La Singularidad de Jesucristo
La Singularidad de Jesucristo
La Singularidad de Jesucristo
Lo que sostenemos, por lo tanto, no es solo que Jesús fue uno de los grandes
líderes espirituales del mundo. Resultaría totalmente grotesco referirnos a el
como «Jesús el Grande», comparable a Alejandro Magno (o el Grande
Carlomagno, o el grande Napoleon el Grande. Jesús no es «el Grande»; es el
único. No tiene pares ni rivales, ni sucesores.
Por lo tanto, que pensaban sobre ellos cristianos primitivos?
Le dieron muchos nombres y títulos. Con frecuencia es simplemente «Jesús» o
«Cristo», o, cuando se combinan su nombre humano y su título divino, «Jesús
(el) Cristo». A menudo, por otra parte, se agrega «el Señor», ya sea «el Señor
Jesús», o «Cristo el Señor”, o «el Señor Jesucristo». Pero cuando se menciona
su título completo, es «nuestro Señor y Salvador Jesucristo». Aparece, por
ejemplo, en la conclusión de la segunda Carta de Pedro: «Antes bien, creced en
la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.» 2 Pe.3:18
Con esta designación completa se dan a entender tres afirmaciones claras y
distintivas; a saber, que Jesús es Señor, que Jesús es Salvador, y que Jesús es
nuestro.
Todas estas afirmaciones declaran su carácter único Jesús es Señor
Consideremos en el hecho de que Kyrios Jesous (<<Señor Jesús») es el mas
antiguo de todos los credos cristianos. Da testimonio fehaciente de la
encarnación, por cuanto es una afirmación de la identidad del Jesús humano y
el Señor divino. La palabra kyrios se usaba con una gran variedad de
significados. Por una parte, se usaba simplemente como título de cortesía
(”Señor»), o para designar al dueño de cualquier tipo de propiedad. Por otra
parte, se uso en todo el periodo griego clásico con referencia a los dioses, a
quienes de este modo se les reconocía autoridad sobre la naturaleza y la historia.
Luego se comenzó a usar para los gobernantes humanos, especialmente el
emperador (Kyrios Kaisar), y era la parafrasls corriente que emplearon para
Yahve los eruditos que tradujeron la Biblia hebrea al griego. El hecho de que se
comenzó a usar en el Nuevo Testamento para el Cristo resucitado,Hch.2:36; Ro.
10:9; Mt. 28:18, con la idea de que sus seguidores eran sus esclavos destinados
a adorarlo y obedecerlo, es una indicación clara de que reconocían su deidad.
Resulta tanto mas sorprendente que sus primeros discípulos judíos usaran este
epíteto, por cuanto eran tan decididamente monoteístas como lo es cualquier
musulmán en el dia de hoy. Recitaban diariamente el Shema, confesando que
«el Señor nuestro Dios es el único Senor».Dt. 6:4
Y a pesar de esto intrépidamente llamaban a Jesús Señor y lo adoraban como
a Dios. No hay nada semejante en ninguna otra religión. Los musulmanes niegan
la deidad de Jesús, por supuesto entendiendo mal la encarnación en términos
groseramente físicos,
El budismo primitivo o clásico no tenía ningún dios, o culto alguno de adoración.
Al Buda no se Ie acordó posición de honor divino hasta unos 500 años después
de su muerte. Por consiguiente, no podemos aceptar el paralelo que traza el
profesor Hick cuando escribe: «La 'budalogia' y la cristología se desarrollaron de
modos semejantes.» Es decir, Buda y Cristo «llegaron a, ser considerados»
encamaciones, como resultado de la devoción religiosa de sus seguidores. La
comparación no es adecuada, sin embargo, porque los propios contemporáneos
de Jesús lo llamaban «Señor», mientras que transcurrió medio milenio antes de
que se comenzara a adorar a Buda como Dios.
El hinduismo, por cierto, afirma tener una cantidad de avatara o «descendientes»
divinos, en los que se dice que el dios Visnu apareció en la persona de Rama,
Krisna y otros. En el Bhagavad Gita Krisna Ie dice a Arjuna que con frecuencia
adopta forma humana: «He nacido muchas veces, Arjuna , Si bien no he nacido,
soy imperecedero, y soy el Señor de todo, acudo a mi reino de la naturaleza
mediante mi maravilloso poder y aparezco en forma humana.»
