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Cultura Helenica

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TÉCNICA Y TEMÁTICA DE LA PRODUCCIÓN PLÁSTICA

DEL PERIODO CLÁSICO DE LA CULTURA HELENICA

Arte y cultura clásicos, o arte clásico y cultura clásica, son expresiones utilizadas
para designar un amplio conjunto de conceptos culturales y artísticos de la
civilización occidental vinculados a las civilizaciones clásicas, es decir, la griega y la
romana; cuya extensión geográfica fue el llamado mundo grecorromano o
grecolatino. Incluyen tanto la producción literaria de todo tipo como las denominadas
bellas artes, las artes menores y la cultura material; así como las instituciones,
tradiciones y costumbres. Fuera de su ámbito cronológico, también se incluye en
estos conceptos su recuperación y revaloración a partir del Renacimiento.
Los límites temporales de la Antigüedad clásica dependen de distintos criterios de
periodización. El más obvio es el que marca los hitos de comienzo y final en el siglo
VIII a. C. (la Primera Olimpiada, 776 a. C. o la Fundación de Roma, 753 a. C.) y el
siglo V d. C. (Caída del Imperio romano de Occidente, 476 d. C.); pero también se
justifica terminar en el siglo III d. C. (pues desde el siglo IV d. C. comenzaría la
hegemonía cultural del cristianismo); o comenzar en el III milenio a. C. (incluyendo
así la civilización minoica y la civilización micénica, anteriores a la "Edad Oscura").
Como hitos en el ámbito de la literatura, los de la cultura clásica pueden ponerse en
autores como Homero o Hesiodo (siglo VIII a. C.) y Apuleyo o Marco Aurelio (siglo
II d. C.); mientras que en el de la cultura material, pueden ponerse en obras como
el palacio de Cnosos (ca. 2000 a. C.) y la Columna Trajana (113 d C.).

Periodo helenístico
Se denomina período helenístico o helenismo o periodo alejandrino (por Alejandro
Magno) a una etapa histórica de la Antigüedad cuyos límites cronológicos vienen
marcados por dos importantes acontecimientos políticos: la muerte de Alejandro
Magno (323 a. C.) y el suicidio de la última soberana helenística, Cleopatra VII de
Egipto, y su amante Marco Antonio, tras su derrota en la batalla de Accio (31 a. C.).
Es la herencia de la cultura helénica de la Grecia clásica que recibe el mundo griego
a través de la hegemonía y supremacía de Macedonia, primero con la persona de
Alejandro Magno y después de su muerte con los diádocos (διάδοχοι) o sucesores,
reyes que fundaron las tres grandes dinastías que predominarían en la época:
Ptolemaica, Seléucida y Antigónida. Estos soberanos supieron conservar y alentar
el espíritu griego, tanto en las artes como en las ciencias. Entre la gente culta y de
la aristocracia «lo griego» era lo importante y en este concepto educaban a sus
hijos. El resto de la población de estos reinos tan dispares (Egipto, Siria, Macedonia)
no participaba del helenismo y continuaba con sus costumbres, su lengua y sus
religiones. Las ciudades-estado griegas (Atenas, Esparta, Tebas…) habían llegado
al declive y habían sido sustituidas en importancia por las ciudades modernas de
Alejandría, Pérgamo y Antioquía, cuyo urbanismo y construcción no tenían nada
que ver con las anteriores. En todas ellas se hablaba la lengua griega, en la variante
llamada koiné (κoινή), que es un adjetivo griego que significa «común». Vale decir,
la lengua común o panhelénica, principal vehículo de cultura.
Es considerado como un período de transición entre el declive de la época clásica
griega y el ascenso del poder romano. Sin embargo, el esplendor de ciudades como
Alejandría, Antioquía o Pérgamo, la importancia de los cambios económicos, el
mestizaje cultural y el papel dominante del idioma griego y su difusión son factores
que modificaron profundamente el Oriente Medio antiguo en esta etapa. Esta
herencia cultural será asimilada por el mundo romano, surgiendo así con la fusión
de estas dos culturas lo que se conoce como «cultura clásica», fundamento de la
civilización occidental.

