Lieratura Caribeña
Lieratura Caribeña
Lieratura Caribeña
Caribe e Hispanoamérica
Universidad de Cartagena
Vicerrectoría de Investigaciones
Grupo Ceilika
Gelrcar, Semillero de Investigación del grupo Ceilika
Colciencias, Categoría A
Estudiantes $40.000
Colombia $50.000
América Latina US $20
Norteamérica,
Europa y otros US $40
Diseño y Diagramación
Carlos Alberto Monroy Rubiano
Traducción
Adriana Lucía Forero Lloreda
Impresión
Gente Nueva Editorial
Cra. 17 Nº 30-16 Bogotá, D.C., Colombia
Se imprimieron 1000 ejemplares
Teléfono: 3735567
Correos Electrónicos:
sinuario@yahoo.com
laysalej@metrotel.net.co
Periodicidad:
Dos (2) Números al Año
Presentación
Narradores del Sinú y la Sabana 7
El Sinú y las sabanas
Roberto Montes Mathieu 9
Albio Martínez Simanca
6 Barranquilla, Colombia
Manuel Zapata Olivella o “Lo que no tiene de Dinga tiene
de Mandinga”
Manuel Guillermo Ortega (Guillermo Tedio)
219
Reseñas
Sobre El amor brujo, de Guillermo Tedio 235
José Luis Garcés González
Reinos circulares: El viaje a la esencia
Melfi Campo Torres
Ojo que vuela: fusionando sentimientos
Gisselle Katherine Rada Escobar
José Luis Gómez Toré
Bustos Aguirre, Rómulo
Festejos: la celebración de la poesía
Yury de J. Ferrer Franco
Los Autores
253
A nuestros colaboradores
261
Presentación
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Cuadernos de literatura del Caribe e Hispanoamérica N o. 7
1 Es claro que quedan por fuera de esta selección autores y obras que serán considerados en una se-
gunda fase de esta investigación.
Resumen Abstract
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Cuadernos de literatura del Caribe e Hispanoamérica N o. 8
El ramal central separa entre sí las cuencas de los ríos San Jorge y Sinú y
se extiende hasta el departamento de Bolívar. Comprende la serranía de
San Jerónimo, en la parte meridional, y la serranía o Montes de María en
la septentrional. Hacia el norte se levanta el cerro Murrucucú (1.270 m.).
La parte más alta en los Montes de María es el cerro de Maco (793 m.).
La zona más abrupta de la serranía está situada frente al Golfo del Mo-
rrosquillo.
Son éstas tierras feraces, aptas para la propiedad agraria, donde surgieron las
grandes haciendas ganaderas bañadas por caudalosos ríos que forman un te-
lar de ciénagas, arroyos, cascadas, pantanos, sabanas, montes, bosques, y el
majestuoso mar Caribe.
El sinuano y el sabanero son las condiciones culturales del nativo actual, mez-
cla de hibridaciones, heredero de ancestros que tienen rasgos culturales bien
definidos. Esta condición es diferente a la del cordobés o el sucreño, categorías
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Cuadernos de literatura del Caribe e Hispanoamérica N o. 8
éstas que son más ajustadas y aplicables a los habitantes de los departamentos
o divisiones político-administrativas más recientes, cuyos nombres son Córdo-
ba y Sucre, sin que necesariamente sean herederos de la cultura de la región.
Aunque las consecuencias del “affaire” del río Sinú no fueron tan trágicas
como las del Misisipi, cuando el escocés John Law vendió miles de acciones
generando una estafa generalizada, sí fue éste un asunto que desbordó los cál-
culos y acabó con muchas fortunas de ciudadanos franceses a quienes se les
ocurrió que en las playas del alto Sinú dormían grandes tesoros en espera de
emprendedores hombres que los sacaran de allí.
Pero al igual que las maldiciones persiguen a los profanadores, los espíritus
guardianes del Sinú también persiguieron a los usurpadores, quienes heredaron
malignas enfermedades y pobrezas. Casi todos murieron de muerte trágica,
incluidos Pedro de Heredia, su hermano Alonso y el teniente Francisco César.
Pobladores
Literatura de Sucre
A Sincelejo llegó la imprenta en 1874 con Julián Salgado, del Carmen de Bo-
lívar, que publicó La Mañana, el primer periódico regional dirigido por él. En
la misma imprenta Marcial Blanco y Francisco Ruiz publicaron El Indepen-
diente en 1878. Después fueron apareciendo otros y en todos, sin importar la
tendencia partidista, se incluían poesías de autores españoles y locales. Ge-
neralmente el espacio se denominaba “Rincón Poético” o “Parcela Poética”.
Entre aquellos periódicos se recuerda Las Avispas, dirigido por Miguel de la
Vega y Luis Ángel Porras (1859-1913), este último considerado un gran poe-
ta y a quien se le atribuye la autoría de Mercedes, una supuesta novela que
no aparece.
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Cuadernos de literatura del Caribe e Hispanoamérica N o. 8
Carlos H. Pareja
Con el seudónimo de Simón Latino publicó varios libros de poesía: Las cam-
panas del Angelus (Trovas de los 20 años, 1920), Canciones Humildes, ver-
sos pasados de moda (1930) y Versos (1946). Como gran divulgador de la
poesía publicó los cuadernillos Los mejores versos –una de las más ambicio-
sas labores de difusión que se haya hecho de la poesía en lengua castellana
desde Bogotá– en los que dio a conocer a poetas de Colombia, Latinoaméri-
ca y Europa. Así mismo publicó un libro de literatura infantil, Vida de Simón
Bolívar para niños (1930), con grabados en colores, cuya edición se agotó en
cuanto salió al mercado.
Pareja es también uno de los iniciadores del cuento en la costa; entre sus re-
latos se destacan “Sacrificio” (1921), “Sin madre” (1922) y “Antioquia para
los antioqueños” (1924). Su novela El Monstruo (1955) es una dura acusa-
ción contra los causantes de la violencia y el asesinato de Gaitán que recoge,
al tiempo, la esperanzadora visión de un pueblo. Fue publicada en Argentina,
donde vivió en el exilio desde 1952.
Adolfo Mejía
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Cuadernos de literatura del Caribe e Hispanoamérica N o. 8
Periodista con gran trayectoria (fue uno de los soportes de El Cenit) es autor
de una novela, Cañas bravas, publicada en Barranquilla en 1958. Allí aborda
asuntos como la región y las faenas del campo, donde asoman las montañas,
el monte y el mar. La crítica de la época la comparó con Don Segundo Som-
bra de Ricardo Güiraldes y Cantaclaro de Rómulo Gallegos. Gomes-Cásseres
es el primero en escribir sobre el mundo tropical con sus elementos exóticos,
tema que después haría suyo la pluma magnífica de Rojas Herazo.
Tan importante como Gabriel García Márquez, con quien se inició en el perio-
dismo en El Universal de Cartagena en 1948 bajo la égida de Clemente Ma-
nuel Zabala y tan buen escritor, es Héctor Rojas Herazo (Tolú 1921-Bogotá
2002), a quien algunos críticos consideran el creador de la moderna literatu-
ra del Caribe colombiano, con su lenguaje barroco, bizarro, rico en imágenes
poéticas y tan expresivo como el hombre de la calle que habla con todos los
movimientos del cuerpo.
La obra de Rojas Herazo, cada día más valorada por estudiosos nacionales y
extranjeros, comprende su pintura, seis libros de poesías: Rostro en la soledad
(1952), Tránsito de Caín (1953), Desde la luz preguntan por nosotros (1956),
Agresión de las formas contra el ángel (1961), Las úlceras de Adán (1995)
y de publicación póstuma: Candiles en la niebla (2006). Complementan el
corpus tres novelas sobre la saga y la culpa de una familia en el escenario del
Contemporáneos
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Literatura de Córdoba
Antolín Díaz
Nació en San Carlos (Córdoba, 1895). Fue uno de los periodistas más des-
tacados y recios del siglo XX. Analista punzante y agudo de la política y de
las costumbres locales y nacionales. Publicó Flores del Martirio (1917), Lo
que nadie sabe de la guerra (1933), Sinú, pasión y vida del trópico (1935),
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Cuadernos de literatura del Caribe e Hispanoamérica N o. 8
Narradores
Sobre este mapa geográfico cultural se proyecta una literatura radiante y vi-
gorosa que se soporta en la rica tradición de nuestro sincretismo cultural que
tiene en el hombre y su lenguaje de ricos matices el mejor referente.
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Cuadernos de literatura del Caribe e Hispanoamérica N o. 8
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Resumen Abstract
Más allá de los sucesos insólitos y viva- Beyond the unusual and lively events,
ces, y de la singularidad de los persona- and the uniqueness of the characters
jes que pueblan la novela, La balada de that inhabit the novel, The Ballad of Mary
María Abdala es una secreta historia de Abdala is a secret love story starring Ma-
amor protagonizada por María Abdala y ria Abdala and her husband, the frustrat-
su marido, el poeta frustrado Abraham ed poet Abraham Abdala. Two adventur-
Abdala. Dos cabos errabundos de es- ous strands of Arabic lineage leave the
tirpe árabe dejan el terruño que los vio place where they were born to build a
nacer para construir una tierna historia affectionate love story in San Bernardo
de amor en San Bernardo del Viento, la del Viento, the never promised land. The
tierra jamás prometida. La historia de love story is encrypted on the tolerance
amor se cifra en la tolerancia y la com- and understanding of the characters
prensión de los personajes, dentro de within some relationships guided by the
unas relaciones guiadas por la sabiduría husband’s wisdom, who absolves the
del marido, quien absuelve los escollos pitfalls of everyday contradictions in the
de las contradicciones cotidianas, en interests of a good coexistence.
aras de la buena convivencia.
Key words: novel, love, poet, Arab, co-
Palabras clave: novela, amor, poeta, existence, lineage.
árabe, convivencia, estirpe.
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Cuadernos de literatura del Caribe e Hispanoamérica N o. 8
Este narrador es “un hablante que habla de otros”, al decir de Mieke Bal (BAL,
1988:128). Observa y presenta a los personajes en los diferentes escenarios.
En el capítulo ocho se hace a un lado, de manera reverencial, y le concede
el espacio al padre, quien le da rienda suelta a la reflexión, tal vez a la sabi-
2
A partir de aquí La balada de María Abdala será reseñada con estas iníciales: BMA.
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Cuadernos de literatura del Caribe e Hispanoamérica N o. 8
–El que tiene tienda que la atienda, o si no que la venda –dijo risueña
(BMA: 66).
–No le meta Descartes al asunto, adalid –le dijo (el padre)– Usted
sabe que la belleza no mantiene relaciones con la digestión.
–Poetas –exclamó el doctor– Que me los envuelvan a todos (BMA:
42).
Los nueve capítulos (¿o las nueve crónicas?), están todos escritos con pul-
critud, con el ostensible conocimiento de la lengua de alguien que, no sólo
envía de cuando en cuando al lector al diccionario, sino que también invoca
los dioses de la poesía dentro de una prosa atravesada por la franqueza y el
ingenio del humor. Pero ya lo sabemos: el lenguaje no lo es todo. Para Aris-
tóteles, la organización de los hechos en la obra literaria, la trama, lo que él
llama fábula (Aristóteles, 1999: 25), está por encima del lenguaje. No basta
saber manejarlo para alcanzar la configuración de una obra literaria. Es ne-
cesario saber contar una historia, organizar los hechos, imitar la vida, sin co-
piarla. Antes del lenguaje se antepone en orden de importancia el dominio del
tiempo y el espacio como elementos axiológicos, pues la organización de los
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Cuadernos de literatura del Caribe e Hispanoamérica N o. 8
elementos constituye el eje principal alrededor del cual gira el interés de los
lectores, o de los espectadores, como en el caso de las tragedias, el género li-
terario estudiado por Aristóteles. Para muchos novelistas de nuestros tiempos
ha sido cuestión de paciencia encontrar la mejor forma de cómo empezar el
hilo de la historia. Se sabe de novelistas que ya lo tienen todo, poseen el ma-
terial verbal que requieren para construir su historia, han vislumbrado el fi-
nal, como solía hacerlo Borges antes de escribir sus cuentos, pero, al mismo
tiempo, desconocen el orden que ha de seguir la sucesión de los hechos. Los
personajes ya pueden estar caracterizados, pero la trama aún no ha cuajado,
aunque en algunos novelistas, como Juan Carlos Onetti, puede lograrse en la
marcha de los acontecimientos.
Pero detrás del teatro de los acontecimientos y sus actores estelares, por en-
cima de tanta desmesura mancondiana, se alza entre líneas una entrañable
historia de amor, consistente, furtiva. Construida por dos errabundos ca-
bos libaneses a muchas millas de distancia del lugar que los vio nacer, en
un pueblo jamás imaginado, bordeado por un río caprichoso que cambió su
cauce y por un “mar bravo pero leal” que “burbujea de calor”. Pueblo donde
ellos se trajeron, para que la nostalgia no fuera mayor, el olor de las cebo-
llas fritas y el trigo amasado con hierba buena. La vivacidad de los hechos
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Cuadernos de literatura del Caribe e Hispanoamérica N o. 8
diato, “parada en los barandales del barco”, que ese hombre de ojos distraí-
dos de poeta era, sin duda, el hombre de su vida. Lo fue, en efecto, hasta
más allá de su muerte, después de haber vivido con él el más puro de los
amores. Un amor que no sólo sobrevivió a las dificultades de la intemperie,
cuando eran vendedores ambulantes de baratijas, sino también a las pullas
mortales de Mayito Padilla, a los galanteos del italiano Generoso Venturo-
lli. Este italiano, quien incurría en errores, como lo pensaba Abraham Ab-
dala, por andar buscando su felicidad, despechado porque ella no le quiso
hacer caso, provocó el incendio más voraz que vieran los vienteros en vida.
La consistencia de esta unión inmarcesible no sucumbió tampoco al amor
platónico del célibe Jacinto Negrete, un montañero de la región que pelea-
ba a dentelladas con sus propias fieras y que, en cierta ocasión, mató a un
tiburón de una sola trompada en la cruz de la frente.
Y no es que el uno fuera hecho para la otra. Porque las relaciones de amor entre
Abraham Abdala y María Abdala están soldadas a partir del fuego infalible de
la oposición que, en vez de debilitar consolida la aproximación, la conviven-
cia. Ya se ha dicho: los polos se atraen. Así lo pronosticó ella desde el primer
momento en que descubrió el universo simbólico con que el hombre que se-
ría su esposo manifestaba el secreto de sus afectos: aquel varón limitado por
la timidez y de sentimientos líricos que recogía flores de margarita para dár-
selas a ella como símbolo de amor y que no debía de saber, a juzgar por sus
delicadezas, cuánto medía una yarda, no tenía nada que ver con su carácter
pragmático. Un hombre de emociones y no de acciones. Un poeta de la vida
diaria, frente a ella, mujer práctica, que era capaz de regatear los precios de
los productos con los clientes en los tiempos de los primeros ímpetus cuando
andaban de trashumantes durmiendo en el lugar donde los cogiera la noche.
Un hombre inseguro que se confunde en las horas de las decisiones, como él
mismo lo reconoce, que duda, que titubea, ante ella, resoluta, que ejecuta, sin
sentido del humor3, impulsada siempre en sus actos por una arrogancia invic-
ta, sin la vacilación de la duda, incurriendo por lo mismo en errores. Él cree,
por su parte, que la incertidumbre conduce a la madurez, hace del hombre un
ser precavido. Los dos son el alfa y el omega. Y en esa oposición se unen. En
esas distancias se aproximan, vitalizan sus relaciones.
3
El humor, visto a la luz de Arnold Hauser (Origen de la literatura y del arte modernos. Madrid: Gua-
darrama, 1974, p. 318-319.), significa “mantener las distancias, tener sentido de la proporción, ver las
cosas en la perspectiva exacta, es decir, considerarlas a la vez desde dos lados distintos, no perder la
cabeza bajo el peso de los golpes del destino, en caso de infortunio pensar que Dios aprieta pero no
ahoga y que todo puede arreglarse todavía. Humor significa no exagerar la importancia de una mala
experiencia, de una ofensa, de una injuria, de un daño; tener siempre ante la vista lo insignificante de
las pequeñas inconveniencias de la vida y, aun en el caso de verdadera desdicha, saberla reducir a sus
debidas proporciones”.
Frente a lo cual el coronel responde con una carga de humor, sin que en el si-
guiente enunciado se deje de percibir una dosis de tristeza. En resumidas cuen-
tas, “el secreto del humor no es la alegría, sino la tristeza” (TWAIN, 1973:17):
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Cuadernos de literatura del Caribe e Hispanoamérica N o. 8
Teniendo en cuenta que la obra literaria está conectada a la ideología del au-
tor, en vista de que lo ideológico es una construcción cultural, colectiva, y el
escritor escribe sobre su cultura, que constituye un sistema de conocimientos,
la experiencia que un ser internaliza en su mente como producto de las rela-
ciones que él establece con las cosas y con los demás a través del tiempo, y
es de tipo neuronal, inocultable (BUXO, 1983: 23), es notorio, por otra par-
te, que el personaje narrador de la novela despliega una forma de ver el mun-
do desde una perspectiva Caribe. Tal concepción del mundo se la introyecta
a los personajes principales de la novela. Los personajes, aunque de estirpe
árabe en la realidad ficticia, representan la forma de ver el mundo del autor,
nacido y criado en San Bernardo del Viento, cuna de sus nostalgias. Es decir,
ellos asumen una forma de ser a partir de un tipo de cultura en particular, la
cultura del Caribe colombiano.
La prosa de la novela, los nueve capítulos, ya dije, está atravesada por el don
de la poesía. La poesía, entre otras cosas, consiste, carajo, en encontrar en el
fondo del alma las palabras precisas que recobran la esencia de las cosas. Yo vi
alguna vez el Ancón, que es un peñasco “que se levanta a medio camino entre
la bahía y la playa”, en Paso Nuevo, y sólo ahora sé, gracias al autor, que su
silueta en el amanecer parece recortada con una tijera, “como los modelos de
vestidos que mi madre sacaba de los figurines que llegaban de Cuba”. Aho-
ra uno sabe cómo definir los lanzamientos pícaros que hace un pitcher desde
la lomita de los sustos al plato, como los de Pascual Miranda, por ejemplo,
inventor de “una curva que a mitad de camino se desplomaba con un aire de
languidez, como una estrella inocente caída del cielo, y de pronto se precipi-
taba sobre los cojones del bateador”. La poesía nos hace caer en la cuenta de
que las cosas existen, al menos nos las define con la precisión de quien acier-
ta en el centro de la diana.
–Dice la policía que vayan a buscar a un turco loco que no sabe ha-
blar y está acabando con la fiesta –gritó desde la calle un muchacho
(BMA: 60).
–Ya veo –les dijo burlándose de ellos–. La lora no habla, pero piensa
(BMA: 63-64).
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Cuadernos de literatura del Caribe e Hispanoamérica N o. 8
Bibliografía
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José Luis Garcés González
La narrativa fundamentada
de Naudín Gracián*
Resumen Abstract
Palabras clave: literatura, erotismo, na- Key words: erotism, narrative, short sto-
rrativa, cuento, Montelíbano, burla, his- ry, Montelíbano, mockery, history, novel.
toria, novela.
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Cuadernos de literatura del Caribe e Hispanoamérica N o. 8
Introducción
Luego, retornó a su pueblo natal para ejercer como profesor y para dinamizar
con periódicos, libros, grupos literarios y concursos el ambiente cultural de
1
Palabras pronunciadas por Naudín Gracián en el acto de entrega del Premio de Cuento Concejo de
Medellín, el cual ganó con el libro Con los cuerpos enredados. Abril de 1992.
También creo, con el investigador peruano José Miguel Oviedo (1982: 377),
que “la crítica podría ser definida como la actividad por la cual un hombre
opina sobre la opinión de otro, que ha adoptado la forma de novela, cuen-
to, poema, etc. (…) tengo de la crítica una idea más bien modesta y sencilla
porque creo que el criticar es una operación natural del espíritu humano…”
(OVIEDO, 1982: 13). Por allí, pues, enrumbaré mi nao.
En 1991 Naudín Gracián publica su primer libro, titulado Los muertos valen
lo que pesan sus recuerdos2 (1991). En estos textos se conjugan la algarabía
y la tristeza de la carne con la amargura de la historia reciente. Allí están el
placer del sexo y el trauma de la muerte. En términos más benignos puede
decirse que es el erotismo el viento constante que recorre estos relatos. Pero
me temo que no es un erotismo victorioso. Es un erotismo que deja ardor en
los ojos, hastío en el corazón o cierto sabor de derrota, como sostenía San
Agustín. En esa línea están, para citar unos pocos, “Iván Darío se casó”, “Los
2
Gracián Petro, Naudín (1991). Los muertos valen lo que pesan sus recuerdos. Medellín: Lealón.
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Cuadernos de literatura del Caribe e Hispanoamérica N o. 8
muertos valen lo que pesan sus recuerdos”, y ese cuento con aire de Far West
y personajes rulfianos que se llama “En el cementerio de los paraguatanes”.
En este libro, Naudín Gracián logra estructurar un lenguaje que combina los
elementos orales autóctonos con los perfiles metafóricos de la literatura uni-
versal. Para ello crea su pueblo fantástico, al que le da el nombre humilde de
Las Tablitas, y allí sitúa los ardores del sexo adolescente o la violencia explí-
cita. Amor y muerte. Todo y nada. El universo en pocas calles.
Estos cuentos dejan ver su torrente literario y se dejan leer sin ser sencillos,
pues de acuerdo con Borges (1976: 665) no hay siquiera una sola línea que
sea sencilla porque todas “postulan el universo, cuyo más notorio atributo es
la complejidad”. Naudín Gracián narra con claridad y donosura, con contun-
dencia y misterio, atrapado a veces por la poesía, pero siempre dejándonos la
sensación de haber leído algo que tiene el peso de la cosa lograda. Para Ger-
mán Vargas Cantillo los cuentos de Gracián “están plenos de gracia, de buen
humor y escritos en una prosa rica y grata”. (16-02-91).
3
Gracián Petro, Naudín (1992). Con los cuerpos enredados. Medellín: Lealón.
del cuerpo. Un erotismo que retorna. El realismo sólo le sirve para iniciar el
juego. Como buen mensajero del misterio, guarda para el final el éxtasis, que
no es placer obligatorio, pues puede ser enigma o desconcierto.
Hay en este libro premiado, dos factores que valen resaltar: 1) es una amplia
demostración temática y formal, y representa la matriz básica de los cuentos
que Gracián escribiría en los próximos diez años; y 2) constituye la amplia-
ción del espectro de los asuntos rurales (literatura montuna4) a los tópicos se-
miurbanos y fantásticos en su literatura. Cuyo resultado, como se puede notar,
es un mestizaje literario de valiosos tintes.
En 1995 edita La realidad de cada día5, libro que contiene nueve cuentos.
Naudín Gracián toma a Montelíbano como universo de sus narraciones. El
lenguaje es suelto, comprensible, alejado de la metáfora a veces surreal que
hay, por ejemplo, en Con los cuerpos enredados, otro de sus libros.
Las historias de este volumen son las de cada día. No hay chance en él para
fantasías o imaginaciones mayores. Aunque, según Juan Rulfo, para capturar
la realidad se necesita mucha imaginación, estas historias son las que ocurren
en la realidad del pueblo (como en Miedo); las que le suceden a los amigos que
4
Literatura montuna, en los tiempos actuales, es aquélla que expresa, con un lenguaje de validez es-
tética indudable, la historia, las circunstancias axiológicas y la cultura de los pueblos situados o influi-
dos por el universo de lo campesino o lo rural en el ámbito caribeño colombiano y latinoamericano.
Para mayor información véase: “Catorce reflexiones provisionales sobre literatura montuna”, de José
Luis Garcés González. En: Periódico El Túnel Nº 3, Octubre de 2003. Montería, Colombia. Pp. 9-12.
5
Gracián Petro, Naudín (1995). La realidad de cada día. Medellín: Gráficas Idea.
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Cuadernos de literatura del Caribe e Hispanoamérica N o. 8
sobrios son unos y borrachos son otros (como en Un man bacano); la que le
pasó a Ariel cuando, creyendo que su conquista era una monja de sexo insu-
rrecto, penetró a un homosexual que se encontró disfrazado una noche en La
Apartada (como en Una experiencia singular); o la historia de ese texto do-
loroso y burlesco titulado El recital, cuento que, tomado de la vida académi-
ca y con Emerson como personaje, pone de presente la dicotomía que existe
entre el que se pretende poeta y lo que es realmente la poesía, o la contradic-
ción entre la necesidad de ser valorado que tiene el joven que intenta escribir
poesía y el desdén y la incomprensión de la muchedumbre que sólo acepta lo
que se le da masticado y que desecha lo que la obliga a pensar, porque pen-
sar duele, y algunos creen que la cabeza está hecha para tener cabellos y los
cabellos sólo para peinarse.
Agar e Ismael
Agar e Ismael6, novela corta publicada en 1996, es un texto sólido que posee
la magia de las narraciones clásicas. Está estructurada con base en capítulos
titulados por nombres, en donde cada personaje desarrolla lo fundamental de
sus actos, todo escrito en un lenguaje de claridad y contundencia.
6
Gracián Petro, Naudín (1996). Agar e Ismael. Montelíbano: Fundación San Isidro.
Hay en este libro una atmósfera de crueldad, y todo él gira en torno a circuns-
tancias que navegan del odio a la sensualidad, del cinismo individual a la lacra
colectiva. Abraham desflora a Agar y la preña, pero Agar, a su vez, es hija de
una madre que embarazaron cuando niña y nunca tuvo la certeza de quien le
había quebrado la virginidad y le había sembrado una hija, que más que hija
era un estorbo. Leída así, esta novela es una fábula del eterno retorno: las vi-
das se repiten, sólo cambian las personas que las encarnan.
La propiedad y el infierno
7
Gracián Petro, Naudín (2002). La propiedad. Medellín: Universidad de Antioquia.
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Cuadernos de literatura del Caribe e Hispanoamérica N o. 8
Breve y sólida, La propiedad es una terrible metáfora sobre los estragos del
poder, sobre sus manejos hipócritas, sobre su frialdad para aniquilar y su ci-
nismo para justificar el crimen. Todo propiciado por la voracidad de un Es-
tado rígido e inclemente, totalitario e infame, estructurado para generar au-
tómatas y serviles.
El mundo que se vive en esta novela está signado por la intervención desca-
rada del poder político en el destino de los ciudadanos. Aquí, el acusado no
es defendido sino hundido. El Estado no está hecho para proteger sino para
violar. Y los funcionarios no están para servir sino para ser servidos. Las ca-
racterísticas de ese engendro no nos son desconocidas, y su carcoma nos pal-
pita en la conciencia.
Pero, pese a la opresión, el individuo puede, aún, jugar su última carta. Puede
propiciar su muerte. Condenado por un delito que bajo ninguna lógica debe
existir, Salomón Brumm puede librarse de la vida y, así, de las garras del Es-
tado. Podrán condenarlo pero no derrotarlo. Él decidirá su fin. No le dará el
triunfo al Estado. Si no tiene libertad para vivir, tendrá libertad para morir.
Si para las tragedias de Sófocles el destino era un valor definitivo, para Salo-
món Brumm la sinrazón de su entorno es un insólito castigo. Pues ni siquiera
el abogado defensor que le imponen, un tal Dagoberto Becerra, se encarga de
defenderlo. Por el contrario, interviene para hundirlo, para acusarlo de nue-
vas violaciones a las normas del Estado.
