuviera respecto del PCCh, esta
colectividad le había dado un valioso apoyo durante sus campañas
presidenciales de 1942 y de 1946, de modo que existía una deuda de
gratitud con los comunistas más grande que la debida por Aguirre
Cerda o Ríos, no bien ambos pasaron a ser candidatos presidenciales a
pesar de la inicial oposición comunista. Aguirre Cerda, contando con
el apoyo de un poderoso PS, pudo haber incluso prescindido de los
dirigidos por Contreras Labarca. Por su lado, la Segunda Guerra
Mundial aseguró a Ríos el apoyo comunista sin haber pagado por él.
Ninguna de estas circunstancias existía cuando González llegó a La
Moneda. Dadas las severas dificultades económicas de Chile, la
desintegración del PS y su desplazamiento por el PCCh como partido
líder de la clase obrera en el país, la necesidad de G. González de
apoyo y cooperación comunista fuer mayor que la de sus
predecesores. Finalmente, a diferencia de Aguirre Cerda o Ríos,
González Videla fue un radical de izquierda que profesaba la
necesidad de reformas, que había anunciado que la antigua economía
liberal estaba muerta, declarando que quería extender la democracia
desde la esfera política a la económica. 893 Al contrario que Ríos, que
había intentado no llegar a ser dependiente de la izquierda, González
Videla estaba ansioso por no depender de la derecha. Por estas
razones, él necesitó el apoyo del PCCh e hizo algunos intentos por
mantenerlo incluso luego de que los ministros comunistas fueran
expulsados del gabinete.
Si González Videla esperaba que el PCCh probara ser un
compañero dócil y tratable, permitiendo ser desacreditado ante las
masas, sus esperanzas estaban mal fundadas. Antes de aceptar el
cargo de gabinete, el PCCh dejó perfectamente claro que continuaría
persiguiendo las políticas que había adoptado en el XIII Congreso
Nacional, y no permitiría que lo llevaran al camino del compromiso y
229
Congreso y, lo más importante de todo, intentó (con la ayuda de
conservadores) imponer, a través del Congreso, una ley restrictiva a la
sindicalización campesina sin consultar o informar al Presidente y a
los otros partidos de gobierno.899
La hostilidad liberal no fue el único obstáculo al que el PCCh
se tuvo que enfrentar en el gabinete: tuvo que soportar ataques de la
oposición de derecha y de los socialistas. De hecho, el PS devolvía así
los ataques que los comunistas le habían hecho en el pasado. La
Opinión acusó a dirigentes y ministros comunistas de causar huelgas y
de levantarlas, de aprobar alzas de precios, de preparar cuadros
burocráticos, de causar desordenes en la periferia de la Santiago, de
canalizar artículos de primera necesidad (como el aceite de cocina) a
sus miembros y partidarios.900
Mientras el PCCh permaneció en buenos términos con el
Presidente y el PR, pudo resistir estos ataques de derecha e izquierda.
Desafortunadamente para el PC, sus relaciones con el PR pronto se
tensaron. Aunque el CEN aún estaba dominado técnicamente por
radicales de izquierda y de centro, varios tenían puestos de gobierno –
o los querían– pasando a ser oficialistas o adherentes más o menos
incondicionales al gobierno. Unos pocos radicales izquierdistas se
mantuvieron cerca de las políticas que el PR había perseguido desde
1944, demandando acuerdos con la izquierda, pero su número era ya
pequeño, siendo una minoría en el CEN. De hecho, en enero del 47,
cuando estos denunciaron las maniobras del PL y demandaron su
exclusión del gobierno, sus voces fueron ahogadas por los oficialistas,
quienes encontraron más reprochables las acciones comunistas901. El
PC no solo insistió en su parte del botín de cargos públicos, sino
también, fracasó en ejercer una influencia de moderación en el campo
de las relaciones laborales. Además, la intensa campaña comunista
para sindicalizar al campesinado –hecho posible mediante la
derogación de uno de los decretos de Aguirre Cerda que prohibía la
899 Esta ley, primero presentada al congreso a principios de 1947, fue retirada
por la insistencia de González Videla, se reintrodujo luego de discusiones
entre el PR y el PL, fue aprobada por el congreso y promulgada el 30 de abril
de 1947. La Hora 10.1.1947; 18.1.1947; 2.2.1947; 12.2.1947. El Siglo 30.4.1947. La
ley restringió severamente el sindicalismo campesino que, desde noviembre
de 1946, había sido llevado a cabo bajo las provisiones normales del Código
del Trabajo. Según Brian Loveman en Struggle in the Countryside; Politics and
Rural Labour un Chile 1919-1973, Indiana, 1976, p. 170-173, unos 300 sindicatos
fueron creados entre noviembre de 1946 y abril de 1947, a diferencia de los 34
que habían sobrevivido del primer período de sindicalismo campesino bajo
Pedro Aguirre Cerda.
900 La Opinión 16.11.1946; 21.11.1946; 26.11.1946; 5.12.1946; 19.12.1946;
16.1.1947; 15.2.1947.
901 La Hora 8.1.1947.
230
sindicalización en las afueras de la ciudad– alarmó a varios radicales
que, al mismo tiempo, estaban enfadados por los ataques comunistas
en contra de funcionarios del gobierno radical que se negaban a
cooperar en esa campaña.902 Poco tiempo después de que el
radicalismo de izquierda hiciera un llamado para la exclusión de los
Liberales del gobierno, el presidente del CEN hizo otro para poner fin
a la alianza con los comunistas.903 En parte, con la finalidad de
neutralizar este anuncio, y en parte porque el gobierno había tenido
éxito en diversas disputas laborales desde que había asumido, el 4 de
febrero el PC anunció que, en adelante, la huelga solamente sería
utilizada como último recurso y que el Partido cooperaría en un plan
nacional para incrementar la producción. 904
A pesar de este llamado a la calma, la ruptura con el PR
creció. En el mismo mes de febrero, el CEN resolvió que las
organizaciones radicales locales quedaban libres de escoger si
deseaban o no pactar con el PC en las elecciones municipales de
abril.905 Por su parte, el PL continuando con su curso disruptivo
expuso que no cooperaría con el PC ni con el PR en el nombramiento
de consejeros para a las empresas semipúblicas, asunto que debía
contar con la anuencia del Congreso. A la vez, sus senadores
ayudaron a bloquear la ratificación de dos congresistas, uno radical y
el otro comunista, para acudir a la asunción del Presidente
Uruguayo.906 Debido a que los nombramientos habían sido hechos por
el Ministro de Asuntos Exteriores (radical), los ministros PR
renunciaron en señal de protesta, acusando al PL de deslealtad. 907
Acto seguido, los PL también renunciaron, probablemente en un
intento por forzar a los ministros comunistas a una acción similar 908,
cosa que no hicieron, expresando su simpatía por lo obrado por sus
colegas radicales. Indicaron que no podían renunciar sin contar con la
aprobación del CC, e instaron a los ministros liberales a que
regresaran a sus carteras, a cambiar su actitud y a cooperar en la
implementación del programa de González Videla.909
Teóricamente, esta situación permitía a González Videla
rearmar su gabinete, aceptando la renuncia de todos, pero no lo hizo.