Escultura helenística
La escultura helenística representa una de
las más importantes expresiones artísticas
de la cultura del Helenismo y el estadio
final de la evolución de la tradición de
escultura de la Antigua Grecia. La
definición de su vigencia cronológica, así
como de sus características y significado,
ha sido objeto de largas discusiones entre
los historiadores del arte, y parece que se
está lejos de alcanzar un consenso.
Usualmente se considera como período
helenístico comprendido entre la muerte
de Alejandro Magno, en el 323 a. C., y la
conquista del Antiguo Egipto por los
romanos en 30 a. C. o más exactamente en 31 a. C. —triunfo de César Augusto
sobre Marco Antonio en la batalla de Actium—. Sus características genéricas se
definen por el eclecticismo, el secularismo y el historicismo, tomando como base la
herencia de la escultura griega clásica y asimilando influencias orientales.4 Entre
sus contribuciones originales a la tradición griega de la escultura se encuentran el
desarrollo de nuevas técnicas, el perfeccionamiento de la representación de la
anatomía y de la expresión emocional humana, y un cambio en los objetivos e
interpretaciones del arte, abandonándose el genérico por el específico.
Eso se tradujo en el abandono del idealismo clásico de carácter ético y pedagógico
en busca de una enfatización de los aspectos humanos cotidianos y del
encaminamiento de la producción para fines puramente estéticos y,
ocasionalmente, propagandísticos. La atención dada al hombre y a su vida interior,
sus emociones, sus problemas y sus anhelos comunes, resultó en un estilo realista
que tendía a reforzar el drama, el prosaico y el movimiento, y con él aparecieron los
primeros retratos individualizados y verosímiles del arte occidental. Al mismo
tiempo, ocurrió una gran ampliación de la temática, con la inclusión de
representaciones de la vejez y de la infancia, de deidades menores no olímpicos y
de personajes secundarios de la mitología griega, y de figuras del pueblo en sus
actividades diarias. La escultura clásica griega fue el período inmediatamente
anterior al helenismo, se construyó a partir de un sólido marco ético que tenía sus
fundamentos en la época arcaica de la sociedad griega, donde la aristocracia
gobernante había hecho para sí misma el ideal de areté, un conjunto de virtudes
que deberían ser cultivadas para la formación de una moralidad fuerte y un carácter
social apto, versátil y eficiente. Al mismo tiempo, se formuló el concepto de
kalokagathia, que afirmaba la identidad entre la virtud y belleza. Al expresar estos
conceptos en las formas plásticas, nació un nuevo canon formal, desarrollado por
Policleto y el grupo de Fidias, que buscaba la creación de formas humanas al mismo
tiempo naturalistas e ideales, a través de cuya belleza perfecta y equilibrada se
pudiesen percibir las virtudes del espíritu.

Arte helenístico
El arte helenístico, denominación historiográfica con la que se etiqueta el arte del
período helenístico (desde finales del siglo IV a. C. hasta la época imperial romana),
ha sido víctima durante mucho tiempo del relativo desprecio con que la crítica de
arte lo había considerado («Cessavit Deinde ars» -«y luego el arte desapareció»-,
sentenció Plinio el Viejo -Naturalis historia, XXXIV, 52- tras describir la escultura
griega de la época clásica). Sin embargo, muchas de las más importantes obras de
arte griego pertenecen a este periodo (el Altar de Pérgamo, el Laocoonte y sus hijos,
la Venus de Milo, la Victoria de Samotracia, etc.)
Un diferente enfoque estético, y descubrimientos recientes, como las tumbas de
Vergina, han permitido una mejor comprensión de la riqueza artística de esta época.
Durante el periodo helenístico hubo una gran demanda en obras de arquitectura,
escultura y pintura, debido en parte a la prosperidad económica de la época, a la
competencia que los reyes tenían entre sí por su afán de embellecer sus ciudades,
las antiguas y las recién fundadas y a la aparición de la clase social burguesa, muy
numerosa, con grandes posibilidades económicas que les permitía rivalizar con los
grandes señores. Los mejores clientes del arte
fueron pues los reyes y los burgueses, quedando
en segundo lugar la demanda oficial de tipo
religioso. Otro fenómeno característico de estos
tiempos fue el sentido de urbanización que
proporcionó grandes solicitudes artísticas. El arte
helenístico triunfó y se extendió por todo el
universo helénico y aunque siguiendo distintas
escuelas, existió siempre una creación común, algo parecido a lo que había ocurrido
con la lengua koiné. Característica del período helenístico es la división del imperio
de Alejandro Magno en reinos personales fundados por los diádocos, generales del
conquistador: lágidas en Egipto, seléucidas en Siria, atálidas en Pérgamo, etc. La
emulación entre los distintos reinos helenísticos estimuló el desarrollo de enormes
complejos urbanísticos, en grandes espacios, no limitados por las barreras físicas
de la antigua Grecia, donde se pudieron crear nuevas ciudades (Alejandría,
Antioquía, Pérgamo, Seleucia del Tigris, etc.) Este nuevo urbanismo, en lugar de
actuar sobre el terreno y corregir sus deficiencias (plano hipodámico), se adapta a
su naturaleza y realza sus cualidades. Se levantaron numerosos lugares de
esparcimiento, como teatros y jardines públicos.