Por otra parte, esta novela puede traducirse, sin mucha dificultad, al lenguaje
cinematográfico. Por su textura desfilan comportamientos cómicos, solemnes,
locos, absurdos, abusivos, grotescos, ridículos, torpes, en una mezcla que po-
drían validar Luis Buñuel y Stanley Kubrick, en una película de fantasmas
de ojos desaforados y cerebros cuadriculados que caminan por el filo de un
abismo, cuyo fondo no es la muerte sino el terror.
Un amor para el olvido pudo ser una novela gótica. El ambiente de deterioro
y de conflicto así parece anunciarlo. La casa de muchos cuartos, los sirvien-
8
Gracián Petro, Naudín (2002). Un amor para el olvido. Medellín: Lealón.
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tes enigmáticos, la mujer extraña que llega presagian el gótico. Pero no lo es.
Pendula entre el realismo y lo fantástico. El espíritu del mal la atiza por todos
los costados, y el mal no demanda de la fantasía para existir. La mansión de
Araucaíma, de Mutis, es un buen ejemplo.
La narración de los antagonismos está bien llevada. Las primeras páginas sa-
ben ocultar el desastre que se avecina. Cualquiera puede creer que las incom-
patibilidades entre la pareja son simples niñadas de Astrid, la recién casada,
y que el asunto se solucionaría con algo de paciencia. Parece tener todo para
ser feliz. Pero poco a poco, Clemente llega a la conclusión de que se equivo-
có con Astrid. Que ella no era la mujer que se había imaginado. Sin embar-
go, es la vida, atroz y sin trucos cuando de perder se trata, la que lo lleva a la
convicción de su fracaso, a aceptar que fue errada su escogencia.
Tal vez por ello, el personaje más fuerte es Astrid. Y el más auténtico. Ella era
una nadería, y quizá no aspiraba a más. No le gustaban la pintura, la música,
la lectura, ni las exquisiteces de Clemente. Él fue quien quiso convertirla en
una diosa, y lo que hizo fue transformarla en una fiera. Él mismo se mintió.
Ella, monosilábica en las conversaciones, desde el principio mostró las car-
tas. Fue él quien no supo leerlas.
Por otra parte, el deterioro de la casa y de la naturaleza, que era una manifes-
tación paralela al desastre sentimental de la pareja, es un recurso muy previ-
sible. Muestra mucho las costuras. En este ámbito, la excepción es el conmo-
vedor episodio de los dos perros feroces devorándose recíprocamente. Hay
en él altísimos logros de la mejor novela negra de todos los tiempos. O del
mejor cine. Hitchcock hubiera filmado la escena.
tico y yuxtapuesto deterioro de las cosas, pues algo le faltó para ser más ve-
rosímil. De todas formas allí, en la novela de Naudín, queda descubierta una
dura metáfora del amor cuando se inclina por las apariencias. O de pronto, ya
que el mundo parece un absurdo, la imposibilidad esencial de amar. Por algo
dijo Guillermo de Baskerville en El nombre de la rosa: “La vida sería muy
tranquila sin amor”.
Cuentos para tener en cuenta9 fue publicado en 2005, aunque tiene algunos
textos escritos en la década del 90 del siglo XX. Está conformado por 15 cuen-
tos, la mayoría breves, varios de los cuales aparecieron en el volumen Con los
cuerpos enredados. Sus temas están centrados en los aconteceres del entorno,
en los sucesos del ejercicio cotidiano.
“El sofá y el ladrón”, es la conocida historia del ratero que entra a robar, empa-
ca las cosas y de pronto mira y encuentra un sofá. Se acuesta en él y se queda
dormido. Lo descubren por la mañana, lo ponen preso y luego lo sueltan, nada
insólito por cierto. Lo interesante del cuento es la advertencia del narrador:
cuidado con el sofá cuando entren a una casa: puede ser una atracción fatal.
“Par de ambulantes”, es un gracioso diálogo, con cierta faceta crítica, entre
varios trastos de cocina, concretamente entre la olla y el cucharón. Esta con-
versación se desarrolla entre apuntes y contradicciones por la aparición de un
vendedor de ollas a presión, que representa la tecnología. Es, pues, una fábula
amena que nos deja una importante enseñanza doméstica.
“Bajo una sombra fresca y silenciosa”, es la historia del doble: un cuerpo mal-
vado sale a causar daños, a ejercer su terrorífico ajetreo, y deja a su otro yo
sentado en un parque, dedicado a la espera.
“En defensa propia”, es la anécdota del escritor que ve que se atasca su narra-
ción, y entonces sale a buscar al personaje que le había motivado el comien-
9
Gracián Petro, Naudín (2005). Cuentos para tener en cuenta. Medellín: Lealón.
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Cuadernos de literatura del Caribe e Hispanoamérica N o. 8
El escritor David Sánchez Juliao, le envió a Naudín una nota sobre la impre-
sión que le produjeron los dos últimos textos mencionados:
10
Sánchez Juliao, David. En contraportada de Cuentos para tener en cuenta.
cómo es de caliente la mujer que carga, le dice a ésta: “No quiero que me
acompañes así sucia como estás”. Ella toma la ruta del regreso.
Epílogo
La obra comentada de Naudín Gracián nos indica que estamos ante la presen-
cia de un autor que está en plena floración de su talento. Que tiene capacidad,
disciplina y fuerza para continuar su trabajo con las diversas expresiones de
la literatura. Y que sus esencialidades consultan el ethos caribeño colombia-
no y latinoamericano, sin desvincularse del conocimiento y de las manifesta-
ciones de la mejor literatura de todos los tiempos.
Bibliografía
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Cuadernos de literatura del Caribe e Hispanoamérica N o. 8
Resumen Abstract
Considerar al escritor José Luis Garcés The main aim of this document is to
González en el contexto del Caribe frente analyze the writer José Luis Garcés
al quehacer literario y la cultura, es el eje González in the setting of the Caribbe-
central de este escrito. Para ello, se inicia an, by facing literary work and culture.
con el perfil general del escritor, luego se To do this, I introduce the writer’s gen-
configura en líneas generales el conjun- eral profile, then I study his whole work
to de su obra y posteriormente se hace from a general perspective and then, I
una breve presentación de su narrativa. make a brief analysis of his narrative.
Finalmente, se desarrolla un análisis par- Finally, I carry out a detailed analysis of
ticular de su novela Ese viejo vino oscuro. his novel That Old Dark Wine.
Palabras clave: Caribe, cultura, Sinú, Key words: The Caribbean, culture,
literatura regional, universal, escritura, Sinú, regional literature, universal, wri-
poética. ting, poetic.
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Cuadernos de literatura del Caribe e Hispanoamérica N o. 8
un ficcionario amplio, alrededor de los hombres, las mujeres, los espacios, las
ideas, los quehaceres, en fin, la constitución del “ser caribeño”. Y sin embar-
go, nada más contradictorio que la consideración del Caribe como unidad. En
una región multirracial y pluricultural no podría ser de esta manera. El mapa
de la región del Caribe lo componen los departamentos del Atlántico, el Ar-
chipiélago de San Andrés y Providencia, Bolívar, Cesar, Córdoba, La Guajira,
Magdalena y Sucre. Cada uno de ellos comporta una forma singular del “ser
caribeño”: entre el sanandresano y el guajiro hay un universo cultural inmenso
que los separa, así como entre el cartagenero y el vallenato se traza un marco
de diferencias que los señala; aún entre barranquilleros y samarios los rasgos
distintivos son claros. Todos ellos hijos del mestizaje –no sólo del generalísi-
mo “blancos, indios, negros”, sino también del mestizaje que produjo la ola
de inmigrantes tanto de Europa como del Lejano y Cercano Oriente- y cada
uno, en su singularidad, construyen el intrincado mapa del Caribe colombiano.
Por ello, la diversidad es el denominador común entre los habitantes del Ca-
ribe. No obstante, debemos reconocer también las líneas que los comunican;
hay entre ellos un camino que conduce al mar o al río y ese encuentro con el
agua, los hermana; así como en la región Andina se impone la montaña, al oc-
cidente la lluvia, al oriente los Llanos, y hacia el sur la selva; el agua acerca
a los caribeños y bifurca su identidad. De la cultura de mar que ha dominado
la significación del Caribe –no sólo colombiano, sino también latinoamerica-
no- se ha escrito bastante; vale la pena ahora detenernos un poco en esa otra
cultura que se construye a lo largo y ancho de los ríos. Verbigracia, entre los
municipios de los distintos departamentos que conforman el Magdalena Me-
dio hay una línea de afinidad que los une, no sólo en los puertos, sino a través
del territorio al que han denominado sabanero.
Es posible afirmar, entonces, que hacia el norte encontramos una cultura sig-
nada por el mar, hacia el centro y sur una cultura de río -valles y sabanas-,
que no olvida el mar, ya lo había señalado García Márquez al ubicar a Ma-
condo lejos del mar y llevar a José Arcadio Buendía, en una de las aventuras,
a su búsqueda infructuosa. Todo ello nos recuerda cómo hay otras formas de
la cultura caribeña que crece a expensas de los ríos Sinú, Cesar, San Jorge,
además del Magdalena, y enriquecen aún más el panorama identitario. No
es objeto de este estudio detenernos en ellas; baste, por el momento, quedar-
nos en una región particular que cobija parte de los departamentos de Bolívar,
Córdoba y Sucre. En medio de la diversidad, una forma singular de unidad
cultural se encuentra en la denominada zona del Sinú: “En nuestras tierras de
verano y lluvia, el hombre del Sinú mira los árboles, el río y la sabana; sien-
te el viento, oye el gorjeo de los pájaros, escucha historias fantasmagóricas o
El imaginario cultural que emerge de esta región está sembrado por tres ele-
mentos: La oralidad, la música y la tierra; las tres como lenguajes comuni-
can la idea de unidad entre la naturaleza y el hombre. Hijos del porro, de los
cantos de vaquería, de las narraciones míticas, de los curanderos y las bruje-
rías, del boga y los pescadores, del mote de queso, del agua dulce, del valle
y la sabana; los sinuanos enriquecen la tradición cultural caribeña con una
querencia especial por la tierra y un arraigo fuerte en su región. En la génesis
de la cultura Sinú hay un profundo sentido de la tradición: la música habla
de la relación del hombre con la naturaleza, la rica literatura oral dimensiona
la experiencia del hombre -en la faena diaria, en el amor, en el trabajo, en la
fiesta, en todos los espacios de la vida humana-, y ambas vuelven siempre a
la contemplación del río, del verde, de los animales, de la fuerza natural que
rodea al hombre y lo acompaña:
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Cuadernos de literatura del Caribe e Hispanoamérica N o. 8
A la par de estas circunstancias, hay una cultura letrada que ha encontrado sus
propios caminos para la creación artística; que también ha buscado la integra-
ción de la tradición cultural oral a las nuevas formas de comunicación y del
arte para que no desaparezcan, para mantener la identidad sin que pierdan su
dimensión estética y simbólica. Así lo ha demostrado José Luis Garcés Gonzá-
lez en sus investigaciones sobre la literatura sinuana. En su obra Literatura en
el Sinú (Garcés, 2000), el autor recoge en su compilación un amplio espectro
de escritores y hace un perfil general que, si bien puede considerarse impreciso,
la introducción de tantos nombres, tantas obras, nos revela la existencia real de
una cultura letrada, incluso desde el siglo XIX y que se mantiene en nuestros
días, pese al poco apoyo de las instituciones oficiales y privadas de la región.
Volviendo al estudio del autor, ¿cómo se ubica entonces la obra de José Luis
Garcés González en el contexto del Caribe? La respuesta adelantada en este
escrito es la de su consideración como “escritor universal del Sinú”. Univer-
sal en la medida en que su obra se concentra, en términos de Kundera (1987),
en la preocupación por el ser, específicamente en la pregunta por el ser en la
modernidad. Ampliemos un poco esta afirmación, los escritores contemporá-
neos vienen reiterando una tendencia a la concentración en la interioridad, y
en el devenir del individuo –dar cuenta sólo de sí mismo-, si bien muchos de
ellos se concentran en el contexto de violencia y en el cultivo del hedonismo
en el que vivimos; José Luis Garcés explora desde el individuo las distintas
dimensiones del ser, pero en un tono más reflexivo, poético, que pragmático.
Lo interesante de su obra es que esta mirada es la de un hombre ubicado en
un espacio particular, Montería –San Jerónimo de los Charcos, como aparece
en sus ficciones–; es por ello que, en la segunda parte de la hipótesis se le re-
1
Es de celebrarse, entonces, esta iniciativa del grupo de investigación CEILIKA, al reunir estudio-
sos de distintas partes del país en torno a los escritores del Sinú. Como primer paso hacia una política
regional, se convierte en una introducción necesaria al diálogo colectivo, y desde una perspectiva di-
ferente a la tradicional dicotomía centro-periferia, al estudio de la literatura del Caribe en su sentido
más amplio. Por supuesto, hay otras preocupaciones actuales que están en boca de un buen número de
teóricos, “la etnoliteratura”, “la literatura de no ficción”, las nuevas formas de la literatura en los es-
pacios multimediales, pero, se reitera, para mirar hacia el futuro y comprender el presente no es váli-
do el “borrón y cuenta nueva”, es necesario iniciar con trabajos como los que viene desarrollando este
grupo de investigación.
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Cuadernos de literatura del Caribe e Hispanoamérica N o. 8
conoce como un escritor del Sinú, por su apuesta de escritura desde la región
y sobre la región sinuana.
Para desarrollar una explicación más amplia de esta afirmación central, es ne-
cesario hacer una breve presentación del escritor. José Luis González nació en
Montería, Córdoba, el 28 de agosto de 1950, se licenció en Ciencias Sociales
y desde siempre ha cultivado un apasionamiento por la lectura, una obsesión
por la escritura y un entusiasmo profundo por la investigación cultural. En la
década del ochenta fundó, con otros escritores de la región, el grupo literario
y cultural “El Túnel”. Hoy en día, este grupo cuenta con tres líneas de traba-
jo de amplia tradición: el taller literario, la revista y el periódico que llevan
el mismo nombre. Así, con ese espíritu humanista y bajo el lente ilustrado va
ampliando su enciclopedia personal de la escritura con su incursión en la ra-
dio, la televisión, el teatro, además de la docencia en la Universidad de Cór-
doba. Sumado a todo ello, en el siguiente cuadro se presenta la relación de
los libros publicados por el autor:
Para comprobar que hay en su obra una fuerte calidad estética, y confirmar que
no es simple coincidencia la prolifera cantidad de sus escritos, mencionemos
enseguida los premios recibidos por el autor:
Obra Premio
Primer premio en el concurso “Ciudad de Pe-
Carmen ya iniciada
reira”, 1984
Segundo premio en el concurso “Plaza y Ja-
Entre la Soledad y los Cuchillos
nés”, 1985
Premio al “Mejor Envío Extranjero” en el
“La Noche Alta y el Titilar de las
concurso Iberoamericano de Valparaíso, Chi-
Estrellas” (cuento)
le, 1986 (¿1983)
Fernández y las ferocidades del Segundo premio en el concurso nacional de
vino libro de cuento “Ciudad de Bogotá”, 1991
“Dos lujurias en América” (En- Tercer premio en el “Concurso Regional de
sayo) Historia” Universidad del Atlántico, 1992
Manuel Zapata Olivella, cami-
nante de la literatura y de la his- Beca Departamental de Historia en 1998
toria (2002)
Premio Nacional de Cuento, Universidad In-
Aguacero contra los árboles
dustrial de Santander, 2007
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Cuadernos de literatura del Caribe e Hispanoamérica N o. 8
(la primera y segunda persona, la tercera y la primera, a veces las tres); cuen-
tos sin voz narradora, sostenida solamente por la ilación de los diálogos; el
entramado de las historias a partir de los saltos, sin conexión o previo aviso
a lector, hacia delante y hacia atrás (prolepsis y analepsis), la dilación a par-
tir de las descripciones de los espacios y las reflexiones de los personajes, en
una suerte de desarrollo psicológico de la narración.
Marguerite Yourcenar
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Cuadernos de literatura del Caribe e Hispanoamérica N o. 8
Con respecto a la construcción de las constantes temáticas del autor, cabe des-
tacar que: la contemplación del espacio sinuano -habría que agregar la con-
tinuidad de la lluvia-, la degradación de las ciudades, además de la reflexión
sobre la condición del ser humano en nuestros tiempos; todas ellas se mani-
fiestan sólo a través de la mirada de los personajes masculinos, quienes tie-
nen una clara conciencia del estado de las cosas en nuestros tiempos, y es en
ellos en quienes encontramos la lucidez para descifrarlo:
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Cuadernos de literatura del Caribe e Hispanoamérica N o. 8
cés, 2005, 18); finalmente, desde los ojos de Eduardo, “Tú siempre adoptabas
hábitos sin darte cuenta, Faber. Te lo digo yo, tu amigo desde hace cuarenta
años” (Garcés, 2005, 124).
Más tarde, los desengaños, los dolores, las sangres ajenas que
tomaba como propias. El descreimiento. Y entonces ese binomio
que le descubrió la vida: los placeres del cuerpo y los afanes por la
justicia. Cuando la justicia era negada o escaseaba, el cuerpo exigía
su lugar de privilegio. El placer del cuerpo compensaba lo que la
justicia escatimaba. La opción epicúrea. El cuerpo era un recurso
concreto. La justicia, si acaso, un motivo para mantener encendida
la esperanza. (Garcés, 2005, 99)
(…) Recordar no era sólo vivir. Era percibir que en él había pasado
una vida con todo su engranaje de mentiras y desconciertos. Como
Cornelia era abundante de cuerpo, extensa tendría que ser la labor
de desocupación y clausura. Botar todo lo concreto y lo fantástico
que hubo entre los dos. Sacarse los recuerdos como quien se saca
una camisa. Borrar la geografía de ese cuerpo como quien tacha en
una lista de mercado un artículo que ya se cree innecesario. Luego,
clausurar ese episodio, afrontarlo como una equivocación indis-
pensable y echar la llave al cantil más profundo del río que corre
después de los higos y los robles que dan sombra frente a sus ojos.
(Garcés, 2005, 48)
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Cuadernos de literatura del Caribe e Hispanoamérica N o. 8
Nora representa el amor cristiano: las almas que se juntan desde la tibieza de
los sentimientos para edificar una familia. Toda ella es configurada desde el
arquetipo de la mujer virgen. “Cuando Faber conoció a Nora Rodríguez, dijo
para sus adentros que esa chica podría ser su mujer. Frente al arrebato de las
muchachas de su edad, Nora mostraba una apariencia aplomada. No se des-
componía por nada, hablaba lo necesario y no se afanaba por mostrarse mo-
derna o liberada” (Garcés, 2005, 48-49)
A través de ella, Faber alcanza el amor espiritual, casi platónico, pues en ella
se encarna la mujer abnegada, que sacrifica su individualidad para permitirle
al otro la plenitud de su ser. Asume el rol de la mujer tradicional sin proble-
mas, la gentil dama que reina en el hogar y vive para su familia:
El tercer caso es el de Zaira, se muestra como una mujer de una relativa belleza,
la que sabe explotar para ascender socialmente. Con ella asistimos al amor por
conveniencia, podría asimilarse a la plasmación del amor burgués, una relación
por interés, “Así, una amiga, con toda la carga de interés que puede implicar la
amistad. Una amiga que lo visitaba. Que no admiraba su poesía, porque de eso,
muy poco. Que no admiraba la persona que era, pues tenía conciencia de la de-
cadencia física del poeta” (Garcés, 2005, 63) Zaira busca la compañía del poeta
para obtener un beneficio personal, una cierta educación cultural, pero general.
De acuerdo con esto, se le mira como una mujer materialista que se vale de su
cuerpo y su belleza para ascender socialmente, “Ella era Zaira. Una morena de
piel canela. Uno de los cuerpos más perfectos que había conocido Eduardo en
esta ciudad de mujeres más sensuales que hermosas” (Garcés, 2005, 63).
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saron fueron las amistades del poeta, y de pronto algún regalo que la
generosidad de él no le escatimaba de cuando en cuando. Y digo sus
amistades porque Zaira tenía ambiciones: quería llegar lejos y sabía
que necesitaba contactos, recomendaciones, ah, y, además, sabía que
estaba en el país de las recomendaciones. Que aquí las posibilidades
no surgen del talento sino de un telefonazo. (Garcés, 2005, 64)
Los primeros seis meses todo fue regido por el sexo. Ella experimen-
tó todas las expresiones del placer. Cilia, acumulando sensaciones,
se comportó como una mujer enamorada. Fue amable y solidaria.
Pero cualquier día empezó a mostrar las garras. Comenzó a intentar
controlar el tiempo de de Faber, sus entradas y sus salidas, a husmear
entre sus libros, a sospechar de los poemas que él escribía, a odiar los
textos que él aprendía de memoria. Entonces, Faber se lo reclamó y
ella dijo que no lo tomara a mal, y que cambiaría su comportamiento.
Cambiaba por dos o tres días, Luego, volvía la persecución, En tres
ocasiones el poeta le protestó, y ella formuló las mismas promesas.
Una mañana tomó la decisión. Le dejó a Cilia una nota dándole los
agradecimientos y poniéndose a la orden para cualquier favor. (89)
bros, le ayuda a corregir los textos y le orienta las lecturas para ampliar su
mundo cultural y enriquecer su literatura. Como también, le ayuda en su ini-
ciación sexual, al descubrimiento de su cuerpo y a la revelación de su belleza.
Igualmente, él le ayuda a educar el espíritu con las largas reflexiones sobre el
ser, la felicidad y otras cuestiones del pensamiento; así mismo la incita a que
continúe sus estudios y le ayuda a atravesar esa dura prueba con su compa-
ñía desde la distancia. En síntesis, con ella construye la relación ideal, a ella
la forja a imagen de la mujer que le gustaría tener a su lado:
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ese universo singular de la región; porque nos lleva a través de su mirada por
las calles y los barrios de la ciudad, las personas y las casas; porque con las
descripciones nos enseña los lugares y las cosas que caracterizan la zona, las
hace existir para nosotros a través de las palabras. Finalmente, esta novela de
la educación sentimental del Poeta Faber termina por formarnos la mirada y
apreciar la rica fusión de lo universal en lo local, nos ha permitido contem-
plar una parte del Sinú a través de los ojos del protagonista:
Bibliografía
Bajtín, Mijail (2002). Estética de la creación verbal. Buenos Aires: Siglo XXI.
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del margen”. En: http://www.ucm.es/info/especulo/numero38/licaribe.html
(16/05/2008).
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Melfi Campo Torres
Temáticas recurrentes
en la narrativa breve
de Nelson Castillo
Pérez*
Resumen Abstract
Este ensayo analiza las temáticas recu- The objective of this essay is to analyze
rrentes (búsqueda del amor, violencia, the recurrent themes (search for love, vi-
culpabilidad y soledad) que configuran la olence, guilt and loneliness) that shape
narrativa breve del escritor cordobés, Nel- the brief narrative of the Colombian writ-
son Castillo Pérez, desde donde recrea er, Nelson Castillo Pérez, from which the
prácticas, espacios y lenguajes de la co- practice, the spaces, and the language
tidianidad popular, no sólo para reafirmar of daily life are recreated, not only to re-
la cultura del Caribe, sino también gene- affirm the Caribbean culture, but also to
rar en los lectores la reflexión sobre algu- invite the readers to reflect upon some
nas prácticas conservadoras y de “honor” conservative and “honorable” practices
que aún rigen la vida de los pueblos. that still rule the life of our towns.
Palabras clave: narrativa breve, amor, Key words: brief narrative, love, vio-
violencia, culpabilidad, soledad y mun- lence, guilt, loneliness and Caribbean
do Caribe. culture.
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Cuadernos de literatura del Caribe e Hispanoamérica N o. 8
“Salomé se sentó con la mala suerte”1 es el cuento con el que el autor inaugura
su entrada a la narrativa. Ha publicado los siguientes libros: El hombre que
atrapó la noche (cuentos,1980), Conspiración contra Bertilda (novela,1985);
Vestido nuevo y otros amores (cuentos, 1986), Breve historia de la inocencia
(cuentos, 1993), Las alas del olvido y otros desencuentros2 (antología, 1997);
El Viaje (Crónica, 2001) y varios textos pedagógicos: El método de la Re-
dacción, Una propuesta pedagógica para mejorar la calidad humana y Len-
guaje y vida, una aproximación al Caribe colombiano (1999) y cuentos como
“Mosquitos”3, “Un breve sueño” y “Debilidad final “4 en revistas universitarias.
Este ensayo busca analizar las temáticas recurrentes que configuran la narra-
tiva breve del escritor cordobés (búsqueda del amor, violencia, culpabilidad y
soledad) desde donde recrea prácticas, espacios y lenguajes de la cotidiani-
dad popular no sólo para reafirmar la cultura caribeña, sino también generar
en los lectores la reflexión sobre algunas prácticas conservadoras y de “hon-
or” que aún rigen la vida de los pueblos. Para este estudio se han considerado
diecisiete relatos, los cuales pertenecen a sus libros de cuentos publicados.
5
Dice Nelson Castillo Pérez: “Bertilda soy yo”. Entrevista concedida por Nelson Castillo Pérez a Ma-
nuel Guillermo Ortega Hernández, publicada en: El Heraldo. Barranquilla, 19 de mayo de 1985, p. 11.
6
Garcés González, José Luis. (2007) Literatura en el Caribe colombiano. Vol. II. Universidad de
Córdoba, Montería. p.710.
7
Castillo Pérez, N. (1980). El hombre que atrapó la noche. Bogotá: Colombia Nueva. p. 95. En ade-
lante señalaré los libros de cuentos El hombre que atrapó la noche (1980), con el nombre del libro
abreviado HAN; Vestido nuevo y otros amores (1986) lo referenciaré con VNOA y Breve historia de
la inocencia (1993) con BHI, seguido de la página.
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Cuadernos de literatura del Caribe e Hispanoamérica N o. 8
cuerpo para la acción que desemboca en la consumación del acto: “[…] abri-
eron la puerta y vieron a Rosaura metida en la batea… Estaba sentada como
un ídolo, de frente a la anchura del patio, y tenía los brazos abiertos… los
chorros de luz de luna se arrojaban con júbilo para desvelar la hermosura de
su desnudez”(HAN, p. 98) con lo que se transgrede la norma católica sobre
la consumación del acto sólo después, dentro y con la bendición divina. Si
bien el autor, aprovecha lo erótico para desacralizar el acto sexual, también
es cierto que no ahonda suficientemente desde los sentidos, las sensaciones
y la trascendencia del ser para la expresión plena de la sexualidad femenina
y masculina.
En “La puerta que se abre “ la falta del asombro y mirada del amor como
creación lleva a Raimundo, como Sísifo, a quedar sin fuerzas para volver
a bajar en busca de la roca y sentir “la incapacidad de continuar amando
después que la puerta se abre “ (VNOA, p.88). “Aniversario” y “Crónica de
la extraña mujer de las 6:45 a.m.”, van a mostrar una atracción desde lo vi-
sual, pulsada por la posibilidad del encuentro de los amantes, suspendida en
el tiempo. En el caso de “A través de Laura” el amor es vencido por la angus-
tia que produce en Laura el recuerdo del escritor amado y su muerte trágica
proyectado en Ariel: “[…] yo era la encarnación de su escritor amado. Algún
día yo me arrojaría por la ventana” (VNOA, p. 98). Está visto que el amor, el
juego erótico y el sentir del cuerpo en los cuentos están propuestos desde la
necesidad gozosa de sus personajes, escape a las angustias del pasado, de-
seo, corporeidad, sensualidad o lo que George Bataille (1985) ha nombrado
como amor erótico. La frustración es una constante que no da vía al amor
desde una perspectiva más amplia y sujeto a la extinción o transformación.