El reformador hindú del siglo XIX, quien dijo de si mismo que era «la misma alma
que había nacido antes como Rama, como Krisna, como Jesús o como Buda,
nacido nuevamente como ama nsna».Pero «encamación» no es una versión
adecuada o acertada del vocablo sanscrito avatar: tiende a ocultar las dos
diferencias fundamentales entre la afirmación hindú y la cristiana.
Primero, tenemos la cuestión de la historicidad. Los avatara de Visnu
pertenecen a la mitología hindú. El hinduismo es una religión ética, mística y
filosófica, y para los hindúes no tiene ninguna importancia el que los avatara
realmente ocurrieron. El, Cristianismo, sin embargo, es esencialmente una
religión histórica, basada en la afirmación de que la encamación de Dios en
Jesucristo fue un acontecimiento de la historia, que tuvo lugar en Palestina
cuando Augusto era emperador de Roma. Si se pudiera negar su historicidad,
se destruiría el cristianismo.
JESUS ES SALVADOR
JESUS ES NUESTRO
Nos llama a seguirle, y él se nos ofrece a nosotros como el Salvador que mora
en nosotros y nos transforma.
Con frecuencia se expresa esto en el Nuevo Testamento en el sentido de que
esta a disposición de nosotros en la persona del Espíritu Santo, el que es a la
vez su Espiritu. Jn. 14:16-18,21; Ro. 8:9-10
Esto es lo que Pablo indica cuando ora por los efesios, para que el (vale decir el
Padre) «os de ... el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su
Espíritu; para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones».Ef. 3:16-17
De hecho, la fe cristiana es esencialmente trinitaria. Acudimos al Padre mediante
el Hijo y el Espiritu,Ef. 2:18 y el Padre llega hasta nosotros mediante el Hijo por
el Espiritu.Jn. 14:16-23
Nuevamente tenemos que reconocer que esto es algo único. No hay nada
comparable a esto en las otras religiones. El budista no pretende conocer al
Buda, tampoco el confucianista a Confucio, ni el musulmán a Mahoma, como
tampoco el marxista a Karl Marx. Todos ellos reverencian al fundador de su
religi6n o ideología como un maestro del pasado. También para los cristianos
Jesús es un maestro, pero, más todavía, es su Señor y Salvador viviente. Frases
que afirman esto «aparecen en todas las páginas del Nuevo Testamento, y dejan
en claro el hecho de que esta relación íntima y personal de confianza, devoción
y comunión constituye la medula misma de la fe cristiana»., llama la atención las
164 veces que aparece la formula favorita de Pablo, «en Cristo»
Puede haber ideas, relatos, mitos, leyendas, que reflejen los mismos temas, pero
si estamos hablando de la historia no hay nada para colocar a la par de este
relato. El evangelio es, estrictamente, sui generis, linieo.
No es suficiente, por lo tanto, declarar que Jesús es único en el sentido de que
todo ser humano es Único, como es Único, por cierto, cada copo de nieve y cada
hoja de hierba. Tampoco podemos seguir al profesor Paul Knitter en su intento
de interpretar la fraseología «solo y Único» del Nuevo Testamento en relación
con Cristo: es, según el, el lenguaje del testimonio, no de la teología; del amor,
no de la ciencia; de la fe entusiasta, no de la filosofía analítica. El prosigue,
«semejante al lenguaje que el marido usa para hablar de su mujer :eres la mujer
mas hermosa del mundo ... para mi tu eres la única mujer'».
Se trata de poesía, de hipérbole, no de la verdad literal. Más adelante, el
profesor Knitter argumenta que se trata de «lenguaje de acción», cuyo propósito
primario no era definir doctrina ni excluir a otros, sino, más bien, urgir a la acción
a favor de Cristo en «total entrega a su visión y su senda».