Cultura helenística
Las grandes ciudades se convirtieron, en este período, en los centros del saber, de
las ciencias y del arte. A partir del siglo IV, la mayoría de los artistas fueron griegos
de las colonias de Asia. Se dio un gran avance en el mundo de las ciencias,
medicina, astronomía y matemáticas. Estas últimas fueron disciplinas estudiadas y
enseñadas por grandes sabios como Euclides, Apolonio, Eratóstenes, Arquímedes,
etc.
Nació la filología en todos los aspectos abarcables. Muchos bibliotecarios y hombres
de letras dedicaron su vida y sus estudios a dar forma a las obras literarias, a la
gramática, las palabras, la crítica literaria, clasificación de libros, etc.
Hubo también muchos y buenos pintores entre los que se destacó Apeles, el pintor
de Alejandro Magno.
En el período comprendido entre el siglo II a. C. y el I a. C., salieron a la luz las
esculturas más famosas:
 Apolo de Belvedere
 Victoria alada de Samotracia
 Diana cazadora
 Venus de Milo (Milo es una isla situada al sureste de Grecia, en el
archipiélago de las islas Cícladas)
Sin olvidar las de otros siglos como:
 Gálata Ludovisi (225 a. C.), de la Escuela de Pérgamo
 Gálata moribundo (225 a. C.), de la Escuela de Pérgamo
 Alegoría del Nilo, de la Escuela neoplatónica de Alejandría
El ámbito de las joyas tuvo su estilo propio, aunque ligeramente influenciado por la
etapa anterior. Se pusieron de moda los colgantes con formas de victorias aladas,
palomas, ánforas y cupidos, utilizando para su elaboración las piedras de colores,
sobre todo el granate. También se utilizaban otras gemas para hacer figuras en
miniatura, como el topacio, ágata y amatista. El vidrio entró en los talleres de los
artistas como sustituto de las piedras preciosas y con este material confeccionaban
toda clase de objetos, sobre todo camafeos.

CONCEPTOS TECNICOS Y TEMATICOS DE LAS OBRAS


COLONIALES DEL LOS SIGLOS XVII Y XVIII CON INFLUENCIAS
RENACENTISTAS, MEDIEVALES, BARROCAS,
ULTRABARROCASY NEOCLASICAS EN MEXICO.
El arte colonial en México, también es conocido como Novohispano o arte de Nueva
España, fue, inicialmente, un reflejo de los ideales político-religiosos característicos
de la tradición europea inserta en los territorios de América.
Desde el siglo XVIII, y al igual que en España al implantarse la nueva dinastía de
los Borbones , la Academia vino a sustituir a las escuelas libres de arte. En la
península, Felipe V creo en 1744 la Real Academia de las Bellas Artes de san
Fernando, y diez años después Fernando VI la inauguraría.

Arquitectura
La arquitectura de los siglos XVI al XVIII es sin duda la huella más visible del México
colonial. Durante este período se construyeron cerca de quince mil templos y una
treintena de catedrales, promovidos y construidos por la iglesia católica y gracias a
la abundante buena mano de obra indígena más o menos especializada (tan sólo
en los primeros cincuenta años fueron construidos por lo menos 250 conventos de
franciscanos, dominicos, agustinos y jesuitas ).
En México, los templos de las órdenes religiosas anteriores a 1570 son de trazas
góticas. El tipo de construcción es el de iglesia fortificada de una nave, cabecera
poligonal, bóvedas de crucería o de cañón en templos agustinos, y un tratamiento
exterior de gran sobriedad, muros desnudos y remates almenados.
Como ejemplos de conventos franciscanos podemos citar el de Huejotzingo o el de
San Andrés de Calpan . La influencia indígena se hace notar en lo decorativo, con
un tipo de talla de superficies planas a bisel que encontramos en portadas como las
de Tlanalapa y Otumba.
La singularidad de la arquitectura tiene su base en el relativo aislamiento de la
colonia, y en la aportación de los propios indígenas durante su fase de aprendizaje
de las técnicas españolas. Las propuestas locales se manifiestan en los diseños
ornamentales que evolucionarían, más tarde, hacia el plateresco, como la portada
del templo agustino de Acolman o la de la iglesia de Yuriria. En las primeras
construcciones, el rasgo más llamativo son las capillas abiertas (llamadas también
capillas de los indios), así como los frescos con fines didácticos. Los elementos
góticos y renacentistas de las construcciones se combinan con elementos
mudéjares y arcaísmos medievales.
Arquitectura barroca
Sin embargo, es el estilo barroco el que puede ser considerado como el primer estilo
artístico americano y muy especialmente mexicano, hasta podría decirse que el
barroco adquirió mayor significación en América que en España. Un estilo que
adquiere su propia apariencia y que tiene a su mejor exponente en el Sagrario de la
Catedral Metropolitana .
Coincide con el asentamiento de la colonia y la pujanza económica, situación que
se ve reflejada en la construcción de numerosos palacios y casas singulares. El
barroco en Hispanoamérica es esencialmente decorativo. Se aplica un lenguaje
ornamental a esquemas constructivos y estructurales inalterados desde los
comienzos de la arquitectura hispanoamericana. México es uno de los grandes
focos donde con más intensidad iba a encontrar eco el nuevo estilo así entendido.
Uno de los rasgos característicos del barroco mexicano es el manejo privilegiado de
materiales, como la piedra de distintos colores (Zacatecas, Oaxaca, México) y el
yeso , para crear ricas policromías tanto en el interior de los templos como en las
fachadas. Por otra parte, van a adquirir especial desarrollo elementos como la
cúpula, presente en casi todos los templos, elevada sobre un tambor generalmente
octogonal y recubierto con gran riqueza ornamental, y las torres, que se alzarán
esbeltas y osadas allí donde los temblores de tierra lo permitan.
El siglo XVII será el de las iglesias conventuales y monasterios, construidos según
el esquema hispánico de nave única con fachada lateral siguiendo la dirección de
la calle y con un ancho atrio. (Ejemplo. San Miguel Allende. Gótico ).
El siglo XVIII es la época en la que la arquitectura se mexicaniza; es decir, momento
en el que los criollos e indígenas, con propuestas más vitalistas, desplazan a los
artesanos europeos.
A finales de este período, en el siglo XVIII el barroco fue derivando hacia el
churrigueresco , dando vida a un arte excesivamente recargado. Finalmente el estilo
herreriano acabó imponiéndose, relegando los elementos decorativos a partes muy
concretas de las construcciones.
Durante el siglo XIX se introdujeron diversas corrientes eclécticas europeas del
momento, especialmente las procedentes de Italia y Francia, existiendo un periodo
donde se impuso el estilo neoclásico. Resultado de ellas fueron las construcciones
como el edificio de Correos o el Palacio de Chapultepec (Ciudad de México), donde
se pueden apreciar las diferentes corrientes modernistas.