Con ello viene el desencanto, aún así, no se rinden y siguen en busca de esa
experiencia vital y gratificante que trascienda más allá del relámpago del in-
stante o como lo que Paz (2001) llama una apuesta contra el tiempo, crea-
dora y sus accidentes que es a lo que en últimas aspiran.
Ya el título “La otra culpa de su imposición” nos aproxima al abuso desde una
envestidura de poder a través del cabo Pérez, personaje de impulso suicida,
machista y quien silenciaba a todo el que subvirtiera el orden: “había puesto
a comer tierra a un estudiante revolucionario,… trasbocar sin ganas al pobre
ratero que guardó en su vientre hasta la muerte un magnífico reloj de oro…
”(HAN. P.8), entre otras atrocidades que le valieron para ser condecorado y
sin posibilidad de alcanzar la felicidad porque “lleva el peso eterno de los
muertos, una ligera herida en su frente y su cintura va sin valas”(HAN, p.13).
Con cuentos como el anterior y los que siguen en este estudio es posible pos-
tular que la narrativa del escritor cordobés responde a procesos claves de la
historia del Caribe colombiano correspondientes a las décadas del 60 y 70 a
partir de variados procedimientos (valoraciones explícitas, énfasis en carac-
terísticas negativas de los personajes, alusiones a masacres locales…). En sus
cuentos están planteadas las prácticas de intolerancia, injusticia y discrimi-
nación, están los enfrentamientos entre el estado y la guerrilla, hay una bús-
queda ideal de justicia e igualdad de los universitarios, trabajadores y demás
sectores populares enfrentados a los regímenes políticos que responden con
la represión: cárcel, torturas, asesinato, desaparición selectiva, entre otros.
En la misma línea, encontramos el cuento “Un día franco en la vida del Ca-
pitán Mantilla” quien después de soñar con ver a los guerrilleros caer al mar
y de padecer los estragos de la infidelidad de su esposa llega a Coveñas, se
encuentra con el mar y con una joven mujer por la que experimenta “unos
impulsos dulces y primarios de acostarse sobre sus muslos”( HAN, p. 22).an-
tes de ser abatido por tres hombres negros en venganza por los abusos que
cometió en el pasado.
8 Santamaría, Ricardo y Silva, Gabriel. (1986). Procesos políticos en Colombia. Del Frente
Nacional a la Apertura Democrática. Serie, Realidad Nacional 5. Bogotá: CEREC. p.26.
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Cuadernos de literatura del Caribe e Hispanoamérica N o. 8
9
Figueroa, Cristo. (2007). Aproximación crítica a El río de la noche. (Prólogo). En: El río de la
noche. Antología del cuento en Córdoba. Recopilación de José Luis Garcés. Montería: Universidad
de Córdoba. p. 28.
desconocidos para ellos, sin que nadie dijera la primera palabra que hiciera
trizas el silencio que los enjuiciaba”. (VNOA, p.19)
Julio-Diciembre de 2008 77
Cuadernos de literatura del Caribe e Hispanoamérica N o. 8
vida, ese día se permitió serenidad y placidez a través de sus ojos y a la vez
el espacio desde donde soñó la caída del enemigo: “[…] tuvo entonces una
flamante imaginación victoriosa: defendía a su patria en un combate bajo el
sol en donde el rumor de las palmeras ahogaba el estruendo de los disparos,
y los guerrilleros barbudos caían al mar por las fuerzas del gobierno”(Han,
P.17); en “El Amor” el mar se mete para descubrir a los amantes y quienes
se estremecen frente a su inmensidad y belleza.
Los rayos de sol calientan los parajes en donde se desarrollan las historias
relatadas. En el cuento “Montería 2 p.m” la sensación de calor logradas con
expresiones como” fragor de una lluvia de fuego”,”llamas del sol destiladas
en su cuerpo”, “charcos de sol” y “mar de sol” elaboran la imagen de incle-
mencia de la naturaleza confabulada con el fallo negativo de la demanda de
José para llevarlo a su derrota y final resignación.
10
Cortázar, Julio. (1993). Del cuento y sus alrededores, Caracas: Monte Ávila Editores. p. 384.
11
Castillo Pérez, Nelson. (1999) Lenguaje y vida: Una aproximación al Caribe colombiano.
Barranquilla: Antillas, p.74.
12
Bajtin, Mijail. (1996). “El cronotopo”. En: Teoría de la novela: Antología de textos del siglo XX.
Enric Sullà, editor. Barcelona: Grijalbo. p. 63.
13
Fragmento tomado de la canción “Las esquinas son” de la autoría de Rubén Blades y que es inter-
pretada por Ismael Miranda, La Fania, 1974.
14
De Farah, Soad Louis. (1986). Nelson Castillo y su obra. (prólogo).En: Vestido nuevo y otros amo-
res. Medellín: Lealón. p. 8.
Julio-Diciembre de 2008 79
Cuadernos de literatura del Caribe e Hispanoamérica N o. 8
Consideraciones finales
Bibliografía
Cortázar, Julio. (1993). Del cuento y sus alrededores, Caracas: Monte Ávi-
la Editores.
Figueroa, Cristo. (2007). Aproximación crítica a El río de la noche. (Prólo-
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cés. Montería (Recopilador): Universidad de Córdoba.
Garcés González, José Luis. (2007) Literatura en el Caribe colombiano. Vol.
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Paz, Octavio. (2001). La llama doble. Madrid: Seix Barral.
Ricoeur, Paul. (1999). La lectura del tiempo pasado: memoria y olvido. Es-
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bia. Del Frente Nacional a la Apertura Democrática. Serie, Realidad Nacio-
nal 5. Bogotá: CEREC.
Tedio, Guillermo. “Bertilda soy yo”. Entrevista a Nelson Castillo Pérez. En:
El Heraldo, Barranquilla, 19 de mayo de 1985.
Julio-Diciembre de 2008 81
Eliana Díaz Muñoz
Resumen Abstract
Este ensayo analiza la figura del héroe This essay analyzes the figure of hero
y la reestructuración del paradigma que and the restructuration of the paradigm
idealiza la infancia como un estado de that idealizes childhood as a state of ab-
completa inocencia en el relato “Alejan- solute innocence in the tale “Alejandro
dro vino a salvar a los peces” de Gus- vino a salvar a los peces” –Alejandro
tavo Tatis Guerra; además, lo contrasta Came to Save the Fish- by Gustavo Ta-
con las producciones pertenecientes a tis Guerra. Besides, it makes the con-
las diferentes corrientes que han surgi- trast with those productions belonging
do en la narrativa infantil colombiana a to different trends that have emerged in
través de la historia. the Colombian narrative through time.
Palabras clave: literatura infantil, hé- Key Words: children literature, hero,
roe, conciencia ecológica, idealización. ecological conscience, idealization.
* Imagen del héroe en “Alejandro vino a salvar a los peces” de Gustavo Tatis Guerra
Recibido y aprovado en julio de 2008
Julio-Diciembre de 2008 83
Cuadernos de literatura del Caribe e Hispanoamérica N o. 8
En su primer relato infantil, Tatis Guerra logra plasmar con total sencillez y des-
de la visión de un niño como debe ser nuestra relación con la naturaleza. Sin
resultar en ningún momento moralizante o didáctico “Alejandro vino a salvar
a los peces” es, ante todo, un canto a la amistad con el entorno natural, una in-
vitación a no perder nunca la sensibilidad y, mucho menos, la imaginación. Del
mismo modo, se nota en el texto una reconfiguración de la imagen del héroe
que siempre había prevalecido en los cuentos para niños y, de paso, rompe con
el paradigma que idealiza la infancia como un estado de completa inocencia.
Dentro de este grupo de obras, en el que se han omitido muchas no por carecer
de importancia sino por cuestiones de brevedad, se podría ubicar a “Alejandro
vino salvar a los peces” junto a los relatos interesados en mostrar la realidad
pero, a diferencia de otros, éste lo hace de manera indirecta, así pues un su-
ceso extraordinario y mágico (lluvia de peces) se ve interrumpida porque los
animalitos acuáticos hacen contacto con un medio contaminado, por eso, se
puede inferir que en la obra hay un tratamiento de la problemática ecológica
sin descuidar el gran desborde de la imaginación.
Es así como en el texto se observan varias marcas que revelan lo anterior. Por
ejemplo, cuando el pequeño Alejandro le lleva a su madre Mary las semillas
llamadas congolos, al abrirlas escucha la voz de un árbol, pero no de uno cual-
quiera, de uno que sufrió la inclemencia de unas manos depredadoras: “se la
puso en el caracol de la oreja y escuchó la voz de un árbol que alguien había
cortado cerca al mar” (8). En otra ocasión, mientras paseaba por la orilla de
Tierrabomba, una isla a diez minutos de Cartagena, vio muchas estrellas de mar
(aunque él pensaba que habían caído del cielo) que estaban muriendo: “Pero las
estrellas de mar que estaban asoleándose, habían sido sacadas del mar…Al-
guien les estaba quitando la vida” (16). Luego, cuando contempló el salto de
los delfines en Marbella, fue testigo de un suceso algo desalentador: “uno de los
pescadores atrapó en su atarraya uno de los delfines y estuvo a punto de despe-
dazarlo” (17), sin embargo, este es contrarrestado por una acción llena bastante
sorprendente, el delfín logra con su canto paralizar al pescador y salvar su vida.
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Cuadernos de literatura del Caribe e Hispanoamérica N o. 8
Ahora bien, en el cuento de Tatis Guerra, los chicos son los portadores de la sabi-
duría necesaria para mantener el equilibrio natural, y los adultos, aunque no muy
convencidos de los poderes de Alejandro y sus amigos, nunca intentan disuadirlos
o influir desfavorablemente en sus acciones. Así, cuando éste sueña con los caba-
llos e imita sus relinchos, su padre prefiere no aplicarle el medicamento recetado
porque sabe que todo es producto de la imaginación del pequeño, además, per-
mite que ésta situación, algo comprometedora para la tranquilidad de los vecinos,
siga su curso: “ Entonces el papá de Alejandro lo llevó donde el médico y el mé-
dico le mandó un jarabe para que no soñara más con caballos pero el papá de
Alejandro no se lo dio a beber , y Alejandro siguió soñando con caballos” (21).
También, mientras los niños invocan bajo la lluvia los peces de colores, los adul-
tos se limitan a observar perplejos y no les niegan la oportunidad de realizar lo
que desean así les parezca una idea bastante descabellada.
Por tal razón, no es vano que el cuento de Tatis sea protagonizado por un niño
que habla poco, le gusta jugar futbol en la calle, contar historias y oír lo que
tienen para decir las semillas y cóngolos. Tampoco es vano que el narrador
sea uno de los niños que ha recogido peces bajo la lluvia porque, sin duda,
contribuye una manera de darle a los niños y jóvenes la oportunidad de ser
escuchados y reconocidos en una sociedad que invisibiliza a los menores, que
aun le apuesta el egoísmo y a la falta de sensibilidad.
Julio-Diciembre de 2008 87
Cuadernos de literatura del Caribe e Hispanoamérica N o. 8
Para bien de los lectores, relatos como “Alejandro vino a salvar a los peces” nos
permiten revisar los cimientos que fundamentan nuestra relación con el entor-
no natural y con nuestro prójimo y nos devuelven la confianza en los sueños a
pesar del escepticismo habitual de este mundo. Es preciso, entonces, recordar
que la literatura no se aleja de la realidad interna o externa de los seres huma-
nos sino que para reinventarle reflexiona sobre ellas, contribuye, de acuerdo con
Ferrer Franco (2005:175), un espacio privilegiado para cultivar el saber integral
crítico y cautivo sobre las relaciones que el ser humano establece dentro de sí
y con su contexto…”, es decir está a la disposición de todas las generaciones
para que construyan solidas relaciones humanas desde una mirada introspectiva.
Bibliografía
Resumen Abstract
Este artículo presenta una lectura de This article presents a point of view on
la obra narrativa del escritor cordobés the narrative work written by Alexis Za-
Alexis Zapata Meza, basada en el análi- pata Meza, focused on the analysis of
sis de la red discursiva y de la red socio- the speech and socio-ideological nets
ideológica que proyectan en él la mayo- that show in it most of the tracks of the
ría de los trayectos de sentidos. Asimis- senses. Besides, this work analyzes
mo, el trabajo analiza los recursos esti- the stylistic devices the author uses to
lísticos que el autor usa para lograr fines achieve teleological goals like exhibiting
teleológicos, como exhibir los rasgos de the traits of his culture and showing the
su cultura y mostrar la geografía de su geography of his region. Finally, some
región. Finalmente, se establecen rela- relationships are established between
ciones entre los sentidos presentes en the meanings that appear in the text
el texto y el desarrollo histórico regional. and the regional historical development.
Palabras clave: mostrar la cultura, re- Key words: Showing the culture, revi-
visión de la historia, oralidad, discurso sion of history, oral elements, religious
religioso, discurso mítico. discourse, mythical discourse.
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Cuadernos de literatura del Caribe e Hispanoamérica N o. 8
Intento presentar una lectura de su novela corta El tallador de santos y del li-
bro de cuentos Historia de sordomudos2 que se sustenta en el análisis de los
leit-motifs recurrentes, los recursos estilísticos, y principalmente, en las prác-
ticas discursivas que son responsables de la gran cantidad de trayectos de sen-
tido presentes en el material textual.
1
Todas las citas en el texto corresponden a esta edición de El tallador de santos seguidas de las inicia-
les TS. Zapata Meza, A. (1996). El tallador de Santos.
2
Todas las citas en el texto corresponden a esta edición de Historias de sordomudos seguidas de las
iniciales HS. Zapata Meza, A. (2007). Historias de sordomudos.
La reproducción de lo oral
Así como (4) los piques de versos tan característicos del folclor vallenato:
“Entonces cedí el turno. Uno de ellos se plantó en medio de la sala y cantó
con acento de lamento…” (TS: 94). La inclusión recurrente de estos precur-
sores de una de las tradiciones más representativas de la cultura de la región
obedece a que ellos, como bien lo ha expresado Ciro Quiroz (1983:53), “se
afianzaron cada vez más sin permitir elementos culturales foráneos; se vol-
Julio-Diciembre de 2008 91
Cuadernos de literatura del Caribe e Hispanoamérica N o. 8
Zapata Meza incluso hace uso del metalenguaje porque sabe que el lengua-
je que está usando es desconocido para los “otros”: “Chuchanguear significa
ir a robar ganado. La chuchangueada es la jugada maestra de robar y vender
hasta las pezuñas. La lecheringa es lo de menos” (TS: 51).
Nombrando la geografía
Zapata Meza nos presenta un minucioso recorrido por las cosas simples de la
vida de los habitantes del Sinú que forman parte integral de su cultura: “Sen-
tado cada uno en un taburete y con un tinto en la mano” (HS: 23) “Empezó
la parranda con ron y un conjunto de gaitas y tambores” (TS: 18). Asimismo,
emprende la labor de (1) enumerar las actividades que los singularizan: “eran
días para parrandear, fandanguear, jugar gallos, correr a caballos, guapirrear,
mujerear, tomar ron, trompear, hartarnos de sabrosos sancochos de gallina”
(TS:46). “De patio en patio fue creciendo, jugando a la bolita de uña, al trom-
po, a la corraleja” (HS: 5), y (2) de explicar detalladamente los eventos que
los hacen sentir sinuanos, especialmente las corralejas: “Según oí, en la pla-
za salió un toro que nadie había querido mantear. El animal era tan bravo que
no aceptaba a su lado ni a los otros toros. Se quedó solito. Cuando eso suce-
de, es cuando el hacendado más se hincha de vanidad” (TS: 26). “… la gente
de la corraleja miraba tensionaba el encuentro de Nancho con el toro. Oía el
aliento contenido. Cuando el toro arrancó para arrasar al mantero, oí el crujir
del gritico histérico en las gargantas de las mujeres” (TS: 27).
Junto a ellas está la descripción del hombre sinuano en sus roles tradicionales:
Julio-Diciembre de 2008 93
Cuadernos de literatura del Caribe e Hispanoamérica N o. 8
La otra estrategia de este tipo está relacionada con un segundo elemento cru-
cial en su propuesta estética: la revisión de la historia.
Re-escribiendo la historia
Pero Zapata Meza va incluso más allá. El autor quiere mostrar que la histo-
ria en su región (como lo es en el resto de las regiones caribeñas) presencia
viva y dinámica con la cual se puede construir identidad. Para ello, utiliza el
presente histórico: “Mientras Pedro de Heredia con sus huestes asciende por
un río de aguas brillantes y escamosas como gusano erizado bajo el sol, Go-
losina corre corriente abajo en un río seco de arenas cortantes persiguiendo a
un venado con cuernos de oro” (TS: 37). Y enfatiza la co-presencia temporal:
Y mas adelante también señala: “Si del pasado lo andaban visitando, señal era
que querían llevárselo para el otro viaje” (HS: 25).
En ese viaje va encontrando varios peregrinos que le van entregando los frag-
mentos de esa historia. Así, la historia del Sinú no es escrita como la histo-
ria “oficial” sino hablada: “No la componga mucha y suelte su historia” (TS:
76). “Al llegar al segundo golpe, desde una casa nos llaman. Otro peregrino
cuenta su historia” (TS: 72). Esta estructura nos recuerda los Cuentos de Can-
terbury de Chaucer.
Sabe que este rio seco es asunto de Chimá, y no espera ser vencido
mediante semejante truco. Busca el instante certero para tirar del
arco. Cuando los Heredias van llegando a Orica, él siente el instante y
tira un flechazo, hiere al venado, que aun así sigue huyendo dejando
rastros de sangre en la arena ya tibia. (TS: 37)
Julio-Diciembre de 2008 95
Cuadernos de literatura del Caribe e Hispanoamérica N o. 8
Esta estructuración parece surgir de una formación social que señala el carác-
ter igualmente entrópico de la evolución histórica de la región marcada por
avances y retrocesos. Como anota Mario Giraldo García (2000: 310) acerca
de Montería, “el tiempo ha pasado, la urbe ha crecido y pareciera que su gen-
Julio-Diciembre de 2008 97
Cuadernos de literatura del Caribe e Hispanoamérica N o. 8
nidad. Habla que ya puedes hablar” (TS: 119), “Gloria a Dios y a todos sus
santos” (HS: 19), “Consumado el acto, quedaron a expensas del arbitrio, tal
como sucedió con Adán y Eva” (HS: 20).
Al mismo tiempo, la obra instituye esas creencias como reguladoras del com-
portamiento de los hombres de la región. Ellas marcan su destino y su accio-
nar: “Mundo desciende de Chimá, el que encegueció de oscuridad al guerre-
ro. Hoy en día a él le toca la ceguera, y a ti te toca la luz, el encargo de con-
ducirlo” (TS: 39). “Yo se cuando la acción apropiada puede depender de mí.
Así, tienes a Dios, tu ley y tu Santa María” (TS: 4). “Ella es el mismo santo,
te anda por dentro como si estuviera en su patio. Da los pasos que tu necesi-
tas dar en el mundo. El los da primero, luego los das tú” (TS: 5).
Conclusión
Bibliografía
Julio-Diciembre de 2008 99
Andrea Juliana Enciso Mancilla
Entre la negación y
la hibridación de una
identidad cultural
activa: el Caribe y sus
reflejos en la obra de
David Sánchez Juliao
Resumen:
Abstract:
El trabajo de David Sánchez Juliao nos
remite al Caribe como identidad híbrida The work by David Sánchez Juliao
en constante evolución y contradicción leads us to the Caribbean as a hybrid
en la cual los procesos de fusión, nega- identity in permanent evolution and
ción y afirmación de lo propio, el anhelo contradiction, in which the processes
de ingresar a ese centro idealizado de of fusion, denial and affirmation of the
occidente que representa el hombre own assets, the dream to enter this ide-
blanco y el reconocimiento del otro ab- alized west center that represents the
solutamente descentrado, como es el white man, and the recognition of the
caso de la migración de los libaneses other absolutely misplaced - like the
o “turcos” popularmente denominados, Lebanese or “Turkish” migration-, are
son los embates que demarcan este the troubles that build up a framework
tipo de construcción. El presente ensa- to this sort of construction. This essay
yo desea mostrar cómo el autor en sus wants to show how the author in his
libros, Abraham Al Humor, El Pachanga y books Abraham Al Humor, El Pachan-
El Flecha (1981) y la novela Dulce vene- ga and El Flecha (1981), and the novel
no moreno (2005), invita a una reflexión Dulce veneno moreno (2005), invites
acerca de la identidad cultural del Cari- us to think about the Colombian Ca-
be Colombiano, en la que ser “costeño” ribbean cultural identity, in which being
no sólo es una cuestión de acento, sino “costeño” is not only a matter of accent,
* Entre la negación y la hibridación de una identidad cultural activa: el Caribe y sus reflejos en la obra
de David Sánchez Juliao
Recibido y aprobado en julio de 2008
Desde ahí y con la distancia que me ha dado vivir como una cachaca fatuta
por años en Bogotá, la lectura del trabajo de David Sánchez Juliao me ha lle-
vado a reflexionar sobre la identidad del Caribe cómo una construcción híbri-
da, entendiendo este último concepto como “los procesos socioculturales en
los cuales estructuras o prácticas concretas, que existían de manera separada,
se combinan con el fin de engendrar estructuras nuevas, objetos y prácticas”
(Canclini, 54: 1989). De ahí que sea pertinente referirse al Caribe colombia-
no como una entidad en constante evolución y contradicción, en la cual los
procesos de fusión, negación y afirmación de lo propio, el afán por ingresar
al centro de sentido de la modernidad del hombre blanco y el conflictivo re-
conocimiento del Otro descentrado, que representa el oriental encarnado en
la figura del libanes (conocido popularmente como turco) sean los embates
que demarcan este tipo de identidad.
1
Al respecto Germán Espinoza afirma: “la marcha de los tiempos aguzó, como todos lo sabemos, esa
pluralidad al convertir al Caribe en epifoco de migraciones de toda índole. A comienzos de este siglo y
a lo largo de él, llegaron los libaneses y árabes que huían del dominio turco que trataban de escapar de
sus guerras civiles que venían a trabajar en el canal de Panamá, llegaron los hindúes pálidos, llegaron
numerosos judíos europeos hostigados por el nazifacismo”. (Espinoza, 68).
2
Se entiende por transculturación un“proceso en el cual dos partes de la ecuación queden modificados
y de la cual surge una nueva realidad, compuesta y compleja, una realidad que no es la aglomeración
mecánica de caracteres, ni un mosaico, sino un fenómeno nuevo, original e independiente como don-
de la mezcla es la clave para comprender la manera en que se construye el mundo” (Ortiz, 1978: 87).
3
Para Onghera la interculturalidad debe ser entendida como “una perspectiva a través de la
cual se puede reflexionar en torno a la diversidad de referentes, significados y relaciones que
se implican en el conjunto de la humanidad. Es una especie de interrogación sobre las múl-
tiples realidades sociales y culturales que se formula a partir del desarrollo del concepto di-
versidad” (Fundación CIDOB, 1996)” (Onghera, 2006: 1)
4
Según Ian Chambers en la línea del poscolonialismo, el monólogo de occidente se quiebra con la
aparición de escrituras de reacción, donde el “Otro” deja de ser un objeto, para transformarse desde el
relato de culturas otras en sujeto de la historia (Chambers, 1998). Desde ésta aproximación el construc-
to de occidente se devela entonces según Hottois como “la máscara de la colonización, de la explota-
ción y, en definitiva, de la occidentalización del planeta” (Hottois, 1999: 544), presentando desde una
perspectiva posmoderna, el replanteamiento de occidente como centro de sentido de la experiencia del
mundo (Ancarola, 2000: 42) para dar pie a lo que denominaríamos una perspectiva intercultural según
la aproximación de Ohghera que veíamos citas atrás.
Por una parte, tal como lo muestra la trayectoria de algunos de los persona-
jes del autor en las obras aquí citadas, hay todavía un convencimiento de ser
desde la diferencia, una identidad cultural subalterna, periférica, en tanto exis-
tente sólo desde la validación de la voz de occidente entendida como sujeto
único de la razón y de la modernidad cómo estadio coherente e ideal. Afue-
ra, se encarna al “Otro” (las ropas, la cultura gastronómica, la exaltación de
lo “étnico”), en contraposición al centro – el caso de la morena protagonis-
ta de Dulce veneno moreno en París- como revalidación orgullosa del bina-
rismo Imperio-periferia; pero adentro, el motivo de orgullo de ser el “Otro”,
5
Respecto al mito de lo auténtico por parte del colonizador occidental: “Irse a otra parte para encon-
trar dicha “autenticidad”, en este momento, en que las raíces, las historias y tradiciones locales de oc-
cidente están dispersas y destruidas, solo perpetua la fase del espejo de ese impulso infantil. Tratamos
e volver a los comienzos, no ya a los nuestros, si no a los del “Otro” a quien en la actualidad se le pide
que asuma la tarea de representar nuestro deseo. (Chambers, 1994: 103)
Desde la visión marcada del colonialismo en el Caribe, así como hay un re-
pudio a la condición natural por no pertenecer al centro, ese mismo rechazo
es también aplicado a todos aquellos que comparten la periferia con nosotros.
No hay un reconocimiento de la posibilidad del diálogo con el distinto, que
finalmente en la hibridación es el propio, sino un ejercicio de auto supresión
por ser parte de la periferia y no del occidente. Se construye lo global y trans-
cultural desde una visión unilateral que sólo acepta como válido el diálogo
con el dominante, omitiendo como aportante de gran valor a sujetos como del
libanés en este caso, que, más que el occidental, ha sido constructor activo de
la identidad caribeña, tal como la entendemos hoy en día.
Pero así como el “Occidental” tiene la concepción del Caribe como un es-
pacio que implica una ida y un regreso por parte del logos dominante que
descubre y se deja abismar, el libanes, al ser asimilado y transformarse desde
su dinámica en un elemento más del sistema social, no tiene regreso, pues
él también ha cambiado y se ha insertado en la esfera del Caribe. Al respec-
to de esta condición, un fragmento de la carta de don AbrahaM Al Humor:
“No es nadie, uno aquí en el Líbano ya. Toda familia y amigos están, como
dice allá, nel barrio del costado. Aquí no buede ir al club Lurica. Ni salir
bur la calle ni que la digan “adiós don Abraham” ni que el cura la nombre a
6
Según Patricia Almárcegui en su texto ORIENTALISMO: 20 años después, el concepto de
orientalismo de Said, debe ser entendido como: “Orientalism analizaba y denunciaba la for-
ma en que los europeos habían representado a Oriente. Con éstas, se había configurado el
conocimiento del Otro y este conocimiento era el fruto de una construcción. Oriente.
no era un objeto inerte y pasivo de la naturaleza, sino una construcción humana realizada a
través de generaciones de intelectuales, artistas, escritores y orientalistas, con cuyos discursos
Occidente había construido su imagen de Oriente (Almarcegui, 2003: 2). En este sentido el
Caribe y América latina a partir de las producciones culturales, puede ser visto al igual que
oriente como una construcción sinónimo de lo exógeno, de lo exótico, en pocas palabras de
todo aquello que no hace parte del centro enunciador a partir del discurso.
uno nel sermón del domingo burque uno ha regalado una banca nueva bara
la iglesia”. (1981,27).
Bibliografía
Resumen Abstract
Una línea imaginaria cada vez más depurada parece unir la obra. Un realis-
mo a secas que es la senda del estilo con el cual asume todos los temas y to-
dos los tonos.