Luego de que el PL asegurara un buen comportamiento en el futuro,
231
el gabinete tricolor continuó en funciones. 910 La decisión del
Presidente, aun cuando había prometido deshacerse pronto de los
comunistas, seguramente estuvo motivada, en primer término, porque
la indisciplina liberal no era un asunto relevante para proceder en
contra del PC, más cuando este había indicado que no tomaría
decisiones precipitadas y que haría todo lo posible por moderar los
ánimos en el sector sindical. En segundo lugar, en la situación vivida,
el malestar de los radicales era en contra del PL, y si bien varios
sectores del PR estaban mostrando rechazo al PC, la cercanía de las
elecciones municipales de abril disuadía respecto de cualquier acción
que afectara los acuerdos que diferentes núcleos radicales ya tenían
pactado con los comunistas.
Luego de la crisis de febrero, las presiones dentro del PR para
poner fin a la alianza con el PC crecieron y, con el apoyo de los
liberales, el oficialismo comenzó a proponer la formación de un
gabinete exclusivamente radical.911 Al mismo tiempo, en vísperas de
las elecciones municipales de abril, la prensa derechista y socialista
comenzó a intensificar su campaña en contra del PC, situación que no
desaprovechó González para salir en defensa del comunismo.912 Al
mes siguiente, sin embargo, fueron los propios resultados de las
elecciones los que motivaron al Presidente para sacarlos del gabinete.
En las municipales, el apoyo al PCCh creció, de 32.219 votos, en abril
de 1944, a 91.204, mientras que en términos “reales”, o sea en términos
de votantes masculinos calificados para votar postulantes al
Congreso, el PCCh casi había doblado su apoyo desde marzo de
1945.913 A diferencia de la espectacular ganancia del PC, el PR sufrió
pérdidas que, siendo leves, los alarmó lo suficiente como para reforzar
su ánimo por ver terminados los acuerdos con los comunistas. 914 El
PL, por su parte, se auto-convenció de que los resultados
921 Según Sergio Soto Mayor, “Carta Abierta de un ex militante del PC,
Santiago, 1953, pp. 61-62 y Corvalán op. cit., p. 196, el Departamento de
Estado de los EE.UU. ya había indicado en febrero de 1947 que la ayuda
económica no se daría a aquellos países que persiguieran políticas externas
inaceptables para EE.UU.
922 Walter La Feber, America, Russia and the Cold War, Nueva York, 1976, pp.
58-59.
923 La Hora 6.7.1947. Artículo de Jaime Miravitales.
924 Ibid. 22.5.1947.
234
despachado una misión especial a EE.UU. para conseguir la asistencia
económica, pareciendo altamente probable que los dos hechos
estuvieran conectados. En las semanas anteriores a la partida de la
misión económica, El Siglo había publicado varios artículos que
sostenían que Chile podía sobrevivir sin la ayuda de EE.UU.; que un
nuevo conflicto mundial no estaba a la vista, y que no existía
evidencia para sostener que los EE.UU. daban tratamiento
preferencial a los gobiernos que ellos aprobaban. 925
El tipo de respuesta que Gabriel González estaba dando frente
a la situación internacional y a la necesidad de solicitar apoyo
económico de los EE.UU., no difería mayormente de lo realizado antes
por Aguirre y Ríos. En 1940, Aguirre Cerda había roto sus vínculos
con el PCCh, en parte, por la necesidad del país de alcanzar créditos
de Washington; mientras que situaciones similares habían persuadido
a Ríos para romper relaciones diplomáticas con las potencias del eje,
en 1943.926 Además, no obstante Aguirre Cerda y Ríos habían resistido
presiones domesticas e internacionales para ilegalizar al PCCh en 1941
y 1946, no es del todo seguro que ellos hubiesen actuado de modo
distinto a lo realizado por González Videla en el contexto de un
cuadro similar al enfrentado por este último.
Aunque en apariencia el PC dejaba el gabinete en buenos
términos con el Presidente, es claro que sus relaciones fueron
crecientemente frías luego de abril de 1947. En la Conferencia
Nacional realizada en Santiago, Ricardo Fonseca acusó a EE.UU. de
respaldar a gobiernos reaccionarios y corruptos a través del mundo,
burlándose de la idea de una tercera guerra mundial, y denunció
como perjudiciales los planes militares y económicos de EE.UU. para
la soberanía e independencia de Chile.927 Al mismo tiempo, Fonseca
predijo que el mundo capitalista pronto experimentaría una crisis
económica aún más devastadora que la de 1929, e instó a los
trabajadores a movilizarse en contra del alza de precios y velar por la
implementación de la plataforma electoral de González Videla.928 En
junio, con ocasión de una huelga de buses en la Capital, la actitud más
resuelta del PC produjo la primera confrontación pública con el
Presidente cuando el gobierno intentó poner fin a la huelga mediante
el uso de la Ley de Seguridad Interior. Se generaron incidentes
callejeros en los que cuatro “revoltosos” fueron heridos por balas de la
925 Ver, por ejemplo, un artículo de Orlando Millas ¿“Es posible mantener un
gobierno a disgusto de Wall ST?” El Siglo 5.3.1947. Ver también la editorial en
El Siglo 4.4.1947.
926 Ver los capítulos 5 y 6 de este trabajo.
927 El Siglo 24.5.1947.
928 Ibid.
235
policía.929 El PC culpó a la intransigencia de los empleadores por la
huelga y a la ineptitud del gobierno al fracasar en un acuerdo salarial.
Acto seguido, también lo culpó por las muertes que se había
registrado.930 González Videla reaccionó de manera furiosa ante los
cargos y acusó al PC de responsabilidad por la matanza, ya que había
sido reticente a impedir el movimiento huelguista.931 Además, cargó al
PCCh de “falsa demagogia” y rechazó la idea de que él había roto su
promesa de no utilizar la fuerza en contra de la gente, afirmando que
él nunca utilizaría la fuerza “para reducir garantías de derechos
constitucionales y de leyes sociales”.932 El episodio auguraba lo que
vendría, pues esta primera confrontación pública entre González y el
PCCh, se correspondía con la opción política adoptada por el PR en
una Convención Nacional llevada a cabo en Santiago durante los días
de la huelga de buses. En tal encuentro, una propuesta para formar un
gabinete de izquierda fue rechazada, triunfando otra que prometió
apoyo al gobierno y advirtiendo que el PR no conformaría gabinete
con partidos que profesaran doctrinas sociales y económicas
contrarias a sus definiciones.933 Aunque en teoría esta resolución no
descartó el regreso de los comunistas al gobierno, en la práctica, esto
marcó el fin de una década de cooperación radical-comunista.
