Ética Paulina
Ética Paulina
Ética Paulina
1
B- Trabajo de reflexión pastoral:
2
Programa de discipulado
El presente programa de discipulado está basado en una ética cristiana que orienta el
creyente a vivir conforme al amor de Cristo, que, sin ser exhaustivo, pretende caracterizar
la vida cristiana y el significado del amor de Cristo. Está divido en tres secciones: la
primera denominada sacrificio vivo, la segunda por los dones espirituales y finalmente la
ley del amor.
1. Sacrificio vivo
2. Dones espirituales
Los dones espirituales no son para pensarnos más alto que a otros. Algo así como para
señalar: ¡yo tengo el don de la profecía y la enseñanza, por lo tanto, soy mejor cristiano
que otros que no tiene siquiera uno! Antes bien el llamado es el respeto de la posición de
cada uno de los miembros del cuerpo: unidos como un cuerpo en Cristo.
3
Aunque hay otros pasajes que mencionan sobre los dones (Efesios, 4.8, 11; 1 Corintios
12.28) lo cual nos haría pensar que son una repetición o complemento, si es importante
identificarlos para su reconocimiento y potenciación (siempre dependiendo del amor de
Dios) para la vida cristiana. Dichos dones se explican a continuación:
a) Servicio. Que comprende todas las actividades que nos permiten apoyar a los demás
(ya sea en sus necesidades materiales o de servicios propiamente dicho)
b) Enseñanza. Se refiere a los que tienen habilidades, capacidades y destrezas para instruir
a los otros.
c) Exhortación. Son las personas calificadas para alentar a los otros en sus dificultades.
d) El que reparte. Los que están dotados para contribuir material o emocionalmente,
dotados de medios financieros para apoyar la obra de Dios.
e) El que preside. Es aquella persona que tiene responsabilidades en la dirección y por lo
tanto ostentan una función de orden administrativo.
f) El que hace misericordia. Los que poseen una fuerte sensibilidad social para
desempeñar funciones en organismos de asistencia y ayuda social.
Es importante destacar el papel central que ocupa en el “nuevo pacto” el tema del amor.
Las leyes descritas en el AT se resumen en un solo mandamiento: “Amaras a tu prójimo
como a ti mismo”. ¡Pero qué difícil tarea! Porque resulta que el prójimo no sólo son mis
seres queridos, sino la humanidad en general: el chino, africano, el vecino, el compañero
de trabajo, el enemigo, el que me odia, y la lista continua. Hay que destacar que la ley del
amor no contradice lo expresado en la ley mosaica, el amor al prójimo no significa
quebrantar de vez en cuando algún mandamiento de Dios como por ejemplo en alguna
situación límite.
Si realmente amamos a nuestro prójimo habremos cumplido todos los deberes
sociales y esencialmente aquellos que tienen que ver con las relaciones interpersonales.
Para ello es central considerar los siguientes aspectos: a) reconocer que el amor es un
requisito indispensable para todos los creyentes, y, b) comprender que menospreciar el
amor significa rebelarse contra Dios. Finalmente es importante resaltar que un verdadero
discípulo es aquel que ama verdadera y genuinamente, pero a su vez reconoce que dicho
amor solo puede proceder de una fuente: Dios creador de todo el universo.