En enero de 1967, la fría capital santafereña abrió sus entrañas para recibir a
un joven sincelejano próximo a cumplir los veinte años. Su meta: abrir cami-
1
En este trabajo se incluye la obra publicada del autor –tanto sus dos libros como los trabajos apareci-
dos en revistas y periódicos literarios– y la inédita, leída y comentada en tertulias. Montes Mathieu, R
(1985). El cuarto bate, Bogotá: Plaza & Janes; (1990) Divinidad obscena (sp); (1991) ¡Tap! ¡Tap! Bo-
gotá: Cono Sur; (1992) La sangre por las calles (sp); (2000) Instrucciones para gozarse el mundo (sp).
nos, echar raíces en esa ciudad donde además se formaría como abogado. La
maleta estaba y aún permanece cargada con la impronta de un profundo amor
a su padre y con la de una generación que ha vivido la guerra –violencia polí-
tica generada por las luchas partidistas, la muerte de Gaitan y el surgimiento
de los movimientos de izquierda, y la más reciente que se ensañó en algunos
miembros de su familia materna–, y que desde su voz ha luchado por la paz,
buscando alternativas para la convivencia.
2
Trabajos de estos autores son: Martínez, Jaime (1989). Autorretracto. Cartagena: Páginas Literarias;
(1993) Hasta el sol de hoy. Cartagena: Páginas Literarias; Vélez Coronado, Humberto (2008).Cosas
por decir. Sincelejo: Multigráficas.
Tal como lo dice Alberto Vital (2000), refiriéndose a los escritores, por el poder
creativo, por el hábil manejo de la técnica, por los recursos que utiliza, RMM
ha logrado convertir realidades estridentes en acordes, expresando para otros
con nítida precisión, sin que los sobresalte, lo que ellos viven, convirtiendo su
minificción3 en un aporte de valor intemporal incuestionable, siendo patente
su influencia entre muchos de los cultores del género.
Desde lo real, los imaginarios que RMM pone en escena son las reacciones
instintivas del ser, su intimidad abierta a todo en sus amores, pasiones y odios,
una realidad crítica, sugerente, que transita por lo urbano y lo rural, lo tradi-
cional y lo moderno, lo popular y lo culto; una visión de mundo ligada a la
conciencia social.
3
En este trabajo se define como minificción al cuento corto –una narración breve–, máximo dos pá-
ginas, de carácter ficcional en la cual los personajes y el desarrollo accional están narrados de una ma-
nera económica en sus medios expresivos y muy a menudo sugerida y elíptica y que posee carácter
proteico ya que puede adoptar distintas formas genéricas y establecer relaciones intertextuales con for-
mas no literarias.
Escritor y lector.
El lector mirando por encima del hombro del escritor dijo: Veo que
hay muchos balazos en estos cuentos. ¿No sabes matar de otra ma-
nera? El escritor con tranquilidad abrió una gaveta del escritorio y
extrajo un largo y afilado cuchillo que empleaba de cortapapeles y
volteándose se lo incrustó al lector en el corazón. (1992: 92).
La reina:
La niña soñó que crecía y se convertía en una reina. Y creció y creció
y fue la reina más hermosa de todas las que en el mundo han sido.
Hasta que su mamá la despertó. (1991: 77).
educación y con mucha experiencia de la vida en “El cuarto bate” (29), hasta
la persona ilustrada y veleidosa en “A veces la vida me hace sentir como
un muerto” (62), desde el dulce mago de “Mi varita mágica” (79) hasta el
hombre del jardín de los placeres en “Te acabaste cagalá” (37).
La brevedad4 forma parte de toda la obra de RMM: cuentos cortos son la ma-
yoría de los incluidos en El cuarto bate, cuentos muy cortos en la producción
más numerosa y cuentos ultracortos o brevísimos. Todos escritos con econo-
mía expresiva, con descripciones breves y claras que, como ya expresé, des-
piertan la imaginación del lector, comprometiéndolo a buscar la información
no expresa. Es el caso de:
En este texto, el autor plantea la tesis de dos relatos simultáneos en los que se
siente la ambigüedad semántica, diciendo más de lo que insinúa y exigiendo
al lector un esfuerzo de interpretación. Nueve palabras bien engarzadas que
contienen una historia completa plasmada en el papel y muchas historias, a
partir de su lectura, que se ajustan perfectamente a la teoría del iceberg de
Hemingway (1991: 112).6
Imágenes II.
La casa con cortinas en las ventanas, puerta grande pintada de blanco,
se abre para que el barrio con sus habitantes vuele por los aires una
mañana tranquila. (1990: 76).
4
La brevedad ha sido objeto de estudio de diferentes autores. En este ensayo, se toma como referente
lo sintetizado por Eppie (1990), cuando afirma que la taxonomía de la brevedad, que no es otra cosa
que concisión, la conforman multitud de expresiones narrativas: brevicuentos, cuentos breves, cuento
brevísimo, cuento corto, cuento cortísimo, cuento instantáneo, ficción súbita, rompenormas, variain-
vención y textículos.
5
Texto de RMM publicado en Minificción Nº 3. Otálvaro Sepúlveda, Rubén Darío (editor). Río de vo-
ces del Sinú. Montería.
6
Ernest Hemingway, en Teoría del iceberg, dice: “Hay nueve décimas del témpano bajo el agua por
cada parte que se ve de él. Uno puede eliminar cualquier cosa y eso fortalecerá el iceberg. En el cuento
se debe elegir lo imprescindible para mostrarlo de forma sintética.”
En este sentido osadamente puede decirse que utiliza, sin el rigor lógico que
a ella le falta, el habla localista, atendiendo la singularidad de sus significa-
dos y ritmos, para plasmar en sus cuentos una escritura iconoclasta, no porque
asuma un lenguaje deformado, sino porque transgrede los límites impuestos
por el clasicismo.
... ¿Una tarea? –dije intrigado, pensé que era una de esas tretas para
ridiculizarme.
–Sí, una tarea –afirmó segura.
–Pero yo nunca te he ayudado a hacer tareas.
–Nunca, pero ahora sí me puedes ayudar.
–¿Qué tarea? –dije más tranquilo; sentí de pronto que estábamos en
confianza y no se estaba burlando. Confié en ella.
–Necesito que me muestres el pene –lo dijo así con la mayor inocen-
cia como si se tratara de mostrarle las manos o las orejas.
–¿Que qué? –pregunté azorado.
–Que me muestres el pene.
–¿El pene?
–Sí, el pene. La picha, con lo que orinas…
Bien puede decirse que RMM, sin pretensiones, con sus cuentos breves, en-
tretiene haciendo pensar.
La prosa ágil, viva, termina estimulando la irreverencia; la economía del len-
guaje pone en contacto directo con lo narrado y sacude, golpea, roba sonrisas,
asombra. En Instrucciones para gozarse el mundo, se lee:
“Testigo” (51)
Entonces ella le dijo que le demostrara su amor y él le descargó una
cuchillada todo apasionado, porque el hombre mata siempre lo que
quiere.
Este humor negro constituye una alegoría a la condición humana, una mane-
ra específica de escribir de RMM, un culto o una mofa al dolor presente en la
muerte, en la tortura, en la tragedia; a la sexualidad vista desde lo fálico, a la
congoja asociada con sus tragedias personales, al accidente vehicular que, si
bien lo reservó para continuar vivo por muchos años, también le produjo fu-
nestas consecuencias y es una mancha en el recuerdo.
Como colofón hay que apuntalar que RMM hace un aporte original, contun-
dente, al goce estético de la minificción desde sus muchas posibilidades.
Bibliografía
Resumen Abstract
El presente ensayo da cuenta de la es- This essay is about the way the novel
critura de la obra Los nuevos iniciados Los nuevos iniciados by Antonio Mora
de Antonio Mora Vélez. El texto destaca Vélez is written. The text highlights the
las debilidades metafóricas de la com- metaphorical weaknesses in the struc-
posición de la novela y resalta su toma ture of the novel and highlights the axi-
de posición axiológica; evidencia las ological position it takes; it exposes the
ataduras denotativas escriturales y ana- denotative writing bonds and analyzes
liza el debate ideológico que se estable- the ideological debate established be-
ce entre el saber y el actuar del hombre tween the knowing and acting of the
ancestral, frente al saber y el actuar del ancestral man compared to that of the
hombre moderno. modern one.
1
Antonio Mora Vélez nació en 1942 en Barranquilla (Atlántico). Es uno de los precursores del género
de ciencia ficción en Colombia. Ha publicado los libros de cuentos Glitza (Bogotá, Ediciones Alcaraván,
1979); El juicio de los dioses (Montería, Casa de la Cultura, 1982); Lorna es una mujer (Bogotá, Cen-
tro Colombo Americano, 1986); Lorna is a woman (New Delhi, Colombian Cultural Center, 1990); y
La duda de un ángel (Sincelejo, Ediciones e-books de CECAR, 2000). Ha publicado también los libros
de ensayos Ciencia Ficción: el humanismo de hoy (Sincelejo, CECAR, 1996); Los caminantes del cielo
(Sincelejo, CECAR, 1999); El fuego de los dioses (Sincelejo, Ediciones CECAR, 2001), y la novela Los
nuevos iniciados (Ibagué, Colección editorial 50 novelas colombianas y una pintada, Pijao Editores, 2008).
* Antonio Mora Vélez. Los nuevos iniciados: exterminio y vigilancia de la búsqueda del “nuevo ser”
Recibido y aprobado en julio de 2008
Todo es dual; todo tiene polos; todo tiene su par de opuestos; semejante y
desemejante son lo mismo; los opuestos son idénticos en naturaleza, pero
diferentes en grado: los extremos se encuentran; todas las verdades no son sino
medias verdades; todas las paradojas pueden ser reconciliadas.
–Por los tiempos de nuestra llegada –dijo el ángel del agua al Gran
Maestro de la expedición–, este pueblo pacífico era lo más belicoso
que ustedes pueden imaginar. No había día en el que no sucedie-
ran atentados contra poblaciones indefensas y muertes selectivas
para saldar cuentas políticas y personales. Las naciones vivían
en permanente pugna y casi siempre dirimían con las armas sus
diferencias. Los estadistas no sabían usar otro lenguaje que el de
la amenaza. Incluso algunas religiones se dejaron contagiar de ese
clima y usaban también el lenguaje de la muerte. El hombre había
convertido al hombre en su enemigo y amenazaba con destruir su
obra. (L.N.I., p. 107).
Estos planteamientos iniciales son paradójicos, puesto que una obra literaria,
independientemente del género elegido (novela policíaca, novela histórica,
novela de ciencia ficción), tiene como condición liberar al lenguaje de la uni-
lateralidad del discurso denotativo; el juego literario del lenguaje tiene como
2
Mora Vélez, Antonio (2008). Los nuevos iniciados. Ibagué: Pijao Editores- Caza de libros. En ade-
lante se citará como L.N.I.
Es allí donde surge la propuesta, la salida del caos que sentencia el título mis-
mo de la obra Los nuevos iniciados: crear un nuevo tipo de hombre que pue-
da rectificar sus acciones; se trata, entonces, de edificar un mundo, orientado
por el pensamiento y la lucidez que lleve a un desarrollo sostenible del entor-
no del cual él mismo es parte. Así pues, los nuevos hombres aceptan, en un
primer momento, ser guiados por los ángeles debido a que son conscientes
de la devastación que generaron sus antepasados; en un segundo momento
consideran haber comprendido la lección y estar dispuestos a participar de
la reconstrucción del equilibrio del universo. Es la generación de Los nuevos
iniciados la encargada de revisar los usos y abusos que le ha dado el hombre
al conocimiento como tenaza del progreso:
Ellos saben que nosotros con nuestro trabajo vamos a llegar a cons-
truir una nueva civilización, tengamos o no el aporte de sus archivos
científicos y tecnológicos. Tal vez, hasta hoy, han querido hacernos
ver que cada producto de la ciencia y de la tecnología tiene su tiempo,
su momento y que no es posible ponerlos todos al alcance nuestro
mientras no tengamos el nivel de conocimientos y los valores éticos
suficientes para manejarlos. (L.N.I., p. 84).
En los libros antiguos, los ancestros visionaban la capacidad del mal del ser
humano; el uso que se le daría al conocimiento; de allí que todos los ayudan-
tes o raptores del saber sagrado terminen encadenados como Prometeo. Un
sinnúmero de mitos narran las penas del hombre por destronar la sabiduría de
los dioses. Es la fatalidad del presente lo que le constata al narrador, la clari-
videncia del mito; el hombre no usaría el conocimiento para el progreso so-
cial y humanístico, sino para la dominación y destrucción de la “civilización”,
dominación encarnada en la obra Los nuevos iniciados por los representantes
del capitalismo, los exterminadores del mundo:
–La leyenda dice que vendrán nuevamente los enviados de los dioses
a indagar por la suerte de sus hijos y que nos encontrarán divididos,
combatiendo contra los hermanos por razones de sangre, y que nos
aplicarán el condigno castigo merecido por ese desacato.
–O sea que debemos ser prudentes con Antuko y la logia de los
sembradores –dijo el vigilante de la tierra.
–Así es –respondió el Soberano Gran Inspector –Nuestra misión es
reinstalar la vida y lo social en este planeta y si para ello es menester
que cedamos el poder de la ciencia a los intermedios, pues tendremos
que hacerlo. En fin de cuentas, ya están madurando moral y cívica-
mente, y pueden empezar a ocuparse de su futuro sin nuestra ayuda
y tutela. (L.N.I., p. 80).
Por otra parte, desde la perspectiva de los ángeles, los intermediarios poseen
dos atributos contradictorios en sí mismos: lo humano y lo sagrado; en con-
secuencia, es el lado humano de los intermediarios el que les genera precau-
ción y sospecha, pues ha sido el ser humano en su condición el causante de
las devastaciones.
Los gentiles. Son los humanos sobrevivientes del exterminio nuclear; ellos
ofician como colaboradores de los ángeles para la reconstrucción de la tierra.
Serán los nuevos iniciados en la sabiduría de los ángeles, luego de que estos
corroboren que poseen los valores para ser considerados un nuevo tipo de
hombre. Cabe destacar que los gentiles que se destacan son aquellos que re-
presentan a la logia masónica –logia con la cual se identifica el héroe, narrador
principal–, grupo que basa sus principios en la sabiduría, en la hermandad, en
el humanismo; son sus miembros quienes reclaman desde su condición ética,
participar de la secreta sabiduría de los ángeles, para asumir nuevamente la
responsabilidad del destino de la humanidad. Es así como los gentiles y los
intermediarios serán los nuevos garantes del universo.
En conclusión, la historia que se enmarca dentro del género de ciencia fic-
ción, se centra en la deconstrucción de las empresas bélicas y económicas que
orientaron el progreso del hombre moderno; axiología occidental que le ha re-
presentado ruina, dolor y desastre; la solución que se plantea, es la educación
de un nuevo hombre que le dé un destino ético y estético al conocimiento; no
se traza, entonces, la negación del saber, sino un reordenamiento humanísti-
co a las acciones, a los sueños, a los rituales, a los amores, a la concepción de
progreso, al conocimiento y sus usos, darle vuelta a la sentencia fatídica del
capitalismo “los fines justifican a los medios”.
Bibliografía
Néstor Solera y
la teoría fragmentaria
de la novela
Adalberto Bolaño Sandoval
Universidad Autónoma del Caribe
Resumen Abstract
Solera se ha decidido por todas las salidas. Se trata de mostrar, tal vez, la pro-
digalidad que ejerce la literatura y de cómo no existen límites para alcanzar el
objetivo primordial de comunicar un mundo estético y el entorno que lo provo-
ca. Al respecto, este ensayo realiza un recorrido por la narrativa de este escritor
cordobés nacido en Ensenada de Hamaca, en 1954, para ubicar algunas temáticas
y estrategias del autor en su obra, a partir de los interrogantes antes planteados.
2
Un relato cuyo idealismo imaginativo y búsqueda delirante del mar es el que se encuentra en el cuento
“Pasos para inventar un mar”, de Robinson Nájera Galvis, en El río de la noche. Antología del cuento en
Córdoba, de José Luis Garcés González (2007). Ritmos y tonos en ambos textos son muy parecidos, pa-
rentesco derivado quizá de la búsqueda de los deseos, que genera una escritura ágil, deliciosa y empática.
Justamente en Nada nuevo hay bajo el sol (1997) los textos adquieren otra
connotación. Si en sus dos primeros libros –Un pez en el espejo (1989) y
Un traidor en el círculo (1993)– Solera afronta el hecho estético como una
exposición aparentemente realista, regionalista, el tono en este tercer libro,
desde su subtítulo –Breves historias en el tiempo–, presenta una exposición
en clave de fábula, aunque a los personajes les suceden situaciones difíci-
les. El carácter lúdico va de la mano de un discurso díscolo, de un grito de
descontento en el que salta la alegoría como estratagema de crítica, para lo
cual el autor acude a metáforas como el sauriodino, híbrido que, desnudado
en sus intenciones por la población de Andalucía, se convierte en dinosau-
rio. Juego de palabras en donde se traslapa la traición semántica en traición
política “(Cambio de ropaje)”, que bien podría conectarse con el cuento
“Contrabando”, en el que el robo a las arcas municipales se convierte en un
juego del gato y el ratón para descubrir a los culpables del delito. Estas ale-
gorías cobran más fuerza en “La cola y el dinosaurio”, en el que una cola
hiperbólica (larga como la sangre de José Arcadio Buendía que corre a avi-
sarle a su madre a través de las calles que lo han asesinado), revela que, en
una óptica arqueológica, es el último vestigio de un “animal político colom-
biano” (1997: 14). La aparición de dinosaurios y la alusión al patriarca del
otoño garciamarquiano hacen pensar enseguida en Ramón del Valle Inclán
y su explosiva estrategia farsesca del esperpento.
Dos veces, y en páginas casi seguidas, se lee la misma frase con leves cam-
bios, para subrayar el carácter de la situación dramática de los personajes-pue-
blo: “En el país del crimen y la corrupción el hombre pedía a Dios sólo tres
deseos: vida, salud y suerte” (35) (“Tres deseos”), y más adelante: Patricia se
tocaba para saber “si no era un muerto, un fantasma en el país del crimen y la
corrupción” (37).3 Este es quizá uno de los libros más desesperanzados y crí-
ticos del autor, donde se puede perder el equilibrio entre literatura y denuncia
y la anécdota cobra visos omnipresentes.
3
En este libro como en los dos anteriores, Solera suele escribir dos versiones o continuaciones de algu-
nos de sus cuentos. En otros, repite algún párrafo, especialmente uno erótico en el cuento “Los perros
y Margarita María Rosales”, acerca de “su sexo arenoso, fibrosos y florido…” (1989, 70), y que repite
textualmente en “Camila, la mujer de los engaños” (Un traidor en el círculo, 1993).
Si en Nada nuevo hay bajo el sol (1997) los dinosaurios representan la escle-
rotización del poder, una estabilidad y un dejar hacer, en Historias para es-
cribir una novela (2003), los buitres encarnan la violencia extrema que, uni-
formada, no se sabe de dónde vienen. A diferencia de “La mala hora” (1962)
de García Márquez, donde la violencia es generada desde el Estado, en este
relato no tiene un color determinado, pues sus protagonistas se mimetizan y
no pueden distinguirse por su grado de atrocidad. En algún momento se se-
ñala a la guerrilla, pero puede inferirse otra fuerza emergente. En el cuento
“El lagarto” –uno de los mejor logrados hasta esa fecha– el personaje ha ge-
nerado numerosas muertes y como delincuente llega a metamorfosearse para
esconder su condición delictuosa.
El pueblo es azotado cada vez más por la muerte y llega a un alto grado de
pauperización. En ese sentido, Solera ha sido coherente con su propuesta na-
rrativa. Andalucía, como sus habitantes, se convierte paulatinamente en un
pueblo fantasma donde hasta los sacerdotes son cuestionados y su muerte sirve
para que el pueblo respire con cierta libertad ideológica. La muerte es el signo
de los tiempos y los seres del pueblo han llegado a extremos del abandono de
sí mismos, de Dios, hundiéndose en una tragedia de proporciones mayores.
Aquí lo colectivo, sin embargo, no es mostrado de manera sistemática, sino a
cuentagotas, por el mismo carácter fragmentario en que son presentados los
textos. Las nuevas generaciones llegan a decir: “…nacimos muertos en Anda-
lucía… Va a ser difícil” (“Muertos”, p. 23). La confusión entre política y reli-
gión como demonización del mundo, cierra con la pregunta con el último tex-
to, que es la vez pregunta y parábola cosmovisiva: “¿Sobreviviremos?” (157).
Las dudas que surgen giran en torno al tono y al léxico de Solera. ¿El escritor
tiene que revelar lo feudal o lo regional con escritura libre de regionalismos,
universal? Solera es un narrador que puede manejar los diferentes géneros. Su
escritura revela conocimiento, flexibilidad, buen manejo de los diálogos y un
retorno a ciertas temáticas de viejo cuño: la invasión de los gringos, la emigra-
ción, la pobreza y valores o antivalores, los terratenientes que buscan chicas ado-
lescentes... Pero la literatura no tiene colores espaciales ni Madame Bovary de
Flaubert ni Eugenia Grandet de Balzac, fueron pensadas como expresión de una
región. Cualquier prurito espacial lo superan la riqueza y limpieza del lenguaje.
narrar la historia. Esos narradores tienen una tendencia a ser contadores antes
que narradores. Lo oral lucha con la escritura en un forcejeo que sirve para
remarcar cierta tendencia de la narrativa de los departamentos de Córdoba y
Sucre: ¿oralidad/contar o escritura/narrar?
Los cuentos más relevantes son aquellos en los que los narradores se concen-
tran más en la narración y en el lenguaje. En Un traidor en el círculo (1993)
se da un retorno por el narrar con mayor ahínco, como sucede en “Celeste”
y “Dos indiecitos en casa de mi tío Ernesto”, y al mismo tiempo, en el resto
de los cuentos, se adentra en las preocupaciones de las clases más desfavore-
cidas, sin dejar por fuera un prurito moral mediante el castigo a quienes han
infringido las normas sociales. Inmersos en un mundo en guerra, surgen las
variantes típicas de la ambición y el engaño, la pobreza, la desidia y la de-
rrota. Dentro del motivo del engaño, llama la atención un cuento como “Un
traidor en el círculo”, una historia de ciencia-ficción, con revolución a bordo,
en la que las consecuencias de una pandemia universal no se sienten en An-
dalucía, convirtiéndose en una especie de nuevo paraíso; de allí que la liber-
tad, el esclavismo social y la esperanza se conjuguen para brindar salidas en
un mundo exterminado.
El título de esta novela ya se encuentra dos veces en sendos cuentos de los libros
anteriores de Solera, pero remite también a un poema de Eduardo Carranza.
Con pulso firme, la novela se caracteriza por mostrar, además del corazón os-
curo de los mentirosos –como indica el epígrafe de Joseph Conrad–, el alma
inocente de su protagonista. Se agrega ante todo una superación creciente en
cuanto al uso del lenguaje, con mayor precisión, excluyendo el uso inade-
cuado de lo escatológico y de lo soez como recursos gratuitos y sinsentido.
Bibliografía
Garcés González, José Luis (2007). El río de la noche. Antología del cuento
en Córdoba. Ediciones El Túnel. Medellín: Lealón.
Gossaín, Juan (2007). “Pobre gordo”. En: El río de la noche. Antología del
cuento en Córdoba. Ediciones El Túnel. Medellín: Lealón.
Nájera Galvis, Robinson (2007). “Pasos para inventar un mar”. En El río de
la noche. Antología del cuento en Córdoba, compilación de José Luis Garcés
González. Ediciones El Túnel. Medellín: Lealón.
Solera Martínez, Néstor (1989). Un pez en el anzuelo. Montería: Ediciones
Betancí.
___________________ (1993). Un traidor en el círculo. Montería: Multim-
presos.
____________________ (1997). Nada nuevo hay bajo el sol. Breves historia
en el tiempo. Montería: Fondo Mixto de Cultura de Córdoba.
____________________ (2003). Historias para escribir una novela. Monte-
ría: Ediciones La Paloma.
____________________ (2006). Bajo el rojizo sol de los venados. Montería:
Ediciones La Paloma.
Resumen Abstract
Este artículo analiza el cuento Gallera, This article analyzes the story Gallera,
del escritor sabanero Alejandro Álva- written by Alejandro Álvarez, and it fo-
rez y se concentra, no sólo en las parti- cuses not only on the particularities
cularidades del proyecto estético cos- of the aesthetic costumbrista project
tumbrista, sino también en el análisis y (based on people’s customs), but also
la valoración crítica e intertextual de las on the analysis and the critical and in-
riñas de gallos tanto en la música como ter-textual validity of the roosters’ fights
en la literatura del Caribe colombiano. in the music as well as in the literature
De este modo, el texto establece una of the Colombian Caribbean. Hence,
aproximación entre el relato de Álvarez this paper establishes an approach be-
y obras posteriores como El Coronel no tween Alejandro Álvarez’s story and later
tiene quien le escriba y Cien años de so- works as No One Writes to the Colonel
ledad, de Gabriel García Márquez y El and One Hundred Years of Solitude, by
gallo de oro, del mexicano Juan Rulfo. Gabriel García Márquez, and The Gold-
Por último, este trabajo procura ahon- en Rooster, by the Mexican writer Juan
dar en algunas consideraciones ideoló- Rulfo. Finally, this article pretends to
gicas y culturales que vinculan a Gallera deepen in certain ideological and cul-
con una tradición ancestral enraizada tural considerations that relate Gallera
en el Caribe colombiano que se mani- with an ancestral tradition linked to the
fiesta también en un amplio abanico de Colombian Caribbean, fact that is also
piezas musicales de reconocidos com- evidenced in a wide range of musical
positores. works of well known composers.
Palabras clave: gallística, proyecto es- Key words: rooster fight, aesthetic pro-
tético, costumbrismo, oralidad, vallena- ject, costumbrismo (people’s costumes
to sabanero. literature), orality, vallenato (Colombian
folkloric music from the northern coast).
La pasión de los hombres por los gallos de pelea se remonta a un pasado in-
nombrable, perdido en la manigua de los tiempos. De origen asiático, estas
aves singulares arribaron a Europa antecediendo por mucho la ruta de las es-
pecies. La Grecia de Temístocles consintió a los gallos con toda su sapiencia
y Sócrates los catapultó a la fama antes de beber la cicuta. Roma, siempre
ávida de sangre, saludó como nadie la reciedumbre de los gladiadores em-
plumados. En el ámbito teológico, sin mencionar al gallo de la pasión, San
Agustín creyó entrever una secreta armonía del universo cifrada por Dios en
las riñas feroces de los gallos finos. En los albores del siglo XVI, no es difícil
adivinarlos temblorosos, pero sin duda más altivos y gallardos que el resto de
la tripulación, en los galpones repulsivos de las naves españolas y portugue-
sas que cruzaron el océano hasta el Nuevo Mundo. No pasaría mucho tiem-
po para que los antiguos adoradores del quetzal resplandeciente se afiebraran
a muerte con los gallos de pelea y esparcieran su virulenta fiebre por todo el
Caribe y el resto de América.
En menos de lo que canta un gallo, estas aves pasaron del guacal a los princi-
pales campos de producción cultural del continente. La pintura, la literatura
y la música popular han registrado a través del tiempo la presencia e impor-
tancia insoslayable de los gallos en el imaginario de América Latina. En el
campo cinematográfico de México, por ejemplo, Juan Rulfo escribió El gallo
de oro, un guión impecable que compite en belleza con sus mejores cuentos
y recrea el drama de un gallero, Dionisio Pinzón, atrapado como una chiripa
en las redes de la fatalidad, los gallos de combate y la suerte arisca y capri-
chosa de la baraja.