El sostenido aumento de los roces entre el partido de Fonseca
y González Videla, fue en paralelo a las dificultades que el gobierno
estaba teniendo para asegurar la ayuda económica de EE.UU. Según
Fonseca, la misión que había sido enviada a EE.UU. en abril, había
vuelto solo con una promesa de que un nuevo crédito podría
aprobarse, siempre que el país se pusiera al día con una deuda
anterior de seis millones de dólares. Por su parte, la misión de EE.UU.
que visitó Chile en mayo, insistió en una serie de condiciones antes de
aprobar la entrega de créditos que sumaban 26 millones de dólares. 934
Entre estas condiciones, según el historiador Jorge Barría Serón
(socialista), estuvo la medida de exclusión total de los comunistas de
cualquier cargo de gobierno.935 En todo caso, luego del regreso del
Presidente de una Conferencia Panamericana en la que respaldó los
planes de EE.UU. para la cooperación militar continental –actuación
desaprobada por los comunistas- comenzó lo que resultó ser la
237
retroceder en la confrontación directa con el gobierno y, sin cambiar
posición, suavizó sus ataques y llamó a un reagrupamiento de las
fuerzas populares. Sin embargo, para ese entonces, ya era demasiado
tarde.
Tras las elecciones municipales de abril, la ADCh había dejado de
funcionar, agregándose la salida del PC del gabinete. A finales de
agosto, el PR rompió su último vínculo con el PC mediante la orden a
sus delegados a retirarse de la CTCh, dominada por comunistas. 945
Aunque algunos elementos del radicalismo y de otros partidos
continuaron estando juntos al PCCh, en los hechos y para distintos
objetivos, los comunistas ya estaban completamente aislados al
momento de su confrontación final con el gobierno.
La ocasión para el quiebre definitivo fue una huelga en los
yacimientos de carbón a principios de octubre de 1947. Los mineros,
quienes habían agotado todos los procedimientos estipulados en el
Código del Trabajo, declararon una huelga legal el 4 de octubre, luego
de rechazar las insinuaciones del gobierno para un arbitraje
voluntario.946 El mismo día que la huelga se hizo efectiva, el gobierno
decretó un acuerdo salarial que concedía las demandas de la mayoría
de los mineros y ordenó volver al trabajo.947 Cuando los mineros se
negaron, el gobierno culpó al PC por su resistencia y lo acusó de
lanzar una huelga revolucionaria diseñada para enfrentar al Estado. 948
El gobierno aceptó ofertas del PS para reemplazar a los huelguistas,
mientras las FFAA se encargaron de muchos de ellos. 949 El 8 de
octubre, el gobierno anunció que había descubierto un plan comunista
internacional, con base en las embajadas checoslovaca y yugoslava,
cuyo objetivo era arruinar la economía nacional: el 21 de octubre,
Chile rompió relaciones diplomáticas con dichos países y con Rusia. 950
En paralelo a estos desarrollos, líderes y activistas comunistas fueron
arrestados en la zona de carbón, detenciones que las compañías
mineras encontraron excesivas. El Siglo fue forzado interrumpir sus
trabajos y la persecución se extendió a otras regiones del país.951 A
pesar de estas medidas, los mineros continuaron resistiendo hasta el
21 de octubre, incluso cuando el Ejército intentó intervenir trayendo
238
nuevos trabajadores para reemplazar a los mineros que se negaban a
salir de un turno que ya había terminado. 952
Fue entonces que González Videla exclamó: ¡¡Un plan
comunista diseñado para derrotar el orden constitucional!! expresión
que, bajo cualquier punto de vista, carecía de todo fundamento. No
obstante el rechazo de los mineros a regresar al trabajo podía ser
descrito como un acto de desobediencia civil o, incluso, de rebelión,
tal actitud no estuvo nunca acompañada de algún intento comunista
de asaltar el poder, y la ola de huelgas producida en los días del
conflicto minero tampoco formó parte de ningún plan revolucionario
sincronizado.953 Aún si el PC hubiese alentado las huelgas y la
movilización popular en la creencia de que con ello podía apresurar la
crisis capitalista que antes había anunciado, en caso alguno esto
habría deshecho su convencimiento de que Chile estaba todavía lejos
de disponer condiciones objetivas para una revolución. No había
signos para suponer que las clases dominantes estaban colapsadas, en
crisis o que estaban irremediablemente divididas; al contrario, más
allá de sus diferencias, todas las fuerzas de derecha en el Congreso
aprobaron sin vacilaciones las facultades extraordinarias para el
Presidente.954 Tampoco había indicios de que las FFAA estaban
divididas o que su lealtad al orden establecido se había debilitado. 955
Finalmente, a pesar de su importante crecimiento electoral y en
militancia (en especial desde finales de 1946), era evidente que para
mayo del 47, el PC había perdido a todos sus aliados, tanto dentro y
fuera del movimiento obrero, y estaba lejos de ser la “acerada”
organización del ideal bolchevique. En suma, ninguna de las
condiciones “objetivas” o “subjetivas” para la revolución estipuladas
por el canon comunista existían, y parecía extremadamente poco
probable que un partido cauteloso y realista como el PCCh, se
permitiera ser arrastrado en una aventura revolucionaria con nimias
oportunidades de éxito, aún si se lo hubiera “ordenado” la Unión
Soviética.956
Claro es que no podemos negar que el PC tuvo razones para
apoyar las acciones de huelga y la movilización popular en los meses
Videla, tal como Aguirre Cerda, tomó la precaución de retirar a los oficiales
de alto rango a los que no tenía confianza.
956 Ver McKenzie, op.cit. pp. 83-97, para una descripción y examen de las
7.10.1974.
960 Principios, noviembre de 1947, artículo de Galo González.
240
cuando el stock hullero era peligrosamente bajo. 961 Sin embargo, dada
la situación política, parece que lo más probable fue que el gobierno,
deliberadamente, abordó con rigor la situación con el fin de provocar
a los mineros.
Por otro lado, es claro que el PC adoptó una actitud
inusualmente intransigente en este asunto. Después de todo, durante
la Segunda Guerra Mundial, este partido había utilizado su influencia
para detener la agitación laboral y había aceptado, no sin protestas, el
empleo de poderes de emergencia por parte del presidente Ríos para
acortar las huelgas legales. Aunque es verdad que el conflicto de los
mineros era legal y justificado, y mientras se mantuviera existiría el
riesgo de que el gobierno actuara mañosamente, como fue cuando
emitió el decreto del acuerdo salarial que entregó a la contraparte
antes de que ellos lo pidieran ¿por qué el PC propició el regreso al
trabajo? La respuesta a esta pregunta parece estar en la Guerra Fría y
en la creencia comunista de que, cómo fuera, el gobierno intentaba
obligarlos a la clandestinidad.
