1 - Los Arameos de Damasco
1 - Los Arameos de Damasco
1 - Los Arameos de Damasco
Efrem YILDIZ
Universidad de Salamanca
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La historia de los primeros dos reinos, Arpad y Hamat-Lu‘aš (Luhuti), se
encuentra bien documentada gracias a su etimología. Sin embargo, el término Da-
masco ha dado lugar a varias interpretaciones, ya que figura como ta-ms-qu1 en los
listados relacionados con ciudades conquistadas por 7XWPVLV III, grabados en los
muros del templo Karnak en Luxor2. El mismo término figura en la lista del siglo
XIV a.C. de $PHQILV III3. Lo hallamos también tres veces en las tablillas de El
Amarna. En hebreo nos llega en diferentes versiones: TH:-·PÝG (G$PPHHT), 2 Re-
yes 16,10; TH:-·PÏU-ÀG (darmešeq), 2 Crónica 16,2 28,23; T·:-́PÏU-ÀG (GDUPÀHT) 2 Cró-
nica 24,23; 28,5. En los textos neo-asirios aparece como di-maš-qa, di-maš-qi, di-
maš-qu4. Casi las mismas raíces T6PG se encuentran en la inscripción de Bar-
Rakkab5. Tanto los textos bíblicos como las inscripciones asirias distinguen el
nombre de la capital (Damasco) del reino entero, llamado Aram. Otro término sur-
**
Este trabajo se halla entre los resultados del Proyecto de Investigación SA017/01, financiado por la
Junta de Castilla y León.
1
Cf. W.F. Albright, The Vocalization of the Egyptian Syllabic Orthography, New Haven 1934, p. 62;
W. Helck, Die Beziehungen Ägyptens zu Vorderasien im 3. und 2. Jahrtausend v. Chr., Wiesbaden
1971, p. 129.
2
Cf. J. Simons, Handbook for the Study of Egyptian Topographical Lists Relating to Western Asia,
Leiden 1937, p. 111, n.13 a-c.
3
Cf. E. Edel, Die Ortsnamenlisten aus dem Totentempel Amenophis III, Bonn 1966, p. 11.
4
Cf. S. Parpola, Neo-assyrian Toponyms, Neukirchen 1970, pp. 103-104.
5
Cf. Kanaanäische und Aramäische Inschriften, (= KAI), Wiesbaden 1971-1976, 215, línea 18, para
más información sobre la cuestión terminológica véase W.T. Pitard, Ancient Damascus. A Historical
Study of the Syrian City-Sate from Earlies Times until its Fall to the Assyrians in 732 B. C.E., Wino-
na Lake 1987, pp. 8-14s.
ge a partir del rey asirio Salmanasar III, que ha tenido una relación con Damasco:
6
DLPÒUVX, que quiere decir “(país) de los asnos” .
6
S. Timm, “König Hesion II von Damaskus”, en WO 24 (1993) 59, n. 4; W.T. Pitard, Ancient Da-
mascus, pp. 14-17; M. Weippert, “Menahem von Israel und seine Zeitgenossen in einer Stelenin-
schrift des assyrischen Königs Tiglatphilers III. aus dem Iran”, en ZDPV 82 (1973) p. 39, n. 40; P.-E
Dion, Les Araméens à l'Âge du Fer: Histoire politique et Structures sociales, Paris, 1997, pp. 15-16;
Breind-Seux, Textes du Proche-Orient Ancien et Histoire d'Israël, Paris 1977, p. 171.
7
Cf. E. Lipinski, “Aram et Israël du Xe au VIIIe siècle av. n. ère”, en Acta Antiqua 27 (1979) 49-
102, especialmente p. 68.
8
En lo que se refiere al éxito de David sobre los arameos, además del texto indicado, el hagiógrafo
relata en 2 Sam 8, 3-8 y en 10,15-19 otro acontecimiento relacionado con la guerra contra los ara-
meos. Pero como concuerdan varios autores, al tratarse del mismo enemigo, o sea los arameos del
otro lado de Éufrates, pueden ser dos versiones que relatan sobre el mismo episodio.
9
Cf. A. Malamat, “The Aramaeans”, en D. J. Wisemann (ed.), Peoples of Old Testament Times, Ox-
ford 1973, pp. 134-155.
10
Cf. F. Braemer, “Prospections archéologiques dans le Hawaran (Syrie)”, en Syria 65 (1988) 99-
137.
11
P.E. Dion, Les Araméens à l'Âge du Fer: Histoire politique et Structures sociales, p. 179; cf. tam-
bién F. Prayon - A. M. Wittke, Kleinasien vom 12. bis 6. Jh. v. Chr.: Kartierung und Erläuterung ar-
chäologischer Befunde und Denkmäler (TAVO Beih. B/82), Wiesbaden 1994 (aunque debería, por lo
menos, mencionar la región situada al sur de Hamat).