Este rápido preámbulo, como el pisar del gallo, sirve para precisar el objeto
central de este trabajo: el cuento costumbrista “Gallera”, del escritor saba-
nero Alejandro Álvarez, nacido en Toluviejo3 (Sucre) el 17 de junio de 1909
y fallecido en Bogotá el 27 de septiembre de 1982. Este cuento, que apare-
ció inicialmente a finales de 1948 en el suplemento literario del periódico El
Tiempo de Bogotá, sería recogido en 1959 en la Antología del cuento colom-
<?>
Algunas canciones vallenatas cuyos protagonistas son los gallos de pelea son: El gallo tuerto (José
Barros), El pollo vallenato (Luis Enrique Martínez), Los gallos de Pivijay (Armando Zabaleta), El Gallo
Caraballo y EL Gallo Jugao (Luis Enrique Martínez), EL Gallo Fino, El Gallo Viejo y Pico y espuela
(Emiliano Zuleta). López El Pollo (Rafael Escalona), La muerte del buen amigo (Julio Oñate Martí-
nez), El cordobés (Adolfo Pacheco), El gallito (Leandro Díaz), El viejo pollo (Enrique Díaz), El gallo
y el pollo (Diomedes Díaz), El gallo negro (Beto Rada), entre otros.
3
El municipio de Toluviejo, es el municipio más antiguo del departamento de Sucre, ubicado al no-
roeste en la zona costera del Golfo de Morrosquillo. Era parroquia de indígenas, descubierta por Pedro
de Heredia el 19 de marzo de 1534, quien le dio el nombre de Villa de San José de Toluviejo en honor
a la fecha de su descubrimiento y a la máxima autoridad indígena.
4
Posteriormente, Gallera aparecerá también en el tomo I de El cuento colombiano (1980), Eduardo
Pachón Padilla y más recientemente en la antología Cuentos costumbristas colombianos (1999), selec-
ción de Carlos Nicolás Hernández y Clara Mejía S. Editorial Panamericana. La segunda reimpresión
de esta edición (2006) es la que se utiliza en este trabajo para el análisis microsemiótico.
5
Gallo de color oscuro y cresta negra.
–Ay na má Pisisí…estás ande ej… ¡pero no pases e las patá, pocque el que
t’han traío y que ej el Taladro de Corozá, que ha jecho recogía dende Toluvie-
jo, pasando por Sincelejo, jasta pu’allá por Sincé y la Villa…! (200).
para Pisisí. Unos entraban a pie o en burro, con los gallos en la mano o colgados
del hombro, en calzones de fique. Otros en automóvil, chivas y camiones. Otros
a caballos bien o mal aperados: sillas chocontanas con estribos de zapatos, gual-
drapa, cabezón de cerda o riendas de cuero. O sillas vaqueras con estribos de
aro, jáquima de penca, esterilla y manta colorada en la asentadera. Todos traían
grandes o pequeños rollos de billetes en los bolsillos. En la plaza, frente a las
cantinas, a las puertas de la gallera y casas vecinas, se agrupaban disímilmen-
te los vehículos. Caballos, burros y mulos están amarrados a los horcones. Se
oyen pitos, rebuznos y relinchos. Las bestias meaban a chorros. Y el ambiente
se impregnaba de un acre sabor de gasolina, sudor y amoníaco (210).
Por supuesto, en el centro de este nefasto paralelo están los gallos, las beste-
zuelas multicolores que acaparan en todo momento la focalización. “Hay ga-
llos giros, chinos, canelos, gallinos, cenizos, pintos, canaguayes. Y en todos
ellos una crueldad elemental canta, gorjea, hace visos” (199). Parecen “una
pequeña catedral de pluma y de arrogancia” (212), pero al mismo tiempo so-
metidos a la barbarie infinita del hombre. “En los ojos chispeantes, en los
movimientos ya ágiles, ya precautelativos, en las específicas voces de guerra,
los gallos aceptaban la cita impuesta por los hombres, de la cual casi nunca
vuelven vivos o intactos” (214). En ese orden de ideas, los gallos son descri-
tos con admiración por su belleza y con una elevada dosis de conmiseración
por su desmesurado valor.
Batirse hasta la muerte, he ahí el tremendo sentido heroico del gallo fino. La
lucha se ensombrecía paso a paso. Los gallos estaban convertidos en harapos
sanguinolentos. Ya nada quedaba de aquellas estampas rutilantes de la cuer-
da, envidia de las guacamayas, de aquella agilidad sin paralelo. Solamente
pervivía el valor. La masa sucia de sangre y de tierra se movía pesadamente,
caía y volvía a levantarse, para seguir peleando (218).
Y así llegamos al interior de la gallera, sin lugar a dudas el sitio más importan-
te del relato, el centro del universo axiológico de los personajes. Una especie
Salvo por su honor y su palabra, los auténticos galleros no tienen mucho que
perder. Como bien lo dice Aniano Gancho, “¡Carajo!, yo lo único que tengo
ej a Rufa y a Joselito, y me atrevo a apostarloj, pocque sé que no los pierdo...”
(204). Don Miguel, el dueño del Taladro, es en cambio la imagen viva del
hombre poderoso que, como en el cuento de Alejandro Álvarez, ingresa a las
Bibliografía
Berdella De la Espriella:
superstición, tragedia
y humor ominoso en A
golpes de esperanza
Élber Gómez
Colegio Colón de Barranquilla
Resumen Abstract
Desde el discurso oral propio del hom- From the oral speech, characteristic of
bre Caribe, Berdella de La Espriella ex- the Caribbean man, Berdella de La Es-
plora la vida rural resaltada por la trage- priella explores the rural life highlighted
dia en un marco de humor despiadado; by tragedy in a framework of merciless
para destacarlo, este ensayo pretende humor. To stand this out, this essay pre-
asentar la relación existente entre estos tends to establish the relationship be-
opuestos en el libro de relatos titulado tween these opposing characteristics
A golpes de esperanza. Como referen- in the book of stories A golpes de es-
tes teóricos, serán de utilidad los pre- peranza. As theoretical referents, there
supuestos de Vansina y Gómez desde will be used the presumptions of Vansi-
el manejo de la oralidad, previendo el na and Gómez about speech manage-
papel del iniciador en el acto discursivo ment, foreseeing the role of the initia-
y enfocando la legalidad del lenguaje tor in the discursive act, and focusing
en un contexto específico. La presen- the legitimacy of language in a specific
cia de la superstición en los relatos será context. The presence of superstition in
valorada desde su contexto explícito, the stories will be valued from its explicit
mientras que el humor será reseñado context, while humor will be pointed out
a partir del ángulo semiótico-discursivo from the semiotic-discursive angle pro-
propuesto por Eco. posed by Eco.
He leído con más asombro que interés el libro de relatos A golpes de espe-
ranza, del escritor cordobés Leopoldo Berdella de La Espriella1. En honor a
la franqueza, aunque el interés no lo despertó el texto en impresión primaria,
el asombro lo motivó el lenguaje aplicado en contextos definidos y la capaci-
dad narrativa del autor al presentar sucesos inverosímiles de manera espon-
tánea. Producto del sobresalto, el presente texto pretende destacar la relación
propuesta por Berdella entre el humor en eventos cotidianos y el resultante
aciago en los relatos de A golpes de esperanza. Analizaré, acto seguido, el
papel de la superstición, la legalidad del lenguaje empleado y la presencia de
la tragedia y el humor ominoso en los relatos del volumen2.
Brujería y superstición
1
Nacido en Cereté (Córdoba) en 1951, Leopoldo Berdella de La Espriella narra en textos concisos
su entorno ribereño, recreando del Caribe su paisaje y sus gentes. Entre los reconocimientos a su obra
narrativa se encuentra el Primer Premio en el III Concurso Departamental de Cuentos de Córdoba en
1975. Primer Premio del Concurso de Cuento convocado por la Universidad de Córdoba en 1977. En
1978 fue finalista en el Concurso de Cuentos de La Felguera (España) con A golpes de esperanza. El
reconocimiento de Berdella se debe, sin más, a la prolífica obra literaria de carácter infantil que legó
antes de su muerte, acaecida el 18 de agosto de 1988.
2
A golpes de esperanza (1981). Bogotá, Plaza & Janés.
3
Saavedra, Libardo (1995). Gorrones, salseros y montañeros. Una mirada antropológica al Valle del
Cauca. Bogotá, Fundayudas.
Aunque divisamos hasta ahora la presencia del acto agorero en su forma de-
monizada (brujería, vudú, empautes, bebedizos) y su contraparte benefactora
(el persignarse de Ruye, el Salve María, el uso de ungüentos de plantas), se
advierte que la idea de superstición es un acto cotidiano, natural. En el caso de
Ruye, santiguarse dos veces es sinónimo de invocación divina ante al deseo
de que el amuleto funcione; en la mujer devota, el habla menuda demandan-
do a la Virgen cumple la función de evocación al objeto benefactor; en “Na-
ydú”, las raíces ayudan a la joven embarazada y causan escozor e impotencia
efectivos al cura irresponsable. Llegado el caso, dos conclusiones resultan
evidentes: a) la creencia en el objeto malhechor y/o benefactor se arraiga en
los personajes de Berdella como exposición cultural de ideologías propias,
lo cual permite que b) el objeto venerado por su poder (benigno y/o maligno)
sea empleado por su devoto en circunstancias por él oportunas.
Oralidad y tradición
Cuando los estudios culturales maduraban como trigo en campo fértil, Vansina
(1967) propuso identificar una serie de nociones correlativas que estructuran
un relato de oralidad abundante, entre ellas, el motivo y el marco contextual
que registran la historia. Por otro lado, recientemente resalté la presencia de
tres actores continuos en los textos orales, a saber, el iniciador (actor-actan-
te), la evocación o invocación y la revelación del objeto (actores-procesos)4.
Conjugando las dos propuestas señaladas, la figura del iniciador sobresale en
los relatos de Berdella por su participación frecuente. En “La burra del señor
alcalde”, el narrador asume el rol de iniciador al describir con detalles a Oliva
las desgracias del hombre desventurado en el aserradero de los Saldarriaga.
Asistimos a la preparación del relato oral sin más preámbulos que el empleo
de una tradicional fórmula persuasiva:
Créame comadre Oliva cuando le digo que la costumbre lo hace a uno. Sí se-
ñora: después que uno se acostumbra todos los días a hacer una misma cosa,
se le pega aquello en los más hondo como si fuera sanguijuela. Eso mismo
fue lo que le pasó a la burra del señor alcalde. Es una historia hasta triste, pero
ahí está él mismo que se la diga, si usté no me la cree. (p. 79).
Humor y tragedia
Acostumbrado como estaba a realizar sus actos sexuales con
unturas sobreexitantes no pudo darse cuenta que el boticario de
la farmacia de turno había confundido su pomada favorita con
Tumbacallos El Libertador, debido a aquel maldito apagón de las
nueve y media.
Con este relato breve, Berdella ilustra eficaz la relación existente entre el he-
cho trágico-circunstancial-no-provocado y el humor ominoso resultante. Re-
fiere Umberto Eco que el acto pleno de humor es ejecutado por un personaje
animalesco con el cual nos identificamos al reconocer sus vicisitudes.6 Pare-
5
Interesa resaltar que el vocablo proviene del griego ἀναγνώρισις, cuya idea expresa la acción única
de reconocer en un instante determinado lo que ha sido velado hasta el momento.
6
Eco, H. (1984). “Los marcos de la ‘libertad’ cómica”. En: Eco, Ivanov y Rector. (1989). “Carna-
val”. México, F.C.E.
ce acertado, desde todo ángulo, que el escritor cordobés haga uso del humor
aciago con el propósito de representar la identidad de sus coterráneos. Años
antes, García Márquez ya impulsaba con lucidez la conjunción en relatos bre-
ves y en novelas ampliamente señaladas; en El otoño del patriarca, por ejem-
plo, recreaba la historia (¿latinoamericana?) desde el virtuosismo paródico. El
humor en los cuentos de Berdella resalta el espíritu festivo y embustero del
hombre caribeño, su visión amplia del entorno y su poca racionalidad ante
las consecuencias causadas por las desproporciones. Tal como García Már-
quez detalla la abundancia del despilfarro en sus escritos, Berdella describe
con entusiasmo la hiperbólica celebración del viejo Ruye al ganarse la lote-
ría con el número 4598:
Gabriel se multiplicó durante los seis días que duró la fiesta buscando
garrafones de aguardiente donde Jesús María, comprando pavos y
gallinas gordas en el mercado, participando la noticia a los amigos
ocasionales que encontraba a su paso, trayendo los bultos de arroz
y los galones de manteca, las verduras y los condimentos, cuidando
que los carros que había contratado no hicieran otras carreras, re-
partiendo el arroz de gallina y el sancocho de pavo, brindando vino
a las invitadas, llevándole trago al picotero y ayudándole a María
en las labores de la cocina. (p. 22, 23).
con motor. Incapacitado, nuestro lisiado recibió en pago por su miembro una
burra baya; trabajando de reciclador de botellas roneras, el señor alcalde so-
brevive en esas condiciones. La tragedia adquiere rasgos de humor aciago al
revelarse que en una oportunidad —el motivo del relato— el iniciador des-
cubre a mitad de la carretera al señor alcalde intentando mover su jumento,
el cual se empeña obstinado en golpear con su casco el asfalto. Las pistas en
la narración proponen que ante la ruindad del menesteroso es justa la adqui-
sición de un tesoro que lo premie, por eso se percibe con naturalidad cómo
nuestro iniciador rompe el pavimento en el sitio preciso en el cual la burra
señalaba, el relator manifiesta con gravedad indiscutible (p. 82):
Bibliografía
Oralidad y memoria
en tres textos de Soad
Louis Lakah
Resumen Abstract
Este ensayo trata sobre los aspec- This essay is about the aspects
tos que fundamentan la poética de that shape the poetic work of Soad
la escritora cordobesa, Soad Louis Louis Lakah. Her topic is the recovery
Lakah. Lo suyo es la recuperación de of memory. In order to achieve this, she
la memoria y para ello apela al discur- employs the oral discourse that re-pres-
so oral que la re-presenta, re-produce, ents, re-produces and updates her. The
actualiza. El trabajo también revisa la document also examines the proposal
propuesta desde lo femenino que se from the feminine point of view that is
inaugura en el arte de contar, en una introduced by the art of story telling,
época marcadamente machista. Con- during a period highly marked by male
tar su historia de vida y la historia de chauvinism. Telling the story of her life
una región con todo su acervo cultu- and the story of a region with all its cul-
ral, mítico y de tradición es el propósi- tural, mythical and traditional wealth is
to soslayado de los tres libros analiza- the sidelong purpose of the three books
dos: Razones de peso, Los caprichos analyzed, Razones de peso, Los ca-
de Dios y La Lío. prichos de Dios y La Lío.
Palabras clave: poética, memoria, ora- Key words: poetic, memory, orality,
lidad, escritura femenina, tradición. feminine writing, tradition.
Gérard Bauer
Una de las razones de peso por las que Soad Louis Lakah hace parte de la
historiografía literaria cordobesa, desde hace 24 años, es la de haber sobre-
vivido al ataque de los recuerdos1. Vive para contarlos. Su vocación es la de
cuentera, contadora, cuentista: es decir narradora de historias. Narrar provie-
ne de refero –nos recuerda Mario Lancelotti– “entre cuyas acepciones figu-
ran las de restituir, restablecer, retroceder, volver hacia atrás” (Pacheco y Ba-
rrera, 1993: 175). Y es precisamente ese evocar el que constituye la esencia
de la propuesta de Louis Lakah. Lo suyo es la recuperación de la memoria.
Recuerdo Nº 1:
Ocho historias de este libro de cuentos son relatadas por un narrador, por un
varón. En sólo dos textos la voz es la de una mujer. Uno de ellos es “Inmóvil
Figura de Luz” en el que el narrador ofrece dos pistas dicientes del rezago
de lo femenino en un aspecto tan protagónico de una historia, cual es, la de
la voz que narra. El relator en ese texto se dirige a una mujer quieta, inmóvil
figura de luz: “pasó el invierno, el verano, el otoño y volvía de nuevo la pri-
mavera, y tu siempre estática, en el mismo marco…” (p. 63), y más adelante
a esa misma voz masculina que narra se le otorga la siguiente licencia: “Miré
hacia abajo y vi que todos en la tierra dormían su languidez” (p. 64). O sea, es
un dios, un ser alado que desde arriba domina el paisaje. Es una voz prestada
que asume un papel estelar junto con el omnisciente en el volver hacia atrás
1
“El ataque de los Recuerdos” es el título del primer cuento del libro inicial de la escritora, Razones
de peso.
2
Estos tres recuerdos que intercalo como paratextos hacen parte de “El viento es de todos pero la flauta
no es mía” ponencia presentada por la autora en el Primer Encuentro Nacional Colombo Árabe. Teatro
Amira de la Rosa. Barranquilla, noviembre de 2004.
Daniel Prieto Castillo, citado por María Eugenia Boito (2000: 13,14) mencio-
na ciertos recursos del discurso oral que la escritura, entiéndase “literatura”,
ha adoptado a sus necesidades. Habla entonces de la presencia de la pregunta
o interrogación como enfatizador, el amontonamiento de palabras, la metá-
fora, la sinécdoque, la hipérbole, la antítesis, la antonomasia, el hipérbaton y
el sentido de la oportunidad, el cual relaciona con el uso lúdico del lenguaje
(cuando se cambia intencionalmente el sentido de una palabra, cuando se usa
el doble sentido…) y el símil, por supuesto.
3
Un escaneo a este libro de cuentos arroja un buen número de términos y expresiones “orales”. De los
primeros a manera de ilustración mencionaremos: frote, oscurana, guachafita, piquiña, jasajasa, blan-
denguerías, pálpito, jipata, marranada, zambapalo; de las segundas tenemos: paticas pa’ que te tengo,
no tener velas en ese entierro, hacer pistola, plantar a alguien, mandar para casa del carajo, patinar el
coco, bueno es el cilantro pero no tanto, etcétera.
Recuerdo Nº 2:
4
Otros símiles igualmente representativos son: los hombros se me movían como quijada de vieja
(p.12), comenzó a botar la plata como si fuera conchita de naranja (p.30), tengo la piel como el corozo
maduro (p.39), un inspector gordo como un marrano de cría (p. 36) y tanta tristeza como debe darle a
la vaca que le quiten su ternerito (p.40).
Los niños (o sea, los futuros pobladores, la Venidera Región) tienen una re-
currencia significativa en la historia, de modo que aparecen como los recep-
tores o destinatarios de los favores y dones de la Princesa: a ellos les enseña
los siete colores que salían de los huesos de la tierra, les dibuja fantasías, les
construye viviendas, les organiza sinfonías, les provee agua dulce que cuando
cae sobre la tierra se convierte en caramelos… Estos niños ven la luz cuan-
do la princesa les presenta al Sol y a la Luna. El primero les hace conocer la
oralidad en la forma de las historias de la tía zorra y el tío conejo. Por último,
de los niños, surgen las “lágrimas de cristal que al estallar contra el suelo se
transformaban en pepitas de oro que las gallinas tragaban al amanecer, como
brillantes bolitas de sol”, es decir, son el origen de la riqueza de la región, de
la abundancia.5 Es más, es el oro el que les permitirá crecer, desplegarse, ini-
ciarse en el progreso. Dice el narrador en este punto –o debiéramos decir en
este granito de oro–:
5
La leyenda del dorado local la justifica el origen del nombre de Ciénaga de Oro, pues se dice
que éste deriva del hecho de que de los cerros situados al oriente y en épocas de lluvias torren-
ciales, descendían en abundancia pepitas de oro que después eran recogidas en distintos puntos
de la población.
Retomando lo del oro, la escritora rememora con esta narración la leyenda do-
rada que fuimos y que equivalió a una de las aristas del primigenio polígono
identitario de América. El oro, a lo largo de Los caprichos de Dios, brilla en
el nombre de la ciénaga en la que nace su autora, en la riqueza de la tierra, en
los diversos matices simbólicos que evoca: lo lumínico, lo eterno, lo esotéri-
co. El oro es también lo amarillo, la tonalidad de la madurez (color del otoño).
Quizás esto como metáfora de esa infancia –ya no sólo de esta región sino
de toda América– no vivida, mal disfrutada, en la que más bien tocó madurar
biches para así poder empalmar con el Viejo Mundo que, por supuesto, había
contado con todo el tiempo para crecer gradualmente, valga la redundancia.
El oro, en todo caso, nos marcó como región. No en vano cada uno de los diez
granitos de este metal que conforman el relato de Louis nos mostró el deve-
nir de la protagonista, la Princesa, como una iniciada que se preparaba para
el último escaño, su entronización como Luna de Oro.
Ese oxímoron reafirma el pasado glorioso, noble, dorado que nos signó, el
resplandor que encandiló. El colofón de esta conseja es el siguiente:
Recuerdo Nº 3:
La Lío es lo femenino censurable, sin nombre, sin raigambre. Es, se dice, (de
ella todo se dice no hay certezas) hija de una india bruja y nieta de la Llorona.
Tocaba el acordeón y era madre soltera (la Nono era el apelativo de su hija
tarada). Era una diva que se convirtió en referencia para todos los asuntos del
pueblo: “su nombre es un destino” (p. 7) nos advierte la narradora desde un
principio. Todo confluía en ella, su sola apariencia de mujer fatal, primero, la
hizo objeto de todas las miradas admirativas de los hombres y reprobatorias
de las féminas y, luego, como taumaturga.
Los niños con lombrices, y los que comían tierra y cal de las pare-
des, los idiotas, los bobos y hasta para los maricas, vermífugo La
Lío, preparado por ella con hierbas santas, recetado por ella con la
bendición del cielo. Pócimas de amor, el nido de macuá para los
cólicos, la flor del polvillo para la encoñadera y agua de luna para
los enemigos. (p. 54-55).
Y diecisiete líneas más. Los funerales más renombrados del mundo macon-
diano no terminan de ser evocados en este punto, sino que tres segmentos más
adelante en la historia (XIV-XV-XVI) la intertextualidad se refuerza cuando
aparece la noticia de que “los poderes sobrenaturales de La Lío llegaron a
Bogotá, exactamente a Palacio” (p. 84) y por primera vez un presidente llega
a esos lares y –como era de esperarse– fue erotizado: fue encontrado en una
oportunidad “en pelota a las doce de la noche con una sábana blanca tendida
debajo del higuerón, esperando que cayera una flor” (p. 88). El general ter-
mina como el del laberinto, incluso, degradado, muy enfermo, se puso pipón
(p. 94) y La Lío “lo encerró en su cuarto, le dio una pócima, y después de al-
gunos días lo sentó en la bacinilla como un paciente cordero” (p. 95). Otro
patriarca en otoño.
Ciertamente esa añoranza, ese mal de tierra lo revive, por ejemplo, el ritual
de los piojos y peines al que se alude en la novela, el cual habla de una época
en donde la memoria y la tradición estaban en la minoría de edad: “con una
sábana blanca encima de las rodillas, me iba sacando los piojos con un pei-
ne, matándolos. De vez en cuando murmuraba ¡ya lo cogí!, parece un toro
“¡Óyelo como suena: trac!” (p. 13). La pomada Hervor (p. 70), la combina-
ción (prenda interior) y el Menticol (p. 113), también hacían parte de ese uni-
verso en cuyo imaginario daba pena cobrar (p. 99) y en cuanto al sexo, el ser
“señorita” era toda una dignidad, morir señorita era una opción vigente, pri-
morosa, totalmente seria. Era ese un mundo deserotizado, he ahí el por qué
de la animadversión hacia La Lío, el antiparadigma de lo que se conceptuaba
como el comportamiento femenino digno.
En La Lío, por su parte, la fisura del texto se presenta desde el principio con
el artilugio manido del manuscrito hallado en una circunstancia tal, por tanto
no tengo responsabilidad alguna en lo que narro. Funcionó para La Vorágine
(1924, recordemos) no para La Lío, que es un “texto oral”, por lo que hubiera
resultado más coherente una entrada tipo “les voy a contar lo que he escucha-
do decir a mis padres, abuelos y a los padres y abuelos de ellos “o “les voy
6
Las dos acepciones que arroja el diccionario para pesebre corresponden a esa especie de cajón o ar-
tesa donde comen los animales, por un lado, y por otro, se denomina también de este modo a la insta-
lación destinada a recibir las raciones de forraje, etc., para el consumo inmediato de los animales; por
último, se mencionan como sinónimos nacimiento y Belén.
7
Louis Lakah es la voz femenina en medio de escritores cordobeses como Manuel Zapata Olivella,
Raúl Gómez Jattin, David Sánchez Juliao, Guillermo Valencia Salgado, José Luis Garcés, entre otros.
Bibliografía
La risa en el cuento
popular del Sinú:
Murrucucu
Resumen Abstract
En este trabajo se busca mostrar como En este trabajo se busca mostrar como
los cuentos populares escogidos: “el los cuentos populares escogidos: “el
manatí”, “la piquería”, “el tambor del manatí”, “la piquería”, “el tambor del
diablo”, “el fandango”, “un mantero de diablo”, “el fandango”, “un mantero de
fama”, “la pelea” y “el totumo de oro”, fama”, “la pelea” y “el totumo de oro”,
la risa es un elemento catártico y libe- la risa es un elemento catártico y libe-
rador de las normas de la sociedad, rador de las normas de la sociedad,
fundamental en la afirmación de la cul- fundamental en la afirmación de la cul-
tura popular del Caribe colombiano. El tura popular del Caribe colombiano. El
cuento popular se nos muestra aquí cuento popular se nos muestra aquí
como el género de la cultura popular y como el género de la cultura popular y
su estructuración está determinada por su estructuración está determinada por
las relaciones y organizaciones inter e las relaciones y organizaciones inter e
intragrupales, por consiguiente tanto las intragrupales, por consiguiente tanto las
estructuras temáticas como las figurati- estructuras temáticas como las figurati-
vas dependen de las características de vas dependen de las características de
este tipo de cultura. este tipo de cultura.
Palabras clave: Cuento popular, Mu- Key words: Cuento popular, Murrucu-
rrucucu, relato, tradición, risa, catarsis, cu, relato, tradición, risa, catarsis, orali-
oralidad, mito, carnaval, identidad. dad, mito, carnaval, identidad.
1
Guillermo Valencia Salgado, nacido en El Sabanal, corregimiento de Montería en 1927, se graduó
como abogado en la Universidad Libre de Colombia. Se destacó como narrador de relatos orales. Con
el libro de Murrucucu (1982) incursionó en la escritura, pero no pudo darle el giro definitivo a su poé-
tica, a través de un tratamiento de lenguaje eficiente frente al narrador de élite. Se destaca este libro de
precisamente porque condensó una poética de la literatura popular. El Goyo, como se le conoce tam-
bién, incursionó en la poesía (verso métrico sin mayor trascendencia, quizá su mayor legado está en
las páginas de Murrucucu donde recogió toda la oralidad del Sinú y la mitificó). Además escribió los
libros El Sinú y otros cantos (1981); Córdoba, su gente y su folclor (1987); y Poemas (1990). Falleció
en 1999, en Montería.
2
Grito montuno de los campesinos del Sinú cuando han cumplido con una tarea impuesta por el ha-
cendado.
cimiento no puede estar ligado a una única dirección puesto que, en el saber
popular, se presenta desde su amplia contingencia, en los límites sin límites
de la cultura popular que, incansable, busca la salida de los absolutos, con la
certeza de que la memoria y el tiempo no son invenciones fantásticas, sino
fantasías reales.
según ellos, la risa no venía de Dios, sino que era una emanación del diablo;
desde esa perspectiva, el cristiano debía conservar una seriedad permanente.
Bajtín (1974) señala que la cultura cómica popular de la Edad Media se orga-
niza en torno a las fiestas, desempeña el papel de drama satírico opuesto a la
“trilogía trágica” del culto y a la doctrina cristiana oficiales. Este dogma sa-
tírico se manifestaba a través de la vida corporal; de la liberación del cuerpo
colectivo –el coito, el nacimiento, el crecimiento, la bebida, la comida y la
satisfacción de necesidades naturales– porque, como afirma Bergson, la risa
y lo cómico son fenómenos sociales y no individuales (Bergson; 1982, 14).