Un aspecto de normalidad fue restaurado cuando El Siglo
reanudó su publicación el 1 de noviembre; no obstante, desde octubre
de 1947 a julio de 1948, meses en que la Ley de Defensa de la
Democracia fue aprobada, el PCCh ya funcionaba en semi-
clandestinamente. A través de las columnas de El Siglo, el Partido
continuó defendiendo las huelgas, criticó las alzas de precios y
denunció al imperialismo de los EE.UU. También hizo todo lo que
pudo ante las señales de divergencia que se comenzaron a producir
entre el PR y el PS, y dio una cálida, aunque reservada, bienvenida al
FRAS, una nueva coalición que incluía al FN y otros pequeños
partidos de izquierda y centro.962 Con la ayuda de Marmaduque
Grove y el resto del PSA, el PC consiguió crear una nueva coalición –
el Frente Nacional Democrático (FND) 963, creado para luchar contra la
Ley de defensa de la Democracia. Si bien con poca fuerza o éxito, en
mayo de 1948 luchó en una elección parcial al Congreso, dando su
apoyo a un candidato respaldado por el FRAS y el Partido
Conservador.964
Por sobre esta escasa existencia legal, lo regular fue que las
autoridades emprendieran arrestos y detenciones de líderes y
activistas comunistas, desarrollando un proceso de “limpieza” de los
sindicatos. Se verificaron nuevas elecciones para reemplazar a los
dirigentes apartados. En algunos sindicatos estos intentos
conservadores.
241
eleccionarios fueron boicoteados; en otros, se volvían a elegir a
representantes comunistas que luego serían marginados. Entre tanto,
los trámites de aprobación de la Ley de defensa de democracia
siguieron su curso, agotándose las posibilidades de resistencia de los
comunistas.965 Y no es que el PC hubiera perdido la confianza de los
trabajadores, sino que el papel que jugaban los sindicatos en las
relaciones laborales, jugaba en contra de una resistencia prolongada:
sólo con un sindicato formalmente constituido y ajeno a todo pleito
público, los trabajadores podían aspirar a la protección y los
beneficios que el Código del Trabajo les otorgaba.966 En consecuencia,
mientras la persecución del gobierno se acentuaba, las primeras
señales de resistencia, en forma de publicaciones clandestinas,
comenzaron a aparecer.967
En abril de 1948, González Videla completó el proceso que
había comenzado un año antes al presentar un proyecto de ley para
proscribir al PCCh del Congreso. Este proyecto, que llegó a ser la Ley
de Defensa de la Democracia (bautizada por el PC como Ley Maldita),
prohibió la “existencia, organización, acción y propaganda” del
Partido, la participación de los comunistas en elecciones públicas y su
acceso a cargos sindicales o de gobierno. 968 A pesar de ser resistida
por el PC, el FN, la gran mayoría del PS, por algunos congresistas de
otros partidos (incluyendo al PR y al Partido Conservador), la Ley
Maldita fue aprobada por ambas Cámaras del Congreso y
promulgada el 3 de septiembre de 1948, a casi dos años de las
elecciones de González Videla a la Presidencia. 969 Bajo esta norma,
40.847 votantes fueron denunciados como comunistas; 26.474 votantes
masculinos, 1.826 femeninos, y otros extranjeros, fueron sacados de la
lista electoral.970 Luego de los procesos de limpieza que habían sido
acordados, 23.351 personas perdieron sus derechos políticos (sobre
5.000 de la Provincia de Antofagasta, y más de 3.000 en cada una de
las provincias de Santiago, Coquimbo y Concepción). 971 Los efectos
965 Las elecciones fueron interrumpidas por los adherentes del PCCh. Ver,
para un ejemplo de este proceso, Archivo de la Dirección General del Trabajo,
Oficios, 1947, vol. 37, Ref. No. 11108. Según La Opinión 14.6.1948, durante ese
mes, los comunistas aún estaban siendo electos a cargos oficiales, aunque en
reducidas cantidades, en los sindicatos de Sewell, Potrerillos, Lota y Coronel.
966 Sin un sindicato propiamente constituido, los miembros estaban privados
242
que tuvo la proscripción del PCCh en otros ámbitos, también fueron
sorprendentes. Durante 1948, por ejemplo, el número de huelgas cayó
de manera drástica.972 En 1948 hubo 20 huelgas legales que
involucraron a 7.142 trabajadores; el año anterior las huelgas habían
sido 37, con la participación de 17.216 trabajadores.973 Las huelgas e
interrupciones ilegales cayeron de 127, en 1947, a 6, en 1948, en tanto
que la cantidad de trabajadores involucrados cayó de 51.069 a 1.203,
en el mismo periodo.974 Los efectos de la Ley Maldita en provincias
dominadas tradicionalmente por el PCCh fueron muy marcados: la
supresión de la lista electoral en Antofagasta, por ejemplo,
prácticamente liquidó el apoyo electoral comunista en este lugar. Por
su parte, en la misma región, las huelgas e interrupciones ilegales
cayeron de 22 (involucrando a unos 13.000 trabajadores en 1947) a
ninguna, en 1948.975
Aunque el objetivo principal de la Ley Maldita era el PCCh, el
tema de aprobarla o no, tenía efectos profundos en otros partidos
políticos. En los conservadores, el asunto precipitó una confrontación
final entre los elementos más moderados y los más de derecha (este
último se retiró para fundar el Partido conservador tradicionalista).976
En el PS, dio pie a una batalla por el control entre la corriente anti-
comunista virulenta, liderada por Bernardo Ibáñez y Juan Bautista
Rossetti, quienes querían que el PS colaborara con González Videla, y
los anti-colaboracionistas, opuestos a la Ley Maldita quienes, en 1949,
fundaron el Partido Socialista Popular.977 Por su parte, la izquierda del
PR también se separó para formar el Partido Radical Doctrinario, en
1948.978 De hecho, de todos los partidos principales, sólo el PL parece
haber sobrevivido, sin efectos perjudiciales, al conflicto sobre la Ley
Maldita.
Hasta finales de 1947, momento en que el PC fue forzado a la
clandestinidad, su asociación con Gabriel González le había reportado
recompensas considerables. Las más obvias fueron las carteras
ministeriales y otros cargos de gobierno. Al comienzo del gobierno, al
972 En 1948, la inflación alcanzó un 18%, comparado con un 33,5% en 1947. Los
incrementos salariales durante 1948 para los trabajadores del carbón, cobre y
salitre fueron de 20%, 19% y 16% respectivamente. Los salarios del sector
manufacturero crecieron en un 23%. Anibal Pinto op. cit.p. 205.
973 Estadística Chilena 1949, p. 707.
974 Ibid.
975 Archivo de la Dirección General del Trabajo Memorias de Antofagasta de 1947
y 1948.
