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Actividades para Campamento

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ACTIVIDADES PARA CAMPAMENTO

Velada
La velada es una actividad nocturna, se diferencia del fogón en que ésta no se desarrolla
alrededor del fuego. Además requiere mayores recursos escénicos, más iluminación y mejor
predisposición anímica.

Distintos tipos de veladas


Velada de Ruidos
Detrás de un telón o manta, por turno cada grupo hace ruidos o sonidos tratando de
representar un tema asignado. Estos pueden efectuarse con la boca, golpeando o frotando un
elemento con otro, golpeando palmas, haciendo caer o rompiendo cualquier elemento (palos,
botellas, maderas), haciendo sonar silbatos, tambores improvisados, campanas, flautas, etc.
También se pueden emplear gritos y monosílabos; pero nunca se pueden utilizar palabras o
frases.
Velada Musical
Generalmente se da como competencia, las interpretaciones pueden ser con letra o
solamente música, y ejecutadas con o sin instrumentos. Las veladas musicales muchas veces
se presentan con forma de “Guerra de canciones”. Esta actividad favorece el conocimiento y
aprendizaje de nuevas canciones; además necesita de la memoria, velocidad mental y la
buena disposición anímica de los participantes.
Velada de Sombras
Se coloca una sábana, detrás de la cual actúa el grupo que corresponda produciendo
sombras visibles para el resto de los grupos. Que intentarán adivinar cuál es el tema que está
representando el grupo en escena
Velada de teatro o velada de gala
El campamento brinda una muy buena oportunidad para la expresión teatral. En este tipo de
veladas se dramatizan o ridiculizan hechos casuales, acontecidos o inventados con
personajes conocidos o creados. En este tipo de velada siempre son bienvenidos los
disfraces y vestimentas de todo tipo.

Artículos relacionados
LOS FOGONES
Una costumbre muy arraigada en la juventud norteña, especialmente
en la zona de Cafayate (Salta), es la de reunirse varios jóvenes
(varones y mujeres) con sus guitarras y bombos, de vez en cuando
algún otro instrumento como flauta o sikus, a interpretar canciones
folklóricas.
En otros lugares, la reunión se realiza en casas de familia, en donde, en un patio (antiguamente de tierra) unos tocan
instrumentos, otros bailan, algunos cantan y el resto toma alguna bebida refrescante. En este tipo de reuniones se
respetan determinadas reglas ("el que toca nunca baila" decía el Payo Solá): tener bien "cebado" a los guitarreros,
donde, el término "cebar" hace alusión a no dejar sin bebida a los artistas.
Estas fiestas, terminan, por lo general, con una serenata a una ausente enamorada, o, tal vez, abrazados llorando
alguna pena escondida. Lógicamente, no faltará alguno que otro dolor de cabeza por el exceso en la ingestión....

En la Salta de la época de la Pacha Mama , la resignación fue la virtud característica que sirvió a los grupos
populares para sobrellevar las duras condiciones de vida a las que estaban sometidos. Por ello los esparcimientos
añaden un espacio de interés al estudio de la desigualdad y permiten atisbar las alegrías, esperanzas y temores
generados entre los grupos populares urbanos y campesinos.

Estas diversiones simples, donde primaba la exaltación de los sentidos tenían como escenario las casas de bailes
públicos, ubicadas en las afueras de la ciudad.

Las festividades religiosas, civiles y cotidianas servían para dar cierta solidez a las relaciones sociales vecinales y
agrupar a la población campesina dispersa en las fincas.

Las ferias ambulantes, "hoy aquí, mañana allá" se convertían en lugar de regocijo, centro de curiosidad. Allí se
exponían novedades, se vendían golosinas y productos que, de otro modo, no podían ser adquiridas en la campaña y
en los pueblos alejados. Los curiosos podían contemplar desde máquinas de coser hasta agujas, desde telas
brillantes y llamativas hasta puntillas y botones de todos los colores y tamaños; collares, pulseras color oro y de
sugestivos brillos y, en fin todas las novedades de cosmética barata accesible a los asistentes: la infaltable Glostora,
especie de aceite perfumado que permitía achatar y dar un brillo inusitado al pelo abundante y nada dócil de nuestros
mestizos. Lociones baratas como la renombrada Mi clavel -preferida por las chicas del servicio doméstico- en fin, se
trataba de la irrupción de un mundo desconocido, creador de necesidades inútiles pero atractivas.