Es así como la risa posee una doble faz: positiva y negativa. En los cuentos
populares se muestra como el elemento regenerador, creativo, dispositivo li-
berador de la alegría y el cuerpo en su carácter profundamente positivo, pero
a la vez es el elemento asociado a lo diabólico, a la maldad, al pagano, a la
blasfemia y al pecado, en su carácter negativo. Como vemos, en la risa se fun-
den las dos visiones: el drama satírico de la vida corporal a través del cual el
pueblo sentía su liberación y la trilogía trágica del culto y la doctrina cristia-
na para la cual Dios nunca ríe, sino que se caracteriza por la seriedad, única
vía para expresar el bien y lo divino; la concepción cristiana exalta el sufri-
miento y el dolor como formas de redención y como camino para alcanzar la
gracia eterna, el hombre debe sentir miedo de la divinidad, debe albergar el
temor al pecado y a la blasfemia, su vida está dirigida por el miedo al castigo
divino y la risa es la manera de destruir el miedo, implica superar el temor y
abrirse a las esferas de la libertad corporal, hecho reprimido en la concepción
cristiana. En “La piquería” observamos cómo la risa es elemento liberador
del cuerpo y supresor del temor:
Aquí la risa, además de superar el miedo y manifestar la burla hacia los otros
personajes, es forma de manifestación del duelo expresado a través del códi-
go quinésico:
La risa como visión festiva del mundo que postula la libertad, como arma de
liberación en las manos del pueblo:
Aquí vemos el apodo “culo e tabla” que actúa como metáfora de “esñangao”
en la descripción física del personaje en la mimesis del cuento popular (voz
del personaje); se ridiculiza a través de la forma física del personaje.
Allá iba el hombre, pechón, pipón culo estrecho, Pariente del sapo
el maldecío chino… (“Un mantero de fama”).
Aquí, el trato entre los dos personajes es familiar y reúne dos insultos: “ma-
ricón” forma aumentativa que rebaja la imagen del otro a partir de una atri-
– ¡Que aquí estoy en busca de su ídolo con pie de tusa! (“La pelea”).
Esta forma de burla que hace un personaje hacia otro, dentro de la estructura
accional actúa como forma de desafío y mecanismo de defensa que libera al
sujeto de temores y le otorga actitud abierta para la acción.
Bibliografía
La cuentística de
Andrés Elías Flórez
Brum: una poética de
resistencia frente a la
adversidad
Resumen Abstract
Este artículo incursiona en el quehacer This article deepens in the literary work
literario de Andrés Elías Flórez Brum, of Andrés Elías Flórez Brum, particularly
particularmente en su producción cuen- in his stories which, developed between
tística que, generada entre 1980 y 2007, 1980 and 2007, constitute a permanent
se constituye en una búsqueda perma- search of forms, visions, and features,
nente de formas, visiones y rasgos ade- adapted to the reality of a country that
cuados a la realidad de un país cada is more troubled at every moment. Such
vez más convulsionado. Dicho univer- narrative universe is articulated with a
so narrativo se articula con diversos tra- series of different pathways of the new
yectos del nuevo cuento colombiano al Colombian story, when combining the
combinar lo provinciano y lo citadino, la country side with the city life, the per-
persistencia de la conciencia mítica y el sistence of mythical conscience and the
imperativo de la conciencia histórica, el imperativeness of the historical one, the
relato clásico y el cuento como artefacto classic tale and the story as a narrative
narrativo, el minicuento y los efectos del artifact, the short story and the effects
habla cotidiana. Todo ello conforma una of daily life talk. All these conform a po-
poética de la resistencia vital frente a las etic of the vital resistance before adver-
adversidades y violencias que se viven sities and violence lived in Colombia;
en Colombia; por ello son recurrentes that is why there are several recurrent
y significativas varias convicciones del and meaningful author’s convictions
* La cuentística de Andrés Elías Flórez Brum: una poética de resistencia frente a la adversidad
Recibido y aprovado en julio de 2008
autor sobre los poderes del relato: for- regarding the powers the story has: A
ma de exorcismo de miedos persona- way of exorcism of personal and collec-
les y colectivos, manera de visibilizar la tive fears, a way to visualize the human
dimensión humana escondida detrás dimension hidden behind everyday is-
de lo cotidiano, espacio para descubrir sues, a space to discover the pain and
el dolor y los afectos que nos unen, te- affections that join us, a weave of inclu-
jido de voces incluyentes, perspectiva sive voices, a privileged perspective for
privilegiada para preguntas inquietan- worrisome questions or a possibility to
tes o posibilidad de textualizar la exis- textualize the existence subjugated to
tencia sometida a todo tipo de fuerzas all types of forces and powers that pre-
y poderes que intentan obstaculizar la tend to block the vital and historical ex-
experiencia vital e histórica. perience.
Palabras claves: relato clásico, alegoría Key words: classic story, social alle-
social, metáfora existencial, minicuento, gory, existential metaphor, short story,
desplazamiento, exilio interior. displacement, interior exile.
1
A este respecto pueden consultarse prólogos y antologías de Luz Mary Giraldo: “Cuento colombiano
de fin de siglo. Renovación de un género”. Nuevo cuento colombiano 1975-1995 (1977: 7-27); “Pró-
logo”. Cuentos de fin de siglo (1999: 7-18), y “Una visión caleidoscópica”. Cuentos y relatos de la li-
teratura colombiana, Tomo II (2005: 5-14); así mismo, es esclarecedora de los caminos renovados del
cuento en Colombia la antología de Eduardo García Aguilar: El cuento colombiano al borde del siglo
XXI. Veinte asedios al amor y a la muerte (1997). No puede olvidarse el esquema generacional de Eduar-
do Pachón Padilla cuando de abordar la cuentística colombiana se trata, pues si bien hoy contamos con
otros parámetros historiográficos y críticos, su propuesta es un clásico en la historia literaria colombia-
na. Véase El cuento colombiano, 2 tomos (1980), especialmente las generaciones de los años setentas.
cedo a finales de los setenta, quiénes conforman una generación: Flórez Brum, Evelio José Rosero, Jaime
Espinel, Julio Olaciregui, Pedro Badrán, Marco Tulio Aguilera Garramuño, Tomás González, entre otros.
De acuerdo con Peña Gutiérrez esta generación que emerge en los setenta y se consolida en los ochenta
podría denominarse “la generación silenciosa”, en tanto no espectaculariza ni se toma los medios de co-
municación, espacio que sí fue crucial en la anterior de Oscar Collazos y Rafael Humberto Moreno Du-
rán, y obviamente es definitiva en los grupos recientes de escritores (Mendoza, Gamboa, Vásquez, etc.).
Con lucidez señala “¿Si el M-19 representa en la esfera política la irrupción de los sectores sociales
medios en el panorama nacional, las FARC en la esfera político-militar al campesinado, la generación
silenciosa qué representa en el espectro social y cultural del país? ¿Podría considerarse expresión y
símbolo artístico de esa clase media voluminosa y muda?” (154).
3
Todos sus libros cuentas con reediciones, La vendedora de claveles, por ejemplo, cuenta con cinco edi-
ciones y diecisiete reimpresiones, traducida al inglés al igual que su libro de cuentos infantiles El trompo
de Arcelio. Muchos cuentos han sido publicados en revistas nacionales e internacionales, otros hacen parte
de reconocidas antologías nacionales, precisamente en el 2007 el cuento Los perseguidos hace parte de la
antología Cuentos de la calle de la colección Cara y Cruz del Grupo Editorial Norma, a su vez, el cuen-
to La carrera hace parte de una reconocida antología del cuento latinoamericano: Los magos del cuento
(2003) de la editorial estadounidense El salvaje refinado; en el 2002 fue ganador del XXIV Concurso na-
cional de cuento de la Universidad Metropolitana de Barranquilla; en el 2000 obtiene el premio al mejor
libro de cuentos, Viñetas de amor y de vida otorgado por la Cámara del libro en la 13ª Feria internacional
del libro de Bogotá. Además de muchas menciones, la novela Este cielo de retratos fue finalista en el Con-
curso de Plaza & Janés y La vendedora de claveles obtuvo el segundo puesto en el Concurso Nacional de
Novela Enka de Medellín (1989). El mérito más reciente y altamente significativo es haber quedado in-
cluido en los trece cuentos finalistas entre 514 relatos del Primer concurso internacional del relato breve
ALEA IACTA EST, organizado por el grupo español Delenda est Carthago en el mes de marzo de 2008.
4
Los perseguidos cuenta con tres ediciones: 1980, la cual incluía 16 cuentos; en 1997 aparece la se-
gunda, corregida y disminuida en dos cuentos: “Dos hermanos en la calle” y “Los émulos de Balta-
zar”; en 2008 aparece la tercera titulada Los perseguidos y otros cuentos, que mantiene el orden de los
cuentos de la segunda, reincorpora “Los émulos de Baltazar”, incluye cuatro cuentos pertenecientes a
su segundo libro La obsesión de vivir: “Gaviota”, “Estas navidades”, “Mamá no vende los helechos” y
“El nene Otero”; además incluye dos cuentos poco conocidos publicados en periódicos y revistas: “El
diagnóstico de la tía Tata” y “Lanhia”. Nos parece significativa la selección hecha por el mismo autor,
quién al reorganizar su material ofrece una nueva mirada temática y estilística. En este trabajo segui-
mos esta edición sin desconocer los otros cuentos pertenecientes a La obsesión de vivir.
Sin duda que con Los perseguidos Flórez Brum funda las bases de un uni-
verso literario que continuamente se retroalimenta: desde entonces sus per-
sonajes luchan consigo mismos, con las presiones del sistema, la desocupa-
ción, la pobreza, el miedo y la insolidaridad; así mismo, el modelo narrativo,
muchas veces cercano al cuento corto o al relato clásico, incluye un movi-
miento centrípeto que focaliza un motivo, posee capacidad de concentración
que apela fuertemente al lector, juega creativamente con la primera y tercera
persona narrativas, inserta estructuras dialogales con interlocutores ausentes
o presentes, y elabora finales esperados o sorprendentes; con razón Carolina
Mayorga destaca una sabia economía verbal –frases breves, cortantes, reite-
raciones, descripciones funcionales– en Flórez Bruma como estrategia para
lograr contundencia en el relato, sin que ello signifique renuncia al detalle
cuando la estructura y la tensión narrativa lo requieren (11).
5
En su momento, señalamos el carácter autobiográfico de este libro, el cual seguía en buena parte el
modelo de relato breve con alta economía expresiva e intensamente apelativo que desde un hecho, una
escena, un juego infantil, etc., descubría lo maravilloso enquistado en lo cotidiano de la provincia; de
esta manera Flórez Brum renovaba el canon colombiano de literatura infantil; más cercano a las ideas
de José Martí que al modelo clásico, Flórez Brum no propicia la evasión a través de castillos, princesas
o hadas madrinas, sino que descubre la sensibilidad, la inteligencia y el imaginario de nuestros niños
con base en experiencias cotidianas, las cuales al ser narradas visibilizan valores humanos entraña-
bles, como posibilidad de formación integral enraizada en las contingencias de la realidad de pueblos
y provincias colombianos, dimensión que hoy por hoy reta a los cultores de éste género en Colombia
(Figueroa, 1982, 8); precisamente, este yo autobiográfico se despliega luego en su novela Este cielo de
retratos, en la cual la memoria fabula y potencia vivencias personales con significados colectivos: recu-
peración y valoración de un ámbito a través de la llegada de un personaje y a través de la vieja metáfora
de la casa, tan presente en la narrativa caribeña colombiana –Cepeda, Rojas Herazo, García Márquez,
Burgos Cantor, Marvel Moreno–. De esta manera Flórez Brum logra capturar un tiempo, que perdido,
se recupera ahora en un espacio captado por la escritura y por la interioridad de las voces narrativas.
6
Joaquín Peña señala que durante los años ochenta Colombia ya exhibía índices altos de pobreza de-
bidos al desajuste que desde los setenta había causado la asimetría entre modernidad y modernidad so-
cioeconómica: el 70% de los colombianos se desplaza a la ciudad aumentando cinturones de pobreza,
fenómeno que creció y llega hoy a 11 millones de colombianos que alcanzan índices de miseria (155).
Es evidente que Flórez Brum y muchos de su generación tematizan literariamente dicha problemáti-
ca. El cuento “Los émulos de Baltazar” con evidentes guiños a García Márquez, metaforiza el efecto
de tales desajustes en las provincias a través de la tensión entre el poco valor de lo natural (valores de
uso) frente al dominio casi absoluto de lo artificial y seriado (valores de cambio); igualmente, la repre-
sentación literaria de la artificialidad (una peluca), convierte la vida de una mujer en un mundo ficticio
donde ella es un robot que sólo habla con los objetos y vive para sí misma (“La mujer de la peluca”).
7
De acuerdo con Soler, et al, la soledad que viven los cuatro personajes “dibuja la calle como un lu-
gar deshabitado y terrorífico: una imagen que contribuye al aumento de la ansiedad. Los hombres se
sienten agredidos, vulnerables y desamparados afuera de sus casas; sus mujeres se sienten igual estan-
do en ellas. El monólogo interior refleja un tipo de paranoia, un delirio de persecución que tanto en la
calle como en la casa produce intranquilidad” (18).
8
Recordemos las sutiles apelaciones y las impecables estructuras logradas en los relatos de El trom-
po de Arcelio (1981), el trabajo reconstructivo de la memoria de quien regresa para recuperar ámbi-
tos perdidos en la novela Este cielo en retratos (1988) y el riesgo metaficcional de El visitante (1985),
donde las barreras entre realidad y ficción se diluyen al igual que se confunde el espacio de escritura
con el espacio de lectura.
9
En efecto, la identificación que hace un niño entre el destino de una gaviota que cae en la playa y una
niña hermosa de quien está enamorado, desemboca en un doloroso aprendizaje de miseria existencial,
el cual acaba incluso con el amor recién nacido entre ellos, pues mientras el animalito cuidado amo-
rosamente es devorado por un perro, la muchacha tiene que irse en un camión a desempeñarse como
empleada doméstica. A su vez, el segundo cuento opera como metamorfosis del motivo inicial: las ino-
centes muñecas de trapo de Titina contrastan con “las malignas” fabricadas por las Galindo para con-
notar los índices de pobreza e inocencia frente a los contravalores que genera el enriquecimiento ilíci-
to, representado en muñecas hermosas llenas de coca. El tercer cuento es otro modelo de construcción
narrativa que mezcla ternura y crueldad en las situaciones familiares, desde la focalización de un niño,
quién vive y sufre el desbarajuste de las tradiciones de la familia, cuyos integrantes desbaratan la casa
de la abuela buscando el codiciado cofre, la dejan sola y enferma preguntando por lo que constituía
su tradición más preciada: el árbol de navidad. En los tres casos, la angustia por la vida que se pierde,
se transforma en obsesión que mantiene al joven enamorado de Elisa-gaviota con la esperanza de ver-
la regresar; a Titina con el valor de la inocencia y al niño parapléjico acompañando a la abuela triste.
“La obsesión de vivir”, cuento que titula el libro, presenta una estructura no-
vedosa y enigmática: el narrador protagonista (Arturo) se desdobla en el es-
critor que no puede pagar la cuenta en la pensión de don Evaristo y termina
llevándosele a la mujer; tal desdoblamiento permite al narrador protagonista
volverse alternativamente sujeto y objeto del relato, por eso la obsesión de
vivir se transforma en obsesión de escribir. Por su parte, el cuento “Las hor-
migas de la ciudad” constituye otro caso de alta destreza literaria, lograda no
sólo por la cuidadosa alternancia de planos narrativos, sino a través del des-
doblamiento del periodista reportero en el vendedor de tomates devorado por
hormigas, quien había enterrado a su mujer debajo de la cama. El efecto del
relato radica en el regodeo con la muerte (el cuerpo putrefacto de la mujer
enterrada) como forma de incentivar obsesivamente el amor a la vida. Final-
mente, en “Collage del amor desecho”, se construye un paralelismo entre dos
parejas, que frente a las fuerzas del odio y de la muerte, representadas en los
asesinatos de Luis Carlos Galán y Bernardo Jaramillo Ossa respectivamente,
sufren, se solidarizan y defienden el amor y la vida por encima de todo, mo-
tivo que no por casualidad será recurrente en la siguiente colección de cuen-
tos, Viñetas de amor y de vida.
Después de recorrer los dos primeros libros de Flórez Brum, pensamos con
Carolina Mayorga, que si bien “Hay mucho de amargura y desgarramiento
en las historias contadas”, hay también “una inmensa ternura en el tratamien-
to de los personajes y un inmenso respeto por su lucha solitaria” (12-13). Así
mismo, constatamos las afirmaciones de Joaquín Peña Gutiérrez, según las
cuales ante cuentos excelentes y bien construidos como los de Flórez Brum,
el lector piensa que lo leído le ha ocurrido a él y se pregunta entonces cómo
ha hecho el autor para que su escritura sea tan fiel a la aventura espiritual e
incluso física de muchos hombres de Colombia y América latina (156).
El tercer libro de relatos de Flórez Brum abra sin duda un nuevo horizonte en su
proceso de creación literaria; las propuestas narrativas se acercan ahora al deno-
minado minicuento y, emparentadas muchas veces con estructuras líricas, mani-
fiestan un nuevo aire de frescura, esperanza y optimismo que, unas veces como
motivo recurrente y otras como significado oculto, atraviesa toda la colección.
10
Sobre las posibilidades del minicuento, la denominada ficción súbita y otras construcciones aná-
logas, véase Nana Rodríguez Romero, Elementos para una teoría del minicuento (1996). Si bien en
muchas propuestas de Flórez Brum encontramos economía expresiva, construcciones intemporales y
elementos sorpresa propios del minicuento, no se trata de prototipos del género, a la manera de Mon-
terroso por ejemplo, pues no existen disposiciones centrípetas, diseños elípticos, ni mucho menos la
tendencia a tornar en enigmático lo cotidiano, confundir realidad y fantasía o transitar el límite indefi-
nible entre sueño y vigilia. Recientemente, Henry González (2002) ha cartografiado las modalidades
del minicuento en Colombia, sus formas concomitantes y su genealogía, precisamente incluye a Flórez
Brum entre los autores antologizados.
Por su parte la cuarta sección, “Del texto y los contextos”, una de las más
extensas, aborda tópicos relacionados con el proceso de escritura, el papel
del lector en la significación literaria y el deber ser del escritor, a través de
juegos intra e intertextuales: citar y transformar textos de la historia lite-
raria (Cien años de soledad, Los asesinos, El túnel), habitar la conciencia
de personajes canonizados (La maga de Cortázar, Ángela Vicario de Gar-
cía Márquez, la Penélope homérica o el Juan Pablo Castel de Sábato). Tan
convencido está Flórez Brum del poder dinamizador de la escritura que en
“Los paraguas y los dulces”, la portada de Suenan timbres de Luís Vidales,
lo protege de la lluvia con su paraguas simbólico y los poemas del Tuerto
López lo guían por el Portal de los Dulces en la Cartagena de comienzos de
siglo. De todas maneras, Flórez Brum no abandona la problemática social
persistente en el país y la imagen que de él se proyecta en la quinta sección:
guerras, violencia generalizada, desastres naturales, etc., sólo que ahora
11
Para ver en detalle análisis de motivos, temas, formas y conexiones de Viñetas de amor y de vida,
véase nuestro trabajo “Nuevos aportes de Andrés Elías Flórez Brum a la narrativa colombiana en el
fin de milenio” (1999).
12
Fernando Arias piensa que la agudización de dicho conflicto, “demostrable en el número
e intensidad de las confrontaciones, el ascenso en la capacidad de combate de los grupos pa-
ramilitares, la dinamización de la guerra a partir del flujo de ingresos provenientes del nar-
cotráfico, así como los sectores de la economía amenazados por las guerrillas izquierdistas,
y la respuesta insuficiente del Estado frente a éstos, tiene como telón de fondo lo que es sin
duda la más grave crisis humanitaria en la historia del país desde la segunda mitad del siglo
pasado” (2002, 128-129). Para contextualizar y encontrar nuevos sentidos al libro de Flórez
Brum pueden consultarse los trabajos de Darío Fajardo Montaña “Migraciones internas, des-
plazamientos forzados y estructuras regionales” (2002, 68-77); Carlos Vásquez Zawadzki
“Cartografías de desplazamientos y poblamientos urbanos” (2002, 20-33); y Gloria Naranjo
y Deysi Hurtado “Migrantes y desplazados en las ciudades” (2002, 136-141).
Mendoza), pasando por géneros híbridos como las historias de vida (Sandra
Afanador, el mismo Alape) y la denominada ficción documental (Olga Be-
har, Castro Caicedo y la célebre Noticia de un secuestro de García Márquez).
Historias trenzadas se ubica sin duda en esta cartografía narrativa; sin em-
bargo, Andrés Elías Flórez privilegia la invención literaria por encima de la
voluntad de cronista; ningún cuento pretende testimoniar o “reconstruir”, más
bien se recrean situaciones y episodios, se alegorizan tipos humanos implica-
dos en el conflicto o se simbolizan sentimientos y actitudes, a través de una
disposición controlada de referencias familiares para el lector medianamente
informado; es decir, a partir de hechos, acciones y sitios reconocibles por to-
dos (ataques guerrilleros, amenazas, boleteos, vacunas, persecuciones para-
militares, secuestros, policías muertos, etc.), enfatiza problemáticas humanas
y sociales (desplazamientos internos, desposesiones, éxodos, pérdidas mate-
riales y de vidas), evidencia efectos perversos del conflicto (ruptura de vín-
culos familiares, traumas por violaciones, alteraciones de conducta, miedos
extremos, comportamientos demenciales, sentimiento de pérdida y todo tipo
de desubicaciones), y construye realidades alternativas (evocaciones consola-
doras, vivencias renovadas del amor y del eros, gestos de resistencia, disfrute
de sentimientos gratificantes).
¿Cómo logra Andrés Elias Flórez el efecto estético que sorprende y deja en el
lector imágenes inolvidables que se vuelven referentes para comprender las
implicaciones sociales, morales y antropológicas del conflicto que vivimos a
diario?; lúcidamente, el escritor Benhur Sánchez, señala la capacidad de Flórez
Brum para singularizar los hechos repetidos, y por eso mismo invisibilizados
por los medios masivos de comunicación; de esta manera el autor “ha hecho
visible en la ficción al ser humano que está detrás de todo conflicto social,
económico o político” (13). En efecto, ello tiene que ver con las tematizacio-
nes que logra Flórez Brum a través de disposiciones narrativas que captan una
imagen, visualizan una situación o diversifican las significaciones, y a través
de una mezcla controlada de referencias puntuales (veredas, pueblos, y loca-
lidades ubicadas en Córdoba, Sucre, Cundinamarca, César, Tolima; distintos
sitios de Bogotá radiografiados topográficamente) y de elaboraciones poéticas
a mitad de camino entre alegorías que concretan situaciones generales y sim-
bolizaciones que partiendo de lo conocido, conducen a lo menos conocido,
hasta sumergirnos en significados inéditos, en percepciones sorprendentes o
en conexiones insospechadas de una realidad que creíamos haber aprehendido.
En los 21 cuentos que integran el libro, los narradores en tercera persona casi
siempre se implican en lo que cuentan, su pretendido distanciamiento es sólo
aparente, pues han sido testigos, su perspectiva proviene de rumores o le han
prestado la voz y la visión a los protagonistas; en ocasiones, la primera per-
13
Recientemente Luz Mary Giraldo publicó En otro lugar. Migraciones y desplazamientos en la na-
rrativa colombiana contemporánea (2008) y estudia en detalle las escritura del desplazamiento y sus
significados concomitantes –exilio, migración, éxodo, enrancia– en el país; si bien se detiene en nove-
las recientes muchos de los tópicos con los que caracteriza estas ficciones son análogos a los que Flórez
Brum trata en Historias trenzadas. Lo señalado sobre el libro de Giraldo en su momento, resulta perti-
nente para inserta el caso específico de Flórez Brum dentro de la cartografía propuesta por la estudiosa:
“la narrativa de ficción colombiana desde mediados del siglo XX y, sobre todo, la de la última década,
no sólo rescata memorias olvidadas, denuncia con dolor, focaliza víctimas y victimarios o salva del ol-
vido, sino que se constituye en una cantera de motivos pertenecientes a un imaginario de conflictivida-
des irresueltas que, sin duda, determina modos de ser, de sentir y de actuar: soledad y permanente caída
del yo personal y colectivo, perplejidad creciente frente al nuevo espacio que debe habitarse, dolorosos
o gratificantes aprendizajes existenciales que exige el lugar o “no lugar” donde se llega, sentimientos
de pérdida y orfandad y conflictos identitarios” (Figueroa, 2008, 14).
Sin duda que el cuento “En busca de la vida”, ganador del XXIV Concurso
Nacional de Cuento de la Universidad Metropolitana de Barranquilla, es quizás
uno de los más logrados en cuanto a los efectos del desplazamiento forzado; la
pregunta que lo inicia, “¿Te alcanzará la vida?” alude precisamente al tiempo
vital que perdió el desplazado para crear vínculos y disfrutar el amor. Desde
la evocación que se hace en una Bogotá fría e insolidaria, el relato alegoriza
la situación de muchos para quienes la capital, aunque desconocida y amena-
zante, se transforma en protección posible para el desplazado de provincia,
quien vive un doble calvario, dejarlo todo y adaptarse al no lugar donde llega.
Ahora bien, la muestra señalada de ¡Alfa!: casa y aldea ilustra los efectos de
madurez narrativa conseguidos por Flórez Brum, quien sin abandonar su pre-
ocupación social, su ternura por la condición humana y su amor por la vida,
renueva la forma afinando el cuento breve, el minicuento y aún el relato sú-
bito, modalidades ya exploradas en Viñetas de amor y de vida. Así mismo in-
cursiona ahora en temáticas filosóficas, se enfrenta a la extrañeza y a lo fan-
tástico y reitera el valor de las reescrituras como espacio donde la palabra de
Como ha podido verse, la cuentística de Flórez Brum desde 1980 hasta la ac-
tualidad se constituye en un espacio literario en el cual no sólo se recrean y
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jas “Introducción a Cuentos de la calle: antología del cuento colombiano con-
temporáneo”. A propósito de Cuentos de la calle. Bogotá: Norma, 2007:11-23.
Resumen Abstract
Después de situar al escritor en el con- After locating the writer Jairo Mercado
texto literario colombiano, con base en el Romero in the Colombian literary con-
análisis de tres cuentos (“El fusil”, “Car- text, based on three stories (“The Ri-
ta de pésame” y “Cosas de hombres”), fle”, “Letter of Condolences”, and “Men
representativos de Cosas de hombres Stuff”) of his first book Men Stuff and
y otros cuentos, el primer libro de Jairo Other Stories, it is evidenced how in this
Mercado Romero, se plantea cómo en work there are represented three differ-
esa obra se ilustran tres poéticas distintas ent poetics –one of magic realism, an-
–la del realismo mágico, la de la literatu- other of committed literature, and that of
ra comprometida y la del neorrealismo–, neo-realism-, which were in the horizon
que estaban en el horizonte de expecta- of expectations of his generation, and
tivas de su generación, sobre las cuales based on which the author’s later nar-
habría de discurrir con diversa intensidad rative would flow with diverse intensity.
la narrativa posterior del autor. Al final se Finally, there is a balance of the book’s
hace un balance de los aportes del libro contribution to Caribbean and national
a la narrativa del Caribe y nacional. narratives.