976 Sergio Fernández Larraín “Aspectos de la división del Partido
243
PC se le asignaron tres ministerios: de Obras públicas, Agricultura, de
Tierras y Colonización, oficinas de poca importancia, si bien carteras
de gobierno.979 También se le dieron 5 de 24 Intendencias (incluyendo
la de Santiago), 16 Gobernaciones y 30 de 90 puestos profesionales en
servicios fiscales y semifiscales.980 Sin embargo, si bien la posesión de
cargos públicos incrementó el poder y la influencia del Partido, este
no fue capaz de capitalizar esta situación. El Presidente mantuvo un
estrecho control sobre los ministros comunistas y sus actividades, lo
que era complementado por el escrutinio hostil de los partidos y la
prensa de la oposición.981 Además, los funcionarios comunistas
tuvieron que enfrentar el mal disfrazado antagonismo de otros
burócratas, incluyendo la ansiedad y anhelos de sus propios
compañeros del Partido.982 Por estas razones, y por la estancia
relativamente breve del PCCh en el gobierno, la penetración
comunista en la administración del Estado bastante menos que la que
sostenían sus enemigos.
Más importante que la posesión de cargos, estar en el
gobierno implicaba para los comunistas la oportunidad de influir en
la formulación y conducta de la administración. En pocas palabras, la
influencia y la presión comunistas parecen haber jugado en favor de
persuadir a González Videla para que este retirara la prohibición a la
formación de sindicatos campesinos y bloquear la admisión de España
a la ONU. Otros logros a los que el PC podía sostener como propios,
incluye la decisión del Ministro de Finanzas, Roberto Wacholz, de no
seguir adelante con las fuertes restricciones económicas y de crédito
que había concebido originalmente; la creación del Consejo
Económico Nacional, y la decisión del Director del Registro Electoral
para permitir que el PC apareciera en las elecciones bajo su propio
nombre.983 A largo plazo, sin embargo, el PC fue incapaz de defender
979 El más importante de estos ministerios era el de Vías y Obras Públicas que,
en promedio, recibía el 8% de los gastos del gobierno. El Ministerio de
Agricultura recibía solo del 1% y el de Tierras y Colonización el 0,3%.
Estadística chilena 1950, pp. 510-511.
980 El Siglo 10.12.1946; 11.12.1946; La Hora 3.1.1947.
981 FOR FO 371/52004 AS 7440/16/9, informe de Lecho para Bevin, con fecha
22.11.1946.
982 Juan Chacón Corona, por ejemplo, tuvo que hacer frente a una hostilidad
988 Ibid.
989 Ibid. p. 13.
990 Ibid. p. 11. La mejor región para las cuotas era Tarapacá con un 57% - la
246
comunistas, aparecieran “desviaciones oportunistas”, tanto de
derecha como de izquierda, propiciándose graves consecuencias. 995 El
CC también criticó a sus representantes en el gobierno y la
administración por “andar buscando empleos para sus amigos y
parientes”, incluyendo a sus hijos.996 Aun así, de los aproximadamente
cincuenta comunistas que ejercieron cargos de gobierno por
nombramiento presidencial, pocos incurrieron en motivos efectivos
para provocar el descontento que el CC expresaba respecto de
promesas incumplidas o erróneas, y sólo uno de estos, Cipriano
Pontigo, consejero del Instituto de Economía Agrícola (IEA) parece
haber estado sujeto a medidas disciplinarias formales por sus faltas. 997
Una de las principales causas para que el CC no haya tenido
muchas dificultades con sus ministros y funcionarios de gobierno,
radicó en que practicó una política de selección de personas de nivel
intermedio en la jerarquía del Partido para ocupar dichos puestos.
Miguel Concha, por ejemplo, Ministro de Agricultura, hasta entonces
no había pasado por el CC antes de su nombramiento, mientras que
Víctor Contreras, el Ministro de Tierras y Colonización, sin duda, un
dirigente regional destacado, había dejado de pertenecer al CC en
1941.998 Incluso Contreras Labarca, Ministro de Obras Públicas quien,
como Secretario General del PC, aparece como una excepción a esta
regla, había perdido claramente su influencia en el XIII Congreso de la
organización (diciembre de 1945). De los 33 miembros del CC, solo
seis ejercieron cargos de gobierno por nombramiento presidencial y,
de ellos, excluyendo a Contreras Labarca, solo dos pueden ser
considerados como provenientes del grupo dirigente del CC. 999 El
Caja de Crédito Minero y el hombre era Julio Ascuí Latorre. Más allá de ser
determinado a partir de la evidencia disponible, Ascuí Latorre no había
ocupado ningún puesto de importancia en organizaciones locales ni centrales
del PCCh antes de su nombramiento.
1002 González, La Lucha por la formación del PCCh, op.cit.p. 12. González nombra
249
250
Conclusión
251
hecho, con la elección de Aguirre Cerda a la Presidencia de la
República, el PC comenzó un fructífero ciclo de prosperidad sin
precedentes. En vísperas de su paso a la clandestinidad, en 1947, el PC
había conseguido una posición de prestigio que no volvería a tener
sino hasta dos décadas más tarde.
La evolución del PCCh estuvo determinada por circunstancias
y condiciones locales y por su lealtad al movimiento comunista
internacional. De hecho, su disposición para seguir las políticas de la
Comintern y sus instancias posteriores, fue una de las características
más pronunciadas del Partido desde su fundación ¿Por qué fue así? y
¿Qué efectos tuvo en el desarrollo del Partido?
Durante los primeros años, cuando la Comintern tuvo poco
interés por América Latina, la lealtad del PCCh derivó del profundo
sentido de aislamiento de las estructuras existentes en Chile, además
de la admiración de lo que fue visto como los logros de la Revolución
Rusa y la Unión Soviética. Si bien dichos sentimientos siguieron
jugando un rol relevante, hacia finales de los años 20 se sumaron otros
asuntos que los vino a reforzar. En efecto, hacia finales del segundo
lustro de los 20, la Comintern comenzó a interesarse más por los
temas chilenos; el Partido comenzó a recibir ayuda técnica y
asistencia, comenzando a enviar miembros a Moscú o al Buró
Sudamericano para capacitarse y obtener orientación sobre la mejor
manera de implementar las políticas de la IC. Desde principios de la
década de 1930, recibió, probablemente, algún apoyo financiero,
aunque nunca en cantidades ostensibles para hacer de esto un factor
principal de su lealtad a Moscú.
La ampliación de los contactos con la Comintern y el
desarrollo de las políticas del tercer periodo, contribuyeron a producir
divisiones en el Partido a principios de la década de 1930, no obstante,
más allá de eso, los efectos principales fueron unir más estrechamente
a Moscú. En este proceso, la expulsión de Hidalgo y sus seguidores, y
el fortalecimiento del nuevo equipo dirigente, fue manifestación
concreta de esta ligazón con la IC y Moscú. Por lo demás, en las
mismas luchas fraccionales de principios de los 30, la adhesión a la
Comintern y la URSS, resultó ser un tema compartido entre los
contendores.
