Rompiendo El Yugo de Temor
Rompiendo El Yugo de Temor
Rompiendo El Yugo de Temor
Debemos correr a Dios, porque la fe viene por el oír y oír la Palabra de Dios. El temor es una
fuerza satánica que viene contra usted cada vez que puede; en cambio, la fe es el poder creativo
de Dios, y tú te beneficias de ella, mientras que del temor viene dolor y sufrimiento. El temor
opera para hacerte dudar de las promesas de Dios, y es una de las armas principales de Satanás
para anular a la Iglesia. Jesús ya nos redimió, porque Él murió por nosotros y estamos bajo su
protección. Así como el temor es la fuente de Satanás para anularnos y hacernos dudar, la fe es
la fuente de poder de Dios para nosotros.
El miedo es una emoción natural que nos protege de un peligro real. ... Sin embargo,
el temor es una emoción artificial que nos hace evitar o huir de situaciones de peligro
imaginario. Un claro ejemplo es el temor que algunas personas tienen a animales
totalmente inofensivos.
Sin embargo, algunas veces estamos temerosos; algunas veces este “espíritu de temor” nos
vence, y para vencer este temor necesitamos confiar en y amar a Dios totalmente. Primera de
Juan 4:18 nos dice, “En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa
fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha
sido perfeccionado en el amor.”
Sin embargo, nadie es perfecto, y Dios lo sabe. Así que Él ha esparcido generosamente ánimo
contra el temor a través de la Biblia.
Ese temor, ese sentimiento paralizador, en muchas ocasiones afecta nuestros sueños, y nuestra
vida en general.
El temor paraliza nuestros ideales y nuestras metas, porque sentimos que no vamos a ser capaz,
que vamos a fracasar, que vamos a tirar la toalla. Allí comienzan las preguntas dudosas: ¿Y si
mejor no lo hago?… ¿que tal si me va mal?, ¿Y si me equivoco?, ¿será que puedo?, y es ahí
exactamente donde quedamos completamente paralizados, y decimos, mejor no… mejor no lo
intento, mejor no me arriesgo.
¿Cuantas veces no hemos pensado de esta manera?, ¿Cuantas cosas hemos dejado de soñar?
Ese miedo paralizante también puede afectar nuestras decisiones hacia el futuro, preferimos
estar en el en la zona de confort, en donde no estamos contentos, pero de donde no queremos
salir por temor a experimentar algo nuevo y desconocido.
Decidimos no decidir por temor a las consecuencias que podrían venir luego de hacerlo, por
temor a enfrentarlas, o por temor a equivocarnos y fracasar.
¿Cuantas decisiones no hemos tomado en nuestra vida por temor?, ¿Cuantas decisiones
tenemos en “remojo”, ahí esperando ese anhelado día en el que el temor no nos detenga y
podamos tomarlas y así avanzar?
2 Timoteo 1:7: “Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder,
de amor y de dominio propio.”
Hay cosas que cosas el diablo tratará de robar al cristiano para mantenerlo cautivo. El amor, el
poder y el dominio propio.
¿Por qué el amor? Porque cuando una persona está bajo temor, no puede amar; porque siempre
tiene inseguridad y desconfianza. El temor es un enemigo que puede destruir familias,
relaciones y hasta individuos, porque le impide vivir libremente la vida que Dios ha determinado.
El temor trae celos, contiendas y destrucción.
Cuando el temor invade la vida del cristiano le quita el poder y lo lleva a una vida inútil; cuando
la persona está bajo temor se convierte en cobarde y se deja destruir por cualquier problema o
dificultad.
La persona que está bajo la influencia del temor, su fe se debilita y no pueda conquistar lo que
Dios le ha llamado a conquistar; el temor le impide vivir en libertad. Dios nos ha hecho libres, y
no quiere que vivamos bajo esclavitud.
COMO INGRESA EL TEMOR A NUESTRAS VIDAS:
OYENDO: Hay diferentes maneras por las cuales el temor entra en las personas; una de ellas es
través de lo que escucha.
Ejemplo: cuando va al doctor, o al mirar las noticias, por escuchar una conversación negativa,
etc.
PENSAMIENTOS DE FRACASO: Hay personas que tienen temor al fracaso. Hoy en día hay
muchos suicidios por causa de la economía, porque los que un día estuvieron en una gran
posición social, no aceptan el haber perdido.