Palabras clave: poética, cuento co- Key words: poetic, contemporary Co-
lombiano contemporáneo, literatura del lombian story, Colombian Caribbean
Caribe colombiano, realismo mágico, literature, magic realism, committed lit-
literatura comprometida, neorrealismo. erature, neo-realism.
Tal parece que en el Caribe colombiano, en la primera mitad del siglo XX, la
publicación de libros de cuentos fuese cosa de mujeres. Si bien habían surgi-
Pese a su título, Cosas de hombres y otros cuentos (1971), opera prima de Jairo
Mercado Romero (1941-2003)3 es, como la obra de Cepeda, un libro conce-
1
Los libros de cuentos publicados hasta la primera mitad del siglo XX fueron: Concepción Jiménez
de Araújo, Ideas y sentimientos (1901); Lydia Bolena, Comprimidos (1928); Olga Salcedo, En las pe-
numbras del alma (1946); Marzia de Lusignan, A la sombra de las parábolas (1946); Amira de la Rosa,
Marsolaire (1941); Judith Porto, A caza de infieles (1953).
2
Álvaro Cepeda Samudio, Todos estábamos a la espera (1954); Eduardo Arango P. Enero 25 (1955);
Néstor Madrid Malo, Suerte a las siete (1955); Alfonso Bonilla Naar, Cuentos impresionantes (1958);
Manuel Zapata Olivella, Cuentos de muerte y libertad (1961); José Francisco Socarrás, Viento de tró-
pico (1961); Gabriel García Márquez, Los funerales de la Mamá Grande (1962); Germán Espinosa: La
noche de la trapa (1965); Néstor Madrid Malo, Guineo verde y otros cuentos (1966); Manuel Zapata
Olivella, ¿Quién le dio el fusil a Oswald? (1966); José Félix Fuenmayor, La muerte en la calle (1967).
3
La Bio-Bibliografía que cierra su último libro, la antología Cuentos escogidos (2002), registra, en
detalle, los momentos fundamentales de su trayectoria vital y literaria. Los resumo: Jairo Mercado, el
noveno de trece hermanos, nació en 1941, en Naranjal, jurisdicción del municipio de Corozal, Sucre,
que en ese entonces pertenecía al Departamento de Bolívar. A los cinco años su familia se traslada a
Ovejas, tierra natal de la madre, donde Jairo ejerce diversos oficios: vendedor de agua, de rifas, lo-
terías, zapatos y clubes de ropas; repartidor de periódicos, distribuidor de pan; administrador de una
chaza de dulces; negociante en huesos de ganado para fabricar botones; recogedor de botellas de ron;
y repartidor, puerta a puerta, de los folletines El derecho de nacer y El collar de lágrimas, de Félix B.
Caignet. En Corozal termina sus estudios secundarios en el internado de la Normal Superior de Varo-
nes, donde consolida su vocación literaria con la lectura de los cuarenta tomos de los Clásicos Jackson
y la frecuentación de los poetas modernistas españoles e hispanoamericanos, además de escribir sus
primeros poemas “Para distraer la monotonía de la parroquia y llenar el vacío de la orfandad familiar”
(Mercado, 2001: 248). De esa experiencia queda un libro de sonetos inédito: Pensil de ensueños. Tras
ejercer como maestro de escuela pública en Sahagún, Córdoba, se desplaza a Bogotá donde trabaja
como maestro de primaria en el Distrito, se gradúa en Filología e Idiomas en la Universidad Libre, se
desempeña como profesor de secundaria y se especializa en Literatura Hispanoamericana en el Instituto
Caro y Cuervo. En adelante, se dedica a la docencia universitaria en las universidades Libre, Nacional
y Distrital y a la dirigencia sindical, se gana o es finalista en numerosos concursos de cuento, publica
sus libros, con varios amigos crea el Grupo Literario Punto Rojo, en un programa de intercambio cul-
tural enseña literatura de lengua española en China, desarrolla su investigación sobre la literatura oral
en el Caribe colombiano, viaja por Francia, Holanda, España e Inglaterra y escribe el excelente prólo-
go a la Antología del cuento caribeño, realizada en coautoría con el escritor Roberto Montes Mathieu.
Jairo Mercado muere en el año 2003.
bido de manera unitaria. En una entrevista con Isaías Peña, Jairo Mercado se
refería a la unidad interna del libro y la fijaba en el crecimiento cronológico
del niño que focaliza las historias:
4
Jairo Mercado Romero (1998: 219)
Este grupo de escritores, entre los que sobresalen Germán Espinosa (1938-
2006), Darío Ruiz Gómez (1935), Nicolás Suescún (1938), Marvel Luz Moreno
(1939-1995), Policarpo Varón (1941), Oscar Collazos (1942), Fanny Buitrago
(1943), Alberto Duque López (1943), Ricardo Cano Gaviria (1946), Umber-
to Valverde (1947) y Roberto Burgos Cantor (1948), entre otros, que asumió
con tanto entusiasmo y responsabilidad su trabajo creador está, como seña-
la el título del primer libro de cuentos de Álvaro Cepeda Samudio, a la espe-
ra de su recepción plena, de su reconocimiento, de la lectura desprejuiciada
y atenta que establezca sus numerosos aportes como escritores que, venidos
de la nada, lograron inscribir su nombre en la República de las letras, tras-
cender lo local, lo regional y lo nacional, despejar el camino y proporcionar
una sombra balsámica que facilitó el trabajo de las promociones posteriores.
“El fusil” pone de manifiesto algunos de los elementos que identifican el orbe
narrativo de Jairo Mercado: el tópico de los forasteros que traen el terror y la
desgracia y el de la violencia partidista en San Francisco de Ovejas, presen-
tados desde la perspectiva inocente de un joven, en edad escolar, pelotero de
traspatio, en conflicto con una escuela ajena a sus intereses, quien vive, ade-
más, los comienzos de su vida sentimental. La violencia es un tema que reco-
rre casi todo el libro y se reitera en cuentos como “Carta de pésame”, “Ahora
que cruza una nube el cielo de la escuela”, “Tiempos de espera”, “Unas lá-
grimas por Francisco” y “Breve y auténtica historia en la que se narra la vida,
5
En el cuento “Unas lágrimas por Francisco”, el narrador recuerda que “los de uniforme son malos y
son matones” (Mercado 1971: 49)
pasión, muerte y resurrección de una mujer a la que por mal nombre llamaban
la putana”. Este tópico se intensifica y domina prácticamente todos los cuentos
de Jairo Mercado que aparecen en Las mismas historias, libro publicado en
compañía de su hermano José Ramón, en el que aborda el tema, sin mayores
variantes en el tratamiento en relación con Cosas de hombres, señalando una
suerte de bache o estancamiento en la trayectoria literaria del autor, mucho
más preocupado porque su obra cumpliera una función apelativa orientada
hacia la afinación de la conciencia de clase por parte del lector, la agudización
de su solidaridad social y la lucha por el cambio en las estructuras socioeco-
nómicas, que por la creación de un orbe lingüístico autónomo, imaginativo.
Esta situación se supera con el que, a mi juicio, es su mejor libro, Cuentos de
vida o muerte, aunque tal vez su opera prima siga siendo históricamente mu-
cho más importante.
El hecho de concentrar los diversos temas que se reiteran a lo largo del libro
–la violencia, la soledad, el despertar sexual, la religiosidad-, la perspectiva
dominante en el libro (y la obra), la de un niño testigo de la violencia políti-
ca, así como el rasgo principal de la escritura del autor, la sobriedad estilística
que contrasta con el neobarroquismo de los primeros cuentos de sus contem-
poráneos caribes (Germán Espinoza, Alberto Duque López, Marvel Moreno
y Roberto Burgos Cantor, entre otros), aunado a la significación emotiva que
debió tener para Jairo Mercado por ser el texto con el que se dio a conocer al
ganarse un concurso nacional en el que participaron muchos de sus contem-
poráneos, explican el lugar central que el cuento ocupa en el libro.
El libro Cosas de hombres y otros cuentos se abre con un cuento que crono-
lógicamente es el tercero publicado por Jairo Mercado, “Carta de pésame”,
el cual funciona como una suerte de arte narrativa que, sin embargo, no rige
todos los cuentos. En tanto que libro inicial, Cosas de hombres tiene mucho
de búsqueda y exploración de caminos que, en ocasiones, el narrador profun-
diza, pero, en otras, olvida.
Los rasgos de este narrador, que se repiten con leves variantes a lo largo del
libro, le permiten a Jairo Mercado, no sólo la creación de un antihéroe me-
morable, que funciona a la manera de un alter ego, sino adoptar una perspec-
tiva eficaz para expresar el tema de la violencia, la del niño que, expuesto a
una terrible realidad que no comprende, intensifica la brutalidad de los he-
chos. La pérdida de la inocencia es el tema que opera como hilo conductor
que confiere unidad al libro, que es asimismo una suerte de biografía del na-
rrador desde la remota infancia hasta el salto inicial a la edad adulta. En otras
palabras, la formación de un niño un tanto patético, aunque verosímil, nada
fornido ni grandulón, solitario, de pocas sonrisas, medio atolondrado, traga
lágrimas, come uñas, habituado a la melancolía de la penumbra y al suplicio
de la soledad, obediente, sin juguetes, hacedor de mandados en su casa y de
tareas de sus compañeros en el colegio, del que condiscípulos se mofan y a
quien, por su torpeza, excluyen de los partidos de pelota chica, el que cae en
los juegos de los bandidos, y ya sabe qué es la muerte, pues ha visto desfilar
cadáveres. Cosas de hombres puede verse asimismo como el retrato de un ar-
tista adolescente, a quien sus parientes ven como un mentiroso, inventor de
cosas fantásticas, memorioso de los relatos y fábulas de la familia, curioso de
la vida ajena, ávido por conocer historias y el otro lado de la realidad, y afi-
cionado al cine y a las tiras cómicas con cuyos personajes, como en el caso
de Tarzán, se identifica.
Por otro lado, varias de las señas particulares del estilo de Jairo Mercado, ha-
cen su aparición en “Carta de pésame”, como es el caso, incluso generacional,
del uso del collage, la incorporación al texto narrativo de materiales extrali-
terarios –cartas, recortes de prensa, textos didácticos, canciones populares,
rondas infantiles, dichos populares– que le permiten formular una crítica al
lenguaje estereotipado.
Del mismo modo ocurre en el cuento “Ahora que cruza una nube el cielo de
la escuela”, en el que este recurso se emplea con fines paródicos: mientras en
el colegio los alumnos en filas realizan los ejercicios previos a las clases de
manos arriba y al frente y abajo, y rezan y escuchan la perorata del profesor
sobre los símbolos de la patria, el narrador, al tiempo que evoca las fábulas y
las ideas de su papá y los cuentos populares de su mamá, contrasta lo que le
dicen con las opuestas situaciones de su vida cotidiana, y comprende el abis-
mo que separa a las palabras de la realidad. La parodia intenta poner en evi-
dencia la vacuidad del lenguaje de los maestros, la hinchada retórica de las
cátedras de Cívica sobre los sonsos símbolos de la patria, tan ajenos al entor-
no-, o la contradicción contundente entre lo que se pide en las oraciones y lo
que se recibe en la realidad6. La literatura se propone, pues, correr el velo de
6
“mamá no se queja de nada gracias a dios como ella misma dice (y no nos dejes caer en la tenta-
ción) al principio andaba con los ojos húmedos y después se acostumbró a los golpes violentos en la
madrugada abran que es el gobierno lo que seguía era el terror en los ojos de nosotros y las bayonetas
caladas levantando las sábanas y los focos de los agentes golpeando con su luz los ojos recién abiertos
y nosotros todos llorando todos, porque se me había olvidado contar que somos muchos en casa y se
acostumbró lo mismo que los vecinos a vernos las caras lánguidas (mas líbranos de todo mal, amén)
qué vergüenza tener que vivir de fiado y dile a la niña mayo (dios te salve maría llena eres de gracia)
que una libra de panela que ya me están cayendo costuras y un día de estos le pago que por caridad de
dios (Mercado 1971: 19-20)
Al uso del collage, se suma la incorporación del habla viva, con frecuencia
regional, sin incurrir en los excesivos localismos de los añejos costumbristas,
a través de relatos orales estilizados. Este recurso, como vimos en “El fusil”,
se complementa con la sutil inserción de citas de otros autores. En “Carta de
pésame” pueden identificarse unos versos de Nicanor Parra: “El tiempo lo bo-
rró todo, tú lo sabes, / como una blanca tempestad de arena”, y el vértigo de
la ciudad lo vuelve a uno insensible. (Mercado 1971: 14).
Narrado de una manera mucho más compleja que todos los cuentos anteriores,
el cuento que cierra el primer libro de Jairo Mercado integra, no sólo diversas
técnicas narrativas, sino que reúne, como quien ata cabos sueltos, a algunos
personajes que formaban parte de algunos de los cuentos anteriores, en par-
ticular, el narrador protagonista, Ramoncito Corrales, el niño que pierde la
inocencia al acceder a su primera relación sexual con una mujer; su hermana
de crianza, Rosario, la lejana e inalcanzable figura femenina, a quien lo ligan
un amor platónico y algunos juegos eróticos casi ingenuos; y Nicolás, el ami-
go cómplice, un adolescente mucho más veterano en cuestiones vitales. Es
como si el cuento cumpliera la función del desenlace del libro, al revelar el
salto, en el personaje más constante del libro, el narrador protagonista, de la
inocencia hacia la adultez, al experimentar sus primeras relaciones sexuales
con una mujer. En el tercer cuento del libro “Tiempos de espera”, Nicolás le
indica a Ramoncito que todavía es un niño, porque “Para ser hombre tienes
que haber ido donde la Avioneta” (Mercado 1971: 31). En “Cosas de hom-
bres”, el narrador protagonista va a vivir, por fin, esta experiencia aplazada,
en parte, por falta de dinero.
ra, un reducido recinto sin luz en el alar ni color en la puerta, iluminado con
el mínimo destello de un mechón, oloroso a polvo agrio, a rincón, a trastos
viejos y coloretes baratos, con piso de tierra dura, pared de palos trabados y
cama chillona de sábanas descoloridas. La Avioneta, de senos tristes de fruta
seca y ojos sin lumbre, por encima de quien había desfilado medio pueblo, en
medio de veladoras para la Santísima Virgen y las santas almas del Purgato-
rio, y entre bromas y comentarios nostálgicos por su ya lejano esplendor, los
complace a los dos, es decir, vuela dos veces, por los cinco pesos atesorados.
Al llegar a la casa, Ramoncito ha sufrido una transformación: entra con re-
solución, dispuesto a levantarle la voz y mirar de frente a su mamá y a Rosa-
rio, cuyo misterio, tiene la certeza de haber develado para siempre, por haber
realizado cosas de hombres.
Con este cuento Mercado ahonda mucho más en uno de los temas que orien-
tan su libro, el de la idiosincrasia del hombre costeño, vista desde el ámbito
familiar de gentes comunes y corrientes, más bien pobres, en cuyos valores
-el machismo atávico, las creencias religiosas-, indaga Mercado, contribu-
yendo, por un lado, a continuar la tradición de sus predecesores y maestros
Manuel Zapata Olivella, José Francisco Socarrás, José Félix Fuenmayor y
Gabriel García Márquez, preocupados también por el tratamiento universal
de la realidad costeña, y por el otro, a revelar el rostro de una subregión prác-
ticamente inédita para las letras nacionales, la de las sabanas de Sucre, sin
caer en la exaltación de lo parroquial, sino más bien descubriendo, de mane-
ra crítica, lo esencial del modo de ser y de vivir de unos seres marginados de
la historia del país.
Conclusiones
En sus cuentos se manifiesta la tensión entre poéticas distintas que van del
realismo mágico, a la literatura comprometida, al neorrealismo. En esta últi-
ma tendencia Jairo Mercado alcanza sus logros mayores.
7
En relación con los cuentos mencionados, Cf. el riguroso y lúcido estudio de Guillermo Tedio (2003)
Si se miran los cuentos de este autor en relación con la tradición del Caribe
colombiano es notoria la preocupación por poner al día los modos de contar
en cuanto a técnica, lenguaje y temática, tal como 20 años antes, en la época
de la revista Crónica lo habían intentado José Félix Fuenmayor, Álvaro Ce-
peda y Gabriel García Márquez y en lo nacional Hernando Téllez. Sin ser un
narrador experimental, desconfiado del narrador omnisciente, Mercado mues-
tra en su obra gran destreza técnica al contraponer diversos puntos de vista
dentro de la narración en primera persona.
8
Roberto Ruiz Rojas y César Valencia Solanilla (1977), Roberto Ruiz Rojas (1977) Eduardo Pachón
Padilla (1980), Alonso Aristizábal (1984) y Ignacio Verbel Vergara (2008)
9
Cristóbal Garcés Larrea (1974). Cuentos suyos han sido traducidos al alemán, al inglés, al holandés
y al chino.
últimos 30 años, un cultor tan asiduo y tan exigente del cuento, género que,
debido a su escasa fortuna económica, se ha visto como un taller experimen-
tal, una especie de curso propedéutico para abordar con mayores posibilida-
des de éxito las ventajas comerciales de la novela.
Bibliografía
Schultze-Kraft, Peter (2001), “La sombra del jinete”. En: Mercado (2001:
245-246)
Verbel Vergara, Ignacio, comp. (2008), Cuentistas sucreños. Sincelejo, Unión
de Escritores de Sucre.
Volkening, Ernesto (1971), “Jairo Mercado Romero, un cuentista de verdad”.
En: Mercado (2001: 197-204)
Resumen Abstract
El texto analiza los cuentos “Un acor- This essay analyzes the stories “Un
deón tras las rejas” y “Un extraño bajo acordeón tras las rejas” and “Un ex-
mi piel”1, de Manuel Zapata Olivella, ob- traño bajo mi piel”, by Manuel Zapata
servando fundamentalmente los com- Olivella, mainly observing the behaviors
portamientos y modos de ser de la cul- and ways of being of the African culture
tura africana al ponerse en contacto con when getting in contact with other cul-
otras culturas y realidades: el sincrético tures and realities: On the one hand,
ambiente cultural del Caribe colombia- the multicultural atmosphere of the Co-
no, por un lado, y por otro, la sociedad lombian Caribbean, and on the other
estadounidense, en una época de fuerte hand, the American society at a time of
segregación étnica contra las comuni- strong ethnic segregation against the
dades afro-descendientes. En el primer Afro-descendant communities. In the
cuento, ATR, se estudia la importancia first story, ATR, it is analyzed the im-
de la música, para una comunidad ribe- portance of music, for a community of
rana de bogas del río Magdalena, como rowers (bogas) in the Magdalena river,
expresión de identidad étnica y factor as an expression of ethnic identity and
de unidad y lucha frente a la violencia a factor of unity and struggles against
política partidista. Por su parte, en EBP, the violence generated by political par-
se elucida el funcionamiento del proce- ties. In EBP, it is observed the whiten-
so de blanqueamiento de un afro-ame- ing process of an Afro-American man,
ricano, enajenado por convertirse en el alienated to become the other white to,
otro blanco, para finalmente, pasada la once overcome the schizophrenia of the
esquizofrenia de la dicotomía, llegar a la contradiction, arrive at the acceptance
propia aceptación de su identidad como of his own identity as a being in which
ser en el que se complementan las san- the bloods of the white and the black
gres del blanco y el negro. man are complemented.
Palabras clave: cultura africana, músi- Key words: African culture, music, vio-
ca, violencia, blanqueamiento, segrega- lence, whitening, segregation, racism,
ción, racismo, libertad, identidad. freedom, identity.
2
Manuel Zapata Olivella (Colombia: Lorica, 1922-Bogotá, 2004), desde 1943, a los 23 años, hasta
1947, poseído por una “pasión vagabunda”, recorre la parte norte de Sur América y Centro América
hasta llegar a Estados Unidos, donde sobrevive realizando los trabajos más diversos mientras conoce y
estudia la crítica situación que viven las comunidades negras. De esas correrías van a surgir los libros
Pasión vagabunda: relatos (1949) y He visto la noche: las raíces de la furia negra (1961), volúmenes
que, a pesar del subtítulo del primero y la consideración como literatura de ficción que algunos críticos
han hecho del segundo, son realmente libros de variado e inclasificable género, pues en ellos se com-
binan la ficción, el ensayo, el libro de viajes, el diario y la autobiografía, como lo es igualmente ¡Le-
vántate mulato: por mi raza hablará el espíritu (1990). Igualmente, durante su periplo, visita al poeta
Langston Hughes y a otros intelectuales negros de Harlem. Seguramente fue este primer contacto con
los problemas raciales de Estados Unidos, en la década del cuarenta, el germen de lo que más tarde
será su cuento “Un extraño bajo mi piel”, donde desarrolla la temática de la identidad en un mulato o
mestizo, en una sociedad tan polarizada social y étnicamente como la norteamericana. Es autor de las
novelas Tierra mojada (1947), La calle 10 (1960), En Chimá nace un santo (1961), Detrás del rostro
(1962), Chambacú, corral de negros (1963), Changó el gran Putas (1983); de los libros de cuentos
China 6 a.m. (1954), Cuentos de muerte y libertad (1961), El cirujano de la selva (1962) y ¿Quién dio
el fusil a Oswald? (1967).
3
¿Quién dio el fusil a Oswald? fue publicado en Bogotá, en 1967, y contiene seis cuentos. Los otros
cuatro son: “¿Quién dio el fusil a Oswald?”, “La telaraña”, “El ausente” y “Los lentes pleocrómicos”.
Los años sesenta constituyen una década de grandes cambios culturales y fuertes conmociones sociales
que incluyen momentos culminantes dentro de la lucha racial. Presionado seguramente por los hechos,
Zapata Olivella quiere, con el título de su libro, llamar precisamente la atención sobre el tema de la
violencia en Estados Unidos. Entre los hechos claves de esa década pueden mencionarse los asesinatos
de John F. Kennedy (1963) y de los líderes negros de los derechos civiles Malcolm X (1965) y Martin
Luther King (1968). Por su parte, Colombia, en la década del sesenta, después de la cruda época de la
violencia partidista de la administración de Laureano Gómez y la dictadura del General Gustavo Ro-
jas Pinilla, con el recién fundado Frente Nacional (1957) o pacto de alternación política de los partidos
(Liberal y Conservador) en el Gobierno, busca eliminar en el campo los focos de guerrilla y de incon-
formidad que podían llevar a las masas de campesinos a invadir la propiedad terrateniente, como en
efecto va a ocurrir más adelante, dados los extremos de pobreza en que se debatían.
4
El nombre de Pacho Rueda es quizás un homenaje de Zapata Olivella al músico popular Francisco
“Pacho” Rada, nacido en Plato, Magdalena, en 1907, músico que creó el ritmo del son en el vallenato,
diferenciado del paseo porque en lugar de dos golpes de bajo se interpreta con uno solo. Pacho Rada
generó la leyenda de “Francisco el Hombre”, en la que se cuenta cómo le ganó al diablo un duelo en
acordeón. Sus andanzas como músico se circunscriben a toda la región del río Magdalena Caribe: Piji-
ño, Mompox, San Sebastián, Troncoso, Buenavista, Guataca, Guasimal, San Fernando, Las Margaritas,
Menchiquejo, Guinea, El Banco, Tamalameque, La Gloria, Calamar, Cartagena, Barranquilla y, por su-
puesto, Plato, su tierra natal. En la región Caribe colombiana, hay una larga tradición de la ejecución del
acordeón por hombres de la etnia afrodescendiente, como Alejandro Durán, Lorenzo Morales, Enrique
Díaz, Calixto Ochoa, Náfer Durán, Colacho Mendoza, sin negar a grandes acordeonistas blancos como
Alfredo Gutiérrez, Aníbal Velásquez, Dolcey Gutiérrez, Miguel López y Emiliano Zuleta, entre otros.
5
Para Peter Wade, “El vallenato sólo surgió como un nombre para un género específico en la déca-
da de 1940 y se deriva de los géneros tradicionales costeños basados no tanto en el tambor y el baile
como en los versos cantados, las canciones de trabajo, las canciones picarescas y así sucesivamente, lo
que también formaba parte de las tradiciones musicales costeñas y de la Colombia negra”. (1997: 337).
Mientras tanto, en la aldea de Pacho Rueda, el cabo y sus hombres ejercen co-
tidianamente la violencia: la sobrina de las beatas Manuela y Angustia, novia
del sacristán, posiblemente embarazada por el cura, ha sido violada y asesina-
da, como se percibe en el monólogo interior de Pacho Rueda: “tuvieron que
matarla para abrirle las piernas el muchacho asomaba la manito empuñada por
la barriga abierta con el yatagán…” (53); el presidente del Consejo Municipal
Deseosos de divertirse con las jóvenes que han violado, el cabo y sus hom-
bres requieren la presencia de Rueda con su acordeón y su voz para que les
amenice la fiesta. “Te he mandado a buscar para que me toques esta noche
que quiero emparrandarme. Tienes fama de ser el mejor acordeonero a todo
lo largo del río…” (52). Pero el músico se niega a complacer al cabo: “Se le
engarrafaron los dedos desde aquel instante. Él no tocaría para alabar a nin-
A diferencia de “Un acordeón tras las rejas”, cuyo espacio es una aldea ribe-
reña del Magdalena, en la región Caribe colombiana, los hechos tienen ocu-
rrencia, en “Un extraño bajo mi piel”, EBP, el segundo cuento a analizar de
Manuel Zapata Olivilla, en Estados Unidos, concretamente en la ciudad de
Atlanta, capital del estado suroriental de Georgia, en la difícil época de la se-
gregación racial contra la población afrodescendiente, cuando la intransigen-
cia blanca llegó a extremos de atroces crímenes (amenazas, persecuciones,
asesinatos, tiroteos, ahorcamientos, quemas de personas y propiedades, lin-
chamientos, flagelaciones, mutilaciones) contra los negros que por alguna ne-
cesidad traspasaban la llamada línea de color que en las ciudades, sobre todo
en las sureñas, separaba unos sectores étnicos de otros. Si bien la historia de
EBP no se ubica en la época de la esclavitud, se muestra de todos modos un
momento fuertemente represivo contra el negro. Se sabe que, a partir del fin
de la guerra civil estadounidense (1865), aunque los norteños abolicionistas
ganaron la contienda, los sureños blancos arreciaron en su etnofobia contra
las comunidades negras para tratar de impedir que alcanzaran la plenitud de
sus derechos civiles y políticos, económicos y sociales. De hecho, lo que se
ventilaba al fondo de la contienda era el modo de ser de la economía sureña
dispuesta en inmensas plantaciones que se valían de mano de obra esclava en
el cultivo de algodón, arroz, tabaco y caña de azúcar que nutría los ingenios.
Nacido en las cercanías de 1900, el jazz surge en las comunidades negras es-
tadounidenses provenientes de los africanos que fueron traídos a América,
en estado de esclavitud. Su música ritual fue adaptada a la liturgia cristiana
protestante, surgiendo los espirituales, cuya base está en los coros que can-
tan en las iglesias.
El blanqueamiento buscado por los negros tiene su origen en el lugar que ocu-
pan en la sociedad. Siendo los últimos en la pirámide social, fundamentalmente
por el color de la piel –razón étnica–, eran obligados a ser esclavos, primero,
y luego, ya reconocidos en la letra escrita sus derechos (1865), a trabajar y
vivir en precarias condiciones socio-económicas. Así que el blanqueamiento
6
Para Zapata Olivella, «el negro en una sociedad esclavista o discriminadora, tiende consciente o in-
conscientemente a “blanquearse”. La mujer india o negra acude solícita a la búsqueda del blanco, tan-
to para contar con su protección como para tener hijos mestizos o mulatos que puedan primero, por el
“lavado” de su color, y segundo, por el presumible apoyo del padre, filtrarse como “colados” en la so-
ciedad donde el blanco ejerce la supremacía». (Las claves, 133).