La adhesión del PCCh a Moscú estuvo motivada por el
conjunto de beneficios que al Partido trajo la asociación con el
movimiento comunista internacional. Desde principios de la década
de 1920, la Comintern brindó a la organización local el reconocimiento
de ser la organización revolucionaria por definición. Junto con este
aura, el respaldo que en su momento la IC brindó para la utilización
de medios políticos para promover la lucha revolucionaria,
fortalecieron a la colectividad en su batalla contra quienes
(anarquistas) pregonaban el repudio a la participación de los obreros
252
chilenos en el orden político “burgués”, de manera que incluirse en él
no era ninguna traición a la causa revolucionaria.
En suma, el PC ganaba una ideología comprehensiva, una
estrategia revolucionaria clara y, quizás lo más importante, un sentido
de perspectiva en la lucha revolucionaria mundial. Si la asociación del
PC con el movimiento comunista internacional lo expuso a desafíos
varios, también lo habilitó para enfrentar los reveses más severos al
disponer de una organización relativamente cohesionada y
disciplinada. Después de 1931, cuando la autoridad de la Comintern
ya estaba aceptada en el Partido y cuando las normas y practicas
organizacionales bolcheviques habían comenzado a llevarse a cabo, el
Partido tuvo muy pocas preocupaciones por luchas fraccionales. De
este modo, luego de 1935, el PC fue capaz de plantearse políticas de
cooperación con políticos centristas e, incluso, con grupos de la
derecha, apoyando regímenes conservadores (como el del Presidente
Ríos), sin experimentar las dificultades internas que, en los años 40,
destruyeron a otros partidos.
Esta evolución, en especial después de 1935, también se debió
a otros factores. Las políticas del movimiento comunista internacional
favorecieron esta tendencia. En efecto, a partir de ese año las
orientaciones de la Comintern y sus sucesores aportaron
positivamente a una actuación partidaria que no sólo la llevó a
desempeñarse en el esquema institucional, sino, a la vez, poder
controlar sin problemas la vida interna de la organización. Distinto
había sido antes, con la aplicación de la política del tercer periodo, de
resultados estrepitosos.
Que las políticas de la IC obraran en favor del Partido chileno,
en poca medida se debió a la creciente habilidad que este tuvo para
aplicarlas a las condiciones del país. Como hemos dicho, tras 1935 el
PCCh no sólo consiguió mantenerse leal a la línea de Moscú, sino a la
par, vincular su actuación para cambiar las circunstancias domésticas.
De este modo, mientras los giros del PCCh hacia políticas más duras
(1940 y 1945) estuvieron influidos por hechos y desarrollos
internacionales, ello en ningún caso le impidió justificar los pasos que
daba en la política interna. De manera similar, si bien la Segunda
Guerra Mundial llevó al PC a apoyar a Ríos (en consonancia a lo que
hacían el PR o el PS), ello en ningún caso implicó hacer de ese apoyo
un hecho incondicional, buscando siempre responder a las demandas
populares. El PCCh claramente era receptivo a las direcciones y
políticas de Moscú, pero esto no significó que fuera un esclavo
abyecto, tal como sus enemigos proponían. El Partido se dio tiempo
para ajustarse a los cambios en las políticas de la Internacional
Comunista y, en contra de algunas afirmaciones, rara vez sus cambios
y distingos dejaron de estar acompañados de explicaciones completas
253
y persuasivas, es decir, sin dejar de jugar un rol en la elaboración de
las políticas cominternianas para Chile.
Si bien los vínculos y las lealtades internacionales le trajeron al
PCCh recompensas considerables, también le reportaron algunas
sanciones severas perdiendo maniobrabilidad y debiendo enfrentar
consecuencias negativas. Quedó abierto a la acusación de que era
agente de una potencia extranjera, cuestión que facilitó desatar la
persecución en su contra, limitándose su atractivo. También esta
lealtad fue una excusa constante para desatar fricciones dentro del
movimiento obrero chileno y ayudó a crear las condiciones para que
apareciera su principal rival, el PS.
Sin embargo, sería una exageración atribuir todos los avatares
que experimentó el PCCh entre 1922 y 1947 a sus vínculos
internacionales. El General Ibáñez, por ejemplo, trató con dureza a
todos sus oponentes y a principios de los años 30, todos los partidos
de izquierda estuvieron sujetos a algún grado de represión por parte
de las autoridades. En este sentido, no hay duda que la adhesión del
PC a Moscú convirtió a este en un objetivo obvio y fácil para la
hostilidad gubernamental. De otra parte, a pesar de que estos vínculos
internacionales del comunismo criollo contribuyeron para que en
Chile de los años 30 hubiera más de un partido revolucionario (PS), en
caso alguno ello fue garantía para que los socialistas mantuvieran su
unidad, imponiéndose la tendencia de los partidos locales a
fragmentarse por diferencias entre personalidades y sus tácticas.
Ahora bien, indicado lo anterior, señalemos también que es
muy probable que los lazos exteriores del PC hayan contribuido a
exacerbar las dificultades que este tuvo desde inicios de los años 20.
Esto es, estos nexos complicaron la posibilidad que el Partido
alcanzara un acuerdo viable en el sistema político propio, privándose,
por algunos años, de los resultados de las políticas de coalición. En un
sentido general, podemos sostener que siendo un factor causal
marginal en la persecución que el PC padeció en el período 1927-1934,
más tarde, sus relaciones con la URSS fueron la razón principal para
su clandestinidad, en 1947. Con todo, desde el punto de vista de la
colectividad, creemos que los beneficios que el Partido consiguió por
su relación con el movimiento comunista internacional, fueron
siempre superiores a las pérdidas.
Junto con el tema descrito, otra característica pronunciada de
este Partido fueron sus relaciones con los trabajadores. El papel
histórico que Recabarren y el POS desempeñaron en el surgimiento
del movimiento sindical moderno en Chile, y la estrecha identificación
comunista con dicho movimiento (a través de la FOCh), otorgó gran
valor al Partido, ayudando a que este sobreviviera a las penurias de
1927 en adelante.
254
Sin dejar de valorar sus estrechos contactos con la
organización laboral, estimamos que la habilidad de la dirigencia
partidaria para influir en el movimiento sindical nunca fue tan
completa o absoluta, tal como algunos de sus detractores afirmaban.