12
Cf. J. Lewy, “The Late Assyro-Babylonian Cult of the Moon and its Culmination at the Time of
Nabonidus”, en HUCA 19 (1945/46) 405-489, aquí 430, n. 136. El término utilizado para designar es-
ta divinidad es Se-e-ri que según este autor podría ser una transcripción acadia del nombre arameo
SHR. Sin embargo, si fuese acadio debería ser señalado por el término Sîn, lo que nos llevaría a rela-
cionarlo con el babilónico, pero tampoco encajaría con el período de Salmanasar III. Hay quien lo re-
laciona más bien con el ambiente hurrita ya que Šeri y Hurri son dos divinidades que están al servicio
del dios Tešub, véase M. Vieyra, “L'Anatolie antique”, en Histoire des Religions, vol. 1, Paris 1970,
pp. 258-306. con respecto a la ciudad real convendría remitirse a A.K. Grayson, Assyrian Rulers of
the Early First Millennium BC., II (858-745), Toronto, 1996, p. 17, texto A.0.102.92.
13
Cf. H. Sader, Les états araméens de Syrie depuis leur fondation jusqu'à leur transformation en pro-
vinces assyriennes, Wiesbaden 1987, p. 270; la figura fotografiada es obra de H. Thiersch - G. Höl-
scher, Reisen durch Phönizien und Palästina (= MDOG 23, 1904), véase W. Orthamann (ed.), Der
Alte Orient (Propyläen Kunstgeschichte 14), Berlin 1975, figura n. 409.
14
En la Biblia hebraica se dice Ben Hadad.
15
A. Biran, Dan, en E. Stern (ed.) The New Encyclopedia of Archaeological Excavation in the Holy
Land, Jerusalén, 1993, pp.181 y 183.
16
Cf. W. Schiramm, Einleitung in die assyrischen Königsinschriften, 2. Teil: 934-722, Leiden, 1973,
pp. 27-31.
obligó a las potencias del sur de Siria a formar un frente común. Durante la cam-
paña de 85317 también se aproximaron Aram e Israel formando una coalición con-
tra Salmanasar III más potente y mejor organizada que la auspiciada por Ahuni. En
las inscripciones de Salamansar III se dice que fueron doce los reyes aliados, aun-
que en la lista de .XUä se habla solamente de los once príncipes enemigos18 si-
guientes:
Hadadezer (Adad-idir) de Aram, Urhilina (Ir-hu-le-e-ni) de Hamat, $÷DE de
Israel, el rey de Byblos (sin nombre del rey)19, el rey de Sumur (sin nombre
del monarca)20; el rey de Irqata (sin el nombre del soberano)21 (que según
Dion se sitúa en Tell 'Arqa al sur de Nahr el-Kebir), 0DWWÀQ-Ba'al de Arwad,
el rey de Usanatu o Usnu22 (en los alrededores de Homs), $GQ-Ba‘al de
Šianu23, Gindibu de Arabia y Ba'aša (ba-'a-sa) hijo de Rehob, de Amanah.
Aunque se indica únicamente el nombre de los propios aliados, Salmana-
sar III especifica incluso el número de carros, jinetes y soldados, que en conjunto
superarían cuantitativamente a los carros de guerra del monarca asirio.
Considerando esta alianza frente al poder militar asirio puede sorprender la
postura de Tiro y Sidon, socios comerciales de Damasco e Israel. Sin embargo és-
tos continuaron con su incondicional sumisión a Salmanasar III, al igual que hicie-
17
J. A. Brinkman, “A Further Note on the Battle of Qarqar and Neo-Assyrian Chronology”, en Jour-
nal of Cuneiform Studies 30 (1978) 173-175. Los dos soberanos que forman la coalición son Urhilina
y Hadadezar llamado rey de Aram.
18
A.K. Grayson, Assyrian Rulers of the Early First Millennium II, p. 23, texto A.0.102.2, col. II,
líneas 90-95, véase también M. Elat, “The Campaigns of Shalmaneser III against Aram and Israel”,
en IEJ 25 (1975) 25-35; E. Lipinski, “Aram et Israël du Xe au VIIIe siècle av. n. ère”, p. 74s; A. Le-
maire, “Joas de Samarie, Barhadad de Damas, Zakkur de Hamat: la Syrie-Palestine vers 800 av. J.
C.”, en Avraham Malamat Volume (Eretz-Israel 24) (1993), p.152; N. Na'aman, “Two Notes on the
Monolith Inscription of Shalmaneser III from Kurkh”, en Tel Aviv 3 (1976) 97-102; G. Bunnens,
“Considérations géographiques sur la place occupée par la Phénicie dans l'expansion de l'empire as-
syrien”, en Studia Phoenicia II (OLA 15) Louvain 1983, pp. 163-193, aquí 177-182.