Los sentimientos religiosos se expresaban con novenarios y calmaban las angustias ocasionadas por la falta de
trabajo, sentidas necesidades cotidianas, males producidos por incontrolables fuerzas naturales: sequías, heladas,
inundaciones y movimientos sísmicos. Para todas estas calamidades el fervor popular tenía su patrono y devoción
particular.

Las diversiones, estrechamente unidas a estos eventos y a las inaplazables diversiones domingueras, eran
semejantes en las zonas suburbanas y en la campaña: riña de gallos, trepar y ganar el premio en el palo enjabonado,
juegos de azar como taba, sapo y dados, carreras cuadreras, ensartar la sortija galopando a caballo, bailes y
beberaje en chicherías y en bodegones.

Aun hoy se festeja encendiendo grandes fogatas el 24 de junio día de San Juan.
Jóvenes de ambos sexos saltan acompasadamente alrededor de la hoguera y dan brincos descomunales tratando de
no quemarse. Sobre esta fiesta comentaba, desdeñosamente, el diario local:

"El día de San Juan se celebra en los suburbios de la ciudad y en la campaña con mucho ruido. Se hacen grandes
fogones de paja de maíz alrededor de los cuales se apeñuscan niños, niñas y hombres a gritar ¡Viva San Juan! y a
dar descomunales saltos sobre los fogones quemando cohetes y haciendo salvas de escopeta. Ignoramos el
origen de esta costumbre indígena pero la hemos visto muchas veces en nuestra infancia. Esa costumbre tiene
mucho de salvaje, fundada quizás en agüeros como el que las aguas de este día están benditas y merced a tan
piadosa creencia, hombres y mujeres se mojan despiadadamente hasta zambullirse en acequias, pozos y
manantiales de cuyas bruscas mojaduras en esta estación de frío varios han muerto. La civilización hará desaparecer
por completo estas supercherías que aún vemos en el seno de pueblos que aspiran a no pasar por ignorantes". 6

Una vecina de la calle Catamarca, doña Inesita, recuerda como, en la década de los años '60 festejaban en su barrio
la fiesta de San Juan:

Inesita: La fiesta de San Juan, del 24 de junio, era en pleno invierno y el baldío de al lado de mi casa tenía, para esa
época, todo el pasto seco. Entonces ese día, todos los chicos del barrio juntábamos los yuyos, las ramas, ramitas
secas y armábamos una buena pira. A la nochecita, cuando empezaba a oscurecer caían todos los grandes. Los
grandes llevaban sillas para sentarse alrededor del fuego porque hacía mucho frío y traían anís "Ocho Hermanos",
traían masitas y para los chicos la diversión era jugar saltando alrededor del fuego, no sobre el fuego porque era alto
y grande. El significado de la fiesta era honrar al santo y a los "juanes" del barrio. Mi tata lo organizaba porque
él era el Juan de la cuadra. En la reunión los viejos contaban cuentos de "aparecidos" de la mula ánima, de la viuda
sin cabeza y la gente se quedaba un buen rato conversando. Ese era un encuentro social de chicos, de grandes, de
abuelos. Era la reunión de los vecinos, una fiesta muy linda donde se veían, charlaban, se relacionaban. En cambio
ahora no sabés quién vive al frente, a quién tenés al lado. Si necesitás algo ¿a quién le vas a pedir ayuda? ¡No tenés
a nadie! En cambio antes todos se conocían. Era otra clase de relación con los vecinos. 7
Para los grupos populares las fogatas estaban cargadas de significados ancestrales pues el fuego, poderoso
elemento, todo lo devora pero también todo lo construye. De las llamas surgen la luz y el calor que nutre la vida.

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