En periodos importantes de las décadas aquí consultadas, los líderes
sindicales comunistas realizaron su trabajo sin mucha referencia al
Partido y, en ocasiones, se mostraron incluso reacios a seguir las
direcciones del mismo. En consecuencia, la capacidad del PC para
incidir en la agitación laboral estuvo lejos de ser plena. En los
primeros años de la década del 30, los trabajadores resistieron las
constantes exhortaciones comunistas para lanzar huelgas, mientras
que después de 1938, a ratos se mostraron refractarios a sus llamados
de contención de la agitación industrial. En los hechos y en todo
momento, la posibilidad comunista para influir en la agitación obrera,
dependió de numerosas variables: la actitud y naturaleza del gobierno
en el poder; la lealtad política de los sindicatos interesados; la historia
de las relaciones laborales en las plantas y/o industrias involucradas,
el estado del mercado laboral, la inflación y el aumento en el costo de
la vida, etc.
Por sobre estos elementos, no podemos dejar de concluir que,
entre finales de los años 30 e inicios de los 40, el PC de todos modos
consiguió expandir y consolidar su influencia en los sindicatos, por
más que, a menudo, se propusiera contener antes que alentar la
movilización de los asalariados. Que se las haya arreglado para lograr
cierto éxito en esta contención de los conflictos -sin perder su prestigio
en el movimiento sindical- fue el resultado de varias situaciones. Por
ejemplo, el CC y sus comisiones gravitaron cada vez más en la
selección y preparación de los cuadros sindicales; también obtuvo
avances en la orientación para que sus adherentes utilizaran la
maquinaria legal disponible para mediar en los conflictos laborales y,
durante los años de la guerra, adoptó una actitud selectiva ante el
descontento de los trabajadores, concentrando sus esfuerzos de
mantención de la paz laboral sobre todo en las industrias extractivas.
De modo pragmático, logró dar con formas que, si bien de un lado
apuntaron a neutralizar la agitación, de otro, no impidieron la lucha
por mejores salarios y condiciones de trabajo.
Los once años de clandestinidad y semiclandestinidad
soportados por el Partido entre 1947 a 1958, no debilitó su apego a
Moscú, ni tampoco produjo otros efectos duraderos en su labor. La
clandestinidad no suscitó alteraciones profundas en la estrategia que
había perseguido (con algunas variaciones) desde 1935. Continuó
tratando de agrupar a las fuerzas populares y progresistas en torno a
una plataforma atractiva; siguió favoreciendo la movilización social
para que se atendieran los reclamos y demandas de la población, ni
tampoco dejó de acudir a los medios electorales para combatir a
255
González Videla.1003 Aunque un pequeño grupo de miembros del CC,
liderados por Luis Reinoso, acometió iniciativas en contra de dichas
tácticas entre 1949 y 1951 -proponiendo la adopción de formas
directas de lucha-, esta apuesta fue derrotada, siendo expulsados del
Partido.1004 Por lo tanto, la clandestinidad puso a prueba, pero no
socavó, la autoridad de los órganos dirigentes de la organización.
Para cuando González Videla dejó la Presidencia, el PC ya
había comenzado a jugar un rol más o menos abierto en la política del
país buscando recrear una alianza similar al del anterior Frente
Popular. En 1951, se unió con el Partido Radical Doctrinario y el
Partido Socialista de Chile para formar el Frente del Pueblo,
apoyándose a Salvador Allende en las elecciones presidenciales de
1952.1005
En más de un sentido, el segundo gobierno de Ibáñez resultó
ser un momento crucial en la política chilena. Su elección marcó el fin
de la ascendencia radical en la política nacional. Durante su régimen
los partidos de izquierda se reagruparon y crecieron con vigor,
apareciendo una nueva fuerza de centro, el Partido Demócrata
Cristiano. Persiguiendo una política de reconciliación con los
socialistas, el PC resolvió sus diferencias con ellos en el movimiento
sindical y, en 1953, ayudó a crear la Central Única de Trabajadores
(CUT).1006 Sin embargo, no fue sino hasta 1956, luego de que el PCUS
denunciara al estalinismo y respaldara el “camino pacífico” al poder,
que el PC se abrió a abandonar sus anhelos de recrear una alianza
multiclasista del tipo Frente Popular. En ese año, aceptó la tesis
socialista de que la lucha debía ser de exclusiva responsabilidad del
proletariado, entrando a formar parte de una nueva coalición, basada
solamente en partidos de izquierda, el Frente de Acción Popular
(FRAP).1007 Apoyados en la considerable movilización social de los
años finales del régimen de Ibáñez, los partidos del FRAP se
fortalecieron y, en 1958 –coincidiendo con el retorno a legalidad de los
comunistas- su candidato presidencial, Salvador Allende, quedó en
segundo lugar, muy cercano al ganador, Jorge Alessandri. 1008
En 1961 participó de las primeras elecciones al Congreso
desde 1945 alcanzando una representación porcentual que casi igualó
1003 González, La lucha por la formación… op. cit., pp. 75-76; Corvalán op. cit.,
pp. 217-218.
1004 González La lucha por la formación…pp. 69-73; Elías Lafertte, op.cit. pp. 347-
349.
1005 Urzúa Valenzuela, op.cit.p. 93.
1006 Barría Serón, El movimiento obrero en Chile, op.cit. p.108.
1007 Chelén Rojas, op. cit., pp. 142-145.
1008 Urzúa Valenzuela, op. cit. p. 97. Allende obtuvo 356.499 votos ante los
1009Según Guilisasti, op.cit., p. 319, el PCCh obtuvo el 11,76% del total de los
votos en 1961 (eligiendo a 16 diputados para el congreso) comparado con el
10,25% en 1945 y el 11,8% en 1941.
257
258
Apéndice A
Apéndice B
Índices de producción 1938-1948
Huelgas 1938-1941
1938 19
1939 17
1940 16
1941 26
Apéndice D
La Inflación y los aumentos salariales en la industria minera
1939-1948
% Anual de inflación
1939 3,0
1940 12,6
1941 15,2
1942 25,6
1943 29,4
1944 11,8
1945 8,8
1946 15,9
1947 33,5
1948 18,0
261
Apéndice E
263
Fue editor de El Siglo en 1940. Diputado desde 1941. Secretario
General del PCCh desde 1946 hasta 1949.1020
1020 Ver en Corvalán, Ricardo Fonseca, op.cit los detalles de la vida y carrera de
Fonseca.
1021 Ver en Luis Enrique Délano, Galo González y la construcción del partido,
264
Vargas Puebla, Juan: Nació en 1908 en La Serena, de padre
zapatero. Trabajó como herrero; se convirtió en trabajador de la
construcción y yesero. En 1925 se unió al sindicato de yeseros
dominado por los anarquistas. En 1932 se unió al PCCh y fue
miembro del CC de la FJC en el mismo año. Expulsado por trotskista
en 1934, fue readmitido en 1935. Miembro del CC y de su Comisión
sindical desde 1939, miembro de la comisión política desde 1941.