19
Cf. H. Tadmor, “Azriyau of Yaudi” en C. Rabin (ed.), Studies in the Bible (Scripta Hierosolymita-
na 8), Jerusalén 1961, pp. 232-271.
20
Cf.A. Lemaire, Joas de Samarie, Barhadad de Damas, Zakkur de Hamat: la Syrie-Palestine vers
800 av. J. C., p.152; H. Tadmor, “Que and Musri” en IEJ 11 (1961) 143-150.
21
Cf. P. Bordreuil, “De 'Arqa à Akshaph. Notes de toponyme phénicienne” en La toponymie antique,
Leiden 1977, pp. 177ss; H. Tadmor, “Azriyau of Yaudi”, p. 245, n. 49; U.-P. Thalmann, “L'âge du
Bronze à Tell 'Arqa (Liban)”, en Berytus 39 (1991) 21-38.
22
Cf. P.J. Riis, “Quelques problèmes de la topgraphie phénicienne”, en Gatier - Helly - Rey - Co-
quais (ed.), Géographie historique au Proche-Orient, Paris 1988, pp. 315-324; J.-C. Courtois, “Pros-
pection archéologique dans la moyenne vallée de l'Oronte (El Ghab et el Roudj - Syrie du Nord)”, en
Syria 50 (1973) 53-99, especialmente p. 58, n. 3.
23
Cf. M. Astour, “Continuité et changement dans la toponymie de la Syrie du Nord”, en La topony-
mie antque, Leiden 1977, pp. 117-141, aquí 123; A. Bounni - M. Al-Maqdisi, “Tell Sianu. Un nou-
veau chantier syrien”, en G.C. Ioannidès (ed.), Stueides in Honour of Vassos Karageorghis, Nicosi
1992, pp. 129-140.
ron anteriormente con Ašurnasirpal24. Aunque los citados reinos estaban muy debi-
litados a consecuencia de las incursiones militares de Ašurnasirpal y sus sucesores,
se vieron forzados por las potencias vecinas mas fuertes, como Hamat, a participar
en campañas militares.
La participación de Arabia en esta coalición no responde a lo que acabamos
de exponer. Las relaciones comerciales con Damasco motivaron la intervención
del ejército de Gindibu en la llamada guerra de los doce contra el monarca asirio25.
El territorio ocupado por los arameos se convirtió en la zona donde se desa-
rrolló la mayor parte de las expediciones militares de Salmanasar III. La resistencia
contra el avance asirio es patente tanto en el sur como en el norte de Siria. Aunque
con frecuencia se habla de 12 reinos opuestos al avance asirio, no se sabe con
exactitud el listado de los reyes enemigos y su cuantía. La continua insistencia so-
bre el mismo número de reyes implicados en la campaña militar contra los asirios
podría llevarnos a pensar que por lo general los aliados eran siempre los mismos.
Al parecer, la batalla décimocuarta del año 845 fue virulenta. El monarca asirio no
solo facilita algunos datos sobre el número de sus soldados (120.000) sino cuenta
también que 15 fueron sus enemigos26.
En el año 841, Salmanasar III conduce sus tropas hacia Siria. El único ad-
versario que le hace frente es Hazael de Aram27, quien sufre la pérdida de gran par-
te de su ejército. De hecho, este duro golpe sumado a la preocupación por el re-
torno de los asirios impidió al monarca arameo emprender la ofensiva contra Is-
rael; sin embargo, éste logró bloquear la ruta a Jehu, cuyo poder militar sufrió
grandes pérdidas provocadas por sus enemigos Atali en Judá y Meša en Moab28,
acrecentadas tras el duro golpe de estado recogido en el libro 2 Reyes 10.
Las preocupaciones del rey de Aram con respecto al retorno asirio estaban
bien fundadas. En el año 838, Salmanasar invade la ruta del sur ocupando cuatro
24
Cf. F. Briquell-Chatonnet, Les relations entre les cités de la côte phénicienne et les royaumes d'Is-
raël et de Juda, Louvain 1992, p. 75.
25
Para más información sobre los asirios y los árabes véase los trabajos como: I. Eph'al, The Ancient
Arabs, Jerusalén 1984, aquí, p. 76; G.G.G. Reinhold, Die Beziehungen Altisraels zu den aramäischen
Staaten in der israelitisch-judäischen Königszeit, (Europäische Hochschulschriften 23/368),
Frankfurt, Berne, New York, Paris 1989, p. 146s.
26
Cf. A.K. Grayson, Assyrian Rulers of the Early First Millennium II, p.23, texto A.0.102.23, línea
21.