Pero no. Esta apelación a diversos usos del lenguaje, si bien es ingeniosa, es
indudablemente tendenciosa. Un estudio cuidadoso de los textos que contienen
la frase «solo y único», en su propio contexto, debería convencernos de que no
se trata de expresiones puramente poéticas de fe y amor, que se han de aceptar
con reservas. Todo lo contrario, son solemnes afirmaciones de la verdad, que
tienen consecuencias eternas en relación con la salvación. Más aun, todas ellas,
implícita si no explícitamente, elaboran su conclusión negativa (ningún otro) a
partir de su afirmación positiva (solo él). Así, porque solo él conoce al Padre, solo
el puede darlo a conocer, Jn. 1:18 y porque él es «el camino, y la verdad, y la
vida», nadie puede llegar al Padre excepto por medio de él. Jn 14:6
De modo semejante, porque el nombre de Jesucristo, a quien Dios ha levantado
de los muertos, es poderoso para salvar, no hay otro nombre que salve.
Así también (aun en el riguroso sincretismo del mundo grecorromano), «sólo hay
un Dios, el Padre y un Señor, Jesucristo... »;1 Cor. 8:5-6 sólo hay un sumo
sacerdote que ofreció un solo sacrificio (de sí mismo) como ofrenda por el
pecado una vez por todas; Heb. 10:12-14 y, como consecuencia de su muerte
en rescate por todos, «hay 'un solo mediador entre Dios y los hombres,
Jesucristo hombre».1 Ti. 2:5-6
Un solo camino, un solo nombre, un solo Dios, un solo Señor, un solo Mediador.
La declaración es exclusiva, y la consecuencia ineludible. Lo que es
genuinamente único tiene significación universal, y se debe dar a conocer
universalmente, mientras que, para citar a Visser't Hooft otra vez, «no hay
universalidad alguna si no existe ningún evento único».
De manera que el carácter único y la universalidad van juntos. Dado que Dios ha
exaltado en forma suprema a Jesús, y Ie ha dado el nombre único de «Señor»,
nombre que se yergue por encima de todo otro nombre, toda rodilla ha de
doblarse delante de él. Dado que Jesucristo es el único Salvador, nosotros
tenemos la obligación de proclamarlo en todas partes. El «inclusivismo» de la
misión se debe, precisamente, al «exclusivismo» del Mediador. Como agregado,
se Ie ha dado autoridad universal sobre las naciones; por ello el nos comisiona
para salir a discipular a las naciones.
En conclusión, me gustaría tratar de contestar dos preguntas que bien pueden
surgir en la mente del lector, porque han surgido en mi propia mente también.
Ambas se refieren a nuestras relaciones con los adherentes de otras creencias.
La primera pregunta podría ser esta: «Esta sugiriendo usted una total
discontinuidad entre el cristianismo y otras religiones, de modo que toda la
verdad está contenida en aquel, y que no hay ninguna verdad en estas? No. Por
cierto que los cristianos creen que Dios se ha revelado a la humanidad en
Jesucristo, como lo testimonia la Escritura, de un modo único y definitivo, de
manera que, en esta vida Dios no tiene nada más que revelar que lo ya revelado,
si bien, naturalmente, tenemos mucho más que aprender.
Pero no estamos sugiriendo que entendemos que fuera de la iglesia Dios está
inactivo y la verdad ausente ¡de ninguna manera! Dios sustenta a todas sus
criaturas, y, por consiguiente, no está lejos de cada una de Elías. Por creación
son «linaje» suyo, en el viven, y se mueven, y son. Hch. 17:27-28
También, Jesús el Cristo, como el logos de Dios y la luz de los hombres, esta el
mismo incesantemente activo en el mundo. Dado que se lo describe como «la
luz verdadera, que alumbra a todo hombre»,Jn. 1:9 nos atrevemos a afirmar que
toda la hermosura y la verdad, y todo el bien, dondequiera que se los encuentre
entre los seres humanos, derivan de él, sea que la gente tenga conciencia de
ello o no. Este es un aspecto de la denominada «gracia común» de Dios, o sea,
el amor que muestra a toda la humanidad; no es, sin embargo, su «gracia
salvífica», que se extiende a quienes claman humildemente ante el en busca de
misericordia.
La segunda pregunta bien podría surgir a continuación de la anterior:
«¿No hay esperanza de salvación, entonces, para quienes pertenecen a otras
religiones, quienes pueden no haber oído nunca acerca de Jesús?»
Al procurar dar respuesta a esta pregunta extremadamente importante, tratare
de hacerlo bíblicamente. Es preciso que combinemos confianza con
agnosticismo, lo que sabemos (porque la Escritura lo ensena claramente) y lo
que no sabemos (porque la Escritura no es clara o guarda silencio al respecto).