Sentir temor en situaciones peligrosas es normal, pero estar atado al temor le impide libertad
interior. El temor puede hacer que una persona sea incapaz de enfrentar la vida. Algunos no se
han casado por temor a fracasar; otros no emprenden negocios por temor a arriesgase a perder.
Proverbios 10:24: “Lo que el impío teme, eso le vendrá; Pero a los justos les será
dado lo que desean.”
✓ El temor es como un imán que atrae todo lo malo y mantiene al creyente en una confesión
incorrecta: “y si no me alcanza”, “y si me agarra la policía”, “y si me deja mi esposa”, “y si
tiene otro”, “y si no me dan el trabajo”, “y si no me va la gente a la Célula” y “si me equivoco
cuando estoy orando”. Siempre viven confesando males por causa del temor.
Dios dice “No temas.”:
Isaías 41:10 nos anima “No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque
yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la
diestra de mi justicia.”
Daniel 10:12 “Entonces me dijo: Daniel, no temas; porque desde el primer día
que dispusiste tu corazón a entender y a humillarte en la presencia de tu Dios,
fueron oídas tus palabras; y a causa de tus palabras yo he venido.”
Mateo 10:31 “Así que no temáis; más valéis vosotros que muchos pajarillos.”
Tan solo estos pocos versos, cubren muchos diferentes tipos de temor. Dios nos dice que no
temamos estar solos, o estar demasiado débiles, o no ser escuchados, y no temer por nuestras
necesidades físicas. Y estas exhortaciones continúan a través de la Biblia, cubriendo muchos
diferentes aspectos del “espíritu de temor.”
Sin embargo, estos “no temas” dependen de nuestra habilidad para poner nuestra confianza y
fe en el Señor.
Este es un asombroso testimonio del poder de confiar en Dios. Lo que el salmista está diciendo
es que, a pesar de lo que suceda, él confiará en Dios. Entonces, la total y completa confianza en
Dios, es la clave para vencer el temor.
Confiar en Dios es rehusarse a ceder ante el temor. Es acudir a Dios aún en los tiempos más
oscuros y confiar en que Él arregle las cosas. Esta confianza procede de conocer a Dios y saber
que Él es un Dios bueno, quien sólo quiere dar a Sus hijos cosas buenas.
Es como dijo Job, cuando estaba experimentando unas de las pruebas más difíciles registradas
en la Biblia,
Nadie puede librarnos del temor, solo Dios. Recordemos que para andar con libertad, siempre
contamos con Su presencia.
Todo está bajo el dominio de Dios; Él tiene el control de todas las cosas, de lo visible y de lo
invisible, aun las autoridades han sido puestas por Él.
OYENDO AL SEÑOR:
Josué 1:9 Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni
desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas.
Para poder ser libre del temor hay que enfrentarlo, y derribarlo con La Palabra. Declárale la
Palabra de Dios a ese espíritu de temor, y camine como hijo de Dios venciendo toda adversidad.
Salmo 23:4: “Aunque ande en valle de sombra de muerte, No temeré mal alguno,
porque tú estarás conmigo; Tu vara y tu cayado me infundirán aliento.”
¿Usted cree que David no le tuvo temor al gigante? Sin embargo, nunca le dijo: “Gigante”, le
llamó “¡¡¡Incircunciso!!!”, o sea que no tenía pacto con Dios. Dios no nos ha llamado a temer al
hombre, sino a sujetarnos; Él nos ha llamado a temerle solo a Dios.
Para poder ser librados del temor necesitamos oír a Dios, necesitamos buscarle de todo corazón.
BUSCANDO DE DIOS:
El rey David fue un hombre que anduvo huyendo por mucho tiempo de Saúl, pero aun así se
detuvo y dijo:
Al estar en comunión con Dios por medio de la oración y el leer Su Palabra, su confianza en
Dios irá creciendo, pues usted irá conociéndole, experimentando lo que su palabra afirma y
sabiendo lo que Él es capaz de hacer en su vida, en su familia, en su salud, en su trabajo, en sus
finanzas, etc.
Dios quiere traernos libertad, pero solo a través de la comunión con Él.
Romanos 8:15: “Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor,
sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!”