Regidor desde 1938 hasta 1941. Diputado desde 1941 hasta 1945. 1025
Apéndice F
Votos obtenidos por el PCCh en elecciones generales de cámara
de diputados en 1937, 1941 y 1945
Bibliografía
A. FUENTES PRINCIPALES
i) Manuscritos
a) Registros de Relaciones Exteriores. Correspondencia general:
Chile – Series FO 371, 1922-1946.
b) Archivo, Dirección General del Trabajo. Providencias y
Oficios, todos los volúmenes de 1941, 1946 y 1947. Varios tomos del
periodo 1934-1945.
Abarca, Humberto:
- Como organizar la victoria. Informe presentado a la X
sesión plenaria del CC del PCCh (Santiago, 1941)
- Organizar y movilizar los recursos del país para la
defensa nacional. Informe presentado a la XIII sesión plenaria
del CC del PCCh (Santiago, 1943).
- Organizando la defensa de Chile. Informe presentado
a la XIV conferencia nacional del PCCh (Santiago, 1947).
266
Boletines de las Sesiones de la Cámara de Senadores.
Varios tomos del periodo 1925-1948.
Buró Sudamericano:
- El Movimiento Revolucionario Latino-Americano. Versiones
de la Primera conferencia Comunista Latinoamericana. Junio de 1929.
(Buenos Aires, 1929).
- Las Grandes Luchas Revolucionarias del Proletariado
Chileno. Directiva del BSA al PCCh (Santiago, 1932).
CTCH:
- Memorias 1943-1946. (Santiago, 1946)
Grove, Marmaduque:
- Toda la verdad, (Santiago, 1929)
Guerrero, Víctor:
- Por una juventud comunista de masas. (Santiago, 1941)
Izquierda Comunista:
- En Defensa de la Revolución. Informes, tesis y documentos
presentados al congreso nacional del PC (Santiago, 1933)
268
Fonseca, Ricardo:
- ¿Cómo resolver los problemas nacionales? Informe a la
Conferencia Nacional, octubre 1946 (Santiago, 1946)
Lafertte, Elías:
- Como triunfaremos en las elecciones de 1941. Informe
presentado a la IX sesión plenaria del CC del PCCh (Santiago, 1940)
Millas, Orlando:
- Una política para la juventud trabajadora. (Santiago, 1940)
Palma, Daniel:
- La Unidad Juventud aplastará al fascismo. (Santiago, 1941)
PCCh:
- Hacia la formación de un verdadero partido de clase.
Resoluciones de la Conferencia Nacional (Santiago, 1933)
Partido Radical:
- Cuenta de la actuación del CEN del PR a la XVI Conferencia
Nacional Ordinaria, enero 1944-enero 1946 (Santiago, 1946)
Partido Socialista:
- Grove, el militar y el ciudadano (Santiago, 1937)
Siqueiros, Juan:
- El grovismo, principal y obstáculo para la revolución obrera y
campesina en Chile (Santiago, 1933)
270
Vargas Puebla, Juan:
- La clase obrera en la lucha contra el fascismo Co-informe
presentado a la XII sesión plenaria del CC del PCCh (Santiago, 1943)
Waiss, Oscar:
- Frente Popular y Lucha de Clases; ¿Grove al poder o Frente
Popular al Poder? (Santiago, 1936)
Zúñiga, Luis:
- El Partido Socialista en la política chilena (Santiago, 1938)
Periódicos y revistas (El siguiente material fue publicado en Santiago,
a menos que se indique lo contrario)
271
Claridad PS 1938
Consigna PS 1935-1941
CTCh CTCh 1943-1948
Combate PST 1943
El Bonete (Iquique) POS 1912-1913
El Combate PCCh 1926
El Comunista PCCh 1922-1926
El Despertar, Iquiq. PCCh 1943-1947
El Despertar de los POS/PCCh 1912-1927
Trabajadores, Iquiq.
El Despertar de los FOCh 1922
Obreros (Lebu)
El Despertar del Pueblo PCCh 1931-1933
(Iquique)
El despertar del PCCh 1934
Proletariado, Iquique
El Grito Popular PD 1911
(Iquique)
El Heraldo (Arica) FOCh 1921-1923
El Obrero Gráfico Tipógrafos 1932
El Obrero Panadero Sindicato 1924-1931
El Obrero Tranviario FOCh 1932-1933
El Popular (Antof.) PCCh 1939-1947
El Productor (Iquiq.) IWW 1921-1923
El Proletario (Tocop.) PD 1904-1915
El Siglo PCCh 1940-1948
El Socialista (Valpo.) POS 1915-1918
El Socialista (Antof.) POS 1916-1921
El Soviet Talcahuano PCCh/FOCh 1922-1923
Frente Único PCCh 1934-1936
Frente Popular, PCCh 1937
Concepción
Frente Popular PCCh 1936-1940
Frente Popular Iquiq. PCCh 1937-1941
Frente Popular La Serena PCCh 1941
Hoz y Martillo PCCh 1932
Izquierda IC 1934-1936
Justicia PCCh/FOCh 1924-1927
Justicia (Antofagasta) PCCh/FOCh 1931-1934
Justicia (Iquique) PCCh/FOCh 1933
Juventud Obrera FJC 1932
La Batalla (Valdivia) PCCh 1926
La Chispa IC 1931
272
La Chispa Comunista PCCh 1923
(Talcahuano)
La Comuna (Viña del Mar) POS/FOCh 1919-1921
La Comuna (Puente Alto) PCCh 1944-1947
La Defensa Obrera PCCh 1927;1931
(Tocopilla)
La Defensa Obrera (Puente PS 1942-1946
Alto)
La Democracia PD 1899-1901
La Federación Obrera FOCh 1921-1924
La Gran Federación GFOCh 1910-1913
Obrera
La Jornada Comunista PCCh 1924-1927
(Valdivia) 1931-1932
La Llamarada FJC 1923-1926
(Antofagasta)
La Locomotora Trabajadores Ferroviarios 1912-1951
La Mujer Nueva MEMCh 1935-1941
La Protesta IWW 1931-1938
La Tribuna PD 1911-1921
La Voz Obrera y PCCh 1933
Campesina
Voz Socialista POS 1913
Mundo Nuevo FJC 1928-1947
Nuestra Voz Tipógrafos 1932
Orientación PCCh 1937
Principios PCCh 1933-1934
1939-1947
Qué Hubo PCCh 1939-1940
Rebelión PCCh 1926
Rumbo FJS 1936
Trabajadores de la Sindicato de profesores 1932-1934
Enseñanza
Unidad Obrera PCCh 1934
Vanguardia Escritores y artistas 1933
revolucionarios
La Hora PR 1935-1947
Trabajo MNS 1937-1940
Prensa general
273
El Diario Ilustrado 1922-1948
El Mercurio 1922-1948
La Opinión 1932-1948
La Nación 1922-1948
Otros
1911-1926
Boletín del Trabajo
Estadística Chilena 1935-1950
Ercilla 1943-1947
Revista Hoy 1939-1041
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