Lo que sabemos por la Escritura es el hecho de que no hay posibilidad de
salvación por medios propios. Porque todos los seres humanos, debido a la
revelación general por parte de Dios, tienen algún conocimiento acerca de Dios
y del bien; ninguno ha vivido a la altura de ese conocimiento, y, por consiguiente,
todos son culpables delante de Dios y se encuentran en estado de «perdición»
(a menos que Dios intervenga). Este es el argumento de Romanos 1-3. Nadie
puede lograr la salvación por medio de la religión, la sinceridad o la filantropía.
No pueden los que afirman ser cristianos, como tampoco pueden otros. Todavía
más: Cornelio, el centurión, no es una excepción a esta regla, como a veces se
ha sugerido. El relato no ensena que la salvación este a disposición tanto de los
Gentiles como de los judíos, sobre la misma base; no ensena que el centurión
logró la salvación por su propia justicia, piedad o generosidad.
Por el contrario, tuvo que escuchar el evangelio y responder al mismo con el fin
de recibir la salvación, la vida, la purificación y el Espíritu Santo.Hch.
11:14,18;15:9
De modo que lograr la salvación por uno mismo es imposible. También sabemos
que Jesucristo es el único Salvador (porque sólo el cumple los requisitos
correspondientes, como hemos visto), y que la salvación se de solamente por la
gracia de Dios, sobre la base de la cruz de Cristo exclusivamente, y por la fe
sola.
Lo que no sabemos, no obstante, es exactamente cuanto conocimiento y
comprensión del evangelio se requiere para que la gente esté en condiciones de
clamar a Dios pidiendo misericordia, para obtener la salvación. Por cierto que en
el Antiguo Testamento el pueblo se «justificaba por gracia mediante la fe», aun
cuando tuviesen poco conocimiento o expectativa en cuanto a Cristo. Quizá haya
otros en el día de hoy que se encuentren en una posición algo similar. Saben
que son pecadores y culpables delante de Dios, y que no pueden hacer nada
para ganar su favor, de modo que sintiéndose desesperados claman al Dios, a
quien perciben oscuramente, en busca de salvación. Si Dios realmente salva a
tales personas, como creen muchos cristianos evangélicos tentativamente, su
salvación sigue siendo sólo por gracia, sólo por medio de Cristo, sólo por
fe.
Algo más que sabemos es que el número definitivo del pueblo redimido de Dios
será incontable,73 como cumplimiento final de la promesa de Dios a Abraham,
de que su posteridad (espiritual tanto como física) será «como las estrellas del
cielo y como la arena que está a la orilla del mar».74 En un sentido semejante,
parecería que Pablo nos asegura que serán muchos mas los que se salvan que
los que se pierden, porque la obra de Cristo al proporcionar la salvación será
más exitosa que la de Adan al provocar la ruina, y porque la gracia de Dios al
proporcionar vida abarcara «mucho más» que la transgresi6n de Adan al
provocar la muerte.Ro.5:15-21
Aun cuando tenemos sólidos fundamentos bíblicos para acariciar esta
expectativa, no se nos dice cómo Dios va a llevarlo a cabo.
Pero mientras nos mantenemos agnósticos en cuanto a este tema, no podemos
abrigar ninguna duda can respecto a nuestro deber. Hemos sido comisionados,
para aquel que tiene autoridad para hacerlo, para predicar el evangelio y hacer
discípulos. Es difícil que la gente pueda clamar a alguien en el cual no creen, a
creer en alguien del cual no han oído hablar, oír si nadie les predica.
Mucho más fácil que la gente crea una vez que ha oído las buenas noticias del
Cristo crucificado. Cuando aprenden, a partir de la cruz, acerca de la misericordia
de Dios para can los pecadores, es cuando exclaman, «Dios, se propició a mi,
pecador!» Como lo expresó Pablo, «la fe es par el oír, y el oir, par la palabra de
Dios» que es «el mensaje de Cristo»
Luego, entonces, negar la singularidad de Cristo equivale a restarle toda fuerza
a la misión y hacer que resulte superflua.
Afirmar su singularidad, por otra parte, es reconocer la urgencia de hacer
conocer universalmente a Cristo.