Escultura del siglo XVII.


La escultura posterior a la conquista se divide en dos áreas: decorativa y estatuaria.
Ambas se realizaron en piedra o en madera . El arte plateresco fue esencialmente
escultórico y en la Colonia produjo importantes retablos.
Las academias creadas en Europa a partir del siglo XVII se fundaron en lo racional
abandonando la visión netamente religiosa que había dominado los siglos
anteriores. En Nueva España, esta filosofía desató una reacción contra lo barroco.
Así, los retablos que eran esencialmente escultóricos se consideraron recargados y
se sustituyeron por manifestaciones arquitectónicas.

Pintura
Durante la época de la colonia, la pintura mexicana
estuvo fuertemente influida por los temas religiosos y
enfocados a la técnica mural. Los grandes retablos y
los bajorrelieves de espíritu indígena constituyeron las
formas más frecuentes de la escultura de aquel
tiempo.
Las obras eclesiásticas eran, evidentemente, las más
importantes, no sólo por sus dimensiones sino porque
tenían mayor apoyo, sobre todo gracias a las clases
más poderosas económicamente. Entre los pintores
más importantes del XVII podemos citar a Baltasar
Echave Rioja seguidor de Murillo y Rubens y que
pintó, por sólo citar un par de sus obras, el Martirio de
San Pedro de Arbués que le solicitó el Santo Oficio y los Tributos de la Eucaristía,
la Fe y la Iglesia.
Juan Correa, trabajó intensamente de 1671 a 1716 y alcanzó gran prestigio y fama
por la calidad de su dibujo y la dimensión de algunas de sus obras. Entre las más
conocidos: Apocalipsis en la Catedral de México, La conversión de Santa María
Magdalena, hoy en la Pinacoteca Virreinal y Santa Catarina, y Adán y Eva arrojados
del paraíso, este último en el Museo del Virreinato de Tepoztlán.
Cristóbal de Villalpando , considerado el pintor más representativo de la segunda
mitad del siglo XVII novohispano y que, como muchos artistas de su época trabajó
más para la iglesia que para particulares o instituciones y trabajó tanto en pequeño
como en gran formato. Algunas de sus obras son La apoteosis de San Miguel , Los
desposorios de la Virgen y La huida a Egipto , todos ellos representativos de la
calidad de la pintura barroca en la Nueva España.
Otros pintores novohispanos importantes de este siglo fueron son Rodrigo de la
Piedra, Antonio de Santander, Bernardino Polo, Juan de Villalobos, Juan Salguero
y Juan de Herrera.
Durante el siglo XIX la pintura se caracterizó por la influencia academicista, pero a
finales de ese mismo siglo surgió el movimiento llamado "pintores viajeros" donde
los paisajes fueron el tema predominante.

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