7
Se ha dicho que el nombre de esta tenebrosa organización viene de la raíz griega kyklos, que significa
círculo, aunque también se ha sostenido que procede del vocablo latino Cucullus, que designa capu-
cha, elemento del uniforme que mantiene oculto el rostro del militante, con dos agujeros para la vista,
complementado con una túnica, ambos de color blanco.
sale de la iglesia y camina por las calles, con el frío de la noche reventándo-
le la piel, y el pensamiento puesto en la cadena de rechazos y desprecios que
había sido su vida: “No era fácil perder las ilusiones a los veinticinco años y
continuar siendo el mismo…” (60).
En su encierro, Élder sigue escuchando las voces de los blancos: “–María Anto-
nieta encaneció en la noche que esperaba ser guillotinada”. “–Eso no podría su-
cederle a un negro…” (62). Hablan ahora de “un inglés que también encaneció
en solo treinta segundos” y “se volvió albino” (62), en un restaurante de Bom-
bay, cuando un amigo lo alertó para que se quedara quieto porque tenía detrás
una cobra que amenazaba con morderlo en la nuca. “A este niggger lo colgare-
mos en la madrugada frente a la iglesia…” (62), “Lo que quieren es acostarse
con nuestras mujeres, disputarnos el salario, echarnos de nuestras casas…” (63),
anuncian implacables los cuatro hombres mientras toman whisky y juegan cartas.
Los hombres, creyendo que Élder está muerto y podrían ser condenados a la
silla eléctrica, sacan el cuerpo y lo abandonan en la calle: “– ¡Debimos estar
bien borrachos para confundirlo con un negro!” (64). “La nieve continuó ca-
yendo sobre Élder, cubriéndolo de penetrante blancura…” (64).
Cuando vuelve en sí, se ve rodeado de personas blancas –un policía, una mu-
chacha sonriente, una dama con gafas, tres niños pecosos– que lo llaman “Sir”,
le dan whisky para que reaccione, le suministran un par de zapatos y unos
guantes rojos de lana para el frío, y lo ayudan a levantarse. “¡Buena suerte,
sir!” (65). Élder no puede explicarse lo que le está ocurriendo.
Ante el pánico de la horca, Élder –como María Antonieta, que encaneció ante
la guillotina, o el inglés, que amenazado por la cobra, se hizo albino–, se ha
vuelto blanco pero él no lo sabe.
Ahorra corre con “una mezcla de terror y de informe alegría” (67). En una vi-
trina ve sus cejas y cabellos rubios. “– ¡Oh Señor, me has hecho el milagro!”
(67). Piensa en su madre Mattie, en lo feliz que debe estar con un hijo blanco,
como ella quería. Blanco de pies a cabeza, penetra en la total alienación, en la
otredad, en la plena desidentidad. “Debo olvidarme del pasado que repudio.
Sí, entro a los teatros y puedo permanecer gozoso en medio de los vecinos
blondos…” (67). Así, se dedica a llevar una vida de blanco, compartiendo las
piscinas, entrando en los museos, codeándose en las calles con mujeres rubias,
bailando en los salones. Pero pronto se da cuenta de que le es imposible repri-
mir el miedo de que “mi olor les descubra al negro que existió en mí…” (68).
Como blanco, Élder ahora se llama Ham Leroy, algo “afrancesado para en-
cubrir cualquier huella ondulada de mis cabellos rubios…” (68). Para que no
lo reconozcan, ha huido de Atlanta, donde dejó sola a la abuela, al estado de
Missouri. Trabaja de portero en un hospital de blancos. Como blanco, Élder
o Ham Leroy cree parecerse al cartero Jim; en lo íntimo, sabe que es un blan-
co con alma de negro. Incapaz de aceptar el mestizaje o el mulataje, porque
la sociedad no ha vivido ese proceso y afuera sólo hay dos colores: blanco
y negro, Élder se debate entre dos repugnancias: por un lado, el ser blanco:
“Las palabras intencionadas de Mattie empujándolo a la degradación de su
propia personalidad…” (68). Y por otro, “…ser negro resignado, hundido en
la súplica del cielo…” (68). Recuerda que:
Así, llega ante el bar de la barriada negra y quiere entrar, pero Ham se resiste.
Élder lo invita: “¡Vamos! ¡Échate un trago!” (71). Recuerda entonces su ante-
rior venida, cuando lo sacaron a golpes, escupitajos y amenazas. “Nunca antes
sentí este bienestar cuando andaba allá entre ellos…” (71). Élder ríe, conversa
con alegría. Ham quiere retirarse. Élder escucha la pregunta de su gente: «“Ey,
Élder, ¿dónde has estado todo este tiempo?” Ham teme contestar. “Tu abue-
la ha muerto. Le hicimos un buen entierro”…» (71). Élder se mira al espejo
y ve nuevamente sus cabellos oscuros, su rostro tiznado. Élder ha recobrado
su identidad, pero no está solo. Las dos últimas oraciones del cuento, en la
voz de Ham: “Experimento la alegría desbordante de ver a Élder sentado a la
mesa, agitando los dados entre los amigos. No quiero importunarlo y decirle
que salgo a comprar un ramo de flores para la abuela…” (71), muestran que
la parte blanca sigue en él, ya sin pugna ni riña, sino en una unión solidaria,
ya domesticada la “esquizofrenia de la dicotomía”, aunque haya muerto a ni-
vel de piel. Es como si Zapata Olivella llegara a la conclusión de que para el
8
Esta disyuntiva debía ser la misma que vivió Zapata Olivella al llegar a Estados Unidos, en su inicial
“pasión vagabunda”. En Colombia, los problemas generados por el color negro de la piel no tenían la
aberración de las persecuciones hechas por el Ku Klux Klan, sobre todo dadas las características del
fenotipo colombiano, muy mestizo en la triple juntura de las sangres blanca, india y negra, y con dos
regiones (Atlántica y Pacífica) con una numerosa población mulata. En cambio, al llegar a Estados Uni-
dos, Zapata Olivella dejó de ser moreno, morocho, mulato, mestizo para pasar a ser simplemente negro
(nigger), aunque en la categoría de black (negro educado), siempre y cuando tuviera la oportunidad de
mostrar su cultura y educación académica (la medicina).
Hay un tendido de vasos comunicantes entre “Un acordeón tras las rejas” y
“Un extraño bajo mi piel”, a nivel de estructuras, argumentos y técnicas. En
primer lugar, los personajes son mestizos, ambos –Pacho Rueda y Élder– pa-
decen un sincretismo de sangres: Pacho Rueda es hijo de una mulata y un hom-
bre blanco (el Capitán Araújo), y Élder, hijo de la negra Mattie y un hombre
blanco (el cartero Jim), con la diferencia de que en ATR, los problemas que
vive el personaje (cárcel y amenaza de perder las manos si toca el acordeón
en la celda) y la comunidad de bogas de la aldea (violaciones, fusilamientos
y la posibilidad de perder a su músico), no provienen del color de la piel, sino
de la situación en clímax de contradicción económica y socio-política a que
ha llegado la totalidad del país, por el temor de la clase latifundista colom-
9
Refiriéndose al proceso del mestizaje de las comunidades latinoamericanas, anota Zapata Olivella:
«nominando caprichosamente las cosas –un poco a lo Adán– llamo negredumbre a la herencia bioló-
gica que nos ha llegado del mestizaje entre lo “indio” y lo “negro”, ese revoltijo africano tantas veces
mezclado en el crisol de América. Lo mismo podría decirse de la vertiente europea, la blanquedumbre,
el cordón más retorcido de nuestra placenta. Y desde luego, con mayor propiedad de la indiadumbre,
primigenia vena en nuestro sincretismo». (1998: 108). Y en relación con el sincretismo lingüístico,
dice: “Pero con los días, telaraña que ligaba el dolor a la esperanza, el mestizo hijo de la aborigen o de
la africana, hiló los vocablos aprendidos del padre y de la madre, amañando en su alma la esquizofre-
nia de la dicotomía”. (1997: 276).
10
Marvin A. Lewis anota: “The indigeous dimension of Zapata Olivella’s culture is presented in a posi-
tive light, from their heroic resistance to the Spaniards to their contributions as experts in medicine and
child-rearing, which influenced the author’s decision to become a doctor”. (289).
biana a perder sus tierras, que fue el problema central generador de la vio-
lencia en Colombia, a partir de algunas reformas a las leyes que permitían la
expropiación de las tierras ociosas de los latifundistas. En cambio, en EBP,
por la tajante separación entre blancos y negros en Estados Unidos, situación
determinada por la ausencia del mestizaje, el conflicto crucial se origina en
el color de la piel, aunque en el fondo de la situación esté el elemento socio-
económico determinado por la pérdida de mano de obra esclava a que se en-
frentaban los hacendados sureños con los avances abolicionistas. En este pri-
mer acercamiento de las dos historias, se puede señalar también la influencia
que ambas madres (Mattie y la mulata) van a tener sobre sus hijos: en Pacho
Rueda, generando la costumbre de transitar por tierra, nunca por agua, y en
Élder, su deseo de convertirse en un hombre blanco.
11
En 1964, cuando se promulga en Estados Unidos la Ley de los Derechos Civiles que favorecía, por
lo menos en la letra, a los grupos étnicos afro-descendientes, se va a producir un aumento en el núme-
ro de miembros del Ku Klux Klan, llegando a 45.000 en 1965, y sus acciones se hicieron más violentas
que nunca, sobre todo en los territorios sureños como Georgia.
12
Aunque en Argentina también hubo esclavitud negra, la fuerte presencia blanca proveniente, no sólo
de la colonización europea, sino de posteriores inmigraciones que incluyen italianos, ingleses, alema-
nes y otras nacionalidades, ha invisibilizado a las grupos afro-descendientes. De Borges, por ejemplo,
recuerdo dos cuentos donde muestra personajes negros. En “El muerto”, se dice del brasileño Acevedo
Bandeira, jefe de la banda de contrabandistas, que “en su rostro, siempre demasiado cercano, están el
judío, el negro y el indio; en su empaque, el mono y el tigre” (1994: 545). Por otro lado, en “El fin”, el
hombre que en la pulpería de Recabarren toca una guitarra mientras espera a Martín Fierro para matarlo
–y en efecto lo hace en un duelo frentero–, es un negro, el mismo a quien Fierro antes le había ganado
Bibliografía:
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_______________ (1999). Las claves mágicas de América. Bogotá: Plaza &
Janés.
en un combate de coplas: «Se cuadró ante el negro y le dijo como cansado: “–Dejá en paz la guitarra
que hoy te espera otra clase de contrapunto”» (520). Por otro lado, “Un extraño bajo mi piel” muestra
cierta intertextualidad con el cuento “El sur”, igualmente de Borges, no en cuanto a la presencia negra
porque no la hay, sino en relación con la discordia de linajes (525) que se da en el alma de Juan Dahl-
mann, como en Élder. Dahlmann también está escindido por una dicotomía de sangres –la del abuelo
paterno Johannes Dahlmann, pastor evangélico alemán, y la del abuelo criollo, Francisco Flores, sol-
dado del 2 de infantería de línea– que al mismo tiempo pugnan y se complementan, como ocurrirá en
el personaje de Zapata Olivella.
El texto está situado en una Barranquilla maltratada, en donde casi todos los
hombres, mujeres y niños, por la contaminación ambiental, se han quedado
calvos. Y no existían animales, pues habían sido cazados o estúpidamente ra-
surados. Entonces el piojo (o la pioja), preñado, deambulaba en búsqueda de
una cabeza que le trajera suerte hasta que entró en una casa y, en ese ambiente
de soledad y despojo, confundió las cuerdas de una guitarra con una frondo-
sa cabellera. Allí se estableció, y el recuerdo de haber vivido en la cabeza del
director de una orquesta sinfónica, le permitió interpretar la Danza del fuego
y el Amor brujo, que es objeto de especial reconocimiento por parte del autor.
Pero todo no saldría así de sencillo. A la ciudad había arribado un circo de lás-
timas, comandado por un gordo comedor de crispetas llamado Maleta Llena,
y en el cual el domador no domaba, los maromeros se estrellaban al caerse
de los trapecios, el lanzador de cuchillos se equivocaba de blanco y el mago
no lograba que el conejo saliera del sombrero de copa. En esas estaban cuan-
do un representante del Estado llega a revisar la higiene en el circo, donde ya
1
Seudónimo del escritor Manuel Guillermo Ortega Hernández.
Como ficción, el texto asume un final feliz, que es la derrota del burócrata.
Pero esta felicidad es producto de la lucha, establecida entre el arte (los piojos
en la guitarra verde) y el poder (el inspector). Felicidad que se logra, como
sabemos, mediante un episodio biológico: los piojos brincan a la testa del Ins-
pector y la rasquiña placentera que siente el hombre en su cabeza lo conduce
a quedarse con los cirqueros. Como se observa, el disfrute que le produce la
avalancha de piojos puede más que su oficio de represor. A lo Swift, Guiller-
mo Tedio ha logrado una nouvelle de honda significación humana.
1
Los primeros poemas de Ospina Arzuaga (Codazzi, Cesar, 1961) fueron incluidos en la antología
Nueve poetas cesarenses y tres canciones de Leandro (1988) y los Poemas de gallos son recogidos en
la Antología Poética de Autores Cesarenses (1994). Es autor de los poemarios Círculo de fuego (1990)
y Convidados del ensueño (2000). Ha ganado primer puesto en el Concurso Departamental de poesía
1993, y el más reciente reconocimiento lo obtuvo este año, 2008, con el cuento “Vendrá la muerte y
tendrá tus ojos” en el IV Concurso Departamental de Cuento Corto que desde el 2004 viene realizando
la Corporación Biblioteca Rafael Carrillo Lúquez de Valledupar.
En varios de los poemas del libro, en especial, ”Me agarra el deseo”, “Busco
la palabra sagrada”,”La estrella”, “Junto a la hierba fresca” y “Con el guiño
de los astros”, el hablante lírico, valiéndose de los conjuros y sueños, expresa
con afán la búsqueda de su origen, el deseo por el regreso a su esencia natural
ante la orfandad de los pájaros en los “nidos de cemento”, la desesperanza en el
reino citadino, la suerte de los expulsados y el temor por el canto de la sangre.
Se trata de una voz propia, que revela una permanente indagación por
la palabra que lo lleve a su identidad. Pero no sólo la voz que ha de tra-
zar un camino para encontrarse consigo mismo sino, sobretodo, para tras-
cender, mediante el lenguaje, al permanente desencuentro que le habita.
Entonces, la palabra no sólo es la materia primordial de su creación es sueño,
memoria y conjuro que nombra, tarea profundamente dolorosa, en la medida
en que desnuda las máscaras y las selvas de cemento.
El hablante poético inmerso en ésta parte del libro que corresponde al colom-
biano nacido en Sincé, Sucre, John Jairo Junieles, reinicia su búsqueda línea
a línea, sobre la piel misteriosa del papel mientras el lápiz se desangra. Lle-
va implícito un papel de víctima, que heredó el nombre de un muerto, un ser
pasivo en su misma existencia: “a mi también me ocurre el mundo”, reitera
en dos de sus poemas en los que no actúa como protagonista de la vida, sino
como alguien que se deja llevar por las situaciones en las cuales incrimina a
Dios, y sugiere que su lector ha estado alguna vez en su misma situación “Qué
Dios será éste, más viejo que los volcanes, que da la fruta y también el gusa-
no, este Dios de Palestina, de Colombia y de Sarajevo, este Dios que invita
a tirarse a la tierra, masticar las raíces y morder las piedras”(52). Analiza la
conciencia de los animales, para los que el mundo no es milagro ni condena,
sólo una luz que pasa y de pronto las estrellas, “Donde no hay pensamiento,
sólo el instinto acelera los latidos”(54).
El análisis sarcástico, casi cómico, no podía hacer falta en esta edición. “Una
mujer fea tiene dos opciones: matarse o hacerse a un estilo”(59). Efraim Me-
dina Reyes, otro de los poetas invitados a ésta fusión, nacido en Cartagena,
trata situaciones inimaginables, pero que al mismo tiempo, son cotidianas; la
voz lírica se define como la risa de un pez o de una piedra, un pez que sonríe
al imaginarse en la orilla de la playa; quizás para él, la esperanza tenga cara
de ‘pezhielo’, o la similitud entre los hombres y los nomos que se encuen-
tran al final del arco iris; la peligrosidad de los sueños, o pensar que la sed es
quien inventa el agua.
Al llegar a las últimas paginas, irrumpe Rómulo Bustos Aguirre, poeta naci-
do en Santa Catalina de Alejandría, Bolívar. Él evidencia la dualidad de Dios
“… un raro animal de dos cabezas… De su palabra siamesa brota el vértigo
del mundo”(63). En relación con este Dios se perciben los posibles papeles
del hombre en el mundo, se analizan desde la inocencia de los objetos de la
realidad “la monstruosa inocencia”, desde el inquisidor que anhela salvar el
alma de una bruja, desde la imposibilidad que tiene un nombre de definir a un
hombre, y de los sacrificios que hacen víctima a la naturaleza representada en
la mantarraya que ha sido dividida en dos, o la res que es desarmada parte por
parte tan comúnmente que representa una realidad que absorbe al carnicero,
el cual sólo posee la esperanza de encontrar a su libertador.
Los objetos de los que somos concientes, las imágenes en este sistema de co-
sas llamado mundo, planeta o universo es la bandeja de la cual se sirven estos
artistas, cuya distinción es merecida gracias a la genialidad con que extien-
den su mano para atrapar cada circunstancia, cada problemática y cada hoja
de papel en la que graban una a una sus palabras. Tatis Guerra quiso comple-
mentar a cada uno de estos poetas con el otro, juntos armaron una melodía,
que nos sirve de testimonio de otras vidas, y de la nuestra.
Decir que en Sacrificiales hay una repetida interrogación por lo sagrado tal
vez lleve a equívoco. Que nadie busque en este poemario respuestas cómodas
ni mucho menos la defensa de una ortodoxia. Bustos se muestra plenamente
contemporáneo en ese doble movimiento de sacralización/desacralización que
Eugenio Trías consideraba uno de los rasgos característicos del arte que nace
del Romanticismo. Acierta Samuel Serrano, en su brillante prólogo, a empa-
rentar la visión del poemario con la del El arco y la lira de Octavio Paz, una
visión que nos ofrece una sacralidad que desborda toda fijación religiosa (y
que recordemos, en el caso de Paz y probablemente también en Bustos, otor-
1
José Luis Gómez Toré (Madrid, 1973) Ha cultivado la poesía, el ensayo y el teatro; ha pu-
blicado Contra los espejos (1999, Premio Blas de Otero), Se oyen pájaros (2003) y He he-
redado la noche (2003), poemario galardonado con un accésit del premio Adonais. Es autor
del ensayo La mirada elegíaca. El espacio y la memoria en la poesía de Francisco Brines
(2002), Premio Internacional Gerardo Diego de Investigación Literaria. La presente reseña del
poemario de Rómulo Bustos fue publicada en el volumen Nº 6 de Pata de gallo, Suplemento
de poesía de Literaturas.com, en diciembre de 2007. La editorial madrileña Veintisieteletras
anuncia de este modo la publicación del libro de Bustos, fechada el 24 de octubre de 2007:
«Reflexión sobre el quehacer poético, sobre la estancia idealizada de la niñez. Preocupación
por la vida del hombre, por la divinidad. Poesía que aspira a la “empresa prometeica” de crear
un nuevo espacio sagrado frente al vacío existencial de nuestro tiempo».
El poeta interroga a los signos y los espacios del mundo para buscar esos ra-
ros momentos de epifanía en los que se hermanan eternidad y tiempo. Pero
esa persecución se da desde una aguda conciencia de temporalidad (“Lo eter-
no está siempre en fuga ante tus ojos”). El tiempo es el espejo en que se mira
nuestra precaria condición humana, capaz sin embargo de encarnar (de crear)
una experiencia sagrada del mundo, en dos cuerpos que se unen: “Dios no es
un círculo/ Más bien, una ambigua elipse/ un raro animal de dos cabezas/ Dos
espaldas/ dos sexos/ dos bocas/ dos respiraciones/ dos lenguas”. Pero, ni siquie-
ra en la plenitud amorosa, lo sagrado deja de mostrar un rostro ambivalente.
Los poemas de Veredas, que vieron la luz hace ya trece años2, son más de la
tierra que del río, aunque el agua se cuela entre los intersticios de los versos,
buscando su camino. Están constituidos estos poemas, por una poesía que re-
curre al eterno y discreto material de la vida diaria para celebrar, sin falsos
refinamientos, la fuerza de una existencia que corre el peligro de esfumarse
si no se la captura; no importa si hay que inventar el otoño a orillas de un río
turbulento y tropical que es más oro quemado que amatista. No importa el
artilugio, si se consigue la reveladora imagen de un barro que “(…) trepa a
las cabezas de las mujeres: / Múcuras rebosantes de agua fresca” (V., p. 13).
No importan el motivo recurrente, ni el temido lugar común, cuando se sin-
tetizan, con tan certeros modos poéticos, la verdad de los lazos de familia y
la levedad de las certezas humanas.
1
Aludiré en lo sucesivo a cada uno de los poemarios por sus iniciales (V, S y F, respectivamente).
2
El libro recibió el tercer premio en el Concurso Nacional de Poesía “Aurelio Arturo”, en 1989. Fue
editado en la Corporación Si mañana despierto, en 1993 y está dividido en dos partes: “Veredas”, in-
tegrada por veinticinco poemas y “Otros poemas”, que agrupa cinco.
ya no se habla, pero que subsisten recogidos en el verso (¡en este verso de los
elementos que Ferrer crea!), que sí dialoga con ellos, que mira sin nostalgia
la existencia de poderosos hálitos que se resisten a extinguirse porque viven
en el cuerpo y en la mente del poeta que ha vuelto fortaleza la levedad etérea
de un poema capaz de albergar a la poesía.
Horadados por la mano poderosa del río, el paisaje y el ser humano se aclaran
en la poesía caudalosa de Gabriel Ferrer. Extrañamente se trata de un caudal
que pocos han visto, se trata de una fuerza que se ha deslizado sigilosa y casi
imperceptible en el polvoriento tiempo-sendero o a través del blando tiempo-
río por los que transitan estos dos libros iniciales cuyo nivel de circulación
debería ser mayor en tanto fuerte y consistente es la voz lírica que los anima.
3
Ferrer Ruiz, Gabriel (1996). Sinuario. Barranquilla: Ediciones Instituto Distrital de Cultura, serie de
poesía “Miguel Rasch Isla”.
dos que cobran vida en estos versos, que permiten, hoy, reiniciar el recorrido
que el lector hace por la poética de Ferrer, quien se confirma desde el fluir de
los caminos, en la tierra mirada como horizonte-búsqueda de un tiempo lejano
y próximo, siempre vigente, y en las rutas del agua, en este libro más salobre
que dulce; agua de mar, que limpia y horada con su movimiento incesante,
irregular e impredecible, la palabra fuerte que la nombra: “… agua en mar-
cha y agua detenida / Cíclicas mareas golpean los labios rocosos de Bocas de
Ceniza / Vientos Alisios / engendran la corrosión del salitre / en la conciencia
y en los clavos …” (F., “Barrancas de San Nicolás”, VI, p. 54).
Entre la eternidad del humo y del polvo de los caminos que se levanta en las
veredas y en la sinuosidad del agua vertiginosa del río que –a la vista simple–
no muestra siempre ni para todos la fuerza de su movimiento interior desde
una superficie aparentemente estática, se desplaza el hablante lírico que tran-
sita por los dos primeros poemarios de Gabriel Ferrer. Ahora, el tono de sus
versos, sobre todo en “Testimonio” y “Festejos”, lugares de transición para la
voz poética, preserva los vestigios de la tierra fértil de un campo abonado por
el cieno espeso que le regala el Sinú, territorios habitados por criaturas que
se vuelven míticas y mutan merced a la contemplación del poeta, quien las
entrega en palabra-imagen desde el momento en que el lector entra al libro:
Eres tú el venado
vapor de luz
Saltas del paisaje
en una mítica carrera
y derribas el horizonte
Bello pájaro
que abre sus alas
para desafiar la muerte.
(F., “Venado”, p. 11).
También emergen de esa tierra, de esa agua, de esas páginas que persisten in-
sistentes en el recuerdo y entre la piel, conviviendo con las nuevas imágenes
que se apoderan de la voz que migra hacia otros lares, las recurrentes figuras
ancestrales que pueblan casa y territorio, ambos lugares morada de los sentidos
que absorben la consistencia física de las cosas hasta apropiarse de una esen-
cia que se transmuta, ya sea en palabra-vestigio (de cosa o de recuerdo), en
palabra-cuerpo (humano o animal), en palabra sentido (empírico o metafísico):
Ante la miseria, ante los bárbaros, la respuesta del hablante lírico no es aira-
da, sino diáfana y tranquila. Ante la miseria, ante los bárbaros, la respuesta
es pregunta que involucra al lector, lo llama y le inquiere:
sino en las propias que bien pueden distanciarse de aquéllas. Sólo se requie-
ren los alfileres precisos:
Ciudad bastarda
sin Conquista ni Colonia
sin grillos ni cadenas
tienes los alfileres precisos
para que el prestigio sea bochorno de aristócratas
alguien habla de ti y no te nombra.
(F., “Alguien habla de ti sin nombrarte”, X, p. 62).
La voz del poeta, vuelta letra impresa, rompe con Festejos un silencio de
doce años. De esa discreción del oficio cauteloso, emergen estos versos que
festejan la poesía:
¿Nada queda para festejar? Es obvio que sí. Estos versos son, sin duda, la ce-
lebración de la poesía.
*
Grupo de Estudio de Literaturas y Representaciones del Caribe (Universidad de Cartagena).
a) Libros
Deben incluir la siguiente información: [Apellido del Autor], [Inicial del Nombre.]
(Año de Publicación). Título de la obra en cursiva. (Edición). Ciudad: Editorial.
Nota: la edición se señala sólo a partir de la segunda. Si se trata de la primera
edición, después del título se coloca un punto. Ejemplos:
• Rojas Herazo, H. (1976). Señales y garabatos del habitante. Bogotá:
Colcultura. (título en cursiva)
• Ary, D., Jacobs, L.C., y Razavich, A. (1982). Introducción a la investigación
pedagógica. México: Interamericana. (Dos autores o más)
• Universidad Nacional Abierta (1984). Técnicas de documentación e
investigación 1. Caracas: Autor. (Cuando el autor es una institución)
• Ayer, A. (Comp.) (1978). El positivismo lógico. México: Fondo de Cultura
Económica. (Cuando se trata de una compilación)
b) Artículos de revistas
Deben incluir la siguiente información: autor(es) y año (como en todos los
casos); título del artículo, punto; nombre de la revista completo y en cursiva,
coma; volumen en cursiva; número entre paréntesis y pegado al volumen (no
hay blanco entre volumen y número); coma, página inicial, guión, página
final, punto. Autores (año). Título del Artículo. Nombre de la Revista, 8(3),
215-232.
Ejemplo:
• Gutiérrez Calvo, M. y Eysenck, M.W. (1995). Sesgo interpretativo en la
ansiedad de evaluación. Ansiedad y Estrés, 1(1), 5-20.
c) Otros documentos
Si se trata de documentos cuya publicación se desconoce, es decir, de textos
posiblemente inéditos, se puede indicar con la palabra “paper” . Ejemplo:
• Blanco Villaseñor, A. (1984). Interpretación de la normativa APA acerca
de las referencias bibliográficas. Barcelona: Departamento de Psicología
Experimental. Universidad de Barcelona (paper).