27
Ibid., p. 67, texto A.0.102.14, línea 97s. En el año 841 Salmanasar III marchó sobre Damasco pa-
sando por Hamat. El rey arameo, a pesar de enfrentarse solo a la fuerza asiria, logra retrasar el avance
militar asirio entorno al monte Sanir hasta que se ve obligado a huir a la capital real. Salmanasar
intervino con mano dura destruyendo todo lo que se cruzaba en su camino y terminó ocupando Hau-
ran sobre la costa enfrente de Tiro. Tanto éste como Sidon se ven forzados a pagar los tributos con
Judá.
28
Para más información véase K.A.D. Smelik, Converting the Past: Studies in Ancient Israelite and
Moabite Historiography (OTS 28), Leiden 1992, sobre todo el capítulo 3; P.E. Dion, Les Araméens
à l'Âge du Fer, pp. 196-197.
centros de crucial importancia. De estos cuatro centros, solamente pueden ser iden-
tificados dos Dana[bu]29 y Malahu30, ciudad situada anteriormente en Hauran, una
región que no solamente interesaba al monarca asirio sino que con frecuencia era
motivo de disputas entre los israelitas y los sucesores de Hazael.
Tras la campaña militar del año 838, Salmanasar III no volvió al sur de Si-
ria, por estar concentrado en Anatolia. De este modo, los reyes de Aram empeza-
ron nuevamente a imponer su hegemonía en Siria. Esta expansión aramea hacia el
sur es atestiguada por los textos bíblicos (como 2 Reyes 10,32)31. Según 2 Reyes
13,3.22, la dominación de Israel por los reyes arameos se dilató hasta Joacaz. Con-
forme a 2 Reyes 12,18 el rey arameo Hazael se abrió camino a lo largo de la costa
del Mediterráneo hasta Gat en Filistea. Para impedir su marcha sobre Jerusalén, el
monarca Joas de Judá le envió su tesoro y el del templo. Su dominio en Cisjorda-
nia se refleja en la estela de Tel Dan.
El fenómeno de la ruptura de la confederación puede ser debido a múltiples
causas, entre las cuales destaca el conflicto de Hazael con Israel, que pone en peli-
gro la relación de Hazael con los reinos vecinos. Tal vez Hamat se retiraría ya an-
tes de la muerte de Hadadezar. Tras la muerte o el supuesto asesinato de este mo-
narca por Hazael32, la coalición entre Aram e Israel al menos hasta el año 845 a.C.
parece debilitarse debido a la desconfianza de Joram el hijo de $÷DE33 y del aliado
del monarca de Aram. El libro de Reyes, sobre todo 1 Reyes 20, trata de exponer la
hostilidad entre Aram e Israel. Según 1 Re 20,1s. Bar-Hadad ocupó Samaria, pero
una presión excesivamente dura condujo a Joas a oponerse y a combatir a los ara-
meos, expulsándolos de la capital israelita. En los versículos 26-30 del mismo ca-
pítulo se menciona una segunda victoria en Afeq (en la antigua Gešur) y posterior-
mente se relata (en v. 32-34) el hecho de la reconciliación formal entre los monar-
cas de ambos reinos. Según 2 Re 14, 25-27, Jeroboam II (783-743) restablece las
fronteras de Israel hasta el mar de Araba.
Con mucha probabilidad el avance israelita se limitará a los tiempos de Joas;
incluso durante los primeros años de Jeroboam II no se va más allá de los límites
indicados. Además debido al pacto de paz entre el rey de Damasco y los asirios
entre los años 796 y 772 su dominio en el frente meridional obstaculizaba el avan-
ce israelita. En el año 772 la crónica de epónimos habla de una campaña contra
29
Cf. W. T. Pitard, Ancient Damascus, p. 150.
30
Cf. A.K. Grayson, Assyrian Rulers of the Early First Millennium BC. II p. 151, texto A.0.102.92,
aquí Malahu aparece como la ciudad real de Hazael.
31
N. Na'aman, “Rezin of Damascus and the Land of Gilead”, en ZDPV 111 (1995) 105-117, aquí
109.
32
Cf. A. Lemaire, Hazaël de Damas, roi d'Aram, en D. Charpin - F. Joannès (ed.), Marchands,
diplomates et empereurs. Études sur la civilisation mésopotamienne offertes à Paul Garelli, Paris
1991, pp. 91-108.
33
A. Biran - J. Naveh, “The Tel Dan Inscription: A New Fragment”, en Israel Exploration Journal
45 (1995) 1-18.
34
Cf. A.K. Grayson, Assyrian Rulers of the Early First Millennium, p. 239; sobre los detalles añadi-
dos a la estela de Pazarcik véase S. Timm, “König Hesion II von Damaskus”, pp. 55-84.
35
Cf. H. Tadmor, The Inscriptions of Tiglath-Pileser III, p. 80s.
36
En lo que se refiere a los grupos arameos deportados véase, B. Oded, Mass Deportations and De-
portees in the Neo-assyrian Emire, Wiesbaden, 1979.